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ABC DE
JURISPRUDENCIA
CIVIL, FAMILIAR
Y ADMINISTRATIVO
GESTION 2012 -
TSJ - TCP 2018
“Codigo civil”
Ley N° 439 “Código procesal Civil” y
Ley N° 603 “Código de las familias y proceso familiar”
Ley N° 2341 “Procedimiento Administrativo”
TOMO I
A-I
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EDICION 2018
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INDICE
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PRESENTACION
Un reto especial constituye la compilación sistematizada y actualizada de
jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia de Bolivia en materia civil,
familiar y administrativo luego de la Circular N° 26/2014 de 07 de agosto de 2014
de la Presidencia dirigida a los Presidentes de Tribunales Departamentales de
Justicia, Vocales y Jueces en materia civil con el objeto de comunicar la Vigencia
plena del Código Procesal Civil Ley 439 a partir del 06 de agosto de 2015.
La obra presentada tiene un contenido explicativo, práctico y metodológico
respecto a la materia recompilada para fácil comprensión de quienes son
estudiosos del derecho y reconocen los principios relacionados con los derechos
constitucionales como de acceso a la justicia y tutela efectiva, derecho al debido
proceso y derecho de legalidad procesal; principios procesales comunes como de
contradicción y de audiencia de las partes, dispositivo, de aportación de parte de
hechos y prueba y de dirección judicial; y principios procesales específicos o
propios del nuevo Código Procesal civil como el de preclusión, subsanabilidad de
los defectos procesales, economía procesal, lealtad y buena fe.
El Código Procesal Civil, ley 439 desarrollado en la jurisprudencia compilada, se
observa la aplicación de la norma en la oralidad de los juicios, uso de nueva
tecnología, reducción de plazos procesales que permite, según el Tribunal
Supremo de Justicia, “ mejores condiciones de acceso a la justicia, desformalizar
procesos, simplificar procedimiento, eliminar la mora, agilizar las causas,
transparentar las actuaciones judiciales y alcanzar una justicia plural pronta, eficaz,
eficiente y sin dilaciones”.
Un aporte significativo para la nuestra realidad l a dos años de la vigencia plena del
Código Procesal Civil , Ley 439 , es la actualización de la jurisprudencia del
Tribunal Supremo de Justicia que con su índice temático ordenado podrá acceder
con didáctica a una línea jurisprudencial que sustenta el Auto Supremo en su parte
analítica, doctrinaria, dispositiva y su concordancia con la del Tribunal
Constitucional Plurinacional . Pero, con toda seguridad que en su momento, se
percibirá la necesidad de seguir actualizando la jurisprudencia en el vasto e
inagotable espacio del ejercicio del derecho de operadores de justicia,
profesionales abogados y que redundará en beneficio de la ciudadanía en general
1
*Abogado con estudios en la Universidad de Belgrano, Buenos Aires, Argentina y Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Maestría en
Derecho procesal y derechos fundamentales (Universidad de Valencia ,España) y en Derecho Autonómico, Gobiernos Regionales y Municipales
(Universidad Castilla La Mancha, España). Especialidad en Derecho Constitucional ( Universidad de Valencia , España) y Derecho Internacional
Público (OEA,1989). Doctorado en curso con mención en Derecho Plural (UAGRM).
Docente titular desde 1987 en la FCJPS y RR.II. de la UAGRM y abogado en ejercicio libre de la profesión (1985).
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A
ACCESOS COMUNES EN UN INMUEBLE ARRENDADO
S.C.P. 1061/2015-S1 de 3 de noviembre.
El art. 685 del Código Civil (CC), refiere que: "El arrendamiento es el contrato por
el cual una de las partes concede a la obra el uso o goce temporal de una cosa
mueble o inmueble a cambio de un canon".
Con referencia a este tipo de contratos la SCP 2004/2012 de 12 de octubre,
menciona que: "Ley del inquilinato de 11 de diciembre de 1959.
Artículo 6. El contrato de locación únicamente fenece:
A. Por entrega voluntaria del inmueble, y
B. Por cualesquiera de las causales de desahucio previstas en esta ley.
Artículo 8. Los derechos y obligaciones establecidos por esta ley son
irrenunciables y son nulas las estipulaciones en contrario.
Artículo 10. Queda prohibido al locador:
A. Privar, reducir o limitar a los inquilinos, los servicios de agua potable, luz
eléctrica e higiénicos; el uso de patios, libre tránsito y todo aquello que se refiere
a usos comunes;
Artículo 14. El locatario está obligado:
A. Pagar puntualmente el canon de alquiler;
Artículo 18. Son causales de desahucio las siguientes:
A. Falta de pago de tres meses de alquileres vencidos;
Artículo 19. La acción de desahucio por la causal a) del artículo 18º, quedará
extinguida con la cancelación de los alquileres devengados siempre que no exista
sentencia de primer grado y salvo casos de reincidencia.
Artículo 21. Es de la privativa jurisdicción y competencia de los Jueces
Instructores en lo Civil, el conocimiento en primera instancia de los juicios de
desahucio que se substanciarán únicamente como juicio sumario-verbal en el
término improrrogable de quince días y todos cargos, con sujeción a las normas
comunes del Procedimiento Civil".
De lo precitado claramente se identifica que el que arrienda ya sea en parte o su
totalidad un bien inmueble, tiene garantizado su goce y disfrute, lo que concierne
también a poder transitar libremente por los espacios comunes de dicho inmueble
(gradas, pasillos, zaguán), por ser lugares de paso.
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ACCIÓN DE ANULABILIDAD Y SU DIFERENCIA CON LA
ORDINARIZACIÓN DEL PROCESO EJECUTIVO O COACTIVO
Auto Supremo: 996/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Anulabilidad
La acción de anulabilidad en esencia es la acción que busca la ineficacia de un
contrato o acto jurídico en el que concurren todos los requisitos esenciales para la
formación de dicho acto (consentimiento, objeto y causa) pero adolece de un vicio
que afecta su estructura, sin embargo dicho vicio puede ser subsanado o
convalidado por acuerdo de partes, razón principal por la que dicha acción está
sujeta un término de prescripción (art. 556 del C.C.) a diferencia de la nulidad que
resulta una acción imprescriptible porque el vicio de invalidez del acto no es
subsanable o convalidable.
Acción que se encuetra regulada en el art. 554 del Código Civil que textualmente
dispone: “El contrato será anulable:
1) Por falta de consentimiento para su formación.
2) Por incapacidad de una de las partes contratantes. En este caso la persona
capaz no podrá reclamar la incapacidad del prohibido con quien ha contratado.
3) Porque una de las partes, aún sin haber sido declarada interdicta, era incapaz
de querer o entender en el momento de celebrarse el contrato, siempre que resulte
mala fe en la otra parte, apreciada por el perjuicio que se ocasione a la primera,
según la naturaleza del acto o por otra circunstancia.
4) Por violencia, dolo o error sustancial sobre la materia o sobre las cualidades de
la cosa.
5) Por error sustancial sobre la identidad o las cualidades de la persona cuando
ellas hayan sido la razón o motivo principal para la celebración del contrato.
6) En los demás casos determinados por la ley.”.
En estos antecedentes, concluiremos que estamos ante un instituto del derecho civil
que debe ser declarado judicialmente y podrá ser accionada por las personas
intervinientes en el contrato o sus herederos, que procede cuando una obligación,
un contrato o un acto jurídico tiene vicios en su nacimiento o formación que
pueden ser subsanados o confirmados por la voluntad de las partes, hasta los 5 años
de celebrado el acto.
Por otra parte, en cuanto a la Acción de Ordinarización del Proceso Ejecutivo o
Coactivo, es preciso citar el Auto Supremo Nº 672/2015 – L de 13 de agosto
respecto dicha acción ha orientado que: “El artículo 490 del CPC, modificado por
el artículo 28 de la Ley Nº 1760, establece que: “I.- Lo resuelto en el proceso
ejecutivo podrá ser modificado en proceso ordinario posterior. II.- Este
proceso podrá promoverse por cualquiera de las partes una vez ejecutoriada la
sentencia, en el plazo de seis meses. Vencido este plazo, caducará el derecho a
demandar la revisión del fallo dictado en el proceso ejecutivo. III.- El proceso
ordinario promovido se tramitará por separado ante juez de partido y no podrá
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paralizar la ejecución de la sentencia dictada en el proceso ejecutivo.”, en
relación a este precepto normativo resulta necesario realizar algunas
consideraciones respecto a sus alcances en la resolución de este tipo de procesos.
Si bien esta norma no señala en qué casos es viable la ordinarización del proceso
ejecutivo, es decir, en qué casos procede la revisión de la Sentencia. La doctrina,
al respecto, tiene dos criterios, el primero en base a una interpretación
restrictiva señala que la revisión no procede en todos los casos, sino sólo en
aquellos en que el ejecutado no pudo hacer valer las defensas con las que contaba
o no pudo probar con la necesaria amplitud, por consiguiente, si la cuestión se ha
debatido con amplia prueba en el proceso ejecutivo, la Sentencia dictada en esas
condiciones no amerita ser revisada en juicio ordinario. La interpretación en
sentido amplio parte de que en el proceso ejecutivo sólo se admiten excepciones
posteriores al título sin que sea admitido discutir la existencia de la obligación, la
Sentencia ejecutiva tiene un efecto puramente procesal (ejecutar o no ejecutar),
que no resuelve la relación jurídica substancial. En sentido amplio, el ejecutado
puede incluso no haber opuesto ninguna excepción en el proceso ejecutivo para
hacerlas valer en proceso posterior, u opuestas, no ha logrado probarlas o no han
sido admitidas, pues, el proceso ordinario sirve para que el ejecutado pruebe la
inexistencia de la obligación que resulte del título que sirvió de base a la
ejecución, o de lo contrario, para que el actor demuestre la inexistencia del hecho
alegado por el ejecutado.
Asimismo, la jurisprudencia constitucional delineada en la SC 0264/2011-R de 29
de marzo razono que lo que debe ser dilucidado en el proceso ordinario es lo
resuelto en la sentencia del ejecutivo; es decir, lo determinado con relación a la
demanda de pago en base a un título ejecutivo y/o sobre las excepciones opuestas
como medio de defensa legal, casos en los que presuntamente al ser el juicio
ejecutivo breve, entre otras características, no puede por su propia naturaleza
permitir como en un juicio de conocimiento, demostrarse la certeza de la
pretensión o de la excepción, no pudiendo entenderse; sin embargo, que lo que no
se cobró por la vía ejecutiva será cobrable al fin por vía de la ordinarización, pues
esta instancia, aunque tramitada mediante otro proceso, como es el ordinario, es
una continuación del ejecutivo para dilucidar sobre la pretensión de modificarse
lo resuelto, y declarar en su caso, la obligación o no de pago.
Sin embargo, lo resuelto en el proceso ejecutivo puede ser modificado en un
proceso ordinario posterior, mismo que tiene como objeto esencial examinar el
cumplimiento de los requisitos del primero, o sea, la competencia del Juez, si la
demanda se sustenta en una obligación de plazo vencido y sobre todo la calidad
del título ejecutivo; también revisará la legitimación de las partes, las excepciones
planteadas y su resolución, para concluir en las resoluciones asumidas por el
órgano jurisdiccional.”.
En este marco a efectos de aplicación al caso concreto resulta necesario precisar la
diferencia, de ambas acciones que en esencia tienen finalidades y objetos
diferentes, aunque no se desconoce la posibilidad de que ambas puedan ser
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planteadas de manera conjunta también existe la posibilidad de que la acción de
anulabilidad pueda plantearse como una cuestión accesoria a la acción de
ordinarización del Proceso Ejecutivo o Coactivo, es decir que la anulabilidad se
plantee dentro los fundamentos de la ordinarización del proceso ejecutivo o
coactivo por razones de economía procesal, eficiencia o eficacia, es posible que las
pretensiones de nulidad o anulabilidad de títulos ejecutivos puedan sustanciarse
dentro del mismo proceso de conocimiento u ordinarización conforme se orientó en
el Auto Supremo Nº 770/2014 de 30 de diciembre; caso en particular en el que
podría computarse el termino de los 6 meses para la ordinarización del proceso
ejecutivo o coactivo, esto en razón –reiteramos- a que la demanda principal es la
ordinarización del proceso; termino de caducidad establecido en el art. 490.II del
Código de Procedimiento Civil, que no resulta aplicable cuando la acción de
anulabilidad es planteada de manera independiente con fundamentos exclusivos de
dicha acción, caso en el que rige el termino de prescripción dispuesto en el art. 556
del C.C., desarrollado en el punto III.2 de la doctrina aplicable.
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2.- “La vinculación necesaria entre la validez constitucional de la disposición
legal que será impugnada con la decisión que deba adoptar la autoridad judicial o
administrativa en el caso concreto, vale decir, la decisión que deba adoptar el
juez, tribunal o autoridad administrativa debe depender de la constitucionalidad o
inconstitucionalidad de la disposición legal. Esto quiere decir que la acción solo
procederá cuando la disposición legal, sobre cuya constitucionalidad exista duda,
tenga que ser necesariamente aplicada a la resolución del caso concreto
dilucidado dentro del proceso judicial o administrativo”.
El Tribunal Constitucional Plurinacional en el AC 751/2012-CA de 10 de
septiembre, estableció con mayor detalle las condiciones para la admisión de la
acción de inconstitucionalidad concreta disgregando en cuatro requisitos a ser
cumplidos de manera rigorosa conforme se describe a continuación:
(…)
“Dentro del marco normativo desarrollado precedentemente, se establece que el
legislador ha previsto los siguientes requisitos de contenido para la procedencia
del incidente de inconstitucionalidad: i) Debe ser promovido dentro de la
tramitación de un proceso judicial o administrativo por la autoridad encargada
del proceso, ya sea juez, tribunal o autoridad administrativa, de oficio o a solicitud
de alguna de las partes que intervienen en el proceso; ii) La mención de
la disposición legal cuya constitucionalidad se cuestiona y el precepto
constitucional que se considera infringido; iii) La existencia de duda razonable y
fundada sobre la constitucionalidad de la disposición legal aplicable al caso
concreto y la vinculación necesaria entre la validez constitucional de la norma con
la decisión que deba adoptar la autoridad judicial o administrativa; es decir, para
la procedencia de este recurso no basta con cuestionar la constitucionalidad de
la disposición legal sino que además la misma tenga que ser necesariamente
aplicada a la resolución del caso concreto a ser dilucidado dentro del proceso
judicial o administrativo; y, iv) La presentación del incidente hasta antes de la
ejecutoria de la sentencia por una sola vez”. Los subrayados nos corresponden.
Si bien los requisitos descritos corresponden ser examinados como mayor
rigurosidad a la Comisión de Admisión del Tribunal Constitucional Plurinacional,
empero ello no implica que la autoridad que se vea en la necesidad de promover o
rechazar una acción de inconstitucionalidad concreta tenga que pasar por alto
dichos requisitos.
Se debe tenerse presente que según el art. 132 de la Constitución Política del
Estado y 72 de la Ley Nº 254, la acción de inconstitucionalidad, sea ésta de
carácter abstracta o concreta, debe necesariamente recaer sobre una “norma
jurídica”, misma que según la propia Constitución y la Ley de referencia puede
recaer sobre una ley, estatuto autonómico, carta orgánica, decreto, como también
puede estar contenida en una ordenanza o en cualquier género de resolución no
judicial; debiendo estas dos últimas tener necesariamente la calidad de “norma
jurídica o disposición legal” como quiera denominarse, así además lo establece la
propia jurisprudencia constitucional, siendo éste el elemento fundamental y
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gravitante que resulta común a todos los demás requisitos enunciados
anteriormente.
ACCION DE REIVINDICACIÓN
Auto Supremo: 719/2015 – L
Sucre: 26 de Agosto 2015
Sobre el art. 1453 del Código Civil referente a la acción reivindicatoria, sobre el
mismo, corresponde precisar lo que el texto de dicha norma establece: “I. El
propietario que ha perdido la posesión de una cosa puede reivindicarla de quien la
posee o la detenta.”, de lo señalado se deduce que la reivindicación al ser una
acción real, tiene como objetivo la defensa de la propiedad y la respectiva posesión
que emerge de ella y está dirigida contra aquella persona que tenga la posesión de
la cosa sin ostentar ningún derecho o título que le faculte para la posesión, es decir
que la acción de reivindicación está destinada para quien haya perdido la posesión
de una cosa, pueda reclamar la restitución de la misma, en razón a que tiene
derecho a poseerla en contra del poseedor que no es propietario y que se encuentra
en posesión de la misma, vale decir que mediante la reivindicación lo que se
reclama es la posesión, para lo cual se debe demostrar el título de propiedad del
bien que se pretende restituir.
Por lo tanto el hecho de que el inmueble nunca fue poseído por la actora, no
conlleva la improcedencia del mismo, ya que como se dijo supra la doctrina orienta
que tres son los supuestos para la acción reivindicatoria: a) que el actor cuente con
derecho propietario de la cosa a reivindicar; b) que esté privado o destituido de
ésta; c) que la cosa se halle plenamente identificada; supuestos que fueron
cumplidos por la demandante, en razón que para la estimación de su pretensión
presentó su derecho propietario debidamente registrado del inmueble, a su vez se
probó que, como corroboran tanto la Sentencia como el Auto de Vista, estar
privada de su propiedad, misma que está plenamente identificada; elementos que
evidencian la consistencia de la pretensión reivindicatoria.
La acción reivindicatoria debe otorgarse a aquel propietario que no ostenta
posesión de su propiedad y pide restituírsele de aquel que ejerce la posesión,
aunque no haya tenido la posesión corporal del inmueble, es por ello que el Estado
mediante sus órganos jurisdiccionales deben resguardar el derecho de propiedad
que es garantizada conforme señala el art. 56 de la Constitución Política del
Estado, y en ese marco mientras aquel título de propiedad se encuentre vigente
tiene la eficacia requerida para instaurar la acción real de reivindicación.
El derecho de propiedad encierra también el derecho a poseer la cosa, la que
emerge de la titularidad que se tiene, por lo tanto el hecho de que el lote de terreno
no fuera poseído por la hoy demandante, no conlleva la improcedencia de la acción
de reivindicación, que en el caso en cuestión no existe mala interpretación del art.
1453 del Código Civil, pues del análisis de esta norma se entiende, que entre las
acciones de defensa de la propiedad, está la acción reivindicatoria, la cual se
encuentra bajo la previsión de que la misma se reserva al propietario que ha
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perdido la posesión de una cosa, siendo el primer requisito para la procedencia de
la referida acción, la existencia de un derecho de propiedad sobre la cosa cuya
reivindicación se demanda, esto tiene estrecha vinculación a lo determinado por el
art. 105 del Código Civil como el poder jurídico que permite usar, gozar y disponer
de una cosa, derecho de dominio que confiere a su titular la posesión civil o “jus
possidendi” y la natural o corporal o “jus possesionem”, esta última puede ser
ejercida o no por el propietario, estando así justificado el razonamiento de la
procedencia de la acción de reivindicación en el caso presente.
Al respecto la uniforme jurisprudencia de este Tribunal Supremo establece que el
derecho de propiedad encierra también el derecho a poseer la cosa, entre muchos se
tienen los Autos Supremos Nº 199, de 13 de octubre de 2004, Nº 204, de 1 de junio
de 2011, Nº 278, de 20 de agosto de 2012, Nº 414, de 04 de agosto de 2014, Nº
452, de 21 agosto de 2014, 557, de 03 de octubre de 2014, en los que se estableció
que para la procedencia de la reivindicación no es necesario estar en posesión
material de la cosa, o que se haya perdido la posesión, señalando en el primero de
ellos que: “…el solo hecho de tener título de propiedad, otorga al propietario el
corpus y animus sobre la cosa, ejerciendo el uso, goce y disposición sobre aquella,
facultándole además, el derecho de reivindicar la cosa de manos de un tercero,
aunque el demandante no hubiere estado en posesión material de la cosa en
litigio”, “Es prudente aclarar que este Tribunal Supremo en concordancia con el
criterio de la ex Corte Suprema de Justicia de la Nación, sentó la tesis que la
acción reivindicatoria es aquella de la que puede hacer uso el propietario que no
posee el bien inmueble frente al poseedor que no es propietario, incidimos en el
tema recurriendo al Autor Puig Brutau citado por Néstor Jorge Musto que en su
obra “Derechos Reales” señala –reivindicación- “es la acción que puede ejercitar
el propietario, que no posee contra el poseedor que, frente al propietario, no puede
alegar un título jurídico que justifique su posesión”. Por otro lado este Tribunal
precisó que el derecho propietario por su naturaleza, conlleva la “posesión”
emergente del derecho mismo, por lo que el propietario que pretende reivindicar
no necesariamente debió estar en posesión corporal o natural del bien, en
consideración que tiene la “posesión civil”, que está a su vez integrado por sus
elementos “corpus” y “ánimus” asistiéndole consecuentemente el Iusvindicandi o
derecho de reivindicar.”(A.S. 414/2014 de 04 de agosto de 2014).
ACCIÓN DE REIVINDICACIÓN
Auto Supremo: 666/2016
Sucre: 27 de junio 2016
Proceso: Acción negatoria, acción reivindicatoria, entrega de inmueble, más pago
de daños y perjuicios.
El Auto Supremo Nº 60/2014 de 11 de marzo de 2014, respecto del art. 1453 del
Código Civil señala: “I. El propietario que ha perdido la posesión de una cosa
puede reivindicarla de quien la posee o la detenta”; precepto legal que implica
que el desposeído puede recuperar la posesión de la cosa, mediante la restitución
de quien la posee. La reivindicación es una acción real, que tiene por objeto
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recuperar un bien, sobre el que se tiene derecho de propiedad, que está en manos
de terceros sin el consentimiento del titular.
El autor Arturo Alessandri R. (Tratado de los Derechos Reales, Tomo II, pág. 257)
señala que: “Por la acción reivindicatoria el actor no pretende que se declare su
derecho de dominio, puesto que afirma tenerlo sino que demanda la restitución de
la cosa a su poder por el que la posee.”
Conforme lo señalado podemos advertir que el art. 1453 del Código Civil al
imprimir que ésta acción le hace al “propietario que ha perdido la posesión” pone
de manifiesto que el legitimado activo es el propietario del bien para accionar la
reivindicación, siendo necesario que para reivindicar acredite el derecho de
propiedad, y es éste derecho que le permite usar, gozar y disponer de la cosa, por
imperio del art. 105 del sustantivo de la materia, derecho que le confiere a su
titularla posesión civil o jus possidendi y la natural o corporal o jus possesionem,
esta última puede o no ser ejercida por el propietario. Este razonamiento fue
vertido en repetidos fallos por la extinta Corte Suprema de Justicia que puso en
relieve que no necesariamente el titular, que pretende reivindicar, deba haber
estado en posesión física del inmueble, sino que su derecho propietariole otorga
posesión civil que le basta para reivindicar su propiedad; situación que se refleja
en el Auto Supremo Nº 80 de 04 de noviembre de 2004, Sala Civil Segunda, entre
otros.
La doctrina orienta que tres son los supuestos para la acción reivindicatoria: a) que
el actor cuente con derecho propietario de la cosa a reivindicar; b) que esté privado
o destituido de ésta; c) que la cosa se halle plenamente identificada; supuestos que
fueron cumplidos por el demandante, en razón que para la estimación de su
pretensión presentó su derecho propietario debidamente registrado del inmueble
que pretendía la reivindicación, a su vez se probó que, como corroboran tanto la
Sentencia como el Auto de Vista, estaba privado de su propiedad, misma que
estaba plenamente identificada, por lo que no existía confusión respecto a ese bien
inmueble; elementos que evidencian la consistencia de la pretensión
reivindicatoria.
ACCIÓN DE REIVINDICACIÓN
Auto Supremo: 189/2017
Sucre: 01 de marzo 2017
Proceso: Usucapión.
El art. 1453 del Código Civil señala: “I. El propietario que ha perdido la posesión
de una cosa puede reivindicarla de quien la posee o la detenta”; precepto legal que
implica que el desposeído puede recuperar la posesión de la cosa, mediante la
restitución de quien la posee. La reivindicación es una acción real, que tiene por
objeto recuperar un bien, sobre el que se tiene derecho de propiedad, que está en
manos de terceros sin el consentimiento del titular.
Se considere lo expuesto en el Auto Supremo No. 60/2014, de 11 de marzo de
2014, en la que se tiene expuesto que: “Conforme lo señalado podemos advertir
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que el art. 1453 del Código Civil al imprimir que ésta acción le hace al
“propietario que ha perdido la posesión” pone de manifiesto que el legitimado
activo es el propietario del bien para accionar la reivindicación, siendo necesario
que para reivindicar acredite el derecho de propiedad, y es éste derecho que le
permite usar, gozar y disponer de la cosa, por imperio del art. 105 del sustantivo
de la materia, derecho que le confiere a su titularla posesión civil o jus possidendi
y la natural o corporal o jus possesionem, esta última puede o no ser ejercida por
el propietario. Este razonamiento fue vertido en repetidos fallos por la extinta
Corte Suprema de Justicia que puso en relieve que no necesariamente el titular,
que pretende reivindicar, deba haber estado en posesión física del inmueble, sino
que su derecho propietariole otorga posesión civil que le basta para reivindicar su
propiedad; situación que se refleja en el Auto Supremo Nº 80 de 04 de noviembre
de 2004, Sala Civil Segunda, entre otros, que señala: “En efecto, el solo hecho de
tener título de propiedad, otorga al propietario el corpus y ánimus sobre la cosa,
ejerciendo el uso, goce y disposición sobre aquélla, facultándole además, el
derecho de reivindicar la cosa de manos de un tercero, así el demandante no
hubiere estado en posesión material de la cosa en litigio. Así el derecho de
propiedad se diferencia de las acciones posesorias, pues, en estas últimas, sí es
preciso la posesión física o corporal por parte de quien la invoca, lo que no sucede
con el primero…"; criterio jurisprudencial compartido por éste Tribunal Supremo
de Justicia que en repetido fallos advirtió que “…la acción reivindicatoria, es la
existencia de un derecho de propiedad sobre la cosa cuya reivindicación se
demanda. Sólo aquél que demuestra ostentar derecho propietario puede
reivindicar la cosa de quien la posea o detente. Derecho propietario, el cual por su
naturaleza, conlleva la „posesión‟ emergente del derecho mismo,
consiguientemente, no necesariamente debe estar en posesión corporal o natural
del bien, habida cuenta de que tiene la "posesión civil" que está integrada por sus
elementos „corpus y ánimus‟" (Auto Supremo Nº 98/2012).”
El autor Arturo Alessandri R. (Tratado de los Derechos Reales, Tomo II, pág. 257)
señala que: “Por la acción reivindicatoria el actor no pretende que se declare su
derecho de dominio, puesto que afirma tenerlo sino que demanda la restitución de
la cosa a su poder por el que la posee.”
ACCIÓN DE REIVINDICACIÓN
Auto Supremo: 288/2016
Sucre: 01 de abril 2016
Proceso: Usucapión Decenal o Extraordinaria
La Jurisprudencia sobre el tema ha orientado a través del Auto Supremo
Nº 113/2015 de 13 de febrero, en el entendido de que: “…Sobre su denuncia de
violación, interpretación errónea o aplicación indebida de la ley (…) el art. 1453
del Código Civil. “I. El propietario que ha perdido la posesión de una cosa puede
reivindicarla de quien la posee o la detenta”, de lo señalado se deduce que la
reivindicación al ser una acción real, tiene como objetivo la defensa de la
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propiedad y la respectiva posesión que emerge de ella y está dirigida contra
aquella persona que tenga la posesión de la cosa sin ostentar ningún derecho o
título que le faculte para la posesión, es decir que la acción de reivindicación está
destinada para quien haya perdido la posesión de una cosa, pueda reclamar la
restitución de la misma, en razón a que tiene derecho a poseerla en contra del
poseedor que no es propietario y que se encuentra en posesión de la misma, vale
decir que mediante la reivindicación lo que se reclama es la posesión, para lo cual
se debe demostrar el título de propiedad del bien que se pretende restituir; es decir
que la prueba para que proceda la reivindicación, como lo señala el autor
Alexander Rioja Bermúdez en su artículo “Mejor Derecho de Propiedad y
Reivindicación”, son tres los requisitos: el derecho de dominio de quien se
pretende dueño, la determinación de la cosa que se pretende reivindicar y la
posesión de la cosa por el demandado, frente a estos requisitos, el que pretende la
restitución de la cosa, debe probar su derecho de dominio sobre la cosa que trata
de reivindicar; de igual forma debe probar, la posesión de la cosa por la parte
demandada; y finalmente, la identificación de la cosa que reivindica con
documentación con la que se acredita el derecho propietario (…) de igual forma,
mediante el acta de inspección judicial que cursa a fs.138 y vta., se acreditó la
ubicación exacta del inmueble y que el recurrente se encuentra en posesión del
inmueble objeto de la litis; es decir que la parte demandada cumplió con los
requisitos exigidos para la procedencia de la reivindicación.
Ahora bien, respecto a la denuncia de que la reivindicación no procedería si el
bien inmueble es poseído con consentimiento del dueño y contra el poseedor
(…) es necesario aclarar que la reivindicación por su naturaleza y como ya se
manifestó anteriormente, conlleva recuperar la posesión, no siendo necesario para
los propietarios, demostrar que se estuvo en posesión corporal del bien o que se
sufrió un despojo, puesto que la uniforme jurisprudencia de la extinta Corte
Suprema de Justicia con la que éste Tribunal Supremo comparte criterio,
estableció que el derecho de propiedad encierra también el derecho a poseer la
cosa, la que emerge de la titularidad que se tiene; por lo tanto, el hecho de que el
actor haya aludido consentimiento y que ingresó al bien inmueble motivo de litigio
en calidad de comprador ocupando el mismo, empero sin que acredite de su parte
conforme a derecho con título alguno su calidad de titular del bien inmueble
objeto de litigio, no conlleva la improcedencia de la acción de reivindicación,
porque precisamente el demandante a más de confesar una compra efectuada cuyo
importe no habría sido cumplido en su totalidad, no ha demostrado con título
idóneo su calidad de propietario definitivo y de titular del bien inmueble objeto
de la litis, lo que de por si hace inconsistente el agravio denunciado…”.
Por otra parte respecto a la valoración de la prueba, así como la infracción de los
arts. 138 del C.C., 399, 400, 427 y 476 del C.P.C. (…) Sobre este punto
corresponde previamente señalar lo que el art. 87 del Código Civil establece
respecto de la posesión, entendiendo a esta como el poder de hecho que se ejerce
sobre una cosa mediante actos que denotan la intención de tener sobre ella el
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derecho de propiedad u otro derecho real, de igual forma, este artículo señala que,
una persona posee por sí misma o por medio de otra que tiene la detentación de la
cosa, entendiéndose como detentador a los inquilinos, anticresistas, usufructuarios
u ocupantes, quienes por su condición de transitorios, no ejercitan posesión por si
mismos sino para el propietario o verdadero poseedor del bien; asimismo, resulta
pertinente indicar que para la procedencia de la pretensión de usucapión decenal
o extraordinaria que fue planteada por el recurrente, se deben cumplir con ciertos
requisitos que son necesarios, es decir, que deben concurrir los dos elementos de
la posesión, que son: el corpus, que es la aprehensión material de la cosa y, el
animus, que se entiende como el hecho de manifestarse como propietario de la
cosa, posesión que debe ser pública, pacífica, continuada e ininterrumpida por
más de diez años; elementos que la diferencian del resto de las figuras jurídicas
como la detentación, ocupación y otros que solo constituyen actos de tolerancia
que no fundan posesión, con relación a la detentación, el art. 89 del Código Civil,
señala que: “Quien comenzó siendo detentador no puede adquirir la posesión
mientras su título no se cambie, sea por causa proveniente de un tercero o por su
propia oposición frente al poseedor por cuenta de quien detentaba la cosa
alegando un derecho real. Esto se aplica también a los sucesores a titulo
universal”. En consecuencia no es evidente que para la procedencia de la
usucapión solo sería necesario demostrar la posesión continuada durante diez
años, sino también se debe dar estricto cumplimiento a los requisitos
precedentemente referidos”.
También corresponde describir la teoría de la “interversión del título” que podrá
sustentar los fundamentos del presente fallo y absolver las acusaciones de los
recurrente, así se dirá que este Tribunal emitió el A.S. Nº 209/2016 de 11 de marzo,
en el entendido de que: “…la teoría de la interversión del título” la actora no ha
demostrado con prueba idónea cuando su título de detentadora ha cambiado al de
poseedora como se dijo anteriormente para demostrar el transcurso efectivo del
tiempo para la pretensión de usucapión decenal, más aún si ha reconocido el
derecho propietario sobre el bien inmueble motivo de litigio al firmar un acuerdo
transaccional con el propietario, al respecto es clara la norma alegada como
vulnerada, es decir el art. 89 del Código Civil "Quien comenzó siendo detentador
no puede adquirir la posesión mientras su título no se cambie, sea por causa
proveniente de un tercero o por su propia oposición frente al poseedor por cuenta
de quien detentaba la cosa alegando un derecho real. Esto se aplica también a los
sucesores a título universal" (…) La citada disposición expresa en su primera
parte el principio general de que nadie puede cambiar por sí mismo la causa de la
posesión (nemo ipse sibi causam possessionis mutare potest). Sin embargo, la
norma citada no tiene un carácter absoluto, por el contrario ella misma prevé los
supuestos en que opera el cambio de detentador a poseedor, identificando estos: 1)
por causa proveniente de un tercero; 2) por propia oposición frente al poseedor
por cuenta de quien detentaba la cosa. Al respecto Ripert nombrado por
Gonzalo Castellanos Trigo en su libro "Posesión, Usucapión y
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reivindicación señala: "...que el tenedor puede transformarse en
poseedor verdadero y detentar la cosa de un modo útil . Esta
transformación no resulta un simple cambio de voluntad de parte del detentador,
por lo que debe abandonar su título primitivo con hechos; por lo que debe operar
un reemplazo de la posesión precaria por una posesión verdadera. Esa
interversión tiene lugar de dos maneras: 1º. Por una causa que proviene de un
tercero y 2º. Por una contradicción a los derechos del propietario". O como señala
el autor Néstor Jorge Musto, en su obra Derechos Reales: "Para que exista
interversión del título, no bastan las simples manifestaciones de voluntad, (...), sino
que la actitud debe consistir en hechos exteriores que impliquen una verdadera
contradicción a los derechos del propietario, un verdadero alzamiento contra su
derecho, que puede revestir la forma judicial, aunque no es necesario que se
plantee un litigio, o actos de fuerza que impidan al propietario el ejercicio de su
derecho. Estos actos, por lo tanto, deben revestir un carácter ostensible e
inequívoco para tener la consecuencia que la introversión apareja, cual es la de
convertir la tenencia en posesión".
ACCIÓN NEGATORIA
Auto Supremo: 65/2017
Sucre: 01 de febrero 2017
Proceso: Acción Negatoria y Mejor Derecho de Propiedad.
El Auto Supremo No. 42/2012 de 7 de marzo de 2012 ente otros señaló que: “El
artículo 1445 del Código Civil, bajo el nomen juris de "acción negatoria"
establece que: "I. El propietario puede demandar a quien afirme tener derechos
sobre la cosa y pedir que se reconozca la inexistencia de tales derechos. II. Si
existen perturbaciones o molestias, el propietario puede pedir el cese de ellas y el
resarcimiento del daño."
Al respecto, la doctrina nos enseña que el artículo 1455 del sustantivo civil,
proporciona al propietario la acción negatoria servitutis, mediante la cual, éste
desconoce un derecho real que sobre la cosa de su propiedad alegare alguien. Su
objeto, es obtener una sentencia declarativa que establezca que la cosa está libre y
franca de determinada carga, o que la carga es inexistente, puede tratarse de
servidumbre, usufructo, uso inmobiliario, habitación. Al propietario le basta
demostrar su derecho, mientras que al demandado le corresponde probar la
existencia del derecho real que alega sobre la cosa ajena.
En ese contexto, establecida la naturaleza jurídica del instituto objeto de litis se
establece que la interpretación desarrollada por el tribunal a quo, confirmada por
el ad quem es acertada, porque estableció que al haber acreditado los
demandados tener título de propiedad, no le correspondía declarar la inexistencia
de ese derecho de propiedad, en otras palabras estableció que la acción negatoria
no es la vía idónea para dilucidar y determinar a quién le asiste mejor derecho de
propiedad, por cuanto la acción negatoria permite al propietario demandar a
quien afirme tener algún derecho real sobre la cosa de su propiedad y pedir se
reconozca la inexistencia de tal derecho, aspecto que opera siempre y cuando el
demandado no demuestre la existencia del pretendido derecho, empero cuando el
demandado prueba ser titular del derecho real -principal o accesorio- que alega,
la acción debe ser declarada improbada, toda vez que, como es lógico, no podría
declararse la inexistencia del derecho real acreditado por el demandado, en cuyo
caso la dilucidación de la validez del derecho real principal o accesorio
acreditado por la parte demandada, o en su caso la dilucidación del mejor derecho
de propiedad deberá hacerse por otra vía.”
ACCIÓN NEGATORIA
P á g i n a 26 | 846
Auto Supremo: 412/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Acción Negatoria, mejor derecho propietario y nulidad de remate en
proceso coactivo.
En el Auto Supremo Nº 670/2014 de 11 de noviembre, sobre la acción negatoria se
ha señalado lo siguiente “De conformidad a lo previsto en el art. 1455 del Código
Civil e interpretando los alcances de dicha disposición legal, los presupuestos y
requisitos básicos para la procedencia de la acción negatoria son dos: la primera,
que el propietario puede demandar a quien afirme tener derecho sobre la cosa y
pedir que se reconozca la inexistencia de tales derechos; la segunda, que si existen
perturbaciones o molestias, el propietario puede pedir el cese de ellas y el
resarcimiento del daño. Si bien se ha establecido que la acción de reconocimiento
de mejor derecho de propiedad, no es conexa con la acción negatoria, por cuanto,
la finalidad que aquella persigue, según lo previsto en el art. 1545 del Código
Civil, está referida a la declaración y reconocimiento de prevalencia y eficacia
jurídica de un derecho de propiedad sobre otro respecto al mismo inmueble;
objetivo distinto y contradictorio al de la acción negatoria, que tiende a obtener
una Sentencia declarativa de inexistencia de un derecho real que otra persona
afirma que le asiste sobre el inmueble sin haberse constituido ese derecho a su
favor; empero en el presente caso se ha establecido la improcedencia del Instituto
de mejor derecho de propiedad, y la procedencia de la acción negatoria…”.
Asimismo, en el Auto Supremo Nº 77/2016 de 04 de febrero, se ha razonado lo
siguiente: “En ese orden, corresponde señalar que el referido instituto se
encuentra dentro del Libro que regula el ejercicio, protección y extinción de los
derechos, constando en el capítulo citado las acciones de defensa de la propiedad
y las servidumbres.
El artículo 1455 del Código Civil, bajo el nomen juris de "acción negatoria"
establece que: "I. El propietario puede demandar a quien afirme tener derechos
sobre la cosa y pedir que se reconozca la inexistencia de tales derechos. II. Si
existen perturbaciones o molestias, el propietario puede pedir el cese de ellas y el
resarcimiento del daño".
Asimismo, la doctrina nos enseña que el artículo 1.455 del sustantivo Civil,
proporciona al propietario la acción negatoria, mediante la cual éste desconoce
un derecho real que sobre la cosa de su propiedad alegare alguien. Su objeto, es
obtener una sentencia declarativa que establezca que la cosa está libre y franca de
determinada carga, o que la carga es inexistente, puede tratarse de servidumbre,
usufructo, uso inmobiliario, habitación. Al propietario le basta demostrar su
derecho, mientras que al demandado le corresponde probar la existencia del
derecho real que alega sobre la cosa ajena”.
ACCIÓN PAULIANA
Auto Supremo: 86/2017
Sucre: 02 de febrero 2017
Proceso: Acción pauliana.
Entre los medios para la conservación de la garantía patrimonial inmersos en el
Código Civil, encontramos a la Acción Pauliana, sobre la cual el Autor Carlos
Morales Guillen en su obra titulada Código Civil Concordado y Anotado Cuarta
Edición, tomo II, señala; “La acción pauliana, llamada también revocatoria, es la
que la ley faculta al acreedor para hacer revocar los actos celebrados por su
deudor, en fraude de sus derechos que le causan perjuicio. Ej.: nulidad de una
venta de inmueble concertada por el deudor a precio vil. (Capitant)”. De lo
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expuesto podemos inferir que la finalidad de la acción pauliana es el de invalidar
las operaciones fraudulentas que los deudores puedan realizar en perjuicio de sus
acreedores.
En esa misma lógica, este Tribunal Supremo de Justicia emitió varios Autos
Supremos, entre ellos el Nº 26/2016 de 20 de enero de 2016, que al respecto
señaló: “La acción pauliana o revocatoria es el instituto jurídico mediante el cual
el acreedor está facultado para demandar que los actos jurídicos de su deudor,
respecto a él, sean ineficaces y surtan efectos, conservándose de esta forma su
patrimonio antes de quedar insolvente.
De esta manera conforme señala el art. 1446 del Código Civil, el acreedor puede
demandar que se revoquen, declarándose ineficaces respecto a él, los actos de
disposición del patrimonio pertenecientes a su deudor, debiendo concurrir
ineludiblemente los siguientes requisitos: “1) Que el acto impugnado origine un
perjuicio al acreedor provocando o agravando la insolvencia del deudor. 2) Que el
deudor conozca el perjuicio ocasionado por su acto al acreedor. 3) Que, en los
actos a título oneroso, el tercero conozca el perjuicio que el acto ocasiona al
acreedor, no siendo necesario este requisito si el acto es a título gratuito. 4) Que el
crédito sea anterior al acto fraudulento, excepto cuando el fraude haya sido
dispuesto anticipadamente con miras a perjudicar al futuro acreedor. 5) Que el
crédito sea líquido y exigible. Sin embargo no se tendrá el término por vencido si
el deudor resulta insolvente o si desaparecen o disminuyen las garantías con que
contaba el acreedor”.
Por lo expuesto podemos advertir que al margen de lo ya expuesto sobre lo que
debe entenderse por Acción pauliana, también se concretó que el ejercicio de esta
se encuentra condicionada a la concurrencia de todos los requisitos inmersos en el
art. 1446 del Sustantivo Civil, por lo que refiriéndonos a estos, corresponde citar
nuevamente a Carlos Morales Guillen, que en la obra citada supra, señaló que el
requisito 1) de la Insolvencia del deudor y perjuicio del acreedor, está referido a
aquellos actos que el deudor realiza comprometiendo el cumplimiento y realización
de su crédito, pues el empobrecimiento de este ya sea por actos que disminuya su
patrimonio en favor de terceros o se sustituyan bienes perfectamente embargables
con otros que sean fáciles de proteger de las persecuciones de los acreedores,
generaran perjuicio en el acreedor, por lo que en caso de concurrir esos casos será
admisible la procedencia de la acción. 2) Propósito fraudulento intencional del
deudor, ocurre cuando el deudor tiene conocimiento de que su acto perjudica al
acreedor, siendo en este caso suficiente el conocimiento que tenga el deudor para
determinar el propósito fraudulento intencional del deudor, esto según la doctrina
del fraus dici re ipsa. 3) Complicidad del tercero, este requisito concurre cuando el
tercero que forma parte del acto a título oneroso, es decir desembolsando la
contrapartida que ingresa al patrimonio del deudor, tiene la voluntad de ayudar y
facilitar al deudor la organización del fraude y por ende el perjuicio del acreedor;
de esta manera el conocimiento que tenga el tercero de la insolvencia que genera en
el deudor el acto que realiza con este, resulta suficiente para determinar su
P á g i n a 29 | 846
complicidad fraudulenta; ahora bien, puede darse el caso de que el acto sea a título
gratuito y no oneroso, en ese caso no será necesario que quien pretenda la acción
pauliana acredite el conocimiento del tercero, pues esta prospera aunque el tercero
no tenga conocimiento. 4) Anterioridad del crédito, está referido a que el crédito
sea anterior al acto de disposición del deudor, pues por lógica el acreedor no puede
pretender la revocatoria de actos de disposición de bienes que ya no formaban parte
del patrimonio del deudor a tiempo de nacimiento del crédito, salvo que el acreedor
demuestre que el acto de disposición así sea anterior al crédito, se haya pre
ordenado dolosamente el fraude para perjudicar al acreedor. 5) Que el crédito sea
líquido y exigible, lo que no supone necesariamente tener un título ejecutivo, sino
que el crédito, con la finalidad de justificar la medida conservatoria, presente
determinados caracteres de certidumbre y seguridad para el acreedor.
ACCIÓN PAULIANA
Auto Supremo: 271/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Acción Pauliana y Repetición.
El A. S. Nº 26/2016 de 20 de enero de 2016, respecto de este instituto señala que;
“la acción pauliana o revocatoria es el instituto jurídico mediante el cual el
acreedor está facultado para demandar que los actos jurídicos de su deudor,
respecto a él, sean ineficaces y surtan efectos, conservándose de esta forma su
patrimonio antes de quedar insolvente.
De esta manera conforme señala el art. 1.446 del Código Civil, el acreedor puede
demandar que se revoquen, declarándose ineficaces respecto a él, los actos de
disposición del patrimonio pertenecientes a su deudor, debiendo concurrir
ineludiblemente los siguientes requisitos: “1) Que el acto impugnado origine un
perjuicio al acreedor provocando o agravando la insolvencia del deudor. 2) Que el
deudor conozca el perjuicio ocasionado por su acto al acreedor. 3) Que, en los
actos a título oneroso, el tercero conozca el perjuicio que el acto ocasiona al
acreedor, no siendo necesario este requisito si el acto es a título gratuito. 4) Que el
crédito sea anterior al acto fraudulento, excepto cuando el fraude haya sido
dispuesto anticipadamente con miras a perjudicar al futuro acreedor. 5) Que el
crédito sea líquido y exigible. Sin embargo no se tendrá el término por vencido si
el deudor resulta insolvente o si desaparecen o disminuyen las garantías con que
contaba el acreedor.
II. No es revocable el cumplimiento de una deuda vencida.”
En este contexto, es necesario incidir que cada uno de los requisitos señalados debe
concurrir necesariamente para la procedencia de la revocatoria, conforme lo señala
la norma precitada, que fue interpretada por la extinta Corte Suprema de Justicia y
asumida por éste Tribunal Supremo de Justicia, determinando una línea
jurisprudencial consolidada. Sin embargo, cabe aclarar que algunos requisitos
tienen su excepción prevista por la misma norma, aún a ello, la concurrencia de
estos requisitos es la regla y lo otro la excepción.
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ACCIÓN PAULIANA O REVOCATORIA
Auto Supremo: 601/2017
Sucre: 12 de junio 2017
Proceso: Acción pauliana y revocatoria de venta.
Sobre el particular en el Auto Supremo No 26/2016 de fecha 20 de enero de 2016
se orientó respecto al tema refiriendo que: La acción pauliana o revocatoria es el
instituto jurídico mediante el cual el acreedor está facultado para demandar que
los actos jurídicos de su deudor, respecto a él, sean ineficaces y surtan efectos,
conservándose de esta forma su patrimonio antes de quedar insolvente.
De esta manera conforme señala el art. 1446 del Código Civil, el acreedor puede
demandar que se revoquen, declarándose ineficaces respecto a él, los actos de
disposición del patrimonio pertenecientes a su deudor, debiendo concurrir
ineludiblemente los siguientes requisitos: “1) Que el acto impugnado origine un
perjuicio al acreedor provocando o agravando la insolvencia del deudor. 2) Que el
deudor conozca el perjuicio ocasionado por su acto al acreedor. 3) Que, en los
actos a título oneroso, el tercero conozca el perjuicio que el acto ocasiona al
acreedor, no siendo necesario este requisito si el acto es a título gratuito. 4) Que el
crédito sea anterior al acto fraudulento, excepto cuando el fraude haya sido
dispuesto anticipadamente con miras a perjudicar al futuro acreedor. 5) Que el
crédito sea líquido y exigible. Sin embargo no se tendrá el término por vencido si
el deudor resulta insolvente o si desaparecen o disminuyen las garantías con que
contaba el acreedor.
II. No es revocable el cumplimiento de una deuda vencida.”
En este contexto, es necesario incidir que cada uno de los requisitos señalados
debe concurrir necesariamente para la procedencia de la revocatoria, conforme lo
señala la norma precitada, que fue interpretada por la extinta Corte Suprema de
Justicia y asumida por éste Tribunal Supremo de Justicia, determinando una línea
jurisprudencial consolidada.
Asimismo en el Auto Supremo 420/2012 de fecha 15 de noviembre de 2012 se
incidió en los requisitos de procedencia de la Acción Pauliana o Revocatoria
estableciendo que: La efectivización del cobro de ese derecho de crédito, en la
realidad puede muchas veces puede verse seriamente amenazado o expuesto a
demasiadas causas de pérdida o disminución si el deudor pudiere impune o
fraudulentamente deshacerse de su patrimonio ocasionando o agravando
voluntariamente su insolvencia con el fin de no cumplir su obligación frente a su
acreedor; por ello la ley ha establecido a favor de los acreedores cuando éstos no
cuentan con una garantía específica, las acciones legales a seguir en contra del
deudor, siendo una de estas la acción paulina o llamada también revocatoria que
hoy nos ocupa, mediante la cual el acreedor queda facultado a solicitar la
revocatoria de los actos ejecutados por su deudor en fraude de sus derechos de
crédito.
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El primer requisito para la procedencia de la indicada acción, es la insolvencia
del deudor en perjuicio del acreedor que se encuentra previsto en el numeral 1) del
art. 1446 del Código Civil, El segundo requisito está referido al propósito
fraudulento e intencional del deudor de causar perjuicio a su acreedor; El tercer
requisito previsto en el numeral 3) del art. 1446 de la Ley sustantiva civil está
referido a la complicidad del tercero adquirente El cuarto requisito previsto en el
art. 1446 del Código Civil exige que el crédito sea anterior al acto fraudulento; El
quinto y último requisito del art. 1446 del Código Civil, exige que el crédito sea
líquido y exigible.
Requisitos que necesariamente deben cumplirse para hacer procedente la acción
pauliana o revocatoria.
ACCION REINVINDICATORIA
Auto Supremo: 37/2016
Sucre: 29 de enero 2016
En lo que corresponde a la primera parte del art. 1453 del Código sustantivo de la
materia, corresponde señalar que no es necesario acreditar la pérdida de la posesión
para que el propietario pueda accionar la reivindicación, pues se entiende que al
momento de efectuarse la transferencia del derecho de propiedad, se transfiere
también la posesión civil criterio que se remonta inclusive a la jurisprudencia
emitida por la extinta Corte Suprema de Justicia de la Nación, al respecto se cita el
Auto Supremo Nº 199/2004 de 13 de octubre, en el que se señaló lo siguiente: "...el
sólo hecho de tener título de propiedad, otorga al propietario el corpus y ánimus
sobre la cosa, ejerciendo el uso, goce y disposición sobre aquélla, facultándole
además, el derecho de reivindicar la cosa de manos de un tercero, aunque el
demandante no hubiere estado en posesión material de la cosa en litigio. Así, el
derecho de propiedad se diferencia de las acciones posesorias, pues en estas
últimas sí es preciso la posesión física o corporal por parte de quien la invoca, lo
que no sucede con el primero...".
P á g i n a 36 | 846
La eyección no resulta ser necesariamente un requisito para accionar la
reivindicación, pues siendo la reivindicación una acción de protección del derecho
de propiedad en sus elementos de goce y disfrute del bien, resulta apta para
activarla en contra de cualquier persona que posea el bien sin título alguno, de esa
manera se protege el derecho de propiedad; por lo que la acusación del recurrente
resulta ser infundada, sin que sea necesario considerar la jurisprudencia de bastante
data, pues los lineamientos jurisprudenciales sobre la reivindicación vigentes desde
hace ya varias décadas resultan ser acorde con el criterio emitido por el Ad quem.
ACCION REINVINDICATORIA
Auto Supremo: 720/2015 - L
Sucre: 26 agosto 2015
Respecto de la vulneración del art. 1453 del Código Civil, alegado por el
recurrente, diremos en principio que, por la naturaleza del proceso debemos señalar
que doctrinalmente se dice que la acción reivindicatoria es la que tiene el
propietario que no posee frente al poseedor que no es propietario. Así, Puig Brutau,
citado por Néstor Jorge Musto, en su obra Derechos Reales, señala que la
reivindicación "es la acción que puede ejercitar el propietario, que no posee
contra el poseedor que, frente al propietario, no puede alegar un título jurídico
que justifique su posesión". Ahora bien cuando el demandado de reivindicación
resista esa pretensión alegando ser el propietario de la cosa, la acción
reivindicatoria adquiere una función compleja, pues aunque en principio sea una
acción de condena, si lo que se discute es la posesión entre partes que sostienen o
demuestran derecho propietario sobre la cosa, la acción no puede ser de mera
condena sino que previamente se tendrá que decidir a quién corresponde la
titularidad del derecho, en otras palabras tendrá que hacerse un juicio declarativo
de mejor derecho de propiedad.
En cambio, si la resistencia del demandado de reivindicación se reduce a la
situación de hecho, sin alegación y por lo tanto sin controversia sobre el derecho, el
resultado será una sentencia de simple condena en la faz petitoria. Entablada la
acción reivindicatoria podrá entonces presentarse los siguientes supuestos: a) El
actor presenta título de su derecho y el demandado no lo presenta; b) Tanto el actor
como el poseedor demandado presentan títulos.
Para el caso de autos lo que nos interesa es el primer supuesto, es decir aquel en el
que el actor reivindicante ha demostrado su derecho propietario con títulos de
propiedad, en tanto que la demandada aduce ser propietaria pero no acredita el
extremo con prueba idónea. En ese contexto conviene precisar que en su sentido
procesal, la prueba es un medio de verificación de las proposiciones que los
litigantes formulan en el juicio con la finalidad de crear la convicción del juzgador,
en el ejercicio de esta atribución, las pruebas producidas deben ser apreciadas por
los jueces de acuerdo a la valoración que les otorga la ley, esto es lo que en
doctrina se denomina el sistema de apreciación legal de la prueba, puesto que el
valor probatorio de un determinado elemento de juicio está consignado con
P á g i n a 37 | 846
anticipación en el texto de la ley; o, la apreciación de los medios probatorios deben
efectuarse de acuerdo a las reglas de la sana crítica, que constituye una categoría
intermedia entre la prueba legal y la libre convicción, entendiendo con Couture,
que las reglas de la sana crítica son, ante todo las reglas del correcto entendimiento
humano en las que intervienen las reglas de la lógica, con las reglas de la
experiencia del Juez, es decir, con arreglo a la sana razón y a un conocimiento
experimental de las cosas. Habiendo los Tribunales de instancia procedido de
acuerdo a ley.
ACCION REINVINDICATORIA
Auto Supremo: 894/2015 - L
Sucre: 6 de Octubre 2015
Resultando el agravio central la errónea apreciación del art. 1453 del Código
Sustantivo de la Materia, corresponde su análisis para establecer los requisitos de la
misma, para lo cual, la referida norma señala: “I. El propietario que ha perdido la
posesión de una cosa puede reivindicarla de quien la posee o la detenta. II. Si el
demandado, después de la citación, por hecho propio cesa de poseer o de detentar
la cosa, está obligado a recuperarla para el propietario o, a falta de esto, a
abonarle su valor y resarcirle el daño. III. El propietario que obtiene del nuevo
propietario o detentador la restitución de la cosa, debe rembolsar al anterior
poseedor o detentador la suma recibida como valor por ella.”, sobre la referida
norma, doctrinariamente la acción de reivindicación es: “Aquella que tiene por
objeto el ejercicio, por el propietario de una cosa, de los derechos dominiales, a
efectos de obtener su devolución por un tercero que la detenta.”, de esta definición,
se puede extraer un punto esencial para su procedencia: .- Ser propietario, y a
efectos de seguir desmembrando este punto es primordial señalar que es propiedad,
según EL DICCIONARIO DE DERECHO OMEBA TOMO III el término
PROPIEDAD significa: “Facultad legitima de gozar y disponer una cosa con
exclusión del arbitrio ajeno y reclamar su devolución cuando se encuentre
indebidamente en poder de otro” y en el mismo sentido podemos expresar la
doctrina expresada por CAPITANT, el cual sobre el tema expresa, que es el:
“ Derecho de usar, gozar y disponer de una cosa en forma exclusiva y absoluta”,
partiendo de estos extremos, el -propietario- ejerce todos los derechos facultados
por el art. 105 del C.C., es decir, de : usar, gozar y disponer de una cosa.
ACCION REINVINDICATORIA
Auto Supremo: 910/2015 – L
Sucre: 09 de octubre 2015
en lo que concierne a la aplicación indebida del art. 1453 del Código Sustantivo de
la Materia, en sentido de que no se ha demostrado en todo el proceso la posesión
del inmueble por parte del demandante, corresponde citar al autor Gonzalo
Castellanos Trigo quien en su libro posesión, usucapión y reivindicación edición
2011 señala “Que el derecho propietario es el poder jurídico que permite usar,
gozar y disponer de la cosa. Puede el propietario, además ejercer las acciones
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tendentes a mantener el derecho, el cual por su naturaleza conlleva “la posesión”
emergente del derecho mismo, consiguientemente no necesariamente debe estar en
posesión corporal o natural del bien, habida cuenta de que tiene la “posesión
civil” que está integrada por sus elementos “corpus” y “animus” generalmente el
propietario aun cuando no esté en posesión natural o actual de su inmueble puede
perder la posesión o tenencia misma por acción de terceros como ocurre, por lo
que sería una utopía la acción reivindicatoria si acaso se le exigiese la posesión
previa o anterior a la eyección, desconociéndose el concepto de dominio y la
posesión misma que le confiere al propietario de usar y gozar del bien . De ahí que
la acción reivindicadora esta acordada al propietario cuando ha perdido la
posesión corporal de su inmueble en manos de un tercero”
ACCION REINVINDICATORIA
Auto Supremo: 954/2015 – L
Sucre: 14 de octubre 2015
Por lo que al estar reconocido el derecho de propiedad en favor del ente municipal,
corresponde señalar que el art. 1453 del Código Civil señala: “(Acción
reivindicatoria) I. El propietario que ha perdido la posesión de una cosa puede
reivindicarla de quien la posee o la detenta…” la norma de referencia ha sido
interpretada en sentido de que el propietario de algún bien que accione por
reivindicación no necesita probar haberse generado la eyección (desposesión), sino
que solo debe probar la titularidad del predio, la ubicación y que en dicho predio se
encuentre poseído por un tercero que no tenga titulo (propiedad o detentación) que
justifique esa posesión, requisitos e interpretación que han sido establecidos en
diferentes Autos Supremos emitidos por este Tribunal Supremo de Justicia que ha
compartido el criterio asentado por la extinta Corte Suprema de Justicia de la
Nación, al efecto corresponde citar el Auto Supremo Nº 299/2008, en el que se
señaló lo siguiente: "Que, la acción reivindicatoria intentada por los demandantes,
se halla prevista en la disposición contenida en el artículo 1453 del Código Civil,
en tal sentido, este Tribunal Supremo considera que la precitada norma legal al
establecer entre las acciones de defensa de la propiedad a la acción
reivindicatoria, señala que ésta se halla reservada al propietario que ha perdido la
posesión de una cosa, es decir, que el primer requisito para la procedencia de la
acción reivindicatoria, es la existencia de un derecho de propiedad sobre la cosa
cuya reivindicación se demanda. Sólo aquél que demuestra ostentar derecho
propietario puede reivindicar la cosa de quien la posea o detente.
ACCION REINVINDICATORIA, LA POSESION
Auto Supremo: 1046/2015- L
Sucre: 16 de noviembre 2015
En lo que respecta a las denuncias expuestas en el recurso de casación en el fondo,
de la supuesta interpretación errónea o aplicación indebida de la ley con referencia
al artículo 1453 del Código Civil, por parte del Tribunal ad quem, puesto que el
actor nunca ha cumplido con el “ONUS PROBANDI”, pues nunca ha existido
P á g i n a 39 | 846
ninguna exención ni disposición, lo cual tampoco han tenido el corpus menos el
animus ni el poder de hecho previsto por el art. 87 del Código Civil.
En principio cabe señalar, el art. 1453 del Código Civil que señala: “I. El
propietario que ha perdido la posesión de una cosa puede reivindicarla de quien la
posee o la detenta”; precepto legal que implica que el desposeído puede recuperar
la posesión de la cosa, mediante la restitución de quien la posee. La reivindicación
es una acción real, que tiene por objeto recuperar un bien, sobre el que se tiene
derecho de propiedad, que está en manos de terceros sin el consentimiento del
titular.
El autor Arturo Alessandri R. (en su obra Tratado de los Derechos Reales, Tomo II,
página 257) señala que: “Por la acción reivindicatoria el actor no pretende que se
declare su derecho de dominio, puesto que afirma tenerlo sino que demanda la
restitución de la cosa a su poder por el que la posee.”
Conforme lo señalado, podemos advertir que el art. 1453 del Código Civil al
imprimir que ésta acción está dirigida para el “propietario que ha perdido la
posesión”, pone de manifiesto que el legitimado activo para accionar la
reivindicación es el propietario del bien, siendo necesario para reivindicar que
acredite su derecho de propiedad, que le permite usar, gozar y disponer de la cosa,
según lo establecido por imperio del artículo 105 del Código Sustantivo de la
materia; derecho que le confiere a su titular la posesión civil o juspossidendi y la
natural o corporal o juspossesionem, esta última puede o no ser ejercida por el
propietario. Este razonamiento fue vertido en repetidos fallos por la extinta Corte
Suprema de Justicia, que puso en relieve que no necesariamente el titular, que
pretende reivindicar, deba haber estado en posesión física del inmueble, sino que su
derecho propietario le otorga posesión civil que le basta para reivindicar su
propiedad.
De manera general, las acciones reales como ser: la reivindicación, la acción
negatoria y confesoria, son los medios de hacer declarar en juicio la existencia,
plenitud y libertad de los derechos reales; son mecanismos de defensa y estos,
tienen por objeto la protección de los derechos reales, los cuales se constituyen en
un poder directo e inmediato sobre la cosa frente a las demás personas, conforme a
ley; es así que la existencia del derecho real se protege con la acción
reivindicatoria; la plenitud con la acción confesoria y la libertad, con la acción
negatoria.
Sin embargo de todos los argumentos señalados, se tiene que los actores
evidentemente cuentan con un derecho propietario, empero los de instancia al
momento de pronunciar Resolución no analizaron de manera concreta la demanda
reconvencional por usucapión, toda vez que al momento de pretender una
reivindicación y otros por parte de los demandantes, la usucapión dentro el caso
presente ya hubiera operado según el art. 138 del Código Civil, bajo esas
consideraciones es necesario denotar las siguientes puntualizaciones.
Correspondiendo en principio señalar el art. 138 del Código Civil, al referir que:
“La propiedad de un bien inmueble se adquiere también por sólo la posesión
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continuada durante diez años”. Respecto a lo anterior la doctrina y la
jurisprudencia se encargaron de establecer en primer lugar qué debe entenderse por
posesión y los elementos que esta debe reunir, es decir el “ánimus y el corpus”, y
en segundo lugar los caracteres o requisitos que debe reunir la posesión para que
ésta sea útil a efectos de lograr la usucapión, en ese sentido, de una interpretación
lógica y sistemática de las normas contenidas en los arts. 135 y 137 del Código
Civil, se desprende que la posesión útil para fundar la usucapión debe ser: continua
e ininterrumpida, pública, y pacífica.
Con relación a los requisitos o caracteres mencionados debemos referir que éste
Tribunal Supremo mediante línea jurisprudencial consolidada en sus diferentes
Autos Supremos como por ejemplo el Auto Supremo: 257/2013 de23 de mayo
2013, ha razonado en el entendido de que:“…La posesión continua: supone que la
misma ha sido ejercida de manera sucesiva y permanente; en sentido contrario la
discontinuidad conlleva la suspensión, interrupción o pérdida de la posesión. En
relación a lo anterior, Planiol, ha citado en su obra “Tratado de Los Derechos
Reales” de Arturo Alessandri R. y otros, hace referencia a dos tipos de
interrupción de la prescripción: 1) La interrupción natural de la prescripción, que
está ligada a la pérdida o interrupción material de la posesión y en los casos en
que dicha pérdida genera efectos interruptivos de la prescripción. 2) La
interrupción civil de la prescripción, que está relacionada a la actividad
desplegada del que se pretende verdadero dueño de la cosa, que sale de su
pasividad y expresa, ante el poseedor y por medios legales, su inequívoca
intención de no abandonar el derecho de propiedad que afirma tener, oponiéndose
a la posesión de aquél.
No obstante, para que opere la interrupción civil de la prescripción adquisitiva,
quien considere tener derecho de dominio sobre el bien debe accionar
judicialmente sobre el poseedor, a efectos de hacer valer respecto a él el derecho
que pretende, oponiéndose a la posesión que aquel ejerce. El art. 1503 del Código
Civil expresa que: "I. La prescripción se interrumpe por una demanda judicial, un
decreto o un acto de embargo notificados a quien se quiere impedir que prescriba,
aunque el Juez sea incompetente". Cuando la norma alude al término demanda,
debemos entender que en un sentido amplio hace referencia a todas aquellas
peticiones judiciales que importen una manifestación de la voluntad de mantener
vivo su derecho, es decirque de manera inequívoca demuestren la intención de no
permanecer en inactividad o silencio respecto a su derecho. Resultando que para
que ese acto sea efectivo se requiere que el mismo: 1) debe ser deducido ante un
órgano jurisdiccional; 2) debe demostrar inequívocamente la voluntad de ejercer
su derecho de propiedad deduciendo oposición a la posesión del poseedor;
y 3) debe ser notificado a quien se quiere impedir que prescriba.
Establecidos esos aspectos generales, corresponde precisar que, no toda acción o
controversia judicial genera el efecto interruptivo de la prescripción adquisitiva,
sino sólo aquellas que conlleven los tres requisitos enunciados, y siempre que a
través de aquella se demuestre de manera inequívoca la intención de oponerse a la
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posesión, pues, pueden existir múltiples pretensiones relativas a otros aspectos que
si bien evidencian litigiosidad entre partes, empero no interrumpen la posesión,
toda vez que para que esto suceda la pretensión opuesta al poseedor
inequívocamente debe estar orientada y dirigida a repulsar la posesión.
La posesión pública, en términos generales es aquella que se ejerce frente a la
sociedad, es decir, aquella en la que los actos del poseedor se realizan de forma no
clandestina u oculta, que por el contrario el corpus y el animus se manifiestan
públicamente.
La posesión clandestina es aquella que se opone a la posesión pública. En otras
palabras es clandestina la posesión que se ejerce ocultándola a quienes tienen
derecho para oponerse a ella. No es necesario que se oculte a todos, basta con que
se oculte a la persona que tiene derecho a oponerse a ella. La clandestinidad es un
vicio de carácter temporal, porque este vicio cesa desde que el poseedor deja de
ocultarla a las personas que tienen derecho a oponerse a ella.
Sobre la posesión pacífica o no violenta, entendida por la doctrina como aquella
que está exenta de violencia física y moral. Este requisito implica que no haya
mediado violencia para adquirirla o mantenerla, significa que el poder de hecho
ejercido sobre la cosa no se mantenga por la fuerza o violencia. La pacificidad
equivale al mantenimiento de la posesión sin necesidad del uso de una violencia
indebida durante todo el tiempo invocado para efectos de la prescripción. Por
tanto, aun habiendo sido obtenida violentamente (violencia inicial), pasa a haber
posesión pacífica una vez que cesa la violencia. En ese sentido se expresa el art.
135 del Código Civil; de lo que se trata es que el derecho no puede admitir un
estado de hecho violento sobre el cual se pretenda fundar un derecho…”.
En ese marco, sostiene también el Autor Moisés Arata Solís, “este requisito debe
entenderse dentro de ciertos límites, pues su aplicación extensiva implicaría que
nadie pueda ganar la propiedad por usucapión, si es que antes no ha adquirido la
posesión por medio de una entrega voluntaria”.
En ese mismo sentido también se dirá, si la posesión pacífica fuese aquella que no
lesiona la situación jurídica de otra persona, entonces la usucapión no tendría
objeto. Por la misma razón, la posesión pacífica no significa que ésta sea
incontrovertida, en otras palabras, las discusiones que se susciten en relación a la
titularidad de la propiedad, por ejemplo, no alteran el hecho pacífico de la
posesión, incluso una acción reivindicatoria o cualquier otra acción de tutela de la
posesión, lo que logran es interrumpir la usucapión, pero no eliminan la posesión
pacifica ni la tornan violenta. Pacifica posesión no es sinónimo de no controversia,
como erradamente se entiende, puede controvertirse sobre la validez de títulos,
sobre el derecho de propiedad o incluso sobre la posesión misma y ello no significa
que la posesión sea considerada violenta o no pacífica porque, como se señaló la
pacífica posesión es aquella que se mantiene en ausencia de violencia, aspecto que
así se entiende de manera uniforme por la doctrina especializada.
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ACCION REINVINDICATORIA, PRESUPUESTOS PARA LA
PROCEDENCIA
Auto Supremo: 786/2015 - L
Sucre: 11 de septiembre 2015
El art. 1453 del CC., señala: “I. El propietario que ha perdido la posesión de una
cosa puede reivindicarla de quien la posee o la detenta”; precepto legal que
establece la reivindicación como una acción real, que tiene por objeto recuperar un
bien, sobre el que se tiene derecho de propiedad, que en palabras de Arturo
Alessandri R.: “…la acción reivindicatoria el actor no pretende que se declare su
derecho de dominio, puesto que afirma tenerlo sino que demanda la restitución de
la cosa a su poder por el que la posee.”; acción que se reserva precisamente al
propietario que ha perdido la posesión del bien de su propiedad, siendo que el
primer requisito para la procedencia de la referida acción, es la existencia de un
derecho de propiedad sobre la cosa cuya reivindicación se demanda, esto tiene
estrecha vinculación a lo determinado por el art. 105 del CC., como el poder
jurídico que permite usar, gozar y disponer de una cosa, derecho de dominio que
confiere a su titular la posesión civil y la natural o corporal, esta última puede ser
ejercida o no por el propietario.
La doctrina orienta que tres son los presupuestos para la procedencia de la acción
reivindicatoria: 1) que el actor cuente con derecho propietario de la cosa a
reivindicar; 2) que esté privado o destituido de ésta; 3) que la cosa se halle
plenamente identificada; respecto a esta acción real, la uniforme
jurisprudencia emitida por la ex Corte Suprema de Justicia, que es compartida por
este Tribunal Supremo, expresó con claridad que la reivindicación como acción de
defensa de la propiedad se halla reservada al "propietario que ha perdido la
posesión de una cosa" y que el derecho propietario, por su naturaleza, conlleva la
"posesión" emergente del derecho mismo, consiguientemente no necesariamente
debe estar en posesión corporal o natural del bien, habida cuenta que tiene la
"posesión civil" que está integrada en sus elementos "corpus y ánimus".
ACCION REIVINDICACIÓN
Auto Supremo: 379/2016
Sucre: 19 de Abril 2016
Proceso: Reivindicación
El art. 1453 del C.C., señala: “I. El propietario que ha perdido la posesión de una
cosa puede reivindicarla de quien la posee o la detenta”; precepto legal que regula
el instituto de la reivindicación como una acción real, que tiene por objeto
recuperar un bien, sobre el que se tiene derecho de propiedad.
Al respecto Arturo Alessandri R. señala que: “…la acción reivindicatoria el actor
no pretende que se declare su derecho de dominio, puesto que afirma tenerlo sino
que demanda la restitución de la cosa a su poder por el que la posee.”; acción que
se reserva precisamente al propietario que ha perdido la posesión del bien de su
propiedad, siendo que el primer requisito para la procedencia de la referida acción,
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es la existencia de un derecho de propiedad sobre la cosa cuya reivindicación se
demanda, esto tiene estrecha vinculación a lo determinado por el art. 105 del C.C.,
como el poder jurídico que permite usar, gozar y disponer de una cosa, derecho de
dominio que confiere a su titular la posesión civil y la natural o corporal, esta
última puede ser ejercida o no por el propietario.
En este entendido este Supremo Tribunal de Justicia a través de sus diversos fallos,
entre ellos el Auto supremo N° 1141/2015 – L ha orientado: “…corresponde
señalar que si bien el art. 1453 del Código Civil, refiere que la acción
reivindicatoria está dirigida para el propietario que ha perdido la posesión de la
cosa pudiendo reivindicarla de quien la detenta o la posea, es decir que uno de los
requisitos indispensable para hacer viable dicha acción es quien la interponga
acredite su derecho propietario, el cual le permite usar gozar y disponer, conforme
lo establece el art. 105 de la norma ya citada, de esta manera el derecho
propietario confiere al titular la posesión civil o jus possidendi y la natural o jus
posseionem, pudiendo esta última ser o no ejercida por su propietario.
Bajo este razonamiento, es que en varios Autos Supremos, se estableció que no
resulta necesario que el titular del derecho propietario que pretende reivindicar el
bien deba estar en posesión física del mismo, habida cuenta que tiene la "posesión
civil" que está integrada en sus elementos "corpus y animus", por lo expuesto
supra y estando el derecho propietario de la institución demandada debidamente
acreditado, así como el bien inmueble plenamente identificado y la posesión
corporal que tiene la recurrente sobre el mismo, la acción de reivindicación
resulta procedente conforme lo determinaron los jueces de instancia…”.
Por otra parte, en cuanto a los requisitos de procedencia de la acción
reivindicatoria, se ha orientado en varios fallos entre los cuales podemos citar al
Auto Supremo N° 786/2015 – L, que señala: “…tres son los presupuestos para la
procedencia de la acción reivindicatoria: 1) que el actor cuente con derecho
propietario de la cosa a reivindicar; 2) que esté privado o destituido de ésta; 3)
que la cosa se halle plenamente identificada; respecto a esta acción real, la
uniforme jurisprudencia emitida por la ex Corte Suprema de Justicia, que es
compartida por este Tribunal Supremo, expresó con claridad que la reivindicación
como acción de defensa de la propiedad se halla reservada al "propietario que ha
perdido la posesión de una cosa" y que el derecho propietario, por su naturaleza,
conlleva la "posesión" emergente del derecho mismo, consiguientemente no
necesariamente debe estar en posesión corporal o natural del bien, habida cuenta
que tiene la "posesión civil" que está integrada en sus elementos "corpus y
ánimus".”
ACCIÓN REIVINDICATORIA
Auto Supremo: 503/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Reivindicación, mejor derecho propietario, desocupación y entrega de
inmueble y pago de daños y perjuicios.
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Al respecto, corresponde precisar lo que el art. 1453 del Sustantivo Civil establece:
“I. El propietario que ha perdido la posesión de una cosa puede reivindicarla de
quien la posee o la detenta”, de lo señalado se deduce que la reivindicación al ser
una acción real, tiene como objetivo la defensa de la propiedad y la respectiva
posesión que emerge de ella, está dirigida contra aquella persona que tenga la
posesión de la cosa sin ostentar ningún derecho o título que le faculte para la
posesión; en otras palabras la acción de reivindicación está destinada para que
quien haya perdido la posesión de una cosa, pueda reclamar la restitución de la
misma, en razón a que tiene derecho a poseerla en contra del poseedor que no es
propietario y que se encuentra en posesión de la misma.
En ese entendido y toda vez que lo que se pretende recuperar con esta acción es la
posesión de la cosa, ya el autor Arturo Alessandri R. (Tratado de los Derechos
Reales, Tomo II, pág. 257) señaló que: “Por la acción reivindicatoria el actor no
pretende que se declare su derecho de dominio, puesto que afirma tenerlo sino que
demanda la restitución de la cosa a su poder por el que la posee.”; en base a lo
expuesto, resulta pertinente señalar que quien interponga dicha acción debe
cumplir con ciertos requisitos que hacen procedente a la misma, que a decir del
autor Alexander Rioja Bermúdez en su artículo “Mejor Derecho de Propiedad y
Reivindicación”, son tres: 1. El derecho de dominio de quien se pretende dueño; 2.
La determinación de la cosa que se pretende reivindicar y; 3. La posesión de la
cosa por el demandado.
Concordante con lo expuesto, este Tribunal Supremo de Justicia en el Auto
Supremo Nº 582/2014 de fecha 10 de octubre de 2014, razonó lo siguiente: “Dicho
instituto, establecido en base al art. 1453 del Código civil, requiere como uno de
sus presupuestos el de acreditar el derecho de propiedad, y ese derecho de
propiedad debe ser identificado con precisión, pues debe notarse que con la misma
se podrá debatir no solo la reivindicación del bien, sino también otras acciones
reales como el mejor derecho de propiedad que en la litis fue demandado, esa es la
razón por la que se exige que el propietario debe acreditar su derecho propietario,
que se encuentra previsto por la Ley de 10 de noviembre de 1887 (Inscripción de
Derechos Reales), cuyo art. 6 señala lo siguiente: “Todo título que haya de
inscribirse, designará con claridad el nombre, apellido, edad, estado, profesión y
domicilio de las partes, con expresión de su capacidad o del de su administrador o
representante legal. Designará, además, los bienes sujetos a la inscripción, por su
naturaleza, situación, número si lo tuvieren, nombre cuando sea posible, límites, y
por todas las demás circunstancias que sirvan para hacerlos conocer clara y
distintamente. Los planos topográficos aprobados legalmente se depositarán
originales en la oficina…” (el subrayado y negrillas nos corresponde), esto quiere
decir que para la identificación de un derecho de propiedad debía efectuarse la
identificación con los datos de precisión de medición e identificación (frente,
fondo, contrafrente, contrafondo y codos) para que de esta manera el bien pudiera
ser identificado y con ello demostrar de su precisión, en cuanto a superficie, áreas
y colindancias, y en la actualidad con ayuda de coordenadas georeferenciadas,
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impresas en el título de propiedad y su registro pertinente en la oficina de
Derechos Reales, consiguientemente este es uno de los presupuestos para
viabilizar tanto la acción reivindicatoria como el mejor derecho de propiedad
establecido en los arts. 1453 y 1545 del Código Civil.”, de lo expuesto se concluye
que el derecho de propiedad se acredita con el título de adquisición y su
correspondiente registro en Derechos Reales, razón por la cual dicho título debe
contener necesariamente la precisión de los datos para su ubicación, pues con ella
se podrá debatir ya sea un mejor derecho de propiedad o como en el caso de autos
la reivindicación.
De igual forma, y haciendo hincapié en el primer requisito referido al derecho de
dominio que la parte que pretende reivindicar la cosa debe demostrar, resulta
pertinente referirnos a lo establecido en el Auto Supremo Nº 307/2014 de fecha 24
de junio de 2014, que señala de manera textual lo siguiente: “Consiguientemente,
el Testimonio Nº 649/2010, acredita título de propiedad de conformidad a las
previsiones contenidas en el art. 105 del Código Civil, que considera a la
propiedad como un poder jurídico que permite a su titular usar, gozar y disponer
del mismo; y en esas condiciones y circunstancias, el mencionado título es
oponible ante cualquier persona que pretenda reivindicar el mencionado bien
inmueble. De otro lado, conforme a la regla general que establece el art. 1538 del
Código Civil, ningún derecho real sobre inmuebles surte efectos contra terceros
sino desde el momento en que se hace público a través de la inscripción del título
en el registro de Derechos Reales. Por su parte, el párrafo III de la mencionada
disposición legal, señala: “Los actos por los que se constituyen, transmiten,
modifican o limitan los Derechos Reales sobre bienes inmuebles, y en los cuales no
se hubiese llenado las formalidades de inscripción, surten sus efectos solo entre las
partes contratantes, con arreglo a las leyes sin perjudicar a terceros
interesados”. De la revisión del Testimonio Nº 649/2010 de 03 de mayo de 2010,
se puede observar que efectivamente no lleva la constancia de registro de
Derechos Reales, no obstante de ello, en virtud al art. 1297 del Código Civil, el
precitado documento tiene la misma eficacia de documento público entre los
otorgantes y sus herederos y causahabientes respecto a lo que contiene en el
mismo, consecuentemente, la ausencia de registro de la propiedad en Derechos
Reales no es impedimento para que dicha venta no pueda surtir efectos entre las
partes contratantes, toda vez que la ley expresamente ha previsto que el registro
de la propiedad es oponible ante terceros interesados, es decir, la publicidad de
los derechos reales está establecido para terceros y no para las partes
contratantes, lo que quiere decir, según el art. 1538-III del Código Civil, que las
partes contratantes (o sus herederos y/o causahabientes según el art. 524 del
Código Civil) que hayan celebrado un acto jurídico por el que hayan constituido,
transmitido, modificado o limitado el derecho real de un determinado bien
inmueble y no hayan cumplido con esa formalidad del registro, no significa que
no tenga validez alguna dicho acto jurídico ya que por ley, entre partes continua
surtiendo efectos; sin embargo, el A quo en su resolución ha interpretado
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equivocadamente la señalada disposición legal al concluir que: “ ()… de lo cual se
evidencia que la misma (Hilda Ayda Vargas Rivero) no registró su derecho
propietario en las Oficinas de Derechos Reales de la ciudad de La Paz, en
consecuencia no ha demostrado tener la calidad de propietaria …”, extremo que
ha sido corroborado por el Tribunal de Alzada que en su resolución declaró: “…
la reconvencionista no ha dado cumplimiento a las previsiones del art. 1538 del
Código Civil, a efectos de otorgar publicidad y oponibilidad a la titularidad
invocada, y hacerla valer frente a terceros …”, de lo que se concluye que el Ad
quem ha incurrido en errónea interpretación y violación de los arts. 521, 524, 584
y 1538 del Código Civil.
ACCIÓN REIVINDICATORIA
Auto Supremo: 659/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Usucapión Decenal o extraordinaria.
Al respecto, corresponde precisar lo que el art. 1453 del Sustantivo Civil establece:
“I. El propietario que ha perdido la posesión de una cosa puede reivindicarla de
quien la posee o la detenta”, de lo señalado se deduce que la reivindicación al ser
una acción real, tiene como objetivo la defensa de la propiedad y la respectiva
posesión que emerge de ella, está dirigida contra aquella persona que tenga la
posesión de la cosa sin ostentar ningún derecho o título que le faculte para la
posesión; en otras palabras la acción de reivindicación está destinada para que el
propietario que haya perdido la posesión de una cosa (legitimación activa), pueda
reclamar la restitución de la misma, en razón a que tiene derecho a poseerla, en
contra del poseedor que no es propietario y que se encuentra en posesión de la
misma (legitimación pasiva), siendo esta acción imprescriptible, salvo los efectos
que produzca la adquisición de la propiedad por otra persona en virtud de
usucapión, quedando claro, que la acción de restitución o devolución de la
propiedad de un tercero es imprescriptible, no siendo afectada por el transcurso del
tiempo y puede ser aplicada en cualquier momento, por el propietario de un bien
inmueble.
En ese entendido y toda vez que lo que se pretende recuperar con esta acción es la
posesión de la cosa, resulta pertinente señalar que quien interponga dicha acción
debe cumplir con ciertos requisitos que hacen procedente a la misma, que a decir
del autor Alexander Rioja Bermúdez en su artículo “Mejor Derecho de Propiedad y
Reivindicación”, son tres: 1. El derecho de dominio de quien se pretende dueño; 2.
La determinación de la cosa que se pretende reivindicar y; 3. La posesión de la
cosa por el demandado. De dichos requisitos y haciendo hincapié en el primero de
estos, debemos precisar que el mismo debe ser acreditado con título idóneo que
demuestre que quien pretende dicha tutela sea el titular de la cosa que se pretende
reivindicar, pues al estar reservada la interposición de dicha acción únicamente al
propietario que no tiene la posesión física de la cosa, no resulta viable que la
misma sea interpuesta por quien no acredita tal extremo, es decir por quien no
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tenga la legitimación activa para interponer la misma; sobre el segundo requisito
debemos señalar que la determinación de la cosa debe ser acreditada
documentalmente y de manera precisa, es decir que se debe identificar plenamente
el inmueble tanto en su ubicación, superficie y limites; finalmente quien pretende
reivindicar debe demostrar que el demandado es quien se encuentra en posesión
física del inmueble.
De igual forma, en relaciona los requisitos que hacen viable la acción
reivindicatoria corresponde citar a Arturo Alessandri R., que sobre la
reivindicación señaló que: “…la acción reivindicatoria el actor no pretende que se
declare su derecho de dominio, puesto que afirma tenerlo sino que demanda la
restitución de la cosa a su poder por el que la posee.”; de lo expuesto se tiene que
esta acción se encuentra reservada para el titular del derecho propietario, derecho
que por su naturaleza, conlleva la “posesión” emergente del derecho mismo, por lo
que el propietario que pretende reivindicar no necesariamente debió estar en
posesión corporal o natural del bien, en consideración a que tiene la “posesión
civil”, que está a su vez integrado por sus elementos “corpus” y “ánimus”.
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ACEPTACIÓN O RENUNCIA DE LA HERENCIA
Auto Supremo: 893/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de documento y otros.
Respecto a los temas debatidos de la aceptación o renuncia de la herencia, se debe
considerar lo expuesto en el Auto Supremo No. 417/2013 de 16 de agosto 2013, en
el que se señaló que: “Conforme a la norma descrita, corresponde también citar el
art. 1022 del Código Civil que señala: “(Efectos de la aceptación y la renuncia)
Los efectos de la aceptación y la renuncia de la herencia se retrotraen al momento
en que se abrió la sucesión; a quien renuncia se le considera no haber sido nunca
heredero, y a quien acepta se le tiene definitivamente por heredero adquirente de
la herencia en los términos del artículo 1007”, la norma de referencia alude a los
efectos de la aceptación y la renuncia de la herencia, y señala que como efecto de
la aceptación (expresa o tácita) se tiene a la adquisición de la herencia desde el
momento de la apertura de la sucesión, esto implica que si la norma alude que el
efecto de la aceptación de la herencia, es la adquisición en los términos del art.
1007 del Código Civil, significa que para adquirir la herencia, necesariamente
debía de generarse una aceptación en forma expresa o en forma tácita, por eso es
que en el Código Civil existe un capítulo entero que trata de la acepción de la
herencia en forma pura y simple, en la que clasifica a la aceptación en forma
expresa y en forma tácita; así se dirá que la primera parte del art. 1007 del
Código Civil, señala que la adquisición de la herencia opera por el solo efecto de
la ley y desde el momento en que se apertura la sucesión, esto implica que una vez
aceptada la herencia, los efectos patrimoniales (derechos y obligaciones), operan
en forma retroactiva, desde el momento de la apertura de la sucesión y no desde la
aceptación de la herencia, y la segunda parte de la norma alude a la posesión de
los bienes hereditarios, señalando que los herederos forzosos no necesitan efectuar
trámite de posesión de bienes que ya poseía el causante, aspecto distinto para los
herederos simplemente legales, testamentarios y el Estado, quienes deben pedir
judicialmente la entrega de bienes hereditarios.”
2.- Asimismo corresponde acudir al Criterio del autor Jorge O. Maffia, quien en su
obra “Tratado de las Sucesiones” Ediciones Depalma 1981, en la página 256 señala
lo siguiente: “El momento en que se perfecciona la adquisición de la herencia
determina la existencia de dos sistemas: o bien aquella se la adquiere ipso jure, o
es necesaria la aceptación, constituyendo ellas las concepciones germánica y
romana, respectivamente.
El sistema romano, la delación o llamamiento no convierte al sucesible en
heredero, sino que para ello hace falta un acto de aceptación expresa o que
permita conceptuar que se ha producido en forma tácita, en la conjunción de estos
dos requisitos o elementos: llamamiento tan solo nace en favor del sucesible el
derecho de adquirir la herencia mediante la aceptación, el denominado ius
delationis. Si lo ejerce aceptando, se convierte efectivamente en heredero. Puede
llegar por medio de la aceptación expresa (adictio) o de forma tácita, observando
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una conducta que importa aceptación (pro herede gestión). Los actos de mera
conservación de los bienes hereditarios no implican aceptación.
En el denominado sistema germánico, en cambio, el llamamiento operado por la
muerte del causante produce la inmediata adquisición, sin que sea menester acto
alguno de aceptación ni conducta equivalente”, esta es la concepción doctrinaria
que diferencia los sistemas de adquisición de la herencia, el romano implica que
para adquirir la herencia con antelación se debe aceptar la herencia en forma
expresa o tácita, y el sistema germano, que establece, que solo el deceso del
causante implica la aceptación y adquisición de la herencia por el sucesor.
3.- Finalmente respecto de la posibilidad de impugnación corresponde citar el
aporte doctrinario asentado en la ponencia presentada en la Universidad San
Marcos de Lima, por Pedro Donaires Sánchez, intitulado: “LOS PRINCIPIOS DE
LA IMPUGNACIÓN”, señala lo siguiente: “…PRINCIPIOS DE LA
IMPUGNACIÓN… La doctrina no es uniforme respecto de cuáles son los
principios que rigen la impugnación. Corresponderá a la teoría de la
impugnación, ahondar este tema y plantearlo con uniformidad y coherencia; por el
momento, estos son los acogidos por los distintos autores, algunos de los cuales
son citados… 2. Interés del perjudicado o agraviado. Esto significa que el
perjudicado con el acto viciado debe tener interés en cuestionarlo haciendo uso de
los medios impugnatorios…”
De nuestro medio corresponde rescatar el aporte doctrinario de Carlos Morales
Guillen, en su obra “CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL CONCORDADO Y
ANOTADO”, en la página 500 señala: “… En la doctrina y en la práctica,
generalmente, y también en la ley (v. gr. El ap. 213, según el cual las resoluciones
judiciales, serán recurribles mediante impugnación de la parte perjudicada), se
habla de medios de impugnación (Chiovenda, Carnelutii, Couture).”
ACREENCIAS
Auto Supremo: 502/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Devolución de depósito a plazo fijo, pago de intereses y pago de daños y
perjuicios
La Ley 1488 de Bancos y Entidades financieras en su art. 133, de 14 de abril de
1993 mismo aplicable al momento de la vigencia de los hechos de acuerdo al
aforismo “tiempos regit actus”, aplicable por la S.C. 220/2010-R. De forma textual
refiere: “La superintendencia notificara públicamente para que toda persona que
tenga acreencias contra la entidad financiera en liquidación, inscriba su acreencia
con la documentación probatoria suficiente, dentro de los noventa (90) días
posteriores a la fecha de la notificación publica y en el lugar señalado en la
misma.
Los derechos de los acreedores que se presenten después del plazo señalado, se
harán valer en la vía ordinaria. ”.
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De la norma en cuestión se establece un plazo para que los acreedores que
demuestren esa calidad inscriban su acreencia dentro de los parámetros
establecidos en la Ley 1488, a ese efecto el art. 134 de la misma ley (de fecha 14 de
abril de 1993) refiere que la Superintentendencia dentro de los (90) días de
presentada la solicitud, aprobara o rechazara las acreencias reclamadas-
determinación o nomina que será de conocimiento del Juez de la Liquidación para
que determine las prelaciones, pudiendo el titular de una acreencia rechazada en el
plazo de quince días interponer recurso de revisión ante el Juez de la liquidación
conforme determina el art. 137 de la misma ley.
Y a los efectos de determinar la acreencia el art. 128 de la referida Ley expresa que
la entidad financiera en liquidación, suspenderá el pago de sus obligaciones con sus
acreedores, excepto las devoluciones de las obligaciones extra concursales a que se
refiere los artículos 1386, 1410 y 1611 del Código de comercio,
Y el art. 1386 del referido Código (Comercio) señala: “En caso de liquidación de
un establecimiento bancario o entidad de crédito, los depósitos en cuentas de
ahorro y ahorro para la vivienda, se excluirán de la masa de liquidación y se
procederá, antes de dar comienzo a la misma, a la devolución íntegra de los saldos
e intereses devengados a los titulares que acrediten su derecho.
Los depósitos en cuenta corriente bancaria, a la vista y a plazo en las mismas
circunstancias, tendrán preferencia en su devolución siguiendo en prelación a los
depósitos señalados en el párrafo anterior, una vez conocida la masa distribuible.
(Art. 1453 Código de Comercio).”.
Normas que orientan en sentido de que los Depósitos a plazo fijo (DPFs) tienen la
calidad de acreencia al momento de la liquidación del Banco, al poseer esta la
calidad de título ejecutivo que orienta el art. 1385.
ACTO ADMINISTRATIVO
Auto Supremo: 746/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Proceso: Nulidad de documentos.
Sobre el tema se puede citar el Auto Supremo Nº 376/2015 de fecha 2 de Junio
2015 que ha orientado: “el art. 27 de la Ley Nº 2341 de Procedimiento
Administrativo que establece lo siguiente: "Se considera acto administrativo, toda
declaración, disposición o decisión de la Administración Pública, de alcance
general o particular, emitida en ejercicio de la potestad administrativa, normada o
discrecional, cumpliendo con los requisitos y formalidades establecidos en la
presente Ley, que produce efectos jurídicos sobre el administrado. Es obligatorio,
exigible, ejecutable y se presume legítimo".
Para el tratadista Hugo Caldera, "El Acto Administrativo constituye una
exteriorización unilateral de competencia por parte de un órgano administrativo
en ejercicio de potestades jurídico-administrativas destinadas a alcanzar fines
públicos encomendadas a éste órgano", opinión acorde con la vertida
precedentemente y armonizable al ordenamiento jurídico Boliviano.
P á g i n a 53 | 846
Como se podrá advertir, el acto administrativo es una declaración unilateral del
funcionario o autoridad pública de cualquiera de los niveles de la Administración
Pública y que al emerger del ejercicio de una potestad administrativa plasma una
decisión que genera efectos o consecuencias jurídico-administrativas directas e
inmediatas.
a.-) De esta manera se tiene que la competencia para la sustanciación emergente
de la contención de actos administrativos emergentes de los Entes Municipales.-
Siendo el derecho una ciencia que evoluciona, es la jurisprudencia la que orienta
el desarrollo de la aplicación del derecho, en ese sentido corresponde citar que el
Tribunal Constitucional Plurinacional ha emitido la Sentencia Constitucional Nº
0693/2012 de 2 de agosto de 2012 que señala: “Pese a identificarse con claridad
la vía impugnativa pertinente corresponde hacer referencia a la SCP 0371/2012 de
22 de junio, que precisó que: “…ni la Constitución Política del Estado vigente, ni
la Ley del Órgano Judicial, le asignan esa facultad al Tribunal Supremo de
Justicia ni a los Tribunales Departamentales de Justicia en su Sala Plena,
respectivamente -art. 184 de la Constitución Política del Estado y art. 50 de la Ley
de Organización Judicial-. Esta ausencia normativa ocasiona un vacío jurídico,
provocando que los administrados no tengan la vía jurisdiccional para que se
dirima una determinada situación jurídica; al respecto, es importante precisar que
las características de dicho proceso son las de un ordinario en todas sus etapas.
En ese sentido, de acuerdo al art. 158 núm. 3 de la Constitución Política del
Estado, será la Asamblea Legislativa Plurinacional, quien deberá pronunciarse a
la brevedad posible sobre la regulación y/o reglamentación de los procesos
contencioso-administrativos”.
Sin embargo, la justicia Constitucional a través de la acción de amparo
Constitucional no puede sustituir a la jurisdicción contenciosa administrativa en el
control de legalidad que realiza la referida jurisdicción, máxime si se considera
que el amparo Constitucional: “…es un mecanismo instrumental para la
protección del goce efectivo de los derechos fundamentales por parte de las
personas, por tanto protege dichos derechos cuando se encuentran consolidados a
favor del actor del amparo, no siendo la vía adecuada para dirimir supuestos
derechos que se encuentren controvertidos o que no se encuentren consolidados,
porque dependen para su consolidación de la dilucidación de cuestiones de hecho
o de la Resolución de una controversia sobre los hechos; porque de analizar
dichas cuestiones importaría el reconocimiento de derechos por vía del recurso de
amparo, lo que no corresponde a su ámbito de protección, sino sólo la protección
de los mismos cuando están consolidados; por ello, la doctrina emergente de la
jurisprudencia de este Tribunal Constitucional, también ha expresado que el
recurso de amparo no puede ingresar a valorar y analizar hechos
controvertidos…” (SC 0278/2006-R de 27 de marzo).
Entonces para no dejar en indefensión al ciudadano frente al poder público y
específicamente los actos administrativos independientemente a efectivizar la
exhortación contenida en la SCP 0371/2012, debe entenderse que a efectos del
P á g i n a 54 | 846
resguardo de derechos, valores y principios Constitucionales, y hasta mientras se
desarrolle la legislación respectiva por el legislador ordinario los Tribunales
Departamentales continúan teniendo la competencia para conocer el recurso
contencioso administrativo en la materia.
La interpretación antes dicha emerge de la interpretación del art. 10 de la Ley 212
de 23 de diciembre de 2011, referido a las causas contenciosas administrativas, el
cual dispone en su parágrafo primero lo siguiente: “La Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia conocerá las causas contenciosas que resultaren de los
contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las demandas
contenciosas - administrativas, a que dieren lugar las resoluciones del mismo;
hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción Especializada”.
Es decir, que en tanto no exista la jurisdicción especializada se debe precautelar
que el justiciable tenga la posibilidad de impugnar haciendo uso de los
mecanismos establecidos y que aún no han sido sustituidos, en este caso, resulta
aplicable lo dispuesto en el mencionado art. 778 del Código de Procedimiento
Civil”.
Bajo esa interpretación Constitucional, es que la Sala Plena del Tribunal Supremo
de Justicia ha emitido el Auto Supremo Nº 115/2013 de 10 de abril de 2013,
expresando lo siguiente:“La ratio decidendi extractada de las referidas Sentencias
Constitucionales Plurinacionales, tienen carácter vinculante y son de
cumplimiento obligatorio conforme lo establecen los arts. 203 de la CPE y 15.II
del Código Procesal Constitucional, y aplicable por analogía al caso presente;
toda vez que la presente demanda trata de un proceso contencioso administrativo
en materia Municipal, donde se demanda a una autoridad edil, impugnando la
Resolución Ejecutiva Nº 199/2012, por lo que, siguiendo la línea jurisprudencial,
estos procesos deben seguir siendo de conocimiento de los Tribunales
Departamentales de Justicia mientras no exista una regulación y/o reglamentación
por parte de la Asamblea Legislativa Plurinacional. POR TANTO: La Sala Plena
del Tribunal Supremo de Justicia del Estado Plurinacional de Bolivia, en atención
a los argumentos anteriormente expuestos, anula obrados hasta fs.15 inclusive y se
declara SIN COMPETENCIA para conocer la presente causa, debiendo remitirse
obrados a la Sala Plena del Tribunal Departamental de Justicia de Santa
Cruz…”; consiguientemente se ha sentado línea jurisprudencial para el
conocimiento de la contención de actos administrativos que hayan emergido de un
ente Municipal, por lo que en base a la jurisprudencia señalada en el presente
fallo, resulta ser vinculante para todos los órganos de administración de justicia,
siendo competencia de la Sala Plena de los Tribunales Departamentales de
Justicia, el conocimiento y sustanciación de la contención emergente de los actos
administrativos.
Así de esta manera conforme a los arts. 775 y 778 del Código de Procedimiento
Civil, vigente desde el 02 de abril de 1976, la vía contencioso y contencioso-
administrativo para la impugnación de actos administrativos evacuados por la
administración Publica se atribuía a la Sala Plena de la Corte Suprema de
P á g i n a 55 | 846
Justicia, disposiciones que fue sustentada posteriormente por el art. 55 núm. 10 de
la Ley del Órgano Judicial Ley 1455,en ese sentido el artículo 10 parágrafo I de la
Ley Nº 212 de 23 de diciembre de 2011, determina que “La Sala Plena del
Tribunal Supremo de Justicia conocerá las causas contenciosas que resultaren de
los contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las
demandas contenciosas - administrativas, a que dieren lugar las resoluciones del
mismo; hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción Especializada”.
De acuerdo a la relación cronológica de antecedentes legales que sustentan la vía
del proceso contencioso y contencioso-administrativo, el legislador ha promulgado
la Ley Nº 620 de fecha 29 de diciembre de 2014, que en su art. 3, cita: “(SALA
ESPECIALIZADA EN MATERIA CONTENCIOSA Y CONTENCIOSA
ADMINISTRATIVA DE LOS TRIBUNALES DEPARTAMENTALES DE
JUSTICIA).Se crea la Sala Contenciosa y Contenciosa Administrativa, como parte
de la estructura de los Tribunales Departamentales de Justicia, con las siguientes
atribuciones:
Conocer y resolver las causas contenciosas que resultaren de los contratos,
negociaciones o concesiones de los gobiernos autónomos departamentales,
municipales, indígena originario campesinos y regionales; universidades
públicas, y demás instituciones públicas o privadas que cumplan roles de
administración estatal a nivel departamental.
Conocer y resolver las demandas contenciosas administrativas a nivel
departamental, que resultaren de la oposición del interés público y privado”, el
cual establece una modificación en cuanto al conocimiento y sustanciación de este
proceso contencioso, y contencioso-administrativo, emergentes de los actos
evacuados por el Gobierno Municipal, que actualmente son de conocimiento
especializado de los Tribunales Departamentales de Justicia,”.
P á g i n a 56 | 846
Según la cita de la disposición legal y el aporte doctrinario de referencia, el acto
administrativo es una declaración unilateral del funcionario o autoridad pública de
cualquiera de los niveles de la Administración Pública y que al emerger de una
potestad administrativa plasma una decisión que genera efectos o consecuencia
jurídico-administrativas directas o inmediatas, cuyas decisiones no pueden ser
demandadas o dejadas sin efecto por los jueces ordinarios civiles, correspondiendo
en todo caso acudir a la jurisdicción especializada del contencioso-administrativo.
ACTO ADMINISTRATIVO
Auto Supremo: 898/2015 - L
Sucre: 6 de Octubre 2015
El art. 27 de la Ley Nº 2341 de Procedimiento Administrativo establece lo
siguiente: "Se considera acto administrativo, toda declaración, disposición o
decisión de la Administración Pública, de alcance general o particular, emitida en
ejercicio de la potestad administrativa, normada o discrecional, cumpliendo con
los requisitos y formalidades establecidos en la presente Ley, que produce efectos
jurídicos sobre el administrado. Es obligatorio, exigible, ejecutable y se presume
legítimo".
Para el tratadista Hugo Caldera, "El Acto Administrativo constituye una
exteriorización unilateral de competencia por parte de un órgano administrativo
en ejercicio de potestades jurídico-administrativas destinadas a alcanzar fines
públicos encomendadas a éste órgano", opinión acorde con la vertida
precedentemente y armonizable al ordenamiento jurídico boliviano.
Como se podrá advertir, el acto administrativo es una declaración unilateral del
funcionario o autoridad pública de cualquiera de los niveles de la Administración
Pública y que al emerger del ejercicio de una potestad administrativa plasma una
decisión que genera efectos o consecuencias jurídico-administrativas directas e
inmediatas.
ACTOS DE TOLERANCIA
Auto Supremo: 1027/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Usucapión decenal o extraordinaria.
Respecto a lo que debe entenderse como actos de simple tolerancia, el Autor
Guillermo A. Borda en su obra titulada “Tratado de Derecho Civil, Derechos
Reales” Tomo I, sexta edición, señaló que: “Es necesario distinguir los actos
posesorios propiamente dichos y los llamados actos de simple tolerancia. Se
denominan así los realizados sobre un inmueble por un tercero que el propietario
o poseedor permite por razones de tolerancia, amistad o buena vecindad, pero que
él puede hacer cesar cuando le plazca (105)….”.
De igual forma, este Tribunal Supremo de Justicia en el Auto Supremo Nº
506/2013 respecto a lo que debe entenderse por tolerancia ha orientado en sentido
que de acuerdo a la Real Academia de la Lengua Española, por tolerancia se
entiende como la acción de tolerar, y a este último término como “permitir algo
que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente”.
Sobre este punto, el Código Civil en su art. 90, establece que: “Los actos de
tolerancia no pueden servir de fundamento para adquirir la posesión”, lo que nos
da a entender que los actos de tolerancia para la tenencia de cierto bien, no llega a
constituirse como posesión propiamente dicha.
Sin embargo, si bien resulta evidente que un acto de tolerancia no constituye
posesión y por ende tampoco puede generar que quien se encuentra en calidad de
tolerado adquiera el bien inmueble en razón a la prescripción adquisitiva o
usucapión; empero, corresponde precisar que, conforme a la cita doctrinaria
expuesta supra, esta autorización o consentimiento que otorga ya sea el propietario
o poseedor, para que un tercero realice actos sobre la cosa, debe necesariamente ser
demostrado, con otros medios probatorios, puesto que se constituye en una
presunción judicial, consiguientemente quien refiera que un tercero se encuentra en
calidad de tolerado en un inmueble de su propiedad, debe demostrar que este dio su
consentimiento para que este tercero realice actos sobre el mismo, máxime si el art.
88 del Sustantivo Civil, establece que se presume la posesión de quien ejerce
actualmente el poder de la cosa
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ACTOS DE TOLERANCIA
Auto Supremo: 1217/2016
Sucre: 26 de octubre 2016
Proceso: Usucapión.
Respecto a lo que debe entenderse como actos de simple tolerancia, el Autor
Guillermo A. Borda en su obra titulada “Tratado de Derecho Civil, Derechos
Reales” Tomo I, sexta edición, señaló que: “Es necesario distinguir los actos
posesorios propiamente dichos y los llamados actos de simple tolerancia. Se
denominan así los realizados sobre un inmueble por un tercero que el propietario
o poseedor permite por razones de tolerancia, amistad o buena vecindad, pero que
él puede hacer cesar cuando le plazca (105)….”.
De igual forma, este Tribunal Supremo de Justicia en el Auto Supremo Nº
506/2013 respecto a lo que debe entenderse por tolerancia ha orientado en sentido
que de acuerdo a la Real Academia de la Lengua Española, por tolerancia se
entiende como la acción de tolerar, y a este último término como “permitir algo
que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente”.
Sobre este punto, el Código Civil en su art. 90, establece que: “Los actos de
tolerancia no pueden servir de fundamento para adquirir la posesión”, lo que nos
da a entender que los actos de tolerancia para la tenencia de cierto bien, no llega a
constituirse como posesión propiamente dicha.
Sin embargo, si bien resulta evidente que un acto de tolerancia no constituye
posesión y por ende tampoco puede generar que quien se encuentra en calidad de
tolerado adquiera el bien inmueble en razón a la prescripción adquisitiva o
usucapión; empero, corresponde precisar que, conforme a la cita doctrinaria
expuesta supra, esta autorización o consentimiento que otorga ya sea el propietario
o poseedor, para que un tercero realice actos sobre la cosa, debe necesariamente ser
demostrado, con otros medios probatorios, puesto que se constituye en una
presunción judicial, consiguientemente quien refiera que un tercero se encuentra en
calidad de tolerado en un inmueble de su propiedad, debe demostrar que este dio su
consentimiento para que este tercero realice actos sobre el mismo, máxime si el art.
88 del Sustantivo Civil, establece que se presume la posesión de quien ejerce
actualmente el poder de la cosa
ACTOS DE TOLERANCIA
Auto Supremo: 659/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Usucapión Decenal o extraordinaria.
Respecto a lo que debe entenderse como actos de simple tolerancia, el Autor
Guillermo A. Borda en su obra titulada “Tratado de Derecho Civil, Derechos
Reales” Tomo I, sexta edición, señaló que: “Es necesario distinguir los actos
posesorios propiamente dichos y los llamados actos de simple tolerancia. Se
denominan así los realizados sobre un inmueble por un tercero que el propietario
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o poseedor permite por razones de tolerancia, amistad o buena vecindad, pero que
él puede hacer cesar cuando le plazca (105)….”.
De igual forma, este Tribunal Supremo de Justicia en el Auto Supremo Nº
506/2013 respecto a lo que debe entenderse por tolerancia ha orientado en sentido
que de acuerdo a la Real Academia de la Lengua Española, por tolerancia se
entiende como la acción de tolerar, y a este último término como “permitir algo
que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente”.
Sobre este punto, el Código Civil en su art. 90, establece que: “Los actos de
tolerancia no pueden servir de fundamento para adquirir la posesión”, lo que nos
da a entender que los actos de tolerancia para la tenencia de cierto bien, no llega a
constituirse como posesión propiamente dicha.
Sin embargo, si bien resulta evidente que un acto de tolerancia no constituye
posesión y por ende tampoco puede generar que quien se encuentra en calidad de
tolerado adquiera el bien inmueble en razón a la prescripción adquisitiva o
usucapión; empero, corresponde precisar que, conforme a la cita doctrinaria
expuesta supra, esta autorización o consentimiento que otorga ya sea el propietario
o poseedor, para que un tercero realice actos sobre la cosa, debe necesariamente ser
demostrado, con otros medios probatorios, puesto que se constituye en una
presunción judicial, consiguientemente quien refiera que un tercero se encuentra en
calidad de tolerado en un inmueble de su propiedad, debe demostrar que este dio su
consentimiento para que este tercero realice actos sobre el mismo, máxime si el art.
88 del Sustantivo Civil, establece que se presume la posesión de quien ejerce
actualmente el poder de la cosa.
ACTOS PROPIOS
Auto Supremo: 327/2017
Sucre: 30 de marzo 2017
Proceso: Nulidad de Contrato
En el Auto Supremo No 591/2014, de fecha de 17 de Octubre de 2014 se orientó al
respecto estableciendo que: “Conviene destacar la teoría de los actos propios,
según la cual no puede venirse contra los propios actos, negando efecto jurídico a
la conducta contraria, siendo inadmisible que un litigante fundamente su postura
invocando hechos que contraríen sus propias afirmaciones o asuma una actitud
que lo coloque en oposición con su conducta anterior”.
Asimismo en el Auto Supremo No 158/2014 de fecha 14 de abril de 2014, se
desarrolló; “Por otra parte también se deberá considerar que las partes en su
conducta procesal, están obligadas a hacerlo bajo el principio de buena fe, principio
procesal del que emerge la teoría del acto propio conocido con el apotegma
de “venire contra factum propium non valet”, que significa nadie "puede ir
válidamente contra sus propios actos", que de acuerdo al aporte doctrinario de
varios autores coinciden en que sus elementos son: 1) que la primera conducta sea
jurídicamente relevante, válida y voluntaria. 2) que ella produzca objetivamente un
estado de hecho que permita generar confianza o expectativas legítimas. 3) que la
segunda conducta sea contradictoria o incoherente con la primera y con ella se
pretenda ejercer un derecho, facultad o pretensión. 4) que exista identidad entre el
sujeto que desarrolló la primera conducta y el que ahora pretende desconocerla con
un hecho contrario.
P á g i n a 63 | 846
a la reconvención, por ello es que la postura doctrinaria se apoya en que la
reconvención sea sobre la misma relación jurídica.
El actor en el ejercicio del derecho dispositivo, se encuentra en la facultad de
plantear la pretensión que estime conveniente de acuerdo a sus intereses, lo que
implica que si pretende efectuar la división de la sucesión hereditaria, tiene
posibilidad de hacerlo y si considera que al margen de la división de la herencia
(relación jurídica 1), pretende activar también la división de bienes comunes - no
hereditarios (relación jurídica 2) también puede hacerlo a este hipotético la doctrina
la denomina acumulación de una pretensión objetiva originaria, pues existen dos
pretensiones (dos relaciones jurídicas independientes) autónomas o principales, la
primera que resulta ser la división de una sucesión y la segunda la división de
bienes comunes adquiridos contractualmente, sin embargo de ello para que prosiga
esta pretensión acumulada, es necesario que las partes sean las mismas, pues si
difieren los titulares del derecho subjetivo no habrá acumulación objetiva de
pretensiones principales o autónomas, además de que la pretensión acumulada deba
ser tramitada por el mismo procedimiento ordinario.
P á g i n a 68 | 846
le presenta es de su competencia o no; si la demanda se ajusta a las reglas
previstas por el artículo 327 del Código de Procedimiento Civil.
Ahora bien, una vez comprobada por el Juez la concurrencia de los presupuestos
procesales y el cumplimiento de los requisitos formales, le corresponde efectuar un
control de la proponibilidad o fundamento intrínseco de la acción tal como ha sido
propuesta. A diferencia del control formal, el juicio de fundabilidad opera con
elementos que corresponden al derecho material, con los preceptos sustanciales
llamados a zanjar la litis en la sentencia definitiva.
Respecto de las condiciones de fundabilidad, el Autor argentino Peyrano señala
que "Presentada la demanda ante el Juez, éste deberá analizar (entre otras cosas)
la proponibilidad objetiva de la pretensión y para ello deberá consultar el
ordenamiento y comprobar "en abstracto" si la ley le concede la facultad de juzgar
el caso. El mencionado Autor refiere el rechazo in límine por "improponibilidad
objetiva de la demanda", es decir, no ya por carencia de condiciones de
procedibilidad, sino por evidente infundabilidad.
El concepto de "improponibilidad", fue postulado por Morello y Berizonce, en un
trabajo llamado "improponibilidad objetiva de la demanda", en el que se
estableció que le está permitido al Juez, fuera de los supuestos de inhabilidad
formal de la demanda, disponer su repulsa in limine juzgando sin sustanciación
acerca de su fundabilidad o merito, cuando el objeto perseguido (por la
pretensión) está excluido de plano por la ley, en cuanto esta impida explícitamente
cualquier decisión al respecto, o la improcedencia derive de la no idoneidad,
juzgada en abstracto, de los propios hechos en que se funda la demanda (causa
petendi), los que no son aptos para una Sentencia favorable.
El rechazo in límine o ab initio de la demanda por falta de fundabilidad o por
carecer de un interés tutelado por el ordenamiento, tiene como fundamento evitar
un inútil dispendio de la función jurisdiccional, puesto que de admitirse el trámite
de una demanda improponible y que así será sancionada al culminar el proceso,
no sólo se atenta contra los principios de economía procesal y celeridad, sino que
se activa y recarga inútilmente la labor de los órganos jurisdiccionales…”.
En este antecedente, corresponde precisar en qué situaciones resulta justificado
rechazar in limine una pretensión; es decir en qué casos el Juez debe ejercer la
faculta de repulsar una demanda por infundabilidad o improponibilidad objetiva.
Al respecto, son varios los criterios de clasificación que adopta la doctrina, empero,
diremos que en principio esa facultad comprende aquellas pretensiones en las que
falta un interés susceptible de ser protegido, o demanda imposible; de la
multiplicidad de relaciones subjetivas que se suceden en el tráfico jurídico no todas
encuentran un amparo por el derecho, existen relaciones jurídicas que se crean al
margen de la legalidad y que el ordenamiento las priva de tutela jurídica por estar
en pugna con el orden público o ser contrarias a la ley.
En esta hipótesis cabe encuadrar los casos donde el objeto o la causa que conforma
una determinada pretensión son ilícitos, o pugnan con la ley o las buenas
costumbres o bien una pretensión que se dirige a algo material o jurídicamente
P á g i n a 69 | 846
imposible. Ejemplo, la pretensión de cobro de una deuda que resulte de un juego
prohibido, supuesto expresamente previsto por el artículo 910-I del Código Civil;
el pago que se demanda en cumplimiento de una obligación cuya prestación resulta
ilegal o inmoral, ese sería el caso de un sicario que demanda el pago por un
asesinato llevado a cabo, o de aquel que demanda el pago por la venta de sustancias
prohibidas; la demanda de reivindicación de un bien que se encuentra fuera del
comercio humano -jurídicamente imposible-. En estos supuestos, no hay un interés
legítimo jurídicamente protegido, por ello no se justifica la tramitación completa de
un proceso que se sabe infecundo, en cuanto necesariamente terminará con una
Sentencia desfavorable para el demandante.
Ingresa, igualmente en esta primera clasificación aquellos supuestos en los que la
pretensión recae sobre relaciones subjetivas que no poseen relevancia jurídica en la
medida en que no se encuentran reguladas por el derecho, por tratarse,
precisamente de cuestiones que carecen de contenido jurídico. Ejemplo, la
pretensión dirigida a exigir el cumplimiento de una obligación de trato social.
El segundo supuesto en que el Juez puede ejercer la facultad de rechazar in limine
una demanda, lo constituye aquellos casos en los que la ley excluye la posibilidad
de tutela jurídica, o demanda objetivamente improponible; Quedan incluidos,
dentro de esta posibilidad todos los casos de obligaciones naturales; además
aquellos en los que la ley sustantiva excluye determinadas pretensiones jurídicas,
es decir, cuando nos encontramos frente a una pretensión inviable de inicio. Por
ejemplo, la imposibilidad de demandar la lesión o vicios ocultos, respecto de una
venta judicial, supuesto expresamente prohibido por el artículo 1481 del CC; la
inadmisibilidad de la acción de desconocimiento de paternidad intentada por el
padre en el supuesto de concepción por fecundación artificial con autorización
escrita del marido, previsto por el artículo 187 del CF.
Así también este Supremo Tribunal a través de diversos fallos a orientado que el
reconocer al Juez la facultad de rechazar ad initio la demanda no pugna con el
derecho a la tutela judicial efectiva, o derecho de acción; en efecto, si aceptamos
que el derecho de acción o de tutela judicial efectiva, tiene como contenido
esencial que la pretensión del justiciable sea atendida por un Tribunal y, que
amerite un pronunciamiento debidamente motivado respecto a la pretensión
deducida; el derecho a la tutela judicial se agotaría, en el acceso a la jurisdicción y
en la dictación de una resolución motivada en derecho, es decir que, el poder del
Juez de rechazar ab initio una demanda, no entra en pugna con el contenido del
derecho de acción o de tutela judicial efectiva, puesto que el Juez atenderá y se
pronunciará efectivamente y en forma motivada respecto a la pretensión del actor;
en otras palabras, el actor promueve su pretensión, activando la función
jurisdiccional del Estado, la que desemboca en una determinada, precisa y fundada
decisión judicial, en consecuencia, se satisface íntegramente su derecho a la acción
o tutela judicial.
P á g i n a 72 | 846
establece el ordenamiento jurídico”, de lo expuesto se tiene que dicha norma
franquea al titular la potestad de disponer de sus bienes sin restricción alguna.
Ahora bien, respecto a la legítima diremos que ésta, es una institución de orden
público que comprende la parte de la herencia que el de cujus está limitado de
disponer libremente cuando tiene herederos forzosos, que son los descendientes,
ascendientes o cónyuge y de la cual los mismos no pueden ser privados sin justa
causa por actos a título gratuito, en el claro entendido de que los hijos, sea cual
fuere su origen, son iguales ante la ley y su legítima es de las cuatro quintas partes
del patrimonio de su progenitor y sólo la quinta parte del mismo puede ser
dispuesta libremente por él, conforme previene el art. 1059 par. I del Código Civil,
norma que claramente establece que si a raíz de un acto de liberalidad, sea este en
vida del titular o por testamento, se habría dispuesto más del 20% del patrimonio,
podría haber lesión a la legítima, toda vez que por disposición de esta norma sólo la
quinta parte es de libre disposición. Esta fórmula normativa prevé la proporción del
patrimonio que el de cujus puede destinar a liberalidades; en esa lógica el de cujus
si no tiene herederos forzosos puede disponer de la totalidad de sus bienes y en
caso de que los tuviera (herederos forzosos) la liberalidad de sus actos sobre su
patrimonio se limita a la proporción que indica la norma legal de referencia.
De esta manera, corresponde precisar qué debe entenderse por “liberalidad”, la cual
se halla inmersa en el art. 1059.I del Código Civil, citado supra; es asi que, según
Manuel Ossorio en su Obra “Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y
Sociales”, la define como: “Disposición hecha a título gratuito, a favor de otra
persona, ya figure como donación, como legado (v) o como institución
contractual”; por su parte Guillermo Cabanellas de Torres la define como,
“Donación o dádiva de bienes propios hecha a favor de una persona o entidad, sin
pretender compensación ni recompensa alguna”; de estas citas doctrinarias, queda
claro que la liberalidad implica una disposición no onerosa que puede realizar el de
cujus de su patrimonio sea en donaciones (mediante actos entre vivos) o legados
(por testamento), es decir el desprendimiento que hace de su patrimonio a título
gratuito.
Entendida así la liberalidad, si el causante en vida procede a disponer
liberalmente de sus bienes excediéndose más allá de la quinta parte que la Ley
le autoriza, ese acto de disposición voluntario no es pasible de ser sancionado
con nulidad, toda vez que la Ley prevé como remedio legal “la reducción de la
disposición testamentaria o la reducción de las donaciones efectuadas”, tal y
como lo señalan los arts. 1068 y 1252.II del Código Civil;consiguientemente
debe quedar claro que la afectación a la legítima por exceder el límite de
liberalidad en las disposiciones, no da lugar a la nulidad de esos actos, por el
contrario una vez abierta la sucesión lo que corresponde es su reducción hasta
reponer la proporción fijada en ley como legítima (siempre que se trate de
liberalidades), lo contrario, implicaría que todas las donaciones realizadas por el
causante por actos entre vivos fueran nulas, lo que contrasta con el poder de
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disposición que le faculta al titular el art. 105.I del Código sustantivo que ya fue
citado.
Sin embargo, no debe confundirse la “liberalidad” instituida por el régimen
sucesorio, con los actos de disposición que hubiere realizado el de cujus en
sujeción estricta del art. 105 del Código Civil; en función a esta norma legal, los
actos que onerosamente disponga el causante de su patrimonio antes de abierta la
sucesión no pueden considerarse como actos de liberalidad encaminados a violar la
legítima, ya que los mismos por su naturaleza de contratos sinalagmáticos tienen
una contraprestación o retribución que recibe su titular por el valor del bien;
consiguientemente en términos meramente económicos por la disposición de un
bien específico, el patrimonio en su conjunto no sufre ninguna afectación.
Dentro de ese mismo contexto, corresponde referirnos al art. 1066 del Código Civil
que está referido a las modificaciones y pactos de las cargas y condiciones sobre la
legitima sancionada con nulidad; en el primer parágrafo de la norma de referencia
sanciona con nulidad cuando pordisposición testamentaria se modifica o suprime
la legitima de los herederos forzosos o se impongan cargas o condiciones sobre la
misma. En el segundo parágrafo igualmente sanciona con nulidad todo contrato,
celebrado antes de abrirse la sucesión, que modifique, suprima o imponga cargas o
condiciones a la legítima de los herederos forzosos; la norma se refiere a los actos
que tengan por objeto la modificación, supresión o impongan cargas o condiciones
a la legitima, es decir, el contrato que se sanciona con nulidad es aquel en cuyo
objeto se pacte sobre la legítima para su reforma, supresión o imposición de
condiciones, empero, no importa una limitación al derecho que tiene el causante de
realizar actos de disposición a título oneroso como es la compra venta facultado
por el art. 584 con relación al 105.I del Código Civil.
De esta manera debemos señalar que los fundamentos expuestos precedentemente,
se encuentran inmersos en varios Autos Supremos que fueron emitidos por este
Tribunal Supremo de Justicia, entre ellos, el A.S. Nº 412/2013 de 15 de agosto,
A.S. Nº 518/2014 de 8 de septiembre y A.S. Nº 336/2015 de 18 de mayo.
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ALCANCE DE LA RESOLUCIÓN DE COMPULSA –ART. 283 DEL CPC–,
POR NEGATIVA INDEBIDA DEL RECURSO DE APELACIÓN
S.C.P. 1214/2015-S1, Sucre 7 de diciembre de 2015
RATIO DECIDENDI Y PRECEDENTE:
La SCP 1779/2014 de 15 de septiembre, refirió que: "El art. 283 del Código
Procesal Civil (CPC), establece que el recurso de compulsa procede en los
siguientes casos: '1) Por negativa indebida del recurso de apelación; 2) Por
haberse concedido la apelación sólo en efecto devolutivo, debiendo ser en el
suspensivo; y, 3) Por negativa indebida del recurso de casación', constituyéndose
así en un medio de impugnación ante una resolución judicial que, de forma
indebida o ilegal, niega la concesión del recurso de apelación o de casación,
según sea el caso.
El Tribunal Constitucional transitorio, en la SC 0549/2010-R de 12 de julio,
respecto del recurso de compulsa, determinó que se constituye: '…en un medio de
impugnación, a través del cual el superior en grado puede controlar la decisión
del inferior en cuanto a la admisibilidad de un recurso de apelación o de
casación, posibilitando que -si a criterio del compulsante debe concedérsele uno u
otro recurso para conocer el fondo del asunto principal-, exista un medio idóneo
para definir si conforme a derecho se debe conceder o no el recurso para que sea
conocido en el fondo. La SC 1468/2004-R de 14 de septiembre, respecto a la
naturaleza jurídica propia de la compulsa ha establecido que: 'En el sistema
procesal boliviano, el recurso de compulsa constituye una vía de impugnación de
la decisión judicial que, de manera indebida o ilegal, niega la concesión de los
recursos de apelación o de casación o, en su caso, concede la apelación de manera
incorrecta. Este recurso tiene una doble finalidad, de un lado, protege a las partes
que intervienen en el proceso en su derecho de impugnar la decisión judicial ante
el superior en grado en los casos expresamente previstos por ley; y, de otro,
garantiza y asegura la debida observancia de las normas procesales que son de
orden público, el cual quedaría vulnerado si no se facilitara el remedio para
impedir que una denegación de recurso legal, dispuesta por error, malicia o
ignorancia, comprometa la defensa de los litigantes, contraviniendo el presupuesto
procesal de igualdad a las partes en todas las actuaciones procesales'" (las
negrillas nos corresponden).
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concluyente; sin embargo, consigna su limitación en las disposiciones siguientes
(arts. 345 y 346).
Del criterio interpretativo asumido por el indicado autor, se puede llegar a la
siguiente conclusión: cuando no interviene dolo del deudor, el daño comprende lo
previsto o lo que haya podido preverse al tiempo de la celebración del contrato; en
cambio, cuando concurre dolo del deudor, el daño se hace extensible también a lo
que sea consecuencia inmediata y directa del incumplimiento; el nombrado autor al
mismo tiempo indica; en ambos casos, aparte del daño emergente, puede
reclamarse el lucro cesante cuando éste sea consecuencia directa e inmediata del
incumplimiento, entendiéndose para que esa situación proceda, se requiere la
conexión o vinculación inmediata y directa del negocio jurídico que el acreedor se
ha propuesto realizar con terceras personas con miras a obtener algún beneficio o
ganancia, cuya ejecución se encuentre estrechamente vinculada y sobre todo
dependa del cumplimiento de la obligación contraída por el deudor, cuyo
incumplimiento por parte de este último genere la frustración del negocio del
acreedor, recayendo indudablemente la probanza a cargo de este último como
titular del derecho a exigir el pago de los perjuicios ocasionados.
Por otra parte, dentro del campo de las obligaciones, para atribuir responsabilidad
civil, ya sea esta extracontractual o proveniente de una relación contractual, se
requiere de la ineludible concurrencia de determinados presupuestos; con relación a
este tema, recurrimos al tratadista Jorge Joaquín Llambias, quien en su Obra
“Tratado de Derecho Civil, Obligaciones, Tomo I, Séptima Edición, Buenos Aires,
Abeledo Perrot 2012 (pag. 95), actualizada por Patricio Rafo Venegas, refiere lo
siguiente:
“Para que la responsabilidad del deudor quede comprometida deben conjugarse
los siguientes presupuestos: 1º incumplimiento del deudor; 2º imputabilidad del
incumplimiento al deudor en razón de su culpa o dolo; 3º daño sufrido por el
acreedor; 4º relación de causalidad entre el incumplimiento del deudor y el daño
experimentado por el acreedor” (el resaltado nos corresponde).
“Basta que alguno de estos requisitos fracase para que el deudor quede exento de
responsabilidad civil por las consecuencias de su actividad. Por tanto, si no media
inejecución del deudor (falta el primer presupuesto), o si la inejecución no es
imputable al deudor (exclusión del segundo presupuesto), o si la inejecución no
provoca daño (ausencia del tercer presupuesto), o si el daño experimentado por el
acreedor no deriva de incumplimiento de la obligación (falta del cuatro
presupuesto), la responsabilidad del deudor está fuera de cuestión”.
“El solo incumplimiento de una obligación, no implica comprometer la
responsabilidad del deudor, pues para ello será menester que la conducta obrada
se conjugue con los demás presupuestos enunciados”.
De lo descrito y siguiendo la esencia del aporte doctrinario del nombrado autor, se
puede indicar que en el segundo presupuesto de responsabilidad se hallan
comprendidos dos tipos de imputabilidad diferentes; siendo estos el dolo y laculpa,
conductas distintas del deudor que reciben un tratamiento igualmente diferente; el
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primero (dolo) en el incumplimiento de la obligación, implica la intensión
deliberada con que el deudor ha obrado la inejecución de la obligación; es decir
cuando el deudor puede cumplir, pero no quiere hacerlo, sin embargo no basta para
configurar el dolo la mera conciencia del deudor de no cumplir la obligación; se
requiere que el deudor tenga la posibilidad de cumplir y no quiera hacerlo,
cualquiera sea el motivo que lo lleve a obrar de esa manera.
En cambio, el elemento culpa, en el lenguaje jurídico alude a un comportamiento
del deudor, reprochable pero exento de malicia; se tipifica esta conducta por la
ausencia de mala fe o mala voluntad donde el deudor no se propone incumplir la
obligación y si ha llegado a ello no ha mediado malicia de su parte.
Los dos elementos descritos se constituyen en fundamentales para atribuir la
responsabilidad, habida cuenta que en tema de obligaciones, se responde
únicamente a título de dolo o culpa, no existiendo otras categorías distintas a éstas;
sin embargo a la hora de imponerse una determinada sanción, debe también
tomarse en cuenta los supuestos de inimputabilidad que pueden presentarse según
las circunstancias, conocidos como fuerza mayor o caso fortuito; el primero
entendido como el obstáculo externo atribuible al hombre, imprevisto, inevitable,
proveniente de las condiciones mismas en que la obligación debía ser cumplida
(ejemplo: conmociones civiles, huelgas, bloqueos, revoluciones, etc.); en tanto que
el caso fortuito alude al obstáculo externo, imprevisto e inevitable que origina una
fuerza extraña al hombre proveniente de la naturaleza que impide el cumplimiento
de la obligación (ejemplo: desastres naturales).
Del mismo modo debe tomarse en cuenta el hecho de tercero, que puede ser
emanado de una o varias personas extrañas al deudor que no mantiene ninguna
relación jurídica; si el acto proviene del tercero por el que debe responder el
deudor, no hay responsabilidad ya que estaría en juego la culpa de éste; el tercero
autor del hecho puede estar identificado o ser ignorado.
En cuanto al daño que viene a ser el tercer presupuesto de la responsabilidad civil,
este plantea el problema de la prueba; para el derecho es fundamental que se
demuestre la existencia del daño y esta situación incumbe al damnificado.
El último presupuesto de la responsabilidad viene a constituir la relación de
causalidad entre el hecho obrado por la persona a quien se intenta responsabilizar y
el daño sufrido por quien pretende ser acreedor a una indemnización; es decir es
menester establecer el nexo de causalidad entre ese efecto dañoso y el hecho que
suscita la responsabilidad en cuestión en cuanto este hecho sea el factor por cuyo
influjo ocurrió aquel daño; esa relación de causalidad no debe ser entendida
simplemente desde el punto de vista material (comisión del hecho) sino que la
misma va asociada a la relación de causalidad jurídica, habida cuenta que el
derecho no se satisface con una pura relación de causalidad material, aspecto que
denota complejidad.
En la comisión del hecho, de ordinario integran un conjunto de acontecimientos
que actúan como factores determinantes, condicionantes o coadyuvantes de
sucesivos fenómenos que pueden servir de agravantes o atenuantes, hasta incluso
P á g i n a 84 | 846
de eximentes de responsabilidad, que dificultan describir el nexo de causalidad que
se proponer indagar; adviértase que muy comúnmente, el hecho reputado como
originario se conecta con otro hecho distinto que modifica las consecuencias del
primero a tal extremo que pasa a ser la causa eficiente de nuevas derivaciones que
el hecho originario por sí mismo no habría producido; este proceso de sucesivas
causaciones transcurre en el tiempo, circunstancias que alejan y hasta pueden llegar
a borran de la conciencia los antecedentes de los hechos que capta nuestro
entendimiento.
Aun de establecerse que un determinado hecho deba aceptarse como causa de tal
efecto dañoso, este solo no basta para concluir que el autor de aquel hecho tenga
que afrontar la reparación del daño producido, pues ante todo y bajo el prisma de la
justicia debe indagarse, si es justo que así sea; de ahí que, según la índole del hecho
originario del daño, y especialmente de acuerdo con el reproche o censura que
merezca la conducta en cuestión, será menester dilatar o restringir aquella relación
de causalidad material, para que resulten o no comprometidas en ella tales o cuales
consecuencias del hecho originario; de ese ajuste o corrección del nexo de
causalidad material, surge la causalidad jurídica, es decir la que el derecho computa
a los fines de la pertinente responsabilidad; es esa causalidad jurídica, la que en
última instancia definirá la extensión del resarcimiento a cargo del responsable, que
podrá ser diferente según el comportamiento del agente, haya éste obrado con dolo
o mera culpa.
ALCANCES DE LA TRANSACCIÓN
Auto Supremo: 253/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Anulabilidad parcial de acuerdo transaccional.
El Art. 945 del Código Civil señala lo siguiente: “(Noción). I. La transacción es un
contrato por el cual mediante concesiones recíprocas se dirimen derechos de
cualquier clase ya para que se cumplan o reconozcan, ya para poner término a
litigios comenzados o por comenzar, siempre que no esté prohibido por ley. II. Se
sobreentiende que la transacción está restringida a la cosa u objeto materia de ella,
por generales que sean sus términos”.
Asimismo, el art. 949 del mismo sustantivo civil refiere que: “(Efectos de cosa
juzgada). Las transacciones, siempre que sean válidas, tienen entre las partes y sus
sucesores los efectos de la cosa juzgada”.
Por su parte, el art. 950 del Código Civil, dispone: “(Error de hecho y de derecho).
Es anulable la transacción por error de hecho o de derecho, si el error, en uno u
otro caso, no es relativo a las cuestiones que han sido ya objeto de controversia
entre las partes”.
Carlos Morales Guillem, en su obra Código Civil Anotado y Concordado, al
realizar el comentario del art. 950 del Código Civil refiere: “Este art. es una
aplicación, para el caso particular de la transacción, de la regla del art. 473, que
niega validez al consentimiento dado por error, violencia o dolo”.
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En el Auto Supremo Nº 75/2016 de 04 de febrero, se ha concretado lo
siguiente: “…en la causa si bien se ha presentado el documento de 9 de junio de
2012, que suscribieron las partes, empero, en el caso presente no se discute el
contenido o la finalidad del mismo, sino que el consentimiento de la actora habría
estado viciado a momento de la suscripción del mismo; aspecto que fue el punto
central del debate en la litis, para determinar la anulabilidad del documento en
cuestión; por lo que los artículos citados por los recurrentes no tienen incidencia
en el fondo de la Resolución recurrida y menos se observa el error de hecho y de
derecho al que hacen referencia los recurrentes”.
Sobre lo anterior, en el Auto Supremo Nº 464/2016 de 11 de mayo, se ha razonado
lo siguiente: “…los efectos del acuerdo transaccional únicamente alcanzan sobre
temas o conflictos específicos, generados de aquella, esto con la finalidad de evitar
su errada utilización o negación de derechos o acceso a la justicia, bajo una
dudosa interpretación de transacciones genéricas, es por dicho motivo que dentro
de las reglas de su interpretación o sus alcances avocan simplemente a los temas
inherentes a la misma y no a otros no relacionados…”, criterio que se encuentra
sustentado en el Principio General de Derecho: “Transactio quaecunque fit, de his
tantum, de quibus inter convenientes placuit, interposita creditur”, que significa:
La transacción, de cualquiera manera que sea, se ha de considerar realizada
solamente sobre aquellas cosas que acordaron los contrayentes (Digesto, ley 9, tít.
15 lib. 2 Cit. Scaevola).
ALCANCES DE LA TRANSACCIÓN
Auto Supremo: 464/2016
Sucre: 11 de mayo 2016
Proceso: Cumplimiento de obligación y otro.
El art. 945 del Código Civil de forma puntual señala: “I.- La Transacción es un
contrato por el cual mediante concesiones reciprocas se dirimen derechos de
cualquier clase ya para que se cumplan o reconozcan, ya para poner término a
litigios comenzados o por comenzar, siempre que no esté prohibida por ley.
II.- Se sobreentiende que la transacción está restringida a la cosa u objeto materia
de ella, por generales que sean sus términos. ”.
De la norma citada se puede establecer que la transacción es un acto jurídico
bilateral, debido a que emana del acuerdo de voluntades que consagra la intención
de las partes para componer el conflicto, para lo cual debe existir el animus
transigendi, partiendo de este entendimiento de orden general corresponde un
análisis a la segunda parte de esta norma, la cual refiere que la - transacción está
restringida a la cosa u objeto materia de ella, por generales que sean sus
términos-, para lo cual en principio podemos acudir a la doctrina y citando a Carlos
Morales Guillem, quien en su obra Código Civil Anotado y Concordado, en su
análisis a la norma citada, expone: “ También ha de tenerse presente que la
transacción se pacta siempre sobre cosas dudosas entre las partes interesadas, por
lo cual, según la doctrina, la reglas de interpretación de las transacciones, deben
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ser muchas más rígidaa que las de otros contratos cuyas clausulas deben estar
revestidas de singular y rigorosa firmeza”, criterio que es compartido con este
Tribunal debido a que los efectos del acuerdo transaccional únicamente alcanzan
sobre temas o conflictos específicos, generados de aquella, esto con la finalidad de
evitar su esa errada utilización o negación de derechos o acceso a la justicia, bajo
una dudosa interpretación de transacciones genéricas, es por dicho motivo que
dentro de las reglas de su interpretación o sus alcances avocan simplemente a los
temas inherentes a la misma y no a otros no relacionados, criterio que encuentra su
sustento en el aforismo : “Transactio quaecunque fit, de his tantum, de quibus inter
convenientes placitu, interposita creditur” que significa que la transacción de
cualquier manera se ha de considerar realizada solamente sobre aquellas cosas
que acordaron los contrayentes.
ANATOCISMO, PROHIBICION
Auto Supremo: 829/2015
Sucre: 25 de Septiembre 2015
Con referencia al punto uno denunciado como causal inmersa en el numeral 1) del
artículo 253 del Código de Procedimiento Civil, referente a la aplicación errática e
indebida del artículo 412 del Código Civil, que hubieren hecho los tribunales de
instancia en el caso concreto, para tener un mejor entendimiento de los hechos
demandados, debemos comenzar refiriéndonos a que se entiende por anatocismo y
como el Código Civil en su artículo 412 norma respecto a la prohibición de
anatocismo cuando manda: ”Están prohibidos el anatocismo y toda otra forma de
capitalización de los intereses. Las convenciones en contrario son nulas”, ésta
disposición legal es reclamada por la parte recurrente y denuncia que fue aplicado
de manera indebida en la dictación tanto de la Sentencia como en el Auto de Vista;
en ese antecedente, recurrimos a lo que el Diccionario Jurídico Abeledo-Perrot,
refiere respecto al tema: Anatocismo. Es la capitalización de los intereses, de
P á g i n a 88 | 846
modo que sumándose tales intereses al capital originario pasan a redituar nuevos
intereses. Es denominado también capital compuesto. Para Morales Guillen es una
palabra griega que significa interés de intereses, también se le llama interés
compuesto. Por su parte la enciclopedia Jurídica Omeba refiere que: en el lenguaje
jurídico designa el pacto por el cual se conviene pagar intereses de intereses
vencidos y no satisfechos; el hecho de exigir réditos por los intereses, que con tal
fin se agregan al capital, constituye, en verdad, la formación de un interés
compuesto, ya que se consideran los intereses devengados como nuevo capital, que
rinde a su vez los suyos. Esta forma de usura es de lo más frecuente, y ha sido
reconocida bajo ciertas condiciones en forma legal. Por su parte el Autor Español
José Castán Tobeñas en su obra Derecho de Obligaciones señala que: Se da el
nombre de anatocismo al hecho de que los intereses ya vencidos se incorporen al
capital y produzcan, en consecuencia, a su vez, nuevos intereses.
De lo anterior podemos concluir respecto al tema que a la capitalización de los
intereses se le llama anatocismo, es decir al hecho de que los intereses ya vencidos,
se conviertan en bien capital o se capitalicen y, como tales sean susceptibles de
producir intereses a su vez, o sea los llamados intereses compuestos. Aunque
parecería un carácter absoluto, tiene excepciones que en el ámbito de estas la
derogan, entre ellas el artículo 800 del código de comercio de nuestra legislación,
permite capitalizar intereses devengados por más de un año.
ANOTACION PREVENTIVA
Auto Supremo: 940/2015 - L
Sucre: 14 de octubre 2015
Sobre el tema corresponde en principio señalar que el art. 1552 del Código civil
establece que se puede solicitar ante la autoridad jurisdiccional la anotación
preventiva de sus derechos en el registro público, y en su inciso 5) estipula de
manera concreta que puede solicitar esta anotación preventiva: “ quien tenga un
título cuya inscripción definitiva no puede hacerse por falta de algún requisito
subsanable”, asimismo en cuanto al término de la misma nuestro ordenamiento
jurídico Civil en el art. 1553 I-II del Código sustantivo expresa que: “I.-La
anotación preventiva caducara si a los dos años de su fecha no es convertida en
inscripción. El juez puede prorrogar el termino por un nuevo lapso de un año
“….” II.-La anotación preventiva se convertirá en inscripción cuando se presente
la sentencia favorable pasada e autoridad de cosa juzgada o se demuestre haberse
subsanado la causa que impedía momentáneamente la inscripción y ella en estos
casos produce todos sus efectos desde la fecha de la anotación…” asimismo en
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cuanto al tema de la anotaciones preventivas y su caducidad la jurisprudencia
constitucional contenida en la SCP 0700/2013 de fecha 3 de junio de 2013 sobre el
tema ha precisado: “ III.5. Respecto a la caducidad de las anotaciones
preventivas. La anotación preventiva es considerada por Roca Sastre como “un
asiento provisional y en general positivo, que se practica en los libros de
inscripción y que tiene por objeto asegurar las resultas de un juicio, garantizar un
derecho perfecto pero no consumado o preparar un asiento definitivo”. En igual
sentido la jurisprudencia constitucional conforme a la doctrina definió a la
anotación preventiva”…como aquella inscripción provisional, de efectos más o
menos transitorios, cuyo objeto consiste en asegurar las resultas de un juicio, en
garantizar la efectividad de un derecho perfecto pero no consumado o en preparar
una inscripción definitiva y permanente...”.
De acuerdo al Código Civil podrán pedir anotación preventiva de sus derechos en
el registro público entre otros, quien demanda en juicio la propiedad de bienes
inmuebles, o que se constituya, declare, modifique o extinga cualquier derecho
real, así su art. 1552 inc. 1)
ANOTACIÓN PREVENTIVA
Auto Supremo: 306/2016
Sucre: 06 de abril 2016
Proceso: Reivindicación.
En cuanto al tema de la conversión de la anotación preventiva en registro definitivo
a través del Auto Supremo: 940/2015-L de fecha 14 de octubre 2015 se ha referido
: “Sobre el tema corresponde en principio señalar que el art. 1552 del Código civil
establece que se puede solicitar ante la autoridad jurisdiccional la anotación
preventiva de sus derechos en el registro público, y en su inciso 5) estipula de
manera concreta que puede solicitar esta anotación preventiva: “ quien tenga un
título cuya inscripción definitiva no puede hacerse por falta de algún requisito
subsanable”, asimismo en cuanto al término de la misma nuestro ordenamiento
jurídico Civil en el art. 1553 I-II del Código sustantivo expresa que: “I.-La
anotación preventiva caducara si a los dos años de su fecha no es convertida en
inscripción. El juez puede prorrogar el termino por un nuevo lapso de un año
“….” II.-La anotación preventiva se convertirá en inscripción cuando se presente
la sentencia favorable pasada en autoridad de cosa juzgada o se demuestre
haberse subsanado la causa que impedía momentáneamente la inscripción y ella
en estos casos produce todos sus efectos desde la fecha de la anotación…”
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asimismo en cuanto al tema de la anotaciones preventivas y su caducidad la
jurisprudencia constitucional contenida en la SCP 0700/2013 de fecha 3 de junio
de 2013 sobre el tema ha precisado: “ III.5. Respecto a la caducidad de las
anotaciones preventivas. La anotación preventiva es considerada por Roca Sastre
como “un asiento provisional y en general positivo, que se practica en los libros
de inscripción y que tiene por objeto asegurar las resultas de un juicio, garantizar
un derecho perfecto pero no consumado o preparar un asiento definitivo”. En
igual sentido la jurisprudencia constitucional conforme a la doctrina definió a la
anotación preventiva”…como aquella inscripción provisional, de efectos más o
menos transitorios, cuyo objeto consiste en asegurar las resultas de un juicio, en
garantizar la efectividad de un derecho perfecto pero no consumado o en preparar
una inscripción definitiva y permanente...”.
De acuerdo al Código Civil podrán pedir anotación preventiva de sus derechos en
el registro público entre otros, quien demanda en juicio la propiedad de bienes
inmuebles, o que se constituya, declare, modifique o extinga cualquier derecho
real, así su art. 1552 inc. 1).”
De acuerdo a lo señalado en la doctrina aplicable III.3 el art. 1552 del Código civil
establece que se puede solicitar ante la autoridad jurisdiccional la anotación
preventiva de sus derechos en el registro público, y en su inciso 5) estipula de
manera concreta que puede solicitar esta anotación preventiva: “ quien tenga un
título cuya inscripción definitiva no puede hacerse por falta de algún requisito
subsanable”, asimismo en cuanto al término de la misma nuestro ordenamiento
jurídico Civil en el art. 1553 I-II del Código sustantivo expresa que: “I.-La
anotación preventiva caducara si a los dos años de su fecha no es convertida en
inscripción. El juez puede prorrogar el termino por un nuevo lapso de un año
“….” II.-La anotación preventiva se convertirá en inscripción cuando se presente
la sentencia favorable pasada en autoridad de cosa juzgada o se demuestre
haberse subsanado la causa que impedía momentáneamente la inscripción y ella
en estos casos produce todos sus efectos desde la fecha de la
anotación…”, normas que encuentran total concordancia con lo que establecen los
art. 26 y 28 de la Ley de fecha15 de noviembre de 1887 y los arts. 56 y 61 de la
Ley de Inscripción de Derechos Reales( DS Nº 27957 de 24 de diciembre de 2004),
de la norma citada se establece la viabilidad de la anotación preventiva de quien en
virtud de un título no puede inscribir por falta de un requisito subsanable, esto en
el entendido que la normativa en Derechos Reales al no establecer la figura
inscripción preventiva, es viable la anotación preventiva, y si esta anotación
preventiva es perfeccionada dentro del plazo establecido por ley, por determinación
de la norma genera el efecto retroactivo de la inscripción a los efectos de la
prelación en el registro, produciendo sus efectos desde el momento de la anotación.
Partiendo de lo expuesto en el sub lite, conforme a lo concluido por el Tribunal de
Segunda instancia, ambos títulos provienen de un titular, el cual tiene su origen en
la matricula Nº8.02.2.01.0001669, donde se evidencia la anotación preventiva de
Justiniano Arriaga Jorge y Melgar Landívar Jessica ambos, con fecha de registro
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06/12/11, y ambas anotaciones han sido convertidas en inscripción definitiva,
mediante escrituras públicas que dan origen a su derecho propietario, extremo que
ha sido evidenciado correctamente por el Tribunal de Segunda instancia, no siendo
evidente alguna errada valoración si bien tiene una inscripción aparentemente
preferente el demandante, no resultando alejado de la realidad el criterio del
Tribunal de segunda instancia al referir que ha operado el efecto retroactivo a partir
del registro de las anotaciones preventivas.
Ahora sobre el tema de que si la conversión de la anotación preventiva no reúne los
requisitos, en principio corresponde realizar una distinción entre las acciones reales
y las patrimoniales, para lo cual podemos citar Guillermo A. Borda que expone:
“…de acuerdo a una clásica distinción, las acciones patrimoniales se dividen en
reales y personales. Las primeras son las que se dan en protección de los derechos
reales y tienen las siguientes características generales: a) gozan del ius
persequendi; ósea de la facultad de hacer valer el derecho contra cualquiera que
se halle en posesión de la cosa… las acciones personales en cambio se dan en
protección de los derechos personales y tienen las siguientes características: a)
solamente pueden ser ejercitadas contra el o los obligados; b) tienden a la
extinción del derecho, porque una vez ejercida la acción y cobrado el crédito se
extingue la obligación….”, con la aclaración del autor antes citado, de que los
caracteres señalados sirven como tendencia general antes que como expresión de
caracteres típicos de cumplimiento obligatorio. En este entendido, diremos que las
acciones reales son aquellas que garantizan la defensa del derecho propietario
sobre determinada cosa o bien inmueble que buscan prevenir impedir o reparar una
lesión al derecho propietario y al ejercicio de las facultades que el derecho
propietario conlleva; por otra parte las acciones personales se ejercen contra
personas determinadas, por conflictos que surgen de un contrato, u otro acto
jurídico, o un delito, es decir buscan garantizar el goce pleno y libre de un derecho
patrimonial.
Siguiendo la idea anotada, la presente acción de mejor derecho propietario en el
presente caso como se refirió ha estado orientada a confrontar los títulos para
establecer la prevalencia del derecho propietario, y como se dijo esta acción no está
dirigida a analizar el origen de los títulos o la validez de la conversión en estos
títulos, la cual resulta ser una acción de carácter personal muy diferente a la real,
como se expuso, deviniendo en infundado sus reclamos.
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principio corresponde realizar un análisis de los reclamos inherentes a la forma
del proceso.”
ANTICIPO DE LEGÍTIMA
Auto Supremo: 119/2017
Sucre: 03 de febrero 2017
Proceso: Nulidad de anticipo de legítima.
Este Tribunal sobre el particular en el Auto Supremo Nº 531/2015-L de fecha 10 de
Julio 2015 ha referido : “De lo anterior, es necesario ponderar y citar el art. 1254
del Código Civil que señala: “Toda donación hecha a heredero forzoso que
concurra a la sucesión del donante importa anticipo de su porción hereditaria,
salvo el caso de dispensa a que se refiere el art. 1255”, sin embargo conforme a la
previsión contenida en el art. 1059 del Código Civil; en cuyo marco el anticipo de
legítima no es una donación propiamente dicha porque no constituye un acto de
liberalidad alguno que se ajuste a la previsión del art. 655 del Código Civil, que
en esencia dice “La donación es el contrato por el cual una persona, por espíritu
de liberalidad, procura a otra un enriquecimiento disponiendo a favor de ella un
derecho propio o asumiendo frente a ella una obligación” sino como su nombre lo
indica, es un acto de entrega anticipada de la porción que en la sucesión le
corresponde a un heredero forzoso, legítima que en nuestra economía jurídica
cualquiera sea el origen de los hijos, es de las cuatro quintas partes del
patrimonio, constituyendo únicamente la quinta parte restante la porción
disponible que el de cujus puede destinar a liberalidades, sea mediante donaciones
o mediante legados, en favor de sus hijos, parientes o extraños. La Legítima,
entonces, es parte de la herencia a que tienen derecho los herederos forzosos
respecto del patrimonio de su causante, la misma que no puede ser dispuesta
libremente ni ser objeto de liberalidades, es decir, objeto de donación, debido a
que en caso de afectación al fallecimiento del de cujus, los herederos tienen el
legítimo derecho de solicitar la colación de los bienes que pudiesen haber
afectado la legítima que es indisponible.
En es ese entendimiento el Tribunal Supremo de Justicia en el A.S. 364/2013 de 19
de julio, a razonado que: “…conforme a la previsión contenida en el art. 1059 del
Código Civil; en cuyo marco el anticipo de legítima no es una donación
propiamente dicha porque no constituye un acto de liberalidad”… Como también
señala en el A.S. 326/2010 de fecha 23 de septiembre, que: “…las partes pueden
determinar libremente el contenido de los contratos que celebren, es decir…el
contenido del acuerdo de voluntades al que llegaron…”. Situación o aspecto que
debe tomarse en cuenta en este análisis a fin de dar respuesta efectiva a la
problemática suscitada dentro la presente causa.
Finalmente se dirá que, el Juez A quo como el Ad quem han interpretado de
manera errónea los arts. 491 num. 1) y 667 como el art. 1287 del Sustantivo
Civil, al vincularlo el anticipo de legitima con la donación, pues se ha hecho
énfasis que nuestro ordenamiento sustantivo civil no reconoce o determina la
P á g i n a 96 | 846
formación del contrato de anticipo de legitima como un documento público para
su formación por el contrario se dijo que la formación del anticipo de legitima es
cuando las partes lo determinan o acuerdan voluntariamente, no obstante de ello
el anticipo de legitima y la donación si bien existe cierto vínculo entre estos dos
términos, empero estos tienen esencias distintas para la aplicación de los
derechos sobre un anticipo de legitima y una donación, pues las normas que se
instituyen como aplicadas como los art. 491 num. 1), 667 y 1287 del Sustantivo
Civil, son aplicables en su formación específicamente para la donación y no para
un anticipo de legítima.
En ese contexto se debe comprender que el anticipo de legítima es la entrega que
hace quien otorga el anticipo de un derecho expectantico que le corresponde, a
favor de cualquiera de sus herederos forzosos, usualmente, es la herencia que los
padres en vida otorgan a sus hijos, que comúnmente se denomina como “adelanto
de herencia”, al margen de ello la esencia propia de esta institución jurídica, es
proveerle al heredero de una seguridad patrimonial en vida de quien otorga el
anticipo de legitima,no necesariamente tiene que revestir formalidad al momento
de su formación.
En ese entendimiento cita el Dr. Zarate del Pino, que: "…el anticipo de legítima
viene a ser el adelanto que una persona puede hacer a alguno de sus herederos
forzosos, de una parte igual o menor de los bienes que les correspondería recibir
por concepto de cuota hereditaria a la muerte de quien hace el anticipo"…
En cambio la donación propiamente dicha es un contrato solemne por el cual el
donante da un bien sin recibir contraprestación alguna por parte del donatario, de
esta manera la donación se caracteriza por dos elementos, el enriquecimiento del
donatario y la intención liberal del donante, a ello debe agregarse la solemnidad
que reviste el contrato de donación que necesariamente debe celebrarse mediante
“documento público” requisito de forma a ser observado imperativamente bajo
sanción de nulidad conforme lo determinan los arts. 491 num. 1) y 667 del Código
Civil.
Así de esta manera también refiere Pothier que: “… la donación entre vivos es una
convención por la cual una persona, por liberalidad, se desiste irrevocablemente
de cualquier cosa en beneficio de otra persona que la acepta. Enfatiza que la
aceptación por parte del donatario entraña su consentimiento”….Como también
para Guzmán Ferrer señala que: “...la donación constituye una obligación por la
cual una persona se obliga a transferir gratuitamente a otra la propiedad de un
bien mueble, inmueble o derecho. Su carácter esencial es la gratuidad”…
De lo anterior se establece que al elaborar el contrato de anticipo de legitima con
reserva de usufructo por minuta y concluido con reconocimiento de firmas y
rubricas, siendo el mismo confundido con una donación siendo declarado nulo por
los de instancia, no correspondía con tal determinación, toda vez que la donación
y el anticipo de legitima son dos institutos distintos para su procedencia.”
En virtud a la cita doctrinaria expuesta supra, resulta pertinente realizar ciertas
aclaraciones referidas a la diferenciación que existe entre el anticipo de legitima y
P á g i n a 97 | 846
la donación, en ese sentido, si bien se dijo que el anticipo de legitima no es una
donación propiamente dicha porque no se constituye en un acto de liberalidad que
se ajuste a lo previsto en el art. 655 del Sustantivo Civil, empero esta distinción
está referida únicamente en cuanto a los requisitos de formación que debe
cumplir la donación (art. 667-I el C.C.) y no así el anticipo de legítima, pues
nuestro ordenamiento jurídico no establece que este último instituto sea celebrado
como un documento público, bastando únicamente el acuerdo de voluntades,
consiguientemente cuando un anticipo de legitima no es celebrado en virtud a lo
que establece los arts. 491 num. 1), 667 y 1287 todos del Sustantivo Civil, no
corresponde declarar la nulidad de dicho documento, pues dichos requisitos de
formación deben ser aplicados específica y únicamente para la donación y no para
un anticipo de legítima.
De esta manera, debe quedar aclarado que el hecho de que se haya establecido que
el anticipo de legítima no debe ser considerado como una donación, está referida
únicamente al hecho de que esta no necesariamente tiene que revestir de
formalidad al momento de su formación y no así para otros ámbitos, puesto que
en el caso de que la legitima de uno de los herederos forzosos se vea afectado por
una liberalidad, como consecuencia de un anticipo de legítima, el afectado tiene
derecho de solicitar la colación de los bienes que pudiesen haber afectado su
legítima, colación que afectará los bienes que tienen la calidad de indisponibles
(cuatro quintas partes de la legítima) y no así aquellos que se encuentren
comprendidos dentro del porcentaje que está destinado a liberalidades.
P á g i n a 100 | 846
indemnización patrimonial, la reparación del daño es generalmente parcial, sólo
excepcionalmente se logra una reparación total…”
ANULABILIDAD, CONSIDERACIONES
Auto Supremo: 957/2015 - L
Sucre: 14 de Octubre 2015
En principio corresponde analizar el instituto de la anulabilidad, el art. 554 num.
4) del Código Civil de manera textual expresa que el contrato será anulable: “por
Violencia, dolo o error sustancial sobre la materia o sobre las cualidades de la
cosa.”. En concordancia con esta norma el art. 473 del mismo código expresa que
no es -válido el consentimiento prestado por error o con violencia o dolo-, y el
art. 478 del también citado cuerpo legal, señala que la -violencia debe ser de tal
naturaleza que pueda impresionar a una persona razonable y haga temer
exponerse o exponer sus bienes a un mal considerable y presente. Se tendrá en
cuenta la edad y la condición de las personas-, de las normas citadas se desprende
que entre los requisitos de formación del contrato se encuentra el consentimiento,
el cual es considerado como el articulador de la voluntad de las partes cuando se
constituye una relación jurídica, de ahí es importante que cuando se otorgue el
consentimiento este se halle libre de error, violencia o dolo, ya que, de concurrir
uno de estos, no es válido y abre el camino a la anulabilidad del contrato, ahora si
acusa que el consentimiento ha sido obtenido con violencia, empero, esta violencia
debe ser de tal naturaleza que pueda impresionar a las personas de exponerse a las
personas o sus bienes, a tal efecto debe considerarse varios factores como ser la
edad y condición de las personas.
P á g i n a 106 | 846
En este sentido, al ser la incapacidad citada supra una causal de anulabilidad de
contrato, cuya acción tiene como finalidad que dicho contrato quede invalido es
decir sin efecto, retrotrayéndose al nacimiento de dicho acto, quien interponga
dicha acción, debe probar dicha causal, es decir la incapacidad de querer o entender
en el momento en que se celebró el contrato, en otras palabras lo que se debe
demostrar cuando se pretende la invalidez de un contrato por la causal ya citada, es
que el consentimiento provino de una persona incapaz de entender, comprender o
querer, por el estado de salud en que se encontraba en el momento en que expresó
su voluntad de contratar y así establecer que el consentimiento resulta invalido e
ineficaz.
Por ello, al ser la incapacidad de querer o entender, una hecho que debe
necesariamente ser demostrado, y toda vez que los conocimientos de los jueces de
instancia podrían no ser suficientes para apreciar el mismo, es que se requiere de la
intervención de terceros (peritos) que tengan conocimientos especializados para
determinar la existencia o no de incapacidad de una de las partes contratantes al
momento de celebrarse el contrato, por lo que la prueba que resulta idónea para
dicho fin es la prueba pericial, pues a través del dictamen emitido por el perito, el
juez logrará determinar si dicha causal existió o no y si la misma resulta
determinante para declarar la anulabilidad del contrato, en esa lógica, quien
pretenda demostrar dicha causal, debe proponer y producir dicha prueba.
P á g i n a 113 | 846
su vigencia y b) la ley no dispone sobre hechos que se han realizado antes de su
entrada en vigencia.
Al efecto se cita la en la SCP 0270/2012 de 4 de junio, en ella se
señaló: “…tomando en cuenta el razonamiento de la SC 1421/2004 de 6 de
septiembre, señaló que: 'Retomando la línea de razonamiento jurídico en que se
funda el principio de la irretroactividad de la ley, cual es la protección de los
derechos adquiridos o constituidos, cabe señalar que este principio se aplica al
ámbito de aquellas leyes que establecen o definen derechos, obligaciones o
responsabilidades, ello porque si una persona goza de un derecho subjetivo
reconocido por la ley no puede ser privado de él por una nueva ley; en cambio la
excepción de la retroactividad se aplica, especialmente, en el ámbito de las normas
de carácter procesal, es decir, en aquellas que no definan o determinen derechos.
De la doctrina constitucional referida se puede colegir que las leyes en general y
las normas consignadas en ellas en particular, cuando son de naturaleza procesal
no sustantiva, es decir, aquellas que regulan procesos o procedimientos, pueden
ser aplicadas de manera inmediata a todos los procesos que se inicien o que están
pendientes al tiempo en que entran en vigor, ello porque su aplicación tiene la
finalidad de regular un hecho en la actualidad y no a situaciones o hechos pasados
y debidamente consolidados…”
P á g i n a 114 | 846
sustantivo, bajo este intelecto el Tribunal Constitucional pronunció la SC
0757/2003-R de 4 de junio.
En el mismo sentido la SC 1055/2006-R de 23 de octubre; señaló que: “Bajo el
referido entendimiento, se ha concluido que (…) la aplicación del derecho
procesal se rige por el tempus regis actum y la aplicación de la norma sustantiva
por el tempus comissi delicti; salvo claro está, los casos de ley más benigna; lo que
tampoco, como lo precisó la jurisprudencia de este Tribunal, significa una
contradicción con los mandatos del art. 14 de la CPE, dado que lo que ahí se
consagra como garantía…', así también se tiene la SC 0386/2004-R de 17 de
marzo, cuando señala que: '…no obstante aquello conviene reiterar que la
naturaleza o carácter procesal de una norma legal, no depende del cuerpo de
disposiciones en la que se halle ubicado, sino de su contenido. Conforme a esto, lo
que se debe de tratar de precisar en cada caso, es la esencia procesal o no de la
ley a aplicarse. En este cometido, '…si ésta, por su contenido, tiende a describir
ese tipo particular de relación constitutiva y dinámica que denominamos proceso y
que la ley revela por esa noción de marcha que va desde la demanda hasta la
ejecución; si halláramos en ella la descripción de cómo se debe realizar u ordenar
el cúmulo de actos tendientes a la obtención de una decisión judicial susceptible de
ejecución coactiva por parte de los órganos del Estado, esa ley será procesal y
como tal debemos tratarla'. (Couture, en Estudios de Derecho Procesal Civil)…
(…)
En síntesis, dada la naturaleza de las normas adjetivas a diferencia de las
sustantivas pueden ser aplicadas de manera inmediata a su entrada en vigencia, en
ese sentido también lo estableció la SC 1421/2004-R de 6 de septiembre, al indicar
que: “De la doctrina constitucional referida se puede colegir que las leyes en
general y las normas consignadas en ellas en particular, cuando son de naturaleza
procesal no sustantiva, es decir, aquellas que regulan procesos o procedimientos,
pueden ser aplicadas de manera inmediata a todos los procesos que se inicien o
que están pendientes al tiempo en que entran en vigor, ello porque su aplicación
tiene la finalidad de regular un hecho en la actualidad y no a situaciones o hechos
pasados y debidamente consolidados…”
Arras
Auto Supremo: 192/2017
P á g i n a 117 | 846
Sucre: 01 de marzo 2017
Proceso: Resolución de Contrato.
Las arras consisten en la entrega o depósito de una cosa fungible (generalmente
dinero efectivo), en poder del otro contratante o de un tercero, ya sea para
confirmar un contrato, o como parte de indemnización para poder rescindir dicho
contrato, Razón por la que el ordenamiento jurídico civil boliviano reconoce dos
tipos de arras, que son:
1. La seña o arras confirmatorias regulada en el art. 537 del Código Civil que al
respecto dispone: “I. La suma de dinero o de cosas fungibles que como arras o
seña se entregue por uno de los contratantes al otro, será imputada, en caso de
cumplimiento del contrato, a la prestación debida o devuelta, si no existe
estipulación diferente.
II. Si una de las partes no cumple, la otra puede rescindir el contrato, reteniendo
las arras el que las recibió o exigiendo la devolución en el doble quien las dio; a
menos que prefiera exigir el cumplimiento o la resolución del contrato, con el
resarcimiento del daño.” Precepto normativo que regula las arras confirmatorias
que se pueden entender simplemente como un anticipo y expresión de la fuerza
vinculante del contrato; sin embargo, dicho artículo en su segundo parágrafo,
faculta a las partes a rescindir el contrato del cual emerge las obligaciones
acordadas en caso de incumplimiento de una de las partes exigiendo las arras
establecidas en el contrato; otorgando además la posibilidad de que la parte
contratante perjudicada con el incumplimiento pueda escoger entre exigir el
cumplimiento o la resolución del contrato más el resarcimiento de daños y
perjuicios, (que sin duda deberán ser probados en proceso); facultad que no quiere
decir, que pueda solicitarse la resolución o cumplimiento del contrato más el pago
de las arras, toda vez que la Ley (arts. 537 y 538 el CC) regula las arras solo como
una seña que obliga el cumplimiento (confirmatorias) o faculta a rescindir el
contrato (penitenciales), vinculándolas solo con la figura de recisión, cuando el
perjudicado con el incumplimiento opta por hacer efectivo las arras.
En este entendido, el Auto Supremo Nº 781/2015 - L de 11 de Septiembre, respecto
a las arras confirmatorias orientó: “…resulta pertinente referirnos a lo dispuesto
por el art. 537 del Sustantivo Civil… de dicha norma se deduce que en aquellos
contratos en los cuales se estipulan arras confirmatorias, las cuales pueden ser en
dinero o en bienes, una de las partes que es el comprador hace entrega de dichas
arras, a la otra que viene a ser el vendedor, con la finalidad de reforzar el
cumplimiento del contrato; dineros o bines, es decir arras, que si ambas partes
cumplen con lo estipulado en el contrato estos serán imputados a la prestación
debida o devuelta, empero si la parte que dio dichas arras se retracta, éste debe
conformarse con perderlos, en cambio si la parte que recibió se retracta de la
compraventa o no cumple con el contrato, deberá devolver el doble de lo
recibido.”.
2.- Las arras penitenciales reguladas en el art. 538 del Código Civil que al respecto
dispone: “Cuando en el contrato con arras se hubiese reservado el derecho
P á g i n a 118 | 846
recíproco de las partes a rescindir el contrato, el que dio las arras, si lo
rescindiere, las perderá en provecho del otro contratante, si lo rescindiere el que
las recibió, las devolverá en el doble.”, dicho precepto normativo hace referencia a
las arras que entrega una de las partes contratantes a la otra, con la finalidad de que
cualquiera las partes pueda desligarse del contrato si así lo desea, estableciendo una
carga para quien entrega las arras, al primero de perder las arras; y al segundo, de
devolver el doble para quien las recibe si este pretende desligarse, es decir,
entregando otro monto al margen de devolver lo recibido en arras; razón por la que
el precepto normativo se refiere y vincula únicamente a la acción de recisión, la
peculiaridad de este tipo de arras, es que ninguna de las partes puede pedir el
cumplimiento directo de la obligación ni hacer uso de la resolución del contrato
que prevé el art. 568 del CC.
En este entendido, a los fines de establecer las cargas y efectos en el contrato en
relación a las arras, resulta trascendental que de manera expresa y precisa se
establezca el tipo de arras que se impone como carga al contrato celebrado entre
partes, dada las diferencias que las mismas tienen en sus características y efectos -
conforme ya se explicó- pues si una de las partes entrega a la otra una cantidad de
dinero en arras, sin especificar para qué lo hace o a qué tipo de arraz se refieren,
automáticamente imposibilitan la función que podrían cumplir estas arras ya sea
para cumplir con el contrato o salvando su facultad de rescindirlo, esto en el
entendido de que al no establecer el tipo de arraz y no especificar para que se
establecen dichas arraz genera el problema de que a una de las partes contratantes
le puede interesar dejar sin efecto el contrato calificando las arras de penitenciales,
y a la otra parte puede convenirle lo contrario calificando las arras de
confirmatorias. Sin embargo para el caso en análisis en el presente proceso es
importante reiterar que los preceptos normativos que regulan las arras penitenciales
y confirmatorias se vinculan a la facultad de accionar la recisión de contrato y no la
resolución, que en todo caso puede interponerse ante el incumplimiento de parte
con la pretensión de pago de daños y perjuicios.
P á g i n a 119 | 846
De la cita legal se advierte con total claridad que se encuentra en vigencia
anticipada el régimen de asistencia familiar juntamente con otros institutos
jurídicos; si bien desde el punto de vista gramatical nos daría a entender que
simplemente se encuentra en vigencia lo correspondiente a la parte sustantiva del
régimen de asistencia familiar, empero, este Tribunal Supremo de Justicia tomando
en cuenta que el legislador ha tenido como intención la celeridad máxima en la
tramitación de los procesos de índole familiar, sobre todo en los de asistencia
familiar y divorcio; realizando una interpretación desde y conforme a los principios
constitucionales ha establecido criterios rectores para la aplicación de los institutos
jurídicos cuya vigencia se dispuso anticipadamente por la Ley N° 603, habiéndose
emitido la Circular N° 003/2015 de fecha 29 de enero, en cuyo parte sobresaliente
se dejó establecido lo siguiente: “Como consecuencia de la indicada Disposición
Transitoria, los regímenes referidos a la asistencia familiar, divorcio y ruptura
unilateral, que se encontraban regulados por el Código de Familia (Decreto Ley
Nº 996 de 4 abril de 1988, y sus respectivas modificaciones), se encuentran
eliminados a raíz, precisamente, de la entrada en vigencia de un nuevo marco
normativo que regula esos institutos, consiguientemente, al haberse suprimido la
anterior regulación normativa, el nuevo régimen en vigencia no puede comprender
únicamente la parte sustantiva con prescindencia de la adjetiva, o viceversa toda
vez que por “régimen” se entiende el conjunto normativo que regula esos institutos
comprendiendo tanto los preceptos sustantivos como adjetivos que hacen a la
regulación de los mismos”.
El régimen de asistencia familiar en cuanto a su tramitación se encuentra
comprendido dentro de los alcances del “proceso extraordinario” conforme lo
establece el art. 434 de la Ley N° 603 y la Sentencia dictada en este tipo de proceso
cual fuere la decisión asumida, únicamente admite recurso de apelación y en
tratándose de asistencia familiar, tan solo admite apelación en el efecto devolutivo;
en ambos casos es sin recurso ulterior conforme lo establece el art. 443 de la
indicada Ley, lo que implica que la Resolución de segunda instancia, por ningún
motivo puede admitir recurso de casación.
Lo afirmado se encuentra plenamente ratificado por la norma contenido en el art.
444 de la misma Ley de referencia que señala: “Presentada la apelación, previo
traslado a la parte contraria, la autoridad judicial remitirá al superior los
actuados correspondientes. Contra el auto de vista no procede recuro de
casación”. (El resaltado y subrayado nos corresponde); de lo descrito se infiere con
total claridad que el proceso de asistencia familiar al estar comprendido dentro del
proceso extraordinario regulado a partir del art. 434 y siguientes, definitivamente
no puede quedar excluido del nuevo sistema recursivo que establece la Ley 603,
debiendo el mismo ser aplicado en todas sus instancias, aun en los procesos que se
encuentran en trámite al momento de su vigencia.
Tomando en cuenta que la Sentencia resuelve el fondo de la cuestión litigada y
pone fin al proceso y si la norma legal de carácter específico establece que la
Sentencia dictada en proceso extraordinario únicamente admite apelación sin
P á g i n a 120 | 846
recurso ulterior, con mayor razón debe entenderse que una Resolución de segunda
instancia que trata sobre un incidente de nulidad que es de carácter estrictamente
formal como acontece en el caso presente, dicha Resolución por ningún motivo
puede admitir recurso de casación, pues el aspecto formal no puede anteponerse al
aspecto sustancial.
P á g i n a 121 | 846
El acto administrativo, puede generar insatisfacción al administrado, y obviamente
el ordenamiento legal prevé que toda decisión pueda estar sujeta a revisión, esa es
una postura que responde a la protección del administrado y limita el actuar de la
Administración imponiendo que sus actos sean desarrollados dentro del marco de
legalidad y respeto de los derechos; así en caso de emitirse una decisión
administrativa (acto administrativo) que no sea de satisfacción del administrado la
misma se encuentra sujeta a impugnación, sea en sede administrativa cuando las
disposiciones legales internas permitan impugnar la misma dentro de la entidad
administrativa, y en sede judicial, mediante el proceso contencioso o contencioso
administrativo, para ello corresponde rememorar las disposiciones legales que
describían al operador judicial, para el conocimiento y sustanciación de la
impugnación de actos administrativos emitidos por un ente Municipal.
Entre la normativa vigente al momento de presentarse la demanda, se tiene la
Constitución Política del Estado de 1967 vigente al momento de plantearse la
demanda en su art. 118 al describir las atribuciones de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación, señalaba lo siguiente: “7. Resolver las causas contenciosas que
resulten de los contratos, negociaciones y concesiones del Poder Ejecutivo y las
demandas contencioso-administrativas a que dieren lugar las resoluciones del
mismo…”, la norma describe la posibilidad de que el administrado puede activar el
mecanismo de protección mediante el proceso contencioso administrativo, con el
cual se puede revisar si el acto administrativo resulta ser el correcto o resulta ser
equivocado, que en ese entonces, se encontraba descrito en el art. 778 del Código
de Procedimiento Civil, que señalaba lo siguiente: “(Procedencia).- El proceso
contencioso administrativo procederá en los casos en que hubiere oposición entre
el interés público y el privado y cuando la persona que creyere lesionado o
perjudicado su derecho privado, hubiere ocurrido previamente ante el Poder
Ejecutivo reclamando expresamente del acto administrativo y agotando ante ese
Poder todos los recursos de revisión, modificación o revocatoria de la resolución
que le hubiere afectado”, de acuerdo a la interpretación extensiva e interpretación
histórica de la norma que fue desarrollada en la década de los 70, el aparato
administrativo se encontraba centralizado por ello es que se refiere al “poder
ejecutivo”, en el entendido que este fuera el único ente por excelencia que emite
actos administrativos, sin embargo de ello, al transcurrir del tiempo se efectuó
modificaciones en el ámbito político-administrativo, a tal extremo de considerar la
existencia de órganos autónomos y autárquicos, en función a ello es que estos entes
también emitían actos en la administración pública (actos administrativos),
teniendo esa naturaleza las mismas debían ser susceptibles de impugnación y la
forma de impugnación en la generalidad –fuera de los mecanismos internos de la
Administración pública- resultan ser mediante el proceso contencioso
administrativo. Para ejemplificar lo descrito precedentemente, corresponde citar
jurisprudencia pronunciada por Sala Plena de la extinta Corte Suprema de Justicia
de la Nación, contenida en la Sentencia de 24 de noviembre de 1999 que fue
pronunciada sobre la impugnación de la Resolución Municipal Nº 102/95 de 9 de
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mayo de 1995 y minuta de comunicación (actos administrativos), el ejemplo
descrito sostiene la tesis de la impugnación de los actos administrativos mediante el
proceso contencioso administrativo, sustanciados de conformidad a lo previsto en
el art. 775 del Código de Procedimiento Civil.
Posteriormente, se promulga la ley Nº 3324 de 18 de enero de 2006, que introduce
atribuciones para las Cortes Superiores de Distrito, dicha disposición adiciona el
art. 103 de la Ley Nº 1455, el texto siguiente: “22. Conocer y resolver los procesos
contencioso-administrativos señalados en la Ley de Municipalidades,
correspondientes a los Municipios de todo el Departamento o Distrito
Judicial”, esto quiere decir que la impugnación de los actos administrativos de los
Municipios en generalidad deben ser de conocimiento de Sala Plena de las Corte
Superiores de Justicia, hoy Tribunal Departamental de Justicia.
Posteriormente, ante la vigencia de la Constitución Política del Estado de 2009 que
abroga el anterior texto constitucional de 1967 y sus reformas, la vía del proceso
contencioso ha sido desprovisto en cuanto a su identificación normativa, a raíz de
ello es que se pronuncia la Ley Nº 212 de 23 de diciembre de 2011 cuyo art. 10
describe sobre el conocimiento de las causas contenciosas y de las contenciosas
administrativas, que señala lo siguiente: “(Causas Contenciosas -
Administrativas). I. La Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia conocerá
las causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones y
concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las demandas contenciosas -
administrativas, a que dieren lugar las resoluciones del mismo; hasta que sean
reguladas por Ley como Jurisdicción Especializada.”, a esa fecha también el
conocimiento de las causas contenciosas y contenciosas-administrativas
(impugnación de actos administrativos) era de conocimiento de la Sala Plena del
Tribunal Supremo de Justicia; posteriormente el Tribunal Constitucional
Plurinacional emite Sentencia Constitucional Plurinacional Nº 0693/2012 de 02 de
agosto de 2012 en ella se indicó sobre la competencia para el conocimiento de las
demandas contenciosas-administrativas en contra de resoluciones municipales
refiriendo: “Una ordenanza municipal cuyo contenido no es normativo como es el
caso de una que resuelve una expropiación que se constituye en un acto
administrativo que goza del principio de presunción de legitimidad (SC
1464/2004-R de 13 de septiembre) y debe impugnarse en la vía contenciosa
administrativa; en este sentido, si bien los demandados tenían competencia para
conocer en casación demandas de reivindicación o mejor derecho propietario
incluso contra instituciones públicas, no podían sin vulnerar el principio de
seguridad jurídica convalidar la actuación sin competencia del juez y tribunal de
apelación con la idea de que el proceso expropiatorio incumplió el pago
respectivo, pues en realidad se estaría dejando sin efecto los actos administrativos
de la expropiación…”.
Posteriormente se promulga la Ley Nº 439 de 19 de noviembre de 2013, cuya
Disposición Final Tercera señala: “De conformidad a lo previsto por la
Disposición Transitoria Decima de la Ley N° 025 de 24 de junio de 2010, Ley del
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Órgano Judicial, quedan vigentes los Artículos 775 al 781 del Código de
Procedimiento Civil, sobre Procesos: Contencioso y Resultante de los Contratos,
Negociaciones y Concesiones del Poder Ejecutivo y Contencioso Administrativo a
que dieren lugar las resoluciones del Poder Ejecutivo, hasta que sean regulados
por Ley como jurisdicción especializada”, la disposición describe la vigencia de
las normas relativas al Código de Procedimiento Civil para la tramitación del
proceso contencioso y contencioso-administrativo.
Luego de ello se promulga la Ley Nº 620 de 19 de diciembre de 2014, describiendo
la creación de Salas en materia contenciosa y contenciosa administrativa, y deroga
el art. 10.I de la Ley Nº 212, en aquella ley en el art. 3 señala lo siguiente: “(SALA
ESPECIALIZADA EN MATERIA CONTENCIOSA Y CONTENCIOSA
ADMINISTRATIVA DE LOS TRIBUNALES DEPARTAMENTALES DE
JUSTICIA). Se crea la Sala Contenciosa y Contenciosa Administrativa, como parte
de la estructura de los Tribunales Departamentales de Justicia, con las siguientes
atribuciones: Conocer y resolver las causas contenciosas que resultaren de los
contratos, negociaciones o concesiones de los gobiernos autónomos
departamentales, municipales, indígena originario campesinos y regionales;
universidades públicas, y demás instituciones públicas o privadas que cumplan
roles de administración estatal a nivel departamental. Conocer y resolver las
demandas contenciosas administrativas a nivel departamental, que resultaren de la
oposición del interés público y privado”, la norma actual describe la competencia
de la Sala Especializada del Tribunal Departamental de Justicia para el
conocimiento de demandas contenciosas y contenciosas-administrativas.
La administración de justicia al guiarse por la competencia de los jueces en razón
de materia, tiene importancia en el manejo y la aplicación de las normas
especiales, de acuerdo a la materia en que se administre justicia, por ejemplo si la
pretensión tiene como argumento el debate del cumplimiento de un contrato civil,
el Juez analizará el debate en base a las normas del Código Civil sujeto a principios
que rigen los contratos; en cambio sí se controvierte un contrato administrativo, ya
no se toma en cuenta en forma principal el Código Civil, sino se toma en cuenta
esencialmente la Ley Nº 1178, las normas relativas al sistema de Administración de
Bienes y Servicios NB-SABS; lo propio ocurre cuando se impugna un acto
administrativo, se toma en cuenta esencialmente las normas especiales relativas a la
administración pública centralizada o autónoma, para determinar la viabilidad o no
de la impugnación del acto administrativo.
AUDIENCIA DE CONCILIACIÓN
Auto Supremo: 305/2016
Sucre: 06 de abril 2016
Proceso: Reivindicación de bien inmueble
En cuanto al tema de la audiencia de conciliación este Tribunal a través del A.S. Nº
157/2015 de fecha 6 de marzo, ha referido lo siguiente: “Por otro lado conforme
refieren que debió haberse convocado a una audiencia de conciliación, en los de la
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materia corresponde precisar que entre otros prima el principio dispositivo, el
cual nos oriente en sentido de que se otorga a las partes el estímulo de la función
judicial, en todo lo que sea atinente, ya que, tampoco bajo este principio puede
pretenderse que el juzgador sea un simple espectador, empero, en cuanto al tema
de reclamos o impugnaciones este se encuentra a la voluntad irrestricta de las
partes, teniendo dicho antecedente como norte, si los recurrentes vieron necesario
producir dicho actuado pudieron solicitar su producción ante el juez de la causa, y
no esperar hasta una Sentencia desfavorable para realizar dicha observación, por
cuanto su silencio ha convalidando cualquier omisión, de igual manera, dicho
actuado no ha causado indefensión en ningún sentido a los ahora recurrentes, por
lo que, dicho extremo no resulta causal para disponer una nulidad de obrados.”
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AUTOS DE CARÁCTER DEFINITIVOS Y AUTOS INTERLOCUTORIOS
SIMPLES
Auto Supremo: 508/2017 - RI
Sucre: 16 de mayo de 2017
Proceso: Ordinario de acción reivindicatoria, anulabilidad de escrituras públicas y
cancelación de partidas en Derechos Reales.
El Auto Supremo 369/2016 de 19 de abril 2016, ha razonado sobre el tema en
sentido de que: “El art. 255 del Código de Procedimiento Civil (Resoluciones
contra las cuales procede el Recurso de Casación).- “Habrá lugar al recurso de
casación contra las resoluciones siguientes: 1) Autos de vista que resolvieren en
apelación las sentencias definitivas en los procesos ordinarios, ejecutivos,
sumarios, concursales y de arbitrio de derecho. 2) Autos de vista que resolvieren
una declinatoria de jurisdicción, decidieren una excepción de incompetencia o
anularen el proceso. 3) Autos de vista referentes a autos interlocutorios que
pusieren termino al litigio…”. Precepto normativo que tiene relación con el art.
251-I del mismo compilado legal, que dispone sobre la procedencia del recurso de
casación para invalidar sentencias y autos definitivos; artículos que señalan de
manera expresa contra qué tipo de resoluciones procede la casación, no pudiendo
habilitar su procedencia contra otro género de resoluciones distintas a las que se
encuentran especificadas dentro del catálogo señalada en la norma legal de
referencia…
En relación a la interpretación de las citadas normas, “Al respecto diremos que
los autos interlocutorios simples son resoluciones que deciden las cuestiones
incidentales suscitadas durante la tramitación del proceso; según Eduardo J.
Couture, es “un pronunciamiento sobre el proceso no sobre el derecho”; dirimen
cuestiones accesorias que surgen con ocasión de lo principal y se resuelven con
apoyo de fundamentación conforme lo establece el art. 188 del C.P.C., pueden ser
revocados o sufrir mutaciones de oficio o instancia de parte como lo determinan
los arts. 189 y 215 del mismo Código adjetivo de la materia; solo son apelables en
efecto devolutivo y/o diferido según el caso específico a ser resuelto, sin recurso
ulterior (art. 225 núm. 3) CPC. y art. 24 núm. 2) y 4) Ley 1760), lo que significa
que la Resolución de segunda instancia que resuelve la apelación no admite
recurso de casación.
En cambio, los Autos interlocutorios definitivos son Resoluciones que cortan todo
procedimiento ulterior del juicio haciendo imposible de hecho y de derecho la
prosecución del proceso; ponen fin al proceso y suspenden la competencia de la
autoridad jurisdiccional, consiguientemente no son revocables ni susceptibles de
reposición por el mismo Juez; admiten recurso de apelación directa en el efecto
suspensivo conforme lo dispone el art. 224 núm. 3) del Código de Procedimiento
Civil”.
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B
BIEN COMUN
Auto Supremo: 1042/2015 - L
Sucre: 16 de noviembre 2015
Siguiendo con la enseñanza del Dr. Carlos Morales Guillen, Gonzalo Castellanos
Trigoy Félix C. Paz Espinoza, autores bolivianos que de alguna manera debemos
ponderar el trabajo intelectual que efectúan o en el caso del primero que efectuó, se
debe indicar que: “Los cónyuges no trabajan para sí egoístamente, sino en
beneficio en primer lugar del otro esposo y en definitiva para la familia; por lo
tanto, como manifiestan varios estudiosos del Derecho, los bienes adquiridos
durante la vida en común por el esfuerzo de cualquiera de los cónyuges, por la
fortuna, el azar, las rentas, los frutos civiles y naturales de los bienes propios y
comunes, y en forma general todos los bienes que no pertenecen como propios a
cualquiera de los esposos.” (Gonzalo Castellanos Trigo). “Están constituidos por
aquellos que pertenecen a los dos cónyuges y adquiridos por ellos durante la
vigencia del matrimonio, así como los frutos de los bienes propios y comunes,
también aquellos que llegan por concepto de la suerte o el azar como la lotería,
juegos, rifas o sorteos, apuestas, tesoros descubiertos, adjudicaciones y otros. Así
se encuentra previsto en los arts. 111, 112 del Código de Familia. Su
administración corresponde a ambos cónyuges…”. (Félix C. Paz Espinoza);
finalmente el inobjetable doctrinario Dr. Carlos Morales Guillen enseña que los
bienes comunes son: “todo lo ganado, comprado y mejorado durante el
matrimonio”, haciendo referencia e indicando que se debe tomar en cuenta el
régimen de comunidad de gananciales, significa poner en común lo que se adquiere
por los esposos durante el matrimonio por su actividad e ingresos.
Nuestra legislación regula dicho instituto jurídico en los arts. 111 al 117 del Código
de Familia, estableciendo en los dos primeros artículos (111 y 112) las
características y especificaciones de los bienes comunes ya sean por modo directo
o por subrogación; también en el art. 113 se establece una regla general que “…los
bienes se presumen comunes mientras no se pruebe que son propios del marido o
de la mujer.”.
P á g i n a 128 | 846
BIEN PROPIO
Auto Supremo: 1042/2015 - L
Sucre: 16 de noviembre 2015
Partiendo del análisis de lo que establece la doctrina respecto a los bienes propios,
citaremos primeramente a Gonzalo Castellanos Trigo en su obra “Derecho de
Familia” que hace cita al profesor López del Carrillo que enseña “puede decirse
que son bienes propios de los cónyuges aquellos que aporta cada uno al
matrimonio, los recibe posteriormente por herencia, donación o legado, y los
adquiridos con el producto de aquellos”. Por su parte el Dr. Félix C. Paz Espinoza
nos señala “Son los que pertenecen en forma particular a cada cónyuge y son los
adquiridos antes de la constitución del matrimonio o durante su vigencia por
herencia, legado, donación, acrecimiento, subrogación, asistencia o pensiones de
invalidez, vejez, derechos intelectuales o de autor, seguro profesional, los
instrumentos de trabajo y libros profesionales, los títulos valores de regalías y
otros. Teniendo su titular libertad de administración y disposición, como regulan
los Arts. 103 al 110 del Código de Familia.”. Como se podrá apreciar de estas
conceptualizaciones y apoyándonos en lo que la doctrina nos enseña, se tiene que,
todo bien que queda fuera de la comunidad, es un bien propio sea del marido o de
la mujer y estos tiene dos aspectos, uno activo y otro pasivo. En cuanto al activo
propio, los cónyuges conservan el derecho al goce de la titularidad (la nuda
propiedad conforme señala Mazeaud) de los inmuebles tanto presentes (los que
poseen los esposos antes de la celebración del matrimonio) como futuros (los
adquiridos por ellos durante el curso del matrimonio), estos últimos siempre que
hayan sido obtenidos a título gratuito, por donación o sucesión. También son
bienes propios los inmuebles adquiridos por vía de subrogación real, o sea el
inmueble adquirido con el dinero que se obtuvo al vender un inmueble propio.
La doctrina se encarga de señalar e individualizar una serie de bienes propios o
activos propios, los cuales para el caso en concreto no resulta preponderante, lo que
si es necesario tener en cuenta es lo establecido sobre los bienes muebles que son
propios (caso de Autos), aunque representan una excepción al principio de que
todo bien mueble entra a la comunidad. Tales bienes son los siguientes:
1.- Los muebles que los esposos reciben por vía de donación o sucesión de parte de
terceras personas, cuando estos o éstas expresamente los excluyen de la comunidad
en el acto de donación o en el testamento.
2.- Aquellos bienes muebles corporales o incorporales (cosas materiales
susceptibles de apropiación y los derechos matrimoniales), como es el caso por
ejemplo de las pensiones alimenticias, las indemnizaciones por accidentes de
trabajo, los seguros de vida, etc.
3.- Los bienes muebles comprados con dinero proveniente de la venta de un bien
propio.
P á g i n a 129 | 846
4.- Los productos (todo lo que proviene de una cosa, pero sin periodicidad o con
alteración de su sustancia, por ejemplo, los materiales extraídos de una cantera, los
cortes de madera en montes no repoblados) de los bienes propios, a diferencia de
los frutos (productos que da una cosa a intervalos periódicos sin alteración ni
disminución de su sustancia que pueden ser naturales, cuando los da
espontáneamente la tierra, ejemplo, cría de animales; o por el trabajo del hombre,
que son frutos industriales, ejemplos, tomates y verduras de una hortaliza; o frutos
civiles, ejemplo: el interés de una suma de dinero que se ha prestado; el alquiler de
una casa, etc.) que entran en la comunidad matrimonial.
5.- Las indemnizaciones por daños corporales experimentados por uno de los
cónyuges.
6.- Los derechos intelectuales, específicamente el derecho de autor; ya que los
beneficios económicos que se obtengan por la venta de la obra, entran en la
comunidad.
7.- Aquellos bienes de uso íntimo del cónyuge dueño de los mismos, o que éste usa
para el ejercicio de su profesión u oficio, etc.
En cuanto al pasivo propio, la doctrina es amplia en establecer sus características y
especificaciones, pero para el caso en concreto no resulta importante referirnos.
Nuestra legislación, adquiere estas ideas doctrinarias en lo normado en los arts. 103
al 110 del Código de Familia, concretamente para el caso que nos interesa, en el
art. 103 num. 2) referente a los bienes propios por modo directo, hace referencia:
“Los que vienen a cualquiera de ellos durante el matrimonio, por herencia, legado
o donación.”; art. 106 relativo a los bienes propios por subrogación en su num. 1)
indica: “Los adquiridos con dinero propio o por permuta con otro bien propio.”; y
finalmente el art. 107 referente a los bienes propios personales que en su num. 5)
establece: “Los recuerdos de familia y efectos personales como los retratos,
correspondencia, condecoraciones, diplomas, armas, vestidos y adornos, y los
instrumentos necesarios y libros precisos para el ejercicio de un oficio o
profesión, salvo la compensación que deba hacerse en este último caso a la
comunidad.”
BUENA FE
Auto Supremo: 362/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: Anulabilidad de contrato.
Con relación a este punto, y toda vez que el Tribunal de segunda instancia
determinó la existencia de mala fe en el demandado, es menester referirnos al Auto
Supremo Nº 449/2013, que citando a la jurisprudencia sentada por la Corte
Constitucional de Colombia, a través de la sentencia Constitucional C-544 de 1994,
señaló: “La buena fe ha sido, desde tiempos inmemoriales, uno de los principios
fundamentales del derecho, ya se mire por su aspecto activo, como el deber de
proceder con lealtad en nuestras relaciones jurídicas, o por el aspecto pasivo,
como el derecho a esperar que los demás procedan en la misma forma. En general,
los hombres proceden de buena fe: es lo que usualmente ocurre. Además, el
proceder de mala fe, cuando media una relación jurídica, en principio constituye
una conducta contraria al orden jurídico y sancionada por éste. En consecuencia,
es una regla general que la buena fe se presume: de una parte es la manera usual
de comportarse; y de la otra, a la luz del derecho, las faltas deben comprobarse. Y
es una falta el quebrantar la buena fe”.
De lo expuesto se infiere que la buena fe se presume y quien alega que hubo mala
fe debe probar tal extremo, toda vez que al ser dicho extremo una presunción, este
admite prueba en contrario, por tal razón, cuando se interpone la acción de
anulabilidad de un determinado contrato por la causal inmersa en el inc. 3) del art.
554 del Código Civil, al margen de demostrar que una de las partes era incapaz de
querer o entender en el momento de celebrarse el contrato, debe demostrarse la
existencia de mala fe en la otra parte contratante.
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C
CADUCIDAD
Auto Supremo: 898/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.
CADUCIDAD
Auto Supremo: 250/2016
Fecha: 15 de marzo 2016
Proceso: Demanda Ordinaria
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
P á g i n a 134 | 846
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.
P á g i n a 135 | 846
El artículo 616 del Código de Comercio señala lo siguiente: “(Perdida de la calidad de
título-valor del cheque) El cheque no presentado o no protestado dentro de los términos
señalados en los artículos 607 y 615, pierde su condición de título-valor, salvándose los
derechos del tenedor en la vía legal correspondiente…”, la norma de referencia hace
alusión a la caducidad del cheque para viabilizar la acción ejecutiva, sin embargo de
haberse generado la caducidad, la última parte de la norma salva el derecho del tenedor,
para acudir a la vía ordinaria, esa salvedad se encuentra establecida para los casos de una
imprecisión en la redacción del cheque o cuando la misma no haya sido presentada para su
protesto, criterio que también sostiene el doctrinario Carlos Morales Guillen en su obra
Código de Comercio Concordado y Anotado al comentar el artículo en estudio, remitiendo
al art. 588 del mismo cuerpo legal en suyo comentario el autor señala lo siguiente: “La falta
de protesto levantado oportunamente, implica para el tenedor que no se ha observado las
reglas pertinentes y en los plazos correspondientes al efecto, la caducidad de la acción
ejecutiva. Esta inobservancia perjudica la letra…. No supone la pérdida del derecho al
crédito, que puede ser perseguido en la vía ordinaria, mediante acciones comunes, no
cambiarias…”.
CADUCIDAD Y PRESCRIPCION
Auto Supremo: 94/2016
Sucre: 04 de febrero 2016
De inicio diremos que la prescripción de acciones según el Diccionario de Ciencias
Jurídicas, Políticas y Sociales de Manuel Osorio señala que: “es la caducidad de derechos
en su eficacia procesal, por haber transcurrido los plazos legales para su posible
ejercicio...” Lo que significa que si una persona no hace uso o ejerce sus derechos en los
plazos que establece la Ley, estos caducan por el transcurso del tiempo.
Es también pertinente decir que la prescripción extintiva es distinta a la caducidad, aunque
ambas instituciones extinguen acciones y derechos por el transcurso del tiempo, pero el
régimen jurídico perteneciente a una no le es aplicable enteramente a la otra; la doctrina
marca como diferencia sustancial que la caducidad no es susceptible de interrupción en su
plazo, como lo es la prescripción.
Por otro lado, la doctrina en análisis sobre estas dos instituciones ha logrado conjeturar
criterios válidos para hacer más precisa su diferencia, que nos permitirán ahuyentar duda en
el tema, para lo que recurrimos a Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho
Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292) que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia
respecto a la situación jurídica de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de
distinción aceptable es el derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta
caducidad, pues ésta recae sobre lo que en su momento hemos llamado derechos
potestativos o facultades de configuración o modificación de una situación jurídica.
Pendiente su ejercicio, la situación jurídica afectada se encuentra en una fase provisional
o transitoria, que exige un rápido tránsito a una situación definitiva”.
P á g i n a 136 | 846
siguiente: “Ahora en cuanto a la valoración de la prueba testifical, la doctrina reconoce el
carácter de las atestaciones para estimar la credibilidad del testigo, consiguientemente se
dirá que rescatando el criterio de Hugo Alsina, en cuanto a la apreciación de la prueba de
testigos refiere que se debe tomar en cuenta varios factores, entre esos factores se
encuentra la relativa a la “relación de sujeto a objeto”, por la cual el conocimiento debe
referirse a hechos directamente percibidos, por lo general, por la vista y el oído,
excluyendo la indirecta que da conocimiento por referencias, y teniendo en cuenta,
además, el estado de ánimo del registro en el momento de los hechos, y otros factores como
tiempo, lugar iluminación, etc., esto hace que el valor de la prueba de testigos pueda
fundar o no credibilidad de las atestaciones en el juzgador; consiguientemente se dirá que
una atestación directa puede diferenciarse de una de referencia, por la primera se entiende
que el testigo ha conocido en forma personal (ha visto y ha oído) el suceso sobre lo que
atestigua, en cambio por la segunda, se entiende que el testigo ha tomado conocimiento de
ese suceso, mediante dichos o por referencia de terceros (una de las partes, otros testigos,
etc.)…”
P á g i n a 137 | 846
en la Constitución. Y 3) promover y difundir la práctica de los valores y principios
que proclama la Constitución.
En este sentido el art. 8 parágrafo I) de nuestra norma fundamental, señala que:
“El Estado asume y promueve como principios ético-morales de la sociedad
plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni seas
ladrón), suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida
buena), ivi marei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble)”, estos
principios al ser constitucionalizados, adquieren valor normativo fundamentador y
orientador, es decir se convierten en normas que comparten la eficacia jurídica de
la propia constitución, lo que implica que no son simples postulados culturales o
históricos, sino que ahora se imponen a todos los bolivianos, bolivianas y
extranjeros que viven en este país, llegando incluso a influir en las funciones de los
órganos e instituciones del estado y en el razonamiento de todos los Jueces de las
distintas jurisdicciones reconocidas por la misma constitución (Ordinaria,
agroambiental, Indígena Originaria campesina, Constitucional y las jurisdicciones
especiales), en consecuencia todos los actores de la vida social del estado están en
la obligación de observarlos, desarrollarlos y aplicarlos en su labor decisoria.
Dentro de los principios y valores que hacen a la base axiológica del Estado
Plurinacional de Bolivia, asume y promueve como principios de la sociedad
plural, el „ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni
seas ladrón); suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi
(vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble),
principios y valores en que debe enmarcarse la moral de toda persona, natural o
jurídica. En ese sentido, establecen una conducta de la vida diligente, sin engaños
y robos, que debe observar todo individuo dentro la sociedad en que se
desenvuelve.
Por otra parte se debe hacer referencia a que entre los valores que guían al
Estado Plurinacional de Bolivia, consagrados en art. 8 parágrafo II de la
Constitución Política del Estado, se encuentran la igualdad, solidaridad,
reciprocidad, respeto, armonía, bienestar común y la justicia social, los cuales, a
su vez se complementan con los principios ético-morales en la aplicación de las
normas del ordenamiento jurídico boliviano y los actos de los miembros de la
sociedad, razonamiento orientado en lo dispuesto por la Sentencia Constitucional
Plurinacional N° 0112/2012 de 27 de abril de 2012.
Estos valores y principios constitucionales hacen a las bases de la sociedad
boliviana, son los pilares fundamentales, en la filosofía del Estado, por lo que su
importancia radica, según la Fundación Jubileo en su cartilla Nº1 sobre el debate
público, en que son:
1.- Fundamentadores: porque son la base de todas las leyes y normas de un país y
de sus instituciones.
2.- Orientadores: porque guían a los órganos del estado (gobernantes, Jueces y
asambleístas) y a cada boliviano y boliviana, hacia el logro del bienestar de
todos.
P á g i n a 138 | 846
3.- Críticos; porque valoran hechos o conductas, tanto de personas como de
instituciones. Son un instrumento para controlar si las demás normas jurídicas
cumplen o vulneran el sentido de estos valores constitucionales.
En este entendiendo es preciso también hacer referencia a la primacía de la que
goza la constitución, en cuanto a la aplicación preferente de la que goza en
relación a toda las normas que rigen en el ordenamiento jurídico boliviano,
razonamiento fundado en la Sentencia Constitucional 0258/2011-R de 16 de
marzo, Sentencia fundadora de línea, ha establecido que: “…la Constitución es
entendida actualmente no sólo de manera formal, como reguladora de las fuentes
del Derecho, de la distribución y del ejercicio del poder entre los órganos
estatales, sino como la Ley Suprema que contiene los valores, principios, derechos
y garantías que deben ser la base de todos los órganos del poder público, en
especial del legislador y del intérprete de la Constitución. Así, en el Estado
constitucional de Derecho, las Constituciones tienen un amplio programa
normativo, con principios, valores, nutridos catálogos de derechos y garantías,
que vinculan a todos los órganos de poder y en general, a toda la sociedad y, en
ese sentido, contienen diferentes mecanismos jurisdiccionales y un órgano
especializado para velar por el cumplimiento de sus normas, frente a la lesión o
incumplimiento, dando vigencia al principio de supremacía constitucional”.
La primacía constitucional, exige de los Jueces del órgano judicial un
razonamiento que desborda la subsunción y por el contrario requiera la aplicación
de la Constitución conjuntamente la norma legal. La norma fundamental a
diferencia de la ley, no se aplica por el método de la subsunción sino que por el
contrario se utiliza el método en complementación y ponderación en relación a la
ley.
Este razonamiento tiene base en lo ya establecido por el Tribunal Constitucional
en su Sentencia Constitucional Plurinacional N° 0112/2012 de 27 de abril de 2012
que al respecto dice: “…Ahora bien, la validez normativa, jerarquía y
obligatoriedad de las normas constitucionales-principios en la Constitución, con
relación a las normas constitucionales-reglas (el grueso de las normas de la
constitución) y de las primeras respecto de las normas legales-reglas (contenidas
en la leyes en sentido general sustantivas o procesales), si bien no tiene asidero en
una norma parecida a la contenida en el art. 229 de la Constitución Política del
Estado abrg. que señalaba: “Los principios, garantías y derechos reconocidos por
esta Constitución no pueden ser alterados por las leyes que regulen su ejercicio ni
necesitan de reglamentación previa para su cumplimiento”, -debido a que no
existe un precepto constitucional explícitamente- su fundamento contundente hay
que encontrarlo en el carácter normativo-axiológico de la propia Constitución….
La obligatoriedad de las normas constitucionales-principios, claramente se
visualiza en el art. 9.4 constitucional, que señala que son fines y funciones
esenciales del Estado, garantizar el cumplimiento de los principios, valores,
derechos y deberes reconocidos y consagrados en esta Constitución, norma
concordante con el art. 108.3 del Capítulo de los Deberes de los ciudadanos/as
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que dice que deben Promover y difundir la práctica de los valores y principios que
proclama la Constitución”.
Fundamento que nos da a entender, que en el marco del principio de la
supremacía constitucional, establecido por el art. 410 parágrafo II de la ley
suprema, se otorga valor normativo y preferencia de aplicación a la Constitución,
y por lo mismo sus normas axiológicas y orgánicas son consideradas de aplicación
directa al caso que se pretende resolver.
Todos los principios y valores ético - morales, tienen un efecto de irradiación y
transversalidad en todo el ordenamiento jurídico Boliviano y la conducta que
deben seguir todos los miembros de la sociedad boliviana. Por lo que guían la
acción de los órganos judicial y su interacción con la sociedad boliviana, en este
entendido es preciso citar lo señalado en la Sentencia Constitucional N°
1138/2004-R de 21 de julio que textualmente dice: “El principio de seguridad
jurídica refuerza la idea, al garantizarle al ciudadano que la actividad judicial
procurará, en todo caso y por encima de toda consideración, garantizar la efectiva
protección de sus derechos constitucionales y legales accediendo a una justicia
material o verdaderamente eficaz no una aplicación formal y mecánica de la ley,
por el contrario, lograr que las consecuencias mismas de una decisión judicial
debe significar una efectiva materialización de los principios, valores y derechos
constitucionales”.
Postulados que son orientados en las Sentencias Constitucionales antes citadas
que deben ser observados y cumplidas por los administradores de justicia cuando
tienen en sus manos la resolución de controversias donde las partes buscan por
sobre todo justicia, pues están en el deber imperativo de impulsar la nueva
justicia, todo en virtud de consumar el fin y principio supremo que persigue todo el
ordenamiento jurídico boliviano, la Justicia Material, ya que respecto a la
actividad de impartir justicia no puede soslayarse el hecho que ésta sustenta sus
decisiones en la aplicación de formas y ritualismos establecidos en las normas,
sino que dentro el razonamiento efectuado por los Jueces deben prevalecer el
análisis e interpretación de los principios y valores que permitan alcanzar una
justicia cierta, con miras al vivir bien, en respeto de la moral y las buenas
costumbres de la sociedad boliviana, rebatiendo los males que afecten de alguna
manera la buena convivencia de la sociedad.
La falsificación de documentos y sus efectos jurídicos.-
La falsificación de instrumentos privados o públicos se considera una forma
especial de engaño que como tal entra en pugna con los principios y valores ético
morales en que se sostiene el Estado Plurinacional de Bolivia. Ahora bien los
efectos jurídicos que devienen de un hecho ilícito deben tener en relación al actor
eminentemente efectos de reproche a la conducta ilícita, y por ningún motivo debe
significar la consolidación de derechos favorables al actor que incurrió en el acto
ilícito. En consecuencia un hecho ilícito debe generar para el autor efectos de
reproche, no de consolidación de un derecho adquirido por un ilícito, que conciba
P á g i n a 140 | 846
efectos benignos para el autor, como el que podría darse en el caso de Autos, si se
reconoce validez a una transferencia que deviene de una falsificación.
En este entendido debemos puntualizar que toda falsificación es evidentemente un
acto ilícito y como tal no puede ser considerado como válido para generar efectos
favorables para su autor, más al contrario como se mencionó, por lógica, debe
producir efectos de reproche a ese acto, que atentaría contra el orden legal y la
convivencia social, recriminación que si bien debe operar esencialmente en la vía
del derecho penal, pero también en la esfera del derecho civil debe reprimirse el
acto ilícito que altera el ordenamiento jurídico, no pudiendo en consecuencia
avalarse los pretendidos efectos del hecho ilícito.
Si bien el art. 554 inc. 1) del Código Civil establece la causal de anulabilidad por
falta de consentimiento, se debe puntualizar que esta causal no contempla dentro
sus previsiones aquellas causales que derivan de una ilicitud sancionada incluso
penalmente, sino que esta contempla esencialmente aquellos casos en los en que
por ejemplo: un cónyuge transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su
cónyuge, cuando este bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin encontrar en
este acto de disposición un ilícito sino simplemente, una ausencia de
consentimiento del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa
transferencia, o; en el caso de que se le confiera poder a una persona para
hipotecar un bien inmueble, y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su
mandato y transfiere el bien inmueble, acto que, per se, no constituiría un ilícito,
sino que solo implicaría la ausencia de consentimiento del legitimado para
disponer la venta del bien inmueble…”
CADUCIDAD
Auto Supremo: 898/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.
P á g i n a 147 | 846
En consonancia con tales disposiciones legales la línea Jurisprudencial del Tribunal
Constitucional Plurinacional con relación sobre el efecto vinculante de las sentencias
constitucionales, ha razonado en la SCP 0625/2012 de 23 de julio, que: “Las sentencias
constitucionales dictadas en correspondencia a los principios de supremacía y fuerza
normativa de la Ley Fundamental, se revisten del imperativo de cosa juzgada
constitucional; es decir, no admiten más revisión y así adquieren calidad de inmutables e
inimpugnables por recurso ulterior, en razón a que es la Constitución la que se sobrepone
al orden jurídico general y este Tribunal, se constituye en su supremo intérprete.
Precisamente por las características indicadas supra, es que las resoluciones de la
jurisdicción constitucional son vinculantes y de obediencia obligatoria por los poderes
públicos y por supuesto por las partes, afirmación que se sustenta en el art. 203 de la CPE.
Que concuerda con la previsión del art. 129.V de la misma norma constitucional, que
indica: 'La decisión final que conceda la acción de amparo constitucional será ejecutada
inmediatamente y sin observación (…). La autoridad judicial que no proceda conforme
con lo indicado por este artículo, quedará sujeta a las sanciones previstas por la ley'” (SC
1922/2011-R de 28 de noviembre). Por lo expuesto, emitido un fallo en la jurisdicción
constitucional, ya sea por los jueces o tribunales de garantías o por este Tribunal, la
doctrina legal aplicable desarrollada en él, tiene carácter vinculante con relación a todos,
debiendo las autoridades tanto jurisdiccionales como administrativas aplicarla en los
casos análogos que sea de su conocimiento; de otro lado, la determinación expresada en la
parte dispositiva al estar dirigida exclusivamente a las partes intervinientes en la acción de
defensa, tiene efectos inter partes; es decir, surte consecuencias jurídicas con relación al
accionante, personas o servidor público demandados y terceros interesados,
correspondiendo su ejecución inmediata sin observación alguna, dado que no existe
instancia revisora ulterior que pueda modificar sus efectos “(Las negrillas y cursiva nos
corresponden).
P á g i n a 148 | 846
del Auto de Vista recurrido y la emisión de una nueva resolución que resuelva el
fondo del litigio; en tanto que si se plantea en la forma error "in procedendo", es
decir por errores de procedimiento, siendo su finalidad la anulación de la
resolución recurrida o del proceso mismo cuando se hubieren violado las formas
esenciales del proceso sancionadas con nulidad por la ley.
P á g i n a 149 | 846
Como característica esencial de este recurso podemos establecer que no se trata de una
tercera instancia, pues el Tribunal de Casación es un Tribunal de derecho y no de hecho,
por ello el recurso solo procede por las causales taxativamente indicadas por la ley,
debiendo el Tribunal de Casación circunscribirse a considerar las causales invocadas por
el recurrente y siempre que se formulen con observancia de los requisitos exigidos por la
misma ley.
Al respecto la uniforme jurisprudencia sentada por la Ex Corte Suprema de Justicia, con la
que se comparte criterio, señaló que el recurso de casación se equipara a una demanda
nueva de puro derecho, que puede ser planteado en la forma y en el fondo o en ambos a la
vez, conforme está establecido en el artículo 250 del Código de Procedimiento Civil.
Cuando el recurso de casación se interpone en el fondo, esto por errores en la resolución
de fondo del litigio "error in judicando", caso en el cual los hechos denunciados deben
circunscribirse a las causales de procedencia establecidas en el artículo 253 del adjetivo
civil y está orientado a que el Tribunal Supremo revise el fondo de la resolución del litigio,
siendo su finalidad la casación del Auto de Vista recurrido y la emisión de una nueva
resolución que resuelva el fondo del litigio; en tanto que si se plantea en la forma "error in
procedemdo", es decir por errores de procedimiento, la fundamentación debe adecuarse a
las causales y previsiones contenidas en el artículo 254 del mismo cuerpo legal, siendo su
finalidad la anulación de la resolución recurrida o del proceso mismo cuando se hubieren
violado las formas esenciales del proceso sancionadas con nulidad por la ley. En ambos
casos, es de inexcusable cumplimiento el mandato del artículo 258-2) del Código de
Procedimiento Civil; es decir, citar en términos claros, concretos y precisos la ley o leyes
violadas o aplicadas falsa o erróneamente y especificar en qué consiste la violación,
falsedad o error; especificaciones que deben hacerse precisamente en el recurso y no
fundarse en memoriales o escritos anteriores ni suplirse posteriormente.
De lo manifestado precedentemente se concluye que el recurso de casación en el fondo y el
de forma son dos medios de impugnación distintos, que persiguen igualmente finalidades
diferentes, el uno, nos referimos al de fondo, está orientado a que el Tribunal Supremo
revise el fondo de la resolución del litigio, y en este caso lo que el recurrente pretende es
que el Auto Supremo "CASE" la resolución recurrida y resuelva el fondo de la controversia
en base a la correcta aplicación o interpretación de la ley o la debida valoración de la
prueba. En cambio el recurso de casación en la forma está orientado a que el Tribunal
Supremo constate la existencia de errores formales en la resolución impugnada o de
procedimiento en la sustanciación de la causa que conlleven la afectación del debido
proceso, en ese caso la pretensión recursiva está orientada a la nulidad de la resolución
impugnada o la nulidad de obrados.”
Asimismo en el Auto Supremo No. 394/2014 de 18 de julio 2014 respecto al tema, señaló
que: “Se ha manifestado reiteradamente que el recurso de casación es extraordinario, en
mérito a la naturaleza formal que la ley le ha atribuido, que se recoge en el art. 258 del
Código de Procedimiento Civil, en ese atributo, el enjuiciamiento de las Resolución de
Alzada se ve limitado por supuestos legales específicos que la ley ha establecido en función
a la naturaleza del error, sea material o formal; denominados por la doctrina como error
in judicando, para el uno, e in procedendo, para el otro.
El error material se presenta cuando en la decisión jurisdiccional de fondo se afecta a la
norma jurídica sustantiva utilizada en la solución de la controversia, en cambio, existe
error formal cuando se afecta el desarrollo normal del proceso coercida por nulidad de sus
actos sistemáticos. En atención a la naturaleza del error que se activa el recurso de
P á g i n a 150 | 846
casación, siendo el recurso de casación en la forma, o nulidad, el idóneo para
contrarrestar los errores formales y el recurso de casación en el fondo el útil para
enmendar los errores sustantivos o sustanciales; contando cada uno de estos medios de
impugnación reglas precisas de fundabilidad, por lo que el art. 253 del Código de
Procedimiento Civil delimita taxativamente las causales que permiten el recurso de
casación en el fondo, y por su parte el art. 254 de la citada norma, contiene el catálogo de
causales que habilitan la procedencia del recurso de casación en la forma o de nulidad.
Establecido lo anterior concluiremos diciendo que el recurso de casación en el fondo y el
de forma son dos medios de impugnación distintos que persiguen finalidades igualmente
diferentes.
Es así que, cuando se plantea recurso de casación en el fondo lo que se pretende es que el
Tribunal case el Auto de Vista impugnado en base a la correcta aplicación o interpretación
de la norma sustantiva y resuelva el fondo del litigio; en cambio, cuando se plantea el
recurso de nulidad o casación en la forma, lo que se pretende es la nulidad de obrados
para la correcta aplicación de las normas procesales resguardando la garantía del debido
proceso.”
CADUCIDAD
Auto Supremo: 898/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.
CARGA DE LA PRUEBA
Auto Supremo: 659/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Usucapión Decenal o extraordinaria.
Previamente a ingresar a considerar la carga de la prueba, nos referiremos a lo que debe
entenderse por prueba, para dicha finalidad citaremos a Carlos Morales Guillen quien en su
obra titulada Código Civil Concordado y anotado, citando a Messineo, señala: “Prueba es
la representación de un hecho y, por consiguiente es la demostración de la realidad (o de
P á g i n a 151 | 846
la irrealidad) del mismo. Si el hecho no se prueba, según las reglas dadas al efecto por la
ley, es como si no existiese. La finalidad de la prueba es afirmar los hechos jurídicos,
entendido este término en su más amplia acepción, hechos naturales, hechos humanos y
actos y negocios jurídicos…”.
Ahora bien, dicho autor, sobre la carga de la prueba inmersa en el art. 1283 del Código
Civil, señala: “…..el peso de la prueba recae en quien demanda una determinada
pretensión frente otro, que debe probar los hechos en los cuales fundamenta su demanda.
El demandado puede limitarse a negarla, dejando toda la carga de la prueba al
demandante (ei incumbit ptrobatio qui dicit, nom qui negat). Mas si el demandado alega
hechos diversos de los deducidos por el actor que, sin negarlos necesariamente, sean
incompatibles con éstos y les quiten eficacia, ya porque tengan carácter extintivo (v. gr.
Pago), impeditivo (v. gr. Vigencia de plazo pactado) o modificativo (v. gr. Excesiva
onerosidad sobrevenida) está obligado a probar su excepción conforme a la segunda parte
del axioma citado supra”.
En relación a dichas consideraciones, este Tribunal Supremo de Justicia emitió varios
Autos Supremos, entre ellos el Nº 162/2015 de fecha 10 de marzo de 2015, que sobre este
punto señala: “Respecto a la carga de la prueba, acusada en el recurso de casación, se
debe considerar que, la prueba es un medio de verificación de las proposiciones
incorporadas por los litigantes en el proceso con la finalidad de crear en el juzgador pleno
convencimiento con relación a los hechos del proceso para cuya finalidad, las pruebas
deben ser apreciadas de acuerdo a la valoración que les otorga la ley, conforme al sistema
de apreciación legal de la prueba y el valor probatorio que les asigna la Ley o de acuerdo
a las reglas de la sana crítica en previsión del art. 1286 del Código Civil concordante con
el art. 397 del Código de Procedimiento Civil….”
CARGA DE LA PRUEBA
Auto Supremo: 747/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Proceso: Reivindicación
Previamente a ingresar a considerar la carga de la prueba, nos referiremos a lo que debe
entenderse por prueba, para dicha finalidad citaremos a Carlos Morales Guillen quien en su
obra titulada Código Civil Concordado y anotado, citando a Messineo, señala: “Prueba es
la representación de un hecho y, por consiguiente es la demostración de la realidad (o de
la irrealidad) del mismo. Si el hecho no se prueba, según las reglas dadas al efecto por la
ley, es como si no existiese. La finalidad de la prueba es afirmar los hechos jurídicos,
entendido este término en su más amplia acepción, hechos naturales, hechos humanos y
actos y negocios jurídicos…”.
Ahora bien, dicho autor, sobre la carga de la prueba inmersa en el art. 1283 del Código
Civil, señala: “…..el peso de la prueba recae en quien demanda una determinada
pretensión frente otro, que debe probar los hechos en los cuales fundamenta su demanda.
El demandado puede limitarse a negarla, dejando toda la carga de la prueba al
demandante (ei incumbit ptrobatio qui dicit, nom qui negat). Mas si el demandado alega
hechos diversos de los deducidos por el actor que, sin negarlos necesariamente, sean
incompatibles con éstos y les quiten eficacia, ya porque tengan carácter extintivo (v. gr.
Pago), impeditivo (v. gr. Vigencia de plazo pactado) o modificativo (v. gr. Excesiva
onerosidad sobrevenida) está obligado a probar su excepción conforme a la segunda parte
del axioma citado supra”.
P á g i n a 152 | 846
En relación a dichas consideraciones, este Tribunal Supremo de Justicia emitió varios
Autos Supremos, entre ellos el Nº 162/2015 de fecha 10 de marzo, que sobre este punto
señala: “Respecto a la carga de la prueba, acusada en el recurso de casación, se debe
considerar que, la prueba es un medio de verificación de las proposiciones incorporadas
por los litigantes en el proceso con la finalidad de crear en el juzgador pleno
convencimiento con relación a los hechos del proceso para cuya finalidad, las pruebas
deben ser apreciadas de acuerdo a la valoración que les otorga la ley, conforme al sistema
de apreciación legal de la prueba y el valor probatorio que les asigna la Ley o de acuerdo
a las reglas de la sana crítica en previsión del art. 1286 del Código Civil concordante con
el art. 397 del Código de Procedimiento Civil….”
CARGA DE LA PRUEBA
Auto Supremo: 871/2016
Sucre: 25 de julio 2016
Proceso: Reivindicación, desocupación y entrega de inmueble.
Previamente a ingresar a considerar la carga de la prueba, nos referiremos a lo que debe
entenderse por prueba, para dicha finalidad citaremos a Carlos Morales Guillen quien en su
obra titulada Código Civil Concordado y anotado, citando a Messineo, señala: “Prueba es
la representación de un hecho y, por consiguiente es la demostración de la realidad (o de
la irrealidad) del mismo. Si el hecho no se prueba, según las reglas dadas al efecto por la
ley, es como si no existiese. La finalidad de la prueba es afirmar los hechos jurídicos,
entendido este término en su más amplia acepción, hechos naturales, hechos humanos y
actos y negocios jurídicos…”.
Ahora bien, dicho autor, sobre la carga de la prueba inmersa en el art. 1283 del Código
Civil, señala: “…..el peso de la prueba recae en quien demanda una determinada
pretensión frente otro, que debe probar los hechos en los cuales fundamenta su demanda.
El demandado puede limitarse a negarla, dejando toda la carga de la prueba al
demandante (ei incumbit ptrobatio qui dicit, nom qui negat). Mas si el demandado alega
hechos diversos de los deducidos por el actor que, sin negarlos necesariamente, sean
incompatibles con éstos y les quiten eficacia, ya porque tengan carácter extintivo (v. gr.
Pago), impeditivo (v. gr. Vigencia de plazo pactado) o modificativo (v. gr. Excesiva
onerosidad sobrevenida) está obligado a probar su excepción conforme a la segunda parte
del axioma citado supra”.
En relación a dichas consideraciones, este Tribunal Supremo de Justicia emitió varios
Autos Supremos, entre ellos el Nº 162/2015 de fecha 10 de marzo de 2015, que sobre este
punto señala: “Respecto a la carga de la prueba, acusada en el recurso de casación, se
debe considerar que, la prueba es un medio de verificación de las proposiciones
incorporadas por los litigantes en el proceso con la finalidad de crear en el juzgador pleno
convencimiento con relación a los hechos del proceso para cuya finalidad, las pruebas
deben ser apreciadas de acuerdo a la valoración que les otorga la ley, conforme al sistema
de apreciación legal de la prueba y el valor probatorio que les asigna la Ley o de acuerdo
a las reglas de la sana crítica en previsión del art. 1286 del Código Civil concordante con
el art. 397 del Código de Procedimiento Civil….”
CARGA DE LA PRUEBA
Auto Supremo: 910/2016
Sucre: 27 de julio 2016
P á g i n a 153 | 846
Proceso: Desheredación
La prueba resulta un elemento esencial en todo proceso, toda vez que su importancia y
función principal radica en el hecho de generar criterio y convicción en los juzgadores para
establecer la existencia o no de los hechos expuestos en la demanda y contestación, aspecto
que sin duda define el resultado de la controversia judicial en aplicación de la ley y los
principios constitucionales.
En este marco resulta necesario señalar que la carga de la prueba se establece en el propio
interés de las partes, quienes tiene la obligación de demostrar y desvirtuar lo afirmado por
las partes tanto en la demanda como en la respuesta, pues quien tiene la carga de la prueba
(en función a los hechos su pretensión o sobre lo que se le demanda) y no la produce, se
perjudica asimismo.
Razonamiento que nace precisamente de interpretación del art. 1283 del Código Civil en
relación al art. 375 del Código de Procedimiento Civil que impone como carga procesal a
las partes litigantes la de probar los hechos en que fundamentan su pretensión y quien
pretende el reconocimiento de su derecho, debe probar el hecho o hechos en que
fundamenta su acción.
En este entendido el Auto Supremo Nº 644/2016 de 15 de junio de 2016, al respecto a
orientado: “Previamente a ingresar a considerar la carga de la prueba, nos referiremos a
lo que debe entenderse por prueba, para dicha finalidad citaremos a Carlos Morales
Guillen quien en su obra titulada Código Civil Concordado y anotado, citando a Messineo,
señala: “Prueba es la representación de un hecho y, por consiguiente es la demostración
de la realidad (o de la irrealidad) del mismo. Si el hecho no se prueba, según las reglas
dadas al efecto por la ley, es como si no existiese. La finalidad de la prueba es afirmar los
hechos jurídicos, entendido este término en su más amplia acepción, hechos naturales,
hechos humanos y actos y negocios jurídicos…”.
Ahora bien, dicho autor, sobre la carga de la prueba inmersa en el art. 1283 del Código
Civil, señala: “…..el peso de la prueba recae en quien demanda una determinada
pretensión frente otro, que debe probar los hechos en los cuales fundamenta su demanda.
El demandado puede limitarse a negarla, dejando toda la carga de la prueba al
demandante (ei incumbit ptrobatio qui dicit, nom qui negat). Mas si el demandado alega
hechos diversos de los deducidos por el actor que, sin negarlos necesariamente, sean
incompatibles con éstos y les quiten eficacia, ya porque tengan carácter extintivo (v. gr.
Pago), impeditivo (v. gr. Vigencia de plazo pactado) o modificativo (v. gr. Excesiva
onerosidad sobrevenida) está obligado a probar su excepción conforme a la segunda parte
del axioma citado supra”.
En relación a dichas consideraciones, este Tribunal Supremo de Justicia emitió varios
Autos Supremos, entre ellos el Nº 162/2015 de fecha 10 de marzo de 2015, que sobre este
punto señala: “Respecto a la carga de la prueba, acusada en el recurso de casación, se
debe considerar que, la prueba es un medio de verificación de las proposiciones
incorporadas por los litigantes en el proceso con la finalidad de crear en el juzgador pleno
convencimiento con relación a los hechos del proceso para cuya finalidad, las pruebas
deben ser apreciadas de acuerdo a la valoración que les otorga la ley, conforme al sistema
de apreciación legal de la prueba y el valor probatorio que les asigna la Ley o de acuerdo
a las reglas de la sana crítica en previsión del art. 1286 del Código Civil concordante con
el art. 397 del Código de Procedimiento Civil….”.
CARGA DE LA PRUEBA
P á g i n a 154 | 846
Auto Supremo: 910/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Desheredación
La prueba resulta un elemento esencial en todo proceso, toda vez que su importancia y
función principal radica en el hecho de generar criterio y convicción en los juzgadores para
establecer la existencia o no de los hechos expuestos en la demanda y contestación, aspecto
que sin duda define el resultado de la controversia judicial en aplicación de la ley y los
principios constitucionales.
En este marco resulta necesario señalar que la carga de la prueba se establece en el propio
interés de las partes, quienes tiene la obligación de demostrar y desvirtuar lo afirmado por
las partes tanto en la demanda como en la respuesta, pues quien tiene la carga de la prueba
(en función a los hechos su pretensión o sobre lo que se le demanda) y no la produce, se
perjudica asimismo.
Razonamiento que nace precisamente de interpretación del art. 1283 del Código Civil en
relación al art. 375 del Código de Procedimiento Civil que impone como carga procesal a
las partes litigantes la de probar los hechos en que fundamentan su pretensión y quien
pretende el reconocimiento de su derecho, debe probar el hecho o hechos en que
fundamenta su acción.
En este entendido el Auto Supremo Nº 644/2016 de 15 de junio de 2016, al respecto a
orientado: “Previamente a ingresar a considerar la carga de la prueba, nos referiremos a
lo que debe entenderse por prueba, para dicha finalidad citaremos a Carlos Morales
Guillen quien en su obra titulada Código Civil Concordado y anotado, citando a Messineo,
señala: “Prueba es la representación de un hecho y, por consiguiente es la demostración
de la realidad (o de la irrealidad) del mismo. Si el hecho no se prueba, según las reglas
dadas al efecto por la ley, es como si no existiese. La finalidad de la prueba es afirmar los
hechos jurídicos, entendido este término en su más amplia acepción, hechos naturales,
hechos humanos y actos y negocios jurídicos…”.
Ahora bien, dicho autor, sobre la carga de la prueba inmersa en el art. 1283 del Código
Civil, señala: “…..el peso de la prueba recae en quien demanda una determinada
pretensión frente otro, que debe probar los hechos en los cuales fundamenta su demanda.
El demandado puede limitarse a negarla, dejando toda la carga de la prueba al
demandante (ei incumbit ptrobatio qui dicit, nom qui negat). Mas si el demandado alega
hechos diversos de los deducidos por el actor que, sin negarlos necesariamente, sean
incompatibles con éstos y les quiten eficacia, ya porque tengan carácter extintivo (v. gr.
Pago), impeditivo (v. gr. Vigencia de plazo pactado) o modificativo (v. gr. Excesiva
onerosidad sobrevenida) está obligado a probar su excepción conforme a la segunda parte
del axioma citado supra”.
En relación a dichas consideraciones, este Tribunal Supremo de Justicia emitió varios
Autos Supremos, entre ellos el Nº 162/2015 de fecha 10 de marzo de 2015, que sobre este
punto señala: “Respecto a la carga de la prueba, acusada en el recurso de casación, se
debe considerar que, la prueba es un medio de verificación de las proposiciones
incorporadas por los litigantes en el proceso con la finalidad de crear en el juzgador pleno
convencimiento con relación a los hechos del proceso para cuya finalidad, las pruebas
deben ser apreciadas de acuerdo a la valoración que les otorga la ley, conforme al sistema
de apreciación legal de la prueba y el valor probatorio que les asigna la Ley o de acuerdo
a las reglas de la sana crítica en previsión del art. 1286 del Código Civil concordante con
el art. 397 del Código de Procedimiento Civil….”.
P á g i n a 155 | 846
CARGA DE LA PRUEBA
Auto Supremo: 1278/2016
Sucre: 07 de noviembre 2016
Proceso: Usucapión.
Previamente a ingresar a considerar la carga de la prueba, nos referiremos a lo que debe
entenderse por prueba, para dicha finalidad citaremos a Carlos Morales Guillen quien en su
obra titulada Código Civil Concordado y anotado, citando a Messineo, señala: “Prueba es
la representación de un hecho y, por consiguiente es la demostración de la realidad (o de
la irrealidad) del mismo. Si el hecho no se prueba, según las reglas dadas al efecto por la
ley, es como si no existiese. La finalidad de la prueba es afirmar los hechos jurídicos,
entendido este término en su más amplia acepción, hechos naturales, hechos humanos y
actos y negocios jurídicos…”.
Ahora bien, dicho autor, sobre la carga de la prueba inmersa en el art. 1283 del Código
Civil, señala: “…..el peso de la prueba recae en quien demanda una determinada
pretensión frente otro, que debe probar los hechos en los cuales fundamenta su demanda.
El demandado puede limitarse a negarla, dejando toda la carga de la prueba al
demandante (ei incumbit ptrobatio qui dicit, nom qui negat). Mas si el demandado alega
hechos diversos de los deducidos por el actor que, sin negarlos necesariamente, sean
incompatibles con éstos y les quiten eficacia, ya porque tengan carácter extintivo (v. gr.
Pago), impeditivo (v. gr. Vigencia de plazo pactado) o modificativo (v. gr. Excesiva
onerosidad sobrevenida) está obligado a probar su excepción conforme a la segunda parte
del axioma citado supra”.
En relación a dichas consideraciones, este Tribunal Supremo de Justicia emitió varios
Autos Supremos, entre ellos el Nº 162/2015 de fecha 10 de marzo de 2015, que sobre este
punto señala: “Respecto a la carga de la prueba, acusada en el recurso de casación, se
debe considerar que, la prueba es un medio de verificación de las proposiciones
incorporadas por los litigantes en el proceso con la finalidad de crear en el juzgador pleno
convencimiento con relación a los hechos del proceso para cuya finalidad, las pruebas
deben ser apreciadas de acuerdo a la valoración que les otorga la ley, conforme al sistema
de apreciación legal de la prueba y el valor probatorio que les asigna la Ley o de acuerdo
a las reglas de la sana crítica en previsión del art. 1286 del Código Civil concordante con
el art. 397 del Código de Procedimiento Civil….”
CARGA DE LA PRUEBA
Auto Supremo: 644/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Usucapión decenal.
Previamente a ingresar a considerar la carga de la prueba, nos referiremos a lo que debe
entenderse por prueba, para dicha finalidad citaremos a Carlos Morales Guillen quien en su
obra titulada Código Civil Concordado y anotado, citando a Messineo, señala: “Prueba es
la representación de un hecho y, por consiguiente es la demostración de la realidad (o de
la irrealidad) del mismo. Si el hecho no se prueba, según las reglas dadas al efecto por la
ley, es como si no existiese. La finalidad de la prueba es afirmar los hechos jurídicos,
entendido este término en su más amplia acepción, hechos naturales, hechos humanos y
actos y negocios jurídicos…”.
P á g i n a 156 | 846
Ahora bien, dicho autor, sobre la carga de la prueba inmersa en el art. 1283 del Código
Civil, señala: “…..el peso de la prueba recae en quien demanda una determinada
pretensión frente otro, que debe probar los hechos en los cuales fundamenta su demanda.
El demandado puede limitarse a negarla, dejando toda la carga de la prueba al
demandante (ei incumbit ptrobatio qui dicit, nom qui negat). Mas si el demandado alega
hechos diversos de los deducidos por el actor que, sin negarlos necesariamente, sean
incompatibles con éstos y les quiten eficacia, ya porque tengan carácter extintivo (v. gr.
Pago), impeditivo (v. gr. Vigencia de plazo pactado) o modificativo (v. gr. Excesiva
onerosidad sobrevenida) está obligado a probar su excepción conforme a la segunda parte
del axioma citado supra”.
En relación a dichas consideraciones, este Tribunal Supremo de Justicia emitió varios
Autos Supremos, entre ellos el Nº 162/2015 de fecha 10 de marzo de 2015, que sobre este
punto señala: “Respecto a la carga de la prueba, acusada en el recurso de casación, se
debe considerar que, la prueba es un medio de verificación de las proposiciones
incorporadas por los litigantes en el proceso con la finalidad de crear en el juzgador pleno
convencimiento con relación a los hechos del proceso para cuya finalidad, las pruebas
deben ser apreciadas de acuerdo a la valoración que les otorga la ley, conforme al sistema
de apreciación legal de la prueba y el valor probatorio que les asigna la Ley o de acuerdo
a las reglas de la sana crítica en previsión del art. 1286 del Código Civil concordante con
el art. 397 del Código de Procedimiento Civil….”
CADUCIDAD
Auto Supremo: 898/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.
P á g i n a 157 | 846
Proceso: Reivindicación y otros.
El art. 84 del Código Procesal Civil establece en el Parágrafo I “Por principio las
actuaciones procesales en todos los grados serán inmediatamente notificadas a las partes
en la secretaría del Juzgado o Tribunal, excepto en los casos previstos por ley. II Con este
objeto, las partes, las y los abogados que actúen en el proceso tendrán la carga procesal
de asistencia obligatoria a la secretaría del juzgado o Tribunal. III Si la parte o su
abogada o abogados, o procurador de estos últimos no se apersonare al Juzgado o
Tribunal, se tendrá por efectuada la notificación y se sentará la diligencia respectiva IV.-
No se considerará cumplida la notificación si el expediente o la actuación no se encontrare
en secretaría, cuyo caso se hará constar esta circunstancia en el libro de control de
notificaciones u otro medio autorizado del Juez o Tribunal”. De la lectura del artículo se
establece la obligación de las partes de asistir al juzgado con la finalidad de enterarse de
todas las actuaciones realizadas dentro del proceso, en caso de no encontrarse el expediente
en secretaría, no se considerará cumplida la notificación.
Es en este entendido que se ha orientado a través de diversos fallos, entre ellos el Auto
Supremo Nº 1071/2015 – L que: “…las partes deben tomar en cuenta que el impulso del
proceso y la correcta sustanciación del mismo no es de responsabilidad exclusiva de los
operadores de justicia y su personal de apoyo, sino también es de responsabilidad de las
partes litigantes, en este sentido las partes asumen la carga procesal de asistir en forma
obligatoria a la secretearía del juzgado los días martes y viernes para notificarse con las
actuaciones que se hubieron producido, obligación establecida en el art. 14 de la ley Nº
1760 vigente en ese tiempo, y actualmente establecida en el art. 84 del Código Procesal
Civil (en vigencia anticipada), obligación que no fue asumida por las partes… pues no
resultan ser actos procesales impulsorios del proceso ya que con estas o sin estas, las
partes tenían la carga procesal de asistir al juzgado a efectos de notificación”.
P á g i n a 158 | 846
obligatoria a la secretaría del juzgado o Tribunal. III Si la parte o su abogada o
abogados, o procurador de estos últimos no se apersonare al Juzgado o Tribunal,
se tendrá por efectuada la notificación y se sentará la diligencia respectiva IV.- No
se considerará cumplida la notificación si el expediente o la actuación no se
encontrare en secretaría, cuyo caso se hará constar esta circunstancia en el libro
de control de notificaciones u otro medio autorizado del Juez o Tribunal”. De la
lectura de los citados artículos se establece la obligación de las partes de asistir al
juzgado con la finalidad de enterarse de todas las actuaciones realizadas dentro del
proceso, en caso de no encontrarse el expediente en secretaría, no se considerará
cumplida la notificación.
Es en este entendido que se ha orientado a través de diversos fallos, entre ellos el
Auto Supremo Nº 1071/2015 – L que:“…las partes deben tomar en cuenta que el
impulso del proceso y la correcta sustanciación del mismo no es de
responsabilidad exclusiva de los operadores de justicia y su personal de apoyo,
sino también es de responsabilidad de las partes litigantes, en este sentido las
partes asumen la carga procesal de asistir en forma obligatoria a la secretearía
del juzgado los días martes y viernes para notificarse con las actuaciones que se
hubieron producido, obligación establecida en el art. 14 de la ley Nº 1760 vigente
en ese tiempo, y actualmente establecida en el art. 84 del Código Procesal Civil
(en vigencia anticipada), obligación que no fue asumida por las partes… pues no
resultan ser actos procesales impulsorios del proceso ya que con estas o sin estas,
las partes tenían la carga procesal de asistir al juzgado a efectos de notificación”.
P á g i n a 160 | 846
documentarios (Acreditivos) del capítulo IV, del título VII, del Libro Tercero del Código
referido, dispone que: “En cuanto a lo no previsto en esta Sección, se aplicarán,
supletoriamente, las "Reglas y Usos Uniformes de los Créditos Documentarios", de última
revisión”; haciéndose de esta manera aplicable en el presente caso de autos las Reglas y
Usos Uniformes de los Créditos Documentarios Publicación 500.
Las Reglas y Usos Uniformes de los Créditos Documentarios Publicación 500 en su art. 2,
nos trae una DEFINICION DE CREDITO concretando que: “A efectos de los presentes
artículos, las expresiones "Crédito/s", se refieren a todo acuerdo, cualquiera que sea su
denominación o descripción, por el que un banco ("Banco Emisor"), obrando a petición y
de conformidad con las instrucciones de un cliente ("Ordenante") o en su propio
nombre: I. se obliga a hacer un pago a un tercero ("Beneficiario") o a su orden, o a
aceptar y pagar efectos librados por el Beneficiario, o, II. autoriza a otro banco para que
efectúe el pago, o para que acepte y pague tales efectos, o, III. autoriza a otro banco para
que negocie, contra la entrega del/de los documento/s exigido/s, siempre y cuando se
cumplan los términos y las condiciones del Crédito. A los efectos de los presentes artículos,
las sucursales de un banco en países diferentes se considerarán como otro banco”. Por su
parte el art. 3 al referirse a los CREDITOS/CONTRATOS establece que: “a. Los Créditos
son, por su naturaleza, operaciones independientes de las ventas o de cualquier otro
contrato en los que puedan estar basados y a los bancos no les afectan ni están vinculados
por tal/es contrato/s, aun cuando en el Crédito se incluya alguna referencia al/a los
mencionado/s contrato/s. Por lo tanto, el compromiso por parte de un banco de pagar,
aceptar y pagar efecto/s o negociar y/o cumplir cualquier otra obligación incluida en el
Crédito no está sujeta a reclamaciones o excepciones por parte del Ordenante,
resultantes de sus relaciones con el Banco Emisor o con el Beneficiario. b. El
Beneficiario no podrá, en ningún caso, hacer uso de las relaciones contractuales existentes
entre los bancos o entre el Ordenante y el Banco Emisor” (las negrillas son nuestras).
En interpretación de Carlos Morales Guillen la carta de crédito o carta de crédito mercantil
“es una orden de pago dirigida por una persona, denominada dador, a otra que es el
destinatario, a efecto de que entregue a un tercero o beneficiario, designado en la misma,
determinada cantidad fija o varias cantidades indeterminadas de dinero, con un límite
máximo que se señala en el documento…La determinación de su naturaleza jurídica, puede
corresponder a la de una operación de crédito, o a la de un simple servicio bancario de
mediación de pagos, según la alternativa que se haya estipulado en conformidad con lo
dispuesto por el art. 1341”. Concluyendo que la carta de crédito ha de ser necesariamente
nominada, según doctrina uniforme.
P á g i n a 161 | 846
que es el destinatario, a efecto de que entregue a un tercero o beneficiario, designado en la
misma, determinada cantidad fija o varias cantidades indeterminadas de dinero, con un
límite máximo que se señala en el documento…La determinación de su naturaleza jurídica,
puede corresponder a la de una operación de crédito, o a la de un simple servicio bancario
de mediación de pagos, según la alternativa que se haya estipulado en conformidad con lo
dispuesto por el art. 1341”. Concluyendo que la carta de crédito ha de
ser necesariamente nominada, según doctrina uniforme.
P á g i n a 162 | 846
comprendiendo tanto los preceptos sustantivos como adjetivos que hacen a la
regulación de los mismos”.
De lo que se concluye que el régimen de los procesos de desvinculación conyugal
en cuanto a su tramitación se encuentra comprendido dentro de los alcances del
“proceso extraordinario” conforme lo establece el art. 434 de la Ley N° 603 y la
Sentencia dictada en este tipo de proceso sin importar cual fuere la decisión
asumida, únicamente admite recurso de apelación y tratándose de proceso de
desvinculación conyugal o ruptura unilateral, tan solo admite apelación en el
suspensivo; sin recurso ulterior, lo que implica que la Resolución de segunda
instancia, por ningún motivo puede admitir recurso de casación.
Lo afirmado se encuentra plenamente ratificado por la norma contenido en el art.
444 de la misma Ley de referencia que señala: “Presentada la apelación, previo
traslado a la parte contraria, la autoridad judicial remitirá al superior los
actuados correspondientes. Contra el auto de vista no procede recuro de
casación”. (El resaltado y subrayado nos corresponde); de lo descrito se infiere con
total claridad que el proceso de DESVINCULACION CONYUGAL O RUPTURA
UNILATERAL al estar comprendido dentro del proceso extraordinario regulado a
partir del art. 434 y siguientes, definitivamente no puede quedar excluido del nuevo
sistema recursivo que establece la Ley N° 603, debiendo el mismo ser aplicado en
todas sus instancias, aun en los procesos que se encuentran en trámite al momento
de su vigencia
Siguiente el entendimiento expuesto supra este Tribunal ha delineado
jurisprudencia, contenida en el A.S. 697/2016-RA de fecha 27 de junio 2016 entre
otros donde reiterando el entendimiento en cuanto a los procesos de ruptura
unilateral previo reconocimiento ha señalado que: “ Consiguientemente se dirá
que, conforme a lo dispuesto en los distintos Autos Supremos, entre ellos citaremos
a los A.S. 105/2016, 107/2016, 108/2016 todos de fecha de 4 de febrero, en
especial el Auto Supremo Nº 1137/2015 de 8 de diciembre, donde se estableció
que: la Ley Nº 603 de 19 de noviembre de 2014, vigente desde el 24 de noviembre
de 2014 (fecha de publicación), cuya norma señala entre sus disposiciones
transitorias lo siguiente: “PRIMERA. El presente Código entrará en vigencia
plena el 6 de agosto de 2015, y será aplicable a los procesos presentados a partir
de la fecha de referencia, salvo lo previsto en estas disposiciones. SEGUNDA. I.
Entrarán en vigencia al momento de la publicación del presente Código, las
siguientes normas que alcanzan inclusive a los procesos judiciales en trámite en
primera y segunda instancia, y en ejecución de fallos… b) El régimen del divorcio
y desvinculación conyugal, y disposiciones conexas del presente Código…” (Las
negrillas son nuestras), la norma descrita señala que los artículos relativos al
régimen del divorcio y sus disposiciones conexas (normas sustantivas y adjetivas)
ingresan en vigencia anticipada desde la fecha de publicación de dicha norma.
En virtud a ello, y de acuerdo al análisis, la presente causa ha sido tramitada
dentro de la vigencia del Nuevo Código de las Familias y del Proceso Familiar, la
Sentencia fue dictada en fecha 10 de octubre de 2014, el Auto de Vista en fecha 21
P á g i n a 163 | 846
de abril de 2016, proceso que tiene por objeto la declaración de una unión
conyugal libre o de hecho y consiguiente Ruptura Unilateral, que conforme a lo
previsto en la ley Nº 603 Código de las Familias y del Proceso Familiar en su
Capitulo Segundo referente a los proceso extraordinarios, art. 434 inc. e). La
presente causa se encuentra catalogado como proceso extraordinario y aplicable
la disposición contenida en el art. 444 del mismo cuerpo legal que en la parte in
fine dice: “Contra el Auto de Vista no procede recurso de casación.”,
consiguientemente la norma descrita no permite que los fallos emitidos en
procesos catalogados como extraordinarios puedan ser impugnados con recurso
de casación.
En ese entendido, el Tribunal de Alzada debió considerar la aplicación anticipada
de las normas previstas en la Ley Nº 603 y en su caso denegar la concesión del
recurso de casación, situación que no aconteció en el caso de Autos, motivo por el
cual, este Tribunal se encuentra obligado en aplicar el art. 401. I inc. a) del
Código de las Familias y del Proceso Familiar, debiendo declarar la
improcedencia del recurso, tratándose que la pretensión principal debatida resulta
ser una Resolución no recurrible. Por lo expuesto, corresponde emitir fallo
conforme a lo previsto en el art. 401.I inc. a) del Código de las Familias y del
Proceso Familiar.
POR TANTO: La Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia del Estado
Plurinacional de Bolivia, con la facultad conferida por el art. 42.I núm. 1) de la
Ley del Órgano Judicial de 24 de junio de 2010, y en aplicación de los arts. 401.I
inc. a) del Código de las Familias y del Proceso Familiar, declara
IMPROCEDENTE”
La causa es lícita cuando es conforme al orden público o las buenas costumbres y no busca
eludir una norma de aplicación imperativa; en contrario sensu, se puede referir un
contrato con causa ilícita cuando las partes persigan una finalidad económico- práctica
contraria a normas imperativas (contrato ilegal) o a los principios de orden público
(contrato prohibido) o de las buenas costumbres (contrato inmoral).
CADUCIDAD
Auto Supremo: 898/2016
P á g i n a 169 | 846
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.
P á g i n a 172 | 846
eludir la aplicación de una norma imperativa, conforme establece el art. 489 del
Código Civil.”
En cuanto al motivo ilícito el Auto Supremo Nº 311/2013 de 17 de junio, orientó
que: “…el mismo se encuentra comprendido en el art. 490 del Código Civil que
textualmente señala: “(Motivo ilícito) El contrato es ilícito cuando el motivo que
determina la voluntad de ambos contratantes es contrario al orden público o a las
buenas costumbres”, entendiendo por causa esa sola finalidad del valor constante
y abstracto...". Bajo estos términos la causa es independiente de la voluntad de los
contratantes y es distinta del motivo, pues solo tiene relevancia la causa final. Es
por ello, que en nuestra normativa sustantiva Civil, se distinguió claramente en lo
referente a la causa de los contratos, la causa ilícita (art. 489 Código Civil) y al
motivo ilícito (art. 490 Código Civil); razón que la doctrina refiere que para la
causa no interesa el motivo, que es individual y contingente, sino el fin económico-
social que se vaya a cumplir.
Asimismo diremos que el objeto del contrato, se encuentra constituido por el
conjunto de las obligaciones que se ha generado con la operación jurídica
(contrato), consiguientemente corresponde señalar que el objeto del contrato es la
obligación de las partes, el objeto de la obligación es la prestación debida, dar
hacer o no hacer.”.
P á g i n a 174 | 846
Auto Supremo: 1274/2016
Sucre: 07 de noviembre de 2016
Proceso: Ordinario, nulidad de registro en Derechos Reales, nulidad de escrituras públicas,
reivindicación, pago de daños y perjuicios
Del mismo, en el Auto Supremo N 518/2014 de 8 de septiembre, se estableció lo siguiente:
“Enfocando el análisis sobre la ilicitud de la causa y la ilicitud del motivo que impulso a
las partes a celebrar el contrato, el art. 589 del Código Civil tipifica la causa ilícita
señalando que: “La causa es ilícita cuando es contraria al orden público o a las buenas
costumbres o cuando el contrato es un medio para eludir la aplicación de una norma
imperativa”; se hace preciso indicar que la causa como un elemento constitutivo del
contrato, está en la función económica-social que el contrato desempeña, que a decir de
los hermanos Mazeaud, "...ésta cumple una función económico- social, que el contrato
cumple, y consiste en la modificación de una situación existente que el derecho objetivo
considera importante para sus propias finalidades; como tal, la causa es constante e
inmutable, sea cual fuere la intensión personal de cada una de las partes". Bajo esos
términos el Auto Supremo Nº 120/2012 de 17 de mayo de 2012 señaló que: “…resulta
necesario aclarar que como señala Francisco Messineo, la causa, entendida como el fin
económico-social, tiene una función teleológica (es el por qué del contrato). En otras
palabras para analizar la causa de un contrato debemos tener en cuenta el fin económico y
social del mismo. En un contrato de venta el objeto es la transferencia de la propiedad de
una cosa, en tanto que la causa, en términos generales, será el intercambio de una cosa a
cambio de un precio y, en particular, para el vendedor la obtención del precio de la cosa,
mientras que para el comprador la adquisición de la propiedad de la cosa; aunque con ello
de ninguna manera se quiere decir que el precio sea realmente cancelado o la cosa
realmente entregada”, por lo que la causa se enmarca el fin económico social que el
contrato busca en su celebración, en ese margen el contrato se considera nulo por ilicitud
de la causa cuando la finalidad del contrato es contraria al orden público (contrato
prohibido) o a las buenas costumbres (contrato inmoral) o cuando el contrato es un medio
para eludir la aplicación de una norma imperativa (contrato ilegal)”.
P á g i n a 176 | 846
la doctrina refiere que para la causa no interesa el motivo, que es individual y
contingente, sino el fin económico-social que se vaya a cumplir.
La causa es lícita cuando es conforme al orden público o las buenas costumbres
y no busca eludir una norma de aplicación imperativa; en contrario sensu, se
puede referir un contrato con causa ilícita cuando las partes persigan una
finalidad económico- práctica contraria a normas imperativas (contrato ilegal) o
a los principios de orden público (contrato prohibido) o de las buenas costumbres
(contrato inmoral).
Si el contrato es ilícito por ilicitud de causa, forzosamente es ilícito para ambos
contratantes, porque la causa es un elemento común, ya que juntas proponen
conseguir el fin propio del contrato celebrado, por ello, el motivo -como elemento
subjetivo- que instó a alguna de las partes a contratar, no puede supeditar al
contrato como ilícito, más aun sabiendo que la parte que concurre al contrato de
buena fe lo hace pretendiendo cumplir con una finalidad lícita. Estableciéndose
que para sancionar con nulidad por causa ilícita a un contrato, necesariamente
debe probarse en Autos que ambas partes lo celebraron con una finalidad
contraria al orden público o las buenas costumbres, o cuando lo hicieron para
eludir la aplicación de una norma imperativa, conforme establece el art. 489 del
Código Civil.”
En cuanto al motivo ilícito el mismo se encuentra comprendido en el art. 490 del
Código Civil que textualmente señala: “(Motivo ilícito) El contrato es ilícito
cuando el motivo que determina la voluntad de ambos contratantes es contrario al
orden público o a las buenas costumbres”, entendiendo por causa esa sola
finalidad del valor constante y abstracto...". Bajo estos términos la causa es
independiente de la voluntad de los contratantes y es distinta del motivo, pues solo
tiene relevancia la causa final. Es por ello, que en nuestra normativa sustantiva
Civil, se distinguió claramente en lo referente a la causa de los contratos, la causa
ilícita (art. 489 Código Civil) y al motivo ilícito (art. 490 Código Civil); razón que
la doctrina refiere que para la causa no interesa el motivo, que es individual y
contingente, sino el fin económico- social que se vaya a cumplir…”
Se debe indicar que el motivo ilícito tiene que ver con el móvil que ha generado la
voluntad de ambos contratantes; así entienden que el motivo es ilícito cuando el
elemento subjetivo (que resulta ser contrario al orden público y las buenas
costumbres) se ha exteriorizado o se ha materializado en el acuerdo de voluntades;
para ello corresponde señalar que el elemento debe ser materializado, pues
cuando la ilicitud se mantiene en la subjetividad de uno de los contratantes, no
habrá motivo ilícito por mas contrario que sea al orden público o a las buenas
costumbres, llega a constituirse en motivo ilícito cuando forma parte del acuerdo
de voluntades, cuando esa ilicitud es compartida por ambos contratantes y forma
parte del acuerdo contractual. (Las negrillas y subrayado pertenecen a la presente
resolución)
CADUCIDAD
P á g i n a 177 | 846
Auto Supremo: 898/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.
CAUSALES DE CASACIÓN
Auto Supremo: 35/2017-RI
Sucre: 18 de enero de 2017
Proceso: Nulidad de documentos.
El art. 271 del mismo adjetivo Civil, al hacer referencia a las causales de casación,
establece: “(Causales de Casación) I. El recurso de casación se funda en la existencia de
una violación, interpretación errónea o aplicación indebida de la Ley, sea en la forma o en
el fondo. Procederá también cuando en la apreciación de las pruebas se hubiera incurrido
en error de derecho o error de hecho. Este último deberá evidenciarse por documentos o
actos auténticos que demuestren la equivocación manifiesta de la autoridad judicial.
II. En cuanto a las normas procesales, sólo constituirá causal la infracción o laerrónea
aplicación de aquellas que fueren esenciales para la garantía del debido proceso
y reclamadas oportunamente ante juezas, jueces o tribunales inferiores…”.
En relación a lo anterior la línea Jurisprudencial desarrollada por éste Tribunal, al referirse
al error “in judicando” y a los requisitos intrínsecos del recurso de casación en el fondo en
que incurre el Tribunal de Alzada al aplicar el derecho material en la decisión de la causa,
ha especificado que las figuras jurídicas conceptualizadas comoviolación, interpretación
errónea o aplicación indebida de la ley, son diferentes, pues, la primera implica que se
incurrió en una infracción directa de la ley por no haberse aplicado correctamente sus
preceptos, es decir, es el error en que incurre el juzgador sobre la existencia y aplicación de
una norma jurídica en un caso concreto, la segunda, consiste en el error en que incurre el
juzgador sobre la ratio legis de una determinada ley, mientras que la última, consiste en la
infracción de la ley sustantiva por haberse aplicado sus preceptos a hechos no regulados por
aquella, imponiéndose la obligación a los recurrentes de especificar en qué consiste la
violación, cuál debía ser la norma jurídica aplicable correctamente o cual la interpretación
debida; por otro lado, en relación a la apreciación de las pruebas se ha concretado que los
P á g i n a 178 | 846
conceptos de error de derecho y error de hecho, son también diferentes, porque en el primer
caso se debe especificar los medios probatorios, que aportados a obrados, el juzgador no les
dio la tasa legal que la ley le otorga, y en el segundo caso, se debe demostrar objetivamente
el error manifiesto en el que hubiera incurrido el juzgador (Auto Supremo Nº 1115/2015 de
04 de diciembre, entre otros).
Asimismo, en el Auto Supremo Nº 322/2013 de 20 de junio, se ha razonado lo
siguiente: “La uniforme jurisprudencia sentada por la Ex Corte Suprema de Justicia como
por el actual Tribunal Supremo de Justicia, señaló que el recurso de casación se equipara
a una demanda nueva de puro derecho, el mismo que puede ser planteado en la forma, en
el fondo o en ambos casos a la vez, conforme está establecido en el art. 250 del Código de
Procedimiento Civil; cuando el recurso se plantea en la forma, es decir por errores de
procedimiento, denominado en doctrina error “in procedendo”, su finalidad es la
anulación de la resolución recurrida o del proceso mismo cuando se hubieren violado las
formas esenciales del proceso sancionadas expresamente con nulidad por la ley; en tanto
que el recurso de casación en el fondo o “error in judicando”, procede por errores de
fondo en la resolución del litigio y está orientado a que el Tribunal de casación revise el
fondo de la resolución impugnada, siendo su finalidad la casación del Auto de Vista
recurrido y la emisión de una nueva resolución que resuelva el fondo de la controversia en
base a la correcta compulsa de la prueba y la aplicación o interpretación de la ley…”.
CAUSALES DE CASACIÓN
Auto Supremo: 554/2017-RI
Sucre: 30 de mayo 2017
Proceso: Resolución de contrato.
La Ley Nº 439 de 19 de noviembre de 2013, en su art. 271, al hacer referencia a las
causales de casación, dispone: “I. El recurso de casación se funda en la existencia
de una violación, interpretación errónea o aplicación indebida de la Ley, sea en la
forma o en el fondo. Procederá también cuando en la apreciación de las pruebas
se hubiera incurrido en error de derecho o error de hecho. Este último deberá
evidenciarse por documentos o actos auténticos que demuestren la equivocación
manifiesta de la autoridad judicial.
II. En cuanto a las normas procesales, sólo constituirá causal la infracción o la
errónea aplicación de aquellas que fueren esenciales para la garantía del debido
proceso y reclamadas oportunamente ante juezas, jueces o tribunales inferiores.
III. No se considerarán como causales de casación los errores de derecho que no
afectaren la parte resolutiva del auto de vista” (el subrayado es nuestro).
Por su parte el art. 274.I núm. 3) del Código Procesal Civil, de manera imperativa
exige que el recurrente debe cumplir en expresar “…con claridad y precisión, la
Ley o leyes infringidas, violadas o aplicadas indebida o erróneamente
interpretadas, especificando en qué consiste la infracción, la violación, falsedad o
error, ya se trate de recurso de casación en el fondo, en la forma o en ambos.
Estas especificaciones deberán hacerse precisamente en el recurso y no fundarse
en memoriales anteriores, ni suplirse posteriormente”.
En relación a lo anterior, corresponde señalar que la uniforme línea Jurisprudencial
asumida por éste Tribunal, al referirse al error “in judicando” y a los requisitos
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intrínsecos del recurso de casación en el fondo en que incurre el Tribunal al aplicar
el derecho material en la decisión de la causa, ha concretado que: “…las figuras
jurídicas conceptualizadas como violación, interpretación errónea o aplicación
indebida de la ley, son diferentes, pues, la primera implica que se incurrió en una
infracción directa de la ley por no haberse aplicado correctamente sus preceptos,
es decir, es el error en que incurre el juzgador sobre la existencia y aplicación de
una norma jurídica en un caso concreto, la segunda, consiste en el error en que
incurre el juzgador sobre la ratio legis de una determinada ley, mientras que la
última, consiste en la infracción de la ley sustantiva por haberse aplicado sus
preceptos a hechos no regulados por aquella, imponiéndose la obligación a los
recurrentes de especificar en qué consiste la violación, cuál debía ser la norma
jurídica aplicable correctamente o cual la interpretación debida; por otro lado, en
relación a la apreciación de las pruebas se ha concretado que los conceptos
de error de derecho y error de hecho, son también diferentes, porque en el primer
caso se debe especificar los medios probatorios, que aportados a obrados, el
juzgador no les dió la tasa legal que la ley le otorga, y en el segundo caso, se debe
demostrar objetivamente el error manifiesto en el que hubiera incurrido el
juzgador (Auto Supremo Nº 1115/2015 de 04 de diciembre, entre otros)”.
P á g i n a 181 | 846
En relación a lo anterior, corresponde especificar que la uniforme línea
Jurisprudencial asumida por éste Tribunal, al referirse al error “in procedendo” y
al error “in judicando”, ha concretado que “…los errores que dan lugar al
recurso de casación pueden ser de naturaleza sustancial o formal, por ello se dice
que el error acusado, dependiendo de su naturaleza, puede ser in procedendo o in
judicando. Respecto al primero, el error procesal, se presenta cuando dentro de un
proceso se afecta la aplicación de una norma que asegura el desarrollo armónico,
equitativo y justo del íter procesal; por su parte el error material ocurre cuando en
la Resolución de la controversia se afecta la norma jurídica sustancial que le
conduce a una decisión que no es correspondiente con lo que el sistema jurídico
tiene previsto para el caso concreto…De lo mencionado se advierte que existe una
diferencia fundamental entre las normas procesales, formales o adjetivas y las
normas sustantivas o materiales. Diferencia que resulta trascendental a la hora de
interponer el recurso de casación en el fondo o en la forma, pues, para tal efecto
resulta necesario realizar una precisa diferenciación entre ambas categorías de
normas…En ningún caso un motivo de casación en la forma dará lugar a la
interposición del recurso de casación en el fondo, como tampoco un motivo de
fondo resultará idóneo para fundar el recurso en la forma” (Auto Supremo Nº
387/2013 de 22 de julio, entre otros).
P á g i n a 182 | 846
Como característica esencial de este recurso podemos establecer que no se trata
de una tercera instancia, pues el Tribunal de casación es un Tribunal de derecho y
no de hecho, por ello el recurso solo procede por las causales taxativamente
indicadas por la ley, debiendo el Tribunal de Casación circunscribirse a
considerar las causales invocadas por el recurrente y siempre que se formulen con
observancia de los requisitos exigidos por la misma ley.
Al respecto la uniforme jurisprudencia sentada por la Corte Suprema de Justicia
señaló que el recurso de casación constituye una demanda nueva de puro derecho,
que puede ser en el fondo o en la forma o en ambos a la vez, conforme está
establecido en el art. 250 del Código de Procedimiento Civil.
Cuando el recurso de casación se interpone en el fondo, esto por errores en la
resolución de fondo o errores in iudicando, los hechos denunciados deben
circunscribirse a las causales de procedencia establecidas en el art. 253 del
adjetivo civil, siendo su finalidad la casación del auto de vista recurrido y la
emisión de una nueva resolución, unificando la jurisprudencia e interpretación de
las normas jurídicas o creando nueva jurisprudencia; en tanto que si se plantea en
la forma, es decir por errores de procedimiento, la fundamentación debe
adecuarse a las causales y previsiones contenidas en el art. 254 del mismo cuerpo
legal, siendo su finalidad la anulación de la resolución recurrida o del proceso
mismo cuando se hubieren violado las formas esenciales del proceso sancionadas
con nulidad por la ley. En ambos casos, es de inexcusable cumplimiento el
mandato del art. 258 num. 2) del Código de Procedimiento Civil, es decir, citar en
términos claros, concretos y precisos la ley o leyes violadas o aplicadas falsa o
erróneamente y especificar en qué consiste la violación, falsedad o error;
especificaciones que deben hacerse precisamente en el recurso y no fundarse en
memoriales o escritos anteriores ni suplirse posteriormente.
De lo manifestado precedentemente se concluye que el recurso de casación en el
fondo y el de forma son dos medios de impugnación distintos, que persiguen
igualmente finalidades diferentes, el uno, nos referimos al de fondo, está orientado
a que el Tribunal Supremo revise el fondo de la resolución del litigio, y en este
caso lo que el recurrente pretende es que el Auto Supremo case la resolución
recurrida y resuelva el fondo de la controversia en base a la correcta aplicación o
interpretación de la ley. En cambio el recurso de casación en la forma está
orientado a que el Tribunal Supremo constate la existencia de errores formales en
la resolución impugnada o de procedimiento en la sustanciación de la causa que
conllevan la afectación del debido proceso, en ese caso la pretensión recursiva del
recurrente está orientada a la nulidad de la resolución impugnada o a la nulidad
de obrados”. Criterio reiterado en el Auto Supremo Nº 690/2016-RI de 27 de
junio, entre otros.
P á g i n a 183 | 846
dice “ Es habitual, en nuestra práctica jurídica, que muchos de los contratos consensuales
se redacte o documente a través de una minuta, dejando así la constancia escrita respecto
del contrato celebrado entre partes y del consentimiento expresado por ellas, sin que ello
suponga la infracción de ninguna norma legal, ni motive su invalidez por la nulidad o la
anulabilidad, pues, si un contrato consensual, como es la compraventa, puede celebrase
incluso en forma verbal, no existe ningún óbice legal para que el acuerdo de partes y el
consentimiento de ellas respecto a ese contrato se lo documente a través de ese medio, sin
que ello suponga causal de nulidad ni anulabilidad del contrato”.
CADUCIDAD
Auto Supremo: 898/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.
P á g i n a 184 | 846
Auto Supremo: 499/2017
Sucre: 15 de mayo 2017
Proceso: Anulabilidad de documento.
Sobre el tema este Tribunal en el AS Nº 537/2015 – L de fecha 13 de julio 2015 ha
delineado en sentido: “respecto habrá que considerar, como los mismos
recurrentes reconocen, que el Tribunal de Alzada dispuso la nulidad de obrados
hasta el Auto de concesión del recurso de apelación de fs. 285, bajo el argumento
de que dicho recurso “carecería de expresión de agravios”, motivo por el cual
declararon la ejecutoria de la Sentencia de primera instancia, es decir, dicho
tribunal no emitió pronunciamiento sobre el recurso planteado por considerar que
el mismo no cumplía con las exigencias previstas por el art. 227 del Adjetivo Civil,
norma que dispone: “La apelación de la sentencia o auto definitivo se interpondrá,
fundamentando el agravio sufrido…”, en cuyo mérito correspondía a los ahora
recurrentes desvirtuar dicho argumento del Ad quem, es decir, demostrar
objetivamente que su recurso de apelación si cumplió con lo dispuesto por la
norma transcrita, identificando para ello plenamente los agravios acusados en la
misma y que no fueron advertidos por el Tribunal de Alzada, y no limitarse en una
primera parte de su recurso de casación a realizar una simple crítica y expresar su
disentir con lo resuelto por el A quo y el Ad quem, para luego proceder a la
transcripción parcial de dichas resoluciones, empero sin referir cuál es su
intensión con dichas transcripciones, para finalmente una vez más proceder a la
transcripción textual de su recurso de apelación que fuera suscitado contra la
Sentencia de primera instancia, pretendiendo que este Tribunal sea el que
identifique la existencia cierta de dichos agravios en aquel recurso, aspecto que no
pude ser consentido por este Tribunal y menos suplir de oficio las omisiones,
imprecisiones o impericias en que incurrieron los recurrentes en el recurso que se
resuelve, incumpliendo la técnica recursiva que impone el art. 258 num. 2) del
Código de Procedimiento Civil. Más aún si los recurrentes si bien aluden la
vulneración de los arts. 219, 227, 236 del Código de Procedimiento Civil, 15 de la
L.O.J., y 115 de la C.P.E., empero, no relacionan los mismos a los supuestos
agravios denunciados y menos señalan en qué consiste dicha infracción y cómo
debieron ser aplicadas las referidas disposiciones legales; al margen habrá que
tomar en cuenta que si estos consideraban que el Tribunal Ad quem incumplió lo
dispuesto por el art. 236, debieron solicitar complementación conforme la facultad
que les otorga el art. 239 con relación al art. 196 del Código de Procedimiento
Civil, similar situación se da en cuanto a la falta de especificidad respecto a la
Resolución de primera instancia sobre que excepciones fueron declaradas
probadas y si estas son previas o perentorias, pues si advertía que se ha generado
una irregularidad o un vicio procesal sancionado con nulidad, al haberse
vulnerado derechos fundamentales como componentes del debido proceso, debió
de hacer notar dicho aspecto en su debida oportunidad y no en etapa casacional,
como erradamente pretenden los recurrentes”.
P á g i n a 185 | 846
En el mismo sentido el Auto Supremo: 877/2015 - L de 2 de Octubre 2015 señala:
“ En el caso de Autos, de la revisión del memorial del recurso de casación se
advierte que éste se ha formulado como recurso de casación en el fondo contra el
Auto de Vista de 24 de marzo de 2011, que anuló el Auto de concesión de alzada
de 13 de junio de 2008, con el argumento de que “…la apelación carece de la
fundamentación exigida por las normas legales citadas y obvian las características
propias de una expresión de agravios…”, infiriéndose primero que tratándose de
una Resolución anulatoria no ingresó a considerar aspectos de fondo, por lo que
resulta manifiestamente improcedente su planteamiento y así debe ser declarado.
Por otro lado, si bien se planteó recurso de casación en la forma, el análisis que
realiza, de ninguna manera contradice lo expresado en el Auto de Vista, no
cuestiona el argumento expresado en la misma, refiriéndose a aspectos tramitados
en el proceso de manera descriptiva, no habiendo comprendido que la Resolución
de segunda instancia tiene como único argumento que la apelación carece de
fundamentación exigida, es decir, no tuviera expresión de agravios, de proceder
recurso de casación en la forma, el argumento de la recurrente debió estar
enfocado y enmarcado a demostrar que ese razonamiento era errado y que su
recurso de apelación sí contenía expresión de agravios, buscando la nulidad del
Auto de Vista a fin de que ingrese a considerar los “agravios” que denunciara en
apelación en sujeción a lo previsto por el art. 236 con relación al art. 227 del
Código de Procedimiento Civil, sin embargo este aspecto no ocurrió como se
verifica de la lectura de memorial de recurso planteado en la forma, pues de
manera escueta refiere a aspectos de fondo del proceso y no se cuestiona de
ninguna manera el argumento del Ad quem, consecuentemente no es posible
considerar su análisis”.
A mayor abundamiento el Auto Supremo Nº 599/2015 – L de: 29 de Julio 2015 de
igual manera ha señalado: “se interpondrá fundamentando el agravio sufrido ante
el juez que los hubiere pronunciado”, en este entendido la expresión de los
agravios sufridos abre la competencia del Tribunal de alzada para su
pronunciamiento sobre los mismos, por lo que según Couture: “Los agravios son
los perjuicios o gravámenes tanto materiales como morales, que una resolución
causa en un litigante”, siendo así que los agravios materiales son aquellos que
recaen sobre la integridad física o el patrimonio de una persona, como
consecuencia de un acto ilícito, civil o penal realizado por otra persona; por otra
parte , los agravios morales se encuentran relacionados a la naturaleza de los
derechos lesionados, que consiste en el desmedro sufrido en los bienes extra
patrimoniales y que cuentan con protección jurídica, a cuya razón los agravios
dentro del recurso de apelación se constituyen en el sustento, fundamento y razón
del recurso mismo y no así una relación simple de los hechos ocurridos en el
proceso, por ello para que el Tribunal de alzada considere el recurso de apelación
se hace imprescindible la expresión de agravios del fallo recurrido.
Al respecto, se tiene que hecho un análisis de la apelación de la parte recurrente
se evidencia que carece de agravios, siendo que la misma se limita en citar ciertos
P á g i n a 186 | 846
medios de prueba o citas legales, empero no existe una fundamentación concreta,
limitándose como se dijo a efectuar apreciaciones subjetivas que no se equiparan a
una real y verdadera fundamentación de agravio, puesto que al invocar el derecho,
debió de fundamentarlo, en cumplimiento a la previsión exigida por el art. 227 del
Código de Procedimiento Civil, al margen la parte recurrente no expone que
agravios existía en su recurso de apelación, lo cual también genera que sea una
alusión subjetiva”.
P á g i n a 187 | 846
CLASES DE INTERRUPCIÓN DEL TÉRMINO DE LA PRESCRIPCIÓN
Auto Supremo: 434/2017
Sucre: 02 de mayo 2017
Proceso: Desalojo.
En el Auto Supremo Nº 573/2014 se ha señalado sobre la interrupción al término
de la prescripción aplicable a los procesos de usucapión exponiendo lo
siguiente: “En cuanto a la interrupción de la usucapión debemos mencionar que
esta ópera por dos modos, la interrupción civil y la interrupción natural; la
primera, referida a las causas que interrumpen la prescripción en general
previstas por el art. 1503 y siguientes., del CC., y la segunda, cuando el poseedor
es privado de la posesión del inmueble por más de un año, tiempo en que este tiene
la posibilidad de interponer una de las acciones de defensa de la posesión.
Por otra parte resulta conveniente citar lo razonado en el Auto Supremo Nº
308/2013 que dice: “…para dicho análisis nos basaremos en los razonamientos
vertidos por diferentes autores como por ejemplo Ricardo J. Papaño, Claudio M.
Kiper, Gregorio A. Dillon, Jorge R. Causse y Guillermo Borda, autores que en sus
obras, los primeros con su libro Derechos Reales y el último con su libro Tratado
de Derecho Civil, Derechos Reales I, teorizan sobre la interrupción de la
prescripción y establecen que: “…la interrupción significa una prescripción no
cumplida, porque desde el momento en que el término legal ha transcurrido
íntegramente, se produce ipso jure la adquisición del dominio y la prescripción ha
consumado todos sus efectos.” (G. Borda); en ese mismo sentido se indica “…la
interrupción de la prescripción actúa directamente sobre el elemento posesión (y
no sobre el tiempo, como la suspensión), y priva a ésta del quinto requisito
necesario para usucapir: la interrupción. Como consecuencia de ello, el efecto de
la interrupción es eliminar totalmente, como si no hubiera existido, la posesión
anterior. Lo expuesto significa, obviamente, que para que la interrupción tenga
lugar no debe haberse cumplido el término de la prescripción.” (Papaño, Kiper,
Dillon y Causse).De lo manifestado se concluye que la interrupción de la
prescripción únicamente es posible cuando el término de la misma (prescripción)
está en curso, de ninguna manera resulta correcto afirmar que la prescripción ya
operada pueda ser interrumpida, por actos posteriores a su consolidación…”
P á g i n a 188 | 846
también coincide con el criterio doctrinal de Guillermo Borda, en su obra Tratado de
Derecho Civil-Derechos Reales, Tomo I, pág. 326, que explica: “Se ha declarado con
razón, que los actos de posesión exclusiva que ejerce el copropietario sobre el inmueble
común han de ser inequívocos de modo que deba descartarse la hipótesis de un mero
reparto de uso. Sin embargo no debe exagerarse el rigor de estos requisitos y siempre que
la exclusividad de la posesión sea clara, debe admitirse la usucapión en perjuicio de los
condóminos.”Criterio reiterado en el Auto Supremo Nº 580/2014 de 10 de octubre.
Asimismo, el Auto Supremo Nº 537/2013 de 24 de octubre ha especificado que: “Cuando
una persona posee por si misma o por otra un derecho propio se llama simplemente
poseedor y cuando dicha posesión la ejerce en nombre de otra persona o respetando el
derecho de otra persona se llama simplemente detentador de la cosa…”, el párrafo II del
art. 87 del Código Civil indica “Una persona posee por sí misma o por medio de otra que
tiene la detentación de la cosa…”.
El Código Civil en su art. 88 establece lo referente a las presunciones de la posesión en el
párrafo I indica “Se presume la posesión de quien ejerce actualmente el poder sobre la
cosa, siempre que no se pruebe que comenzó a ejercerlo como simple detentador”, esta
normativa de manera textual establece que la posesión se presume, al igual que el ánimus,
por dicho motivo Carlos Morales Guillen citando al profesor Osorio indica: “El ánimus se
presume. Quien contradice al poseedor debe probar que este sólo tiene una simple
detentación…”.
De igual manera, en el Auto Supremo Nº 308/2013 de 17 de junio, se ha razonado que:
“…que la interrupción de la prescripción únicamente es posible cuando el término de la
misma (prescripción) está en curso, de ninguna manera resulta correcto afirmar que la
prescripción ya operada pueda ser interrumpida, por actos posteriores a su
consolidación”.
De lo desarrollado, se infiere que la línea Jurisprudencial asumida por este Tribunal ha
establecido la posibilidad de que un coheredero pueda adquirir la totalidad del bien
inmueble por vía de usucapión siempre que demuestre la interversión de su situación de
coposeedor a único poseedor, asimismo que una persona posee por sí misma o por medio
de otra que tiene la detentación de la cosa y que una prescripción operada no puede ser
interrumpida.
P á g i n a 189 | 846
reparto de uso. Sin embargo no debe exagerarse el rigor de estos requisitos y siempre que
la exclusividad de la posesión sea clara, debe admitirse la usucapión en perjuicio de los
condóminos.”Criterio reiterado en el Auto Supremo Nº 580/2014 de 10 de octubre.
Asimismo, el Auto Supremo Nº 537/2013 de 24 de octubre ha especificado que: “Cuando
una persona posee por si misma o por otra un derecho propio se llama simplemente
poseedor y cuando dicha posesión la ejerce en nombre de otra persona o respetando el
derecho de otra persona se llama simplemente detentador de la cosa…”, el párrafo II del
art. 87 del Código Civil indica “Una persona posee por sí misma o por medio de otra que
tiene la detentación de la cosa…”.
El Código Civil en su art. 88 establece lo referente a las presunciones de la posesión en el
párrafo I indica “Se presume la posesión de quien ejerce actualmente el poder sobre la
cosa, siempre que no se pruebe que comenzó a ejercerlo como simple detentador”, esta
normativa de manera textual establece que la posesión se presume, al igual que el ánimus,
por dicho motivo Carlos Morales Guillen citando al profesor Osorio indica: “El ánimus se
presume. Quien contradice al poseedor debe probar que este sólo tiene una simple
detentación…”.
De igual manera, en el Auto Supremo Nº 308/2013 de 17 de junio, se ha razonado que:
“…que la interrupción de la prescripción únicamente es posible cuando el término de la
misma (prescripción) está en curso, de ninguna manera resulta correcto afirmar que la
prescripción ya operada pueda ser interrumpida, por actos posteriores a su
consolidación”.
De lo desarrollado, se infiere que la línea Jurisprudencial asumida por este Tribunal ha
establecido la posibilidad de que un coheredero pueda adquirir la totalidad del bien
inmueble por vía de usucapión siempre que demuestre la interversión de su situación de
coposeedor a único poseedor, asimismo que una persona posee por sí misma o por medio
de otra que tiene la detentación de la cosa y que una prescripción operada no puede ser
interrumpida.
P á g i n a 190 | 846
COLACIÓN DE BIENES HEREDITARIOS
Auto Supremo: 743/2016
Sucre: 28 Junio de 2016
Proceso: Ordinario, división y partición de bien inmueble
La doctrina se ha encargado de discernir con mayor claridad el tema en cuestión;
primeramente haremos referencia a las conceptualizaciones del término que nos ocupa.
El autor Eduardo A. Zannoni en su Obra “Manual de Derecho de las Sucesiones”,
conceptúa a la colación como "...imputación de las donaciones realizadas en vida por el
causante a cualquiera de los herederos forzosos que concurren a la sucesión, respecto de
la parte o porción que al beneficiario de la donación (donatario) corresponde en la
herencia...". De la misma forma el autor Jorge Inochea Rojas en su texto “Manual Práctico
de Derecho Sucesorio” indica: "Es la obligación que tiene el heredero forzoso que ha
recibido una donación del causante en vida de traer a la masa hereditaria la división del
valor de dicha donación".
Por su lado el consagrado Dr. Armando Villafuerte Claros, ex Ministro de la ex Corte
Suprema de Justicia de nuestro país, en su Obra “Derecho de Sucesiones” Tomo I, Edición
2013 indica: "En el derecho sucesorio significa juntar o reunir todas las donaciones que el
de cujus ha hecho en vida a sus herederos forzosos, a fin de formar la masa hereditaria que
luego se ha de dividir".
Del mismo modo, el prenombrado autor nacional hace la necesaria distinción de los
institutos jurídicos de colación, reducción e imputación que rigen en materia sucesoria,
indicando que la primera (colación) busca recomponer o reintegrar el patrimonio del
causante para su distribución igualitaria o proporcional entre coherederos legitimarios,
opera aun cuando la legítima no hubiera sido afectada, pues persigue la desaparición del
desequilibrio entre coherederos que vulnera el principio de igualdad que debe primar al
efecto; en tanto que la reducción tiene por finalidad únicamente reintegrar la legítima
cuando ésta ha sido lesionada; es decir cuando las liberalidades han sido hechas más allá de
la porción disponible y no funciona cuando ésta no ha sido atacada, y finalmente con
relación a la imputación, indica que prefiere denominarlo imputación de deudas, no
colación de deudas, y consiste en la operación mediante la cual se liquida lo adeudado por
un heredero al de cujus o a los demás coherederos, haciendo que aquél, al momento de la
división de la herencia reciba su cuota hereditaria menos por el monto por él adeudado; se
extiende a todas las deudas del heredero sin interesar su origen contractual o delictual, se
encuentren sujetas a término o se hallen ya vencidas; incluso es utilizada para liquidar las
deudas que el sucesor llegó a deber a los demás coherederos durante la división de la
herencia.
Al referirse a las liberalidades que comprende la colación. (Donaciones directas e
indirectas) e interpretando el art. 1254 del Código Civil, indica:
Según la redacción del art. 1254 del Código Civil, que expresa: “Toda donación hecha a
heredero forzoso…” pareciera que sólo las donaciones podrían ser objeto de colación, pero
el art. 1255 aclara: “El heredero que concurra a la sucesión con otros que también lo sean,
debe colacionar a la masa hereditaria todo lo que ha recibido del difunto por donación,
directa o indirectamente…”
Señala que la aparente sencillez que establecen los arts. 1254 y 1255 para colacionar todas
las donaciones, requiere precisiones. Así el párrafo in fine de este último alude a las
donaciones llamadas directas e indirectas, acogiendo ambos vocablos, aun sólo en parte,
del art. 737 del Código italiano. Frente a las donaciones en general, la prudencia aconseja
P á g i n a 191 | 846
tener en cuenta que además de las donaciones directas (verdaderas o propias, como las
llama Messineo), también se sujetan a la colación las donaciones indirectas.
Siguiendo el análisis doctrinario del citado autor, sin que esto implique transcribir de manea
textual sus comentarios, diremos; las donaciones directas son todas aquellas efectuadas
mediante documento público conforme a las determinaciones del Código Civil (art. 667
CC.). Por el contrario, las donaciones indirectas son las que se ejercen recurriendo a una
operación jurídica diferente por las cuales se efectúan atribuciones patrimoniales gratuitas,
como ejemplos se puede citar a los siguientes casos: un acreedor condona la deuda a su
deudor; un heredero renuncia a una sucesión o un legado para favorecer a otro heredero o a
su colegatario; uno paga con sus bienes propios la deuda de otro en beneficio de éste; la
renuncia a una hipoteca dada por un tercero; el dejar interrumpir una usucapión para
favorecer al propietario, etc.
Por otra parte, el citado autor, refiriéndose a las donaciones simuladas indica que las
simulaciones son frecuentes en todas las actividades humanas. A diario podemos observar
cómo se simula o se disimula. En lo que concierne al derecho sucesorio, es conocido que,
de ordinario, algunos progenitores para beneficiar a algunos de sus hijos simulan contratos
onerosos que constituyen donaciones disfrazadas; así, por ejemplo, se hace una donación
pero como una aparente compraventa; se estipula igual libertad, pero bajo formas de
permuta, etc. Indica que muestro Código Civil no ha previsto ninguna norma expresamente
dirigida a impugnar la colación en casos de simulación, pero el caso debe ser estudiado
juntamente con el instituto de la donación.
Haciendo referencia a las donaciones nulas y anulables, se plantea las siguientes hipótesis:
a) si la donación ha sido anulada, el bien objeto de la liberalidad, queda en el patrimonio del
donante como resultado del efecto retroactivo de las nulidades (art 546 CC.), y si además el
bien ha sido restituido, es factible dividirlo o distribuirlo entre los coherederos, b) si, pese a
la declaración de la nulidad el bien no ha sido recuperado por el donante y permanece en
poder del donatario o éste lo ha transferido a un tercero, tornándose imposible recuperarlo,
entonces se recurre a la colación por imputación.
Concluye indicando de manera categórica, que las donaciones nulas como las anulables son
colacionables. Pero, es también evidente que al coheredero del donatario puede resultarle
más fácil ejercer su derecho por vía de la colación que acudir a la acción de nulidad o
ignorar la nulidad.
Por su parte, el tratadista Guillermo A. Borda en su Obra: “Tratado de Derecho Civil”,
Sucesiones, Tomo II, Décima Edición 2012, actualizado por Delfina Borda, refiriéndose a
la donación, indica:
“La donación puede provenir de ciertas enajenaciones disfrazadas de actos onerosos,
hechas así con el propósito de beneficiar a uno de los herederos más allá de lo que
permiten las legítimas de los otros. Un caso en que esa simulación resulta muy evidente es
el que sigue: un padre vende a uno de sus hijos un valioso inmueble, con reserva de
usufructo. El enajenante seguirá gozando de la propiedad como si fuera suya, y, al morir,
el dominio quedará consolidado en su hijo predilecto, quedando el bien excluido de la
masa que debe formarse para calcular la legitima. Similar es el caso de que el adquirente
haya asegurado al enajenante una renta vitalicia. Resulta patente el acto mismo (no
obstante su apariencia de onerosidad) el propósito de burlar la ley; y para evitar las
dificultades propias de la prueba de la simulación, esta sale al cruce de la maniobra y
presume que se trata de actos gratuitos”.
P á g i n a 192 | 846
CADUCIDAD
Auto Supremo: 898/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.
COMPETENCIA
Auto Supremo: 660/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Nulidad
Respecto a la competencia debemos señalar que esta es de orden público, indelegable y es
definida como la facultad que tiene un determinado Juez o Tribunal para ejercer la
jurisdicción en un determinado asunto; en este sentido la Ley Nº 025 del Órgano Judicial en
el Art. 12 define la competencia: "como la facultad que tiene una magistrada o magistrado,
una vocal o un vocal, una jueza o un juez, o Autoridad indígena originaria campesina para
ejercer la jurisdicción", por otra parte el art 122 de la CPE establece que: "son nulos los
actos de las personas que usurpen funciones que nos les competen, así como los actos de
las que ejercen jurisdicción o potestad que no emane de la Ley".
Al respecto, se ha orientado en el Auto Supremo Nº 320/2013 de 19 de junio, que: “…sin
embargo no es menos cierto que tanto la jurisdicción como la competencia, son de orden
público y de cumplimiento obligatorio, regulada actualmente por la Ley del Órgano
Judicial en sus artículos 12, 13 y 14-II que si bien no establecen una clasificación expresa
de la competencia por materia, territorio o cuantía entre otras, ello, en virtud de la nueva
estructura que regirá los juzgados públicos una vez que los mismos sean implementados,
rigiendo asimismo para este tema, las disposiciones establecidas en el Código de
Procedimiento Civil cuyas disposiciones están vigentes.”.
Así también, la Sentencia Constitucional Nº 1469/2011-R de 10 de octubre citando la SC
Nº 0566/2010-R de 12 de julio: “…dejó establecido que: “El juez natural, constituye una
garantía constitucional con incidencia en el campo tanto jurisdiccional como
administrativo, cuyo 'núcleo duro' está compuesto por tres elementos a saber: la
competencia, la imparcialidad y la independencia.
P á g i n a 193 | 846
Del contenido esencial de la garantía del juez natural y a la luz del caso concreto, se
establece que la competencia tiene una génesis de rango constitucional enraizada en el
juez natural, aspecto del cual devienen sus características esenciales, toda vez que la
competencia como medida y continente de la potestad administrativa o jurisdiccional es
indelegable, inconvalidable y emana solamente de la ley y la Constitución; entonces, la
importancia que reviste este elemento del juez natural en el Estado Social y Democrático
de Derecho, hace que el ordenamiento jurídico-constitucional boliviano le conceda un
resguardo reforzado frente a actos de quienes usurpen funciones que no les competen, o
contra los actos de quienes ejerzan jurisdicción o potestad que no emane de la ley.”.
COMPETENCIA
Auto Supremo: 74/2017
Sucre: 01 de febrero 2017
Proceso: Mejor derecho Propietario, Nulidad de matriculación y folio real en Derecho
Reales, desocupación, lanzamiento y pago de daños y perjuicios.
Respecto a la competencia debemos señalar que esta es de orden público, indelegable y es
definida como la facultad que tiene un determinado Juez o Tribunal para ejercer la
jurisdicción en un determinado asunto; en este sentido la Ley Nº 025 del Órgano Judicial en
el Art. 12 define la competencia: "como la facultad que tiene una magistrada o magistrado,
una vocal o un vocal, una jueza o un juez, o Autoridad indígena originaria campesina para
ejercer la jurisdicción", por otra parte el art 122 de la CPE establece que: "son nulos los
actos de las personas que usurpen funciones que nos les competen, así como los actos de
las que ejercen jurisdicción o potestad que no emane de la Ley".
Al respecto, se ha orientado en el Auto Supremo Nº 320/2013 de 19 de junio, que: “…sin
embargo no es menos cierto que tanto la jurisdicción como la competencia, son de orden
público y de cumplimiento obligatorio, regulada actualmente por la Ley del Órgano
Judicial en sus artículos 12, 13 y 14-II que si bien no establecen una clasificación expresa
de la competencia por materia, territorio o cuantía entre otras, ello, en virtud de la nueva
estructura que regirá los juzgados públicos una vez que los mismos sean implementados,
rigiendo asimismo para este tema, las disposiciones establecidas en el Código de
Procedimiento Civil cuyas disposiciones están vigentes.”.
P á g i n a 198 | 846
a.-) De esta manera se tiene que la competencia para la sustanciación emergente
de la contención de actos administrativos emergentes de los Entes Municipales.-
Siendo el derecho una ciencia que evoluciona, es la jurisprudencia la que orienta
el desarrollo de la aplicación del derecho, en ese sentido corresponde citar que el
Tribunal Constitucional Plurinacional ha emitido la Sentencia Constitucional Nº
0693/2012 de 2 de agosto, que señala: “Pese a identificarse con claridad la vía
impugnativa pertinente corresponde hacer referencia a la SCP 0371/2012 de 22 de
junio, que precisó que: “…ni la Constitución Política del Estado vigente, ni la Ley
del Órgano Judicial, le asignan esa facultad al Tribunal Supremo de Justicia ni a
los Tribunales Departamentales de Justicia en su Sala Plena, respectivamente -art.
184 de la Constitución Política del Estado y art. 50 de la Ley de Organización
Judicial-. Esta ausencia normativa ocasiona un vacío jurídico, provocando que los
administrados no tengan la vía jurisdiccional para que se dirima una determinada
situación jurídica; al respecto, es importante precisar que las características de
dicho proceso son las de un ordinario en todas sus etapas. En ese sentido, de
acuerdo al art. 158 núm. 3 de la Constitución Política del Estado, será la
Asamblea Legislativa Plurinacional, quien deberá pronunciarse a la brevedad
posible sobre la regulación y/o reglamentación de los procesos contencioso-
administrativos”.
Sin embargo, la justicia Constitucional a través de la acción de amparo
Constitucional no puede sustituir a la jurisdicción contenciosa administrativa en el
control de legalidad que realiza la referida jurisdicción, máxime si se considera
que el amparo Constitucional: “…es un mecanismo instrumental para la
protección del goce efectivo de los derechos fundamentales por parte de las
personas, por tanto protege dichos derechos cuando se encuentran consolidados a
favor del actor del amparo, no siendo la vía adecuada para dirimir supuestos
derechos que se encuentren controvertidos o que no se encuentren consolidados,
porque dependen para su consolidación de la dilucidación de cuestiones de hecho
o de la Resolución de una controversia sobre los hechos; porque de analizar
dichas cuestiones importaría el reconocimiento de derechos por vía del recurso de
amparo, lo que no corresponde a su ámbito de protección, sino sólo la protección
de los mismos cuando están consolidados; por ello, la doctrina emergente de la
jurisprudencia de este Tribunal Constitucional, también ha expresado que el
recurso de amparo no puede ingresar a valorar y analizar hechos
controvertidos…” (SC 0278/2006-R de 27 de marzo).
Entonces para no dejar en indefensión al ciudadano frente al poder público y
específicamente los actos administrativos independientemente a efectivizar la
exhortación contenida en la SCP 0371/2012, debe entenderse que a efectos del
resguardo de derechos, valores y principios Constitucionales, y hasta mientras se
desarrolle la legislación respectiva por el legislador ordinario los Tribunales
Departamentales continúan teniendo la competencia para conocer el recurso
contencioso administrativo en la materia.
P á g i n a 199 | 846
La interpretación antes dicha emerge de la interpretación del art. 10 de la Ley 212
de 23 de diciembre de 2011, referido a las causas contenciosas administrativas, el
cual dispone en su parágrafo primero lo siguiente: “La Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia conocerá las causas contenciosas que resultaren de los
contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las demandas
contenciosas - administrativas, a que dieren lugar las resoluciones del mismo;
hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción Especializada”.
Es decir, que en tanto no exista la jurisdicción especializada se debe precautelar
que el justiciable tenga la posibilidad de impugnar haciendo uso de los
mecanismos establecidos y que aún no han sido sustituidos, en este caso, resulta
aplicable lo dispuesto en el mencionado art. 778 del Código de Procedimiento
Civil”
Bajo esa interpretación Constitucional, es que la Sala Plena del Tribunal Supremo
de Justicia ha emitido el Auto Supremo Nº 115/2013 de 10 de abril, expresando lo
siguiente: “La ratio decidendi extractada de las referidas Sentencias
Constitucionales Plurinacionales, tienen carácter vinculante y son de
cumplimiento obligatorio conforme lo establecen los arts. 203 de la CPE y 15.II
del Código Procesal Constitucional, y aplicable por analogía al caso presente;
toda vez que la presente demanda trata de un proceso contencioso administrativo
en materia Municipal, donde se demanda a una autoridad edil, impugnando la
Resolución Ejecutiva Nº 199/2012, por lo que, siguiendo la línea jurisprudencial,
estos procesos deben seguir siendo de conocimiento de los Tribunales
Departamentales de Justicia mientras no exista una regulación y/o reglamentación
por parte de la Asamblea Legislativa Plurinacional. POR TANTO: La Sala Plena
del Tribunal Supremo de Justicia del Estado Plurinacional de Bolivia, en atención
a los argumentos anteriormente expuestos, anula obrados hasta fs.15 inclusive y se
declara SIN COMPETENCIA para conocer la presente causa, debiendo remitirse
obrados a la Sala Plena del Tribunal Departamental de Justicia de Santa
Cruz…”; consiguientemente se ha sentado línea jurisprudencial para el
conocimiento de la contención de actos administrativos que hayan emergido de un
ente Municipal, por lo que en base a la jurisprudencia señalada en el presente
fallo, resulta ser vinculante para todos los órganos de administración de justicia,
siendo competencia de la Sala Plena de los Tribunales Departamentales de
Justicia, el conocimiento y sustanciación de la contención emergente de los actos
administrativos.
Así de esta manera conforme a los arts. 775 y 778 del Código de Procedimiento
Civil, vigente desde el 02 de abril de 1976, la vía contencioso y contencioso-
administrativo para la impugnación de actos administrativos evacuados por la
administración Publica se atribuía a la Sala Plena de la Corte Suprema de
Justicia, disposiciones que fue sustentada posteriormente por el art. 55 núm. 10 de
la Ley del Órgano Judicial Ley 1455,en ese sentido el artículo 10 parágrafo I de la
Ley Nº 212 de 23 de diciembre de 2011, determina que “La Sala Plena del
Tribunal Supremo de Justicia conocerá las causas contenciosas que resultaren de
P á g i n a 200 | 846
los contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las
demandas contenciosas - administrativas, a que dieren lugar las resoluciones del
mismo; hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción Especializada”.
De acuerdo a la relación cronológica de antecedentes legales que sustentan la vía
del proceso contencioso y contencioso-administrativo, el legislador ha promulgado
la Ley Nº 620 de fecha 29 de diciembre de 2014, que en su art. 3, cita: “(SALA
ESPECIALIZADA EN MATERIA CONTENCIOSA Y CONTENCIOSA
ADMINISTRATIVA DE LOS TRIBUNALES DEPARTAMENTALES DE
JUSTICIA).Se crea la Sala Contenciosa y Contenciosa Administrativa, como parte
de la estructura de los Tribunales Departamentales de Justicia, con las siguientes
atribuciones:
Conocer y resolver las causas contenciosas que resultaren de los contratos,
negociaciones o concesiones de los gobiernos autónomos departamentales,
municipales, indígenas originarios campesinos y regionales; universidades
públicas, y demás instituciones públicas o privadas que cumplan roles de
administración estatal a nivel departamental.
Conocer y resolver las demandas contenciosas administrativas a nivel
departamental, que resultaren de la oposición del interés público y privado”, el
cual establece una modificación en cuanto al conocimiento y sustanciación de este
proceso contencioso, y contencioso-administrativo, emergentes de los actos
evacuados por el Gobierno Municipal, que actualmente son de conocimiento
especializado de los Tribunales Departamentales de Justicia, por lo que la
sustanciación de la actual pretensión (Demanda), ante un Juez Ordinario en lo
Civil, está viciado de nulidad, por lo que para reconducir el mismo, la pretensión
(En los términos planteados), deberá ser sustanciado ante la Sala especializada
del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz”.
P á g i n a 202 | 846
La interpretación antes dicha emerge de la interpretación del art. 10 de la Ley 212 de 23
de diciembre de 2011, referido a las causas contenciosas administrativas, el cual dispone
en su parágrafo primero lo siguiente: “La Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia
conocerá las causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones y
concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las demandas contenciosas - administrativas, a que
dieren lugar las resoluciones del mismo; hasta que sean reguladas por Ley como
Jurisdicción Especializada”.
Es decir, que en tanto no exista la jurisdicción especializada se debe precautelar que el
justiciable tenga la posibilidad de impugnar haciendo uso de los mecanismos establecidos
y que aún no han sido sustituidos, en este caso, resulta aplicable lo dispuesto en el
mencionado art. 778 del Código de Procedimiento Civil”
Bajo esa interpretación Constitucional, es que la Sala Plena del Tribunal Supremo de
Justicia ha emitido el Auto Supremo Nº 115/2013 de 10 de abril de 2013, expresando lo
siguiente: “La ratio decidendi extractada de las referidas Sentencias Constitucionales
Plurinacionales, tienen carácter vinculante y son de cumplimiento obligatorio conforme lo
establecen los arts. 203 de la CPE y 15.II del Código Procesal Constitucional, y aplicable
por analogía al caso presente; toda vez que la presente demanda trata de un proceso
contencioso administrativo en materia Municipal, donde se demanda a una autoridad edil,
impugnando la Resolución Ejecutiva Nº 199/2012, por lo que, siguiendo la línea
jurisprudencial, estos procesos deben seguir siendo de conocimiento de los Tribunales
Departamentales de Justicia mientras no exista una regulación y/o reglamentación por
parte de la Asamblea Legislativa Plurinacional. POR TANTO: La Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia del Estado Plurinacional de Bolivia, en atención a los argumentos
anteriormente expuestos, anula obrados hasta fs.15 inclusive y se declara SIN
COMPETENCIA para conocer la presente causa, debiendo remitirse obrados a la Sala
Plena del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz…”; consiguientemente se ha
sentado línea jurisprudencial para el conocimiento de la contención de actos
administrativos que hayan emergido de un ente Municipal, por lo que en base a la
jurisprudencia señalada en el presente fallo, resulta ser vinculante para todos los
órganos de administración de justicia, siendo competencia de la Sala Plena de los
Tribunales Departamentales de Justicia, el conocimiento y sustanciación de la
contención emergente de los actos administrativos.
Así de esta manera conforme a los arts. 775 y 778 del Código de Procedimiento Civil,
vigente desde el 02 de abril de 1976, la vía contencioso y contencioso- administrativo
para la impugnación de actos administrativos evacuados por la administración Publica
se atribuía a la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, disposiciones que fue
sustentada posteriormente por el art. 55 núm. 10 de la Ley del Órgano Judicial Ley
1455,en ese sentido el artículo 10 parágrafo I de la Ley Nº 212 de 23 de diciembre de
2011, determina que “La Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia conocerá las
causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones y concesiones del
Órgano Ejecutivo, y de las demandas contenciosas - administrativas, a que dieren lugar
las resoluciones del mismo; hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción
Especializada”.
De acuerdo a la relación cronológica de antecedentes legales que sustentan la vía del
proceso contencioso y contencioso-administrativo, el legislador ha promulgado la Ley Nº
620 de fecha 29 de diciembre de 2014, que en su art. 3, cita: “(SALA ESPECIALIZADA EN
MATERIA CONTENCIOSA Y CONTENCIOSA ADMINISTRATIVA DE LOS TRIBUNALES
P á g i n a 203 | 846
DEPARTAMENTALES DE JUSTICIA).Se crea la Sala Contenciosa y Contenciosa
Administrativa, como parte de la estructura de los Tribunales Departamentales de Justicia,
con las siguientes atribuciones:
Conocer y resolver las causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones
o concesiones de los gobiernos autónomos departamentales, municipales, indígena
originario campesinos y regionales; universidades públicas, y demás instituciones
públicas o privadas que cumplan roles de administración estatal a nivel departamental.
Conocer y resolver las demandas contenciosas administrativas a nivel departamental, que
resultaren de la oposición del interés público y privado”, el cual establece una
modificación en cuanto al conocimiento y sustanciación de este proceso contencioso, y
contencioso-administrativo, emergentes de los actos evacuados por el Gobierno Municipal,
que actualmente son de conocimiento especializado de los Tribunales Departamentales de
Justicia, por lo que la sustanciación de la actual pretensión (Demanda), ante un Juez
Ordinario en lo Civil, está viciado de nulidad, por lo que para reconducir el mismo, la
pretensión (En los términos planteados), deberá ser sustanciado ante la Sala especializada
del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz. …"
“…Al respecto, esta petición no es del todo correcta, pues no puede impugnarse las
escrituras públicas, sin que previamente sea impugnada el acto jurídico o en este caso el
acto administrativo que ha generado las minutas y registros, obviamente que debe
efectuársela en la vía contenciosa, ya que no siendo parte los actores por razón lógica los
plazos no son computados para los mismos; independientemente en forma alterna a la vía
contenciosa.
Que, la Jurisdicción es la potestad que tiene el Estado de administrar justicia por medio de
los Jueces y Tribunales; es de orden público, nace únicamente de la ley y es indelegable;
en tanto que la Competencia es entendida como la facultad que tiene un Juez o Tribunal
para ejercer la Jurisdicción en un determinado asunto, la misma que no admite ninguna
prórroga en razón de la materia como ocurre excepcionalmente en el caso del territorio;
ambas son de orden público y de cumplimiento obligatorio.(el subrayado y las negrillas
nos pertenecen).
P á g i n a 204 | 846
efectos jurídicos sobre el administrado. Es obligatorio, exigible, ejecutable y se presume
legítimo".
Para el tratadista Hugo Caldera, "El Acto Administrativo constituye una exteriorización
unilateral de competencia por parte de un órgano administrativo en ejercicio de potestades
jurídico-administrativas destinadas a alcanzar fines públicos encomendadas a éste
órgano", opinión acorde con la vertida precedentemente y armonizable al ordenamiento
jurídico Boliviano.
Como se podrá advertir, el acto administrativo es una declaración unilateral del
funcionario o autoridad pública de cualquiera de los niveles de la Administración Pública
y que al emerger del ejercicio de una potestad administrativa plasma una decisión que
genera efectos o consecuencias jurídico-administrativas directas e inmediatas.
a.-) De esta manera se tiene que la competencia para la sustanciación emergente de la
contención de actos administrativos emergentes de los Entes Municipales.-Siendo el
derecho una ciencia que evoluciona, es la jurisprudencia la que orienta el desarrollo de la
aplicación del derecho, en ese sentido corresponde citar que el Tribunal Constitucional
Plurinacional ha emitido la Sentencia Constitucional Nº 0693/2012 de 2 de agosto de 2012
que señala: “Pese a identificarse con claridad la vía impugnativa pertinente corresponde
hacer referencia a la SCP 0371/2012 de 22 de junio, que precisó que: “…ni la
Constitución Política del Estado vigente, ni la Ley del Órgano Judicial, le asignan esa
facultad al Tribunal Supremo de Justicia ni a los Tribunales Departamentales de Justicia
en su Sala Plena, respectivamente -art. 184 de la Constitución Política del Estado y art. 50
de la Ley de Organización Judicial-. Esta ausencia normativa ocasiona un vacío jurídico,
provocando que los administrados no tengan la vía jurisdiccional para que se dirima una
determinada situación jurídica; al respecto, es importante precisar que las características
de dicho proceso son las de un ordinario en todas sus etapas. En ese sentido, de acuerdo al
art. 158 núm. 3 de la Constitución Política del Estado, será la Asamblea Legislativa
Plurinacional, quien deberá pronunciarse a la brevedad posible sobre la regulación y/o
reglamentación de los procesos contencioso-administrativos”.
Sin embargo, la justicia Constitucional a través de la acción de amparo Constitucional no
puede sustituir a la jurisdicción contenciosa administrativa en el control de legalidad que
realiza la referida jurisdicción, máxime si se considera que el amparo Constitucional:
“…es un mecanismo instrumental para la protección del goce efectivo de los derechos
fundamentales por parte de las personas, por tanto protege dichos derechos cuando se
encuentran consolidados a favor del actor del amparo, no siendo la vía adecuada para
dirimir supuestos derechos que se encuentren controvertidos o que no se encuentren
consolidados, porque dependen para su consolidación de la dilucidación de cuestiones de
hecho o de la Resolución de una controversia sobre los hechos; porque de analizar dichas
cuestiones importaría el reconocimiento de derechos por vía del recurso de amparo, lo que
no corresponde a su ámbito de protección, sino sólo la protección de los mismos cuando
están consolidados; por ello, la doctrina emergente de la jurisprudencia de este Tribunal
Constitucional, también ha expresado que el recurso de amparo no puede ingresar a
valorar y analizar hechos controvertidos…” (SC 0278/2006-R de 27 de marzo).
Entonces para no dejar en indefensión al ciudadano frente al poder público y
específicamente los actos administrativos independientemente a efectivizar la exhortación
contenida en la SCP 0371/2012, debe entenderse que a efectos del resguardo de derechos,
valores y principios Constitucionales, y hasta mientras se desarrolle la legislación
P á g i n a 205 | 846
respectiva por el legislador ordinario los Tribunales Departamentales continúan teniendo
la competencia para conocer el recurso contencioso administrativo en la materia.
La interpretación antes dicha emerge de la interpretación del art. 10 de la Ley 212 de 23
de diciembre de 2011, referido a las causas contenciosas administrativas, el cual dispone
en su parágrafo primero lo siguiente: “La Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia
conocerá las causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones y
concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las demandas contenciosas - administrativas, a que
dieren lugar las resoluciones del mismo; hasta que sean reguladas por Ley como
Jurisdicción Especializada”.
Es decir, que en tanto no exista la jurisdicción especializada se debe precautelar que el
justiciable tenga la posibilidad de impugnar haciendo uso de los mecanismos establecidos
y que aún no han sido sustituidos, en este caso, resulta aplicable lo dispuesto en el
mencionado art. 778 del Código de Procedimiento Civil”
Bajo esa interpretación Constitucional, es que la Sala Plena del Tribunal Supremo de
Justicia ha emitido el Auto Supremo Nº 115/2013 de 10 de abril de 2013, expresando lo
siguiente:“La ratio decidendi extractada de las referidas Sentencias Constitucionales
Plurinacionales, tienen carácter vinculante y son de cumplimiento obligatorio conforme lo
establecen los arts. 203 de la CPE y 15.II del Código Procesal Constitucional, y aplicable
por analogía al caso presente; toda vez que la presente demanda trata de un proceso
contencioso administrativo en materia Municipal, donde se demanda a una autoridad edil,
impugnando la Resolución Ejecutiva Nº 199/2012, por lo que, siguiendo la línea
jurisprudencial, estos procesos deben seguir siendo de conocimiento de los Tribunales
Departamentales de Justicia mientras no exista una regulación y/o reglamentación por
parte de la Asamblea Legislativa Plurinacional. POR TANTO: La Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia del Estado Plurinacional de Bolivia, en atención a los argumentos
anteriormente expuestos, anula obrados hasta fs.15 inclusive y se declara SIN
COMPETENCIA para conocer la presente causa, debiendo remitirse obrados a la Sala
Plena del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz…”; consiguientemente se ha
sentado línea jurisprudencial para el conocimiento de la contención de actos
administrativos que hayan emergido de un ente Municipal, por lo que en base a la
jurisprudencia señalada en el presente fallo, resulta ser vinculante para todos los
órganos de administración de justicia, siendo competencia de la Sala Plena de los
Tribunales Departamentales de Justicia, el conocimiento y sustanciación de la
contención emergente de los actos administrativos.
Así de esta manera conforme a los arts. 775 y 778 del Código de Procedimiento Civil,
vigente desde el 02 de abril de 1976, la vía contencioso y contencioso- administrativo
para la impugnación de actos administrativos evacuados por la administración Publica
se atribuía a la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, disposiciones que fue
sustentada posteriormente por el art. 55 núm. 10 de la Ley del Órgano Judicial Ley
1455,en ese sentido el artículo 10 parágrafo I de la Ley Nº 212 de 23 de diciembre de
2011, determina que “La Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia conocerá las
causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones y concesiones del
Órgano Ejecutivo, y de las demandas contenciosas - administrativas, a que dieren lugar
las resoluciones del mismo; hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción
Especializada”.
De acuerdo a la relación cronológica de antecedentes legales que sustentan la vía del
proceso contencioso y contencioso-administrativo, el legislador ha promulgado la Ley Nº
P á g i n a 206 | 846
620 de fecha 29 de diciembre de 2014, que en su art. 3, cita: “(SALA ESPECIALIZADA EN
MATERIA CONTENCIOSA Y CONTENCIOSA ADMINISTRATIVA DE LOS TRIBUNALES
DEPARTAMENTALES DE JUSTICIA).Se crea la Sala Contenciosa y Contenciosa
Administrativa, como parte de la estructura de los Tribunales Departamentales de Justicia,
con las siguientes atribuciones:
Conocer y resolver las causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones
o concesiones de los gobiernos autónomos departamentales, municipales, indígena
originario campesinos y regionales; universidades públicas, y demás instituciones
públicas o privadas que cumplan roles de administración estatal a nivel departamental.
Conocer y resolver las demandas contenciosas administrativas a nivel departamental, que
resultaren de la oposición del interés público y privado”, el cual establece una
modificación en cuanto al conocimiento y sustanciación de este proceso contencioso, y
contencioso-administrativo, emergentes de los actos evacuados por el Gobierno Municipal,
que actualmente son de conocimiento especializado de los Tribunales Departamentales de
Justicia, por lo que la sustanciación de la actual pretensión (Demanda), ante un Juez
Ordinario en lo Civil, está viciado de nulidad, por lo que para reconducir el mismo, la
pretensión (En los términos planteados), deberá ser sustanciado ante la Sala especializada
del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz. …"
“…Al respecto, esta petición no es del todo correcta, pues no puede impugnarse las
escrituras públicas, sin que previamente sea impugnada el acto jurídico o en este caso el
acto administrativo que ha generado las minutas y registros, obviamente que debe
efectuársela en la vía contenciosa, ya que no siendo parte los actores por razón lógica los
plazos no son computados para los mismos; independientemente en forma alterna a la vía
contenciosa.
Que, la Jurisdicción es la potestad que tiene el Estado de administrar justicia por medio de
los Jueces y Tribunales; es de orden público, nace únicamente de la ley y es indelegable;
en tanto que la Competencia es entendida como la facultad que tiene un Juez o Tribunal
para ejercer la Jurisdicción en un determinado asunto, la misma que no admite ninguna
prórroga en razón de la materia como ocurre excepcionalmente en el caso del territorio;
ambas son de orden público y de cumplimiento obligatorio.(el subrayado y las negrillas
nos pertenecen).
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cumpliendo con los requisitos y formalidades establecidos en la presente Ley, que produce
efectos jurídicos sobre el administrado. Es obligatorio, exigible, ejecutable y se presume
legítimo".
Para el tratadista Hugo Caldera, "El Acto Administrativo constituye una exteriorización
unilateral de competencia por parte de un órgano administrativo en ejercicio de potestades
jurídico-administrativas destinadas a alcanzar fines públicos encomendadas a éste
órgano", opinión acorde con la vertida precedentemente y armonizable al ordenamiento
jurídico Boliviano.
Como se podrá advertir, el acto administrativo es una declaración unilateral del
funcionario o autoridad pública de cualquiera de los niveles de la Administración Pública
y que al emerger del ejercicio de una potestad administrativa plasma una decisión que
genera efectos o consecuencias jurídico-administrativas directas e inmediatas.
a.-) De esta manera se tiene que la competencia para la sustanciación emergente de la
contención de actos administrativos emergentes de los Entes Municipales.-Siendo el
derecho una ciencia que evoluciona, es la jurisprudencia la que orienta el desarrollo de la
aplicación del derecho, en ese sentido corresponde citar que el Tribunal Constitucional
Plurinacional ha emitido la Sentencia Constitucional Nº 0693/2012 de 2 de agosto de 2012
que señala: “Pese a identificarse con claridad la vía impugnativa pertinente corresponde
hacer referencia a la SCP 0371/2012 de 22 de junio, que precisó que: “…ni la
Constitución Política del Estado vigente, ni la Ley del Órgano Judicial, le asignan esa
facultad al Tribunal Supremo de Justicia ni a los Tribunales Departamentales de Justicia
en su Sala Plena, respectivamente -art. 184 de la Constitución Política del Estado y art. 50
de la Ley de Organización Judicial-. Esta ausencia normativa ocasiona un vacío jurídico,
provocando que los administrados no tengan la vía jurisdiccional para que se dirima una
determinada situación jurídica; al respecto, es importante precisar que las características
de dicho proceso son las de un ordinario en todas sus etapas. En ese sentido, de acuerdo al
art. 158 núm. 3 de la Constitución Política del Estado, será la Asamblea Legislativa
Plurinacional, quien deberá pronunciarse a la brevedad posible sobre la regulación y/o
reglamentación de los procesos contencioso-administrativos”.
Sin embargo, la justicia Constitucional a través de la acción de amparo Constitucional no
puede sustituir a la jurisdicción contenciosa administrativa en el control de legalidad que
realiza la referida jurisdicción, máxime si se considera que el amparo Constitucional:
“…es un mecanismo instrumental para la protección del goce efectivo de los derechos
fundamentales por parte de las personas, por tanto protege dichos derechos cuando se
encuentran consolidados a favor del actor del amparo, no siendo la vía adecuada para
dirimir supuestos derechos que se encuentren controvertidos o que no se encuentren
consolidados, porque dependen para su consolidación de la dilucidación de cuestiones de
hecho o de la Resolución de una controversia sobre los hechos; porque de analizar dichas
cuestiones importaría el reconocimiento de derechos por vía del recurso de amparo, lo que
no corresponde a su ámbito de protección, sino sólo la protección de los mismos cuando
están consolidados; por ello, la doctrina emergente de la jurisprudencia de este Tribunal
Constitucional, también ha expresado que el recurso de amparo no puede ingresar a
valorar y analizar hechos controvertidos…” (SC 0278/2006-R de 27 de marzo).
Entonces para no dejar en indefensión al ciudadano frente al poder público y
específicamente los actos administrativos independientemente a efectivizar la exhortación
contenida en la SCP 0371/2012, debe entenderse que a efectos del resguardo de derechos,
valores y principios Constitucionales, y hasta mientras se desarrolle la legislación
P á g i n a 208 | 846
respectiva por el legislador ordinario los Tribunales Departamentales continúan teniendo
la competencia para conocer el recurso contencioso administrativo en la materia.
La interpretación antes dicha emerge de la interpretación del art. 10 de la Ley 212 de 23
de diciembre de 2011, referido a las causas contenciosas administrativas, el cual dispone
en su parágrafo primero lo siguiente: “La Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia
conocerá las causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones y
concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las demandas contenciosas - administrativas, a que
dieren lugar las resoluciones del mismo; hasta que sean reguladas por Ley como
Jurisdicción Especializada”.
Es decir, que en tanto no exista la jurisdicción especializada se debe precautelar que el
justiciable tenga la posibilidad de impugnar haciendo uso de los mecanismos establecidos
y que aún no han sido sustituidos, en este caso, resulta aplicable lo dispuesto en el
mencionado art. 778 del Código de Procedimiento Civil”
Bajo esa interpretación Constitucional, es que la Sala Plena del Tribunal Supremo de
Justicia ha emitido el Auto Supremo Nº 115/2013 de 10 de abril de 2013, expresando lo
siguiente: “La ratio decidendi extractada de las referidas Sentencias Constitucionales
Plurinacionales, tienen carácter vinculante y son de cumplimiento obligatorio conforme lo
establecen los arts. 203 de la CPE y 15.II del Código Procesal Constitucional, y aplicable
por analogía al caso presente; toda vez que la presente demanda trata de un proceso
contencioso administrativo en materia Municipal, donde se demanda a una autoridad edil,
impugnando la Resolución Ejecutiva Nº 199/2012, por lo que, siguiendo la línea
jurisprudencial, estos procesos deben seguir siendo de conocimiento de los Tribunales
Departamentales de Justicia mientras no exista una regulación y/o reglamentación por
parte de la Asamblea Legislativa Plurinacional. POR TANTO: La Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia del Estado Plurinacional de Bolivia, en atención a los argumentos
anteriormente expuestos, anula obrados hasta fs.15 inclusive y se declara SIN
COMPETENCIA para conocer la presente causa, debiendo remitirse obrados a la Sala
Plena del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz…”; consiguientemente se ha
sentado línea jurisprudencial para el conocimiento de la contención de actos
administrativos que hayan emergido de un ente Municipal, por lo que en base a la
jurisprudencia señalada en el presente fallo, resulta ser vinculante para todos los
órganos de administración de justicia, siendo competencia de la Sala Plena de los
Tribunales Departamentales de Justicia, el conocimiento y sustanciación de la
contención emergente de los actos administrativos.
Así de esta manera conforme a los arts. 775 y 778 del Código de Procedimiento Civil,
vigente desde el 02 de abril de 1976, la vía contencioso y contencioso- administrativo
para la impugnación de actos administrativos evacuados por la administración Publica
se atribuía a la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, disposiciones que fue
sustentada posteriormente por el art. 55 núm. 10 de la Ley del Órgano Judicial Ley
1455,en ese sentido el artículo 10 parágrafo I de la Ley Nº 212 de 23 de diciembre de
2011, determina que “La Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia conocerá las
causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones y concesiones del
Órgano Ejecutivo, y de las demandas contenciosas - administrativas, a que dieren
lugar las resoluciones del mismo; hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción
Especializada”.
De acuerdo a la relación cronológica de antecedentes legales que sustentan la vía del
proceso contencioso y contencioso-administrativo, el legislador ha promulgado la Ley Nº
P á g i n a 209 | 846
620 de fecha 29 de diciembre de 2014, que en su art. 3, cita: “(SALA ESPECIALIZADA
EN MATERIA CONTENCIOSA Y CONTENCIOSA ADMINISTRATIVA DE LOS
TRIBUNALES DEPARTAMENTALES DE JUSTICIA).Se crea la Sala Contenciosa y
Contenciosa Administrativa, como parte de la estructura de los Tribunales Departamentales
de Justicia, con las siguientes atribuciones:
Conocer y resolver las causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones o
concesiones de los gobiernos autónomos departamentales, municipales, indígena originario
campesino y regional; universidades públicas, y demás instituciones públicas o privadas
que cumplan roles de administración estatal a nivel departamental.
Conocer y resolver las demandas contenciosas administrativas a nivel departamental, que
resultaren de la oposición del interés público y privado”, el cual establece una modificación
en cuanto al conocimiento y sustanciación de este proceso contencioso, y contencioso-
administrativo, emergentes de los actos evacuados por el Gobierno Municipal, que
actualmente son de conocimiento especializado de los Tribunales Departamentales de
Justicia, por lo que la sustanciación de la actual pretensión (Demanda), ante un Juez
Ordinario en lo Civil, está viciado de nulidad, por lo que para reconducir el mismo, la
pretensión (En los términos planteados), deberá ser sustanciado ante la Sala especializada
del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz. …"
“…Al respecto, esta petición no es del todo correcta, pues no puede impugnarse las
escrituras públicas, sin que previamente sea impugnada el acto jurídico o en este caso el
acto administrativo que ha generado las minutas y registros, obviamente que debe
efectuársela en la vía contenciosa, ya que no siendo parte los actores por razón lógica los
plazos no son computados para los mismos; independientemente en forma alterna a la vía
contenciosa.
Que, la Jurisdicción es la potestad que tiene el Estado de administrar justicia por medio de
los Jueces y Tribunales; es de orden público, nace únicamente de la ley y es indelegable;
en tanto que la Competencia es entendida como la facultad que tiene un Juez o Tribunal
para ejercer la Jurisdicción en un determinado asunto, la misma que no admite ninguna
prórroga en razón de la materia como ocurre excepcionalmente en el caso del territorio;
ambas son de orden público y de cumplimiento obligatorio.(el subrayado y las negrillas
nos pertenecen).
En el caso presente se debe tener en cuenta que más allá de la pretensión de la nulidad de la
Escritura Pública No 1866/93 de adecuación al Régimen de Propiedad Horizontal, lo que se
pretende es la revisión de la Resolución Técnica Administrativa Nº 122/93, hecho que no
puede hacerse mediante un proceso ordinario, sino a través de un proceso contenciosos
administrativo.
P á g i n a 210 | 846
De igual forma en el AS Nº 746/2016 de 28 de junio, en un caso análogo ha
razonado en sentido que: “ las acciones reales son medios de protección del
Derecho propietario de las personas frente a un tercero, y dentro de este tipo de
acciones se encuentra inmersa la acción reivindicatoria establecida en el art. 1453
del CC, de acuerdo a lo detalladamente expuesto en la doctrina aplicable este
instituto jurídico, tiene por fin la protección del propietario frente a terceros, por
la vulneración de ese derecho, limitando a ejercer todas las facultades o derechos
que emergen de su derecho propietario como ser la posesión, en si este tipo de
acciones no se analiza la formación del título como tal, esto a diferencia de una
acción de carácter personal, sino que ha de defender el derecho propietario,
siendo viable la misma para el propietario, por cuanto resulta errado lo señalado
por el recurrente en sentido de que este tipo de acciones reales sea de competencia
administrativa, debido y siendo reiterativos no se está analizando la formación del
título o derecho propietario en si o sus efectos, como para pretender que este sea
de competencia administrativa, sino que se está ante una acción que defiende el
derecho propietario únicamente, por lo que, la alegación que este sea de
competencia administrativa, carece de asidero, con la aclaración que la
jurisprudencia citada, no hace hincapié o reflejan que este tipo de acciones
puedan corresponder al ámbito de los procesos contenciosos administrativos,
como para pretender su aplicación por analogía. ”
P á g i n a 211 | 846
públicos encomendadas a éste órgano", opinión acorde con la vertida
precedentemente y armonizable al ordenamiento jurídico Boliviano.
Como se podrá advertir, el acto administrativo es una declaración unilateral del
funcionario o autoridad pública de cualquiera de los niveles de la Administración
Pública y que al emerger del ejercicio de una potestad administrativa plasma una
decisión que genera efectos o consecuencias jurídico-administrativas directas e
inmediatas.
a.-) De esta manera se tiene que la competencia para la sustanciación emergente
de la contención de actos administrativos emergentes de los Entes Municipales.-
Siendo el derecho una ciencia que evoluciona, es la jurisprudencia la que orienta
el desarrollo de la aplicación del derecho, en ese sentido corresponde citar que el
Tribunal Constitucional Plurinacional ha emitido la Sentencia Constitucional Nº
0693/2012 de 2 de agosto, que señala: “Pese a identificarse con claridad la vía
impugnativa pertinente corresponde hacer referencia a la SCP 0371/2012 de 22 de
junio, que precisó que: “…ni la Constitución Política del Estado vigente, ni la Ley
del Órgano Judicial, le asignan esa facultad al Tribunal Supremo de Justicia ni a
los Tribunales Departamentales de Justicia en su Sala Plena, respectivamente -art.
184 de la Constitución Política del Estado y art. 50 de la Ley de Organización
Judicial-. Esta ausencia normativa ocasiona un vacío jurídico, provocando que los
administrados no tengan la vía jurisdiccional para que se dirima una determinada
situación jurídica; al respecto, es importante precisar que las características de
dicho proceso son las de un ordinario en todas sus etapas. En ese sentido, de
acuerdo al art. 158 núm. 3 de la Constitución Política del Estado, será la
Asamblea Legislativa Plurinacional, quien deberá pronunciarse a la brevedad
posible sobre la regulación y/o reglamentación de los procesos contencioso-
administrativos”.
Sin embargo, la justicia Constitucional a través de la acción de amparo
Constitucional no puede sustituir a la jurisdicción contenciosa administrativa en el
control de legalidad que realiza la referida jurisdicción, máxime si se considera
que el amparo Constitucional: “…es un mecanismo instrumental para la
protección del goce efectivo de los derechos fundamentales por parte de las
personas, por tanto protege dichos derechos cuando se encuentran consolidados a
favor del actor del amparo, no siendo la vía adecuada para dirimir supuestos
derechos que se encuentren controvertidos o que no se encuentren consolidados,
porque dependen para su consolidación de la dilucidación de cuestiones de hecho
o de la Resolución de una controversia sobre los hechos; porque de analizar
dichas cuestiones importaría el reconocimiento de derechos por vía del recurso de
amparo, lo que no corresponde a su ámbito de protección, sino sólo la protección
de los mismos cuando están consolidados; por ello, la doctrina emergente de la
jurisprudencia de este Tribunal Constitucional, también ha expresado que el
recurso de amparo no puede ingresar a valorar y analizar hechos
controvertidos…” (SC 0278/2006-R de 27 de marzo).
P á g i n a 212 | 846
Entonces para no dejar en indefensión al ciudadano frente al poder público y
específicamente los actos administrativos independientemente a efectivizar la
exhortación contenida en la SCP 0371/2012, debe entenderse que a efectos del
resguardo de derechos, valores y principios Constitucionales, y hasta mientras se
desarrolle la legislación respectiva por el legislador ordinario los Tribunales
Departamentales continúan teniendo la competencia para conocer el recurso
contencioso administrativo en la materia.
La interpretación antes dicha emerge de la interpretación del art. 10 de la Ley 212
de 23 de diciembre de 2011, referido a las causas contenciosas administrativas, el
cual dispone en su parágrafo primero lo siguiente: “La Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia conocerá las causas contenciosas que resultaren de los
contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las demandas
contenciosas - administrativas, a que dieren lugar las resoluciones del mismo;
hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción Especializada”.
Es decir, que en tanto no exista la jurisdicción especializada se debe precautelar
que el justiciable tenga la posibilidad de impugnar haciendo uso de los
mecanismos establecidos y que aún no han sido sustituidos, en este caso, resulta
aplicable lo dispuesto en el mencionado art. 778 del Código de Procedimiento
Civil”
Bajo esa interpretación Constitucional, es que la Sala Plena del Tribunal Supremo
de Justicia ha emitido el Auto Supremo Nº 115/2013 de 10 de abril, expresando lo
siguiente: “La ratio decidendi extractada de las referidas Sentencias
Constitucionales Plurinacionales, tienen carácter vinculante y son de
cumplimiento obligatorio conforme lo establecen los arts. 203 de la CPE y 15.II
del Código Procesal Constitucional, y aplicable por analogía al caso presente;
toda vez que la presente demanda trata de un proceso contencioso administrativo
en materia Municipal, donde se demanda a una autoridad edil, impugnando la
Resolución Ejecutiva Nº 199/2012, por lo que, siguiendo la línea jurisprudencial,
estos procesos deben seguir siendo de conocimiento de los Tribunales
Departamentales de Justicia mientras no exista una regulación y/o reglamentación
por parte de la Asamblea Legislativa Plurinacional. POR TANTO: La Sala Plena
del Tribunal Supremo de Justicia del Estado Plurinacional de Bolivia, en atención
a los argumentos anteriormente expuestos, anula obrados hasta fs.15 inclusive y se
declara SIN COMPETENCIA para conocer la presente causa, debiendo remitirse
obrados a la Sala Plena del Tribunal Departamental de Justicia de Santa
Cruz…”; consiguientemente se ha sentado línea jurisprudencial para el
conocimiento de la contención de actos administrativos que hayan emergido de un
ente Municipal, por lo que en base a la jurisprudencia señalada en el presente
fallo, resulta ser vinculante para todos los órganos de administración de justicia,
siendo competencia de la Sala Plena de los Tribunales Departamentales de
Justicia, el conocimiento y sustanciación de la contención emergente de los actos
administrativos.
P á g i n a 213 | 846
Así de esta manera conforme a los arts. 775 y 778 del Código de Procedimiento
Civil, vigente desde el 02 de abril de 1976, la vía contencioso y contencioso-
administrativo para la impugnación de actos administrativos evacuados por la
administración Publica se atribuía a la Sala Plena de la Corte Suprema de
Justicia, disposiciones que fue sustentada posteriormente por el art. 55 núm. 10 de
la Ley del Órgano Judicial Ley 1455,en ese sentido el artículo 10 parágrafo I de la
Ley Nº 212 de 23 de diciembre de 2011, determina que “La Sala Plena del
Tribunal Supremo de Justicia conocerá las causas contenciosas que resultaren de
los contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las
demandas contenciosas - administrativas, a que dieren lugar las resoluciones del
mismo; hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción Especializada”.
De acuerdo a la relación cronológica de antecedentes legales que sustentan la vía
del proceso contencioso y contencioso-administrativo, el legislador ha promulgado
la Ley Nº 620 de fecha 29 de diciembre de 2014, que en su art. 3, cita: “(SALA
ESPECIALIZADA EN MATERIA CONTENCIOSA Y CONTENCIOSA
ADMINISTRATIVA DE LOS TRIBUNALES DEPARTAMENTALES DE
JUSTICIA).Se crea la Sala Contenciosa y Contenciosa Administrativa, como parte
de la estructura de los Tribunales Departamentales de Justicia, con las siguientes
atribuciones:
Conocer y resolver las causas contenciosas que resultaren de los contratos,
negociaciones o concesiones de los gobiernos autónomos departamentales,
municipales, indígenas originarios campesinos y regionales; universidades
públicas, y demás instituciones públicas o privadas que cumplan roles de
administración estatal a nivel departamental.
Conocer y resolver las demandas contenciosas administrativas a nivel
departamental, que resultaren de la oposición del interés público y privado”, el
cual establece una modificación en cuanto al conocimiento y sustanciación de este
proceso contencioso, y contencioso-administrativo, emergentes de los actos
evacuados por el Gobierno Municipal, que actualmente son de conocimiento
especializado de los Tribunales Departamentales de Justicia, por lo que la
sustanciación de la actual pretensión (Demanda), ante un Juez Ordinario en lo
Civil, está viciado de nulidad, por lo que para reconducir el mismo, la pretensión
(En los términos planteados), deberá ser sustanciado ante la Sala especializada
del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz. ".
CADUCIDAD
Auto Supremo: 898/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
P á g i n a 214 | 846
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.
P á g i n a 215 | 846
otorgar tutela sobre la actividad agraria; 8) Conocer otras acciones reales,
personales y mixtas derivadas de la propiedad, posesión y actividad agraria.”
P á g i n a 219 | 846
consecuencia del contrato de construcción, cuyo cumplimiento es objeto del
presente proceso.
En ese marco corresponde puntualizar que de conformidad a lo previsto por el art.
126 de la Ley Nº 1488 de 14 de abril de 1993, vigente, al momento en que se
originó la obligación contractual así como al momento de la liquidación del Banco
BIDESA S.A. y de la propia interposición de la demanda: “Ninguna Sentencia
judicial o resolución administrativa que se dicte después de publicada la
resolución de liquidación, podrá constituir gravamen especial sobre parte o la
totalidad del activo de la entidad en liquidación. No se darán curso a acciones
judiciales o administrativas que se entablen con posterioridad, ni se decretarán
embargos o medidas precautorias por obligaciones contraídas con anterioridad a
la resolución de liquidación y mientras tal situación se mantenga en vigor. Las
autoridades administrativas y judiciales, suspenderán la tramitación de las
acciones respectivas y, de oficio, harán conocer a la Superintendencia
antecedentes sobre las demandas o acciones iniciadas para ser acumuladas al
proceso general de la liquidación. Los procesos con Sentencias pasadas en
autoridad de cosa juzgada, pronunciadas con anterioridad a la fecha de la
resolución de liquidación, ingresarán en la distribución de la masa liquidatoria
como acreencias concursales directamente aceptadas.”.
Del texto de la norma citada se establece que al encontrarse el Banco BIDESA
S.A. en Liquidación, desde ese momento, ningún Juez o Tribunal ordinario podía
admitir y sustanciar la presente causa, toda vez que la misma debió ser remitida al
Juez encargado de la Liquidación conforme así lo dispone la citada norma y el
entendimiento asumido en ese mismo sentido por la entonces Corte Suprema de
Justicia de la Nación a través de los A.S. Nº 158, de 19 de agosto de 2006, A.S. Nº
101 de 23 de marzo de 2011, entre otros, y la S.C. 220/2010-R de 31 de mayo de
2010, ésta última validó la aplicación del art. 126 de la Ley Nº 1488 de 14 de abril
de 1993, en razón a que la norma vigente al momento de sucederse los hechos por
ella prevista, es la que se aplica a esos hechos, aunque la norma haya sido
derogada después, aspecto que en la Teoría General del Derecho se circunscribe
en el principio “tiempos regit actus”, en otras palabras la ultra actividad de
aquellas normas que aun habiendo sido derogadas se siguen aplicando a los
hechos ocurridos durante su vigencia.
En ese contexto, la empresa demandante se encontraba en la obligación de
presentar la acreencia que reclama en el proceso de liquidación y no estaba
facultada para accionar al margen de aquel proceso de Liquidación, en
observancia de la última parte del art. 1688 del Código de Comercio que dispone
que: “El reconocimiento de créditos y de grados y preferidos deberá ser resuelto
por el juez competente, previo informe del órgano administrativo de
fiscalización.” Disposición que es concordante con la primera parte del art. 1591
del citado Código de Comercio que prevé: “Desde la publicación del Auto que
declara la quiebra, ningún crédito contra el quebrado constituido con anterioridad
podrá hacerse valer en juicio por separado”.
P á g i n a 220 | 846
COMPETENCIA EN RAZÓN DE MATERIA
Auto Supremo: 328/2017
Sucre: 30 de marzo 2017
Proceso: Nulidad.
Respecto al tema, el Tribunal Supremo de Justicia mediante Auto Supremo Nº
491/2012 de 14 de diciembre de 2012, ha señalado que: “De lo manifestado
precedentemente se establece que, siempre que exista una cuestión familiar de la
cual dependa la cuestión civil, la competencia debe ser reconocida al Juez de
Familia. En el caso de demandas que buscan invalidar actos de disposición de
bienes comunes de uno de los cónyuges, sin el consentimiento del otro, será
competente el Juez de Familia, siempre que previamente resulte necesaria la
determinación del carácter común del bien objeto de la disposición, pues, es
posible que en algunos casos particulares tal determinación ya esté dada, como
por ejemplo a través de una Sentencia de divorcio ejecutoriada que, con carácter
previo a la demanda de invalidez, hubiese reconocido el carácter ganancialicio del
inmueble en cuestión, o cuando el título de adquisición del inmueble se encuentra
registrado a nombre de ambos cónyuges, en cuyos casos no es necesario que
previamente la jurisdicción familiar defina el carácter común del bien, razón por
la que el Juez competente para conocer y resolver la demanda de invalidez
resultará ser el Juez de materia Civil”.
Hugo Alsina en su Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y
Comercial, Tomo II señala respecto al tema que es la “aptitud del juez para
ejercer su jurisdicción en un caso determinado y las reglas que fijan la
competencia por razón de materia (ratio materiae), responden a las necesidades
de orden público”.
Se tiene asimismo el entendimiento expuesto por el Auto Supremo No. 230/2013
de 08 de mayo en la que se desarrolló que: “Consecuentemente, la posibilidad de
considerar como sometimiento de las partes al no haber planteado excepciones
que cuestionen la competencia del Juez de primera instancia y que esta hubiera
precluído, además de considerar que en este mismo sentido fuera el planteamiento
de la demanda reconvencional por usucapión, no tiene sustento, pues la
competencia en razón de materia no puede estar sujeta a la voluntad de las partes,
al ser de orden público como se dijo, en virtud a lo anterior debe estimarse que sí
pueden y deben ser invocadas de oficio por las autoridades judiciales respectivas,
que en todo caso están obligadas a cumplir con la ley, más aun en tratándose de
competencia por razón de materia, que por la propia naturaleza de las cuestiones
jurídicas que la constituyen es improrrogable, no pudiendo inferirse sumisión
tácita o expresa al juez ni está sujeta a preclusión, consecuentemente, si por
imperio de la ley la autoridad facultada para conocer del proceso de acuerdo a su
naturaleza es diversa al órgano jurisdiccional ante quien se formuló la demanda y
que por tal razón carece de competencia, ni la conformidad de las partes ni
cualquier otra circunstancia procesal puede suplir una competencia jurisdiccional
P á g i n a 221 | 846
que legalmente no se tiene, y por ende, debe inhibirse de su conocimiento, de
oficio; en ese sentido el art. 122 de la Constitución Política del Estado, establece:
“Son nulos los actos de las personas que usurpen funciones que no les competen,
así como los actos de las que ejercen jurisdicción o potestad que no emane de la
ley”.
También en un asunto similar se razonó en el Auto de Vista No. 491/2012 de 14 de
diciembre que: “… corresponde precisar que en consideración al carácter de
orden público que revisten las reglas de competencia, cualquier vulneración al
respecto debe ser observada aun de oficio y en cualquier estado del proceso, a fin
de imponer la sanción que corresponda, no pudiendo la actuación de las partes o
de los propios administradores de justicia, convalidar las infracciones referidas a
la competencia de los jueces, salvo que se trate del elemento territorio, en cuyo
casó la actuación de las partes, sea en forma expresa o tácita, puede generar la
llamada prórroga de la competencia, figura que en ningún caso opera respecto al
elemento materia, cuya inobservancia, dará lugar a la declaración de
incompetencia en cualquier estado del proceso, incluso la nulidad de las
actuaciones y determinaciones asumidas por un Juez incompetente puede ser
dispuesta fuera del proceso, conforme dispone el art. 122 de la Constitución
Política del Estado que determina que "son nulos los actos de las personas que
usurpen funciones que no les competen, así como los actos de las que ejercen
jurisdicción o potestad que no emane de la ley".
Al respecto, resulta pertinente señalar que por determinación del art. 12 de la Ley
Nº 025, "la competencia es la facultad que tiene una magistrada o magistrado, una
o un vocal, una jueza o un juez, o autoridad indígena originaria campesina para
ejercer la jurisdicción en un determinado asunto". En ese sentido, el art. 13 de la
ley citada establece que: "la competencia en razón del territorio se ampliará
únicamente por consentimiento expreso o tácito de las partes. Es expreso cuando
convienen en someterse a un juez, que para una o ambas partes no es competente.
Es tácito cuando el demandado contesta ante un juez incompetente, sin oponer esta
excepción. Se exceptúa lo dispuesto en leyes especiales.".
Las normas señaladas precedentemente orientan, como se estableció
anteriormente, que sólo en razón del territorio la competencia de un Juez puede
ampliarse, por lo que los razonamientos expuestos por el recurrente en sentido de
que, las partes al no haber observado oportunamente la competencia de la Juez A
quo, convalidaron o consintieron en la misma, resulta errado, toda vez que la
competencia de un juez en virtud a la materia no es susceptible de convalidación.”
P á g i n a 222 | 846
Respecto a la competencia para el conocimiento de la impugnación de actos
administrativos se ha pronunciado el Auto Supremo N° 279/2013 de 27 de mayo,
en la que se señaló lo siguiente:
“1) De la competencia para la sustanciación emergente de la contención de actos
administrativos emergentes de los entes Municipales.-
Siendo el derecho una ciencia que evoluciona, es la jurisprudencia la que orienta
el desarrollo de la aplicación del derecho, en ese sentido corresponde citar que el
Tribunal Constitucional Plurinacional ha emitido la Sentencia Constitucional Nº
0693/2012 de 2 de agosto de 2012 que señala: “Pese a identificarse con claridad
la vía impugnativa pertinente corresponde hacer referencia a la SCP 0371/2012 de
22 de junio, que precisó que: “…ni la Constitución Política del Estado vigente, ni
la Ley del Órgano Judicial, le asignan esa facultad al Tribunal Supremo de
Justicia ni a los Tribunales Departamentales de Justicia en su Sala Plena,
respectivamente -art. 184 de la Constitución Política del Estado y art. 50 de la
Ley de Organización Judicial-. Esta ausencia normativa ocasiona un vacío
jurídico, provocando que los administrados no tengan la vía jurisdiccional para
que se dirima una determinada situación jurídica; al respecto, es importante
precisar que las características de dicho proceso son las de un ordinario en todas
sus etapas. En ese sentido, de acuerdo al art. 158 núm., 3 de la Constitución
Política del Estado, será la Asamblea Legislativa Plurinacional, quien deberá
pronunciarse a la brevedad posible sobre la regulación y/o reglamentación de los
procesos contencioso-administrativos”.
Sin embargo, la justicia Constitucional a través de la acción de amparo
Constitucional no puede sustituir a la jurisdicción contenciosa administrativa en el
control de legalidad que realiza la referida jurisdicción, máxime si se considera
que el amparo Constitucional: “…es un mecanismo instrumental para la
protección del goce efectivo de los derechos fundamentales por parte de las
personas, por tanto protege dichos derechos cuando se encuentran consolidados a
favor del actor del amparo, no siendo la vía adecuada para dirimir supuestos
derechos que se encuentren controvertidos o que no se encuentren consolidados,
porque dependen para su consolidación de la dilucidación de cuestiones de hecho
o de la Resolución de una controversia sobre los hechos; porque de analizar
dichas cuestiones importaría el reconocimiento de derechos por vía del recurso de
amparo, lo que no corresponde a su ámbito de protección, sino sólo la protección
de los mismos cuando están consolidados; por ello, la doctrina emergente de la
jurisprudencia de este Tribunal Constitucional, también ha expresado que el
recurso de amparo no puede ingresar a valorar y analizar hechos
controvertidos…” (SC 0278/2006-R de 27 de marzo).
P á g i n a 223 | 846
Entonces para no dejar en indefensión al ciudadano frente al poder público y
específicamente los actos administrativos independientemente a efectivizar la
exhortación contenida en la SCP 0371/2012, debe entenderse que a efectos del
resguardo de derechos, valores y principios Constitucionales, y hasta mientras se
desarrolle la legislación respectiva por el legislador ordinario los Tribunales
Departamentales continúan teniendo la competencia para conocer el recurso
contencioso administrativo en la materia.
La interpretación antedicha emerge de la interpretación del art. 10 de la Ley 212
de 23 de diciembre de 2011, referido a las causas contenciosas administrativas, el
cual dispone en su parágrafo primero lo siguiente: “La Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia conocerá las causas contenciosas que resultaren de los
contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las demandas
contenciosas - administrativas, a que dieren lugar las resoluciones del mismo;
hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción Especializada”.
Es decir, que en tanto y en cuanto no exista la jurisdicción especializada se debe
precautelar que el justiciable tenga la posibilidad de impugnar haciendo uso de los
mecanismos establecidos y que aún no han sido sustituidos, en este caso, resulta
aplicable lo dispuesto en el mencionado art. 778 del Código de Procedimiento
Civil”
Bajo esa interpretación Constitucional, es que la Sala Plena del Tribunal Supremo
de Justicia ha emitido el Auto Supremo Nº 115/2013 de 10 de abril de 2013
expresando lo siguiente: “La ratio decidendi extractada de las referidas
Sentencias Constitucionales Plurinacionales, tienen carácter vinculante y son de
cumplimiento obligatorio conforme lo establecen los arts. 203 de la CPE y 15.II
del Código Procesal Constitucional, y aplicable por analogía al caso presente;
toda vez que la presente demanda trata de un proceso contencioso administrativo
en materia Municipal, donde se demanda a una autoridad edil, impugnando la
Resolución Ejecutiva Nº 199/2012, por lo que, siguiendo la línea jurisprudencial,
estos procesos deben seguir siendo de conocimiento de los Tribunales
Departamentales de Justicia mientras no exista una regulación y/o reglamentación
por parte de la Asamblea Legislativa Plurinacional.
POR TANTO: La Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia del Estado
Plurinacional de Bolivia, en atención a los argumentos anteriormente expuestos,
anula obrados hasta fs.15 inclusive y se declara SIN COMPETENCIA para
conocer la presente causa, debiendo remitirse obrados a la Sala Plena del
Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz…”; consiguientemente se ha
sentado línea jurisprudencial para el conocimiento de la contención de actos
administrativos que hayan emergido de un ente Municipal, por lo que en base a
P á g i n a 224 | 846
la jurisprudencia señalada en el presente fallo, resulta ser vinculante para todos
los órganos de administración de justicia, siendo competencia de la Sala Plena de
los Tribunales Departamentales de Justicia, el conocimiento y sustanciación de la
contención emergente de los actos administrativos.”
Ese antecedente corresponde a la impugnación de resoluciones administrativas, y
en caso de que no exista alguna resolución administrativa por impugnar, debe
generarse la petición en alguna forma de procedimiento (reglamento, manual, guía
de trámites) establecido por la Administración pública para el reclamo o
requerimiento del administrado, en caso de que la entidad no cuente con el
reglamento para la petición del administrado, éste puede optar a seguir su petición
en la forma prevista por los arts. 1, 39 al 41 y pertinentes de la Ley N° 2341 para
lograr la emisión de un “acto administrativo” que pueda ser objeto de impugnación
e inclusive que pueda ser objeto de buscar la tutela jurisdicción en la vía del
proceso contenciosos administrativo, como se ha explicado en el punto anterior, no
pudiendo acudir –el administrado- directamente a la vía jurisdiccional para
solicitar el cumplimiento de resoluciones u obligaciones administrativas. También
corresponde señalar, que actualmente se ha emitido la Ley N° 620 de 29 de
diciembre de 2014, la que describe que la Sala Especializada del Tribunal
Departamental de Justicia, modificando la orientación dispuesta en la Sentencia
Constitucional N° 0693/2012 de 2 de agosto de 2012.
P á g i n a 226 | 846
norma que está en concordancia con en el art. 258 num. 3) del mismo compilado
legal.
Por lo que al ser aplicable a cuestiones para subsanar cuestiones formales de las
resoluciones como errores en la estructura de la resolución u omisiones que
pudieren existir en la misma y entendiendo que los reclamos de forma tienen por
finalidad anular obrado, Art. 17-III de la Ley 025 normativa que rige dicho
instituto procesal ha establecido lo siguiente: “III. La nulidad sólo procede ante
irregularidades procesales reclamadas oportunamente en la tramitación de los
procesos.”.
Criterio que se halla en consonancia con el nuevo código procesal civil, de lo que
se concluye que cuando se alegue en amparo de esta causal art. 254 num. 4) del
Código de Procedimiento Civil antes señalado, la falta de pronunciamiento, sea en
primera o segunda instancia, corresponde al afectado previamente a utilizar el
recurso de apelación o casación, hacer uso de la facultad establecida en el art. 196-
2) del Código de procedimiento Civil, aplicable a segunda instancia por expresa
determinación del art. 239 de la misma normativa, articulo que de manera clara
señala que con esta facultad se puede:”… suplir cualquier omisión en que se
hubiere incurrido sobre alguna de las pretensiones deducidas y discutidas en el
litigio.”, facultad que permite subsanar la falta de pronunciamiento por los
Tribunales o jueces de instancia, caso contrario en aplicación del principio de
convalidación, al no utilizar el mecanismo para su corrección, implica una
aceptación tácita de la omisión acusada, precluyendo por simple consecuencia su
derecho de reclamar aspectos de nulidad no reclamados en su oportunidad,
conforme determinan las normas citadas supra.
Entendimiento orientado por este Supremo Tribunal en diversos fallos entre ellos el
Auto Supremo Nº 32/2015 donde señaló: “Respecto a la falta de pronunciamiento
del segundo punto apelado, se debe indicar que, el Ad quem, de forma genérica
arribó a la conclusión de que el Auto de 10 de junio de 2003 que resolvió las
excepciones no se las puede revisar en vía del recurso de apelación porque dicha
resolución hubiera causado ejecutoria, esa es una respuesta de forma general a
las acusaciones relativas a la forma de resolución de las excepciones formuladas
por los recurrentes.
Ahora si dicha respuesta, no satisfacía las expectativas deducidas por los
recurrentes debieron formular la petición de complementación y aclaración en
base al art. 239 del Código de Procedimiento Civil, el no haberlo hecho implica
que los recurrentes no agotaron el mecanismo de protección oportuno para la
satisfacción del reclamo que ahora se traen en casación, consiguientemente se
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advierte no haberse dado cumplimiento a la premisa establecida en el art. 17
parágrafo III de la Ley Nº 025 del Órgano Judicial.”.
COMPLEMENTACIÓN Y ENMIENDA
Auto Supremo: 522/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Usucapión
En virtud a lo expuesto en el art. 239 del Código de Procedimiento Civil, se
establece que dentro el plazo de veinticuatro horas de la notificación con el Auto de
Vista, las partes pueden hacer uso del derecho que les otorga el art. 196 num. 2) del
citado Código, es decir que se corrija cualquier error material, se aclare algún
concepto oscuro, o se supla cualquier omisión en que se hubiere incurrido sobre
cualquiera de las pretensiones deducidas y discutidas.
Como se advierte, la norma antes referida otorgaba a la parte recurrente la
posibilidad de solicitar al Tribunal de Alzada supla la omisión referida al
pronunciamiento de alguna o algunas de las pretensiones que dedujo en apelación,
y en el caso de que dicho derecho no sea ejercido, se entiende que el mismo,
conforme a los principios que rigen las nulidades procesales, entre ellos el de
convalidación, preclusión y conservación del acto, no puede ser reclamado en otra
etapa posterior, máxime si dicha omisión e imprecisión, pudo haber sido subsanada
con la solicitud de complementación y enmienda.
Lo señalado supra, ya fue emitido en varios Autos Supremos pronunciados por este
Tribunal Supremo de Justicia, entre ellos el A.S. 32/2015 de 19 de enero, que de
manera textual señala: “Respecto a la falta de pronunciamiento del segundo punto
apelado, se debe indicar que, el Ad quem, de forma genérica arribó a al
conclusión de que el Auto de 10 de junio de 2003 que resolvió las excepciones no
se las puede revisar en vía del recurso de apelación porque dicha resolución
hubiera causado ejecutoria, esa es una respuesta de forma general a las
acusaciones relativas a la forma de resolución de las excepciones formuladas por
los recurrentes.
Ahora si dicha respuesta, no satisfacía las expectativas deducidas por los
recurrentes debieron formular la petición de complementación y aclaración en
base al art. 239 del Código de Procedimiento Civil, el no haberlo hecho implica
que los recurrentes no agotaron el mecanismo de protección oportuno para la
satisfacción del reclamo que ahora se traen en casación, consiguientemente se
advierte no haberse dado cumplimiento a la premisa establecida en el art. 17
parágrafo III de la Ley Nº 025 del Órgano Judicial.”
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COMPLEMENTACIÓN Y ENMIENDA
Auto Supremo: 496/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Disolución de contrato de venta
Primeramente se debe tener presente que el art. 254 núm. 4) del Código de
procedimiento civil expresaba: “procederá el recurso de casación por haberse
violado las formas esenciales de proceso, cuando la sentencia o auto recurrido
hubiere sido dictado...4) Otorgando más de lo pedido por las partes o sin haberse
pronunciado sobre alguna de las pretensiones deducidas en el proceso y
reclamadas oportunamente ante los tribunales inferiores.” Ultima parte de la
norma que está en concordancia con en el art. 258 num. 3) del mismo compilado
legal.
Por lo que al ser aplicable a cuestiones para subsanar cuestiones formales de las
resoluciones como errores en la estructura de la Resolución u omisiones que
pudieren existir en la misma y entendiendo que los reclamos de forma tienen por
finalidad anular obrado, Art. 17.III de la Ley 025 normativa que rige dicho instituto
procesal ha establecido lo siguiente: “III. La nulidad sólo procede ante
irregularidades procesales reclamadas oportunamente en la tramitación de los
procesos.”.
Criterio que se halla en consonancia con el nuevo código procesal civil, de lo que
se concluye que cuando se alegue en amparo de esta causal art. 254 num. 4) del
Código de Procedimiento Civil antes señalado, la falta de pronunciamiento, sea en
primera o segunda instancia, corresponde al afectado previamente a utilizar el
recurso de apelación o casación, hacer uso de la facultad establecida en el art. 196
num. 2) del Código de procedimiento Civil, aplicable a segunda instancia por
expresa determinación del art. 239 de la misma normativa, articulo que de manera
clara señala que con esta facultad se puede:”… suplir cualquier omisión en que se
hubiere incurrido sobre alguna de las pretensiones deducidas y discutidas en el
litigio.”, facultad que permite subsanar la falta de pronunciamiento por los
Tribunales o jueces de instancia, caso contrario en aplicación del principio de
convalidación, al no utilizar el mecanismo para su corrección, implica una
aceptación tácita de la omisión acusada, precluyendo por simple consecuencia su
derecho de reclamar aspectos de nulidad no reclamados en su oportunidad,
conforme determinan las normas citadas supra.
Entendimiento orientado por este Supremo Tribunal en diversos fallos entre ellos el
Auto Supremo Nº 32/2015 donde señaló: “Respecto a la falta de pronunciamiento
del segundo punto apelado, se debe indicar que, el Ad quem, de forma genérica
arribó a la conclusión de que el Auto de 10 de junio de 2003 que resolvió las
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excepciones no se las puede revisar en vía del recurso de apelación porque dicha
resolución hubiera causado ejecutoria, esa es una respuesta de forma general a
las acusaciones relativas a la forma de resolución de las excepciones formuladas
por los recurrentes.
Ahora si dicha respuesta, no satisfacía las expectativas deducidas por los
recurrentes debieron formular la petición de complementación y aclaración en
base al art. 239 del Código de Procedimiento Civil, el no haberlo hecho implica
que los recurrentes no agotaron el mecanismo de protección oportuno para la
satisfacción del reclamo que ahora se traen en casación, consiguientemente se
advierte no haberse dado cumplimiento a la premisa establecida en el art. 17
parágrafo III de la Ley Nº 025 del Órgano Judicial.”.
CADUCIDAD
Auto Supremo: 898/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.
CÓMPUTO DE PLAZOS
Auto Supremo: 315/2017
Sucre: 27 de marzo 2017
Proceso: Desalojo.
En cuanto al tema del computo de plazos, debe tenerse en cuenta que al momento
de promulgación de la Ley 439 (2013), esta Ley en su disposición transitoria
segunda con la denominación de vigencia Anticipada el Código en su punto sexto
Refiere: “Entrara en vigencia al momento de la publicación del presente código
las siguientes normas: “…”3.- El sistema de cómputo de plazos procesales,
incluidos los cómputos para los plazos en relación a medios de impugnación
previstos en los Artículos 89 a 95 del presente código”. En aplicación de la
mencionada disposición transitoria, corresponde citar el art. 90 de la Ley 439, el
cual señala: “ I.-Los plazos establecidos para las partes comenzaran a correr para
cada una de ellas, a partir del día siguiente hábil al de la respectiva citación o
notificación, salvo que por disposición de la Ley o de la naturaleza de la actividad
a cumplirse tuvieren el carácter de comunes, en cuyo caso correrán a partir del
día hábil siguiente al de la última notificación.
II.- Los plazos transcurrirán en forma ininterrumpida, salvo disposición contraria.
Se exceptúan los plazos cuya duración no exceda de quince días, los cuales solo se
computaran los días hábiles. En el Cómputo de los plazos que excedan los quince
días se computaran los días hábiles y los inhábiles.
III.- Los plazos vencen el último momento hábil del horario de funcionamiento de
los juzgados y tribunales del día respectivo, sin embargo, si resultare que el ultimo
día corresponde a día inhábil, el plazo quedara prorrogado hasta el primera día
hábil siguiente…”
De la norma transcrita, se puede evidenciar que la intencionalidad del legislador
era la de proporcionar un marco de amplitud a las partes, al momento de la
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interposición de sus recursos, con la finalidad de que puedan ser presentados dentro
de los horarios de oficina, así evitar peripecias o circunstancias inesperadas al tratar
de presentar sus recursos fuera de los horarios de oficina, con las posibles
susceptibilidades que ese hecho generaba, es por ese motivo que a partir de la
citada normativa los plazos para impugnar empiezan a correr desde el día hábil
siguiente, computándose simplemente los días hábiles feneciendo el último
momento hábil, y a los fines de aclarar las dudas surgidas como emergencia de la
citada Ley este Tribunal Supremo a través de la CIRCULAR Nº 003/2014-
PRESIDENCIA-TSJ, ha señalado: “Con relación a su vencimiento, los plazos
procesales fenecen el último momento hábil del horario de funcionamiento de los
juzgados y tribunales del día respectivo. Es así, que el computo de los plazos
procesales se realiza por días enteros y sujetos a las condiciones apuntadas, no
por horas.”, en si el plazo vence el último momento hábil del horario de trabajo.”.
Criterio que ha sido refrendado en el AS 854/2016 de fecha 20 de julio 2016 el
cual ha referido que: “Que, el art. 90 del Nuevo Código Procesal Civil a la letra
refiere: “I. Los plazos establecidos para las partes comenzarán a correr para cada
una de ellas, a partir del día siguiente hábil al de la respectiva citación o
notificación, salvo que por disposición de la Ley o de la naturaleza de la actividad
a cumplirse tuvieren el carácter de comunes, en cuyo caso correrán a partir del
día hábil siguiente al de la última notificación.
II. Los plazos transcurrirán en forma ininterrumpida, salvo disposición contraria.
Se exceptúan los plazos cuya duración no exceda de quince días, los cuales sólo se
computarán los días hábiles. En el cómputo de los plazos que excedan los quince
días se computarán los días hábiles y los inhábiles.
III. Los plazos vencen el último momento hábil del horario de funcionamiento de
los juzgados y tribunales del día respectivo; sin embargo, si resultare que el último
día corresponde a día inhábil, el plazo quedará prorrogado hasta el primer día
hábil siguiente.
IV. Vencido el plazo, la o el secretario, sin necesidad de orden alguna, informará
verbalmente del vencimiento a la autoridad judicial, a fin de que dicte la
resolución que corresponda.”, de la letra y esencia de la norma, se establece que
el nuevo modelo Procesal ha tenido una connotación especial con respecto a los
plazos procesales y su forma de computo, teniendo un aspecto de favorabilidad
hacia los recurrentes, con la finalidad de no limitar el principio de impugnación
consagrado por la actual Constitución Política del Estado evidenciándose que esta
nueva normativa responde al nuevo paradigma constitucional, entendiéndose de la
norma que el inicio del cómputo del plazo es a partir del día siguiente hábil de su
notificación, concluyendo el plazo el último momento laboral hábil del distrito
respectivo, y en caso de que el ultimo día resulte un día inhábil este plazo se
prorroga hasta el primer día hábil siguiente, y la forma de computo dependerá a si
el plazo supera los 15 días, en caso de resultar un plazo mayor al referido, el
computo se hará incluyendo días hábiles e inhabilies, y a contrario sensu de
tratarse de un plazo menor al señalado, únicamente se computara los días hábiles,
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considerándose como día hábil todos aquellos en los que trabaja el Juzgado y
Tribunales del Estado Plurinacional conforme orienta el art. 91 del mismo
código.”
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último día corresponde a día inhábil, el plazo quedará prorrogado hasta el
primer día hábil siguiente.
IV. Vencido el plazo, la o el secretario, sin necesidad de orden alguna, informará
verbalmente del vencimiento a la autoridad judicial, a fin de que dicte la
resolución que corresponda.”, de la letra y esencia de la norma, se establece que el
nuevo modelo Procesal ha tenido una connotación especial con respecto a los
plazos procesales y su forma de computo, teniendo un aspecto de favorabilidad
hacia los recurrentes, con la finalidad de no limitar el principio de impugnación
consagrado por la actual Constitución Política del Estado evidenciándose que esta
nueva normativa responde al nuevo paradigma constitucional, entendiéndose de la
norma que el inicio del cómputo del plazo es a partir del día siguiente hábil de su
notificación, concluyendo el plazo el último momento laboral hábil del distrito
respectivo, y en caso de que el ultimo día resulte un día inhábil este plazo se
prorroga hasta el primer día hábil siguiente, y la forma de computo dependerá a si
el plazo supera los 15 días, en caso de resultar un plazo mayor al referido, el
computo se hará incluyendo días hábiles e inhabilies, y a contrario sensu de tratarse
de un plazo menor al señalado, únicamente se computara los días hábiles,
considerándose como día hábil todos aquellos en los que trabaja el Juzgado y
Tribunales del Estado Plurinacional conforme orienta el art. 91 del mismo código.
COMUNIDAD DE GANANCIALES
Auto Supremo: 838/2015 - L
Sucre: 28 de Septiembre 2015
…corresponde realizar un análisis de nuestro ordenamiento jurídico sobre el tema,
para lo cual podemos señalar el art. 101 del Código de Familia que regula la
constitución de la comunidad de gananciales estableciendo lo siguiente: “El
matrimonio constituye entre los cónyuges desde el momento de su celebración, una
comunidad de gananciales que hace partibles por igual a tiempo de disolverse, las
ganancias o beneficios obtenidos durante su vigencia, salvo separación judicial de
bienes en los casos expresamente permitidos.
La comunidad se constituye aunque uno de los cónyuges tenga más bienes que el
otro o sólo tenga bienes uno de ellos y el otro no”.
Por otra parte, el art. 102 del Código de Familia determina: “La comunidad de
gananciales se regula por la ley, no pudiendo renunciarse ni modificarse por
convenios particulares, bajo pena de nulidad”.
De las citadas disposiciones legales se establece que nuestro Código de Familia,
adopta como sistema legal, el régimen de la comunidad restringida, toda vez que
reconoce en la relación conyugal la existencia de bienes propios y bienes
comunes; bajo el cobijo de este sistema legal se encuentra la comunidad de
gananciales prevista en el art. 101 del Código de Familia como instituto jurídico de
orden público, la misma que cobra su verdadera vigencia material desde el
P á g i n a 235 | 846
momento de la celebración del matrimonio o de la consolidación de la unión
conyugal libre o de hecho, cuya terminación también se encuentra establecida por
la ley conforme a las causas previstas en el art. 123 del mismo cuerpo normativo.
COMUNIDAD DE GANANCIALES
Auto Supremo: 875/2015 - L
Sucre: 2 de Octubre 2015
En virtud a dicho reclamo, a continuación corresponde referirnos a lo establecido
en las normas acusadas de vulneradas, en ese entendido, el art. 101 del Código de
Familia, sobre la constitución de la comunidad de gananciales señala que: “El
matrimonio constituye entre los cónyuges, desde el momento de su celebración,
una comunidad de gananciales que hace partibles por igual a tiempo de disolverse,
las ganancias o beneficios obtenidos durante su vigencia, salvo separación judicial
de bienes en los casos expresamente permitidos. La comunidad se constituye
aunque uno de los cónyuges tenga más bienes que el otro o sólo tenga bienes uno
de ellos y el otro no”; por otra parte, el art. 102 de dicha norma determina: “La
comunidad de gananciales se regula por la ley, no pudiendo renunciarse ni
modificarse por convenios particulares, bajo pena de nulidad”; normas estas que
efectivamente, en aplicación a lo dispuesto en el art. 5 del mismo cuerpo legal, son
de orden público. De dichas disposiciones se deduce que nuestro ordenamiento
familiar en lo referente al régimen patrimonial, adoptó el régimen de la comunidad
restringida, es decir que reconoce dentro de la relación conyugal tanto los bienes
propios como los comunes, llegando estos últimos, es decir los bienes de la
comunidad de gananciales, a cobrar verdadera vigencia material desde el momento
de la celebración del matrimonio, comunidad que evidentemente resulta ser
irrenunciable por acuerdos o convenios entre cónyuges, no pudiendo estos optar
por otro régimen o sistema distinto al establecido por ley. Empero, si bien la
comunidad de gananciales tiene la característica de ser irrenunciable, este hecho no
imposibilita que los cónyuges ya sea antes o durante la demanda de divorcio o
separación de hecho, puedan llegar a acuerdos con respecto a la distribución de los
bienes adquiridos durante la vigencia de la vida en común, es decir de los bienes
gananciales, extremo que para nada implica la afectación del régimen legal de la
comunidad de gananciales, ni las normas señaladas anteriormente, máxime si el
mismo Código de Familia, reconoce aquellos acuerdos a los cuales pueden arribar
los cónyuges respecto a los bienes gananciales, tal y como lo señala la última parte
del primer párrafo del art. 390 del Código de Familia, que haciendo referencia a los
bienes del matrimonio, refiere que estos al margen de lo señalado en dicha norma,
se salvan las convenciones entre cónyuges, es decir que salvan aquellos acuerdos
transaccionales que celebran los cónyuges antes de tramitar ya sea al proceso de
divorcio o la ruptura unilateral.
P á g i n a 236 | 846
CONCILIACION, CONSIDERACION DE LA ACTA COMO UNA
SENTENCIA CON VALOR DE COSA JUZGADA
Auto Supremo: 1058/2015 - L
Sucre: 17 de noviembre 2015
Refieren que ni el Juez A quo ni el Tribunal de Alzada han otorgado el valor legal
que la ley le confiere al acta de conciliación. El Tribunal de Alzada de manera poco
prolija no es claro al referir que no se puede pedir el cumplimiento del acta de
conciliación por haber partido el incumplimiento por parte de los esposos
Salvatierra, no siendo aplicable el art. 568 del Código Civil, si existe un
compromiso expreso que debía ser cumplido fielmente, con el único propósito de
favorecer al demandante.
Transcriben la SC 0762/2006-R de fecha 4 de agosto de 2006 , resaltando que ante
la existencia de un acta de conciliación ( sentencia con calidad de cosa juzgada) no
corresponde la iniciación ni sustanciación de ningún otro tipo de proceso que no
sea el referido a ejecución de Sentencia, por tanto mal podría tramitarse un proceso
ordinario como el que nos ocupa, cuando las divergencias o conflictos que habían
emergido por efecto del contrato de 14 de febrero de 2001, fueron resueltos a
través del acta de conciliación de fecha 4 de junio de 2002.
Sobre la conciliación el Diccionario Enciclopédico de derecho Usual de Guillermo
Cabanellas define a la conciliación como: “la Avenencia entre partes discordes
que resuelven desistir de su actitud enemistosa, por renuncias reciprocas o
unilaterales. Avenencia de las partes en un acto judicial, previo a la iniciación de
un pleito”. Para Jorge Hernán Gil Echeverry.” La conciliación es un modo alterno
de solución de conflictos, judicial o extra judicial, mediante el cual las partes
buscan llegar a un acuerdo, por si mismas, respecto a sus diferencia de naturaleza
contractual o extracontractual para lo cual se acude al apoyo y la mediación de un
tercero denominado conciliador”. La abrogada Ley de Conciliación y Arbitraje
1770 aplicable al caso en su art. 85.I.II determinaba“ La conciliación podrá ser
adoptada por las personas naturales o jurídicas, para la solución de mutuo
acuerdo de cualquier controversia, susceptible de transacción, antes o durante la
tramitación de un proceso judicial” el Art, 92.II establecía “El acta de
conciliación surtirá los efectos jurídicos de la transacción y tendrá entre las partes
y sus sucesores a título universal la calidad de cosa juzgada para fines de su
ejecución forzosa·Para Cristián Tarifa Foronda en su libro “ Conciliación y
Mediación en el derecho Boliviano” año 2010: “ El acta de conciliación es el
documento en el cual constan el o los acuerdos a los que han arribado las partes,
el cual tiene la calidad de cosa juzgada además de tener mérito ejecutivo”
P á g i n a 237 | 846
De lo referido se establece que la conciliación es un medio alternativo de
resolución de controversias, por medio del cual las partes llegan a un acuerdo
conciliatorio traducido en el acta de conciliación la mismaconstituye un
instrumento jurídico que expresa el consentimiento libre y voluntario de las partes
y que adquiere la calidad de cosa juzgada y surte efectos jurídicos entre las partes
para fines de ejecución, es decir para exigir el cumplimiento íntegro de los
acuerdos y obligaciones contraídas por las partes suscribientes del acuerdo este
debe estar plasmado en el acta de conciliación. El art. 181 inc 4) del Código de
Procedimiento Civil dispone que dicha acta tendrá valor de cosa juzgada y su
cumplimiento podrá exigirse en proceso de ejecución, siendo los procesos de
ejecución los comprendidos en el Libro Tercero de dicho cuerpo legal
comprendiendo el proceso ejecutivo, el proceso coactivo civil y la ejecución de la
Sentencia, siendo lo aplicable la vía de ejecución de sentencia, en mérito a que se
considera al acta de conciliación como una sentencia con valor de cosa Juzgada.
P á g i n a 238 | 846
CONCURRENCIA DE LOS ELEMENTOS DE LA POSESIÓN Y SUS
CARACTERÍSTICAS PARA LA PROCEDENCIA DE LA USUCAPIÓN
Auto Supremo: 1102/2016
Sucre: 23 de septiembre 2016
Proceso: Reivindicación
La doctrina se encargó de analizar las dificultades que el tema de la posesión
presenta, varios doctrinarios concuerdan con el trabajo jurídico realizado por los
juristas Savigny y Ihering, quienes se encargaron de analizar dicha institución del
derecho. En ese marco extractando el concepto de la posesión del libro de
Derechos Reales Tomo I. del autor Néstor Jorge Musto se tiene que la posesión es
el “…acto de poseer o tener una cosa corporal con ánimo de conservarla para sí o
para otro…”, este mismo autor líneas más abajo indica “En general se puede
expresar que refleja la idea de ejercicio o posibilidad de un poder de una persona
sobre la cosa, la que se encuentra sometida así a su voluntad, sea en forma
directa, o por intermedio de otra persona.”
Gonzalo Castellanos Trigo en su obra Derechos Reales Obligaciones y Sucesiones,
Tomo I, indica que: “Posesión, en su primer entendimiento significa acto de
poseer o tener una cosa corporal con ánimo de conservarla para sí o para otro;
por eso poseer es tener una cosa en su poder, usarla, gozarla y aprovecharla.”
Por otro lado en el Auto Supremo No. 42/2015, de 06 de marzo 2015 el Tribunal
Supremo señaló que: “…corresponde señalar que el art. 138 del Código Civil
refiere que “La propiedad de un bien inmueble se adquiere también por sólo la
posesión continuada durante diez años”. Respecto a lo anterior la doctrina y la
jurisprudencia se encargaron de establecer en primer lugar qué debe entenderse
por posesión y los elementos que esta debe reunir, es decir el ánimus y el corpus, y
en segundo lugar los caracteres o requisitos que debe reunir la posesión para que
ésta sea útil a efectos de lograr la usucapión, en ese sentido, de una interpretación
lógica y sistemática de las normas contenidas en los arts. 135 y 137 del Código
Civil, se desprende que la posesión útil para fundar la usucapión debe ser:
continua e ininterrumpida, pública, y pacífica.”
CONFESIÓN
Auto Supremo: 1033/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Nulidad de documentos, reivindicación y otros
Con relación al tema el art. 1321 del Código Civil dispone: “la confesión que
presta en juicio una persona capaz de disponer del derecho al que los hechos
confesados se refieren, sobre un hecho personal del confesante o cumplido por su
apoderado con poder especial, hacen plena fe contra quien ha prestado a menos
que sea relativa a hechos diferentes o contrarios a la ley”
El Autor boliviano Eduardo Carlos Centellas Ramos en su libro “la prueba
judicial” en el nuevo Código Procesal Civil, ediciones Olimpo Segunda parte
refiere: “usualmente se denomina confesión, dice De Santo a la “declaración de
las partes y testimonio de terceros, no obstante, la parte que declara rinde en
realidad testimonio. Existe testimonio cuando el hecho por probar llega a
conocimiento del juez por el relato oral de una persona. Si dicho relato está
consignado en un escrito, acota este autor, la prueba es documental pues contiene
también una declaración o testimonio de una persona que llega al juez por la vía
indirecta del documento”
Con relación al tema se ha orientado en el Auto Supremo Nº 8/2014 de 7 de
febrero, “refiriendo: en el Auto Supremo Nº 512/2013 de 01 de octubre, en el que
se señaló lo siguiente: “..Esta confesión puede ser explícita si la parte requerida
atiende la citación para absolver el interrogatorio y responde afirmativamente a
él, o presunta si de manera injustificada se abstiene de comparecer o habiendo
comparecido rehusare responder o conteste evasivamente. Esta figura se
encuentra definida en el Código de Procedimiento Civil, de la siguiente manera:
art. 424 “(CONFESIÓN PRESUNTA) Si el citado no compareciere a declarar a la
hora fijada para la audiencia o habiendo comparecido rehusare responder o
conteste evasivamente, a pesar de la amonestación del Juez, éste al pronunciar
Sentencia lo tendrá por confeso, apreciando las circunstancias del caso.”
La confesión judicial o declaración de parte, es un medio de prueba esencial
porque tiene por objeto obtener de los propios demandantes o demandados la
versión sobre los hechos relacionados con el proceso. Como cualquier otro medio
de prueba, el interrogatorio suministra certeza al Juez sobre la verdad de los
hechos que sirven de fundamento a las pretensiones de la demanda o de las
excepciones o reconvención. Es decir, busca formar el convencimiento judicial
P á g i n a 242 | 846
respecto de la realización de determinados hechos que interesan al proceso, pues
constituyen el sustento de las peticiones presentadas por las partes dentro del
mismo, por esa razón la eficacia de este medio probatorio no puede verse librada
al arbitrio de la parte diferida a absolver el interrogatorio propuesto, quien con su
inasistencia o evasivas pretenda obstruir su utilidad y así impedir la averiguación
de la verdad material, la cual no debería estar supeditada a la lealtad o deslealtad
procesal con la que actúe la parte.
Si bien en el ámbito nacional no se desarrolló una específica jurisprudencia
respecto a la confesión judicial presunta, en el ámbito de la jurisprudencia
comparada el tema fue ampliamente estudiado y así por ejemplo la Corte
Constitucional de Colombia en innumerable fallos, entre ellos la Sentencia T-
513/11 estableció que “La confesión ficta o presunta es una presunción legal
que admite prueba en contrario (presunción legal en sentido estricto, “iuris
tantum”), por lo que guarda una relación inmediata con las reglas que gobiernan
el peso de la prueba en el correspondiente proceso civil, lo que quiere decir
que cuando se presenta, la parte a quién beneficia se libera de la carga que
entraña la demostración del hecho presumido, siempre en el entendido que su
finalidad no es otra distinta a imprimirle seguridad a situaciones que con justicia y
fundamento pueden suponerse existentes, pero sin que de manera tajante quede
excluida la posibilidad de probar con variable amplitud contra ese hecho a cuya
certeza se llega mediante la presunción”
CONFESIÓN ESPONTÁNEA
Auto Supremo: 375/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Mejor derecho de propiedad y otros.
En el auto Supremo Nº 327 de 04 de julio de 2013 se ha señalado lo siguiente: “1.-
Respecto a que el Ad quem ha violado el art. 1321 del Código Civil, y arts. 403,
404-II de su Procedimiento por no considerar la confesión judicial espontánea del
demandado, efectuado a tiempo de responder a la apelación de la Sentencia, se
debe manifestar que:
A fs. 387 a 391 y vlta., de obrados consta memorial presentado por el Tcnl. DEM
Jorge Galo Camacho Montero con suma “Responde Apelación”; en la que
conforme señala el recurrente habría señalado que: “Lo que además ha permitido
aclarar y definir que tanto los predios distribuidos a los 17 campesinos como los 2
predios asignados al Ejército Nacional, ninguno, ¡absolutamente ninguno¡¡ está
comprendido dentro de la pista de aterrizaje, pues todos se encuentran al margen
o sea alrededor, o sea al contorno de los límites de ésta”; asimismo habría
afirmado que: “… nadie objeta en lo mínimo, (ni demandante ni demandado), que
con el Proceso Agrario de 1953, quedó extinguido cualquier título anterior al
mismo, incluido el título de 1937.”; afirmaciones que el recurrente considera
confesión judicial espontánea por parte del demandado y que en su momento hizo
P á g i n a 243 | 846
notar de los mismos al Tribunal de Alzada, instancia que no tomó en cuenta dicha
confesión a fin de resolver a su favor.
Al efecto habrá que señalar que la confesión según el Diccionario de Ciencias
Jurídicas, Políticas y Sociales de Manuel Osorio, es la “Declaración que, sobre lo
sabido o hecho por él, hace alguien voluntariamente o preguntando por otro.
Reconocimiento que una persona hace, contra ella misma, de la verdad de un
hecho”; para Couture la confesión es: “El acto jurídico consistente en admitir
como cierto, expresa o tácitamente, dentro o fuera del juicio un hecho cuyas
consecuencias de derecho son perjudiciales para aquel que formula la
declaración”, Arístides Rengel Romberg la define como: “…la declaración que
hace una parte, de la verdad de hechos a ella desfavorables afirmados por su
adversario, a la cual la ley atribuye el valor de plena prueba”. De lo que se
concluye que la confesión sea efectuada de manera voluntaria, expresa o tácita,
espontánea y/o extrajudicial, es la admisión de un hecho manifestado por el
adversario como cierto y que no le es favorable para quien confiesa…”
CONFESIÓN EXTRAJUDICIAL
Auto Supremo: 1283/2016
Sucre: 07 de noviembre 2016
Proceso: Devolución de dinero y otros.
La confesión judicial, contenida en el art. 1322 del Código Civil, señala lo
siguiente: “(Confesión extrajudicial) I. La confesión extrajudicial hecha por
persona capaz al interesado o a su representante legal, surte el mismo efecto que
la judicial en los casos para los cuales es admisible la prueba de testigos. II. Si la
confesión extrajudicial se hace a un tercero vale sólo como indicio…”, sobre dicho
medio de prueba Lino Enrique Palacio en su obra DERECHO PROCESAL CIVIL
Tomo IV Editorial Abeledo-Perrot 1988 página 558 y siguientes señala: “Si la
confesión extrajudicial, consta por escrito, el documento que se presente para
acreditar su existencia reviste la eficacia probatoria que, según su naturaleza le
asignen las leyes de fondo, de modo que si se trata de un documento público hace
plena fe sin perjuicio de su redargución de falsedad o prueba en contrario, en su
caso…. En la hipótesis de haberlo prestado verbalmente, la prueba de la confesión
extrajudicial puede hacerse mediante declaraciones de testigos, las cuales resultan
suficientes cuando aquella verse sobre simples hechos, ya que con relación a estos
el Cód. no impone restricción alguna… C) A la segunda hipótesis arriba
enunciado se refiere el apartado segundo… en tanto prescribe que „la confesión
hecha fuera de juicio frente a un tercero, constituirá fuente de presunción simple‟.
En consecuencia, cuando la declaración confesoria no se ha prestado frente a la
parte contraria, sino a terceros, aquella, aún si se encuentra acreditada, carece de
eficacia probatoria plena y debe ser corroborada por otro medios de prueba….”
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CONFESIÓN JUDICIAL
Auto Supremo: 871/2016
Sucre: 25 de julio 2016
Proceso: Reivindicación, desocupación y entrega de inmueble.
Eduardo Carlos Centellas Ramos en su libro “La prueba judicial en el Nuevo
Código Procesal Civil Ley Nro. 439 Segunda parte Editorial Olimpo hace
referencia a lo que se entiende por confesión “Usualmente se denomina confesión
dice De Santo “la declaración de las partes y testimonio de terceros, no obstante
la parte que declara rinde en realidad un testimonio. Existe testimonio cuando el
hecho por probar llega a conocimiento del juez por el relato oral de una persona.
Si dicho relato está consignado en un escrito acota este autor la prueba es
documental pues contiene también una declaración o testimonio de una persona
que llega al juez por la vía indirecta del documento”
En el lenguaje usual, acota Morales Guillen confesión es el reconocimiento de un
hecho propio. En su acepción jurídica es la manifestación o declaración que la
parte hace para reconocer, en todo o en parte, la existencia de un hecho jurídico o
reconocer un derecho a favor de otra (…) se dice que es tácita cuando se
desprende del silencio o de las evasivas ante la afirmación o imputación directa de
un hecho(…) expresa la que se hace explicita clara y positivamente sobre el hecho
que se confiesa, simple la que manifiesta llanamente el hecho confesado.
Cualificada la que junto con el hecho expone la razón o causa de éste y las
circunstancias relacionadas con el mismo.
El art. 156 del Código Procesal Civil establece los alcances de la confesión,
refiriendo que existe confesión cuando la parte admite total o parcialmente la
veracidad de un hecho personal o de su conocimiento, desfavorable a su interés o
favorable a su adversario.
Para el autor boliviano Eduardo Carlos Centellas Ramos esta prueba es
considerada como la prueba más completa, bastaba por si sola para considerar
acreditados los hechos litigados, sin buscar más elementos de juicio. Ante estos
hechos se dice en nuestro lenguaje jurídico “a confesión de partes relevo de
prueba o la confesión es la madre de todas las pruebas”.
Según el art. 403 del Código de Procedimiento Civil hay dos clases de confesión:
la judicial, que podrá ser provocada o espontánea y la extrajudicial, la confesión
judicial será provocada cuando una parte la hiciera en virtud de petición expresa y
conforme a interrogatorio de la otra parte o dispuesta por el Juez con juramento y
las formalidades establecidas por Ley y será espontánea la que se hiciera en la
demanda, contestación o en cualquier otro acto del proceso y aún en ejecución de
P á g i n a 245 | 846
Sentencia, sin interrogatorio previo, en este último caso importará renuncia a los
beneficios acordados en dicha Sentencia.
De igual forma el art. 157 del Código Procesal Civil se refiere a dos clases de
confesión la confesión judicial la que podrá ser provocada o espontánea y la
extrajudicial. La confesión judicial es aquella prestada en el curso del proceso ante
el Juez competente a petición expresa de las partes y la confesión extrajudicial es la
prestada por el confesante fuera del proceso, puede ser ofrecida en juicio por la
parte. La confesión judicial espontánea es aquella prestada voluntariamente por el
confesante sea en la contestación a la demanda o en cualquier otro acto.
CONGRUENCIA DE LA RESOLUCIÓN
Auto Supremo: 905/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Usucapión.
En el Auto Supremo No 465/2014 de fecha 27 de agosto de 2014 se orientó con
relación al tema: “En ese marco, debemos considerar que el Juez como primer
sujeto procesal es el encargado de velar por la aplicación correcta de las leyes,
aplicando en sus resoluciones judiciales principios rectores del derecho, como el
principio de congruencia, entendida ésta, según el doctrinario Jorge. W. Peyrano
en su libro el Proceso Civil Principios y Fundamentos como: “…la exigencia de
que medie identidad entre la materia, partes y hechos de una litis incidental o
sustantiva y lo resuelto por la decisión jurisdiccional que la dirima.”. Así también
teniendo en cuenta lo establecido por Hernando Devis Echandía en su obra Teoría
General del Proceso, la congruencia es entendida como: “…el principio
normativo que delimita el contenido de las resoluciones judiciales que deben
proferirse, de acuerdo con el sentido y alcance de las peticiones formuladas por
P á g i n a 246 | 846
las partes (…), para el efecto de que exista identidad jurídica entre lo resuelto y
las pretensiones…”.
Bajo dicha esfera doctrinaria, corresponde precisar que toda Resolución judicial
debe guardar la debida congruencia, y de la misma emergen dos reglas esenciales
que son: a) decidir sólo sobre lo alegado y debatido, b) decidir sobre todo lo
alegado y debatido.
Si la Resolución judicial no se enmarca en esas dos reglas, nos encontramos frente
a la llamada incongruencia, que aplicada a las dos reglas antes expuestas da lugar
a la incongruencia positiva, que es aquella en la que el juzgador extiende su
decisión más allá de los límites del problema judicial que le fue sometido a su
consideración; o la incongruencia negativa, cuando el juzgador omite el debido
pronunciamiento sobre alguno de los términos del problema judicial.
Con relación al tema debemos decir que toda sentencia debe pronunciarse sobre
todos y únicamente sobre los hechos y petitorios formulados oportunamente por las
partes, en atención al principio de congruencia procesal previsto en el artículo 190
del Código de Procedimiento Civil, toda vez que la infracción de este principio
determina la emisión de fallos incongruentes como: a) sentencia ultra petita,
cuando se resuelve más allá del petitorio o los hechos; b) sentencia extra petita,
cuando el juez se pronuncia sobre un petitorio o hechos no alegados; c) sentencia
citra petita, en el caso en que el juez omite totalmente el pronunciamiento sobre las
pretensiones formuladas; d) sentencia infra petita, cuando el juez no se pronuncia
sobre todos los petitorios o todos los hechos relevantes del litigio; omisiones y
defectos de la sentencia que infringen el debido proceso.
P á g i n a 247 | 846
Plurinacional, a través de las Sentencias Constitucionales Plurinacionales Nº
0255/2014 y Nº 0704/2014.
Asimismo, la Sentencia Constitucional 0816/2010-R de 02 de agosto, citando a su
vez a la SC 0670/2004-R de 04 de mayo, refirió que: “…el art. 236 del CPC,
marca el ámbito de contenido de la resolución a dictarse en apelación, pues
estipula que la misma, deberá circunscribirse precisamente a los puntos resueltos
por el inferior y que además hubieren sido objeto de apelación y fundamentación,
de manera que el juez o tribunal ad quem, no puede omitir pronunciarse sobre los
puntos apelados como tampoco ir más allá de lo pedido, salvo en los casos en que
los vicios de nulidad constituyan lesiones a derechos y garantías constitucionales
como cuando la nulidad este expresamente prevista por ley…”.
De manera específica con relación a la congruencia de las resoluciones judiciales
en segunda instancia, la SCP Nº 0363/2012-R de 22 de junio señaló: “en ese
sentido, el Tribunal Constitucional anterior, en uniforme criterio, en la SC
0890/2010- R de 10 de agosto, estableció que: “En cuanto a la pertinencia entre el
recurso de apelación, resolución apelada y lo resuelto en el auto de vista, es una
condición esencial para asegurar a los justiciables que en la decisión de su
recurso los superiores en grado tienen delimitado su campo de acción para emitir
su resolución, limites que se expresan precisamente en la fundamentación de
agravios prevista por el art. 227 del CPC, como por el contenido de lo resuelto en
la sentencia apelada, marco del cual el tribunal de alzada no puede apartarse”.
En relación a la congruencia externa e interna que debe guardar toda resolución, el
Auto Supremo Nº 651/2014 de 06 de noviembre ha razonado: “…en relación a la
congruencia de las resoluciones judiciales orienta su comprensión desde dos
acepciones; primero, relativo a la congruencia externa, la cual se debe entender
como el principio rector de toda determinación judicial, que exige la plena
correspondencia o coincidencia entre el planteamiento de las partes (demanda,
respuesta e impugnación y resolución) y lo resuelto por las autoridades judiciales,
en definitiva, es una prohibición para el juzgador considerar aspectos ajenos a la
controversia, limitando su consideración a cuestionamientos únicamente
deducidos por las partes; y, segundo, la congruencia interna, referido a que, si la
resolución es comprendida como una unidad congruente, en ella se debe cuidar un
hilo conductor que le dote de orden y racionalidad, desde la parte considerativa de
los hechos, la identificación de los agravios, la valoración de los mismos, la
interpretación de las normas y los efectos de la parte dispositiva; es decir, se
pretenden evitar que, en una misma resolución no existan consideraciones
contradictorias entre sí o con el punto de la misma decisión”
P á g i n a 249 | 846
La Jurisprudencia Constitucional ha desarrollado asimismo el principio de
congruencia en la Sentencia Constitucional Nº 0486/2010-R de 5 de julio, donde
ha razonado que: "El principio de congruencia, responde a la pretensión jurídica
o la expresión de agravios formulada por las partes; la falta de relación entre lo
solicitado y lo resuelto, contradice el principio procesal de congruencia; la
Resolución de primera y/o segunda instancia, debe responder a la petición de las
partes y de la expresión de agravios, constituyendo la pretensión jurídica de
primera y/o segunda instancia…". Razonamiento que es reiterado por el actual
Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de las Sentencias Constitucionales
Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014.
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nulidad constituyan lesiones a derechos y garantías constitucionales como cuando
la nulidad este expresamente prevista por ley…”.
De manera específica con relación a la congruencia de las resoluciones judiciales
en segunda instancia, la SCP Nº 0363/2012-R de 22 de junio señaló: “en ese
sentido, el Tribunal Constitucional anterior, en uniforme criterio, en la SC
0890/2010- R de 10 de agosto, estableció que: “En cuanto a la pertinencia entre el
recurso de apelación, resolución apelada y lo resuelto en el auto de vista, es una
condición esencial para asegurar a los justiciables que en la decisión de su
recurso los superiores en grado tienen delimitado su campo de acción para emitir
su resolución, limites que se expresan precisamente en la fundamentación de
agravios prevista por el art. 227 del CPC, como por el contenido de lo resuelto en
la sentencia apelada, marco del cual el tribunal de alzada no puede apartarse”.
La Jurisprudencia Constitucional ha desarrollado asimismo el principio de
congruencia en la Sentencia Constitucional Nº 0486/2010-R de 5 de julio, donde ha
razonado que: "El principio de congruencia, responde a la pretensión jurídica o la
expresión de agravios formulada por las partes; la falta de relación entre lo
solicitado y lo resuelto, contradice el principio procesal de congruencia; la
Resolución de primera y/o segunda instancia, debe responder a la petición de las
partes y de la expresión de agravios, constituyendo la pretensión jurídica de
primera y/o segunda instancia…". Razonamiento que es reiterado por el actual
Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de las Sentencias Constitucionales
Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014.
En relación a la congruencia externa e interna el Auto Supremo Nº 651/2014 de 06
de noviembre ha razonado: “…en relación a la congruencia de las resoluciones
judiciales orienta su comprensión desde dos acepciones; primero, relativo a
la congruencia externa, la cual se debe entender como el principio rector de toda
determinación judicial, que exige la plena correspondencia o coincidencia entre el
planteamiento de las partes (demanda, respuesta e impugnación y resolución) y lo
resuelto por las autoridades judiciales, en definitiva, es una prohibición para el
juzgador considerar aspectos ajenos a la controversia, limitando su consideración
a cuestionamientos únicamente deducidos por las partes; y, segundo, la
congruencia interna, referido a que, si la resolución es comprendida como una
unidad congruente, en ella se debe cuidar un hilo conductor que le dote de orden y
racionalidad, desde la parte considerativa de los hechos, la identificación de los
agravios, la valoración de los mismos, la interpretación de las normas y los efectos
de la parte dispositiva; es decir, se pretenden evitar que, en una misma resolución
no existan consideraciones contradictorias entre sí o con el punto de la misma
decisión”.
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CONGRUENCIA DE LAS RESOLUCIONES
Auto Supremo: 364/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: Repetición de Pago.
Con relación a la congruencia de las resoluciones judiciales en segunda instancia,
la SC 0816/2010-R de 02 de agosto, citando a su vez a la SC 0670/2004-R de 04 de
mayo, refirió que: “…se debe tener en cuenta que la sustanciación de las
demandadas en materia civil se sujetan a las normas procesales que son de orden
público y cumplimiento obligatorio para las partes, conforme establece la norma
prevista en el art. 90 del CPC. En ese orden de cosas, el art. 236 del CPC, marca
el ámbito de contenido de la resolución a dictarse en apelación, pues estipula que
la misma, deberá circunscribirse precisamente a los puntos resueltos por el
inferior y que además hubieren sido objeto de apelación y fundamentación, de
manera que el juez o tribunal ad quem, no puede omitir pronunciarse sobre los
puntos apelados como tampoco ir más allá de lo pedido, salvo en los casos en que
los vicios de nulidad constituyan lesiones a derechos y garantías constitucionales
como cuando la nulidad este expresamente prevista por ley…”.
De manera específica con relación a la congruencia de las resoluciones judiciales
en segunda instancia, la SCP Nº 0363/2012-R de 22 de junio señaló: “en ese
sentido, el Tribunal Constitucional anterior, en uniforme criterio, en la SC
0890/2010- R de 10 de agosto, estableció que: “En cuanto a la pertinencia entre el
recurso de apelación, resolución apelada y lo resuelto en el auto de vista, es una
condición esencial para asegurar a los justiciables que en la decisión de su
recurso los superiores en grado tienen delimitado su campo de acción para emitir
su resolución, limites que se expresan precisamente en la fundamentación de
agravios prevista por el art. 227 del CPC, como por el contenido de lo resuelto en
la sentencia apelada, marco del cual el tribunal de alzada no puede apartarse”.
P á g i n a 252 | 846
Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de las Sentencias Constitucionales
Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014.
P á g i n a 255 | 846
CONGRUENCIA DE LAS RESOLUCIONES
Auto Supremo: 286/2016
Sucre: 01 de abril 2016
Proceso: Mejor derecho propietario y reivindicación
La Sentencia Constitucional 0816/2010-R de 02 de agosto, citando a su vez a la SC
0670/2004-R de 04 de mayo, refirió que: “…el art. 236 del CPC, marca el ámbito
de contenido de la resolución a dictarse en apelación, pues estipula que la misma,
deberá circunscribirse precisamente a los puntos resueltos por el inferior y que
además hubieren sido objeto de apelación y fundamentación, de manera que el
juez o tribunal ad quem, no puede omitir pronunciarse sobre los puntos apelados
como tampoco ir más allá de lo pedido, salvo en los casos en que los vicios de
nulidad constituyan lesiones a derechos y garantías constitucionales como cuando
la nulidad este expresamente prevista por ley…”.
De manera específica con relación a la congruencia de las resoluciones judiciales
en segunda instancia, la SCP Nº 0363/2012-R de 22 de junio, señaló: “en ese
sentido, el Tribunal Constitucional anterior, en uniforme criterio, en la SC
0890/2010- R de 10 de agosto, estableció que: “En cuanto a la pertinencia entre el
recurso de apelación, resolución apelada y lo resuelto en el auto de vista, es una
condición esencial para asegurar a los justiciables que en la decisión de su
recurso los superiores en grado tienen delimitado su campo de acción para emitir
su resolución, limites que se expresan precisamente en la fundamentación de
agravios prevista por el art. 227 del CPC, como por el contenido de lo resuelto en
la sentencia apelada, marco del cual el tribunal de alzada no puede apartarse”.
La Jurisprudencia Constitucional ha desarrollado asimismo el principio de
congruencia en la Sentencia Constitucional Nº 0486/2010-R de 5 de julio, donde ha
razonado que: "El principio de congruencia, responde a la pretensión jurídica o la
expresión de agravios formulada por las partes; la falta de relación entre lo
solicitado y lo resuelto, contradice el principio procesal de congruencia; la
Resolución de primera y/o segunda instancia, debe responder a la petición de las
partes y de la expresión de agravios, constituyendo la pretensión jurídica de
primera y/o segunda instancia…". Razonamiento que es reiterado por el actual
Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de las Sentencias Constitucionales
Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014.
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Oruro: 15 de marzo 2016
Proceso: Declaración de mejor derecho propietario, reivindicación de lote de
terreno y cancelación de inscripción en Derechos Reales.
La Sentencia Constitucional 0816/2010-R de 02 de agosto, citando a su vez a la SC
0670/2004-R de 04 de mayo, refirió que: “…el art. 236 del CPC, marca el ámbito
de contenido de la resolución a dictarse en apelación, pues estipula que la misma,
deberá circunscribirse precisamente a los puntos resueltos por el inferior y que
además hubieren sido objeto de apelación y fundamentación, de manera que el
juez o tribunal ad quem, no puede omitir pronunciarse sobre los puntos apelados
como tampoco ir más allá de lo pedido, salvo en los casos en que los vicios de
nulidad constituyan lesiones a derechos y garantías constitucionales como cuando
la nulidad este expresamente prevista por ley…”.
De manera específica con relación a la congruencia de las resoluciones judiciales
en segunda instancia, la SCP Nº 0363/2012-R de 22 de junio señaló: “en ese
sentido, el Tribunal Constitucional anterior, en uniforme criterio, en la SC
0890/2010- R de 10 de agosto, estableció que: “En cuanto a la pertinencia entre el
recurso de apelación, resolución apelada y lo resuelto en el auto de vista, es una
condición esencial para asegurar a los justiciables que en la decisión de su
recurso los superiores en grado tienen delimitado su campo de acción para emitir
su resolución, limites que se expresan precisamente en la fundamentación de
agravios prevista por el art. 227 del CPC, como por el contenido de lo resuelto en
la sentencia apelada, marco del cual el tribunal de alzada no puede apartarse”.
La Jurisprudencia Constitucional ha desarrollado asimismo el principio de
congruencia en la Sentencia Constitucional Nº 0486/2010-R de 5 de julio, donde ha
razonado que: "El principio de congruencia, responde a la pretensión jurídica o la
expresión de agravios formulada por las partes; la falta de relación entre lo
solicitado y lo resuelto, contradice el principio procesal de congruencia; la
Resolución de primera y/o segunda instancia, debe responder a la petición de las
partes y de la expresión de agravios, constituyendo la pretensión jurídica de
primera y/o segunda instancia…". Razonamiento que es reiterado por el actual
Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de las Sentencias Constitucionales
Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014.
En relación a la congruencia externa e interna el Auto Supremo Nº 651/2014 de 06
de noviembre ha razonado: “…en relación a la congruencia de las resoluciones
judiciales orienta su comprensión desde dos acepciones; primero, relativo a
la congruencia externa, la cual se debe entender como el principio rector de toda
determinación judicial, que exige la plena correspondencia o coincidencia entre el
planteamiento de las partes (demanda, respuesta e impugnación y resolución) y lo
P á g i n a 257 | 846
resuelto por las autoridades judiciales, en definitiva, es una prohibición para el
juzgador considerar aspectos ajenos a la controversia, limitando su consideración
a cuestionamientos únicamente deducidos por las partes; y,segundo,
la congruencia interna, referido a que, si la resolución es comprendida como una
unidad congruente, en ella se debe cuidar un hilo conductor que le dote de orden y
racionalidad, desde la parte considerativa de los hechos, la identificación de los
agravios, la valoración de los mismos, la interpretación de las normas y los efectos
de la parte dispositiva; es decir, se pretenden evitar que, en una misma resolución
no existan consideraciones contradictorias entre sí o con el punto de la misma
decisión”.
P á g i n a 259 | 846
juzgador considerar aspectos ajenos a la controversia, limitando su consideración
a cuestionamientos únicamente deducidos por las partes; y, segundo,
la congruencia interna, referido a que, si la resolución es comprendida como una
unidad congruente, en ella se debe cuidar un hilo conductor que le dote de orden y
racionalidad, desde la parte considerativa de los hechos, la identificación de los
agravios, la valoración de los mismos, la interpretación de las normas y los efectos
de la parte dispositiva; es decir, se pretenden evitar que, en una misma resolución
no existan consideraciones contradictorias entre sí o con el punto de la misma
decisión.
La Jurisprudencia Constitucional ha desarrollado asimismo el principio de
congruencia en la Sentencia Constitucional Nº 0486/2010-R de 5 de julio, donde
ha razonado que: "El principio de congruencia, responde a la pretensión jurídica
o la expresión de agravios formulada por las partes; la falta de relación entre lo
solicitado y lo resuelto, contradice el principio procesal de congruencia; la
Resolución de primera y/o segunda instancia, debe responder a la petición de las
partes y de la expresión de agravios, constituyendo la pretensión jurídica de
primera y/o segunda instancia…". Razonamiento que es reiterado por el actual
Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de las Sentencias Constitucionales
Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014.
De donde se deduce que en segunda instancia, pueden darse casos de
incongruencia “ultra petita”, que se produce al otorgar más de lo pedido; extra
petita, al extender el pronunciamiento a cuestiones no sometidas a la decisión del
Tribunal; y cuando omite decidir cuestiones que son materia de expresión de
agravios por el apelante (citra petita).
Es por ello que una resolución judicial, en mérito al principio de congruencia,
debe reunir la coherencia procesal necesaria, que en el caso de la apelación,
encuentra su fuente normativa en el art. 236 del Código de Procedimiento Civil,
que a saber se resume en el aforismo “tantum devolutum quantum appellatum”, es
devuelto cuanto se apela, que establece el límite formal de la apelación en la
medida de los agravios propuestos en la impugnación, en otras palabras, la
función jurisdiccional del órgano de revisión en doble instancia se ve contenido a
lo formulado en la apelación por el impugnante” (Las negrillas son nuestras).
P á g i n a 263 | 846
impugnación, en otras palabras, la función jurisdiccional del órgano de revisión en
doble instancia se ve contenido a lo formulado en la apelación por el impugnante.
En este entendido, se ha orientado a través del Auto Supremo Nº 304/2016 que,
citando al Auto Supremo Nº 11/2012 de fecha 16 de febrero de 2012, señala: “Que,
Todo Auto de Vista deberá circunscribirse a los puntos resueltos por el inferior y
que hubieren sido objeto de la apelación conforme lo determina el art. 236 del
Código de procedimiento Civil, toda vez que la infracción de este principio
determina la emisión de fallos incongruentes como: a) Auto de Vista Ultra Petita,
cuando el tribunal de alzada se pronuncia más allá del petitorio o los hechos; b)
Auto de Vista extra petita, cuando el tribunal a quem se pronuncia sobre un
petitorio o hechos no alegados; c) Auto de Vista citra petita, en el caso en que el
tribunal de alzada omite totalmente el pronunciamiento sobre las pretensiones
formuladas; d) Auto de Vista infra petita, cuando el tribunal a quem no se
pronuncia sobre todos los petitorios o todos los hechos relevantes del litigio;
omisiones y defectos del Auto de Vista que infringen el debido proceso.”.
P á g i n a 266 | 846
Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014, de donde se deduce que en segunda
instancia, pueden darse casos de incongruencia “ultra petita”, que se produce al
otorgar más de lo pedido; extra petita, al extender el pronunciamiento a cuestiones
no sometidas a la decisión del Tribunal; y cuando omite decidir cuestiones que son
materia de expresión de agravios por el apelante (citra petita).
Es en este entendido que a través del Auto Supremo Nº 254/2014 se ha orientado
que: “La inobservancia de estas reglas conllevan incongruencia, que a decir de la
doctrina se diferencian en: Incongruencia positiva, que es aquella en la que el
juzgador extiende su decisión más allá de los límites del problema judicial que le
fue sometido a su consideración; e Incongruencia negativa, cuando el juzgador
omite el debido pronunciamiento sobre alguno de los términos del problema
judicial. En ésta última, encontramos la denominada “citra petita”, que resulta de
la omisión de alguna de las pretensiones deducidas en proceso…
Es de importancia considerar que el principio de congruencia procesal, si bien
pondera el derecho al debido proceso, sin embargo “no es absoluto”, en la
medida de la afectación de otros derechos, garantías y principios fundamentales
que emergen en procura de brindar la tutela judicial efectiva a las partes.
En el recurso de casación en la forma y en relación al principio de congruencia, la
trascendencia y la afectación del agravio debe gravitar indefectiblemente para
suponer la nulidad de obrados, previendo siempre la garantía al debido proceso,
a la defensa y a la justicia pronta, oportuna y sin dilaciones que sustenta el art.
115 de la Constitución Política del Estado.
De donde se tiene que el Juez no puede simple y llanamente aplicar la nulidad, que
es restrictiva, sino que debe ponderar la omisión frente a los otros principios y
derecho constitucionales fundamentales para llegar a una decisión judicial que
esté acorde con la nueva dogmática de la nulidad que se afianzó con la
Constitución Política del Estado Plurinacional en su art. 115 y los art. 16 y 17 de
la Ley 025, pues sólo será posible la nulidad si existe afectación del derecho a la
defensa.”
P á g i n a 271 | 846
permanezca sin regulación un periodo relativamente largo de tiempo, sin que ello
signifique el mantenerlo de manera indefinida (…).
Ahora es necesario advertir al actual Órgano Legislativo, que la naturaleza de la
Sentencia Exhortativa no es de cumplimiento optativo (…) es vinculante y
obligatoria, en el que se establece un plazo de tiempo para que precisamente ese
Órgano modifique la norma impugnada o la reemplace con otras que sean
compatibles con la Norma Suprema, de no hacerlo, como se advirtió previamente,
estaría incurriendo en omisión de deberes constitucionales” (el resaltado y
subrayado es nuestro). En base a ello, nuevamente se exhortó -está vez al actual
Órgano Legislativo- a que dentro del plazo previamente establecido subsane los
vicios de origen advertidos en la SC 0024/2004.
Por ende, el reclamo realizado ante este Tribunal de que las accionantes fueran
juzgadas en base a una norma legal inconstitucional no es evidente, debido a que
la justicia constitucional observando nuestra realidad, la seguridad jurídica y los
efectos perniciosos de causar vacíos legales dispuso la vigencia temporal, por otro
similar periodo al establecido por la SC 0024/2004, del Código Civil y con ello del
art. 138 del referido cuerpo legal, como se mostró ut supra”.
Sobre el tema este Tribunal en el Auto Supremo Nº 240/2015 de fecha 14 de
abril ha razonado que: “sin embargo, se debe indicar que la Sentencia
Constitucional 024/2004 estableció que: “…se ha determinado que el art. 138 CC
al ser parte de un instrumento jurídico aprobado por Decreto Ley, es
inconstitucional en su forma pero compatible con la Constitución en su contenido,
o sea en el fondo…”, la indicada sentencia, observó aspectos de forma del
indicado artículo, y nunca el fondo de dicha norma (contenido), por dicho motivo,
a criterio de este Tribunal Supremo de Justicia, si lo objetado por el Tribunal
Constitucional fue la inconstitucionalidad en su forma, ésta no puede decantar en
la expulsión del Instituto de la Usucapión de nuestro ordenamiento jurídico,
institución jurídica que se encuentra respaldado a nivel internacional y nacional
por amplia doctrina y jurisprudencia existente en nuestro medio y pensar a
contrario sensu de lo indicado, sería incurrir en una serie de contradicciones
generando un peligroso vacío jurídico, cuyo efecto sería catastrófico para todo el
mundo litigante, quienes se encontraría en una total inseguridad jurídica. Al
respecto la Sentencia Constitucional No. 2139/2012 de 8 de noviembre estableció:
“…que el tomar la decisión pura y simple de su inconstitucionalidad no solamente
afectará la norma jurídica impugnada, sino que creará una profunda inseguridad
jurídica, además de un vacío normativo insalvable, generando un sinnúmero de
acciones de inconstitucionalidad en busca de impugnar la constitucionalidad,
asimismo de varios artículos del Código Civil, la totalidad del DL 12760 de 6 de
marzo de 1975, por lo que ahora tampoco es posible retirar la norma impugnada
del ordenamiento jurídico sobre la base de la inconstitucionalidad formal…”,
ratio decidendi que concuerda con precautelar la seguridad jurídica ante
cualquier aspecto formal, máxime si nos encontramos frente a un proceso de
implementación del nuevo marco jurídico constitucional, sancionando, nuevas
P á g i n a 272 | 846
leyes y códigos acordes a la Constitución Política del Estado, por dicho motivo, la
supuesta aplicación indebida del art. 138 del Código Civil por las autoridades
inferiores, no es fundado”.
CONSTITUTO POSSESSORIO
AS No 218/2015
puesto que, esta transformación o mutación de la posesión es reconocida en la
doctrina como “Constituto Possessorio” para lo cual podemos citarla obra de
Ricardo Papaño, Claudio Kiper, Gregorio Dillon y Jorge Causse quienes en su obra
Derechos Reales tomo I, editorial Astrea 2004, pág. 87, señalan lo siguiente: “En
esta figura se produce una situación inversa a la contemplada en el caso anterior.
Mientras que en la traditiobrevi manu, el tenedor se convierte en poseedor, en el
constituto possessorio el poseedor desciende a la categoría de tenedor. Aquí
tampoco es necesario que se realice la tradición porque la cosa continúa en poder
de quien la poseía. Se trata de un modo de adquirir la posesión en forma bilateral,
sin que sea necesario realizar actos materiales, pues basta con la celebración del
acto jurídico respectivo. Así, por ejemplo, cuando el dueño de una cosa decide
enajenarla a otro sujeto, pero continúa usándola como locatario (tenedor), si se
exigiese la tradición sería menester que dicho dueño entregue la cosa al nuevo
poseedor, y que después éste se la devuelva para transmitirle la tenencia…”¸
(criterio doctrinario ya utilizado en el AS.93/2013)”.
CONTENIDO Y ALCANCE DE LOS DERECHOS DEL MENOR
Auto Supremo: 831/2015 - L
Sucre: 28 de Septiembre 2015
Esto significa que los padres en el cumplimiento de sus deberes para con los hijos,
y las autoridades judiciales y administrativas facultadas para intervenir en interés
del niño, niña o adolescente, deben respetar y efectivamente aplicar el contenido y
alcance de los derechos consagrados en forma prevalente en la Constitución
Política del Estado, en virtud del principio de interpretación conforme a la
Constitución Política del Estado. Al respecto, el art. 6º de la Ley Nº 2026 de 23 de
octubre de 1999, Código del Niño, Niña y Adolescente, aplicable al caso disponía
que: ”Las normas del presente Código deben interpretarse velando por el interés
superior del niño, niña y adolescente, de acuerdo con la Constitución Política del
Estado, las Convenciones, Tratados Internacionales vigentes, y las Leyes de la
República”. Actualmente establecido en el inc. a) del art. 12 de la Ley Nº 548 de 17
de julio de 2014, Nuevo Código Niña, Niño y Adolescente.
A su vez, la Constitución Política del Estado, en su art. 60, manifiesta: "Es deber
del Estado, la sociedad y la familia garantizar la prioridad del interés superior de
la niña, niño y adolescente, que comprende la preeminencia de sus derechos, la
primacía en recibir protección y socorro en cualquier circunstancia, la prioridad
en la atención de los servicios públicos y privados, y el acceso a una
P á g i n a 273 | 846
administración de justicia pronta, oportuna y con asistencia de personal
especializado". En esa misma orientación, el art. 3 num. 1) de la Convención sobre
los Derechos del Niño, aprobada por Ley Nº 1152 de 14 de mayo de 1990, señala:
"En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones
públicas o privadas de bienestar social, los Tribunales, las Autoridades
administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se
atenderá será el interés superior del niño", deduciendo de la normativa legal
precitada, que cuando se trata de asumir una medida judicial o administrativa
concerniente a un niño, niña o adolescente, debe primar el interés superior del niño,
referido, entre otros aspectos, a la primacía de sus derechos y a la garantía de su
desarrollo integral.
Con base en la normativa legal señalada supra, las autoridades administrativas y
jurisdiccionales, en todos los procesos donde se encuentren involucrados niñas,
niños y adolescentes, deben interpretar las normas legales siempre en procura del
interés superior del niño, y con esa facultad.
P á g i n a 275 | 846
Con relación a este tema, se tiene como antecedente más remoto en nuestro país al
Decreto Ley Nº 16850 de 19 de julio de 1979, el mismo que en su art. 3
establece: “Se define como servicio de consultoría todo estudio realizado por una
empresa consultora o un consultor unipersonal destinado a suministrar asistencia
técnica especializada a un usuario determinado con el fin de que éste pueda
disponer de un conjunto suficiente de antecedentes técnicos y económicos que
permitan una eficiente toma de decisiones. Consiguientemente la contratación de
las consultorías en nuestro país se halla reconocida legalmente desde la vigencia de
la indica Ley y el resto de las disposiciones legales que fueron emitidas en forma
posterior, simplemente realizaron mayores precisiones para la prestación del
servicio.
Así los D.S. Nº 25964 de 21 de octubre de 2000; 26062 de 02 de febrero de
2001; 27328 de 31 de enero de 2004 y las Leyes Financiales de la Gestión 2004 y
2005 continuaron refiriéndose a las consultorías individuales asimilándolas como
consultorías de línea, hasta que la Ley Nº 3302 de 16 de diciembre del Presupuesto
General de la Nación para la Gestión 2006 marcó la diferencia entre “consultorías
individuales de línea y consultorías por producto”, señalando que la primera, las
actividades se desarrollaran con dedicación exclusiva en la entidad contratante de
acuerdo a los términos de referencia correspondientes y al respecto contrato
suscrito, con pago mensual equivalente a la remuneración básica asignadas al
personal de planta con funciones equivalentes; mientras que los consultores
individuales por producto, sólo podrán ser contratados para tareas especializadas,
siendo la temporalidad, plazo, producto y honorarios profesionales convenidos,
características esenciales a fijarse en el respectivo contrato administrativo de
servicios.
El D.S. Nº 0181 de 23 de junio de 2009 de las Normas Básicas del Sistema de
Administración de Bienes y Servicios (NB-SABS), brinda mayor especificidad
sobre el tema en análisis definiendo en su art. 5 lo siguiente: Inciso pp) Servicios
de consultoría: “Son los servicios de carácter intelectual tales como diseño de
proyectos, asesoramiento, auditoria, desarrollo de sistemas, estudios e
investigaciones, supervisión técnica y otros servicios profesionales, que podrán ser
prestados por consultores individuales o por empresas consultoras;”
Inciso qq) Servicios de Consultoría Individual de Línea, “Son los servicios
prestados por un consultor individual para realizar actividades o trabajos
recurrentes, que deben ser desarrollados con dedicación exclusiva en la entidad
contratante, de acuerdo con los términos de referencia y las condiciones
establecidas en el contrato;”
P á g i n a 276 | 846
Inciso rr) Servicios de Consultoría por Producto, “Son los servicios prestados por
un consultor individual o por una empresa consultora, por un tiempo determinado,
cuyo resultado es la obtención de un producto conforme los términos de referencia
y las condiciones establecidas en el contrato”.
Los aspectos descritos fueron asimilados en la Ley del Presupuesto General de la
Nación para la gestión 2010 (Ley Financial), la misma que en su art. 25 realiza
algunas precisiones adicionales, como también limitaciones con relación a la
prestación del servicio y el régimen de remuneración para las dos modalidades de
consultorías, estableciendo que los consultores de línea de una entidad pública, no
pueden ejercer funciones como personal de planta o prestar simultáneamente
servicios de consultoría de línea o por producto en otras entidades públicas.
Del mismo modo, los consultores por producto solo podrán ser contratados para
tareas especializadas no recurrentes, no pudiendo ejercer funciones como personal
de planta o prestar simultáneamente servicios de consultoría de línea en otras
entidades públicas, tampoco ser contratados por la misma entidad en más de un
contrato al mismo tiempo.
De las normas legales descritas, se establece que los servicios de consultoría
individual de línea, debe ser realizado con dedicación exclusiva en la Entidad
contratante y bajo dependencia de la misma e incluso sujeto a horario de trabajo,
no pudiendo el consultor al mismo tiempo dedicarse a otras actividades similares y
menos a otras distintas a las fue contratado; por las características especiales que
envuelve la relación laboral de este tipo de contratos que se encuentran más
vinculados con el derecho laboral, los derechos que puedan ser reclamados por las
partes emergente de dicho contratos merecen un tratamiento diferenciado con
relación a los consultores por producto.
En tanto que los servicios de consultoría por producto, el trabajo se lo realiza en
forma externa de manera independiente sin ninguna dependencia funcional de la
Entidad contratante, pudiendo el consultor realizar simultáneamente otras
actividades idénticas o similares en favor de otras instituciones públicas o personas
particulares, estando la prohibición únicamente la de realizar consultorías de línea
ya sea con la misma Entidad contratante o con otras entidades públicas.
La clasificación descrita obedece a la dinámica y necesidades de la Administración
Pública, toda vez que el Estado tiene necesidad de contratar con los particulares y
lo realiza en su calidad de Ente Público y no como persona particular,
constituyendo los contratos los instrumentos jurídicos administrativos de los que se
vale para cumplir sus finalidades y hacer efectivos los deberes públicos con
relación a los interese generales que requiere la sociedad, no pudiendo ser
entendidos dichos contratos como un acto aislado o autónomo de esas finalidades,
P á g i n a 277 | 846
sino directamente asociado al conjunto de lo que engloba la Administración
Pública, como el medio para el cumplimiento del interés general que persigue el
Estado como fin y objetivo.
Dentro de ese comprendido, los contratos base de la demanda que fueron suscritos
en la modalidad de consultorías por producto, constituyen contratos
administrativos, cuyas divergencias corresponden ser dilucidados en la jurisdicción
contenciosa especializada, así lo estableció este Tribunal en el Auto Supremo Nº
410/2012 de 14 de noviembre referente a un contrato de consultoría por producto,
cuyo objeto fue la realización de Avaluo de Activos Fijos de la Alcaldía Municipal
de La Paz, proceso que fue anulado por este Tribunal por falta de competencia en
razón de la materia.
CONTRATO ADMINISTRATIVO
Auto Supremo: 256/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Cumplimiento de Obligación.
Con carácter primordial es preciso señalar que el entendimiento dado por este
Tribunal sobre el tema de los contratos administrativos, ya que, no sólo los
particulares crean, modifican o extinguen relaciones jurídicas patrimoniales por
medio de los contratos, sino que también la Administración Pública lo hace
generando relaciones jurídicas bilaterales patrimoniales; cuando éstos contratos
tienen por objeto un fin público, ingresan a la categoría de los llamados contratos
administrativos y dentro de este contexto, este Tribunal ha acogido la corriente
doctrinaria desarrollada por los siguientes autores:
Miguel Ángel Bercaitz, citado por Juan Carlos Cassagne, en su obra "Contratos
Administrativos" señala: “El contrato no es una figura exclusiva del Derecho
Privado, existe también el de Derecho Administrativo con elementos comunes al
contrato de Derecho Privado, pero con elementos diferentes que derivan de su
contenido, de su fin, de los intereses distintos que afecta y de su régimen jurídico
propio”.
Fernando Garrido F. en su obra “Tratado de Derecho Administrativo” Vol. II,
Pag.37 indica: “La teoría del contrato administrativo ha surgido como una
necesidad impuesta por la realidad; se trata sencillamente de ciertas relaciones
entre la Administración Pública y los particulares nacidas por aplicación de una
técnica contractual y cuyo régimen, sin embargo, difiere sensiblemente del
aplicable a los contratos civiles.
P á g i n a 278 | 846
Entre el contrato de naturaleza privada y el de naturaleza administrativa existen
puntos comunes, pero las diferencias justifican la separación de los regímenes
jurídicos a los que se encuentran sometidos unos y otros; de hecho, el estudio
pormenorizado de la materia podría inducirnos a sostener la existencia de más
diferencias que semejanzas”.
Rafael Bielsa en su obra “Principios de Derecho Administrativo” define: “Es
contrato administrativo el que la Administración celebra con otra persona pública
o privada, física o jurídica, y que tiene por objeto una prestación de utilidad
pública”.
El citado autor considera que: “(…) en todo contrato administrativo deben
concurrir los siguientes elementos esenciales: a) Uno de los sujetos de la relación
jurídica es la Administración pública (Estado, provincia, comuna o entidad
autárquica) obrando como tal, es decir, como entidad de derecho público. b) El
objeto del contrato es una prestación de utilidad pública; por ejemplo, un servicio
público propio, un empleo público, una obra pública (de interés general o
colectivo), etc.”.
Ahora bien, en función al fáctico de la problemática, se hace necesario ahondar
más sobre la teoría de los contratos administrativos y las postulaciones que han
tenido en el paso del tiempo. Una teoría ya rebasada, en sus albores negaba la
existencia de los contratos administrativos, se entendía que todos los contratos
celebrados por el Estado estaban sometidos al derecho civil y su régimen
jurisdiccional era el competente para conocer de aquellos. Más tarde, la teoría
clásica propugnó una distinción entre los contratos civiles y administrativos, que
fue elaborada en el supuesto de la doble personalidad del Estado, o sea la
Administración contrataba en una faceta pública y por otra privada, dependiendo el
carácter del contrato; en esta consideración el contrato administrativo por
excelencia era el de concesión de servicios públicos.
La actividad propia del Estado, en el requerimiento de la sociedad organizada,
impulso la observancia de otro tipo de contratos, no muy comunes en ese tiempo,
celebrados por la Administración, siendo los de obra, de suministros, consultoría,
etc., otorgando nueva significancia a este tipo de contratos y no está por demás
decir que con ello se dejó atrás la teoría de la doble personalidad del Estado, que
fue el molde para ésta teoría clásica alegada por el recurrente. Algunas
legislaciones al presente aceptan la existencia de contratos privados celebrados por
el Estado, aunque con reparos de la naturaleza misma del contrato, armonizados
con la doctrina creada en su entorno.
De lo descrito, podemos indicar que el Estado o las instituciones públicas que lo
componen, actúan siempre como personas de derecho público, aunque algunos de
sus actos puedan ser regidos por el derecho privado, lo que no significa que se
despoje de su poder público y se le atribuya una personalidad privada.
Por lo manifestado concluiremos indicando que estamos frente a un contrato
administrativo cuando: a) al menos una de las partes que interviene en su
celebración es la Administración Pública (elemento subjetivo); b) cuando el
P á g i n a 279 | 846
objeto sobre el que versa se encuentra directamente relacionado con la
satisfacción de necesidades colectivas de carácter público –servicio o interés
público- (elemento objetivo), siendo básicamente estos los elementos que
caracterizan para que un contrato se configure como administrativo.
En este sentido se ha orientado a través del Auto Supremo N° 115/2013 de 11 de
marzo que: “Los contratos del Estado, están regidos predominantemente por el
derecho público y con un régimen jurídico único. Estrictamente hablando, no hay
contratos Civiles de la Administración; en principio, todos son de derecho público,
sometidos a reglas especiales. Como ya lo señalamos, los contratos de la
administración se rigen predominantemente por el derecho público, pero los hay
también regidos en parte por el derecho privado. Así, están más próximos al
derecho Civil más lejanos del derecho administrativo los contratos de cesión,
permuta, donación, locación, compraventa, mandato, depósito, fianza, transporte,
contratos aleatorios.Por el contrario, están más cerca del derecho administrativo
los contratos de empleo o función Pública, empréstito, concesión de servicios
públicos, concesión de obras Públicas, obra Pública y suministro.
Siendo primordial fijar la atención en ésta distinción, en consideración a que un
contrato de carácter privado no es equiparable a uno de naturaleza
administrativa, por las características y elementos que las componen, y en el caso,
por el régimen jurisdiccional a la cual están expuestas al presentarse las
controversias que deriven de ellas…
Es de precisar que el Decreto Supremo Nº 181 prevé en su cuerpo normativo toda
concreción de régimen contractual que vaya a realizar la Administración Pública,
mediante determinadas modalidades según el monto del contrato, o según la
excepcionalidad prevista, en ese caso es de entender que aún el contrato sea en su
objeto de carácter civil, o un contrato administrativo propiamente dicho
(nominales como el de provisión de bienes, construcción de obras, prestación de
servicios generales o servicios de consultoría), no es posible descartar por parte
de los contratantes aquél régimen procedimental, ya que el sistema de
contratación sólo puede actuar cuando la ley la habilita para ello y en los términos
previstos para esa habilitación, en tal caso el procedimiento, formalismo, a seguir
por el ente administrativo en un determinado contrato es jurídicamente relevante,
porque solo de esa manera se justifica la celebración contractual, que tiene
ligazón con la competencia de la Administración, génesis al procedimiento.
El art. 232 de la Constitución Política del Estado, refiere con exactitud los
principios por los cuales se rige la Administración Pública, entre los que está el
principio de legalidad que se establece en esos mecanismos técnicos
preestablecidos por ley por el cual el ente estatal debe guiarse, es la legalidad que
otorga facultades en realizar determinado acto con sus límites potestativos. A decir
de García de Enterría: “Toda acción administrativa se nos presenta así como
ejercicio de un poder atribuido previamente por Ley y por el delimitado y
construido. Sin una atribución legal previa de potestades la Administración no
puede actuar, simplemente”.
P á g i n a 280 | 846
Acentuada esta previsión, se debe concluir que los procedimientos preestablecidos
en cada una de las modalidades de contratación estatal tiene un origen
constitucional, y en más no es pasible la negociación de los mismos, es decir, no se
puede permitir la inobservancia de estas reglas para celebrar un contrato, salvo
que la ley expresamente lo excepcione, por la relevancia jurídica que conlleva, en
sentido de que no se puede alcanzar el estatus de contrato de la Administración si
es que aquel no se ha formado en consideración a las reglas del derecho
administrativo definidas con anterioridad.”.
CONTRATO ADMINISTRATIVO
Auto Supremo: 1111/2016
Sucre: 23 de septiembre 2016
Proceso: Reparación de pago más daños y perjuicios
Con relación al tema este en el Auto Supremo Nº 498/2016 de 16 de mayo, que
oriento: “como línea jurisprudencial en los Autos Supremos Nº 405/2012, Nº
419/2012, Nº 115/2013 entre otros, sobre la instancia competente para resolver los
conflictos suscitados de las contrataciones administrativas entre el Estado y
particulares, señaló que: “...los contratos administrativos por su naturaleza se
diferencian de los contratos privados y en mérito a ello se encuentran sujetos a un
régimen de regulación especial, en el que primordialmente rige el Derecho
Público, razón por la que los Tribunales de la jurisdicción ordinaria civil, no
tienen competencia para resolver sobre litigios originados en la celebración,
ejecución, desarrollo y liquidación de los contratos administrativos, aspecto que
corresponde a la jurisdicción contenciosa-administrativa, reconocida por la actual
Constitución Política del Estado como una Jurisdicción especializada, en la última
parte del art. 179-I que dispone: (... existirán jurisdicciones especializadas
reguladas por la ley) y, en ese mismo sentido por el art. 4-3) de la Ley del Órgano
Judicial; ésta última norma en su disposición transitoria décima determina que la
regulación de la jurisdicción especializada será desarrollada por Ley”.
Asimismo en el Auto Supremo Nº 270/2015–L de 24 de abril, se ha concretado:
“Por otra parte se debe señalar que la Constitución Política de Estado
Plurinacional, así como la Ley del Órgano Judicial, reconocen y regulan las
jurisdicciones especializadas y dentro de ellas a la jurisdicción contencioso
administrativa, desarrollada y regulada por la Ley Nº 620 de 29 de diciembre de
2014, al igual que la Ley No. 1178 de 20 de julio de 1990; así también, el Código
de Procedimiento Civil en su art. 775 dispone: “En todos los casos en que existiere
contención emergente de los contratos, negociaciones o concesiones del Poder
Ejecutivo, conforme a las previsiones pertinentes a la Constitución Política del
Estado, se presentará la demanda ante la Corte Suprema de Justicia…”, precepto
normativo que tenía relación con lo normado en la anterior Constitución que
también atribuía la competencia emergente de la contención de los contratos
administrativos a la Extinta Corte Suprema de Justicia, que actualmente se
encuentra regulada por la Ley Nº 620 de 29 de diciembre de 2014, cuyo objeto
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“es crear en la estructura del Tribunal Supremo de Justicia y en los Tribunales
Departamentales de Justicia, Salas en Materia Contenciosa y Contenciosa
Administrativa.”, estableciendo sus atribuciones y competencias para la
sustanciación de causas en sus art. 2 y 3, además en su art. 6 que los procesos en
curso, archivados y los presentados con anterioridad a la vigencia de la presente
Ley, continuarán siendo de competencia de la Sala Plena del Tribunal Supremo de
Justicia, aspecto que no debe ser confundido por las partes, ya que dicho precepto
normativo sólo hace referencia a los procesos que se tramitan en Sala Plena y no
así a los que de manera viciada se tramitaron en la jurisdicción ordinaria Civil,
casos en los que corresponderá iniciar la correcta sustanciación en la vía que
corresponde por ley”.
Por otra parte, en el Auto Supremo Nº 728/2014 de 09 de diciembre, se ha
especificado que: “En ese antecedente y conforme a lo examinado
precedentemente, resulta siendo competencia del Juzgado en materia Coactiva
Fiscal el conocimiento de la pretensión de responsabilidad civil de personas
particulares o de funcionarios públicos que causen daño económico valuable en
dinero en contra del patrimonio del Estado, porque la función jurisdiccional no
está sujeta a la voluntad de las partes ni al libre albedrío de la Autoridad
jurisdiccional, sino a la ley y a la Constitución Política del Estado.
En la especie, existiendo indicios de responsabilidad civil en contra de una
persona jurídica privada, porque a través de sus acciones u omisiones habrían
generado daño económico valuable en dinero en contra del patrimonio del Estado,
corresponde al ente público acudir, previo cumplimiento de las formalidades
inherentes, ante la jurisdicción coactiva fiscal conforme disponen los arts. 31 y 47
de la Ley Nº 1178.
Por lo que en conclusión y a manera de aclaración corresponde precisar que
cuando se controvierte un contrato administrativo en su cumplimiento, ejecución o
liquidación, la vía llamada para su conocimiento es la jurisdicción contenciosa-
administrativa. Empero, en el caso concreto no se ha controvertido el contrato
administrativo, sino que la pretensión demandada busca el resarcimiento de la
responsabilidad civil, pretensión que como se dijo corresponde dilucidar a la
jurisdicción coactiva fiscal, empero no así a la vía ordinaria civil. Entendimiento
que ya ha sido asumido por Auto Supremo No. 168/2013 de 12 de abril de 2013
emitido por este Tribunal Supremo”.
CONTRATO ADMINISTRATIVO
Auto Supremo: 757/2015 - L
Sucre: 04 de Septiembre 2015
El art. 47 de la Ley Nº 1178 en su parte final señala que "son contratos
administrativos aquellos que se refieren a contratación de obras, provisión de
materiales, bienes y servicios y otros de similar naturaleza...", así también el autor
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Rafael Bielsa en su obra “Principios de Derecho Administrativo” señala: “Es
contrato Administrativo el que la Administración celebra con otra persona pública
o privada, física o jurídica, y que tiene por objeto una prestación de utilidad
pública”, acotando que “…en todo contrato administrativo deben concurrir los
siguientes elementos esenciales A) Uno de los sujetos de la relación jurídica es la
Administración pública (Estado, provincia, comuna o entidad autárquica) obrando
como tal, es decir, como entidad de derecho público. B) El objeto del contrato es
una prestación de utilidad pública; por ejemplo, un servicio público propio, un
empleo público, una obra pública (de interés general o colectivo), etc.”.
Criterio similar expone Roberto Dromi al señalar que: “La caracterización del
contrato administrativo resulta: a) del objeto del contrato, es decir, las obras y los
servicios públicos cuya realización y prestación constituyen precisamente los fines
de la Administración; b) de la participación de un órgano estatal o ente no estatal
en ejercicio de la función administrativa, y c) de las prerrogativas especiales de la
Administración en orden de su interpretación, modificación y resolución”.
En este contexto, este Supremo Tribunal de Justicia ha caracterizado como
elementos generales de todo Contrato Administrativo: la existencia de un acuerdo
de voluntades, la concurrencia de la Administración como una de las partes, la
generación de obligaciones entre el contratista y la Administración, que el acuerdo
de voluntades se forme para la satisfacción de un fin directo o inmediato de
carácter público. Siendo los principales rasgos característicos de estas formas
contractuales: la primacía de la voluntad de la administración por sobre la voluntad
del particular, la cual se manifiesta en las condiciones del contrato; las formas
solemnes en el procedimiento de contratación; el predominio de la administración
en la etapa de ejecución, que se manifiesta en las denominadas cláusulas
exorbitantes, por guardarse prerrogativas propias de los órganos estatales, como
son, el poder de control, poder de modificación unilateral del contrato, entre otras,
manifestación expresa de su papel protector de los intereses públicos.
Otra de las particularidades de los contratos administrativos es que se diferencian
con los contratos civiles en virtud de que en los contratos civiles las partes tienen
igualdad de condiciones y pueden determinar libremente el contenido de los
contratos que celebran conforme lo establece el art. 454 del Código Civil; en
cambio en los contratos administrativos "...el principio de la autonomía de la
voluntad de las partes queda subordinado al interés público, por lo que no existe
igualdad jurídica..." (Elizabeth Iñiguez de Salinas), no cuentan con igualdad y la
Administración Pública puede unilateralmente modificar o extinguir cualquier
contrato administrativo a diferencia del particular que no cuenta con dicha facultad.
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Este Tribunal como línea jurisprudencial en los Autos Supremos Nº 405/2012, Nº
419/2012, Nº 115/2013 entre otros, sobre la instancia competente para resolver los
conflictos suscitados de las contrataciones administrativas entre el Estado y
particulares, señaló que: “...los contratos administrativos por su naturaleza se
diferencian de los contratos privados y en mérito a ello se encuentran sujetos a un
régimen de regulación especial, en el que primordialmente rige el Derecho
Público, razón por la que los Tribunales de la jurisdicción ordinaria civil, no
tienen competencia para resolver sobre litigios originados en la celebración,
ejecución, desarrollo y liquidación de los contratos administrativos, aspecto que
corresponde a la jurisdicción contenciosa-administrativa, reconocida por la actual
Constitución Política del Estado como una Jurisdicción especializada, en la última
parte del art. 179-I que dispone: (... existirán jurisdicciones especializadas
reguladas por la ley) y, en ese mismo sentido por el art. 4-3) de la Ley del Órgano
Judicial; ésta última norma en su disposición transitoria décima determina que la
regulación de la jurisdicción especializada será desarrollada por Ley”.
Asimismo en el Auto Supremo Nº 270/2015–L de 24 de abril, se ha concretado:
“Por otra parte se debe señalar que la Constitución Política de Estado
Plurinacional, así como la Ley del Órgano Judicial, reconocen y regulan las
jurisdicciones especializadas y dentro de ellas a la jurisdicción contencioso
administrativa, desarrollada y regulada por la Ley Nº 620 de 29 de diciembre de
2014, al igual que la Ley No. 1178 de 20 de julio de 1990; así también, el Código
de Procedimiento Civil en su art. 775 dispone: “En todos los casos en que existiere
contención emergente de los contratos, negociaciones o concesiones del Poder
Ejecutivo, conforme a las previsiones pertinentes a la Constitución Política del
Estado, se presentará la demanda ante la Corte Suprema de Justicia…”, precepto
normativo que tenía relación con lo normado en la anterior Constitución que
también atribuía la competencia emergente de la contención de los contratos
administrativos a la Extinta Corte Suprema de Justicia, que actualmente se
encuentra regulada por la Ley Nº 620 de 29 de diciembre de 2014, cuyo objeto
“es crear en la estructura del Tribunal Supremo de Justicia y en los Tribunales
Departamentales de Justicia, Salas en Materia Contenciosa y Contenciosa
Administrativa.”, estableciendo sus atribuciones y competencias para la
sustanciación de causas en sus art. 2 y 3, además en su art. 6 que los procesos en
curso, archivados y los presentados con anterioridad a la vigencia de la presente
Ley, continuarán siendo de competencia de la Sala Plena del Tribunal Supremo de
Justicia, aspecto que no debe ser confundido por las partes, ya que dicho precepto
normativo sólo hace referencia a los procesos que se tramitan en Sala Plena y no
así a los que de manera viciada se tramitaron en la jurisdicción ordinaria Civil,
P á g i n a 284 | 846
casos en los que corresponderá iniciar la correcta sustanciación en la vía que
corresponde por ley”.
Por otra parte, en el Auto Supremo Nº 728/2014 de 09 de diciembre se ha
especificado que: “En ese antecedente y conforme a lo examinado
precedentemente, resulta siendo competencia del Juzgado en materia Coactiva
Fiscal el conocimiento de la pretensión de responsabilidad civil de personas
particulares o de funcionarios públicos que causen daño económico valuable en
dinero en contra del patrimonio del Estado, porque la función jurisdiccional no
está sujeta a la voluntad de las partes ni al libre albedrío de la Autoridad
jurisdiccional, sino a la ley y a la Constitución Política del Estado.
En la especie, existiendo indicios de responsabilidad civil en contra de una
persona jurídica privada, porque a través de sus acciones u omisiones habrían
generado daño económico valuable en dinero en contra del patrimonio del Estado,
corresponde al ente público acudir, previo cumplimiento de las formalidades
inherentes, ante la jurisdicción coactiva fiscal conforme disponen los arts. 31 y 47
de la Ley Nº 1178.
Por lo que en conclusión y a manera de aclaración corresponde precisar que
cuando se controvierte un contrato administrativo en su cumplimiento, ejecución o
liquidación, la vía llamada para su conocimiento es la jurisdicción contenciosa-
administrativa. Empero, en el caso concreto no se ha controvertido el contrato
administrativo, sino que la pretensión demandada busca el resarcimiento de la
responsabilidad civil, pretensión que como se dijo corresponde dilucidar a la
jurisdicción coactiva fiscal, empero no así a la vía ordinaria civil. Entendimiento
que ya ha sido asumido por Auto Supremo No. 168/2013 de 12 de abril de 2013
emitido por este Tribunal Supremo”.
CONTRATO DE ANTICRESIS
Auto Supremo: 512/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Nulidad Absoluta de Contrato Anticrético
Respecto de la naturaleza jurídica de la anticresis debemos citar los razonamientos
vertidos por diferentes autores como ser: Ricardo J. Papaño, Claudio M. Kiper,
Gregorio A. Dillon, Jorge R. Causse (Libro de Derechos Reales), quienes teorizan
y definen la anticresis como: “El derecho real concedido al acreedor por el
deudor, o un tercero por él, poniéndolo en posesión de un inmueble, y
autorizándolo a percibir los frutos para imputarlos anualmente sobre los intereses
del crédito, si son debidos; y en caso de exceder, sobre el capital, o sobre el
capital solamente si no se deben intereses”. Por su parte nuestra legislación
P á g i n a 285 | 846
desarrolla este instituto jurídico a partir del art. 1429 del Código Civil que refiere:
“I. Por el contrato de anticresis el acreedor tiene derecho a percibir los frutos del
inmueble, imputándolos primero a los intereses, si son debidos y después al
capital”, por su parte el art. 1431 dispone: “La anticresis confiere al acreedor el
derecho de retención y el de preferencia, según lo dispuesto por el art. 1393”,
siguiendo ese mismo orden el art. 1435, dice: “I. La anticresis es indivisible. II. La
anticresis no puede convenirse por un plazo superior a cinco años y si se pacta
otro mayor, él se reduce a dicho término. III. El anticresista tiene el derecho de
retención mientras no sea satisfecho su crédito, salvo lo dispuesto por el art.
1479”, normas legales de las que se infiere que, la anticresis es un derecho real,
concedido al acreedor (anticresista) por el deudor-propietario, poniéndolo en
posesión de un inmueble por un tiempo determinado y pactado, no superior a cinco
años, autorizando a percibir los frutos para imputarlos sobre los intereses del
crédito recibido de su acreedor, siendo su objeto el de garantizar el préstamo dinero
otorgado a favor del deudor-propietario. Asimismo podemos decir que la anticresis
es una garantía del pago de una obligación (deuda), creada e instituida por ley, que
sigue la suerte de la primera, por lo que extinguida la obligación, se extinguirá la
garantía el préstamo de dinero, entonces, se entiende que la obligación principal es
la deuda, y la garantía de dicha acreencia “anticresis” accesoria, por encontrarse
como se dijo supeditada al cumplimiento total de la obligación principal que se
extinguirá cuando se haya pagado el capital mutado a partir del cumplimiento del
plazo convenido por las partes, plazo, que no puede ser superior al previsto por
nuestro ordenamiento jurídico, como ocurre en los contratos de arrendamiento sin
determinación de tiempo, de ahí que podemos afirmar que es un contrato unilateral,
similar al préstamo de dinero, pero, con garantía anticrética.
P á g i n a 286 | 846
su misión de custos justi (guardián de los justos), el derecho no tendrá sino que
sancionarla tal como las partes la hayan consentido. De ahí la regla tradicional,
que las libres convenciones tienen fuerza de ley entre las partes”.
Por otra parte el art. 450 del C.C., refiere: “Hay contrato cuando dos o más
personas se ponen de acuerdo para constituir, modificar o extinguir entre si una
relación jurídica”, precepto normativo que establece que todo contrato se
constituye a través del acuerdo de las voluntades de dos o más personas; es decir
que el contrato es un acto jurídico bilateral que supone necesariamente un acuerdo
de dos o más voluntades. Al margen de las previsiones contenidas en los artículos
491 y 492 del C.C., la voluntad de cada parte puede manifestarse en cualquier
forma, de palabra, emitida verbalmente, o por escrito, mediante instrumento
público o privado, o incluso por hechos, signos o actitudes que la revelen de un
modo inequívoco, así lo prevé el artículo 453 del Sustantivo Civil.
Ahora bien, dependiendo de la variedad de contratos que existen en el ámbito civil,
puede tomar una determinada forma para su perfeccionamiento por exigencia de la
ley; en el caso de la compra-venta, estamos frente a un contrato eminentemente
consensual que se perfecciona con el simple consentimiento de las partes, no
requiriéndose de otros requisitos y simplemente para efectos de constancia en la
vida cotidiana se acostumbra elaborar un documento; en esta característica esencial
del contrato de compra venta, por lógica consecuencia de la soberanía que tiene las
partes y en virtud al principio de libertad contractual para crear obligaciones
reconocido por la normativa civil en los artículos antes citados, el contrato al nacer
del acuerdo de voluntades en aplicación de esa libertad contractual puede ser
disuelto, de la misma forma, es decir por mutuo acuerdo de partes, en el caso
particular al ser el contrato de compra venta de naturaleza eminentemente
consensual, es lógico que esa característica se aplique a la forma de disolución del
mismo que las partes puedan pactar de mutuo consentimiento.
En este entendido, toda vez que la extinción o disolución de un contrato en
términos generales, significa la ruptura del vínculo obligacional que unía a las
partes; podemos señalar que la disolución de mutuo consentimiento antes referida
se enmarca dentro la figura jurídica del mutuo disenso que para los Tratadistas
peruanos Felipe Osterling Parodi y Mario Castillo Freyre:“El mutuo disenso,
también denominado resiliación (ressiliation en Francia), es un modo de extinción
de las obligaciones que, por sus características particulares, resulta uno de los
pilares en que se fundamenta la base de nuestro sistema, es decir, el libre ejercicio
de la autonomía privada. En efecto, así como el contrato privado celebrado
libremente entre dos partes (cuyas únicas restricciones o limitaciones se
encuentran en la frontera de los derechos de los terceros y las normas que
P á g i n a 287 | 846
interesan a la moral, al orden público y a las buenas costumbres) constituye la
consagración del postulado de la autonomía de la voluntad privada, la misma que
incluye la libertad de contratar y la libertad contractual, el mutuo disenso es la
coronación de esta libertad, ya que es el acuerdo de los mismos contratantes para
dejar sin efecto el contrato que los liga. Sólo las propias partes que por medio del
contrato crearon una relación jurídica obligacional pueden decidir -y llevar a la
práctica tal decisión- ponerle fin, extinguirla; la misma voluntad que tuvo la
facultad de crear el vínculo es la que puede resolverlo.”, figura jurídica que en la
legislación comparada está reconocida el derecho peruano y argentino entre otros y
que al estar reconocido en nuestro ordenamiento civil la libertad contractual como
facultad esencial de las partes para crear, modificar y extinguir obligaciones,
resulta perfectamente aplicable a los casos donde se genere dicha figura de
disolución de contratos.
Por otra parte, en relación a lo anteriormente expuesto este Supremo Tribunal de
Justicia en el Auto Supremo Nº 204/2016 de 11 de marzo, al respecto ha orientado
que: “Corresponde en principio precisar que el art. 450 del Código Civil refiere:
“Hay contrato cuando dos o más personas se ponen de acuerdo para constituir,
modificar o extinguir entre si una relación jurídica”, sobre el termino contrato
podemos hacer alusión al DICCIONARIO DE CIENCIAS JURIDICAS POLITICAS
Y SOCIALES de MANUEL OSORIO, el cual define este término como: “Pacto o
convenio entre partes que se obligan sobre materia o cosa determinadas y a cuyo
cumplimiento pueden ser compelidas”. Asimismo, Capitant lo define como:
“Acuerdo de voluntades entre dos o más personas con el objeto de crear entre
ellas vínculos y obligaciones”. De las alusiones doctrinarias podemos destacar
que la concepción más clara de un contrato resulta ser el acuerdo de dos o más
voluntades, con la finalidad de generar obligaciones y derechos.
Asimismo el art. 519 del mismo Código Civil expresa: “El contrato tiene fuerza de
ley entre las partes contratantes. No puede ser disuelto sino por consentimiento
mutuo o por las causas autorizadas por ley.”, acudiendo a la doctrina sobre el
entendimiento de la norma podemos citar a Carlos Morales Guillem quien en su
obra Código Civil anotado y Concordado tomo I pág. 733 refiere: “La segunda
regla del art. precisa que solo la voluntad de las mismas partes, que dieron vida y
eficacia al contrato puede convenir la disolución de la relación jurídica
constituida en este….”. De la norma citada se evidencia que el juzgador ha
otorgado al contrato fuerza de ley entre partes, esto conforme al aforismo -PACTA
SUNT SERVANDA- y al principio de libertad contractual, empero, el contrato al
nacer del acuerdo de voluntades en aplicación de esa libertad contractual puede
P á g i n a 288 | 846
ser disuelto, de la misma forma, es decir por mutuo acuerdo de partes, conforme lo
determina la Ley.”(Lo subrayado es nuestro).
P á g i n a 291 | 846
entrega de la mercadería, la transmisión de riesgos, y los costos a cargo del
comprador y vendedor (Sidney Alex Bravo Melgar “Contratos Modernos
Empresariales Tomo II, Edit. “Fecat”, Lima Perú, 1999).
En 1990 los términos se agruparon en cuatro categorías básicamente diferentes
para facilitar su comprensión (E, F, C y D), empezando en primer lugar, con el
término por el cual el vendedor se limita a poner las mercancías a disposición del
comprador en sus propios locales (termino “E” = EXW); seguido del segundo
grupo de términos según los cuales, al vendedor se le encarga que entregue las
mercancías a un transportista designado por el comprador (términos “F” = FCA,
FAS y FOB); continuando con los términos según los cuales el vendedor ha de
contratar el transporte pero sin asumir el riesgo de pérdida o daño de las
mercancías ni los costes adicionales debidos a hechos acaecidos después de la
carga y despacho (términos “C” = CFR, CIF (Cost, Insurance and Freight = Costo,
seguro y Flete), CPT, y CIP); y finalmente, los términos según los cuales el
vendedor ha de soportar todos los gastos y riesgos necesarios para llevar las
mercancías al lugar de destino (términos “D” = DAF, DES, DEQ, DDU, y DDP);
términos que hacen un total de 13 INCOTERMS, que van desde el mínimo riesgo
por parte del vendedor, vale decir términos cuyas siglas inician con “E” (Ej. EX
WORK), hasta llegar a términos en “D” que representarían para el vendedor el
máximo riesgo (Ej. DDP); los términos cuyas siglas inician con “F” (Ej. FOB) y
“C” (Ej. CIF) pueden definirse como mediano riesgo.
Los Incoterms como FOD, CIF, DDU se han convertido en parte muy habitual del
lenguaje del comercio internacional y se utiliza cada día en todo el mundo.
Los Incoterms 2000, nueva revisión después de diez años, incorpora las
evoluciones más recientes de las prácticas comerciales modificando alguno de los
términos existentes.
CIF (…puerto de destino convenido). “Coste, Seguro y Flete”, significa que el
vendedor realiza la entrega cuando la mercancía sobrepasa la borda del buque en el
puerto de embarque convenido.
El vendedor debe pagar los costes y el flete necesarios para llevar la mercancía al
puerto de destino convenido; PERO el riesgo de pérdida o daño de la
mercancía, así como cualquier coste adicional debido a sucesos ocurridos
después del momento de la entrega, se transmiten del vendedor al comprador.
No obstante, en condiciones CIF, el vendedor debe también procurar un seguro
marítimo para los riesgos del comprador por pérdida o daño de la mercancía
durante el transporte.
Consecuentemente, el vendedor contrata el seguro y paga la prima
correspondiente. El comprador ha de observar que, bajo el término CIF, el
P á g i n a 292 | 846
vendedor está obligado a conseguirun seguro sólo con cobertura mínima. Si el
comprador desea mayor cobertura, necesitará acordarlo expresamente con el
vendedor o bien concertar su propio seguro adicional”. (Reglas Oficiales de la
Cámara de Comercio Internacional CCI, para la interpretación de términos
comerciales Incoterms 2000, Comité Español, de 1º de enero de 2000).
Ahora bien, el Código de Comercio, en su Libro Tercero, Título II, Capítulo I,
artículo 856, al referirse a la Venta “CIF” señala que: “La venta “costo, seguro y
fletes” (CIF), es la señalada en el artículo anterior, pero incluyendo además el
seguro a cargo del vendedor”. El referido artículo anterior (art. 855 del Código de
Comercio (Venta “C y F”) preceptúa que: “En la venta “costo y flete” (C y F) el
precio comprende el valor de la mercadería más los fletes hasta el sitio
señalado.En este caso, la transferencia de la propiedad se entiende hecha por la
entrega de los documentos inherentes, desde cuyo momento los riesgos corren por
cuenta del comprador”.
Por su parte el art. 859 del Código de Comercio dispone: “(Obligaciones del
vendedor “CIF”) El vendedor, en la venta “CIF”, está obligado: 1) A contratar el
transporte al punto de destino en los términos pactados y obtener del
transportador, mediante el pago del flete, el conocimiento de embarque o la carta
de porte respectiva sin observaciones, 2) A tomar un seguro por el valor total de
la mercadería objeto del contrato, aumentando en un diez por ciento conforme se
acuerde, a favor del comprador o de la persona por esté indicada y obtener del
asegurador la póliza o certificado correspondiente; 3) A entregar al comprador o
a la persona designada por éste los documentos referidos en este artículo y los
necesarios conforme a los usos y prácticas comerciales; 4) A pagar los derechos
de exportación, impuestos o cargas, si los hubiera, causados en virtud de la
exportación, y 5) A proveer certificados de origen, facturas consulares y cualquier
otro documento del país de origen o de embarque o en ambos, que el comprador
pueda necesitar para la importación de las mercaderías en el país de destino y, si
fuera necesario, para su paso en tránsito por otros países, conforme a
estipulación”.
En relación a las obligaciones del comprador el art. 860 del mismo compilado
comercial, refiere que: “(Obligaciones del comprador “CIF”) El comprador, sobre
la base “CIF”, está obligado a pagar, en la forma convenida; el precio de la
operación contra entrega de los documentos respectivos y, además, aceptar los
documentos que se le presente, a hacerse cargo de las mercaderías a su llegada; a
manejar y pagar todos los movimientos subsiguientes de la misma, y a pagar todos
los costos de desembarque, incluyendo derechos, impuestos y otros gastos en el
punto de destino señalado”.
P á g i n a 293 | 846
Por otra parte el Art. 861 del Código de Comercio preceptúa que: “(Seguro en la
venta “CIF”) Si el vendedor “CIF” no contratara el seguro en los términos
convenidos, responderá al comprador, en caso de daño o pérdida, como si
hubiere respondido el asegurador”.
Carlos Morales Guillen, en su Obra “Código de Comercio, Concordado y
Anotado”, segunda edición, Edit. Gisbert, La Paz-Bolivia 1999, pág. 874, al
realizar el comentario del inc. 2) y 3) del art. 859 señala: “...El seguro para las
mercaderías embarcadas debe ser tomado por el vendedor…El certificado de
seguro debe reproducir la póliza de una manera suficiente para dar al portador
los mismos derechos que ésta da,...
La remisión de los documentos (inc. 3) al comprador, por parte del
vendedor, debe hacerse conforme se ha estipulado en el contrato y, en su defecto,
según indica el inc. Fundamentalmente: los que acreditan el embarque de la
mercadería (conocimiento), la factura que la detalla, el comprobante del flete
pagado y el documento que acredita el seguro. Además los documentos
adicionales, llamados también atestativos (Messineo)…La remisión debe hacerse
de inmediato. Si la documentación no concuerda con las estipulaciones
contractuales, el comprador puede rechazarla…”.
El mismo autor al realizar el examen correspondiente del art. 860 del Código de
Comercio (pág. 875 a 876) en lo pertinente refiere: “...La obligación de recibir la
documentación y la mercadería, si hay cláusula de pago contra entrega de
documentos, excluye, como está dicho en la anot. Al art. anterior, la posibilidad de
previa verificación de la mercadería, particularmente en lo concerniente a si se ha
despachado en la cantidad estipulada. Si la documentación no concuerda con las
estipulaciones contractuales, es claro que el comprador no puede estar obligado
a recibir una documentación no pertinente (v. la anot. al art. anterior)”.
Asimismo al referirse al art. 861 imprime “La regla 14 de Varsovia, autoriza al
comprador que tenga conocimiento de que el vendedor no ha hecho asegurar la
mercadería, hacerla asegurarla por él, a cargo del vendedor” (Las negrillas y el
subrayado son nuestras).
De donde se infiere que en el contrato de compra venta internacional pactada entre
el comprador y vendedor en los términos CIF, el seguro para las mercaderías
embarcadas debe ser tomado por el vendedor, es decir que el contrato de seguro
corre a cuenta del vendedor, sin embargo, se dispone también que este último debe
conseguir un seguro sólo con cobertura mínima y si el comprador desea mayor
cobertura, necesitará acordarlo expresamente con el vendedor o bien concertar por
su propia cuenta el seguro adicional, asimismo, se preceptúa además que ante la
eventualidad de que el vendedor no haya contratado el seguro, éste responderá al
P á g i n a 294 | 846
comprador, en caso de daño o pérdida, como si hubiere respondido el asegurador,
por lo que el comprador puede asegurar la mercadería a cuenta de aquél; de igual
manera, se establece asimismo que una vez efectuada la remisión de los
documentos si estos no concuerdan con las estipulaciones contractuales, el
comprador puede rechazarlas, toda vez que la transferencia de la propiedad se
entiende hecha por la entrega de los documentos inherentes, desde cuyo momento
los riesgos corren por cuenta del comprador.
CONTRATO DE DEPÓSITO
Auto Supremo: 190/2016
Sucre: 09 de marzo 2016
Castán define el contrato de depósito como: “el depósito en sentido amplio es el
contrato por el cual uno recibe la cosa ajena con la obligación de guardar y
restituirla”
Guillermo Borda en su libro “Tratado de Derecho Civil” Contratos II.- define el
contrato de Deposito establece que: “En el Contrato de depósito la finalidad
esencial es precisamente la guarda de la cosa. Habrá, por tanto, depósito cuando
una de las partes entrega a la otra una cosa con la finalidad de custodiarla hasta
que aquella la reclame”. Entre las características de este tipo de contrato el mismo
autor refiere: 1.-“Es un contrato gratuito, pero puede ser oneroso si las mismas
partes lo acuerdan así, desde el momento en que el depositante promete una
remuneración el contrato deja de ser gratuito” 2.-Siendo gratuito es también
unilateral, ya que las obligaciones recaen solamente sobre el depositario, que debe
cuidar de la cosa y luego restituirla al depositante. Es verdad que el depositante
estará obligado a reintegrarle los gastos, si los hubo; pero esta obligación no es
otra cosa que una responsabilidad eventual. 3.- Es un contrato real que no queda
concluido sino con la entrega de la cosa. 4.- Es un acto de confianza del
depositante en el depositario. Este confianza está en la raíz del contrato y gobierna
sus efectos de una manera permanente”
El art. 842 del CC establece “el depósito voluntario es aquel en que la elección del
depositario esta librado a la sola voluntad del depositante” Asimismo establece el
Código Civil en el artículo siguiente, que el depósito voluntario solo se concierta
entre personas capaces de contratar, sin embargo la persona capaz depositaria de
los bienes de un incapaz, contrae todas las obligaciones de este contrato.
Nuestra legislación a partir del art. 844 al art. 857 del Código Civil ha
establecido obligaciones del depositario y del depositante, “así en el depósito
gratuito el depositario debe emplear en la custodia de la cosa depositada la
diligencia que pone en la guarda de las cosas propias, así en la modalidad de
P á g i n a 295 | 846
custodia no puede servirse de la cosa depositada ni darla en depósito de otra
persona sin el permiso expreso o presunto del depositante, bajo sanción de
resarcir el daño, sin embargo puede el depositario en circunstancias de urgencia
cumplir la custodia de la cosa en forma diferente de la convenida, dando aviso
inmediato al depositante”.
Entre otras obligaciones del depositario están la devolución de la misma cosa
recibida, en el estado en que se halla en el momento de la restitución, con más las
accesiones y frutos que hubiese percibido, asimismo pagar los intereses por el
dinero depositado desde que incurrió en mora para su restitución, todo
independientemente del daño si ha lugar, sin embargo no corren a cargo del
depositario los deterioros o perdida de la cosa que haya sobrevenido sin culpa; si el
depositario por causa que no le es imputable se ve privado de la cosa queda
liberado de restituirla, más si hubiera recibido un precio o compensación debe
entregar lo recibido al depositante y de igual forma debe dar aviso inmediato al
depositante acerca del hecho que lo ha privado de la tenencia, bajo sanción de
resarcimiento del daño en contrario.
Otra de las obligaciones del depositario debe restituir la cosa al depositante, luego
que éste la reclame, aun cuando el contrato fije un término, a menos que ese
término se hubiese convenido en interés del depositario, o que este cuente con una
orden de retención o una oposición judicial a la entrega.
Entre las obligaciones del depositante el reembolsar al depositario los gastos
hechos en la conservación del depósito, a indemnizarlo por las pérdidas que este ha
ocasionado y a pagarle la retribución convenida. El depositario tiene derecho a
retener el depósito, hasta que se le pague íntegramente lo que se le deba por razón
de él, sin embargo, el depositante podrá pedir por la vía judicial la devolución
mediante garantía idónea para el pago respectivo, sino estuviesen del todo
justificados los adeudos por este concepto.
Entre las formas de depósito nuestro Código Civil establece el depósito irregular,
del depósito en hoteles y posadas o de ambos, del depósito en almacenes generales
y del secuestro. Con relación al depósito irregular, el mismo se encuentra regulado
en la Sección V subsección I que establece otras variedades del depósito, entre los
cuales se encuentra el depósito irregular, concretamente el art. 862 del C.C
refiere” I.- En el depósito de dinero u otras cosas fungibles, con facultad
concedida para usar de lo depositado, el depositario adquiere la propiedad del
depósito y queda obligado a restituir otro tanto, en género, calidad y cantidad
iguales II.- Se presume en el caso presente la facultad del depositario para usar el
depósito, si no consta lo contrario”
P á g i n a 296 | 846
CONTRATO DE DEPÓSITO
Auto Supremo: 190/2016
Sucre: 09 de marzo 2016
Castán define el contrato de depósito como: “el depósito en sentido amplio es el
contrato por el cual uno recibe la cosa ajena con la obligación de guardar y
restituirla”
Guillermo Borda en su libro “Tratado de Derecho Civil” Contratos II.- define el
contrato de Deposito establece que: “En el Contrato de depósito la finalidad
esencial es precisamente la guarda de la cosa. Habrá, por tanto, depósito cuando
una de las partes entrega a la otra una cosa con la finalidad de custodiarla hasta
que aquella la reclame”. Entre las características de este tipo de contrato el mismo
autor refiere: 1.-“Es un contrato gratuito, pero puede ser oneroso si las mismas
partes lo acuerdan así, desde el momento en que el depositante promete una
remuneración el contrato deja de ser gratuito” 2.-Siendo gratuito es también
unilateral, ya que las obligaciones recaen solamente sobre el depositario, que debe
cuidar de la cosa y luego restituirla al depositante. Es verdad que el depositante
estará obligado a reintegrarle los gastos, si los hubo; pero esta obligación no es
otra cosa que una responsabilidad eventual. 3.- Es un contrato real que no queda
concluido sino con la entrega de la cosa. 4.- Es un acto de confianza del
depositante en el depositario. Este confianza está en la raíz del contrato y gobierna
sus efectos de una manera permanente”
El art. 842 del CC establece “el depósito voluntario es aquel en que la elección del
depositario esta librado a la sola voluntad del depositante” Asimismo establece el
Código Civil en el artículo siguiente, que el depósito voluntario solo se concierta
entre personas capaces de contratar, sin embargo la persona capaz depositaria de
los bienes de un incapaz, contrae todas las obligaciones de este contrato.
Nuestra legislación a partir del art. 844 al art. 857 del Código Civil ha
establecido obligaciones del depositario y del depositante, “así en el depósito
gratuito el depositario debe emplear en la custodia de la cosa depositada la
diligencia que pone en la guarda de las cosas propias, así en la modalidad de
custodia no puede servirse de la cosa depositada ni darla en depósito de otra
persona sin el permiso expreso o presunto del depositante, bajo sanción de
resarcir el daño, sin embargo puede el depositario en circunstancias de urgencia
cumplir la custodia de la cosa en forma diferente de la convenida, dando aviso
inmediato al depositante”.
Entre otras obligaciones del depositario están la devolución de la misma cosa
recibida, en el estado en que se halla en el momento de la restitución, con más las
accesiones y frutos que hubiese percibido, asimismo pagar los intereses por el
dinero depositado desde que incurrió en mora para su restitución, todo
independientemente del daño si ha lugar, sin embargo no corren a cargo del
depositario los deterioros o perdida de la cosa que haya sobrevenido sin culpa; si el
depositario por causa que no le es imputable se ve privado de la cosa queda
liberado de restituirla, más si hubiera recibido un precio o compensación debe
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entregar lo recibido al depositante y de igual forma debe dar aviso inmediato al
depositante acerca del hecho que lo ha privado de la tenencia, bajo sanción de
resarcimiento del daño en contrario.
Otra de las obligaciones del depositario debe restituir la cosa al depositante, luego
que éste la reclame, aun cuando el contrato fije un término, a menos que ese
término se hubiese convenido en interés del depositario, o que este cuente con una
orden de retención o una oposición judicial a la entrega.
Entre las obligaciones del depositante el reembolsar al depositario los gastos
hechos en la conservación del depósito, a indemnizarlo por las pérdidas que este ha
ocasionado y a pagarle la retribución convenida. El depositario tiene derecho a
retener el depósito, hasta que se le pague íntegramente lo que se le deba por razón
de él, sin embargo, el depositante podrá pedir por la vía judicial la devolución
mediante garantía idónea para el pago respectivo, sino estuviesen del todo
justificados los adeudos por este concepto.
Entre las formas de depósito nuestro Código Civil establece el depósito irregular,
del depósito en hoteles y posadas o de ambos, del depósito en almacenes generales
y del secuestro. Con relación al depósito irregular, el mismo se encuentra regulado
en la Sección V subsección I que establece otras variedades del depósito, entre los
cuales se encuentra el depósito irregular, concretamente el art. 862 del C.C
refiere” I.- En el depósito de dinero u otras cosas fungibles, con facultad
concedida para usar de lo depositado, el depositario adquiere la propiedad del
depósito y queda obligado a restituir otro tanto, en género, calidad y cantidad
iguales II.- Se presume en el caso presente la facultad del depositario para usar el
depósito, si no consta lo contrario”
CONTRATO DE MUTUO
Auto Supremo: 844/2016
Sucre: 19 de julio 2016
Proceso: Cumplimiento de obligación.
El art. 895 del Código Civil establece: “El mutuo es el préstamo de cosas fungibles
que el mutuario está obligado a devolver al mutuante en cosas de igual género,
calidad y cantidad”. Al respecto al autor Carlos Morales Guillen en su libro:
“Código Civil Concordado y Anotado” Cuarta Edición, Tomo II refiere: “Al
préstamo de una suma de dinero o de otras cosas que se consumen con el uso se
les llama mutuo. El mutuario o prestatario debe restituir la misma suma o cosa de
la misma especie y calidad (Capitant).
El mutuo o préstamo simple o simple préstamo como también se le designa con
expresión de poca técnica es un contrato principal, real y gratuito u oneroso, por
virtud del cual una de las partes entrega a la otra dinero u otra cosa fungible con
la condición de que se le devuelva otro tanto de la misma especie y calidad. En
antítesis con el comodato (préstamo de uso) el mutuo desde el punto de visto
económico es un préstamo de consumo (Messineo). Pueden ser objeto de este
contrato el dinero y las demás cosas fungibles esto es, todo lo que se presta en
concepto y cantidad y solamente en consideración a la clase y la especie a que la
cosa pertenece. Su forma está sometida a las reglas del derecho común.”
En ese sentido en este tipo de contrato existe la condición esencial la misma que es
la devolución de lo prestado en la misma especie y calidad, obligación que debe
cumplir el prestatario o mutuante.
CONTRATO DE SEGUROS
Auto Supremo: 961/2015 - L
P á g i n a 299 | 846
Sucre: 22 de Octubre 2015
El seguro es un contrato por el cual el asegurador se obliga a indemnizar un daño o
a cumplir la prestación convenida al producirse la eventualidad prevista y el
asegurado o tomador a pagar la prima, conforme señala el art. 979 del Código de
Comercio; éste contrato es de naturaleza consensual, ya que se perfecciona por el
consentimiento de las partes y los derechos y obligaciones recíprocos que emergen
de esa relación contractual empiezan desde el momento de su celebración, así
establece el art. 982 del citado Código.
El art. 1006 del referido Código de Comercio manifiesta que el contrato de seguro
se prueba por escrito, mediante la póliza de seguro, debiendo redactarse en idioma
castellano, en forma clara y fácilmente legible y extenderse en dos ejemplares que
deben ser firmados por las partes cuyo original se entregará al interesado.
Descrita la naturaleza jurídica del contrato de seguro y de la póliza, debemos
ingresar a incidir sobre el resarcimiento que prevé el art. 984 del Código Civil, que
indica: “(RESARCIMIENTO POR HECHO ILICITO) Quien con un hecho doloso o
culposo, ocasiona a alguien un daño injusto, queda obligado al resarcimiento”. La
referida norma establece responsabilidad civil que emerge de hechos –con dolo o
culpa- que causaren un daño injusto, cuya reparación o resarcimiento debe
prestarse, ese hecho para causar daño y ser considerado injusto, debe ser
antijurídico y devenir por acción u omisión del sujeto o por sus subordinados,
dependientes e incapaces.
CONTRATO DE VENTA
Auto Supremo: 904/2015 – L
Sucre: 08 de octubre 2015
Ahora se dirá que por el contrato de venta -contenido en el art. 584 del Código
Civil- se entiende cuya noción refiere al contrato por el cual el vendedor transfiere
la propiedad de una cosa o transfiere otro derecho al comprador por un precio en
dinero, de dicho contrato se generan obligaciones para el comprador, que en la
generalidad es el pago del precio o los intereses que se encuentran contenidas con
precisión en los arts. 636 a 640 del Código Civil, también de dicho contrato se
generan obligaciones para el vendedor, que en la generalidad resultan ser la entrega
de la cosa, responder por la evicción y vicios de la cosa; entre los sujetos de las
obligaciones se encuentran el sujeto activo y el sujeto pasivo de la obligación el
activo siempre resulta ser el acreedor de una prestación y el deudor de esa
prestación resulta ser deudor; ahora tomando en cuenta que el objeto de un contrato
es la obligación, el objeto de la obligación es la prestación, y el objeto de la
prestación es la conducta del deudor de dar hacer o no hacer una cosa.
P á g i n a 300 | 846
CONTRATO DE VENTA EN EL DERECHO PRIVADO ES CONSENSUAL
Auto Supremo: 968/2016
Sucre: 18 de agosto 2016
Proceso: Incumplimiento de obligación y pago de daños y perjuicios.
El contrato de venta contenido en el art. 540 del Código Civil,
señala: “(NOCION)” Hay contrato cuando dos o más personas se ponen de
acuerdo para constituir, modificar o extinguir entre sí una relación jurídica”, esto
quiere decir que el contrato se perfecciona con el consentimiento de las partes, con
la excepción de los contratos que deben reunir la forma exigida por ley como señal
el art. 591 del mismo cuerpo legal, también el art. 584 del Código Civil señala lo
siguiente: “La venta es un contrato por el cual el vendedor transfiere la propiedad
de una cosa o transfiere otro derecho al comprador” por lo que la descripción
particular del contrato de venta no requiere la efectivización de un contrato escrito,
sino que basta por el consentimiento de las partes.
P á g i n a 303 | 846
De las normas descritas se tiene que un contrato no puede surtir efectos sino
cuando ha sido consentido por las partes, y en el caso de actuarse mediante
representante, éste debe contar con la autorización expresa para efectuar la
representación, esto quiere decir que el otorgante (titular del derecho) haya
autorizado la ejecución de dicho acto, acreditado tal aspecto se entiende que la
representación ha sido acreditada.
CONTRATO, EFICACIA
Auto Supremo: 204/2016
Sucre: 11 de marzo 2016
Corresponde en principio precisar que el art. 450 del Código Civil refiere: “Hay
contrato cuando dos o más personas se ponen de acuerdo para constituir,
modificar o extinguir entre si una relación jurídica”, sobre el termino contrato
podemos hacer alusión al DICCIONARIO DE CIENCIAS JURIDICAS
POLITICAS Y SOCIALES de MANUEL OSORIO, el cual define este término
como: “Pacto o convenio entre partes que se obligan sobre materia o cosa
determinadas y a cuyo cumplimiento pueden ser compelidas”. Asimismo, Capitant
lo define como: “Acuerdo de voluntades entre dos o más personas con el objeto de
crear entre ellas vínculos y obligaciones”. De las alusiones doctrinarias podemos
destacar que la concepción más clara de un contrato resulta ser el acuerdo de dos
o más voluntades, con la finalidad de generar obligaciones y derechos.
Asimismo el art. 519 del mismo Código Civil expresa: “El contrato tiene fuerza de
ley entre las partes contratantes. No puede ser disuelto sino por consentimiento
mutuo o por las causas autorizadas por ley.”, acudiendo a la doctrina sobre el
entendimiento de la norma podemos citar a Carlos Morales Guillem quien en su
obra Código Civil anotado y Concordado tomo I pág. 733 refiere: “La segunda
regla del art. precisa que solo la voluntad de las mismas partes, que dieron vida y
eficacia al contrato puede convenir la disolución de la relación jurídica
constituida en este….”. De la norma citada se evidencia que el juzgador ha
otorgado al contrato fuerza de ley entre partes, esto conforme al aforismo -PACTA
SUNT SERVANDA- y al principio de libertad contractual, empero, el contrato al
nacer del acuerdo de voluntades en aplicación de esa libertad contractual puede ser
disuelto, de la misma forma, es decir por mutuo acuerdo de partes, conforme lo
determina la Ley.
P á g i n a 304 | 846
Sucre: 14 de octubre 2015
El Código de Comercio en sus arts. 1 y 786, dispone la aplicación por analogía y
supletoriamente a los negocios comerciales, los principios y normas de los
contratos y obligaciones, así como la prueba, regulados, respectivamente por el
Código Civil y Código de Procedimiento Civil.
En esa permisibilidad del compilado comercial, el art. 519 (Eficacia del contrato)
del Código Civil dispone que “El contrato tiene fuerza de ley entre las partes
contratantes. No puede ser disuelto sino por consentimiento mutuo o por las
causas autorizadas por la ley”, asimismo el art. 520 (Ejecución de buena fe e
integración del contrato) del mismo sustantivo, determina que: “El contrato debe
ser ejecutado de buena fe y obliga no sólo a lo que se ha expresado en él, sino
también a todos los efectos que deriven conforme a su naturaleza, según la ley, o a
falta de ésta según los usos y la equidad”.
Por su parte, el Art. 803 (Buena fe en los contratos) del Código de Comercio,
dispone que: “En todo contrato se presume la buena fe y, en consecuencia, obliga
no solo a lo pactado expresamente en ellos, sino también en lo correspondiente a
la naturaleza de los mismos según la Ley, la costumbre o la equidad”.
De la relación normativa precedentemente efectuada, se conoce que las partes
deben concurrir al negocio jurídico voluntario de buena fe, y expresar en el
contrato los términos convenidos de forma clara, expresa y concreta, toda vez que
el contrato tiene fuerza de ley entre las partes contratantes, es más los efectos de los
contratos no solo alcanzan a las cosas o hechos expresados en ellos como objeto
determinado o determinable, sino también respecto de todo lo que por imperio de la
ley, de los usos o de la equidad corresponde a la naturaleza del contrato, en esa
medida el contrato será interpretado por el juzgador en el marco de la equidad y de
la buena fe.
CONTRATO, NOCION
Auto Supremo: 427/2016
Sucre: 03 de mayo 2016
Proceso: Pago de deuda.
El art. 450 del Código Civil establece: “hay contrato cuando dos o más personas
se ponen de acuerdo para constituir modificar o extinguir entre sí una relación
jurídica”, Por lo que diremos que contrato es aquel acto jurídico constituido por el
acuerdo de dos o más voluntades sobre un objeto patrimonial de interés común,
con el fin de crear, modificar o extinguir derechos y obligaciones. Las obligaciones
de los contratos son prestaciones de dar, hacer o no hacer, La obligación nace como
consecuencia del contrato al ser una de sus fuentes.
P á g i n a 305 | 846
El contrato tiene entre los actos jurídicos, una categoría importante como figura
encaminada a crear una obligación. “Es un acuerdo de voluntades que cualquiera
fuese sus contenido da vida a una obligación” ( Messineo)
Álvaro Taruf Gonzales señala” El contrato es un concierto de voluntades que por
lo regular constituye una unidad y en consecuencia sus estipulaciones deben
apreciarse en forma coordinada y armónica y no aislada una de otras como partes
autónomas, porque de esta suerte se podrá desarticular y romper aquella unidad,
sembraría la confusión y se correría el riesgo de contrariar el querer de las
partes, haciendo producir a la convención efectos que estas no sospecharon”
Gonzalo Castellanos Trigo en su obra: “Teoría general de los Contratos conforme
al Código Civil Boliviano” Pág. 12. “Contrato o Convención es una acto por el
cual una parte se obliga para con otra, hacer o no hacer alguna cosa
determinada; es decir contrato existe desde que una o varias personas consientes
en obligarse respecto de otra u otras, a dar alguna cosa o prestar algún servicio.
Cada parte puede ser una o más personas individuales o colectivas; por lo tanto,
existe contrato cuando dos o más personas se ponen de acuerdo con fines lícitos
para constituir, modificar o extinguir entre sí una relación jurídica”
P á g i n a 306 | 846
deben restituirse recíprocamente todo lo que hubieran recibido con motivo del
contrato resuelto; la segunda, el efecto reintegrativo cobra vitalidad cuando ha
existido entre las partes un comienzo de ejecución del contrato del cumplimiento
unilateral o el intercambio de prestaciones. Si el obligado a restituir es quien ha
dado lugar a la resolución, debe ser tratado como poseedor de mala fe, por tal
razón, si la cosa se ha destruido o deteriorado, aunque sea por caso fortuito, el
deudor está obligado a la reparación. Finalmente se encuentra el efecto
resarcitorio, en la cual, la resolución declarada impone al responsable la
reparación del daño ocasionado en lo que corresponde a la pérdida sufrida (daño
emergente) y a la pérdida de la ganancia (lucro cesante).
CONTRATOS ADMINISTRATIVOS
Auto Supremo: 692/2015 - L
Sucre: 14 de agosto 2015
El art. 47 de la Ley Nº 1178, in fine, prevé: “Son contratos administrativos
aquellos que se refieren a contratación de obras, provisión de materiales, bienes y
servicios y otros de similar naturaleza”, en cambio, en el ámbito del derecho
privado, el Codigo Civil, en su art. 450, dispone: “Hay contrato cuando dos o más
personas se ponen de acuerdo para constituir, modificar o extinguir entre sí una
relación jurídica”, de esa manera se evidencian las diferencias que existen en el
contrato de naturaleza administrativa y el de naturaleza civil, puesto que el primero
es propio del derecho público y el segundo, pertenece al ámbito del derecho
privado.
No obstante, la doctrina contemporánea plantea nuevas directrices sobre los
contratos de naturaleza administrativa bajo la consideración que la personalidad del
Estado es única, que es pública, aunque su actividad pueda estar regulada en
algunas oportunidades por el derecho privado. “En todos los contratos que celebre,
al igual que en todos los actos jurídicos que lleva a cabo, la Administración
persigue la satisfacción del interés público, esto es, debe servir con objetividad los
intereses generales, pero, aun cuando todos los contratos que celebra la
Administración persiguen finalidades públicas, como no podía ser de otro modo, la
trascendencia de éstas no siempre es la misma, de modo que en unos contratos se
persigue un interés público especialmente relevante (ejemplo clásico la
construcción de una carretera) y en otros, aun cuando importante, no lo es tanto,
como suele suceder en las ventas de bienes patrimoniales por la Administración.
En efecto, en sentido amplio, todos los contratos de la Administración persiguen
fines públicos, aunque es distinto según que se trate de contratos propiamente
administrativos, en los que el fin público es esencial, o de contratos privado de la
Administración, en los que tiene un carácter más mediato y relativo”.
P á g i n a 307 | 846
Roberto Dromi, enseña: “Estrictamente hablando, no hay contratos civiles de la
Administración; en principio todos son de Derecho público, sometidos a reglas
especiales…los contratos de la Administración se rigen predominantemente por el
Derecho público, pero los hay también regidos en parte por el Derecho privado.
Así, están más próximos al Derecho civil (más lejanos del derecho administrativo),
los contratos de cesión, permuta, donación, locación, compraventa, mandato,
depósito, fianza, mutuo hipotecario, transporte, contratos aleatorios. Por el
contrario, están más cerca del Derecho Administrativo los contratos de empleo o
función pública, empréstito, concesión de servicios públicos, concesión de obras
públicas, obra pública y suministro”.
El Auto Supremo Nº 105 de 27 de marzo de 2014, ha dicho: “…podríamos
considerar que si la Administración Pública es una entidad de derecho público,
sus actos son de esa índole, de derecho público, y por tal no existen actos privados
de la administración; sin embargo en determinados casos, el objeto del acto que
realiza es aplicable el derecho privado, lo que no significa que ese acto sea
privado esto en sentido que los contratos siempre están propugnados por el
derecho público por la naturaleza del contratante que es el Estado. En uno u otro
sentido, la distinción del contrato a partir de su objeto donde el contratante sea la
Administración Pública, lo que define, para fines prácticos, es el régimen
jurisdiccional al que se debe, aquellos que conciernen su objeto a una utilidad
pública o de servicio, a la jurisdicción contenciosa- administrativa, y en los que su
objeto sea de régimen privado a los tribunales civiles. En otras palabras, la
preparación y adjudicación del contrato administrativo, cualquiera sea su
naturaleza, se rigen siempre por reglas del derecho administrativo; es así que
aquel contrato que tenga su objeto una prestación privada, todo el formalismo
antes de su celebración, propiamente dicho, deben llevarse por las normas
administrativas regidas para el efecto”. Eduardo García de Enterría, en la obra
Curso de Derecho Administrativo haciendo alusión a los contratos administrativos
refiere que: “Una Administración Pública puede arrendar un inmueble suyo para
obtener una renta, el arrendamiento se regirá entonces por el Derecho Privado,
pero la formación de la voluntad contractual de la entidad administrativa y la
selección del contratista deberán acomodarse a las reglas del Derecho Público”.
Agustín Gordillo en esa misma orientación, en la obra Contratos Administrativos,
indica que: “Solo podrán regirse por el derecho civil en lo que refiere al objeto del
acto o contrato, pero ello no quita que lo dominante siga siendo el derecho
público, con lo cual puede calificarse al contrato en su totalidad como un contrato
de derecho civil”.
El art. 232 de la Constitución Política del Estado, refiere los principios a los que se
rige la Administración Pública, entre ellos el principio de legalidad, principio por el
que a través de la ley el ente estatal debe guiarse, es la legalidad que otorga
P á g i n a 308 | 846
facultades en realizar determinado acto con sus límites potestativos. A decir de
García de Enterría: “Toda acción administrativa se nos presenta así como ejercicio
de un poder atribuido previamente por Ley y por el delimitado y construido. Sin
una atribución legal previa de potestades la Administración no puede actuar,
simplemente.”
El mismo Auto Supremo señala: “…la actual normativa administrativa refiere a un
régimen de contratación estatal que regula la contratación de bienes y servicios
por parte de la Administración Pública, estableciendo un tipo de modalidad para
el monto que requiere la contratación, y en mérito a esa modalidad se destina
también un procedimiento administrativo propio para la celebración del
contrato…en ese caso es de entender que aún el contrato sea en su objeto de
carácter civil, o un contrato administrativo propiamente dicho (nominales como el
de provisión de bienes, construcción de obras, prestación de servicios generales o
servicios de consultoría), no es posible descartar por parte de los contratantes
aquél régimen procedimental, ya que el sistema de contratación sólo puede actuar
cuando la ley la habilita para ello y en los términos previstos para esa
habilitación, en tal caso el procedimiento, formalismo, a seguir por el ente
administrativo en un determinado contrato es jurídicamente relevante, porque solo
de esa manera se justifica la celebración contractual, que tiene ligazón con la
competencia de la Administración, génesis al procedimiento.
P á g i n a 313 | 846
esta competencia está en el objeto del contrato administrativo, es decir, al grado
de interés público que el contrato tiene”.
Por otra parte se debe señalar que la Constitución Política de Estado Plurinacional,
así como la Ley del Órgano Judicial, reconocen y regulan las jurisdicciones
especializadas y dentro de ellas a la jurisdicción contencioso administrativa,
desarrollada y regulada por la Ley Nº 620, al igual que la Ley No. 1178 de 20 de
julio de 1990; D.S. 181 de 28 de junio de 2009, así también el Código de
Procedimiento Civil en su art. 775 dispone: “En todos los casos en que existiere
contención emergente de los contratos, negociaciones o concesiones del Poder
Ejecutivo, conforme a las previsiones pertinentes a la Constitución Política del
Estado, se presentará la demanda ante la Corte Suprema de Justicia…”. Precepto
normativo que señalaba la competencia de los contratos administrativos a la
Extinta Corte Suprema de Justicia y que actualmente se encuentra regulada por la
Ley Nº 620 de 29 de diciembre de 2014.
La norma referida crea la jurisdicción especializada contencioso-administrativa
regulada como jurisdicción especial, la misma, en sus dos esferas, vale decir en lo
contencioso y en lo contencioso-administrativo, corresponde a la competencia de
las Salas Especializadas en materia Contenciosa y Contenciosa Administrativa de
los Tribunales Departamentales de justicia y del Tribunal Supremo de Justicia y en
cuanto a los recursos de casación conocerá la Sala Plena del Tribunal Supremo de
Justicia.
Consiguientemente son todos los Tribunales mencionados, a quienes por ley se les
atribuye la competencia para ejercer la jurisdicción contenciosa administrativa,
razón que por expreso mandato de la ley deben conocer las causas a que se refieren
los arts. 775 y 778 del Código de Procedimiento Civil, la primera hace referencia a
los casos en que exista controversia emergente de los contratos, negociaciones o
concesiones del Poder Ejecutivo, sin embargo esta última previsión, no debe ser
interpretada de manera limitativa, en sentido de hacer mención únicamente a los
contratos, negociaciones y concesiones del Poder Ejecutivo comprendido éste solo
en su nivel Central, por el contrario la misma debe ser interpretada en un sentido
amplio, pues, como se analizó inicialmente, el contrato de naturaleza
administrativa es el parámetro que debe tenerse en cuenta a efectos de habilitar la
jurisdicción especializada contencioso-administrativa, concluyendo que habrá
contrato administrativo en la esfera de los cuatro Órganos del Estado (Ejecutivo,
Legislativo, Judicial y Electoral), entidades públicas con plena autonomía y en si
en la esfera de toda entidad estatal sujeta a la Ley Nº 1178, pues en esos ámbitos
del Estado se desarrolla un función Administrativa y existe el interés público, que
cuando se constituye en el objeto directo de la contratación determina la naturaleza
administrativa del contrato.
Lo expuesto permite concluir que en el ámbito de la actual Constitución Política
del Estado y de la Ley Nº 620, la disposición final Tercera de la Ley Nº 439 de 19
de noviembre de 2013 (Código Procesal Civil). La competencia en lo contencioso-
administrativo, corresponde a las Salas Especializadas de los Tribunales
P á g i n a 314 | 846
Departamentales de Justicia así como a la Sala Especializada del Tribunal Supremo
de Justicia y en Casación ante la Sala Plena del máximo tribunal referido,
consiguientemente la competencia para el conocimiento y resolución de todo litigio
emergente de la interpretación controvertida y de la ejecución de los contratos
administrativos no corresponde a la Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia, de
igual manera resulta también contrario a las reglas de competencia jurisdiccional
someter esas controversias a los Tribunales ordinarios de materia civil o comercial,
lo que encontraría sanción en lo previsto por el art. 122 de la Constitución Política
del Estado que establece que: “Son nulos los actos de las personas que usurpen
funciones que no les competen, así como los actos de las que ejercen jurisdicción o
potestad que no emane de la ley”.
Dicho criterio ha sido asumido por este Tribunal, conforme a la Constitución
Política del Estado, la vasta jurisprudencia y la Ley 620.
CONTRATOS ADMINISTRATIVOS
Auto Supremo: 487/2016
Sucre: 16 de mayo de 2016
Proceso: Ordinario, (cumplimiento de obligación, pago de daños y perjuicios,
intereses, mantenimiento de valor y otros).
Con respecto a las demandas judiciales emergentes de contratos celebrados entre
una Entidad Pública con personas particulares como acontece en el caso presente,
este Tribunal Supremo de Justicia ya tiene consolidada la línea jurisprudencial a
través de los Autos Supremos Nº 236/2014, 251/2014, 253/2014, 254/2014 entre
otros, misma que se expone a continuación extrayendo únicamente lo más esencial
y sobresaliente del razonamiento jurisprudencial.
Los indicados fallos fueron emitidos en base a corrientes doctrinarias sustentado
por varios autores, entre estos se menciona a los siguientes:
Rafael Bielsa en su obra “Principios de Derecho Administrativo” define: “Es
contrato administrativo el que la Administración celebra con otra persona pública
o privada, física o jurídica, y que tiene por objeto una prestación de utilidad
pública”.
El citado autor considera que: “(…) en todo contrato administrativo deben
concurrir los siguientes elementos esenciales: a) Uno de los sujetos de la relación
jurídica es la Administración Pública (Estado, provincia, comuna o entidad
autárquica) obrando como tal, es decir, como entidad de derecho público. b) El
objeto del contrato es una prestación de utilidad pública; por ejemplo, un servicio
público propio, un empleo público, una obra pública (de interés general o
colectivo), etc.”
P á g i n a 315 | 846
Por otra parte, la teoría de la doble personalidad del Estado que se solía sustentar
en el pasado para justificar la celebración de contratos por parte del Estado como
persona de derecho privado, ha sido superada por la moderna doctrina; así Roberto
Dromi en su Obra “Derecho Administrativo”, Ed. 2006, pág. 472 señala: "La
personalidad del Estado es una. No tiene una doble personalidad, pública o
privada, que le posibilite celebrar contratos administrativos y contratos, civiles,
comerciales, sujeto a regímenes especiales. El Estado tiene una sola personalidad,
que es publica, aunque su actividad pueda en algunas oportunidades estar
regulada por el Derecho Privado".
En correspondencia con esta última corriente doctrinaria, Agustín Gordillo citando
a otros autores, manifiesta: “… Es que se opone a ello la doctrina moderna en
materia de personalidad y doble personalidad del Estado, la cual señala que, el
Estado es siempre persona pública y ente de derecho público, aun cuando penetre
en la esfera de las relaciones en que se mueven los entes o las personas privadas.
La administración es siempre persona de derecho público, que realiza operaciones
públicas, con fines públicos y dentro de los principios y formas del derecho
público, aunque revista sus actos con formas que son comunes al derecho privado
y use de los medios que éste autoriza y para objetos análogos”.
Nuestro ordenamiento positivo, en el art. 47 de la Ley 1178 reconoce la naturaleza
administrativa de los contratos que suscriben las entidades del Estado sujetas a esa
normativa de control gubernamental, la misma que en su parte final dispone: " …
son contratos administrativos aquellos que se refieren a contratación de obras,
provisión de materiales, bienes y servicios y otros de similar naturaleza ..."..
Como se podrá advertir, la citada norma legal, al margen de señalar de manera
expresa que contratos tienen naturaleza administrativos, deja abierta la posibilidad
la existencia de otros contratos administrativos en razón de su naturaleza jurídica,
siendo de trascendental importancia determinar esta situación a los efectos de
delimitar el régimen jurídico aplicable a dichos contratos en su celebración,
ejecución, así como el orden jurisdiccional y competencia para conocer las
controversias que surjan entre las partes.
Al respecto el nombrado autor Rafael Bielsa en su obra citada señala: “El
conocimiento y decisión de todo litigio sobrevenido en la ejecución (o
interpretación controvertida) de los contratos administrativos corresponde a los
tribunales con competencia en lo contencioso administrativo. El fundamento y
justificación de esta competencia está en el objeto del contrato administrativo, es
decir, en el grado de interés público que el contrato contiene”.
El mencionado autor sostiene que: “Es contrario al principio de la competencia
jurisdiccional someter a tribunales civiles o comerciales las contiendas surgidas
P á g i n a 316 | 846
en la ejecución o cumplimiento de un contrato administrativo. Tanto por el objeto
como por ser parte la Administración Pública, la competencia debe ser de los
tribunales contencioso-administrativos (…)”.
En nuestro ordenamiento jurídico en ningún momento ha reconocido competencia
a los jueces civiles para el conocimiento de demandas emergentes de contratos
administrativos; con la vigencia de la actual Constitución Política del Estado en su
art. 179.I se estableció las jurisdicciones especializadas al margen de las ya
existentes, sin embargo su funcionamiento no pudo consolidarse de manera plena
por falta de una ley específica que la regule, tan solo se emitieron disposiciones
legales transitorias sobre esta materia como la Ley Nº 212 del 23 de diciembre del
2011, la misma que en su art. 10.I asignaba competencia a la Sala Plena del
Tribunal Supremo de Justicia para el conocimiento de las causas contenciosas que
resultaren de los contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de
las demandas contenciosas-administrativas a que dieren lugar las resoluciones del
mismo, hasta que sean reguladas por Ley como jurisdicción especializada; nótese
que esa asignación de competencia no es a la jurisdicción ordinaria civil, sino a la
Sala Plena en su calidad de jurisdicción especial.
Actualmente, se encuentra en vigencia la Ley Nº 620 de 29 de diciembre de 2014,
la misma que crea en la estructura del Tribunal Supremo de Justicia y en los
Tribunales Departamentales de Justicia, las Salas en Materia Contenciosa y
Contenciosa Administrativa estableciendo sus atribuciones conforme se encuentra
descrito en sus art. 2 y 3; consiguientemente son los indicados Tribunales y en esas
instancias a quien la Ley atribuye competencia para ejercer la jurisdicción
contenciosa y contenciosa administrativa y conocer las causas a que se referían los
arts. 775 y 778 del Código de Procedimiento Civil, en tanto la misma no sea
regulada por ley especial; pretender someter esas controversias a los Jueces
ordinarios de materia civil o comercial, encontraría sanción en lo previsto por el
art. 122 de la Constitución Política del Estado.
La primera citada norma legal del Código de Procedimiento Civil hacia referencia
a los casos en que exista controversia emergente de los contratos, negociaciones o
concesiones del Poder Ejecutivo, sin embargo esta previsión legal no debe ser
entendida de manera limitativa, en sentido de hacer mención únicamente a los
contratos, negociaciones y concesiones del Poder Ejecutivo comprendido éste solo
en su nivel central; por el contrario la misma debe ser interpretada en un sentido
amplio, pues, como se analizó inicialmente, el contrato de naturaleza
administrativa es el parámetro que debe tenerse en cuenta a efectos de habilitar la
jurisdicción especializada contencioso-administrativa, concluyendo que habrá
contrato administrativo en la esfera de los cuatro Órganos del Estado (Ejecutivo,
P á g i n a 317 | 846
Legislativo, Judicial y Electoral), así como en las entidades públicas que gozan de
autonomía y en si en la esfera de toda entidad estatal sujeta a la Ley Nº 1178, pues
en esos ámbitos del Estado se desarrolla una función Administrativa y existe el
interés público, siendo el objeto de la contratación la que determina la naturaleza
administrativa del contrato.
P á g i n a 318 | 846
El citado autor considera que: “(…) en todo contrato administrativo deben
concurrir los siguientes elementos esenciales: a) Uno de los sujetos de la relación
jurídica es la Administración Pública (Estado, provincia, comuna o entidad
autárquica) obrando como tal, es decir, como entidad de derecho público. b) El
objeto del contrato es una prestación de utilidad pública; por ejemplo, un servicio
público propio, un empleo público, una obra pública (de interés general o
colectivo), etc.”
Por otra parte, la teoría de la doble personalidad del Estado que se solía sustentar
en el pasado para justificar la celebración de contratos por parte del Estado como
persona de derecho privado, ha sido superada por la moderna doctrina; así Roberto
Dromi en su Obra “Derecho Administrativo”, Ed. 2006, pág. 472 señala: "La
personalidad del Estado es una. No tiene una doble personalidad, pública o
privada, que le posibilite celebrar contratos administrativos y contratos, civiles,
comerciales, sujeto a regímenes especiales. El Estado tiene una sola personalidad,
que es publica, aunque su actividad pueda en algunas oportunidades estar
regulada por el Derecho Privado".
En correspondencia con esta última corriente doctrinaria, Agustín Gordillo citando
a otros autores, manifiesta: “… Es que se opone a ello la doctrina moderna en
materia de personalidad y doble personalidad del Estado, la cual señala que, el
Estado es siempre persona pública y ente de derecho público, aun cuando penetre
en la esfera de las relaciones en que se mueven los entes o las personas privadas.
La administración es siempre persona de derecho público, que realiza operaciones
públicas, con fines públicos y dentro de los principios y formas del derecho
público, aunque revista sus actos con formas que son comunes al derecho privado
y use de los medios que éste autoriza y para objetos análogos”.
Nuestro ordenamiento positivo, en el art. 47 de la Ley 1178 reconoce la naturaleza
administrativa de los contratos que suscriben las entidades del Estado sujetas a esa
normativa de control gubernamental, la misma que en su parte final dispone: " …
son contratos administrativos aquellos que se refieren a contratación de obras,
provisión de materiales, bienes y servicios y otros de similar naturaleza ..."..
Como se podrá advertir, la citada norma legal, al margen de señalar de manera
expresa que contratos tienen naturaleza administrativos, deja abierta la posibilidad
de la existencia de otros contratos administrativos en razón de su naturaleza
jurídica, siendo de trascendental importancia determinar esta situación a los efectos
de delimitar el régimen jurídico aplicable a dichos contratos en su celebración,
ejecución, así como el orden jurisdiccional y competencia para conocer las
controversias que surjan entre las partes.
Al respecto el nombrado autor Rafael Bielsa en su obra citada señala: “El
conocimiento y decisión de todo litigio sobrevenido en la ejecución (o
interpretación controvertida) de los contratos administrativos corresponde a los
tribunales con competencia en lo contencioso administrativo. El fundamento y
justificación de esta competencia está en el objeto del contrato administrativo, es
decir, en el grado de interés público que el contrato contiene”.
P á g i n a 319 | 846
El mencionado autor sostiene: “Es contrario al principio de la competencia
jurisdiccional someter a tribunales civiles o comerciales las contiendas surgidas
en la ejecución o cumplimiento de un contrato administrativo. Tanto por el objeto
como por ser parte la Administración Pública, la competencia debe ser de los
tribunales contencioso-administrativos (…)”.
En nuestro ordenamiento jurídico en ningún momento ha reconocido competencia
a los jueces civiles para el conocimiento de demandas emergentes de contratos
administrativos; con la vigencia de la actual Constitución Política del Estado en su
art. 179.I se estableció las jurisdicciones especializadas al margen de las ya
existentes, sin embargo su funcionamiento no pudo consolidarse de manera plena
por falta de una ley específica que la regule, tan solo se emitieron disposiciones
legales transitorias sobre esta materia como la Ley Nº 212 del 23 de diciembre del
2011, la misma que en su art. 10.I asignaba competencia a la Sala Plena del
Tribunal Supremo de Justicia para el conocimiento de las causas contenciosas que
resultaren de los contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de
las demandas contenciosas-administrativas a que dieren lugar las resoluciones del
mismo, hasta que sean reguladas por Ley como jurisdicción especializada; nótese
que esa asignación de competencia no es a la jurisdicción ordinaria civil, sino a la
Sala Plena en su calidad de jurisdicción especial.
Actualmente, se encuentra en vigencia la Ley Nº 620 de 29 de diciembre de 2014,
la misma que crea en la estructura del Tribunal Supremo de Justicia y en los
Tribunales Departamentales de Justicia, las Salas en Materia Contenciosa y
Contenciosa Administrativa estableciendo sus atribuciones conforme se encuentra
descrito en sus art. 2 y 3; consiguientemente son los indicados Tribunales y en esas
instancias a quien la Ley atribuye competencia para ejercer la jurisdicción
contenciosa y contenciosa administrativa y conocer las causas a que se referían los
arts. 775 y 778 del Código de Procedimiento Civil, en tanto la misma no sea
regulada por ley especial; pretender someter esas controversias a los Jueces
ordinarios de materia civil o comercial, encontraría sanción en lo previsto por el
art. 122 de la Constitución Política del Estado.
La primera citada norma legal del Código de Procedimiento Civil hacía referencia
a los casos en que exista controversia emergente de los contratos, negociaciones o
concesiones del Poder Ejecutivo, sin embargo esta previsión legal no debe ser
entendida de manera limitativa, en sentido de hacer mención únicamente a los
contratos, negociaciones y concesiones del Poder Ejecutivo comprendido éste solo
en su nivel central; por el contrario la misma debe ser interpretada en un sentido
amplio, pues, como se analizó inicialmente, el contrato de naturaleza
administrativa es el parámetro que debe tenerse en cuenta a efectos de habilitar la
jurisdicción especializada contencioso-administrativa, concluyendo que habrá
contrato administrativo en la esfera de los cuatro Órganos del Estado (Ejecutivo,
Legislativo, Judicial y Electoral), así como en las entidades públicas que gozan de
autonomía y en si en la esfera de toda entidad estatal sujeta a la Ley Nº 1178, pues
en esos ámbitos del Estado se desarrolla una función Administrativa y existe el
P á g i n a 320 | 846
interés público, siendo el objeto de la contratación la que determina la naturaleza
administrativa del contrato y por ende la competencia de la autoridad jurisdiccional
para el conocimiento de las controversias suscitadas de dicho contrato, así como
todas las situaciones que emerjan de esa relación contractual.
P á g i n a 321 | 846
o privada, física o jurídica, y que tiene por objeto una prestación de utilidad
pública”.
El citado autor considera que: “(…) en todo contrato administrativo deben
concurrir los siguientes elementos esenciales: a) Uno de los sujetos de la relación
jurídica es la Administración pública (Estado, provincia, comuna o entidad
autárquica) obrando como tal, es decir, como entidad de derecho público. b) El
objeto del contrato es una prestación de utilidad pública; por ejemplo, un servicio
público propio, un empleo público, una obra pública (de interés general o
colectivo), etc.”
En ese mismo sentido, para el autor Mariano Gómez González, contratos
administrativos son: "todos aquellos contratos en que interviene la Administración,
legalmente representada, y tienen por objeto la ejecución de una obra o servicio
público, ya sea en interés general del Estado, de la Provincia o del Municipio".
Finalmente, la teoría de la doble personalidad del Estado que se solía sustentar en
el pasado para justificar la intervención del Estado en la celebración de contratos
como persona de derecho privado, ha sido superada por el desarrollo de la moderna
doctrina; así Roberto Dromi (Derecho Administrativo, 2006, pág. 472) señala: "La
personalidad del Estado es una. No tiene una doble personalidad, pública o
privada, que le posibilite celebrar contratos administrativos y contratos, civiles,
comerciales, sujeto a regímenes especiales. El Estado tiene una sola personalidad,
que es publica, aunque su actividad pueda en algunas oportunidades estar
regulada por el Derecho Privado".
En correspondencia con esta última corriente doctrinaria, Agustín Gordillo citando
a otros autores, manifiesta: “… Es que se opone a ello la doctrina moderna en
materia de personalidad y doble personalidad del Estado, la cual señala que, el
Estado es siempre persona pública y ente de derecho público, aun cuando penetre
en la esfera de las relaciones en que se mueven los entes o las personas privadas.
La administración es siempre persona de derecho público, que realiza operaciones
públicas, con fines públicos y dentro de los principios y formas del derecho
público, aunque revista sus actos con formas que son comunes al derecho privado
y use de los medios que éste autoriza y para objetos análogos”.
De lo descrito, podemos indicar que el Estado o las instituciones públicas que lo
componen, actúan siempre como personas de derecho público, aunque algunos de
sus actos puedan ser regidos por el derecho privado, lo que no significa que se
despoje de su poder público y se le atribuya una personalidad privada.
Por lo manifestado concluiremos indicando que estamos frente a un contrato
administrativo cuando: a) al menos una de las partes que interviene en su
celebración es la Administración Pública (elemento subjetivo); b) cuando el objeto
P á g i n a 322 | 846
sobre el que versa se encuentra directamente relacionado con la satisfacción de
necesidades colectivas de carácter público –servicio o interés público- (elemento
objetivo), siendo básicamente estos los elementos que caracterizan para que un
contrato se configure como administrativo.
Nuestro ordenamiento positivo, en el art. 45 de la Ley 1178 reconoce la naturaleza
administrativa de los contratos que suscriben las entidades del Estado sujetas a esa
normativa de control gubernametal, la misma que en su parte final dispone: "… son
contratos administrativos aquellos que se refieren a contratación de obras,
provisión de materiales, bienes y servicios y otros de similar naturaleza ...".
De acuerdo al texto legal citado, revisten naturaleza administrativa por atribución
legal, aquellos contratos que tengan por objeto directo: 1) la ejecución de obras, 2)
la provisión de materiales, bienes y servicios. Esto no quiere decir que éstos sean
los únicos contratos de naturaleza administrativa, pero si son los únicos que
expresamente se encuentran calificados como administrativos por la ley, en razón
del objeto sobre el que versan, siendo la propia ley la que abre la posibilidad de que
existan otros contratos administrativos en razón de su naturaleza, es decir a su
directa vinculación con el interés o servicio público.
La determinación de la naturaleza jurídica y las diferencias entre el contrato
administrativo y el privado, es de trascendental importancia a la hora de delimitar
el régimen jurídico que resulte aplicable a dichos contratos en su celebración,
ejecución, así como el orden jurisdiccional y competencia para conocer de las
controversias que surjan entre las partes.
Como podemos advertir, la diferencia existente entre el contrato administrativo y el
contrato privado, plantea un problema jurídico de mayor importancia, si se tiene en
cuenta la existencia de las jurisdicciones contencioso-administrativa y de la
jurisdicción ordinaria, pues las controversias emergentes de los contratos
administrativos no podrían ser sometidas a la jurisdicción ordinaria civil, sino a la
jurisdicción especializada contencioso-administrativa.
Al respecto el autor Rafael Bielsa en su obra citada señala: “El conocimiento y
decisión de todo litigio sobrevenido en la ejecución (o interpretación
controvertida) de los contratos administrativos corresponde a los tribunales con
competencia en lo contencioso administrativo. El fundamento y justificación de
esta competencia está en el objeto del contrato administrativo, es decir, en el
grado de interés público que el contrato contiene”.
El mencionado autor comenta que: “Es contrario al principio de la competencia
jurisdiccional someter a tribunales civiles o comerciales las contiendas surgidas
en la ejecución o cumplimiento de un contrato administrativo. Tanto por el objeto
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como por ser parte la Administración Pública, la competencia debe ser de los
tribunales contencioso-administrativos (…)”.
En nuestro ordenamiento jurídico, con la vigencia de la actual Constitución Política
del Estado en su art. 179.I ha sido reconocida las jurisdicciones especializadas al
margen de las ya existentes, sin embargo su funcionamiento no pudo consolidarse
de manera plena por falta de una ley específica que la regule, tan solo se emitieron
disposiciones legales transitorias sobre esta materia como la Ley Nº 212 del 23 de
diciembre del 2011, la misma que en su art. 10.I asigna competencia a la Sala Plena
del Tribunal Supremo de Justicia para el conocimiento de las causas contenciosas
que resultaren de los contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo,
y de las demandas contenciosas-administrativas a que dieren lugar las resoluciones
del mismo; hasta que sean reguladas por Ley como jurisdicción especializada”.
Por otra parte, recientemente fue puesta en vigencia la Ley Nº 620 de 29 de
diciembre de 2014 (también de carácter transitoria), la misma que crea en la
estructura del Tribunal Supremo de Justicia y en los Tribunales Departamentales de
Justicia, las Salas en Materia Contenciosa Administrativa estableciendo sus
atribuciones conforme se encuentran descritas en sus art. 2 y 3; sin embargo esta
disposición legal aún no se aplica a las causas que se encuentran en trámite o las
que ya se iniciaron con anterioridad a la vigencia de dicha Ley, por lo que las
mismas continúan siendo de competencia de la Sala Plena del Tribunal Supremo de
Justicia hasta su total conclusión conforme dispone de manera expresa el art. 6 de
la referida Ley Nº 620.
Consiguientemente, son los indicados Tribunales y en esas instancias a quien la ley
atribuye competencia para ejercer la jurisdicción contencioso-administrativa y
conocer las causas a que se refieren los arts. 775 y 778 del Código de
Procedimiento Civil, en tanto la misma no sea regulada por Ley especial; la
primera citada norma legal hace referencia a los casos en que exista controversia
emergente de los contratos, negociaciones o concesiones del Poder Ejecutivo, sin
embargo esta última previsión, no debe ser interpretada de manera limitativa, en
sentido de hacer mención únicamente a los contratos, negociaciones y concesiones
del Poder Ejecutivo comprendido éste solo en su nivel central, por el contrario la
misma debe ser interpretada en un sentido amplio, pues, como se analizó
inicialmente, el contrato de naturaleza administrativa es el parámetro que debe
tenerse en cuenta a efectos de habilitar la jurisdicción especializada contencioso-
administrativa, concluyendo que habrá contrato administrativo en la esfera de los
cuatro Órganos del Estado (Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral), entidades
públicas con plena autonomía y en si en la esfera de toda entidad estatal sujeta a la
Ley Nº 1178, pues en esos ámbitos del Estado se desarrolla una función
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Administrativa y existe el interés público, siendo el objeto directo de la
contratación la que determina la naturaleza administrativa del contrato.
Estando debidamente asignada por ley (aunque de manera transitoria), la
competencia para el conocimiento y resolución de todo litigio emergente de la
interpretación controvertida y de la ejecución de los contratos administrativos a
determinadas instancias del Órgano Judicial con carácter especial; resulta contrario
a las reglas de competencia jurisdiccional someter esas controversias a los Jueces
ordinarios de materia civil o comercial, lo que encontraría sanción en lo previsto
por el art. 122 de la Constitución Política del Estado que establece que: “Son nulos
los actos de las personas que usurpen funciones que no les competen, así como los
actos de las que ejercen jurisdicción o potestad que no emane de la ley”.
Los criterios expuestos fueron asumidos por este Tribunal en los Autos Supremos
236/2014, 251/2014, 253/2014, 254/2014 entre muchos otros, así como en la
Sentencia Constitucional Plurinacional Nº 60/2014 de 3 de enero de 2014.
P á g i n a 331 | 846
Proceso: Demanda incumplimiento de obligación, más pago de daños y perjuicios
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contenido, de su fin, de los intereses distintos que afecta y de su régimen jurídico
propio.
“La teoría del contrato administrativo ha surgido como una necesidad impuesta
por la realidad. Se trata sencillamente de ciertas relaciones entre la
Administración y los particulares nacidas por aplicación de una técnica
contractual y cuyo régimen, sin embargo, difiere sensiblemente del aplicable a los
contratos civiles.”. (Fernando Garrido Falla en “Tratado de Derecho
Administrativo” Vol. II, Pag.37).
Entre el contrato de naturaleza privada y el de naturaleza administrativa existen
puntos comunes, pero las diferencias justifican la separación de los regímenes
jurídicos a los que se en encuentran sometidos unos y otros; de hecho, el estudio
pormenorizado de la materia podría inducirnos a sostener la existencia de más
diferencias que semejanzas.
Rafael Bielsa en su obra “Principios de Derecho Administrativo”, señala: “Es
contrato administrativo el que la Administración celebra con otra persona pública
o privada, física o jurídica, y que tiene por objeto una prestación de utilidad
pública”, el citado autor considera que: “(…) en todo contrato administrativo
deben concurrir los siguientes elementos esenciales: a) Uno de los sujetos de la
relación jurídica es la Administración pública (Estado, provincia, comuna o
entidad autárquica) obrando como tal, es decir, como entidad de derecho público.
b) El objeto del contrato es una prestación de utilidad pública; por ejemplo, un
servicio público propio, un empleo público, una obra pública (de interés general o
colectivo), etc.
En ese mismo sentido, para el autor Mariano Gómez González, contratos
administrativos son: "todos aquellos contratos en que interviene la Administración,
legalmente representada, y tienen por objeto la ejecución de una obra o servicio
público, ya sea en interés general del Estado, de la Provincia o del Municipio".
De lo expuesto diremos que estamos frente a un contrato administrativo cuando: a)
al menos una de las partes que interviene en su celebración es la Administración
Pública (elemento subjetivo); b) cuando el objeto sobre el que versa se encuentra
directamente relacionado con la satisfacción de necesidades de carácter público –
servicio o interés público- (elemento objetivo), que resulta importante para la
comprensión de la presente resolución.
En nuestra legislación el art. 45 de la Ley 1178, reconoce la naturaleza
administrativa de los contratos que suscriben las entidades de la Administración
Pública que están sujetas a esa norma matriz de control, en ese sentido, en su parte
final dispone que: " … son contratos administrativos aquellos que se refieren a
contratación de obras, provisión de materiales, bienes y servicios y otros de
similar naturaleza ...", de acuerdo a ello revisten naturaleza administrativa, por
atribución legal, aquellos contratos que tengan por objeto directo: 1) la ejecución
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de obras, 2) la provisión de materiales, bienes y servicios. Esto no quiere decir que
éstos sean los únicos contratos de naturaleza administrativa, pero si son los únicos
que expresamente se encuentran calificados como administrativos por la ley, en
razón del objeto sobre el que versan, siendo la propia ley la que abre la posibilidad
de que existan otros contratos administrativos en razón de su naturaleza, es decir a
su directa vinculación con el interés o servicio publico.
La diferencia entre el contrato administrativo y el privado, es de trascendental
importancia a la hora de delimitar el régimen jurídico que resulte aplicable al
negocio a celebrar o en la ejecución del contrato, mas aún en el orden
jurisdiccional competente para conocer de las controversias que surjan entre las
partes, esto por razón de la especialidad.
El Órgano jurisdiccional competente para el conocimiento de estos litigios,
emergentes de contratos administrativos no puede ser confundido con el mismo
operador judicial que atienda los litigios de índole privada, para el mismo nos
permitimos citar el aporte doctrinario de Rafael Bielsa quien señala: “El
conocimiento y decisión de todo litigio sobrevenido en la ejecución (o
interpretación controvertida) de los contratos administrativos corresponde a los
tribunales con competencia en lo contencioso administrativo. El fundamento y
justificación de esta competencia está en el objeto del contrato administrativo, es
decir, en el grado de interés público que el contrato contiene”, también señala
que: “Es contrario al principio de la competencia jurisdiccional someter a
tribunales civiles o comerciales las contiendas surgidas en la ejecución o
cumplimiento de un contrato administrativo. Tanto por el objeto (ratione materiae)
como por ser parte la Administración pública (ratione personae), la competencia
debe ser de los tribunales contencioso-administrativos (…)”.
El criterio sobre los contratos administrativos de forma general ha sido expuesto
en distintos Auto Supremos como el Nº 532/2012, 534/2012, 115/2013 y varios
otros que tuvieron la observación y fueron resueltos favorablemente en la vía
constitucional ratificando el criterio de los mencionados fallos ordinarios.
CONTRATOS, NOCION
Auto Supremo:805/2015 - L
Sucre:15 de Septiembre 2015
Al margen, corresponde en principio precisar que el art. 450 del Código Civil
refiere: “Hay contrato cuando dos o más personas se ponen de acuerdo para
constituir, modificar o extinguir entre si una relación jurídica”, sobre el termino
contrato podemos hacer alusión al DICCIONARIO DE CIENCIAS JURIDICAS
POLITICAS Y SOCIALES de MANUEL OSORIO, el cual define este término
como: “Pacto o convenio entre partes que se obligan sobre materia o cosa
determinadas y a cuyo cumplimiento pueden ser compelidas”. Asimismo, Capitant
P á g i n a 334 | 846
lo define como: “Acuerdo de voluntades entre dos o más personas con el objeto de
crear entre ellas vínculos y obligaciones”. De las alusiones doctrinarias podemos
destacar que la concepción más clara de un contrato resulta ser el acuerdo de dos
o más voluntades, con la finalidad de generar obligaciones y derechos, teniendo
presente dicha premisa, en el caso en cuestión conforme a la voluntad contractual
de las partes, esta permite dos aspectos importantes: -la libertad para contratar y la
libertad contractual-, enfocada la primera a ser o no sujeto contractual con una o
varias personas, y la segunda orienta los limites bajo los cuales se ha de realizar o
concretar el contrato, es decir el fin o el objeto del contrato, lo cual permite la
concretización de los contratos, y en el caso en cuestión el ahora recurrente
conforme a esa voluntad contractual ha establecido que ante el incumplimiento del
pago, la obligación ha de ser ejecutivamente coercible, y el hecho de que ahora
desconozca lo pactado, resulta en una conducta reprochable, ya que, su voluntad no
puede ser desconocida, contraviniendo la teoría de los actos propios, que es un
principio general del derecho, fundado en la buena fe, que impone un deber
jurídico de respeto y sometimiento a una situación jurídica creada anteriormente
por la conducta del mismo sujeto, evitando así la agresión a un interés ajeno y el
daño consiguiente, cuyo fundamento reposa en el hecho de que resulta inadmisible
que un litigante o contratante sostenga su postura invocando hechos que contraríen
sus propias afirmaciones o asuma una actitud opuesta a la tomada anteriormente en
otro acto. La teoría de los actos propios prohíbe la sorpresa, la volubilidad en el
actuar de las partes preservando el ámbito del litigio judicial, pero también el de las
relaciones contractuales, de los cambios bruscos de conducta, sean estos culposos o
malintencionados; el Dr. Marcelo J. López Mesa en su obra: “la doctrina de los
actos propios: esencia y requisitos de aplicación”, refiere que se ha resuelto que la
doctrina de los propios actos importa una barrera opuesta a la pretensión judicial,
por la cual se impide el obrar incoherente que lesiona la confianza suscitada en la
otra parte de la relación e impone a los sujetos un comportamiento probo en las
relaciones jurídicas, pues no es posible permitir que se asuman pautas que suscitan
expectativas y luego se auto-contradigan al efectuar un reclamo judicial, porcuanto,
no resulta lógico ni coherente que el ahora recurrente desconozca lo que fue
pactado en su momento, deviniendo en infundado su recurso
P á g i n a 335 | 846
acuerdo separado del mismo. Su existencia deriva de la suscripción del contrato
principal o de un convenio arbitral específico o del intercambio de cartas, télex,
facsímiles o de cualquier otro medio de comunicación, que deje constancia
documental de la voluntad de ambas partes de someterse al arbitraje”. De igual
forma, el art. 12 de dicha norma determina: “I. El convenio arbitral importa la
renuncia de las partes a iniciar proceso judicial sobre las materias o controversias
sometidas al arbitraje. II. La Autoridad judicial que tome conocimiento de una
controversia sujeta a arbitraje debe inhibirse de conocer el caso cuando lo solicite
la parte judicialmente demandada. En este caso, dicha parte puede oponer
excepción de arbitraje en forma documentada y antes de la contestación. La
excepción será resuelta sin mayor trámite, mediante Resolución expresa. III.
Constatada la existencia del convenio arbitral y sin lugar a recurso alguno, la
Autoridad judicial competente declarará probada la excepción de arbitraje o
pronunciándose únicamente sobre la nulidad o la ejecución imposible del convenio
arbitral, desestimará la excepción de arbitraje”.”
COSA JUZGADA
Auto Supremo: 726/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Proceso: Reposición de Partidas de Inscripción en Derechos Reales,
Reconocimiento de Derecho Propietario o Mejor Derecho de Propiedad y Entrega o
Restitución de Bien Inmueble.
Para el caso de Autos se deberá tener presente lo dispuesto en el Auto Supremo Nº
715/2015 de fecha 26 de agosto, donde se indicó que: “…De lo anteriormente
señalado, se debe comprender por “cosa juzgada”, conforme dispone el art. 515
del Código de Procedimiento Civil, “(AUTORIDAD DE COSA JUZGADA), Las
sentencias recibirán autoridad de cosa juzgada: 1) Cuando la ley no reconociere
en el pleito otra instancia ni recurso. 2) Cuando las partes consintieren expresa o
tácitamente en su ejecutoria”, es decir que la Autoridad de cosa juzgada es la
eficacia de una Sentencia judicial, cuando no existen contra ellas medios de
impugnación que permiten modificarla, es en ese sentido que cita: "(Couture);
"Indiscutibilidad de la esencia de la voluntad concreta de la ley afirmada en la
Sentencia" (Chiovenda); por su parte nuestra legislación ha recogido dicho
instituto en el art. 1319 del Código Civil, estableciéndose la existencia de ciertos
requisitos que necesariamente deben cumplirse, Identidad legal de personas que
consiste en la identidad que debe presentarse en las personas, entre la nueva
demanda y la anteriormente resuelta. Identidad de la cosa pedida, para que exista
identidad de cosa pedida es necesario que entre el primer proceso y el segundo
tengan un mismo objeto. El objeto del proceso se suele definir como: "el beneficio
jurídico que en él se reclama". Y por último la Identidad de causa de pedir La ley
lo define como: "el fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio". No
debe confundirse con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el
mismo objeto, pero por causas diferentes, la causa de pedir será el principio
generador del mismo. En consecuencia, se hace necesario que el juzgador conozca
que en un litigio anterior fue resuelto, mediante Sentencia firme, el asunto que se
le pone de manifiesto, demostrando plenamente la existencia de identidad de
sujetos, del objeto litigado y la causa de la pretensión, que precisamente se refiere
el art. 1319 del Código Civil.
P á g i n a 338 | 846
En ese mismo sentido “Rafael Martínez Sarmiento identifica tres identidades
clásicas que son: Idem corpus, que es el mismo petitum, objeto o derecho
ventilado; eadem casua petendi, la causa es el hecho del cual surge el derecho
litigioso y Eadem conditio personarum, por regla general, las Sentencias no
producen efecto sino Inter partes, es decir entre los litigantes”.
De la misma forma Hugo Alsina, identifica tres elementos importantes para la
procedencia de cosa juzgada y nos enseña que: "La inmutabilidad de la Sentencia
que la cosa juzgada ampara, está condicionada por la exigencia de que la acción a
la cual se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este proceso de
identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas acciones, y
la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1º) los sujetos,
2º) el objeto, 3º) la causa"…
En el caso en cuestión, contrastando la doctrina con los hechos expuestos y los
antecedentes del presente proceso, se tiene lo siguiente: Sujetos, las mismas
partes, en el primer proceso de Reconocimiento de Unión Conyugal Libre,
Tenencia de Hijo y Partición de Bienes, donde Juan Carlos Almaraz Duran,
intervino como demandante, mientras que Florinda Caballero Ledezma, intervino
como demandada; entretanto, en la presente demanda ordinaria de la misma
forma intervienen las mismas partes en las mismas condiciones, con la
diferenciación de la pretensión principal de una demanda de División y Partición
de Bienes, por otro lado el Objeto, la pretensión, en el primer proceso fue el
Reconocimiento de Unión Conyugal Libre, Tenencia de Hijo y Partición de Bienes
y en la presente demanda se trata de una División y Partición de Bienes,
pretensiones distintas entre ambos procesos, por último la Causa, es el hecho
jurídico que son de distinta naturaleza, con el primer proceso.
Por lo mencionado, se concluye que no se cumple con lo determinado por el art.
1319 del Código Civil, varía uno del otro y al no contar con el mismo objeto no se
puede aplicar la procedencia de la cosa juzgada como erradamente pretende que
se considere en Resolución.”
COSA JUZGADA
Auto Supremo: 776/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Proceso: Usucapión.
El art. 1319 del Código Civil, preceptúa que: “La cosa juzgada no tiene autoridad
sino con respecto a lo que ha sido objeto de la sentencia. Es menester que la cosa
demandada sea la misma, que la demanda se funde en la misma causa, que las
partes sean las mismas y que se entable por ellas y contra ellas”
P á g i n a 339 | 846
Carlos Morales Guillen, en su Obra “Código de Civil, Concordado y Anotado”,
cuarta edición, Edit. Gisbert, La Paz-Bolivia 1994, págs. 1688 a 1691, al realizar el
comentario del art. 1319 señala: “...Hay cosa juzgada, cuando se han agotado
todos los recursos ordinarios o extraordinarios concedidos por la ley, para
impugnar la decisión judicial o cuando han transcurrido los términos para
hacerlo. Esto es, como se dice en el estilo forense, cuando la decisión esta
ejecutoriada (art. 515 p.c.)…
Requiere tres condiciones rigurosamente establecidas por ley:
a) Ut si eadem res: La cosa demandada debe ser la misma, es decir, la misma cosa
que se pidió ya en otro juicio terminado por sentencia firme…
b) Ut si eadem causa petendi: la demanda debe estar fundada sobre la misma
causa. Esto es, el fundamento jurídico en que reposa el derecho que se reclama en
juicio…
c) Ubi si eadem conditio personarum: la demanda debe ser propuesta entre las
mismas personas, por una en contra de la otra en la misma calidad…”
Asimismo, este Tribunal, respecto a la cosa juzgada generada en procesos sumarios
ha emitido el Auto Supremo N° 508/2012 de 14 de diciembre, que sostiene lo
siguiente: “Doctrinalmente se distingue entre cosa juzgada formal y cosa juzgada
material...
Cuando una Sentencia adquiere calidad de cosa juzgada se derivan una serie de
efectos que podemos definir como aquellas repercusiones que produce la Sentencia
firme en el ámbito del Ordenamiento Jurídico, en ese sentido la cosa juzgada
material produce dos efectos esenciales uno negativo y otro positivo. El efecto
negativo supone la imposibilidad de sustanciar otro proceso sobre el mismo
objeto, es lo que se conoce como non bis in eadem, su justificación radica en que
no es posible sustanciar un mismo litigio en forma eterna. El efecto positivo,
supone la prohibición de que en un segundo proceso se decida de forma diferente a
lo ya resuelto en un primero.
Los efectos de la cosa juzgada, instaurados en resguardo del principio de
seguridad jurídica, reconocen, con ese mismo propósito, ciertos límites de carácter
subjetivo y objetivo, esencialmente. Para el caso de Autos nos interesa referirnos
al límite subjetivo de la cosa juzgada que orienta que la misma vincula
básicamente a todas las partes que intervinieron en el proceso, sus herederos y
causahabientes conforme prevé el art. 1451 del Código Civil, y como también
prevé el art. 1452 del mismo compilado legal, lo dispuesto por la Sentencia, tiene
también eficacia respecto a terceros y al ser un proceso de reconocimiento de
unión conyugal libre o de hecho, éste es equiparable a un proceso de divorcio en
los cuales la Sentencia dictada causa estado y tiene eficacia contra terceros…”
P á g i n a 340 | 846
En el Auto Supremo Nº 100/2015 de 11 de febrero, este Tribunal ha razonado que:
“La cosa juzgada es una institución de relevancia en el ámbito procesal, recogida
por la necesidad de establecer la finalización del litigio y en ese mérito evitar
luego que se discuta sobre lo decidido nuevamente. El art. 1319 del Código Civil,
establece que: “La cosa juzgada no tiene autoridad sino con respecto a lo que ha
sido objeto de la sentencia. Es menester que la cosa demandada sea la misma, que
la demanda se funde en la misma causa, que las partes sean las mismas y que se
entable por ellas y contra ellas”; está triple identidad, en doctrina, plantea los
límites de la cosa juzgada: el límite objetivo, en razón al objeto o cosa sobre que
trató el litigio y de la causa o título de donde se quiso deducir la pretensión, y el
límite subjetivo, establecido en función a las personas participes del
proceso” (Las negrillas son nuestras).
COSA JUZGADA
Auto Supremo: 67/2017
Sucre: 01 de febrero 2017
Proceso: Nulidad de documento.
En el Auto Supremo Nº 1121/2015 de 4 de octubre de 2015 se ha señalado sobre la
procedencia de la acción civil para la reparación del daño en ella se ha indicado
que no es necesaria la emisión de una sentencia condenatoria ejecutoriada, cuando
el proceso penal hubiese sido extinguido por duración máxima del proceso
conforme a lo siguiente: “1.- Respecto a la acusación relativa a que fuera
necesario una sentencia penal ejecutoriada para la reparación del daño emergente
de un ilícito penal. El art. 16 del Código de Procedimiento Penal de 1972
señalaba lo siguiente: “La acción civil se sustanciará conjuntamente con la penal
y en el mismo proceso. Solamente en caso de fallecimiento del imputado podrá
seguirse por cuenta separada…”, asimismo el art. 327 del mismo cuerpo legal,
tenía el texto de referencia: “Ejecutoriada la sentencia condenatoria, si el
ofendido y, en su caso, el actor civil o simplemente el damnificado, o el fiscal,
pedirán al Juez que hubiere pronunciado el fallo proceda a la calificación y
ejecución de la responsabilidad civil…”. Por otra parte, la disposición transitoria
primera de la Ley Nº 1970 (actual Código de Procedimiento Penal) señala:
“(Vigencia). El presente Código entrará en vigencia plena veinticuatro meses
después de su publicación y se aplicará a todas las causas que se inicien a partir
del vencimiento de este plazo…” (el demarcado no corresponde al texto original);
de acuerdo a la interpretación sistemática de estas normas se tiene que las
disposiciones contenidas en los arts. 36 al 38 del Código de Procedimiento Penal
P á g i n a 341 | 846
(Ley Nº 1970), no podían ser aplicables al presente caso, ahora en aplicación de
las reglas de la analogía para aplicarlas al sub lite, se tiene el art. 16 del Código
de Procedimiento Penal de 1972, que señala que solo en caso de fallecimiento del
imputado (como causa de extinción de la acción penal), se pueda intentar la
reparación del daño en la jurisdicción civil, que resulta ser un texto análogo pues
su similitud se basa en que la norma aludida se refiere a la extinción de la acción
penal, y la disposición transitoria tercera de la mencionada ley Nº 1970, también
refiere la extinción de la acción penal; consiguientemente, en caso de extinción de
la acción penal -por duración máxima del proceso penal- para acudir a la
competencia civil, no es necesaria la sentencia penal condenatoria, como requería
el art. 327 del Código de Procedimiento Penal de 1972, pues en el caso presente,
el antecedente del ilícito se remonta a la extinción de la acción penal por duración
máxima del proceso no imputable al demandante (querellante), de lo contrario
asimilar el criterio del recurrente implicaría conceder también la impunidad en la
vía civil, que no engranda con el criterio de lo justo, por lo que la responsabilidad
civil debe ser demostrada en la presente causa, no siendo necesario una sentencia
penal condenatoria, pues la presente acción es iniciada a causa de la extinción de
la acción penal por duración máxima del proceso…”
El art. 39 del Código de Procedimiento Penal, señala lo siguiente: “(Cosa juzgada
penal). La sentencia condenatoria ejecutoriada, dictada en proceso penal,
producirá efecto de cosa juzgada en el proceso civil. La sentencia absolutoria y el
sobreseimiento ejecutoriados producirán efectos de cosa juzgada en el proceso
civil en cuanto a la inexistencia del hecho principal que constituya delito o a la
ausencia de participación de las personas a las que se les atribuyó su comisión...”,
la norma penal describe los casos en que resulta inviable la acción civil,
enfatizando a específicos supuestos de una sentencia condenatoria, la sentencia
absolutoria y sobreseimiento fundados en la inexistencia del hecho, la
participación de las personas a las que se les atribuyó el delito, no describe otras
causas de extinción como resulta ser la extinción por duración máxima del proceso.
Conforme a lo dispuesto en el art. 1319 del Código civil, la cosa juzgada en
materia civil, se entiende como: “(Cosa juzgada) La cosa juzgada no tiene
autoridad sino con respecto a lo que ha sido objeto de la sentencia. Es menester
que la cosa demandada sea la misma, que la demanda se funde en la misma causa,
que las partes sean las mismas y que se entable por ellas y contra ellas…”, la
misma de acuerdo a la doctrina debe reunir tres requisitos la identidad de objeto, de
causa y de partes litigantes; la primera radica en que debe versar sobre la misma
pretensión, este requisito se genera cuando la pretensión debatida ha merecido
pronunciamiento judicial, sea acogiendo o negando la pretensión debatida, el
P á g i n a 342 | 846
segundo tiene que ver con la causa de pedir radica en la identificación del
fundamento de los hechos debatidos, y la tercera resulta ser la identidad de las
personas que litigan en el proceso las que se encuentran vinculadas al decisorio.
Asimismo corresponde tomar en cuenta el contenido de la Sentencia Constitucional
Nº 1564/2011-R de 11 de octubre de 2011 en ella se señaló lo
siguiente: “III.3.Persecución penal única o “non bis in idem”
En su oportunidad, este Tribunal definió las implicancias y alcances del principio
“non bis in idem”; en ese sentido, la SC 0506/2005-R de 10 de mayo, precisó: “El
principio non bis in idem implica, en términos generales, la imposibilidad de que
el Estado sancione dos veces a una persona por los mismos hechos. En la doctrina
y jurisprudencia española, el principio implica la prohibición de imponer una
doble sanción, cuando existe identidad de sujeto, del hecho y del fundamento
respecto a una conducta que ya fue sancionada con anterioridad”.
El mencionado principio, está contemplado por un aspecto sustantivo; es decir,
que nadie puede ser sancionado doblemente por un hecho por el cual ya ha sido
absuelto o condenado; y, el aspecto procesal o adjetivo, esto es, que nadie puede
ser juzgado nuevamente por un hecho por el cual ya ha sido absuelto o condenado.
De las premisas antedichas, se tiene en una cabal dimensión, que se vulnera al
“non bis in idem”, no sólo cuando se sanciona sino también cuando se juzga
nuevamente a una persona por un mismo hecho.
Ahora bien, como se tiene precisado en líneas precedentes, se considera en la
doctrina al “non bis in idem” como un principio, sin embargo, tal y como se
desarrolló en el Fundamento Jurídico III.2 de la presente Sentencia
Constitucional, el “non bis in idem” viene a constituirse en una garantía
específica del debido proceso, es por ello que en el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos, el principio “non bis in idem”, está consagrado no como un
principio, sino como un derecho humano que forma parte del derecho al debido
proceso; así se tiene por ejemplo en la Declaración Americana sobre Derechos
Humanos o Pacto de San José de Costa Rica, que lo consagra en su art. 8.4 mismo
que dispone: "El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser
sometido a nuevo juicio por los mismos hechos"; por otro lado, también se
encuentra consagrado en el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y
Políticos, específicamente en su art. 14 inc. 7) que establece lo siguiente: “Nadie
podrá ser juzgado ni sancionado por un delito por el cual hubiese sido ya
condenado o absuelto por una Sentencia firme de acuerdo con la ley y el
procedimiento penal de cada país”.
La normativa citada resulta ser aplicable merced a que los instrumentos
internacionales que versan sobre derechos humanos integran el bloque de
P á g i n a 343 | 846
constitucionalidad según lo dispone el art. 410 de la CPE y tomando en cuenta
también el tenor del art. 256 de la misma Constitución, que indica lo siguiente:
“Los tratados e instrumentos internacionales en materia de derechos humanos que
hayan sido firmados, ratificados o a los que se hubiera adherido el Estado, que
declaren derechos más favorables a los contenidos en la Constitución, se aplicarán
de manera preferente sobre ésta”.
En consecuencia, el principio de “non bis in idem” ,se encuentra consagrado en la
Constitución Política del Estado como una garantía jurisdiccional en virtud a que
se encuentra contemplado en el art 117.II y que a la letra indica “Nadie será
procesado ni condenado más de una vez por el mismo hecho”; sin embargo, de
acuerdo al art. 256 de la CPE antes citado, se concibe al “non bis in idem” como
un derecho que forma parte de los elementos configurativos del debido proceso
como un derecho de la persona.
Así también lo entendió este Tribunal Constitucional, cuando en la SC 1764/2004-
R de 9 de noviembre indicó: “Tomando en cuenta que las normas previstas por los
tratados, pactos o convenciones internacionales sobre derechos humanos que
hubiesen sido suscritos o ratificados por el Estado boliviano forman parte del
bloque de constitucionalidad, haciendo una interpretación integradora de las
normas previstas por el art. 16 de la Constitución en concordancia con los
instrumentos internacionales antes referidos, se infiere que al formar parte del
derecho al debido proceso se constituye en un derecho constitucional de la
persona, por lo tanto oponible ante las autoridades públicas y tutelable por la vía
del amparo constitucional. Es en esa perspectiva que el legislador ordinario ha
previsto, en el art. 4 del CPP, la persecución penal única, referida a que nadie
podrá ser procesado ni condenado más de una vez por el mismo hecho, aunque se
modifique su calificación o se aleguen nuevas circunstancias, lo que significa la
prohibición de un ejercicio reiterado del ius puniendi del Estado”. (las negrillas
nos corresponden).
A mayor abundamiento, se debe recurrir a la jurisprudencia comparada citada en
la SC 1764/2004-R de 9 de noviembre; así: “… la Corte Constitucional de
Colombia, en su Sentencia T-520/92, al referirse al alcance del non bis in idem,
sostiene lo siguiente: `Es una garantía que prohíbe a las autoridades investigar,
juzgar o condenar a una persona más de una vez por el mismo hecho respecto del
cual ya se tramitó un proceso y se profirió una decisión, constituyéndose en
elemento enderezado a realizar los valores de la justicia y la seguridad jurídica, al
lado de otros principios-también fundamentales- como la presunción de inocencia
y el derecho de defensa´; de su parte el Tribunal Constitucional de España, en su
Sentencia 154/1990, al referirse a su finalidad y alcances, ha sostenido que con el
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principio del non bis in idem, `Se impide sancionar doblemente por un mismo
delito, desde la misma perspectiva de defensa social, o sea que por un mismo delito
recaiga sobre un sujeto una sanción penal principal doble o plural, lo que también
contradiría el principio de proporcionalidad entre la infracción y la sanción, que
exige mantener una adecuación entre la gravedad de la sanción y la de la
infracción”.
De lo desarrollado, se puede afirmar que el “non bis in idem”, no sólo se
constituye en un principio procesal, sino más bien como un derecho humano
reconocido y consagrado en los Tratados y Convenios Internacionales e integrado
al sistema constitucional boliviano como un derecho fundamental que forma parte
del derecho al debido proceso, vinculado además con el derecho a la seguridad y
el principio de la presunción de inocencia. Por lo tanto, este derecho podrá
invocarse en el caso de duplicidad de procesos o de sanciones frente al intento de
sancionar de nuevo; en efecto, si la finalidad del derecho al “non bis in idem” es
evitar el doble enjuiciamiento y la aplicación de la doble sanción, se entiende que
la condición para invocarlo es que se hubiese sustanciado materialmente un
proceso culminando con una decisión firme en cualquiera de las formas de
conclusión previstas por el Código de Procedimiento Penal, esto es: La
prescindencia de la persecución penal dispuesta por el Juez (art. 21); el
desistimiento o abandono de la querella o conciliación respecto de los delitos de
acción privada (arts. 27.5, 377, 380 y 381); desestimación de la querella porque el
hecho no esté tipificado como delito en los casos de delitos de acción privada (art.
376.1); por prescripción (arts. 27.8) y 29); extinción por mora judicial (art.
27.10); o cuando se dicte sentencia ya sea condenando al procesado o
absolviéndolo de pena y culpa, en cuyos casos no puede intentarse un nuevo
proceso sin infringir este derecho.
Conforme a esto, no existirá violación al principio “non bis in idem”, cuando
alguna de las identidades no se presenta; por ejemplo, cuando el sujeto a quien se
le imponen las sanciones, administrativa y penal, no es el mismo, o cuando se trata
de hechos diferentes o finalmente, cuando el fundamento de ambas sanciones es
distinto.”
COSA JUZGADA
Auto Supremo: 76/2017
Sucre: 01 de febrero 2017
Proceso: Reivindicación y otros.
A través del Auto Supremo Nº 1051/2015 de 16 de Noviembre se ha orientado que:
“La excepción de cosa juzgada es procedente cuando existe una Sentencia
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firme respecto de una pretensión anteriormente substanciada entre las mismas
partes, por la misma causa y objeto, en este entendido el art. 1451 del CC., señala:
“Lo dispuesto por Sentencia pasada en Autoridad de cosa juzgada causa estado a
todos los efectos entre las partes, sus herederos y causahabientes”.
El doctrinario Hugo Alsina, identifica tres elementos importantes para la
procedencia de esta figura jurídica: “La inmutabilidad de la Sentencia que la cosa
juzgada amparada, está condicionada por la exigencia de que la acción a la cual
se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este proceso de
identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas acciones, y
la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1) los sujetos,
2) el objeto, 3) la causa, bastando que una sola de ellas difiera para que la
excepción sea improcedente”.
Por su parte nuestra legislación ha recogido dicho instituto en el art. 1319 del
Código Civil, estableciéndose la existencia de ciertos requisitos que
necesariamente deben cumplirse: 1) Identidad legal de personas que consiste en la
identidad que debe presentarse en las personas, entre la nueva demanda y la
anteriormente resuelta. 2) Identidad de la cosa pedida, para que exista identidad
de cosa pedida es necesario que entre el primer proceso y el segundo tengan un
mismo objeto, el objeto del proceso se suele definir como “el beneficio jurídico que
en él se reclama”. Y por último 3) identidad de causa de pedir, la ley lo define
como “el fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio”, no debiendo
confundirse con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el
mismo objeto, pero por causas diferentes, la causa de pedir será el generador del
mismo.
Cuando una sentencia adquiere calidad de cosa juzgada se derivan una serie de
efectos que podemos definir como aquellas repercusiones que produce la sentencia
firme en el ámbito del ordenamiento jurídico, en ese sentido la cosa juzgada
material produce dos efectos esenciales uno negativo y otro positivo. El efecto
negativo supone la imposibilidad de sustanciar otro proceso sobre el mismo
objeto, es lo que se conoce como non bis in idem, su justificación radica en que no
es posible sustanciar un mismo litigio en forma eterna. El efecto positivo, supone
la prohibición de que en un segundo proceso se decida de forma diferente a lo ya
resuelto en un primero.”.
COSA JUZGADA
Auto Supremo: 515/2017
Sucre: 17 de mayo 2017
Proceso: Resarcimiento de daños y perjuicios.
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El Auto Supremo Nº 1051/2015 de 16 de noviembre, respecto de la excepción de la
cosa juzgada señala que “La excepción de cosa juzgada es procedente cuando
existe una Sentencia firme respecto de una pretensión anteriormente substanciada
entre las mismas partes, por la misma causa y objeto, en este entendido el art.
1451 del C.C., señala: “Lo dispuesto por Sentencia pasada en Autoridad de cosa
juzgada causa estado a todos los efectos entre las partes, sus herederos y
causahabientes”.
El doctrinario Hugo Alsina, identifica tres elementos importantes para la
procedencia de esta figura jurídica: “La inmutabilidad de la Sentencia que la cosa
juzgada amparada, está condicionada por la exigencia de que la acción a la cual
se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este proceso de
identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas acciones, y
la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1) los sujetos,
2) el objeto, 3) la causa, bastando que una sola de ellas difiera para que la
excepción sea improcedente”.
Por su parte nuestra legislación ha recogido dicho instituto en el art. 1319 del
Código Civil, estableciéndose la existencia de ciertos requisitos que
necesariamente deben cumplirse: 1) Identidad legal de personas que consiste en la
identidad que debe presentarse en las personas, entre la nueva demanda y la
anteriormente resuelta. 2) Identidad de la cosa pedida; para que exista identidad de
cosa pedida es necesario que entre el primer proceso y el segundo tengan un mismo
objeto, el objeto del proceso se suele definir como “el beneficio jurídico que en él
se reclama”. Y por último 3) identidad de causa de pedir, la ley lo define como “el
fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio”, no debiendo confundirse
con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el mismo objeto,
pero por causas diferentes, la causa de pedir será el generador del mismo.
Cuando una Sentencia adquiere calidad de cosa juzgada se derivan una serie de
efectos que podemos definir como aquellas repercusiones que produce la Sentencia
firme en el ámbito del ordenamiento jurídico, en ese sentido la cosa juzgada
material produce dos efectos esenciales uno negativo y otro positivo. El efecto
negativo supone la imposibilidad de sustanciar otro proceso sobre el mismo objeto,
es lo que se conoce como non bis in idem, su justificación radica en que no es
posible sustanciar un mismo litigio en forma eterna. El efecto positivo, supone la
prohibición de que en un segundo proceso se decida de forma diferente a lo ya
resuelto en un primero...”
De lo referido concluimos que ante la excepción de cosa juzgada, se hace necesario
que el juzgador conozca que un litigio anterior fue resuelto mediante sentencia
firme sobre el asunto que se le pone de manifiesto, demostrando plenamente la
existencia de la triple identidad de “partes”, “causa” y “objeto”, triada a la que se
refiere el art. 1.319 del Código Civil.
COSA JUZGADA
Auto Supremo: 927/2016
P á g i n a 347 | 846
Sucre: 03 de agosto 2016
Proceso: Nulidad de contratos
Para el caso de Autos se deberá tener presente lo dispuesto en el Auto Supremo Nº
715/2015 de fecha 26 de agosto, donde se indicó que: “…De lo anteriormente
señalado, se debe comprender por “cosa juzgada”, conforme dispone el art. 515
del Código de Procedimiento Civil, “(AUTORIDAD DE COSA JUZGADA), Las
sentencias recibirán autoridad de cosa juzgada: 1) Cuando la ley no reconociere
en el pleito otra instancia ni recurso. 2) Cuando las partes consintieren expresa o
tácitamente en su ejecutoria”, es decir que la Autoridad de cosa juzgada es la
eficacia de una Sentencia judicial, cuando no existen contra ellas medios de
impugnación que permiten modificarla, es en ese sentido que cita: "(Couture);
"Indiscutibilidad de la esencia de la voluntad concreta de la ley afirmada en la
Sentencia" (Chiovenda); por su parte nuestra legislación ha recogido dicho
instituto en el art. 1319 del Código Civil, estableciéndose la existencia de ciertos
requisitos que necesariamente deben cumplirse, Identidad legal de personas que
consiste en la identidad que debe presentarse en las personas, entre la nueva
demanda y la anteriormente resuelta. Identidad de la cosa pedida, para que exista
identidad de cosa pedida es necesario que entre el primer proceso y el segundo
tengan un mismo objeto. El objeto del proceso se suele definir como: "el beneficio
jurídico que en él se reclama". Y por último la Identidad de causa de pedir La ley
lo define como: "el fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio". No
debe confundirse con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el
mismo objeto, pero por causas diferentes, la causa de pedir será el principio
generador del mismo.
En consecuencia, se hace necesario que el juzgador conozca que en un litigio
anterior fue resuelto, mediante Sentencia firme, el asunto que se le pone de
manifiesto, demostrando plenamente la existencia de identidad de sujetos, del
objeto litigado y la causa de la pretensión, que precisamente se refiere el art. 1319
del Código Civil.
En ese mismo sentido “Rafael Martínez Sarmiento identifica tres identidades
clásicas que son: Idem corpus, que es el mismo petitum, objeto o derecho
ventilado; eadem casua petendi, la causa es el hecho del cual surge el derecho
litigioso y Eadem conditio personarum, por regla general, las Sentencias no
producen efecto sino Inter partes, es decir entre los litigantes”.
De la misma forma Hugo Alsina, identifica tres elementos importantes para la
procedencia de cosa juzgada y nos enseña que: "La inmutabilidad de la Sentencia
que la cosa juzgada ampara, está condicionada por la exigencia de que la acción a
la cual se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este proceso de
P á g i n a 348 | 846
identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas acciones, y
la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1º) los sujetos,
2º) el objeto, 3º) la causa"…
Expuestos así los requisitos que hacen procedente a la Cosa Juzgada, a
continuación corresponde referirnos a los efectos que esta produce, por lo que
citaremos el análisis expuesto en el Auto Supremo Nº 1051/2015 de 16 de
noviembre: “Cuando una Sentencia adquiere calidad de cosa juzgada se derivan
una serie de efectos que podemos definir como aquellas repercusiones que
produce la Sentencia firme en el ámbito del ordenamiento jurídico, en ese sentido
la cosa juzgada material produce dos efectos esenciales uno negativo y otro
positivo. El efecto negativo supone la imposibilidad de sustanciar otro proceso
sobre el mismo objeto, es lo que se conoce como non bis in idem, su justificación
radica en que no es posible sustanciar un mismo litigio en forma eterna. El efecto
positivo, supone la prohibición de que en un segundo proceso se decida de forma
diferente a lo ya resuelto en un primero...”
De lo referido concluimos que ante la excepción de cosa juzgada, se hace
necesario que el juzgador conozca que un litigio anterior fue resuelto mediante
sentencia firme sobre el asunto que se le pone de manifiesto, demostrando
plenamente la existencia de la triple identidad de “partes”, “causa” y “objeto”,
triada a la que se refiere el art. 1.319 del Código Civil.
COSA JUZGADA
Auto Supremo: 996/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Anulabilidad
A través del Auto Supremo Nº 1051/2015 de 16 de Noviembre, se ha orientado
que: “La excepción de cosa juzgada es procedente cuando existe una Sentencia
firme respecto de una pretensión anteriormente substanciada entre las mismas
partes, por la misma causa y objeto, en este entendido el art. 1451 del CC., señala:
“Lo dispuesto por Sentencia pasada en Autoridad de cosa juzgada causa estado a
todos los efectos entre las partes, sus herederos y causahabientes”.
El doctrinario Hugo Alsina, identifica tres elementos importantes para la
procedencia de esta figura jurídica: “La inmutabilidad de la Sentencia que la cosa
juzgada amparada, está condicionada por la exigencia de que la acción a la cual
se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este proceso de
identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas acciones, y
la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1) los sujetos,
P á g i n a 349 | 846
2) el objeto, 3) la causa, bastando que una sola de ellas difiera para que la
excepción sea improcedente”.
Por su parte nuestra legislación ha recogido dicho instituto en el art. 1319 del
Código Civil, estableciéndose la existencia de ciertos requisitos que
necesariamente deben cumplirse: 1) Identidad legal de personas que consiste en la
identidad que debe presentarse en las personas, entre la nueva demanda y la
anteriormente resuelta. 2) Identidad de la cosa pedida, para que exista identidad
de cosa pedida es necesario que entre el primer proceso y el segundo tengan un
mismo objeto, el objeto del proceso se suele definir como “el beneficio jurídico que
en él se reclama”. Y por último 3) identidad de causa de pedir, la ley lo define
como “el fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio”, no debiendo
confundirse con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el
mismo objeto, pero por causas diferentes, la causa de pedir será el generador del
mismo.
Cuando una sentencia adquiere calidad de cosa juzgada se derivan una serie de
efectos que podemos definir como aquellas repercusiones que produce la sentencia
firme en el ámbito del ordenamiento jurídico, en ese sentido la cosa juzgada
material produce dos efectos esenciales uno negativo y otro positivo. El efecto
negativo supone la imposibilidad de sustanciar otro proceso sobre el mismo
objeto, es lo que se conoce como non bis in idem, su justificación radica en que no
es posible sustanciar un mismo litigio en forma eterna. El efecto positivo, supone
la prohibición de que en un segundo proceso se decida de forma diferente a lo ya
resuelto en un primero.”.
COSA JUZGADA
Auto Supremo: 1130/2016
Sucre: 29 de septiembre 2016
Proceso: Ordinario sobre usucapión decenal o extraordinaria.
El art. 1319 del Código Civil, preceptúa que: “La cosa juzgada no tiene autoridad
sino con respecto a lo que ha sido objeto de la sentencia. Es menester que la cosa
demandada sea la misma, que la demanda se funde en la misma causa, que las
partes sean las mismas y que se entable por ellas y contra ellas”
Carlos Morales Guillen, en su Obra “Código de Civil, Concordado y Anotado”,
cuarta edición, Edit. Gisbert, La Paz-Bolivia 1994, págs. 1688 a 1691, al realizar el
comentario del art. 1319 señala: “...Hay cosa juzgada, cuando se han agotado
todos los recursos ordinarios o extraordinarios concedidos por la ley, para
impugnar la decisión judicial o cuando han transcurrido los términos para
P á g i n a 350 | 846
hacerlo. Esto es, como se dice en el estilo forense, cuando la decisión esta
ejecutoriada (art. 515 p.c.)…
Requiere tres condiciones rigurosamente establecidas por ley:
a) Ut si eadem res: La cosa demandada debe ser la misma, es decir, la misma cosa
que se pidió ya en otro juicio terminado por sentencia firme…”
b) Ut si eadem causa petendi: la demanda debe estar fundada sobre la misma
causa. Esto es, el fundamento jurídico en que reposa el derecho que se reclama en
juicio…”
c) Ubi si eadem conditio personarum: la demanda debe ser propuesta entre las
mismas personas, por una en contra de la otra en la misma calidad…”
Asimismo, este Tribunal, respecto a la cosa juzgada se ha emitido el Auto Supremo
N° 508/2012 de 14 de diciembre, que sostiene lo siguiente: “Doctrinalmente se
distingue entre cosa juzgada formal y cosa juzgada material...
Cuando una Sentencia adquiere calidad de cosa juzgada se derivan una serie de
efectos que podemos definir como aquellas repercusiones que produce la Sentencia
firme en el ámbito del Ordenamiento Jurídico, en ese sentido la cosa juzgada
material produce dos efectos esenciales uno negativo y otro positivo. El efecto
negativo supone la imposibilidad de sustanciar otro proceso sobre el mismo
objeto, es lo que se conoce como non bis in eadem, su justificación radica en que
no es posible sustanciar un mismo litigio en forma eterna. El efecto positivo,
supone la prohibición de que en un segundo proceso se decida de forma diferente a
lo ya resuelto en un primero.
Los efectos de la cosa juzgada, instaurados en resguardo del principio de
seguridad jurídica, reconocen, con ese mismo propósito, ciertos límites de carácter
subjetivo y objetivo, esencialmente. Para el caso de Autos nos interesa referirnos
al límite subjetivo de la cosa juzgada que orienta que la misma vincula
básicamente a todas las partes que intervinieron en el proceso, sus herederos y
causahabientes conforme prevé el art. 1451 del Código Civil, y como también
prevé el art. 1452 del mismo compilado legal …”
En el Auto Supremo Nº 100/2015 de 11 de febrero, este Tribunal ha razonado
que: La cosa juzgada es una institución de relevancia en el ámbito procesal,
recogida por la necesidad de establecer la finalización del litigio y en ese mérito
evitar luego que se discuta sobre lo decidido nuevamente. El art. 1319 del Código
Civil, establece que: “La cosa juzgada no tiene autoridad sino con respecto a lo
que ha sido objeto de la sentencia. Es menester que la cosa demandada sea la
misma, que la demanda se funde en la misma causa, que las partes sean las
mismas y que se entable por ellas y contra ellas”; está triple identidad, en doctrina,
plantea los límites de la cosa juzgada: el límite objetivo, en razón al objeto o cosa
P á g i n a 351 | 846
sobre que trató el litigio y de la causa o título de donde se quiso deducir la
pretensión, y el límite subjetivo, establecido en función a las personas participes
del proceso”.
COSA JUZGADA
Auto Supremo: 1051/2015
Sucre: 16 de Noviembre 2015
La excepción de cosa juzgada es procedente cuando existe una Sentencia
firme respecto de una pretensión anteriormente substanciada entre las mismas
partes, por la misma causa y objeto, en este entendido el art. 1451 del C.C., señala:
“Lo dispuesto por Sentencia pasada en Autoridad de cosa juzgada causa estado a
todos los efectos entre las partes, sus herederos y causahabientes”.
P á g i n a 353 | 846
El doctrinario Hugo Alsina, identifica tres elementos importantes para la
procedencia de esta figura jurídica: “La inmutabilidad de la Sentencia que la cosa
juzgada amparada, está condicionada por la exigencia de que la acción a la cual
se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este proceso de
identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas acciones, y
la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1) los sujetos,
2) el objeto, 3) la causa, bastando que una sola de ellas difiera para que la
excepción sea improcedente”.
Por su parte nuestra legislación ha recogido dicho instituto en el art. 1319 del
Código Civil, estableciéndose la existencia de ciertos requisitos que
necesariamente deben cumplirse: 1) Identidad legal de personas que consiste en la
identidad que debe presentarse en las personas, entre la nueva demanda y la
anteriormente resuelta. 2) Identidad de la cosa pedida, para que exista identidad de
cosa pedida es necesario que entre el primer proceso y el segundo tengan un mismo
objeto, el objeto del proceso se suele definir como “el beneficio jurídico que en él
se reclama”. Y por último 3) identidad de causa de pedir, la ley lo define como “el
fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio”, no debiendo confundirse
con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el mismo objeto,
pero por causas diferentes, la causa de pedir será el generador del mismo.
Cuando una Sentencia adquiere calidad de cosa juzgada se derivan una serie de
efectos que podemos definir como aquellas repercusiones que produce la Sentencia
firme en el ámbito del ordenamiento jurídico, en ese sentido la cosa juzgada
material produce dos efectos esenciales uno negativo y otro positivo. El efecto
negativo supone la imposibilidad de sustanciar otro proceso sobre el mismo objeto,
es lo que se conoce como non bis in idem, su justificación radica en que no es
posible sustanciar un mismo litigio en forma eterna. El efecto positivo, supone la
prohibición de que en un segundo proceso se decida de forma diferente a lo ya
resuelto en un primero.
P á g i n a 354 | 846
contradicción o imprecisión en la demanda, habiendo interpuesto el demandado
recurso de apelación fundamentando sus agravios indistintamente tanto en la
excepción previa de Cosa juzgada, así como en la de Obscuridad, contradicción o
imprecisión en la demanda. Empero, al haber sido acogida favorablemente la
excepción de Obscuridad, contradicción o imprecisión en la demanda, se entiende
que dicha parte recurre de apelación especialmente contra la excepción previa de
cosa juzgada por haber sido declarada improbada. Sin embargo la concesión no
fue diferida, sino se concedió la apelación de manera errónea en el efecto
suspensivo, extremo que no habría sido advertido por el Tribunal de alzada, quien
dicta el Auto de Vista Nº SCII66/2014 de fecha 27 de marzo de 2014, donde
confirma totalmente el auto apelado.
Si bien de lo precedentemente expuesto se conoce que el A quo concedió el recurso
de apelación de forma errónea en el efecto suspensivo cuando correspondía en el
efecto diferido, empero, dicho desacierto no fue oportunamente objetado por las
partes con los recursos que la ley les franquea, por lo que su derecho habría
precluido y en su caso habrían quedado convalidados dichos actos. Sin embargo,
éste Tribunal no puede seguir éste procedimiento anómalo.
Consecuentemente, de lo precedentemente examinado se tiene que la resolución
que declara improbada la excepción previa de cosa juzgada, puede ser impugnado
sólo a través del recurso de apelación en el efecto diferido, es decir que será
diferida su concesión a una eventual apelación de la Sentencia, oportunidad en la
que podrá fundamentarse conjuntamente ambas impugnaciones, la de la
resolución de primera instancia y de la excepción; y una vez dictado el Auto de
Vista correspondiente, ante una eventual impugnación de la excepción previa de
cosa juzgada que haya sido resuelta en la Resolución de Alzada, recién éste
Tribunal podrá aperturar su competencia en casación sobre la misma. Extremo
último que empero no acontece en el presente caso de autos.”
Respecto a la excepción de cosa juzgada:
“El profesor Lino Enrique Palacio, en su obra derecho Procesal Civil, señala que
para que sea procedente esta excepción, el examen integral de las dos contiendas
debe demostrar que se trata del mismo asunto sometido a decisión judicial, o que
por existir continencia, accesoriedad o subsidiaridad, la Sentencia firme ya ha
resuelto lo que constituye la materia o la pretensión deducida en el nuevo juicio
que se promueve.”
P á g i n a 357 | 846
Por otra parte, es oportuno referirse a las impugnaciones contra resoluciones
dictadas en ejecución de sentencia; en ese entendido diremos que en el pasado la
Ex Corte Suprema de Justicia inicialmente por vía jurisprudencial, de manera
excepcional y restrictiva determinó la procedencia del recurso de casación contra
resoluciones dictadas en ejecución de sentencia cuando no se cumplían las
sentencias en su verdadera dimensión, o sea, cuando los jueces se excedían o
restringían la ejecución de lo determinado en sentencia ejecutoriada, sustentando
esa posición en la preservación de la cosa juzgada y que en el fondo se orientaba a
resguardar el derecho a la seguridad jurídica; sobre el particular se tienen los
A.S. Nº 90 del 25 de marzo de 1987 y 189 de 12 de julio de 1988; ello seguramente
debido a la época en que fue emitida la jurisprudencia referida, ya que la Ex Corte
Suprema como Máximo Tribunal de Justicia, en aquel tiempo aún ejercía el
control de constitucionalidad asumiendo la tesis negativa con relación a la
procedencia del amparo constitucional contra decisiones judiciales ejecutoriadas.
Sin embargo, a partir del año 2000, cuando ya ejercía jurisdicción el Tribunal
Constitucional, la Ex Corte Suprema de Justicia cambió de jurisprudencia y a
través de los A.S. Nº 34 de 29 de enero de 2002; 009 y 032 del 07 y 17 de febrero
de 2003 entre otros respectivamente, realizando una interpretación sistematizada y
concordada de las normas previstas en los arts. 213 paragrafo II, 262, 514 y 518
del Código de Procedimiento Civil, art. 26 de la Ley Nº 1760 y arts. 31 y 228 de la
Constitución Política del Estado vigente en aquel tiempo y actualmente abrogada,
retomó la doctrina legal procesal estableciendo definitivamente la improcedencia
del recurso de casación contra Autos dictados en ejecución de sentencia. En ese
mismo sentido, el Tribunal Constitucional estableció la línea jurisprudencial
contenida en la SC. 0493/2004-R de 31 de marzo determinando la improcedencia
del recurso de casación contra Resoluciones emitidas en ejecución de sentencia,
posición reiterada en la SC. 1468/2004 entre otras.
P á g i n a 358 | 846
afirmada en la Sentencia" (Chiovenda); por su parte nuestra legislación ha
recogido dicho instituto en el art. 1319 del Código Civil, estableciéndose la
existencia de ciertos requisitos que necesariamente deben cumplirse, Identidad
legal de personas que consiste en la identidad que debe presentarse en las
personas, entre la nueva demanda y la anteriormente resuelta. Identidad de la cosa
pedida, para que exista identidad de cosa pedida es necesario que entre el primer
proceso y el segundo tengan un mismo objeto. El objeto del proceso se suele
definir como: "el beneficio jurídico que en él se reclama". Y por último la
Identidad de causa de pedir La ley lo define como: "el fundamento inmediato del
derecho deducido en el juicio". No debe confundirse con el objeto del pleito, ya
que en dos procesos puede pedirse el mismo objeto, pero por causas diferentes, la
causa de pedir será el principio generador del mismo. En consecuencia, se hace
necesario que el juzgador conozca que en un litigio anterior fue resuelto, mediante
Sentencia firme, el asunto que se le pone de manifiesto, demostrando plenamente la
existencia de identidad de sujetos, del objeto litigado y la causa de la pretensión,
que precisamente se refiere el art. 1319 del Código Civil.
En ese mismo sentido “Rafael Martínez Sarmiento identifica tres identidades
clásicas que son: Idem corpus, que es el mismo petitum, objeto o derecho
ventilado; eadem casua petendi, la causa es el hecho del cual surge el derecho
litigioso y Eadem conditio personarum, por regla general, las Sentencias no
producen efecto sino Inter partes, es decir entre los litigantes”.
De la misma forma Hugo Alsina, identifica tres elementos importantes para la
procedencia de cosa juzgada y nos enseña que: "La inmutabilidad de la Sentencia
que la cosa juzgada ampara, está condicionada por la exigencia de que la acción a
la cual se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este proceso de
identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas acciones, y
la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1º) los sujetos,
2º) el objeto, 3º) la causa"…
En el caso en cuestión, contrastando la doctrina con los hechos expuestos y los
antecedentes del presente proceso, se tiene lo siguiente: Sujetos, las mismas partes,
en el primer proceso de Reconocimiento de Unión Conyugal Libre, Tenencia de
Hijo y Partición de Bienes, donde Juan Carlos Almaraz Duran, intervino como
demandante, mientras que Florinda Caballero Ledezma, intervino como
demandada; entretanto, en la presente demanda ordinaria de la misma forma
intervienen las mismas partes en las mismas condiciones, con la diferenciación de
la pretensión principal de una demanda de División y Partición de Bienes, por otro
lado el Objeto, la pretensión, en el primer proceso fue el Reconocimiento de Unión
Conyugal Libre, Tenencia de Hijo y Partición de Bienes y en la presente demanda
P á g i n a 359 | 846
se trata de una División y Partición de Bienes, pretensiones distintas entre ambos
procesos, por último la Causa, es el hecho jurídico que son de distinta naturaleza,
con el primer proceso.
Por lo mencionado, se concluye que no se cumple con lo determinado por el art.
1319 del Código Civil, varía uno del otro y al no contar con el mismo objeto no se
puede aplicar la procedencia de la cosa juzgada como erradamente pretende que se
considere en Resolución.
COSA JUZGADA
Auto Supremo: 624/2016
Sucre: 14 de Junio 2016
Proceso: Mejor derecho propietario sobre lote de terreno que indica, acción
negatoria y cancelación de inscripción en DD.RR., más cesación de actos
perturbatorios y amparo a la posesión sobre el inmueble objeto de demanda.
El Auto Supremo Nº 1051/2015 de 16 de noviembre, respecto de la excepción de la
cosa juzgada señala que “La excepción de cosa juzgada es procedente cuando
existe una Sentencia firme respecto de una pretensión anteriormente substanciada
entre las mismas partes, por la misma causa y objeto, en este entendido el art.
1451 del C.C., señala: “Lo dispuesto por Sentencia pasada en Autoridad de cosa
juzgada causa estado a todos los efectos entre las partes, sus herederos y
causahabientes”.
El doctrinario Hugo Alsina, identifica tres elementos importantes para la
procedencia de esta figura jurídica: “La inmutabilidad de la Sentencia que la cosa
juzgada amparada, está condicionada por la exigencia de que la acción a la cual
se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este proceso de
identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas acciones, y
la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1) los sujetos,
2) el objeto, 3) la causa, bastando que una sola de ellas difiera para que la
excepción sea improcedente”.
Por su parte nuestra legislación ha recogido dicho instituto en el art. 1319 del
Código Civil, estableciéndose la existencia de ciertos requisitos que
necesariamente deben cumplirse: 1) Identidad legal de personas que consiste en la
identidad que debe presentarse en las personas, entre la nueva demanda y la
anteriormente resuelta. 2) Identidad de la cosa pedida, para que exista identidad
de cosa pedida es necesario que entre el primer proceso y el segundo tengan un
mismo objeto, el objeto del proceso se suele definir como “el beneficio jurídico que
en él se reclama”. Y por último 3) identidad de causa de pedir, la ley lo define
como “el fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio”, no debiendo
confundirse con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el
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mismo objeto, pero por causas diferentes, la causa de pedir será el generador del
mismo.
Cuando una Sentencia adquiere calidad de cosa juzgada se derivan una serie de
efectos que podemos definir como aquellas repercusiones que produce la Sentencia
firme en el ámbito del ordenamiento jurídico, en ese sentido la cosa juzgada
material produce dos efectos esenciales uno negativo y otro positivo. El efecto
negativo supone la imposibilidad de sustanciar otro proceso sobre el mismo
objeto, es lo que se conoce como non bis in idem, su justificación radica en que no
es posible sustanciar un mismo litigio en forma eterna. El efecto positivo, supone
la prohibición de que en un segundo proceso se decida de forma diferente a lo ya
resuelto en un primero...”
De lo referido concluimos que ante la excepción de cosa juzgada, se hace necesario
que el juzgador conozca que un litigio anterior fue resuelto mediante sentencia
firme sobre el asunto que se le pone de manifiesto, demostrando plenamente la
existencia de la triple identidad de “partes”, “causa” y “objeto”, triada a la que se
refiere el art. 1.319 del Código Civil.
P á g i n a 369 | 846
Es de precisar que el Decreto Supremo antes citado prevé en su cuerpo normativo
toda concreción de régimen contractual que vaya a realizar la Administración
Pública, mediante determinadas modalidades según el monto del contrato, o según
la excepcionalidad prevista, en ese caso es de entender que aún el contrato sea en
su objeto de carácter civil, o un contrato administrativo propiamente dicho
(nominales como el de Licitación Pública, Contratación Menor por Comparación
de Precios y Contratación por Excepción), no es posible descartar por parte de los
contratantes aquél régimen procedimental, ya que el sistema de contratación sólo
puede actuar cuando la ley la habilita para ello y en los términos previstos para esa
habilitación, es así que el procedimiento a seguir por el ente administrativo en un
determinado contrato es jurídicamente relevante, porque solo de esa manera se
justifica la celebración contractual, que tiene relación con la competencia de la
Administración, génesis al procedimiento.
Del mismo modo, el art. 232 de la Constitución Política del Estado, refiere con
exactitud los principios por los cuales se rige la Administración Pública, entre los
que está el principio de legalidad que se establece en esos mecanismos técnicos
preestablecidos por ley por el cual el ente estatal debe guiarse, es la legalidad que
otorga facultades en realizar determinado acto con sus límites potestativos. A decir
de García de Enterría: “Toda acción administrativa se nos presenta así como
ejercicio de un poder atribuido previamente por Ley y por el delimitado y
construido. Sin una atribución legal previa de potestades la Administración no
puede actuar, simplemente.””
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D
DAÑO CAUSADO POR HECHO ILÍCITO
Auto Supremo: 1280/2016
Sucre: 07 de noviembre 2016
Proceso: Resarcimiento de daños.
En el Auto Supremo No 193/2015 se orientó respecto al daño: “debemos
considerar cual es el significado del daño como tal. Según la autora Giovana
Visintini en su libro Tratado de Responsabilidad Civil señala que: El término
“daño” en el lenguaje del legislador, en el ámbito de la regulación de los hechos
ilícitos, asume un doble significado. Cuando se habla de “daño injusto”, como
elemento objetivo del hecho ilícito, se hace referencia a la lesión del interés
tutelado; en cambio cuando se hable de daño en relación con la obligación de
resarcimiento, es decir; con referencia al “daño resarcible”, la expresión asume el
significado de perjuicio valorable en términos económicos, y abarca el daño
emergente, el lucro cesante y los sufrimientos morales padecidos por la víctima del
ilícito por otros.
Asimismo en el Auto Supremo Nº 199/2015 L de fecha 20 de marzo de 2015 se
expuso: “El art. 984 del Código Civil, establece: “Quien con un hecho doloso o
culposo, ocasiona a alguien un daño injusto, queda obligado al resarcimiento”. De
dicho precepto legal se advierte que el mismo hace referencia a un hecho que es la
modificación o transformación de una situación anterior, es una mutación física o
hecho que puede ser ocasionado o producido por el impacto, contacto o efecto de
una cosa, objeto o bien. Asimismo, el precepto hace referencia a la culpa (o dolo)
que el aspecto subjetivo, voluntario o culposo, es decir, es la voluntad o querer del
presunto responsable. También se hace referencia al daño que es el menoscabo o
la lesión de un bien, derecho o patrimonio. Sin embargo, entre todos estos
elementos, es decir, entre el hecho, la culpa y el daño debe existir una relación
de causalidad, es decir, de causa a efecto que sirve para declarar
la responsabilidad civil que significa la obligación de asumir todas las
P á g i n a 371 | 846
consecuencias patrimoniales o económicas que nacen de un hecho que ocasione un
daño a otro.
Cuando ocurre un hecho que origina responsabilidad patrimonial o civil, se dice
que un patrimonio ha sido lesionado o afectado, entonces, la responsabilidad civil
o patrimonial es la obligación de asumir las consecuencias patrimoniales por la
ruptura de ese patrimonio, por tanto, es un problema neta y exclusivamente
patrimonial, es decir, una compensación patrimonial que se debe por un daño
ocasionado al perjudicado. La lesión al patrimonio puede darse como resultado de
un contrato o convención, en este caso se trata de la responsabilidad civil
contractual, o puede darse como consecuencia de un hecho ajeno a un contrato o
compromiso previo. Esta es la responsabilidad civil extracontractual. Por todo lo
anotado podemos concluir que la obligación indemnizatoria es la compensación o
pago por el daño ocasionado para restablecer el equilibrio patrimonial roto con el
hecho dañoso. Es esa la finalidad del instituto de la responsabilidad civil.
Así también en el Auto Supremo Nº 215 de fecha 30 de marzo de 2015 se
determinó: según Diez-Picazo y Gullón en su obra Sistema del Derecho Civil: “La
responsabilidad implica la sujeción de una persona que vulnera un deber de
conducta impuesto en interés de otro sujeto a la obligación de resarcir el daño
producido”; acotando el mismo Autor que la responsabilidad civil se clasifica en
contractual y extracontractual o aquiliana, “La primera supone una transgresión
de un deber de conducta impuesto mediante un contrato. La responsabilidad
aquiliana, por el contrario, da idea de la producción de un daño a otra persona sin
que exista una previa relación jurídica entre Autor del mismo y esta última”.
Tradicionalmente, la doctrina en relación a la responsabilidad extracontractual,
establece que es la que no deriva del incumplimiento de una obligación
previamente contraída (contrato), sino de la realización de un hecho que causa un
daño y que genera la obligación de repararlo, por conllevar la violación de un
derecho absoluto, derecho que es correlativo de un deber de abstención que
consiste en no dañar”
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“Responsabilidad Civil Extracontractual”, Décima Edición, Editorial Temis S.A.
Santa Fe de Bogotá – Colombia 1998, realiza la clasificación en dos grandes
categorías o grupos a saber: 1) DAÑOS O PERJUICIOS PATRIMONIALES, que
comprende todos aquellos que perturban bienes o derechos de contenido
económico, los que afectan el patrimonio económico o modifican la situación
pecuniaria del damnificado y, 2) DAÑOS O PERJUICIOS
EXTRAPATRIMONIALES, los que afectan directamente a la integridad de las
personas en todos sus ámbitos, en el orden moral, imagen, aspecto físico,
fisiológico, psicológico, etc.; este tipo de daños en el pasado se consideraban
como no indemnizables, pero la moderna doctrina y la jurisprudencia
paulatinamente los va consagrando como perjuicios reparables económicamente.
Esta clasificación es la más apropiada por ser más amplia que abarca conceptos
más universales donde se halla incluida la responsabilidad por daños de carácter
contractual y extracontractual.
Los DAÑOS PATRIMONIALES conforme a nuestra legislación vigente previsto en
los arts. 344, 345 y 346 del Código Civil, procede por DAÑO EMERGENTE Y EL
LUCRO CESANTE, los mismos que vienen a constituir los comúnmente llamados
“daños y perjuicios” cuya reparación responde a título de culpa o dolo
(responsabilidad subjetiva) o simplemente por responsabilidad objetiva (riesgo
creado).
Es de vital importancia aclarar que la responsabilidad por el DAÑO
EMERGENTE implica responder por las consecuencias directas e inmediatas que
genera el hecho que ocasiona desmedro real, cierto y específico del patrimonio o
por el dinero que se destina para atender las contingencias o efectos inmediatos
que genera el hecho; sus efectos se dan al momento del hecho o inmediatamente de
cometido el mismo, es decir responden al presente. En tanto que el LUCRO
CESANTE responde por la privación de percepción de las ganancias o beneficios
económicos o la falta de rendimiento en la productividad de las cosas que sufrirá
el damnificado en lo posterior, es decir tiene su incidencia hacia el futuro, no
siendo posible su aplicación hacia el pasado o con carácter retroactivo.”
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“Responsabilidad Civil Extracontractual”, Décima Edición, Editorial Temis S.A.
Santa Fe de Bogotá – Colombia 1998, realiza la clasificación en dos grandes
categorías o grupos a saber: 1) DAÑOS O PERJUICIOS PATRIMONIALES, que
comprende todos aquellos que perturban bienes o derechos de contenido
económico, los que afectan el patrimonio económico o modifican la situación
pecuniaria del damnificado y, 2) DAÑOS O PERJUICIOS
EXTRAPATRIMONIALES, los que afectan directamente a la integridad de las
personas en todos sus ámbitos, en el orden moral, imagen, aspecto físico,
fisiológico, psicológico, etc.; este tipo de daños en el pasado se consideraban
como no indemnizables, pero la moderna doctrina y la jurisprudencia
paulatinamente los va consagrando como perjuicios reparables económicamente.
Esta clasificación es la más apropiada por ser más amplia que abarca conceptos
más universales donde se halla incluida la responsabilidad por daños de carácter
contractual y extracontractual.
Los DAÑOS PATRIMONIALES conforme a nuestra legislación vigente previsto en
los arts. 344, 345 y 346 del Código Civil, procede por DAÑO EMERGENTE Y EL
LUCRO CESANTE, los mismos que vienen a constituir los comúnmente llamados
“daños y perjuicios” cuya reparación responde a título de culpa o dolo
(responsabilidad subjetiva) o simplemente por responsabilidad objetiva (riesgo
creado).
Es de vital importancia aclarar que la responsabilidad por el DAÑO
EMERGENTE implica responder por las consecuencias directas e inmediatas que
genera el hecho que ocasiona desmedro real, cierto y específico del patrimonio o
por el dinero que se destina para atender las contingencias o efectos inmediatos
que genera el hecho; sus efectos se dan al momento del hecho o inmediatamente de
cometido el mismo, es decir responden al presente. En tanto que el LUCRO
CESANTE responde por la privación de percepción de las ganancias o beneficios
económicos o la falta de rendimiento en la productividad de las cosas que sufrirá
el damnificado en lo posterior, es decir tiene su incidencia hacia el futuro, no
siendo posible su aplicación hacia el pasado o con carácter retroactivo”.
P á g i n a 374 | 846
contrato o de un delito, por ejemplo una deuda, si el deudor no paga el acreedor
inicia un proceso ejecutivo. Una acción es real (actio in rem) cuando decimos que
un objeto es de nuestra propiedad o que un derecho nos compete. Las acciones
personales sirven para proteger un derecho de obligación, y las acciones reales
para proteger un derecho real. Así, por la acción real pedimos como nuestra una
cosa corporal o vindicamos un derecho real que nos compete sobre una cosa
ajena; y por la acción personal vindicamos el derecho que tenemos a la cosa, esto
es de las obligaciones, bien sean estos nacidos de un hecho lícito en que hayamos
prestado nuestro consentimiento o en que la ley lo presuma, bien de un hecho
ilícito, es decir, de delito o culpa, concluyendo que la división de acciones en
reales, personales y mixtas se limita solamente a la vindicación de los derechos
civiles que han sido violados.”
DE LA CADUCIDAD
Auto Supremo: 1204/2016
Sucre: 24 de octubre 2016
Proceso: Ordinarización de demanda ejecutiva.
En el Auto Supremo Nº 191/2014 de fecha 24 de abril de 2014, se orientó al
respecto: “El código civil en su art. 1514 establece: “Los derechos se pierden por
caducidad, cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria observancia
fijada para el efecto”. El art. 1517 del mismo cuerpo legal, respecto a las causas
que impiden la caducidad, estipula: “I. La caducidad sólo se impide mediante el
acto por el cual se ejerce el derecho. II. Si se trata de un término legal o voluntario
relativo a derechos disponibles, la caducidad puede también impedirse mediante el
reconocimiento del derecho por parte de la persona contra quien podía hacerse
valer la caducidad del derecho reconocido”. A su vez el art. 1520 del Código Civil,
con relación a la aplicación de la caducidad, establece: “la caducidad no puede
aplicarse de oficio excepto cuando por tratarse de derechos indisponibles deba el
Juez señalar los motivos que hacen inaceptables la demanda”
La caducidad, aunque guarde ciertas semejanzas con la prescripción, es una
institución diferente, se la define como la extinción del derecho a la acción por el
transcurso del tiempo, en otras palabras, es una configuración normativa que limita
en el tiempo el derecho que tiene toda persona de acceder a la jurisdicción con el
fin de obtener pronta y cumplida justicia. Su fundamento se halla en la necesidad
por parte del conglomerado social de obtener seguridad jurídica, para evitar la
paralización del tráfico jurídico, es un modo de extinción de ciertos derechos en
razón de la omisión de su ejercicio durante el plazo prefijado por la ley o la
voluntad de los particulares.
P á g i n a 375 | 846
Con relación a aquellos derechos en los que opera la caducidad, la oportunidad de
su ejercicio constituye una circunstancia esencial. En efecto, existen ciertos
derechos que no otorgan opción a su titular respecto del tiempo, sino al contrario,
caducan cuando no se ejercen en un término fijo. Nacen con una limitación en el
tiempo, de modo que no se pueden hacer valer después de transcurrido el plazo
respectivo. Como consecuencia de ello, contrariamente a lo que ocurre con la
prescripción, la caducidad puede ser declarada de oficio de modo tal que puede ser
dictada aun cuando no hubiera sido solicitada por ninguna de las partes.
Resulta ilustrativa, las precisiones que realiza Carlos Morales Guillen en su Libro
Código Civil Concordado y Anotado, Tomo II segunda edición, Editorial Gisbert a
los efectos de demarcar con contundencia este instituto, la regulación prevista en el
Código Civil Boliviano que establece en su artículo 1514 "Los derechos se pierden
por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijada para el efecto” y en su artículo 1520 que "La caducidad no
puede aplicarse de oficio excepto cuando tratarse de derechos indisponibles debe
el juez señalar los motivos que hacen inaceptable la demanda”.
DE LA CARGA DE LA PRUEBA
Auto Supremo: 213/2016
Sucre: 11 de marzo 2016
Previamente a ingresar a considerar la carga de la prueba, nos referiremos a lo que
debe entenderse por prueba, para dicha finalidad citaremos a Carlos Morales
Guillen quien en su obra titulada Código Civil Concordado y anotado, citando a
Messineo, señala: “Prueba es la representación de un hecho y, por consiguiente es
la demostración de la realidad (o de la irrealidad) del mismo. Si el hecho no se
prueba, según las reglas dadas al efecto por la ley, es como si no existiese. La
finalidad de la prueba es afirmar los hechos jurídicos, entendido este término en su
más amplia acepción, hechos naturales, hechos humanos y actos y negocios
jurídicos…”.
Ahora bien, dicho autor, sobre la carga de la prueba inmersa en el art. 1283 del
Código Civil, señala: “…..el peso de la prueba recae en quien demanda una
determinada pretensión frente otro, que debe probar los hechos en los cuales
fundamenta su demanda. El demandado puede limitarse a negarla, dejando toda la
P á g i n a 378 | 846
carga de la prueba al demandante (ei incumbit ptrobatio qui dicit, nom qui negat).
Mas si el demandodo alega hechos diversos de los deducidos por el actor que, sin
negarlos necesariamente, sean incompatibles con éstos y les quiten eficacia, ya
porque tengan carácter extintivo (v. gr. Pago), impeditivo (v. gr. Vigencia de plazo
pactado) o modificativo (v. gr. Excesiva onerosidad sobrevenida) está obligado a
probar su excepción conforme a la segunda parte del axioma citado supra”.
En relación a dichas consideraciones, este Tribunal Supremo de Justicia emitió
varios Autos Supremos, entre ellos el Nº 162/2015 de fecha 10 de marzo de 2015,
que sobre este punto señala: “Respecto a la carga de la prueba, acusada en el
recurso de casación, se debe considerar que, la prueba es un medio de verificación
de las proposiciones incorporadas por los litigantes en el proceso con la finalidad
de crear en el juzgador pleno convencimiento con relación a los hechos del
proceso para cuya finalidad, las pruebas deben ser apreciadas de acuerdo a la
valoración que les otorga la ley, conforme al sistema de apreciación legal de la
prueba y el valor probatorio que les asigna la Ley o de acuerdo a las reglas de la
sana crítica en previsión del art. 1286 del Código Civil concordante con el art. 397
del Código de Procedimiento Civil….”
DE LA COMPETENCIA AGRARIA.
Auto Supremo: 170/2016
Sucre: 03 de marzo 2016
El Tribunal Constitucional en la SC 0378/2006-R de 18 de abril, para determinar la
jurisdicción aplicable emitió el siguiente razonamiento, “…debe partir del
concepto de si, la propiedad inmueble está destinada al uso de vivienda en centros
poblados o urbanos, en cuyo caso se aplicaran las normas
el Código Civil y la competencia será de los jueces ordinarios; o si por el
contrario, se trata de la propiedad inmueble destinada a la producción
agrícola y/o pecuaria sujeta al régimen de la Ley del Servicio Nacional de
Reforma Agraria, en cuyo caso la competencia será de los jueces y tribunales
agrarios ..."
La jurisprudencia constitucional glosada precedentemente fue asumida por el
actual Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de la SCP 2140/2012 de 8
de noviembre, que señaló: ”…el elemento que determina cual es la jurisdicción
que determina que conoce de las acciones personales, reales y mixtas, es el
carácter agrario de la propiedad, posesión o actividad ...sic ...sic ... De todo 1o
expuesto, se concluye que tanto los jueces agrarios (ahora agroambientales) como
los ordinarios tienen competencia para conocer acciones reales, personales y
mixtas; pero la diferencia está en que los primeros conocen las derivadas de la
propiedad, posesión y actividad agraria, y en caso de producirse un cambio de uso
de suelo, para definir la jurisdicción que conocerá de estas acciones, no solo se
P á g i n a 379 | 846
considera la ordenanza municipal que determine estos límites entre el área urbana
y rural, sino esencialmente, el destino de la propiedad
y la naturaleza de la actividad que se desarrolla”, mismo criterio fue asumido
en la SCP 1936/2013 de 4 de noviembre, que dio una orientación aplicable
para un caso sui generis como en el presente; lo más relevante de dicha resolución
constitucional versa: “Al respecto es preciso señalar que la Ley del Órgano
Judicial) además de haber dispuesto la entrada en vigencia de algunos capítulos a
momento de la publicación el 24 de junio de 2010) conforme la Disposición
Transitoria Primera; en la Disposición Transitoria Segunda determina la vigencia
de todas las demás normas de dicha ley) con excepción del
Capítulo IV del Título II; Sección II y III del Capítulo II, y Capitulo III
del Título III, precisamente) con la vigencia de la norma Procesal Civil que debió
ser aprobada en el plazo de dos años de la publicación de la Ley del Órgano
Judicial según su Disposición Transitoria Tercera. De la normativa
notada precedentemente, se colige que el competente que establece cuál es la
jurisdicción que conoce de la acciones personales, reales y mixtas, derivadas de
bienes inmuebles, es el carácter agrario de la propiedad, posesión o actividad; a
este objeto al momento de determinar la jurisdicción se tomaba en cuenta la
ubicación del inmueble objeto del litigio o el lugar de la actividad desarrollada; en
ese sentido el objeto del litigio o a la actividad se desarrollaba en el área
urbana, le eran aplicables las normas del Código Civil; en consecuencia, la acción
era de competencia de la jurisdicción ordinaria, en cambio, si el objeto o la
actividad era desarrollada en el área rural se aplicaban las normas de la Ley del
Servicio Nacional de Reforma Agraria y la acción era de competencia de la
jurisdicción agraria…sic…sic…que el trabajo es fuente fundamental para la
adquisición y conservación de la propiedad agraria; y la función social que debe
cumplir la propiedad agraria, por lo que el régimen legal de la tierra y en especial
la jurisdicción a aplicarse; no puede quedar librada única y exclusivamente a lo
que dispongan los Gobiernos Municipales en cuanto al uso del suelo y menos aún
cambiar automáticamente por el solo hecho de ampliarse la mancha urbana
según lo que dispongan los Gobiernos municipales en sus respectivas
Ordenanzas…”
Así también la jurisprudencia de este Supremo Tribunal ha orientado en el Auto
Supremo Nº 78/2014 de fecha 17 de marzo de 2014, en el sentido de que: “…el
espíritu del art. 16 y 17 de la Ley Nº 025 del Órgano Judicial concibe al proceso
no como un fin en sí mismo, sino como el medio a través del cual se otorga la
efectividad de los derechos reconocidos en la ley sustantiva, en esa orientación los
arts. 105 al 109 Ley Nº 439 (Nuevo Código Procesal Civil), establecen las
nulidades procesales con criterio aún más restringido, especificando de esta
manera que la nulidad procesal es una excepción de última ratio que se encuentra
P á g i n a 380 | 846
a su vez limitada por determinados principios universalmente reconocidos, tales
como el principio de especificidad, trascendencia, finalidad del acto,
convalidación, preclusión, etc., los cuales no pueden ser desconocidos, y que frente
a esa situación, se debe procurar resolver siempre de manera preferente sobre el
fondo del asunto controvertido, en tanto que la nulidad procesal solo puede ser
decretada cuando no existe ninguna otra posibilidad de salvar el proceso,
buscando de esta manera la materialización de los principios que hoy rigen la
administración de justicia previstos en la Constitución Política del Estado y
replicados en las dos leyes de referencia, pretendiendo de esta manera revertir el
antiguo sistema formalista, dejando a un lado las viejas prácticas con la que se
han venido tramitando los procesos judiciales por más de tres décadas con
predominio de nulidades y en el mayor de los casos innecesarias que solo ocasionó
retardación de justicia a lo largo del tiempo en desmedro del mundo litigante y de
la propia administración de justicia, lo cual se pretende revertir definitivamente”.
P á g i n a 381 | 846
nada más natural que un acuerdo contractual de dos partes se disuelva del mismo
modo, esto es por acuerdo de ellas. Esta segunda regla deriva de la contenida en
la primera fase del art. y sanciona la intangibilidad (Messineo) del contrato por
voluntad unilateral a menos que resulte modificada por la misma excepción que
ella expresa que permite disolver el contrato por la sola voluntad de una de las
partes cuando así se ha pactado en el contrato (art. 525) y segundo cuando una
disposición de la ley concede a una o ambas partes esta facultad.
DE LA LEGITIMACIÓN
Auto Supremo: 997/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Nulidad de Contrato y reivindicación.
El art. 115-I de la Constitución Política del Estado, señala lo siguiente: “I. Toda
persona será protegida oportuna y efectivamente por los jueces y tribunales en el
ejercicio de sus derechos e intereses legítimos”, como se podrá apreciar, la norma
constitucional describe la defensa de los derechos y los intereses legítimos de las
personas, debe ser protegida por los operadores judiciales, consiguientemente, la
norma activa la función jurisdiccional, siempre y cuando se trate de los intereses
legítimos que las partes deben acreditar.
Sobre el particular es conveniente señalar que la legitimación, conforme a la
doctrina se clasifica en legitimación procesal y legitimación ad- causam; la primera
está referida a la aptitud o idoneidad para intervenir válidamente en el proceso, ya
sea de parte del demandante o del demandado o de quienes intervienen en su
representación (apoderados); es una cuestión de carácter estrictamente formal; en
tanto que la legitimación ad causam se vincula con la titularidad del derecho
sustancial que se pretende ejercitar con la demanda, exige que la demanda sea
presentada por quien realmente tenga la titularidad del derecho sustancial que se
reclama, es una cuestión que hace al fondo de la pretensión.
Para el entendimiento de este fallo es necesario señalar de manera general que al
hablar de legitimación se tiene que en doctrina, existe la legitimación procesal o
“ad procesum”, que en criterio de diferentes procesalistas ente ellos Eduardo
Couture, señala: “la legitimación procesal es la aptitud o idoneidad para actuar en
un proceso, en el ejercicio de un derecho propio o en representación de otro”, es
decir que la legitimación en el proceso comprende tanto a la capacidad procesal,
como la aptitud que tienen las personas que actúan en calidad de representantes de
otras (por carencia de capacidad procesal o por representación voluntaria); y por
otra parte existe la legitimación en la causa “ad causan” o de obrar, que resulta un
P á g i n a 382 | 846
elemento esencial de la acción que presupone o implica la necesidad de que la
demanda sea presentada por quien tenga la titularidad del derecho que se cuestiona,
esto es, que la acción sea entablada por aquella persona que la ley considera como
particularmente idónea para estimular en el caso concreto la función jurisdiccional.
Elemento que resulta de suma importancia para que los juzgadores puedan ingresar
a realizar una valoración de fondo del proceso y las pretensiones que en él se
incoan, es en este entendido que Lino E. Palacio en su obra "Derecho Procesal
Civil" Ed. Abeledo Perrot, Tomo I, págs. 405 a 406 refiere: "Para que el juez se
encuentre en condiciones de examinar la pretensión procesal en cuanto al fondo es
preciso que quienes de hecho intervienen en el proceso como partes (actora o
demandada), sean quienes deban figurar en ese proceso concreto asumiendo tal
calidad. Estas últimas son las "justas partes" o las "partes legítimas", y la aptitud
jurídica que permite caracterizarlas mediante esos términos se denomina
legitimación para obrar o legitimación procesal. Cabe, pues, definir a la
legitimación para obrar o procesal, como aquel requisito en cuya virtud debe
mediar una coincidencia entre las personas que efectivamente actúan en el
proceso y las personas a las que la ley habilita especialmente para pretender
(legitimación activa) y para contradecir (legitimación pasiva) respecto de la
materia sobre la cual el proceso versa...", por ello se deduce que la legitimación es
un requisito que afecta tanto al actor como al demandado. La pretensión, en efecto,
debe ser deducida por y frente a una persona legitimada, por lo que se entenderá
que la ausencia de legitimación, sea activa o pasiva, torna admisible la llamada
defensa de "falta de legitimación".
Para el caso en estudio resulta necesario centrar el análisis en la legitimación en la
causa “ad causan” o de obrar, que en doctrina es considerado o denominado de
distintas formas como ser: Legitimación en la causa, Legitimación material,
legitimación para accionar, legitimación de obrar, sin embargo todos se refieren a
este elemento como un presupuesto procesal de fondo de suma importancia dentro
la configuración del proceso.
Sobre el particular, debemos referir que la legitimación “Ad causam”, es la
condición particular y concreta de las partes, que se deriva en su vinculación con el
objeto del litigio; que en criterio de Hernando Devis Echandía, en su obra Teoría
General del Proceso, 2da Edición Buenos Aires Edit. Universidad 1997 página 269,
señala: “Tener legitimación en la causa consiste en ser la persona que, de
conformidad con la ley sustancial, puede formular o contradecir las pretensiones
contenidas en la demanda o en la imputación penal, por ser sujeto activo o pasivo
de la relación jurídica sustancial pretendida o del ilícito penal imputado, que
deben ser objeto de la decisión del Juez…”,es decir, que la legitimación en la causa
P á g i n a 383 | 846
es un elemento esencial de la acción que presupone o implica la necesidad de que
la demanda sea presentada por quien tenga la titularidad del derecho que se
cuestiona, esto es, que la acción sea entablada por aquella persona que la ley
considera como particularmente idónea para estimular en el caso concreto la
función jurisdiccional.
Sobre el particular, existe una vasta jurisprudencia emitida pòr el Tribunal
Constitucional que en la Sentencia Constitucional Nº 1587/2011-R de 11 de
octubre que al referirse a la legitimación dijo: “La legitimación en el orden
procesal debe relacionarse con el concepto de acción y por consiguiente, con sus
sujetos activo y pasivo, se configura con el reconocimiento que el derecho hace a
una persona de la posibilidad de ejercitar y mantener con eficacia una pretensión
procesal - legitimación activa -, o de resistirse a ella eficazmente - legitimación
pasiva…”, por lo que la legitimación resulta ser un presupuesto que afecta tanto al
actor como al demandado. La pretensión, en efecto, debe ser deducida por y frente
a una persona legitimada, lo contrario torna inadmisible la demanda.
Criterio también desarrollado por este Tribunal Supremo de Justicia, que al
respecto ha orientado a través de Auto Supremo Nº 23/2016 de 20 de enero,
que: “Corresponde señalar que los presupuestos procesales, tanto de forma como
de fondo, el primero se refiere a la presentación de la demanda, la dirección del
Juez y la capacidad de las partes, y el segundo se refiere al interés de obrar, la
“legitimación para obrar” y la posibilidad jurídica, sobre la “legitimación para
obrar” el procesalista Fausto Viale especialista en derecho procesal señala lo
siguiente: "La legitimidad para obrar está referida a los sujetos que, ya sea en la
posición de demandantes o de demandados, la ley autoriza a formular una
pretensión determinada o a contradecirla, o a ser llamados al proceso para hacer
posible una declaración de certeza eficaz o a intervenir en el proceso por asistirles
un interés en su resultado. La legitimidad para obrar tiene una definitiva
vinculación con la relación jurídica de derecho material o estado jurídico cuya
declaración de certeza, ejecución, u otro tipo de providencia judicial se pretende.
Como la anota Vescovi, la legitimidad para obrar se refiere a la posición de un
sujeto respecto al objeto litigioso que le permite obtener una providencia eficaz.
Aunque es un concepto procesal, la legitimidad está referida a la pretensión objeto
del proceso, esto es, al derecho sustancial reclamado".
Esta legitimación para obrar –cuando se trata de impugnar contratos- tiene
estrecha relación con el art. 551 del Código Civil, que señala: “(Personas que
pueden demandar la nulidad) La acción de nulidad puede ser interpuesta por
cualquier persona que tenga un interés legítimo”, entre estas se encuentra los
titulares de la relación contractual o terceros con interés legítimo por ejemplo una
P á g i n a 384 | 846
persona que tendría que hacer valer su derecho subjetivo en caso de lograr la
ineficacia estructural del contrato impugnado de nulidad, así se puede citar que a
partir del Auto de Supremo Nº 664/2014 de 06 de noviembre, se orientó la línea
jurisprudencial en el que se señaló lo siguiente: “De manera general se tiene que
la nulidad de un contrato puede ser pretendida por las partes del contrato o
finalmente por sus causahabientes o herederos, toda vez que se presume que quien
contrata lo hace para sí y para sus herederos y causahabientes conforme manda el
art. 524 del Código Civil, quienes tienen la legitimación activa para pretender la
nulidad del mismo. Por otro lado, también es posible que la nulidad de un contrato
pueda ser instada por un tercero que no fue parte de la relación contractual que se
pretende invalidar, en este caso, cuando la nulidad es pretendida por un tercero el
art. 551 del Código Civil indica: “la acción de nulidad puede ser interpuesta por
cualquier persona que tenga interés legítimo”, entendiéndose que el interés
legítimo configura la legitimación activa para poder demandar, configurándose
esa legitimación en un presupuesto de admisibilidad de la demanda que debe ser
analizada por los Jueces al momento de admitir la demanda; por lo tanto el interés
legítimo debe ser demostrado ab initio al momento de la presentación de la
demanda y los Jueces tienen el deber de exigir dicha prueba a tiempo de admitirla
porque de ella depende la acreditación de la legitimación activa del actor, que
constituye presupuesto de admisibilidad como se señaló.
En ese entendido, también corresponde establecer qué es lo que se entiende por el
interés legítimo normado en el art. 551 del Código Civil, presupuesto necesario
que debe tener quien pretenda la nulidad de un contrato en el que no es parte,
motivo por el cual se dirá que la titularidad de un derecho subjetivo cuya eficacia
dependa real y directamente de la invalidez del contrato o del acto jurídico que se
pretende su nulidad, configura el llamado interés legítimo, en otras palabras los
efectos generados por el contrato o acto jurídico cuya invalidez se pretende que
entren en pugna con el derecho subjetivo del cual es titular la persona que
demanda.
La fórmula del art. 551 del Código Civil, solo dispensa la calidad de accionante a
quien tenga interés legítimo, y no está abierto a todas las personas estantes del
Estado, pues la nulidad siendo de orden público apunta a la invalidez de un acto
jurídico privado, donde no existe la afectación de un derecho difuso, siendo el
punto de partida la consideración del carácter privado del acto jurídico que se
pretende invalidar, pues lo contrario nos situaría en una acción de defensa de
derechos colectivos o difusos.
Convengamos entonces que la norma permite accionar la nulidad cuando el
interesado ostenta un derecho subjetivo no hipotético que dependa actual e
P á g i n a 385 | 846
inmediatamente de la invalidez del acto jurídico, siendo ese el interés legítimo que
debe demostrar para acreditar la legitimación activa, es decir el interés legítimo
está limitado al interés personal que emerge del derecho subjetivo en función
inmediata de la nulidad del contrato…”.
DE LA SERVIDUMBRE
Auto Supremo: 213/2016
Sucre: 11 de marzo 2016
Previamente a referirnos a la servidumbre, resulta pertinente señalar que el
contrato, conforme lo establece el art. 519 del Código Civil, tiene fuerza de ley
entre las partes contratantes, pudiendo ser resuelto este por dos razones: 1) Por el
consentimiento mutuo de ambas partes, o 2) Por las causas señaladas por ley; de
dicho precepto, se puede inferir que el mismo surge como consecuencia del
principio de la autonomía de la voluntad que se encuentra inmerso en el art. 454-I
P á g i n a 386 | 846
de la norma citada, sin embargo, esta libertad contractual, se encuentra limitada por
el parágrafo II de dicho artículo, que a la letra dice: "La libertad contractual está
subordinada a los limites impuestos por la ley y a la realización de intereses
dignos de protección jurídica."
En virtud a lo expuesto, corresponde señalar que la servidumbre, tal como lo señala
Mazeud que es citado por Carlos Morales Guillen en su Libro Código Civil
Concordado y Anotado: “es un derecho real sobre ciertos usos de un predio
(sirviente) establecido a favor de otro predio (dominante)”, en otras palabras es un
derecho real, en virtud al cual se impone a un bien inmueble el servicio constitutivo
de la servidumbre (sirviente), en beneficio de otro inmueble en el cual se establece
dicho servicio (dominante); ahora bien, respecto a la servidumbre especifica de
paso, debemos señalar que esta proviene ante la existencia de un inmueble o fundo
que se encuentre situado o enclavado entre otros, es decir sin salida a la vía
pública, situación en la cual el propietario del bien inmueble encerrado podrá
obtener paso por el fundo de un vecino, tal como lo refiere el art. 262 del Código
Civil.
Sin embargo, el art. 265 de dicho cuerpo legal, establece que cuando el fundo
encerrado por diferentes razones, como ser la apertura de camino que de acceso a
la vía pública a dicho fundo o porque el mismo se adhiere a otro inmueble con
acceso a la vía pública, el derecho de servidumbre de paso se hace innecesario
pudiendo ser suprimido a instancia de parte interesada, de esta manera en
contraposición a la característica de perpetuidad que tienen las servidumbres, estas
pueden ser cesadas o extinguidas por efectos que dispone la misma ley, por
ejemplo el art. 287 del Sustantivo Civil, establece tres casos en los cuales procede
la extinción de la servidumbre y son: “1) Por unirse en una sola persona las
calidades de propietaria del fundo dominante y del fundo sirviente. 2) Por
renunciar el propietario del fundo dominante en favor del propietario del fundo
sirviente. 3) Por la prescripción, cuando la servidumbre no se ejerce durante cinco
años, término que corre desde el día en que se interrumpe cuando es discontinua, o
desde el día en que se ejecuta un acto contrario cuando es continua. Los actos que
suspenden o interrumpen la prescripción en beneficio de un copropietario
favorecen a los otros.”
En virtud al caso de autos, es menester hacer hincapié en la causal inmersa en el
numeral 3) de la norma citada, por lo que citaremos a Carlos Morales Guillen que
su libro Código Civil Concordado y Anotado, sobre el particular señala: “3) Esta es
prescripción extintiva, tradicionalmente denominada no uso. Se refiere tanto a las
servidumbres en actividad, como a las que habiendo nacido jurídicamente, no
hayan comenzada a ejercitarse dentro del plazo señalado por el artículo. Si las
servidumbres son discontinuas, el término de la prescripción empieza a correr
desde el día del último acto de ejercicio de ellas, si son continuas, el termino no se
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computa desde el día en que se realiza un acto contrario a la servidumbre porque,
suponiéndose continuo el ejercicio de estas servidumbres, éste, debe ser
interrumpido con un acto contrario a él.”.
En relación con lo desarrollado supra, tenemos al Auto Supremo Nº 1001/2015 de
fecha 05 de noviembre de 2015, que señala: “Si partimos del concepto de que la
servidumbre es una carga impuesta a un fundo sirviente, para la utilidad del fundo
dominante, perteneciente a distinto propietario, estaremos de acuerdo que ésta se
patentiza ante la necesidad del primero y ante la imposibilidad de contar con
propio acceso a la vía que sirve para colectar los fluidos, justificándose
perfectamente por esa necesidad básica, aspecto que no ocurre en el caso de Autos
pues como se tiene aclarado, el actor tiene acceso a la Av. Imperial en la misma
proporción que la propiedad de la demandada, de manera que esa necesidad de
contar con la servidumbre de paso por la propiedad de su vecina, no se hace
imprescindible.
Bajo esas consideraciones el hecho de que exista transferencia en el que se
menciona usos y costumbres, no es justificativo para perpetuar aquello, si ante la
división y partición y el cambio de colindancias se reconoce la posibilidad de
acceso directo a la vía pública, resultando un exceso y abuso la pretensión de
perpetuidad bajo el argumento que en el caso fuera imposible esa independencia
de contar con la conexión que precisa su construcción, pretendiendo que esa
servidumbre sea obligatoria.”
DE LAS COSTAS
Auto Supremo: 15/2017
Sucre: 17 de enero 2017
Proceso: Nulidad de Transferencia y Cancelación de Matrícula.
Sobre este punto la norma adjetiva civil en cuanto a la imposición de costas
procesales en primera instancia, en el art. 198 de manera taxativa expresa:”
(Costas en primera instancia) I.- Cuando la sentencia declare improbada la
demanda en todas sus partes, se condenará en costas al demandante.
II.- Será condenado en costas el demandado contumaz contra quien se hubiere
pronunciado sentencia condenatoria.
III.- En procesos dobles no procederá condenación en costas en primera
instancia.”
De la letra y espíritu de esta norma se desprende, que las costas en primera
instancia solo procede en estos supuestos casos, más no, en otros, y en el mismo
sentido se ha orientado en el Auto Supremo N ° 24 de fecha 20 de enero de 2009, el
cual resolviendo un caso análogo expresó: “CONSIDERANDO: Que el art. 198
del Código de Procedimiento Civil, bajo el nomen juris "Costas en primera
P á g i n a 388 | 846
instancia", dispone lo siguiente: I.- Cuando la sentencia declare improbada la
demanda en todas sus partes, se condenará en costas al demandante.
II.- Será condenado en costas el demandado contumaz contra quien se hubiere
pronunciado sentencia condenatoria.
III.- En procesos dobles no procederá condenación en costas en primera instancia.
De la interpretación de la norma citada, queda claro que solo en una eventualidad
procede la condenación en costas al demandado perdidoso y es cuando el
demandado hubiere sido declarado rebelde y "contumaz" a la ley, es decir, no
hubiere contestado a la demanda en el plazo que la ley procesal prevé y se decreté
contra él la "rebeldía" y además la sentencia le sea desfavorable al rebelde.”
Y en cuanto al tema de las costas en segunda instancia, la norma de forma precisa
en su art. 237-I expresa que el Auto de vista podrá ser: “Confirmatorio Total con
costas, en ambas instancias, 2) Confirmatorio Parcial, sin costas. 3) Revocatorio
Total o Parcial, sin costas. 4) Anulatoria o repositorio, con responsabilidad al
inferior.”
DE LAS COSTAS
Auto Supremo: 1113/2016
Sucre: 23 de septiembre 2016
Proceso: Mejor Derecho Propietario y Otros.
Sobre este punto la norma adjetiva civil en cuanto a la imposición de costas
procesales en primera instancia, en el art. 198 de manera taxativa expresa:”
(Costas en primera instancia) I.- Cuando la sentencia declare improbada la
demanda en todas sus partes, se condenará en costas al demandante.
II.- Será condenado en costas el demandado contumaz contra quien se hubiere
pronunciado sentencia condenatoria.
III.- En procesos dobles no procederá condenación en costas en primera
instancia.”
De la letra y espíritu de esta norma se desprende, que las costas en primera
instancia solo procede en estos supuestos casos, más no, en otros, y en el mismo
sentido se ha orientado en el Auto Supremo N ° 24 de fecha 20 de enero de 2009, el
cual resolviendo un caso análogo expresó: “CONSIDERANDO: Que el art. 198
del Código de Procedimiento Civil, bajo el nomen juris "Costas en primera
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instancia", dispone lo siguiente: I.- Cuando la sentencia declare improbada la
demanda en todas sus partes, se condenará en costas al demandante.
II.- Será condenado en costas el demandado contumaz contra quien se hubiere
pronunciado sentencia condenatoria.
III.- En procesos dobles no procederá condenación en costas en primera instancia.
De la interpretación de la norma citada, queda claro que solo en una eventualidad
procede la condenación en costas al demandado perdidoso y es cuando el
demandado hubiere sido declarado rebelde y "contumaz" a la ley, es decir, no
hubiere contestado a la demanda en el plazo que la ley procesal prevé y se decreté
contra él la "rebeldía" y además la sentencia le sea desfavorable al rebelde.”
Y en cuanto al tema de las costas en segunda instancia, la norma de forma precisa
en su art. 237-I expresa que el Auto de vista podrá ser: “Confirmatorio Total con
costas, en ambas instancias, 2) Confirmatorio Parcial, sin costas. 3) Revocatorio
Total o Parcial, sin costas. 4) Anulatoria o repositorio, con responsabilidad al
inferior.”
De la norma en cuestión se advierte que solo cuando la sentencia sea confirmada en
su integridad se condena en costas, con la excepción y salvedad que establece la
segunda parte de la citada norma.
P á g i n a 391 | 846
También corresponde señalar que el art. 17 parágrafo III de la misma ley Nº 025
tiene el siguiente texto: “La nulidad sólo procede ante irregularidades procesales
reclamadas oportunamente en la tramitación de los procesos…”, también exige
que para fundar una nulidad procesal, el reclamo debe ser oportuno, este Tribunal
ha entendido que la misma se la debe efectuar en forma inmediata al momento de
haberse generado el vicio procesal.
También corresponde señalar que el art. 17 parágrafo III de la misma ley Nº 025
tiene el siguiente texto: “La nulidad sólo procede ante irregularidades procesales
reclamadas oportunamente en la tramitación de los procesos…”, también exige
que para fundar una nulidad procesal, el reclamo debe ser oportuno, este Tribunal
ha entendido que la misma se la debe efectuar en forma inmediata al momento de
haberse generado el vicio procesal.
P á g i n a 394 | 846
DEBER DEL JUZGADOR DE EVIDENCIAR EN LAS OBLIGACIONES
BILATERALES CUÁL DE LAS OBLIGACIONES RESOLUTIVAS
INICIALMENTE ES EXIGIBLE
Auto Supremo: 363/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: Resolución de contrato por incumplimiento, daños y perjuicios y entrega
de inmueble.
La línea jurisprudencia asumida por este Tribunal, en el Auto Supremo
N° 746/2014 de 12 de diciembre, ha razonado que: “…frente a la interposición de
la demanda, el Juez tiene el deber ineludible de pronunciar una resolución de
fondo, que resuelva el conflicto suscitado por las partes, pues no debemos perder
de vista que quienes recurren al auxilio de la administración de justicia lo hacen
precisamente debido a que no pudieron resolver los mismos en forma amigable,
activando con su demanda todo el sistema judicial en espera de una solución al
conflicto así como un sometimiento a las determinaciones que pudieran ser
asumidas, siendo deber de las autoridades judiciales fallar en cada caso,
aplicando las normas legales vigentes de nuestro ordenamiento jurídico, tomando
en cuenta los principios contenidos en al art. 180.I, de la Constitución Política del
Estado, o en su caso la doctrina y jurisprudencia aplicable al caso en concreto.
De obrados se tiene que el actor demandó la resolución de contrato parcial de
venta, resarcimiento de daños y perjuicios y entrega de inmueble, que fue
reconvenida también por la resolución así como la evicción de cosa vendida por
incumplimiento del actor, proceso que conforme la Sentencia de fs. 389 a 394 de
obrados, declaró improbada ambas pretensiones principales como accesorias, es
decir, sin un pronunciamiento de fondo que resuelva el conflicto, incumpliendo la
finalidad de la administración de justicia plasmada en el art. 190 del Código de
Procedimiento Civil, que expresamente dispone: La sentencia pondrá fin al litigio
en primera instancia, contendrá decisiones expresas, positivas y precisas; recaerá
sobre las cosas litigadas, en la manera en que hubieran sido demandadas sabida
que fuere la verdad por las pruebas del proceso; en ella se absolverá o condenará
al demandado, contraviniendo el deber impuesto a todo juzgador, que en el caso
concreto deberá contemplar la naturaleza y los alcances del contrato del que
ambas partes pretenden su resolución por incumplimiento de contrario, teniendo
en cuenta que en tratándose de obligaciones bilaterales, es deber del juzgador
evidenciar cuál de las obligaciones resolutivas inicialmente es exigible, cuyo
cumplimiento habilita a exigir el cumplimiento de la otra obligación y determinar
luego que parte contratante cumplió o incumplió la obligación contraída para
sobre esa base asumir la decisión que corresponda que además sea eficaz para
P á g i n a 395 | 846
poner fin a la contienda que mantienen las partes en conflicto y propender así el
restablecimiento de la paz y la armonía, aspectos que de ninguna manera se
materializaran con la Resolución de Alzada que mantiene la indefensión asumida
en sentencia, lo que resulta contrario a los principios constitucionales previstos en
los art. 179 y 180 del texto constitucional”. Razonamiento reiterado en el Auto
Supremo N° 784/2015-L de 11 de septiembre.
P á g i n a 399 | 846
de la Constitución Política del Estado, o en su caso la doctrina y jurisprudencia
aplicable al caso en concreto.
Razonamiento orientado por este Tribunal de Casación, que en el Auto Supremo
N° 746/2014 de 12 de diciembre al respecto ha señalado que: “…frente a la
interposición de la demanda, el Juez tiene el deber ineludible de pronunciar una
resolución de fondo, que resuelva el conflicto suscitado por las partes, pues no
debemos perder de vista que quienes recurren al auxilio de la administración de
justicia lo hacen precisamente debido a que no pudieron resolver los mismos en
forma amigable, activando con su demanda todo el sistema judicial en espera de
una solución al conflicto así como un sometimiento a las determinaciones que
pudieran ser asumidas, siendo deber de las autoridades judiciales fallar en cada
caso, aplicando las normas legales vigentes de nuestro ordenamiento jurídico,
tomando en cuenta los principios contenidos en al art. 180.I, de la Constitución
Política del Estado, o en su caso la doctrina y jurisprudencia aplicable al caso en
concreto”.
P á g i n a 401 | 846
causas sometidas a su juzgamiento, bajo pretexto de falta, oscuridad o
insuficiencia de la ley, ni salvar los derechos de los litigantes para otro proceso.
Deberá fundar su sentencia en los principios generales del derecho, las leyes
análogas o la equidad que nace del ordenamiento jurídico del Estado”, de donde
se deduce que el Juez no podrá dejar de fallar en el fondo de las causas sometidas a
su juzgamiento, bajo pretexto de falta, oscuridad o insuficiencia de la ley, ni salvar
los derechos de los litigantes para otros procesos, y en su caso deberá fundar su
resolución en los principios generales del derecho, las leyes análogas o la equidad
que nace del ordenamiento jurídico del Estado.
Por su parte, la Ley Nº 025 en su art. 3 desarrolla los principios que sustentan al
Órgano Judicial, entre los que se menciona a la seguridad jurídica, armonía social y
cultura de paz, asimismo el art. 11 de esta misma Ley dispone que
la:“”(Jurisdicción). Es la potestad que tiene el Estado Plurinacional de
administrar justicia; emana del pueblo boliviano y se ejerce por medio de las
autoridades jurisdiccionales del Órgano Judicial”, de cuyos enunciados se puede
inferir que frente a la interposición de la demanda, el Juez tiene el deber ineludible
de pronunciar una resolución de fondo, que resuelva el conflicto suscitado por las
partes, pues no debemos perder de vista que quienes recurren al auxilio de la
administración de justicia lo hacen precisamente debido a que no pudieron resolver
los mismos en forma amigable, activando con su demanda todo el sistema judicial
en espera de una solución al conflicto así como un sometimiento a las
determinaciones que pudieran ser asumidas, siendo deber de las autoridades
judiciales fallar en cada caso, aplicando las normas legales vigentes de nuestro
ordenamiento jurídico, tomando en cuenta los principios contenidos en al art. 180.I,
de la Constitución Política del Estado, o en su caso la doctrina y jurisprudencia
aplicable al caso en concreto.
Razonamiento orientado por este Tribunal de Casación, que en el Auto Supremo
N° 746/2014 de 12 de diciembre al respecto ha señalado que: “…frente a la
interposición de la demanda, el Juez tiene el deber ineludible de pronunciar una
resolución de fondo, que resuelva el conflicto suscitado por las partes, pues no
debemos perder de vista que quienes recurren al auxilio de la administración de
justicia lo hacen precisamente debido a que no pudieron resolver los mismos en
forma amigable, activando con su demanda todo el sistema judicial en espera de
una solución al conflicto así como un sometimiento a las determinaciones que
pudieran ser asumidas, siendo deber de las autoridades judiciales fallar en cada
caso, aplicando las normas legales vigentes de nuestro ordenamiento jurídico,
tomando en cuenta los principios contenidos en al art. 180.I, de la Constitución
P á g i n a 402 | 846
Política del Estado, o en su caso la doctrina y jurisprudencia aplicable al caso en
concreto.”.
DEBIDO PROCESO
Auto Supremo: 949/2015 - L
Sucre: 14 de Octubre 2015
corresponde señalar que el proceso comprende distintas fases o etapas que deben
desarrollarse de manera ordenada y secuencial para otorgar a las partes la máxima
garantía de igualdad y defensa de sus derechos, en resguardo del debido proceso,
no obstante, el mismo en su desarrollo, no está exento de que se produzcan u
omitan actos que afecten su normal avance e incluso impidan el cumplimiento de
su principal fin que es la resolución del conflicto planteado por las partes, es decir
la efectivización de la tutela judicial que se hace patente solo cuando los Jueces y
Tribunales emiten resoluciones que resuelven el conflicto planteado por las partes,
entendiendo que el derecho a la tutela judicial efectiva está vinculado con el
derecho a obtener una resolución de fondo a la cuestión planteada, sea esta
favorable o desfavorable, con el cumplimiento de los requisitos procesales. Ahora
bien, si como se ha señalado, el derecho a la tutela judicial efectiva se relaciona
con el derecho a obtener una resolución de fondo de los Jueces y Tribunales, en
cuanto ésta se encuentre debidamente motivada y en el marco del debido proceso,
en resguardo del derecho a la defensa y la igualdad de las partes, la misma no
podrá ser desvirtuada bajo el argumento de que por no ser favorable a alguna de las
partes, la misma ha producido indefensión o que se ha conculcado o privado el
derecho a la tutela judicial efectiva, en todo caso, el incumplimiento de las partes
respecto de la carga procesal, podrá ocasionar que no se obtenga la resolución de
fondo deseada, sin embargo esto no es óbice para que se dé una respuesta que
satisfaga el derecho a la tutela judicial efectiva que en el ejercicio de sus derechos,
recibirá una respuesta acorde a los mismos.
DEBIDO PROCESO
Auto Supremo: 1004/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Ordinario, acción paulina
P á g i n a 404 | 846
“El debido proceso previsto en el art. 115.II de CPE, ha sido entendido por el
Tribunal Constitucional, en la SC 2798/2010-R de 10 de diciembre, como: “…el
derecho de toda persona a un proceso justo y equitativo, en el que sus derechos
se acomoden a lo establecido por disposiciones jurídicas generales aplicables a
todos aquellos que se hallen en una situación similar, comprende el conjunto de
requisitos que deben observarse en las instancias procesales, a fin de que las
personas puedan defenderse adecuadamente ante cualquier tipo de acto emanado
del Estado que pueda afectar sus derechos” (las negrillas añadidas).
La SC 0486/2010-R de 5 de julio, estableció que: “La naturaleza de aplicación y
ejercicio del debido proceso, es parte inherente a la actividad procesal, tanto
judicial como administrativa, pues nuestra Ley Fundamental instituye al debido
proceso como:
1) Derecho fundamental: Para proteger al ciudadano de los posibles abusos de las
autoridades, originadas no sólo en actuaciones u omisiones procesales, sino
también en las decisiones que adopten a través de las distintas resoluciones
dictadas para dirimir situaciones jurídicas o administrativas y que afecten
derechos fundamentales, constituyéndose en el instrumento de sujeción de las
autoridades a las reglas establecidas por el ordenamiento jurídico.
2) Garantía jurisdiccional: Asimismo, constituye una garantía al ser un medio de
protección de otros derechos fundamentales que se encuentran contenidos como
elementos del debido proceso; como la motivación de las resoluciones, la
defensa, la pertinencia, la congruencia, de recurrir, entre otras, y que se aplican
a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas, constituyendo las distintas
garantías jurisdiccionales inherentes al debido proceso, normas rectoras a las
cuales deben sujetarse las autoridades pero también las partes intervinientes en el
proceso, en aplicación y resguardo del principio de igualdad” (negrillas
agregadas).
De lo glosado es posible extraer que el debido proceso se encuentra integrado por
varios elementos que lo configuran; entre ellos, la pertinencia, la congruencia, la
motivación y la valoración de la prueba en las resoluciones; pues aunque esta
última no se encuentra expresamente señalada en la jurisprudencia glosada
precedentemente, sin embargo, en los instrumentos internacionales como en la
doctrina constitucional ha sido ampliamente desarrollada. Elementos que sin duda
constituyen presupuestos propios de las reglas de un debido proceso”.
Hizo referencia a la SC 0758/2010-R de 2 de agosto donde se expuso lo siguiente:
“La garantía del debido proceso, comprende entre uno de sus elementos la
exigencia de la motivación de las resoluciones, lo que significa, que toda autoridad
que conozca de un reclamo, solicitud o que dicte una resolución resolviendo una
P á g i n a 405 | 846
situación jurídica, debe ineludiblemente exponer los motivos que sustentan su
decisión, para lo cual, también es necesario que exponga los hechos establecidos,
si la problemática lo exige, de manera que el justiciable al momento de conocer la
decisión del juzgador lea y comprenda la misma, pues la estructura de una
resolución tanto en el fondo como en la forma, dejará pleno convencimiento a las
partes de que se ha actuado no sólo de acuerdo a las normas sustantivas y
procesales aplicables al caso, sino que también la decisión está regida por los
principios y valores supremos rectores que rigen al juzgador, eliminándose
cualquier interés y parcialidad, dando al administrado el pleno convencimiento de
que no había otra forma de resolver los hechos juzgados sino de la forma en que se
decidió. Al contrario, cuando aquella motivación no existe y se emite únicamente
la conclusión a la que se ha arribado, son razonables las dudas del justiciable en
sentido de que los hechos no fueron juzgados conforme a los principios y valores
supremos, vale decir, no se le convence que ha actuado con apego a la justicia, por
lo mismo se le abren los canales que la Ley Fundamental le otorga para que en
búsqueda de la justicia, acuda a este Tribunal como contralor de la misma, a fin
de que dentro del proceso se observen sus derechos y garantías fundamentales, y
así pueda obtener una resolución que ordene la restitución de dichos derechos y
garantías…”.
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DECLARACIÓN DE NULIDAD DE OBRADOS Y LA REVISIÓN DE LAS
ACTUACIONES
Auto Supremo: 363/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: Resolución de contrato por incumplimiento, daños y perjuicios y entrega
de inmueble.
El art. 106.I del Código Procesal Civil, dispone que: “I. La nulidad podrá ser
declarada de oficio o a pedido de parte, en cualquier estado del proceso, cuando
la Ley la califique expresamente”.
Por su parte el art. 17.I de la Ley Nº 025 preceptúa que: “I. La revisión de las
actuaciones procesales será de oficio y se limitará a aquellos asuntos previstos por
Ley”.
Gonzalo Castellanos Trigo, en su obra “Análisis Doctrinal del Nuevo Código
Procesal Civil”. Tomo I, Imprenta Rayo del Sur, Sucre-Bolivia 2014, Págs. 495-
497, al realizar el comentario del art. 106 del Código Procesal Civil, refiere
que: “La primera parte de la norma en análisis regula la declaración de la
nulidad, disponiendo que la nulidad podrá ser declarada de oficio o a pedido de
parte, en cualquier estado del proceso, cuando la ley califique expresamente la
causal de nulidad…”. Asimismo citando al profesor Maurino señala que: “nulidad
procesal es el estado de anormalidad del acto procesal, originado en la carencia
de alguno de sus elementos constitutivos, o en vicios existentes sobre ellos, que
potencialmente lo coloca en situación de ser declarado judicialmente inválido”. Es
decir la nulidad consiste en la ausencia de los efectos jurídicos del acto”, continua
refiriendo que: “La experiencia ha demostrado que la ausencia de las formas
procesales produce desorden e incertidumbre en el proceso. Por el contrario, su
presencia es garantía de justicia, de legalidad y de igualdad en la defensa…La
finalidad es asegurar la garantía constitucional de la defensa en juicio y el debido
proceso; por lo tanto, las formas es una necesidad en el proceso; sin embargo, la
nulidad de oficio, se da cuando la misma está prevista en la ley y causa
indefensión irrefutable a la parte perjudicada…Con suma claridad, Alsina
proporciona esta fórmula magistral: “donde hay indefensión, hay nulidad; si no
hay indefensión, no hay nulidad; por lo tanto, solo es admisible la nulidad cuando
se causa perjuicio a la parte”.
En consecuencia, el art. 106 del Código Procesal Civil, dispone que la nulidad de
obrados podrá ser declarada de oficio o a pedido de parte, en cualquier estado del
proceso, cuando la Ley la califique expresamente, en esa misma orientación el art.
P á g i n a 410 | 846
17.I de la Ley Nº 025 manifiesta que la revisión de las actuaciones será de oficio y
se limitará a aquellos asuntos previstos por ley.
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Por su parte el art. 17-I de la Ley Nº 025 preceptúa que: “I. La revisión de las
actuaciones procesales será de oficio y se limitará a aquellos asuntos previstos por
Ley”.
Gonzalo Castellanos Trigo, en su obra “Análisis Doctrinal del Nuevo Código
Procesal Civil”, Tomo I, Imprenta Rayo del Sur, Sucre-Bolivia 2014, Págs. 495-
497, al realizar el comentario del art. 106 del Código Procesal Civil, refiere
que: “La primera parte de la norma en análisis regula la declaración de la
nulidad, disponiendo que la nulidad podrá ser declarada de oficio o a pedido de
parte, en cualquier estado del proceso, cuando la ley califique expresamente la
causal de nulidad…”. Asimismo citando al profesor Maurino señala que: “nulidad
procesal es el estado de anormalidad del acto procesal, originado en la carencia
de alguno de sus elementos constitutivos, o en vicios existentes sobre ellos, que
potencialmente lo coloca en situación de ser declarado judicialmente inválido”. Es
decir la nulidad consiste en la ausencia de los efectos jurídicos del acto”.
En consecuencia, el art. 106 del Código Procesal Civil, dispone que la nulidad de
obrados podrá ser declarada de oficio o a pedido de parte, en cualquier estado del
proceso, cuando la Ley la califique expresamente, en esa misma orientación el art.
17-I de la Ley Nº 025 manifiesta que la revisión de las actuaciones será de oficio y
se limitará a aquellos asuntos previstos por ley.
Razonamiento que ha sido reiterado en el Auto Supremo N° 884/2015–L de 02 de
Octubre 2015, entre otros.
DECLINATORIA DE COMPETENCIA
Auto Supremo: 256/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Cumplimiento de Obligación.
La declinatoria, es el mecanismo a través del cual de oficio o a pedido de parte se
observa la competencia de un juez, procedimiento que se presenta como excepción
previa, pero que por las reglas de la competencia puede ser observada en cualquier
por los jueces para anular obrados y declinar competencia, en caso de ser evidente
la falta de competencia.
Por otra parte, diremos que la competencia conforme lo dispone el art. 12 de la Ley
Nº 025 del Órgano Judicial “Es la facultad que tiene una Magistrada o
Magistrado, un Vocal o una Vocal, un Juez o una Jueza o autoridad originaria
campesina para ejercer la jurisdicción en un determinado asunto”, la misma que
solo puede ser ampliada en razón del territorio conforme lo establece el art. 13 de
la misma norma legal. “La competencia en razón del territorio se ampliará
únicamente por consentimiento expreso o tácito de las partes. Es expreso cuando
convienen someterse a un juez que para una o ambas partes no es competente. Es
tácito cuando el demandado contesta a un Juez incompetente, sin oponer esta
excepción”.
Al respecto este Supremo Tribunal de Justicia ha orientado en diversos fallos entre
ellos el Auto Supremo Nº 095/2014 ha señalado: “En el marco del recurso y en
virtud de que el asunto reclamado está referido a la competencia que es de orden
público, este Tribunal ingresa en la resolución del mismo, bajo los siguientes
fundamentos:
Inicialmente nos referiremos a lo dispuesto por el art. 12 de la Ley Nº 025 del
Órgano Judicial, que dice: “la competencia es la facultad que tiene una
magistrada o magistrado, una o un vocal, una Jueza o un Juez, o autoridad
indígena originaria campesina para ejercer la jurisdicción en un determinado
asunto”…
P á g i n a 415 | 846
Establecido lo anterior corresponde precisar que en consideración al carácter de
orden público que revisten las reglas de competencia, cualquier vulneración al
respecto debe ser observada aun de oficio y en cualquier estado del proceso, a fin
de imponer la sanción que corresponda, no pudiendo la actuación de las partes o
de los propios administradores de justicia, convalidar las infracciones referidas a
la competencia de los jueces, salvo que se trate del elemento territorio, en cuyo
casó la actuación de las partes, sea en forma expresa o tácita, puede generar la
llamada prórroga de la competencia, figura que en ningún caso opera respecto al
elemento materia, cuya inobservancia, dará lugar a la declaración de
incompetencia en cualquier estado del proceso, incluso la nulidad de las
actuaciones y determinaciones asumidas por un Juez incompetente puede ser
dispuesta fuera del proceso, conforme dispone el art. 122 de la Constitución
Política del Estado que determina que "son nulos los actos de las personas que
usurpen funciones que no les competen, así como los actos de las que ejercen
jurisdicción o potestad que no emane de la ley".
DEL AGRAVIO
Auto Supremo: 1282/2016
Sucre: 07 de noviembre 2016
Proceso: Cumplimiento de obligación.
El art. 219 del Código de Procedimiento Civil señala: “(Procedencia del recurso).-
Procederá el recurso ordinario de apelación en favor de todo litigante que
habiendo sufrido algún agravio en la resolución del inferior, solicitare que el juez
o tribunal superior lo repare…”
El recurso debe atacar una resolución que es desfavorable a una de las partes, en
base al ordenamiento jurídico, formulando agravios, y el agravio se genera en base
a una desventaja o perjuicio que provoca la resolución judicial, que restringe o
atenta contra el derecho de la parte; esos agravios deben ser demostrados por la
parte, los que hacen la fundabilidad del recurso, describiendo de qué manera la
Resolución hubiera errado.
P á g i n a 416 | 846
sobre este tipo de contratos típicos podemos citar a R. Badenes Gasset quien en su
libro el Contrato de Compra Venta Tomo I pag. 46 citando a Luzzatto señala: “ la
venta es un contrato, en virtud del cual, una parte (vendedor) transfiere o se
obliga a transferir la posesión de ella, mientras la otra (comprador), paga o se
obliga a pagar el precio”, en cuanto a la característica de este tipo de contratos
Guillermo A. Borda en su obra Manual de Contratos refiere: “no es formal aun en
el caso de que tenga por objeto la transmisión de inmuebles, la escritura pública
“…” es un requisito de la transferencia del dominio pero no del contrato en sí,
que puede ser válidamente celebrado en instrumento privado aun verbalmente.”
En este entendido, citamos a Roque Fortunato Garrido y Jorge Alberto Zago, que
de igual manera en su libro Contratos Civiles y Comerciales Tomo II, que también
sobre el tema de las características de este tipo de contratos expone que es un
contrato: “consensual, porque según de la definición del codificador, una de las
parte se obliga a transferir la propiedad de una cosa, es decir que en el acto de
contratar no la transfiere sino que se obliga a transferir, y la otra parte se obliga a
recibirla y a pagar un precio cierto en dinero. Ello señala que los efectos del
contrato surgen desde el momento mismo en que se perfecciona el consentimiento
contractual; es por tanto un contrato consensual….”.
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Para Spota: “las obligaciones nacen ya del concurso real de las voluntades de dos
o más personas como en los contratos o convenciones, ya de un hecho voluntario
de la persona que se obliga, como en la aceptación de una herencia o legado.”
En ese sentido diremos que existe contrato cuando dos o más personas se ponen de
acuerdo para constituir, modificar o establecer una relación jurídica, dentro de esta
relación jurídica existen obligaciones que las partes acuerdan, existiendo un
compromiso para que las partes contratantes que voluntariamente han asumido una
obligación tengan el deber de honrarla y cumplirla, considerando además que el
contrato tiene fuerza de ley entre los sujetos que han suscrito el mismo.
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DEL INICIO DE LA POSESIÓN
Auto Supremo: 1058/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Usucapión.
En el AS 115/2015 de fecha 13 de Febrero 2015 se ha señalado que: “Del
contenido de la demanda, se puede entender que la recurrente funda su demanda
de usucapión en una transacción que jamás se llegó a concretar, pues se entiende
que fue de esa manera que ingresó al inmueble para poseerlo pacífica y
continuamente por el tiempo que establece la ley, vale decir que la recurrente no
pretende el reconocimiento a su derecho propietario de la compra que refiere, sino
el reconocimiento de la posesión que ejerce sobre los tres lotes de terreno que
pretende usucapir; el presupuesto generador de la demanda no es otro que la
posesión de la usucapiente y que a efectos de demostrar que esta tuvo un inicio
pacífico y libre de violencia, la actora trajo simplemente como antecedente esa
compra, aspecto que de ninguna manera puede ser confundido o atribuirse como
sustento de la pretensión, sino como una referencia del antecedente de posesión y
que en definitiva es esta última (posesión) la que constituye el verdadero sustento
real de la pretensión.”
P á g i n a 419 | 846
cuales están vinculados a una situación que debió producirse en el pasado, que es
pretérita, como por ejemplo el plazo de posesión exigido por la ley que debió
haberse cumplido en fecha anterior a la presentación de la demanda. Así como
también debe verificar si esta posesión no fue interrumpida en ningún momento
antes del cumplimiento del plazo, la etapa de verificación de esos presupuestos no
debe ser actual, sino que corresponda al espacio de tiempo exigido por la
disposición legal, pues su derecho a la propiedad lo obtuvo al cumplimiento del
plazo escoltado con los otros presupuestos señalados, lo único que le falta al actor
es consolidar su derecho con una decisión judicial declarativa.”.
P á g i n a 420 | 846
por las partes, ni a ser considerado como una situación procesal sujeta a preclusión
por el Juez; la competencia se encuentra descrita en la norma orgánica, y en la
clasificación de las normas, se tiene las dispositivas, imperativas, las primeras se
encuentran a disposición de las partes, pueden estar sujetas a convalidación y/o
renuncia, y las segundas (imperativas) impositivas o absolutas se encuentran
obligadas en su cumplimiento, no pueden ser negociadas ni derogadas por la
voluntad de las partes y el operador judicial se encuentra obligado en cumplirlas.
El orden público también se encuentra establecido en el art. 90 del Código de
Procedimiento Civil y el art. 5 del Código Procesal Civil.
P á g i n a 421 | 846
respecto precisamente, al o los agravios que oportunamente fueron apelados y
sometidos a conocimiento del Ad quem”.
P á g i n a 427 | 846
De donde se infiere que el proceso de mensura y deslinde, se encuentra
compendiado en el libro de los procesos especiales, y corresponde al título de los
procesos voluntarios, mientras no resultaren contenciosos, en cuya eventualidad
puede ser remitido al juez de partido ordinario; es decir, que previo cumplimiento
de los presupuestos procesales, necesariamente debe ser iniciado y sustanciado en
dicha vía entre tanto no se suscite su contención, conforme dispone el art. 316 del
Código de Procedimiento Civil.
P á g i n a 428 | 846
El art. 180 parágrafo I de la Constitución Política el Estado, preceptúa que la
jurisdicción ordinaria se fundamenta en los principios procesales de celeridad,
probidad, legalidad, eficacia y eficiencia, entre otros.
La doctrina en interpretación del principio de legalidad refiere que “los
“magistrados, jueces y tribunales tienen la obligación en el conocimiento y
decisión de las causas, aplicar con preferencia la Constitución a las leyes (no a la
inversa) y éstas con preferencia a cualquier otra disposición, por principio de
supremacía constitucional, principio de jerarquía normativa, principio de
legalidad y no como piensan todavía algunos jueces: “La ley especial se aplicará
con preferencia a la ley general” ya que la Constitución no es cualquier ley menos
general, sino la ley suprema del ordenamiento jurídico del Estado, por eso nunca
se debe reemplazar la norma suprema por la norma ordinaria o especial en el caso
concreto, pues cuando exista contradicción entre la norma ordinaria o especial
con la Constitución, se debe aplicar la Constitución en suplencia de la norma
ordinaria o especial” (Eduardo Carlos Centellas Ramos, Nuevo Código Procesal
Civil, Edit. Olimpo, Cochabamba 2014, pag. 36-37).
En esa relación, corresponde manifestar que en el actual Estado Constitucional, se
impone el principio de supremacía constitucional que orienta que el ordenamiento
jurídico es un sistema de normas en el que la Constitución es la fundamental, por
ende el resto del ordenamiento jurídico adquiere valor y significancia en tanto
respete lo fundamental y en ningún caso cuando lo contraríe. Esto quiere decir, que
en el ámbito jurisdiccional los Jueces ya no se constituyen en meros aplicadores de
la ley, sino en sus intérpretes, y en atención a los efectos que despliega el principio
de supremacía constitucional, esa labor de interpretar la ley ordinaria (ponderación)
debe hacerse siempre desde la Constitución, es decir que en esa labor se debe tener
en cuenta primero y esencialmente los principios y valores reconocidos en la
Constitución, en otras palabras los Jueces deben realizar una lectura constitucional
de la ley y no solo una lectura legalista, es decir, desde la ley misma ordinaria.
Ahora bien, en materia de nulidades la uniforme línea Jurisprudencial de este
Tribunal, en interpretación del principio de legalidad ha concretado en sentido de
que el espíritu del art. 16 y 17 de la Ley Nº 025 concibe al proceso no como un fin
en sí mismo, sino como el medio a través del cual se otorga la efectividad de los
derechos reconocidos en la ley sustantiva, en esa orientación los arts. 105 al 109 de
la Ley Nº 439, establecen que las nulidades procesales se aplican con un criterio
aún más restringido, especificando de esta manera que la nulidad procesal es una
excepción de última ratio que se encuentra a su vez limitada por determinados
principios universalmente reconocidos, tales como el principio de especificidad,
trascendencia, finalidad del acto, convalidación, preclusión, etc., los cuales no
pueden ser desconocidos, y que frente a esa situación, se debe procurar siempre
resolver de manera preferente sobre el fondo del asunto controvertido, en tanto que
P á g i n a 429 | 846
la nulidad procede ante irregularidades procesales reclamadas oportunamente en la
tramitación de los procesos y solo puede ser decretada cuando no existe ninguna
otra posibilidad de salvar el proceso.
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DERECHO A SER OÍDO COMO PARTE DEL EJERCICIO DEL
DERECHO A LA DEFENSA
Auto Supremo: 1056/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Ordinario, acción reivindicatoria, reconocimiento de mejor derecho
propietario, desocupación y entrega de bien inmueble.
La Sentencia Constitucional Plurinacional Nº 0235/2015-S1 de 26 de febrero,
diseño el siguiente razonamiento:
“La Norma Suprema, en su art. 115.II, establece que: “El Estado garantiza el
derecho al debido proceso, a la defensa y a una justicia plural, pronta, oportuna,
gratuita, transparente y sin dilaciones”; postulado constitucional que armoniza
con la previsión contenida en el art. 9.4 de la CPE, cuando señala que el Estado:
“Garantiza el cumplimiento de los principios, valores, derechos y deberes
reconocidos y consagrados en la Constitución.
Bajo este marco normativo, el órgano jurisdiccional, encargado de impartir
justicia, tiene la delicada responsabilidad de disponer el desarrollo de actos
procesales en igualdad de oportunidades de las partes, observando y aplicando el
procedimiento previsto en la ley, con la finalidad de garantizar el ejercicio de
derechos fundamentales, como ser el de defensa, impugnación y otros, siendo su
fin último materializar una justicia pronta, oportuna y sin dilaciones indebidas.
DERECHO A LA DEFENSA
Auto Supremo: 867/2016
Sucre: 25 de julio 2016
Proceso: Reivindicación.
Respecto del derecho a la defensa, el Tribunal Constitucional estableció en la
Sentencia Constitucional No. 1786/2011 de 7 de noviembre que: “El debido
proceso es transversal a todo procedimiento sancionatorio, haciendo a su esencia
misma, en razón a que no podrá aplicarse sanción alguna sin haber previamente
escuchado los argumentos de defensa de la parte acusada.”
Asimismo en la Sentencia Constitucional No. 0160/2010-R de 17 de mayo, señaló
respecto al debido proceso que: “El debido proceso, está reconocido
constitucionalmente como derecho y garantía jurisdiccional a la vez, por los arts.
115.II y 117.I de la Constitución Política del Estado vigente (CPE)-ART. 16.IV de
la CPEabrg-, como derecho humano por los arts. 8 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica y 14 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y ya fue desarrollado por este
Tribunal como derecho a toda persona a un proceso justo y equitativo, en el que
sus derechos se acomoden a lo establecido por disposiciones jurídicas generales
aplicables a todos aquellos que se hallen en una situación similar; es decir
comprende el conjunto de requisitos que deben observarse en las instancias
procesales, a fin de que las personas puedan defenderse adecuadamente ante
cualquier tipo de acto emanado del Estado que pueda afectar esos derechos
reconocidos por la Constitución Política del Estado así como los convenios y
Tratados Internacionales.”
P á g i n a 433 | 846
En el mismo sentido la SC 0902/2010-R de 10 de agosto, determinó que: “En el
ámbito normativo, el debido proceso se manifiesta en una triple dimensión, pues
por una parte, se encuentra reconocido como un derecho humano por instrumentos
internacionales en la materia como el Pacto de San José de Costa Rica (art. 8) y el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 14), que conforme al art.
410.II de la CPE forman parte del bloque de constitucionalidad, y también se
establece como un derecho en el art. 115.II de la misma norma; al mismo tiempo, a
nivel constitucional, se le reconoce como derecho fundamental y como garantía
jurisdiccional, configuración jurídica contemplada ya por el art. 16 de la CPE
abrg, que se ha mantenido y precisado en el art. 117.I de la CPE que dispone:
'Ninguna persona puede ser condenada sin haber sido oída y juzgada previamente
en un debido proceso…'”.
Por otro lado, la Sentencia Constitucional No. 1534/2003-R de 30 de octubre, cuyo
entendimiento fue recogido por la SC No. 0375/2010-R de 22 de junio, señaló lo
siguiente: “El debido proceso comprende a su vez el derecho a la defensa, previsto
por el art. 16.II de la CPE, como potestad inviolable del individuo a ser escuchado
en juicio presentando las pruebas que estime convenientes en su descargo,
haciendo uso efectivo de los recursos que la ley le franquea. Asimismo, implica la
observancia del conjunto de requisitos de cada instancia procesal en las mismas
condiciones con quien lo procesa, a fin de que las personas puedan defenderse
adecuadamente ante cualquier tipo de acto emanado del Estado que pueda afectar
sus derechos.”.
Por su parte el Tribunal Supremo de Justicia expuso entre otros, el Auto Supremo
No. 169/2013 de 12 de abril que: “El proceso es considerado como un conjunto
sistemático de actos jurídicos procesales desarrollados en procura de arribar a la
Resolución del conflicto; éste se estructura en etapas y fases debidamente
ordenadas a fin de brindar la máxima garantía de igualdad y defensa a las partes,
sin embargo el proceso no está exento de que en su desarrollo se produzcan u
omitan actos que afecten su normal avance e incluso impidan el cumplimiento de
sus fines, los que deberán ser analizados a fin de imponer la sanción de nulidad.
Tanto la doctrina como las legislaciones han avanzado y superado aquella
concepción que vislumbraba a la nulidad procesal como el alejamiento del acto
procesal de las formas previstas por ley; en efecto del excesivo formulismo se pasó
a una concepción más amplia en la que el punto de partida ya no resulta ser el
vicio del acto sino la protección que la norma procura a las partes a fin de que
estas, en el marco del debido proceso, encuentren igualdad de condiciones para
defender sus posiciones y hacer valer sus pretensiones. Ese es precisamente el
espíritu de los arts. 16 y 17 de la Ley del Órgano Judicial, que conciben al proceso
P á g i n a 434 | 846
no como un fin en sí mismo sino como el medio a través del cual se logra la
efectividad de los derechos reconocidos en la ley sustantiva.
Hoy lo que interesa, en definitiva, es analizar si se han transgredido efectivamente
las garantías del debido proceso con incidencia en la igualdad y el derecho a la
defensa de las partes, no siendo suficiente el mero acaecimiento de un vicio para
que se declare la nulidad. “Donde hay indefensión hay nulidad; si no hay
indefensión no hay nulidad”, señaló el tratadista Alsina, en una expresión que sin
duda resume el avance de un esquema extremadamente rígido y ritualista a otro en
donde debe tenerse en cuenta la instrumentalidad de las nulidades procesales, es
decir el resguardo del debido proceso en cuanto a la igualdad y a la defensa de las
partes.
En ese marco, si el presupuesto para la invalidez de un acto procesal consiste en la
vulneración del debido proceso con incidencia en la igualdad y el derecho a la
defensa, la pregunta es cómo determinamos si un determinado acto irregular ha
causado indefensión. La respuesta no es sencilla ni se encuentra expresamente
prevista en la norma, sin embargo, para tal efecto el juzgador debe partir del
análisis y consideración de una serie de principios que se constituyen en pautas
orientadoras de su decisión y al mismo tiempo en instrumentos de control para que
las partes fiscalicen las decisiones de los juzgadores en cuanto a las nulidades se
refiere.
En ese entendido corresponde analizar los principios que debe tenerse en cuenta a
tiempo de imponer la sanción de nulidad, vistos desde una nueva orientación:
Principio de Especificidad o Legalidad.- No existe nulidad sin Ley que
taxativamente la establezca. En sentido puro, según este principio, las nulidades
son solamente las previstas en la Ley y no puede aceptarse otras; criterio que en
la práctica resulta poco realizable en virtud de que resulta materialmente
imposible que un ordenamiento Procesal Civil recoja y pueda prever todas y cada
una de las causales motivantes de nulidad.
En la actualidad, no se concibe el principio de legalidad en su forma pura, sino en
una forma mucho más flexible, atenuada, acorde a las necesidades de la práctica
forense y con mayor criterio de juridicidad.
Principio de Trascendencia.- No hay nulidad sin perjuicio. La sola presencia de
un vicio no es razón suficiente para que el Juez declare la nulidad de un acto
procesal, se requiere, además, que ese vicio sea trascendente; es decir, que
determine un resultado probablemente distinto en la decisión judicial o coloque al
justiciable en estado de indefensión. No procede, por tanto, la nulidad fundada en
el mero interés de la ley, sino cuando la inobservancia de las formalidades del
acto causa un daño que no puede ser reparado si no es por esta vía excepcional.
P á g i n a 435 | 846
En otras palabras, no todo vicio ni toda irregularidad ocurrida en el proceso
reviste relevancia jurídica, consiguientemente no todo vicio trae aparejada la
invalidez del acto.
En virtud al principio de trascendencia debe tenerse en cuenta el perjuicio que el
acto realizado viciosamente puede ocasionar, de tal manera que si no es
verdaderamente importante, o relevante, carece de sentido la nulidad, pues, la
violación formal debe trascender en la esfera del debido proceso y tener incidencia
en el derecho a la defensa de las partes, solo así se hace viable la aplicación de la
sanción de nulidad del acto.
Principio de finalidad del acto procesal.- Un tema importante para tomar en
cuenta es si el agravio o la violación al debido proceso determina siempre la
invalidación de un acto, pues pueden existir actos procesales que, aún cayendo en
supuestos de nulidades expresas, logran la finalidad para la que estaban
destinados, en cuyo caso no debe declararse la nulidad.
Principio de Protección.- La nulidad procesal busca proteger a aquellos sujetos
inmersos en un proceso, ya como parte, ya como terceros, de aquellos actos que
incurriendo en vicios, no logren la finalidad establecida para ellos, siempre que el
proponente de la nulidad no sea el mismo que la hubiere originado, puesto que de
ser así, no se estaría afectando su derecho al Debido Proceso. Uno de los
presupuestos de la nulidad es la ausencia de culpa o dolo de quien la alega; quien
la deduce debe acreditar un perjuicio cierto y actual a su derecho de defensa,
demostrando también su interés en la subsanación del vicio. No procede, por
tanto, el pedido de nulidad de la parte que ha propiciado, permitido o dado lugar
al error in procedendo, pues, de otro modo se premiaría la conducta del litigante
que actuó con negligencia; y, si su actitud es dolosa, se fomentaría la temeridad.
Este es el sustrato del principio de protección, que tiene su base en la doctrina de
los actos propios, la cual -aplicada al caso- significa que nadie puede fundar una
nulidad en su propia conducta, pues no tendría interés para proponerla; y, por
consiguiente, carecería de legitimación.
Principio de Convalidación.- Por este principio una persona que es parte del
proceso o es tercero interviniente puede convalidar el acto viciado, no obstante
haber tenido expedito el derecho para deducir su nulidad, no lo hace
oportunamente en su primera actuación; con ese proceder dota a dicho acto de
plena eficacia jurídica. En la práctica se dan casos de convalidación cuando la
parte perjudicada realiza actuaciones posteriores al acto irregular, sin deducir
oportunamente -en su primera actuación posterior al acto viciado- la nulidad del
mismo, en tal sentido, no existirá posibilidad alguna para posteriormente solicitar
la nulidad.
P á g i n a 436 | 846
Este principio impone el deber de diligencia a las partes a fin de no ser ellos
mismos los causantes de su propio perjuicio, ello en mérito a la firmeza que los
actos procesales deben adquirir.
Principio de conservación.- Toda nulidad implica un retroceso en el desarrollo del
proceso y por consiguiente, mayor dilación; esto la convierte en un remedio de
ultima ratio, es decir de uso limitado y excepcional. La regla, entonces, es la de la
conservación de los actos procesales, la cual sólo admite excepciones ante
supuestos de lesión al debido proceso con incidencia en el derecho a la defensa.”
DERECHO A LA IMPUGNACIÓN
Auto Supremo: 998/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Mejor Derecho Propietario y Reivindicación.
El derecho a la impugnación se encuentra consagrado en el art. 180.II de la C.P.E.,
derecho presente en la sustanciación de todo proceso judicial, por el que las partes
pueden solicitar a otro juzgador superior, revise la Resolución del inferior. Este
derecho a la impugnación se materializa a través de los recursos que la ley franquea
según la resolución contra la cual se pretenda recurrir, por lo que se constituye en
el medio a través del cual se fiscaliza no solamente la decisión asumida por el Juez
o Tribunal, sino la legalidad de la Resolución, constituyéndose el derecho de
impugnación en la petición que se materializa con la emisión de una Resolución
que el Tribunal ha de brindar dando respuesta a los motivos que dieron lugar a la
misma, que además de ser pertinente debe ser motivada y fundamentada.
Entre los recursos que la ley franquea o reconoce para hacer efectivo el derecho a
la impugnación que no solamente se materializa con la presentación del recuso sino
que su efectividad se perfecciona con la respuesta que dicho recurso recibe;
tenemos al recurso de apelación que es considerado como el más importante y
usual de los recursos ordinarios, al ser el remedio procesal a través del cual se
pretende que un Tribunal jerárquicamente superior, revoque o modifique una
resolución judicial que se estima errónea en la interpretación, aplicación del
derecho, en la apreciación de los hechos o de la prueba, recurso de Alzada que
constituye un nuevo juicio respecto a aquellos puntos que han sido resueltos por el
inferior y que han sido impugnados por la parte recurrente.
La importancia de hacer efectivo este derecho reconocido en el art. 180 parágrafo
II de la C.P.E., radica en que el proceso es considerado como un conjunto
sistemático de actos jurídicos procesales desarrollados en procura de arribar a la
Resolución del conflicto; éste se estructura en etapas y fases debidamente
ordenadas a fin de brindar la máxima garantía de igualdad y defensa a las partes,
P á g i n a 437 | 846
sin embargo el proceso no está exento de que en su desarrollo se produzcan u
omitan actos que afecten su normal avance e incluso impidan el cumplimiento de
sus fines, los que deberán ser analizados a fin de imponer una posible sanción de
nulidad, razón por la que dicho análisis se encarga a un Tribunal de revisión
(segunda instancia) que abra su competencia precisamente a partir de la
interposición de un recurso, que por el avance de la doctrina como de las
legislaciones se ha superado aquella concepción del excesivo formalismo, pasando
a una concepción más amplia en la que el punto de partida es la protección que la
norma procura a las partes a fin de que estas, en el marco del debido proceso,
encuentren igualdad de condiciones para defender sus posiciones y hacer valer sus
pretensiones de forma que prevalezca siempre el principio "pro actione" que busca
la prevalencia del fondo sobre la forma.
En este marco resulta necesario referir que sobre el derecho a la impugnación la
Sentencia Constitucional Plurinacional Nº 1853/2013 de 29 de octubre, señaló
que:“III.4. Derecho de impugnación.- El debido proceso como instituto jurídico
que garantiza el respeto de derechos fundamentales y garantías Constitucional es
de las partes que intervienen en un proceso, contiene entre sus elementos al
derecho de impugnación como un medio de defensa. Con la finalidad de
resguardar derechos fundamentales y garantías Constitucional es de las partes que
intervienen en un proceso o procedimiento judicial o administrativo, la
Constitución Política del Estado, establece el principio de impugnación en el art.
180-II,...Lo que se pretende a través de la impugnación de un acto judicial o
administrativo, no es más que su modificación, revocación o sustitución, por
considerar que ocasiona un agravio a un derecho o interés legítimo; es decir, el
derecho de impugnación se constituye en un medio de defensa contra las
decisiones del órgano jurisdiccional o administrativo. Así en materia procesal civil
el art. 213, prescribe: I. Las resoluciones judiciales serán recurribles mediante
impugnación de la parte perjudicada…es decir, la interposición de los recursos
está sujeta a determinados requisitos, como la existencia de un gravamen o
perjuicio, debe ser idóneo, la calidad de parte para plantearlo, interponerse ante
la autoridad competente…”.
Criterio compartido y también desarrollado por este Supremo Tribunal de Justicia
que respecto al derecho a la impugnación orientó en el Auto Supremo Nº 484/2012
de 13 de diciembre, que “…el artículo 180 parágrafo II de la Constitución Política
del Estado garantiza el principio de impugnación en los procesos judiciales, por su
parte el artículo 8 inc. h) de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos
de San José de Costa Rica, determina que toda persona tiene derecho a recurrir
del fallo ante Juez o Tribunal superior. Ambas disposiciones legales, que
P á g i n a 438 | 846
conforman el Bloque de Constitucionalidad reconocen el derecho a la
impugnación o a la segunda instancia, derecho que se materializa no con el simple
enunciado normativo que reconozca a la parte la posibilidad de interponer un
recurso de Alzada sino con la respuesta que dé, el Tribunal de Alzada respecto a
los motivos que fundan la impugnación, que además de ser pertinente debe ser
motivada y fundamentada, solo así se satisface el derecho a la impugnación.”
Asimismo, se ha orientado a través del Auto Supremo Nº 223/2012
de 23 de julio, que: “En fallos emitidos anteriormente este Tribunal ha establecido
que el derecho a la impugnación, de ninguna manera se agota con la sola
interposición de un recurso, sino que este derecho se va a concretar y materializar
con la respuesta debidamente motivada y fundamentada por parte del Tribunal
superior, que precisamente conozca y resuelva sobre los motivos que orientan la
interposición del recurso; siendo en consecuencia trascendental a los efectos de la
realización de este derecho, la respuesta que le corresponde.”.
DERECHO DE ACCESIÓN
Auto Supremo: 657/2017
Sucre: 19 de junio 2017
Proceso: División y partición.
La accesión es calificada como una forma de adquirir el derecho de propiedad,
conforme describe el art. 110 del Código Civil, se entiende por accesión –aunque
la doctrina señala correctamente derecho de accesión- , la figura jurídica mediante
la cual el propietario de una cosa (bien considerado como principal), adquiere la
propiedad de todo lo que provenga del bien o se adhiera al bien, sea en forma
natural o artificial (lo accesorio forma parte o se rige en base a lo principal), pues
en esta el presupuesto es la unión de la cosa principal y lo que se genera en base a
ella o se adhiere a ella; esta es la figura de la accesión en la que las frutos o
construcciones de adhieren a la propiedad del suelo (inmueble), que resulta ser la
accesión regularse diferencia la accesión regular de la accesión inversa (invertida)
es la que se considera que la edificación de buena efectuada en suelo que en parte
corresponde al constructor y en parte al propietario del fundo vecino, considera que
la construcción resulta el bien principal y el suelo resulta ser lo accesorio, con ello
se da lugar a que el propietario del suelo ceda la titularidad al propietario de la
construcción.
El art. 127 de Código Civil, señala lo siguiente: “(Obras hechas sobre o bajo el
suelo) Todas la construcciones, plantaciones u obras hechas sobre o bajo el suelo
pertenecen al propietario de éste, salvas las modificaciones que establecen los
artículos siguientes ó a menos que resulte otra cosa del título o de una disposición
de la ley”, bajo esa nomenclatura jurídica, es que nuestra legislación adopta la
accesión regular.
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DERECHO DE IMPUGNACIÓN
Auto Supremo: 441/2016
Sucre: 06 de mayo 2016
Proceso: Comprobación y Ruptura unilateral.
Si bien el derecho a la impugnación se configuran en los recursos consagrados por
las leyes procesales para corregir, modificar, revocar o anular los actos y
resoluciones judiciales que ocasionen agravios a alguna de las partes, por principio
todo acto jurisdiccional es impugnable, sin embargo no es menos evidente, que en
algunos casos la Ley proclama, que obedece en algunos casos a cuestiones de
trascendencia de la resolución e incluso la necesidad de salvar dilaciones
innecesarias del proceso, por cuestiones de celeridad y el tipo de los procesos, sin
que tenga que afectarse por eso el derecho de las partes.
En este sentido en el caso del proceso de divorcio o desvinculación de la unión
libre (divorcio o ruptura unilateral) que se encuentra catalogado como un proceso
extraordinario conforme lo determina el art. 434 de la Ley Nº 603, por lo que el
art. 444 de la precitada ley constituye un límite al derecho a la impugnación que la
ley proclama, al señalar que respecto a la apelación en el proceso extraordinario:
“Presentada la apelación, previo traslado a la parte contraria, la autoridad
judicial remitirá al superior los actuados correspondientes. Contra el Auto de
Vista, no procede el recurso de casación”. Precepto normativo que claramente
establece que los fallos emitidos en proceso de divorcio o desvinculación de unión
libre no puedan ser impugnados con recurso de casación.
DERECHO DE IMPUGNACIÓN
Auto Supremo: 123/2017-RI
Sucre: 07 de febrero de 2017
Proceso: Desocupación y entrega de inmueble por cumplimiento de contrato.
Los medios de impugnación previstos en el Código Procesal Civil responden a un
sistema recursivo cuya regulación es de orden público, no pudiendo las partes
litigantes ni los juzgadores alterar lo normado por ley.
El parágrafo II del art. 180 de la Constitución Política del Estado garantiza el
principio de impugnación en los procesos judiciales, sin embargo, el ejercicio de
ese derecho no debe concebirse como una potestad absoluta o ilimitada que faculte
al litigante la posibilidad de impugnar cuanta Resolución considere ser gravosa a
sus intereses o hacerlo a través de cualquier medio de impugnación o en cualquier
tiempo y forma, por el contrario ese derecho reconocido a nivel constitucional debe
ser ejercido conforme a los requisitos, condiciones y previsiones previamente
normadas por la ley procesal.
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En ese sentido, el art. 250.I del Código Procesal Civil, regula como regla general lo
siguiente: “I. Las resoluciones judiciales son impugnables, salvo disposición
expresa en contrario”.
Por su parte el art. 270 del mismo compilado adjetivo civil, en cuanto al recurso de
casación propiamente dicho, preceptúa lo siguiente: “I. El recurso de casación
procede para impugnar autos de vista dictados en procesos ordinarios y en los
casos expresamente señalados por Ley.
II. No procede el recurso de casación en los procesos ordinarios derivados de las
resoluciones pronunciadas en los procesos extraordinarios”.
DERECHO DE IMPUGNACIÓN
Auto Supremo: 453/2016
Sucre: 11 de mayo 2016
Proceso: Divorcio
Si bien el derecho a la impugnación se configuran en los recursos consagrados por
las leyes procesales para corregir, modificar, revocar o anular los actos y
resoluciones judiciales que ocasionen agravios a alguna de las partes, por principio
todo acto jurisdiccional es impugnable, sin embargo no es menos evidente, que en
P á g i n a 442 | 846
algunos casos la Ley proclama, que obedece en algunos casos a cuestiones de
trascendencia de la resolución e incluso la necesidad de salvar dilaciones
innecesarias del proceso, por cuestiones de celeridad y el tipo de los procesos, sin
que tenga que afectarse por eso el derecho de las partes.
En este sentido en el caso del proceso de divorcio o desvinculación de la unión
libre (divorcio o ruptura unilateral) que se encuentra catalogado como un proceso
extraordinario conforme lo determina el art. 434 de la Ley Nº 603, por lo que el
art. 444 de la precitada ley constituye un límite al derecho a la impugnación que la
ley proclama, al señalar que respecto a la apelación en el proceso extraordinario:
“Presentada la apelación, previo traslado a la parte contraria, la autoridad
judicial remitirá al superior los actuados correspondientes. Contra el Auto de
Vista, no procede el recurso de casación”. Precepto normativo que claramente
establece que los fallos emitidos en proceso de divorcio o desvinculación de unión
libre no puedan ser impugnados con recurso de casación.
DERECHO DE POSESION
Auto Supremo: 894/2015 - L
Sucre: 6 de Octubre 2015
De todo lo anotado se concluye que el hecho de que una persona posea el derecho
propietario conforme orienta el art. 105 segundo parágrafo del C.C. permite al
propietario reivindicar la cosa de manos de un tercero, es decir el -IUS IN RE-, o
sea, a efectos de ejercitar todos los derechos como se dijo el -IUS UTENDI,
FRUENDI ETE ABUTENDI-, y los cuales están enmarcados como se expuso en
el art. 105 sustantivo de la materia tantas veces señalado, para lo cual, no resulta
necesario haber tenido posesión física o corporal de la cosa, ya que, el elemento
posesión física hace pasible a otro tipo de acciones, máxime, si el derecho
propietario ya otorga como se dijo ese derecho de posesión.
Refrendando este criterio se puede citar el Auto Supremo: 17, de fecha 07 de
febrero 2014 que sobre el particular refiere : “ En ese entendido, y conforme
dispone el art. 56 parágrafo II de la Constitución Política del Estado, se garantiza
la propiedad privada siempre que el uso que se haga de ella no sea perjudicial al
interés colectivo, asimismo el Código Civil, aclara en su art. 105, que la propiedad
es un poder jurídico que permite usar, gozar y disponer de una cosa y debe
ejercerse en forma compatible con el interés colectivo, dentro de los límites y
obligaciones que establece el ordenamiento jurídico, de tal forma que el poder de
uso, goce y disfrute puede ser utilizado en cualquier momento por el propietario,
así también en su parágrafo II señala: "el propietario puede reivindicar la cosa de
las manos de un tercero", complementada por los arts. 1453 parágrafo I y 1454
del referido cuerpo legal donde se dispone: "que el propietario que ha perdido la
P á g i n a 443 | 846
posesión de una cosa puede reivindicarla de quien la posee o la detenta y que la
acción reivindicatoria es imprescriptible, salvo los efectos que produzca la
adquisición de la propiedad por otra persona en virtud de usucapión". Siguiendo
esta línea este Tribunal, expresó con claridad que la reivindicación como acción
de defensa de la propiedad se halla reservada al:" propietario que ha perdido la
posesión de una cosa" y que el derecho propietario, por su naturaleza, conlleva la
"posesión" emergente del derecho mismo, consiguientemente no necesariamente
debe estar en posesión corporal o natural del bien, habida cuenta que tiene la
"posesión Civil" que está integrada en sus elementos "corpus y ánimus", quedando
claro, que la acción de restitución o devolución de la propiedad de un tercero es
imprescriptible y puede ser aplicada en cualquier momento, por el propietario.”
DERECHO DE RECURRIR
Auto Supremo: 45/2017
Sucre: 24 de enero 2017
Proceso: Usucapión.
En el Auto Supremo Nº 172 de 12 de abril de 2013, se ha descrito lo siguiente: “El
art. 213 del Código de Procedimiento Civil, textualmente señala: “(Recurribilidad
de las Resoluciones judiciales).- I.- Las Resoluciones judiciales serán recurribles
mediante impugnación de la parte perjudicada…”, bajo ese entendimiento de que
recurso es el medio de impugnación que la ley otorga a las partes de impugnar
una Resolución que les cause perjuicio, por medio del cual se busque su
modificación o revocatoria, concepto acogido por una diversidad de las
legislaciones procesales, bajo ese criterio de que el recurso es medio de
impugnación en favor del perjudicado, es que en nuestro sistema, se ha descrito
recursos ordinarios y extraordinarios, como el de reposición, apelación y de
casación y de revisión, en forma respectiva, condición de perjuicio expuesto con
bastante claridad en el art. 219 del mismo cuerpo legal.
Consecuentemente, se dirá que el art. 257 del Código de Procedimiento Civil
refiere: “(Plazo).- El recurso de casación se interpondrá dentro del plazo fatal e
improrrogable de ocho días a contar desde la notificación con el Auto de Vista o
Sentencia…”, como se podrá apreciar dicho articulado refiere, a un recurso de
casación, o sea al medio de impugnación que puede formular un perjudicado
procesal, obviamente bajo las condiciones establecidas en el art. 258 del Código
de Procedimiento Civil, de acuerdo a ello se podrá decir que el avance de la
doctrina, ha desarrollado el “principio de impugnación”, por el cual se ha
formulado la legitimación del recurrente, entendiendo que solo un perjudicado es
quien puede recurrir.
P á g i n a 444 | 846
Consideración que tiene sustento, en base al aporte de doctrinarios del derecho
como Hugo Alsina quien en su obra TRATADO TEORICO Y PRACTICO DE
DERECHO PROCESAL, tomo IV, pág. 191 señala lo siguiente: “b) la cuestión de
saber quien puede interponer un recurso, constituye un aspecto de la legitimación
procesal. Como regla general, puede decirse que los recursos tienen la
característica de que funcionan por iniciativa de las partes, y que en consecuencia,
a ellas corresponderá su deducción (V 4). Pero hay casos en que el recurso se
niega a las partes, y otros en que se concede a terceros. Es que, así como el interés
es la medida de la acción, el agravio es la medida en el recurso, y por eso se
concede aún a los que no siendo partes en el proceso, sufren un perjuicio como
consecuencia de la Sentencia. Se explica entonces que el recurso no proceda
cuando la Sentencia sea favorable a la pretensión de la parte, o cuando ésta se ha
allanado a la pretensión del adversario y la Sentencia se funda en esa
conformidad. Los terceros no pueden interponer recursos en los procesos en que
no intervengan, pero pueden hacerlo desde que se incorporan a la relación
procesal, porque en ese momento asumen la calidad de partes. No obstante
permanecer en su situación de terceros, pueden interponer ciertos recursos, como
el extraordinario de apelación por inconstitucionalidad cuando se pretende
ejecutar contra ellos una Sentencia dictada en un proceso en el que no ha
intervenido (VII, 18)…”
Desde otro criterio doctrinario se tiene la ponencia presentada en la Universidad
San Marcos de Lima, por Pedro Donaires Sánchez, intitulado: “LOS PRINCIPIOS
DE LA IMPUGNACIÓN”, señala lo siguiente: “…PRINCIPIOS DE LA
IMPUGNACIÓN… La doctrina no es uniforme respecto de cuáles son los
principios que rigen la impugnación. Corresponderá a la teoría de la
impugnación, ahondar este tema y plantearlo con uniformidad y coherencia; por el
momento, estos son los acogidos por los distintos Autores, algunos de los cuales
son citados… 2. Interés del perjudicado o agraviado. Esto significa que el
perjudicado con el acto viciado debe tener interés en cuestionarlo haciendo uso de
los medios impugnatorios. No debe haberlo consentido ni expresa ni tácitamente.
Hay consentimiento expreso cuando el afectado acepta fehacientemente dicho
acto. Hay consentimiento tácito cuando deja transcurrir el plazo que tenía para
impugnar o procede a ejecutarla o cumplirla; o, no lo cuestiona en la primera
oportunidad que tuvo. Quien consiente, no puede impugnar válidamente. La
ausencia de consentimiento otorga la legitimación para la impugnación. No
existen las impugnaciones de oficio, salvo los casos en que por estar afectada una
norma de orden público, el juzgador debe aplicar, de oficio, el remedio de la
nulidad; o, el caso en el que la norma procesal ha dispuesto la consulta al superior
P á g i n a 445 | 846
(por ejemplo, cuando la Sentencia que declara el divorcio conyugal, no impugnada
por las partes, debe ser elevada al superior, en consulta, para su aprobación)…”
En nuestro medio el aporte doctrinario de Carlos Morales Guillen, en su obra
“CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL CONCORDADO Y ANOTADO”, en la
página 500 señala: “… En la doctrina y en la práctica, generalmente, y también en
la ley (v. gr. El ap. 213, según el cual las Resoluciones judiciales, serán
recurribles mediante impugnación de la parte perjudicada), se habla de medios de
impugnación (Chiovenda, Carnelutti, Couture)” (las negrillas y subrayado son
nuestros).”
DERECHO PROPIETARIO
Auto Supremo: 358/2016
Sucre: 18 de abril 2016
Proceso: Reconocimiento Judicial de Mejor Derecho de
Propiedad, Reivindicación, Nulidad de Falso Título y Pago de Costas y
Honorarios Profesionales.
La jurisprudencia sentada por este Tribunal Supremo ha orientado sobre el tema en
el Auto Supremo Nº 61/2013 de 22 de febrero, que expresa: “Con relación a la
P á g i n a 446 | 846
declaración de mejor derecho propietario, se ha dicho en varios Autos Supremos
emitidos por la extinta Corte Suprema de Justicia de la Nación, criterio con el que
este Tribunal Supremo comparte, que cuando se demanda o reconviene por mejor
derecho propietario, la parte debe demostrar que cuenta con un título preferente al
de su contrario, es decir debe exponer su condición de titular del derecho sobre el
inmueble del que se pretende se declare a través de Sentencia su mejor derecho
propietario, siendo la determinación a adoptar simplemente declarativa, a
diferencia de la determinación que se adopta en la reivindicación, toda vez que la
Sentencia a dictar no solamente es declarativa al reconocer el derecho de
propiedad y de posesión de la actora, sino también es de condena porque obliga al
vencido a la restitución inmediata del bien y finalmente, se dice que es una
determinación constitutiva de derechos, porque modifica la situación jurídica del
propietario al tener el uso y disfrute del bien, pasando a ser propietario-
poseedor.”
Del mismo modo se tiene al Auto Supremo Nº 89/2012 de 25 de abril, que
estableció: “…una acción de reconocimiento de mejor derecho propietario, el
presupuesto esencial, radica en la identidad de la cosa, respecto a la cual dos o
más personas reclaman derecho de propiedad; en otras palabras, la acción de
reconocimiento de mejor derecho de propiedad, supone necesariamente la
existencia de una misma cosa, cuya titularidad es discutida por dos o más
personas.”
DERECHOS INDISPONIBLES
Auto Supremo: 254/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Exclusión de Paternidad.
Los derechos indisponibles son aquellos que por su naturaleza son inconciliables y
por lógica consecuencia los derechos disponibles son aquellos que pueden ser
conciliados; por regla general los derechos fundamentales de las personas no
pueden ser materia de conciliación por ser de carácter personal, natural, inalienable
-esto- porque los derechos fundamentales que en la mayoría de los casos hacen
referencia a los derechos humanos son indisponibles, porque son atributos
irrenunciables e inalienables de las personas, ya que todos regulan y establecen
derechos sobre las condiciones básicas o esenciales de humanidad, inherentes
a toda persona, razón por la que estos –reiteramos- son indisponibles,
innegociables e irrenunciables, de ahí la imposibilidad de decidir o sustanciar
procesos sobre ámbitos protegidos de los derechos fundamentales.
Establecido lo anterior diremos que el art. 1520 del Código Civil, con relación a la
aplicación de la caducidad, establece: “la caducidad no puede aplicarse de oficio
P á g i n a 447 | 846
excepto cuando por tratarse de derechos indisponibles deba el Juez señalar los
motivos que hacen inaceptables la demanda”
Concretando esta institución jurídica de la caducidad con relación al tema familiar
el Auto Supremo No 1068/2015 L orientó: “Finalmente, corresponde también
concretar que el art. 204 el Código de Familia en su segundo párrafo prevé un
plazo de caducidad y no de prescripción como muchas veces se la confunde, y si
bien el art. 1520 del Código Civil establece que la caducidad no puede aplicarse
de oficio, empero preceptúa también la salvedad en tratándose de derechos
indisponibles; en el presente caso, lo que se cuestiona es la filiación del
demandado, por lo que la caducidad debió ser observada de oficio, porque el
derecho a la filiación y a la identidad constituye precisamente un derecho
indisponible; aclarando que lógicamente la caducidad dispuesta por el art. 204 del
Código de Familia, comienza a correr para todos, o sea, además del hijo y los
interesados legítimamente, para el padre o el reconocedor.”.
DESHEREDACIÓN
Auto Supremo: 1203/2016
Sucre: 24 de octubre 2016
Proceso: Declaración de Contención en proceso Voluntario.
La jurisprudencia de la ex Corte Suprema de Justicia ha orientado en el Auto
Supremo Nº 381/2010 de 5 de noviembre, que….corresponde establecer que la
desheredación es el acto por el cual el causante mediante su testamento excluye de
su sucesión a un heredero forzoso que ha incurrido en una causal prevista por ley.
De ello se extraen los siguientes requisitos: a) sólo el causante puede
desheredar; b) debe hacerlo en su testamento; c) se deshereda únicamente a uno o
más herederos forzosos; d) debe fundarse en una o más causales expresamente
previstas por ley; finalmente, no es suficiente que el testador exprese en su
testamento su voluntad de desheredar a uno o más de sus herederos forzosos,
señalando la causal en que se apoya, sino que es preciso, además, para que ésta
surta válidamente sus efectos, que se tramite la acción de desheredación que
derive en una Sentencia declarativa.
Que, en ese marco, ingresando a resolver el recurso conforme los agravios
expuestos en relación a los antecedentes del proceso, se establece que no es
evidente que el Tribunal de alzada hubiere establecido que para que proceda la
desheredación es suficiente la voluntad del testador, en efecto, de la lectura del
pronunciamiento recurrido se establece que el Tribunal Ad Quem concluyó que en
el caso sub lite, "fue debidamente demostrado el primer hecho a probar fijado por
el Auto de 23 de marzo de 2001, o sea la disposición de última voluntad del
causante cursante de fojas 4 a 7 vuelta (…) “
P á g i n a 448 | 846
Este Tribunal mediante Auto Supremo Nº 263/2013 de 23 de mayo, sobre la
desheredación ha señalado lo siguiente: “Por su parte, la desheredación, es un
instituto que se encuentra incorporado en el Libro cuarto del Código Civil, de las
Sucesiones por causa de muerte, así el art. 1000 de esa norma señala: “La
sucesión de una persona se abre con su muerte real o presunta.”, entendiéndose
que para la procedencia de la acción de desheredación, debe procederse conforme
a lo dispuesto por los arts., 1176 y 1177 de la norma sustantiva, en ese entendido,
la desheredación, es la manifestación de la voluntad dispuesta de manera expresa
en Testamento, por la persona que pretende la misma respecto de su heredero,
nombrándolo de manera específica en el Testamento, e indicando además los
motivos o causales debidamente fundadas, además de los datos de referencia que
han dado lugar a su decisión. Así, abierta la sucesión, conforme al art. 1000 del
Código Sustantivo, los otros herederos o el albacea, tramitarán la desheredación
ante autoridad competente, con la presentación del Testamento en el que el de
cujus manifiesta su voluntad de excluir de su sucesión a uno o más de sus
herederos, para que la misma sea declarada judicialmente, de no procederse así la
misma carece de todo valor, pues no basta la simple existencia del Testamentosino
que la misma sea declarada judicialmente.
De lo anterior, se infiere que la desheredación, la declaración de indignidad y la
revocación de adopción, esta última inexistente en la nueva normativa que regula
el instituto de la adopción, son tres institutos diferentes pero que sin embargo,
comparten causales para su procedencia y tienen un fin común que es la
exclusión de la sucesión de uno o más herederos “.
P á g i n a 451 | 846
de otro respecto de la cosa, se perfila un fenómeno diverso de la posesión, que se
llama detentación (tenencia)”.
La posesión en nombre de otro se denomina detentación o posesión precaria,
claramente se establece que el poseedor en nombre de otro no era poseedor en
derecho. Se considera poseedor en nombre de otro, aquel recibía la cosa por virtud
de un contrato o de un acto jurídico para detentarla temporalmente y restituirla al
propietario.
Por su parte el Auto Supremo Nº 484/2014 de 29 de agosto, ha establecido que:
“En la posesión, el poder material que se ejerce sobre el bien se sustenta en la
voluntad libre e independiente de usar o aprovechar económicamente el bien como
si se tratara del propietario, es decir, sin que se reconozca dominio ajeno sobre el
mismo, es precisamente esa actitud lo que marca la diferencia entre la posesión y
la tenencia; en ésta última el poder o relación material de la persona con el bien,
que se usa o aprovecha, está mediado por dependencia o subordinación a la
voluntad de otro sujeto, lo que equivale a sostener que se reconoce dominio ajeno
sobre el bien y se somete al mismo”.
Asimismo, sobre la “interversión” del título de detentador a poseedor la
jurisprudencia concretada por la ex Corte Suprema de Justicia y con el que este
Tribunal Supremo comparte criterio en el A.S. Nº 196 de 8 de junio de 2002, ha
señalado que el precarista no puede usucapir en ningún tiempo: “para usucapir en
forma extraordinaria o decenal según la legislación abrogada o la vigente, la ley
exige esencialmente la posesión continuada e ininterrumpida con calidad “animus
domini” de modo de quien ingresa como precarista o detentador, mientras no
cambie su título que lo habilite como poseedor no puede usucapir en tiempo
alguno...”.
De igual manera, en el Auto Supremo Nº 537/2013 de 24 de octubre, se ha
especificado que: “Cuando una persona posee por si misma o por otra un derecho
propio se llama simplemente poseedor y cuando dicha posesión la ejerce en
nombre de otra persona o respetando el derecho de otra persona se llama
simplemente detentador de la cosa… (Las negrillas son nuestras)”.
Asimismo la calidad de detentador es similar a la calidad de tolerado,
diferenciándose en el hecho de que el detentador puede ingresar al bien inmueble
en función a un contrato de alquiler, anticrético, u otro, sin embargo el tolerado,
ingresa al inmueble en función a una consideración o tolerancia del propietario, sin
ningún contrato de por medio y conforme lo establece el art. 90 del Código Civil,
los actos de tolerancia no pueden servir de fundamento para adquirir la posesión.
Así también conforme lo dispone el art. 89 del Código Civil quien comenzó siendo
detentador no puede adquirir la posesión mientras su título no cambie.
P á g i n a 452 | 846
DETERMINACIÓN DEL VALOR DE JUSTIPRECIO DE BIENES
INMUEBLES EMERGENTES DE EXPROPIACIÓN
Auto Supremo: 1262/2016
Sucre: 07 de noviembre 2016
Proceso: Ordinario, reivindicación y entrega de inmueble o alternativamente pago
de justiprecio, más pago de daños y perjuicios.
la Sala Civil de este Máximo Tribunal en el A.S. 356/2012de 25 de septiembre ha
establecido lo siguiente: “Ahora la Ley Orgánica de Municipalidades Nº 696 en su
Art. 84, tan solo señala que el avalúo será efectuado conforme a ley y su pago
estuviera exento de tasas, derechos e impuestos, en consecuencia corresponde
referirse a la normativa especial que regula las expropiaciones por razones de
necesidad y utilidad pública, como es la Ley de 30 de diciembre de 1884 que eleva
a rango de ley el Decreto Supremo de 4 de abril de 1879, cuyo art. 7 señalaba:
"declarada la necesidad de ocupar todo o parte de una propiedad, se justipreciará
el valor de ella y el de los daños y perjuicios que pueda causar a su dueño la
expropiación, a juicio del perito uno nombrado por cada parte, o tercero en
discordia para entre ambas; y no conviniéndose acerca de este último
nombramiento, lo hará el juez de partido, en cuyo caso queda a los interesados el
derecho de recusar hasta por dos veces al nombrado...", como se podrá apreciar la
ley de expropiaciones facultaba acudir ante el juez de partido para la designación
del perito dirimidor.
Sin embargo de lo descrito precedentemente, corresponde anotar que dicha norma
ha sido objeto de modificación por el Decreto Ley Nº 14375 de 21 de febrero de
1.977 cuyo Art. 11 textualmente señala: "La expropiación de inmuebles urbanos
que efectúen las entidades del sector público se realizará cubriendo el cien por
ciento (100%) del valor catastral actualizado como monto indemnizable",
posteriormente se dicta el Decreto Ley Nº 15071, en cuyo Art. 2 señala: "Aclárase
y complementase el Art. 4 del Decreto Ley Nº 09304 de 9 de julio de 1970 en
sentido de que el precio indemnizable es el valor os casos de expropiación por
necesidad y utilidad pública será igual al 100% del valor catastral del inmueble
expropiado, sobre el cual los propietarios tributan al fisco..." asimismo dicho
Decreto Ley en su Art. 4 deroga las disposiciones contrarias a esa norma y en
especial el Art. 7 del Decreto Supremo de 4 de abril de 1879 elevado a rango de
Ley el 30 de diciembre de 1884; como se podrá apreciar el pago por concepto de
indemnización sobre el valor catastral se encuentra plenamente reforzado por la
normativa descrita, es más la figura de acudir ante el Juez de Partido para la
designación de un tercer perito dirimidor que pueda efectuar la valuación sobre
P á g i n a 453 | 846
el inmueble objeto de la expropiación, en forma expresa ha sido derogada. (El
subrayado es y resaltado es agregado).
También corresponde referirse a que mediante Sentencia Constitucional Nº
447/2005-R de 4 de julio, el Tribunal Constitucional ha señalado en el punto III.1
como fundamento jurídico de ese fallo que el procedimiento para el trámite de
expropiación se encuentra descrito en la Ley de 30 de diciembre de 1884 y el pago
indemnizatorio en el Art. 11 del Decreto Ley Nº 14375 de 21 de enero de 1977, ya
que entiende que el Art. 7 de la Ley de Expropiaciones de 30 de diciembre de
1884 ha sido derogada, pues dicha norma facultaba aperturar la competencia del
Juez de Partido para la designación de un tercer perito dirimidor quien debía
efectuar la valuación del precio de la indemnización, entendiendo que dicho fallo
constitucional dictado en favor del demandante, modula en parte la jurisprudencia
emitida mediante la Sentencia Constitucional Nº 1671/2003-R de 21 de noviembre,
cuando refiere que el pago del precio debe ser presupuestado para la siguiente
gestión en el Presupuesto Operativo Anual de esa entidad para proceder con el
pago, que la Sentencia modulada señalaba otorgar un plazo para el pago del
precio de la indemnización, y la modulación tácita, queda entendida en el sentido
de que el pago de la expropiación deba ser efectuado en base al valor catastral
referido por el Art. 11 del Decreto Ley Nº 14375, norma legal que no había sido
considerado por anteriores fallos constitucionales”. (El resaltado no corresponde
al texto original).
Entendimiento que fue complementado en el Auto Supremo Nº 424/2014 de 5 de
agosto, donde haciendo referencia a la Ley de 30 de diciembre de 1884 que eleva a
rango de Ley al Decreto Supremo de 4 de abril de 1879 y posteriores
modificaciones introducidas por los Decretos Leyes Nº 14375 de 21 de febrero de
1.977 y Nº 15071, sostuvo lo siguiente:
“En función a estas modificaciones normativas al Decreto Supremo de 4 de abril
de 1879, se tiene dos efectos: a) el cambio de procedimiento para justipreciar la
propiedad expropiada, y b) la ausencia de competencia del Juez de partido para
intervenir en el procedimiento valuador en auxilio judicial. Este último, correlato
del primero, por cuanto la competencia del Juez de partido se abría solo en
divergencia de los peritajes valuadores, empero, fijando la ley una determinada
forma de valoración, que no pasa por una asistencia judicial, se entiende que la
competencia también fue desestimada por la misma ley”.
Criterios jurisprudenciales por tener estrecha relación con el caso que se analiza,
corresponde ser tomado en cuenta.
Para tener una idea clara de las diferencias que existen entre contrato, minuta y
escritura pública, resulta pertinente referirnos al Auto Supremo Nº 286/2013 de 6
de junio de 2013, que ahondando en este tema señalo lo siguiente: “En ese
entendido y partiendo de la noción general prevista en el art. 450 del Código Civil,
diremos que Contrato es el acuerdo de dos o más voluntades con la finalidad de
constituir, modificar o extinguir una relación jurídica; es la expresión del negocio
jurídico que constituye fuente generadora de derechos y obligaciones para las
partes; dependiendo de la variedad de contratos que existen en el ámbito civil,
estos pueden tomar una determinada forma para su perfeccionamiento por
exigencia expresa de la ley; en el caso de la compra-venta estamos frente a un
contrato consensual por excelencia que se perfecciona con el simple
consentimiento de las partes sin necesidad de otra formalidad.
En tanto que la Minuta, no es más que la constancia escrita entre las partes
contratantes que se expresa en documento específico que da cuenta de la
existencia del contrato ya realizado, en ella se plasma o consigna de manera
literal el acuerdo de voluntades; tiene por objeto constituir prueba de que el
contrato en realidad existe generando derechos y obligaciones para las partes; se
constituye en la base fundamental de la Escritura Pública.
En cambio la Escritura Pública, es el “documento autorizado con las
solemnidades legales por notario competente, a requerimiento de parte e incluidos
en el protocolo, y que contiene, revelan o exteriorizan un hecho, acto o negocio
jurídico, para su prueba, eficacia y constitución”, definición dada por el autor
Argentino I. Neri, en su obra “Tratado Teórico y Práctico de Derecho Notarial”.
En otras palabras se puede decir que es el documento autorizado con las
solemnidades legales por Notario competente, a requerimiento de las partes e
incluido en el protocolo, que contiene el acto o negocio jurídico para su plena
eficacia o constitución; su elaboración es atribuible exclusivamente al notario. …..
(sic)
Finalmente, diremos que el Testimonio, no es más que una copia fiel que extiende
el notario de la Escritura Pública.
De lo señalado anteriormente se puede advertir que, entre contrato propiamente
dicho y los diferentes documentos descritos, existen diferencias sustanciales que no
pueden ser confundidas a la hora de interponer una demanda, ya que cada uno se
origina o llegan a tener existencia propia en distintas instancias o ámbitos de
actuación, tal es el caso del contrato como acto jurídico y la minuta como
instrumento literal del contrato en el ámbito estrictamente civil, se originan entre
las partes contratantes, en tanto que la escritura pública, el testimonio y el
protocolo, llegan a adquirir tal calidad en sede administrativa bajo la actuación
del notario, de modo que las deficiencias o anormalidades que se presenten en
P á g i n a 455 | 846
cada uno de ellos, es atribuible a sus respectivos autores, no pudiendo todos ser
demandados de nulidad por las mismas causales del art. 549 del Código Civil que
están referidas simplemente a los contratos y no a Escrituras Públicas.”
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liberalidad, procura a otra un enriquecimiento disponiendo a favor de ella un
derecho propio o asumiendo frente a ella una obligación” sino como su nombre lo
indica, es un acto de entrega anticipada de la porción que en la sucesión le
corresponde a un heredero forzoso…”
“…La Legítima, entonces, es parte de la herencia a que tienen derecho los
herederos forzosos respecto del patrimonio de su causante, la misma que no puede
ser dispuesta libremente ni ser objeto de liberalidades, es decir, objeto de
donación, debido a que en caso de afectación al fallecimiento del de cujus, los
herederos tienen el legítimo derecho de solicitar la colación de los bienes que
pudiesen haber afectado la legítima que es indisponible…”
“…, no obstante de ello el anticipo de legitima y la donación si bien existe cierto
vínculo entre estos dos términos, empero estos tienen esencias distintas para la
aplicación de los derechos sobre un anticipo de legitima y una donación, pues las
normas que se instituyen como aplicadas como los art. 491 num. 1), 667 y 1287 del
Sustantivo Civil, son aplicables en su formación específicamente para la donación
y no para un anticipo de legítima. En ese contexto se debe comprender que
el anticipo de legítima es la entrega que hace quien otorga el anticipo de un
derecho expectantico que le corresponde, a favor de cualquiera de sus herederos
forzosos, usualmente, es la herencia que los padres en vida otorgan a sus hijos,
que comúnmente se denomina como “adelanto de herencia”, al margen de ello la
esencia propia de esta institución jurídica, es proveerle al heredero de una
seguridad patrimonial en vida de quien otorga el anticipo de legitima, no
necesariamente tiene que revestir formalidad al momento de su formación. En ese
entendimiento cita el Dr. Zarate del Pino, que: "…el anticipo de legítima viene a
ser el adelanto que una persona puede hacer a alguno de sus herederos forzosos,
de una parte igual o menor de los bienes que les correspondería recibir por
concepto de cuota hereditaria a la muerte de quien hace el anticipo…”.
En cambio la donación propiamente dicha es un contrato solemne por el cual el
donante da un bien sin recibir contraprestación alguna por parte del donatario,
de esta manera la donación se caracteriza por dos elementos, el enriquecimiento
del donatario y la intención liberal del donante, a ello debe agregarse la
solemnidad que reviste el contrato de donación que necesariamente debe
celebrarse mediante “documento público” requisito de forma a ser observado
imperativamente bajo sanción de nulidad conforme lo determinan los arts. 491
num. 1) y 667 del Código Civil.
Así de esta manera también refiere Pothier que: “… la donación entre vivos es una
convención por la cual una persona, por liberalidad, se desiste irrevocablemente
de cualquier cosa en beneficio de otra persona que la acepta. Enfatiza que la
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aceptación por parte del donatario entraña su consentimiento”….Como también
para Guzmán Ferrer señala que: “...la donación constituye una obligación por la
cual una persona se obliga a transferir gratuitamente a otra la propiedad de un
bien mueble, inmueble o derecho. Su carácter esencial es la gratuidad.”
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En tanto que el Protocolo es el conjunto o colección de documentos matrices u
originales debidamente ordenados y encuadernados con los cuales en caso
necesario ha de practicarse el cotejo para probar la autenticidad de los
documentos que expide el notario; constituye el cuerpo matriz o lugar donde se
conservan los documentos originales de las relaciones jurídicas como sinónimo de
garantía de perdurabilidad y autenticidad, cuya fe y custodia se encuentra bajo
exclusiva responsabilidad del notario.
Finalmente, diremos que el Testimonio, no es más que una copia fiel que extiende
el notario de la Escritura Pública.
De lo señalado anteriormente se puede advertir que, entre contrato propiamente
dicho y los diferentes documentos descritos, existen diferencias sustanciales que no
pueden ser confundidas a la hora de interponer una demanda, ya que cada uno se
origina o llegan a tener existencia propia en distintas instancias o ámbitos de
actuación, tal es el caso del contrato como acto jurídico y la minuta como
instrumento literal del contrato en el ámbito estrictamente civil, se originan entre
las partes contratantes, en tanto que la escritura pública, el testimonio y el
protocolo, llegan a adquirir tal calidad en sede administrativa bajo la actuación
del notario, de modo que las deficiencias o anormalidades que se presenten en
cada uno de ellos, es atribuible a sus respectivos autores, no pudiendo todos ser
demandados de nulidad por las mismas causales del art. 549 del Código Civil que
están referidas simplemente a los contratos y no a Escrituras Públicas.
Según la Ley del Notariado del 05 de marzo de 1858 aún vigente, las escrituras no
deben contener más cláusulas que las expresadas en la minuta conforme lo
establece el art. 23 de dicha Ley, debiendo ser extendidas en los registros sin
interrupción y en letra clara, sin dejar espacios en blanco ni intervalos conforme
lo exige el art. 24; cuando sea necesario salvar algún aspecto, debe hacérselo
mediante “notas o llamadas” que se escribirán al margen y ser firmadas tanto por
las partes y los testigos como por el notario, bajo pena de nulidad de tales notas o
llamadas y si por su extensión requieren que se pongan al final de la escritura, las
mismas al margen de ser firmadas conforme se indica anteriormente, deben ser
expresamente aprobadas por las partes, bajo pena de nulidad de dichas notas, tal
como previene el art. art. 26 de la Ley Notarial, no estando además permitido
entrerrenglonar y/o adicionar en el cuerpo de la Escritura Pública; las palabras
que deban adicionarse o borrarse, se pondrán al margen o al final de la escritura,
aprobándose de la misma manera que se indica anteriormente, tal como lo
establece el art. 28 del mismo cuerpo legal.” (Las negrillas y subrayados
pertenecen a la presente Resolución).
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Es importante establecer una diferenciación entre la minuta, escritura pública,
protocolo y testimonio, para que el litigante pueda diferenciar que es lo que
cuestiona, al efecto corresponde citar el Auto Supremo Nº 261 de 23 de mayo de
2013, en ella se expuso lo siguiente: “En ese entendido y partiendo de la noción
general prevista en el art. 450 del Código Civil, diremos que Contrato es el
acuerdo de dos o más voluntades para constituir, modificar y extinguir una
relación jurídica, es la expresión del negocio jurídico que constituye fuente
generadora de derechos y obligaciones para las partes; dependiendo de la
variedad de contratos que existen en el ámbito civil, puede tomar una determinada
forma para su perfeccionamiento por exigencia de la ley; en el caso de la compra-
venta estamos frente a un contrato consensual por excelencia que se perfecciona
con el simple consentimiento de las partes sin necesidad de otra formalidad.
En tanto que la Minuta, no es más que la constancia escrita entre las partes
contratantes que se expresa en documento específico que da cuenta de la
existencia del contrato ya realizado, donde se plasma o consigna de manera literal
el acuerdo de voluntades; tiene por objeto constituir prueba de que el contrato en
realidad existe generando derechos y obligaciones; sin embargo la minuta se
constituye en la base fundamental de la escritura pública.
En cambio la Escritura pública, es el “documento Autorizado con las
solemnidades legales por notario competente, a requerimiento de parte e incluidos
en el protocolo, y que contiene, revelan o exteriorizan un hecho, acto o negocio
jurídico, para su prueba, eficacia y constitución”, definición dada por el Autor
Argentino I. Neri, en su obra “Tratado Teórico y Práctico de Derecho Notarial”.
En otras palabras, es el documento Autorizado con las solemnidades legales por
Notario competente, a requerimiento de las partes e incluido en el protocolo, que
contiene el acto o negocio jurídico para su plena eficacia o constitución; su
elaboración es atribuible exclusivamente al Notario.
En tanto que el Protocolo se puede decir que es el conjunto o colección de
documentos matrices u originales debidamente ordenados y encuadernados con
los cuales en caso necesario ha de practicarse el cotejo para probar la
autenticidad de los documentos que expide el Notario; constituye el cuerpo matriz
o lugar donde se conservan los documentos originales de las relaciones jurídicas
como sinónimo de garantía de perdurabilidad y autenticidad, cuya fe y custodia se
encuentra bajo exclusiva responsabilidad del Notario.
Finalmente, diremos que el Testimonio, no es más que una copia fiel que extiende
el Notario de la escritura pública; en consecuencia no se puede confundir entre
testimonio, protocolo y escritura pública como erróneamente refieren los
recurrentes en su demanda y en su recurso de casación…”
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DISPOCISION DE LA CUOTA
Auto Supremo: 80/2016
Sucre: 04 de febrero 2016
Conforme al primer punto el recurrente acusa e interroga cual es la norma del
Código de Familia que vincula la aplicación del art. 161 del Código Civil, con el
art. 116 del Código de Familia.
Del Contexto del punto acusado, aunque de forma ambigua se evidencia que su
fundamento tiene como eje central establecer cual la norma que liga la aplicación
del art. 116 del Código de Familia con el código Civil.
Sobre el tema debe referirse, se debe aclarar que si bien dentro de nuestro
ordenamiento jurídico no existe de forma precisa normas que vincule de forma
directa unas normas con otras, empero, conforme a la jurisprudencia constitucional
y la doctrina existen reglas de interpretación, entre ellas la interpretación
gramatical, interpretación sistemática o la teleológica entre otros.
Partiendo del preámbulo anotado, si bien resulta evidente que juzgador concordado
la aplicabilidad del art. 161 del Código Civil con el art. 116 del Código de Familia,
empero, esta fue como emergencia de una interpretación sistemática de la norma,
lo cual es un sistema de interpretación permitido, aclarando que no se ha
cuestionado si esa vinculación es correcta o no, por lo que, no corresponde ese
análisis.
Ahora fuera de ese contexto a efectos de viabilizar una respuesta sobre el fondo de
lo debatido, corresponde citar el Auto Supremo Nº 1176/2015 que refiere: “Ahora
bien, el recurrente en apelación y posteriormente en casación pretende sustentar
su acción en el art. 116 del CF, sin embargo la anulabilidad de la transferencia
dispuesta en el 50% en resguardo del derecho ganancial de Edwin Valdivia
Méndez, no puede afectar la transferencia realizada por Dulía Hinojosa Guardia
(esposa), máxime si esta última persona se ratificó posteriormente en dicha
transferencia a favor Ángel Guzmán Camacho mediante reconocimiento de firmas
y rúbricas (fs. 10) dando a dicho contrato la eficacia establecida en el art. 1313
del CC, en relación a la transferencia realizada sobre el 50% del bien inmueble
que le correspondía a Dulia Hinojosa (+); pues en el caso de Autos el demandante
no ha probado que la falta de consentimiento que arguye haya afectado la
transferencia dispuesta por parte de Dulia Hinojosa o que dicha venta afecte su
derecho ganancial (50%)”.
Partiendo de la jurisprudencia señalada, en el sub lite el demandante, expresa que
se le esté afectando su derecho propietario, empero, en ninguna de las instancias ha
demostrado que se haya afectado a su derecho ganancial en el 50%, máxime, si su
falta de consentimiento no ha demostrado que fuese afectar a la venta realizada.
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DISPOSICIÓN DE ACCIONES Y DERECHOS POR EL COPROPIETARIO
Auto Supremo: 377/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: División y partición.
En el Auto supremo 73/2014 de 14 de marzo 2014 se tiene el siguiente
razonamiento sobre el tema: “A efectos de una mayor comprensión de esta norma,
nos remitiremos al comentario que hace el Dr. Gonzalo Castellanos al respecto:
“El copropietario tiene el derecho de disposición de la cosa como atributo
fundamental de su derecho; por consiguiente, en cualquier momento puede (salvo
pacto en contrario) disponer de su cuota; por lo tanto, cada copropietario puede
disponer libremente de su cuota como mejor le parezca a sus derechos.
La primera parte de la norma en análisis expresamente reconoce a cada
copropietario el derecho a la plena propiedad de su parte, pudiendo por lo tanto,
enajenarla, cederla o hipotecarla.
La enajenación de su cuota es una facultad que cada copropietario puede ejercer
por cualquier título (oneroso o gratuito), sin requerir el consentimiento de los
otros, aún en desconocimiento de éstos y sin otorgarles ningún derecho de
preferencia, salvo acuerdo contrario entre las partes.
Por su parte el profesor Zeballos La Fuente sobre el mismo tema señala: “todo
condueño tendrá la plena propiedad de su parte, y la de los frutos y utilidades que
le corresponda, pudiendo en su consecuencia enajenarla, cederla o hipotecarla, y
aun sustituir otro en su aprovechamiento, salvo si se trata de derechos personales.
Pero el efecto de la enajenación o de la hipoteca con relación a los condueños
estará limitado a la porción que se le adjudique en la división.”.
Bajo el entendimiento anterior, el copropietario puede enajenar las acciones y
derechos que tenga en un bien inmueble sin que sea necesario la concurrencia de
los demás u otros copropietarios, en razón a que no se está enajenando la totalidad
el bien inmueble ni se afecta los derechos de los mismos, al ser cuotas ideales.
P á g i n a 464 | 846
“En cambio, la rescisión señalada en el capítulo, es el modo de quitar valor a un
negocio, valido en sí, por mutuo consentimiento o por las causas que la ley señala,
como a causa de una desproporción o desequilibrio económico de una cierta
importancia: lesión o daño económico por efecto del estado de peligro, que el
mismo crea entre los participantes en el negocio (arts. 560, 561, 1277). Su efecto
puede ser la modificación del contrato o su disolución.
Resulta así que el efecto de la posible disolución, es el único aspecto de semejanza
entre ambos institutos, cuyas causas y objetos son diversos, (hace referencia a
jurisprudencia), que declara figuras distintas la resolución y la recisión (…).
Por lo demás, si tal identidad fuese admisible, carecería de explicación que la ley
separe ambos institutos. Pero no hay tal identidad: la resolución es la sanción al
incumplimiento del contratante omiso o renuente, según señalan Pothier y
Josseran, entre otros, a lo que cabe agregar para definir la distinción, que la
recisión es la sanción a la inequidad en las prestaciones reciprocas”.
De manera específica, con relación a la distinción entre nulidad y rescisión, el autor
boliviano Ronald Martin Baldivieso Flores en su Obra “Acciones Civiles
Relevantes en la Práctica Procesal Civil”, Primera Edición, Editorial Kipus 2013,
señala lo siguiente:
“En la práctica judicial, se han presentado casos en los que erróneamente se ha
demandado la nulidad de contrato por ilicitud de causa, alegando de que una de
las partes contratantes abusando el estado de necesidad de la otra parte, ha
celebrado un contrato obteniendo una ventaja desproporcionada, aspecto que no
constituye causal de nulidad del contrato por ilicitud de causa y motivo, sino de
recisión del contrato por lesión, en ese sentido, la jurisprudencia de la Excna.
Corte Suprema de Justicia ha señalado: “Los extremos alegados en la demanda
están dirigidos a cuestionar el aparente perjuicio que los actores hubieren sufrido
en cuanto al precio recibido por el inmueble enajenado, por considerar que éste es
inferior al precio justo, aspecto que se hubiera suscitado en ocasión de que los
compradores aprovecharon el estado de necesidad por el que atravesaban los
vendedores. Empero, esos presupuestos no constituyen causal de nulidad sino de
recisión por lesión. El legislador ha previsto que, cuando una de las partes,
abusando de la ligereza, ignorancia o de la necesidad de la otra, obtenga una
ventaja desproporcionada en relación a la prestación debida, la forma de
invalidar los efectos de ese contrato, es a través de la recisión por lesión” (A.S Nº
79 de 8 de abril de 2010, suprema.poderjudicial.gob.bo)”.
P á g i n a 465 | 846
El artículo 167 del Código Sustantivo de la materia, señala que “Nadie está
obligado a permanecer en la comunidad y cada copropietario puede pedir en
cualquier tiempo la división de la cosa común”.
De la interpretación del art 167 del Código Civil se tiene claramente establecido
que nadie está obligado a permanecer en la comunidad y cada copropietario puede
pedir en cualquier tiempo la división de la cosa común; salvo el pacto establecido
entre partes para permanecer en comunidad. Asimismo el art. 170 del mismo
cuerpo legal, establece que si la cosa común no es cómodamente divisible o si
cuando su fraccionamiento se encuentra prohibido por la ley, se vende y reparte el
precio. De lo manifestado se tiene dos situaciones diferentes; la primera referida a
los casos en los cuales la cosa admite cómodo fraccionamiento, sin alterar su
sustancia y la segunda referida a aquellas situaciones en que la cosa no puede
dividirse físicamente o de producirse su división, la misma resultaría inservible
para el uso a que está destinada.
P á g i n a 467 | 846
El art. 167 del Sustantivo Civil señala que: “I. Nadie está obligado a permanecer
en la comunidad y cada copropietario puede pedir en cualquier tiempo la división
de la cosa común.”, sobre el particular el Autor Carlos Morales Guillén en su obra
“Código Civil Concordado y Comentado” señaló que a través de la acción de
división de la cosa común, lo que se pretende es poner fin a la indivisión
atribuyendo a cada condueño la parte dividida de la cosa que le corresponde,
haciendo desaparecer con tal hecho la pluralidad de propietarios y por consiguiente
la comunidad.
De igual forma, este autor señaló que cuando existe comunidad, el copropietario
tiene su derecho subordinado al de los demás coparticipes, encontrándose sometido
a restricciones y limitaciones acentuadas en el ejercicio pleno de su derecho de
propiedad, por lo que consideró como una tiranía legal el mantener con carácter
permanente la copropiedad, considerando en tal sentido como acertada la
posibilidad de que se pueda salir de dicha comunidad mediante la división de la
cosa común.
En otras palabras podemos inferir que el sistema normativo Civil, respecto al
régimen de la copropiedad acoge la concepción de la comunidad por cuotas ideales
o abstractas, que no alcanzan concreción material hasta el momento mismo de la
división o partición, quedando claramente establecido que cada copropietario es
dueño de la totalidad de la cosa común, al mismo tiempo que lo es de una fracción
o parte abstracta de la misma.
En esa lógica, cuando se interpone la acción de división de la cosa común, el juez
de la causa deberá averiguar si el bien objeto de la litis admite o no cómoda
división, pues es el quien ordenará la división y partición del bien común y
liquidación de la comunidad, que en el caso de que la cosa pueda ser dividida
cómodamente sin que pierda su uso útil, asignará a cada copropietario la parte que
le corresponde la cual será acorde a su cuota; sin embargo, cuando la cosa común
no admita cómoda división porque dicha acción ocasionaría que el mismo sea
inservible o porque su fraccionamiento se encuentra prohibido, la solución será la
venta de la cosa y el precio obtenido del mismo será distribuido entre los
copropietarios en las cuotas que les correspondía.
P á g i n a 469 | 846
“De los antecedentes expuestos se advierte que la parte actora tiene dos partidas
de nacimiento que registran dos filiaciones paternas distintas, una que
corresponde a la relación biológica de padre e hija y otra que no guarda relación
con ese vínculo biológico, pero que corresponde a la realidad social y jurídica en
que se desenvolvió la vida de la demandante.
Establecido lo anterior diremos que, tradicionalmente se consideró a la filiación
como aquel vínculo que se establece entre padre e hijo en virtud a los lazos
biológicos que lo sustentan; sin embargo, esa forma de concebir a la filiación
como vínculo jurídico derivado de la relación biológica, no es absoluta, porque en
muchos casos el vínculo filial no tiene como sustento el factor biológico, situación
que se da en casos de adopción, de inseminación artificial de espermatozoides de
donantes, de algunos casos de reconocimientos voluntarios inclusive,
circunstancias en las que el paradigma de la relación biológica como sustento de
la filiación queda en segundo plano, definiéndose la paternidad y el vínculo filial
por la voluntad libre de quien decide asumir la responsabilidad paterna. En ese
sentido resulta necesario esbozar una nueva concepción de la filiación que resalte
el vínculo jurídico que genera la relación de padre e hijo del cual derivan
derechos y obligaciones.
En ese contexto, instituida una filiación paterna no es posible el establecimiento de
otra distinta sin que previamente se hubiere desplazado la primera, en otras
palabras, establecido un vínculo jurídico filial éste debe desaparecer o desplazarse
antes de instituirse otro vínculo jurídico filial distinto, sin embargo, en la vida
cotidiana resulta innegable que, por diversas circunstancias, sin que opere el
desplazamiento de la filiación inicial se instituya otra u otras distintas, lo que
genera conflictividad que lamentablemente no encuentra solución normativa,
porque, como es lógico, el legislador no avizoró una solución a ese problema en
el entendido de que todos actuarían conforme a la previsiones legales en cuyo
mérito antes de instituir una nueva filiación se debería desplazar la anterior.
La falta de solución normativa no implica que el problema sea inexistente o que el
mismo no merezca una solución jurídica, pues, es deber del Estado garantizar la
armonía social, reconocido como principio fundamental de la función
jurisdiccional, en virtud a ello, la solución al conflicto deberá emerger de la
consideración de principios y valores que garanticen a las partes el
reconocimiento de sus derechos subjetivos.
En ese marco, conviene precisar que toda persona tiene derecho a la identidad que
supone su identificación familiar, cultural y nacional, derecho que se encuentra
reconocido por tratados y convenciones internacionales, que rescatan como
elementos esenciales del mismo el derecho a tener un nombre y apellidos, a estar
debidamente inscrito en el registro civil, a tener una filiación, a la nacionalidad, a
pertenecer a un grupo cultural y compartir con sus integrantes religión, idioma o
lengua, sin que eso pueda ser entendido como razón para contrariar ninguno de
sus derechos.
P á g i n a 470 | 846
El derecho a la identidad también comprende el derecho que tiene toda persona a
conocer su origen y conocer a sus padres biológicos, en la medida en que esto sea
posible, por otra parte supone también el derecho a preservar su identidad y sus
relaciones familiares.
Como se puede advertir el derecho a la identidad resulta muy complejo, sin
embargo esa complejidad permite a toda persona tener alternativas respecto a su
identidad, por ejemplo, en virtud al derecho que tiene de conocer su origen y a sus
padres biológicos, toda persona podría, en los casos permitidos, impugnar aquella
filiación que no guarde correspondencia con ese vínculo biológico; empero, en
consideración al derecho a preservar su identidad y sus relaciones familiares, toda
persona podrá defender la filiación que ostenta, aún ésta no corresponda a los
lazos biológicos, cuando la misma fue instituida por un reconocimiento exento de
vicios en el consentimiento del reconociente, y de la misma derivaron efectivas
relaciones familiares que no pueden verse afectadas o truncadas porque ello
supondría afectación al derecho a la identidad de la persona con los consiguientes
perjuicios que ello implica, más aún cuando ya se tiene una trayectoria de vida por
muchos años.
Establecido lo anterior diremos que cuando una persona ostente doble partida de
nacimiento con vínculos paterno filiales distintos, sin que el primigenio hubiera
sido excluido o desplazado previamente, cada caso concreto deberá ser
considerado y resuelto de forma particular. Si por ejemplo, quien alude tener dos
filiaciones paternas distintas pretende invalidar aquella que no corresponde al
vínculo biológico, podrá impugnarla buscando su ineficacia y el consiguiente
reconocimiento de aquella que guarde relación con los lazos biológicos que
pretende hacer prevalecer.
En el caso de Autos, esa solución no corresponde, porque la filiación que se
pretende hacer prevalecer es aquella que guarda relación con la realidad social y
jurídica en que se desenvolvió la parte actora, y no la que guarda relación son los
lazos biológicos, en otras palabras la actora busca el reconocimiento de su
derecho a la identidad entendido como el derecho que tiene a preservar no solo el
nombre y apellido que ostenta sino a mantener los lazos y relaciones familiares
que se han generado y desarrollado eficazmente en relación a aquel vínculo filial
paterno que pretende prevalezca”.
P á g i n a 472 | 846
activo cuando es capaz de mover la voluntad de la otra parte induce al error
de esta, esto a diferencia del dolo subsequens que emerge del mero
incumplimiento contractual civil, siendo necesario discurrir este último en el
caso de autos, pues se establece la existencia del nexo causal o relación de
causalidad entre el engaño provocado y el perjuicio experimentado,
ofreciéndose este como resultancia del primero, lo que implica que el dolo
de los procesados antecedió fue concurrente en la dinámica defraudaría, no
existiendo en el presente caso el dolo subsequens, sobrevenido y no anterior
a la celebración de los prestamos, concurriendo por el contrario el dolo
característico de la Estafa que supone la representación por el sujeto activo,
consciente de su maquinación engañosa, de las consecuencias de su
conducta, es decir, la inducción que alienta al desprendimiento patrimonial
como correlato del error provocado y el consiguiente perjuicio suscitado en
el patrimonio del sujeto víctima.
Asimismo, respecto de cual la aplicación de la vía legal (Civil o Penal), en
casos atinentes a contratos, el mero impago de la presunta obligación
surgida del contrato de préstamo de dinero concertados no pasaría de
constituir un ilícito Civil, si no fuera porque en el caso de autos los actores
utilizaron de mala fe el contrato como un medio de engaño que se encontró
destinado a fortalecer el error creado en la víctima, denotando el dolo penal
por la otorgación de bienes de imposible ejecución y disponiendo además de
bienes de dominio público por parte de los procesados, no sólo con la
victima, sino también de manera posterior a la suscripción del contrato a
favor de una tercera persona, concurriendo así un acreditado engaño, que
condujo a un error en virtud del cual se produjo un desplazamiento
patrimonial con el consiguiente enriquecimiento injusto a favor de los
procesados.
DONACIÓN
Auto Supremo: 403/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: División y Partición.
Respecto a este Instituto del Derecho Civil este supremo Tribunal de Justicia ha
orientado a través del Auto Supremo Nº 809/2015 – L de16 de Septiembre que: “El
Código Civil en el art. 655 indica "La donación es el contrato por el cual una
persona, por espíritu de liberalidad, procura a otra un enriquecimiento
disponiendo a favor de ella un derecho propio o asumiendo frente a ella una
obligación", por otra parte el art. 667.I del mismo cuerpo legal menciona "La
donación debe hacerse mediante documento público, bajo sanción de nulidad.",
del análisis de estos dos artículos se interpreta que para que la donación sea
P á g i n a 479 | 846
válida deben cumplirse con ciertos requisitos, es decir debe cumplirse previamente
con las formalidades interpuestas para la donación.
Entre estos requisitos a cumplir se tienen; 1) el acto de liberalidad, es decir que
exista la voluntad del donante querer enriquecer a la otra parte; 2) que el acto de
donación sea gratuito, es decir que no exista interés oneroso por parte del donante
a cambio de la donación que efectúa; 3) el acto de disposición del bien a través de
la donación que en definitiva se traducirá en el enriquecimiento del donatario y
empobrecimiento del donante, por la transferencia realizada, actos que van a
demostrar el animus donandi del donatario, siempre y cuando exista aceptación de
ambas partes; por último se debe hacer referencia al requisito 4) que viene a ser
la exigencia formal el Código Civil prevé para la donación de bien inmueble en
su art. 667-I, ya que en la donación el requisito de forma es imprescindible para la
validez, faltando la forma debida la donación no surtirá efectos; en este entendido
de donación solo será válida o perfecta si concurren todos los requisitos de fondo
(animus donandi) y forma exigidos por los artículos citados supra, es decir las
decir las donaciones sólo serán válidas si los donantes las hacen y los donatarios
las aceptan a través de un documento público.
El autor español Federico de Castro y Bravo en su obra El Negocio Jurídico págs.
353 y 354, al respecto señala: “La donación se somete a un régimen restrictivo y
severo (formalidades solemnes, revocación, reducción) orientado a la protección
del mismo donante y sus causahabientes, que falta en otros contratos, en los cuales
está sin embargo presente la gratuidad. Precisamente el requisito de la forma se
piensa que tiene la finalidad de evitar actos de irreflexiva generosidad del donante
y el asegurarse de que la decisión sobre la donación ha sido tomada tras maduro
consejo…”, razón por la cual el acto de liberalidad que se traduce en la donación
debe realizarse en una acto único que debe ser inscrita en el correspondiente
registro de instrumentos públicos, radicando en esa lógica que la donación de
bienes inmuebles es solemne debido a que es necesario para que sea válida que se
realicen las formalidades mencionadas supra, y para cumplir dicha formalidad (ad
solemnitaten) la donación se la debe otorgar mediante documento público
otorgado y suscrito por ambas partes ante notario de fe pública, concurriendo
tanto el donante como el donatario personalmente o a través de apoderado a
suscribir la minuta y los protocolos notariales que sean insertos en los registros de
instrumentos públicos.”
P á g i n a 481 | 846
suscribir la minuta y los protocolos notariales que sean insertos en los registros de
instrumentos públicos.”
En este antecedente, se debe señalar que toda vez que en la litis la donación de cual
se pretende la nulidad, es unan donación con carga, se debe señalar que el código
Civil en su art. 674.I regula dicho instituto disponiendo que: “Cuando la donación
está gravada por una carga el donatario queda obligado a cumplir con ella sólo en
los límites correspondientes al valor de la cosa donada.”, precepto normativo que
regula una modalidad de la donación, determinando la posibilidad de realizar
donaciones que generen obligaciones de dar o hacer para los donatarios,
obligaciones que no deberían afectar el carácter gratuito de la donación y que
pueden ser cumplidos en beneficio del donante o de terceros, donación que será
resuelta si no se cumple dicha carga conforme señala el art. 675 del C.C.
Por otra parte, corresponde señalar que cuando la donación tiene como donataria a
una entidad no reconocida o sin personalidad jurídica el art. 664 del C.C., regula
que: “La donación a entidad no reconocida no es válida si hasta un año de ella, no
se notifica al donante con el reconocimiento de la entidad y con su aceptación.”,
precepto normativo que debe ser interpretado desde su literalidad para determinar
desde cuando corre este plazo para hacer conocer al donante el reconocimiento de
la entidad y la aceptación a esta donación, es decir que dicho Precepto en su
primera parte refiere la donación a entidad no reconocida no es válida si hasta un
año de ella…, es decir, que el término “de ella” refiere al acto de manifestación de
la donación por parte del donador (momento a partir del cual correría el plazo de
un año dispuesto en el art. 664 del CC); y toda vez que el mismo artículo refiere
que se debe notificar al donante con el reconocimiento y con su aceptación a la
donación, la norma en análisis da a entender que al ser reconocida su personalidad
jurídica -la entidad donataria- pueda aceptar la donación, estableciendo a tal fin el
plazo de un año para realizar dicho trámite de reconocimiento y la consiguiente
aceptación, conforme establece el art. 668 del Código Civil que textualmente
señala: “I. El donatario puede aceptar la donación por el mismo documento
público en que ha sido hecha o en otro posterior que debe ser notificado al
donante, pero el contrato quedará concluido con la aceptación...”; momento en
que el contrato de donación concluye (aceptación) debiendo en consecuencia
proceder con la solemnidad establecida en el art. 491-1) del CC., sin que se afecte
la liberalidad de la parte donante.
E
EFECTIVIDAD DE LAS COMUNICACIONES PROCESALES
Auto Supremo: 436/2017
Sucre: 02 de mayo 2017
Proceso: Cumplimiento de obligación.
Se tenga presente la SENTENCIA CONSTITUCIONAL 1402/2011-R de
septiembre de 2011 que señala: “En principio resulta necesario recordar que la
jurisprudencia de este Tribunal, con relación a la finalidad de las comunicaciones
procesales ha establecido, que: “...los emplazamientos, citaciones y notificaciones
(notificaciones en sentido genérico), que son las modalidades más usuales que se
utilizan para hacer conocer a las partes o terceros interesados las providencias y
resoluciones de los órganos jurisdiccionales o administrativos, para tener validez,
deben ser realizados de tal forma que se asegure su recepción por parte del
destinatario; pues la notificación, no está dirigida a cumplir una formalidad
procesal en sí misma, sino a asegurar que la determinación judicial objeto de la
misma sea conocida efectivamente por el destinatario (así SC 0757/2003-R, de 4
de junio); dado que sólo el conocimiento real y efectivo de la comunicación
asegura que no se provoque indefensión en la tramitación y resolución en toda
clase de procesos; pues no se llenan las exigencias constitucionales del debido
proceso, cuando en la tramitación de la causa se provocó indefensión (art.16.II y
IV de la CPE); sin embargo, en coherencia con este entendimiento, toda
P á g i n a 486 | 846
notificación por defectuosa que sea en su forma, que cumpla con su finalidad
(hacer conocer la comunicación en cuestión), es válida” (SC 1845/2004-R de 30
de noviembre)”.
P á g i n a 489 | 846
reales son aquellas que garantizan la defensa del derecho propietario sobre
determinada cosa o bien inmueble que buscan prevenir impedir o reparar una
lesión al derecho propietario y al ejercicio de las facultades que el derecho
propietario conlleva; por otra parte las acciones personales se ejercen contra
personas determinadas, por conflictos que surgen de un contrato, u otro acto
jurídico, o un delito, es decir busca garantizar el goce pleno y libre de un derecho
patrimonial.
Ahora bien, en el caso del proceso anterior donde se declaró el mejor derecho
propietario del ahora recurrente se debe precisar que la acción real de mejor
derecho propietario, regulada por el art. 1545 del C.C., está referida a la
declaración y reconocimiento de prevalencia y eficacia jurídica de un derecho de
propiedad sobre otro derecho de propiedad de un mismo inmueble; es decir que
cuando se demanda el mejor derecho propietario, la finalidad está referida a la
declaración y reconocimiento de prevalencia y eficacia jurídica de un derecho de
propiedad sobre otro respecto al mismo inmueble; que tiende a obtener una
sentencia declarativa de existencia de un mejor derecho propietario, sin embargo
dicha Sentencia de reconocimiento de mejor derecho propietario no tiene por
efecto la nulidad del título de la parte perdidosa, toda vez que los juzgadores a
tiempo de resolver a quien corresponde el mejor derecho propietario se limitan
confrontar ambos títulos de propiedad y determinar que título es preferente y
prevalente en derecho….
En este orden de ideas, corresponde puntualizar que el recurrente pretende
encontrar cosa juzgada - oponible a la presente causa- en la Sentencia emitida en
el proceso ordinario sobre mejor derecho propietario seguido por su persona
contra Jorge Zambrana Pareja y Nicole Michaelis de Zambrana, por el cual se
reconoció su mejor derecho propietario sobre el de los ahora demandantes,
fundamentando que por efecto de dicho reconocimiento habrían perdido toda
legitimación o interés legal al tenor del art. 551 del CC., es decir que los fallos
ejecutoriados habrían extinguido el interés legítimo de los actores para demandar
en el presente proceso, sin tomar en cuenta, reiteramos, que cuando se demanda el
mejor derecho propietario, la finalidad está referida a la declaración y
reconocimiento de prevalencia y eficacia jurídica de un derecho de propiedad
sobre otro respecto al mismo inmueble; que tiende a obtener una Sentencia
declarativa de existencia de un mejor derecho propietario sobre otro, sin embargo,
dicha Sentencia de reconocimiento de mejor derecho propietario no tiene por
efecto la nulidad del título de la parte perdidosa, toda vez que los juzgadores a
tiempo de resolver a quien corresponde el mejor derecho propietario se limitan
P á g i n a 490 | 846
confrontar ambos títulos de propiedad y determinar que título es preferente y
prevalente en derecho.”.
P á g i n a 493 | 846
Acusa inadecuada interpretación y aplicación del régimen de la prescripción,
considerando que la acción prevista en el art. 302 del Código de Comercio se
encontraría sujeta al régimen de la caducidad y no así de la prescripción, por
consiguiente vulneración de los arts. 1.492 y 1.506 del Código Civil.
Es pertinente decir que la prescripción extintiva es distinta a la caducidad, aunque
ambas instituciones extinguen acciones y derechos por el transcurso del tiempo,
pero el régimen jurídico perteneciente a una no le es aplicable enteramente a la
otra; la doctrina marca como diferencia sustancial que la caducidad no es
susceptible de interrupción en su plazo, como lo es la prescripción.
Por otro lado, la doctrina en análisis sobre estas dos instituciones ha logrado
conjeturar criterios válidos para hacer más precisa su diferencia, que nos permitirán
ahuyentar duda en el tema, para lo que recurrimos a Díez-Picazo y Gullón en la
obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292) que sostienen
acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica de la
aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta
recae sobre lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o
facultades de configuración o modificación de una situación jurídica. Pendiente su
ejercicio, la situación jurídica afectada se encuentra en una fase provisional o
transitoria, que exige un rápido tránsito a una situación definitiva”.
Por lo señalado, resulta evidente que el plazo descrito en el art. 302 del Código de
Comercio, para la impugnación de resoluciones de juntas que violen las
disposiciones de la Ley especial es dentro de los sesenta días siguientes a la
reunión o de su publicación, siendo este un plazo de caducidad y no de
prescripción, por cuanto la acción se encuentra en un estado provisional, situación
transitoria que amerita un estado definitivo, pues de no ser impugnado en el plazo
previsto por ley, se habría dejado extinguir la acción por el transcurso del tiempo
(sesenta días). No pudiendo subsumirse el criterio de prescripción por cuanto esta
institución permite que la duración del derecho se prolongue indefinidamente por
el efecto interruptivo que ella contiene, que permite iniciar un nuevo periodo de
tiempo, lo que en el caso no ocurre.
Por lo que siendo el plazo de caducidad, se debe aplicar lo descrito por el art. 1517
parágrafo I del Código Civil: “. La caducidad sólo se impide mediante el acto por
el cual se ejerce el derecho”, siendo indispensable la presentación de la demanda,
como acto idóneo de ejercicio del derecho, para que no opere la caducidad; por lo
que no es aplicable el régimen jurídico de la prescripción.
P á g i n a 496 | 846
En este entendido Luis Diez de Picazo y Antonio Gullón en su obra Instituciones
de Derecho Civil, volumen II, al respecto señalaron: “En el tratamiento jurídico de
las cuestiones matrimoniales es de aplicación la categoría de la nulidad, que toma
como punto de referencia el acto de celebración y la regularidad o irregularidad
del mismo, en virtud de la concurrencia o falta de concurrencia de sus requisitos o
presupuestos. Pero en materia de matrimonio no tienen virtualidad con total
exactitud las normas de nulidad de los contratos ni todas las categorías que allí se
establecen (p. ej. Nulidad absoluta y relativa o anulabilidad) la especial
naturaleza de la institución demanda un régimen propio…”, continúan señalando
los citados autores que: “la Sentencia firme de nulidad no produce la claudicación
de los efectos del matrimonio en favor del contrayente que habría concurrido de
buena fe a la celebración del matrimonio, y en favor de los hijos aunque ambos
conyugues hubieran sido de mala fe, y constituye una excepción al principio
retroactividad de la declaración de nulidad matrimonial… la nulidad del
matrimonio deja en pie los efectos “ya producidos” para el conyugue de buena fe
y para los hijos en todo caso…”.
Por otra parte Guillermo A. Borda en su tratado de Derecho Civil Tomo I Familia,
refiere: “…no parece justo, de modo alguno, que quien fue sorprendido en su
buena fe deba sufrir, además del derrumbe de sus desilusiones y de la afrenta que
importa la nulidad… el derecho canónico introdujo más tarde la teoría del
matrimonio putativo. En sustancia, significa atribuir al matrimonio nulo, pero
celebrado de buena fe, los mismos efectos del válido hasta el momento de la
Sentencia…”; Así también el Autor Boliviano Félix Paz Espinoza en su
obra Derecho de Familia y sus Instituciones al respecto precisó: “a) cuando los
dos cónyuges procedieron de mala fe en la celebración del acto matrimonial,
conociendo la existencia del acto dirimente, la retroactividad opera ex tunc (desde
entonces) de modo que el acto se considera como aquel que nunca existió entre
ellos y por lo mismo, tampoco genera efecto jurídico alguno… b) Si ambos
cónyuges actuaron de buena fe, los efectos del matrimonio subsisten en las
relaciones jurídicas de los cónyuges entre sí, hasta el momento de dictarse la
sentencia, que produce la nulidad y la anulabilidad opera en este caso sin
retroactividad, o sea ex nunc (desde ahora, es decir, desde el momento de la
ejecutoria de la sentencia) de modo que se considera válido el matrimonio para
ambos cónyuges hasta ese momento… c) Empero si solo uno de los cónyuges ha
procedido de buena fe, la eficacia y validez del matrimonio surte hasta el momento
de la de la ejecutoria de la sentencia, de modo que sus efectos se mantienen solo
para el cónyuge que actuó de buena fe. En tal caso opera la nulidad ex nunc para
el de buena fe y para el otro que actuó de mala fe la nulidad es ex tunc.”.
P á g i n a 497 | 846
Tesis acogida por los autores antes citados y por este Supremo Tribunal Justicia
respecto a los efectos ex nunc de la nulidad en materia familiar, entendiendo que en
el caso de la nulidad del matrimonio, los efectos operaran a partir de que la
sentencia ejecutoriada, esto en consideración a la demostración de la constitución
de la familia de la cual emergieron relaciones familiares y derechos para los
miembros de la misma y a la buena fe con que obraron los cónyuges a momento
del acto matrimonial, en cuyo mérito, el matrimonio producirá válidamente sus
efectos hasta el momento en que la Sentencia adquiera la calidad de cosa juzgada,
la cual no operará retroactivamente (sino ex nunc es decir hacia el futuro) esto
reiteramos en función a los derechos de la familia que se generan en la relaciones
familiares emergentes de la constitución familiar.
Es en este entendido que este Supremo Tribunal de Justicia al respecto ha orientado
en el Auto Supremo Nº 265/2013 de 23 de mayo que: “Asimismo es de considerar,
que todos los supuestos fácticos, nos demuestran un lazo familiar amplio entre los
contrincantes, por lo que prima en tomar cualquier decisión en beneficio de la
familia, como núcleo de la sociedad, y no en contra de ella, entendiendo que fruto
de la adopción se ha constituido una familia que incluso a sido ampliada por las
generaciones posteriores, que desde luego merece la protección de la Constitución
y las leyes, y es deber de éste Tribunal aplicar lo estipulado en el art. 2 del Código
de Familia, que señala: “Los jueces autoridades, al resolver los asuntos sometido
a su conocimiento, tendrán en cuenta el estado o condición de las personas como
miembros del grupo familiar y concederán prevalencia al interés que corresponde
a la familia sobre el particular de sus componentes y terceros”.
Por otro lado, existiendo una divergencia patrimonial de por medio, es de precisar
que aun obteniendo la nulidad de adopción, que no es el caso, los efectos de la
nulidad no surten un efecto retroactivo, (ex tunc) sino surten efecto desde la
ejecutoria misma de la Sentencia, (ex nunc), por cuanto el efecto de la nulidad en
materia de familia no es equiparable al efecto en materia Civil, que retrotrae sus
efectos desde el nacimiento del acto nulo; ya que las relaciones familiares, que
conllevan obligaciones y derechos, transcurren de manera continua, en cada
instante, en la protección de los padres a los hijos, la otorgación de alimentos,
salud, educación, y cada uno de los actos que se suscitan en el interior de la
familia, que conllevan elementos personales y patrimoniales, por lo que un efecto
retroactivo no resulta lógico por el carácter único que contiene las relaciones
familiares, por tal circunstancia aún la invalidez de la adopción, ésta no alcanza
los efectos patrimoniales ya operados, es decir la invalidez opera a futuro.”.
P á g i n a 498 | 846
EFECTOS DE LA NULIDAD REGULADA POR EL ART. 549 DEL
CÓDIGO CIVIL
Auto Supremo: 748/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Proceso: Nulidad de transferencia de inmueble y cancelación de Escritura Pública
en notaria de gobierno y hacienda.
En el Auto Supremo Nº 1051/2015 de 16 de Noviembre, se ha razonado que:
“Demanda de nulidad, que hace a una acción personal regulada por el art. 549 del
C.C., que procede cuando el contrato u acto Jurídico del cual deberían emerger
obligaciones contiene vicios insubsanables por disposición expresa de la ley y lo
que impide que un contrato o acto jurídico tenga validez jurídica que pueda
afectar los derechos de una de las partes o como en el caso presente de terceros
con interés legítimo, pues se constituye en un acto viciado desde su nacimiento,
razón por la que la acción personal de demandar la nulidad es imprescriptible y
no es susceptible de confirmación. La Sentencia que dispone la nulidad de un
contrato tiene un efecto retroactivo sobre los efectos aparentes que dicho acto nulo
produjo, ya que se retrotraen al nacimiento del mismo del acto jurídico viciado y
lo hacen desaparecer quedando todo como era hasta antes de la celebración del
contrato”.
P á g i n a 503 | 846
EFICACIA DEL DOCUMENTO PRIVADO
Auto Supremo: 963/2016
Sucre: 18 de agosto 2016
Proceso: Usucapión
El art. 1297 del Código Civil señala lo siguiente: “(Eficacia del documento privado
reconocido) El documento privado reconocido por la persona a quien se opone o
declarado por la ley como reconocido, hace entre los otorgantes y sus herederos y
causa-habientes, la misma fe que un documento público respecto a la verdad de
sus declaraciones…”, la norma describe que un documento suscrito por entre los
otorgantes hace la misma fe que un documento público respecto a la verdad de sus
declaraciones, el contenido que ha sido declarado por los suscribientes tiene la
fuerza de ley en cuanto a su contenido.
EFICACIA PROBATORIA
Auto Supremo: 759/2015 - L
Sucre: 08 de Septiembre 2015
Respecto a que el Auto de Vista contiene violación, interpretación errónea y
aplicación indebida de la ley al referirse a la prueba testifical que le da valor de
acuerdo al art. 1330 del Código Civil, corresponde señalar que el citado artículo
menciona: “Cuando la prueba testifical es admisible, el juez la apreciará
considerando la credibilidad personal de los testigos, las circunstancias y la
eficacia probatoria suficiente que de sus declaraciones sobre los hechos pueda
resultar, sin descuidar los casos en que legal o comúnmente se requieran otra
clase de pruebas”, por la cita realizada se tiene que la citada norma no señala
expresamente que la prueba testifical para que tenga valor necesariamente debe
estar respaldada por otro elemento probatorio, la recurrente sin embargo deberá
tener presente que la apreciación de la prueba es facultad privativa de los jueces de
grado, de acuerdo a la valoración que les otorga la ley y cuando ésta no determina
otra cosa, podrán hacerlo conforme a su prudente criterio o sana crítica, según
dispone el art. 1286 del Código Civil concordante con el art. 397 parágrafo I de su
Procedimiento.
P á g i n a 506 | 846
a la norma descrita, por lo que en los casos de contestarse afirmativamente la
demanda en la vía voluntaria o en el proceso ordinario, no generara perjuicio para
el demandado.
ELEMENTOS DE LA POSESIÓN
Auto Supremo: 308/2017
Proceso: Usucapión.
Sobre los elementos de la posesión este Tribunal ha emitido el Auto Supremo N°
131/2014 de 10 de abril, se ha descrito los elementos de la posesión describiendo lo
siguiente: “Al respecto, inicialmente señalaremos que la usucapión llamada
también “prescripción adquisitiva” es un modo originario de adquirir el derecho
de propiedad sobre un bien por la posesión continua e ininterrumpida, pública y
pacífica por el plazo que dispone la ley, en el caso de la usucapión extraordinaria
como en el caso de Autos, el plazo de 10 años, que cumplido de manera efectiva y
sumado a la posesión dan lugar a la prescripción adquisitiva.
Señalado lo anterior, en la especie importa incidir respecto a lo dispuesto por el
art. 87 del Código Civil, que en relación a la posesión señala: “I. La posesión es
el poder de hecho ejercido sobre una cosa mediante actos que denotan la
intención de tener sobre ella el derecho de propiedad u otro derecho real”; norma
referida específicamente al ejercicio de hecho sobre el bien que se pretende
usucapir y el propósito o la intención que se tiene sobre el mismo como verdadero
titular,estableciéndose en consecuencia dos elementos: uno objetivo y otro
subjetivo, pues conforme señala la doctrina, resulta imperativo para la
procedencia de la usucapión, el dominio físico de la cosa, denominado “corpus”
P á g i n a 507 | 846
y, la actitud y comportamiento frente a ella como su verdadero dueño, lo que se
denomina “animus”, elementos que configuran la posesión como la autoridad o
ejercicio de hecho sobre el bien.
Ahora bien, establecidos los elementos de la posesión, cabe referirnos a los
requisitos que se exigen para su procedencia, es decir que la misma sea pacífica,
continua e ininterrumpida y pública; entendiéndose por pacífica, que el
usucapiente hubiera ingresado a la posesión del bien inmueble, sin violencia de
ninguna naturaleza y manteniéndola en ese estado durante el tiempo establecido,
sin presión ni coerción de ninguna naturaleza…”
ELEMENTOS DE LA POSESIÓN
Auto Supremo: 225/2017
Sucre: 08 de marzo 2017
Proceso: Usucapión.
Corresponde señalar que en el Auto Supremo Nº 131/2014 de 10 de abril, se ha
explicado sobre los elementos de la posesión, de la manera siguiente: “Al respecto,
inicialmente señalaremos que la usucapión llamada también “prescripción
adquisitiva” es un modo originario de adquirir el derecho de propiedad sobre un
bien por la posesión continua e ininterrumpida, pública y pacífica por el plazo que
dispone la ley, en el caso de la usucapión extraordinaria como en el caso de Autos,
el plazo de 10 años, que cumplido de manera efectiva y sumado a la posesión dan
lugar a la prescripción adquisitiva.
Señalado lo anterior, en la especie importa incidir respecto a lo dispuesto por el
art. 87 del Código Civil, que en relación a la posesión señala: “I. La posesión es
el poder de hecho ejercido sobre una cosa mediante actos que denotan la
intención de tener sobre ella el derecho de propiedad u otro derecho real”; norma
referida específicamente al ejercicio de hecho sobre el bien que se pretende
usucapir y el propósito o la intención que se tiene sobre el mismo como verdadero
titular, estableciéndose en consecuencia dos elementos: uno objetivo y otro
subjetivo, pues conforme señala la doctrina, resulta imperativo para la
procedencia de la usucapión, el dominio físico de la cosa, denominado “corpus”
y, la actitud y comportamiento frente a ella como su verdadero dueño, lo que se
denomina “animus”, elementos que configuran la posesión como la autoridad o
ejercicio de hecho sobre el bien.”
ELEMENTOS DE LA POSESIÓN
Auto Supremo: 1087/2016
Sucre: 19 de septiembre 2016
Proceso: Usucapión
Asimismo corresponde citar que, respecto a los elementos de la posesión sobre el
corpus y el animus, la extinta Corte Suprema de Justicia de la Nación ha
pronunciado diferentes fallos que han sido asumidos por este Tribunal, así se puede
P á g i n a 508 | 846
citar el Auto Supremo Nº 80 de 04 de noviembre de 2004 pronunciado por Sala
Civil Segunda, señaló que: “En efecto, el solo hecho de tener título de propiedad,
otorga al propietario el corpus y ánimus sobre la cosa, ejerciendo el uso, goce y
disposición sobre aquélla, facultándole además, el derecho de reivindicar la cosa
de manos de un tercero, así el demandante no hubiere estado en posesión material
de la cosa en litigio. Así el derecho de propiedad se diferencia de las acciones
posesorias, pues, en estas últimas, sí es preciso la posesión física o corporal por
parte de quien la invoca, lo que no sucede con el primero…"; criterio
jurisprudencial compartido por éste Tribunal Supremo de Justicia que en repetidos
fallos advirtió que “…la acción reivindicatoria, es la existencia de un derecho de
propiedad sobre la cosa cuya reivindicación se demanda. Sólo aquél que
demuestra ostentar derecho propietario puede reivindicar la cosa de quien la
posea o detente. Derecho propietario, el cual por su naturaleza, conlleva
la „posesión‟ emergente del derecho mismo, consiguientemente, no necesariamente
debe estar en posesión corporal o natural del bien, habida cuenta de que tiene la
"posesión civil" que está integrada por sus elementos „corpus y ánimus‟…"
ELEMENTOS DE LA POSESIÓN
Auto Supremo: 1231/2016
Sucre: 28 de octubre 2016
Proceso: Usucapión.
En el Auto Supremo Nº 432/2015 de 16 de junio, se ha señalado lo
siguiente: “Asimismo el art. 87 del mismo sustantivo civil establece que la
posesión es el poder de hecho que se ejerce sobre una cosa mediante actos que
denotan la intención de tener sobre ella el derecho de propiedad u otro derecho
real, de igual forma, este artículo señala que una persona posee por sí misma o
por medio de otra que tiene la detentación de la cosa, entendiéndose como
detentador, a los inquilinos, anticresistas, usufructuarios u ocupantes, quienes por
su condición de transitorios, no ejercitan posesión por sí mismos sino para el
propietario o verdadero poseedor del bien; además conforme ha orientado la
doctrina, para la procedencia de la pretensión de usucapión decenal o
extraordinaria, se deben cumplir con ciertos requisitos que son necesarios, es
decir, que deben concurrir los dos elementos de la posesión, que son: el corpus,
que es la aprehensión material de la cosa y, el animus, que se entiende como el
hecho de manifestarse como propietario de la cosa, posesión que debe ser pública,
pacífica, continuada e ininterrumpida por más de diez años; elementos que la
diferencian del resto de las figuras jurídicas como la detentación, ocupación y
otros que solo constituyen actos de tolerancia que no fundan posesión; con
P á g i n a 509 | 846
relación a la detentación, el art. 89 del Código Civil, señala que: “Quien comenzó
siendo detentador no puede adquirir la posesión mientras su título no se cambie,
sea por causa proveniente de un tercero o por su propia oposición frente al
poseedor por cuenta de quien detentaba la cosa alegando un derecho real…”
Se ha referido que la posesión debe contener los elementos del “corpus” y el
“animus”; el primero considerado como el elemento material de la posesión, la
aprehensión del bien, la tenencia física del bien, y el segundo, la intención de
ejercer la propiedad del bien, el comportamiento del poseedor respecto al bien,
negándose éste a reconocer en cabeza de otro un mejor derecho, como dice
Savigny, ello implica que el poseedor debe considerarse titular de la cosa, si
reconoce el derecho de propiedad en favor de otra persona, no concurre el elemento
del “animus”.
ELEMENTOS DE LA POSESIÓN
Auto Supremo: 1264/2016
Sucre: 07 de noviembre 2016
Proceso: Usucapión.
En el Auto Supremo Nº 432/2015 de 16 de junio, se ha señalado lo
siguiente: “Asimismo el art. 87 del mismo sustantivo civil establece que la
posesión es el poder de hecho que se ejerce sobre una cosa mediante actos que
denotan la intención de tener sobre ella el derecho de propiedad u otro derecho
real, de igual forma, este artículo señala que una persona posee por sí misma o
por medio de otra que tiene la detentación de la cosa, entendiéndose como
detentador, a los inquilinos, anticresistas, usufructuarios u ocupantes, quienes por
su condición de transitorios, no ejercitan posesión por sí mismos sino para el
propietario o verdadero poseedor del bien; además conforme ha orientado la
doctrina, para la procedencia de la pretensión de usucapión decenal o
extraordinaria, se deben cumplir con ciertos requisitos que son necesarios, es
decir, que deben concurrir los dos elementos de la posesión, que son: el corpus,
que es la aprehensión material de la cosa y, el animus, que se entiende como el
hecho de manifestarse como propietario de la cosa, posesión que debe ser pública,
pacífica, continuada e ininterrumpida por más de diez años; elementos que la
diferencian del resto de las figuras jurídicas como la detentación, ocupación y
otros que solo constituyen actos de tolerancia que no fundan posesión; con
relación a la detentación, el art. 89 del Código Civil, señala que: “Quien comenzó
siendo detentador no puede adquirir la posesión mientras su título no se cambie,
sea por causa proveniente de un tercero o por su propia oposición frente al
poseedor por cuenta de quien detentaba la cosa alegando un derecho real…”
P á g i n a 510 | 846
Se ha referido que la posesión debe contener los elementos del “corpus” y el
“animus”;el primero considerado como el elemento material de la posesión, la
aprehensión del bien, la tenencia física del bien, y el segundo, la intención de
ejercer la propiedad del bien, el comportamiento del poseedor respecto al bien,
negándose éste a reconocer en cabeza de otro un mejor derecho, como dice
Savigny, ello implica que el poseedor debe considerarse titular de la cosa, si
reconoce el derecho de propiedad en favor de otra persona, no concurre el elemento
del “animus”.
P á g i n a 512 | 846
palabras los Jueces deben realizar una lectura constitucional de la ley y no solo
una lectura legalista, es decir, desde la ley misma.
En nuestro Estado, la entrada en vigencia de una nueva Constitución marcó la
necesidad de adecuación del ordenamiento jurídico a los valores y principios
contenidos en esa norma fundamental, en esa labor se aprobaron y promulgaron
leyes fundamentales como la Ley del Órgano Judicial que tiene por objeto regular
la estructura, organización y funcionamiento del Órgano Judicial en el marco de
los nuevos preceptos constitucionales, norma legal que estableció un proceso de
transición para que los distintos códigos que rigen la administración de justicia
sean modificados para adecuarse primero a la Constitución y luego a esa ley.
En tanto esa modificación y adecuación opere, los actuales Códigos mantienen su
vigencia, pero en su interpretación así como en el estudio y aplicación de la línea
jurisprudencial que le corresponde, se debe tener en cuenta el principio de
supremacía constitucional y en consecuencia su correspondencia con la ley
fundamental, porque solo así se justifica su vigencia, es decir en tanto respete la
norma fundamental y no la contraríe.
Establecido lo anterior diremos que la pérdida de competencia del Juez de primera
instancia, prevista por el art. 208 del Código de Procedimiento Civil para aquellos
casos en los que el Juez no pronuncie la Sentencia dentro del plazo legal, debe ser
interpretada no desde la literalidad de la norma sino desde los principios y valores
constitucionales que orientan la potestad de impartir justicia y la labor de la
jurisdicción ordinaria.
En ese sentido diremos que, el art. 178 constitucional prevé que la potestad de
impartir justicia emana del pueblo boliviano y se sustenta, entre otros principios,
en el de celeridad.
En ese mismo contexto, el art. 180 de la Constitución Política del Estado
determina que la jurisdicción ordinaria se fundamenta en los principios procesales
de gratuidad, publicidad, transparencia, oralidad, celeridad, probidad,
honestidad, legalidad, eficacia, eficiencia, accesibilidad, inmediatez, verdad
material, debido proceso e igualdad de las partes ante el Juez.
Como podemos advertir, la actual Constitución Política del Estado al referirse a la
potestad de impartir justicia, en general, y a la función que cumple la jurisdicción
ordinaria, en particular, sustenta ésa labor sobre la base de una serie de
principios entre los cuales destacamos el de celeridad, que se vincula con la
garantía consagrada en el art. 115-II de la Constitución Política del Estado que
reconoce a toda persona el derecho a una justicia plural, pronta, oportuna,
gratuita, transparente y sin dilaciones.
P á g i n a 513 | 846
El referido principio de celeridad, comprende el ejercicio oportuno y sin
dilaciones en la administración de justicia y la agilidad de los procesos judiciales
tramitados, procurando que su desarrollo garantice el ejercicio oportuno y rápido
de la administración de justicia.
Precisamente en atención del principio de celeridad, que orienta la realización de
la garantía constitucional que reconoce a toda persona el derecho a una justicia
pronta, oportuna y sin dilaciones, es que el ordenamiento jurídico Procesal Civil,
requiere normar plazos y momentos en los que tanto las partes como los Jueces
deben desarrollar los actos jurídicos procesales que les corresponde, bajo pena de
operar, para las partes, la preclusión al vencimiento de los plazos y etapas
procesales y, para los Jueces las sanciones por retardación a que dieren lugar el
incumplimiento de los plazos.
De lo manifestado podemos concluir que la sanción por el incumplimiento de los
plazos generará consecuencias jurídicas ya sea para las partes o para el Juez.
Tratándose del incumplimiento de los plazos por parte del Juez, el art. 205 del
Adjetivo Civil prevé que incurrirá en retardación de justicia, el Juez o Tribunal
que no dictare las resoluciones correspondientes dentro de los plazos fijados en los
artículos anteriores, haciéndose pasible por tanto, de las responsabilidades y
sanciones consiguientes.
La sanción por el incumplimiento de los plazos procesales en la emisión de las
resoluciones debe recaer sobre su infractor, es decir, en los casos en que el Juez es
quien incumple los plazos y demora y retarda la justicia, la sanción recaerá sobre
él, de ninguna manera ese reproche debiera afectar a las partes, quebrantando
aún más el derecho que les asiste a una justicia pronta, oportuna y sin dilaciones.
En ese contexto debemos interpretar el art. 208 del Código de Procedimiento Civil
que establece: “ El juez que no hubiere pronunciado la sentencia dentro del plazo
legal o del que la Corte le hubiere concedido conforme al artículo 206, perderá
automáticamente su competencia, en el proceso. En este caso remitirá el
expediente dentro de las veinticuatro horas al juez suplente llamado por la ley.
Será nula cualquier sentencia que el juez titular dictare con posterioridad”. De tal
forma que la pérdida de competencia la que alude la norma opera si en el
momento del vencimiento del plazo legal las partes o el Juez - de oficio- advierten
y reclaman ese aspecto y como consecuencia de ello el proceso se remite al Juez
suplente para que éste emita la correspondiente Sentencia, sin embargo cuando
ninguna de las partes advierte ni reclama por el incumplimiento del plazo para
dictar Sentencia y consienten en que ésta sea emitida –fuera del plazo- por el Juez
titular, no resulta moral ni legal que, ante la eventualidad de serles desfavorable
la Sentencia, pretendan recién activar el reclamo en apelación o en casación
P á g i n a 514 | 846
procurando se aplique la sanción de nulidad de la Sentencia que en el supuesto
caso de haberles sido favorable no hubiera sido atacada en su validez por el
incumplimiento del plazo para su emisión.
Conforme a este razonamiento, resulta contrario a la garantía a una justicia
pronta, oportuna y sin dilaciones, que los tribunales de segunda instancia o el de
casación, de oficio o a pedido de parte, anulen una Sentencia dictada fuera del
plazo legal, conforme prevé la última parte del art. 208 del Código de
Procedimiento Civil, y retrotraigan el proceso al estado de que se dicte nueva
Sentencia de primera instancia, sencillamente porque en ese caso la sanción que
se impone al incumplimiento de los plazos para emitir resolución por parte del
Juez no afecta al infractor de la norma, sino esencialmente a las partes quienes
verán agravada la violación a la aludida garantía a una justicia pronta, oportuna
y sin dilaciones. Lo expresado de ninguna manera supone suprimir la
responsabilidad y sanciones que el infractor debe asumir, pero que en ningún
caso, como manifestamos, debería afectar a las partes ni acrecentar más aún la
lesión a la garantía constitucional a una justicia pronta, oportuna y sin dilaciones
que le asiste a toda persona.”
P á g i n a 516 | 846
en ella servidumbre, hipoteca, darla en uso, etc. empero siempre dentro los límites
permitidos por ley y no abusar de ese poder.
Carlos Morales Guillén en su Obra Código Civil Concordado y Anotado señala
que: “El derecho de propiedad, relación de orden jurídico, consiste en usar, gozar
y disponer de una cosas dentro de los límites y con las obligaciones que impone el
ordenamiento jurídico.” “El derecho de disponer consiste ahora sólo en la
facultad de enajenar la cosa, gravarla, transformarla.”
P á g i n a 517 | 846
indemnizar al comprador por los daños y perjuicio. Finalmente, debe garantizar al
comprador respecto a los vicios de la cosa.
III.2.- En el Auto Supremo Nº 966/2015-L de 27 de octubre se indicó lo siguiente:
“Por otro lado, el que no se haya mencionado en el documento de transferencia de
derecho propietario lo referido a la entrega a su comprador, carece de relevancia,
en consideración a que los contratos son acuerdos de voluntades que deben ser
cumplidos, y por parte del vendedor conforme previene el Código Civil en su Art.
614 num. 1) está la de “Entregarle la cosa vendida”, que en el caso de autos no
ocurrió por lo que se justifica la acción judicial para el cumplimiento de la norma,
no siendo posible reclamar lo contrario porque no está sujeto a la voluntad de la
vendedora el soslayar su obligación …”.
P á g i n a 518 | 846
en lo sustancial, en cualquiera de las causales que establece el citado art. 253 del
Código de Procedimiento Civil en sus tres ordinales…”.
P á g i n a 519 | 846
haya cometido al realizar la misma, conforme estipula el art. 253-3) del Código de
Procedimiento Civil…”.
Asimismo, en el Auto Supremo Nº 1115/2015 de 04 de diciembre, al referirse al
error de hecho se ha razonado que: “Al respecto, corresponde referir que entre los
requisitos intrínsecos del recurso de casación en el fondo, se encuentra la
motivación y fundamentación sobre los errores "in judicando" en que ha incurrido
el Tribunal al aplicar el derecho material en la decisión de la causa y están
expresamente previstos en los incisos 1), 2) y 3) del art. 253 del Código de
Procedimiento Civil, cuando indica que procederá el recurso de casación en el
fondo en los siguientes casos:…3) Cuando en la apreciación de las pruebas se
hubiere incurrido en error de derecho o error de hecho, errores también
diferentes, en el primer caso se debe especificar los medios probatorios, que
aportados a obrados, el juzgador no le dio la tasa legal que la ley le otorga, y en el
segundo caso, se debe demostrar objetivamente el error manifiesto en el que
hubiera incurrido el juzgador, habida cuenta que la apreciación y valoración de la
prueba es incensurable en casación, además éste último debe de evidenciarse por
documentos o actos auténticos, debiendo todo recurrente fundar su impugnación
en lo sustancial, en cualquiera de las causales que establece el citado art. 253 del
Código de Procedimiento Civil en sus tres ordinales…”.
P á g i n a 521 | 846
autónoma de los jueces de grado, sin que en casación pueda censurarse esa
actividad deliberativa, salvo que existiese error de hecho o error de derecho que se
haya cometido al realizar la misma, conforme estipula el art. 253-3) del Código de
Procedimiento Civil…”.
Asimismo el Auto Supremo Nº 1115/2015 de 04 de diciembre, al referirse al error
de hecho a razonado que: “Al respecto, corresponde referir que entre los requisitos
intrínsecos del recurso de casación en el fondo, se encuentra la motivación y
fundamentación sobre los errores "in judicando" en que ha incurrido el Tribunal
al aplicar el derecho material en la decisión de la causa y están expresamente
previstos en los incisos 1), 2) y 3) del art. 253 del Código de Procedimiento Civil,
cuando indica que procederá el recurso de casación en el fondo en los siguientes
casos:…3) Cuando en la apreciación de las pruebas se hubiere incurrido en error
de derecho o error de hecho, errores también diferentes, en el primer caso se debe
especificar los medios probatorios, que aportados a obrados, el juzgador no le dió
la tasa legal que la ley le otorga, y en el segundo caso, se debe demostrar
objetivamente el error manifiesto en el que hubiera incurrido el juzgador, habida
cuenta que la apreciación y valoración de la prueba es incensurable en casación,
además éste último debe de evidenciarse por documentos o actos auténticos,
debiendo todo recurrente fundar su impugnación en lo sustancial, en cualquiera de
las causales que establece el citado art. 253 del Código de Procedimiento Civil en
sus tres ordinales…”.
P á g i n a 522 | 846
expresamente previstos en los incisos 1), 2) y 3) del art. 253 del Código de
Procedimiento Civil, cuando indica que procederá el recurso de casación en el
fondo en los siguientes casos:…3) Cuando en la apreciación de las pruebas se
hubiere incurrido en error de derecho o error de hecho, errores también
diferentes, en el primer caso se debe especificar los medios probatorios, que
aportados a obrados, el juzgador no le dió la tasa legal que la ley le otorga, y en el
segundo caso, se debe demostrar objetivamente el error manifiesto en el que
hubiera incurrido el juzgador, habida cuenta que la apreciación y valoración de la
prueba es incensurable en casación, además éste último debe de evidenciarse por
documentos o actos auténticos, debiendo todo recurrente fundar su impugnación
en lo sustancial, en cualquiera de las causales que establece el citado art. 253 del
Código de Procedimiento Civil en sus tres ordinales…”.
P á g i n a 523 | 846
Proceso: Ordinario sobre reivindicación, acción negatoria, desocupación, entrega
de bien inmueble, daños y perjuicios.
El Auto Supremo Nº 293/2013 a orientado que: “Es facultad privativa de los
Jueces de grado, apreciar la prueba de acuerdo a la valoración que les otorga la
ley y cuando ésta no determina otra cosa, podrán hacerlo conforme a su prudente
criterio o sana crítica, según dispone el art. 1286 del Código Civil concordante
con el art. 397 parágrafo I de su procedimiento.
En esta tarea jurisdiccional, la examinación de la prueba es de todo el universo
probatorio producido en proceso (principio de unidad de la prueba), siendo
obligación del Juez el de valorar en la Sentencia las pruebas esenciales y
decisivas, conforme cita el art. 397 parágrafo II del código adjetivo de la materia,
ponderando ellas por sobre las otras; constituyendo la prueba un instrumento de
convicción del Juez, porque él decide los hechos en razón de principios de lógica
probatoria, en consideración al interés general por los fines mismos del derecho,
como remarca Couture.
En este examen de lo esencial y decisivo de la prueba, cabe la posibilidad de error
probatorio por parte de los Jueces de grado, lo que la doctrina denomina error de
hecho y de derecho en la valoración de la prueba, cada una con matiz diferente
que seguimos a explicar.
Se entiende por error de hecho cuando el juzgador se ha equivocado en la
materialidad de la prueba, es decir, el juzgador aprecia mal los hechos por
considerar una prueba que no obra materialmente en proceso, o cuando da por
demostrado un hecho que no surge del medio probatorio que existe objetivamente
en Autos, o en su caso, cuando el Juez altera o modifica, cercenando o
incrementando, el contenido objetivo de la prueba existente, error que tiene que
ser manifiesto de modo que sea identificado sin mayor esfuerzo o raciocinio, lo
cual implica irrefutabilidad y magnitud del yerro; en cambio el error de derecho
tiene relación con la otorgación del valor probatorio determinado en ley, es
otorgar o negar el valor probatorio que la ley le ha asignado a un medio de
prueba, situación concurrente al sistema de valoración de los medios del proceso,
por lo que la valoración del elemento probatorio cuando la ley le asigna un valor
predeterminado, vincula al Juez con esa valoración legal, y si no fue
preestablecido, se recurre a la sana crítica.
Por lo manifestado anteriormente se concluye que la valoración de la prueba es
una facultad privativa de los Jueces de grado, y ésta es incensurable en casación,
salvo que se acredite violación de una regla de criterio legal, acusando error de
hecho o de derecho, conforme establece el art. 253 núm., 3) del Código de
P á g i n a 524 | 846
Procedimiento Civil, para que el Tribunal de Casación aperture su competencia y
realice el examen sobre el error denunciado”.
La segunda parte del parágrafo I del art. 271 de la ley 439, al hacer referencia a las
causales de procedencia del recurso de casación establece que: “…Procederá
también cuando en la apreciación de las pruebas se hubiera incurrido en error de
derecho o error de hecho. Este último deberá evidenciarse por documentos o actos
auténticos que demuestren la equivocación manifiesta de la autoridad judicial”.
Gonzalo Castellanos Trigo, en su obra “Análisis Doctrinal del Nuevo Código
Procesal Civil”. Tomo III, Imprenta Rayo del Sur, Sucre- Bolivia 2014, Págs. 370-
371, al realizar el comentario del error de derecho o de hecho contenido en el art.
P á g i n a 525 | 846
271 parágrafo I del Código Procesal Civil, refiere que: “Cuando al momento de
apreciar las pruebas (sentencia), el juez o tribunal hubiera incurrido en error de
derecho o error de hecho. En este caso para que proceda la casación, debe
demostrarse la equivocación manifiesta, ya sea por omisiones o excesos mediante
documentos o actos auténticos…
Existe error de hecho al momento de apreciar las pruebas, por ejemplo, cuando se
tiene por auténtico documentos transcritos por una parte, pero nunca agregados a
autos ni reconocidos; o en el caso en que se atribuye a una repartición oficial un
informe decisivo para la causa, y dicho informe no consta en el expediente o no fue
agregado válidamente al proceso.
Existe error de derecho al momento de apreciar las pruebas, por ejemplo, cuando
sin ningún motivo válido, se desconoce expresamente, el valor probatorio que le
otorga la propia ley a un documento público o privado…”.
P á g i n a 527 | 846
haya cometido al realizar la misma, conforme estipula el art. 253-3) del Código de
Procedimiento Civil…”.
Asimismo el Auto Supremo Nº 1115/2015 de 04 de diciembre, al referirse al error
de hecho y de derecho a razonado que: “Al respecto, corresponde referir que entre
los requisitos intrínsecos del recurso de casación en el fondo, se encuentra la
motivación y fundamentación sobre los errores "in judicando" en que ha incurrido
el Tribunal al aplicar el derecho material en la decisión de la causa y están
expresamente previstos en los incisos 1), 2) y 3) del art. 253 del Código de
Procedimiento Civil, cuando indica que procederá el recurso de casación en el
fondo en los siguientes casos:…3) Cuando en la apreciación de las pruebas se
hubiere incurrido en error de derecho o error de hecho, errores también
diferentes, en el primer caso se debe especificar los medios probatorios, que
aportados a obrados, el juzgador no le dió la tasa legal que la ley le otorga, y en el
segundo caso, se debe demostrar objetivamente el error manifiesto en el que
hubiera incurrido el juzgador, habida cuenta que la apreciación y valoración de la
prueba es incensurable en casación, además éste último debe de evidenciarse por
documentos o actos auténticos, debiendo todo recurrente fundar su impugnación
en lo sustancial, en cualquiera de las causales que establece el citado art. 253 del
Código de Procedimiento Civil en sus tres ordinales…”.
La segunda parte del parágrafo I del art. 271 de la ley 439, al hacer referencia a las
causales de procedencia del recurso de casación establece que: “…Procederá
también cuando en la apreciación de las pruebas se hubiera incurrido en error de
derecho o error de hecho. Este último deberá evidenciarse por documentos o actos
auténticos que demuestren la equivocación manifiesta de la autoridad judicial”.
Gonzalo Castellanos Trigo, en su obra “Análisis Doctrinal del Nuevo Código
Procesal Civil”. Tomo III, Imprenta Rayo del Sur, Sucre- Bolivia 2014, Págs. 370-
371, al realizar el comentario del error de derecho o de hecho contenido en el art.
271 parágrafo I del Código Procesal Civil, refiere que: “Cuando al momento de
apreciar las pruebas (sentencia), el juez o tribunal hubiera incurrido en error de
derecho o error de hecho. En este caso para que proceda la casación, debe
demostrarse la equivocación manifiesta, ya sea por omisiones o excesos mediante
documentos o actos auténticos…
Existe error de hecho al momento de apreciar las pruebas, por ejemplo, cuando se
tiene por auténtico documentos transcritos por una parte, pero nunca agregados a
autos ni reconocidos; o en el caso en que se atribuye a una repartición oficial un
P á g i n a 528 | 846
informe decisivo para la causa, y dicho informe no consta en el expediente o no fue
agregado válidamente al proceso.
Existe error de derecho al momento de apreciar las pruebas, por ejemplo, cuando
sin ningún motivo válido, se desconoce expresamente, el valor probatorio que le
otorga la propia ley a un documento público o privado, debidamente reconocido”.
P á g i n a 529 | 846
A través de la AS 311/2013 de fecha 17 de junio se ha establecido que: “En cuanto
a la apreciación de la prueba se debe mencionar que el recurso de casación se
habilita, cuando se ha incurrido en error de hecho y error de derecho en la
valoración de la prueba, consiguientemente diremos que para fundar el primer
error se debe señalar que el Juez hubiera confundido el contenido del medio de
prueba sea, literal, testifical, confesiones, inspecciones o hasta pericial, en la que
haya confundido en contenido del texto de los documentos, de las declaraciones
(de testigos o confesiones), de los antecedentes y conclusiones de la pericia y hasta
del contenido de las actas de inspección de visu, de esa forma efectuando el
contraste de lo expuesto por los operadores de instancia y el contenido real de los
medios de prueba, se puede considerar uno o varios errores de hecho; contraste al
mismo se tiene el error de derecho, por el que se puede objetar el valor probatorio
que el operador judicial le ha asignado al medio de prueba (calificación legal del
medio de prueba), sea el caso de la prueba tasada o en el caso de la prueba que
deba ser valorada de acuerdo a las reglas de la sana critica, esta última debe ser
contrastada de acuerdo a las directrices que orientan el sistema de valoración
probatoria, como es de la lógica, experiencia y ciencia sobre lo que se analiza, a
ese entendimiento se arriba, por la redacción que contiene el art. 253 núm. 3) del
Código de Procedimiento Civil, de señalar el error que hayan cometido los
operadores judiciales de instancia.”
P á g i n a 530 | 846
deben ser apreciadas por el Juez de acuerdo a la valoración que les otorga la ley,
pero sí esta no determina otra cosa, puede hacerlo conforme a su prudente criterio
o sana critica; agregando además la norma de procedimiento mencionada, y que
el Juez tendrá obligación de valorar las pruebas esenciales y decisivas en
Sentencia.”
Auto Supremo No. 293/2013 de 07 de junio 2013 señala que: “…en cambio el error
de derecho tiene relación con la otorgación del valor probatorio determinado en
ley, es otorgar o negar el valor probatorio que la ley le ha asignado a un medio de
prueba, situación concurrente al sistema de valoración de los medios del proceso,
por lo que la valoración del elemento probatorio cuando la ley le asigna un valor
predeterminado, vincula al Juez con esa valoración legal, y si no fue
preestablecido, se recurre a la sana crítica.”
ERROR ESENCIAL
Auto Supremo: 106/2017
Sucre: 03 de febrero 2017
Proceso: Ordinarización de proceso ejecutivo, nulidad de documentos y
entrega de testimonio.
El autor Juan María Navarro Romero, en su libro “Comentarios al Código Civil
Español”, sobre el error refiere “error es el conocimiento equivocado de una cosa o
P á g i n a 532 | 846
de un hecho, basado en la ignorancia o en el incompleto conocimiento de la
realidad de esa cosa o de ese hecho o de la norma jurídica que lo regula y puede
recaer bien sobre la declaración de la voluntad, bien sobre la formación o sobre el
contenido de la misma”.
El Tratadista Carlos Morales Guillen, en su obra “Código Civil Concordado y
Anotado”, Tomo I, Cuarta edición, Edit. Gisbert, La Paz-Bolivia, 1994, Pág. 656,
anota que “el error esencial llamado también error-obstáculo, impide la formación
del consentimiento o concurso de voluntades, debido a que las partes no están de
acuerdo sobre la naturaleza del contrato o sobre la identidad del objeto, de tal
manera que hacen sus respectivas manifestaciones de voluntad, pensando que
celebran contratos diferentes, o bien que se refieren a cosas distintas, lo cual
impide que se forme el contrato…”.
Respecto a lo anterior, este Tribunal en los Autos Supremos Nº 272/2012 de 20 de
agosto y Nº 046/2012 de 07 de marzo, ha razonado que “El error vicio según el
Código Civil, puede ser esencial (art. 474), sustancial (art. Art. 475), o de cálculo
(art. 476)…De lo manifestado precedentemente se establece que el error esencial
se da cuando éste recae sobre: a) la naturaleza del contrato; b) el objeto del
contrato. El error sobre la naturaleza del contrato se da cuando las partes creen
celebrar contratos distintos, es decir cuando ambas tienen en mente negocios
jurídicos distintos, ejemplo una tiene en mente la venta de un bien y la otra tiene
en mente recibir el bien en donación, en ese caso las voluntades en lugar de
integrarse se distancian pues ambas partes tienen en mente la celebración de un
contrato distinto al que la otra concibe. El error sobre el objeto del contrato, es el
denominado error in corpore que recae sobre la identidad del objeto o de la cosa,
así por ejemplo una de las partes tiene en mente la venta de un inmueble ubicado
en una determinada zona y la otra concibe la compra de un bien ubicado en una
zona distinta, en cuyo caso no se produce la integración de las voluntades para
dar nacimiento al consentimiento”.
ERROR ESENCIAL
Auto Supremo: 1072/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Ordinarización de proceso ejecutivo, nulidad de documentos y entrega de
testimonio.
El art. 519 del Código Civil preceptúa que “El contrato tiene fuerza de ley entre las
partes contratantes. No puede ser disuelto sino por consentimiento mutuo y por las
causas autorizadas por ley”.
P á g i n a 533 | 846
Nuestra normativa sustantiva civil en el art. 549 señala los casos de nulidad del
contrato indicando que el mismo será nulo: 1) Por faltar en el contrato, el objeto o
la forma prevista por la ley como requisito de validez. 2) Por faltar en el objeto del
contrato los requisitos señalados por ley. 3) Por ilicitud de la causa y por ilicitud
del motivo que impulsó a las partes a celebrar el contrato. 4) Por error esencial
sobre la naturaleza o sobre el objeto del contrato. 5) En los demás casos
determinados por ley.
El Tratadista Carlos Morales Guillen, en su obra “Código Civil Concordado y
Anotado”, Tomo I, Cuarta edición, Edit. Gisbert, La Paz-Bolivia, 1994, Pag. 656,
anota que “el error esencial llamado también error-obstáculo, impide la formación
del consentimiento o concurso de voluntades, debido a que las partes no están de
acuerdo sobre la naturaleza del contrato o sobre la identidad del objeto, de tal
manera que hacen sus respectivas manifestaciones de voluntad, pensando que
celebran contratos diferentes, o bien que se refieren a cosas distintas, lo cual
impide que se forme el contrato…”.
Respecto a lo anterior, este Tribunal en los Autos Supremos Nº 272/2012 de 20 de
agosto y Nº 046/2012 de 07 de marzo, ha razonado que “El error vicio según el
Código Civil, puede ser esencial (art. 474), sustancial (art. Art. 475), o de cálculo
(art. 476)…De lo manifestado precedentemente se establece que el error esencial
se da cuando éste recae sobre: a) la naturaleza del contrato; b) el objeto del
contrato. El error sobre la naturaleza del contrato se da cuando las partes creen
celebrar contratos distintos, es decir cuando ambas tienen en mente negocios
jurídicos distintos, ejemplo una tiene en mente la venta de un bien y la otra tiene
en mente recibir el bien en donación, en ese caso las voluntades en lugar de
integrarse se distancian pues ambas partes tienen en mente la celebración de un
contrato distinto al que la otra concibe. El error sobre el objeto del contrato, es el
denominado error in corpore que recae sobre la identidad del objeto o de la cosa,
así por ejemplo una de las partes tiene en mente la venta de un inmueble ubicado
en una determinada zona y la otra concibe la compra de un bien ubicado en una
zona distinta, en cuyo caso no se produce la integración de las voluntades para
dar nacimiento al consentimiento”
P á g i n a 538 | 846
1.2. Ahora bien, centrando nuestro análisis sobre la nulidad por error esencial
sobre la naturaleza o sobre el objeto del contrato, debemos referir que la doctrina
ha concretado que el “error es el conocimiento equivocado de una cosa o de un
hecho, basado en la ignorancia o en el incompleto conocimiento de la realidad de
esa cosa o de ese hecho o de la norma jurídica que lo regula y puede recaer bien
sobre la declaración de la voluntad, bien sobre la formación o sobre el contenido
de la misma (Navarro Romero, Juan María, “Comentarios al Código Civil
Español”, Edit. Bosch, Madrid España, 1979, Tomo II, Pag. 555)”.
El Tratadista Carlos Morales Guillen, en su obra “Código Civil Concordado y
Anotado”, Tomo I, Cuarta edición, Edit. Gisbert, La Paz-Bolivia, 1994, Pag. 656,
anota que “el error esencial llamado también error-obstáculo, impide la
formación del consentimiento o concurso de voluntades, debido a que las partes no
están de acuerdo sobre la naturaleza del contrato o sobre la identidad del
objeto, de tal manera que hacen sus respectivas manifestaciones de voluntad,
pensando que celebran contratos diferentes, o bien que se refieren a cosas
distintas, lo cual impide que se forme el contrato…”.
Respecto a lo anterior, este Tribunal en los Autos Supremos Nº 272/2012 de 20 de
agosto y Nº 046/2012 de 07 de marzo, ha razonado que “El error vicio según el
Código Civil, puede ser esencial (art. 474), sustancial (art. Art. 475), o
de cálculo (art. 476)…De lo manifestado precedentemente se establece que el
error esencial se da cuando éste recae sobre: a) la naturaleza del contrato; b) el
objeto del contrato. El error sobre la naturaleza del contrato se da cuando las
partes creen celebrar contratos distintos, es decir cuando ambas tienen en mente
negocios jurídicos distintos, ejemplo una tiene en mente la venta de un bien y la
otra tiene en mente recibir el bien en donación, en ese caso las voluntades en lugar
de integrarse se distancian pues ambas partes tienen en mente la celebración de un
contrato distinto al que la otra concibe. El error sobre el objeto del contrato, es el
denominado error in corpore que recae sobre la identidad del objeto o de la
cosa, así por ejemplo una de las partes tiene en mente la venta de un inmueble
ubicado en una determinada zona y la otra concibe la compra de un bien ubicado
en una zona distinta, en cuyo caso no se produce la integración de las voluntades
para dar nacimiento al consentimiento”.
P á g i n a 539 | 846
tiene fuerza de ley entre las partes contratantes. No puede ser disuelto sino por
consentimiento mutuo y por las causas autorizadas por ley”.
Nuestra normativa sustantiva civil en el art. 549 señala los casos de nulidad del
contrato indicando que el mismo será nulo: 1) Por faltar en el contrato, el objeto o
la forma prevista por la ley como requisito de validez. 2) Por faltar en el objeto del
contrato los requisitos señalados por ley. 3) Por ilicitud de la causa y por ilicitud
del motivo que impulsó a las partes a celebrar el contrato. 4) Por error esencial
sobre la naturaleza o sobre el objeto del contrato. 5) En los demás casos
determinados por ley.
En interpretación de la doctrina, la invalidez de los actos vía nulidad importa, una
sanción legal con la cual el contrato pierde sus efectos en virtud de una causa
originaria, es decir establecido en su celebración, referida también como
ineficacia estructural, infiriendo tres características de la sanción: a) la nulidad
debe ser expresa, b) deja sin sus efectos propios, y, c) su causa es contemporánea
a la celebración del acto, es decir es un vicio congénito.
1.2. Ahora bien, centrando nuestro análisis sobre la nulidad por error esencial
sobre la naturaleza o sobre el objeto del contrato, debemos referir que la doctrina
ha concretado que el “error es el conocimiento equivocado de una cosa o de un
hecho, basado en la ignorancia o en el incompleto conocimiento de la realidad
de esa cosa o de ese hecho o de la norma jurídica que lo regula y puede recaer
bien sobre la declaración de la voluntad, bien sobre la formación o sobre el
contenido de la misma (Navarro Romero, Juan María, “Comentarios al Código
Civil Español”, Edit. Bosch, Madrid España, 1979, Tomo II, Pag. 555)”.
El Tratadista Carlos Morales Guillen, en su obra “Código Civil Concordado y
Anotado”, Tomo I, Cuarta edición, Edit. Gisbert, La Paz-Bolivia, 1994, Pag. 656,
anota que “el error esencial llamado también error-obstáculo, impide la
formación del consentimiento o concurso de voluntades, debido a que las partes no
están de acuerdo sobre la naturaleza del contrato o sobre la identidad del objeto,
de tal manera que hacen sus respectivas manifestaciones de voluntad, pensando
que celebran contratos diferentes, o bien que se refieren a cosas distintas, lo cual
impide que se forme el contrato…”.
Respecto a lo anterior, este Tribunal en los Autos Supremos Nº 272/2012 de 20 de
agosto y Nº 046/2012 de 07 de marzo, ha razonado que “El error vicio según el
Código Civil, puede ser esencial (art. 474), sustancial (art. Art. 475), o de cálculo
(art. 476)…De lo manifestado precedentemente se establece que el error esencial
se da cuando éste recae sobre: a) la naturaleza del contrato; b) el objeto del
contrato. El error sobre la naturaleza del contrato se da cuando las partes creen
celebrar contratos distintos, es decir cuando ambas tienen en mente negocios
P á g i n a 540 | 846
jurídicos distintos, ejemplo una tiene en mente la venta de un bien y la otra tiene
en mente recibir el bien en donación, en ese caso las voluntades en lugar de
integrarse se distancian pues ambas partes tienen en mente la celebración de un
contrato distinto al que la otra concibe. El error sobre el objeto del contrato, es el
denominado error in corpore que recae sobre la identidad del objeto o de la cosa,
así por ejemplo una de las partes tiene en mente la venta de un inmueble ubicado
en una determinada zona y la otra concibe la compra de un bien ubicado en una
zona distinta, en cuyo caso no se produce la integración de las voluntades para
dar nacimiento al consentimiento”.
ERROR, CLASIFICACION
Auto Supremo: 921/2015 - L
Sucre: 12 de Octubre 2015
Para el caso de Autos nos interesa centrar nuestro razonamiento en el denominado
error vicio, porque es el error propiamente dicho que afecta al proceso cognoscitivo
del sujeto, dado que su voluntad interna se forma en base a un conocimiento
equivocado o contrario a la realidad.
El error vicio según el Código Civil, puede ser esencial (art. 474), sustancial (art.
Art. 475), o de cálculo (art. 476).
P á g i n a 542 | 846
El error esencial, que es el que fundamenta la demanda, según lo previsto por el art.
474 del citado Código Civil, es el que recae sobre la naturaleza o sobre el objeto
del contrato.
Al respecto el Tratadista Carlos Morales Guillen, anota que el error esencial
llamado también error-obstáculo, impide la formación del consentimiento o
concurso de voluntades, debido a que las partes no están de acuerdo sobre la
naturaleza del contrato o sobre la identidad del objeto, de tal manera que hacen sus
respectivas manifestaciones de voluntad, pensando que celebran contratos
diferentes, o bien que se refieren a cosas distintas, lo cual impide que se forme el
contrato.
De lo manifestado precedentemente se establece que el error esencial -que es el
argüido por la parte demandante para la nulidad de los contratos de transferencia de
inmueble- se da cuando éste recae sobre: a) la naturaleza del contrato; b) el objeto
del contrato.
El error sobre la naturaleza del contrato se da cuando las partes creen celebrar
contratos distintos, es decir cuando ambas tienen en mente negocios jurídicos
distintos, ejemplo una tiene en mente la venta de un bien y la otra tiene en mente
recibir el bien en donación, en ese caso las voluntades en lugar de integrarse se
distancian pues ambas partes tienen en mente la celebración de un contrato distinto
al que la otra concibe.
El error sobre el objeto del contrato, es el denominado error in corpore que recae
sobre la identidad del objeto o de la cosa, así por ejemplo una de las partes tiene en
mente la venta de un inmueble ubicado en una determinada zona y la otra concibe
la compra de un bien ubicado en una zona distinta, en cuyo caso no se produce la
integración de las voluntades para dar nacimiento al consentimiento.
En ese sentido la extinta Corte Suprema de Justicia de la Nación, emitió el Auto
Supremo Nº 209, de 17 de junio 2010, a través del cual precisó que: “el error
esencial es el concepto equivocado que se tiene de la realidad, consiste en creer
verdadero lo que es falso, y viceversa. Atendiendo su gravedad y a los efectos que
produce, los artículos 474, 475 y 476 del Código Civil, clasifican al error en: 1)
esencial, 2) substancial y 3) de cálculo, respectivamente. Ciertamente el error
esencial constituye causa de nulidad según establece el numeral 4) del artículo 549
del Código Civil, empero, éste debe recaer sobre la naturaleza del contrato o
sobre el objeto del mismo; cuando una de las partes incurre en él, se dice que no
hay acuerdo de voluntades. Cuando el error recae sobre la naturaleza del
contrato, cada parte tiene en mira un negocio jurídico distinto, como cuando una
entiende concurrir a un empréstito y la otra a una donación, o una entiende
arrendamiento y la otra comodato, no hay ni empréstito ni donación, ni
arrendamiento ni comodato, porque cada una de las partes ha querido algo
diferente, razón por la cual sus voluntades no se han encontrado. En cambio, el
P á g i n a 543 | 846
error esencial sobre el objeto del contrato, es aquel que recae sobre la identidad
del objeto, como si en el contrato de venta el vendedor entendiese vender cierta
cosa determinada, y el comprador entendiese comprar otra”.
En el caso de Autos, los fundamentos expuestos en la demanda que sustentan la
pretensión de nulidad, no configuran el error esencial, como correctamente
determinaron los Tribunales de instancia, toda vez que de los propios argumentos
insertos en la demanda se establece que los mismos no se acomodan a los motivos
que determinan la existencia de error esencial, vale decir a error en la naturaleza
del contrato o en el objeto del mismo.
Al respecto corresponde precisar que la parte actora reconoció que su voluntad se
formó en torno a la celebración de un contrato de transferencia de inmueble,
contrato que es precisamente el que ambas partes tuvieron en mente y sobre el cual
recayó el acuerdo de voluntades (consentimiento), no existiendo en consecuencia
error sobre la naturaleza del contrato.
P á g i n a 544 | 846
fondo resultará idóneo para fundar el recurso en la forma” (Auto Supremo Nº
387/2013 de 22 de julio, entre otros).
EVICCION TOTAL
Auto Supremo: 434/2017
Sucre: 02 de mayo 2017
Proceso: Desalojo.
El art. 625 del Código Civil describe lo siguiente: “El trámite se sujetará al
proceso sumario ante el juez instructor. La demanda será admisible previa
presentación del talonario fiscal correspondiente, hecho que se hará constar en el
cargo con especificación de los datos necesarios”, la norma describe que la
presentación del talonario fiscal, permite activar el proceso especial de desalojo,
conforme al art. 623.1) del mismo cuerpo procesal, la descripción normativa
permite desarrollar un trámite sencillo para que el propietario del inmueble pueda
recuperar de la posesión material del mismo, en el ámbito del derecho civil, no
señala otro requisito que la presentación del talonario fiscal, o que se haya emitido
P á g i n a 545 | 846
recibidos de distinta clase, nótese que el requisito en este tipo de proceso es
diferente respecto al de otros procesos como el ejecutivo.
EXCEPCIÓN DE COSA JUZGADA
Auto Supremo: 252 /2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Nulidad de Escritura Pública por simulación absoluta.
En el Auto Supremo Nº 340/2012 de 21 de septiembre, este Tribunal a razonado lo
siguiente: “la excepción de cosa juzgada, se entiende como "Autoridad y eficacia
de una Sentencia judicial cuando no existen contra ellas medios de impugnación
que permiten modificarla" (Couture); "Indiscutibilidad de la esencia de la
voluntad concreta de la ley afirmada en la Sentencia" (Chiovenda); por su parte
nuestra legislación ha recogido dicho instituto en el art. 1319 del Código Civil,
estableciéndose la existencia de ciertos requisitos que necesariamente deben
cumplirse, Identidad legal de personas que consiste en la identidad que debe
presentarse en las personas, entre la nueva demanda y la anteriormente
resuelta. Identidad de la cosa pedida, para que exista identidad de cosa pedida es
necesario que entre el primer proceso y el segundo tengan un mismo objeto. El
objeto del proceso se suele definir como: "el beneficio jurídico que en él se
reclama". Y por último la Identidad de causa de pedir La ley lo define como: "el
fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio". No debe confundirse
con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el mismo objeto,
pero por causas diferentes, la causa de pedir será el principio generador del
mismo. En consecuencia, ante una excepción de cosa juzgada, se hace necesario
que el juzgador conozca que en un litigio anterior fue resuelto, mediante Sentencia
firme, el asunto que se le pone de manifiesto, demostrando plenamente la
existencia de identidad de sujetos, del objeto litigado y la causa de la pretensión,
triada a la que precisamente se refiere el art. 1319 del Código Civil.
Al respecto, Rafael Martínez Sarmiento identifica tres identidades clásicas que
son: Idem corpus, que es el mismo petitum, objeto o derecho ventilado; eadem
casua petendi, la causa es el hecho del cual surge el derecho litigioso y Eadem
conditio personarum, por regla general, las Sentencias no producen efecto sino
Inter partes, es decir entre los litigantes.
De la misma forma hace Hugo Alsina, que identifica tres elementos importantes
para la procedencia de cosa juzgada y nos enseña que: "La inmutabilidad de la
Sentencia que la cosa juzgada ampara, está condicionada por la exigencia de que
la acción a la cual se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este
proceso de identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas
acciones, y la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1º)
los sujetos, 2º) el objeto, 3º) la causa. Basta que una sola difiera para que la
excepción sea improcedente”.
Razonamiento reiterado en el Auto Supremo Nº 453/2014 de 21 de agosto, donde
además se señaló: “Por su parte nuestra legislación ha recogido dicho instituto en
el art. 1319 del Código Civil, estableciéndose la existencia de ciertos requisitos
P á g i n a 546 | 846
que necesariamente deben cumplirse: 1) Identidad legal de personas que consiste
en la identidad que debe presentarse en las personas, entre la nueva demanda y la
anteriormente resuelta. 2) Identidad de la cosa pedida, para que exista identidad
de cosa pedida es necesario que entre el primer proceso y el segundo tengan un
mismo objeto, el objeto del proceso se suele definir como “el beneficio jurídico que
en él se reclama”. Y por último 3) identidad de causa de pedir, la ley lo define
como “el fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio”, no debiendo
confundirse con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el
mismo objeto, pero por causas diferentes, la causa de pedir será el generador del
mismo”.
En el Auto Supremo Nº 715/2015 de fecha 26 de agosto, además se agregó lo
siguiente: “…De lo anteriormente señalado, se debe comprender por “cosa
juzgada”, conforme dispone el art. 515 del Código de Procedimiento Civil,
“(AUTORIDAD DE COSA JUZGADA), Las sentencias recibirán autoridad de
cosa juzgada: 1) Cuando la ley no reconociere en el pleito otra instancia ni
recurso. 2) Cuando las partes consintieren expresa o tácitamente en su
ejecutoria”, es decir que la Autoridad de cosa juzgada es la eficacia de una
Sentencia judicial…
En el caso en cuestión, contrastando la doctrina con los hechos expuestos y los
antecedentes del presente proceso, se tiene lo siguiente: Sujetos, las mismas partes,
en el primer proceso de Reconocimiento de Unión Conyugal Libre, Tenencia de
Hijo y Partición de Bienes, donde Juan Carlos Almaraz Duran, intervino como
demandante, mientras que Florinda Caballero Ledezma, intervino como
demandada; entretanto, en la presente demanda ordinaria de la misma forma
intervienen las mismas partes en las mismas condiciones, con la diferenciación de
la pretensión principal de una demanda de División y Partición de Bienes, por otro
lado el Objeto, la pretensión, en el primer proceso fue el Reconocimiento de Unión
Conyugal Libre, Tenencia de Hijo y Partición de Bienes y en la presente demanda
se trata de una División y Partición de Bienes, pretensiones distintas entre ambos
procesos, por último la Causa, es el hecho jurídico que son de distinta naturaleza,
con el primer proceso.
Por lo mencionado, se concluye que no se cumple con lo determinado por el art.
1319 del Código Civil, varía uno del otro y al no contar con el mismo objeto no se
puede aplicar la procedencia de la cosa juzgada como erradamente pretende que
se considere en Resolución”. Criterio reiterado en el Auto Supremo Nº 726/2016 de
28 de junio.
P á g i n a 547 | 846
Para el caso de Autos se deberá tener presente lo dispuesto en el Auto Supremo Nº
715/2015 de fecha 26 de agosto, donde se indicó que: “…De lo anteriormente
señalado, se debe comprender por “cosa juzgada”, conforme dispone el art. 515
del Código de Procedimiento Civil, “(AUTORIDAD DE COSA JUZGADA), Las
sentencias recibirán autoridad de cosa juzgada: 1) Cuando la ley no reconociere
en el pleito otra instancia ni recurso. 2) Cuando las partes consintieren expresa o
tácitamente en su ejecutoria”, es decir que la Autoridad de cosa juzgada es la
eficacia de una Sentencia judicial, cuando no existen contra ellas medios de
impugnación que permiten modificarla, es en ese sentido que cita: "(Couture);
"Indiscutibilidad de la esencia de la voluntad concreta de la ley afirmada en la
Sentencia" (Chiovenda); por su parte nuestra legislación ha recogido dicho
instituto en el art. 1319 del Código Civil, estableciéndose la existencia de ciertos
requisitos que necesariamente deben cumplirse, Identidad legal de personas que
consiste en la identidad que debe presentarse en las personas, entre la nueva
demanda y la anteriormente resuelta. Identidad de la cosa pedida, para que exista
identidad de cosa pedida es necesario que entre el primer proceso y el segundo
tengan un mismo objeto. El objeto del proceso se suele definir como: "el beneficio
jurídico que en él se reclama". Y por último la Identidad de causa de pedir La ley
lo define como: "el fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio". No
debe confundirse con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el
mismo objeto, pero por causas diferentes, la causa de pedir será el principio
generador del mismo.
En consecuencia, se hace necesario que el juzgador conozca que en un litigio
anterior fue resuelto, mediante Sentencia firme, el asunto que se le pone de
manifiesto, demostrando plenamente la existencia de identidad de sujetos, del
objeto litigado y la causa de la pretensión, que precisamente se refiere el art. 1319
del Código Civil.
En ese mismo sentido “Rafael Martínez Sarmiento identifica tres identidades
clásicas que son: Idem corpus, que es el mismo petitum, objeto o derecho
ventilado; eadem casua petendi, la causa es el hecho del cual surge el derecho
litigioso y Eadem conditio personarum, por regla general, las Sentencias no
producen efecto sino Inter partes, es decir entre los litigantes”.
De la misma forma Hugo Alsina, identifica tres elementos importantes para la
procedencia de cosa juzgada y nos enseña que: "La inmutabilidad de la Sentencia
que la cosa juzgada ampara, está condicionada por la exigencia de que la acción a
la cual se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este proceso de
identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas acciones, y
P á g i n a 548 | 846
la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1º) los sujetos,
2º) el objeto, 3º) la causa"…
Expuestos así los requisitos que hacen procedente a la Cosa Juzgada, a
continuación corresponde referirnos a los efectos que esta produce, por lo que
citaremos el análisis expuesto en el Auto Supremo Nº 1051/2015 de 16 de
noviembre: “Cuando una Sentencia adquiere calidad de cosa juzgada se derivan
una serie de efectos que podemos definir como aquellas repercusiones que
produce la Sentencia firme en el ámbito del ordenamiento jurídico, en ese sentido
la cosa juzgada material produce dos efectos esenciales uno negativo y otro
positivo. El efecto negativo supone la imposibilidad de sustanciar otro proceso
sobre el mismo objeto, es lo que se conoce como non bis in idem, su justificación
radica en que no es posible sustanciar un mismo litigio en forma eterna. El efecto
positivo, supone la prohibición de que en un segundo proceso se decida de forma
diferente a lo ya resuelto en un primero...”
De lo referido concluimos que ante la excepción de cosa juzgada, se hace
necesario que el juzgador conozca que un litigio anterior fue resuelto mediante
sentencia firme sobre el asunto que se le pone de manifiesto, demostrando
plenamente la existencia de la triple identidad de “partes”, “causa” y “objeto”,
triada a la que se refiere el art. 1.319 del Código Civil.
EXCEPCIÓN DE INCOMPETENCIA
Auto Supremo: 206/2016
Sucre: 11 de marzo 2016
Podemos citar el Auto Supremo N° 257/2013 donde textualmente dice: “el Auto de
Vista que resuelva la apelación respecto al pronunciamiento de esas excepciones
no admite recurso de casación, sobre ese motivo en particular, toda vez que la
Resolución de Alzada que confirme la Resolución de primera instancia que declare
improbada cualquiera de las excepciones previstas contempladas en los primeros
6 numerales del art. 336 del Adjetivo Civil, con salvedad de la excepción de
incompetencia”.
A partir de la línea jurisprudencial mencionada, conforme a una interpretación
sistemática de la norma se ha establecido un trámite rector para las excepciones
previas, refiriendo que la excepción de incompetencia tiene una salvedad a esta
tramitación, debido a que su viabilidad está expresamente determinada en la norma
art. 255 num. 2) del Código de Procedimiento Civil.
EXCEPCIÓN DE INCOMPETENCIA
Auto Supremo: 206/2016
P á g i n a 549 | 846
Sucre: 11 de marzo 2016
Podemos citar el Auto Supremo N° 257/2013 donde textualmente dice: “el Auto de
Vista que resuelva la apelación respecto al pronunciamiento de esas excepciones
no admite recurso de casación, sobre ese motivo en particular, toda vez que la
Resolución de Alzada que confirme la Resolución de primera instancia que declare
improbada cualquiera de las excepciones previstas contempladas en los primeros
6 numerales del art. 336 del Adjetivo Civil, con salvedad de la excepción de
incompetencia”.
A partir de la línea jurisprudencial mencionada, conforme a una interpretación
sistemática de la norma se ha establecido un trámite rector para las excepciones
previas, refiriendo que la excepción de incompetencia tiene una salvedad a esta
tramitación, debido a que su viabilidad está expresamente determinada en la norma
art. 255 num. 2) del Código de Procedimiento Civil.
EXCUSAS Y RECUSACIONES
Auto Supremo 243/2012 de fecha 13 de agosto
ha señalado:”El legislador ha previsto mecanismos legales para garantizar a las
partes el derecho al Juez imparcial, en ese sentido el primero de ellos es la excusa,
que conlleva la abstención expresada de oficio por el propio Juez; el segundo
mecanismo es la recusación que debe ser propuesta por cualquiera de las partes
cuando el juez no se excusó de oficio.
Debe entenderse que cuando una de las partes duda de la imparcialidad subjetiva
u objetiva del Juez, por encontrarse éste comprendido dentro de alguna de las
causales taxativamente previstas por Ley, tiene la posibilidad -en caso de que el
Juez no se hubiese excusado - de promover su recusación, a fin de alejarlo del
conocimiento de la causa; empero, si la parte no promueve la recusación del Juez,
se entiende que no duda de su imparcialidad y por ello consiente voluntariamente
en que sea esa autoridad la que conozca y resuelva el litigio.
La falta u omisión de excusa del Juez no constituye ningún vicio u error de
procedimiento, por ello tampoco es causal de nulidad, precisamente porque la Ley
reconoce, en caso de que el Juez no se excuse, la posibilidad que la parte lo
recuse.”
P á g i n a 556 | 846
la propia víctima o un tercero, el mismo genera una interrupción del vínculo de
causalidad, lo que genera un eximente de responsabilidad civil.
Si bien la doctrina en cuestión, se daba en base a una concepción antigua, donde el
pago por el daño o perjuicio ocasionada, era en base a -todo o nada-, empero, dicho
entendimiento a través de la doctrina moderna ha sido superado, bajo el criterio de
que el hecho o daño, pudo surgir, no simplemente por culpa del dañador, sino
también por la víctima, bajo una realidad evidencia, entonces bajo esa nuevo
enfoque, es que la doctrina moderna ha desechado el viejo entendimiento de una
responsabilidad -todo o nada-, por una responsabilidad prorrata o compensación
por culpas, entre en dañador y el damnificado, acudiendo a la misma autora, cita:
“El prorrateo del daño, entre daños y damnificado, está vinculado con la causa de
los comportamientos respectivos, incurre en corresponsabilidad cuando incumple
normas establecidas para evitar o mitigar el daño.”, es decir que a partir de un
nuevo entendimiento doctrinario, a los efectos de establecer la responsabilidad
civil, se deberá analizar dentro el perjuicio causado, el grado de culpa tanto de la
víctima o del dañador, nuevo entendimiento que se asume en respeto de valores y
derechos de igualdad y justicia, bajo la teoría de compensación de culpas, misma
que esta también acogida por nuestro ordenamiento jurídico.
P á g i n a 557 | 846
EXPLICACIÓN Y COMPLEMENTACIÓN
Auto Supremo: 503/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Reivindicación, mejor derecho propietario, desocupación y entrega de
inmueble y pago de daños y perjuicios.
En virtud a lo expuesto en el art. 239 del Código de Procedimiento Civil, se
establece que dentro el plazo de veinticuatro horas de la notificación con el Auto de
Vista, las partes pueden hacer uso del derecho que les otorga el art. 196-2) del
citado Código, es decir que se corrija cualquier error material, se aclare algún
concepto oscuro, o se supla cualquier omisión en que se hubiere incurrido sobre
cualquiera de las pretensiones deducidas y discutidas.
Como se advierte, la norma antes referida otorgaba a la parte recurrente de
apelación la posibilidad de solicitar al Tribunal de Alzada supla la omisión referida
al pronunciamiento de alguna o algunas de las pretensiones que dedujo en
apelación, y en el caso de que dicho derecho no sea ejercido, se entiende que el
mismo, conforme a los principios que rigen las nulidades procesales, entre ellos el
de convalidación, preclusión y conservación del acto, no puede ser reclamado en
otra etapa posterior, máxime si dicha omisión e imprecisión, pudo haber sido
subsanada con la solicitud de complementación y enmienda.
Lo señalado supra, ya fue emitido en varios Autos Supremos pronunciados por este
Tribunal Supremo de Justicia, entre ellos el A.S. 32/2015 de 19 de enero de 2015,
que de manera textual señala: “Respecto a la falta de pronunciamiento del segundo
punto apelado, se debe indicar que, el Ad quem, de forma genérica arribó a la
conclusión de que el Auto de 10 de junio de 2003 que resolvió las excepciones no
se las puede revisar en vía del recurso de apelación porque dicha resolución
hubiera causado ejecutoria, esa es una respuesta de forma general a las
acusaciones relativas a la forma de resolución de las excepciones formuladas por
los recurrentes. Ahora si dicha respuesta, no satisfacía las expectativas deducidas
por los recurrentes debieron formular la petición de complementación y
aclaración en base al art. 239 del Código de Procedimiento Civil, el no haberlo
hecho implica que los recurrentes no agotaron el mecanismo de protección
oportuno para la satisfacción del reclamo que ahora se traen en casación,
consiguientemente se advierte no haberse dado cumplimiento a la premisa
establecida en el art. 17 parágrafo III de la Ley Nº 025 del Órgano Judicial.”
EXPLICACIÓN Y LA COMPLEMENTACIÓN
Auto Supremo: 428/2016
Sucre: 03 de mayo 2016
Proceso: División y Partición de Bien Inmueble
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El art. 239 del Código de Procedimiento Civil establece que las partes dentro del
plazo de veinticuatro horas pueden hacer uso del derecho que les otorga el art. 196
inciso 2) del mismo cuerpo legal, en ese sentido refiriéndonos a dicha normativa
encontramos que una vez pronunciada la Sentencia, el Juez no puede modificarla ni
sustituirla, sin embargo a pedido de parte en el plazo citado anteriormente, podrá
corregir cualquier error material, aclarar algún concepto oscuro sin alterar lo
sustancial.
Por lo expuesto, la parte que necesita alguna complementación, explicación o
enmienda deberá formularla oportunamente ante el Juez que emitió dicha
Resolución, empero debemos hacer hincapié que las mismas procederán siempre y
cuando se refieran a errores materiales o aclaración de algún concepto, siempre y
cuando esta no llegue a modificar el fondo de la decisión, pues contra cuestiones
que hacen al fondo del proceso, se encuentran establecidos los recursos
respectivos. Es así que, si alguna de las partes considera que existe algún error de
forma que no modifica lo resuelto, este ya no podrá hacer dicho reclamo en una
etapa procesal posterior que no sea la enmienda o complementación, pues su
derecho habrá precluído y el acto se habrá convalidado, tal como lo refleja el Auto
Supremo Nº 118/2015 de fecha 13 de febrero, que señala: “Por otro lado también
se debe indicar que una vez dictada la Resolución de Alzada las notificaciones con
la misma cuentan con la debida cronología en sus fechas de notificación lo cual
también demuestra que la consignación de la fecha del Auto de Vista pudo ser un
lapsus de los vocales firmantes; en todo caso la parte recurrente tenía la
posibilidad de solicitar conforme lo norma el art. 239 del Código de
Procedimiento Civil la explicación, enmienda y complementación de dicho acto, y
ser enmendado o aclarado por el Tribunal de Alzada y al no haber efectuado dicho
evento, se debe concluir que el error acusado de ninguna manera puede generar la
nulidad de dicha Resolución.”
EXPROPIACIÓN Y EL JUSTIPRECIO
Auto Supremo: 731/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Expediente: T -24- 15 – S
Proceso: Ordinario sobre fijación de justiprecio por expropiación.
Para el caso de autos se deberá tener presente lo dispuesto en la Sentencia
Constitucional No. 0565/2015-S3 de 10 de junio en el punto III.2.- de los
Fundamentos Jurídicos de dicho fallo, que indica: “Del instituto jurídico de la
expropiación y el justiprecio La SCP 0486/2013 de 12 de abril, señaló que:
“Corresponde hacer referencia al instituto de la expropiación que evidentemente
P á g i n a 559 | 846
afecta los principios liberales de la propiedad privada (absoluto, perpetuo y
exclusivo) pero dicho objetivo no podría materializarse si no se dotara debidas
formalidades y garantías al procedimiento de expropiación. En este sentido, si
bien el art. 56 de la CPE, reconoce y garantiza el derecho a la propiedad privada
individual o colectiva, siempre que ésta cumpla una función social y que el uso que
se haga de ella no sea perjudicial al interés colectivo a la vez el art. 57 de la
Norma Suprema, reconoce el instituto jurídico de la expropiación, indicando que:
'se impondrá por causa de necesidad o utilidad pública, calificada conforme con la
ley y previa indemnización justa…', que para no desconocer el núcleo esencial del
derecho a la propiedad reconoce una '…previa indemnización justa…'. La Ley de
Expropiaciones en su art. 1, indica que: 'Siendo inviolable el derecho de
propiedad, no se puede obligar a ningún particular, corporación o establecimiento
de cualquier especie, a que ceda o enajene lo que sea de su propiedad para obras
de interés público, sin que precedan los requisitos siguientes: 1º declaración
solemne de que la obra proyectada es de utilidad pública, y permiso competente
para ejecutarla; 2º declaración de que es indispensable que se ceda o enajene el
todo o una parte de la propiedad para ejecutar la obra de utilidad pública; 3º
justiprecio de lo que haya de cederse o enajenarse; 4º pago del precio de la
indemnización'; asimismo, la referida Ley desarrolla el procedimiento para que
esta se haga efectiva; es decir, que la Ley de Expropiaciones dispone los pasos o
etapas que deben seguir tanto el propietario del bien a ser expropiado como la
autoridad que dispone la afectación del bien, iniciando todo el procedimiento
administrativo con la declaración de necesidad o utilidad pública y culmina con el
establecimiento y pago del justiprecio al propietario, la consumación de estas dos
garantías es fundamental para que se consuma la expropiación. Al respecto, la SC
1671/2003-R de 21 de noviembre, jurisprudencia que es compatible con lo
establecido en la Constitución en esta materia, señala lo siguiente: '…si bien es
cierto que, en el marco de la nueva concepción sobre los alcances de los derechos
fundamentales, el Constituyente ha determinado una limitación al ejercicio del
derecho a la propiedad privada, que se opera a través de la expropiación, no es
menos cierto que, para la aplicación de esa limitación, ha establecido garantías a
favor del titular del derecho limitado, las que se pueden resumir en lo siguiente: a)
la expropiación sólo se realizará previa declaración solemne de la necesidad y
utilidad pública, determinada por autoridad competente; b) el procedimiento se
someterá a las disposiciones legales previamente establecidas; y c) la cesión del
derecho propietario, así como la ocupación pública del bien expropiado, sólo se
materializará previo pago de la justa indemnización'. La misma Sentencia
Constitucional, refiriendo al incumplimiento del pago indemnizatorio y la vía para
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hacerlo efectivo indica que: '…conforme a las normas previstas por la Ley de
Expropiaciones de 30 de diciembre de 1884, en el procedimiento administrativo de
expropiación no existe la vía judicial del proceso ejecutivo para el cobro de la
indemnización. En efecto, conforme a la norma prevista por los arts. 38 y
siguientes de la citada Ley sólo corresponde la vía judicial cuando exista discusión
respecto a la determinación sobre la necesidad de que se expropie todo o parte de
la propiedad y sobre la determinación del monto a ser indemnizado, no
correspondiendo la vía judicial para exigir el pago de la expropiación; ello en
razón a que corresponde a la entidad pública que efectúa la expropiación el
realizar el pago de la indemnización con carácter previo a que se efectivice la
transferencia del derecho propietario sobre el inmueble a expropiarse, así como a
la ocupación física del inmueble, por lo mismo no es al titular del bien expropiado
a quien corresponde cobrar, por vías judiciales la indemnización, sino a la entidad
que realiza la expropiación efectuar el pago previo de la indemnización…'".
EXTENSIÓN DE LA NULIDAD
Auto Supremo: 92/2017
Sucre: 02 de febrero 2017
Proceso: Mejor derecho propietario, nulidad de registro en Derechos Reales.
Se debe señalar que la Sentencia Constitucional Plurinacional Nº 0001/2013-L de 4
de enero de 2013 citando la SC 1644/2004-R de 11 de octubre, en relación a la
nulidad de obrados estableció: “…en la ineficacia de los actos procesales que se
han realizado con violación de los requisitos, formas o procedimientos que la Ley
procesal ha previsto para la validez de los mismos; a través de la nulidad se
controla la regularidad de la actuación procesal y se asegura a las partes el
derecho constitucional al debido proceso…”, en este entendido el autor Chileno
Juan Colombo Campbell señala que "la nulidad es la sanción de ineficacia que
afecta a los actos procesales realizados con falta de alguno de los requisitos
previstos por la ley para su validez", en este entendido en nuestra legislación la
nulidad de obrados está regulada por los arts. 16 y 17 de la Ley Nº 025 y los arts.
105 a 109 del Código Procesal Civil, Ley Nº 439 manteniendo el efecto de la
nulidad extensiva o derivada salvando la aplicación del principio de conservación
en la determinación de la nulidad extensiva, como bien se expresa en la primera
parte del parágrafo I del art. 109 de la Ley Nº 439 que dice: “La nulidad declarada
de un acto procesal no importara la de los anteriores ni de los posteriores que
sean independientes de aquel…”, es decir, que no necesariamente todos los actos
anteriores o posteriores deben verse afectados por la nulidad de un acto procesal
viciado siempre que estos sean independientes de aquel.
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Ahora bien, el efecto de la nulidad extensiva, que se aplica en el ordenamiento
Civil boliviano se produce cuando la nulidad de obrados dispuesta por el Juez o
Tribunal, en previsión de los art. 16 y 17 de la Ley Nº 025, por verse viciado un
acto jurídico procesal, no afecta sólo a éste, sino que su efectos se hace extensivo a
todos aquellos actos procesales que se hubieren realizado con posterioridad en
atención a la vinculación existente entre dichos actos posteriores en el proceso. En
este entendido los actos realizados en el proceso que sean independientes al
acto procesal viciado que genere una nulidad de obrados, como el caso de una
pretensión sobre la que no se tenga competencia pero que resulte
independiente de las otras, cuya nulidad por ningún motivo podría afectar a
las otras.
En este entendido, este Supremo Tribunal de Justicia ha orientado a través del Auto
Supremo Nº 370/2016 de 19 de abril lo siguiente: “…la SC 2026/2010-R de 9 de
noviembre, precisó: “Con referencia a la nulidad procesal, este Tribunal a través
de la SC 1644/2004-R de 11 de octubre, estableció que: 'Según la doctrina, la
nulidad consiste en la ineficacia de los actos procesales que se han realizado con
violación de los requisitos, formas o procedimientos que la Ley procesal ha
previsto para la validez de los mismos; a través de la nulidad se controla la
regularidad de la actuación procesal y se asegura a las partes el derecho
constitucional al debido proceso'. Bajo ese razonamiento, la declaratoria de
nulidad de un acto procesal, incumbe la ineficacia del mismo y el desarrollo del
proceso dentro del marco del debido proceso que conlleva el respeto de derechos
fundamentales y garantías constitucionales.” De la jurisprudencia extractada se
puede establecer que el efecto primordial de toda nulidad procesal es la ineficacia
procesal de lo determinado, y todo lo que incumba aquel, esto por efecto de la
interpretación extensiva de esta disposición.
Empero, cabe aclarar que si la declaratoria de nulidad procesal importa una
ineficacia de lo determinado, conforme a una interpretación extensiva o en su
sentido amplio, los efectos o alcances de la nulidad procesal también deben ser
analizados, y conforme a lo expresado en el punto III.2, de acuerdo al principio de
conservación y protección de los actuados que tienen como finalidad el resguardo
del acto jurídico procesal valido, y a raíz de estos principios, es que a los efectos y
alcances de la nulidad procesal, se origina el principio de causalidad, cuyo
fundamento o esencia reside en que la nulidad procesal declarada ha de afectar
únicamente a todos los actuados inherentes a él, resultando excluyentes aquellos
actuados que no tengan relación con el defecto que ha originado la declaratoria
de nulidad procesal, esto bajo la premisa desde el punto de vista constitucional en
resguardo a los principios de una Justicia pronta y oportuna, debido a que la
P á g i n a 562 | 846
esencia de este principio bajo la directriz del principio de protección, tiene como
finalidad proteger los actuados no afectados, con la finalidad de que el proceso al
ser teleológico llegue al fin determinado y resuelva el conflicto jurídico, criterio
que actualmente encuentra su respaldo en lo establecido en el art. 109. Del código
procesal Civil que refiere: “I. La nulidad declarada de un acto procesal no
importará la de los anteriores ni de los posteriores que sean independientes de
aquel. Los actos procesales que resultaren afectados con la declaración de
nulidad, de oficio serán declarados nulos.
II. La nulidad de un acto especifico no afecta a otros que sean independientes, ni
impide que se produzcan los efectos para los cuales el acto es idóneo, salvo que la
Ley disponga lo contrario”.
De lo que se puede concluir que al momento de analizar los efectos de la nulidad
procesal, el juzgador deberá analizar conforme al principio de causalidad, que esa
nulidad dispuesta solo afecte a los actos posteriores o anteriores que no sean
independientes de él es decir, que no se afecta otros actos que sean independientes
de ella los cuales si producen plenos efectos jurídicos, para ello la autoridad
judicial que determine la nulidad procesal deberá tomar mayor cuidado en
establecer si la nulidad procesal a disponerse es parcial, y deberá establecer de
forma inequívoca si esta determinación ha de afectar a otros actuados futuros o
anteriores, esto a los efectos del proceso, y en caso de no poder ser precisado los
efectos de la nulidad dispuesta bajo un criterio de jurícidad la autoridad que
conozca la causa deberá realizar un análisis para establecer si la Resolución de
ineficacia afecta o no a determinados actuados, lo cual también deberá ser
debidamente fundamentado y motivado con la finalidad de que las partes puedan
realizar la observación correspondiente a esa determinación.”.
EXTENSIÓN DE LA NULIDAD
Auto Supremo: 118/2017
Sucre: 03 de febrero 2017
Proceso: Acción Reivindicatoria, Acción Negatoria, Desocupación y Entrega de
Inmueble, más pago de Daños y Perjuicios.
Se debe señalar que la Sentencia Constitucional Plurinacional Nº 0001/2013-L de 4
de enero de 2013 citando la SC 1644/2004-R de 11 de octubre, en relación a la
nulidad de obrados estableció: “…en la ineficacia de los actos procesales que se
han realizado con violación de los requisitos, formas o procedimientos que la Ley
procesal ha previsto para la validez de los mismos; a través de la nulidad se
controla la regularidad de la actuación procesal y se asegura a las partes el
derecho constitucional al debido proceso…”, en este entendido el autor Chileno
Juan Colombo Campbell señala que "la nulidad es la sanción de ineficacia que
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afecta a los actos procesales realizados con falta de alguno de los requisitos
previstos por la ley para su validez", en este entendido en nuestra legislación la
nulidad de obrados está regulada por los arts. 16 y 17 de la Ley Nº 025 y los arts.
105 a 109 del Código Procesal Civil, Ley Nº 439 manteniendo el efecto de la
nulidad extensiva o derivada salvando la aplicación del principio de conservación
en la determinación de la nulidad extensiva, como bien se expresa en la primera
parte del parágrafo I del art. 109 de la Ley Nº 439 que dice: “La nulidad declarada
de un acto procesal no importara la de los anteriores ni de los posteriores que
sean independientes de aquel…”, es decir, que no necesariamente todos los actos
anteriores o posteriores deben verse afectados por la nulidad de un acto procesal
viciado siempre que estos sean independientes de aquel.
Ahora bien, el efecto de la nulidad extensiva, que se aplica en el ordenamiento civil
boliviano se produce cuando la nulidad de obrados dispuesta por el Juez o
Tribunal, en previsión de los art. 16 y 17 de la Ley Nº 025, por verse viciado un
acto jurídico procesal, no afecta sólo a éste, sino que su efectos se hace extensivo a
todos aquellos actos procesales que se hubieren realizado con posterioridad en
atención a la vinculación existente entre dichos actos posteriores en el proceso.
En este entendido los actos realizados en el proceso que sean independientes al
acto procesal viciado que genere una nulidad de obrados, como el caso de una
pretensión sobre la que no se tenga competencia pero que resulte independiente de
las otras, cuya nulidad por ningún motivo podría afectar a las otras.
En este entendido, este Supremo Tribunal de Justicia ha orientado a través del Auto
Supremo Nº 370/2016 de 19 de abril lo siguiente: “…la SC 2026/2010-R de 9 de
noviembre, precisó: “Con referencia a la nulidad procesal, este Tribunal a través
de la SC 1644/2004-R de 11 de octubre, estableció que: 'Según la doctrina, la
nulidad consiste en la ineficacia de los actos procesales que se han realizado con
violación de los requisitos, formas o procedimientos que la Ley procesal ha
previsto para la validez de los mismos; a través de la nulidad se controla la
regularidad de la actuación procesal y se asegura a las partes el derecho
constitucional al debido proceso'. Bajo ese razonamiento, la declaratoria de
nulidad de un acto procesal, incumbe la ineficacia del mismo y el desarrollo del
proceso dentro del marco del debido proceso que conlleva el respeto de derechos
fundamentales y garantías constitucionales.” De la jurisprudencia extractada se
puede establecer que el efecto primordial de toda nulidad procesal es la ineficacia
procesal de lo determinado, y todo lo que incumba aquel, esto por efecto de la
interpretación extensiva de esta disposición.
Empero, cabe aclarar que si la declaratoria de nulidad procesal importa una
ineficacia de lo determinado, conforme a una interpretación extensiva o en su
sentido amplio, los efectos o alcances de la nulidad procesal también deben ser
analizados, y conforme a lo expresado en el punto III.2, de acuerdo al principio de
conservación y protección de los actuados que tienen como finalidad el resguardo
del acto jurídico procesal valido, y a raíz de estos principios, es que a los efectos y
alcances de la nulidad procesal, se origina el principio de causalidad, cuyo
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fundamento o esencia reside en que la nulidad procesal declarada ha de afectar
únicamente a todos los actuados inherentes a él, resultando excluyentes aquellos
actuados que no tengan relación con el defecto que ha originado la declaratoria
de nulidad procesal, esto bajo la premisa desde el punto de vista constitucional en
resguardo a los principios de una Justicia pronta y oportuna, debido a que la
esencia de este principio bajo la directriz del principio de protección, tiene como
finalidad proteger los actuados no afectados, con la finalidad de que el proceso al
ser teleológico llegue al fin determinado y resuelva el conflicto jurídico, criterio
que actualmente encuentra su respaldo en lo establecido en el art. 109. Del código
procesal Civil que refiere: “I. La nulidad declarada de un acto procesal no
importará la de los anteriores ni de los posteriores que sean independientes de
aquel. Los actos procesales que resultaren afectados con la declaración de
nulidad, de oficio serán declarados nulos.
II. La nulidad de un acto especifico no afecta a otros que sean independientes, ni
impide que se produzcan los efectos para los cuales el acto es idóneo, salvo que la
Ley disponga lo contrario”.
De lo que se puede concluir que al momento de analizar los efectos de la nulidad
procesal, el juzgador deberá analizar conforme al principio de causalidad, que esa
nulidad dispuesta solo afecte a los actos posteriores o anteriores que no sean
independientes de él es decir, que no se afecta otros actos que sean independientes
de ella los cuales si producen plenos efectos jurídicos, para ello la autoridad
judicial que determine la nulidad procesal deberá tomar mayor cuidado en
establecer si la nulidad procesal a disponerse es parcial, y deberá establecer de
forma inequívoca si esta determinación ha de afectar a otros actuados futuros o
anteriores, esto a los efectos del proceso, y en caso de no poder ser precisado los
efectos de la nulidad dispuesta bajo un criterio de jurícidad la autoridad que
conozca la causa deberá realizar un análisis para establecer si la Resolución de
ineficacia afecta o no a determinados actuados, lo cual también deberá ser
debidamente fundamentado y motivado con la finalidad de que las partes puedan
realizar la observación correspondiente a esa determinación”.
EXTENSIÓN DE LA NULIDAD
Auto Supremo: 1066/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Mejor Derecho Propietario y otros.
Se debe señalar que la Sentencia Constitucional Plurinacional Nº 0001/2013-L de 4
de enero de 2013 citando la SC 1644/2004-R de 11 de octubre, en relación a la
nulidad de obrados estableció: “…en la ineficacia de los actos procesales que se
han realizado con violación de los requisitos, formas o procedimientos que la Ley
procesal ha previsto para la validez de los mismos; a través de la nulidad se
controla la regularidad de la actuación procesal y se asegura a las partes el
P á g i n a 565 | 846
derecho constitucional al debido proceso…”, en este entendido el autor Chileno
Juan Colombo Campbell señala que "la nulidad es la sanción de ineficacia que
afecta a los actos procesales realizados con falta de alguno de los requisitos
previstos por la ley para su validez", en este entendido en nuestra legislación la
nulidad de obrados está regulada por los arts. 16 y 17 de la Ley Nº 025 y los arts.
105 a 109 del Código Procesal Civil, Ley Nº 439 manteniendo el efecto de la
nulidad extensiva o derivada salvando la aplicación del principio de conservación
en la determinación de la nulidad extensiva, como bien se expresa en la primera
parte del parágrafo I del art. 109 de la Ley Nº 439 que dice: “La nulidad declarada
de un acto procesal no importara la de los anteriores ni de los posteriores que
sean independientes de aquel…”, es decir, que no necesariamente todos los actos
anteriores o posteriores deben verse afectados por la nulidad de un acto procesal
viciado siempre que estos sean independientes de aquel.
Ahora bien, el efecto de la nulidad extensiva, que se aplica en el ordenamiento
Civil boliviano se produce cuando la nulidad de obrados dispuesta por el Juez o
Tribunal, en previsión de los art. 16 y 17 de la Ley Nº 025, por verse viciado un
acto jurídico procesal, no afecta sólo a éste, sino que su efectos se hace extensivo a
todos aquellos actos procesales que se hubieren realizado con posterioridad en
atención a la vinculación existente entre dichos actos posteriores en el proceso. En
este entendido los actos realizados en el proceso que sean independientes al acto
procesal viciado que genere una nulidad de obrados, como el caso de una
pretensión sobre la que no se tenga competencia pero que resulte independiente de
las otras, cuya nulidad por ningún motivo podría afectar a las otras.
En este entendido, este Supremo Tribunal de Justicia ha orientado a través del Auto
Supremo Nº 370/2016 de 19 de abril lo siguiente: “…la SC 2026/2010-R de 9 de
noviembre, precisó: “Con referencia a la nulidad procesal, este Tribunal a través
de la SC 1644/2004-R de 11 de octubre, estableció que: 'Según la doctrina, la
nulidad consiste en la ineficacia de los actos procesales que se han realizado con
violación de los requisitos, formas o procedimientos que la Ley procesal ha
previsto para la validez de los mismos; a través de la nulidad se controla la
regularidad de la actuación procesal y se asegura a las partes el derecho
constitucional al debido proceso'. Bajo ese razonamiento, la declaratoria de
nulidad de un acto procesal, incumbe la ineficacia del mismo y el desarrollo del
proceso dentro del marco del debido proceso que conlleva el respeto de derechos
fundamentales y garantías constitucionales.” De la jurisprudencia extractada se
puede establecer que el efecto primordial de toda nulidad procesal es la ineficacia
procesal de lo determinado, y todo lo que incumba aquel, esto por efecto de la
interpretación extensiva de esta disposición.
P á g i n a 566 | 846
Empero, cabe aclarar que si la declaratoria de nulidad procesal importa una
ineficacia de lo determinado, conforme a una interpretación extensiva o en su
sentido amplio, los efectos o alcances de la nulidad procesal también deben ser
analizados, y conforme a lo expresado en el punto III.2, de acuerdo al principio de
conservación y protección de los actuados que tienen como finalidad el resguardo
del acto jurídico procesal valido, y a raíz de estos principios, es que a los efectos y
alcances de la nulidad procesal, se origina el principio de causalidad, cuyo
fundamento o esencia reside en que la nulidad procesal declarada ha de afectar
únicamente a todos los actuados inherentes a él, resultando excluyentes aquellos
actuados que no tengan relación con el defecto que ha originado la declaratoria
de nulidad procesal, esto bajo la premisa desde el punto de vista constitucional en
resguardo a los principios de una Justicia pronta y oportuna, debido a que la
esencia de este principio bajo la directriz del principio de protección, tiene como
finalidad proteger los actuados no afectados, con la finalidad de que el proceso al
ser teleológico llegue al fin determinado y resuelva el conflicto jurídico, criterio
que actualmente encuentra su respaldo en lo establecido en el art. 109. Del código
procesal Civil que refiere: “I. La nulidad declarada de un acto procesal no
importará la de los anteriores ni de los posteriores que sean independientes de
aquel. Los actos procesales que resultaren afectados con la declaración de
nulidad, de oficio serán declarados nulos.
II. La nulidad de un acto especifico no afecta a otros que sean independientes, ni
impide que se produzcan los efectos para los cuales el acto es idóneo, salvo que la
Ley disponga lo contrario”.
De lo que se puede concluir que al momento de analizar los efectos de la nulidad
procesal, el juzgador deberá analizar conforme al principio de causalidad, que esa
nulidad dispuesta solo afecte a los actos posteriores o anteriores que no sean
independientes de él es decir, que no se afecta otros actos que sean independientes
de ella los cuales si producen plenos efectos jurídicos, para ello la autoridad
judicial que determine la nulidad procesal deberá tomar mayor cuidado en
establecer si la nulidad procesal a disponerse es parcial, y deberá establecer de
forma inequívoca si esta determinación ha de afectar a otros actuados futuros o
anteriores, esto a los efectos del proceso, y en caso de no poder ser precisado los
efectos de la nulidad dispuesta bajo un criterio de jurícidad la autoridad que
conozca la causa deberá realizar un análisis para establecer si la Resolución de
ineficacia afecta o no a determinados actuados, lo cual también deberá ser
debidamente fundamentado y motivado con la finalidad de que las partes puedan
realizar la observación correspondiente a esa determinación.”.
P á g i n a 567 | 846
EXTENSIÓN DE LA NULIDAD PROCESAL
Auto Supremo: 413/2016
Sucre: 28 de abril 2016
Proceso: Usucapión Decenal.
La extensión de la nulidad se encuentra descrita en el art. 109 del Código Procesal
Civil, que señala:“(EXTENSIÓN DE LA NULIDAD). I. La nulidad declarada de un
acto procesal no importará la de los anteriores ni de los posteriores que sean
independientes de aquel. Los actos procesales que resultaren afectados con la
declaración de nulidad, de oficio serán declarados nulos. II La nulidad de un acto
especifico no afecta a otros que sean independientes, ni impide que se produzcan
los efectos para los cuales el acto es idóneo, salvo que la Ley disponga lo
contrario. III. La autoridad judicial a tiempo de fundamentar su decisión deberá
especificar si la nulidad declarada de un acto procesal afecta a otros actos
anteriores o posteriores al acto nulo…”
En materia de nulidades procesales, se entiende que la nulidad implica el retroceso
de los actos procesales, generando dilación en los procesos, que en algunos casos
resultó ser innecesario, por lo que con la finalidad de evitar retrocesos en la
secuencia procesal es que se han introducido nuevos lineamientos respecto a la
nulidad procesal –conforme a la normativa vigente- que se encuentran orientados a
efectivizar el derecho a la defensa del litigante, calificando la nulidad procesal
como una medida de extrema ratio, siendo la aplicación nulidad procesal la
excepción en relación a la regla (solución del fondo de la controversia).
Por el principio de conservación del acto se entiende, conforme al criterio de
Roberto Berizonce, la conveniencia de preservar la eficacia y validez de los actos
frente a la posibilidad de anulación. De dicho principio deriva el principio de
causalidad, el mismo que de acuerdo al criterio de Jorge Luis Hurtado Andaluz, en
la publicación del trabajo “principios de la nulidad procesal” publicado en el portal
jurídico virtual “columna jurídica”, señala que: “3.5. Principio de causalidad o de
independencia.- Este principio dispone que la declaración de nulidad de un acto
procesal solo alcanza a los actos posteriores que sean dependientes de él, es decir
que carezcan de vinculación o nexo y, por ende autónomos del acto viciado.
Asimismo, si se invalida parte de un acto procesal, esta invalidez no afecta a las
otras que sean independientes de ella, produciéndose, en consecuencia plenos
efectos jurídicos”, esto quiere decir que tomando en cuenta la naturaleza de los
actos jurídicos procesales y el contenido de un acto jurídico procesal en particular,
puede darse la nulidad parcial de un acto jurídico procesal.
P á g i n a 568 | 846
F
FACULTAD DE PRODUCIR PRUEBA DE OFICIO
Auto Supremo: 402/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Mejor derecho propietario.
En el Auto Supremo No 327/2016 de fecha 12 de abril de 2016 se orientó: “El art.
233.II del Código de Procedimiento Civil dispone: “El juez o tribunal podrá
asimismo, antes del decreto de autos disponerse la pruebas que estimare
convenientes.”, en esta misma lógica el art. 4 núm. 4) del mismo cuerpo legal, que
regula entre las facultades del Juez o Tribunal las de: “exigir las pruebas que
consideren necesarias, como exhibiciones, peritajes y juramentos, llamar a los
testigos ofrecidos por las partes, efectuar careos y emplear cuantos medios fueren
conducentes al mayor esclarecimiento del proceso.”, preceptos normativos
aplicables al caso, por cuanto establecen la facultad de los jueces y Tribunales de
producir prueba de oficio esto en procura de llegar a la verdad material de los
hechos y lograr la emisión de resoluciones eficaces, que se materializan
precisamente por el cumplimiento de los principios reconocido por la Constitución
Política del Estado.
Es en este entendido que este Supremo Tribunal de Justicia a orientado a través de
diversos fallos (Autos Supremos Nros. 690/2014, 889/2015 y 131/2016) que en
este nuevo Estado Social, Constitucional de Derecho el rol que antes se le atribuía
al Juez o Tribunal ha cambiado, pues, el proceso es un instrumento para que el
Estado a través del Juez cumpla con su más alto fin, que es lograr la armonía social
y la justicia material, ya que ahora los jueces y Tribunales deben estar
comprometidos con la averiguación de la verdad material y la consolidación de la
justicia material, interviniendo activa y equitativamente en el proceso, para lograr
que la decisión de fondo esté fundada en la verdad real de los hechos (verdad
material), pues hoy la producción de pruebas no es de iniciativa exclusiva de las
partes, ya que según lo regulado en los arts. 4 num. 4) y 233.II del Código de
Procedimiento Civil aplicable al caso el Juez o Tribunal tiene la posibilidad incluso
más amplia (por el principio de verdad material art. 180 de la C.P.E.), de generar
prueba de oficio que le revele la verdad material de los hechos, puesto que su
actividad no está guiada por un interés privado de parte, como el de los
contendientes quienes tiene su propia verdad, al contrario su interés al ser
P á g i n a 569 | 846
representante del Estado Social es público y busca el bienestar social, evitando así
que el resultado del proceso sea producto de la sola técnica procesal o la verdad
formal que las partes introducen al proceso, por lo que en conclusión, el Juez tiene
la amplia facultad de decretar la producción de pruebas de oficio que considere
necesarias y que resulta fiel expresión del principio de verdad material en procura
de la justicia material, sobre los cuales se cimienta su nuevo rol de garante de
derechos fundamentales.
Razonamiento que tiene sustento en diversos fallos constitucionales que
fundamentaron sobre el nuevo Estado Constitucional de Derecho que hoy rige la en
la justicia boliviana entre ellas podemos citar a la S.C.P., Nº 0112/2012 de 27 de
abril (hito) que señaló: “…la constitución de 2009, inicia un constitucionalismo sin
precedentes en su historia, que es preciso comprender para construir, hilar una
nueva teoría jurídica del derecho boliviano, en una secuencia lógica que va desde
la comprensión de este nuevo derecho hasta los criterios para su aplicación
judicial. Esto debido al nuevo modelo de Estado ínsito en el texto constitucional…
con un rol preponderante de los jueces a través de su labor decisoria cotidiana.”.
Lo que significa que en este nuevo Estado Social Constitucional de derecho, la
primacía de la Constitución desplaza a la primacía de la ley, exigiendo de los
jueces un razonamiento que desborda la subsunción a la ley, en aplicación primaria
de los principios y valores constitucionales.
Así también, acudiendo al derecho comparado la Sentencia T-264/09 de la Corte
Constitucional de Colombia, desarrolla la verdad material realizando un análisis,
minucioso respecto a este principio y la función de Juez en la averiguación de la
verdad, señalando: “…es posible distinguir dos tendencias: una que preconiza que
el proceso civil mantenga un carácter plenamente dispositivo, y otra que propugna
por dar pleno alcance a las facultades oficiosas del juez, incluidas aquellas de
carácter inquisitivo para la determinación de los hechos. La primera tendencia
concibe al proceso exclusivamente como un mecanismo para la resolución pronta
y definitiva de los conflictos sociales mediante la composición de los intereses en
pugna, en tanto que la segunda lo concibe como una instancia destinada a lograr
la vigencia y efectividad del derecho material.
La verdad, desde el primer punto de vista no resulta relevante e, incluso, puede
convertirse en un obstáculo para la composición de conflictos dentro de términos
temporales estrictos, pues supone (i) el alejamiento de posiciones intermedias que
permitan soluciones sencillas y prácticas, o que lleven a un acuerdo para la
terminación del proceso basado más en la conveniencia que en la verdad, y (ii)
implica un desgaste de recursos, lo que disminuye la eficacia y eficiencia del
proceso.
Desde el segundo punto de vista, en cambio, se considera que una decisión solo es
justa si se basa en un soporte fáctico que pueda considerarse verdadero. En este
sentido, la verdad es un fin del proceso, y la solución de conflictos solo se
considera adecuada si se lleva a cabo mediante decisiones justas, basadas en un
fundamento fáctico confiable y veraz.”.
P á g i n a 570 | 846
En este entendido ninguna decisión judicial puede considerarse razonablemente
correcta o justa, si se funda sobre una comprobación errónea o parcial de los
hechos que hacen al fondo del proceso, la decisión es correcta si se pone fin al
conflicto estando fundada sobre criterios legales y racionales, ya que en todo
proceso la solución de conflictos es compatible con la búsqueda de la verdad, ya
que una resolución que no se fundamente en la veracidad de los hechos viene a
generar una desconfianza generalizada hacia órgano judicial y un riesgo para
mantener la armonía social, por lo que el compromiso del Juez es con la verdad y
no con las partes del proceso, pues tiene como instrumento para llegar a esta
verdad material, la facultad de decretar pruebas de oficio, por ello la producción de
pruebas de oficio en equidad no afecta la imparcialidad del Juez, ya que estas
pruebas de oficio que determinen la verdad real de los hechos pueden favorecer a
cualquiera de las partes sin que esto signifique limitar el derecho de defensa y
contradicción que tiene la otra parte, pues el Juez solo debe buscar la verdad real de
los hechos manteniendo firme su imparcialidad en la aplicación del principio de
verdad material al caso concreto.
P á g i n a 574 | 846
precisamente por el cumplimiento de los principios reconocido por la Constitución
Política del Estado.
Es en este entendido que este Supremo Tribunal de Justicia a orientado a través de
diversos fallos (Autos Supremos Nros. 690/2014, 889/2015 y 131/2016) que en
este nuevo Estado Social, Constitucional de Derecho el rol que antes se le atribuía
al Juez o Tribunal ha cambiado, pues, el proceso es un instrumento para que el
Estado a través del Juez cumpla con su más alto fin, que es lograr la armonía social
y la justicia material, ya que ahora los jueces y Tribunales deben estar
comprometidos con la averiguación de la verdad material y la consolidación de la
justicia material, interviniendo activa y equitativamente en el proceso, para lograr
que la decisión de fondo esté fundada en la verdad real de los hechos (verdad
material), pues hoy la producción de pruebas no es de iniciativa exclusiva de las
partes, ya que según lo regulado en los arts. 4 num. 4) y 233 parágrafo II del
Código de Procedimiento Civil aplicable al caso el Juez o Tribunal tiene la
posibilidad incluso más amplia (por el principio de verdad material art. 180 de la
C.P.E.), de generar prueba de oficio que le revele la verdad material de los hechos,
puesto que su actividad no está guiada por un interés privado de parte, como el de
los contendientes quienes tiene su propia verdad, al contrario su interés al ser
representante del Estado Social es público y busca el bienestar social, evitando así
que el resultado del proceso sea producto de la sola técnica procesal o la verdad
formal que las partes introducen al proceso, por lo que en conclusión, el Juez tiene
la amplia facultad de decretar la producción de pruebas de oficio que considere
necesarias y que resulta fiel expresión del principio de verdad material en procura
de la justicia material, sobre los cuales se cimienta su nuevo rol de garante de
derechos fundamentales.
Razonamiento que tiene sustento en diversos fallos constitucionales que
fundamentaron sobre el nuevo Estado Constitucional de Derecho que hoy rige la en
la justicia boliviana entre ellas podemos citar a la S.C.P. Nº 0112/2012 de 27 de
abril (hito) que señaló: “…la constitución de 2009, inicia un constitucionalismo sin
precedentes en su historia, que es preciso comprender para construir, hilar una
nueva teoría jurídica del derecho boliviano, en una secuencia lógica que va desde
la comprensión de este nuevo derecho hasta los criterios para su aplicación
judicial. Esto debido al nuevo modelo de Estado ínsito en el texto constitucional…
con un rol preponderante de los jueces a través de su labor decisoria cotidiana.”.
Lo que significa que en este nuevo Estado Social Constitucional de derecho, la
primacía de la Constitución desplaza a la primacía de la ley, exigiendo de los
jueces un razonamiento que desborda la subsunción a la ley, en aplicación primaria
de los principios y valores constitucionales.
P á g i n a 575 | 846
Así también, acudiendo al derecho comparado la Sentencia T-264/09 de la Corte
Constitucional de Colombia, desarrolla la verdad material realizando un análisis,
minucioso respecto a este principio y la función de Juez en la averiguación de la
verdad, señalando: “…es posible distinguir dos tendencias: una que preconiza que
el proceso civil mantenga un carácter plenamente dispositivo, y otra que propugna
por dar pleno alcance a las facultades oficiosas del juez, incluidas aquellas de
carácter inquisitivo para la determinación de los hechos. La primera tendencia
concibe al proceso exclusivamente como un mecanismo para la resolución pronta
y definitiva de los conflictos sociales mediante la composición de los intereses en
pugna, en tanto que la segunda lo concibe como una instancia destinada a lograr
la vigencia y efectividad del derecho material.
La verdad, desde el primer punto de vista no resulta relevante e, incluso, puede
convertirse en un obstáculo para la composición de conflictos dentro de términos
temporales estrictos, pues supone (i) el alejamiento de posiciones intermedias que
permitan soluciones sencillas y prácticas, o que lleven a un acuerdo para la
terminación del proceso basado más en la conveniencia que en la verdad, y (ii)
implica un desgaste de recursos, lo que disminuye la eficacia y eficiencia del
proceso.
Desde el segundo punto de vista, en cambio, se considera que una decisión solo es
justa si se basa en un soporte fáctico que pueda considerarse verdadero. En este
sentido, la verdad es un fin del proceso, y la solución de conflictos solo se
considera adecuada si se lleva a cabo mediante decisiones justas, basadas en un
fundamento fáctico confiable y veraz.”.
En este entendido ninguna decisión judicial puede considerarse razonablemente
correcta o justa, si se funda sobre una comprobación errónea o parcial de los
hechos que hacen al fondo del proceso sobre la duda del juzgador respecto a
pruebas que puedan generar confusión en el criterio del mismo, aspectos que
harían de la Resolución una decisión ineficaz que atentaría contra los principios
constitucionales de armonía social y eficacia; la decisión es correcta si se pone fin
al conflicto estando fundada sobre criterios legales y racionales, ya que en todo
proceso la solución de conflictos es compatible con la búsqueda de la verdad, ya
que una Resolución que no se fundamente en la veracidad de los hechos viene a
generar una desconfianza generalizada hacia órgano judicial y un riesgo para
mantener la armonía social, por lo que el compromiso del Juez es con la verdad y
no con las partes del proceso, pues tiene como instrumento para llegar a esta
verdad material, la facultad de decretar pruebas de oficio, por ello la producción de
pruebas de oficio en equidad no afecta la imparcialidad del Juez, ya que estas
pruebas de oficio que determinen la verdad real de los hechos pueden favorecer a
P á g i n a 576 | 846
cualquiera de las partes sin que esto signifique limitar el derecho de defensa y
contradicción que tiene la otra parte, pues el Juez solo debe buscar la verdad real de
los hechos manteniendo firme su imparcialidad en la aplicación del principio de
verdad material al caso concreto.
P á g i n a 577 | 846
representante del Estado Social es público y busca el bienestar social, evitando así
que el resultado del proceso sea producto de la sola técnica procesal o la verdad
formal que las partes introducen al proceso, por lo que en conclusión, el Juez tiene
la amplia facultad de decretar la producción de pruebas de oficio que considere
necesarias y que resulta fiel expresión del principio de verdad material en procura
de la justicia material, sobre los cuales se cimienta su nuevo rol de garante de
derechos fundamentales.
Razonamiento que tiene sustento en diversos fallos constitucionales que
fundamentaron sobre el nuevo Estado Constitucional de Derecho que hoy rige la en
la justicia boliviana entre ellas podemos citar a la S.C.P., Nº 0112/2012 de 27 de
abril (hito) que señaló: “…la constitución de 2009, inicia un constitucionalismo sin
precedentes en su historia, que es preciso comprender para construir, hilar una
nueva teoría jurídica del derecho boliviano, en una secuencia lógica que va desde
la comprensión de este nuevo derecho hasta los criterios para su aplicación
judicial. Esto debido al nuevo modelo de Estado ínsito en el texto constitucional…
con un rol preponderante de los jueces a través de su labor decisoria cotidiana.”.
Lo que significa que en este nuevo Estado Social Constitucional de derecho, la
primacía de la Constitución desplaza a la primacía de la ley, exigiendo de los
jueces un razonamiento que desborda la subsunción a la ley, en aplicación primaria
de los principios y valores constitucionales.
Así también, acudiendo al derecho comparado la Sentencia T-264/09 de la Corte
Constitucional de Colombia, desarrolla la verdad material realizando un análisis,
minucioso respecto a este principio y la función de Juez en la averiguación de la
verdad, señalando: “…es posible distinguir dos tendencias: una que preconiza que
el proceso civil mantenga un carácter plenamente dispositivo, y otra que propugna
por dar pleno alcance a las facultades oficiosas del juez, incluidas aquellas de
carácter inquisitivo para la determinación de los hechos. La primera tendencia
concibe al proceso exclusivamente como un mecanismo para la resolución pronta
y definitiva de los conflictos sociales mediante la composición de los intereses en
pugna, en tanto que la segunda lo concibe como una instancia destinada a lograr
la vigencia y efectividad del derecho material.
La verdad, desde el primer punto de vista no resulta relevante e, incluso, puede
convertirse en un obstáculo para la composición de conflictos dentro de términos
temporales estrictos, pues supone (i) el alejamiento de posiciones intermedias que
permitan soluciones sencillas y prácticas, o que lleven a un acuerdo para la
terminación del proceso basado más en la conveniencia que en la verdad, y (ii)
implica un desgaste de recursos, lo que disminuye la eficacia y eficiencia del
proceso.
P á g i n a 578 | 846
Desde el segundo punto de vista, en cambio, se considera que una decisión solo es
justa si se basa en un soporte fáctico que pueda considerarse verdadero. En este
sentido, la verdad es un fin del proceso, y la solución de conflictos solo se
considera adecuada si se lleva a cabo mediante decisiones justas, basadas en un
fundamento fáctico confiable y veraz.”.
En este entendido ninguna decisión judicial puede considerarse razonablemente
correcta o justa, si se funda sobre una comprobación errónea o parcial de los
hechos que hacen al fondo del proceso, la decisión es correcta si se pone fin al
conflicto estando fundada sobre criterios legales y racionales, ya que en todo
proceso la solución de conflictos es compatible con la búsqueda de la verdad, ya
que una resolución que no se fundamente en la veracidad de los hechos viene a
generar una desconfianza generalizada hacia órgano judicial y un riesgo para
mantener la armonía social, por lo que el compromiso del Juez es con la verdad y
no con las partes del proceso, pues tiene como instrumento para llegar a esta
verdad material, la facultad de decretar pruebas de oficio, por ello la producción de
pruebas de oficio en equidad no afecta la imparcialidad del Juez, ya que estas
pruebas de oficio que determinen la verdad real de los hechos pueden favorecer a
cualquiera de las partes sin que esto signifique limitar el derecho de defensa y
contradicción que tiene la otra parte, pues el Juez solo debe buscar la verdad real de
los hechos manteniendo firme su imparcialidad en la aplicación del principio de
verdad material al caso concreto.
P á g i n a 580 | 846
En consecuencia, a los efectos de las previsiones de los arts. 3 num. 1), 87 y 194
del Código de Procedimiento Civil se establece la necesidad de la integración a la
litis de todos aquellos que deban ser sometidos al proceso, en función de la
naturaleza de la relación o del objeto de la controversia, tarea que no sólo puede ser
de las partes (litis consorcio simple o facultativo), sino de la Autoridad judicial de
instancia que en su calidad de director del proceso debe cuidar que se desarrolle sin
vicios de nulidad, para lo que podrá disponer un litis consorcio de oficio; siendo
esa la única manera de asegurar que sus decisiones sean útiles para las partes
demandantes, demandadas y otros que se hayan integrado en el proceso,
alcanzando a todos ellos los efectos de la cosa juzgada.
En este marco es preciso tener en cuenta que en cuanto al análisis de la
legitimación pasiva a momento de admitir las causas, no se trata solo de poner en
movimiento mecánico las reglas de procedimiento sino buscar un proceso justo,
para lo cual hay que respetar los derechos fundamentales como el derecho a la
defensa, a la igualdad, etc., derechos que por su carácter fundamental no pueden
ser ignorados ni obviados bajo ningún justificativo o excusa por autoridad alguna,
pues dichos mandatos constitucionales son la base de las normas adjetivas
procesales en nuestro ordenamiento jurídico, por ello los Tribunales y jueces que
imparten justicia, bajo el principio dispositivo entre sus obligaciones, tienen el
deber de cuidar que los juicios se lleven sin vicios de nulidad, como también el de
tomar medidas que aseguren la igualdad efectiva de las partes.
Razonamientos que también se encuentran contenidos y orientados en los Autos
Supremos Nros. 441/2013 de 28 de agosto, 243/2014 de 22 de mayo y 509/2016 de
16 de mayo.
P á g i n a 581 | 846
(litisconsorcio pasivo) para deleitar sobre el instituto corresponde señalar que la
palabra litisconsorcio se encuentra compuesto del latín “litisconsors” (litis =
conflicto; con = junto; y sos = junto), de acuerdo a la clasificación doctrinaria
existe el litisconsorcio voluntario o necesario, la primera que de común acuerdo de
los litigantes disponen participe un tercero a quien estará a las expectativas de la
resolución debatida, y el necesario cuando, radica la existencia de resguardar el
derecho de defensa en el proceso de todos los interesados a quien ha de ampliarse
la cosa juzgada, razón por la cual en el litisconsorcio necesario, el Juez se
encuentra obligado a verificar si de acuerdo a la naturaleza de la cuestión planteada
o de acuerdo al título de las partes, sea necesaria la concurrencia de terceros, como
en el presente caso.
Por otra parte, Hugo Alsina quien en su obra Tratado Teórico Practico de Derecho
Procesal Civil y Comercial, tomo IV, página 136 y siguientes señala lo
siguiente: “a) determinar cuándo hay cosa juzgada en razón de las personas, es
establecer sus límites subjetivos; es decir, a quienes se extiende su Autoridad. En
principio, la sentencia afecta únicamente a quienes hubieran intervenido en el
proceso en calidad de partes, y no aprovecha ni perjudica a los terceros que hayan
permanecido ajenos al mismo los cuales podrán oponer en su caso, la defensa de
“cosa no juzgada”. Pero las relaciones jurídicas son tan complejas que, con
frecuencia, la Litis afecta derechos de terceros (efecto reflejo), que se ven así
vinculados a un proceso en el que no han intervenido, y de cuya sentencia, sin
embargo, puede derivarles perjuicios, surgiendo entonces la necesidad de
considerar la posibilidad de que estos terceros intervengan en el proceso para
prevenir una sentencia que pueda serles desfavorable…”.
En este entendido este Supremo Tribunal de Justicia a través de sus diversos fallos
entre ellos los Autos Supremos Nros. 406/2013, 441/2013, 1156/2015 citando al
Auto Supremo Nº 99 de 22 de noviembre de 2004, emitido por la extinta Corte
Suprema de Justicia ha orientado lo siguiente: “…a veces es la ley la que exige que
sean varias personas las que, conjuntamente, deduzcan la pretensión frente a las
cuales la pretensión ha de decirse (litis consorcio necesario), otras veces se
produce por libre decisión de las partes (litis consorcio simple o facultativo), sin
que ello impida a que sea la Autoridad judicial la que disponga de oficio un litis
consorcio, por dos razones: a) la primera relativa a su rol de director del proceso,
debiendo cuidar que el mismo se desarrolle sin vicios de nulidad, como establecen
los arts. 3 núm. 1) y 87 del Código de Procedimiento Civil y b) la segunda referida
al derecho de defensa en el proceso, de todas las partes o eventuales
comparecientes respecto a los cuales se amplía la cosa juzgada, característica de
la sentencia que se dicta en el fondo del proceso, cuyas disposiciones y alcance
sólo comprenden a las partes y a las que derivaren sus derechos de aquellas.”.
En consecuencia, a los efectos de las previsiones de los arts. 3 num. 1), 87 y 194
del Código de Procedimiento Civil se establece la necesidad de la integración a la
litis de todos aquellos que deban ser sometidos al proceso, en función de la
naturaleza de la relación o del objeto de la controversia, tarea que no sólo puede ser
P á g i n a 582 | 846
de las partes (litis consorcio simple o facultativo), sino de la Autoridad judicial de
instancia que en su calidad de director del proceso debe cuidar que se desarrolle sin
vicios de nulidad, para lo que podrá disponer un litis consorcio de oficio; siendo
esa la única manera de asegurar que sus decisiones sean útiles para las partes
demandantes, demandadas y otros que se hayan integrado en el proceso,
alcanzando a todos ellos los efectos de la cosa juzgada.
En este marco es preciso tener en cuenta que en cuanto al análisis de la
legitimación pasiva a momento de admitir las causas, no se trata solo de poner en
movimiento mecánico las reglas de procedimiento sino buscar un proceso justo,
para lo cual hay que respetar los derechos fundamentales como el derecho a la
defensa, a la igualdad, etc., derechos que por su carácter fundamental no pueden
ser ignorados ni obviados bajo ningún justificativo o excusa por autoridad alguna,
pues dichos mandatos constitucionales son la base de las normas adjetivas
procesales en nuestro ordenamiento jurídico, por ello los Tribunales y jueces que
imparten justicia, bajo el principio dispositivo entre sus obligaciones, tienen el
deber de cuidar que los juicios se lleven sin vicios de nulidad, como también el de
tomar medidas que aseguren la igualdad efectiva de las partes.
Razonamientos que también se encuentran contenidos y orientados en los Autos
Supremos Nros. 441/2013 de 28 de agosto, 243/2014 de 22 de mayo y 509/2016 de
16 de mayo.
P á g i n a 583 | 846
necesaria la concurrencia de terceros, como el caso del litisconsorte pasivo y
activo de la reconvención.
Por otra parte, Hugo Alsina quien en su obra Tratado Teórico Practico de
Derecho Procesal Civil y Comercial, tomo IV, página 136 y siguientes señala lo
siguiente: “a) determinar cuándo hay cosa juzgada en razón de las personas, es
establecer sus límites subjetivos; es decir, a quienes se extiende su Autoridad. En
principio, la sentencia afecta únicamente a quienes hubieran intervenido en el
proceso en calidad de partes, y no aprovecha ni perjudica a los terceros que hayan
permanecido ajenos al mismo los cuales podrán oponer en su caso, la defensa de
“cosa no juzgada”. Pero las relaciones jurídicas son tan complejas que, con
frecuencia, la Litis afecta derechos de terceros (efecto reflejo), que se ven así
vinculados a un proceso en el que no han intervenido, y de cuya sentencia, sin
embargo, puede derivarles perjuicios, surgiendo entonces la necesidad de
considerar la posibilidad de que estos terceros intervengan en el proceso para
prevenir una sentencia que pueda serles desfavorable…”.
En este entendido este Supremo Tribunal de Justicia a través de sus diversos fallos
entre ellos los Autos Supremos Nros. 406/2013, 441/2013, 1156/2015 citando al
Auto Supremo Nº 99 de 22 de noviembre de 2004, emitido por la extinta Corte
Suprema de Justicia ha orientado lo siguiente: “…a veces es la ley la que exige
que sean varias personas las que, conjuntamente, deduzcan la pretensión frente a
las cuales la pretensión ha de decirse (litis consorcio necesario), otras veces se
produce por libre decisión de las partes (litis consorcio simple o facultativo), sin
que ello impida a que sea la Autoridad judicial la que disponga de oficio un litis
consorcio, por dos razones: a) la primera relativa a su rol de director del proceso,
debiendo cuidar que el mismo se desarrolle sin vicios de nulidad, como establecen
los arts. 3 núm. 1) y 87 del Código de Procedimiento Civil y b) la segunda referida
al derecho de defensa en el proceso, de todas las partes o eventuales
comparecientes respecto a los cuales se amplía la cosa juzgada, característica de
la sentencia que se dicta en el fondo del proceso, cuyas disposiciones y alcance
sólo comprenden a las partes y a las que derivaren sus derechos de aquellas.”.
FALSIFICACION DE DOCUMENTOS
Auto Supremo: 808/2015 - L
Sucre: 16 de septiembre 2015
… en el entendido que acusa que la supresiones y adiciones fueron lícitos en causa
y motivo, refiriendo que los presupuestos no se encontrarían en la presente causa,
para tal efecto corresponde citar la jurisprudencia emitida por este Tribunal, que
consideró que la falsedad se encuentra sancionada con nulidad, en ese sentido en el
Auto Supremo Nº 275 de 2 de junio de 2014, se señaló lo siguiente: “La
falsificación de documentos y sus efectos jurídicos.- La falsificación de
instrumentos privados o públicos se considera una forma especial de engaño que
como tal entra en pugna con los principios y valores ético morales en que se
sostiene el Estado Plurinacional de Bolivia. Ahora bien los efectos jurídicos que
devienen de un hecho ilícito deben tener en relación al actor eminentemente
efectos de reproche a la conducta ilícita, y por ningún motivo debe significar la
consolidación de derechos favorables al actor que incurrió en el acto ilícito. En
consecuencia un hecho ilícito debe generar para el autor efectos de reproche, no
de consolidación de un derecho adquirido por un ilícito, que conciba efectos
benignos para el autor, como el que podría darse en el caso de Autos, si se
reconoce validez a una transferencia que deviene de una falsificación.
En este entendido debemos puntualizar que toda falsificación es evidentemente un
acto ilícito y como tal no puede ser considerado como válido para generar efectos
favorables para su autor, más al contrario como se mencionó, por lógica, debe
producir efectos de reproche a ese acto, que atentaría contra el orden legal y la
convivencia social, recriminación que si bien debe operar esencialmente en la vía
del derecho penal, pero también en la esfera del derecho civil debe reprimirse el
acto ilícito que altera el ordenamiento jurídico, no pudiendo en consecuencia
avalarse los pretendidos efectos del hecho ilícito.
Si bien el art. 554 inc. 1) del Código Civil establece la causal de anulabilidad por
falta de consentimiento, se debe puntualizar que esta causal no contempla dentro
sus previsiones aquellas causales que derivan de una ilicitud sancionada incluso
penalmente, sino que esta contempla esencialmente aquellos casos en los en que
por ejemplo: un cónyuge transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su
cónyuge, cuando este bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin encontrar en
este acto de disposición un ilícito sino simplemente, una ausencia de
consentimiento del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa
P á g i n a 589 | 846
transferencia, o; en el caso de que se le confiera poder a una persona para
hipotecar un bien inmueble, y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su
mandato y transfiere el bien inmueble, acto que, per se, no constituiría un ilícito,
sino que solo implicaría la ausencia de consentimiento del legitimado para
disponer la venta del bien inmueble.
En ambos casos la conducta no constituye un ilícito reprochable a su autor…
En virtud a este razonamiento, este Tribunal Supremo no puede reconocer una
transferencia que se originó en una falsificación de documentos, ya que estaría
yendo contra la ética, los principios, valores, la moral y las buenas costumbres que
rigen el Estado, desechando la posibilidad de que en aquellos casos en que a raíz
de una falsificación que evidencia un ilícito penal, este acto se subsuma a una
causal de anulabilidad, dando en consecuencia la posibilidad de la
confirmabilidad del ilícito. Esto supondría generar un caos en el ordenamiento
jurídico por contravención a los principios y valores consagrados en la
Constitución Política del Estado que determinan la moralidad y las buenas
costumbres que deben regir en la convivencia social del Estado Plurinacional de
Bolivia.
Toda falsedad supone un engaño, todo engaño es contrario a la moral y quebranta
el ordenamiento jurídico, consecuencia de ello, en virtud a los valores ético
morales reconocidos en la Constitución Política del Estado, toda falsedad debe
merecer reproche del ordenamiento jurídico porque de lo contrario se afecta la
armonía social. Ahora bien, pretender que un acto que se origina en una falsedad
produzca eficazmente efectos favorables para quien es el autor o beneficiario de
esa falsedad resulta inaceptable en un Estado Constitucional, como el nuestro,
basado en principios éticos morales señalados anteriormente. Siendo una
característica del acto anulable la posibilidad de operar su confirmación, resulta
también inaceptable que esta característica del acto anulable opere respecto a un
acto ilícito de falsedad, como en el presente caso que se evidenció un documento
de transferencia en el que intervendría una persona fallecida años antes de su
celebración, consiguientemente podemos concluir que la falsedad de un acto no
habilita su invalidación por vía de anulabilidad sino por vía de nulidad por su
manifiesta ilicitud. Este razonamiento modula el entendimiento asumido por la
Extinta Corte Suprema de Justicia y de este Tribunal Supremo de Justicia, en
función a los postulados antes expuestos…”, ahora de acuerdo a los antecedentes
del proceso la conclusión arribada por los de instancia se tiene que en el sub lite la
minuta y el protocolo notarial analizados, han sido adulterados, consiguientemente
el aporte dogmático de los efectos de una falsedad como se expuso en el Auto
Supremo Nº 275 de 2 de junio de 2014, son aplicables al caso presente, pues se
tiene que los documentos descritos han sido fraguados (falsificados), ahí la ilicitud
P á g i n a 590 | 846
en la falsificación, consiguientemente no se advierte infracción de norma alguna,
como acusa la recurrente.
P á g i n a 592 | 846
Bajo ese marco constitucional que se encuentra respaldado por la jurisprudencia
emitida por el Tribunal Constitucional Plurinacional en la Sentencia
Constitucional Plurinacional N° 0112/2012 de 27 de abril; el Tribunal Supremo de
Justicia emitió el Auto Supremo N° 275/2014 de 2 de junio que en su parte
referente a la falsificación de documentos y sus efectos jurídicos, estableció: “La
falsificación de instrumentos privados o públicos se considera una forma
especial de engaño que como tal entra en pugna con los principios y valores ético
morales en que se sostiene el Estado Plurinacional de Bolivia. Ahora bien los
efectos jurídicos que devienen de un hecho ilícito deben tener en relación al
actor eminentemente efectos de reproche a la conducta ilícita, y por ningún
motivo debe significar la consolidación de derechos favorables al actor que
incurrió en el acto ilícito. En consecuencia un hecho ilícito debe generar para el
autor efectos de reproche, no de consolidación de un derecho adquirido por un
ilícito, que conciba efectos benignos para el autor, como el que podría darse en el
caso de Autos, si se reconoce validez a una transferencia que deviene de una
falsificación.
En este entendido debemos puntualizar que toda falsificación es evidentemente un
acto ilícito y como tal no puede ser considerado como válido para generar
efectos favorables para su autor, más al contrario como se mencionó, por lógica,
debe producir efectos de reproche a ese acto, que atentaría contra el orden legal y
la convivencia social, recriminación que si bien debe operar esencialmente en la
vía del derecho penal, pero también en la esfera del derecho civil debe reprimirse
el acto ilícito que altera el ordenamiento jurídico, no pudiendo en consecuencia
avalarse los pretendidos efectos del hecho ilícito.
Si bien el art. 554 inc. 1) del Código Civil establece la causal de anulabilidad por
falta de consentimiento, se debe puntualizar que esta causal no contempla dentro
sus previsiones aquellas causales que derivan de una ilicitud sancionada incluso
penalmente, sino que esta contempla esencialmente aquellos casos en los en que
por ejemplo: un cónyuge transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su
cónyuge, cuando este bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin encontrar en
este acto de disposición un ilícito sino simplemente, una ausencia de
consentimiento del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa
transferencia, o; en el caso de que se le confiera poder a una persona para
hipotecar un bien inmueble, y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su
mandato y transfiere el bien inmueble, acto que, per se, no constituiría un ilícito,
sino que solo implicaría la ausencia de consentimiento del legitimado para
disponer la venta del bien inmueble.”(El subrayado y la negrilla no corresponden
al original) Líneas más abajo en la misma resolución se estableció también que:
“…corresponde puntualizar que el Tribunal Supremo como administrador de
justicia no puede convalidar una transferencia originada en un hecho ilícito
como causal de anulabilidad basada en una ilegalidad, ya que en el caso de
Autos se ha probado la falsedad de la minuta (…) este Tribunal Supremo no
puede reconocer una transferencia que se originó en una falsificación de
P á g i n a 593 | 846
documentos, ya que estaría yendo contra la ética, los principios, valores, la moral
y las buenas costumbres que rigen el Estado, desechando la posibilidad de que en
aquellos casos en que a raíz de una falsificación que evidencia un ilícito penal,
este acto se subsuma a una causal de anulabilidad, dando en consecuencia la
posibilidad de la confirmabilidad del ilícito. Esto supondría generar un caos en el
ordenamiento jurídico por contravención a los principios y valores consagrados en
la Constitución Política del Estado que determinan la moralidad y las buenas
costumbres que deben regir en la convivencia social del Estado Plurinacional de
Bolivia.” (El subrayado y la negrilla no corresponden al original) Concluyéndose
que la falsedad de un acto no habilita su invalidación por la vía de anulabilidad
sino por la vía de la nulidad por su manifiesta ilicitud. Línea jurisprudencial que
rige en la actualidad. (Las negrillas y subrayado nos pertenecen)
P á g i n a 594 | 846
efectos benignos para el autor, como el que podría darse en el caso de Autos, si se
reconoce validez a una transferencia que deviene de una falsificación.
En ese entendido debemos puntualizar que toda falsificación es evidentemente un
acto ilícito y como tal no puede ser considerado como válido como para generar
efectos favorables para su autor, más al contrario como se mencionó, por lógica,
debe producir efectos de reproche a ese acto, que atentaría contra el orden legal y
la convivencia social, recriminación que si bien debe operar en la vía del derecho
penal, pero también en la esfera del derecho civil debe reprimirse dicho acto ilicito
que altera el ordenamiento jurídico, no pudiendo en consecuencia avalarse los
pretendidos efecto dl hecho ilicito.
Si bien el art. 554 inc. 1) del Código Civil establece la causal de anulabilidad por
falta de consentimiento, se debe puntualizar que esta causal no contempla dentro
sus previsiones aquellas causales que derivan de una ilicitud sancionada incluso
penalmente, sino que esta contempla esencialmente aquellos casos en los que por
ejemplo: un cónyuge transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su
cónyuge, cuando este bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin encontrar en
este acto de disposición un ilícito, sino simplemente una ausencia de
consentimiento del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa
transferencia; o en el caso de que se le confiera poder a una persona para
hipotecar un bien inmueble y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su
mandato y transfiere el bien inmueble, acto que, per se, no constituiría un ilícito,
sino que solo implicaría la ausencia de consentimiento del legitimado para
disponer la venta del inmueble”
P á g i n a 595 | 846
jurídicos que devienen de un hecho ilícito deben tener en relación al actor
eminentemente efectos de reproche a la conducta ilícita, y por ningún motivo debe
significar la consolidación de derechos favorables al actor que incurrió en el acto
ilícito. En consecuencia un hecho ilícito debe generar para el autor efectos de
reproche, no de consolidación de un derecho adquirido por un ilícito, que conciba
efectos benignos para el autor, como el que podría darse en el caso de Autos, si se
reconoce validez a una transferencia que deviene de una falsificación.
En este entendido debemos puntualizar que toda falsificación es evidentemente un
acto ilícito y como tal no puede ser considerado como válido para generar efectos
favorables para su autor, más al contrario como se mencionó, por lógica, debe
producir efectos de reproche a ese acto, que atentaría contra el orden legal y la
convivencia social, recriminación que si bien debe operar esencialmente en la vía
del derecho penal, pero también en la esfera del derecho civil debe reprimirse el
acto ilícito que altera el ordenamiento jurídico, no pudiendo en consecuencia
avalarse los pretendidos efectos del hecho ilícito.
Si bien el art. 554 inc. 1) del Código Civil establece la causal de anulabilidad por
falta de consentimiento, se debe puntualizar que esta causal no contempla dentro
sus previsiones aquellas causales que derivan de una ilicitud sancionada incluso
penalmente, sino que esta contempla esencialmente aquellos casos en los en que
por ejemplo: un cónyuge transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su
cónyuge, cuando este bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin encontrar en
este acto de disposición un ilícito sino simplemente, una ausencia de
consentimiento del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa
transferencia, o; en el caso de que se le confiera poder a una persona para
hipotecar un bien inmueble, y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su
mandato y transfiere el bien inmueble, acto que, per se, no constituiría un ilícito,
sino que solo implicaría la ausencia de consentimiento del legitimado para
disponer la venta del bien inmueble.
En ambos casos la conducta no constituye un ilícito reprochable a su autor.
… la falsificación de los instrumentos públicos, como se fundamentó supra entra
en pugna con el interés público y los principios y valores ético – morales,
consagrados en la Constitución Política del Estado.
En virtud a este razonamiento, este Tribunal Supremo no puede reconocer una
transferencia que se originó en una falsificación de documentos, ya que estaría
yendo contra la ética, los principios, valores, la moral y las buenas costumbres que
rigen el Estado, desechando la posibilidad de que en aquellos casos en que a raíz
de una falsificación que evidencia un ilícito penal, este acto se subsuma a una
causal de anulabilidad, dando en consecuencia la posibilidad de la
confirmabilidad del ilícito. Esto supondría generar un caos en el ordenamiento
jurídico por contravención a los principios y valores consagrados en la
Constitución Política del Estado que determinan la moralidad y las buenas
costumbres que deben regir en la convivencia social del Estado Plurinacional de
Bolivia.
P á g i n a 596 | 846
Toda falsedad supone un engaño, todo engaño es contrario a la moral y quebranta
el ordenamiento jurídico, consecuencia de ello, en virtud a los valores ético
morales reconocidos en la Constitución Política del Estado, toda falsedad debe
merecer reproche del ordenamiento jurídico porque de lo contrario se afecta la
armonía social. Ahora bien, pretender que un acto que se origina en una falsedad
produzca eficazmente efectos favorables para quien es el autor o beneficiario de
esa falsedad resulta inaceptable en un Estado Constitucional, como el nuestro,
basado en principios éticos morales señalados anteriormente. Siendo una
característica del acto anulable la posibilidad de operar su confirmación, resulta
también inaceptable que esta característica del acto anulable opere respecto a un
acto ilícito de falsedad…”
Asimismo, respecto a lo trascendental o elemental que reviste el informe pericial,
entre otros se tiene el Auto Supremo: 340/2016 de 14 de abril, que sobre el tema
señalo: “…….argumentos del peritaje que fueron considerados como prueba
determinante para que los Tribunales de instancia lleguen a la convicción de
acoger la pretensión principal y determinar la falsedad del documento de compra-
venta de fecha 10 de octubre de 1984 más el reconocimiento de firmas de fecha 10
de octubre de 1979, con registro en las oficinas de Derechos Reales en fecha 22 de
junio de 1989 a Fs. y Ptda. 286, concluyendo en la nulidad del documento por ser
dicho acto el resultado de un ilícito contrario al orden público y las buenas
costumbres en el contrato del que se pretende la nulidad”.
P á g i n a 597 | 846
el Auto Supremo N° 275/2014 de 2 de junio que en su parte referente a la
falsificación de documentos y sus efectos jurídicos, estableció: “La falsificación de
instrumentos privados o públicos se considera una forma especial de engaño que
como tal entra en pugna con los principios y valores ético morales en que se
sostiene el Estado Plurinacional de Bolivia. Ahora bien los efectos jurídicos que
devienen de un hecho ilícito deben tener en relación al actor eminentemente
efectos de reproche a la conducta ilícita, y por ningún motivo debe significar la
consolidación de derechos favorables al actor que incurrió en el acto ilícito. En
consecuencia un hecho ilícito debe generar para el autor efectos de reproche, no
de consolidación de un derecho adquirido por un ilícito, que conciba efectos
benignos para el autor, como el que podría darse en el caso de Autos, si se
reconoce validez a una transferencia que deviene de una falsificación.
En este entendido debemos puntualizar que toda falsificación es evidentemente un
acto ilícito y como tal no puede ser considerado como válido para generar efectos
favorables para su autor, más al contrario como se mencionó, por lógica, debe
producir efectos de reproche a ese acto, que atentaría contra el orden legal y la
convivencia social, recriminación que si bien debe operar esencialmente en la vía
del derecho penal, pero también en la esfera del derecho civil debe reprimirse el
acto ilícito que altera el ordenamiento jurídico, no pudiendo en consecuencia
avalarse los pretendidos efectos del hecho ilícito.
Si bien el art. 554 inc. 1) del Código Civil establece la causal de anulabilidad por
falta de consentimiento, se debe puntualizar que esta causal no contempla dentro
sus previsiones aquellas causales que derivan de una ilicitud sancionada incluso
penalmente, sino que esta contempla esencialmente aquellos casos en los en que
por ejemplo: un cónyuge transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su
cónyuge, cuando este bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin encontrar en
este acto de disposición un ilícito sino simplemente, una ausencia de
consentimiento del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa
transferencia, o; en el caso de que se le confiera poder a una persona para
hipotecar un bien inmueble, y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su
mandato y transfiere el bien inmueble, acto que, per se, no constituiría un ilícito,
sino que solo implicaría la ausencia de consentimiento del legitimado para
disponer la venta del bien inmueble.”(El subrayado y la negrilla no corresponden
al original) Líneas más abajo en la misma resolución se estableció también que:
“…corresponde puntualizar que el Tribunal Supremo como administrador de
justicia no puede convalidar una transferencia originada en un hecho
ilícito como causal de anulabilidad basada en una ilegalidad, ya que en el caso de
Autos se ha probado la falsedad de la minuta (…) este Tribunal Supremo no
puede reconocer una transferencia que se originó en una falsificación de
documentos, ya que estaría yendo contra la ética, los principios, valores, la moral
P á g i n a 598 | 846
y las buenas costumbres que rigen el Estado, desechando la posibilidad de que en
aquellos casos en que a raíz de una falsificación que evidencia un ilícito penal,
este acto se subsuma a una causal de anulabilidad, dando en consecuencia la
posibilidad de la confirmabilidad del ilícito. Esto supondría generar un caos en el
ordenamiento jurídico por contravención a los principios y valores consagrados en
la Constitución Política del Estado que determinan la moralidad y las buenas
costumbres que deben regir en la convivencia social del Estado Plurinacional de
Bolivia.” (El subrayado y la negrilla no corresponden al original) Concluyéndose
que la falsedad de un acto no habilita su invalidación por la vía de anulabilidad
sino por la vía de la nulidad por su manifiesta ilicitud. Línea jurisprudencial que
rige en la actualidad.
P á g i n a 601 | 846
Toda falsedad supone un engaño, todo engaño es contrario a la moral y quebranta
el ordenamiento jurídico, consecuencia de ello, en virtud a los valores ético
morales reconocidos en la Constitución Política del Estado, toda falsedad debe
merecer reproche del ordenamiento jurídico porque de lo contrario se afecta la
armonía social. Ahora bien, pretender que un acto que se origina en una falsedad
produzca eficazmente efectos favorables para quien es el autor o beneficiario de
esa falsedad resulta inaceptable en un Estado Constitucional, como el nuestro,
basado en principios éticos morales señalados anteriormente. Siendo una
característica del acto anulable la posibilidad de operar su confirmación, resulta
también inaceptable que esta característica del acto anulable opere respecto a un
acto ilícito de falsedad, como en el presente caso que se evidenció un documento
de transferencia en el que intervendría una persona fallecida años antes de su
celebración, consiguientemente podemos concluir que la falsedad de un acto no
habilita su invalidación por vía de anulabilidad sino por vía de nulidad por su
manifiesta ilicitud. Este razonamiento modula el entendimiento asumido por la
Extinta Corte Suprema de Justicia y de este Tribunal Supremo de Justicia, en
función a los postulados antes expuestos…”, ahora de acuerdo a los antecedentes
del proceso la conclusión arribada por los de instancia se tiene que en el sub lite
la minuta y el protocolo notarial analizados, han sido adulterados,
consiguientemente el aporte dogmático de los efectos de una falsedad como se
expuso en el Auto Supremo Nº 275 de 2 de junio de 2014, son aplicables al caso
presente, pues se tiene que los documentos descritos han sido fraguados
(falsificados), ahí la ilicitud en la falsificación, consiguientemente no se advierte
infracción de norma alguna, como acusa la recurrente.”
Asimismo el Tribunal Constitucional refrendando la jurisprudencia citada, ha
determinado la imposibilidad de convalidar actos basados en una falsedad, empero,
siendo más precisos en la SPC 919/2014 de fecha 15 de mayo de 2014 señalo que:
“En este sentido, allí donde se demuestre manifiesta ilicitud, debido a la falsedad
de instrumentos públicos o privados, su invalidación no puede depender
únicamente por la vía de la anulabilidad, sino de la nulidad; toda vez que, desde
una interpretación teleológica, la nulidad de contratos, cuyos casos están
establecidos en el art. 549 del CC, se fundamenta en la necesidad de proteger el
bien común en su dimensión objetiva, por cuya razón el acto jurídico es
inconfirmable y su accionamiento es imprescriptible; por su parte la anulabilidad,
cuyas causales están establecidas en el art. 554 del CC, tiene la finalidad de
garantizar a las partes, el cumplimiento de las normas legales en la “formación
del contrato”, a causa, por ejemplo de los vicios del consentimiento, dolo o
violencia, entre otros establecidos en la norma (dimensión subjetiva).
Un entendimiento contrario tendría como efecto la convalidación de actos
manifiestamente ilícitos, que contravienen los principios ético-morales de la
sociedad plural, entre ellos el vivir bien, rompiendo la armonía y el equilibrio en
las relaciones del conjunto de la sociedad (dimensión objetiva); por lo tanto más
allá de las formas y formalidades, no puede efectuarse la simple subsunción
P á g i n a 602 | 846
respecto de un hecho de manifiesta ilicitud como es la “falsificación” a una causal
de anulabilidad, más aún tomando en cuenta que conforme lo entendió el Tribunal
Supremo de Justicia una característica del acto anulable es la posibilidad de
operar su confirmación, situación contraria al orden constitucional en el caso de
la falsedad”.
En suma se puede advertir que este Tribunal ha modulado la jurisprudencia de la
extinta Corte Suprema de justicia, realizando una interpretación desde el punto de
vista constitucional en atención de los principios éticos-morales que rigen nuestro
actual modelo constitucional, generando el criterio que no puede considerarse
como causal de anulabilidad sujeto a convalidación un acto reprochable de ilícito
como es la falsedad, entendimiento que ha sido refrendado por el Tribunal
Constitucional conforme se desprende supra.
P á g i n a 603 | 846
conocimiento real y efectivo de la comunicación asegura que no se provoque
indefensión en la tramitación y resolución en toda clase de procesos…”.
FALTA DE CONSENTIMIENTO
Auto Supremo: 605/2017
Sucre: 12 de junio 2017
Proceso: Nulidad de contrato de compra venta de lote de terreno.
Al respecto se debe tener presente que este Tribunal Supremo de Justicia a través
del Auto Supremo Nº 275/2014 a orientado que: “…el art. 554 inc. 1) del Código
Civil establece la causal de anulabilidad por falta de consentimiento, se debe
puntualizar que esta causal no contempla dentro sus previsiones aquellas causales
que derivan de una ilicitud sancionada incluso penalmente, sino que esta
contempla esencialmente aquellos casos en los en que por ejemplo: Un cónyuge
transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su cónyuge, cuando este
bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin encontrar en este acto de
disposición un ilícito penal sino simplemente, una ausencia de consentimiento
del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa transferencia, o; En
el caso de que se le confiera poder a una persona para hipotecar un bien inmueble,
y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su mandato y transfiere el bien
inmueble, acto que tampoco constituiría un ilícito penal, sino que solo implicaría
la ausencia de consentimiento del legitimado para disponer la venta del bien
inmueble. En ambos casos la conducta no constituye un ilícito reprochable a su
autor.”.
De igual forma corresponde referirnos al Auto Supremo Nº 169/2015 de 10 de
marzo, que en lo referente a la falta de consentimiento señaló: “ … la falta del
consentimiento del esposo en las transferencias acusadas, no pueden ser causal de
nulidad, toda vez que al basar su pretensión en el hecho factico de faltar
consentimiento, éste (actor) equivoca la vía judicial para demandar la nulidad de
las ventas realizadas por su esposa, nuestra legislación en el art. 554 núm. 1) del
Código Civil es claro al indicar como casos de anulabilidad de contrato “La Falta
de consentimiento para su formación”, petición legal que no fue parte del petitum
del actor ni de la fundamentación de la parte legal de la demanda principal. Al ser
así, los Tribunales de instancia no consideraron favorable la pretensión del
recurrente, quienes en todo caso expusieron los motivos y razones de manera clara
y concreta para desestimar la demanda interpuesta en la litis, éstos establecieron
que: “…demandar la nulidad de los contratos por ilicitud de la causa o motivo,
implica haber otorgado previamente su consentimiento respectivo para su
celebración de los mismos, resultando ilógico e improcedente, demandar la
nulidad de esos contratos alegando la ilicitud de la causa y motivo, cuando no se
ha intervenido en su suscripción u otorgado el consentimiento respectivo para su
celebración, siendo en consecuencia la acción idónea para dejar sin efecto los
contratos en los que se alega no haber participado, la anulabilidad de los mismos,
acción que al no haberse planteado en la presente litis, no amerita un
P á g i n a 604 | 846
pronunciamiento…”, fundamentación del Juez A quo confirmado por el Tribunal
de alzada, toda vez que, en la presente causa el actor pretende la nulidad de los
documentos en base a la falta de consentimiento, hecho, que expuesto así, no es
procedente en la litis.”.
P á g i n a 606 | 846
debe mediar una coincidencia entre las personas que efectivamente actúan en el
proceso y las personas a las que la ley habilita especialmente para pretender
(legitimación activa) y para contradecir (legitimación pasiva) respecto de la materia
sobre la cual el proceso versa…”, por ello se deduce que la legitimación es un
requisito que afecta tanto al actor como al demandado. La pretensión, en efecto,
debe ser deducida por y frente a una persona procesalmente legitimada, por lo que
se entenderá que la ausencia de legitimación, sea activa o pasiva, torna admisible la
llamada defensa de "falta de legitimación".
FALTA DE PRONUNCIAMIENTO POR PARTE DEL AD QUEM
Auto Supremo: 370/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Pago de lo indebido y otros.
La Jurisprudencia Constitucional desarrollada en la Sentencia Constitucional
Plurinacional Nº 1083/2014 de 10 de junio, ha interpretado los alcances del recurso
de casación en la forma en relación a la falta de respuesta a los puntos de agravio
del recurso de apelación, conforme desarrolla: “…En ese contexto, cabe recalcar
que, la Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia, ante el planteamiento de un
recurso de casación en la forma, debe limitar sus consideraciones a las causales
establecidas en el art. 254 del CPC. En el presente caso, al estar extrañada la
falta de respuesta a los puntos de agravio identificados en el recurso de
apelación, el Tribunal de casación debe limitar su consideración únicamente
para establecer si hubo o no respuesta a los reclamos del recurrente, lo contrario
implicaría ingresar a cuestiones que atingen a la impugnación en el fondo; así,
los Magistrados demandados, luego de efectuar un examen de los antecedentes del
legajo procesal, concluyeron que el Tribunal de apelación, otorgó la respuesta
extrañada, inclusive extrayendo citas textuales que ellos consideraron como
respuestas a la apelación contra la Sentencia; por lo tanto, el Auto Supremo
434/2013, no incurre en incongruencia omisiva ni carece de la debida
motivación, ya que la labor del Tribunal de casación estaba restringida a
efectuar el control para determinar si hubo o no respuesta a los reclamos del
recurrente y, fue ésa la misión que cumplieron los Magistrados demandados; por
lo tanto, cumple con el debido proceso” (las negrillas y subrayado son nuestras).
P á g i n a 608 | 846
ser una Resolución no recurrible, con similar criterio este Tribunal ha emitido el
Auto Supremo Nº 256/2016 de fecha 15 de marzo 2016…”
P á g i n a 611 | 846
Nuestro régimen familiar legal, en consideración a estas formas de filiación,
estableció presupuestos normativos sistemáticos de los derechos y deberes de los
hijos, su establecimiento, de su prueba, etc., al mismo tiempo diseño acciones
tendientes a desestimar la filiación, tanto matrimonial como extramatrimonial. Es
así que, para la filiación matrimonial estableció la acción de negación de hijo
nacido antes de los cientos ochenta días de matrimonio (art. 185 Código de
Familia) y negación del hijo nacido después de trescientos días siguientes al
decreto de separación personal o antes de los ciento ochenta días posteriores al
desistimiento o la reconciliación (art. 186 del Código de Familia), además de la
acción de desconocimiento de paternidad al hijo concebido durante el matrimonio
(art. 187 del Código de materia), y en ese mérito la misma norma familiar, en su
art. 188,normó el plazo para la interposición de estas acciones.
P á g i n a 612 | 846
los hijos de sus parejas, conociendo y sabiendo que no son biológicamente sus hijos, teniendo
este reconocimiento un efectos "erga omnes", ya que este acto jurídico realizado
por la madre o el padre no solo afecta al hijo o la hija y al padre o la madre que
reconocen, pues lo que se reconoce es el estado de hijo o hija que es indivisible y
por eso produce efectos absolutos frente a todos; siendo éste un acto irrevocable
como lo determina el art. 199 del Código de Familia, teniendo como la única
limitante para el reconocimiento el caso establecido en el art. 200 del Código de
Familia que indica: "No se puede reconocer a quien legalmente corresponda la
filiación del hijo nacido de padre y madre casados entre sí...".
Finalmente, corresponde también concretar que el art. 204 el Código de Familia
en su segundo párrafo prevé un plazo de caducidad y no de prescripción como
muchas veces se la confunde, y si bien el art. 1520 del Código Civil establece que
la caducidad no puede aplicarse de oficio, empero preceptúa también la salvedad
en tratándose de derechos indisponibles; en el presente caso, lo que se cuestiona
es la filiación del demandado, por lo que la caducidad debió ser observada de
oficio, porque el derecho a la filiación y a la identidad constituye precisamente un
derecho indisponible; aclarando que lógicamente la caducidad dispuesta por el
art. 204 del Código de Familia, comienza a correr para todos, o sea, además del
hijo y los interesados legítimamente, para el padre o el reconocedor.”
Entre otros ha orientado en sentido que: “El reconocimiento de hijo de padre y madre no
casados entre sí, es un acto jurídico unilateral, personalísimo e irrevocable, toda vez
que quien ejercita ese derecho lo realiza de manera libre y voluntaria, sabiendo las consecuencias
jurídicas de su reconocimiento.
Y por regla general la impugnación de reconocimiento de hijo se habilita por el reconocido y por
terceros interesados que tengan un interés “legitimo” (debido al efecto erga onmes), pero no se
excluye al reconocedor, que también se encuentra legitimado para impugnar el reconocimiento,
siempre y cuando se demuestre que existió error, dolo o violencia en el acto del reconocimiento y
fundare su demanda principal en un acto de reconocimiento que no fue libre ni voluntario,
pudiendo impugnar, alegando error propio al considerar como hijo al reconocido o cuando hay
dolo, es decir cuando la madre oculta, engaña y le hace creer que el reconocido es su hijo, y
finalmente cuando hay violencia.
Si bien es cierto que el reconocimiento debe existir cuando hay una relación biológica, es también
evidente que en nuestra sociedad en la práctica se puede ver que existen padres que reconocen a
los hijos de sus parejas, conociendo y sabiendo que no son biológicamente sus hijos, teniendo
este reconocimiento un efectos "erga omnes", ya que este acto jurídico realizado
por la madre o el padre no solo afecta al hijo o la hija y al padre o la madre que
P á g i n a 613 | 846
reconocen, pues lo que se reconoce es el estado de hijo o hija que es indivisible y
por eso produce efectos absolutos frente a todos; siendo éste un acto irrevocable
como lo determina el art. 199 del Código de Familia, teniendo como la única
limitante para el reconocimiento el caso establecido en el art. 200 del Código de
Familia que indica: "No se puede reconocer a quien legalmente corresponda la
filiación del hijo nacido de padre y madre casados entre sí...".
P á g i n a 614 | 846
FINALIDAD DE LAS CITACIONES Y NOTIFICACIONES
Auto Supremo: 469/2017
Sucre: 09 de mayo 2017
Proceso: Reconocimiento de unión conyugal.
Respecto a la finalidad específica de las citaciones, se tiene el razonamiento
desarrollado por la SC 1405/2011-R de 30 de septiembre, que sostiene lo siguiente:
“En el marco anotado, los emplazamientos, citaciones y notificaciones
(comunicaciones judiciales en sentido genérico), que son las modalidades más
usuales que se utilizan para hacer conocer a las partes o terceros interesados las
providencias y resoluciones de los órganos jurisdiccionales o administrativos,
para tener validez, deben ser realizados de tal forma que se asegure su recepción
por parte del destinatario; pues la notificación, no está dirigida a cumplir una
formalidad procesal en sí misma, sino a asegurar que la determinación judicial
objeto de la misma sea conocida efectivamente por el destinatario, (así SC
0757/2003-R de 4 de junio); dado que sólo el conocimiento real y efectivo de la
comunicación asegura que no se provoque indefensión en la tramitación y
resolución en toda clase de procesos…’”.
P á g i n a 620 | 846
acción de desconocimiento de paternidad al hijo concebido durante el matrimonio
(art. 187 del Código de materia), y en ese mérito la misma norma familiar, en su
art. 188,normó el plazo para la interposición de estas acciones.
Asimismo, para la filiación extramatrimonial, es decir de los hijos de padre y
madre no casados entre sí, el Código de familia consideró a la impugnación de
reconocimiento (art. 204) como el medio para impugnar la filiación cuando se
hubo establecido aquella mediante reconocimiento de hijo; por otro lado configuró
la declaración judicial de paternidad y en ella, como mecanismo de defensa, los
presupuestos de prueba para la exclusión de paternidad conforme señala el art.
209 del citado Código.
De lo manifestado, podemos concluir que la legislación familiar configuro las
acciones tendientes a repulsar la filiación por el progenitor en uno u otro caso,
específicamente, pero con la mirada de la protección de los hijos, de ahí se
entiende el plazo circundante a su interposición.”
De la línea establecida por este Tribunal, se puede concluir que entre los medios
de impugnación de filiación del hijo; dependiendo al caso, se debe analizar desde
dos puntos de vista, la primera cuando el hijo ha nacido dentro del matrimonio y el
segundo cuando ha nacido fuera del matrimonio, activándose para el segundo
caso, es decir, de hijos nacidos fuera del matrimonio la figura de la impugnación
del reconocimiento, o para el reconocimiento de una filiación del mismo la
declaración judicial de paternidad y dentro de este los mecanismos de defensa de
exclusión de paternidad, conforme claramente se ha determinado.”.
Marco jurisprudencial que de forma clara haciendo un análisis sistematizado del
Código Familia, ha determinado los mecanismos de impugnación para desestimar
la filiación, señalado que si el vínculo filial es matrimonial, es decir de hijos
nacidos dentro del matrimonio, la acción a proceder es la de negación de hijo
nacido antes de los ciento ochenta días de matrimonio (art. 185 Código de Familia)
y de negación del hijo nacido después de trescientos días siguientes al decreto de
separación personal o antes de los ciento ochenta días posteriores al desistimiento o
la reconciliación (art. 186 del Código de Familia), además de la acción de
desconocimiento de paternidad al hijo concebido durante el matrimonio (art. 187
del Código de materia), y para los casos de hijos nacidos fuera del matrimonio, es
decir extramatrimoniales que fueren reconocidos mediante actos de
reconocimiento de hijo, también se configuro la figura de declaración judicial de
paternidad o maternidad con sus respectivos medios de defensa y el de la
impugnación de reconocimiento.
P á g i n a 621 | 846
Teniendo en claro que existen mecanismos específicos dentro del ordenamiento
jurídico familiar para desestimar la filiación, corresponde adentrar más en el tema
en sentido de que, dentro de los reconocimientos de filiación vía documento los
mismos no pueden ser impugnados vía nulidad dentro de los alcances que establece
el art. 549 del CC, esto en el entendido de que el reconocimiento conforme se
expuso supra produce efectos muy diferentes al de un contrato, como para
pretender su nulidad tal cual si se tratase de un contrato normal o un negocio
jurídico con fines patrimoniales, habida cuenta que dentro de acto unilateral,
personalísimo, se encuentra inmerso la filiación de una persona, la cual produce
efectos no solamente inter partes sino contra terceros, por lo que, al ser impugnada
la filiación, la misma debe avocarse o ser interpretada por los jueces ordinarios
dentro de los parámetros que reconoce nuestro ordenamiento jurídico Familiar y no
así otros no atinentes al caso en cuestión.
FRAUDE PROCESAL
Auto Supremo: 228/2016
Fecha: 15 de marzo 2016
Proceso: Nulidad de documentación del derecho de propiedad
y usucapión decenal
En el A.S. 08/2015 se determinó : “Que la acción de declaración de "fraude
procesal" prevista en el art. 297 núm. 3) del Código de Procedimiento Civil,
consiste en poner, mediante proceso ordinario, en evidencia una "conducta
fraudulenta", "un engaño o mala fe" con que se ha actuado en un determinado
proceso para conseguir una Sentencia favorable, con la finalidad de lograr se revise
ésta mediante un expreso recurso extraordinario a cargo de Tribunal competente, la
jurisprudencia de la Ex Corte Suprema de Justicia, con la que se comparte criterio
señala que: "Hay lugar al recurso de revisión extraordinaria de Sentencia en
proceso ordinario, si se hubiere ganado injustamente en virtud de cohecho,
violencia o fraude procesal declarado en Sentencia ejecutoriada". En este sentido,
para que prospere la acción de declaratoria de "fraude procesal", el demandante
debe cumplir con la carga procesal que le impone el art.1283 del Código Civil,
concordante con el art.375 de su procedimiento y demostrar en proceso ordinario
una "conducta fraudulenta" o "un engaño o mala fe" o que "la Sentencia es
producto de maquinaciones fraudulentas", señalando cuál el fraude procesal en el
que hubieran incurrido los Tribunales de instancia en el conocimiento del proceso
ordinario precitado", esta cita ha sido desarrollada mediante el Auto Supremo Nº
14 de 13 de enero de 2.003, reiterada por este Tribunal Supremo de Justicia,
P á g i n a 622 | 846
mediante el Auto Supremo Nº 26 de 28 de mayo de 2012. Sobre dicha base
corresponde señalar que la declaratoria de fraude procesal es exclusiva para
verificar que en un proceso de conocimiento se ha producido una conducta
fraudulenta, engaño o mala fe de los litigantes que han inducido en error al
operador judicial y de haber conseguido una "Sentencia" favorable.
Por otro lado, también resulta importante considerar que el Auto Supremo N°
159/12 pronunciado por la Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia manifiesta:
“…El fraude procesal, entendido como una de las causales de procedencia de la
revisión extraordinaria de sentencia, por mandato del art. 297 - 3) del Código de
Procedimiento Civil, debe necesariamente ser demostrado en proceso ordinario,
en el que no se discuten los derechos en controversia ni las decisiones de las
instancias jurisdiccionales, sino los hechos que dieron origen al fraude procesal
que se acusa. En ningún caso este proceso ordinario constituye una instancia de
revisión, es un nuevo proceso de conocimiento en el que deben probarse los hechos
constitutivos del fraude procesal entendido -según el Diccionario de Edgar Oblitas
Fernández- como toda maniobra de las partes, del Juez, de terceros o de auxiliares
que tienda a obtener o dictar una sentencia- sin valor de cosa juzgada o la
homologación de un acuerdo procesal u otra resolución judicial, con fines ilícitos
o impedir su pronunciamiento o ejecución.
El fraude procesal necesariamente debe establecerse en proceso ordinario por
mandato del art. 297 - 3) del Código de Procedimiento Civil relacionado con el
art. 316 del mismo cuerpo legal, sólo para efectos de viabilizar la procedencia de
la revisión extraordinaria de sentencia a la que se refiere precisamente el citado
art. 297 - 3)”.
FRAUDE PROCESAL
Auto Supremo: 396/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Fraude Procesal.
El Art. 297 del CPC, establece las causales que dan lugar al recurso extraordinario
de revisión en cuatro incisos que son: “1) si la sentencia se hubiera fundado en
documentos declarados falsos; 2) los testigos hubieran sido condenados por falso
testimonio; 3) si se hubiera ganado la sentencia en virtud de cohecho, violencia o
fraude procesal; y 4) si, después de pronunciada la sentencia se recobraren
documentos decisivos detenidos por fuerza mayor o por obra de la parte a favor de
la cual se hubiera dictado sentencia".
De lo anterior se tiene que cada inciso del art. 297 del CPC no es sino, una etapa
previa a la interposición del Recurso Extraordinario de Revisión de Sentencia que
resulta ser un mecanismo excepcional contra la cosa juzgada, que tiene por
P á g i n a 623 | 846
finalidad permitir que una decisión judicial (Sentencia) con carácter de cosa
juzgada sea revisada y se establezca la ocurrencia o no de los hechos constitutivos
referentes a cada causal del art. 297 del CPC, siendo requisito esencial la
presentación de la sentencia ejecutoriada que declare la existencia de cualquiera de
las 4 causales señaladas supra y establecidas en el art. 297 del CPC; entre dichos
numerales tenemos el Fraude procesal que necesariamente debe ser acreditado a
través de una Sentencia ejecutoriada que declare el Fraude Procesal .
Ahora bien, en el proceso ordinario de declaratoria de fraude procesal, no se
discuten los derechos en controversia ni las decisiones de las instancias
jurisdiccionales del proceso en el que se pretende se declare el faude procesal, sino
solo los hechos que dieron origen a dicho fraude procesal, que según Jorge Peyrano
se da cuando: “…media toda conducta, activa u omisiva unilateral o concertada,
proveniente de los litigantes, de terceros, del oficio o de sus auxiliares, que padece
el apartamiento dañoso de un tramo del proceso o del proceso todo de los fines
asignados; desviación que, por cualquier circunstancia y sin que medie culpa del
afectado, no puede ser subsanada mediante los remedios legales instrumentados a
otros efectos por el ordenamiento respectivo”.
En este entendido, la jurisprudencia desarrollada por este Tribunal de Casación
respecto al fraude procesal ha orientado en el Auto Supremo N° 159/2012 de 22 de
junio que: “El fraude procesal, como causal de procedencia de la revisión
extraordinaria de sentencia, por mandato del art. 297-3) del Código de
Procedimiento Civil, debe necesariamente ser demostrado en proceso ordinario,
en el que no se discuten los derechos en controversia ni las decisiones de las
instancias jurisdiccionales, sino los hechos que dieron origen al fraude procesal
que se acusa. En ningún caso este proceso ordinario constituye una instancia de
revisión, es un nuevo proceso de conocimiento en el que deben probarse los hechos
constitutivos del fraude procesal entendido -según el Diccionario de Edgar Oblitas
Fernández- como toda maniobra de las partes, del Juez, de terceros o de auxiliares
que tienda a obtener o dictar una sentencia- sin valor de cosa juzgada o la
homologación de un acuerdo procesal u otra resolución judicial, con fines ilícitos
o impedir su pronunciamiento o ejecución.
El fraude procesal necesariamente debe establecerse en proceso ordinario por
mandato del art. 297-3) del Código de Procedimiento Civil relacionado con el art.
316 del mismo cuerpo legal, sólo para efectos de viabilizar la procedencia de la
revisión extraordinaria de sentencia a la que se refiere precisamente el citado art.
297-3).
De manera que pretender que un Juez de partido, a través de un proceso de fraude
procesal, en definitiva declare la nulidad de las actuaciones producidas en un
proceso de conocimiento, resulta inadmisible conforme lo previsto por el art. 297
del Código de Procedimiento Civil, toda vez que tal determinación corresponde al
Tribunal Supremo de Justicia por ser el único órgano competente para conocer la
revisión extraordinaria de sentencia ejecutoriada; aclarando que ésta procede
entre otras causales por fraude procesal”.
P á g i n a 624 | 846
Asimismo en el Auto Supremo: 280/2013 de 27 de mayo, se ha expresado
que: “…conforme señala Peyrano, “Existe fraude procesal cuando media toda
conducta, activa u omisiva unilateral o concertada, proveniente de los litigantes,
de terceros, del oficio o de sus auxiliares, que padece el apartamiento dañoso de
un tramo del proceso o del proceso todo de los fines asignados; desviación que,
por cualquier circunstancia y sin que medie culpa del afectado, no puede ser
subsanada mediante los remedios legales instrumentados a otros efectos por el
ordenamiento respectivo” (PEYRANO, Jorge W; Fraude Procesal)…”.
Por otra parte, en el Auto Supremo Nº 532/2013 de 21 de Octubre también se ha
orientado que: “…El Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales de
Manuel Osorio, refiere que: “La noción procesal de fraude reviste mayor
amplitud, por cuanto comprende toda resolución judicial en que el juzgador ha
sido víctima de un engaño, por una de las partes, debido a la presentación falaz de
los hechos, a probanzas irregulares, en especial por testigos amañados o
documentos alterados, e incluso por efecto de una argumentación especiosa”; de
lo que se infiere que en el fraude procesal necesariamente debe existir la malicia
humana con la que se ha actuado para hacer víctima de engaño al juzgador quien
ha emitido una sentencia favorable a quien con engaños (una de las partes) ha
introducido en el proceso de manera dolosa probanzas irregulares, documentos
alterados, etc.
2.- De otro lado, se tiene que una vez emitida la sentencia y ejecutoriada la misma,
ésta tiene carácter irrevocable, resguardado por el principio de conservación de la
cosa juzgada, sólo existe la posibilidad de que ésta pueda ser modificada y
revisada en dos situaciones: la primera, tratándose de procesos ejecutivos,
conforme prevé el art. 28 parágrafo I de la Ley Nº 1760 que modifica el art. 490
del Código de Procedimiento Civil, señala que lo resuelto en el proceso ejecutivo
podrá ser modificado en proceso ordinario posterior y que una vez ejecutoriada la
sentencia, cualquiera de las partes cuenta con el plazo de seis meses para
promover dicho proceso, vencido el mismo caducará el derecho a demandar la
revisión del fallo dictado; y la segunda, una sentencia podrá ser revisada siempre
y cuando la misma este ejecutoriada en proceso ordinario, sea el resultado de un
fraude procesal. Ello, evidentemente dará lugar a la aplicación de lo previsto en el
art. 297 del Código de Procedimiento Civil; que de manera textual refiere:
“Habrá lugar al recurso extraordinario de revisión ante la Corte Suprema de
Justicia, de una sentencia ejecutoriada en proceso ordinario en los casos
siguientes: 3) Si se hubiere ganado injustamente en virtud de cohecho, violencia o
fraude procesal declarado en sentencia ejecutoriada”; de ello se infiere que uno
de los requisitos establecidos para incoar una demanda por fraude procesal,
necesariamente es el hecho de que la revisión extraordinaria será de una sentencia
ejecutoriada en proceso ordinario.
3.- Conforme se tiene de la jurisprudencia emitida por la ex Corte Suprema de
Justicia, con la que se comparte criterio, la demanda de declaratoria de fraude
procesal debe ser incoada por las mismas personas que sostuvieron anteriormente
P á g i n a 625 | 846
el proceso ordinario; toda vez que son a estos actores a quienes interesa la
revisión extraordinaria de la misma, así se corrobora del AS Nº 247/98 que
refiere: “La demanda tiene como pretensión la declaratoria de fraude procesal
que se habría producido en un anterior proceso que sostuvieron las mismas partes
hoy en conflicto, para abrir luego el recurso de revisión extraordinaria de
sentencia…. bajo la determinación de los arts. 1 y 190 del indicado código
procesal, sin que les sea permitido extender la misma a otros aspectos que están
reservados a otros órganos jurisdiccionales…”; de lo que se concluye dos
aspectos importantes, el primero respecto a que ante el ordinario para la
declaratoria de fraude procesal, necesariamente la intervención corresponde a los
mismos actores de un proceso anterior; y el segundo referido a que se regirán a
determinar únicamente el fraude en virtud al cual el proceso ordinario
cuestionado fue resuelto, no siendo el fin de esta acción declarativa de fraude
procesal la consideración y pronunciamiento sobre la legalidad, ilegalidad,
corrección o incorrección de las resoluciones dictadas en el proceso de
conocimiento.”.
FRAUDE PROCESAL
Auto Supremo: 972/2016
Sucre: 18 de agosto 2016
Proceso: Ordinario, fraude procesal.
En el Auto Supremo Nº 159/2012 de 22 de junio se dejó establecido lo siguiente:
“El proceso constituye un instrumento fundamental para la realización de la
justicia, por lo que la desviación de tal postulado a través de la concurrencia de
maquinaciones o artificios es lo que se conoce como fraude procesal.
El fraude procesal puede ser definido como las maquinaciones y artificios
realizados en el curso del proceso, o por medio de éste, destinados, mediante el
engaño o la sorpresa en la buena fe de uno de los sujetos procesales, bien sean las
partes propiamente dichas o el órgano jurisdiccional, a impedir la eficaz
administración de justicia, en beneficio propio o de un tercero y en perjuicio de
una de las partes o de tercero.
El fraude procesal, como causal de procedencia de la revisión extraordinaria de
sentencia, por mandato del art. 297-3) del Código de Procedimiento Civil, debe
necesariamente ser demostrado en proceso ordinario, en el que no se discuten los
derechos en controversia ni las decisiones de las instancias jurisdiccionales, sino
los hechos que dieron origen al fraude procesal que se acusa. En ningún caso este
proceso ordinario constituye una instancia de revisión, es un nuevo proceso de
conocimiento en el que deben probarse los hechos constitutivos del fraude
procesal entendido-según el Diccionario de Edgar Oblitas Fernández- como toda
maniobra de las partes, del Juez, de terceros o de auxiliares que tienda a obtener o
P á g i n a 626 | 846
dictar una sentencia- sin valor de cosa juzgada o la homologación de un acuerdo
procesal u otra resolución judicial, con fines ilícitos o impedir su pronunciamiento
o ejecución.
El fraude procesal necesariamente debe establecerse en proceso ordinario por
mandato del art. 297-3) del Código de Procedimiento Civil relacionado con el art.
316 del mismo cuerpo legal, sólo para efectos de viabilizar la procedencia de la
revisión extraordinaria de sentencia a la que se refiere precisamente el citado art.
297 - 3)”. Los razonamientos descritos, fueron reiterados en posteriores fallos
como en los A.S. 129/2016, 185/2016 entre otros.
Por otra parte en el Auto Supremo Nº 280/2013 de 27 de mayo se expuso lo
siguiente:
“… Existe fraude procesal cuando media toda conducta, activa u omisiva
unilateral o concertada, proveniente de los litigantes, de terceros, del oficio o de
sus auxiliares, que parece el apartamiento dañoso de un tramo del proceso o del
proceso en todo los fines asignados; desviación que, por cualquier circunstancia y
sin que medie culpa del afectado, no puede ser subsanada mediante los remedios
legales instrumentados a otros efectos por el ordenamiento
respectivo” (PEYRANO, Jorge W; Fraude Procesal)
(…)
“De lo anterior se tiene que el proceso de fraude procesal no es sino la etapa
previa a la interposición del Recurso Extraordinario de Revisión de Sentencia,
que tiene la finalidad de establecer solamente los hechos constitutivos del fraude
procesal que se acusa a efectos de determinar la existencia de una de las causales
de la procedencia o improcedencia del posterior recurso de revisión
extraordinaria de Sentencia, en cuyo conocimiento el Tribunal Supremo, tiene la
facultad de revisar la Sentencia con calidad de cosa juzgada y en su caso dejar sin
efecto el proceso de conocimiento sustanciado por fraude procesal, de lo que se
infiere que también los aspectos formales inherentes al recurso de revisión
extraordinaria de Sentencia, como la extemporaneidad y su consiguiente admisión
o rechazo, corresponde privativa a la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia,
instancia competente para conocer ese extraordinario recurso, no existiendo
vulneración alguna al respecto”.
Al margen de lo señalado, la doctrina reconoce diversas clases de fraude procesal
que pueden presentarse en distintas instancias y etapas del proceso, cuyo
razonamiento se expone a continuación:
“La presencia corrosiva del fraude puede aparecer en distintas etapas del proceso
y por conducto de cualquiera de los sujetos, las partes y el juez, como también
puede ser obra de los llamados auxiliares de la justicia (peritos, testigos,
P á g i n a 627 | 846
intérpretes, secuestres o depositarios, síndicos de quiebras, etc.), y de los
funcionarios subalternos del despacho judicial (secretarios y notificadores)”.
Señala también que fraude puede presentarse en el planteamiento de la acción, en
los incidentes y las tercerías, por el juez y los funcionarios judiciales subalternos,
en los órganos de prueba distintos de las partes, etc.
Con relación a los órganos de prueba, señala:
“Entendemos por órganos de prueba, las personas que colaboran con el juez,
cuando la actividad de éste constituye un medio de prueba para los mismos fines,
como los testigos y los peritos anexos a una inspección, judicial, y las personas
que la suministran el conocimiento del objeto de la prueba, sustituyendo su
percepción, como los testigos comunes, los peritos, cuando dictaminan
independientemente de una inspección judicial, los funcionarios judiciales,
administrativos o de policía, que expiden copias o certificados y que rinden
informes con destino al proceso, lo mismo que las partes cuando declaran en
absolución de posiciones y careos o son autoras de documentos allegados al
proceso, los detectives y funcionarios de la policía judicial o de laboratorios
forenses … Por lo tanto, los órganos de prueba son generalmente terceros que no
han intervenido como partes en el proceso y éstas solo cuando son autoras del
medio de prueba (confesión o documento. Nunca el juez.
Estos órganos de prueba pueden incurrir en fraude procesal, cuando suministran
al juez el medio probatorio (como testimonio, dictamen, traducción, interpretación
o versión del intérprete), bien sea de acuerdo con una de las partes o por
espontánea iniciativa; los efectos dañinos que sobre el proceso se surte, son los
mismos en ambas hipótesis”.Pensamiento extraído del autor Devis Echandía
difundido por “Editorial El Progreso” bajo el título “El Fraude Procesal”, Tercera
Edición 2009.
FRAUDE PROCESAL
Auto Supremo: 117/2016
Sucre: 05 de febrero 2016
El fraude procesal, tal como lo establece la Sentencia de esta Sala antes
trascrita, “...puede ser definido como las maquinaciones y artificios realizados en
el curso del proceso, o por medio éste, destinados, mediante el engaño o la
sorpresa en la buena fe de uno de los sujetos procesales, a impedir la eficaz
administración de justicia, en beneficio propio o de un tercero y en perjuicio de
parte o de tercero. Estas maquinaciones y artificios pueden ser realizados
unilateralmente por un litigante, lo que constituye el dolo procesal stricto sensu, o
por el concierto de dos o más sujetos procesales, caso en que surge la colusión; y
P á g i n a 628 | 846
pueden perseguir la utilización del proceso como instrumento ajeno a sus fines de
dirimir controversias o de crear determinadas situaciones jurídicas (como ocurre
en el proceso no contencioso), y mediante la apariencia procedimental lograr un
efecto determinado; o perjudicar concretamente a una de las partes dentro del
proceso, impidiendo se administre justicia correctamente”.
FRAUDE PROCESAL
Auto Supremo: 129/2016
Sucre: 05 de febrero 2016
Los recurrentes acusan la errónea interpretación del art. 1453 del Código Civil,
pues refieren que la posesión civil a la cual hizo referencia el Tribunal de Alzada
no tendría sustento legal; de dicho reclamo, resulta pertinente referirnos a la norma
acusada, la cual, respecto a la acción reivindicatoria señala: “I. El propietario que
ha perdido la posesión de una cosa puede reivindicarla de quien la posee o la
detenta”; precepto legal que establece que la reivindicación es una acción real,
cuyo objeto es recuperar el bien, sobre el que se tiene derecho de propiedad, es
decir que esta acción se encuentra reservada precisamente para el propietario que
ha perdido la posesión de un bien que es de su propiedad.
Resulta, también pertinente señalar que para la procedencia de la acción de
reivindicación, debe cumplirse necesariamente con tres requisitos, que son: 1. Que
el actor cuente con derecho propietario de la cosa a reivindicar; 2. Que esté privado
o destituido de ésta, y 3. Que la cosa se halle plenamente identificada; exigencias
estas que necesariamente deben concurrir para hacer viable la pretensión, pues la
falta de una de estas ocasionará que el mismo no sea acogido favorablemente.
De esta manera, centrándonos en el reclamo, diremos que la línea emitida por este
Tribunal Supremo de Justicia, precisó con claridad que la acción reivindicatoria
debe otorgarse al propietario que no ostenta la posesión de su propiedad y pide a
aquel que ejerce la posesión sobre el mismo, que le restituya; de igual forma se
precisó que esta acción debe proceder aunque el propietario no haya tenido la
posesión corporal de la cosa, aspecto este que se encuentra respaldado por el
Estado mediante sus órganos jurisdiccionales, los cuales deben resguardar el
derecho de propiedad que es garantizado conforme lo señala el art. 56 de la
Constitución Política del Estado, puesto que, mientras el título de propiedad de la
parte que interpone la acción reivindicatoria, se encuentre vigente el mismo goza
de plena eficacia para poder instaurar esta acción real.
En virtud a este entendimiento, debemos señalar que el derecho de propiedad
encierra también el derecho a poseer la cosa, la que emerge de la titularidad que se
tiene, por lo tanto el hecho de que el bien inmueble objeto de la litis no fue
desposeído por los recurrentes, o que el demandante no haya estado nunca en
posesión del mismo, no conlleva la improcedencia de la acción reivindicatoria,
P á g i n a 629 | 846
pues el art. 105 del Código Civil, al señalar que el derecho de propiedad es el poder
jurídico que permite usar, gozar y disponer de una cosa, se advierte que el mismo
confiere al titular de este derecho propietario, dada su naturaleza, la posesión
emergente del derecho mismo, y no solo la posesión civil o “jus possidendi”, que
está a su vez se encuentra integrado por sus elementos “corpus”y “ánimus”, sino
también la natural o corporal o “jus possesionem”, pudiendo ser esta última
ejercida o no por el propietario, extremo que no implica que no se encuentre en
posesión del bien, pues el mismo conforme lo señalado se encuentra en “posesión
civil” de la cosa, extremo que evidentemente le permite interponer la acción
reivindicatoria.
De lo expuesto, se advierte que no existió errónea interpretación del art. 1453 del
Código Civil, pues el razonamiento vertido por el Tribunal de Alzada conforme a
lo desarrollado supra se encuentra plenamente justificado; de esta manera, el hecho
de que los recurrentes refieran que entraron en posesión legal y corporal del bien
inmueble objeto de la litis el 22 de Agosto de 1990, este aspecto lo único que hace
es sustentar la pretensión de la parte actora, pues uno de los requisitos que hacen
viable la acción reivindicatoria, es que el bien inmueble que reclama el propietario,
este en posesión de terceros que no tienen calidad de propietarios, para que se lo
restituya, por lo tanto el Tribunal de Alzada si consideró y analizo la posesión de
los recurrentes.
Por último, en lo que respecta a la demanda reconvencional de fraude procesal, del
cual señalan que fue interpuesto como proceso y no como recurso extraordinario
como refirió el Tribunal de Alzada, y que al no haber sido parte del proceso del
cual solicitan se declare la nulidad a través de la figura de fraude procesal, no les
correría plazo alguno; sobre este reclamo, debemos señalar que el fraude procesal
es entendido como todo artificio, maquinación, ardid o engaño que la malicia
humana puede introducir en el proceso, haciendo víctima del engaño al juzgador,
con la finalidad de obtener dolosamente de éste, una Sentencia.
Asimismo, el fraude procesal, da lugar a la revisión del fallo cuando el juzgador ha
pronunciado una Sentencia merced de artificios o engaños introducidos en el
proceso y que de no haber mediado estas maquinaciones, el pronunciamiento podía
ser diferente; es así que refiriéndonos a la jurisprudencia referida al fraude
procesal, el Auto Supremo N° 159/2012 de 22 de junio, ha establecido que: “El
fraude procesal, como causal de procedencia de la revisión extraordinaria de
sentencia, por mandato del art. 297-3) del Código de Procedimiento Civil, debe
necesariamente ser demostrado en proceso ordinario, en el que no se discuten los
derechos en controversia ni las decisiones de las instancias jurisdiccionales, sino
los hechos que dieron origen al fraude procesal que se acusa. En ningún caso este
proceso ordinario constituye una instancia de revisión, es un nuevo proceso de
conocimiento en el que deben probarse los hechos constitutivos del fraude
P á g i n a 630 | 846
procesal entendido -según el Diccionario de Edgar Oblitas Fernández- como toda
maniobra de las partes, del Juez, de terceros o de auxiliares que tienda a obtener o
dictar una sentencia- sin valor de cosa juzgada o la homologación de un acuerdo
procesal u otra resolución judicial, con fines ilícitos o impedir su pronunciamiento
o ejecución. El fraude procesal necesariamente debe establecerse en proceso
ordinario por mandato del art. 297-3) del Código de Procedimiento Civil
relacionado con el art. 316 del mismo cuerpo legal, sólo para efectos de viabilizar
la procedencia de la revisión extraordinaria de sentencia a la que se refiere
precisamente el citado art. 297-3). De manera que pretender que un Juez de
partido, a través de un proceso de fraude procesal, en definitiva declare la nulidad
de las actuaciones producidas en un proceso de conocimiento, resulta inadmisible
conforme lo previsto por el art. 297 del Código de Procedimiento Civil, toda vez
que tal determinación corresponde al Tribunal Supremo de Justicia por ser el
único órgano competente para conocer la revisión extraordinaria de sentencia
ejecutoriada; aclarando que ésta procede entre otras causales por fraude
procesal.”
En el caso de Autos, se advierte que los demandados reconvienen a la acción
principal de reivindicación, interponiendo la acción de fraude procesal,
pretendiendo que la sentencia pronunciada dentro del proceso de nulidad de
contrato de venta que fue interpuesto por Víctor Zurita Chaparro contra José Juan
Flores Soto ahora también actor, sea declarada nula por contener supuestamente
vicios procesales que vulneraron su derecho a la defensa, pues cuando dicho
proceso fue interpuesto contra José Juan Flores Soto, el mismo ya no tenía la
calidad de propietario del bien inmueble, pues el demandado de ese proceso, habría
transferido el bien inmueble a Andrés Aranibar Mena y Cinda Guzmán de
Aranibar; en virtud a lo señalado se deduce que los fundamentos expuestos por los
recurrentes están orientados a cuestionar los derechos en controversia y la decisión
asumida en el proceso de nulidad de contrato, por lo que solicitan se anule la
sentencia dictada en dicho proceso y se ordene la nueva inscripción de sus títulos
de propiedad al igual que de José Juan Flores Soto, de quien refieren que jamás
falsifico firma alguna.
De lo expuesto, se advierte que la pretensión de fraude procesal, tal como lo
estableció el Tribunal de Alzada, ciertamente resulta improponible toda vez que en
nuestra economía jurídica no existe la figura de “nulidad del proceso por fraude
procesal”, toda vez que, conforme a los fundamentos expuestos, esta no resulta ser
la vía para disponer tal nulidad, pues el fin que persigue el proceso de fraude
procesal es el de establecer únicamente los hechos constitutivos del fraude a
efectos de posibilitar el posterior recurso de revisión extraordinaria de sentencia, en
cuyo conocimiento el Tribunal Supremo, si acaso correspondiera, podría dejar sin
efecto el proceso de conocimiento sustanciado con fraude procesal.
P á g i n a 631 | 846
FRAUDE PROCESAL
Auto Supremo: 185/2016
Sucre: 03 de marzo 2016
El proceso al ser considerado como el medio a través del cual se otorga la
efectividad de los derechos reconocidos en la ley sustantiva, es decir que
se constituye en un instrumento fundamental para la realización de la justicia, por
lo que la desviación de tal postulado a través de la concurrencia de maquinaciones
o artificios es lo que se conoce como fraude procesal.
En esa lógica el fraude procesal puede ser definido como las maquinaciones y
artificios realizados en el curso del proceso, o por medio de éste, destinados,
mediante el engaño o la sorpresa en la buena fe de uno de los sujetos procesales,
bien sean las partes propiamente dichas o el órgano jurisdiccional, a impedir la
eficaz administración de justicia, en beneficio propio o de un tercero y en perjuicio
de una de las partes o de tercero. De esta manera el Código de Procedimiento Civil
y el actual Código Procesal Civil en su art. 284, permiten la revisión de Sentencia
ejecutoriada en proceso ordinario, cuando en la tramitación del proceso
cuestionado concurrió fraude procesal; de esta manera la interposición del proceso
ordinario de fraude procesal debe estar orientado a probar los hechos constitutivos
del fraude procesal como tal y no así los derechos en controversia o las decisiones
de las instancias jurisdiccionales, pues dicho proceso no se constituye en una
instancia de revisión, sino que tiene como objetivo viabilizar la procedencia de la
revisión extraordinaria de sentencia a la que se refiere precisamente la norma citada
supra.
Concordante con lo expuesto, ya el Auto Supremo N° 159/2012 de 22 de junio, ha
establecido que: “El fraude procesal, como causal de procedencia de la revisión
extraordinaria de sentencia, por mandato del art. 297-3) del Código de
Procedimiento Civil, debe necesariamente ser demostrado en proceso ordinario,
en el que no se discuten los derechos en controversia ni las decisiones de las
instancias jurisdiccionales, sino los hechos que dieron origen al fraude procesal
que se acusa. En ningún caso este proceso ordinario constituye una instancia de
revisión, es un nuevo proceso de conocimiento en el que deben probarse los hechos
constitutivos del fraude procesal entendido -según el Diccionario de Edgar Oblitas
Fernández- como toda maniobra de las partes, del Juez, de terceros o de auxiliares
que tienda a obtener o dictar una sentencia- sin valor de cosa juzgada o la
homologación de un acuerdo procesal u otra resolución judicial, con fines ilícitos
o impedir su pronunciamiento o ejecución. El fraude procesal necesariamente
debe establecerse en proceso ordinario por mandato del art. 297-3) del Código de
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Procedimiento Civil relacionado con el art. 316 del mismo cuerpo legal, sólo para
efectos de viabilizar la procedencia de la revisión extraordinaria de sentencia a la
que se refiere precisamente el citado art. 297-3). De manera que pretender que un
Juez de partido, a través de un proceso de fraude procesal, en definitiva declare la
nulidad de las actuaciones producidas en un proceso de conocimiento, resulta
inadmisible conforme lo previsto por el art. 297 del Código de Procedimiento
Civil, toda vez que tal determinación corresponde al Tribunal Supremo de Justicia
por ser el único órgano competente para conocer la revisión extraordinaria de
sentencia ejecutoriada; aclarando que ésta procede entre otras causales por
fraude procesal.”
FRAUDE PROCESAL
Auto Supremo: 324/2016
Sucre: 12 de abril 2016
Proceso: Fraude procesal.
En cuanto al tema del fraude procesal se puede citar el Auto Supremo Nro
280/2013 de fecha 27 de mayo 2013, que expresó: “ Respecto a la
extemporaneidad de la presentación de la protesta formal para interponer
recurso extraordinario de revisión de Sentencia que acusa la recurrente,
conforme señala Peyrano, “Existe fraude procesal cuando media toda
conducta, activa u omisiva unilateral o concertada, proveniente de los
litigantes, de terceros, del oficio o de sus auxiliares, que padece el
apartamiento dañoso de un tramo del proceso o del proceso todo de los
fines asignados; desviación que, por cualquier circunstancia y sin que
medie culpa del afectado, no puede ser subsanada mediante los remedios
legales instrumentados a otros efectos por el ordenamiento
respectivo” (PEYRANO, Jorge W; FraudeProcesal).
Por su parte el Auto Supremo N° 159/12 pronunciado por la Sala Civil del
Tribunal Supremo de Justicia manifiesta: “…El fraude procesal, entendido
como una de las causales de procedencia de la revisión extraordinaria de
sentencia, por mandato del art. 297 - 3) del Código de Procedimiento Civil,
debe necesariamente ser demostrado en proceso ordinario, en el que no se
discuten los derechos en controversia ni las decisiones de las instancias
jurisdiccionales, sino los hechos que dieron origen al fraude procesal que
se acusa. En ningún caso este proceso ordinario constituye una instancia de
P á g i n a 633 | 846
revisión, es un nuevo proceso de conocimiento en el que deben probarse los
hechos constitutivos del fraude procesal entendido -según el Diccionario de
Edgar Oblitas Fernández- como toda maniobra de las partes, del Juez, de
terceros o de auxiliares que tienda a obtener o dictar una sentencia- sin
valor de cosa juzgada o la homologación de un acuerdo procesal u otra
resolución judicial, con fines ilícitos o impedir su pronunciamiento o
ejecución.
El fraude procesal necesariamente debe establecerse en proceso ordinario
por mandato del art. 297 - 3) del Código de Procedimiento Civil
relacionado con el art. 316 del mismo cuerpo legal, sólo para efectos de
viabilizar la procedencia de la revisión extraordinaria de sentencia a la
que se refiere precisamente el citado art. 297 - 3)”
De lo anterior se tiene que el proceso de fraude procesal no es sino la etapa
previa a la interposición del Recurso Extraordinario de Revisión de
Sentencia, que tiene la finalidad de establecer solamente los hechos
constitutivos del fraude procesal que se acusa a efectos de determinar la
existencia de una de las causales de la procedencia o improcedencia del
posterior recurso de revisión extraordinaria de Sentencia, en cuyo
conocimiento el Tribunal Supremo, tiene la facultad de revisar la Sentencia
con calidad de cosa juzgada y en su caso dejar sin efecto el proceso de
conocimiento sustanciado por fraude procesal, de lo que se infiere que
también los aspectos formales inherentes al recurso de revisión
extraordinaria de Sentencia, como la extemporaneidad y su consiguiente
admisión o rechazo, corresponde privativa a la Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia, instancia competente para conocer ese extraordinario
recurso”
P á g i n a 634 | 846
titularidad del derecho, realizando un juicio declarativo de mejor derecho de
propiedad.
En este antecedente se ha orientado a través del Auto Supremo N° 122/2012 de 17
de mayo que: “Expuestos los antecedentes del proceso, corresponde precisar que,
la acción reivindicatoria, prevista en el art. 1453 del Código Civil, es una acción
de defensa de la propiedad. Doctrinalmente se dice que la acción reivindicatoria
es la que tiene el propietario que no posee frente al poseedor que no es
propietario. En ese sentido Puig Brutau, citado por Néstor Jorge Musto, en su
obra Derechos Reales, señala que la reivindicación "es la acción que puede
ejercitar el propietario, que no posee contra el poseedor que, frente al propietario,
no puede alegar un título jurídico que justifique su posesión".
Ahora bien cuando el demandado de reivindicación resista esa pretensión
alegando ser el propietario de la cosa, la acción reivindicatoria adquiere una
función compleja, pues aunque en principio sea una acción de condena, si lo que
se discute es la posesión entre partes que sostienen o demuestran derecho
propietario sobre la cosa, la acción no puede ser de mera condena sino que
previamente tendrá el juez que decidir a quién corresponde la titularidad del
derecho, en otras palabras, deberá previamente hacer un juicio declarativo de
mejor derecho de propiedad.
En cambio, si la resistencia del demandado de reivindicación se reduce a la
situación de hecho, sin alegación y por lo tanto sin controversia sobre el derecho
propietario, el resultado será una sentencia de simple condena en la faz petitoria.
Entablada la acción reivindicatoria podrá entonces presentar los siguientes
supuestos: a) El actor presenta título de su derecho y el demandado no lo
presenta; b) Tanto el actor como el poseedor demandado presentan títulos.
Para el caso que se resuelve, nos interesa analizar el segundo supuesto, es decir
aquel en el que tanto el actor reivindicante como el poseedor demandado
presentan cada uno títulos de propiedad, en cuyo caso la resolución del litigio
pasa necesariamente por determinar a quién le corresponde el mejor derecho a
poseer, lo que conlleva necesariamente el juicio declarativo de mejor derecho de
propiedad, siguiendo para ello los criterios establecidos en la ley.”.
Por otra parte, se debe también hacer mención a que el art. 1545 del Código Civil
Dispone que: “Si por actos distintos ha transmitido el propietario los mismos
bienes inmuebles a diferentes personas, la propiedad pertenece al adquiriente que
haya inscrito primero su título”.
La línea jurisprudencial asumida por este Tribunal, ha orientado en el Auto
Supremos Nº 588/2014 de 17 de octubre que: “para la procedencia de la acción de
mejor derecho propietario respecto a bienes sujeto a registro, se requiere de tres
condiciones o requisitos a ser cumplidos: 1.- Que el actor haya inscrito en el
Registro Público su título de dominio sobre el bien que ostenta su derecho
propietario con anterioridad a la inscripción del título de dominio que tuvieren
otros adquirentes del mismo bien; 2.- Que el título de dominio del actor y del
demandado provengan de un mismo origen o propietario, y 3.- La identidad o
P á g i n a 635 | 846
singularidad del bien o cosa que se demanda de mejor derecho de propiedad”.
Asimismo en el Auto Supremo Nº 618/2014 de 30 de octubre se razonó
que:”…sobre dicho articulado este Tribunal emitió el Auto Supremo N° 89/2012
de 25 de abril, que estableció: “…una acción de reconocimiento de mejor derecho
propietario, el presupuesto esencial, radica en la identidad de la cosa, respecto a
la cual dos o más personas reclaman derecho de propiedad; en otras palabras, la
acción de reconocimiento de mejor derecho de propiedad, supone necesariamente
la existencia de una misma cosa, cuya titularidad es discutida por dos o más
personas…”, la norma de referencia establece el hipotético de que en el caso de
que existan dos o más personas con título de propiedad sobre un mismo bien
adquiridos de un mismo vendedor, la norma concede el derecho al que ha
registrado con prioridad su título, esa es la regla; empero de ello, de acuerdo a la
concepción extensiva de la norma de referencia, también debe aplicarse a los
hipotéticos de presentarse dos o más personas que aleguen ser propietarios de un
mismo bien inmueble, que pese de no haber adquirido el inmueble (predio) del
mismo vendedor, sino que cada uno de estos propietarios hubieran adquirido el
bien inmueble de distintos vendedores y cuyos antecesores también ostenten título
de propiedad, caso para el cual se deberá confrontar el antecedente dominial de
cada uno de estos propietarios y su antecesores, con el objeto de verificar de que
se trate de los mismos terrenos (total o parcialmente), para verificar cuál de los
títulos de propiedad fue registrado con prioridad en el registro de Derechos Reales
y por otra también corresponderá analizar si el título alegado por las partes
mantiene o no su validez, para de esta manera otorgar el mejor derecho de
propiedad, sea en forma total (cuando los títulos de las partes se refieran a la
misma superficie) o en forma parcial (cuando los títulos de las partes solo hayan
coincidido en una superficie parcial)”. Es decir, que para resolver sobre una
pretensión de mejor derecho de propiedad el presupuesto es que existan dos títulos
de propiedad válidos sobre un mismo inmueble, en cuyo mérito corresponde al
juzgador definir cuál de los titulares debe ser preferido por el derecho, provengan
ambos títulos de un mismo vendedor común o no, y tengan o no un mismo
antecedente dominial.
P á g i n a 637 | 846
En tal caso, la respuesta a la apelación debe ser debidamente motivada y
fundamentada por parte del Tribunal superior, cuestión preponderante porque
solo de esa manera se garantiza el derecho de impugnación.
Es así que, abierta la competencia del Tribunal de apelación, éste debe dirimir la
problemática planteada, exponiendo los argumentos y razones por el cual
confirma la decisión del A quo, o en su caso, atendiendo el recurso, revocando
total o parcialmente el contenido de la resolución impugnada; en ésta
circunstancia, exponiendo también los argumentos y razones por la cual adopta
esa decisión. En tal razón, el Tribunal de Alzada debe dar, una respuesta que
alcance por sí misma, el entendimiento y satisfacción del apelante con referencia a
la atención de sus agravios expuestos, obviamente la resolución de segunda
instancia tiene que estar dentro un marco lógico y lógico- jurídico, al actuar de
diferente manera u omitiendo los agravios expuestos en apelación conlleva una
vulneración al debido proceso y a la garantía del principio de impugnación.
En este entendido la jurisprudencia desarrolló sobre la fundamentación y
motivación de las resoluciones judiciales, es así que, el Auto Supremo Nro.
44/2010, entre otros, señala: "La motivación de las Resoluciones Judiciales
entraña en el fondo una necesaria argumentación y ésta sólo es posible mediante
las correspondientes y múltiples inferencias exigidas por el caso concreto. Esas
inferencias podrán ser de tipo enunciativo sujetos a los cánones de la lógica
común y de tipo jurídico - sujetos a las reglas de la lógica jurídica- hasta concluir
en la inferencia jurídica definitoria en el caso singular, circunstancias que
encuentran su sustento legal en lo previsto por los artículos 190, 192 y 236 -entre
otros- del Código de Procedimiento Civil."
P á g i n a 639 | 846
“…exige que toda Resolución sea debidamente fundamentada. Es decir, que cada
autoridad que dicte una Resolución debe imprescindiblemente exponer los hechos,
realizar la fundamentación legal y citar las normas que sustenta la parte
dispositiva de la misma. Que, consecuentemente cuando un Juez omite la
motivación de una Resolución, no sólo suprime una parte estructural de la misma,
sino también en los hechos toma una decisión de hecho no de derecho que vulnera
de manera flagrante el citado derecho que permite a las partes conocer cuáles son
las razones para que se declare en tal o cual sentido; o lo que es lo mismo cuál es
la ratio decidendi que llevó al Juez a tomar la decisión”.
Por su parte, a través de la SC 1365/2005-R de 31 de octubre, este mismo Tribunal
aclaró los alcances del debido proceso y la exigencia referida a la necesidad de
fundamentar y motivar la resoluciones, así señaló: "…es necesario recordar que la
garantía del debido proceso, comprende entre uno de sus elementos la exigencia
de la motivación de las resoluciones, lo que significa, que toda autoridad que
conozca de un reclamo, solicitud o que dicte una resolución resolviendo una
situación jurídica, debe ineludiblemente exponer los motivos que sustentan su
decisión, para lo cual, también es necesario que exponga los hechos establecidos,
si la problemática lo exige, de manera que el justiciable al momento de conocer la
decisión del juzgador lea y comprenda la misma, pues la estructura de una
resolución tanto en el fondo como en la forma, dejará pleno convencimiento a las
partes de que se ha actuado no sólo de acuerdo a las normas sustantivas y
procesales aplicables al caso, sino que también la decisión está regida por los
principios y valores supremos rectores que rigen al juzgador, eliminándose
cualquier interés y parcialidad, dando al administrado el pleno convencimiento de
que no había otra forma de resolver los hechos juzgados sino de la forma en que se
decidió.”
Sobre el mismo tema la SC 1315/2011 R, de 26 de septiembre de 2011 estableció:
“Siguiendo este entendimiento, la SC 0759/2010-R de 2 de agosto, determinó que:
“…la jurisprudencia constitucional ha dejado establecido que el derecho al debido
proceso, entre su ámbito de presupuestos exige que toda resolución sea
debidamente fundamentada; es decir, que cada autoridad que dicte una resolución
debe imprescindiblemente exponer los hechos, realizar la fundamentación legal y
citar las normas que sustentan la parte dispositiva de la misma.
Consecuentemente, cuando un juez omite la motivación de una resolución, no sólo
suprime una parte estructural de la misma sino también en los hechos toma una
decisión de hecho no de derecho, que vulnera de manera flagrante el citado
derecho, que permite a las partes conocer cuáles son las razones para que se
P á g i n a 640 | 846
declare en tal o cual sentido o lo que es lo mismo, cuál es la ratio decidendi que
llevó al juez a tomar la decisión.
(…) Finalmente, cabe señalar que la motivación no implicará la exposición
ampulosa de consideraciones y citas legales, sino que exige una estructura de
forma y fondo. En cuando a esta segunda, la motivación puede ser concisa, pero
clara y satisfacer todos los puntos demandados, debiendo expresar el juez sus
convicciones determinativas que justifiquen razonablemente su decisión en cuyo
caso las normas del debido proceso se tendrán por fielmente cumplidas. En sentido
contrario, cuando la resolución aun siendo extensa no traduce las razones o
motivos por los cuales se toma una decisión, dichas normas se tendrán por
vulneradas” (SC 1365/2005-R de 31 de octubre).
P á g i n a 646 | 846
Sin embargo existe otra eventualidad, que resulta de la parte contendiente quien
habiendo interpuesto la apelación, y obtenerla en el efecto diferido, apele a la
Sentencia definitiva, impugnando el fondo del asunto, sin fundamentar, o activar el
recurso pendiente, si fuere el caso. En el hipotético que el apelante sólo ocupa su
impugnación únicamente a la Sentencia definitiva, sin activar o manifestarse del
recurso diferido, debe ser entendido como su desistimiento tácito, por un principio
dispositivo, pues el juzgador debe atender sólo lo requerido por las partes,
además, por un principio de preclusión y celeridad en que se halla sometido el
proceso, debiendo concederse el recurso sólo en la apelación manifiesta. El
desistimiento tácito, indicado, de una apelación diferida, no contraviene el
principio de impugnación, por cuanto el órgano jurisdiccional al admitir la
interposición ha garantizado ese derecho y dependía de la parte apelante activar
éste conjuntamente con la apelación principal, para que luego se concediese el
recurso al superior en grado para su Resolución.”.
Razonamiento reiterado en el fundamento del Auto Supremo Nº 179/2015 de 11 de
marzo que orientó: “…sobre el tema de la apelación en el efecto diferido el art. 25
de la Ley 1760 de manera textual señala:” I.- La apelación en el efecto diferido
se limitara a su simple interposición, en cuyo caso y sin perjuicio del
cumplimiento de la resolución impugnada y la prosecución del proceso, se
reservara la fundamentación en forma conjunta con la de una eventual
apelación de la Sentencia definitiva. II.- Si la Sentencia definitiva fuere apelada,
se correrá traslado de ambos recursos a la parte apelada, con cuya contestación
o sin ella, los recursos se concederán para que sean resueltos en forma conjunta
por el superior en grado.III.- Si la Sentencia no fuere apelada se tendrá por
desistida la apelación formulada en el efecto diferido”.
Conforme a esta norma que modifica el Código de Procedimiento Civil
incorporando un nuevo efecto al recurso de apelación como es el efecto diferido
que tiene por fin que la tramitación no sea suspendida por diferentes recursos
evitando que la causa llegue a su fin específico, es por tal motivo que contra el
catálogo de supuestos establecidos en el art. 24 de la Ley 1760 procede el recurso
de apelación en el efecto diferido, caso en el cual el recurrente debe limitarse a su
simple interposición sin ninguna fundamentación del recurso de apelación, no
obstante en caso de no apelar la Sentencia o de no haber fundamentado en su
momento y ratificar la apelación que hubo sido diferida, se tendrá por desistida,
ya sea, por no haber apelado la Sentencia, dando en ese caso su aceptación a todo
lo actuado o en caso de no haber activado en su motivación la apelación que
hubo sido diferida, importando su renuncia tácita, sin importar que exista
concesión de esta apelación por parte del A quo, ya que, al no existir
pronunciamiento del interesado recurrente no tendría porque el Juez de la causa
sustanciar dicha apelación.
Ahora puede darse otro supuesto que al momento de impugnar una Resolución
enmarcada dentro del art. 24 de la Ley 1760 el recurrente en ese memorial
exponga sus fundamentos o agravios sufridos en tal caso el Juez de la causa
P á g i n a 647 | 846
diferirá dicha apelación hasta una eventual apelación de la Sentencia, caso en el
cual, corresponderá simplemente al apelante ratificar sus argumentos antes
vertidos, para activar su recurso; por otro lado en caso de existir un silencio sobre
su recurso diferido al momento de apelar la Sentencia, dicho acto implica una
renuncia de éste, pero en caso de existir ratificación como se ha referido, el
recurso deberá ser concedido ante el superior en grado correspondiendo al Ad
quem pronunciarse sobre dicho recurso.”.
P á g i n a 648 | 846
G
GARANTÍA DE EVICCIÓN Y SANEAMIENTO
Auto Supremo: 765/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Proceso: Rescisión de contrato, consolidación de arras y entrega y desocupación
de inmueble.
El art. 614 del Código Civil establece las principales obligaciones del vendedor
respecto al comprador, entre las que se encuentran entregarle la cosa vendida,
hacerle adquirir la propiedad de la cosa o el derecho si la adquisición no ha sido
efecto inmediato del contrato, responderle por la evicción y los vicios de la cosa.
En el Código Civil Concordado y anotado de Carlos Morales Guillén Tomo I,
Cuarta edición el mencionado autor refiere: “la enunciación genérica de la regla
del art. 614 es consecuencia que de la venta que da el art. 584. El vendedor como
contraprestación de su derecho a percibir, previa, simultáneamente o
posteriormente el precio según lo estipulado en el contrato y la naturaleza de la
clase de venta que se ha pactado, debe entregar la cosa y debe responder al
comprador de que su posesión pacífica no será interrumpida por un tercero con
título mejor”
Con relación a la evicción Ernesto C. Wayar en el libro “Evicción y Vicios
redhibitorios” edición Astrea 1992 refiere “que la palabra evicción en sentido
estricto sirve para designar la obligación que se impone a todo el que transmite un
derecho por título oneroso de garantizar que el adquiriente no será turbado ni
privado del derecho que aquél le transmitió. En otras de sus acepciones muy
difundidas, la palabra evicción designa la “situación que sobreviene después que
el adquiriente de un derecho es derrotado en juicio”. La palabra saneamiento a su
vez alude a la obligación que pesa sobre el garante después que la evicción-por
perturbación o por privación-ha tenido lugar, obligación que nace como
consecuencia de la evicción ya sucedida. Con mayor rigor, cabría decir que el
término sanemiento designa la obligación impuesta al garante, de indeminizar al
adquiriente por los daños que pudo sufrir como consecuencia de la evicción
P á g i n a 649 | 846
ocurrida. Si partimos de la evicción producida, damos por sentado que el
adquiriente fue privado de su derecho (con o sin sentencia)y como consecuencia de
tal privación ha sufrido un perjuicio que debe ser reparado por el garante. Si sólo
hubo turbación el garante también estará obligado a indemnizar si el turbado
sufrió algún perjuicio”
Asimismo el autor boliviano Gustavo Medeiros Querajazu en su libro: “Derecho
Civil Los Contratos” refiriéndose a la evicción señala:” la evicción es la
obligación que tiene el vendedor de asegurar o garantizar al comprador la
pacífica posesión de la cosa vendida, responsabilizándose en caso de
desposeimiento judicial”
En ese sentido podemos decir que la obligación de evicción es aquella que tiene el
vendedor de garantizar al comprador que no será perturbado ni privado del derecho
que le transfirió por un tercero garantizando su pacifica posesión y el saneamiento
se da cuando ya se habría producido la evicción ya sea por perturbación o
privación, en este caso nace la obligación de indemnizar al adquiriente por los
daños que habría sufrido. Asimismo el Código de Procedimiento Civil establece
la evicción como citación al garante de evicción en el art. 336 núm. 5) del Código
de Procedimiento Civil
P á g i n a 650 | 846
Ahora bien, la Ley Nº 1715 de 18 de octubre de 1996, Ley SNRA (INRA), creó la
judicatura agraria con jurisdicción y competencia para la resolución de los
conflictos emergentes de la posesión y derecho de propiedad agraria y otros que le
señale la ley. Conforme el artículo 39 num. 8) de la citada Ley, la jurisdicción
agraria tiene competencia para conocer acciones reales sobre la propiedad agraria,
asimismo la promulgación de la Ley de Reconducción comunitaria de la Reforma
Agraria, Ley Nº 3545 de 28 de noviembre de 2006 cuyo art. 23, sustituyó los
numerales 7 y 8 del Parágrafo I del citado artículo y reconoció como competencia
de la judicatura agraria: "Conocer interdictos de adquirir, retener y recobrar la
posesión de fundos agrarios, para otorgar tutela sobre la actividad agraria”, así
como “conocer otras acciones reales, personales y mixtas derivadas de la
propiedad, posesión y actividad agraria”. Estas disposiciones legales de acuerdo al
artículo 15 de la Ley del Órgano Judicial, al ser especiales deben ser aplicadas con
preferencia a la ley general.No obstante de lo señalado, el art. 17 de la Ley Nº 3545
de 28 de noviembre de 2006, Ley de Reconducción Comunitaria de la Reforma
Agraria, sustituyó la redacción del art. 30 de la Ley Nº 1715, de la siguiente
manera: “La judicatura agraria es el órgano de administración de justicia
agraria; tiene jurisdicción y competencia para la resolución de los conflictos
emergentes de la posesión, derecho de propiedad y actividad
agraria”, Consiguientemente, a partir de la publicación de la Ley Nº 3545
modificatoria de la Ley Nº 1715, se ha ampliado la competencia de la jurisdicción
agraria a otras acciones personales y mixtas, además de las reales, que provinieren
de la propiedad, posesión y actividad agraria.(Las negrillas son nuestras)
En el marco normativo señalado precedentemente, corresponde establecer que: Las
acciones reales tienen por objeto garantizar el ejercicio de algún derecho real, es
decir, aquellas que ejercita el demandante para reclamar o hacer valer un derecho
sobre alguna cosa, con plena independencia de toda obligación personal por parte
del demandado, entre ellas tenemos, las acciones de defensa del derecho de
propiedad como ser: el reconocimiento del mejor derecho propietario, la
reivindicación, la acción negatoria, entre otras. Por otra parte, las acciones
personales son las que tienen por objeto garantizar un derecho personal, es decir, se
deducirán para exigir el cumplimiento de una obligación personal, ya sea de dar, de
hacer o de no hacer determinado acto, entre ellas podemos establecer la acción, de
rescisión o de resolución de contrato, que emerge ante una situación de
incumplimiento de cualquiera de los sujetos de la relación jurídica. Ahora bien,
cuando estas acciones reales o personales tienen como objeto establecer el
reconocimiento o extinción de un derecho emergente de propiedades agrarias, por
P á g i n a 651 | 846
disposición de las normas especiales citadas supra, corresponden ser conocidas y
tramitadas dentro de la jurisdicción agraria especializada.
Asimismo corresponde tener presente que el Tribunal Constitucional, respecto del
conflicto entre la jurisdicción ordinaria y la jurisdicción agroambiental y su
aplicabilidad, dictó:La Sentencia Constitucional PlurinacionalNº 2140/2012 de 8 de
noviembre de 2012 y la Sentencia Constitucional Nº 0695/2013, de 3 de junio de
2013.
P á g i n a 654 | 846
beneficiando al menor, los progenitores deben tener una relación fraternal y de
respeto, pues ambos trabajarán y participarán de manera solidaria en las
obligaciones que como padres tienen con sus hijos, pero en el caso presente, los
padres muestran una situación conflictiva generando en el niño inestabilidad y
desequilibrio, por lo que inclusive se recomendó que ambos progenitores lleven
una relación respetuosa entre ambos y no utilicen al niño como mensajero, ni para
obtener beneficios propios ni para interrogarlo, por lo que el hecho de aplicar una
guarda compartida podría ocasionar desventaja en el menor, máxime si la
evaluación psicológica estableció que un ambiente de mayor estabilidad en el
menor brindaría un mejor desarrollo y potenciaría sus capacidades, por lo tanto el
hecho de que esté tres días con la madre y cuatro días con el padre, evitará que el
menor logre la estabilidad que necesita.
Consiguientemente, en aplicación del principio de interés superior del niño,
conforme lo dispone el art. 145 del Código de Familia, que para determinar la
situación de los hijos menores de edad se deberá tomar en cuenta el mejor cuidado
e intereses moral y material de éstos, situación que no debe pasar por reconocer
dicho derecho a uno u otro progenitor, como si se trataría de una competencia en
la que los padres dejan de lado los intereses del niño con la única finalidad de
sentirse victoriosos frente al que no tenga la guarda, reduciendo en ese caso a los
hijos a simples objetos cual se tratarían de trofeos que pretenden obtener los
padres”.
De lo que anotado se puede advertir en principio, que si bien nuestro ordenamiento
jurídico no concebía o no reconocía el mismo, empero, bajo el principio de
progresividad este vacío jurídico ha sido suplido por la Jurisprudencia donde este
Tribunal Supremo ha reconocido la validez de esta figura; siempre y cuando que la
misma sea aplicada bajo una óptica constitucional, por ende debe primar el interés
superior del menor en calidad de un sujeto de Derecho, mereciendo a tal efecto un
resguardo preferente de sus derechos por su situación de vulnerabilidad, entonces
bajo esta premisa es que se ha reconocido esta figura de la guarda compartida,
siempre y cuando dentro de los lazos paternos y maternos filiales, se evidencia
armonía y respeto reciproco entre los progenitores, debido a que no se debe afectar
la integridad emocional del menor habida cuenta que la guarda es un derecho
primordial del menor a tener esos lazos materno y paterno filiales velando su
interés superior, caso contrario de no existir esa armonía o respecto reciproco entre
los progenitores no resulta correcto otorgar o disponer una guarda compartida,
puesto que se generaría inestabilidad emocional al menor, resultando lo correcto
para el caso otorgar la guarda a una de los progenitores que ofrezca mayores
beneficios al menor para su desenvolvimiento, no solo físico sino también
P á g i n a 655 | 846
psíquico, lo cual se ha de lograr otorgando estabilidad al menor en el lugar donde
se sienta seguro y pueda desenvolverse con mayor libertad y por ende también
disponer un horario de visitas para el otro progenitor para que el menor refuerce
esos lazos paterno o materno filiales.
Ahora si bien ese vacío normativo ha sido suplido por lo señalado en el art. 217 de
la Ley 603 que permite ese régimen de la Guarda compartida, que si bien establece
su procedencia previa la existencia de un acuerdo, empero, esta normativa también
en esencia denota que para la viabilidad de la misma los progenitores deben tener
una relación armoniosa en el cuidado y protección del menor, es decir que no debe
existir disputas o pleitos internos entre ellos, sino que su fin debe ser velar por el
interés superior del menor.
GUARDA DE LA MENOR
Auto Supremo: 1042/2015 - L
Sucre: 16 de noviembre 2015
Asumiendo una interpretación desde y conforme a la Constitución Política del
Estado, se deberá indicar que: el art. 62 de la Constitución Política del Estado
Plurinacional, señala lo siguiente: “El Estado reconoce y protege a las familias
como el núcleo fundamental de la sociedad, y garantizará las condiciones sociales
y económicas necesarias para su desarrollo integral. Todos sus integrantes tienen
igualdad de derechos, obligaciones y oportunidades”, así también se tiene el art.
60 de la norma suprema que señala: “Es deber del Estado, la sociedad y la familia
garantizar la prioridad del interés superior de la niña, niño y adolescente, que
comprende la preeminencia de sus derechos, la primacía en recibir protección y
socorro en cualquier circunstancia, la prioridad en la atención de los servicios
públicos y privados, y el acceso a una administración de justicia pronta, oportuna
y con asistencia de personal especializado”, norma que refiere que el derecho de
un menor y/o adolescente a desarrollarse en una familia y el mismo se encuentra
catalogado como su interés superior, sobre este último concepto de interés superior
del niño, se podrá decir también que el mismo se encuentra protegido por la
Convención Sobre los Derechos del Niño cuyo art. 3.1) en lo pertinente señala:
“En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones
públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las Autoridades
administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se
atenderá, será el interés superior del niño”.
Por su parte, la Convención Internacional de los Derechos del Niño establece un
cambio fundamental en la conducta de la familia, sociedad y Estado, determinando
una percepción radicalmente nueva de la condición de las niñas, niños y
adolescentes. Aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en
P á g i n a 656 | 846
noviembre de 1989, esta ley internacional es producto de una amplia discusión,
dado su consenso. Constituye el primer instrumento jurídico efectivamente
garantista en la historia de las legislaciones para las niñas, niños y adolescentes de
todo el mundo. Se basa en una profunda reflexión en el contexto mundial sobre el
trato hacia las niñas, niños y adolescentes, hasta ese entonces basado en la
exclusión de políticas, programas y leyes. Reconoce que los únicos responsables de
esa exclusión y de la falta de ejercicio de los derechos son los propios adultos. Se
fundamenta y establece como su antecedente directo la “Declaración Universal de
los Derechos del Niño” y otros instrumentos jurídicos internacionales que han
expresado un salto cualitativo fundamental en la consideración de los derechos de
las niñas, niños y adolescentes.
En ese entendido se conceptualizó los tipos de violencia que sufren nuestros
menores, caracterizándose y siendo la más común, la violencia psicológica o
emocional contra los niños y niñas que conforme los organismos internacionales y
nacionales se entiende como el acto de naturaleza intencionada o cualquier
esfuerzo que trate de socavar la valoración que tiene el niño(a) o adolescente de sí
mismo. Generalmente se presenta bajo las formas de hostilidad verbal como
insultos, burlas, desprecio, críticas o amenazas de abandono o bloqueo de las
iniciativas infantiles. Provoca graves trastornos psicológicos y perjudica su
desarrollo psíquico y emotivo. Clasificándose cuatro tipos de maltrato
emocional: el derechazo, cuando hay una actitud de evitar al niño (a) y
adolescente permanente o esporádicamente a iniciativas de apego o interacción que
este tiene. Implica conductas de abandono y rechazo. Aterrorizar, cuando se crea
en ellos un miedo intenso por constantes amenazas de castigo extremo o
siniestro. Aislamiento, comportamiento que tienden a privarlos de oportunidades
para establecer relaciones sociales. Y finalmente Ignorar, cuando no hay
disponibilidad de atención de los padres para atender las expresiones emocionales
del niño (a) o adolescente.
También puede incluirse dentro de esta clasificación a los niños(as) y adolescentes
testigos de violencia. “Cuando éstos presencian situaciones crónicas de violencia
entre sus padres, presentan trastornos muy similares a los que caracterizan
quienes son víctimas de abuso”.
Descrita las disposiciones legales tanto internacionales como nacionales, los tipos
de violencia, siendo la más común y frecuente la psicológica o emocional, se podrá
decir que en aplicación del principio del interés superior del niño.La protección de
los derechos del niño prima sobre cualquier circunstancia que pueda afectarlos, en
ese sentido corresponde verificar los argumentos expuestos por el recurrente desde
una perspectiva no limitativa y más bien amplia en resguardo de los derechos de la
menor; razón o motivo, por el cual los Tribunales de justicia ordinaria tienen la
obligación de considerar la situación de éstos (menores) atendiendo precisamente
P á g i n a 657 | 846
ese interés superior, en resguardo del derecho de la menor que tiene incidencia
directa con el derecho de los litigantes que debaten la guarda.
En ese entendido, se deberá considerar los dos enfoques normativos que regulan
dicho instituto jurídico, el relativo a lo determinado en la Ley Nº 2026 (abrogada) y
la nueva Ley Nº 548, donde se tiene que: la guarda como institución, se encontraba
regulada por el art. 42 del Código Niño, Niña y Adolescente que textualmente
señala: “(CONCEPTO).- La guarda es una institución que tiene por objeto el
cuidado, protección, atención y asistencia integral a un niño, niña o adolescente
con carácter provisional y es otorgada mediante Resolución judicial a uno de los
progenitores; en casos de divorcio y separación de las uniones conyugales libres y
en otros casos a terceras personas carentes de Autoridad parental o tuición legal.”
(vigente al momento de la determinación de la misma), concepto que se mantiene
en el Nuevo Código Niña, Niño Adolescente Ley Nº 548, con ínfimas variantes;
consiguientemente se podrá entender que la guarda se configura como aquel
instituto jurídico mediante el cual se asume el cuidado y la custodia de un niño,
niña y adolescente, en ese sentido corresponderá citar a la doctrinaria Sandra
Pacheco de Kolle, quien en su obra Derecho de la Niñez y Adolescencia pág. 82 y
siguientes, señala: “…en función al interés superior del niño que ha de primar en
todo proceso en el que esté en juego alguno de sus derechos, la consideración
primordial será garantizarle condiciones materiales, sociales, familiares,
educativas, idóneas para el pleno desarrollo de su personalidad”, la primera
condición de los guardadores que permita un correcto desarrollo en condiciones
adecuadas para su bienestar, la segunda condición referida a las circunstancias
personales de los guardadores sobre aspectos de su salud física y psíquica, su
motivación, el equilibrio de su personalidad o estabilidad de pareja, y la última
condición referida a la predisposición de los guardadores para satisfacer las
necesidades educativas del niño o adolescente, en la que tenga que supervisar el
rendimiento escolar y la educación familiar, en la que se coadyuve al menor al
desarrollo de sus actividades educativas y culturales, así el art. 27 del Código Niño,
Niña y Adolescente (abrogado) señalaba: “(DERECHO A LA FAMILIA).- Todo
niño, niña y adolescente tiene derecho a desarrollarse y educarse en un ambiente
de afecto y seguridad en su familia de origen y, excepcionalmente, en una familia
sustituta que le asegure la convivencia familiar y comunitaria”, precepto legal que
en la actual Ley Nº 548 se mantiene con énfasis en el interés superior del niño,
entendiéndose con ello que el niño o niña tiene el derecho a formar su desarrollo
integral en una familia de origen al respecto sobre la familia de origen se dirá que
el art. 28 del mencionado Código abrogado señalaba que la misma se encuentra
constituida por los padres, los ascendientes y hasta los parientes colaterales, fijando
para estos últimos el cómputo Civil, ideal que se mantiene en el art. 36 del nuevo
Código, Ley Nº 548.
P á g i n a 658 | 846
Otra norma jurídica que se debe tomar en cuenta para resolver el presente problema
es lo determinado en el art. 40 del Nuevo Código Niña, niño, adolescente Ley Nº
548 que dispone: “(DERECHO A MANTENER RELACIONES PERSONALES Y
CONTACTO DIRECTO CON LA MADRE Y EL PADRE). Las niñas, niños y
adolescentes tiene el derecho a mantener de forma regular y permanente
relaciones personales y contacto directo con su madre y padre, aun cuando exista
separación entre ellos, salva que esto sea contrario a su interés superior.”,
normativa que para el caso de autos será la que se aplique en resguardo a lo
determinado en el art. 4 - I del mismo compendio legal que establece: “Las
disposiciones del presente Código son de orden público y de aplicación preferente
a favor de todas las niñas, niños y adolescentes que se encuentren en el territorio
nacional.”
GUARDA DE LA MENOR
Auto Supremo: 1042/2015 - L
Sucre: 16 de noviembre 2015
Asumiendo una interpretación desde y conforme a la Constitución Política del
Estado, se deberá indicar que: el art. 62 de la Constitución Política del Estado
Plurinacional, señala lo siguiente: “El Estado reconoce y protege a las familias
como el núcleo fundamental de la sociedad, y garantizará las condiciones sociales
y económicas necesarias para su desarrollo integral. Todos sus integrantes tienen
igualdad de derechos, obligaciones y oportunidades”, así también se tiene el art.
60 de la norma suprema que señala: “Es deber del Estado, la sociedad y la familia
garantizar la prioridad del interés superior de la niña, niño y adolescente, que
comprende la preeminencia de sus derechos, la primacía en recibir protección y
socorro en cualquier circunstancia, la prioridad en la atención de los servicios
públicos y privados, y el acceso a una administración de justicia pronta, oportuna
y con asistencia de personal especializado”, norma que refiere que el derecho de
un menor y/o adolescente a desarrollarse en una familia y el mismo se encuentra
catalogado como su interés superior, sobre este último concepto de interés superior
del niño, se podrá decir también que el mismo se encuentra protegido por la
Convención Sobre los Derechos del Niño cuyo art. 3.1) en lo pertinente señala:
“En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones
públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las Autoridades
administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se
atenderá, será el interés superior del niño”.
Por su parte, la Convención Internacional de los Derechos del Niño establece un
cambio fundamental en la conducta de la familia, sociedad y Estado, determinando
una percepción radicalmente nueva de la condición de las niñas, niños y
adolescentes. Aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en
P á g i n a 659 | 846
noviembre de 1989, esta ley internacional es producto de una amplia discusión,
dado su consenso. Constituye el primer instrumento jurídico efectivamente
garantista en la historia de las legislaciones para las niñas, niños y adolescentes de
todo el mundo. Se basa en una profunda reflexión en el contexto mundial sobre el
trato hacia las niñas, niños y adolescentes, hasta ese entonces basado en la
exclusión de políticas, programas y leyes. Reconoce que los únicos responsables de
esa exclusión y de la falta de ejercicio de los derechos son los propios adultos. Se
fundamenta y establece como su antecedente directo la “Declaración Universal de
los Derechos del Niño” y otros instrumentos jurídicos internacionales que han
expresado un salto cualitativo fundamental en la consideración de los derechos de
las niñas, niños y adolescentes.
En ese entendido se conceptualizó los tipos de violencia que sufren nuestros
menores, caracterizándose y siendo la más común, la violencia psicológica o
emocional contra los niños y niñas que conforme los organismos internacionales y
nacionales se entiende como el acto de naturaleza intencionada o cualquier
esfuerzo que trate de socavar la valoración que tiene el niño(a) o adolescente de sí
mismo. Generalmente se presenta bajo las formas de hostilidad verbal como
insultos, burlas, desprecio, críticas o amenazas de abandono o bloqueo de las
iniciativas infantiles. Provoca graves trastornos psicológicos y perjudica su
desarrollo psíquico y emotivo. Clasificándose cuatro tipos de maltrato
emocional: el derechazo, cuando hay una actitud de evitar al niño (a) y
adolescente permanente o esporádicamente a iniciativas de apego o interacción que
este tiene. Implica conductas de abandono y rechazo. Aterrorizar, cuando se crea
en ellos un miedo intenso por constantes amenazas de castigo extremo o
siniestro. Aislamiento, comportamiento que tienden a privarlos de oportunidades
para establecer relaciones sociales. Y finalmente Ignorar, cuando no hay
disponibilidad de atención de los padres para atender las expresiones emocionales
del niño (a) o adolescente.
También puede incluirse dentro de esta clasificación a los niños(as) y adolescentes
testigos de violencia. “Cuando éstos presencian situaciones crónicas de violencia
entre sus padres, presentan trastornos muy similares a los que caracterizan
quienes son víctimas de abuso”.
Descrita las disposiciones legales tanto internacionales como nacionales, los tipos
de violencia, siendo la más común y frecuente la psicológica o emocional, se podrá
decir que en aplicación del principio del interés superior del niño.La protección de
los derechos del niño prima sobre cualquier circunstancia que pueda afectarlos, en
ese sentido corresponde verificar los argumentos expuestos por el recurrente desde
una perspectiva no limitativa y más bien amplia en resguardo de los derechos de la
menor; razón o motivo, por el cual los Tribunales de justicia ordinaria tienen la
obligación de considerar la situación de éstos (menores) atendiendo precisamente
P á g i n a 660 | 846
ese interés superior, en resguardo del derecho de la menor que tiene incidencia
directa con el derecho de los litigantes que debaten la guarda.
En ese entendido, se deberá considerar los dos enfoques normativos que regulan
dicho instituto jurídico, el relativo a lo determinado en la Ley Nº 2026 (abrogada) y
la nueva Ley Nº 548, donde se tiene que: la guarda como institución, se encontraba
regulada por el art. 42 del Código Niño, Niña y Adolescente que textualmente
señala: “(CONCEPTO).- La guarda es una institución que tiene por objeto el
cuidado, protección, atención y asistencia integral a un niño, niña o adolescente
con carácter provisional y es otorgada mediante Resolución judicial a uno de los
progenitores; en casos de divorcio y separación de las uniones conyugales libres y
en otros casos a terceras personas carentes de Autoridad parental o tuición legal.”
(vigente al momento de la determinación de la misma), concepto que se mantiene
en el Nuevo Código Niña, Niño Adolescente Ley Nº 548, con ínfimas variantes;
consiguientemente se podrá entender que la guarda se configura como aquel
instituto jurídico mediante el cual se asume el cuidado y la custodia de un niño,
niña y adolescente, en ese sentido corresponderá citar a la doctrinaria Sandra
Pacheco de Kolle, quien en su obra Derecho de la Niñez y Adolescencia pág. 82 y
siguientes, señala: “…en función al interés superior del niño que ha de primar en
todo proceso en el que esté en juego alguno de sus derechos, la consideración
primordial será garantizarle condiciones materiales, sociales, familiares,
educativas, idóneas para el pleno desarrollo de su personalidad”, la primera
condición de los guardadores que permita un correcto desarrollo en condiciones
adecuadas para su bienestar, la segunda condición referida a las circunstancias
personales de los guardadores sobre aspectos de su salud física y psíquica, su
motivación, el equilibrio de su personalidad o estabilidad de pareja, y la última
condición referida a la predisposición de los guardadores para satisfacer las
necesidades educativas del niño o adolescente, en la que tenga que supervisar el
rendimiento escolar y la educación familiar, en la que se coadyuve al menor al
desarrollo de sus actividades educativas y culturales, así el art. 27 del Código Niño,
Niña y Adolescente (abrogado) señalaba: “(DERECHO A LA FAMILIA).- Todo
niño, niña y adolescente tiene derecho a desarrollarse y educarse en un ambiente
de afecto y seguridad en su familia de origen y, excepcionalmente, en una familia
sustituta que le asegure la convivencia familiar y comunitaria”, precepto legal que
en la actual Ley Nº 548 se mantiene con énfasis en el interés superior del niño,
entendiéndose con ello que el niño o niña tiene el derecho a formar su desarrollo
integral en una familia de origen al respecto sobre la familia de origen se dirá que
el art. 28 del mencionado Código abrogado señalaba que la misma se encuentra
constituida por los padres, los ascendientes y hasta los parientes colaterales, fijando
para estos últimos el cómputo Civil, ideal que se mantiene en el art. 36 del nuevo
Código, Ley Nº 548.
P á g i n a 661 | 846
Otra norma jurídica que se debe tomar en cuenta para resolver el presente problema
es lo determinado en el art. 40 del Nuevo Código Niña, niño, adolescente Ley Nº
548 que dispone: “(DERECHO A MANTENER RELACIONES PERSONALES Y
CONTACTO DIRECTO CON LA MADRE Y EL PADRE). Las niñas, niños y
adolescentes tiene el derecho a mantener de forma regular y permanente
relaciones personales y contacto directo con su madre y padre, aun cuando exista
separación entre ellos, salva que esto sea contrario a su interés superior.”,
normativa que para el caso de autos será la que se aplique en resguardo a lo
determinado en el art. 4 - I del mismo compendio legal que establece: “Las
disposiciones del presente Código son de orden público y de aplicación preferente
a favor de todas las niñas, niños y adolescentes que se encuentren en el territorio
nacional.”
P á g i n a 662 | 846
H
HERENCIA, EFECTOS DE LA ACEPTACION PURA Y SIMPLE
Auto Supremo: 997/2015 - L
Sucre: 29 de Octubre 2015
Determinación que ha asumido en el marco de sus facultades y atribuciones y
conforme al art. 1030 del Código Civil que dispone: “Por efectos de la aceptación
pura y simple, el patrimonio del de cujus y el patrimonio del heredero se
confunden y forman uno solo, cuyo titular es el último. Por tanto los derechos y
obligaciones del de cujus se convierten en los del heredero y éste es responsable
no sólo por las deudas propiamente dichas sino también por los legados y cargas
de la herencia”, de donde se infiere que el heredero recibe un patrimonio en el que
los activos responden también por los pasivos existentes, por lo mismo, la
Resolución recurrida se encuentra ajustada a derecho y no se constituye en una
Resolución “ultra petita” porque los extremos que deben ser considerados,
acreditados y resueltos en ejecución de Sentencia, con carácter previo a la subasta,
han sido parte de la relación jurídica procesal de las partes. Lo que hace infundado
el agravio denunciado.
P á g i n a 663 | 846
I
IGUALDAD DE LAS PARTES PROCESALES
Auto Supremo: 1056/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Ordinario, acción reivindicatoria, reconocimiento de mejor derecho
propietario, desocupación y entrega de bien inmueble.
La Sentencia Constitucional Plurinacional Nº 0235/2015-S1 de 26 de febrero,
diseño el siguiente razonamiento:
“El art. 119.I de la CPE, establece que: “Las partes en conflicto gozarán de
igualdad de oportunidades para ejercer durante el proceso las facultades y los
derechos que les asistan, sea por la vía ordinaria o por la indígena originaria
campesina”; esta disposición se convierte en un derecho exigible para los sujetos
procesales.
Postulado constitucional que habiendo sido interpretado por la reiterada
jurisprudencia constitucional, identificó al derecho a la igualdad de las partes
procesales, como uno de los elementos que conforman el derecho al debido
proceso; esta igualdad, presupone que los sujetos intervinientes en la contienda
judicial se hallan dotados de los mismos derechos, posibilidades y cargas, sin que
exista ningún tipo de privilegios a favor o en contra de alguno de ellos; es decir,
cada una de las partes del proceso, es titular de similares deberes y derechos
procesales y por lo tanto, deben ser sometidos a un mismo trato por el juez o
tribunal que conozca el proceso; esto implica que la autoridad jurisdiccional, no
puede favorecer con sus actos a ninguna de las partes en conflicto, por el contrario,
se ve obligada a mantener una posición neutral respecto a ellos, asegurando el
equilibrio procesal entre contrarios y materializando el valor justicia en toda su
dimensión.
P á g i n a 672 | 846
IMPOSIBILIDAD DE INTERPONER RECURSO DE CASACIÓN CONTRA
LOS PROCESOS DE DESVINCULACIÓN CONYUGAL establecido en el
Código de las Familias y del Proceso Familiar y su Vigencia Anticipada
Auto Supremo: 837/2016
Sucre: 18 de julio 2016
Proceso: Ruptura Unilateral
Sobre el tema en cuestión, preliminarmente corresponde señalar que, si bien el
principio de impugnación se configura, como principio regulador de los recursos
consagrados por las leyes procesales con la finalidad de corregir, modificar,
revocar o dejar sin efecto las resoluciones judiciales que ocasionen agravios a
alguna de las partes, y si bien por principio todo acto jurisdiccional es impugnable,
sin embargo no es menos evidente, que ese derecho no es absoluto para todos los
proceso e instancias, debido a que este se encuentra limitado, por la misma ley, ya
sea, por el tipo de proceso, por la clase o naturaleza de la (resolución tomando en
cuenta la trascendencia de la decisión), sin que ello implique afectar el derecho de
las partes, sino de la búsqueda lograr una mayor celeridad en las causas que se
tramitan y alcanzar ese fin jurídico-social de solución al conflicto jurídico.
El Código de las Familias y del Proceso Familiar establecido por la Ley Nº 603 de
19 de noviembre de 2014, en su Disposición Transitoria Segunda, establece: “I.
Entrarán en vigencia al momento de la publicación del presente Código, las
siguientes normas que alcanzan inclusive a los procesos judiciales en trámite en
primera y segunda instancia, y en ejecución de fallos: b) Régimen del divorcio
y desvinculación conyugal, y disposiciones conexas del presente Código”, y en el
caso de la citada ley la publicación por la Gaceta Oficial del Estado
Plurinacional de Bolivia, data de fecha 24 de noviembre de 2014.
En este entendido, se tiene que conforme al nuevo Código de las Familias y del
Proceso Familiar (Ley 603), el divorcio y la desvinculación de unión libre se
encuentra catalogado como un proceso extraordinario conforme lo determina en su
art. 434. Por otra parte, el art. 444 del precitado Código, señala: “Presentada la
apelación, previo traslado a la parte contraria, la autoridad judicial remitirá al
superior los actuados correspondientes. Contra el Auto de Vista, no procede el
recurso de casación”. Precepto normativo que claramente establece que los fallos
emitidos en proceso de divorcio puedan ser impugnados con recurso de casación
Es en virtud a la referida Disposición Transitoria Segunda de la Ley Nº 603 de 19
de noviembre de 2014, que se dispone la vigencia anticipada de ciertas normas del
mencionado compilado de Familias, entre ellas el relativo al régimen de divorcio y
desvinculación conyugal, que inclusive alcanza a los procesos judiciales en trámite
en primera y segunda instancia, es decir, respecto de los procesos que se
P á g i n a 673 | 846
encuentren en trámite al momento de su vigencia, así como en ejecución de fallos,
normas que sin duda incide en el sistema recursivo o de impugnaciones.
Por otra parte, el art. 399 parágrafos II de la Ley Nº 603 que señala: “II. El
tribunal negará directamente la concesión del recurso cuando: a) Hubiere sido
interpuesto después de vencido el plazo. b) La resolución impugnada no admita
recurso de casación…”, norma que faculta al Tribunal de Segunda Instancia a
negar la concesión del recurso de casación sobre Autos de Vista que resuelven la
apelación en los procesos de divorcio y desvinculación conyugal, ya que resultan
ser una resolución no recurrible.
P á g i n a 675 | 846
una cosa" y que el derecho propietario, por su naturaleza, conlleva la "posesión"
emergente del derecho mismo, consiguientemente no necesariamente debe estar en
posesión corporal o natural del bien, habida cuenta que tiene la "posesión Civil"
que está integrada en sus elementos "corpus y animus", quedando claro, que la
acción de restitución o devolución de la propiedad de un tercero es imprescriptible
y puede ser aplicada en cualquier momento, por el propietario, de donde se tiene
que el Tribunal de alzada al momento de asumir tal decisión de confirmar la
Sentencia observó la normativa prevista en el art. 1454 del Código Civil no
incurriendo en vulneración al respecto.
Por otro lado, cabe enfatizar cuando los recurrentes hacen alusión al art. 138 del
Código Civil, al sostener que el Tribunal de alzada no hubiese considerado la
norma precitada, respecto a ello debe quedar claro cómo se tiene establecido en la
doctrina así como en la jurisprudencia emitida en relación al tema que, para la
procedencia de la usucapión ésta debe contener tres requisitos que son: 1.- La
posesión continuada durante diez años, 2.- La posesión pacífica 3- La posesión
ininterrumpida por ese tiempo. Cumplidos los mismos y declarada judicialmente la
usucapión, ésta produce un doble efecto; el primero adquisitivo para los
usucapientes y el segundo prescriptivo para el usucapido.
Ahondando sobre el elemento posesión, el art. 87 del Código Civil señala: “I. La
posesión es el poder de hecho ejercido sobre una cosa mediante actos que denotan
la intención de tener sobre ella el derecho de propiedad u otro derecho real”;
norma que refiere sobre el ejercicio de hecho sobre la cosa y la intensión de tener
sobre ella el dominio, postulado normativo que distingue los elementos objetivo y
subjetivo de la posesión, concurrencia funcional posesoria, que desde la doctrina
fue impulsada por Savigny en su teoría subjetiva de la posesión, distinguiendo la
posesión de la tenencia por el dominio físico de la cosa, que constituye el corpus;
y, el comportarse como dueño en relación a la cosa, o sea, hacer con la cosa
aquello que legalmente puede hacer su propietario, que compone el animus.
Denotándose que la posesión es la autoridad de hecho que se ejerce sobre la cosa,
satisfaciendo la necesidad propia por el comportamiento respecto a ella, sin que
medie voluntad, subordinación o dominio ajeno sobre el bien del cual se tiene el
acto posesorio.
Sobre el tema el Auto Supremo Nº 281 de 29 de mayo de 2013 señaló: “Tanto la
doctrina como la legislación, conciben a la posesión como un poder de hecho
ejercido sobre las cosas (bienes), que produce efectos jurídicos, que implica la
realización de actos positivos sobre la cosa que denotan la intención de
comportarse frente al bien como si fuera el dueño.
En la posesión, el poder material que se ejerce sobre el bien se sustenta en la
voluntad libre e independiente de usar o aprovechar económicamente el bien, es
P á g i n a 676 | 846
decir, sin que se reconozca dominio ajeno sobre el mismo, es precisamente esa
actitud lo que marca la diferencia entre la posesión y la tenencia…”.
P á g i n a 681 | 846
que el mismo no supone una agresión irreparable del derecho a la defensa como
componente del debido proceso.”.
P á g i n a 683 | 846
En consecuencia, se concluye que el Tribunal de Alzada al haber concedido el
recurso de casación incurrió en error, cuando por el contrario debía denegar la
concesión del recurso en base al num. 2 parágrafo II del art. 274 del Código
Procesal Civil, toda vez que la resolución impugnada, es una Resolución que de
conformidad al art. 233 de la Ley Nº 548, no puede ser recurrida de casación, de
consiguiente corresponde declarar la improcedencia del recurso.”.
P á g i n a 687 | 846
IMPROCEDENCIA DEL RECURSO DE CASACIÓN DENTRO DE
PROCESOS DE REGULARIZACIÓN DE DERECHO PROPIETARIO LEY
247 Y LEY 803
Auto Supremo: 953/2016
Sucre: 15 de agosto 2016
En principio corresponde, exponer que la Ley 247 en su contexto establecido un
marco sustancial y en su caso normativo, para las demandas de regularización del
Derecho Propietario, tipo de proceso que en su esencia buscan una tramitación
acorde a los principios de celeridad y justicia pronta y oportuna, entonces bajo esas
perspectivas es que, la referida Ley encontraba su apoyo normativo en lo que
establecía el Código de Procedimiento Civil, conforme orientaba su art. 13 en sus
parágrafos I y II, empero, este cuerpo legal de igual manera generó un candado
normativo en su parágrafo III, en sentido de que no admitía la posibilidad de
interponer recurso de casación, por la naturaleza de la causa debido a los principios
descritos supra.
Ahora por los efectos de la temporalidad de la Ley, el Código de Procedimiento
Civil ha sido abrogado, entrando en vigencia Total el Código Procesal Civil,
realidad que evidenciaba la ausencia de normativa para la tramitación de este tipo
de procesos, empero, a los efectos de suplir ese vacío normativo este Máximo
Tribunal de Justicia a través de la Circular Nº12/2016 de 21 de abril, y en cuanto al
tema de la viabilidad del recurso de casación la citada circular en su punto cuarto
parte in fine de forma textual ha orientado en sentido de que : “ … con la
aclaración que respecto de los mismos, no procede recurso de casación”,
denotándose de igual forma la imposibilidad de interponer recurso de casación, y
en el mismo sentido la Ley 803 otorga a este tipo de procesos la calidad de
extraordinario conforme a lo expresamente señalado en la Ley 439, tipo de
procesos que por su calidad de igual forma no permite el recurso de casación, de
acuerdo a la nueva óptica del Código Procesal Civil, descrito en el punto anterior.
Por ultimo si bien la Ley 803 establece la continuación del procedimiento Civil a
los procesos iniciados antes de la promulgación de esa Ley, empero, conforme a lo
expuesto supra, la esencia de este tipo de procesos por su naturaleza no admite
recurso de casación, criterio que ya sido orientado por este Máximo Tribunal de
Justicia Nº 12/2016 de 21 de abril, criterio contrario implica dilación innecesaria
los justiciables.
P á g i n a 690 | 846
no puede ser juzgado absolutamente, alguna veces a esto le llaman rechazo in
limine de la demanda o improponibilidad manifiesta de la pretensión, y 2)
Improponibilidad Subjetiva: que analiza en las condiciones subjetivas, personales
necesarias para interponer la pretensión, estamos en el caso específico de la falta
de interés sustancial en el actor para proponer la pretensión”.
IMPROPONIBILIDAD DE LA DEMANDA
Auto Supremo: 183/2017
Sucre: 01 de marzo 2017
Proceso: Nulidad de Minuta, Escritura Pública, Cancelación de Registro y Pago de
Daños y Perjuicios.
“Para el entendimiento de este fallo es necesario recurrir a la doctrina, al efecto
corresponde citar a Lino E. Palacio quien en su obra “Derecho Procesal Civil”
Ed. Abeledo Perrot, Tomo I, págs. 405 a 406 al teorizar los requisitos intrínsecos
de admisibilidad de la pretensión señala lo siguiente: “Para que el juez se
encuentre en condiciones de examinar la pretensión procesal en cuanto al fondo es
preciso que quienes de hecho intervienen en el proceso como partes (actora o
demandada), sean quienes deban figurar en ese proceso concreto asumiendo tal
calidad. Estas últimas son las "justas partes" o las "partes legítimas", y la aptitud
jurídica que permite caracterizarlas mediante esos términos se denomina
legitimación para obrar o legitimación procesal. Cabe, pues, definir a la
legitimación para obrar o procesal, como aquel requisito en cuya virtud debe
mediar una coincidencia entre las personas que efectivamente actúan en el
proceso y las personas a las que la ley habilita especialmente para pretender
(legitimación activa) y para contradecir (legitimación pasiva) respecto de la
materia sobre la cual el proceso versa…”, por ello se deduce que la legitimación
es un requisito que afecta tanto al actor como al demandado. La pretensión, en
efecto, debe ser deducida por y frente a una persona procesalmente legitimada,
por lo que se entenderá que la ausencia de legitimación, sea activa o pasiva, torna
admisible la llamada defensa de "falta de legitimación".
La jurisprudencia venezolana en distintos fallos alude al aporte doctrinario de
Rafael Ortiz-Ortiz, cuya obra titulada “Teoría General de la Acción Procesal en la
Tutela de los Intereses Jurídicos”, desglosando que en dicha obra señala que
tradicionalmente la improponibilidad manifiesta, se centra en el objeto de la
pretensión, en la idoneidad de la relación jurídico sustancial presentada en el
proceso y la aptitud que tiene esa pretensión de ser actuada en derecho,
entendiendo que la improponibilidad puede presentarse como: 1)
Improponibilidad Objetiva: Cuyo radio de evaluación analiza los efectos jurídicos
materiales de la pretensión y la falta de aptitud jurídica del objeto para ser
juzgado en derecho. Se trata de los que se pretende, no puede ser juzgado
absolutamente, alguna veces a esto le llaman rechazo in limine de la demanda o
improponibilidad manifiesta de la pretensión, y 2) Improponibilidad Subjetiva: que
analiza en las condiciones subjetivas, personales necesarias para interponer la
P á g i n a 691 | 846
pretensión, estamos en el caso específico de la falta de interés sustancial en el
actor para proponer la pretensión.
Por otra parte, diremos que en la legislación peruana, también se ha avanzado con
la teoría de la improponibilidad de una pretensión, así se cita a Cristian Angeludis
Tomassini, quien señala en su ponencia “¿Qué significado tiene y cuáles son los
alcances de la calificación de la demanda in limine?”, alude que: “Existen tres
supuestos de improponibilidad jurídica de la demanda: a) Improponibilidad
subjetiva o falta de legitimación.- (…) Se ha resuelto que el juez tiene facultades
oficiosas para decidir, antes de dar traslado de la demanda, si las partes tienen
legitimación sustancial para demandar o ser demandadas, cuando esta carencia
sea manifiesta, pudiendo en consecuencia, rechazar in limine la demanda, b)
Falta de Interés.- Corresponde en tal situación la misma solución anteriormente
señalada. Los jueces no hacen declaraciones abstractas, por tanto, quienes
interponen una pretensión o quienes se oponen a ella, deben tener interés para
litigar y c) Improponibilidad Objetiva.- Cuando surge en forma manifiesta que la
pretensión carece de sustento legal o porque la demanda tiene un objeto inmoral o
prohibido (…). En todos estos casos, la demanda puede rechazarse in limine por
carecer de algún requisito de fundabilidad y ésta ser manifiesta. Por su parte, el
jurista Argentino Jorge Peyrano, señala que hemos empleado la locución “rechazo
sin trámite completo”, en lugar de la habitual fórmula “rechazo in limine de la
demanda”. Ello no es gratuito ni producto de una inadvertencia. El asunto (…)
tiene íntima conexión con la oportunidad en la cual el Tribunal puede repeler in
limine una demanda (rectius, “pretensión”). Expresado de otro modo: luego de
admitida la demanda y tras haberse sustanciado un tramo del proceso respectivo
creemos que, todavía, el juez interviniente (advertido de la improponibilidad
objetiva de la pretensión en cuestión) está en condiciones de desestimarla sin estar
obligado a tramitar toda la causa y a aguardar el momento del dictado de una
sentencia de mérito, es decir, en cualquier estado del proceso”.
Conforme a la amplia gama de los aportes doctrinarios y la evolución de la
jurisprudencia, corresponde señalar que el juicio de improponibilidad supone un
análisis de la pretensión que concluye con un pronunciamiento sobre el fondo de
la misma. Se trata entonces de un juicio general que se funda en el hecho de que la
pretensión no puede plantearse en modo alguno ante ningún órgano jurisdiccional,
ya que existe un defecto absoluto en la facultad de otorgar la tutela o derecho,
porque el interés que se busca ser tutelado no es amparado por el ordenamiento
legal vigente, por lo que al pronunciarse sobre el mérito jurídico de la pretensión,
genera cosa juzgada formal y material.
Así concluiremos diciendo que la improponibilidad puede ser objetiva: cuando el
juicio se centra en analizar los efectos jurídicos materiales de la pretensión y la
falta de aptitud jurídica del objeto para ser juzgado en derecho, lo que hace
posible que el Juez rechace in limine la litis, tal pretensión por ser manifiestamente
improponible, por estar inmersa en los supuestos de ser manifiesta y evidentemente
contraria a las buenas costumbres o al orden público, al lado de la misma se
P á g i n a 692 | 846
presenta la improponibilidad desde el punto de vista subjetivo, la cual se centra en
el juicio que hace el Juez, pero sobre la falta evidente de interés sustancial en el
actor para proponer la pretensión.
Consiguientemente conforme al art. 333 del Código de Procedimiento Civil, que
textualmente señala: “(Demanda defectuosa).- Cuando la demanda no se ajuste a
las reglas establecidas podrá el juez ordenar de oficio se subsanen los defectos
dentro del plazo prudencial que fije y bajo apercibimiento de que si no se
subsanaren se la tendrá por no presentada…”, correspondía al Juez analizar si la
pretensión contenía los requisitos intrínsecos establecidos en el art. 327 del
Código de Procedimiento Civil, al que se suma la legitimación activa del
demandante para formular la acción, y los aspectos extrínsecos como los de
fundabilidad, o proponibilidad objetiva de la pretensión, ya que se entiende por
falta de legitimación, la falta evidente de interés sustancial en el actor para
proponer la pretensión o falta de titularidad del derecho.
En resumen se dirá que cuando surge en forma manifiesta que la pretensión carece
de tutela jurídica, ya sea porque la demanda tiene un objeto inmoral o prohibido
por las leyes o cuando la causa invocada como fundamento de la petición es ilícita
o inmoral, estamos frente a una “improponibilidad objetiva”, por oposición a la
“improponibilidad subjetiva derivada de la falta de legitimación (de quien tiene el
legítimo derecho de demandar una cosa)”, razón por la cual el Juez al ser
manifiestamente evidente la ausencia de legitimación activa para solicitar la
pretensión invocada, correspondía rechazar la misma in límine.”
IMPROPONIBILIDAD DE LA DEMANDA
Auto Supremo: 401/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Nulidad de contrato.
A través de diferentes AASS entre ellos el Nro. 153/2013 de fecha 8 de abril 2013,
analizando el tema de la improponibilidad de la demanda, se ha señalado: “ Para el
entendimiento de este fallo es necesario recurrir a la doctrina, al efecto
corresponde citar a Lino E. Palacio quien en su obra “Derecho Procesal Civil”
Ed. Abeledo Perrot, Tomo I, págs. 405 a 406 al teorizar los requisitos intrínsecos
de admisibilidad de la pretensión señala lo siguiente: “Para que el juez se
encuentre en condiciones de examinar la pretensión procesal en cuanto al fondo es
preciso que quienes de hecho intervienen en el proceso como partes (actora o
demandada), sean quienes deban figurar en ese proceso concreto asumiendo tal
calidad. Estas últimas son las "justas partes" o las "partes legítimas", y la aptitud
jurídica que permite caracterizarlas mediante esos términos se denomina
legitimación para obrar o legitimación procesal. Cabe, pues, definir a la
legitimación para obrar o procesal, como aquel requisito en cuya virtud debe
mediar una coincidencia entre las personas que efectivamente actúan en el
proceso y las personas a las que la ley habilita especialmente para pretender
(legitimación activa) y para contradecir (legitimación pasiva) respecto de la
P á g i n a 693 | 846
materia sobre la cual el proceso versa…”, por ello se deduce que la legitimación
es un requisito que afecta tanto al actor como al demandado. La pretensión, en
efecto, debe ser deducida por y frente a una persona procesalmente legitimada,
por lo que se entenderá que la ausencia de legitimación, sea activa o pasiva, torna
admisible la llamada defensa de "falta de legitimación".
La jurisprudencia venezolana en distintos fallos alude al aporte doctrinario de
Rafael Ortiz-Ortiz, cuya obra titulada “Teoría General de la Acción Procesal en la
Tutela de los Intereses Jurídicos”, desglosando que en dicha obra señala que
tradicionalmente la improponibilidad manifiesta, se centra en el objeto de la
pretensión, en la idoneidad de la relación jurídico sustancial presentada en el
proceso y la aptitud que tiene esa pretensión de ser actuada en derecho,
entendiendo que la improponibilidad puede presentarse como: 1)
Improponibilidad Objetiva: Cuyo radio de evaluación analiza los efectos jurídicos
materiales de la pretensión y la falta de aptitud jurídica del objeto para ser
juzgado en derecho. Se trata de los que se pretende, no puede ser juzgado
absolutamente, alguna veces a esto le llaman rechazo in limine de la demanda o
improponibilidad manifiesta de la pretensión, y 2) Improponibilidad Subjetiva: que
analiza en las condiciones subjetivas, personales necesarias para interponer la
pretensión, estamos en el caso específico de la falta de interés sustancial en el
actor para proponer la pretensión.
Por otra parte, diremos que en la legislación peruana, también se ha avanzado con
la teoría de la improponibilidad de una pretensión, así se cita a Cristian Angeludis
Tomassini, quien señala en su ponencia “¿Qué significado tiene y cuáles son los
alcances de la calificación de la demanda in limine?”, alude que: “Existen tres
supuestos de improponibilidad jurídica de la demanda: a) Improponibilidad
subjetiva o falta de legitimación.- (…) Se ha resuelto que el juez tiene facultades
oficiosas para decidir, antes de dar traslado de la demanda, si las partes tienen
legitimación sustancial para demandar o ser demandadas, cuando esta carencia
sea manifiesta, pudiendo en consecuencia, rechazar in limine la demanda, b)
Falta de Interés.- Corresponde en tal situación la misma solución anteriormente
señalada. Los jueces no hacen declaraciones abstractas, por tanto, quienes
interponen una pretensión o quienes se oponen a ella, deben tener interés para
litigar y c) Improponibilidad Objetiva.- Cuando surge en forma manifiesta que la
pretensión carece de sustento legal o porque la demanda tiene un objeto inmoral o
prohibido (…). En todos estos casos, la demanda puede rechazarse in limine por
carecer de algún requisito de fundabilidad y ésta ser manifiesta. Por su parte, el
jurista Argentino Jorge Peyrano, señala que hemos empleado la locución “rechazo
sin trámite completo”, en lugar de la habitual fórmula “rechazo in limine de la
demanda”. Ello no es gratuito ni producto de una inadvertencia. El asunto (…)
tiene íntima conexión con la oportunidad en la cual el Tribunal puede repeler in
limine una demanda (rectius, “pretensión”). Expresado de otro modo: luego de
admitida la demanda y tras haberse sustanciado un tramo del proceso respectivo
creemos que, todavía, el juez interviniente (advertido de la improponibilidad
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objetiva de la pretensión en cuestión) está en condiciones de desestimarla sin estar
obligado a tramitar toda la causa y a aguardar el momento del dictado de una
sentencia de mérito, es decir, en cualquier estado del proceso”.
Conforme a la amplia gama de los aportes doctrinarios y la evolución de la
jurisprudencia, corresponde señalar que el juicio de improponibilidad supone un
análisis de la pretensión que concluye con un pronunciamiento sobre el fondo de
la misma. Se trata entonces de un juicio general que se funda en el hecho de que la
pretensión no puede plantearse en modo alguno ante ningún órgano jurisdiccional,
ya que existe un defecto absoluto en la facultad de otorgar la tutela o derecho,
porque el interés que se busca ser tutelado no es amparado por el ordenamiento
legal vigente, por lo que al pronunciarse sobre el mérito jurídico de la pretensión,
genera cosa juzgada formal y material.
Así concluiremos diciendo que la improponibilidad puede ser objetiva: cuando el
juicio se centra en analizar los efectos jurídicos materiales de la pretensión y la
falta de aptitud jurídica del objeto para ser juzgado en derecho, lo que hace
posible que el Juez rechace in limine la litis, tal pretensión por ser manifiestamente
improponible, por estar inmersa en los supuestos de ser manifiesta y evidentemente
contraria a las buenas costumbres o al orden público, al lado de la misma se
presenta la improponibilidad desde el punto de vista subjetivo, la cual se centra en
el juicio que hace el Juez, pero sobre la falta evidente de interés sustancial en el
actor para proponer la pretensión.
Consiguientemente conforme al art. 333 del Código de Procedimiento Civil, que
textualmente señala: “(Demanda defectuosa).- Cuando la demanda no se ajuste a
las reglas establecidas podrá el juez ordenar de oficio se subsanen los defectos
dentro del plazo prudencial que fije y bajo apercibimiento de que si no se
subsanaren se la tendrá por no presentada…”, correspondía al Juez analizar si la
pretensión contenía los requisitos intrínsecos establecidos en el art. 327 del
Código de Procedimiento Civil, al que se suma la legitimación activa del
demandante para formular la acción, y los aspectos extrínsecos como los de
fundabilidad, o proponibilidad objetiva de la pretensión, ya que se entiende por
falta de legitimación, la falta evidente de interés sustancial en el actor para
proponer la pretensión o falta de titularidad del derecho.
En resumen se dirá que cuando surge en forma manifiesta que la pretensión carece
de tutela jurídica, ya sea porque la demanda tiene un objeto inmoral o prohibido
por las leyes o cuando la causa invocada como fundamento de la petición es ilícita
o inmoral, estamos frente a una “improponibilidad objetiva”, por oposición a la
“improponibilidad subjetiva derivada de la falta de legitimación (de quien tiene el
legítimo derecho de demandar una cosa)”, razón por la cual el Juez al ser
manifiestamente evidente la ausencia de legitimación activa para solicitar la
pretensión invocada, correspondía rechazar la misma in límine.”
IMPROPONIBILIDAD DE LA DEMANDA
Auto Supremo: 430/2017
P á g i n a 695 | 846
Sucre: 28 de abril 2017
Proceso: Nulidad de Auto de declaratoria de heredero y reconocimiento de
propiedad.
Respecto al tema, este Tribunal expuso razonamiento en el Auto Supremo No.
692/2014 de 25 de noviembre 2014 que: “Se considera presupuestos procesales a
aquellos elementos de existencia previa que resultan necesarios para la formación
de un proceso, hacen referencia a los pilares que lo sostienen cuya verificación es
obligación del Juez de la causa al momento de admitir la demanda, según Piero
Calamandrei "Los presupuestos procesales son los requisitos necesarios para que
pueda constituirse un proceso válido, o una relación procesal válida que deben
existir a fin de que se llegue a una resolución eficaz. (lo subrayado es nuestro). En
este sentido, desde su teoría de la relación jurídica el tratadista alemán Oscar Von
Bulow, en relación a los presupuestos procesales dijo: “esencialmente, se tiene
uno de carácter objetivo (la fundamentación fáctica de la pretensión, es decir, la
necesidad de que los hechos concretos narrados en las pretensiones de las partes
puedan subsumirse en el supuesto de hecho abstracto de una norma jurídica), y
otro de carácter subjetivo que se refiere esencialmente a la legitimación - que las
partes sean realmente los sujetos que ostentan algún tipo de un derecho subjetivo o
un interés legítimo.
La Sentencia Constitucional 1587/2011-R de 11 de octubre al referirse a la
legitimación dijo: “La legitimación en el orden procesal debe relacionarse con el
concepto de acción y por consiguiente, con sus sujetos activo y pasivo, se
configura con el reconocimiento que el derecho hace a una persona de la
posibilidad de ejercitar y mantener con eficacia una pretensión procesal -
legitimación activa -, o de resistirse a ella eficazmente - legitimación pasiva…”,
por lo que la legitimación resulta ser un presupuesto que afecta tanto al actor
como al demandado. La pretensión, en efecto, debe ser deducida por y frente a una
persona procesalmente legitimada, lo contrario torna inadmisible la demanda.
En este antecedente este Tribunal Supremo de Justicia citando a manera de
orientación la Jurisprudencia Venezolana, a través del Auto Supremo Nº 153/2013
al respecto razono lo siguiente: “tradicionalmente la improponibilidad manifiesta,
se centra en el objeto de la pretensión, en la idoneidad de la relación jurídico
sustancial presentada en el proceso y la aptitud que tiene esa pretensión de ser
actuada en derecho, entendiendo que la improponibilidad puede presentarse
como: 1) Improponibilidad Objetiva: Cuyo radio de evaluación analiza los efectos
jurídicos materiales de la pretensión y la falta de aptitud jurídica del objeto para
ser juzgado en derecho. Se trata de los que se pretende, no puede ser juzgado
absolutamente, alguna veces a esto le llaman rechazo in limine de la demanda o
improponibilidad manifiesta de la pretensión, y 2) Improponibilidad Subjetiva: que
analiza en las condiciones subjetivas, personales necesarias para interponer la
pretensión, estamos en el caso específico de la falta de interés sustancial en el
actor para proponer la pretensión”.
P á g i n a 696 | 846
En este entendido, nos interesa para el caso presente referirnos a la
improponibilidad subjetiva que, como se tiene señalado en el Auto Supremo antes
citado, se centra en el juicio que hace el Juez antes de admitir la demanda, pero
sobre la falta evidente de interés sustancial en el actor para proponer su demanda,
que en el caso de Autos, es sobre nulidad de declaratoria de herederos, por lo que
correspondía al Juez analizar si el actor contaba con la debida legitimidad que
hace a la proponibilidad subjetiva de su pretensión; para explicar esta situación
conviene traer a colación lo considerado en el Auto Supremo Nº 516/2014 que
señaló: “…el principio dispositivo es reconocido por la doctrina como un
principio básico e informador del proceso civil estrechamente ligado a la
naturaleza privada de los derechos subjetivos que se controvierten en él. Así, si el
Estado reconoce a los ciudadanos un derecho subjetivo de libre disponibilidad, es
evidente que sólo al titular de ese derecho subjetivo le compete discernir y decidir
si desea instar la tutela jurisdiccional de tal derecho dando inicio a un proceso;
definir el contenido y alcance de la tutela que solicita y; disponer del derecho
poniendo fin al proceso”.
Asimismo en el Auto Supremo No. 346/2013 de 15 de julio 2013 “Sobre la misma
diremos que mediante Auto Supremo Nº 364/2012 de 25 de septiembre, este
Tribunal, tomando en cuenta la naturaleza de las cuestiones planteadas, referente
a una pretensión de nulidad de declaratoria de herederos ha desarrollado
jurisprudencia, exponiendo lo siguiente: “Finalmente, debió tomarse en cuenta
que se puede anular la declaratoria de herederos: 1) cuando el heredero no está
incluido a la sucesión llamada por ley; y 2) cuando se ha falsificado documentos
para acreditar una filiación que le permite entrar de manera fraudulenta dentro la
orden de llamamiento para la sucesión del de cujus. Siendo esos los dos
presupuestos, por los cuales se puede admitir y sustanciar una demanda de
nulidad de declaratoria de herederos, aspecto que en el caso en concreto no
acontece”, por lo que al margen de lo previsto en el art. 1018 del Código Civil,
tan solo queda la causal de anular una aceptación de una herencia de una
sucesión insolvente a requerimiento de los acreedores, fuera de ello no resulta ser
aplicable las normas contenidas para invalidar los contratos, por expresa
disposición del segundo parágrafo del art. 451 del Código Civil, cuya norma
condiciona su aplicación a los actos jurídicos en general, cuando la norma que
regula los actos no sea contradictoria, y en la especie el propio art. 1021, señala
la calidad de su irrevocabilidad y describe los límites para su impugnación, por
vía de nulidad, en ese sentido no se evidencia haberse violado el art. 451-II del
Código Civil y como efecto de la misma menos se advierte interpretación errónea
o aplicación indebida de los numerales 6) y 5) de los arts. 554 y 549 del Código
Civil, en forma respectiva”.
IMPROPONIBILIDAD DE LA DEMANDA
Auto Supremo: 776/2016
Sucre: 28 de junio 2016
P á g i n a 697 | 846
Proceso: Usucapión.
En el Auto Supremo 692/2014 de 25 de noviembre, se concretó: “En este
antecedente este Tribunal Supremo de Justicia citando a manera de orientación la
Jurisprudencia Venezolana, a través del Auto Supremo Nº 153/2013 al respecto
razonó lo siguiente: “tradicionalmente la improponibilidad manifiesta, se centra
en el objeto de la pretensión, en la idoneidad de la relación jurídico sustancial
presentada en el proceso y la aptitud que tiene esa pretensión de ser actuada en
derecho, entendiendo que la improponibilidad puede presentarse como: 1)
Improponibilidad Objetiva: Cuyo radio de evaluación analiza los efectos jurídicos
materiales de la pretensión y la falta de aptitud jurídica del objeto para ser
juzgado en derecho. Se trata de los que se pretende, no puede ser juzgado
absolutamente, alguna veces a esto le llaman rechazo in limine de la demanda o
improponibilidad manifiesta de la pretensión, y 2) Improponibilidad Subjetiva: que
analiza en las condiciones subjetivas, personales necesarias para interponer la
pretensión, estamos en el caso específico de la falta de interés sustancial en el
actor para proponer la pretensión”.
IMPROPONIBILIDAD DE LA PRETENSIÓN
Auto Supremo: 528/2017
Sucre: 17 de mayo 2017
Proceso: Resolución de contrato.
En el Auto Supremo Nº 71/2014 de 14 de marzo, se ha descrita la cita relativa a la
improponibilidad objetiva de la pretensión, en ella se ha descrito sobre lo
siguiente: “Para el entendimiento de la improponibilidad objetiva de la pretensión,
citaremos al Auto Supremo 73/2011 de 23 de febrero de 2011 en el que desarrolló
la teoría de la sobre la admisibilidad, proponibilidad y rechazo in límine de las
demandas que se encuentran fuera del marco normativo, se ha dicho que: “No
obstante lo que se desprende de la literalidad de la norma transcrita, la doctrina y
la jurisprudencia han reconocido de manera concordante que la facultad del Juez
puede ir más allá de ese análisis de cumplimiento de presupuestos de
admisibilidad extrínsecos o formales y, extenderse a los requisitos de
admisibilidad intrínsecos, e incluso a los de fundabilidad o procedencia de la
pretensión.
Para lograr desentrañar adecuadamente el poder que ejerce el Juez frente a la
interposición de una demanda, resulta relevante distinguir, entre el control formal
de la demanda y el control material o de fondo; o lo que el Autor Carlo Carli
denomina condiciones de procedibilidad y de fundabilidad.
En el primer caso, una vez deducida una determinada pretensión el Juez no queda
Automáticamente conminado a admitirla y promover en consecuencia el proceso,
debe en principio analizar la concurrencia de los presupuestos procesales y el
P á g i n a 698 | 846
cumplimiento de las formas necesarias de las que debe estar revestido al acto de
demanda. Constituye pues un juicio netamente formal que se realiza es ante a
cualquier análisis sobre el fondo de la pretensión y está relacionado con el poder
reconocido al Juez de sanear el proceso lo más pronto posible, para librarlo de
impedimentos y óbices formales y facilitar el rápido y ordenado pasaje a las
etapas vinculadas al mérito. En consecuencia, en este examen de admisibilidad el
Juez deberá tener en cuenta, por ejemplo, si el conocimiento de la demanda que se
le presenta es de su competencia o no; si la demanda se ajusta a las reglas
previstas por el artículo 327 del Código de Procedimiento Civil.
Ahora bien, una vez comprobada por el Juez la concurrencia de los presupuestos
procesales y el cumplimiento de los requisitos formales, le corresponde efectuar un
control de la proponibilidad o fundamento intrínseco de la acción tal como ha sido
propuesta. A diferencia del control formal, el juicio de fundabilidad opera con
elementos que corresponden al derecho material, con los preceptos sustanciales
llamados a zanjar la litis en la sentencia definitiva.
Respecto de las condiciones de fundabilidad, el Autor argentino Peyrano señala
que "Presentada la demanda ante el Juez, éste deberá analizar (entre otras cosas)
la proponibilidad objetiva de la pretensión y para ello deberá consultar el
ordenamiento y comprobar "en abstracto" si la ley le concede la facultad de juzgar
el caso. El mencionado Autor refiere el rechazo in límine por "improponibilidad
objetiva de la demanda", es decir, no ya por carencia de condiciones de
procedibilidad, sino por evidente infundabilidad.
El concepto de "improponibilidad", fue postulado por Morello y Berizonce, en un
trabajo llamado "improponibilidad objetiva de la demanda", en el que se
estableció que le está permitido al Juez, fuera de los supuestos de inhabilidad
formal de la demanda, disponer su repulsa in limine juzgando sin sustanciación
acerca de su fundabilidad o merito, cuando el objeto perseguido (por la
pretensión) está excluido de plano por la ley, en cuanto esta impida explícitamente
cualquier decisión al respecto, o la improcedencia derive de la no idoneidad,
juzgada en abstracto, de los propios hechos en que se funda la demanda (causa
petendi), los que no son aptos para una Sentencia favorable.
El rechazo in límine o ab initio de la demanda por falta de fundabilidad o por
carecer de un interés tutelado por el ordenamiento, tiene como fundamento evitar
un inútil dispendio de la función jurisdiccional, puesto que de admitirse el trámite
de una demanda improponible y que así será sancionada al culminar el proceso,
no sólo se atenta contra los principios de economía procesal y celeridad, sino que
se activa y recarga inútilmente la labor de los órganos jurisdiccionales…”
P á g i n a 699 | 846
Respecto a la improponibilidad de una pretensión, corresponde citar el desarrollo
del Auto Supremo Nº 324/2013 de 20 de junio, citando jurisprudencia anterior se
ha señala lo siguiente: “Ahora el aspecto de una demanda improponible, ha sido
desarrollada por la extinta Corte Suprema de Justicia de la Nación, como se
describe del Auto Supremo Nº 428 de 6 de Diciembre de 2010, en el que se ha
desarrollado la siguiente jurisprudencia: “En el marco de esa facultad
fiscalizadora, corresponde puntualizar que, como estableció este Tribunal a través
de los Autos Supremos 428, de 6 de Diciembre de 2010; y 344, de 8 de Octubre de
2010, el artículo 333 del citado Código establece que, cuando la demanda no se
ajuste a las reglas establecidas podrá el Juez ordenar de oficio se subsanen los
defectos dentro del plazo prudencial que fije y bajo apercibimiento de que si no se
subsanaren se la tendrá por no presentada.
Que, frente a la interposición de una demanda el Juez tiene el deber de efectuar un
primer examen de admisibilidad, el cual, según la citada norma, parecería
limitarse a la verificación del cumplimiento de las reglas referidas a la forma de la
demanda como acto de postulación, establecidas en el artículo 327 del Código de
Procedimiento Civil.
No obstante lo que se desprende de la literalidad de la norma transcrita, la
doctrina y la jurisprudencia han reconocido de manera concordante que la
facultad del Juez puede ir más allá de ese análisis de cumplimiento de
presupuestos de admisibilidad extrínsecos o formales y, extenderse a los requisitos
de admisibilidad intrínsecos, e incluso a los de fundabilidad o procedencia de la
pretensión.
Para lograr desentrañar adecuadamente el poder que ejerce el Juez frente a la
interposición de una demanda, resulta relevante distinguir, entre el control formal
de la demanda y, el control material o de fondo; o lo que el autor Carlo Carli
denomina condiciones de procedibilidad y de fundabilidad.
En el primer caso, una vez deducida una determinada pretensión el Juez no queda
automáticamente conminado a admitirla y promover en consecuencia el proceso,
debe en principio analizar la concurrencia de los presupuestos procesales y el
cumplimiento de las formas necesarias de las que debe estar revestido al acto de
demanda. Constituye pues un juicio netamente formal que se realiza es ante
cualquier análisis sobre el fondo de la pretensión y está relacionado con el poder
reconocido al Juez de sanear el proceso lo más pronto posible, para librarlo de
impedimentos y óbices formales y facilitar el rápido y ordenado pasaje a las
etapas vinculadas al mérito. En consecuencia, en este examen de admisibilidad el
Juez deberá tener en cuenta, por ejemplo, si el conocimiento de la demanda que se
P á g i n a 700 | 846
le presenta es de su competencia o no; si la demanda se ajusta a las reglas
previstas por el artículo 327 del Código de Procedimiento Civil.
Ahora bien, una vez comprobada por el Juez la concurrencia de los presupuestos
procesales y el cumplimiento de los requisitos formales, le corresponde efectuar un
control de la proponibilidad o fundamento intrínseco de la acción tal como ha sido
propuesta. A diferencia del control formal, el juicio de fundabilidad opera con
elementos que corresponden al derecho material, con los preceptos sustanciales
llamados a zanjar la litis en la sentencia definitiva.
Respecto de las condiciones de fundabilidad, el autor argentino Peyrano señala
que "Presentada la demanda ante el Juez, éste deberá analizar (entre otras cosas)
la proponibilidad objetiva de la pretensión y para ello deberá consultar el
ordenamiento y comprobar "en abstracto" si la ley le concede la facultad de juzgar
el caso. El mencionado autor refiere el rechazo in límine por "improponibilidad
objetiva de la demanda", es decir, no ya por carencia de condiciones de
procedibilidad, sino por evidente infundabilidad.
El concepto de "improponibilidad", fue postulado por Morello y Berizonce, en un
trabajo llamado "improponibilidad objetiva de la demanda", en el que se
estableció que le está permitido al Juez, fuera de los supuestos de inhabilidad
formal de la demanda, disponer su repulsa in limine juzgando sin sustanciación
acerca de su fundabilidad o merito, cuando el objeto perseguido (por la
pretensión) está excluido de plano por la ley, en cuanto esta impida explícitamente
cualquier decisión al respecto, o la improcedencia derive de la no idoneidad,
juzgada en abstracto, de los propios hechos en que se funda la demanda (causa
petendi), los que no son aptos para una Sentencia favorable.
El rechazo in limine o ab initiode la demanda por falta de fundabilidad o por
carecer de un interés tutelado por el ordenamiento, tiene como fundamento evitar
un inútil dispendio de la función jurisdiccional, puesto que de admitirse el trámite
de una demanda improponible y que así será sancionada al culminar el proceso,
no sólo se atenta contra los principios de economía procesal y celeridad, sino que
se activa y recarga inútilmente la labor de los órganos jurisdiccionales.
Ahora bien, corresponde precisar en qué situaciones resulta legítimo rechazar in
limine una pretensión; es decir en qué casos el Juez debe ejercer la facultad de
repulsar una demanda por infundabilidad o improponibilidad objetiva.
Al respecto, son varios los criterios de clasificación que adopta la doctrina,
empero, diremos que en principio esa facultad comprende aquellas pretensiones en
las que falta un interés susceptible de ser protegido, o demanda imposible; de la
multiplicidad de relaciones subjetivas que se suceden en el tráfico jurídico no
todas encuentran un amparo por el derecho, existen relaciones jurídicas que se
P á g i n a 701 | 846
crean al margen de la legalidad y que el ordenamiento las priva de tutela jurídica
por estar en pugna con el orden público o ser contrarias a la ley…”
P á g i n a 702 | 846
Respecto de las condiciones de fundabilidad, el Autor argentino Peyrano señala
que "Presentada la demanda ante el Juez, éste deberá analizar (entre otras cosas)
la proponibilidad objetiva de la pretensión y para ello deberá consultar el
ordenamiento y comprobar "en abstracto" si la ley le concede la facultad de juzgar
el caso. El mencionado Autor refiere el rechazo in límine por "improponibilidad
objetiva de la demanda", es decir, no ya por carencia de condiciones de
procedibilidad, sino por evidente infundabilidad.
El concepto de "improponibilidad", fue postulado por Morello y Berizonce, en un
trabajo llamado "improponibilidad objetiva de la demanda", en el que se
estableció que le está permitido al Juez, fuera de los supuestos de inhabilidad
formal de la demanda, disponer su repulsa in limine juzgando sin sustanciación
acerca de su fundabilidad o merito, cuando el objeto perseguido (por la
pretensión) está excluido de plano por la ley, en cuanto esta impida explícitamente
cualquier decisión al respecto, o la improcedencia derive de la no idoneidad,
juzgada en abstracto, de los propios hechos en que se funda la demanda (causa
petendi), los que no son aptos para una Sentencia favorable.
El rechazo in límine o ab initio de la demanda por falta de fundabilidad o por
carecer de un interés tutelado por el ordenamiento, tiene como fundamento evitar
un inútil dispendio de la función jurisdiccional, puesto que de admitirse el trámite
de una demanda improponible y que así será sancionada al culminar el proceso,
no sólo se atenta contra los principios de economía procesal y celeridad, sino que
se activa y recarga inútilmente la labor de los órganos jurisdiccionales…”
P á g i n a 704 | 846
resulte improponible por falta de fundabilidad o por carecer de interés tutelado por
el ordenamiento legal.
P á g i n a 708 | 846
ordenamiento y comprobar "en abstracto" si la ley le concede la facultad de juzgar
el caso. El mencionado Autor refiere el rechazo in límine por "improponibilidad
objetiva de la demanda", es decir, no ya por carencia de condiciones de
procedibilidad, sino por evidente infundabilidad.
El concepto de "improponibilidad", fue postulado por Morello y Berizonce, en un
trabajo llamado "improponibilidad objetiva de la demanda", en el que se
estableció que le está permitido al Juez, fuera de los supuestos de inhabilidad
formal de la demanda, disponer su repulsa in limine juzgando sin sustanciación
acerca de su fundabilidad o merito, cuando el objeto perseguido (por la
pretensión) está excluido de plano por la ley, en cuanto esta impida explícitamente
cualquier decisión al respecto, o la improcedencia derive de la no idoneidad,
juzgada en abstracto, de los propios hechos en que se funda la demanda (causa
petendi), los que no son aptos para una Sentencia favorable.
El rechazo in límine o ab initio de la demanda por falta de fundabilidad o por
carecer de un interés tutelado por el ordenamiento, tiene como fundamento evitar
un inútil dispendio de la función jurisdiccional, puesto que de admitirse el trámite
de una demanda improponible y que así será sancionada al culminar el proceso,
no sólo se atenta contra los principios de economía procesal y celeridad, sino que
se activa y recarga inútilmente la labor de los órganos jurisdiccionales…”
P á g i n a 710 | 846
declarar improbada la pretensión porque el ordenamiento jurídico no permite
acoger dicha pretensión”.
P á g i n a 711 | 846
elementos que corresponden al derecho material, con los preceptos sustanciales
llamados a zanjar la litis en la sentencia definitiva.
Respecto de las condiciones de fundabilidad, el Autor argentino Peyrano señala
que "Presentada la demanda ante el Juez, éste deberá analizar (entre otras cosas)
la proponibilidad objetiva de la pretensión y para ello deberá consultar el
ordenamiento y comprobar "en abstracto" si la ley le concede la facultad de juzgar
el caso. El mencionado Autor refiere el rechazo in límine por "improponibilidad
objetiva de la demanda", es decir, no ya por carencia de condiciones de
procedibilidad, sino por evidente infundabilidad.
El concepto de "improponibilidad", fue postulado por Morello y Berizonce, en un
trabajo llamado "improponibilidad objetiva de la demanda", en el que se
estableció que le está permitido al Juez, fuera de los supuestos de inhabilidad
formal de la demanda, disponer su repulsa in limine juzgando sin sustanciación
acerca de su fundabilidad o merito, cuando el objeto perseguido (por la
pretensión) está excluido de plano por la ley, en cuanto esta impida explícitamente
cualquier decisión al respecto, o la improcedencia derive de la no idoneidad,
juzgada en abstracto, de los propios hechos en que se funda la demanda (causa
petendi), los que no son aptos para una Sentencia favorable.
El rechazo in límine o ab initio de la demanda por falta de fundabilidad o por
carecer de un interés tutelado por el ordenamiento, tiene como fundamento evitar
un inútil dispendio de la función jurisdiccional, puesto que de admitirse el trámite
de una demanda improponible y que así será sancionada al culminar el proceso,
no sólo se atenta contra los principios de economía procesal y celeridad, sino que
se activa y recarga inútilmente la labor de los órganos jurisdiccionales…”.
En este antecedente, corresponde precisar en qué situaciones resulta justificado
rechazar in limine una pretensión; es decir en qué casos el Juez debe ejercer la
faculta de repulsar una demanda por infundabilidad o improponibilidad objetiva.
Al respecto, son varios los criterios de clasificación que adopta la doctrina, empero,
diremos que en principio esa facultad comprende aquellas pretensiones en las que
falta un interés susceptible de ser protegido, o demanda imposible; de la
multiplicidad de relaciones subjetivas que se suceden en el tráfico jurídico no todas
encuentran un amparo por el derecho, existen relaciones jurídicas que se crean al
margen de la legalidad y que el ordenamiento las priva de tutela jurídica por estar
en pugna con el orden público o ser contrarias a la ley.
En esta hipótesis cabe encuadrar los casos donde el objeto o la causa que confirma
una determinada pretensión son ilícitos, o pugnan con la ley o las buenas
costumbres o bien una pretensión que se dirige a algo material o jurídicamente
imposible. Ejemplo, la pretensión de cobro de una deuda que resulte de un juego
P á g i n a 712 | 846
prohibido, supuesto expresamente previsto por el artículo 910-I del Código Civil;
el pago que se demanda en cumplimiento de una obligación cuya prestación resulta
ilegal o inmoral, ese sería el caso de un sicario que demanda el pago por un
asesinato llevado a cabo, o de aquel que demanda el pago por la venta de sustancias
prohibidas; la demanda de reivindicación de un bien que se encuentra fuera del
comercio humano -jurídicamente imposible-. En estos supuestos, no hay un interés
legítimo jurídicamente protegido, por ello no se justifica la tramitación completa de
un proceso que se sabe infecundo, en cuanto necesariamente terminará con una
Sentencia desfavorable para el demandante.
P á g i n a 714 | 846
Ahora bien, corresponde precisar en qué situaciones resulta justificado rechazar
in limine una pretensión; es decir en qué casos el Juez debe ejercer la facultad de
repulsar una demanda por infundabilidad o improponibilidad objetiva.
Al respecto, son varios los criterios de clasificación que adopta la doctrina,
empero, diremos que en principio esa facultad comprende aquellas pretensiones en
las que falta un interés susceptible de ser protegido, o demanda imposible; de la
multiplicidad de relaciones subjetivas que se suceden en el tráfico jurídico no
todas encuentran un amparo por el derecho, existen relaciones jurídicas que se
crean al margen de la legalidad y que el ordenamiento las priva de tutela jurídica
por estar en pugna con el orden público o ser contrarias a la ley.
En esta hipótesis cabe encuadrar los casos donde el objeto o la causa que
conforma una determinada pretensión son ilícitos, o pugnan contra la ley o las
buenas costumbres o bien una pretensión que se dirige a algo material o
jurídicamente imposible. Ejemplo, la pretensión de cobro de una deuda que resulte
de un juego prohibido, supuesto expresamente previsto por el artículo 910-I del
Código Civil; el pago que se demanda en cumplimiento de una obligación cuya
prestación resulta ilegal o inmoral, ese sería el caso de un sicario que demanda el
pago por un asesinato llevado a cabo, o de aquel que demanda el pago por la
venta de sustancias prohibidas; la demanda de reivindicación de un bien que se
encuentra fuera del comercio humano -jurídicamente imposible-. En estos
supuestos, no hay un interés legítimo jurídicamente protegido, por ello no se
justifica la tramitación completa de un proceso que se sabe infecundo, en cuanto
necesariamente terminará con una Sentencia desfavorable para el demandante.
Ingresa, igualmente en esta primera clasificación aquellos supuestos en los que la
pretensión recae sobre relaciones subjetivas que no poseen relevancia jurídica en
la medida en que no se encuentran reguladas por el derecho, por tratarse,
precisamente de cuestiones que carecen de contenido jurídico. Ejemplo, la
pretensión dirigida a exigir el cumplimiento de una obligación de trato social.
El segundo supuesto en que el Juez puede ejercer la facultad de rechazar in limine
una demanda, lo constituye aquellos casos en los que la ley excluye la posibilidad
de tutela jurídica, o demanda objetivamente improponible; Quedan incluidos,
dentro de esta posibilidad todos los casos de obligaciones naturales; además
aquellos en los que la ley sustantiva excluye determinadas pretensiones jurídicas,
es decir cuando nos encontramos frente a una pretensión inviable de inicio. Por
ejemplo, la imposibilidad de demandar la lesión o vicios ocultos, respecto de una
venta judicial, supuesto expresamente prohibido por el artículo 1481 del C.C., la
inadmisibilidad de la acción de desconocimiento de paternidad intentada por el
P á g i n a 715 | 846
padre en el supuesto de concepción por fecundación artificial con autorización
escrita del marido, previsto por el artículo 187 del Código de Familia…”.
Razonamiento que es reiterado en el Auto Supremo Nº 1174/2015-L de 22 de
diciembre, donde además se concluyó que: “…este Supremo Tribunal a través de
diversos fallos a orientado que el reconocer al Juez la facultad de rechazar ab
initio la demanda no pugna con el derecho a la tutela judicial efectiva, o derecho
de acción; en efecto, si aceptamos que el derecho de acción o de tutela judicial
efectiva, tiene como contenido esencial que la pretensión del justiciable sea
atendida por un Tribunal y, que amerite un pronunciamiento debidamente
motivado respecto a la pretensión deducida; el derecho a la tutela judicial se
agotaría, en el acceso a la jurisdicción y en la dictación de una resolución
motivada en derecho, es decir que, el poder del Juez de rechazar ab initio una
demanda, no entra en pugna con el contenido del derecho de acción o de tutela
judicial efectiva, puesto que el Juez atenderá y se pronunciará efectivamente y en
forma motivada respecto a la pretensión del actor; en otras palabras, el actor
promueve su pretensión, activando la función jurisdiccional del Estado, la que
desemboca en una determinada, precisa y fundada decisión judicial, en
consecuencia, se satisface íntegramente su derecho a la acción o tutela judicial”.
P á g i n a 717 | 846
El concepto de "improponibilidad", fue postulado por Morello y Berizonce, en un
trabajo llamado "improponibilidad objetiva de la demanda", en el que se
estableció que le está permitido al Juez, fuera de los supuestos de inhabilidad
formal de la demanda, disponer su repulsa in límine juzgando sin sustanciación
acerca de su fundabilidad o merito, cuando el objeto perseguido (por la
pretensión) está excluido de plano por la ley, en cuanto esta impida explícitamente
cualquier decisión al respecto, o la improcedencia derive de la no idoneidad,
juzgada en abstracto, de los propios hechos en que se funda la demanda (causa
petendi), los que no son aptos para una Sentencia favorable.
El rechazo in limine o ab initio de la demanda por falta de fundabilidad o por
carecer de un interés tutelado por el ordenamiento, tiene como fundamento evitar
un inútil dispendio de la función jurisdiccional, puesto que de admitirse el trámite
de una demanda improponible y que así será sancionada al culminar el proceso,
no sólo se atenta contra los principios de economía procesal y celeridad, sino que
se activa y recarga inútilmente la labor de los órganos jurisdiccionales.
Ahora bien, corresponde precisar en qué situaciones resulta legítimo rechazar in
límine una pretensión; es decir en qué casos el Juez debe ejercer la facultad de
repulsar una demanda por infundabilidad o improponibilidad objetiva.
Al respecto, son varios los criterios de clasificación que adopta la doctrina,
empero, diremos que en principio esa facultad comprende aquellas pretensiones en
las que falta un interés susceptible de ser protegido, o demanda imposible; de la
multiplicidad de relaciones subjetivas que se suceden en el tráfico jurídico no
todas encuentran un amparo por el derecho, existen relaciones jurídicas que se
crean al margen de la legalidad y que el ordenamiento las priva de tutela jurídica
por estar en pugna con el orden público o ser contrarias a la ley”
IMPROPONIBILIDAD OBJETIVA
Auto Supremo: 519/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Nulidad de documento de compra venta.
En principio corresponde precisar que este Tribunal continuando con el
entendimiento dado por la extinta Corte Suprema de justicia, ha desarrollado la
teoría de la inproponiblidad de la demanda, que consiste en que una vez deducida
una determinada pretensión el Juez no queda automáticamente conminado a
admitirla y promover en consecuencia el proceso, pues debe en principio analizar
la concurrencia de los presupuestos procesales y el cumplimiento de las formas
necesarias de las que debe estar revestido al acto de demanda, en ese entendido
P á g i n a 718 | 846
corresponde referirnos al Auto Supremo Nº 878/2015 de 2 de octubre de 2015, que
sobre el particular señala: “…resulta imprescindible hacer mención a la uniforme
jurisprudencia desarrollada por este Tribunal, respecto a la improponibilidad de
una acción judicial, así se tiene entre otros el Auto Supremo N° 428, de 6 de
diciembre 2010, que estableció: "... corresponde puntualizar que, el artículo 334
del Código de Procedimiento Civil, dispone que presentada la demanda en la
forma prescrita, el Juez la correrá en traslado al demandado para que comparezca
y conteste en el término de ley”. Ahora bien, el artículo 333 del citado Código
Adjetivo Civil, establece que: “cuando la demanda no se ajuste a las reglas
establecidas podrá el Juez ordenar de oficio se subsanen los defectos dentro del
plazo prudencial que fije y bajo apercibimiento de que si no se subsanan se la
tendrá por no presentada”. Por lo que de la inteligencia de las citadas normas
procedimentales, claramente se establece que frente a la interposición de la
demanda el Juez tiene el deber ineludible de efectuar un primer examen de
admisibilidad, el cual, según las citadas normas, parecería limitarse a la
verificación del cumplimiento de las reglas referidas a la forma de la demanda
como acto de postulación, establecidas en el artículo 327 del Código de
Procedimiento Civil. No obstante, lo que se desprende de las normas transcritas,
literalmente consideradas, la doctrina y la jurisprudencia han reconocido de
manera concordante que la facultad del Juez puede ir más allá de ese análisis de
cumplimiento de presupuestos de admisibilidad extrínsecos o formales y,
extenderse a los requisitos de admisibilidad intrínsecos, e incluso a los de
fundabilidad o procedencia de la pretensión. Por ello, para lograr desentrañar
adecuadamente el poder que ejerce el Juez frente a la interposición de una
demanda, resulta relevante distinguir, entre el control formal de la demanda y, el
control material o de fondo; o lo que el Autor Carlo Carli denomina condiciones
de procedibilidad y de fundabilidad, en el primer caso, una vez deducida una
determinada pretensión el Juez no queda automáticamente conminado a admitirla
y promover en consecuencia el proceso, debe en principio analizar la concurrencia
de los presupuestos procesales y el cumplimiento de las formas necesarias de las
que debe estar revestido al acto de demanda; constituye pues un juicio netamente
formal que se realiza antes del análisis sobre el fondo de la pretensión, y está
relacionado con el poder reconocido al Juez de sanear el proceso lo más pronto
posible, para liberarlo de impedimentos y óbices formales y facilitar el rápido y
ordenado pasaje a las etapas vinculadas al mérito. En consecuencia, en este
examen de admisibilidad el Juez deberá tener en cuenta, por ejemplo, si el
conocimiento de la demanda que se le presenta es de su competencia o no; si la
demanda se ajusta a las reglas previstas por el artículo 327 del Código de
P á g i n a 719 | 846
Procedimiento Civil. En dicho sentido, una vez comprobada que ha sido por el
Juez la concurrencia de los presupuestos procesales y el cumplimiento de los
requisitos formales, le corresponde efectuar un control de la proponibilidad o
fundamento intrínseco, respecto a la improponibilidad objetiva e improponibilidad
subjetiva, que a decir del autor Argentino Peyrano respecto a la primera señala
que: "Presentada la demanda ante el Juez, éste deberá analizar (entre otras cosas)
la proponibilidad objetiva de la pretensión y para ello deberá consultar el
ordenamiento y comprobar "en abstracto", si la ley le concede la facultad de
juzgar el caso, es decir el mencionado autor refiere que el rechazo in límine por
"improponibilidad objetiva de la demanda", no es por carencia de condiciones de
procedibilidad, sino, por evidente infundabilidad de la acción. Con relación a
laimproponibilidad subjetiva, este Tribunal ha emitido la línea jurisprudencial
contenida en el Auto Supremo Nº 153/13 de 8 de abril, razonando lo siguiente:
“Para el entendimiento de este fallo es necesario recurrir a la doctrina, al efecto
corresponde citar a Lino E. Palacios en su obra “Derecho Procesal Civil” E.
Abeledo Perrot, Tomo I, Págs. 405 a 406 al teorizar los requisitos intrínsecos de
admisibilidad de la pretensión señala lo siguiente: “Para que el juez se encuentre
en condiciones de examinar la pretensión procesal en cuanto al fondo es preciso
que quienes de hecho intervienen en el proceso como partes (actora o
demandada), sean quienes deban figurar en ese proceso concreto asumiendo tal
calidad. Estas últimas son las "justas partes" o las "partes legítimas", y la aptitud
jurídica que permite caracterizarlas mediante esos términos se denomina
legitimación para obrar o legitimación procesal. Cabe, pues, definir a la
legitimación para obrar o procesal, como aquel requisito en cuya virtud debe
mediar una coincidencia entre las personas que efectivamente actúan en el
proceso y las personas a las que la ley habilita especialmente para pretender
(legitimación activa) y para contradecir (legitimación pasiva) respecto de la
materia sobre la cual el proceso versa…”, por ello se deduce que la legitimación
es un requisito que afecta tanto al actor como al demandado. La pretensión, en
efecto, debe ser deducida por y frente a una persona procesalmente legitimada,
por lo que se entenderá que la ausencia de legitimación, sea activa o pasiva, torna
admisible la llamada defensa de "falta de legitimación".
De lo expuesto corresponde hacer hincapié en las situaciones en las cuales resulta
legítimo rechazar in limine una pretensión, es decir los casos en los cuales el Juez
debe ejercer esa facultad de repulsar una demanda por infundabilidad o
improponibilidad objetiva, siendo entre estas aquellas pretensiones en las que falta
un interés susceptible de ser protegido, o demanda imposible; de la multiplicidad
de relaciones subjetivas que se suceden en el tráfico jurídico no todas encuentran
P á g i n a 720 | 846
un amparo por el derecho, existen relaciones jurídicas que se crean al margen de la
legalidad y que el ordenamiento las priva de tutela jurídica por estar en pugna con
el orden público o ser contrarias a la ley.
IMPROPONIBILIDAD SUBJETIVA
Auto Supremo: 338/2017
Sucre: 03 de abril 2017
Proceso: Sumario de cancelación de Escritura Pública y de su correspondiente
registro en Derechos Reales.
Respecto a este tema, resulta pertinente referirnos al Auto Supremo Nº 153/2013 de
8 de abril, en el que se ha expuesto lo siguiente: “…tradicionalmente la
improponibilidad manifiesta, se centra en el objeto de la pretensión, en la
idoneidad de la relación jurídico sustancial presentada en el proceso y la aptitud
que tiene esa pretensión de ser actuada en derecho, entendiendo que la
improponibilidad puede presentarse como: 1)Improponibilidad Objetiva: Cuyo
radio de evaluación analiza los efectos jurídicos materiales de la pretensión y la
falta de aptitud jurídica del objeto para ser juzgado en derecho. Se trata de los que
se pretende, no puede ser juzgado absolutamente, alguna veces a esto le llaman
rechazo in limine de la demanda o improponibilidad manifiesta de la pretensión, y
2) Improponibilidad Subjetiva: que analiza en las condiciones subjetivas,
personales necesarias para interponer la pretensión, estamos en el caso específico
de la falta de interés sustancial en el actor para proponer la pretensión”.
Sin embargo, al margen de lo ya expuesto y con la finalidad de ahondar un poco
más en la legitimación activa resulta necesario referirnos al Auto Supremo Nº
346/2013 de fecha 15 de julio, que sobre el particular establece: “Para el
entendimiento de este fallo es necesario recurrir a la doctrina, al efecto corresponde
citar a Lino E. Palacio quien en su obra "Derecho Procesal Civil" Ed. Abeledo
Perrot, Tomo I, págs. 405 a 406 al teorizar los requisitos intrínsecos de
admisibilidad de la pretensión señala lo siguiente: "Para que el juez se encuentre en
condiciones de examinar la pretensión procesal en cuanto al fondo es preciso que
quienes de hecho intervienen en el proceso como partes (actora o demandada), sean
quienes deban figurar en ese proceso concreto asumiendo tal calidad. Estas últimas
son las "justas partes" o las "partes legítimas", y la aptitud jurídica que permite
caracterizarlas mediante esos términos se denomina legitimación para obrar o
legitimación procesal. Cabe, pues, definir a la legitimación para obrar o
procesal, como aquel requisito en cuya virtud debe mediar una coincidencia
entre las personas que efectivamente actúan en el proceso y las personas a las
que la ley habilita especialmente para pretender (legitimación activa) y para
contradecir (legitimación pasiva) respecto de la materia sobre la cual el
proceso versa...", por ello se deduce que la legitimación es un requisito que afecta
tanto al actor como al demandado. La pretensión, en efecto, debe ser deducida por
y frente a una persona procesalmente legitimada, por lo que se entenderá que la
P á g i n a 721 | 846
ausencia de legitimación, sea activa o pasiva, torna admisible la llamada defensa
de "falta de legitimación".”
De lo expuesto se deduce que la improponibilidad subjetiva activa, se centra en
el juicio que hace el Juez, sobre la falta evidente de interés sustancial en el actor
para proponer la pretensión, es decir, que esta figura deriva de la falta de
legitimación, extremo en el cual el Juez ante la ausencia evidente de legitimación
activa para la interposición de una pretensión, debe rechazar la misma in limine.
P á g i n a 722 | 846
entendiendo que la improponibilidad puede presentarse como: 1) Improponibilidad
Objetiva: Cuyo radio de evaluación analiza los efectos jurídicos materiales de la
pretensión y la falta de aptitud jurídica del objeto para ser juzgado en derecho. Se
trata de los que se pretende, no puede ser juzgado absolutamente, alguna veces a
esto le llaman rechazo in límine de la demanda o improponibilidad manifiesta de la
pretensión, y 2) Improponibilidad Subjetiva: que analiza en las condiciones
subjetivas, personales necesarias para interponer la pretensión, estamos en el caso
específico de la falta de interés sustancial en el actor para proponer la pretensión.
Por otra parte, diremos que en la legislación peruana, también se ha avanzado con
la teoría de la improponibilidad de una pretensión, así se cita a Cristian Angeludis
Tomassini, quien señala en su ponencia "¿Qué significado tiene y cuáles son los
alcances de la calificación de la demanda in límine?", alude que: "Existen tres
supuestos de improponibilidad jurídica de la demanda: a) Improponibilidad
subjetiva o falta de legitimación.- (...) Se ha resuelto que el Juez tiene facultades
oficiosas para decidir, antes de dar traslado de la demanda, si las partes tienen
legitimación sustancial para demandar o ser demandadas, cuando esta carencia sea
manifiesta, pudiendo en consecuencia, rechazar in límine la demanda, b) Falta de
Interés.- Corresponde en tal situación la misma solución anteriormente señalada.
Los jueces no hacen declaraciones abstractas, por tanto, quienes interponen una
pretensión o quienes se oponen a ella, deben tener interés para litigar y c)
Improponibilidad Objetiva.- Cuando surge en forma manifiesta que la pretensión
carece de sustento legal o porque la demanda tiene un objeto inmoral o prohibido
(...). En todos estos casos, la demanda puede rechazarse in límine por carecer de
algún requisito de fundabilidad y ésta ser manifiesta. Por su parte, el jurista
Argentino Jorge Peyrano, señala que hemos empleado la locución "rechazo sin
trámite completo", en lugar de la habitual fórmula "rechazo in límine de la
demanda". Ello no es gratuito ni producto de una inadvertencia. El asunto (...) tiene
íntima conexión con la oportunidad en la cual el Tribunal puede repeler in límine
una demanda (rectius, "pretensión"). Expresado de otro modo: luego de admitida la
demanda y tras haberse sustanciado un tramo del proceso respectivo creemos que,
todavía, el Juez interviniente (advertido de la improponibilidad objetiva de la
pretensión en cuestión) está en condiciones de desestimarla sin estar obligado a
tramitar toda la causa y a aguardar el momento del dictado de una sentencia de
mérito, es decir, en cualquier estado del proceso".
Conforme a la amplia gama de los aportes doctrinarios y la evolución de la
jurisprudencia, corresponde señalar que el juicio de improponibilidad supone un
análisis de la pretensión que concluye con un pronunciamiento sobre el fondo de la
misma. Se trata entonces de un juicio general que se funda en el hecho de que la
P á g i n a 723 | 846
pretensión no puede plantearse en modo alguno ante ningún órgano jurisdiccional,
ya que existe un defecto absoluto en la facultad de otorgar la tutela o derecho,
porque el interés que se busca ser tutelado no es amparado por el ordenamiento
legal vigente, por lo que al pronunciarse sobre el mérito jurídico de la pretensión,
genera cosa juzgada formal y material.
Así concluiremos diciendo que la improponibilidad puede ser objetiva: cuando el
juicio se centra en analizar los efectos jurídicos materiales de la pretensión y la
falta de aptitud jurídica del objeto para ser juzgado en derecho, lo que hace posible
que el Juez rechace in límine la litis, tal pretensión por ser manifiestamente
improponible, por estar inmersa en los supuestos de ser manifiesta y evidentemente
contraria a las buenas costumbres o al orden público, al lado de la misma se
presenta la improponibilidad desde el punto de vista subjetivo, la cual se centra en
el juicio que hace el Juez, pero sobre la falta evidente de interés sustancial en el
actor para proponer la pretensión…”
P á g i n a 726 | 846
En resumen se dirá que cuando surge en forma manifiesta que la pretensión carece
de tutela jurídica, ya sea porque la demanda tiene un objeto inmoral o prohibido
por las leyes o cuando la causa invocada como fundamento de la petición es ilícita
o inmoral, estamos frente a una "improponibilidad objetiva", por oposición a la
"improponibilidad subjetiva derivada de la falta de legitimación (de quien tiene el
legítimo derecho de demandar una cosa)", razón por la cual el Juez al ser
manifiestamente evidente la ausencia de legitimación activa para solicitar la
pretensión invocada, correspondía rechazar la misma in límine”.
De lo expuesto, se tiene que la corriente planteada por Hernando Devis Echandía,
no resulta ser aplicada a la litis, en vista de que la ausencia de legitimación activa
en el demandante no necesita ser probada, es más, no persisten hipotéticos que
tengan que ser demostrados como para admitir o no la falta de legitimación en el
demandante, por la relación de hechos, la naturaleza de lo demandado y la
pretensión analizada de nulidad de declaratoria de herederos, posesión de la misma
y el registro pertinente, debe constar que la naturaleza del fallo, es emitido en base
a las infracciones acusadas en el recurso, razón por la que el análisis efectuado,
versa sobre el reclamo de la falta de legitimación para accionar por nulidad de
declaratoria de herederos, posesión hereditaria y consiguiente registro en derechos
reales, en vista de que en el recurso no se ha hecho alusión a la acción negatoria y
prescripción del derecho sucesorio, que conjuntamente han sido planteadas en la
demanda de fs. 156 a 161 caso para los cuales u otras que considere el ahora
recurrente, queda abierta la vía civil en jurisdicción ordinaria.
IMPROPONIBLIDAD DE LA DEMANDA
Auto Supremo: 294/2016
Sucre: 05 de abril 2016
Proceso: Nulidad de documento de transferencia.
En el mismo Auto Supremo 692/2014 se estableció: “En este antecedente este
Tribunal Supremo de Justicia citando a manera de orientación la Jurisprudencia
Venezolana, a través del Auto Supremo Nº 153/2013 al respecto razono lo
siguiente: “tradicionalmente la improponibilidad manifiesta, se centra en el objeto
de la pretensión, en la idoneidad de la relación jurídico sustancial presentada en
el proceso y la aptitud que tiene esa pretensión de ser actuada en derecho,
entendiendo que la improponibilidad puede presentarse como: 1)
Improponibilidad Objetiva: Cuyo radio de evaluación analiza los efectos jurídicos
materiales de la pretensión y la falta de aptitud jurídica del objeto para ser
juzgado en derecho. Se trata de los que se pretende, no puede ser juzgado
absolutamente, alguna veces a esto le llaman rechazo in limine de la demanda o
P á g i n a 727 | 846
improponibilidad manifiesta de la pretensión, y 2) Improponibilidad
Subjetiva: que analiza en las condiciones subjetivas, personales necesarias para
interponer la pretensión, estamos en el caso específico de la falta de interés
sustancial en el actor paraproponer la pretensión”.
P á g i n a 729 | 846
Para tener una mejor comprensión sobre lo que es la acción de impugnación de
reconocimiento, corresponde referirnos al Auto Supremo Nº 1068/2015 de 17 de
Noviembre, que sobre el particular hizo el siguiente análisis:“Resultando este el
tema en debate, corresponde en principio realizar un análisis de los institutos que
sustentan la filiación o su impugnación, a ese efecto podemos citar el AS Nº
333/2014 que sobre el tema ha establecido que: “La filiación es el vínculo
jurídico que une a una persona con sus progenitores. Se considera tres clases de
filiación: i) matrimonial, es la que tiene su origen en el matrimonio; ii)
extramatrimonial, que corresponde a hijos de personas no casados entre sí; y, iii)
adoptiva, que no corresponde a una realidad biológica sino al vínculo paterno –
filial creado por ley.
Nuestro régimen familiar legal, en consideración a estas formas de filiación,
estableció presupuestos normativos sistemáticos de los derechos y deberes de los
hijos, su establecimiento, de su prueba, etc., al mismo tiempo diseñoacciones
tendientes a desestimar la filiación, tanto matrimonial como extramatrimonial. Es
así que, para la filiación matrimonial estableció la acción de negación de
hijo nacido antes de los cientos ochenta días de matrimonio (art. 185 Código de
Familia) y negación del hijo nacido después de trescientos días siguientes al
decreto de separación personal o antes de los ciento ochenta días posteriores al
desistimiento o la reconciliación (art. 186 del Código de Familia), además de la
acción de desconocimiento de paternidad al hijo concebido durante el
matrimonio (art. 187 del Código de materia), y en ese mérito la misma norma
familiar, en su art. 188,normó el plazo para la interposición de estas acciones.
Asimismo, para la filiación extramatrimonial, es decir de los hijos de padre y
madre no casados entre sí, el Código de familia consideró a la impugnación de
reconocimiento (art. 204) como el medio para impugnar la filiación cuando se
hubo establecido aquella mediante reconocimiento de hijo; por otro lado
configuró la declaración judicial de paternidad y en ella, como mecanismo de
defensa, los presupuestos de prueba para la exclusión de paternidad conforme
señala el art. 209 del citado Código.
De lo manifestado, podemos concluir que la legislación familiar configuro las
acciones tendientes a repulsar la filiación por el progenitor en uno u otro caso,
específicamente, pero con la mirada de la protección de los hijos, de ahí se
entiende el plazo circundante a su interposición.”
De la línea establecida por este Tribunal, se puede concluir que entre los medios
de impugnación de filiación del hijo; dependiendo al caso, se debe analizar desde
dos puntos de vista, la primera cuando el hijo ha nacido dentro del matrimonio y
el segundo cuando ha nacido fuera del matrimonio, activándose para el segundo
P á g i n a 730 | 846
caso, es decir, de hijos nacidos fuera del matrimonio la figura de la impugnación
del reconocimiento, o para el reconocimiento de una filiación del mismo la
declaración judicial de paternidad y dentro de este los mecanismos de defensa de
exclusión de paternidad, conforme claramente se ha determinado.
En el caso en cuestión, el ahora recurrente erradamente planteada su acción
pretende la “exclusión de paternidad” de la menor MR, bajo el entendido de que
la madre hubiese desconocido la paternidad del demandante al proceder a una
nueva inscripción de la menor con otro apellido paterno, cuando conforme se ha
referido al tratarse de un hijo nacido fuera del matrimonio y al existir un
reconocimiento realizado por un tercero correspondía al recurrente impugnar el
reconocimiento realizado por el demandado, y no así invocar la figura de
exclusión de paternidad figura que se encuentra reservada al que no se considera
padre.
Empero al margen de lo anotado, con la finalidad de dar una respuesta concreta
al ahora recurrente conforme a los principios de eficacia, eficiencia y tomando en
cuenta que el tema de Litis está ligado a uno de filiación derechos, que por su
naturaleza son indisponibles, dentro de la óptica que la Litis se enmarca a una
impugnación de reconocimiento de filiación realizada conforme a los alcances del
art. 195-1 del Código de Familia, por cuanto, resulta aplicable los alcances de la
impugnación establecida en el art. 204 del mismo Código Familiar.
Sobre ese instituto del código de familia los Autos Supremos Nros. 437/2013 de
fecha 27 de agosto, 485/2013 de fecha 18 de septiembre y 605/2014 de fecha 27 de
octubre entre otros ha orientado en sentido que: “El reconocimiento de hijo de
padre y madre no casados entre sí, es un acto jurídico unilateral, personalísimo e
irrevocable, toda vez que quien ejercita ese derecho lo realiza de manera libre y
voluntaria, sabiendo las consecuencias jurídicas de su reconocimiento.
Y por regla general la impugnación de reconocimiento de hijo se habilita por el
reconocido y por terceros interesados que tengan un interés “legitimo” (debido al
efecto erga onmes), pero no se excluye al reconocedor, que también se encuentra
legitimado para impugnar el reconocimiento, siempre y cuando se demuestre que
existió error, dolo o violencia en el acto del reconocimiento y fundare su demanda
principal en un acto de reconocimiento que no fue libre ni voluntario, pudiendo
impugnar, alegando error propio al considerar como hijo al reconocido o cuando
hay dolo, es decir cuando la madre oculta, engaña y le hace creer que el
reconocido es su hijo, y finalmente cuando hay violencia.
Si bien es cierto que el reconocimiento debe existir cuando hay una relación
biológica, es también evidente que en nuestra sociedad en la práctica se puede ver
que existen padres que reconocen a los hijos de sus parejas, conociendo y
P á g i n a 731 | 846
sabiendo que no son biológicamente sus hijos, teniendo este reconocimiento un
efectos "erga omnes", ya que este acto jurídico realizado por la madre o el padre
no solo afecta al hijo o la hija y al padre o la madre que reconocen, pues lo que se
reconoce es el estado de hijo o hija que es indivisible y por eso produce efectos
absolutos frente a todos; siendo éste un acto irrevocable como lo determina el art.
199 del Código de Familia, teniendo como la única limitante para el
reconocimiento el caso establecido en el art. 200 del Código de Familia que
indica: "No se puede reconocer a quien legalmente corresponda la filiación del
hijo nacido de padre y madre casados entre sí...".
Finalmente, corresponde también concretar que el art. 204 el Código de Familia
en su segundo párrafo prevé un plazo de caducidad y no de prescripción como
muchas veces se la confunde, y si bien el art. 1520 del Código Civil establece que
la caducidad no puede aplicarse de oficio, empero preceptúa también la salvedad
en tratándose de derechos indisponibles; en el presente caso, lo que se cuestiona
es la filiación del demandado, por lo que la caducidad debió ser observada de
oficio, porque el derecho a la filiación y a la identidad constituye precisamente
un derecho indisponible; aclarando que lógicamente la caducidad dispuesta por
el art. 204 del Código de Familia, comienza a correr para todos, o sea, además
del hijo y los interesados legítimamente, para el padre o el reconocedor.”
P á g i n a 735 | 846
declaración judicial de paternidad y dentro de este los mecanismos de defensa de
exclusión de paternidad, conforme claramente se ha determinado….”
Sobre ese instituto del código de familia los Autos Supremos Nros.437/2013 de
fecha 27 de agosto, 485/2013 de fecha 18 de septiembre y 605/2014 de fecha 27 de
octubre entre otros ha orientado en sentido que: “El reconocimiento de hijo de padre y
madre no casados entre si, es un acto jurídico unilateral, personalísimo e irrevocable,
toda vez que quien ejercita ese derecho lo realiza de manera libre y voluntaria, sabiendo las
consecuencias jurídicas de su reconocimiento. Y por regla general la impugnación de
reconocimiento de hijo se habilita por el reconocido y por terceros interesados que tengan un
interés “legitimo” (debido al efecto erga onmes), pero no se excluye al reconocedor, que también
se encuentra legitimado para impugnar el reconocimiento, siempre y cuando se demuestre que
existió error, dolo o violencia en el acto del reconocimiento y fundare su demanda principal en un
acto de reconocimiento que no fue libre ni voluntario, pudiendo impugnar, alegando error propio
al considerar como hijo al reconocido o cuando hay dolo, es decir cuando la madre oculta, engaña
y le hace creer que el reconocido es su hijo, y finalmente cuando hay violencia. Si bien es cierto que
el reconocimiento debe existir cuando hay una relación biológica, es también evidente que en
nuestra sociedad en la práctica se puede ver que existen padres que reconocen a los hijos de sus
parejas, conociendo y sabiendo que no son biológicamente sus hijos, teniendo
este reconocimiento un efectos "erga omnes", ya que este acto jurídico realizado
por la madre o el padre no solo afecta al hijo o la hija y al padre o la madre que
reconocen, pues lo que se reconoce es el estado de hijo o hija que es indivisible y
por eso produce efectos absolutos frente a todos; siendo éste un acto irrevocable
como lo determina el art. 199 del Código de Familia, teniendo como la única
limitante para el reconocimiento el caso establecido en el art. 200 del Código de
Familia que indica: "No se puede reconocer a quien legalmente corresponda la
filiación del hijo nacido de padre y madre casados entre sí...".
P á g i n a 736 | 846
acusaciones que fueron fundamento del recurso de Alzada, desarrollando su
análisis en relación a dichas acusaciones, remitiéndose de ésta manera a los
agravios que fueron fundamento del recurso de apelación; sin embargo, habiendo
advertido la falta de expresión de agravios en el recurso de apelación interpuesto
por el co-demandante, el Tribunal de Alzada en observancia de la línea
jurisprudencial asumida por éste Tribunal ha confirmado la Sentencia,
cumplimiento de esta manera con el art. 236 del adjetivo civil y de consiguiente
con el principio de congruencia y pertinencia extrañado, no obstante, a efectos de
que este Tribunal asuma una decisión anulatoria de obrados le correspondía
establecer al ahora impugnante que en su recurso de Alzada si hubo consignado la
expresión de agravios y la trascendencia de los mismos, como se hubo referido
precedentemente, aspectos que no se evidencian en el recurso en examen, lo que
hace infundado su reclamo”.
“Artículo 1360.-
“I. (CONSTITUCION). La hipoteca constituida sobre bienes propios
del deudor o de un tercero, como garantía de una deuda, confiere al acreedor
hipotecario los derechos de persecución y preferencia. Por el primero, puede
embargar la cosa o derecho en poder de cualquiera; por el segundo, es preferido
en el pago a otros acreedores.”
“II. Los bienes muebles sujetos a registro, sobre los cuales se constituye una
hipoteca, se equiparan a los inmuebles para los efectos correspondientes.”
“III. La hipoteca sólo tiene lugar en los casos y según las formas autorizadas por
la ley.”
Del texto glosado, se extrae que la hipoteca puede otorgarse: 1) por el mismo
deudor sobre un bien de su propiedad; éste recibe, en la doctrina, el nombre de
deudor; 2) Por un tercero para garantizar una obligación ajena, a éste, en la
doctrina, se le denomina garante hipotecario o fiador real, que es distinto del
simple fiador; pues, el primero garantiza la deuda con el bien hipotecado sin asumir
la misma, lo que significa que en este supuesto, el acreedor sólo puede perseguir el
pago hasta donde alcance el valor del bien dado en hipoteca. En cambio el fiador
simple o personal, garantiza la obligación con sus bienes, cuando éste (el deudor)
no satisfaga la obligación afianzada.
De otro lado, dado que el bien objeto de la hipoteca puede ser transferido por el
deudor propietario o por el garante hipotecario, quien lo adquiere cargará con la
hipoteca que pesa sobre el bien, por tanto, tendrá la condición de sujeto pasivo de
la acción hipotecaria o lo que es lo mismo, es a quien se debe demandar en defecto
de que el deudor principal incumpla la obligación, en razón al derecho de
persecución que tiene el acreedor nacido de la hipoteca. A este propietario del bien
hipotecado, se le llama en el lenguaje del derecho hipotecario, tercer poseedor.
A su vez, en conexión con el instituto en análisis, el mismo Código sustantivo
aludido, establece lo siguiente:
“ARTÍCULO 1479.- (EXTINCION DE DERECHOS DE TERCEROS SOBRE
LA COSA VENDIDA).
“I. Cuando el objeto de la venta forzosa es un inmueble o mueble sujeto a registro
y la subasta se efectúa con citación de los acreedores que tienen constituidas
hipotecas o anticresis sobre el bien, éstas se extinguen desde que el adjudicatario
consigna el precio de la venta a la orden del juez.
“II. Cuando el objeto de la venta es una cosa mueble. quien tenía la propiedad u
otro derecho real sobre la cosa y no hizo valer su derecho en la ejecución ya no
puede hacerlo frente al adjudicatario de buena fe ni puede repetir de los
acreedores la suma distribuida”.
P á g i n a 741 | 846
El texto legal transcrito, nos muestra que sólo cuando se cita a los acreedores se
extinguen las hipotecas constituidas sobre el bien, y que la citación resulta ser una
regla general para que una decisión judicial pueda afectar derechos o intereses de
terceros.
III.2.2. Puestas así las cosas, corresponde analizar desde la normativa procesal,
qué establece el Código de procedimiento civil sobre la ejecución por deudas con
garantías hipotecarias. Sobre el particular, se tiene:
“ARTÍCULO 496.- (Ejecución por deuda con garantía hipotecaria)
“La intimación de pago dispondrá la anotación del embargo sobre el inmueble
hipotecado y ordenará que el registrador de Derechos Reales informe sobre:
1) Los gravámenes que afectaren al inmueble hipotecado, con indicación del
importe de los créditos, sus titulares y domicilios.
2) Las transferencias que del inmueble se hubieren realizado desde la fecha de
constituirse la hipoteca, con indicación del nombre y domicilio de los
adquirentes.” (las negrillas son nuestras).
En este precepto pareciera que el juez recurrido se basó para afirmar que los
recurrentes no eran parte en el proceso, al argumentar que: “toda vez que en el
documento de préstamo no intervienen como acreedores ni como deudores, siendo
simplemente garantes hipotecarios, por lo que no corresponde su citación”;
decimos pareciera, porque el juez no señala a este precepto como base legal de su
decisión, ni a ninguna otra norma; desconociendo el deber jurídico que tiene todo
juez de citar las leyes en que funda su decisión; sin embargo, si el precepto glosado
precedentemente fuera la base en que intentó fundar su decisión, este
entendimiento sería erróneo; en primer lugar, el párrafo 2) del artículo en análisis,
se está refiriendo a las transferencias que se pudieran realizar después de instaurada
la acción; pues una interpretación en otro sentido no guardaría compatibilidad con
el concepto legal y doctrinal de hipoteca, en cuanto se refiere al derecho de
persecución que nace de la misma y que determina que el acreedor dirija la acción
contra el propietario actual del bien que garantizó la acreencia; en segundo lugar,
los artículos de un código no pueden interpretarse aisladamente, sino dentro del
contexto que informa el orden vigente en un país en la materia en cuestión. De ahí
que, para que el análisis resulte adecuado, es preciso tomar en cuenta, como
aspecto básico de la hermenéutica interpretativa, otros preceptos de nuestro Código
procesal, que por su contenido son de aplicación general a todas las clases de
procesos que instituye el mismo. En este sentido, se hace necesario inquirir qué se
establece sobre la sentencia y los alcance de las mismas. Así, tenemos lo siguiente:
“ARTÍCULO 190.- (Sentencia)
“La sentencia pondrá fin al litigio en primera instancia; contendrá decisiones
expresas, positivas y precisas; recaerá sobre las cosas litigadas, en la manera en
que hubieren sido demandadas sabida que fuere la verdad por las pruebas del
proceso; en ella se absolverá o condenará al demandado.
“ARTÍCULO 194.- (Alcances de la sentencia)”
P á g i n a 742 | 846
Las disposiciones de la sentencia sólo comprenderán a las partes que
intervinieren en el proceso y a las que trajeren o derivaren sus derechos de
aquellas”
III.3. Del análisis sistemático de las normas constitucionales y legales
precedentemente analizadas, y cambiando el entendimiento jurisprudencial
contenido en la SC 1422/2002-R de 22 de noviembre de 2002, se concluye los
siguiente:
1. Por regla general, toda persona tiene el derecho inviolable a intervenir en todos
los procesos y decisiones en los que se puedan afectar o afecten sus derechos e
intereses legítimos.
2. En los casos en los que un tercero garantiza la obligación del deudor con un
bien inmueble de su propiedad, la acción debe dirigirse contra éste y contra el
deudor.
3. En los supuestos del punto anterior, en los que el acreedor, dada su libertad de
actuar, dirija la acción (demanda) sólo contra el deudor, el pago de la obligación
sólo podrá hacerse efectivo con los bienes de éste; sin afectar los bienes del garante
hipotecario. Pues, como lo ha precisado la jurisprudencia de este Tribunal, para que
pueda afectarse su derecho de propiedad, debe ser oído y vencido en juicio legal; es
decir que debe ser sustanciado observando las garantías del debido proceso de Ley
y, dentro de él, el sagrado derecho a la defensa (Así SSCC 1365/2002 Y
1404/2002-R, entre otras);
4. También se infringen las garantías del debido proceso, si sólo se dirige la
demanda contra el fiador real o hipotecario; dado que el deudor también tiene el
derecho a defenderse, oponiendo todos los medios de defensa que la ley le reserve;
puesto que en última instancia será sobre éste que recaiga el pago de la obligación,
como producto de la acción de repetición al que en su caso puede optar el garante
hipotecario.
5. La acción por una garantía hipotecaria, debe dirigirse siempre contra el
propietario actual y contra el deudor.
III.4. Al no haber observado el juez recurrido la normativa aludida, ha
provocado con ello la indefensión de los recurrentes como dueños del inmueble
próximo a rematarse, dado que se les embargó sus bienes y se dispuso su remate,
sin haber sido oídos y vencidos en juicio, conculcando con ello sus derechos a la
defensa, al debido proceso, a la propiedad privada y a la seguridad jurídica,
consagrados en los arts. 16.II y IV, 7.a) e i) y 22 CPE; dado que la interpretación
restrictiva de derechos efectuada por el Juez, en sentido de ordenar la citación de
los fiadores reales como gracia del juzgador y no como un derecho, y sólo para que
“como propietarios del inmueble tomen conocimiento de que ante el
incumplimiento del obligado su inmueble será objeto de remate”, es contraria al
principio de favorabilidad, reconocido como básico en toda hermenéutica
interpretativa de los derechos y garantías fundamentales, dado que el intérprete está
obligado a optar por aquel entendimiento interpretativo que desarrolle de mejor
P á g i n a 743 | 846
forma y con la mayor efectividad, los derechos, principios y valores que consagran
el orden constitucional, por lo que corresponde brindar la tutela solicitada.
En consecuencia, el Tribunal de amparo al haber declarado procedente el recurso,
aunque con distinto fundamento, ha efectuado una correcta interpretación de los
alcances del art. 19 CPE, y de las demás normas citadas.
POR TANTO
El Tribunal Constitucional, en virtud de la jurisdicción que ejerce por mandato de
los arts. 19.IV y 120.7 CPE y los arts. 7.8ª y 102.V de la Ley del Tribunal
Constitucional (LTC), resuelve:
1. APROBAR la Resolución revisada.
2. Se exime del pago de daños y perjuicios al juez recurrido por evidenciarse
error excusable.
3. Se anula el embargo de los bienes del recurrente, así como todo lo que se
hubiere precavido en su contra.
Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional.
Fdo. Dr. René Baldivieso Guzmán
PRESIDENTE
Fdo. Dr. Willman Ruperto Durán Ribera
DECANO
Fdo. Dra. Elizabeth Iñiguez de Salinas
MAGISTRADA
Fdo. Dr. Felipe Tredinnick Abasto
MAGISTRADO
Fdo. Dr. José Antonio Rivera Santivañez
MAGISTRADO
VINCULATORIEDAD DE LA JURISPRUDENCIA
P á g i n a 744 | 846
la analogía entre los supuestos fácticos no puede exigirse la aplicación de la
jurisprudencia o el precedente obligatorio‟ (SC 0186/2005-R de 7 de marzo).
DEL CARÁCTER OBLIGATORIO Y VINCULANTE DE LA
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0897/2015-S1
Sucre, 29 de septiembre de 2015
Respecto al carácter vinculante y la obligatoriedad de la jurisprudencia
constitucional, la Constitución Política del Estado en su art. 203 establece: “Las
decisiones y sentencias del Tribunal Constitucional Plurinacional son de carácter
vinculante y de cumplimiento obligatorio, y contra ellas no cabe recurso ulterior
alguno”. Con relación a esta norma constitucional, es pertinente citar la
jurisprudencia constitucional que ha expresado “(….) corresponde aclarar que esa
aplicación obligatoria de la jurisprudencia constitucional está sujeta a la regla de
la analogía, vale decir que los supuestos fácticos de la problemática resuelta
mediante la sentencia constitucional en la que se crea la jurisprudencia sean
análogos a los supuestos fácticos de la problemática a resolverse mediante la
sentencia en la que se aplicará la jurisprudencia o el precedente obligatorio;
desde otra perspectiva, se puede señalar que cuando no existe la concurrencia de
la analogía entre los supuestos fácticos no puede exigirse la aplicación de la
jurisprudencia o el precedente obligatorio” SC 0186/2005-R de 7 de marzo.
P á g i n a 745 | 846
OBLIGATORIOS A PARTIR DE LA ANALOGÍA DE LOS HECHOS
FÁCTICOS
S.C.P. 0500/2015-S2, Sucre 7 de mayo de 2015
El art. 203 de la CPE, sobre la vinculatoriedad horizontal y vertical de la
jurisprudencia constitucional, estableció que: “Las decisiones y sentencias del
Tribunal Constitucional Plurinacional son de carácter vinculante y de
cumplimiento obligatorio, y contra ellas no cabe recurso ordinario ulterior alguno”.
Con relación a esta disposición constitucional, la SC 0186/2005-R de 7 de marzo,
expresó: “…corresponde aclarar que esa aplicación obligatoria de la
jurisprudencia constitucional está sujeta a la regla de la analogía, vale decir que
los supuestos fácticos de la problemática resuelta mediante la sentencia
constitucional en la que se crea la jurisprudencia sean análogos a los supuestos
fácticos de la problemática a resolverse mediante la sentencia en la que se
aplicará la jurisprudencia o el precedente obligatorio; desde otra perspectiva, se
puede señalar que cuando no existe la concurrencia de la analogía entre los
supuestos fácticos no puede exigirse la aplicación de la jurisprudencia o el
precedente obligatorio…”.
En concordancia con el referido precepto constitucional, el art. 15.II del
CPCo, completa que: “Las razones jurídicas de la decisión, en las resoluciones
emitidas por el Tribunal Constitucional Plurinacional constituyen jurisprudencia y
tiene carácter vinculante para los Órganos del poder público, legisladores,
autoridades, tribunales y particulares”.
En este contexto, es pertinente referir que este alto Tribunal, también dejó
establecido que la jurisprudencia con efecto vinculante es la que contiene la ratio
decidendi de la sentencia constitucional; es decir, aquellas partes que consignan
fundamentos jurídicos que guarden una unidad de sentido con la parte resolutiva,
de tal forma que no se pueda entender esta sin la alusión de aquella, es la parte en
la que se consigna la doctrina y las subreglas que se constituyen en precedentes
obligatorios. Para la aplicación de los precedentes, es importante contrastar los
criterios jurídicos que fueron empleados al resolver el caso anterior en el que se
generó la jurisprudencia, lo que supone no solo comparar la similitud del caso a
solucionar con el ya resuelto, sino también, las razones aducidas para justificar la
decisión anterior y sobre todo aquellas otras, desde las históricas hasta las
filosóficas, pasando por las económicas, sociales y jurídicas, que no fueron tenidas
en cuenta, o al menos expresadas en la decisión precedente.
Al respecto, Rivera Santivañez, sostiene que: “Siguiendo la doctrina del
Derecho Judicial o Derecho Jurisprudencial, un precedente obligatorio se construye
a partir de los hechos fácticos expuesto en la demanda o proceso constitucional;
pues el principio general o la consideración en la que se apoya el Tribunal
Constitucional para dictar su sentencia, contenida en la ratio decidendi, está
compuesta al igual que las reglas jurídicas ordinarias, por un supuesto de hecho y
una consecuencia jurídica. Por ello para identificar o reconstruir un precedente
obligatorio es imprescindible partir de los supuestos fácticos expuestos en la
P á g i n a 746 | 846
demanda o proceso constitucional, descritos en la relación procesal de la sentencia,
y la decisión adoptada en la sentencia; de manera que una vez concluida la labor de
identificación o reconstrucción exista una secuencia lógica y relación dialéctica
entre los supuestos fácticos, el precedente obligatorio y la decisión. (…) Siguiendo
esa línea de razonamiento es posible sostener que en los casos de disanalogía, es
decir, no hay igualdad de condiciones fácticas tampoco existirá para el juez la
obligación de acatar el precedente obligatorio, pues no le es exigible a aplicación
del precedente obligatorio, ya que existiendo dos supuestos fácticos diferentes no
puede esperarse consecuencias iguales.”
P á g i n a 748 | 846
En caso de plantearse una cuestión civil que dependa de otra familiar será
competente para conocer de ella el juez de familia.”
En el marco de lo normado en el indicado artículo, se entiende que toda cuestión
civil se tramitará en la competencia familiar, siempre y cuando dependa de esta
vía; en el caso de autos la parte recurrente demandó la anulabilidad del contrato
de transferencia de un bien inmueble registrado en Derechos Reales en la
Matricula Nº 7011990046750 a nombre de su ex esposa como bien propio,
consignada en la minuta de transferencia de fecha 05/05/ 2003. Pretensión que así
expuesta, no requiere, con carácter previo, se dilucide dicho trámite en la vía
familiar, no resulta necesario acudir a la competencia familiar porque la
naturaleza del presente asunto se centra en demostrar si existió engaño y dolo
para “sonsacarle los títulos de propiedad” situación enteramente civil que no
depende de una familiar. Por otro lado, dicho bien inmueble no pertenece a la
comunidad de bienes gananciales, como para presumir que dependa el presente
tramite de la vía familiar, situaciones fácticas que no se subsumen a lo
determinado por el art. 380 del Código de Familia.
INCONGRUENCIA OMISIVA
Auto Supremo: 524/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Concurso Necesario
En el Auto Supremo Nº 441/2014 de 08 de agosto, este Tribunal al referirse a la
falta de respuesta a los agravios deducidos en apelación concreto lo
siguiente: “Asimismo, ante la falta de respuesta o pronunciamiento por el Tribunal
de alzada a los agravios denunciados en su memorial de apelación, no le
correspondía activar en forma directa el recurso de casación, sino de hacer uso
del recurso de complementación y enmienda toda vez que aún contaba con el
deber de agotar las vías legales antes de interponer nueva demanda de puro
derecho como es el recurso de casación, conforme establece el art. 239 del Código
de Procedimiento Civil (Explicación y Complementación) que dispone: "Las
partes, dentro del plazo fatal de veinticuatro horas, podrán hacer uso del derecho
que les otorga el artículo 196, inciso 2) siendo aplicable la disposición del artículo
221”.
Razonamiento reiterado en el Auto Supremo Nº 890/2015-L de 6 de Octubre,
donde en relación a la omisión de respuesta e infracción del art. 236 del Código de
Procedimiento Civil, se señaló: “En relación a su denuncia de omisión de
respuesta, de inicio debemos señalar que correspondía a la parte ahora recurrente
activar previamente su derecho de explicación y complementación, en el marco del
P á g i n a 749 | 846
art. 239 del Código de Procedimiento Civil, al no haber procedido así, su derecho
conforme al principio de convalidación ha precluido”.
Por otro lado, la Jurisprudencia Constitucional contenida en la Sentencia
Constitucional Plurinacional Nº 1083/2014 de 10 de junio, ha interpretado los
alcances del recurso de casación en la forma en relación a la falta de respuesta a los
puntos de agravio del recurso de apelación, conforme desarrolla: “…En ese
contexto, cabe recalcar que, la Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia, ante el
planteamiento de un recurso de casación en la forma, debe limitar sus
consideraciones a las causales establecidas en el art. 254 del CPC. En el presente
caso, al estar extrañada la falta de respuesta a los puntos de agravio
identificados en el recurso de apelación, el Tribunal de casación debe limitar su
consideración únicamente para establecer si hubo o no respuesta a los reclamos
del recurrente, lo contrario implicaría ingresar a cuestiones que atingen a la
impugnación en el fondo; así, los Magistrados demandados, luego de efectuar un
examen de los antecedentes del legajo procesal, concluyeron que el Tribunal de
apelación, otorgó la respuesta extrañada, inclusive extrayendo citas textuales que
ellos consideraron como respuestas a la apelación contra la Sentencia; por lo
tanto, el Auto Supremo 434/2013, no incurre en incongruencia omisiva ni carece
de la debida motivación, ya que la labor del Tribunal de casación estaba
restringida a efectuar el control para determinar si hubo o no respuesta a los
reclamos del recurrente y, fue ésa la misión que cumplieron los Magistrados
demandados; por lo tanto, cumple con el debido proceso”
P á g i n a 751 | 846
INCONGRUENCIA OMISIVA Y DE LA TRASCENDENCIA O
RELEVANCIA DE LA INCONGRUENCIA
Auto Supremo: 417/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Mejor derecho de propiedad, entrega de inmueble, nulidad de escritura
pública, cancelación de inscripciones, más pago de daños y perjuicios.
Es en este entendido que a través del Auto Supremo Nº 254/2014 se ha orientado
en sentido que: “La inobservancia de estas reglas conllevan incongruencia, que a
decir de la doctrina se diferencian en: Incongruencia positiva, que es aquella en la
que el juzgador extiende su decisión más allá de los límites del problema judicial
que le fue sometido a su consideración; e Incongruencia negativa, cuando el
juzgador omite el debido pronunciamiento sobre alguno de los términos del
problema judicial. En ésta última, encontramos la denominada “citra petita”, que
resulta de la omisión de alguna de las pretensiones deducidas en proceso…
Es de importancia considerar que el principio de congruencia procesal, si bien
pondera el derecho al debido proceso, sin embargo “no es absoluto”, en la
medida de la afectación de otros derechos, garantías y principios fundamentales
que emergen en procura de brindar la tutela judicial efectiva a las partes.
En el recurso de casación en la forma y en relación al principio de congruencia, la
trascendencia y la afectación del agravio debe gravitar indefectiblemente para
suponer la nulidad de obrados, previendo siempre la garantía al debido proceso,
a la defensa y a la justicia pronta, oportuna y sin dilaciones que sustenta el art.
115 de la Constitución Política del Estado.
De donde se tiene que el Juez no puede simple y llanamente aplicar la nulidad, que
es restrictiva, sino que debe ponderar la omisión frente a los otros principios y
derecho constitucionales fundamentales para llegar a una decisión judicial que
esté acorde con la nueva dogmática de la nulidad que se afianzó con la
Constitución Política del Estado Plurinacional en su art. 115 y los art. 16 y 17 de
la Ley 025, pues sólo será posible la nulidad si existe afectación del derecho a la
defensa.”.
Del lineamiento Jurisprudencial extractado se puede establecer que este Tribunal
bajo un criterio de logicidad en aplicación del principio de razonabilidad, ha
determinado que si bien debe respetarse el debido proceso en su elemento
congruencia, empero, ese criterio no debe ser sustentado o interpretado bajo
paradigmas estricta y rigurosamente formales, sino que la interpretación de
legalidad debe ser desde y conforme un enfoque constitucional donde la finalidad
del debido proceso, sea la preeminencia de derechos sustantivos, sobre los
adjetivos, criterio que resulta aplicable; siempre y cuando bajo un criterio de
previsibilidad se advierta que corrigiéndose esos errores o defectos formales como
ser la congruencia u otro derecho inherente al trámite del proceso, la resolución de
fondo ha de sufrir modificación en el fondo, es decir que esa decisión de enmendar
el defecto formal ha de incidir en el fondo de la litis, poseyendo en ese caso un fin
sustancial con relevancia en el proceso, ya que en contrario sensu, o sea en el
P á g i n a 752 | 846
hipotético de disponer una nulidad por un defecto formal que no ha de incidir en el
fondo de la causa, simplemente se ha de satisfacer meros pruritos formales, lo cual
no va con el nuevo modelo constitucional de justicia pronta, oportuna y sin
dilaciones.
Es por dicho motivo que al momento de analizarse una nulidad por incongruencia,
se deberá tener en cuenta la trascendencia de la misma, esto a efectos de evitar
formalismos excesivos que únicamente han de tener consecuencias dilatorias en la
causa y por ende perjuicio a las partes que van en búsqueda de una solución al
conflicto jurídico, sin un fin sustancial, un entendimiento antagónico implicaría
desconocer los principios que rigen la nulidad de obrados (los cuales se detallaran
en el punto siguiente) como ser el de trascendencia, criterio que también asumido
por Tribunal Constitucional bajo el denominativo de -relevancia constitucional-, el
cual orienta en sentido que la tutela constitucional en tema de infracciones
procedimentales es acogida cuando : “ esa infracción procedimental de lugar a
que la decisión impugnada tenga diferente resultado al que se hubiera dado de no
haberse incurrido en los errores o defectos denunciados” (SCP Nº1062/2016-S3
Sucre, 3 de octubre de 2016). En ese mismo sentido, la SC 1905/2010-R de 25 de
octubre, sostuvo que: “…una problemática no tiene relevancia constitucional
cuando la resolución de fondo que la jurisdicción ordinaria emitió no vaya a ser
modificada o de resultado diferente, aun cuando se disponga subsanar los errores
u omisiones de procedimiento incurridas por el demandado de amparo
constitucional”.
El entendimiento expuesto supra como se dijo, resulta aplicable al tema de la
incongruencia omisiva, bajo el entendido de que los recurrentes deben fundamentar
en sentido que de disponerse la restitución o pronunciamiento sobre esta
pretensión, la decisión de fondo ha de sufrir modificación, esto con la finalidad de
que la determinación a ser asumida no sea una con un carácter netamente formal;
criterio que igualmente debe ser observado y analizado por las autoridades
jurisdiccionales previamente a disponer una nulidad procesal, es por dicho motivo
que ese derecho no resulta absoluto, sino que debe responder a los principios y
criterios dogmáticos que hacen a una nulidad procesal bajo una interpretación
sistemática, y en caso de reunir los presupuestos citados corresponde otorgar y
disponer la restitución del defecto formal por ser gravitante y trascedente.
P á g i n a 755 | 846
En el recurso de casación en la forma y en relación al principio de congruencia, la
trascendencia y la afectación del agravio debe gravitar indefectiblemente para
suponer la nulidad de obrados, previendo siempre la garantía al debido proceso,
a la defensa y a la justicia pronta, oportuna y sin dilaciones que sustenta el art.
115 de la Constitución Política del Estado.
De donde se tiene que el Juez no puede simple y llanamente aplicar la nulidad, que
es restrictiva, sino que debe ponderar la omisión frente a los otros principios y
derecho constitucionales fundamentales para llegar a una decisión judicial que
esté acorde con la nueva dogmática de la nulidad que se afianzó con la
Constitución Política del Estado Plurinacional en su art. 115 y los art. 16 y 17 de
la Ley 025, pues sólo será posible la nulidad si existe afectación del derecho a la
defensa.”.
Del lineamiento Jurisprudencial extractado se puede establecer que este Tribunal
bajo un criterio de logicidad en aplicación del principio de razonabilidad, ha
determinado que si bien debe respetarse el debido proceso en su elemento
congruencia, empero, ese criterio no debe ser sustentado o interpretado bajo
paradigmas estricta y rigurosamente formales, sino que la interpretación de
legalidad debe ser desde y conforme un enfoque constitucional donde la finalidad
del debido proceso, sea la preeminencia de derechos sustantivos, sobre los
adjetivos, criterio que resulta aplicable; siempre y cuando bajo un criterio de
previsibilidad se advierta que corrigiéndose esos errores o defectos formales como
ser la congruencia u otro derecho inherente al trámite del proceso, la resolución de
fondo ha de sufrir modificación en el fondo, es decir que esa decisión de enmendar
el defecto formal ha de incidir en el fondo de la litis, poseyendo en ese caso un fin
sustancial con relevancia en el proceso, ya que en contrario sensu, o sea en el
hipotético de disponer una nulidad por un defecto formal que no ha de incidir en el
fondo de la causa, simplemente se ha de satisfacer meros pruritos formales, lo cual
no va con el nuevo modelo constitucional de justicia pronta, oportuna y sin
dilaciones.
Es por dicho motivo que al momento de analizarse una nulidad por incongruencia,
se deberá tener en cuenta la trascendencia de la misma, esto a efectos de evitar
formalismos excesivos que únicamente han de tener consecuencias dilatorias en la
causa y por ende perjuicio a las partes que van en búsqueda de una solución al
conflicto jurídico, sin un fin sustancial, un entendimiento antagónico implicaría
desconocer los principios que rigen la nulidad de obrados ( los cuales se detallaran
en el punto siguiente) como ser el de trascendencia, criterio que también asumido
por Tribunal Constitucional bajo el denominativo de -relevancia constitucional-, el
cual orienta en sentido que la tutela constitucional en tema de infracciones
procedimentales es acogida cuando : “ esa infracción procedimental de lugar a
que la decisión impugnada tenga diferente resultado al que se hubiera dado de no
haberse incurrido en los errores o defectos denunciados” (SCP Nº1062/2016-S3
Sucre, 3 de octubre de 2016). En ese mismo sentido, la SC 1905/2010-R de 25 de
octubre, sostuvo que: “…una problemática no tiene relevancia constitucional
P á g i n a 756 | 846
cuando la resolución de fondo que la jurisdicción ordinaria emitió no vaya a ser
modificada o de resultado diferente, aun cuando se disponga subsanar los errores
u omisiones de procedimiento incurridas por el demandado de amparo
constitucional”.
El entendimiento expuesto supra como se dijo, resulta aplicable al tema de la
incongruencia omisiva, bajo el entendido de que los recurrentes deben fundamentar
en sentido que de disponerse la restitución o pronunciamiento sobre esta
pretensión, la decisión de fondo ha de sufrir modificación, esto con la finalidad de
que la determinación a ser asumida no sea una con un carácter netamente formal;
criterio que igualmente debe ser observado y analizado por las autoridades
jurisdiccionales previamente a disponer una nulidad procesal, es por dicho motivo
que ese derecho no resulta absoluto, sino que debe responder a los principios y
criterios dogmáticos que hacen a una nulidad procesal bajo una interpretación
sistemática, y en caso de reunir los presupuestos citados corresponde otorgar y
disponer la restitución del defecto formal por ser gravitante y trascedente.
INCONGRUENCIA OMISIVA
Auto Supremo: 507/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Resolución de Contrato y otros.
En mérito al principio de congruencia, toda resolución debe reunir la coherencia
procesal necesaria, que en el caso de la apelación, encuentra su fuente normativa en
el art. 236 del Código de Procedimiento Civil, que se sintetiza en el aforismo
“tantum devolutum quantum appellatum”, que significa es devuelto cuanto se
apela, con esto se establece el límite formal de la apelación en la medida de los
agravios propuestos en la impugnación, en otras palabras, la función jurisdiccional
del órgano de revisión en doble instancia se ve contenido a lo formulado en la
apelación por el impugnante.
En este entendido, se debe tomar en cuenta que en relación a los reclamos por
vulneración del artículo antes citado a ser resueltos por el Tribunal de Casación; el
Tribunal Constitucional Plurinacional que en la Sentencia Constitucional
Plurinacional Nº 1083/2014 de 10 de junio, ha interpretado los alcances del recurso
de casación en la forma en relación a la falta de respuesta a los puntos de agravio
del recurso de apelación, conforme desarrolla: “…En ese contexto, cabe recalcar
que, la Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia, ante el planteamiento de un
recurso de casación en la forma, debe limitar sus consideraciones a las causales
establecidas en el art. 254 del CPC. En el presente caso, al estar extrañada la falta
de respuesta a los puntos de agravio identificados en el recurso de apelación, el
Tribunal de casación debe limitar su consideración únicamente para establecer
si hubo o no respuesta a los reclamos del recurrente, lo contrario implicaría
P á g i n a 757 | 846
ingresar a cuestiones que atingen a la impugnación en el fondo; así, los
Magistrados demandados, luego de efectuar un examen de los antecedentes del
legajo procesal, concluyeron que el Tribunal de apelación, otorgó la respuesta
extrañada, inclusive extrayendo citas textuales que ellos consideraron como
respuestas a la apelación contra la Sentencia; por lo tanto, el Auto Supremo Nº
434/2013, no incurre en incongruencia omisiva ni carece de la debida motivación,
ya que la labor del Tribunal de casación estaba restringida a efectuar el control
para determinar si hubo o no respuesta a los reclamos del recurrente y, fue ésa la
misión que cumplieron los Magistrados demandados; por lo tanto, cumple con el
debido proceso”
P á g i n a 758 | 846
aspecto formal, máxime si nos encontramos frente a un proceso de implementación
del nuevo marco jurídico constitucional, sancionando, nuevas leyes y códigos
acordes a la Constitución Política del Estado, por dicho motivo, la supuesta
aplicación indebida del art. 138 del Código Civil por las autoridades inferiores, no
es fundado.”
P á g i n a 761 | 846
Con relación a este tema, el nombrado autor Llambias en su misma obra, Tomo II-
A, refiere:
“La indexación es el nombre que ha recibido la revaluación de la deuda de dinero,
en función de los índices oficiales que al mediar las oscilaciones del costo de vida
(precios al consumidor), de los precios de los mayoristas, del valor de la
construcción, del salario del peón industrial, etc., dan una pauta indirecta a cerca
de las variaciones experimentadas por la moneda en su poder adquisitivo.
La indexación persigue la finalidad de recomponer el originario valor intrínseco
del crédito dinerario, azotado por el fenómeno económico de la inflación. No
puede haber, por cierto propósito más justo que éste, pues resulta inicuo que la
“propiedad” del acreedor, representada por la consistencia de su crédito, se vea
deteriorada paulatinamente a medida que el tiempo pasa dejándole cada día una
unidad de moneda con aptitud de compra más exigua. Esa merma enriquece
injustamente al deudor por el “alivio” que le significa la cancelación de la deuda
con moneda depreciada: él se beneficia a expensas del acreedor por la diferencia
entre el valor intrínseco (poder de compra) del dinero debido inicialmente y del
pagado”.
Bajo esas consideraciones sostiene que la manera más justa de corregir la cuantía
de una deuda de dinero corroída por la inflación radica en el principio jurídico que
veda el abuso del derecho, ya que ante una intensa depreciación monetaria
sobrevenida, constituye abuso del derecho de parte del deudor de atenerse a la
cuantía inalterada inicial de la prestación debida y pretender liberarse de su
obligación mediante la entrega de un valor que ahora resulta irrisorio sin ninguna
comparación con el valor inicial de la deuda, aspecto que excede los límites
impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres.
Consiguientemente, ante la instancia del acreedor, es viable practicar la indexación
del crédito, a fin de restituirle a éste un valor intrínseco semejante al que tenía con
anterioridad a la intensa depreciación monetaria sobrevenida. Empero todo sistema
de indexación debe ser acompañado por una limitación de la tasa de interés, de
modo que solo comprenda el interés puro (interés legal), de lo contrario, se le
castigaría al pago doble por el mismo concepto.
Si bien el tema de indexación, parecería ser exclusivo de las obligaciones de
carácter pecuniario (deuda de dinero), sin embargo también es perfectamente
aplicable a los casos de compraventa de inmuebles cuando el precio se ha
convertido en irrisorio, esa aplicación puede darse ya sea en la consolidación del
negocio jurídico o para dejarlo sin efecto.
Los criterios jurisprudenciales y doctrinarios descritos que tienen carácter
vinculante en el primer caso y orientadores en el segundo, merecen ser tomados en
P á g i n a 762 | 846
cuenta, ya que ayudarán a las partes en controversia a comprender mejor la
postulación de sus pretensiones, así como la respuesta a los reclamos a ser brindada
por parte de este Tribunal.
INDIVISIBILIDAD DE LA CONFESIÓN
Auto Supremo: 7/2017
Sucre: 17 de enero 2017
Proceso: Reivindicación y otros.
Corresponde señalar que el art. 1322 del Código Civil describe el carácter de la
confesión extrajudicial, de la manera siguiente: “(Confesión extrajudicial) I. La
confesión extrajudicial hecha por persona capaz al interesado o a su representante
legal, surte el mismo efecto que la judicial en los casos para los cuales es
admisible la prueba de testigos”; este tipo de confesión de acuerdo a la doctrina se
entiende que puede oral o escrita, la primera se demuestra de acuerdo a la
admisibilidad de la prueba de testigos y la segunda de acuerdo al contenido del
documento que soporta el acto jurídico; dicha confesión, de forma genérica se
encuentran regentadas bajo distintas reglas como el de la indivisibilidad así el art.
1323 del mismo cuerpo legal, señala lo siguiente: “(Indivisibilidad e
irrevocabilidad) La confesión judicial o extrajudicial no puede ser dividida contra
el confesante”, lo que quiere decir que la confesión debe ser tomada en cuenta en
su conjunto y no en forma separada, esa es la regla de la indivisibilidad.
En el comentario de dicho artículo el doctrinario Carlos Morales Guillen describe
lo siguiente: “Pues, según observa Scaevola, cuando falta en la confesión la
unidad de hecho, que es elemento correlativo y recíproco de ella, pierde eficacia la
confesión por no concurrir la unidad, razón por la cual no cabe sostener que la
confesión constituye prueba de un hecho y también de otro enteramente distinto no
conexo con él, sólo por sostener la teoría y la regla de la indivisibilidad…”
P á g i n a 763 | 846
En ese marco, la doctrina establece dos presupuestos para la prescripción, al
respecto Díez-Picazzo y Gullón (Instituciones del Derecho Civil, Vol. I/1, pág.
282) señala que: “Pero el transcurso fijado en ley no es suficiente para perfilar la
prescripción. Es uno de sus dos presupuestos. El otro lo constituye la falta de
ejercicio del derecho.
La falta de ejercicio del derecho es la inercia o la inactividad del titular ante su
lesión (p. ej., acreedor que no reclama el pago de la deuda, propietario que no
impide que un tercero usufructúe su finca). No obstante, esta falta de ejercicio
debe ir unida a una falta de reconocimiento del derecho por parte del deudor o
sujeto pasivo de la pretensión que contra él se tiene”.
En virtud a lo expuesto, la prescripción para surtir el efecto extintivo del derecho
debe transcurrir el tiempo determinado en ley, unido a la inactividad del titular
ante el incumplimiento de la obligación, y la ausencia de reconocimiento del
derecho por parte del deudor, conforme establecen los arts. 1492 y 1493 del
Código Civil.
Y en cuanto al comienzo de la prescripción el art. 1493 del CC., establece: “ La
prescripción comienza a correr desde que el derecho ha podido hacerse valer o
desde que el titular ha dejado de ejercerlo" la doctrina en cuanto a la referida
norma Carlos Morales Guillem citando a Pothier señala: "El punto de arranque
para computar la prescripción, es el día a partir del cual puede ser ejercitada la
acción por el acreedor, esto es, desde el día que el acreedor puede demandar a su
deudor ….”.
P á g i n a 766 | 846
Se concluye, en que la doctrina diferencia el litisconsorcio necesario del
facultativo, este último se aplica cuando una de las partes podía haber convocado al
antecesor titular del derecho que se debate en el litigio (ahí la potestad de la parte),
que en la generalidad se aplica al caso de “citar al garante de evicción”, o sea que
si una persona (comprador) que ha adquirido un bien es demandado por un tercero,
éste “puede” convocar a su garante de evicción -si es que lo considera pertinente-,
esa es la figura del “litisconsorcio facultativo”; empero de ello, cuando el
demandado es el vendedor, éste no puede utilizar la figura de la citación previa al
garante de evicción, dicha figura está reservada para el comprador, no para el
vendedor, consiguientemente para afectar los derechos del ultimo titular, tan sólo
corresponde aplicar la tesis del “litisconsorcio necesario”.
P á g i n a 768 | 846
En cuanto a la utilidad y fundamento de este instituto jurídico, indica: “La
prescripción liberatoria desempeña un papel de primer orden en el mantenimiento
de la seguridad jurídica. El abandono prolongado de los derechos crea
incertidumbre, inestabilidad y falta de certeza en las relaciones entre los hombres.
El transcurso del tiempo hace perder muchas veces la prueba de las excepciones
que podría hacer valer el deudor. La prescripción tiene, pues, una manifiesta
utilidad: obliga a los titulares de los derechos a no ser negligentes en su ejercicio
y pone claridad y precisión en las relaciones jurídicas. En interés del orden y paz
social conviene liquidar el pasado y evitar litigios sobre contratos o hechos cuyos
títulos se han perdido y cuyo recuerdo se ha borrado.
No debe creerse, por lo tanto, que la institución se inspira en el propósito de
proteger al deudor contra su acreedor; su fundamento es, como se ha indicado, de
orden social. Esto explica que los contratantes no pueden renunciar por anticipado
a los plazos de la prescripción ni extenderlos más allá de lo que señala la ley;
porque no juega aquí tanto un interés individual como uno público”.
Distingue también las acciones prescriptibles e imprescriptibles, catalogando
dentro de las primeras, a las acciones patrimoniales personales, indicando que éste
es el campo de acción propio y típico de la prescripción liberatoria, con algunas
excepciones; dentro de las segundas, acoge a las acciones derivadas del estado de
la persona, (condición de padre, esposo, hijo, pariente, etc.).
Por su parte, Luis Díez-Picazo y Antonio Gullón en su Obra “Instituciones de
Derecho Civil”, Volumen I/1, Segunda Edición 2000, al referirse al fundamento de
la prescripción, señalan: “…es una institución necesaria para el orden social y
para la seguridad jurídica, introducida en atención al bien público. No es justo
que una persona resucite pretensiones antiguas, de las cuales incluso puede
haberse perdido la memoria, y que ponga en peligro con ello la situación quieta y
pacíficamente mantenida por otras personas durante largo tiempo. Por el
contrario, es justo que el titular de un derecho sea diligente en orden a su
ejercicio, y que sí no lo es, es perjuicio deba pararle a él. En suma la prescripción
impide el ejercicio intempestivo de un derecho”.
Respecto al objeto de la prescripción extintiva, indican que existen dos corrientes;
la tesis de la “prescripción de la acción”, la misma que no tiene otro efecto que
paralizar el ejercicio judicial del derecho, pero dejándole a éste con vida. Corriente
que indican fue objetada por ser oponible en juicio y fuera de él.
La tesis de la “prescripción de derechos”, la misma que considera que la
prescripción determina la extinción del derecho subjetivo, definido como un poder
jurídico que agrupa unitariamente un conjunto de facultades; señala que esta tesis
es la más seguida por la doctrina.
P á g i n a 772 | 846
Proceso: Reconocimiento y Cumplimiento de Obligaciones y Resarcimiento de
Daños y Perjuicios.
INTERÉS LEGÍTIMO
Auto Supremo: 268/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Nulidad de contrato.
Sobre el interés legítimo este Tribunal ha emitido el Auto Supremo Nº 1132/2015
de 7 de diciembre de 2015 en ella se ha señalado lo siguiente: “En el marco del
recurso de casación, los argumentos del Auto de Vista que toman en cuenta lo
determinado por la Jueza de la causa quien observó la falta de interés legítimo de
la demandante ahora recurrente, motivo por el cual, se declaró probada la
excepción perentoria de falta de acción y derecho y no se ingresó a considerar el
fondo de la demanda de nulidad; en ese sentido, se debe tener presente lo
siguiente:
Nuestra amplia jurisprudencia dictada en infinidad de Autos Supremos respecto al
interés legítimo normado en el art. 551 del Código Civil, establecieron que: “…el
art. 551 del Código Civil, está condicionada al interés legítimo que estos tuviesen
en la nulidad que demandan; en otras palabras estos deberían acreditar cuál el
derecho material que les asiste y que pretenden resguardar a través de la nulidad
del documento de 17 de enero 2006 de división y partición del inmueble objeto de
la litis; interés legítimo que en caso de autos no existe, toda vez que el documento
de división y partición de un bien hereditario, no recae ni afecta derecho alguno
de los actores, quienes adquirieron de sus causantes los derechos que éstos a su
vez adquirieron como consecuencia de la sucesión hereditaria y que han sido
especificados en el documento de división y partición del inmueble…” (A.S. Nº
101/2012 de fecha 26 de abril); de la misma forma y con mayor análisis se
P á g i n a 773 | 846
estableció también que: “…el interés jurídico, que la misma es considerada como
la facultad de un particular para exigir que una determinada conducta sea
protegida por el derecho objetivo en forma directa. Sin embargo, para que esa
conducta positiva o negativa sea exigible por el particular, es necesario que el
derecho objetivo haya sido instituido, consiguientemente quien pretenda exigirla,
es ineludible que, sea el titular de ese derecho instituido. En otras palabras el
interés legítimo se traduce en el derecho que un particular ostenta sobre algo; al
respecto el Art. 551. Del Código Civil" señala (Personas Que Pueden Demandar
La Nulidad) La acción de nulidad puede ser interpuesta por cualquier persona que
tenga un interés legítimo"; de lo anotado se infiere que la legitimación de Nancy
Silvia Montero de Coronel y su esposo Fausto Coronel Jiménez, en el marco de lo
dispuesto por este artículo, está condicionada al interés legítimo que estos tuviesen
en la nulidad que demandan; en otros términos acreditar cuál el derecho material
que les asiste y que pretenden resguardar a través de la nulidad del documento de
transferencia de fecha 5 de diciembre de 1980, consecuentemente se colige que los
únicos que pudieran demandar la nulidad del contrato son aquellas personas que
demuestren tener Derechos sobre el objeto del contrato del que se pretende la
nulidad, como así también lo estableció el Auto Supremo: 101/2012 de 26 de abril
de 2012, que señala. "Ahora bien, respecto a quien tiene legítimo interés en anular
el documento motivo de la litis, conforme en un momento los actores señalaron, ha
sido el interés que éstos tienen de hacer prevalecer las alícuotas partes que
adquirieron; sin embargo a los fines de entender qué se entiende por legítimo
interés, diremos que éste es el ejercicio de una acción tendiente a proteger un
derecho jurídicamente exigible; es por ese motivo que anteriormente referimos que
a quienes les asiste ese interés legítimo de solicitar la nulidad del documento de
división y partición de herencia es a los suscribientes, en el entendido de que son
ellos a los que les interesa resguardar la cuota parte o legítima que a cada uno les
correspondía respecto a la sucesión de Nicanor Roca Salvatierra y en particular al
inmueble objeto del litigio.". (A.S. Nº 518/2012 de 14 de diciembre)
Finalmente los Resúmenes de Jurisprudencia que anualmente emite el Tribunal
Supremo de Justicia (Gestión 2014), referente a la nulidad de contrato por un
tercero establecieron que: “Cuando un tercero demanda la nulidad de un contrato
de transferencia, éste no pretende invalidar los aspectos generados por el contrato
entre las partes que intervinieron en su celebración, sino lo que pretende es una
ineficacia del derecho de quien figure como último titular, con quien entiende
entraría en conflicto su derecho de titular.”, basando dicho entendimiento en lo
teorizado en el Auto Supremo Nº 659/2014 de 6 de noviembre, donde además se
determinó: “…la legitimación para accionar la nulidad, inscrita en el art. 551 del
Código precitado, que indica: “La acción de nulidad puede ser interpuesta por
cualquier persona que tenga un interés legítimo”, fórmula legal que no establece
expresamente la facultad a las partes celebrantes a accionar la invalidez, sin
embargo, indiscutiblemente, son ellas las que tienen un interés legítimo directo por
la relación jurídica contractual que los une, ya que ellos soportarán la invalidez y
P á g i n a 774 | 846
los efectos emergentes en forma inmediata; en esa consideración, es lógico
establecer que la referida disposición legal no limitó sólo la facultad de accionar
solo a las partes contratantes – como sucede en la anulabilidad- sino que amplió
la legitimación a terceros no contratantes que demuestren un “interés legítimo” en
la invalidez del acto; situación trascendental, por cuanto si no son las partes
contratantes quienes acuden a la nulidad, la situación del tercero está subordinada
al interés legítimo que tenga en la pretensión de invalidar un contrato en la que no
es participante.
En ese contexto. Cuando las partes contratantes procuran la nulidad del contrato
del cual nace su relación jurídica, el efecto emergente de la invalidez pretendida es
la extinción de las obligaciones incumplidas con carácter retroactivo, conforme
prevé el art. 547 –1 del Código Civil, emergiendo la ficción legal que el contrato
no se ha generado, volviendo las cosas al estado en que se encontraban antes de la
celebración del acto como si este no hubiese existido, pero si las obligaciones
fueron total o parcialmente cumplidas el efecto de la nulidad demandada entre
partes es el “restitutorio” en virtud al cual las partes deben restituirse mutuamente
los prestaciones recibidas, conforme añade la aclaración del precitado artículo.
Por otro lado, cuando el tercero no contratante busca la invalidez del acto, el
interés legítimo de éste debe estar ligado a la ineficacia que busca con su acción,
es decir, el interés legítimo es un interés propio que está definido en el efecto de la
invalidez que se acciona, por lo cual la nulidad no es una acción pública, como la
acción penal, sino está reservada, también, al tercero no contratante que tiene en
la invalidez que se acciona el fundamento por un interés propio para intentarla. En
esa connotación, el tercero no contratante en su pretensión nulificante no
considera el efecto restitutorio de la nulidad, como lo harían las partes, sino que
busca un efecto “declarativo de invalidez del acto”, que, como reflejo de esa
situación, sea tendente a proteger el interés por el cual accionó.
La situación anotada, se complejiza cuando se procura, por un tercero no
contratante, la nulidad de un acto que, por el transcurso del tiempo, tenga en
posterior tracto de actos que hayan derivado situaciones jurídicas consolidadas,
en esa eventualidad, si el tercero en su pretensión busca sólo un efecto declarativo
y no restitutorio, no se hace esencial la ocurrencia de los celebrantes del acto que
se busca su ineficacia, ya que estos últimos cuentan ya con los derechos
emergentes de esa relación jurídica, sino que por la consolidación de actos
posteriores son otros los titulares de los derechos, no teniendo los causantes los
derechos de aquel entonces.
En esa medida, el tratar de invalidar un acto anterior deriva en una situación
compleja, que en todo caso debe verse la afectación patrimonial que se busca con
la ineficacia del acto, es decir sobre quienes recaerá los efectos de la posible
nulidad de un acto anterior, pues los que asuman los efectos de la invalidez de
forma inmediata serán los actuales titulares de los bienes, pudiendo estos últimos
traer a colación al proceso a sus causantes por la evicción que desata el contrato.
P á g i n a 775 | 846
En síntesis cuando un tercero demanda la nulidad de un contrato de trasferencia,
este no pretende invalidar los efectos generados por el contrato entre las partes
que intervinieron en su celebración, sino lo que pretende es una ineficacia del
derecho de quien figura como último titular, con quien entiende entraría en
conflicto su derecho de titularidad.”(sic)…”
INTERÉS LEGÍTIMO
Auto Supremo: 401/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Nulidad de contrato.
Sobre el tema en cuestión a través AS Nº 664/2014 de fecha 06 de noviembre2014,
se ha delineado en sentido que: “De manera general se tiene que la nulidad de un
contrato puede ser pretendida por las partes del contrato o finalmente por sus
causahabientes o herederos, toda vez que se presume que quien contrata lo hace
para sí y para sus herederos y causahabientes conforme manda el art. 524 del
Código Civil, quienes tienen la legitimación activa para pretender la nulidad del
mismo. Por otro lado, también es posible que la nulidad de un contrato pueda ser
instada por un tercero que no fue parte de la relación contractual que se pretende
invalidar, en este caso, cuando la nulidad es pretendida por un tercero el art. 551
del Código Civil indica: “la acción de nulidad puede ser interpuesta por
cualquier persona que tenga interés legítimo”, entendiéndose que el interés
legítimo configura la legitimación activa para poder demandar, configurándose
esa legitimación en un presupuesto de admisibilidad de la demanda que debe ser
analizada por los Jueces al momento de admitir la demanda; por lo tanto el
interés legítimo debe ser demostrado ab initio al momento de la presentación de
la demanda y los Jueces tiene el deber de exigir dicha prueba a tiempo de
admitirla porque de ella depende la acreditación de la legitimación activa del
actor, que constituye presupuesto de admisibilidad como se señaló.
En ese entendido, también corresponde establecer qué es lo que se entiende por el
interés legítimo normado en el art. 551 del Código Civil, presupuesto necesario
que debe tener quien pretenda la nulidad de un contrato en el que no es parte,
motivo por el cual se dirá que la titularidad de un derecho subjetivo cuya eficacia
dependa real y directamente de la invalidez del contrato o del acto jurídico que se
pretende su nulidad, configura el llamado interés legítimo, en otras palabras los
efectos generados por el contrato o acto jurídico cuya invalidez se pretende que
entren en pugna con el derecho subjetivo del cual es titular la persona que
demanda.
La fórmula del art. 551 del Código Civil, solo dispensa la calidad de accionante a
quien tenga interés legítimo, y no está abierto a todas las personas estantes del
Estado, pues la nulidad siendo de orden público apunta a la invalidez de un acto
jurídico privado, donde no existe la afectación de un derecho difuso, siendo el
punto de partida la consideración del carácter privado del acto jurídico que se
P á g i n a 776 | 846
pretende invalidar, pues lo contrario nos situaría en una acción de defensa de
derechos colectivos o difusos.
Convengamos entonces que la norma permite accionar la nulidad cuando el
interesado ostenta un derecho subjetivo no hipotético que dependa actual e
inmediatamente de la invalidez del acto jurídico, siendo ese el interés legítimo que
debe demostrar para acreditar la legitimación activa, es decir el interés legítimo
está limitado al interés personal que emerge del derecho subjetivo en función
inmediata de la nulidad del contrato”.
P á g i n a 777 | 846
“…que la norma permite accionar la nulidad cuando el interesado ostenta un
derecho subjetivo no hipotético que dependa actual e inmediatamente de la
invalidez del acto jurídico, siendo ese el interés legítimo que debe demostrar para
acreditar la legitimación activa, es decir el interés legítimo está limitado al interés
personal que emerge del derecho subjetivo en función inmediata de la nulidad del
contrato.”
P á g i n a 778 | 846
revisión, condición de perjuicio que se encuentra expuesto con bastante claridad
en los art. 213 y 219 del mismo cuerpo legal.
Las consideraciones anteriormente descritas encuentran sustento en base al aporte
doctrinario, entre estos se tiene al tratadista Hugo Alsina, quien en su obra
TRATADO TEORICO Y PRACTICO DE DERECHO PROCESAL, Tomo IV, pág.
191 señala lo siguiente: b) “La cuestión de saber quién puede interponer un
recurso, constituye un aspecto de la legitimación procesal. Como regla general,
puede decirse que los recursos tienen la característica de que funcionan por
iniciativa de las partes, y que en consecuencia, a ellas corresponderá su deducción
(V 4). Pero hay casos en que el recurso se niega a las partes, y otros en que se
concede a terceros. Es que, así como el interés es la medida de la acción, el
agravio es la medida en el recurso, y por eso se concede aún a los que no siendo
partes en el proceso, sufren un perjuicio como consecuencia de la Sentencia. Se
explica entonces que el recurso no proceda cuando la Sentencia sea favorable a la
pretensión de la parte, o cuando ésta se ha allanado a la pretensión del adversario
y la sentencia se funda en esa conformidad. Los terceros no pueden interponer
recursos en los procesos en que no intervengan, pero pueden hacerlo desde que se
incorporan a la relación procesal, porque en ese momento asumen la calidad de
partes. No obstante permanecer en su situación de terceros, pueden interponer
ciertos recursos, como el extraordinario de apelación por inconstitucionalidad
cuando se pretende ejecutar contra ellos una sentencia dictada en un proceso en el
que no ha intervenido (VII, 18)…”
Por su parte Enrique Lino Palacios en su Obra “Derecho Procesal Civil”, Tomo
V, numeral 527.- haciendo referencia a los requisitos subjetivos para la
procedencia de los recursos, señala: b) “Como acto procesal de parte, constituye
requisito subjetivo de admisibilidad de todo recurso el interés de quien lo
interpone. El interés se halla determinado por el perjuicio o gravamen que la
resolución ocasiona al recurrente y consiste, en términos generales, en la
disconformidad entre lo peticionado y lo decidido”.
En otra parte de su misma Obra, numeral 546 página 85, precisando aún más
sobre el tema en cuestión indica: “Asimismo, configura requisito subjetivo de
admisibilidad del recurso la circunstancia de que la resolución correspondiente
ocasione, a quien lo interpone, o a su representado, un agravio o perjuicio
personal, porque de lo contrario faltaría un requisito genérico a los actos
procesales de parte, cual es el interés”.
Como se podrá advertir, la presencia de agravio y/o perjuicio es el elemento
fundamental que habilita el interés legítimo para recurrir, no basta la sola
declaración de impugnar o recurrir, sino que se requiere además agregar los
P á g i n a 779 | 846
motivos, agravios o fundamentos que den méritos al impugnante. En nuestro
sistema procesal si bien la ley no establece de manera específica quienes se
encontrarían legitimados para interponer el recurso de casación, sin embargo por
un elemental principio de lógica, adquieren esa calidad los litigantes que han
sufrido agraviado y/o perjuicio con una determinada resolución, situación que se
encuentra implícitamente establecido en el art. 250 del Código de Procedimiento
Civil, siendo además aplicable lo dispuesto en la primera parte del art. 213 del
mismo cuerpo legal por estar referido a los recursos en general.”.
A manera de conclusión en este Punto de la doctrina aplicable, diremos que los
criterios descritos merecen ser tomados en cuenta, toda vez que la jurisprudencia
constitucional tiene carácter vinculante de obligatorio cumplimiento y los criterios
doctrinarios se constituyen en orientadores para la solución de las controversias.
P á g i n a 780 | 846
medidas adecuadas de protección individual, social y comunitaria. El Equipo
Profesional Interdisciplinario al momento de diagnosticar a la niña, niño o
adolescente, debe considerar la integralidad de todas sus particularidades y
recomendar las medidas necesarias para efectivizar y facilitar su participación
durante el proceso judicial.
Al respecto el Auto Supremo Nº 831/2015 de 28 de septiembre, ha orientado
que: “el art. 6º de la Ley Nº 2026 de 23 de octubre de 1999, Código del Niño, Niña
y Adolescente, aplicable al caso disponía que: ”Las normas del presente Código
deben interpretarse velando por el interés superior del niño, niña y adolescente, de
acuerdo con la Constitución Política del Estado, las Convenciones, Tratados
Internacionales vigentes, y las Leyes de la República”. Actualmente establecido en
el inc. a) del art. 12 de la Ley Nº 548 de 17 de julio de 2014, Nuevo Código Niña,
Niño y Adolescente.
A su vez, la Constitución Política del Estado, en su art. 60, manifiesta: "Es deber
del Estado, la sociedad y la familia garantizar la prioridad del interés superior de
la niña, niño y adolescente, que comprende la preeminencia de sus derechos, la
primacía en recibir protección y socorro en cualquier circunstancia, la prioridad
en la atención de los servicios públicos y privados, y el acceso a una
administración de justicia pronta, oportuna y con asistencia de personal
especializado". En esa misma orientación, el art. 3 num. 1) de la Convención sobre
los Derechos del Niño, aprobada por Ley Nº 1152 de 14 de mayo de 1990, señala:
"En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones
públicas o privadas de bienestar social, los Tribunales, las Autoridades
administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se
atenderá será el interés superior del niño", deduciendo de la normativa legal
precitada, que cuando se trata de asumir una medida judicial o administrativa
concerniente a un niño, niña o adolescente, debe primar el interés superior del
niño, referido, entre otros aspectos, a la primacía de sus derechos y a la garantía
de su desarrollo integral”.
P á g i n a 782 | 846
niño, referido, entre otros aspectos, a la primacía de sus derechos y a la garantía
de su desarrollo integral”.
P á g i n a 783 | 846
el inc. a) del art. 12 de la Ley Nº 548 de 17 de julio de 2014, Nuevo Código Niña,
Niño y Adolescente.
A su vez, la Constitución Política del Estado, en su art. 60, manifiesta: "Es deber
del Estado, la sociedad y la familia garantizar la prioridad del interés superior de
la niña, niño y adolescente, que comprende la preeminencia de sus derechos, la
primacía en recibir protección y socorro en cualquier circunstancia, la prioridad
en la atención de los servicios públicos y privados, y el acceso a una
administración de justicia pronta, oportuna y con asistencia de personal
especializado". En esa misma orientación, el art. 3 num. 1) de la Convención sobre
los Derechos del Niño, aprobada por Ley Nº 1152 de 14 de mayo de 1990, señala:
"En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones
públicas o privadas de bienestar social, los Tribunales, las Autoridades
administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se
atenderá será el interés superior del niño", deduciendo de la normativa legal
precitada, que cuando se trata de asumir una medida judicial o administrativa
concerniente a un niño, niña o adolescente, debe primar el interés superior del
niño, referido, entre otros aspectos, a la primacía de sus derechos y a la garantía
de su desarrollo integral”.
P á g i n a 784 | 846
que: ”Las normas del presente Código deben interpretarse velando por el interés
superior del niño, niña y adolescente, de acuerdo con la Constitución Política del
Estado, las Convenciones, Tratados Internacionales vigentes, y las Leyes de la
República”. Actualmente establecido en el inc. a) del art. 12 de la Ley Nº 548 de
17 de julio de 2014, Nuevo Código Niña, Niño y Adolescente.
A su vez, la Constitución Política del Estado, en su art. 60, manifiesta: "Es deber
del Estado, la sociedad y la familia garantizar la prioridad del interés superior de
la niña, niño y adolescente, que comprende la preeminencia de sus derechos, la
primacía en recibir protección y socorro en cualquier circunstancia, la prioridad
en la atención de los servicios públicos y privados, y el acceso a una
administración de justicia pronta, oportuna y con asistencia de personal
especializado". En esa misma orientación, el art. 3 num. 1) de la Convención sobre
los Derechos del Niño, aprobada por Ley Nº 1152 de 14 de mayo de 1990, señala:
"En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones
públicas o privadas de bienestar social, los Tribunales, las Autoridades
administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se
atenderá será el interés superior del niño", deduciendo de la normativa legal
precitada, que cuando se trata de asumir una medida judicial o administrativa
concerniente a un niño, niña o adolescente, debe primar el interés superior del
niño, referido, entre otros aspectos, a la primacía de sus derechos y a la garantía
de su desarrollo integral. Con base en la normativa legal señalada supra, las
autoridades administrativas y jurisdiccionales, en todos los procesos donde se
encuentren involucrados niñas, niños y adolescentes, deben interpretar las normas
legales siempre en procura del interés superior del niño,”
P á g i n a 785 | 846
y otras personas responsables de él ante la Ley y con ese fin tomarán todas las
medidas legislativas y administrativas adecuadas. 3.- Los Estados partes se
asegurarán de que las instituciones, servicios y establecimientos encargados del
cuidado o la protección de los niños cumplan las normas establecidas por las
autoridades competentes, especialmente en materia de seguridad sanidad, número
y competencia de su personal, así como en relación a la existencia de una
supervisión adecuada.”
De la normativa citada se establece que el interés superior del niño debe primar
sobre otros intereses, toda vez que la protección y el cuidado necesario debe ser
primordial para que el niño se desarrolle gozando de todos sus derechos, en ese
sentido las Autoridades administrativas, legislativas, jurisdiccionales deben tener
en cuenta siempre prioritariamente el interés superior del niño, asegurando que las
normas se cumplan en beneficio del mismo, debiendo adoptar las medidas que sean
necesarias para el cumplimiento de sus derechos y tomando decisiones adecuadas
en beneficio de los menores, siendo de atención prioritaria el respeto de sus
derechos y el desarrollo integral del niño, niña y adolescente.
P á g i n a 789 | 846
del ejercicio del poder entre los órganos estatales, sino como la Ley Suprema que
contiene los valores, principios, derechos y garantías que deben ser la base de
todos los órganos del poder público, en especial del legislador y del intérprete de
la Constitución. Así, en el Estado constitucional de Derecho, las Constituciones
tienen un amplio programa normativo, con principios, valores, nutridos catálogos
de derechos y garantías, que vinculan a todos los órganos de poder y en general, a
toda la sociedad y, en ese sentido, contienen diferentes mecanismos
jurisdiccionales y un órgano especializado para velar por el cumplimiento de sus
normas, frente a la lesión o incumplimiento, dando vigencia al principio de
supremacía constitucional”, Esta primacía constitucional, exige de los jueces del
órgano judicial un razonamiento que desborda la subsunción a la ley y por el
contrario requiera la aplicación de la Constitución conjuntamente la norma legal,
pues la norma fundamental a diferencia de la ley, no se aplica por el método de la
subsunción sino que por el contrario se utiliza el método en complementación y
ponderación en relación a la ley.
Este nuevo modelo Social de Estado rompe con el anterior modelo de Estado
liberal cuya característica es el individualismo, que se resume en la defensa a
ultranza de los derechos individuales, ya que en ese Estado liberal se consideraba al
particular como protagonista central de la dinámica de un Estado en sus diferentes
funciones, por otra parte el Estado Social que actualmente rige, pregona la
protección de derechos fundamentales de las personas en relación al bienestar
social, dejando de tener una visión individualista, construyendo una visión social
de impartir justicia centrando su atención en la población como elemento principal
de su organización y no en el individuo, y se refleja en el sistema de derecho que
rige actualmente.
Ahora bien, en este Estado Social, Constitucional de Derecho el rol que antes se le
atribuía al Juez o Tribunal ha cambiado, pues, el proceso es un instrumento para
que el Estado a través del Juez cumpla con su más alto fin, ya que ahora los jueces
P á g i n a 790 | 846
y tribunales deben estar comprometidos con la consolidación de la armonía social y
la justicia material, sobre los cuales se cimienta su nuevo rol de garante de
derechos fundamentales, en este entendido la SC 0035/2006-R y SCP 1916/2012
desarrollaron lo referente a la labor interpretativa de los jueces y tribunales de lo
que se concluye que esta interpretación debe ser desarrollada en resguardo los
valores, principios, derechos y garantías que rigen en la Constitución, porque
constituyen la base del ordenamiento Jurídico Boliviano y el Sistema
Constitucional.
Este nuevo modelo Social de Estado rompe con el anterior modelo de Estado
liberal cuya característica es el individualismo, que se resume en la defensa a
ultranza de los derechos individuales, ya que en ese Estado liberal se consideraba al
particular como protagonista central de la dinámica de un Estado en sus diferentes
funciones, por otra parte el Estado Social que actualmente rige, pregona la
protección de derechos fundamentales de las personas en relación al bienestar
social, dejando de tener una visión individualista, construyendo una visión social
de impartir justicia centrando su atención en la población como elemento principal
de su organización y no en el individuo, y se refleja en el sistema de derecho que
rige actualmente.
Ahora bien, en este Estado Social, Constitucional de Derecho el rol que antes se le
atribuía al Juez o Tribunal ha cambiado, pues, el proceso es un instrumento para
que el Estado a través del Juez cumpla con su más alto fin, ya que ahora los jueces
y tribunales deben estar comprometidos con la consolidación de la armonía social y
la justicia material, sobre los cuales se cimienta su nuevo rol de garante de
derechos fundamentales, en este entendido la SC 0035/2006-R y SCP 1916/2012
desarrollaron lo referente a la labor interpretativa de los jueces y tribunales de lo
que se concluye que esta interpretación debe ser desarrollada en resguardo de los
valores, principios, derechos y garantías que rigen en la Constitución, porque
P á g i n a 797 | 846
constituyen la base del ordenamiento Jurídico Boliviano y el Sistema
Constitucional.
Este nuevo modelo Social de Estado rompe con el anterior modelo de Estado
liberal cuya característica es el individualismo, que se resume en la defensa a
ultranza de los derechos individuales, ya que en ese Estado liberal se consideraba al
particular como protagonista central de la dinámica de un Estado en sus diferentes
funciones, por otra parte el Estado Social que actualmente rige, pregona la
protección de derechos fundamentales de las personas en relación al bienestar
social, dejando de tener una visión individualista, construyendo una visión social
de impartir justicia centrando su atención en la población como elemento principal
P á g i n a 799 | 846
de su organización y no en el individuo, y se refleja en el sistema de derecho que
rige actualmente.
Ahora bien, en este Estado Social, Constitucional de Derecho el rol que antes se le
atribuía al Juez o Tribunal ha cambiado, pues, el proceso es un instrumento para
que el Estado a través del Juez cumpla con su más alto fin, ya que ahora los jueces
y tribunales deben estar comprometidos con la consolidación de la armonía social y
la justicia material, sobre los cuales se cimienta su nuevo rol de garante de
derechos fundamentales, en este entendido la SC 0035/2006-R y SCP 1916/2012
desarrollaron lo referente a la labor interpretativa de los jueces y tribunales de lo
que se concluye que esta interpretación debe ser desarrollada en resguardo los
valores, principios, derechos y garantías que rigen en la Constitución, porque
constituyen la base del ordenamiento Jurídico Boliviano y el Sistema
Constitucional.
P á g i n a 801 | 846
más adecuado, que produzca efecto conforme a la materia y naturaleza del
contrato.
Siendo el contrato una asociación de pensamientos encaminados al logro del fin
buscado por la voluntad, asociación en la que las cláusulas son sus componentes,
forzosamente la interpretación ha de ser integral y sistemática, resolviéndose la
oscuridad o ambigüedad de una cláusula, por el sentido que resulta del conjunto de
ellas, conforme lo dispone el art. 514 del Código Civil.
P á g i n a 802 | 846
para calificar el contrato. Así la interpretación se hace necesaria para reconstruir el
significado efectivo o verdadero, tanto en el caso mencionado como en los diversos
supuestos de las normas del capítulo que reglamentan la interpretación.
El principio fundamental de la interpretación el “a tanto se obliga el hombre a
cuanto quiso obligarse”. En ese a cuanto quiso esta toda la clave: la necesidad de
la interpretación y la subjetividad de la misma.
La primera regla de la interpretación, no inserta el Código, pero que surge
inequívoca de todo ordenamiento jurídico, es que si los términos de un contrato
son claros y no dejan duda sobre la intención de los contratantes debe estarse al
sentido literal de sus cláusulas.
Si la construcción gramatical de las cláusulas del contrato, es ambigua o
anfibológica y provoca en su inteligencia direcciones distintas, es decir, como
dicen las reglas, hace al contrato todo, o a una o varias de sus cláusulas, o a alguna
de sus palabras, susceptibles de diversos sentido o acepciones, deberá entenderse el
más adecuado, que produzca efecto conforme a la materia y naturaleza del
contrato.
Siendo el contrato una asociación de pensamientos encaminados al logro del fin
buscado por la voluntad, asociación en la que las cláusulas son sus componentes,
forzosamente la interpretación ha de ser integral y sistemática, resolviéndose la
oscuridad o ambigüedad de una cláusula, por el sentido que resulta del conjunto de
ellas, conforme lo dispone el art. 514 del Código Civil.
P á g i n a 809 | 846
análisis del principio pro homine, no se podría dejar de lado al criterio denominado
pro actione, que a la luz de la presente problemática, está directamente vinculado
con los derechos a la tutela judicial efectiva y al acceso a la Justicia, en tal sentido,
este es una manifestación del principio pro homine en el ámbito procesal, en virtud
del cual, la interpretación de una disposición legal, debe hacerse en el sentido que
sea lo más accesible posible a un adecuado y recíproco sistema garantista, en el
cual prevalezca más la Justicia que cualquier formalismo extremo que obstaculice
u obstruya una tutela constitucional efectiva.
Por otro lado debe tenerse presente que: 1.- En la interpretación debe prevalecer
siempre a la luz de la Constitución, el contenido teleológico o finalista de la norma;
2.- en sujeción a la luz de la Constitución, debe interpretarse la norma adjetiva con
un criterio amplio y práctico; 3.- las expresiones a emplearse en el texto de la
norma interpretada, deben ser entendidas en su sentido general y común, a menos
que resulte claramente de su texto que el legislador quiso referirse a un sentido
legal-técnico; 4.- la norma debe interpretarse entendiéndola dentro de un conjunto
armónico, por tanto, ninguna disposición debe ser interpretada aisladamente; 5.-
todas las excepciones y privilegios deben ser interpretados con criterio restrictivo.
En esa secuencia es pertinente nombrar al Prof. Dr. Germán José Bidart Campos,
quien señala que "...las normas declarativas de derechos y garantías han de
demandar una interpretación a favor de su operatividad para facilitar su
aplicación". Y recurriendo al criterio de García Belaunde rescatamos la propuesta
de otra pauta de interpretación, lo referente a la razonabilidad, es decir, la sensatez
y la flexibilidad frente a situaciones concretas, de tal manera que se llegue a la
solución adecuada sin afectar el sistema normativo constitucional.
Respecto al tema en el Auto Supremo No. 339/2012 de 21 de septiembre de 2012
relacionado con el tema de presentación ante Notario de Fe Pública se teorizó
que: “En ese sentido, la incorporación al ordenamiento jurídico boliviano de un
nuevo ordenamiento constitucional, presenta nuevos desafíos que hacen a su
aplicación por los Tribunales, obligando agudizar los mecanismos de
interpretación, cuya finalidad es la de asegurar la vigencia armónica de toda la
normativa vigente, en resguardo de los derechos humanos respetando la jerarquía
constitucional atribuida en tratados y declaraciones de derechos humanos, que
significa también la incorporación de aquellos principios que vinculados con la
irrestricta vigencia de esos derechos, exige estar siempre a la interpretación que
más favorece a su vigencia. En virtud a este principio -pro homine-, el juzgador
debe interpretar y aplicar aquellas normas que resulten más favorables para la
persona y sus derechos.
P á g i n a 810 | 846
Vemos entonces que del principio pro homine deriva el pro actione, en virtud del
cual debe garantizarse a toda persona el acceso a los recursos desechando todo
rigorismo o formalismo excesivo que impida obtener un pronunciamiento sobre las
pretensiones o agravios invocados, precautelando el derecho de las partes a que
su impugnación se patentice, garantizando así el derecho de acceso a la Justicia,
concretando así el acceso a los recursos. De lo que se establece que los requisitos
formales no deben primar sobre el derecho sustancial, debiendo realizar una
ponderación entre el incumplimiento de la formalidad con el derecho a recurrir,
en caso de dudas interpretarse a favor del recurrente como lo ha expresado el
Tribunal Constitucional en varios fallos constitucionales como la SC 0010/2010-R
de 6 de abril de 2010.
De otro lado corresponde asimismo señalar que es de aplicación el principio de
"prevalencia del derecho sustancial", que la doctrina y la jurisprudencia
comparada reconocen, desarrollando que este principio supone que las
formalidades no impidan el logro de los objetivos del derecho sustancial, por ello
en virtud a él, siempre que el derecho sustancial pueda cumplirse a cabalidad, el
incumplimiento o inobservancia de las formalidades no debe ser causal para que
aquél no surta efecto. Lo anterior no significa que se pueda caer en el permanente
error de considerar el principio de la primacía del derecho sustancial sobre el
formal como un postulado constitucional excluyente que impide la coexistencia de
las normas sustantivas y formales, pues, como se ha visto, con éstas se logra dar
vigencia a principios que encuentran sustento constitucional.
Todo el entendimiento anterior, irá en resguardo de lo que representa el debido
proceso respetando rigurosamente el derecho a la defensa.
Realizado ese análisis, verificamos que en el caso de Autos efectivamente existe la
interpretación y aplicación por parte del Tribunal ad quem, del art. 97 del Código
de Procedimiento Civil y la secuencia que debía seguir según desarrolló la Corte
Suprema de Justicia -extinta- para la presentación de escritos en caso de
emergencia, posibilitando su presentación ante los funcionarios pertinentes en el
orden propuesto, resultando en muchos casos el incumplimiento de esas
formalidades limitativo a los derechos descritos; sin embargo como ya se ha
manifestado, estamos en la vigencia de un nuevo orden constitucional más
garantista de derechos humanos, y en esa consideración no corresponden los
rigorismos que tiendan a limitar su ejercicio.”
INTERRUPCIÓN A LA PRESCRIPCIÓN
Auto Supremo: 187/2017
Sucre: 01 de marzo 2017
P á g i n a 811 | 846
Proceso: Anulabilidad de Contrato, Cancelación de Inscripción en Derechos
Reales, División y Partición de Bien Sucesorio.
En el Auto Supremo No. 220/2012, de 23 de julio de 2012 se razonó respecto al
art. 1503 del Código Civil, que dispone: " La prescripción se interrumpe por una
demanda judicial, un decreto o un acto de embargo notificados a quien se quiere
impedir que prescriba, aunque el juez sea incompetente". Recurriendo al criterio
del Autor Luis Moisset de Espanés, “…señala que uno de los problemas más serios
que se presentan en la doctrina y la jurisprudencia es el relativo al alcance y valor
que debe darse al vocablo demanda. Para unos la demanda judicial a que hace
referencia la norma y que interrumpe la prescripción no puede ser otra que la
demanda tendiente al cobro de la acreencia, sin embargo, otros autores consideran
que la palabra demanda, en un sentido más amplio, comprende todas aquellas
peticiones judiciales que importen una manifestación de la voluntad del acreedor
de mantener vivo su derecho, en ese sentido, el citado autor, anotando el criterio
expuesto por la Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires, apunta que: "el
término "demanda", no debe tomarse a la letra, y no excluye otros actos
igualmente formales y demostrativos de la intención del acreedor de no
permanecer en inactividad o silencio para el cobro de su crédito".
En resumen. Podemos señalar que todo acto jurídico procesal que denote una
manifestación de voluntad que acredite en forma auténtica que el acreedor no ha
abandonado su crédito y que su propósito es no dejarlo perder, pudiera encontrarse
inmerso dentro el término "demanda" y pudiera generar el efecto interruptivo
previsto en el citado art. 1503 del Código Civil. Siendo en consecuencia tres los
requisitos esenciales que el acto jurídico procesal debería reunir para que
interrumpa la prescripción: 1) ser deducido ante un órgano jurisdiccional; 2)
demostrar inequívocamente la voluntad del acreedor de lograr el cumplimiento de
la obligación; 3) ser notificado a quien se quiere impedir que prescriba.”
“Siendo la verdad material uno de los principios en que se funda la jurisdicción
ordinaria, reconocido por el art. 180-I de la Constitución Política del Estado, debe
tenerse en cuenta que el acto preparatorio que reúna esos requisitos, de manera
inequívoca pone de manifiesto la intención del acreedor de no abandonar o
renunciar al ejercicio de su derecho, toda vez que es precisamente la inacción o
abandono del ejercicio del derecho lo que da lugar a la prescripción, y cuando el
interesado deduce un acto jurídico procesal que encierra los tres requisitos
anotados anteriormente, pone de manifiesto su intención de ejercitar su derecho y
no abandonarlo, aunque no lo haga a través de una demanda dirigida a ejercitar
el derecho directamente, sino a preparar la demanda, pero con el mismo fin, cual
es el de ejercitar el derecho subjetivo, dejando saber a su deudor expresamente
que esa es su intención.”
En virtud a lo expuesto, la prescripción para surtir el efecto extintivo del derecho
debe transcurrir el tiempo determinado en ley, unido a la inactividad del titular ante
el incumplimiento de la obligación, y la ausencia de reconocimiento del derecho
por parte del deudor, conforme establece los arts. 1492 y 1493 del Código Civil.
P á g i n a 812 | 846
De lo manifestado se concluye que la interrupción de la prescripción únicamente es
posible cuando el término de la misma (prescripción) está en curso, de ninguna
manera resulta correcto afirmar que la prescripción ya operada pueda ser
interrumpida, por actos posteriores a su consolidación. La prescripción es una
institución jurídica por la cual se extingue el derecho por el transcurso
ininterrumpido del tiempo determinado en ley. El fundamento de la prescripción es
de mantener el orden social y resguardar la seguridad jurídica, que hace necesario
el de establecer la temporalidad de disposición del derecho, impidiendo el ejercicio
intempestivo del mismo.
INTERRUPCIÓN DE LA POSESIÓN
Auto Supremo: 121/2017
Sucre: 03 de febrero 2017
Proceso: Usucapión Decenal.
Al respecto el Auto Supremo Nº 484/2014 de 29 de agosto ha razonado que: “En la
posesión, el poder material que se ejerce sobre el bien se sustenta en la voluntad
libre e independiente de usar o aprovechar económicamente el bien como si se
tratara del propietario, es decir, sin que se reconozca dominio ajeno sobre el
mismo, es precisamente esa actitud lo que marca la diferencia entre la posesión y
la tenencia; en ésta última el poder o relación material de la persona con el bien,
que se usa o aprovecha, está mediado por dependencia o subordinación a la
voluntad de otro sujeto, lo que equivale a sostener que se reconoce dominio ajeno
sobre el bien y se.
Sobre este punto resulta pertinente referirnos a la interrupción de la prescripción
adquisitiva, en ese sentido el Auto Supremo Nº 257/2013 de fecha 23 de mayo de
2013, estableció que: “Lo que si resulta conveniente diferenciar, es la interrupción
de la posesión respecto de la interrupción de la prescripción. Como señala el
Autor Néstor Jorge Musto, en su obra Derechos Reales, no se debe confundir la
interrupción de la posesión con la interrupción de la prescripción. Se entiende esto
porque la primera supone la pérdida de la cosa, mientras que la segunda supone
la pérdida del tiempo anterior de la posesión, el mismo que se refuta ineficaz para
la prescripción. La interrupción de la prescripción adquisitiva según Planiol,
citado en la obra “Tratado de Los Derechos Reales” de Arturo Alessandri R. y
otros, supone: “Todo hecho que destruyendo una de las dos condiciones esenciales
de la prescripción adquisitiva (permanencia de la posesión, inacción del
propietario), hace inútil todo el tiempo transcurrido. Al respecto en la citada obra
se hace referencia a dos tipos de interrupción de la prescripción: la natural y la
Civil. La interrupción natural de la prescripción, tiene sustento en la pérdida de la
posesión y en los casos en que dicha pérdida genera efectos interruptivos de la
P á g i n a 813 | 846
prescripción, pues, no toda pérdida o interrupción de la posesión conlleva
necesariamente la interrupción de la prescripción, así por ejemplo el caso del
poseedor privado de la posesión que dentro del término de un año propone
demanda para recuperar la posesión y esta es recuperada como consecuencia de
aquella, en cuyo caso, según prevé el art. 137 parágrafo II del Código Civil, la
interrupción de la prescripción se tendrá por no ocurrida, aunque materialmente
hubiera ocurrido la pérdida de la posesión. La interrupción Civil de la
prescripción, no está ligada a la pérdida o interrupción material de la posesión,
sino más bien a la actividad del que se pretende verdadero dueño de la cosa, que
sale de su pasividad y expresa, ante el poseedor y por medios legales, su
inequívoca intención de no abandonar el derecho de propiedad que afirma tener”.
En base a lo citado, corresponde centrar nuestro análisis en la interrupción Civil
de la prescripción, puesto que los jueces de instancia consideraron que la Sub
inscripción que habrían realizado los titulares del derecho propietario del bien
inmueble, habría interrumpido el tiempo para el computo de los diez años, en ese
sentido diremos que para que dicha prescripción adquisitiva opere, quien
considere tener derecho de dominio sobre el bien, deben necesariamente accionar
judicialmente sobre el poseedor, con la finalidad de hacer valer frente a este el
derecho que pretende, oponiéndose a la posesión que se ejerce sobre el bien, bajo
esa lógica el art. 1503 del Código Civil, señala que: “La prescripción se
interrumpe por una demanda judicial, un decreto o un acto de embargo notificados
a quien se quiere impedir que prescriba, aunque el Juez sea incompetente. La
prescripción se interrumpe también por cualquier otro acto que sirva para
constituir en mora al deudor.”, norma de la cual se extrae que para que proceda
la interrupción civil, debe concurrir tres requisitos: 1. Debe ser deducido ante un
órgano jurisdiccional; 2. Debe demostrar inequívocamente la voluntad de ejercer
el derecho de propiedad y oponerse a la posesión del poseedor; 3. Debe ser
notificado a quien se quiere impedir que prescriba.
INTERRUPCIÓN DE LA PRESCRIPCIÓN
Auto Supremo: 69/2017
Sucre: 01 de febrero 2017
Proceso: Prescripción extintiva o liberatoria de obligación.
“Habiéndose señalado que la prescripción es la institución que estudia el efecto que
tiene el transcurso del tiempo sobre la estabilidad de algunos derechos, puede verse
alterado por algunos hechos, que se conocen como suspensión e interrupción de la
prescripción.
P á g i n a 814 | 846
Según anota el autor Carlos Morales Guillén, la suspensión de la prescripción
detiene el curso del plazo, sin anular el tiempo cumplido y se reanuda desde el
punto en que se había detenido, apenas cesa la causa de la suspensión, la
interrupción destruye la prescripción, porque borra retroactivamente todo el plazo
transcurrido hasta el momento de la interrupción, en otras palabras, los actos que
interrumpen la prescripción borran totalmente el plazo transcurrido el cual deberá
computarse nuevamente por completo.
El citado autor Luis Moisset de Espanés, señala que uno de los problemas más
serios que se presentan en la doctrina y la jurisprudencia es el relativo al alcance y
valor que debe darse al vocablo demanda. Para unos la demanda judicial a que hace
referencia la norma y que interrumpe la prescripción no puede ser otra que la
demanda tendiente al cobro de la acreencia, sin embargo, otros autores consideran
que la palabra demanda, en un sentido más amplio, comprende todas aquellas
peticiones judiciales que importen una manifestación de la voluntad del acreedor
de mantener vivo su derecho, en ese sentido, el citado autor, anotando el criterio
expuesto por la Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires, apunta que: "el
término "demanda", no debe tomarse a la letra, y no excluye otros actos igualmente
formales y demostrativos de la intención del acreedor de no permanecer en
inactividad o silencio para el cobro de su crédito”.
El art. 1503 del Código Civil señala: “I. La prescripción se interrumpe por una
demanda judicial, un decreto o un acto de embargo notificados a quien se quiere
impedir que prescriba, aunque el Juez sea incompetente.
II. La prescripción se interrumpe también por cualquier otro acto que sirva para
constituir en mora al deudor”. En tal caso, la norma presenta dos escenarios de
interrupción vía judicial y extrajudicial. La primera mediante actos desarrollados
ante tribunales jurisdiccionales aun incompetentes, cuyo requisito fundamental es
la citación (notificación en sentido genérico) con la demanda y demás actuados que
se indican; y la otra, es oponer un acto que sirva para constituir en mora al deudor.
En relación a la interrupción por vía judicial, esta hace referencia a todo acto
jurídico procesal que denote una manifestación de voluntad que acredite en forma
auténtica que el acreedor no ha abandonado su crédito y que su propósito es no
dejarlo perder, pudiera encontrarse inmerso dentro el término "demanda" y pudiera
generar el efecto interruptivo previsto en el citado art. 1503 del Código Civil.
Siendo en consecuencia tres los requisitos esenciales que el acto jurídico procesal
debería reunir para que interrumpa la prescripción: 1) ser deducido ante un órgano
jurisdiccional; 2) demostrar inequívocamente la voluntad del acreedor de lograr el
cumplimiento de la obligación; 3) ser notificado a quien se quiere impedir que
prescriba”. Criterio citado en el Auto Supremo Nº 232/2016 de 15 de marzo.
P á g i n a 815 | 846
INTERRUPCIÓN DE LA PRESCRIPCIÓN
Auto Supremo: 271/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Acción Pauliana y Repetición.
Al respecto el A. S. Nº 232/2016 de 05 de marzo de 52016 ha señalado “que la
prescripción es la institución que estudia el efecto que tiene el transcurso del
tiempo sobre la estabilidad de algunos derechos, puede verse alterado por algunos
hechos, que se conocen como suspensión e interrupción de la prescripción.
Según anota el autor Carlos Morales Guillén, la suspensión de la prescripción
detiene el curso del plazo, sin anular el tiempo cumplido y se reanuda desde el
punto en que se había detenido, apenas cesa la causa de la suspensión, la
interrupción destruye la prescripción, porque borra retroactivamente todo el plazo
transcurrido hasta el momento de la interrupción, en otras palabras, los actos que
interrumpen la prescripción borran totalmente el plazo transcurrido el cual deberá
computarse nuevamente por completo.
El citado autor Luis Moisset de Espanés, señala que uno de los problemas más
serios que se presentan en la doctrina y la jurisprudencia es el relativo al alcance
y valor que debe darse al vocablo demanda. Para unos la demanda judicial a que
hace referencia la norma y que interrumpe la prescripción no puede ser otra que
la demanda tendiente al cobro de la acreencia, sin embargo, otros autores
consideran que la palabra demanda, en un sentido más amplio, comprende todas
aquellas peticiones judiciales que importen una manifestación de la voluntad del
acreedor de mantener vivo su derecho, en ese sentido, el citado autor, anotando el
criterio expuesto por la Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires, apunta
que: "el término "demanda", no debe tomarse a la letra, y no excluye otros actos
igualmente formales y demostrativos de la intención del acreedor de no
permanecer en inactividad o silencio para el cobro de su crédito".
El art. 1503 del Código Civil señala: “I. La prescripción se interrumpe por una
demanda judicial, un decreto o un acto de embargo notificados a quien se quiere
impedir que prescriba, aunque el Juez sea incompetente.
II. La prescripción se interrumpe también por cualquier otro acto que sirva para
constituir en mora al deudor”. En tal caso, la norma presenta dos escenarios de
interrupción vía judicial y extrajudicial. La primera mediante actos desarrollados
ante tribunales jurisdiccionales aun incompetentes, cuyo requisito fundamental es
la citación (notificación en sentido genérico) con la demanda y demás actuados que
se indican; y la otra, es oponer un acto que sirva para constituir en mora al deudor.
INTERRUPCIÓN DE LA PRESCRIPCIÓN
Auto Supremo: 373/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Usucapión.
P á g i n a 816 | 846
Sobre el tema se orientó en el Auto Supremo No 504/2013 de fecha 1ro de octubre
de 2013: “La prescripción adquisitiva, conforme señala el autor Arturo Alessandri,
en su obra Tratado de los Derechos Reales, supone la posesión prolongada de la
cosa por todo el tiempo señalado por la ley y la inacción del propietario, su no
reclamación oportuna. Si uno de estos elementos llega a faltar, la prescripción se
interrumpe: si se pierde la posesión de la cosa, la interrupción es natural; si cesa la
inactividad del dueño, si éste reclama judicialmente su derecho, la interrupción es
civil.
P á g i n a 817 | 846
importen una manifestación de la voluntad de mantener vivo su derecho, es decir
que de manera inequívoca demuestren la intención de no permanecer en
inactividad o silencio respecto a su derecho. Resultando que para que ese acto sea
efectivo se requiere que el mismo: 1) debe ser deducido ante un órgano
jurisdiccional; 2) debe demostrar inequívocamente la voluntad de ejercer su
derecho de propiedad deduciendo oposición a la posesión del poseedor; y 3) debe
ser notificado a quien se quiere impedir que prescriba.
Sin embargo, se debe precisar que no toda acción o controversia judicial genera el
efecto interruptivo de la prescripción adquisitiva, sino sólo aquellos que conlleven
los tres requisitos enunciados, y siempre que a través de aquellos se demuestre de
manera inequívoca la intención de oponerse a la posesión, pues, pueden existir
múltiples pretensiones relativas a otros aspectos que si bien evidencian litigiosidad
entre partes, empero no interrumpen la posesión, toda vez que para que esto suceda
la pretensión opuesta al poseedor inequívocamente debe estar orientada y dirigida a
repulsar la posesión.
INTERRUPCIÓN DE LA PRESCRIPCIÓN
Auto Supremo: 1035/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Mejor derecho de propiedad y otros.
Respecto a las formas de interrumpir la posesión este Tribunal ha emitido el Auto
Supremo Nº 78/2016 de 04 de febrero de 2016, en ella se ha expuesto lo
siguiente: “De igual forma, respecto a la interrupción del tiempo para el computo
de los diez años para usucapir, la cual señalan los jueces de instancia que habría
operado en virtud a la Sub inscripción en Derechos Reales en las gestiones 2010 y
2011, que habrían realizado los titulares del Derecho Propietario del inmueble
objeto de la litis; sobre este punto resulta pertinente referirnos a la interrupción de
la prescripción adquisitiva, en ese sentido el Auto Supremo Nº 257/2013 de fecha
23 de mayo de 2013, estableció que: “Lo que si resulta conveniente diferenciar, es
la interrupción de la posesión respecto de la interrupción de la prescripción.
Como señala el Autor Néstor Jorge Musto, en su obra Derechos Reales, no se debe
confundir la interrupción de la posesión con la interrupción de la prescripción. Se
entiende esto porque la primera supone la pérdida de la cosa, mientras que la
segunda supone la pérdida del tiempo anterior de la posesión, el mismo que se
refuta ineficaz para la prescripción. La interrupción de la prescripción adquisitiva
según Planiol, citado en la obra “Tratado de Los Derechos Reales” de Arturo
Alessandri R. y otros, supone: “Todo hecho que destruyendo una de las dos
condiciones esenciales de la prescripción adquisitiva (permanencia de la posesión,
inacción del propietario), hace inútil todo el tiempo transcurrido. Al respecto en la
citada obra se hace referencia a dos tipos de interrupción de la prescripción: la
P á g i n a 818 | 846
natural y la Civil. La interrupción natural de la prescripción, tiene sustento en la
pérdida de la posesión y en los casos en que dicha pérdida genera efectos
interruptivos de la prescripción, pues, no toda pérdida o interrupción de la
posesión conlleva necesariamente la interrupción de la prescripción, así por
ejemplo el caso del poseedor privado de la posesión que dentro del término de un
año propone demanda para recuperar la posesión y esta es recuperada como
consecuencia de aquella, en cuyo caso, según prevé el art. 137 parágrafo II del
Código Civil, la interrupción de la prescripción se tendrá por no ocurrida, aunque
materialmente hubiera ocurrido la pérdida de la posesión. La interrupción Civil de
la prescripción, no está ligada a la pérdida o interrupción material de la posesión,
sino más bien a la actividad del que se pretende verdadero dueño de la cosa, que
sale de su pasividad y expresa, ante el poseedor y por medios legales, su
inequívoca intención de no abandonar el derecho de propiedad que afirma tener.”.
En base a lo citado, corresponde centrar nuestro análisis en la interrupción Civil
de la prescripción, puesto que los jueces de instancia consideraron que la Sub
inscripción que habrían realizado los titulares del derecho propietario del bien
inmueble, habría interrumpido el tiempo para el computo de los diez años, en ese
sentido diremos que para que dicha prescripción adquisitiva opere, quien
considere tener derecho de dominio sobre el bien, deben necesariamente accionar
judicialmente sobre el poseedor, con la finalidad de hacer valer frente a este el
derecho que pretende, oponiéndose a la posesión que se ejerce sobre el bien, bajo
esa lógica el art. 1503 del Código Civil, señala que: “La prescripción se
interrumpe por una demanda judicial, un decreto o un acto de embargo notificados
a quien se quiere impedir que prescriba, aunque el Juez sea incompetente. La
prescripción se interrumpe también por cualquier otro acto que sirva para
constituir en mora al deudor.”, norma de la cual se extrae que para que proceda
la interrupción civil, debe concurrir tres requisitos: 1. Debe ser deducido ante un
órgano jurisdiccional; 2. Debe demostrar inequívocamente la voluntad de ejercer
el derecho de propiedad y oponerse a la posesión del poseedor; 3. Debe ser
notificado a quien se quiere impedir que prescriba.
De lo expuesto, diremos que la Sub Inscripción que habrían realizado los titulares
del derecho propietario del bien inmueble, en las gestiones 2010 y 2011, no se
adecua a ninguno de los requisitos en virtud a los cuales si se hace efectiva la
interrupción civil, consiguientemente al no operar la misma, se advierte que la
posesión ejercida por las recurrentes no fue interrumpida como erradamente se
estableció en la Sentencia de primera instancia y en el Auto de Vista.”
También ha descrito que el ejercicio del derecho de propiedad debe ser puesta a
conocimiento de la persona que podría hacer valer la prescripción (adquisitiva) así
P á g i n a 819 | 846
lo describe el Auto Supremo Nº 121/2016 de 5 de febrero, en ella se ha
desarrollado lo siguiente: “En el presente caso de Autos la actora ha acreditado
los requisitos de la posesión útil y el cumplimiento del término establecido por el
art. 138 del Código Civil, por lo que los tribunales de instancia han acogido
favorablemente la pretensión de la misma.
Sin embargo, en la instancia correspondiente no se ha demostrado con actos
idóneos el ejercicio del derecho propietario antes del vencimiento de la
prescripción, porque el ejercicio de la titularidad debía estar ligado al ejercicio
del derecho propietario y para efectos interruptivos este acto debía ser puesto a
conocimiento del que se pretendía opera los efectos interruptivos, extremos que
conforme se analizó supra no acontece en el caso de Autos...”
P á g i n a 820 | 846
En esta lógica, este Supremo Tribunal a través de diversos fallos entre ellos el Auto
Supremo Nº 239/2015 de 14 de Abril, ha orientado que: Por otra parte el art.
1503 –I del Código Civil, dispone que: “la prescripción se interrumpe por una
demanda judicial, un decreto o un acto de embargo notificados a quien se quiere
impedir que prescriba, aunque el Juez sea incompetente.”, en estos antecedentes
debemos centrar el análisis en la interrupción Civil de la prescripción, toda vez
que para que dicha interrupción opere, quien considere tener derecho propietario
o de dominio sobre determinado bien, debe necesariamente accionar judicialmente
sobre el poseedor, con la finalidad de hacer valer frente a este el derecho que
pretende, oponiéndose a la posesión que se ejerce sobre el bien.
El art. 87 del Código Civil establece que: “La posesión es el poder de hecho
ejercido sobre una cosa mediante actos que denotan la intención de tener sobre
ella el derecho de propiedad u otro derecho real”.
Tanto la doctrina como la legislación, conciben a la posesión como un poder de
hecho ejercido sobre las cosas (bienes), que produce efectos jurídicos, que implica
la realización de actos positivos sobre la cosa que denotan la intención de
comportarse frente al bien como si fuera el dueño.
La posesión entonces supone siempre el poder de hecho de la persona respecto del
bien, la realización de actuaciones consistentes en el uso o provecho del bien,
como si se tratara del propietario, es decir, sin reconocer dominio ajeno.
Establecido el sentido jurídico de la posesión, corresponde analizar los caracteres
que ésta debe revestir cuando se pretende fundar en ella el derecho de adquirir –
por usucapión- la propiedad del bien poseído.
En ese sentido diremos que de una interpretación lógica y sistemática de las
normas contenidas en los arts. 135 y 137 del Código Civil, se desprende que la
posesión útil para fundar la usucapión debe ser: continua e ininterrumpida,
pública y, pacífica.
Analizando estos caracteres en función al recurso diremos:
La Posesión continua supone que la misma ha sido ejercida de manera sucesiva y
permanente; en sentido contrario la discontinuidad conlleva la suspensión,
interrupción o pérdida de la posesión…
Lo que si resulta conveniente diferenciar, es la interrupción de la posesión
respecto de la interrupción de la prescripción. Como señala el Autor Néstor Jorge
Musto, en su obra Derechos Reales, no se debe confundir la interrupción de la
posesión con la interrupción de la prescripción. Se entiende esto porque la
primera supone la pérdida de la cosa, mientras que la segunda supone la pérdida
del tiempo anterior de la posesión, el mismo que se refuta ineficaz para la
prescripción.
P á g i n a 821 | 846
La interrupción de la prescripción adquisitiva según Planiol, citado en la obra
“Tratado de Los Derechos Reales” de Arturo Alessandri R. y otros, supone: “Todo
hecho que destruyendo una de las dos condiciones esenciales de la prescripción
adquisitiva (permanencia de la posesión, inacción del propietario), hace inútil
todo el tiempo transcurrido”.
Al respecto en la citada obra se hace referencia a dos tipos de interrupción de la
prescripción: la natural y la Civil. La interrupción natural de la prescripción, tiene
sustento en la pérdida de la posesión y en los casos en que dicha pérdida genera
efectos interruptivos de la prescripción, pues, no toda pérdida o interrupción de la
posesión conlleva necesariamente la interrupción de la prescripción, así por
ejemplo el caso del poseedor privado de la posesión que dentro del término de un
año propone demanda para recuperar la posesión y esta es recuperada como
consecuencia de aquella, en cuyo caso, según prevé el art. 137.II del Código Civil,
la interrupción de la prescripción se tendrá por no ocurrida, aunque
materialmente hubiera ocurrido la pérdida de la posesión.
La interrupción Civil de la prescripción, no está ligada a la pérdida o interrupción
material de la posesión, sino más bien a la actividad del que se pretende verdadero
dueño de la cosa, que sale de su pasividad y expresa, ante el poseedor y por
medios legales, su inequívoca intención de no abandonar el derecho de propiedad
que afirma tener.”
Así también, el Auto Supremo Nº 12/2016 de 14 de enero ha orientado que: “Al
respecto corresponde señalar primeramente que en relación a la interrupción de
usucapión, Planiol citado en la obra “Tratado de Los Derechos Reales” de Arturo
Alessandri R. y otros, hace referencia a dos tipos de interrupción de la
prescripción: 1) La interrupción natural de la prescripción, que está ligada a la
pérdida o interrupción material de la posesión y en los casos en que dicha pérdida
genera efectos interruptivos de la prescripción; 2) La interrupción civil de la
prescripción, que está relacionada a la actividad desplegada del que se pretende
verdadero dueño de la cosa, que sale de su pasividad, y expresa, ante el poseedor y
por medios legales, su inequívoca intención de no abandonar el derecho de
propiedad que afirma tener, oponiéndose a la posesión de aquél.
Para que opere la interrupción Civil de la prescripción adquisitiva, quien
considere tener derecho de dominio sobre el bien debe accionar judicialmente
sobre el poseedor, a efectos de hacer valer respecto a él, el derecho que pretende
oponiéndose a la posesión que aquel ejerce. En tal entendido toda vez que el
recurrente reclamo que el inmueble de propiedad de su familia habría sido
gravado en reiteradas ocasiones y en consecuencia se habría interrumpido el
término de la prescripción, el Tribunal de Alzada sustento su decisión en lo
P á g i n a 822 | 846
dispuesto por el art. 1503 del CC., que dice: "I. La prescripción se interrumpe por
una demanda judicial, un decreto o un acto de embargo notificados a quien se
quiere impedir que prescriba, aunque el Juez sea incompetente", es decir que
cuando la norma alude al término demanda, debemos entender que en un sentido
amplio hace referencia a todas aquellas peticiones judiciales que importen una
manifestación de la voluntad de mantener vivo su derecho, es decir que de manera
inequívoca demuestren la intención de no permanecer en inactividad o silencio
respecto a su derecho; sin embargo para que ese acto sea efectivo se requiere que
el mismo: 1) sea deducido ante un órgano jurisdiccional; 2) debe demostrar
inequívocamente la voluntad de ejercer su derecho de propiedad deduciendo
oposición a la posesión del poseedor; y 3) debe ser notificado a quien se quiere
impedir que prescriba.
En tal entendido se tiene que este Supremo Tribunal a través de diversos fallos ha
orientado que no toda acción o controversia judicial genera el efecto interruptivo
de la prescripción adquisitiva, sino sólo aquellas que conlleven los tres requisitos
enunciados, y siempre que a través de aquella se demuestre de manera inequívoca
la intención de oponerse a la posesión, pues, pueden existir múltiples pretensiones
relativas a otros aspectos que si bien evidencian litigiosidad entre partes, empero
no interrumpen la posesión, toda vez que para que esto suceda la pretensión
opuesta al poseedor inequívocamente debe estar orientada y dirigida a repulsar
esa posesión…”.
P á g i n a 824 | 846
En este entendido, uno de los casos en que puede operar la interrupción de la
prescripción adquisitiva es el regulado en el art. 1505 del Código Civil que
dispone:“La prescripción se interrumpe por el reconocimiento expreso o tácito del
derecho que haga aquel contra quien el derecho pueda hacerse valer. También se
interrumpe por reanudarse el ejercicio del derecho antes de vencido el término de
la prescripción”, precepto normativo que resulta aplicable tanto a la usucapión
ordinaria o quinquenal como a la usucapión extraordinaria o decenal.
Consiguientemente el término para la usucapión también se interrumpe por el
reconocimiento expreso o tácito del derecho que haga aquel contra quien el
derecho puede hacerse valer.
Entendimiento, orientado por este Supremo Tribunal de Justicia a través del Auto
Supremo Nº 1075/2015 de 18 de Noviembre que al respecto señalo: “Corresponde
aclarar que a las acciones de usucapión también resulta aplicable la regla
establecida en el art. 1505 del Código Civil, es decir la interrupción por
reconocimiento de derecho, criterio que ya ha sido asumido en el A.S. Nº 146, de
fecha 06 de junio de 2012 donde se determinó: “Respecto a la inaplicabilidad del
art. 1505 del Código Civil corresponde puntualizar que tanto la usucapión
quinquenal u ordinaria como la usucapión decenal o extraordinaria, conocidas en
doctrina como dos tipos de la denominada prescripción adquisitiva se encuentran
regulados como institutos jurídicos en el Libro Segundo, Titulo Tercero, Sección
Tercera, Sub Sección Segunda, art. 134 al 138 del Código Civil; al respecto el art.
136 (Aplicabilidad de las reglas sobre prescripción), determina que las
disposiciones del Libro V, sobre cómputo de causas y términos que suspenden e
interrumpen la prescripción se observan en cuento sean aplicables a la usucapión.
Ahora bien dicha disposición legal, no limita la aplicación de las normas del Libro
V únicamente a la usucapión ordinaria o quinquenal como erradamente concluyó
el Tribunal de alzada, quien erróneamente interpretó que respecto a la usucapión
decenal o extraordinaria, únicamente la interrupción del término para usucapir
operaría por causa natural o civil, es decir abandono de la posesión o citación
judicial. Al respecto cabe señalar que el art. 137 del Código Civil (Interrupción
por pérdida de la posesión) señala: I. "En particular la usucapión se interrumpe
cuando el poseedor es privado de la posesión del inmueble por más de un año". Lo
dispuesto por esa norma no puede interpretarse en forma limitativa pretendiendo
que únicamente la usucapión se interrumpiría cuando el poseedor es privado de la
posesión, toda vez que, la referida norma al señalar "en particular", no expresa
limitación, sino que contiene una particularidad, es decir, una regla especial que
no debe ser confundida con las reglas generales que hacen a la interrupción.
P á g i n a 825 | 846
Establecido lo anterior, se concluye que las reglas de interrupción previstas por el
art. 1505 del Código Civil, son aplicables tanto a la usucapión ordinaria o
quinquenal como a la usucapión extraordinaria o decenal. Consiguientemente el
término para la usucapión también se interrumpe por el reconocimiento expreso o
tácito del derecho que haga aquel contra quien el derecho puede hacerse valer.”
Teniendo presente lo expuesto en cuanto a los alcances de esta norma se debe
aclarar que la primera parte de la referida norma implica el reconocimiento
expreso o tácito por parte del poseedor de la titularidad del propietario, extremo
que no ha sido demostrado en el caso en cuestión, y la segunda parte es decir, por
el ejercicio del derecho propietario antes del vencimiento de la prescripción, la
misma debe ser interpretada de manera sistemática, con las normas que rigen este
instituto de la prescripción, es decir, que el ejercicio del derecho debe estar ligado
al ejercicio del derecho propietario y para efectos interruptivos este acto debe ser
puesto a conocimiento del que se pretende opera los efectos interruptivos…”.
INTERRUPCIÓN DE LA USUCAPIÓN
Auto Supremo: 378/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Usucapión.
En relación a la posibilidad de interrupción del tiempo para que opere la
usucapión se expuso entre otras en el Auto Supremo No. 597/2013 de 21 de
noviembre de 2013 que: “Al margen de ello debe tomarse en cuenta que la
interrupción de la usucapión opera por dos modos, la interrupción civil y la
interrupción natural; la primera, referida a las causas que interrumpen la
prescripción en general previstas por el art. 1503 y sgtes., del Código Civil y la
segunda, cuando el poseedor es privado de la posesión del inmueble por más de un
año, presupuestos estos a los que no se acomoda la referida rectificación
administrativa. Finalmente, referir que dicha rectificación efectuada con
posterioridad al transcurso del plazo de la usucapión, de ninguna manera podría
concebirse como un acto de interrupción, pues por lógica únicamente se
interrumpe el plazo que está en curso y no el plazo ya transcurrido y operado, en
cuyo caso no correspondería la interrupción de la prescripción, sino únicamente la
renuncia a éste.
6.- Consecuentemente, cuando los jueces de instancia refieren que hubo
interrupción del transcurso del tiempo para efectos de la usucapión, tienen un
razonamiento errado, pues no se puede interrumpir algo que ya se produjo, en el
caso en cuestión, lo único que podía surtir efecto es la renuncia que pudieran
haber hecho los beneficiarios con ese transcurrir de tiempo, que no hubo ni existe,
entonces, no es posible sustentar el argumento de interrupción, pues como se dijo,
para la fecha de inicio de demanda, es más, de la citación con aquella al
demandado, estaba ya transcurrido el tiempo y operada la usucapión, por lo que
P á g i n a 826 | 846
en el proceso judicial, correspondía simplemente declarar ese aspecto, en
sujeción a lo previsto por los arts. 110 y 138 del Código Civil.
7.- Bajo esos antecedentes, estaremos de acuerdo con el actor que reclama
inadecuada valoración de la prueba, el incumplimiento de lo determinado por el
art. 1286 de la norma Sustantiva Civil en relación al art. 397 del Código de
Procedimiento Civil, en el entendido que ciertamente hubo error de derecho en la
apreciación de la prueba en su conjunto, puesto que de haber afirmado que se
cumplieron con la mayoría de los presupuestos para la procedencia de la
demanda, de manera errada concluyeron que existió interrupción, cuando hubo ya
transcurrido mucho más del tiempo requerido para la procedencia de la demanda
de usucapión decenal o extraordinaria, aclarando que para ser válida la
interrupción debe haberse producido en el transcurso de los diez años y no luego,
como en el caso.”
El tratadista Arturo Alessandri en su obra Tratado de los Derechos Reales que
señala respecto a la interrupción de la prescripción: “La prescripción adquisitiva
supone la posesión prolongada de la cosa por todo el tiempo señalado por la ley y
la inacción del propietario, su no reclamación oportuna. Si uno de estos elementos
llega a faltar, la prescripción se interrumpe: si se pierde la posesión de la cosa, la
interrupción es natural; si cesa la inactividad del dueño, si éste reclama
judicialmente su derecho, la interrupción es civil”. La interrupción natural es el
acaecimiento de un hecho que consigue se pierda la posesión de la cosa; en cambio
la interrupción civil, la que nos interesa, es toda acción del propietario de la cosa
que pretende judicialmente amparar su derecho, es la manifestación de la voluntad
de restablecer el derecho de titularidad de la cosa, de conservarla y no abandonarla;
figura normada en el art. 1503 parágrafo I del Código Civil.
P á g i n a 833 | 846
su nombre, excluyendo y privando de la posesión al que le había entregado la
cosa.
Al respecto la jurisprudencia argentina estableció que, no basta la mera
detentación de la cosa, pues lo contrario importaría confundir ocupación con
posesión De allí que sea exigible una prueba categórica sobre el comienzo de la
posesión animus domini que acredite la interversión del título, pues ser tenido por
propietario es sólo fama y no un hecho posesorio. La ineficacia de la voluntad del
poseedor se refiere tanto al proceso interno, que desde luego es ajeno al derecho,
como también a los propios actos exteriores, por positivos y claros que fueren; es
indispensable un alzamiento contra la causa en condiciones tales que el detentador
prive de la posesión a la persona en cuyo nombre la ejercía. Es decir, se requiere
una interversión del título que equivaldría para el poseedor a nombre ajeno una
nueva causa susceptible de transformarlo en poseedor en cuenta propia.
La jurisprudencia argentina refiere además: para que sea posible la interversión
del título de la posesión es menester que la voluntad en ese sentido se exteriorice
por actos que no dejen la más mínima duda. Por ello, el art. 1622 Del Código Civil
no excluye la interversión del título, pero para ello no basta el cambio interno de
la voluntad ni siquiera su exteriorización por simples actos unilaterales. Se
requiere que el cambio se produzca mediando conformidad del propietario o actos
exteriores suficientes de contradicción de su derecho.
El autor Atilio Alterini doctrinario argentino, ha destacado que, la mera voluntad
del tenedor no es suficiente para la interversión (cfr. art. 2353, Cód. Civ.), va de
suyo que sería inconcebible la eficacia de la mera voluntad interna, pero tampoco
basta que la voluntad se manifieste, ya que la posesión subsiste, aun cuando el que
poseía a nombre del poseedor, manifestare la voluntad de poseer, manifestare la
voluntad de poseer a nombre suyo. Es menester que existan actos exteriores que
reflejan la voluntad del tenedor de provocar la pérdida de la posesión, pero sólo
cuando sus actos producen ese efecto.
Para que se produzca la interversión de título de tenedor en poseedor se requiere
que se presente alguno de los supuestos contemplados por la ley para la pérdida
de la posesión por quien poseía y la realización por quien era tenedor de actos
posesorios que desplacen al anterior.
Así, la mera declaración de voluntad o la mera intención no bastan para cambiar
la causa de la posesión, ya que la interversión del título sólo se produce por actos
exteriores que priven al poseedor de disponer de la cosa -art. 2458, Cód.Civil- , es
decir actos incompatibles con la primitiva causa possessionis.
En cambio nuestra jurisprudencia y doctrina respecto al tema establece que
cuando una persona posee por sí misma o por otra un derecho propio se llama
simplemente poseedor y cuando dicha posesión la ejerce en nombre de otra
persona o respetando el derecho de otra persona se llama simplemente detentador
de la cosa; es decir, que conforme a la segunda parte de la norma en estudio (art.
87 y sgtes.) una persona posee por sí misma o por medio de otra que tiene la
detentación de la cosa; por lo tanto, una cosa es la posesión y otra la detentación
P á g i n a 834 | 846
de la cosa, normalmente el propietario es el que ejerce personalmente la posesión
y extraordinariamente otra en su nombre (inquilino, anticresista, usufructuario,
etc.). El profesor Gerardo Ramón Romero Fernández en su obra “Derechos
Reales en la Legislación.” indica que "la cuestión tiene particular importancia en
materia de usucapión, porque el término de la prescripción empieza a correr
recién desde el momento en que la interversión o cambio de título se ha manifes-
tado por actos externos que demuestran inequívocamente la voluntad de poseer
para sí como todo un propietario y no como un simple detentador."
Al respecto, nuestra doctrina, también señala que no es fácil cambiar o
transformar la simple detentación en posesión, para eso en primer lugar el
propietario de la cosa debe perder la posesión y la misma se pierde cuando se
abandona la cosa, por cesión realizada a otro por título oneroso o gratuito.
También, puede perderse la posesión por destrucción o pérdida total y finalmente,
por la posesión de otro, aun contra la voluntad del antiguo poseedor, si la nueva
posesión hubiese durado un tiempo prolongado (considero más de un año).
Sobre este punto el profesor Ripert señala que "la precariedad, que impide al
detentador ser poseedor, no es sin embargo indeleble. El tenedor puede transfor-
mar en poseedor verdadero y detentar la cosa de un modo útil en adelante. Esta
transformación no resulta un simple cambio de voluntad de parte del detentador;
por lo que debe abandonar su título primitivo con hechos; por lo que debe operar
un reemplazo de la posesión precaria por una posesión verdadera. Esa
intervención tiene lugar de dos maneras: 1º. Por una causa que proviene de un
tercero y 2º. Por una contradicción a los derechos del propietario".
Efectivamente nuestro Código Civil no regula en una norma expresa por las cuales
e pueden provocar la interversión del título, pero la doctrina casi monocorde en la
materia las ha clasificado según que los actos exteriorizantes sean jurídicos,
judiciales o extrajudiciales, siendo su común denominador que ellos importen una
manifiesta rebelión contra el poseedor a nombre de quien se tiene la cosa; sin
embargo nuestra legislación precisa: "Quién comenzó siendo detentador no puede
adquirir la posesión mientras su título no se cambie, sea por causa proveniente de
un tercero o por su propia oposición frente al poseedor por cuenta de quien
detentaba la cosa alegando un derecho real. Esto se aplica también a los sucesores
a título universal" (art. 89 del Código Civil)”
P á g i n a 836 | 846
recurrents, así se dirá que este Tribunal emitió el A.S. Nº 209/2016 de 11 de marzo,
en el entendido de que: “…la teoría de la interversión del título” la actora no ha
demostrado con prueba idónea cuando su título de detentadora ha cambiado al de
poseedora como se dijo anteriormente para demostrar el transcurso efectivo del
tiempo para la pretensión de usucapión decenal, más aún si ha reconocido el
derecho propietario sobre el bien inmueble motivo de litigio al firmar un acuerdo
transaccional con el propietario, al respecto es clara la norma alegada como
vulnerada, es decir el art. 89 del Código Civil "Quien comenzó siendo detentador
no puede adquirir la posesión mientras su título no se cambie, sea por causa
proveniente de un tercero o por su propia oposición frente al poseedor por cuenta
de quien detentaba la cosa alegando un derecho real. Esto se aplica también a los
sucesores a título universal" (…) La citada disposición expresa en su primera
parte el principio general de que nadie puede cambiar por sí mismo la causa de la
posesión (nemo ipse sibi causam possessionis mutare potest). Sin embargo, la
norma citada no tiene un carácter absoluto, por el contrario ella misma prevé los
supuestos en que opera el cambio de detentador a poseedor, identificando estos: 1)
por causa proveniente de un tercero; 2) por propia oposición frente al poseedor
por cuenta de quien detentaba la cosa. Al respecto Ripert nombrado por Gonzalo
Castellanos Trigo en su libro "Posesión, Usucapión y reivindicación señala:
"...que el tenedor puede transformarse en poseedor verdadero y detentar la cosa de
un modo útil. Esta transformación no resulta un simple cambio de voluntad de
parte del detentador, por lo que debe abandonar su título primitivo con hechos;
por lo que debe operar un reemplazo de la posesión precaria por una posesión
verdadera. Esa interversión tiene lugar de dos maneras: 1º. Por una causa que
proviene de un tercero y 2º. Por una contradicción a los derechos del propietario".
O como señala el autor Néstor Jorge Musto, en su obra Derechos Reales: "Para
que exista interversión del título, no bastan las simples manifestaciones de
voluntad, (...), sino que la actitud debe consistir en hechos exteriores que
impliquen una verdadera contradicción a los derechos del propietario, un
verdadero alzamiento contra su derecho, que puede revestir la forma judicial,
aunque no es necesario que se plantee un litigio, o actos de fuerza que impidan al
propietario el ejercicio de su derecho. Estos actos, por lo tanto, deben revestir un
carácter ostensible e inequívoco para tener la consecuencia que la introversión
apareja, cual es la de convertir la tenencia en posesión".
INTERVERSIÓN
Auto Supremo: 655/2016
P á g i n a 837 | 846
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Usucapión Decenal.
También corresponde describir la teoría de la “interversión del título” que podrá
sustentar los fundamentos del presente fallo y absolver las acusaciones de los
recurrents, así se dirá que este Tribunal emitió el A.S. Nº 209/2016 de 11 de marzo,
en el entendido de que: “…la teoría de la interversión del título” la actora no ha
demostrado con prueba idónea cuando su título de detentadora ha cambiado al de
poseedora como se dijo anteriormente para demostrar el transcurso efectivo del
tiempo para la pretensión de usucapión decenal, más aún si ha reconocido el
derecho propietario sobre el bien inmueble motivo de litigio al firmar un acuerdo
transaccional con el propietario, al respecto es clara la norma alegada como
vulnerada, es decir el art. 89 del Código Civil "Quien comenzó siendo detentador
no puede adquirir la posesión mientras su título no se cambie, sea por causa
proveniente de un tercero o por su propia oposición frente al poseedor por cuenta
de quien detentaba la cosa alegando un derecho real. Esto se aplica también a los
sucesores a título universal" (…) La citada disposición expresa en su primera
parte el principio general de que nadie puede cambiar por sí mismo la causa de la
posesión (nemo ipse sibi causam possessionis mutare potest). Sin embargo, la
norma citada no tiene un carácter absoluto, por el contrario ella misma prevé los
supuestos en que opera el cambio de detentador a poseedor, identificando estos: 1)
por causa proveniente de un tercero; 2) por propia oposición frente al poseedor
por cuenta de quien detentaba la cosa. Al respecto Ripert nombrado por Gonzalo
Castellanos Trigo en su libro "Posesión, Usucapión y reivindicación señala:
"...que el tenedor puede transformarse en poseedor verdadero y detentar la cosa de
un modo útil. Esta transformación no resulta un simple cambio de voluntad de
parte del detentador, por lo que debe abandonar su título primitivo con hechos;
por lo que debe operar un reemplazo de la posesión precaria por una posesión
verdadera. Esa interversión tiene lugar de dos maneras: 1º. Por una causa que
proviene de un tercero y 2º. Por una contradicción a los derechos del propietario".
O como señala el autor Néstor Jorge Musto, en su obra Derechos Reales: "Para
que exista interversión del título, no bastan las simples manifestaciones de
voluntad, (...), sino que la actitud debe consistir en hechos exteriores que
impliquen una verdadera contradicción a los derechos del propietario, un
verdadero alzamiento contra su derecho, que puede revestir la forma judicial,
aunque no es necesario que se plantee un litigio, o actos de fuerza que impidan al
propietario el ejercicio de su derecho. Estos actos, por lo tanto, deben revestir un
carácter ostensible e inequívoco para tener la consecuencia que la introversión
apareja, cual es la de convertir la tenencia en posesión".
P á g i n a 838 | 846
INVIABILIDAD DEL RECURSO DE CASACIÓN CONTRA
RESOLUCIONES DICTADAS EN EJECUCIÓN DE SENTENCIA
Auto Supremo: 1112/2016
Sucre: 23 de septiembre 2016
Proceso: Usucapión Decenal
Sobre el tópico el AS Nº 499/2013 de fecha 30 de septiembre, ha orientado en
sentido que: “Cuando se habla de sentencia ejecutoriada, estamos frente a la
existencia de cosa juzgada y dentro de ese contexto el Ex Tribunal Constitucional
en sus reiterados fallos ha establecido que los efectos y alcances de la cosa
juzgada se manifiesta bajo una doble perspectiva: formal y material. Por regla
general, la característica o efecto de la cosa juzgada formal es la de su
ininpugnabilidad o firmeza; produce este efecto cualquier resolución firme o lo
que es lo mismo, cuando frente a ella no existe otro recurso previsto en la ley o
cuando haya transcurrido el plazo para recurrir de la Resolución o se haya
desistido del recurso; la excepción a la regla de inimpugnabilidad del fallo, solo se
presenta cuando existe de por medio una lesión al contenido esencial de un
derecho fundamental, caso en el cual la sentencia puede ser revisada en la
jurisdicción constitucional.
En tanto que, la cosa juzgada desde su vertiente material, despliega su eficacia
frente a los otros órganos judiciales o administrativos, lleva un mandato implícito
de no conocer lo ya resuelto, impidiendo con ello la apertura de otros procesos
nuevos sobre el mismo asunto, tiene como finalidad alcanzar la paz jurídica,
evitando de un lado, que la contienda se prolongue indefinidamente y de otro, que
sobre la misma cuestión puedan recaer resoluciones contradictorias, lesionando la
seguridad jurídica procesal; ese efecto solo producen las decisiones firmes sobre
el fondo del asunto; al respecto se tienen las SSCC. Nº 29/02-R; 324/05-R.;
1169/2010-R entre otras.
Por otra parte, es oportuno referirse a las impugnaciones contra resoluciones
dictadas en ejecución de sentencia; en ese entendido diremos que en el pasado la
Ex Corte Suprema de Justicia inicialmente por vía jurisprudencial, de manera
excepcional y restrictiva determinó la procedencia del recurso de casación contra
resoluciones dictadas en ejecución de sentencia cuando no se cumplían las
sentencias en su verdadera dimensión, o sea, cuando los jueces se excedían o
restringían la ejecución de lo determinado en sentencia ejecutoriada, sustentando
esa posición en la preservación de la cosa juzgada y que en el fondo se orientaba a
resguardar el derecho a la seguridad jurídica; sobre el particular se tienen los
P á g i n a 839 | 846
A.S. Nº 90 del 25 de marzo de 1987 y 189 de 12 de julio de 1988; ello seguramente
debido a la época en que fue emitida la jurisprudencia referida, ya que la Ex Corte
Suprema como Máximo Tribunal de Justicia, en aquel tiempo aún ejercía el
control de constitucionalidad asumiendo la tesis negativa con relación a la
procedencia del amparo constitucional contra decisiones judiciales ejecutoriadas.
Sin embargo, a partir del año 2000, cuando ya ejercía jurisdicción el Tribunal
Constitucional, la Ex Corte Suprema de Justicia cambió de jurisprudencia y a
través de los A.S. Nº 34 de 29 de enero de 2002; 009 y 032 del 07 y 17 de febrero
de 2003 entre otros respectivamente, realizando una interpretación sistematizada y
concordada de las normas previstas en los arts. 213 parágrafo II, 262, 514 y 518
del Código de Procedimiento Civil, art. 26 de la Ley Nº 1760 y arts. 31 y 228 de la
Constitución Política del Estado vigente en aquel tiempo y actualmente abrogada,
retomó la doctrina legal procesal estableciendo definitivamente
la improcedencia del recurso de casación contra Autos dictados en ejecución de
sentencia. En ese mismo sentido, el Tribunal Constitucional estableció la línea
jurisprudencial contenida en la SC. 0493/2004-R de 31 de marzo determinando la
improcedencia del recurso de casación contra Resoluciones emitidas en ejecución
de sentencia, posición reiterada en la SC. 1468/2004 entre otras.”
P á g i n a 842 | 846
casación procede para impugnar autos de vista dictados en procesos ordinarios y
en los casos expresamente señalados por Ley.”, la norma en cuestión en cuanto al
recurso de casación establece de forma explícita que el recurso de
casación procede contra autos de vista dictados en procesos ordinarios, lo cual por
sindéresis resulta ser Autos de Vista que resolvieren Sentencias dictadas en
procesos ordinarios, y como segundo caso para aquellos casos en que la ley lo
permita, acogiéndose de forma preponderante que el recurso de casación a parte del
supuesto señalado únicamente es admisible en los casos expresamente señalados
por ley.
Teniendo como parámetro lo expuesto el Nuevo Código Procesal en su Art. 113 de
forma textual señala: “ I Si la demanda no se ajustare a los requisitos señalados en
el Artículo 110 del presente Código, se dispondrá la subsanación de los defectos
en plazo de tres días, bajo apercibimiento, en caso contrario, de tenerse por no
presentada aquella.
II. Si fuere manifiestamente improponible, se la rechazará de plano en resolución
fundamentada. Contra el auto desestimatorio sólo procede el recurso de
apelación en el efecto suspensivo sin recurso ulterior. En caso de revocarse la
resolución denegatoria, el tribunal superior impondrá responsabilidad a la
autoridad judicial inferior.”, de la norma en cuestión se establece que el legislador
ha regulado los parámetros a seguir por parte del Juez de la causa al momento de
analizar la demanda para establecer si se ha cumplido con los requisitos de forma
y también verificar la proponibilidad de la misma, y en este último caso de ser
declarada improponible el legislador ha generado un límite en cuanto a su
impugnación, determinando que la resolución que declare la improponibilidad de la
demanda es susceptible únicamente del recurso de apelación sin recurso ulterior,
sin establecer distinción alguna, extremo que evidencia que este tipo de
resoluciones por su naturaleza no son susceptibles del recurso de casación, esto por
imperio de la norma analizada.
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