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Funcionalismo

M.M.

La figura de Malinowski

Tras la Primera Guerra Mundial el mundo


colonial se ha consolidado y es relativamente
estable; se ha logrado a un duro costo la
integración en el mercado mundial a través de
las diferentes metrópolis. Hay una necesidad de
conservar la estabilidad a todo precio. La
antropología funcionalista, que nace en este
período, ya no pretende explicar el desarrollo
total de la humanidad ni construir grandes
escalas de progreso. Ya estén interesados en la
cultura (Malinowski) o en la estructura social
(Radcliffe Brown), su análisis se centrará
siempre en un pueblo en particular. La
preocupación central de Bronislaw Malinowski
es ver cómo las sociedades estudiadas
resuelven a través de la cultura sus
necesidades básicas. Por eso planteó la
necesidad del trabajo de campo como técnica
antropológica fundamental; es decir, relevar in
situ la forma de vida del pueblo que se quiere

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estudiar y compartir esa forma de vida
mediante la observación participante.

Los funcionalistas ponen entre paréntesis la


situación histórica, ven el colonialismo como un
contacto cultural, como un encuentro entre dos
culturas. No se toma en cuenta la situación de
asimetría, la dimensión de explotación y
violencia. Sin embargo, Malinowski logró con
gran rigor científico consolidar un saber
antropológico, relevó y llegó a un entendimiento
profundo acerca de formas de vida caratuladas,
desde Occidente, como incomprensibles,
irracionales y hasta no lógicas. Fue de los
primeros antropólogos en criticar duramente el
etnocentrismo y sentar las bases del relativismo
cultural. La racionalidad de una costumbre
ajena debe evaluarse en función de los códigos
de la cultura de que se trate y no mediante
criterios de la cultura del observador, tenidos
erróneamente como universales.

A Malinowski y Radcliffe Brown, considerados


los fundadores de la antropología social inglesa,
les siguieron varias generaciones de
antropólogos en todo el mundo, que orientaron
sus investigaciones bajo las premisas del
funcionalismo y tienen aún hoy vigencia.

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Bronislaw Malinowski (1884 -1942) nació en
Cracovia (Polonia) donde se doctoró en Filosofía,
y se trasladó a Leipzig donde se diversificaron
sus intereses, ya que estudió Psicología
experimental con Wundt e Historia económica
con Bűcher. En 1910 en Londres, se doctoró en
Antropología y fue discípulo de algunos de los
más importantes antropólogos evolucionistas
como Seligman. En 1913 publicó su primer
trabajo antropológico. Al estallar la Primera
Guerra Mundial, Malinowski estaba expuesto a
ser expatriado, ya que era súbdito del imperio
austro-húngaro, pero se le permitió, como
alternativa, permanecer en las Islas Trobiand.
Fruto de esa permanencia fue su libro Los
Argonautas del Pacífico Occidental, publicado en
1922, obra clásica de la antropología
funcionalista. En este trabajo se abocó al
estudio del comercio Kula45.

El concepto funcionalista de cultura

Para Malinowski la cultura es un sistema


complejo en parte material y en parte
conductual, pero también espiritual, cuyo fin es
facilitar la supervivencia del hombre en un
medio hostil, el medio natural. Es a partir de la
45 Kula es un tipo de intercambio íntertribal alrededor de un amplio círculo cerrado de islas
cercanas a la costa oriental de Nueva Guinea. A través de estas islas circulaban objetos rituales
de gran valor para esas comunidades (collares y brazaletes de concha).

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cultura, que el hombre intenta crear un
segundo medio más favorable. Para él la cultura
es el instrumento mediante el cual el hombre
logra satisfacer sus necesidades46. Tanto la
definición del evolucionismo como la del
funcionalismo refuerzan el carácter extra-
somático de la cultura. Malinowski se va a
interesar por la función47 que cumple la
cultura; es decir, la cultura como respuesta
adaptativa al medio ambiente, como el elemento
que completa al hombre (ser biológico y ser
social y cultural).

En su teoría la cultura se relaciona con la


satisfacción de necesidades psicobiológicas
individuales: nutrición, reproducción, cuidados
corporales, seguridad, relajación, movimiento y
crecimiento. Para cada una de estas
necesidades básicas todos los sistemas
socioculturales han encontrado una respuesta
cultural. Estas respuestas culturales
determinan a su vez necesidades derivadas que
son de orden cultural. La necesidad de
nutrición, por ejemplo, se satisface mediante el
empleo de técnicas para conseguir alimentos y
46 Para esta concepción, las necesidades que satisface la cultura en una sociedad son
individuales, no sociales.

47H. Spencer (1820–1903) fue el primero en utilizar el término función para explicar la realidad
social al hacer una analogía entre el individuo y las células del organismo, ambos integrantes de
un todo (la sociedad y el organismo) que tienen la función de mantener la armonía de ese todo.
Después el concepto seria desarrollado por Emile Durkheim.

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se corresponde con la necesidad derivada de
instruir a los miembros del grupo en el uso y
aplicación de esas técnicas.

Como se ve, las necesidades derivadas sólo


aparecen en el hombre. Estas necesidades para
Malinowski se dividen en cuatro imperativos
culturales, cada uno de los cuales encuentra su
respuesta en una de las grandes divisiones o
dimensiones de la cultura: economía, control
social, organización política y educación. Estas
necesidades son tan importantes como las
básicas y biológicas. Por otra parte, para los
funcionalistas, nada que pertenezca a un
sistema cultural y que perdure es una
invención caprichosa o arbitraria. Todo
elemento cultural cumple una función. Para
que se incorpore a un sistema cultural debe
satisfacer una necesidad. Paradójicamente, la
satisfacción de las necesidades en los
individuos no se efectúa en forma individual
sino por medio de acciones grupales. Para el
logro de cualquier fin los hombres deben
organizarse. De ahí que el concepto de
organización esté directamente relacionado al
de institución.

Las instituciones son unidades mínimas de


organización humana. En ellas y a través de

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ellas es donde se satisfacen las necesidades.
Toda teoría de la cultura debía partir de las
necesidades orgánicas del hombre y
relacionarse con otras necesidades más
complejas de índole espiritual, económica y
social. Proponemos la lectura de Malinowski
para clarificar estos conceptos:

“La cultura consta de la masa de


bienes e instrumentos, así como de las
costumbres y de los hábitos corporales
o mentales que funcionan directa o
indirectamente para satisfacer las
necesidades humanas. Todos los
elementos de la cultura, si esta
concepción es cierta, deben estar
funcionando, ser activos, eficaces. El
carácter esencialmente dinámico de los
elementos culturales y de sus
relaciones sugiere que la tarea más
importante de la antropología consiste
en el estudio de la función de la
cultura. La antropología funcional se
interesa fundamentalmente por la
función de las instituciones, las
costumbres, las herramientas y las
ideas. Sostiene que el proceso cultural
está sometido a leyes y que las leyes
se encuentran en la función de los

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verdaderos elementos de la cultura. El
tratamiento de los rasgos culturales
por atomización o aislamiento se
considera estéril, porque la
significación de la cultura consiste en
la relación entre sus elementos y no se
admite la existencia de complejos
culturales fortuitos o accidentales.
Para formular cierto número de
principios fundamentales puede
tomarse un ejemplo de la cultura
material. El artefacto más simple,
generalmente usado en las culturas
más simples, un palo liso, burdamente
cortado, de unos seis o siete pies de
longitud, de tal forma que puede
utilizarse para excavar raíces en el
cultivo del suelo, para empujar una
embarcación o para caminar,
constituye un elemento o rasgo de
cultura ideal, pues tienen una forma
fija y sencilla, aparentemente es una
unidad autosuficiente y tiene gran
importancia en todas las culturas.
Definir la identidad cultural del palo
por su peso, su color, o cualquier otra
de sus características físicas-
describirlo de hecho según el criterio
último del modo que utilizan los

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difusionistas- seria una forma de
proceder metodológicamente
equivocado. El palo de cavar se
maneja de una manera determinada:
se utiliza en el huerto o en la selva
para propósitos especiales; se obtiene
y abandona de forma algo descuidada-
pues un ejemplar suele tener muy poco
valor económico-. Pero el palo de cavar
reluce ampliamente en el esquema
económico de cualquier comunidad en
que se utiliza, así como el folclore, la
mitología y las costumbres. Un palo de
idéntica forma puede utilizarse en la
misma cultura como palo para empujar
una embarcación, bastón para andar o
arma rudimentaria. Pero en cada uno
de esos usos específicos, el palo se
incrusta en un contexto cultural
distinto; es decir, se somete a distintos
usos, se envuelve en distintas ideas,
recibe un valor cultural distinto y por
regla general se designa con nombres
distintos. En resumen, cumple
distintas funciones. Lo pertinente para
el estudioso de la cultura es la
diversidad de funciones y no la
identidad de forma” (Malinowski, en
Kahn 1975: 91-93).

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Aspectos teórico-metodológicos

El antecedente fundamental para entender el


funcionalismo es la Escuela Sociológica
Francesa desarrollada por Emile Durkheim
(1859-1917). En ella se concibe al sistema
social formado por múltiples partes, cada una
con una función específica, en armonía una
parte con otra (metáfora organicista).
Malinowski, si bien se aleja de Durkheim al dar
mayor relevancia al individuo que a la sociedad,
comparte la idea de totalidad y los principios de
equilibrio, normatividad e integración utilizados
para referirse a la cultura como ese todo
integrado compuesto de partes
interdependientes que tiende al equilibrio del
sistema.

Los principios del funcionalismo, el hecho de


que deben ser investigados todos los rasgos de
las culturas y que hay que buscar las formas en
que las estructuras y las instituciones de una
sociedad se interrelacionan para formar un
sistema, son básicos para una ciencia
antropológica orientada teóricamente. Este
principio metodológico ha servido a los
funcionalistas para elaborar una teoría sobre

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los procesos culturales y sobre cómo funcionan
las sociedades.

El funcionalismo parte de una analogía con lo


orgánico. Los sistemas culturales son
presentados como si fueran organismos cuyas
partes, además de estar relacionadas,
contribuyen a la conservación, equilibrio y
supervivencia de la totalidad. La concepción
funcionalista enfatiza la cohesión, el equilibrio y
se maneja con estos supuestos:

 Todos los elementos de la cultura están


relacionados entre sí: unidad funcional de
una sociedad.
 Todos los elementos culturales cumplen
una función: funcionalismo universal.
 Cada elemento cultural cumple una
función: principio de indispensabilidad.

Alrededor de 1930, Malinowski inició sus


investigaciones en el continente africano. En su
etapa anterior de estudios, en Melanesia, había
señalado que cualquier intento de cambiar las
condiciones de vida de las sociedades de
pequeña escala era más negativo que positivo.
Su actitud era crítica hacia la civilización de las
máquinas y la industrialización desenfrenada.
Sin embargo, enfrentado a la nueva realidad

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africana cambia de opinión y comienza a
interesarse por los fenómenos de cambio
cultural y social, señalando su universalidad.
Obviamente es difícil imaginar una cultura que
haya permanecido a lo largo de la historia sin
contactos con otra.

Cuando se refiere a estos procesos en África


señala la posibilidad de una entrega selectiva de
elementos culturales por parte de los europeos
y una adopción selectiva por parte de los
africanos. Analiza la aculturación (es decir el
pasaje de instituciones, prácticas y creencias de
una cultura a otra) como un aspecto del cambio
cultural. Lo que no dice Malinowski es que esos
contactos entre culturas son en realidad
choques entre la cultura colonizadora
occidental y la colonizada. Esta relación se da
en términos de poder y explotación de una
cultura por parte de la otra.

Al enfatizar la cohesión y el equilibrio, se


concibe que las culturas que se estudian van a
cambiar lenta y gradualmente. En estos
estudios sincrónicos no hay lugar para las
explicaciones causales, ya que para darlas hace
falta tener en cuenta la historia. Los
funcionalistas se interesan por explicar el
“cómo” pero no el “porqué” histórico. Así es que

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una de las principales críticas que ha recibido
es haberse desarrollado en el contexto histórico
del colonialismo y del neocolonialismo y haberlo
soslayado, constituyéndose en un análisis
estático y ahistórico. Estudiaron las sociedades
colonizadas dejando de lado el análisis de la
sociedad y la cultura de los administradores
colonialistas; es decir que no se analizó la
realidad total de las colonias.

Hay incluso quienes encuentran una relación


directa entre la administración colonial
británica y el desarrollo de la escuela
funcionalista. La relación no ha sido del todo
clara ni unívoca. Todos los trabajos de campo
se dieron en los dominios del imperio británico
y muchos antropólogos presentaron a la
Antropología como una ciencia que podía ser
útil a los gobiernos coloniales. Por otro lado, la
administración colonial fue una fuente de
financiamiento importante en muchas
investigaciones. Sin embargo también se dieron
conflictos y tensiones, ya que los
administradores coloniales vieron, en muchos
casos, a los antropólogos como los defensores
de las culturas no occidentales. El planteo que
hace Kuper es importante:

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“¿Qué efecto tuvo el medio colonial en
el desarrollo de la antropología social
inglesa? La situación colonial no
generó simplemente la antropología
académica. Los otros regímenes
coloniales europeos no consiguieron
producir escuelas de antropología de la
misma clase y los españoles y
portugueses escasamente produjeron
antropología... La perspectiva
funcionalista fue un experimento de
análisis sincrónico que tuvo sentido en
términos de la historia intelectual de la
disciplina y que se justificó en la
medida en que produjo mejores
etnografías que cualquiera de las
formas de aproximación precedentes”
(Kuper 1973: 144-145).

En efecto, a partir de Malinowski se desarrolló


la etnografía moderna, apoyada en una
metodología rigurosa y precisa: el trabajo de
campo antropológico.

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