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COMENTARIO 4: LEY DE FERROCARRILES

«Doña Isabel II (…) Reina de las Españas: a todos los que la presente vieren y entendieren, sabed que las
Cortes han decretado y Nos sancionamos lo siguiente:
Artículo 4°. La construcción de las líneas de servicio general podrá verificarse por el Gobierno, y en su
defecto por particulares o compañías.
Artículo 6°. Los particulares o compañías no podrán construir línea alguna (…) si no han obtenido
previamente la concesión de ella.
Artículo 8°. Podrá auxiliarse con los fondos públicos la construcción de las líneas de servicio general: 1 °
ejecutando con ellos determinadas obras; 2°. entregando a las empresas en periodos determinados una
parte del capital invertido (…): 3°. asegurándoles por los mismos capitales un mínimo interés o un interés
fijo (…).
Artículo 19°. Los capitales extranjeros que se emplean en las construcciones de ferrocarriles o
empréstitos para este objeto, quedan bajo la salvaguardia del Estado, y están exentos de represalias,
confiscaciones o embargos por causa de guerra.
Artículo 20°. Se conceden desde luego a todas las empresas de ferrocarriles: 1 ° los terrenos de dominio
público que hayan de ocupar el camino (…); 2° el beneficio de vecindad para el aprovechamiento de leña,
pastos y demás (…) para los (…) trabajadores de las empresas y para la manutención de los ganados de
trasporte empleados en los trabajos; 3° la facultad de abrir canteras (…) en los terrenos contiguos a la lí-
nea (…); 4° la facultad exclusiva de percibir (…) los derechos de peaje y de transporte; 5°. el abono,
mientras la construcción y diez años después, del equivalente de los derechos marcados en el arancel de
aduanas, (…) que deban satisfacer las primeras materias, (…), máquinas, (…), maderas, coke y todo lo
que constituye el material fijo y móvil que deba importarse del extranjero (…)
Artículo: 30º. Los ferrocarriles se construirán con arreglo a las condiciones siguientes: 2a. El ancho de la
entrevía será de 1 metro 80 centímetros (6 pies y 6 pulgadas castellanas).
Aranjuez, 3 de junio de 1855. -Yo la Reina.- El ministro de Fomento, Francisco de Luxan.
Gaceta de Madrid, 6 de junio de 1855″

Fragmento de la ley de ferrocarriles de 1855, publicada durante el bienio progresista en


nombre de la reina Doña Isabel II. Promovida especialmente por el Ministro de Fomento,
Francisco de Luxan, entonces responsable de nuevas infraestructuras. El fragmento, de forma
legal por su aspecto al mencionar los artículos de una ley y contenido económico al ser su
objetivo fomentar la economía, incentiva la construcción de las vías. La publicación en la
Gaceta de Madrid, que más tarde se convertiría en el Boletín Oficial del Estado BOE, le da un
carácter público e indica que su destinatario es toda la nación. Gracias a esta ley, se multiplican
los kilómetros de vías en el país y se facilita el transporte de materia prima de los centros de
producción. En 1857 un grupo de bilbaínos funda la compañía Tudela-Bilbao.

El objetivo principal del texto es impulsar la construcción de vías en España. Para ello, los
artículos 4 y 6 mencionan que la iniciativa de delegar el trabajo corresponde únicamente al
Gobierno, salvaguardando a este de los perjuicios que puedan suponer el encargar el trabajo a
particulares y compañías. Esta delegación necesitará siempre la aprobación y supervisión del
Gobierno.

Con el fin de estimular la participación de particulares, empresas privadas, etc. Se dictan varios
artículos que prometen (Art. 8) subvenciones asegurando un mínimo interés; (Art. 19)
salvaguardado y exención de represalias para el capital extranjero (así como confiscaciones o
embargos en caso de guerra) y (Art. 20) una serie de privilegios de los que gozarán las
empresas constructoras “terrenos, beneficio de vecindad, facultad de abrir canteras, abono
durante y 10 años después de los gastos”.

El artículo 30 habla de las dimensiones de la vía: 1,8 metros de ancho. Gracias a este artículo,
por no ser compatibles con otras vías internacionales, se impiden posibles invasiones. Sin
embargo, también dificultó la movilidad de materias primas entre otros países.

Esta ley se dictó durante el bienio progresista (1854-1856) durante el reinado de Isabel II,
siendo ya mayor de edad (22 años). Antes de esto, los últimos años de la década moderada
(1844-1854) se habían sucedido muchos gobiernos moderados diferentes (Narvaez, Bravo
Murillo, Sartorius, Lersundi, etc. Debido a las acusaciones de corrupción en las concesiones de
la construcción del ferrocarril, el prestigio del grupo moderado se hundió en esta época.

En 1854, una fracción del ejército, encabezado por el general moderado O’Donnell (conocido
por tender puentes entre moderados y progresistas) se pronunció en Vicálvaro enfrentándose
a los moderados corruptos. Tras este evento, muchos otros pronunciamientos graves suceden
en toda España; en Madrid y Barcelona acabaron como manifestaciones de tipo obreras. Por
esto, Isabel acude a Baldomero Espartero, figura clave del grupo progresista que le encantó
aparecer como el “salvador” de la patria.

El bienio progresista se diferenció por la preocupación de tomar medidas puramente liberales.


Una de las más importantes medidas que intentaron fue la elaboración de una nueva
Constitución. De donde se puede destacar el ideario acerca la Soberanía Nacional, los Límites
de la Corona, la Autonomía de las Cortes, la supremacía del Congreso sobre el Senado, la
capacidad del Pueblo para votar al alcalde, la incapacidad del Rey para elegir a los diputados y
la mayor tolerancia religiosa.

Madoz era la figura principal de la economía del momento. Junto con su “Ley General de
Desamortización” impulsó dos leyes más: “Ley de la Banca” de 1856 y la “Ley de Ferrocarriles”
de 1855, objeto de este comentario.

Debido a las constantes guerras, la inestabilidad política, la deficiente red ferroviaria, la


escasez del carbón, el atraso tecnológico, las condiciones orográficas y la escasez de capital de
empresas privadas; podemos decir que España a mediados del Siglo XIX era un país atrasado,
comparado con otras grandes potencias industriales como Francia, Inglaterra o Bélgica.

Volviendo a la construcción de la vía: la primera línea ferroviaria fue construida en 1848 de


Barcelona a Mataró y la segunda construida en 1851 desde Madrid hasta Aranjuez; ambas
construidas durante la década moderada. Pero no fue hasta el bienio progresista cuando se dio
el impulso definitivo con la ley de 1855 de Madoz donde se conseguiría abaratar el transporte
de personas y material, así como expandir la red ferroviaria. Dictaminada con objetivo de
beneficiar a la industria siderúrgica y minera y al comercio español, aunque se acabó
construyendo mediante concesiones del gobierno a empresas privadas.
Según la ley de 1855, estas concesiones se daban mediante subastas a aquellas empresas que
menos subvenciones pidieran al estado. Esta medida afectó a la calidad del ferrocarril por la
deficiencia en la construcción producida por averías internas.

Los elevados costes de financiación hicieron que la mayoría de las empresas concesionarias
fueran de capital extranjero (entorno al 80%), sobre todo francés. Con esto se perdió gran
parte del propósito inicial de beneficiar a las industrias españolas.

La construcción supuso un avance en las telecomunicaciones: la primera red telegráfica


Madrid-Irún se fundó en 1855 y para 1865 más de 11.000 kilómetros de red telegráfica se
habían instalado en toda la península.

En definitiva, esta ley fue decisiva para la construcción de la red ferroviaria en España, gracias
a ella, tras su publicación, se multiplicaron los kilómetreos de vías por todo el país. Se facilitó el
transporte de materias primas desde los lugares de producción a los centros de consumo. Las
facilidades concedidas a empresas extranjeras dificultó que la industria siderúrgica española
no aprovechase las oportunidades de negocio. El uso de herramientas y materiales de baja
calidad y costo provocó grandes deficiencias en las vías que completaban un trazado radial a
escala nacional con centro en Madrid que asentó la base de la red actual. La construcción
diferente del ancho de la vía llevó al aislamiento económico de España frente a Europa.

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