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La conducta suicida engloba varios fenómenos entre los cuales destacan el suicidio
consumado, la tentativa suicida y la ideación suicida. Algunos signos de alerta
relacionados con esta conducta de riesgo son:
EL PAPEL DE LA FAMILIA
La familia cumple un rol primordial en el desarrollo de cada uno de sus
integrantes, es moduladora y promotora de emociones y sentimientos, es
escenario constante de modelos de conducta, transmisora de valores y normas
de convivencia. La familia es el primer pilar del desarrollo de un vínculo
adecuado basado en la dedicación, el afecto, la comunicación, la cohesión, la
adaptabilidad, etc.
Por todo ello, los modelos parentales y de otros adultos significativos en la vida
del adolescente desempeñan un papel trascendental, ya que ejercen una
importante influencia en el desarrollo de hábitos de vida, formas de expresar
afectos, relacionarse con los demás, de resolver conflictos y de desarrollar
conductas de autocuidado. Por este motivo, el trabajo conjuntamente con los
padres, en muchos casos, será uno de los pilares del tratamiento.
La adolescencia es una etapa en la que se producen grandes cambios en el
desarrollo emocional, físico, mental y social, los cuales provocan
desorientación y ambivalencia en la búsqueda del equilibrio personal y social.
En ocasiones, la ayuda de un psicólogo puede facilitar la comprensión y
adquisición de dichos cambios.
De manera general podemos decir que el manejo de estos factores de riesgo
permite identificar a aquellos adolescentes que están más expuestos a sufrir los
daños que los aquejan, como accidentes, embarazos precoces, abuso de sustancias
psico-activas, enfermedades de transmisión sexual y el suicidio; por lo que la
sociedad y el sistema de salud deben propiciar el desarrollo de factores protectores
que apoyen el crecimiento y la maduración sana del adolescente, como son el
establecimiento y el logro de una adecuada autoestima, que le brinde posibilidades
de enfrentar problemas con responsabilidad; además de oportunidades de
autoafirmación positiva, y le proporcione espacios sociales adecuados para lograr
un soporte familiar abierto y brindar oportunidad de superación educacional y
cultural que le faciliten la solución a los problemas, pues la ausencia de vías para la
solución puede llevar al adolescente a alcanzar altos niveles de desesperación y
sentimientos de impotencia y por tanto a la autodestrucción y al suicidio.