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LA CONDUCTA SUICIDA: LA CONDUCTA DE RIESGO TABÚ

La conducta suicida es un importante factor de riesgo en la adolescencia y, a su vez, es


uno de los mayores tabúes. En realidad, es una de las primeras causas de mortalidad
en esta población.

La conducta suicida engloba varios fenómenos entre los cuales destacan el suicidio
consumado, la tentativa suicida y la ideación suicida. Algunos signos de alerta
relacionados con esta conducta de riesgo son:

La desesperanza acerca del futuro.


La ausencia de proyectos vitales a corto/medio plazo.
El bajo estado de ánimo y baja autoestima.
La alteración de los hábitos, del sueño, la alimentación o disminución del rendimiento
académico.
Las dificultades para compartir el malestar o sufrimiento con familia y/o amigos.
El aislamiento.
El cese de actividades que antes realizaba, o incapacidad de disfrutar de las mismas.
Autolesiones (cortes en antebrazos, muslos…) normalmente realizadas con la finalidad
de regular emociones negativas.
Sufrimiento relacionado con acoso escolar, bullying.
Experiencias traumáticas (abuso sexual, maltrato…) que generan gran sufrimiento.

¿Cómo se pueden prevenir las conductas de riesgo en la adolescencia?


Ponle atención a tu hijo
Hazle saber a tu adolescente que te preocupas por él y que puede acudir a ti si tiene
problemas. Sé un apoyo cuando tenga un mal día. Reconoce sus esfuerzos: felicítalo
por las cosas que está haciendo bien.

Ayúdale a encontrar un mentor


Un mentor es una persona de confianza que tu hijo admira y no la ve como una
autoridad directa. Esta persona, que no es mamá ni papá, puede preguntarle cosas y
asesorarle; por ejemplo, un profesor. De esta forma tendrá alguien con quién hablar y
consultar en momentos de duda.

Permítele equivocarse y responsabilizarse por sus actos


Este punto involucra 3 elementos importantes:

Que el adolescente tome sus propias decisiones.


Los padres tienen que dejarle tomar más decisiones y asumir que si se equivoca es
parte de su crecimiento.
Los padres deben mantenerse lo suficientemente cerca para extenderle la mano
cuando lo necesite.
El adolescente debe cumplir las reglas establecidas en la familia como consecuencia de
vivir su libertad.
Así, tu hijo o hija aprenderá que a pesar de las buenas o malas decisiones siempre
podrá contar contigo y confiar en que puede regresar siempre a casa por el apoyo que
necesita.

EL PAPEL DE LA FAMILIA
La familia cumple un rol primordial en el desarrollo de cada uno de sus
integrantes, es moduladora y promotora de emociones y sentimientos, es
escenario constante de modelos de conducta, transmisora de valores y normas
de convivencia. La familia es el primer pilar del desarrollo de un vínculo
adecuado basado en la dedicación, el afecto, la comunicación, la cohesión, la
adaptabilidad, etc.
Por todo ello, los modelos parentales y de otros adultos significativos en la vida
del adolescente desempeñan un papel trascendental, ya que ejercen una
importante influencia en el desarrollo de hábitos de vida, formas de expresar
afectos, relacionarse con los demás, de resolver conflictos y de desarrollar
conductas de autocuidado. Por este motivo, el trabajo conjuntamente con los
padres, en muchos casos, será uno de los pilares del tratamiento.
La adolescencia es una etapa en la que se producen grandes cambios en el
desarrollo emocional, físico, mental y social, los cuales provocan
desorientación y ambivalencia en la búsqueda del equilibrio personal y social.
En ocasiones, la ayuda de un psicólogo puede facilitar la comprensión y
adquisición de dichos cambios.
De manera general podemos decir que el manejo de estos factores de riesgo
permite identificar a aquellos adolescentes que están más expuestos a sufrir los
daños que los aquejan, como accidentes, embarazos precoces, abuso de sustancias
psico-activas, enfermedades de transmisión sexual y el suicidio; por lo que la
sociedad y el sistema de salud deben propiciar el desarrollo de factores protectores
que apoyen el crecimiento y la maduración sana del adolescente, como son el
establecimiento y el logro de una adecuada autoestima, que le brinde posibilidades
de enfrentar problemas con responsabilidad; además de oportunidades de
autoafirmación positiva, y le proporcione espacios sociales adecuados para lograr
un soporte familiar abierto y brindar oportunidad de superación educacional y
cultural que le faciliten la solución a los problemas, pues la ausencia de vías para la
solución puede llevar al adolescente a alcanzar altos niveles de desesperación y
sentimientos de impotencia y por tanto a la autodestrucción y al suicidio.

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