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de
Gabriela
Mistral
En el año 1945 la Academia Sueca concedió el pre-
mio Nobel de Literatura a Gabriela Mistral, una chi-
lena que fue maestra y amó mucho a los niños. Y
como su historia es muy interesante os la vamos a
contar.
Infancia
Empezó a los 15 años. Primero ayudando a la maes- Y en el centro ejerció de maestra en la ciudad de
tra en los pueblecitos próximos a La Serena, la ca- Los Andes junto al río Aconcagua. Este valle, sus
pital de su provincia, y después también en esta montes y el río le trajeron al recuerdo su tierra de
ciudad. Como no tenía título oficial para enseñar en Elqui y la hicieron feliz.
el Liceo de Niñas, sólo se le permitió hacer de se-
cretaria. Pero estudió más y llegó a ser profesora
de Segunda Enseñanza y directora.
En 1923, una editorial de Barcelona que quería pu- En esta tarea tan interesante y a la que ella se en-
blicar sus poesías, le pidió unos datos biográficos tregó con toda el alma cumplió los 33 años.
para la introducción del libro. La nota que envió Ga-
briela Mistral decía así:
Su fama como maestra y educadora, su interés bién los pueblos más pequeños y aquellos que es-
para que todos los hombres y mujeres pudieran re- tán escondidos entre las montañas tuvieran la posi-
cibir una enseñanza excelente, se extendieron más bilidad de aprender muchas cosas.
allá de Chile.
El ministro de Educación, José Vasconcelos, sabía
En 1922, el gobierno de México pidió a Gabriela muy bien con cuánto interés y cariño se entregaría
Mistral que participara en la campaña que había or- Mistral a este trabajo. Y no se equivocó. Ella se sin-
ganizado para conseguir que todos los habitantes tió feliz levantando bibliotecas y abriendo escuelas.
de su país supieran leer y escribir. Para que tam-
Cuando terminó su colaboración con el gobierno de
México viajó por el continente americano. Y vivió
tan de cerca las preocupaciones y los problemas de
la gente, que toda América Latina le parecía su pue-
blo. Más, porque en todos estos países, menos en
Brasil, se habla la lengua castellana y el modo de
celebrar las fiestas y de expresar los sentimientos
religiosos es muy parecido. Para comunicarse con
todos ellos se sirvió de una revista que se editaba
en Costa Rica.
En 1926 Gabriela Mistral estuvo en la Sociedad de
Naciones como portavoz del pensamiento de Améri-
ca y depués formó parte de la UNESCO, un organis-
mo especializado en Educación, Ciencia y Cultura.
Así la conoció en una recepción de embajada Jac- modo de ver las cosas y aquel día empezó entre los
ques Maritain, un conocido filósofo francés. Gabrie- dos una gran amistad.
la Mistral estaba en la fiesta pero con el pensamien-
to muy lejano. Ausente de aquel ambiente de lujo y Gabriela tuvo grandes amistades, entre las que des-
elegancia. El gesto severo y aquella expresión de tacaron dos mujeres: la mejicana Palma Guillén,
amargura que siempre tenía llamaron la atención que la acompañó en los momentos más difíciles de
de Maritain. Éste se le acercó y le dijo: «Creo que su vida. Y Doris Dana, una norteamericana que fue
usted y yo no tenemos nada que hacer aquí». Y la para ella, según expresión del propio Maritain, «su
sacó fuera del salón para conversar. Se contaron su ángel de la guarda».
La muerte
Los cuatro últimos añós de su vida fue cónsul en Gabriela Mistral, como siempre, ha escogido los se-
Nueva York. Y aquí, en esta fría ciudad, murió un res más débiles porque cree que son ellos los que
día de invierno, el 10 de enero de 1957. representan la verdadera grandeza de Chile.
Pero Gabriela Mistral sigue viva en su obra: Desola- Aunque murió en Nueva York, sus restos descan-
ción, Tala y Lagar son los tres libros que la hacen san en el valle de Elqui, allí donde nació y donde
presente entre nosotros con su dolor, su amor a los aprendió tantas cosas hablando con la tierra.
campesinos y a los niños, su modo de relacionarse
con la tierra.