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Los avances científicos en el ámbito de la alimentación reafirman la importancia que tienen los
hábitos alimentarios saludables como una de las mayores vías de promoción de la salud.
Alimentarse consiste en tomar algo comestible, introducirlo en la boca, masticarlo, tragarlo y,
con ello, conseguir un montón de satisfacciones gustativas.
Cuando hablamos del arte de preparar una buena comida que desate un mundo de
sensaciones, hablamos de gastronomía. Los placeres de la mesa y la salud, dos conceptos
que pueden ir de la mano.
Gregorio Varela y Grande Covián decían: “La gente comerá lo que debe, si le gusta”. Podemos
decirle a un paciente que debe comer saludable, pero si no le gusta, rápidamente se desviará
de las recomendaciones. Se debe tener en cuenta no sólo que la alimentación sea correcta
desde el punto de vista nutricional, sino también el placer y los hábitos alimentarios.
Dice un proverbio chino que, en el mundo de la alimentación, la salud lleva el número uno; la
cultura uno de los ceros que van detrás; las relaciones sociales, otro cero; el placer, otro; la
cocina, otro. Con todo lo cual, la suma es de 10.000, pero si quitamos el uno de la salud, el
resto de los ceros desaparece. Una bella forma de explicar que, si no hay salud, todo lo demás
carece de importancia.
El profesor Fuster decía que sus pacientes con problemas cardiovasculares están más
contentos cuando les aseguran, no obstante la dolencia, que seguirán disfrutando de la
comida.
Así pues, en este primer capítulo veremos en qué consiste la alimentación saludable. Veremos
también cómo sacar el máximo de provecho de los alimentos mediante la aplicación de la
técnica culinaria adecuada. Y veremos cómo las recetas saludables también pueden ser
opciones gastronómicamente atractivas. En resumen, complementaremos los conocimientos
de nutrición con los de cocina.
En este capítulo hablaremos sobre las diferentes técnicas de cocción usadas en las cocinas de
nuestros hogares y restaurantes. Todas ellas tienen sus ventajas e inconvenientes, y también
todas ellas, depende de cómo las usemos, serán más o menos saludables.
Objetivamente podemos afirmar que hay técnicas culinarias más saludables que otras. Un
artículo de la Revista Española de Nutrición Humana y Dietética explica que para los vegetales
es preferible usar aquellas técnicas que no requieran contacto directo con el agua, y que
mientras menos tiempo las cocinemos, menos nutrientes perdemos. Por contraposición a lo
que mucha gente cree, explica también que una de las mejores técnicas para conservar los
nutrientes de los vegetales es la fritura, aunque concluye que no debemos abusar de ella.
Es importante que los recipientes no transfieran ningún elemento a los alimentos. Para evitarlo
el mejor material es el cristal. En cuanto a las herramientas para manipular alimentos
(espumaderas, cucharas, etc.) las más adecuadas son las de silicona, que evitan levantar el
teflón de las sartenes. Las cucharas de madera también son aconsejables, pero deben lavarse
en lavavajillas al menos una vez a la semana para eliminar posibles hongos.
La primera técnica culinaria que se destaca es la manipulación mecánica con el fin del
consumo del alimento en crudo. Se usa principalmente con frutas y verduras, aunque la
gastronomía ofrece múltiples platos que usan cualquier alimento en crudo.
COCCIONES
Aplicando calor, existen muchas maneras y tenemos múltiples utensilios para cocer los
alimentos, pero todas ellas forman parte de tres grupos: Cocción por expansión, cocción por
concentración o cocciones mixtas.
Cocción mixta:
Esta combina las dos anteriores. Se inicia una concentración que retiene sabores y nutrientes
en el interior del alimento, y se sigue con una expansión con el objetivo de seguir cociendo el
alimento durante un tiempo determinado. Cuando guisamos o estofamos, aplicamos este tipo
de cocción.
De estos tres grupos, el que conserva mejor las cualidades nutricionales de los alimentos es la
cocción por concentración por su capacidad de retención de jugos en el interior del alimento.
Mientras más bajas sean las temperaturas y sobre todo, mientras menos tiempo de cocción
usemos, más saludable será la cocción.
HERVIR:
Método que reblandece los alimentos. Muy indicado para pacientes que necesitan dietas de
alta digestibilidad. Desnaturaliza sustancias tóxicas por hidrólisis. Las vitaminas del grupo B o
la C son las más afectadas. Técnica recomendable para uso diario.
ESCALDAR:
Se usa muchas veces como método previo a otras operaciones de elaboración. Ayuda a
desgrasar carnes y pescados con lo que es recomendable para dietas bajas en grasas donde
se quiere aportar algún alimento que a priori está desaconsejado, pero que el paciente desea
seguir introduciendo en su alimentación. Técnica recomendable para uso diario.
VAPOR:
Técnica que, junto a la cocción al microondas, mayor retención nutricional presenta. La
vitamina C se conserva mejor que en el hervido y el alimento presenta menor riesgo de
sobrecocción, dando como resultado un alimento más apetecible. Apto para todo tipo de
pacientes, pero sobre todo para aquellos que requieren dietas poco irritativas y de fácil
digestión. Técnica recomendada para uso diario.
FRITURA:
Cocción por concentración que coagula las proteínas exteriores del alimento conservando los
jugos nutritivos en su interior. La alta temperatura exterior permite coagular rápidamente la
capa externa permitiendo que en el interior sólo se llegue a 100ºC (temperatura de ebullición
del agua interna). Conserva bien vitaminas hidrosolubles y liposolubles si el tiempo de fritura es
corto. Técnica recomendable de 1 a 2 veces por semana, aunque debe realizarse más
eventualmente en pacientes con obesidad o enfermedades coronarias.
PLANCHA Y SALTEADO:
Estas técnicas culinarias son rápidas y se caracterizan por la poca utilización de grasa. En las
dos el alimento entra en contacto con el utensilio de cocción cuando ya está muy caliente. Esto
permite una rápida coagulación de las proteínas exteriores conservado en el interior del
alimento la mayor parte sus jugos nutritivos. Hay una pequeña perdida garantizada de agua y
vitaminas durante la cocción por un poco de entrada de grasa en el alimento. En general son
técnicas que preservan muy bien los nutrientes y las características organolépticas,
especialmente el salteado. Son técnicas recomendadas para uso diario. En caso de padecer
afecciones gastrointestinales, se recomienda reducir la frecuencia de consumo debido a los
componentes irritativos que se forman durante el cocinado.
El sofrito y el pochado son técnicas que nutricionalmente son menos interesantes. Suelen ser
expansivas y de larga duración, con lo que tenemos una pérdida considerable de nutrientes.
Cocciones en seco
ASADO:
Técnica que cocina el alimento a través del aire caliente creado por un foco de llamas o
carbones incandescentes. La pérdida de nutrientes de los alimentos está alrededor de un 25%,
aunque obtenemos alimentos de alta digestibilidad y gastronómicamente realza sabores y
genera texturas agradables. Se recomienda usar esta técnica de 2 a 3 veces por semana.
HORNO:
Técnica que cocina el alimento calentando su superficie con aire caliente. La temperatura de la
superficie del alimento es la que transmite el calor al interior, por eso es una técnicas de
cocinado más larga pero conserva bien los nutrientes interiores. Genera alimentos de fácil
digestión y buena palatabilidad si la cocción no es a baja temperatura. A bajas temperaturas,
se pierde mucha agua de manera que el alimento se seca y pierde nutrientes. Su frecuencia de
consumo se recomienda de 3 a 4 veces por semana.
MICROONDAS
Aunque a día de hoy el microondas ya es algo que vemos en las cocinas de las fotos más
antiguas que tenemos en casa, el microondas sigue siendo un método moderno para cocinar.
Tiene la capacidad de cocinar los alimentos haciendo que su temperatura interior alcance en
unos segundos los 100ºC por el agua que contiene. Esto permite cocinar alimentos en poco
tiempo a altas temperaturas, puesto que azúcares y grasas alcanzan mayores temperaturas.
Aunque hay mucha controversia sobre las afectaciones en la salud de este electrodoméstico,
en el 2005, la Organización Mundial de la Salud publicó un documento donde aseguraba que el
uso del microondas es seguro y conveniente para calentar y preparar alimentos, siempre y
cuando se sigan las instrucciones del fabricante.
A mediados de los años 70, George Pralus empezó a cocinar alimentos envasándolos al vacío
y sumergiéndolos en agua a temperaturas inferiores a la ebullición, llegando a pasteurizaciones
bajas de 60º. Este nuevo método de cocción se culminó con un electrodoméstico creado por
los chefs Joan Roca y Narcís Caner llamado Roner que causó una gran revolución:
La cocina al vacío y a baja temperatura consigue, según diversos estudios realizados por la
Fundación Alicia y la Universidad de Valencia, menor pérdida de agua del alimento, es decir
una menor pérdida de nutrientes como proteínas y vitaminas, y mayor palatabilidad. Además,
como se elimina el contacto con el oxígeno, se evita algunos procesos de fermentación de
manera que aumenta la digestibilidad del alimento
La cocina a baja temperatura, si acaba instaurándose en nuestros hogares, será
indudablemente una técnica que unirá gastronomía y salud en estado puro, preservando como
ninguna las cualidades nutricionales y organolépticas de los distintos alimentos que se cocinen.
1.4. Cómo conseguir que las recomendaciones nutricionales acaben siendo opciones
gastronómicamente atractivas.
Los hábitos de alimentación junto con las técnicas culinarias son parte fundamental de la
cultura mediterránea. Debemos tener presente que comemos no sólo por salud, sino también
por placer, y el modo de preparar los alimentos influye directamente en su sabor.
Esto lleva a una conclusión lógica: Mientras más variedad de alimentos en la alimentación del
paciente, mayor probabilidad de éxito en su tratamiento, dieta o hábitos alimentarios básicos.
Que la alimentación sea variada es requisito indispensable en cualquier dieta equilibrada, pero
la variedad no sólo es recomendar muchos pescados distintos, verduras de toda clase y
multitud de frutas. La variedad es también como cocinar y consumir aquello que se
recomienda.
1.5. Recetas. Cómo transformar una receta tradicional en una más saludable
Otro ejemplo podría ser un estofado de lentejas con chorizo. Una receta que mezcla proteína
vegetal y animal, con contenido en grasa saturada y colesterol por el chorizo, y alto contenido
en fibra por la verdura y la legumbre.
Para convertir esta receta en una más saludable, se podría escaldar el chorizo durante 2
minutos para desgrasarlo parcialmente, antes de añadirlo a las lentejas. Las lentejas, que han
estado en remojo durante la noche anterior, se hierven junto a las verduras troceadas (cebolla,
zanahoria, ajo, pimiento verde) y el chorizo desgrasado. El plato se puede presentar con una
cucharadita de aceite de oliva virgen extra.