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Cielo, mar y tierra: poemas y prosas de Gabriela Mistral para los niños

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Publicado: 18 noviembre, 2015 por: Soledad Rodillo en: Reportajes

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Como un homenaje a los 70 años desde que la poeta chilena recibiera el premio Nobel de
Literatura, la Biblioteca Nacional publicó el libro Cielo, mar y tierra, una selección de poemas y
prosas dedicadas a los niños, inaugurando de esta forma el catálogo infantil de la editorial.

[Legado Gabriela Mistral, Colección Biblioteca Nacional de Chile] [Legado Gabriela Mistral,
Colección Biblioteca Nacional de Chile]

Gabriela Mistral escribió sobre nubes, pájaros, ballenas y barcas. También sobre los pescadores de
Chile, el musgo y el maíz del rosal. En sus varios libros habló de los animales que cruzan los aires,
las aguas y los campos, de plantas y de la gente que trabaja la tierra: textos escritos como poemas,
cuentos y prosa poética que ahora aparecen agrupados en una nueva antología, esta vez dedicada
a los niños de Chile.

La antología Cielo, mar y tierra, recientemente publicada por Ediciones Biblioteca Nacional, se
gestó como un homenaje a los 70 años desde que la escritora chilena recibió el Premio Nobel de
Literatura, además de inaugurar el catálogo infantil de la editorial. “Es imposible pensar en el
futuro del patrimonio sin pensar en los niños, nuevos lectores y próximos creadores de memorias,
pensadores responsables del futuro relato de nuestro país”, explica Daniela Correa, jefa del
departamento de cultura de la Biblioteca Nacional. “Y quisimos iniciar la línea infantil como un
homenaje a Gabriela Mistral quien siempre tuvo a los niños -su derecho y educación- como
principal preocupación y lucha; tanto así que dejó su legado a los niños de Montegrande, por
medio de la Orden Franciscana”. Con este libro, la Biblioteca Nacional también busca propiciar el
conocimiento de nuestra cultura, además de difundir el legado poético y cultural de la premio
Nobel que se resguarda en la Biblioteca y, que desde el año 2008 se vio enriquecido por casi 40 mil
documentos de Gabriela Mistral, donados por Doris Atkinson, sobrina de su pareja Doris Dana.

En la antología –cuyo prólogo y selección estuvo a cargo del investigador Manuel Peña Muñoz- hay
poemas y prosas provenientes de varias recopilaciones mistralianas, poemas de sus libros Ternura
y Desolación, entre otros, y dos textos de Poema de Chile, el libro que Gabriela Mistral dejó
inconcluso tras su muerte, en 1957, y que fue revisado y publicado diez años después por Doris
Dana.

Portada de "Cielo, mar y tierra"Portada de “Cielo, mar y tierra”


Entre estos está el poema “El mar”, escrito de manera dialógica, donde Gabriela y un niño discuten
sobre ética, ecología y religión teniendo al mar ante sus ojos: un mar que seduce al quien nunca lo
ha visto ni oído antes, y que dan ganas de palmotearlo a pesar de “que da gusto y miedo”.

Algunos de los poemas de la antología son simples y melódicos, como “Canción de pescadores” o
“La manca” –ambos de Ternura- que son un deleite para cualquier niño. Así también “Las nubes” y
“Balada de una estrella”, que son poemas tristes pero de una belleza y simplicidad que sobrecogen
a cualquier edad.

En “Emigración de pájaros”, Mistral escribe de los que llegan, “gente ‘emigrada’”: pelícanos que
escapan del frío y la nieve de la Patagonia y llegan a las dunas, y que es una perfecta lección de
geografía, pero también de vida, porque son seres que buscan una oportunidad en una “segunda
Patria”. En “Miedo” escribe de una madre desesperada que teme que a su hija golondrina la hagan
princesa y que pierda su esencia y la alejen de ella: “Cuando viniese la noche/yo no podría
mecerla./¡Yo no quiero que a mi niña me la vayan a hacer reina!”.

La poesía de Gabriela habla del sufrimiento, la pobreza, la pérdida; no es una poesía para niños,
pero sin duda es una poesía pensada en los niños

En sus prosas, Gabriela Mistral escribe más duro. Y los niños pequeños pueden sentirse
desmotivados con estos magníficos textos que nos muestran a una Mistral que asume la
naturaleza como una sociedad: donde el mundo de las plantas también participa de una
revolución social -en “Por qué las cañas son huecas”- y donde las rosas, que son las mujeres-
fueron heridas y mutiladas por los hombres –en “Por qué las rosas tienen espinas”, solo por ser
bellas, obligando a Dios a poner espinas, “hostilidad y daño”, para defenderlas.

“La poesía de Gabriela no es muy infantil”, nos dice Daniela Correa. “Es una poesía que habla del
sufrimiento, la pobreza, la pérdida; no es una poesía para niños, pero sin duda es una poesía
pensada en los niños”. Por eso la selección de los poemas y prosas se centraron en las
manifestaciones y los seres que habitan el mundo natural, que son temas cercanos y queridos por
los niños y por nuestra premio Nobel. “En estas páginas seleccionadas aparece el
deslumbramiento que le produce el mar, sobre todo a una niña como ella, sumida en el valle del
Elqui, ‘ceñido de cien montañas o de más’ donde el mar era una referencia lejana y casi mágica”,
escribe en el prólogo el profesor Manuel Peña Muñoz.

Para Gabriela Mistral era fundamental que los niños leyeran sus obras. Ella no quería estar en un
nicho quieto, quería ser el polvo con que los niños jugaran: “Oprimidme: he sido vuestra;
deshacedme, porque os hice, pisadme porque no os di toda la verdad y toda la belleza. O
simplemente, cantad y corred sobre mí, para besaros las plantas amadas”.
Ternura corresponde al segundo poemario de Gabriela Mistral. Fue publicado en Madrid, España,
el año 1924, con el apoyo de la editorial Saturnino Calleja. La poetisa dedicó este libro a su madre
y a su hermana Emelina, pilares fundamentales de su vida como fuente de inspiración directa de
algunos de sus versos.

La primera edición de Ternura se subtituló Canciones para niños. Precisamente entre las páginas
de Ternura además de encontrarse el lector con una veintena de poemas de la poetisa, cuenta
además de rondas infantiles, canciones de cunas y jugarretas. Géneros estos últimos que Gabriela
Mistral utilizó con frecuencia y creatividad, queriendo trasmitir a través de estos su especial e
incansable afecto a los niños.

Las rondas dedicadas a estos niños también renovaban la percepción de Gabriela Mistral tanto con
respecto a su labor poética como a su vida diaria: "Cuando he escrito una ronda infantil, mi día ha
sido verdaderamente bañado de Gracia, mi respiración como más rítmica y mi cara ha recuperado
la risa perdida en trabajos desgraciados. Tal vez el esfuerzo fuese el mismo que se puso en escribir
una composición de otro tema, pero algo, que insisto en llamar "sobrenatural", lavaba mis
sentidos y refrescaba mi carne vieja" (Mistral, Gabriela. Una nueva organización del trabajo, p. 3).

Para Gabriela Mistral Ternura no solamente pretendía entretener y educar a niños por medio de la
poesía, sino que también era un llamado a los adultos respecto de su responsabilidad ante la
situación de aquellos, en particular por los niños que vivían en situación de abandono.

Gabriela Mistral reveló que Ternura fue su libro más querido, uno que dejó huella a lo largo de
toda su obra. Todos sus libros fundamentales, desde Desolación a Lagar, de Tala al Poema de
Chile, contaron con poemas originados en Ternura. En 1945, el mismo año en que recibió el
Premio Nobel de Literatura, Gabriela Mistral, pensando en sus lectores, decidió reorganizar
Ternura, añadiendo nuevas secciones a la edición original, cambios que dan cuenta de la
importancia que Gabriela Mistral siempre atribuyó a este libro.

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