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A principios del siglo XIX la revolución industrial comenzaba a tomar fuerza. El símbolo de esta
etapa histórica era la máquina de vapor que contaba ya con algunos años de desarrollo. Sin
embargo las máquinas de vapor eran aún monstruos enormemente costosos, muy ineficientes
e incluso peligrosos, pues las calderas explotaban frecuentemente.
Primeras Aplicaciones
En sus primeros tiempos, el motor se usó como fuente de poder de pequeñas máquinas
herramientas y bombas de agua. El notable inventor sueco John Ericsson diseño y construyó un
barco movido con un motor de esta clase. Por la misma época logró una patente para una
bomba de agua accionada por un motor Stirling que se convirtió rápidamente en un éxito de
ventas entre los granjeros del oeste norteamericano. Incluso hasta las primeras décadas del
siglo XX se vendían ventiladores de mesa que funcionaban con un pequeño mechero en la
parte inferior del aparato. El perfeccionamiento de las máquinas de vapor, el desarrollo
posterior del motor de combustión interna y años después la difusión de las redes eléctricas le
dieron al motor de aire caliente un golpe del que nunca pudo recuperarse (hasta ahora).
El resurgimiento
En la década del '60 hubo un resurgimiento en el interés sobre este tipo de máquinas. Por esos
años la empresa Philips desarrolló un generador portátil de energía eléctrica. Este artefacto
generaba corriente eléctrica a la par que el sistema de refrigeración del aparato producía agua
caliente para uso doméstico. Posteriormente gracias al impulso de investigación en nuevas
fuentes de energía, provocadas por la primera crisis energética de principios de la década del
'70 hubo nuevos avances en este sentido. En aquellos duros tiempos de surtidores vacíos
surgió le necesidad de encontrar motores alternativos a los tradicionales. Entonces la
necesidad, llevó a algunas compañías automotrices a desarrollar vehículos con motores de
ciclo Stirling, desde el punto de vista energético mucho más eficientes que los tradicionales y
amigos del medio ambiente. Los resultados fueron alentadores, pero el fin de la escasez
petrolera hizo olvidar aquellas ventajas.
Más recientemente se han utilizado máquinas de ciclo Stirling para generar energía eléctrica a
partir de concentradores solares. Estos ingenios tienen la ventaja de tener el más alto
rendimiento en conversión de la energía calorífica del sol en electricidad en las plantas solares
termoeléctricas.
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