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Monografía: Gabriela Mistral, Carlos

Guastavino e historia sobre la música


argentina

Gabriela Mistral: Una Vida en Detalle

Nacimiento y Primeros Años de Vida:

La vida temprana de Gabriela Mistral, bajo el nombre de nacimiento Lucila de María del
Perpetuo Socorro Godoy Alcayaga, se tejió en una sinfonía de escenarios que, en retrospectiva,
se revelarían como influencias cruciales en su desarrollo como poeta y educadora de
renombre. El 7 de abril de 1889, la luz de la existencia de esta figura icónica se manifestó en la
encantadora localidad de Vicuña, un rincón pintoresco ubicado en el norte de Chile. Vicuña,
abrazada por la majestuosidad de la cordillera de los Andes y bañada por la serenidad del
paisaje chileno, sirvió como el telón de fondo natural que cautivó su sensibilidad poética desde
los albores de su vida.

Las raíces de Gabriela Mistral se extendieron en direcciones que abrazaron las diversas
regiones del valle de Elqui, una maravilla geográfica que reside en la actual Región de
Coquimbo, y fue por esas diversas regiones en las que Lucila viviría la mayor parte de su
infancia. Apenas a los diez días de su nacimiento, sus padres la llevaron desde Vicuña al
cercano pueblo de La Unión, que hoy lleva el nombre de Pisco Elqui. Fue aquí donde, entre los
tres y los nueve años de edad, Gabriela Mistral vivió inmersa en la quietud de la localidad de
Montegrande. Este lugar se convirtió en un rincón de ensueño que ella consideraría como su
ciudad natal por excelencia; con cariño, la poetisa se referiría a él como su "amado pueblo".
Era en Montegrande donde anhelaba descansar eternamente, solicitando que su descanso
final tuviera lugar en este suelo que le brindó un refugio de paz y le inspiró en sus primeros
pasos literarios.

La realidad de su infancia se tejió en estas tierras de encanto, donde la naturaleza acariciaba


los sentidos con sus maravillas. La imponente cordillera de los Andes, con sus picos
majestuosos, ofrecía un horizonte que inspiraría sus versos. Los ríos y valles que serpentean
por todo el valle de Elqui le ofrecieron un escenario natural que alimentó su sensibilidad
poética desde su más tierna infancia. Fue en este entorno, en medio de esta belleza escénica,
que Gabriela Mistral comenzó a explorar el mundo a través de los libros y la escritura,
allanando así el camino hacia su destino literario.

Hoy en día, en la misma calle donde nació, se erige el museo que lleva su nombre, un
testimonio palpable de su legado y la devoción que su amado pueblo siente por ella. El valle de
Elqui, con su belleza sin igual y su influencia duradera, sigue siendo una parte inextricable de la
identidad de Gabriela Mistral, y su poesía lleva consigo la impronta eterna de estos paisajes
impresionantes.
Los padres de Gabriela Mistral, Juan Jerónimo Godoy Villanueva y Petronila Alcayaga Rojas,
desempeñaron un papel fundamental en su vida. Su padre, Juan Jerónimo, era un maestro
rural y, de alguna manera, transmitió su amor por la educación a su hija. La influencia de su
padre se evidenciaría más adelante en la elección de Gabriela de dedicarse a la enseñanza y en
su compromiso de mejorar la educación en Chile. La relación cercana con su madre, Petronila,
también influyó en su desarrollo emocional y literario, ya que Petronila fomentó su amor por la
lectura y le proporcionó acceso a una gran variedad de libros durante su infancia.

Además de sus padres, Gabriela Mistral tenía un hermano mayor llamado Juan Miguel, quien
lamentablemente falleció cuando ella tenía solo tres años. Esta pérdida temprana dejó una
profunda huella en su corazón y se convertiría en un tema recurrente en su obra. La idea de la
pérdida y el duelo se convirtió en una parte integral de su escritura, y su habilidad para
explorar el dolor y la fragilidad humana conmociona a sus lectores.

La infancia de Gabriela Mistral estuvo marcada por una serie de características notables. Desde
temprana edad, mostró una inclinación innata hacia la lectura y la escritura. Su amor por las
palabras y la literatura se manifestó en sus primeros años, y pronto se convirtió en su pasión y
vocación. Gabriela pasaba horas inmersa en libros y, a pesar de las limitaciones económicas de
su familia, encontraba maneras de explorar su curiosidad intelectual.

Aunque no se conservan registros específicos de los libros que Gabriela Mistral leyó en su
infancia, se sabe que comenzó a escribir y a expresar sus pensamientos y emociones desde una
edad temprana. Sus primeros escritos pueden haber sido sencillos, pero ya revelaban la
profundidad de su sensibilidad y la agudeza de su observación. A lo largo de los años, continuó
desarrollando su habilidad para expresar sus pensamientos y emociones a través de la
escritura, lo que finalmente la llevaría a convertirse en una de las poetas más influyentes del
siglo XX.

Educación y Carrera Docente: Después de completar sus estudios secundarios, ingresó a la


Escuela Normal de La Serena, una elección influenciada profundamente por su padre, un
maestro rural que compartía con ella una pasión inquebrantable por la educación. A través de
esta vocación, Gabriela encontró una manera de cumplir su misión de cambiar el mundo, un
paso a la vez.

En 1904, dio sus primeros pasos en el mundo de la enseñanza como profesora ayudante en la
Escuela de la Compañía Baja, en La Serena. Al mismo tiempo, comenzó a colaborar con el
diario serenense El Coquimbo, marcando sus primeros pasos en el mundo de las letras. Su
talento literario pronto empezó a tomar forma. Al año siguiente, continuó escribiendo tanto en
El Coquimbo como en La Voz de Elqui, un periódico de Vicuña. Fue en esta época cuando
entabló una amistad valiosa con Bernardo Ossandón, un profesor y periodista de La Serena,
quien le brindó acceso a su biblioteca personal. Este gesto generoso permitió que Gabriela
Mistral expandiera sus horizontes literarios y desarrollara su estilo distintivo.

A partir de 1908, se desempeñó como maestra en La Cantera y luego en Los Cerrillos, en el


camino hacia Ovalle. Importante es destacar que no tuvo la oportunidad de estudiar
formalmente para ser maestra debido a limitaciones económicas y, además, enfrentó el
prejuicio religioso que la excluyó de una escuela normal. Sin embargo, su inquebrantable
determinación la llevó a convalidar sus conocimientos ante la Escuela Normal n.º 1 de Santiago
en 1910, lo que le otorgó el título de "profesora de Estado". A pesar de este logro, esta
convalidación generó rivalidad entre sus colegas, ya que ella obtuvo el título mediante la
validación de su experiencia y conocimientos, sin haber asistido al Instituto Pedagógico de la
Universidad de Chile.

El siguiente capítulo en su carrera docente comenzó en octubre de 1910, cuando llegó a


Traiguén en la Araucanía a los 21 años, convocada por Fidelia Valdés, la directora del Liceo de
Niñas de Traiguén. Gabriela Mistral asumió un papel de maestra interina en Labores, Dibujo,
Higiene y Economía Doméstica. Sin embargo, su llegada no fue recibida con los brazos
abiertos, ya que sus colegas la cuestionaron debido a la falta de estudios sistemáticos en el
Instituto Pedagógico. A pesar de estos desafíos iniciales, esta etapa en Traiguén la llevaría a un
encuentro significativo con la comunidad mapuche, donde observó de cerca los problemas de
distribución de tierras indígenas y destacó el profundo vínculo que los mapuches tenían con su
tierra ancestral. En ese momento, sin darse cuenta, inició un compromiso duradero con los
temas indígenas y la educación chilena.

Este fue el comienzo de una travesía de once años dedicada a la enseñanza en diversas
localidades de Chile, incluyendo Antofagasta, Los Andes, Punta Arenas, Temuco y Santiago. A
pesar de los desafíos y las críticas, Gabriela Mistral demostró su dedicación incansable a la
educación y su amor profundo por los niños. Su capacidad para conectar con los jóvenes la
convirtió en una figura querida y respetada en las comunidades donde enseñó, un atributo que
la acompañaría a lo largo de su ilustre carrera.

El Nacimiento de Gabriela Mistral: Una Voz en la Cuestión Social:

Los escritos que precedieron a la llegada de Lucila Godoy a Traiguén en octubre de 1910
revelan una incipiente pero apasionada defensora de la educación primaria obligatoria y una
crítica feroz del escenario político de su época. En ese período, la cuestión social pesaba como
una losa en la conciencia de los intelectuales, y la joven Lucila no era ajena a las problemáticas
que afectaban a la sociedad. Los altos gastos destinados a las celebraciones del Centenario de
Chile y las crecientes desigualdades sociales despertaban su inquietud.

El 1 de noviembre de ese año, el diario El Colono de Traiguén publicó su poema "Desolación",


que resumía tanto el sentimiento de rechazo como la tragedia sentimental de su frustrada
relación con Romelio Ureta, quien se había suicidado el año anterior. Al mismo tiempo,
escribió el poema "Rimas", fechado el 24 de octubre de 1910, en el que expresaba su tristeza
ante la pérdida y la imposibilidad de una despedida. Estos versos, distintos de los publicados
bajo el mismo título un año antes, revelaban la profundidad de sus emociones y su habilidad
para expresarlas en palabras.

Fue en este periodo, mientras reflexionaba en Traiguén, que Gabriela Mistral optó por la
poesía como una de sus mayores realizaciones personales. Como ella misma afirmó, "Ignoraba
yo por aquellos años (1910-1911) lo que llaman los franceses el metier de côté, o sea, el oficio
lateral; pero un buen día él saltó de mí misma". De la prosa mala, saltó casi de inmediato a la
poesía. En este descubrimiento, comenzó una celebración que marcaría el resto de su vida. La
poesía se convirtió en su medio de expresión preferido, una forma de dar forma y voz a sus
pensamientos más profundos y a sus sentimientos más intensos.

El 12 de diciembre de 1914, Gabriela Mistral logró un hito significativo al ganar el primer


premio en el concurso de literatura de los Juegos Florales organizados por la FECh en Santiago,
gracias a sus "Sonetos de la muerte". A partir de entonces, adoptó el seudónimo literario que
la haría inmortal: "Gabriela Mistral". Este nombre rendía homenaje a dos de sus poetas
favoritos, el italiano Gabriele D'Annunzio y el occitano Frédéric Mistral. Ya no volvería a utilizar
su nombre de nacimiento en la mayoría de sus escritos. En 1917, dos compatriotas, Julio
Molina Núñez y Juan Agustín Araya, la incluyeron como una de las grandes poetisas chilenas en
la antología poética "Selva lírica". Esta publicación marcó uno de los últimos momentos en que
utilizó su nombre real en su carrera literaria, ya que "Gabriela Mistral" se había convertido en
su firma distintiva.

Gabriela Mistral en México: La Cruzada Educativa:

El viaje y la estancia de Gabriela Mistral en México en la década de 1920 marcaron un período


significativo en su vida y carrera. Contratada por el gobierno mexicano a petición del ministro
de Educación, José Vasconcelos, Gabriela Mistral emprendió un viaje que la sumergió en un
torbellino de cambios y desafíos, muy alejados de la realidad tranquila de su Chile natal,
caracterizada por cambios sociales más pausados.

Desde el momento en que llegó a México, Mistral quedó impresionada por la magnitud del
movimiento educativo en el que se encontraba involucrada. Se trataba de una cruzada en
favor de la enseñanza rural que tocó fibras profundas de su ser. La promoción de lo rural, lo
campesino y lo popular, así como el fomento de la lectura y la creación de bibliotecas, estaban
en las antípodas de la pedagogía rígida y desacreditada de su tierra natal.

Gabriela Mistral comprendía la importancia de la misión que le había sido encomendada.


Inicialmente, su tarea era dar a conocer la literatura chilena, pero pronto se vio involucrada en
la creación de un libro de lectura para mujeres y en la enseñanza rural e indígena. Su
compromiso con la lectura, ya sea en la biblioteca en silencio o en las reuniones colectivas en
las aldeas, se convirtió en un aporte destacado. Estas actividades eran como fiestas, similares a
las celebraciones teatrales y religiosas.

La vida de Gabriela Mistral se desplazaba entre las comunidades indígenas y los círculos
intelectuales y gubernamentales. Sin embargo, se sentía más cómoda y auténtica entre los
primeros. La distancia de su hogar y el nuevo trabajo estaban moldeando su perspectiva de
manera significativa.

Los registros personales de Mistral y de otras fuentes indican que entregó todo su ser a esta
labor. El cambio abrupto en su entorno y ocupación le permitió alejarse de la pequeñez de las
disputas pedagógicas que la habían rodeado durante años en Chile. Las luchas por los títulos y
las envidias quedaron atrás, y Mistral redescubrió el significado profundo de su vida.

La reforma educativa en México no tenía paralelo en Chile en ese momento y difería


notablemente de los experimentos pedagógicos de la Escuela Nueva en Europa y Estados
Unidos. A pesar de estas diferencias, Mistral vivió este período con una intensidad sin igual en
toda su vida. Su labor era diversa y desafiante, pero estaba a la altura de su capacidad y
pasión. Durante estos dos años, experimentó una sensación de realización y plenitud, y se
reencontró con la verdadera esencia de la pedagogía, que se hallaba en la auténtica conexión
con los niños.

México marcó el inicio de su viaje por todo el continente americano y la convirtió en una
simpatizante del movimiento latinoamericanista, visionando la región como un solo país. El
viaje en el vapor Orcoma, en compañía de Laura Rodig, la llevó a México en junio de 1922,
donde trabajó con destacados intelectuales de habla hispana.

Durante su estancia en México, en 1923, se inauguró una estatua en su honor y publicó su


libro "Lectura para mujeres". En Chile, se lanzó la segunda edición de "Desolación" con una
tirada de 20,000 ejemplares, y en España se publicó la antología "Las mejores poesías" con un
prólogo de Manuel de Montoliú.

En 1924, en Madrid, Gabriela Mistral publicó "Ternura", una obra en la que renovó la poesía
infantil, revitalizando géneros tradicionales como canciones de cuna, rondas y arrullos, a través
de una poética austera y depurada. La muerte de su madre, Petronila Alcayaga, en 1929,
inspiró la primera parte de su libro "Tala".

Gabriela Mistral: Educadora y Diplomática

La vida de Gabriela Mistral estuvo marcada por su incansable compromiso con la educación,
tanto como maestra y pensadora pedagógica como en su faceta como embajadora cultural y
diplomática. Tras regresar a Chile en 1925, luego de un periodo en México, su influencia se
expandió en múltiples direcciones.

En Chile, Gabriela Mistral trabajó en escuelas, inicialmente como maestra de geografía y


posteriormente asumiendo roles administrativos, incluyendo la dirección del Liceo número 6
de Santiago. Durante esta etapa, publicó numerosos artículos que se difundieron en América y
Europa, reflejando su filosofía pedagógica única.

Mistral se inspiró en pensadores como Rodó y Tagore, abogando por un enfoque educativo
que promoviera la enseñanza al aire libre, la construcción de comunidades entre alumnos,
madres y trabajadores locales, y el equilibrio entre la cultura europea y americana. También
impulsó el uso de las artes en el aula de clases y consideró la educación como una vía para
acercarse a lo divino.

En 1926, escribió "La imagen de Cristo en la escuela", un manuscrito publicado por El


Mercurio, y compuso oraciones para que los estudiantes recitaran antes de comenzar sus
clases, resaltando su conexión espiritual con la enseñanza.

Desde París, en diciembre de 1927, Gabriela Mistral escribió un artículo en defensa de los
derechos del niño, estableciendo principios fundamentales:

1. Derecho a la salud plena, al vigor y a la alegría.

2. Derecho a los oficios y a las profesiones.

3. Derecho a lo mejor de la tradición, que en Occidente es el cristianismo.

4. Derecho del niño a la educación maternal.

5. Derecho a la libertad, que incluye el acceso a instituciones libres e igualitarias desde


antes de nacer.

6. Derecho del niño sudamericano a nacer bajo legislaciones decorosas.

7. Derecho a la enseñanza secundaria y superior.


La concepción de Gabriela Mistral sobre la educación fue esencial en su obra. Identificándose
con la figura materna y educativa, subrayó la importancia de la confianza y la humanidad que
los maestros infunden en sus alumnos, más allá del valor formal de la educación escolar.

Tras una gira por Estados Unidos y Europa, Mistral continuó su vida errante, sin un puesto fijo
para expresar su talento. Optó por vivir entre América y Europa, participando en giras por el
Caribe y América del Sur, donde recibió el título de "Benemérita del Ejército Defensor de la
Soberanía Nacional" en Nicaragua por su apoyo al general Augusto Sandino. Dio discursos en
universidades de América Central y siguió influyendo en el pensamiento latinoamericano.

A partir de 1933, Gabriela Mistral trabajó como cónsul de Chile en ciudades de Europa y
América durante veinte años. Su poesía, traducida a varios idiomas, ejerció una influencia
significativa en destacados escritores latinoamericanos como Pablo Neruda y Octavio Paz.

Gabriela Mistral: La Inspiración del Nobel

Gabriela Mistral, la renombrada poeta chilena, dejó una huella indeleble en la historia de la
literatura al ganar el Premio Nobel de Literatura en 1945. Este prestigioso galardón, anunciado
mientras desempeñaba sus funciones como cónsul en Petrópolis, Brasil, marcó un momento
trascendental en su vida, que estuvo marcada por la amistad, la tragedia y el reconocimiento.

La noticia del Nobel llegó a Gabriela Mistral en un período de su vida teñido por la profunda
tristeza. En 1943, su sobrino Yin Yin, cuyo parentesco se sigue debatiendo hoy en día, se
suicidó a los 18 años, dejando una nota que revelaba su desesperanza. Esta tragedia personal
arrojó una sombra sobre Mistral, quien, a pesar de su éxito literario, tuvo que enfrentar la
pérdida de un ser querido.

El Nobel otorgado a Gabriela Mistral no solo celebró su destreza lírica, sino que también envió
un mensaje poderoso al mundo. En la primera mitad del siglo XX, las mujeres se encontraban
con obstáculos significativos en su búsqueda de igualdad de género y reconocimiento en
campos tradicionalmente dominados por hombres. El premio Nobel de Literatura otorgado a
Mistral no solo honró su talento excepcional, sino que también rompió barreras y desafió las
expectativas de género.

En su discurso de aceptación, Gabriela Mistral expresó su gratitud por ser la voz de los poetas
de su raza y de las lenguas española y portuguesa. Este reconocimiento no solo era personal,
sino que simbolizaba un triunfo colectivo para las mujeres escritoras y para América Latina en
su conjunto.

Gabriela Mistral: Un Viaje a Nueva York y su Vínculo con Doris Dana:

Después de recibir el premio, Gabriela Mistral regresó a Estados Unidos, esta vez como cónsul
en Los Ángeles, donde continuó desempeñando un papel importante en la promoción de la
cultura y la educación. Además, adquirió una casa en Santa Bárbara, un entorno que influyó en
su obra "Lagar I". En esta colección de poemas, se reflejaba la influencia de la Segunda Guerra
Mundial y se exploraban temas profundos en un contexto global convulso.
La vida de Gabriela Mistral también estuvo marcada por una controvertida relación con Doris
Dana, una escritora estadounidense. Esta amistad y conexión personal añadieron capas de
complejidad a la vida de Mistral y contribuyeron a su legado.

Acompañada por Dana, Mistral regresó a Chile en 1954, donde fue recibida con honores y
celebrada por su amada patria. En Santiago, las autoridades y el pueblo la aclamaron, y su
regreso se convirtió en un evento nacional. En La Moneda, el presidente Carlos Ibáñez del
Campo la recibió con admiración y la Universidad de Chile le otorgó el título de Doctor Honoris
Causa.

Sin embargo, Gabriela Mistral pronto regresó a Nueva York, a lo que ella llamaba el "país sin
nombre". A pesar de la notoriedad y los honores en Chile, Mistral no encontró en Nueva York
el clima que le complacía. Aunque habría preferido vivir en lugares más cálidos como Florida o
Nueva Orleans, se instaló en Long Island, en la mansión de la familia de Doris Dana. Aunque
Mistral propuso la compra de una casa a nombre de ambas, finalmente se acomodó en Long
Island.

En esta época, Doris Dana comenzó a registrar meticulosamente cada conversación que tenía
con Gabriela Mistral, consciente de la finitud de la poetisa. Acumuló un tesoro de 250 cartas y
miles de ensayos literarios, que se convertirían en el legado más significativo de Gabriela
Mistral. Este invaluable archivo fue donado por la sobrina de Doris Dana, Doris Atkinson,
después de su fallecimiento en noviembre de 2006.

El vínculo entre Gabriela Mistral y Doris Dana trascendió lo personal y se convirtió en un


testimonio fundamental de la vida y obra de Mistral. A través de las palabras registradas y las
cartas intercambiadas, esta amistad única nos permite comprender mejor a la poetisa chilena
y su impacto en el mundo de la literatura y la cultura.

Gabriela Mistral: Un Legado que Trasciende el Tiempo y el Espacio

La partida de Gabriela Mistral en 1957 dejó un vacío inmenso en el mundo literario y


humanitario. Esta gran figura chilena, cuyas palabras habían tocado los corazones de
innumerables personas, enfrentó sus últimos días con una serenidad que solo una vida llena de
propósito y pasión puede conferir.

A lo largo de su vida, Mistral tuvo que enfrentar numerosos desafíos de salud. La diabetes y los
problemas cardíacos fueron compañeros constantes en su travesía, y la arteroesclerosis
cerebral, que robaba momentáneamente su claridad y orientación, no logró apagar la llama
creativa que ardía en su interior. Como un faro en medio de la adversidad, su luz seguía
brillando.

En 1956, debido a un cáncer de páncreas, Gabriela Mistral ingresó al Hospital General de


Hempstead en Nueva York, siguiendo la recomendación de su médico, Martin Goldfarb. La
noticia de su enfermedad llenó de pesar a quienes la admiraban en todo el mundo. Su destino
estaba sellado, pero su espíritu seguía inquebrantable.

Los últimos días de Gabriela Mistral estuvieron marcados por la reflexión y la espiritualidad. El
2 de enero de 1957, recibió la extremaunción, un rito sagrado que buscaba brindarle paz en su
travesía hacia lo desconocido. Dos días después, entró en coma, dejando atrás el mundo que
había iluminado con su poesía.
El 8 de enero, un rayo de luz llegó a su lecho de enferma cuando recibió la bendición papal a
través del sacerdote Renato Poblete. La poetisa, que había buscado la esencia divina en sus
versos, encontró consuelo en este gesto espiritual.

El 10 de enero de 1957, a las 5:18 de la madrugada, Gabriela Mistral dejó este mundo a los 67
años. Su partida sumió a muchos en una tristeza profunda, pero su legado perduró y continuó
inspirando a generaciones posteriores.

El 12 de enero, en la Catedral de San Patricio de Nueva York, se llevó a cabo una misa de
réquiem en su memoria. El cardenal Francis Spellman, arzobispo de Nueva York, presidió la
ceremonia, mientras que el sacerdote chileno Renato Poblete ofició. Alrededor de 500
personas, incluyendo representantes de embajadas latinoamericanas y el cuerpo consular
chileno, se unieron para despedir a esta gigante de las letras.

En su testamento, Gabriela Mistral dejó instrucciones precisas sobre el destino de sus ingresos
literarios. Su amor por los niños pobres de Montegrande, el lugar donde pasó años cruciales de
su infancia, era evidente en su última voluntad. También reconoció a Doris Dana y Palma
Guillén, quienes habían sido sus amigas y confidentes, y quienes compartieron su pasión por la
educación y la justicia.

Aunque su solicitud inicial no se pudo cumplir debido a cuestiones burocráticas, finalmente, el


decreto que desviaba los fondos fue derogado, y el dinero de su obra pudo llegar a los niños de
Montegrande, cumpliendo así su último deseo.

Gabriela Mistral sigue siendo una figura icónica en la historia cultural de Chile y América
Latina. Su legado perdura como un faro de inspiración y logro, tanto en la literatura como en la
educación. Su contribución a la literatura en español y su defensa de los derechos de los niños
la convierten en una de las voces más influyentes y respetadas de la historia latinoamericana.

Más allá de sus logros literarios, Gabriela Mistral dejó una huella imborrable en el ámbito de la
educación. Su carrera como maestra fue marcada por su compromiso incansable con la
enseñanza y su amor por los niños. Trabajó en escuelas rurales y urbanas, donde no solo
impartió conocimientos, sino que también brindó apoyo emocional y afecto a sus estudiantes.
Su empatía y capacidad para conectar con los jóvenes la convirtieron en una figura venerada y
respetada en las comunidades donde enseñó.

El legado de Gabriela Mistral trasciende las fronteras geográficas y culturales. Sus poemas,
imbuidos de emociones universales como el amor, la pérdida, la maternidad y la soledad, han
llegado a lectores de todo el mundo. Su capacidad para expresar las experiencias humanas
más profundas y trascendentales en palabras la convierte en una figura literaria atemporal.

Además de su obra poética, Gabriela Mistral desempeñó un papel fundamental como


diplomática y embajadora cultural de Chile en el extranjero. Representó a su país en diversas
partes del mundo, difundiendo su legado literario y promoviendo la cultura chilena. Su labor
como embajadora cultural contribuyó a la proyección internacional de la literatura
latinoamericana y a la consolidación de su estatus como una de las mujeres más influyentes
del mundo.
Gabriela Mistral y Carlos Guastavino: Una Colaboración Artística Entrañable

Carlos Guastavino (1912-2000), destacado compositor argentino conocido por su estilo lírico y
melódico, y Gabriela Mistral, la renombrada poetisa chilena, compartieron una conexión
especial a través de su amor por el arte y la música. Esta afinidad artística los llevó a
embarcarse en una colaboración creativa que enriquecería tanto la música como la poesía de
ambos.

Guastavino, apreciado por su habilidad para crear melodías conmovedoras y emotivas,


compartía con Mistral una sensibilidad artística que pronto los uniría en un proyecto conjunto.
El compositor argentino se destacó por su capacidad para capturar la esencia de las emociones
humanas en sus composiciones, y esta habilidad se convertiría en un elemento crucial en su
futura colaboración con Mistral.

La relación entre Gabriela Mistral y Carlos Guastavino comenzó a tomar forma a través de una
carta enviada por Francisco Silva, un poeta aficionado y cercano colaborador de Guastavino.
Silva, en un acto de entusiasmo y picardía, envió a Mistral partituras manuscritas de las
composiciones de Guastavino, explicando que las había copiado especialmente para ella. Silva
mencionó que, debido a las limitaciones económicas de Guastavino como estudiante, él mismo
había intervenido para compartir estas obras con Mistral.

A través de esta correspondencia, Mistral reveló su profundo amor por la música,


describiéndola como un arte que amaba "tanto como los animales" y que seguía con todo su
ser. Esta pasión por la música resonaba en cada palabra de Mistral y establecía un terreno
fértil para la colaboración artística que estaba por venir.

Gabriela Mistral, reconociendo la afinidad entre su poesía y la música de Guastavino, estaba


decidida a autorizar al compositor para que utilizara sus poemas en sus composiciones
musicales. Esta autorización marcó el inicio de una asociación creativa única, donde la
profundidad emocional de los versos de Mistral se fusionaría con la emotividad musical de
Guastavino.

A lo largo de su colaboración, Guastavino musicalizó varios de los poemas de Gabriela Mistral.


Sus composiciones capturaron la esencia de los versos de la poetisa, añadiendo una dimensión
musical única a su riqueza poética. Estas canciones resultantes se convirtieron en obras
hermosas y conmovedoras que han sido interpretadas por renombrados cantantes y músicos
de todo el mundo.

La música de Guastavino elevó aún más el impacto cultural de las palabras de Mistral,
llevándolas a nuevas alturas emocionales. Esta colaboración trascendió fronteras y se convirtió
en un testimonio del poder de la unión entre la música y la poesía. Gabriela Mistral y Carlos
Guastavino demostraron cómo dos formas de arte pueden converger para crear una expresión
artística que emociona, inspira y perdura a lo largo del tiempo.
Cuadro de la música argentina:

Periodo Géneros y Compositores Características y contexto cultural


/época estilos y músicos
musicales destacados
1810- Vidala, Zamba, Juan Pedro Durante el siglo XIX, Argentina experimentó
1899 Gato, Esnaola, Juan una gran influencia religiosa y europea. La
Chacarera, Alais, música religiosa fue una parte importante de
Chamamé, Francisco la vida musical, especialmente en las misiones
Pericón, Gambin, jesuíticas. La mixtura entre los saberes
Carnavalito, Carlos López técnicos de los religiosos y la música autóctona
Música Buchardo, dio lugar a géneros como la vidala, la zamba y
Religiosa, Francisco la chacarera. La música era una forma de
Polca, Hargreaves, fortalecer la pertenencia a las misiones. Las
Valseado, Telésforo clases sociales se reflejaban en la música, con
Milonga, Cabero, Zenón estilos diferentes para cada estrato social. Las
música clásica, Rolón, Blas clases más pobres y descendientes de
música del Parera. indígenas hacían música en los barrios,
romanticismo mientras que los descendientes de europeos
interpretaban música religiosa, romántica y
clásica en reuniones. En 1813 fue creado el
Himno Nacional Argentino por Blas Parera, y
en 1860 fue modificado por Juan Pedro
Esnaloa.
1900- Tango, Carlos Gardel, En las primeras décadas del siglo XX, la música
1939 Valseado, Francisco argentina vivió una transformación notable. El
Polca, Galopa, Canaro, Aníbal tango, género emblemático, surgió en Buenos
Chamarrita, Troilo, Agustín Aires como una expresión de la vida urbana y
Tonada, Bardi, Enrique las emociones humanas. Las influencias
Cueca, Murga, Santos europeas, en particular de España e Italia,
Candombe Discépolo, enriquecieron el panorama musical. Además
Rosendo del tango, surgieron estilos regionales como la
Mendizába, chacarera y la zamba, que exploraban las
Azucena tradiciones rurales y folklóricas. Las murgas y
Maizani, el candombe, con raíces afroamericanas,
Libertad añadieron diversidad al escenario musical.
Lamarque, Tita Estos elementos conformaron una época de
Merello, Nely diversidad y creatividad en la música
Omar, argentina, que trascendió sus fronteras.
Edmundo
Rivero.
1940- Folklore, Jazz, Atahualpa En la década de 1940 en Argentina, se vivió un
1949 Milonga Yupanqui, renacimiento del folklore argentino con
Mercedes artistas notables como Atahualpa Yupanqui y
Sosa, Horacio Mercedes Sosa, quienes revitalizaron géneros
Guarany, tradicionales como la vidala, la zamba y la
Aníbal Troilo, chacarera. Al mismo tiempo, el jazz
Osvaldo estadounidense dejó su huella en la escena
Pugliese musical argentina, fusionándose con
elementos locales y dando lugar al "jazz
argentino". Esta década fue un período de
efervescencia musical en el país, donde el
folklore y el jazz se entrelazaron,
enriqueciendo la expresión musical y la
identidad cultural de Argentina, y sentando las
bases para futuras innovaciones musicales.
1950- Rock Charly García, La década de 1950 en Argentina estuvo
1959 Argentino, Luis Alberto marcada por el surgimiento del rock argentino,
Nueva Spinetta, Litto influenciado por el rock and roll
Canción, Nebbia, Los estadounidense, con artistas como Charly
Folklore, Jazz Gatos, Zamba García y Luis Alberto Spinetta liderando esta
Quipildor, Lalo revolución musical. Paralelamente, la Nueva
Schifrin, Gato Canción Argentina se consolidó como un
Barbieri medio de expresión social y política. El jazz
Atahualpa continuó influyendo en la escena musical,
Yupanqui, fusionándose con otros géneros y dando lugar
Mercedes al "jazz argentino", con músicos destacados
Sosa como Lalo Schifrin y Gato Barbieri. Esta década
fue un período de agitación y transformación
en la música argentina, sentando las bases
para futuras innovaciones musicales.
1960- Rock Nacional, Almendra, Los años 60 en Argentina presenciaron un
1969 Pop, blues, Manal, Los auge del rock argentino liderado por bandas
folk, música Beatles como Los Gatos, Almendra y Manal, con
tropical (influencia), figuras icónicas como Luis Alberto Spinetta y
Sandro, Los Litto Nebbia. Fusionando influencias del rock
Wawancó, and roll, blues y folk, crearon un sonido
Charly García, distintivo y abordaron temas de protesta y
Luis Alberto cambio social en una época de agitación
Spinetta, política. La música internacional,
Atahualpa especialmente Los Beatles, también influyó en
Yupanqui, el género. Paralelamente, la canción de
Mercedes protesta, liderada por Mercedes Sosa,
Sosa, Pescado Atahualpa Yupanqui y otros, se convirtió en
Rabioso, Los una voz de la justicia social y los derechos
del Suquía humanos. Estos años también vieron una
diversidad de géneros, desde el tango
renovado hasta el folklore y la música tropical,
dejando una huella duradera en la música y la
historia argentina.

1970- Rock Nacional, Serú Girán, La década de 1970 en Argentina fue un


1979 Cumbia, Ska Patricio Rey y período de cambios significativos en la
sus música y la sociedad. El rock argentino
Redonditos de continuó consolidándose como un género
Ricota, Sumo, importante, con bandas como Sui Generis,
Gilda, Los Invisible y Charly García dejando una huella
Fabulosos imborrable en la escena musical. El
Cadillacs, movimiento de protesta y cambio social se
Invisible, reflejó en muchas canciones de esta época.
Charly García Al mismo tiempo, la música tropical y la
cumbia ganaron popularidad en los barrios,
con artistas como Rodrigo Bueno. Sin
embargo, estos años también estuvieron
marcados por cambios políticos y sociales
tumultuosos, incluidos el golpe militar de
1976 y la dictadura que siguió. Estos eventos
tuvieron un impacto profundo en la música y
la cultura, con muchos artistas enfrentando la
censura y la persecución. Fue una década de
contrastes y desafíos para la música
argentina.

1980- Metal Soda Stereo, La década de 1980 en Argentina fue testigo de


1989 Argentino, Rata Blanca, un auge en el metal argentino, con bandas
Rock en Virus, Charly como Rata Blanca y V8 ganando popularidad y
Español, García, Los contribuyendo al desarrollo de este género en
Reggae Auténticos el país. La influencia del rock en español
Decadentes, también se hizo sentir, con artistas como Soda
V8 Stereo y Charly García consolidando su estatus
icónico en la escena musical. Esta década fue
caracterizada por una gran diversidad musical,
con una amplia gama de géneros y estilos
musicales coexistiendo y fusionándose. Desde
el rock hasta la música electrónica y el pop, la
década de 1980 fue un período de
experimentación y creatividad en la música
argentina.

1990- Rock Gustavo La década de 1990 en Argentina presenció una


1999 Alternativo, Cerati, Andrés diversificación notable de géneros musicales,
Rap, Calamaro, Los con una creciente influencia de la música
Electrónica Cafres, Illya electrónica en la escena. La globalización de la
Kuryaki and música se hizo evidente, con artistas locales
the fusionando sonidos internacionales con
Valderramas influencias autóctonas. Esta década marcó el
surgimiento de bandas y solistas que
experimentaron con una variedad de estilos,
desde el rock alternativo hasta el hip-hop y la
música pop, contribuyendo a la riqueza y la
diversidad del panorama musical argentino.

2000- Fusión de Abel Pintos, Desde el año 2000 hasta el presente, la escena
Actualid géneros, Indie, Lali Espósito, musical argentina ha experimentado una
ad Reggaetón Rodrigo profunda transformación y diversificación.
Amarante, Los Bandas y artistas emblemáticos como Soda
Auténticos Stereo, Los Fabulosos Cadillacs, Babasónicos,
Decadentes, Gustavo Cerati, y Andrés Calamaro, entre
Los otros, han continuado dejando su huella en la
Babasónicos historia del rock y el pop argentinos. Además,
la influencia de géneros internacionales como
el reggaetón y la música electrónica ha dado
lugar a nuevas fusiones y estilos musicales. La
digitalización de la música ha permitido a
artistas emergentes llegar a un público global a
través de plataformas en línea,
democratizando el acceso a la música y
contribuyendo a la riqueza y diversidad del
panorama musical argentino actual.

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