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La necesidad de los seres humanos de vivir en sociedad es natural. Pero los modos en
que las sociedades se organizan no son naturales sino construidos. La primera experiencia
de organización democrática tuvo lugar en la antigua Grecia. Era una democracia directa.
Actualmente la democracia es representativa, aunque existen mecanismos de
participación. El respeto por las reglas de juego de la democracia y por sus valores es
necesario pero no suficiente. Es también preciso que la democracia logre un nivel de
igualdad básico entre los ciudadanos y que todos puedan llevar a cabo dignamente sus
planes de vida
La necesidad de la organización social
Hemos afirmado en los capítulos anteriores que los seres humanos somos seres sociales. Esto significa no solo
que vivimos en sociedad, sino, funda-mentalmente, que necesitamos de la sociedad para poder vivir.
Por supuesto, no somos los únicos animales sociales. Las hormigas y las abejas, por ejemplo, también son
animales sociales. Sin embargo, no son sociales en el mismo sentido en que nosotros lo somos. La sociabilidad
de los animales no humanos (abejas, hormigas, tortugas, tigres, etcétera) es instintiva. Están organizados para
sobrevivir, pero esa organización es natural. Es decir, no eligen cómo organizarse. Los seres humanos, en
cambio, inventamos formas de organización, inventamos distintos tipos de sociedades y, con nuestras acciones,
transformamos la sociedad de la que somos parte. Es "natural", entonces, que vivamos en sociedad; pero no es
natural el tipo de sociedad y de organización en la que vivimos.
Pensar la organización social
Sobre esta cuestión, es recomendable leer la novela El señor de las moscas, escrita por el británico William
Golding (1911-1993), Premio Nobel de Literatura, o ver la película dirigida por Peter Brook (Estados Unidos,
1990).
El señor de las moscas relata la historia (ficticia) de unos chicos (de entre 6 y 12 años de edad)
pertenecientes a una escuela. Estos chicos hacen un viaje de estudios, pero el avión en el que viajan sufre un
desperfecto y caen en una isla desierta. Los niños se reúnen y advierten que no hay ningún adulto sobreviviente.
Entonces, se organizan para facilitar su supervivencia en la isla mientras aguardan que los vengan a rescatar.
Para esta organización acuerdan que es necesario tener un jefe y distribuir los roles. Realizan una votación y es
elegido un chico llamado Ralph, quien propone una serie de normas: todas las decisiones se tomarán en
asamblea y todos podrán tener voz y voto. Otro chico, llamado Jack, queda a cargo del grupo de cazadores, cuya
función es proveer de alimento al grupo.
El rescate esperado tarda mucho tiempo en llegar, y en el grupo se suscitan conflictos y luchas de intereses.
Finalmente, Jack decide armar su propio grupo y su propia organización. Desconoce las reglas y las decisiones
de la asamblea y se retira con otros chicos a otra zona de la isla. Su poder es de otro tipo: solo él toma las
decisiones y las impone a los demás. Ofrece, a cambio, protección y alimentos.
Si bien estos chicos no nacieron en esa isla, lo que parece mostrar esta novela es que los seres humanos
necesitan sobrevivir juntos y darse alguna organización, adjudicando roles y distribuyendo el ejercicio del
poder. Esta organización no es natural, sino que depende de las decisiones que se toman y del juego de fuerzas
entre los participantes.
Antecedentes de la democracia
El primer antecedente de la democracia en la historia occidental se remonta a Grecia, en la primera mitad del
siglo v a. C. Algunas ciudades-Estado constituyeron el primer coso de una sociedad que discutió y elaboro sus
leyes y fue capaz de modificarlas. Atenas fue el ejemplo más notorio.
En las polis, todos los ciudadanos eran iguales ante la ley y todos debían obedecerla. La idea imperante era
que los hombres libres solo debían obedecer las leyes y no a otros hombres.
Además, todos los ciudadanos tenían el derecho a participar y expresarse en la asamblea, que era donde se
llevaban a cabo los debates y se tomaban las decisiones políticas y jurídicas. En la asamblea, todos los
ciudadanos tenían derecho a tomar la palabra y la obligación de hablar con franqueza. Allí votaban las medidas
que se debían adoptar. Además, todos podían ocupar cargos electivos o ser jueces.
Los ciudadanos no elegían representantes para que discutieran las leyes y las votaran, sino que todos
participaban de su elaboración. Por eso, esta democracia era una democracia directa. Cuando había que designar
a alguien para un cargo especial, se hacía por sorteo. Este método reconocía que todos eran iguales y estaban
igualmente capacitados para la función pública.
En Atenas solo eran considerados ciudadanos los varones adultos de “sangre ateniense”. Por ende, las
mujeres, los niños, los extranjeros, los hijos de extranjeros y los esclavos quedaban excluidos del derecho de
ciudadanía.
La asamblea podía, incluso, privar de sus derechos a algunos ciudadanos mediante el ostracismo: una pena
que obligaba a las personas consideradas políticamente peligrosas a abandonar la ciudad si así era votado.
Condiciones para la democracia antigua
La democracia directa en las ciudades-Estado griegas era posible por ciertas características y condiciones
estructurales:
• una comunidad relativamente pequeña que habitaba en un territorio reducido: nadie vivía a más de un día
de marcha de donde se celebraba la asamblea;
• una economía basada en la esclavitud, que dejaba tiempo libre a los ciudadanos para dedicarse a los
asuntos públicos;
• el trabajo doméstico a cargo de la mujer, que permitía al varón ocuparse de los deberes públicos;
• Restricción de la ciudadanía a un número pequeño de personas.
Si bien la democracia griega es tomada como antecedente y referente de las democracias actuales, fue una
experiencia breve. Durante la mayor parte de la historia, la autoridad política quedaría concentrada en manos de
los poderosos, negándose a los pueblos el derecho a decidir sobre su destino. La idea de que el gobierno debe
ser democrático recién se recuperó en el siglo XVIII.
La democracia representativa
Las sociedades actuales, a diferencia de la sociedad ateniense, son cada vez más grandes y complejas. Están
integradas por millones de personas que no se conocen entre sí, y por muchos grupos y comunidades cuyas
necesidades e intereses son diferentes y, en muchos casos, contrapuestos.
En la actualidad, en los distintos Estados existen numerosos problemas que requieren, para su resolución, de
conocimientos específicos, de tiempo, de recursos económicos, de especialistas. Además, muchos de los
problemas actuales que afectan a los Estados son problemas que tienen escala mundial (por ejemplo, la
contaminación ambiental) y no se logran resolver o mitigar tomando medidas locales.
Estas son algunas de las razones que se esgrimen para explicar por qué no es posible la participación directa
de la ciudadanía en la toma de todas las decisiones que afectan a la sociedad. Por eso, esas decisiones no son
tomados directamente por todos, sino por representantes elegidos para ese fin (gobernantes, legisladores). Esto
es lo que caracteriza a las democracias representativas.
Sin embargo, que sean representativas no significa desconocer el principio de soberanía popular. Según este
principio, el poder reside en el pueblo. De ahí que la democracia representativa actual se caracterice porque
todos los ciudadanos tienen derechos políticos, entre los que se destacan el derecho a votar a sus representantes
y a ser elegidos como tales.
Si bien se reconoce que la democracia representativo es necesaria, la experiencia democrática de los últimos
tiempos ha demostrado que en muchas ocasiones se produce una grave distancia entre los representantes y los
representados. Suele suceder que los ciudadanos eligen a sus representantes sin lograr conocer bien cuáles son
sus cualidades e ideas, y los representantes, una vez electos, reiteradas veces en la historia democrática han
preferido defender intereses de grupos económicos u otro tipo de intereses, defraudando las expectativas de sus
electores.
La democracia participativa
La distancia entre los representantes y los representados puede dar lugar a algunas deformaciones. Una de
esas deformaciones es la llamada partidocracia. La partidocracia se establece cuando las dirigencias de los
partidos políticos se independizan de quienes los han votado, aunque basen su legitimidad ante la sociedad
invocando que representan a la ciudadanía. Se apropian, así, del mandato popular, pero actúan sin tener en
cuenta los intereses de quienes los eligieron.
El reconocimiento de estos problemas relacionados con el sistema representativo ha dado lugar a reformas y
medidas destinadas a garantizar mejores herramientas de control ciudadano y formas de participación directas o
semidirectas. De este modo, se intenta que la democracia representativa sea también participativa.
La democracia participativa es aquella que procura que los ciudadanos tengan una mayor participación en la
toma de decisiones políticas que la que les otorga tradicionalmente lo democracia representativa o través del
voto. La democracia participativa facilita a la ciudadanía su capacidad de asociarse y organizarse de tal modo
que pueda ejercer una influencia directa en las decisiones públicas. Los mecanismos para lograr esta mayor
participación son variados. Por ejemplo:
• Presupuestos participativos: son instancias en los que los ciudadanos pueden participar en la
elaboración del presupuesto de una ciudad o municipio.
• Iniciativas populares: se establece un porcentaje de avales, que se acredita juntando firmas, para la
presentación de un proyecto de ley que los legisladores deberán tratar obligatoriamente.
• Referéndum, consulta popular o plebiscito: es un procedimiento jurídico por el que se someten a
votación leyes o medidas de gobierno. Sus resultados pueden ser vinculantes, cuando el Gobierno debe acatar el
resultado, o no.
• Audiencias públicas: son reuniones en las cuales las autoridades escuchan las opiniones de los
ciudadanos sobre una medida a tomar por el Gobierno.
Democracia como gobierno de la mayoría
La palabra democracia significa, en su sentido etimológico, ‘gobierno del pueblo'. Es un significado muy
amplio y ambiguo, ya que puede dar lugar a controversias el alcance de la palabra pueblo. El politólogo italiano
Giovanni Sartori, en su libro Teoría de la democracia, propone varias interpretaciones del término. Veamos
algunas de ellas:
• El pueblo es "todo el mundo". Sartori considera que esta interpretación no es correcta, ya que a lo largo de la
historia las democracias reales nunca han sido el gobierno de todos. Los griegos excluían a las mujeres, a los
niños, a los extranjeros, a los esclavos. Las democracias actuales excluyen de la posibilidad de elegir y ser
elegidos, por ejemplo, a los niños y a los extranjeros que no han obtenido carta de ciudadanía.
• El pueblo es la mayoría absoluta. Esta interpretación es contradictoria con la democracia. El principio de la
mayoría absoluta significa que solo importa lo que determine la mayoría de la población, y que solo la mayoría
tiene derecho a decidir por todos.
• El pueblo es la mayoría limitada. Esta sería la interpretación más adecuada a la idea de democracia. El
principio de la mayoría limitada sostiene que ningún derecho de la mayoría es absoluto, pues el gobierno de la
mayoría está limitado por los derechos de las minorías. Por tal razón, las minorías deben poder expresarse y
deben ser respetadas. De esta manera, todos los ciudadanos quedan incluidos, conformando la mayoría o la
minoría. Esta definición impide que se considere "democrática" una decisión mayoritaria que viole los derechos
básicos de una minoría. Desde esta perspectiva, toda decisión democrática es mayoritaria, pero no toda decisión
mayoritaria es democrática. Por ejemplo, ninguna mayoría tiene derecho a someter o esclavizar o segregar a una
minoría. Tampoco puede decidir que algún sector de la sociedad (por minoritario que sea) pierda su derecho a
hacer oír su voz, a votar u ocupar cargos públicos, debido al sexo, la religión, la clase social, u otras razones
Los consensos básicos en democracia
Una característica del sistema democrático es la libertad para disentir. La democracia permite la crítica y la
diferencia, garantizando la libre expresión de personas y grupos. Sin embargo, para que sea posible la
democracia misma, es necesario que existan consensos básicos en aspectos fundamentales que hacen a la
convivencia democrática. Un consenso muy importante es el procedimental, que se relaciona con las reglas de
juego de la democracia. En nuestro país, la Constitución Nacional establece esas reglas. Allí está claramente
estipulado quién está autorizado para tomar las decisiones colectivas y bajo qué procedimientos.
Por esta razón, cuando se afirmo que la democracia acepta el disenso no se está afirmando que la democracia
acepta el disenso sobre cualquier cuestión. Para discrepar hay que sostener y valorar ciertos acuerdos sobre las
normas que regulan esas discrepancias.
Entre estos requisitos básicos y procedimentales de la democracia, se encuentran los siguientes:
• Elegibilidad de los representantes que ocupan cargos públicos.
• Elecciones libres, limpias y frecuentes. Las elecciones deben ser frecuentes, no fraudulentas y sin
proscripciones de ningún grupo político que respete la ley y los valores democráticos.
• Igualdad de voto. Todo ciudadano debe tener las mismas oportunidades efectivas de votar, y todos los
votos deben contarse como iguales.
• Libertad de expresión. Todos los ciudadanos tienen derecho a expresarse sobre asuntos políticos sin
riesgo de sufrir represalias o castigos. También se debe garantizar que todos los ciudadanos puedan ser
escuchados a través de los medios de comunicación.
• Acceso a distintas fuentes de información alternativa. Los ciudadanos tienen que tener acceso a
distintas fuentes de información. Esto significa que ningún poder económico o político puede tener el
monopolio de los medios de información y comunicación.
• Derecho a constituir asociaciones autónomas, como los partidos políticos.
• Ciudadanía inclusiva. A ningún adulto que resida permanentemente en el país, que esté sujeto a sus
leyes y que obtenga la ciudadanía, le pueden ser negados los derechos políticos de volar, expresarse libremente
o presentarse a cargos públicos.
También es necesario que exista consenso sobre valores propios de la democracia. Estos valores son, entre
otros: la tolerancia, el reconocimiento del otro, el respeto al pluralismo, la participación responsable, la renuncia
a la violencia para imponer las propias ideas. Desde este punto de vista, lo democracia no es solo un sistema de
reglas, sino también un tipo de cultura y una forma de vida
Democracia procedimental y democracia sustantiva
Los requisitos básicos y procedimentales de la democracia son necesarios. La ausencia de alguno de ellos
(por ejemplo, la libertad de expresión) daña a la democracia misma. Sin embargo, la democracia entendida solo
como una serie de reglas, requisitos, procedimientos o normas ha sido criticada por políticos y ciudadanos. La
crítica consiste en afirmar que esta definición se refiere al aspecto formal, a la llamada democracia
procedimental.
Según esta crítica, las elecciones periódicas, la libertad de asociación, el acceso a fuentes de información son
características necesarias pero no suficientes para la democracia. El respeto por las reglas del juego democrático
no impide que las posibilidades de los "jugadores" sean desiguales si algunos de ellos disponen de más poder, de
más recursos, de un acceso más directo a la información o de mayores posibilidades de darse a conocer y de
manejar la información que otros reciben.
Un gobierno democrático no solo debe instrumentar y garantizar reglas que hagan posible la libertad
política. También debe instrumentar medidas que corrijan las desigualdades entre las personas y los grupos. Si
estas desigualdades subsisten o se acrecientan, la democracia pierde su sustancia, pues el juego democrático
debe ser entre iguales. Quienes realizan esta crítica consideran que la democracia formal no debe dejar de lado a
la democracia sustancial o sustantiva: la democracia entendida como el sistema que intenta lograr que todos los
miembros de la sociedad tengan igual posibilidad de realizar sus capacidades y de llevar a cabo sus proyectos de
vida.
...la política
La diversidad de candidatos que se presentan a elecciones la expresión de la existencia de intereses
contrapuestos y de diferentes prepuestas de organización del país.
Los seres humanos somos seres sociales, pero también somos individuos y podemos tener intereses, necesidades
y deseos que pueden chocar con los de otras personas. Y, si bien vivimos en una sociedad, la misma sociedad
está conformada por distintos grupos que pueden sostener objetivos contrapuestos. Estas diferencias son fuente
de conflictos.
¿Podría existir una sociedad sin conflictos? Es razonable pensar que no. Los conflictos suelen ser vistos como
algo negativo Pero ¿cómo sería una sociedad humana sin ellos? ¿Sería posible? Y si fuese posible, ¿seria
deseable? Los conflictos pueden ser muy desagradables, pero muchos de ellos sirven para cambiar, para crecer,
para buscar alternativas.
Cuando tenemos un conflicto con otra persona (un familiar, un amigo, un vecino) actuamos para intentar
resolverlo: buscamos dialogar o nos peleamos o dejarnos que todo siga igual, con la esperanza de que el tiempo
vaya resolviendo o disolviendo el conflicto. Nuestra acción (o inacción) es individual y responde a lo que
nuestra conciencia nos dice como lo más conveniente o justo. Pero ruando el conflicto se da entre muchas
personas la situación se complejiza. Ya no alcanza nuestra decisión individual: necesitamos ponernos de
acuerdo con otros y organizamos para intentar lograr nuestros objetivos. En ese intento de organización se van
formando diferentes grupos que diseñan estrategias para obtener poder y lograr los fines que se proponen. Aquí
es donde aparece la política
La autoridad democrática
La "autoridad" puede ser definida como una atribución dada a una persona o a varias para que
ejerzan el mando, hagan cumplir la ley o garanticen el funcionamiento de una institución o de
una actividad.
Por ejemplo, los árbitros en los deportes son autoridades porque tienen la atribución
(otorgada por organismos competentes) de hacer cumplir las reglas del juego. Son
autoridades porque están habilitadas para indicar las infracciones y sancionar a quienes
incumplen el reglamento.
Las autoridades pueden ser legítimas o ilegítimas. Podemos distinguir dos tipos de
legitimidad: la legitimidad de origen y la legitimidad en la función.
Legitimidad de origen: se refiere al modo en que esa autoridad ha llegado a serlo. Una
autoridad es legítima cuando ha sido nombrada o designada según ciertas normas o pautas
reconocidas y aceptadas por el grupo en el que esa autoridad cumplirá su función. Estas
normas o pautas pueden variar según el contexto: por ejemplo, una persona puede ser
designada directora de una escuela si ha ganado concursos y si tiene un puntaje suficiente
producto de capacitaciones aprobadas y de su antigüedad como docente; un árbitro de fútbol
o un director técnico deben haber aprobado los cursos correspondientes; un jefe de Gobierno
debe haber sido elegido por los ciudadanos; un jefe religioso debe haber sido elegido según
las pautas y procedimientos establecidos por la comunidad religiosa a la que pertenece. Si
una autoridad surge por la fuerza y en contra de lo estipulado para su nombramiento, podría
ser considerada ilegítima.
Legitimidad en la función: la legitimidad de origen, si bien necesaria, no alcanza para dar
legitimidad a la autoridad en lo que respecta a sus funciones. Si una persona es legítimamente
nombrada como autoridad en una institución, pero incumple las normas que regulan su tarea
o toma decisiones totalmente contrarias a los derechos de las personas que deben acatarlas, o
no logra garantizar el funcionamiento de la institución de la que es autoridad, entonces puede
ir perdiendo legitimidad por el mal uso o por el abuso del cargo para el que ha sido
designada. Por ejemplo, un árbitro que aplica mal las reglas de un deporte reiteradamente, o
un director de escuela que encierra a los alumnos en un aula para que no salgan al recreo
(desconociendo sus derechos), o un jefe de Gobierno que engaña a la población respecto de
las intenciones de las medidas que toma.
En este sentido, la autoridad toma decisiones, orienta, coordina, pero no obliga por la fuerza a
que los ciudadanos realicen una acción contraria a sus derechos elementales. Por supuesto,
como se ha visto en el capítulo anterior, la autoridad tiene la capacidad de sancionar e,
incluso, de hacer uso de la fuerza para hacer cumplir la ley. Pero este uso no es ordinario sino
excepcional.
Los juicios políticos
Así como un presidente que asumió su cargo con escaso apoyo electoral puede adquirir su
legitimidad en la función, existe la posibilidad contraria: un presidente legítimamente elegido
puede perder la legitimidad en la función. Ante esto, las constituciones de los países
establecen diferentes mecanismos para derogar el mandato de los presidentes: el juicio
político o el impeachment (del inglés, ‘impugnación’) son los más habituales.
En la Argentina, el artículo 53 de la Constitución Nacional establece que la Cámara de
Diputados puede acusar ante el Senado al presidente, al vicepresidente, a los ministros y a los
miembros de la Corte Suprema si incurren en mal desempeño de su cargo, delitos en el
ejercicio de sus funciones o crímenes comunes. Para esto, la Cámara de Diputados debe
reunir una mayoría especial de dos terceras partes de sus miembros presentes.
El juicio es llevado adelante por el Senado. De hallarse culpables, para lo cual deben acordar
dos terceras partes de los presentes, las autoridades son destituidas de su mandato y pueden
ser inhabilitadas para ejercer cargos públicos en el futuro. Además, pueden ser juzgadas por
la justicia ordinaria.