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Unidad 1 / Escenario 1

Lectura fundamental
La disciplina y el tiempo histórico

Contenido

1 Introducción

2 Historia como conocimiento e historia como disciplina

3 Tiempo histórico: algunas reflexiones desde la historiografía

Palabras clave: tiempo, historia, conocimiento, modernidad.


1. Introducción
La historia como disciplina constituye un campo de conocimiento autónomo de la literatura y de la retórica
desde la segunda mitad del siglo XIX. A partir de ese momento, la historia reclamó el pasado y el tiempo
como objeto central de investigación con un método de trabajo específico asociado al uso de vestigios
(fuentes) para reconstruir el pasado. Aunque distintas sociedades han hecho esfuerzos por representar su
pasado a través de crónicas, relatos, imágenes, tradición oral, entre otros, en esta Lectura nos ocuparemos
de algunos aspectos teóricos asociados a la aparición de la historia como disciplina de las ciencias sociales.
Como elemento indicativo de la consolidación de la historia como un campo de conocimiento específico
se ubica la aparición del concepto moderno de historia que configura un cambio sobre las representaciones
del pasado, presente y futuro. Asimismo, la aparición de este concepto establece una distinción entre la
historia como acontecimiento y la historia como conocimiento o disciplina. También, con el avance de la
disciplina histórica aparecen reflexiones más profundas sobre un fenómeno un tanto esquivo y siempre
problemático, pero decisivo para la historiografía, como lo es el tiempo social e histórico.

Teniendo en cuenta estos elementos, esta Lectura ofrecerá una reflexión sobre algunos componentes
centrales de la teoría de la historia. En particular, se exploran tres elementos decisivos para la teoría de la
historia: la aparición del concepto moderno de historia, la distinción entre historia como conocimiento
e historia como disciplina y algunas reflexiones que desde la historia se han ofrecido para pensar las
distintas dimensiones del tiempo histórico. Con esto se espera hacer una aproximación preliminar a los
componentes teóricos de la disciplina histórica.

2. Historia como conocimiento e historia como disciplina


Uno de los problemas teóricos centrales que se advierten en la disciplina histórica es la distinción entre
historia como acontecimiento e historia como disciplina. Este asunto nos lleva a pensar en dos dimensiones
centrales del fenómeno; de un lado, el problema semántico relacionado con la doble acepción de la palabra
‘historia’: acontecimiento y campo de conocimiento. Por otro lado, un problema vinculado a la aparición
del concepto moderno de historia, que está anclado a las nuevas formas de representación del tiempo
histórico. Veamos algunos elementos de estos dos aspectos.

Sobre el primer asunto, es posible afirmar que el nombre dado al conocimiento de la historia ha tenido
que pasar por un proceso de reelaboración, en otras palabras, esta denominación ha cambiado a lo largo
del tiempo. La palabra ‘historia’ es objeto de un doble significado. En primer lugar, designa la realidad de
lo histórico y la realidad en la que el hombre está inserto; en segundo lugar, la disciplina que estudia la
Historia o la investigación de la historia. En el mundo griego, Heródoto, en particular, empleó el término
istorie para designar o referirse a la investigación. Aunque este primer significado predominó por un

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tiempo, su contenido se ha ampliado para designar el trascurso temporal de los fenómenos. Esta tensión
entre acontecimiento y conocimiento ha sido resuelta con otras distinciones semánticas: res gestae, que
indica las cosas sucedidas, e historia rerum gestarum, que designa la relación de las cosas sucedidas. Por su
parte, el pensamiento positivista estableció la necesidad de hacer una distinción entre hechos y ciencia. El
positivismo encontró la definición de la historia en el supuesto descubrimiento del hecho histórico. Desde
esta perspectiva, la historia significaba un conjunto ordenado de “hechos históricos” y un conjunto de
operaciones “científicas” que estudian tales hechos.

Este doble contenido semántico que designa la palabra historia ha hecho que se introduzcan palabras o
giros para expresar esos diversos contenidos. En el idioma alemán existe una distinción entre Historie como
realidad y Geschichte como conocimiento de ella. Por otro lado, como lo señala J. Topolsky, la palabra
‘historiografía’ es la denominación más utilizada en algunos lenguajes para referirse al conocimiento de los
hechos del pasado. Esta definición, aunque no está exenta de debates, permite identificar dos dimensiones
claras del trabajo del historiador: las reflexiones sobre la teoría de la historia y el análisis e interpretación de
los fenómenos del pasado.

¿Sabía que...?
La historiografía es la denominación utilizada por los historiadores para referirse a la
disciplina que tiene como objeto el estudio de los fenómenos del pasado. Además,
abarca dos elementos complementarios: la teoría de la historia y la historia de la
disciplina; de sus diferentes enfoques y propuestas analíticas.

Consideremos ahora algunos elementos de la aparición histórica del concepto moderno de historia y
la representación del tiempo que caracterizan al mundo moderno. Para el historiador alemán Reinhart
Koselleck, el contenido semántico del concepto de historia, tal y como lo conocemos, se configuró
hasta el último tercio del siglo XVIII. Este fenómeno fue posible por la convergencia de dos procesos:
de un lado, la historia se convierte en un colectivo singular y, de otro lado, la fusión de la “historia” como
acontecimiento y la historia como reflexión teórica. El primer paso de este proceso lo podemos identificar
con la denominación Geschicht, que en el siglo XVIII empezó a designar en su forma plural la suma de las
historias individuales. De esta manera, la historia adquirió nuevos significados que transcendían los hallazgos
o hechos individuales: “La historia como tópico o nueva expresión de moda era indicio de un grado superior
de abstracción, capaz de caracterizar unidades del movimiento histórico que se solapan entre sí” (Koselleck,
2016, p. 30).

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La importancia de este cambio semántico radica en que hasta ese momento era imposible pensar la historia
sin sujeto. La historia se comprendía en conexión con un hecho o sujeto específico, ahora la historia se
convertía en una ‘historia para sí’ y con esto adquiría un rasgo de autonomía que guiaba toda la experiencia
humana. En este proceso, se van vinculando otros elementos que consolidan al colectivo singular, por
ejemplo: la historia es concebida como un agente del destino humano, del progreso social y como proceso
de autoreferenciación que permitió un giro en la comprensión de la historia en general.

El cambio semántico de la historia como un nuevo concepto de la realidad también fue considerado
como un nuevo concepto de reflexión. Según Koselleck, “el nuevo espacio de la experiencia de la historia
sólo llega a abrirse porque la reflexión sobre ella va unida con el concepto” (Koselleck, 2016, p. 39). El
primer problema que se revela en esta afirmación en términos semánticos y empíricos es la absorción del
contenido semántico Historia (Historie) por el de “historia” (Geschichte). Esta consideración plantea que,
hasta entrado el siglo XVIII, existía una distinción semántica para pensar la historia como acontecimiento
y acción y, de otro lado, la indagación subjetiva como narración, como se indicó arriba. El principal
desplazamiento del singular colectivo en este periodo es la fusión de los dos campos semánticos en uno:
Geschichte. Esto consiste en que la historia podía ser pensada más allá de la narración cronológica para
desembocar en un “sistema doctrinario”, en otras palabras, la historia como una actividad reflexiva. En
suma, la historia en el último tercio del siglo XVIII traspasó un umbral que abarca tres planos del mismo
concepto: estado de cosas, exposición y ciencia.

Por otro lado, estos cambios en el colectivo singular coinciden con la aparición de la filosofía de la historia,
en otras palabras, la historia deja despejado el dominio específico de sus objetos. Este proceso estuvo
caracterizado por tres pasos: la reflexión estética, la moralización histórica y la formación de hipótesis.
Estos elementos intentan superar la reflexión teológica de la historia con el recurso de la historia natural.
Asimismo, se obliga a la historia a considerar un arte expositivo en el que se puede extraer un orden interior
de los sucesos contingentes.

3. Tiempo histórico: algunas reflexiones desde la historiografía


La historiadora norteamericana Lynn Hunt, en su libro Measuring Time, Making History (2008), considera
que a pesar de que el tiempo es un hecho común para la disciplina histórica, no ha tenido la atención
necesaria en las reflexiones historiográficas. Sería Fernand Braudel, historiador francés de la escuela de
los Annales, quien daría impulso a un conjunto de reflexiones que intentaban pensar la descomposición
del tiempo histórico. Para el historiador francés, uno de los principales desplazamientos con la historia
tradicional y acontecimental, que predominó durante el siglo XIX e inicios del siglo XX, se ubica en la
superación del individuo y del acontecimiento.

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Según esta interpretación, la historia debe sobrepasar este primer margen de análisis para “abordar en sí
misma y por sí misma las realidades sociales”. Atendiendo a esta premisa, el autor introduce una novedosa
comprensión del tiempo histórico y social constituido por la multiplicidad del tiempo: la corta duración, la
coyuntura y la larga duración (longue durée). Esta comprensión es sin duda uno de los principales aportes de
la historia a las ciencias sociales. Sobre este asunto, Braudel sistematiza su comprensión del tiempo social y
el trabajo del historiador, que consiste en la descomposición del tiempo, es decir, en la construcción de una
temporalidad que atiende a una forma particular de comprender los fenómenos históricos y que afecta la
forma de pensar los cortes temporales que construye el historiador.

Señalemos de manera rápida y sintética algunos aspectos de estas tres dimensiones del tiempo histórico.
En primer lugar, el tiempo corto se identifica con la historia acontecimental y está vinculado al tiempo del
cronista, de los acontecimientos inmediatos que no permiten ver, según el historiador francés, más que
imágenes frágiles del pasado, o en términos metafóricos el “humo” o “las olas que alzan las mareas en su
potente movimiento”. Esta primera dimensión temporal está cargada por prevenciones, ya que se asocia
al tiempo de la historia episódica, que según esta perspectiva no tiene el espesor social para captar el
movimiento de los fenómenos históricos, por esto la corta duración es definida como la más caprichosa de
las duraciones.

En tercer lugar, se encuentra la larga duración o la historia de la estructura. Este sería un tiempo lento
en su desgaste en que se aprisiona o envuelve la realidad social. Este tiempo resulta ser el camino preciso
para comprender el ensamblaje de la arquitectura de la sociedad. En la propuesta de comprensión y
descomposición del tiempo histórico, existe un privilegio por pensar los problemas de los tiempos lentos y
de la larga duración. Esta perspectiva, además, sugiere construir vínculos con las ciencias sociales, ya que
establece un método de observación de los fenómenos que es denominado la geohistoria. La comprensión
geohistórica no es otra cosa que la aplicación del método geográfico de observación, es decir, un método
que atienda a las constantes o las “envolventes” que encuadran los fenómenos históricos.

Aunque la reflexión de Braudel renovó el panorama teórico desde la historia sobre el problema del tiempo,
su problematización sigue siendo tardía en el campo historiográfico. En otras palabras, el tiempo ha sido un
objeto elusivo en las discusiones historiográficas, con algunas notables excepciones como Koselleck, Pierre
Nora, Benedict Anderson, entre otros. Estas perspectivas teóricas desde la historia han explorado la forma
en que existe una sedimentación del tiempo en los objetos presentes, la homogeneización del tiempo o los
artefactos sociales para construir identidad y simultaneidad.
En particular, para estos historiadores la modernidad se constituye en un fenómeno decisivo para pensar
las variaciones del tiempo histórico porque la modernidad es un fenómeno específicamente temporal.

Desde esta perspectiva, la historia occidental ha asumido el esquema moderno del tiempo, porque
precisamente allí se encuentran los cimientos de la disciplina histórica. Con la modernidad, se abre la
posibilidad de construir un tiempo homogéneo, secular y natural y que tiene la pretensión de brindar la

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sensación de simultaneidad. Como lo advierte Hunt, han existido varios intentos de construir un patrón
común para que las sociedades puedan establecer un modelo homogéneo para pensar el pasado, por
ejemplo: AC/DC, el calendario gregoriano o posteriormente los recortes temporales que definen la historia
dividida en periodos como Antigüedad, Edad Media, Modernidad. De manera reciente, la denominada
historia profunda busca reflexionar en una periodización que pueda pensar los orígenes de la humanidad
que sobrepasen los registros de la historia concebida desde los criterios de referencia del cristianismo o del
mundo europeo.

¿Sabía que...?
Las periodizaciones son representación del tiempo histórico que sirven como modelos
que nos ayudan a organizar el pasado. Asimismo, nos ayudan a fijar momentos de
quiebres, cambios o continuidades. Para el historiador francés Jacques Le Goff, la
periodización es “obra del hombre, es tanto artificial como provisoria. Evoluciona con
la historia misma. Desde esta perspectiva tiene una doble utilidad: permite controlar
mejor el pasado, pero revela al mismo tiempo la facilidad de esta herramienta del saber
humano que es la historia”.

La escritura de la historia y las reflexiones sobre el tiempo recobran importancia en la modernidad. Por un
lado, la modernidad supuso una reflexión que intentaba establecer una distinción con el pasado precedente.
La Revolución francesa otorgó una nueva connotación a la noción del tiempo. La Revolución estaba
cubierta bajo un manto de ruptura radical con el pasado que llevó a los revolucionarios a pensar en un nuevo
tiempo que se instauraba con este acontecimiento. Así, la creación de un nuevo calendario, de nuevos
referentes simbólicos y temporales se constituían como puntos de partida para pensar el tiempo que se
inauguraba. La sensación de los nuevos tiempos que se abrían con la revolución posibilitó la aparición de la
voluntad humana como agente que podía moldear el futuro y acelerar el tiempo.

En particular, fueron los filósofos del siglo XVIII los que establecieron una visión más decidida sobre el
cambio del tiempo en el que ya no operaban las nociones asociadas a la narrativa cristiana. Así, Voltaire
consideró elementos seculares y naturales para la explicación del cambio, también construyó una
periodización que atendió a nuevos elementos que sobrepasaban la tematización de la cristiandad. Por otro
lado, con estas primeras consideraciones sobre el tiempo y la modernidad, apareció la idea de progreso
impregnada de una matriz teleológica. Hegel y Marx como herederos de esta tradición establecieron
esquemas de análisis para pensar el devenir de la historia de la humanidad como despliegue del espíritu
absoluto o como cambios que operan en los modos de producción.

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Un aspecto central de este conjunto de reflexiones consiste en pensar la modernidad como experiencia
temporal decisiva para nuestra comprensión sobre la historia y que va a definir parte de las comprensiones
sobre el tiempo que tiene la disciplina histórica. Aquí resulta sugerente el enfoque de Koselleck para
pensar la historia y su dimensión temporal. Como se ha mencionado, el historiador alemán considera que
hacia finales del siglo XVIII apareció la historia como un colectivo singular común, es decir, que la historia
dejaba de ser un repositorio de experiencias que se repiten para ser pensadas como una “progresión no
replicable”. Así las cosas, la experiencia del tiempo se ve alterada con la Revolución francesa en un proceso
de secularización de las expectativas escatológicas de los cristianos. Aquí se ven involucradas dos nociones
centrales de la propuesta de la comprensión del tiempo de Koselleck: “espacio de experiencia” y “horizonte
de expectativa”.

Sin embargo, el problema de la modernidad y su impacto en la escritura de la historia ha sido cuestionado


por las corrientes cercanas a los estudios subalternos. La crítica central se dirige en dos direcciones: de un
lado, la escritura de la historia pensada desde la matriz de análisis de Occidente y, de otro lado, la idea de
progreso teleológica y lineal que no opera para todas las sociedades. Este último punto ha permitido pensar
el problema de la multiplicidad del tiempo; los rasgos particulares de la modernidad y los factores asociados
a la experimentación del tiempo histórico tienen expresiones singulares en contextos específicos que los
historiadores deberían atender.

En esta Lectura identificamos algunos rasgos del doble significado del concepto de historia y algunas
perspectivas que reflexionan sobre el tiempo social e histórico. Estos dos problemas nos permiten
precisar elementos centrales en la teoría de la historia: en primer lugar, una reflexión que establece el
propósito central de la historia como reflexión sobre los fenómenos del pasado y, en segundo lugar, una
perspectiva que permite entender la importancia de una reflexión específica sobre el tiempo histórico que
está construida a partir de los cambios de la modernidad y que ha permitido que algunos historiadores se
aproximen a una interpretación de los estratos del tiempo histórico.

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Referencias
Aróstegui, J. (2001). La investigación histórica: teoría y método. Crítica.

Hunt, L. (2008). Measuring Time, Making History. Central European University Press.

Koselleck, R. (2016). historia/Historia. Trotta.

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INFORMACIÓN TÉCNICA

Módulo: Teoría de la Historia


Unidad 1: Introducción a los conceptos centrales
de la historia
Escenario 1: La disciplina histórica y el tiempo histórico

Autor: Edgar Andrés Caro Peralta

Asesor Pedagógico: Claudia Yaneth Mora Villalba


Diseñador Gráfico: Brandon Steven Ramírez Carrero

Este material pertenece al Politécnico Grancolombiano.


Prohibida su reproducción total o parcial.

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