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Con fundamento en las pruebas practicadas dentro del proceso penal, resulta
claro que la actuación del soldado fue arbitraria, y no había razón para considerar
que su conducta estuvo determinada por un error invencible. No obstante, para
efectos de precisar la injerencia que dichas conclusiones pueden tener respecto
de la determinación de la responsabilidad del Estado, asunto que es objeto del
presente proceso, es necesario advertir que en tales providencias se estableció
que el soldado procesado no actuó amparado por la causal de justificación
consistente en la legítima defensa, sino en la causal de inculpabilidad consagrada
en el artículo 36, numeral 3º del Código Penal Militar vigente en el momento en
que aquéllas fueron expedidas, consistente en obrar con la convicción errada e
invencible de que estaba amparado por dicha causal de justificación. Se trata de la
denominada legítima defensa putativa, que, si bien permite considerar inculpable
la conducta del autor del daño, no tiene la virtud de justificar su conducta, y para
efectos de la responsabilidad patrimonial, no rompe el nexo de causalidad
existente entre aquélla y el daño ocasionado. Esta precisión tiene especial
importancia en los casos en que, como ocurre en el presente, la responsabilidad
del Estado se establece con fundamento en la aplicación de un régimen
objetivo. Como se advirtió en la primera parte de estas consideraciones, cuando
se trata de daños causados por agentes estatales en desarrollo de actividades que
crean un riesgo para los administrados -a pesar de estar autorizadas,
precisamente, para garantizar su protección-, poco importa que se demuestre o no
la falla del servicio; probada la actuación del agente estatal, el daño y el nexo de
causalidad existente entre uno y otro, se establece la responsabilidad del Estado,
y la entidad demandada sólo podrá exonerarse demostrando causa extraña, esto
es, fuerza mayor o hecho exclusivo de la víctima o de un tercero. Cuando se
presenta la legítima defensa putativa, no se configura un hecho de la víctima, que
permita romper el nexo de causalidad, dado que, en realidad, ésta no ha obrado
de manera injusta, para vulnerar un derecho ajeno, dando lugar a la reacción
legítima del autor del delito, sino que éste ha obrado con el convencimiento errado
e invencible de que ello era así. En estas condiciones, la Sala considera que se
encuentra demostrada la responsabilidad de la Nación - Ministerio de Defensa, por
el daño causado al actor.
Está probado, que las heridas mencionadas tuvieron secuelas permanentes para
el actor; no se estableció, sin embargo, el porcentaje de incapacidad para trabajar
que tales secuelas implican, de acuerdo con las circunstancias y condiciones
especiales del actor. Así lo advirtieron los peritos designados en el curso del
proceso para calcular el valor del perjuicio material solicitado en la demanda, al
explicar que la determinación de dicho porcentaje resultaba necesaria para
establecer el valor del lucro cesante derivado de la incapacidad laboral. Teniendo
en cuenta lo anterior, se condenará en abstracto por concepto del lucro cesante
causado al demandante, durante el período comprendido entre el 2 de febrero de
1994 -día inmediatamente siguiente a aquél en que vencieron los primeros
cuarenta y cinco días contados desde la fecha en que fue herido el señor Timaná-,
y el último de su vida probable, teniendo en cuenta la edad que tenía el día de los
hechos y la respectiva tabla colombiana de mortalidad adoptada por la
Superintendencia Bancaria. Se deberá solicitar la valoración del señor José Tulio
Timaná por parte de alguna de las entidades a que se refiere el artículo 5º del
Decreto 917 de 1999, para que, conforme a lo dispuesto en ese mismo decreto,
establezcan el porcentaje de disminución de su capacidad laboral, ocurrida como
consecuencia de las lesiones sufridas el 18 de diciembre de 1993, y se calculará
el lucro cesante, con fundamento en dicho porcentaje, teniendo en cuenta el valor
del salario mínimo vigente en el momento en que se efectúe la liquidación,
siempre que resulte superior a la suma obtenida al actualizar el valor del salario
mínimo vigente en 1993. La indemnización se dividirá en dos períodos, uno
consolidado, comprendido entre el 2 de febrero de 1994 y la fecha de la
providencia que efectúe la liquidación, y otro futuro, comprendido entre el día
siguiente a la fecha de dicha providencia y el último día de la vida probable del
demandante. El primero se calculará con base en la fórmula que acaba de
utilizarse para liquidar el lucro cesante durante los primeros 45 días; el segundo,
teniendo en cuenta la siguiente fórmula: S= a Ra (1+i) a la n -1 sobre i(1+i) a la n.
Donde Ra, o renta actualizada, es igual a la suma equivalente al tanto por ciento
del salario mínimo que corresponda al porcentaje de incapacidad laboral
declarada; i es igual a 0.004867, y n al número de meses que comprende el
período futuro. La liquidación respectiva se hará por incidente, que deberá
promover el interesado, mediante escrito que contenga la liquidación motivada y
especificada de su cuantía, dentro de los sesenta días siguientes al de la fecha de
notificación del auto de obedecimiento al superior, conforme a lo dispuesto en el
artículo 172 del Código Contencioso Administrativo. Vencido dicho término,
caducará el derecho y el Tribunal rechazará de plano la liquidación extemporánea.
CONSEJO DE ESTADO
SECCION TERCERA
I. ANTECEDENTES:
1. Mediante demanda presentada el 13 de enero de 1994 (folios 2 a 11), a
través de apoderado, los señores José Tulio Timaná y Reinelda De la Cruz,
obrando en nombre propio y en representación de su hijo Edison Leonardo
Timaná De la Cruz; Luz María Timaná Carlosama, obrando en su propio nombre y
en el de su hija María Magali Jaramillo Timaná; José María Ramiro Timaná y Rosa
Amelia Timaná, obrando en nombre propio, solicitaron que se declarara que la
Nación - Ministerio de Defensa es patrimonialmente responsable de los perjuicios
materiales y morales sufridos por ellos, como consecuencia de las lesiones
causadas a José Tulio Timaná por el soldado José Alcibíades Gil Villanueva,
miembro del Ejército Nacional, en hechos ocurridos en la Vereda Santa María Alto,
jurisdicción de Pasto, Nariño, el 18 de diciembre de 1993.
“1) LUZ MARIA TIMANA es la madre de los señores JOSE TULIO TIMANA, JOSE
MARIA RAMIRO TIMANA y ROSA AMELIA TIMANA, quienes llevan su apellido
por no haber sido reconocidos por su padre; igualmente, es madre de MARIA
MAGALY JARAMILLO TIMANA, quien sí fue reconocida por su padre y por eso
lleva los dos apellidos de sus progenitores.
3. El señor JOSE TULIO TIMANA fue encontrado para cuidar una finca,
ubicada junto a las instalaciones de Telecom "Cruz de Amarillo", de
propiedad de los señores FRANCO TIMARAN, LEONOR DE TIMARAN y
ARQUÍMEDES TIMARAN. Había llegado a trabajar a dicha finca el... 9 de
diciembre de 1993, en compañía de su esposa REINELDA DE LA CRUZ y
su hijo EDISON LEONARDO TIMANA DE LA CRUZ, con quienes vivía en
una casa ubicada dentro del mismo inmueble que cuidaba.
4. Hasta el 8 de diciembre de 1993 el señor JOSE TULIO TIMANA vivía, con
su esposa e hijo, en casa de su madre LUZ MARIA TIMANA junto con sus
hermanos JOSE MARIA RAMIRO TIMANA, ROSA AMELIA TIMANA y
MARIA MAGALY JARAMILLO TIMANA, y por convivir mantenían entre
todos ellos una magnífica relación familiar, colaborándose en todas las
actividades que ofrece la vida, compartiendo alegrías y tristezas,
socorriéndose mutuamente en todas sus necesidades, y siempre ha habido
entre ellos comprensión, ayuda y colaboración, pues los lazos familiares de
afecto siempre han sido muy estrechos, y la familia siempre ha
permanecido unida, compartiendo todas (sic) celebraciones, festividades,
cumpleaños, etc.
5. El día sábado 18 de diciembre de 1993, siendo aproximadamente las ocho
y media de la noche, el señor JOSE TULIO TIMANA se disponía a dar la
última ronda de ese día en cumplimiento de su trabajo de cuidador de la
finca... salió de la casa con su linterna a constatar que no faltara ninguna
cabeza de ganado y cuando estaba cumpliendo dicha labor, fue alcanzado
por una bala de fusil que fue disparada por el soldado JOSE ALCIBIADES
GIL VILLANUEVA, miembro del Ejército Nacional que se encontraba en
servicio activo en la base militar Cruz de Amarillo, que funciona en las
instalaciones de Telecom ubicadas en la vereda Santa María Alto,
jurisdicción del Municipio de Pasto. Inmediatamente JOSE TULIO gritó: "Por
Dios, no dispare más". Acudieron al momento otros soldados y el
Comandante de dicha base militar, quien al percatarse que "el vecino"
estaba herido gravemente, ordenó a los soldados buscar otro vehículo para
trasladarlo rápidamente a Pasto. Se encontró una camioneta... del señor
PEREGRINO CARLOSAMA, quien en compañía del cabo OVIDIO
VILLAMIL MANCERA y de la esposa del herido..., trasladaron al lesionado
hasta el Hospital Departamental de Pasto.
6. El proyectil que lesionó gravemente la integridad del ciudadano JOSE
TULIO TIMANA fue disparado de arma de fuego de dotación oficial...
Indiscutiblemente el proceder del uniformado..., por su manera negligente e
imprudente de actuar, encierra una grave falla del servicio, pues
inaceptable resulta... que una autoridad armada... haciendo uso indebido de
las armas de dotación oficial, ocasione graves lesiones a un ciudadano...
quien... se encontraba cumpliendo pacíficamente con sus obligaciones
laborales y dentro del mismo predio donde trabajaba. Y es imprudente el
proceder del uniformado, pues antes de disparar no hizo ninguna
advertencia, ni se preocupó, como debió hacerlo, por identificar al
ciudadano que se encontraba en el predio contiguo, sino que se limitó a
disparar su arma contra la humanidad de JOSE TULIO TIMANA..., sin
mediar palabra y sin que éste hiciera ninguna ofensa, ataque, injuria, acción
o desacato...
7. Las lesiones causadas al señor JOSE TULIO TIMANA, como es apenas
obvio, han ocasionado, a él y a sus familiares, graves perjuicios de orden
material y moral. De orden material, por cuanto desde que ocurrió el hecho
no ha podido trabajar ni podrá hacerlo en lo sucesivo, pues está
imposibilitado. En el Hospital Departamental de Pasto, ha sido intervenido
quirúrgicamente en varias ocasiones. En una de las intervenciones le fue
amputado el dedo índice de la mano derecha, lo que implica
necesariamente una disminución de su capacidad productiva. También ha
sido necesario sufragar los gastos médicos, quirúrgicos, hospitalarios,
radiografías, exámenes, drogas, etc., además de los gastos de transporte
de los familiares desde Tangua y la permanencia en Pasto, para poder
estar junto a JOSE TULIO... Su esposa y su hijo se han visto sin recursos
para su sostenimiento..., ya que los ahorros que tenían los han gastado
para su recuperación y ya no tienen apoyo económico del jefe del
hogar. Como es apenas natural, las lesiones ocasionadas a JOSE TULIO
han causado perjuicios morales, tanto a él mismo, como a sus seres
queridos, pues les ha producido una gran aflicción y congoja, perjuicios que
son irremediables e irreparables. El dolor moral es inobjetable tanto para la
madre, esposa, hijo y hermanos del ofendido, puesto que dicho sentimiento
es innato en el ser humano cuando se produce un acontecimiento de esta
magnitud que altera la armonía y la felicidad familiar que existía hasta que
ocurrió el hecho dañoso".
Finalmente, indicó que los registros civiles aportados no sirven para acreditar la
relación de parentesco entre los demandantes, dado que en ellos no constan los
reconocimientos efectuados (folios 193 a 200).
Consideró probadas las lesiones sufridas por el señor José Tulio Timaná, así
como el hecho de que el soldado del Ejército José Alcibíades Gil Villanueva hizo el
disparo, mientras se encontraba prestando el servicio de centinela en una Base
Militar. Analizó los testimonios practicados dentro del proceso penal, y concluyó
que estaba prohibido el tránsito por el sector de dicha base después de las 6:00
p.m., y que el nuevo personal de guardia, del cual formaba parte el soldado Gil
Villanueva, "no supo sobre las andanzas" de Timaná. Agregó que se habían hecho
anuncios a los soldados sobre la posible presencia guerrillera, y expresó que "todo
contribuyó a que el militar creyera racionalmente que debía disparar para proteger
la base de algún posible atentado subversivo". Además, la visibilidad no era
buena, y el soldado pidió el santo y seña, que lógicamente no fue respondido,
porque se trataba de un particular, y no de un soldado.
Se refirió a las pruebas practicadas dentro del proceso penal y reiteró los
argumentos expuestos al presentar sus alegatos en el curso de la primera
instancia. Consideró inadmisible que se pretenda aducir el nerviosismo y el susto
del soldado Gil Villanueva, para justificar su acción imprudente. En efecto, el
soldado no dio cumplimiento a las normas relativas al uso de las armas, ni a los
reglamentos de los centinelas, que lo obligaban a mantener el fusil cargado, pero
asegurado, a utilizar el santo y seña antes de disparar, y a hacer primero un tiro al
aire, como prevención, en caso de mirar algo sospechoso, para luego, según las
circunstancias, disparar al objeto.
3. El recurso fue admitido por auto del 14 de enero de 1997 (folio 245). El 21 de
febrero siguiente, se corrió traslado a las partes para que presentaran sus
alegatos, y al representante del Ministerio Público, para que rindiera concepto
(folio 247).
Dentro del término respectivo, sólo intervino la parte demandada, quien insistió
en que el soldado Gil Villanueva dio cumplimiento a las "consignas ordenadas por
sus superiores..., pero el señor Timaná no contestó los gritos preventivos del
centinela, actuando descuidadamente al no haber informado al comandante de la
Base Militar sobre sus recorridos nocturnos en su labor de custodia del ganado de
la finca en que vivía". Así las cosas, consideró probado que el daño se debió a
culpa exclusiva de la víctima, por lo cual solicitó confirmar la decisión apelada
(folios 248 a 250).
IV. CONSIDERACIONES:
Conforme al artículo 105, los hechos y actos relacionados con el estado civil de las
personas, ocurridos con posterioridad a la vigencia de la Ley 92 de 1938, se
probarán con copia de la correspondiente partida o folio, o con certificados
expedidos con base en los mismos. El artículo 103 dispone, además, que se
presume la autenticidad y pureza de las inscripciones hechas en debida forma en
el registro del estado civil.
Finalmente, el artículo 112 establece que las copias de acta o folio de registro de
nacimiento de un hijo extramatrimonial y los certificados que con base en ellos se
expidan "omitirán el nombre del presunto padre, mientras no sobrevenga
reconocimiento o declaración judicial de paternidad en firme y no sometida a
revisión, y en fuerza de ellos se corrija la inscripción inicial”. El artículo 113 ordena
que en las copias y certificados que se expidan de una partida o de un folio
corregidos, se expresará el número, fecha y notaría de la escritura respectiva, o de
la resolución de la oficina central, o de la providencia judicial que la haya
ordenado. Y el artículo 115, en concordancia con el artículo 1º del decreto
reglamentario 278 de 1972, dispone que las copias y certificados que consignen el
nombre de los progenitores y la calidad de la filiación sólo pueden expedirse
cuando sea necesario demostrar el parentesco y con esa sola finalidad.
De conformidad con las normas citadas anteriormente, resulta claro que cuando
se expida un certificado de registro civil de nacimiento y en él consten los nombres
de los progenitores del inscrito, dicho documento constituirá prueba suficiente para
acreditar el parentesco de consanguinidad existente entre éste y aquéllos. En
efecto, si tales nombres fueron indicados en el correspondiente certificado, es
porque existe claridad suficiente sobre el estado civil de madre, por haberse hecho
el registro en la forma prescrita en el citado artículo 49, así como sobre el estado
civil de padre, por haber nacido el inscrito dentro de un matrimonio legalmente
celebrado o, siendo hijo extramatrimonial, por haber sido reconocido por su padre
o haberse declarado judicialmente la paternidad.
De otra parte, según se desprende del artículo 113 del Decreto 1260 de 1970,
antes citado, parece claro que si hay lugar a la corrección de un registro civil de
nacimiento, en las copias y certificados que con base en él se expidan, deberá
identificarse el acto que constituyó la causa de dicha corrección. Por esta razón,
se concluye que cuando un notario expide una copia o certificado de un registro
civil de nacimiento y en él no se hace referencia a la realización de corrección
alguna, debe entenderse que los hechos que se hacen constar tienen efectos
respecto de terceros desde la fecha en que se efectuó el registro, dada la
presunción de autenticidad de que gozan estos documentos, por su carácter de
instrumentos públicos". 3 (Se subraya).
En el presente caso, se observa que la parte actora aportó con la demanda las
copias auténticas de los registros civiles de nacimiento de José Tulio Timaná, José
María Ramiro Timaná, Rosa Amelia Timaná y María Magaly Jaramillo Timaná,
expedidos por el Registrador Municipal del Estado Civil de Tangua, Nariño; en los
tres primeros documentos consta que las personas registradas son hijas de Luz
María Timaná, y en el último, que María Magaly es hija de Jesús Dionicio Jaramillo
Moreno y Luz María Timaná Carlosama (folios 17 a 20). Por esta razón y conforme
a lo expuesto, es claro que constituyen prueba idónea para demostrar que José
Tulio, José María Ramiro, y Rosa Amelia Timaná, así como María Magaly
Jaramillo Timaná, son hijos de Luz María Timaná, y por lo tanto, hermanos
maternos entre sí.
Adicionalmente, fueron aportadas con la demanda la copia auténtica del
registro civil de matrimonio de José Tulio Timaná y Reinelda De la Cruz, expedida
por el mismo funcionario, donde consta que éstos se casaron el 13 de agosto de
1989, en la Iglesia Parroquial de Tangua, y la copia del registro civil de nacimiento
de Edison Leonardo Timaná De la Cruz, nacido el 16 de agosto de 1990, donde
consta que sus padres son José Tulio Timaná y Reinelda De la Cruz Muñoz (folios
21, 22). También está demostrada, entonces, la relación de parentesco existente
entre estas tres personas, según lo expresado en la demanda.
2. El señor José Tulio Timaná fue examinado por un patólogo forense del
Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses, seccional Nariño, el 29
de diciembre de 1993 y el 10 de febrero de 1994. En la primera oportunidad, se le
dio una incapacidad provisional de cuarenta y cinco días, y se estableció que
requería de un nuevo examen para establecer la incapacidad definitiva y las
secuelas de las lesiones. En la segunda, se confirmó la incapacidad provisional y
se establecieron las secuelas en la siguiente forma: "deformidad física del cuerpo
de carácter permanente. Perturbación funcional del órgano de la prensión de
carácter permanente y pérdida anatómia (sic) del segundo dedo de mano
derecha" (folios 116, 117).
“El día y hora antes señalada, en momentos que el soldado GIL VILLANUEVA
JOSE ALCIBÍADES prestaba servicio de centinela..., éste observó en la oscuridad
una persona sin identificar, quien se desplazaba con una linterna encendida,
gritando, "quién anda allí", y al escuchar se le intimaba (sic) llamándolo, el
desconocido emprendió la carrera, razón por la cual el soldado al ver el
sosprechoso (sic) tomó esta actitud, disparó el arma, alcanzando a producirle
lesión en el dedo índice de la mano derecha y pequeña fisura en el abdomen.
Una vez se reaccionó, se constató que el herido correspondía al nombre de TULIO
TIMANA, procediendo el cabo segundo VILLAMIL MANCERA OVIDIO a
trasladarlo hacia Pasto, al Hospital Departamental, donde fue atendido en forma
inmediata.
Son testigos del hecho CS. VILLAMIL MANCERA OVIDIO, SL. LOPEZ
BERMÚDEZ LUIS y SL CANDELO GUASA JOHN..." (folio 1 del cuaderno 2). Se
subraya.
La orden del día citada en este informe obra a folio 2 del mismo cuaderno. Allí
consta que el 18 de diciembre de 1992, fueron encargados de los "servicios de
régimen interno" para la noche, entre las 19:00 y las 22:00 horas, los soldados
Amador Mosquera, Jesús Ordóñez, José Gil Villanueva y Luis López
Bermúdez. Adicionalmente, obra en el proceso la constancia expedida por el
comandante del Batallón Boyacá del Ejército Nacional, en el sentido de que el
soldado José Alcibíades Gil Villanueva se encontraba en servicio activo el 18 de
diciembre de 1994 (folio 39 del cuaderno 2).
“...a eso de las 8:45 de la noche, miramos a unos doscientos metros una luz de
linterna, como en cierto momento nos alumbró a nosotros le preguntamos que
quién era, pero no contestó nada, sino que salió corriendo hacia la casa, entonces
Gil Villanueva estaba como nervioso, cogió de una y disparó hacia donde estaba
corriendo el tipo, después del disparo escuchamos que el tipo dijo ayúdeme,
ayúdeme... cuado miramos allá nos dimos cuenta que era el señor de la casa,
pero nosotros no lo conocimos porque era de noche y estaba nublado... en la
mano derecha tenía una herida en un dedo, también tenía una herida por el
estómago...". (Se subraya).
Precisó, luego, que ellos no sabían que el señor José Tulio Timaná salía de su
casa por las noches, con una linterna, a cuidar un ganado, y dijo que éste no se
acercó a ellos cuando le dieron el santo y seña, sino que se alejó para la
casa. Agregó que se hizo un solo disparo, con un fusil Galil de dotación
oficial. Sobre las órdenes recibidas, explicó:
“...ese día estaba el alboroto de la guerrilla, entonces nosotros estábamos
asustados y mi sargento nos dijo que... no vaya a acercarse nadie a las antenas...,
nos dijo que diéramos el santo y seña y las voces de alto, que si no disparáramos
y le hagamos (sic) pegar un susto, y claro como estábamos nerviosos, el soldado
disparó hacia donde estaba la luz, sin saber quién era el sujeto que se
acercaba”. (Se subraya).
Finalmente, expresó que los únicos que estaban en el sitio desde donde se
disparó eran él y el soldado Gil Villanueva. Después del disparo llegaron el cabo
Villamil y el Sargento Alzate, así como otros soldados.
Expresó que había estado en la base por cuatro meses y que era amigo de
José Tulio Timaná, y agregó:
“...yo le había dicho a él que tuviera mucho cuidado con los centinelas y que para
salir de esa casa, había que avisar al centinela, él sí me avisaba a mí que salía a
ver el ganado, pero al soldado Gil centinela de esa noche no le dijo nada, y a más
de eso recién se había hecho relevo de personal, y Gil llevaba solo tres días en la
base y a lo mejor todavía no se conocían".
Sobre las órdenes impartidas a los centinelas, dijo: "Yo di la orden de acuerdo a
las normas, o sea que los centinelas den el santo y seña, que si no se detenía,
hacer un disparo que podía ser al aire, y pues según las circunstancias ya se
dispara al objeto". Precisó, al ser interrogado sobre ello, que cuando el centinela
dio las voces de alto, el señor Timaná no se acercó a aquél, sino que corrió hacia
un lado, donde queda la casa, y agregó que el soldado disparó "hacia donde
estaba la luz de la linterna", y que "La principal instrucción que tenían los
centinelas era que la base estaba amenazada".
Obran en el proceso los testimonios de otros soldados (folios 114 a 119 y 127 a
134 del cuaderno 2), cuyos relatos resultan coincidentes con los presentados
anteriormente.
“...eran las nueve de la noche más o menos cuando salí de la casa a cuidar el
ganado, salí con una linterna. Unos diez días atrás, cuando yo llegué a esa finca,
le había dicho al soldado que le dicen CANDEELO que yo sabía (sic) salir a cuidar
el ganado de noche, entonces nos pusimos de acuerdo que cuando yo iba a salir
alumbrara con la linterna hacia donde ellos los soldados estaban, que esa era la
señal, entonces eso hice, salí de la casa y del corredor alumbré hacia donde los
soldados estaban... y seguí caminando, habiendo llegado hasta el sitio donde
estaba el ganado... yo recorrí ese tiempo alumbrando con la linterna, miré el
ganado y regresaba hacia la casa y faltando unos veinte metros para llegar fue
que sentí el disparo que me dio en la mano en el dedo de esta mano derecha
(indica el dedo índice de la mano derecha el cual está amputado...)..., grité no
dispare más, y al mover la pierna derecha sentí que me corrió sangre y ya me di
cuenta que también había sido herido en el estómago (indica la cicatriz de una
herida, y alrededor de la misma se observan las cicatrices de la operaciones que
le han hecho...)... llegó mi esposa, me cogió del hombro y ya me llevo hasta la
casa..., después de un rato ya llegaron los soldados..., también entraron unos
vecinos JOSE ROJAS y LA ESPOSA que es de apellido Narváez, que viven a
unos 40 metros...".
Interrogado sobre si escuchó gritos de alto, dijo: "No señor, de eso no escuché
nada, nadie ha dicho eso". Y sobre si corrió en el trayecto hacia su casa, expresó:
"No señor, yo no he corrido, yo iba caminando normal, cómo iba a correr si estaba
oscuro y en el campo no se puede correr", y luego agregó: "...la luz de la linterna
la utilicé todo el tiempo, porque si no, no se podía caminar por falta de
visibilidad...".
Así las cosas, no había razón para disparar en su contra, por lo cual no puede
considerarse demostrado que el soldado Gil Villanueva hubiera obrado en legítima
defensa. Por la misma razón, es claro que el hecho no se debió a culpa exclusiva
de la víctima, como lo pretende el apoderado de la entidad demandada.
La versión del imputado ha sido confirmada por los demás declarantes y ellas
permiten concluir que GIL VILLANUEVA disparó porque estaba muy nervioso y
presumió un ataque de parte del sujeto sospechoso que no le respondió a sus
voces de alto y que salió corriendo.
Diferimos del criterio del señor instructor de que las lesiones son culposas,
puesto que la prueba ha establecido que el soldado disparó intencionalmente,
apuntó hacia la luz que portaba un sujeto desconocido que hizo caso omiso a sus
llamados.
(...)
(...)
"No es culpable:...
Esta precisión tiene especial importancia en los casos en que, como ocurre en
el presente, la responsabilidad del Estado se establece con fundamento en la
aplicación de un régimen objetivo. Como se advirtió en la primera parte de estas
consideraciones, cuando se trata de daños causados por agentes estatales en
desarrollo de actividades que crean un riesgo para los administrados -a pesar de
estar autorizadas, precisamente, para garantizar su protección-, poco importa que
se demuestre o no la falla del servicio; probada la actuación del agente estatal, el
daño y el nexo de causalidad existente entre uno y otro, se establece la
responsabilidad del Estado, y la entidad demandada sólo podrá exonerarse
demostrando causa extraña, esto es, fuerza mayor o hecho exclusivo de la víctima
o de un tercero. Cuando se presenta la legítima defensa putativa, no se
configura un hecho de la víctima, que permita romper el nexo de causalidad, dado
que, en realidad, ésta no ha obrado de manera injusta, para vulnerar un derecho
ajeno, dando lugar a la reacción legítima del autor del delito, sino que éste ha
obrado con el convencimiento errado e invencible de que ello era así.
Debe advertirse que estos recibos fueron aportados al proceso en vigencia del
artículo 22, numeral 2, del Decreto 2651 de 1991, que entró a regir a partir del 10
de enero de 1992, según el cual "Los documentos declarativos emanados de
terceros se estimarán por el juez sin necesidad de ratificar su contenido, salvo que
la parte contra la cual se aducen solicite su ratificación de manera
expresa". Además, esta disposición, que fue derogada por la Ley 446 de 1998, fue
recogida en términos casi idénticos por el artículo 10, numeral 2 de esta
última. Así las cosas y dado que, en este caso, la parte demandada no solicitó su
ratificación, se concluye que los recibos citados pueden ser valorados por el
juez. No le asiste razón, al respecto, al representante del Ministerio Público, quien
expresa que dichos documentos no pueden ser valorados, por no haber sido
reconocidos por sus autores. En efecto, las normas citadas modificaron
tácitamente el numeral 2 del artículo 277 del Código de Procedimiento Civil, según
el cual los documentos privados de terceros, de carácter declarativo, sólo podían
estimarse por el juez cuando su contenido había sido ratificado mediante las
formalidades establecidas para la prueba de testigos.
Así, se tiene que el valor actualizado es igual al valor histórico, multiplicado por
el índice de precios al consumidor del mes anterior a la sentencia, dividido por el
índice de precios al consumidor vigente en el mes en que se efectuó el gasto
respectivo, conforme a las certificaciones del DANE.
-------------------------------------------------------------- = $43.004.oo
-------------------------------------------------------------- = $44.847.oo
Aplicando la fórmula antes citada para actualizar la renta, se tiene que el salario
mínimo vigente en 1993, cuando ocurrieron los hechos que dieron lugar al proceso
($81.510), equivale hoy en día a la suma de $250.376.oo. En efecto:
-------------------------------------------------------------- = $250.376.oo
Para el cálculo del rubro indicado, se aplicará la fórmula adoptada por esta
Corporación, para la determinación de la indemnización del lucro cesante
correspondiente a períodos consolidados, que en este caso se cuenta desde el día
en que ocurrieron los hechos hasta el 1º de febrero de 1994, fecha en la que
venció el término de cuarenta y cinco días de la incapacidad del señor José Tulio
Timaná, para un total de 1,5 meses, de lo cual resulta que:
S = Ra (1+ i)n - 1
i
0.004867
S = $429.522.oo
Por otra parte, se advierte que el patólogo forense describió las secuelas de las
heridas sufridas por el señor Timaná, de la siguiente manera: "deformidad física
del cuerpo de carácter permanente. Perturbación funcional del órgano de la
prensión de carácter permanente y pérdida anatómia (sic) del segundo dedo de
mano derecha" (folios 116, 117). Está probado, entonces, que las heridas
mencionadas tuvieron secuelas permanentes para José Tulio Timaná; no se
estableció, sin embargo, el porcentaje de incapacidad para trabajar que tales
secuelas implican, de acuerdo con las circunstancias y condiciones especiales del
señor Timaná. Así lo advirtieron los peritos designados en el curso del proceso
para calcular el valor del perjuicio material solicitado en la demanda, al explicar
que la determinación de dicho porcentaje resultaba necesaria para establecer el
valor del lucro cesante derivado de la incapacidad laboral (folio 140).
Se deberá solicitar la valoración del señor José Tulio Timaná por parte de
alguna de las entidades a que se refiere el artículo 5º del Decreto 917 de 1999,
para que, conforme a lo dispuesto en ese mismo decreto, establezcan el
porcentaje de disminución de su capacidad laboral, ocurrida como consecuencia
de las lesiones sufridas el 18 de diciembre de 1993, y se calculará el lucro
cesante, con fundamento en dicho porcentaje, teniendo en cuenta el valor del
salario mínimo vigente en el momento en que se efectúe la liquidación, siempre
que resulte superior a la suma obtenida al actualizar el valor del salario mínimo
vigente en 1993.
i (1+ i) n
FALLA:
Presidente de la Sala
1
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección III, 20 de febrero de 1989. Expediente
4655. Actor: Alfonso Sierra Velásquez.
2
Ver, entre otras, sentencia de la Sección III, del 16 de junio de 1997. Expediente 10024.
3
Sentencia del 18 de mayo de 2000, expediente 12.053, reiterada en sentencia del 21 de septiembre siguiente,
expediente 12.053.
4
Consejo de Estado, Sala de lo Contencioso Administrativo, Sección III, sentencia del 26 de agosto de 1999,
expediente 13.041.
5
Sentencias del 13 de abril de 2.000, expediente 11.898; 18 de mayo de 2000, expediente 11.952; 25 de mayo
de 2000, expediente 11.253; 21 de septiembre de 2000, expediente 11.766; 28 de septiembre de 2000,
expediente 11.405; 18 de octubre de 2000, expediente 11.981.
6
Ver sentencias del 18 de septiembre de 1997, expediente 9666, y del 8 de febrero de 2001, expediente
13.254.
7
Ver, entre otras, sentencias de la Sección Tercera, del 15 de septiembre de 1995, expediente 8488; 31 de
enero de 1997, expediente 9849; 2 de octubre de 1997, expediente 10246; 25 de mayo de 2000, expediente
12162.