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CONTEXTO HISTÓRICO.
El texto se inscribe en el contexto de la Década Moderada, primera etapa del reinado
de Isabel II. Durante la minoría de edad de la reina (1833-43), ejercieron la regencia
su madre María Cristina, y el general Baldomero Espartero. En este periodo, el
problema sucesorio desencadenó una guerra civil, la Primera Guerra Carlista (1833-
39), en la que se enfrentaron los liberales, partidarios de Isabel II, y los absolutistas,
defensores de don Carlos. Derrotados los carlistas, se implantó en España un sistema
político liberal.
En 1843 se proclamó la mayoría de edad de Isabel. Su reinado (1843-68) se
caracterizó por la inestabilidad política, debido al enfrentamiento entre los partidos
liberales. Los principales fueron el moderado, que agrupó a la alta burguesía y algunos
sectores de las clases medias; y el progresista, donde se integraron las clases medias
y artesanas de las ciudades. Al llegar al poder, cada uno intentó imponer sus ideas,
redactando una constitución a su medida.
Para Vicens-Vives el afán constructivo y organizativo de los dirigentes moderados y
sus realizaciones practicas en el terreno administrativo, industrial y educativo, aunque
no tanto en lo político, es lo que permite considerar este periodo como trascendental
para el desarrollo español. Además, aunque califica a la Década de “época gris”, “por la
mediocridad de la vida política”, no duda en afirmar que la obra que pretendieron los
moderados fue importante no solo por los logros, sino también por los fracasos que
obligaron “luego a los españoles a nuevos intentos”.
Con el gobierno del general Narváez (1 mayo 1844), líder del partido moderado, se
inicia la Década Moderada. Aunque hubo un total de 16 gobiernos en 10 años, con unos
70 ministros alternado los puestos, en realidad la etapa está presidida por la figura de
Narváez, y en menor medida por Luis Bravo Murillo. Narváez controló la vida política
tanto como jefe de gobierno como cuando dejó de presidir el gabinete, bajo gobiernos
ajenos. Buen organizador, con clara visión de los problemas de Estado, fue en parte el
artífice de la Constitución del 45 y de algunas de las principales reformas legales del
periodo. Supo, además, controlar al Ejercito y mantenerlo alejado de la vida política,
salvo al final de la Década. Reprimió con extrema dureza los movimientos de protesta
populares, lo que le granjeó el apoyo de la Corona y de los terratenientes.
Los primeros meses del gobierno de Narváez presentan una continuidad con la línea
política llevada a cabo por González Bravo. Las medidas encaminadas a asegurar el
control absoluto del poder político por los moderados (detenciones, cierre de los
clubes y periódicos, aplastamiento de intentos de rebelión como la del general
Zurbano, y una dura represión en las calles), fueron simultaneas a la convocatoria de
elecciones a Cortes y a la elaboración de una nueva Constitución que permitiera
establecer un sistema político acorde con los principios del moderantismo.
La Constitución de 1845, en teoría una reforma de la de 1837, es en realidad un texto
nuevo, prototipo de la ideología moderada que estuvo en vigor hasta 1869, a pesar de
que durante el gobierno de Bravo Murillo se intentó reformarlo en un sentido mucho
más conservador. Por sus contenidos (soberanía compartida, exclusividad de la religión
católica, mayores poderes del Rey, sistema bicameral, etc.), era un texto claramente
conservador, que excluía alternativas en el poder y beneficiaba al partido moderado y
a la oligárquica. La Ley Electoral de 1846 concretó esa realidad, al establecer unas
rentas mínimas para poder votar que limitaron el sufragio a solo 99.000 electores en
un país de 12 millones de habitantes, en contraste con los 635.000 electores de la ley
progresista de 1837.
Además de esta Constitución, el programa de los gabinetes moderados se asentó en
cinco grandes realizaciones: reorganización administrativa del Estado liberal,
uniformidad jurídica, defensa del orden público, restablecimiento de las relaciones
con la Iglesia y desarrollo de las obras publicas.
Según el análisis del texto la idea principal del texto es la defensa de una
constitución de marcado carácter conservador donde los poderes recaen en dos
instituciones, las Cortes pero sobre todo en el Rey.