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Saúl Paniagua Flores

Marco Antonio Condori Mamani


Rodolfo Melgarejo del Castillo

ABC DE
JURISPRUDENCIA
CIVIL, FAMILIAR
Y ADMINISTRATIVO
GESTION 2012 -
TSJ - TCP 2018

“Codigo civil”
Ley N° 439 “Código procesal Civil” y
Ley N° 603 “Código de las familias y proceso familiar”
Ley N° 2341 “Procedimiento Administrativo”

TOMO I
A-I

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EDICION 2018
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INDICE

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PRESENTACION
Un reto especial constituye la compilación sistematizada y actualizada de
jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia de Bolivia en materia civil,
familiar y administrativo luego de la Circular N° 26/2014 de 07 de agosto de 2014
de la Presidencia dirigida a los Presidentes de Tribunales Departamentales de
Justicia, Vocales y Jueces en materia civil con el objeto de comunicar la Vigencia
plena del Código Procesal Civil Ley 439 a partir del 06 de agosto de 2015.
La obra presentada tiene un contenido explicativo, práctico y metodológico
respecto a la materia recompilada para fácil comprensión de quienes son
estudiosos del derecho y reconocen los principios relacionados con los derechos
constitucionales como de acceso a la justicia y tutela efectiva, derecho al debido
proceso y derecho de legalidad procesal; principios procesales comunes como de
contradicción y de audiencia de las partes, dispositivo, de aportación de parte de
hechos y prueba y de dirección judicial; y principios procesales específicos o
propios del nuevo Código Procesal civil como el de preclusión, subsanabilidad de
los defectos procesales, economía procesal, lealtad y buena fe.
El Código Procesal Civil, ley 439 desarrollado en la jurisprudencia compilada, se
observa la aplicación de la norma en la oralidad de los juicios, uso de nueva
tecnología, reducción de plazos procesales que permite, según el Tribunal
Supremo de Justicia, “ mejores condiciones de acceso a la justicia, desformalizar
procesos, simplificar procedimiento, eliminar la mora, agilizar las causas,
transparentar las actuaciones judiciales y alcanzar una justicia plural pronta, eficaz,
eficiente y sin dilaciones”.
Un aporte significativo para la nuestra realidad l a dos años de la vigencia plena del
Código Procesal Civil , Ley 439 , es la actualización de la jurisprudencia del
Tribunal Supremo de Justicia que con su índice temático ordenado podrá acceder
con didáctica a una línea jurisprudencial que sustenta el Auto Supremo en su parte
analítica, doctrinaria, dispositiva y su concordancia con la del Tribunal
Constitucional Plurinacional . Pero, con toda seguridad que en su momento, se
percibirá la necesidad de seguir actualizando la jurisprudencia en el vasto e
inagotable espacio del ejercicio del derecho de operadores de justicia,
profesionales abogados y que redundará en beneficio de la ciudadanía en general

Santa Cruz, noviembre de 2017.


Abog. Saúl Paniagua Flores Msc1

1
*Abogado con estudios en la Universidad de Belgrano, Buenos Aires, Argentina y Universidad Autónoma Gabriel René Moreno. Maestría en
Derecho procesal y derechos fundamentales (Universidad de Valencia ,España) y en Derecho Autonómico, Gobiernos Regionales y Municipales
(Universidad Castilla La Mancha, España). Especialidad en Derecho Constitucional ( Universidad de Valencia , España) y Derecho Internacional
Público (OEA,1989). Doctorado en curso con mención en Derecho Plural (UAGRM).
Docente titular desde 1987 en la FCJPS y RR.II. de la UAGRM y abogado en ejercicio libre de la profesión (1985).

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A
ACCESOS COMUNES EN UN INMUEBLE ARRENDADO
S.C.P. 1061/2015-S1 de 3 de noviembre.
El art. 685 del Código Civil (CC), refiere que: "El arrendamiento es el contrato por
el cual una de las partes concede a la obra el uso o goce temporal de una cosa
mueble o inmueble a cambio de un canon".
Con referencia a este tipo de contratos la SCP 2004/2012 de 12 de octubre,
menciona que: "Ley del inquilinato de 11 de diciembre de 1959.
Artículo 6. El contrato de locación únicamente fenece:
A. Por entrega voluntaria del inmueble, y
B. Por cualesquiera de las causales de desahucio previstas en esta ley.
Artículo 8. Los derechos y obligaciones establecidos por esta ley son
irrenunciables y son nulas las estipulaciones en contrario.
Artículo 10. Queda prohibido al locador:
A. Privar, reducir o limitar a los inquilinos, los servicios de agua potable, luz
eléctrica e higiénicos; el uso de patios, libre tránsito y todo aquello que se refiere
a usos comunes;
Artículo 14. El locatario está obligado:
A. Pagar puntualmente el canon de alquiler;
Artículo 18. Son causales de desahucio las siguientes:
A. Falta de pago de tres meses de alquileres vencidos;
Artículo 19. La acción de desahucio por la causal a) del artículo 18º, quedará
extinguida con la cancelación de los alquileres devengados siempre que no exista
sentencia de primer grado y salvo casos de reincidencia.
Artículo 21. Es de la privativa jurisdicción y competencia de los Jueces
Instructores en lo Civil, el conocimiento en primera instancia de los juicios de
desahucio que se substanciarán únicamente como juicio sumario-verbal en el
término improrrogable de quince días y todos cargos, con sujeción a las normas
comunes del Procedimiento Civil".
De lo precitado claramente se identifica que el que arrienda ya sea en parte o su
totalidad un bien inmueble, tiene garantizado su goce y disfrute, lo que concierne
también a poder transitar libremente por los espacios comunes de dicho inmueble
(gradas, pasillos, zaguán), por ser lugares de paso.

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ACCIÓN DE ANULABILIDAD Y SU DIFERENCIA CON LA
ORDINARIZACIÓN DEL PROCESO EJECUTIVO O COACTIVO
Auto Supremo: 996/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Anulabilidad
La acción de anulabilidad en esencia es la acción que busca la ineficacia de un
contrato o acto jurídico en el que concurren todos los requisitos esenciales para la
formación de dicho acto (consentimiento, objeto y causa) pero adolece de un vicio
que afecta su estructura, sin embargo dicho vicio puede ser subsanado o
convalidado por acuerdo de partes, razón principal por la que dicha acción está
sujeta un término de prescripción (art. 556 del C.C.) a diferencia de la nulidad que
resulta una acción imprescriptible porque el vicio de invalidez del acto no es
subsanable o convalidable.
Acción que se encuetra regulada en el art. 554 del Código Civil que textualmente
dispone: “El contrato será anulable:
1) Por falta de consentimiento para su formación.
2) Por incapacidad de una de las partes contratantes. En este caso la persona
capaz no podrá reclamar la incapacidad del prohibido con quien ha contratado.
3) Porque una de las partes, aún sin haber sido declarada interdicta, era incapaz
de querer o entender en el momento de celebrarse el contrato, siempre que resulte
mala fe en la otra parte, apreciada por el perjuicio que se ocasione a la primera,
según la naturaleza del acto o por otra circunstancia.
4) Por violencia, dolo o error sustancial sobre la materia o sobre las cualidades de
la cosa.
5) Por error sustancial sobre la identidad o las cualidades de la persona cuando
ellas hayan sido la razón o motivo principal para la celebración del contrato.
6) En los demás casos determinados por la ley.”.
En estos antecedentes, concluiremos que estamos ante un instituto del derecho civil
que debe ser declarado judicialmente y podrá ser accionada por las personas
intervinientes en el contrato o sus herederos, que procede cuando una obligación,
un contrato o un acto jurídico tiene vicios en su nacimiento o formación que
pueden ser subsanados o confirmados por la voluntad de las partes, hasta los 5 años
de celebrado el acto.
Por otra parte, en cuanto a la Acción de Ordinarización del Proceso Ejecutivo o
Coactivo, es preciso citar el Auto Supremo Nº 672/2015 – L de 13 de agosto
respecto dicha acción ha orientado que: “El artículo 490 del CPC, modificado por
el artículo 28 de la Ley Nº 1760, establece que: “I.- Lo resuelto en el proceso
ejecutivo podrá ser modificado en proceso ordinario posterior. II.- Este
proceso podrá promoverse por cualquiera de las partes una vez ejecutoriada la
sentencia, en el plazo de seis meses. Vencido este plazo, caducará el derecho a
demandar la revisión del fallo dictado en el proceso ejecutivo. III.- El proceso
ordinario promovido se tramitará por separado ante juez de partido y no podrá
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paralizar la ejecución de la sentencia dictada en el proceso ejecutivo.”, en
relación a este precepto normativo resulta necesario realizar algunas
consideraciones respecto a sus alcances en la resolución de este tipo de procesos.
Si bien esta norma no señala en qué casos es viable la ordinarización del proceso
ejecutivo, es decir, en qué casos procede la revisión de la Sentencia. La doctrina,
al respecto, tiene dos criterios, el primero en base a una interpretación
restrictiva señala que la revisión no procede en todos los casos, sino sólo en
aquellos en que el ejecutado no pudo hacer valer las defensas con las que contaba
o no pudo probar con la necesaria amplitud, por consiguiente, si la cuestión se ha
debatido con amplia prueba en el proceso ejecutivo, la Sentencia dictada en esas
condiciones no amerita ser revisada en juicio ordinario. La interpretación en
sentido amplio parte de que en el proceso ejecutivo sólo se admiten excepciones
posteriores al título sin que sea admitido discutir la existencia de la obligación, la
Sentencia ejecutiva tiene un efecto puramente procesal (ejecutar o no ejecutar),
que no resuelve la relación jurídica substancial. En sentido amplio, el ejecutado
puede incluso no haber opuesto ninguna excepción en el proceso ejecutivo para
hacerlas valer en proceso posterior, u opuestas, no ha logrado probarlas o no han
sido admitidas, pues, el proceso ordinario sirve para que el ejecutado pruebe la
inexistencia de la obligación que resulte del título que sirvió de base a la
ejecución, o de lo contrario, para que el actor demuestre la inexistencia del hecho
alegado por el ejecutado.
Asimismo, la jurisprudencia constitucional delineada en la SC 0264/2011-R de 29
de marzo razono que lo que debe ser dilucidado en el proceso ordinario es lo
resuelto en la sentencia del ejecutivo; es decir, lo determinado con relación a la
demanda de pago en base a un título ejecutivo y/o sobre las excepciones opuestas
como medio de defensa legal, casos en los que presuntamente al ser el juicio
ejecutivo breve, entre otras características, no puede por su propia naturaleza
permitir como en un juicio de conocimiento, demostrarse la certeza de la
pretensión o de la excepción, no pudiendo entenderse; sin embargo, que lo que no
se cobró por la vía ejecutiva será cobrable al fin por vía de la ordinarización, pues
esta instancia, aunque tramitada mediante otro proceso, como es el ordinario, es
una continuación del ejecutivo para dilucidar sobre la pretensión de modificarse
lo resuelto, y declarar en su caso, la obligación o no de pago.
Sin embargo, lo resuelto en el proceso ejecutivo puede ser modificado en un
proceso ordinario posterior, mismo que tiene como objeto esencial examinar el
cumplimiento de los requisitos del primero, o sea, la competencia del Juez, si la
demanda se sustenta en una obligación de plazo vencido y sobre todo la calidad
del título ejecutivo; también revisará la legitimación de las partes, las excepciones
planteadas y su resolución, para concluir en las resoluciones asumidas por el
órgano jurisdiccional.”.
En este marco a efectos de aplicación al caso concreto resulta necesario precisar la
diferencia, de ambas acciones que en esencia tienen finalidades y objetos
diferentes, aunque no se desconoce la posibilidad de que ambas puedan ser
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planteadas de manera conjunta también existe la posibilidad de que la acción de
anulabilidad pueda plantearse como una cuestión accesoria a la acción de
ordinarización del Proceso Ejecutivo o Coactivo, es decir que la anulabilidad se
plantee dentro los fundamentos de la ordinarización del proceso ejecutivo o
coactivo por razones de economía procesal, eficiencia o eficacia, es posible que las
pretensiones de nulidad o anulabilidad de títulos ejecutivos puedan sustanciarse
dentro del mismo proceso de conocimiento u ordinarización conforme se orientó en
el Auto Supremo Nº 770/2014 de 30 de diciembre; caso en particular en el que
podría computarse el termino de los 6 meses para la ordinarización del proceso
ejecutivo o coactivo, esto en razón –reiteramos- a que la demanda principal es la
ordinarización del proceso; termino de caducidad establecido en el art. 490.II del
Código de Procedimiento Civil, que no resulta aplicable cuando la acción de
anulabilidad es planteada de manera independiente con fundamentos exclusivos de
dicha acción, caso en el que rige el termino de prescripción dispuesto en el art. 556
del C.C., desarrollado en el punto III.2 de la doctrina aplicable.

ACCION DE INCONSTITUCIONALIDAD CONCRETA, PROCEDENCIA


Auto Supremo: 863/2015
Sucre: 30 de septiembre 2015
El art. 132 de la Constitución Política del Estado establece: “Toda persona
individual o colectiva afectada por una norma jurídica contraria a la Constitución
tendrá derecho a presentar la Acción de Inconstitucionalidad, de acuerdo con los
procedimientos establecidos por la ley”; el subrayado no corresponde al texto
original.
Concordante con la norma Constitucional de referencia, se tiene a la Ley Nº 254
Código Procesal Constitucional que en su art. 79 señala: “Tienen legitimación
activa para interponer Acción de Inconstitucional Concreta, la Jueza, Juez,
Tribunal o Autoridad Administrativa que, de oficio o a instancia de una de las
partes, entienda que la resolución del proceso judicial o administrativo, dependa
de la constitucionalidad de la norma contra la que se promueva la acción”; el
subrayado nos corresponde.
Doctrinalmente, de acuerdo al criterio asumido por el constitucionalista y ex
Magistrado José Antonio Rivera Santivañez en su Obra “Jurisdicción
Constitucional”, Tercera Edición 2011 página 252 y 253, señala que son dos las
condiciones para promover la acción de inconstitucionalidad concreta:
1.- “La existencia de una duda razonable y fundada sobre la constitucionalidad de
la disposición legal aplicable al caso concreto. En efecto, la acción solo será
promovida en aquellos casos en los que al tramitarse un proceso judicial o
administrativo, surja, en el juez, tribunal o autoridad administrativa y, en su caso,
en una de las partes que intervienen en el proceso, una duda razonable respecto a
la constitucionalidad de la disposición legal o cualesquiera de sus normas que
será aplicada al resolver la causa principal o accesoria del proceso”.

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2.- “La vinculación necesaria entre la validez constitucional de la disposición
legal que será impugnada con la decisión que deba adoptar la autoridad judicial o
administrativa en el caso concreto, vale decir, la decisión que deba adoptar el
juez, tribunal o autoridad administrativa debe depender de la constitucionalidad o
inconstitucionalidad de la disposición legal. Esto quiere decir que la acción solo
procederá cuando la disposición legal, sobre cuya constitucionalidad exista duda,
tenga que ser necesariamente aplicada a la resolución del caso concreto
dilucidado dentro del proceso judicial o administrativo”.
El Tribunal Constitucional Plurinacional en el AC 751/2012-CA de 10 de
septiembre, estableció con mayor detalle las condiciones para la admisión de la
acción de inconstitucionalidad concreta disgregando en cuatro requisitos a ser
cumplidos de manera rigorosa conforme se describe a continuación:
(…)
“Dentro del marco normativo desarrollado precedentemente, se establece que el
legislador ha previsto los siguientes requisitos de contenido para la procedencia
del incidente de inconstitucionalidad: i) Debe ser promovido dentro de la
tramitación de un proceso judicial o administrativo por la autoridad encargada
del proceso, ya sea juez, tribunal o autoridad administrativa, de oficio o a solicitud
de alguna de las partes que intervienen en el proceso; ii) La mención de
la disposición legal cuya constitucionalidad se cuestiona y el precepto
constitucional que se considera infringido; iii) La existencia de duda razonable y
fundada sobre la constitucionalidad de la disposición legal aplicable al caso
concreto y la vinculación necesaria entre la validez constitucional de la norma con
la decisión que deba adoptar la autoridad judicial o administrativa; es decir, para
la procedencia de este recurso no basta con cuestionar la constitucionalidad de
la disposición legal sino que además la misma tenga que ser necesariamente
aplicada a la resolución del caso concreto a ser dilucidado dentro del proceso
judicial o administrativo; y, iv) La presentación del incidente hasta antes de la
ejecutoria de la sentencia por una sola vez”. Los subrayados nos corresponden.
Si bien los requisitos descritos corresponden ser examinados como mayor
rigurosidad a la Comisión de Admisión del Tribunal Constitucional Plurinacional,
empero ello no implica que la autoridad que se vea en la necesidad de promover o
rechazar una acción de inconstitucionalidad concreta tenga que pasar por alto
dichos requisitos.
Se debe tenerse presente que según el art. 132 de la Constitución Política del
Estado y 72 de la Ley Nº 254, la acción de inconstitucionalidad, sea ésta de
carácter abstracta o concreta, debe necesariamente recaer sobre una “norma
jurídica”, misma que según la propia Constitución y la Ley de referencia puede
recaer sobre una ley, estatuto autonómico, carta orgánica, decreto, como también
puede estar contenida en una ordenanza o en cualquier género de resolución no
judicial; debiendo estas dos últimas tener necesariamente la calidad de “norma
jurídica o disposición legal” como quiera denominarse, así además lo establece la
propia jurisprudencia constitucional, siendo éste el elemento fundamental y
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gravitante que resulta común a todos los demás requisitos enunciados
anteriormente.

ACCION DE REIVINDICACIÓN
Auto Supremo: 719/2015 – L
Sucre: 26 de Agosto 2015
Sobre el art. 1453 del Código Civil referente a la acción reivindicatoria, sobre el
mismo, corresponde precisar lo que el texto de dicha norma establece: “I. El
propietario que ha perdido la posesión de una cosa puede reivindicarla de quien la
posee o la detenta.”, de lo señalado se deduce que la reivindicación al ser una
acción real, tiene como objetivo la defensa de la propiedad y la respectiva posesión
que emerge de ella y está dirigida contra aquella persona que tenga la posesión de
la cosa sin ostentar ningún derecho o título que le faculte para la posesión, es decir
que la acción de reivindicación está destinada para quien haya perdido la posesión
de una cosa, pueda reclamar la restitución de la misma, en razón a que tiene
derecho a poseerla en contra del poseedor que no es propietario y que se encuentra
en posesión de la misma, vale decir que mediante la reivindicación lo que se
reclama es la posesión, para lo cual se debe demostrar el título de propiedad del
bien que se pretende restituir.
Por lo tanto el hecho de que el inmueble nunca fue poseído por la actora, no
conlleva la improcedencia del mismo, ya que como se dijo supra la doctrina orienta
que tres son los supuestos para la acción reivindicatoria: a) que el actor cuente con
derecho propietario de la cosa a reivindicar; b) que esté privado o destituido de
ésta; c) que la cosa se halle plenamente identificada; supuestos que fueron
cumplidos por la demandante, en razón que para la estimación de su pretensión
presentó su derecho propietario debidamente registrado del inmueble, a su vez se
probó que, como corroboran tanto la Sentencia como el Auto de Vista, estar
privada de su propiedad, misma que está plenamente identificada; elementos que
evidencian la consistencia de la pretensión reivindicatoria.
La acción reivindicatoria debe otorgarse a aquel propietario que no ostenta
posesión de su propiedad y pide restituírsele de aquel que ejerce la posesión,
aunque no haya tenido la posesión corporal del inmueble, es por ello que el Estado
mediante sus órganos jurisdiccionales deben resguardar el derecho de propiedad
que es garantizada conforme señala el art. 56 de la Constitución Política del
Estado, y en ese marco mientras aquel título de propiedad se encuentre vigente
tiene la eficacia requerida para instaurar la acción real de reivindicación.
El derecho de propiedad encierra también el derecho a poseer la cosa, la que
emerge de la titularidad que se tiene, por lo tanto el hecho de que el lote de terreno
no fuera poseído por la hoy demandante, no conlleva la improcedencia de la acción
de reivindicación, que en el caso en cuestión no existe mala interpretación del art.
1453 del Código Civil, pues del análisis de esta norma se entiende, que entre las
acciones de defensa de la propiedad, está la acción reivindicatoria, la cual se
encuentra bajo la previsión de que la misma se reserva al propietario que ha
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perdido la posesión de una cosa, siendo el primer requisito para la procedencia de
la referida acción, la existencia de un derecho de propiedad sobre la cosa cuya
reivindicación se demanda, esto tiene estrecha vinculación a lo determinado por el
art. 105 del Código Civil como el poder jurídico que permite usar, gozar y disponer
de una cosa, derecho de dominio que confiere a su titular la posesión civil o “jus
possidendi” y la natural o corporal o “jus possesionem”, esta última puede ser
ejercida o no por el propietario, estando así justificado el razonamiento de la
procedencia de la acción de reivindicación en el caso presente.
Al respecto la uniforme jurisprudencia de este Tribunal Supremo establece que el
derecho de propiedad encierra también el derecho a poseer la cosa, entre muchos se
tienen los Autos Supremos Nº 199, de 13 de octubre de 2004, Nº 204, de 1 de junio
de 2011, Nº 278, de 20 de agosto de 2012, Nº 414, de 04 de agosto de 2014, Nº
452, de 21 agosto de 2014, 557, de 03 de octubre de 2014, en los que se estableció
que para la procedencia de la reivindicación no es necesario estar en posesión
material de la cosa, o que se haya perdido la posesión, señalando en el primero de
ellos que: “…el solo hecho de tener título de propiedad, otorga al propietario el
corpus y animus sobre la cosa, ejerciendo el uso, goce y disposición sobre aquella,
facultándole además, el derecho de reivindicar la cosa de manos de un tercero,
aunque el demandante no hubiere estado en posesión material de la cosa en
litigio”, “Es prudente aclarar que este Tribunal Supremo en concordancia con el
criterio de la ex Corte Suprema de Justicia de la Nación, sentó la tesis que la
acción reivindicatoria es aquella de la que puede hacer uso el propietario que no
posee el bien inmueble frente al poseedor que no es propietario, incidimos en el
tema recurriendo al Autor Puig Brutau citado por Néstor Jorge Musto que en su
obra “Derechos Reales” señala –reivindicación- “es la acción que puede ejercitar
el propietario, que no posee contra el poseedor que, frente al propietario, no puede
alegar un título jurídico que justifique su posesión”. Por otro lado este Tribunal
precisó que el derecho propietario por su naturaleza, conlleva la “posesión”
emergente del derecho mismo, por lo que el propietario que pretende reivindicar
no necesariamente debió estar en posesión corporal o natural del bien, en
consideración que tiene la “posesión civil”, que está a su vez integrado por sus
elementos “corpus” y “ánimus” asistiéndole consecuentemente el Iusvindicandi o
derecho de reivindicar.”(A.S. 414/2014 de 04 de agosto de 2014).
ACCIÓN DE REIVINDICACIÓN
Auto Supremo: 666/2016
Sucre: 27 de junio 2016
Proceso: Acción negatoria, acción reivindicatoria, entrega de inmueble, más pago
de daños y perjuicios.
El Auto Supremo Nº 60/2014 de 11 de marzo de 2014, respecto del art. 1453 del
Código Civil señala: “I. El propietario que ha perdido la posesión de una cosa
puede reivindicarla de quien la posee o la detenta”; precepto legal que implica
que el desposeído puede recuperar la posesión de la cosa, mediante la restitución
de quien la posee. La reivindicación es una acción real, que tiene por objeto
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recuperar un bien, sobre el que se tiene derecho de propiedad, que está en manos
de terceros sin el consentimiento del titular.
El autor Arturo Alessandri R. (Tratado de los Derechos Reales, Tomo II, pág. 257)
señala que: “Por la acción reivindicatoria el actor no pretende que se declare su
derecho de dominio, puesto que afirma tenerlo sino que demanda la restitución de
la cosa a su poder por el que la posee.”
Conforme lo señalado podemos advertir que el art. 1453 del Código Civil al
imprimir que ésta acción le hace al “propietario que ha perdido la posesión” pone
de manifiesto que el legitimado activo es el propietario del bien para accionar la
reivindicación, siendo necesario que para reivindicar acredite el derecho de
propiedad, y es éste derecho que le permite usar, gozar y disponer de la cosa, por
imperio del art. 105 del sustantivo de la materia, derecho que le confiere a su
titularla posesión civil o jus possidendi y la natural o corporal o jus possesionem,
esta última puede o no ser ejercida por el propietario. Este razonamiento fue
vertido en repetidos fallos por la extinta Corte Suprema de Justicia que puso en
relieve que no necesariamente el titular, que pretende reivindicar, deba haber
estado en posesión física del inmueble, sino que su derecho propietariole otorga
posesión civil que le basta para reivindicar su propiedad; situación que se refleja
en el Auto Supremo Nº 80 de 04 de noviembre de 2004, Sala Civil Segunda, entre
otros.
La doctrina orienta que tres son los supuestos para la acción reivindicatoria: a) que
el actor cuente con derecho propietario de la cosa a reivindicar; b) que esté privado
o destituido de ésta; c) que la cosa se halle plenamente identificada; supuestos que
fueron cumplidos por el demandante, en razón que para la estimación de su
pretensión presentó su derecho propietario debidamente registrado del inmueble
que pretendía la reivindicación, a su vez se probó que, como corroboran tanto la
Sentencia como el Auto de Vista, estaba privado de su propiedad, misma que
estaba plenamente identificada, por lo que no existía confusión respecto a ese bien
inmueble; elementos que evidencian la consistencia de la pretensión
reivindicatoria.

ACCIÓN DE REIVINDICACIÓN
Auto Supremo: 189/2017
Sucre: 01 de marzo 2017
Proceso: Usucapión.
El art. 1453 del Código Civil señala: “I. El propietario que ha perdido la posesión
de una cosa puede reivindicarla de quien la posee o la detenta”; precepto legal que
implica que el desposeído puede recuperar la posesión de la cosa, mediante la
restitución de quien la posee. La reivindicación es una acción real, que tiene por
objeto recuperar un bien, sobre el que se tiene derecho de propiedad, que está en
manos de terceros sin el consentimiento del titular.
Se considere lo expuesto en el Auto Supremo No. 60/2014, de 11 de marzo de
2014, en la que se tiene expuesto que: “Conforme lo señalado podemos advertir
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que el art. 1453 del Código Civil al imprimir que ésta acción le hace al
“propietario que ha perdido la posesión” pone de manifiesto que el legitimado
activo es el propietario del bien para accionar la reivindicación, siendo necesario
que para reivindicar acredite el derecho de propiedad, y es éste derecho que le
permite usar, gozar y disponer de la cosa, por imperio del art. 105 del sustantivo
de la materia, derecho que le confiere a su titularla posesión civil o jus possidendi
y la natural o corporal o jus possesionem, esta última puede o no ser ejercida por
el propietario. Este razonamiento fue vertido en repetidos fallos por la extinta
Corte Suprema de Justicia que puso en relieve que no necesariamente el titular,
que pretende reivindicar, deba haber estado en posesión física del inmueble, sino
que su derecho propietariole otorga posesión civil que le basta para reivindicar su
propiedad; situación que se refleja en el Auto Supremo Nº 80 de 04 de noviembre
de 2004, Sala Civil Segunda, entre otros, que señala: “En efecto, el solo hecho de
tener título de propiedad, otorga al propietario el corpus y ánimus sobre la cosa,
ejerciendo el uso, goce y disposición sobre aquélla, facultándole además, el
derecho de reivindicar la cosa de manos de un tercero, así el demandante no
hubiere estado en posesión material de la cosa en litigio. Así el derecho de
propiedad se diferencia de las acciones posesorias, pues, en estas últimas, sí es
preciso la posesión física o corporal por parte de quien la invoca, lo que no sucede
con el primero…"; criterio jurisprudencial compartido por éste Tribunal Supremo
de Justicia que en repetido fallos advirtió que “…la acción reivindicatoria, es la
existencia de un derecho de propiedad sobre la cosa cuya reivindicación se
demanda. Sólo aquél que demuestra ostentar derecho propietario puede
reivindicar la cosa de quien la posea o detente. Derecho propietario, el cual por su
naturaleza, conlleva la „posesión‟ emergente del derecho mismo,
consiguientemente, no necesariamente debe estar en posesión corporal o natural
del bien, habida cuenta de que tiene la "posesión civil" que está integrada por sus
elementos „corpus y ánimus‟" (Auto Supremo Nº 98/2012).”
El autor Arturo Alessandri R. (Tratado de los Derechos Reales, Tomo II, pág. 257)
señala que: “Por la acción reivindicatoria el actor no pretende que se declare su
derecho de dominio, puesto que afirma tenerlo sino que demanda la restitución de
la cosa a su poder por el que la posee.”

ACCIÓN DE REIVINDICACIÓN
Auto Supremo: 288/2016
Sucre: 01 de abril 2016
Proceso: Usucapión Decenal o Extraordinaria
La Jurisprudencia sobre el tema ha orientado a través del Auto Supremo
Nº 113/2015 de 13 de febrero, en el entendido de que: “…Sobre su denuncia de
violación, interpretación errónea o aplicación indebida de la ley (…) el art. 1453
del Código Civil. “I. El propietario que ha perdido la posesión de una cosa puede
reivindicarla de quien la posee o la detenta”, de lo señalado se deduce que la
reivindicación al ser una acción real, tiene como objetivo la defensa de la
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propiedad y la respectiva posesión que emerge de ella y está dirigida contra
aquella persona que tenga la posesión de la cosa sin ostentar ningún derecho o
título que le faculte para la posesión, es decir que la acción de reivindicación está
destinada para quien haya perdido la posesión de una cosa, pueda reclamar la
restitución de la misma, en razón a que tiene derecho a poseerla en contra del
poseedor que no es propietario y que se encuentra en posesión de la misma, vale
decir que mediante la reivindicación lo que se reclama es la posesión, para lo cual
se debe demostrar el título de propiedad del bien que se pretende restituir; es decir
que la prueba para que proceda la reivindicación, como lo señala el autor
Alexander Rioja Bermúdez en su artículo “Mejor Derecho de Propiedad y
Reivindicación”, son tres los requisitos: el derecho de dominio de quien se
pretende dueño, la determinación de la cosa que se pretende reivindicar y la
posesión de la cosa por el demandado, frente a estos requisitos, el que pretende la
restitución de la cosa, debe probar su derecho de dominio sobre la cosa que trata
de reivindicar; de igual forma debe probar, la posesión de la cosa por la parte
demandada; y finalmente, la identificación de la cosa que reivindica con
documentación con la que se acredita el derecho propietario (…) de igual forma,
mediante el acta de inspección judicial que cursa a fs.138 y vta., se acreditó la
ubicación exacta del inmueble y que el recurrente se encuentra en posesión del
inmueble objeto de la litis; es decir que la parte demandada cumplió con los
requisitos exigidos para la procedencia de la reivindicación.
Ahora bien, respecto a la denuncia de que la reivindicación no procedería si el
bien inmueble es poseído con consentimiento del dueño y contra el poseedor
(…) es necesario aclarar que la reivindicación por su naturaleza y como ya se
manifestó anteriormente, conlleva recuperar la posesión, no siendo necesario para
los propietarios, demostrar que se estuvo en posesión corporal del bien o que se
sufrió un despojo, puesto que la uniforme jurisprudencia de la extinta Corte
Suprema de Justicia con la que éste Tribunal Supremo comparte criterio,
estableció que el derecho de propiedad encierra también el derecho a poseer la
cosa, la que emerge de la titularidad que se tiene; por lo tanto, el hecho de que el
actor haya aludido consentimiento y que ingresó al bien inmueble motivo de litigio
en calidad de comprador ocupando el mismo, empero sin que acredite de su parte
conforme a derecho con título alguno su calidad de titular del bien inmueble
objeto de litigio, no conlleva la improcedencia de la acción de reivindicación,
porque precisamente el demandante a más de confesar una compra efectuada cuyo
importe no habría sido cumplido en su totalidad, no ha demostrado con título
idóneo su calidad de propietario definitivo y de titular del bien inmueble objeto
de la litis, lo que de por si hace inconsistente el agravio denunciado…”.
Por otra parte respecto a la valoración de la prueba, así como la infracción de los
arts. 138 del C.C., 399, 400, 427 y 476 del C.P.C. (…) Sobre este punto
corresponde previamente señalar lo que el art. 87 del Código Civil establece
respecto de la posesión, entendiendo a esta como el poder de hecho que se ejerce
sobre una cosa mediante actos que denotan la intención de tener sobre ella el
P á g i n a 16 | 846
derecho de propiedad u otro derecho real, de igual forma, este artículo señala que,
una persona posee por sí misma o por medio de otra que tiene la detentación de la
cosa, entendiéndose como detentador a los inquilinos, anticresistas, usufructuarios
u ocupantes, quienes por su condición de transitorios, no ejercitan posesión por si
mismos sino para el propietario o verdadero poseedor del bien; asimismo, resulta
pertinente indicar que para la procedencia de la pretensión de usucapión decenal
o extraordinaria que fue planteada por el recurrente, se deben cumplir con ciertos
requisitos que son necesarios, es decir, que deben concurrir los dos elementos de
la posesión, que son: el corpus, que es la aprehensión material de la cosa y, el
animus, que se entiende como el hecho de manifestarse como propietario de la
cosa, posesión que debe ser pública, pacífica, continuada e ininterrumpida por
más de diez años; elementos que la diferencian del resto de las figuras jurídicas
como la detentación, ocupación y otros que solo constituyen actos de tolerancia
que no fundan posesión, con relación a la detentación, el art. 89 del Código Civil,
señala que: “Quien comenzó siendo detentador no puede adquirir la posesión
mientras su título no se cambie, sea por causa proveniente de un tercero o por su
propia oposición frente al poseedor por cuenta de quien detentaba la cosa
alegando un derecho real. Esto se aplica también a los sucesores a titulo
universal”. En consecuencia no es evidente que para la procedencia de la
usucapión solo sería necesario demostrar la posesión continuada durante diez
años, sino también se debe dar estricto cumplimiento a los requisitos
precedentemente referidos”.
También corresponde describir la teoría de la “interversión del título” que podrá
sustentar los fundamentos del presente fallo y absolver las acusaciones de los
recurrente, así se dirá que este Tribunal emitió el A.S. Nº 209/2016 de 11 de marzo,
en el entendido de que: “…la teoría de la interversión del título” la actora no ha
demostrado con prueba idónea cuando su título de detentadora ha cambiado al de
poseedora como se dijo anteriormente para demostrar el transcurso efectivo del
tiempo para la pretensión de usucapión decenal, más aún si ha reconocido el
derecho propietario sobre el bien inmueble motivo de litigio al firmar un acuerdo
transaccional con el propietario, al respecto es clara la norma alegada como
vulnerada, es decir el art. 89 del Código Civil "Quien comenzó siendo detentador
no puede adquirir la posesión mientras su título no se cambie, sea por causa
proveniente de un tercero o por su propia oposición frente al poseedor por cuenta
de quien detentaba la cosa alegando un derecho real. Esto se aplica también a los
sucesores a título universal" (…) La citada disposición expresa en su primera
parte el principio general de que nadie puede cambiar por sí mismo la causa de la
posesión (nemo ipse sibi causam possessionis mutare potest). Sin embargo, la
norma citada no tiene un carácter absoluto, por el contrario ella misma prevé los
supuestos en que opera el cambio de detentador a poseedor, identificando estos: 1)
por causa proveniente de un tercero; 2) por propia oposición frente al poseedor
por cuenta de quien detentaba la cosa. Al respecto Ripert nombrado por
Gonzalo Castellanos Trigo en su libro "Posesión, Usucapión y
P á g i n a 17 | 846
reivindicación señala: "...que el tenedor puede transformarse en
poseedor verdadero y detentar la cosa de un modo útil . Esta
transformación no resulta un simple cambio de voluntad de parte del detentador,
por lo que debe abandonar su título primitivo con hechos; por lo que debe operar
un reemplazo de la posesión precaria por una posesión verdadera. Esa
interversión tiene lugar de dos maneras: 1º. Por una causa que proviene de un
tercero y 2º. Por una contradicción a los derechos del propietario". O como señala
el autor Néstor Jorge Musto, en su obra Derechos Reales: "Para que exista
interversión del título, no bastan las simples manifestaciones de voluntad, (...), sino
que la actitud debe consistir en hechos exteriores que impliquen una verdadera
contradicción a los derechos del propietario, un verdadero alzamiento contra su
derecho, que puede revestir la forma judicial, aunque no es necesario que se
plantee un litigio, o actos de fuerza que impidan al propietario el ejercicio de su
derecho. Estos actos, por lo tanto, deben revestir un carácter ostensible e
inequívoco para tener la consecuencia que la introversión apareja, cual es la de
convertir la tenencia en posesión".

ACCIÓN MEJOR DERECHO PROPIETARIO


Auto Supremo: 92/2017
Sucre: 02 de febrero 2017
Proceso: Mejor derecho propietario, nulidad de registro en Derechos Reales.
Al respecto, corresponde señalar que el art. 1545 del Código Civil Dispone que: “Si
por actos distintos ha transmitido el propietario los mismos bienes inmuebles a
diferentes personas, la propiedad pertenece al adquiriente que haya inscrito
primero su título”.
La línea jurisprudencial asumida por este Tribunal, ha orientado en el Auto
Supremos Nº 588/2014 de 17 de octubre que: “para la procedencia de la acción de
mejor derecho propietario respecto a bienes sujeto a registro, se requiere de tres
condiciones o requisitos a ser cumplidos: 1.- Que el actor haya inscrito en el
Registro Público su título de dominio sobre el bien que ostenta su derecho
propietario con anterioridad a la inscripción del título de dominio que tuvieren
otros adquirentes del mismo bien; 2.- Que el título de dominio del actor y del
demandado provengan de un mismo origen o propietario, y 3.- La identidad o
singularidad del bien o cosa que se demanda de mejor derecho de propiedad”.
Asimismo en el Auto Supremo Nº 618/2014 de 30 de octubre se razonó
que:”…sobre dicho articulado este Tribunal emitió el Auto Supremo N° 89/2012
de 25 de abril, que estableció: “…una acción de reconocimiento de mejor derecho
propietario, el presupuesto esencial, radica en la identidad de la cosa, respecto a
la cual dos o más personas reclaman derecho de propiedad; en otras palabras, la
acción de reconocimiento de mejor derecho de propiedad, supone necesariamente
la existencia de una misma cosa, cuya titularidad es discutida por dos o más
personas…”, la norma de referencia establece el hipotético de que en el caso de
que existan dos o más personas con título de propiedad sobre un mismo bien
P á g i n a 18 | 846
adquiridos de un mismo vendedor, la norma concede el derecho al que ha
registrado con prioridad su título, esa es la regla; empero de ello, de acuerdo a la
concepción extensiva de la norma de referencia, también debe aplicarse a los
hipotéticos de presentarse dos o más personas que aleguen ser propietarios de un
mismo bien inmueble, que pese de no haber adquirido el inmueble (predio) del
mismo vendedor, sino que cada uno de estos propietarios hubieran adquirido el
bien inmueble de distintos vendedores y cuyos antecesores también ostenten título
de propiedad, caso para el cual se deberá confrontar el antecedente dominial de
cada uno de estos propietarios y su antecesores, con el objeto de verificar de que
se trate de los mismos terrenos (total o parcialmente), para verificar cuál de los
títulos de propiedad fue registrado con prioridad en el registro de Derechos Reales
y por otra también corresponderá analizar si el título alegado por las partes
mantiene o no su validez, para de esta manera otorgar el mejor derecho de
propiedad, sea en forma total (cuando los títulos de las partes se refieran a la
misma superficie) o en forma parcial (cuando los títulos de las partes solo hayan
coincidido en una superficie parcial)”. Es decir, que para resolver sobre una
pretensión de mejor derecho de propiedad el presupuesto es que existan dos títulos
de propiedad válidos sobre un mismo inmueble, en cuyo mérito corresponde al
juzgador definir cuál de los titulares debe ser preferido por el derecho, provengan
ambos títulos de un mismo vendedor común o no, y tengan o no un mismo
antecedente dominial.
En este mismo sentido se ha orientado a través del Auto Supremo Nº 408/2015 de 9
de Junio que: “…para que proceda el mejor derecho propietario, señalando
además reglas de como los de instancia deben fallar, los presupuesto señalados
por el recurrente se adecuan a lo razonado por este Supremo Tribunal a través del
Auto Supremo Nº 92/2013 que al respecto orientó: “…a los fines de determinar el
mejor derecho propietario entre dos contendientes, necesariamente se debe contar
con los siguientes presupuestos: el primero, referido a que exista más de un
propietario que alegue dominio sobre un mismo bien, demostrándose a tal efecto
que el inmueble adquirido proviene de un mismo dueño o que el antecedente
dominial corresponda a uno común; el segundo, que el inmueble tenga la misma
ubicación geográfica disputada entre contendientes; finalmente el tercero referido
a que el peticionante hubiera registrado primero su derecho propietario en las
oficinas de Derechos Reales, publicitando el mismo a los efectos de hacer oponible
frente a terceros;…”.
Ahora bien, en cuanto al segundo presupuesto resulta conveniente citar lo
razonado en el Auto Supremo Nº 648/2013 que textualmente dice: “La
interpretación del art. 1545 del Código Civil debe ser en sentido amplio en lo
referente al propietario de quien emana los títulos de propiedad del inmueble, por
cuanto el autor no debe ser entendido como causante inmediato sino en establecer
el origen del derecho propietario común, acudiendo al principio del tracto
sucesivo…”, en esta lógica corresponde precisar que con esta aclaración, los
presupuestos señalados supra que determinan la procedencia del mejor derecho
P á g i n a 19 | 846
propietario, están referidos a la declaración y reconocimiento de prevalencia y
eficacia jurídica de un derecho de propiedad sobre otro derecho de propiedad,
pero con la certeza de que se trata del mismo inmueble, es decir el actor reconoce
que el demandado cuenta con derecho propietario sobre el mismo inmueble
alegando tener la titularidad preferente o superior al del demandado”.
Este mismo Auto Supremo Nº 648/2013 de 11 de diciembre citando el Auto
Supremo Nº 46 de 9 de febrero de 2011 que señaló: “…frente a una demanda de
mejor derecho propietario, es necesario, en principio acreditar que el derecho
propietario del actor como del demandado emergen de un mismo vendedor o lo
que es lo mismo tienen un mismo origen, conforme establece el artículo 1545 del
Código. Pero, la interpretación de esa disposición no se limita a un sentido
restringido, es decir a establecer que el causante del actor y del demandado sea la
misma persona, por el contrario, en sentido amplio, dicha determinación orienta a
establecer el origen del derecho propietario, vale decir establecer si los derechos
contrastados tienen un mismo origen.
Siguiendo con el análisis, resulta importante determinar el antecedente del
dominio por cuanto es desde ahí de donde se establece los derechos, pues la
cadena de transmisiones acreditará el derecho de sus antecesores otorgando
legitimidad al título del contendiente.
Ahora bien, es posible que en este análisis del tracto sucesivo de ambos
contendientes, no se arribe a un antecedente común, en cuyo caso la solución del
mejor derecho de propiedad no pasa por establecer la prioridad de registro de uno
u otro contendiente o de sus antecedentes, sino por determinar en base a otros
criterios el mejor derecho de propiedad, para lo cual resulta indispensable
también realizar un análisis del antecedente dominial del origen de los derechos
de propiedad en contienda”.
En este antecedente se puede concluir que actualmente no se puede negar una
pretensión de mejor derecho propietario por el simple hecho de que los títulos
propietarios de las partes no devienen de un vendedor común, manteniendo una
análisis restringido de la norma que no condice con el principio de eficacia de la
justicia ordinaria ni resuelve el conflicto de partes, fin esencial del estado; por lo
que en el caso de que no concurra el presupuesto de que un mismo vendedor
hubiese transferido la propiedad tanto al actor como al demandado, la dilucidación
del mejor derecho propietario no debe resolverse siguiendo el principio de
prelación del registro, sin antes hacer un minucioso estudio de la tradición de
dominio que existió en ambos títulos y establecer mediante el análisis de ésta
cadena de hechos si en sus antecedentes de dominio existe un causante común que
habría transmitido la propiedad a distintos propietarios que constituyan a su vez el
antecedente dominial del demandante y del demandado y establecer mediante el
análisis de ésta cadena de hechos a quien le corresponde el mejor derecho
propietario.

ACCIÓN MEJOR DERECHO PROPIETARIO


P á g i n a 20 | 846
Auto Supremo: 168/2017
Sucre: 20 de febrero 2017
Proceso: Mejor derecho de propiedad y reivindicación.
Al respecto, corresponde señalar que el art. 1545 del Código Civil Dispone que: “Si
por actos distintos ha transmitido el propietario los mismos bienes inmuebles a
diferentes personas, la propiedad pertenece al adquiriente que haya inscrito
primero su título”.
La línea jurisprudencial asumida por este Tribunal, ha orientado en el Auto
Supremos Nº 588/2014 de 17 de octubre que: “para la procedencia de la acción de
mejor derecho propietario respecto a bienes sujeto a registro, se requiere de tres
condiciones o requisitos a ser cumplidos: 1.- Que el actor haya inscrito en el
Registro Público su título de dominio sobre el bien que ostenta su derecho
propietario con anterioridad a la inscripción del título de dominio que tuvieren
otros adquirentes del mismo bien; 2.- Que el título de dominio del actor y del
demandado provengan de un mismo origen o propietario, y 3.- La identidad o
singularidad del bien o cosa que se demanda de mejor derecho de
propiedad” (Las negrillas pertenecen a la presente resolución). Asimismo en el
Auto Supremo Nº 618/2014 de 30 de octubre se razonó que:“…sobre dicho
articulado este Tribunal emitió el Auto Supremo N° 89/2012 de 25 de abril, que
estableció: “…una acción de reconocimiento de mejor derecho propietario, el
presupuesto esencial, radica en la identidad de la cosa, respecto a la cual dos o
más personas reclaman derecho de propiedad; en otras palabras, la acción de
reconocimiento de mejor derecho de propiedad, supone necesariamente la
existencia de una misma cosa, cuya titularidad es discutida por dos o más
personas…”, la norma de referencia establece el hipotético de que en el caso de
que existan dos o más personas con título de propiedad sobre un mismo bien
adquiridos de un mismo vendedor, la norma concede el derecho al que ha
registrado con prioridad su título, esa es la regla; empero de ello, de acuerdo a la
concepción extensiva de la norma de referencia, también debe aplicarse a los
hipotéticos de presentarse dos o más personas que aleguen ser propietarios de un
mismo bien inmueble, que pese de no haber adquirido el inmueble (predio) del
mismo vendedor, sino que cada uno de estos propietarios hubieran adquirido el
bien inmueble de distintos vendedores y cuyos antecesores también ostenten título
de propiedad, caso para el cual se deberá confrontar el antecedente dominial de
cada uno de estos propietarios y su antecesores, con el objeto de verificar de que
se trate de los mismos terrenos (total o parcialmente), para verificar cuál de los
títulos de propiedad fue registrado con prioridad en el registro de Derechos Reales
y por otra también corresponderá analizar si el título alegado por las partes
mantiene o no su validez, para de esta manera otorgar el mejor derecho de
propiedad, sea en forma total (cuando los títulos de las partes se refieran a la
misma superficie) o en forma parcial (cuando los títulos de las partes solo hayan
coincidido en una superficie parcial)”. (Las negrillas pertenecen a esta resolución).
Es decir, que para resolver sobre una pretensión de mejor derecho de propiedad el
P á g i n a 21 | 846
presupuesto es que existan dos títulos de propiedad válidos sobre un mismo
inmueble, en cuyo mérito corresponde al juzgador definir cuál de los titulares debe
ser preferido por el derecho, provengan ambos títulos de un mismo vendedor
común o no, y tengan o no un mismo antecedente dominial.
En este mismo sentido se ha orientado a través del Auto Supremo Nº 408/2015 de 9
de Junio que: “…para que proceda el mejor derecho propietario, señalando
además reglas de como los de instancia deben fallar, los presupuesto señalados
por el recurrente se adecuan a lo razonado por este Supremo Tribunal a través del
Auto Supremo Nº 92/2013 que al respecto orientó: “…a los fines de determinar el
mejor derecho propietario entre dos contendientes, necesariamente se debe contar
con los siguientes presupuestos: el primero, referido a que exista más de un
propietario que alegue dominio sobre un mismo bien, demostrándose a tal efecto
que el inmueble adquirido proviene de un mismo dueño o que el antecedente
dominial corresponda a uno común; el segundo, que el inmueble tenga la misma
ubicación geográfica disputada entre contendientes; finalmente el tercero referido
a que el peticionante hubiera registrado primero su derecho propietario en las
oficinas de Derechos Reales, publicitando el mismo a los efectos de hacer oponible
frente a terceros;…”.
Ahora bien, en cuanto al segundo presupuesto resulta conveniente citar lo
razonado en el Auto Supremo Nº 648/2013 que textualmente dice: “La
interpretación del art. 1545 del Código Civil debe ser en sentido amplio en lo
referente al propietario de quien emana los títulos de propiedad del inmueble, por
cuanto el autor no debe ser entendido como causante inmediato sino en establecer
el origen del derecho propietario común, acudiendo al principio del tracto
sucesivo…”, en esta lógica corresponde precisar que con esta aclaración, los
presupuestos señalados supra que determinan la procedencia del mejor derecho
propietario, están referidos a la declaración y reconocimiento de prevalencia y
eficacia jurídica de un derecho de propiedad sobre otro derecho de propiedad,
pero con la certeza de que se trata del mismo inmueble, es decir el actor reconoce
que el demandado cuenta con derecho propietario sobre el mismo inmueble
alegando tener la titularidad preferente o superior al del demandado”.
Este mismo Auto Supremo Nº 648/2013 de 11 de diciembre citando el Auto
Supremo Nº 46 de 9 de febrero de 2011 que señaló: “…frente a una demanda de
mejor derecho propietario, es necesario, en principio acreditar que el derecho
propietario del actor como del demandado emergen de un mismo vendedor o lo
que es lo mismo tienen un mismo origen, conforme establece el artículo 1545 del
Código. Pero, la interpretación de esa disposición no se limita a un sentido
restringido, es decir a establecer que el causante del actor y del demandado sea la
misma persona, por el contrario, en sentido amplio, dicha determinación orienta a
establecer el origen del derecho propietario, vale decir establecer si los derechos
contrastados tienen un mismo origen.
Siguiendo con el análisis, resulta importante determinar el antecedente del
dominio por cuanto es desde ahí de donde se establece los derechos, pues la
P á g i n a 22 | 846
cadena de transmisiones acreditará el derecho de sus antecesores otorgando
legitimidad al título del contendiente.
Ahora bien, es posible que en este análisis del tracto sucesivo de ambos
contendientes, no se arribe a un antecedente común, en cuyo caso la solución del
mejor derecho de propiedad no pasa por establecer la prioridad de registro de uno
u otro contendiente o de sus antecedentes, sino por determinar en base a otros
criterios el mejor derecho de propiedad, para lo cual resulta indispensable
también realizar un análisis del antecedente dominial del origen de los derechos
de propiedad en contienda”.
En este antecedente se puede concluir que actualmente no se puede negar una
pretensión de mejor derecho propietario por el simple hecho de que los títulos
propietarios de las partes no devienen de un vendedor común, manteniendo una
análisis restringido de la norma que no condice con el principio de eficacia de la
justicia ordinaria ni resuelve el conflicto de partes, fin esencial del estado; por lo
que en el caso de que no concurra el presupuesto de que un mismo vendedor
hubiese transferido la propiedad tanto al actor como al demandado, la dilucidación
del mejor derecho propietario no debe resolverse siguiendo el principio de
prelación del registro, sin antes hacer un minucioso estudio de la tradición de
dominio que existió en ambos títulos y establecer mediante el análisis de ésta
cadena de hechos si en sus antecedentes de dominio existe un causante común que
habría transmitido la propiedad a distintos propietarios que constituyan a su vez el
antecedente dominial del demandante y del demandado y establecer mediante el
análisis de ésta cadena de hechos a quien le corresponde el mejor derecho
propietario.

ACCIÓN MEJOR DERECHO PROPIETARIO


Auto Supremo: 1066/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Mejor Derecho Propietario y otros.
Al respecto, corresponde señalar que el art. 1545 del Código Civil Dispone que: “Si
por actos distintos ha transmitido el propietario los mismos bienes inmuebles a
diferentes personas, la propiedad pertenece al adquiriente que haya inscrito
primero su título”.
La línea jurisprudencial asumida por este Tribunal, ha orientado en el Auto
Supremos Nº 588/2014 de 17 de octubre que: “para la procedencia de la acción de
mejor derecho propietario respecto a bienes sujeto a registro, se requiere de tres
condiciones o requisitos a ser cumplidos: 1.- Que el actor haya inscrito en el
Registro Público su título de dominio sobre el bien que ostenta su derecho
propietario con anterioridad a la inscripción del título de dominio que tuvieren
otros adquirentes del mismo bien; 2.- Que el título de dominio del actor y del
demandado provengan de un mismo origen o propietario, y 3.- La identidad o
singularidad del bien o cosa que se demanda de mejor derecho de propiedad”.
Asimismo en el Auto Supremo Nº 618/2014 de 30 de octubre se razonó
P á g i n a 23 | 846
que:”…sobre dicho articulado este Tribunal emitió el Auto Supremo N° 89/2012
de 25 de abril, que estableció: “…una acción de reconocimiento de mejor derecho
propietario, el presupuesto esencial, radica en la identidad de la cosa, respecto a
la cual dos o más personas reclaman derecho de propiedad; en otras palabras, la
acción de reconocimiento de mejor derecho de propiedad, supone necesariamente
la existencia de una misma cosa, cuya titularidad es discutida por dos o más
personas…”, la norma de referencia establece el hipotético de que en el caso de
que existan dos o más personas con título de propiedad sobre un mismo bien
adquiridos de un mismo vendedor, la norma concede el derecho al que ha
registrado con prioridad su título, esa es la regla; empero de ello, de acuerdo a la
concepción extensiva de la norma de referencia, también debe aplicarse a los
hipotéticos de presentarse dos o más personas que aleguen ser propietarios de un
mismo bien inmueble, que pese de no haber adquirido el inmueble (predio) del
mismo vendedor, sino que cada uno de estos propietarios hubieran adquirido el
bien inmueble de distintos vendedores y cuyos antecesores también ostenten título
de propiedad, caso para el cual se deberá confrontar el antecedente dominial de
cada uno de estos propietarios y su antecesores, con el objeto de verificar de que
se trate de los mismos terrenos (total o parcialmente), para verificar cuál de los
títulos de propiedad fue registrado con prioridad en el registro de Derechos Reales
y por otra también corresponderá analizar si el título alegado por las partes
mantiene o no su validez, para de esta manera otorgar el mejor derecho de
propiedad, sea en forma total (cuando los títulos de las partes se refieran a la
misma superficie) o en forma parcial (cuando los títulos de las partes solo hayan
coincidido en una superficie parcial)”. Es decir, que para resolver sobre una
pretensión de mejor derecho de propiedad el presupuesto es que existan dos títulos
de propiedad válidos sobre un mismo inmueble, en cuyo mérito corresponde al
juzgador definir cuál de los titulares debe ser preferido por el derecho, provengan
ambos títulos de un mismo vendedor común o no, y tengan o no un mismo
antecedente dominial.
En este mismo sentido se ha orientado a través del Auto Supremo Nº 408/2015 de 9
de Junio que: “…para que proceda el mejor derecho propietario, señalando
además reglas de como los de instancia deben fallar, los presupuesto señalados
por el recurrente se adecuan a lo razonado por este Supremo Tribunal a través del
Auto Supremo Nº 92/2013 que al respecto orientó: “…a los fines de determinar el
mejor derecho propietario entre dos contendientes, necesariamente se debe contar
con los siguientes presupuestos: el primero, referido a que exista más de un
propietario que alegue dominio sobre un mismo bien, demostrándose a tal efecto
que el inmueble adquirido proviene de un mismo dueño o que el antecedente
dominial corresponda a uno común; el segundo, que el inmueble tenga la misma
ubicación geográfica disputada entre contendientes; finalmente el tercero referido
a que el peticionante hubiera registrado primero su derecho propietario en las
oficinas de Derechos Reales, publicitando el mismo a los efectos de hacer oponible
frente a terceros;…”.
P á g i n a 24 | 846
Ahora bien, en cuanto al segundo presupuesto resulta conveniente citar lo
razonado en el Auto Supremo Nº 648/2013 que textualmente dice: “La
interpretación del art. 1545 del Código Civil debe ser en sentido amplio en lo
referente al propietario de quien emana los títulos de propiedad del inmueble, por
cuanto el autor no debe ser entendido como causante inmediato sino en establecer
el origen del derecho propietario común, acudiendo al principio del tracto
sucesivo…”, en esta lógica corresponde precisar que con esta aclaración, los
presupuestos señalados supra que determinan la procedencia del mejor derecho
propietario, están referidos a la declaración y reconocimiento de prevalencia y
eficacia jurídica de un derecho de propiedad sobre otro derecho de propiedad,
pero con la certeza de que se trata del mismo inmueble, es decir el actor reconoce
que el demandado cuenta con derecho propietario sobre el mismo inmueble
alegando tener la titularidad preferente o superior al del demandado”.
Este mismo Auto Supremo Nº 648/2013 de 11 de diciembre citando el Auto
Supremo Nº 46 de 9 de febrero de 2011 que señaló: “…frente a una demanda de
mejor derecho propietario, es necesario, en principio acreditar que el derecho
propietario del actor como del demandado emergen de un mismo vendedor o lo
que es lo mismo tienen un mismo origen, conforme establece el artículo 1545 del
Código. Pero, la interpretación de esa disposición no se limita a un sentido
restringido, es decir a establecer que el causante del actor y del demandado sea la
misma persona, por el contrario, en sentido amplio, dicha determinación orienta a
establecer el origen del derecho propietario, vale decir establecer si los derechos
contrastados tienen un mismo origen.
Siguiendo con el análisis, resulta importante determinar el antecedente del
dominio por cuanto es desde ahí de donde se establece los derechos, pues la
cadena de transmisiones acreditará el derecho de sus antecesores otorgando
legitimidad al título del contendiente.
Ahora bien, es posible que en este análisis del tracto sucesivo de ambos
contendientes, no se arribe a un antecedente común, en cuyo caso la solución del
mejor derecho de propiedad no pasa por establecer la prioridad de registro de uno
u otro contendiente o de sus antecedentes, sino por determinar en base a otros
criterios el mejor derecho de propiedad, para lo cual resulta indispensable
también realizar un análisis del antecedente dominial del origen de los derechos
de propiedad en contienda”.
En este antecedente se puede concluir que actualmente no se puede negar una
pretensión de mejor derecho propietario por el simple hecho de que los títulos
propietarios de las partes no devienen de un vendedor común, manteniendo una
análisis restringido de la norma que no condice con el principio de eficacia de la
justicia ordinaria ni resuelve el conflicto de partes, fin esencial del estado; por lo
que en el caso de que no concurra el presupuesto de que un mismo vendedor
hubiese transferido la propiedad tanto al actor como al demandado, la dilucidación
del mejor derecho propietario no debe resolverse siguiendo el principio de
prelación del registro, sin antes hacer un minucioso estudio de la tradición de
P á g i n a 25 | 846
dominio que existió en ambos títulos y establecer mediante el análisis de ésta
cadena de hechos si en sus antecedentes de dominio existe un causante común que
habría transmitido la propiedad a distintos propietarios que constituyan a su vez el
antecedente dominial del demandante y del demandado y establecer mediante el
análisis de ésta cadena de hechos a quien le corresponde el mejor derecho
propietario.

ACCIÓN NEGATORIA
Auto Supremo: 65/2017
Sucre: 01 de febrero 2017
Proceso: Acción Negatoria y Mejor Derecho de Propiedad.
El Auto Supremo No. 42/2012 de 7 de marzo de 2012 ente otros señaló que: “El
artículo 1445 del Código Civil, bajo el nomen juris de "acción negatoria"
establece que: "I. El propietario puede demandar a quien afirme tener derechos
sobre la cosa y pedir que se reconozca la inexistencia de tales derechos. II. Si
existen perturbaciones o molestias, el propietario puede pedir el cese de ellas y el
resarcimiento del daño."
Al respecto, la doctrina nos enseña que el artículo 1455 del sustantivo civil,
proporciona al propietario la acción negatoria servitutis, mediante la cual, éste
desconoce un derecho real que sobre la cosa de su propiedad alegare alguien. Su
objeto, es obtener una sentencia declarativa que establezca que la cosa está libre y
franca de determinada carga, o que la carga es inexistente, puede tratarse de
servidumbre, usufructo, uso inmobiliario, habitación. Al propietario le basta
demostrar su derecho, mientras que al demandado le corresponde probar la
existencia del derecho real que alega sobre la cosa ajena.
En ese contexto, establecida la naturaleza jurídica del instituto objeto de litis se
establece que la interpretación desarrollada por el tribunal a quo, confirmada por
el ad quem es acertada, porque estableció que al haber acreditado los
demandados tener título de propiedad, no le correspondía declarar la inexistencia
de ese derecho de propiedad, en otras palabras estableció que la acción negatoria
no es la vía idónea para dilucidar y determinar a quién le asiste mejor derecho de
propiedad, por cuanto la acción negatoria permite al propietario demandar a
quien afirme tener algún derecho real sobre la cosa de su propiedad y pedir se
reconozca la inexistencia de tal derecho, aspecto que opera siempre y cuando el
demandado no demuestre la existencia del pretendido derecho, empero cuando el
demandado prueba ser titular del derecho real -principal o accesorio- que alega,
la acción debe ser declarada improbada, toda vez que, como es lógico, no podría
declararse la inexistencia del derecho real acreditado por el demandado, en cuyo
caso la dilucidación de la validez del derecho real principal o accesorio
acreditado por la parte demandada, o en su caso la dilucidación del mejor derecho
de propiedad deberá hacerse por otra vía.”

ACCIÓN NEGATORIA
P á g i n a 26 | 846
Auto Supremo: 412/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Acción Negatoria, mejor derecho propietario y nulidad de remate en
proceso coactivo.
En el Auto Supremo Nº 670/2014 de 11 de noviembre, sobre la acción negatoria se
ha señalado lo siguiente “De conformidad a lo previsto en el art. 1455 del Código
Civil e interpretando los alcances de dicha disposición legal, los presupuestos y
requisitos básicos para la procedencia de la acción negatoria son dos: la primera,
que el propietario puede demandar a quien afirme tener derecho sobre la cosa y
pedir que se reconozca la inexistencia de tales derechos; la segunda, que si existen
perturbaciones o molestias, el propietario puede pedir el cese de ellas y el
resarcimiento del daño. Si bien se ha establecido que la acción de reconocimiento
de mejor derecho de propiedad, no es conexa con la acción negatoria, por cuanto,
la finalidad que aquella persigue, según lo previsto en el art. 1545 del Código
Civil, está referida a la declaración y reconocimiento de prevalencia y eficacia
jurídica de un derecho de propiedad sobre otro respecto al mismo inmueble;
objetivo distinto y contradictorio al de la acción negatoria, que tiende a obtener
una Sentencia declarativa de inexistencia de un derecho real que otra persona
afirma que le asiste sobre el inmueble sin haberse constituido ese derecho a su
favor; empero en el presente caso se ha establecido la improcedencia del Instituto
de mejor derecho de propiedad, y la procedencia de la acción negatoria…”.
Asimismo, en el Auto Supremo Nº 77/2016 de 04 de febrero, se ha razonado lo
siguiente: “En ese orden, corresponde señalar que el referido instituto se
encuentra dentro del Libro que regula el ejercicio, protección y extinción de los
derechos, constando en el capítulo citado las acciones de defensa de la propiedad
y las servidumbres.
El artículo 1455 del Código Civil, bajo el nomen juris de "acción negatoria"
establece que: "I. El propietario puede demandar a quien afirme tener derechos
sobre la cosa y pedir que se reconozca la inexistencia de tales derechos. II. Si
existen perturbaciones o molestias, el propietario puede pedir el cese de ellas y el
resarcimiento del daño".
Asimismo, la doctrina nos enseña que el artículo 1.455 del sustantivo Civil,
proporciona al propietario la acción negatoria, mediante la cual éste desconoce
un derecho real que sobre la cosa de su propiedad alegare alguien. Su objeto, es
obtener una sentencia declarativa que establezca que la cosa está libre y franca de
determinada carga, o que la carga es inexistente, puede tratarse de servidumbre,
usufructo, uso inmobiliario, habitación. Al propietario le basta demostrar su
derecho, mientras que al demandado le corresponde probar la existencia del
derecho real que alega sobre la cosa ajena”.

ACCION NEGATORIA, ACCIONES DE DEFENSA DE LA PROPIEDAD


Auto Supremo: 910/2015 – L
Sucre: 09 de octubre 2015
P á g i n a 27 | 846
Sobre a la aplicación indebida del art. 1455 del Código Civil, corresponde señalar
que este Tribunal en el Auto Supremo No.666/2014 señala: “…este Tribunal ha
modificado la interpretación del alcance de la acción negatoria así se cita el
contenido en el art. 1455 del Código Civil tiene el siguiente texto: “…I. El
propietario puede demandar a quien afirme tener derechos, sobre la cosa y pedir
que se reconozca la inexistencia de tales derechos. II. Si existen perturbaciones o
molestias, el propietario puede pedir el cese de ellas y el resarcimiento del
daño...”, la norma de referencia formula el hipotético en el que, el propietario
puede demandar a otro quien afirme tener derechos sobre un bien y pedir se
reconozca la inexistencia de tales derechos, esos derechos son genéricos que
implican hasta la alegación de propiedad o cualquier otro derecho real alegado
por el demandado sin que conste la existencia de ese derecho alegado, se aplica a
derechos que son derechos inexistentes; diferente fuera el caso de que, “si el
titular tuviera la constancia” de la existencia de ese derecho alegado por el
tercero, caso para el cual ya no es procedente la acción negatoria, sino la acción
por mejor derecho de propiedad u otras en defensa del derecho de propiedad del
demandante; dicho de otra manera, el titular del bien puede demandar a otro que
alega tener derecho sobre el predio en debate, esos derechos pueden ser genéricos
(propiedad, usufructo, habitación, uso, servidumbre u otros de garantía) y al
demostrarse la inexistencia de esos derechos será procedente la acción negatoria,
consiguientemente para la otorgación de la acción negatoria debe constar que el
demandado haya alegado tener derechos sobre el bien y de verificarse la
existencia de ese derecho real alegado por el demandado no se podrá otorgar la
acción negatoria”, en el Sub lite y de la revisión de antecedentes se tiene que el
demandado señala que se considera poseedor porque a través de un proceso
Interdicto de recobrar la posesión se le ha concedido el título (fs. 227 Vta.), además
que de la confesión prestada por el recurrente se evidencia de las ganancias que
genera el Hostal no le rinde cuentas a nadie (fs. 196 vta.), vale decir que los frutos
percibidos solamente los aprovecha el demandado de lo que se infiere que no existe
aplicación errónea del art. 1455 del Código Civil.

ACCIÓN PAULIANA
Auto Supremo: 86/2017
Sucre: 02 de febrero 2017
Proceso: Acción pauliana.
Entre los medios para la conservación de la garantía patrimonial inmersos en el
Código Civil, encontramos a la Acción Pauliana, sobre la cual el Autor Carlos
Morales Guillen en su obra titulada Código Civil Concordado y Anotado Cuarta
Edición, tomo II, señala; “La acción pauliana, llamada también revocatoria, es la
que la ley faculta al acreedor para hacer revocar los actos celebrados por su
deudor, en fraude de sus derechos que le causan perjuicio. Ej.: nulidad de una
venta de inmueble concertada por el deudor a precio vil. (Capitant)”. De lo
P á g i n a 28 | 846
expuesto podemos inferir que la finalidad de la acción pauliana es el de invalidar
las operaciones fraudulentas que los deudores puedan realizar en perjuicio de sus
acreedores.
En esa misma lógica, este Tribunal Supremo de Justicia emitió varios Autos
Supremos, entre ellos el Nº 26/2016 de 20 de enero de 2016, que al respecto
señaló: “La acción pauliana o revocatoria es el instituto jurídico mediante el cual
el acreedor está facultado para demandar que los actos jurídicos de su deudor,
respecto a él, sean ineficaces y surtan efectos, conservándose de esta forma su
patrimonio antes de quedar insolvente.
De esta manera conforme señala el art. 1446 del Código Civil, el acreedor puede
demandar que se revoquen, declarándose ineficaces respecto a él, los actos de
disposición del patrimonio pertenecientes a su deudor, debiendo concurrir
ineludiblemente los siguientes requisitos: “1) Que el acto impugnado origine un
perjuicio al acreedor provocando o agravando la insolvencia del deudor. 2) Que el
deudor conozca el perjuicio ocasionado por su acto al acreedor. 3) Que, en los
actos a título oneroso, el tercero conozca el perjuicio que el acto ocasiona al
acreedor, no siendo necesario este requisito si el acto es a título gratuito. 4) Que el
crédito sea anterior al acto fraudulento, excepto cuando el fraude haya sido
dispuesto anticipadamente con miras a perjudicar al futuro acreedor. 5) Que el
crédito sea líquido y exigible. Sin embargo no se tendrá el término por vencido si
el deudor resulta insolvente o si desaparecen o disminuyen las garantías con que
contaba el acreedor”.
Por lo expuesto podemos advertir que al margen de lo ya expuesto sobre lo que
debe entenderse por Acción pauliana, también se concretó que el ejercicio de esta
se encuentra condicionada a la concurrencia de todos los requisitos inmersos en el
art. 1446 del Sustantivo Civil, por lo que refiriéndonos a estos, corresponde citar
nuevamente a Carlos Morales Guillen, que en la obra citada supra, señaló que el
requisito 1) de la Insolvencia del deudor y perjuicio del acreedor, está referido a
aquellos actos que el deudor realiza comprometiendo el cumplimiento y realización
de su crédito, pues el empobrecimiento de este ya sea por actos que disminuya su
patrimonio en favor de terceros o se sustituyan bienes perfectamente embargables
con otros que sean fáciles de proteger de las persecuciones de los acreedores,
generaran perjuicio en el acreedor, por lo que en caso de concurrir esos casos será
admisible la procedencia de la acción. 2) Propósito fraudulento intencional del
deudor, ocurre cuando el deudor tiene conocimiento de que su acto perjudica al
acreedor, siendo en este caso suficiente el conocimiento que tenga el deudor para
determinar el propósito fraudulento intencional del deudor, esto según la doctrina
del fraus dici re ipsa. 3) Complicidad del tercero, este requisito concurre cuando el
tercero que forma parte del acto a título oneroso, es decir desembolsando la
contrapartida que ingresa al patrimonio del deudor, tiene la voluntad de ayudar y
facilitar al deudor la organización del fraude y por ende el perjuicio del acreedor;
de esta manera el conocimiento que tenga el tercero de la insolvencia que genera en
el deudor el acto que realiza con este, resulta suficiente para determinar su
P á g i n a 29 | 846
complicidad fraudulenta; ahora bien, puede darse el caso de que el acto sea a título
gratuito y no oneroso, en ese caso no será necesario que quien pretenda la acción
pauliana acredite el conocimiento del tercero, pues esta prospera aunque el tercero
no tenga conocimiento. 4) Anterioridad del crédito, está referido a que el crédito
sea anterior al acto de disposición del deudor, pues por lógica el acreedor no puede
pretender la revocatoria de actos de disposición de bienes que ya no formaban parte
del patrimonio del deudor a tiempo de nacimiento del crédito, salvo que el acreedor
demuestre que el acto de disposición así sea anterior al crédito, se haya pre
ordenado dolosamente el fraude para perjudicar al acreedor. 5) Que el crédito sea
líquido y exigible, lo que no supone necesariamente tener un título ejecutivo, sino
que el crédito, con la finalidad de justificar la medida conservatoria, presente
determinados caracteres de certidumbre y seguridad para el acreedor.

ACCIÓN PAULIANA
Auto Supremo: 271/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Acción Pauliana y Repetición.
El A. S. Nº 26/2016 de 20 de enero de 2016, respecto de este instituto señala que;
“la acción pauliana o revocatoria es el instituto jurídico mediante el cual el
acreedor está facultado para demandar que los actos jurídicos de su deudor,
respecto a él, sean ineficaces y surtan efectos, conservándose de esta forma su
patrimonio antes de quedar insolvente.
De esta manera conforme señala el art. 1.446 del Código Civil, el acreedor puede
demandar que se revoquen, declarándose ineficaces respecto a él, los actos de
disposición del patrimonio pertenecientes a su deudor, debiendo concurrir
ineludiblemente los siguientes requisitos: “1) Que el acto impugnado origine un
perjuicio al acreedor provocando o agravando la insolvencia del deudor. 2) Que el
deudor conozca el perjuicio ocasionado por su acto al acreedor. 3) Que, en los
actos a título oneroso, el tercero conozca el perjuicio que el acto ocasiona al
acreedor, no siendo necesario este requisito si el acto es a título gratuito. 4) Que el
crédito sea anterior al acto fraudulento, excepto cuando el fraude haya sido
dispuesto anticipadamente con miras a perjudicar al futuro acreedor. 5) Que el
crédito sea líquido y exigible. Sin embargo no se tendrá el término por vencido si
el deudor resulta insolvente o si desaparecen o disminuyen las garantías con que
contaba el acreedor.
II. No es revocable el cumplimiento de una deuda vencida.”
En este contexto, es necesario incidir que cada uno de los requisitos señalados debe
concurrir necesariamente para la procedencia de la revocatoria, conforme lo señala
la norma precitada, que fue interpretada por la extinta Corte Suprema de Justicia y
asumida por éste Tribunal Supremo de Justicia, determinando una línea
jurisprudencial consolidada. Sin embargo, cabe aclarar que algunos requisitos
tienen su excepción prevista por la misma norma, aún a ello, la concurrencia de
estos requisitos es la regla y lo otro la excepción.
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ACCIÓN PAULIANA O REVOCATORIA
Auto Supremo: 601/2017
Sucre: 12 de junio 2017
Proceso: Acción pauliana y revocatoria de venta.
Sobre el particular en el Auto Supremo No 26/2016 de fecha 20 de enero de 2016
se orientó respecto al tema refiriendo que: La acción pauliana o revocatoria es el
instituto jurídico mediante el cual el acreedor está facultado para demandar que
los actos jurídicos de su deudor, respecto a él, sean ineficaces y surtan efectos,
conservándose de esta forma su patrimonio antes de quedar insolvente.
De esta manera conforme señala el art. 1446 del Código Civil, el acreedor puede
demandar que se revoquen, declarándose ineficaces respecto a él, los actos de
disposición del patrimonio pertenecientes a su deudor, debiendo concurrir
ineludiblemente los siguientes requisitos: “1) Que el acto impugnado origine un
perjuicio al acreedor provocando o agravando la insolvencia del deudor. 2) Que el
deudor conozca el perjuicio ocasionado por su acto al acreedor. 3) Que, en los
actos a título oneroso, el tercero conozca el perjuicio que el acto ocasiona al
acreedor, no siendo necesario este requisito si el acto es a título gratuito. 4) Que el
crédito sea anterior al acto fraudulento, excepto cuando el fraude haya sido
dispuesto anticipadamente con miras a perjudicar al futuro acreedor. 5) Que el
crédito sea líquido y exigible. Sin embargo no se tendrá el término por vencido si
el deudor resulta insolvente o si desaparecen o disminuyen las garantías con que
contaba el acreedor.
II. No es revocable el cumplimiento de una deuda vencida.”
En este contexto, es necesario incidir que cada uno de los requisitos señalados
debe concurrir necesariamente para la procedencia de la revocatoria, conforme lo
señala la norma precitada, que fue interpretada por la extinta Corte Suprema de
Justicia y asumida por éste Tribunal Supremo de Justicia, determinando una línea
jurisprudencial consolidada.
Asimismo en el Auto Supremo 420/2012 de fecha 15 de noviembre de 2012 se
incidió en los requisitos de procedencia de la Acción Pauliana o Revocatoria
estableciendo que: La efectivización del cobro de ese derecho de crédito, en la
realidad puede muchas veces puede verse seriamente amenazado o expuesto a
demasiadas causas de pérdida o disminución si el deudor pudiere impune o
fraudulentamente deshacerse de su patrimonio ocasionando o agravando
voluntariamente su insolvencia con el fin de no cumplir su obligación frente a su
acreedor; por ello la ley ha establecido a favor de los acreedores cuando éstos no
cuentan con una garantía específica, las acciones legales a seguir en contra del
deudor, siendo una de estas la acción paulina o llamada también revocatoria que
hoy nos ocupa, mediante la cual el acreedor queda facultado a solicitar la
revocatoria de los actos ejecutados por su deudor en fraude de sus derechos de
crédito.

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El primer requisito para la procedencia de la indicada acción, es la insolvencia
del deudor en perjuicio del acreedor que se encuentra previsto en el numeral 1) del
art. 1446 del Código Civil, El segundo requisito está referido al propósito
fraudulento e intencional del deudor de causar perjuicio a su acreedor; El tercer
requisito previsto en el numeral 3) del art. 1446 de la Ley sustantiva civil está
referido a la complicidad del tercero adquirente El cuarto requisito previsto en el
art. 1446 del Código Civil exige que el crédito sea anterior al acto fraudulento; El
quinto y último requisito del art. 1446 del Código Civil, exige que el crédito sea
líquido y exigible.
Requisitos que necesariamente deben cumplirse para hacer procedente la acción
pauliana o revocatoria.

ACCION PAULIANA O REVOCATORIA


Auto Supremo: 26/2016
Sucre: 20 de enero 2016
Conforme a los argumentos vertidos por el recurrente, se debe considerar
primeramente lo normado en el art. 1446 del Código Civil, en ese entendido
diremos que:
La acción pauliana o revocatoria es el instituto jurídico mediante el cual el acreedor
está facultado para demandar que los actos jurídicos de su deudor, respecto a
él, sean ineficaces y surtan efectos, conservándose de esta forma su patrimonio
antes de quedar insolvente.
De esta manera conforme señala el art. 1446 del Código Civil, el acreedor puede
demandar que se revoquen, declarándose ineficaces respecto a él, los actos de
disposición del patrimonio pertenecientes a su deudor, debiendo concurrir
ineludiblemente los siguientes requisitos: “1) Que el acto impugnado origine un
perjuicio al acreedor provocando o agravando la insolvencia del deudor. 2) Que el
deudor conozca el perjuicio ocasionado por su acto al acreedor. 3) Que, en los
actos a título oneroso, el tercero conozca el perjuicio que el acto ocasiona al
acreedor, no siendo necesario este requisito si el acto es a título gratuito. 4) Que el
crédito sea anterior al acto fraudulento, excepto cuando el fraude haya sido
dispuesto anticipadamente con miras a perjudicar al futuro acreedor. 5) Que el
crédito sea líquido y exigible. Sin embargo no se tendrá el término por vencido si
el deudor resulta insolvente o si desaparecen o disminuyen las garantías con que
contaba el acreedor.
II. No es revocable el cumplimiento de una deuda vencida.”
En este contexto, es necesario incidir que cada uno de los requisitos señalados debe
concurrir necesariamente para la procedencia de la revocatoria, conforme lo señala
la norma precitada, que fue interpretada por la extinta Corte Suprema de Justicia y
asumida por éste Tribunal Supremo de Justicia, determinando una línea
jurisprudencial consolidada. Sin embargo, cabe aclarar que algunos requisitos
tienen su excepción prevista por la misma norma, aún a ello, la concurrencia de
estos requisitos es la regla y lo otro la excepción.
P á g i n a 32 | 846
Sin embargo de ello, a criterio del Tribunal de alzada al razonar en el entendido de
que: “…el juez de la causa al concluir la inexistencia de desplazamiento del bien
objeto de garantía, puesto que al momento de suscribir la Escritura Publica No.
137/2013 por ante la Notaria de Fe Publica No. 6 de esta ciudad, sobre
constitución de Sociedad Accidental y constitución de garantía, el bien inmueble
objeto de garantía estaba registrado en la Oficina de Derechos Reales de Potosí a
nombre de Justina Terrazas Rentería, cual fuere la razón para ello, el ahora
recurrente tenia pleno conocimiento de este hecho y pese a que los demandados no
cumplieron con la obligación de registrarlo a nombre de la co demandada Carmen
Rosa Uzeda Avilés de Acuña, ello no constituye desplazamiento del patrimonio de
los demandados para defraudar y generar su insolvencia; por lo mismo, no se
manifiesta una valoración defectuosa de las pruebas, pues, la disposición
patrimonial que se refiere el demandante ya se hubo materializado inclusive antes
de la suscripción de la sociedad accidental, y, el incumplimiento de los
demandados de volver a registrarlo a su nombre para que el demandante pueda
registrar la garantía hipotecaria constituye precisamente eso. Incumplimiento de
obligación de hacer, y que no corresponde a una acción revocatoria, y
precisamente por ello, el Juez de la causa en su sentencia es claro, al referir que
en el documento de constitución de sociedad el bien inmueble se encontraba,
aunque momentáneamente, registrado a nombre de Justina Terrazas Rentería, por
lo que no hubo desplazamiento del patrimonio de los demandados…”.

ACCION PAULIANA O REVOCATORIA


Auto Supremo: 26/2016
Sucre: 20 de enero 2016
Conforme a los argumentos vertidos por el recurrente, se debe considerar
primeramente lo normado en el art. 1446 del Código Civil, en ese entendido
diremos que:
La acción pauliana o revocatoria es el instituto jurídico mediante el cual el acreedor
está facultado para demandar que los actos jurídicos de su deudor, respecto a
él, sean ineficaces y surtan efectos, conservándose de esta forma su patrimonio
antes de quedar insolvente.
De esta manera conforme señala el art. 1446 del Código Civil, el acreedor puede
demandar que se revoquen, declarándose ineficaces respecto a él, los actos de
disposición del patrimonio pertenecientes a su deudor, debiendo concurrir
ineludiblemente los siguientes requisitos: “1) Que el acto impugnado origine un
perjuicio al acreedor provocando o agravando la insolvencia del deudor. 2) Que el
deudor conozca el perjuicio ocasionado por su acto al acreedor. 3) Que, en los
actos a título oneroso, el tercero conozca el perjuicio que el acto ocasiona al
acreedor, no siendo necesario este requisito si el acto es a título gratuito. 4) Que el
crédito sea anterior al acto fraudulento, excepto cuando el fraude haya sido
dispuesto anticipadamente con miras a perjudicar al futuro acreedor. 5) Que el
crédito sea líquido y exigible. Sin embargo no se tendrá el término por vencido si
P á g i n a 33 | 846
el deudor resulta insolvente o si desaparecen o disminuyen las garantías con que
contaba el acreedor.
II. No es revocable el cumplimiento de una deuda vencida.”
En este contexto, es necesario incidir que cada uno de los requisitos señalados debe
concurrir necesariamente para la procedencia de la revocatoria, conforme lo señala
la norma precitada, que fue interpretada por la extinta Corte Suprema de Justicia y
asumida por éste Tribunal Supremo de Justicia, determinando una línea
jurisprudencial consolidada. Sin embargo, cabe aclarar que algunos requisitos
tienen su excepción prevista por la misma norma, aún a ello, la concurrencia de
estos requisitos es la regla y lo otro la excepción.
Sin embargo de ello, a criterio del Tribunal de alzada al razonar en el entendido de
que: “…el juez de la causa al concluir la inexistencia de desplazamiento del bien
objeto de garantía, puesto que al momento de suscribir la Escritura Publica No.
137/2013 por ante la Notaria de Fe Publica No. 6 de esta ciudad, sobre
constitución de Sociedad Accidental y constitución de garantía, el bien inmueble
objeto de garantía estaba registrado en la Oficina de Derechos Reales de Potosí a
nombre de Justina Terrazas Rentería, cual fuere la razón para ello, el ahora
recurrente tenia pleno conocimiento de este hecho y pese a que los demandados no
cumplieron con la obligación de registrarlo a nombre de la co demandada Carmen
Rosa Uzeda Avilés de Acuña, ello no constituye desplazamiento del patrimonio de
los demandados para defraudar y generar su insolvencia; por lo mismo, no se
manifiesta una valoración defectuosa de las pruebas, pues, la disposición
patrimonial que se refiere el demandante ya se hubo materializado inclusive antes
de la suscripción de la sociedad accidental, y, el incumplimiento de los
demandados de volver a registrarlo a su nombre para que el demandante pueda
registrar la garantía hipotecaria constituye precisamente eso. Incumplimiento de
obligación de hacer, y que no corresponde a una acción revocatoria, y
precisamente por ello, el Juez de la causa en su sentencia es claro, al referir que
en el documento de constitución de sociedad el bien inmueble se encontraba,
aunque momentáneamente, registrado a nombre de Justina Terrazas Rentería, por
lo que no hubo desplazamiento del patrimonio de los demandados…”.

ACCIÓN PERSONAL Y DE LA ACCIÓN REAL


Auto Supremo: 100/2017
Sucre: 3 de febrero 2017
Proceso: Nulidad de Contrato y otros.
Sobre el tema el AS Nº67/2015 de fecha 30 de enero de 2015 ha orientado: “De
acuerdo a la doctrina, una acción es personal (actio in personam) cuando
reclamamos frente a quien está obligado con nosotros como consecuencia de un
contrato o de un delito, por ejemplo una deuda, si el deudor no paga el acreedor
inicia un proceso ejecutivo. Una acción es real (actio in rem) cuando decimos que
un objeto es de nuestra propiedad o que un derecho nos compete. Las acciones
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personales sirven para proteger un derecho de obligación, y las acciones reales
para proteger un derecho real. Así, por la acción real pedimos como nuestra una
cosa corporal o vindicamos un derecho real que nos compete sobre una cosa
ajena; y por la acción personal vindicamos el derecho que tenemos a la cosa, esto
es de las obligaciones, bien sean estos nacidos de un hecho lícito en que hayamos
prestado nuestro consentimiento o en que la ley lo presuma, bien de un hecho
ilícito, es decir, de delito o culpa, concluyendo que la división de acciones en
reales, personales y mixtas se limita solamente a la vindicación de los derechos
civiles que han sido violados.”

ACCIÓN PERSONAL Y DE LA ACCIÓN REAL


Auto Supremo: 366/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Mejor derecho propietario.
Sobre el tema el AS Nº67/2015 de fecha 30 de enero de 2015 ha orientado: “De
acuerdo a la doctrina, una acción es personal (actio in personam) cuando
reclamamos frente a quien está obligado con nosotros como consecuencia de un
contrato o de un delito, por ejemplo una deuda, si el deudor no paga el acreedor
inicia un proceso ejecutivo. Una acción es real (actio in rem) cuando decimos que
un objeto es de nuestra propiedad o que un derecho nos compete. Las acciones
personales sirven para proteger un derecho de obligación, y las acciones reales
para proteger un derecho real. Así, por la acción real pedimos como nuestra una
cosa corporal o vindicamos un derecho real que nos compete sobre una cosa
ajena; y por la acción personal vindicamos el derecho que tenemos a la cosa, esto
es de las obligaciones, bien sean estos nacidos de un hecho lícito en que hayamos
prestado nuestro consentimiento o en que la ley lo presuma, bien de un hecho
ilícito, es decir, de delito o culpa, concluyendo que la división de acciones en
reales, personales y mixtas se limita solamente a la vindicación de los derechos
civiles que han sido violados.”

ACCIÓN PERSONAL Y DE LA ACCIÓN REAL


Auto Supremo: 1216/2016
Sucre: 26 de octubre 2016
Sobre el tema el AS Nº67/2015 de fecha 30 de enero de 2015 ha orientado: “De
acuerdo a la doctrina, una acción es personal (actio in personam) cuando
reclamamos frente a quien está obligado con nosotros como consecuencia de un
contrato o de un delito, por ejemplo una deuda, si el deudor no paga el acreedor
inicia un proceso ejecutivo. Una acción es real (actio in rem) cuando decimos que
un objeto es de nuestra propiedad o que un derecho nos compete. Las acciones
personales sirven para proteger un derecho de obligación, y las acciones reales
para proteger un derecho real. Así, por la acción real pedimos como nuestra una
cosa corporal o vindicamos un derecho real que nos compete sobre una cosa
ajena; y por la acción personal vindicamos el derecho que tenemos a la cosa, esto
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es de las obligaciones, bien sean estos nacidos de un hecho lícito en que hayamos
prestado nuestro consentimiento o en que la ley lo presuma, bien de un hecho
ilícito, es decir, de delito o culpa, concluyendo que la división de acciones en
reales, personales y mixtas se limita solamente a la vindicación de los derechos
civiles que han sido violados.”

ACCIÓN PERSONAL Y DE LA ACCIÓN REAL


Auto Supremo: 746/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Proceso: Nulidad de documentos.
Sobre el tema el AS Nº67/2015 de fecha 30 de enero de 2015 ha orientado: “De
acuerdo a la doctrina, una acción es personal (actio in personam) cuando
reclamamos frente a quien está obligado con nosotros como consecuencia de un
contrato o de un delito, por ejemplo una deuda, si el deudor no paga el acreedor
inicia un proceso ejecutivo. Una acción es real (actio in rem) cuando decimos que
un objeto es de nuestra propiedad o que un derecho nos compete. Las acciones
personales sirven para proteger un derecho de obligación, y las acciones reales
para proteger un derecho real. Así, por la acción real pedimos como nuestra una
cosa corporal o vindicamos un derecho real que nos compete sobre una cosa
ajena; y por la acción personal vindicamos el derecho que tenemos a la cosa, esto
es de las obligaciones, bien sean estos nacidos de un hecho lícito en que hayamos
prestado nuestro consentimiento o en que la ley lo presuma, bien de un hecho
ilícito, es decir, de delito o culpa, concluyendo que la división de acciones en
reales, personales y mixtas se limita solamente a la vindicación de los derechos
civiles que han sido violados.”

ACCION REINVINDICATORIA
Auto Supremo: 37/2016
Sucre: 29 de enero 2016
En lo que corresponde a la primera parte del art. 1453 del Código sustantivo de la
materia, corresponde señalar que no es necesario acreditar la pérdida de la posesión
para que el propietario pueda accionar la reivindicación, pues se entiende que al
momento de efectuarse la transferencia del derecho de propiedad, se transfiere
también la posesión civil criterio que se remonta inclusive a la jurisprudencia
emitida por la extinta Corte Suprema de Justicia de la Nación, al respecto se cita el
Auto Supremo Nº 199/2004 de 13 de octubre, en el que se señaló lo siguiente: "...el
sólo hecho de tener título de propiedad, otorga al propietario el corpus y ánimus
sobre la cosa, ejerciendo el uso, goce y disposición sobre aquélla, facultándole
además, el derecho de reivindicar la cosa de manos de un tercero, aunque el
demandante no hubiere estado en posesión material de la cosa en litigio. Así, el
derecho de propiedad se diferencia de las acciones posesorias, pues en estas
últimas sí es preciso la posesión física o corporal por parte de quien la invoca, lo
que no sucede con el primero...".
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La eyección no resulta ser necesariamente un requisito para accionar la
reivindicación, pues siendo la reivindicación una acción de protección del derecho
de propiedad en sus elementos de goce y disfrute del bien, resulta apta para
activarla en contra de cualquier persona que posea el bien sin título alguno, de esa
manera se protege el derecho de propiedad; por lo que la acusación del recurrente
resulta ser infundada, sin que sea necesario considerar la jurisprudencia de bastante
data, pues los lineamientos jurisprudenciales sobre la reivindicación vigentes desde
hace ya varias décadas resultan ser acorde con el criterio emitido por el Ad quem.

ACCION REINVINDICATORIA
Auto Supremo: 720/2015 - L
Sucre: 26 agosto 2015
Respecto de la vulneración del art. 1453 del Código Civil, alegado por el
recurrente, diremos en principio que, por la naturaleza del proceso debemos señalar
que doctrinalmente se dice que la acción reivindicatoria es la que tiene el
propietario que no posee frente al poseedor que no es propietario. Así, Puig Brutau,
citado por Néstor Jorge Musto, en su obra Derechos Reales, señala que la
reivindicación "es la acción que puede ejercitar el propietario, que no posee
contra el poseedor que, frente al propietario, no puede alegar un título jurídico
que justifique su posesión". Ahora bien cuando el demandado de reivindicación
resista esa pretensión alegando ser el propietario de la cosa, la acción
reivindicatoria adquiere una función compleja, pues aunque en principio sea una
acción de condena, si lo que se discute es la posesión entre partes que sostienen o
demuestran derecho propietario sobre la cosa, la acción no puede ser de mera
condena sino que previamente se tendrá que decidir a quién corresponde la
titularidad del derecho, en otras palabras tendrá que hacerse un juicio declarativo
de mejor derecho de propiedad.
En cambio, si la resistencia del demandado de reivindicación se reduce a la
situación de hecho, sin alegación y por lo tanto sin controversia sobre el derecho, el
resultado será una sentencia de simple condena en la faz petitoria. Entablada la
acción reivindicatoria podrá entonces presentarse los siguientes supuestos: a) El
actor presenta título de su derecho y el demandado no lo presenta; b) Tanto el actor
como el poseedor demandado presentan títulos.
Para el caso de autos lo que nos interesa es el primer supuesto, es decir aquel en el
que el actor reivindicante ha demostrado su derecho propietario con títulos de
propiedad, en tanto que la demandada aduce ser propietaria pero no acredita el
extremo con prueba idónea. En ese contexto conviene precisar que en su sentido
procesal, la prueba es un medio de verificación de las proposiciones que los
litigantes formulan en el juicio con la finalidad de crear la convicción del juzgador,
en el ejercicio de esta atribución, las pruebas producidas deben ser apreciadas por
los jueces de acuerdo a la valoración que les otorga la ley, esto es lo que en
doctrina se denomina el sistema de apreciación legal de la prueba, puesto que el
valor probatorio de un determinado elemento de juicio está consignado con
P á g i n a 37 | 846
anticipación en el texto de la ley; o, la apreciación de los medios probatorios deben
efectuarse de acuerdo a las reglas de la sana crítica, que constituye una categoría
intermedia entre la prueba legal y la libre convicción, entendiendo con Couture,
que las reglas de la sana crítica son, ante todo las reglas del correcto entendimiento
humano en las que intervienen las reglas de la lógica, con las reglas de la
experiencia del Juez, es decir, con arreglo a la sana razón y a un conocimiento
experimental de las cosas. Habiendo los Tribunales de instancia procedido de
acuerdo a ley.

ACCION REINVINDICATORIA
Auto Supremo: 894/2015 - L
Sucre: 6 de Octubre 2015
Resultando el agravio central la errónea apreciación del art. 1453 del Código
Sustantivo de la Materia, corresponde su análisis para establecer los requisitos de la
misma, para lo cual, la referida norma señala: “I. El propietario que ha perdido la
posesión de una cosa puede reivindicarla de quien la posee o la detenta. II. Si el
demandado, después de la citación, por hecho propio cesa de poseer o de detentar
la cosa, está obligado a recuperarla para el propietario o, a falta de esto, a
abonarle su valor y resarcirle el daño. III. El propietario que obtiene del nuevo
propietario o detentador la restitución de la cosa, debe rembolsar al anterior
poseedor o detentador la suma recibida como valor por ella.”, sobre la referida
norma, doctrinariamente la acción de reivindicación es: “Aquella que tiene por
objeto el ejercicio, por el propietario de una cosa, de los derechos dominiales, a
efectos de obtener su devolución por un tercero que la detenta.”, de esta definición,
se puede extraer un punto esencial para su procedencia: .- Ser propietario, y a
efectos de seguir desmembrando este punto es primordial señalar que es propiedad,
según EL DICCIONARIO DE DERECHO OMEBA TOMO III el término
PROPIEDAD significa: “Facultad legitima de gozar y disponer una cosa con
exclusión del arbitrio ajeno y reclamar su devolución cuando se encuentre
indebidamente en poder de otro” y en el mismo sentido podemos expresar la
doctrina expresada por CAPITANT, el cual sobre el tema expresa, que es el:
“ Derecho de usar, gozar y disponer de una cosa en forma exclusiva y absoluta”,
partiendo de estos extremos, el -propietario- ejerce todos los derechos facultados
por el art. 105 del C.C., es decir, de : usar, gozar y disponer de una cosa.
ACCION REINVINDICATORIA
Auto Supremo: 910/2015 – L
Sucre: 09 de octubre 2015
en lo que concierne a la aplicación indebida del art. 1453 del Código Sustantivo de
la Materia, en sentido de que no se ha demostrado en todo el proceso la posesión
del inmueble por parte del demandante, corresponde citar al autor Gonzalo
Castellanos Trigo quien en su libro posesión, usucapión y reivindicación edición
2011 señala “Que el derecho propietario es el poder jurídico que permite usar,
gozar y disponer de la cosa. Puede el propietario, además ejercer las acciones
P á g i n a 38 | 846
tendentes a mantener el derecho, el cual por su naturaleza conlleva “la posesión”
emergente del derecho mismo, consiguientemente no necesariamente debe estar en
posesión corporal o natural del bien, habida cuenta de que tiene la “posesión
civil” que está integrada por sus elementos “corpus” y “animus” generalmente el
propietario aun cuando no esté en posesión natural o actual de su inmueble puede
perder la posesión o tenencia misma por acción de terceros como ocurre, por lo
que sería una utopía la acción reivindicatoria si acaso se le exigiese la posesión
previa o anterior a la eyección, desconociéndose el concepto de dominio y la
posesión misma que le confiere al propietario de usar y gozar del bien . De ahí que
la acción reivindicadora esta acordada al propietario cuando ha perdido la
posesión corporal de su inmueble en manos de un tercero”
ACCION REINVINDICATORIA
Auto Supremo: 954/2015 – L
Sucre: 14 de octubre 2015
Por lo que al estar reconocido el derecho de propiedad en favor del ente municipal,
corresponde señalar que el art. 1453 del Código Civil señala: “(Acción
reivindicatoria) I. El propietario que ha perdido la posesión de una cosa puede
reivindicarla de quien la posee o la detenta…” la norma de referencia ha sido
interpretada en sentido de que el propietario de algún bien que accione por
reivindicación no necesita probar haberse generado la eyección (desposesión), sino
que solo debe probar la titularidad del predio, la ubicación y que en dicho predio se
encuentre poseído por un tercero que no tenga titulo (propiedad o detentación) que
justifique esa posesión, requisitos e interpretación que han sido establecidos en
diferentes Autos Supremos emitidos por este Tribunal Supremo de Justicia que ha
compartido el criterio asentado por la extinta Corte Suprema de Justicia de la
Nación, al efecto corresponde citar el Auto Supremo Nº 299/2008, en el que se
señaló lo siguiente: "Que, la acción reivindicatoria intentada por los demandantes,
se halla prevista en la disposición contenida en el artículo 1453 del Código Civil,
en tal sentido, este Tribunal Supremo considera que la precitada norma legal al
establecer entre las acciones de defensa de la propiedad a la acción
reivindicatoria, señala que ésta se halla reservada al propietario que ha perdido la
posesión de una cosa, es decir, que el primer requisito para la procedencia de la
acción reivindicatoria, es la existencia de un derecho de propiedad sobre la cosa
cuya reivindicación se demanda. Sólo aquél que demuestra ostentar derecho
propietario puede reivindicar la cosa de quien la posea o detente.
ACCION REINVINDICATORIA, LA POSESION
Auto Supremo: 1046/2015- L
Sucre: 16 de noviembre 2015
En lo que respecta a las denuncias expuestas en el recurso de casación en el fondo,
de la supuesta interpretación errónea o aplicación indebida de la ley con referencia
al artículo 1453 del Código Civil, por parte del Tribunal ad quem, puesto que el
actor nunca ha cumplido con el “ONUS PROBANDI”, pues nunca ha existido

P á g i n a 39 | 846
ninguna exención ni disposición, lo cual tampoco han tenido el corpus menos el
animus ni el poder de hecho previsto por el art. 87 del Código Civil.
En principio cabe señalar, el art. 1453 del Código Civil que señala: “I. El
propietario que ha perdido la posesión de una cosa puede reivindicarla de quien la
posee o la detenta”; precepto legal que implica que el desposeído puede recuperar
la posesión de la cosa, mediante la restitución de quien la posee. La reivindicación
es una acción real, que tiene por objeto recuperar un bien, sobre el que se tiene
derecho de propiedad, que está en manos de terceros sin el consentimiento del
titular.
El autor Arturo Alessandri R. (en su obra Tratado de los Derechos Reales, Tomo II,
página 257) señala que: “Por la acción reivindicatoria el actor no pretende que se
declare su derecho de dominio, puesto que afirma tenerlo sino que demanda la
restitución de la cosa a su poder por el que la posee.”
Conforme lo señalado, podemos advertir que el art. 1453 del Código Civil al
imprimir que ésta acción está dirigida para el “propietario que ha perdido la
posesión”, pone de manifiesto que el legitimado activo para accionar la
reivindicación es el propietario del bien, siendo necesario para reivindicar que
acredite su derecho de propiedad, que le permite usar, gozar y disponer de la cosa,
según lo establecido por imperio del artículo 105 del Código Sustantivo de la
materia; derecho que le confiere a su titular la posesión civil o juspossidendi y la
natural o corporal o juspossesionem, esta última puede o no ser ejercida por el
propietario. Este razonamiento fue vertido en repetidos fallos por la extinta Corte
Suprema de Justicia, que puso en relieve que no necesariamente el titular, que
pretende reivindicar, deba haber estado en posesión física del inmueble, sino que su
derecho propietario le otorga posesión civil que le basta para reivindicar su
propiedad.
De manera general, las acciones reales como ser: la reivindicación, la acción
negatoria y confesoria, son los medios de hacer declarar en juicio la existencia,
plenitud y libertad de los derechos reales; son mecanismos de defensa y estos,
tienen por objeto la protección de los derechos reales, los cuales se constituyen en
un poder directo e inmediato sobre la cosa frente a las demás personas, conforme a
ley; es así que la existencia del derecho real se protege con la acción
reivindicatoria; la plenitud con la acción confesoria y la libertad, con la acción
negatoria.
Sin embargo de todos los argumentos señalados, se tiene que los actores
evidentemente cuentan con un derecho propietario, empero los de instancia al
momento de pronunciar Resolución no analizaron de manera concreta la demanda
reconvencional por usucapión, toda vez que al momento de pretender una
reivindicación y otros por parte de los demandantes, la usucapión dentro el caso
presente ya hubiera operado según el art. 138 del Código Civil, bajo esas
consideraciones es necesario denotar las siguientes puntualizaciones.
Correspondiendo en principio señalar el art. 138 del Código Civil, al referir que:
“La propiedad de un bien inmueble se adquiere también por sólo la posesión
P á g i n a 40 | 846
continuada durante diez años”. Respecto a lo anterior la doctrina y la
jurisprudencia se encargaron de establecer en primer lugar qué debe entenderse por
posesión y los elementos que esta debe reunir, es decir el “ánimus y el corpus”, y
en segundo lugar los caracteres o requisitos que debe reunir la posesión para que
ésta sea útil a efectos de lograr la usucapión, en ese sentido, de una interpretación
lógica y sistemática de las normas contenidas en los arts. 135 y 137 del Código
Civil, se desprende que la posesión útil para fundar la usucapión debe ser: continua
e ininterrumpida, pública, y pacífica.
Con relación a los requisitos o caracteres mencionados debemos referir que éste
Tribunal Supremo mediante línea jurisprudencial consolidada en sus diferentes
Autos Supremos como por ejemplo el Auto Supremo: 257/2013 de23 de mayo
2013, ha razonado en el entendido de que:“…La posesión continua: supone que la
misma ha sido ejercida de manera sucesiva y permanente; en sentido contrario la
discontinuidad conlleva la suspensión, interrupción o pérdida de la posesión. En
relación a lo anterior, Planiol, ha citado en su obra “Tratado de Los Derechos
Reales” de Arturo Alessandri R. y otros, hace referencia a dos tipos de
interrupción de la prescripción: 1) La interrupción natural de la prescripción, que
está ligada a la pérdida o interrupción material de la posesión y en los casos en
que dicha pérdida genera efectos interruptivos de la prescripción. 2) La
interrupción civil de la prescripción, que está relacionada a la actividad
desplegada del que se pretende verdadero dueño de la cosa, que sale de su
pasividad y expresa, ante el poseedor y por medios legales, su inequívoca
intención de no abandonar el derecho de propiedad que afirma tener, oponiéndose
a la posesión de aquél.
No obstante, para que opere la interrupción civil de la prescripción adquisitiva,
quien considere tener derecho de dominio sobre el bien debe accionar
judicialmente sobre el poseedor, a efectos de hacer valer respecto a él el derecho
que pretende, oponiéndose a la posesión que aquel ejerce. El art. 1503 del Código
Civil expresa que: "I. La prescripción se interrumpe por una demanda judicial, un
decreto o un acto de embargo notificados a quien se quiere impedir que prescriba,
aunque el Juez sea incompetente". Cuando la norma alude al término demanda,
debemos entender que en un sentido amplio hace referencia a todas aquellas
peticiones judiciales que importen una manifestación de la voluntad de mantener
vivo su derecho, es decirque de manera inequívoca demuestren la intención de no
permanecer en inactividad o silencio respecto a su derecho. Resultando que para
que ese acto sea efectivo se requiere que el mismo: 1) debe ser deducido ante un
órgano jurisdiccional; 2) debe demostrar inequívocamente la voluntad de ejercer
su derecho de propiedad deduciendo oposición a la posesión del poseedor;
y 3) debe ser notificado a quien se quiere impedir que prescriba.
Establecidos esos aspectos generales, corresponde precisar que, no toda acción o
controversia judicial genera el efecto interruptivo de la prescripción adquisitiva,
sino sólo aquellas que conlleven los tres requisitos enunciados, y siempre que a
través de aquella se demuestre de manera inequívoca la intención de oponerse a la
P á g i n a 41 | 846
posesión, pues, pueden existir múltiples pretensiones relativas a otros aspectos que
si bien evidencian litigiosidad entre partes, empero no interrumpen la posesión,
toda vez que para que esto suceda la pretensión opuesta al poseedor
inequívocamente debe estar orientada y dirigida a repulsar la posesión.
La posesión pública, en términos generales es aquella que se ejerce frente a la
sociedad, es decir, aquella en la que los actos del poseedor se realizan de forma no
clandestina u oculta, que por el contrario el corpus y el animus se manifiestan
públicamente.
La posesión clandestina es aquella que se opone a la posesión pública. En otras
palabras es clandestina la posesión que se ejerce ocultándola a quienes tienen
derecho para oponerse a ella. No es necesario que se oculte a todos, basta con que
se oculte a la persona que tiene derecho a oponerse a ella. La clandestinidad es un
vicio de carácter temporal, porque este vicio cesa desde que el poseedor deja de
ocultarla a las personas que tienen derecho a oponerse a ella.
Sobre la posesión pacífica o no violenta, entendida por la doctrina como aquella
que está exenta de violencia física y moral. Este requisito implica que no haya
mediado violencia para adquirirla o mantenerla, significa que el poder de hecho
ejercido sobre la cosa no se mantenga por la fuerza o violencia. La pacificidad
equivale al mantenimiento de la posesión sin necesidad del uso de una violencia
indebida durante todo el tiempo invocado para efectos de la prescripción. Por
tanto, aun habiendo sido obtenida violentamente (violencia inicial), pasa a haber
posesión pacífica una vez que cesa la violencia. En ese sentido se expresa el art.
135 del Código Civil; de lo que se trata es que el derecho no puede admitir un
estado de hecho violento sobre el cual se pretenda fundar un derecho…”.
En ese marco, sostiene también el Autor Moisés Arata Solís, “este requisito debe
entenderse dentro de ciertos límites, pues su aplicación extensiva implicaría que
nadie pueda ganar la propiedad por usucapión, si es que antes no ha adquirido la
posesión por medio de una entrega voluntaria”.
En ese mismo sentido también se dirá, si la posesión pacífica fuese aquella que no
lesiona la situación jurídica de otra persona, entonces la usucapión no tendría
objeto. Por la misma razón, la posesión pacífica no significa que ésta sea
incontrovertida, en otras palabras, las discusiones que se susciten en relación a la
titularidad de la propiedad, por ejemplo, no alteran el hecho pacífico de la
posesión, incluso una acción reivindicatoria o cualquier otra acción de tutela de la
posesión, lo que logran es interrumpir la usucapión, pero no eliminan la posesión
pacifica ni la tornan violenta. Pacifica posesión no es sinónimo de no controversia,
como erradamente se entiende, puede controvertirse sobre la validez de títulos,
sobre el derecho de propiedad o incluso sobre la posesión misma y ello no significa
que la posesión sea considerada violenta o no pacífica porque, como se señaló la
pacífica posesión es aquella que se mantiene en ausencia de violencia, aspecto que
así se entiende de manera uniforme por la doctrina especializada.

P á g i n a 42 | 846
ACCION REINVINDICATORIA, PRESUPUESTOS PARA LA
PROCEDENCIA
Auto Supremo: 786/2015 - L
Sucre: 11 de septiembre 2015
El art. 1453 del CC., señala: “I. El propietario que ha perdido la posesión de una
cosa puede reivindicarla de quien la posee o la detenta”; precepto legal que
establece la reivindicación como una acción real, que tiene por objeto recuperar un
bien, sobre el que se tiene derecho de propiedad, que en palabras de Arturo
Alessandri R.: “…la acción reivindicatoria el actor no pretende que se declare su
derecho de dominio, puesto que afirma tenerlo sino que demanda la restitución de
la cosa a su poder por el que la posee.”; acción que se reserva precisamente al
propietario que ha perdido la posesión del bien de su propiedad, siendo que el
primer requisito para la procedencia de la referida acción, es la existencia de un
derecho de propiedad sobre la cosa cuya reivindicación se demanda, esto tiene
estrecha vinculación a lo determinado por el art. 105 del CC., como el poder
jurídico que permite usar, gozar y disponer de una cosa, derecho de dominio que
confiere a su titular la posesión civil y la natural o corporal, esta última puede ser
ejercida o no por el propietario.
La doctrina orienta que tres son los presupuestos para la procedencia de la acción
reivindicatoria: 1) que el actor cuente con derecho propietario de la cosa a
reivindicar; 2) que esté privado o destituido de ésta; 3) que la cosa se halle
plenamente identificada; respecto a esta acción real, la uniforme
jurisprudencia emitida por la ex Corte Suprema de Justicia, que es compartida por
este Tribunal Supremo, expresó con claridad que la reivindicación como acción de
defensa de la propiedad se halla reservada al "propietario que ha perdido la
posesión de una cosa" y que el derecho propietario, por su naturaleza, conlleva la
"posesión" emergente del derecho mismo, consiguientemente no necesariamente
debe estar en posesión corporal o natural del bien, habida cuenta que tiene la
"posesión civil" que está integrada en sus elementos "corpus y ánimus".

ACCION REIVINDICACIÓN
Auto Supremo: 379/2016
Sucre: 19 de Abril 2016
Proceso: Reivindicación
El art. 1453 del C.C., señala: “I. El propietario que ha perdido la posesión de una
cosa puede reivindicarla de quien la posee o la detenta”; precepto legal que regula
el instituto de la reivindicación como una acción real, que tiene por objeto
recuperar un bien, sobre el que se tiene derecho de propiedad.
Al respecto Arturo Alessandri R. señala que: “…la acción reivindicatoria el actor
no pretende que se declare su derecho de dominio, puesto que afirma tenerlo sino
que demanda la restitución de la cosa a su poder por el que la posee.”; acción que
se reserva precisamente al propietario que ha perdido la posesión del bien de su
propiedad, siendo que el primer requisito para la procedencia de la referida acción,
P á g i n a 43 | 846
es la existencia de un derecho de propiedad sobre la cosa cuya reivindicación se
demanda, esto tiene estrecha vinculación a lo determinado por el art. 105 del C.C.,
como el poder jurídico que permite usar, gozar y disponer de una cosa, derecho de
dominio que confiere a su titular la posesión civil y la natural o corporal, esta
última puede ser ejercida o no por el propietario.
En este entendido este Supremo Tribunal de Justicia a través de sus diversos fallos,
entre ellos el Auto supremo N° 1141/2015 – L ha orientado: “…corresponde
señalar que si bien el art. 1453 del Código Civil, refiere que la acción
reivindicatoria está dirigida para el propietario que ha perdido la posesión de la
cosa pudiendo reivindicarla de quien la detenta o la posea, es decir que uno de los
requisitos indispensable para hacer viable dicha acción es quien la interponga
acredite su derecho propietario, el cual le permite usar gozar y disponer, conforme
lo establece el art. 105 de la norma ya citada, de esta manera el derecho
propietario confiere al titular la posesión civil o jus possidendi y la natural o jus
posseionem, pudiendo esta última ser o no ejercida por su propietario.
Bajo este razonamiento, es que en varios Autos Supremos, se estableció que no
resulta necesario que el titular del derecho propietario que pretende reivindicar el
bien deba estar en posesión física del mismo, habida cuenta que tiene la "posesión
civil" que está integrada en sus elementos "corpus y animus", por lo expuesto
supra y estando el derecho propietario de la institución demandada debidamente
acreditado, así como el bien inmueble plenamente identificado y la posesión
corporal que tiene la recurrente sobre el mismo, la acción de reivindicación
resulta procedente conforme lo determinaron los jueces de instancia…”.
Por otra parte, en cuanto a los requisitos de procedencia de la acción
reivindicatoria, se ha orientado en varios fallos entre los cuales podemos citar al
Auto Supremo N° 786/2015 – L, que señala: “…tres son los presupuestos para la
procedencia de la acción reivindicatoria: 1) que el actor cuente con derecho
propietario de la cosa a reivindicar; 2) que esté privado o destituido de ésta; 3)
que la cosa se halle plenamente identificada; respecto a esta acción real, la
uniforme jurisprudencia emitida por la ex Corte Suprema de Justicia, que es
compartida por este Tribunal Supremo, expresó con claridad que la reivindicación
como acción de defensa de la propiedad se halla reservada al "propietario que ha
perdido la posesión de una cosa" y que el derecho propietario, por su naturaleza,
conlleva la "posesión" emergente del derecho mismo, consiguientemente no
necesariamente debe estar en posesión corporal o natural del bien, habida cuenta
que tiene la "posesión civil" que está integrada en sus elementos "corpus y
ánimus".”

ACCIÓN REIVINDICATORIA
Auto Supremo: 503/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Reivindicación, mejor derecho propietario, desocupación y entrega de
inmueble y pago de daños y perjuicios.
P á g i n a 44 | 846
Al respecto, corresponde precisar lo que el art. 1453 del Sustantivo Civil establece:
“I. El propietario que ha perdido la posesión de una cosa puede reivindicarla de
quien la posee o la detenta”, de lo señalado se deduce que la reivindicación al ser
una acción real, tiene como objetivo la defensa de la propiedad y la respectiva
posesión que emerge de ella, está dirigida contra aquella persona que tenga la
posesión de la cosa sin ostentar ningún derecho o título que le faculte para la
posesión; en otras palabras la acción de reivindicación está destinada para que
quien haya perdido la posesión de una cosa, pueda reclamar la restitución de la
misma, en razón a que tiene derecho a poseerla en contra del poseedor que no es
propietario y que se encuentra en posesión de la misma.
En ese entendido y toda vez que lo que se pretende recuperar con esta acción es la
posesión de la cosa, ya el autor Arturo Alessandri R. (Tratado de los Derechos
Reales, Tomo II, pág. 257) señaló que: “Por la acción reivindicatoria el actor no
pretende que se declare su derecho de dominio, puesto que afirma tenerlo sino que
demanda la restitución de la cosa a su poder por el que la posee.”; en base a lo
expuesto, resulta pertinente señalar que quien interponga dicha acción debe
cumplir con ciertos requisitos que hacen procedente a la misma, que a decir del
autor Alexander Rioja Bermúdez en su artículo “Mejor Derecho de Propiedad y
Reivindicación”, son tres: 1. El derecho de dominio de quien se pretende dueño; 2.
La determinación de la cosa que se pretende reivindicar y; 3. La posesión de la
cosa por el demandado.
Concordante con lo expuesto, este Tribunal Supremo de Justicia en el Auto
Supremo Nº 582/2014 de fecha 10 de octubre de 2014, razonó lo siguiente: “Dicho
instituto, establecido en base al art. 1453 del Código civil, requiere como uno de
sus presupuestos el de acreditar el derecho de propiedad, y ese derecho de
propiedad debe ser identificado con precisión, pues debe notarse que con la misma
se podrá debatir no solo la reivindicación del bien, sino también otras acciones
reales como el mejor derecho de propiedad que en la litis fue demandado, esa es la
razón por la que se exige que el propietario debe acreditar su derecho propietario,
que se encuentra previsto por la Ley de 10 de noviembre de 1887 (Inscripción de
Derechos Reales), cuyo art. 6 señala lo siguiente: “Todo título que haya de
inscribirse, designará con claridad el nombre, apellido, edad, estado, profesión y
domicilio de las partes, con expresión de su capacidad o del de su administrador o
representante legal. Designará, además, los bienes sujetos a la inscripción, por su
naturaleza, situación, número si lo tuvieren, nombre cuando sea posible, límites, y
por todas las demás circunstancias que sirvan para hacerlos conocer clara y
distintamente. Los planos topográficos aprobados legalmente se depositarán
originales en la oficina…” (el subrayado y negrillas nos corresponde), esto quiere
decir que para la identificación de un derecho de propiedad debía efectuarse la
identificación con los datos de precisión de medición e identificación (frente,
fondo, contrafrente, contrafondo y codos) para que de esta manera el bien pudiera
ser identificado y con ello demostrar de su precisión, en cuanto a superficie, áreas
y colindancias, y en la actualidad con ayuda de coordenadas georeferenciadas,
P á g i n a 45 | 846
impresas en el título de propiedad y su registro pertinente en la oficina de
Derechos Reales, consiguientemente este es uno de los presupuestos para
viabilizar tanto la acción reivindicatoria como el mejor derecho de propiedad
establecido en los arts. 1453 y 1545 del Código Civil.”, de lo expuesto se concluye
que el derecho de propiedad se acredita con el título de adquisición y su
correspondiente registro en Derechos Reales, razón por la cual dicho título debe
contener necesariamente la precisión de los datos para su ubicación, pues con ella
se podrá debatir ya sea un mejor derecho de propiedad o como en el caso de autos
la reivindicación.
De igual forma, y haciendo hincapié en el primer requisito referido al derecho de
dominio que la parte que pretende reivindicar la cosa debe demostrar, resulta
pertinente referirnos a lo establecido en el Auto Supremo Nº 307/2014 de fecha 24
de junio de 2014, que señala de manera textual lo siguiente: “Consiguientemente,
el Testimonio Nº 649/2010, acredita título de propiedad de conformidad a las
previsiones contenidas en el art. 105 del Código Civil, que considera a la
propiedad como un poder jurídico que permite a su titular usar, gozar y disponer
del mismo; y en esas condiciones y circunstancias, el mencionado título es
oponible ante cualquier persona que pretenda reivindicar el mencionado bien
inmueble. De otro lado, conforme a la regla general que establece el art. 1538 del
Código Civil, ningún derecho real sobre inmuebles surte efectos contra terceros
sino desde el momento en que se hace público a través de la inscripción del título
en el registro de Derechos Reales. Por su parte, el párrafo III de la mencionada
disposición legal, señala: “Los actos por los que se constituyen, transmiten,
modifican o limitan los Derechos Reales sobre bienes inmuebles, y en los cuales no
se hubiese llenado las formalidades de inscripción, surten sus efectos solo entre las
partes contratantes, con arreglo a las leyes sin perjudicar a terceros
interesados”. De la revisión del Testimonio Nº 649/2010 de 03 de mayo de 2010,
se puede observar que efectivamente no lleva la constancia de registro de
Derechos Reales, no obstante de ello, en virtud al art. 1297 del Código Civil, el
precitado documento tiene la misma eficacia de documento público entre los
otorgantes y sus herederos y causahabientes respecto a lo que contiene en el
mismo, consecuentemente, la ausencia de registro de la propiedad en Derechos
Reales no es impedimento para que dicha venta no pueda surtir efectos entre las
partes contratantes, toda vez que la ley expresamente ha previsto que el registro
de la propiedad es oponible ante terceros interesados, es decir, la publicidad de
los derechos reales está establecido para terceros y no para las partes
contratantes, lo que quiere decir, según el art. 1538-III del Código Civil, que las
partes contratantes (o sus herederos y/o causahabientes según el art. 524 del
Código Civil) que hayan celebrado un acto jurídico por el que hayan constituido,
transmitido, modificado o limitado el derecho real de un determinado bien
inmueble y no hayan cumplido con esa formalidad del registro, no significa que
no tenga validez alguna dicho acto jurídico ya que por ley, entre partes continua
surtiendo efectos; sin embargo, el A quo en su resolución ha interpretado
P á g i n a 46 | 846
equivocadamente la señalada disposición legal al concluir que: “ ()… de lo cual se
evidencia que la misma (Hilda Ayda Vargas Rivero) no registró su derecho
propietario en las Oficinas de Derechos Reales de la ciudad de La Paz, en
consecuencia no ha demostrado tener la calidad de propietaria …”, extremo que
ha sido corroborado por el Tribunal de Alzada que en su resolución declaró: “…
la reconvencionista no ha dado cumplimiento a las previsiones del art. 1538 del
Código Civil, a efectos de otorgar publicidad y oponibilidad a la titularidad
invocada, y hacerla valer frente a terceros …”, de lo que se concluye que el Ad
quem ha incurrido en errónea interpretación y violación de los arts. 521, 524, 584
y 1538 del Código Civil.

ACCIÓN REIVINDICATORIA
Auto Supremo: 659/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Usucapión Decenal o extraordinaria.
Al respecto, corresponde precisar lo que el art. 1453 del Sustantivo Civil establece:
“I. El propietario que ha perdido la posesión de una cosa puede reivindicarla de
quien la posee o la detenta”, de lo señalado se deduce que la reivindicación al ser
una acción real, tiene como objetivo la defensa de la propiedad y la respectiva
posesión que emerge de ella, está dirigida contra aquella persona que tenga la
posesión de la cosa sin ostentar ningún derecho o título que le faculte para la
posesión; en otras palabras la acción de reivindicación está destinada para que el
propietario que haya perdido la posesión de una cosa (legitimación activa), pueda
reclamar la restitución de la misma, en razón a que tiene derecho a poseerla, en
contra del poseedor que no es propietario y que se encuentra en posesión de la
misma (legitimación pasiva), siendo esta acción imprescriptible, salvo los efectos
que produzca la adquisición de la propiedad por otra persona en virtud de
usucapión, quedando claro, que la acción de restitución o devolución de la
propiedad de un tercero es imprescriptible, no siendo afectada por el transcurso del
tiempo y puede ser aplicada en cualquier momento, por el propietario de un bien
inmueble.
En ese entendido y toda vez que lo que se pretende recuperar con esta acción es la
posesión de la cosa, resulta pertinente señalar que quien interponga dicha acción
debe cumplir con ciertos requisitos que hacen procedente a la misma, que a decir
del autor Alexander Rioja Bermúdez en su artículo “Mejor Derecho de Propiedad y
Reivindicación”, son tres: 1. El derecho de dominio de quien se pretende dueño; 2.
La determinación de la cosa que se pretende reivindicar y; 3. La posesión de la
cosa por el demandado. De dichos requisitos y haciendo hincapié en el primero de
estos, debemos precisar que el mismo debe ser acreditado con título idóneo que
demuestre que quien pretende dicha tutela sea el titular de la cosa que se pretende
reivindicar, pues al estar reservada la interposición de dicha acción únicamente al
propietario que no tiene la posesión física de la cosa, no resulta viable que la
misma sea interpuesta por quien no acredita tal extremo, es decir por quien no
P á g i n a 47 | 846
tenga la legitimación activa para interponer la misma; sobre el segundo requisito
debemos señalar que la determinación de la cosa debe ser acreditada
documentalmente y de manera precisa, es decir que se debe identificar plenamente
el inmueble tanto en su ubicación, superficie y limites; finalmente quien pretende
reivindicar debe demostrar que el demandado es quien se encuentra en posesión
física del inmueble.
De igual forma, en relaciona los requisitos que hacen viable la acción
reivindicatoria corresponde citar a Arturo Alessandri R., que sobre la
reivindicación señaló que: “…la acción reivindicatoria el actor no pretende que se
declare su derecho de dominio, puesto que afirma tenerlo sino que demanda la
restitución de la cosa a su poder por el que la posee.”; de lo expuesto se tiene que
esta acción se encuentra reservada para el titular del derecho propietario, derecho
que por su naturaleza, conlleva la “posesión” emergente del derecho mismo, por lo
que el propietario que pretende reivindicar no necesariamente debió estar en
posesión corporal o natural del bien, en consideración a que tiene la “posesión
civil”, que está a su vez integrado por sus elementos “corpus” y “ánimus”.

ACCION REIVINDICATORIA, REQUISITO DE VIABILIDAD


Auto Supremo: 69/2016
Sucre: 04 de febrero de 2016
…fuese procedente la reivindicación conforme lo establece el art. 1453 del C.C., se
debe reiterar que sobre el tema existe bastante jurisprudencia, al efecto
corresponderá señalar que la extinta Corte Suprema de Justicia de la Nación ha
emitido los siguientes fallos Autos Supremo Nº 135/2001 de 29 de junio, "...la
reivindicación es una acción real establecida en defensa de la propiedad y la
posesión que emerge de ella o "jus possidendi", es distinta del "jus posesionem"
que informa a la posesión de hecho. Por ello el artículo 1453 del Código Civil,
discurre en sentido de que el "propietario" que ha perdido la posesión de una cosa
puede reivindicarla de quien la posee o detenta..." desde ese punto de Vista se
infiere, que el objeto de la interposición de esta acción es el reconocimiento,
protección y libre ejercicio de un derecho real inmobiliario. En consecuencia, la
acción ejercida por una persona que reclama la restitución de un bien de la que se
cree propietario, se funda en la existencia del derecho de propiedad y tiene por
finalidad la obtención de la posesión, o dicho de otra manera, la acción
reivindicatoria es la acción concedida al propietario para permitirle que se le
reconozca su derecho y que adquiera la posesión que no ostenta. Así, también se ha
pronunciado el Auto Supremo Nº 199/2004 de 13 de octubre, que establece "...el
sólo hecho de tener título de propiedad, otorga al propietario el corpus y ánimus
sobre la cosa, ejerciendo el uso, goce y disposición sobre aquélla, facultándole
además, el derecho de reivindicar la cosa de manos de un tercero, aunque el
demandante no hubiere estado en posesión material de la cosa en litigio. Así, el
derecho de propiedad se diferencia de las acciones posesorias, pues en estas
últimas sí es preciso la posesión física o corporal por parte de quien la invoca, lo
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que no sucede con el primero...", criterio compartido por este Tribunal Supremo de
Justicia, consecuentemente la eyección o desposesión, no es requisito para la
viabilidad de la acción reivindicatoria.
ACCION REIVINDICATORIA
Auto Supremo: 82/2016
Sucre: 04 de febrero 2016
Del análisis de la demanda se advierte que esta tiene por finalidad la reivindicación
de un bien inmueble en amparo del art. 1453 del Código Sustantivo de la Materia
que señala: “I. El propietario que ha perdido la posesión de una cosa puede
reivindicarla de quien la posee o la detenta. II. Si el demandado, después de la
citación, por hecho propio cesa de poseer o de detentar la cosa, está obligado a
recuperarla para el propietario o, a falta de esto, a abonarle su valor y resarcirle
el daño. III. El propietario que obtiene del nuevo propietario o detentador la
restitución de la cosa, debe rembolsar al anterior poseedor o detentador la suma
recibida como valor por ella.”, sobre la referida norma, corresponde expresar que
doctrinariamente la acción de reivindicación es: “Aquella que tiene por objeto el
ejercicio, por el propietario de una cosa, de los derechos dominiales, a efectos de
obtener su devolución por un tercero que la detenta.”, de esta definición, se puede
extraer un punto esencial para su procedencia: .- Ser propietario, y a efectos de
seguir desmembrando este punto es primordial señalar que es propiedad, según EL
DICCIONARIO DE DERECHO OMEBA TOMO III el término PROPIEDAD
significa: “Facultad legitima de gozar y disponer un cosa con exclusión del
arbitrio ajeno y reclamar su devolución cuando se encuentre indebidamente en
poder de otro” y en el mismo sentido podemos expresar la doctrina expresada por
CAPITANT, el cual sobre el tema expresa, que es el: “ Derecho de usar, gozar y
disponer de una cosa en forma exclusiva y absoluta”.
Partiendo de estos extremos, el -propietario- ejerce todos los derechos facultados
por el art. 105 del CC., es decir, de: usar, gozar y disponer de una cosa.
Ahora en cuanto al tema de la oponibilidad y publicidad frente a terceros de este
derecho propietario nuestro ordenamiento jurídico, en el art. 1538 del C.C.
determina que ningún derecho real sobre inmuebles surte efectos contra
terceros, sino, a partir desde que se hace público, es decir, desde su registro en la
oficina de derechos reales, lo cual como se dijo y valga la redundancia otorga
ciertas facultades al propietario, como ser la oponibilidad y publicidad.

ACCIÓN REIVINDICATORIA, IMPRESCRIPTIBILIDAD


Auto Supremo: 411/2016
Sucre: 28 de abril 2016
Proceso: Reivindicación.
Para el caso de autos se deberá tener presente lo dispuesto en el Auto Supremo Nº
346/2013 de fecha 15 de julio, la que establece: “Para el entendimiento de este
fallo es necesario recurrir a la doctrina, al efecto corresponde citar a Lino E.
Palacio quien en su obra "Derecho Procesal Civil" Ed. Abeledo Perrot, Tomo I,
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págs. 405 a 406 al teorizar los requisitos intrínsecos de admisibilidad de la
pretensión señala lo siguiente: "Para que el juez se encuentre en condiciones de
examinar la pretensión procesal en cuanto al fondo es preciso que quienes de
hecho intervienen en el proceso como partes (actora o demandada), sean quienes
deban figurar en ese proceso concreto asumiendo tal calidad. Estas últimas son las
"justas partes" o las "partes legítimas", y la aptitud jurídica que permite
caracterizarlas mediante esos términos se denomina legitimación para obrar o
legitimación procesal. Cabe, pues, definir a la legitimación para obrar o procesal,
como aquel requisito en cuya virtud debe mediar una coincidencia entre las
personas que efectivamente actúan en el proceso y las personas a las que la ley
habilita especialmente para pretender (legitimación activa) y para contradecir
(legitimación pasiva) respecto de la materia sobre la cual el proceso versa...", por
ello se deduce que la legitimación es un requisito que afecta tanto al actor como al
demandado. La pretensión, en efecto, debe ser deducida por y frente a una persona
procesalmente legitimada, por lo que se entenderá que la ausencia de
legitimación, sea activa o pasiva, torna admisible la llamada defensa de "falta de
legitimación".”

Por otro lado respecto a la reivindicación se debe tomar en cuenta lo establecido en


el A.S. Nº 39/2013 de fecha 8 de febrero que indica: “Que, conforme dispone el
art. 56 parágrafo II de la Constitución Política del Estado, se garantiza la
propiedad privada siempre que el uso que se haga de ella no sea perjudicial al
interés colectivo, asimismo el Código Civil, aclara en su art. 105, que la propiedad
es un poder jurídico que permite usar, gozar y disponer de una cosa y debe
ejercerse en forma compatible con el interés colectivo, dentro de los límites y
obligaciones que establece el ordenamiento jurídico, de tal forma que el poder de
uso, goce y disfrute puede ser utilizado en cualquier momento por el propietario,
así también en su parágrafo II señala: "el propietario puede reivindicar la cosa de
las manos de un tercero", complementada por los arts. 1453 parágrafo I y 1454
del referido cuerpo legal donde se dispone: "que el propietario que ha perdido la
posesión de una cosa puede reivindicarla de quien la posee o la detenta y que la
acción reivindicatoria es imprescriptible, salvo los efectos que produzca la
adquisición de la propiedad por otra persona en virtud de usucapión". Siguiendo
esta línea este Tribunal, expresó con claridad que la reivindicación como acción
de defensa de la propiedad se halla reservada al: "propietario que ha perdido la
posesión de una cosa" y que el derecho propietario, por su naturaleza, conlleva la
"posesión" emergente del derecho mismo, consiguientemente no necesariamente
debe estar en posesión corporal o natural del bien, habida cuenta que tiene la
"posesión Civil" que está integrada en sus elementos "corpus y ánimus", ",
quedando claro, que la acción de restitución o devolución de la propiedad de un
tercero es imprescriptible y puede ser aplicada en cualquier momento, por el
propietario.”

P á g i n a 50 | 846
ACEPTACIÓN O RENUNCIA DE LA HERENCIA
Auto Supremo: 893/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de documento y otros.
Respecto a los temas debatidos de la aceptación o renuncia de la herencia, se debe
considerar lo expuesto en el Auto Supremo No. 417/2013 de 16 de agosto 2013, en
el que se señaló que: “Conforme a la norma descrita, corresponde también citar el
art. 1022 del Código Civil que señala: “(Efectos de la aceptación y la renuncia)
Los efectos de la aceptación y la renuncia de la herencia se retrotraen al momento
en que se abrió la sucesión; a quien renuncia se le considera no haber sido nunca
heredero, y a quien acepta se le tiene definitivamente por heredero adquirente de
la herencia en los términos del artículo 1007”, la norma de referencia alude a los
efectos de la aceptación y la renuncia de la herencia, y señala que como efecto de
la aceptación (expresa o tácita) se tiene a la adquisición de la herencia desde el
momento de la apertura de la sucesión, esto implica que si la norma alude que el
efecto de la aceptación de la herencia, es la adquisición en los términos del art.
1007 del Código Civil, significa que para adquirir la herencia, necesariamente
debía de generarse una aceptación en forma expresa o en forma tácita, por eso es
que en el Código Civil existe un capítulo entero que trata de la acepción de la
herencia en forma pura y simple, en la que clasifica a la aceptación en forma
expresa y en forma tácita; así se dirá que la primera parte del art. 1007 del
Código Civil, señala que la adquisición de la herencia opera por el solo efecto de
la ley y desde el momento en que se apertura la sucesión, esto implica que una vez
aceptada la herencia, los efectos patrimoniales (derechos y obligaciones), operan
en forma retroactiva, desde el momento de la apertura de la sucesión y no desde la
aceptación de la herencia, y la segunda parte de la norma alude a la posesión de
los bienes hereditarios, señalando que los herederos forzosos no necesitan efectuar
trámite de posesión de bienes que ya poseía el causante, aspecto distinto para los
herederos simplemente legales, testamentarios y el Estado, quienes deben pedir
judicialmente la entrega de bienes hereditarios.”
2.- Asimismo corresponde acudir al Criterio del autor Jorge O. Maffia, quien en su
obra “Tratado de las Sucesiones” Ediciones Depalma 1981, en la página 256 señala
lo siguiente: “El momento en que se perfecciona la adquisición de la herencia
determina la existencia de dos sistemas: o bien aquella se la adquiere ipso jure, o
es necesaria la aceptación, constituyendo ellas las concepciones germánica y
romana, respectivamente.
El sistema romano, la delación o llamamiento no convierte al sucesible en
heredero, sino que para ello hace falta un acto de aceptación expresa o que
permita conceptuar que se ha producido en forma tácita, en la conjunción de estos
dos requisitos o elementos: llamamiento tan solo nace en favor del sucesible el
derecho de adquirir la herencia mediante la aceptación, el denominado ius
delationis. Si lo ejerce aceptando, se convierte efectivamente en heredero. Puede
llegar por medio de la aceptación expresa (adictio) o de forma tácita, observando
P á g i n a 51 | 846
una conducta que importa aceptación (pro herede gestión). Los actos de mera
conservación de los bienes hereditarios no implican aceptación.
En el denominado sistema germánico, en cambio, el llamamiento operado por la
muerte del causante produce la inmediata adquisición, sin que sea menester acto
alguno de aceptación ni conducta equivalente”, esta es la concepción doctrinaria
que diferencia los sistemas de adquisición de la herencia, el romano implica que
para adquirir la herencia con antelación se debe aceptar la herencia en forma
expresa o tácita, y el sistema germano, que establece, que solo el deceso del
causante implica la aceptación y adquisición de la herencia por el sucesor.
3.- Finalmente respecto de la posibilidad de impugnación corresponde citar el
aporte doctrinario asentado en la ponencia presentada en la Universidad San
Marcos de Lima, por Pedro Donaires Sánchez, intitulado: “LOS PRINCIPIOS DE
LA IMPUGNACIÓN”, señala lo siguiente: “…PRINCIPIOS DE LA
IMPUGNACIÓN… La doctrina no es uniforme respecto de cuáles son los
principios que rigen la impugnación. Corresponderá a la teoría de la
impugnación, ahondar este tema y plantearlo con uniformidad y coherencia; por el
momento, estos son los acogidos por los distintos autores, algunos de los cuales
son citados… 2. Interés del perjudicado o agraviado. Esto significa que el
perjudicado con el acto viciado debe tener interés en cuestionarlo haciendo uso de
los medios impugnatorios…”
De nuestro medio corresponde rescatar el aporte doctrinario de Carlos Morales
Guillen, en su obra “CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL CONCORDADO Y
ANOTADO”, en la página 500 señala: “… En la doctrina y en la práctica,
generalmente, y también en la ley (v. gr. El ap. 213, según el cual las resoluciones
judiciales, serán recurribles mediante impugnación de la parte perjudicada), se
habla de medios de impugnación (Chiovenda, Carnelutii, Couture).”

ACREENCIAS
Auto Supremo: 502/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Devolución de depósito a plazo fijo, pago de intereses y pago de daños y
perjuicios
La Ley 1488 de Bancos y Entidades financieras en su art. 133, de 14 de abril de
1993 mismo aplicable al momento de la vigencia de los hechos de acuerdo al
aforismo “tiempos regit actus”, aplicable por la S.C. 220/2010-R. De forma textual
refiere: “La superintendencia notificara públicamente para que toda persona que
tenga acreencias contra la entidad financiera en liquidación, inscriba su acreencia
con la documentación probatoria suficiente, dentro de los noventa (90) días
posteriores a la fecha de la notificación publica y en el lugar señalado en la
misma.
Los derechos de los acreedores que se presenten después del plazo señalado, se
harán valer en la vía ordinaria. ”.

P á g i n a 52 | 846
De la norma en cuestión se establece un plazo para que los acreedores que
demuestren esa calidad inscriban su acreencia dentro de los parámetros
establecidos en la Ley 1488, a ese efecto el art. 134 de la misma ley (de fecha 14 de
abril de 1993) refiere que la Superintentendencia dentro de los (90) días de
presentada la solicitud, aprobara o rechazara las acreencias reclamadas-
determinación o nomina que será de conocimiento del Juez de la Liquidación para
que determine las prelaciones, pudiendo el titular de una acreencia rechazada en el
plazo de quince días interponer recurso de revisión ante el Juez de la liquidación
conforme determina el art. 137 de la misma ley.
Y a los efectos de determinar la acreencia el art. 128 de la referida Ley expresa que
la entidad financiera en liquidación, suspenderá el pago de sus obligaciones con sus
acreedores, excepto las devoluciones de las obligaciones extra concursales a que se
refiere los artículos 1386, 1410 y 1611 del Código de comercio,
Y el art. 1386 del referido Código (Comercio) señala: “En caso de liquidación de
un establecimiento bancario o entidad de crédito, los depósitos en cuentas de
ahorro y ahorro para la vivienda, se excluirán de la masa de liquidación y se
procederá, antes de dar comienzo a la misma, a la devolución íntegra de los saldos
e intereses devengados a los titulares que acrediten su derecho.
Los depósitos en cuenta corriente bancaria, a la vista y a plazo en las mismas
circunstancias, tendrán preferencia en su devolución siguiendo en prelación a los
depósitos señalados en el párrafo anterior, una vez conocida la masa distribuible.
(Art. 1453 Código de Comercio).”.
Normas que orientan en sentido de que los Depósitos a plazo fijo (DPFs) tienen la
calidad de acreencia al momento de la liquidación del Banco, al poseer esta la
calidad de título ejecutivo que orienta el art. 1385.

ACTO ADMINISTRATIVO
Auto Supremo: 746/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Proceso: Nulidad de documentos.
Sobre el tema se puede citar el Auto Supremo Nº 376/2015 de fecha 2 de Junio
2015 que ha orientado: “el art. 27 de la Ley Nº 2341 de Procedimiento
Administrativo que establece lo siguiente: "Se considera acto administrativo, toda
declaración, disposición o decisión de la Administración Pública, de alcance
general o particular, emitida en ejercicio de la potestad administrativa, normada o
discrecional, cumpliendo con los requisitos y formalidades establecidos en la
presente Ley, que produce efectos jurídicos sobre el administrado. Es obligatorio,
exigible, ejecutable y se presume legítimo".
Para el tratadista Hugo Caldera, "El Acto Administrativo constituye una
exteriorización unilateral de competencia por parte de un órgano administrativo
en ejercicio de potestades jurídico-administrativas destinadas a alcanzar fines
públicos encomendadas a éste órgano", opinión acorde con la vertida
precedentemente y armonizable al ordenamiento jurídico Boliviano.
P á g i n a 53 | 846
Como se podrá advertir, el acto administrativo es una declaración unilateral del
funcionario o autoridad pública de cualquiera de los niveles de la Administración
Pública y que al emerger del ejercicio de una potestad administrativa plasma una
decisión que genera efectos o consecuencias jurídico-administrativas directas e
inmediatas.
a.-) De esta manera se tiene que la competencia para la sustanciación emergente
de la contención de actos administrativos emergentes de los Entes Municipales.-
Siendo el derecho una ciencia que evoluciona, es la jurisprudencia la que orienta
el desarrollo de la aplicación del derecho, en ese sentido corresponde citar que el
Tribunal Constitucional Plurinacional ha emitido la Sentencia Constitucional Nº
0693/2012 de 2 de agosto de 2012 que señala: “Pese a identificarse con claridad
la vía impugnativa pertinente corresponde hacer referencia a la SCP 0371/2012 de
22 de junio, que precisó que: “…ni la Constitución Política del Estado vigente, ni
la Ley del Órgano Judicial, le asignan esa facultad al Tribunal Supremo de
Justicia ni a los Tribunales Departamentales de Justicia en su Sala Plena,
respectivamente -art. 184 de la Constitución Política del Estado y art. 50 de la Ley
de Organización Judicial-. Esta ausencia normativa ocasiona un vacío jurídico,
provocando que los administrados no tengan la vía jurisdiccional para que se
dirima una determinada situación jurídica; al respecto, es importante precisar que
las características de dicho proceso son las de un ordinario en todas sus etapas.
En ese sentido, de acuerdo al art. 158 núm. 3 de la Constitución Política del
Estado, será la Asamblea Legislativa Plurinacional, quien deberá pronunciarse a
la brevedad posible sobre la regulación y/o reglamentación de los procesos
contencioso-administrativos”.
Sin embargo, la justicia Constitucional a través de la acción de amparo
Constitucional no puede sustituir a la jurisdicción contenciosa administrativa en el
control de legalidad que realiza la referida jurisdicción, máxime si se considera
que el amparo Constitucional: “…es un mecanismo instrumental para la
protección del goce efectivo de los derechos fundamentales por parte de las
personas, por tanto protege dichos derechos cuando se encuentran consolidados a
favor del actor del amparo, no siendo la vía adecuada para dirimir supuestos
derechos que se encuentren controvertidos o que no se encuentren consolidados,
porque dependen para su consolidación de la dilucidación de cuestiones de hecho
o de la Resolución de una controversia sobre los hechos; porque de analizar
dichas cuestiones importaría el reconocimiento de derechos por vía del recurso de
amparo, lo que no corresponde a su ámbito de protección, sino sólo la protección
de los mismos cuando están consolidados; por ello, la doctrina emergente de la
jurisprudencia de este Tribunal Constitucional, también ha expresado que el
recurso de amparo no puede ingresar a valorar y analizar hechos
controvertidos…” (SC 0278/2006-R de 27 de marzo).
Entonces para no dejar en indefensión al ciudadano frente al poder público y
específicamente los actos administrativos independientemente a efectivizar la
exhortación contenida en la SCP 0371/2012, debe entenderse que a efectos del
P á g i n a 54 | 846
resguardo de derechos, valores y principios Constitucionales, y hasta mientras se
desarrolle la legislación respectiva por el legislador ordinario los Tribunales
Departamentales continúan teniendo la competencia para conocer el recurso
contencioso administrativo en la materia.
La interpretación antes dicha emerge de la interpretación del art. 10 de la Ley 212
de 23 de diciembre de 2011, referido a las causas contenciosas administrativas, el
cual dispone en su parágrafo primero lo siguiente: “La Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia conocerá las causas contenciosas que resultaren de los
contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las demandas
contenciosas - administrativas, a que dieren lugar las resoluciones del mismo;
hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción Especializada”.
Es decir, que en tanto no exista la jurisdicción especializada se debe precautelar
que el justiciable tenga la posibilidad de impugnar haciendo uso de los
mecanismos establecidos y que aún no han sido sustituidos, en este caso, resulta
aplicable lo dispuesto en el mencionado art. 778 del Código de Procedimiento
Civil”.
Bajo esa interpretación Constitucional, es que la Sala Plena del Tribunal Supremo
de Justicia ha emitido el Auto Supremo Nº 115/2013 de 10 de abril de 2013,
expresando lo siguiente:“La ratio decidendi extractada de las referidas Sentencias
Constitucionales Plurinacionales, tienen carácter vinculante y son de
cumplimiento obligatorio conforme lo establecen los arts. 203 de la CPE y 15.II
del Código Procesal Constitucional, y aplicable por analogía al caso presente;
toda vez que la presente demanda trata de un proceso contencioso administrativo
en materia Municipal, donde se demanda a una autoridad edil, impugnando la
Resolución Ejecutiva Nº 199/2012, por lo que, siguiendo la línea jurisprudencial,
estos procesos deben seguir siendo de conocimiento de los Tribunales
Departamentales de Justicia mientras no exista una regulación y/o reglamentación
por parte de la Asamblea Legislativa Plurinacional. POR TANTO: La Sala Plena
del Tribunal Supremo de Justicia del Estado Plurinacional de Bolivia, en atención
a los argumentos anteriormente expuestos, anula obrados hasta fs.15 inclusive y se
declara SIN COMPETENCIA para conocer la presente causa, debiendo remitirse
obrados a la Sala Plena del Tribunal Departamental de Justicia de Santa
Cruz…”; consiguientemente se ha sentado línea jurisprudencial para el
conocimiento de la contención de actos administrativos que hayan emergido de un
ente Municipal, por lo que en base a la jurisprudencia señalada en el presente
fallo, resulta ser vinculante para todos los órganos de administración de justicia,
siendo competencia de la Sala Plena de los Tribunales Departamentales de
Justicia, el conocimiento y sustanciación de la contención emergente de los actos
administrativos.
Así de esta manera conforme a los arts. 775 y 778 del Código de Procedimiento
Civil, vigente desde el 02 de abril de 1976, la vía contencioso y contencioso-
administrativo para la impugnación de actos administrativos evacuados por la
administración Publica se atribuía a la Sala Plena de la Corte Suprema de
P á g i n a 55 | 846
Justicia, disposiciones que fue sustentada posteriormente por el art. 55 núm. 10 de
la Ley del Órgano Judicial Ley 1455,en ese sentido el artículo 10 parágrafo I de la
Ley Nº 212 de 23 de diciembre de 2011, determina que “La Sala Plena del
Tribunal Supremo de Justicia conocerá las causas contenciosas que resultaren de
los contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las
demandas contenciosas - administrativas, a que dieren lugar las resoluciones del
mismo; hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción Especializada”.
De acuerdo a la relación cronológica de antecedentes legales que sustentan la vía
del proceso contencioso y contencioso-administrativo, el legislador ha promulgado
la Ley Nº 620 de fecha 29 de diciembre de 2014, que en su art. 3, cita: “(SALA
ESPECIALIZADA EN MATERIA CONTENCIOSA Y CONTENCIOSA
ADMINISTRATIVA DE LOS TRIBUNALES DEPARTAMENTALES DE
JUSTICIA).Se crea la Sala Contenciosa y Contenciosa Administrativa, como parte
de la estructura de los Tribunales Departamentales de Justicia, con las siguientes
atribuciones:
Conocer y resolver las causas contenciosas que resultaren de los contratos,
negociaciones o concesiones de los gobiernos autónomos departamentales,
municipales, indígena originario campesinos y regionales; universidades
públicas, y demás instituciones públicas o privadas que cumplan roles de
administración estatal a nivel departamental.
Conocer y resolver las demandas contenciosas administrativas a nivel
departamental, que resultaren de la oposición del interés público y privado”, el
cual establece una modificación en cuanto al conocimiento y sustanciación de este
proceso contencioso, y contencioso-administrativo, emergentes de los actos
evacuados por el Gobierno Municipal, que actualmente son de conocimiento
especializado de los Tribunales Departamentales de Justicia,”.

ACTO ADMINISTRATIVO, NOCION


Auto Supremo: 884/2015 - L
Sucre: 2 de Octubre 2015
El art. 27 de la Ley Nº 2341 de Procedimiento Administrativo establece lo
siguiente: “Se considera acto administrativo, toda declaración, disposición o
decisión de la Administración Pública, de alcance general o particular, emitida en
el ejercicio de la potestad administrativa, normada o discrecional, cumpliendo con
los requisitos y formalidades establecidos en la presente Ley, que produce efectos
jurídicos sobre el administrado, Es obligatorio, exigible, ejecutable y se presume
legítimo”.
Para el tratadista Hugo Caldera, “El acto administrativo constituye una
exteriorización unilateral de competencia por parte de un órgano administrativo en
ejercicio de potestades jurídico-administrativas destinadas a alcanzar fines públicos
encomendadas a este órgano”, opinión que armoniza con nuestro ordenamiento
jurídico administrativo boliviano..

P á g i n a 56 | 846
Según la cita de la disposición legal y el aporte doctrinario de referencia, el acto
administrativo es una declaración unilateral del funcionario o autoridad pública de
cualquiera de los niveles de la Administración Pública y que al emerger de una
potestad administrativa plasma una decisión que genera efectos o consecuencia
jurídico-administrativas directas o inmediatas, cuyas decisiones no pueden ser
demandadas o dejadas sin efecto por los jueces ordinarios civiles, correspondiendo
en todo caso acudir a la jurisdicción especializada del contencioso-administrativo.

ACTO ADMINISTRATIVO
Auto Supremo: 898/2015 - L
Sucre: 6 de Octubre 2015
El art. 27 de la Ley Nº 2341 de Procedimiento Administrativo establece lo
siguiente: "Se considera acto administrativo, toda declaración, disposición o
decisión de la Administración Pública, de alcance general o particular, emitida en
ejercicio de la potestad administrativa, normada o discrecional, cumpliendo con
los requisitos y formalidades establecidos en la presente Ley, que produce efectos
jurídicos sobre el administrado. Es obligatorio, exigible, ejecutable y se presume
legítimo".
Para el tratadista Hugo Caldera, "El Acto Administrativo constituye una
exteriorización unilateral de competencia por parte de un órgano administrativo
en ejercicio de potestades jurídico-administrativas destinadas a alcanzar fines
públicos encomendadas a éste órgano", opinión acorde con la vertida
precedentemente y armonizable al ordenamiento jurídico boliviano.
Como se podrá advertir, el acto administrativo es una declaración unilateral del
funcionario o autoridad pública de cualquiera de los niveles de la Administración
Pública y que al emerger del ejercicio de una potestad administrativa plasma una
decisión que genera efectos o consecuencias jurídico-administrativas directas e
inmediatas.

ACTO ADMINISTRATIVO, ALCANCES


Auto Supremo: 360/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: Ordinario, anulabilidad de escrituras públicas y reivindicación
de inmueble.
Tomando en cuenta que el argumento central del recurrente se encuentra en sentido
de indicar que las escrituras de transferencias de bienes emergentes de proceso de
expropiación no serían actos administrativos enmarcados dentro del Derecho
Administrativo, sino más bien contratos regidos por el Código Civil; se expone a
continuación la doctrina relevante respecto al acto administrativo.
Roberto Dromi en su Obra “Derecho Administrativo”, 11ª Edición, Editorial
Ciudad Argentina–Hispania Libros 2006, indica que el régimen jurídico de la
función administrativa en general comprende dos aspectos: a) las formas
jurídicas y b) las relaciones jurídicas; estas últimas conciernen a la operatividad
P á g i n a 57 | 846
de la función administrativa en cuanto a la regulación, organización, integración,
prestación, limitación, intervención, fiscalización y protección jurídico-
administrativas.
Mientras que las formas jurídicas constituyen los modos que el legislador adopta y
adapta para la exteriorización jurídica o materialización de la voluntad de la
función administrativa; dentro de esta categoría distingue cinco fórmulas jurídicas,
siendo estas; el acto, el hecho, la actuación interadministrativa, el reglamento y el
contrato administrativo; todas estas emanan de un ente público en el ejercicio de
una función administrativa.
Cada una de las fórmulas descritas tienen significados y alcances distintos y para
efectos de asumir un conocimiento general y distinguir las diferencias que existen
entre las mismas, nos referiremos de manera breve a las tres primeras; así la
diferencia entre el acto administrativo y elhecho administrativo radica en que el
primero implica siempre una declaración intelectual de voluntad de decisión, de
cognición u opinión que produce efectos jurídicos; en tanto que el segundo importa
un quehacer material, una operación técnica o actuación física que produce efectos
jurídicos directos o indirectos. En cambio la actuación
interadministrativa denominada también como simple acto, constituye la
declaración unilateral interna surgida de las relaciones interorgánicas de la
vinculación de diversos órganos de un mismo ente o persona jurídica entre sí que
produce efectos jurídicos individuales en forma indirecta; esta última viene a
constituir las propuestas, dictámenes, informes, etc.
Para el caso presente conviene centrar nuestra atención de manera específica en
el Acto Administrativo, siendo este instituto definido por el citado autor Roberto
Dromi, “como toda declaración unilateral efectuada en el ejercicio de la función
administrativa, que produce efectos jurídicos individuales en forma directa”; quien
además deja establecido que si bien el acto administrativo es esencialmente
unilateral, ello no excluye de que la voluntad del administrado pueda jugar como
presupuesto para su existencia.
Por su parte, Agustín Gordillo en su Obra “Tratado de Derechos Administrativo”,
la define al acto administrativo; “como la declaración unilateral realizada en
ejercicio de la función administrativa, que produce efectos jurídicos individuales
en forma directa”.
En tanto que Eduardo García de Enterría y Tomás Ramón Fernández, en su Obra
“Curso de Derecho Administrativo” Tomo I, Editorial CIVITAS, Decimosexta
Edición 2013, Pag. 591, arriban a la siguiente definición: “Acto administrativo
sería así la declaración de voluntad, de juicio, de conocimiento o de deseo
realizada por la Administración en ejercicio de una potestad administrativa
distinta de la potestad reglamentaria”.
En nuestro medio, la Ley Nº 2341 de Procedimiento Administrativo del 23 de julio
de 2003 en su art. 27 establece una noción del Acto Administrativo señalando lo
siguiente: “Se considera acto administrativo, toda declaración, disposición o
decisión de la Administración Pública, de alcance general o particular, emitida en
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el ejercicio de la potestad administrativa, normada o discrecional, cumpliendo con
los requisitos y formalidades establecidas en la presente ley, que produzcan efectos
jurídicos sobre el administrado. Es obligatorio, exigible, ejecutable y se presume
legítimo”. Definición que se encuentra acorde con las anteriores citas doctrinarias
de referencia.
Criterios doctrinarios que tienen carácter orientador que ayudará a comprender de
mejor manera qué debe entenderse por acto administrativo y cuáles son sus
alcances, sin importar el medio o el instrumento a través del cual se exprese esa
voluntad.

ACTOS DE TOLERANCIA
Auto Supremo: 1027/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Usucapión decenal o extraordinaria.
Respecto a lo que debe entenderse como actos de simple tolerancia, el Autor
Guillermo A. Borda en su obra titulada “Tratado de Derecho Civil, Derechos
Reales” Tomo I, sexta edición, señaló que: “Es necesario distinguir los actos
posesorios propiamente dichos y los llamados actos de simple tolerancia. Se
denominan así los realizados sobre un inmueble por un tercero que el propietario
o poseedor permite por razones de tolerancia, amistad o buena vecindad, pero que
él puede hacer cesar cuando le plazca (105)….”.
De igual forma, este Tribunal Supremo de Justicia en el Auto Supremo Nº
506/2013 respecto a lo que debe entenderse por tolerancia ha orientado en sentido
que de acuerdo a la Real Academia de la Lengua Española, por tolerancia se
entiende como la acción de tolerar, y a este último término como “permitir algo
que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente”.
Sobre este punto, el Código Civil en su art. 90, establece que: “Los actos de
tolerancia no pueden servir de fundamento para adquirir la posesión”, lo que nos
da a entender que los actos de tolerancia para la tenencia de cierto bien, no llega a
constituirse como posesión propiamente dicha.
Sin embargo, si bien resulta evidente que un acto de tolerancia no constituye
posesión y por ende tampoco puede generar que quien se encuentra en calidad de
tolerado adquiera el bien inmueble en razón a la prescripción adquisitiva o
usucapión; empero, corresponde precisar que, conforme a la cita doctrinaria
expuesta supra, esta autorización o consentimiento que otorga ya sea el propietario
o poseedor, para que un tercero realice actos sobre la cosa, debe necesariamente ser
demostrado, con otros medios probatorios, puesto que se constituye en una
presunción judicial, consiguientemente quien refiera que un tercero se encuentra en
calidad de tolerado en un inmueble de su propiedad, debe demostrar que este dio su
consentimiento para que este tercero realice actos sobre el mismo, máxime si el art.
88 del Sustantivo Civil, establece que se presume la posesión de quien ejerce
actualmente el poder de la cosa

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ACTOS DE TOLERANCIA
Auto Supremo: 1217/2016
Sucre: 26 de octubre 2016
Proceso: Usucapión.
Respecto a lo que debe entenderse como actos de simple tolerancia, el Autor
Guillermo A. Borda en su obra titulada “Tratado de Derecho Civil, Derechos
Reales” Tomo I, sexta edición, señaló que: “Es necesario distinguir los actos
posesorios propiamente dichos y los llamados actos de simple tolerancia. Se
denominan así los realizados sobre un inmueble por un tercero que el propietario
o poseedor permite por razones de tolerancia, amistad o buena vecindad, pero que
él puede hacer cesar cuando le plazca (105)….”.
De igual forma, este Tribunal Supremo de Justicia en el Auto Supremo Nº
506/2013 respecto a lo que debe entenderse por tolerancia ha orientado en sentido
que de acuerdo a la Real Academia de la Lengua Española, por tolerancia se
entiende como la acción de tolerar, y a este último término como “permitir algo
que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente”.
Sobre este punto, el Código Civil en su art. 90, establece que: “Los actos de
tolerancia no pueden servir de fundamento para adquirir la posesión”, lo que nos
da a entender que los actos de tolerancia para la tenencia de cierto bien, no llega a
constituirse como posesión propiamente dicha.
Sin embargo, si bien resulta evidente que un acto de tolerancia no constituye
posesión y por ende tampoco puede generar que quien se encuentra en calidad de
tolerado adquiera el bien inmueble en razón a la prescripción adquisitiva o
usucapión; empero, corresponde precisar que, conforme a la cita doctrinaria
expuesta supra, esta autorización o consentimiento que otorga ya sea el propietario
o poseedor, para que un tercero realice actos sobre la cosa, debe necesariamente ser
demostrado, con otros medios probatorios, puesto que se constituye en una
presunción judicial, consiguientemente quien refiera que un tercero se encuentra en
calidad de tolerado en un inmueble de su propiedad, debe demostrar que este dio su
consentimiento para que este tercero realice actos sobre el mismo, máxime si el art.
88 del Sustantivo Civil, establece que se presume la posesión de quien ejerce
actualmente el poder de la cosa

ACTOS DE TOLERANCIA
Auto Supremo: 659/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Usucapión Decenal o extraordinaria.
Respecto a lo que debe entenderse como actos de simple tolerancia, el Autor
Guillermo A. Borda en su obra titulada “Tratado de Derecho Civil, Derechos
Reales” Tomo I, sexta edición, señaló que: “Es necesario distinguir los actos
posesorios propiamente dichos y los llamados actos de simple tolerancia. Se
denominan así los realizados sobre un inmueble por un tercero que el propietario

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o poseedor permite por razones de tolerancia, amistad o buena vecindad, pero que
él puede hacer cesar cuando le plazca (105)….”.
De igual forma, este Tribunal Supremo de Justicia en el Auto Supremo Nº
506/2013 respecto a lo que debe entenderse por tolerancia ha orientado en sentido
que de acuerdo a la Real Academia de la Lengua Española, por tolerancia se
entiende como la acción de tolerar, y a este último término como “permitir algo
que no se tiene por lícito, sin aprobarlo expresamente”.
Sobre este punto, el Código Civil en su art. 90, establece que: “Los actos de
tolerancia no pueden servir de fundamento para adquirir la posesión”, lo que nos
da a entender que los actos de tolerancia para la tenencia de cierto bien, no llega a
constituirse como posesión propiamente dicha.
Sin embargo, si bien resulta evidente que un acto de tolerancia no constituye
posesión y por ende tampoco puede generar que quien se encuentra en calidad de
tolerado adquiera el bien inmueble en razón a la prescripción adquisitiva o
usucapión; empero, corresponde precisar que, conforme a la cita doctrinaria
expuesta supra, esta autorización o consentimiento que otorga ya sea el propietario
o poseedor, para que un tercero realice actos sobre la cosa, debe necesariamente ser
demostrado, con otros medios probatorios, puesto que se constituye en una
presunción judicial, consiguientemente quien refiera que un tercero se encuentra en
calidad de tolerado en un inmueble de su propiedad, debe demostrar que este dio su
consentimiento para que este tercero realice actos sobre el mismo, máxime si el art.
88 del Sustantivo Civil, establece que se presume la posesión de quien ejerce
actualmente el poder de la cosa.

ACTOS MERCANTILES MIXTOS


Auto Supremo: 661/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Cumplimiento de obligación.
El art. 9 del Código de Comercio señala lo siguiente: “(Actos mercantiles mixtos)
Si el acto es comercial para una de las partes, se rige también por las
disposiciones de este Código”, dicha norma señala que si la actividad es comercial
para una de las partes, las normas a ser aplicables para la solución de la
controversia se rige por la disposiciones del Código de Comercio, bastando que
una de las partes sea comerciante para aplicar las reglas contenidas en el Código de
Comercio.
Corresponde señalar el aporte doctrinario de Carlos Morales Guillen, quien en su
obra CODIGO DE COMERCIO CONCORDADO Y ANOTADO, Editorial
Gisbert 1999, en la página 35 y siguientes describe: “Se dice que es mixto –más
propiamente unilateral según observa Vivante- el que es acto de comercio para
una de las partes que en el interviene, pero no para la otra. En realidad actos
mixtos, forman la generalidad, como ocurre… que se realizan habitualmente entre
una empresa y el público que no ve en ellos sino actos de su vida civil ordinaria.
Mas, si los actos mixtos debieran regularse, según los casos y circunstancias, por
P á g i n a 61 | 846
el derecho civil o por el comercial, imperaría el caos dice con razón Rodríguez,
por lo que la solución del art. 9, es la correcta: la unidad del contrato exige que
éste sea regulado por una ley única (Vivante)”, del texto citado los doctrinarios
citados por el referido autor, inciden en que el Código de Comercio, sea aplicable a
actos como el contrato de compraventa, en que el vendedor sea comerciante y el
comprador no.

ACTOS PROPIOS
Auto Supremo: 327/2017
Sucre: 30 de marzo 2017
Proceso: Nulidad de Contrato
En el Auto Supremo No 591/2014, de fecha de 17 de Octubre de 2014 se orientó al
respecto estableciendo que: “Conviene destacar la teoría de los actos propios,
según la cual no puede venirse contra los propios actos, negando efecto jurídico a
la conducta contraria, siendo inadmisible que un litigante fundamente su postura
invocando hechos que contraríen sus propias afirmaciones o asuma una actitud
que lo coloque en oposición con su conducta anterior”.
Asimismo en el Auto Supremo No 158/2014 de fecha 14 de abril de 2014, se
desarrolló; “Por otra parte también se deberá considerar que las partes en su
conducta procesal, están obligadas a hacerlo bajo el principio de buena fe, principio
procesal del que emerge la teoría del acto propio conocido con el apotegma
de “venire contra factum propium non valet”, que significa nadie "puede ir
válidamente contra sus propios actos", que de acuerdo al aporte doctrinario de
varios autores coinciden en que sus elementos son: 1) que la primera conducta sea
jurídicamente relevante, válida y voluntaria. 2) que ella produzca objetivamente un
estado de hecho que permita generar confianza o expectativas legítimas. 3) que la
segunda conducta sea contradictoria o incoherente con la primera y con ella se
pretenda ejercer un derecho, facultad o pretensión. 4) que exista identidad entre el
sujeto que desarrolló la primera conducta y el que ahora pretende desconocerla con
un hecho contrario.

Conforme a la cita de la enciclopedia OMEBA, Tomo I, sobre los actos propios, se


ha señalado que la misma puede ser reducida al principio general que a “… nadie
es lícito ir contra sus propios actos cuando éstos son expresión del consentimiento
de quien los ejecuta y obedece al designio de crear, modificar o extinguir
relaciones de derecho. Es decir, cuando se trata de actos jurídicos que causan
estado definiendo de una forma inalterable la posición jurídica de su
autor…”, consiguientemente resulta relevante para el entendimiento de la
mencionada teoría, el aporte de Luis Diez Picazo, quien considera que: “está
vedado a un sujeto a asumir una conducta o intentar hacer valer una pretensión
jurídica contradictoria con una postura anterior en tanto ha originado confianza
en otro sujeto que de ve perjudicado por el ejercicio de ésta nueva pretensión al
ver defraudada su fe puesta en el comportamiento primitivo”.
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ACUMULACIÓN DE LAS PRETENSIONES
Auto Supremo: 929/2016
Sucre: 03 de agosto 2016
Proceso: Nulidad de contrato de anticresis.
En la clasificación de acumulación de pretensiones la doctrina refiere que la
acumulación objetiva y subjetiva, la primera describe a la pretensión propiamente
dicha y la segunda a la integración de las personas; la acumulación objetiva puede
ser originaria o sucesiva, la primera radica en que en el contenido de la demanda
se presentan más de una pretensión, y la segunda refiere que en forma posterior a la
presentación a la demanda se amplían otras pretensiones;
Cuando se presenta la acumulación objetiva originaria de pretensiones, unas
pueden ser principales y otras accesorias; la primera, es completamente
independiente por sí misma no depende de otra pretensión, y en una demanda
puede plantearse varias pretensiones independiente que no sea contrarias entre sí,
como describe el art. 328 del Código de Procedimiento Civil; también puede
plantearse pretensiones accesorias, estas dependen de la pretensión principal y solo
pueden ser analizadas y acogidas (cuando corresponda) una vez que la pretensión
principal hubiese sido acogida favorablemente, como resulta ser el caso del pago
de daños y perjuicios, que en la generalidad de los casos va precedida de la
impugnación de un contrato; sin embargo de ello puede el actor formular ese pago
de daños y perjuicios o lo que se conoce como la calificación de responsabilidad
civil, independientemente de la impugnación del contrato en este caso ya se trata de
una pretensión principal y no accesoria, pues la accesoria siempre depende del
acogimiento de la pretensión principal.

ACUMULACIÓN DE PRETENSIONES DEBE SER ESTABLECIDA EN EL


MOMENTO PROCESAL OPORTUNO
Auto Supremo: 818/2016
Sucre: 13 de julio 2016
Proceso: División y partición
El proceso ordinario es iniciado con la formulación de una pretensión la misma que
al ser puesta en conocimiento del demandado, este puede formular una pretensión
reconvencional en contra del actor siempre de acuerdo a los requisitos establecidos
en el art. 349 del Código de Procedimiento Civil, que señala: “(Admisibilidad).- La
reconvención sólo será admisible en los procesos ordinarios y siempre que
correspondiere, por razón de la materia, a la competencia del juez que conociere
la demanda, aunque por la cuantía debiera ventilarse ante un juez inferior”,
aditamentando que la reconvención no sea ajena a la relación jurídica (o sea debe
versar sobre la misma cosa demandada), ya que si el reconventor introduce en su
pretensión reconvencional una pretensión distinta a la relación jurídica que propuso
el actor, en ese hipotético, el actor no podría formular una contrademanda respecto

P á g i n a 63 | 846
a la reconvención, por ello es que la postura doctrinaria se apoya en que la
reconvención sea sobre la misma relación jurídica.
El actor en el ejercicio del derecho dispositivo, se encuentra en la facultad de
plantear la pretensión que estime conveniente de acuerdo a sus intereses, lo que
implica que si pretende efectuar la división de la sucesión hereditaria, tiene
posibilidad de hacerlo y si considera que al margen de la división de la herencia
(relación jurídica 1), pretende activar también la división de bienes comunes - no
hereditarios (relación jurídica 2) también puede hacerlo a este hipotético la doctrina
la denomina acumulación de una pretensión objetiva originaria, pues existen dos
pretensiones (dos relaciones jurídicas independientes) autónomas o principales, la
primera que resulta ser la división de una sucesión y la segunda la división de
bienes comunes adquiridos contractualmente, sin embargo de ello para que prosiga
esta pretensión acumulada, es necesario que las partes sean las mismas, pues si
difieren los titulares del derecho subjetivo no habrá acumulación objetiva de
pretensiones principales o autónomas, además de que la pretensión acumulada deba
ser tramitada por el mismo procedimiento ordinario.

ACUMULACIÓN DE PROCESOS Y SU FINALIDAD


Auto Supremo: 1103/2016
Sucre: 23 de septiembre 2016
Proceso: Usucapión
El art. 338 del Código de procedimiento Civil, señala lo siguiente: “(Pluralidad de
peticiones).- En una demanda podrán plantearse todas las acciones que no fueren
contrarias entre sí y pertenecieren a la competencia del mismo juez”, la norma
permite acumular pretensiones y sobre la acumulación de pretensiones este
Tribunal ha emitido el Auto Supremo Nº 524/2014 de 15 de septiembre, en ella
señaló lo siguiente: “Al respecto Hugo Alsina en su “Tratado Teórico Practico de
Derecho Procesal Civil y Comercial”, Tomo I, pags. 538 a 543, al desarrollar la
teoría de la acumulación objetiva de acciones y el principio de no contradicción
establece: “a)La oposición puede derivar, en primer término, de la naturaleza de
las acciones deducidas…La imposibilidad puede también derivar de un texto
expreso de la ley…b) Sin embargo, lo que el código prohíbe en realidad es que
estas acciones sean acumuladas en carácter de principales, es decir, para que el juez
se pronuncie sobre ellas al mismo tiempo, pero nada impide que sean deducidas en
forma condicionada. La doctrina distingue a ese respecto tres modos de
acumulación: 1º) sucesiva, cuando una de las acciones es propuesta con la
condición de que antes sea acogida la otra de la cual tomará vida, de tal manera
que, desestimada aquélla, ésta queda de hecho excluída, pero que no debe
confundirse con la accesoria, porque ésta existe al mismo tiempo que la principal;
2º) eventual, es decir, que solo será considerada por el juez cuando la otra fuera
desestimada; 3º) alternativa, cuando varias acciones son propuestas para que una u
otra sean estimadas. La jurisprudencia ha declarado así, que puede deducirse la
acción pauliana para el caso de que no prospere la de simulación, y en la misma
P á g i n a 64 | 846
forma pueden acumularse las de nulidad y cumplimiento de contrato…En los casos
citados las acciones son contrarias, pero no se excluyen…”
La acumulación de pretensiones objetiva, es originaria, cuando en una demanda se
proponen dos o más pretensiones y es sucesiva, cuando se proponen o se integran
otras pretensiones después de iniciada la demanda, generalmente las pretensiones
que integran al ampliar o modificar la demanda. La acumulación objetiva originaria
de pretensiones, que se presenta cuando existen más de dos pretensiones en la
formulación de la demanda, para la procedencia de esta clase de acumulación de
pretensiones es necesario que las mismas no sean contradictorias entre sí, excepto
que sean propuestas como alternadas, o subordinadas, siendo indispensable para la
procedencia de la acumulación la conexitud, cuando se presenten elementos
comunes sobre la cosa demandada. La acumulación objetiva sucesiva de
pretensiones, se presenta cuando, después de iniciada la demanda, se incorpora al
proceso pretensiones procesales, cuando: 1) el acto amplía su demanda, 2) cuando
el demandado reconviene, y 3) cuando se dispone la acumulación de procesos, que
tenga en común la identidad de la cosa demandada, siendo necesario
efectuarlo luego de que el Juez haya adquirido prevención en la causa, antes de
dictarse sentencia y que tenga vínculo con la cosa demanda (sea vinculada con la
relación jurídica debatida), esto con la finalidad de evitar que se pronuncien fallos
dispersos sobre una misma relación jurídica.

ACUSACIÓN DE PERDIDA DE COMPETENCIA


Auto Supremo: 52/2016
Sucre: 29 de enero 2016
Complementando lo anterior, corresponde también referir que este Tribunal en el
Auto Supremo Nº 336/2013 de 5 de julio, como línea Jurisprudencial ha razonado
que: “…la sanción por el incumplimiento de los plazos generará consecuencias
jurídicas ya sea para las partes o para el Juez. Tratándose del incumplimiento de
los plazos por parte del Juez, el art. 205 del Adjetivo Civil prevé que incurrirá en
retardación de justicia, el Juez o Tribunal que no dictare las resoluciones
correspondientes dentro de los plazos fijados en los artículos anteriores,
haciéndose pasible por tanto, de las responsabilidades y sanciones consiguientes.
La sanción por el incumplimiento de los plazos procesales en la emisión de las
resoluciones debe recaer sobre su infractor, es decir, en los casos en que el Juez es
quien incumple los plazos y demora y retarda la justicia, la sanción recaerá sobre
él, de ninguna manera ese reproche debiera afectar a las partes, quebrantando
aún más el derecho que les asiste a una justicia pronta, oportuna y sin dilaciones.
En ese contexto debemos interpretar el art. 208 del Código de Procedimiento Civil
que establece: “El Juez que no hubiere pronunciado la Sentencia dentro del plazo
legal o del que la Corte le hubiere concedido conforme al artículo 206, perderá
automáticamente su competencia, en el proceso. En este caso remitirá el
expediente dentro de las veinticuatro horas al Juez suplente llamado por la ley.
Será nula cualquier Sentencia que el Juez titular dictare con posterioridad”. De
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tal forma que la pérdida de competencia a la que alude la norma opera si en el
momento del vencimiento del plazo legal las partes o el Juez -de oficio- advierten y
reclaman ese aspecto y como consecuencia de ello el proceso se remite al Juez
suplente para que éste emita la correspondiente Sentencia, sin embargo cuando
ninguna de las partes advierte ni reclama por el incumplimiento del plazo para
dictar Sentencia y consienten en que ésta sea emitida -fuera del plazo- por el Juez
titular, no resulta moral ni legal que, ante la eventualidad de serles desfavorable
la Sentencia, pretendan recién activar el reclamo en apelación o en casación
procurando se aplique la sanción de nulidad de la Sentencia que en el supuesto
caso de haberles sido favorable no hubiera sido atacada en su validez por el
incumplimiento del plazo para su emisión”.Razonamiento reiterado en el Auto
Supremo Nº 234/2015 de 13 de abril.

De donde se concluye que en caso de advertir las partes la perdida de competencia


de los Tribunales de instancia, corresponde a las mismas cuestionar dicho aspecto
en el momento del vencimiento del plazo legal, y no esperar a la emisión del falló,
porque una vez emitido el mismo, ya no da lugar a la perdida de competencia o a la
nulidad de obrados, sin que esto implique exoneración de la responsabilidad del
infractor, porque no resulta moral ni legal que al ser desfavorable, recién la parte
observe y cuestione la presunta pérdida de competencia, aspecto que al margen de
lo manifestado, resulta contrario a los principios ético morales en que se sustenta la
Constitución Política del Estado. Lo que hace infundado su reclamo.

ACUSACIÓN DE PERDIDA DE COMPETENCIA


Auto Supremo: 52/2016
Sucre: 29 de enero 2016
Complementando lo anterior, corresponde también referir que este Tribunal en el
Auto Supremo Nº 336/2013 de 5 de julio, como línea Jurisprudencial ha razonado
que: “…la sanción por el incumplimiento de los plazos generará consecuencias
jurídicas ya sea para las partes o para el Juez. Tratándose del incumplimiento de
los plazos por parte del Juez, el art. 205 del Adjetivo Civil prevé que incurrirá en
retardación de justicia, el Juez o Tribunal que no dictare las resoluciones
correspondientes dentro de los plazos fijados en los artículos anteriores,
haciéndose pasible por tanto, de las responsabilidades y sanciones consiguientes.
La sanción por el incumplimiento de los plazos procesales en la emisión de las
resoluciones debe recaer sobre su infractor, es decir, en los casos en que el Juez es
quien incumple los plazos y demora y retarda la justicia, la sanción recaerá sobre
él, de ninguna manera ese reproche debiera afectar a las partes, quebrantando
aún más el derecho que les asiste a una justicia pronta, oportuna y sin dilaciones.
En ese contexto debemos interpretar el art. 208 del Código de Procedimiento Civil
que establece: “El Juez que no hubiere pronunciado la Sentencia dentro del plazo
legal o del que la Corte le hubiere concedido conforme al artículo 206, perderá
automáticamente su competencia, en el proceso. En este caso remitirá el
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expediente dentro de las veinticuatro horas al Juez suplente llamado por la ley.
Será nula cualquier Sentencia que el Juez titular dictare con posterioridad”. De
tal forma que la pérdida de competencia a la que alude la norma opera si en el
momento del vencimiento del plazo legal las partes o el Juez -de oficio- advierten y
reclaman ese aspecto y como consecuencia de ello el proceso se remite al Juez
suplente para que éste emita la correspondiente Sentencia, sin embargo cuando
ninguna de las partes advierte ni reclama por el incumplimiento del plazo para
dictar Sentencia y consienten en que ésta sea emitida -fuera del plazo- por el Juez
titular, no resulta moral ni legal que, ante la eventualidad de serles desfavorable
la Sentencia, pretendan recién activar el reclamo en apelación o en casación
procurando se aplique la sanción de nulidad de la Sentencia que en el supuesto
caso de haberles sido favorable no hubiera sido atacada en su validez por el
incumplimiento del plazo para su emisión”.Razonamiento reiterado en el Auto
Supremo Nº 234/2015 de 13 de abril.

De donde se concluye que en caso de advertir las partes la perdida de competencia


de los Tribunales de instancia, corresponde a las mismas cuestionar dicho aspecto
en el momento del vencimiento del plazo legal, y no esperar a la emisión del falló,
porque una vez emitido el mismo, ya no da lugar a la perdida de competencia o a la
nulidad de obrados, sin que esto implique exoneración de la responsabilidad del
infractor, porque no resulta moral ni legal que al ser desfavorable, recién la parte
observe y cuestione la presunta pérdida de competencia, aspecto que al margen de
lo manifestado, resulta contrario a los principios ético morales en que se sustenta la
Constitución Política del Estado. Lo que hace infundado su reclamo.

ADMISIBILIDAD DEL RECURSO DE CASACIÓN


Auto Supremo: 312/2017
Sucre: 27 de marzo 2017
Proceso: Comprobación de unión conyugal libre
En Auto Supremo No. 49/2017 de 24 de enero de 2017, este Tribunal respecto al
tema señaló que: “…se advierte que una vez recibidos los actuados en casación,
este Tribunal en un primer momento debe realizar un análisis previo del recurso
de casación para determinar si cumple con los requisitos de admisibilidad,
empero, deberá tenerse presente que esa revisión o análisis ha de tener un enfoque
centralizado en establecer de forma preponderante si el recurrente ha cumplido
con la carga establecida en el art. 274.I num. 3) de la Ley 439…(…) y en caso de
no cumplir con esta exigencia ha de proceder su rechazo, resultando ese el primer
análisis que hace este Tribunal , aspecto que no obsta que de evidenciarse a prima
facie, el incumplimiento de otros requisitos que hagan a la improcedencia, sean
acogidos los mismos para el rechazo.
De lo glosado se advierte que en un primer momento este Tribunal se limita
analizar el recurso de forma principal a lo contenido en el art. 274.Inum. 3) de la
citada ley, ahora posterior admisión del recurso y previo sorteo del mismo en un
P á g i n a 67 | 846
segundo momento este Tribunal no posee esa limitante, sino por el contrario se
realiza un análisis pormenorizado de todo el proceso, y en dicho examen es posible
advertir causales que hagan a la improcedencia del recurso que no fueron
advertidas en un primer momento, esto debido a las limitantes señaladas
precedentemente…(…) y es por ese motivo que en ese examen se podrá advertir la
existencia de aspecto que harían a la improcedencia del recurso de casación,
como ser el caso de resoluciones que por expresa determinación de la norma no
permitan este recurso extraordinario; las cuales como se dijo en el apartado
anterior generan un límite al principio de impugnación…”

ADMISIBILIDAD, PROPONIBILIDAD Y RECHAZO IN LÍMINE DE LAS


DEMANDAS –IMPROPONIBILIDAD OBJETIVA
Auto Supremo: 265/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Nulidad de Declaratoria de Herederos y otros.
Al respecto, resulta imprescindible hacer mención a la uniforme jurisprudencia
desarrollada por este Tribunal, respecto a la improponibilidad de una acción
judicial, y más concretamente la improponibilidad objetiva de la pretensión, en tal
entendido es preciso citar el Auto Supremo Nº 73/2011 de 23 de febrero de 2011 en
el que desarrolló la teoría de la sobre la admisibilidad, proponibilidad y rechazo in
límine de las demandas que se encuentran fuera del marco normativo; dicha
resolución al respecto señaló en relación al art. 333 del CPC, que: “No obstante lo
que se desprende de la literalidad de la norma transcrita, la doctrina y la
jurisprudencia han reconocido de manera concordante que la facultad del Juez
puede ir más allá de ese análisis de cumplimiento de presupuestos de
admisibilidad extrínsecos o formales y, extenderse a los requisitos de
admisibilidad intrínsecos, e incluso a los de fundabilidad o procedencia de la
pretensión. (lo subrayado es nuestro)
Para lograr desentrañar adecuadamente el poder que ejerce el Juez frente a la
interposición de una demanda, resulta relevante distinguir, entre el control formal
de la demanda y el control material o de fondo; o lo que el Autor Carlo Carli
denomina condiciones de procedibilidad y de fundabilidad.
En el primer caso, una vez deducida una determinada pretensión el Juez no queda
Automáticamente conminado a admitirla y promover en consecuencia el proceso,
debe en principio analizar la concurrencia de los presupuestos procesales y el
cumplimiento de las formas necesarias de las que debe estar revestido al acto de
demanda. Constituye pues un juicio netamente formal que se realiza es ante a
cualquier análisis sobre el fondo de la pretensión y está relacionado con el poder
reconocido al Juez de sanear el proceso lo más pronto posible, para librarlo de
impedimentos y óbices formales y facilitar el rápido y ordenado pasaje a las
etapas vinculadas al mérito. En consecuencia, en este examen de admisibilidad el
Juez deberá tener en cuenta, por ejemplo, si el conocimiento de la demanda que se

P á g i n a 68 | 846
le presenta es de su competencia o no; si la demanda se ajusta a las reglas
previstas por el artículo 327 del Código de Procedimiento Civil.
Ahora bien, una vez comprobada por el Juez la concurrencia de los presupuestos
procesales y el cumplimiento de los requisitos formales, le corresponde efectuar un
control de la proponibilidad o fundamento intrínseco de la acción tal como ha sido
propuesta. A diferencia del control formal, el juicio de fundabilidad opera con
elementos que corresponden al derecho material, con los preceptos sustanciales
llamados a zanjar la litis en la sentencia definitiva.
Respecto de las condiciones de fundabilidad, el Autor argentino Peyrano señala
que "Presentada la demanda ante el Juez, éste deberá analizar (entre otras cosas)
la proponibilidad objetiva de la pretensión y para ello deberá consultar el
ordenamiento y comprobar "en abstracto" si la ley le concede la facultad de juzgar
el caso. El mencionado Autor refiere el rechazo in límine por "improponibilidad
objetiva de la demanda", es decir, no ya por carencia de condiciones de
procedibilidad, sino por evidente infundabilidad.
El concepto de "improponibilidad", fue postulado por Morello y Berizonce, en un
trabajo llamado "improponibilidad objetiva de la demanda", en el que se
estableció que le está permitido al Juez, fuera de los supuestos de inhabilidad
formal de la demanda, disponer su repulsa in limine juzgando sin sustanciación
acerca de su fundabilidad o merito, cuando el objeto perseguido (por la
pretensión) está excluido de plano por la ley, en cuanto esta impida explícitamente
cualquier decisión al respecto, o la improcedencia derive de la no idoneidad,
juzgada en abstracto, de los propios hechos en que se funda la demanda (causa
petendi), los que no son aptos para una Sentencia favorable.
El rechazo in límine o ab initio de la demanda por falta de fundabilidad o por
carecer de un interés tutelado por el ordenamiento, tiene como fundamento evitar
un inútil dispendio de la función jurisdiccional, puesto que de admitirse el trámite
de una demanda improponible y que así será sancionada al culminar el proceso,
no sólo se atenta contra los principios de economía procesal y celeridad, sino que
se activa y recarga inútilmente la labor de los órganos jurisdiccionales…”.
En este antecedente, corresponde precisar en qué situaciones resulta justificado
rechazar in limine una pretensión; es decir en qué casos el Juez debe ejercer la
faculta de repulsar una demanda por infundabilidad o improponibilidad objetiva.
Al respecto, son varios los criterios de clasificación que adopta la doctrina, empero,
diremos que en principio esa facultad comprende aquellas pretensiones en las que
falta un interés susceptible de ser protegido, o demanda imposible; de la
multiplicidad de relaciones subjetivas que se suceden en el tráfico jurídico no todas
encuentran un amparo por el derecho, existen relaciones jurídicas que se crean al
margen de la legalidad y que el ordenamiento las priva de tutela jurídica por estar
en pugna con el orden público o ser contrarias a la ley.
En esta hipótesis cabe encuadrar los casos donde el objeto o la causa que conforma
una determinada pretensión son ilícitos, o pugnan con la ley o las buenas
costumbres o bien una pretensión que se dirige a algo material o jurídicamente
P á g i n a 69 | 846
imposible. Ejemplo, la pretensión de cobro de una deuda que resulte de un juego
prohibido, supuesto expresamente previsto por el artículo 910-I del Código Civil;
el pago que se demanda en cumplimiento de una obligación cuya prestación resulta
ilegal o inmoral, ese sería el caso de un sicario que demanda el pago por un
asesinato llevado a cabo, o de aquel que demanda el pago por la venta de sustancias
prohibidas; la demanda de reivindicación de un bien que se encuentra fuera del
comercio humano -jurídicamente imposible-. En estos supuestos, no hay un interés
legítimo jurídicamente protegido, por ello no se justifica la tramitación completa de
un proceso que se sabe infecundo, en cuanto necesariamente terminará con una
Sentencia desfavorable para el demandante.
Ingresa, igualmente en esta primera clasificación aquellos supuestos en los que la
pretensión recae sobre relaciones subjetivas que no poseen relevancia jurídica en la
medida en que no se encuentran reguladas por el derecho, por tratarse,
precisamente de cuestiones que carecen de contenido jurídico. Ejemplo, la
pretensión dirigida a exigir el cumplimiento de una obligación de trato social.
El segundo supuesto en que el Juez puede ejercer la facultad de rechazar in limine
una demanda, lo constituye aquellos casos en los que la ley excluye la posibilidad
de tutela jurídica, o demanda objetivamente improponible; Quedan incluidos,
dentro de esta posibilidad todos los casos de obligaciones naturales; además
aquellos en los que la ley sustantiva excluye determinadas pretensiones jurídicas,
es decir, cuando nos encontramos frente a una pretensión inviable de inicio. Por
ejemplo, la imposibilidad de demandar la lesión o vicios ocultos, respecto de una
venta judicial, supuesto expresamente prohibido por el artículo 1481 del CC; la
inadmisibilidad de la acción de desconocimiento de paternidad intentada por el
padre en el supuesto de concepción por fecundación artificial con autorización
escrita del marido, previsto por el artículo 187 del CF.
Así también este Supremo Tribunal a través de diversos fallos a orientado que el
reconocer al Juez la facultad de rechazar ad initio la demanda no pugna con el
derecho a la tutela judicial efectiva, o derecho de acción; en efecto, si aceptamos
que el derecho de acción o de tutela judicial efectiva, tiene como contenido
esencial que la pretensión del justiciable sea atendida por un Tribunal y, que
amerite un pronunciamiento debidamente motivado respecto a la pretensión
deducida; el derecho a la tutela judicial se agotaría, en el acceso a la jurisdicción y
en la dictación de una resolución motivada en derecho, es decir que, el poder del
Juez de rechazar ab initio una demanda, no entra en pugna con el contenido del
derecho de acción o de tutela judicial efectiva, puesto que el Juez atenderá y se
pronunciará efectivamente y en forma motivada respecto a la pretensión del actor;
en otras palabras, el actor promueve su pretensión, activando la función
jurisdiccional del Estado, la que desemboca en una determinada, precisa y fundada
decisión judicial, en consecuencia, se satisface íntegramente su derecho a la acción
o tutela judicial.

AFECTACIÓN A LA LEGITIMA DE LOS HEREDEROS FORZOSOS


P á g i n a 70 | 846
Auto Supremo: 119/2017
Sucre: 03 de febrero 2017
Proceso: Nulidad de anticipo de legítima.
Al respecto, el art. 105 del Código Civil establece que: “La propiedad es un poder
jurídico que permite usar, gozar, disponer de una cosa y debe ejercerse en forma
compatible con el interés colectivo dentro de los límites y con las obligaciones que
establece el ordenamiento jurídico”, de lo expuesto se tiene que dicha norma
franquea al titular la potestad de disponer de sus bienes sin restricción alguna.
Ahora bien, respecto a la legítima diremos que ésta, es una institución de orden
público que comprende la parte de la herencia que el de cujus está limitado de
disponer libremente cuando tiene herederos forzosos, que son los descendientes,
ascendientes o cónyuge y de la cual los mismos no pueden ser privados sin justa
causa por actos a título gratuito, en el claro entendido de que los hijos, sea cual
fuere su origen, son iguales ante la ley y su legítima es de las cuatro quintas partes
del patrimonio de su progenitor y sólo la quinta parte del mismo puede ser
dispuesta libremente por él, conforme previene el art. 1059 par. I del Código Civil,
norma que claramente establece que si a raíz de un acto de liberalidad, sea este en
vida del titular o por testamento, se habría dispuesto más del 20% del patrimonio,
podría haber lesión a la legítima, toda vez que por disposición de esta norma sólo la
quinta parte es de libre disposición. Esta fórmula normativa prevé la proporción del
patrimonio que el de cujus puede destinar a liberalidades; en esa lógica el de cujus
si no tiene herederos forzosos puede disponer de la totalidad de sus bienes y en
caso de que los tuviera (herederos forzosos) la liberalidad de sus actos sobre su
patrimonio se limita a la proporción que indica la norma legal de referencia.
De esta manera, corresponde precisar qué debe entenderse por “liberalidad”, la cual
se halla inmersa en el art. 1059.I del Código Civil, citado supra; es asi que, según
Manuel Ossorio en su Obra “Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y
Sociales”, la define como: “Disposición hecha a título gratuito, a favor de otra
persona, ya figure como donación, como legado (v) o como institución
contractual”; por su parte Guillermo Cabanellas de Torres la define como,
“Donación o dádiva de bienes propios hecha a favor de una persona o entidad, sin
pretender compensación ni recompensa alguna”; de estas citas doctrinarias, queda
claro que la liberalidad implica una disposición no onerosa que puede realizar el de
cujus de su patrimonio sea en donaciones (mediante actos entre vivos) o legados
(por testamento), es decir el desprendimiento que hace de su patrimonio a título
gratuito.
Entendida así la liberalidad, si el causante en vida procede a disponer
liberalmente de sus bienes excediéndose más allá de la quinta parte que la Ley
le autoriza, ese acto de disposición voluntario no es pasible de ser sancionado
con nulidad, toda vez que la Ley prevé como remedio legal “la reducción de la
disposición testamentaria o la reducción de las donaciones efectuadas”, tal y
como lo señalan los arts. 1068 y 1252.II del Código Civil; consiguientemente
debe quedar claro que la afectación a la legítima por exceder el límite de
P á g i n a 71 | 846
liberalidad en las disposiciones, no da lugar a la nulidad de esos actos, por el
contrario una vez abierta la sucesión lo que corresponde es su reducción hasta
reponer la proporción fijada en ley como legítima (siempre que se trate de
liberalidades), lo contrario, implicaría que todas las donaciones realizadas por el
causante por actos entre vivos fueran nulas, lo que contrasta con el poder de
disposición que le faculta al titular el art. 105.I del Código sustantivo que ya fue
citado.
Sin embargo, no debe confundirse la “liberalidad” instituida por el régimen
sucesorio, con los actos de disposición que hubiere realizado el de cujus en
sujeción estricta del art. 105 del Código Civil; en función a esta norma legal, los
actos que onerosamente disponga el causante de su patrimonio antes de abierta la
sucesión no pueden considerarse como actos de liberalidad encaminados a violar la
legítima, ya que los mismos por su naturaleza de contratos sinalagmáticos tienen
una contraprestación o retribución que recibe su titular por el valor del bien;
consiguientemente en términos meramente económicos por la disposición de un
bien específico, el patrimonio en su conjunto no sufre ninguna afectación.
Dentro de ese mismo contexto, corresponde referirnos al art. 1066 del Código Civil
que está referido a las modificaciones y pactos de las cargas y condiciones sobre la
legitima sancionada con nulidad; en el primer parágrafo de la norma de referencia
sanciona con nulidad cuando por disposición testamentaria se modifica o suprime
la legitima de los herederos forzosos o se impongan cargas o condiciones sobre la
misma. En el segundo parágrafo igualmente sanciona con nulidad todo contrato,
celebrado antes de abrirse la sucesión, que modifique, suprima o imponga cargas o
condiciones a la legítima de los herederos forzosos; la norma se refiere a los actos
que tengan por objeto la modificación, supresión o impongan cargas o condiciones
a la legitima, es decir, el contrato que se sanciona con nulidad es aquel en cuyo
objeto se pacte sobre la legítima para su reforma, supresión o imposición de
condiciones, empero, no importa una limitación al derecho que tiene el causante de
realizar actos de disposición a título oneroso como es la compra venta facultado
por el art. 584 con relación al 105.I del Código Civil.
De esta manera debemos señalar que los fundamentos expuestos precedentemente,
se encuentran inmersos en varios Autos Supremos que fueron emitidos por este
Tribunal Supremo de Justicia, entre ellos, el A.S. Nº 412/2013 de 15 de agosto,
A.S. Nº 518/2014 de 8 de septiembre y A.S. Nº 336/2015 de 18 de mayo.

AFECTACIÓN A LA LEGITIMA DE LOS HEREDEROS FORZOSOS


Auto Supremo: 119/2017
Sucre: 03 de febrero 2017
Proceso: Nulidad de anticipo de legítima.
Al respecto, el art. 105 del Código Civil establece que: “La propiedad es un poder
jurídico que permite usar, gozar, disponer de una cosa y debe ejercerse en forma
compatible con el interés colectivo dentro de los límites y con las obligaciones que

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establece el ordenamiento jurídico”, de lo expuesto se tiene que dicha norma
franquea al titular la potestad de disponer de sus bienes sin restricción alguna.
Ahora bien, respecto a la legítima diremos que ésta, es una institución de orden
público que comprende la parte de la herencia que el de cujus está limitado de
disponer libremente cuando tiene herederos forzosos, que son los descendientes,
ascendientes o cónyuge y de la cual los mismos no pueden ser privados sin justa
causa por actos a título gratuito, en el claro entendido de que los hijos, sea cual
fuere su origen, son iguales ante la ley y su legítima es de las cuatro quintas partes
del patrimonio de su progenitor y sólo la quinta parte del mismo puede ser
dispuesta libremente por él, conforme previene el art. 1059 par. I del Código Civil,
norma que claramente establece que si a raíz de un acto de liberalidad, sea este en
vida del titular o por testamento, se habría dispuesto más del 20% del patrimonio,
podría haber lesión a la legítima, toda vez que por disposición de esta norma sólo la
quinta parte es de libre disposición. Esta fórmula normativa prevé la proporción del
patrimonio que el de cujus puede destinar a liberalidades; en esa lógica el de cujus
si no tiene herederos forzosos puede disponer de la totalidad de sus bienes y en
caso de que los tuviera (herederos forzosos) la liberalidad de sus actos sobre su
patrimonio se limita a la proporción que indica la norma legal de referencia.
De esta manera, corresponde precisar qué debe entenderse por “liberalidad”, la cual
se halla inmersa en el art. 1059.I del Código Civil, citado supra; es asi que, según
Manuel Ossorio en su Obra “Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y
Sociales”, la define como: “Disposición hecha a título gratuito, a favor de otra
persona, ya figure como donación, como legado (v) o como institución
contractual”; por su parte Guillermo Cabanellas de Torres la define como,
“Donación o dádiva de bienes propios hecha a favor de una persona o entidad, sin
pretender compensación ni recompensa alguna”; de estas citas doctrinarias, queda
claro que la liberalidad implica una disposición no onerosa que puede realizar el de
cujus de su patrimonio sea en donaciones (mediante actos entre vivos) o legados
(por testamento), es decir el desprendimiento que hace de su patrimonio a título
gratuito.
Entendida así la liberalidad, si el causante en vida procede a disponer
liberalmente de sus bienes excediéndose más allá de la quinta parte que la Ley
le autoriza, ese acto de disposición voluntario no es pasible de ser sancionado
con nulidad, toda vez que la Ley prevé como remedio legal “la reducción de la
disposición testamentaria o la reducción de las donaciones efectuadas”, tal y
como lo señalan los arts. 1068 y 1252.II del Código Civil;consiguientemente
debe quedar claro que la afectación a la legítima por exceder el límite de
liberalidad en las disposiciones, no da lugar a la nulidad de esos actos, por el
contrario una vez abierta la sucesión lo que corresponde es su reducción hasta
reponer la proporción fijada en ley como legítima (siempre que se trate de
liberalidades), lo contrario, implicaría que todas las donaciones realizadas por el
causante por actos entre vivos fueran nulas, lo que contrasta con el poder de

P á g i n a 73 | 846
disposición que le faculta al titular el art. 105.I del Código sustantivo que ya fue
citado.
Sin embargo, no debe confundirse la “liberalidad” instituida por el régimen
sucesorio, con los actos de disposición que hubiere realizado el de cujus en
sujeción estricta del art. 105 del Código Civil; en función a esta norma legal, los
actos que onerosamente disponga el causante de su patrimonio antes de abierta la
sucesión no pueden considerarse como actos de liberalidad encaminados a violar la
legítima, ya que los mismos por su naturaleza de contratos sinalagmáticos tienen
una contraprestación o retribución que recibe su titular por el valor del bien;
consiguientemente en términos meramente económicos por la disposición de un
bien específico, el patrimonio en su conjunto no sufre ninguna afectación.
Dentro de ese mismo contexto, corresponde referirnos al art. 1066 del Código Civil
que está referido a las modificaciones y pactos de las cargas y condiciones sobre la
legitima sancionada con nulidad; en el primer parágrafo de la norma de referencia
sanciona con nulidad cuando pordisposición testamentaria se modifica o suprime
la legitima de los herederos forzosos o se impongan cargas o condiciones sobre la
misma. En el segundo parágrafo igualmente sanciona con nulidad todo contrato,
celebrado antes de abrirse la sucesión, que modifique, suprima o imponga cargas o
condiciones a la legítima de los herederos forzosos; la norma se refiere a los actos
que tengan por objeto la modificación, supresión o impongan cargas o condiciones
a la legitima, es decir, el contrato que se sanciona con nulidad es aquel en cuyo
objeto se pacte sobre la legítima para su reforma, supresión o imposición de
condiciones, empero, no importa una limitación al derecho que tiene el causante de
realizar actos de disposición a título oneroso como es la compra venta facultado
por el art. 584 con relación al 105.I del Código Civil.
De esta manera debemos señalar que los fundamentos expuestos precedentemente,
se encuentran inmersos en varios Autos Supremos que fueron emitidos por este
Tribunal Supremo de Justicia, entre ellos, el A.S. Nº 412/2013 de 15 de agosto,
A.S. Nº 518/2014 de 8 de septiembre y A.S. Nº 336/2015 de 18 de mayo.

AFECTACIÓN A LA LEGITIMA DE LOS HEREDEROS FORZOSOS


Auto Supremo: 389/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: Nulidad de contrato.
Al respecto, el Art. 105 del Código Civil establece que: “La propiedad es un poder
jurídico que permite usar, gozar, disponer de una cosa y debe ejercerse en forma
compatible con el interés colectivo dentro de los límites y con las obligaciones que
establece el ordenamiento jurídico”, de lo expuesto se tiene que dicha norma
franquea al titular la potestad de disponer de sus bienes sin restricción alguna.
Ahora bien, respecto a la legítima diremos que ésta, es una institución de orden
público que comprende la parte de la herencia que el de cujus está limitado de
disponer libremente cuando tiene herederos forzosos, que son los descendientes,
ascendientes o cónyuge y de la cual los mismos no pueden ser privados sin justa
P á g i n a 74 | 846
causa por actos a título gratuito, en el claro entendido de que los hijos, sea cual
fuere su origen, son iguales ante la ley y su legítima es de las cuatro quintas partes
del patrimonio de su progenitor y sólo la quinta parte del mismo puede ser
dispuesta libremente por él, conforme previene el art. 1059 par. I del Código Civil
que claramente establece que si a raíz de un acto de liberalidad, sea este en vida
del titular o por testamento, se habría dispuesto más del 20% del patrimonio, podría
haber lesión a la legítima, toda vez que por disposición de esta norma sólo la quinta
parte es de libre disposición. Esta fórmula normativa prevé la proporción del
patrimonio que el de cujus puede destinar a liberalidades; en esa lógica el de cujus
si no tiene herederos forzosos puede disponer de la totalidad de sus bienes y en
caso de que los tuviera (herederos forzosos) la liberalidad de sus actos sobre su
patrimonio se limita a la proporción que indica la norma legal de referencia.
De esta manera, corresponde precisar qué debe entenderse por “liberalidad”, la cual
se halla inmersa en el art. 1059.I del Código Civil, citado supra; es asi que, según
Manuel Ossorio en su Obra “Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y
Sociales”, la define como: “Disposición hecha a título gratuito, a favor de otra
persona, ya figure como donación, como legado (v) o como institución
contractual”; por su parte Guillermo Cabanellas de Torres la define como,
“Donación o dádiva de bienes propios hecha a favor de una persona o entidad, sin
pretender compensación ni recompensa alguna”; de estas citas doctrinaria, queda
claro que la liberalidad implica una disposición no onerosa que puede realizar el
de cujus de su patrimonio sea en donaciones (mediante actos entre vivos) o legados
(por testamento), es decir el desprendimiento que hace de su patrimonio a título
gratuito.
Entendida así la liberalidad, si el causante en vida procede a disponer liberalmente
de sus bienes excediéndose más allá de la quinta parte que la Ley le autoriza, ese
acto de disposición voluntario no es pasible de ser sancionado con nulidad, toda
vez que la Ley prevé como remedio legal “la reducción de la disposición
testamentaria o la reducción de las donaciones efectuadas”, tal y como lo señalan
los arts. 1068 y 1252.II del Código Civil; consiguientemente debe quedar claro que
la afectación a la legítima por exceder el límite de liberalidad en las disposiciones,
no da lugar a la nulidad de esos actos, por el contrario una vez abierta la sucesión
lo que corresponde es su reducción hasta reponer la proporción fijada en ley como
legítima (siempre que se trate de liberalidades), lo contrario, implicaría que todas
las donaciones realizadas por el causante por actos entre vivos fueran nulas, lo que
contrasta con el poder de disposición que le faculta al titular el art. 105.I del
Código sustantivo que ya fue citado.
Sin embargo, no debe confundirse la “liberalidad” instituida por el régimen
sucesorio, con los actos de disposición que hubiere realizado el de cujus en
sujeción estricta del art. 105 del Código Civil; en función a esta norma legal, los
actos que onerosamente disponga el causante de su patrimonio antes de abierta la
sucesión no pueden considerarse como actos de liberalidad encaminados a violar la
legítima, ya que los mismos por su naturaleza de contratos sinalagmáticos tienen
P á g i n a 75 | 846
una contraprestación o retribución que recibe su titular por el valor del bien como
ocurre en el caso presente toda vez que se trata de un contrato de compra-venta;
consiguientemente en términos meramente económicos por la disposición de un
bien específico, el patrimonio en su conjunto no sufre ninguna afectación.
Dentro de ese mismo contexto, corresponde referirnos al art. 1066 del Código Civil
que está referido a las modificaciones y pactos de las cargas y condiciones sobre la
legitima sancionada con nulidad; en el primer parágrafo de la norma de referencia
sanciona con nulidad cuando por disposición testamentaria se modifica o suprime
la legitima de los herederos forzosos o se impongan cargas o condiciones sobre la
misma. En el segundo parágrafo igualmente sanciona con nulidad todo contrato,
celebrado antes de abrirse la sucesión, que modifique, suprima o imponga cargas o
condiciones a la legítima de los herederos forzosos; la norma se refiere a los actos
que tengan por objeto la modificación, supresión o impongan cargas o condiciones
a la legitima, es decir, el contrato que se sanciona con nulidad es aquel en cuyo
objeto se pacte sobre la legítima para su reforma, supresión o imposición de
condiciones, empero, no importa una limitación al derecho que tiene el causante de
realizar actos de disposición a título oneroso como es la compra venta facultado
por el art. 584 con relación al 105.I del Código Civil.
De esta manera debemos señalar que los fundamentos expuestos precedentemente,
se encuentran inmersos en varios Autos Supremos que fueron emitidos por este
Tribunal Supremo de Justicia, entre ellos, el A.S. Nº 412/2013 de 15 de agosto,
A.S. Nº 518/2014 de 8 de septiembre y A.S. Nº 336/2015 de 18 de mayo.

AGOTAR TODOS LOS MECANISMOS DE AVERIGUACIÓN QUE EL


INMUEBLE, OBJETO DE LA USUCAPIÓN
Auto Supremo: 815/2016
Sucre: 13 de julio 2016
Proceso: Usucapión.
1.- Respecto al planteamiento del recurso de casación en el fondo se debe
considerar entre otras Resoluciones, el auto Supremo No. 479/2013, de 18 de
septiembre 2013, que estableció que : “…contra una Resolución anulatoria, la
jurisprudencia sentada tanto por la Ex Corte Suprema como por el actual Tribunal
Supremo de Justicia han establecido de manera uniforme en sus reiterados fallos,
indicando que contra una Resolución de Alzada anulatoria no procede recurso de
casación en el fondo, sino únicamente en la forma, destinado a que el Tribunal de
Casación revise si los motivos que dieron lugar a la nulidad dispuesta son o no
correctos; como es lógico, el Tribunal de Alzada al anular obrados no ingresa a
considerar aspectos sobre el fondo del asunto propiamente dicho, lo hace
simplemente por cuestiones de forma o de procedimiento.
En el caso presente, el recurrente al haber interpuesto recurso de casación en el
fondo contra una resolución anulatoria solicitando se “case” el Auto de Vista
recurrido, no comprendió la naturaleza del fallo y equivocó el medio de
impugnación deducido, encontrándose este Tribunal Supremo en la imposibilidad
P á g i n a 76 | 846
de ingresar a considerar aspectos de fondo, razón por la cual todo lo reclamado
respecto a cuestiones de valoración de la prueba y demás aspectos de fondo que
corresponde al recurso de casación en el fondo, deviene en improcedente.”
2.- Por otro lado, respecto a la demanda de Usucapión decenal, y contra quien debe
dirigirse se razonó entre otros, en el Auto Supremo No. 04/2014 de 05 de febrero
2014, señalando que: “Al respecto, de manera uniforme y sólida se tiene
establecida la línea jurisprudencial ordinaria a través de varios fallos emitidos,
entre estos los Autos Supremos Nº 151; 120; 110; 28 entre otros emitidos el 2013,
en los cuales se estableció que la usucapión reconocida en el Código Civil como
uno de los modos de adquirir la propiedad, una vez declarada judicialmente
produce un doble efecto, adquisitivo para el que demanda y adquiere el derecho de
propiedad de un determinado bien, y extintivo para el que pierde ese derecho de
propiedad, por ello resulta indispensable que el actor dirija la demanda contra
quienes figuren en el registro de Derechos Reales como titulares del derecho
propietario del inmueble que se pretende usucapir; solo así la Sentencia que
declare la usucapión producirá válidamente ese doble efecto, toda vez que al
tratar de adquirir la propiedad ajena por la sola posesión del bien, en el fondo
implica una situación de orden público que afecta el derecho a la propiedad que se
encuentra plenamente garantizado por la Constitución Política del Estado; pues el
hecho de dirigir la demanda en contra de una persona que no sea propietaria del
inmueble o contra presuntos propietarios desconocidos, implica vulneración al
debido proceso y al derecho a la defensa que se encuentra garantizado no solo por
la Ley fundamental del Estado, sino también por tratados internacionales.
Por ello, el actor debe necesariamente dirigir su demanda contra el verdadero
titular del bien inmueble que se pretende usucapir o contra los herederos del
mismo, toda vez que el sujeto pasivo de la usucapión es siempre la persona que
figura en el registro de Derechos Reales como titular del bien, para lo cual
además debe acompañar a la demanda la certificación o documentación que
acredite ese aspecto, toda vez que es el titular del inmueble contra quien se
pretende que se opere el efecto extintivo de la usucapión no siendo procedente la
acción de usucapión contra personas desconocidas o presuntos propietarios; en
ese sentido la jurisprudencia ordinaria ha exhortado a los Tribunales de instancia,
exigir que en los procesos de usucapión el actor a tiempo de interponer la
demanda acredite mediante documentación o certificación de Derechos Reales
quien es la persona que figura como titular del inmueble más el antecedente
dominical que la precede, quien además está en la obligación de cumplir con otros
requisitos referentes a la situación física del inmueble como ser la
individualización y la ubicación exacta, superficie, colindancias y todos los datos
que tengan que ver con la identificación del inmueble o fracción que se pretende
usucapir.
Por otra parte, se orientó también en caso de que el inmueble que se somete a
demanda de usucapión pertenezca a más de un titular, el actor debe determinar en
forma precisa ese aspecto identificando a los titulares de esas fracciones que se
P á g i n a 77 | 846
verían afectados y dirigir la demanda contra ellos, siendo de vital importancia que
los propietarios y terceros que tengan interés cierto, conozcan a plenitud de la
acción intentada a efectos de que estén a derecho y asuman defensa si ven por
conveniente, de lo contrario se llegaría a vulnerar el debido proceso dejando en
estado de indefensión al titular del inmueble, aspecto que la ley castiga con la
nulidad.”
3.- Asimismo se debe tener en consideración lo razonado en el Auto Supremo No.
475/2012 de 12 de diciembre de 2012 en el que se tiene el siguiente entendimiento:
“Finalmente, establecer que los Tribunales de instancia, tienen el deber de
emplear lo que nuestra nueva Constitución Política del Estado Plurinacional
establece en su art. 180, este con referencia a la verdad material que debe regir en
la jurisdicción ordinaria, en ese entendido diremos que, antes de la puesta en
vigencia de nuestra actual Constitución Política del Estado, la Jurisdicción
Ordinaria se basaba en la verdad procesal o formal la misma que es aquella que
resulta del proceso, es decir, es tener por cierto y verdadero lo que resulte del
proceso aunque dicha prueba este en contra de la realidad, los jueces basaban su
resolución en lo que las partes probaban con la carga de la prueba que se les
imponía y únicamente estos hechos eran los que importaban y se los tenía como
única verdad. Con la implementación de la nueva Constitución Política del Estado
los jueces tienen el deber dentro de los procesos de buscar la verdad material, por
lo dicho en nuestro ordenamiento jurídico se busca la verdad real o verdad
material, es así que en el artículo 180 parágrafo I de nuestra Constitución Política
del Estado, señala como uno de los principios procesales que fundamenta la
jurisdicción ordinaria la verdad material del derecho a favor de una persona. Las
ventajas que tiene la verdad material; es que si bien la carga de la prueba incumbe
a las partes, el Juez no está exento de disponer de oficio se produzca prueba que
considere pertinente y conducente a la verdad de los hechos. Siendo así, que con la
verdad material se da paso para que nazca la prueba de oficio. Es deber del Juez
A quo el de esclarecer de modo más completo en todos los aspectos, las
circunstancias reales del asunto así como también los derechos y obligaciones que
eran difíciles e imposibles obtener antes con la denominada verdad formal.
En ese sentido en el caso concreto le correspondía al A quo antes de admitir la
demanda, disponer de oficio que el actor acredite de manera fehaciente quién es la
persona titular del bien inmueble que se pretende usucapir, a efecto de establecer
la legitimación pasiva e integrar válidamente a la relación procesal o en su
defecto conforme la previsión contenida en el art. 26 del D.S. 27957, exigir que el
actor acredite de manera fehaciente agotando todos los mecanismos de
averiguación que el inmueble, objeto de la usucapión, no cuenta con un
antecedente dominial. De esta manera y cumpliendo con estas diligencias el Juez
pudo haber admitido la demanda válidamente a efectos de determinar la
legitimación del sujeto pasivo, resguardando de esta forma la efectividad del fallo
que emita en el proceso.

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ALCANCE DE LA RESOLUCIÓN DE COMPULSA –ART. 283 DEL CPC–,
POR NEGATIVA INDEBIDA DEL RECURSO DE APELACIÓN
S.C.P. 1214/2015-S1, Sucre 7 de diciembre de 2015
RATIO DECIDENDI Y PRECEDENTE:
La SCP 1779/2014 de 15 de septiembre, refirió que: "El art. 283 del Código
Procesal Civil (CPC), establece que el recurso de compulsa procede en los
siguientes casos: '1) Por negativa indebida del recurso de apelación; 2) Por
haberse concedido la apelación sólo en efecto devolutivo, debiendo ser en el
suspensivo; y, 3) Por negativa indebida del recurso de casación', constituyéndose
así en un medio de impugnación ante una resolución judicial que, de forma
indebida o ilegal, niega la concesión del recurso de apelación o de casación,
según sea el caso.
El Tribunal Constitucional transitorio, en la SC 0549/2010-R de 12 de julio,
respecto del recurso de compulsa, determinó que se constituye: '…en un medio de
impugnación, a través del cual el superior en grado puede controlar la decisión
del inferior en cuanto a la admisibilidad de un recurso de apelación o de
casación, posibilitando que -si a criterio del compulsante debe concedérsele uno u
otro recurso para conocer el fondo del asunto principal-, exista un medio idóneo
para definir si conforme a derecho se debe conceder o no el recurso para que sea
conocido en el fondo. La SC 1468/2004-R de 14 de septiembre, respecto a la
naturaleza jurídica propia de la compulsa ha establecido que: 'En el sistema
procesal boliviano, el recurso de compulsa constituye una vía de impugnación de
la decisión judicial que, de manera indebida o ilegal, niega la concesión de los
recursos de apelación o de casación o, en su caso, concede la apelación de manera
incorrecta. Este recurso tiene una doble finalidad, de un lado, protege a las partes
que intervienen en el proceso en su derecho de impugnar la decisión judicial ante
el superior en grado en los casos expresamente previstos por ley; y, de otro,
garantiza y asegura la debida observancia de las normas procesales que son de
orden público, el cual quedaría vulnerado si no se facilitara el remedio para
impedir que una denegación de recurso legal, dispuesta por error, malicia o
ignorancia, comprometa la defensa de los litigantes, contraviniendo el presupuesto
procesal de igualdad a las partes en todas las actuaciones procesales'" (las
negrillas nos corresponden).

ALCANCES DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL


Auto Supremo: 229/2017
Sucre: 08 de marzo 2017
Proceso: Ordinario, resarcimiento de daños y perjuicios, daño emergente y lucro
cesante.
El art. 984 del Código Civil establece como norma general lo siguiente: “Quien
con un hecho doloso o culposo, ocasiona a alguien un daño injusto, queda
obligado al resarcimiento”. Esta norma legal no hace otra cosa que establecer una
sanción al agente que de alguna manera ocasiona un daño a otra persona,
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imponiéndole la obligación de pagar a favor de ésta, el daño ocasionado que puede
consistir en daño emergente (pérdida sufrida) y el lucro cesante (ganancia de que
ha sido privado), aspecto que en los hechos desde el punto de vista pretencional, el
primero se denomina comúnmente como pago de daños y el segundo como pago
de perjuicios.
Conforme al criterio expresado por Carlos Morales Guillén en su Obra “Código
Civil Concordado y Anotado”, debemos indicar que ha de entenderse por daño,
toda disminución del patrimonio de la persona resultante de la inobservancia en el
actuar de otra; esa disminución puede consistir en la pérdida sufrida (daño
emergente) y en la ganancia de que ha sido privado (lucro cesante)”.
De los conceptos generales enunciados se puede indicar lo siguiente: cuando no
interviene dolo en el actuar de la persona, de inicio la reparación comprende solo
por el daño directo; en cambio, cuando concurre dolo del deudor, la reparación se
hace extensible también a lo que sea consecuencia inmediata y directa del daño
ocasionado; sin embargo, en ambos casos, aparte del daño emergente, puede
reclamarse el lucro cesante cuando éste sea consecuencia directa e inmediata del
hecho, entendiéndose para que esa situación proceda, se requiere la conexión o
vinculación inmediata y directa del negocio jurídico que el acreedor se ha
propuesto realizar con terceras personas con miras a obtener algún beneficio o
ganancia, cuya ejecución haya podido ser frustrada por el hecho dañoso
acontecido, debiendo en todo caso existir esa estrecha vinculación entre esas dos
situaciones (negocio proyecto con terceros y el hecho dañoso que lo impidió),
recayendo indudablemente la probanza de tales extremos a cargo del acreedor que
se considera como titular para exigir el pago por los perjuicios ocasionados.
Por otra parte, dentro del campo de las obligaciones, para atribuir responsabilidad
civil, ya sea esta por hecho ilícito (responsabilidad extracontractual) o proveniente
de una relación contractual, se requiere de la ineludible concurrencia de
determinados presupuestos, siendo estos los siguientes: 1º hecho generador de la
obligación; 2º imputabilidad del agente; 3º daño sufrido por el
acreedor; 4º relación de causalidad entre el hecho del agente y el daño
experimentado por el acreedor”.
Con relación al tema en cuestión, se asume la doctrina desarrollada por el tratadista
Jorge Joaquín Llambias en su Obra “Tratado de Derecho Civil, Obligaciones,
Tomo I, Séptima Edición, Buenos Aires, Abeledo Perrot 2012, actualizada por
Patricio Rafo Venegas, de cuyo aporte doctrinario se puede establecer lo que a
continuación se dirá, sin que esto implique transcribir de manera textual lo
desarrollado por el nombrado autor, sino más bien lo más esencial de su
pensamiento.
Conforme a la posición asumida por el citado autor, en el segundo presupuesto
descrito precedentemente, nos referimos a la imputabilidad del agente, se hallan
comprendidos dos tipos de imputabilidad diferentes; siendo estos el dolo y
la culpa, conductas distintas del agente que reciben un tratamiento igualmente
diferenciado; el primero (dolo), implica la intensión deliberada con que el agente
P á g i n a 80 | 846
ha obrado en la ejecución del hecho; es decir cuando la persona tiene el deber de
observar una determinada conducta de no dañar a otra y a pesar de ello comerte el
hecho; sin embargo no basta para configurar el dolo la mera conciencia en el actuar
del agente; se requiere que éste tenga la posibilidad de evitarlo y no quiera hacerlo,
cualquiera sea el motivo que lo lleve a obrar de esa manera.
En cambio, el elemento culpa, en el lenguaje jurídico alude a un comportamiento
del agente, reprochable pero exento de malicia; se tipifica esta conducta por la
ausencia de mala fe o mala voluntad donde el agente no se propone realizar el
hecho dañoso y si ha llegado a ello no ha mediado malicia de su parte.
Los dos elementos descritos se constituyen en fundamentales para atribuir la
responsabilidad, habida cuenta que en tema de obligaciones, se responde
únicamente a título de dolo o culpa, no existiendo otras categorías distintas a éstas;
sin embargo a la hora de imponerse una determinada sanción, debe también
tomarse en cuenta los supuestos de inimputabilidad que pueden presentarse según
las circunstancias, conocidos como fuerza mayor o caso fortuito; el primero
entendido como el obstáculo externo atribuible al hombre, imprevisto, inevitable,
proveniente de las condiciones mismas en que el hecho debía ser evitado o la
obligación cumplida (ejemplo: conmociones civiles, huelgas, bloqueos,
revoluciones, etc.); en tanto que el caso fortuito alude al obstáculo externo,
imprevisto e inevitable que origina una fuerza extraña al hombre proveniente de la
naturaleza que impide evitar el hecho o el cumplimiento de la obligación (ejemplo:
desastres naturales).
En cuanto al daño sufrido que viene a ser el tercer presupuesto de la
responsabilidad civil, este plantea el problema de la prueba; para el derecho es
fundamental que se demuestre la existencia del daño y esta situación incumbe al
damnificado.
El último presupuesto de la responsabilidad viene a constituir la relación de
causalidad entre el hecho generado por la persona a quien se intenta
responsabilizar y el daño sufrido por quien pretende ser acreedor a una
indemnización; es decir es menester establecer el nexo de causalidad entre ese
efecto dañoso y el hecho que suscita la responsabilidad en cuestión en cuanto este
hecho sea el factor por cuyo influjo ocurrió aquel daño; esa relación de causalidad
no debe ser entendida simplemente desde el punto de vista material (comisión del
hecho) sino que la misma va asociada a la relación de causalidad jurídica, habida
cuenta que el derecho no se satisface con una pura relación de causalidad material,
aspecto que denota complejidad.
En la comisión del hecho, de ordinario integran un conjunto de acontecimientos
que actúan como factores determinantes, condicionantes o coadyuvantes de
sucesivos fenómenos que pueden servir de agravantes o atenuantes, hasta incluso
de eximentes de responsabilidad, que dificultan describir el nexo de causalidad que
se propone indagar; adviértase que muy comúnmente, el hecho reputado como
originario se conecta con otro hecho distinto que modifica las consecuencias del
primero a tal extremo que pasa a ser la causa eficiente de nuevas derivaciones que
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el hecho originario por sí mismo no habría producido; este proceso de sucesivas
causaciones transcurre en el tiempo, circunstancias que alejan y hasta pueden llegar
a borran de la conciencia los antecedentes de los hechos que capta nuestro
entendimiento.
Aun de establecerse que un determinado hecho deba aceptarse como causa de tal
efecto dañoso, este solo no basta para concluir que el autor de aquel hecho tenga
que afrontar la reparación del daño producido, pues ante todo y bajo el prisma de la
justicia debe indagarse, si es justo que así sea; de ahí que, según la índole del hecho
originario del daño, y especialmente de acuerdo con el reproche o censura que
merezca la conducta en cuestión, será menester dilatar o restringir aquella relación
de causalidad material, para que resulten o no comprometidas en ella tales o cuales
consecuencias del hecho originario; de ese ajuste o corrección del nexo de
causalidad material, surge la causalidad jurídica, es decir la que el derecho
computa a los fines de la pertinente responsabilidad; es esa causalidad jurídica, la
que en última instancia definirá la extensión del resarcimiento a cargo del
responsable, que podrá ser diferente según el comportamiento del agente, haya éste
obrado con dolo o mera culpa.

ALCANCES DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL EMERGENTE DE


INCUMPLIMIENTO DE OBLIGACIONES:
Auto Supremo: 480/2016
Sucre: 12 de mayo 2016
Proceso: Ordinario, nulidad de Escrituras Públicas, devolución de dineros con
mantenimiento de valor, pago de daños y perjuicios, lucro cesante y daño
emergente
El art. 344 del Código Civil establece: (Reparación del daño). “El resarcimiento
del daño, en razón del incumplimiento o del retraso, comprende la pérdida sufrida
por el acreedor y la ganancia de que ha sido privado, con arreglo a las siguientes
disposiciones”. Esta norma legal no hace otra cosa que establecer una sanción al
deudor que incumple, imponiéndole la obligándole de pagar a favor del acreedor, el
daño emergente (pérdida sufrida) y el lucro cesante (ganancia de que ha sido
privado), lo que en los hechos desde el punto de vista pretencional de las partes, el
primero se denomina comúnmente como pago de daños y el segundo como pago
de perjuicios.
Sobre el particular, Carlos Morales Guillén en su Obra “Código Civil Concordado
y Anotado” Tomo I, Cuarta Edición 1994, respecto a los alcances de la norma legal
de referencia, en concordancia con los arts. 345 y 346 del mismo cuerpo legal,
indica: “Ha de entenderse por daño en el incumplimiento de las obligaciones, toda
disminución del patrimonio del acreedor resultante de la inobservancia del deber
de prestación por parte del deudor”; … “esa disminución al tenor del art. 344
puede consistir en la pérdida sufrida (daño emergente) y en la ganancia de que ha
sido privado (lucro cesante)”. Indica que la disposición legal es absoluta y

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concluyente; sin embargo, consigna su limitación en las disposiciones siguientes
(arts. 345 y 346).
Del criterio interpretativo asumido por el indicado autor, se puede llegar a la
siguiente conclusión: cuando no interviene dolo del deudor, el daño comprende lo
previsto o lo que haya podido preverse al tiempo de la celebración del contrato; en
cambio, cuando concurre dolo del deudor, el daño se hace extensible también a lo
que sea consecuencia inmediata y directa del incumplimiento; el nombrado autor al
mismo tiempo indica; en ambos casos, aparte del daño emergente, puede
reclamarse el lucro cesante cuando éste sea consecuencia directa e inmediata del
incumplimiento, entendiéndose para que esa situación proceda, se requiere la
conexión o vinculación inmediata y directa del negocio jurídico que el acreedor se
ha propuesto realizar con terceras personas con miras a obtener algún beneficio o
ganancia, cuya ejecución se encuentre estrechamente vinculada y sobre todo
dependa del cumplimiento de la obligación contraída por el deudor, cuyo
incumplimiento por parte de este último genere la frustración del negocio del
acreedor, recayendo indudablemente la probanza a cargo de este último como
titular del derecho a exigir el pago de los perjuicios ocasionados.
Por otra parte, dentro del campo de las obligaciones, para atribuir responsabilidad
civil, ya sea esta extracontractual o proveniente de una relación contractual, se
requiere de la ineludible concurrencia de determinados presupuestos; con relación a
este tema, recurrimos al tratadista Jorge Joaquín Llambias, quien en su Obra
“Tratado de Derecho Civil, Obligaciones, Tomo I, Séptima Edición, Buenos Aires,
Abeledo Perrot 2012 (pag. 95), actualizada por Patricio Rafo Venegas, refiere lo
siguiente:
“Para que la responsabilidad del deudor quede comprometida deben conjugarse
los siguientes presupuestos: 1º incumplimiento del deudor; 2º imputabilidad del
incumplimiento al deudor en razón de su culpa o dolo; 3º daño sufrido por el
acreedor; 4º relación de causalidad entre el incumplimiento del deudor y el daño
experimentado por el acreedor” (el resaltado nos corresponde).
“Basta que alguno de estos requisitos fracase para que el deudor quede exento de
responsabilidad civil por las consecuencias de su actividad. Por tanto, si no media
inejecución del deudor (falta el primer presupuesto), o si la inejecución no es
imputable al deudor (exclusión del segundo presupuesto), o si la inejecución no
provoca daño (ausencia del tercer presupuesto), o si el daño experimentado por el
acreedor no deriva de incumplimiento de la obligación (falta del cuatro
presupuesto), la responsabilidad del deudor está fuera de cuestión”.
“El solo incumplimiento de una obligación, no implica comprometer la
responsabilidad del deudor, pues para ello será menester que la conducta obrada
se conjugue con los demás presupuestos enunciados”.
De lo descrito y siguiendo la esencia del aporte doctrinario del nombrado autor, se
puede indicar que en el segundo presupuesto de responsabilidad se hallan
comprendidos dos tipos de imputabilidad diferentes; siendo estos el dolo y laculpa,
conductas distintas del deudor que reciben un tratamiento igualmente diferente; el
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primero (dolo) en el incumplimiento de la obligación, implica la intensión
deliberada con que el deudor ha obrado la inejecución de la obligación; es decir
cuando el deudor puede cumplir, pero no quiere hacerlo, sin embargo no basta para
configurar el dolo la mera conciencia del deudor de no cumplir la obligación; se
requiere que el deudor tenga la posibilidad de cumplir y no quiera hacerlo,
cualquiera sea el motivo que lo lleve a obrar de esa manera.
En cambio, el elemento culpa, en el lenguaje jurídico alude a un comportamiento
del deudor, reprochable pero exento de malicia; se tipifica esta conducta por la
ausencia de mala fe o mala voluntad donde el deudor no se propone incumplir la
obligación y si ha llegado a ello no ha mediado malicia de su parte.
Los dos elementos descritos se constituyen en fundamentales para atribuir la
responsabilidad, habida cuenta que en tema de obligaciones, se responde
únicamente a título de dolo o culpa, no existiendo otras categorías distintas a éstas;
sin embargo a la hora de imponerse una determinada sanción, debe también
tomarse en cuenta los supuestos de inimputabilidad que pueden presentarse según
las circunstancias, conocidos como fuerza mayor o caso fortuito; el primero
entendido como el obstáculo externo atribuible al hombre, imprevisto, inevitable,
proveniente de las condiciones mismas en que la obligación debía ser cumplida
(ejemplo: conmociones civiles, huelgas, bloqueos, revoluciones, etc.); en tanto que
el caso fortuito alude al obstáculo externo, imprevisto e inevitable que origina una
fuerza extraña al hombre proveniente de la naturaleza que impide el cumplimiento
de la obligación (ejemplo: desastres naturales).
Del mismo modo debe tomarse en cuenta el hecho de tercero, que puede ser
emanado de una o varias personas extrañas al deudor que no mantiene ninguna
relación jurídica; si el acto proviene del tercero por el que debe responder el
deudor, no hay responsabilidad ya que estaría en juego la culpa de éste; el tercero
autor del hecho puede estar identificado o ser ignorado.
En cuanto al daño que viene a ser el tercer presupuesto de la responsabilidad civil,
este plantea el problema de la prueba; para el derecho es fundamental que se
demuestre la existencia del daño y esta situación incumbe al damnificado.
El último presupuesto de la responsabilidad viene a constituir la relación de
causalidad entre el hecho obrado por la persona a quien se intenta responsabilizar y
el daño sufrido por quien pretende ser acreedor a una indemnización; es decir es
menester establecer el nexo de causalidad entre ese efecto dañoso y el hecho que
suscita la responsabilidad en cuestión en cuanto este hecho sea el factor por cuyo
influjo ocurrió aquel daño; esa relación de causalidad no debe ser entendida
simplemente desde el punto de vista material (comisión del hecho) sino que la
misma va asociada a la relación de causalidad jurídica, habida cuenta que el
derecho no se satisface con una pura relación de causalidad material, aspecto que
denota complejidad.
En la comisión del hecho, de ordinario integran un conjunto de acontecimientos
que actúan como factores determinantes, condicionantes o coadyuvantes de
sucesivos fenómenos que pueden servir de agravantes o atenuantes, hasta incluso
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de eximentes de responsabilidad, que dificultan describir el nexo de causalidad que
se proponer indagar; adviértase que muy comúnmente, el hecho reputado como
originario se conecta con otro hecho distinto que modifica las consecuencias del
primero a tal extremo que pasa a ser la causa eficiente de nuevas derivaciones que
el hecho originario por sí mismo no habría producido; este proceso de sucesivas
causaciones transcurre en el tiempo, circunstancias que alejan y hasta pueden llegar
a borran de la conciencia los antecedentes de los hechos que capta nuestro
entendimiento.
Aun de establecerse que un determinado hecho deba aceptarse como causa de tal
efecto dañoso, este solo no basta para concluir que el autor de aquel hecho tenga
que afrontar la reparación del daño producido, pues ante todo y bajo el prisma de la
justicia debe indagarse, si es justo que así sea; de ahí que, según la índole del hecho
originario del daño, y especialmente de acuerdo con el reproche o censura que
merezca la conducta en cuestión, será menester dilatar o restringir aquella relación
de causalidad material, para que resulten o no comprometidas en ella tales o cuales
consecuencias del hecho originario; de ese ajuste o corrección del nexo de
causalidad material, surge la causalidad jurídica, es decir la que el derecho computa
a los fines de la pertinente responsabilidad; es esa causalidad jurídica, la que en
última instancia definirá la extensión del resarcimiento a cargo del responsable, que
podrá ser diferente según el comportamiento del agente, haya éste obrado con dolo
o mera culpa.

ALCANCES DE LA TRANSACCIÓN
Auto Supremo: 253/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Anulabilidad parcial de acuerdo transaccional.
El Art. 945 del Código Civil señala lo siguiente: “(Noción). I. La transacción es un
contrato por el cual mediante concesiones recíprocas se dirimen derechos de
cualquier clase ya para que se cumplan o reconozcan, ya para poner término a
litigios comenzados o por comenzar, siempre que no esté prohibido por ley. II. Se
sobreentiende que la transacción está restringida a la cosa u objeto materia de ella,
por generales que sean sus términos”.
Asimismo, el art. 949 del mismo sustantivo civil refiere que: “(Efectos de cosa
juzgada). Las transacciones, siempre que sean válidas, tienen entre las partes y sus
sucesores los efectos de la cosa juzgada”.
Por su parte, el art. 950 del Código Civil, dispone: “(Error de hecho y de derecho).
Es anulable la transacción por error de hecho o de derecho, si el error, en uno u
otro caso, no es relativo a las cuestiones que han sido ya objeto de controversia
entre las partes”.
Carlos Morales Guillem, en su obra Código Civil Anotado y Concordado, al
realizar el comentario del art. 950 del Código Civil refiere: “Este art. es una
aplicación, para el caso particular de la transacción, de la regla del art. 473, que
niega validez al consentimiento dado por error, violencia o dolo”.
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En el Auto Supremo Nº 75/2016 de 04 de febrero, se ha concretado lo
siguiente: “…en la causa si bien se ha presentado el documento de 9 de junio de
2012, que suscribieron las partes, empero, en el caso presente no se discute el
contenido o la finalidad del mismo, sino que el consentimiento de la actora habría
estado viciado a momento de la suscripción del mismo; aspecto que fue el punto
central del debate en la litis, para determinar la anulabilidad del documento en
cuestión; por lo que los artículos citados por los recurrentes no tienen incidencia
en el fondo de la Resolución recurrida y menos se observa el error de hecho y de
derecho al que hacen referencia los recurrentes”.
Sobre lo anterior, en el Auto Supremo Nº 464/2016 de 11 de mayo, se ha razonado
lo siguiente: “…los efectos del acuerdo transaccional únicamente alcanzan sobre
temas o conflictos específicos, generados de aquella, esto con la finalidad de evitar
su errada utilización o negación de derechos o acceso a la justicia, bajo una
dudosa interpretación de transacciones genéricas, es por dicho motivo que dentro
de las reglas de su interpretación o sus alcances avocan simplemente a los temas
inherentes a la misma y no a otros no relacionados…”, criterio que se encuentra
sustentado en el Principio General de Derecho: “Transactio quaecunque fit, de his
tantum, de quibus inter convenientes placuit, interposita creditur”, que significa:
La transacción, de cualquiera manera que sea, se ha de considerar realizada
solamente sobre aquellas cosas que acordaron los contrayentes (Digesto, ley 9, tít.
15 lib. 2 Cit. Scaevola).

ALCANCES DE LA TRANSACCIÓN
Auto Supremo: 464/2016
Sucre: 11 de mayo 2016
Proceso: Cumplimiento de obligación y otro.
El art. 945 del Código Civil de forma puntual señala: “I.- La Transacción es un
contrato por el cual mediante concesiones reciprocas se dirimen derechos de
cualquier clase ya para que se cumplan o reconozcan, ya para poner término a
litigios comenzados o por comenzar, siempre que no esté prohibida por ley.
II.- Se sobreentiende que la transacción está restringida a la cosa u objeto materia
de ella, por generales que sean sus términos. ”.
De la norma citada se puede establecer que la transacción es un acto jurídico
bilateral, debido a que emana del acuerdo de voluntades que consagra la intención
de las partes para componer el conflicto, para lo cual debe existir el animus
transigendi, partiendo de este entendimiento de orden general corresponde un
análisis a la segunda parte de esta norma, la cual refiere que la - transacción está
restringida a la cosa u objeto materia de ella, por generales que sean sus
términos-, para lo cual en principio podemos acudir a la doctrina y citando a Carlos
Morales Guillem, quien en su obra Código Civil Anotado y Concordado, en su
análisis a la norma citada, expone: “ También ha de tenerse presente que la
transacción se pacta siempre sobre cosas dudosas entre las partes interesadas, por
lo cual, según la doctrina, la reglas de interpretación de las transacciones, deben
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ser muchas más rígidaa que las de otros contratos cuyas clausulas deben estar
revestidas de singular y rigorosa firmeza”, criterio que es compartido con este
Tribunal debido a que los efectos del acuerdo transaccional únicamente alcanzan
sobre temas o conflictos específicos, generados de aquella, esto con la finalidad de
evitar su esa errada utilización o negación de derechos o acceso a la justicia, bajo
una dudosa interpretación de transacciones genéricas, es por dicho motivo que
dentro de las reglas de su interpretación o sus alcances avocan simplemente a los
temas inherentes a la misma y no a otros no relacionados, criterio que encuentra su
sustento en el aforismo : “Transactio quaecunque fit, de his tantum, de quibus inter
convenientes placitu, interposita creditur” que significa que la transacción de
cualquier manera se ha de considerar realizada solamente sobre aquellas cosas
que acordaron los contrayentes.

ALCANCES Y CUMPLIMIENTO DE LA RESOLUCIÓN EMERGENTE


DE UNA QUEJA ANTE EL TRIBUNAL DE GARANTÍAS
Auto Supremo: 290/2017
Sucre: 17 de marzo 2017
Proceso: Cumplimiento de contrato.
Sobre los alcances del citado mecanismo en el Auto Constitucional Plurinacional
Nº0028/2016-O de fecha 21 de noviembre de 2016, se referido que: “ En virtud a
que el art. 203 de la Constitución Política del Estado (CPE), prevé: “Las
decisiones y sentencias del Tribunal Constitucional Plurinacional son de
carácter vinculante y de cumplimiento obligatorio, y contra ellas no cabe recurso
ordinario ulterior alguno”, el ACP 0006/2012- O de 5 de noviembre, estableció
que: “…frente a un eventual incumplimiento o demora en la ejecución de una
decisión constitucional, el legislador ha dispuesto para la etapa de ejecución de
fallos, un mecanismo procesal idóneo para la denuncia por incumplimiento de
decisiones emergentes de acciones tutelares, destinado a consolidar una real
materialización y por ende un efectivo cumplimiento a sentencias
constitucionales con calidad de cosa juzgada. El art. 16 del CPCo concordante
con la Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional, expresamente señala: „I. La
ejecución de una Resolución Constitucional con calidad de cosa juzgada,
corresponde al juzgado o tribunal que inicialmente conoció la acción. II.
Corresponderá al Tribunal Constitucional Plurinacional, conocer y resolver las
quejas por demora o incumplimiento en la ejecución antes referida; asimismo…‟.
….”.
De la interpretación de la citada Resolución Constitucional se logra advertir que el
mecanismo idóneo para efectivizar el cumplimiento de la Sentencias
Constitucionales Plurinacionales, es la queja, mecanismo que en esencia posee ese
fin, es decir, verificar si se esta cumpliendo lo determinado en las Sentencias
Constitucionales, y en caso de que esa resolución advierte que no están cumpliendo
los parámetros delineados en las citada resolución, esta determina cuales los
parámetros que deben ser cumplidos para su eficacia, es por dicho motivo que las
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resoluciones provenientes de una queja deben ser cumplidas de forma inmediata y
conforme a la orientación que estas contengan.

ALEJAMIENTO DE LA PRUEBA PERICIAL


Auto Supremo: 490/2017
Sucre: 15 de mayo 2017
Proceso: Nulidad de contrato y otros.
El art. 1333 del Código Civil señala: “(Eficacia). El juez no está obligado a seguir
las conclusiones de los peritos, pero debe fundar las propias”, la norma permite al
Juez alejarse de la conclusión del informe pericial, sin embargo de ello dicha
facultad –al ser exclusiva de la autoridad judicial- lo obliga a fundar conclusiones
propias, en base a las reglas de la sana critica, exponiendo argumentos técnicos
para sustentar sus conclusiones, obviamente que para fundar el fallo
necesariamente deberá tomar en cuenta todo el elenco probatorio admitido en el
desarrollo del proceso.
Dicho criterio tiene soporte dogmático, conforme al criterio de Hernando Devis
Echandía, quien en su obra COMPENDIO DE LA PRUEBA JUDICIAL, Tomo II,
pág. 13 señala:“Naturalmente, el rechazo por el Juez del dictamen de los peritos
debe basarse en razones serias, en un análisis crítico tanto de los fundamentos
como de las conclusiones que lo llevan al convencimiento de que carece de los
requisitos examinados en los números anteriores. Pero, si por el contrario, el juez
considera que los fundamentos y las conclusiones del dictamen reúnen todos los
requisitos de lógica, de técnica, de ciencia, que para el caso pueden exigirse, por
10 cual queda convencido de la certeza de esas conclusiones, no puede
rechazarlas sin Incurrir en arbitrariedad. Muy útiles para el juez serán los
estudios de los expertos que asesoren a las partes para la crítica del dictamen, que
deben autorizarse como ocurre en Francia y en Colombia…”

ANATOCISMO, PROHIBICION
Auto Supremo: 829/2015
Sucre: 25 de Septiembre 2015
Con referencia al punto uno denunciado como causal inmersa en el numeral 1) del
artículo 253 del Código de Procedimiento Civil, referente a la aplicación errática e
indebida del artículo 412 del Código Civil, que hubieren hecho los tribunales de
instancia en el caso concreto, para tener un mejor entendimiento de los hechos
demandados, debemos comenzar refiriéndonos a que se entiende por anatocismo y
como el Código Civil en su artículo 412 norma respecto a la prohibición de
anatocismo cuando manda: ”Están prohibidos el anatocismo y toda otra forma de
capitalización de los intereses. Las convenciones en contrario son nulas”, ésta
disposición legal es reclamada por la parte recurrente y denuncia que fue aplicado
de manera indebida en la dictación tanto de la Sentencia como en el Auto de Vista;
en ese antecedente, recurrimos a lo que el Diccionario Jurídico Abeledo-Perrot,
refiere respecto al tema: Anatocismo. Es la capitalización de los intereses, de
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modo que sumándose tales intereses al capital originario pasan a redituar nuevos
intereses. Es denominado también capital compuesto. Para Morales Guillen es una
palabra griega que significa interés de intereses, también se le llama interés
compuesto. Por su parte la enciclopedia Jurídica Omeba refiere que: en el lenguaje
jurídico designa el pacto por el cual se conviene pagar intereses de intereses
vencidos y no satisfechos; el hecho de exigir réditos por los intereses, que con tal
fin se agregan al capital, constituye, en verdad, la formación de un interés
compuesto, ya que se consideran los intereses devengados como nuevo capital, que
rinde a su vez los suyos. Esta forma de usura es de lo más frecuente, y ha sido
reconocida bajo ciertas condiciones en forma legal. Por su parte el Autor Español
José Castán Tobeñas en su obra Derecho de Obligaciones señala que: Se da el
nombre de anatocismo al hecho de que los intereses ya vencidos se incorporen al
capital y produzcan, en consecuencia, a su vez, nuevos intereses.
De lo anterior podemos concluir respecto al tema que a la capitalización de los
intereses se le llama anatocismo, es decir al hecho de que los intereses ya vencidos,
se conviertan en bien capital o se capitalicen y, como tales sean susceptibles de
producir intereses a su vez, o sea los llamados intereses compuestos. Aunque
parecería un carácter absoluto, tiene excepciones que en el ámbito de estas la
derogan, entre ellas el artículo 800 del código de comercio de nuestra legislación,
permite capitalizar intereses devengados por más de un año.

ANOTACION PREVENTIVA, PROCEDENCIA Y REQUISITOS


Auto Supremo: 859/2015 - L
Sucre: 30 de Septiembre 2015
sobre las pretensiones de caducidad de la anotación preventiva este Tribunal ha
emitido el Auto Supremo Nº 26, de 14 de enero 2015, en el que se señaló lo
siguiente: “La descripción del aporte doctrinario resulta ser necesaria para el
entendimiento de la presente resolución por adecuarse a la pretensión principal,
por lo que corresponderá analizar cada una de las pretensiones deducidas por los
actores:
1.- La pretensión de caducidad de la anotación preventiva, es una solicitud
judicial que no requiere demostrar cuestiones de hecho, la misma tiene su sustento
jurídico en los arts. 1553 y 1560 parágrafo II del Código Civil, esta última norma
tiene el siguiente texto: “Las anotaciones hechas por orden judicial se cancelarán
sólo a mérito de otra que emane del mismo Juez salvo el caso de caducidad
prevista por los artículos 1554 y 1555”, caso para el cual no es necesario
instaurar proceso de conocimiento, tan solo deducir la pretensión ante el mismo
Juez que emanó la orden y previa noticia de la parte favorecida con la anotación
preventiva, corresponderá al Juez verificar el plazo transcurrido y la existencia o
no de la ampliación del término de la anotación preventiva efectuada dentro de
esa medida precautoria, a efectos de asumir la decisión que corresponda, empero,
como se tiene señalado, la cancelación deberá ser solicitada y dispuesta por el
operador judicial que emitió la misma, sea que la caducidad se impetre en la
P á g i n a 89 | 846
forma prevista en el art. 177 del Código de Procedimiento Civil o en su defecto en
base a la norma prevista en el art. 1553 del Código Civil de acuerdo a la
naturaleza de la anotación preventiva, así también podrá peticionar la extinción o
que se deje sin efecto la medida de prohibición de innovar, que tienen naturaleza
provisional conforme al art. 175 del Código de Procedimiento Civil, porque las
medidas precautorias deben ser levantadas por la misma autoridad que las
dispuso y no por otra, razones por las que la pretensión analizada en este punto se
torna en improponible, por no haberse solicitado dicha pretensión ante el mismo
operador judicial que emitió la anotación preventiva…”
De acuerdo a dicho razonamiento se tiene que el art. 68 del Decreto Supremo Nº
27957 de 24 de diciembre de 2004, señala lo siguiente: “(REQUISITOS PARA LA
CANCELACIÓN DE ANOTACIONES PREVENTIVAS). Las inscripciones y
anotaciones preventivas (casos 5º y 6º del artículo anterior) hechas en virtud de
documento público, sólo se cancelarán mediante otro documento público otorgado
entre las partes legítimas o en base a resolución judicial pasada en autoridad de
cosa juzgada, conforme al artículo 38 de la Ley de Inscripción de Derechos Reales
y 1560 I.- del Código Civil. Las anotaciones preventivas o inscripciones hechas
por orden judicial, se cancelarán sólo en mérito de otra orden emanada del mismo
juzgado, conforme al artículo 39 de la Ley de Inscripción de Derechos Reales y
1560 II.- del Código Civil…”, norma que exige que la cancelación de una
anotación preventiva debe emanar de la misma autoridad que dispuso la anotación,
autoridad judicial a la cual debe acudir el actor –si considera que tiene legitimación
para ello- y solicitar al Juez que dispuso la anotación declare la caducidad de dicha
medida, no pudiendo activar una vía judicial diferente que el ordenamiento señala
para la petición del actor, razón ésta para determinar que la pretensión formulada
en el presente proceso de conocimiento sea improponible.

ANOTACION PREVENTIVA
Auto Supremo: 940/2015 - L
Sucre: 14 de octubre 2015
Sobre el tema corresponde en principio señalar que el art. 1552 del Código civil
establece que se puede solicitar ante la autoridad jurisdiccional la anotación
preventiva de sus derechos en el registro público, y en su inciso 5) estipula de
manera concreta que puede solicitar esta anotación preventiva: “ quien tenga un
título cuya inscripción definitiva no puede hacerse por falta de algún requisito
subsanable”, asimismo en cuanto al término de la misma nuestro ordenamiento
jurídico Civil en el art. 1553 I-II del Código sustantivo expresa que: “I.-La
anotación preventiva caducara si a los dos años de su fecha no es convertida en
inscripción. El juez puede prorrogar el termino por un nuevo lapso de un año
“….” II.-La anotación preventiva se convertirá en inscripción cuando se presente
la sentencia favorable pasada e autoridad de cosa juzgada o se demuestre haberse
subsanado la causa que impedía momentáneamente la inscripción y ella en estos
casos produce todos sus efectos desde la fecha de la anotación…” asimismo en
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cuanto al tema de la anotaciones preventivas y su caducidad la jurisprudencia
constitucional contenida en la SCP 0700/2013 de fecha 3 de junio de 2013 sobre el
tema ha precisado: “ III.5. Respecto a la caducidad de las anotaciones
preventivas. La anotación preventiva es considerada por Roca Sastre como “un
asiento provisional y en general positivo, que se practica en los libros de
inscripción y que tiene por objeto asegurar las resultas de un juicio, garantizar un
derecho perfecto pero no consumado o preparar un asiento definitivo”. En igual
sentido la jurisprudencia constitucional conforme a la doctrina definió a la
anotación preventiva”…como aquella inscripción provisional, de efectos más o
menos transitorios, cuyo objeto consiste en asegurar las resultas de un juicio, en
garantizar la efectividad de un derecho perfecto pero no consumado o en preparar
una inscripción definitiva y permanente...”.
De acuerdo al Código Civil podrán pedir anotación preventiva de sus derechos en
el registro público entre otros, quien demanda en juicio la propiedad de bienes
inmuebles, o que se constituya, declare, modifique o extinga cualquier derecho
real, así su art. 1552 inc. 1)

ANOTACION PREVENTIVA, CADUCIDAD


Auto Supremo: 940/2015 - L
Sucre: 14 de octubre 2015
Por otra parte, en cuanto al término de la anotación preventiva el art. 1553.I del
CC establece que “La anotación preventiva caducará si a los dos años de su fecha
no es convertida en inscripción…”.
Al efecto es preciso señalar que para algunos autores la caducidad de asientos en
el registro de la propiedad es aquella especie de prescripción extintiva que opera
automáticamente por lo que es apreciable de oficio, produce la pérdida de un
derecho o de una acción, por su no ejercicio durante el plazo señalado por la ley o
la voluntad de los particulares, no admitiendo más causas de suspensión o
interrupción que el ejercicio por parte del titular.
Sobre la caducidad de la anotación preventiva la jurisprudencia constitucional
estableció que: “Las anotaciones preventivas tienen un carácter provisional, como
su propio nombre indica y su finalidad consiste en caducar o convertirse en
inscripciones definitivas, por lo que el transcurso del tiempo las acerca a su fin.
Caduca una anotación preventiva cuando queda sin fuerza o pierde sus naturales
efectos por su singular contenido, que marca ya su duración, o por concepto legal
que determine o fije el plazo de su duración, no siendo necesaria la expresión de
voluntad de los interesados para tales efectos o la declaración judicial o
administración de la extinción.
A los efectos de la caducidad, la extinción de la anotación se produce de un modo
absoluto y la caducidad produce efectos tanto respecto de las partes como de
terceros. Al caducar una anotación preventiva, está queda anulada, extinguida,
por lo que debe estimarse como si nunca se hubiese realizado. Es un asiento que
ya no tiene vida o efecto jurídico por lo que se le considera inexistente frente a
P á g i n a 91 | 846
todos; es decir, es un derecho que ha sido desregistrado y se encuentra en la
misma situación que antes de haberse anotado” conforme a lo expuesto la
anotación preventiva es entendida como aquella inscripción provisional, de efectos
más o menos transitorios, cuyo objeto consiste en asegurar las resultas de un juicio,
en garantizar la efectividad de un derecho perfecto pero no consumado o en
preparar una inscripción definitiva y permanente, siendo una medida preparatoria,
la doctrina ha establecido como características la provisionalidad o provisoriedad,
Mutabilidad, Instrumentalidad o subsidiaridad y Caducidad.
Teniendo presente dicho preámbulo, en el caso en cuestión el Juez de segunda
instancia en cuanto a la aplicación de dichas normas aludidas, expresa: “ Las
anotaciones preventiva de los títulos propietario de venta de inmuebles en el
registro de Derechos Reales con duración de dos años y prorroga de un año más,
son provisionales puede esta anotación preventiva convertirse en inscripción
definitiva con efecto retroactivo a la fecha de la anotación preventiva” “sin
embargo de cualquier derecho inscrito en el intervalo” la anotación preventiva,
como su nombre lo indica, es anotación provisional o si se quiere una inscripción
provisional que recae y grava por un tiempo determinado el derecho propietario
del vendedor, solo los casos en que la anotación preventiva se convierte en
inscripción definitiva, se lo toma en cuenta para comparar con el título propietario
de otros compradores retrotrayendo los efectos a la fecha de la primera anotación
preventiva siempre que no se haya opera la caducidad de esta por el vencimiento
del plazo de los dos años y su prorroga de un año.”

ANOTACIÓN PREVENTIVA
Auto Supremo: 306/2016
Sucre: 06 de abril 2016
Proceso: Reivindicación.
En cuanto al tema de la conversión de la anotación preventiva en registro definitivo
a través del Auto Supremo: 940/2015-L de fecha 14 de octubre 2015 se ha referido
: “Sobre el tema corresponde en principio señalar que el art. 1552 del Código civil
establece que se puede solicitar ante la autoridad jurisdiccional la anotación
preventiva de sus derechos en el registro público, y en su inciso 5) estipula de
manera concreta que puede solicitar esta anotación preventiva: “ quien tenga un
título cuya inscripción definitiva no puede hacerse por falta de algún requisito
subsanable”, asimismo en cuanto al término de la misma nuestro ordenamiento
jurídico Civil en el art. 1553 I-II del Código sustantivo expresa que: “I.-La
anotación preventiva caducara si a los dos años de su fecha no es convertida en
inscripción. El juez puede prorrogar el termino por un nuevo lapso de un año
“….” II.-La anotación preventiva se convertirá en inscripción cuando se presente
la sentencia favorable pasada en autoridad de cosa juzgada o se demuestre
haberse subsanado la causa que impedía momentáneamente la inscripción y ella
en estos casos produce todos sus efectos desde la fecha de la anotación…”
P á g i n a 92 | 846
asimismo en cuanto al tema de la anotaciones preventivas y su caducidad la
jurisprudencia constitucional contenida en la SCP 0700/2013 de fecha 3 de junio
de 2013 sobre el tema ha precisado: “ III.5. Respecto a la caducidad de las
anotaciones preventivas. La anotación preventiva es considerada por Roca Sastre
como “un asiento provisional y en general positivo, que se practica en los libros
de inscripción y que tiene por objeto asegurar las resultas de un juicio, garantizar
un derecho perfecto pero no consumado o preparar un asiento definitivo”. En
igual sentido la jurisprudencia constitucional conforme a la doctrina definió a la
anotación preventiva”…como aquella inscripción provisional, de efectos más o
menos transitorios, cuyo objeto consiste en asegurar las resultas de un juicio, en
garantizar la efectividad de un derecho perfecto pero no consumado o en preparar
una inscripción definitiva y permanente...”.
De acuerdo al Código Civil podrán pedir anotación preventiva de sus derechos en
el registro público entre otros, quien demanda en juicio la propiedad de bienes
inmuebles, o que se constituya, declare, modifique o extinga cualquier derecho
real, así su art. 1552 inc. 1).”
De acuerdo a lo señalado en la doctrina aplicable III.3 el art. 1552 del Código civil
establece que se puede solicitar ante la autoridad jurisdiccional la anotación
preventiva de sus derechos en el registro público, y en su inciso 5) estipula de
manera concreta que puede solicitar esta anotación preventiva: “ quien tenga un
título cuya inscripción definitiva no puede hacerse por falta de algún requisito
subsanable”, asimismo en cuanto al término de la misma nuestro ordenamiento
jurídico Civil en el art. 1553 I-II del Código sustantivo expresa que: “I.-La
anotación preventiva caducara si a los dos años de su fecha no es convertida en
inscripción. El juez puede prorrogar el termino por un nuevo lapso de un año
“….” II.-La anotación preventiva se convertirá en inscripción cuando se presente
la sentencia favorable pasada en autoridad de cosa juzgada o se demuestre
haberse subsanado la causa que impedía momentáneamente la inscripción y ella
en estos casos produce todos sus efectos desde la fecha de la
anotación…”, normas que encuentran total concordancia con lo que establecen los
art. 26 y 28 de la Ley de fecha15 de noviembre de 1887 y los arts. 56 y 61 de la
Ley de Inscripción de Derechos Reales( DS Nº 27957 de 24 de diciembre de 2004),
de la norma citada se establece la viabilidad de la anotación preventiva de quien en
virtud de un título no puede inscribir por falta de un requisito subsanable, esto en
el entendido que la normativa en Derechos Reales al no establecer la figura
inscripción preventiva, es viable la anotación preventiva, y si esta anotación
preventiva es perfeccionada dentro del plazo establecido por ley, por determinación
de la norma genera el efecto retroactivo de la inscripción a los efectos de la
prelación en el registro, produciendo sus efectos desde el momento de la anotación.
Partiendo de lo expuesto en el sub lite, conforme a lo concluido por el Tribunal de
Segunda instancia, ambos títulos provienen de un titular, el cual tiene su origen en
la matricula Nº8.02.2.01.0001669, donde se evidencia la anotación preventiva de
Justiniano Arriaga Jorge y Melgar Landívar Jessica ambos, con fecha de registro
P á g i n a 93 | 846
06/12/11, y ambas anotaciones han sido convertidas en inscripción definitiva,
mediante escrituras públicas que dan origen a su derecho propietario, extremo que
ha sido evidenciado correctamente por el Tribunal de Segunda instancia, no siendo
evidente alguna errada valoración si bien tiene una inscripción aparentemente
preferente el demandante, no resultando alejado de la realidad el criterio del
Tribunal de segunda instancia al referir que ha operado el efecto retroactivo a partir
del registro de las anotaciones preventivas.
Ahora sobre el tema de que si la conversión de la anotación preventiva no reúne los
requisitos, en principio corresponde realizar una distinción entre las acciones reales
y las patrimoniales, para lo cual podemos citar Guillermo A. Borda que expone:
“…de acuerdo a una clásica distinción, las acciones patrimoniales se dividen en
reales y personales. Las primeras son las que se dan en protección de los derechos
reales y tienen las siguientes características generales: a) gozan del ius
persequendi; ósea de la facultad de hacer valer el derecho contra cualquiera que
se halle en posesión de la cosa… las acciones personales en cambio se dan en
protección de los derechos personales y tienen las siguientes características: a)
solamente pueden ser ejercitadas contra el o los obligados; b) tienden a la
extinción del derecho, porque una vez ejercida la acción y cobrado el crédito se
extingue la obligación….”, con la aclaración del autor antes citado, de que los
caracteres señalados sirven como tendencia general antes que como expresión de
caracteres típicos de cumplimiento obligatorio. En este entendido, diremos que las
acciones reales son aquellas que garantizan la defensa del derecho propietario
sobre determinada cosa o bien inmueble que buscan prevenir impedir o reparar una
lesión al derecho propietario y al ejercicio de las facultades que el derecho
propietario conlleva; por otra parte las acciones personales se ejercen contra
personas determinadas, por conflictos que surgen de un contrato, u otro acto
jurídico, o un delito, es decir buscan garantizar el goce pleno y libre de un derecho
patrimonial.
Siguiendo la idea anotada, la presente acción de mejor derecho propietario en el
presente caso como se refirió ha estado orientada a confrontar los títulos para
establecer la prevalencia del derecho propietario, y como se dijo esta acción no está
dirigida a analizar el origen de los títulos o la validez de la conversión en estos
títulos, la cual resulta ser una acción de carácter personal muy diferente a la real,
como se expuso, deviniendo en infundado sus reclamos.

ANTE LA INTERPOSICIÓN DEL RECURSO DE CASACIÓN EN LA


FORMA Y FONDO, es necesario en primer lugar resolver los reclamos de
forma
Auto Supremo: 975/2016
Sucre: 18 de agosto 2016
Proceso: Anulabilidad de contratos y Otros
Sobre este punto, corresponde señalar lo expresado en la doctrina aplicable
contenida en el AS 203/2016 de fecha 11 de marzo 2016, que de forma clara ha
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expresado: “En principio corresponde orientar que conforme establece el art. 274
del Código Procesal Civil, el recurso de casación puede ser interpuesto tanto en la
forma como en el fondo; norma que posee un contenido análogo con lo que
establecía el art. 258 num. 2) del Código de procedimiento Civil, tipo de recursos
que tiene relación con la forma de resolución que ha de emitirse, en vista de que el
recurso de casación en la forma, es el mecanismo recursivo, mediante el cual se
acusan aspectos inherentes a la forma de la tramitación de la causa, cuya
finalidad es anular obrados y el recurso de casación en el fondo, es el mecanismo
recursivo idóneo para observar la errónea aplicación, violación o interpretación
de la ley realizado por los jueces de instancia y la finalidad de la misma es casar
el Auto de Vista, y debido a esta notoria diferenciación, es que de principio y por
metodología estructural corresponde pronunciarse en un primer momento, sobre
los reclamos de forma, puesto que de ser evidente los mismos, la resolución a
emitirse como se expuso es una anulatoria y no corresponderá realizar un análisis
en cuanto a los reclamos de fondo, entonces debido a ese antecedente, es que en
principio corresponde realizar un análisis de los reclamos inherentes a la forma
del proceso.”

ANTE LA INTERPOSICIÓN DEL RECURSO DE CASACIÓN EN LA


FORMA Y FONDO, es necesario en primer lugar resolver los reclamos de
forma
Auto Supremo: 242/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Mejor Derecho Propietario y otros.

Sobre este punto, corresponde señalar lo expresado en la doctrina aplicable


contenida en el AS 203/2016 de fecha 11 de marzo 2016, que de forma clara se ha
expresado: “En principio corresponde orientar que conforme establece el art. 274
del Código Procesal Civil, el recurso de casación puede ser interpuesto tanto en la
forma como en el fondo; norma que posee un contenido análogo con lo que
establecía el art. 258 num. 2) del Código de procedimiento Civil, tipo de recursos
que tiene relación con la forma de resolución que ha de emitirse, en vista de que el
recurso de casación en la forma, es el mecanismo recursivo, mediante el cual se
acusan aspectos inherentes a la forma de la tramitación de la causa, cuya
finalidad es anular obrados y el recurso de casación en el fondo, es el mecanismo
recursivo idóneo para observar la errónea aplicación, violación o interpretación
de la ley realizado por los jueces de instancia y la finalidad de la misma es casar
el Auto de Vista, y debido a esta notoria diferenciación, es que de principio y por
metodología estructural corresponde pronunciarse en un primer momento, sobre
los reclamos de forma, puesto que de ser evidente los mismos, la resolución a
emitirse como se expuso es una anulatoria y no corresponderá realizar un análisis
en cuanto a los reclamos de fondo, entonces debido a ese antecedente, es que en

P á g i n a 95 | 846
principio corresponde realizar un análisis de los reclamos inherentes a la forma
del proceso.”

ANTICIPO DE LEGÍTIMA
Auto Supremo: 119/2017
Sucre: 03 de febrero 2017
Proceso: Nulidad de anticipo de legítima.
Este Tribunal sobre el particular en el Auto Supremo Nº 531/2015-L de fecha 10 de
Julio 2015 ha referido : “De lo anterior, es necesario ponderar y citar el art. 1254
del Código Civil que señala: “Toda donación hecha a heredero forzoso que
concurra a la sucesión del donante importa anticipo de su porción hereditaria,
salvo el caso de dispensa a que se refiere el art. 1255”, sin embargo conforme a la
previsión contenida en el art. 1059 del Código Civil; en cuyo marco el anticipo de
legítima no es una donación propiamente dicha porque no constituye un acto de
liberalidad alguno que se ajuste a la previsión del art. 655 del Código Civil, que
en esencia dice “La donación es el contrato por el cual una persona, por espíritu
de liberalidad, procura a otra un enriquecimiento disponiendo a favor de ella un
derecho propio o asumiendo frente a ella una obligación” sino como su nombre lo
indica, es un acto de entrega anticipada de la porción que en la sucesión le
corresponde a un heredero forzoso, legítima que en nuestra economía jurídica
cualquiera sea el origen de los hijos, es de las cuatro quintas partes del
patrimonio, constituyendo únicamente la quinta parte restante la porción
disponible que el de cujus puede destinar a liberalidades, sea mediante donaciones
o mediante legados, en favor de sus hijos, parientes o extraños. La Legítima,
entonces, es parte de la herencia a que tienen derecho los herederos forzosos
respecto del patrimonio de su causante, la misma que no puede ser dispuesta
libremente ni ser objeto de liberalidades, es decir, objeto de donación, debido a
que en caso de afectación al fallecimiento del de cujus, los herederos tienen el
legítimo derecho de solicitar la colación de los bienes que pudiesen haber
afectado la legítima que es indisponible.
En es ese entendimiento el Tribunal Supremo de Justicia en el A.S. 364/2013 de 19
de julio, a razonado que: “…conforme a la previsión contenida en el art. 1059 del
Código Civil; en cuyo marco el anticipo de legítima no es una donación
propiamente dicha porque no constituye un acto de liberalidad”… Como también
señala en el A.S. 326/2010 de fecha 23 de septiembre, que: “…las partes pueden
determinar libremente el contenido de los contratos que celebren, es decir…el
contenido del acuerdo de voluntades al que llegaron…”. Situación o aspecto que
debe tomarse en cuenta en este análisis a fin de dar respuesta efectiva a la
problemática suscitada dentro la presente causa.
Finalmente se dirá que, el Juez A quo como el Ad quem han interpretado de
manera errónea los arts. 491 num. 1) y 667 como el art. 1287 del Sustantivo
Civil, al vincularlo el anticipo de legitima con la donación, pues se ha hecho
énfasis que nuestro ordenamiento sustantivo civil no reconoce o determina la
P á g i n a 96 | 846
formación del contrato de anticipo de legitima como un documento público para
su formación por el contrario se dijo que la formación del anticipo de legitima es
cuando las partes lo determinan o acuerdan voluntariamente, no obstante de ello
el anticipo de legitima y la donación si bien existe cierto vínculo entre estos dos
términos, empero estos tienen esencias distintas para la aplicación de los
derechos sobre un anticipo de legitima y una donación, pues las normas que se
instituyen como aplicadas como los art. 491 num. 1), 667 y 1287 del Sustantivo
Civil, son aplicables en su formación específicamente para la donación y no para
un anticipo de legítima.
En ese contexto se debe comprender que el anticipo de legítima es la entrega que
hace quien otorga el anticipo de un derecho expectantico que le corresponde, a
favor de cualquiera de sus herederos forzosos, usualmente, es la herencia que los
padres en vida otorgan a sus hijos, que comúnmente se denomina como “adelanto
de herencia”, al margen de ello la esencia propia de esta institución jurídica, es
proveerle al heredero de una seguridad patrimonial en vida de quien otorga el
anticipo de legitima,no necesariamente tiene que revestir formalidad al momento
de su formación.
En ese entendimiento cita el Dr. Zarate del Pino, que: "…el anticipo de legítima
viene a ser el adelanto que una persona puede hacer a alguno de sus herederos
forzosos, de una parte igual o menor de los bienes que les correspondería recibir
por concepto de cuota hereditaria a la muerte de quien hace el anticipo"…
En cambio la donación propiamente dicha es un contrato solemne por el cual el
donante da un bien sin recibir contraprestación alguna por parte del donatario, de
esta manera la donación se caracteriza por dos elementos, el enriquecimiento del
donatario y la intención liberal del donante, a ello debe agregarse la solemnidad
que reviste el contrato de donación que necesariamente debe celebrarse mediante
“documento público” requisito de forma a ser observado imperativamente bajo
sanción de nulidad conforme lo determinan los arts. 491 num. 1) y 667 del Código
Civil.
Así de esta manera también refiere Pothier que: “… la donación entre vivos es una
convención por la cual una persona, por liberalidad, se desiste irrevocablemente
de cualquier cosa en beneficio de otra persona que la acepta. Enfatiza que la
aceptación por parte del donatario entraña su consentimiento”….Como también
para Guzmán Ferrer señala que: “...la donación constituye una obligación por la
cual una persona se obliga a transferir gratuitamente a otra la propiedad de un
bien mueble, inmueble o derecho. Su carácter esencial es la gratuidad”…
De lo anterior se establece que al elaborar el contrato de anticipo de legitima con
reserva de usufructo por minuta y concluido con reconocimiento de firmas y
rubricas, siendo el mismo confundido con una donación siendo declarado nulo por
los de instancia, no correspondía con tal determinación, toda vez que la donación
y el anticipo de legitima son dos institutos distintos para su procedencia.”
En virtud a la cita doctrinaria expuesta supra, resulta pertinente realizar ciertas
aclaraciones referidas a la diferenciación que existe entre el anticipo de legitima y
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la donación, en ese sentido, si bien se dijo que el anticipo de legitima no es una
donación propiamente dicha porque no se constituye en un acto de liberalidad que
se ajuste a lo previsto en el art. 655 del Sustantivo Civil, empero esta distinción
está referida únicamente en cuanto a los requisitos de formación que debe
cumplir la donación (art. 667-I el C.C.) y no así el anticipo de legítima, pues
nuestro ordenamiento jurídico no establece que este último instituto sea celebrado
como un documento público, bastando únicamente el acuerdo de voluntades,
consiguientemente cuando un anticipo de legitima no es celebrado en virtud a lo
que establece los arts. 491 num. 1), 667 y 1287 todos del Sustantivo Civil, no
corresponde declarar la nulidad de dicho documento, pues dichos requisitos de
formación deben ser aplicados específica y únicamente para la donación y no para
un anticipo de legítima.
De esta manera, debe quedar aclarado que el hecho de que se haya establecido que
el anticipo de legítima no debe ser considerado como una donación, está referida
únicamente al hecho de que esta no necesariamente tiene que revestir de
formalidad al momento de su formación y no así para otros ámbitos, puesto que
en el caso de que la legitima de uno de los herederos forzosos se vea afectado por
una liberalidad, como consecuencia de un anticipo de legítima, el afectado tiene
derecho de solicitar la colación de los bienes que pudiesen haber afectado su
legítima, colación que afectará los bienes que tienen la calidad de indisponibles
(cuatro quintas partes de la legítima) y no así aquellos que se encuentren
comprendidos dentro del porcentaje que está destinado a liberalidades.

ANTIJURICIDAD Y LA RELACIÓN DE CAUSALIDAD COMO


ELEMENTOS DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL
Auto Supremo: 94/2017
Sucre: 02 de febrero 2017
Proceso: Nulidad de Escritura Pública y otros.
En el Auto Supremo N° 721/2016 de 28 de junio se ha explicados sobre los
elementos la antijuridicidad (ilicitud) y la relación de causalidad (vínculo causal)
de la responsabilidad civil, en ella se ha desarrollado la siguiente teoría: “La
responsabilidad civil extracontractual se encuentra establecida por el art. 984 del
Código Civil, cuyo texto señala Lo siguiente: “(Resarcimiento por hecho ilícito)
Quien con un hecho doloso o culposo, ocasiona a alguien un daño injusto, queda
obligado al resarcimiento”, la norma descrita refiere que cualquier “hecho
doloso” o “hecho culposo” que ocasione un daño injusto, se encuentra en la
obligación de resarcir el daño causado, aquí la norma describe el daño injusto,
ahora en criterio del doctrinario Carlos Morales Guillen señal en su obra
CODIGO CIVIL COMENTADO Y ANOTADO, Edit. Gisbert 1981, al comentar el
artículo en estudio señala lo siguiente: “Para Messineo, acto ilícito (en el orden
civil), es un acto unilateral, que origina daño a otro y genera a cargo de su actor
una responsabilidad consistente en la obligación de resarcir o reparar el daño. La
ilicitud del acto o factum contra ius se manifiesta y configura como una
P á g i n a 98 | 846
antijuridicidad o injusticia (en la terminología romana: iniuria = injusticia o
hecho contra derecho), por lo que el daño, además de antijurídico es injusto”.
Ahora en cuanto a los elementos de la responsabilidad civil extracontractual,
conforme a la doctrina moderna 1) la imputabilidad, 2) la ilicitud o
antijuridicidad, 3) el factor de atribución, 4) el nexo causal, 5) el daño.
La antijuridicidad o ilicitud entendida como la constatación que generarse una
conducta contraria a la norma jurídica. Esta antijuridicidad tiene sus causas de
justificación como: a) el ejercicio regular de un derecho, b) la legítima defensa y
c) el estado de necesidad.
También forma parte de los elementos de la responsabilidad civil, el nexo de
causalidad o la relación de causalidad, entendida como el vínculo entre el evento
lesivo y el daño producido; elemento que también tiene los supuestos de ruptura
del nexo causal, entre ellas podemos citar: a) el caso fortuito o fuerza mayor, b) el
hecho de un tercero, y c) el hecho de la propia víctima o hecho del damnificado.
Para la concurrencia de la calificación de responsabilidad civil extracontractual
deben concurrir los cinco elementos descritos precedentemente, y en caso de que
exista alguna causa de justificación o ruptura del nexo causal, no da lugar a
calificar la conducta como responsabilidad civil.
Nuestra legislación en el artículo en estudio señala, sigue la responsabilidad
extracontractual subjetiva, por dicho motivo, para determinar si el hecho es doloso
o culposo, se tiene que ver si los autores tuvieron la intensión de engañar o
simplemente obraron con negligencia; se tiene que analizar las circunstancias que
originaron la responsabilidad civil y no puramente el hecho ocurrido.
Ahora bien, corresponde establecer de qué forma se responde por el daño
causado; en ese entendido diremos que el daño puede ser reparado o indemnizado.
La reparación consiste en restablecer la situación al estado anterior a la
generación del daño, siempre y cuando sea posible dicho restablecimiento.
La indemnización, en cambio, consiste en pagar por los daños y perjuicios cuando
resulta imposible restablecer la situación anterior a la comisión del daño.
En la reparación, el daño siempre se remedia en forma total, pues, lo que se logra
es la restitución al estado anterior a la comisión del daño. En cambio, en la
indemnización patrimonial, la reparación del daño es generalmente parcial, sólo
excepcionalmente se logra una reparación total.””

ANTIJURIDICIDAD Y LA RELACIÓN DE CAUSALIDAD COMO


ELEMENTOS DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL
Auto Supremo: 382/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Mejor derecho de propiedad y otros.
En el Auto Supremo N° 721/2016 de 28 de junio se ha explicados sobre los
elementos la antijuridicidad (ilicitud) y la relación de causalidad (vínculo causal)
de la responsabilidad civil, en ella se ha desarrollado la siguiente teoría: “La
responsabilidad civil extracontractual se encuentra establecida por el art. 984 del
P á g i n a 99 | 846
Código Civil, cuyo texto señala Lo siguiente: “(Resarcimiento por hecho ilícito)
Quien con un hecho doloso o culposo, ocasiona a alguien un daño injusto, queda
obligado al resarcimiento”, la norma descrita refiere que cualquier “hecho
doloso” o “hecho culposo” que ocasione un daño injusto, se encuentra en la
obligación de resarcir el daño causado, aquí la norma describe el daño injusto,
ahora en criterio del doctrinario Carlos Morales Guillen señal en su obra
CODIGO CIVIL COMENTADO Y ANOTADO, Edit. Gisbert 1981, al comentar el
artículo en estudio señala lo siguiente: “Para Messineo, acto ilícito (en el orden
civil), es un acto unilateral, que origina daño a otro y genera a cargo de su actor
una responsabilidad consistente en la obligación de resarcir o reparar el daño. La
ilicitud del acto o factum contra ius se manifiesta y configura como una
antijuridicidad o injusticia (en la terminología romana: iniuria = injusticia o
hecho contra derecho), por lo que el daño, además de antijurídico es injusto”.
Ahora en cuanto a los elementos de la responsabilidad civil extracontractual,
conforme a la doctrina moderna 1) la imputabilidad, 2) la ilicitud o
antijuridicidad, 3) el factor de atribución, 4) el nexo causal, 5) el daño.
La antijuridicidad o ilicitud entendida como la constatación que generarse una
conducta contraria a la norma jurídica. Esta antijuridicidad tiene sus causas de
justificación como: a) el ejercicio regular de un derecho, b) la legítima defensa y
c) el estado de necesidad.
También forma parte de los elementos de la responsabilidad civil, el nexo de
causalidad o la relación de causalidad, entendida como el vínculo entre el evento
lesivo y el daño producido; elemento que también tiene los supuestos de ruptura
del nexo causal, entre ellas podemos citar: a) el caso fortuito o fuerza mayor, b) el
hecho de un tercero, y c) el hecho de la propia víctima o hecho del damnificado.
Para la concurrencia de la calificación de responsabilidad civil extracontractual
deben concurrir los cinco elementos descritos precedentemente, y en caso de que
exista alguna causa de justificación o ruptura del nexo causal, no da lugar a
calificar la conducta como responsabilidad civil.
Nuestra legislación en el artículo en estudio señala, sigue la responsabilidad
extracontractual subjetiva, por dicho motivo, para determinar si el hecho es doloso
o culposo, se tiene que ver si los autores tuvieron la intensión de engañar o
simplemente obraron con negligencia; se tiene que analizar las circunstancias que
originaron la responsabilidad civil y no puramente el hecho ocurrido.
Ahora bien, corresponde establecer de qué forma se responde por el daño
causado; en ese entendido diremos que el daño puede ser reparado o indemnizado.
La reparación consiste en restablecer la situación al estado anterior a la
generación del daño, siempre y cuando sea posible dicho restablecimiento.
La indemnización, en cambio, consiste en pagar por los daños y perjuicios cuando
resulta imposible restablecer la situación anterior a la comisión del daño.
En la reparación, el daño siempre se remedia en forma total, pues, lo que se logra
es la restitución al estado anterior a la comisión del daño. En cambio, en la

P á g i n a 100 | 846
indemnización patrimonial, la reparación del daño es generalmente parcial, sólo
excepcionalmente se logra una reparación total…”

ANULABILIDAD ABSOLUTA DEL MATRIMONIO


Auto Supremo: 868/2015 – L
Sucre: 2 de Octubre 2015
En el caso de autos se evidencia que la demanda se inicia en base al argumento de
que la actora es hija del que en vida fuera Don Luis Adolfo Poveda Noya y que el
nombrado había contraído matrimonio con la demandada sin que ésta última
tuviera libertad de estado, por lo que demanda anulabilidad absoluta de
matrimonio. En relación al tema, este Tribunal Supremo ha emitido criterio ya en
diversos Autos Supremos, entre ellos el signado con el Nº 433, de 5 de agosto de
2014 en el que se señaló que: “En el régimen de la anulabilidad absoluta, bajo el
mismo impedimento de matrimonio anterior, la segunda parte del art. 83 del
Código de Familia, en forma genérica expresa que: “La anulación puede ser
demandada por los mismos cónyuges, por sus padres o ascendientes y todos los
que tengan un interés legítimo y actual, así como por el ministerio público”; ésta
norma no especifica quienes son los que pueden accionar de forma legítima la
anulabilidad absoluta, por ligamen anterior, sin embargo nos otorga un marco
normativo a seguir. A ello, podemos manifestar que los legitimados para accionar
son: Los padres o ascendientes; luego “los que tengan un interés legítimo”,
entendiendo que, en la medida de tratarse un impedimento, son en defecto de los
padres o ascendientes, los parientes colaterales de los cónyuges, o en su caso, el
cónyuge del anterior matrimonio cuyo enlace sigue vigente; a más que para
accionar se debe tener presente de estos el “interés actual”, es decir que el interés
sobre el cual se fija el impedimento al momento de la celebración siga vigente en
el instante de establecerse la acción de anulabilidad, que en el caso de matrimonio
vigente anterior, no se haya disuelto éste por cualquier hecho como es el la muerte
del cónyuge del matrimonio a anularse.
En este mismo análisis el art. 90 de la norma familiar, señala que la acción de
anulación del matrimonio no se transmite a los herederos sino cuando hay
demanda pendiente a tiempo del deceso de quien podía interponerla, es decir que
la acción de anulación no es transmisible a los herederos sino por sustitución
procesal cuando se entabló previamente la demanda al deceso del legitimado.
Por lo fundamentado, se debe señalar que no toda persona que tenga un interés en
la anulabilidad del matrimonio de otro, está legitimado para accionar por ley, ya
que conforme la interpretación del art. 83 del Código de Familia, para el caso de
la contravención del art. 46 de la misma norma familiar, están legitimados el
cónyuge que contrajo matrimonio posterior, los padres o ascendientes de los
contrayentes, y los que tengan un interés legítimo y actual, estando en esta
permisión los parientes colaterales de los cónyuges, en defecto de los padres, o en
su caso, el cónyuge del anterior matrimonio cuyo enlace sigue vigente, para todos
ellos siempre y cuando ese interés que debió estar a momento de la celebración del
P á g i n a 101 | 846
matrimonio esté aún latente en función al impedimento.”, criterio que fue reiterado
en otros Autos Supremos como el signado con el Nº 670/2015-L entre otros.

ANULABILIDAD, CONSIDERACIONES
Auto Supremo: 957/2015 - L
Sucre: 14 de Octubre 2015
En principio corresponde analizar el instituto de la anulabilidad, el art. 554 num.
4) del Código Civil de manera textual expresa que el contrato será anulable: “por
Violencia, dolo o error sustancial sobre la materia o sobre las cualidades de la
cosa.”. En concordancia con esta norma el art. 473 del mismo código expresa que
no es -válido el consentimiento prestado por error o con violencia o dolo-, y el
art. 478 del también citado cuerpo legal, señala que la -violencia debe ser de tal
naturaleza que pueda impresionar a una persona razonable y haga temer
exponerse o exponer sus bienes a un mal considerable y presente. Se tendrá en
cuenta la edad y la condición de las personas-, de las normas citadas se desprende
que entre los requisitos de formación del contrato se encuentra el consentimiento,
el cual es considerado como el articulador de la voluntad de las partes cuando se
constituye una relación jurídica, de ahí es importante que cuando se otorgue el
consentimiento este se halle libre de error, violencia o dolo, ya que, de concurrir
uno de estos, no es válido y abre el camino a la anulabilidad del contrato, ahora si
acusa que el consentimiento ha sido obtenido con violencia, empero, esta violencia
debe ser de tal naturaleza que pueda impresionar a las personas de exponerse a las
personas o sus bienes, a tal efecto debe considerarse varios factores como ser la
edad y condición de las personas.

ANULABILIDAD BASADA EN UNA ILEGALIDAD


Auto Supremo: 1038/2015 - L
Sucre: 16 de noviembre 2015
Del análisis del recurso de casación, se advierte la existencia de un solo agravio,
referido a la aplicación errónea del art. 549 Inc. 3) del Código Civil, señalando que
la demanda debió invocar las causales de anulabilidad y no de nulidad.
De inicio haremos referencia al art. 549 del Código Civil, mismo que establece los
Casos de Nulidad de Contrato.- señalando que: “El contrato será nulo:
1) Por falta de contrato, objeto o la forma prevista por la ley como requisito de
validez.
2) Por faltar en el contrato los requisitos señalados por la ley.
3) Por ilicitud de la causa y por ilicitud del motivo que impulsó a las partes o
celebrar el contrato.
4) Por error esencial sobre la naturaleza o sobre el objeto del contrato.
5) En los demás casos determinados por ley.
La citada norma claramente establece las cusas que hacen procedente la nulidad de
los contratos, en el caso presente la parte actora interpuso la acción de nulidad de la
Escritura Pública Nº 67/97 de fecha 03 de diciembre de 1979, amparando su
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pretensión en las causales 3), 4) y 5) del artículo precitado, a cuyo efecto la parte
demandante en el periodo probatorio presentó como prueba de reciente obtención
el informe pericial, cursante fs. 113 a 122; elaborado por el Laboratorio Técnico
Científico, dependiente de la Policía Técnica Judicial de la ciudad del Alto,
producido dentro de la acción penal instaurada por los actuales demandantes contra
la demandada, concluyendo haber falsificación de firma de Agustín Carrillo Apaza
y ausencia de firmas y huellas de Josefina Carrillo Ayala, por lo que la Juez de
primera instancia declaró probada la demanda por la causal prevista en el inc. 3)
del art. 549 del Código Civil; es decir, por ilicitud de la causa y por ilicitud del
motivo que impuso a las partes a celebrar el contrato.
Ahora bien el argumento utilizado en el recurso de casación por el apoderado de la
recurrente, se centraliza en el hecho de que al no haber consentimiento de las partes
intervinientes en el documento objeto de la acción; la parte actora debió plantear la
anulabilidad y no así la nulidad de la Escritura Pública. En ese entendido
corresponde a éste Tribunal realizar las siguientes consideraciones:
Con respecto de la falsificación de documentos y sus efectos jurídicos, se tiene que
la falsificación de instrumentos privados o públicos se considera una forma
especial de engaño que como tal entra en pugna con los principios y valores ético
morales en que se sostiene el Estado Plurinacional de Bolivia. Ahora bien los
efectos jurídicos que devienen de un hecho ilícito deben tener en relación al actor
eminentemente efectos de reproche a la conducta ilícita, y por ningún motivo debe
significar la consolidación de derechos favorables al actor que incurrió en el acto
ilícito, por consiguiente que conciba efectos benignos para el autor, como el que
podría darse en el caso de Autos, si se reconoce validez a una transferencia que
deviene de una falsificación.

En este entendido debemos puntualizar que toda falsificación es evidentemente un


acto ilícito y como tal no puede ser considerado como válido para generar efectos
favorables para su autor, más al contrario como se mencionó, por lógica, debe
producir efectos de reproche a ese acto, que atentaría contra el orden legal y la
convivencia social, recriminación que si bien debe operar esencialmente en la vía
del derecho penal, pero también en la esfera del derecho civil debe reprimirse el
acto ilícito que altera el ordenamiento jurídico, no pudiendo en consecuencia
avalarse los pretendidos efectos del hecho ilícito.
Si bien el art. 554 inc. 1) del Código Civil establece la causal de anulabilidad por
falta de consentimiento, se debe puntualizar que esta causal no contempla dentro
sus previsiones aquellas causales que derivan de una ilicitud sancionada incluso
penalmente, sino que esta contempla esencialmente aquellos casos en los que por
ejemplo: un cónyuge transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su
cónyuge, cuando este bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin encontrar en
este acto de disposición un ilícito sino simplemente, una ausencia de
consentimiento del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa
transferencia, o; en el caso de que se le confiera poder a una persona para hipotecar
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un bien inmueble, y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su mandato y
transfiere el bien inmueble, acto que, per se, no constituiría un ilícito, sino que solo
implicaría la ausencia de consentimiento del legitimado para disponer la venta del
bien inmueble.
Establecido lo anterior corresponde puntualizar que el Tribunal Supremo como
administrador de justicia no puede convalidar un acto jurídico (entrega de legítima)
originada en un hecho ilícito como causal de anulabilidad basada en una ilegalidad,
ya que en el caso de Autos se ha probado la falsedad de la Escritura Pública Nº
67/97 de fecha 03 de diciembre de 1979, con el que Cayetana Carrillo Chambi
dispuso parte del predio rustico, ubicado en Huayllani, Comunidad Sirpa,
afectando derechos de los otros copropietarios, infracción que genera alteración del
orden jurídico, y por lógica debe acarrear reproche, ya que la falsificación de los
instrumentos públicos, como se fundamentó supra entra en pugna con el interés
público y los principios y valores ético – morales, consagrados en la Constitución
Política del Estado.
En virtud a este razonamiento, este Tribunal Supremo no puede reconocer un
derecho propietario y disposición del mismo, siendo que esté se originó en una
falsificación de documentos, ya que va contra de la ética, los principios, valores, la
moral y las buenas costumbres que rigen en el Estado, desechando la posibilidad de
que en aquellos casos en que a raíz de una falsificación que evidencia un ilícito
penal, este acto se subsuma a una causal de anulabilidad, dando en consecuencia la
posibilidad de la confirmabilidad del ilícito. Esto supondría generar un caos en el
ordenamiento jurídico por contravención a los principios y valores consagrados en
la Constitución Política del Estado que determinan la moralidad y las buenas
costumbres que deben regir en la convivencia social del Estado Plurinacional de
Bolivia, criterio ya asumido en Autos Supremos como el A.S. Nº 444/2014 de 08
de agosto de 2014.

ANULABILIDAD DE CONTRATOS, LEGITIMACION


Auto Supremo: 927/2015 - L
Sucre: 14 de Octubre 2015
Sobre la infracción del art. 524 del Código Civil, por el que alegan que se
encuentran legitimados para demandar anulabilidad; corresponde señalar que la
norma descrita por los recurrentes tiene relación con el art. 555 del Código Civil,
que refiere a la legitimación para activar la anulabilidad, así la postura que reclama
el recurrente resulta la correcta, empero de ello cuando se prueba la falta de
legitimación del actor, ya resulta ser innecesario considerar si los hechos alegados
en la pretensión hubieran sido demostrados o no, aspecto que no ha ocurrido en el
caso presente ya que el Auto de Vista de fs. 377 a 383 no declaro que los actores
carezcan de legitimación o interés legítimo para incoar la pretensión debatida, por
lo que la infracción del art 524 del Código civil, también resulta ser infundada.
ANULABILIDAD DE CONTRATOS, CASOS
Auto Supremo: 946/2015 - L
P á g i n a 104 | 846
Sucre: 14 de octubre 2015
Por otra parte en cuanto a que no se habría probado los presupuestos para la
procedencia de la nulidad contenida en el art. 549 del CC., acusación que tiene
relación con el agravio donde la recurrente acusa que existiría interpretación
errónea ya que todo el trámite se habría dirigido a una causa de anulabilidad y no
de nulidad, pues dentro de las causas de anulabilidad especificadas en el art. 554
del CC, que dispone que el contrato será anulable por la falta de consentimiento
para su formación, y en el caso el proceso se habria limitado a demostrar la falta de
consentimiento, por lo que la parte actora no habría probado las causales de
nulidad; al respeto corresponde señalar que:
El art. 8 y 9 numeral 4 del CPE., establece sobre los valores y principios morales
sobre los que se estamenta el Estado Plurinacional de Bolivia, disponiendo además
que entre los fines y funciones del Estado, está el garantizar el cumplimiento de
los principios, valores, derechos y deberes reconocidos y consagrados en la
Constitución, por otra parte el art. 108 de la CPE., establece que es deber de los
bolivianos y bolivianas, “1)el conocer, cumplir y hacer cumplir la Constitución y
las leyes. 2) conocer respetar y promover los derechos reconocidos en la
Constitución. Y 3) promover y difundir la práctica de los valores y principios que
proclama la Constitución.”, principios al ser constitucionalizados, adquieren valor
normativo fundamentador y orientador, es decir se convierten en normas que
comparten la eficacia jurídica de la propia constitución que se imponen a todos los
bolivianos, bolivianas y extranjeros que viven en este país, llegando incluso a
influir en las funciones de los órganos e instituciones del estado y en el
razonamiento de todos los jueces y Tribunales que están en la obligación de
observarlos, desarrollarlos y aplicarlos en su labor decisoria.
En este antecedente, se debe tener presente que si bien la recurrente acusa que todo
el trámite del proceso se habría dirigido a una causa de anulabilidad y no de
nulidad, causales de anulabilidad señaladas en el art. 554 del CC, que dispone que
el contrato será anulable por la falta de consentimiento para su formación, por lo
que no se habría probado las causales para la nulidad previstas en el art. 549 del
CC, se debe tener presente que este Supremo Tribunal a través del Auto supremo
Nº 275/2014 a orientado que:
“…el art. 554 inc. 1) del Código Civil establece la causal de anulabilidad por falta
de consentimiento, se debe puntualizar que esta causal no contempla dentro sus
previsiones aquellas causales que derivan de una ilicitud sancionada incluso
penalmente, sino que esta contempla esencialmente aquellos casos en los en que
por ejemplo: Un cónyuge transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su
cónyuge, cuando este bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin encontrar en
este acto de disposición un ilícito penal sino simplemente, una ausencia de
consentimiento del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa
transferencia, o; En el caso de que se le confiera poder a una persona para
hipotecar un bien inmueble, y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su
mandato y transfiere el bien inmueble, acto que tampoco constituiría un ilícito
P á g i n a 105 | 846
penal, sino que solo implicaría la ausencia de consentimiento del legitimado para
disponer la venta del bien inmueble. En ambos casos la conducta no constituye un
ilícito reprochable a su autor.”, como en el caso de la falsificación de firmas en
instrumentos privados o públicos que se considera una forma especial de engaño
que como tal entra en pugna con los principios y valores ético morales en que se
sostiene el Estado Plurinacional de Bolivia.

ANULABILIDAD DEL CONTRATO


Auto Supremo: 362/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: Resolución de contrato por incumplimiento, daños y perjuicios y entrega
de inmueble.
Previamente a referirnos a la anulabilidad del contrato como tal, y más
propiamente a la causal inmersa en el inc. 3) del art. 554 del Sustantivo Civil,
resulta pertinente señalar que el contrato al ser el acuerdo de voluntades que genera
efectos jurídicos entre las partes contratantes, la voluntad viene hacer un elemento
constitutivo del mismo, razón por la cual, para que dicho contrato tenga plena
eficacia este debe emanar de quien tenga capacidad parar emitirla; en esa lógica,
remitiéndonos a dicho elemento constitutivo, diremos que la capacidad debe ser
entendida como la aptitud de una persona para ser titular de derechos y poder
ejercerlos sin la autorización o tuición de nadie, es así que la capacidad puede ser
de goce o de ejercicio, siendo la primera llamada también adquisitiva, como la
aptitud legal para adquirir derechos es decir para ser titular, en cambio la capacidad
de ejercicio es la aptitud legal de una persona parar ejercer personalmente los
derechos que le competen.
En virtud a lo expuesto, se concluye que si bien una persona puede ser capaz de ser
titular de un derecho, empero, por factores diferentes, como la falta discernimiento
que implica una alteración de las facultades mentales, puede ser incapaz de
ejercerlos personalmente. De esta manera el Código Civil en su art. 484, señaló que
son incapaces de contratar los menores de edad, los interdictos y en general
aquellos a quien la Ley prohíbe, por lo que en el parágrafo II de dicha norma,
señaló que “El contrato que es realizado por persona no sujeta a interdicción,
pero incapaz de querer o entender en el momento de la celebración, se considera
como hecho por persona incapaz si de dicho contrato resulta grave perjuicio para
el autor y hay mala fe del otro contratante”, concordante con lo expuesto, y toda
vez que los contratos no pueden ser celebrados directamente por aquellos
considerados como incapaces, el art. 554 inc. 3) de la norma ya citada, señala que
el contrato será anulable: “Porque una de las partes, aun sin haber sido declarada
interdicta, era incapaz de querer o entender en el momento de celebrarse el
contrato, siempre que resulte mala fe en la otra parte, apreciada por el perjuicio
que se ocasione a la primera, según la naturaleza del acto o por otra
circunstancia.”

P á g i n a 106 | 846
En este sentido, al ser la incapacidad citada supra una causal de anulabilidad de
contrato, cuya acción tiene como finalidad que dicho contrato quede invalido es
decir sin efecto, retrotrayéndose al nacimiento de dicho acto, quien interponga
dicha acción, debe probar dicha causal, es decir la incapacidad de querer o entender
en el momento en que se celebró el contrato, en otras palabras lo que se debe
demostrar cuando se pretende la invalidez de un contrato por la causal ya citada, es
que el consentimiento provino de una persona incapaz de entender, comprender o
querer, por el estado de salud en que se encontraba en el momento en que expresó
su voluntad de contratar y así establecer que el consentimiento resulta invalido e
ineficaz.
Por ello, al ser la incapacidad de querer o entender, una hecho que debe
necesariamente ser demostrado, y toda vez que los conocimientos de los jueces de
instancia podrían no ser suficientes para apreciar el mismo, es que se requiere de la
intervención de terceros (peritos) que tengan conocimientos especializados para
determinar la existencia o no de incapacidad de una de las partes contratantes al
momento de celebrarse el contrato, por lo que la prueba que resulta idónea para
dicho fin es la prueba pericial, pues a través del dictamen emitido por el perito, el
juez logrará determinar si dicha causal existió o no y si la misma resulta
determinante para declarar la anulabilidad del contrato, en esa lógica, quien
pretenda demostrar dicha causal, debe proponer y producir dicha prueba.

APELACIÓN CONCEDIDA EN EL EFECTO DIFERIDO


Auto Supremo: 384/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Ordinario sobre Nulidad de documento, cancelación de partida en
Derechos Reales, reivindicación y pago de daños y perjuicios.

Es menester señalar que, el procedimiento de las apelaciones en el efecto diferido


tiene un trámite propio y especial, reglado por el art. 25 in fine de la Ley 1760 que
guarda similitud con el art. 259 punto 3) del Código Procesal Civil, para su
procedencia, quien apela solo debe expresar que interpone apelación en el efecto
diferido, sin fundamentación alguna, la ley faculta que la fundamentación se
reserva para las resultas de la sentencia, es decir, quien invocó la apelación
diferida, apela de la sentencia debe fundamentar en forma expresa sobre la
apelación diferido y la sentencia; el segundo paso, es que la o el juez, debe correr
traslado a la parte contraria con ambos recursos (diferido y de la sentencia), quien
puede responder o no, cumplida estas exigencias se concede la alzada, para que el
superior resuelva las mismas.

APELACIÓN DIFERIDA NECESARIAMENTE DEBE SER


FUNDAMENTADA A MOMENTO DE APELAR DE LA SENTENCIA o si
ya fue fundamentada reiterar dicho recurso al momento de impugnar de la
sentencia
P á g i n a 107 | 846
Auto Supremo: 1199/2016
Sucre: 24 de octubre 2016
Proceso: Nulidad de documento privado.
La exigencia de protestar la impugnación de la apelación diferida ha sido explicada
en distintos fallos emitidos por este Tribunal, así podemos citar lo descrito en el
Auto Supremo N° 346/2012 de 24 de septiembre, en ella se indicó lo
siguiente: “Por otro lado, respecto a lo fundamentado por el Tribunal de Alzada
observando la aparente falta de concesión de recursos de apelación que habrían
sido deducidos en el efecto diferido, es evidente que el Tribunal de Alzada no
precisó a que recursos se refería y tampoco tomó en cuenta que de conformidad a
lo previsto por el art. 25 de la Ley Nº 1760 el recurso de apelación en el efecto
diferido se limita a su simple interposición y su fundamentación se encuentra
reservada para una eventual apelación de la sentencia, en cuyo caso es a tiempo
de apelar de la sentencia que el apelante debe fundamentar o en su caso reiterar la
fundamentación ya realizada del recurso de apelación diferida para que ésta sea
corrida en traslado junto a la apelación de la sentencia para su posterior
concesión, en ese sentido de manera reiterada y uniforme se precisó por parte de
la entonces Corte Suprema y también por éste Tribunal Supremo de Justicia que en
caso de que el recurrente no reitere o ratifique la apelación diferida a tiempo de
fundamentar la apelación de la sentencia se tendrá por renunciado o desistido el
recurso de apelación diferido…”

APELACION EN EFECTO SUSPENSIVO.- explicación y complementación


Auto Supremo: 481/2016
Sucre: 12 de mayo 2016
Proceso: Nulidad de Escritura Pública y contradocumento.
El art. 239 del Código de Procedimiento Civil establece que las partes dentro del
plazo de veinticuatro horas pueden hacer uso del derecho que les otorga el art. 196
inciso 2) del mismo cuerpo legal, en ese sentido refiriéndonos a dicha normativa
encontramos que una vez pronunciada la sentencia, el juez no puede modificarla ni
sustituirla, sin embargo a pedido de parte en el plazo citado anteriormente, podrá
corregir cualquier error material, aclarar algún concepto oscuro sin alterar lo
sustancial.
Por lo expuesto, la parte que necesita alguna complementación, explicación o
enmienda deberá formularla oportunamente ante el Juez que emitió dicha
resolución, empero debemos hacer hincapié que las mismas procederán siempre y
cuando se refieran a errores materiales o aclaración de algún concepto, siempre y
cuando esta no llegue a modificar el fondo de la decisión, pues contra cuestiones
que hacen al fondo del proceso, se encuentran establecidos los recursos
respectivos. Es así que, si alguna de las partes considera que existe algún error de
forma que o modifica lo resuelto, este ya no podrá hacer dicho reclamo en una
etapa procesal posterior que no sea la enmienda o complementación, pues su
derecho habrá precluído y el acto se habrá convalidado, tal como lo refleja el Auto
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Supremo Nº 118/2015 de fecha 13 de febrero de 2015, que señala: “Por otro lado
también se debe indicar que una vez dictada la Resolución de Alzada las
notificaciones con la misma cuentan con la debida cronología en sus fechas de
notificación lo cual también demuestra que la consignación de la fecha del Auto de
Vista pudo ser un lapsus de los vocales firmantes; en todo caso la parte recurrente
tenía la posibilidad de solicitar conforme lo norma el art. 239 del Código de
Procedimiento Civil la explicación, enmienda y complementación de dicho acto, y
ser enmendado o aclarado por el Tribunal de Alzada y al no haber efectuado dicho
evento, se debe concluir que el error acusado de ninguna manera puede generar la
nulidad de dicha Resolución.”

APELACIÓN EN EL EFECTO DIFERIDO


Auto Supremo: 645/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Mejor Derecho Propietario y Otros.
Sobre el particular el AS Nº 179/2015 de fecha 11 de marzo, se ha expresado:
“Partiendo de dicho entendimiento sobre el tema de la apelación en el efecto
diferido el art. 25 de la Ley 1760 de manera textual señala:” I.- La apelación en
el efecto diferido se limitara a su simple interposición, en cuyo caso y sin perjuicio
del cumplimiento de la resolución impugnada y la prosecución del proceso, se
reservara la fundamentación en forma conjunta con la de una eventual apelación
de la Sentencia definitiva. II.- Si la Sentencia definitiva fuere apelada, se correrá
traslado de ambos recursos a la parte apelada, con cuya contestación o sin ella,
los recursos se concederán para que sean resueltos en forma conjunta por el
superior en grado. III.- Si la Sentencia no fuere apelada se tendrá por desistida la
apelación formulada en el efecto diferido”.
Conforme a esta norma que modifica el Código de Procedimiento Civil
incorporando un nuevo efecto al recurso de apelación como es el efecto diferido
que tiene por fin que la tramitación no sea suspendida por diferentes recursos
evitando que la causa llegue a su fin específico, es por tal motivo que contra el
catálogo de supuestos establecidos en el art. 24 de la Ley 1760 procede el recurso
de apelación en el efecto diferido, caso en el cual el recurrente debe limitarse a su
simple interposición sin ninguna fundamentación del recurso de apelación, no
obstante en caso de no apelar la Sentencia o de no haber fundamentado en su
momento y ratificar la apelación que hubo sido diferida, se tendrá por desistida,
ya sea, por no haber apelado la Sentencia, dando en ese caso su aceptación a todo
lo actuado o en caso de no haber activado en su motivación la apelación que
hubo sido diferida, importando su renuncia tácita, sin importar que exista
concesión de esta apelación por parte del A quo, ya que, al no existir
pronunciamiento del interesado recurrente no tendría porque el Juez de la causa
sustanciar dicha apelación.
Ahora puede darse otro supuesto que al momento de impugnar una Resolución
enmarcada dentro del art. 24 de la Ley 1760 el recurrente en ese memorial
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exponga sus fundamentos o agravios sufridos en tal caso el Juez de la causa
diferirá dicha apelación hasta una eventual apelación de la Sentencia, caso en el
cual, corresponderá simplemente al apelante ratificar sus argumentos antes
vertidos, para activar su recurso; por otro lado en caso de existir un silencio sobre
su recurso diferido al momento de apelar la Sentencia, dicho acto implica una
renuncia de éste, pero en caso de existir ratificación como se ha referido, el
recurso deberá ser concedido ante el superior en grado correspondiendo al Ad
quem pronunciarse sobre dicho recurso.”.

APELACIÓN EN EL EFECTO DIFERIDO


Auto Supremo: 240/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Nulidad de Escritura Pública, reivindicación y reparación de daños y
perjuicios.
Sobre el particular el AS Nº 179/2015 de fecha 11 de marzo, se ha expresado:
“Partiendo de dicho entendimiento sobre el tema de la apelación en el efecto
diferido el art. 25 de la Ley 1760 de manera textual señala:” I.- La apelación en el
efecto diferido se limitara a su simple interposición, en cuyo caso y sin perjuicio
del cumplimiento de la resolución impugnada y la prosecución del proceso, se
reservara la fundamentación en forma conjunta con la de una eventual apelación
de la Sentencia definitiva. II.- Si la Sentencia definitiva fuere apelada, se correrá
traslado de ambos recursos a la parte apelada, con cuya contestación o sin ella,
los recursos se concederán para que sean resueltos en forma conjunta por el
superior en grado. III.- Si la Sentencia no fuere apelada se tendrá por desistida la
apelación formulada en el efecto diferido”.
Conforme a esta norma que modifica el Código de Procedimiento Civil
incorporando un nuevo efecto al recurso de apelación como es el efecto diferido
que tiene por fin que la tramitación no sea suspendida por diferentes recursos
evitando que la causa llegue a su fin específico, es por tal motivo que contra el
catálogo de supuestos establecidos en el art. 24 de la Ley 1760 procede el recurso
de apelación en el efecto diferido, caso en el cual el recurrente debe limitarse a su
simple interposición sin ninguna fundamentación del recurso de apelación, no
obstante en caso de no apelar la Sentencia o de no haber fundamentado en su
momento y ratificar la apelación que hubo sido diferida, se tendrá por desistida,
ya sea, por no haber apelado la Sentencia, dando en ese caso su aceptación a
todo lo actuado o en caso de no haber activado en su motivación la apelación
que hubo sido diferida, importando su renuncia tácita, sin importar que exista
concesión de esta apelación por parte del A quo, ya que, al no existir
pronunciamiento del interesado recurrente no tendría porque el Juez de la causa
sustanciar dicha apelación.
Ahora puede darse otro supuesto que al momento de impugnar una Resolución
enmarcada dentro del art. 24 de la Ley 1760 el recurrente en ese memorial
exponga sus fundamentos o agravios sufridos en tal caso el Juez de la causa
P á g i n a 110 | 846
diferirá dicha apelación hasta una eventual apelación de la Sentencia, caso en el
cual, corresponderá simplemente al apelante ratificar sus argumentos antes
vertidos, para activar su recurso; por otro lado en caso de existir un silencio sobre
su recurso diferido al momento de apelar la Sentencia, dicho acto implica una
renuncia de éste, pero en caso de existir ratificación como se ha referido, el
recurso deberá ser concedido ante el superior en grado correspondiendo al Ad
quem pronunciarse sobre dicho recurso.” (Las negrillas pertenecen a esta
resolución).

APELACIÓN EN EL EFECTO DIFERIDO


Auto Supremo: 592/2017
Sucre: 09 de junio 2017
Proceso: Acción reivindicatoria, más pago de daños y perjuicios.
El art. 22 de la Ley de Abreviación Procesal Civil y de Asistencia Familiar
establece que tres son los efectos de la apelación, entre ellos se encuentra la
apelación en efecto diferido que es aquella apelación que sin perjuicio del
cumplimiento de la resolución apelada se reserva la concesión de Alzada hasta el
estado de una eventual apelación de la sentencia; el art. 25 núm. I) indica “La
apelación en efecto diferido se limitará a su simple interposición en cuyo caso y
sin perjuicio del cumplimiento de la resolución impugnada y la prosecución del
proceso se reservará la fundamentación en forma conjunta con la de una eventual
apelación de la sentencia definitiva”.
De acuerdo a la norma descrita se entiende que cuando se recurre de apelación en
el efecto diferido dicha impugnación debe aguardarse ante una eventual apelación
de Sentencia y que ante la concesión de ambos recursos, el Tribunal de apelación,
resolverá los mismos en forma conjunta, lo que significa que dicha resolución
(Auto de Vista), resolverá ambos recursos el diferido y la Sentencia de fondo, esto
quiere decir que el Auto de Vista al emitir una resolución mixta (apelación diferida
y apelación de Sentencia), sobre la apelación diferida causará estado, porque la
misma no admite recurso de casación conforme a la regla del Art. 255 del Código
de procedimiento Civil, aplicable al caso de autos.
De igual forma, si la parte a quien se concedió la apelación en el efecto diferido no
hace uso de la misma por que no interpone recurso contra la sentencia de primera
instancia, se debe tener a la misma por desistida.” Razonamiento reiterado en los
Autos Supremos Nº 428/2012 de 15 de noviembre, Nº 380/2016 de 19 de abril, Nº
644/2016 de 15 de junio, entre otros.

APERTURA DE LA SUCESIÓN HEREDITARIA


Auto Supremo: 656/2017
Sucre: 19 de junio 2017
Proceso: Petición de Herencia.
Respecto al tema recurrimos al criterio del Autor Félix Paz Espinoza que señala en
su obra Derecho de Sucesiones Mortis Causa que: “Partiendo desde un concepto
P á g i n a 111 | 846
estrictamente gramatical, el término apertura significa el acto de dar inicio o
principio a un determinado hecho o acto; adecuando el concepto al campo del
derecho de sucesiones, significa el momento a partir del cual se da inicio a la
transmisión universal o particular del patrimonio de una persona que
esencialmente está compuesto por un conjunto de relaciones jurídicas, o sea, de
derecho y bienes mueble e inmuebles, bienes materiales o inmateriales, activos y
pasivos; que fatalmente coincide con la muerte real, fisiológica, o presunta del
titular, en este último caso, declarada judicialmente.
Planiol, refiriéndose al tema, definía manifestando que: “La apertura de la
sucesión es el hecho que produce la transmisión del derecho del causante sobre su
patrimonio a sus sucesores”. Ello viene a significar que es el momento preciso en
que se da inicio a la transmisión de los derechos patrimoniales del fallecido en
favor de los sucesores o herederos que son llamados a recibirlos.
En cambio para Francesco Messineo, la apertura de la sucesión significa “que un
conjunto de relaciones jurídicas y de derechos, han quedado sin titular, que el
lugar de aquél debe sustituirse por otro, patrimonio que no concierne al anterior
titular, sino al nuevo”
Nuestro Código Civil en su artículo 1000, coincidiendo con ambos conceptos, nos
refiere que: “La sucesión de una persona se abre con su muerte real o presunta”.

APLICABILIDAD DE LA COSA JUZGADA PENAL A UN PROCESO


CIVIL
Auto Supremo: 927/2016
Sucre: 03 de agosto 2016
Proceso: Nulidad de contratos
Sobre ese tema este Tribunal interpretando los alcances del art. 39 del Código de
Procedimiento Penal ha establecido la posibilidad de que una Sentencia absolutoria
ejecutoriada produzca efectos de cosa juzgada en el proceso civil, a este efecto
podemos citar el AS 226/2015 que reiterando el entendimiento asumido expone :
“en razón a que no se estaría aplicando de forma objetiva el art. 1319 del CC., por
el que podría aplicarse la figura de la cosa juzgada en la causa; a esto corresponde
señalar que el art. 39 del CPP., en relación a la cosa juzgada penal señala: "…La
Sentencia absolutoria y el sobreseimiento ejecutoriados producirán efectos de cosa
juzgada en el proceso civil en cuanto a la inexistencia del hecho principal que
constituya delito o a la ausencia de participación de las personas a las que se les
atribuyó su comisión...", precepto generador del entendimiento asumido en el Auto
Supremo Nº 348/2012, que respecto a la cosa juzgada penal en proceso civil
interpreta que sólo se admite en dos casos:“1) en relación al hecho que constituye
delito, respecto a los cuales en la vía civil se demanda la responsabilidad civil
derivada de esos hechos; 2) respecto a la participación de las personas en el o los
hechos que se consideran delitos, a efecto de la atribución subjetiva que se debe
hacer en relación a la persona a quien se considera responsable del hecho
generador de la responsabilidad civil que se demanda en la vía civil”.” Conforme
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se ha expuesto, ya se ha orientado la posibilidad de que la sentencia absolutoria
penal produzca efectos de cosa juzgada en el proceso civil delimitándolo a los
supuestos antes referidos.

APLICABILIDAD DE LA COSA JUZGADA PENAL A UN PROCESO


CIVIL
Auto Supremo: 928/2016
Sucre: 03 de agosto 2016
Proceso: Pago de daños y perjuicios por hecho ilícito.
Sobre ese tema este Tribunal interpretando los alcances del art. 39 del Código de
Procedimiento Penal ha establecido la posibilidad de que una Sentencia absolutoria
ejecutoriada produzca efectos de cosa juzgada en el proceso civil, a este efecto
podemos citar el AS 226/2015 que reiterando el entendimiento asumido expone :
“en razón a que no se estaría aplicando de forma objetiva el art. 1319 del CC., por
el que podría aplicarse la figura de la cosa juzgada en la causa; a esto corresponde
señalar que el art. 39 del CPP., en relación a la cosa juzgada penal señala: "…La
Sentencia absolutoria y el sobreseimiento ejecutoriados producirán efectos de cosa
juzgada en el proceso civil en cuanto a la inexistencia del hecho principal que
constituya delito o a la ausencia de participación de las personas a las que se les
atribuyó su comisión...", precepto generador del entendimiento asumido en el Auto
Supremo Nº 348/2012, que respecto a la cosa juzgada penal en proceso civil
interpreta que sólo se admite en dos casos:“1) en relación al hecho que constituye
delito, respecto a los cuales en la vía civil se demanda la responsabilidad civil
derivada de esos hechos; 2) respecto a la participación de las personas en el o los
hechos que se consideran delitos, a efecto de la atribución subjetiva que se debe
hacer en relación a la persona a quien se considera responsable del hecho
generador de la responsabilidad civil que se demanda en la vía civil”.” Conforme
se ha expuesto, ya se ha orientado la posibilidad de que la sentencia absolutoria
penal produzca efectos de cosa juzgada en el proceso civil delimitándolo a los
supuestos antes referidos.

APLICACIÓN DE LA LEY EN EL TIEMPO


Auto Supremo: 521/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Nulidad de documento privado y otros.
Corresponde señalar que el art. 1567 del Código Civil, señala lo
siguiente: “(Contratos y actos jurídicos en general celebrados bajo el régimen de
la legislación anterior) Los contratos y actos jurídicos en general celebrados de
acuerdo a las disposiciones del Código Civil y demás leyes anteriores a la vigencia
de este Código, se regirán por ellas…”, norma adecuada al principio general de
que la ley rige para el futuro y no tendrá efecto retroactivo, que se apoya en dos
tesis: a) la ley rige para todos los actos y situaciones que se produzcan después de

P á g i n a 113 | 846
su vigencia y b) la ley no dispone sobre hechos que se han realizado antes de su
entrada en vigencia.
Al efecto se cita la en la SCP 0270/2012 de 4 de junio, en ella se
señaló: “…tomando en cuenta el razonamiento de la SC 1421/2004 de 6 de
septiembre, señaló que: 'Retomando la línea de razonamiento jurídico en que se
funda el principio de la irretroactividad de la ley, cual es la protección de los
derechos adquiridos o constituidos, cabe señalar que este principio se aplica al
ámbito de aquellas leyes que establecen o definen derechos, obligaciones o
responsabilidades, ello porque si una persona goza de un derecho subjetivo
reconocido por la ley no puede ser privado de él por una nueva ley; en cambio la
excepción de la retroactividad se aplica, especialmente, en el ámbito de las normas
de carácter procesal, es decir, en aquellas que no definan o determinen derechos.
De la doctrina constitucional referida se puede colegir que las leyes en general y
las normas consignadas en ellas en particular, cuando son de naturaleza procesal
no sustantiva, es decir, aquellas que regulan procesos o procedimientos, pueden
ser aplicadas de manera inmediata a todos los procesos que se inicien o que están
pendientes al tiempo en que entran en vigor, ello porque su aplicación tiene la
finalidad de regular un hecho en la actualidad y no a situaciones o hechos pasados
y debidamente consolidados…”

APLICACIÓN DE LA LEY PROCESAL EN EL TIEMPO


Auto Supremo: 524/2017
Sucre: 17 de mayo 2017
Proceso: Sumario, declaración judicial de unión conyugal libre o de hecho.
La SCP 0008/2014 de 3 de enero señala lo siguiente:
“Para llegar a determinar la irretroactividad de las normas legales, de manera
previa es necesario establecer la diferencia entre lo que es una norma sustantiva o
material y las adjetivas o formales, siendo las primeras aquellas que no dependen
de otra disposición legal para cumplir su objetivo, pudiendo ser de dos tipos, las
que determinan derechos y garantías y por otro las que determinan conductas que
deben ser observadas, y el segundo, las normas adjetivas, son aquellas que
carecen de existencia propia, pues su objetivo es el de otorgar los medios para la
realización de las normas sustantivas, garantizando así su respeto, otra de la
característica que resulta importante puesto que es la base para la resolución del
presente caso es sobre la irretroactividad de las disposiciones legales, es así que
de manera previa se referirá a las normas sustantivas, a las cuales si les es
aplicable el art. 123 de la CPE, y es que como se indicó la razón radica en su
importancia de establecer derechos y garantías, por lo que en resguardo a la
seguridad jurídica, no es posible aplicar normas que no existían en el momento de
cometerse el acto, intelecto al que llegó el Tribunal Constitucional estableciendo
en resumen que el derecho sustantivo se rige por el tempus comisi delicti, en tanto
que, al estar subordinado el derecho adjetivo a los alcances del derecho

P á g i n a 114 | 846
sustantivo, bajo este intelecto el Tribunal Constitucional pronunció la SC
0757/2003-R de 4 de junio.
En el mismo sentido la SC 1055/2006-R de 23 de octubre; señaló que: “Bajo el
referido entendimiento, se ha concluido que (…) la aplicación del derecho
procesal se rige por el tempus regis actum y la aplicación de la norma sustantiva
por el tempus comissi delicti; salvo claro está, los casos de ley más benigna; lo que
tampoco, como lo precisó la jurisprudencia de este Tribunal, significa una
contradicción con los mandatos del art. 14 de la CPE, dado que lo que ahí se
consagra como garantía…', así también se tiene la SC 0386/2004-R de 17 de
marzo, cuando señala que: '…no obstante aquello conviene reiterar que la
naturaleza o carácter procesal de una norma legal, no depende del cuerpo de
disposiciones en la que se halle ubicado, sino de su contenido. Conforme a esto, lo
que se debe de tratar de precisar en cada caso, es la esencia procesal o no de la
ley a aplicarse. En este cometido, '…si ésta, por su contenido, tiende a describir
ese tipo particular de relación constitutiva y dinámica que denominamos proceso y
que la ley revela por esa noción de marcha que va desde la demanda hasta la
ejecución; si halláramos en ella la descripción de cómo se debe realizar u ordenar
el cúmulo de actos tendientes a la obtención de una decisión judicial susceptible de
ejecución coactiva por parte de los órganos del Estado, esa ley será procesal y
como tal debemos tratarla'. (Couture, en Estudios de Derecho Procesal Civil)…
(…)
En síntesis, dada la naturaleza de las normas adjetivas a diferencia de las
sustantivas pueden ser aplicadas de manera inmediata a su entrada en vigencia, en
ese sentido también lo estableció la SC 1421/2004-R de 6 de septiembre, al indicar
que: “De la doctrina constitucional referida se puede colegir que las leyes en
general y las normas consignadas en ellas en particular, cuando son de naturaleza
procesal no sustantiva, es decir, aquellas que regulan procesos o procedimientos,
pueden ser aplicadas de manera inmediata a todos los procesos que se inicien o
que están pendientes al tiempo en que entran en vigor, ello porque su aplicación
tiene la finalidad de regular un hecho en la actualidad y no a situaciones o hechos
pasados y debidamente consolidados…”

APLICACIÓN INMEDIATA DE LAS NORMAS PROCESALES


Auto Supremo: 386/2017-RI
Sucre: 12 de abril de 2017
Proceso: Concurso Necesario de Acreedores.
Respecto al planteamiento del recurso de casación se tiene entre otros, el
razonamiento expuesto en el Auto Supremo Nº 984/2016 que señala: “…En
principio corresponde señalar que la Ley tiene un carácter temporal, debido a que
en un momento empieza su vigencia y en otro termina y en caso de la vigencia de
una nueva Ley, esta explícita o implícitamente deroga la anterior, debiendo
aplicarse la nueva Ley de forma inmediata, empero, la misma tiene su excepción
que es entendida en doctrina como la ultractividad de la Ley, es decir que la ley
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dejada sin efecto, como consecuencia de la temporalidad de la Ley sigue
aplicándose para ciertos casos pese a la existencia de una nueva en vigencia.
Ahora si bien la misma en doctrina resulta aplicable, empero, su aplicabilidad no
es de forma absoluta o a capricho del juzgador o de las partes, sino que la misma
encuentra sus límites en la doctrina y la jurisprudencia, a tal efecto corresponde
señalar que los limites, pueden ser enfocados en esencia en tres tópicos, 1.- La
visión que enfoca la Constitución Política del Estado. 2.- Analizar si se trata de
una ley adjetiva o sustantiva, y 3.- Los efectos que implícita o tácitamente
establezca la ley derogatoria de la anterior.
Sobre el primer punto en lo que concierne en analizar desde el enfoque
constitucional, debido a que toda interpretación realizada de la norma y del
fenómeno jurídico por la temporalidad de la ley, debe someterse a los valores y
preceptos constitucionales, debido a que este: “…se constituye en la Ley
Fundamental y fundamentadora del ordenamiento jurídico del nuevo Estado
boliviano, acogiendo en su contexto valores y principios propios de la realidad
sobre la cual se cimienta la convivencia social en un Estado Social y Democrático
de Derecho; en consecuencia, todas las normas inferiores deben adecuarse a lo
prescrito por ella (art. 410 parágrafo II de la Constitución Política del Estado )
pudiendo inclusive, operar hacia el pasado por cuanto su ubicación en la cúspide
del ordenamiento jurídico implica que es éste el que debe adecuarse a aquélla,
pues sus preceptos deben ser aplicados en forma inmediata, salvo que la propia
Constitución disponga otra cosa, en resguardo de una aplicación ordenada de los
principios Constitucionales” (SC N° 005/2010-R).
Ahora en cuanto al segundo, es decir analizar si la norma de cual se pretende su
activación ultractiva, es de carácter sustantivo o adjetivo, esto debido a que la
aplicación de este fenómeno jurídico por interpretación gramatical de lo
establecido en el art. 123 de la Constitución Política del Estado en únicamente a
las normas con carácter sustantivo, asimismo la SCP 08/2014 sobre el tema ha
expresado: “Para llegar a determinar la irretroactividad de las normas legales, de
manera previa es necesario establecer la diferencia entre lo que es una norma
sustantiva o material y las adjetivas o formales, siendo las primeras aquellas que
no dependen de otra disposición legal para cumplir su objetivo, pudiendo ser de
dos tipos la que determina derechos y garantías y por otro las que determinan
conductas que deben ser observadas, y el segundo, la norma adjetivas, son
aquellas que carecen de existencia propia, pues su objetivo es el de otorgar los
medios para la realización de las normas sustantivas, garantizando así su respeto,
otra de la característica que resulta importante puesto que es la base para la
resolución del presente caso es sobre la irretroactividad de las disposiciones
legales, es así que de manera previa se referirá a las normas sustantivas, a las
cuales si les es aplicable el art. 123 de la CPE, y es que como se indicó la razón
radica en su importancia de establecer derechos y garantías, por lo que en
resguardo a la seguridad jurídica, no es posible aplicar normas que no existían en
el momento de cometerse el acto, intelecto al que llegó el Tribunal Constitucional
P á g i n a 116 | 846
estableciendo en resumen que el derecho sustantivo se rige por el tempus comisi
delicti, en tanto que, al estar subordinado el derecho adjetivo a los alcances del
derecho sustantivo, bajo este intelecto el Tribunal Constitucional pronunció la SC
0757/2003-R de 4 de junio.” …. “En síntesis, dada la naturaleza de las normas
adjetivas a diferencia de las sustantivas pueden ser aplicadas de manera inmediata
a su entrada en vigencia, en ese sentido también lo estableció la SC 1421/2004-R
de 6 de septiembre, al indicar que: “De la doctrina constitucional referida se
puede colegir que las leyes en general y las normas consignadas en ellas en
particular, cuando son de naturaleza procesal no sustantiva, es decir, aquellas que
regulan procesos o procedimientos, pueden ser aplicadas de manera inmediata a
todos los procesos que se inicien o que están pendientes al tiempo en que entran en
vigor, ello porque su aplicación tiene la finalidad de regular un hecho en la
actualidad y no a situaciones o hechos pasados y debidamente consolidados”,
entendimiento que en armonía con lo referido determina que por las
características de la ley adjetiva esta entra en vigencia al momento de publicación,
con la salvedad que la misma no tenga un efecto sustantivo.
Y por último, la Ley derogatoria en ciertos casos es la que establece expresamente
la ultractividad de la norma para los casos ya iniciados, o en su defecto sino
dispone nada implícitamente dará a entender que entra en vigencia total la nueva
Ley.

APLICACIÓN SUPLETORIA DE LAS NORMAS CIVILES AL CÓDIGO


DE COMERCIO
Auto Supremo: 478/2016
Sucre: 12 de mayo 2016
Proceso: Incumplimiento de contrato y pago de daños y perjuicios.
La segunda parte del art. l del Código de Comercio preceptúa que: “…En los casos
no regulados expresamente, se aplicarán por analogía las normas de este Código
y, en su defecto, las del Código Civil”.
Asimismo el art. 786 del mismo cuerpo legal normativo de manera expresa dispone
que: “Se aplican supletoriamente a los negocios comerciales, los principios y
normas de los contratos y obligaciones, así como la prueba regulados,
respectivamente, por el Código Civil y Código de Procedimiento Civil”.
De igual manera, el art. 866 del Código de Comercio, señala que: “(Normas
supletorias) Son aplicables a la compraventa mercantil las reglas pertinentes del
Código Civil no opuestas a este Capítulo”.
De la relación normativa precedentemente efectuada, se conoce que las partes
deben concurrir al negocio jurídico voluntario de buena fe, y expresar en el
contrato los términos convenidos de forma clara, expresa y concreta, toda vez que
el contrato tiene fuerza de ley entre las partes contratantes,.

Arras
Auto Supremo: 192/2017
P á g i n a 117 | 846
Sucre: 01 de marzo 2017
Proceso: Resolución de Contrato.
Las arras consisten en la entrega o depósito de una cosa fungible (generalmente
dinero efectivo), en poder del otro contratante o de un tercero, ya sea para
confirmar un contrato, o como parte de indemnización para poder rescindir dicho
contrato, Razón por la que el ordenamiento jurídico civil boliviano reconoce dos
tipos de arras, que son:
1. La seña o arras confirmatorias regulada en el art. 537 del Código Civil que al
respecto dispone: “I. La suma de dinero o de cosas fungibles que como arras o
seña se entregue por uno de los contratantes al otro, será imputada, en caso de
cumplimiento del contrato, a la prestación debida o devuelta, si no existe
estipulación diferente.
II. Si una de las partes no cumple, la otra puede rescindir el contrato, reteniendo
las arras el que las recibió o exigiendo la devolución en el doble quien las dio; a
menos que prefiera exigir el cumplimiento o la resolución del contrato, con el
resarcimiento del daño.” Precepto normativo que regula las arras confirmatorias
que se pueden entender simplemente como un anticipo y expresión de la fuerza
vinculante del contrato; sin embargo, dicho artículo en su segundo parágrafo,
faculta a las partes a rescindir el contrato del cual emerge las obligaciones
acordadas en caso de incumplimiento de una de las partes exigiendo las arras
establecidas en el contrato; otorgando además la posibilidad de que la parte
contratante perjudicada con el incumplimiento pueda escoger entre exigir el
cumplimiento o la resolución del contrato más el resarcimiento de daños y
perjuicios, (que sin duda deberán ser probados en proceso); facultad que no quiere
decir, que pueda solicitarse la resolución o cumplimiento del contrato más el pago
de las arras, toda vez que la Ley (arts. 537 y 538 el CC) regula las arras solo como
una seña que obliga el cumplimiento (confirmatorias) o faculta a rescindir el
contrato (penitenciales), vinculándolas solo con la figura de recisión, cuando el
perjudicado con el incumplimiento opta por hacer efectivo las arras.
En este entendido, el Auto Supremo Nº 781/2015 - L de 11 de Septiembre, respecto
a las arras confirmatorias orientó: “…resulta pertinente referirnos a lo dispuesto
por el art. 537 del Sustantivo Civil… de dicha norma se deduce que en aquellos
contratos en los cuales se estipulan arras confirmatorias, las cuales pueden ser en
dinero o en bienes, una de las partes que es el comprador hace entrega de dichas
arras, a la otra que viene a ser el vendedor, con la finalidad de reforzar el
cumplimiento del contrato; dineros o bines, es decir arras, que si ambas partes
cumplen con lo estipulado en el contrato estos serán imputados a la prestación
debida o devuelta, empero si la parte que dio dichas arras se retracta, éste debe
conformarse con perderlos, en cambio si la parte que recibió se retracta de la
compraventa o no cumple con el contrato, deberá devolver el doble de lo
recibido.”.
2.- Las arras penitenciales reguladas en el art. 538 del Código Civil que al respecto
dispone: “Cuando en el contrato con arras se hubiese reservado el derecho
P á g i n a 118 | 846
recíproco de las partes a rescindir el contrato, el que dio las arras, si lo
rescindiere, las perderá en provecho del otro contratante, si lo rescindiere el que
las recibió, las devolverá en el doble.”, dicho precepto normativo hace referencia a
las arras que entrega una de las partes contratantes a la otra, con la finalidad de que
cualquiera las partes pueda desligarse del contrato si así lo desea, estableciendo una
carga para quien entrega las arras, al primero de perder las arras; y al segundo, de
devolver el doble para quien las recibe si este pretende desligarse, es decir,
entregando otro monto al margen de devolver lo recibido en arras; razón por la que
el precepto normativo se refiere y vincula únicamente a la acción de recisión, la
peculiaridad de este tipo de arras, es que ninguna de las partes puede pedir el
cumplimiento directo de la obligación ni hacer uso de la resolución del contrato
que prevé el art. 568 del CC.
En este entendido, a los fines de establecer las cargas y efectos en el contrato en
relación a las arras, resulta trascendental que de manera expresa y precisa se
establezca el tipo de arras que se impone como carga al contrato celebrado entre
partes, dada las diferencias que las mismas tienen en sus características y efectos -
conforme ya se explicó- pues si una de las partes entrega a la otra una cantidad de
dinero en arras, sin especificar para qué lo hace o a qué tipo de arraz se refieren,
automáticamente imposibilitan la función que podrían cumplir estas arras ya sea
para cumplir con el contrato o salvando su facultad de rescindirlo, esto en el
entendido de que al no establecer el tipo de arraz y no especificar para que se
establecen dichas arraz genera el problema de que a una de las partes contratantes
le puede interesar dejar sin efecto el contrato calificando las arras de penitenciales,
y a la otra parte puede convenirle lo contrario calificando las arras de
confirmatorias. Sin embargo para el caso en análisis en el presente proceso es
importante reiterar que los preceptos normativos que regulan las arras penitenciales
y confirmatorias se vinculan a la facultad de accionar la recisión de contrato y no la
resolución, que en todo caso puede interponerse ante el incumplimiento de parte
con la pretensión de pago de daños y perjuicios.

ASISTENCIA FAMILIAR, PROCESO EXTRAORDINARIO (LEY Nº 603


CFPF).
Auto Supremo: 1007/2015
Sucre: 06 de noviembre 2015
La compulsante debe tener presente que el nuevo Código de las Familias y del
Proceso Familiar, Ley Nº 603 de fecha 19 de noviembre 2014 publicada el 24 de
noviembre de 2014, en su Disposición Transitoria Segunda numeral I establece lo
siguiente: “Entraran en vigencia al momento de la publicación del presente
Código, las siguientes normas que alcanzan inclusive a los procesos judiciales en
trámite en primera y segunda instancia, y en ejecución de fallos:
a. El régimen de asistencia familiar y disposiciones conexas del presente
Código”.

P á g i n a 119 | 846
De la cita legal se advierte con total claridad que se encuentra en vigencia
anticipada el régimen de asistencia familiar juntamente con otros institutos
jurídicos; si bien desde el punto de vista gramatical nos daría a entender que
simplemente se encuentra en vigencia lo correspondiente a la parte sustantiva del
régimen de asistencia familiar, empero, este Tribunal Supremo de Justicia tomando
en cuenta que el legislador ha tenido como intención la celeridad máxima en la
tramitación de los procesos de índole familiar, sobre todo en los de asistencia
familiar y divorcio; realizando una interpretación desde y conforme a los principios
constitucionales ha establecido criterios rectores para la aplicación de los institutos
jurídicos cuya vigencia se dispuso anticipadamente por la Ley N° 603, habiéndose
emitido la Circular N° 003/2015 de fecha 29 de enero, en cuyo parte sobresaliente
se dejó establecido lo siguiente: “Como consecuencia de la indicada Disposición
Transitoria, los regímenes referidos a la asistencia familiar, divorcio y ruptura
unilateral, que se encontraban regulados por el Código de Familia (Decreto Ley
Nº 996 de 4 abril de 1988, y sus respectivas modificaciones), se encuentran
eliminados a raíz, precisamente, de la entrada en vigencia de un nuevo marco
normativo que regula esos institutos, consiguientemente, al haberse suprimido la
anterior regulación normativa, el nuevo régimen en vigencia no puede comprender
únicamente la parte sustantiva con prescindencia de la adjetiva, o viceversa toda
vez que por “régimen” se entiende el conjunto normativo que regula esos institutos
comprendiendo tanto los preceptos sustantivos como adjetivos que hacen a la
regulación de los mismos”.
El régimen de asistencia familiar en cuanto a su tramitación se encuentra
comprendido dentro de los alcances del “proceso extraordinario” conforme lo
establece el art. 434 de la Ley N° 603 y la Sentencia dictada en este tipo de proceso
cual fuere la decisión asumida, únicamente admite recurso de apelación y en
tratándose de asistencia familiar, tan solo admite apelación en el efecto devolutivo;
en ambos casos es sin recurso ulterior conforme lo establece el art. 443 de la
indicada Ley, lo que implica que la Resolución de segunda instancia, por ningún
motivo puede admitir recurso de casación.
Lo afirmado se encuentra plenamente ratificado por la norma contenido en el art.
444 de la misma Ley de referencia que señala: “Presentada la apelación, previo
traslado a la parte contraria, la autoridad judicial remitirá al superior los
actuados correspondientes. Contra el auto de vista no procede recuro de
casación”. (El resaltado y subrayado nos corresponde); de lo descrito se infiere con
total claridad que el proceso de asistencia familiar al estar comprendido dentro del
proceso extraordinario regulado a partir del art. 434 y siguientes, definitivamente
no puede quedar excluido del nuevo sistema recursivo que establece la Ley 603,
debiendo el mismo ser aplicado en todas sus instancias, aun en los procesos que se
encuentran en trámite al momento de su vigencia.
Tomando en cuenta que la Sentencia resuelve el fondo de la cuestión litigada y
pone fin al proceso y si la norma legal de carácter específico establece que la
Sentencia dictada en proceso extraordinario únicamente admite apelación sin
P á g i n a 120 | 846
recurso ulterior, con mayor razón debe entenderse que una Resolución de segunda
instancia que trata sobre un incidente de nulidad que es de carácter estrictamente
formal como acontece en el caso presente, dicha Resolución por ningún motivo
puede admitir recurso de casación, pues el aspecto formal no puede anteponerse al
aspecto sustancial.

ASISTENCIA FAMILIAR, PENSION PARA LOS CONYUGES


Auto Supremo Nº 269, de fecha 27 de mayo 2014
ha establecido lo siguiente:” Establecido lo anterior corresponde analizar lo
dispuesto por el artículo 143 del Código de Familia que determina: PENSION DE
ASISTENCIA “Si el cónyuge que no dio causa al divorcio no tiene medios
suficientes para su subsistencia, el Juez le fijará una pensión de asistencia, en las
condiciones previstas por el artículo 21.
Esta obligación cesa cuando el cónyuge beneficiario contrae nuevo matrimonio,
cuando obtiene medios suficientes de subsistencia o cuando ingresa en unión libre
o de hecho.
Si el divorcio se declara por culpa de ambos cónyuges, no hay lugar a la
asistencia.”
En el caso en cuestión respecto a la asistencia familiar, el Código recoge como
criterio preferente al cónyuge que no dio lugar a la causal de divorcio (siempre que
éste no tenga los medios suficientes para satisfacer sus necesidades) el derecho a
ser asistido, prevé en su parte final que si la culpa para la desvinculación es
atribuible a ambos cónyuges no habrá lugar a la asistencia familiar.

ASISTENCIA FAMILIAR, SUSPENSION


Auto Supremo: 867/2015 - L
Sucre: 2 de Octubre 2015
Con relación al tema de asistencia familiar el art. 28 del Código de Familia, reza:
"La pensión de asistencia se reduce o se aumenta de acuerdo a la disminución o
incremento que se opera en las necesidades del beneficiario o en los recursos del
obligado. También puede reducirse la pensión por mala conducta del beneficiario";
es decir que dicha normativa faculta a las partes a que la asignación de asistencia
familiar es revisable en cualquier momento, inclusive en ejecución de sentencia por
la vía incidental, de acuerdo a las necesidades de los beneficiarios y los recursos
del obligado, la asistencia familiar no causa estado, por lo que las partes pueden
acudir al Juez de la causa a solicitar incremento, disminución o en su caso la
suspensión del mismo.
ATRIBUCIONES DE LAS AUTORIDADES JUDICIALES PARA EL
CONOCIMIENTO DE LITIGIOS
Auto Supremo: 1164/2016
Sucre: 07 de octubre 2016
Proceso: Resarcimiento de daños y perjuicios.

P á g i n a 121 | 846
El acto administrativo, puede generar insatisfacción al administrado, y obviamente
el ordenamiento legal prevé que toda decisión pueda estar sujeta a revisión, esa es
una postura que responde a la protección del administrado y limita el actuar de la
Administración imponiendo que sus actos sean desarrollados dentro del marco de
legalidad y respeto de los derechos; así en caso de emitirse una decisión
administrativa (acto administrativo) que no sea de satisfacción del administrado la
misma se encuentra sujeta a impugnación, sea en sede administrativa cuando las
disposiciones legales internas permitan impugnar la misma dentro de la entidad
administrativa, y en sede judicial, mediante el proceso contencioso o contencioso
administrativo, para ello corresponde rememorar las disposiciones legales que
describían al operador judicial, para el conocimiento y sustanciación de la
impugnación de actos administrativos emitidos por un ente Municipal.
Entre la normativa vigente al momento de presentarse la demanda, se tiene la
Constitución Política del Estado de 1967 vigente al momento de plantearse la
demanda en su art. 118 al describir las atribuciones de la Corte Suprema de Justicia
de la Nación, señalaba lo siguiente: “7. Resolver las causas contenciosas que
resulten de los contratos, negociaciones y concesiones del Poder Ejecutivo y las
demandas contencioso-administrativas a que dieren lugar las resoluciones del
mismo…”, la norma describe la posibilidad de que el administrado puede activar el
mecanismo de protección mediante el proceso contencioso administrativo, con el
cual se puede revisar si el acto administrativo resulta ser el correcto o resulta ser
equivocado, que en ese entonces, se encontraba descrito en el art. 778 del Código
de Procedimiento Civil, que señalaba lo siguiente: “(Procedencia).- El proceso
contencioso administrativo procederá en los casos en que hubiere oposición entre
el interés público y el privado y cuando la persona que creyere lesionado o
perjudicado su derecho privado, hubiere ocurrido previamente ante el Poder
Ejecutivo reclamando expresamente del acto administrativo y agotando ante ese
Poder todos los recursos de revisión, modificación o revocatoria de la resolución
que le hubiere afectado”, de acuerdo a la interpretación extensiva e interpretación
histórica de la norma que fue desarrollada en la década de los 70, el aparato
administrativo se encontraba centralizado por ello es que se refiere al “poder
ejecutivo”, en el entendido que este fuera el único ente por excelencia que emite
actos administrativos, sin embargo de ello, al transcurrir del tiempo se efectuó
modificaciones en el ámbito político-administrativo, a tal extremo de considerar la
existencia de órganos autónomos y autárquicos, en función a ello es que estos entes
también emitían actos en la administración pública (actos administrativos),
teniendo esa naturaleza las mismas debían ser susceptibles de impugnación y la
forma de impugnación en la generalidad –fuera de los mecanismos internos de la
Administración pública- resultan ser mediante el proceso contencioso
administrativo. Para ejemplificar lo descrito precedentemente, corresponde citar
jurisprudencia pronunciada por Sala Plena de la extinta Corte Suprema de Justicia
de la Nación, contenida en la Sentencia de 24 de noviembre de 1999 que fue
pronunciada sobre la impugnación de la Resolución Municipal Nº 102/95 de 9 de
P á g i n a 122 | 846
mayo de 1995 y minuta de comunicación (actos administrativos), el ejemplo
descrito sostiene la tesis de la impugnación de los actos administrativos mediante el
proceso contencioso administrativo, sustanciados de conformidad a lo previsto en
el art. 775 del Código de Procedimiento Civil.
Posteriormente, se promulga la ley Nº 3324 de 18 de enero de 2006, que introduce
atribuciones para las Cortes Superiores de Distrito, dicha disposición adiciona el
art. 103 de la Ley Nº 1455, el texto siguiente: “22. Conocer y resolver los procesos
contencioso-administrativos señalados en la Ley de Municipalidades,
correspondientes a los Municipios de todo el Departamento o Distrito
Judicial”, esto quiere decir que la impugnación de los actos administrativos de los
Municipios en generalidad deben ser de conocimiento de Sala Plena de las Corte
Superiores de Justicia, hoy Tribunal Departamental de Justicia.
Posteriormente, ante la vigencia de la Constitución Política del Estado de 2009 que
abroga el anterior texto constitucional de 1967 y sus reformas, la vía del proceso
contencioso ha sido desprovisto en cuanto a su identificación normativa, a raíz de
ello es que se pronuncia la Ley Nº 212 de 23 de diciembre de 2011 cuyo art. 10
describe sobre el conocimiento de las causas contenciosas y de las contenciosas
administrativas, que señala lo siguiente: “(Causas Contenciosas -
Administrativas). I. La Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia conocerá
las causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones y
concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las demandas contenciosas -
administrativas, a que dieren lugar las resoluciones del mismo; hasta que sean
reguladas por Ley como Jurisdicción Especializada.”, a esa fecha también el
conocimiento de las causas contenciosas y contenciosas-administrativas
(impugnación de actos administrativos) era de conocimiento de la Sala Plena del
Tribunal Supremo de Justicia; posteriormente el Tribunal Constitucional
Plurinacional emite Sentencia Constitucional Plurinacional Nº 0693/2012 de 02 de
agosto de 2012 en ella se indicó sobre la competencia para el conocimiento de las
demandas contenciosas-administrativas en contra de resoluciones municipales
refiriendo: “Una ordenanza municipal cuyo contenido no es normativo como es el
caso de una que resuelve una expropiación que se constituye en un acto
administrativo que goza del principio de presunción de legitimidad (SC
1464/2004-R de 13 de septiembre) y debe impugnarse en la vía contenciosa
administrativa; en este sentido, si bien los demandados tenían competencia para
conocer en casación demandas de reivindicación o mejor derecho propietario
incluso contra instituciones públicas, no podían sin vulnerar el principio de
seguridad jurídica convalidar la actuación sin competencia del juez y tribunal de
apelación con la idea de que el proceso expropiatorio incumplió el pago
respectivo, pues en realidad se estaría dejando sin efecto los actos administrativos
de la expropiación…”.
Posteriormente se promulga la Ley Nº 439 de 19 de noviembre de 2013, cuya
Disposición Final Tercera señala: “De conformidad a lo previsto por la
Disposición Transitoria Decima de la Ley N° 025 de 24 de junio de 2010, Ley del
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Órgano Judicial, quedan vigentes los Artículos 775 al 781 del Código de
Procedimiento Civil, sobre Procesos: Contencioso y Resultante de los Contratos,
Negociaciones y Concesiones del Poder Ejecutivo y Contencioso Administrativo a
que dieren lugar las resoluciones del Poder Ejecutivo, hasta que sean regulados
por Ley como jurisdicción especializada”, la disposición describe la vigencia de
las normas relativas al Código de Procedimiento Civil para la tramitación del
proceso contencioso y contencioso-administrativo.
Luego de ello se promulga la Ley Nº 620 de 19 de diciembre de 2014, describiendo
la creación de Salas en materia contenciosa y contenciosa administrativa, y deroga
el art. 10.I de la Ley Nº 212, en aquella ley en el art. 3 señala lo siguiente: “(SALA
ESPECIALIZADA EN MATERIA CONTENCIOSA Y CONTENCIOSA
ADMINISTRATIVA DE LOS TRIBUNALES DEPARTAMENTALES DE
JUSTICIA). Se crea la Sala Contenciosa y Contenciosa Administrativa, como parte
de la estructura de los Tribunales Departamentales de Justicia, con las siguientes
atribuciones: Conocer y resolver las causas contenciosas que resultaren de los
contratos, negociaciones o concesiones de los gobiernos autónomos
departamentales, municipales, indígena originario campesinos y regionales;
universidades públicas, y demás instituciones públicas o privadas que cumplan
roles de administración estatal a nivel departamental. Conocer y resolver las
demandas contenciosas administrativas a nivel departamental, que resultaren de la
oposición del interés público y privado”, la norma actual describe la competencia
de la Sala Especializada del Tribunal Departamental de Justicia para el
conocimiento de demandas contenciosas y contenciosas-administrativas.
La administración de justicia al guiarse por la competencia de los jueces en razón
de materia, tiene importancia en el manejo y la aplicación de las normas
especiales, de acuerdo a la materia en que se administre justicia, por ejemplo si la
pretensión tiene como argumento el debate del cumplimiento de un contrato civil,
el Juez analizará el debate en base a las normas del Código Civil sujeto a principios
que rigen los contratos; en cambio sí se controvierte un contrato administrativo, ya
no se toma en cuenta en forma principal el Código Civil, sino se toma en cuenta
esencialmente la Ley Nº 1178, las normas relativas al sistema de Administración de
Bienes y Servicios NB-SABS; lo propio ocurre cuando se impugna un acto
administrativo, se toma en cuenta esencialmente las normas especiales relativas a la
administración pública centralizada o autónoma, para determinar la viabilidad o no
de la impugnación del acto administrativo.

AUDIENCIA DE CONCILIACIÓN
Auto Supremo: 305/2016
Sucre: 06 de abril 2016
Proceso: Reivindicación de bien inmueble
En cuanto al tema de la audiencia de conciliación este Tribunal a través del A.S. Nº
157/2015 de fecha 6 de marzo, ha referido lo siguiente: “Por otro lado conforme
refieren que debió haberse convocado a una audiencia de conciliación, en los de la
P á g i n a 124 | 846
materia corresponde precisar que entre otros prima el principio dispositivo, el
cual nos oriente en sentido de que se otorga a las partes el estímulo de la función
judicial, en todo lo que sea atinente, ya que, tampoco bajo este principio puede
pretenderse que el juzgador sea un simple espectador, empero, en cuanto al tema
de reclamos o impugnaciones este se encuentra a la voluntad irrestricta de las
partes, teniendo dicho antecedente como norte, si los recurrentes vieron necesario
producir dicho actuado pudieron solicitar su producción ante el juez de la causa, y
no esperar hasta una Sentencia desfavorable para realizar dicha observación, por
cuanto su silencio ha convalidando cualquier omisión, de igual manera, dicho
actuado no ha causado indefensión en ningún sentido a los ahora recurrentes, por
lo que, dicho extremo no resulta causal para disponer una nulidad de obrados.”

AUTO DE VISTA, De los alcances del art. 218 II – 1 de la Ley 439.


Auto Supremo: 316/2017
Sucre: 27 de marzo 2017
Proceso: División y Partición.
El art. 218 de la Ley 439 de forma textual refiere: “I. El auto de vista es el fallo de
segunda instancia que deberá cumplir con los requisitos de la sentencia en todo lo
que fuere pertinente. II. Este fallo deberá ser: 1. Inadmisible. a. Si se hubiere
interpuesto el recurso de apelación después de vencido el término. b. Por falta de
expresión de agravios. 2. Confirmatorio.3. Revocatorio total o parcial. 4.
Anulatorio o repositorio. III. Si se hubiere otorgado en la sentencia más o menos
de lo pedido y hubiere sido reclamado en grado de apelación, el tribunal de alzada
deberá fallar en el fondo.”, si bien la normativa de referencia en su punto II.1
permite a los tribunales de apelación declarar inadmisible el recurso en dos casos,
el primero cuando se habría interpuesto el recurso fuera del plazo establecido por
ley y el segundo por falta de expresión de agravios, normativa que en su primer
supuestos no merece mayor análisis por su claridad, empero, en caso de ausencia
de expresión de agravios, cabe referir que siguiendo el entendimiento esbozado en
el punto III.2 y sobre todo en el punto III.3, los tribunales de apelación al momento
de analizar el contenido del recurso de apelación, no lo deben realizar bajo un
enfoque totalmente formalista, solicitando una expresión precisa de normas
vulneradas o como debieron ser aplicada, cual si se tratase de un recurso de
casación, actitud que no resulta acorde al actual sistema de administración de
justicia, sino por el contrario que simplemente es necesario advertir la expresión de
un agravio aunque disperso pero entendible, el cual permite y abre la competencia
del tribunal de segunda instancia para su análisis y consideración, es por ese
motivo que unicamente ante una evidente y carente orfandad de agravios, recién es
viable declarar la inadmisiblidad del recurso de apelación en aplicación del art. 218
II-1 de la Ley 439, pero en el caso de advertirse o inferirse un agravio aunque
disperso de todo el contexto del recurso, no corresponderá al Tribunal de apelación
la aplicación de la citada normativa, debido a que una actitud netamente formalista
implicaría desconocer los principios pro homine y pro actione desarrollados en el
P á g i n a 125 | 846
punto III. 3 y la vulneración del principio de impugnación expresado en el tópico
III.2

AUTOS DE CARÁCTER DEFINITIVOS Y AUTOS INTERLOCUTORIOS


SIMPLES
Auto Supremo: 560/2017 - RI
Sucre: 01 de junio 2017
Proceso: Ordinario de incumplimiento de obligación.
El Auto Supremo 369/2016 de 19 de abril 2016, ha orientado sobre el tema en
sentido de que: “El art. 255 del Código de Procedimiento Civil (Resoluciones
contra las cuales procede el Recurso de Casación).- “Habrá lugar al recurso de
casación contra las resoluciones siguientes: 1) Autos de vista que resolvieren en
apelación las sentencias definitivas en los procesos ordinarios, ejecutivos,
sumarios, concursales y de arbitrio de derecho. 2) Autos de vista que resolvieren
una declinatoria de jurisdicción, decidieren una excepción de incompetencia o
anularen el proceso. 3) Autos de vista referentes a autos interlocutorios que
pusieren termino al litigio…”. Precepto normativo que tiene relación con el art.
251-I del mismo compilado legal, que dispone sobre la procedencia del recurso de
casación para invalidar sentencias y autos definitivos; artículos que señalan de
manera expresa contra qué tipo de resoluciones procede la casación, no pudiendo
habilitar su procedencia contra otro género de resoluciones distintas a las que se
encuentran especificadas dentro del catálogo señalada en la norma legal de
referencia…
En relación a la interpretación de las citadas normas, “Al respecto diremos que
los autos interlocutorios simples son resoluciones que deciden las cuestiones
incidentales suscitadas durante la tramitación del proceso; según Eduardo J.
Couture, es “un pronunciamiento sobre el proceso no sobre el derecho”; dirimen
cuestiones accesorias que surgen con ocasión de lo principal y se resuelven con
apoyo de fundamentación conforme lo establece el art. 188 del C.P.C., pueden ser
revocados o sufrir mutaciones de oficio o instancia de parte como lo determinan
los arts. 189 y 215 del mismo Código adjetivo de la materia; solo son apelables en
efecto devolutivo y/o diferido según el caso específico a ser resuelto, sin recurso
ulterior (art. 225 núm. 3) CPC. y art. 24 núm. 2) y 4) Ley 1760), lo que significa
que la Resolución de segunda instancia que resuelve la apelación no admite
recurso de casación.
En cambio, los Autos interlocutorios definitivos son Resoluciones que cortan todo
procedimiento ulterior del juicio haciendo imposible de hecho y de derecho la
prosecución del proceso; ponen fin al proceso y suspenden la competencia de la
autoridad jurisdiccional, consiguientemente no son revocables ni susceptibles de
reposición por el mismo Juez; admiten recurso de apelación directa en el efecto
suspensivo conforme lo dispone el art. 224 núm. 3) del Código de Procedimiento
Civil”.

P á g i n a 126 | 846
AUTOS DE CARÁCTER DEFINITIVOS Y AUTOS INTERLOCUTORIOS
SIMPLES
Auto Supremo: 508/2017 - RI
Sucre: 16 de mayo de 2017
Proceso: Ordinario de acción reivindicatoria, anulabilidad de escrituras públicas y
cancelación de partidas en Derechos Reales.
El Auto Supremo 369/2016 de 19 de abril 2016, ha razonado sobre el tema en
sentido de que: “El art. 255 del Código de Procedimiento Civil (Resoluciones
contra las cuales procede el Recurso de Casación).- “Habrá lugar al recurso de
casación contra las resoluciones siguientes: 1) Autos de vista que resolvieren en
apelación las sentencias definitivas en los procesos ordinarios, ejecutivos,
sumarios, concursales y de arbitrio de derecho. 2) Autos de vista que resolvieren
una declinatoria de jurisdicción, decidieren una excepción de incompetencia o
anularen el proceso. 3) Autos de vista referentes a autos interlocutorios que
pusieren termino al litigio…”. Precepto normativo que tiene relación con el art.
251-I del mismo compilado legal, que dispone sobre la procedencia del recurso de
casación para invalidar sentencias y autos definitivos; artículos que señalan de
manera expresa contra qué tipo de resoluciones procede la casación, no pudiendo
habilitar su procedencia contra otro género de resoluciones distintas a las que se
encuentran especificadas dentro del catálogo señalada en la norma legal de
referencia…
En relación a la interpretación de las citadas normas, “Al respecto diremos que
los autos interlocutorios simples son resoluciones que deciden las cuestiones
incidentales suscitadas durante la tramitación del proceso; según Eduardo J.
Couture, es “un pronunciamiento sobre el proceso no sobre el derecho”; dirimen
cuestiones accesorias que surgen con ocasión de lo principal y se resuelven con
apoyo de fundamentación conforme lo establece el art. 188 del C.P.C., pueden ser
revocados o sufrir mutaciones de oficio o instancia de parte como lo determinan
los arts. 189 y 215 del mismo Código adjetivo de la materia; solo son apelables en
efecto devolutivo y/o diferido según el caso específico a ser resuelto, sin recurso
ulterior (art. 225 núm. 3) CPC. y art. 24 núm. 2) y 4) Ley 1760), lo que significa
que la Resolución de segunda instancia que resuelve la apelación no admite
recurso de casación.
En cambio, los Autos interlocutorios definitivos son Resoluciones que cortan todo
procedimiento ulterior del juicio haciendo imposible de hecho y de derecho la
prosecución del proceso; ponen fin al proceso y suspenden la competencia de la
autoridad jurisdiccional, consiguientemente no son revocables ni susceptibles de
reposición por el mismo Juez; admiten recurso de apelación directa en el efecto
suspensivo conforme lo dispone el art. 224 núm. 3) del Código de Procedimiento
Civil”.

P á g i n a 127 | 846
B
BIEN COMUN
Auto Supremo: 1042/2015 - L
Sucre: 16 de noviembre 2015
Siguiendo con la enseñanza del Dr. Carlos Morales Guillen, Gonzalo Castellanos
Trigoy Félix C. Paz Espinoza, autores bolivianos que de alguna manera debemos
ponderar el trabajo intelectual que efectúan o en el caso del primero que efectuó, se
debe indicar que: “Los cónyuges no trabajan para sí egoístamente, sino en
beneficio en primer lugar del otro esposo y en definitiva para la familia; por lo
tanto, como manifiestan varios estudiosos del Derecho, los bienes adquiridos
durante la vida en común por el esfuerzo de cualquiera de los cónyuges, por la
fortuna, el azar, las rentas, los frutos civiles y naturales de los bienes propios y
comunes, y en forma general todos los bienes que no pertenecen como propios a
cualquiera de los esposos.” (Gonzalo Castellanos Trigo). “Están constituidos por
aquellos que pertenecen a los dos cónyuges y adquiridos por ellos durante la
vigencia del matrimonio, así como los frutos de los bienes propios y comunes,
también aquellos que llegan por concepto de la suerte o el azar como la lotería,
juegos, rifas o sorteos, apuestas, tesoros descubiertos, adjudicaciones y otros. Así
se encuentra previsto en los arts. 111, 112 del Código de Familia. Su
administración corresponde a ambos cónyuges…”. (Félix C. Paz Espinoza);
finalmente el inobjetable doctrinario Dr. Carlos Morales Guillen enseña que los
bienes comunes son: “todo lo ganado, comprado y mejorado durante el
matrimonio”, haciendo referencia e indicando que se debe tomar en cuenta el
régimen de comunidad de gananciales, significa poner en común lo que se adquiere
por los esposos durante el matrimonio por su actividad e ingresos.
Nuestra legislación regula dicho instituto jurídico en los arts. 111 al 117 del Código
de Familia, estableciendo en los dos primeros artículos (111 y 112) las
características y especificaciones de los bienes comunes ya sean por modo directo
o por subrogación; también en el art. 113 se establece una regla general que “…los
bienes se presumen comunes mientras no se pruebe que son propios del marido o
de la mujer.”.

P á g i n a 128 | 846
BIEN PROPIO
Auto Supremo: 1042/2015 - L
Sucre: 16 de noviembre 2015
Partiendo del análisis de lo que establece la doctrina respecto a los bienes propios,
citaremos primeramente a Gonzalo Castellanos Trigo en su obra “Derecho de
Familia” que hace cita al profesor López del Carrillo que enseña “puede decirse
que son bienes propios de los cónyuges aquellos que aporta cada uno al
matrimonio, los recibe posteriormente por herencia, donación o legado, y los
adquiridos con el producto de aquellos”. Por su parte el Dr. Félix C. Paz Espinoza
nos señala “Son los que pertenecen en forma particular a cada cónyuge y son los
adquiridos antes de la constitución del matrimonio o durante su vigencia por
herencia, legado, donación, acrecimiento, subrogación, asistencia o pensiones de
invalidez, vejez, derechos intelectuales o de autor, seguro profesional, los
instrumentos de trabajo y libros profesionales, los títulos valores de regalías y
otros. Teniendo su titular libertad de administración y disposición, como regulan
los Arts. 103 al 110 del Código de Familia.”. Como se podrá apreciar de estas
conceptualizaciones y apoyándonos en lo que la doctrina nos enseña, se tiene que,
todo bien que queda fuera de la comunidad, es un bien propio sea del marido o de
la mujer y estos tiene dos aspectos, uno activo y otro pasivo. En cuanto al activo
propio, los cónyuges conservan el derecho al goce de la titularidad (la nuda
propiedad conforme señala Mazeaud) de los inmuebles tanto presentes (los que
poseen los esposos antes de la celebración del matrimonio) como futuros (los
adquiridos por ellos durante el curso del matrimonio), estos últimos siempre que
hayan sido obtenidos a título gratuito, por donación o sucesión. También son
bienes propios los inmuebles adquiridos por vía de subrogación real, o sea el
inmueble adquirido con el dinero que se obtuvo al vender un inmueble propio.
La doctrina se encarga de señalar e individualizar una serie de bienes propios o
activos propios, los cuales para el caso en concreto no resulta preponderante, lo que
si es necesario tener en cuenta es lo establecido sobre los bienes muebles que son
propios (caso de Autos), aunque representan una excepción al principio de que
todo bien mueble entra a la comunidad. Tales bienes son los siguientes:
1.- Los muebles que los esposos reciben por vía de donación o sucesión de parte de
terceras personas, cuando estos o éstas expresamente los excluyen de la comunidad
en el acto de donación o en el testamento.
2.- Aquellos bienes muebles corporales o incorporales (cosas materiales
susceptibles de apropiación y los derechos matrimoniales), como es el caso por
ejemplo de las pensiones alimenticias, las indemnizaciones por accidentes de
trabajo, los seguros de vida, etc.
3.- Los bienes muebles comprados con dinero proveniente de la venta de un bien
propio.
P á g i n a 129 | 846
4.- Los productos (todo lo que proviene de una cosa, pero sin periodicidad o con
alteración de su sustancia, por ejemplo, los materiales extraídos de una cantera, los
cortes de madera en montes no repoblados) de los bienes propios, a diferencia de
los frutos (productos que da una cosa a intervalos periódicos sin alteración ni
disminución de su sustancia que pueden ser naturales, cuando los da
espontáneamente la tierra, ejemplo, cría de animales; o por el trabajo del hombre,
que son frutos industriales, ejemplos, tomates y verduras de una hortaliza; o frutos
civiles, ejemplo: el interés de una suma de dinero que se ha prestado; el alquiler de
una casa, etc.) que entran en la comunidad matrimonial.
5.- Las indemnizaciones por daños corporales experimentados por uno de los
cónyuges.
6.- Los derechos intelectuales, específicamente el derecho de autor; ya que los
beneficios económicos que se obtengan por la venta de la obra, entran en la
comunidad.
7.- Aquellos bienes de uso íntimo del cónyuge dueño de los mismos, o que éste usa
para el ejercicio de su profesión u oficio, etc.
En cuanto al pasivo propio, la doctrina es amplia en establecer sus características y
especificaciones, pero para el caso en concreto no resulta importante referirnos.
Nuestra legislación, adquiere estas ideas doctrinarias en lo normado en los arts. 103
al 110 del Código de Familia, concretamente para el caso que nos interesa, en el
art. 103 num. 2) referente a los bienes propios por modo directo, hace referencia:
“Los que vienen a cualquiera de ellos durante el matrimonio, por herencia, legado
o donación.”; art. 106 relativo a los bienes propios por subrogación en su num. 1)
indica: “Los adquiridos con dinero propio o por permuta con otro bien propio.”; y
finalmente el art. 107 referente a los bienes propios personales que en su num. 5)
establece: “Los recuerdos de familia y efectos personales como los retratos,
correspondencia, condecoraciones, diplomas, armas, vestidos y adornos, y los
instrumentos necesarios y libros precisos para el ejercicio de un oficio o
profesión, salvo la compensación que deba hacerse en este último caso a la
comunidad.”

BIENES DEL ESTADO Y ENTIDADES PUBLICAS


Auto Supremo: 1014/2015 - L
Sucre: 16 de noviembre 2015
Por consiguiente, conforme previsiones contenidas en el art. 85 del Código Civil y
137 de la anterior Constitución Política del Estado-artículo 339-II de actual: A-S.
No. 195 de 2 de octubre de 2004- no corresponde considerar la usucapión
demandada en tanto este bien, fue de propiedad del Estado: Vale decir hasta
febrero 2002 y/o octubre de 2005 (año de adquisición y de registro a nombre de la
demandada)”, argumentos y elementos que fueron analizados correctamente por
parte del Tribunal de alzada, si bien la hoy recurrente señala estar en posesión de
P á g i n a 130 | 846
ese predio, empero no consideró que el mismo constituyó un bien público
(Propiedad del Estado), tal cual lo establece el art. 339 de la Constitución Política
del Estado, en su parágrafo II señala que: “Los bienes de patrimonio del Estado y
de las entidades públicas constituyen propiedad del pueblo boliviano, inviolable,
inembargable, imprescriptible e inexpropiable; no podrán ser empleados en
provecho particular alguno. Su calificación, inventario, administración,
disposición, registro obligatorio y formas de reivindicación serán regulados por la
ley”, por su parte el art. 85 del Código Civil a la letra dispone: “Los bienes del
Estado, de los municipios, de las universidades y otras entidades públicas, se
determinan y regulan por la Constitución y las leyes especiales que les
conciernen”. Los bienes del Estado siendo de dominio público, no son susceptibles
de apropiación privada y están fuera del comercio humano de conformidad al art.
91 del Código Civil que refiere: “La posesión de cosas fuera del comercio no
produce ningún efecto. Se salva lo dispuesto respecto a las acciones posesorias en
el libro V del Código presente”. Asimismo la Ley de Municipalidades en su art.
131 señala: “En todo proceso de usucapión sobre bienes inmuebles susceptibles de
aplicación de dicha figura, deberá citarse al Gobierno Municipal de la
jurisdicción respectiva que, en función de los intereses municipales, podrá
constituirse en parte directamente interesada, sin perjuicio de la citación al
demandado, bajo sanción de nulidad. No procederá la usucapión de bienes de
propiedad municipal o del Estado…”.

BIENES GANANCIALES, DIVISION Y PARTICION


Auto Supremo: 999/2015 - L
Sucre: 29 de Octubre 2015
Por su parte el art. 113 del Código de Familia establece que: “En general, los
bienes se presumen comunes mientras no se pruebe que son propios del marido o
de la mujer. La confesión o reconocimiento que haga uno de los cónyuges a favor
del otro sobre el carácter propio de ciertos bienes surte efecto solamente entre
ellos, sin afectar a terceros interesados”; entendiéndose de la relación normativa
precedentemente efectuada que la comunidad de gananciales cobraba su verdadera
vigencia material desde el momento de la celebración del matrimonio o de la
consolidación de la unión conyugal libre o de hecho, cuya terminación también se
encontraba establecida por la ley conforme a las causas previstas en el art. 123 del
mismo cuerpo normativo, asimismo de conformidad al art. 142 del mismo Código
de Familia, los efectos de la Sentencia respecto a los bienes se retrotraían
precisamente a la fecha del decreto de separación y consiguientemente una vez
decretada esta medida provisional, ninguno de los cónyuges podían disponer de los
bienes comunes mientras no exista una orden judicial.
En ese sentido la uniforme Jurisprudencial desarrollada por éste Tribunal en los
Autos Supremos Nº 137/2014 de 11 de abril, Nº 037/2014 de 18 de febrero, y Nº
027/2014 de 07 de febrero, concretó que la división y partición de bienes
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gananciales es una cuestión accesoria a la demanda de divorcio que puede ser
realizada en ejecución de Sentencia.
En ese antecedente la línea Jurisprudencia asumida por este Tribunal Supremo en
el Auto Supremo Nº 286/2015 de fecha 30 de abril concluyó: “que tanto el
“Código de Familia”, así como “Nuevo Código de las Familias y del Proceso
Familiar”, establecen que los tribunales de instancia en caso de presumir de la
existencia de bienes gananciales, pueden salvar su averiguación, división y
partición para ejecución de sentencia, concluyéndose que los tribunales de
instancia en caso de presumir la existencia de bienes gananciales, pueden y deben
salvar su averiguación, división y partición para ejecución de sentencia, es decir
que el requisito para tal disposición es solo la presunción de que el bien
corresponde a la comunidad de gananciales conforme preceptúa el art. 113 del
Código de Familia.

BIENES, PROPIEDAD Y DERECHOS REALES, COSA JUZGADA


S.C.P. 0854/2015-S2
Sucre, 25 de agosto de 2015
F.J.III.4 “En el caso que nos ocupa, se advierte que a los herederos de Ana Pedraza
Medrano les correspondía reclamar oportunamente de sus derechos,
inmediatamente de producido el deceso de su señora madre, constituyendo
domicilio real o procesal a efectos de la presentación y tramitación posterior del
incidente de nulidad instaurado en ejecución de sentencia, así como de la misma
forma acreditar personería en proceso, ya que en ningún momento la hija presentó
declaratoria de herederos alguna a efectos de acreditar vocación hereditaria
respecto a la sucesión del bien inmueble objeto de la litis, extremo que jamás
aconteció, más por el contrario por el sólo transcurso del tiempo dejaron precluir
sus derechos debido a su propia inercia e inacción; no advirtiéndose por parte de
este Tribunal y dentro la tramitación del referido proceso ejecutivo vulneración
alguna a derechos y garantías fundamentales, ya que conforme las normas
procesales que rigen la materia todas las actuaciones procesales, se pusieron de
principio en conocimiento de los sujetos pasivos co-ejecutados, para
posteriormente en cumplimiento de la norma ponerse en conocimiento de los
presuntos herederos de Ana Pedraza Medrano, mediante la correspondiente
publicación de edictos, en el curso del proceso ser notificados en el tablero judicial
del despacho o mediante publicaciones de edictos. Los Vocales de la Sala Civil
Segunda del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz, ahora demandados
al pronunciar el Auto de Vista en grado de alzada violentaron la denominada cosa
juzgada material, así como inobservaron la existencia de un proceso concluido con
sentencia firme y ejecutoriada, haberse efectuado y aprobado el posterior remate,
franqueados los testimonios de ley, así como registrada la venta judicial en
DD.RR., vulnerándose el derecho de propiedad del ahora accionante al disponer la
consiguiente nulidad de obrados, así como el principio de seguridad jurídica al
haberse reconocido con anterioridad derecho de propiedad en favor del
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adjudicatario, por lo que en todo caso, no corresponde retrotraer el proceso a
momentos ya extinguidos o clausurados por el principio de preclusión”.

BUENA FE
Auto Supremo: 362/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: Anulabilidad de contrato.
Con relación a este punto, y toda vez que el Tribunal de segunda instancia
determinó la existencia de mala fe en el demandado, es menester referirnos al Auto
Supremo Nº 449/2013, que citando a la jurisprudencia sentada por la Corte
Constitucional de Colombia, a través de la sentencia Constitucional C-544 de 1994,
señaló: “La buena fe ha sido, desde tiempos inmemoriales, uno de los principios
fundamentales del derecho, ya se mire por su aspecto activo, como el deber de
proceder con lealtad en nuestras relaciones jurídicas, o por el aspecto pasivo,
como el derecho a esperar que los demás procedan en la misma forma. En general,
los hombres proceden de buena fe: es lo que usualmente ocurre. Además, el
proceder de mala fe, cuando media una relación jurídica, en principio constituye
una conducta contraria al orden jurídico y sancionada por éste. En consecuencia,
es una regla general que la buena fe se presume: de una parte es la manera usual
de comportarse; y de la otra, a la luz del derecho, las faltas deben comprobarse. Y
es una falta el quebrantar la buena fe”.
De lo expuesto se infiere que la buena fe se presume y quien alega que hubo mala
fe debe probar tal extremo, toda vez que al ser dicho extremo una presunción, este
admite prueba en contrario, por tal razón, cuando se interpone la acción de
anulabilidad de un determinado contrato por la causal inmersa en el inc. 3) del art.
554 del Código Civil, al margen de demostrar que una de las partes era incapaz de
querer o entender en el momento de celebrarse el contrato, debe demostrarse la
existencia de mala fe en la otra parte contratante.

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C
CADUCIDAD
Auto Supremo: 898/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.

CADUCIDAD
Auto Supremo: 250/2016
Fecha: 15 de marzo 2016
Proceso: Demanda Ordinaria
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica

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de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.

CADUCIDAD DE LOS DERECHOS, FRAUDE PROCESAL


Auto Supremo: 756/2015 - L
Sucre: 04 de septiembre 2015
Los recurrentes acusan que en la resolución recurrida se habría efectuado una incorrecta
aplicación del art. 1514 del CC., que dispone la caducidad de la acción por falta de ejercicio
en el plazo legal establecido y al confirmar la Sentencia de primer grado esta resolución
tendría solo calidad de cosa juzgada formal, en tal merito no correría tiempo alguno para
formalizar la demanda de fraude procesal; al respecto corresponde señalar que si bien este
supremo Tribunal a través del Auto Supremo Nº 280/2013 ha orientado que: “…que el
proceso de fraude procesal no es sino la etapa previa a la interposición del Recurso
Extraordinario de Revisión de Sentencia, que tiene la finalidad de establecer solamente
los hechos constitutivos del fraude procesal… en cuyo conocimiento el Tribunal Supremo,
tiene la facultad de revisar la Sentencia con calidad de cosa juzgada y en su caso dejar sin
efecto el proceso de conocimiento sustanciado por fraude procesal, de lo que se infiere que
también los aspectos formales inherentes al recurso de revisión extraordinaria de
Sentencia, como la extemporaneidad y su consiguiente admisión o rechazo, corresponde
privativa a la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia, instancia competente para
conocer ese extraordinario recurso…”.
Sin embargo, dicho razonamiento no es aplicable al caso de autos toda vez que si bien los
recurrentes acusan vulneración al art. 1514 del CC., señalando que no correría tiempo
alguno para formalizar la demanda de fraude procesal, de la revisión del Auto de Vista
recurrido no se observa disposición alguna que vulnere dicho artículo, ya que si bien el
Tribunal de Alzada razona sobre la cosa juzgada formal y material, dicho razonamiento se
origina en la necesidad de explicar que en el presente proceso no se ha probado el fraude
procesal y que si bien los recurrentes señalan que en el proceso de nulidad de
reconocimiento de menor, se habrían vulnerado sus derechos, estos tenían los medios de
impugnación ordinarios y constitucionales para hacer valer los derechos supuestamente
vulnerados, razonamiento que no entra en contradicción con lo dispuesto por el art. 1514
del CC., que en el caso de autos no ha sido aplicado por el Tribunal de Alzada que modifico
la Sentencia declarando probada solo la excepción de falta de derecho, descartando el
razonamiento del A quo que resultaba equivocado al declarar probadas todas las
excepciones en aplicación del art.1514 del CC., pero que sin embargo dicha impericia no
modifica la decisión de fondo, ya que en autos los demandantes no han demostrado el
fraude procesal, deviniendo en infundado el agravio acusado en este punto.

CADUCIDAD DEL CHEQUE Y LA VÍA ORDINARIA


Auto Supremo: 968/2016
Sucre: 18 de agosto 2016
Proceso: Incumplimiento de obligación y pago de daños y perjuicios.

P á g i n a 135 | 846
El artículo 616 del Código de Comercio señala lo siguiente: “(Perdida de la calidad de
título-valor del cheque) El cheque no presentado o no protestado dentro de los términos
señalados en los artículos 607 y 615, pierde su condición de título-valor, salvándose los
derechos del tenedor en la vía legal correspondiente…”, la norma de referencia hace
alusión a la caducidad del cheque para viabilizar la acción ejecutiva, sin embargo de
haberse generado la caducidad, la última parte de la norma salva el derecho del tenedor,
para acudir a la vía ordinaria, esa salvedad se encuentra establecida para los casos de una
imprecisión en la redacción del cheque o cuando la misma no haya sido presentada para su
protesto, criterio que también sostiene el doctrinario Carlos Morales Guillen en su obra
Código de Comercio Concordado y Anotado al comentar el artículo en estudio, remitiendo
al art. 588 del mismo cuerpo legal en suyo comentario el autor señala lo siguiente: “La falta
de protesto levantado oportunamente, implica para el tenedor que no se ha observado las
reglas pertinentes y en los plazos correspondientes al efecto, la caducidad de la acción
ejecutiva. Esta inobservancia perjudica la letra…. No supone la pérdida del derecho al
crédito, que puede ser perseguido en la vía ordinaria, mediante acciones comunes, no
cambiarias…”.

CADUCIDAD Y PRESCRIPCION
Auto Supremo: 94/2016
Sucre: 04 de febrero 2016
De inicio diremos que la prescripción de acciones según el Diccionario de Ciencias
Jurídicas, Políticas y Sociales de Manuel Osorio señala que: “es la caducidad de derechos
en su eficacia procesal, por haber transcurrido los plazos legales para su posible
ejercicio...” Lo que significa que si una persona no hace uso o ejerce sus derechos en los
plazos que establece la Ley, estos caducan por el transcurso del tiempo.
Es también pertinente decir que la prescripción extintiva es distinta a la caducidad, aunque
ambas instituciones extinguen acciones y derechos por el transcurso del tiempo, pero el
régimen jurídico perteneciente a una no le es aplicable enteramente a la otra; la doctrina
marca como diferencia sustancial que la caducidad no es susceptible de interrupción en su
plazo, como lo es la prescripción.
Por otro lado, la doctrina en análisis sobre estas dos instituciones ha logrado conjeturar
criterios válidos para hacer más precisa su diferencia, que nos permitirán ahuyentar duda en
el tema, para lo que recurrimos a Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho
Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292) que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia
respecto a la situación jurídica de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de
distinción aceptable es el derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta
caducidad, pues ésta recae sobre lo que en su momento hemos llamado derechos
potestativos o facultades de configuración o modificación de una situación jurídica.
Pendiente su ejercicio, la situación jurídica afectada se encuentra en una fase provisional
o transitoria, que exige un rápido tránsito a una situación definitiva”.

CALIDAD DE LAS DECLARACIONES TESTIFICALES


Auto Supremo: 1035/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Mejor derecho de propiedad y otros.
Respecto al valor probatorio de los testigos de referencia o testigos de oídas, este tribunal
ha emitido el Auto Supremo N° 284/2014 de 06 de junio, en el que se expuso lo

P á g i n a 136 | 846
siguiente: “Ahora en cuanto a la valoración de la prueba testifical, la doctrina reconoce el
carácter de las atestaciones para estimar la credibilidad del testigo, consiguientemente se
dirá que rescatando el criterio de Hugo Alsina, en cuanto a la apreciación de la prueba de
testigos refiere que se debe tomar en cuenta varios factores, entre esos factores se
encuentra la relativa a la “relación de sujeto a objeto”, por la cual el conocimiento debe
referirse a hechos directamente percibidos, por lo general, por la vista y el oído,
excluyendo la indirecta que da conocimiento por referencias, y teniendo en cuenta,
además, el estado de ánimo del registro en el momento de los hechos, y otros factores como
tiempo, lugar iluminación, etc., esto hace que el valor de la prueba de testigos pueda
fundar o no credibilidad de las atestaciones en el juzgador; consiguientemente se dirá que
una atestación directa puede diferenciarse de una de referencia, por la primera se entiende
que el testigo ha conocido en forma personal (ha visto y ha oído) el suceso sobre lo que
atestigua, en cambio por la segunda, se entiende que el testigo ha tomado conocimiento de
ese suceso, mediante dichos o por referencia de terceros (una de las partes, otros testigos,
etc.)…”

CALIFICACIÓN LEGAL DE LA FALSEDAD DE UN DOCUMENTO


Auto Supremo: 224/2017
Sucre: 08 de marzo 2017
Proceso: Nulidad de documentos y otros.
La calificación legal, sobre la acusación de falsedad de un documento en la vía
civil ha sido un aspecto debatido, respecto a acomodar a una de las figuras de
nulidad o anulabilidad de un contrato, habiendo este Tribunal adoptado que la
misma se encuentra calificada como nulidad, en consideración a que dicha
subsunción resulta ser más saludable para el tráfico de actos y negocios jurídicos,
pues al ser un documento falso, por esa su cualidad la misma no se encuentra bajo
conocimiento de la persona a quien se ha suplantado o se alterado su
consentimiento, en dicho Auto Supremo Nº 275 de 2 de junio de 2014, este
Tribunal ha establecido lo siguiente: “De la Constitución Política del Estado y los
Principios y Valores Ético-Morales.-
Bolivia asume un nuevo modelo de Estado a partir de la aprobación de la nueva
Constitución Política del Estado, cuyas bases filosóficas son los valores y
principios ético morales, que de manera transversal irradian en las normas que
hace al conjunto del ordenamiento jurídico, sin desechar los principios generales
del derecho, reforzando en consecuencia la observación por parte de los
operadores de justicia en la aplicación de estos principios y valores establecidos
en el art. 8 de la norma suprema.
En este entendido el art. 9 núm. 4) de la Constitución Política del Estado establece
entre los fines y funciones del Estado, garantizar el cumplimiento de los principios,
valores, derechos y deberes reconocidos y consagrados en la Constitución, por
otra parte el art. 108 de la Constitución Política del Estado, establece que es deber
de los bolivianos y bolivianas, 1) el conocer, cumplir y hacer cumplir la
Constitución y las leyes. 2) conocer respetar y promover los derechos reconocidos

P á g i n a 137 | 846
en la Constitución. Y 3) promover y difundir la práctica de los valores y principios
que proclama la Constitución.
En este sentido el art. 8 parágrafo I) de nuestra norma fundamental, señala que:
“El Estado asume y promueve como principios ético-morales de la sociedad
plural: ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni seas
ladrón), suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida
buena), ivi marei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble)”, estos
principios al ser constitucionalizados, adquieren valor normativo fundamentador y
orientador, es decir se convierten en normas que comparten la eficacia jurídica de
la propia constitución, lo que implica que no son simples postulados culturales o
históricos, sino que ahora se imponen a todos los bolivianos, bolivianas y
extranjeros que viven en este país, llegando incluso a influir en las funciones de los
órganos e instituciones del estado y en el razonamiento de todos los Jueces de las
distintas jurisdicciones reconocidas por la misma constitución (Ordinaria,
agroambiental, Indígena Originaria campesina, Constitucional y las jurisdicciones
especiales), en consecuencia todos los actores de la vida social del estado están en
la obligación de observarlos, desarrollarlos y aplicarlos en su labor decisoria.
Dentro de los principios y valores que hacen a la base axiológica del Estado
Plurinacional de Bolivia, asume y promueve como principios de la sociedad
plural, el „ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas mentiroso ni
seas ladrón); suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa), teko kavi
(vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida noble),
principios y valores en que debe enmarcarse la moral de toda persona, natural o
jurídica. En ese sentido, establecen una conducta de la vida diligente, sin engaños
y robos, que debe observar todo individuo dentro la sociedad en que se
desenvuelve.
Por otra parte se debe hacer referencia a que entre los valores que guían al
Estado Plurinacional de Bolivia, consagrados en art. 8 parágrafo II de la
Constitución Política del Estado, se encuentran la igualdad, solidaridad,
reciprocidad, respeto, armonía, bienestar común y la justicia social, los cuales, a
su vez se complementan con los principios ético-morales en la aplicación de las
normas del ordenamiento jurídico boliviano y los actos de los miembros de la
sociedad, razonamiento orientado en lo dispuesto por la Sentencia Constitucional
Plurinacional N° 0112/2012 de 27 de abril de 2012.
Estos valores y principios constitucionales hacen a las bases de la sociedad
boliviana, son los pilares fundamentales, en la filosofía del Estado, por lo que su
importancia radica, según la Fundación Jubileo en su cartilla Nº1 sobre el debate
público, en que son:
1.- Fundamentadores: porque son la base de todas las leyes y normas de un país y
de sus instituciones.
2.- Orientadores: porque guían a los órganos del estado (gobernantes, Jueces y
asambleístas) y a cada boliviano y boliviana, hacia el logro del bienestar de
todos.
P á g i n a 138 | 846
3.- Críticos; porque valoran hechos o conductas, tanto de personas como de
instituciones. Son un instrumento para controlar si las demás normas jurídicas
cumplen o vulneran el sentido de estos valores constitucionales.
En este entendiendo es preciso también hacer referencia a la primacía de la que
goza la constitución, en cuanto a la aplicación preferente de la que goza en
relación a toda las normas que rigen en el ordenamiento jurídico boliviano,
razonamiento fundado en la Sentencia Constitucional 0258/2011-R de 16 de
marzo, Sentencia fundadora de línea, ha establecido que: “…la Constitución es
entendida actualmente no sólo de manera formal, como reguladora de las fuentes
del Derecho, de la distribución y del ejercicio del poder entre los órganos
estatales, sino como la Ley Suprema que contiene los valores, principios, derechos
y garantías que deben ser la base de todos los órganos del poder público, en
especial del legislador y del intérprete de la Constitución. Así, en el Estado
constitucional de Derecho, las Constituciones tienen un amplio programa
normativo, con principios, valores, nutridos catálogos de derechos y garantías,
que vinculan a todos los órganos de poder y en general, a toda la sociedad y, en
ese sentido, contienen diferentes mecanismos jurisdiccionales y un órgano
especializado para velar por el cumplimiento de sus normas, frente a la lesión o
incumplimiento, dando vigencia al principio de supremacía constitucional”.
La primacía constitucional, exige de los Jueces del órgano judicial un
razonamiento que desborda la subsunción y por el contrario requiera la aplicación
de la Constitución conjuntamente la norma legal. La norma fundamental a
diferencia de la ley, no se aplica por el método de la subsunción sino que por el
contrario se utiliza el método en complementación y ponderación en relación a la
ley.
Este razonamiento tiene base en lo ya establecido por el Tribunal Constitucional
en su Sentencia Constitucional Plurinacional N° 0112/2012 de 27 de abril de 2012
que al respecto dice: “…Ahora bien, la validez normativa, jerarquía y
obligatoriedad de las normas constitucionales-principios en la Constitución, con
relación a las normas constitucionales-reglas (el grueso de las normas de la
constitución) y de las primeras respecto de las normas legales-reglas (contenidas
en la leyes en sentido general sustantivas o procesales), si bien no tiene asidero en
una norma parecida a la contenida en el art. 229 de la Constitución Política del
Estado abrg. que señalaba: “Los principios, garantías y derechos reconocidos por
esta Constitución no pueden ser alterados por las leyes que regulen su ejercicio ni
necesitan de reglamentación previa para su cumplimiento”, -debido a que no
existe un precepto constitucional explícitamente- su fundamento contundente hay
que encontrarlo en el carácter normativo-axiológico de la propia Constitución….
La obligatoriedad de las normas constitucionales-principios, claramente se
visualiza en el art. 9.4 constitucional, que señala que son fines y funciones
esenciales del Estado, garantizar el cumplimiento de los principios, valores,
derechos y deberes reconocidos y consagrados en esta Constitución, norma
concordante con el art. 108.3 del Capítulo de los Deberes de los ciudadanos/as
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que dice que deben Promover y difundir la práctica de los valores y principios que
proclama la Constitución”.
Fundamento que nos da a entender, que en el marco del principio de la
supremacía constitucional, establecido por el art. 410 parágrafo II de la ley
suprema, se otorga valor normativo y preferencia de aplicación a la Constitución,
y por lo mismo sus normas axiológicas y orgánicas son consideradas de aplicación
directa al caso que se pretende resolver.
Todos los principios y valores ético - morales, tienen un efecto de irradiación y
transversalidad en todo el ordenamiento jurídico Boliviano y la conducta que
deben seguir todos los miembros de la sociedad boliviana. Por lo que guían la
acción de los órganos judicial y su interacción con la sociedad boliviana, en este
entendido es preciso citar lo señalado en la Sentencia Constitucional N°
1138/2004-R de 21 de julio que textualmente dice: “El principio de seguridad
jurídica refuerza la idea, al garantizarle al ciudadano que la actividad judicial
procurará, en todo caso y por encima de toda consideración, garantizar la efectiva
protección de sus derechos constitucionales y legales accediendo a una justicia
material o verdaderamente eficaz no una aplicación formal y mecánica de la ley,
por el contrario, lograr que las consecuencias mismas de una decisión judicial
debe significar una efectiva materialización de los principios, valores y derechos
constitucionales”.
Postulados que son orientados en las Sentencias Constitucionales antes citadas
que deben ser observados y cumplidas por los administradores de justicia cuando
tienen en sus manos la resolución de controversias donde las partes buscan por
sobre todo justicia, pues están en el deber imperativo de impulsar la nueva
justicia, todo en virtud de consumar el fin y principio supremo que persigue todo el
ordenamiento jurídico boliviano, la Justicia Material, ya que respecto a la
actividad de impartir justicia no puede soslayarse el hecho que ésta sustenta sus
decisiones en la aplicación de formas y ritualismos establecidos en las normas,
sino que dentro el razonamiento efectuado por los Jueces deben prevalecer el
análisis e interpretación de los principios y valores que permitan alcanzar una
justicia cierta, con miras al vivir bien, en respeto de la moral y las buenas
costumbres de la sociedad boliviana, rebatiendo los males que afecten de alguna
manera la buena convivencia de la sociedad.
La falsificación de documentos y sus efectos jurídicos.-
La falsificación de instrumentos privados o públicos se considera una forma
especial de engaño que como tal entra en pugna con los principios y valores ético
morales en que se sostiene el Estado Plurinacional de Bolivia. Ahora bien los
efectos jurídicos que devienen de un hecho ilícito deben tener en relación al actor
eminentemente efectos de reproche a la conducta ilícita, y por ningún motivo debe
significar la consolidación de derechos favorables al actor que incurrió en el acto
ilícito. En consecuencia un hecho ilícito debe generar para el autor efectos de
reproche, no de consolidación de un derecho adquirido por un ilícito, que conciba

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efectos benignos para el autor, como el que podría darse en el caso de Autos, si se
reconoce validez a una transferencia que deviene de una falsificación.
En este entendido debemos puntualizar que toda falsificación es evidentemente un
acto ilícito y como tal no puede ser considerado como válido para generar efectos
favorables para su autor, más al contrario como se mencionó, por lógica, debe
producir efectos de reproche a ese acto, que atentaría contra el orden legal y la
convivencia social, recriminación que si bien debe operar esencialmente en la vía
del derecho penal, pero también en la esfera del derecho civil debe reprimirse el
acto ilícito que altera el ordenamiento jurídico, no pudiendo en consecuencia
avalarse los pretendidos efectos del hecho ilícito.
Si bien el art. 554 inc. 1) del Código Civil establece la causal de anulabilidad por
falta de consentimiento, se debe puntualizar que esta causal no contempla dentro
sus previsiones aquellas causales que derivan de una ilicitud sancionada incluso
penalmente, sino que esta contempla esencialmente aquellos casos en los en que
por ejemplo: un cónyuge transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su
cónyuge, cuando este bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin encontrar en
este acto de disposición un ilícito sino simplemente, una ausencia de
consentimiento del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa
transferencia, o; en el caso de que se le confiera poder a una persona para
hipotecar un bien inmueble, y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su
mandato y transfiere el bien inmueble, acto que, per se, no constituiría un ilícito,
sino que solo implicaría la ausencia de consentimiento del legitimado para
disponer la venta del bien inmueble…”

CANCELACIÓN DEL REGISTRO EN DERECHOS REALES


Auto Supremo: 1025/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Cancelación de Registro de Propiedad y Otros.
Que en principio corresponde referir que las figuras que reconoce nuestro ordenamiento
jurídico para dejar sin efecto un registro en Derechos Reales, son la de extinción y
cancelación de las inscripciones, las cuales operan a causales establecidas por ley, la
primera dentro de lo determinado en el art. 1557 y la segunda a lo taxativamente señalado
en el art. 1558 ambos del Código Civil, empero, debe tenerse en cuenta que en su
generalidad la inscripción realizada como trámite administrativo deviene como emergencia
de un título proveniente de un respectivo acto jurídico, conforme señala el art. 1540 del
citado Código.
Ahora tomando en cuenta que al provenir el registro de un título, para la invalidez del
mismo es necesario la declaración de nulidad del acto primigenio, y como consecuencia de
este resulta viable la cancelación del asiento o registro en Derechos Reales conforme señala
el art. 1558-3) del Código Civil que de forma clara determina : “Podrá pedirse y deberá
ordenarse en su caso la cancelación total cuando. “:…”
3) Se declare judicialmente la nulidad del título en virtud del cual se ha hecho la
inscripción.”, es decir, que una de las formas de la cancelación del registro o asiento en
Derechos reales, es la nulidad del acto jurídico o título que ha dado origen a la inscripción y
por sindéresis jurídica es loable esa cancelación.
P á g i n a 141 | 846
Asimismo el Auto Supremo AS Nº 705/2014 de fecha 02 de diciembre, en consonancia ha
expuesto: “Conforme a los hechos descritos en la demanda, en la tramitación de la causa
se probó que efectivamente existe falsedad de la Ejecutorial de Ley que contiene la orden
de inscripción de los Testimonios referidos, la consecuencia jurídica de aquello,
indudablemente será la nulidad de la inscripción ante la Oficina de Derechos Reales,.”
A mayor abundamiento el Auto Supremo Nº 376/2015 de fecha 2 de Junio 2015 ,
siguiendo el criterio anotado ha señalado: “ Al respecto, esta petición no es del todo
correcta, pues no puede impugnarse las escrituras públicas, sin que previamente sea
impugnada el acto jurídico o en este caso el acto administrativo que ha generado las
minutas y registros.”

CADUCIDAD
Auto Supremo: 898/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.

CARÁCTER ANULATORIO EN CASO DE QUE LA REVISIÓN DEL


AMPARO REVOQUE LA TUTELA OTORGADA POR EL TRIBUNAL EN
ACCIÓN DE DEFENsa
Auto Supremo: 598/2017
Sucre: 12 de junio 2017
Proceso: Nulidad de contrato y otros.
Sobre la situación jurídica de las acciones de defensa que son acogidas por los
tribunales en acciones de defensa, y en grado de revisión son revocadas, el
Tribunal Constitucional Plurinacional ha emitido la Sentencia Constitucional Nº
595/2010-R de 12 de julio de 2010, en ella se señaló lo siguiente: “Lo propio
sucede con la acción de amparo constitucional, cuando el art. 129.V de la CPE
señala que: "La decisión final que conceda la acción de amparo constitucional
será ejecutada inmediatamente y sin observación. En caso de resistencia se
P á g i n a 142 | 846
procederá de acuerdo con lo señalado en la acción de libertad…", en
consecuencia, este efecto inmediato de la tutela es aplicable para las demás
acciones que en el aspecto procesal aplican lo establecido para la acción de
amparo, como ser la acción de protección de privacidad, la acción de
cumplimiento y la acción popular, que están contempladas en la Primera Parte,
Título IV denominado "Garantías Jurisdiccionales y Acciones de Defensa",
Capítulo Segundo de la CPE. En consecuencia, la concesión u otorgación de tutela
dada la finalidad protectora de derechos fundamentales, tiene efecto inmediato,
independientemente de la revisión de oficio que por mandato constitucional está
encomendada al Tribunal Constitucional. Aspecto que en lo pertinente no ha
variado de la anterior Constitución. Los jueces o tribunales de garantías
constitucionales son los responsables de velar por el cumplimiento de su
resolución, teniendo la potestad de remitir antecedentes al Ministerio Público para
su juzgamiento penal a quienes se resistan, es decir que quien vulnera derechos
fundamentales no sólo está sujeto a responsabilidad civil sino también a
responsabilidad penal. Lo propio cuando el Tribunal Constitucional les remite la
Sentencia Constitucional, son los Jueces y Tribunales de garantías quienes deben
ejecutar el fallo.
En caso de que este Tribunal en grado de revisión de oficio, revoca la concesión u
otorgación de tutela dispuesta por el juez o tribunal de garantías, y en
consecuencia deniega la tutela, el proceso judicial o administrativo, o actos
demandados, vuelven al estado en que se encontraba al momento de la
interposición de la acción de defensa, quedando sin efecto lo emergente de la
disposición del tribunal de garantías; no obstante, en atención a la facultad
previsora el Tribunal Constitucional, puede dimensionar los efectos de la
Sentencia Constitucional, y de acuerdo a las circunstancias del caso y de manera
excepcional toma determinaciones de tal manera que no se genere inseguridad
jurídica”

CARÁCTER OBLIGATORIO Y VINCULANTE DE LAS DECISIONES


DEL TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Auto Supremo: 598/2017
Sucre: 12 de junio 2017
Proceso: Nulidad de contrato y otros.
En el Auto Supremo Nº 1007/2016 de 24 de agosto, se ha desarrollado el criterio
sobre el carácter obligatorio de las decisiones emitidas por el Tribunal
constitucional Plurinacional, exponiendo lo siguiente: “Nuestra Constitución
Política del Estado, establece la obligatoriedad de las Sentencias Constitucionales,
en su Art. 203, señala: “Las decisiones y sentencias del Tribunal Constitucional
Plurinacional son de carácter vinculante y de cumplimiento obligatorio, y contra
ellas no cabe recurso ordinario ulterior alguno”.
A su vez, el art. 8 de la Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional, estipula:
“Las decisiones y sentencias del Tribunal Constitucional Plurinacional son de
P á g i n a 143 | 846
carácter vinculante y de cumplimiento obligatorio, y contra ellas no cabe recurso
ordinario ulterior alguno”, norma concordante con el art. 15 del Código Procesal
Constitucional de 5 de julio de 2012, que señala: “ I. Las sentencias,
declaraciones y autos del Tribunal Constitucional Plurinacional son de
cumplimiento obligatorio para las partes intervinientes en un proceso
constitucional; excepto las dictadas en las acciones de inconstitucionalidad y
recurso contra tributos que tienen efecto general. II. Las razones jurídicas de la
decisión, en las resoluciones emitidas por el Tribunal Constitucional Plurinacional
constituyen jurisprudencia y tienen carácter vinculante para los Órganos del poder
público, legisladores, autoridades, tribunales y particulares “.
En mérito a lo anterior, el art. 44.I de la Ley del Tribunal Constitucional, establece
que “los poderes públicos están obligados al cumplimiento de las resoluciones
pronunciadas por el Tribunal Constitucional. Las sentencias, declaraciones y
autos del Tribunal Constitucional, son obligatorias y vinculantes para los Poderes
del Estado, legisladores, autoridades y tribunales”.
En consonancia con tales disposiciones legales la línea Jurisprudencial del
Tribunal Constitucional Plurinacional con relación sobre el efecto vinculante de
las sentencias constitucionales, ha razonado en la SCP 0625/2012 de 23 de julio,
que: “Las sentencias constitucionales dictadas en correspondencia a los principios
de supremacía y fuerza normativa de la Ley Fundamental, se revisten del
imperativo de cosa juzgada constitucional; es decir, no admiten más revisión y así
adquieren calidad de inmutables e inimpugnables por recurso ulterior, en razón a
que es la Constitución la que se sobrepone al orden jurídico general y este
Tribunal, se constituye en su supremo intérprete. Precisamente por las
características indicadas supra, es que las resoluciones de la jurisdicción
constitucional son vinculantes y de obediencia obligatoria por los poderes públicos
y por supuesto por las partes, afirmación que se sustenta en el art. 203 de la CPE.
Que concuerda con la previsión del art. 129.V de la misma norma constitucional,
que indica: 'La decisión final que conceda la acción de amparo constitucional
será ejecutada inmediatamente y sin observación (…). La autoridad judicial que
no proceda conforme con lo indicado por este artículo, quedará sujeta a las
sanciones previstas por la ley'” (SC 1922/2011-R de 28 de noviembre). Por lo
expuesto, emitido un fallo en la jurisdicción constitucional, ya sea por los jueces o
tribunales de garantías o por este Tribunal, la doctrina legal aplicable
desarrollada en él, tiene carácter vinculante con relación a todos, debiendo las
autoridades tanto jurisdiccionales como administrativas aplicarla en los casos
análogos que sea de su conocimiento; de otro lado, la determinación expresada en
la parte dispositiva al estar dirigida exclusivamente a las partes intervinientes en
la acción de defensa, tiene efectos inter partes; es decir, surte consecuencias
jurídicas con relación al accionante, personas o servidor público demandados y
terceros interesados, correspondiendo su ejecución inmediata sin observación
alguna, dado que no existe instancia revisora ulterior que pueda modificar sus
efectos…”
P á g i n a 144 | 846
CARÁCTER VINCULANTE Y DE CUMPLIMIENTO OBLIGATORIO DE
LAS SENTENCIAS CONSTITUCIONALES
Auto Supremo: 290/2017
Sucre: 17 de marzo 2017
Proceso: Cumplimiento de contrato.
Sobre el tema a través del AS Nº 1007/2016 de fecha 24 de agosto, se ha señalado
en sentido que: “Nuestra Constitución Política del Estado, establece la
obligatoriedad de las Sentencias Constitucionales, en su Art. 203, señala: “Las
decisiones y sentencias del Tribunal Constitucional Plurinacional son de carácter
vinculante y de cumplimiento obligatorio, y contra ellas no cabe recurso ordinario
ulterior alguno”.
A su vez, el art. 8 de la Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional, estipula:
“Las decisiones y sentencias del Tribunal Constitucional Plurinacional son de
carácter vinculante y de cumplimiento obligatorio, y contra ellas no cabe recurso
ordinario ulterior alguno”, norma concordante con el art. 15 del Código Procesal
Constitucional de 5 de julio de 2012, que señala: “ I. Las sentencias,
declaraciones y autos del Tribunal Constitucional Plurinacional son de
cumplimiento obligatorio para las partes intervinientes en un proceso
constitucional; excepto las dictadas en las acciones de inconstitucionalidad y
recurso contra tributos que tienen efecto general. II. Las razones jurídicas de la
decisión, en las resoluciones emitidas por el Tribunal Constitucional Plurinacional
constituyen jurisprudencia y tienen carácter vinculante para los Órganos del poder
público, legisladores, autoridades, tribunales y particulares “.
En mérito a lo anterior, el art. 44.I de la Ley del Tribunal Constitucional, establece
que “los poderes públicos están obligados al cumplimiento de las resoluciones
pronunciadas por el Tribunal Constitucional. Las sentencias, declaraciones y
autos del Tribunal Constitucional, son obligatorias y vinculantes para los Poderes
del Estado, legisladores, autoridades y tribunales”.
En consonancia con tales disposiciones legales la línea Jurisprudencial del
Tribunal Constitucional Plurinacional con relación sobre el efecto vinculante de
las sentencias constitucionales, ha razonado en la SCP 0625/2012 de 23 de julio,
que: “Las sentencias constitucionales dictadas en correspondencia a los principios
de supremacía y fuerza normativa de la Ley Fundamental, se revisten del
imperativo de cosa juzgada constitucional; es decir, no admiten más revisión y así
adquieren calidad de inmutables e inimpugnables por recurso ulterior, en razón a
que es la Constitución la que se sobrepone al orden jurídico general y este
Tribunal, se constituye en su supremo intérprete. Precisamente por las
características indicadas supra, es que las resoluciones de la jurisdicción
constitucional son vinculantes y de obediencia obligatoria por los poderes públicos
y por supuesto por las partes, afirmación que se sustenta en el art. 203 de la CPE.
Que concuerda con la previsión del art. 129.V de la misma norma constitucional,
que indica: 'La decisión final que conceda la acción de amparo constitucional
P á g i n a 145 | 846
será ejecutada inmediatamente y sin observación (…). La autoridad judicial que
no proceda conforme con lo indicado por este artículo, quedará sujeta a las
sanciones previstas por la ley'” (SC 1922/2011-R de 28 de noviembre). Por lo
expuesto, emitido un fallo en la jurisdicción constitucional, ya sea por los jueces o
tribunales de garantías o por este Tribunal, la doctrina legal aplicable
desarrollada en él, tiene carácter vinculante con relación a todos, debiendo las
autoridades tanto jurisdiccionales como administrativas aplicarla en los casos
análogos que sea de su conocimiento; de otro lado, la determinación expresada en
la parte dispositiva al estar dirigida exclusivamente a las partes intervinientes en
la acción de defensa, tiene efectos inter partes; es decir, surte consecuencias
jurídicas con relación al accionante, personas o servidor público demandados y
terceros interesados, correspondiendo su ejecución inmediata sin observación
alguna, dado que no existe instancia revisora ulterior que pueda modificar sus
efectos “(Las negrillas y cursiva nos corresponden).”

CARÁCTER VINCULANTE Y DE CUMPLIMIENTO OBLIGATORIO DE LAS


SENTENCIAS CONSTITUCIONALES
Auto Supremo: 1161/2016
Sucre: 07 de octubre 2016
Proceso: Mejor Derecho Propietario y otro.
Sobre el tema a través del AS Nº 1007/2016 de fecha 24 de agosto, se ha señalado en
sentido que: “Nuestra Constitución Política del Estado, establece la obligatoriedad de las
Sentencias Constitucionales, en su Art. 203, señala: “Las decisiones y sentencias del
Tribunal Constitucional Plurinacional son de carácter vinculante y de cumplimiento
obligatorio, y contra ellas no cabe recurso ordinario ulterior alguno”.
A su vez, el art. 8 de la Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional, estipula: “Las
decisiones y sentencias del Tribunal Constitucional Plurinacional son de carácter
vinculante y de cumplimiento obligatorio, y contra ellas no cabe recurso ordinario ulterior
alguno”, norma concordante con el art. 15 del Código Procesal Constitucional de 5 de
julio de 2012, que señala: “ I. Las sentencias, declaraciones y autos del Tribunal
Constitucional Plurinacional son de cumplimiento obligatorio para las partes
intervinientes en un proceso constitucional; excepto las dictadas en las acciones de
inconstitucionalidad y recurso contra tributos que tienen efecto general. II. Las razones
jurídicas de la decisión, en las resoluciones emitidas por el Tribunal Constitucional
Plurinacional constituyen jurisprudencia y tienen carácter vinculante para los Órganos del
poder público, legisladores, autoridades, tribunales y particulares “.
En mérito a lo anterior, el art. 44.I de la Ley del Tribunal Constitucional, establece que
“los poderes públicos están obligados al cumplimiento de las resoluciones pronunciadas
por el Tribunal Constitucional. Las sentencias, declaraciones y autos del Tribunal
Constitucional, son obligatorias y vinculantes para los Poderes del Estado, legisladores,
autoridades y tribunales”.
En consonancia con tales disposiciones legales la línea Jurisprudencial del Tribunal
Constitucional Plurinacional con relación sobre el efecto vinculante de las sentencias
constitucionales, ha razonado en la SCP 0625/2012 de 23 de julio, que: “Las sentencias
constitucionales dictadas en correspondencia a los principios de supremacía y fuerza
normativa de la Ley Fundamental, se revisten del imperativo de cosa juzgada
P á g i n a 146 | 846
constitucional; es decir, no admiten más revisión y así adquieren calidad de inmutables e
inimpugnables por recurso ulterior, en razón a que es la Constitución la que se sobrepone
al orden jurídico general y este Tribunal, se constituye en su supremo intérprete.
Precisamente por las características indicadas supra, es que las resoluciones de la
jurisdicción constitucional son vinculantes y de obediencia obligatoria por los poderes
públicos y por supuesto por las partes, afirmación que se sustenta en el art. 203 de la CPE.
Que concuerda con la previsión del art. 129.V de la misma norma constitucional, que
indica: 'La decisión final que conceda la acción de amparo constitucional será ejecutada
inmediatamente y sin observación (…). La autoridad judicial que no proceda conforme
con lo indicado por este artículo, quedará sujeta a las sanciones previstas por la ley'” (SC
1922/2011-R de 28 de noviembre). Por lo expuesto, emitido un fallo en la jurisdicción
constitucional, ya sea por los jueces o tribunales de garantías o por este Tribunal, la
doctrina legal aplicable desarrollada en él, tiene carácter vinculante con relación a todos,
debiendo las autoridades tanto jurisdiccionales como administrativas aplicarla en los
casos análogos que sea de su conocimiento; de otro lado, la determinación expresada en la
parte dispositiva al estar dirigida exclusivamente a las partes intervinientes en la acción de
defensa, tiene efectos inter partes; es decir, surte consecuencias jurídicas con relación al
accionante, personas o servidor público demandados y terceros interesados,
correspondiendo su ejecución inmediata sin observación alguna, dado que no existe
instancia revisora ulterior que pueda modificar sus efectos “(Las negrillas y cursiva nos
corresponden).”

CARÁCTER VINCULANTE Y DE CUMPLIMIENTO OBLIGATORIO DE LAS


SENTENCIAS CONSTITUCIONALES
Auto Supremo: 1007/2016
Sucre: 24 de agosto
Proceso: Nulidad de transferencia por Simulación
Nuestra Constitución Política del Estado, establece la obligatoriedad de las Sentencias
Constitucionales, en su Art. 203, señala: “Las decisiones y sentencias del Tribunal
Constitucional Plurinacional son de carácter vinculante y de cumplimiento obligatorio, y
contra ellas no cabe recurso ordinario ulterior alguno”.
A su vez, el art. 8 de la Ley del Tribunal Constitucional Plurinacional, estipula: “Las
decisiones y sentencias del Tribunal Constitucional Plurinacional son de carácter
vinculante y de cumplimiento obligatorio, y contra ellas no cabe recurso ordinario ulterior
alguno”, norma concordante con el art. 15 del Código Procesal Constitucional de 5 de julio
de 2012, que señala: “ I. Las sentencias, declaraciones y autos del Tribunal Constitucional
Plurinacional son de cumplimiento obligatorio para las partes intervinientes en un proceso
constitucional; excepto las dictadas en las acciones de inconstitucionalidad y recurso
contra tributos que tienen efecto general. II. Las razones jurídicas de la decisión, en las
resoluciones emitidas por el Tribunal Constitucional Plurinacional constituyen
jurisprudencia y tienen carácter vinculante para los Órganos del poder público,
legisladores, autoridades, tribunales y particulares “.
En mérito a lo anterior, el art. 44.I de la Ley del Tribunal Constitucional, establece que “los
poderes públicos están obligados al cumplimiento de las resoluciones pronunciadas por
el Tribunal Constitucional. Las sentencias, declaraciones y autos del Tribunal
Constitucional, son obligatorias y vinculantes para los Poderes del Estado, legisladores,
autoridades y tribunales”.

P á g i n a 147 | 846
En consonancia con tales disposiciones legales la línea Jurisprudencial del Tribunal
Constitucional Plurinacional con relación sobre el efecto vinculante de las sentencias
constitucionales, ha razonado en la SCP 0625/2012 de 23 de julio, que: “Las sentencias
constitucionales dictadas en correspondencia a los principios de supremacía y fuerza
normativa de la Ley Fundamental, se revisten del imperativo de cosa juzgada
constitucional; es decir, no admiten más revisión y así adquieren calidad de inmutables e
inimpugnables por recurso ulterior, en razón a que es la Constitución la que se sobrepone
al orden jurídico general y este Tribunal, se constituye en su supremo intérprete.
Precisamente por las características indicadas supra, es que las resoluciones de la
jurisdicción constitucional son vinculantes y de obediencia obligatoria por los poderes
públicos y por supuesto por las partes, afirmación que se sustenta en el art. 203 de la CPE.
Que concuerda con la previsión del art. 129.V de la misma norma constitucional, que
indica: 'La decisión final que conceda la acción de amparo constitucional será ejecutada
inmediatamente y sin observación (…). La autoridad judicial que no proceda conforme
con lo indicado por este artículo, quedará sujeta a las sanciones previstas por la ley'” (SC
1922/2011-R de 28 de noviembre). Por lo expuesto, emitido un fallo en la jurisdicción
constitucional, ya sea por los jueces o tribunales de garantías o por este Tribunal, la
doctrina legal aplicable desarrollada en él, tiene carácter vinculante con relación a todos,
debiendo las autoridades tanto jurisdiccionales como administrativas aplicarla en los
casos análogos que sea de su conocimiento; de otro lado, la determinación expresada en la
parte dispositiva al estar dirigida exclusivamente a las partes intervinientes en la acción de
defensa, tiene efectos inter partes; es decir, surte consecuencias jurídicas con relación al
accionante, personas o servidor público demandados y terceros interesados,
correspondiendo su ejecución inmediata sin observación alguna, dado que no existe
instancia revisora ulterior que pueda modificar sus efectos “(Las negrillas y cursiva nos
corresponden).

CARACTERÍSTICAS DEL RECURSO DE CASACIÓN


Auto Supremo: 566/ 2017
Sucre: 05 de junio 2017
Proceso: Nulidad.
El recurso de casación es considerado como un medio impugnatorio vertical y
extraordinario procedente en supuestos estrictamente determinados por ley y
dirigido a lograr que el máximo Tribunal revise y reforme o anule las resoluciones
expedidas en apelación que infringen las normas de derecho material, las normas
que garantizan el derecho al debido proceso o las formas esenciales para la eficacia
y validez de los actos procesales.
Como característica esencial de este recurso podemos establecer que no se trata de
una tercera instancia, pues el Tribunal de casación es un Tribunal de derecho y no
de hecho, por ello el recurso solo procede por las causales taxativamente indicadas
por la ley, debiendo el Tribunal de Casación circunscribirse a considerar las
causales invocadas por el recurrente y siempre que se formulen con observancia de
los requisitos exigidos por la misma ley.
Cuando el recurso de casación se interpone en el fondo, esto por errores en la
resolución de fondo del litigio error "in iudicando", siendo su finalidad la casación

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del Auto de Vista recurrido y la emisión de una nueva resolución que resuelva el
fondo del litigio; en tanto que si se plantea en la forma error "in procedendo", es
decir por errores de procedimiento, siendo su finalidad la anulación de la
resolución recurrida o del proceso mismo cuando se hubieren violado las formas
esenciales del proceso sancionadas con nulidad por la ley.

CARACTERÍSTICAS DEL RECURSO DE CASACIÓN


Auto Supremo: 1092/2016
Sucre: 19 de septiembre 2016
Proceso: Anulabilidad de anticipo de legítima
Entre otros se desarrolló el Auto Supremo Nº 381/2012, de 29 de octubre de 2012, en el que
se señaló que: “Cuando el recurso de casación se interpone en el fondo, esto es por errores
en la resolución de fondo o en la resolución de la controversia, los hechos denunciados
deben circunscribirse a las causales de procedencia establecidas en el artículo 253 del
adjetivo civil, siendo su finalidad la casación del Auto de Vista recurrido y la emisión de
una nueva resolución que en base a una correcta interpretación o aplicación de la ley
sustantiva o eliminando el error de hecho o de derecho en la valoración de la prueba,
resuelva el fondo del litigio. En tanto que si se plantea el recurso de casación en la forma,
es decir por errores de procedimiento, la fundamentación de agravios debe adecuarse a las
causales contenidas en el artículo 254 del mismo cuerpo legal, siendo su finalidad la
anulación de la resolución recurrida o del proceso mismo, lo primero sucede cuando la
resolución recurrida contiene infracciones formales y, lo segundo cuando en la
sustanciación del proceso se hubieren violado las formas esenciales del mismo y que se
encuentren sancionadas con nulidad por la ley. En ambos casos, es de inexcusable
cumplimiento el mandato del artículo 258-2) del Código de Procedimiento Civil, es decir,
citar en términos claros, concretos y precisos la ley o leyes violadas o aplicadas falsa o
erróneamente y especificar en qué consiste la violación, falsedad o error; especificaciones
que deben hacerse precisamente en el recurso y no fundarse en memoriales o escritos
anteriores ni suplirse posteriormente.
De lo manifestado precedentemente se concluye que el recurso de casación en el fondo y el
de forma son dos medios de impugnación distintos, que persiguen igualmente finalidades
diferentes.”

CARACTERÍSTICAS Y EL FIN QUE PERSIGUE TANTO EL RECURSO DE


CASACIÓN EN EL FONDO Y EN LA FORMA
Auto Supremo: 11/2017
Sucre: 17 de enero 2017
Proceso: Desalojo.
El Tribunal Supremo de Justicia, siguiendo el lineamiento jurisprudencial y doctrinal de lo
que representa el recurso de casación, entre otros emitió el Auto Supremo No. 411/2012 de
14 de noviembre de 2012, señalando con meridiana claridad que: “El recurso de casación
es considerado como un medio impugnatorio vertical y extraordinario procedente en
supuestos estrictamente determinados por ley y dirigido a lograr que el Tribunal de
Casación revise y reforme o anule las resoluciones expedidas en apelación que infringen
las normas de derecho material, las normas que garantizan el derecho al debido proceso o
las formas esenciales para la eficacia y validez de los actos procesales.

P á g i n a 149 | 846
Como característica esencial de este recurso podemos establecer que no se trata de una
tercera instancia, pues el Tribunal de Casación es un Tribunal de derecho y no de hecho,
por ello el recurso solo procede por las causales taxativamente indicadas por la ley,
debiendo el Tribunal de Casación circunscribirse a considerar las causales invocadas por
el recurrente y siempre que se formulen con observancia de los requisitos exigidos por la
misma ley.
Al respecto la uniforme jurisprudencia sentada por la Ex Corte Suprema de Justicia, con la
que se comparte criterio, señaló que el recurso de casación se equipara a una demanda
nueva de puro derecho, que puede ser planteado en la forma y en el fondo o en ambos a la
vez, conforme está establecido en el artículo 250 del Código de Procedimiento Civil.
Cuando el recurso de casación se interpone en el fondo, esto por errores en la resolución
de fondo del litigio "error in judicando", caso en el cual los hechos denunciados deben
circunscribirse a las causales de procedencia establecidas en el artículo 253 del adjetivo
civil y está orientado a que el Tribunal Supremo revise el fondo de la resolución del litigio,
siendo su finalidad la casación del Auto de Vista recurrido y la emisión de una nueva
resolución que resuelva el fondo del litigio; en tanto que si se plantea en la forma "error in
procedemdo", es decir por errores de procedimiento, la fundamentación debe adecuarse a
las causales y previsiones contenidas en el artículo 254 del mismo cuerpo legal, siendo su
finalidad la anulación de la resolución recurrida o del proceso mismo cuando se hubieren
violado las formas esenciales del proceso sancionadas con nulidad por la ley. En ambos
casos, es de inexcusable cumplimiento el mandato del artículo 258-2) del Código de
Procedimiento Civil; es decir, citar en términos claros, concretos y precisos la ley o leyes
violadas o aplicadas falsa o erróneamente y especificar en qué consiste la violación,
falsedad o error; especificaciones que deben hacerse precisamente en el recurso y no
fundarse en memoriales o escritos anteriores ni suplirse posteriormente.
De lo manifestado precedentemente se concluye que el recurso de casación en el fondo y el
de forma son dos medios de impugnación distintos, que persiguen igualmente finalidades
diferentes, el uno, nos referimos al de fondo, está orientado a que el Tribunal Supremo
revise el fondo de la resolución del litigio, y en este caso lo que el recurrente pretende es
que el Auto Supremo "CASE" la resolución recurrida y resuelva el fondo de la controversia
en base a la correcta aplicación o interpretación de la ley o la debida valoración de la
prueba. En cambio el recurso de casación en la forma está orientado a que el Tribunal
Supremo constate la existencia de errores formales en la resolución impugnada o de
procedimiento en la sustanciación de la causa que conlleven la afectación del debido
proceso, en ese caso la pretensión recursiva está orientada a la nulidad de la resolución
impugnada o la nulidad de obrados.”
Asimismo en el Auto Supremo No. 394/2014 de 18 de julio 2014 respecto al tema, señaló
que: “Se ha manifestado reiteradamente que el recurso de casación es extraordinario, en
mérito a la naturaleza formal que la ley le ha atribuido, que se recoge en el art. 258 del
Código de Procedimiento Civil, en ese atributo, el enjuiciamiento de las Resolución de
Alzada se ve limitado por supuestos legales específicos que la ley ha establecido en función
a la naturaleza del error, sea material o formal; denominados por la doctrina como error
in judicando, para el uno, e in procedendo, para el otro.
El error material se presenta cuando en la decisión jurisdiccional de fondo se afecta a la
norma jurídica sustantiva utilizada en la solución de la controversia, en cambio, existe
error formal cuando se afecta el desarrollo normal del proceso coercida por nulidad de sus
actos sistemáticos. En atención a la naturaleza del error que se activa el recurso de

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casación, siendo el recurso de casación en la forma, o nulidad, el idóneo para
contrarrestar los errores formales y el recurso de casación en el fondo el útil para
enmendar los errores sustantivos o sustanciales; contando cada uno de estos medios de
impugnación reglas precisas de fundabilidad, por lo que el art. 253 del Código de
Procedimiento Civil delimita taxativamente las causales que permiten el recurso de
casación en el fondo, y por su parte el art. 254 de la citada norma, contiene el catálogo de
causales que habilitan la procedencia del recurso de casación en la forma o de nulidad.
Establecido lo anterior concluiremos diciendo que el recurso de casación en el fondo y el
de forma son dos medios de impugnación distintos que persiguen finalidades igualmente
diferentes.
Es así que, cuando se plantea recurso de casación en el fondo lo que se pretende es que el
Tribunal case el Auto de Vista impugnado en base a la correcta aplicación o interpretación
de la norma sustantiva y resuelva el fondo del litigio; en cambio, cuando se plantea el
recurso de nulidad o casación en la forma, lo que se pretende es la nulidad de obrados
para la correcta aplicación de las normas procesales resguardando la garantía del debido
proceso.”

CADUCIDAD
Auto Supremo: 898/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.

CARGA DE LA PRUEBA
Auto Supremo: 659/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Usucapión Decenal o extraordinaria.
Previamente a ingresar a considerar la carga de la prueba, nos referiremos a lo que debe
entenderse por prueba, para dicha finalidad citaremos a Carlos Morales Guillen quien en su
obra titulada Código Civil Concordado y anotado, citando a Messineo, señala: “Prueba es
la representación de un hecho y, por consiguiente es la demostración de la realidad (o de

P á g i n a 151 | 846
la irrealidad) del mismo. Si el hecho no se prueba, según las reglas dadas al efecto por la
ley, es como si no existiese. La finalidad de la prueba es afirmar los hechos jurídicos,
entendido este término en su más amplia acepción, hechos naturales, hechos humanos y
actos y negocios jurídicos…”.
Ahora bien, dicho autor, sobre la carga de la prueba inmersa en el art. 1283 del Código
Civil, señala: “…..el peso de la prueba recae en quien demanda una determinada
pretensión frente otro, que debe probar los hechos en los cuales fundamenta su demanda.
El demandado puede limitarse a negarla, dejando toda la carga de la prueba al
demandante (ei incumbit ptrobatio qui dicit, nom qui negat). Mas si el demandado alega
hechos diversos de los deducidos por el actor que, sin negarlos necesariamente, sean
incompatibles con éstos y les quiten eficacia, ya porque tengan carácter extintivo (v. gr.
Pago), impeditivo (v. gr. Vigencia de plazo pactado) o modificativo (v. gr. Excesiva
onerosidad sobrevenida) está obligado a probar su excepción conforme a la segunda parte
del axioma citado supra”.
En relación a dichas consideraciones, este Tribunal Supremo de Justicia emitió varios
Autos Supremos, entre ellos el Nº 162/2015 de fecha 10 de marzo de 2015, que sobre este
punto señala: “Respecto a la carga de la prueba, acusada en el recurso de casación, se
debe considerar que, la prueba es un medio de verificación de las proposiciones
incorporadas por los litigantes en el proceso con la finalidad de crear en el juzgador pleno
convencimiento con relación a los hechos del proceso para cuya finalidad, las pruebas
deben ser apreciadas de acuerdo a la valoración que les otorga la ley, conforme al sistema
de apreciación legal de la prueba y el valor probatorio que les asigna la Ley o de acuerdo
a las reglas de la sana crítica en previsión del art. 1286 del Código Civil concordante con
el art. 397 del Código de Procedimiento Civil….”

CARGA DE LA PRUEBA
Auto Supremo: 747/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Proceso: Reivindicación
Previamente a ingresar a considerar la carga de la prueba, nos referiremos a lo que debe
entenderse por prueba, para dicha finalidad citaremos a Carlos Morales Guillen quien en su
obra titulada Código Civil Concordado y anotado, citando a Messineo, señala: “Prueba es
la representación de un hecho y, por consiguiente es la demostración de la realidad (o de
la irrealidad) del mismo. Si el hecho no se prueba, según las reglas dadas al efecto por la
ley, es como si no existiese. La finalidad de la prueba es afirmar los hechos jurídicos,
entendido este término en su más amplia acepción, hechos naturales, hechos humanos y
actos y negocios jurídicos…”.
Ahora bien, dicho autor, sobre la carga de la prueba inmersa en el art. 1283 del Código
Civil, señala: “…..el peso de la prueba recae en quien demanda una determinada
pretensión frente otro, que debe probar los hechos en los cuales fundamenta su demanda.
El demandado puede limitarse a negarla, dejando toda la carga de la prueba al
demandante (ei incumbit ptrobatio qui dicit, nom qui negat). Mas si el demandado alega
hechos diversos de los deducidos por el actor que, sin negarlos necesariamente, sean
incompatibles con éstos y les quiten eficacia, ya porque tengan carácter extintivo (v. gr.
Pago), impeditivo (v. gr. Vigencia de plazo pactado) o modificativo (v. gr. Excesiva
onerosidad sobrevenida) está obligado a probar su excepción conforme a la segunda parte
del axioma citado supra”.

P á g i n a 152 | 846
En relación a dichas consideraciones, este Tribunal Supremo de Justicia emitió varios
Autos Supremos, entre ellos el Nº 162/2015 de fecha 10 de marzo, que sobre este punto
señala: “Respecto a la carga de la prueba, acusada en el recurso de casación, se debe
considerar que, la prueba es un medio de verificación de las proposiciones incorporadas
por los litigantes en el proceso con la finalidad de crear en el juzgador pleno
convencimiento con relación a los hechos del proceso para cuya finalidad, las pruebas
deben ser apreciadas de acuerdo a la valoración que les otorga la ley, conforme al sistema
de apreciación legal de la prueba y el valor probatorio que les asigna la Ley o de acuerdo
a las reglas de la sana crítica en previsión del art. 1286 del Código Civil concordante con
el art. 397 del Código de Procedimiento Civil….”

CARGA DE LA PRUEBA
Auto Supremo: 871/2016
Sucre: 25 de julio 2016
Proceso: Reivindicación, desocupación y entrega de inmueble.
Previamente a ingresar a considerar la carga de la prueba, nos referiremos a lo que debe
entenderse por prueba, para dicha finalidad citaremos a Carlos Morales Guillen quien en su
obra titulada Código Civil Concordado y anotado, citando a Messineo, señala: “Prueba es
la representación de un hecho y, por consiguiente es la demostración de la realidad (o de
la irrealidad) del mismo. Si el hecho no se prueba, según las reglas dadas al efecto por la
ley, es como si no existiese. La finalidad de la prueba es afirmar los hechos jurídicos,
entendido este término en su más amplia acepción, hechos naturales, hechos humanos y
actos y negocios jurídicos…”.
Ahora bien, dicho autor, sobre la carga de la prueba inmersa en el art. 1283 del Código
Civil, señala: “…..el peso de la prueba recae en quien demanda una determinada
pretensión frente otro, que debe probar los hechos en los cuales fundamenta su demanda.
El demandado puede limitarse a negarla, dejando toda la carga de la prueba al
demandante (ei incumbit ptrobatio qui dicit, nom qui negat). Mas si el demandado alega
hechos diversos de los deducidos por el actor que, sin negarlos necesariamente, sean
incompatibles con éstos y les quiten eficacia, ya porque tengan carácter extintivo (v. gr.
Pago), impeditivo (v. gr. Vigencia de plazo pactado) o modificativo (v. gr. Excesiva
onerosidad sobrevenida) está obligado a probar su excepción conforme a la segunda parte
del axioma citado supra”.
En relación a dichas consideraciones, este Tribunal Supremo de Justicia emitió varios
Autos Supremos, entre ellos el Nº 162/2015 de fecha 10 de marzo de 2015, que sobre este
punto señala: “Respecto a la carga de la prueba, acusada en el recurso de casación, se
debe considerar que, la prueba es un medio de verificación de las proposiciones
incorporadas por los litigantes en el proceso con la finalidad de crear en el juzgador pleno
convencimiento con relación a los hechos del proceso para cuya finalidad, las pruebas
deben ser apreciadas de acuerdo a la valoración que les otorga la ley, conforme al sistema
de apreciación legal de la prueba y el valor probatorio que les asigna la Ley o de acuerdo
a las reglas de la sana crítica en previsión del art. 1286 del Código Civil concordante con
el art. 397 del Código de Procedimiento Civil….”

CARGA DE LA PRUEBA
Auto Supremo: 910/2016
Sucre: 27 de julio 2016

P á g i n a 153 | 846
Proceso: Desheredación
La prueba resulta un elemento esencial en todo proceso, toda vez que su importancia y
función principal radica en el hecho de generar criterio y convicción en los juzgadores para
establecer la existencia o no de los hechos expuestos en la demanda y contestación, aspecto
que sin duda define el resultado de la controversia judicial en aplicación de la ley y los
principios constitucionales.
En este marco resulta necesario señalar que la carga de la prueba se establece en el propio
interés de las partes, quienes tiene la obligación de demostrar y desvirtuar lo afirmado por
las partes tanto en la demanda como en la respuesta, pues quien tiene la carga de la prueba
(en función a los hechos su pretensión o sobre lo que se le demanda) y no la produce, se
perjudica asimismo.
Razonamiento que nace precisamente de interpretación del art. 1283 del Código Civil en
relación al art. 375 del Código de Procedimiento Civil que impone como carga procesal a
las partes litigantes la de probar los hechos en que fundamentan su pretensión y quien
pretende el reconocimiento de su derecho, debe probar el hecho o hechos en que
fundamenta su acción.
En este entendido el Auto Supremo Nº 644/2016 de 15 de junio de 2016, al respecto a
orientado: “Previamente a ingresar a considerar la carga de la prueba, nos referiremos a
lo que debe entenderse por prueba, para dicha finalidad citaremos a Carlos Morales
Guillen quien en su obra titulada Código Civil Concordado y anotado, citando a Messineo,
señala: “Prueba es la representación de un hecho y, por consiguiente es la demostración
de la realidad (o de la irrealidad) del mismo. Si el hecho no se prueba, según las reglas
dadas al efecto por la ley, es como si no existiese. La finalidad de la prueba es afirmar los
hechos jurídicos, entendido este término en su más amplia acepción, hechos naturales,
hechos humanos y actos y negocios jurídicos…”.
Ahora bien, dicho autor, sobre la carga de la prueba inmersa en el art. 1283 del Código
Civil, señala: “…..el peso de la prueba recae en quien demanda una determinada
pretensión frente otro, que debe probar los hechos en los cuales fundamenta su demanda.
El demandado puede limitarse a negarla, dejando toda la carga de la prueba al
demandante (ei incumbit ptrobatio qui dicit, nom qui negat). Mas si el demandado alega
hechos diversos de los deducidos por el actor que, sin negarlos necesariamente, sean
incompatibles con éstos y les quiten eficacia, ya porque tengan carácter extintivo (v. gr.
Pago), impeditivo (v. gr. Vigencia de plazo pactado) o modificativo (v. gr. Excesiva
onerosidad sobrevenida) está obligado a probar su excepción conforme a la segunda parte
del axioma citado supra”.
En relación a dichas consideraciones, este Tribunal Supremo de Justicia emitió varios
Autos Supremos, entre ellos el Nº 162/2015 de fecha 10 de marzo de 2015, que sobre este
punto señala: “Respecto a la carga de la prueba, acusada en el recurso de casación, se
debe considerar que, la prueba es un medio de verificación de las proposiciones
incorporadas por los litigantes en el proceso con la finalidad de crear en el juzgador pleno
convencimiento con relación a los hechos del proceso para cuya finalidad, las pruebas
deben ser apreciadas de acuerdo a la valoración que les otorga la ley, conforme al sistema
de apreciación legal de la prueba y el valor probatorio que les asigna la Ley o de acuerdo
a las reglas de la sana crítica en previsión del art. 1286 del Código Civil concordante con
el art. 397 del Código de Procedimiento Civil….”.

CARGA DE LA PRUEBA

P á g i n a 154 | 846
Auto Supremo: 910/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Desheredación
La prueba resulta un elemento esencial en todo proceso, toda vez que su importancia y
función principal radica en el hecho de generar criterio y convicción en los juzgadores para
establecer la existencia o no de los hechos expuestos en la demanda y contestación, aspecto
que sin duda define el resultado de la controversia judicial en aplicación de la ley y los
principios constitucionales.
En este marco resulta necesario señalar que la carga de la prueba se establece en el propio
interés de las partes, quienes tiene la obligación de demostrar y desvirtuar lo afirmado por
las partes tanto en la demanda como en la respuesta, pues quien tiene la carga de la prueba
(en función a los hechos su pretensión o sobre lo que se le demanda) y no la produce, se
perjudica asimismo.
Razonamiento que nace precisamente de interpretación del art. 1283 del Código Civil en
relación al art. 375 del Código de Procedimiento Civil que impone como carga procesal a
las partes litigantes la de probar los hechos en que fundamentan su pretensión y quien
pretende el reconocimiento de su derecho, debe probar el hecho o hechos en que
fundamenta su acción.
En este entendido el Auto Supremo Nº 644/2016 de 15 de junio de 2016, al respecto a
orientado: “Previamente a ingresar a considerar la carga de la prueba, nos referiremos a
lo que debe entenderse por prueba, para dicha finalidad citaremos a Carlos Morales
Guillen quien en su obra titulada Código Civil Concordado y anotado, citando a Messineo,
señala: “Prueba es la representación de un hecho y, por consiguiente es la demostración
de la realidad (o de la irrealidad) del mismo. Si el hecho no se prueba, según las reglas
dadas al efecto por la ley, es como si no existiese. La finalidad de la prueba es afirmar los
hechos jurídicos, entendido este término en su más amplia acepción, hechos naturales,
hechos humanos y actos y negocios jurídicos…”.
Ahora bien, dicho autor, sobre la carga de la prueba inmersa en el art. 1283 del Código
Civil, señala: “…..el peso de la prueba recae en quien demanda una determinada
pretensión frente otro, que debe probar los hechos en los cuales fundamenta su demanda.
El demandado puede limitarse a negarla, dejando toda la carga de la prueba al
demandante (ei incumbit ptrobatio qui dicit, nom qui negat). Mas si el demandado alega
hechos diversos de los deducidos por el actor que, sin negarlos necesariamente, sean
incompatibles con éstos y les quiten eficacia, ya porque tengan carácter extintivo (v. gr.
Pago), impeditivo (v. gr. Vigencia de plazo pactado) o modificativo (v. gr. Excesiva
onerosidad sobrevenida) está obligado a probar su excepción conforme a la segunda parte
del axioma citado supra”.
En relación a dichas consideraciones, este Tribunal Supremo de Justicia emitió varios
Autos Supremos, entre ellos el Nº 162/2015 de fecha 10 de marzo de 2015, que sobre este
punto señala: “Respecto a la carga de la prueba, acusada en el recurso de casación, se
debe considerar que, la prueba es un medio de verificación de las proposiciones
incorporadas por los litigantes en el proceso con la finalidad de crear en el juzgador pleno
convencimiento con relación a los hechos del proceso para cuya finalidad, las pruebas
deben ser apreciadas de acuerdo a la valoración que les otorga la ley, conforme al sistema
de apreciación legal de la prueba y el valor probatorio que les asigna la Ley o de acuerdo
a las reglas de la sana crítica en previsión del art. 1286 del Código Civil concordante con
el art. 397 del Código de Procedimiento Civil….”.

P á g i n a 155 | 846
CARGA DE LA PRUEBA
Auto Supremo: 1278/2016
Sucre: 07 de noviembre 2016
Proceso: Usucapión.
Previamente a ingresar a considerar la carga de la prueba, nos referiremos a lo que debe
entenderse por prueba, para dicha finalidad citaremos a Carlos Morales Guillen quien en su
obra titulada Código Civil Concordado y anotado, citando a Messineo, señala: “Prueba es
la representación de un hecho y, por consiguiente es la demostración de la realidad (o de
la irrealidad) del mismo. Si el hecho no se prueba, según las reglas dadas al efecto por la
ley, es como si no existiese. La finalidad de la prueba es afirmar los hechos jurídicos,
entendido este término en su más amplia acepción, hechos naturales, hechos humanos y
actos y negocios jurídicos…”.
Ahora bien, dicho autor, sobre la carga de la prueba inmersa en el art. 1283 del Código
Civil, señala: “…..el peso de la prueba recae en quien demanda una determinada
pretensión frente otro, que debe probar los hechos en los cuales fundamenta su demanda.
El demandado puede limitarse a negarla, dejando toda la carga de la prueba al
demandante (ei incumbit ptrobatio qui dicit, nom qui negat). Mas si el demandado alega
hechos diversos de los deducidos por el actor que, sin negarlos necesariamente, sean
incompatibles con éstos y les quiten eficacia, ya porque tengan carácter extintivo (v. gr.
Pago), impeditivo (v. gr. Vigencia de plazo pactado) o modificativo (v. gr. Excesiva
onerosidad sobrevenida) está obligado a probar su excepción conforme a la segunda parte
del axioma citado supra”.
En relación a dichas consideraciones, este Tribunal Supremo de Justicia emitió varios
Autos Supremos, entre ellos el Nº 162/2015 de fecha 10 de marzo de 2015, que sobre este
punto señala: “Respecto a la carga de la prueba, acusada en el recurso de casación, se
debe considerar que, la prueba es un medio de verificación de las proposiciones
incorporadas por los litigantes en el proceso con la finalidad de crear en el juzgador pleno
convencimiento con relación a los hechos del proceso para cuya finalidad, las pruebas
deben ser apreciadas de acuerdo a la valoración que les otorga la ley, conforme al sistema
de apreciación legal de la prueba y el valor probatorio que les asigna la Ley o de acuerdo
a las reglas de la sana crítica en previsión del art. 1286 del Código Civil concordante con
el art. 397 del Código de Procedimiento Civil….”

CARGA DE LA PRUEBA
Auto Supremo: 644/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Usucapión decenal.
Previamente a ingresar a considerar la carga de la prueba, nos referiremos a lo que debe
entenderse por prueba, para dicha finalidad citaremos a Carlos Morales Guillen quien en su
obra titulada Código Civil Concordado y anotado, citando a Messineo, señala: “Prueba es
la representación de un hecho y, por consiguiente es la demostración de la realidad (o de
la irrealidad) del mismo. Si el hecho no se prueba, según las reglas dadas al efecto por la
ley, es como si no existiese. La finalidad de la prueba es afirmar los hechos jurídicos,
entendido este término en su más amplia acepción, hechos naturales, hechos humanos y
actos y negocios jurídicos…”.

P á g i n a 156 | 846
Ahora bien, dicho autor, sobre la carga de la prueba inmersa en el art. 1283 del Código
Civil, señala: “…..el peso de la prueba recae en quien demanda una determinada
pretensión frente otro, que debe probar los hechos en los cuales fundamenta su demanda.
El demandado puede limitarse a negarla, dejando toda la carga de la prueba al
demandante (ei incumbit ptrobatio qui dicit, nom qui negat). Mas si el demandado alega
hechos diversos de los deducidos por el actor que, sin negarlos necesariamente, sean
incompatibles con éstos y les quiten eficacia, ya porque tengan carácter extintivo (v. gr.
Pago), impeditivo (v. gr. Vigencia de plazo pactado) o modificativo (v. gr. Excesiva
onerosidad sobrevenida) está obligado a probar su excepción conforme a la segunda parte
del axioma citado supra”.
En relación a dichas consideraciones, este Tribunal Supremo de Justicia emitió varios
Autos Supremos, entre ellos el Nº 162/2015 de fecha 10 de marzo de 2015, que sobre este
punto señala: “Respecto a la carga de la prueba, acusada en el recurso de casación, se
debe considerar que, la prueba es un medio de verificación de las proposiciones
incorporadas por los litigantes en el proceso con la finalidad de crear en el juzgador pleno
convencimiento con relación a los hechos del proceso para cuya finalidad, las pruebas
deben ser apreciadas de acuerdo a la valoración que les otorga la ley, conforme al sistema
de apreciación legal de la prueba y el valor probatorio que les asigna la Ley o de acuerdo
a las reglas de la sana crítica en previsión del art. 1286 del Código Civil concordante con
el art. 397 del Código de Procedimiento Civil….”

CADUCIDAD
Auto Supremo: 898/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.

CARGA PROCESAL PARA LAS PARTES, DE ASISTIR A SECRETARIA DEL


JUZGADO
Auto Supremo: 76/2017
Sucre: 01 de febrero 2017

P á g i n a 157 | 846
Proceso: Reivindicación y otros.
El art. 84 del Código Procesal Civil establece en el Parágrafo I “Por principio las
actuaciones procesales en todos los grados serán inmediatamente notificadas a las partes
en la secretaría del Juzgado o Tribunal, excepto en los casos previstos por ley. II Con este
objeto, las partes, las y los abogados que actúen en el proceso tendrán la carga procesal
de asistencia obligatoria a la secretaría del juzgado o Tribunal. III Si la parte o su
abogada o abogados, o procurador de estos últimos no se apersonare al Juzgado o
Tribunal, se tendrá por efectuada la notificación y se sentará la diligencia respectiva IV.-
No se considerará cumplida la notificación si el expediente o la actuación no se encontrare
en secretaría, cuyo caso se hará constar esta circunstancia en el libro de control de
notificaciones u otro medio autorizado del Juez o Tribunal”. De la lectura del artículo se
establece la obligación de las partes de asistir al juzgado con la finalidad de enterarse de
todas las actuaciones realizadas dentro del proceso, en caso de no encontrarse el expediente
en secretaría, no se considerará cumplida la notificación.
Es en este entendido que se ha orientado a través de diversos fallos, entre ellos el Auto
Supremo Nº 1071/2015 – L que: “…las partes deben tomar en cuenta que el impulso del
proceso y la correcta sustanciación del mismo no es de responsabilidad exclusiva de los
operadores de justicia y su personal de apoyo, sino también es de responsabilidad de las
partes litigantes, en este sentido las partes asumen la carga procesal de asistir en forma
obligatoria a la secretearía del juzgado los días martes y viernes para notificarse con las
actuaciones que se hubieron producido, obligación establecida en el art. 14 de la ley Nº
1760 vigente en ese tiempo, y actualmente establecida en el art. 84 del Código Procesal
Civil (en vigencia anticipada), obligación que no fue asumida por las partes… pues no
resultan ser actos procesales impulsorios del proceso ya que con estas o sin estas, las
partes tenían la carga procesal de asistir al juzgado a efectos de notificación”.

CARGA PROCESAL PARA LAS PARTES, DE ASISTIR A SECRETARIA


DEL JUZGADO
Auto Supremo: 535/2017
Sucre: 17 de mayo 2017
Proceso: Reivindicación.
El art. 14 de la Ley Nº 1760 de 28 de febrero de 1997, que sustituyó el artículo 133
del Código de Procedimiento Civil, disponía que: “Después de las citaciones con
la demanda y la reconvención, las actuaciones judiciales en todas las instancias
deberán ser inmediatamente notificadas en la secretara del juzgado o tribunal a
las partes. Para tal fin, las partes y los abogados que actúen en el proceso tendrán
la carga procesal de asistir en forma obligatoria a la secretara los das martes y
viernes para notificarse con las actuaciones que se hubieren producido; si estos
das fueren feriados, asistir al día hábil siguiente”, disposición actualmente
contenida en el art. 84 del Código Procesal Civil que respecto a la carga procesal
que tienen las partes, de asistir a Secretaria del juzgado establece: en el Parágrafo
I “Por principio las actuaciones procesales en todos los grados serán
inmediatamente notificadas a las partes en la secretaría del Juzgado o Tribunal,
excepto en los casos previstos por ley. II Con este objeto, las partes, las y los
abogados que actúen en el proceso tendrán la carga procesal de asistencia

P á g i n a 158 | 846
obligatoria a la secretaría del juzgado o Tribunal. III Si la parte o su abogada o
abogados, o procurador de estos últimos no se apersonare al Juzgado o Tribunal,
se tendrá por efectuada la notificación y se sentará la diligencia respectiva IV.- No
se considerará cumplida la notificación si el expediente o la actuación no se
encontrare en secretaría, cuyo caso se hará constar esta circunstancia en el libro
de control de notificaciones u otro medio autorizado del Juez o Tribunal”. De la
lectura de los citados artículos se establece la obligación de las partes de asistir al
juzgado con la finalidad de enterarse de todas las actuaciones realizadas dentro del
proceso, en caso de no encontrarse el expediente en secretaría, no se considerará
cumplida la notificación.
Es en este entendido que se ha orientado a través de diversos fallos, entre ellos el
Auto Supremo Nº 1071/2015 – L que:“…las partes deben tomar en cuenta que el
impulso del proceso y la correcta sustanciación del mismo no es de
responsabilidad exclusiva de los operadores de justicia y su personal de apoyo,
sino también es de responsabilidad de las partes litigantes, en este sentido las
partes asumen la carga procesal de asistir en forma obligatoria a la secretearía
del juzgado los días martes y viernes para notificarse con las actuaciones que se
hubieron producido, obligación establecida en el art. 14 de la ley Nº 1760 vigente
en ese tiempo, y actualmente establecida en el art. 84 del Código Procesal Civil
(en vigencia anticipada), obligación que no fue asumida por las partes… pues no
resultan ser actos procesales impulsorios del proceso ya que con estas o sin estas,
las partes tenían la carga procesal de asistir al juzgado a efectos de notificación”.

CARGA PROCESAL PARA LAS PARTES, DE ASISTIR A SECRETARIA DEL


JUZGADO
Auto Supremo: 326/2016
Sucre: 12 de abril 2016
Proceso: Nulidad de documento.
El art. 84 del Código Procesal Civil establece en el Parágrafo I “Por principio las
actuaciones procesales en todos los grados serán inmediatamente notificadas a las partes
en la secretaría del Juzgado o Tribunal, excepto en los casos previstos por ley. II Con este
objeto, las partes, las y los abogados que actúen en el proceso tendrán la carga procesal
de asistencia obligatoria a la secretaría del juzgado o Tribunal. III Si la parte o su
abogada o abogados, o procurador de estos últimos no se apersonare al Juzgado o
Tribunal, se tendrá por efectuada la notificación y se sentará la diligencia respectiva IV.-
No se considerará cumplida la notificación si el expediente o la actuación no se encontrare
en secretaría, cuyo caso se hará constar esta circunstancia en el libro de control de
notificaciones u otro medio autorizado del Juez o Tribunal”. De la lectura del artículo se
establece la obligación de las partes de asistir al juzgado con la finalidad de enterarse de
todas las actuaciones realizadas dentro del proceso, en caso de no encontrarse el expediente
en secretaría, no se considerará cumplida la notificación.
Es en este entendido que se ha orientado a través de diversos fallos, entre ellos el Auto
Supremo Nº 1071/2015 – L que: “…las partes deben tomar en cuenta que el impulso del
proceso y la correcta sustanciación del mismo no es de responsabilidad exclusiva de los
operadores de justicia y su personal de apoyo, sino también es de responsabilidad de las
P á g i n a 159 | 846
partes litigantes, en este sentido las partes asumen la carga procesal de asistir en forma
obligatoria a la secretearía del juzgado los días martes y viernes para notificarse con las
actuaciones que se hubieron producido, obligación establecida en el art. 14 de la ley Nº
1760 vigente en ese tiempo, y actualmente establecida en el art. 84 del Código Procesal
Civil (en vigencia anticipada), obligación que no fue asumida por las partes… pues no
resultan ser actos procesales impulsorios del proceso ya que con estas o sin estas, las
partes tenían la carga procesal de asistir al juzgado a efectos de notificación”.

CARTA DE CREDITO, DIFERENCIA ENTRE EL CONTRATO DE COMPRA -


VENTA
Auto Supremo: 942/2015 - L
Sucre: 14 de octubre 2015
Ahora bien, el Art. 1407 (Carta de crédito y transacción en que se basa) del Código de
Comercio prescribe que: “La carta de crédito por su naturaleza es diferente al contrato de
compra-venta o relación sobre el cual haya de aplicarse el crédito abierto. Por esta
circunstancia, ni el Banco que extendió la carta ni el corresponsal, en su caso, contraen
ninguna responsabilidad en cuanto a la forma, suficiencia, exactitud, autenticidad, o efecto
legal de algún documento concerniente a dicho contrato. Tampoco en cuanto a la
designación, cuantía, peso, calidad, condiciones, embalaje, entrega o valor de las
mercaderías que representan los documentos, ni en lo referente a las condiciones
generales o particulares estipuladas en la documentación, a la buena fe o a los actos del
remitente o cargador o de cualquier otra persona. Igualmente no contrae ninguna
responsabilidad en lo relativo a la solvencia y reputación de los encargados del transporte
o de los aseguradores de las mercaderías”, asimismo el art. 15 de las “Reglas de Usos
Uniformes de los Créditos Documentarios”, dispone la exoneración respecto a la validez de
los documentos cuando prescribe: “Los bancos no asumen obligación o responsabilidad
respecto a la forma, suficiencia, exactitud, autenticidad, falsedad o valor legal de
documento alguno, ni respecto a las condiciones generales o particulares que figuren en
los documentos o que se añadan a ellos; tampoco asumen obligación o responsabilidad
alguna por la descripción, cantidad, peso, calidad, estado, embalaje, despacho, valor o
existencia de las mercancías representadas por los documentos, ni tampoco respecto a la
buena fe, a los actos y/o las omisiones, a la solvencia, al cumplimiento de las obligaciones
o a la reputación de los expedidores de los transportistas, de los porteadores, de los
consignatarios o de los aseguradores de las mercancías o de cualquier otra persona quien
quiera que sea” (Las negrillas so nuestras). Restando de esta manera las disposiciones
normativas señaladas responsabilidad del acreditante en relación al efecto legal de algún
documento concerniente a dicho contrato.
CARTAS DE CREDITO, O CARTAS ORDENES DE CREDITO
Auto Supremo: 942/2015 - L
Sucre: 14 de octubre 2015
Ahora bien, respecto a las Cartas de Crédito (o Cartas Ordenes de Crédito) el Art. 1338
(Concepto) del Código de Comercio, dispone que: “Por la carta de crédito el Banco
otorgante instruye a otro Banco o corresponsal para que entregue a la vista, a un tercero
beneficiario, una cantidad fija de dinero o cantidades hasta la suma señalada como
límite…”.
El art. 1408 (Aplicación supletoria de las Reglas de Usos Uniformes de los Créditos
Documentarios) del Código de Comercio, al referirse a la sección II (Créditos

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documentarios (Acreditivos) del capítulo IV, del título VII, del Libro Tercero del Código
referido, dispone que: “En cuanto a lo no previsto en esta Sección, se aplicarán,
supletoriamente, las "Reglas y Usos Uniformes de los Créditos Documentarios", de última
revisión”; haciéndose de esta manera aplicable en el presente caso de autos las Reglas y
Usos Uniformes de los Créditos Documentarios Publicación 500.
Las Reglas y Usos Uniformes de los Créditos Documentarios Publicación 500 en su art. 2,
nos trae una DEFINICION DE CREDITO concretando que: “A efectos de los presentes
artículos, las expresiones "Crédito/s", se refieren a todo acuerdo, cualquiera que sea su
denominación o descripción, por el que un banco ("Banco Emisor"), obrando a petición y
de conformidad con las instrucciones de un cliente ("Ordenante") o en su propio
nombre: I. se obliga a hacer un pago a un tercero ("Beneficiario") o a su orden, o a
aceptar y pagar efectos librados por el Beneficiario, o, II. autoriza a otro banco para que
efectúe el pago, o para que acepte y pague tales efectos, o, III. autoriza a otro banco para
que negocie, contra la entrega del/de los documento/s exigido/s, siempre y cuando se
cumplan los términos y las condiciones del Crédito. A los efectos de los presentes artículos,
las sucursales de un banco en países diferentes se considerarán como otro banco”. Por su
parte el art. 3 al referirse a los CREDITOS/CONTRATOS establece que: “a. Los Créditos
son, por su naturaleza, operaciones independientes de las ventas o de cualquier otro
contrato en los que puedan estar basados y a los bancos no les afectan ni están vinculados
por tal/es contrato/s, aun cuando en el Crédito se incluya alguna referencia al/a los
mencionado/s contrato/s. Por lo tanto, el compromiso por parte de un banco de pagar,
aceptar y pagar efecto/s o negociar y/o cumplir cualquier otra obligación incluida en el
Crédito no está sujeta a reclamaciones o excepciones por parte del Ordenante,
resultantes de sus relaciones con el Banco Emisor o con el Beneficiario. b. El
Beneficiario no podrá, en ningún caso, hacer uso de las relaciones contractuales existentes
entre los bancos o entre el Ordenante y el Banco Emisor” (las negrillas son nuestras).
En interpretación de Carlos Morales Guillen la carta de crédito o carta de crédito mercantil
“es una orden de pago dirigida por una persona, denominada dador, a otra que es el
destinatario, a efecto de que entregue a un tercero o beneficiario, designado en la misma,
determinada cantidad fija o varias cantidades indeterminadas de dinero, con un límite
máximo que se señala en el documento…La determinación de su naturaleza jurídica, puede
corresponder a la de una operación de crédito, o a la de un simple servicio bancario de
mediación de pagos, según la alternativa que se haya estipulado en conformidad con lo
dispuesto por el art. 1341”. Concluyendo que la carta de crédito ha de ser necesariamente
nominada, según doctrina uniforme.

CARTAS DE CRÉDITO (o Cartas Órdenes de Crédito):


Auto Supremo: 478/2016
Sucre: 12 de mayo 2016
Proceso: Incumplimiento de contrato y pago de daños y perjuicios.
El Art. 1338 del Código de Comercio, señala: “(Concepto) Por la carta de crédito el Banco
otorgante instruye a otro Banco o corresponsal para que entregue a la vista, a un tercero
beneficiario, una cantidad fija de dinero o cantidades hasta la suma señalada como
límite…”.
Carlos Morales Guillen, en su obra referida supra, pág. 1273 a 1274, al realizar el análisis
del art. 1338 del Código de Comercio refiere que la carta de crédito o carta de crédito
mercantil “…es una orden de pago dirigida por una persona, denominada dador, a otra

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que es el destinatario, a efecto de que entregue a un tercero o beneficiario, designado en la
misma, determinada cantidad fija o varias cantidades indeterminadas de dinero, con un
límite máximo que se señala en el documento…La determinación de su naturaleza jurídica,
puede corresponder a la de una operación de crédito, o a la de un simple servicio bancario
de mediación de pagos, según la alternativa que se haya estipulado en conformidad con lo
dispuesto por el art. 1341”. Concluyendo que la carta de crédito ha de
ser necesariamente nominada, según doctrina uniforme.

CASOS DE DESVINCULACIÓN CONYUGAL


Auto Supremo: 289/2017
Sucre: 15 de marzo 2017
El Nuevo Código de las Familias y del Proceso Familiar, Ley Nº 603 de fecha 19
de noviembre 2014 publicada el 24 de noviembre de 2014, en su Disposición
Transitoria Segunda numeral I establece lo siguiente: “Entraran en vigencia al
momento de la publicación del presente Código, las siguientes normas que
alcanzan inclusive a los procesos judiciales en trámite en primera y segunda
instancia, y en ejecución de fallos:
a. El régimen de asistencia familiar y disposiciones conexas del presente
Código”.
b. El régimen del divorcio y desvinculación conyugal, y disposiciones
conexas del presente Código. (…)
De la cita legal se advierte con total claridad que desde su publicación se
encontraba en vigencia anticipada el régimen de asistencia familiar, divorcio
y desvinculación conyugal y disposiciones conexas, juntamente con otros
institutos jurídicos; si bien desde el punto de vista gramatical nos daría a entender
que simplemente se encuentra en vigencia lo correspondiente a la parte sustantiva
del régimen de asistencia familiar, Divorcio y desvinculación conyugal y
disposiciones conexas, empero, este Tribunal Supremo de Justicia tomando en
cuenta que el legislador ha tenido como intención la celeridad máxima en la
tramitación de los procesos de índole familiar, sobre todo en los de asistencia
familiar y divorcio; realizando una interpretación conforme a los principios
constitucionales ha establecido criterios rectores para la aplicación de los institutos
jurídicos cuya vigencia se dispuso anticipadamente por la Ley N° 603, habiendo
emitido la Circular N° 003/2015 de fecha 29 de enero, en cuyo parte sobresaliente
se dejó establecido lo siguiente: “Como consecuencia de la indicada Disposición
Transitoria, los regímenes referidos a la asistencia familiar, divorcio y ruptura
unilateral, que se encontraban regulados por el Código de Familia (Decreto Ley
Nº 996 de 4 abril de 1988, y sus respectivas modificaciones), se encuentran
eliminados a raíz, precisamente, de la entrada en vigencia de un nuevo marco
normativo que regula esos institutos, consiguientemente, al haberse suprimido la
anterior regulación normativa, el nuevo régimen en vigencia no puede comprender
únicamente la parte sustantiva con prescindencia de la adjetiva, o viceversa toda
vez que por “régimen” se entiende el conjunto normativo que regula esos institutos

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comprendiendo tanto los preceptos sustantivos como adjetivos que hacen a la
regulación de los mismos”.
De lo que se concluye que el régimen de los procesos de desvinculación conyugal
en cuanto a su tramitación se encuentra comprendido dentro de los alcances del
“proceso extraordinario” conforme lo establece el art. 434 de la Ley N° 603 y la
Sentencia dictada en este tipo de proceso sin importar cual fuere la decisión
asumida, únicamente admite recurso de apelación y tratándose de proceso de
desvinculación conyugal o ruptura unilateral, tan solo admite apelación en el
suspensivo; sin recurso ulterior, lo que implica que la Resolución de segunda
instancia, por ningún motivo puede admitir recurso de casación.
Lo afirmado se encuentra plenamente ratificado por la norma contenido en el art.
444 de la misma Ley de referencia que señala: “Presentada la apelación, previo
traslado a la parte contraria, la autoridad judicial remitirá al superior los
actuados correspondientes. Contra el auto de vista no procede recuro de
casación”. (El resaltado y subrayado nos corresponde); de lo descrito se infiere con
total claridad que el proceso de DESVINCULACION CONYUGAL O RUPTURA
UNILATERAL al estar comprendido dentro del proceso extraordinario regulado a
partir del art. 434 y siguientes, definitivamente no puede quedar excluido del nuevo
sistema recursivo que establece la Ley N° 603, debiendo el mismo ser aplicado en
todas sus instancias, aun en los procesos que se encuentran en trámite al momento
de su vigencia
Siguiente el entendimiento expuesto supra este Tribunal ha delineado
jurisprudencia, contenida en el A.S. 697/2016-RA de fecha 27 de junio 2016 entre
otros donde reiterando el entendimiento en cuanto a los procesos de ruptura
unilateral previo reconocimiento ha señalado que: “ Consiguientemente se dirá
que, conforme a lo dispuesto en los distintos Autos Supremos, entre ellos citaremos
a los A.S. 105/2016, 107/2016, 108/2016 todos de fecha de 4 de febrero, en
especial el Auto Supremo Nº 1137/2015 de 8 de diciembre, donde se estableció
que: la Ley Nº 603 de 19 de noviembre de 2014, vigente desde el 24 de noviembre
de 2014 (fecha de publicación), cuya norma señala entre sus disposiciones
transitorias lo siguiente: “PRIMERA. El presente Código entrará en vigencia
plena el 6 de agosto de 2015, y será aplicable a los procesos presentados a partir
de la fecha de referencia, salvo lo previsto en estas disposiciones. SEGUNDA. I.
Entrarán en vigencia al momento de la publicación del presente Código, las
siguientes normas que alcanzan inclusive a los procesos judiciales en trámite en
primera y segunda instancia, y en ejecución de fallos… b) El régimen del divorcio
y desvinculación conyugal, y disposiciones conexas del presente Código…” (Las
negrillas son nuestras), la norma descrita señala que los artículos relativos al
régimen del divorcio y sus disposiciones conexas (normas sustantivas y adjetivas)
ingresan en vigencia anticipada desde la fecha de publicación de dicha norma.
En virtud a ello, y de acuerdo al análisis, la presente causa ha sido tramitada
dentro de la vigencia del Nuevo Código de las Familias y del Proceso Familiar, la
Sentencia fue dictada en fecha 10 de octubre de 2014, el Auto de Vista en fecha 21
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de abril de 2016, proceso que tiene por objeto la declaración de una unión
conyugal libre o de hecho y consiguiente Ruptura Unilateral, que conforme a lo
previsto en la ley Nº 603 Código de las Familias y del Proceso Familiar en su
Capitulo Segundo referente a los proceso extraordinarios, art. 434 inc. e). La
presente causa se encuentra catalogado como proceso extraordinario y aplicable
la disposición contenida en el art. 444 del mismo cuerpo legal que en la parte in
fine dice: “Contra el Auto de Vista no procede recurso de casación.”,
consiguientemente la norma descrita no permite que los fallos emitidos en
procesos catalogados como extraordinarios puedan ser impugnados con recurso
de casación.
En ese entendido, el Tribunal de Alzada debió considerar la aplicación anticipada
de las normas previstas en la Ley Nº 603 y en su caso denegar la concesión del
recurso de casación, situación que no aconteció en el caso de Autos, motivo por el
cual, este Tribunal se encuentra obligado en aplicar el art. 401. I inc. a) del
Código de las Familias y del Proceso Familiar, debiendo declarar la
improcedencia del recurso, tratándose que la pretensión principal debatida resulta
ser una Resolución no recurrible. Por lo expuesto, corresponde emitir fallo
conforme a lo previsto en el art. 401.I inc. a) del Código de las Familias y del
Proceso Familiar.
POR TANTO: La Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia del Estado
Plurinacional de Bolivia, con la facultad conferida por el art. 42.I núm. 1) de la
Ley del Órgano Judicial de 24 de junio de 2010, y en aplicación de los arts. 401.I
inc. a) del Código de las Familias y del Proceso Familiar, declara
IMPROCEDENTE”

CASOS DE DESVINCULACIÓN CONYUGAL


Auto Supremo: 462/2017
Sucre: 08 de mayo 2017
Proceso: Declaración judicial de unión conyugal libre o de hecho.
El Nuevo Código de las Familias y del Proceso Familiar, Ley Nº 603 de fecha 19
de noviembre 2014 publicada el 24 de noviembre de 2014, en su Disposición
Transitoria Segunda numeral I establece lo siguiente: “Entraran en vigencia al
momento de la publicación del presente Código, las siguientes normas que
alcanzan inclusive a los procesos judiciales en trámite en primera y segunda
instancia, y en ejecución de fallos:
a) El régimen de asistencia familiar y disposiciones conexas del presente Código”.
b) El régimen del divorcio y desvinculación conyugal, y disposiciones conexas del
presente Código. (…)
De la cita legal se advierte con total claridad que desde su publicación se
encontraba en vigencia anticipada el régimen de asistencia familiar, divorcio
y desvinculación conyugal y disposiciones conexas, juntamente con otros
institutos jurídicos; si bien desde el punto de vista gramatical nos daría a entender
que simplemente se encuentra en vigencia lo correspondiente a la parte sustantiva
P á g i n a 164 | 846
del régimen de asistencia familiar, Divorcio y desvinculación conyugal y
disposiciones conexas, empero, este Tribunal Supremo de Justicia tomando en
cuenta que el legislador ha tenido como intención la celeridad máxima en la
tramitación de los procesos de índole familiar, sobre todo en los de asistencia
familiar y divorcio; realizando una interpretación conforme a los principios
constitucionales ha establecido criterios rectores para la aplicación de los institutos
jurídicos cuya vigencia se dispuso anticipadamente por la Ley N° 603, habiendo
emitido la Circular N° 003/2015 de fecha 29 de enero, en cuyo parte sobresaliente
se dejó establecido lo siguiente: “Como consecuencia de la indicada Disposición
Transitoria, los regímenes referidos a la asistencia familiar, divorcio y ruptura
unilateral, que se encontraban regulados por el Código de Familia (Decreto Ley
Nº 996 de 4 abril de 1988, y sus respectivas modificaciones), se encuentran
eliminados a raíz, precisamente, de la entrada en vigencia de un nuevo marco
normativo que regula esos institutos, consiguientemente, al haberse suprimido la
anterior regulación normativa, el nuevo régimen en vigencia no puede comprender
únicamente la parte sustantiva con prescindencia de la adjetiva, o viceversa toda
vez que por “régimen” se entiende el conjunto normativo que regula esos institutos
comprendiendo tanto los preceptos sustantivos como adjetivos que hacen a la
regulación de los mismos”.
De lo que se concluye que el régimen de los procesos de desvinculación
conyugal en cuanto a su tramitación se encuentra comprendido dentro de los
alcances del “proceso extraordinario” conforme lo establece el art. 434 de la Ley
N° 603 y la Sentencia dictada en este tipo de proceso sin importar cual fuere la
decisión asumida, únicamente admite recurso de apelación y tratándose de
proceso de desvinculación conyugal o ruptura unilateral, tan solo admite
apelación en el efecto suspensivo, sin recurso ulterior, lo que implica que la
Resolución de segunda instancia, por ningún motivo puede admitir recurso de
casación.
Lo afirmado se encuentra plenamente ratificado por la norma contenido en el art.
444 de la misma Ley de referencia que señala: “Presentada la apelación, previo
traslado a la parte contraria, la autoridad judicial remitirá al superior los
actuados correspondientes. Contra el auto de vista no procede recuro de
casación”. (El resaltado y subrayado nos corresponde); de lo descrito se infiere con
total claridad que el proceso de DESVINCULACION CONYUGAL O RUPTURA
UNILATERAL al estar comprendido dentro del proceso extraordinario regulado a
partir del art. 434 y siguientes, definitivamente no puede quedar excluido del nuevo
sistema recursivo que establece la Ley 603, debiendo el mismo ser aplicado en
todas sus instancias, aun en los procesos que se encuentran en trámite al momento
de su vigencia.
Siguiente el entendimiento expuesto supra este Tribunal ha delineado
jurisprudencia, contenida en el AS 697/2016-RA de fecha 27 de junio 2016 entre
otros donde reiterando el entendimiento en cuanto a los procesos de ruptura
unilateral previo reconocimiento ha señalado que: “ Consiguientemente se dirá
P á g i n a 165 | 846
que, conforme a lo dispuesto en los distintos Autos Supremos, entre ellos citaremos
a los A.S. 105/2016, 107/2016, 108/2016 todos de fecha de 4 de febrero, en
especial el Auto Supremo Nº 1137/2015 de 8 de diciembre, donde se estableció
que: la Ley Nº 603 de 19 de noviembre de 2014, vigente desde el 24 de noviembre
de 2014 (fecha de publicación), cuya norma señala entre sus disposiciones
transitorias lo siguiente: “PRIMERA. El presente Código entrará en vigencia
plena el 6 de agosto de 2015, y será aplicable a los procesos presentados a partir
de la fecha de referencia, salvo lo previsto en estas disposiciones. SEGUNDA. I.
Entrarán en vigencia al momento de la publicación del presente Código, las
siguientes normas que alcanzan inclusive a los procesos judiciales en trámite en
primera y segunda instancia, y en ejecución de fallos… b) El régimen del divorcio
y desvinculación conyugal, y disposiciones conexas del presente Código…” (Las
negrillas son nuestras), la norma descrita señala que los artículos relativos al
régimen del divorcio y sus disposiciones conexas (normas sustantivas y adjetivas)
ingresan en vigencia anticipada desde la fecha de publicación de dicha norma.
En virtud a ello, y de acuerdo al análisis, la presente causa ha sido tramitada
dentro de la vigencia del Nuevo Código de las Familias y del Proceso Familiar, la
Sentencia fue dictada en fecha 10 de octubre de 2014, el Auto de Vista en fecha 21
de abril de 2016, proceso que tiene por objeto la declaración de una unión
conyugal libre o de hecho y consiguiente Ruptura Unilateral, que conforme a lo
previsto en la ley Nº 603 Código de las Familias y del Proceso Familiar en su
Capitulo Segundo referente a los proceso extraordinarios, art. 434 inc. e). La
presente causa se encuentra catalogado como proceso extraordinario y aplicable
la disposición contenida en el art. 444 del mismo cuerpo legal que en la parte in
fine dice: “Contra el Auto de Vista no procede recurso de casación.”,
consiguientemente la norma descrita no permite que los fallos emitidos en
procesos catalogados como extraordinarios puedan ser impugnados con recurso
de casación.
En ese entendido, el Tribunal de Alzada debió considerar la aplicación anticipada
de las normas previstas en la Ley Nº 603 y en su caso denegar la concesión del
recurso de casación, situación que no aconteció en el caso de Autos, motivo por el
cual, este Tribunal se encuentra obligado en aplicar el art. 401. I inc. a) del
Código de las Familias y del Proceso Familiar, debiendo declarar la
improcedencia del recurso, tratándose que la pretensión principal debatida resulta
ser una Resolución no recurrible”.

CASOS DE DIVORCIO, DESVINCULACIÓN CONYUGAL


Auto Supremo: 672/2017
Sucre: 19 de junio 2017
El Nuevo Código de las Familias y del Proceso Familiar, Ley Nº 603 de fecha 19
de noviembre 2014 publicada el 24 de noviembre de 2014, en su Disposición
Transitoria Segunda numeral I establece lo siguiente: “Entraran en vigencia al
momento de la publicación del presente Código, las siguientes normas que
P á g i n a 166 | 846
alcanzan inclusive a los procesos judiciales en trámite en primera y segunda
instancia, y en ejecución de fallos:
a. El régimen de asistencia familiar y disposiciones conexas del
presente Código”.
b. El régimen del divorcio y desvinculación conyugal, y
disposiciones conexas del presente Código. (…)
De la cita legal se advierte con total claridad que desde su publicación se
encontraba en vigencia anticipada el régimen de asistencia familiar, divorcio y
desvinculación conyugal y disposiciones conexas, juntamente con otros institutos
jurídicos; si bien desde el punto de vista gramatical nos daría a entender que
simplemente se encuentra en vigencia lo correspondiente a la parte sustantiva del
régimen de asistencia familiar, divorcio y desvinculación conyugal y disposiciones
conexas, empero, este Tribunal Supremo de Justicia tomando en cuenta que el
legislador ha tenido como intención la celeridad máxima en la tramitación de los
procesos de índole familiar, sobre todo en los de asistencia familiar y divorcio;
realizando una interpretación conforme a los principios constitucionales ha
establecido criterios rectores para la aplicación de los institutos jurídicos cuya
vigencia se dispuso anticipadamente por la Ley N° 603, habiendo emitido la
Circular N° 003/2015 de fecha 29 de enero, en cuyo parte sobresaliente se dejó
establecido lo siguiente: “Como consecuencia de la indicada Disposición
Transitoria, los regímenes referidos a la asistencia familiar, divorcio y ruptura
unilateral, que se encontraban regulados por el Código de Familia (Decreto Ley
Nº 996 de 4 abril de 1988, y sus respectivas modificaciones), se encuentran
eliminados a raíz, precisamente, de la entrada en vigencia de un nuevo marco
normativo que regula esos institutos, consiguientemente, al haberse suprimido la
anterior regulación normativa, el nuevo régimen en vigencia no puede comprender
únicamente la parte sustantiva con prescindencia de la adjetiva, o viceversa toda
vez que por “régimen” se entiende el conjunto normativo que regula esos institutos
comprendiendo tanto los preceptos sustantivos como adjetivos que hacen a la
regulación de los mismos”.
De lo que se concluye que el régimen de los procesos de divorcio, desvinculación
conyugal en cuanto a su tramitación se encuentran comprendido dentro de los
alcances del “proceso extraordinario” conforme lo establece el art. 434 de la Ley
N° 603 y la Sentencia dictada en este tipo de proceso sin importar cual fuere la
decisión asumida, únicamente admite recurso de apelación y tratándose de proceso
de divorcio, desvinculación conyugal o ruptura unilateral, tan solo admite
apelación en el suspensivo; sin recurso ulterior, lo que implica que la Resolución
de segunda instancia, por ningún motivo puede admitir recurso de casación.
Lo afirmado se encuentra plenamente ratificado por la norma contenido en el art.
444 de la misma Ley de referencia que señala: “Presentada la apelación, previo
traslado a la parte contraria, la autoridad judicial remitirá al superior los
actuados correspondientes. Contra el auto de vista no procede recuro de
casación”. (El resaltado y subrayado nos corresponde); de lo descrito se infiere con
P á g i n a 167 | 846
total claridad que el proceso de DIVORCIO, DESVINCULACION CONYUGAL
O RUPTURA UNILATERAL al estar comprendido dentro del proceso
extraordinario regulado a partir del art. 434 y siguientes, definitivamente no puede
quedar excluido del nuevo sistema recursivo que establece la Ley N° 603, debiendo
el mismo ser aplicado en todas sus instancias, aun en los procesos que se
encuentran en trámite al momento de su vigencia
Asimismo, corresponde referir que si la Sentencia resuelve el fondo de la cuestión
litigada y pone fin al proceso si la norma legal de carácter específico establece que
la Sentencia dictada en proceso extraordinario únicamente admite apelación sin
recurso ulterior, dicha Resolución por ningún motivo puede admitir recurso de
casación, pues el aspecto formal no puede anteponerse al aspecto sustancial,
dejando en claro que si la cuestión principal no es suceptible de recurso de
casación, por sindéresis jurídica tampoco sus cuestiones accesorias, aclarando que
si bien el proceso inicio en base al Código de Familia, empero, en base a los
institutos descritos como se expuso de manera detallada se encuentra en vigencia la
Ley 603, aplicable no solo en lo sustantivo también en lo adjetivo.

CASOS DE NULIDAD DEL CONTRATO


Auto Supremo: 9/2017
Sucre: 17 de enero 2017
Proceso: Nulidad de Escritura Pública.
Corresponde precisar que la nulidad o invalidez es entendida como la sanción legal que
priva de sus efectos propios a un acto jurídico (contrato), en virtud de una falla en su
estructura simultánea con su formación. De lo manifestado se puede establecer que la
nulidad se origina en una causa existente en el momento mismo de la celebración del acto
jurídico y no por un motivo sobreviniente, esta característica es esencial para diferenciar
precisamente la nulidad de la resolución.
Entre las causales de nulidad que señala el art. 549 del código Civil se encuentran 1) Por
faltar en el contrato el objeto o la forma prevista por la Ley como requisito de validez. 2)
Por faltar en el objeto del contrato los requisitos señalados por la Ley 3) Por ilicitud de
motivo que impuso a las partes a celebrar el contrato 4) Por error esencial sobre la
naturaleza o sobre el objeto del contrato 5) En los demás casos determinados por Ley.
Las partes que demandan la nulidad de un contrato deben señalar de manera concreta en
cuál de las causales establecidas en la norma se encuadra la nulidad pretendida de un
contrato o en su caso del documento, toda vez que en base a la prueba aportada al proceso
el Juez que conoce y resuelve la causa debe determinar la nulidad del contrato o del
documento en cuestión y fundamentar su resolución conforme la valoración de la prueba
presentadas por la partes y consignar la causal que haga procedente la nulidad.
Asimismo en el Auto Supremo No 1037/2015-L se orientó: La acción de nulidad está
regulada por el art. 549 del C.C., nulidad que procede cuando el contrato u acto Jurídico
del cual deberían emerger obligaciones contiene vicios insubsanables por disposición
expresa de la ley, que impide que un contrato o acto jurídico tenga validez jurídica,
nulidad o invalidez que es entendida como la sanción legal que priva de sus efectos propios
a un acto jurídico (contrato), en virtud de una falla en su estructura simultánea con su
formación. De lo manifestado se puede establecer que la nulidad se origina en una causa
existente en el momento mismo de la celebración del acto jurídico y no por un motivo
P á g i n a 168 | 846
sobreviniente, esta característica es esencial para diferenciar precisamente la nulidad de
la Resolución”.
Concretamente en relación a la causal referida en el art. 549 inc. 3) este Tribunal Supremo
de Justicia en el Auto Supremo No 512/2012 de fecha 14 de diciembre de 2012, oriento:
“En relación, a la acusación respecto a la ilicitud de causa refiriéndose a la evasión de
impuestos, que supuestamente se habría obrado en la transferencia, al respecto a éste
punto, el Código Civil en lo pertinente "De la causa de los contratos" en su art. 489
refiere: "(Causa Ilícita) La causa es ilícita cuando es contraria al orden público o las
buenas costumbres o cuando el contrato es un medio para eludir la aplicación de una
norma imperativa". En lo referente, nuestra legislación, conforme la corriente doctrinaria
moderna, aceptó a la causa como un elemento constitutivo del contrato, entendiendo a ésta
en la función económica-social que el contrato desempeña, tesis defendida por Mazeaud,
entre los más destacados, que al exponer sus argumentos de la causa indicaba que "...ésta
cumple una función económico- social, que el contrato cumple, y consiste en la
modificación de una situación existente que el derecho objetivo considera importante para
sus propias finalidades; como tal, la causa es constante e inmutable, sea cual fuere la
intensión personal de cada una de las partes". De igual criterio podemos citar a Carlos
Miguel Ibañez (Derecho de los contratos, 2010, pág. 358) que señala: "...la causa es la
finalidad inmediata y directa que se propone el que se obliga, y esa finalidad es igual para
todos los que celebran un mismo contrato con igual carácter en él. Todo comprador se
propone la adquisición de una cosa, todo vendedor la obtención del precio en dinero.
Entendiendo por causa esa sola finalidad del valor constante y abstracto...". Bajo estos
términos la causa es independiente de la voluntad de los contratantes y es distinta del
motivo, pues solo tiene relevancia la causa final. Es por ello, que en nuestra normativa
sustantiva Civil, se distinguió claramente en lo referente a la causa de los contratos, la
causa ilícita (art. 489 CC) y al motivo ilícito (art. 490 CC); razón que la doctrina refiere
que para la causa no interesa el motivo, que es individual y contingente, sino el fin
económico- social que se vaya a cumplir.

La causa es lícita cuando es conforme al orden público o las buenas costumbres y no busca
eludir una norma de aplicación imperativa; en contrario sensu, se puede referir un
contrato con causa ilícita cuando las partes persigan una finalidad económico- práctica
contraria a normas imperativas (contrato ilegal) o a los principios de orden público
(contrato prohibido) o de las buenas costumbres (contrato inmoral).

Si el contrato es ilícito por ilicitud de causa, forzosamente es ilícito para ambos


contratantes, porque la causa es un elemento común, ya que juntas proponen conseguir el
fin propio del contrato celebrado, por ello, el motivo- como elemento subjetivo- que instó a
alguna de las partes a contratar, no puede supeditar al contrato como ilícito, más aun
sabiendo que la parte que concurre al contrato de buena fe lo hace pretendiendo cumplir
con una finalidad lícita. Estableciéndose que para sancionar con nulidad por causa ilícita
a un contrato, necesariamente debe probarse en Autos que ambas partes lo celebraron con
una finalidad contraria al orden público o las buenas costumbres, o cuando lo hicieron
para eludir la aplicación de una norma imperativa, conforme establece el art. 489 del
Código Civil.

CADUCIDAD
Auto Supremo: 898/2016
P á g i n a 169 | 846
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.

CAUSA ILÍCITA Y EL MOTIVO ILÍCITO


Auto Supremo: 365/2017
Sucre: 11 de abril 2017
Proceso: Reconocimiento judicial de derecho propietario y otro.
Respecto a la causa ilícita, se ha orientado a través del Auto Supremo Nº 252/2013
de 17 de mayo, que: “Ahora el Código Civil en lo pertinente "De la causa de los
contratos" en su art. 489 refiere: "(Causa Ilícita) La causa es ilícita cuando es
contraria al orden público o las buenas costumbres o cuando el contrato es un
medio para eludir la aplicación de una norma imperativa". En lo referente,
nuestra legislación, conforme la corriente doctrinaria moderna, aceptó a la causa
como un elemento constitutivo del contrato, entendiendo a ésta en la función
económica-social que el contrato desempeña, tesis defendida por Mazeaud, entre
los más destacados, que al exponer sus argumentos de la causa indicaba que
"...ésta cumple una función económico- social, que el contrato cumple, y consiste
en la modificación de una situación existente que el derecho objetivo considera
importante para sus propias finalidades; como tal, la causa es constante e
inmutable, sea cual fuere la intensión personal de cada una de las partes". De
igual criterio podemos citar a Carlos Miguel Ibañez (Derecho de los contratos,
2010, pág. 358) que señala: "...la causa es la finalidad inmediata y directa que se
propone el que se obliga, y esa finalidad es igual para todos los que celebran un
mismo contrato con igual carácter en él. Todo comprador se propone la
adquisición de una cosa, todo vendedor la obtención del precio en dinero.
Entendiendo por causa esa sola finalidad del valor constante y abstracto...". Bajo
estos términos la causa es independiente de la voluntad de los contratantes y es
distinta del motivo, pues solo tiene relevancia la causa final. Es por ello, que en
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nuestra normativa Sustantiva Civil, se distinguió claramente en lo referente a la
causa de los contratos, la causa ilícita (art. 489 Código Civil) y al motivo ilícito
(art. 490 Código Civil); razón que la doctrina refiere que para la causa no
interesa el motivo, que es individual y contingente, sino el fin económico-social
que se vaya a cumplir.
La causa es lícita cuando es conforme al orden público o las buenas costumbres y
no busca eludir una norma de aplicación imperativa; en contrario sensu, se puede
referir un contrato con causa ilícita cuando las partes persigan una finalidad
económico- práctica contraria a normas imperativas (contrato ilegal) o a los
principios de orden público (contrato prohibido) o de las buenas costumbres
(contrato inmoral).
Si el contrato es ilícito por ilicitud de causa, forzosamente es ilícito para ambos
contratantes, porque la causa es un elemento común, ya que juntas proponen
conseguir el fin propio del contrato celebrado, por ello, el motivo -como elemento
subjetivo- que instó a alguna de las partes a contratar, no puede supeditar al
contrato como ilícito, más aun sabiendo que la parte que concurre al contrato de
buena fe lo hace pretendiendo cumplir con una finalidad lícita. Estableciéndose
que para sancionar con nulidad por causa ilícita a un contrato, necesariamente
debe probarse en Autos que ambas partes lo celebraron con una finalidad
contraria al orden público o las buenas costumbres, o cuando lo hicieron para
eludir la aplicación de una norma imperativa, conforme establece el art. 489 del
Código Civil.”
En cuanto al motivo ilícito el Auto Supremo Nº 311/2013 de 17 de junio, orientó
que: “…el mismo se encuentra comprendido en el art. 490 del Código Civil que
textualmente señala: “(Motivo ilícito) El contrato es ilícito cuando el motivo que
determina la voluntad de ambos contratantes es contrario al orden público o a las
buenas costumbres”, entendiendo por causa esa sola finalidad del valor constante
y abstracto...". Bajo estos términos la causa es independiente de la voluntad de los
contratantes y es distinta del motivo, pues solo tiene relevancia la causa final. Es
por ello, que en nuestra normativa sustantiva Civil, se distinguió claramente en lo
referente a la causa de los contratos, la causa ilícita (art. 489 Código Civil) y al
motivo ilícito (art. 490 Código Civil); razón que la doctrina refiere que para la
causa no interesa el motivo, que es individual y contingente, sino el fin económico-
social que se vaya a cumplir.
Asimismo diremos que el objeto del contrato, se encuentra constituido por el
conjunto de las obligaciones que se ha generado con la operación jurídica
(contrato), consiguientemente corresponde señalar que el objeto del contrato es la
obligación de las partes, el objeto de la obligación es la prestación debida, dar
hacer o no hacer”.

CAUSA ILÍCITA Y EL MOTIVO ILÍCITO


Auto Supremo: 536/2017
Sucre: 17 de mayo 2017
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Proceso: Nulidad de documento.
Respecto a la causa ilícita, se ha orientado a través del Auto Supremo Nº 252/2013
de 17 de mayo, que: “Ahora el Código Civil en lo pertinente "De la causa de los
contratos" en su art. 489 refiere: "(Causa Ilícita) La causa es ilícita cuando es
contraria al orden público o las buenas costumbres o cuando el contrato es un
medio para eludir la aplicación de una norma imperativa". En lo referente,
nuestra legislación, conforme la corriente doctrinaria moderna, aceptó a la causa
como un elemento constitutivo del contrato, entendiendo a ésta en la función
económica-social que el contrato desempeña, tesis defendida por Mazeaud, entre
los más destacados, que al exponer sus argumentos de la causa indicaba que
"...ésta cumple una función económico- social, que el contrato cumple, y consiste
en la modificación de una situación existente que el derecho objetivo considera
importante para sus propias finalidades; como tal, la causa es constante e
inmutable, sea cual fuere la intensión personal de cada una de las partes". De
igual criterio podemos citar a Carlos Miguel Ibañez (Derecho de los contratos,
2010, pág. 358) que señala: "...la causa es la finalidad inmediata y directa que se
propone el que se obliga, y esa finalidad es igual para todos los que celebran un
mismo contrato con igual carácter en él. Todo comprador se propone la
adquisición de una cosa, todo vendedor la obtención del precio en dinero.
Entendiendo por causa esa sola finalidad del valor constante y abstracto...". Bajo
estos términos la causa es independiente de la voluntad de los contratantes y es
distinta del motivo, pues solo tiene relevancia la causa final. Es por ello, que en
nuestra normativa Sustantiva Civil, se distinguió claramente en lo referente a la
causa de los contratos, la causa ilícita (art. 489 Código Civil) y al motivo ilícito
(art. 490 Código Civil); razón que la doctrina refiere que para la causa no
interesa el motivo, que es individual y contingente, sino el fin económico-social
que se vaya a cumplir.
La causa es lícita cuando es conforme al orden público o las buenas costumbres y
no busca eludir una norma de aplicación imperativa; en contrario sensu, se puede
referir un contrato con causa ilícita cuando las partes persigan una finalidad
económico- práctica contraria a normas imperativas (contrato ilegal) o a los
principios de orden público (contrato prohibido) o de las buenas costumbres
(contrato inmoral).
Si el contrato es ilícito por ilicitud de causa, forzosamente es ilícito para ambos
contratantes, porque la causa es un elemento común, ya que juntas proponen
conseguir el fin propio del contrato celebrado, por ello, el motivo -como elemento
subjetivo- que instó a alguna de las partes a contratar, no puede supeditar al
contrato como ilícito, más aun sabiendo que la parte que concurre al contrato de
buena fe lo hace pretendiendo cumplir con una finalidad lícita. Estableciéndose
que para sancionar con nulidad por causa ilícita a un contrato, necesariamente
debe probarse en Autos que ambas partes lo celebraron con una finalidad
contraria al orden público o las buenas costumbres, o cuando lo hicieron para

P á g i n a 172 | 846
eludir la aplicación de una norma imperativa, conforme establece el art. 489 del
Código Civil.”
En cuanto al motivo ilícito el Auto Supremo Nº 311/2013 de 17 de junio, orientó
que: “…el mismo se encuentra comprendido en el art. 490 del Código Civil que
textualmente señala: “(Motivo ilícito) El contrato es ilícito cuando el motivo que
determina la voluntad de ambos contratantes es contrario al orden público o a las
buenas costumbres”, entendiendo por causa esa sola finalidad del valor constante
y abstracto...". Bajo estos términos la causa es independiente de la voluntad de los
contratantes y es distinta del motivo, pues solo tiene relevancia la causa final. Es
por ello, que en nuestra normativa sustantiva Civil, se distinguió claramente en lo
referente a la causa de los contratos, la causa ilícita (art. 489 Código Civil) y al
motivo ilícito (art. 490 Código Civil); razón que la doctrina refiere que para la
causa no interesa el motivo, que es individual y contingente, sino el fin económico-
social que se vaya a cumplir.
Asimismo diremos que el objeto del contrato, se encuentra constituido por el
conjunto de las obligaciones que se ha generado con la operación jurídica
(contrato), consiguientemente corresponde señalar que el objeto del contrato es la
obligación de las partes, el objeto de la obligación es la prestación debida, dar
hacer o no hacer.”.

CAUSA DE LA POSESIÓN DEL HEREDERO


Auto Supremo: 246/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Usucapión decenal
La causa de la posesión de los bienes hereditarios, es precisamente la sucesión
hereditaria, pues con ella los derechos de los progenitores se transmiten en favor de
los sucesores, pues por el efecto de la Ley el herederos forzoso se convierte en
propietario del bien, y con ella adquiere la posesión de la sucesión, pues tratándose
de herederos forzosos no es necesario que tengan que tramitar la posesión
hereditaria, o adquirir la posesión de los bienes del causante.

CAUSA ILÍCITA MOTIVO ILÍCITO DEL CONTRATO


Auto Supremo: 516/2017
Sucre: 17 de mayo 2017
Proceso: Nulidad
En el Auto Supremo Nº 518/2014 de 08 de septiembre, se ha desarrollado
orientación sobre el contenido de la causa ilícita y motivo ilícito, en ella se ha
señalado lo siguiente: “Enfocando el análisis sobre la ilicitud de la causa y la
ilicitud del motivo que impulso a las partes a celebrar el contrato, el art. 589 del
Código Civil tipifica la causa ilícita señalando que: “La causa es ilícita cuando es
contraria al orden público o a las buenas costumbres o cuando el contrato es un
medio para eludir la aplicación de una norma imperativa”; se hace preciso
indicar que la causa como un elemento constitutivo del contrato, está en la
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función económica-social que el contrato desempeña, que a decir de los hermanos
Mazeaud, "...ésta cumple una función económico- social, que el contrato cumple, y
consiste en la modificación de una situación existente que el derecho objetivo
considera importante para sus propias finalidades; como tal, la causa es constante
e inmutable, sea cual fuere la intensión personal de cada una de las partes". Bajo
esos términos el Auto Supremo Nº 120/2012 de 17 de mayo de 2012 señaló que:
“…resulta necesario aclarar que como señala Francisco Messineo, la causa,
entendida como el fin económico-social, tiene una función teleológica (es el por
qué del contrato). En otras palabras para analizar la causa de un contrato
debemos tener en cuenta el fin económico y social del mismo. En un contrato de
venta el objeto es la transferencia de la propiedad de una cosa, en tanto que la
causa, en términos generales, será el intercambio de una cosa a cambio de un
precio y, en particular, para el vendedor la obtención del precio de la cosa,
mientras que para el comprador la adquisición de la propiedad de la cosa; aunque
con ello de ninguna manera se quiere decir que el precio sea realmente cancelado
o la cosa realmente entregada”, por lo que la causa se enmarca el fin económico
social que el contrato busca en su celebración, en ese margen el contrato se
considera nulo por ilicitud de la causa cuando la finalidad del contrato es
contraria al orden público (contrato prohibido) o a las buenas costumbres
(contrato inmoral) o cuando el contrato es un medio para eludir la aplicación de
una norma imperativa (contrato ilegal).
Por otro lado, cabe precisar que el motivo ilícito encuentra su asidero en el art.
490 del Código Civil que señala: “El contrato es ilícito cuando el motivo que
determina la voluntad de ambos contratantes es contrario al orden público o a las
buenas costumbres”; a esto cabe precisar que el motivo es un elemento subjetivo,
la voluntad del sujeto para asistir al contrato, por lo que pareciere irrelevante el
móvil de las partes, por separado, para la validez del contrato, sin embargo
cuando ese motivo en conjunto determina el acuerdo arribado por las partes y el
mismo es contrario al orden público o las buenas costumbres ese contrato es
considerado ilícito. Al respecto Carlos Miguel Ibañez (Derecho de los contratos,
2010, pág. 363) explica que: “Los motivos individuales de los contratantes sólo
alcanzan relevancia, cuando el móvil perseguido ha sido explicitado, incluido,
incorporado, en el contenido del contrato, lo que implica su conocimiento por la
otra parte, y, además ha constituido la causa determinante del consentimiento. En
tal caso es un motivo causalizado, que integra la causa fin, y si ese móvil se torna
de cumplimiento imposible o si es ilícito, puede anular el contrato”, por ello se
explica que el motivo es ilícito cuando aquel móvil personal contrario al orden
público o a las buenas costumbres ha sido determinante para el acuerdo de las
voluntades, es decir el motivo individual -elemento subjetivo- se encuentra incluido
en la celebración del acto que por ser encontrado con el orden público o las
buenas costumbres se torna ilícito el mismo…”

CAUSA ILÍCITA PARA LA NULIDAD DE LOS CONTRATOS

P á g i n a 174 | 846
Auto Supremo: 1274/2016
Sucre: 07 de noviembre de 2016
Proceso: Ordinario, nulidad de registro en Derechos Reales, nulidad de escrituras públicas,
reivindicación, pago de daños y perjuicios
Del mismo, en el Auto Supremo N 518/2014 de 8 de septiembre, se estableció lo siguiente:
“Enfocando el análisis sobre la ilicitud de la causa y la ilicitud del motivo que impulso a
las partes a celebrar el contrato, el art. 589 del Código Civil tipifica la causa ilícita
señalando que: “La causa es ilícita cuando es contraria al orden público o a las buenas
costumbres o cuando el contrato es un medio para eludir la aplicación de una norma
imperativa”; se hace preciso indicar que la causa como un elemento constitutivo del
contrato, está en la función económica-social que el contrato desempeña, que a decir de
los hermanos Mazeaud, "...ésta cumple una función económico- social, que el contrato
cumple, y consiste en la modificación de una situación existente que el derecho objetivo
considera importante para sus propias finalidades; como tal, la causa es constante e
inmutable, sea cual fuere la intensión personal de cada una de las partes". Bajo esos
términos el Auto Supremo Nº 120/2012 de 17 de mayo de 2012 señaló que: “…resulta
necesario aclarar que como señala Francisco Messineo, la causa, entendida como el fin
económico-social, tiene una función teleológica (es el por qué del contrato). En otras
palabras para analizar la causa de un contrato debemos tener en cuenta el fin económico y
social del mismo. En un contrato de venta el objeto es la transferencia de la propiedad de
una cosa, en tanto que la causa, en términos generales, será el intercambio de una cosa a
cambio de un precio y, en particular, para el vendedor la obtención del precio de la cosa,
mientras que para el comprador la adquisición de la propiedad de la cosa; aunque con ello
de ninguna manera se quiere decir que el precio sea realmente cancelado o la cosa
realmente entregada”, por lo que la causa se enmarca el fin económico social que el
contrato busca en su celebración, en ese margen el contrato se considera nulo por ilicitud
de la causa cuando la finalidad del contrato es contraria al orden público (contrato
prohibido) o a las buenas costumbres (contrato inmoral) o cuando el contrato es un medio
para eludir la aplicación de una norma imperativa (contrato ilegal)”.

CAUSA Y MOTIVO DE UN CONTRATO


Auto Supremo: 458/2017
Sucre: 08 de mayo 2017
Proceso: Petición de Herencia y Nulidad de Documentos.
En el Auto Supremo Nº 120/2012 de 17 de mayo de 2012 señaló que: “…resulta
necesario aclarar que como señala Francisco Messineo, la causa, entendida como
el fin económico-social, tiene una función teleológica (es el porqué del contrato).
En otras palabras para analizar la causa de un contrato debemos tener en cuenta
el fin económico y social del mismo. En un contrato de venta el objeto es la
transferencia de la propiedad de una cosa, en tanto que la causa, en términos
generales, será el intercambio de una cosa a cambio de un precio y, en particular,
para el vendedor la obtención del precio de la cosa, mientras que para el
comprador la adquisición de la propiedad de la cosa; aunque con ello de ninguna
manera se quiere decir que el precio sea realmente cancelado o la cosa realmente
entregada”, por lo que la causa se enmarca el fin económico social que el contrato
busca en su celebración, en ese margen el contrato se considera nulo por ilicitud
P á g i n a 175 | 846
de la causa cuando la finalidad del contrato es contraria al orden público
(contrato prohibido) o a las buenas costumbres (contrato inmoral) o cuando el
contrato es un medio para eludir la aplicación de una norma imperativa (contrato
ilegal).
Carlos Miguel Ibañez (Derecho de los contratos, 2010, pág. 363) explica que: “Los
motivos individuales de los contratantes sólo alcanzan relevancia, cuando el móvil
perseguido ha sido explicitado, incluido, incorporado, en el contenido del
contrato, lo que implica su conocimiento por la otra parte, y, además ha
constituido la causa determinante del consentimiento. En tal caso es un motivo
causalizado, que integra la causa fin, y si ese móvil se torna de cumplimiento
imposible o si es ilícito, puede anular el contrato”

CAUSA Y MOTIVO ILÍCITO EN LOS CONTRATOS


Auto Supremo: 606/2017
Sucre: 12 de junio 2017
Proceso: Nulidad de contrato, revisión y modificación de sentencia.
Sobre la causa y motivo ilícitos se han emitido distintas resoluciones, entre ellas el
Auto Supremo N° 311 de 17 de junio de 2013, en el que se señaló lo siguiente:
“La causa ilícita, en nuestra legislación ha sido interpretada en el Auto Supremo
Nº 252/2013 de 17 de mayo en el que se indicó que: “Ahora el Código Civil en lo
pertinente "De la causa de los contratos" en su art. 489 refiere: "(Causa Ilícita) La
causa es ilícita cuando es contraria al orden público o las buenas costumbres o
cuando el contrato es un medio para eludir la aplicación de una norma
imperativa". En lo referente, nuestra legislación, conforme la corriente doctrinaria
moderna, aceptó a la causa como un elemento constitutivo del contrato,
entendiendo a ésta en la función económica-social que el contrato desempeña,
tesis defendida por Mazeaud, entre los más destacados, que al exponer sus
argumentos de la causa indicaba que "...ésta cumple una función económico-
social, que el contrato cumple, y consiste en la modificación de una situación
existente que el derecho objetivo considera importante para sus propias
finalidades; como tal, la causa es constante e inmutable, sea cual fuere la
intensión personal de cada una de las partes". De igual criterio podemos citar a
Carlos Miguel Ibañez (Derecho de los contratos, 2010, pág. 358) que señala: "...la
causa es la finalidad inmediata y directa que se propone el que se obliga, y esa
finalidad es igual para todos los que celebran un mismo contrato con igual
carácter en él. Todo comprador se propone la adquisición de una cosa, todo
vendedor la obtención del precio en dinero. Entendiendo por causa esa sola
finalidad del valor constante y abstracto...". Bajo estos términos la causa es
independiente de la voluntad de los contratantes y es distinta del motivo, pues solo
tiene relevancia la causa final. Es por ello, que en nuestra normativa Sustantiva
Civil, se distinguió claramente en lo referente a la causa de los contratos, la causa
ilícita (art. 489 Código Civil) y al motivo ilícito (art. 490 Código Civil); razón que

P á g i n a 176 | 846
la doctrina refiere que para la causa no interesa el motivo, que es individual y
contingente, sino el fin económico-social que se vaya a cumplir.
La causa es lícita cuando es conforme al orden público o las buenas costumbres
y no busca eludir una norma de aplicación imperativa; en contrario sensu, se
puede referir un contrato con causa ilícita cuando las partes persigan una
finalidad económico- práctica contraria a normas imperativas (contrato ilegal) o
a los principios de orden público (contrato prohibido) o de las buenas costumbres
(contrato inmoral).
Si el contrato es ilícito por ilicitud de causa, forzosamente es ilícito para ambos
contratantes, porque la causa es un elemento común, ya que juntas proponen
conseguir el fin propio del contrato celebrado, por ello, el motivo -como elemento
subjetivo- que instó a alguna de las partes a contratar, no puede supeditar al
contrato como ilícito, más aun sabiendo que la parte que concurre al contrato de
buena fe lo hace pretendiendo cumplir con una finalidad lícita. Estableciéndose
que para sancionar con nulidad por causa ilícita a un contrato, necesariamente
debe probarse en Autos que ambas partes lo celebraron con una finalidad
contraria al orden público o las buenas costumbres, o cuando lo hicieron para
eludir la aplicación de una norma imperativa, conforme establece el art. 489 del
Código Civil.”
En cuanto al motivo ilícito el mismo se encuentra comprendido en el art. 490 del
Código Civil que textualmente señala: “(Motivo ilícito) El contrato es ilícito
cuando el motivo que determina la voluntad de ambos contratantes es contrario al
orden público o a las buenas costumbres”, entendiendo por causa esa sola
finalidad del valor constante y abstracto...". Bajo estos términos la causa es
independiente de la voluntad de los contratantes y es distinta del motivo, pues solo
tiene relevancia la causa final. Es por ello, que en nuestra normativa sustantiva
Civil, se distinguió claramente en lo referente a la causa de los contratos, la causa
ilícita (art. 489 Código Civil) y al motivo ilícito (art. 490 Código Civil); razón que
la doctrina refiere que para la causa no interesa el motivo, que es individual y
contingente, sino el fin económico- social que se vaya a cumplir…”
Se debe indicar que el motivo ilícito tiene que ver con el móvil que ha generado la
voluntad de ambos contratantes; así entienden que el motivo es ilícito cuando el
elemento subjetivo (que resulta ser contrario al orden público y las buenas
costumbres) se ha exteriorizado o se ha materializado en el acuerdo de voluntades;
para ello corresponde señalar que el elemento debe ser materializado, pues
cuando la ilicitud se mantiene en la subjetividad de uno de los contratantes, no
habrá motivo ilícito por mas contrario que sea al orden público o a las buenas
costumbres, llega a constituirse en motivo ilícito cuando forma parte del acuerdo
de voluntades, cuando esa ilicitud es compartida por ambos contratantes y forma
parte del acuerdo contractual. (Las negrillas y subrayado pertenecen a la presente
resolución)

CADUCIDAD

P á g i n a 177 | 846
Auto Supremo: 898/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.

CAUSALES DE CASACIÓN
Auto Supremo: 35/2017-RI
Sucre: 18 de enero de 2017
Proceso: Nulidad de documentos.
El art. 271 del mismo adjetivo Civil, al hacer referencia a las causales de casación,
establece: “(Causales de Casación) I. El recurso de casación se funda en la existencia de
una violación, interpretación errónea o aplicación indebida de la Ley, sea en la forma o en
el fondo. Procederá también cuando en la apreciación de las pruebas se hubiera incurrido
en error de derecho o error de hecho. Este último deberá evidenciarse por documentos o
actos auténticos que demuestren la equivocación manifiesta de la autoridad judicial.
II. En cuanto a las normas procesales, sólo constituirá causal la infracción o laerrónea
aplicación de aquellas que fueren esenciales para la garantía del debido proceso
y reclamadas oportunamente ante juezas, jueces o tribunales inferiores…”.
En relación a lo anterior la línea Jurisprudencial desarrollada por éste Tribunal, al referirse
al error “in judicando” y a los requisitos intrínsecos del recurso de casación en el fondo en
que incurre el Tribunal de Alzada al aplicar el derecho material en la decisión de la causa,
ha especificado que las figuras jurídicas conceptualizadas comoviolación, interpretación
errónea o aplicación indebida de la ley, son diferentes, pues, la primera implica que se
incurrió en una infracción directa de la ley por no haberse aplicado correctamente sus
preceptos, es decir, es el error en que incurre el juzgador sobre la existencia y aplicación de
una norma jurídica en un caso concreto, la segunda, consiste en el error en que incurre el
juzgador sobre la ratio legis de una determinada ley, mientras que la última, consiste en la
infracción de la ley sustantiva por haberse aplicado sus preceptos a hechos no regulados por
aquella, imponiéndose la obligación a los recurrentes de especificar en qué consiste la
violación, cuál debía ser la norma jurídica aplicable correctamente o cual la interpretación
debida; por otro lado, en relación a la apreciación de las pruebas se ha concretado que los

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conceptos de error de derecho y error de hecho, son también diferentes, porque en el primer
caso se debe especificar los medios probatorios, que aportados a obrados, el juzgador no les
dio la tasa legal que la ley le otorga, y en el segundo caso, se debe demostrar objetivamente
el error manifiesto en el que hubiera incurrido el juzgador (Auto Supremo Nº 1115/2015 de
04 de diciembre, entre otros).
Asimismo, en el Auto Supremo Nº 322/2013 de 20 de junio, se ha razonado lo
siguiente: “La uniforme jurisprudencia sentada por la Ex Corte Suprema de Justicia como
por el actual Tribunal Supremo de Justicia, señaló que el recurso de casación se equipara
a una demanda nueva de puro derecho, el mismo que puede ser planteado en la forma, en
el fondo o en ambos casos a la vez, conforme está establecido en el art. 250 del Código de
Procedimiento Civil; cuando el recurso se plantea en la forma, es decir por errores de
procedimiento, denominado en doctrina error “in procedendo”, su finalidad es la
anulación de la resolución recurrida o del proceso mismo cuando se hubieren violado las
formas esenciales del proceso sancionadas expresamente con nulidad por la ley; en tanto
que el recurso de casación en el fondo o “error in judicando”, procede por errores de
fondo en la resolución del litigio y está orientado a que el Tribunal de casación revise el
fondo de la resolución impugnada, siendo su finalidad la casación del Auto de Vista
recurrido y la emisión de una nueva resolución que resuelva el fondo de la controversia en
base a la correcta compulsa de la prueba y la aplicación o interpretación de la ley…”.

CAUSALES DE CASACIÓN
Auto Supremo: 554/2017-RI
Sucre: 30 de mayo 2017
Proceso: Resolución de contrato.
La Ley Nº 439 de 19 de noviembre de 2013, en su art. 271, al hacer referencia a las
causales de casación, dispone: “I. El recurso de casación se funda en la existencia
de una violación, interpretación errónea o aplicación indebida de la Ley, sea en la
forma o en el fondo. Procederá también cuando en la apreciación de las pruebas
se hubiera incurrido en error de derecho o error de hecho. Este último deberá
evidenciarse por documentos o actos auténticos que demuestren la equivocación
manifiesta de la autoridad judicial.
II. En cuanto a las normas procesales, sólo constituirá causal la infracción o la
errónea aplicación de aquellas que fueren esenciales para la garantía del debido
proceso y reclamadas oportunamente ante juezas, jueces o tribunales inferiores.
III. No se considerarán como causales de casación los errores de derecho que no
afectaren la parte resolutiva del auto de vista” (el subrayado es nuestro).
Por su parte el art. 274.I núm. 3) del Código Procesal Civil, de manera imperativa
exige que el recurrente debe cumplir en expresar “…con claridad y precisión, la
Ley o leyes infringidas, violadas o aplicadas indebida o erróneamente
interpretadas, especificando en qué consiste la infracción, la violación, falsedad o
error, ya se trate de recurso de casación en el fondo, en la forma o en ambos.
Estas especificaciones deberán hacerse precisamente en el recurso y no fundarse
en memoriales anteriores, ni suplirse posteriormente”.
En relación a lo anterior, corresponde señalar que la uniforme línea Jurisprudencial
asumida por éste Tribunal, al referirse al error “in judicando” y a los requisitos
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intrínsecos del recurso de casación en el fondo en que incurre el Tribunal al aplicar
el derecho material en la decisión de la causa, ha concretado que: “…las figuras
jurídicas conceptualizadas como violación, interpretación errónea o aplicación
indebida de la ley, son diferentes, pues, la primera implica que se incurrió en una
infracción directa de la ley por no haberse aplicado correctamente sus preceptos,
es decir, es el error en que incurre el juzgador sobre la existencia y aplicación de
una norma jurídica en un caso concreto, la segunda, consiste en el error en que
incurre el juzgador sobre la ratio legis de una determinada ley, mientras que la
última, consiste en la infracción de la ley sustantiva por haberse aplicado sus
preceptos a hechos no regulados por aquella, imponiéndose la obligación a los
recurrentes de especificar en qué consiste la violación, cuál debía ser la norma
jurídica aplicable correctamente o cual la interpretación debida; por otro lado, en
relación a la apreciación de las pruebas se ha concretado que los conceptos
de error de derecho y error de hecho, son también diferentes, porque en el primer
caso se debe especificar los medios probatorios, que aportados a obrados, el
juzgador no les dió la tasa legal que la ley le otorga, y en el segundo caso, se debe
demostrar objetivamente el error manifiesto en el que hubiera incurrido el
juzgador (Auto Supremo Nº 1115/2015 de 04 de diciembre, entre otros)”.

CAUSALES Y REQUISITOS DE PROCEDENCIA DEL RECURSO DE


CASACIÓN
Auto Supremo: 296/2017-RI
Sucre: 22 de marzo de 2017
Proceso: Ordinario de Acción reivindicatoria, acción negatoria, desocupación y
entrega de bien inmueble.
Por otra parte, el Auto Supremo Nº 55/2015, de fecha 29 de enero de 2015, ha
razonado sobre el tema en sentido de que: “… si bien existe la posibilidad de
plantear recurso de casación tanto en el fondo como en la forma, empero debe
comprenderse cabalmente que cuando el recurso de casación se interpone en el
fondo, esto es por errores en la resolución de fondo o en la resolución de la
controversia misma, en este caso los hechos denunciados deben circunscribirse a
las causales de procedencia… siendo su finalidad la casación del Auto de Vista
recurrido y la emisión de una nueva resolución que en base a una correcta
interpretación o aplicación de la ley sustantiva o eliminando el error de hecho o de
derecho en la valoración de la prueba, resuelva el fondo del litigio. En tanto que si
se plantea el recurso de casación en la forma, se lo hace por errores de
procedimiento… siendo su finalidad la anulación de la resolución recurrida o del
proceso mismo, lo primero sucede cuando la resolución recurrida contiene
infracciones formales y, lo segundo cuando en la sustanciación del proceso se
hubieren violado las formas esenciales del mismo y que se encuentren sancionadas
con nulidad por la ley. Finalmente, en cuanto al petitorio en uno u otro tipo de
recurso también difiere, pero en caso de interponerse al mismo tiempo ambos
recursos (forma y fondo), no es correcto solicitar simplemente que se case la
P á g i n a 180 | 846
resolución recurrida o se anule la misma, la petición tendrá que ser de manera
alternativa porque la finalidad de ambos recursos son diferentes, cuyos
fundamentos deben ser desarrollados diferenciándose claramente el uno del otro…
es decir, citar en términos claros, concretos y precisos la ley o leyes violadas o
aplicadas falsa o erróneamente y especificar en qué consiste la violación, falsedad
o error; especificaciones que deben hacerse precisamente en el recurso y no
fundarse en memoriales o escritos anteriores ni suplirse posteriormente… Por otro
lado se debe considerar que este Tribunal Supremo ha establecido que contra una
Resolución anulatoria de obrados, no corresponde plantear sino el recurso de
casación en la forma, en el entendido que al ser anulatoria el Tribunal inferior no
ingresa a analizar el fondo de la problemática, es decir no emite Sentencia de
segundo grado, por lo que se hace imposible que el Tribunal de Casación habilite
su competencia. En ese sentido cuando se plantea recurso de casación en el fondo
contra una Resolución sea anulatoria, éste indudablemente será declarado
improcedente.”

CAUSALES Y REQUISITOS DE PROCEDENCIA DEL RECURSO DE


CASACIÓN
Auto Supremo: 422/2017-RI
Sucre: 24 de abril 2017
Proceso: Ordinario de cumplimiento verbal de contrato privado.
El art. 271 del Código Procesal Civil, al hacer referencia a las causales de casación
establece que: “(Causales de Casación) I. El recurso de casación se funda en la
existencia de
una violación, interpretación errónea o aplicación indebida de la Ley, sea en
la forma o en el fondo. Procederá también cuando en la apreciación de las
pruebas se hubiera incurrido en error de derecho o error de hecho. Este último
deberá evidenciarse por documentos o actos auténticos que demuestren la
equivocación manifiesta de la autoridad judicial.
II. En cuanto a las normas procesales, sólo constituirá causal la infracción o
la errónea aplicación de aquellas que fueren esenciales para la garantía del
debido proceso y reclamadas oportunamente ante juezas, jueces o tribunales
inferiores.
III. No se considerarán como causales de casación los errores de derecho que no
afectaren la parte resolutiva del auto de vista”.
Por su parte el art. 274.I núm. 3) del Código Procesal Civil, de manera taxativa
exige que el recurrente debe cumplir en expresar “…con claridad y precisión, la
Ley o leyes infringidas, violadas o aplicadas indebida o erróneamente
interpretadas, especificando en qué consiste la infracción, la violación, falsedad o
error, ya se trate de recurso de casación en el fondo, en la forma o en ambos.
Estas especificaciones deberán hacerse precisamente en el recurso y no fundarse
en memoriales anteriores, ni suplirse posteriormente”.

P á g i n a 181 | 846
En relación a lo anterior, corresponde especificar que la uniforme línea
Jurisprudencial asumida por éste Tribunal, al referirse al error “in procedendo” y
al error “in judicando”, ha concretado que “…los errores que dan lugar al
recurso de casación pueden ser de naturaleza sustancial o formal, por ello se dice
que el error acusado, dependiendo de su naturaleza, puede ser in procedendo o in
judicando. Respecto al primero, el error procesal, se presenta cuando dentro de un
proceso se afecta la aplicación de una norma que asegura el desarrollo armónico,
equitativo y justo del íter procesal; por su parte el error material ocurre cuando en
la Resolución de la controversia se afecta la norma jurídica sustancial que le
conduce a una decisión que no es correspondiente con lo que el sistema jurídico
tiene previsto para el caso concreto…De lo mencionado se advierte que existe una
diferencia fundamental entre las normas procesales, formales o adjetivas y las
normas sustantivas o materiales. Diferencia que resulta trascendental a la hora de
interponer el recurso de casación en el fondo o en la forma, pues, para tal efecto
resulta necesario realizar una precisa diferenciación entre ambas categorías de
normas…En ningún caso un motivo de casación en la forma dará lugar a la
interposición del recurso de casación en el fondo, como tampoco un motivo de
fondo resultará idóneo para fundar el recurso en la forma” (Auto Supremo Nº
387/2013 de 22 de julio, entre otros).

CAUSALES Y REQUISITOS DE PROCEDENCIA DEL RECURSO DE


CASACIÓN O DE NULIDAD
Auto Supremo: 253/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Anulabilidad parcial de acuerdo transaccional.
La uniforme línea jurisprudencial asumida por este Tribunal, como por ejemplo en
el Auto Supremo Nº 134/2012 de 04 de junio, sobre las causales y requisitos de
procedencia para el recurso de casación en el fondo y en la forma, ha razonado lo
siguiente: “…doctrinalmente se considera al recurso de casación como "aquel
medio impugnatorio vertical y extraordinario procedente en supuestos
estrictamente determinados por ley y dirigido a lograr que el máximo tribunal
revise y reforme o anule las resoluciones expedidas en revisión por las Cortes
Superiores o las sentencias de primera instancias, en la casación por salto, que
infringen las normas de derecho material, la doctrina jurisprudencial, las normas
que garantizan el derecho a un debido proceso, o las formas esenciales para la
eficacia y validez de los actos procesales ( Hinostroza Minguez Alberto Jose)”.
La Casación tiene por fin privilegiar la recta aplicación de la ley y de esta manera
alcanzar la justicia en la resolución de los conflictos procesales. Por ello, estamos
ante una institución necesaria y de enorme importancia en la administración de
justicia, pues gracias a ella, se cuenta con una vía que asegura la correcta
aplicación o interpretación de las normas jurídicas y la uniformización de la
jurisprudencia nacional.

P á g i n a 182 | 846
Como característica esencial de este recurso podemos establecer que no se trata
de una tercera instancia, pues el Tribunal de casación es un Tribunal de derecho y
no de hecho, por ello el recurso solo procede por las causales taxativamente
indicadas por la ley, debiendo el Tribunal de Casación circunscribirse a
considerar las causales invocadas por el recurrente y siempre que se formulen con
observancia de los requisitos exigidos por la misma ley.
Al respecto la uniforme jurisprudencia sentada por la Corte Suprema de Justicia
señaló que el recurso de casación constituye una demanda nueva de puro derecho,
que puede ser en el fondo o en la forma o en ambos a la vez, conforme está
establecido en el art. 250 del Código de Procedimiento Civil.
Cuando el recurso de casación se interpone en el fondo, esto por errores en la
resolución de fondo o errores in iudicando, los hechos denunciados deben
circunscribirse a las causales de procedencia establecidas en el art. 253 del
adjetivo civil, siendo su finalidad la casación del auto de vista recurrido y la
emisión de una nueva resolución, unificando la jurisprudencia e interpretación de
las normas jurídicas o creando nueva jurisprudencia; en tanto que si se plantea en
la forma, es decir por errores de procedimiento, la fundamentación debe
adecuarse a las causales y previsiones contenidas en el art. 254 del mismo cuerpo
legal, siendo su finalidad la anulación de la resolución recurrida o del proceso
mismo cuando se hubieren violado las formas esenciales del proceso sancionadas
con nulidad por la ley. En ambos casos, es de inexcusable cumplimiento el
mandato del art. 258 num. 2) del Código de Procedimiento Civil, es decir, citar en
términos claros, concretos y precisos la ley o leyes violadas o aplicadas falsa o
erróneamente y especificar en qué consiste la violación, falsedad o error;
especificaciones que deben hacerse precisamente en el recurso y no fundarse en
memoriales o escritos anteriores ni suplirse posteriormente.
De lo manifestado precedentemente se concluye que el recurso de casación en el
fondo y el de forma son dos medios de impugnación distintos, que persiguen
igualmente finalidades diferentes, el uno, nos referimos al de fondo, está orientado
a que el Tribunal Supremo revise el fondo de la resolución del litigio, y en este
caso lo que el recurrente pretende es que el Auto Supremo case la resolución
recurrida y resuelva el fondo de la controversia en base a la correcta aplicación o
interpretación de la ley. En cambio el recurso de casación en la forma está
orientado a que el Tribunal Supremo constate la existencia de errores formales en
la resolución impugnada o de procedimiento en la sustanciación de la causa que
conllevan la afectación del debido proceso, en ese caso la pretensión recursiva del
recurrente está orientada a la nulidad de la resolución impugnada o a la nulidad
de obrados”. Criterio reiterado en el Auto Supremo Nº 690/2016-RI de 27 de
junio, entre otros.

CELEBRACION DE CONTRATOS CONSENSUALES


Auto Supremo Nº 64/2011

P á g i n a 183 | 846
dice “ Es habitual, en nuestra práctica jurídica, que muchos de los contratos consensuales
se redacte o documente a través de una minuta, dejando así la constancia escrita respecto
del contrato celebrado entre partes y del consentimiento expresado por ellas, sin que ello
suponga la infracción de ninguna norma legal, ni motive su invalidez por la nulidad o la
anulabilidad, pues, si un contrato consensual, como es la compraventa, puede celebrase
incluso en forma verbal, no existe ningún óbice legal para que el acuerdo de partes y el
consentimiento de ellas respecto a ese contrato se lo documente a través de ese medio, sin
que ello suponga causal de nulidad ni anulabilidad del contrato”.

CADUCIDAD
Auto Supremo: 898/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.

CITACIÓN CON LA DEMANDA


Auto Supremo: 1000/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Usucapión
La citación con la demanda al demandado importa que éste tome conocimiento de que en su
contra se encuentra activada una pretensión que en la mayoría de los casos importaría una
afectación en su patrimonio, esa citación tiene el efecto de aperturar la competencia del
juzgador conforme señala el art. 7 del Código de Procedimiento Civil (norma con la cual se
desarrolló el proceso), y la falta de citación con la demanda genera indefensión en la parte,
pues la citación asegura que el demandado tome conocimiento del proceso para efectos de
generar seguridad jurídica en el sistema procesal y con ello dar cumplimiento a lo dispuesto
en el art. 117 de la Constitución Política del Estado, solo al haberse generado la citación al
demandado asegura que el proceso no sea acusado de indefensión a la parte perdidosa.

CITACIÓN EXPRESA DE AGRAVIOS

P á g i n a 184 | 846
Auto Supremo: 499/2017
Sucre: 15 de mayo 2017
Proceso: Anulabilidad de documento.
Sobre el tema este Tribunal en el AS Nº 537/2015 – L de fecha 13 de julio 2015 ha
delineado en sentido: “respecto habrá que considerar, como los mismos
recurrentes reconocen, que el Tribunal de Alzada dispuso la nulidad de obrados
hasta el Auto de concesión del recurso de apelación de fs. 285, bajo el argumento
de que dicho recurso “carecería de expresión de agravios”, motivo por el cual
declararon la ejecutoria de la Sentencia de primera instancia, es decir, dicho
tribunal no emitió pronunciamiento sobre el recurso planteado por considerar que
el mismo no cumplía con las exigencias previstas por el art. 227 del Adjetivo Civil,
norma que dispone: “La apelación de la sentencia o auto definitivo se interpondrá,
fundamentando el agravio sufrido…”, en cuyo mérito correspondía a los ahora
recurrentes desvirtuar dicho argumento del Ad quem, es decir, demostrar
objetivamente que su recurso de apelación si cumplió con lo dispuesto por la
norma transcrita, identificando para ello plenamente los agravios acusados en la
misma y que no fueron advertidos por el Tribunal de Alzada, y no limitarse en una
primera parte de su recurso de casación a realizar una simple crítica y expresar su
disentir con lo resuelto por el A quo y el Ad quem, para luego proceder a la
transcripción parcial de dichas resoluciones, empero sin referir cuál es su
intensión con dichas transcripciones, para finalmente una vez más proceder a la
transcripción textual de su recurso de apelación que fuera suscitado contra la
Sentencia de primera instancia, pretendiendo que este Tribunal sea el que
identifique la existencia cierta de dichos agravios en aquel recurso, aspecto que no
pude ser consentido por este Tribunal y menos suplir de oficio las omisiones,
imprecisiones o impericias en que incurrieron los recurrentes en el recurso que se
resuelve, incumpliendo la técnica recursiva que impone el art. 258 num. 2) del
Código de Procedimiento Civil. Más aún si los recurrentes si bien aluden la
vulneración de los arts. 219, 227, 236 del Código de Procedimiento Civil, 15 de la
L.O.J., y 115 de la C.P.E., empero, no relacionan los mismos a los supuestos
agravios denunciados y menos señalan en qué consiste dicha infracción y cómo
debieron ser aplicadas las referidas disposiciones legales; al margen habrá que
tomar en cuenta que si estos consideraban que el Tribunal Ad quem incumplió lo
dispuesto por el art. 236, debieron solicitar complementación conforme la facultad
que les otorga el art. 239 con relación al art. 196 del Código de Procedimiento
Civil, similar situación se da en cuanto a la falta de especificidad respecto a la
Resolución de primera instancia sobre que excepciones fueron declaradas
probadas y si estas son previas o perentorias, pues si advertía que se ha generado
una irregularidad o un vicio procesal sancionado con nulidad, al haberse
vulnerado derechos fundamentales como componentes del debido proceso, debió
de hacer notar dicho aspecto en su debida oportunidad y no en etapa casacional,
como erradamente pretenden los recurrentes”.

P á g i n a 185 | 846
En el mismo sentido el Auto Supremo: 877/2015 - L de 2 de Octubre 2015 señala:
“ En el caso de Autos, de la revisión del memorial del recurso de casación se
advierte que éste se ha formulado como recurso de casación en el fondo contra el
Auto de Vista de 24 de marzo de 2011, que anuló el Auto de concesión de alzada
de 13 de junio de 2008, con el argumento de que “…la apelación carece de la
fundamentación exigida por las normas legales citadas y obvian las características
propias de una expresión de agravios…”, infiriéndose primero que tratándose de
una Resolución anulatoria no ingresó a considerar aspectos de fondo, por lo que
resulta manifiestamente improcedente su planteamiento y así debe ser declarado.
Por otro lado, si bien se planteó recurso de casación en la forma, el análisis que
realiza, de ninguna manera contradice lo expresado en el Auto de Vista, no
cuestiona el argumento expresado en la misma, refiriéndose a aspectos tramitados
en el proceso de manera descriptiva, no habiendo comprendido que la Resolución
de segunda instancia tiene como único argumento que la apelación carece de
fundamentación exigida, es decir, no tuviera expresión de agravios, de proceder
recurso de casación en la forma, el argumento de la recurrente debió estar
enfocado y enmarcado a demostrar que ese razonamiento era errado y que su
recurso de apelación sí contenía expresión de agravios, buscando la nulidad del
Auto de Vista a fin de que ingrese a considerar los “agravios” que denunciara en
apelación en sujeción a lo previsto por el art. 236 con relación al art. 227 del
Código de Procedimiento Civil, sin embargo este aspecto no ocurrió como se
verifica de la lectura de memorial de recurso planteado en la forma, pues de
manera escueta refiere a aspectos de fondo del proceso y no se cuestiona de
ninguna manera el argumento del Ad quem, consecuentemente no es posible
considerar su análisis”.
A mayor abundamiento el Auto Supremo Nº 599/2015 – L de: 29 de Julio 2015 de
igual manera ha señalado: “se interpondrá fundamentando el agravio sufrido ante
el juez que los hubiere pronunciado”, en este entendido la expresión de los
agravios sufridos abre la competencia del Tribunal de alzada para su
pronunciamiento sobre los mismos, por lo que según Couture: “Los agravios son
los perjuicios o gravámenes tanto materiales como morales, que una resolución
causa en un litigante”, siendo así que los agravios materiales son aquellos que
recaen sobre la integridad física o el patrimonio de una persona, como
consecuencia de un acto ilícito, civil o penal realizado por otra persona; por otra
parte , los agravios morales se encuentran relacionados a la naturaleza de los
derechos lesionados, que consiste en el desmedro sufrido en los bienes extra
patrimoniales y que cuentan con protección jurídica, a cuya razón los agravios
dentro del recurso de apelación se constituyen en el sustento, fundamento y razón
del recurso mismo y no así una relación simple de los hechos ocurridos en el
proceso, por ello para que el Tribunal de alzada considere el recurso de apelación
se hace imprescindible la expresión de agravios del fallo recurrido.
Al respecto, se tiene que hecho un análisis de la apelación de la parte recurrente
se evidencia que carece de agravios, siendo que la misma se limita en citar ciertos
P á g i n a 186 | 846
medios de prueba o citas legales, empero no existe una fundamentación concreta,
limitándose como se dijo a efectuar apreciaciones subjetivas que no se equiparan a
una real y verdadera fundamentación de agravio, puesto que al invocar el derecho,
debió de fundamentarlo, en cumplimiento a la previsión exigida por el art. 227 del
Código de Procedimiento Civil, al margen la parte recurrente no expone que
agravios existía en su recurso de apelación, lo cual también genera que sea una
alusión subjetiva”.

CLARIDAD Y PRECISIÓN, RECURSO DE CASACIÓN


Auto Supremo: 195/2017-RI
Sucre: 01 de marzo 2017
Proceso: Ordinario nulidad de venta, cancelación de registros, reconocimiento de
daños y perjuicios.
Corresponde señalar que el art. 274.I num. 3) del Código Procesal Civil, exige que
el recurrente debe cumplir en expresar con claridad y precisión la norma acusada
de infringida, vulnerada o aplicada erróneamente especificar en qué consiste la
infracción vulneración o falsedad o error.
La exigencia descrita precedentemente obedece, a la tesis de que el recurso de
casación es asimilable a una demanda de puro derecho, lo que quiere decir que en
el recurso debe identificarse en qué medida el Tribunal de apelación hubiera errado
y como debe sanearse el yerro que se hubiera generado, de esa manera, se cumple
con la exigencia con la referida norma descrita en el art. 274.I. num. 3) del Código
Procesal Civil.
En relación a lo anterior, corresponde especificar que la uniforme línea
Jurisprudencial asumida por éste Tribunal, al referirse al error “in procedendo” y al
error “in judicando”, ha concretado que “…los errores que dan lugar al recurso de
casación pueden ser de naturaleza sustancial o formal, por ello se dice que el error
acusado, dependiendo de su naturaleza, puede ser in procedendo o in judicando.
Respecto al primero, el error procesal, se presenta cuando dentro de un proceso se
afecta la aplicación de una norma que asegura el desarrollo armónico, equitativo y
justo del íter procesal; por su parte el error material ocurre cuando en la Resolución
de la controversia se afecta la norma jurídica sustancial que le conduce a una
decisión que no es correspondiente con lo que el sistema jurídico tiene previsto
para el caso concreto…De lo mencionado se advierte que existe una diferencia
fundamental entre las normas procesales, formales o adjetivas y las normas
sustantivas o materiales. Diferencia que resulta trascendental a la hora de
interponer el recurso de casación en el fondo o en la forma, pues, para tal efecto
resulta necesario realizar una precisa diferenciación entre ambas categorías de
normas…En ningún caso un motivo de casación en la forma dará lugar a la
interposición del recurso de casación en el fondo, como tampoco un motivo de
fondo resultará idóneo para fundar el recurso en la forma” (Auto Supremo Nº
387/2013 de 22 de julio, entre otros).

P á g i n a 187 | 846
CLASES DE INTERRUPCIÓN DEL TÉRMINO DE LA PRESCRIPCIÓN
Auto Supremo: 434/2017
Sucre: 02 de mayo 2017
Proceso: Desalojo.
En el Auto Supremo Nº 573/2014 se ha señalado sobre la interrupción al término
de la prescripción aplicable a los procesos de usucapión exponiendo lo
siguiente: “En cuanto a la interrupción de la usucapión debemos mencionar que
esta ópera por dos modos, la interrupción civil y la interrupción natural; la
primera, referida a las causas que interrumpen la prescripción en general
previstas por el art. 1503 y siguientes., del CC., y la segunda, cuando el poseedor
es privado de la posesión del inmueble por más de un año, tiempo en que este tiene
la posibilidad de interponer una de las acciones de defensa de la posesión.
Por otra parte resulta conveniente citar lo razonado en el Auto Supremo Nº
308/2013 que dice: “…para dicho análisis nos basaremos en los razonamientos
vertidos por diferentes autores como por ejemplo Ricardo J. Papaño, Claudio M.
Kiper, Gregorio A. Dillon, Jorge R. Causse y Guillermo Borda, autores que en sus
obras, los primeros con su libro Derechos Reales y el último con su libro Tratado
de Derecho Civil, Derechos Reales I, teorizan sobre la interrupción de la
prescripción y establecen que: “…la interrupción significa una prescripción no
cumplida, porque desde el momento en que el término legal ha transcurrido
íntegramente, se produce ipso jure la adquisición del dominio y la prescripción ha
consumado todos sus efectos.” (G. Borda); en ese mismo sentido se indica “…la
interrupción de la prescripción actúa directamente sobre el elemento posesión (y
no sobre el tiempo, como la suspensión), y priva a ésta del quinto requisito
necesario para usucapir: la interrupción. Como consecuencia de ello, el efecto de
la interrupción es eliminar totalmente, como si no hubiera existido, la posesión
anterior. Lo expuesto significa, obviamente, que para que la interrupción tenga
lugar no debe haberse cumplido el término de la prescripción.” (Papaño, Kiper,
Dillon y Causse).De lo manifestado se concluye que la interrupción de la
prescripción únicamente es posible cuando el término de la misma (prescripción)
está en curso, de ninguna manera resulta correcto afirmar que la prescripción ya
operada pueda ser interrumpida, por actos posteriores a su consolidación…”

COHEREDERO, PUEDE ADQUIRIR LA TOTALIDAD DEL BIEN INMUEBLE


POR VÍA DE USUCAPIÓN
Auto Supremo: 101/2016
Sucre: 04 de febrero 2016
La línea jurisprudencial asumida por este Tribunal ha concretado en el Auto Supremo Nº
567/2014 de 08 de septiembre que: “…es posible la usucapión entre coherederos o
comuneros, pero para que opere esa prescripción por posesión exclusiva está
condicionada a intervertir su situación de coposeedor a único poseedor, surgiendo la
especial necesidad de precisar cuándo realmente los restantes comuneros o coherederos
han sido excluidos, como para considerar que el único que quedo en posesión del bien,
puede llegar a adquirir por usucapión la integridad de la cosa poseída; razonamiento, que

P á g i n a 188 | 846
también coincide con el criterio doctrinal de Guillermo Borda, en su obra Tratado de
Derecho Civil-Derechos Reales, Tomo I, pág. 326, que explica: “Se ha declarado con
razón, que los actos de posesión exclusiva que ejerce el copropietario sobre el inmueble
común han de ser inequívocos de modo que deba descartarse la hipótesis de un mero
reparto de uso. Sin embargo no debe exagerarse el rigor de estos requisitos y siempre que
la exclusividad de la posesión sea clara, debe admitirse la usucapión en perjuicio de los
condóminos.”Criterio reiterado en el Auto Supremo Nº 580/2014 de 10 de octubre.
Asimismo, el Auto Supremo Nº 537/2013 de 24 de octubre ha especificado que: “Cuando
una persona posee por si misma o por otra un derecho propio se llama simplemente
poseedor y cuando dicha posesión la ejerce en nombre de otra persona o respetando el
derecho de otra persona se llama simplemente detentador de la cosa…”, el párrafo II del
art. 87 del Código Civil indica “Una persona posee por sí misma o por medio de otra que
tiene la detentación de la cosa…”.
El Código Civil en su art. 88 establece lo referente a las presunciones de la posesión en el
párrafo I indica “Se presume la posesión de quien ejerce actualmente el poder sobre la
cosa, siempre que no se pruebe que comenzó a ejercerlo como simple detentador”, esta
normativa de manera textual establece que la posesión se presume, al igual que el ánimus,
por dicho motivo Carlos Morales Guillen citando al profesor Osorio indica: “El ánimus se
presume. Quien contradice al poseedor debe probar que este sólo tiene una simple
detentación…”.
De igual manera, en el Auto Supremo Nº 308/2013 de 17 de junio, se ha razonado que:
“…que la interrupción de la prescripción únicamente es posible cuando el término de la
misma (prescripción) está en curso, de ninguna manera resulta correcto afirmar que la
prescripción ya operada pueda ser interrumpida, por actos posteriores a su
consolidación”.
De lo desarrollado, se infiere que la línea Jurisprudencial asumida por este Tribunal ha
establecido la posibilidad de que un coheredero pueda adquirir la totalidad del bien
inmueble por vía de usucapión siempre que demuestre la interversión de su situación de
coposeedor a único poseedor, asimismo que una persona posee por sí misma o por medio
de otra que tiene la detentación de la cosa y que una prescripción operada no puede ser
interrumpida.

COHEREDERO, PUEDE ADQUIRIR LA TOTALIDAD DEL BIEN INMUEBLE


POR VÍA DE USUCAPIÓN
Auto Supremo: 101/2016
Sucre: 04 de febrero 2016
La línea jurisprudencial asumida por este Tribunal ha concretado en el Auto Supremo Nº
567/2014 de 08 de septiembre que: “…es posible la usucapión entre coherederos o
comuneros, pero para que opere esa prescripción por posesión exclusiva está
condicionada a intervertir su situación de coposeedor a único poseedor, surgiendo la
especial necesidad de precisar cuándo realmente los restantes comuneros o coherederos
han sido excluidos, como para considerar que el único que quedo en posesión del bien,
puede llegar a adquirir por usucapión la integridad de la cosa poseída; razonamiento, que
también coincide con el criterio doctrinal de Guillermo Borda, en su obra Tratado de
Derecho Civil-Derechos Reales, Tomo I, pág. 326, que explica: “Se ha declarado con
razón, que los actos de posesión exclusiva que ejerce el copropietario sobre el inmueble
común han de ser inequívocos de modo que deba descartarse la hipótesis de un mero

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reparto de uso. Sin embargo no debe exagerarse el rigor de estos requisitos y siempre que
la exclusividad de la posesión sea clara, debe admitirse la usucapión en perjuicio de los
condóminos.”Criterio reiterado en el Auto Supremo Nº 580/2014 de 10 de octubre.
Asimismo, el Auto Supremo Nº 537/2013 de 24 de octubre ha especificado que: “Cuando
una persona posee por si misma o por otra un derecho propio se llama simplemente
poseedor y cuando dicha posesión la ejerce en nombre de otra persona o respetando el
derecho de otra persona se llama simplemente detentador de la cosa…”, el párrafo II del
art. 87 del Código Civil indica “Una persona posee por sí misma o por medio de otra que
tiene la detentación de la cosa…”.
El Código Civil en su art. 88 establece lo referente a las presunciones de la posesión en el
párrafo I indica “Se presume la posesión de quien ejerce actualmente el poder sobre la
cosa, siempre que no se pruebe que comenzó a ejercerlo como simple detentador”, esta
normativa de manera textual establece que la posesión se presume, al igual que el ánimus,
por dicho motivo Carlos Morales Guillen citando al profesor Osorio indica: “El ánimus se
presume. Quien contradice al poseedor debe probar que este sólo tiene una simple
detentación…”.
De igual manera, en el Auto Supremo Nº 308/2013 de 17 de junio, se ha razonado que:
“…que la interrupción de la prescripción únicamente es posible cuando el término de la
misma (prescripción) está en curso, de ninguna manera resulta correcto afirmar que la
prescripción ya operada pueda ser interrumpida, por actos posteriores a su
consolidación”.
De lo desarrollado, se infiere que la línea Jurisprudencial asumida por este Tribunal ha
establecido la posibilidad de que un coheredero pueda adquirir la totalidad del bien
inmueble por vía de usucapión siempre que demuestre la interversión de su situación de
coposeedor a único poseedor, asimismo que una persona posee por sí misma o por medio
de otra que tiene la detentación de la cosa y que una prescripción operada no puede ser
interrumpida.

COHERENCIA ENTRE LO FUNDAMENTADO EN EL RECURSO Y EL


PETITORIO
Auto Supremo: 44/2017
Sucre: 24 de enero 2017
Proceso: Constitución de Servidumbre de Paso.
En relación al tema, es preciso señalar que toda impugnación o recurso judicial se encuentra
estructurado de dos componentes esenciales que son la causa petendi y el petitium y para
que pueda ser atendido en su verdadera dimensión, debe existir la suficiente coherencia en
todo su contenido; la causa petendi es el motivo por el cual se recurre y está integrado por
el elemento fáctico y normativo, los cuales deben ser precisados y fundamentados
adecuadamente por el recurrente; mientras que el petitium es la solicitud expresa, clara y
concreta que se realiza en el recurso; ambos componentes (causa petendi y petitium) están
directamente vinculados con la finalidad del recurso lo que en doctrina se conoce como el
“nexo o relación de causalidad”; esto muestra la enorme importancia que tiene el petitium,
mismo que no sólo debe ser claro, sino sobre todo coherente con el fundamento que
sustenta la pretensión; en ese sentido se tiene establecido por el Tribunal Constitucional
Plurinacional a través de sus reiterados fallos plasmados en sentencias y autos
constitucionales, entre estos en la SCP 1456/2013 y AC 0099/2012-RCA.

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COLACIÓN DE BIENES HEREDITARIOS
Auto Supremo: 743/2016
Sucre: 28 Junio de 2016
Proceso: Ordinario, división y partición de bien inmueble
La doctrina se ha encargado de discernir con mayor claridad el tema en cuestión;
primeramente haremos referencia a las conceptualizaciones del término que nos ocupa.
El autor Eduardo A. Zannoni en su Obra “Manual de Derecho de las Sucesiones”,
conceptúa a la colación como "...imputación de las donaciones realizadas en vida por el
causante a cualquiera de los herederos forzosos que concurren a la sucesión, respecto de
la parte o porción que al beneficiario de la donación (donatario) corresponde en la
herencia...". De la misma forma el autor Jorge Inochea Rojas en su texto “Manual Práctico
de Derecho Sucesorio” indica: "Es la obligación que tiene el heredero forzoso que ha
recibido una donación del causante en vida de traer a la masa hereditaria la división del
valor de dicha donación".
Por su lado el consagrado Dr. Armando Villafuerte Claros, ex Ministro de la ex Corte
Suprema de Justicia de nuestro país, en su Obra “Derecho de Sucesiones” Tomo I, Edición
2013 indica: "En el derecho sucesorio significa juntar o reunir todas las donaciones que el
de cujus ha hecho en vida a sus herederos forzosos, a fin de formar la masa hereditaria que
luego se ha de dividir".
Del mismo modo, el prenombrado autor nacional hace la necesaria distinción de los
institutos jurídicos de colación, reducción e imputación que rigen en materia sucesoria,
indicando que la primera (colación) busca recomponer o reintegrar el patrimonio del
causante para su distribución igualitaria o proporcional entre coherederos legitimarios,
opera aun cuando la legítima no hubiera sido afectada, pues persigue la desaparición del
desequilibrio entre coherederos que vulnera el principio de igualdad que debe primar al
efecto; en tanto que la reducción tiene por finalidad únicamente reintegrar la legítima
cuando ésta ha sido lesionada; es decir cuando las liberalidades han sido hechas más allá de
la porción disponible y no funciona cuando ésta no ha sido atacada, y finalmente con
relación a la imputación, indica que prefiere denominarlo imputación de deudas, no
colación de deudas, y consiste en la operación mediante la cual se liquida lo adeudado por
un heredero al de cujus o a los demás coherederos, haciendo que aquél, al momento de la
división de la herencia reciba su cuota hereditaria menos por el monto por él adeudado; se
extiende a todas las deudas del heredero sin interesar su origen contractual o delictual, se
encuentren sujetas a término o se hallen ya vencidas; incluso es utilizada para liquidar las
deudas que el sucesor llegó a deber a los demás coherederos durante la división de la
herencia.
Al referirse a las liberalidades que comprende la colación. (Donaciones directas e
indirectas) e interpretando el art. 1254 del Código Civil, indica:
Según la redacción del art. 1254 del Código Civil, que expresa: “Toda donación hecha a
heredero forzoso…” pareciera que sólo las donaciones podrían ser objeto de colación, pero
el art. 1255 aclara: “El heredero que concurra a la sucesión con otros que también lo sean,
debe colacionar a la masa hereditaria todo lo que ha recibido del difunto por donación,
directa o indirectamente…”
Señala que la aparente sencillez que establecen los arts. 1254 y 1255 para colacionar todas
las donaciones, requiere precisiones. Así el párrafo in fine de este último alude a las
donaciones llamadas directas e indirectas, acogiendo ambos vocablos, aun sólo en parte,
del art. 737 del Código italiano. Frente a las donaciones en general, la prudencia aconseja

P á g i n a 191 | 846
tener en cuenta que además de las donaciones directas (verdaderas o propias, como las
llama Messineo), también se sujetan a la colación las donaciones indirectas.
Siguiendo el análisis doctrinario del citado autor, sin que esto implique transcribir de manea
textual sus comentarios, diremos; las donaciones directas son todas aquellas efectuadas
mediante documento público conforme a las determinaciones del Código Civil (art. 667
CC.). Por el contrario, las donaciones indirectas son las que se ejercen recurriendo a una
operación jurídica diferente por las cuales se efectúan atribuciones patrimoniales gratuitas,
como ejemplos se puede citar a los siguientes casos: un acreedor condona la deuda a su
deudor; un heredero renuncia a una sucesión o un legado para favorecer a otro heredero o a
su colegatario; uno paga con sus bienes propios la deuda de otro en beneficio de éste; la
renuncia a una hipoteca dada por un tercero; el dejar interrumpir una usucapión para
favorecer al propietario, etc.
Por otra parte, el citado autor, refiriéndose a las donaciones simuladas indica que las
simulaciones son frecuentes en todas las actividades humanas. A diario podemos observar
cómo se simula o se disimula. En lo que concierne al derecho sucesorio, es conocido que,
de ordinario, algunos progenitores para beneficiar a algunos de sus hijos simulan contratos
onerosos que constituyen donaciones disfrazadas; así, por ejemplo, se hace una donación
pero como una aparente compraventa; se estipula igual libertad, pero bajo formas de
permuta, etc. Indica que muestro Código Civil no ha previsto ninguna norma expresamente
dirigida a impugnar la colación en casos de simulación, pero el caso debe ser estudiado
juntamente con el instituto de la donación.
Haciendo referencia a las donaciones nulas y anulables, se plantea las siguientes hipótesis:
a) si la donación ha sido anulada, el bien objeto de la liberalidad, queda en el patrimonio del
donante como resultado del efecto retroactivo de las nulidades (art 546 CC.), y si además el
bien ha sido restituido, es factible dividirlo o distribuirlo entre los coherederos, b) si, pese a
la declaración de la nulidad el bien no ha sido recuperado por el donante y permanece en
poder del donatario o éste lo ha transferido a un tercero, tornándose imposible recuperarlo,
entonces se recurre a la colación por imputación.
Concluye indicando de manera categórica, que las donaciones nulas como las anulables son
colacionables. Pero, es también evidente que al coheredero del donatario puede resultarle
más fácil ejercer su derecho por vía de la colación que acudir a la acción de nulidad o
ignorar la nulidad.
Por su parte, el tratadista Guillermo A. Borda en su Obra: “Tratado de Derecho Civil”,
Sucesiones, Tomo II, Décima Edición 2012, actualizado por Delfina Borda, refiriéndose a
la donación, indica:
“La donación puede provenir de ciertas enajenaciones disfrazadas de actos onerosos,
hechas así con el propósito de beneficiar a uno de los herederos más allá de lo que
permiten las legítimas de los otros. Un caso en que esa simulación resulta muy evidente es
el que sigue: un padre vende a uno de sus hijos un valioso inmueble, con reserva de
usufructo. El enajenante seguirá gozando de la propiedad como si fuera suya, y, al morir,
el dominio quedará consolidado en su hijo predilecto, quedando el bien excluido de la
masa que debe formarse para calcular la legitima. Similar es el caso de que el adquirente
haya asegurado al enajenante una renta vitalicia. Resulta patente el acto mismo (no
obstante su apariencia de onerosidad) el propósito de burlar la ley; y para evitar las
dificultades propias de la prueba de la simulación, esta sale al cruce de la maniobra y
presume que se trata de actos gratuitos”.

P á g i n a 192 | 846
CADUCIDAD
Auto Supremo: 898/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.

COMPETENCIA
Auto Supremo: 660/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Nulidad
Respecto a la competencia debemos señalar que esta es de orden público, indelegable y es
definida como la facultad que tiene un determinado Juez o Tribunal para ejercer la
jurisdicción en un determinado asunto; en este sentido la Ley Nº 025 del Órgano Judicial en
el Art. 12 define la competencia: "como la facultad que tiene una magistrada o magistrado,
una vocal o un vocal, una jueza o un juez, o Autoridad indígena originaria campesina para
ejercer la jurisdicción", por otra parte el art 122 de la CPE establece que: "son nulos los
actos de las personas que usurpen funciones que nos les competen, así como los actos de
las que ejercen jurisdicción o potestad que no emane de la Ley".
Al respecto, se ha orientado en el Auto Supremo Nº 320/2013 de 19 de junio, que: “…sin
embargo no es menos cierto que tanto la jurisdicción como la competencia, son de orden
público y de cumplimiento obligatorio, regulada actualmente por la Ley del Órgano
Judicial en sus artículos 12, 13 y 14-II que si bien no establecen una clasificación expresa
de la competencia por materia, territorio o cuantía entre otras, ello, en virtud de la nueva
estructura que regirá los juzgados públicos una vez que los mismos sean implementados,
rigiendo asimismo para este tema, las disposiciones establecidas en el Código de
Procedimiento Civil cuyas disposiciones están vigentes.”.
Así también, la Sentencia Constitucional Nº 1469/2011-R de 10 de octubre citando la SC
Nº 0566/2010-R de 12 de julio: “…dejó establecido que: “El juez natural, constituye una
garantía constitucional con incidencia en el campo tanto jurisdiccional como
administrativo, cuyo 'núcleo duro' está compuesto por tres elementos a saber: la
competencia, la imparcialidad y la independencia.

P á g i n a 193 | 846
Del contenido esencial de la garantía del juez natural y a la luz del caso concreto, se
establece que la competencia tiene una génesis de rango constitucional enraizada en el
juez natural, aspecto del cual devienen sus características esenciales, toda vez que la
competencia como medida y continente de la potestad administrativa o jurisdiccional es
indelegable, inconvalidable y emana solamente de la ley y la Constitución; entonces, la
importancia que reviste este elemento del juez natural en el Estado Social y Democrático
de Derecho, hace que el ordenamiento jurídico-constitucional boliviano le conceda un
resguardo reforzado frente a actos de quienes usurpen funciones que no les competen, o
contra los actos de quienes ejerzan jurisdicción o potestad que no emane de la ley.”.

COMPETENCIA
Auto Supremo: 74/2017
Sucre: 01 de febrero 2017
Proceso: Mejor derecho Propietario, Nulidad de matriculación y folio real en Derecho
Reales, desocupación, lanzamiento y pago de daños y perjuicios.
Respecto a la competencia debemos señalar que esta es de orden público, indelegable y es
definida como la facultad que tiene un determinado Juez o Tribunal para ejercer la
jurisdicción en un determinado asunto; en este sentido la Ley Nº 025 del Órgano Judicial en
el Art. 12 define la competencia: "como la facultad que tiene una magistrada o magistrado,
una vocal o un vocal, una jueza o un juez, o Autoridad indígena originaria campesina para
ejercer la jurisdicción", por otra parte el art 122 de la CPE establece que: "son nulos los
actos de las personas que usurpen funciones que nos les competen, así como los actos de
las que ejercen jurisdicción o potestad que no emane de la Ley".
Al respecto, se ha orientado en el Auto Supremo Nº 320/2013 de 19 de junio, que: “…sin
embargo no es menos cierto que tanto la jurisdicción como la competencia, son de orden
público y de cumplimiento obligatorio, regulada actualmente por la Ley del Órgano
Judicial en sus artículos 12, 13 y 14-II que si bien no establecen una clasificación expresa
de la competencia por materia, territorio o cuantía entre otras, ello, en virtud de la nueva
estructura que regirá los juzgados públicos una vez que los mismos sean implementados,
rigiendo asimismo para este tema, las disposiciones establecidas en el Código de
Procedimiento Civil cuyas disposiciones están vigentes.”.

COMPETENCIA CONTENCIOSA ADMINISTRATIVA


Auto Supremo: 175/2017
Sucre: 22 de febrero 2017
Proceso: Nulidad de Escritura Pública.

Sobre el tema de la competencia contenciosa administrativa referente a


resoluciones Municipales, a través del Auto Supremo Nº 376/2015 de fecha 2 de
Junio 2015 se ha determinado: “En el caso en cuestión, el acto de adjudicación
del predio que el actor pretende su nulidad tiene como antecedente inmediato la
Resolución Municipal N° 173/93 de fecha 17 de enero de 1994, otorgada por la H.
Alcaldía Municipal de Cotoca a favor de Adonay Cortez Pérez y producto de esa
adjudicación proviene el derecho propietario de Víctor Hugo Ortiz Cortez, en ese
entendido corresponde analizar si la misma, constituye un acto administrativo
conforme determina el art. 27 de la Ley Nº 2341 de Procedimiento Administrativo
P á g i n a 194 | 846
que establece lo siguiente: "Se considera acto administrativo, toda declaración,
disposición o decisión de la Administración Pública, de alcance general o
particular, emitida en ejercicio de la potestad administrativa, normada o
discrecional, cumpliendo con los requisitos y formalidades establecidos en la
presente Ley, que produce efectos jurídicos sobre el administrado. Es obligatorio,
exigible, ejecutable y se presume legítimo".
Para el tratadista Hugo Caldera, "El Acto Administrativo constituye una
exteriorización unilateral de competencia por parte de un órgano administrativo
en ejercicio de potestades jurídico-administrativas destinadas a alcanzar fines
públicos encomendadas a éste órgano", opinión acorde con la vertida
precedentemente y armonizable al ordenamiento jurídico Boliviano.
Como se podrá advertir, el acto administrativo es una declaración unilateral del
funcionario o autoridad pública de cualquiera de los niveles de la Administración
Pública y que al emerger del ejercicio de una potestad administrativa plasma una
decisión que genera efectos o consecuencias jurídico-administrativas directas e
inmediatas.
a.-) De esta manera se tiene que la competencia para la sustanciación emergente
de la contención de actos administrativos emergentes de los Entes Municipales.-
Siendo el derecho una ciencia que evoluciona, es la jurisprudencia la que orienta
el desarrollo de la aplicación del derecho, en ese sentido corresponde citar que el
Tribunal Constitucional Plurinacional ha emitido la Sentencia Constitucional Nº
0693/2012 de 2 de agosto de 2012 que señala: “Pese a identificarse con claridad
la vía impugnativa pertinente corresponde hacer referencia a la SCP 0371/2012 de
22 de junio, que precisó que: “…ni la Constitución Política del Estado vigente, ni
la Ley del Órgano Judicial, le asignan esa facultad al Tribunal Supremo de
Justicia ni a los Tribunales Departamentales de Justicia en su Sala Plena,
respectivamente -art. 184 de la Constitución Política del Estado y art. 50 de la Ley
de Organización Judicial-. Esta ausencia normativa ocasiona un vacío jurídico,
provocando que los administrados no tengan la vía jurisdiccional para que se
dirima una determinada situación jurídica; al respecto, es importante precisar que
las características de dicho proceso son las de un ordinario en todas sus etapas.
En ese sentido, de acuerdo al art. 158 núm. 3 de la Constitución Política del
Estado, será la Asamblea Legislativa Plurinacional, quien deberá pronunciarse a
la brevedad posible sobre la regulación y/o reglamentación de los procesos
contencioso-administrativos”.
Sin embargo, la justicia Constitucional a través de la acción de amparo
Constitucional no puede sustituir a la jurisdicción contenciosa administrativa en el
control de legalidad que realiza la referida jurisdicción, máxime si se considera
que el amparo Constitucional: “…es un mecanismo instrumental para la
protección del goce efectivo de los derechos fundamentales por parte de las
personas, por tanto protege dichos derechos cuando se encuentran consolidados a
favor del actor del amparo, no siendo la vía adecuada para dirimir supuestos
derechos que se encuentren controvertidos o que no se encuentren consolidados,
P á g i n a 195 | 846
porque dependen para su consolidación de la dilucidación de cuestiones de hecho
o de la Resolución de una controversia sobre los hechos; porque de analizar
dichas cuestiones importaría el reconocimiento de derechos por vía del recurso de
amparo, lo que no corresponde a su ámbito de protección, sino sólo la protección
de los mismos cuando están consolidados; por ello, la doctrina emergente de la
jurisprudencia de este Tribunal Constitucional, también ha expresado que el
recurso de amparo no puede ingresar a valorar y analizar hechos
controvertidos…” (SC 0278/2006-R de 27 de marzo).
Entonces para no dejar en indefensión al ciudadano frente al poder público y
específicamente los actos administrativos independientemente a efectivizar la
exhortación contenida en la SCP 0371/2012, debe entenderse que a efectos del
resguardo de derechos, valores y principios Constitucionales, y hasta mientras se
desarrolle la legislación respectiva por el legislador ordinario los Tribunales
Departamentales continúan teniendo la competencia para conocer el recurso
contencioso administrativo en la materia.
La interpretación antes dicha emerge de la interpretación del art. 10 de la Ley 212
de 23 de diciembre de 2011, referido a las causas contenciosas administrativas, el
cual dispone en su parágrafo primero lo siguiente: “La Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia conocerá las causas contenciosas que resultaren de los
contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las demandas
contenciosas - administrativas, a que dieren lugar las resoluciones del mismo;
hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción Especializada”.
Es decir, que en tanto no exista la jurisdicción especializada se debe precautelar
que el justiciable tenga la posibilidad de impugnar haciendo uso de los
mecanismos establecidos y que aún no han sido sustituidos, en este caso, resulta
aplicable lo dispuesto en el mencionado art. 778 del Código de Procedimiento
Civil”
Bajo esa interpretación Constitucional, es que la Sala Plena del Tribunal Supremo
de Justicia ha emitido el Auto Supremo Nº 115/2013 de 10 de abril de 2013,
expresando lo siguiente:“La ratio decidendi extractada de las referidas Sentencias
Constitucionales Plurinacionales, tienen carácter vinculante y son de
cumplimiento obligatorio conforme lo establecen los arts. 203 de la CPE y 15.II
del Código Procesal Constitucional, y aplicable por analogía al caso presente;
toda vez que la presente demanda trata de un proceso contencioso administrativo
en materia Municipal, donde se demanda a una autoridad edil, impugnando la
Resolución Ejecutiva Nº 199/2012, por lo que, siguiendo la línea jurisprudencial,
estos procesos deben seguir siendo de conocimiento de los Tribunales
Departamentales de Justicia mientras no exista una regulación y/o reglamentación
por parte de la Asamblea Legislativa Plurinacional. POR TANTO: La Sala Plena
del Tribunal Supremo de Justicia del Estado Plurinacional de Bolivia, en atención
a los argumentos anteriormente expuestos, anula obrados hasta fs.15 inclusive y se
declara SIN COMPETENCIA para conocer la presente causa, debiendo remitirse
obrados a la Sala Plena del Tribunal Departamental de Justicia de Santa
P á g i n a 196 | 846
Cruz…”; consiguientemente se ha sentado línea jurisprudencial para el
conocimiento de la contención de actos administrativos que hayan emergido de
un ente Municipal, por lo que en base a la jurisprudencia señalada en el
presente fallo, resulta ser vinculante para todos los órganos de administración de
justicia, siendo competencia de la Sala Plena de los Tribunales Departamentales
de Justicia, el conocimiento y sustanciación de la contención emergente de los
actos administrativos.
Así de esta manera conforme a los arts. 775 y 778 del Código de Procedimiento
Civil, vigente desde el 02 de abril de 1976, la vía contencioso y contencioso-
administrativo para la impugnación de actos administrativos evacuados por la
administración Publica se atribuía a la Sala Plena de la Corte Suprema de
Justicia, disposiciones que fue sustentada posteriormente por el art. 55 núm. 10
de la Ley del Órgano Judicial Ley 1455,en ese sentido el artículo 10 parágrafo I
de la Ley Nº 212 de 23 de diciembre de 2011, determina que “La Sala Plena del
Tribunal Supremo de Justicia conocerá las causas contenciosas que resultaren
de los contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las
demandas contenciosas - administrativas, a que dieren lugar las resoluciones del
mismo; hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción Especializada”.
De acuerdo a la relación cronológica de antecedentes legales que sustentan la vía
del proceso contencioso y contencioso-administrativo, el legislador ha promulgado
la Ley Nº 620 de fecha 29 de diciembre de 2014, que en su art. 3, cita: “(SALA
ESPECIALIZADA EN MATERIA CONTENCIOSA Y CONTENCIOSA
ADMINISTRATIVA DE LOS TRIBUNALES DEPARTAMENTALES DE
JUSTICIA).Se crea la Sala Contenciosa y Contenciosa Administrativa, como parte
de la estructura de los Tribunales Departamentales de Justicia, con las siguientes
atribuciones:
Conocer y resolver las causas contenciosas que resultaren de los contratos,
negociaciones o concesiones de los gobiernos autónomos departamentales,
municipales, indígena originario campesinos y regionales; universidades
públicas, y demás instituciones públicas o privadas que cumplan roles de
administración estatal a nivel departamental.
Conocer y resolver las demandas contenciosas administrativas a nivel
departamental, que resultaren de la oposición del interés público y privado”, el
cual establece una modificación en cuanto al conocimiento y sustanciación de este
proceso contencioso, y contencioso-administrativo, emergentes de los actos
evacuados por el Gobierno Municipal, que actualmente son de conocimiento
especializado de los Tribunales Departamentales de Justicia, por lo que la
sustanciación de la actual pretensión (Demanda), ante un Juez Ordinario en lo
Civil, está viciado de nulidad, por lo que para reconducir el mismo, la pretensión
(En los términos planteados), deberá ser sustanciado ante la Sala especializada
del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz. …"
“…Al respecto, esta petición no es del todo correcta, pues no puede impugnarse
las escrituras públicas, sin que previamente sea impugnada el acto jurídico o en
P á g i n a 197 | 846
este caso el acto administrativo que ha generado las minutas y
registros, obviamente que debe efectuársela en la vía contenciosa, ya que no
siendo parte los actores por razón lógica los plazos no son computados para los
mismos; independientemente en forma alterna a la vía contenciosa.
Que, la Jurisdicción es la potestad que tiene el Estado de administrar justicia por
medio de los Jueces y Tribunales; es de orden público, nace únicamente de la ley y
es indelegable; en tanto que la Competencia es entendida como la facultad que
tiene un Juez o Tribunal para ejercer la Jurisdicción en un determinado asunto, la
misma que no admite ninguna prórroga en razón de la materia como ocurre
excepcionalmente en el caso del territorio; ambas son de orden público y de
cumplimiento obligatorio.(el subrayado y las negrillas nos pertenecen).

COMPETENCIA CONTENCIOSA ADMINISTRATIVA


Auto Supremo: 454/2017
Sucre: 08 de mayo 2017
Proceso: Nulidad de adjudicación municipal, mejor derecho de propiedad,
cancelación de matrícula en Derechos Reales, desocupación y entrega de inmueble.
Sobre el tema de la competencia contenciosa administrativa referente a
resoluciones Municipales, a través del Auto Supremo: 376/2015 de fecha 2 de
Junio, se ha determinado que: “En el caso en cuestión, el acto de adjudicación del
predio que el actor pretende su nulidad tiene como antecedente inmediato la
Resolución Municipal N° 173/93 de fecha 17 de enero de 1994, otorgada por la H.
Alcaldía Municipal de Cotoca a favor de Adonay Cortez Pérez y producto de esa
adjudicación proviene el derecho propietario de Víctor Hugo Ortiz Cortez, en ese
entendido corresponde analizar si la misma, constituye un acto administrativo
conforme determina el art. 27 de la Ley Nº 2341 de Procedimiento Administrativo
que establece lo siguiente: "Se considera acto administrativo, toda declaración,
disposición o decisión de la Administración Pública, de alcance general o
particular, emitida en ejercicio de la potestad administrativa, normada o
discrecional, cumpliendo con los requisitos y formalidades establecidos en la
presente Ley, que produce efectos jurídicos sobre el administrado. Es obligatorio,
exigible, ejecutable y se presume legítimo".
Para el tratadista Hugo Caldera, "El Acto Administrativo constituye una
exteriorización unilateral de competencia por parte de un órgano administrativo
en ejercicio de potestades jurídico-administrativas destinadas a alcanzar fines
públicos encomendadas a éste órgano", opinión acorde con la vertida
precedentemente y armonizable al ordenamiento jurídico Boliviano.
Como se podrá advertir, el acto administrativo es una declaración unilateral del
funcionario o autoridad pública de cualquiera de los niveles de la Administración
Pública y que al emerger del ejercicio de una potestad administrativa plasma una
decisión que genera efectos o consecuencias jurídico-administrativas directas e
inmediatas.

P á g i n a 198 | 846
a.-) De esta manera se tiene que la competencia para la sustanciación emergente
de la contención de actos administrativos emergentes de los Entes Municipales.-
Siendo el derecho una ciencia que evoluciona, es la jurisprudencia la que orienta
el desarrollo de la aplicación del derecho, en ese sentido corresponde citar que el
Tribunal Constitucional Plurinacional ha emitido la Sentencia Constitucional Nº
0693/2012 de 2 de agosto, que señala: “Pese a identificarse con claridad la vía
impugnativa pertinente corresponde hacer referencia a la SCP 0371/2012 de 22 de
junio, que precisó que: “…ni la Constitución Política del Estado vigente, ni la Ley
del Órgano Judicial, le asignan esa facultad al Tribunal Supremo de Justicia ni a
los Tribunales Departamentales de Justicia en su Sala Plena, respectivamente -art.
184 de la Constitución Política del Estado y art. 50 de la Ley de Organización
Judicial-. Esta ausencia normativa ocasiona un vacío jurídico, provocando que los
administrados no tengan la vía jurisdiccional para que se dirima una determinada
situación jurídica; al respecto, es importante precisar que las características de
dicho proceso son las de un ordinario en todas sus etapas. En ese sentido, de
acuerdo al art. 158 núm. 3 de la Constitución Política del Estado, será la
Asamblea Legislativa Plurinacional, quien deberá pronunciarse a la brevedad
posible sobre la regulación y/o reglamentación de los procesos contencioso-
administrativos”.
Sin embargo, la justicia Constitucional a través de la acción de amparo
Constitucional no puede sustituir a la jurisdicción contenciosa administrativa en el
control de legalidad que realiza la referida jurisdicción, máxime si se considera
que el amparo Constitucional: “…es un mecanismo instrumental para la
protección del goce efectivo de los derechos fundamentales por parte de las
personas, por tanto protege dichos derechos cuando se encuentran consolidados a
favor del actor del amparo, no siendo la vía adecuada para dirimir supuestos
derechos que se encuentren controvertidos o que no se encuentren consolidados,
porque dependen para su consolidación de la dilucidación de cuestiones de hecho
o de la Resolución de una controversia sobre los hechos; porque de analizar
dichas cuestiones importaría el reconocimiento de derechos por vía del recurso de
amparo, lo que no corresponde a su ámbito de protección, sino sólo la protección
de los mismos cuando están consolidados; por ello, la doctrina emergente de la
jurisprudencia de este Tribunal Constitucional, también ha expresado que el
recurso de amparo no puede ingresar a valorar y analizar hechos
controvertidos…” (SC 0278/2006-R de 27 de marzo).
Entonces para no dejar en indefensión al ciudadano frente al poder público y
específicamente los actos administrativos independientemente a efectivizar la
exhortación contenida en la SCP 0371/2012, debe entenderse que a efectos del
resguardo de derechos, valores y principios Constitucionales, y hasta mientras se
desarrolle la legislación respectiva por el legislador ordinario los Tribunales
Departamentales continúan teniendo la competencia para conocer el recurso
contencioso administrativo en la materia.

P á g i n a 199 | 846
La interpretación antes dicha emerge de la interpretación del art. 10 de la Ley 212
de 23 de diciembre de 2011, referido a las causas contenciosas administrativas, el
cual dispone en su parágrafo primero lo siguiente: “La Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia conocerá las causas contenciosas que resultaren de los
contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las demandas
contenciosas - administrativas, a que dieren lugar las resoluciones del mismo;
hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción Especializada”.
Es decir, que en tanto no exista la jurisdicción especializada se debe precautelar
que el justiciable tenga la posibilidad de impugnar haciendo uso de los
mecanismos establecidos y que aún no han sido sustituidos, en este caso, resulta
aplicable lo dispuesto en el mencionado art. 778 del Código de Procedimiento
Civil”
Bajo esa interpretación Constitucional, es que la Sala Plena del Tribunal Supremo
de Justicia ha emitido el Auto Supremo Nº 115/2013 de 10 de abril, expresando lo
siguiente: “La ratio decidendi extractada de las referidas Sentencias
Constitucionales Plurinacionales, tienen carácter vinculante y son de
cumplimiento obligatorio conforme lo establecen los arts. 203 de la CPE y 15.II
del Código Procesal Constitucional, y aplicable por analogía al caso presente;
toda vez que la presente demanda trata de un proceso contencioso administrativo
en materia Municipal, donde se demanda a una autoridad edil, impugnando la
Resolución Ejecutiva Nº 199/2012, por lo que, siguiendo la línea jurisprudencial,
estos procesos deben seguir siendo de conocimiento de los Tribunales
Departamentales de Justicia mientras no exista una regulación y/o reglamentación
por parte de la Asamblea Legislativa Plurinacional. POR TANTO: La Sala Plena
del Tribunal Supremo de Justicia del Estado Plurinacional de Bolivia, en atención
a los argumentos anteriormente expuestos, anula obrados hasta fs.15 inclusive y se
declara SIN COMPETENCIA para conocer la presente causa, debiendo remitirse
obrados a la Sala Plena del Tribunal Departamental de Justicia de Santa
Cruz…”; consiguientemente se ha sentado línea jurisprudencial para el
conocimiento de la contención de actos administrativos que hayan emergido de un
ente Municipal, por lo que en base a la jurisprudencia señalada en el presente
fallo, resulta ser vinculante para todos los órganos de administración de justicia,
siendo competencia de la Sala Plena de los Tribunales Departamentales de
Justicia, el conocimiento y sustanciación de la contención emergente de los actos
administrativos.
Así de esta manera conforme a los arts. 775 y 778 del Código de Procedimiento
Civil, vigente desde el 02 de abril de 1976, la vía contencioso y contencioso-
administrativo para la impugnación de actos administrativos evacuados por la
administración Publica se atribuía a la Sala Plena de la Corte Suprema de
Justicia, disposiciones que fue sustentada posteriormente por el art. 55 núm. 10 de
la Ley del Órgano Judicial Ley 1455,en ese sentido el artículo 10 parágrafo I de la
Ley Nº 212 de 23 de diciembre de 2011, determina que “La Sala Plena del
Tribunal Supremo de Justicia conocerá las causas contenciosas que resultaren de
P á g i n a 200 | 846
los contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las
demandas contenciosas - administrativas, a que dieren lugar las resoluciones del
mismo; hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción Especializada”.
De acuerdo a la relación cronológica de antecedentes legales que sustentan la vía
del proceso contencioso y contencioso-administrativo, el legislador ha promulgado
la Ley Nº 620 de fecha 29 de diciembre de 2014, que en su art. 3, cita: “(SALA
ESPECIALIZADA EN MATERIA CONTENCIOSA Y CONTENCIOSA
ADMINISTRATIVA DE LOS TRIBUNALES DEPARTAMENTALES DE
JUSTICIA).Se crea la Sala Contenciosa y Contenciosa Administrativa, como parte
de la estructura de los Tribunales Departamentales de Justicia, con las siguientes
atribuciones:
Conocer y resolver las causas contenciosas que resultaren de los contratos,
negociaciones o concesiones de los gobiernos autónomos departamentales,
municipales, indígenas originarios campesinos y regionales; universidades
públicas, y demás instituciones públicas o privadas que cumplan roles de
administración estatal a nivel departamental.
Conocer y resolver las demandas contenciosas administrativas a nivel
departamental, que resultaren de la oposición del interés público y privado”, el
cual establece una modificación en cuanto al conocimiento y sustanciación de este
proceso contencioso, y contencioso-administrativo, emergentes de los actos
evacuados por el Gobierno Municipal, que actualmente son de conocimiento
especializado de los Tribunales Departamentales de Justicia, por lo que la
sustanciación de la actual pretensión (Demanda), ante un Juez Ordinario en lo
Civil, está viciado de nulidad, por lo que para reconducir el mismo, la pretensión
(En los términos planteados), deberá ser sustanciado ante la Sala especializada
del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz”.

COMPETENCIA CONTENCIOSA ADMINISTRATIVA


Auto Supremo: 1010/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Nulidad de Escrituras registradas en Derechos Reales.
Sobre el tema de la competencia contenciosa administrativa referente a resoluciones
Municipales, a través del Auto Supremo Nº 376/2015 de fecha 2 de Junio 2015 se ha
determinado: “En el caso en cuestión, el acto de adjudicación del predio que el actor
pretende su nulidad tiene como antecedente inmediato la Resolución Municipal N° 173/93
de fecha 17 de enero de 1994, otorgada por la H. Alcaldía Municipal de Cotoca a favor de
Adonay Cortez Pérez y producto de esa adjudicación proviene el derecho propietario de
Víctor Hugo Ortiz Cortez, en ese entendido corresponde analizar si la misma, constituye un
acto administrativo conforme determina el art. 27 de la Ley Nº 2341 de Procedimiento
Administrativo que establece lo siguiente: "Se considera acto administrativo, toda
declaración, disposición o decisión de la Administración Pública, de alcance general o
particular, emitida en ejercicio de la potestad administrativa, normada o discrecional,
cumpliendo con los requisitos y formalidades establecidos en la presente Ley, que produce
efectos jurídicos sobre el administrado. Es obligatorio, exigible, ejecutable y se presume
legítimo".
P á g i n a 201 | 846
Para el tratadista Hugo Caldera, "El Acto Administrativo constituye una exteriorización
unilateral de competencia por parte de un órgano administrativo en ejercicio de potestades
jurídico-administrativas destinadas a alcanzar fines públicos encomendadas a éste
órgano", opinión acorde con la vertida precedentemente y armonizable al ordenamiento
jurídico Boliviano.
Como se podrá advertir, el acto administrativo es una declaración unilateral del
funcionario o autoridad pública de cualquiera de los niveles de la Administración Pública
y que al emerger del ejercicio de una potestad administrativa plasma una decisión que
genera efectos o consecuencias jurídico-administrativas directas e inmediatas.
a.-) De esta manera se tiene que la competencia para la sustanciación emergente de la
contención de actos administrativos emergentes de los Entes Municipales.-Siendo el
derecho una ciencia que evoluciona, es la jurisprudencia la que orienta el desarrollo de la
aplicación del derecho, en ese sentido corresponde citar que el Tribunal Constitucional
Plurinacional ha emitido la Sentencia Constitucional Nº 0693/2012 de 2 de agosto de 2012
que señala: “Pese a identificarse con claridad la vía impugnativa pertinente corresponde
hacer referencia a la SCP 0371/2012 de 22 de junio, que precisó que: “…ni la
Constitución Política del Estado vigente, ni la Ley del Órgano Judicial, le asignan esa
facultad al Tribunal Supremo de Justicia ni a los Tribunales Departamentales de Justicia
en su Sala Plena, respectivamente -art. 184 de la Constitución Política del Estado y art. 50
de la Ley de Organización Judicial-. Esta ausencia normativa ocasiona un vacío jurídico,
provocando que los administrados no tengan la vía jurisdiccional para que se dirima una
determinada situación jurídica; al respecto, es importante precisar que las características
de dicho proceso son las de un ordinario en todas sus etapas. En ese sentido, de acuerdo al
art. 158 núm. 3 de la Constitución Política del Estado, será la Asamblea Legislativa
Plurinacional, quien deberá pronunciarse a la brevedad posible sobre la regulación y/o
reglamentación de los procesos contencioso-administrativos”.
Sin embargo, la justicia Constitucional a través de la acción de amparo Constitucional no
puede sustituir a la jurisdicción contenciosa administrativa en el control de legalidad que
realiza la referida jurisdicción, máxime si se considera que el amparo Constitucional:
“…es un mecanismo instrumental para la protección del goce efectivo de los derechos
fundamentales por parte de las personas, por tanto protege dichos derechos cuando se
encuentran consolidados a favor del actor del amparo, no siendo la vía adecuada para
dirimir supuestos derechos que se encuentren controvertidos o que no se encuentren
consolidados, porque dependen para su consolidación de la dilucidación de cuestiones de
hecho o de la Resolución de una controversia sobre los hechos; porque de analizar dichas
cuestiones importaría el reconocimiento de derechos por vía del recurso de amparo, lo que
no corresponde a su ámbito de protección, sino sólo la protección de los mismos cuando
están consolidados; por ello, la doctrina emergente de la jurisprudencia de este Tribunal
Constitucional, también ha expresado que el recurso de amparo no puede ingresar a
valorar y analizar hechos controvertidos…” (SC 0278/2006-R de 27 de marzo).
Entonces para no dejar en indefensión al ciudadano frente al poder público y
específicamente los actos administrativos independientemente a efectivizar la exhortación
contenida en la SCP 0371/2012, debe entenderse que a efectos del resguardo de derechos,
valores y principios Constitucionales, y hasta mientras se desarrolle la legislación
respectiva por el legislador ordinario los Tribunales Departamentales continúan teniendo
la competencia para conocer el recurso contencioso administrativo en la materia.

P á g i n a 202 | 846
La interpretación antes dicha emerge de la interpretación del art. 10 de la Ley 212 de 23
de diciembre de 2011, referido a las causas contenciosas administrativas, el cual dispone
en su parágrafo primero lo siguiente: “La Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia
conocerá las causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones y
concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las demandas contenciosas - administrativas, a que
dieren lugar las resoluciones del mismo; hasta que sean reguladas por Ley como
Jurisdicción Especializada”.
Es decir, que en tanto no exista la jurisdicción especializada se debe precautelar que el
justiciable tenga la posibilidad de impugnar haciendo uso de los mecanismos establecidos
y que aún no han sido sustituidos, en este caso, resulta aplicable lo dispuesto en el
mencionado art. 778 del Código de Procedimiento Civil”
Bajo esa interpretación Constitucional, es que la Sala Plena del Tribunal Supremo de
Justicia ha emitido el Auto Supremo Nº 115/2013 de 10 de abril de 2013, expresando lo
siguiente: “La ratio decidendi extractada de las referidas Sentencias Constitucionales
Plurinacionales, tienen carácter vinculante y son de cumplimiento obligatorio conforme lo
establecen los arts. 203 de la CPE y 15.II del Código Procesal Constitucional, y aplicable
por analogía al caso presente; toda vez que la presente demanda trata de un proceso
contencioso administrativo en materia Municipal, donde se demanda a una autoridad edil,
impugnando la Resolución Ejecutiva Nº 199/2012, por lo que, siguiendo la línea
jurisprudencial, estos procesos deben seguir siendo de conocimiento de los Tribunales
Departamentales de Justicia mientras no exista una regulación y/o reglamentación por
parte de la Asamblea Legislativa Plurinacional. POR TANTO: La Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia del Estado Plurinacional de Bolivia, en atención a los argumentos
anteriormente expuestos, anula obrados hasta fs.15 inclusive y se declara SIN
COMPETENCIA para conocer la presente causa, debiendo remitirse obrados a la Sala
Plena del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz…”; consiguientemente se ha
sentado línea jurisprudencial para el conocimiento de la contención de actos
administrativos que hayan emergido de un ente Municipal, por lo que en base a la
jurisprudencia señalada en el presente fallo, resulta ser vinculante para todos los
órganos de administración de justicia, siendo competencia de la Sala Plena de los
Tribunales Departamentales de Justicia, el conocimiento y sustanciación de la
contención emergente de los actos administrativos.
Así de esta manera conforme a los arts. 775 y 778 del Código de Procedimiento Civil,
vigente desde el 02 de abril de 1976, la vía contencioso y contencioso- administrativo
para la impugnación de actos administrativos evacuados por la administración Publica
se atribuía a la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, disposiciones que fue
sustentada posteriormente por el art. 55 núm. 10 de la Ley del Órgano Judicial Ley
1455,en ese sentido el artículo 10 parágrafo I de la Ley Nº 212 de 23 de diciembre de
2011, determina que “La Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia conocerá las
causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones y concesiones del
Órgano Ejecutivo, y de las demandas contenciosas - administrativas, a que dieren lugar
las resoluciones del mismo; hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción
Especializada”.
De acuerdo a la relación cronológica de antecedentes legales que sustentan la vía del
proceso contencioso y contencioso-administrativo, el legislador ha promulgado la Ley Nº
620 de fecha 29 de diciembre de 2014, que en su art. 3, cita: “(SALA ESPECIALIZADA EN
MATERIA CONTENCIOSA Y CONTENCIOSA ADMINISTRATIVA DE LOS TRIBUNALES

P á g i n a 203 | 846
DEPARTAMENTALES DE JUSTICIA).Se crea la Sala Contenciosa y Contenciosa
Administrativa, como parte de la estructura de los Tribunales Departamentales de Justicia,
con las siguientes atribuciones:
Conocer y resolver las causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones
o concesiones de los gobiernos autónomos departamentales, municipales, indígena
originario campesinos y regionales; universidades públicas, y demás instituciones
públicas o privadas que cumplan roles de administración estatal a nivel departamental.
Conocer y resolver las demandas contenciosas administrativas a nivel departamental, que
resultaren de la oposición del interés público y privado”, el cual establece una
modificación en cuanto al conocimiento y sustanciación de este proceso contencioso, y
contencioso-administrativo, emergentes de los actos evacuados por el Gobierno Municipal,
que actualmente son de conocimiento especializado de los Tribunales Departamentales de
Justicia, por lo que la sustanciación de la actual pretensión (Demanda), ante un Juez
Ordinario en lo Civil, está viciado de nulidad, por lo que para reconducir el mismo, la
pretensión (En los términos planteados), deberá ser sustanciado ante la Sala especializada
del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz. …"
“…Al respecto, esta petición no es del todo correcta, pues no puede impugnarse las
escrituras públicas, sin que previamente sea impugnada el acto jurídico o en este caso el
acto administrativo que ha generado las minutas y registros, obviamente que debe
efectuársela en la vía contenciosa, ya que no siendo parte los actores por razón lógica los
plazos no son computados para los mismos; independientemente en forma alterna a la vía
contenciosa.
Que, la Jurisdicción es la potestad que tiene el Estado de administrar justicia por medio de
los Jueces y Tribunales; es de orden público, nace únicamente de la ley y es indelegable;
en tanto que la Competencia es entendida como la facultad que tiene un Juez o Tribunal
para ejercer la Jurisdicción en un determinado asunto, la misma que no admite ninguna
prórroga en razón de la materia como ocurre excepcionalmente en el caso del territorio;
ambas son de orden público y de cumplimiento obligatorio.(el subrayado y las negrillas
nos pertenecen).

COMPETENCIA CONTENCIOSA ADMINISTRATIVA


Auto Supremo: 1025/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Cancelación de Registro de Propiedad y Otros.
Sobre el tema de la competencia contenciosa administrativa referente a resoluciones
Municipales, a través del Auto Supremo Nº 376/2015 de fecha 2 de Junio 2015 se ha
determinado: “En el caso en cuestión, el acto de adjudicación del predio que el actor
pretende su nulidad tiene como antecedente inmediato la Resolución Municipal N° 173/93
de fecha 17 de enero de 1994, otorgada por la H. Alcaldía Municipal de Cotoca a favor de
Adonay Cortez Pérez y producto de esa adjudicación proviene el derecho propietario de
Víctor Hugo Ortiz Cortez, en ese entendido corresponde analizar si la misma, constituye un
acto administrativo conforme determina el art. 27 de la Ley Nº 2341 de Procedimiento
Administrativo que establece lo siguiente: "Se considera acto administrativo, toda
declaración, disposición o decisión de la Administración Pública, de alcance general o
particular, emitida en ejercicio de la potestad administrativa, normada o discrecional,
cumpliendo con los requisitos y formalidades establecidos en la presente Ley, que produce

P á g i n a 204 | 846
efectos jurídicos sobre el administrado. Es obligatorio, exigible, ejecutable y se presume
legítimo".
Para el tratadista Hugo Caldera, "El Acto Administrativo constituye una exteriorización
unilateral de competencia por parte de un órgano administrativo en ejercicio de potestades
jurídico-administrativas destinadas a alcanzar fines públicos encomendadas a éste
órgano", opinión acorde con la vertida precedentemente y armonizable al ordenamiento
jurídico Boliviano.
Como se podrá advertir, el acto administrativo es una declaración unilateral del
funcionario o autoridad pública de cualquiera de los niveles de la Administración Pública
y que al emerger del ejercicio de una potestad administrativa plasma una decisión que
genera efectos o consecuencias jurídico-administrativas directas e inmediatas.
a.-) De esta manera se tiene que la competencia para la sustanciación emergente de la
contención de actos administrativos emergentes de los Entes Municipales.-Siendo el
derecho una ciencia que evoluciona, es la jurisprudencia la que orienta el desarrollo de la
aplicación del derecho, en ese sentido corresponde citar que el Tribunal Constitucional
Plurinacional ha emitido la Sentencia Constitucional Nº 0693/2012 de 2 de agosto de 2012
que señala: “Pese a identificarse con claridad la vía impugnativa pertinente corresponde
hacer referencia a la SCP 0371/2012 de 22 de junio, que precisó que: “…ni la
Constitución Política del Estado vigente, ni la Ley del Órgano Judicial, le asignan esa
facultad al Tribunal Supremo de Justicia ni a los Tribunales Departamentales de Justicia
en su Sala Plena, respectivamente -art. 184 de la Constitución Política del Estado y art. 50
de la Ley de Organización Judicial-. Esta ausencia normativa ocasiona un vacío jurídico,
provocando que los administrados no tengan la vía jurisdiccional para que se dirima una
determinada situación jurídica; al respecto, es importante precisar que las características
de dicho proceso son las de un ordinario en todas sus etapas. En ese sentido, de acuerdo al
art. 158 núm. 3 de la Constitución Política del Estado, será la Asamblea Legislativa
Plurinacional, quien deberá pronunciarse a la brevedad posible sobre la regulación y/o
reglamentación de los procesos contencioso-administrativos”.
Sin embargo, la justicia Constitucional a través de la acción de amparo Constitucional no
puede sustituir a la jurisdicción contenciosa administrativa en el control de legalidad que
realiza la referida jurisdicción, máxime si se considera que el amparo Constitucional:
“…es un mecanismo instrumental para la protección del goce efectivo de los derechos
fundamentales por parte de las personas, por tanto protege dichos derechos cuando se
encuentran consolidados a favor del actor del amparo, no siendo la vía adecuada para
dirimir supuestos derechos que se encuentren controvertidos o que no se encuentren
consolidados, porque dependen para su consolidación de la dilucidación de cuestiones de
hecho o de la Resolución de una controversia sobre los hechos; porque de analizar dichas
cuestiones importaría el reconocimiento de derechos por vía del recurso de amparo, lo que
no corresponde a su ámbito de protección, sino sólo la protección de los mismos cuando
están consolidados; por ello, la doctrina emergente de la jurisprudencia de este Tribunal
Constitucional, también ha expresado que el recurso de amparo no puede ingresar a
valorar y analizar hechos controvertidos…” (SC 0278/2006-R de 27 de marzo).
Entonces para no dejar en indefensión al ciudadano frente al poder público y
específicamente los actos administrativos independientemente a efectivizar la exhortación
contenida en la SCP 0371/2012, debe entenderse que a efectos del resguardo de derechos,
valores y principios Constitucionales, y hasta mientras se desarrolle la legislación

P á g i n a 205 | 846
respectiva por el legislador ordinario los Tribunales Departamentales continúan teniendo
la competencia para conocer el recurso contencioso administrativo en la materia.
La interpretación antes dicha emerge de la interpretación del art. 10 de la Ley 212 de 23
de diciembre de 2011, referido a las causas contenciosas administrativas, el cual dispone
en su parágrafo primero lo siguiente: “La Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia
conocerá las causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones y
concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las demandas contenciosas - administrativas, a que
dieren lugar las resoluciones del mismo; hasta que sean reguladas por Ley como
Jurisdicción Especializada”.
Es decir, que en tanto no exista la jurisdicción especializada se debe precautelar que el
justiciable tenga la posibilidad de impugnar haciendo uso de los mecanismos establecidos
y que aún no han sido sustituidos, en este caso, resulta aplicable lo dispuesto en el
mencionado art. 778 del Código de Procedimiento Civil”
Bajo esa interpretación Constitucional, es que la Sala Plena del Tribunal Supremo de
Justicia ha emitido el Auto Supremo Nº 115/2013 de 10 de abril de 2013, expresando lo
siguiente:“La ratio decidendi extractada de las referidas Sentencias Constitucionales
Plurinacionales, tienen carácter vinculante y son de cumplimiento obligatorio conforme lo
establecen los arts. 203 de la CPE y 15.II del Código Procesal Constitucional, y aplicable
por analogía al caso presente; toda vez que la presente demanda trata de un proceso
contencioso administrativo en materia Municipal, donde se demanda a una autoridad edil,
impugnando la Resolución Ejecutiva Nº 199/2012, por lo que, siguiendo la línea
jurisprudencial, estos procesos deben seguir siendo de conocimiento de los Tribunales
Departamentales de Justicia mientras no exista una regulación y/o reglamentación por
parte de la Asamblea Legislativa Plurinacional. POR TANTO: La Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia del Estado Plurinacional de Bolivia, en atención a los argumentos
anteriormente expuestos, anula obrados hasta fs.15 inclusive y se declara SIN
COMPETENCIA para conocer la presente causa, debiendo remitirse obrados a la Sala
Plena del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz…”; consiguientemente se ha
sentado línea jurisprudencial para el conocimiento de la contención de actos
administrativos que hayan emergido de un ente Municipal, por lo que en base a la
jurisprudencia señalada en el presente fallo, resulta ser vinculante para todos los
órganos de administración de justicia, siendo competencia de la Sala Plena de los
Tribunales Departamentales de Justicia, el conocimiento y sustanciación de la
contención emergente de los actos administrativos.
Así de esta manera conforme a los arts. 775 y 778 del Código de Procedimiento Civil,
vigente desde el 02 de abril de 1976, la vía contencioso y contencioso- administrativo
para la impugnación de actos administrativos evacuados por la administración Publica
se atribuía a la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, disposiciones que fue
sustentada posteriormente por el art. 55 núm. 10 de la Ley del Órgano Judicial Ley
1455,en ese sentido el artículo 10 parágrafo I de la Ley Nº 212 de 23 de diciembre de
2011, determina que “La Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia conocerá las
causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones y concesiones del
Órgano Ejecutivo, y de las demandas contenciosas - administrativas, a que dieren lugar
las resoluciones del mismo; hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción
Especializada”.
De acuerdo a la relación cronológica de antecedentes legales que sustentan la vía del
proceso contencioso y contencioso-administrativo, el legislador ha promulgado la Ley Nº

P á g i n a 206 | 846
620 de fecha 29 de diciembre de 2014, que en su art. 3, cita: “(SALA ESPECIALIZADA EN
MATERIA CONTENCIOSA Y CONTENCIOSA ADMINISTRATIVA DE LOS TRIBUNALES
DEPARTAMENTALES DE JUSTICIA).Se crea la Sala Contenciosa y Contenciosa
Administrativa, como parte de la estructura de los Tribunales Departamentales de Justicia,
con las siguientes atribuciones:
Conocer y resolver las causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones
o concesiones de los gobiernos autónomos departamentales, municipales, indígena
originario campesinos y regionales; universidades públicas, y demás instituciones
públicas o privadas que cumplan roles de administración estatal a nivel departamental.
Conocer y resolver las demandas contenciosas administrativas a nivel departamental, que
resultaren de la oposición del interés público y privado”, el cual establece una
modificación en cuanto al conocimiento y sustanciación de este proceso contencioso, y
contencioso-administrativo, emergentes de los actos evacuados por el Gobierno Municipal,
que actualmente son de conocimiento especializado de los Tribunales Departamentales de
Justicia, por lo que la sustanciación de la actual pretensión (Demanda), ante un Juez
Ordinario en lo Civil, está viciado de nulidad, por lo que para reconducir el mismo, la
pretensión (En los términos planteados), deberá ser sustanciado ante la Sala especializada
del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz. …"
“…Al respecto, esta petición no es del todo correcta, pues no puede impugnarse las
escrituras públicas, sin que previamente sea impugnada el acto jurídico o en este caso el
acto administrativo que ha generado las minutas y registros, obviamente que debe
efectuársela en la vía contenciosa, ya que no siendo parte los actores por razón lógica los
plazos no son computados para los mismos; independientemente en forma alterna a la vía
contenciosa.
Que, la Jurisdicción es la potestad que tiene el Estado de administrar justicia por medio de
los Jueces y Tribunales; es de orden público, nace únicamente de la ley y es indelegable;
en tanto que la Competencia es entendida como la facultad que tiene un Juez o Tribunal
para ejercer la Jurisdicción en un determinado asunto, la misma que no admite ninguna
prórroga en razón de la materia como ocurre excepcionalmente en el caso del territorio;
ambas son de orden público y de cumplimiento obligatorio.(el subrayado y las negrillas
nos pertenecen).

COMPETENCIA CONTENCIOSA ADMINISTRATIVA


Auto Supremo: 1057/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Nulidad de Escritura Publica
Sobre el tema de la competencia contenciosa administrativa referente a resoluciones
Municipales, a través del Auto Supremo Nº 376/2015 de fecha 2 de Junio 2015 se ha
determinado: “En el caso en cuestión, el acto de adjudicación del predio que el actor
pretende su nulidad tiene como antecedente inmediato la Resolución Municipal N° 173/93
de fecha 17 de enero de 1994, otorgada por la H. Alcaldía Municipal de Cotoca a favor de
Adonay Cortez Pérez y producto de esa adjudicación proviene el derecho propietario de
Víctor Hugo Ortiz Cortez, en ese entendido corresponde analizar si la misma, constituye un
acto administrativo conforme determina el art. 27 de la Ley Nº 2341 de Procedimiento
Administrativo que establece lo siguiente: "Se considera acto administrativo, toda
declaración, disposición o decisión de la Administración Pública, de alcance general o
particular, emitida en ejercicio de la potestad administrativa, normada o discrecional,

P á g i n a 207 | 846
cumpliendo con los requisitos y formalidades establecidos en la presente Ley, que produce
efectos jurídicos sobre el administrado. Es obligatorio, exigible, ejecutable y se presume
legítimo".
Para el tratadista Hugo Caldera, "El Acto Administrativo constituye una exteriorización
unilateral de competencia por parte de un órgano administrativo en ejercicio de potestades
jurídico-administrativas destinadas a alcanzar fines públicos encomendadas a éste
órgano", opinión acorde con la vertida precedentemente y armonizable al ordenamiento
jurídico Boliviano.
Como se podrá advertir, el acto administrativo es una declaración unilateral del
funcionario o autoridad pública de cualquiera de los niveles de la Administración Pública
y que al emerger del ejercicio de una potestad administrativa plasma una decisión que
genera efectos o consecuencias jurídico-administrativas directas e inmediatas.
a.-) De esta manera se tiene que la competencia para la sustanciación emergente de la
contención de actos administrativos emergentes de los Entes Municipales.-Siendo el
derecho una ciencia que evoluciona, es la jurisprudencia la que orienta el desarrollo de la
aplicación del derecho, en ese sentido corresponde citar que el Tribunal Constitucional
Plurinacional ha emitido la Sentencia Constitucional Nº 0693/2012 de 2 de agosto de 2012
que señala: “Pese a identificarse con claridad la vía impugnativa pertinente corresponde
hacer referencia a la SCP 0371/2012 de 22 de junio, que precisó que: “…ni la
Constitución Política del Estado vigente, ni la Ley del Órgano Judicial, le asignan esa
facultad al Tribunal Supremo de Justicia ni a los Tribunales Departamentales de Justicia
en su Sala Plena, respectivamente -art. 184 de la Constitución Política del Estado y art. 50
de la Ley de Organización Judicial-. Esta ausencia normativa ocasiona un vacío jurídico,
provocando que los administrados no tengan la vía jurisdiccional para que se dirima una
determinada situación jurídica; al respecto, es importante precisar que las características
de dicho proceso son las de un ordinario en todas sus etapas. En ese sentido, de acuerdo al
art. 158 núm. 3 de la Constitución Política del Estado, será la Asamblea Legislativa
Plurinacional, quien deberá pronunciarse a la brevedad posible sobre la regulación y/o
reglamentación de los procesos contencioso-administrativos”.
Sin embargo, la justicia Constitucional a través de la acción de amparo Constitucional no
puede sustituir a la jurisdicción contenciosa administrativa en el control de legalidad que
realiza la referida jurisdicción, máxime si se considera que el amparo Constitucional:
“…es un mecanismo instrumental para la protección del goce efectivo de los derechos
fundamentales por parte de las personas, por tanto protege dichos derechos cuando se
encuentran consolidados a favor del actor del amparo, no siendo la vía adecuada para
dirimir supuestos derechos que se encuentren controvertidos o que no se encuentren
consolidados, porque dependen para su consolidación de la dilucidación de cuestiones de
hecho o de la Resolución de una controversia sobre los hechos; porque de analizar dichas
cuestiones importaría el reconocimiento de derechos por vía del recurso de amparo, lo que
no corresponde a su ámbito de protección, sino sólo la protección de los mismos cuando
están consolidados; por ello, la doctrina emergente de la jurisprudencia de este Tribunal
Constitucional, también ha expresado que el recurso de amparo no puede ingresar a
valorar y analizar hechos controvertidos…” (SC 0278/2006-R de 27 de marzo).
Entonces para no dejar en indefensión al ciudadano frente al poder público y
específicamente los actos administrativos independientemente a efectivizar la exhortación
contenida en la SCP 0371/2012, debe entenderse que a efectos del resguardo de derechos,
valores y principios Constitucionales, y hasta mientras se desarrolle la legislación

P á g i n a 208 | 846
respectiva por el legislador ordinario los Tribunales Departamentales continúan teniendo
la competencia para conocer el recurso contencioso administrativo en la materia.
La interpretación antes dicha emerge de la interpretación del art. 10 de la Ley 212 de 23
de diciembre de 2011, referido a las causas contenciosas administrativas, el cual dispone
en su parágrafo primero lo siguiente: “La Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia
conocerá las causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones y
concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las demandas contenciosas - administrativas, a que
dieren lugar las resoluciones del mismo; hasta que sean reguladas por Ley como
Jurisdicción Especializada”.
Es decir, que en tanto no exista la jurisdicción especializada se debe precautelar que el
justiciable tenga la posibilidad de impugnar haciendo uso de los mecanismos establecidos
y que aún no han sido sustituidos, en este caso, resulta aplicable lo dispuesto en el
mencionado art. 778 del Código de Procedimiento Civil”
Bajo esa interpretación Constitucional, es que la Sala Plena del Tribunal Supremo de
Justicia ha emitido el Auto Supremo Nº 115/2013 de 10 de abril de 2013, expresando lo
siguiente: “La ratio decidendi extractada de las referidas Sentencias Constitucionales
Plurinacionales, tienen carácter vinculante y son de cumplimiento obligatorio conforme lo
establecen los arts. 203 de la CPE y 15.II del Código Procesal Constitucional, y aplicable
por analogía al caso presente; toda vez que la presente demanda trata de un proceso
contencioso administrativo en materia Municipal, donde se demanda a una autoridad edil,
impugnando la Resolución Ejecutiva Nº 199/2012, por lo que, siguiendo la línea
jurisprudencial, estos procesos deben seguir siendo de conocimiento de los Tribunales
Departamentales de Justicia mientras no exista una regulación y/o reglamentación por
parte de la Asamblea Legislativa Plurinacional. POR TANTO: La Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia del Estado Plurinacional de Bolivia, en atención a los argumentos
anteriormente expuestos, anula obrados hasta fs.15 inclusive y se declara SIN
COMPETENCIA para conocer la presente causa, debiendo remitirse obrados a la Sala
Plena del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz…”; consiguientemente se ha
sentado línea jurisprudencial para el conocimiento de la contención de actos
administrativos que hayan emergido de un ente Municipal, por lo que en base a la
jurisprudencia señalada en el presente fallo, resulta ser vinculante para todos los
órganos de administración de justicia, siendo competencia de la Sala Plena de los
Tribunales Departamentales de Justicia, el conocimiento y sustanciación de la
contención emergente de los actos administrativos.
Así de esta manera conforme a los arts. 775 y 778 del Código de Procedimiento Civil,
vigente desde el 02 de abril de 1976, la vía contencioso y contencioso- administrativo
para la impugnación de actos administrativos evacuados por la administración Publica
se atribuía a la Sala Plena de la Corte Suprema de Justicia, disposiciones que fue
sustentada posteriormente por el art. 55 núm. 10 de la Ley del Órgano Judicial Ley
1455,en ese sentido el artículo 10 parágrafo I de la Ley Nº 212 de 23 de diciembre de
2011, determina que “La Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia conocerá las
causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones y concesiones del
Órgano Ejecutivo, y de las demandas contenciosas - administrativas, a que dieren
lugar las resoluciones del mismo; hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción
Especializada”.
De acuerdo a la relación cronológica de antecedentes legales que sustentan la vía del
proceso contencioso y contencioso-administrativo, el legislador ha promulgado la Ley Nº

P á g i n a 209 | 846
620 de fecha 29 de diciembre de 2014, que en su art. 3, cita: “(SALA ESPECIALIZADA
EN MATERIA CONTENCIOSA Y CONTENCIOSA ADMINISTRATIVA DE LOS
TRIBUNALES DEPARTAMENTALES DE JUSTICIA).Se crea la Sala Contenciosa y
Contenciosa Administrativa, como parte de la estructura de los Tribunales Departamentales
de Justicia, con las siguientes atribuciones:
Conocer y resolver las causas contenciosas que resultaren de los contratos, negociaciones o
concesiones de los gobiernos autónomos departamentales, municipales, indígena originario
campesino y regional; universidades públicas, y demás instituciones públicas o privadas
que cumplan roles de administración estatal a nivel departamental.
Conocer y resolver las demandas contenciosas administrativas a nivel departamental, que
resultaren de la oposición del interés público y privado”, el cual establece una modificación
en cuanto al conocimiento y sustanciación de este proceso contencioso, y contencioso-
administrativo, emergentes de los actos evacuados por el Gobierno Municipal, que
actualmente son de conocimiento especializado de los Tribunales Departamentales de
Justicia, por lo que la sustanciación de la actual pretensión (Demanda), ante un Juez
Ordinario en lo Civil, está viciado de nulidad, por lo que para reconducir el mismo, la
pretensión (En los términos planteados), deberá ser sustanciado ante la Sala especializada
del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz. …"
“…Al respecto, esta petición no es del todo correcta, pues no puede impugnarse las
escrituras públicas, sin que previamente sea impugnada el acto jurídico o en este caso el
acto administrativo que ha generado las minutas y registros, obviamente que debe
efectuársela en la vía contenciosa, ya que no siendo parte los actores por razón lógica los
plazos no son computados para los mismos; independientemente en forma alterna a la vía
contenciosa.
Que, la Jurisdicción es la potestad que tiene el Estado de administrar justicia por medio de
los Jueces y Tribunales; es de orden público, nace únicamente de la ley y es indelegable;
en tanto que la Competencia es entendida como la facultad que tiene un Juez o Tribunal
para ejercer la Jurisdicción en un determinado asunto, la misma que no admite ninguna
prórroga en razón de la materia como ocurre excepcionalmente en el caso del territorio;
ambas son de orden público y de cumplimiento obligatorio.(el subrayado y las negrillas
nos pertenecen).
En el caso presente se debe tener en cuenta que más allá de la pretensión de la nulidad de la
Escritura Pública No 1866/93 de adecuación al Régimen de Propiedad Horizontal, lo que se
pretende es la revisión de la Resolución Técnica Administrativa Nº 122/93, hecho que no
puede hacerse mediante un proceso ordinario, sino a través de un proceso contenciosos
administrativo.

COMPETENCIA CONTENCIOSA ADMINISTRATIVA


Auto Supremo: 1216/2016
Sucre: 26 de octubre 2016
Por otra parte, en el Auto Supremo Nº 728/2014 de 09 de diciembre se ha
especificado que: “Por lo que en conclusión y a manera de aclaración corresponde
precisar que cuando se controvierte un contrato administrativo en su
cumplimiento, ejecución o liquidación, la vía llamada para su conocimiento es la
jurisdicción contenciosa-administrativa.”

P á g i n a 210 | 846
De igual forma en el AS Nº 746/2016 de 28 de junio, en un caso análogo ha
razonado en sentido que: “ las acciones reales son medios de protección del
Derecho propietario de las personas frente a un tercero, y dentro de este tipo de
acciones se encuentra inmersa la acción reivindicatoria establecida en el art. 1453
del CC, de acuerdo a lo detalladamente expuesto en la doctrina aplicable este
instituto jurídico, tiene por fin la protección del propietario frente a terceros, por
la vulneración de ese derecho, limitando a ejercer todas las facultades o derechos
que emergen de su derecho propietario como ser la posesión, en si este tipo de
acciones no se analiza la formación del título como tal, esto a diferencia de una
acción de carácter personal, sino que ha de defender el derecho propietario,
siendo viable la misma para el propietario, por cuanto resulta errado lo señalado
por el recurrente en sentido de que este tipo de acciones reales sea de competencia
administrativa, debido y siendo reiterativos no se está analizando la formación del
título o derecho propietario en si o sus efectos, como para pretender que este sea
de competencia administrativa, sino que se está ante una acción que defiende el
derecho propietario únicamente, por lo que, la alegación que este sea de
competencia administrativa, carece de asidero, con la aclaración que la
jurisprudencia citada, no hace hincapié o reflejan que este tipo de acciones
puedan corresponder al ámbito de los procesos contenciosos administrativos,
como para pretender su aplicación por analogía. ”

COMPETENCIA CONTENCIOSA ADMINISTRATIVA


Auto Supremo: 206/2016
Sucre: 11 de marzo 2016
Sobre el tema de la competencia contenciosa administrativa referente a
resoluciones Municipales, a través del Auto Supremo: 376/2015 de fecha 2 de
Junio, se ha determinado que: “En el caso en cuestión, el acto de adjudicación del
predio que el actor pretende su nulidad tiene como antecedente inmediato la
Resolución Municipal N° 173/93 de fecha 17 de enero de 1994, otorgada por la H.
Alcaldía Municipal de Cotoca a favor de Adonay Cortez Pérez y producto de esa
adjudicación proviene el derecho propietario de Víctor Hugo Ortiz Cortez, en ese
entendido corresponde analizar si la misma, constituye un acto administrativo
conforme determina el art. 27 de la Ley Nº 2341 de Procedimiento Administrativo
que establece lo siguiente: "Se considera acto administrativo, toda declaración,
disposición o decisión de la Administración Pública, de alcance general o
particular, emitida en ejercicio de la potestad administrativa, normada o
discrecional, cumpliendo con los requisitos y formalidades establecidos en la
presente Ley, que produce efectos jurídicos sobre el administrado. Es obligatorio,
exigible, ejecutable y se presume legítimo".
Para el tratadista Hugo Caldera, "El Acto Administrativo constituye una
exteriorización unilateral de competencia por parte de un órgano administrativo
en ejercicio de potestades jurídico-administrativas destinadas a alcanzar fines

P á g i n a 211 | 846
públicos encomendadas a éste órgano", opinión acorde con la vertida
precedentemente y armonizable al ordenamiento jurídico Boliviano.
Como se podrá advertir, el acto administrativo es una declaración unilateral del
funcionario o autoridad pública de cualquiera de los niveles de la Administración
Pública y que al emerger del ejercicio de una potestad administrativa plasma una
decisión que genera efectos o consecuencias jurídico-administrativas directas e
inmediatas.
a.-) De esta manera se tiene que la competencia para la sustanciación emergente
de la contención de actos administrativos emergentes de los Entes Municipales.-
Siendo el derecho una ciencia que evoluciona, es la jurisprudencia la que orienta
el desarrollo de la aplicación del derecho, en ese sentido corresponde citar que el
Tribunal Constitucional Plurinacional ha emitido la Sentencia Constitucional Nº
0693/2012 de 2 de agosto, que señala: “Pese a identificarse con claridad la vía
impugnativa pertinente corresponde hacer referencia a la SCP 0371/2012 de 22 de
junio, que precisó que: “…ni la Constitución Política del Estado vigente, ni la Ley
del Órgano Judicial, le asignan esa facultad al Tribunal Supremo de Justicia ni a
los Tribunales Departamentales de Justicia en su Sala Plena, respectivamente -art.
184 de la Constitución Política del Estado y art. 50 de la Ley de Organización
Judicial-. Esta ausencia normativa ocasiona un vacío jurídico, provocando que los
administrados no tengan la vía jurisdiccional para que se dirima una determinada
situación jurídica; al respecto, es importante precisar que las características de
dicho proceso son las de un ordinario en todas sus etapas. En ese sentido, de
acuerdo al art. 158 núm. 3 de la Constitución Política del Estado, será la
Asamblea Legislativa Plurinacional, quien deberá pronunciarse a la brevedad
posible sobre la regulación y/o reglamentación de los procesos contencioso-
administrativos”.
Sin embargo, la justicia Constitucional a través de la acción de amparo
Constitucional no puede sustituir a la jurisdicción contenciosa administrativa en el
control de legalidad que realiza la referida jurisdicción, máxime si se considera
que el amparo Constitucional: “…es un mecanismo instrumental para la
protección del goce efectivo de los derechos fundamentales por parte de las
personas, por tanto protege dichos derechos cuando se encuentran consolidados a
favor del actor del amparo, no siendo la vía adecuada para dirimir supuestos
derechos que se encuentren controvertidos o que no se encuentren consolidados,
porque dependen para su consolidación de la dilucidación de cuestiones de hecho
o de la Resolución de una controversia sobre los hechos; porque de analizar
dichas cuestiones importaría el reconocimiento de derechos por vía del recurso de
amparo, lo que no corresponde a su ámbito de protección, sino sólo la protección
de los mismos cuando están consolidados; por ello, la doctrina emergente de la
jurisprudencia de este Tribunal Constitucional, también ha expresado que el
recurso de amparo no puede ingresar a valorar y analizar hechos
controvertidos…” (SC 0278/2006-R de 27 de marzo).

P á g i n a 212 | 846
Entonces para no dejar en indefensión al ciudadano frente al poder público y
específicamente los actos administrativos independientemente a efectivizar la
exhortación contenida en la SCP 0371/2012, debe entenderse que a efectos del
resguardo de derechos, valores y principios Constitucionales, y hasta mientras se
desarrolle la legislación respectiva por el legislador ordinario los Tribunales
Departamentales continúan teniendo la competencia para conocer el recurso
contencioso administrativo en la materia.
La interpretación antes dicha emerge de la interpretación del art. 10 de la Ley 212
de 23 de diciembre de 2011, referido a las causas contenciosas administrativas, el
cual dispone en su parágrafo primero lo siguiente: “La Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia conocerá las causas contenciosas que resultaren de los
contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las demandas
contenciosas - administrativas, a que dieren lugar las resoluciones del mismo;
hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción Especializada”.
Es decir, que en tanto no exista la jurisdicción especializada se debe precautelar
que el justiciable tenga la posibilidad de impugnar haciendo uso de los
mecanismos establecidos y que aún no han sido sustituidos, en este caso, resulta
aplicable lo dispuesto en el mencionado art. 778 del Código de Procedimiento
Civil”
Bajo esa interpretación Constitucional, es que la Sala Plena del Tribunal Supremo
de Justicia ha emitido el Auto Supremo Nº 115/2013 de 10 de abril, expresando lo
siguiente: “La ratio decidendi extractada de las referidas Sentencias
Constitucionales Plurinacionales, tienen carácter vinculante y son de
cumplimiento obligatorio conforme lo establecen los arts. 203 de la CPE y 15.II
del Código Procesal Constitucional, y aplicable por analogía al caso presente;
toda vez que la presente demanda trata de un proceso contencioso administrativo
en materia Municipal, donde se demanda a una autoridad edil, impugnando la
Resolución Ejecutiva Nº 199/2012, por lo que, siguiendo la línea jurisprudencial,
estos procesos deben seguir siendo de conocimiento de los Tribunales
Departamentales de Justicia mientras no exista una regulación y/o reglamentación
por parte de la Asamblea Legislativa Plurinacional. POR TANTO: La Sala Plena
del Tribunal Supremo de Justicia del Estado Plurinacional de Bolivia, en atención
a los argumentos anteriormente expuestos, anula obrados hasta fs.15 inclusive y se
declara SIN COMPETENCIA para conocer la presente causa, debiendo remitirse
obrados a la Sala Plena del Tribunal Departamental de Justicia de Santa
Cruz…”; consiguientemente se ha sentado línea jurisprudencial para el
conocimiento de la contención de actos administrativos que hayan emergido de un
ente Municipal, por lo que en base a la jurisprudencia señalada en el presente
fallo, resulta ser vinculante para todos los órganos de administración de justicia,
siendo competencia de la Sala Plena de los Tribunales Departamentales de
Justicia, el conocimiento y sustanciación de la contención emergente de los actos
administrativos.

P á g i n a 213 | 846
Así de esta manera conforme a los arts. 775 y 778 del Código de Procedimiento
Civil, vigente desde el 02 de abril de 1976, la vía contencioso y contencioso-
administrativo para la impugnación de actos administrativos evacuados por la
administración Publica se atribuía a la Sala Plena de la Corte Suprema de
Justicia, disposiciones que fue sustentada posteriormente por el art. 55 núm. 10 de
la Ley del Órgano Judicial Ley 1455,en ese sentido el artículo 10 parágrafo I de la
Ley Nº 212 de 23 de diciembre de 2011, determina que “La Sala Plena del
Tribunal Supremo de Justicia conocerá las causas contenciosas que resultaren de
los contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las
demandas contenciosas - administrativas, a que dieren lugar las resoluciones del
mismo; hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción Especializada”.
De acuerdo a la relación cronológica de antecedentes legales que sustentan la vía
del proceso contencioso y contencioso-administrativo, el legislador ha promulgado
la Ley Nº 620 de fecha 29 de diciembre de 2014, que en su art. 3, cita: “(SALA
ESPECIALIZADA EN MATERIA CONTENCIOSA Y CONTENCIOSA
ADMINISTRATIVA DE LOS TRIBUNALES DEPARTAMENTALES DE
JUSTICIA).Se crea la Sala Contenciosa y Contenciosa Administrativa, como parte
de la estructura de los Tribunales Departamentales de Justicia, con las siguientes
atribuciones:
Conocer y resolver las causas contenciosas que resultaren de los contratos,
negociaciones o concesiones de los gobiernos autónomos departamentales,
municipales, indígenas originarios campesinos y regionales; universidades
públicas, y demás instituciones públicas o privadas que cumplan roles de
administración estatal a nivel departamental.
Conocer y resolver las demandas contenciosas administrativas a nivel
departamental, que resultaren de la oposición del interés público y privado”, el
cual establece una modificación en cuanto al conocimiento y sustanciación de este
proceso contencioso, y contencioso-administrativo, emergentes de los actos
evacuados por el Gobierno Municipal, que actualmente son de conocimiento
especializado de los Tribunales Departamentales de Justicia, por lo que la
sustanciación de la actual pretensión (Demanda), ante un Juez Ordinario en lo
Civil, está viciado de nulidad, por lo que para reconducir el mismo, la pretensión
(En los términos planteados), deberá ser sustanciado ante la Sala especializada
del Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz. ".

CADUCIDAD
Auto Supremo: 898/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
P á g i n a 214 | 846
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.

COMPETENCIA DE LA JURISDICCIÓN ESPECIALIZADA EN RAZÓN


DE MATERIA
Auto Supremo: 1193/2016
Sucre: 24 de octubre 2016
Proceso: Resolución de contrato por incumplimiento
Autos Supremos Nº 448/2015 de 18 de junio, Nº 115/2013 de 11 de marzo.
En los que se definió que los debates sobre acciones reales o personales (resolución
de contrato) bienes derivados de la propiedad, actividad y posesión agraria, deban
ser de conocimiento de la judicatura agroambiental, pues dicho Órgano, descrito
en la Ley Nº 025, administra justicia en base a los principios de función social y
equidad social -entre varios otros-, los cuales no son aplicables en la jurisdicción
ordinaria.
Por otro lado se tiene el entendimiento expresado en el Auto Supremo No.
135/2016, de 05 de febrero 2016, en el que se señaló que:
“…los efectos y términos en los que se demandan deben ser tratados en la esfera
de la jurisdicción agraria, por tanto, bajo la norma especializada, y concretamente
bajo las previsiones contenidas en los arts. 17 y 23 de la citada Ley Nº 3545 que
sustituyeron los arts. 30 y 39-I de la Ley 1715.
Para mayor fundamentación corresponde señalar que, este Tribunal ha emitido
varios Autos Supremos respecto al conocimiento de cuestiones civiles de carácter
personal o real, en cuya contienda involucren “bienes rústicos” o agrarios, así
podemos citar entre otros, el Auto Supremo Nº 424/2015 de 15 de junio, que dice:
“Que, la ley 1715 de 18 de octubre de 1996 - Ley INRA -, creó la judicatura
agraria con jurisdicción y competencia para la resolución de los conflictos
emergentes de la posesión y derecho de propiedad agrario y otros que le señale la
ley; en ese sentido según el art. 39 num. 8) de la Ley citada, la jurisdicción agraria
sólo tendría competencia para conocer acciones reales sobre la propiedad
agraria. No obstante, el artículo 23 de la Ley de Reconducción Comunitaria de la
Reforma Agraria, que sustituyó los numerales 7 y 8 del Parágrafo I del citado
artículo, reconoce como competencia de la judicatura agraria: 7) Conocer
interdictos de adquirir, retener y recobrar la posesión de fundos agrarios, para

P á g i n a 215 | 846
otorgar tutela sobre la actividad agraria; 8) Conocer otras acciones reales,
personales y mixtas derivadas de la propiedad, posesión y actividad agraria.”

COMPETENCIA DE LOS JUZGADOS AGROAMBIENTALES PARA EL


CONOCIMIENTO DE ACCIONES REALES DE LA PROPIEDAD RURAL
Auto Supremo: 8/2017
Sucre: 17 de enero 2017
Proceso: Mejor derecho de propiedad y otros.
Que, la Ley 1715 de 18 de octubre de 1996 -Ley INRA-, creó la judicatura agraria con
jurisdicción y competencia para la Resolución de los conflictos emergentes de la posesión y
derecho de propiedad agrario y otros que le señale la Ley; en ese sentido según el art. 39
num. 8) describía lo siguiente:“8. Conocer otras acciones reales sobre la propiedad
agraria; y” entre dichas acciones reales se encuentran las acciones por mejor derecho de
propiedad, reivindicación, acción negatoria y otros.
La norma descrita fue ampliada en cuanto a las atribuciones de los operadores judiciales
agrarios con la vigencia de la Ley N° 3545 de 28 de noviembre de 2006, entre sus
modificaciones introdujo la modificación al texto descrito precedentemente: “8. Conocer
otras acciones reales, personales y mixtas derivadas de la propiedad, posesión y actividad
agrarias”, esta norma amplía las facultades para los jueces agrarios de conocer acciones
reales, mixtas y personales (resolución de contrato, cumplimiento de obligación y otros),
manteniendo las acciones reales que ya introdujo la Ley N° 1715.
De acuerdo a lo descrito se tiene que desde la aplicación de la ley Nº 1715, los juzgados
agrarios tienen la competencia para el conocimiento de acciones reales, como es el caso de
la reivindicación y mejor derecho de propiedad.

COMPETENCIA DEL JUEZ DEL PROCESO EN LIQUIDACIÓN, DE


ACUERDO A LA LEY 1488
Auto Supremo: 502/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Devolución de depósito a plazo fijo, pago de intereses y pago de daños y
perjuicios
El art. 126 de la Ley de Bancos y Entidades financieras en su primera parte
expresa: “Ninguna sentencia judicial o resolución administrativa que se dicte
después de publicada la resolución de liquidación podrá constituir gravamen
especial sobre parte o la totalidad del activo de la entidad en liquidación. No se
darán curso a acciones judiciales o administrativas que se entablen con
posterioridad, ni se decretaran embargos o medidas precautorias por obligaciones
contraídas con anterioridad a la resolución de liquidación y mientras tal situación
se mantenga en vigor. ”, de la norma en cuestión se establece que desde el
momento en que se dicta la Resolución de liquidación ningún juez o Tribunal
Ordinario puede admitir, ninguna acción, y las existentes deben ser remitidas al
juez encargado de la Liquidación, esto con la finalidad de dar aplicación a lo
establecido en el art. 1688 del Código de Comercio es decir: “ el reconocimiento de
créditos y de grados y preferidos deberá ser resuelto por el juez competente, previo
informe del órgano administrativo de fiscalización”, norma que se encuentra en
P á g i n a 216 | 846
concordancia con lo establecido con la primera parte del art. 1591 del referido
código que dispone: “desde la publicación del auto que declara la quiebra ninguna
crédito contra el quebrado constituido con anterioridad podrá hacerse valer en
juicio por separado.”
Normas que establecen la aplicabilidad del principio de -fuero de atracción- que
orienta en sentido de establecer la competencia a un solo juzgador para el
conocimiento de ciertos casos, esto por economía procesal y para evitar división de
la decisión, sobre todo si se trata de un solo patrimonio, y conforme a este principio
aplicable por determinación de las normas citadas se establece la competencia del
Juez del proceso de liquidación para el conocimiento de todas las acciones,
impidiendo la posibilidad de iniciar acciones de forma paralela a esta, a efectos de
respaldar el criterio expresado acudiendo a la doctrina podemos citar a Carlos
Morales Guillem quien en su obra Código de Comercio Concordado y Anotado,
pág. 1485 refiere: “Así, es ante el juez de la quiebra ante quien debe iniciarse toda
acción contra el quebrado, para pretender el reconcomiendo o la ejecución de
créditos y se acumularan a los autos de la quiebra todos los procesos pendientes.
La universalidad de la quiebra, tiene fuero de atracción, “…” porque se señala
gráficamente que la declaratoria de la quiebra atrae hacia el juez de la misma
todas las acciones judiciales contra el fallido con relación a sus bienes.·” en el
mismo sentido se puede citar la siguiente jurisprudencia emitida por la extinta
Corte Suprema de Justicia y del actual Tribunal Supremo.
A este efecto se puede citar el A.S. Nº 158 de fecha 19 de agosto de 2006 emitido
por la extinta Corte suprema de Justicia que concluyo: “CONSIDERANDO: Que de
la revisión de los obrados en función a los recursos interpuestos por su orden, este
Tribunal encuentra que la declaratoria de incompetencia del a quo determinada en
la resolución de vista es correcta, por cuanto el art. 126 de la Ley No. 1488 de 14
de abril de 1993, prevé que: "Ninguna sentencia judicial o resolución
administrativa que se dicte después de publicada la resolución de liquidación,
podrá constituir gravamen especial sobre parte o la totalidad del activo de la
entidad en liquidación. No se dará curso a acciones judiciales o administrativas
que se entablen con posterioridad ni se decretarán embargos o medidas
precautorias por obligaciones contraídas con posterioridad a la resolución de la
liquidación y mientras tal situación se mantenga en vigor. Las autoridades
administrativas y judiciales, suspenderán la tramitación de las acciones
respectivas y, de oficio harán conocer a la Superintendencia antecedentes sobre
las demandas o acciones iniciadas para ser acumuladas al proceso general de la
liquidación....". Esta normativa en síntesis establece que cuando un Banco o
Entidad Financiera se encuentra en liquidación, desde el momento de esa
declaratoria ningún juez o tribunal ordinario podrá abocar el conocimiento de
causa alguna en contra de la entidad en quiebra, debiendo todo proceso ser
enviado al Juez que conozca de la liquidación.
En autos, Industrias "La Bélgica" S.A., intenta la acción ordinaria de nulidad de
contrato de novación contra el Banco de Cochabamba en Liquidación, en otros
P á g i n a 217 | 846
términos, su pretensión tiende a la declaratoria de nulidad de un contrato de
novación que tiene un contenido eminentemente económico y que conlleva
cumplimiento o extinción de obligaciones, supuestamente contraídas con la
entidad bancaria demandada, lo que en definitiva repercutirá en su patrimonio.
Que, el art. 1631 del Código de Comercio prevé que "Los acreedores que, dentro
del término concedido en el artículo 1551, inciso 9), no hubieran presentado sus
documentos, podrán obtener en cualquier tiempo, en el mismo proceso, el
reconocimiento de sus créditos, pero no tendrán derecho al pago de la cuota cuya
distribución se hubiere dispuesto con anterioridad a ese reconocimiento, si el
monto de la masa es insuficiente para el pago de los créditos oportunamente
reconocidos".
La precitada norma legal indudablemente que en concordancia con el art. 126 de
la Ley de Bancos y Entidades Financieras, obliga presentar en el proceso de la
liquidación las acciones que se interpongan”.
Asimismo, el A.S. 101 de fecha 23 de marzo de 2011 de igual modo señala: “Sin
embargo de ello, teniendo en cuenta que la competencia, es de orden público y
nace únicamente de la ley, indivisible e indelegable y prorrogable solamente la
territorial, correspondiendo sus normas que la establecen al orden público que
impone su aplicación obligatoria, corresponde a éste Tribunal advertir que la
causa se sustanció en la infracción de las normas de orden público referidas a la
competencia del Juez que la sustanció, como se explica a continuación:
El artículo 126 de la Ley Nº 1488, de 14 de abril de 1993, prevé que: "Ninguna
Sentencia o resolución administrativa que se dicte después de publicada la
resolución de liquidación, podrá constituir gravamen especial sobre la parte o la
totalidad del activo de la entidad en liquidación. No se darán curso a las acciones
que judiciales y administrativas que se entablen con posterioridad, ni se
decretaran embargos o medidas precautorias por obligaciones contraídas con
anterioridad a la resolución de liquidación mientras tal situación se mantenga en
vigor. Las autoridades administrativas y judiciales, suspenderán la tramitación de
las acciones respectivas y de oficio, harán conocer a la Superintendencia
antecedentes sobre las demandas o acciones iniciadas para ser acumuladas al
proceso general de liquidación". Esta normativa en síntesis establece que cuando
un Banco o Entidad Financiera se encuentra en liquidación, desde el momento de
esa declaratoria ningún Juez o Tribunal ordinario podrá abocar el conocimiento
de causa alguna en contra de la entidad en quiebra, debiendo todo proceso ser
enviado al Juez que conozca la liquidación.
En Autos, el actor Jorge Schultze Gutiérrez, interpuso demanda de reivindicación -
devolución y entrega- de certificados de depósitos a plazo fijo, alternativamente la
cancelación y reposición de esos documentos, dirigiendo su pretensión al Banco
Internacional de Desarrollo BIDESA, en liquidación, en otros términos, su
pretensión está dirigida a recobrar certificados de depósito a plazo fijo (DPFs),
que revisten el carácter de títulos ejecutivos contra el Banco a favor de su titular,
en consecuencia susceptibles de ser opuestos al Banco para exigir el cumplimiento
P á g i n a 218 | 846
de una obligación, aspecto que en definitiva repercutiría en su patrimonio, por
cuanto, se manifestó anteriormente, los Certificados de depósito a plazo fijo que el
actor pretende le sean restituidos, constituyen títulos con fuerza ejecutiva, en
consecuencia constituyen documentos que encierran, sin otro requisito, una
obligación que pesa sobre el banco.
La norma legal contenida en el artículo 126 de la Ley de Bancos y Entidades
Financieras, obliga presentar en el proceso de liquidación las acciones que se
interpongan contra la entidad en liquidación, norma que es de especial aplicación
por expresa determinación del artículo 5 de la Ley de Organización Judicial.
En consecuencia, en el caso presente la parte actora al iniciar su demanda
conocía perfectamente la situación jurídica del Banco BIDESA en liquidación,
porque su liquidación fue dispuesta por Resolución SB Nº 143/97 de 12 de
diciembre de 1997, en aplicación de la Ley de Bancos y Entidades Financieras Nº
1448 de 14 de abril de 1993, por lo que la causa debe ser de conocimiento del Juez
de la liquidación general del merituado Banco, en aplicación del merituado
artículo 126 de la Ley 1448 de 14 de abril de 1993.
En caso de ser declarada probada la demanda, se afectaría de manera negativa el
patrimonio del Banco en liquidación. Por ello se llega a la conclusión de que la
previsión del artículo 126 de la Ley 1488 es de especial y preferente aplicación por
disposición del artículo 5º de la Ley de Organización Judicial -abrogada-, a
procesos ordinarios como el presente, en el que se pretende desconocer las normas
de aplicación preferente.
Por todo lo referido se tiene que procesos ordinarios como el presente -que se han
iniciado con posterioridad a la resolución de liquidación-, deben ser conocidos y
tramitados por el Juez encargado de la liquidación, motivo por el cual las
autoridades judiciales de instancia están en la obligación de disponer la
declinatoria a favor del Juez encargado de la liquidación, dando correcta y cabal
aplicación a esa competencia que es de orden público y de cumplimiento
obligatorio.”
Y refrendando el criterio de la extinta Corte Suprema de Justicia este Tribunal a
través del Auto Supremo 119/2013 de fecha 11 de marzo, ha señalado:
“Establecido lo anterior corresponde señalar que al momento en que la Empresa
actora interpuso la presente demanda, la situación del Banco BIDESA S.A. era de
Liquidación, en efecto por Resolución Nº SB 143/97 de 12 de diciembre de 1997 la
entonces Superintendencia de Bancos en aplicación de la normativa contenida en
la Ley de Bancos Nº 1448 de 14 de abril de 1993, dispuso la Liquidación de la
indicada institución financiera; situación legal que era de pleno conocimiento de
la parte actora como se evidencia de las notas de fecha 26 de febrero de 1998, (fs.
2 a 8), de 20 de febrero de 1998 (fs. 9), de 22 de enero de 1998 (fs. 10) y de 8 de
enero de 1998 (fs. 11 a 16), dirigidas todas al Intendente Liquidador del Banco
Internacional de Desarrollo S.A., a través de las cuales, en lo principal, le solicitó
el reconocimiento e inscripción de la acreencia que tuviera la Empresa como

P á g i n a 219 | 846
consecuencia del contrato de construcción, cuyo cumplimiento es objeto del
presente proceso.
En ese marco corresponde puntualizar que de conformidad a lo previsto por el art.
126 de la Ley Nº 1488 de 14 de abril de 1993, vigente, al momento en que se
originó la obligación contractual así como al momento de la liquidación del Banco
BIDESA S.A. y de la propia interposición de la demanda: “Ninguna Sentencia
judicial o resolución administrativa que se dicte después de publicada la
resolución de liquidación, podrá constituir gravamen especial sobre parte o la
totalidad del activo de la entidad en liquidación. No se darán curso a acciones
judiciales o administrativas que se entablen con posterioridad, ni se decretarán
embargos o medidas precautorias por obligaciones contraídas con anterioridad a
la resolución de liquidación y mientras tal situación se mantenga en vigor. Las
autoridades administrativas y judiciales, suspenderán la tramitación de las
acciones respectivas y, de oficio, harán conocer a la Superintendencia
antecedentes sobre las demandas o acciones iniciadas para ser acumuladas al
proceso general de la liquidación. Los procesos con Sentencias pasadas en
autoridad de cosa juzgada, pronunciadas con anterioridad a la fecha de la
resolución de liquidación, ingresarán en la distribución de la masa liquidatoria
como acreencias concursales directamente aceptadas.”.
Del texto de la norma citada se establece que al encontrarse el Banco BIDESA
S.A. en Liquidación, desde ese momento, ningún Juez o Tribunal ordinario podía
admitir y sustanciar la presente causa, toda vez que la misma debió ser remitida al
Juez encargado de la Liquidación conforme así lo dispone la citada norma y el
entendimiento asumido en ese mismo sentido por la entonces Corte Suprema de
Justicia de la Nación a través de los A.S. Nº 158, de 19 de agosto de 2006, A.S. Nº
101 de 23 de marzo de 2011, entre otros, y la S.C. 220/2010-R de 31 de mayo de
2010, ésta última validó la aplicación del art. 126 de la Ley Nº 1488 de 14 de abril
de 1993, en razón a que la norma vigente al momento de sucederse los hechos por
ella prevista, es la que se aplica a esos hechos, aunque la norma haya sido
derogada después, aspecto que en la Teoría General del Derecho se circunscribe
en el principio “tiempos regit actus”, en otras palabras la ultra actividad de
aquellas normas que aun habiendo sido derogadas se siguen aplicando a los
hechos ocurridos durante su vigencia.
En ese contexto, la empresa demandante se encontraba en la obligación de
presentar la acreencia que reclama en el proceso de liquidación y no estaba
facultada para accionar al margen de aquel proceso de Liquidación, en
observancia de la última parte del art. 1688 del Código de Comercio que dispone
que: “El reconocimiento de créditos y de grados y preferidos deberá ser resuelto
por el juez competente, previo informe del órgano administrativo de
fiscalización.” Disposición que es concordante con la primera parte del art. 1591
del citado Código de Comercio que prevé: “Desde la publicación del Auto que
declara la quiebra, ningún crédito contra el quebrado constituido con anterioridad
podrá hacerse valer en juicio por separado”.
P á g i n a 220 | 846
COMPETENCIA EN RAZÓN DE MATERIA
Auto Supremo: 328/2017
Sucre: 30 de marzo 2017
Proceso: Nulidad.
Respecto al tema, el Tribunal Supremo de Justicia mediante Auto Supremo Nº
491/2012 de 14 de diciembre de 2012, ha señalado que: “De lo manifestado
precedentemente se establece que, siempre que exista una cuestión familiar de la
cual dependa la cuestión civil, la competencia debe ser reconocida al Juez de
Familia. En el caso de demandas que buscan invalidar actos de disposición de
bienes comunes de uno de los cónyuges, sin el consentimiento del otro, será
competente el Juez de Familia, siempre que previamente resulte necesaria la
determinación del carácter común del bien objeto de la disposición, pues, es
posible que en algunos casos particulares tal determinación ya esté dada, como
por ejemplo a través de una Sentencia de divorcio ejecutoriada que, con carácter
previo a la demanda de invalidez, hubiese reconocido el carácter ganancialicio del
inmueble en cuestión, o cuando el título de adquisición del inmueble se encuentra
registrado a nombre de ambos cónyuges, en cuyos casos no es necesario que
previamente la jurisdicción familiar defina el carácter común del bien, razón por
la que el Juez competente para conocer y resolver la demanda de invalidez
resultará ser el Juez de materia Civil”.
Hugo Alsina en su Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y
Comercial, Tomo II señala respecto al tema que es la “aptitud del juez para
ejercer su jurisdicción en un caso determinado y las reglas que fijan la
competencia por razón de materia (ratio materiae), responden a las necesidades
de orden público”.
Se tiene asimismo el entendimiento expuesto por el Auto Supremo No. 230/2013
de 08 de mayo en la que se desarrolló que: “Consecuentemente, la posibilidad de
considerar como sometimiento de las partes al no haber planteado excepciones
que cuestionen la competencia del Juez de primera instancia y que esta hubiera
precluído, además de considerar que en este mismo sentido fuera el planteamiento
de la demanda reconvencional por usucapión, no tiene sustento, pues la
competencia en razón de materia no puede estar sujeta a la voluntad de las partes,
al ser de orden público como se dijo, en virtud a lo anterior debe estimarse que sí
pueden y deben ser invocadas de oficio por las autoridades judiciales respectivas,
que en todo caso están obligadas a cumplir con la ley, más aun en tratándose de
competencia por razón de materia, que por la propia naturaleza de las cuestiones
jurídicas que la constituyen es improrrogable, no pudiendo inferirse sumisión
tácita o expresa al juez ni está sujeta a preclusión, consecuentemente, si por
imperio de la ley la autoridad facultada para conocer del proceso de acuerdo a su
naturaleza es diversa al órgano jurisdiccional ante quien se formuló la demanda y
que por tal razón carece de competencia, ni la conformidad de las partes ni
cualquier otra circunstancia procesal puede suplir una competencia jurisdiccional
P á g i n a 221 | 846
que legalmente no se tiene, y por ende, debe inhibirse de su conocimiento, de
oficio; en ese sentido el art. 122 de la Constitución Política del Estado, establece:
“Son nulos los actos de las personas que usurpen funciones que no les competen,
así como los actos de las que ejercen jurisdicción o potestad que no emane de la
ley”.
También en un asunto similar se razonó en el Auto de Vista No. 491/2012 de 14 de
diciembre que: “… corresponde precisar que en consideración al carácter de
orden público que revisten las reglas de competencia, cualquier vulneración al
respecto debe ser observada aun de oficio y en cualquier estado del proceso, a fin
de imponer la sanción que corresponda, no pudiendo la actuación de las partes o
de los propios administradores de justicia, convalidar las infracciones referidas a
la competencia de los jueces, salvo que se trate del elemento territorio, en cuyo
casó la actuación de las partes, sea en forma expresa o tácita, puede generar la
llamada prórroga de la competencia, figura que en ningún caso opera respecto al
elemento materia, cuya inobservancia, dará lugar a la declaración de
incompetencia en cualquier estado del proceso, incluso la nulidad de las
actuaciones y determinaciones asumidas por un Juez incompetente puede ser
dispuesta fuera del proceso, conforme dispone el art. 122 de la Constitución
Política del Estado que determina que "son nulos los actos de las personas que
usurpen funciones que no les competen, así como los actos de las que ejercen
jurisdicción o potestad que no emane de la ley".
Al respecto, resulta pertinente señalar que por determinación del art. 12 de la Ley
Nº 025, "la competencia es la facultad que tiene una magistrada o magistrado, una
o un vocal, una jueza o un juez, o autoridad indígena originaria campesina para
ejercer la jurisdicción en un determinado asunto". En ese sentido, el art. 13 de la
ley citada establece que: "la competencia en razón del territorio se ampliará
únicamente por consentimiento expreso o tácito de las partes. Es expreso cuando
convienen en someterse a un juez, que para una o ambas partes no es competente.
Es tácito cuando el demandado contesta ante un juez incompetente, sin oponer esta
excepción. Se exceptúa lo dispuesto en leyes especiales.".
Las normas señaladas precedentemente orientan, como se estableció
anteriormente, que sólo en razón del territorio la competencia de un Juez puede
ampliarse, por lo que los razonamientos expuestos por el recurrente en sentido de
que, las partes al no haber observado oportunamente la competencia de la Juez A
quo, convalidaron o consintieron en la misma, resulta errado, toda vez que la
competencia de un juez en virtud a la materia no es susceptible de convalidación.”

COMPETENCIA PARA LA SUSTANCIACIÓN DE LA CONTENCIÓN DE


ACTOS ADMINISTRATIVOS
Auto Supremo: 899/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Acción negatoria y otros.

P á g i n a 222 | 846
Respecto a la competencia para el conocimiento de la impugnación de actos
administrativos se ha pronunciado el Auto Supremo N° 279/2013 de 27 de mayo,
en la que se señaló lo siguiente:
“1) De la competencia para la sustanciación emergente de la contención de actos
administrativos emergentes de los entes Municipales.-
Siendo el derecho una ciencia que evoluciona, es la jurisprudencia la que orienta
el desarrollo de la aplicación del derecho, en ese sentido corresponde citar que el
Tribunal Constitucional Plurinacional ha emitido la Sentencia Constitucional Nº
0693/2012 de 2 de agosto de 2012 que señala: “Pese a identificarse con claridad
la vía impugnativa pertinente corresponde hacer referencia a la SCP 0371/2012 de
22 de junio, que precisó que: “…ni la Constitución Política del Estado vigente, ni
la Ley del Órgano Judicial, le asignan esa facultad al Tribunal Supremo de
Justicia ni a los Tribunales Departamentales de Justicia en su Sala Plena,
respectivamente -art. 184 de la Constitución Política del Estado y art. 50 de la
Ley de Organización Judicial-. Esta ausencia normativa ocasiona un vacío
jurídico, provocando que los administrados no tengan la vía jurisdiccional para
que se dirima una determinada situación jurídica; al respecto, es importante
precisar que las características de dicho proceso son las de un ordinario en todas
sus etapas. En ese sentido, de acuerdo al art. 158 núm., 3 de la Constitución
Política del Estado, será la Asamblea Legislativa Plurinacional, quien deberá
pronunciarse a la brevedad posible sobre la regulación y/o reglamentación de los
procesos contencioso-administrativos”.
Sin embargo, la justicia Constitucional a través de la acción de amparo
Constitucional no puede sustituir a la jurisdicción contenciosa administrativa en el
control de legalidad que realiza la referida jurisdicción, máxime si se considera
que el amparo Constitucional: “…es un mecanismo instrumental para la
protección del goce efectivo de los derechos fundamentales por parte de las
personas, por tanto protege dichos derechos cuando se encuentran consolidados a
favor del actor del amparo, no siendo la vía adecuada para dirimir supuestos
derechos que se encuentren controvertidos o que no se encuentren consolidados,
porque dependen para su consolidación de la dilucidación de cuestiones de hecho
o de la Resolución de una controversia sobre los hechos; porque de analizar
dichas cuestiones importaría el reconocimiento de derechos por vía del recurso de
amparo, lo que no corresponde a su ámbito de protección, sino sólo la protección
de los mismos cuando están consolidados; por ello, la doctrina emergente de la
jurisprudencia de este Tribunal Constitucional, también ha expresado que el
recurso de amparo no puede ingresar a valorar y analizar hechos
controvertidos…” (SC 0278/2006-R de 27 de marzo).
P á g i n a 223 | 846
Entonces para no dejar en indefensión al ciudadano frente al poder público y
específicamente los actos administrativos independientemente a efectivizar la
exhortación contenida en la SCP 0371/2012, debe entenderse que a efectos del
resguardo de derechos, valores y principios Constitucionales, y hasta mientras se
desarrolle la legislación respectiva por el legislador ordinario los Tribunales
Departamentales continúan teniendo la competencia para conocer el recurso
contencioso administrativo en la materia.
La interpretación antedicha emerge de la interpretación del art. 10 de la Ley 212
de 23 de diciembre de 2011, referido a las causas contenciosas administrativas, el
cual dispone en su parágrafo primero lo siguiente: “La Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia conocerá las causas contenciosas que resultaren de los
contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de las demandas
contenciosas - administrativas, a que dieren lugar las resoluciones del mismo;
hasta que sean reguladas por Ley como Jurisdicción Especializada”.
Es decir, que en tanto y en cuanto no exista la jurisdicción especializada se debe
precautelar que el justiciable tenga la posibilidad de impugnar haciendo uso de los
mecanismos establecidos y que aún no han sido sustituidos, en este caso, resulta
aplicable lo dispuesto en el mencionado art. 778 del Código de Procedimiento
Civil”
Bajo esa interpretación Constitucional, es que la Sala Plena del Tribunal Supremo
de Justicia ha emitido el Auto Supremo Nº 115/2013 de 10 de abril de 2013
expresando lo siguiente: “La ratio decidendi extractada de las referidas
Sentencias Constitucionales Plurinacionales, tienen carácter vinculante y son de
cumplimiento obligatorio conforme lo establecen los arts. 203 de la CPE y 15.II
del Código Procesal Constitucional, y aplicable por analogía al caso presente;
toda vez que la presente demanda trata de un proceso contencioso administrativo
en materia Municipal, donde se demanda a una autoridad edil, impugnando la
Resolución Ejecutiva Nº 199/2012, por lo que, siguiendo la línea jurisprudencial,
estos procesos deben seguir siendo de conocimiento de los Tribunales
Departamentales de Justicia mientras no exista una regulación y/o reglamentación
por parte de la Asamblea Legislativa Plurinacional.
POR TANTO: La Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia del Estado
Plurinacional de Bolivia, en atención a los argumentos anteriormente expuestos,
anula obrados hasta fs.15 inclusive y se declara SIN COMPETENCIA para
conocer la presente causa, debiendo remitirse obrados a la Sala Plena del
Tribunal Departamental de Justicia de Santa Cruz…”; consiguientemente se ha
sentado línea jurisprudencial para el conocimiento de la contención de actos
administrativos que hayan emergido de un ente Municipal, por lo que en base a
P á g i n a 224 | 846
la jurisprudencia señalada en el presente fallo, resulta ser vinculante para todos
los órganos de administración de justicia, siendo competencia de la Sala Plena de
los Tribunales Departamentales de Justicia, el conocimiento y sustanciación de la
contención emergente de los actos administrativos.”
Ese antecedente corresponde a la impugnación de resoluciones administrativas, y
en caso de que no exista alguna resolución administrativa por impugnar, debe
generarse la petición en alguna forma de procedimiento (reglamento, manual, guía
de trámites) establecido por la Administración pública para el reclamo o
requerimiento del administrado, en caso de que la entidad no cuente con el
reglamento para la petición del administrado, éste puede optar a seguir su petición
en la forma prevista por los arts. 1, 39 al 41 y pertinentes de la Ley N° 2341 para
lograr la emisión de un “acto administrativo” que pueda ser objeto de impugnación
e inclusive que pueda ser objeto de buscar la tutela jurisdicción en la vía del
proceso contenciosos administrativo, como se ha explicado en el punto anterior, no
pudiendo acudir –el administrado- directamente a la vía jurisdiccional para
solicitar el cumplimiento de resoluciones u obligaciones administrativas. También
corresponde señalar, que actualmente se ha emitido la Ley N° 620 de 29 de
diciembre de 2014, la que describe que la Sala Especializada del Tribunal
Departamental de Justicia, modificando la orientación dispuesta en la Sentencia
Constitucional N° 0693/2012 de 2 de agosto de 2012.

COMPETENCIA POR RAZÓN DE CUANTÍA


Auto Supremo: 500/2017
Sucre: 15 de mayo 2017
Proceso: Reivindicación.
Sobre el particular el AS Nº 395/2017 de fecha 12 de abril 2017 se ha orientado en
sentido que : “respecto a la solicitud de nulidad por que la Juez A quo no tendría
competencia en razón de la cuantía para conocer la causa; corresponde señalar
que conforme se desarrolló en el punto III.1 de la doctrina aplicable donde se
establece que “no hay nulidad sin perjuicio”, es decir, que no puede hacerse valer
la nulidad cuando la parte, mediante la infracción, no haya sufrido un gravamen,
debiendo tomar la decisión de nulidad de los actos procesales, solo cuando dicha
decisión asegure a las partes del proceso los derechos al debido proceso o a la
tutela judicial efectiva, caso contrario, si no garantizan esos derechos, entonces, la
invalidación del acto procesal en cuestión a través de una nulidad procesal no
tienen relevancia constitucional.
Razón por la que para determinar la trascendencia o relevancia del vicio de
procedimiento acusado, se debe tomar en cuenta si: a) el error o defecto
procedimental en el que incurra el Juez o Tribunal, provoca una lesión evidente
del debido proceso en cualquiera de sus elementos constitutivos; b) que el vicio de
P á g i n a 225 | 846
procedimiento ocasione indefensión material en una de las partes; y c) que esa
infracción procedimental de lugar a que la decisión impugnada tenga diferente
resultado al que se hubiera dado de no haberse incurrido en los errores o defectos
denunciados.
En este marco, primero se debe señalar que en actualmente determinar una
nulidad procesal por razones de cuantía resulta intrascendente, esto en virtud de
que en el momento actual en que ya se encuentra vigente el Código Procesal Civil
Ley Nº 439, los jueces de Instrucción Civil desaparecieron, por lo que mantener
una nulidad por razones de cuantía, resultaría innecesario, por cuanto, dicha
nulidad supondría una nueva sustanciación innecesaria del proceso ante un Juez
público de partido resultando una nulidad procesal innecesaria e ineficaz, pues no
repara o precautela ningún derecho de las partes. Ahora bien, en el caso de autos
se debe tener en cuenta que la falta de competencia en razón de la cuantía no
resulta un defecto procesal que implique lesión del debido proceso en cualquiera
de sus elementos constitutivos, toda vez que de la revisión de obrados se tiene que
los demandados tuvieron la posibilidad de contestar a la demanda y asumir
defensa, proponer prueba contradecir la prueba de contrario, teniendo la
posibilidad de impugnar si consideraba necesario, llegando incluso a recurrir la
mayoría de las resoluciones emitidas por los jueces de instancia a través de los
recursos de reposición, apelación, y casación, no observando en la sustanciación
del proceso afectación alguna a su derecho al debido proceso.
Así también, conforme a lo ya expuesto, no se observa que el hecho de que no se
haya observado la competencia en razón de cuantía, se haya ocasionado
indefensión material en los ahora recurrentes, pues conforme ya se expuso estos
tuvieron la posibilidad y participaron activamente en la sustanciación del proceso
asumiendo defensa; asimismo se debe precisar que en el caso al haber
desaparecido la competencia en razón de cuantía por efecto del vigencia plena del
Código Procesal Civil Ley Nº 439, la inobservancia de dicho aspecto en el caso en
análisis resulta intrascendente, en razón a que generar una nulidad de obrados
por dicho aspecto, no tiene incidencia en la decisión de fondo”

COMPLEMENTACIÓN Y ENMIENDA, NULIDADES PROCESALES


Auto Supremo: 376/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: nulidad de documento.
Primeramente se debe tener presente que el art. 254 num. 4) del Código de
procedimiento civil expresaba: “procederá el recurso de casación por haberse
violado las formas esenciales de proceso, cuando la sentencia o auto recurrido
hubiere sido dictado...4) Otorgando más de lo pedido por las partes o sin haberse
pronunciado sobre alguna de las pretensiones deducidas en el proceso y
reclamadas oportunamente ante los tribunales inferiores.” Ultima parte de la

P á g i n a 226 | 846
norma que está en concordancia con en el art. 258 num. 3) del mismo compilado
legal.
Por lo que al ser aplicable a cuestiones para subsanar cuestiones formales de las
resoluciones como errores en la estructura de la resolución u omisiones que
pudieren existir en la misma y entendiendo que los reclamos de forma tienen por
finalidad anular obrado, Art. 17-III de la Ley 025 normativa que rige dicho
instituto procesal ha establecido lo siguiente: “III. La nulidad sólo procede ante
irregularidades procesales reclamadas oportunamente en la tramitación de los
procesos.”.
Criterio que se halla en consonancia con el nuevo código procesal civil, de lo que
se concluye que cuando se alegue en amparo de esta causal art. 254 num. 4) del
Código de Procedimiento Civil antes señalado, la falta de pronunciamiento, sea en
primera o segunda instancia, corresponde al afectado previamente a utilizar el
recurso de apelación o casación, hacer uso de la facultad establecida en el art. 196-
2) del Código de procedimiento Civil, aplicable a segunda instancia por expresa
determinación del art. 239 de la misma normativa, articulo que de manera clara
señala que con esta facultad se puede:”… suplir cualquier omisión en que se
hubiere incurrido sobre alguna de las pretensiones deducidas y discutidas en el
litigio.”, facultad que permite subsanar la falta de pronunciamiento por los
Tribunales o jueces de instancia, caso contrario en aplicación del principio de
convalidación, al no utilizar el mecanismo para su corrección, implica una
aceptación tácita de la omisión acusada, precluyendo por simple consecuencia su
derecho de reclamar aspectos de nulidad no reclamados en su oportunidad,
conforme determinan las normas citadas supra.
Entendimiento orientado por este Supremo Tribunal en diversos fallos entre ellos el
Auto Supremo Nº 32/2015 donde señaló: “Respecto a la falta de pronunciamiento
del segundo punto apelado, se debe indicar que, el Ad quem, de forma genérica
arribó a la conclusión de que el Auto de 10 de junio de 2003 que resolvió las
excepciones no se las puede revisar en vía del recurso de apelación porque dicha
resolución hubiera causado ejecutoria, esa es una respuesta de forma general a
las acusaciones relativas a la forma de resolución de las excepciones formuladas
por los recurrentes.
Ahora si dicha respuesta, no satisfacía las expectativas deducidas por los
recurrentes debieron formular la petición de complementación y aclaración en
base al art. 239 del Código de Procedimiento Civil, el no haberlo hecho implica
que los recurrentes no agotaron el mecanismo de protección oportuno para la
satisfacción del reclamo que ahora se traen en casación, consiguientemente se

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advierte no haberse dado cumplimiento a la premisa establecida en el art. 17
parágrafo III de la Ley Nº 025 del Órgano Judicial.”.

COMPLEMENTACIÓN Y ENMIENDA
Auto Supremo: 522/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Usucapión
En virtud a lo expuesto en el art. 239 del Código de Procedimiento Civil, se
establece que dentro el plazo de veinticuatro horas de la notificación con el Auto de
Vista, las partes pueden hacer uso del derecho que les otorga el art. 196 num. 2) del
citado Código, es decir que se corrija cualquier error material, se aclare algún
concepto oscuro, o se supla cualquier omisión en que se hubiere incurrido sobre
cualquiera de las pretensiones deducidas y discutidas.
Como se advierte, la norma antes referida otorgaba a la parte recurrente la
posibilidad de solicitar al Tribunal de Alzada supla la omisión referida al
pronunciamiento de alguna o algunas de las pretensiones que dedujo en apelación,
y en el caso de que dicho derecho no sea ejercido, se entiende que el mismo,
conforme a los principios que rigen las nulidades procesales, entre ellos el de
convalidación, preclusión y conservación del acto, no puede ser reclamado en otra
etapa posterior, máxime si dicha omisión e imprecisión, pudo haber sido subsanada
con la solicitud de complementación y enmienda.
Lo señalado supra, ya fue emitido en varios Autos Supremos pronunciados por este
Tribunal Supremo de Justicia, entre ellos el A.S. 32/2015 de 19 de enero, que de
manera textual señala: “Respecto a la falta de pronunciamiento del segundo punto
apelado, se debe indicar que, el Ad quem, de forma genérica arribó a al
conclusión de que el Auto de 10 de junio de 2003 que resolvió las excepciones no
se las puede revisar en vía del recurso de apelación porque dicha resolución
hubiera causado ejecutoria, esa es una respuesta de forma general a las
acusaciones relativas a la forma de resolución de las excepciones formuladas por
los recurrentes.
Ahora si dicha respuesta, no satisfacía las expectativas deducidas por los
recurrentes debieron formular la petición de complementación y aclaración en
base al art. 239 del Código de Procedimiento Civil, el no haberlo hecho implica
que los recurrentes no agotaron el mecanismo de protección oportuno para la
satisfacción del reclamo que ahora se traen en casación, consiguientemente se
advierte no haberse dado cumplimiento a la premisa establecida en el art. 17
parágrafo III de la Ley Nº 025 del Órgano Judicial.”

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COMPLEMENTACIÓN Y ENMIENDA
Auto Supremo: 496/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Disolución de contrato de venta
Primeramente se debe tener presente que el art. 254 núm. 4) del Código de
procedimiento civil expresaba: “procederá el recurso de casación por haberse
violado las formas esenciales de proceso, cuando la sentencia o auto recurrido
hubiere sido dictado...4) Otorgando más de lo pedido por las partes o sin haberse
pronunciado sobre alguna de las pretensiones deducidas en el proceso y
reclamadas oportunamente ante los tribunales inferiores.” Ultima parte de la
norma que está en concordancia con en el art. 258 num. 3) del mismo compilado
legal.
Por lo que al ser aplicable a cuestiones para subsanar cuestiones formales de las
resoluciones como errores en la estructura de la Resolución u omisiones que
pudieren existir en la misma y entendiendo que los reclamos de forma tienen por
finalidad anular obrado, Art. 17.III de la Ley 025 normativa que rige dicho instituto
procesal ha establecido lo siguiente: “III. La nulidad sólo procede ante
irregularidades procesales reclamadas oportunamente en la tramitación de los
procesos.”.
Criterio que se halla en consonancia con el nuevo código procesal civil, de lo que
se concluye que cuando se alegue en amparo de esta causal art. 254 num. 4) del
Código de Procedimiento Civil antes señalado, la falta de pronunciamiento, sea en
primera o segunda instancia, corresponde al afectado previamente a utilizar el
recurso de apelación o casación, hacer uso de la facultad establecida en el art. 196
num. 2) del Código de procedimiento Civil, aplicable a segunda instancia por
expresa determinación del art. 239 de la misma normativa, articulo que de manera
clara señala que con esta facultad se puede:”… suplir cualquier omisión en que se
hubiere incurrido sobre alguna de las pretensiones deducidas y discutidas en el
litigio.”, facultad que permite subsanar la falta de pronunciamiento por los
Tribunales o jueces de instancia, caso contrario en aplicación del principio de
convalidación, al no utilizar el mecanismo para su corrección, implica una
aceptación tácita de la omisión acusada, precluyendo por simple consecuencia su
derecho de reclamar aspectos de nulidad no reclamados en su oportunidad,
conforme determinan las normas citadas supra.
Entendimiento orientado por este Supremo Tribunal en diversos fallos entre ellos el
Auto Supremo Nº 32/2015 donde señaló: “Respecto a la falta de pronunciamiento
del segundo punto apelado, se debe indicar que, el Ad quem, de forma genérica
arribó a la conclusión de que el Auto de 10 de junio de 2003 que resolvió las
P á g i n a 229 | 846
excepciones no se las puede revisar en vía del recurso de apelación porque dicha
resolución hubiera causado ejecutoria, esa es una respuesta de forma general a
las acusaciones relativas a la forma de resolución de las excepciones formuladas
por los recurrentes.
Ahora si dicha respuesta, no satisfacía las expectativas deducidas por los
recurrentes debieron formular la petición de complementación y aclaración en
base al art. 239 del Código de Procedimiento Civil, el no haberlo hecho implica
que los recurrentes no agotaron el mecanismo de protección oportuno para la
satisfacción del reclamo que ahora se traen en casación, consiguientemente se
advierte no haberse dado cumplimiento a la premisa establecida en el art. 17
parágrafo III de la Ley Nº 025 del Órgano Judicial.”.

CADUCIDAD
Auto Supremo: 898/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Sentencia y actos procesales.
El A.S. Nº 1090/2015 de 23 de noviembre, señala que la caducidad es la extinción del
derecho a la acción por el transcurso del tiempo o el plazo previsto por ley para el efecto, lo
que significa que si el titular del derecho de accionar deja transcurrir el plazo previsto por
ley sin presentar la demanda, el mencionado derecho se extingue; la caducidad está unida al
concepto de plazo extintivo, es decir, al término prefijado para intentar la acción judicial, de
manera que una vez transcurrido éste se produce fatalmente el resultado de extinguir dicha
acción. La norma prevista por el art. 1514 del Código Civil, establece que: "Los derechos se
pierden por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijado para el efecto".
Díez-Picazo y Gullón en la obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292)
que sostienen acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica
de la aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta recae sobre
lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o facultades de configuración
o modificación de una situación jurídica. Pendiente su ejercicio, la situación jurídica
afectada se encuentra en una fase provisional o transitoria, que exige un rápido tránsito a
una situación definitiva”.

CÓMPUTO DE LOS PLAZOS PROCESALES


Auto Supremo: 859/2016
Sucre: 20 de julio 2016
Proceso: Nulidad de Escrituras Públicas y otros.
En cuanto al cómputo de los plazos procesales, corresponde señalar que la
Disposición Transitoria Segunda de la Ley Nº 439 del Código Procesal Civil,
señala que ingresan anticipadamente –desde la fecha de publicación del
mencionado Código de 25 de noviembre de 2013- el sistema de cómputo de plazos
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procesales, incluidos los cómputos para los plazos en relación a medios de
impugnación, previstos en los Artículos 89 al 95 del presente Código, entre otros
institutos procesales. Ahora en el Código Procesal Civil se tiene el art. 90 de dicho
cuerpo legal señala lo siguiente:“(COMIENZO, TRANSCURSO Y
VENCIMIENTO)… II. Los plazos transcurrirán en forma ininterrumpida, salvo
disposición contraria. Se exceptúan los plazos cuya duración no exceda de quince
días, los cuales sólo se computarán los días hábiles. En el cómputo de los plazos
que excedan los quince días se computarán los días hábiles y los inhábiles. III. Los
plazos vencen el último momento hábil del horario de funcionamiento de los
juzgados y tribunales del día respectivo; sin embargo, si resultare que el último día
corresponde al día inhábil, el plazo quedará prorrogado hasta el primer día hábil
siguiente…”, también el art. 91 del mismo cuerpo procesal en cuanto a la
consideración de los días hábiles señala lo siguiente: “(DÍAS Y HORAS HÁBILES).
I. Son días hábiles para la realización de actos procesales todos aquellos en los
cuales funcionan los juzgados y tribunales del Estado Plurinacional. II. Son horas
hábiles las correspondientes al horario de funcionamiento de las oficinas
judiciales; sin embargo, tratándose de diligencias que deban practicarse fuera del
juzgado, serán horas hábiles las que medien entre las seis y las diecinueve
horas…”, las normas descritas tienen bastante claridad en cuanto al cómputo de los
días hábiles cuando se trate de plazos menores a 15 días siendo los días hábiles de
lunes a viernes exceptuando días feriados y no laborables.

CÓMPUTO DE LOS PLAZOS PROCESALES


Auto Supremo: 858/2016
Sucre: 20 de julio 2016
Proceso: Reivindicación y pago de daños y perjuicios
En cuanto al cómputo de los plazos procesales, corresponde señalar que la
Disposición Transitoria Segunda de la Ley Nº 439 del Código Procesal Civil,
señala que ingresan anticipadamente –desde la fecha de publicación del
mencionado Código de 25 de noviembre de 2013- el sistema de cómputo de plazos
procesales, incluidos los cómputos para los plazos en relación a medios de
impugnación, previstos en los Artículos 89 al 95 del presente Código, entre otros
institutos procesales. Ahora en el Código Procesal Civil se tiene el art. 90 de dicho
cuerpo legal señala lo siguiente: “(COMIENZO, TRANSCURSO Y
VENCIMIENTO)… II. Los plazos transcurrirán en forma ininterrumpida, salvo
disposición contraria. Se exceptúan los plazos cuya duración no exceda de quince
días, los cuales sólo se computarán los días hábiles. En el cómputo de los plazos
que excedan los quince días se computarán los días hábiles y los inhábiles. III. Los
P á g i n a 231 | 846
plazos vencen el último momento hábil del horario de funcionamiento de los
juzgados y tribunales del día respectivo; sin embargo, si resultare que el último día
corresponde al día inhábil, el plazo quedará prorrogado hasta el primer día hábil
siguiente…”, también el art. 91 del mismo cuerpo procesal en cuanto a la
consideración de los días hábiles señala lo siguiente: “(DÍAS Y HORAS HÁBILES).
I. Son días hábiles para la realización de actos procesales todos aquellos en los
cuales funcionan los juzgados y tribunales del Estado Plurinacional. II. Son horas
hábiles las correspondientes al horario de funcionamiento de las oficinas
judiciales; sin embargo, tratándose de diligencias que deban practicarse fuera del
juzgado, serán horas hábiles las que medien entre las seis y las diecinueve
horas…”, las normas descritas tienen bastante claridad en cuanto al cómputo de los
días hábiles cuando se trate de plazos menores a 15 días siendo los días hábiles de
lunes a viernes exceptuando días feriados y no laborables.

CÓMPUTO DE PLAZOS
Auto Supremo: 315/2017
Sucre: 27 de marzo 2017
Proceso: Desalojo.
En cuanto al tema del computo de plazos, debe tenerse en cuenta que al momento
de promulgación de la Ley 439 (2013), esta Ley en su disposición transitoria
segunda con la denominación de vigencia Anticipada el Código en su punto sexto
Refiere: “Entrara en vigencia al momento de la publicación del presente código
las siguientes normas: “…”3.- El sistema de cómputo de plazos procesales,
incluidos los cómputos para los plazos en relación a medios de impugnación
previstos en los Artículos 89 a 95 del presente código”. En aplicación de la
mencionada disposición transitoria, corresponde citar el art. 90 de la Ley 439, el
cual señala: “ I.-Los plazos establecidos para las partes comenzaran a correr para
cada una de ellas, a partir del día siguiente hábil al de la respectiva citación o
notificación, salvo que por disposición de la Ley o de la naturaleza de la actividad
a cumplirse tuvieren el carácter de comunes, en cuyo caso correrán a partir del
día hábil siguiente al de la última notificación.
II.- Los plazos transcurrirán en forma ininterrumpida, salvo disposición contraria.
Se exceptúan los plazos cuya duración no exceda de quince días, los cuales solo se
computaran los días hábiles. En el Cómputo de los plazos que excedan los quince
días se computaran los días hábiles y los inhábiles.
III.- Los plazos vencen el último momento hábil del horario de funcionamiento de
los juzgados y tribunales del día respectivo, sin embargo, si resultare que el ultimo
día corresponde a día inhábil, el plazo quedara prorrogado hasta el primera día
hábil siguiente…”
De la norma transcrita, se puede evidenciar que la intencionalidad del legislador
era la de proporcionar un marco de amplitud a las partes, al momento de la
P á g i n a 232 | 846
interposición de sus recursos, con la finalidad de que puedan ser presentados dentro
de los horarios de oficina, así evitar peripecias o circunstancias inesperadas al tratar
de presentar sus recursos fuera de los horarios de oficina, con las posibles
susceptibilidades que ese hecho generaba, es por ese motivo que a partir de la
citada normativa los plazos para impugnar empiezan a correr desde el día hábil
siguiente, computándose simplemente los días hábiles feneciendo el último
momento hábil, y a los fines de aclarar las dudas surgidas como emergencia de la
citada Ley este Tribunal Supremo a través de la CIRCULAR Nº 003/2014-
PRESIDENCIA-TSJ, ha señalado: “Con relación a su vencimiento, los plazos
procesales fenecen el último momento hábil del horario de funcionamiento de los
juzgados y tribunales del día respectivo. Es así, que el computo de los plazos
procesales se realiza por días enteros y sujetos a las condiciones apuntadas, no
por horas.”, en si el plazo vence el último momento hábil del horario de trabajo.”.
Criterio que ha sido refrendado en el AS 854/2016 de fecha 20 de julio 2016 el
cual ha referido que: “Que, el art. 90 del Nuevo Código Procesal Civil a la letra
refiere: “I. Los plazos establecidos para las partes comenzarán a correr para cada
una de ellas, a partir del día siguiente hábil al de la respectiva citación o
notificación, salvo que por disposición de la Ley o de la naturaleza de la actividad
a cumplirse tuvieren el carácter de comunes, en cuyo caso correrán a partir del
día hábil siguiente al de la última notificación.
II. Los plazos transcurrirán en forma ininterrumpida, salvo disposición contraria.
Se exceptúan los plazos cuya duración no exceda de quince días, los cuales sólo se
computarán los días hábiles. En el cómputo de los plazos que excedan los quince
días se computarán los días hábiles y los inhábiles.
III. Los plazos vencen el último momento hábil del horario de funcionamiento de
los juzgados y tribunales del día respectivo; sin embargo, si resultare que el último
día corresponde a día inhábil, el plazo quedará prorrogado hasta el primer día
hábil siguiente.
IV. Vencido el plazo, la o el secretario, sin necesidad de orden alguna, informará
verbalmente del vencimiento a la autoridad judicial, a fin de que dicte la
resolución que corresponda.”, de la letra y esencia de la norma, se establece que
el nuevo modelo Procesal ha tenido una connotación especial con respecto a los
plazos procesales y su forma de computo, teniendo un aspecto de favorabilidad
hacia los recurrentes, con la finalidad de no limitar el principio de impugnación
consagrado por la actual Constitución Política del Estado evidenciándose que esta
nueva normativa responde al nuevo paradigma constitucional, entendiéndose de la
norma que el inicio del cómputo del plazo es a partir del día siguiente hábil de su
notificación, concluyendo el plazo el último momento laboral hábil del distrito
respectivo, y en caso de que el ultimo día resulte un día inhábil este plazo se
prorroga hasta el primer día hábil siguiente, y la forma de computo dependerá a si
el plazo supera los 15 días, en caso de resultar un plazo mayor al referido, el
computo se hará incluyendo días hábiles e inhabilies, y a contrario sensu de
tratarse de un plazo menor al señalado, únicamente se computara los días hábiles,
P á g i n a 233 | 846
considerándose como día hábil todos aquellos en los que trabaja el Juzgado y
Tribunales del Estado Plurinacional conforme orienta el art. 91 del mismo
código.”

CÓMPUTO DE PLAZOS NO ABARCA LOS DÍAS INHÁBILES


Auto Supremo: 604/2016
Sucre: 09 de junio 2016
Proceso: Reivindicación.
El art. 90 del Código Procesal Civil señala lo siguiente: “(COMIENZO,
TRANSCURSO Y VENCIMIENTO). I. Los plazos establecidos para las partes
comenzarán a correr para cada una de ellas, a partir del día siguiente hábil al de
la respectiva citación o notificación, salvo que por disposición de la Ley o de la
naturaleza de la actividad a cumplirse tuvieren el carácter de comunes, en cuyo
caso correrán a partir del día hábil siguiente al de la última notificación II. Los
plazos transcurrirán en forma ininterrumpida, salvo disposición contraria. Se
exceptúan los plazos cuya duración no exceda de quince días, los cuales sólo se
computarán los días hábiles. En el cómputo de los plazos que excedan los quince
días se computarán los días hábiles y los inhábiles…”, el segundo parágrafo de la
disposición de referencia, señala que si se trata de plazos no superiores a quince
días el cómputo se efectuara sobre días hábiles, por lo que para establecer los días
hábiles corresponde citar el Decreto Supremo Nº 21060 que en su art. 67, califica
los días considerados feriados, en ella se encuentra la festividad religiosa de
Corpus Cristi, por lo que siendo la misma una fecha festiva, la mencionada fecha
no ingresa dentro de la categoría de días hábiles, para el cómputo de plazos
menores a 15 días.

CÓMPUTO DE PLAZOS PROCESAL


Auto Supremo: 307/2017
Sucre: 24 de marzo 2017
Que, el art. 90 del Nuevo Código Procesal Civil a la letra refiere: “I. Los plazos
establecidos para las partes comenzarán a correr para cada una de ellas, a partir
del día siguiente hábil al de la respectiva citación o notificación, salvo que por
disposición de la Ley o de la naturaleza de la actividad a cumplirse tuvieren el
carácter de comunes, en cuyo caso correrán a partir del día hábil siguiente al de
la última notificación.
II. Los plazos transcurrirán en forma ininterrumpida, salvo disposición
contraria. Se exceptúan los plazos cuya duración no exceda de quince días, los
cuales sólo se computarán los días hábiles. En el cómputo de los plazos que
excedan los quince días se computarán los días hábiles y los inhábiles.
III. Los plazos vencen el último momento hábil del horario de funcionamiento de
los juzgados y tribunales del día respectivo; sin embargo, si resultare que el

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último día corresponde a día inhábil, el plazo quedará prorrogado hasta el
primer día hábil siguiente.
IV. Vencido el plazo, la o el secretario, sin necesidad de orden alguna, informará
verbalmente del vencimiento a la autoridad judicial, a fin de que dicte la
resolución que corresponda.”, de la letra y esencia de la norma, se establece que el
nuevo modelo Procesal ha tenido una connotación especial con respecto a los
plazos procesales y su forma de computo, teniendo un aspecto de favorabilidad
hacia los recurrentes, con la finalidad de no limitar el principio de impugnación
consagrado por la actual Constitución Política del Estado evidenciándose que esta
nueva normativa responde al nuevo paradigma constitucional, entendiéndose de la
norma que el inicio del cómputo del plazo es a partir del día siguiente hábil de su
notificación, concluyendo el plazo el último momento laboral hábil del distrito
respectivo, y en caso de que el ultimo día resulte un día inhábil este plazo se
prorroga hasta el primer día hábil siguiente, y la forma de computo dependerá a si
el plazo supera los 15 días, en caso de resultar un plazo mayor al referido, el
computo se hará incluyendo días hábiles e inhabilies, y a contrario sensu de tratarse
de un plazo menor al señalado, únicamente se computara los días hábiles,
considerándose como día hábil todos aquellos en los que trabaja el Juzgado y
Tribunales del Estado Plurinacional conforme orienta el art. 91 del mismo código.

COMUNIDAD DE GANANCIALES
Auto Supremo: 838/2015 - L
Sucre: 28 de Septiembre 2015
…corresponde realizar un análisis de nuestro ordenamiento jurídico sobre el tema,
para lo cual podemos señalar el art. 101 del Código de Familia que regula la
constitución de la comunidad de gananciales estableciendo lo siguiente: “El
matrimonio constituye entre los cónyuges desde el momento de su celebración, una
comunidad de gananciales que hace partibles por igual a tiempo de disolverse, las
ganancias o beneficios obtenidos durante su vigencia, salvo separación judicial de
bienes en los casos expresamente permitidos.
La comunidad se constituye aunque uno de los cónyuges tenga más bienes que el
otro o sólo tenga bienes uno de ellos y el otro no”.
Por otra parte, el art. 102 del Código de Familia determina: “La comunidad de
gananciales se regula por la ley, no pudiendo renunciarse ni modificarse por
convenios particulares, bajo pena de nulidad”.
De las citadas disposiciones legales se establece que nuestro Código de Familia,
adopta como sistema legal, el régimen de la comunidad restringida, toda vez que
reconoce en la relación conyugal la existencia de bienes propios y bienes
comunes; bajo el cobijo de este sistema legal se encuentra la comunidad de
gananciales prevista en el art. 101 del Código de Familia como instituto jurídico de
orden público, la misma que cobra su verdadera vigencia material desde el

P á g i n a 235 | 846
momento de la celebración del matrimonio o de la consolidación de la unión
conyugal libre o de hecho, cuya terminación también se encuentra establecida por
la ley conforme a las causas previstas en el art. 123 del mismo cuerpo normativo.

COMUNIDAD DE GANANCIALES
Auto Supremo: 875/2015 - L
Sucre: 2 de Octubre 2015
En virtud a dicho reclamo, a continuación corresponde referirnos a lo establecido
en las normas acusadas de vulneradas, en ese entendido, el art. 101 del Código de
Familia, sobre la constitución de la comunidad de gananciales señala que: “El
matrimonio constituye entre los cónyuges, desde el momento de su celebración,
una comunidad de gananciales que hace partibles por igual a tiempo de disolverse,
las ganancias o beneficios obtenidos durante su vigencia, salvo separación judicial
de bienes en los casos expresamente permitidos. La comunidad se constituye
aunque uno de los cónyuges tenga más bienes que el otro o sólo tenga bienes uno
de ellos y el otro no”; por otra parte, el art. 102 de dicha norma determina: “La
comunidad de gananciales se regula por la ley, no pudiendo renunciarse ni
modificarse por convenios particulares, bajo pena de nulidad”; normas estas que
efectivamente, en aplicación a lo dispuesto en el art. 5 del mismo cuerpo legal, son
de orden público. De dichas disposiciones se deduce que nuestro ordenamiento
familiar en lo referente al régimen patrimonial, adoptó el régimen de la comunidad
restringida, es decir que reconoce dentro de la relación conyugal tanto los bienes
propios como los comunes, llegando estos últimos, es decir los bienes de la
comunidad de gananciales, a cobrar verdadera vigencia material desde el momento
de la celebración del matrimonio, comunidad que evidentemente resulta ser
irrenunciable por acuerdos o convenios entre cónyuges, no pudiendo estos optar
por otro régimen o sistema distinto al establecido por ley. Empero, si bien la
comunidad de gananciales tiene la característica de ser irrenunciable, este hecho no
imposibilita que los cónyuges ya sea antes o durante la demanda de divorcio o
separación de hecho, puedan llegar a acuerdos con respecto a la distribución de los
bienes adquiridos durante la vigencia de la vida en común, es decir de los bienes
gananciales, extremo que para nada implica la afectación del régimen legal de la
comunidad de gananciales, ni las normas señaladas anteriormente, máxime si el
mismo Código de Familia, reconoce aquellos acuerdos a los cuales pueden arribar
los cónyuges respecto a los bienes gananciales, tal y como lo señala la última parte
del primer párrafo del art. 390 del Código de Familia, que haciendo referencia a los
bienes del matrimonio, refiere que estos al margen de lo señalado en dicha norma,
se salvan las convenciones entre cónyuges, es decir que salvan aquellos acuerdos
transaccionales que celebran los cónyuges antes de tramitar ya sea al proceso de
divorcio o la ruptura unilateral.
P á g i n a 236 | 846
CONCILIACION, CONSIDERACION DE LA ACTA COMO UNA
SENTENCIA CON VALOR DE COSA JUZGADA
Auto Supremo: 1058/2015 - L
Sucre: 17 de noviembre 2015
Refieren que ni el Juez A quo ni el Tribunal de Alzada han otorgado el valor legal
que la ley le confiere al acta de conciliación. El Tribunal de Alzada de manera poco
prolija no es claro al referir que no se puede pedir el cumplimiento del acta de
conciliación por haber partido el incumplimiento por parte de los esposos
Salvatierra, no siendo aplicable el art. 568 del Código Civil, si existe un
compromiso expreso que debía ser cumplido fielmente, con el único propósito de
favorecer al demandante.
Transcriben la SC 0762/2006-R de fecha 4 de agosto de 2006 , resaltando que ante
la existencia de un acta de conciliación ( sentencia con calidad de cosa juzgada) no
corresponde la iniciación ni sustanciación de ningún otro tipo de proceso que no
sea el referido a ejecución de Sentencia, por tanto mal podría tramitarse un proceso
ordinario como el que nos ocupa, cuando las divergencias o conflictos que habían
emergido por efecto del contrato de 14 de febrero de 2001, fueron resueltos a
través del acta de conciliación de fecha 4 de junio de 2002.
Sobre la conciliación el Diccionario Enciclopédico de derecho Usual de Guillermo
Cabanellas define a la conciliación como: “la Avenencia entre partes discordes
que resuelven desistir de su actitud enemistosa, por renuncias reciprocas o
unilaterales. Avenencia de las partes en un acto judicial, previo a la iniciación de
un pleito”. Para Jorge Hernán Gil Echeverry.” La conciliación es un modo alterno
de solución de conflictos, judicial o extra judicial, mediante el cual las partes
buscan llegar a un acuerdo, por si mismas, respecto a sus diferencia de naturaleza
contractual o extracontractual para lo cual se acude al apoyo y la mediación de un
tercero denominado conciliador”. La abrogada Ley de Conciliación y Arbitraje
1770 aplicable al caso en su art. 85.I.II determinaba“ La conciliación podrá ser
adoptada por las personas naturales o jurídicas, para la solución de mutuo
acuerdo de cualquier controversia, susceptible de transacción, antes o durante la
tramitación de un proceso judicial” el Art, 92.II establecía “El acta de
conciliación surtirá los efectos jurídicos de la transacción y tendrá entre las partes
y sus sucesores a título universal la calidad de cosa juzgada para fines de su
ejecución forzosa·Para Cristián Tarifa Foronda en su libro “ Conciliación y
Mediación en el derecho Boliviano” año 2010: “ El acta de conciliación es el
documento en el cual constan el o los acuerdos a los que han arribado las partes,
el cual tiene la calidad de cosa juzgada además de tener mérito ejecutivo”

P á g i n a 237 | 846
De lo referido se establece que la conciliación es un medio alternativo de
resolución de controversias, por medio del cual las partes llegan a un acuerdo
conciliatorio traducido en el acta de conciliación la mismaconstituye un
instrumento jurídico que expresa el consentimiento libre y voluntario de las partes
y que adquiere la calidad de cosa juzgada y surte efectos jurídicos entre las partes
para fines de ejecución, es decir para exigir el cumplimiento íntegro de los
acuerdos y obligaciones contraídas por las partes suscribientes del acuerdo este
debe estar plasmado en el acta de conciliación. El art. 181 inc 4) del Código de
Procedimiento Civil dispone que dicha acta tendrá valor de cosa juzgada y su
cumplimiento podrá exigirse en proceso de ejecución, siendo los procesos de
ejecución los comprendidos en el Libro Tercero de dicho cuerpo legal
comprendiendo el proceso ejecutivo, el proceso coactivo civil y la ejecución de la
Sentencia, siendo lo aplicable la vía de ejecución de sentencia, en mérito a que se
considera al acta de conciliación como una sentencia con valor de cosa Juzgada.

CONCLUSION EXTRAORDINARIA DEL PROCESO


Auto Supremo: 845/2015 - L
Sucre: 28 de Septiembre 2015
Acudiendo a la doctrina sobre la norma en análisis CHIOVENDA señala:
“anteriormente se consideraba a la perención como una pena al litigante
negligente, pero hoy se admite que cuando las partes dejan paralizado el proceso
por un tiempo prolongado, es porque no tienen interés en su prosecución y que
desisten tácitamente de la instancia lo que autoriza al Estado a librar a sus
propios órganos de todas las obligaciones derivadas de la existencia de una
relación procesal.”
Asimismo LINO PALACIO expresa: “inactividad procesal genérica, consiste en
que durante determinados plazos legales, sobrevengan la inacción absoluta tanto
de las partes,”… “cuanto del órgano judicial. Frente a ese hecho las leyes
procesales instituyen un modo anormal de extinción de la pretensión y por lo tanto
del proceso denominado caducidad o perención de instancia.”
Del espíritu de la norma y doctrina citada, se puede concluir que si bien el proceso
es considerado teleológico, porque, tiene por finalidad llegar a una sentencia
empero, si las partes, realizaren un evidente abandono de la causa dentro de un
periodo donde les corresponde a ellos el impulso procesal, la norma sanciona a las
partes por esta actitud, debido a que el proceso no puede quedarse en un estado de
inercia procesal, es por este motivo, que el legislador ha establecido la perención
de instancia como una forma de conclusión extraordinaria del proceso.

P á g i n a 238 | 846
CONCURRENCIA DE LOS ELEMENTOS DE LA POSESIÓN Y SUS
CARACTERÍSTICAS PARA LA PROCEDENCIA DE LA USUCAPIÓN
Auto Supremo: 1102/2016
Sucre: 23 de septiembre 2016
Proceso: Reivindicación
La doctrina se encargó de analizar las dificultades que el tema de la posesión
presenta, varios doctrinarios concuerdan con el trabajo jurídico realizado por los
juristas Savigny y Ihering, quienes se encargaron de analizar dicha institución del
derecho. En ese marco extractando el concepto de la posesión del libro de
Derechos Reales Tomo I. del autor Néstor Jorge Musto se tiene que la posesión es
el “…acto de poseer o tener una cosa corporal con ánimo de conservarla para sí o
para otro…”, este mismo autor líneas más abajo indica “En general se puede
expresar que refleja la idea de ejercicio o posibilidad de un poder de una persona
sobre la cosa, la que se encuentra sometida así a su voluntad, sea en forma
directa, o por intermedio de otra persona.”
Gonzalo Castellanos Trigo en su obra Derechos Reales Obligaciones y Sucesiones,
Tomo I, indica que: “Posesión, en su primer entendimiento significa acto de
poseer o tener una cosa corporal con ánimo de conservarla para sí o para otro;
por eso poseer es tener una cosa en su poder, usarla, gozarla y aprovecharla.”
Por otro lado en el Auto Supremo No. 42/2015, de 06 de marzo 2015 el Tribunal
Supremo señaló que: “…corresponde señalar que el art. 138 del Código Civil
refiere que “La propiedad de un bien inmueble se adquiere también por sólo la
posesión continuada durante diez años”. Respecto a lo anterior la doctrina y la
jurisprudencia se encargaron de establecer en primer lugar qué debe entenderse
por posesión y los elementos que esta debe reunir, es decir el ánimus y el corpus, y
en segundo lugar los caracteres o requisitos que debe reunir la posesión para que
ésta sea útil a efectos de lograr la usucapión, en ese sentido, de una interpretación
lógica y sistemática de las normas contenidas en los arts. 135 y 137 del Código
Civil, se desprende que la posesión útil para fundar la usucapión debe ser:
continua e ininterrumpida, pública, y pacífica.”

CONCURSO CIVIL DE ACREEDORES


Auto Supremo: 293/2016
Sucre: 04 de abril 2016
Proceso: Concurso necesario de acreedores
El Autor Adolfo E. Parry en su obra “Perención de la Instancia” Tercera Edición
Editores Libreros –Buenos Aires, efectúa un análisis doctrinal y jurisprudencial de
las características de la perención, sus condiciones de existencia, su procedimiento
P á g i n a 239 | 846
y donde se aplica dicho instituto entre otros aspectos que detalla en el indicado
libro; entre los puntos que nos interesa para la presente Resolución, el Autor,
desarrolla sobre la perención de la instancia en los concurso civiles que para el caso
de Autos resulta análogo en su aplicación, estableciendo que: “La jurisprudencia es
vacilante y contradictoria en cuanto a la procedencia de la perención de la
instancia en los juicios de concurso civil. Varios pronunciamientos judiciales se
han inclinado a declarar la improcedencia de la perención en esta clase de
juicios. Un tribunal de la ciudad de La Plata declaró que “en los juicios
sucesorios o de concurso no procede la perención de la instancia”, citando como
concordante con esa tesis el fallo de otro tribunal de la misma jurisdicción.
Fundando esta opinión se ha dicho que en los concursos civiles no procede la
perención de la instancia porque ésta supone “como base necesaria, el juicio
contradictorio, la instancia de alguien contra alguien, que dé lugar a la
negligencia y a la consiguiente sanción de caducidad…(…)…la improcedencia de
la perención, porque en el concurso civil “no existe controversia…”, si bien el
autor encuentra jurisprudencia contradictoria a la tesis de improcedencia de la
perención de la instancia en los procesos motivo de análisis, el autor concluye que
los preceptos comunes sobre perención de instancia son inaplicables cuando se
trata de procedimientos generales del concurso, reconociendo que no existe motivo
para extender esa regla a los concursos especiales que se tramitan en juicio
independiente. En ese entendido hace alusión al código de procedimiento chileno
que en sus lineamientos generales coincide con el uruguayo, señalando que existe
una disposición taxativa que indica la no procedencia del abandono de la instancia
en los juicios de quiebra o concurso de acreedores.
Por su parte Ricardo S. Prono en su artículo “Algunos Principios Procesales
Concursales”, realiza un estudio de los concursos civiles desde la óptica de los
principios y la naturaleza jurídica de dicho instituto, incidiendo en que una de las
características del sistema concursal es que en el mismo cuerpo orgánico de normas
que rigen su estructura, se hallan reunidos elementos sustanciales y procesales, lo
cual marca una diferencia en relación a otros tipos de procesos estableciendo de
manera textual que: “…la normativa concursal se aparta, en gran medida, de la
preceptiva procesal común a los demás juicios civiles y comerciales: v. gr., las
reglas de inapelabilidad de las resoluciones, de notificaciones automáticas, de
perención de instancia a los tres meses.”, el indicado autor señala y desarrolla lo
que denomina como “la peligrosa triada de las reglas procesales concursales”,
estableciendo sobre la “incaducidad de la instancia en el concurso” que: “La
perención de instancia, o con mayor precisión, la caducidad de instancia, no opera
en el proceso concursal principal o concurso en sí. El motivo es el carácter
P á g i n a 240 | 846
predominantemente inquisitivo del concurso por la existencia de intereses
públicos, generales o sociales que impiden que se produzca este modo de extinción
del proceso en el trámite del concurso preventivo, de la quiebra, y también de
acuerdo preventivo extrajudicial una vez ordenada la publicación de edictos.”
Se dice que hay concurso civil de acreedores, cuando se procesa judicialmente la
verificación de los bienes, derechos y acciones de un deudor no comerciante, así
como de sus deudas, a fin de pagar éstas con aquéllos, hasta donde alcancen. El
objeto del proceso es, pues, el pago de todos los acreedores del deudor común con
el producto de la venta o subasta de sus bienes y el mismo se promueve, cuando
aquéllos no pueden ser satisfechos cumplidamente (Manresa, Miquel y Reus).
El carácter esencial del proceso concursal, es su universalidad, por virtud de la cual
se resuelve en un solo procedimiento todas las cuestiones relativas a la liquidación
de los bienes del deudor y al pago de todos sus acreedores, suspendiéndose las
ejecuciones individuales, que se acumulan necesariamente.

CONDICIÓN SUSPENSIVA Y SUS EFECTOS


Auto Supremo: 1110/2016
Sucre: 23 de septiembre 2016
Proceso: Cumplimiento de obligación y otros.
Al respecto Carlos Morales Guillén en su libro Código Civil Concordado y
Anotado expresa que existen diferenciar esenciales entre la condición suspensiva y
resolutoria: “ puede hacerse depender la obligación de la realización de una
acontecimiento incierto, de dos modos: a) puede hacerse depender de él, el
perfeccionamiento y el principio de la obligación, entonces la condición se llama
suspensiva b) puede hacerse depender de él, el fin o resolución del vínculo
contractual, entonces se llama la condición resolutoria.
La condición suspensiva es una modalidad que suspende el nacimiento mismo de
la obligación. Realizada la condición en cualquiera de las formas previstas por el
art. 495 del Código Civil, la obligación surte sus efectos retroactivamente, desde el
momento en la que se estipuló. Le son aplicables las nuevas disposiciones legales,
posteriores a la fecha de su estipulación, las hipotecas surten sus efectos desde esa
misma fecha, el pago anticipado, no repetido, es válido y no puede repetirse.
En cuanto a los efectos de la condición suspensiva el art. 496 se refiere al
cumplimiento de la condición suspensiva estableciendo que la condición
suspensiva se tiene por cumplida cuando: 1) el acontecimiento se ha realizado 2) el
deudor ha impedido su realización 3) el acreedor ha empleado los medios
indispensables para que la condición se cumpla y ella no se realiza 3) Habiéndose
convenido en cierto plazo para la condición, el plazo expira sin haber sucedido el
P á g i n a 241 | 846
acontecimiento previsto, o cuando antes del plazo hay seguridad de que no
sucederá.
El art. 497 del Código Civil se refiere a la condición suspensiva cumplida y
establece: Los efectos de la condición suspensiva cumplida se retrotraen al
momento en que se celebró el contrato, salvo voluntad contraria manifestada por
las partes o que resulta otra cosa por la naturaleza de la relación jurídica

CONFESIÓN
Auto Supremo: 1033/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Nulidad de documentos, reivindicación y otros
Con relación al tema el art. 1321 del Código Civil dispone: “la confesión que
presta en juicio una persona capaz de disponer del derecho al que los hechos
confesados se refieren, sobre un hecho personal del confesante o cumplido por su
apoderado con poder especial, hacen plena fe contra quien ha prestado a menos
que sea relativa a hechos diferentes o contrarios a la ley”
El Autor boliviano Eduardo Carlos Centellas Ramos en su libro “la prueba
judicial” en el nuevo Código Procesal Civil, ediciones Olimpo Segunda parte
refiere: “usualmente se denomina confesión, dice De Santo a la “declaración de
las partes y testimonio de terceros, no obstante, la parte que declara rinde en
realidad testimonio. Existe testimonio cuando el hecho por probar llega a
conocimiento del juez por el relato oral de una persona. Si dicho relato está
consignado en un escrito, acota este autor, la prueba es documental pues contiene
también una declaración o testimonio de una persona que llega al juez por la vía
indirecta del documento”
Con relación al tema se ha orientado en el Auto Supremo Nº 8/2014 de 7 de
febrero, “refiriendo: en el Auto Supremo Nº 512/2013 de 01 de octubre, en el que
se señaló lo siguiente: “..Esta confesión puede ser explícita si la parte requerida
atiende la citación para absolver el interrogatorio y responde afirmativamente a
él, o presunta si de manera injustificada se abstiene de comparecer o habiendo
comparecido rehusare responder o conteste evasivamente. Esta figura se
encuentra definida en el Código de Procedimiento Civil, de la siguiente manera:
art. 424 “(CONFESIÓN PRESUNTA) Si el citado no compareciere a declarar a la
hora fijada para la audiencia o habiendo comparecido rehusare responder o
conteste evasivamente, a pesar de la amonestación del Juez, éste al pronunciar
Sentencia lo tendrá por confeso, apreciando las circunstancias del caso.”
La confesión judicial o declaración de parte, es un medio de prueba esencial
porque tiene por objeto obtener de los propios demandantes o demandados la
versión sobre los hechos relacionados con el proceso. Como cualquier otro medio
de prueba, el interrogatorio suministra certeza al Juez sobre la verdad de los
hechos que sirven de fundamento a las pretensiones de la demanda o de las
excepciones o reconvención. Es decir, busca formar el convencimiento judicial
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respecto de la realización de determinados hechos que interesan al proceso, pues
constituyen el sustento de las peticiones presentadas por las partes dentro del
mismo, por esa razón la eficacia de este medio probatorio no puede verse librada
al arbitrio de la parte diferida a absolver el interrogatorio propuesto, quien con su
inasistencia o evasivas pretenda obstruir su utilidad y así impedir la averiguación
de la verdad material, la cual no debería estar supeditada a la lealtad o deslealtad
procesal con la que actúe la parte.
Si bien en el ámbito nacional no se desarrolló una específica jurisprudencia
respecto a la confesión judicial presunta, en el ámbito de la jurisprudencia
comparada el tema fue ampliamente estudiado y así por ejemplo la Corte
Constitucional de Colombia en innumerable fallos, entre ellos la Sentencia T-
513/11 estableció que “La confesión ficta o presunta es una presunción legal
que admite prueba en contrario (presunción legal en sentido estricto, “iuris
tantum”), por lo que guarda una relación inmediata con las reglas que gobiernan
el peso de la prueba en el correspondiente proceso civil, lo que quiere decir
que cuando se presenta, la parte a quién beneficia se libera de la carga que
entraña la demostración del hecho presumido, siempre en el entendido que su
finalidad no es otra distinta a imprimirle seguridad a situaciones que con justicia y
fundamento pueden suponerse existentes, pero sin que de manera tajante quede
excluida la posibilidad de probar con variable amplitud contra ese hecho a cuya
certeza se llega mediante la presunción”

CONFESIÓN ESPONTÁNEA
Auto Supremo: 375/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Mejor derecho de propiedad y otros.
En el auto Supremo Nº 327 de 04 de julio de 2013 se ha señalado lo siguiente: “1.-
Respecto a que el Ad quem ha violado el art. 1321 del Código Civil, y arts. 403,
404-II de su Procedimiento por no considerar la confesión judicial espontánea del
demandado, efectuado a tiempo de responder a la apelación de la Sentencia, se
debe manifestar que:
A fs. 387 a 391 y vlta., de obrados consta memorial presentado por el Tcnl. DEM
Jorge Galo Camacho Montero con suma “Responde Apelación”; en la que
conforme señala el recurrente habría señalado que: “Lo que además ha permitido
aclarar y definir que tanto los predios distribuidos a los 17 campesinos como los 2
predios asignados al Ejército Nacional, ninguno, ¡absolutamente ninguno¡¡ está
comprendido dentro de la pista de aterrizaje, pues todos se encuentran al margen
o sea alrededor, o sea al contorno de los límites de ésta”; asimismo habría
afirmado que: “… nadie objeta en lo mínimo, (ni demandante ni demandado), que
con el Proceso Agrario de 1953, quedó extinguido cualquier título anterior al
mismo, incluido el título de 1937.”; afirmaciones que el recurrente considera
confesión judicial espontánea por parte del demandado y que en su momento hizo

P á g i n a 243 | 846
notar de los mismos al Tribunal de Alzada, instancia que no tomó en cuenta dicha
confesión a fin de resolver a su favor.
Al efecto habrá que señalar que la confesión según el Diccionario de Ciencias
Jurídicas, Políticas y Sociales de Manuel Osorio, es la “Declaración que, sobre lo
sabido o hecho por él, hace alguien voluntariamente o preguntando por otro.
Reconocimiento que una persona hace, contra ella misma, de la verdad de un
hecho”; para Couture la confesión es: “El acto jurídico consistente en admitir
como cierto, expresa o tácitamente, dentro o fuera del juicio un hecho cuyas
consecuencias de derecho son perjudiciales para aquel que formula la
declaración”, Arístides Rengel Romberg la define como: “…la declaración que
hace una parte, de la verdad de hechos a ella desfavorables afirmados por su
adversario, a la cual la ley atribuye el valor de plena prueba”. De lo que se
concluye que la confesión sea efectuada de manera voluntaria, expresa o tácita,
espontánea y/o extrajudicial, es la admisión de un hecho manifestado por el
adversario como cierto y que no le es favorable para quien confiesa…”

CONFESIÓN EXTRAJUDICIAL
Auto Supremo: 1283/2016
Sucre: 07 de noviembre 2016
Proceso: Devolución de dinero y otros.
La confesión judicial, contenida en el art. 1322 del Código Civil, señala lo
siguiente: “(Confesión extrajudicial) I. La confesión extrajudicial hecha por
persona capaz al interesado o a su representante legal, surte el mismo efecto que
la judicial en los casos para los cuales es admisible la prueba de testigos. II. Si la
confesión extrajudicial se hace a un tercero vale sólo como indicio…”, sobre dicho
medio de prueba Lino Enrique Palacio en su obra DERECHO PROCESAL CIVIL
Tomo IV Editorial Abeledo-Perrot 1988 página 558 y siguientes señala: “Si la
confesión extrajudicial, consta por escrito, el documento que se presente para
acreditar su existencia reviste la eficacia probatoria que, según su naturaleza le
asignen las leyes de fondo, de modo que si se trata de un documento público hace
plena fe sin perjuicio de su redargución de falsedad o prueba en contrario, en su
caso…. En la hipótesis de haberlo prestado verbalmente, la prueba de la confesión
extrajudicial puede hacerse mediante declaraciones de testigos, las cuales resultan
suficientes cuando aquella verse sobre simples hechos, ya que con relación a estos
el Cód. no impone restricción alguna… C) A la segunda hipótesis arriba
enunciado se refiere el apartado segundo… en tanto prescribe que „la confesión
hecha fuera de juicio frente a un tercero, constituirá fuente de presunción simple‟.
En consecuencia, cuando la declaración confesoria no se ha prestado frente a la
parte contraria, sino a terceros, aquella, aún si se encuentra acreditada, carece de
eficacia probatoria plena y debe ser corroborada por otro medios de prueba….”
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CONFESIÓN JUDICIAL
Auto Supremo: 871/2016
Sucre: 25 de julio 2016
Proceso: Reivindicación, desocupación y entrega de inmueble.
Eduardo Carlos Centellas Ramos en su libro “La prueba judicial en el Nuevo
Código Procesal Civil Ley Nro. 439 Segunda parte Editorial Olimpo hace
referencia a lo que se entiende por confesión “Usualmente se denomina confesión
dice De Santo “la declaración de las partes y testimonio de terceros, no obstante
la parte que declara rinde en realidad un testimonio. Existe testimonio cuando el
hecho por probar llega a conocimiento del juez por el relato oral de una persona.
Si dicho relato está consignado en un escrito acota este autor la prueba es
documental pues contiene también una declaración o testimonio de una persona
que llega al juez por la vía indirecta del documento”
En el lenguaje usual, acota Morales Guillen confesión es el reconocimiento de un
hecho propio. En su acepción jurídica es la manifestación o declaración que la
parte hace para reconocer, en todo o en parte, la existencia de un hecho jurídico o
reconocer un derecho a favor de otra (…) se dice que es tácita cuando se
desprende del silencio o de las evasivas ante la afirmación o imputación directa de
un hecho(…) expresa la que se hace explicita clara y positivamente sobre el hecho
que se confiesa, simple la que manifiesta llanamente el hecho confesado.
Cualificada la que junto con el hecho expone la razón o causa de éste y las
circunstancias relacionadas con el mismo.
El art. 156 del Código Procesal Civil establece los alcances de la confesión,
refiriendo que existe confesión cuando la parte admite total o parcialmente la
veracidad de un hecho personal o de su conocimiento, desfavorable a su interés o
favorable a su adversario.
Para el autor boliviano Eduardo Carlos Centellas Ramos esta prueba es
considerada como la prueba más completa, bastaba por si sola para considerar
acreditados los hechos litigados, sin buscar más elementos de juicio. Ante estos
hechos se dice en nuestro lenguaje jurídico “a confesión de partes relevo de
prueba o la confesión es la madre de todas las pruebas”.
Según el art. 403 del Código de Procedimiento Civil hay dos clases de confesión:
la judicial, que podrá ser provocada o espontánea y la extrajudicial, la confesión
judicial será provocada cuando una parte la hiciera en virtud de petición expresa y
conforme a interrogatorio de la otra parte o dispuesta por el Juez con juramento y
las formalidades establecidas por Ley y será espontánea la que se hiciera en la
demanda, contestación o en cualquier otro acto del proceso y aún en ejecución de
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Sentencia, sin interrogatorio previo, en este último caso importará renuncia a los
beneficios acordados en dicha Sentencia.
De igual forma el art. 157 del Código Procesal Civil se refiere a dos clases de
confesión la confesión judicial la que podrá ser provocada o espontánea y la
extrajudicial. La confesión judicial es aquella prestada en el curso del proceso ante
el Juez competente a petición expresa de las partes y la confesión extrajudicial es la
prestada por el confesante fuera del proceso, puede ser ofrecida en juicio por la
parte. La confesión judicial espontánea es aquella prestada voluntariamente por el
confesante sea en la contestación a la demanda o en cualquier otro acto.

CONFESIÓN JUDICIAL ESPONTÁNEA


Auto Supremo: 267/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Nulidad de Escritura y Cancelación de Matrícula.
Es preciso referir lo previsto por el art. 157.III. del Código Procesal Civil, “Es
confesión judicial espontánea la que se formulare en la demanda, la contestación o
en cualquier otro acto del proceso, y aun en ejecución de sentencia, sin
interrogatorio previo; en este último caso, importará renuncia a los beneficios
acordados en la sentencia.”, similar contenido se verifica de la lectura del art. 404-
II del Código de Procedimiento Civil abrogado. Debiendo tenerse presente que la
confesión hecha en distinto juicio respecto al tema debatido en el proceso actual,
no hace fe.

CONGRUENCIA DE LA RESOLUCIÓN
Auto Supremo: 905/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Usucapión.
En el Auto Supremo No 465/2014 de fecha 27 de agosto de 2014 se orientó con
relación al tema: “En ese marco, debemos considerar que el Juez como primer
sujeto procesal es el encargado de velar por la aplicación correcta de las leyes,
aplicando en sus resoluciones judiciales principios rectores del derecho, como el
principio de congruencia, entendida ésta, según el doctrinario Jorge. W. Peyrano
en su libro el Proceso Civil Principios y Fundamentos como: “…la exigencia de
que medie identidad entre la materia, partes y hechos de una litis incidental o
sustantiva y lo resuelto por la decisión jurisdiccional que la dirima.”. Así también
teniendo en cuenta lo establecido por Hernando Devis Echandía en su obra Teoría
General del Proceso, la congruencia es entendida como: “…el principio
normativo que delimita el contenido de las resoluciones judiciales que deben
proferirse, de acuerdo con el sentido y alcance de las peticiones formuladas por

P á g i n a 246 | 846
las partes (…), para el efecto de que exista identidad jurídica entre lo resuelto y
las pretensiones…”.
Bajo dicha esfera doctrinaria, corresponde precisar que toda Resolución judicial
debe guardar la debida congruencia, y de la misma emergen dos reglas esenciales
que son: a) decidir sólo sobre lo alegado y debatido, b) decidir sobre todo lo
alegado y debatido.
Si la Resolución judicial no se enmarca en esas dos reglas, nos encontramos frente
a la llamada incongruencia, que aplicada a las dos reglas antes expuestas da lugar
a la incongruencia positiva, que es aquella en la que el juzgador extiende su
decisión más allá de los límites del problema judicial que le fue sometido a su
consideración; o la incongruencia negativa, cuando el juzgador omite el debido
pronunciamiento sobre alguno de los términos del problema judicial.
Con relación al tema debemos decir que toda sentencia debe pronunciarse sobre
todos y únicamente sobre los hechos y petitorios formulados oportunamente por las
partes, en atención al principio de congruencia procesal previsto en el artículo 190
del Código de Procedimiento Civil, toda vez que la infracción de este principio
determina la emisión de fallos incongruentes como: a) sentencia ultra petita,
cuando se resuelve más allá del petitorio o los hechos; b) sentencia extra petita,
cuando el juez se pronuncia sobre un petitorio o hechos no alegados; c) sentencia
citra petita, en el caso en que el juez omite totalmente el pronunciamiento sobre las
pretensiones formuladas; d) sentencia infra petita, cuando el juez no se pronuncia
sobre todos los petitorios o todos los hechos relevantes del litigio; omisiones y
defectos de la sentencia que infringen el debido proceso.

CONGRUENCIA DE LAS RESOLUCIONES


Auto Supremo: 648/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Acción reivindicatoria, negatoria y reconocimiento de derecho de
propiedad.
La Jurisprudencia Constitucional sobre el principio de congruencia en la Sentencia
Constitucional Nº 0486/2010-R de 5 de julio, ha razonado que: "El principio de
congruencia, responde a la pretensión jurídica o la expresión de agravios
formulada por las partes; la falta de relación entre lo solicitado y lo resuelto,
contradice el principio procesal de congruencia; la Resolución de primera y/o
segunda instancia, debe responder a la petición de las partes y de la expresión de
agravios, constituyendo la pretensión jurídica de primera y/o segunda
instancia…". Razonamiento que es reiterado por el actual Tribunal Constitucional

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Plurinacional, a través de las Sentencias Constitucionales Plurinacionales Nº
0255/2014 y Nº 0704/2014.
Asimismo, la Sentencia Constitucional 0816/2010-R de 02 de agosto, citando a su
vez a la SC 0670/2004-R de 04 de mayo, refirió que: “…el art. 236 del CPC,
marca el ámbito de contenido de la resolución a dictarse en apelación, pues
estipula que la misma, deberá circunscribirse precisamente a los puntos resueltos
por el inferior y que además hubieren sido objeto de apelación y fundamentación,
de manera que el juez o tribunal ad quem, no puede omitir pronunciarse sobre los
puntos apelados como tampoco ir más allá de lo pedido, salvo en los casos en que
los vicios de nulidad constituyan lesiones a derechos y garantías constitucionales
como cuando la nulidad este expresamente prevista por ley…”.
De manera específica con relación a la congruencia de las resoluciones judiciales
en segunda instancia, la SCP Nº 0363/2012-R de 22 de junio señaló: “en ese
sentido, el Tribunal Constitucional anterior, en uniforme criterio, en la SC
0890/2010- R de 10 de agosto, estableció que: “En cuanto a la pertinencia entre el
recurso de apelación, resolución apelada y lo resuelto en el auto de vista, es una
condición esencial para asegurar a los justiciables que en la decisión de su
recurso los superiores en grado tienen delimitado su campo de acción para emitir
su resolución, limites que se expresan precisamente en la fundamentación de
agravios prevista por el art. 227 del CPC, como por el contenido de lo resuelto en
la sentencia apelada, marco del cual el tribunal de alzada no puede apartarse”.
En relación a la congruencia externa e interna que debe guardar toda resolución, el
Auto Supremo Nº 651/2014 de 06 de noviembre ha razonado: “…en relación a la
congruencia de las resoluciones judiciales orienta su comprensión desde dos
acepciones; primero, relativo a la congruencia externa, la cual se debe entender
como el principio rector de toda determinación judicial, que exige la plena
correspondencia o coincidencia entre el planteamiento de las partes (demanda,
respuesta e impugnación y resolución) y lo resuelto por las autoridades judiciales,
en definitiva, es una prohibición para el juzgador considerar aspectos ajenos a la
controversia, limitando su consideración a cuestionamientos únicamente
deducidos por las partes; y, segundo, la congruencia interna, referido a que, si la
resolución es comprendida como una unidad congruente, en ella se debe cuidar un
hilo conductor que le dote de orden y racionalidad, desde la parte considerativa de
los hechos, la identificación de los agravios, la valoración de los mismos, la
interpretación de las normas y los efectos de la parte dispositiva; es decir, se
pretenden evitar que, en una misma resolución no existan consideraciones
contradictorias entre sí o con el punto de la misma decisión”

CONGRUENCIA DE LAS RESOLUCIONES


Auto Supremo: 452/2016
P á g i n a 248 | 846
Sucre: 11 de mayo 2016
Proceso: Usucapión.
La Sentencia Constitucional 0816/2010-R de 02 de agosto, citando a su vez a la SC
0670/2004-R de 04 de mayo, refirió que: “…el art. 236 del CPC, marca el ámbito
de contenido de la resolución a dictarse en apelación, pues estipula que la misma,
deberá circunscribirse precisamente a los puntos resueltos por el inferior y que
además hubieren sido objeto de apelación y fundamentación, de manera que el
juez o tribunal ad quem, no puede omitir pronunciarse sobre los puntos apelados
como tampoco ir más allá de lo pedido, salvo en los casos en que los vicios de
nulidad constituyan lesiones a derechos y garantías constitucionales como cuando
la nulidad este expresamente prevista por ley…”.
De manera específica con relación a la congruencia de las resoluciones judiciales
en segunda instancia, la SCP Nº 0363/2012-R de 22 de junio señaló: “en ese
sentido, el Tribunal Constitucional anterior, en uniforme criterio, en la SC
0890/2010- R de 10 de agosto, estableció que: “En cuanto a la pertinencia entre el
recurso de apelación, resolución apelada y lo resuelto en el auto de vista, es una
condición esencial para asegurar a los justiciables que en la decisión de su
recurso los superiores en grado tienen delimitado su campo de acción para emitir
su resolución, limites que se expresan precisamente en la fundamentación de
agravios prevista por el art. 227 del CPC, como por el contenido de lo resuelto en
la sentencia apelada, marco del cual el tribunal de alzada no puede apartarse”.
En relación a la congruencia externa e interna el Auto Supremo Nº 651/2014 de 06
de noviembre ha razonado: “…en relación a la congruencia de las resoluciones
judiciales orienta su comprensión desde dos acepciones; primero, relativo a
la congruencia externa, la cual se debe entender como el principio rector de toda
determinación judicial, que exige la plena correspondencia o coincidencia entre el
planteamiento de las partes (demanda, respuesta e impugnación y resolución) y lo
resuelto por las autoridades judiciales, en definitiva, es una prohibición para el
juzgador considerar aspectos ajenos a la controversia, limitando su consideración
a cuestionamientos únicamente deducidos por las partes; y, segundo,
lacongruencia interna, referido a que, si la resolución es comprendida como una
unidad congruente, en ella se debe cuidar un hilo conductor que le dote de orden y
racionalidad, desde la parte considerativa de los hechos, la identificación de los
agravios, la valoración de los mismos, la interpretación de las normas y los efectos
de la parte dispositiva; es decir, se pretenden evitar que, en una misma resolución
no existan consideraciones contradictorias entre sí o con el punto de la misma
decisión.

P á g i n a 249 | 846
La Jurisprudencia Constitucional ha desarrollado asimismo el principio de
congruencia en la Sentencia Constitucional Nº 0486/2010-R de 5 de julio, donde
ha razonado que: "El principio de congruencia, responde a la pretensión jurídica
o la expresión de agravios formulada por las partes; la falta de relación entre lo
solicitado y lo resuelto, contradice el principio procesal de congruencia; la
Resolución de primera y/o segunda instancia, debe responder a la petición de las
partes y de la expresión de agravios, constituyendo la pretensión jurídica de
primera y/o segunda instancia…". Razonamiento que es reiterado por el actual
Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de las Sentencias Constitucionales
Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014.

De donde se deduce que en segunda instancia, pueden darse casos de


incongruencia “ultra petita”, que se produce al otorgar más de lo pedido; extra
petita, al extender el pronunciamiento a cuestiones no sometidas a la decisión del
Tribunal; y cuando omite decidir cuestiones que son materia de expresión de
agravios por el apelante (citra petita).
Es por ello que una resolución judicial, en mérito al principio de congruencia,
debe reunir la coherencia procesal necesaria, que en el caso de la apelación,
encuentra su fuente normativa en el art. 236 del Código de Procedimiento Civil,
que a saber se resume en el aforismo “tantum devolutum quantum appellatum”, es
devuelto cuanto se apela, que establece el límite formal de la apelación en la
medida de los agravios propuestos en la impugnación, en otras palabras, la
función jurisdiccional del órgano de revisión en doble instancia se ve contenido a
lo formulado en la apelación por el impugnante” (Las negrillas son nuestras).

CONGRUENCIA DE LAS RESOLUCIONES


Auto Supremo: 388/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: Ruptura unilateral, división y partición de bienes y declaratoria de unión
libre o de hecho.
La Sentencia Constitucional 0816/2010-R de 02 de agosto, citando a su vez a la SC
0670/2004-R de 04 de mayo, refirió que: “…el art. 236 del CPC, marca el ámbito
de contenido de la resolución a dictarse en apelación, pues estipula que la misma,
deberá circunscribirse precisamente a los puntos resueltos por el inferior y que
además hubieren sido objeto de apelación y fundamentación, de manera que el
juez o tribunal ad quem, no puede omitir pronunciarse sobre los puntos apelados
como tampoco ir más allá de lo pedido, salvo en los casos en que los vicios de

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nulidad constituyan lesiones a derechos y garantías constitucionales como cuando
la nulidad este expresamente prevista por ley…”.
De manera específica con relación a la congruencia de las resoluciones judiciales
en segunda instancia, la SCP Nº 0363/2012-R de 22 de junio señaló: “en ese
sentido, el Tribunal Constitucional anterior, en uniforme criterio, en la SC
0890/2010- R de 10 de agosto, estableció que: “En cuanto a la pertinencia entre el
recurso de apelación, resolución apelada y lo resuelto en el auto de vista, es una
condición esencial para asegurar a los justiciables que en la decisión de su
recurso los superiores en grado tienen delimitado su campo de acción para emitir
su resolución, limites que se expresan precisamente en la fundamentación de
agravios prevista por el art. 227 del CPC, como por el contenido de lo resuelto en
la sentencia apelada, marco del cual el tribunal de alzada no puede apartarse”.
La Jurisprudencia Constitucional ha desarrollado asimismo el principio de
congruencia en la Sentencia Constitucional Nº 0486/2010-R de 5 de julio, donde ha
razonado que: "El principio de congruencia, responde a la pretensión jurídica o la
expresión de agravios formulada por las partes; la falta de relación entre lo
solicitado y lo resuelto, contradice el principio procesal de congruencia; la
Resolución de primera y/o segunda instancia, debe responder a la petición de las
partes y de la expresión de agravios, constituyendo la pretensión jurídica de
primera y/o segunda instancia…". Razonamiento que es reiterado por el actual
Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de las Sentencias Constitucionales
Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014.
En relación a la congruencia externa e interna el Auto Supremo Nº 651/2014 de 06
de noviembre ha razonado: “…en relación a la congruencia de las resoluciones
judiciales orienta su comprensión desde dos acepciones; primero, relativo a
la congruencia externa, la cual se debe entender como el principio rector de toda
determinación judicial, que exige la plena correspondencia o coincidencia entre el
planteamiento de las partes (demanda, respuesta e impugnación y resolución) y lo
resuelto por las autoridades judiciales, en definitiva, es una prohibición para el
juzgador considerar aspectos ajenos a la controversia, limitando su consideración
a cuestionamientos únicamente deducidos por las partes; y, segundo, la
congruencia interna, referido a que, si la resolución es comprendida como una
unidad congruente, en ella se debe cuidar un hilo conductor que le dote de orden y
racionalidad, desde la parte considerativa de los hechos, la identificación de los
agravios, la valoración de los mismos, la interpretación de las normas y los efectos
de la parte dispositiva; es decir, se pretenden evitar que, en una misma resolución
no existan consideraciones contradictorias entre sí o con el punto de la misma
decisión”.
P á g i n a 251 | 846
CONGRUENCIA DE LAS RESOLUCIONES
Auto Supremo: 364/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: Repetición de Pago.
Con relación a la congruencia de las resoluciones judiciales en segunda instancia,
la SC 0816/2010-R de 02 de agosto, citando a su vez a la SC 0670/2004-R de 04 de
mayo, refirió que: “…se debe tener en cuenta que la sustanciación de las
demandadas en materia civil se sujetan a las normas procesales que son de orden
público y cumplimiento obligatorio para las partes, conforme establece la norma
prevista en el art. 90 del CPC. En ese orden de cosas, el art. 236 del CPC, marca
el ámbito de contenido de la resolución a dictarse en apelación, pues estipula que
la misma, deberá circunscribirse precisamente a los puntos resueltos por el
inferior y que además hubieren sido objeto de apelación y fundamentación, de
manera que el juez o tribunal ad quem, no puede omitir pronunciarse sobre los
puntos apelados como tampoco ir más allá de lo pedido, salvo en los casos en que
los vicios de nulidad constituyan lesiones a derechos y garantías constitucionales
como cuando la nulidad este expresamente prevista por ley…”.
De manera específica con relación a la congruencia de las resoluciones judiciales
en segunda instancia, la SCP Nº 0363/2012-R de 22 de junio señaló: “en ese
sentido, el Tribunal Constitucional anterior, en uniforme criterio, en la SC
0890/2010- R de 10 de agosto, estableció que: “En cuanto a la pertinencia entre el
recurso de apelación, resolución apelada y lo resuelto en el auto de vista, es una
condición esencial para asegurar a los justiciables que en la decisión de su
recurso los superiores en grado tienen delimitado su campo de acción para emitir
su resolución, limites que se expresan precisamente en la fundamentación de
agravios prevista por el art. 227 del CPC, como por el contenido de lo resuelto en
la sentencia apelada, marco del cual el tribunal de alzada no puede apartarse”.

La Jurisprudencia Constitucional ha desarrollado asimismo el principio de


congruencia en la Sentencia Constitucional Nº 0486/2010-R de 5 de julio, donde ha
razonado que: "El principio de congruencia, responde a la pretensión jurídica o la
expresión de agravios formulada por las partes; la falta de relación entre lo
solicitado y lo resuelto, contradice el principio procesal de congruencia; la
Resolución de primera y/o segunda instancia, debe responder a la petición de las
partes y de la expresión de agravios, constituyendo la pretensión jurídica de
primera y/o segunda instancia…". Razonamiento que es reiterado por el actual

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Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de las Sentencias Constitucionales
Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014.

CONGRUENCIA DE LAS RESOLUCIONES


Auto Supremo: 363/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: Resolución de contrato por incumplimiento, daños y perjuicios y entrega
de inmueble.
En relación a la congruencia externa e interna que debe guardar toda resolución, el
Auto Supremo Nº 651/2014 de 06 de noviembre, ha razonado: “…en relación a la
congruencia de las resoluciones judiciales orienta su comprensión desde dos
acepciones; primero, relativo a lacongruencia externa, la cual se debe entender
como el principio rector de toda determinación judicial, que exige la plena
correspondencia o coincidencia entre el planteamiento de las partes (demanda,
respuesta e impugnación y resolución) y lo resuelto por las autoridades judiciales,
en definitiva, es una prohibición para el juzgador considerar aspectos ajenos a la
controversia, limitando su consideración a cuestionamientos únicamente
deducidos por las partes; y, segundo, la congruencia interna, referido a que, si la
resolución es comprendida como una unidad congruente, en ella se debe cuidar un
hilo conductor que le dote de orden y racionalidad, desde la parte considerativa de
los hechos, la identificación de los agravios, la valoración de los mismos, la
interpretación de las normas y los efectos de la parte dispositiva; es decir, se
pretenden evitar que, en una misma resolución no existan consideraciones
contradictorias entre sí o con el punto de la misma decisión” .

CONGRUENCIA DE LAS RESOLUCIONES


Auto Supremo: 316/2016
Sucre: 11 de abril 2016
Proceso: Entrega de bien inmueble y resarcimiento de daños y perjuicios
Con relación a la congruencia de las resoluciones judiciales en segunda instancia,
la SC 0816/2010-R de 02 de agosto, citando a su vez a la SC 0670/2004-R de 04 de
mayo, refirió que: “…se debe tener en cuenta que la sustanciación de las
demandadas en materia civil se sujetan a las normas procesales que son de orden
público y cumplimiento obligatorio para las partes, conforme establece la norma
prevista en el art. 90 del CPC. En ese orden de cosas, el art. 236 del CPC, marca
el ámbito de contenido de la resolución a dictarse en apelación, pues estipula que
la misma, deberá circunscribirse precisamente a los puntos resueltos por el
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inferior y que además hubieren sido objeto de apelación y fundamentación, de
manera que el juez o tribunal ad quem, no puede omitir pronunciarse sobre los
puntos apelados como tampoco ir más allá de lo pedido, salvo en los casos en que
los vicios de nulidad constituyan lesiones a derechos y garantías constitucionales
como cuando la nulidad este expresamente prevista por ley…”.

CONGRUENCIA DE LAS RESOLUCIONES


Auto Supremo: 309/2016
Sucre: 08 de abril 2016
Proceso: ordinario de Nulidad y simulación de contrato de venta, reivindicación
Resulta imperativo en el presente caso abordar el principio constitucional de la
congruencia en el proceso civil, al respecto se indica : “…la congruencia ha
venido clasificada en diversos tipos o categorías que nos interesa anotar a los
fines que se seguirán, y así es moneda corriente hablar en doctrina de
incongruencia «ultra petita» en la que se incurre si el Tribunal concede «extra
petita» para los supuestos en que el juzgador concede algo distinto o fuera de lo
solicitado por las partes; «citrapetita», conocido como por «omisión» en la que se
incurre cuando el Tribunal no se pronuncia sobre alguno de los pedimentos que le
han sido planteados…” (Principios Constitucionales en el Proceso Civil, Consejo
General del Poder Judicial, El deber Judicial de Congruencia como Manifestación
del Principio Dispositivo y su Alcance Constitucional, Madrid 1993, Mateu
Cromo, S.A., Pág. 438).
La SC No 0816/2010 de 2 de Agosto, citando a su vez la SAC 06/2004-R de 4 de
mayo refirió que: “… se debe tomar en cuenta que la sustanciación de las
demandas en materia civil se sujetan a las normas procesales que son de orden
público y cumplimiento obligatorio para las parte, conforme establece la norma
prevista en art. 90 del CPC. En ese orden de cosas el art. 326 del CPC marca el
ámbito del contenido de la resolución a dictarse en apelación, pues estipula que la
misma, deberá circunscribirse precisamente a los puntos resueltos por el inferior y
que además hubieran sido objeto de apelación y fundamentación, de manera que el
juez o tribunal ad-quem, no puede omitir pronunciarse sobre puntos apelados como
tampoco ir más allá de lo pedido. Salvo en los casos en que los vicio de nulidad
constituyan lesiones a derechos y garantías constitucionales como cuando la
nulidad este expresamente prevista por Ley…”

CONGRUENCIA DE LAS RESOLUCIONES


Auto Supremo: 304/2016
Sucre: 06 de abril 2016
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Proceso: Usucapión.
Que en principio corresponde establecer que la congruencia conforme se ha
orientado en la doctrina y la jurisprudencia adquiere notoria relevancia en dos
ámbitos, por una parte respecto al proceso como unidad, al delimitar el campo de
acción de las partes y del órgano jurisdiccional, condiciona su desenvolvimiento;
por otra, respecto a la estructura de la Resolución, a fin de que absuelva los puntos
puestos a consideración del juzgador, (caso contrario nos encontramos frente a una
resolución, ultra, extra o citra petita), partiendo de lo expuesto este postulado
encuentra consonancia con lo que establecía el art. 254-4 del Código de
Procedimiento Civil en cuanto a las causales del recurso de casación en la forma al
referir que proceden : “4) Otorgando más de lo pedido por las partes o sin haberse
pronunciado sobre alguna de las pretensiones deducidas en el proceso y
reclamadas oportunamente ante los tribunales inferiores”, norma que contiene
cierta analogía con lo que establece el art. 220.III num. 2 inc. a) del Código
procesal Civil.
Asimismo podemos citar el Auto Supremo: 11/2012 de fecha 16 de febrero de
2012 que sobre el tema señala: “Que, Todo Auto de vista deberá circunscribirse a
los puntos resueltos por el inferior y que hubieren sido objeto de la apelación
conforme lo determina el art. 236 del Código de procedimiento Civil, toda vez que
la infracción de este principio determina la emisión de fallos incongruentes como:
a) Auto de Vista Ultra Petita, cuando el tribunal de alzada se pronuncia más allá
del petitorio o los hechos; b) Auto de Vista extra petita, cuando el tribunal a quem
se pronuncia sobre un petitorio o hechos no alegados; c) Auto de Vista citra petita,
en el caso en que el tribunal de alzada omite totalmente el pronunciamiento sobre
las pretensiones formuladas; d) Auto de Vista infra petita, cuando el tribunal a
quem no se pronuncia sobre todos los petitorios o todos los hechos relevantes del
litigio; omisiones y defectos del Auto de Vista que infringen el debido proceso.
El Tribunal Ad quem no consideró que el órgano de apelación sólo debe resolver
conforme a la expresión de agravios o perjuicios que la sentencia o resolución ha
causado al recurrente y no puede conocer aspectos fuera de los puntos recurridos
u omitir pronunciamiento sobre alguno de ellos, en razón de que la competencia de
los tribunales de alzada, se encuentra limitada por la extensión de los recursos
concedidos y la trasgresión de tales límites, lo contrario significa agravio de las
garantías constitucionales de la defensa en juicio, por eso, el órgano de apelación
tiene una doble limitación: la que resulta de la relación procesal y la que el
apelante le haya querido imponer en el recurso, conforme determina el artículo
236 del Código de Procedimiento Civil.”

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CONGRUENCIA DE LAS RESOLUCIONES
Auto Supremo: 286/2016
Sucre: 01 de abril 2016
Proceso: Mejor derecho propietario y reivindicación
La Sentencia Constitucional 0816/2010-R de 02 de agosto, citando a su vez a la SC
0670/2004-R de 04 de mayo, refirió que: “…el art. 236 del CPC, marca el ámbito
de contenido de la resolución a dictarse en apelación, pues estipula que la misma,
deberá circunscribirse precisamente a los puntos resueltos por el inferior y que
además hubieren sido objeto de apelación y fundamentación, de manera que el
juez o tribunal ad quem, no puede omitir pronunciarse sobre los puntos apelados
como tampoco ir más allá de lo pedido, salvo en los casos en que los vicios de
nulidad constituyan lesiones a derechos y garantías constitucionales como cuando
la nulidad este expresamente prevista por ley…”.
De manera específica con relación a la congruencia de las resoluciones judiciales
en segunda instancia, la SCP Nº 0363/2012-R de 22 de junio, señaló: “en ese
sentido, el Tribunal Constitucional anterior, en uniforme criterio, en la SC
0890/2010- R de 10 de agosto, estableció que: “En cuanto a la pertinencia entre el
recurso de apelación, resolución apelada y lo resuelto en el auto de vista, es una
condición esencial para asegurar a los justiciables que en la decisión de su
recurso los superiores en grado tienen delimitado su campo de acción para emitir
su resolución, limites que se expresan precisamente en la fundamentación de
agravios prevista por el art. 227 del CPC, como por el contenido de lo resuelto en
la sentencia apelada, marco del cual el tribunal de alzada no puede apartarse”.
La Jurisprudencia Constitucional ha desarrollado asimismo el principio de
congruencia en la Sentencia Constitucional Nº 0486/2010-R de 5 de julio, donde ha
razonado que: "El principio de congruencia, responde a la pretensión jurídica o la
expresión de agravios formulada por las partes; la falta de relación entre lo
solicitado y lo resuelto, contradice el principio procesal de congruencia; la
Resolución de primera y/o segunda instancia, debe responder a la petición de las
partes y de la expresión de agravios, constituyendo la pretensión jurídica de
primera y/o segunda instancia…". Razonamiento que es reiterado por el actual
Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de las Sentencias Constitucionales
Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014.

CONGRUENCIA DE LAS RESOLUCIONES


Auto Supremo: 254/2016

P á g i n a 256 | 846
Oruro: 15 de marzo 2016
Proceso: Declaración de mejor derecho propietario, reivindicación de lote de
terreno y cancelación de inscripción en Derechos Reales.
La Sentencia Constitucional 0816/2010-R de 02 de agosto, citando a su vez a la SC
0670/2004-R de 04 de mayo, refirió que: “…el art. 236 del CPC, marca el ámbito
de contenido de la resolución a dictarse en apelación, pues estipula que la misma,
deberá circunscribirse precisamente a los puntos resueltos por el inferior y que
además hubieren sido objeto de apelación y fundamentación, de manera que el
juez o tribunal ad quem, no puede omitir pronunciarse sobre los puntos apelados
como tampoco ir más allá de lo pedido, salvo en los casos en que los vicios de
nulidad constituyan lesiones a derechos y garantías constitucionales como cuando
la nulidad este expresamente prevista por ley…”.
De manera específica con relación a la congruencia de las resoluciones judiciales
en segunda instancia, la SCP Nº 0363/2012-R de 22 de junio señaló: “en ese
sentido, el Tribunal Constitucional anterior, en uniforme criterio, en la SC
0890/2010- R de 10 de agosto, estableció que: “En cuanto a la pertinencia entre el
recurso de apelación, resolución apelada y lo resuelto en el auto de vista, es una
condición esencial para asegurar a los justiciables que en la decisión de su
recurso los superiores en grado tienen delimitado su campo de acción para emitir
su resolución, limites que se expresan precisamente en la fundamentación de
agravios prevista por el art. 227 del CPC, como por el contenido de lo resuelto en
la sentencia apelada, marco del cual el tribunal de alzada no puede apartarse”.
La Jurisprudencia Constitucional ha desarrollado asimismo el principio de
congruencia en la Sentencia Constitucional Nº 0486/2010-R de 5 de julio, donde ha
razonado que: "El principio de congruencia, responde a la pretensión jurídica o la
expresión de agravios formulada por las partes; la falta de relación entre lo
solicitado y lo resuelto, contradice el principio procesal de congruencia; la
Resolución de primera y/o segunda instancia, debe responder a la petición de las
partes y de la expresión de agravios, constituyendo la pretensión jurídica de
primera y/o segunda instancia…". Razonamiento que es reiterado por el actual
Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de las Sentencias Constitucionales
Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014.
En relación a la congruencia externa e interna el Auto Supremo Nº 651/2014 de 06
de noviembre ha razonado: “…en relación a la congruencia de las resoluciones
judiciales orienta su comprensión desde dos acepciones; primero, relativo a
la congruencia externa, la cual se debe entender como el principio rector de toda
determinación judicial, que exige la plena correspondencia o coincidencia entre el
planteamiento de las partes (demanda, respuesta e impugnación y resolución) y lo
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resuelto por las autoridades judiciales, en definitiva, es una prohibición para el
juzgador considerar aspectos ajenos a la controversia, limitando su consideración
a cuestionamientos únicamente deducidos por las partes; y,segundo,
la congruencia interna, referido a que, si la resolución es comprendida como una
unidad congruente, en ella se debe cuidar un hilo conductor que le dote de orden y
racionalidad, desde la parte considerativa de los hechos, la identificación de los
agravios, la valoración de los mismos, la interpretación de las normas y los efectos
de la parte dispositiva; es decir, se pretenden evitar que, en una misma resolución
no existan consideraciones contradictorias entre sí o con el punto de la misma
decisión”.

CONGRUENCIA DE LAS RESOLUCIONES


Auto Supremo: 231/2016
Sucre: 15 de marzo 2016
Proceso: Nulidad de Documento Privado de venta.
La Sentencia Constitucional 0816/2010-R de 02 de agosto, citando a su vez a la SC
0670/2004-R de 04 de mayo, refirió que: “…el art. 236 del CPC, marca el ámbito
de contenido de la resolución a dictarse en apelación, pues estipula que la misma,
deberá circunscribirse precisamente a los puntos resueltos por el inferior y que
además hubieren sido objeto de apelación y fundamentación, de manera que el
juez o tribunal ad quem, no puede omitir pronunciarse sobre los puntos apelados
como tampoco ir más allá de lo pedido, salvo en los casos en que los vicios de
nulidad constituyan lesiones a derechos y garantías constitucionales como cuando
la nulidad este expresamente prevista por ley…”.
De manera específica con relación a la congruencia de las resoluciones judiciales
en segunda instancia, la SCP Nº 0363/2012-R de 22 de junio señaló: “en ese
sentido, el Tribunal Constitucional anterior, en uniforme criterio, en la SC
0890/2010- R de 10 de agosto, estableció que: “En cuanto a la pertinencia entre el
recurso de apelación, resolución apelada y lo resuelto en el auto de vista, es una
condición esencial para asegurar a los justiciables que en la decisión de su
recurso los superiores en grado tienen delimitado su campo de acción para emitir
su resolución, limites que se expresan precisamente en la fundamentación de
agravios prevista por el art. 227 del CPC, como por el contenido de lo resuelto en
la sentencia apelada, marco del cual el tribunal de alzada no puede apartarse”.
La Jurisprudencia Constitucional ha desarrollado asimismo el principio de
congruencia en la Sentencia Constitucional Nº 0486/2010-R de 5 de julio, donde ha
razonado que: "El principio de congruencia, responde a la pretensión jurídica o la
expresión de agravios formulada por las partes; la falta de relación entre lo
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solicitado y lo resuelto, contradice el principio procesal de congruencia; la
Resolución de primera y/o segunda instancia, debe responder a la petición de las
partes y de la expresión de agravios, constituyendo la pretensión jurídica de
primera y/o segunda instancia…". Razonamiento que es reiterado por el actual
Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de las Sentencias Constitucionales
Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014.

CONGRUENCIA DE LAS RESOLUCIONES


Auto Supremo: 1023/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Usucapión.
La Sentencia Constitucional 0816/2010-R de 02 de agosto, citando a su vez a la SC
0670/2004-R de 04 de mayo, refirió que: “…el art. 236 del CPC, marca el ámbito
de contenido de la resolución a dictarse en apelación, pues estipula que la misma,
deberá circunscribirse precisamente a los puntos resueltos por el inferior y que
además hubieren sido objeto de apelación y fundamentación, de manera que el
juez o tribunal ad quem, no puede omitir pronunciarse sobre los puntos apelados
como tampoco ir más allá de lo pedido, salvo en los casos en que los vicios de
nulidad constituyan lesiones a derechos y garantías constitucionales como cuando
la nulidad este expresamente prevista por ley…”.
De manera específica con relación a la congruencia de las resoluciones judiciales
en segunda instancia, la SCP Nº 0363/2012-R de 22 de junio señaló: “en ese
sentido, el Tribunal Constitucional anterior, en uniforme criterio, en la SC
0890/2010- R de 10 de agosto, estableció que: “En cuanto a la pertinencia entre el
recurso de apelación, resolución apelada y lo resuelto en el auto de vista, es una
condición esencial para asegurar a los justiciables que en la decisión de su
recurso los superiores en grado tienen delimitado su campo de acción para emitir
su resolución, limites que se expresan precisamente en la fundamentación de
agravios prevista por el art. 227 del CPC, como por el contenido de lo resuelto en
la sentencia apelada, marco del cual el tribunal de alzada no puede apartarse”.
En relación a la congruencia externa e interna el Auto Supremo Nº 651/2014 de 06
de noviembre ha razonado: “…en relación a la congruencia de las resoluciones
judiciales orienta su comprensión desde dos acepciones;primero, relativo a
la congruencia externa, la cual se debe entender como el principio rector de toda
determinación judicial, que exige la plena correspondencia o coincidencia entre el
planteamiento de las partes (demanda, respuesta e impugnación y resolución) y lo
resuelto por las autoridades judiciales, en definitiva, es una prohibición para el

P á g i n a 259 | 846
juzgador considerar aspectos ajenos a la controversia, limitando su consideración
a cuestionamientos únicamente deducidos por las partes; y, segundo,
la congruencia interna, referido a que, si la resolución es comprendida como una
unidad congruente, en ella se debe cuidar un hilo conductor que le dote de orden y
racionalidad, desde la parte considerativa de los hechos, la identificación de los
agravios, la valoración de los mismos, la interpretación de las normas y los efectos
de la parte dispositiva; es decir, se pretenden evitar que, en una misma resolución
no existan consideraciones contradictorias entre sí o con el punto de la misma
decisión.
La Jurisprudencia Constitucional ha desarrollado asimismo el principio de
congruencia en la Sentencia Constitucional Nº 0486/2010-R de 5 de julio, donde
ha razonado que: "El principio de congruencia, responde a la pretensión jurídica
o la expresión de agravios formulada por las partes; la falta de relación entre lo
solicitado y lo resuelto, contradice el principio procesal de congruencia; la
Resolución de primera y/o segunda instancia, debe responder a la petición de las
partes y de la expresión de agravios, constituyendo la pretensión jurídica de
primera y/o segunda instancia…". Razonamiento que es reiterado por el actual
Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de las Sentencias Constitucionales
Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014.
De donde se deduce que en segunda instancia, pueden darse casos de
incongruencia “ultra petita”, que se produce al otorgar más de lo pedido; extra
petita, al extender el pronunciamiento a cuestiones no sometidas a la decisión del
Tribunal; y cuando omite decidir cuestiones que son materia de expresión de
agravios por el apelante (citra petita).
Es por ello que una resolución judicial, en mérito al principio de congruencia,
debe reunir la coherencia procesal necesaria, que en el caso de la apelación,
encuentra su fuente normativa en el art. 236 del Código de Procedimiento Civil,
que a saber se resume en el aforismo “tantum devolutum quantum appellatum”, es
devuelto cuanto se apela, que establece el límite formal de la apelación en la
medida de los agravios propuestos en la impugnación, en otras palabras, la
función jurisdiccional del órgano de revisión en doble instancia se ve contenido a
lo formulado en la apelación por el impugnante” (Las negrillas son nuestras).

CONGRUENCIA DE LAS RESOLUCIONES


Auto Supremo: 136/2016
Sucre: 19 de febrero 2016
La Jurisprudencia constitucional plasmada en la SCP Nº 1072/2013 de 16 de julio,
citando a su vez a la SC 0358/2010-R de 22 de junio dejó establecido que el
P á g i n a 260 | 846
principio de congruencia en las resoluciones, implica: “…la concordancia entre la
parte considerativa y dispositiva, pero además esa concordancia debe mantenerse
en todo su contenido, efectuando un razonamiento integral y armonizado entre los
distintos considerandos y razonamientos emitidos por la resolución, esta
concordancia de contenido de la resolución y su estricta correspondencia entre lo
pedido, lo considerado y lo resuelto, conlleva a su vez la cita de las disposiciones
legales que apoyan ese razonamiento que llevó a la determinación que se asume.
En base a esos criterios se considera que quien administra justicia debe emitir
fallos motivados, congruentes y pertinentes”.
Concluye señalando que: “la congruencia puede analizarse desde dos puntos de
vista, el primero referido a la incongruencia ultra petita, en la que se incurrirá en
los casos en los que el juez o tribunal resuelva y asuma decisiones con relación a
aspectos que no fueron objeto de impugnación por los recurrentes, lo que en
doctrina se denomina también extra petita, es decir, fuera de lo peticionado; y el
segundo, relacionado con la incongruencia citrapetita, en la que se incurrirá
cuando la o las autoridades a cargo de la resolución del recurso de apelación o
casación, según sea el caso, omitieron decidir sobre cuestiones que fueron
argumentadas por las partes a tiempo de la interposición del medio de
impugnación o de la respuesta otorgada al mismo”.
De manera específica con relación a la congruencia de las resoluciones judiciales
en segunda instancia, la SCP Nº 0363/2012- R de 22 de junio señalo: “en ese
sentido, el Tribunal Constitucional anterior, en uniforme criterio, en la SC
0890/2010- R de 10 de agosto, estableció que: “En cuanto a la pertinencia entre el
recurso de apelación, resolución apelada y lo resuelto en el auto de vista, es una
condición esencial para asegurar a los justiciables que en la decisión de su
recurso los superiores en grado tienen delimitado su campo de acción para emitir
su resolución, limites que se expresan precisamente en la fundamentación de
agravios prevista por el art. 227 del CPC, como por el contenido de lo resuelto en
la sentencia apelada, marco del cual el tribunal de alzada no puede apartarse”.
Así mismo, la SC. 0816/2010- R de 02 de agosto, citando a su vez a la SC
0670/2004- R de 04 de mayo, refirió que:“…se debe tener en cuenta que la
sustanciación de las demandadas en materia civil se sujetan a las normas
procesales que son de orden público y cumplimiento obligatorio para las partes,
conforme establece la norma prevista en el art. 90 del CPC. En ese orden de cosas,
el art. 236 del CPC, marca el ámbito de contenido de la resolución a dictarse en
apelación, pues estipula que la misma, deberá circunscribirse precisamente a los
puntos resueltos por el inferior y que además hubieren sido objeto de apelación y
fundamentación, de manera que el juez o tribunal ad quem, no puede omitir
pronunciarse sobre los puntos apelados como tampoco ir mas allá de lo pedido,
salvo en los casos en que los vicios de nulidad constituyan lesiones a derechos y
P á g i n a 261 | 846
garantías constitucionales como cuando la nulidad este expresamente prevista por
ley…”

CONGRUENCIA DE LAS RESOLUCIONES


Auto Supremo: 504/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Nulidad de Escrituras Publicas
La Sentencia Constitucional 0816/2010-R de 02 de agosto, citando a su vez a la
S.C. 0670/2004-R de 04 de mayo, refirió que: “…el art. 236 del C.P.C., marca el
ámbito de contenido de la resolución a dictarse en apelación, pues estipula que la
misma, deberá circunscribirse precisamente a los puntos resueltos por el inferior y
que además hubieren sido objeto de apelación y fundamentación, de manera que el
juez o tribunal ad quem, no puede omitir pronunciarse sobre los puntos apelados
como tampoco ir más allá de lo pedido, salvo en los casos en que los vicios de
nulidad constituyan lesiones a derechos y garantías constitucionales como cuando
la nulidad este expresamente prevista por ley…”.
De manera específica con relación a la congruencia de las resoluciones judiciales
en segunda instancia, la S.C.P., Nº 0363/2012-R de 22 de junio, señaló: “en ese
sentido, el Tribunal Constitucional anterior, en uniforme criterio, en la S.C.
0890/2010- R de 10 de agosto, estableció que: “En cuanto a la pertinencia entre el
recurso de apelación, resolución apelada y lo resuelto en el auto de vista, es una
condición esencial para asegurar a los justiciables que en la decisión de su
recurso los superiores en grado tienen delimitado su campo de acción para emitir
su resolución, limites que se expresan precisamente en la fundamentación de
agravios prevista por el art. 227 del C.P.C., como por el contenido de lo resuelto
en la sentencia apelada, marco del cual el tribunal de alzada no puede apartarse”.
En relación a la congruencia externa e interna el Auto Supremo Nº 651/2014 de 06
de noviembre, ha razonado: “…en relación a la congruencia de las resoluciones
judiciales orienta su comprensión desde dos acepciones; primero, relativo a
la congruencia externa, la cual se debe entender como el principio rector de toda
determinación judicial, que exige la plena correspondencia o coincidencia entre el
planteamiento de las partes (demanda, respuesta e impugnación y resolución) y lo
resuelto por las autoridades judiciales, en definitiva, es una prohibición para el
juzgador considerar aspectos ajenos a la controversia, limitando su consideración
a cuestionamientos únicamente deducidos por las partes; y, segundo,
la congruencia interna, referido a que, si la resolución es comprendida como una
unidad congruente, en ella se debe cuidar un hilo conductor que le dote de orden y
racionalidad, desde la parte considerativa de los hechos, la identificación de los
P á g i n a 262 | 846
agravios, la valoración de los mismos, la interpretación de las normas y los efectos
de la parte dispositiva; es decir, se pretenden evitar que, en una misma resolución
no existan consideraciones contradictorias entre sí o con el punto de la misma
decisión.
La Jurisprudencia Constitucional ha desarrollado asimismo el principio de
congruencia en la Sentencia Constitucional Nº 0486/2010-R de 5 de julio, donde
ha razonado que: "El principio de congruencia, responde a la pretensión jurídica
o la expresión de agravios formulada por las partes; la falta de relación entre lo
solicitado y lo resuelto, contradice el principio procesal de congruencia; la
Resolución de primera y/o segunda instancia, debe responder a la petición de las
partes y de la expresión de agravios, constituyendo la pretensión jurídica de
primera y/o segunda instancia…". Razonamiento que es reiterado por el actual
Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de las Sentencias Constitucionales
Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014.
De donde se deduce que en segunda instancia, pueden darse casos de
incongruencia “ultra petita”, que se produce al otorgar más de lo pedido; extra
petita, al extender el pronunciamiento a cuestiones no sometidas a la decisión del
Tribunal; y cuando omite decidir cuestiones que son materia de expresión de
agravios por el apelante (citra petita).
Es por ello que una resolución judicial, en mérito al principio de congruencia,
debe reunir la coherencia procesal necesaria, que en el caso de la apelación,
encuentra su fuente normativa en el art. 236 del Código de Procedimiento Civil,
que a saber se resume en el aforismo “tantum devolutum quantum appellatum”, es
devuelto cuanto se apela, que establece el límite formal de la apelación en la
medida de los agravios propuestos en la impugnación, en otras palabras, la
función jurisdiccional del órgano de revisión en doble instancia se ve contenido a
lo formulado en la apelación por el impugnante”.

CONGRUENCIA DEL AUTO DE VISTA


Auto Supremo: 350/2017
Sucre: 04 de abril 2017
Proceso: Cumplimiento de contrato.
En mérito al principio de congruencia, toda resolución debe reunir la coherencia
procesal necesaria, que en el caso de la apelación, encuentra su fuente normativa en
el art. 236 del Código de Procedimiento Civil y actualmente en el art. 265-I de la
Ley 439, que se sintetiza en el aforismo “tantum devolutum quantum
appellatum”, que significa es devuelto cuanto se apela, con esto se establece el
límite formal de la apelación en la medida de los agravios propuestos en la

P á g i n a 263 | 846
impugnación, en otras palabras, la función jurisdiccional del órgano de revisión en
doble instancia se ve contenido a lo formulado en la apelación por el impugnante.
En este entendido, se ha orientado a través del Auto Supremo Nº 304/2016 que,
citando al Auto Supremo Nº 11/2012 de fecha 16 de febrero de 2012, señala: “Que,
Todo Auto de Vista deberá circunscribirse a los puntos resueltos por el inferior y
que hubieren sido objeto de la apelación conforme lo determina el art. 236 del
Código de procedimiento Civil, toda vez que la infracción de este principio
determina la emisión de fallos incongruentes como: a) Auto de Vista Ultra Petita,
cuando el tribunal de alzada se pronuncia más allá del petitorio o los hechos; b)
Auto de Vista extra petita, cuando el tribunal a quem se pronuncia sobre un
petitorio o hechos no alegados; c) Auto de Vista citra petita, en el caso en que el
tribunal de alzada omite totalmente el pronunciamiento sobre las pretensiones
formuladas; d) Auto de Vista infra petita, cuando el tribunal a quem no se
pronuncia sobre todos los petitorios o todos los hechos relevantes del litigio;
omisiones y defectos del Auto de Vista que infringen el debido proceso.”.

CONGRUENCIA DEL AUTO DE VISTA


Auto Supremo: 464/2016
Sucre: 11 de mayo 2016
Proceso: Cumplimiento de obligación y otro.
A este fin podemos citar el AS 11/2012 de fecha 16 de febrero que sobre el tema
expreso:“Que, Todo Auto de vista deberá circunscribirse a los puntos resueltos por
el inferior y que hubieren sido objeto de la apelación conforme lo determina el art.
236 del Código de procedimiento Civil, toda vez que la infracción de este principio
determina la emisión de fallos incongruentes como: a) Auto de Vista Ultra Petita,
cuando el tribunal de alzada se pronuncia más allá del petitorio o los hechos; b)
Auto de Vista extra petita, cuando el tribunal ad quem se pronuncia sobre un
petitorio o hechos no alegados; c) Auto de Vista citra petita, en el caso en que el
tribunal de alzada omite totalmente el pronunciamiento sobre las pretensiones
formuladas; d) Auto de Vista infra petita, cuando el tribunal ad quem no se
pronuncia sobre todos los petitorios o todos los hechos relevantes del litigio;
omisiones y defectos del Auto de Vista que infringen el debido proceso.”

CONGRUENCIA EN LAS RESOLUCIONES


Auto Supremo: 761/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Proceso: Revisión de Resolución de Tercería.
En mérito al principio de congruencia, toda resolución debe reunir la coherencia
procesal necesaria, que en el caso de la apelación, encuentra su fuente normativa en
el art. 236 del Código de Procedimiento Civil, que se sintetiza en el aforismo
P á g i n a 264 | 846
“tantum devolutum quantum appellatum”, que significa es devuelto cuanto se
apela, con esto se establece el límite formal de la apelación en la medida de los
agravios propuestos en la impugnación, en otras palabras, la función jurisdiccional
del órgano de revisión en doble instancia se ve contenido a lo formulado en la
apelación por el impugnante.
Al respecto, este Supremo Tribunal de Justicia a través de sus diversos fallos
(Autos Supremos Nros. 651/2014, 254/2016) ha orientado que la congruencia de
las resoluciones judiciales orienta su comprensión desde dos acepciones; primero,
relativo a la congruencia externa, la cual se debe entender como el principio rector
de toda determinación judicial, que exige la plena correspondencia o coincidencia
entre el planteamiento de las partes (demanda, respuesta e impugnación y
resolución) y lo resuelto por las autoridades judiciales, en definitiva, es una
prohibición para el juzgador considerar aspectos ajenos a la controversia, limitando
su consideración a cuestionamientos únicamente deducidos por las partes; y,
segundo, la congruencia interna, referido a que, si la resolución es comprendida
como una unidad congruente, en ella se debe cuidar un hilo conductor que le dote
de orden y racionalidad, desde la parte considerativa de los hechos, la
identificación de los agravios, la valoración de los mismos, la interpretación de las
normas y los efectos de la parte dispositiva; es decir, se pretenden evitar que, en
una misma resolución no existan consideraciones contradictorias entre sí o con el
punto de la misma decisión.
La Jurisprudencia Constitucional ha desarrollado asimismo el principio de
congruencia en la Sentencia Constitucional Nº 0486/2010-R de 5 de julio, donde ha
razonado que: "El principio de congruencia, responde a la pretensión jurídica o la
expresión de agravios formulada por las partes; la falta de relación entre lo
solicitado y lo resuelto, contradice el principio procesal de congruencia; la
Resolución de primera y/o segunda instancia, debe responder a la petición de las
partes y de la expresión de agravios, constituyendo la pretensión jurídica de
primera y/o segunda instancia…". Razonamiento que es reiterado por el Tribunal
Constitucional Plurinacional, a través de las Sentencias Constitucionales
Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014. De donde se deduce que en segunda
instancia, pueden darse casos de incongruencia “ultra petita”, que se produce al
otorgar más de lo pedido; extra petita, al extender el pronunciamiento a cuestiones
no sometidas a la decisión del Tribunal; y cuando omite decidir cuestiones que son
materia de expresión de agravios por el apelante (citra petita).
En este entendido, se ha orientado a través del Auto Supremo Nº 304/2016 que
citando al Auto Supremo Nº 11/2012 de fecha 16 de febrero de 2012, señala: “Que,
Todo Auto de vista deberá circunscribirse a los puntos resueltos por el inferior y
P á g i n a 265 | 846
que hubieren sido objeto de la apelación conforme lo determina el art. 236 del
Código de procedimiento Civil, toda vez que la infracción de este principio
determina la emisión de fallos incongruentes como: a) Auto de Vista Ultra Petita,
cuando el tribunal de alzada se pronuncia más allá del petitorio o los hechos; b)
Auto de Vista extra petita, cuando el tribunal a quem se pronuncia sobre un
petitorio o hechos no alegados; c) Auto de Vista citra petita, en el caso en que el
tribunal de alzada omite totalmente el pronunciamiento sobre las pretensiones
formuladas; d) Auto de Vista infra petita, cuando el tribunal a quem no se
pronuncia sobre todos los petitorios o todos los hechos relevantes del litigio;
omisiones y defectos del Auto de Vista que infringen el debido proceso.”.

CONGRUENCIA EN LAS RESOLUCIONES


Auto Supremo: 247/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Resolución de contrato por incumplimiento más pago de daños y
perjuicios.
Este Tribunal Supremo de Justicia a través de sus diversos fallos (Autos Supremos
Nros. 651/2014, 254/2016, entre otros.) ha orientado que la congruencia de las
resoluciones judiciales orienta su comprensión desde dos acepciones: primero,
relativo a la congruencia externa, la cual se debe entender como el principio rector
de toda determinación judicial, que exige la plena correspondencia o coincidencia
entre el planteamiento de las partes (demanda, respuesta e impugnación y
resolución) y lo resuelto por las autoridades judiciales, en definitiva, es una
prohibición para el juzgador considerar aspectos ajenos a la controversia, limitando
su consideración a cuestionamientos únicamente deducidos por las partes; y,
segundo, la congruencia interna, referido a que, si la resolución es comprendida
como una unidad congruente, en ella se debe cuidar un hilo conductor que le dote
de orden y racionalidad, desde la parte considerativa de los hechos, la
identificación de los agravios, la valoración de los mismos, la interpretación de las
normas y los efectos de la parte dispositiva; es decir, se pretenden evitar que, en
una misma resolución no existan consideraciones contradictorias entre sí o con el
punto de la misma decisión.
La Jurisprudencia Constitucional ha desarrollado asimismo el principio de
congruencia en la Sentencia Constitucional Nº 0486/2010-R de 5 de julio, donde ha
razonado que: "El principio de congruencia, responde a la pretensión jurídica o la
expresión de agravios formulada por las partes; la falta de relación entre lo
solicitado y lo resuelto, contradice el principio procesal de congruencia; la
Resolución de primera y/o segunda instancia, debe responder a la petición de las
partes y de la expresión de agravios, constituyendo la pretensión jurídica de
primera y/o segunda instancia…". Razonamiento que es reiterado por el Tribunal
Constitucional Plurinacional, a través de las Sentencias Constitucionales

P á g i n a 266 | 846
Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014, de donde se deduce que en segunda
instancia, pueden darse casos de incongruencia “ultra petita”, que se produce al
otorgar más de lo pedido; extra petita, al extender el pronunciamiento a cuestiones
no sometidas a la decisión del Tribunal; y cuando omite decidir cuestiones que son
materia de expresión de agravios por el apelante (citra petita).
Es en este entendido que a través del Auto Supremo Nº 254/2014 se ha orientado
que: “La inobservancia de estas reglas conllevan incongruencia, que a decir de la
doctrina se diferencian en: Incongruencia positiva, que es aquella en la que el
juzgador extiende su decisión más allá de los límites del problema judicial que le
fue sometido a su consideración; e Incongruencia negativa, cuando el juzgador
omite el debido pronunciamiento sobre alguno de los términos del problema
judicial. En ésta última, encontramos la denominada “citra petita”, que resulta de
la omisión de alguna de las pretensiones deducidas en proceso…
Es de importancia considerar que el principio de congruencia procesal, si bien
pondera el derecho al debido proceso, sin embargo “no es absoluto”, en la
medida de la afectación de otros derechos, garantías y principios fundamentales
que emergen en procura de brindar la tutela judicial efectiva a las partes.
En el recurso de casación en la forma y en relación al principio de congruencia, la
trascendencia y la afectación del agravio debe gravitar indefectiblemente para
suponer la nulidad de obrados, previendo siempre la garantía al debido proceso,
a la defensa y a la justicia pronta, oportuna y sin dilaciones que sustenta el art.
115 de la Constitución Política del Estado.
De donde se tiene que el Juez no puede simple y llanamente aplicar la nulidad, que
es restrictiva, sino que debe ponderar la omisión frente a los otros principios y
derecho constitucionales fundamentales para llegar a una decisión judicial que
esté acorde con la nueva dogmática de la nulidad que se afianzó con la
Constitución Política del Estado Plurinacional en su art. 115 y los art. 16 y 17 de
la Ley 025, pues sólo será posible la nulidad si existe afectación del derecho a la
defensa.”

CONGRUENCIA EN LAS RESOLUCIONES


Auto Supremo: 529/2016
Sucre: 19 de mayo 2016
Proceso: Ordinario, Resolución de contrato de préstamo, cancelación de letras de
cambio, devolución de dinero y daños y perjuicios.
Este Supremo Tribunal de Justicia a través de sus diversos fallos (Autos Supremos
Nros. 651/2014, 254/2016) estableció que la congruencia de las resoluciones
judiciales orienta su comprensión desde dos acepciones; primero, relativo a la
congruencia externa, la cual se debe entender como el principio rector de toda
determinación judicial, que exige la plena correspondencia o coincidencia entre el
planteamiento de las partes (demanda, respuesta e impugnación y resolución) y lo
resuelto por las autoridades judiciales, en definitiva, es una prohibición para el
P á g i n a 267 | 846
juzgador considerar aspectos ajenos a la controversia, limitando su consideración a
cuestionamientos únicamente deducidos por las partes; y, segundo, la congruencia
interna, referido a que, si la resolución es comprendida como una unidad
congruente, en ella se debe cuidar un hilo conductor que le dote de orden y
racionalidad, desde la parte considerativa de los hechos, la identificación de los
agravios, la valoración de los mismos, la interpretación de las normas y los efectos
de la parte dispositiva; es decir, se pretenden evitar que, en una misma resolución
no existan consideraciones contradictorias entre sí o con el punto de la misma
decisión.
La Jurisprudencia Constitucional ha desarrollado asimismo el principio de
congruencia en la Sentencia Constitucional Nº 0486/2010-R de 5 de julio, donde ha
razonado que: "El principio de congruencia, responde a la pretensión jurídica o la
expresión de agravios formulada por las partes; la falta de relación entre lo
solicitado y lo resuelto, contradice el principio procesal de congruencia; la
Resolución de primera y/o segunda instancia, debe responder a la petición de las
partes y de la expresión de agravios, constituyendo la pretensión jurídica de
primera y/o segunda instancia…". Razonamiento que es reiterado por el Tribunal
Constitucional Plurinacional, a través de las Sentencias Constitucionales
Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014. De donde se deduce que en segunda
instancia, pueden darse casos de incongruencia “ultra petita”, que se produce al
otorgar más de lo pedido; extra petita, al extender el pronunciamiento a cuestiones
no sometidas a la decisión del Tribunal; y cuando omite decidir cuestiones que son
materia de expresión de agravios por el apelante (citra petita).
Así también, la Sentencia Constitucional Plurinacional Nº 1083/2014 de 10 de
junio, ha interpretado los alcances del recurso de casación en la forma en relación a
la falta de respuesta a los puntos de agravio del recurso de apelación, conforme
desarrolla: “…En ese contexto, cabe recalcar que, la Sala Civil del Tribunal
Supremo de Justicia, ante el planteamiento de un recurso de casación en la forma,
debe limitar sus consideraciones a las causales establecidas en el art. 254 del
CPC. En el presente caso, al estar extrañada la falta de respuesta a los puntos de
agravio identificados en el recurso de apelación, el Tribunal de casación debe
limitar su consideración únicamente para establecer si hubo o no respuesta a los
reclamos del recurrente, lo contrario implicaría ingresar a cuestiones que
atingen a la impugnación en el fondo”.
Es en este entendido que a través del Auto Supremo Nº 254/2014 se ha orientado
que: “La inobservancia de estas reglas conllevan incongruencia, que a decir de la
doctrina se diferencian en: Incongruencia positiva, que es aquella en la que el
juzgador extiende su decisión más allá de los límites del problema judicial que le
fue sometido a su consideración; e Incongruencia negativa, cuando el juzgador
omite el debido pronunciamiento sobre alguno de los términos del problema
P á g i n a 268 | 846
judicial. En ésta última, encontramos la denominada “citra petita”, que resulta de
la omisión de alguna de las pretensiones deducidas en proceso…
Es de importancia considerar que el principio de congruencia procesal, si bien
pondera el derecho al debido proceso, sin embargo “no es absoluto”, en la medida
de la afectación de otros derechos, garantías y principios fundamentales que
emergen en procura de brindar la tutela judicial efectiva a las partes.
En el recurso de casación en la forma y en relación al principio de congruencia, la
trascendencia y la afectación del agravio debe gravitar indefectiblemente para
suponer la nulidad de obrados, previendo siempre la garantía al debido proceso, a
la defensa y a la justicia pronta, oportuna y sin dilaciones que sustenta el art. 115
de la Constitución Política del Estado.
De donde se tiene que el Juez no puede simple y llanamente aplicar la nulidad, que
es restrictiva, sino que debe ponderar la omisión frente a los otros principios y
derecho constitucionales fundamentales para llegar a una decisión judicial que
esté acorde con la nueva dogmática de la nulidad que se afianzó con la
Constitución Política del Estado Plurinacional en su art. 115 y los art. 16 y 17 de
la Ley 025, pues sólo será posible la nulidad si existe afectación del derecho a la
defensa.”.

CONSIDERACIÓN DE LOS AGRAVIOS EN EL AUTO DE VISTA


Auto Supremo: 68/2017
Sucre: 01 de febrero 2017
Proceso: Conformación de inventario.
Resolución fundamentada “De lo que se puede inferir que el recurso de apelación
no está sujeto a una técnica recursiva expresa ni supeditado a requisitos estrictos
como acontece en el recurso de casación, infiriéndose entonces que para la
anulación de la concesión del recurso en el presente caso, el Tribunal Ad quem no
ha verificado ni comprendido que aun cuando los recurrentes en el planteamiento
de sus reclamos no tiene la pulcritud y claridad que amerita su interposición, el
recurso sí contiene un concurso de reclamos, razón por la que el Tribunal de
apelación está constreñido al cumplimiento del mandato constitucional dispuesto
en el art. 180 parágrafo II de la Constitución Política del Estado que garantiza la
doble instancia, así como lo que dispone al respecto el art. 219 del Código de
Procedimiento Civil, lo que no significa que la parte que apela la resolución del
inferior, no tome advertencia de lo que ordena el art. 227 de la misma norma.
De donde se concluye que el Tribunal Ad quem, al haber decidido a través del
Auto de Vista anular el Auto de concesión de alzada y declarar ejecutoriada la
Sentencia con el fundamento de que la apelación carece de la fundamentación de
agravios y considerar innecesario resolver los mismos, resulta siendo incorrecta.
P á g i n a 269 | 846
Por eso mismo al no haber emitido su criterio en relación a los puntos apelados
incurrió en resolución citra petita o en silencio respecto a los agravios descritos
por la parte recurrente, omisión que efectivamente supone la vulneración de lo
establecido por el art. 236 del Código de Procedimiento Civil, y con ello, la
violación del principio del debido proceso legal, en su elemento al derecho a la
defensa, y el derecho que tiene la parte recurrente de acceder a una Resolución de
segunda instancia, sea cual fuere la conclusión a la que arribe el Ad quem en su
Resolución, lo que corresponde ser enmendado por este Máximo Tribunal.”

CONSTITUCIONALIDAD DEL ART. 138 DEL CÓDIGO CIVIL


Auto Supremo: 222/2017
Sucre: 08 de marzo 2017
Proceso: Usucapión decenal o extraordinaria.
La Sentencia Constitucional 0024/2004 de 16 de marzo, ha razonado que: “…se ha
determinado que el art. 138 CC al ser parte de un instrumento jurídico aprobado
por Decreto Ley, es inconstitucional en su forma pero compatible con la
Constitución en su contenido, o sea en el fondo,…
...en el marco señalado anteriormente es deber de este Tribunal prever las
consecuencias que podrían generarse a partir de su decisión, pues si, por una
parte declara la constitucionalidad de las disposiciones legales impugnadas
estuviese convalidando actos inconstitucionales, pero por otro, si declara la
inconstitucionalidad con un efecto inmediato que signifique la expulsión del
ordenamiento jurídico de las disposiciones legales impugnadas estaría generando
un peligroso vacío jurídico, cuyo efecto sería más negativo que el anterior (...) En
consecuencia cualquiera de las dos decisiones antes referidas conducirían a
resultados inaceptables y de manera que es necesario que el Tribunal
Constitucional dicte una sentencia modulando sus efectos que eviten perjuicios
desproporcionados a los bolivianos en el orden jurídico, es decir, evite la
generación de una inseguridad jurídica anulando disposiciones legales sobre cuya
base, fundamento y amparo se vienen ventilando procesos judiciales,
administrativos, agrarios, peticiones, contratos y otros actos jurídicos…
…DECLARA LA CONSTITUCIONALIDAD del art. 138 CC, aprobado por DL
12760 de 6 de agosto de 1975, con vigencia temporal de cinco años a partir de la
citación con la Sentencia.
…EXHORTA al Poder Legislativo para que en dicho plazo subsane los vicios de
origen de la indicada disposición legal, bajo conminatoria de que en caso de
incumplimiento, la misma quedará expulsada del ordenamiento jurídico nacional
al vencimiento del término antes señalado, a ese efecto, notifíquese a dicho Poder
del Estado”.
Por su parte la Sentencia Constitucional Plurinacional 2139/2012 de 8 de
noviembre, ha concretado que: “…sin embargo, comparte la misma característica
de la inconstitucionalidad en la forma, aspecto que debe ser evaluado
P á g i n a 270 | 846
precisamente dentro de la interpretación previsora, en la que el tomar la decisión
pura y simple de su inconstitucionalidad no solamente afectará la norma jurídica
impugnada, sino que creará una profunda inseguridad jurídica, además de un
vacío normativo insalvable, generando un sinnúmero de acciones de
inconstitucionalidad en busca de impugnar la constitucionalidad, asimismo de
varios artículos del Código Civil, la totalidad del DL 12760 de 6 de marzo de
1975, por lo que ahora tampoco es posible retirar la norma impugnada del
ordenamiento jurídico sobre la base de la inconstitucionalidad formal…tenemos
entonces que la SC 0024/2004 de 16 de marzo, si bien estableció que no era
posible expulsar inmediatamente la norma inconstitucional del ordenamiento
jurídico, se acudió en ese entonces a una Sentencia exhortativa, dando un plazo al
entonces Poder Legislativo para regularizar la situación de la norma impugnada,
aspecto que no se cumplió y que a criterio de la autoridad judicial que promueve
la presente acción, hace que las normas del Código Civil, sean inconstitucionales y
por lo tanto inaplicables a los casos sometidos a su conocimiento, es decir, que
habría un vacío normativo grave e insalvable, lo que se constituye en una
consecuencia jurídica que la jurisdicción constitucional debe evitar…
…Declarar la CONSTITUCIONALIDAD del parágrafo I del art. 564 del Código
Civil, aprobado por Decreto Ley 12760 de 6 de marzo de 1975, con vigencia
temporal de cinco años a partir de la citación con la Sentencia.
…EXHORTA al Órgano Legislativo para que en el plazo previamente establecido
subsane los vicios de origen de la indicada disposición legal, bajo conminatoria de
que en caso de incumplimiento, la misma quedará definitivamente expulsada del
ordenamiento jurídico al vencimiento del termino señalado”.
En relación a lo anterior en la Sentencia Constitucional Plurinacional 0020/2015-
S3 de 16 de enero, se ha razonado lo siguiente: “Sin embargo, dado que la
denuncia de inconstitucionalidad del art. 138 del CC, motivó al Tribunal de
garantías a disponer la verificación de la notificación al Poder Legislativo -ahora
Asamblea Plurinacional- para el cómputo del plazo de cinco años previsto en la
SC 0024/2004, este Tribunal en virtud a los principios de servicio a la sociedad y
comprensión efectiva de sus fallos, asume la posición de aclarar los efectos
producidos por la mencionada Sentencia Constitucional.
Los efectos del referido fallo constitucional fueron abordados en la SCP
2139/2012 de 8 de noviembre, que al verificar la inobservancia de la SC
0024/2004, sobre la inconstitucionalidad formal del Código Civil, indicó:
“…nuestro país se encuentra inmerso en un proceso de implementación del nuevo
marco jurídico constitucional, en el que tanto las normas legales como las
instituciones estatales se hallan en un proceso de transformación y creación de
nuevas normas legales, estructuras e instituciones (…) Por esta causa, es
necesario preservar la seguridad jurídica y evitar vacíos normativos, de modo
que debe mantenerse un periodo la vigencia de esta norma inconstitucional en la
forma, a objeto de evitar que la materia sistematizada por este Código

P á g i n a 271 | 846
permanezca sin regulación un periodo relativamente largo de tiempo, sin que ello
signifique el mantenerlo de manera indefinida (…).
Ahora es necesario advertir al actual Órgano Legislativo, que la naturaleza de la
Sentencia Exhortativa no es de cumplimiento optativo (…) es vinculante y
obligatoria, en el que se establece un plazo de tiempo para que precisamente ese
Órgano modifique la norma impugnada o la reemplace con otras que sean
compatibles con la Norma Suprema, de no hacerlo, como se advirtió previamente,
estaría incurriendo en omisión de deberes constitucionales” (el resaltado y
subrayado es nuestro). En base a ello, nuevamente se exhortó -está vez al actual
Órgano Legislativo- a que dentro del plazo previamente establecido subsane los
vicios de origen advertidos en la SC 0024/2004.
Por ende, el reclamo realizado ante este Tribunal de que las accionantes fueran
juzgadas en base a una norma legal inconstitucional no es evidente, debido a que
la justicia constitucional observando nuestra realidad, la seguridad jurídica y los
efectos perniciosos de causar vacíos legales dispuso la vigencia temporal, por otro
similar periodo al establecido por la SC 0024/2004, del Código Civil y con ello del
art. 138 del referido cuerpo legal, como se mostró ut supra”.
Sobre el tema este Tribunal en el Auto Supremo Nº 240/2015 de fecha 14 de
abril ha razonado que: “sin embargo, se debe indicar que la Sentencia
Constitucional 024/2004 estableció que: “…se ha determinado que el art. 138 CC
al ser parte de un instrumento jurídico aprobado por Decreto Ley, es
inconstitucional en su forma pero compatible con la Constitución en su contenido,
o sea en el fondo…”, la indicada sentencia, observó aspectos de forma del
indicado artículo, y nunca el fondo de dicha norma (contenido), por dicho motivo,
a criterio de este Tribunal Supremo de Justicia, si lo objetado por el Tribunal
Constitucional fue la inconstitucionalidad en su forma, ésta no puede decantar en
la expulsión del Instituto de la Usucapión de nuestro ordenamiento jurídico,
institución jurídica que se encuentra respaldado a nivel internacional y nacional
por amplia doctrina y jurisprudencia existente en nuestro medio y pensar a
contrario sensu de lo indicado, sería incurrir en una serie de contradicciones
generando un peligroso vacío jurídico, cuyo efecto sería catastrófico para todo el
mundo litigante, quienes se encontraría en una total inseguridad jurídica. Al
respecto la Sentencia Constitucional No. 2139/2012 de 8 de noviembre estableció:
“…que el tomar la decisión pura y simple de su inconstitucionalidad no solamente
afectará la norma jurídica impugnada, sino que creará una profunda inseguridad
jurídica, además de un vacío normativo insalvable, generando un sinnúmero de
acciones de inconstitucionalidad en busca de impugnar la constitucionalidad,
asimismo de varios artículos del Código Civil, la totalidad del DL 12760 de 6 de
marzo de 1975, por lo que ahora tampoco es posible retirar la norma impugnada
del ordenamiento jurídico sobre la base de la inconstitucionalidad formal…”,
ratio decidendi que concuerda con precautelar la seguridad jurídica ante
cualquier aspecto formal, máxime si nos encontramos frente a un proceso de
implementación del nuevo marco jurídico constitucional, sancionando, nuevas
P á g i n a 272 | 846
leyes y códigos acordes a la Constitución Política del Estado, por dicho motivo, la
supuesta aplicación indebida del art. 138 del Código Civil por las autoridades
inferiores, no es fundado”.

CONSTITUTO POSSESSORIO
AS No 218/2015
puesto que, esta transformación o mutación de la posesión es reconocida en la
doctrina como “Constituto Possessorio” para lo cual podemos citarla obra de
Ricardo Papaño, Claudio Kiper, Gregorio Dillon y Jorge Causse quienes en su obra
Derechos Reales tomo I, editorial Astrea 2004, pág. 87, señalan lo siguiente: “En
esta figura se produce una situación inversa a la contemplada en el caso anterior.
Mientras que en la traditiobrevi manu, el tenedor se convierte en poseedor, en el
constituto possessorio el poseedor desciende a la categoría de tenedor. Aquí
tampoco es necesario que se realice la tradición porque la cosa continúa en poder
de quien la poseía. Se trata de un modo de adquirir la posesión en forma bilateral,
sin que sea necesario realizar actos materiales, pues basta con la celebración del
acto jurídico respectivo. Así, por ejemplo, cuando el dueño de una cosa decide
enajenarla a otro sujeto, pero continúa usándola como locatario (tenedor), si se
exigiese la tradición sería menester que dicho dueño entregue la cosa al nuevo
poseedor, y que después éste se la devuelva para transmitirle la tenencia…”¸
(criterio doctrinario ya utilizado en el AS.93/2013)”.
CONTENIDO Y ALCANCE DE LOS DERECHOS DEL MENOR
Auto Supremo: 831/2015 - L
Sucre: 28 de Septiembre 2015
Esto significa que los padres en el cumplimiento de sus deberes para con los hijos,
y las autoridades judiciales y administrativas facultadas para intervenir en interés
del niño, niña o adolescente, deben respetar y efectivamente aplicar el contenido y
alcance de los derechos consagrados en forma prevalente en la Constitución
Política del Estado, en virtud del principio de interpretación conforme a la
Constitución Política del Estado. Al respecto, el art. 6º de la Ley Nº 2026 de 23 de
octubre de 1999, Código del Niño, Niña y Adolescente, aplicable al caso disponía
que: ”Las normas del presente Código deben interpretarse velando por el interés
superior del niño, niña y adolescente, de acuerdo con la Constitución Política del
Estado, las Convenciones, Tratados Internacionales vigentes, y las Leyes de la
República”. Actualmente establecido en el inc. a) del art. 12 de la Ley Nº 548 de 17
de julio de 2014, Nuevo Código Niña, Niño y Adolescente.
A su vez, la Constitución Política del Estado, en su art. 60, manifiesta: "Es deber
del Estado, la sociedad y la familia garantizar la prioridad del interés superior de
la niña, niño y adolescente, que comprende la preeminencia de sus derechos, la
primacía en recibir protección y socorro en cualquier circunstancia, la prioridad
en la atención de los servicios públicos y privados, y el acceso a una

P á g i n a 273 | 846
administración de justicia pronta, oportuna y con asistencia de personal
especializado". En esa misma orientación, el art. 3 num. 1) de la Convención sobre
los Derechos del Niño, aprobada por Ley Nº 1152 de 14 de mayo de 1990, señala:
"En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones
públicas o privadas de bienestar social, los Tribunales, las Autoridades
administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se
atenderá será el interés superior del niño", deduciendo de la normativa legal
precitada, que cuando se trata de asumir una medida judicial o administrativa
concerniente a un niño, niña o adolescente, debe primar el interés superior del niño,
referido, entre otros aspectos, a la primacía de sus derechos y a la garantía de su
desarrollo integral.
Con base en la normativa legal señalada supra, las autoridades administrativas y
jurisdiccionales, en todos los procesos donde se encuentren involucrados niñas,
niños y adolescentes, deben interpretar las normas legales siempre en procura del
interés superior del niño, y con esa facultad.

CONTINUIDAD DE LA TRAMITACIÓN DE LOS PROCESOS


Auto Supremo: 389/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Nulidad de escritura y resarcimiento de daños y perjuicios.
El Auto Supremo No. 295/2014 de 13 de junio 2014 al respecto teorizó que: “El
art. 16 de la ley Nº 025 del Órgano Judicial señala lo siguiente:
“(CONTINUIDAD DEL PROCESO Y PRECLUSIÓN). I. Las y los magistrados,
vocales y jueces, deberán proseguir con el desarrollo del proceso, sin retrotraer a
las etapas concluidas, excepto cuando existiera irregularidad procesal reclamada
oportunamente y que viole su derecho a la defensa conforme a ley…”, norma que
hace referencia a que el proceso debe proseguir con su normal tramitación,
exceptuando la hipotética irregularidad en el proceso que por el afectado haya
sido reclamado en forma oportuna y que además de ello le cause perjuicio en el
derecho a su defensa, la norma exige esos dos presupuestos el reclamo oportuno,
pues si no sucede el mismo los actos quedarían convalidados, y que al margen de
ello la observación procedimental deba causar perjuicio (indefensión), lo que
significa que el defecto deba ser trascendente, pues la prosecución del proceso
está orientado a otorgar justicia en forma pronta, oportuna y sin dilaciones como
señala el art. 115 parágrafo II de la Constitución Política del Estado.
También corresponde señalar que el art. 17 parágrafo III de la misma ley Nº 025
tiene el siguiente texto: “La nulidad sólo procede ante irregularidades procesales
reclamadas oportunamente en la tramitación de los procesos…”, también exige
que para fundar una nulidad procesal, el reclamo debe ser oportuno, este Tribunal
ha entendido que la misma se la debe efectuar en forma inmediata al momento de
haberse generado el vicio procesal. Corresponde señalar que el art. 208 del
Código de Procedimiento Civil, señala lo siguiente: “(Pérdida de competencia del
P á g i n a 274 | 846
Juez).- El Juez que no hubiere pronunciado la sentencia dentro del plazo legal o
del que la Corte le hubiere concedido conforme al artículo 206, perderá
automáticamente su competencia, en el proceso. En este caso remitirá el
expediente dentro de las veinticuatro horas al Juez suplente llamado por la ley.
Será nula cualquier sentencia que el Juez titular dictare con posterioridad”, la
norma en cuestión señala que el Juez que no dicte sentencia en el plazo establecido
por ley pierde competencia y tratándose de un proceso ordinario que resulta ser de
cuarenta días, como señala el art. 204 de la misma norma adjetiva, dicho operador
judicial perdería competencia, esto quiere decir que luego de dictado el decreto de
“Autos” para sentencia el Juez debe emitir su fallo en el plazo de los cuarenta días
como se señaló; sin embargo de ello cuando el Juez no haya dado cumplimiento a
dicha exigencia, las partes en aplicación de los arts. 16 y 17 de la Ley del Órgano
Judicial, pueden reclamar haberse generado un vicio de procedimiento en forma
inmediata, esto es a partir de los cuarenta y un días consiguientes al decreto de
“Autos” acusando pérdida de competencia e impetrando que el expediente sea
remitido al Juez siguiente llamado por ley, pues la Ley Nº 025 señala que el
proceso debe continuar salvo el reclamo efectuado en forma oportuna y para el
caso de una pérdida de competencia debe ser hasta antes que se dicte la sentencia,
y no esperar a la emisión de la misma y ante la eventualidad de ser desfavorable a
una de las partes ésta recién puedan acusar la “pérdida de competencia”, cuando
lo que han hecho las partes es convalidar dicho extremo, no pudiendo acusarse la
pérdida de competencia del juzgador, sino tan solo retardación de justicia, sobre
la pérdida de competencia el razonamiento expuesto ya ha sido teorizado por este
Tribunal en el Auto Supremo Nº 336/2013 de 5 de julio en el que se señaló lo
siguiente: “De tal forma que la pérdida de competencia la que alude la norma
opera si en el momento del vencimiento del plazo legal las partes o el Juez - de
oficio- advierten y reclaman ese aspecto y como consecuencia de ello el proceso
se remite al Juez suplente para que éste emita la correspondiente Sentencia, sin
embargo cuando ninguna de las partes advierte ni reclama por el incumplimiento
del plazo para dictar Sentencia y consienten en que ésta sea emitida –fuera del
plazo- por el Juez titular, no resulta moral ni legal que, ante la eventualidad de
serles desfavorable la Sentencia, pretendan recién activar el reclamo en apelación
o en casación procurando se aplique la sanción de nulidad de la Sentencia que en
el supuesto caso de haberles sido favorable no hubiera sido atacada en su validez
por el incumplimiento del plazo para su emisión...”

CONTRATACIÓN DE SERVICIOS DE CONSULTORÍA


Auto Supremo: 487/2016
Sucre: 16 de mayo de 2016
Proceso: Ordinario, (cumplimiento de obligación, pago de daños y perjuicios,
intereses, mantenimiento de valor y otros).

P á g i n a 275 | 846
Con relación a este tema, se tiene como antecedente más remoto en nuestro país al
Decreto Ley Nº 16850 de 19 de julio de 1979, el mismo que en su art. 3
establece: “Se define como servicio de consultoría todo estudio realizado por una
empresa consultora o un consultor unipersonal destinado a suministrar asistencia
técnica especializada a un usuario determinado con el fin de que éste pueda
disponer de un conjunto suficiente de antecedentes técnicos y económicos que
permitan una eficiente toma de decisiones. Consiguientemente la contratación de
las consultorías en nuestro país se halla reconocida legalmente desde la vigencia de
la indica Ley y el resto de las disposiciones legales que fueron emitidas en forma
posterior, simplemente realizaron mayores precisiones para la prestación del
servicio.
Así los D.S. Nº 25964 de 21 de octubre de 2000; 26062 de 02 de febrero de
2001; 27328 de 31 de enero de 2004 y las Leyes Financiales de la Gestión 2004 y
2005 continuaron refiriéndose a las consultorías individuales asimilándolas como
consultorías de línea, hasta que la Ley Nº 3302 de 16 de diciembre del Presupuesto
General de la Nación para la Gestión 2006 marcó la diferencia entre “consultorías
individuales de línea y consultorías por producto”, señalando que la primera, las
actividades se desarrollaran con dedicación exclusiva en la entidad contratante de
acuerdo a los términos de referencia correspondientes y al respecto contrato
suscrito, con pago mensual equivalente a la remuneración básica asignadas al
personal de planta con funciones equivalentes; mientras que los consultores
individuales por producto, sólo podrán ser contratados para tareas especializadas,
siendo la temporalidad, plazo, producto y honorarios profesionales convenidos,
características esenciales a fijarse en el respectivo contrato administrativo de
servicios.
El D.S. Nº 0181 de 23 de junio de 2009 de las Normas Básicas del Sistema de
Administración de Bienes y Servicios (NB-SABS), brinda mayor especificidad
sobre el tema en análisis definiendo en su art. 5 lo siguiente: Inciso pp) Servicios
de consultoría: “Son los servicios de carácter intelectual tales como diseño de
proyectos, asesoramiento, auditoria, desarrollo de sistemas, estudios e
investigaciones, supervisión técnica y otros servicios profesionales, que podrán ser
prestados por consultores individuales o por empresas consultoras;”
Inciso qq) Servicios de Consultoría Individual de Línea, “Son los servicios
prestados por un consultor individual para realizar actividades o trabajos
recurrentes, que deben ser desarrollados con dedicación exclusiva en la entidad
contratante, de acuerdo con los términos de referencia y las condiciones
establecidas en el contrato;”

P á g i n a 276 | 846
Inciso rr) Servicios de Consultoría por Producto, “Son los servicios prestados por
un consultor individual o por una empresa consultora, por un tiempo determinado,
cuyo resultado es la obtención de un producto conforme los términos de referencia
y las condiciones establecidas en el contrato”.
Los aspectos descritos fueron asimilados en la Ley del Presupuesto General de la
Nación para la gestión 2010 (Ley Financial), la misma que en su art. 25 realiza
algunas precisiones adicionales, como también limitaciones con relación a la
prestación del servicio y el régimen de remuneración para las dos modalidades de
consultorías, estableciendo que los consultores de línea de una entidad pública, no
pueden ejercer funciones como personal de planta o prestar simultáneamente
servicios de consultoría de línea o por producto en otras entidades públicas.
Del mismo modo, los consultores por producto solo podrán ser contratados para
tareas especializadas no recurrentes, no pudiendo ejercer funciones como personal
de planta o prestar simultáneamente servicios de consultoría de línea en otras
entidades públicas, tampoco ser contratados por la misma entidad en más de un
contrato al mismo tiempo.
De las normas legales descritas, se establece que los servicios de consultoría
individual de línea, debe ser realizado con dedicación exclusiva en la Entidad
contratante y bajo dependencia de la misma e incluso sujeto a horario de trabajo,
no pudiendo el consultor al mismo tiempo dedicarse a otras actividades similares y
menos a otras distintas a las fue contratado; por las características especiales que
envuelve la relación laboral de este tipo de contratos que se encuentran más
vinculados con el derecho laboral, los derechos que puedan ser reclamados por las
partes emergente de dicho contratos merecen un tratamiento diferenciado con
relación a los consultores por producto.
En tanto que los servicios de consultoría por producto, el trabajo se lo realiza en
forma externa de manera independiente sin ninguna dependencia funcional de la
Entidad contratante, pudiendo el consultor realizar simultáneamente otras
actividades idénticas o similares en favor de otras instituciones públicas o personas
particulares, estando la prohibición únicamente la de realizar consultorías de línea
ya sea con la misma Entidad contratante o con otras entidades públicas.
La clasificación descrita obedece a la dinámica y necesidades de la Administración
Pública, toda vez que el Estado tiene necesidad de contratar con los particulares y
lo realiza en su calidad de Ente Público y no como persona particular,
constituyendo los contratos los instrumentos jurídicos administrativos de los que se
vale para cumplir sus finalidades y hacer efectivos los deberes públicos con
relación a los interese generales que requiere la sociedad, no pudiendo ser
entendidos dichos contratos como un acto aislado o autónomo de esas finalidades,
P á g i n a 277 | 846
sino directamente asociado al conjunto de lo que engloba la Administración
Pública, como el medio para el cumplimiento del interés general que persigue el
Estado como fin y objetivo.
Dentro de ese comprendido, los contratos base de la demanda que fueron suscritos
en la modalidad de consultorías por producto, constituyen contratos
administrativos, cuyas divergencias corresponden ser dilucidados en la jurisdicción
contenciosa especializada, así lo estableció este Tribunal en el Auto Supremo Nº
410/2012 de 14 de noviembre referente a un contrato de consultoría por producto,
cuyo objeto fue la realización de Avaluo de Activos Fijos de la Alcaldía Municipal
de La Paz, proceso que fue anulado por este Tribunal por falta de competencia en
razón de la materia.

Los criterios legales y jurisprudenciales descritos anteriormente, corresponden ser


tomados en cuenta, ya que ayudarán a las partes en controversia a comprender
mejor la problemática suscitada para acudir ante la jurisdicción competente.

CONTRATO ADMINISTRATIVO
Auto Supremo: 256/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Cumplimiento de Obligación.
Con carácter primordial es preciso señalar que el entendimiento dado por este
Tribunal sobre el tema de los contratos administrativos, ya que, no sólo los
particulares crean, modifican o extinguen relaciones jurídicas patrimoniales por
medio de los contratos, sino que también la Administración Pública lo hace
generando relaciones jurídicas bilaterales patrimoniales; cuando éstos contratos
tienen por objeto un fin público, ingresan a la categoría de los llamados contratos
administrativos y dentro de este contexto, este Tribunal ha acogido la corriente
doctrinaria desarrollada por los siguientes autores:
Miguel Ángel Bercaitz, citado por Juan Carlos Cassagne, en su obra "Contratos
Administrativos" señala: “El contrato no es una figura exclusiva del Derecho
Privado, existe también el de Derecho Administrativo con elementos comunes al
contrato de Derecho Privado, pero con elementos diferentes que derivan de su
contenido, de su fin, de los intereses distintos que afecta y de su régimen jurídico
propio”.
Fernando Garrido F. en su obra “Tratado de Derecho Administrativo” Vol. II,
Pag.37 indica: “La teoría del contrato administrativo ha surgido como una
necesidad impuesta por la realidad; se trata sencillamente de ciertas relaciones
entre la Administración Pública y los particulares nacidas por aplicación de una
técnica contractual y cuyo régimen, sin embargo, difiere sensiblemente del
aplicable a los contratos civiles.

P á g i n a 278 | 846
Entre el contrato de naturaleza privada y el de naturaleza administrativa existen
puntos comunes, pero las diferencias justifican la separación de los regímenes
jurídicos a los que se encuentran sometidos unos y otros; de hecho, el estudio
pormenorizado de la materia podría inducirnos a sostener la existencia de más
diferencias que semejanzas”.
Rafael Bielsa en su obra “Principios de Derecho Administrativo” define: “Es
contrato administrativo el que la Administración celebra con otra persona pública
o privada, física o jurídica, y que tiene por objeto una prestación de utilidad
pública”.
El citado autor considera que: “(…) en todo contrato administrativo deben
concurrir los siguientes elementos esenciales: a) Uno de los sujetos de la relación
jurídica es la Administración pública (Estado, provincia, comuna o entidad
autárquica) obrando como tal, es decir, como entidad de derecho público. b) El
objeto del contrato es una prestación de utilidad pública; por ejemplo, un servicio
público propio, un empleo público, una obra pública (de interés general o
colectivo), etc.”.
Ahora bien, en función al fáctico de la problemática, se hace necesario ahondar
más sobre la teoría de los contratos administrativos y las postulaciones que han
tenido en el paso del tiempo. Una teoría ya rebasada, en sus albores negaba la
existencia de los contratos administrativos, se entendía que todos los contratos
celebrados por el Estado estaban sometidos al derecho civil y su régimen
jurisdiccional era el competente para conocer de aquellos. Más tarde, la teoría
clásica propugnó una distinción entre los contratos civiles y administrativos, que
fue elaborada en el supuesto de la doble personalidad del Estado, o sea la
Administración contrataba en una faceta pública y por otra privada, dependiendo el
carácter del contrato; en esta consideración el contrato administrativo por
excelencia era el de concesión de servicios públicos.
La actividad propia del Estado, en el requerimiento de la sociedad organizada,
impulso la observancia de otro tipo de contratos, no muy comunes en ese tiempo,
celebrados por la Administración, siendo los de obra, de suministros, consultoría,
etc., otorgando nueva significancia a este tipo de contratos y no está por demás
decir que con ello se dejó atrás la teoría de la doble personalidad del Estado, que
fue el molde para ésta teoría clásica alegada por el recurrente. Algunas
legislaciones al presente aceptan la existencia de contratos privados celebrados por
el Estado, aunque con reparos de la naturaleza misma del contrato, armonizados
con la doctrina creada en su entorno.
De lo descrito, podemos indicar que el Estado o las instituciones públicas que lo
componen, actúan siempre como personas de derecho público, aunque algunos de
sus actos puedan ser regidos por el derecho privado, lo que no significa que se
despoje de su poder público y se le atribuya una personalidad privada.
Por lo manifestado concluiremos indicando que estamos frente a un contrato
administrativo cuando: a) al menos una de las partes que interviene en su
celebración es la Administración Pública (elemento subjetivo); b) cuando el
P á g i n a 279 | 846
objeto sobre el que versa se encuentra directamente relacionado con la
satisfacción de necesidades colectivas de carácter público –servicio o interés
público- (elemento objetivo), siendo básicamente estos los elementos que
caracterizan para que un contrato se configure como administrativo.
En este sentido se ha orientado a través del Auto Supremo N° 115/2013 de 11 de
marzo que: “Los contratos del Estado, están regidos predominantemente por el
derecho público y con un régimen jurídico único. Estrictamente hablando, no hay
contratos Civiles de la Administración; en principio, todos son de derecho público,
sometidos a reglas especiales. Como ya lo señalamos, los contratos de la
administración se rigen predominantemente por el derecho público, pero los hay
también regidos en parte por el derecho privado. Así, están más próximos al
derecho Civil más lejanos del derecho administrativo los contratos de cesión,
permuta, donación, locación, compraventa, mandato, depósito, fianza, transporte,
contratos aleatorios.Por el contrario, están más cerca del derecho administrativo
los contratos de empleo o función Pública, empréstito, concesión de servicios
públicos, concesión de obras Públicas, obra Pública y suministro.
Siendo primordial fijar la atención en ésta distinción, en consideración a que un
contrato de carácter privado no es equiparable a uno de naturaleza
administrativa, por las características y elementos que las componen, y en el caso,
por el régimen jurisdiccional a la cual están expuestas al presentarse las
controversias que deriven de ellas…
Es de precisar que el Decreto Supremo Nº 181 prevé en su cuerpo normativo toda
concreción de régimen contractual que vaya a realizar la Administración Pública,
mediante determinadas modalidades según el monto del contrato, o según la
excepcionalidad prevista, en ese caso es de entender que aún el contrato sea en su
objeto de carácter civil, o un contrato administrativo propiamente dicho
(nominales como el de provisión de bienes, construcción de obras, prestación de
servicios generales o servicios de consultoría), no es posible descartar por parte
de los contratantes aquél régimen procedimental, ya que el sistema de
contratación sólo puede actuar cuando la ley la habilita para ello y en los términos
previstos para esa habilitación, en tal caso el procedimiento, formalismo, a seguir
por el ente administrativo en un determinado contrato es jurídicamente relevante,
porque solo de esa manera se justifica la celebración contractual, que tiene
ligazón con la competencia de la Administración, génesis al procedimiento.
El art. 232 de la Constitución Política del Estado, refiere con exactitud los
principios por los cuales se rige la Administración Pública, entre los que está el
principio de legalidad que se establece en esos mecanismos técnicos
preestablecidos por ley por el cual el ente estatal debe guiarse, es la legalidad que
otorga facultades en realizar determinado acto con sus límites potestativos. A decir
de García de Enterría: “Toda acción administrativa se nos presenta así como
ejercicio de un poder atribuido previamente por Ley y por el delimitado y
construido. Sin una atribución legal previa de potestades la Administración no
puede actuar, simplemente”.
P á g i n a 280 | 846
Acentuada esta previsión, se debe concluir que los procedimientos preestablecidos
en cada una de las modalidades de contratación estatal tiene un origen
constitucional, y en más no es pasible la negociación de los mismos, es decir, no se
puede permitir la inobservancia de estas reglas para celebrar un contrato, salvo
que la ley expresamente lo excepcione, por la relevancia jurídica que conlleva, en
sentido de que no se puede alcanzar el estatus de contrato de la Administración si
es que aquel no se ha formado en consideración a las reglas del derecho
administrativo definidas con anterioridad.”.

CONTRATO ADMINISTRATIVO
Auto Supremo: 1111/2016
Sucre: 23 de septiembre 2016
Proceso: Reparación de pago más daños y perjuicios
Con relación al tema este en el Auto Supremo Nº 498/2016 de 16 de mayo, que
oriento: “como línea jurisprudencial en los Autos Supremos Nº 405/2012, Nº
419/2012, Nº 115/2013 entre otros, sobre la instancia competente para resolver los
conflictos suscitados de las contrataciones administrativas entre el Estado y
particulares, señaló que: “...los contratos administrativos por su naturaleza se
diferencian de los contratos privados y en mérito a ello se encuentran sujetos a un
régimen de regulación especial, en el que primordialmente rige el Derecho
Público, razón por la que los Tribunales de la jurisdicción ordinaria civil, no
tienen competencia para resolver sobre litigios originados en la celebración,
ejecución, desarrollo y liquidación de los contratos administrativos, aspecto que
corresponde a la jurisdicción contenciosa-administrativa, reconocida por la actual
Constitución Política del Estado como una Jurisdicción especializada, en la última
parte del art. 179-I que dispone: (... existirán jurisdicciones especializadas
reguladas por la ley) y, en ese mismo sentido por el art. 4-3) de la Ley del Órgano
Judicial; ésta última norma en su disposición transitoria décima determina que la
regulación de la jurisdicción especializada será desarrollada por Ley”.
Asimismo en el Auto Supremo Nº 270/2015–L de 24 de abril, se ha concretado:
“Por otra parte se debe señalar que la Constitución Política de Estado
Plurinacional, así como la Ley del Órgano Judicial, reconocen y regulan las
jurisdicciones especializadas y dentro de ellas a la jurisdicción contencioso
administrativa, desarrollada y regulada por la Ley Nº 620 de 29 de diciembre de
2014, al igual que la Ley No. 1178 de 20 de julio de 1990; así también, el Código
de Procedimiento Civil en su art. 775 dispone: “En todos los casos en que existiere
contención emergente de los contratos, negociaciones o concesiones del Poder
Ejecutivo, conforme a las previsiones pertinentes a la Constitución Política del
Estado, se presentará la demanda ante la Corte Suprema de Justicia…”, precepto
normativo que tenía relación con lo normado en la anterior Constitución que
también atribuía la competencia emergente de la contención de los contratos
administrativos a la Extinta Corte Suprema de Justicia, que actualmente se
encuentra regulada por la Ley Nº 620 de 29 de diciembre de 2014, cuyo objeto
P á g i n a 281 | 846
“es crear en la estructura del Tribunal Supremo de Justicia y en los Tribunales
Departamentales de Justicia, Salas en Materia Contenciosa y Contenciosa
Administrativa.”, estableciendo sus atribuciones y competencias para la
sustanciación de causas en sus art. 2 y 3, además en su art. 6 que los procesos en
curso, archivados y los presentados con anterioridad a la vigencia de la presente
Ley, continuarán siendo de competencia de la Sala Plena del Tribunal Supremo de
Justicia, aspecto que no debe ser confundido por las partes, ya que dicho precepto
normativo sólo hace referencia a los procesos que se tramitan en Sala Plena y no
así a los que de manera viciada se tramitaron en la jurisdicción ordinaria Civil,
casos en los que corresponderá iniciar la correcta sustanciación en la vía que
corresponde por ley”.
Por otra parte, en el Auto Supremo Nº 728/2014 de 09 de diciembre, se ha
especificado que: “En ese antecedente y conforme a lo examinado
precedentemente, resulta siendo competencia del Juzgado en materia Coactiva
Fiscal el conocimiento de la pretensión de responsabilidad civil de personas
particulares o de funcionarios públicos que causen daño económico valuable en
dinero en contra del patrimonio del Estado, porque la función jurisdiccional no
está sujeta a la voluntad de las partes ni al libre albedrío de la Autoridad
jurisdiccional, sino a la ley y a la Constitución Política del Estado.
En la especie, existiendo indicios de responsabilidad civil en contra de una
persona jurídica privada, porque a través de sus acciones u omisiones habrían
generado daño económico valuable en dinero en contra del patrimonio del Estado,
corresponde al ente público acudir, previo cumplimiento de las formalidades
inherentes, ante la jurisdicción coactiva fiscal conforme disponen los arts. 31 y 47
de la Ley Nº 1178.
Por lo que en conclusión y a manera de aclaración corresponde precisar que
cuando se controvierte un contrato administrativo en su cumplimiento, ejecución o
liquidación, la vía llamada para su conocimiento es la jurisdicción contenciosa-
administrativa. Empero, en el caso concreto no se ha controvertido el contrato
administrativo, sino que la pretensión demandada busca el resarcimiento de la
responsabilidad civil, pretensión que como se dijo corresponde dilucidar a la
jurisdicción coactiva fiscal, empero no así a la vía ordinaria civil. Entendimiento
que ya ha sido asumido por Auto Supremo No. 168/2013 de 12 de abril de 2013
emitido por este Tribunal Supremo”.

CONTRATO ADMINISTRATIVO
Auto Supremo: 757/2015 - L
Sucre: 04 de Septiembre 2015
El art. 47 de la Ley Nº 1178 en su parte final señala que "son contratos
administrativos aquellos que se refieren a contratación de obras, provisión de
materiales, bienes y servicios y otros de similar naturaleza...", así también el autor

P á g i n a 282 | 846
Rafael Bielsa en su obra “Principios de Derecho Administrativo” señala: “Es
contrato Administrativo el que la Administración celebra con otra persona pública
o privada, física o jurídica, y que tiene por objeto una prestación de utilidad
pública”, acotando que “…en todo contrato administrativo deben concurrir los
siguientes elementos esenciales A) Uno de los sujetos de la relación jurídica es la
Administración pública (Estado, provincia, comuna o entidad autárquica) obrando
como tal, es decir, como entidad de derecho público. B) El objeto del contrato es
una prestación de utilidad pública; por ejemplo, un servicio público propio, un
empleo público, una obra pública (de interés general o colectivo), etc.”.
Criterio similar expone Roberto Dromi al señalar que: “La caracterización del
contrato administrativo resulta: a) del objeto del contrato, es decir, las obras y los
servicios públicos cuya realización y prestación constituyen precisamente los fines
de la Administración; b) de la participación de un órgano estatal o ente no estatal
en ejercicio de la función administrativa, y c) de las prerrogativas especiales de la
Administración en orden de su interpretación, modificación y resolución”.
En este contexto, este Supremo Tribunal de Justicia ha caracterizado como
elementos generales de todo Contrato Administrativo: la existencia de un acuerdo
de voluntades, la concurrencia de la Administración como una de las partes, la
generación de obligaciones entre el contratista y la Administración, que el acuerdo
de voluntades se forme para la satisfacción de un fin directo o inmediato de
carácter público. Siendo los principales rasgos característicos de estas formas
contractuales: la primacía de la voluntad de la administración por sobre la voluntad
del particular, la cual se manifiesta en las condiciones del contrato; las formas
solemnes en el procedimiento de contratación; el predominio de la administración
en la etapa de ejecución, que se manifiesta en las denominadas cláusulas
exorbitantes, por guardarse prerrogativas propias de los órganos estatales, como
son, el poder de control, poder de modificación unilateral del contrato, entre otras,
manifestación expresa de su papel protector de los intereses públicos.
Otra de las particularidades de los contratos administrativos es que se diferencian
con los contratos civiles en virtud de que en los contratos civiles las partes tienen
igualdad de condiciones y pueden determinar libremente el contenido de los
contratos que celebran conforme lo establece el art. 454 del Código Civil; en
cambio en los contratos administrativos "...el principio de la autonomía de la
voluntad de las partes queda subordinado al interés público, por lo que no existe
igualdad jurídica..." (Elizabeth Iñiguez de Salinas), no cuentan con igualdad y la
Administración Pública puede unilateralmente modificar o extinguir cualquier
contrato administrativo a diferencia del particular que no cuenta con dicha facultad.

CONTRATO ADMINISTRATIVO, NATURALEZA


Auto Supremo: 498/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Resarcimiento de daños y perjuicios.

P á g i n a 283 | 846
Este Tribunal como línea jurisprudencial en los Autos Supremos Nº 405/2012, Nº
419/2012, Nº 115/2013 entre otros, sobre la instancia competente para resolver los
conflictos suscitados de las contrataciones administrativas entre el Estado y
particulares, señaló que: “...los contratos administrativos por su naturaleza se
diferencian de los contratos privados y en mérito a ello se encuentran sujetos a un
régimen de regulación especial, en el que primordialmente rige el Derecho
Público, razón por la que los Tribunales de la jurisdicción ordinaria civil, no
tienen competencia para resolver sobre litigios originados en la celebración,
ejecución, desarrollo y liquidación de los contratos administrativos, aspecto que
corresponde a la jurisdicción contenciosa-administrativa, reconocida por la actual
Constitución Política del Estado como una Jurisdicción especializada, en la última
parte del art. 179-I que dispone: (... existirán jurisdicciones especializadas
reguladas por la ley) y, en ese mismo sentido por el art. 4-3) de la Ley del Órgano
Judicial; ésta última norma en su disposición transitoria décima determina que la
regulación de la jurisdicción especializada será desarrollada por Ley”.
Asimismo en el Auto Supremo Nº 270/2015–L de 24 de abril, se ha concretado:
“Por otra parte se debe señalar que la Constitución Política de Estado
Plurinacional, así como la Ley del Órgano Judicial, reconocen y regulan las
jurisdicciones especializadas y dentro de ellas a la jurisdicción contencioso
administrativa, desarrollada y regulada por la Ley Nº 620 de 29 de diciembre de
2014, al igual que la Ley No. 1178 de 20 de julio de 1990; así también, el Código
de Procedimiento Civil en su art. 775 dispone: “En todos los casos en que existiere
contención emergente de los contratos, negociaciones o concesiones del Poder
Ejecutivo, conforme a las previsiones pertinentes a la Constitución Política del
Estado, se presentará la demanda ante la Corte Suprema de Justicia…”, precepto
normativo que tenía relación con lo normado en la anterior Constitución que
también atribuía la competencia emergente de la contención de los contratos
administrativos a la Extinta Corte Suprema de Justicia, que actualmente se
encuentra regulada por la Ley Nº 620 de 29 de diciembre de 2014, cuyo objeto
“es crear en la estructura del Tribunal Supremo de Justicia y en los Tribunales
Departamentales de Justicia, Salas en Materia Contenciosa y Contenciosa
Administrativa.”, estableciendo sus atribuciones y competencias para la
sustanciación de causas en sus art. 2 y 3, además en su art. 6 que los procesos en
curso, archivados y los presentados con anterioridad a la vigencia de la presente
Ley, continuarán siendo de competencia de la Sala Plena del Tribunal Supremo de
Justicia, aspecto que no debe ser confundido por las partes, ya que dicho precepto
normativo sólo hace referencia a los procesos que se tramitan en Sala Plena y no
así a los que de manera viciada se tramitaron en la jurisdicción ordinaria Civil,
P á g i n a 284 | 846
casos en los que corresponderá iniciar la correcta sustanciación en la vía que
corresponde por ley”.
Por otra parte, en el Auto Supremo Nº 728/2014 de 09 de diciembre se ha
especificado que: “En ese antecedente y conforme a lo examinado
precedentemente, resulta siendo competencia del Juzgado en materia Coactiva
Fiscal el conocimiento de la pretensión de responsabilidad civil de personas
particulares o de funcionarios públicos que causen daño económico valuable en
dinero en contra del patrimonio del Estado, porque la función jurisdiccional no
está sujeta a la voluntad de las partes ni al libre albedrío de la Autoridad
jurisdiccional, sino a la ley y a la Constitución Política del Estado.
En la especie, existiendo indicios de responsabilidad civil en contra de una
persona jurídica privada, porque a través de sus acciones u omisiones habrían
generado daño económico valuable en dinero en contra del patrimonio del Estado,
corresponde al ente público acudir, previo cumplimiento de las formalidades
inherentes, ante la jurisdicción coactiva fiscal conforme disponen los arts. 31 y 47
de la Ley Nº 1178.
Por lo que en conclusión y a manera de aclaración corresponde precisar que
cuando se controvierte un contrato administrativo en su cumplimiento, ejecución o
liquidación, la vía llamada para su conocimiento es la jurisdicción contenciosa-
administrativa. Empero, en el caso concreto no se ha controvertido el contrato
administrativo, sino que la pretensión demandada busca el resarcimiento de la
responsabilidad civil, pretensión que como se dijo corresponde dilucidar a la
jurisdicción coactiva fiscal, empero no así a la vía ordinaria civil. Entendimiento
que ya ha sido asumido por Auto Supremo No. 168/2013 de 12 de abril de 2013
emitido por este Tribunal Supremo”.

CONTRATO DE ANTICRESIS
Auto Supremo: 512/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Nulidad Absoluta de Contrato Anticrético
Respecto de la naturaleza jurídica de la anticresis debemos citar los razonamientos
vertidos por diferentes autores como ser: Ricardo J. Papaño, Claudio M. Kiper,
Gregorio A. Dillon, Jorge R. Causse (Libro de Derechos Reales), quienes teorizan
y definen la anticresis como: “El derecho real concedido al acreedor por el
deudor, o un tercero por él, poniéndolo en posesión de un inmueble, y
autorizándolo a percibir los frutos para imputarlos anualmente sobre los intereses
del crédito, si son debidos; y en caso de exceder, sobre el capital, o sobre el
capital solamente si no se deben intereses”. Por su parte nuestra legislación
P á g i n a 285 | 846
desarrolla este instituto jurídico a partir del art. 1429 del Código Civil que refiere:
“I. Por el contrato de anticresis el acreedor tiene derecho a percibir los frutos del
inmueble, imputándolos primero a los intereses, si son debidos y después al
capital”, por su parte el art. 1431 dispone: “La anticresis confiere al acreedor el
derecho de retención y el de preferencia, según lo dispuesto por el art. 1393”,
siguiendo ese mismo orden el art. 1435, dice: “I. La anticresis es indivisible. II. La
anticresis no puede convenirse por un plazo superior a cinco años y si se pacta
otro mayor, él se reduce a dicho término. III. El anticresista tiene el derecho de
retención mientras no sea satisfecho su crédito, salvo lo dispuesto por el art.
1479”, normas legales de las que se infiere que, la anticresis es un derecho real,
concedido al acreedor (anticresista) por el deudor-propietario, poniéndolo en
posesión de un inmueble por un tiempo determinado y pactado, no superior a cinco
años, autorizando a percibir los frutos para imputarlos sobre los intereses del
crédito recibido de su acreedor, siendo su objeto el de garantizar el préstamo dinero
otorgado a favor del deudor-propietario. Asimismo podemos decir que la anticresis
es una garantía del pago de una obligación (deuda), creada e instituida por ley, que
sigue la suerte de la primera, por lo que extinguida la obligación, se extinguirá la
garantía el préstamo de dinero, entonces, se entiende que la obligación principal es
la deuda, y la garantía de dicha acreencia “anticresis” accesoria, por encontrarse
como se dijo supeditada al cumplimiento total de la obligación principal que se
extinguirá cuando se haya pagado el capital mutado a partir del cumplimiento del
plazo convenido por las partes, plazo, que no puede ser superior al previsto por
nuestro ordenamiento jurídico, como ocurre en los contratos de arrendamiento sin
determinación de tiempo, de ahí que podemos afirmar que es un contrato unilateral,
similar al préstamo de dinero, pero, con garantía anticrética.

CONTRATO DE COMPRA VENTA Y LA DISOLUCIÓN VERBAL DEL


MISMO
Auto Supremo: 496/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Disolución de contrato de venta.
Mazeaud en su obra Derecho Civil, parte II, Tomo I Obligaciones: El Contrato,
pags. 143 y 386-387, se refiere sobre el contrato como “El equilibrio práctico de
intereses divergentes, que acredita el consentimiento, no será determinado, pues,
por la presión de alguna fuerza extraña, sino únicamente por el valor social real,
razonablemente apreciado, de las prestaciones puestas en la balanza. Por recibir
así cada uno el equivalente de lo que da, la convención será justa; y para cumplir

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su misión de custos justi (guardián de los justos), el derecho no tendrá sino que
sancionarla tal como las partes la hayan consentido. De ahí la regla tradicional,
que las libres convenciones tienen fuerza de ley entre las partes”.
Por otra parte el art. 450 del C.C., refiere: “Hay contrato cuando dos o más
personas se ponen de acuerdo para constituir, modificar o extinguir entre si una
relación jurídica”, precepto normativo que establece que todo contrato se
constituye a través del acuerdo de las voluntades de dos o más personas; es decir
que el contrato es un acto jurídico bilateral que supone necesariamente un acuerdo
de dos o más voluntades. Al margen de las previsiones contenidas en los artículos
491 y 492 del C.C., la voluntad de cada parte puede manifestarse en cualquier
forma, de palabra, emitida verbalmente, o por escrito, mediante instrumento
público o privado, o incluso por hechos, signos o actitudes que la revelen de un
modo inequívoco, así lo prevé el artículo 453 del Sustantivo Civil.
Ahora bien, dependiendo de la variedad de contratos que existen en el ámbito civil,
puede tomar una determinada forma para su perfeccionamiento por exigencia de la
ley; en el caso de la compra-venta, estamos frente a un contrato eminentemente
consensual que se perfecciona con el simple consentimiento de las partes, no
requiriéndose de otros requisitos y simplemente para efectos de constancia en la
vida cotidiana se acostumbra elaborar un documento; en esta característica esencial
del contrato de compra venta, por lógica consecuencia de la soberanía que tiene las
partes y en virtud al principio de libertad contractual para crear obligaciones
reconocido por la normativa civil en los artículos antes citados, el contrato al nacer
del acuerdo de voluntades en aplicación de esa libertad contractual puede ser
disuelto, de la misma forma, es decir por mutuo acuerdo de partes, en el caso
particular al ser el contrato de compra venta de naturaleza eminentemente
consensual, es lógico que esa característica se aplique a la forma de disolución del
mismo que las partes puedan pactar de mutuo consentimiento.
En este entendido, toda vez que la extinción o disolución de un contrato en
términos generales, significa la ruptura del vínculo obligacional que unía a las
partes; podemos señalar que la disolución de mutuo consentimiento antes referida
se enmarca dentro la figura jurídica del mutuo disenso que para los Tratadistas
peruanos Felipe Osterling Parodi y Mario Castillo Freyre:“El mutuo disenso,
también denominado resiliación (ressiliation en Francia), es un modo de extinción
de las obligaciones que, por sus características particulares, resulta uno de los
pilares en que se fundamenta la base de nuestro sistema, es decir, el libre ejercicio
de la autonomía privada. En efecto, así como el contrato privado celebrado
libremente entre dos partes (cuyas únicas restricciones o limitaciones se
encuentran en la frontera de los derechos de los terceros y las normas que
P á g i n a 287 | 846
interesan a la moral, al orden público y a las buenas costumbres) constituye la
consagración del postulado de la autonomía de la voluntad privada, la misma que
incluye la libertad de contratar y la libertad contractual, el mutuo disenso es la
coronación de esta libertad, ya que es el acuerdo de los mismos contratantes para
dejar sin efecto el contrato que los liga. Sólo las propias partes que por medio del
contrato crearon una relación jurídica obligacional pueden decidir -y llevar a la
práctica tal decisión- ponerle fin, extinguirla; la misma voluntad que tuvo la
facultad de crear el vínculo es la que puede resolverlo.”, figura jurídica que en la
legislación comparada está reconocida el derecho peruano y argentino entre otros y
que al estar reconocido en nuestro ordenamiento civil la libertad contractual como
facultad esencial de las partes para crear, modificar y extinguir obligaciones,
resulta perfectamente aplicable a los casos donde se genere dicha figura de
disolución de contratos.
Por otra parte, en relación a lo anteriormente expuesto este Supremo Tribunal de
Justicia en el Auto Supremo Nº 204/2016 de 11 de marzo, al respecto ha orientado
que: “Corresponde en principio precisar que el art. 450 del Código Civil refiere:
“Hay contrato cuando dos o más personas se ponen de acuerdo para constituir,
modificar o extinguir entre si una relación jurídica”, sobre el termino contrato
podemos hacer alusión al DICCIONARIO DE CIENCIAS JURIDICAS POLITICAS
Y SOCIALES de MANUEL OSORIO, el cual define este término como: “Pacto o
convenio entre partes que se obligan sobre materia o cosa determinadas y a cuyo
cumplimiento pueden ser compelidas”. Asimismo, Capitant lo define como:
“Acuerdo de voluntades entre dos o más personas con el objeto de crear entre
ellas vínculos y obligaciones”. De las alusiones doctrinarias podemos destacar
que la concepción más clara de un contrato resulta ser el acuerdo de dos o más
voluntades, con la finalidad de generar obligaciones y derechos.
Asimismo el art. 519 del mismo Código Civil expresa: “El contrato tiene fuerza de
ley entre las partes contratantes. No puede ser disuelto sino por consentimiento
mutuo o por las causas autorizadas por ley.”, acudiendo a la doctrina sobre el
entendimiento de la norma podemos citar a Carlos Morales Guillem quien en su
obra Código Civil anotado y Concordado tomo I pág. 733 refiere: “La segunda
regla del art. precisa que solo la voluntad de las mismas partes, que dieron vida y
eficacia al contrato puede convenir la disolución de la relación jurídica
constituida en este….”. De la norma citada se evidencia que el juzgador ha
otorgado al contrato fuerza de ley entre partes, esto conforme al aforismo -PACTA
SUNT SERVANDA- y al principio de libertad contractual, empero, el contrato al
nacer del acuerdo de voluntades en aplicación de esa libertad contractual puede

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ser disuelto, de la misma forma, es decir por mutuo acuerdo de partes, conforme lo
determina la Ley.”(Lo subrayado es nuestro).

CONTRATO DE COMPRA VENTA


Auto Supremo: 527/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Nulidad de Escritura Pública.
El art. 584 del CC que de manera textual señala: “La venta es un contrato por el
cual el vendedor transfiere la propiedad de una cosa o transfiere otro derecho al
comprador por un precio en dinero” asimismo acudiendo a la doctrina sobre este
tipo de contratos típicos podemos citar a R. Badenes Gasset quien en su libro el
Contrato de Compra Venta Tomo I pag. 46 citando a Luzzatto señala: “ la venta es
un contrato, en virtud del cual, una parte (vendedor) transfiere o se obliga a
transferir la posesión de ella, mientras la otra (comprador), paga o se obliga a
pagar el precio”, en cuanto a la característica de este tipo de contratos Guillermo
A. Borda en su obra Manual de Contratos refiere: “no es formal aun en el caso de
que tenga por objeto la transmisión de inmuebles, la escritura pública “…” es un
requisito de la transferencia del dominio pero no del contrato en sí, que puede ser
válidamente celebrado en instrumento privado aun verbalmente.”
En este entendido, citamos a Roque Fortunato Garrido y Jorge Alberto Zago, que
de igual manera en su libro Contratos Civiles y Comerciales Tomo II, que también
sobre el tema de las características de este tipo de contratos expone que es un
contrato: “consensual, porque según de la definición del codificador, una de las
parte se obliga a transferir la propiedad de una cosa, es decir que en el acto de
contratar no la transfiere sino que se obliga a transferir, y la otra parte se obliga a
recibirla y a pagar un precio cierto en dinero. Ello señala que los efectos del
contrato surgen desde el momento mismo en que se perfecciona el consentimiento
contractual; es por tanto un contrato consensual….”.
Asimismo el Auto Supremo: 153/2014 de fecha 16 de abril, ha orientado que: “Al
margen de lo expuesto, resulta conveniente realizar las siguientes puntualizaciones
con respecto al contrato de compra venta, con la finalidad de lograr una mejor
comprensión de lo antes señalado, por consiguiente se entiende que el contrato de
compra venta es un contrato consensual, que para su nacimiento basta que ocurra
el acuerdo de las voluntades, sin importar si éste se expresa en forma verbal o
escrita en documento público o privado, no está sujeto a formalidades, como
también señala Gonzalo Castellanos Trigo “No es formal o tiene forma Libre,
porque la ley no impone como regla general, una solemnidad para su
existencia”…” debiendo entenderse esta como una constancia documental del
consentimiento expresado por las partes, por lo que la solemnidad de transcribirla
en una escritura pública es simplemente un requisito para su inscripción en el
P á g i n a 289 | 846
registro Derechos Reales, lo que no significa que no surta efectos en cuanto a lo
consensuado por las partes contratantes, razonamiento orientado en lo establecido
por la Corte Suprema de Justicia que en el Auto Supremo Nº 64/2011 que dice “Es
habitual, en nuestra práctica jurídica, que muchos de los contratos consensuales
se redacte o documente a través de una minuta, dejando así la constancia escrita
respecto del contrato celebrado entre partes y del consentimiento expresado por
ellas, sin que ello suponga la infracción de ninguna norma legal, ni motive su
invalidez por la nulidad o la anulabilidad, pues, si un contrato consensual, como
es la compraventa, puede celebrase incluso en forma verbal, no existe ningún
óbice legal para que el acuerdo de partes y el consentimiento de ellas respecto a
ese contrato se lo documente a través de ese medio, sin que ello suponga causal de
nulidad ni anulabilidad del contrato”.

CONTRATO DE COMPRA Y VENTA, CARÁCTER CONSENSUAL


Auto Supremo: 173/2017
Sucre: 21 de febrero 2017
Proceso: Nulidad de Escritura Publica.
Sobre el tema en el AS Nº 456/2015 de fecha 9 de junio 2015 se ha orientado en
sentido que: “Siendo este el antecedente trascendental corresponde en principio
realizar el análisis de este tipo de contratos, para lo cual podemos señalar el art.
584 del CC que de manera textual señala: “La venta es un contrato por el cual el
vendedor transfiere la propiedad de una cosa o transfiere otro derecho al
comprador por un precio en dinero” asimismo acudiendo a la doctrina sobre este
tipo de contratos típicos podemos citar a R. Badenes Gasset quien en su libro el
Contrato de Compra Venta Tomo I pag. 46 citando a Luzzatto señala: “ la venta es
un contrato, en virtud del cual, una parte (vendedor) transfiere o se obliga a
transferir la posesión de ella, mientras la otra (comprador), paga o se obliga a
pagar el precio”, en cuanto a la característica de este tipo de contratos Guillermo
A. Borda en su obra Manual de Contratos refiere: “ no es formal aun en el caso de
que tenga por objeto la transmisión de inmuebles, la escritura pública “…” es un
requisito de la transferencia del dominio pero no del contrato en sí, que puede ser
válidamente celebrado en instrumento privado aun verbalmente.” citamos a Roque
Fortunato Garrido y Jorge Alberto Zago, que de igual manera en su libro
Contratos Civiles y Comerciales Tomo II, que también sobre el tema de las
características de este tipo de contratos expone que es un contrato: “ consensual,
porque según de la definición del codificador, una de las parte se obliga a
transferir la propiedad de una cosa, es decir que en el acto de contratar no la
transfiere sino que se obliga a transferir, y la otra parte se obliga a recibirla y a
pagar un precio cierto en dinero. Ello señala que los efectos del contrato surgen
desde el momento mismo en que se perfecciona el consentimiento contractual; es
por tanto un contrato consensual ….”, asimismo el Auto Supremo: 153/2014 de
fecha 16 de abril 2014 refiere: “Al margen de lo expuesto, resulta conveniente
P á g i n a 290 | 846
realizar las siguientes puntualizaciones con respecto al contrato de compra venta,
con la finalidad de lograr una mejor comprensión de lo antes señalado, por
consiguiente se entiende que el contrato de compra venta es un contrato
consensual, que para su nacimiento basta que ocurra el acuerdo de las voluntades,
sin importar si éste se expresa en forma verbal o escrita en documento público o
privado, no está sujeto a formalidades, como también señala el Tratadista Gonzalo
Castellanos Trigo “No es formal o tiene forma Libre, porque la ley no impone
como regla general, una solemnidad para su existencia”…” debiendo entenderse
esta como una constancia documental del consentimiento expresado por las partes,
por lo que la solemnidad de transcribirla en una escritura pública es simplemente
un requisito para su inscripción en el registro Derechos Reales, lo que no significa
que no surta efectos en cuanto a lo consensuado por las partes contratantes,
razonamiento orientado en lo establecido por la Corte Suprema de Justicia que en
el Auto Supremo Nº 64/2011 que dice “ Es habitual, en nuestra práctica jurídica,
que muchos de los contratos consensuales se redacte o documente a través de una
minuta, dejando así la constancia escrita respecto del contrato celebrado entre
partes y del consentimiento expresado por ellas, sin que ello suponga la infracción
de ninguna norma legal, ni motive su invalidez por la nulidad o la anulabilidad,
pues, si un contrato consensual, como es la compraventa, puede celebrase incluso
en forma verbal, no existe ningún óbice legal para que el acuerdo de partes y el
consentimiento de ellas respecto a ese contrato se lo documente a través de ese
medio, sin que ello suponga causal de nulidad ni anulabilidad del contrato”.
De todo lo anotado, se puede concluir que el contrato de compra venta de -manera
general- es un contrato consensual, ya que para su perfeccionamiento basta que
concurra el acuerdo de las voluntades-, puesto que la formalidad es un requisito
que se precisa a los efectos de registro mismo que no incide en el consentimiento
dado,”

CONTRATO DE COMPRA–VENTA INTERNACIONAL CELEBRADO EN


LOS TÉRMINOS CIF (Venta “CIF”, “costo, seguro y fletes”)
Auto Supremo: 478/2016
Sucre: 12 de mayo 2016
Proceso: Incumplimiento de contrato y pago de daños y perjuicios.
De manera preliminar corresponde reseñar que los INCOTERMS (Siglas de
Internacional Comercial Terms), fueron creados por la Cámara de Comercio
Internacional y publicadas por primera vez en 1936, ampliándose posteriormente
en 1953, 1967, 1980 y 1990, representan un conjunto de reglas internacionales para
la interpretación de los términos más utilizados en el comercio internacional,
facilitando así la gestión del comercio internacional, asimismo, evidencian las
responsabilidades del comprador y del vendedor para la entrega de la mercadería,
bajo un contrato de compraventa internacional, de consiguiente, regulan el lugar de

P á g i n a 291 | 846
entrega de la mercadería, la transmisión de riesgos, y los costos a cargo del
comprador y vendedor (Sidney Alex Bravo Melgar “Contratos Modernos
Empresariales Tomo II, Edit. “Fecat”, Lima Perú, 1999).
En 1990 los términos se agruparon en cuatro categorías básicamente diferentes
para facilitar su comprensión (E, F, C y D), empezando en primer lugar, con el
término por el cual el vendedor se limita a poner las mercancías a disposición del
comprador en sus propios locales (termino “E” = EXW); seguido del segundo
grupo de términos según los cuales, al vendedor se le encarga que entregue las
mercancías a un transportista designado por el comprador (términos “F” = FCA,
FAS y FOB); continuando con los términos según los cuales el vendedor ha de
contratar el transporte pero sin asumir el riesgo de pérdida o daño de las
mercancías ni los costes adicionales debidos a hechos acaecidos después de la
carga y despacho (términos “C” = CFR, CIF (Cost, Insurance and Freight = Costo,
seguro y Flete), CPT, y CIP); y finalmente, los términos según los cuales el
vendedor ha de soportar todos los gastos y riesgos necesarios para llevar las
mercancías al lugar de destino (términos “D” = DAF, DES, DEQ, DDU, y DDP);
términos que hacen un total de 13 INCOTERMS, que van desde el mínimo riesgo
por parte del vendedor, vale decir términos cuyas siglas inician con “E” (Ej. EX
WORK), hasta llegar a términos en “D” que representarían para el vendedor el
máximo riesgo (Ej. DDP); los términos cuyas siglas inician con “F” (Ej. FOB) y
“C” (Ej. CIF) pueden definirse como mediano riesgo.
Los Incoterms como FOD, CIF, DDU se han convertido en parte muy habitual del
lenguaje del comercio internacional y se utiliza cada día en todo el mundo.
Los Incoterms 2000, nueva revisión después de diez años, incorpora las
evoluciones más recientes de las prácticas comerciales modificando alguno de los
términos existentes.
CIF (…puerto de destino convenido). “Coste, Seguro y Flete”, significa que el
vendedor realiza la entrega cuando la mercancía sobrepasa la borda del buque en el
puerto de embarque convenido.
El vendedor debe pagar los costes y el flete necesarios para llevar la mercancía al
puerto de destino convenido; PERO el riesgo de pérdida o daño de la
mercancía, así como cualquier coste adicional debido a sucesos ocurridos
después del momento de la entrega, se transmiten del vendedor al comprador.
No obstante, en condiciones CIF, el vendedor debe también procurar un seguro
marítimo para los riesgos del comprador por pérdida o daño de la mercancía
durante el transporte.
Consecuentemente, el vendedor contrata el seguro y paga la prima
correspondiente. El comprador ha de observar que, bajo el término CIF, el
P á g i n a 292 | 846
vendedor está obligado a conseguirun seguro sólo con cobertura mínima. Si el
comprador desea mayor cobertura, necesitará acordarlo expresamente con el
vendedor o bien concertar su propio seguro adicional”. (Reglas Oficiales de la
Cámara de Comercio Internacional CCI, para la interpretación de términos
comerciales Incoterms 2000, Comité Español, de 1º de enero de 2000).
Ahora bien, el Código de Comercio, en su Libro Tercero, Título II, Capítulo I,
artículo 856, al referirse a la Venta “CIF” señala que: “La venta “costo, seguro y
fletes” (CIF), es la señalada en el artículo anterior, pero incluyendo además el
seguro a cargo del vendedor”. El referido artículo anterior (art. 855 del Código de
Comercio (Venta “C y F”) preceptúa que: “En la venta “costo y flete” (C y F) el
precio comprende el valor de la mercadería más los fletes hasta el sitio
señalado.En este caso, la transferencia de la propiedad se entiende hecha por la
entrega de los documentos inherentes, desde cuyo momento los riesgos corren por
cuenta del comprador”.
Por su parte el art. 859 del Código de Comercio dispone: “(Obligaciones del
vendedor “CIF”) El vendedor, en la venta “CIF”, está obligado: 1) A contratar el
transporte al punto de destino en los términos pactados y obtener del
transportador, mediante el pago del flete, el conocimiento de embarque o la carta
de porte respectiva sin observaciones, 2) A tomar un seguro por el valor total de
la mercadería objeto del contrato, aumentando en un diez por ciento conforme se
acuerde, a favor del comprador o de la persona por esté indicada y obtener del
asegurador la póliza o certificado correspondiente; 3) A entregar al comprador o
a la persona designada por éste los documentos referidos en este artículo y los
necesarios conforme a los usos y prácticas comerciales; 4) A pagar los derechos
de exportación, impuestos o cargas, si los hubiera, causados en virtud de la
exportación, y 5) A proveer certificados de origen, facturas consulares y cualquier
otro documento del país de origen o de embarque o en ambos, que el comprador
pueda necesitar para la importación de las mercaderías en el país de destino y, si
fuera necesario, para su paso en tránsito por otros países, conforme a
estipulación”.
En relación a las obligaciones del comprador el art. 860 del mismo compilado
comercial, refiere que: “(Obligaciones del comprador “CIF”) El comprador, sobre
la base “CIF”, está obligado a pagar, en la forma convenida; el precio de la
operación contra entrega de los documentos respectivos y, además, aceptar los
documentos que se le presente, a hacerse cargo de las mercaderías a su llegada; a
manejar y pagar todos los movimientos subsiguientes de la misma, y a pagar todos
los costos de desembarque, incluyendo derechos, impuestos y otros gastos en el
punto de destino señalado”.
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Por otra parte el Art. 861 del Código de Comercio preceptúa que: “(Seguro en la
venta “CIF”) Si el vendedor “CIF” no contratara el seguro en los términos
convenidos, responderá al comprador, en caso de daño o pérdida, como si
hubiere respondido el asegurador”.
Carlos Morales Guillen, en su Obra “Código de Comercio, Concordado y
Anotado”, segunda edición, Edit. Gisbert, La Paz-Bolivia 1999, pág. 874, al
realizar el comentario del inc. 2) y 3) del art. 859 señala: “...El seguro para las
mercaderías embarcadas debe ser tomado por el vendedor…El certificado de
seguro debe reproducir la póliza de una manera suficiente para dar al portador
los mismos derechos que ésta da,...
La remisión de los documentos (inc. 3) al comprador, por parte del
vendedor, debe hacerse conforme se ha estipulado en el contrato y, en su defecto,
según indica el inc. Fundamentalmente: los que acreditan el embarque de la
mercadería (conocimiento), la factura que la detalla, el comprobante del flete
pagado y el documento que acredita el seguro. Además los documentos
adicionales, llamados también atestativos (Messineo)…La remisión debe hacerse
de inmediato. Si la documentación no concuerda con las estipulaciones
contractuales, el comprador puede rechazarla…”.
El mismo autor al realizar el examen correspondiente del art. 860 del Código de
Comercio (pág. 875 a 876) en lo pertinente refiere: “...La obligación de recibir la
documentación y la mercadería, si hay cláusula de pago contra entrega de
documentos, excluye, como está dicho en la anot. Al art. anterior, la posibilidad de
previa verificación de la mercadería, particularmente en lo concerniente a si se ha
despachado en la cantidad estipulada. Si la documentación no concuerda con las
estipulaciones contractuales, es claro que el comprador no puede estar obligado
a recibir una documentación no pertinente (v. la anot. al art. anterior)”.
Asimismo al referirse al art. 861 imprime “La regla 14 de Varsovia, autoriza al
comprador que tenga conocimiento de que el vendedor no ha hecho asegurar la
mercadería, hacerla asegurarla por él, a cargo del vendedor” (Las negrillas y el
subrayado son nuestras).
De donde se infiere que en el contrato de compra venta internacional pactada entre
el comprador y vendedor en los términos CIF, el seguro para las mercaderías
embarcadas debe ser tomado por el vendedor, es decir que el contrato de seguro
corre a cuenta del vendedor, sin embargo, se dispone también que este último debe
conseguir un seguro sólo con cobertura mínima y si el comprador desea mayor
cobertura, necesitará acordarlo expresamente con el vendedor o bien concertar por
su propia cuenta el seguro adicional, asimismo, se preceptúa además que ante la
eventualidad de que el vendedor no haya contratado el seguro, éste responderá al
P á g i n a 294 | 846
comprador, en caso de daño o pérdida, como si hubiere respondido el asegurador,
por lo que el comprador puede asegurar la mercadería a cuenta de aquél; de igual
manera, se establece asimismo que una vez efectuada la remisión de los
documentos si estos no concuerdan con las estipulaciones contractuales, el
comprador puede rechazarlas, toda vez que la transferencia de la propiedad se
entiende hecha por la entrega de los documentos inherentes, desde cuyo momento
los riesgos corren por cuenta del comprador.

CONTRATO DE DEPÓSITO
Auto Supremo: 190/2016
Sucre: 09 de marzo 2016
Castán define el contrato de depósito como: “el depósito en sentido amplio es el
contrato por el cual uno recibe la cosa ajena con la obligación de guardar y
restituirla”
Guillermo Borda en su libro “Tratado de Derecho Civil” Contratos II.- define el
contrato de Deposito establece que: “En el Contrato de depósito la finalidad
esencial es precisamente la guarda de la cosa. Habrá, por tanto, depósito cuando
una de las partes entrega a la otra una cosa con la finalidad de custodiarla hasta
que aquella la reclame”. Entre las características de este tipo de contrato el mismo
autor refiere: 1.-“Es un contrato gratuito, pero puede ser oneroso si las mismas
partes lo acuerdan así, desde el momento en que el depositante promete una
remuneración el contrato deja de ser gratuito” 2.-Siendo gratuito es también
unilateral, ya que las obligaciones recaen solamente sobre el depositario, que debe
cuidar de la cosa y luego restituirla al depositante. Es verdad que el depositante
estará obligado a reintegrarle los gastos, si los hubo; pero esta obligación no es
otra cosa que una responsabilidad eventual. 3.- Es un contrato real que no queda
concluido sino con la entrega de la cosa. 4.- Es un acto de confianza del
depositante en el depositario. Este confianza está en la raíz del contrato y gobierna
sus efectos de una manera permanente”
El art. 842 del CC establece “el depósito voluntario es aquel en que la elección del
depositario esta librado a la sola voluntad del depositante” Asimismo establece el
Código Civil en el artículo siguiente, que el depósito voluntario solo se concierta
entre personas capaces de contratar, sin embargo la persona capaz depositaria de
los bienes de un incapaz, contrae todas las obligaciones de este contrato.
Nuestra legislación a partir del art. 844 al art. 857 del Código Civil ha
establecido obligaciones del depositario y del depositante, “así en el depósito
gratuito el depositario debe emplear en la custodia de la cosa depositada la
diligencia que pone en la guarda de las cosas propias, así en la modalidad de
P á g i n a 295 | 846
custodia no puede servirse de la cosa depositada ni darla en depósito de otra
persona sin el permiso expreso o presunto del depositante, bajo sanción de
resarcir el daño, sin embargo puede el depositario en circunstancias de urgencia
cumplir la custodia de la cosa en forma diferente de la convenida, dando aviso
inmediato al depositante”.
Entre otras obligaciones del depositario están la devolución de la misma cosa
recibida, en el estado en que se halla en el momento de la restitución, con más las
accesiones y frutos que hubiese percibido, asimismo pagar los intereses por el
dinero depositado desde que incurrió en mora para su restitución, todo
independientemente del daño si ha lugar, sin embargo no corren a cargo del
depositario los deterioros o perdida de la cosa que haya sobrevenido sin culpa; si el
depositario por causa que no le es imputable se ve privado de la cosa queda
liberado de restituirla, más si hubiera recibido un precio o compensación debe
entregar lo recibido al depositante y de igual forma debe dar aviso inmediato al
depositante acerca del hecho que lo ha privado de la tenencia, bajo sanción de
resarcimiento del daño en contrario.
Otra de las obligaciones del depositario debe restituir la cosa al depositante, luego
que éste la reclame, aun cuando el contrato fije un término, a menos que ese
término se hubiese convenido en interés del depositario, o que este cuente con una
orden de retención o una oposición judicial a la entrega.
Entre las obligaciones del depositante el reembolsar al depositario los gastos
hechos en la conservación del depósito, a indemnizarlo por las pérdidas que este ha
ocasionado y a pagarle la retribución convenida. El depositario tiene derecho a
retener el depósito, hasta que se le pague íntegramente lo que se le deba por razón
de él, sin embargo, el depositante podrá pedir por la vía judicial la devolución
mediante garantía idónea para el pago respectivo, sino estuviesen del todo
justificados los adeudos por este concepto.
Entre las formas de depósito nuestro Código Civil establece el depósito irregular,
del depósito en hoteles y posadas o de ambos, del depósito en almacenes generales
y del secuestro. Con relación al depósito irregular, el mismo se encuentra regulado
en la Sección V subsección I que establece otras variedades del depósito, entre los
cuales se encuentra el depósito irregular, concretamente el art. 862 del C.C
refiere” I.- En el depósito de dinero u otras cosas fungibles, con facultad
concedida para usar de lo depositado, el depositario adquiere la propiedad del
depósito y queda obligado a restituir otro tanto, en género, calidad y cantidad
iguales II.- Se presume en el caso presente la facultad del depositario para usar el
depósito, si no consta lo contrario”

P á g i n a 296 | 846
CONTRATO DE DEPÓSITO
Auto Supremo: 190/2016
Sucre: 09 de marzo 2016
Castán define el contrato de depósito como: “el depósito en sentido amplio es el
contrato por el cual uno recibe la cosa ajena con la obligación de guardar y
restituirla”
Guillermo Borda en su libro “Tratado de Derecho Civil” Contratos II.- define el
contrato de Deposito establece que: “En el Contrato de depósito la finalidad
esencial es precisamente la guarda de la cosa. Habrá, por tanto, depósito cuando
una de las partes entrega a la otra una cosa con la finalidad de custodiarla hasta
que aquella la reclame”. Entre las características de este tipo de contrato el mismo
autor refiere: 1.-“Es un contrato gratuito, pero puede ser oneroso si las mismas
partes lo acuerdan así, desde el momento en que el depositante promete una
remuneración el contrato deja de ser gratuito” 2.-Siendo gratuito es también
unilateral, ya que las obligaciones recaen solamente sobre el depositario, que debe
cuidar de la cosa y luego restituirla al depositante. Es verdad que el depositante
estará obligado a reintegrarle los gastos, si los hubo; pero esta obligación no es
otra cosa que una responsabilidad eventual. 3.- Es un contrato real que no queda
concluido sino con la entrega de la cosa. 4.- Es un acto de confianza del
depositante en el depositario. Este confianza está en la raíz del contrato y gobierna
sus efectos de una manera permanente”
El art. 842 del CC establece “el depósito voluntario es aquel en que la elección del
depositario esta librado a la sola voluntad del depositante” Asimismo establece el
Código Civil en el artículo siguiente, que el depósito voluntario solo se concierta
entre personas capaces de contratar, sin embargo la persona capaz depositaria de
los bienes de un incapaz, contrae todas las obligaciones de este contrato.
Nuestra legislación a partir del art. 844 al art. 857 del Código Civil ha
establecido obligaciones del depositario y del depositante, “así en el depósito
gratuito el depositario debe emplear en la custodia de la cosa depositada la
diligencia que pone en la guarda de las cosas propias, así en la modalidad de
custodia no puede servirse de la cosa depositada ni darla en depósito de otra
persona sin el permiso expreso o presunto del depositante, bajo sanción de
resarcir el daño, sin embargo puede el depositario en circunstancias de urgencia
cumplir la custodia de la cosa en forma diferente de la convenida, dando aviso
inmediato al depositante”.
Entre otras obligaciones del depositario están la devolución de la misma cosa
recibida, en el estado en que se halla en el momento de la restitución, con más las
accesiones y frutos que hubiese percibido, asimismo pagar los intereses por el
dinero depositado desde que incurrió en mora para su restitución, todo
independientemente del daño si ha lugar, sin embargo no corren a cargo del
depositario los deterioros o perdida de la cosa que haya sobrevenido sin culpa; si el
depositario por causa que no le es imputable se ve privado de la cosa queda
liberado de restituirla, más si hubiera recibido un precio o compensación debe
P á g i n a 297 | 846
entregar lo recibido al depositante y de igual forma debe dar aviso inmediato al
depositante acerca del hecho que lo ha privado de la tenencia, bajo sanción de
resarcimiento del daño en contrario.
Otra de las obligaciones del depositario debe restituir la cosa al depositante, luego
que éste la reclame, aun cuando el contrato fije un término, a menos que ese
término se hubiese convenido en interés del depositario, o que este cuente con una
orden de retención o una oposición judicial a la entrega.
Entre las obligaciones del depositante el reembolsar al depositario los gastos
hechos en la conservación del depósito, a indemnizarlo por las pérdidas que este ha
ocasionado y a pagarle la retribución convenida. El depositario tiene derecho a
retener el depósito, hasta que se le pague íntegramente lo que se le deba por razón
de él, sin embargo, el depositante podrá pedir por la vía judicial la devolución
mediante garantía idónea para el pago respectivo, sino estuviesen del todo
justificados los adeudos por este concepto.
Entre las formas de depósito nuestro Código Civil establece el depósito irregular,
del depósito en hoteles y posadas o de ambos, del depósito en almacenes generales
y del secuestro. Con relación al depósito irregular, el mismo se encuentra regulado
en la Sección V subsección I que establece otras variedades del depósito, entre los
cuales se encuentra el depósito irregular, concretamente el art. 862 del C.C
refiere” I.- En el depósito de dinero u otras cosas fungibles, con facultad
concedida para usar de lo depositado, el depositario adquiere la propiedad del
depósito y queda obligado a restituir otro tanto, en género, calidad y cantidad
iguales II.- Se presume en el caso presente la facultad del depositario para usar el
depósito, si no consta lo contrario”

CONTRATO DE DONACION, NOCION


Auto Supremo: 758/2015 - L
Sucre: 04 de septiembre 2015
De inicio en este punto, diremos que la Donación es “el contrato de carácter
solemne por el cual una persona denominada donante por espíritu de liberalidad y
de manera espontánea, procura el enriquecimiento, transfiriendo la propiedad de
un derecho propio (bien mueble o inmueble), o renuncia a un derecho o asume una
determinada obligación a título gratuito a favor de otra persona denominada
donatario quien la acepta sin contra prestación alguna”.
En nuestra legislación el art. 655 del Código Civil (Noción) establece que “La
donación es el contrato por el cual una persona, por espíritu de liberalidad,
procura a otra un enriquecimiento disponiendo a favor de ella un derecho propio o
asumiendo frente a ella una obligación”
El art. 667 del Código Civil, establece los requisitos de forma de la donación,
señalando que “I. La donación debe hacerse mediante documento público, bajo
sanción de nulidad…”, disposición legal concordante con el art. 491 del mismo
P á g i n a 298 | 846
cuerpo de leyes que a la letra dice: “Contratos y actos que deben hacerse por
documento público). 1.- El contrato de donación, excepto la donación
manual…”, De la interpretación de las precitadas normas se tiene claramente
establecido que la donación como contrato nominado, tiene las siguientes
características: 1) es traslativo de la propiedad; es decir que es un contrato con
efectos reales, porque el donante transmite la propiedad de un derecho a título
gratuito a favor del donatario, quien se beneficia con el mismo, incorporando a su
patrimonio el bien o los bienes donados. 2) es solemne, porque exige para su
constitución y validez una determinada formalidad, cuya exigencia legal resulta ser
la otorgación del acto jurídico mediante documento público, bajo sanción de
nulidad.

CONTRATO DE MUTUO
Auto Supremo: 844/2016
Sucre: 19 de julio 2016
Proceso: Cumplimiento de obligación.
El art. 895 del Código Civil establece: “El mutuo es el préstamo de cosas fungibles
que el mutuario está obligado a devolver al mutuante en cosas de igual género,
calidad y cantidad”. Al respecto al autor Carlos Morales Guillen en su libro:
“Código Civil Concordado y Anotado” Cuarta Edición, Tomo II refiere: “Al
préstamo de una suma de dinero o de otras cosas que se consumen con el uso se
les llama mutuo. El mutuario o prestatario debe restituir la misma suma o cosa de
la misma especie y calidad (Capitant).
El mutuo o préstamo simple o simple préstamo como también se le designa con
expresión de poca técnica es un contrato principal, real y gratuito u oneroso, por
virtud del cual una de las partes entrega a la otra dinero u otra cosa fungible con
la condición de que se le devuelva otro tanto de la misma especie y calidad. En
antítesis con el comodato (préstamo de uso) el mutuo desde el punto de visto
económico es un préstamo de consumo (Messineo). Pueden ser objeto de este
contrato el dinero y las demás cosas fungibles esto es, todo lo que se presta en
concepto y cantidad y solamente en consideración a la clase y la especie a que la
cosa pertenece. Su forma está sometida a las reglas del derecho común.”
En ese sentido en este tipo de contrato existe la condición esencial la misma que es
la devolución de lo prestado en la misma especie y calidad, obligación que debe
cumplir el prestatario o mutuante.

CONTRATO DE SEGUROS
Auto Supremo: 961/2015 - L
P á g i n a 299 | 846
Sucre: 22 de Octubre 2015
El seguro es un contrato por el cual el asegurador se obliga a indemnizar un daño o
a cumplir la prestación convenida al producirse la eventualidad prevista y el
asegurado o tomador a pagar la prima, conforme señala el art. 979 del Código de
Comercio; éste contrato es de naturaleza consensual, ya que se perfecciona por el
consentimiento de las partes y los derechos y obligaciones recíprocos que emergen
de esa relación contractual empiezan desde el momento de su celebración, así
establece el art. 982 del citado Código.
El art. 1006 del referido Código de Comercio manifiesta que el contrato de seguro
se prueba por escrito, mediante la póliza de seguro, debiendo redactarse en idioma
castellano, en forma clara y fácilmente legible y extenderse en dos ejemplares que
deben ser firmados por las partes cuyo original se entregará al interesado.
Descrita la naturaleza jurídica del contrato de seguro y de la póliza, debemos
ingresar a incidir sobre el resarcimiento que prevé el art. 984 del Código Civil, que
indica: “(RESARCIMIENTO POR HECHO ILICITO) Quien con un hecho doloso o
culposo, ocasiona a alguien un daño injusto, queda obligado al resarcimiento”. La
referida norma establece responsabilidad civil que emerge de hechos –con dolo o
culpa- que causaren un daño injusto, cuya reparación o resarcimiento debe
prestarse, ese hecho para causar daño y ser considerado injusto, debe ser
antijurídico y devenir por acción u omisión del sujeto o por sus subordinados,
dependientes e incapaces.

CONTRATO DE VENTA
Auto Supremo: 904/2015 – L
Sucre: 08 de octubre 2015
Ahora se dirá que por el contrato de venta -contenido en el art. 584 del Código
Civil- se entiende cuya noción refiere al contrato por el cual el vendedor transfiere
la propiedad de una cosa o transfiere otro derecho al comprador por un precio en
dinero, de dicho contrato se generan obligaciones para el comprador, que en la
generalidad es el pago del precio o los intereses que se encuentran contenidas con
precisión en los arts. 636 a 640 del Código Civil, también de dicho contrato se
generan obligaciones para el vendedor, que en la generalidad resultan ser la entrega
de la cosa, responder por la evicción y vicios de la cosa; entre los sujetos de las
obligaciones se encuentran el sujeto activo y el sujeto pasivo de la obligación el
activo siempre resulta ser el acreedor de una prestación y el deudor de esa
prestación resulta ser deudor; ahora tomando en cuenta que el objeto de un contrato
es la obligación, el objeto de la obligación es la prestación, y el objeto de la
prestación es la conducta del deudor de dar hacer o no hacer una cosa.

P á g i n a 300 | 846
CONTRATO DE VENTA EN EL DERECHO PRIVADO ES CONSENSUAL
Auto Supremo: 968/2016
Sucre: 18 de agosto 2016
Proceso: Incumplimiento de obligación y pago de daños y perjuicios.
El contrato de venta contenido en el art. 540 del Código Civil,
señala: “(NOCION)” Hay contrato cuando dos o más personas se ponen de
acuerdo para constituir, modificar o extinguir entre sí una relación jurídica”, esto
quiere decir que el contrato se perfecciona con el consentimiento de las partes, con
la excepción de los contratos que deben reunir la forma exigida por ley como señal
el art. 591 del mismo cuerpo legal, también el art. 584 del Código Civil señala lo
siguiente: “La venta es un contrato por el cual el vendedor transfiere la propiedad
de una cosa o transfiere otro derecho al comprador” por lo que la descripción
particular del contrato de venta no requiere la efectivización de un contrato escrito,
sino que basta por el consentimiento de las partes.

CONTRATO DE VENTA ES UNO CONSENSUAL Y NO FORMAL


Auto Supremo: 475/2016
Sucre: 12 de mayo 2016
Proceso: Nulidad de Escritura Pública y otros.
Sobre la clasificación del contrato de venta, respecto a su perfeccionamiento en el
Auto Supremo N° 456/2015 de 19 de junio se ha señalado que el mismo es
consensual y no formal, en el mismo se ha expresado lo siguiente: “Siendo este el
antecedente trascendental corresponde en principio realizar el análisis de este tipo
de contratos, para lo cual podemos señalar el art. 584 del CC que de manera textual
señala: “La venta es un contrato por el cual el vendedor transfiere la propiedad de
una cosa o transfiere otro derecho al comprador por un precio en dinero”
asimismo acudiendo a la doctrina sobre este tipo de contratos típicos podemos citar
a R. Badenes Gasset quien en su libro el Contrato de Compra Venta Tomo I pag.
46 citando a Luzzatto señala: “ la venta es un contrato, en virtud del cual, una
parte (vendedor) transfiere o se obliga a transferir la posesión de ella, mientras la
otra (comprador), paga o se obliga a pagar el precio”, en cuanto a la característica
de este tipo de contratos Guillermo A. Borda en su obra Manual de Contratos
refiere: “no es formal aun en el caso de que tenga por objeto la transmisión de
inmuebles, la escritura pública “…” es un requisito de la transferencia del
dominio pero no del contrato en sí, que puede ser válidamente celebrado en
instrumento privado aun verbalmente.” citamos a Roque Fortunato Garrido y Jorge
Alberto Zago, que de igual manera en su libro Contratos Civiles y Comerciales
Tomo II, que también sobre el tema de las características de este tipo de contratos,
P á g i n a 301 | 846
expone que, es un contrato: “consensual, porque según de la definición del
codificador, una de las parte se obliga a transferir la propiedad de una cosa, es
decir que en el acto de contratar no la transfiere sino que se obliga a transferir, y
la otra parte se obliga a recibirla y a pagar un precio cierto en dinero. Ello señala
que los efectos del contrato surgen desde el momento mismo en que se perfecciona
el consentimiento contractual; es por tanto un contrato consensual….”, asimismo
el Auto Supremo: 153/2014 de fecha 16 de abril 2014 refiere: “Al margen de lo
expuesto, resulta conveniente realizar las siguientes puntualizaciones con respecto
al contrato de compra venta, con la finalidad de lograr una mejor comprensión de
lo antes señalado, por consiguiente se entiende que el contrato de compra venta es
un contrato consensual, que para su nacimiento basta que ocurra el acuerdo de las
voluntades, sin importar si éste se expresa en forma verbal o escrita en documento
público o privado, no está sujeto a formalidades, como también señala el Tratadista
Gonzalo Castellanos Trigo “No es formal o tiene forma Libre, porque la ley no
impone como regla general, una solemnidad para su existencia”…” debiendo
entenderse esta como una constancia documental del consentimiento expresado por
las partes, por lo que la solemnidad de transcribirla en una escritura pública es
simplemente un requisito para su inscripción en el registro Derechos Reales, lo que
no significa que no surta efectos en cuanto a lo consensuado por las partes
contratantes, razonamiento orientado en lo establecido por la Corte Suprema de
Justicia que en el Auto Supremo Nº 64/2011 que dice “ Es habitual, en nuestra
práctica jurídica, que muchos de los contratos consensuales se redacte o
documente a través de una minuta, dejando así la constancia escrita respecto del
contrato celebrado entre partes y del consentimiento expresado por ellas, sin que
ello suponga la infracción de ninguna norma legal, ni motive su invalidez por la
nulidad o la anulabilidad, pues, si un contrato consensual, como es la
compraventa, puede celebrase incluso en forma verbal, no existe ningún óbice
legal para que el acuerdo de partes y el consentimiento de ellas respecto a ese
contrato se lo documente a través de ese medio, sin que ello suponga causal de
nulidad ni anulabilidad del contrato…”

CONTRATO EN PARTICULAR, VENTA


Auto Supremo:810/2015 - L
Sucre:16 de septiembre 2015
Partiendo de este análisis es conveniente recordar que el contrato de compra venta
conforme dispone el art. 584 del CC señala: “La venta es un contrato por el cual el
vendedor transfiere la propiedad de una cosa o transfiere otro derecho al
P á g i n a 302 | 846
comprador por un precio en dinero” asimismo acudiendo a la doctrina sobre este
tipo de contratos típicos podemos citar a R. Badenes Gasset quien en su libro el
Contrato de Compra Venta Tomo I pag. 46 citando a Luzzatto señala: “ la venta es
un contrato, en virtud del cual, una parte (vendedor) transfiere o se obliga a
transferir la posesión de ella, mientras la otra (comprador), paga o se obliga a
pagar el precio”. Para Walter Kaune Arteaga la compra venta “es un contrato en
virtud del cual una persona llamada vendedor transfiere la propiedad de una cosa
o un derecho a otra persona llamada comprador a cambio de una
contraprestación en dinero llamada precio”. Entre las características del contrato
de compra venta están: que es un contrato consensual, bilateral, oneroso,
normalmente es de ejecución instantánea, aunque puede ser de tracto sucesivo. Con
relación a sus características nos referiremos a algunas: es consensual porque se
perfecciona por el simple consentimiento de las partes sobre la cosa y el precio,
aunque la cosa no haya sido entregada y el precio pagado; es bilateral porque
genera obligaciones recíprocas e interdependientes entre el vendedor y el
comprador surgiendo las mismas contemporáneamente a su formación, genera
obligaciones y derechos para ambas partes; oneroso existe un intercambio
patrimonial entre las partes como consecuencia de las obligaciones surgidas.Dentro
de las obligaciones reciprocas emergente de la bilateralidad se encuentra la
obligación.

CONTRATO PARA SURTIR EFECTOS DEBE SER CONSENTIDO POR


EL TITULAR DEL DERECHO
Auto Supremo: 1059/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Perfeccionamiento y consolidación de venta y otros.
El art. 519 del Código Civil, señala lo siguiente: “(Eficacia del contrato) El
contrato tiene fuerza de ley entre las partes contratantes. No puede ser disuelto
sino por consentimiento mutuo o por las causas autorizadas por la ley…”, la
norma describe la fuerza de ley respecto a lo pactado entre las partes contratantes;
asimismo corresponde señalar que por el efecto de la representación el contrato
realizado por el representante en nombre del representado en los límites de las
facultades conferidas produce directamente sus efectos sobre el representado, como
describe el art. 467 del Código Civil; las normas descritas refieren el carácter de la
titularidad del derecho para que surta los efectos que la ley refiere sobre el objeto
del contrato; también corresponde señalar que el art. 523 del mismo cuerpo legal
señala que: “Los contratos no tienen efecto sino entre las partes contratantes y no
dañan ni aprovechan a un tercero, sino en los casos previstos por la ley…”

P á g i n a 303 | 846
De las normas descritas se tiene que un contrato no puede surtir efectos sino
cuando ha sido consentido por las partes, y en el caso de actuarse mediante
representante, éste debe contar con la autorización expresa para efectuar la
representación, esto quiere decir que el otorgante (titular del derecho) haya
autorizado la ejecución de dicho acto, acreditado tal aspecto se entiende que la
representación ha sido acreditada.

CONTRATO, EFICACIA
Auto Supremo: 204/2016
Sucre: 11 de marzo 2016
Corresponde en principio precisar que el art. 450 del Código Civil refiere: “Hay
contrato cuando dos o más personas se ponen de acuerdo para constituir,
modificar o extinguir entre si una relación jurídica”, sobre el termino contrato
podemos hacer alusión al DICCIONARIO DE CIENCIAS JURIDICAS
POLITICAS Y SOCIALES de MANUEL OSORIO, el cual define este término
como: “Pacto o convenio entre partes que se obligan sobre materia o cosa
determinadas y a cuyo cumplimiento pueden ser compelidas”. Asimismo, Capitant
lo define como: “Acuerdo de voluntades entre dos o más personas con el objeto de
crear entre ellas vínculos y obligaciones”. De las alusiones doctrinarias podemos
destacar que la concepción más clara de un contrato resulta ser el acuerdo de dos
o más voluntades, con la finalidad de generar obligaciones y derechos.
Asimismo el art. 519 del mismo Código Civil expresa: “El contrato tiene fuerza de
ley entre las partes contratantes. No puede ser disuelto sino por consentimiento
mutuo o por las causas autorizadas por ley.”, acudiendo a la doctrina sobre el
entendimiento de la norma podemos citar a Carlos Morales Guillem quien en su
obra Código Civil anotado y Concordado tomo I pág. 733 refiere: “La segunda
regla del art. precisa que solo la voluntad de las mismas partes, que dieron vida y
eficacia al contrato puede convenir la disolución de la relación jurídica
constituida en este….”. De la norma citada se evidencia que el juzgador ha
otorgado al contrato fuerza de ley entre partes, esto conforme al aforismo -PACTA
SUNT SERVANDA- y al principio de libertad contractual, empero, el contrato al
nacer del acuerdo de voluntades en aplicación de esa libertad contractual puede ser
disuelto, de la misma forma, es decir por mutuo acuerdo de partes, conforme lo
determina la Ley.

CONTRATO, EFICACIA Y EJECUCION


Auto Supremo: 942/2015 - L

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Sucre: 14 de octubre 2015
El Código de Comercio en sus arts. 1 y 786, dispone la aplicación por analogía y
supletoriamente a los negocios comerciales, los principios y normas de los
contratos y obligaciones, así como la prueba, regulados, respectivamente por el
Código Civil y Código de Procedimiento Civil.
En esa permisibilidad del compilado comercial, el art. 519 (Eficacia del contrato)
del Código Civil dispone que “El contrato tiene fuerza de ley entre las partes
contratantes. No puede ser disuelto sino por consentimiento mutuo o por las
causas autorizadas por la ley”, asimismo el art. 520 (Ejecución de buena fe e
integración del contrato) del mismo sustantivo, determina que: “El contrato debe
ser ejecutado de buena fe y obliga no sólo a lo que se ha expresado en él, sino
también a todos los efectos que deriven conforme a su naturaleza, según la ley, o a
falta de ésta según los usos y la equidad”.
Por su parte, el Art. 803 (Buena fe en los contratos) del Código de Comercio,
dispone que: “En todo contrato se presume la buena fe y, en consecuencia, obliga
no solo a lo pactado expresamente en ellos, sino también en lo correspondiente a
la naturaleza de los mismos según la Ley, la costumbre o la equidad”.
De la relación normativa precedentemente efectuada, se conoce que las partes
deben concurrir al negocio jurídico voluntario de buena fe, y expresar en el
contrato los términos convenidos de forma clara, expresa y concreta, toda vez que
el contrato tiene fuerza de ley entre las partes contratantes, es más los efectos de los
contratos no solo alcanzan a las cosas o hechos expresados en ellos como objeto
determinado o determinable, sino también respecto de todo lo que por imperio de la
ley, de los usos o de la equidad corresponde a la naturaleza del contrato, en esa
medida el contrato será interpretado por el juzgador en el marco de la equidad y de
la buena fe.
CONTRATO, NOCION
Auto Supremo: 427/2016
Sucre: 03 de mayo 2016
Proceso: Pago de deuda.
El art. 450 del Código Civil establece: “hay contrato cuando dos o más personas
se ponen de acuerdo para constituir modificar o extinguir entre sí una relación
jurídica”, Por lo que diremos que contrato es aquel acto jurídico constituido por el
acuerdo de dos o más voluntades sobre un objeto patrimonial de interés común,
con el fin de crear, modificar o extinguir derechos y obligaciones. Las obligaciones
de los contratos son prestaciones de dar, hacer o no hacer, La obligación nace como
consecuencia del contrato al ser una de sus fuentes.

P á g i n a 305 | 846
El contrato tiene entre los actos jurídicos, una categoría importante como figura
encaminada a crear una obligación. “Es un acuerdo de voluntades que cualquiera
fuese sus contenido da vida a una obligación” ( Messineo)
Álvaro Taruf Gonzales señala” El contrato es un concierto de voluntades que por
lo regular constituye una unidad y en consecuencia sus estipulaciones deben
apreciarse en forma coordinada y armónica y no aislada una de otras como partes
autónomas, porque de esta suerte se podrá desarticular y romper aquella unidad,
sembraría la confusión y se correría el riesgo de contrariar el querer de las
partes, haciendo producir a la convención efectos que estas no sospecharon”
Gonzalo Castellanos Trigo en su obra: “Teoría general de los Contratos conforme
al Código Civil Boliviano” Pág. 12. “Contrato o Convención es una acto por el
cual una parte se obliga para con otra, hacer o no hacer alguna cosa
determinada; es decir contrato existe desde que una o varias personas consientes
en obligarse respecto de otra u otras, a dar alguna cosa o prestar algún servicio.
Cada parte puede ser una o más personas individuales o colectivas; por lo tanto,
existe contrato cuando dos o más personas se ponen de acuerdo con fines lícitos
para constituir, modificar o extinguir entre sí una relación jurídica”

CONTRATO, EFECTOS DE SU RESOLUCION


Auto Supremo: 900/2015 - L
Sucre: 08 de octubre 2015
Acusa que los de instancia vulneraron el art. 568 del Código Civil porque
declararon la resolución del contrato cuando los demandantes no cumplieron con el
contrato de arrendamiento en cuanto al plazo porque dejaron el local comercial en
el mes de febrero de 2009 antes de que se cumpla el plazo estipulado en el
contrato. Al respecto diremos que la doctrina de manera general establece que la
resolución del contrato es una de las formas de extinción del mismo, que
generalmente opera por la violación en la prestación comprometida, supone la
extinción del contrato en virtud de un hecho posterior a su celebración, hecho que
es imputable a una de las partes como consecuencia del: incumplimiento
voluntario de la contraparte, el incumplimiento involuntario, por sobrevenida
imposibilidad de la prestación y finalmente el incumplimiento por excesiva
onerosidad. Tres reglas que rigen la resolución de los contratos por
incumplimiento.
Al aplicarse o determinarse la resolución del contrato, ésta causa también tres
efectos, el retroactivo, reintegrativo y resarcitorio, en el primero, sus efectos se
operan retroactivamente, por lo que las partes que han quedado desvinculadas

P á g i n a 306 | 846
deben restituirse recíprocamente todo lo que hubieran recibido con motivo del
contrato resuelto; la segunda, el efecto reintegrativo cobra vitalidad cuando ha
existido entre las partes un comienzo de ejecución del contrato del cumplimiento
unilateral o el intercambio de prestaciones. Si el obligado a restituir es quien ha
dado lugar a la resolución, debe ser tratado como poseedor de mala fe, por tal
razón, si la cosa se ha destruido o deteriorado, aunque sea por caso fortuito, el
deudor está obligado a la reparación. Finalmente se encuentra el efecto
resarcitorio, en la cual, la resolución declarada impone al responsable la
reparación del daño ocasionado en lo que corresponde a la pérdida sufrida (daño
emergente) y a la pérdida de la ganancia (lucro cesante).
CONTRATOS ADMINISTRATIVOS
Auto Supremo: 692/2015 - L
Sucre: 14 de agosto 2015
El art. 47 de la Ley Nº 1178, in fine, prevé: “Son contratos administrativos
aquellos que se refieren a contratación de obras, provisión de materiales, bienes y
servicios y otros de similar naturaleza”, en cambio, en el ámbito del derecho
privado, el Codigo Civil, en su art. 450, dispone: “Hay contrato cuando dos o más
personas se ponen de acuerdo para constituir, modificar o extinguir entre sí una
relación jurídica”, de esa manera se evidencian las diferencias que existen en el
contrato de naturaleza administrativa y el de naturaleza civil, puesto que el primero
es propio del derecho público y el segundo, pertenece al ámbito del derecho
privado.
No obstante, la doctrina contemporánea plantea nuevas directrices sobre los
contratos de naturaleza administrativa bajo la consideración que la personalidad del
Estado es única, que es pública, aunque su actividad pueda estar regulada en
algunas oportunidades por el derecho privado. “En todos los contratos que celebre,
al igual que en todos los actos jurídicos que lleva a cabo, la Administración
persigue la satisfacción del interés público, esto es, debe servir con objetividad los
intereses generales, pero, aun cuando todos los contratos que celebra la
Administración persiguen finalidades públicas, como no podía ser de otro modo, la
trascendencia de éstas no siempre es la misma, de modo que en unos contratos se
persigue un interés público especialmente relevante (ejemplo clásico la
construcción de una carretera) y en otros, aun cuando importante, no lo es tanto,
como suele suceder en las ventas de bienes patrimoniales por la Administración.
En efecto, en sentido amplio, todos los contratos de la Administración persiguen
fines públicos, aunque es distinto según que se trate de contratos propiamente
administrativos, en los que el fin público es esencial, o de contratos privado de la
Administración, en los que tiene un carácter más mediato y relativo”.

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Roberto Dromi, enseña: “Estrictamente hablando, no hay contratos civiles de la
Administración; en principio todos son de Derecho público, sometidos a reglas
especiales…los contratos de la Administración se rigen predominantemente por el
Derecho público, pero los hay también regidos en parte por el Derecho privado.
Así, están más próximos al Derecho civil (más lejanos del derecho administrativo),
los contratos de cesión, permuta, donación, locación, compraventa, mandato,
depósito, fianza, mutuo hipotecario, transporte, contratos aleatorios. Por el
contrario, están más cerca del Derecho Administrativo los contratos de empleo o
función pública, empréstito, concesión de servicios públicos, concesión de obras
públicas, obra pública y suministro”.
El Auto Supremo Nº 105 de 27 de marzo de 2014, ha dicho: “…podríamos
considerar que si la Administración Pública es una entidad de derecho público,
sus actos son de esa índole, de derecho público, y por tal no existen actos privados
de la administración; sin embargo en determinados casos, el objeto del acto que
realiza es aplicable el derecho privado, lo que no significa que ese acto sea
privado esto en sentido que los contratos siempre están propugnados por el
derecho público por la naturaleza del contratante que es el Estado. En uno u otro
sentido, la distinción del contrato a partir de su objeto donde el contratante sea la
Administración Pública, lo que define, para fines prácticos, es el régimen
jurisdiccional al que se debe, aquellos que conciernen su objeto a una utilidad
pública o de servicio, a la jurisdicción contenciosa- administrativa, y en los que su
objeto sea de régimen privado a los tribunales civiles. En otras palabras, la
preparación y adjudicación del contrato administrativo, cualquiera sea su
naturaleza, se rigen siempre por reglas del derecho administrativo; es así que
aquel contrato que tenga su objeto una prestación privada, todo el formalismo
antes de su celebración, propiamente dicho, deben llevarse por las normas
administrativas regidas para el efecto”. Eduardo García de Enterría, en la obra
Curso de Derecho Administrativo haciendo alusión a los contratos administrativos
refiere que: “Una Administración Pública puede arrendar un inmueble suyo para
obtener una renta, el arrendamiento se regirá entonces por el Derecho Privado,
pero la formación de la voluntad contractual de la entidad administrativa y la
selección del contratista deberán acomodarse a las reglas del Derecho Público”.
Agustín Gordillo en esa misma orientación, en la obra Contratos Administrativos,
indica que: “Solo podrán regirse por el derecho civil en lo que refiere al objeto del
acto o contrato, pero ello no quita que lo dominante siga siendo el derecho
público, con lo cual puede calificarse al contrato en su totalidad como un contrato
de derecho civil”.
El art. 232 de la Constitución Política del Estado, refiere los principios a los que se
rige la Administración Pública, entre ellos el principio de legalidad, principio por el
que a través de la ley el ente estatal debe guiarse, es la legalidad que otorga
P á g i n a 308 | 846
facultades en realizar determinado acto con sus límites potestativos. A decir de
García de Enterría: “Toda acción administrativa se nos presenta así como ejercicio
de un poder atribuido previamente por Ley y por el delimitado y construido. Sin
una atribución legal previa de potestades la Administración no puede actuar,
simplemente.”
El mismo Auto Supremo señala: “…la actual normativa administrativa refiere a un
régimen de contratación estatal que regula la contratación de bienes y servicios
por parte de la Administración Pública, estableciendo un tipo de modalidad para
el monto que requiere la contratación, y en mérito a esa modalidad se destina
también un procedimiento administrativo propio para la celebración del
contrato…en ese caso es de entender que aún el contrato sea en su objeto de
carácter civil, o un contrato administrativo propiamente dicho (nominales como el
de provisión de bienes, construcción de obras, prestación de servicios generales o
servicios de consultoría), no es posible descartar por parte de los contratantes
aquél régimen procedimental, ya que el sistema de contratación sólo puede actuar
cuando la ley la habilita para ello y en los términos previstos para esa
habilitación, en tal caso el procedimiento, formalismo, a seguir por el ente
administrativo en un determinado contrato es jurídicamente relevante, porque solo
de esa manera se justifica la celebración contractual, que tiene ligazón con la
competencia de la Administración, génesis al procedimiento.

CONTRATOS ADMINISTRATIVOS, ELEMENTOS


Auto Supremo: 956/2015 - L
Sucre: 14 de octubre 2015
Sobre lo esgrimido corresponde con carácter primordial reiterar el entendimiento
dado por este Tribunal sobre el tema de los contratos administrativos, ya que, que
por doctrina los contratos celebrados en el ámbito del derecho privado es sin duda
una de las principales fuentes generadoras de obligaciones, de tal modo que de
ninguna manera se pretende desconocer la importancia de estos contratos; empero
no sólo los particulares crean, modifican o extinguen relaciones jurídicas
patrimoniales por medio de los contratos, también la Administración Pública lo
hace generando relaciones jurídicas bilaterales patrimoniales; cuando éstos
contratos tienen por objeto un fin público, ingresan a la categoría de los llamados
contratos administrativos y dentro de este contexto, este Tribunal ha acogido la
corriente doctrinaria desarrollada por los siguientes autores:
Miguel Ángel Bercaitz, citado por Juan Carlos Cassagne, en su obra "Contratos
Administrativos" señala: “El contrato no es una figura exclusiva del Derecho
Privado, existe también el de Derecho Administrativo con elementos comunes al
contrato de Derecho Privado, pero con elementos diferentes que derivan de su
P á g i n a 309 | 846
contenido, de su fin, de los intereses distintos que afecta y de su régimen jurídico
propio”.
Fernando Garrido F. en su obra “Tratado de Derecho Administrativo” Vol. II,
Pag.37 indica: “La teoría del contrato administrativo ha surgido como una
necesidad impuesta por la realidad; se trata sencillamente de ciertas relaciones
entre la Administración Pública y los particulares nacidas por aplicación de una
técnica contractual y cuyo régimen, sin embargo, difiere sensiblemente del
aplicable a los contratos civiles.
Entre el contrato de naturaleza privada y el de naturaleza administrativa existen
puntos comunes, pero las diferencias justifican la separación de los regímenes
jurídicos a los que se encuentran sometidos unos y otros; de hecho, el estudio
pormenorizado de la materia podría inducirnos a sostener la existencia de más
diferencias que semejanzas”.
Rafael Bielsa en su obra “Principios de Derecho Administrativo” define: “Es
contrato administrativo el que la Administración celebra con otra persona pública
o privada, física o jurídica, y que tiene por objeto una prestación de utilidad
pública”.
El citado autor considera que: “(…) en todo contrato administrativo deben
concurrir los siguientes elementos esenciales: a) Uno de los sujetos de la relación
jurídica es la Administración pública (Estado, provincia, comuna o entidad
autárquica) obrando como tal, es decir, como entidad de derecho público. b) El
objeto del contrato es una prestación de utilidad pública; por ejemplo, un servicio
público propio, un empleo público, una obra pública (de interés general o
colectivo), etc.”
Ahora bien, en función al fáctico de la problemática, se hace necesario ahondar
más sobre la teoría de los contratos administrativos y las postulaciones que han
tenido en el paso del tiempo. Una teoría ya rebasada, en sus albores negaba la
existencia de los contratos administrativos, se entendía que todos los contratos
celebrados por el Estado estaban sometidos al derecho civil y su régimen
jurisdiccional era el competente para conocer de aquellos. Más tarde, la teoría
clásica propugnó una distinción entre los contratos civiles y administrativos, que
fue elaborada en el supuesto de la doble personalidad del Estado, o sea la
Administración contrataba en una faceta pública y por otra privada, dependiendo el
carácter del contrato; en esta consideración el contrato administrativo por
excelencia era el de concesión de servicios públicos.
La actividad propia del Estado, en el requerimiento de la sociedad organizada,
impulso la observancia de otro tipo de contratos, no muy comunes en ese tiempo,
celebrados por la Administración, siendo los de obra, de suministros, consultoría,
P á g i n a 310 | 846
etc., otorgando nueva significancia a este tipo de contratos y no está por demás
decir que con ello se dejó atrás la teoría de la doble personalidad del Estado, que
fue el molde para ésta teoría clásica alegada por el recurrente. Algunas
legislaciones al presente aceptan la existencia de contratos privados celebrados por
el Estado, aunque con reparos de la naturaleza misma del contrato, armonizados
con la doctrina creada en su entorno.
De lo que se concluye que la teoría de la doble personalidad del Estado que se solía
sustentar en el pasado para justificar la intervención del Estado en la celebración de
contratos como persona de derecho privado, ha sido superada por el desarrollo de
la moderna doctrina; así Roberto Dromi (Derecho Administrativo, 2006, pág. 472)
señala: "La personalidad del Estado es una. No tiene una doble personalidad,
pública o privada, que le posibilite celebrar contratos administrativos y contratos,
civiles, comerciales, sujeto a regímenes especiales. El Estado tiene una sola
personalidad, que es publica, aunque su actividad pueda en algunas oportunidades
estar regulada por el Derecho Privado".
En correspondencia con esta última corriente doctrinaria, Agustín Gordillo citando
a otros autores, manifiesta: “… Es que se opone a ello la doctrina moderna en
materia de personalidad y doble personalidad del Estado, la cual señala que, el
Estado es siempre persona pública y ente de derecho público, aun cuando penetre
en la esfera de las relaciones en que se mueven los entes o las personas privadas.
La administración es siempre persona de derecho público, que realiza operaciones
públicas, con fines públicos y dentro de los principios y formas del derecho
público, aunque revista sus actos con formas que son comunes al derecho privado
y use de los medios que éste autoriza y para objetos análogos”.
De lo descrito, podemos indicar que el Estado o las instituciones públicas que lo
componen, actúan siempre como personas de derecho público, aunque algunos de
sus actos puedan ser regidos por el derecho privado, lo que no significa que se
despoje de su poder público y se le atribuya una personalidad privada.
Por lo manifestado concluiremos indicando que estamos frente a un contrato
administrativo cuando: a) al menos una de las partes que interviene en su
celebración es la Administración Pública (elemento subjetivo); b) cuando el objeto
sobre el que versa se encuentra directamente relacionado con la satisfacción de
necesidades colectivas de carácter público –servicio o interés público- (elemento
objetivo), siendo básicamente estos los elementos que caracterizan para que un
contrato se configure como administrativo.

CONTRATOS ADMINISTRATIVOS Y LA JURISDICCIÓN


CONTENCIOSA
P á g i n a 311 | 846
Auto Supremo: 210/2017
Sucre: 08 de marzo 2017
Proceso: Demanda incumplimiento de obligación, más pago de daños y perjuicios
Inicialmente es necesario precisar algunos preceptos doctrinales y jurisdiccionales.
Para el autor Miguel Ángel Bercaitz, citado por Juan Carlos Cassagne, en la obra
"Contratos Administrativos": El contrato no es una figura exclusiva del Derecho
Privado, existe también el de Derecho Administrativo con elementos comunes al
contrato de Derecho Privado, pero con elementos diferentes que derivan de su
contenido, de su fin, de los intereses distintos que afecta y de su régimen jurídico
propio.
Para Eduardo García de Enterría y Tomás Ramón Fernández en su obra “Curso de
Derecho Administrativo Pág. 737, sostienen que a diferencia de lo que ocurre en
los contratos civiles. “En los contratos administrativos las partes se reconocen
desiguales, en la medida en que una de ellas representa el interés general, el
servicio público, y la otra solamente puede exhibir su propio y particular interés.
La presencia del interés público determinará entonces que el contratante de la
administración titular del servicio público no esté obligado solamente a cumplir su
obligación como lo haría un particular con otro particular, sino que, por
extensión, lo esté también a todo lo que sea absolutamente necesario para
asegurar el funcionamiento regular y continuo del servicio público, con el cual
consiente en colaborar. La administración, por su parte, lo estará igualmente, más
allá de lo que es propio del Derecho común, a indemnizar al contratista en caso de
que la ampliación de sus obligaciones cause a éste un perjuicio anormal, que no
podía razonablemente prever en el momento de contratar.”
En este contexto, este Supremo Tribunal ha caracterizado como elementos
generales de todo Contrato Administrativo: la existencia de un acuerdo de
voluntades, la concurrencia de la Administración como una de las partes, la
generación de obligaciones entre el contratista y la Administración, el acuerdo de
voluntades se forma para la satisfacción de un fin directo o inmediato de carácter
público. Siendo los principales rasgos característicos de estas formas contractuales:
la primacía de la voluntad de la administración por sobre la voluntad del particular,
la cual se manifiesta en las condiciones del contrato; las formas solemnes en el
procedimiento de contratación; el predominio de la administración en la etapa de
ejecución, que se exterioriza en las denominadas cláusulas exorbitantes, por
guardarse prerrogativas propias de los órganos estatales, como son, el poder de
control, poder de modificación unilateral del contrato, entre otras, confesión
expresa de su papel protector de los intereses públicos.
Juan Carlos Cassagne en su obra “Derecho Administrativo” Tomo I Págs. 118 y
119, en cuanto al régimen exorbitante expresa: “El sistema del derecho
administrativo posee, como nota peculiar, una compleja gama de poderes o
potestades jurídicas que componen lo que se ha llamado régimen exorbitante, que
se determina y modula en los distintos países de un modo diferente, ya que el
mismo, en definitiva, es un producto de la categoría histórica que caracteriza al
P á g i n a 312 | 846
derecho administrativo” “La denominación de régimen exorbitante se mantiene
sólo en un sentido convencional que ya no responde a su significado originario,
pues su contenido se integra, además de las prerrogativas de poder público, con
las garantías que el ordenamiento jurídico instituye a favor de los particulares
para compensar el poder estatal y armonizar los derechos individuales con los
intereses públicos que persigue el Estado, cuya concreción, en los casos
particulares, está a cargo de la Administración pública. De ese modo, el régimen
exorbitante se configura como el sistema propio y típico del derecho
administrativo”.
Mencionando jurisprudencia corresponde citar el Auto Supremo Nº 264/2014 de 27
de mayo de 2014 “De lo expuesto diremos que estamos frente a un contrato
administrativo cuando: a) al menos una de las partes que interviene en su
celebración es la Administración Pública (elemento subjetivo); b) cuando el objeto
sobre el que versa se encuentra directamente relacionado con la satisfacción de
necesidades de carácter público –servicio o interés público- (elemento objetivo).
Nuestro ordenamiento positivo, en el art. 47 de la Ley 1178, reconoce la naturaleza
administrativa de los contratos que suscriben las entidades del Estado sujetas a esa
normativa de control, en ese sentido, en su parte final dispone que: " … son
contratos administrativos aquellos que se refieren a contratación de obras,
provisión de materiales, bienes y servicios y otros de similar naturaleza ...".
De acuerdo con el texto legal citado, revisten naturaleza administrativa, por
atribución legal, aquellos contratos que tengan por objeto directo: 1) la ejecución
de obras, 2) la provisión de materiales, bienes y servicios. Esto no quiere decir que
éstos sean los únicos contratos de naturaleza administrativa, pero si son los únicos
que expresamente se encuentran calificados como administrativos por la ley, en
razón del objeto sobre el que versan, siendo la propia ley la que abre la posibilidad
de que existan otros contratos administrativos en razón de su naturaleza, es decir a
su directa vinculación con el interés o servicio público.
La diferencia entre el contrato administrativo y el privado, es de trascendental
importancia a la hora de delimitar el régimen jurídico que resulte aplicable al
negocio a celebrar o en la ejecución del contrato, así como el orden jurisdiccional
competente para conocer de las controversias que surjan entre las partes.
Como podemos advertir, la diferencia existente entre el contrato administrativo y el
contrato privado, plantea un problema jurídico de mayor importancia, si se tiene en
cuenta la existencia de las jurisdicciones contencioso-administrativa y de la
jurisdicción ordinaria, pues las controversias emergentes de los contratos
administrativos no podrían ser sometidos a la jurisdicción ordinaria –civil-, sino a
la jurisdicción especializada contencioso-administrativa.
Al respecto el autor Rafael Bielsa, en la obra citada, señala que: “El conocimiento y
decisión de todo litigio sobrevenido en la ejecución (o interpretación
controvertida) de los contratos administrativos corresponde a los tribunales con
competencia en lo contencioso administrativo. El fundamento y justificación de

P á g i n a 313 | 846
esta competencia está en el objeto del contrato administrativo, es decir, al grado
de interés público que el contrato tiene”.
Por otra parte se debe señalar que la Constitución Política de Estado Plurinacional,
así como la Ley del Órgano Judicial, reconocen y regulan las jurisdicciones
especializadas y dentro de ellas a la jurisdicción contencioso administrativa,
desarrollada y regulada por la Ley Nº 620, al igual que la Ley No. 1178 de 20 de
julio de 1990; D.S. 181 de 28 de junio de 2009, así también el Código de
Procedimiento Civil en su art. 775 dispone: “En todos los casos en que existiere
contención emergente de los contratos, negociaciones o concesiones del Poder
Ejecutivo, conforme a las previsiones pertinentes a la Constitución Política del
Estado, se presentará la demanda ante la Corte Suprema de Justicia…”. Precepto
normativo que señalaba la competencia de los contratos administrativos a la
Extinta Corte Suprema de Justicia y que actualmente se encuentra regulada por la
Ley Nº 620 de 29 de diciembre de 2014.
La norma referida crea la jurisdicción especializada contencioso-administrativa
regulada como jurisdicción especial, la misma, en sus dos esferas, vale decir en lo
contencioso y en lo contencioso-administrativo, corresponde a la competencia de
las Salas Especializadas en materia Contenciosa y Contenciosa Administrativa de
los Tribunales Departamentales de justicia y del Tribunal Supremo de Justicia y en
cuanto a los recursos de casación conocerá la Sala Plena del Tribunal Supremo de
Justicia.
Consiguientemente son todos los Tribunales mencionados, a quienes por ley se les
atribuye la competencia para ejercer la jurisdicción contenciosa administrativa,
razón que por expreso mandato de la ley deben conocer las causas a que se refieren
los arts. 775 y 778 del Código de Procedimiento Civil, la primera hace referencia a
los casos en que exista controversia emergente de los contratos, negociaciones o
concesiones del Poder Ejecutivo, sin embargo esta última previsión, no debe ser
interpretada de manera limitativa, en sentido de hacer mención únicamente a los
contratos, negociaciones y concesiones del Poder Ejecutivo comprendido éste solo
en su nivel Central, por el contrario la misma debe ser interpretada en un sentido
amplio, pues, como se analizó inicialmente, el contrato de naturaleza
administrativa es el parámetro que debe tenerse en cuenta a efectos de habilitar la
jurisdicción especializada contencioso-administrativa, concluyendo que habrá
contrato administrativo en la esfera de los cuatro Órganos del Estado (Ejecutivo,
Legislativo, Judicial y Electoral), entidades públicas con plena autonomía y en si
en la esfera de toda entidad estatal sujeta a la Ley Nº 1178, pues en esos ámbitos
del Estado se desarrolla un función Administrativa y existe el interés público, que
cuando se constituye en el objeto directo de la contratación determina la naturaleza
administrativa del contrato.
Lo expuesto permite concluir que en el ámbito de la actual Constitución Política
del Estado y de la Ley Nº 620, la disposición final Tercera de la Ley Nº 439 de 19
de noviembre de 2013 (Código Procesal Civil). La competencia en lo contencioso-
administrativo, corresponde a las Salas Especializadas de los Tribunales
P á g i n a 314 | 846
Departamentales de Justicia así como a la Sala Especializada del Tribunal Supremo
de Justicia y en Casación ante la Sala Plena del máximo tribunal referido,
consiguientemente la competencia para el conocimiento y resolución de todo litigio
emergente de la interpretación controvertida y de la ejecución de los contratos
administrativos no corresponde a la Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia, de
igual manera resulta también contrario a las reglas de competencia jurisdiccional
someter esas controversias a los Tribunales ordinarios de materia civil o comercial,
lo que encontraría sanción en lo previsto por el art. 122 de la Constitución Política
del Estado que establece que: “Son nulos los actos de las personas que usurpen
funciones que no les competen, así como los actos de las que ejercen jurisdicción o
potestad que no emane de la ley”.
Dicho criterio ha sido asumido por este Tribunal, conforme a la Constitución
Política del Estado, la vasta jurisprudencia y la Ley 620.

CONTRATOS ADMINISTRATIVOS
Auto Supremo: 487/2016
Sucre: 16 de mayo de 2016
Proceso: Ordinario, (cumplimiento de obligación, pago de daños y perjuicios,
intereses, mantenimiento de valor y otros).
Con respecto a las demandas judiciales emergentes de contratos celebrados entre
una Entidad Pública con personas particulares como acontece en el caso presente,
este Tribunal Supremo de Justicia ya tiene consolidada la línea jurisprudencial a
través de los Autos Supremos Nº 236/2014, 251/2014, 253/2014, 254/2014 entre
otros, misma que se expone a continuación extrayendo únicamente lo más esencial
y sobresaliente del razonamiento jurisprudencial.
Los indicados fallos fueron emitidos en base a corrientes doctrinarias sustentado
por varios autores, entre estos se menciona a los siguientes:
Rafael Bielsa en su obra “Principios de Derecho Administrativo” define: “Es
contrato administrativo el que la Administración celebra con otra persona pública
o privada, física o jurídica, y que tiene por objeto una prestación de utilidad
pública”.
El citado autor considera que: “(…) en todo contrato administrativo deben
concurrir los siguientes elementos esenciales: a) Uno de los sujetos de la relación
jurídica es la Administración Pública (Estado, provincia, comuna o entidad
autárquica) obrando como tal, es decir, como entidad de derecho público. b) El
objeto del contrato es una prestación de utilidad pública; por ejemplo, un servicio
público propio, un empleo público, una obra pública (de interés general o
colectivo), etc.”

P á g i n a 315 | 846
Por otra parte, la teoría de la doble personalidad del Estado que se solía sustentar
en el pasado para justificar la celebración de contratos por parte del Estado como
persona de derecho privado, ha sido superada por la moderna doctrina; así Roberto
Dromi en su Obra “Derecho Administrativo”, Ed. 2006, pág. 472 señala: "La
personalidad del Estado es una. No tiene una doble personalidad, pública o
privada, que le posibilite celebrar contratos administrativos y contratos, civiles,
comerciales, sujeto a regímenes especiales. El Estado tiene una sola personalidad,
que es publica, aunque su actividad pueda en algunas oportunidades estar
regulada por el Derecho Privado".
En correspondencia con esta última corriente doctrinaria, Agustín Gordillo citando
a otros autores, manifiesta: “… Es que se opone a ello la doctrina moderna en
materia de personalidad y doble personalidad del Estado, la cual señala que, el
Estado es siempre persona pública y ente de derecho público, aun cuando penetre
en la esfera de las relaciones en que se mueven los entes o las personas privadas.
La administración es siempre persona de derecho público, que realiza operaciones
públicas, con fines públicos y dentro de los principios y formas del derecho
público, aunque revista sus actos con formas que son comunes al derecho privado
y use de los medios que éste autoriza y para objetos análogos”.
Nuestro ordenamiento positivo, en el art. 47 de la Ley 1178 reconoce la naturaleza
administrativa de los contratos que suscriben las entidades del Estado sujetas a esa
normativa de control gubernamental, la misma que en su parte final dispone: " …
son contratos administrativos aquellos que se refieren a contratación de obras,
provisión de materiales, bienes y servicios y otros de similar naturaleza ..."..
Como se podrá advertir, la citada norma legal, al margen de señalar de manera
expresa que contratos tienen naturaleza administrativos, deja abierta la posibilidad
la existencia de otros contratos administrativos en razón de su naturaleza jurídica,
siendo de trascendental importancia determinar esta situación a los efectos de
delimitar el régimen jurídico aplicable a dichos contratos en su celebración,
ejecución, así como el orden jurisdiccional y competencia para conocer las
controversias que surjan entre las partes.
Al respecto el nombrado autor Rafael Bielsa en su obra citada señala: “El
conocimiento y decisión de todo litigio sobrevenido en la ejecución (o
interpretación controvertida) de los contratos administrativos corresponde a los
tribunales con competencia en lo contencioso administrativo. El fundamento y
justificación de esta competencia está en el objeto del contrato administrativo, es
decir, en el grado de interés público que el contrato contiene”.
El mencionado autor sostiene que: “Es contrario al principio de la competencia
jurisdiccional someter a tribunales civiles o comerciales las contiendas surgidas
P á g i n a 316 | 846
en la ejecución o cumplimiento de un contrato administrativo. Tanto por el objeto
como por ser parte la Administración Pública, la competencia debe ser de los
tribunales contencioso-administrativos (…)”.
En nuestro ordenamiento jurídico en ningún momento ha reconocido competencia
a los jueces civiles para el conocimiento de demandas emergentes de contratos
administrativos; con la vigencia de la actual Constitución Política del Estado en su
art. 179.I se estableció las jurisdicciones especializadas al margen de las ya
existentes, sin embargo su funcionamiento no pudo consolidarse de manera plena
por falta de una ley específica que la regule, tan solo se emitieron disposiciones
legales transitorias sobre esta materia como la Ley Nº 212 del 23 de diciembre del
2011, la misma que en su art. 10.I asignaba competencia a la Sala Plena del
Tribunal Supremo de Justicia para el conocimiento de las causas contenciosas que
resultaren de los contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de
las demandas contenciosas-administrativas a que dieren lugar las resoluciones del
mismo, hasta que sean reguladas por Ley como jurisdicción especializada; nótese
que esa asignación de competencia no es a la jurisdicción ordinaria civil, sino a la
Sala Plena en su calidad de jurisdicción especial.
Actualmente, se encuentra en vigencia la Ley Nº 620 de 29 de diciembre de 2014,
la misma que crea en la estructura del Tribunal Supremo de Justicia y en los
Tribunales Departamentales de Justicia, las Salas en Materia Contenciosa y
Contenciosa Administrativa estableciendo sus atribuciones conforme se encuentra
descrito en sus art. 2 y 3; consiguientemente son los indicados Tribunales y en esas
instancias a quien la Ley atribuye competencia para ejercer la jurisdicción
contenciosa y contenciosa administrativa y conocer las causas a que se referían los
arts. 775 y 778 del Código de Procedimiento Civil, en tanto la misma no sea
regulada por ley especial; pretender someter esas controversias a los Jueces
ordinarios de materia civil o comercial, encontraría sanción en lo previsto por el
art. 122 de la Constitución Política del Estado.
La primera citada norma legal del Código de Procedimiento Civil hacia referencia
a los casos en que exista controversia emergente de los contratos, negociaciones o
concesiones del Poder Ejecutivo, sin embargo esta previsión legal no debe ser
entendida de manera limitativa, en sentido de hacer mención únicamente a los
contratos, negociaciones y concesiones del Poder Ejecutivo comprendido éste solo
en su nivel central; por el contrario la misma debe ser interpretada en un sentido
amplio, pues, como se analizó inicialmente, el contrato de naturaleza
administrativa es el parámetro que debe tenerse en cuenta a efectos de habilitar la
jurisdicción especializada contencioso-administrativa, concluyendo que habrá
contrato administrativo en la esfera de los cuatro Órganos del Estado (Ejecutivo,
P á g i n a 317 | 846
Legislativo, Judicial y Electoral), así como en las entidades públicas que gozan de
autonomía y en si en la esfera de toda entidad estatal sujeta a la Ley Nº 1178, pues
en esos ámbitos del Estado se desarrolla una función Administrativa y existe el
interés público, siendo el objeto de la contratación la que determina la naturaleza
administrativa del contrato.

CONTRATOS CIVILES Y ADMINISTRATIVOS


Auto Supremo: 310/2017
Sucre: 27 de marzo 2017
Proceso: Ordinario, resarcimiento de daño por resolución de contrato.
Se ha indicado que los contratos celebrados en el ámbito del derecho privado es sin
duda el medio más común de relacionamiento obligacional entre las personas y
constituye una de las principales fuentes generadoras de obligaciones, donde los
sujetos intervinientes persiguen intereses particulares y sus obligaciones y derechos
se mantienen en un plano de horizontalidad por la prestación recíproca que emana
del contrato, relación contractual propia del derecho privado que se encuentra
regulado ordinariamente por el Código Civil y en otros casos por el Código de
Comercio, siendo al respecto bastante amplios los estudios realizados tanto a nivel
de doctrina como en el ámbito de la jurisprudencia, aspecto que de ninguna manera
se pretende desconocer la importancia de ambas temáticas.
Empero no sólo los particulares crean, modifican o extinguen relaciones jurídicas
patrimoniales por medio de los contratos, también la Administración Pública lo
hace generando relaciones jurídicas bilaterales patrimoniales, donde interviene el
Estado como parte contratante a través de las diversas instituciones públicas que
compone la Administración Pública en general, relación contractual que se ve
compelida a la satisfacción de necesidades de carácter público y su regulación
pertenece al Derecho Administrativo; cuando éstos contratos tienen por objeto un
fin público ingresan a la categoría de los llamados contratos administrativos,
respecto a los cuales en el caso presente corresponde centrar nuestra atención.
Con relación a las demandas judiciales emergentes de contratos celebrados entre
una Entidad Pública con personas particulares como acontece en el caso presente,
este Tribunal Supremo de Justicia ya tiene plenamente consolidada la línea
jurisprudencial a través de varias resoluciones entre estos se tiene a los Autos
Supremos Nº 236/2014, 251/2014, 253/2014, 254/2014, cuyo contenido se expone
a continuación extrayendo únicamente lo más esencial y sobresaliente del
razonamiento jurisprudencial.
Los indicados fallos fueron emitidos en base a corrientes doctrinarias sustentado
por varios autores, entre estos se menciona a los siguientes:
Rafael Bielsa en su obra “Principios de Derecho Administrativo” define: “Es
contrato administrativo el que la Administración celebra con otra persona pública
o privada, física o jurídica, y que tiene por objeto una prestación de utilidad
pública”.

P á g i n a 318 | 846
El citado autor considera que: “(…) en todo contrato administrativo deben
concurrir los siguientes elementos esenciales: a) Uno de los sujetos de la relación
jurídica es la Administración Pública (Estado, provincia, comuna o entidad
autárquica) obrando como tal, es decir, como entidad de derecho público. b) El
objeto del contrato es una prestación de utilidad pública; por ejemplo, un servicio
público propio, un empleo público, una obra pública (de interés general o
colectivo), etc.”
Por otra parte, la teoría de la doble personalidad del Estado que se solía sustentar
en el pasado para justificar la celebración de contratos por parte del Estado como
persona de derecho privado, ha sido superada por la moderna doctrina; así Roberto
Dromi en su Obra “Derecho Administrativo”, Ed. 2006, pág. 472 señala: "La
personalidad del Estado es una. No tiene una doble personalidad, pública o
privada, que le posibilite celebrar contratos administrativos y contratos, civiles,
comerciales, sujeto a regímenes especiales. El Estado tiene una sola personalidad,
que es publica, aunque su actividad pueda en algunas oportunidades estar
regulada por el Derecho Privado".
En correspondencia con esta última corriente doctrinaria, Agustín Gordillo citando
a otros autores, manifiesta: “… Es que se opone a ello la doctrina moderna en
materia de personalidad y doble personalidad del Estado, la cual señala que, el
Estado es siempre persona pública y ente de derecho público, aun cuando penetre
en la esfera de las relaciones en que se mueven los entes o las personas privadas.
La administración es siempre persona de derecho público, que realiza operaciones
públicas, con fines públicos y dentro de los principios y formas del derecho
público, aunque revista sus actos con formas que son comunes al derecho privado
y use de los medios que éste autoriza y para objetos análogos”.
Nuestro ordenamiento positivo, en el art. 47 de la Ley 1178 reconoce la naturaleza
administrativa de los contratos que suscriben las entidades del Estado sujetas a esa
normativa de control gubernamental, la misma que en su parte final dispone: " …
son contratos administrativos aquellos que se refieren a contratación de obras,
provisión de materiales, bienes y servicios y otros de similar naturaleza ..."..
Como se podrá advertir, la citada norma legal, al margen de señalar de manera
expresa que contratos tienen naturaleza administrativos, deja abierta la posibilidad
de la existencia de otros contratos administrativos en razón de su naturaleza
jurídica, siendo de trascendental importancia determinar esta situación a los efectos
de delimitar el régimen jurídico aplicable a dichos contratos en su celebración,
ejecución, así como el orden jurisdiccional y competencia para conocer las
controversias que surjan entre las partes.
Al respecto el nombrado autor Rafael Bielsa en su obra citada señala: “El
conocimiento y decisión de todo litigio sobrevenido en la ejecución (o
interpretación controvertida) de los contratos administrativos corresponde a los
tribunales con competencia en lo contencioso administrativo. El fundamento y
justificación de esta competencia está en el objeto del contrato administrativo, es
decir, en el grado de interés público que el contrato contiene”.
P á g i n a 319 | 846
El mencionado autor sostiene: “Es contrario al principio de la competencia
jurisdiccional someter a tribunales civiles o comerciales las contiendas surgidas
en la ejecución o cumplimiento de un contrato administrativo. Tanto por el objeto
como por ser parte la Administración Pública, la competencia debe ser de los
tribunales contencioso-administrativos (…)”.
En nuestro ordenamiento jurídico en ningún momento ha reconocido competencia
a los jueces civiles para el conocimiento de demandas emergentes de contratos
administrativos; con la vigencia de la actual Constitución Política del Estado en su
art. 179.I se estableció las jurisdicciones especializadas al margen de las ya
existentes, sin embargo su funcionamiento no pudo consolidarse de manera plena
por falta de una ley específica que la regule, tan solo se emitieron disposiciones
legales transitorias sobre esta materia como la Ley Nº 212 del 23 de diciembre del
2011, la misma que en su art. 10.I asignaba competencia a la Sala Plena del
Tribunal Supremo de Justicia para el conocimiento de las causas contenciosas que
resultaren de los contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo, y de
las demandas contenciosas-administrativas a que dieren lugar las resoluciones del
mismo, hasta que sean reguladas por Ley como jurisdicción especializada; nótese
que esa asignación de competencia no es a la jurisdicción ordinaria civil, sino a la
Sala Plena en su calidad de jurisdicción especial.
Actualmente, se encuentra en vigencia la Ley Nº 620 de 29 de diciembre de 2014,
la misma que crea en la estructura del Tribunal Supremo de Justicia y en los
Tribunales Departamentales de Justicia, las Salas en Materia Contenciosa y
Contenciosa Administrativa estableciendo sus atribuciones conforme se encuentra
descrito en sus art. 2 y 3; consiguientemente son los indicados Tribunales y en esas
instancias a quien la Ley atribuye competencia para ejercer la jurisdicción
contenciosa y contenciosa administrativa y conocer las causas a que se referían los
arts. 775 y 778 del Código de Procedimiento Civil, en tanto la misma no sea
regulada por ley especial; pretender someter esas controversias a los Jueces
ordinarios de materia civil o comercial, encontraría sanción en lo previsto por el
art. 122 de la Constitución Política del Estado.
La primera citada norma legal del Código de Procedimiento Civil hacía referencia
a los casos en que exista controversia emergente de los contratos, negociaciones o
concesiones del Poder Ejecutivo, sin embargo esta previsión legal no debe ser
entendida de manera limitativa, en sentido de hacer mención únicamente a los
contratos, negociaciones y concesiones del Poder Ejecutivo comprendido éste solo
en su nivel central; por el contrario la misma debe ser interpretada en un sentido
amplio, pues, como se analizó inicialmente, el contrato de naturaleza
administrativa es el parámetro que debe tenerse en cuenta a efectos de habilitar la
jurisdicción especializada contencioso-administrativa, concluyendo que habrá
contrato administrativo en la esfera de los cuatro Órganos del Estado (Ejecutivo,
Legislativo, Judicial y Electoral), así como en las entidades públicas que gozan de
autonomía y en si en la esfera de toda entidad estatal sujeta a la Ley Nº 1178, pues
en esos ámbitos del Estado se desarrolla una función Administrativa y existe el
P á g i n a 320 | 846
interés público, siendo el objeto de la contratación la que determina la naturaleza
administrativa del contrato y por ende la competencia de la autoridad jurisdiccional
para el conocimiento de las controversias suscitadas de dicho contrato, así como
todas las situaciones que emerjan de esa relación contractual.

CONTRATOS CIVILES Y ADMINISTRATIVOS


Auto Supremo: 1082/2016
Sucre: 19 de septiembre 2016
Proceso: Cumplimiento de Contrato
Se ha indicado que los contratos celebrados en el ámbito del derecho privado es sin
duda una de las principales fuentes generadoras de obligaciones, de tal modo que
de ninguna manera se pretende desconocer su importancia de estos contratos;
empero no sólo los particulares crean, modifican o extinguen relaciones jurídicas
patrimoniales por medio de los contratos, también la Administración Pública lo
hace generando relaciones jurídicas bilaterales patrimoniales; cuando éstos
contratos tienen por objeto un fin público, ingresan a la categoría de los llamados
contratos administrativos y dentro de este contexto, este Tribunal ha acogido la
corriente doctrinaria desarrollada por los siguientes autores:
Miguel Ángel Bercaitz, citado por Juan Carlos Cassagne, en su obra "Contratos
Administrativos" señala: “El contrato no es una figura exclusiva del Derecho
Privado, existe también el de Derecho Administrativo con elementos comunes al
contrato de Derecho Privado, pero con elementos diferentes que derivan de su
contenido, de su fin, de los intereses distintos que afecta y de su régimen jurídico
propio”.
Fernando Garrido F. en su obra “Tratado de Derecho Administrativo” Vol. II, Pag.
37 indica: “La teoría del contrato administrativo ha surgido como una necesidad
impuesta por la realidad; se trata sencillamente de ciertas relaciones entre la
Administración Pública y los particulares nacidas por aplicación de una técnica
contractual y cuyo régimen, sin embargo, difiere sensiblemente del aplicable a los
contratos civiles.
Entre el contrato de naturaleza privada y el de naturaleza administrativa existen
puntos comunes, pero las diferencias justifican la separación de los regímenes
jurídicos a los que se encuentran sometidos unos y otros; de hecho, el estudio
pormenorizado de la materia podría inducirnos a sostener la existencia de más
diferencias que semejanzas”.
Rafael Bielsa en su obra “Principios de Derecho Administrativo” define: “Es
contrato administrativo el que la Administración celebra con otra persona pública

P á g i n a 321 | 846
o privada, física o jurídica, y que tiene por objeto una prestación de utilidad
pública”.
El citado autor considera que: “(…) en todo contrato administrativo deben
concurrir los siguientes elementos esenciales: a) Uno de los sujetos de la relación
jurídica es la Administración pública (Estado, provincia, comuna o entidad
autárquica) obrando como tal, es decir, como entidad de derecho público. b) El
objeto del contrato es una prestación de utilidad pública; por ejemplo, un servicio
público propio, un empleo público, una obra pública (de interés general o
colectivo), etc.”
En ese mismo sentido, para el autor Mariano Gómez González, contratos
administrativos son: "todos aquellos contratos en que interviene la Administración,
legalmente representada, y tienen por objeto la ejecución de una obra o servicio
público, ya sea en interés general del Estado, de la Provincia o del Municipio".
Finalmente, la teoría de la doble personalidad del Estado que se solía sustentar en
el pasado para justificar la intervención del Estado en la celebración de contratos
como persona de derecho privado, ha sido superada por el desarrollo de la moderna
doctrina; así Roberto Dromi (Derecho Administrativo, 2006, pág. 472) señala: "La
personalidad del Estado es una. No tiene una doble personalidad, pública o
privada, que le posibilite celebrar contratos administrativos y contratos, civiles,
comerciales, sujeto a regímenes especiales. El Estado tiene una sola personalidad,
que es publica, aunque su actividad pueda en algunas oportunidades estar
regulada por el Derecho Privado".
En correspondencia con esta última corriente doctrinaria, Agustín Gordillo citando
a otros autores, manifiesta: “… Es que se opone a ello la doctrina moderna en
materia de personalidad y doble personalidad del Estado, la cual señala que, el
Estado es siempre persona pública y ente de derecho público, aun cuando penetre
en la esfera de las relaciones en que se mueven los entes o las personas privadas.
La administración es siempre persona de derecho público, que realiza operaciones
públicas, con fines públicos y dentro de los principios y formas del derecho
público, aunque revista sus actos con formas que son comunes al derecho privado
y use de los medios que éste autoriza y para objetos análogos”.
De lo descrito, podemos indicar que el Estado o las instituciones públicas que lo
componen, actúan siempre como personas de derecho público, aunque algunos de
sus actos puedan ser regidos por el derecho privado, lo que no significa que se
despoje de su poder público y se le atribuya una personalidad privada.
Por lo manifestado concluiremos indicando que estamos frente a un contrato
administrativo cuando: a) al menos una de las partes que interviene en su
celebración es la Administración Pública (elemento subjetivo); b) cuando el objeto
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sobre el que versa se encuentra directamente relacionado con la satisfacción de
necesidades colectivas de carácter público –servicio o interés público- (elemento
objetivo), siendo básicamente estos los elementos que caracterizan para que un
contrato se configure como administrativo.
Nuestro ordenamiento positivo, en el art. 45 de la Ley 1178 reconoce la naturaleza
administrativa de los contratos que suscriben las entidades del Estado sujetas a esa
normativa de control gubernametal, la misma que en su parte final dispone: "… son
contratos administrativos aquellos que se refieren a contratación de obras,
provisión de materiales, bienes y servicios y otros de similar naturaleza ...".
De acuerdo al texto legal citado, revisten naturaleza administrativa por atribución
legal, aquellos contratos que tengan por objeto directo: 1) la ejecución de obras, 2)
la provisión de materiales, bienes y servicios. Esto no quiere decir que éstos sean
los únicos contratos de naturaleza administrativa, pero si son los únicos que
expresamente se encuentran calificados como administrativos por la ley, en razón
del objeto sobre el que versan, siendo la propia ley la que abre la posibilidad de que
existan otros contratos administrativos en razón de su naturaleza, es decir a su
directa vinculación con el interés o servicio público.
La determinación de la naturaleza jurídica y las diferencias entre el contrato
administrativo y el privado, es de trascendental importancia a la hora de delimitar
el régimen jurídico que resulte aplicable a dichos contratos en su celebración,
ejecución, así como el orden jurisdiccional y competencia para conocer de las
controversias que surjan entre las partes.
Como podemos advertir, la diferencia existente entre el contrato administrativo y el
contrato privado, plantea un problema jurídico de mayor importancia, si se tiene en
cuenta la existencia de las jurisdicciones contencioso-administrativa y de la
jurisdicción ordinaria, pues las controversias emergentes de los contratos
administrativos no podrían ser sometidas a la jurisdicción ordinaria civil, sino a la
jurisdicción especializada contencioso-administrativa.
Al respecto el autor Rafael Bielsa en su obra citada señala: “El conocimiento y
decisión de todo litigio sobrevenido en la ejecución (o interpretación
controvertida) de los contratos administrativos corresponde a los tribunales con
competencia en lo contencioso administrativo. El fundamento y justificación de
esta competencia está en el objeto del contrato administrativo, es decir, en el
grado de interés público que el contrato contiene”.
El mencionado autor comenta que: “Es contrario al principio de la competencia
jurisdiccional someter a tribunales civiles o comerciales las contiendas surgidas
en la ejecución o cumplimiento de un contrato administrativo. Tanto por el objeto

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como por ser parte la Administración Pública, la competencia debe ser de los
tribunales contencioso-administrativos (…)”.
En nuestro ordenamiento jurídico, con la vigencia de la actual Constitución Política
del Estado en su art. 179.I ha sido reconocida las jurisdicciones especializadas al
margen de las ya existentes, sin embargo su funcionamiento no pudo consolidarse
de manera plena por falta de una ley específica que la regule, tan solo se emitieron
disposiciones legales transitorias sobre esta materia como la Ley Nº 212 del 23 de
diciembre del 2011, la misma que en su art. 10.I asigna competencia a la Sala Plena
del Tribunal Supremo de Justicia para el conocimiento de las causas contenciosas
que resultaren de los contratos, negociaciones y concesiones del Órgano Ejecutivo,
y de las demandas contenciosas-administrativas a que dieren lugar las resoluciones
del mismo; hasta que sean reguladas por Ley como jurisdicción especializada”.
Por otra parte, recientemente fue puesta en vigencia la Ley Nº 620 de 29 de
diciembre de 2014 (también de carácter transitoria), la misma que crea en la
estructura del Tribunal Supremo de Justicia y en los Tribunales Departamentales de
Justicia, las Salas en Materia Contenciosa Administrativa estableciendo sus
atribuciones conforme se encuentran descritas en sus art. 2 y 3; sin embargo esta
disposición legal aún no se aplica a las causas que se encuentran en trámite o las
que ya se iniciaron con anterioridad a la vigencia de dicha Ley, por lo que las
mismas continúan siendo de competencia de la Sala Plena del Tribunal Supremo de
Justicia hasta su total conclusión conforme dispone de manera expresa el art. 6 de
la referida Ley Nº 620.
Consiguientemente, son los indicados Tribunales y en esas instancias a quien la ley
atribuye competencia para ejercer la jurisdicción contencioso-administrativa y
conocer las causas a que se refieren los arts. 775 y 778 del Código de
Procedimiento Civil, en tanto la misma no sea regulada por Ley especial; la
primera citada norma legal hace referencia a los casos en que exista controversia
emergente de los contratos, negociaciones o concesiones del Poder Ejecutivo, sin
embargo esta última previsión, no debe ser interpretada de manera limitativa, en
sentido de hacer mención únicamente a los contratos, negociaciones y concesiones
del Poder Ejecutivo comprendido éste solo en su nivel central, por el contrario la
misma debe ser interpretada en un sentido amplio, pues, como se analizó
inicialmente, el contrato de naturaleza administrativa es el parámetro que debe
tenerse en cuenta a efectos de habilitar la jurisdicción especializada contencioso-
administrativa, concluyendo que habrá contrato administrativo en la esfera de los
cuatro Órganos del Estado (Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Electoral), entidades
públicas con plena autonomía y en si en la esfera de toda entidad estatal sujeta a la
Ley Nº 1178, pues en esos ámbitos del Estado se desarrolla una función
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Administrativa y existe el interés público, siendo el objeto directo de la
contratación la que determina la naturaleza administrativa del contrato.
Estando debidamente asignada por ley (aunque de manera transitoria), la
competencia para el conocimiento y resolución de todo litigio emergente de la
interpretación controvertida y de la ejecución de los contratos administrativos a
determinadas instancias del Órgano Judicial con carácter especial; resulta contrario
a las reglas de competencia jurisdiccional someter esas controversias a los Jueces
ordinarios de materia civil o comercial, lo que encontraría sanción en lo previsto
por el art. 122 de la Constitución Política del Estado que establece que: “Son nulos
los actos de las personas que usurpen funciones que no les competen, así como los
actos de las que ejercen jurisdicción o potestad que no emane de la ley”.
Los criterios expuestos fueron asumidos por este Tribunal en los Autos Supremos
236/2014, 251/2014, 253/2014, 254/2014 entre muchos otros, así como en la
Sentencia Constitucional Plurinacional Nº 60/2014 de 3 de enero de 2014.

CONTRATOS SUJETOS A NORMAS ADMINISTRATIVAS


Auto Supremo: 256/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Cumplimiento de Obligación.
También corresponde precisar, que en función a los sujetos que intervienen en la
relación contractual y el tipo de legislación que le es aplicable, por lo que en
los contratos privados, donde los sujetos intervinientes persiguen intereses
particulares, y sus obligaciones y derechos se mantienen en un plano horizontal por
la prestación recíproca que emana del contrato; esta relación contractual es propia
del Derecho privado, y están regulados, corrientemente, por el Código Civil.
Por otro lado, se encuentran los contratos administrativos, donde interviene como
sujeto contractual el Estado, mediante las instituciones que componen la
Administración Pública, la relación contractual se ve compelida a la satisfacción de
necesidades de carácter público, y no en base a negociación contractual, sino en
base a parámetros ya descritos mediante un documento base de contratación y los
términos de un contrato preestablecido razón por la cual su regulación pertenece al
Derecho Administrativo.
Los contratos del Estado, están regidos predominantemente por el derecho público
y con un régimen jurídico único. Estrictamente hablando, no hay contratos civiles
de la Administración; en principio, todos son de derecho público, sometidos a
reglas especiales. Como ya lo señalamos, los contratos de la Administración
Pública se rigen predominantemente por el derecho público, pero los hay también
regidos en parte por el derecho privado. Así, están más próximos al derecho civil
más lejanos del derecho administrativo los contratos de cesión, permuta, donación,
compraventa, mandato, depósito, fianza, transporte, contratos aleatorios. Por el
contrario, están más cerca del derecho administrativo los contratos de empleo o
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función pública, empréstito, concesión de servicios públicos, concesión de obras
públicas, obra pública y suministro.
Siendo primordial fijar la atención en ésta distinción, en consideración a que un
contrato de carácter privado no es equiparable a uno de naturaleza administrativa,
por las características y elementos que las componen, y en el caso, por el régimen
jurisdiccional a la cual están expuestas al presentarse las controversias que deriven
de ellas.
En ese antecedente es necesario efectuar precisiones referidas a la jurisdicción
contenciosa-administrativa, entendiendo como su nombre indica, la referencia a
una controversia con la Administración Pública y, esa contención o controversia se
produce porque se considera que un acto administrativo es ilegal o ilegítimo,
porque una actividad administrativa lesiona el derecho subjetivo de un particular.
La jurisdicción contenciosa administrativa ha sido instituida para establecer si la
Administración Pública ha sujetado su actuación al principio de legalidad; la
jurisdicción contenciosa-administrativa abarca, sin excepción, a todos los actos de
la administración y en particular en tratándose de controversias suscitadas a raíz de
los contratos administrativos que celebra esta, la jurisdicción contencioso-
administrativa, adquiere competencia para conocer y resolver dichas controversias
en el marco del proceso contencioso, cuya regulación en nuestro ordenamiento
jurídico se encuentra comprendido en los arts. 775 del Código de Procedimiento
Civil y art. 10 parágrafo I de la Ley Nº 212.
Inicialmente sólo se sometió el acto administrativo al control jurisdiccional de
legalidad, luego dicho control se hizo extensivo a la actividad de la administración
Pública, naciendo así la llamada jurisdicción contenciosa-administrativa como
actualmente se la concibe y, con ello se profundizó el Estado de Derecho al
predicarse la vigencia del principio de legalidad y de sujeción de la administración
a la Ley.
Como se podrá apreciar, el proceso contencioso-administrativo ha evolucionado y
pasó de ser un proceso al acto administrativo, para convertirse en un proceso de
protección del derecho del particular frente a la actuación de la Administración
Pública.
En definitiva, está el sólido sustento que la jurisdicción contenciosa-administrativa,
es la jurisdicción especializada que tiene competencia para ejercer control jurídico
sobre la actuación de la Administración Pública, arribando a la conclusión de que
en las cuestiones referidas a la actuación de la Administración Pública
corresponden a esa jurisdicción especializada y no a la ordinaria.
La evolución de la ciencia del derecho y por ende de la jurisprudencia en sujeción a
lo determinado por la Constitución Política del Estado y los nuevos principios y
valores en respuesta a los nuevos objetivos del Estado, y la prevalencia del interés
público por encima del interés privado, este Tribunal Supremo de Justicia ha
adoptado una línea jurisprudencial emitiendo Autos Supremos como los signados
con los números 405/2012, 419/2012 entre otros, encaminados a determinar que las
contenciones emergentes de contratos administrativos y su correcta vía de
P á g i n a 326 | 846
impugnación, partiendo de varias definiciones de contrato administrativo o contrato
de la administración, entendido como la declaración de voluntades productora de
efectos jurídicos entre dos o más personas de las cuales una está en ejercicio de la
función administrativa; resaltamos como características propias: a) el objeto del
contrato administrativo vinculado directamente al interés general, es decir, que la
obra o el servicio cuya realización y prestación se persigue constituye precisamente
la realización de los fines de la administración; b) la participación de un órgano
estatal o ente estatal en ejercicio de la función administrativa y; c) las prerrogativas
especiales de la administración en orden a su interpretación, modificación,
ejecución y Resolución, particularidades y razonamientos que sirvieron de base
para la emisión de los fallos referidos.
Finalmente con relación a este tipo de contratos es de hacer notar lo normado por el
art. 47 de la Ley 1178, de 20 de julio de 1990 que establece: “Son contratos
Administrativos aquellos que se refieren a contratación de obras, provisión de
materiales, bienes y servicios y otros de similar naturaleza”.
Bajo ese razonamiento y afirmada como está la existencia de la jurisdicción
especializada contencioso-administrativo, y recordando que el contrato
administrativo o contrato de administración (reconocido por el art. 47 de la Ley
Nro. 1178), si bien tiene elementos comunes al contrato privado, empero tiene
varias variantes que dependen de su contenido, de su fin de los distintos intereses
que afecta y de su régimen jurídico propio. Como sostiene el autor Roberto Dromi,
en su obra Derecho Administrativo; establecimos que en caso de controversias
suscitadas a raíz de un contrato administrativo, la jurisdicción que deberá dirimir
esa controversia, es la contencioso-administrativa…
Bajo el entendimiento se infiere que la contención emergente de los contratos
administrativos corresponde conocer en su trámite al Tribunal Supremo de Justicia
en su Sala Plena como proceso contencioso, jurisdicción procesal que deberá
mantenerse hasta que el órgano legislativo dote de la normativa adecuada como
una Jurisdicción especializada, dispuesta así por la actual Constitución Política del
Estado, en la última parte del art. 179 parágrafo I que dispone: (… existirán
jurisdicciones especializadas reguladas por la ley), en ese mismo sentido por el
art. 4 parágrafo I num. 3) y en su disposición transitoria décima de la Ley del
Órgano Judicial No. 025, posición legal que no es contraria al Derecho comparado,
lo privado regido por la jurisdicción Civil y lo administrativo por la jurisdicción
Contenciosa Administrativa.
Siendo preciso concluir acudiendo una vez más al autor Roberto Dromi que la
personalidad del Estado es una, no tiene una doble personalidad, que es Pública,
aunque su actividad en algunas oportunidades puede estar regulada por el Derecho
Privado, que no es el caso que se analiza.
Finalmente y previo análisis del contrato del que se originó el cuestionamiento de
su Resolución, queda claro y sin lugar a duda que los contratos que celebra el
Estado a través de cualquiera de sus órganos: Legislativo, Ejecutivo, Judicial
Electoral o a través de cualesquier entidad pública en función de su poder de
P á g i n a 327 | 846
administración, y que tienen por objeto la ejecución de una obra o servicio de
interés general, revisten naturaleza administrativa, por tanto sujetos a una
regulación especial ajena a la regulación ordinaria civil que sólo es aplicada en
forma supletoria en cuanto no contraríe las normas y fines del derecho
administrativo.
Finalmente para establecer si se ha cumplido o ha incumplido las condiciones o
cláusulas en los contratos de los cuales se pretende la nulidad, la determinación
pasa por realizar un análisis de las normas administrativas las cuales están
establecidas en la leyes o reglamentos, las mismas que corresponden al campo del
derecho administrativo.
Para concluir debemos decir que en el ámbito de la actual Constitución Política del
Estado y de la Ley Nº 620, la disposición final Tercera de la Ley Nº 439 de 19 de
noviembre de 2013 (Código Procesal Civil). La competencia en lo contencioso-
administrativo, corresponde a las Salas Especializadas de los Tribunales
Departamentales de Justicia así como a la Sala Especializada del Tribunal Supremo
de Justicia y en Casación ante la Sala Plena del máximo tribunal referido,
consiguientemente la competencia para el conocimiento y resolución de todo litigio
emergente de la interpretación controvertida y de la ejecución de los contratos
administrativos no corresponde a la Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia, de
igual manera resulta también contrario a las reglas de competencia jurisdiccional
someter esas controversias a los Tribunales ordinarios de materia civil o comercial,
lo que encontraría sanción en lo previsto por el art. 122 de la Constitución Política
del Estado que establece que: “Son nulos los actos de las personas que usurpen
funciones que no les competen, así como los actos de las que ejercen jurisdicción o
potestad que no emane de la ley”.
Dicho criterio ha sido asumido por este Tribunal, conforme a la Constitución
Política del Estado, la vasta jurisprudencia.

CONTRATOS SUJETOS A NORMAS ADMINISTRATIVAS


Auto Supremo: 663/2017
Sucre: 19 de junio 2017
Proceso: Reconocimiento judicial de derechos.
Al respecto corresponde precisar, que en función a los sujetos que intervienen en
la relación contractual y el tipo de legislación que les es aplicable, se puede hablar
de diferentes tipos de contratos, entre ellos los contratos privados, donde los
sujetos intervinientes persiguen intereses particulares y sus obligaciones y derechos
se mantienen en un plano horizontal por la prestación recíproca que emana del
contrato; esta relación contractual es propia del Derecho privado, y están
regulados, corrientemente, por el Código Civil.
Por otro lado, se encuentran los contratos administrativos, que partiendo de varias
definiciones de contrato administrativo o contrato de la administración, es
entendido como la declaración de voluntades productora de efectos jurídicos entre
dos o más personas de las cuales una está en ejercicio de la función administrativa;
P á g i n a 328 | 846
resaltamos como características propias: a) el objeto del contrato administrativo
vinculado directamente al interés general, es decir, que la obra o el servicio cuya
realización y prestación se persigue constituye precisamente la realización de los
fines de la administración; b) la participación de un órgano estatal o ente estatal en
ejercicio de la función administrativa y; c) las prerrogativas especiales de la
administración en orden a su interpretación, modificación, ejecución y Resolución,
particularidades y razonamientos que sirvieron de base para la emisión de los fallos
referidos. Del mismo modo, debemos señalar que los contratos administrativos son
aquellos donde interviene como sujeto contractual el Estado, mediante las
instituciones que componen la Administración Pública, la relación contractual se
ve compelida a la satisfacción de necesidades de carácter público, y no en base a
negociación contractual, sino en base a parámetros ya descritos mediante un
documento base de contratación y los términos de un contrato preestablecido razón
por la cual su regulación pertenece al Derecho Administrativo
De ahí que, los contratos del Estado, están regidos predominantemente por el
derecho público y con un régimen jurídico único. Estrictamente hablando, no hay
contratos civiles de la Administración, en principio, todos son de derecho público,
sometidos a reglas especiales, como ya lo señalamos, los contratos de la
Administración Pública se rigen predominantemente por el derecho público, pero
los hay también regidos en parte por el derecho privado. Así, están más próximos
al derecho civil más lejanos del derecho administrativo los contratos de cesión,
permuta, donación, compraventa, mandato, depósito, fianza, transporte, contratos
aleatorios. Por el contrario, están más cerca del derecho administrativo los
contratos de empleo o función pública, empréstito, concesión de servicios públicos,
concesión de obras públicas, obra pública y suministro.

Siendo primordial fijar la atención en ésta distinción, en consideración a que un


contrato de carácter privado no es equiparable a uno de naturaleza administrativa,
por las características y elementos que las componen, y en el caso, por el régimen
jurisdiccional a la cual están expuestas al presentarse las controversias que deriven
de ellas, en ese antecedente es necesario efectuar precisiones referidas a la
jurisdicción contenciosa-administrativa, entendiendo como su nombre indica, la
referencia a una controversia con la Administración Pública y, esa contención o
controversia se produce porque se considera que un acto administrativo es ilegal o
ilegítimo, porque una actividad administrativa lesiona el derecho subjetivo de un
particular.
La jurisdicción contenciosa administrativa ha sido instituida para establecer si la
Administración Pública ha sujetado su actuación al principio de legalidad; la
jurisdicción contenciosa-administrativa abarca, sin excepción, a todos los actos de
la administración y en particular en tratándose de controversias suscitadas a
raíz de los contratos administrativos que celebra esta, la jurisdicción
contencioso-administrativa, adquiere competencia para conocer y resolver dichas
controversias en el marco del proceso contencioso, cuya regulación en nuestro
P á g i n a 329 | 846
ordenamiento jurídico se encontraba comprendido en los arts. 775 del Código de
Procedimiento Civil y art. 10 parágrafo I de la Ley Nº 212.
Inicialmente sólo se sometió el acto administrativo al control jurisdiccional de
legalidad, luego dicho control se hizo extensivo a la actividad de la administración
Pública, naciendo así la llamada jurisdicción contenciosa-administrativa como
actualmente se la concibe y, con ello se profundizó el Estado de Derecho al
predicarse la vigencia del principio de legalidad y de sujeción de la administración
a la Ley.
Como se podrá apreciar, el proceso contencioso-administrativo ha evolucionado y
pasó de ser un proceso al acto administrativo, para convertirse en un proceso de
protección del derecho del particular frente a la actuación de la Administración
Pública.
En definitiva, está el sólido sustento que la jurisdicción contenciosa-administrativa,
es la jurisdicción especializada que tiene competencia para ejercer control jurídico
sobre la actuación de la Administración Pública, arribando a la conclusión de que
en las cuestiones referidas a la actuación de la Administración Pública
corresponden a esa jurisdicción especializada y no a la ordinaria.
De esta manera, la evolución de la ciencia del derecho y por ende de la
jurisprudencia en sujeción a lo determinado por la Constitución Política del Estado
y los nuevos principios y valores en respuesta a los nuevos objetivos del Estado, y
la prevalencia del interés público por encima del interés privado, este Tribunal
Supremo de Justicia ha adoptado una línea jurisprudencial emitiendo diferentes
Autos Supremos, como los signados con los números 405/2012 y 419/2012, entre
otros, encaminados estos a determinar que las contenciones emergentes de
contratos administrativos y su correcta vía de impugnación, es la contenciosa
administrativa.
Ahora bien, con relación a este tipo de contratos es de hacer notar lo normado por
el art. 47 de la Ley 1178, de 20 de julio de 1990 que establece: “Son contratos
Administrativos aquellos que se refieren a contratación de obras, provisión de
materiales, bienes y servicios y otros de similar naturaleza”.
Bajo ese razonamiento y afirmada como está la existencia de la jurisdicción
especializada contencioso-administrativo, y recordando que el contrato
administrativo o contrato de administración (reconocido por el art. 47 de la Ley
Nro. 1178), si bien tiene elementos comunes al contrato privado, empero tiene
varias variantes que dependen de su contenido, de su fin de los distintos intereses
que afecta y de su régimen jurídico propio. Como sostiene el autor Roberto Dromi,
en su obra Derecho Administrativo; establecimos que en caso de controversias
suscitadas a raíz de un contrato administrativo, la jurisdicción que deberá dirimir
esa controversia, es la contencioso-administrativa…..
Bajo el entendimiento se infirió que la contención emergente de los contratos
administrativos correspondía conocer en su trámite al Tribunal Supremo de Justicia
en su Sala Plena como proceso contencioso, jurisdicción procesal que debía
mantenerse hasta que el órgano legislativo dote de la normativa adecuada como
P á g i n a 330 | 846
una Jurisdicción especializada, dispuesta así por la actual Constitución Política del
Estado, en la última parte del art. 179 parágrafo I que dispone: (… existirán
jurisdicciones especializadas reguladas por la ley), en ese mismo sentido por el
art. 4 parágrafo I num. 3) y en su disposición transitoria décima de la Ley del
Órgano Judicial No. 025, posición legal que no es contraria al Derecho comparado,
lo privado regido por la jurisdicción Civil y lo administrativo por la jurisdicción
Contenciosa- Administrativa.
Siendo preciso concluir acudiendo una vez más al autor Roberto Dromi que la
personalidad del Estado es una, no tiene una doble personalidad, que es Pública,
aunque su actividad en algunas oportunidades puede estar regulada por el Derecho
Privado, que no es el caso que se analiza.
Finalmente queda claro y sin lugar a duda que los contratos que celebra el Estado a
través de cualquiera de sus órganos: Legislativo, Ejecutivo, Judicial Electoral o a
través de cualquier entidad pública en función de su poder de administración, y que
tienen por objeto la ejecución de una obra o servicio de interés general, revisten
naturaleza administrativa, por tanto sujetos a una regulación especial ajena a la
regulación ordinaria civil que sólo es aplicada en forma supletoria en cuanto no
contraríe las normas y fines del derecho administrativo. Sin embargo, al margen de
lo ya expuesto, para establecer si se ha cumplido o ha incumplido las
condiciones o cláusulas en los contratos de los cuales se pretende la nulidad, la
determinación pasa por realizar un análisis de las normas administrativas las
cuales están establecidas en la leyes o reglamentos, las mismas que
corresponden al campo del derecho administrativo.
Para concluir debemos decir que en el ámbito de la actual Constitución Política del
Estado y de la Ley Nº 620, la disposición final Tercera de la Ley Nº 439 de 19 de
noviembre de 2013 (Código Procesal Civil) estableció que la competencia en lo
contencioso-administrativo, corresponde a las Salas Especializadas de los
Tribunales Departamentales de Justicia así como a la Sala Especializada del
Tribunal Supremo de Justicia y en Casación ante la Sala Plena del máximo
Tribunal referido, consiguientemente la competencia para el conocimiento y
resolución de todo litigio emergente de la interpretación controvertida y de la
ejecución de los contratos administrativos no corresponde a la Sala Civil del
Tribunal Supremo de Justicia, de igual manera resulta también contrario a las
reglas de competencia jurisdiccional someter esas controversias a los Tribunales
ordinarios de materia civil o comercial, lo que encontraría sanción en lo previsto
por el art. 122 de la Constitución Política del Estado que establece que: “Son nulos
los actos de las personas que usurpen funciones que no les competen, así como los
actos de las que ejercen jurisdicción o potestad que no emane de la ley”.

CONTRATOS SUSCRITOS BAJO EL D.S. Nº 28794


Auto Supremo: 210/2017
Sucre: 08 de marzo 2017

P á g i n a 331 | 846
Proceso: Demanda incumplimiento de obligación, más pago de daños y perjuicios

Al respecto el Tribunal Supremo de Justicia ha emitido el Auto Supremo 190/2013


de 17 de abril estableciendo que: “Bajo ese razonamiento y afirmada como está la
existencia de la jurisdicción especializada contencioso-administrativo, y
recordando que el contrato administrativo o contrato de administración
(reconocido por el art. 47 de la Ley Nro. 1178), si bien tiene elementos comunes al
contrato privado, empero tiene varias variantes que dependen de su contenido, de
su fin de los distintos intereses que afecta y de su régimen jurídico propio. Como
sostiene el autor Roberto Dromi, en su obra Derecho Administrativo; establecimos
que en caso de controversias suscitadas a raíz de un contrato administrativo, la
jurisdicción que deberá dirimir esa controversia, es la contencioso-administrativa.
En el caso sub lite, como se ha explanado en los puntos 1, 2, y 3 de los
fundamentos jurídicos del presente fallo se tiene que el actor pretende el pago de
daños y perjuicios a raíz de contratos efectuados para la construcción de vivienda,
sujeta al Decreto Supremo Nº 28794 de fecha 12 de julio de 2006, efectuados bajo
la política gubernamental de dar solución al problema habitacional en ciertos
sectores del país, por lo que la misma debe ser dilucidada ante la jurisdicción
contenciosa-administrativa y no ante el Juez de la jurisdicción ordinaria en
materia Civil, toda vez que los contratos que dieron mérito a la Resolución y su
posterior reclamo por daños y perjuicios, no constituye contrato privado sino uno
de naturaleza administrativa; siendo absolutamente sustentado el análisis
efectuado respecto al Juez o Tribunal competente que ejerce la jurisdicción
contencioso administrativo, no existiendo disposición legal que habilite a la
jurisdicción ordinaria en materia Civil ejercer la jurisdicción contencioso
administrativo….”.

CONTRATOS, DIFERENCIA ENTRE CONTRATOS ADMINISTRATIVOS


Y PRIVADOS
Auto Supremo: 972/2015 - L
Sucre: 27 de octubre 2015
Para tal efecto conviene señalar que en el campo del derecho privado el contrato
resulta la principal fuente generadoras de obligaciones, empero no solo los
particulares crean, modifican o extinguen relaciones jurídicas patrimoniales por
medio de los contratos, también la Administración Pública lo hace, generando
relaciones jurídicas bilaterales patrimoniales que, cuando tienen por objeto un fin
público, ingresan a la categoría de los llamados contratos administrativos.
Para el autor Miguel Ángel Bercaitz, citado por Juan Carlos Cassagne, en la obra
"Contratos Administrativos": El contrato no es una figura exclusiva del Derecho
Privado, existe también el de Derecho Administrativo con elementos comunes al
contrato de Derecho Privado, pero con elementos diferentes que derivan de su

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contenido, de su fin, de los intereses distintos que afecta y de su régimen jurídico
propio.
“La teoría del contrato administrativo ha surgido como una necesidad impuesta
por la realidad. Se trata sencillamente de ciertas relaciones entre la
Administración y los particulares nacidas por aplicación de una técnica
contractual y cuyo régimen, sin embargo, difiere sensiblemente del aplicable a los
contratos civiles.”. (Fernando Garrido Falla en “Tratado de Derecho
Administrativo” Vol. II, Pag.37).
Entre el contrato de naturaleza privada y el de naturaleza administrativa existen
puntos comunes, pero las diferencias justifican la separación de los regímenes
jurídicos a los que se en encuentran sometidos unos y otros; de hecho, el estudio
pormenorizado de la materia podría inducirnos a sostener la existencia de más
diferencias que semejanzas.
Rafael Bielsa en su obra “Principios de Derecho Administrativo”, señala: “Es
contrato administrativo el que la Administración celebra con otra persona pública
o privada, física o jurídica, y que tiene por objeto una prestación de utilidad
pública”, el citado autor considera que: “(…) en todo contrato administrativo
deben concurrir los siguientes elementos esenciales: a) Uno de los sujetos de la
relación jurídica es la Administración pública (Estado, provincia, comuna o
entidad autárquica) obrando como tal, es decir, como entidad de derecho público.
b) El objeto del contrato es una prestación de utilidad pública; por ejemplo, un
servicio público propio, un empleo público, una obra pública (de interés general o
colectivo), etc.
En ese mismo sentido, para el autor Mariano Gómez González, contratos
administrativos son: "todos aquellos contratos en que interviene la Administración,
legalmente representada, y tienen por objeto la ejecución de una obra o servicio
público, ya sea en interés general del Estado, de la Provincia o del Municipio".
De lo expuesto diremos que estamos frente a un contrato administrativo cuando: a)
al menos una de las partes que interviene en su celebración es la Administración
Pública (elemento subjetivo); b) cuando el objeto sobre el que versa se encuentra
directamente relacionado con la satisfacción de necesidades de carácter público –
servicio o interés público- (elemento objetivo), que resulta importante para la
comprensión de la presente resolución.
En nuestra legislación el art. 45 de la Ley 1178, reconoce la naturaleza
administrativa de los contratos que suscriben las entidades de la Administración
Pública que están sujetas a esa norma matriz de control, en ese sentido, en su parte
final dispone que: " … son contratos administrativos aquellos que se refieren a
contratación de obras, provisión de materiales, bienes y servicios y otros de
similar naturaleza ...", de acuerdo a ello revisten naturaleza administrativa, por
atribución legal, aquellos contratos que tengan por objeto directo: 1) la ejecución
P á g i n a 333 | 846
de obras, 2) la provisión de materiales, bienes y servicios. Esto no quiere decir que
éstos sean los únicos contratos de naturaleza administrativa, pero si son los únicos
que expresamente se encuentran calificados como administrativos por la ley, en
razón del objeto sobre el que versan, siendo la propia ley la que abre la posibilidad
de que existan otros contratos administrativos en razón de su naturaleza, es decir a
su directa vinculación con el interés o servicio publico.
La diferencia entre el contrato administrativo y el privado, es de trascendental
importancia a la hora de delimitar el régimen jurídico que resulte aplicable al
negocio a celebrar o en la ejecución del contrato, mas aún en el orden
jurisdiccional competente para conocer de las controversias que surjan entre las
partes, esto por razón de la especialidad.
El Órgano jurisdiccional competente para el conocimiento de estos litigios,
emergentes de contratos administrativos no puede ser confundido con el mismo
operador judicial que atienda los litigios de índole privada, para el mismo nos
permitimos citar el aporte doctrinario de Rafael Bielsa quien señala: “El
conocimiento y decisión de todo litigio sobrevenido en la ejecución (o
interpretación controvertida) de los contratos administrativos corresponde a los
tribunales con competencia en lo contencioso administrativo. El fundamento y
justificación de esta competencia está en el objeto del contrato administrativo, es
decir, en el grado de interés público que el contrato contiene”, también señala
que: “Es contrario al principio de la competencia jurisdiccional someter a
tribunales civiles o comerciales las contiendas surgidas en la ejecución o
cumplimiento de un contrato administrativo. Tanto por el objeto (ratione materiae)
como por ser parte la Administración pública (ratione personae), la competencia
debe ser de los tribunales contencioso-administrativos (…)”.
El criterio sobre los contratos administrativos de forma general ha sido expuesto
en distintos Auto Supremos como el Nº 532/2012, 534/2012, 115/2013 y varios
otros que tuvieron la observación y fueron resueltos favorablemente en la vía
constitucional ratificando el criterio de los mencionados fallos ordinarios.

CONTRATOS, NOCION
Auto Supremo:805/2015 - L
Sucre:15 de Septiembre 2015
Al margen, corresponde en principio precisar que el art. 450 del Código Civil
refiere: “Hay contrato cuando dos o más personas se ponen de acuerdo para
constituir, modificar o extinguir entre si una relación jurídica”, sobre el termino
contrato podemos hacer alusión al DICCIONARIO DE CIENCIAS JURIDICAS
POLITICAS Y SOCIALES de MANUEL OSORIO, el cual define este término
como: “Pacto o convenio entre partes que se obligan sobre materia o cosa
determinadas y a cuyo cumplimiento pueden ser compelidas”. Asimismo, Capitant
P á g i n a 334 | 846
lo define como: “Acuerdo de voluntades entre dos o más personas con el objeto de
crear entre ellas vínculos y obligaciones”. De las alusiones doctrinarias podemos
destacar que la concepción más clara de un contrato resulta ser el acuerdo de dos
o más voluntades, con la finalidad de generar obligaciones y derechos, teniendo
presente dicha premisa, en el caso en cuestión conforme a la voluntad contractual
de las partes, esta permite dos aspectos importantes: -la libertad para contratar y la
libertad contractual-, enfocada la primera a ser o no sujeto contractual con una o
varias personas, y la segunda orienta los limites bajo los cuales se ha de realizar o
concretar el contrato, es decir el fin o el objeto del contrato, lo cual permite la
concretización de los contratos, y en el caso en cuestión el ahora recurrente
conforme a esa voluntad contractual ha establecido que ante el incumplimiento del
pago, la obligación ha de ser ejecutivamente coercible, y el hecho de que ahora
desconozca lo pactado, resulta en una conducta reprochable, ya que, su voluntad no
puede ser desconocida, contraviniendo la teoría de los actos propios, que es un
principio general del derecho, fundado en la buena fe, que impone un deber
jurídico de respeto y sometimiento a una situación jurídica creada anteriormente
por la conducta del mismo sujeto, evitando así la agresión a un interés ajeno y el
daño consiguiente, cuyo fundamento reposa en el hecho de que resulta inadmisible
que un litigante o contratante sostenga su postura invocando hechos que contraríen
sus propias afirmaciones o asuma una actitud opuesta a la tomada anteriormente en
otro acto. La teoría de los actos propios prohíbe la sorpresa, la volubilidad en el
actuar de las partes preservando el ámbito del litigio judicial, pero también el de las
relaciones contractuales, de los cambios bruscos de conducta, sean estos culposos o
malintencionados; el Dr. Marcelo J. López Mesa en su obra: “la doctrina de los
actos propios: esencia y requisitos de aplicación”, refiere que se ha resuelto que la
doctrina de los propios actos importa una barrera opuesta a la pretensión judicial,
por la cual se impide el obrar incoherente que lesiona la confianza suscitada en la
otra parte de la relación e impone a los sujetos un comportamiento probo en las
relaciones jurídicas, pues no es posible permitir que se asuman pautas que suscitan
expectativas y luego se auto-contradigan al efectuar un reclamo judicial, porcuanto,
no resulta lógico ni coherente que el ahora recurrente desconozca lo que fue
pactado en su momento, deviniendo en infundado su recurso

CONVENIO ARBITRAL, ESCRITO


Auto Supremo: 913/2015 - L
Sucre: 9 de Octubre 2015.
De lo señalado, resulta necesario referirnos a la abrogada Ley Nº 1770 de Arbitraje
y Conciliación, aplicable al caso, que en su art. 10 establece: “El convenio arbitral
se instrumentaliza por escrito, sea como cláusula de un contrato principal o por

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acuerdo separado del mismo. Su existencia deriva de la suscripción del contrato
principal o de un convenio arbitral específico o del intercambio de cartas, télex,
facsímiles o de cualquier otro medio de comunicación, que deje constancia
documental de la voluntad de ambas partes de someterse al arbitraje”. De igual
forma, el art. 12 de dicha norma determina: “I. El convenio arbitral importa la
renuncia de las partes a iniciar proceso judicial sobre las materias o controversias
sometidas al arbitraje. II. La Autoridad judicial que tome conocimiento de una
controversia sujeta a arbitraje debe inhibirse de conocer el caso cuando lo solicite
la parte judicialmente demandada. En este caso, dicha parte puede oponer
excepción de arbitraje en forma documentada y antes de la contestación. La
excepción será resuelta sin mayor trámite, mediante Resolución expresa. III.
Constatada la existencia del convenio arbitral y sin lugar a recurso alguno, la
Autoridad judicial competente declarará probada la excepción de arbitraje o
pronunciándose únicamente sobre la nulidad o la ejecución imposible del convenio
arbitral, desestimará la excepción de arbitraje”.”

COPIAS FOTOGRAFICAS Y MICRO FILMICAS


Auto Supremo: 230/2017
Sucre: 08 de marzo 2017
Proceso: Anulabilidad de Escritura Pública.
El art. 13011 del Código Civil establece que: "I. Las copias fotográficas u otras
obtenidas por métodos técnicos para la reproducción directa de documentos
originales, harán la misma fe que éstos si son nítidas y si su conformidad con el
original auténtico y completo se acredita por un funcionario público autorizado,
previa orden judicial o de autoridad competente, o, a falta de esto, si la parte a
quien se opongan no las desconoce expresamente” (las negrillas son nuestras).
Si bien el aludido precepto normativo en su parágrafo I establece que tienen el
mismo valor que el original si son nítidas y si su conformidad con el original
auténtico y completo se acredita por un funcionario público autorizado, también es
cierto que en ausencia de estos requisitos dichos documentos surten efectos si la
parte ante quien se opone no los desconoce expresamente; Precepto legal que es
concordante con lo regulado en el art. 346-2) Código de Procedimiento Civil
(aplicable al caso), señala que es deber del demandado en la contestación:
“Pronunciarse sobre los documentos acompañados o citados en la demanda. Su
silencio, evasivas o negativa meramente general podrán estimarse como
reconocimiento de la verdad de los hechos a que se refieren dichos documentos”,
disposición que tiene relación con la última parte del art. 1311 citado supra.
Al respecto, la jurisprudencia emitida por la extinta Corte suprema de Justicia, ya
orientaba al respecto en sus diversos fallos -entre ellos los Autos- los Supremos
Nros. 245, de 30 de agosto de 1997 y 284 de 6 de septiembre de 2004,
Resoluciones que señalaban: “Las copias fotostáticas u otras obtenidas por
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métodos técnicos para la reproducción directa de documentos originales harán la
misma fe que éstos si son nítidas y si su conformidad con el original auténtico y
completo se acredita por un funcionario público autorizado previa orden judicial o
de autoridad competente, no es menos cierto que a falta de tales
condicionamientos tiene asimismo plena fe probatoria si la parte a quien se
oponga no las desconoce expresamente (art. 1311-I Cód. Civ.).
Razonamiento también asumido por este Tribunal Supremo de Justicia que en el
Auto Supremo Nº 559/2015 – L de 15 de Julio, orientó: “…corresponde señalar
que conforme dispone el art. 346-2) del CPC, es deber del demandado
“pronunciarse sobre los documentos acompañados o citados en la demanda, pues,
su silencio, evasivas o negativa meramente general podrá estimarse como
reconocimiento de la verdad de los hechos a que se refieren dichos documentos”,
precepto normativo que es concordante con el art. 1311 del Código Civil que prevé
que las copias de documentos originales, hacen la misma fe que éstos si son nítidas
y si su conformidad con el original auténtico y completo se acredita por un
funcionario público autorizado, o a falta de esto, si la parte a quien se opongan no
las desconoce expresamente.
En autos, si bien el testimonio 146/2006 y el certificado de registro de comercio
cursantes de fs. 54 a 59 no se encuentran legalizadas, no es menos evidente que el
demandado no observó o cuestiono este aspecto, ni objetó su veracidad, una vez
presentada dicha prueba por la actora, enfocándose el demandado a presentar el
memorial de fs. 60 solicitando se dicte resolución e interponiendo recurso de
apelación al Auto de 8 de septiembre de 2007 (fs.68) que resolvió su incidente de
nulidad, consiguientemente consintió en la forma en que dicha prueba fue
presentada por la demandante, y en su valor probatorio.”.

COPIAS FOTOGRAFICAS Y MICROFILMICAS


Auto Supremo: 834/2015 – L
Sucre: 28 de Septiembre 2015
…el parágrafo I del art. 1311 del sustantivo civil, dispone que: "I. Las copias
fotográficas u otras obtenidas por métodos técnicos para la reproducción directa
de documentos originales, harán la misma fe que éstos si son nítidas y si su
conformidad con el original auténtico y completo se acredita por un funcionario
público autorizado, previa orden judicial o de autoridad competente, o, a falta de
esto, si la parte a quien se opongan no las desconoce expresamente”.
Respecto a lo anterior, resulta pertinente señalar que la jurisprudencia desarrollada
por la entonces Corte Suprema de Justicia disponía que: “Las copias fotostáticas u
otras obtenidas por métodos técnicos para la reproducción directa de documentos
originales harán la misma fe que éstos si son nítidas y si su conformidad con el
original auténtico y completo se acredita por un funcionario público autorizado
previa orden judicial o de autoridad competente, no es menos cierto que a falta de
tales condicionamientos tiene asimismo plena fe probatoria si la parte a quien se
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oponga no las desconoce expresamente (art. 1311-I Cód. Civ.) (A.S. Nº 245, de 30
de agosto de 1997, criterio reiterado en los A.S. Nº 235 de 4 de diciembre de 1997
y Nº 284 de 6 de septiembre de 2004). Razonamiento que además ha sido asumido
por este Tribunal en los Autos Supremos Nº 556/2014 de 03 de octubre y Nº
10/2014 de 07 de febrero.

COSA JUZGADA
Auto Supremo: 726/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Proceso: Reposición de Partidas de Inscripción en Derechos Reales,
Reconocimiento de Derecho Propietario o Mejor Derecho de Propiedad y Entrega o
Restitución de Bien Inmueble.
Para el caso de Autos se deberá tener presente lo dispuesto en el Auto Supremo Nº
715/2015 de fecha 26 de agosto, donde se indicó que: “…De lo anteriormente
señalado, se debe comprender por “cosa juzgada”, conforme dispone el art. 515
del Código de Procedimiento Civil, “(AUTORIDAD DE COSA JUZGADA), Las
sentencias recibirán autoridad de cosa juzgada: 1) Cuando la ley no reconociere
en el pleito otra instancia ni recurso. 2) Cuando las partes consintieren expresa o
tácitamente en su ejecutoria”, es decir que la Autoridad de cosa juzgada es la
eficacia de una Sentencia judicial, cuando no existen contra ellas medios de
impugnación que permiten modificarla, es en ese sentido que cita: "(Couture);
"Indiscutibilidad de la esencia de la voluntad concreta de la ley afirmada en la
Sentencia" (Chiovenda); por su parte nuestra legislación ha recogido dicho
instituto en el art. 1319 del Código Civil, estableciéndose la existencia de ciertos
requisitos que necesariamente deben cumplirse, Identidad legal de personas que
consiste en la identidad que debe presentarse en las personas, entre la nueva
demanda y la anteriormente resuelta. Identidad de la cosa pedida, para que exista
identidad de cosa pedida es necesario que entre el primer proceso y el segundo
tengan un mismo objeto. El objeto del proceso se suele definir como: "el beneficio
jurídico que en él se reclama". Y por último la Identidad de causa de pedir La ley
lo define como: "el fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio". No
debe confundirse con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el
mismo objeto, pero por causas diferentes, la causa de pedir será el principio
generador del mismo. En consecuencia, se hace necesario que el juzgador conozca
que en un litigio anterior fue resuelto, mediante Sentencia firme, el asunto que se
le pone de manifiesto, demostrando plenamente la existencia de identidad de
sujetos, del objeto litigado y la causa de la pretensión, que precisamente se refiere
el art. 1319 del Código Civil.
P á g i n a 338 | 846
En ese mismo sentido “Rafael Martínez Sarmiento identifica tres identidades
clásicas que son: Idem corpus, que es el mismo petitum, objeto o derecho
ventilado; eadem casua petendi, la causa es el hecho del cual surge el derecho
litigioso y Eadem conditio personarum, por regla general, las Sentencias no
producen efecto sino Inter partes, es decir entre los litigantes”.
De la misma forma Hugo Alsina, identifica tres elementos importantes para la
procedencia de cosa juzgada y nos enseña que: "La inmutabilidad de la Sentencia
que la cosa juzgada ampara, está condicionada por la exigencia de que la acción a
la cual se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este proceso de
identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas acciones, y
la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1º) los sujetos,
2º) el objeto, 3º) la causa"…
En el caso en cuestión, contrastando la doctrina con los hechos expuestos y los
antecedentes del presente proceso, se tiene lo siguiente: Sujetos, las mismas
partes, en el primer proceso de Reconocimiento de Unión Conyugal Libre,
Tenencia de Hijo y Partición de Bienes, donde Juan Carlos Almaraz Duran,
intervino como demandante, mientras que Florinda Caballero Ledezma, intervino
como demandada; entretanto, en la presente demanda ordinaria de la misma
forma intervienen las mismas partes en las mismas condiciones, con la
diferenciación de la pretensión principal de una demanda de División y Partición
de Bienes, por otro lado el Objeto, la pretensión, en el primer proceso fue el
Reconocimiento de Unión Conyugal Libre, Tenencia de Hijo y Partición de Bienes
y en la presente demanda se trata de una División y Partición de Bienes,
pretensiones distintas entre ambos procesos, por último la Causa, es el hecho
jurídico que son de distinta naturaleza, con el primer proceso.
Por lo mencionado, se concluye que no se cumple con lo determinado por el art.
1319 del Código Civil, varía uno del otro y al no contar con el mismo objeto no se
puede aplicar la procedencia de la cosa juzgada como erradamente pretende que
se considere en Resolución.”

COSA JUZGADA
Auto Supremo: 776/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Proceso: Usucapión.
El art. 1319 del Código Civil, preceptúa que: “La cosa juzgada no tiene autoridad
sino con respecto a lo que ha sido objeto de la sentencia. Es menester que la cosa
demandada sea la misma, que la demanda se funde en la misma causa, que las
partes sean las mismas y que se entable por ellas y contra ellas”
P á g i n a 339 | 846
Carlos Morales Guillen, en su Obra “Código de Civil, Concordado y Anotado”,
cuarta edición, Edit. Gisbert, La Paz-Bolivia 1994, págs. 1688 a 1691, al realizar el
comentario del art. 1319 señala: “...Hay cosa juzgada, cuando se han agotado
todos los recursos ordinarios o extraordinarios concedidos por la ley, para
impugnar la decisión judicial o cuando han transcurrido los términos para
hacerlo. Esto es, como se dice en el estilo forense, cuando la decisión esta
ejecutoriada (art. 515 p.c.)…
Requiere tres condiciones rigurosamente establecidas por ley:
a) Ut si eadem res: La cosa demandada debe ser la misma, es decir, la misma cosa
que se pidió ya en otro juicio terminado por sentencia firme…
b) Ut si eadem causa petendi: la demanda debe estar fundada sobre la misma
causa. Esto es, el fundamento jurídico en que reposa el derecho que se reclama en
juicio…
c) Ubi si eadem conditio personarum: la demanda debe ser propuesta entre las
mismas personas, por una en contra de la otra en la misma calidad…”
Asimismo, este Tribunal, respecto a la cosa juzgada generada en procesos sumarios
ha emitido el Auto Supremo N° 508/2012 de 14 de diciembre, que sostiene lo
siguiente: “Doctrinalmente se distingue entre cosa juzgada formal y cosa juzgada
material...
Cuando una Sentencia adquiere calidad de cosa juzgada se derivan una serie de
efectos que podemos definir como aquellas repercusiones que produce la Sentencia
firme en el ámbito del Ordenamiento Jurídico, en ese sentido la cosa juzgada
material produce dos efectos esenciales uno negativo y otro positivo. El efecto
negativo supone la imposibilidad de sustanciar otro proceso sobre el mismo
objeto, es lo que se conoce como non bis in eadem, su justificación radica en que
no es posible sustanciar un mismo litigio en forma eterna. El efecto positivo,
supone la prohibición de que en un segundo proceso se decida de forma diferente a
lo ya resuelto en un primero.
Los efectos de la cosa juzgada, instaurados en resguardo del principio de
seguridad jurídica, reconocen, con ese mismo propósito, ciertos límites de carácter
subjetivo y objetivo, esencialmente. Para el caso de Autos nos interesa referirnos
al límite subjetivo de la cosa juzgada que orienta que la misma vincula
básicamente a todas las partes que intervinieron en el proceso, sus herederos y
causahabientes conforme prevé el art. 1451 del Código Civil, y como también
prevé el art. 1452 del mismo compilado legal, lo dispuesto por la Sentencia, tiene
también eficacia respecto a terceros y al ser un proceso de reconocimiento de
unión conyugal libre o de hecho, éste es equiparable a un proceso de divorcio en
los cuales la Sentencia dictada causa estado y tiene eficacia contra terceros…”
P á g i n a 340 | 846
En el Auto Supremo Nº 100/2015 de 11 de febrero, este Tribunal ha razonado que:
“La cosa juzgada es una institución de relevancia en el ámbito procesal, recogida
por la necesidad de establecer la finalización del litigio y en ese mérito evitar
luego que se discuta sobre lo decidido nuevamente. El art. 1319 del Código Civil,
establece que: “La cosa juzgada no tiene autoridad sino con respecto a lo que ha
sido objeto de la sentencia. Es menester que la cosa demandada sea la misma, que
la demanda se funde en la misma causa, que las partes sean las mismas y que se
entable por ellas y contra ellas”; está triple identidad, en doctrina, plantea los
límites de la cosa juzgada: el límite objetivo, en razón al objeto o cosa sobre que
trató el litigio y de la causa o título de donde se quiso deducir la pretensión, y el
límite subjetivo, establecido en función a las personas participes del
proceso” (Las negrillas son nuestras).

COSA JUZGADA
Auto Supremo: 67/2017
Sucre: 01 de febrero 2017
Proceso: Nulidad de documento.
En el Auto Supremo Nº 1121/2015 de 4 de octubre de 2015 se ha señalado sobre la
procedencia de la acción civil para la reparación del daño en ella se ha indicado
que no es necesaria la emisión de una sentencia condenatoria ejecutoriada, cuando
el proceso penal hubiese sido extinguido por duración máxima del proceso
conforme a lo siguiente: “1.- Respecto a la acusación relativa a que fuera
necesario una sentencia penal ejecutoriada para la reparación del daño emergente
de un ilícito penal. El art. 16 del Código de Procedimiento Penal de 1972
señalaba lo siguiente: “La acción civil se sustanciará conjuntamente con la penal
y en el mismo proceso. Solamente en caso de fallecimiento del imputado podrá
seguirse por cuenta separada…”, asimismo el art. 327 del mismo cuerpo legal,
tenía el texto de referencia: “Ejecutoriada la sentencia condenatoria, si el
ofendido y, en su caso, el actor civil o simplemente el damnificado, o el fiscal,
pedirán al Juez que hubiere pronunciado el fallo proceda a la calificación y
ejecución de la responsabilidad civil…”. Por otra parte, la disposición transitoria
primera de la Ley Nº 1970 (actual Código de Procedimiento Penal) señala:
“(Vigencia). El presente Código entrará en vigencia plena veinticuatro meses
después de su publicación y se aplicará a todas las causas que se inicien a partir
del vencimiento de este plazo…” (el demarcado no corresponde al texto original);
de acuerdo a la interpretación sistemática de estas normas se tiene que las
disposiciones contenidas en los arts. 36 al 38 del Código de Procedimiento Penal

P á g i n a 341 | 846
(Ley Nº 1970), no podían ser aplicables al presente caso, ahora en aplicación de
las reglas de la analogía para aplicarlas al sub lite, se tiene el art. 16 del Código
de Procedimiento Penal de 1972, que señala que solo en caso de fallecimiento del
imputado (como causa de extinción de la acción penal), se pueda intentar la
reparación del daño en la jurisdicción civil, que resulta ser un texto análogo pues
su similitud se basa en que la norma aludida se refiere a la extinción de la acción
penal, y la disposición transitoria tercera de la mencionada ley Nº 1970, también
refiere la extinción de la acción penal; consiguientemente, en caso de extinción de
la acción penal -por duración máxima del proceso penal- para acudir a la
competencia civil, no es necesaria la sentencia penal condenatoria, como requería
el art. 327 del Código de Procedimiento Penal de 1972, pues en el caso presente,
el antecedente del ilícito se remonta a la extinción de la acción penal por duración
máxima del proceso no imputable al demandante (querellante), de lo contrario
asimilar el criterio del recurrente implicaría conceder también la impunidad en la
vía civil, que no engranda con el criterio de lo justo, por lo que la responsabilidad
civil debe ser demostrada en la presente causa, no siendo necesario una sentencia
penal condenatoria, pues la presente acción es iniciada a causa de la extinción de
la acción penal por duración máxima del proceso…”
El art. 39 del Código de Procedimiento Penal, señala lo siguiente: “(Cosa juzgada
penal). La sentencia condenatoria ejecutoriada, dictada en proceso penal,
producirá efecto de cosa juzgada en el proceso civil. La sentencia absolutoria y el
sobreseimiento ejecutoriados producirán efectos de cosa juzgada en el proceso
civil en cuanto a la inexistencia del hecho principal que constituya delito o a la
ausencia de participación de las personas a las que se les atribuyó su comisión...”,
la norma penal describe los casos en que resulta inviable la acción civil,
enfatizando a específicos supuestos de una sentencia condenatoria, la sentencia
absolutoria y sobreseimiento fundados en la inexistencia del hecho, la
participación de las personas a las que se les atribuyó el delito, no describe otras
causas de extinción como resulta ser la extinción por duración máxima del proceso.
Conforme a lo dispuesto en el art. 1319 del Código civil, la cosa juzgada en
materia civil, se entiende como: “(Cosa juzgada) La cosa juzgada no tiene
autoridad sino con respecto a lo que ha sido objeto de la sentencia. Es menester
que la cosa demandada sea la misma, que la demanda se funde en la misma causa,
que las partes sean las mismas y que se entable por ellas y contra ellas…”, la
misma de acuerdo a la doctrina debe reunir tres requisitos la identidad de objeto, de
causa y de partes litigantes; la primera radica en que debe versar sobre la misma
pretensión, este requisito se genera cuando la pretensión debatida ha merecido
pronunciamiento judicial, sea acogiendo o negando la pretensión debatida, el
P á g i n a 342 | 846
segundo tiene que ver con la causa de pedir radica en la identificación del
fundamento de los hechos debatidos, y la tercera resulta ser la identidad de las
personas que litigan en el proceso las que se encuentran vinculadas al decisorio.
Asimismo corresponde tomar en cuenta el contenido de la Sentencia Constitucional
Nº 1564/2011-R de 11 de octubre de 2011 en ella se señaló lo
siguiente: “III.3.Persecución penal única o “non bis in idem”
En su oportunidad, este Tribunal definió las implicancias y alcances del principio
“non bis in idem”; en ese sentido, la SC 0506/2005-R de 10 de mayo, precisó: “El
principio non bis in idem implica, en términos generales, la imposibilidad de que
el Estado sancione dos veces a una persona por los mismos hechos. En la doctrina
y jurisprudencia española, el principio implica la prohibición de imponer una
doble sanción, cuando existe identidad de sujeto, del hecho y del fundamento
respecto a una conducta que ya fue sancionada con anterioridad”.
El mencionado principio, está contemplado por un aspecto sustantivo; es decir,
que nadie puede ser sancionado doblemente por un hecho por el cual ya ha sido
absuelto o condenado; y, el aspecto procesal o adjetivo, esto es, que nadie puede
ser juzgado nuevamente por un hecho por el cual ya ha sido absuelto o condenado.
De las premisas antedichas, se tiene en una cabal dimensión, que se vulnera al
“non bis in idem”, no sólo cuando se sanciona sino también cuando se juzga
nuevamente a una persona por un mismo hecho.
Ahora bien, como se tiene precisado en líneas precedentes, se considera en la
doctrina al “non bis in idem” como un principio, sin embargo, tal y como se
desarrolló en el Fundamento Jurídico III.2 de la presente Sentencia
Constitucional, el “non bis in idem” viene a constituirse en una garantía
específica del debido proceso, es por ello que en el Derecho Internacional de los
Derechos Humanos, el principio “non bis in idem”, está consagrado no como un
principio, sino como un derecho humano que forma parte del derecho al debido
proceso; así se tiene por ejemplo en la Declaración Americana sobre Derechos
Humanos o Pacto de San José de Costa Rica, que lo consagra en su art. 8.4 mismo
que dispone: "El inculpado absuelto por una sentencia firme no podrá ser
sometido a nuevo juicio por los mismos hechos"; por otro lado, también se
encuentra consagrado en el Pacto Internacional de los Derechos Civiles y
Políticos, específicamente en su art. 14 inc. 7) que establece lo siguiente: “Nadie
podrá ser juzgado ni sancionado por un delito por el cual hubiese sido ya
condenado o absuelto por una Sentencia firme de acuerdo con la ley y el
procedimiento penal de cada país”.
La normativa citada resulta ser aplicable merced a que los instrumentos
internacionales que versan sobre derechos humanos integran el bloque de
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constitucionalidad según lo dispone el art. 410 de la CPE y tomando en cuenta
también el tenor del art. 256 de la misma Constitución, que indica lo siguiente:
“Los tratados e instrumentos internacionales en materia de derechos humanos que
hayan sido firmados, ratificados o a los que se hubiera adherido el Estado, que
declaren derechos más favorables a los contenidos en la Constitución, se aplicarán
de manera preferente sobre ésta”.
En consecuencia, el principio de “non bis in idem” ,se encuentra consagrado en la
Constitución Política del Estado como una garantía jurisdiccional en virtud a que
se encuentra contemplado en el art 117.II y que a la letra indica “Nadie será
procesado ni condenado más de una vez por el mismo hecho”; sin embargo, de
acuerdo al art. 256 de la CPE antes citado, se concibe al “non bis in idem” como
un derecho que forma parte de los elementos configurativos del debido proceso
como un derecho de la persona.
Así también lo entendió este Tribunal Constitucional, cuando en la SC 1764/2004-
R de 9 de noviembre indicó: “Tomando en cuenta que las normas previstas por los
tratados, pactos o convenciones internacionales sobre derechos humanos que
hubiesen sido suscritos o ratificados por el Estado boliviano forman parte del
bloque de constitucionalidad, haciendo una interpretación integradora de las
normas previstas por el art. 16 de la Constitución en concordancia con los
instrumentos internacionales antes referidos, se infiere que al formar parte del
derecho al debido proceso se constituye en un derecho constitucional de la
persona, por lo tanto oponible ante las autoridades públicas y tutelable por la vía
del amparo constitucional. Es en esa perspectiva que el legislador ordinario ha
previsto, en el art. 4 del CPP, la persecución penal única, referida a que nadie
podrá ser procesado ni condenado más de una vez por el mismo hecho, aunque se
modifique su calificación o se aleguen nuevas circunstancias, lo que significa la
prohibición de un ejercicio reiterado del ius puniendi del Estado”. (las negrillas
nos corresponden).
A mayor abundamiento, se debe recurrir a la jurisprudencia comparada citada en
la SC 1764/2004-R de 9 de noviembre; así: “… la Corte Constitucional de
Colombia, en su Sentencia T-520/92, al referirse al alcance del non bis in idem,
sostiene lo siguiente: `Es una garantía que prohíbe a las autoridades investigar,
juzgar o condenar a una persona más de una vez por el mismo hecho respecto del
cual ya se tramitó un proceso y se profirió una decisión, constituyéndose en
elemento enderezado a realizar los valores de la justicia y la seguridad jurídica, al
lado de otros principios-también fundamentales- como la presunción de inocencia
y el derecho de defensa´; de su parte el Tribunal Constitucional de España, en su
Sentencia 154/1990, al referirse a su finalidad y alcances, ha sostenido que con el
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principio del non bis in idem, `Se impide sancionar doblemente por un mismo
delito, desde la misma perspectiva de defensa social, o sea que por un mismo delito
recaiga sobre un sujeto una sanción penal principal doble o plural, lo que también
contradiría el principio de proporcionalidad entre la infracción y la sanción, que
exige mantener una adecuación entre la gravedad de la sanción y la de la
infracción”.
De lo desarrollado, se puede afirmar que el “non bis in idem”, no sólo se
constituye en un principio procesal, sino más bien como un derecho humano
reconocido y consagrado en los Tratados y Convenios Internacionales e integrado
al sistema constitucional boliviano como un derecho fundamental que forma parte
del derecho al debido proceso, vinculado además con el derecho a la seguridad y
el principio de la presunción de inocencia. Por lo tanto, este derecho podrá
invocarse en el caso de duplicidad de procesos o de sanciones frente al intento de
sancionar de nuevo; en efecto, si la finalidad del derecho al “non bis in idem” es
evitar el doble enjuiciamiento y la aplicación de la doble sanción, se entiende que
la condición para invocarlo es que se hubiese sustanciado materialmente un
proceso culminando con una decisión firme en cualquiera de las formas de
conclusión previstas por el Código de Procedimiento Penal, esto es: La
prescindencia de la persecución penal dispuesta por el Juez (art. 21); el
desistimiento o abandono de la querella o conciliación respecto de los delitos de
acción privada (arts. 27.5, 377, 380 y 381); desestimación de la querella porque el
hecho no esté tipificado como delito en los casos de delitos de acción privada (art.
376.1); por prescripción (arts. 27.8) y 29); extinción por mora judicial (art.
27.10); o cuando se dicte sentencia ya sea condenando al procesado o
absolviéndolo de pena y culpa, en cuyos casos no puede intentarse un nuevo
proceso sin infringir este derecho.
Conforme a esto, no existirá violación al principio “non bis in idem”, cuando
alguna de las identidades no se presenta; por ejemplo, cuando el sujeto a quien se
le imponen las sanciones, administrativa y penal, no es el mismo, o cuando se trata
de hechos diferentes o finalmente, cuando el fundamento de ambas sanciones es
distinto.”

COSA JUZGADA
Auto Supremo: 76/2017
Sucre: 01 de febrero 2017
Proceso: Reivindicación y otros.
A través del Auto Supremo Nº 1051/2015 de 16 de Noviembre se ha orientado que:
“La excepción de cosa juzgada es procedente cuando existe una Sentencia
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firme respecto de una pretensión anteriormente substanciada entre las mismas
partes, por la misma causa y objeto, en este entendido el art. 1451 del CC., señala:
“Lo dispuesto por Sentencia pasada en Autoridad de cosa juzgada causa estado a
todos los efectos entre las partes, sus herederos y causahabientes”.
El doctrinario Hugo Alsina, identifica tres elementos importantes para la
procedencia de esta figura jurídica: “La inmutabilidad de la Sentencia que la cosa
juzgada amparada, está condicionada por la exigencia de que la acción a la cual
se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este proceso de
identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas acciones, y
la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1) los sujetos,
2) el objeto, 3) la causa, bastando que una sola de ellas difiera para que la
excepción sea improcedente”.
Por su parte nuestra legislación ha recogido dicho instituto en el art. 1319 del
Código Civil, estableciéndose la existencia de ciertos requisitos que
necesariamente deben cumplirse: 1) Identidad legal de personas que consiste en la
identidad que debe presentarse en las personas, entre la nueva demanda y la
anteriormente resuelta. 2) Identidad de la cosa pedida, para que exista identidad
de cosa pedida es necesario que entre el primer proceso y el segundo tengan un
mismo objeto, el objeto del proceso se suele definir como “el beneficio jurídico que
en él se reclama”. Y por último 3) identidad de causa de pedir, la ley lo define
como “el fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio”, no debiendo
confundirse con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el
mismo objeto, pero por causas diferentes, la causa de pedir será el generador del
mismo.
Cuando una sentencia adquiere calidad de cosa juzgada se derivan una serie de
efectos que podemos definir como aquellas repercusiones que produce la sentencia
firme en el ámbito del ordenamiento jurídico, en ese sentido la cosa juzgada
material produce dos efectos esenciales uno negativo y otro positivo. El efecto
negativo supone la imposibilidad de sustanciar otro proceso sobre el mismo
objeto, es lo que se conoce como non bis in idem, su justificación radica en que no
es posible sustanciar un mismo litigio en forma eterna. El efecto positivo, supone
la prohibición de que en un segundo proceso se decida de forma diferente a lo ya
resuelto en un primero.”.

COSA JUZGADA
Auto Supremo: 515/2017
Sucre: 17 de mayo 2017
Proceso: Resarcimiento de daños y perjuicios.
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El Auto Supremo Nº 1051/2015 de 16 de noviembre, respecto de la excepción de la
cosa juzgada señala que “La excepción de cosa juzgada es procedente cuando
existe una Sentencia firme respecto de una pretensión anteriormente substanciada
entre las mismas partes, por la misma causa y objeto, en este entendido el art.
1451 del C.C., señala: “Lo dispuesto por Sentencia pasada en Autoridad de cosa
juzgada causa estado a todos los efectos entre las partes, sus herederos y
causahabientes”.
El doctrinario Hugo Alsina, identifica tres elementos importantes para la
procedencia de esta figura jurídica: “La inmutabilidad de la Sentencia que la cosa
juzgada amparada, está condicionada por la exigencia de que la acción a la cual
se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este proceso de
identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas acciones, y
la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1) los sujetos,
2) el objeto, 3) la causa, bastando que una sola de ellas difiera para que la
excepción sea improcedente”.
Por su parte nuestra legislación ha recogido dicho instituto en el art. 1319 del
Código Civil, estableciéndose la existencia de ciertos requisitos que
necesariamente deben cumplirse: 1) Identidad legal de personas que consiste en la
identidad que debe presentarse en las personas, entre la nueva demanda y la
anteriormente resuelta. 2) Identidad de la cosa pedida; para que exista identidad de
cosa pedida es necesario que entre el primer proceso y el segundo tengan un mismo
objeto, el objeto del proceso se suele definir como “el beneficio jurídico que en él
se reclama”. Y por último 3) identidad de causa de pedir, la ley lo define como “el
fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio”, no debiendo confundirse
con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el mismo objeto,
pero por causas diferentes, la causa de pedir será el generador del mismo.
Cuando una Sentencia adquiere calidad de cosa juzgada se derivan una serie de
efectos que podemos definir como aquellas repercusiones que produce la Sentencia
firme en el ámbito del ordenamiento jurídico, en ese sentido la cosa juzgada
material produce dos efectos esenciales uno negativo y otro positivo. El efecto
negativo supone la imposibilidad de sustanciar otro proceso sobre el mismo objeto,
es lo que se conoce como non bis in idem, su justificación radica en que no es
posible sustanciar un mismo litigio en forma eterna. El efecto positivo, supone la
prohibición de que en un segundo proceso se decida de forma diferente a lo ya
resuelto en un primero...”
De lo referido concluimos que ante la excepción de cosa juzgada, se hace necesario
que el juzgador conozca que un litigio anterior fue resuelto mediante sentencia
firme sobre el asunto que se le pone de manifiesto, demostrando plenamente la
existencia de la triple identidad de “partes”, “causa” y “objeto”, triada a la que se
refiere el art. 1.319 del Código Civil.

COSA JUZGADA
Auto Supremo: 927/2016
P á g i n a 347 | 846
Sucre: 03 de agosto 2016
Proceso: Nulidad de contratos
Para el caso de Autos se deberá tener presente lo dispuesto en el Auto Supremo Nº
715/2015 de fecha 26 de agosto, donde se indicó que: “…De lo anteriormente
señalado, se debe comprender por “cosa juzgada”, conforme dispone el art. 515
del Código de Procedimiento Civil, “(AUTORIDAD DE COSA JUZGADA), Las
sentencias recibirán autoridad de cosa juzgada: 1) Cuando la ley no reconociere
en el pleito otra instancia ni recurso. 2) Cuando las partes consintieren expresa o
tácitamente en su ejecutoria”, es decir que la Autoridad de cosa juzgada es la
eficacia de una Sentencia judicial, cuando no existen contra ellas medios de
impugnación que permiten modificarla, es en ese sentido que cita: "(Couture);
"Indiscutibilidad de la esencia de la voluntad concreta de la ley afirmada en la
Sentencia" (Chiovenda); por su parte nuestra legislación ha recogido dicho
instituto en el art. 1319 del Código Civil, estableciéndose la existencia de ciertos
requisitos que necesariamente deben cumplirse, Identidad legal de personas que
consiste en la identidad que debe presentarse en las personas, entre la nueva
demanda y la anteriormente resuelta. Identidad de la cosa pedida, para que exista
identidad de cosa pedida es necesario que entre el primer proceso y el segundo
tengan un mismo objeto. El objeto del proceso se suele definir como: "el beneficio
jurídico que en él se reclama". Y por último la Identidad de causa de pedir La ley
lo define como: "el fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio". No
debe confundirse con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el
mismo objeto, pero por causas diferentes, la causa de pedir será el principio
generador del mismo.
En consecuencia, se hace necesario que el juzgador conozca que en un litigio
anterior fue resuelto, mediante Sentencia firme, el asunto que se le pone de
manifiesto, demostrando plenamente la existencia de identidad de sujetos, del
objeto litigado y la causa de la pretensión, que precisamente se refiere el art. 1319
del Código Civil.
En ese mismo sentido “Rafael Martínez Sarmiento identifica tres identidades
clásicas que son: Idem corpus, que es el mismo petitum, objeto o derecho
ventilado; eadem casua petendi, la causa es el hecho del cual surge el derecho
litigioso y Eadem conditio personarum, por regla general, las Sentencias no
producen efecto sino Inter partes, es decir entre los litigantes”.
De la misma forma Hugo Alsina, identifica tres elementos importantes para la
procedencia de cosa juzgada y nos enseña que: "La inmutabilidad de la Sentencia
que la cosa juzgada ampara, está condicionada por la exigencia de que la acción a
la cual se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este proceso de
P á g i n a 348 | 846
identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas acciones, y
la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1º) los sujetos,
2º) el objeto, 3º) la causa"…
Expuestos así los requisitos que hacen procedente a la Cosa Juzgada, a
continuación corresponde referirnos a los efectos que esta produce, por lo que
citaremos el análisis expuesto en el Auto Supremo Nº 1051/2015 de 16 de
noviembre: “Cuando una Sentencia adquiere calidad de cosa juzgada se derivan
una serie de efectos que podemos definir como aquellas repercusiones que
produce la Sentencia firme en el ámbito del ordenamiento jurídico, en ese sentido
la cosa juzgada material produce dos efectos esenciales uno negativo y otro
positivo. El efecto negativo supone la imposibilidad de sustanciar otro proceso
sobre el mismo objeto, es lo que se conoce como non bis in idem, su justificación
radica en que no es posible sustanciar un mismo litigio en forma eterna. El efecto
positivo, supone la prohibición de que en un segundo proceso se decida de forma
diferente a lo ya resuelto en un primero...”
De lo referido concluimos que ante la excepción de cosa juzgada, se hace
necesario que el juzgador conozca que un litigio anterior fue resuelto mediante
sentencia firme sobre el asunto que se le pone de manifiesto, demostrando
plenamente la existencia de la triple identidad de “partes”, “causa” y “objeto”,
triada a la que se refiere el art. 1.319 del Código Civil.

COSA JUZGADA
Auto Supremo: 996/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Anulabilidad
A través del Auto Supremo Nº 1051/2015 de 16 de Noviembre, se ha orientado
que: “La excepción de cosa juzgada es procedente cuando existe una Sentencia
firme respecto de una pretensión anteriormente substanciada entre las mismas
partes, por la misma causa y objeto, en este entendido el art. 1451 del CC., señala:
“Lo dispuesto por Sentencia pasada en Autoridad de cosa juzgada causa estado a
todos los efectos entre las partes, sus herederos y causahabientes”.
El doctrinario Hugo Alsina, identifica tres elementos importantes para la
procedencia de esta figura jurídica: “La inmutabilidad de la Sentencia que la cosa
juzgada amparada, está condicionada por la exigencia de que la acción a la cual
se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este proceso de
identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas acciones, y
la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1) los sujetos,

P á g i n a 349 | 846
2) el objeto, 3) la causa, bastando que una sola de ellas difiera para que la
excepción sea improcedente”.
Por su parte nuestra legislación ha recogido dicho instituto en el art. 1319 del
Código Civil, estableciéndose la existencia de ciertos requisitos que
necesariamente deben cumplirse: 1) Identidad legal de personas que consiste en la
identidad que debe presentarse en las personas, entre la nueva demanda y la
anteriormente resuelta. 2) Identidad de la cosa pedida, para que exista identidad
de cosa pedida es necesario que entre el primer proceso y el segundo tengan un
mismo objeto, el objeto del proceso se suele definir como “el beneficio jurídico que
en él se reclama”. Y por último 3) identidad de causa de pedir, la ley lo define
como “el fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio”, no debiendo
confundirse con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el
mismo objeto, pero por causas diferentes, la causa de pedir será el generador del
mismo.
Cuando una sentencia adquiere calidad de cosa juzgada se derivan una serie de
efectos que podemos definir como aquellas repercusiones que produce la sentencia
firme en el ámbito del ordenamiento jurídico, en ese sentido la cosa juzgada
material produce dos efectos esenciales uno negativo y otro positivo. El efecto
negativo supone la imposibilidad de sustanciar otro proceso sobre el mismo
objeto, es lo que se conoce como non bis in idem, su justificación radica en que no
es posible sustanciar un mismo litigio en forma eterna. El efecto positivo, supone
la prohibición de que en un segundo proceso se decida de forma diferente a lo ya
resuelto en un primero.”.

COSA JUZGADA
Auto Supremo: 1130/2016
Sucre: 29 de septiembre 2016
Proceso: Ordinario sobre usucapión decenal o extraordinaria.
El art. 1319 del Código Civil, preceptúa que: “La cosa juzgada no tiene autoridad
sino con respecto a lo que ha sido objeto de la sentencia. Es menester que la cosa
demandada sea la misma, que la demanda se funde en la misma causa, que las
partes sean las mismas y que se entable por ellas y contra ellas”
Carlos Morales Guillen, en su Obra “Código de Civil, Concordado y Anotado”,
cuarta edición, Edit. Gisbert, La Paz-Bolivia 1994, págs. 1688 a 1691, al realizar el
comentario del art. 1319 señala: “...Hay cosa juzgada, cuando se han agotado
todos los recursos ordinarios o extraordinarios concedidos por la ley, para
impugnar la decisión judicial o cuando han transcurrido los términos para

P á g i n a 350 | 846
hacerlo. Esto es, como se dice en el estilo forense, cuando la decisión esta
ejecutoriada (art. 515 p.c.)…
Requiere tres condiciones rigurosamente establecidas por ley:
a) Ut si eadem res: La cosa demandada debe ser la misma, es decir, la misma cosa
que se pidió ya en otro juicio terminado por sentencia firme…”
b) Ut si eadem causa petendi: la demanda debe estar fundada sobre la misma
causa. Esto es, el fundamento jurídico en que reposa el derecho que se reclama en
juicio…”
c) Ubi si eadem conditio personarum: la demanda debe ser propuesta entre las
mismas personas, por una en contra de la otra en la misma calidad…”
Asimismo, este Tribunal, respecto a la cosa juzgada se ha emitido el Auto Supremo
N° 508/2012 de 14 de diciembre, que sostiene lo siguiente: “Doctrinalmente se
distingue entre cosa juzgada formal y cosa juzgada material...
Cuando una Sentencia adquiere calidad de cosa juzgada se derivan una serie de
efectos que podemos definir como aquellas repercusiones que produce la Sentencia
firme en el ámbito del Ordenamiento Jurídico, en ese sentido la cosa juzgada
material produce dos efectos esenciales uno negativo y otro positivo. El efecto
negativo supone la imposibilidad de sustanciar otro proceso sobre el mismo
objeto, es lo que se conoce como non bis in eadem, su justificación radica en que
no es posible sustanciar un mismo litigio en forma eterna. El efecto positivo,
supone la prohibición de que en un segundo proceso se decida de forma diferente a
lo ya resuelto en un primero.
Los efectos de la cosa juzgada, instaurados en resguardo del principio de
seguridad jurídica, reconocen, con ese mismo propósito, ciertos límites de carácter
subjetivo y objetivo, esencialmente. Para el caso de Autos nos interesa referirnos
al límite subjetivo de la cosa juzgada que orienta que la misma vincula
básicamente a todas las partes que intervinieron en el proceso, sus herederos y
causahabientes conforme prevé el art. 1451 del Código Civil, y como también
prevé el art. 1452 del mismo compilado legal …”
En el Auto Supremo Nº 100/2015 de 11 de febrero, este Tribunal ha razonado
que: La cosa juzgada es una institución de relevancia en el ámbito procesal,
recogida por la necesidad de establecer la finalización del litigio y en ese mérito
evitar luego que se discuta sobre lo decidido nuevamente. El art. 1319 del Código
Civil, establece que: “La cosa juzgada no tiene autoridad sino con respecto a lo
que ha sido objeto de la sentencia. Es menester que la cosa demandada sea la
misma, que la demanda se funde en la misma causa, que las partes sean las
mismas y que se entable por ellas y contra ellas”; está triple identidad, en doctrina,
plantea los límites de la cosa juzgada: el límite objetivo, en razón al objeto o cosa
P á g i n a 351 | 846
sobre que trató el litigio y de la causa o título de donde se quiso deducir la
pretensión, y el límite subjetivo, establecido en función a las personas participes
del proceso”.

COSA JUZGADA, CASOS EN LOS QUE SE ADMITE LA COSA


JUZGADA PENAL EN MATERIA CIVIL
AS Nº 226/2015
que reiterando el entendimiento asumido expone : “ en razón a que no se estaría
aplicando de forma objetiva el art. 1319 del CC., por el que podría aplicarse la
figura de la cosa juzgada en la causa; a esto corresponde señalar que el art. 39 del
CPP., en relación a la cosa juzgada penal señala: "…La Sentencia absolutoria y el
sobreseimiento ejecutoriados producirán efectos de cosa juzgada en el proceso
civil en cuanto a la inexistencia del hecho principal que constituya delito o a la
ausencia de participación de las personas a las que se les atribuyó su comisión...",
precepto generador del entendimiento asumido en el Auto Supremo Nº 348/2012,
que respecto a la cosa juzgada penal en proceso civil interpreta que sólo se admite
en dos casos:“1) en relación al hecho que constituye delito, respecto a los cuales
en la vía civil se demanda la responsabilidad civil derivada de esos hechos; 2)
respecto a la participación de las personas en el o los hechos que se consideran
delitos, a efecto de la atribución subjetiva que se debe hacer en relación a la
persona a quien se considera responsable del hecho generador de la
responsabilidad civil que se demanda en la vía civil”.”Conforme se ha expuesto,
ya se ha orientado la posibilidad de que la Sentencia absolutoriapenal produzca
efectos de cosa juzgada en el proceso civil delimitándolo a los dos supuestos antes
referidos.
COSA JUZGADA
Auto Supremo: 872/2015 – L
Sucre: 2 de Octubre 2015
…al respecto este Tribunal Supremo mediante Auto Supremo Nº 499 de 30 de
Septiembre de 2013 ha establecido lo siguiente: “Al haber sido interpuesto recurso
de casación en la forma y en el fondo, en cuyo contenido entre otros aspectos se
cuestiona al Tribunal Ad quem por la decisión asumida en el Auto de Vista donde
se determina que existe sentencia ejecutoriada y mantiene vigente el Auto de
ejecutoria, aspecto que implicaría la existencia de cosa juzgada; ante esa situación
se hace necesario previamente realizar algunas consideraciones relacionadas con el
tema en cuestión y dependiendo de ese análisis corresponderá ingresar o no a la
consideración de los recursos propiamente dichos.
Cuando se habla de sentencia ejecutoriada, estamos frente a la existencia de cosa
juzgada y dentro de ese contexto el Ex Tribunal Constitucional en sus reiterados
fallos ha establecido que los efectos y alcances de la cosa juzgada se manifiesta
P á g i n a 352 | 846
bajo una doble perspectiva: formal y material. Por regla general, la característica o
efecto de la cosa juzgada formal es la de su ininpugnabilidad o firmeza; produce
este efecto cualquier resolución firme o lo que es lo mismo, cuando frente a ella no
existe otro recurso previsto en la ley o cuando haya transcurrido el plazo para
recurrir de la Resolución o se haya desistido del recurso; la excepción a la regla de
inimpugnabilidad del fallo, solo se presenta cuando existe de por medio una lesión
al contenido esencial de un derecho fundamental, caso en el cual la sentencia puede
ser revisada en la jurisdicción constitucional.
En tanto que, la cosa juzgada desde su vertiente material, despliega su eficacia
frente a los otros órganos judiciales o administrativos, lleva un mandato implícito
de no conocer lo ya resuelto, impidiendo con ello la apertura de otros procesos
nuevos sobre el mismo asunto, tiene como finalidad alcanzar la paz jurídica,
evitando de un lado, que la contienda se prolongue indefinidamente y de otro, que
sobre la misma cuestión puedan recaer resoluciones contradictorias, lesionando la
seguridad jurídica procesal; ese efecto solo producen las decisiones firmes sobre el
fondo del asunto; al respecto se tienen las SSCC. Nº 29/02-R; 324/05-R.;
1169/2010-R entre otras.
Por otra parte, es oportuno referirse a las impugnaciones contra resoluciones
dictadas en ejecución de sentencia; en ese entendido diremos que en el pasado la
Ex Corte Suprema de Justicia inicialmente por vía jurisprudencial, de manera
excepcional y restrictiva determinó la procedencia del recurso de casación contra
resoluciones dictadas en ejecución de sentencia cuando no se cumplían las
sentencias en su verdadera dimensión, o sea, cuando los jueces se excedían o
restringían la ejecución de lo determinado en sentencia ejecutoriada, sustentando
esa posición en la preservación de la cosa juzgada y que en el fondo se orientaba a
resguardar el derecho a la seguridad jurídica; sobre el particular se tienen los A.S.
Nº 90 del 25 de marzo de 1987 y 189 de 12 de julio de 1988; ello seguramente
debido a la época en que fue emitida la jurisprudencia referida, ya que la Ex Corte
Suprema como Máximo Tribunal de Justicia, en aquel tiempo aún ejercía el control
de constitucionalidad asumiendo la tesis negativa con relación a la procedencia del
amparo constitucional contra decisiones judiciales ejecutoriadas.

COSA JUZGADA
Auto Supremo: 1051/2015
Sucre: 16 de Noviembre 2015
La excepción de cosa juzgada es procedente cuando existe una Sentencia
firme respecto de una pretensión anteriormente substanciada entre las mismas
partes, por la misma causa y objeto, en este entendido el art. 1451 del C.C., señala:
“Lo dispuesto por Sentencia pasada en Autoridad de cosa juzgada causa estado a
todos los efectos entre las partes, sus herederos y causahabientes”.
P á g i n a 353 | 846
El doctrinario Hugo Alsina, identifica tres elementos importantes para la
procedencia de esta figura jurídica: “La inmutabilidad de la Sentencia que la cosa
juzgada amparada, está condicionada por la exigencia de que la acción a la cual
se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este proceso de
identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas acciones, y
la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1) los sujetos,
2) el objeto, 3) la causa, bastando que una sola de ellas difiera para que la
excepción sea improcedente”.
Por su parte nuestra legislación ha recogido dicho instituto en el art. 1319 del
Código Civil, estableciéndose la existencia de ciertos requisitos que
necesariamente deben cumplirse: 1) Identidad legal de personas que consiste en la
identidad que debe presentarse en las personas, entre la nueva demanda y la
anteriormente resuelta. 2) Identidad de la cosa pedida, para que exista identidad de
cosa pedida es necesario que entre el primer proceso y el segundo tengan un mismo
objeto, el objeto del proceso se suele definir como “el beneficio jurídico que en él
se reclama”. Y por último 3) identidad de causa de pedir, la ley lo define como “el
fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio”, no debiendo confundirse
con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el mismo objeto,
pero por causas diferentes, la causa de pedir será el generador del mismo.
Cuando una Sentencia adquiere calidad de cosa juzgada se derivan una serie de
efectos que podemos definir como aquellas repercusiones que produce la Sentencia
firme en el ámbito del ordenamiento jurídico, en ese sentido la cosa juzgada
material produce dos efectos esenciales uno negativo y otro positivo. El efecto
negativo supone la imposibilidad de sustanciar otro proceso sobre el mismo objeto,
es lo que se conoce como non bis in idem, su justificación radica en que no es
posible sustanciar un mismo litigio en forma eterna. El efecto positivo, supone la
prohibición de que en un segundo proceso se decida de forma diferente a lo ya
resuelto en un primero.

COSA JUZGADA COMO EXCEPCIÓN PREVIA Y SU TRAMITACIÓN


Auto Supremo: 1049/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Mejor Derecho, reivindicación, pago de daños y perjuicios.
En el Auto Supremo No. 480/2014 de 28 de agosto de 2014, respecto al tema se
estableció que: “En ese marco, de la revisión de obrados se concluye que citado
con la demanda, la parte demandada opuso excepciones previas de Cosa juzgada,
y de Obscuridad, contradicción o imprecisión en la demanda, al respecto por Auto
Nº 131/2013, cursante de fs. 51 a 52 y vta., el Juez de la causa declaró improbada
la excepción “previa” de cosa juzgada, y probada la excepción de obscuridad,

P á g i n a 354 | 846
contradicción o imprecisión en la demanda, habiendo interpuesto el demandado
recurso de apelación fundamentando sus agravios indistintamente tanto en la
excepción previa de Cosa juzgada, así como en la de Obscuridad, contradicción o
imprecisión en la demanda. Empero, al haber sido acogida favorablemente la
excepción de Obscuridad, contradicción o imprecisión en la demanda, se entiende
que dicha parte recurre de apelación especialmente contra la excepción previa de
cosa juzgada por haber sido declarada improbada. Sin embargo la concesión no
fue diferida, sino se concedió la apelación de manera errónea en el efecto
suspensivo, extremo que no habría sido advertido por el Tribunal de alzada, quien
dicta el Auto de Vista Nº SCII66/2014 de fecha 27 de marzo de 2014, donde
confirma totalmente el auto apelado.
Si bien de lo precedentemente expuesto se conoce que el A quo concedió el recurso
de apelación de forma errónea en el efecto suspensivo cuando correspondía en el
efecto diferido, empero, dicho desacierto no fue oportunamente objetado por las
partes con los recursos que la ley les franquea, por lo que su derecho habría
precluido y en su caso habrían quedado convalidados dichos actos. Sin embargo,
éste Tribunal no puede seguir éste procedimiento anómalo.
Consecuentemente, de lo precedentemente examinado se tiene que la resolución
que declara improbada la excepción previa de cosa juzgada, puede ser impugnado
sólo a través del recurso de apelación en el efecto diferido, es decir que será
diferida su concesión a una eventual apelación de la Sentencia, oportunidad en la
que podrá fundamentarse conjuntamente ambas impugnaciones, la de la
resolución de primera instancia y de la excepción; y una vez dictado el Auto de
Vista correspondiente, ante una eventual impugnación de la excepción previa de
cosa juzgada que haya sido resuelta en la Resolución de Alzada, recién éste
Tribunal podrá aperturar su competencia en casación sobre la misma. Extremo
último que empero no acontece en el presente caso de autos.”
Respecto a la excepción de cosa juzgada:
“El profesor Lino Enrique Palacio, en su obra derecho Procesal Civil, señala que
para que sea procedente esta excepción, el examen integral de las dos contiendas
debe demostrar que se trata del mismo asunto sometido a decisión judicial, o que
por existir continencia, accesoriedad o subsidiaridad, la Sentencia firme ya ha
resuelto lo que constituye la materia o la pretensión deducida en el nuevo juicio
que se promueve.”

COSA JUZGADA FORMAL Y MATERIAL


Auto Supremo:701/2015 – L
Sucre: 25 de Agosto 2015
P á g i n a 355 | 846
Asimismo este Tribunal, respecto a la cosa juzgada generada en procesos sumarios
ha emitido el Auto Supremo N° 508/2012 de 14 de diciembre de 2012, que sostiene
lo siguiente:“Doctrinalmente se distingue entre cosa juzgada formal y cosa
juzgada material. La Formal, supone que una Sentencia es firme como
consecuencia de su inimpugnabilidadintra proceso, es decir cuando no hay
posibilidad de ser recurrida, es la que se genera por el agotamiento o la
improcedencia de recursos en su contra, tiene carácter limitado, pues sus efectos
se refieren al interior del proceso pero pueden desaparecer en un proceso distinto
a aquel en el que se originó, ejemplo la calidad de cosa juzgada formal que
adquiere la Sentencia dictada en un proceso ejecutivo, que puede ser revisada a
través de un proceso ordinario.
La cosa Juzgada Material, hace posible que una Sentencia sea prácticamente
inatacable a través de otro proceso, eliminando así cualquier posibilidad de
modificación, alteración de su contenido, de tal forma que lo resuelto es válido al
interior del proceso, oponible en otro e inmodificable a través de otro proceso”.
Como se analizó anteriormente la Sentencia firme que emerge de un proceso de
conocimiento sea este ordinario o sumario adquiere la calidad de cosa juzgada
material, de donde surge la imposibilidad material de su revisión, modificación o
invalidación, aspecto que no fue analizado por el Tribunal de instancia, que se
limitó a verificar si contaban con competencia o no para la tramitación de la causa
y no analizaron que al pretender el actor la modificación de una Sentencia dictada
en proceso sumario y al ser este un proceso de conocimiento como lo indicamos
líneas arriba, no corresponde su sustanciación en la vía Civil mucho menos
familiar, toda vez que a través de éste proceso ordinario, el actor, pretende la
nulidad del proceso y la Sentencia dictada por la Juez de Instrucción de la
Provincia Dalence del Departamento de Oruro, proceso en el cual no fue parte el
recurrente.
Cuando una Sentencia adquiere calidad de cosa juzgada se derivan una serie de
efectos que podemos definir como aquellas repercusiones que produce la Sentencia
firme en el ámbito del Ordenamiento Jurídico, en ese sentido la cosa juzgada
material produce dos efectos esenciales uno negativo y otro positivo. El efecto
negativo supone la imposibilidad de sustanciar otro proceso sobre el mismo objeto,
es lo que se conoce como non bis in idem, su justificación radica en que no es
posible sustanciar un mismo litigio en forma eterna. El efecto positivo, supone la
prohibición de que en un segundo proceso se decida de forma diferente a lo ya
resuelto en un primero.
Los efectos de la cosa juzgada, instaurados en resguardo del principio de seguridad
jurídica, reconocen, con ese mismo propósito, ciertos límites de carácter subjetivo
P á g i n a 356 | 846
y objetivo, esencialmente. Para el caso de Autos nos interesa referirnos al límite
subjetivo de la cosa juzgada que orienta que la misma vincula básicamente a todas
las partes que intervinieron en el proceso, sus herederos y causahabientes conforme
prevé el art. 1451 del Código Civil, y como también prevé el art. 1452 del mismo
compilado legal, lo dispuesto por la Sentencia, tiene también eficacia respecto a
terceros.

COSA JUZGADA, EFECTOS Y ALCANCE


Auto Supremo: 872/2015 - L
Sucre: 2 de Octubre 2015
… mediante Auto Supremo Nº 499 de 30 de Septiembre de 2013 ha establecido lo
siguiente: “Al haber sido interpuesto recurso de casación en la forma y en el
fondo, en cuyo contenido entre otros aspectos se cuestiona al Tribunal Ad quem
por la decisión asumida en el Auto de Vista donde se determina que existe
sentencia ejecutoriada y mantiene vigente el Auto de ejecutoria, aspecto que
implicaría la existencia de cosa juzgada; ante esa situación se hace necesario
previamente realizar algunas consideraciones relacionadas con el tema en
cuestión y dependiendo de ese análisis corresponderá ingresar o no a la
consideración de los recursos propiamente dichos.
Cuando se habla de sentencia ejecutoriada, estamos frente a la existencia de cosa
juzgada y dentro de ese contexto el Ex Tribunal Constitucional en sus reiterados
fallos ha establecido que los efectos y alcances de la cosa juzgada se manifiesta
bajo una doble perspectiva: formal y material. Por regla general, la característica
o efecto de la cosa juzgada formal es la de su ininpugnabilidad o firmeza; produce
este efecto cualquier resolución firme o lo que es lo mismo, cuando frente a ella no
existe otro recurso previsto en la ley o cuando haya transcurrido el plazo para
recurrir de la Resolución o se haya desistido del recurso; la excepción a la regla
de inimpugnabilidad del fallo, solo se presenta cuando existe de por medio una
lesión al contenido esencial de un derecho fundamental, caso en el cual la
sentencia puede ser revisada en la jurisdicción constitucional.
En tanto que, la cosa juzgada desde su vertiente material, despliega su eficacia
frente a los otros órganos judiciales o administrativos, lleva un mandato implícito
de no conocer lo ya resuelto, impidiendo con ello la apertura de otros procesos
nuevos sobre el mismo asunto, tiene como finalidad alcanzar la paz jurídica,
evitando de un lado, que la contienda se prolongue indefinidamente y de otro, que
sobre la misma cuestión puedan recaer resoluciones contradictorias, lesionando la
seguridad jurídica procesal; ese efecto solo producen las decisiones firmes sobre
el fondo del asunto; al respecto se tienen las SSCC. Nº 29/02-R; 324/05-R.;
1169/2010-R entre otras.

P á g i n a 357 | 846
Por otra parte, es oportuno referirse a las impugnaciones contra resoluciones
dictadas en ejecución de sentencia; en ese entendido diremos que en el pasado la
Ex Corte Suprema de Justicia inicialmente por vía jurisprudencial, de manera
excepcional y restrictiva determinó la procedencia del recurso de casación contra
resoluciones dictadas en ejecución de sentencia cuando no se cumplían las
sentencias en su verdadera dimensión, o sea, cuando los jueces se excedían o
restringían la ejecución de lo determinado en sentencia ejecutoriada, sustentando
esa posición en la preservación de la cosa juzgada y que en el fondo se orientaba a
resguardar el derecho a la seguridad jurídica; sobre el particular se tienen los
A.S. Nº 90 del 25 de marzo de 1987 y 189 de 12 de julio de 1988; ello seguramente
debido a la época en que fue emitida la jurisprudencia referida, ya que la Ex Corte
Suprema como Máximo Tribunal de Justicia, en aquel tiempo aún ejercía el
control de constitucionalidad asumiendo la tesis negativa con relación a la
procedencia del amparo constitucional contra decisiones judiciales ejecutoriadas.
Sin embargo, a partir del año 2000, cuando ya ejercía jurisdicción el Tribunal
Constitucional, la Ex Corte Suprema de Justicia cambió de jurisprudencia y a
través de los A.S. Nº 34 de 29 de enero de 2002; 009 y 032 del 07 y 17 de febrero
de 2003 entre otros respectivamente, realizando una interpretación sistematizada y
concordada de las normas previstas en los arts. 213 paragrafo II, 262, 514 y 518
del Código de Procedimiento Civil, art. 26 de la Ley Nº 1760 y arts. 31 y 228 de la
Constitución Política del Estado vigente en aquel tiempo y actualmente abrogada,
retomó la doctrina legal procesal estableciendo definitivamente la improcedencia
del recurso de casación contra Autos dictados en ejecución de sentencia. En ese
mismo sentido, el Tribunal Constitucional estableció la línea jurisprudencial
contenida en la SC. 0493/2004-R de 31 de marzo determinando la improcedencia
del recurso de casación contra Resoluciones emitidas en ejecución de sentencia,
posición reiterada en la SC. 1468/2004 entre otras.

COSA JUZGADA, PROCEDENCIA


Auto Supremo: 715/2015 - L
Sucre: 26 de Agosto 2015
De lo anteriormente señalado, se debe comprender por “cosa juzgada”, conforme
dispone el art. 515 del Código de Procedimiento Civil,“(AUTORIDAD DE COSA
JUZGADA), Las sentencias recibirán autoridad de cosa juzgada: 1) Cuando la ley
no reconociere en el pleito otra instancia ni recurso. 2) Cuando las partes
consintieren expresa o tácitamente en su ejecutoria”, es decir que la Autoridad de
cosa juzgada es la eficacia de una Sentencia judicial, cuando no existen contra ellas
medios de impugnación que permiten modificarla, es en ese sentido que
cita: "(Couture); "Indiscutibilidad de la esencia de la voluntad concreta de la ley

P á g i n a 358 | 846
afirmada en la Sentencia" (Chiovenda); por su parte nuestra legislación ha
recogido dicho instituto en el art. 1319 del Código Civil, estableciéndose la
existencia de ciertos requisitos que necesariamente deben cumplirse, Identidad
legal de personas que consiste en la identidad que debe presentarse en las
personas, entre la nueva demanda y la anteriormente resuelta. Identidad de la cosa
pedida, para que exista identidad de cosa pedida es necesario que entre el primer
proceso y el segundo tengan un mismo objeto. El objeto del proceso se suele
definir como: "el beneficio jurídico que en él se reclama". Y por último la
Identidad de causa de pedir La ley lo define como: "el fundamento inmediato del
derecho deducido en el juicio". No debe confundirse con el objeto del pleito, ya
que en dos procesos puede pedirse el mismo objeto, pero por causas diferentes, la
causa de pedir será el principio generador del mismo. En consecuencia, se hace
necesario que el juzgador conozca que en un litigio anterior fue resuelto, mediante
Sentencia firme, el asunto que se le pone de manifiesto, demostrando plenamente la
existencia de identidad de sujetos, del objeto litigado y la causa de la pretensión,
que precisamente se refiere el art. 1319 del Código Civil.
En ese mismo sentido “Rafael Martínez Sarmiento identifica tres identidades
clásicas que son: Idem corpus, que es el mismo petitum, objeto o derecho
ventilado; eadem casua petendi, la causa es el hecho del cual surge el derecho
litigioso y Eadem conditio personarum, por regla general, las Sentencias no
producen efecto sino Inter partes, es decir entre los litigantes”.
De la misma forma Hugo Alsina, identifica tres elementos importantes para la
procedencia de cosa juzgada y nos enseña que: "La inmutabilidad de la Sentencia
que la cosa juzgada ampara, está condicionada por la exigencia de que la acción a
la cual se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este proceso de
identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas acciones, y
la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1º) los sujetos,
2º) el objeto, 3º) la causa"…
En el caso en cuestión, contrastando la doctrina con los hechos expuestos y los
antecedentes del presente proceso, se tiene lo siguiente: Sujetos, las mismas partes,
en el primer proceso de Reconocimiento de Unión Conyugal Libre, Tenencia de
Hijo y Partición de Bienes, donde Juan Carlos Almaraz Duran, intervino como
demandante, mientras que Florinda Caballero Ledezma, intervino como
demandada; entretanto, en la presente demanda ordinaria de la misma forma
intervienen las mismas partes en las mismas condiciones, con la diferenciación de
la pretensión principal de una demanda de División y Partición de Bienes, por otro
lado el Objeto, la pretensión, en el primer proceso fue el Reconocimiento de Unión
Conyugal Libre, Tenencia de Hijo y Partición de Bienes y en la presente demanda
P á g i n a 359 | 846
se trata de una División y Partición de Bienes, pretensiones distintas entre ambos
procesos, por último la Causa, es el hecho jurídico que son de distinta naturaleza,
con el primer proceso.
Por lo mencionado, se concluye que no se cumple con lo determinado por el art.
1319 del Código Civil, varía uno del otro y al no contar con el mismo objeto no se
puede aplicar la procedencia de la cosa juzgada como erradamente pretende que se
considere en Resolución.

COSA JUZGADA
Auto Supremo: 624/2016
Sucre: 14 de Junio 2016
Proceso: Mejor derecho propietario sobre lote de terreno que indica, acción
negatoria y cancelación de inscripción en DD.RR., más cesación de actos
perturbatorios y amparo a la posesión sobre el inmueble objeto de demanda.
El Auto Supremo Nº 1051/2015 de 16 de noviembre, respecto de la excepción de la
cosa juzgada señala que “La excepción de cosa juzgada es procedente cuando
existe una Sentencia firme respecto de una pretensión anteriormente substanciada
entre las mismas partes, por la misma causa y objeto, en este entendido el art.
1451 del C.C., señala: “Lo dispuesto por Sentencia pasada en Autoridad de cosa
juzgada causa estado a todos los efectos entre las partes, sus herederos y
causahabientes”.
El doctrinario Hugo Alsina, identifica tres elementos importantes para la
procedencia de esta figura jurídica: “La inmutabilidad de la Sentencia que la cosa
juzgada amparada, está condicionada por la exigencia de que la acción a la cual
se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este proceso de
identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas acciones, y
la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1) los sujetos,
2) el objeto, 3) la causa, bastando que una sola de ellas difiera para que la
excepción sea improcedente”.
Por su parte nuestra legislación ha recogido dicho instituto en el art. 1319 del
Código Civil, estableciéndose la existencia de ciertos requisitos que
necesariamente deben cumplirse: 1) Identidad legal de personas que consiste en la
identidad que debe presentarse en las personas, entre la nueva demanda y la
anteriormente resuelta. 2) Identidad de la cosa pedida, para que exista identidad
de cosa pedida es necesario que entre el primer proceso y el segundo tengan un
mismo objeto, el objeto del proceso se suele definir como “el beneficio jurídico que
en él se reclama”. Y por último 3) identidad de causa de pedir, la ley lo define
como “el fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio”, no debiendo
confundirse con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el

P á g i n a 360 | 846
mismo objeto, pero por causas diferentes, la causa de pedir será el generador del
mismo.
Cuando una Sentencia adquiere calidad de cosa juzgada se derivan una serie de
efectos que podemos definir como aquellas repercusiones que produce la Sentencia
firme en el ámbito del ordenamiento jurídico, en ese sentido la cosa juzgada
material produce dos efectos esenciales uno negativo y otro positivo. El efecto
negativo supone la imposibilidad de sustanciar otro proceso sobre el mismo
objeto, es lo que se conoce como non bis in idem, su justificación radica en que no
es posible sustanciar un mismo litigio en forma eterna. El efecto positivo, supone
la prohibición de que en un segundo proceso se decida de forma diferente a lo ya
resuelto en un primero...”
De lo referido concluimos que ante la excepción de cosa juzgada, se hace necesario
que el juzgador conozca que un litigio anterior fue resuelto mediante sentencia
firme sobre el asunto que se le pone de manifiesto, demostrando plenamente la
existencia de la triple identidad de “partes”, “causa” y “objeto”, triada a la que se
refiere el art. 1.319 del Código Civil.

CRÉDITOS DOCUMENTARIOS (Acreditivos)


Auto Supremo: 478/2016
Sucre: 12 de mayo 2016
Proceso: Incumplimiento de contrato y pago de daños y perjuicios.
El Art. 1394 del Código de Comercio, desarrolla que: “(Concepto) Se entiende por
crédito documentario el acuerdo mediante el cual un Banco, obrando por cuenta
y de acuerdo con las instrucciones del ordenante, se obliga directamente o
mediante un corresponsal, a pagar a la orden del beneficiario una determinada
cantidad de dinero o a pagar, aceptar o negociar letras de cambio contra entrega
de los documentos, de conformidad a los términos y condiciones estipulados en el
contrato”.
El autor Víctor Camargo Marin en su obra “Derecho Comercial Boliviano”, Edit.
“Alexander’s”, Cochabamba-Bolivia, 2003, págs. 509 a 510, aclara: “…En otros
términos, el acreditivo es un préstamo en moneda extranjera a corto plazo.
El dinero no se entrega al prestatario, sino al beneficiario del acreditivo en alguna
plaza del exterior, contra entrega de documentos de embarque.
El acreditivo deriva de la Carta de Crédito, ha nacido en el comercio
internacional…
El contrato se celebra entre el acreditante, que generalmente es una institución de
crédito, y el solicitante que es la persona que pide el crédito; pero en vez de que el
acreditante se obligue a entregar fondos al solicitante, acepta obligarse
directamente hacia una tercera persona.
P á g i n a 361 | 846
El crédito documentario debe siempre constar por escrito. En la práctica esta
operación se documenta con la solicitud de crédito confirmado que el solicitante
dirija al acreditante y con el escrito de confirmación que el acreditante envía al
tercero beneficiario”.
Por otra parte, el Art. 1395 del Código de Comercio, regula que: “(Contenido de la
carta comercial de crédito) La carta comercial de crédito deberá contener, por lo
menos, los siguientes datos:…6) Documentos y requisitos que debe
representarse y ser acreditados para la utilización del crédito,…”.
Asimismo, el Art. 1400 del Código de Comercio, dispone: “(Obligaciones del
banco acreditante) El Banco acreditante, por el contrato de crédito documentario,
contrae las siguientes obligaciones principales:
1. Abrir en sus registros un crédito a favor del beneficiario y remitirle
la correspondientecarta comercial de crédito, directamente o por medio de
corresponsal, notificándole este hecho y las condiciones del crédito abierto para
su utilización.
2. Obtener directamente o por medio de un corresponsal los documentos relativos
al crédito, practicarles un examen cuidadoso y según el caso, notificar o
entregarlos al interesado;…”.
De igual manera el art. Art. 1401 del Código de Comercio regula: “(Obligaciones
del ordenante)El ordenante del crédito documentario contrae las siguientes
obligaciones principales:
1) Retirar los documentos que amparan el embarque de las
mercaderías, inmediatamente del aviso del Banco acreditante o a más tardar
dentro de los tres días siguientes;
2) Reembolsar al Banco acreditante, en las fechas establecidas, el importe del
pago que haya efectuado al beneficiario, cuando no haya constituido depósito
previo por el equivalente y siempre que dichos pagos se hayan ajustado a las
instrucciones dadas al Banco acreditante;…”.
Carlos Morales Guillen, en su obra referida, págs. 1311 a 1314, al realizar el
estudio del art. 1394 del Código de Comercio señala: “Relevante importancia tiene
la función bancaria que esta Sección legisla, particularmente en el comercio
internacional de importación y de exportación (Messineo), en las ventas contra
entrega de documentos cuyo precio se paga por intermedio de un Banco,
precisamente por medio de los créditos documentados o acreditivos (v. las anots. A
los arts. 850 y 864).
Cabe señalar, desde luego, que cuando el Banco emite la carta de crédito para
este objeto, contra entrega de su importe por parte del ordenante, no hay
propiamente en la operación carácter de crédito, sino que es un simple servicio
P á g i n a 362 | 846
bancario de mediación en los pagos (v. la anot. Al art. 1338). Cuando el Banco
otorga crédito para el efecto, prácticamente se considera que se trata de una
carta de crédito,…
Sin embargo, aunque operaciones similares, sea que exista apertura de crédito o
que llenen una simple función de mediación en los pagos, puede establecerse
su distinción atendiendo al hecho de la especialidad del crédito
documentado que, de ordinario, tiene aplicación prevaleciente en el comercio
internacional de importación y exportación, con frecuencia más conexa con la
venta cif particularmente (Messineo).
Para resolver los inconvenientes que se suscitan en las llamadas compraventas
marítimas (Malagarriga), relativamente al pago del precio, y ante la exigencia de
los vendedores de efectuar el embarque de las mercaderías vendidas teniendo la
plena seguridad del pago, se implanta esta modalidad de pago contra entrega de
documentos, cuyo mecanismo es el siguiente:…
Habida cuenta esta consideración, el contrato de crédito documentado es sui
generis con caracteres y finalidades propios perfectamente definidos: el Banco en
cumplimiento de las obligaciones que contrae con el comprador, abre el crédito
al vendedor, ante quien se obliga a pagarle determinada suma cuando le
presente ciertos documentos en un plazo también determinado. Al notificar el
Banco al vendedor que le ha abierto el crédito o –lo que es lo mismo- que
efectuará el pago, asume frente a éste una obligación directa e independientedel
contrato de compraventa que vincula a comprador y vendedor; éste tiene en
cuenta la solvencia y seriedad del Banco acreditante más que la del comprador,
razón por la cual exige precisamente esta forma de pago…
Precisamente para superar la ineficacia que entraña la revocabilidad del crédito,
se tiene la forma más compleja de esta operación en el crédito irrevocable o
confirmado, por cuya virtud el Banco, en lugar de asumir frente al comprador el
encargo de pagar el acreditivo, asume en nombre propio, frente al beneficiario o
vendedor, la obligación directa de pagar el acreditivo, lo que conlleva la de no-
revocarle, porque en ella está interesado el vendedor que, en este caso, es
contratante del Banco mismo (Messineo), que está por tanto investido de un
derecho exigible. Se ha dado gran discrepancia en la doctrina sobre la naturaleza
de la figura jurídica que asume el Banco con la irrevocabilidad del acreditivo. Se
han dado muchas teorías: delegación imperfecta, contrato a favor de tercero,
mandato irrevocable, promesa del hecho de un tercero, promesa abstracta, etc.
Parece que lo indicado es, como se ha advertido al iniciar la consideración de la
naturaleza jurídica de este contrato, conceptuarle como un contrato especial
autónomo, cuya economía no encuadra dentro del molde de ninguno de los
P á g i n a 363 | 846
contratos clásicos del derecho (Fernández). Messineo, conforme con la legislación
que comenta (c.c. italiano, art. 1269) considera al instituto, como una delegación
de pago, lo que no parece conciliar con la definición que el mismo autor da del
crédito irrevocable, cuando dice que la obligación del Banco frente al vendedor
es abstracta y autónoma, respecto de la relación entre el Banco y el comprador”.
En relación a lo anterior, el art. 1408 del Código de Comercio (Aplicación
supletoria de las Reglas de Usos Uniformes de los Créditos Documentarios), al
referirse a la sección II (Créditos documentarios (Acreditivos) del capítulo IV, del
título VII, del Libro Tercero del Código referido, dispone que: “En cuanto a lo no
previsto en esta Sección, se aplicarán, supletoriamente, las “Reglas y Usos
Uniformes de los Créditos Documentarios”, de última revisión”; haciéndose de
esta manera aplicable en el presente caso de autos las Reglas y Usos Uniformes de
los Créditos Documentarios, revisión 1993, publicación 500.
Las Reglas y Usos Uniformes relativos a Créditos Documentario, revisión 1993,
publicación 500 de la CCI (Cámara de Comercio Internacional), en su art. 2 al
darnos la definición de Crédito establece: “A efectos de los presentes artículos, las
expresiones de “Crédito/s Documentario/s yCarta/s de Crédito Standby” (en
adelante, “Crédito/s”), se refieren a todo acuerdo, cualquiera que sea su
denominación o descripción, por el que un banco (“Banco Emisor”), obrando a
petición y de conformidad con las instrucciones de un cliente (“Ordenante”) o en
su propio nombre: I. se obliga a hacer un pago a un tercero (“Beneficiario”) o a
su orden, o a aceptar y pagar letras de cambio (instrumento/s de giro) librados por
el Beneficiario, o, II. Autoriza a otro banco para que efectúe el pago, o para que
acepte y pague tales instrumentos de giro, o, III. Autoriza a otro banco para que
negocie, contra entrega del/de los documento/s exigido/s, siempre y cuando se
cumplan los términos y las condiciones del crédito”.
Por su parte, en su art. 3 al referirse a los CREDITOS/CONTRATOS establece
que: “a. Los Créditos son, por su naturaleza, operaciones independientes de las
ventas o de cualquier otro contrato en los que puedan estar basados y a los bancos
no les afectan ni están vinculados por tal/es contrato/s, aun cuando en el Crédito
se incluya alguna referencia al/a los mencionado/s contrato/s. Por lo tanto, el
compromiso por parte de un banco de pagar, aceptar y pagar efecto/s o
negociar y/o cumplir cualquier otra obligación incluida en el Crédito no está
sujeta a reclamaciones o excepciones por parte del Ordenante, resultantes de sus
relaciones con el Banco Emisor o con el Beneficiario…” (Las negrillas son
nuestras).
De donde se infiere que el contrato de crédito bancario documentado, es un
contrato independiente y autónomo del contrato de compra venta internacional; por
P á g i n a 364 | 846
lo mismo, los Créditos, por su naturaleza, son operaciones independientes de las
ventas y a los bancos no les afectan ni están vinculados directamente por tales
contratos, asimismo, de la normativa desglosada se infiere que el Banco acreditante
obra a su cuenta empero de acuerdo a las instrucciones del ordenante, obligándose
a pagar a la orden del beneficiario una determinada cantidad de dinero contra
entrega de los documentos, esto de conformidad siempre a los términos y
condiciones que han sido estipuladas en la carta de crédito. Es más entre las
obligaciones principales del Banco emisor está el de obtener directamente o por
medio de un corresponsal los documentos relativos al crédito, practicarles un
examen cuidadoso y según el caso, notificar o entregarlos al ordenante, por su
parte, entre las obligaciones del último está el de reembolsar al Banco acreditante,
el importe del pago que haya efectuado al beneficiario, siempre que dichos pagos
se hayan ajustado a las instrucciones dadas por el ordenante en la carta de crédito.

CUANTIFICACIÓN DE DAÑO CIVIL Y RESARCIMIENTO DEL


PERJUICIO OCASIONADO, ADMINISTRACION PÚBLICA
Auto Supremo: 825/2015 - L
Sucre: 16 de septiembre 2015
De acuerdo al art. 213-I de la Constitución Política del Estado: “La Contraloría
General del Estado es la institución técnica que ejerce la función de control de la
administración de las entidades públicas y de aquellas en las que el Estado tenga
participación o interés económico. La Contraloría está facultada para determinar
indicios de responsabilidad administrativa, ejecutiva, civil y penal…”, el art. 217-I,
preceptúa: “La Contraloría General del Estado será responsable de la supervisión
y del control externo posterior de las entidades públicas y de aquéllas en las que
tenga participación o interés económico el Estado. La supervisión y el control se
realizará asimismo sobré la adquisición, manejo y disposición de bienes y
servicios estratégicos para el interés colectivo”.
La Ley de Administración y Control Gubernamentales, Ley Nº 1178 de 20 de julio
de 1990, en su art. 3º señala que los sistemas de administración y de control se
aplicarán a todas las entidades del Sector Público, sin excepción, y de acuerdo al
art. 1º inc. c) y d), su objeto es lograr que todo servidor público asuma plena
responsabilidad por sus actos rindiendo cuenta de los objetivos a que se destinaron
los recursos públicos y de la forma y resultado de su aplicación. El art. 2º inc. c),
señala al Control Interno y al Control Externo Posterior para controlar la gestión
del Sector Público. En virtud del art. 13º el control gubernamental tiene por
objetivo mejorar la eficiencia en la captación y uso de los recursos públicos y se
aplicará sobre el funcionamiento de los sistemas de administración de los recursos
públicos y está integrado por el sistema de Control Interno y la auditoría interna, el
P á g i n a 365 | 846
sistema de Control Externo Posterior se aplicará por medio de la auditoría externa
de las operaciones ya ejecutadas; de acuerdo al art. 15º, todos los informes de
auditoría interna serán remitidos inmediatamente a la máxima autoridad y a la
Contraloría General del Estado. De conformidad al art. 23º, la Contraloría General
del Estado, órgano rector del sistema de control gubernamental, evalúa la eficacia
de los sistemas de control interno, realiza y supervisa el control externo, entre
otros. El art. 28º, identifica cuatro tipos de responsabilidad: administrativa,
ejecutiva, civil y penal. En consecuencia, el control gubernamental está integrado
por el sistema de control interno y el sistema de control externo posterior que se
practica a través de las auditorías internas realizadas por la propia entidad, así
como por la auditoría externa a cargo de la Contraloría General del Estado.
El art. 43º inc. a) de la Ley Nº 1178, establece que a pedido de la entidad o de
oficio la Contraloría General del Estado podrá emitir dictamen sobre las
responsabilidades; el dictamen y los informes y documentos que lo sustentan,
constituirán prueba preconstituida para la acción administrativa, ejecutiva y civil a
que hubiere lugar. En esa orientación, el Decreto Supremo Nº 23215, Reglamento
para el ejercicio de las atribuciones de la Contraloría General de la República,
regula el procedimiento para efectuar el control gubernamental, disponiendo en su
art. 39: “El informe de auditoría que incluya hallazgos que pueden originar un
dictamen de responsabilidad debe ser sometido a aclaración, entendiéndose por
tal el procedimiento por el cual la Contraloría General de la República o las
unidades de auditoría de las entidades públicas, según sea el caso, hacen conocer
dichos hallazgos al máximo ejecutivo de la entidad y a las personas presuntamente
involucradas y éstos presentan por escrito sus aclaraciones y justificativos,
anexando la documentación sustentatoria”. En su art. 40 se dispone de un
procedimiento para la aclaración del informe de auditoría entregado a las personas
involucradas quienes dentro de un plazo presentan sus aclaraciones y justificativos
con documentación sustentatoria. La Sentencia Constitucional Nº 0021/2007 de 10
de mayo, cuyo cumplimiento y aplicación son obligatorios conforme a la
Resolución Nº CGR/069-A/2008 de 20 de marzo de 2008, y que tiene por objeto el
acatamiento a Procedimiento de Aclaración todos los informes de auditoria que
establezcan indicios de responsabilidad penal y civil “significativa”, conforme los
arts. 39 y 40 del Reglamento para el ejercicio de las atribuciones de la Contraloría
General de la República, señaló que: “…Conviene precisar que el resultado final
de una auditoria gubernamental es un dictamen, el cual puede encontrar indicios
de responsabilidad de distinta naturaleza, así sea civil, penal o
administrativa…cuando se identifiquen indicios de responsabilidad civil,
corresponde a un proceso coactivo-fiscal su determinación…”.
De otro lado, el Capítulo VII de la Ley Nº 1178, se ocupa de la jurisdicción
coactiva fiscal señalando en su art. 47º, que es la instancia para tomar conocimiento
P á g i n a 366 | 846
de las demandas que se interpongan por actos de los servidores públicos, entidades
públicas y privadas, en los cuales se determinen responsabilidades civiles.
De acuerdo a la Ley del Sistema de Control Fiscal, el juicio coactivo fiscal es un
proceso que se instaura en el órgano competente para la recuperación de las deudas
que se tienen con el Estado. Por su parte, la Ley de Procedimiento Coactivo Fiscal
(elevado a rango de Ley por la Ley 1178), señala que constituyen instrumentos con
fuerza coactiva suficiente para promover la acción coactiva fiscal, los informes de
auditoría emitidos por la Contraloría General de la República, emergentes del
control financiero administrativo que establezcan cargos de sumas líquidas y
exigibles; los informes de auditoría interna, procesos o sumarios administrativos,
igualmente aprobados y que establezcan sumas liquidas y exigibles. Se hace
mención a la nota de cargo como requerimiento de pago que el Juez coactivo
expide notificándose al demandado para la presentación de los justificativos o
descargos, y en su caso, al pliego de cargo para el pago de la obligación bajo
conminatoria de apremio.

CUMPLIMIENTO DE LOS PRESUPUESTOS PROCESALES DE LA


PRETENSIÓN
Auto Supremo: 1150/2016.
Sucre: 06 de octubre 2016
Proceso: Reivindicación.
El Auto Supremo Nº 692/2014 de 25 de noviembre, señaló: “Se considera
presupuestos procesales a aquellos elementos de existencia previa que resultan
necesarios para la formación de un proceso, hacen referencia a los pilares que lo
sostienen cuya verificación es obligación del Juez de la causa al momento de
admitir la demanda (…)
La doctrina viene considera como presupuestos procesales de admisibilidad, de
verificación obligatoria por parte del Juez de la causa: 1) la competencia y
jurisdicción del tribunal; 2) la legitimación de las partes y; 3) la pretensión
jurídicamente atendible, La verificación oportuna de estos presupuestos procesales
de admisibilidad permite vigilar no solo la idoneidad de la relación procesal,
evitando la anormal sustanciación y duración de procesos que resultan afectados
de invalidez, por lo que cuando se aprecie la falta de un presupuesto procesal, el
Juez de la causa está obligado a dictar resolución de rechazo de la demanda de
oficio, reiteramos con el fin de evitar un proceso y en su caso una Sentencia inútil
e ineficaz (…)
En estos antecedentes se concluye que el Juez estaba obligado a realizar un
análisis de proponibilidad de la demanda en relación a los presupuestos
procesales (…) resultando esta inobservancia como vicio de procedimiento más
P á g i n a 367 | 846
antiguo, en este caso, cómo se fundamentó supra, por la improponibilidad (…) que
no permitió que el proceso se inicie válidamente, resultando afectada la relación
procesal y obstaculizando el examen de fondo en el caso sometido a juicio”.
A su vez, el A.S. Nº 528/2015 - L de 10 de julio 2015, indicó: “Para lograr
desentrañar adecuadamente el poder que ejerce el Juez frente a la interposición de
una demanda, resulta relevante distinguir, entre el control formal de la demanda y,
el control material o de fondo; o lo que el autor Carlo Carli denomina condiciones
de procedibilidad y de fundabilidad.
En el primer caso, una vez deducida una determinada pretensión el Juez no queda
automáticamente conminado a admitirla y promover en consecuencia el proceso,
debe en principio analizar la concurrencia de los presupuestos procesales y el
cumplimiento de las formas necesarias de las que debe estar revestido al acto de
demanda. Constituye pues un juicio netamente formal que se realiza ante a
cualquier análisis sobre el fondo de la pretensión y está relacionado con el poder
reconocido al Juez de sanear el proceso lo más pronto posible, para librarlo de
impedimentos y óbices formales y facilitar el rápido y ordenado pasaje a las
etapas vinculadas al mérito. En consecuencia, en este examen de admisibilidad el
Juez deberá tener en cuenta, por ejemplo, si el conocimiento de la demanda que se
le presenta es de su competencia o no; si la demanda se ajusta a las reglas
previstas por el artículo 327 del Código de Procedimiento Civil.
Ahora bien, una vez comprobada por el Juez la concurrencia de los presupuestos
procesales y el cumplimiento de los requisitos formales, le corresponde efectuar un
control de la proponibilidad o fundamento intrínseco de la acción tal como ha sido
propuesta. A diferencia del control formal, el juicio de fundabilidad opera con
elementos que corresponden al derecho material, con los preceptos sustanciales
llamados a zanjar la Litis en la Sentencia definitiva”.

CUMPLIMIENTO DE OBLIGACIÓN, CONTRATOS ADMINISTRATIVOS


Auto Supremo: 1056/2015 - L
Sucre: 17 de noviembre 2015
Corresponde señalar que este Tribunal Supremo de Justicia, mediante la emisión de
varios Autos Supremos, desarrolló y explicó cual la naturaleza del contrato
administrativo, sus caracteres y elementos, así como las diferencias existentes con
el contrato privado. En ese sentido, para ahondar más en el tema, corresponde
referirnos a algunos estudiosos que desarrollaron este tipo de contratos, entre ellos
citaremos a Rafael Bielsa, quien en su obra “Principios de Derecho
Administrativo”, señala que: “Es contrato Administrativo el que la Administración
celebra con otra persona pública o privada, física o jurídica, y que tiene por objeto
P á g i n a 368 | 846
una prestación de utilidad pública…”, acotando que “…en todo contrato
administrativo deben concurrir los siguientes elementos esenciales: a)Uno de los
sujetos de la relación jurídica es la Administración pública (Estado, provincia,
comuna o entidad autárquica) obrando como tal, es decir, como entidad de
derecho público; b) El objeto del contrato es una prestación de utilidad pública;
por ejemplo, un servicio público propio, un empleo público, una obra pública (de
interés general o colectivo), etc”; coincidiendo con este autor, Roberto Dromi, en
su libro Derecho Administrativo 2006, señala que: “La caracterización del
contrato administrativo resulta: a) del objeto del contrato, es decir, las obras y los
servicios públicos cuya realización y prestación constituyen precisamente los fines
de la Administración; b)de la participación de un órgano estatal o ente no estatal
en ejercicio de la función administrativa, y c) de las prerrogativas especiales de la
Administración en orden de su interpretación, modificación y resolución.”.
De dichos criterios, se advierte que ambos autores coinciden en cuanto a las
características propias que hacen al contrato administrativo, siendo estas, que una
de las partes en su celebración sea la Administración Pública, y que su finalidad
contractual sea el de satisfacer las necesidades de interés general o de utilidad
pública; características estas que nos permiten distinguir la naturaleza del contrato
administrativo regido íntegramente por el derecho público.
En el caso de autos, no nos encontramos frente a un contrato administrativo, toda
vez que pese a que la recurrente pretenda el reconocimiento de una obligación
contractual con la Empresa de Correos de Bolivia, sin embargo, el fin del mismo,
es decir la entrega de las facturas, no se traduce en una necesidad colectiva o de
interés público, razón por la cual corresponde su consideración en el presente caso.
Bajo esa lógica, corresponde a continuación referirnos al régimen de contratación
estatal de esa gestión que es el Decreto Supremo Nº 27329, el cual establece los
principios, normas y condiciones que regulan los procesos de administración de
bienes y servicios y las obligaciones y derechos que derivan de éstos, en el marco
de la Constitución Política del Estado y la Ley Nº 1178, conforme cita el art. 13 de
la citada norma.La regulación de contratación de obras, bienes y servicios
generales, por parte de la administración pública, estableció un tipo de modalidad
para el monto que requiere la contratación (Licitación Pública, Contratación Menor
por Comparación de Precios y Contratación por Excepción) y en mérito a esa
modalidad se destina también un procedimiento administrativo propio para la
celebración del contrato, con excepcionalidades de procedimiento, previstos por la
misma norma, en determinados tipos de contratación ligados a supuestos previstos
con exactitud en el mismo Decreto Supremo.

P á g i n a 369 | 846
Es de precisar que el Decreto Supremo antes citado prevé en su cuerpo normativo
toda concreción de régimen contractual que vaya a realizar la Administración
Pública, mediante determinadas modalidades según el monto del contrato, o según
la excepcionalidad prevista, en ese caso es de entender que aún el contrato sea en
su objeto de carácter civil, o un contrato administrativo propiamente dicho
(nominales como el de Licitación Pública, Contratación Menor por Comparación
de Precios y Contratación por Excepción), no es posible descartar por parte de los
contratantes aquél régimen procedimental, ya que el sistema de contratación sólo
puede actuar cuando la ley la habilita para ello y en los términos previstos para esa
habilitación, es así que el procedimiento a seguir por el ente administrativo en un
determinado contrato es jurídicamente relevante, porque solo de esa manera se
justifica la celebración contractual, que tiene relación con la competencia de la
Administración, génesis al procedimiento.
Del mismo modo, el art. 232 de la Constitución Política del Estado, refiere con
exactitud los principios por los cuales se rige la Administración Pública, entre los
que está el principio de legalidad que se establece en esos mecanismos técnicos
preestablecidos por ley por el cual el ente estatal debe guiarse, es la legalidad que
otorga facultades en realizar determinado acto con sus límites potestativos. A decir
de García de Enterría: “Toda acción administrativa se nos presenta así como
ejercicio de un poder atribuido previamente por Ley y por el delimitado y
construido. Sin una atribución legal previa de potestades la Administración no
puede actuar, simplemente.””

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D
DAÑO CAUSADO POR HECHO ILÍCITO
Auto Supremo: 1280/2016
Sucre: 07 de noviembre 2016
Proceso: Resarcimiento de daños.
En el Auto Supremo No 193/2015 se orientó respecto al daño: “debemos
considerar cual es el significado del daño como tal. Según la autora Giovana
Visintini en su libro Tratado de Responsabilidad Civil señala que: El término
“daño” en el lenguaje del legislador, en el ámbito de la regulación de los hechos
ilícitos, asume un doble significado. Cuando se habla de “daño injusto”, como
elemento objetivo del hecho ilícito, se hace referencia a la lesión del interés
tutelado; en cambio cuando se hable de daño en relación con la obligación de
resarcimiento, es decir; con referencia al “daño resarcible”, la expresión asume el
significado de perjuicio valorable en términos económicos, y abarca el daño
emergente, el lucro cesante y los sufrimientos morales padecidos por la víctima del
ilícito por otros.
Asimismo en el Auto Supremo Nº 199/2015 L de fecha 20 de marzo de 2015 se
expuso: “El art. 984 del Código Civil, establece: “Quien con un hecho doloso o
culposo, ocasiona a alguien un daño injusto, queda obligado al resarcimiento”. De
dicho precepto legal se advierte que el mismo hace referencia a un hecho que es la
modificación o transformación de una situación anterior, es una mutación física o
hecho que puede ser ocasionado o producido por el impacto, contacto o efecto de
una cosa, objeto o bien. Asimismo, el precepto hace referencia a la culpa (o dolo)
que el aspecto subjetivo, voluntario o culposo, es decir, es la voluntad o querer del
presunto responsable. También se hace referencia al daño que es el menoscabo o
la lesión de un bien, derecho o patrimonio. Sin embargo, entre todos estos
elementos, es decir, entre el hecho, la culpa y el daño debe existir una relación
de causalidad, es decir, de causa a efecto que sirve para declarar
la responsabilidad civil que significa la obligación de asumir todas las

P á g i n a 371 | 846
consecuencias patrimoniales o económicas que nacen de un hecho que ocasione un
daño a otro.
Cuando ocurre un hecho que origina responsabilidad patrimonial o civil, se dice
que un patrimonio ha sido lesionado o afectado, entonces, la responsabilidad civil
o patrimonial es la obligación de asumir las consecuencias patrimoniales por la
ruptura de ese patrimonio, por tanto, es un problema neta y exclusivamente
patrimonial, es decir, una compensación patrimonial que se debe por un daño
ocasionado al perjudicado. La lesión al patrimonio puede darse como resultado de
un contrato o convención, en este caso se trata de la responsabilidad civil
contractual, o puede darse como consecuencia de un hecho ajeno a un contrato o
compromiso previo. Esta es la responsabilidad civil extracontractual. Por todo lo
anotado podemos concluir que la obligación indemnizatoria es la compensación o
pago por el daño ocasionado para restablecer el equilibrio patrimonial roto con el
hecho dañoso. Es esa la finalidad del instituto de la responsabilidad civil.
Así también en el Auto Supremo Nº 215 de fecha 30 de marzo de 2015 se
determinó: según Diez-Picazo y Gullón en su obra Sistema del Derecho Civil: “La
responsabilidad implica la sujeción de una persona que vulnera un deber de
conducta impuesto en interés de otro sujeto a la obligación de resarcir el daño
producido”; acotando el mismo Autor que la responsabilidad civil se clasifica en
contractual y extracontractual o aquiliana, “La primera supone una transgresión
de un deber de conducta impuesto mediante un contrato. La responsabilidad
aquiliana, por el contrario, da idea de la producción de un daño a otra persona sin
que exista una previa relación jurídica entre Autor del mismo y esta última”.
Tradicionalmente, la doctrina en relación a la responsabilidad extracontractual,
establece que es la que no deriva del incumplimiento de una obligación
previamente contraída (contrato), sino de la realización de un hecho que causa un
daño y que genera la obligación de repararlo, por conllevar la violación de un
derecho absoluto, derecho que es correlativo de un deber de abstención que
consiste en no dañar”

DAÑO EMERGENTE Y LUCRO CESANTE


Auto Supremo: 908/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Resolución de Contrato, entrega de Bien Inmueble y Pago de Daños y
Perjuicios
En cuanto al tema en el A.S. 87/2015 de fecha 1 de Julio 2015 se ha expuesto: “En
materia de reparación de daños civiles, Gilberto Martínez Rave en su Obra

P á g i n a 372 | 846
“Responsabilidad Civil Extracontractual”, Décima Edición, Editorial Temis S.A.
Santa Fe de Bogotá – Colombia 1998, realiza la clasificación en dos grandes
categorías o grupos a saber: 1) DAÑOS O PERJUICIOS PATRIMONIALES, que
comprende todos aquellos que perturban bienes o derechos de contenido
económico, los que afectan el patrimonio económico o modifican la situación
pecuniaria del damnificado y, 2) DAÑOS O PERJUICIOS
EXTRAPATRIMONIALES, los que afectan directamente a la integridad de las
personas en todos sus ámbitos, en el orden moral, imagen, aspecto físico,
fisiológico, psicológico, etc.; este tipo de daños en el pasado se consideraban
como no indemnizables, pero la moderna doctrina y la jurisprudencia
paulatinamente los va consagrando como perjuicios reparables económicamente.
Esta clasificación es la más apropiada por ser más amplia que abarca conceptos
más universales donde se halla incluida la responsabilidad por daños de carácter
contractual y extracontractual.
Los DAÑOS PATRIMONIALES conforme a nuestra legislación vigente previsto en
los arts. 344, 345 y 346 del Código Civil, procede por DAÑO EMERGENTE Y EL
LUCRO CESANTE, los mismos que vienen a constituir los comúnmente llamados
“daños y perjuicios” cuya reparación responde a título de culpa o dolo
(responsabilidad subjetiva) o simplemente por responsabilidad objetiva (riesgo
creado).
Es de vital importancia aclarar que la responsabilidad por el DAÑO
EMERGENTE implica responder por las consecuencias directas e inmediatas que
genera el hecho que ocasiona desmedro real, cierto y específico del patrimonio o
por el dinero que se destina para atender las contingencias o efectos inmediatos
que genera el hecho; sus efectos se dan al momento del hecho o inmediatamente de
cometido el mismo, es decir responden al presente. En tanto que el LUCRO
CESANTE responde por la privación de percepción de las ganancias o beneficios
económicos o la falta de rendimiento en la productividad de las cosas que sufrirá
el damnificado en lo posterior, es decir tiene su incidencia hacia el futuro, no
siendo posible su aplicación hacia el pasado o con carácter retroactivo.”

DAÑO EMERGENTE Y LUCRO CESANTE


Auto Supremo: 97/2017
Sucre: 03 de febrero 2017
Proceso: Nulidad Sociedad y Otros.
En cuanto al tema en el AS 87/2015 de fecha 1 de Julio 2015 se ha expuesto: “En
materia de reparación de daños civiles, Gilberto Martínez Rave en su Obra

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“Responsabilidad Civil Extracontractual”, Décima Edición, Editorial Temis S.A.
Santa Fe de Bogotá – Colombia 1998, realiza la clasificación en dos grandes
categorías o grupos a saber: 1) DAÑOS O PERJUICIOS PATRIMONIALES, que
comprende todos aquellos que perturban bienes o derechos de contenido
económico, los que afectan el patrimonio económico o modifican la situación
pecuniaria del damnificado y, 2) DAÑOS O PERJUICIOS
EXTRAPATRIMONIALES, los que afectan directamente a la integridad de las
personas en todos sus ámbitos, en el orden moral, imagen, aspecto físico,
fisiológico, psicológico, etc.; este tipo de daños en el pasado se consideraban
como no indemnizables, pero la moderna doctrina y la jurisprudencia
paulatinamente los va consagrando como perjuicios reparables económicamente.
Esta clasificación es la más apropiada por ser más amplia que abarca conceptos
más universales donde se halla incluida la responsabilidad por daños de carácter
contractual y extracontractual.
Los DAÑOS PATRIMONIALES conforme a nuestra legislación vigente previsto en
los arts. 344, 345 y 346 del Código Civil, procede por DAÑO EMERGENTE Y EL
LUCRO CESANTE, los mismos que vienen a constituir los comúnmente llamados
“daños y perjuicios” cuya reparación responde a título de culpa o dolo
(responsabilidad subjetiva) o simplemente por responsabilidad objetiva (riesgo
creado).
Es de vital importancia aclarar que la responsabilidad por el DAÑO
EMERGENTE implica responder por las consecuencias directas e inmediatas que
genera el hecho que ocasiona desmedro real, cierto y específico del patrimonio o
por el dinero que se destina para atender las contingencias o efectos inmediatos
que genera el hecho; sus efectos se dan al momento del hecho o inmediatamente de
cometido el mismo, es decir responden al presente. En tanto que el LUCRO
CESANTE responde por la privación de percepción de las ganancias o beneficios
económicos o la falta de rendimiento en la productividad de las cosas que sufrirá
el damnificado en lo posterior, es decir tiene su incidencia hacia el futuro, no
siendo posible su aplicación hacia el pasado o con carácter retroactivo”.

DE LA ACCIÓN PERSONAL Y DE LA ACCIÓN REAL


Auto Supremo: 242/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Mejor Derecho Propietario y otros.
Sobre el tema el AS Nº67/2015 de fecha 30 de enero de 2015 ha orientado: “De
acuerdo a la doctrina, una acción es personal (actio in personam) cuando
reclamamos frente a quien está obligado con nosotros como consecuencia de un

P á g i n a 374 | 846
contrato o de un delito, por ejemplo una deuda, si el deudor no paga el acreedor
inicia un proceso ejecutivo. Una acción es real (actio in rem) cuando decimos que
un objeto es de nuestra propiedad o que un derecho nos compete. Las acciones
personales sirven para proteger un derecho de obligación, y las acciones reales
para proteger un derecho real. Así, por la acción real pedimos como nuestra una
cosa corporal o vindicamos un derecho real que nos compete sobre una cosa
ajena; y por la acción personal vindicamos el derecho que tenemos a la cosa, esto
es de las obligaciones, bien sean estos nacidos de un hecho lícito en que hayamos
prestado nuestro consentimiento o en que la ley lo presuma, bien de un hecho
ilícito, es decir, de delito o culpa, concluyendo que la división de acciones en
reales, personales y mixtas se limita solamente a la vindicación de los derechos
civiles que han sido violados.”

DE LA CADUCIDAD
Auto Supremo: 1204/2016
Sucre: 24 de octubre 2016
Proceso: Ordinarización de demanda ejecutiva.
En el Auto Supremo Nº 191/2014 de fecha 24 de abril de 2014, se orientó al
respecto: “El código civil en su art. 1514 establece: “Los derechos se pierden por
caducidad, cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria observancia
fijada para el efecto”. El art. 1517 del mismo cuerpo legal, respecto a las causas
que impiden la caducidad, estipula: “I. La caducidad sólo se impide mediante el
acto por el cual se ejerce el derecho. II. Si se trata de un término legal o voluntario
relativo a derechos disponibles, la caducidad puede también impedirse mediante el
reconocimiento del derecho por parte de la persona contra quien podía hacerse
valer la caducidad del derecho reconocido”. A su vez el art. 1520 del Código Civil,
con relación a la aplicación de la caducidad, establece: “la caducidad no puede
aplicarse de oficio excepto cuando por tratarse de derechos indisponibles deba el
Juez señalar los motivos que hacen inaceptables la demanda”
La caducidad, aunque guarde ciertas semejanzas con la prescripción, es una
institución diferente, se la define como la extinción del derecho a la acción por el
transcurso del tiempo, en otras palabras, es una configuración normativa que limita
en el tiempo el derecho que tiene toda persona de acceder a la jurisdicción con el
fin de obtener pronta y cumplida justicia. Su fundamento se halla en la necesidad
por parte del conglomerado social de obtener seguridad jurídica, para evitar la
paralización del tráfico jurídico, es un modo de extinción de ciertos derechos en
razón de la omisión de su ejercicio durante el plazo prefijado por la ley o la
voluntad de los particulares.

P á g i n a 375 | 846
Con relación a aquellos derechos en los que opera la caducidad, la oportunidad de
su ejercicio constituye una circunstancia esencial. En efecto, existen ciertos
derechos que no otorgan opción a su titular respecto del tiempo, sino al contrario,
caducan cuando no se ejercen en un término fijo. Nacen con una limitación en el
tiempo, de modo que no se pueden hacer valer después de transcurrido el plazo
respectivo. Como consecuencia de ello, contrariamente a lo que ocurre con la
prescripción, la caducidad puede ser declarada de oficio de modo tal que puede ser
dictada aun cuando no hubiera sido solicitada por ninguna de las partes.
Resulta ilustrativa, las precisiones que realiza Carlos Morales Guillen en su Libro
Código Civil Concordado y Anotado, Tomo II segunda edición, Editorial Gisbert a
los efectos de demarcar con contundencia este instituto, la regulación prevista en el
Código Civil Boliviano que establece en su artículo 1514 "Los derechos se pierden
por caducidad cuando no son ejercidos dentro del término de perentoria
observancia fijada para el efecto” y en su artículo 1520 que "La caducidad no
puede aplicarse de oficio excepto cuando tratarse de derechos indisponibles debe
el juez señalar los motivos que hacen inaceptable la demanda”.

La prescripción por su parte, es una institución jurídica regulada por el Código


Civil Boliviano a partir del artículo 1492, en virtud de la cual, se adquieren o se
extinguen derechos, por haberse agotado un término de tiempo fijado por la ley.
Las analogías y diferencias existentes entre la caducidad y la prescripción, se las
puede establecer del siguiente modo:

a) En cuanto a los efectos: la caducidad extingue el derecho, mientras que la


prescripción no extingue el derecho sino la acción judicial correspondiente.
b) En cuanto a su naturaleza jurídica: la prescripción es una institución general que
afecta a toda clase de derechos, de modo que para que ella no funcione se requiere
la norma excepcional que exima de la prescripción a tal o cual acción determinada;
en sentido inverso, la caducidad no es una institución general sino particular de
ciertos derechos, los que nacen con una vida limitada en el tiempo.
c) En cuanto a las contingencias de su curso: la prescripción puede ser suspendida
o interrumpida en su plazo, la caducidad no.

d) En cuanto al origen o fundamento: la prescripción proviene exclusivamente de la


ley, interesada en liquidar las situaciones pendientes en un tiempo razonable, para
que la inacción o el abandono de los titulares de derechos no incida
desfavorablemente en las relaciones sociales trabadas en una época ulterior, en la
que las personas pueden ya haber destruido la documentación referente a los pagos
P á g i n a 376 | 846
u otros medios de extinción del pretendido derecho; mientras que la caducidad no
se origina solamente en la ley, pues puede resultar de la convención de los
particulares y se funda en la peculiar índole del derecho sujeto al término prefijado
el que no se puede concebir más allá de ese mismo término.
e) En cuanto a los plazos: ambas instituciones se diferencias porque los plazos de
prescripción son generalmente prolongados mientras que los de la caducidad son
muy reducidos.-

DE LA CARGA DE ASISTENCIA AL TRIBUNAL O JUZGADO


Auto Supremo: 185/2016
Sucre: 03 de marzo 2016
En principio debemos señalar que el régimen de comunicaciones previsto en los
arts. 73 al 88 de la Ley 439 Código Procesal Civil, se encontraba en vigencia
anticipada cuando fue pronunciado el decreto de Autos para sentencia;
consiguientemente el art. 84 de dicha norma procesal, referido a la carga de
asistencia al Tribunal o Juzgado, señala: “I Por principio, las actuaciones
judiciales, en todos los grados, serán inmediatamente notificados a las partes en la
secretaria del Juzgado o Tribunal, excepto en los casos previstos por Ley. II. Con
este objeto, las partes, las y los abogados que actúen en el proceso, tendrán la
carga procesal de asistencia obligatoria a la secretaria del Juzgado o Tribunal.
Podrá actuar como procuradora o procurador del profesional, un estudiante de la
carrera de derecho, cuando este lo autorizare. III. Si la parte o su abogada o
abogado o procurador de estos últimos, no se apersonare al Juzgado o Tribunal se
tendrá por efectuada la notificación y se sentará la diligencia respectiva.”
En virtud a lo señalado se infiere que tanto las partes como sus abogados, tienen la
obligación de asistir a estrados judiciales diariamente con la finalidad de notificarse
con los actuados procesales emanados por el Juez o Tribunal, pues en el caso de
que las partes no se apersonen, es decir incumplan con esta obligación que tienen,
el funcionario encargado para tal efecto, es decir notificar con dichos actuados, lo
hará de manera inmediata a la emisión de la Resolución judicial, en secretaria de
despacho; en ese sentido la dejadez de las partes implica una conducta omisiva que
da lugar a convalidar notificaciones que puedan ser acusadas de irregulares.
Concordante con lo expuesto encontramos el Auto Supremo Nº 140/2015 de 5 de
marzo, que respecto a la carga de asistencia al Tribunal o Juzgado señaló: “2.- Con
respecto a la vulneración de los arts. 42. I. 1., de la Ley 025 y 90 del Código de
Procedimiento Civil, además alega que a fs. 447 y vta, de que el día lunes 13 de
octubre se procedió al sorteo de la causa quedando como único relator el Dr.
Carlos Alberto Eguez Añez, mencionando que no participo la Dra. Marlene
P á g i n a 377 | 846
Arteaga Vaca como Presidenta de la Sala Civil, siendo que este aspecto no se puso
en ningún momento a conocimiento de las partes, para accionar los mecanismos
de recusación. Al respecto se debe puntualizar, que si bien el recurrente señala de
no haber sido notificado con la determinación asumida por el Tribunal de Alzada,
con respecto a la no participación de la Vocal Presidenta Dra. Marlene Arteaga
Vaca, no obstante de ello, de obrados se advierte que el Tribunal de Alzada a
momento de asumir tal determinación, mediante proveído de fecha 26 de
septiembre de 2014 de fs. 444, dispuso que las partes procesales, observen lo
previsto en los arts. 82, 84 y 85 de la Ley 439 Nuevo Código Procesal Civil, que a
la letra señala “art. 84 (Carga de Asistencia al Tribunal o Juzgado) I. Por
principio, las actuaciones judiciales, en todos los grados, serán inmediatamente
notificados a las partes en la secretaria del Juzgado o Tribunal, excepto en los
casos previstos por Ley. II. Con este objeto, las partes, las y los abogados que
actúen en el proceso, tendrán la carga procesal de asistencia obligatoria a la
secretaria del Juzgado o Tribunal. Podrá actuar como procuradora o procurador
del profesional, un estudiante de la carrera de derecho, cuando este lo autorizare.
III. Si la parte o su abogada o abogado o procurador de estos últimos, no se
apersonare al Juzgado o Tribunal se tendrá por efectuada la notificación y se
sentara la diligencia respectiva, en ese antecedente el recurrente tenía la
obligación de comparecer ante el Tribunal de Alzada para ejercer su derecho a la
defensa.”

DE LA CARGA DE LA PRUEBA
Auto Supremo: 213/2016
Sucre: 11 de marzo 2016
Previamente a ingresar a considerar la carga de la prueba, nos referiremos a lo que
debe entenderse por prueba, para dicha finalidad citaremos a Carlos Morales
Guillen quien en su obra titulada Código Civil Concordado y anotado, citando a
Messineo, señala: “Prueba es la representación de un hecho y, por consiguiente es
la demostración de la realidad (o de la irrealidad) del mismo. Si el hecho no se
prueba, según las reglas dadas al efecto por la ley, es como si no existiese. La
finalidad de la prueba es afirmar los hechos jurídicos, entendido este término en su
más amplia acepción, hechos naturales, hechos humanos y actos y negocios
jurídicos…”.
Ahora bien, dicho autor, sobre la carga de la prueba inmersa en el art. 1283 del
Código Civil, señala: “…..el peso de la prueba recae en quien demanda una
determinada pretensión frente otro, que debe probar los hechos en los cuales
fundamenta su demanda. El demandado puede limitarse a negarla, dejando toda la

P á g i n a 378 | 846
carga de la prueba al demandante (ei incumbit ptrobatio qui dicit, nom qui negat).
Mas si el demandodo alega hechos diversos de los deducidos por el actor que, sin
negarlos necesariamente, sean incompatibles con éstos y les quiten eficacia, ya
porque tengan carácter extintivo (v. gr. Pago), impeditivo (v. gr. Vigencia de plazo
pactado) o modificativo (v. gr. Excesiva onerosidad sobrevenida) está obligado a
probar su excepción conforme a la segunda parte del axioma citado supra”.
En relación a dichas consideraciones, este Tribunal Supremo de Justicia emitió
varios Autos Supremos, entre ellos el Nº 162/2015 de fecha 10 de marzo de 2015,
que sobre este punto señala: “Respecto a la carga de la prueba, acusada en el
recurso de casación, se debe considerar que, la prueba es un medio de verificación
de las proposiciones incorporadas por los litigantes en el proceso con la finalidad
de crear en el juzgador pleno convencimiento con relación a los hechos del
proceso para cuya finalidad, las pruebas deben ser apreciadas de acuerdo a la
valoración que les otorga la ley, conforme al sistema de apreciación legal de la
prueba y el valor probatorio que les asigna la Ley o de acuerdo a las reglas de la
sana crítica en previsión del art. 1286 del Código Civil concordante con el art. 397
del Código de Procedimiento Civil….”

DE LA COMPETENCIA AGRARIA.
Auto Supremo: 170/2016
Sucre: 03 de marzo 2016
El Tribunal Constitucional en la SC 0378/2006-R de 18 de abril, para determinar la
jurisdicción aplicable emitió el siguiente razonamiento, “…debe partir del
concepto de si, la propiedad inmueble está destinada al uso de vivienda en centros
poblados o urbanos, en cuyo caso se aplicaran las normas
el Código Civil y la competencia será de los jueces ordinarios; o si por el
contrario, se trata de la propiedad inmueble destinada a la producción
agrícola y/o pecuaria sujeta al régimen de la Ley del Servicio Nacional de
Reforma Agraria, en cuyo caso la competencia será de los jueces y tribunales
agrarios ..."
La jurisprudencia constitucional glosada precedentemente fue asumida por el
actual Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de la SCP 2140/2012 de 8
de noviembre, que señaló: ”…el elemento que determina cual es la jurisdicción
que determina que conoce de las acciones personales, reales y mixtas, es el
carácter agrario de la propiedad, posesión o actividad ...sic ...sic ... De todo 1o
expuesto, se concluye que tanto los jueces agrarios (ahora agroambientales) como
los ordinarios tienen competencia para conocer acciones reales, personales y
mixtas; pero la diferencia está en que los primeros conocen las derivadas de la
propiedad, posesión y actividad agraria, y en caso de producirse un cambio de uso
de suelo, para definir la jurisdicción que conocerá de estas acciones, no solo se
P á g i n a 379 | 846
considera la ordenanza municipal que determine estos límites entre el área urbana
y rural, sino esencialmente, el destino de la propiedad
y la naturaleza de la actividad que se desarrolla”, mismo criterio fue asumido
en la SCP 1936/2013 de 4 de noviembre, que dio una orientación aplicable
para un caso sui generis como en el presente; lo más relevante de dicha resolución
constitucional versa: “Al respecto es preciso señalar que la Ley del Órgano
Judicial) además de haber dispuesto la entrada en vigencia de algunos capítulos a
momento de la publicación el 24 de junio de 2010) conforme la Disposición
Transitoria Primera; en la Disposición Transitoria Segunda determina la vigencia
de todas las demás normas de dicha ley) con excepción del
Capítulo IV del Título II; Sección II y III del Capítulo II, y Capitulo III
del Título III, precisamente) con la vigencia de la norma Procesal Civil que debió
ser aprobada en el plazo de dos años de la publicación de la Ley del Órgano
Judicial según su Disposición Transitoria Tercera. De la normativa
notada precedentemente, se colige que el competente que establece cuál es la
jurisdicción que conoce de la acciones personales, reales y mixtas, derivadas de
bienes inmuebles, es el carácter agrario de la propiedad, posesión o actividad; a
este objeto al momento de determinar la jurisdicción se tomaba en cuenta la
ubicación del inmueble objeto del litigio o el lugar de la actividad desarrollada; en
ese sentido el objeto del litigio o a la actividad se desarrollaba en el área
urbana, le eran aplicables las normas del Código Civil; en consecuencia, la acción
era de competencia de la jurisdicción ordinaria, en cambio, si el objeto o la
actividad era desarrollada en el área rural se aplicaban las normas de la Ley del
Servicio Nacional de Reforma Agraria y la acción era de competencia de la
jurisdicción agraria…sic…sic…que el trabajo es fuente fundamental para la
adquisición y conservación de la propiedad agraria; y la función social que debe
cumplir la propiedad agraria, por lo que el régimen legal de la tierra y en especial
la jurisdicción a aplicarse; no puede quedar librada única y exclusivamente a lo
que dispongan los Gobiernos Municipales en cuanto al uso del suelo y menos aún
cambiar automáticamente por el solo hecho de ampliarse la mancha urbana
según lo que dispongan los Gobiernos municipales en sus respectivas
Ordenanzas…”
Así también la jurisprudencia de este Supremo Tribunal ha orientado en el Auto
Supremo Nº 78/2014 de fecha 17 de marzo de 2014, en el sentido de que: “…el
espíritu del art. 16 y 17 de la Ley Nº 025 del Órgano Judicial concibe al proceso
no como un fin en sí mismo, sino como el medio a través del cual se otorga la
efectividad de los derechos reconocidos en la ley sustantiva, en esa orientación los
arts. 105 al 109 Ley Nº 439 (Nuevo Código Procesal Civil), establecen las
nulidades procesales con criterio aún más restringido, especificando de esta
manera que la nulidad procesal es una excepción de última ratio que se encuentra
P á g i n a 380 | 846
a su vez limitada por determinados principios universalmente reconocidos, tales
como el principio de especificidad, trascendencia, finalidad del acto,
convalidación, preclusión, etc., los cuales no pueden ser desconocidos, y que frente
a esa situación, se debe procurar resolver siempre de manera preferente sobre el
fondo del asunto controvertido, en tanto que la nulidad procesal solo puede ser
decretada cuando no existe ninguna otra posibilidad de salvar el proceso,
buscando de esta manera la materialización de los principios que hoy rigen la
administración de justicia previstos en la Constitución Política del Estado y
replicados en las dos leyes de referencia, pretendiendo de esta manera revertir el
antiguo sistema formalista, dejando a un lado las viejas prácticas con la que se
han venido tramitando los procesos judiciales por más de tres décadas con
predominio de nulidades y en el mayor de los casos innecesarias que solo ocasionó
retardación de justicia a lo largo del tiempo en desmedro del mundo litigante y de
la propia administración de justicia, lo cual se pretende revertir definitivamente”.

DE LA EFICACIA DEL CONTRATO


Auto Supremo: 1110/2016
Sucre: 23 de septiembre 2016
Proceso: Cumplimiento de obligación y otros.
El art. 519 del Código Civil establece: “El contrato tiene fuerza de ley entre las
partes contratantes. No puede ser disuelto sino por consentimiento mutuo o por las
causas autorizadas por Ley” Del contexto del mencionado artículo se establece que
el mismo está referido a la eficacia del contrato. Carlos Morales Guillén en su libro
Código Civil Concordado y anotado Tomo I Editorial Gisbert y Cia S.A. explica
que existen dos reglas en el mencionado artículo, las cuales se explican por sí solas
en ese sentido indica: “Loscontratos formalizados legalmente tienen fuerza de ley
para aquellos que los han celebrado. El contrato es para las partes contratantes
una Ley, con la misma fuerza y autoridad que cualquier norma, aunque su alcance
sea limitado y único: obliga exclusivamente a los contratantes (art. 523) porque el
negocio jurídico da nacimiento a normas jurídicas solamente individuales no
generales (Kelsen, cit. por R. Villegas). El sentido verdadero del precepto, intenta
significar que todo contrato debe cumplirse como se cumple la misma Ley. Su
equiparación a la Ley en cuanto a su eficacia respecto a las partes, observa
Messineo se concreta a destacar que las partes no pueden sustraerse al deber de
observar el contrato, según las estipulaciones del mismo.
“La segunda regla precisa que solo la voluntad de las mismas partes, que dieron
vida y eficacia al contrato, puede convenir su disolución de la relación jurídica
constituida en éste, considerando la autonomía de la voluntad de las partes, no hay

P á g i n a 381 | 846
nada más natural que un acuerdo contractual de dos partes se disuelva del mismo
modo, esto es por acuerdo de ellas. Esta segunda regla deriva de la contenida en
la primera fase del art. y sanciona la intangibilidad (Messineo) del contrato por
voluntad unilateral a menos que resulte modificada por la misma excepción que
ella expresa que permite disolver el contrato por la sola voluntad de una de las
partes cuando así se ha pactado en el contrato (art. 525) y segundo cuando una
disposición de la ley concede a una o ambas partes esta facultad.

DE LA LEGITIMACIÓN
Auto Supremo: 997/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Nulidad de Contrato y reivindicación.
El art. 115-I de la Constitución Política del Estado, señala lo siguiente: “I. Toda
persona será protegida oportuna y efectivamente por los jueces y tribunales en el
ejercicio de sus derechos e intereses legítimos”, como se podrá apreciar, la norma
constitucional describe la defensa de los derechos y los intereses legítimos de las
personas, debe ser protegida por los operadores judiciales, consiguientemente, la
norma activa la función jurisdiccional, siempre y cuando se trate de los intereses
legítimos que las partes deben acreditar.
Sobre el particular es conveniente señalar que la legitimación, conforme a la
doctrina se clasifica en legitimación procesal y legitimación ad- causam; la primera
está referida a la aptitud o idoneidad para intervenir válidamente en el proceso, ya
sea de parte del demandante o del demandado o de quienes intervienen en su
representación (apoderados); es una cuestión de carácter estrictamente formal; en
tanto que la legitimación ad causam se vincula con la titularidad del derecho
sustancial que se pretende ejercitar con la demanda, exige que la demanda sea
presentada por quien realmente tenga la titularidad del derecho sustancial que se
reclama, es una cuestión que hace al fondo de la pretensión.
Para el entendimiento de este fallo es necesario señalar de manera general que al
hablar de legitimación se tiene que en doctrina, existe la legitimación procesal o
“ad procesum”, que en criterio de diferentes procesalistas ente ellos Eduardo
Couture, señala: “la legitimación procesal es la aptitud o idoneidad para actuar en
un proceso, en el ejercicio de un derecho propio o en representación de otro”, es
decir que la legitimación en el proceso comprende tanto a la capacidad procesal,
como la aptitud que tienen las personas que actúan en calidad de representantes de
otras (por carencia de capacidad procesal o por representación voluntaria); y por
otra parte existe la legitimación en la causa “ad causan” o de obrar, que resulta un

P á g i n a 382 | 846
elemento esencial de la acción que presupone o implica la necesidad de que la
demanda sea presentada por quien tenga la titularidad del derecho que se cuestiona,
esto es, que la acción sea entablada por aquella persona que la ley considera como
particularmente idónea para estimular en el caso concreto la función jurisdiccional.
Elemento que resulta de suma importancia para que los juzgadores puedan ingresar
a realizar una valoración de fondo del proceso y las pretensiones que en él se
incoan, es en este entendido que Lino E. Palacio en su obra "Derecho Procesal
Civil" Ed. Abeledo Perrot, Tomo I, págs. 405 a 406 refiere: "Para que el juez se
encuentre en condiciones de examinar la pretensión procesal en cuanto al fondo es
preciso que quienes de hecho intervienen en el proceso como partes (actora o
demandada), sean quienes deban figurar en ese proceso concreto asumiendo tal
calidad. Estas últimas son las "justas partes" o las "partes legítimas", y la aptitud
jurídica que permite caracterizarlas mediante esos términos se denomina
legitimación para obrar o legitimación procesal. Cabe, pues, definir a la
legitimación para obrar o procesal, como aquel requisito en cuya virtud debe
mediar una coincidencia entre las personas que efectivamente actúan en el
proceso y las personas a las que la ley habilita especialmente para pretender
(legitimación activa) y para contradecir (legitimación pasiva) respecto de la
materia sobre la cual el proceso versa...", por ello se deduce que la legitimación es
un requisito que afecta tanto al actor como al demandado. La pretensión, en efecto,
debe ser deducida por y frente a una persona legitimada, por lo que se entenderá
que la ausencia de legitimación, sea activa o pasiva, torna admisible la llamada
defensa de "falta de legitimación".
Para el caso en estudio resulta necesario centrar el análisis en la legitimación en la
causa “ad causan” o de obrar, que en doctrina es considerado o denominado de
distintas formas como ser: Legitimación en la causa, Legitimación material,
legitimación para accionar, legitimación de obrar, sin embargo todos se refieren a
este elemento como un presupuesto procesal de fondo de suma importancia dentro
la configuración del proceso.
Sobre el particular, debemos referir que la legitimación “Ad causam”, es la
condición particular y concreta de las partes, que se deriva en su vinculación con el
objeto del litigio; que en criterio de Hernando Devis Echandía, en su obra Teoría
General del Proceso, 2da Edición Buenos Aires Edit. Universidad 1997 página 269,
señala: “Tener legitimación en la causa consiste en ser la persona que, de
conformidad con la ley sustancial, puede formular o contradecir las pretensiones
contenidas en la demanda o en la imputación penal, por ser sujeto activo o pasivo
de la relación jurídica sustancial pretendida o del ilícito penal imputado, que
deben ser objeto de la decisión del Juez…”,es decir, que la legitimación en la causa
P á g i n a 383 | 846
es un elemento esencial de la acción que presupone o implica la necesidad de que
la demanda sea presentada por quien tenga la titularidad del derecho que se
cuestiona, esto es, que la acción sea entablada por aquella persona que la ley
considera como particularmente idónea para estimular en el caso concreto la
función jurisdiccional.
Sobre el particular, existe una vasta jurisprudencia emitida pòr el Tribunal
Constitucional que en la Sentencia Constitucional Nº 1587/2011-R de 11 de
octubre que al referirse a la legitimación dijo: “La legitimación en el orden
procesal debe relacionarse con el concepto de acción y por consiguiente, con sus
sujetos activo y pasivo, se configura con el reconocimiento que el derecho hace a
una persona de la posibilidad de ejercitar y mantener con eficacia una pretensión
procesal - legitimación activa -, o de resistirse a ella eficazmente - legitimación
pasiva…”, por lo que la legitimación resulta ser un presupuesto que afecta tanto al
actor como al demandado. La pretensión, en efecto, debe ser deducida por y frente
a una persona legitimada, lo contrario torna inadmisible la demanda.
Criterio también desarrollado por este Tribunal Supremo de Justicia, que al
respecto ha orientado a través de Auto Supremo Nº 23/2016 de 20 de enero,
que: “Corresponde señalar que los presupuestos procesales, tanto de forma como
de fondo, el primero se refiere a la presentación de la demanda, la dirección del
Juez y la capacidad de las partes, y el segundo se refiere al interés de obrar, la
“legitimación para obrar” y la posibilidad jurídica, sobre la “legitimación para
obrar” el procesalista Fausto Viale especialista en derecho procesal señala lo
siguiente: "La legitimidad para obrar está referida a los sujetos que, ya sea en la
posición de demandantes o de demandados, la ley autoriza a formular una
pretensión determinada o a contradecirla, o a ser llamados al proceso para hacer
posible una declaración de certeza eficaz o a intervenir en el proceso por asistirles
un interés en su resultado. La legitimidad para obrar tiene una definitiva
vinculación con la relación jurídica de derecho material o estado jurídico cuya
declaración de certeza, ejecución, u otro tipo de providencia judicial se pretende.
Como la anota Vescovi, la legitimidad para obrar se refiere a la posición de un
sujeto respecto al objeto litigioso que le permite obtener una providencia eficaz.
Aunque es un concepto procesal, la legitimidad está referida a la pretensión objeto
del proceso, esto es, al derecho sustancial reclamado".
Esta legitimación para obrar –cuando se trata de impugnar contratos- tiene
estrecha relación con el art. 551 del Código Civil, que señala: “(Personas que
pueden demandar la nulidad) La acción de nulidad puede ser interpuesta por
cualquier persona que tenga un interés legítimo”, entre estas se encuentra los
titulares de la relación contractual o terceros con interés legítimo por ejemplo una
P á g i n a 384 | 846
persona que tendría que hacer valer su derecho subjetivo en caso de lograr la
ineficacia estructural del contrato impugnado de nulidad, así se puede citar que a
partir del Auto de Supremo Nº 664/2014 de 06 de noviembre, se orientó la línea
jurisprudencial en el que se señaló lo siguiente: “De manera general se tiene que
la nulidad de un contrato puede ser pretendida por las partes del contrato o
finalmente por sus causahabientes o herederos, toda vez que se presume que quien
contrata lo hace para sí y para sus herederos y causahabientes conforme manda el
art. 524 del Código Civil, quienes tienen la legitimación activa para pretender la
nulidad del mismo. Por otro lado, también es posible que la nulidad de un contrato
pueda ser instada por un tercero que no fue parte de la relación contractual que se
pretende invalidar, en este caso, cuando la nulidad es pretendida por un tercero el
art. 551 del Código Civil indica: “la acción de nulidad puede ser interpuesta por
cualquier persona que tenga interés legítimo”, entendiéndose que el interés
legítimo configura la legitimación activa para poder demandar, configurándose
esa legitimación en un presupuesto de admisibilidad de la demanda que debe ser
analizada por los Jueces al momento de admitir la demanda; por lo tanto el interés
legítimo debe ser demostrado ab initio al momento de la presentación de la
demanda y los Jueces tienen el deber de exigir dicha prueba a tiempo de admitirla
porque de ella depende la acreditación de la legitimación activa del actor, que
constituye presupuesto de admisibilidad como se señaló.
En ese entendido, también corresponde establecer qué es lo que se entiende por el
interés legítimo normado en el art. 551 del Código Civil, presupuesto necesario
que debe tener quien pretenda la nulidad de un contrato en el que no es parte,
motivo por el cual se dirá que la titularidad de un derecho subjetivo cuya eficacia
dependa real y directamente de la invalidez del contrato o del acto jurídico que se
pretende su nulidad, configura el llamado interés legítimo, en otras palabras los
efectos generados por el contrato o acto jurídico cuya invalidez se pretende que
entren en pugna con el derecho subjetivo del cual es titular la persona que
demanda.
La fórmula del art. 551 del Código Civil, solo dispensa la calidad de accionante a
quien tenga interés legítimo, y no está abierto a todas las personas estantes del
Estado, pues la nulidad siendo de orden público apunta a la invalidez de un acto
jurídico privado, donde no existe la afectación de un derecho difuso, siendo el
punto de partida la consideración del carácter privado del acto jurídico que se
pretende invalidar, pues lo contrario nos situaría en una acción de defensa de
derechos colectivos o difusos.
Convengamos entonces que la norma permite accionar la nulidad cuando el
interesado ostenta un derecho subjetivo no hipotético que dependa actual e
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inmediatamente de la invalidez del acto jurídico, siendo ese el interés legítimo que
debe demostrar para acreditar la legitimación activa, es decir el interés legítimo
está limitado al interés personal que emerge del derecho subjetivo en función
inmediata de la nulidad del contrato…”.

DE LA OMISIÓN COMO ELEMENTO DE LA RESPONSABILIDAD


CIVIL EXTRACONTRACTUAL.-
Auto Supremo: 155/2016
Sucre: 01 de marzo 2016
Respecto al tema, recurrimos al criterio doctrinal del Dr. Carlos Morales Guillen
En su Obra Código Civil Concordado y Anotado que al analizar el artículo 984 del
C.C., señala: “La regla del art., supone varios elementos objetivos: el hecho –
acción u omisión- la ilicitud y el daño, y el elemento subjetivo: la culpabilidad del
agente. El daño reprochable a una persona, como impacto contra la normalidad
jurídica puede constituir en un hecho activo (culpa in comittendo) o en una
abstención (culpa in omittendo).”, continua en otro momento señalando que: “Es
ilícito el hecho, cabe agregar, sólo cuando éste es generado por la actividad
humana, pero no cuando se alude a eventos naturales o que no provienen de la
actividad humana. En este último caso, los hechos no son lícitos ni ilícitos:
simplemente existen. (…). La ilicitud, entonces, cuando se refiere a los hechos,
sólo puede relacionarse a la omisión del agente responsable, que en realidad
presupone un acto, cuya responsabilidad emerge de la actitud ilícita, negligente o
culposa. Los eventos o hechos naturales no resultantes de la actividad humana,
pueden ser considerados riesgos, que abren responsabilidad por la imprevisión
negligente o culposa del responsable”. En la prosecución del análisis doctrinario
del autor citado, estableceremos que el presupuesto principal se halla en el
elemento subjetivo que consiste en la conducta dolosa o culposa del responsable o
autor del hecho ilícito, negligente o culposa que puede traducirse en una acción
omisiva en la cual también se genera la conducta culposa o dolosa que ocasiona
daño injustificado que es motivo de resarcimiento.

DE LA SERVIDUMBRE
Auto Supremo: 213/2016
Sucre: 11 de marzo 2016
Previamente a referirnos a la servidumbre, resulta pertinente señalar que el
contrato, conforme lo establece el art. 519 del Código Civil, tiene fuerza de ley
entre las partes contratantes, pudiendo ser resuelto este por dos razones: 1) Por el
consentimiento mutuo de ambas partes, o 2) Por las causas señaladas por ley; de
dicho precepto, se puede inferir que el mismo surge como consecuencia del
principio de la autonomía de la voluntad que se encuentra inmerso en el art. 454-I
P á g i n a 386 | 846
de la norma citada, sin embargo, esta libertad contractual, se encuentra limitada por
el parágrafo II de dicho artículo, que a la letra dice: "La libertad contractual está
subordinada a los limites impuestos por la ley y a la realización de intereses
dignos de protección jurídica."
En virtud a lo expuesto, corresponde señalar que la servidumbre, tal como lo señala
Mazeud que es citado por Carlos Morales Guillen en su Libro Código Civil
Concordado y Anotado: “es un derecho real sobre ciertos usos de un predio
(sirviente) establecido a favor de otro predio (dominante)”, en otras palabras es un
derecho real, en virtud al cual se impone a un bien inmueble el servicio constitutivo
de la servidumbre (sirviente), en beneficio de otro inmueble en el cual se establece
dicho servicio (dominante); ahora bien, respecto a la servidumbre especifica de
paso, debemos señalar que esta proviene ante la existencia de un inmueble o fundo
que se encuentre situado o enclavado entre otros, es decir sin salida a la vía
pública, situación en la cual el propietario del bien inmueble encerrado podrá
obtener paso por el fundo de un vecino, tal como lo refiere el art. 262 del Código
Civil.
Sin embargo, el art. 265 de dicho cuerpo legal, establece que cuando el fundo
encerrado por diferentes razones, como ser la apertura de camino que de acceso a
la vía pública a dicho fundo o porque el mismo se adhiere a otro inmueble con
acceso a la vía pública, el derecho de servidumbre de paso se hace innecesario
pudiendo ser suprimido a instancia de parte interesada, de esta manera en
contraposición a la característica de perpetuidad que tienen las servidumbres, estas
pueden ser cesadas o extinguidas por efectos que dispone la misma ley, por
ejemplo el art. 287 del Sustantivo Civil, establece tres casos en los cuales procede
la extinción de la servidumbre y son: “1) Por unirse en una sola persona las
calidades de propietaria del fundo dominante y del fundo sirviente. 2) Por
renunciar el propietario del fundo dominante en favor del propietario del fundo
sirviente. 3) Por la prescripción, cuando la servidumbre no se ejerce durante cinco
años, término que corre desde el día en que se interrumpe cuando es discontinua, o
desde el día en que se ejecuta un acto contrario cuando es continua. Los actos que
suspenden o interrumpen la prescripción en beneficio de un copropietario
favorecen a los otros.”
En virtud al caso de autos, es menester hacer hincapié en la causal inmersa en el
numeral 3) de la norma citada, por lo que citaremos a Carlos Morales Guillen que
su libro Código Civil Concordado y Anotado, sobre el particular señala: “3) Esta es
prescripción extintiva, tradicionalmente denominada no uso. Se refiere tanto a las
servidumbres en actividad, como a las que habiendo nacido jurídicamente, no
hayan comenzada a ejercitarse dentro del plazo señalado por el artículo. Si las
servidumbres son discontinuas, el término de la prescripción empieza a correr
desde el día del último acto de ejercicio de ellas, si son continuas, el termino no se
P á g i n a 387 | 846
computa desde el día en que se realiza un acto contrario a la servidumbre porque,
suponiéndose continuo el ejercicio de estas servidumbres, éste, debe ser
interrumpido con un acto contrario a él.”.
En relación con lo desarrollado supra, tenemos al Auto Supremo Nº 1001/2015 de
fecha 05 de noviembre de 2015, que señala: “Si partimos del concepto de que la
servidumbre es una carga impuesta a un fundo sirviente, para la utilidad del fundo
dominante, perteneciente a distinto propietario, estaremos de acuerdo que ésta se
patentiza ante la necesidad del primero y ante la imposibilidad de contar con
propio acceso a la vía que sirve para colectar los fluidos, justificándose
perfectamente por esa necesidad básica, aspecto que no ocurre en el caso de Autos
pues como se tiene aclarado, el actor tiene acceso a la Av. Imperial en la misma
proporción que la propiedad de la demandada, de manera que esa necesidad de
contar con la servidumbre de paso por la propiedad de su vecina, no se hace
imprescindible.
Bajo esas consideraciones el hecho de que exista transferencia en el que se
menciona usos y costumbres, no es justificativo para perpetuar aquello, si ante la
división y partición y el cambio de colindancias se reconoce la posibilidad de
acceso directo a la vía pública, resultando un exceso y abuso la pretensión de
perpetuidad bajo el argumento que en el caso fuera imposible esa independencia
de contar con la conexión que precisa su construcción, pretendiendo que esa
servidumbre sea obligatoria.”

DE LAS COSTAS
Auto Supremo: 15/2017
Sucre: 17 de enero 2017
Proceso: Nulidad de Transferencia y Cancelación de Matrícula.
Sobre este punto la norma adjetiva civil en cuanto a la imposición de costas
procesales en primera instancia, en el art. 198 de manera taxativa expresa:”
(Costas en primera instancia) I.- Cuando la sentencia declare improbada la
demanda en todas sus partes, se condenará en costas al demandante.
II.- Será condenado en costas el demandado contumaz contra quien se hubiere
pronunciado sentencia condenatoria.
III.- En procesos dobles no procederá condenación en costas en primera
instancia.”
De la letra y espíritu de esta norma se desprende, que las costas en primera
instancia solo procede en estos supuestos casos, más no, en otros, y en el mismo
sentido se ha orientado en el Auto Supremo N ° 24 de fecha 20 de enero de 2009, el
cual resolviendo un caso análogo expresó: “CONSIDERANDO: Que el art. 198
del Código de Procedimiento Civil, bajo el nomen juris "Costas en primera
P á g i n a 388 | 846
instancia", dispone lo siguiente: I.- Cuando la sentencia declare improbada la
demanda en todas sus partes, se condenará en costas al demandante.
II.- Será condenado en costas el demandado contumaz contra quien se hubiere
pronunciado sentencia condenatoria.
III.- En procesos dobles no procederá condenación en costas en primera instancia.
De la interpretación de la norma citada, queda claro que solo en una eventualidad
procede la condenación en costas al demandado perdidoso y es cuando el
demandado hubiere sido declarado rebelde y "contumaz" a la ley, es decir, no
hubiere contestado a la demanda en el plazo que la ley procesal prevé y se decreté
contra él la "rebeldía" y además la sentencia le sea desfavorable al rebelde.”
Y en cuanto al tema de las costas en segunda instancia, la norma de forma precisa
en su art. 237-I expresa que el Auto de vista podrá ser: “Confirmatorio Total con
costas, en ambas instancias, 2) Confirmatorio Parcial, sin costas. 3) Revocatorio
Total o Parcial, sin costas. 4) Anulatoria o repositorio, con responsabilidad al
inferior.”

De la norma en cuestión se advierte que solo cuando la sentencia sea confirmada en


su integridad se condena en costas, con la excepción y salvedad que establece la
segunda parte de la citada norma.

DE LAS COSTAS
Auto Supremo: 1113/2016
Sucre: 23 de septiembre 2016
Proceso: Mejor Derecho Propietario y Otros.
Sobre este punto la norma adjetiva civil en cuanto a la imposición de costas
procesales en primera instancia, en el art. 198 de manera taxativa expresa:”
(Costas en primera instancia) I.- Cuando la sentencia declare improbada la
demanda en todas sus partes, se condenará en costas al demandante.
II.- Será condenado en costas el demandado contumaz contra quien se hubiere
pronunciado sentencia condenatoria.
III.- En procesos dobles no procederá condenación en costas en primera
instancia.”
De la letra y espíritu de esta norma se desprende, que las costas en primera
instancia solo procede en estos supuestos casos, más no, en otros, y en el mismo
sentido se ha orientado en el Auto Supremo N ° 24 de fecha 20 de enero de 2009, el
cual resolviendo un caso análogo expresó: “CONSIDERANDO: Que el art. 198
del Código de Procedimiento Civil, bajo el nomen juris "Costas en primera

P á g i n a 389 | 846
instancia", dispone lo siguiente: I.- Cuando la sentencia declare improbada la
demanda en todas sus partes, se condenará en costas al demandante.
II.- Será condenado en costas el demandado contumaz contra quien se hubiere
pronunciado sentencia condenatoria.
III.- En procesos dobles no procederá condenación en costas en primera instancia.
De la interpretación de la norma citada, queda claro que solo en una eventualidad
procede la condenación en costas al demandado perdidoso y es cuando el
demandado hubiere sido declarado rebelde y "contumaz" a la ley, es decir, no
hubiere contestado a la demanda en el plazo que la ley procesal prevé y se decreté
contra él la "rebeldía" y además la sentencia le sea desfavorable al rebelde.”
Y en cuanto al tema de las costas en segunda instancia, la norma de forma precisa
en su art. 237-I expresa que el Auto de vista podrá ser: “Confirmatorio Total con
costas, en ambas instancias, 2) Confirmatorio Parcial, sin costas. 3) Revocatorio
Total o Parcial, sin costas. 4) Anulatoria o repositorio, con responsabilidad al
inferior.”
De la norma en cuestión se advierte que solo cuando la sentencia sea confirmada en
su integridad se condena en costas, con la excepción y salvedad que establece la
segunda parte de la citada norma.

DE LAS COSTAS Y COSTOS AL ESTADO


Auto Supremo: 256/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Cumplimiento de Obligación.
La disposición de Costas y Costos a la parte perdidosa en el proceso antes regulada
en el art. 237 del Código de Procedimiento Civil (actualmente, art. 223 – I y II de
la Ley Nº 439), o al apelante cuando se declara inadmisible su apelación o se
confirme el fallo inferior (237-I Código de Procedimiento Civil y art 223-VI de la
Ley Nº 439), es la condena accesoria que impone el juez o Tribunal a la parte
vencida en un proceso o en un recurso.
En este entendido, debemos precisar que el art. 224-I del Código Procesal Civil
respecto a las costas señala que: “Las costas comprenden todos los gastos
necesarios y justificados efectuados por la parte victoriosa, tales como tasas y
derechos judiciales, honorarios de peritos, depositarios, martilleros, publicaciones
y otros valores legalmente establecidos.”, es decir, están están constituidas por
todos los gastos judiciales realizados en el proceso, como las tasas judiciales, que
representan los honorarios de los sujetos que participan en el proceso para brindar
auxilio judicial.
Por otra parte el mismo art. 224 en su parágrafo II establece que: “Los costos
comprenden los honorarios de abogado y los derechos del mandatario.”, si bien la
determinación de costas y costos no requieren ser demandado expresamente, el
P á g i n a 390 | 846
Juez o Tribunal está obligado a establecer las costas y costos según el caso en base
a los parámetros definidos en los arts. 221 a 225 del Código Procesal Civil; sin
embargo, la condenación de costas y costos puede tener dispensas o exenciones de
condenación en costas procesales determinadas por ley, como el caso de lo
dispuesto en el art. 223-III del Código Procesal Civil que dispensa la condenación
de costas y costos en procesos dobles; o el caso de las estatales ( como los
municipios, universidades, órganos estatales entre otros), esto en razón a que las
entidades estatales gozan de determinados privilegios procesales que los pueden
eximir de ser condenados en costas procesales y costos que hacen al pago de
honorarios profesionales del abogado de la otra parte conforme determina el art. 39
de la ley Nº 1178 que al respecto señala: “…Los procesos administrativos y
judiciales previstos en esta ley, en ninguno de sus grados e instancias darán lugar
a condena de costas y honorarios profesionales, corriendo éstos a cargo de las
respectivas partes del proceso.”; precepto legal que debe ser tomado en cuenta por
los Jueces y Tribunales a tiempo de determinar las costas y costos cuando se trate
de entidades estatales.

DE LAS NULIDADES PROCESALES


Auto Supremo: 168/2016
Sucre: 03 de marzo 2006
La competencia conforme lo establece el art. 12 de la Ley del Órgano Judicial: “Es
la facultad que tiene una magistrada o magistrado, una o un vocal, una Juez o un
Juez o autoridad indígena originaria campesina para ejercer la jurisdicción en un
determinado asunto”.
Conforme lo establecido por este Tribunal el art. 16 de la ley Nº 025 del Órgano
Judicial señala lo siguiente:“(CONTINUIDAD DEL PROCESO Y PRECLUSIÓN).
I. Las y los magistrados, vocales y jueces, deberán proseguir con el desarrollo del
proceso, sin retrotraer a las etapas concluidas, excepto cuando existiera
irregularidad procesal reclamada oportunamente y que viole su derecho a la
defensa conforme a ley…”, norma que hace referencia a que el proceso debe
proseguir con su normal tramitación, exceptuando la hipotética irregularidad en el
proceso que por el afectado haya sido reclamado en forma oportuna y que además
de ello le cause perjuicio en el derecho a su defensa, la norma exige esos dos
presupuestos el reclamo oportuno, pues si no sucede el mismo los actos quedarían
convalidados, y que al margen de ello la observación procedimental deba causar
perjuicio (indefensión), lo que significa que el defecto deba ser trascendente, pues
la prosecución del proceso está orientado a otorgar justicia en forma pronta,
oportuna y sin dilaciones como señala el art. 115 parágrafo II de la Constitución
Política del Estado.

P á g i n a 391 | 846
También corresponde señalar que el art. 17 parágrafo III de la misma ley Nº 025
tiene el siguiente texto: “La nulidad sólo procede ante irregularidades procesales
reclamadas oportunamente en la tramitación de los procesos…”, también exige
que para fundar una nulidad procesal, el reclamo debe ser oportuno, este Tribunal
ha entendido que la misma se la debe efectuar en forma inmediata al momento de
haberse generado el vicio procesal.

DE LAS NULIDADES PROCESALES


Auto Supremo: 168/2016
Sucre: 03 de marzo 2006
La competencia conforme lo establece el art. 12 de la Ley del Órgano Judicial: “Es
la facultad que tiene una magistrada o magistrado, una o un vocal, una Juez o un
Juez o autoridad indígena originaria campesina para ejercer la jurisdicción en un
determinado asunto”.
Conforme lo establecido por este Tribunal el art. 16 de la ley Nº 025 del Órgano
Judicial señala lo siguiente:“(CONTINUIDAD DEL PROCESO Y PRECLUSIÓN).
I. Las y los magistrados, vocales y jueces, deberán proseguir con el desarrollo del
proceso, sin retrotraer a las etapas concluidas, excepto cuando existiera
irregularidad procesal reclamada oportunamente y que viole su derecho a la
defensa conforme a ley…”, norma que hace referencia a que el proceso debe
proseguir con su normal tramitación, exceptuando la hipotética irregularidad en el
proceso que por el afectado haya sido reclamado en forma oportuna y que además
de ello le cause perjuicio en el derecho a su defensa, la norma exige esos dos
presupuestos el reclamo oportuno, pues si no sucede el mismo los actos quedarían
convalidados, y que al margen de ello la observación procedimental deba causar
perjuicio (indefensión), lo que significa que el defecto deba ser trascendente, pues
la prosecución del proceso está orientado a otorgar justicia en forma pronta,
oportuna y sin dilaciones como señala el art. 115 parágrafo II de la Constitución
Política del Estado.

También corresponde señalar que el art. 17 parágrafo III de la misma ley Nº 025
tiene el siguiente texto: “La nulidad sólo procede ante irregularidades procesales
reclamadas oportunamente en la tramitación de los procesos…”, también exige
que para fundar una nulidad procesal, el reclamo debe ser oportuno, este Tribunal
ha entendido que la misma se la debe efectuar en forma inmediata al momento de
haberse generado el vicio procesal.

DEBER DE PROBAR LOS HECHOS


Auto Supremo: 73/2017
Sucre: 01 de febrero 2017
Proceso: Nulidad de Contrato de Cesión Gratuita de Terreno, Reivindicación y
Mejor derecho propietario.
P á g i n a 392 | 846
Al respecto debemos señalar el contenido del art. 1.283 del Código Sustantivo que
a la letra dice: “I. Quien pretende en juicio un derecho, debe probar el hecho o
hechos que fundamentan su pretensión II. Igualmente, quien pretende que ese
derecho se ha modificado, extinguido o no es válido, debe probar los fundamentos
de su excepción”.
En doctrina, cuando se pretende a través del cualquier proceso que se declare un
derecho o que se declare la extinción de una obligación, lo importante es probar los
hechos que fundamentan la demanda, para que las pretensiones sean resueltas de
manera favorable, así se tiene establecido en el citado artículo.
De lo que se infiere que al Juez no le basta la mera enunciación de las partes para
sentenciar la controversia, porque ello sería tanto como permitirles sacar beneficio
del discurso persuasivo que presentan; por ende, la ley impone a cada extremo del
litigio la tarea de traer al juicio de manera oportuna y conforme a las ritualidades
del caso, los elementos probatorios destinado a verificar que los hechos alegados
efectivamente sucedieron, o que son del modo como se presentaron, todo con miras
a que se surta la consecuencia jurídica de las normas sustanciales que se invocan.
Las pruebas son medios indispensables para que cualquier proceso pueda
prosperar a favor de quien interpone una acción, o para que una persona que es
demandada injustamente pueda demostrar por medio de las pruebas que al
demandante no le asiste el derecho que alega. Entre más pruebas se aporten a un
proceso, mas certeza se le dará al Juez para que tome la decisión; son diversos los
medios probatorios que se pueden utilizar, los documentales, testificales, periciales,
inspección judicial y otros previstos por ley.
Debe considerarse que una de las actividades más delicadas que realiza el Juez en
el proceso está referida a la valoración de la prueba, de esta actividad
fundamentalmente cognitiva que realiza el Juez dependerá el resultado final del
proceso. La actividad de valoración de la prueba está vinculada de manera muy
estrecha al deber de motivación que tienen los juzgadores en ejercicio de sus
funciones. Esa actividad que le es exclusiva al Juez y es la más importante en el
proceso, es precisamente la apreciación de la prueba, pero debe entenderse que en
esa actividad tomará en cuenta el mandato del art. 397.II del Código de
Procedimiento Civil, es decir “…valorar en la sentencia las pruebas esenciales y
decisivas”; es decir que la valoración de pruebas es una atribución privativa de los
jueces de instancia incensurable en casación.

DEBER DE PROBAR LOS HECHOS


Auto Supremo: 257/2016
Fecha: 15 de marzo 2016
P á g i n a 393 | 846
Proceso: Resolución de Contrato y Nulidad de Contratos
Al respecto debemos señalar el contenido del art. 1.283 del Código Sustantivo que
a la letra dice: “I.Quien pretende en juicio un derecho, debe probar el hecho o
hechos que fundamentan su pretensión II. Igualmente, quien pretende que ese
derecho se ha modificado, extinguido o no es válido, debe probar los fundamentos
de su excepción”.
En doctrina, cuando se pretende a través del cualquier proceso que se declare un
derecho o que se declare la extinción de una obligación, lo importante es probar los
hechos que fundamentan la demanda, para que las pretensiones sean resueltas de
manera favorable, así se tiene establecido en el citado artículo.
De lo que se infiere que al Juez no le basta la mera enunciación de las partes para
sentenciar la controversia, porque ello sería tanto como permitirles sacar beneficio
del discurso persuasivo que presentan; por ende, la ley impone a cada extremo del
litigio la tarea de traer al juicio de manera oportuna y conforme a las ritualidades
del caso, los elementos probatorios destinado a verificar que los hechos alegados
efectivamente sucedieron, o que son del modo como se presentaron, todo con miras
a que se surta la consecuencia jurídica de las normas sustanciales que se invocan.
Las pruebas son medios indispensables para que cualquier proceso pueda
prosperar a favor de quien interpone una acción, o para que una persona que es
demandada injustamente pueda demostrar por medio de las pruebas que al
demandante no le asiste el derecho que alega. Entre más pruebas se aporten a un
proceso, mas certeza se le dará al Juez para que tome la decisión; son diversos los
medios probatorios que se pueden utilizar, los documentales, testificales, periciales,
inspección judicial y otros previstos por ley.
Debe considerarse que una de las actividades más delicadas que realiza el Juez en
el proceso está referida a la valoración de la prueba, de esta actividad
fundamentalmente cognitiva que realiza el Juez dependerá el resultado final del
proceso. La actividad de valoración de la prueba está vinculada de manera muy
estrecha al deber de motivación que tienen los juzgadores en ejercicio de sus
funciones. Esa actividad que le es exclusiva al Juez y es la más importante en el
proceso, es precisamente la apreciación de la prueba, pero debe entenderse que en
esa actividad tomará en cuenta el mandato del art. 397.II del Código de
Procedimiento Civil, es decir “…valorar en la sentencia las pruebas esenciales y
decisivas”; es decir que la valoración de pruebas es una atribución privativa de los
jueces de instancia incensurable en casación.

P á g i n a 394 | 846
DEBER DEL JUZGADOR DE EVIDENCIAR EN LAS OBLIGACIONES
BILATERALES CUÁL DE LAS OBLIGACIONES RESOLUTIVAS
INICIALMENTE ES EXIGIBLE
Auto Supremo: 363/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: Resolución de contrato por incumplimiento, daños y perjuicios y entrega
de inmueble.
La línea jurisprudencia asumida por este Tribunal, en el Auto Supremo
N° 746/2014 de 12 de diciembre, ha razonado que: “…frente a la interposición de
la demanda, el Juez tiene el deber ineludible de pronunciar una resolución de
fondo, que resuelva el conflicto suscitado por las partes, pues no debemos perder
de vista que quienes recurren al auxilio de la administración de justicia lo hacen
precisamente debido a que no pudieron resolver los mismos en forma amigable,
activando con su demanda todo el sistema judicial en espera de una solución al
conflicto así como un sometimiento a las determinaciones que pudieran ser
asumidas, siendo deber de las autoridades judiciales fallar en cada caso,
aplicando las normas legales vigentes de nuestro ordenamiento jurídico, tomando
en cuenta los principios contenidos en al art. 180.I, de la Constitución Política del
Estado, o en su caso la doctrina y jurisprudencia aplicable al caso en concreto.
De obrados se tiene que el actor demandó la resolución de contrato parcial de
venta, resarcimiento de daños y perjuicios y entrega de inmueble, que fue
reconvenida también por la resolución así como la evicción de cosa vendida por
incumplimiento del actor, proceso que conforme la Sentencia de fs. 389 a 394 de
obrados, declaró improbada ambas pretensiones principales como accesorias, es
decir, sin un pronunciamiento de fondo que resuelva el conflicto, incumpliendo la
finalidad de la administración de justicia plasmada en el art. 190 del Código de
Procedimiento Civil, que expresamente dispone: La sentencia pondrá fin al litigio
en primera instancia, contendrá decisiones expresas, positivas y precisas; recaerá
sobre las cosas litigadas, en la manera en que hubieran sido demandadas sabida
que fuere la verdad por las pruebas del proceso; en ella se absolverá o condenará
al demandado, contraviniendo el deber impuesto a todo juzgador, que en el caso
concreto deberá contemplar la naturaleza y los alcances del contrato del que
ambas partes pretenden su resolución por incumplimiento de contrario, teniendo
en cuenta que en tratándose de obligaciones bilaterales, es deber del juzgador
evidenciar cuál de las obligaciones resolutivas inicialmente es exigible, cuyo
cumplimiento habilita a exigir el cumplimiento de la otra obligación y determinar
luego que parte contratante cumplió o incumplió la obligación contraída para
sobre esa base asumir la decisión que corresponda que además sea eficaz para
P á g i n a 395 | 846
poner fin a la contienda que mantienen las partes en conflicto y propender así el
restablecimiento de la paz y la armonía, aspectos que de ninguna manera se
materializaran con la Resolución de Alzada que mantiene la indefensión asumida
en sentencia, lo que resulta contrario a los principios constitucionales previstos en
los art. 179 y 180 del texto constitucional”. Razonamiento reiterado en el Auto
Supremo N° 784/2015-L de 11 de septiembre.

DEBER DEL JUZGADOR DE OTORGAR UNA RESOLUCIÓN EFICAZ


QUE RESUELVA EL CONFLICTO DE PARTES
Auto Supremo: 114/2017
Sucre: 03 de febrero 2017
Proceso: Reivindicación.
En nuestra economía jurídica el compilado adjetivo civil en su art. 1 establece que:
“I.- Los jueces y tribunales de justicia sustanciarán y resolverán, de acuerdo a las
leyes de la República, las demandas sometidas a su jurisdicción. II.- No podrán
excusarse de fallar bajo pretexto de falta, oscuridad o insuficiencia de la ley, en
las causas sometidas a su juzgamiento, debiendo pronunciar sentencia según la
equidad que nace de las leyes, conforme a las disposiciones que comprenden casos
semejantes al hecho particular que ocurriere”, por su parte el art. 193 del mismo
procedimiento civil refiere: “El juez no podrá dejar de fallar en el fondo de las
causas sometidas a su juzgamiento, bajo pretexto de falta, oscuridad o
insuficiencia de la ley, ni salvar los derechos de los litigantes para otro proceso.
Deberá fundar su sentencia en los principios generales del derecho, las leyes
análogas o la equidad que nace del ordenamiento jurídico del Estado”, de donde
se deduce que el Juez no podrá dejar de fallar en el fondo de las causas sometidas a
su juzgamiento, bajo pretexto de falta, oscuridad o insuficiencia de la ley, ni salvar
los derechos de los litigantes para otros procesos, y en su caso deberá fundar su
resolución en los principios generales del derecho, las leyes análogas o la equidad
que nace del ordenamiento jurídico del Estado.
Por su parte, la Ley Nº 025 en su art. 3 desarrolla los principios que sustentan al
Órgano Judicial, entre los que se menciona a la seguridad jurídica, armonía social y
cultura de paz, asimismo el art. 11 de esta misma Ley dispone que
la:“”(Jurisdicción). Es la potestad que tiene el Estado Plurinacional de
administrar justicia; emana del pueblo boliviano y se ejerce por medio de las
autoridades jurisdiccionales del Órgano Judicial”, de cuyos enunciados se puede
inferir que frente a la interposición de la demanda, el Juez tiene el deber ineludible
de pronunciar una resolución de fondo, que resuelva el conflicto suscitado por las
partes, pues no debemos perder de vista que quienes recurren al auxilio de la
P á g i n a 396 | 846
administración de justicia lo hacen precisamente debido a que no pudieron resolver
los mismos en forma amigable, activando con su demanda todo el sistema judicial
en espera de una solución al conflicto así como un sometimiento a las
determinaciones que pudieran ser asumidas, siendo deber de las autoridades
judiciales fallar en cada caso, aplicando las normas legales vigentes de nuestro
ordenamiento jurídico, tomando en cuenta los principios contenidos en al art. 180.I,
de la Constitución Política del Estado, o en su caso la doctrina y jurisprudencia
aplicable al caso en concreto.
Razonamiento orientado por este Tribunal de Casación, que en el Auto Supremo
N° 746/2014 de 12 de diciembre al respecto ha señalado que: “…frente a la
interposición de la demanda, el Juez tiene el deber ineludible de pronunciar una
resolución de fondo, que resuelva el conflicto suscitado por las partes, pues no
debemos perder de vista que quienes recurren al auxilio de la administración de
justicia lo hacen precisamente debido a que no pudieron resolver los mismos en
forma amigable, activando con su demanda todo el sistema judicial en espera de
una solución al conflicto así como un sometimiento a las determinaciones que
pudieran ser asumidas, siendo deber de las autoridades judiciales fallar en cada
caso, aplicando las normas legales vigentes de nuestro ordenamiento jurídico,
tomando en cuenta los principios contenidos en al art. 180.I, de la Constitución
Política del Estado, o en su caso la doctrina y jurisprudencia aplicable al caso en
concreto.”.
Previamente es preciso hacer mención al principio de armonía social consagrado
por el art. 178 - I de la CPE, por el que todo juzgador se encuentra obligado a
resolver la controversia de la que haya tomado conocimiento, esto en función a que
dicho principio que en relación al principio de eficacia de la Justicia ordinaria,
tiene como finalidad que las controversias sometidas a la jurisdicción ordinaria
deben ser resueltas en forma pacífica y armónica. Esto en función a que la partes
que acuden al órgano jurisdiccional, lo hacen en procura de solucionar sus
conflictos, es decir, buscan que se escuche su petición, sea a favor o en contra,
porque necesitan una decisión definitiva que resuelva su conflicto, razón por la que
el órgano jurisdiccional debe procurar la solución más eficaz a dicho conflicto sin
que esto implique una multiplicidad de procesos.

DEBER DEL JUZGADOR DE OTORGAR UNA RESOLUCIÓN EFICAZ


QUE RESUELVA EL CONFLICTO DE PARTES
Auto Supremo: 337/2017
Sucre: 03 de abril 2017
Proceso: Resolución de contrato.
P á g i n a 397 | 846
En nuestra economía jurídica el compilado adjetivo civil en su art. 1 establece que:
“I.- Los jueces y tribunales de justicia sustanciarán y resolverán, de acuerdo a las
leyes de la República, las demandas sometidas a su jurisdicción. II.- No podrán
excusarse de fallar bajo pretexto de falta, oscuridad o insuficiencia de la ley, en
las causas sometidas a su juzgamiento, debiendo pronunciar sentencia según la
equidad que nace de las leyes, conforme a las disposiciones que comprenden casos
semejantes al hecho particular que ocurriere”, por su parte el art. 193 del mismo
procedimiento civil refiere: “El juez no podrá dejar de fallar en el fondo de las
causas sometidas a su juzgamiento, bajo pretexto de falta, oscuridad o
insuficiencia de la ley, ni salvar los derechos de los litigantes para otro proceso.
Deberá fundar su sentencia en los principios generales del derecho, las leyes
análogas o la equidad que nace del ordenamiento jurídico del Estado”, de donde
se deduce que el Juez no podrá dejar de fallar en el fondo de las causas sometidas a
su juzgamiento, bajo pretexto de falta, oscuridad o insuficiencia de la ley, ni salvar
los derechos de los litigantes para otros procesos, y en su caso deberá fundar su
resolución en los principios generales del derecho, las leyes análogas o la equidad
que nace del ordenamiento jurídico del Estado.
Por su parte, la Ley Nº 025 en su art. 3 desarrolla los principios que sustentan al
Órgano Judicial, entre los que se menciona a la seguridad jurídica, armonía social y
cultura de paz, asimismo el art. 11 de esta misma Ley dispone que
la:“”(Jurisdicción). Es la potestad que tiene el Estado Plurinacional de
administrar justicia; emana del pueblo boliviano y se ejerce por medio de las
autoridades jurisdiccionales del Órgano Judicial”, de cuyos enunciados se puede
inferir que frente a la interposición de la demanda, el Juez tiene el deber ineludible
de pronunciar una resolución de fondo, que resuelva el conflicto suscitado por las
partes, pues no debemos perder de vista que quienes recurren al auxilio de la
administración de justicia lo hacen precisamente debido a que no pudieron resolver
los mismos en forma amigable, activando con su demanda todo el sistema judicial
en espera de una solución al conflicto así como un sometimiento a las
determinaciones que pudieran ser asumidas, siendo deber de las autoridades
judiciales fallar en cada caso, aplicando las normas legales vigentes de nuestro
ordenamiento jurídico, tomando en cuenta los principios contenidos en al art. 180.I,
de la Constitución Política del Estado, o en su caso la doctrina y jurisprudencia
aplicable al caso en concreto.
Razonamiento orientado por este Tribunal de Casación, que en el Auto Supremo
N° 746/2014 de 12 de diciembre al respecto ha señalado que: “…frente a la
interposición de la demanda, el Juez tiene el deber ineludible de pronunciar una
resolución de fondo, que resuelva el conflicto suscitado por las partes, pues no
debemos perder de vista que quienes recurren al auxilio de la administración de
justicia lo hacen precisamente debido a que no pudieron resolver los mismos en
forma amigable, activando con su demanda todo el sistema judicial en espera de
una solución al conflicto así como un sometimiento a las determinaciones que
pudieran ser asumidas, siendo deber de las autoridades judiciales fallar en cada
P á g i n a 398 | 846
caso, aplicando las normas legales vigentes de nuestro ordenamiento jurídico,
tomando en cuenta los principios contenidos en al art. 180.I, de la Constitución
Política del Estado, o en su caso la doctrina y jurisprudencia aplicable al caso en
concreto”.

DEBER DEL JUZGADOR DE OTORGAR UNA RESOLUCIÓN EFICAZ


QUE RESUELVA EL CONFLICTO DE PARTES
Auto Supremo: 646/2017
Sucre: 19 de junio 2017
Proceso: Reivindicación.
En nuestra economía jurídica el compilado adjetivo civil en su art. 1 establece que:
“I.- Los jueces y tribunales de justicia sustanciarán y resolverán, de acuerdo a las
leyes de la República, las demandas sometidas a su jurisdicción. II.- No podrán
excusarse de fallar bajo pretexto de falta, oscuridad o insuficiencia de la ley, en
las causas sometidas a su juzgamiento, debiendo pronunciar sentencia según la
equidad que nace de las leyes, conforme a las disposiciones que comprenden casos
semejantes al hecho particular que ocurriere”, por su parte el art. 193 del mismo
procedimiento civil refiere: “El juez no podrá dejar de fallar en el fondo de las
causas sometidas a su juzgamiento, bajo pretexto de falta, oscuridad o
insuficiencia de la ley, ni salvar los derechos de los litigantes para otro proceso.
Deberá fundar su sentencia en los principios generales del derecho, las leyes
análogas o la equidad que nace del ordenamiento jurídico del Estado”, de donde
se deduce que el Juez no podrá dejar de fallar en el fondo de las causas sometidas a
su juzgamiento, bajo pretexto de falta, oscuridad o insuficiencia de la ley, ni salvar
los derechos de los litigantes para otros procesos, y en su caso deberá fundar su
resolución en los principios generales del derecho, las leyes análogas o la equidad
que nace del ordenamiento jurídico del Estado.
Por su parte, la Ley Nº 025 en su art. 3 desarrolla los principios que sustentan al
Órgano Judicial, entre los que se menciona a la seguridad jurídica, armonía social y
cultura de paz, asimismo el art. 11 de esta misma Ley dispone que
la:“”(Jurisdicción). Es la potestad que tiene el Estado Plurinacional de
administrar justicia; emana del pueblo boliviano y se ejerce por medio de las
autoridades jurisdiccionales del Órgano Judicial”, de cuyos enunciados se puede
inferir que frente a la interposición de la demanda, el Juez tiene el deber ineludible
de pronunciar una resolución de fondo, que resuelva el conflicto suscitado por las
partes, pues no debemos perder de vista que quienes recurren al auxilio de la
administración de justicia lo hacen precisamente debido a que no pudieron resolver
los mismos en forma amigable, activando con su demanda todo el sistema judicial
en espera de una solución al conflicto así como un sometimiento a las
determinaciones que pudieran ser asumidas, siendo deber de las autoridades
judiciales fallar en cada caso, aplicando las normas legales vigentes de nuestro
ordenamiento jurídico, tomando en cuenta los principios contenidos en al art. 180.I,

P á g i n a 399 | 846
de la Constitución Política del Estado, o en su caso la doctrina y jurisprudencia
aplicable al caso en concreto.
Razonamiento orientado por este Tribunal de Casación, que en el Auto Supremo
N° 746/2014 de 12 de diciembre al respecto ha señalado que: “…frente a la
interposición de la demanda, el Juez tiene el deber ineludible de pronunciar una
resolución de fondo, que resuelva el conflicto suscitado por las partes, pues no
debemos perder de vista que quienes recurren al auxilio de la administración de
justicia lo hacen precisamente debido a que no pudieron resolver los mismos en
forma amigable, activando con su demanda todo el sistema judicial en espera de
una solución al conflicto así como un sometimiento a las determinaciones que
pudieran ser asumidas, siendo deber de las autoridades judiciales fallar en cada
caso, aplicando las normas legales vigentes de nuestro ordenamiento jurídico,
tomando en cuenta los principios contenidos en al art. 180.I, de la Constitución
Política del Estado, o en su caso la doctrina y jurisprudencia aplicable al caso en
concreto”.

DEBER DEL JUZGADOR DE OTORGAR UNA RESOLUCIÓN EFICAZ


QUE RESUELVA EL CONFLICTO DE PARTES
Auto Supremo: 1058/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Usucapión.
En nuestra economía jurídica el Código de Procedimiento Civil en su art. 1
establece que: “I.- Los jueces y tribunales de justicia sustanciarán y resolverán, de
acuerdo a las leyes de la República, las demandas sometidas a su jurisdicción. II.-
No podrán excusarse de fallar bajo pretexto de falta, oscuridad o insuficiencia de
la ley, en las causas sometidas a su juzgamiento, debiendo pronunciar sentencia
según la equidad que nace de las leyes, conforme a las disposiciones que
comprenden casos semejantes al hecho particular que ocurriere”, por su parte el
art. 193 del mismo procedimiento civil refiere: “El juez no podrá dejar de fallar en
el fondo de las causas sometidas a su juzgamiento, bajo pretexto de falta,
oscuridad o insuficiencia de la ley, ni salvar los derechos de los litigantes para
otro proceso. Deberá fundar su sentencia en los principios generales del derecho,
las leyes análogas o la equidad que nace del ordenamiento jurídico del Estado”.
Por su parte, la Ley Nº 025 en su art. 3 desarrolla los principios que sustentan al
Órgano Judicial, entre los que se menciona a la seguridad jurídica, armonía social y
cultura de paz, asimismo el art. 11 de esta misma Ley dispone que
la:“”(Jurisdicción). Es la potestad que tiene el Estado Plurinacional de
administrar justicia; emana del pueblo boliviano y se ejerce por medio de las
autoridades jurisdiccionales del Órgano Judicial”, de cuyos enunciados se puede
inferir que frente a la interposición de la demanda, el Juez tiene el deber ineludible
P á g i n a 400 | 846
de pronunciar una resolución de fondo, que resuelva el conflicto suscitado por las
partes, pues no debemos perder de vista que quienes recurren al auxilio de la
administración de justicia lo hacen precisamente debido a que no pudieron resolver
los mismos en forma amigable, activando con su demanda todo el sistema judicial
en espera de una solución al conflicto así como un sometimiento a las
determinaciones que pudieran ser asumidas, siendo deber de las autoridades
judiciales fallar en cada caso, aplicando las normas legales vigentes de nuestro
ordenamiento jurídico, tomando en cuenta los principios contenidos en al art. 180.I,
de la Constitución Política del Estado, o en su caso la doctrina y jurisprudencia
aplicable al caso en concreto.
Razonamiento orientado por este Tribunal de Casación, que en el Auto Supremo
N° 746/2014 de 12 de diciembre al respecto ha señalado que: “…frente a la
interposición de la demanda, el Juez tiene el deber ineludible de pronunciar una
resolución de fondo, que resuelva el conflicto suscitado por las partes, pues no
debemos perder de vista que quienes recurren al auxilio de la administración de
justicia lo hacen precisamente debido a que no pudieron resolver los mismos en
forma amigable, activando con su demanda todo el sistema judicial en espera de
una solución al conflicto así como un sometimiento a las determinaciones que
pudieran ser asumidas, siendo deber de las autoridades judiciales fallar en cada
caso, aplicando las normas legales vigentes de nuestro ordenamiento jurídico,
tomando en cuenta los principios contenidos en al art. 180.I, de la Constitución
Política del Estado, o en su caso la doctrina y jurisprudencia aplicable al caso en
concreto.”.

ORGAR UNA RESOLUCIÓN EFICAZ QUE RESUELVA EL CONFLICTO


DE PARTES
Auto Supremo: 1064/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Reivindicación.
En nuestra economía jurídica el compilado adjetivo civil en su art. 1 establece que:
“I.- Los jueces y tribunales de justicia sustanciarán y resolverán, de acuerdo a las
leyes de la República, las demandas sometidas a su jurisdicción. II.- No podrán
excusarse de fallar bajo pretexto de falta, oscuridad o insuficiencia de la ley, en
las causas sometidas a su juzgamiento, debiendo pronunciar sentencia según la
equidad que nace de las leyes, conforme a las disposiciones que comprenden casos
semejantes al hecho particular que ocurriere”, por su parte el art. 193 del mismo
procedimiento civil refiere: “El juez no podrá dejar de fallar en el fondo de las

P á g i n a 401 | 846
causas sometidas a su juzgamiento, bajo pretexto de falta, oscuridad o
insuficiencia de la ley, ni salvar los derechos de los litigantes para otro proceso.
Deberá fundar su sentencia en los principios generales del derecho, las leyes
análogas o la equidad que nace del ordenamiento jurídico del Estado”, de donde
se deduce que el Juez no podrá dejar de fallar en el fondo de las causas sometidas a
su juzgamiento, bajo pretexto de falta, oscuridad o insuficiencia de la ley, ni salvar
los derechos de los litigantes para otros procesos, y en su caso deberá fundar su
resolución en los principios generales del derecho, las leyes análogas o la equidad
que nace del ordenamiento jurídico del Estado.
Por su parte, la Ley Nº 025 en su art. 3 desarrolla los principios que sustentan al
Órgano Judicial, entre los que se menciona a la seguridad jurídica, armonía social y
cultura de paz, asimismo el art. 11 de esta misma Ley dispone que
la:“”(Jurisdicción). Es la potestad que tiene el Estado Plurinacional de
administrar justicia; emana del pueblo boliviano y se ejerce por medio de las
autoridades jurisdiccionales del Órgano Judicial”, de cuyos enunciados se puede
inferir que frente a la interposición de la demanda, el Juez tiene el deber ineludible
de pronunciar una resolución de fondo, que resuelva el conflicto suscitado por las
partes, pues no debemos perder de vista que quienes recurren al auxilio de la
administración de justicia lo hacen precisamente debido a que no pudieron resolver
los mismos en forma amigable, activando con su demanda todo el sistema judicial
en espera de una solución al conflicto así como un sometimiento a las
determinaciones que pudieran ser asumidas, siendo deber de las autoridades
judiciales fallar en cada caso, aplicando las normas legales vigentes de nuestro
ordenamiento jurídico, tomando en cuenta los principios contenidos en al art. 180.I,
de la Constitución Política del Estado, o en su caso la doctrina y jurisprudencia
aplicable al caso en concreto.
Razonamiento orientado por este Tribunal de Casación, que en el Auto Supremo
N° 746/2014 de 12 de diciembre al respecto ha señalado que: “…frente a la
interposición de la demanda, el Juez tiene el deber ineludible de pronunciar una
resolución de fondo, que resuelva el conflicto suscitado por las partes, pues no
debemos perder de vista que quienes recurren al auxilio de la administración de
justicia lo hacen precisamente debido a que no pudieron resolver los mismos en
forma amigable, activando con su demanda todo el sistema judicial en espera de
una solución al conflicto así como un sometimiento a las determinaciones que
pudieran ser asumidas, siendo deber de las autoridades judiciales fallar en cada
caso, aplicando las normas legales vigentes de nuestro ordenamiento jurídico,
tomando en cuenta los principios contenidos en al art. 180.I, de la Constitución

P á g i n a 402 | 846
Política del Estado, o en su caso la doctrina y jurisprudencia aplicable al caso en
concreto.”.

DEBER DEL JUZGADOR DE OTORGAR UNA RESOLUCIÓN EFICAZ


QUE RESUELVA EL CONFLICTO DE PARTES
Auto Supremo: 1031/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: anulabilidad
En nuestra economía jurídica el Código de Procedimiento Civil en su art. 1
establece que: “I.- Los jueces y tribunales de justicia sustanciarán y resolverán, de
acuerdo a las leyes de la República, las demandas sometidas a su jurisdicción. II.-
No podrán excusarse de fallar bajo pretexto de falta, oscuridad o insuficiencia de
la ley, en las causas sometidas a su juzgamiento, debiendo pronunciar sentencia
según la equidad que nace de las leyes, conforme a las disposiciones que
comprenden casos semejantes al hecho particular que ocurriere”, por su parte el
art. 193 del mismo procedimiento civil refiere: “El juez no podrá dejar de fallar en
el fondo de las causas sometidas a su juzgamiento, bajo pretexto de falta,
oscuridad o insuficiencia de la ley, ni salvar los derechos de los litigantes para
otro proceso. Deberá fundar su sentencia en los principios generales del derecho,
las leyes análogas o la equidad que nace del ordenamiento jurídico del Estado”.
Por su parte, la Ley Nº 025 en su art. 3 desarrolla los principios que sustentan al
Órgano Judicial, entre los que se menciona a la seguridad jurídica, armonía social y
cultura de paz, asimismo el art. 11 de esta misma Ley dispone que
la:“(Jurisdicción). Es la potestad que tiene el Estado Plurinacional de administrar
justicia; emana del pueblo boliviano y se ejerce por medio de las autoridades
jurisdiccionales del Órgano Judicial”, de cuyos enunciados se puede inferir que
frente a la interposición de la demanda, el Juez tiene el deber ineludible de
pronunciar una resolución de fondo, que resuelva el conflicto suscitado por las
partes, pues no debemos perder de vista que quienes recurren al auxilio de la
administración de justicia lo hacen precisamente debido a que no pudieron resolver
los mismos en forma amigable, activando con su demanda todo el sistema judicial
en espera de una solución al conflicto así como un sometimiento a las
determinaciones que pudieran ser asumidas, siendo deber de las autoridades
judiciales fallar en cada caso, aplicando las normas legales vigentes de nuestro
ordenamiento jurídico, tomando en cuenta los principios contenidos en al art. 180.I,
de la Constitución Política del Estado, o en su caso la doctrina y jurisprudencia
aplicable al caso en concreto.
Razonamiento orientado por este Tribunal de Casación, que en el Auto Supremo
N° 746/2014 de 12 de diciembre, al respecto ha señalado que: “…frente a la
interposición de la demanda, el Juez tiene el deber ineludible de pronunciar una
resolución de fondo, que resuelva el conflicto suscitado por las partes, pues no
debemos perder de vista que quienes recurren al auxilio de la administración de
justicia lo hacen precisamente debido a que no pudieron resolver los mismos en
P á g i n a 403 | 846
forma amigable, activando con su demanda todo el sistema judicial en espera de
una solución al conflicto así como un sometimiento a las determinaciones que
pudieran ser asumidas, siendo deber de las autoridades judiciales fallar en cada
caso, aplicando las normas legales vigentes de nuestro ordenamiento jurídico,
tomando en cuenta los principios contenidos en al art. 180.I, de la Constitución
Política del Estado, o en su caso la doctrina y jurisprudencia aplicable al caso en
concreto.”.

DEBIDO PROCESO
Auto Supremo: 949/2015 - L
Sucre: 14 de Octubre 2015
corresponde señalar que el proceso comprende distintas fases o etapas que deben
desarrollarse de manera ordenada y secuencial para otorgar a las partes la máxima
garantía de igualdad y defensa de sus derechos, en resguardo del debido proceso,
no obstante, el mismo en su desarrollo, no está exento de que se produzcan u
omitan actos que afecten su normal avance e incluso impidan el cumplimiento de
su principal fin que es la resolución del conflicto planteado por las partes, es decir
la efectivización de la tutela judicial que se hace patente solo cuando los Jueces y
Tribunales emiten resoluciones que resuelven el conflicto planteado por las partes,
entendiendo que el derecho a la tutela judicial efectiva está vinculado con el
derecho a obtener una resolución de fondo a la cuestión planteada, sea esta
favorable o desfavorable, con el cumplimiento de los requisitos procesales. Ahora
bien, si como se ha señalado, el derecho a la tutela judicial efectiva se relaciona
con el derecho a obtener una resolución de fondo de los Jueces y Tribunales, en
cuanto ésta se encuentre debidamente motivada y en el marco del debido proceso,
en resguardo del derecho a la defensa y la igualdad de las partes, la misma no
podrá ser desvirtuada bajo el argumento de que por no ser favorable a alguna de las
partes, la misma ha producido indefensión o que se ha conculcado o privado el
derecho a la tutela judicial efectiva, en todo caso, el incumplimiento de las partes
respecto de la carga procesal, podrá ocasionar que no se obtenga la resolución de
fondo deseada, sin embargo esto no es óbice para que se dé una respuesta que
satisfaga el derecho a la tutela judicial efectiva que en el ejercicio de sus derechos,
recibirá una respuesta acorde a los mismos.
DEBIDO PROCESO
Auto Supremo: 1004/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Ordinario, acción paulina

P á g i n a 404 | 846
“El debido proceso previsto en el art. 115.II de CPE, ha sido entendido por el
Tribunal Constitucional, en la SC 2798/2010-R de 10 de diciembre, como: “…el
derecho de toda persona a un proceso justo y equitativo, en el que sus derechos
se acomoden a lo establecido por disposiciones jurídicas generales aplicables a
todos aquellos que se hallen en una situación similar, comprende el conjunto de
requisitos que deben observarse en las instancias procesales, a fin de que las
personas puedan defenderse adecuadamente ante cualquier tipo de acto emanado
del Estado que pueda afectar sus derechos” (las negrillas añadidas).
La SC 0486/2010-R de 5 de julio, estableció que: “La naturaleza de aplicación y
ejercicio del debido proceso, es parte inherente a la actividad procesal, tanto
judicial como administrativa, pues nuestra Ley Fundamental instituye al debido
proceso como:
1) Derecho fundamental: Para proteger al ciudadano de los posibles abusos de las
autoridades, originadas no sólo en actuaciones u omisiones procesales, sino
también en las decisiones que adopten a través de las distintas resoluciones
dictadas para dirimir situaciones jurídicas o administrativas y que afecten
derechos fundamentales, constituyéndose en el instrumento de sujeción de las
autoridades a las reglas establecidas por el ordenamiento jurídico.
2) Garantía jurisdiccional: Asimismo, constituye una garantía al ser un medio de
protección de otros derechos fundamentales que se encuentran contenidos como
elementos del debido proceso; como la motivación de las resoluciones, la
defensa, la pertinencia, la congruencia, de recurrir, entre otras, y que se aplican
a toda clase de actuaciones judiciales y administrativas, constituyendo las distintas
garantías jurisdiccionales inherentes al debido proceso, normas rectoras a las
cuales deben sujetarse las autoridades pero también las partes intervinientes en el
proceso, en aplicación y resguardo del principio de igualdad” (negrillas
agregadas).
De lo glosado es posible extraer que el debido proceso se encuentra integrado por
varios elementos que lo configuran; entre ellos, la pertinencia, la congruencia, la
motivación y la valoración de la prueba en las resoluciones; pues aunque esta
última no se encuentra expresamente señalada en la jurisprudencia glosada
precedentemente, sin embargo, en los instrumentos internacionales como en la
doctrina constitucional ha sido ampliamente desarrollada. Elementos que sin duda
constituyen presupuestos propios de las reglas de un debido proceso”.
Hizo referencia a la SC 0758/2010-R de 2 de agosto donde se expuso lo siguiente:
“La garantía del debido proceso, comprende entre uno de sus elementos la
exigencia de la motivación de las resoluciones, lo que significa, que toda autoridad
que conozca de un reclamo, solicitud o que dicte una resolución resolviendo una
P á g i n a 405 | 846
situación jurídica, debe ineludiblemente exponer los motivos que sustentan su
decisión, para lo cual, también es necesario que exponga los hechos establecidos,
si la problemática lo exige, de manera que el justiciable al momento de conocer la
decisión del juzgador lea y comprenda la misma, pues la estructura de una
resolución tanto en el fondo como en la forma, dejará pleno convencimiento a las
partes de que se ha actuado no sólo de acuerdo a las normas sustantivas y
procesales aplicables al caso, sino que también la decisión está regida por los
principios y valores supremos rectores que rigen al juzgador, eliminándose
cualquier interés y parcialidad, dando al administrado el pleno convencimiento de
que no había otra forma de resolver los hechos juzgados sino de la forma en que se
decidió. Al contrario, cuando aquella motivación no existe y se emite únicamente
la conclusión a la que se ha arribado, son razonables las dudas del justiciable en
sentido de que los hechos no fueron juzgados conforme a los principios y valores
supremos, vale decir, no se le convence que ha actuado con apego a la justicia, por
lo mismo se le abren los canales que la Ley Fundamental le otorga para que en
búsqueda de la justicia, acuda a este Tribunal como contralor de la misma, a fin
de que dentro del proceso se observen sus derechos y garantías fundamentales, y
así pueda obtener una resolución que ordene la restitución de dichos derechos y
garantías…”.

DECLARACIÓN DE LA NULIDAD PROCESAL


Auto Supremo: 858/2016
Sucre: 20 de julio 2016
Proceso: Reivindicación y pago de daños y perjuicios
En el Auto Supremo Nº 185/2016 de 03 de marzo, se ha señalado: “Del régimen de
nulidades procesales.-
En tema de nulidades, la doctrina como las legislaciones han avanzado y superado
aquella vieja concepción que vislumbraba a la nulidad procesal como el mero
alejamiento del acto procesal de las formas previstas por ley, no siendo suficiente
que se produzca un mero acaecimiento de un vicio procesal para declarar la
nulidad simplemente con el fin de proteger o resguardar las formas previstas por
la ley procesal, aspecto que resulta totalmente insustancial para tomar una medida
de esa naturaleza; hoy en día lo que interesa en definitiva es analizar si se han
transgredido efectivamente las garantías del debido proceso con incidencia en la
igualdad y el derecho a la defensa de las partes; solo en caso de ocurrir esta
situación se halla justificada decretar la nulidad procesal a fin de que las partes en
el marco del debido proceso hagan valer sus derechos dentro de un plano de
igualdad de condiciones para defender sus pretensiones; es precisamente el
P á g i n a 406 | 846
espíritu del art. 16 y 17 de la Ley Nº 025 del Órgano Judicial que concibe al
proceso no como un fin en sí mismo, sino como el medio través del cual se otorga
la efectividad de los derechos reconocidos en la ley sustantiva.
Entendimiento que también se encuentra plasmado en el Código Procesal Civil
boliviano promulgado por Ley Nº 439 en los arts. 105 a 109 en el que contienen
las reglas básicas del régimen de nulidades, donde además se reconocen los
principios procesales de la nulidad como ser: el principio de especificidad,
trascendencia, convalidación, finalidad del acto y preclusión; entendiendo que de
este modo se restringe a lo mínimo las nulidades procesales y se busca la
materialización de los principios que hoy rigen la administración de justicia
previstos en la Constitución Política del Estado y replicados en las dos leyes de
referencia, pretendiendo de esta manera revertir el antiguo sistema formalista,
dejando de lado las viejas prácticas con la que se han venido tramitando los
procesos judiciales por más de tres décadas con predominio de nulidades y en el
mayor de los casos innecesarias e intrascendentes que solo ocasionaron
retardación de justicia a lo largo del tiempo en desmedro del mundo litigante y de
la propia administración de justicia, lo cual se pretende revertir definitivamente.
En ese contexto, la jurisprudencia constitucional ha establecido a través de la SCP
Nº 0140/2012 de 9 de mayo, que: “Desde la concepción del Estado Constitucional
de Derecho, la tramitación de los procesos judiciales o administrativos no debe
constituirse en simples enunciados formales (justicia formal, como mera
constatación de cumplimiento de las formas procesales), sino debe asegurar la
plena eficacia material de los derechos fundamentales procesales y sustantivos
(justicia material, debido proceso y sus derechos fundamentales constitutivos y
sustantivos)”. Razonamiento que tiene relación con lo señalado en la SCP Nº
1420/2014 de 7 de julio que señaló: “…toda nulidad debe ser reclamada
oportunamente a través de los recursos e incidentes que la ley procesal establece
como medios idóneos y válidos para dejar sin efecto el acto procesal afectado de
nulidad, más cuando se tuvo conocimiento del proceso y asumió defensa utilizando
esos medios de defensa al interior del proceso, dicho en otros términos, un acto
procesal es susceptible de nulidad solo cuando es reclamado oportunamente o
cuando el litigante no tuvo conocimiento de la existencia del proceso, hecho que le
causo indefensión, afectando su derecho a la defensa, razonando en contrario, no
se puede solicitar la nulidad cuando teniendo conocimiento del proceso y
asumiendo defensa dentro del mismo, no interpuso incidente alguno contra el acto
procesal objetado de nulidad, dejando ver a la autoridad judicial, que ese acto se
encuentra plenamente consentido o convalidado, mereciendo en consecuencia su
improcedencia”.
P á g i n a 407 | 846
Así también la jurisprudencia de este Supremo Tribunal ha orientado en el Auto
Supremo Nº 484/2012 que “… el espíritu del Art. 17 de la Ley 025 que refiere de
manera categórica en su p. III “La nulidad sólo procede ante irregularidades
procesales reclamadas oportunamente en la tramitación de los procesos”;
verificando la incidencia que puedan tener en el debido proceso, es decir la
trascendencia que puedan revestir, con la clara connotación de que no pueden ser
consideradas ni declaradas de oficio, ya que al revestir interés particular, es a esa
parte que le corresponde reclamar la presunta vulneración de algún derecho, en
caso de no hacerlo, estará convalidando ese error, consecuentemente el Tribunal
correspondiente no está autorizado para ingresar a revisar de oficio, es decir, está
impedido el juzgador declarar la nulidad de oficio si ésta ha sido consentida”

DECLARACIÓN DE NULIDAD DE OBRADOS Y LA REVISIÓN DE LAS


ACTUACIONES
Auto Supremo: 776/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Proceso: Usucapión.
El art. 106.I del Código Procesal Civil, dispone que: “I. La nulidad podrá ser
declarada de oficio o a pedido de parte, en cualquier estado del proceso, cuando
la
Ley la califique expresamente”.
Por su parte el art. 17.I de la Ley Nº 025 preceptúa que: “I. La revisión de las
actuaciones procesales será de oficio y se limitará a aquellos asuntos previstos por
Ley”.
Gonzalo Castellanos Trigo, en su obra “Análisis Doctrinal del Nuevo Código
Procesal Civil”, Tomo I, Imprenta Rayo del Sur, Sucre-Bolivia 2014, Págs. 495-
497, al realizar el comentario del art. 106 del Código Procesal Civil, refiere
que: “La primera parte de la norma en análisis regula la declaración de la
nulidad, disponiendo que la nulidad podrá ser declarada de oficio o a pedido de
parte, en cualquier estado del proceso, cuando la ley califique expresamente la
causal de nulidad…”. Asimismo citando al profesor Maurino señala que: “nulidad
procesal es el estado de anormalidad del acto procesal, originado en la carencia
de alguno de sus elementos constitutivos, o en vicios existentes sobre ellos, que
potencialmente lo coloca en situación de ser declarado judicialmente inválido”. Es
decir la nulidad consiste en la ausencia de los efectos jurídicos del acto”.
En consecuencia, el art. 106 del Código Procesal Civil, dispone que la nulidad de
obrados podrá ser declarada de oficio o a pedido de parte, en cualquier estado del
proceso, cuando la Ley la califique expresamente, en esa misma orientación el art.
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17.I de la Ley Nº 025 manifiesta que la revisión de las actuaciones será de oficio y
se limitará a aquellos asuntos previstos por ley, disposiciones normativas que
habilitan a los Tribunales a efectuar una revisión de oficio del proceso en cuestión
y de verificar la existencia de vicios de procedimiento o de haberse generado
indefensión, esto en aplicación del principio de eficacia, contenido en el art. 180-I
de la Constitución Política del Estado.
Razonamiento que ha sido reiterado en el Auto Supremo N° 884/2015–L de 02 de
Octubre 2015, entre otros.

DECLARACIÓN DE NULIDAD DE OBRADOS Y LA REVISIÓN DE LAS


ACTUACIONES
Auto Supremo: 648/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Acción reivindicatoria, negatoria y reconocimiento de derecho
depropiedad.
El art. 106.I del Código Procesal Civil, dispone que: “I. La nulidad podrá ser
declarada de oficio o a pedido de parte, en cualquier estado del proceso, cuando
la Ley la califique expresamente”.
Por su parte el art. 17.I de la Ley Nº 025 preceptúa que: “I. La revisión de las
actuaciones procesales será de oficio y se limitará a aquellos asuntos previstos por
Ley”.
Gonzalo Castellanos Trigo, en su obra “Análisis Doctrinal del Nuevo Código
Procesal Civil”, Tomo I, Imprenta Rayo del Sur, Sucre-Bolivia 2014, Págs. 495-
497, al realizar el comentario del art. 106 del Código Procesal Civil, refiere
que: “La primera parte de la norma en análisis regula la declaración de la
nulidad, disponiendo que la nulidad podrá ser declarada de oficio o a pedido de
parte, en cualquier estado del proceso, cuando la ley califique expresamente la
causal de nulidad…”. Asimismo citando al profesor Maurino señala que: “nulidad
procesal es el estado de anormalidad del acto procesal, originado en la carencia
de alguno de sus elementos constitutivos, o en vicios existentes sobre ellos, que
potencialmente lo coloca en situación de ser declarado judicialmente inválido”. Es
decir la nulidad consiste en la ausencia de los efectos jurídicos del acto”.
En consecuencia, el art. 106 del Código Procesal Civil, dispone que la nulidad de
obrados podrá ser declarada de oficio o a pedido de parte, en cualquier estado del
proceso, cuando la Ley la califique expresamente, en esa misma orientación el art.
17.I de la Ley Nº 025 manifiesta que la revisión de las actuaciones será de oficio y
se limitará a aquellos asuntos previstos por ley.
Razonamiento que ha sido reiterado en el Auto Supremo N° 884/2015–L de 02 de
Octubre 2015, entre otros.

P á g i n a 409 | 846
DECLARACIÓN DE NULIDAD DE OBRADOS Y LA REVISIÓN DE LAS
ACTUACIONES
Auto Supremo: 363/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: Resolución de contrato por incumplimiento, daños y perjuicios y entrega
de inmueble.
El art. 106.I del Código Procesal Civil, dispone que: “I. La nulidad podrá ser
declarada de oficio o a pedido de parte, en cualquier estado del proceso, cuando
la Ley la califique expresamente”.
Por su parte el art. 17.I de la Ley Nº 025 preceptúa que: “I. La revisión de las
actuaciones procesales será de oficio y se limitará a aquellos asuntos previstos por
Ley”.
Gonzalo Castellanos Trigo, en su obra “Análisis Doctrinal del Nuevo Código
Procesal Civil”. Tomo I, Imprenta Rayo del Sur, Sucre-Bolivia 2014, Págs. 495-
497, al realizar el comentario del art. 106 del Código Procesal Civil, refiere
que: “La primera parte de la norma en análisis regula la declaración de la
nulidad, disponiendo que la nulidad podrá ser declarada de oficio o a pedido de
parte, en cualquier estado del proceso, cuando la ley califique expresamente la
causal de nulidad…”. Asimismo citando al profesor Maurino señala que: “nulidad
procesal es el estado de anormalidad del acto procesal, originado en la carencia
de alguno de sus elementos constitutivos, o en vicios existentes sobre ellos, que
potencialmente lo coloca en situación de ser declarado judicialmente inválido”. Es
decir la nulidad consiste en la ausencia de los efectos jurídicos del acto”, continua
refiriendo que: “La experiencia ha demostrado que la ausencia de las formas
procesales produce desorden e incertidumbre en el proceso. Por el contrario, su
presencia es garantía de justicia, de legalidad y de igualdad en la defensa…La
finalidad es asegurar la garantía constitucional de la defensa en juicio y el debido
proceso; por lo tanto, las formas es una necesidad en el proceso; sin embargo, la
nulidad de oficio, se da cuando la misma está prevista en la ley y causa
indefensión irrefutable a la parte perjudicada…Con suma claridad, Alsina
proporciona esta fórmula magistral: “donde hay indefensión, hay nulidad; si no
hay indefensión, no hay nulidad; por lo tanto, solo es admisible la nulidad cuando
se causa perjuicio a la parte”.

En consecuencia, el art. 106 del Código Procesal Civil, dispone que la nulidad de
obrados podrá ser declarada de oficio o a pedido de parte, en cualquier estado del
proceso, cuando la Ley la califique expresamente, en esa misma orientación el art.
P á g i n a 410 | 846
17.I de la Ley Nº 025 manifiesta que la revisión de las actuaciones será de oficio y
se limitará a aquellos asuntos previstos por ley.

Razonamiento que ha sido reiterado en el Auto Supremo N° 884/2015–L de 02 de


Octubre, entre otros.

DECLARACIÓN DE NULIDAD Y LA REVISIÓN DE OFICIO DE LAS


ACTUACIONES
Auto Supremo: 1053/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Mejor Derecho de propiedad.
El art. 106-I del Código Procesal Civil, dispone que: “I. La nulidad podrá ser
declarada de oficio o a pedido de parte, en cualquier estado del proceso, cuando
la Ley la califique expresamente”.
Por su parte el art. 17-I de la Ley Nº 025 preceptúa que: “I. La revisión de las
actuaciones procesales será de oficio y se limitará a aquellos asuntos previstos por
Ley”.
Gonzalo Castellanos Trigo, en su obra “Análisis Doctrinal del Nuevo Código
Procesal Civil”, Tomo I, Imprenta Rayo del Sur, Sucre-Bolivia 2014, Págs. 495-
497, al realizar el comentario del art. 106 del Código Procesal Civil, refiere que:
“La primera parte de la norma en análisis regula la declaración de la nulidad,
disponiendo que la nulidad podrá ser declarada de oficio o a pedido de parte, en
cualquier estado del proceso, cuando la ley califique expresamente la causal de
nulidad…”. Asimismo citando al profesor Maurino señala que: “nulidad procesal
es el estado de anormalidad del acto procesal, originado en la carencia de alguno
de sus elementos constitutivos, o en vicios existentes sobre ellos, que
potencialmente lo coloca en situación de ser declarado judicialmente inválido”. Es
decir la nulidad consiste en la ausencia de los efectos jurídicos del acto”.
En consecuencia, el art. 106 del Código Procesal Civil, dispone que la nulidad de
obrados podrá ser declarada de oficio o a pedido de parte, en cualquier estado del
proceso, cuando la Ley la califique expresamente, en esa misma orientación el art.
17-I de la Ley Nº 025 manifiesta que la revisión de las actuaciones será de oficio y
se limitará a aquellos asuntos previstos por ley.
Razonamiento que ha sido reiterado en el Auto Supremo N° 884/2015–L de 02 de
Octubre 2015, entre otros

DECLARACIÓN DE NULIDAD Y LA REVISIÓN DE OFICIO DE LAS


ACTUACIONES
P á g i n a 411 | 846
Auto Supremo: 1054/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Usucapión decenal o extraordinaria.
El art. 106-I del Código Procesal Civil, dispone que: “I. La nulidad podrá ser
declarada de oficio o a pedido de parte, en cualquier estado del proceso, cuando
la Ley la califique expresamente”.
Por su parte el art. 17-I de la Ley Nº 025 preceptúa que: “I. La revisión de las
actuaciones procesales será de oficio y se limitará a aquellos asuntos previstos por
Ley”.
Gonzalo Castellanos Trigo, en su obra “Análisis Doctrinal del Nuevo Código
Procesal Civil”, Tomo I, Imprenta Rayo del Sur, Sucre-Bolivia 2014, Págs. 495-
497, al realizar el comentario del art. 106 del Código Procesal Civil, refiere que:
“La primera parte de la norma en análisis regula la declaración de la nulidad,
disponiendo que la nulidad podrá ser declarada de oficio o a pedido de parte, en
cualquier estado del proceso, cuando la ley califique expresamente la causal de
nulidad…”. Asimismo citando al profesor Maurino señala que: “nulidad procesal
es el estado de anormalidad del acto procesal, originado en la carencia de alguno
de sus elementos constitutivos, o en vicios existentes sobre ellos, que
potencialmente lo coloca en situación de ser declarado judicialmente inválido”. Es
decir la nulidad consiste en la ausencia de los efectos jurídicos del acto”.
En consecuencia, el art. 106 del Código Procesal Civil, dispone que la nulidad de
obrados podrá ser declarada de oficio o a pedido de parte, en cualquier estado del
proceso, cuando la Ley la califique expresamente, en esa misma orientación el art.
17-I de la Ley Nº 025 manifiesta que la revisión de las actuaciones será de oficio y
se limitará a aquellos asuntos previstos por ley.
Razonamiento que ha sido reiterado en el Auto Supremo N° 884/2015–L de 02 de
Octubre 2015, entre otros.

DECLARACIÓN DE NULIDAD Y LA REVISIÓN DE OFICIO DE LAS


ACTUACIONES
Auto Supremo: 513/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Nulidad de remate, adjudicación y consiguiente cancelación de registro.
El art. 106-I del Código Procesal Civil, dispone que: “I. La nulidad podrá ser
declarada de oficio o a pedido de parte, en cualquier estado del proceso, cuando
la Ley la califique expresamente”.

P á g i n a 412 | 846
Por su parte el art. 17-I de la Ley Nº 025 preceptúa que: “I. La revisión de las
actuaciones procesales será de oficio y se limitará a aquellos asuntos previstos por
Ley”.
Gonzalo Castellanos Trigo, en su obra “Análisis Doctrinal del Nuevo Código
Procesal Civil”, Tomo I, Imprenta Rayo del Sur, Sucre-Bolivia 2014, Págs. 495-
497, al realizar el comentario del art. 106 del Código Procesal Civil, refiere
que: “La primera parte de la norma en análisis regula la declaración de la
nulidad, disponiendo que la nulidad podrá ser declarada de oficio o a pedido de
parte, en cualquier estado del proceso, cuando la ley califique expresamente la
causal de nulidad…”. Asimismo citando al profesor Maurino señala que: “nulidad
procesal es el estado de anormalidad del acto procesal, originado en la carencia
de alguno de sus elementos constitutivos, o en vicios existentes sobre ellos, que
potencialmente lo coloca en situación de ser declarado judicialmente inválido”. Es
decir la nulidad consiste en la ausencia de los efectos jurídicos del acto”.
En consecuencia, el art. 106 del Código Procesal Civil, dispone que la nulidad de
obrados podrá ser declarada de oficio o a pedido de parte, en cualquier estado del
proceso, cuando la Ley la califique expresamente, en esa misma orientación el art.
17-I de la Ley Nº 025 manifiesta que la revisión de las actuaciones será de oficio y
se limitará a aquellos asuntos previstos por ley.
Razonamiento que ha sido reiterado en el Auto Supremo N° 884/2015–L de 02 de
Octubre 2015, entre otros.

DECLARACIÓN PRESTADA EN FAVOR DE OTRO


Auto Supremo: 1283/2016
Sucre: 07 de noviembre 2016
Proceso: Devolución de dinero y otros.
El art. 1290 del Código Civil, señala lo siguiente: “(Declaraciones en favor de
otro) I. El documento público hace plena fe también contra quien lo ha suscrito, en
cuanto a las declaraciones, obligaciones y confesiones que contiene a favor de
otro. II. El testamento legal de cualquier clase, aun cuando no haya muerto el
testador, hace también plena fe contra él, en cuanto a las obligaciones,
confesiones y declaraciones que contiene en favor de otro. III. En ambos casos se
salva la prueba contraria…”, la norma considera que un documento público, hace
plena fe contra quien lo ha suscrito en cuanto a la declaración que contiene en
favor de otro.
El texto hace referencia a una declaración prestada en un documento público, para
el mismo corresponde remitirnos a lo dispuesto en el art. 1287 del Código Civil,
que describe el concepto de documento público y señala lo siguiente: “(Concepto)
P á g i n a 413 | 846
I. Documento público o auténtico es el extendido por las solemnidades legales por
un funcionario autorizado para darle fe pública. II. Cuando el documento se
otorga ante un notario público y se inscribe en un protocolo, se llama escritura
pública.”, el concepto que abarca este articulado comprende a toda persona que se
encuentre investida por de autoridad pública y se encuentre autorizado para dar fe
pública al acto que realiza.
Conforme al criterio del doctrinario Carlos Morales Guillen, al comentar su obra
Código de Procedimiento Civil Comentado y concordado, al teorizar el art. 1287
del sustantivo civil señala lo siguiente: “Carlos Morales Guillén al comentar el art.
1287 del Código Civil boliviano se entiende que es “En realidad, documento
público, supone la intervención de funcionario público que autoriza el documento;
documento auténtico, en cambio, es todo aquél que realmente ha sido otorgado y
autorizado por la persona que lo extiende o elabora. Así, resulta que todo
documento público es auténtico, pero no todo documento auténtico es público
(Escriche). Para Ricci, no hay sinonimia filológica y tampoco puede imponerla la
ley como característica exclusiva del documento público. El documento público
sería una subespecie del documento auténtico (Messineo).
Documento público en sentido estricto, implica la idea de su formación dentro del
ejercicio de una actividad pública, específicamente dedicada a la documentación:
Notarios, Oficiales del Registro Civil, funcionarios judiciales, que registran,
extienden o franquean escrituras públicas, testimonios, certificados. En sentido
amplio, el término en examen, comprende, además, aquéllos que se forman en el
ejercicio de la actividad pública en los diversos fines del Estado: mandatos y
resoluciones de los Poderes Públicos, despachos y certificados de la
Administración en general, documentos de crédito público, cuyo prototipo es el
billete de Banco.
El documento público no sólo cumple función de medio de prueba que, como tal, se
le considera de trascendente importancia, porque es de los que produce prueba
plena, esto es, que revela por sí sólo, sin dejar duda, la verdad del hecho
averiguado, a diferencia de la semi-plena, que requiere el concurso confirmatorio
de otros medios de prueba (v. gr. el principio de prueba escrita).” Como se puede
apreciar el documento público no es exclusivo de las Notarías de Fe Pública, sino
que es exclusivo de la administración pública, que desarrollan ciertas actividades y
lo desarrollado por la Administración pública en el marco de sus atribuciones
especificas se considera que la emisión de dichos documentos son públicos, o sea
que, desde la perspectiva extensiva relacionada a los ejemplos descritos por el
doctrinario citado, se entiende que los mismos también abarcan a declaraciones
informativas prestadas ante el Ministerio Público dentro de un proceso penal
P á g i n a 414 | 846
formal y de acuerdo a los requisitos exigibles como es la participación de una
abogado que asista al imputado (declarante).
Por su parte también corresponde señalar que la fe pública, atribuida al fiscal de
materia se encuentra contenida en el art. 97 del Código de procedimiento Penal, en
la que la ley atribuye al fiscal a recepcionar la declaración del imputado, por lo que
la autoridad fiscal se encuentra descrita por ley para generar dicho acto, o sea que
la ley le enviste de autoridad y fe pública para dicho acto, dicha declaración es
prestada, previa citación o sea que no existe sorpresa, en la que se antela un
interrogatorio, se anticipa el derecho de abstenerse a declarar, y se la presta en
presencia de un abogado que asiste al declarante; deduciendo que la misma se
encuentra establecida como libre, expresa y no sujeta a presión.

DECLINATORIA DE COMPETENCIA
Auto Supremo: 256/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Cumplimiento de Obligación.
La declinatoria, es el mecanismo a través del cual de oficio o a pedido de parte se
observa la competencia de un juez, procedimiento que se presenta como excepción
previa, pero que por las reglas de la competencia puede ser observada en cualquier
por los jueces para anular obrados y declinar competencia, en caso de ser evidente
la falta de competencia.
Por otra parte, diremos que la competencia conforme lo dispone el art. 12 de la Ley
Nº 025 del Órgano Judicial “Es la facultad que tiene una Magistrada o
Magistrado, un Vocal o una Vocal, un Juez o una Jueza o autoridad originaria
campesina para ejercer la jurisdicción en un determinado asunto”, la misma que
solo puede ser ampliada en razón del territorio conforme lo establece el art. 13 de
la misma norma legal. “La competencia en razón del territorio se ampliará
únicamente por consentimiento expreso o tácito de las partes. Es expreso cuando
convienen someterse a un juez que para una o ambas partes no es competente. Es
tácito cuando el demandado contesta a un Juez incompetente, sin oponer esta
excepción”.
Al respecto este Supremo Tribunal de Justicia ha orientado en diversos fallos entre
ellos el Auto Supremo Nº 095/2014 ha señalado: “En el marco del recurso y en
virtud de que el asunto reclamado está referido a la competencia que es de orden
público, este Tribunal ingresa en la resolución del mismo, bajo los siguientes
fundamentos:
Inicialmente nos referiremos a lo dispuesto por el art. 12 de la Ley Nº 025 del
Órgano Judicial, que dice: “la competencia es la facultad que tiene una
magistrada o magistrado, una o un vocal, una Jueza o un Juez, o autoridad
indígena originaria campesina para ejercer la jurisdicción en un determinado
asunto”…

P á g i n a 415 | 846
Establecido lo anterior corresponde precisar que en consideración al carácter de
orden público que revisten las reglas de competencia, cualquier vulneración al
respecto debe ser observada aun de oficio y en cualquier estado del proceso, a fin
de imponer la sanción que corresponda, no pudiendo la actuación de las partes o
de los propios administradores de justicia, convalidar las infracciones referidas a
la competencia de los jueces, salvo que se trate del elemento territorio, en cuyo
casó la actuación de las partes, sea en forma expresa o tácita, puede generar la
llamada prórroga de la competencia, figura que en ningún caso opera respecto al
elemento materia, cuya inobservancia, dará lugar a la declaración de
incompetencia en cualquier estado del proceso, incluso la nulidad de las
actuaciones y determinaciones asumidas por un Juez incompetente puede ser
dispuesta fuera del proceso, conforme dispone el art. 122 de la Constitución
Política del Estado que determina que "son nulos los actos de las personas que
usurpen funciones que no les competen, así como los actos de las que ejercen
jurisdicción o potestad que no emane de la ley".

DEL AGRAVIO
Auto Supremo: 1282/2016
Sucre: 07 de noviembre 2016
Proceso: Cumplimiento de obligación.
El art. 219 del Código de Procedimiento Civil señala: “(Procedencia del recurso).-
Procederá el recurso ordinario de apelación en favor de todo litigante que
habiendo sufrido algún agravio en la resolución del inferior, solicitare que el juez
o tribunal superior lo repare…”
El recurso debe atacar una resolución que es desfavorable a una de las partes, en
base al ordenamiento jurídico, formulando agravios, y el agravio se genera en base
a una desventaja o perjuicio que provoca la resolución judicial, que restringe o
atenta contra el derecho de la parte; esos agravios deben ser demostrados por la
parte, los que hacen la fundabilidad del recurso, describiendo de qué manera la
Resolución hubiera errado.

DEL CONTRATO DE COMPRA VENTA


Auto Supremo: 1110/2016
Sucre: 23 de septiembre 2016
Proceso: Cumplimiento de obligación y otros.
Respecto al tema en el Auto Supremo Nº 527/2016 de fecha 16 de mayo, se
orientó: “El art. 584 del CC que de manera textual señala: “La venta es un contrato
por el cual el vendedor transfiere la propiedad de una cosa o transfiere otro
derecho al comprador por un precio en dinero” asimismo acudiendo a la doctrina

P á g i n a 416 | 846
sobre este tipo de contratos típicos podemos citar a R. Badenes Gasset quien en su
libro el Contrato de Compra Venta Tomo I pag. 46 citando a Luzzatto señala: “ la
venta es un contrato, en virtud del cual, una parte (vendedor) transfiere o se
obliga a transferir la posesión de ella, mientras la otra (comprador), paga o se
obliga a pagar el precio”, en cuanto a la característica de este tipo de contratos
Guillermo A. Borda en su obra Manual de Contratos refiere: “no es formal aun en
el caso de que tenga por objeto la transmisión de inmuebles, la escritura pública
“…” es un requisito de la transferencia del dominio pero no del contrato en sí,
que puede ser válidamente celebrado en instrumento privado aun verbalmente.”
En este entendido, citamos a Roque Fortunato Garrido y Jorge Alberto Zago, que
de igual manera en su libro Contratos Civiles y Comerciales Tomo II, que también
sobre el tema de las características de este tipo de contratos expone que es un
contrato: “consensual, porque según de la definición del codificador, una de las
parte se obliga a transferir la propiedad de una cosa, es decir que en el acto de
contratar no la transfiere sino que se obliga a transferir, y la otra parte se obliga a
recibirla y a pagar un precio cierto en dinero. Ello señala que los efectos del
contrato surgen desde el momento mismo en que se perfecciona el consentimiento
contractual; es por tanto un contrato consensual….”.

DEL CONTRATO EN GENERAL


Auto Supremo: 1110/2016
Sucre: 23 de septiembre 2016
Proceso: Cumplimiento de obligación y otros.
El art. 450 del Código Civil establece: “Hay contrato cuando dos o más personas
se ponen de acuerdo para constituir, modificar o extinguir entre sí una relación
jurídica patrimonial”. Carlos Morales Guillén en su libro Código Civil
Concordado y Anotado Cuarta Edición tomo I considera: al contrato como la
expresión tipo de las fuentes de las obligaciones como expresión tipo que es del
acto jurídico, noción que absorbe la del contrato y que se funde, a su vez, en la del
hecho jurídico en el sentido lato del termino ( Bonnecase).
Tafur señala que: “el contrato es un concierto de voluntades que por lo regular
constituye una unidad y en consecuencia sus estipulaciones deben apreciarse en
forma coordinada y armónica y no aisladas unas de otras como partes autónomas,
porque de esta suerte se podrá desarticular y romper aquella unidad, se
sembraría la confusión y se correría el riesgo de contrariar el querer de las
partes, haciendo producir a la convención efectos que éstas acoso no
sospecharon”

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Para Spota: “las obligaciones nacen ya del concurso real de las voluntades de dos
o más personas como en los contratos o convenciones, ya de un hecho voluntario
de la persona que se obliga, como en la aceptación de una herencia o legado.”
En ese sentido diremos que existe contrato cuando dos o más personas se ponen de
acuerdo para constituir, modificar o establecer una relación jurídica, dentro de esta
relación jurídica existen obligaciones que las partes acuerdan, existiendo un
compromiso para que las partes contratantes que voluntariamente han asumido una
obligación tengan el deber de honrarla y cumplirla, considerando además que el
contrato tiene fuerza de ley entre los sujetos que han suscrito el mismo.

DEL CONTRATO EN GENERAL


Auto Supremo: 844/2016
Sucre: 19 de julio 2016
Proceso: Cumplimiento de obligación.
El art. 450 del Código Civil establece: “Hay contrato cuando dos o más personas
se ponen de acuerdo para constituir, modificar o extinguir entre sí una relación
jurídica patrimonial”. Carlos Morales Guillén en su libro Código Civil
Concordado y Anotado Cuarta Edición tomo I considera: al contrato como la
expresión tipo de las fuentes de las obligaciones como expresión tipo que es del
acto jurídico, noción que absorbe la del contrato y que se funde, a su vez, en la del
hecho jurídico en el sentido lato del termino ( Bonnecase).
Tafur señala que: “el contrato es un concierto de voluntades que por lo regular
constituye una unidad y en consecuencia sus estipulaciones deben apreciarse en
forma coordinada y armónica y no aisladas unas de otras como partes autónomas,
porque de esta suerte se podrá desarticular y romper aquella unidad, se
sembraría la confusión y se correría el riesgo de contrariar el querer de las
partes, haciendo producir a la convención efectos que éstas acoso no
sospecharon.”
Para Spota: “las obligaciones nacen ya del concurso real de las voluntades de dos
o más personas como en los contratos o convenciones, ya de un hecho voluntario
de la persona que se obliga, como en la aceptación de una herencia o legado.”
En ese sentido diremos que existe contrato cuando dos o más personas se ponen de
acuerdo para constituir, modificar o establecer una relación jurídica, dentro de esta
relación jurídica existen obligaciones que las partes acuerdan, existiendo un
compromiso para que las partes contratantes que voluntariamente han asumido una
obligación tengan el deber de honrarla y cumplirla, considerando además que el
contrato tiene fuerza de ley entre los sujetos que han suscrito el mismo.

P á g i n a 418 | 846
DEL INICIO DE LA POSESIÓN
Auto Supremo: 1058/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Usucapión.
En el AS 115/2015 de fecha 13 de Febrero 2015 se ha señalado que: “Del
contenido de la demanda, se puede entender que la recurrente funda su demanda
de usucapión en una transacción que jamás se llegó a concretar, pues se entiende
que fue de esa manera que ingresó al inmueble para poseerlo pacífica y
continuamente por el tiempo que establece la ley, vale decir que la recurrente no
pretende el reconocimiento a su derecho propietario de la compra que refiere, sino
el reconocimiento de la posesión que ejerce sobre los tres lotes de terreno que
pretende usucapir; el presupuesto generador de la demanda no es otro que la
posesión de la usucapiente y que a efectos de demostrar que esta tuvo un inicio
pacífico y libre de violencia, la actora trajo simplemente como antecedente esa
compra, aspecto que de ninguna manera puede ser confundido o atribuirse como
sustento de la pretensión, sino como una referencia del antecedente de posesión y
que en definitiva es esta última (posesión) la que constituye el verdadero sustento
real de la pretensión.”

DEL MOMENTO PARA INTERRUMPIR DE LA POSESIÓN


Auto Supremo: 1058/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Usucapión.
En cuanto al tema de la interrupción de la posesión en el AS Nº 644/2014 de fecha
06 de noviembre 2014 se ha expuesto en sentido que: ““…la interrupción significa
una prescripción no cumplida, porque desde el momento en que el término legal ha
transcurrido íntegramente, se produce ipso jure la adquisición del dominio y la
prescripción ha consumado todos sus efectos.” (G. Borda); en ese mismo sentido
se indica “…la interrupción de la prescripción actúa directamente sobre el
elemento posesión (y no sobre el tiempo, como la suspensión), y priva a ésta del
quinto requisito necesario para usucapir: la interrupción. Como consecuencia de
ello, el efecto de la interrupción es eliminar totalmente, como si no hubiera
existido, la posesión anterior. Lo expuesto significa, obviamente, que para que la
interrupción tenga lugar no debe haberse cumplido el término de la prescripción.”
(Papaño, Kiper, Dillon y Causse) … El fin de este proceso consiste en que el actor
busca se le reconozca judicialmente como propietario del bien, alegando el
cumplimiento de todos los presupuestos necesarios para dicha declaración, los

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cuales están vinculados a una situación que debió producirse en el pasado, que es
pretérita, como por ejemplo el plazo de posesión exigido por la ley que debió
haberse cumplido en fecha anterior a la presentación de la demanda. Así como
también debe verificar si esta posesión no fue interrumpida en ningún momento
antes del cumplimiento del plazo, la etapa de verificación de esos presupuestos no
debe ser actual, sino que corresponda al espacio de tiempo exigido por la
disposición legal, pues su derecho a la propiedad lo obtuvo al cumplimiento del
plazo escoltado con los otros presupuestos señalados, lo único que le falta al actor
es consolidar su derecho con una decisión judicial declarativa.”.

DEL ORDEN PÚBLICO


Auto Supremo: 1164/2016
Sucre: 07 de octubre 2016
Proceso: Resarcimiento de daños y perjuicios.
La competencia, es la facultad que tiene un órgano jurisdiccional para administrar
justicia en un determinado asunto, esa orientación se encontraba descrita en el art.
26 de la Ley Nº 1455 de Organización Judicial actualmente derogada, ese mismo
entendimiento tiene la Ley Nº 025 cuyo art. 12 señala lo
siguiente:“(COMPETENCIA). Es la facultad que tiene una magistrada o
magistrado, una o un vocal, una jueza o un juez, o autoridad indígena originaria
campesina para ejercer la jurisdicción en un determinado asunto”.
Los elementos de la competencia, se encontraban descritos en la ley Nº 1455 en su
arts. 27 que señalaba lo siguiente: “DETERMINACION DE LA COMPETENCIA.-
La competencia de un tribunal o juez para conocer un asunto, se determina por
razón del territorio, de la naturaleza, materia o cuantía de aquél y de la calidad de
las personas que litigan”; la naturaleza responde a la situación del orden público o
privado, la materia responde al factor de que la pretensión sea de conocimiento de
un operador judicial, civil, penal, laboral u otros; la actual Ley del Órgano Judicial
Nº 025, no describe específicamente la determinación de la competencia, sino que
el art. 29.II de dicha norma describe las especialidades para solucionar los
conflictos judiciales y en el art. 31.3 describe que los operadores judiciales
ejercerán su competencia en razón de territorio, naturaleza o materia.
De acuerdo al segundo párrafo del art. 25 de la Ley Nº 1455, la competencia (por
razón de materia) es considerado de orden público, no delegable y que solo
emana de la ley; el primer factor de orden público de acuerdo a la doctrina significa
que no pueden ser modificables por acuerdo de partes ni por imposición del
operador judicial, lo que quiere decir que la misma no está sujeta a convalidación

P á g i n a 420 | 846
por las partes, ni a ser considerado como una situación procesal sujeta a preclusión
por el Juez; la competencia se encuentra descrita en la norma orgánica, y en la
clasificación de las normas, se tiene las dispositivas, imperativas, las primeras se
encuentran a disposición de las partes, pueden estar sujetas a convalidación y/o
renuncia, y las segundas (imperativas) impositivas o absolutas se encuentran
obligadas en su cumplimiento, no pueden ser negociadas ni derogadas por la
voluntad de las partes y el operador judicial se encuentra obligado en cumplirlas.
El orden público también se encuentra establecido en el art. 90 del Código de
Procedimiento Civil y el art. 5 del Código Procesal Civil.

DEL PER SALTUM


Auto Supremo: 41/2017
Sucre: 24 de enero 2017
Proceso: Anulabilidad de Contrato.
El Auto Supremo Nº 939/2015 de 14 de octubre sobre el tema ha referido: “De lo
anteriormente expuesto, se advierte dos aspectos importantes, 1).-que los
argumentos expuestos en el recurso de casación, nunca fueron observado en el
recurso de apelación, y 2).- Que el Tribunal de segunda instancia se pronunció
sobre los agravios expuestos, en segunda instancia, empero, por lógica
consecuencia, los argumentos expuestos en casación nunca merecieron
pronunciamiento en el Auto de Vista por los motivos descritos, motivo por el cual
los mismos no merecen consideración alguna en aplicación del principio del per
saltum (pasar por alto), puesto que para estar a derecho, los recurrentes debieron
instar en apelación dicho debate y así agotar legal y correctamente toda la
segunda instancia. Criterio asumido en varios Autos Supremos que orientan sobre
la aplicación del per saltum, así tenemos el A.S. Nº 154/2013 de fecha 08 de abril,
el cual estableció que: “Por la característica de demanda de puro derecho a la
que se asemeja el recurso de casación, las violaciones que se acusan deben haber
sido previamente reclamadas ante el Tribunal de Alzada, a objeto de que estos
tomen aprehensión de los mismos y puedan ser resueltos conforme la doble
instancia, o sea, el agravio debe ser denunciado oportunamente ante los
Tribunales inferiores conforme cita el art. 254 núm. 4) del Código Adjetivo Civil, y
de ningún modo realizarlo en el recurso extraordinario de casación, porque no es
aceptable el "per saltum", que implica el salto de la o las instancias previas a la
intervención del Tribunal de Casación, como es el caso. Toda vez que el Tribunal
de Casación, apertura su competencia para juzgar la correcta o incorrecta
aplicación o inaplicación de la norma contenida en el pronunciamiento de alzada,

P á g i n a 421 | 846
respecto precisamente, al o los agravios que oportunamente fueron apelados y
sometidos a conocimiento del Ad quem”.

DEL PROPIETARIO REGISTRAL


Auto Supremo: 1230/2016
Sucre: 28 de octubre 2016
Proceso: Usucapión.
En el Auto Supremo Nº 183/2016 de 03 de marzo se ha señala lo siguiente: “La
jurisprudencia de este Supremo Tribunal ha orientado en el Auto
Supremo Nº 785/2015 de 11 de Septiembre, que:”… La usucapión decenal o
extraordinaria instituida en el art. 138 del C.C., concordante con el art. 110 del
mismo cuerpo legal, constituye una de las formas originarias de adquirir la
propiedad a través de la posesión, por la cual el poseedor se convierte en
propietario en virtud a una declaración judicial siempre y cuando haya cumplido
con la posesión y demás condiciones requeridas por ley. Acción ante la cual los
jueces y Tribunales ordinarios están en la obligación de realizar el análisis de
cuatro cuestiones básicas para determinar la procedencia o no de la usucapión
decenal, en este sentido se debe determinar si:
1).- ¿El bien inmueble es susceptible de usucapión?, para responder a esta
pregunta se debe determinar si el inmueble es privado, público o está dentro el
comercio humano.
2) ¿El actor es poseedor? Pregunta por la cual se debe determinar si quien
pretende usucapir el bien en cuestión demostró estar en posesión del bien
inmueble.
3) ¿La posesión es útil? Ante esta pregunta se debe determinar si la posesión es
pública es decir que no sea oculta ante terceros o ante quien pueda oponerse,
pacifica lo que significa que no exista violencia para ingresar o mantener la
posesión, y continuada en cuanto no haya existido interrupción civil o natural.
4) ¿transcurrió el tiempo establecido para la prescripción adquisitiva (usucapión)
decenal? Pregunta que cuestiona si se cumplió con lo diez años de posesión que la
ley establece.
Es en esta lógica, se debe señalar que el Tribunal de Alzada a través del Auto de
Vista recurrido por el que revoca la Sentencia de primera instancia, ha
determinado que el bien inmueble que los recurrentes pretende usucapir no cumple
o encuadra con la primera pregunta, es decir, si el bien inmueble es susceptible de
usucapión, determinando que el bien inmueble no es privado, sino público de
propiedad del Gobierno, fundamentando la imposibilidad de procedencia de la
Usucapión en el caso presente…339.II de la C.P.E…”.
P á g i n a 422 | 846
En ese entendimiento también se encuentra plasmado en el art. 339-II de la
Constitución Política del Estado que:“…Los bienes de patrimonio del Estado y de
las entidades públicas constituyen propiedad del pueblo boliviano, inviolable
inembargable, imprescriptible e inexpropiable: no podrán ser empleados en
provecho particular alguno...”
Entendimiento que también se encuentra plasmado en el Auto Supremo Nº
151/2013, donde se dejó establecido que: “…la usucapión una vez declarada
judicialmente produce un doble efecto, adquisitivo para el que demanda y adquiere
el derecho de propiedad de un determinado bien, y extintivo para el que pierde ese
derecho de propiedad, por ello resulta indispensable que el actor dirija la
demanda contra quienes figuren en el registro de Derechos Reales como titulares
del derecho propietario del inmueble que se pretende usucapir; solo así la
sentencia que declare la usucapión producirá válidamente ese doble efecto y
surtirá sus alcances que establece el art 194 del Cód. Pdto. Civ.; pues el hecho de
dirigir la demanda en contra de una persona que no sea propietaria del inmueble o
contra presuntos propietarios desconocidos, implica vulneración al debido
proceso y al derecho a la defensa que se encuentra garantizado no solo por la
Constitución Política del Estado y las leyes, sino también por tratados
internacionales”.
Así también la Jurisprudencia comparada, por ejemplo la sentada por la Corte
Suprema de Justicia de la República de Colombia opina que: “al actor en este
proceso, también le es exigible una actitud diligente y honrada. Ciertamente, la
parte interesada en iniciar el proceso de pertenencia (usucapión) debe suministrar
toda la información que esté a su alcance y se requiera para lograr la verdadera
identificación del inmueble materia del litigio, de manera que permita ubicar el
respectivo folio de matrícula del bien con la historia jurídica del mismo, así como
la identificación de las personas que puedan ser titulares de Derechos sobre el
mismo bien…”

DEL RÉGIMEN DE NULIDADES PROCESALES


Auto Supremo: 137/2016
Sucre: 19 de febrero 2016
En tema de nulidades, la doctrina como las legislaciones han avanzado y superado
aquella vieja concepción que vislumbraba a la nulidad procesal como el mero
alejamiento del acto procesal de las formas previstas por ley, no siendo suficiente
que se produzca un mero acaecimiento de un vicio procesal para declarar la nulidad
simplemente con el fin de proteger o resguardar las formas previstas por la ley
procesal, aspecto que resulta totalmente insustancial para tomar una medida de esa
P á g i n a 423 | 846
naturaleza; hoy en día lo que interesa en definitiva es analizar si se han
transgredido efectivamente las garantías del debido proceso con incidencia en la
igualdad y el derecho a la defensa de las partes; solo en caso de ocurrir esta
situación se halla justificada decretar la nulidad procesal a fin de que las partes en
el marco del debido proceso hagan valer sus derechos dentro de un plano de
igualdad de condiciones para defender sus pretensiones; es precisamente el espíritu
del art. 16 y 17 de la Ley Nº 025 del Órgano Judicial que concibe al proceso no
como un fin en sí mismo, sino como el medio través del cual se otorga la
efectividad de los derechos reconocidos en la ley sustantiva.
Entendimiento que también se encuentra plasmado en el Código Procesal Civil
boliviano promulgado por Ley Nº 439 en los arts. 105 a 109 en el que contienen las
reglas básicas del régimen de nulidades, donde además se reconocen los principios
procesales de la nulidad como ser: el principio de especificidad o trascendencia,
convalidación, finalidad del acto y preclusión; entendiendo que de este modo se
restringe a lo mínimo las nulidades procesales y se busca la materialización de los
principios que hoy rigen la administración de justicia previstos en la Constitución
Política del Estado y replicados en las dos leyes de referencia, pretendiendo de esta
manera revertir el antiguo sistema formalista, dejando de lado las viejas prácticas
con la que se han venido tramitando los procesos judiciales por más de tres décadas
con predominio de nulidades y en el mayor de los casos innecesarias e
intrascendentes que solo ocasionaron retardación de justicia a lo largo del tiempo
en desmedro del mundo litigante y de la propia administración de justicia, lo cual
se pretende revertir definitivamente.
En ese contexto, la jurisprudencia constitucional ha establecido a través de la SCP
Nº 0140/2012 de 9 de mayo, que: “Desde la concepción del Estado Constitucional
de Derecho, la tramitación de los procesos judiciales o administrativos no debe
constituirse en simples enunciados formales (justicia formal, como mera
constatación de cumplimiento de las formas procesales), sino debe asegurar la
plena eficacia material de los derechos fundamentales procesales y sustantivos
(justicia material, debido proceso y sus derechos fundamentales constitutivos y
sustantivos)”. Razonamiento que tiene relación con lo señalado en la SCP Nº
1420/2014 de 7 de julio que señaló: “…toda nulidad debe ser reclamada
oportunamente a través de los recursos e incidentes que la ley procesal establece
como medios idóneos y válidos para dejar sin efecto el acto procesal afectado de
nulidad, más cuando se tuvo conocimiento del proceso y asumió defensa utilizando
esos medios de defensa al interior del proceso, dicho en otros términos, un acto
procesal es susceptible de nulidad solo cuando es reclamado oportunamente o
cuando el litigante no tuvo conocimiento de la existencia del proceso, hecho que le
causo indefensión, afectando su derecho a la defensa, razonando en contrario, no
se puede solicitar la nulidad cuando teniendo conocimiento del proceso y
P á g i n a 424 | 846
asumiendo defensa dentro del mismo, no interpuso incidente alguno contra el acto
procesal objetado de nulidad, dejando ver a la autoridad judicial, que ese acto se
encuentra plenamente consentido o convalidado, mereciendo en consecuencia su
improcedencia”.
Así también la jurisprudencia de este Supremo Tribunal ha orientado en el Auto
Supremo Nº 484/2012 que “… el espíritu del Art. 17 de la Ley 025 que refiere de
manera categórica en su p. III “La nulidad sólo procede ante irregularidades
procesales reclamadas oportunamente en la tramitación de los
procesos”; verificando la incidencia que puedan tener en el debido proceso, es
decir la trascendencia que puedan revestir, con la clara connotación de que no
pueden ser consideradas ni declaradas de oficio, ya que al revestir interés
particular, es a esa parte que le corresponde reclamar la presunta vulneración de
algún derecho, en caso de no hacerlo, estará convalidando ese error,
consecuentemente el Tribunal correspondiente no está autorizado para ingresar a
revisar de oficio, es decir, está impedido el juzgador declarar la nulidad de oficio
si ésta ha sido consentida.
En referencia a las nulidades específicas, si bien es cierto que por disposición de
la norma están señaladas las nulidades que de oficio podrían declarar los Jueces,
en sujeción a lo previsto en el art. 106 del Código Procesal Civil, no significa que
por ello deban ingresar a anular de manera indefectible, sino habrá que
considerar la trascendencia que reviste el acto considerado nulo, que tenga
incidencia en el debido proceso y el derecho a la defensa, considerándose que no
hay nulidades absolutas que indefectiblemente deban ser sancionados con
nulidad…
Lo anterior conlleva a decir que en el tratamiento de las nulidades procesales,
debe tenerse en cuenta como ha señalado este Supremo Tribunal en reiteradas
resoluciones, siguiendo el criterio doctrinal así como jurisprudencial que no se
trata de un tema de defensa de las meras formalidades, pues, las formas previstas
por ley no deben ser entendidas como meros ritos, sino como verdaderas garantías
que el proceso se desarrollará en orden y en resguardo de los derechos de las
partes, siendo preciso distinguir las formas esenciales de las meras formalidades.
Precisamente por ello es necesario verificar a tiempo de emitir un fallo, principios
que rigen la materia y deben ser tomados en cuenta por el juzgador al momento de
declarar la nulidad…”

DEL RÉGIMEN DE NULIDADES PROCESALES


Auto Supremo: 184/2016
Sucre: 03 de marzo 2016
En tema de nulidades, la doctrina como las legislaciones han avanzado y superado
aquella vieja concepción que vislumbraba a la nulidad procesal como el mero
P á g i n a 425 | 846
alejamiento del acto procesal de las formas previstas por ley, no siendo suficiente
que se produzca un mero acaecimiento de un vicio procesal para declarar la nulidad
simplemente con el fin de proteger o resguardar las formas previstas por la ley
procesal, aspecto que resulta totalmente insustancial para tomar una medida de esa
naturaleza; hoy en día lo que interesa en definitiva es analizar si se han
transgredido efectivamente las garantías del debido proceso con incidencia en la
igualdad y el derecho a la defensa de las partes; solo en caso de ocurrir esta
situación se halla justificada decretar la nulidad procesal a fin de que las partes en
el marco del debido proceso hagan valer sus derechos dentro de un plano de
igualdad de condiciones para defender sus pretensiones; es precisamente el espíritu
del art. 16 y 17 de la Ley Nº 025 del Órgano Judicial que concibe al proceso no
como un fin en sí mismo, sino como el medio través del cual se otorga la
efectividad de los derechos reconocidos en la ley sustantiva.
Entendimiento que también se encuentra plasmado en el Código Procesal Civil
boliviano promulgado por Ley Nº 439 en los arts. 105 a 109 en el que contienen las
reglas básicas del régimen de nulidades, donde además se reconocen los principios
procesales de la nulidad como ser: el principio de especificidad, trascendencia,
convalidación, finalidad del acto y preclusión; entendiendo que de este modo se
restringe a lo mínimo las nulidades procesales y se busca la materialización de los
principios que hoy rigen la administración de justicia previstos en la Constitución
Política del Estado y replicados en las dos leyes de referencia, pretendiendo de esta
manera revertir el antiguo sistema formalista, dejando de lado las viejas prácticas
con la que se han venido tramitando los procesos judiciales por más de tres décadas
con predominio de nulidades y en el mayor de los casos innecesarias e
intrascendentes que solo ocasionaron retardación de justicia a lo largo del tiempo
en desmedro del mundo litigante y de la propia administración de justicia, lo cual
se pretende revertir definitivamente.
En ese contexto, la jurisprudencia constitucional ha establecido a través de la SCP
Nº 0140/2012 de 9 de mayo, que: “Desde la concepción del Estado Constitucional
de Derecho, la tramitación de los procesos judiciales o administrativos no debe
constituirse en simples enunciados formales (justicia formal, como mera
constatación de cumplimiento de las formas procesales), sino debe asegurar la
plena eficacia material de los derechos fundamentales procesales y sustantivos
(justicia material, debido proceso y sus derechos fundamentales constitutivos y
sustantivos)”. Razonamiento que tiene relación con lo señalado en la SCP Nº
1420/2014 de 7 de julio que señaló: “…toda nulidad debe ser reclamada
oportunamente a través de los recursos e incidentes que la ley procesal establece
como medios idóneos y válidos para dejar sin efecto el acto procesal afectado de
P á g i n a 426 | 846
nulidad, más cuando se tuvo conocimiento del proceso y asumió defensa utilizando
esos medios de defensa al interior del proceso, dicho en otros términos, un acto
procesal es susceptible de nulidad solo cuando es reclamado oportunamente o
cuando el litigante no tuvo conocimiento de la existencia del proceso, hecho que le
causo indefensión, afectando su derecho a la defensa, razonando en contrario, no
se puede solicitar la nulidad cuando teniendo conocimiento del proceso y
asumiendo defensa dentro del mismo, no interpuso incidente alguno contra el acto
procesal objetado de nulidad, dejando ver a la autoridad judicial, que ese acto se
encuentra plenamente consentido o convalidado, mereciendo en consecuencia su
improcedencia”.

DEMANDA VOLUNTARIA DE MENSURA Y DESLINDE


Auto Supremo: 895/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Reivindicación.
El Código de Procedimiento Civil, en su Libro Cuarto, Título IV, Capítulo VII, en
sus arts. 682 al 686, regula el proceso voluntario de mensura y deslinde.
El art. 682 de la referida norma adjetiva civil dispone: “(Demanda). Cuando un
propietario considere necesario aclarar en todo o en parte los linderos de su
propiedad rústica o urbana no edificada, se presentará al juez con los títulos
correspondientes pidiendo recorrer sus términos y restablecer los mojones en su
caso”.
En relación a lo anterior el art. 640 del Código de Procedimiento Civil señala:
“(Competencia). I. Corresponderá a los jueces de instrucción ordinarios, conforme
al artículo 134, inciso 3, de la Ley de Organización Judicial, conocer de los
procedimientos comprendidos en este capítulo mientras no resultaren
contenciosos, excepto el de oferta de pago y consignación que deberá interponerse
ante el juez de la cuantía.
II. El procedimiento declarado contencioso será remitido, dentro de tercero día, al
juez de partido ordinario, a menos que por la cuantía o por disposición expresa de
la ley le correspondiere al juez instructor, caso en el cual éste continuará
conociendo de él”.
Por su parte el art. 685 de la norma adjetiva civil referida dispone: “(Oposición).
La oposición que se presentare sobre algún límite particular que requiere
justificación no impedirá el deslinde voluntario, y terminado éste lo aprobará el
juez, salvando el derecho de los discordes para la vía ordinaria”.

P á g i n a 427 | 846
De donde se infiere que el proceso de mensura y deslinde, se encuentra
compendiado en el libro de los procesos especiales, y corresponde al título de los
procesos voluntarios, mientras no resultaren contenciosos, en cuya eventualidad
puede ser remitido al juez de partido ordinario; es decir, que previo cumplimiento
de los presupuestos procesales, necesariamente debe ser iniciado y sustanciado en
dicha vía entre tanto no se suscite su contención, conforme dispone el art. 316 del
Código de Procedimiento Civil.

DENUNCIA DE CASACIÓN EN LA FORMA POR ERROR IN


PROCEDENDO DEL ART. 108 DEL NUEVO CÓDIGO PROCESAL CIVIL.
Auto Supremo: 06/2016
Sucre: 12 de enero 2016
El art. 108 de la Ley Nº 439 de 19 de noviembre de 2013, aplicable al presente caso
de autos por disposición del num. 4 de la Segunda Disposición Transitoria del
Código Procesal Civil, preceptúa que: “I. El tribunal de segunda instancia que
deba pronunciarse sobre un recurso de apelación, apreciará si se planteó alguna
forma de nulidad insubsanable de la sentencia o nulidad expresa de actos de la
primera instancia, conforme a lo dispuesto en el presente Código. II. Si la
reclamación de nulidad hubiere sido planteada a tiempo de la apelación,
se resolverá sobre ella, y sólo en caso de rechazarla, se pronunciará sobre los
agravios de la apelación”. Si bien, la norma en examen dispone la consideración
previa por parte del Ad quem de la nulidad que hubiera sido planteada a tiempo de
la apelación y que sólo en caso de ser rechazada, debiera pronunciarse sobre los
agravios de una apelación especifica. No obstante esta disposición normativa no
debe ser interpretada en su sentido restrictivo y literal, sino en el marco de la
Constitución Política del Estado y las leyes que rigen nuestro ordenamiento
jurídico.
En esa orientación, por mandato Constitucional, la interpretación de la legalidad
ordinaria corresponde a las autoridades judiciales, conforme a razonado la
Sentencia Constitucional Nº 0846/2010-R de 10 de agosto: “En cuanto a la
interpretación de la legalidad ordinaria, la jurisprudencia emitida por este
Tribunal, también ha determinado que la misma corresponde a las autoridades
judiciales o administrativas, debiendo toda supuesta inobservancia o errónea
aplicación de la misma ser corregida a través de la jurisdicción ordinaria…”.
El parágrafo I del Art. 15 de la Ley Nº 025 dispone: “I. El Órgano Judicial
sustenta sus actos y decisiones en la Constitución Política del Estado, Leyes y
Reglamentos, respetando la jerarquía normativa y distribución de competencias
establecidas en la Constitución. En materia judicial la Constitución se aplicará
con preferencia a cualquier otra disposición legal o reglamentaria…”.

P á g i n a 428 | 846
El art. 180 parágrafo I de la Constitución Política el Estado, preceptúa que la
jurisdicción ordinaria se fundamenta en los principios procesales de celeridad,
probidad, legalidad, eficacia y eficiencia, entre otros.
La doctrina en interpretación del principio de legalidad refiere que “los
“magistrados, jueces y tribunales tienen la obligación en el conocimiento y
decisión de las causas, aplicar con preferencia la Constitución a las leyes (no a la
inversa) y éstas con preferencia a cualquier otra disposición, por principio de
supremacía constitucional, principio de jerarquía normativa, principio de
legalidad y no como piensan todavía algunos jueces: “La ley especial se aplicará
con preferencia a la ley general” ya que la Constitución no es cualquier ley menos
general, sino la ley suprema del ordenamiento jurídico del Estado, por eso nunca
se debe reemplazar la norma suprema por la norma ordinaria o especial en el caso
concreto, pues cuando exista contradicción entre la norma ordinaria o especial
con la Constitución, se debe aplicar la Constitución en suplencia de la norma
ordinaria o especial” (Eduardo Carlos Centellas Ramos, Nuevo Código Procesal
Civil, Edit. Olimpo, Cochabamba 2014, pag. 36-37).
En esa relación, corresponde manifestar que en el actual Estado Constitucional, se
impone el principio de supremacía constitucional que orienta que el ordenamiento
jurídico es un sistema de normas en el que la Constitución es la fundamental, por
ende el resto del ordenamiento jurídico adquiere valor y significancia en tanto
respete lo fundamental y en ningún caso cuando lo contraríe. Esto quiere decir, que
en el ámbito jurisdiccional los Jueces ya no se constituyen en meros aplicadores de
la ley, sino en sus intérpretes, y en atención a los efectos que despliega el principio
de supremacía constitucional, esa labor de interpretar la ley ordinaria (ponderación)
debe hacerse siempre desde la Constitución, es decir que en esa labor se debe tener
en cuenta primero y esencialmente los principios y valores reconocidos en la
Constitución, en otras palabras los Jueces deben realizar una lectura constitucional
de la ley y no solo una lectura legalista, es decir, desde la ley misma ordinaria.
Ahora bien, en materia de nulidades la uniforme línea Jurisprudencial de este
Tribunal, en interpretación del principio de legalidad ha concretado en sentido de
que el espíritu del art. 16 y 17 de la Ley Nº 025 concibe al proceso no como un fin
en sí mismo, sino como el medio a través del cual se otorga la efectividad de los
derechos reconocidos en la ley sustantiva, en esa orientación los arts. 105 al 109 de
la Ley Nº 439, establecen que las nulidades procesales se aplican con un criterio
aún más restringido, especificando de esta manera que la nulidad procesal es una
excepción de última ratio que se encuentra a su vez limitada por determinados
principios universalmente reconocidos, tales como el principio de especificidad,
trascendencia, finalidad del acto, convalidación, preclusión, etc., los cuales no
pueden ser desconocidos, y que frente a esa situación, se debe procurar siempre
resolver de manera preferente sobre el fondo del asunto controvertido, en tanto que
P á g i n a 429 | 846
la nulidad procede ante irregularidades procesales reclamadas oportunamente en la
tramitación de los procesos y solo puede ser decretada cuando no existe ninguna
otra posibilidad de salvar el proceso.

DENUNCIA DE CASACIÓN EN LA FORMA POR ERROR IN


PROCEDENDO DEL ART. 108 DEL NUEVO CÓDIGO PROCESAL CIVIL.
Auto Supremo: 06/2016
Sucre: 12 de enero 2016
El art. 108 de la Ley Nº 439 de 19 de noviembre de 2013, aplicable al presente caso
de autos por disposición del num. 4 de la Segunda Disposición Transitoria del
Código Procesal Civil, preceptúa que: “I. El tribunal de segunda instancia que
deba pronunciarse sobre un recurso de apelación, apreciará si se planteó alguna
forma de nulidad insubsanable de la sentencia o nulidad expresa de actos de la
primera instancia, conforme a lo dispuesto en el presente Código. II. Si la
reclamación de nulidad hubiere sido planteada a tiempo de la apelación,
se resolverá sobre ella, y sólo en caso de rechazarla, se pronunciará sobre los
agravios de la apelación”. Si bien, la norma en examen dispone la consideración
previa por parte del Ad quem de la nulidad que hubiera sido planteada a tiempo de
la apelación y que sólo en caso de ser rechazada, debiera pronunciarse sobre los
agravios de una apelación especifica. No obstante esta disposición normativa no
debe ser interpretada en su sentido restrictivo y literal, sino en el marco de la
Constitución Política del Estado y las leyes que rigen nuestro ordenamiento
jurídico.
En esa orientación, por mandato Constitucional, la interpretación de la legalidad
ordinaria corresponde a las autoridades judiciales, conforme a razonado la
Sentencia Constitucional Nº 0846/2010-R de 10 de agosto: “En cuanto a la
interpretación de la legalidad ordinaria, la jurisprudencia emitida por este
Tribunal, también ha determinado que la misma corresponde a las autoridades
judiciales o administrativas, debiendo toda supuesta inobservancia o errónea
aplicación de la misma ser corregida a través de la jurisdicción ordinaria…”.
El parágrafo I del Art. 15 de la Ley Nº 025 dispone: “I. El Órgano Judicial
sustenta sus actos y decisiones en la Constitución Política del Estado, Leyes y
Reglamentos, respetando la jerarquía normativa y distribución de competencias
establecidas en la Constitución. En materia judicial la Constitución se aplicará
con preferencia a cualquier otra disposición legal o reglamentaria…”.
El art. 180 parágrafo I de la Constitución Política el Estado, preceptúa que la
jurisdicción ordinaria se fundamenta en los principios procesales de celeridad,
probidad, legalidad, eficacia y eficiencia, entre otros.
La doctrina en interpretación del principio de legalidad refiere que “los
“magistrados, jueces y tribunales tienen la obligación en el conocimiento y
P á g i n a 430 | 846
decisión de las causas, aplicar con preferencia la Constitución a las leyes (no a la
inversa) y éstas con preferencia a cualquier otra disposición, por principio de
supremacía constitucional, principio de jerarquía normativa, principio de
legalidad y no como piensan todavía algunos jueces: “La ley especial se aplicará
con preferencia a la ley general” ya que la Constitución no es cualquier ley menos
general, sino la ley suprema del ordenamiento jurídico del Estado, por eso nunca
se debe reemplazar la norma suprema por la norma ordinaria o especial en el caso
concreto, pues cuando exista contradicción entre la norma ordinaria o especial
con la Constitución, se debe aplicar la Constitución en suplencia de la norma
ordinaria o especial” (Eduardo Carlos Centellas Ramos, Nuevo Código Procesal
Civil, Edit. Olimpo, Cochabamba 2014, pag. 36-37).
En esa relación, corresponde manifestar que en el actual Estado Constitucional, se
impone el principio de supremacía constitucional que orienta que el ordenamiento
jurídico es un sistema de normas en el que la Constitución es la fundamental, por
ende el resto del ordenamiento jurídico adquiere valor y significancia en tanto
respete lo fundamental y en ningún caso cuando lo contraríe. Esto quiere decir, que
en el ámbito jurisdiccional los Jueces ya no se constituyen en meros aplicadores de
la ley, sino en sus intérpretes, y en atención a los efectos que despliega el principio
de supremacía constitucional, esa labor de interpretar la ley ordinaria (ponderación)
debe hacerse siempre desde la Constitución, es decir que en esa labor se debe tener
en cuenta primero y esencialmente los principios y valores reconocidos en la
Constitución, en otras palabras los Jueces deben realizar una lectura constitucional
de la ley y no solo una lectura legalista, es decir, desde la ley misma ordinaria.
Ahora bien, en materia de nulidades la uniforme línea Jurisprudencial de este
Tribunal, en interpretación del principio de legalidad ha concretado en sentido de
que el espíritu del art. 16 y 17 de la Ley Nº 025 concibe al proceso no como un fin
en sí mismo, sino como el medio a través del cual se otorga la efectividad de los
derechos reconocidos en la ley sustantiva, en esa orientación los arts. 105 al 109 de
la Ley Nº 439, establecen que las nulidades procesales se aplican con un criterio
aún más restringido, especificando de esta manera que la nulidad procesal es una
excepción de última ratio que se encuentra a su vez limitada por determinados
principios universalmente reconocidos, tales como el principio de especificidad,
trascendencia, finalidad del acto, convalidación, preclusión, etc., los cuales no
pueden ser desconocidos, y que frente a esa situación, se debe procurar siempre
resolver de manera preferente sobre el fondo del asunto controvertido, en tanto que
la nulidad procede ante irregularidades procesales reclamadas oportunamente en la
tramitación de los procesos y solo puede ser decretada cuando no existe ninguna
otra posibilidad de salvar el proceso.

P á g i n a 431 | 846
DERECHO A SER OÍDO COMO PARTE DEL EJERCICIO DEL
DERECHO A LA DEFENSA
Auto Supremo: 1056/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Ordinario, acción reivindicatoria, reconocimiento de mejor derecho
propietario, desocupación y entrega de bien inmueble.
La Sentencia Constitucional Plurinacional Nº 0235/2015-S1 de 26 de febrero,
diseño el siguiente razonamiento:
“La Norma Suprema, en su art. 115.II, establece que: “El Estado garantiza el
derecho al debido proceso, a la defensa y a una justicia plural, pronta, oportuna,
gratuita, transparente y sin dilaciones”; postulado constitucional que armoniza
con la previsión contenida en el art. 9.4 de la CPE, cuando señala que el Estado:
“Garantiza el cumplimiento de los principios, valores, derechos y deberes
reconocidos y consagrados en la Constitución.
Bajo este marco normativo, el órgano jurisdiccional, encargado de impartir
justicia, tiene la delicada responsabilidad de disponer el desarrollo de actos
procesales en igualdad de oportunidades de las partes, observando y aplicando el
procedimiento previsto en la ley, con la finalidad de garantizar el ejercicio de
derechos fundamentales, como ser el de defensa, impugnación y otros, siendo su
fin último materializar una justicia pronta, oportuna y sin dilaciones indebidas.

En este sentido, el derecho a la defensa, reconocido por el art. 119.II de la CPE,


dispone que: “Toda persona tiene derecho inviolable a la defensa…”, implica la
potestad inviolable de toda persona sometida a juicio a ser escuchada,
presentando las pruebas que estime convenientes en su descargo y haciendo uso
efectivo de los recursos que la ley le franquea, siempre dentro del marco de la
igualdad de partes que la propia Constitución Política del Estado, impone a los
juzgadores a efectos de asegurar que las personas puedan defenderse
adecuadamente ante cualquier tipo de acto emanado del Estado que pueda afectar
sus derechos, razonamiento asumido por la SC 1490/2004-R de 14 de septiembre”.

Por otra parte, este Tribunal en el Auto Supremo Nº 78/2014 de 17 de marzo,


realizando una interpretación de la Ley 025 del Órgano Judicial (arts. 16 y 17) y de
la Ley Nº 439 Código Procesal Civil, conforme a los principios constitucionales
que rigen la administración del justicia, ha indicado que las nulidades procesales
deben ser aplicadas con carácter restrictivo y al momento de disponer la misma lo
que debe interesar en definitiva es analizar si se han transgredido efectiva, real y
materialmente las garantías del debido proceso con incidencia en la igualdad y el
P á g i n a 432 | 846
derecho a la defensa de las partes; solo en caso de ocurrir esta situación se halla
justificada decretar la nulidad procesal a fin de que las partes en el marco del
debido proceso hagan valer sus derechos dentro de un plano de igualdad para
defender sus pretensiones; razonamiento que a su vez tiene su base en parte en el
Auto Supremo Nº 197/2013 de 17 de abril.
Los criterios jurisprudenciales anteriormente descritos corresponden ser tomados
en cuenta por ser vinculantes en el caso de las sentencias constitucionales y
orientador en el caso de los autos supremos, ya que los mismos ayudarán a
comprender mejor a los jueces y tribunales al momento de disponer o negar una
petición de nulidad procesal, como también a las partes en conflicto en el
planteamiento de sus pretensiones anulatorias del proceso

DERECHO A LA DEFENSA
Auto Supremo: 867/2016
Sucre: 25 de julio 2016
Proceso: Reivindicación.
Respecto del derecho a la defensa, el Tribunal Constitucional estableció en la
Sentencia Constitucional No. 1786/2011 de 7 de noviembre que: “El debido
proceso es transversal a todo procedimiento sancionatorio, haciendo a su esencia
misma, en razón a que no podrá aplicarse sanción alguna sin haber previamente
escuchado los argumentos de defensa de la parte acusada.”
Asimismo en la Sentencia Constitucional No. 0160/2010-R de 17 de mayo, señaló
respecto al debido proceso que: “El debido proceso, está reconocido
constitucionalmente como derecho y garantía jurisdiccional a la vez, por los arts.
115.II y 117.I de la Constitución Política del Estado vigente (CPE)-ART. 16.IV de
la CPEabrg-, como derecho humano por los arts. 8 de la Convención Americana
sobre Derechos Humanos o Pacto de San José de Costa Rica y 14 del Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, y ya fue desarrollado por este
Tribunal como derecho a toda persona a un proceso justo y equitativo, en el que
sus derechos se acomoden a lo establecido por disposiciones jurídicas generales
aplicables a todos aquellos que se hallen en una situación similar; es decir
comprende el conjunto de requisitos que deben observarse en las instancias
procesales, a fin de que las personas puedan defenderse adecuadamente ante
cualquier tipo de acto emanado del Estado que pueda afectar esos derechos
reconocidos por la Constitución Política del Estado así como los convenios y
Tratados Internacionales.”

P á g i n a 433 | 846
En el mismo sentido la SC 0902/2010-R de 10 de agosto, determinó que: “En el
ámbito normativo, el debido proceso se manifiesta en una triple dimensión, pues
por una parte, se encuentra reconocido como un derecho humano por instrumentos
internacionales en la materia como el Pacto de San José de Costa Rica (art. 8) y el
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (art. 14), que conforme al art.
410.II de la CPE forman parte del bloque de constitucionalidad, y también se
establece como un derecho en el art. 115.II de la misma norma; al mismo tiempo, a
nivel constitucional, se le reconoce como derecho fundamental y como garantía
jurisdiccional, configuración jurídica contemplada ya por el art. 16 de la CPE
abrg, que se ha mantenido y precisado en el art. 117.I de la CPE que dispone:
'Ninguna persona puede ser condenada sin haber sido oída y juzgada previamente
en un debido proceso…'”.
Por otro lado, la Sentencia Constitucional No. 1534/2003-R de 30 de octubre, cuyo
entendimiento fue recogido por la SC No. 0375/2010-R de 22 de junio, señaló lo
siguiente: “El debido proceso comprende a su vez el derecho a la defensa, previsto
por el art. 16.II de la CPE, como potestad inviolable del individuo a ser escuchado
en juicio presentando las pruebas que estime convenientes en su descargo,
haciendo uso efectivo de los recursos que la ley le franquea. Asimismo, implica la
observancia del conjunto de requisitos de cada instancia procesal en las mismas
condiciones con quien lo procesa, a fin de que las personas puedan defenderse
adecuadamente ante cualquier tipo de acto emanado del Estado que pueda afectar
sus derechos.”.
Por su parte el Tribunal Supremo de Justicia expuso entre otros, el Auto Supremo
No. 169/2013 de 12 de abril que: “El proceso es considerado como un conjunto
sistemático de actos jurídicos procesales desarrollados en procura de arribar a la
Resolución del conflicto; éste se estructura en etapas y fases debidamente
ordenadas a fin de brindar la máxima garantía de igualdad y defensa a las partes,
sin embargo el proceso no está exento de que en su desarrollo se produzcan u
omitan actos que afecten su normal avance e incluso impidan el cumplimiento de
sus fines, los que deberán ser analizados a fin de imponer la sanción de nulidad.
Tanto la doctrina como las legislaciones han avanzado y superado aquella
concepción que vislumbraba a la nulidad procesal como el alejamiento del acto
procesal de las formas previstas por ley; en efecto del excesivo formulismo se pasó
a una concepción más amplia en la que el punto de partida ya no resulta ser el
vicio del acto sino la protección que la norma procura a las partes a fin de que
estas, en el marco del debido proceso, encuentren igualdad de condiciones para
defender sus posiciones y hacer valer sus pretensiones. Ese es precisamente el
espíritu de los arts. 16 y 17 de la Ley del Órgano Judicial, que conciben al proceso
P á g i n a 434 | 846
no como un fin en sí mismo sino como el medio a través del cual se logra la
efectividad de los derechos reconocidos en la ley sustantiva.
Hoy lo que interesa, en definitiva, es analizar si se han transgredido efectivamente
las garantías del debido proceso con incidencia en la igualdad y el derecho a la
defensa de las partes, no siendo suficiente el mero acaecimiento de un vicio para
que se declare la nulidad. “Donde hay indefensión hay nulidad; si no hay
indefensión no hay nulidad”, señaló el tratadista Alsina, en una expresión que sin
duda resume el avance de un esquema extremadamente rígido y ritualista a otro en
donde debe tenerse en cuenta la instrumentalidad de las nulidades procesales, es
decir el resguardo del debido proceso en cuanto a la igualdad y a la defensa de las
partes.
En ese marco, si el presupuesto para la invalidez de un acto procesal consiste en la
vulneración del debido proceso con incidencia en la igualdad y el derecho a la
defensa, la pregunta es cómo determinamos si un determinado acto irregular ha
causado indefensión. La respuesta no es sencilla ni se encuentra expresamente
prevista en la norma, sin embargo, para tal efecto el juzgador debe partir del
análisis y consideración de una serie de principios que se constituyen en pautas
orientadoras de su decisión y al mismo tiempo en instrumentos de control para que
las partes fiscalicen las decisiones de los juzgadores en cuanto a las nulidades se
refiere.
En ese entendido corresponde analizar los principios que debe tenerse en cuenta a
tiempo de imponer la sanción de nulidad, vistos desde una nueva orientación:
Principio de Especificidad o Legalidad.- No existe nulidad sin Ley que
taxativamente la establezca. En sentido puro, según este principio, las nulidades
son solamente las previstas en la Ley y no puede aceptarse otras; criterio que en
la práctica resulta poco realizable en virtud de que resulta materialmente
imposible que un ordenamiento Procesal Civil recoja y pueda prever todas y cada
una de las causales motivantes de nulidad.
En la actualidad, no se concibe el principio de legalidad en su forma pura, sino en
una forma mucho más flexible, atenuada, acorde a las necesidades de la práctica
forense y con mayor criterio de juridicidad.
Principio de Trascendencia.- No hay nulidad sin perjuicio. La sola presencia de
un vicio no es razón suficiente para que el Juez declare la nulidad de un acto
procesal, se requiere, además, que ese vicio sea trascendente; es decir, que
determine un resultado probablemente distinto en la decisión judicial o coloque al
justiciable en estado de indefensión. No procede, por tanto, la nulidad fundada en
el mero interés de la ley, sino cuando la inobservancia de las formalidades del
acto causa un daño que no puede ser reparado si no es por esta vía excepcional.
P á g i n a 435 | 846
En otras palabras, no todo vicio ni toda irregularidad ocurrida en el proceso
reviste relevancia jurídica, consiguientemente no todo vicio trae aparejada la
invalidez del acto.
En virtud al principio de trascendencia debe tenerse en cuenta el perjuicio que el
acto realizado viciosamente puede ocasionar, de tal manera que si no es
verdaderamente importante, o relevante, carece de sentido la nulidad, pues, la
violación formal debe trascender en la esfera del debido proceso y tener incidencia
en el derecho a la defensa de las partes, solo así se hace viable la aplicación de la
sanción de nulidad del acto.
Principio de finalidad del acto procesal.- Un tema importante para tomar en
cuenta es si el agravio o la violación al debido proceso determina siempre la
invalidación de un acto, pues pueden existir actos procesales que, aún cayendo en
supuestos de nulidades expresas, logran la finalidad para la que estaban
destinados, en cuyo caso no debe declararse la nulidad.
Principio de Protección.- La nulidad procesal busca proteger a aquellos sujetos
inmersos en un proceso, ya como parte, ya como terceros, de aquellos actos que
incurriendo en vicios, no logren la finalidad establecida para ellos, siempre que el
proponente de la nulidad no sea el mismo que la hubiere originado, puesto que de
ser así, no se estaría afectando su derecho al Debido Proceso. Uno de los
presupuestos de la nulidad es la ausencia de culpa o dolo de quien la alega; quien
la deduce debe acreditar un perjuicio cierto y actual a su derecho de defensa,
demostrando también su interés en la subsanación del vicio. No procede, por
tanto, el pedido de nulidad de la parte que ha propiciado, permitido o dado lugar
al error in procedendo, pues, de otro modo se premiaría la conducta del litigante
que actuó con negligencia; y, si su actitud es dolosa, se fomentaría la temeridad.
Este es el sustrato del principio de protección, que tiene su base en la doctrina de
los actos propios, la cual -aplicada al caso- significa que nadie puede fundar una
nulidad en su propia conducta, pues no tendría interés para proponerla; y, por
consiguiente, carecería de legitimación.
Principio de Convalidación.- Por este principio una persona que es parte del
proceso o es tercero interviniente puede convalidar el acto viciado, no obstante
haber tenido expedito el derecho para deducir su nulidad, no lo hace
oportunamente en su primera actuación; con ese proceder dota a dicho acto de
plena eficacia jurídica. En la práctica se dan casos de convalidación cuando la
parte perjudicada realiza actuaciones posteriores al acto irregular, sin deducir
oportunamente -en su primera actuación posterior al acto viciado- la nulidad del
mismo, en tal sentido, no existirá posibilidad alguna para posteriormente solicitar
la nulidad.
P á g i n a 436 | 846
Este principio impone el deber de diligencia a las partes a fin de no ser ellos
mismos los causantes de su propio perjuicio, ello en mérito a la firmeza que los
actos procesales deben adquirir.
Principio de conservación.- Toda nulidad implica un retroceso en el desarrollo del
proceso y por consiguiente, mayor dilación; esto la convierte en un remedio de
ultima ratio, es decir de uso limitado y excepcional. La regla, entonces, es la de la
conservación de los actos procesales, la cual sólo admite excepciones ante
supuestos de lesión al debido proceso con incidencia en el derecho a la defensa.”

DERECHO A LA IMPUGNACIÓN
Auto Supremo: 998/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Mejor Derecho Propietario y Reivindicación.
El derecho a la impugnación se encuentra consagrado en el art. 180.II de la C.P.E.,
derecho presente en la sustanciación de todo proceso judicial, por el que las partes
pueden solicitar a otro juzgador superior, revise la Resolución del inferior. Este
derecho a la impugnación se materializa a través de los recursos que la ley franquea
según la resolución contra la cual se pretenda recurrir, por lo que se constituye en
el medio a través del cual se fiscaliza no solamente la decisión asumida por el Juez
o Tribunal, sino la legalidad de la Resolución, constituyéndose el derecho de
impugnación en la petición que se materializa con la emisión de una Resolución
que el Tribunal ha de brindar dando respuesta a los motivos que dieron lugar a la
misma, que además de ser pertinente debe ser motivada y fundamentada.
Entre los recursos que la ley franquea o reconoce para hacer efectivo el derecho a
la impugnación que no solamente se materializa con la presentación del recuso sino
que su efectividad se perfecciona con la respuesta que dicho recurso recibe;
tenemos al recurso de apelación que es considerado como el más importante y
usual de los recursos ordinarios, al ser el remedio procesal a través del cual se
pretende que un Tribunal jerárquicamente superior, revoque o modifique una
resolución judicial que se estima errónea en la interpretación, aplicación del
derecho, en la apreciación de los hechos o de la prueba, recurso de Alzada que
constituye un nuevo juicio respecto a aquellos puntos que han sido resueltos por el
inferior y que han sido impugnados por la parte recurrente.
La importancia de hacer efectivo este derecho reconocido en el art. 180 parágrafo
II de la C.P.E., radica en que el proceso es considerado como un conjunto
sistemático de actos jurídicos procesales desarrollados en procura de arribar a la
Resolución del conflicto; éste se estructura en etapas y fases debidamente
ordenadas a fin de brindar la máxima garantía de igualdad y defensa a las partes,
P á g i n a 437 | 846
sin embargo el proceso no está exento de que en su desarrollo se produzcan u
omitan actos que afecten su normal avance e incluso impidan el cumplimiento de
sus fines, los que deberán ser analizados a fin de imponer una posible sanción de
nulidad, razón por la que dicho análisis se encarga a un Tribunal de revisión
(segunda instancia) que abra su competencia precisamente a partir de la
interposición de un recurso, que por el avance de la doctrina como de las
legislaciones se ha superado aquella concepción del excesivo formalismo, pasando
a una concepción más amplia en la que el punto de partida es la protección que la
norma procura a las partes a fin de que estas, en el marco del debido proceso,
encuentren igualdad de condiciones para defender sus posiciones y hacer valer sus
pretensiones de forma que prevalezca siempre el principio "pro actione" que busca
la prevalencia del fondo sobre la forma.
En este marco resulta necesario referir que sobre el derecho a la impugnación la
Sentencia Constitucional Plurinacional Nº 1853/2013 de 29 de octubre, señaló
que:“III.4. Derecho de impugnación.- El debido proceso como instituto jurídico
que garantiza el respeto de derechos fundamentales y garantías Constitucional es
de las partes que intervienen en un proceso, contiene entre sus elementos al
derecho de impugnación como un medio de defensa. Con la finalidad de
resguardar derechos fundamentales y garantías Constitucional es de las partes que
intervienen en un proceso o procedimiento judicial o administrativo, la
Constitución Política del Estado, establece el principio de impugnación en el art.
180-II,...Lo que se pretende a través de la impugnación de un acto judicial o
administrativo, no es más que su modificación, revocación o sustitución, por
considerar que ocasiona un agravio a un derecho o interés legítimo; es decir, el
derecho de impugnación se constituye en un medio de defensa contra las
decisiones del órgano jurisdiccional o administrativo. Así en materia procesal civil
el art. 213, prescribe: I. Las resoluciones judiciales serán recurribles mediante
impugnación de la parte perjudicada…es decir, la interposición de los recursos
está sujeta a determinados requisitos, como la existencia de un gravamen o
perjuicio, debe ser idóneo, la calidad de parte para plantearlo, interponerse ante
la autoridad competente…”.
Criterio compartido y también desarrollado por este Supremo Tribunal de Justicia
que respecto al derecho a la impugnación orientó en el Auto Supremo Nº 484/2012
de 13 de diciembre, que “…el artículo 180 parágrafo II de la Constitución Política
del Estado garantiza el principio de impugnación en los procesos judiciales, por su
parte el artículo 8 inc. h) de la Convención Americana Sobre Derechos Humanos
de San José de Costa Rica, determina que toda persona tiene derecho a recurrir
del fallo ante Juez o Tribunal superior. Ambas disposiciones legales, que
P á g i n a 438 | 846
conforman el Bloque de Constitucionalidad reconocen el derecho a la
impugnación o a la segunda instancia, derecho que se materializa no con el simple
enunciado normativo que reconozca a la parte la posibilidad de interponer un
recurso de Alzada sino con la respuesta que dé, el Tribunal de Alzada respecto a
los motivos que fundan la impugnación, que además de ser pertinente debe ser
motivada y fundamentada, solo así se satisface el derecho a la impugnación.”
Asimismo, se ha orientado a través del Auto Supremo Nº 223/2012
de 23 de julio, que: “En fallos emitidos anteriormente este Tribunal ha establecido
que el derecho a la impugnación, de ninguna manera se agota con la sola
interposición de un recurso, sino que este derecho se va a concretar y materializar
con la respuesta debidamente motivada y fundamentada por parte del Tribunal
superior, que precisamente conozca y resuelva sobre los motivos que orientan la
interposición del recurso; siendo en consecuencia trascendental a los efectos de la
realización de este derecho, la respuesta que le corresponde.”.

DERECHO DE ACCESIÓN
Auto Supremo: 657/2017
Sucre: 19 de junio 2017
Proceso: División y partición.
La accesión es calificada como una forma de adquirir el derecho de propiedad,
conforme describe el art. 110 del Código Civil, se entiende por accesión –aunque
la doctrina señala correctamente derecho de accesión- , la figura jurídica mediante
la cual el propietario de una cosa (bien considerado como principal), adquiere la
propiedad de todo lo que provenga del bien o se adhiera al bien, sea en forma
natural o artificial (lo accesorio forma parte o se rige en base a lo principal), pues
en esta el presupuesto es la unión de la cosa principal y lo que se genera en base a
ella o se adhiere a ella; esta es la figura de la accesión en la que las frutos o
construcciones de adhieren a la propiedad del suelo (inmueble), que resulta ser la
accesión regularse diferencia la accesión regular de la accesión inversa (invertida)
es la que se considera que la edificación de buena efectuada en suelo que en parte
corresponde al constructor y en parte al propietario del fundo vecino, considera que
la construcción resulta el bien principal y el suelo resulta ser lo accesorio, con ello
se da lugar a que el propietario del suelo ceda la titularidad al propietario de la
construcción.
El art. 127 de Código Civil, señala lo siguiente: “(Obras hechas sobre o bajo el
suelo) Todas la construcciones, plantaciones u obras hechas sobre o bajo el suelo
pertenecen al propietario de éste, salvas las modificaciones que establecen los
artículos siguientes ó a menos que resulte otra cosa del título o de una disposición
de la ley”, bajo esa nomenclatura jurídica, es que nuestra legislación adopta la
accesión regular.

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DERECHO DE IMPUGNACIÓN
Auto Supremo: 441/2016
Sucre: 06 de mayo 2016
Proceso: Comprobación y Ruptura unilateral.
Si bien el derecho a la impugnación se configuran en los recursos consagrados por
las leyes procesales para corregir, modificar, revocar o anular los actos y
resoluciones judiciales que ocasionen agravios a alguna de las partes, por principio
todo acto jurisdiccional es impugnable, sin embargo no es menos evidente, que en
algunos casos la Ley proclama, que obedece en algunos casos a cuestiones de
trascendencia de la resolución e incluso la necesidad de salvar dilaciones
innecesarias del proceso, por cuestiones de celeridad y el tipo de los procesos, sin
que tenga que afectarse por eso el derecho de las partes.
En este sentido en el caso del proceso de divorcio o desvinculación de la unión
libre (divorcio o ruptura unilateral) que se encuentra catalogado como un proceso
extraordinario conforme lo determina el art. 434 de la Ley Nº 603, por lo que el
art. 444 de la precitada ley constituye un límite al derecho a la impugnación que la
ley proclama, al señalar que respecto a la apelación en el proceso extraordinario:
“Presentada la apelación, previo traslado a la parte contraria, la autoridad
judicial remitirá al superior los actuados correspondientes. Contra el Auto de
Vista, no procede el recurso de casación”. Precepto normativo que claramente
establece que los fallos emitidos en proceso de divorcio o desvinculación de unión
libre no puedan ser impugnados con recurso de casación.

DERECHO DE IMPUGNACIÓN
Auto Supremo: 123/2017-RI
Sucre: 07 de febrero de 2017
Proceso: Desocupación y entrega de inmueble por cumplimiento de contrato.
Los medios de impugnación previstos en el Código Procesal Civil responden a un
sistema recursivo cuya regulación es de orden público, no pudiendo las partes
litigantes ni los juzgadores alterar lo normado por ley.
El parágrafo II del art. 180 de la Constitución Política del Estado garantiza el
principio de impugnación en los procesos judiciales, sin embargo, el ejercicio de
ese derecho no debe concebirse como una potestad absoluta o ilimitada que faculte
al litigante la posibilidad de impugnar cuanta Resolución considere ser gravosa a
sus intereses o hacerlo a través de cualquier medio de impugnación o en cualquier
tiempo y forma, por el contrario ese derecho reconocido a nivel constitucional debe
ser ejercido conforme a los requisitos, condiciones y previsiones previamente
normadas por la ley procesal.
P á g i n a 440 | 846
En ese sentido, el art. 250.I del Código Procesal Civil, regula como regla general lo
siguiente: “I. Las resoluciones judiciales son impugnables, salvo disposición
expresa en contrario”.
Por su parte el art. 270 del mismo compilado adjetivo civil, en cuanto al recurso de
casación propiamente dicho, preceptúa lo siguiente: “I. El recurso de casación
procede para impugnar autos de vista dictados en procesos ordinarios y en los
casos expresamente señalados por Ley.
II. No procede el recurso de casación en los procesos ordinarios derivados de las
resoluciones pronunciadas en los procesos extraordinarios”.

DERECHO DE IMPUGNACIÓN, LA APLICACIÓN DEL NUEVO


ORDEN CONSTITUCIONAL
Auto Supremo: 184/2017
Sucre: 01 de marzo 2017
Proceso: Nulidad de Escritura Pública de Anticipo de Legítima.
En el Auto Supremo Nº 90/2013 de 30 de septiembre 2013 se teorizó que: “El
aspecto medular de todo recurso radica en que éste otorga a los litigantes
insatisfechos un medio de impugnación destinado a imposibilitar que un fallo
considerado injusto, adquiera su ejecutoria y consecuentemente el mismo sea
revisado por el superior inmediato con el fin de que lo reforme, revoque o anule,
ya que en todo acto humano siempre está presente la falibilidad humana, ya sea en
menor o mayor grado, constituyéndose precisamente la doble instancia en una
garantía de la administración de justicia, para que el superior en grado con mayor
criterio pueda revisar los actos procesales del inferior.”
“En nuestro medio, el principio de impugnación en los procesos judiciales
actualmente no solo se encuentra previsto en los códigos adjetivos, sino que se
encuentra elevado a rango constitucional, cuyo ejercicio se encuentra garantizado
por el art. 180.II de la Constitución Política del Estado; de ahí que ante su
activación por el sujeto procesal, debe otorgársele de parte de los jueces y
Tribunales de Alzada una respuesta preferentemente en el fondo acorde a su
pretensión, de lo contrario se infringe el derecho de acceso a la justicia y la
garantía del debido proceso en su elemento de la doble instancia que debe regirse
por el principio de pro actione, mismo que tiende a garantizar a toda persona el
acceso a los recursos y medios impugnativos, desechando todo rigorismo o
formalismo excesivo, que impida obtener un pronunciamiento judicial sobre las
pretensiones o agravios invocados.”
Criterio doctrinal respecto al derecho de impugnación.
Eduardo Couture en su Obra “Fundamentos del Derecho Procesal Civil”, la
posibilidad de impugnación consiste en: “La facultad de deducir contra el fallo los
recursos que el derecho positivo autoriza, y donde la doble instancia es una
garantía para el sujeto que se siente lesionado por la sentencia de primera
instancia, a fin de que sea sometida a revisión y es precisamente el sistema de los
P á g i n a 441 | 846
recursos lo que viene a determinar el control de las decisiones del Poder Judicial,
para poder revisar lo decidido por sus propios órganos, por otros que
jerárquicamente están colocados superiormente a los primeros”; en tanto que
Hugo Alsina en su obra “Tratado Teórico Práctico de Derecho Procesal Civil y
Comercial”, la concibe como: “El medio que permite a los litigantes llevar ante el
tribunal de segundo grado una resolución injusta, para que la modifique o revoque
según el caso”.

DERECHO DE IMPUGNACIÓN, DE LA LEY COMO LIMITE


Auto Supremo: 202/2016
Sucre: 11 de marzo 2016
Si bien el derecho a la impugnación se configuran en los recursos consagrados por
las leyes procesales para corregir, modificar, revocar o anular los actos y
resoluciones judiciales que ocasionen agravios a alguna de las partes, por principio
todo acto jurisdiccional es impugnable, sin embargo no es menos evidente, que en
algunos casos la Ley proclama, que obedece en algunos casos a cuestiones de
trascendencia de la Resolución e incluso la necesidad de salvar dilaciones
innecesarias del proceso, por cuestiones de celeridad y el tipo de los procesos, sin
que tenga que afectarse por eso el derecho de las partes.
En este sentido en el caso del proceso de divorcio o desvinculación de la unión
libre (divorcio o ruptura unilateral) que se encuentra catalogado como un proceso
extraordinario conforme lo determina el art. 434 de la Ley Nº 603, por lo que el
art. 444 de la precitada ley constituye un límite al derecho a la impugnación que la
ley proclama, al señalar que respecto a la apelación en el proceso extraordinario:
“Presentada la apelación, previo traslado a la parte contraria, la autoridad
judicial remitirá al superior los actuados correspondientes. Contra el Auto de
Vista, no procede el recurso de casación”. Precepto normativo que claramente
establece que los fallos emitidos en proceso de divorcio o desvinculación de unión
libre no puedan ser impugnados con recurso de casación.

DERECHO DE IMPUGNACIÓN
Auto Supremo: 453/2016
Sucre: 11 de mayo 2016
Proceso: Divorcio
Si bien el derecho a la impugnación se configuran en los recursos consagrados por
las leyes procesales para corregir, modificar, revocar o anular los actos y
resoluciones judiciales que ocasionen agravios a alguna de las partes, por principio
todo acto jurisdiccional es impugnable, sin embargo no es menos evidente, que en

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algunos casos la Ley proclama, que obedece en algunos casos a cuestiones de
trascendencia de la resolución e incluso la necesidad de salvar dilaciones
innecesarias del proceso, por cuestiones de celeridad y el tipo de los procesos, sin
que tenga que afectarse por eso el derecho de las partes.
En este sentido en el caso del proceso de divorcio o desvinculación de la unión
libre (divorcio o ruptura unilateral) que se encuentra catalogado como un proceso
extraordinario conforme lo determina el art. 434 de la Ley Nº 603, por lo que el
art. 444 de la precitada ley constituye un límite al derecho a la impugnación que la
ley proclama, al señalar que respecto a la apelación en el proceso extraordinario:
“Presentada la apelación, previo traslado a la parte contraria, la autoridad
judicial remitirá al superior los actuados correspondientes. Contra el Auto de
Vista, no procede el recurso de casación”. Precepto normativo que claramente
establece que los fallos emitidos en proceso de divorcio o desvinculación de unión
libre no puedan ser impugnados con recurso de casación.

DERECHO DE POSESION
Auto Supremo: 894/2015 - L
Sucre: 6 de Octubre 2015
De todo lo anotado se concluye que el hecho de que una persona posea el derecho
propietario conforme orienta el art. 105 segundo parágrafo del C.C. permite al
propietario reivindicar la cosa de manos de un tercero, es decir el -IUS IN RE-, o
sea, a efectos de ejercitar todos los derechos como se dijo el -IUS UTENDI,
FRUENDI ETE ABUTENDI-, y los cuales están enmarcados como se expuso en
el art. 105 sustantivo de la materia tantas veces señalado, para lo cual, no resulta
necesario haber tenido posesión física o corporal de la cosa, ya que, el elemento
posesión física hace pasible a otro tipo de acciones, máxime, si el derecho
propietario ya otorga como se dijo ese derecho de posesión.
Refrendando este criterio se puede citar el Auto Supremo: 17, de fecha 07 de
febrero 2014 que sobre el particular refiere : “ En ese entendido, y conforme
dispone el art. 56 parágrafo II de la Constitución Política del Estado, se garantiza
la propiedad privada siempre que el uso que se haga de ella no sea perjudicial al
interés colectivo, asimismo el Código Civil, aclara en su art. 105, que la propiedad
es un poder jurídico que permite usar, gozar y disponer de una cosa y debe
ejercerse en forma compatible con el interés colectivo, dentro de los límites y
obligaciones que establece el ordenamiento jurídico, de tal forma que el poder de
uso, goce y disfrute puede ser utilizado en cualquier momento por el propietario,
así también en su parágrafo II señala: "el propietario puede reivindicar la cosa de
las manos de un tercero", complementada por los arts. 1453 parágrafo I y 1454
del referido cuerpo legal donde se dispone: "que el propietario que ha perdido la
P á g i n a 443 | 846
posesión de una cosa puede reivindicarla de quien la posee o la detenta y que la
acción reivindicatoria es imprescriptible, salvo los efectos que produzca la
adquisición de la propiedad por otra persona en virtud de usucapión". Siguiendo
esta línea este Tribunal, expresó con claridad que la reivindicación como acción
de defensa de la propiedad se halla reservada al:" propietario que ha perdido la
posesión de una cosa" y que el derecho propietario, por su naturaleza, conlleva la
"posesión" emergente del derecho mismo, consiguientemente no necesariamente
debe estar en posesión corporal o natural del bien, habida cuenta que tiene la
"posesión Civil" que está integrada en sus elementos "corpus y ánimus", quedando
claro, que la acción de restitución o devolución de la propiedad de un tercero es
imprescriptible y puede ser aplicada en cualquier momento, por el propietario.”

DERECHO DE RECURRIR
Auto Supremo: 45/2017
Sucre: 24 de enero 2017
Proceso: Usucapión.
En el Auto Supremo Nº 172 de 12 de abril de 2013, se ha descrito lo siguiente: “El
art. 213 del Código de Procedimiento Civil, textualmente señala: “(Recurribilidad
de las Resoluciones judiciales).- I.- Las Resoluciones judiciales serán recurribles
mediante impugnación de la parte perjudicada…”, bajo ese entendimiento de que
recurso es el medio de impugnación que la ley otorga a las partes de impugnar
una Resolución que les cause perjuicio, por medio del cual se busque su
modificación o revocatoria, concepto acogido por una diversidad de las
legislaciones procesales, bajo ese criterio de que el recurso es medio de
impugnación en favor del perjudicado, es que en nuestro sistema, se ha descrito
recursos ordinarios y extraordinarios, como el de reposición, apelación y de
casación y de revisión, en forma respectiva, condición de perjuicio expuesto con
bastante claridad en el art. 219 del mismo cuerpo legal.
Consecuentemente, se dirá que el art. 257 del Código de Procedimiento Civil
refiere: “(Plazo).- El recurso de casación se interpondrá dentro del plazo fatal e
improrrogable de ocho días a contar desde la notificación con el Auto de Vista o
Sentencia…”, como se podrá apreciar dicho articulado refiere, a un recurso de
casación, o sea al medio de impugnación que puede formular un perjudicado
procesal, obviamente bajo las condiciones establecidas en el art. 258 del Código
de Procedimiento Civil, de acuerdo a ello se podrá decir que el avance de la
doctrina, ha desarrollado el “principio de impugnación”, por el cual se ha
formulado la legitimación del recurrente, entendiendo que solo un perjudicado es
quien puede recurrir.

P á g i n a 444 | 846
Consideración que tiene sustento, en base al aporte de doctrinarios del derecho
como Hugo Alsina quien en su obra TRATADO TEORICO Y PRACTICO DE
DERECHO PROCESAL, tomo IV, pág. 191 señala lo siguiente: “b) la cuestión de
saber quien puede interponer un recurso, constituye un aspecto de la legitimación
procesal. Como regla general, puede decirse que los recursos tienen la
característica de que funcionan por iniciativa de las partes, y que en consecuencia,
a ellas corresponderá su deducción (V 4). Pero hay casos en que el recurso se
niega a las partes, y otros en que se concede a terceros. Es que, así como el interés
es la medida de la acción, el agravio es la medida en el recurso, y por eso se
concede aún a los que no siendo partes en el proceso, sufren un perjuicio como
consecuencia de la Sentencia. Se explica entonces que el recurso no proceda
cuando la Sentencia sea favorable a la pretensión de la parte, o cuando ésta se ha
allanado a la pretensión del adversario y la Sentencia se funda en esa
conformidad. Los terceros no pueden interponer recursos en los procesos en que
no intervengan, pero pueden hacerlo desde que se incorporan a la relación
procesal, porque en ese momento asumen la calidad de partes. No obstante
permanecer en su situación de terceros, pueden interponer ciertos recursos, como
el extraordinario de apelación por inconstitucionalidad cuando se pretende
ejecutar contra ellos una Sentencia dictada en un proceso en el que no ha
intervenido (VII, 18)…”
Desde otro criterio doctrinario se tiene la ponencia presentada en la Universidad
San Marcos de Lima, por Pedro Donaires Sánchez, intitulado: “LOS PRINCIPIOS
DE LA IMPUGNACIÓN”, señala lo siguiente: “…PRINCIPIOS DE LA
IMPUGNACIÓN… La doctrina no es uniforme respecto de cuáles son los
principios que rigen la impugnación. Corresponderá a la teoría de la
impugnación, ahondar este tema y plantearlo con uniformidad y coherencia; por el
momento, estos son los acogidos por los distintos Autores, algunos de los cuales
son citados… 2. Interés del perjudicado o agraviado. Esto significa que el
perjudicado con el acto viciado debe tener interés en cuestionarlo haciendo uso de
los medios impugnatorios. No debe haberlo consentido ni expresa ni tácitamente.
Hay consentimiento expreso cuando el afectado acepta fehacientemente dicho
acto. Hay consentimiento tácito cuando deja transcurrir el plazo que tenía para
impugnar o procede a ejecutarla o cumplirla; o, no lo cuestiona en la primera
oportunidad que tuvo. Quien consiente, no puede impugnar válidamente. La
ausencia de consentimiento otorga la legitimación para la impugnación. No
existen las impugnaciones de oficio, salvo los casos en que por estar afectada una
norma de orden público, el juzgador debe aplicar, de oficio, el remedio de la
nulidad; o, el caso en el que la norma procesal ha dispuesto la consulta al superior
P á g i n a 445 | 846
(por ejemplo, cuando la Sentencia que declara el divorcio conyugal, no impugnada
por las partes, debe ser elevada al superior, en consulta, para su aprobación)…”
En nuestro medio el aporte doctrinario de Carlos Morales Guillen, en su obra
“CÓDIGO DE PROCEDIMIENTO CIVIL CONCORDADO Y ANOTADO”, en la
página 500 señala: “… En la doctrina y en la práctica, generalmente, y también en
la ley (v. gr. El ap. 213, según el cual las Resoluciones judiciales, serán
recurribles mediante impugnación de la parte perjudicada), se habla de medios de
impugnación (Chiovenda, Carnelutti, Couture)” (las negrillas y subrayado son
nuestros).”

DERECHO DE RETENCION DEL DEPOSITARIO Y ACCION DEL


DEPOSITANTE
Auto Supremo: 908/2015 – L
Sucre: 09 de octubre 2015
Acusa que el Auto de Vista interpreto de manera errónea el art. 857 del Código
Civil que establece que el depositario tiene derecho a retener el deposito hasta que
se le pague íntegramente lo que se le deba y en mérito a ello el Tribunal de Alzada
debió revocar la Sentencia y dar una interpretación cabal al referido artículo. Sobre
el mismo punto indica que el Tribunal de Alzada interpreto de manera errónea el
art. 519 del Código Civil al atribuir al contrato de depósito la calidad de ley entre
las partes contraviniendo lo normado en el art. 857 del Código Civil. Conviene
aclarar que el contrato de depósito conforme lo establece el art. 838 del Código
Civil “es un contrato por el cual el depositario recibe una cosa ajena con la
obligación de guardarla, custodiarla y devolverla al depositante”. El art. 840-I y II
del mismo cuerpo legal establecen que el deposito es gratuito sin embargo cuando
el depositario tiene derecho a exigir una retribución por el deposito cuando así se
ha convenido o cuando ello resulte de una actividad profesional o de las
circunstancias”,

DERECHO PROPIETARIO
Auto Supremo: 358/2016
Sucre: 18 de abril 2016
Proceso: Reconocimiento Judicial de Mejor Derecho de
Propiedad, Reivindicación, Nulidad de Falso Título y Pago de Costas y
Honorarios Profesionales.
La jurisprudencia sentada por este Tribunal Supremo ha orientado sobre el tema en
el Auto Supremo Nº 61/2013 de 22 de febrero, que expresa: “Con relación a la
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declaración de mejor derecho propietario, se ha dicho en varios Autos Supremos
emitidos por la extinta Corte Suprema de Justicia de la Nación, criterio con el que
este Tribunal Supremo comparte, que cuando se demanda o reconviene por mejor
derecho propietario, la parte debe demostrar que cuenta con un título preferente al
de su contrario, es decir debe exponer su condición de titular del derecho sobre el
inmueble del que se pretende se declare a través de Sentencia su mejor derecho
propietario, siendo la determinación a adoptar simplemente declarativa, a
diferencia de la determinación que se adopta en la reivindicación, toda vez que la
Sentencia a dictar no solamente es declarativa al reconocer el derecho de
propiedad y de posesión de la actora, sino también es de condena porque obliga al
vencido a la restitución inmediata del bien y finalmente, se dice que es una
determinación constitutiva de derechos, porque modifica la situación jurídica del
propietario al tener el uso y disfrute del bien, pasando a ser propietario-
poseedor.”
Del mismo modo se tiene al Auto Supremo Nº 89/2012 de 25 de abril, que
estableció: “…una acción de reconocimiento de mejor derecho propietario, el
presupuesto esencial, radica en la identidad de la cosa, respecto a la cual dos o
más personas reclaman derecho de propiedad; en otras palabras, la acción de
reconocimiento de mejor derecho de propiedad, supone necesariamente la
existencia de una misma cosa, cuya titularidad es discutida por dos o más
personas.”

DERECHOS INDISPONIBLES
Auto Supremo: 254/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Exclusión de Paternidad.
Los derechos indisponibles son aquellos que por su naturaleza son inconciliables y
por lógica consecuencia los derechos disponibles son aquellos que pueden ser
conciliados; por regla general los derechos fundamentales de las personas no
pueden ser materia de conciliación por ser de carácter personal, natural, inalienable
-esto- porque los derechos fundamentales que en la mayoría de los casos hacen
referencia a los derechos humanos son indisponibles, porque son atributos
irrenunciables e inalienables de las personas, ya que todos regulan y establecen
derechos sobre las condiciones básicas o esenciales de humanidad, inherentes
a toda persona, razón por la que estos –reiteramos- son indisponibles,
innegociables e irrenunciables, de ahí la imposibilidad de decidir o sustanciar
procesos sobre ámbitos protegidos de los derechos fundamentales.
Establecido lo anterior diremos que el art. 1520 del Código Civil, con relación a la
aplicación de la caducidad, establece: “la caducidad no puede aplicarse de oficio

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excepto cuando por tratarse de derechos indisponibles deba el Juez señalar los
motivos que hacen inaceptables la demanda”
Concretando esta institución jurídica de la caducidad con relación al tema familiar
el Auto Supremo No 1068/2015 L orientó: “Finalmente, corresponde también
concretar que el art. 204 el Código de Familia en su segundo párrafo prevé un
plazo de caducidad y no de prescripción como muchas veces se la confunde, y si
bien el art. 1520 del Código Civil establece que la caducidad no puede aplicarse
de oficio, empero preceptúa también la salvedad en tratándose de derechos
indisponibles; en el presente caso, lo que se cuestiona es la filiación del
demandado, por lo que la caducidad debió ser observada de oficio, porque el
derecho a la filiación y a la identidad constituye precisamente un derecho
indisponible; aclarando que lógicamente la caducidad dispuesta por el art. 204 del
Código de Familia, comienza a correr para todos, o sea, además del hijo y los
interesados legítimamente, para el padre o el reconocedor.”.

DESHEREDACIÓN
Auto Supremo: 1203/2016
Sucre: 24 de octubre 2016
Proceso: Declaración de Contención en proceso Voluntario.
La jurisprudencia de la ex Corte Suprema de Justicia ha orientado en el Auto
Supremo Nº 381/2010 de 5 de noviembre, que….corresponde establecer que la
desheredación es el acto por el cual el causante mediante su testamento excluye de
su sucesión a un heredero forzoso que ha incurrido en una causal prevista por ley.
De ello se extraen los siguientes requisitos: a) sólo el causante puede
desheredar; b) debe hacerlo en su testamento; c) se deshereda únicamente a uno o
más herederos forzosos; d) debe fundarse en una o más causales expresamente
previstas por ley; finalmente, no es suficiente que el testador exprese en su
testamento su voluntad de desheredar a uno o más de sus herederos forzosos,
señalando la causal en que se apoya, sino que es preciso, además, para que ésta
surta válidamente sus efectos, que se tramite la acción de desheredación que
derive en una Sentencia declarativa.
Que, en ese marco, ingresando a resolver el recurso conforme los agravios
expuestos en relación a los antecedentes del proceso, se establece que no es
evidente que el Tribunal de alzada hubiere establecido que para que proceda la
desheredación es suficiente la voluntad del testador, en efecto, de la lectura del
pronunciamiento recurrido se establece que el Tribunal Ad Quem concluyó que en
el caso sub lite, "fue debidamente demostrado el primer hecho a probar fijado por
el Auto de 23 de marzo de 2001, o sea la disposición de última voluntad del
causante cursante de fojas 4 a 7 vuelta (…) “

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Este Tribunal mediante Auto Supremo Nº 263/2013 de 23 de mayo, sobre la
desheredación ha señalado lo siguiente: “Por su parte, la desheredación, es un
instituto que se encuentra incorporado en el Libro cuarto del Código Civil, de las
Sucesiones por causa de muerte, así el art. 1000 de esa norma señala: “La
sucesión de una persona se abre con su muerte real o presunta.”, entendiéndose
que para la procedencia de la acción de desheredación, debe procederse conforme
a lo dispuesto por los arts., 1176 y 1177 de la norma sustantiva, en ese entendido,
la desheredación, es la manifestación de la voluntad dispuesta de manera expresa
en Testamento, por la persona que pretende la misma respecto de su heredero,
nombrándolo de manera específica en el Testamento, e indicando además los
motivos o causales debidamente fundadas, además de los datos de referencia que
han dado lugar a su decisión. Así, abierta la sucesión, conforme al art. 1000 del
Código Sustantivo, los otros herederos o el albacea, tramitarán la desheredación
ante autoridad competente, con la presentación del Testamento en el que el de
cujus manifiesta su voluntad de excluir de su sucesión a uno o más de sus
herederos, para que la misma sea declarada judicialmente, de no procederse así la
misma carece de todo valor, pues no basta la simple existencia del Testamentosino
que la misma sea declarada judicialmente.
De lo anterior, se infiere que la desheredación, la declaración de indignidad y la
revocación de adopción, esta última inexistente en la nueva normativa que regula
el instituto de la adopción, son tres institutos diferentes pero que sin embargo,
comparten causales para su procedencia y tienen un fin común que es la
exclusión de la sucesión de uno o más herederos “.

DESPOSESION COMO REQUISITO DE LA ACCION


REINVINDACATORIA
Auto Supremo: 65/2016
Sucre: 04 de febrero 2016
En cuanto a la acusación relativa, a la desposesión como requisito para la acción
reivindicatoria, se debe señalar que en numerosa jurisprudencia este Tribunal ha
señalado que la desposesión material del propietario, no resulta ser un requisito
para accionar la reivindicación, al efecto se cita el Auto Supremo Nº 199 de 13 de
octubre de 2004 pronunciado por la extinta Corte Suprema de Justicia en el que se
señaló lo siguiente: "...el sólo hecho de tener título de propiedad, otorga al
propietario el corpus y ánimus sobre la cosa, ejerciendo el uso, goce y disposición
sobre aquélla, facultándole además, el derecho de reivindicar la cosa de manos de
un tercero, aunque el demandante no hubiere estado en posesión material de la
cosa en litigio. Así, el derecho de propiedad se diferencia de las acciones
P á g i n a 449 | 846
posesorias, pues en estas últimas sí es preciso la posesión física o corporal por
parte de quien la invoca, lo que no sucede con el primero..."
La eyección no resulta ser necesariamente un requisito para accionar la
reivindicación, pues siendo dicha acción reivindicatoria una pertinente para la
protección del derecho de propiedad en sus elementos de goce y disfrute del bien,
resulta apta para activarla en contra de cualquier persona que posea el bien sin
título alguno, de esa manera se protege el derecho de propiedad; por lo que la
acusación de la recurrente resulta ser infundada, pues los lineamientos
jurisprudenciales sobre la reivindicación vigentes desde hacía varias décadas
resultan ser acorde con el criterio emitido por el Ad quem.
Por otra parte, en cuanto al derecho de vivienda y hábitat de la recurrente,
corresponde señalar que ese derecho a la vivienda y hábitat que refiere la
recurrente se entiende como el lugar que resulta ser el espacio que la alberga para
la protección de su ser, un espacio digno y adecuado para el desarrollo de sus
actividades privadas y sociales; empero de ello, ese derecho se encuentra ligado,
estrechamente con el derecho a la propiedad privada, sobre la cual –casi en la
generalidad de los casos- se constituye el derecho a la vivienda y al hábitat; el
derecho de propiedad privada que puede ser adquirido en la forma prevista por el
art. 110 del Código Civil y por las políticas de implementación del Estado; en el
sub lite, la recurrente no tiene un título que ampare su posesión, ni en calidad de
propietaria ni detentadora, con las cuales podría defender el “derecho a la vivienda
y hábitat” que alega, por lo que el reclamo de la parte actora tiene su sustento en el
ejercicio del derecho de propiedad, consiguientemente no se evidencia vulneración
de lo dispuesto en el art. 19 del texto constitucional, menos del debido proceso
establecido en el art. 115 de la misma norma.

DESPOSESION, NO ES REQUISITO PARA LA VIABILIDAD DE LA


ACCION REINVINDICATORIA.
Auto Supremo: 840/2015 - L
Sucre: 28 de Septiembre 2015
Por otro lado, respecto a que no se probó la desposesión sufrida y que la acción de
reivindicación fuera improcedente porque no cumple con uno de los requisitos
exigidos para su validez, como es la eyección o desposesión infraccionando el Art.
1453 del Código Civil; al efecto corresponderá señalar que la extinta Corte
Suprema de Justicia de la Nación ha emitido los siguientes fallos - Auto Supremo
Nº 135, de 29 de junio de 2001 que estableció que: "...la reivindicación es una
acción real establecida en defensa de la propiedad y la posesión que emerge de
ella o "jus possidendi", es distinta del "jus posesionem" que informa a la posesión
P á g i n a 450 | 846
de hecho. Por ello el artículo 1453 del Código Civil, discurre en sentido de que el
"propietario" que ha perdido la posesión de una cosa puede reivindicarla de quien
la posee o detenta..." desde ese punto de Vista se infiere que el objeto de la
interposición de esta acción es el reconocimiento, protección y libre ejercicio de un
derecho real inmobiliario. En consecuencia, la acción ejercida por una persona que
reclama la restitución de una cosa de la que se cree propietario, se funda en la
existencia del derecho de propiedad y tiene por finalidad la obtención de la
posesión, o dicho de otra manera, la acción reivindicatoria es la acción concedida
al propietario para permitirle que se le reconozca su derecho y sancionarlo, ya que
se encamina al reconocimiento del fondo del derecho y no al simple hecho de la
posesión. Así, también se ha pronunciado el Auto Supremo Nº 199, de 13 de
octubre de 2004, que establece "...el sólo hecho de tener título de propiedad,
otorga al propietario el corpus y ánimus sobre la cosa, ejerciendo el uso, goce y
disposición sobre aquélla, facultándole además, el derecho de reivindicar la cosa
de manos de un tercero, aunque el demandante no hubiere estado en posesión
material de la cosa en litigio. Así, el derecho de propiedad se diferencia de las
acciones posesorias, pues en estas últimas sí es preciso la posesión física o
corporal por parte de quien la invoca, lo que no sucede con el primero...", criterio
compartido por este Tribunal Supremo de Justicia, consecuentemente la eyección o
desposesión, no es requisito para la viabilidad de la acción reivindicatoria.
Al respecto, simplemente acotar lo señalado por Alexander Rioja Bermúdez en su
artículo Mejor Derecho de Propiedad y Reivindicación, quien sobre la
reivindicación afirma que: “La prueba de la acción reivindicatoria se establece
con tres requisitos; estos son: el derecho de dominio de quien se pretende dueño;
la determinación de la cosa que se pretende reivindicar y la posesión de la cosa
por el demandado”; ante estos tres requisitos dicho autor, también afirma que: “El
reivindicador debe probar, en primer lugar su derecho de dominio sobre la cosa
que trata de reivindicar; en segundo lugar, la posesión de la cosa por la parte
demandada; y por último, la identificación de la cosa que reivindica”.
DETENTACIÓN
Auto Supremo: 518/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Reivindicación, desocupación y entrega de inmueble
Messineo dice: “Cuando alguien tenga el mero poder de hecho, no acompañado del
ánimo –o sea la intención de ejercer una actividad correspondiente al ejercicio de
un derecho real, esto es, de atribuirse o de afirmar para sí el derecho real que se
ejercita, sino por el contrario, tenga la intención de ejercer una situación preferente

P á g i n a 451 | 846
de otro respecto de la cosa, se perfila un fenómeno diverso de la posesión, que se
llama detentación (tenencia)”.
La posesión en nombre de otro se denomina detentación o posesión precaria,
claramente se establece que el poseedor en nombre de otro no era poseedor en
derecho. Se considera poseedor en nombre de otro, aquel recibía la cosa por virtud
de un contrato o de un acto jurídico para detentarla temporalmente y restituirla al
propietario.
Por su parte el Auto Supremo Nº 484/2014 de 29 de agosto, ha establecido que:
“En la posesión, el poder material que se ejerce sobre el bien se sustenta en la
voluntad libre e independiente de usar o aprovechar económicamente el bien como
si se tratara del propietario, es decir, sin que se reconozca dominio ajeno sobre el
mismo, es precisamente esa actitud lo que marca la diferencia entre la posesión y
la tenencia; en ésta última el poder o relación material de la persona con el bien,
que se usa o aprovecha, está mediado por dependencia o subordinación a la
voluntad de otro sujeto, lo que equivale a sostener que se reconoce dominio ajeno
sobre el bien y se somete al mismo”.
Asimismo, sobre la “interversión” del título de detentador a poseedor la
jurisprudencia concretada por la ex Corte Suprema de Justicia y con el que este
Tribunal Supremo comparte criterio en el A.S. Nº 196 de 8 de junio de 2002, ha
señalado que el precarista no puede usucapir en ningún tiempo: “para usucapir en
forma extraordinaria o decenal según la legislación abrogada o la vigente, la ley
exige esencialmente la posesión continuada e ininterrumpida con calidad “animus
domini” de modo de quien ingresa como precarista o detentador, mientras no
cambie su título que lo habilite como poseedor no puede usucapir en tiempo
alguno...”.
De igual manera, en el Auto Supremo Nº 537/2013 de 24 de octubre, se ha
especificado que: “Cuando una persona posee por si misma o por otra un derecho
propio se llama simplemente poseedor y cuando dicha posesión la ejerce en
nombre de otra persona o respetando el derecho de otra persona se llama
simplemente detentador de la cosa… (Las negrillas son nuestras)”.
Asimismo la calidad de detentador es similar a la calidad de tolerado,
diferenciándose en el hecho de que el detentador puede ingresar al bien inmueble
en función a un contrato de alquiler, anticrético, u otro, sin embargo el tolerado,
ingresa al inmueble en función a una consideración o tolerancia del propietario, sin
ningún contrato de por medio y conforme lo establece el art. 90 del Código Civil,
los actos de tolerancia no pueden servir de fundamento para adquirir la posesión.
Así también conforme lo dispone el art. 89 del Código Civil quien comenzó siendo
detentador no puede adquirir la posesión mientras su título no cambie.

P á g i n a 452 | 846
DETERMINACIÓN DEL VALOR DE JUSTIPRECIO DE BIENES
INMUEBLES EMERGENTES DE EXPROPIACIÓN
Auto Supremo: 1262/2016
Sucre: 07 de noviembre 2016
Proceso: Ordinario, reivindicación y entrega de inmueble o alternativamente pago
de justiprecio, más pago de daños y perjuicios.
la Sala Civil de este Máximo Tribunal en el A.S. 356/2012de 25 de septiembre ha
establecido lo siguiente: “Ahora la Ley Orgánica de Municipalidades Nº 696 en su
Art. 84, tan solo señala que el avalúo será efectuado conforme a ley y su pago
estuviera exento de tasas, derechos e impuestos, en consecuencia corresponde
referirse a la normativa especial que regula las expropiaciones por razones de
necesidad y utilidad pública, como es la Ley de 30 de diciembre de 1884 que eleva
a rango de ley el Decreto Supremo de 4 de abril de 1879, cuyo art. 7 señalaba:
"declarada la necesidad de ocupar todo o parte de una propiedad, se justipreciará
el valor de ella y el de los daños y perjuicios que pueda causar a su dueño la
expropiación, a juicio del perito uno nombrado por cada parte, o tercero en
discordia para entre ambas; y no conviniéndose acerca de este último
nombramiento, lo hará el juez de partido, en cuyo caso queda a los interesados el
derecho de recusar hasta por dos veces al nombrado...", como se podrá apreciar la
ley de expropiaciones facultaba acudir ante el juez de partido para la designación
del perito dirimidor.
Sin embargo de lo descrito precedentemente, corresponde anotar que dicha norma
ha sido objeto de modificación por el Decreto Ley Nº 14375 de 21 de febrero de
1.977 cuyo Art. 11 textualmente señala: "La expropiación de inmuebles urbanos
que efectúen las entidades del sector público se realizará cubriendo el cien por
ciento (100%) del valor catastral actualizado como monto indemnizable",
posteriormente se dicta el Decreto Ley Nº 15071, en cuyo Art. 2 señala: "Aclárase
y complementase el Art. 4 del Decreto Ley Nº 09304 de 9 de julio de 1970 en
sentido de que el precio indemnizable es el valor os casos de expropiación por
necesidad y utilidad pública será igual al 100% del valor catastral del inmueble
expropiado, sobre el cual los propietarios tributan al fisco..." asimismo dicho
Decreto Ley en su Art. 4 deroga las disposiciones contrarias a esa norma y en
especial el Art. 7 del Decreto Supremo de 4 de abril de 1879 elevado a rango de
Ley el 30 de diciembre de 1884; como se podrá apreciar el pago por concepto de
indemnización sobre el valor catastral se encuentra plenamente reforzado por la
normativa descrita, es más la figura de acudir ante el Juez de Partido para la
designación de un tercer perito dirimidor que pueda efectuar la valuación sobre

P á g i n a 453 | 846
el inmueble objeto de la expropiación, en forma expresa ha sido derogada. (El
subrayado es y resaltado es agregado).
También corresponde referirse a que mediante Sentencia Constitucional Nº
447/2005-R de 4 de julio, el Tribunal Constitucional ha señalado en el punto III.1
como fundamento jurídico de ese fallo que el procedimiento para el trámite de
expropiación se encuentra descrito en la Ley de 30 de diciembre de 1884 y el pago
indemnizatorio en el Art. 11 del Decreto Ley Nº 14375 de 21 de enero de 1977, ya
que entiende que el Art. 7 de la Ley de Expropiaciones de 30 de diciembre de
1884 ha sido derogada, pues dicha norma facultaba aperturar la competencia del
Juez de Partido para la designación de un tercer perito dirimidor quien debía
efectuar la valuación del precio de la indemnización, entendiendo que dicho fallo
constitucional dictado en favor del demandante, modula en parte la jurisprudencia
emitida mediante la Sentencia Constitucional Nº 1671/2003-R de 21 de noviembre,
cuando refiere que el pago del precio debe ser presupuestado para la siguiente
gestión en el Presupuesto Operativo Anual de esa entidad para proceder con el
pago, que la Sentencia modulada señalaba otorgar un plazo para el pago del
precio de la indemnización, y la modulación tácita, queda entendida en el sentido
de que el pago de la expropiación deba ser efectuado en base al valor catastral
referido por el Art. 11 del Decreto Ley Nº 14375, norma legal que no había sido
considerado por anteriores fallos constitucionales”. (El resaltado no corresponde
al texto original).
Entendimiento que fue complementado en el Auto Supremo Nº 424/2014 de 5 de
agosto, donde haciendo referencia a la Ley de 30 de diciembre de 1884 que eleva a
rango de Ley al Decreto Supremo de 4 de abril de 1879 y posteriores
modificaciones introducidas por los Decretos Leyes Nº 14375 de 21 de febrero de
1.977 y Nº 15071, sostuvo lo siguiente:
“En función a estas modificaciones normativas al Decreto Supremo de 4 de abril
de 1879, se tiene dos efectos: a) el cambio de procedimiento para justipreciar la
propiedad expropiada, y b) la ausencia de competencia del Juez de partido para
intervenir en el procedimiento valuador en auxilio judicial. Este último, correlato
del primero, por cuanto la competencia del Juez de partido se abría solo en
divergencia de los peritajes valuadores, empero, fijando la ley una determinada
forma de valoración, que no pasa por una asistencia judicial, se entiende que la
competencia también fue desestimada por la misma ley”.
Criterios jurisprudenciales por tener estrecha relación con el caso que se analiza,
corresponde ser tomado en cuenta.

DIFERENCIA ENTRE CONTRATO, MINUTA Y ESCRITURA PÚBLICA


P á g i n a 454 | 846
Auto Supremo: 356/2017
Sucre: 11 de abril 2017
Proceso: Cumplimiento de contrato.

Para tener una idea clara de las diferencias que existen entre contrato, minuta y
escritura pública, resulta pertinente referirnos al Auto Supremo Nº 286/2013 de 6
de junio de 2013, que ahondando en este tema señalo lo siguiente: “En ese
entendido y partiendo de la noción general prevista en el art. 450 del Código Civil,
diremos que Contrato es el acuerdo de dos o más voluntades con la finalidad de
constituir, modificar o extinguir una relación jurídica; es la expresión del negocio
jurídico que constituye fuente generadora de derechos y obligaciones para las
partes; dependiendo de la variedad de contratos que existen en el ámbito civil,
estos pueden tomar una determinada forma para su perfeccionamiento por
exigencia expresa de la ley; en el caso de la compra-venta estamos frente a un
contrato consensual por excelencia que se perfecciona con el simple
consentimiento de las partes sin necesidad de otra formalidad.
En tanto que la Minuta, no es más que la constancia escrita entre las partes
contratantes que se expresa en documento específico que da cuenta de la
existencia del contrato ya realizado, en ella se plasma o consigna de manera
literal el acuerdo de voluntades; tiene por objeto constituir prueba de que el
contrato en realidad existe generando derechos y obligaciones para las partes; se
constituye en la base fundamental de la Escritura Pública.
En cambio la Escritura Pública, es el “documento autorizado con las
solemnidades legales por notario competente, a requerimiento de parte e incluidos
en el protocolo, y que contiene, revelan o exteriorizan un hecho, acto o negocio
jurídico, para su prueba, eficacia y constitución”, definición dada por el autor
Argentino I. Neri, en su obra “Tratado Teórico y Práctico de Derecho Notarial”.
En otras palabras se puede decir que es el documento autorizado con las
solemnidades legales por Notario competente, a requerimiento de las partes e
incluido en el protocolo, que contiene el acto o negocio jurídico para su plena
eficacia o constitución; su elaboración es atribuible exclusivamente al notario. …..
(sic)
Finalmente, diremos que el Testimonio, no es más que una copia fiel que extiende
el notario de la Escritura Pública.
De lo señalado anteriormente se puede advertir que, entre contrato propiamente
dicho y los diferentes documentos descritos, existen diferencias sustanciales que no
pueden ser confundidas a la hora de interponer una demanda, ya que cada uno se
origina o llegan a tener existencia propia en distintas instancias o ámbitos de
actuación, tal es el caso del contrato como acto jurídico y la minuta como
instrumento literal del contrato en el ámbito estrictamente civil, se originan entre
las partes contratantes, en tanto que la escritura pública, el testimonio y el
protocolo, llegan a adquirir tal calidad en sede administrativa bajo la actuación
del notario, de modo que las deficiencias o anormalidades que se presenten en

P á g i n a 455 | 846
cada uno de ellos, es atribuible a sus respectivos autores, no pudiendo todos ser
demandados de nulidad por las mismas causales del art. 549 del Código Civil que
están referidas simplemente a los contratos y no a Escrituras Públicas.”

DIFERENCIA ENTRE CONTRATO, MINUTA, PROTOCOLO Y


ESCRITURA PÚBLICA.
Auto Supremo: 1248/2016
Sucre: 01 de noviembre 2016
Proceso: Nulidad de Documento y Otro.
Sobre el tema este Tribunal a través del Auto Supremo Nº 261/2013 de fecha 23 de
mayo 2013, ha orientado señalando: “Expuesta así la demanda, se hace necesario
realizar una elemental distinción entre contrato, minuta, escritura pública,
protocolo y testimonio, que en el caso presente los demandantes al parecer
confunden, ya que como se tiene indicado en su demanda refieren que la escritura
pública que acusan de nulidad contiene graves irregularidades, alteraciones y
hechos ilícitos, en tanto que en su recurso de casación cambian de argumento
señalando que las irregularidades se suscitaron en el propio testimonio y no en el
protocolo de la escritura pública.
En ese entendido y partiendo de la noción general prevista en el art. 450 del
Código Civil, diremos que Contrato es el acuerdo de dos o más voluntades para
constituir, modificar y extinguir una relación jurídica, es la expresión del negocio
jurídico que constituye fuente generadora de derechos y obligaciones para las
partes; dependiendo de la variedad de contratos que existen en el ámbito civil,
puede tomar una determinada forma para su perfeccionamiento por exigencia de
la ley; en el caso de la compra-venta estamos frente a un contrato consensual por
excelencia que se perfecciona con el simple consentimiento de las partes sin
necesidad de otra formalidad.
En tanto que la Minuta, no es más que la constancia escrita entre las partes
contratantes que se expresa en documento específico que da cuenta de la
existencia del contrato ya realizado, donde se plasma o consigna de manera literal
el acuerdo de voluntades; tiene por objeto constituir prueba de que el contrato en
realidad existe generando derechos y obligaciones; sin embargo la minuta se
constituye en la base fundamental de la escritura pública.
En cambio la Escritura Pública, es el “documento Autorizado con las
solemnidades legales por notario competente, a requerimiento de parte e incluidos
en el protocolo, y que contiene, revelan o exteriorizan un hecho, acto o negocio
jurídico, para su prueba, eficacia y constitución”, definición dada por el Autor
Argentino I. Neri, en su obra “Tratado Teórico y Práctico de Derecho Notarial”.
P á g i n a 456 | 846
En otras palabras, es el documento Autorizado con las solemnidades legales por
Notario competente, a requerimiento de las partes e incluido en el protocolo, que
contiene el acto o negocio jurídico para su plena eficacia o constitución; su
elaboración es atribuible exclusivamente al Notario.
En tanto que el Protocolo se puede decir que es el conjunto o colección de
documentos matrices u originales debidamente ordenados y encuadernados con
los cuales en caso necesario ha de practicarse el cotejo para probar la
autenticidad de los documentos que expide el Notario; constituye el cuerpo matriz
o lugar donde se conservan los documentos originales de las relaciones jurídicas
como sinónimo de garantía de perdurabilidad y autenticidad, cuya fe y custodia se
encuentra bajo exclusiva responsabilidad del Notario.
Finalmente, diremos que el Testimonio, no es más que una copia fiel que extiende
el Notario de la escritura pública; en consecuencia no se puede confundir entre
testimonio, protocolo y escritura pública”

DIFERENCIA ENTRE CONTRATO, MINUTA, PROTOCOLO Y


ESCRITURA PÚBLICA
Auto Supremo: 537/2017
Sucre: 17 de mayo 2017
Proceso: Nulidad escritura Pública y Otros.
Sobre el tema este Tribunal a traves del Auto Supremo Nº 261/2013 de fecha 23 de
mayo 2013, ha orientado señalando: “Expuesta así la demanda, se hace necesario
realizar una elemental distinción entre contrato, minuta, escritura pública,
protocolo y testimonio, que en el caso presente los demandantes al parecer
confunden, ya que como se tiene indicado en su demanda refieren que la Escritura
Pública que acusan de nulidad contiene graves irregularidades, alteraciones y
hechos ilícitos, en tanto que en su recurso de casación cambian de argumento
señalando que las irregularidades se suscitaron en el propio testimonio y no en el
protocolo de la escritura pública.
En ese entendido y partiendo de la noción general prevista en el art. 450 del
Código Civil, diremos que Contrato es el acuerdo de dos o más voluntades para
constituir, modificar y extinguir una relación jurídica, es la expresión del negocio
jurídico que constituye fuente generadora de derechos y obligaciones para las
partes; dependiendo de la variedad de contratos que existen en el ámbito civil,
puede tomar una determinada forma para su perfeccionamiento por exigencia de
la ley; en el caso de la compra-venta estamos frente a un contrato consensual por
excelencia que se perfecciona con el simple consentimiento de las partes sin
necesidad de otra formalidad.
En tanto que la Minuta, no es más que la constancia escrita entre las partes
contratantes que se expresa en documento específico que da cuenta de la
existencia del contrato ya realizado, donde se plasma o consigna de manera literal
P á g i n a 457 | 846
el acuerdo de voluntades; tiene por objeto constituir prueba de que el contrato en
realidad existe generando derechos y obligaciones; sin embargo la minuta se
constituye en la base fundamental de la escritura pública.
En cambio la Escritura Pública, es el “documento Autorizado con las
solemnidades legales por notario competente, a requerimiento de parte e incluidos
en el protocolo, y que contiene, revelan o exteriorizan un hecho, acto o negocio
jurídico, para su prueba, eficacia y constitución”, definición dada por el Autor
Argentino I. Neri, en su obra “Tratado Teórico y Práctico de Derecho Notarial”.
En otras palabras, es el documento Autorizado con las solemnidades legales por
Notario competente, a requerimiento de las partes e incluido en el protocolo, que
contiene el acto o negocio jurídico para su plena eficacia o constitución; su
elaboración es atribuible exclusivamente al Notario.
En tanto que el Protocolo se puede decir que es el conjunto o colección de
documentos matrices u originales debidamente ordenados y encuadernados con
los cuales en caso necesario ha de practicarse el cotejo para probar la
autenticidad de los documentos que expide el Notario; constituye el cuerpo matriz
o lugar donde se conservan los documentos originales de las relaciones jurídicas
como sinónimo de garantía de perdurabilidad y autenticidad, cuya fe y custodia se
encuentra bajo exclusiva responsabilidad del Notario.
Finalmente, diremos que el Testimonio, no es más que una copia fiel que extiende
el Notario de la Escritura Pública; en consecuencia no se puede confundir entre
testimonio, protocolo y Escritura Pública”.

DIFERENCIA ENTRE DONACIÓN Y ANTICIPO DE LEGITIMA


Auto Supremo: 516/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Nulidad de documento
Para establecer cuáles son las diferencias que existe entre el instituto de la
donación y el anticipo de legitima, este Tribunal Supremo de Justicia emitió varios
Autos Supremos, en los cuales al margen de señalar las características de cada una
de estas figuras, identificó también las diferencias que existen entre ambas, en esa
lógica corresponde citar el Auto Supremo Nº 531/2015 de 10 de julio, que sobre el
particular señaló lo siguiente: “…es necesario ponderar y citar el art. 1254 del
Código Civil que señala: “Toda donación hecha a heredero forzoso que concurra
a la sucesión del donante importa anticipo de su porción hereditaria, salvo el caso
de dispensa a que se refiere el art. 1255”, sin embargo conforme a la previsión
contenida en el art. 1059 del Código Civil; en cuyo marco el anticipo de legítima
no es una donación propiamente dicha porque no constituye un acto de liberalidad
alguno que se ajuste a la previsión del art. 655 del Código Civil, que en esencia
dice “La donación es el contrato por el cual una persona, por espíritu de

P á g i n a 458 | 846
liberalidad, procura a otra un enriquecimiento disponiendo a favor de ella un
derecho propio o asumiendo frente a ella una obligación” sino como su nombre lo
indica, es un acto de entrega anticipada de la porción que en la sucesión le
corresponde a un heredero forzoso…”
“…La Legítima, entonces, es parte de la herencia a que tienen derecho los
herederos forzosos respecto del patrimonio de su causante, la misma que no puede
ser dispuesta libremente ni ser objeto de liberalidades, es decir, objeto de
donación, debido a que en caso de afectación al fallecimiento del de cujus, los
herederos tienen el legítimo derecho de solicitar la colación de los bienes que
pudiesen haber afectado la legítima que es indisponible…”
“…, no obstante de ello el anticipo de legitima y la donación si bien existe cierto
vínculo entre estos dos términos, empero estos tienen esencias distintas para la
aplicación de los derechos sobre un anticipo de legitima y una donación, pues las
normas que se instituyen como aplicadas como los art. 491 num. 1), 667 y 1287 del
Sustantivo Civil, son aplicables en su formación específicamente para la donación
y no para un anticipo de legítima. En ese contexto se debe comprender que
el anticipo de legítima es la entrega que hace quien otorga el anticipo de un
derecho expectantico que le corresponde, a favor de cualquiera de sus herederos
forzosos, usualmente, es la herencia que los padres en vida otorgan a sus hijos,
que comúnmente se denomina como “adelanto de herencia”, al margen de ello la
esencia propia de esta institución jurídica, es proveerle al heredero de una
seguridad patrimonial en vida de quien otorga el anticipo de legitima, no
necesariamente tiene que revestir formalidad al momento de su formación. En ese
entendimiento cita el Dr. Zarate del Pino, que: "…el anticipo de legítima viene a
ser el adelanto que una persona puede hacer a alguno de sus herederos forzosos,
de una parte igual o menor de los bienes que les correspondería recibir por
concepto de cuota hereditaria a la muerte de quien hace el anticipo…”.
En cambio la donación propiamente dicha es un contrato solemne por el cual el
donante da un bien sin recibir contraprestación alguna por parte del donatario,
de esta manera la donación se caracteriza por dos elementos, el enriquecimiento
del donatario y la intención liberal del donante, a ello debe agregarse la
solemnidad que reviste el contrato de donación que necesariamente debe
celebrarse mediante “documento público” requisito de forma a ser observado
imperativamente bajo sanción de nulidad conforme lo determinan los arts. 491
num. 1) y 667 del Código Civil.
Así de esta manera también refiere Pothier que: “… la donación entre vivos es una
convención por la cual una persona, por liberalidad, se desiste irrevocablemente
de cualquier cosa en beneficio de otra persona que la acepta. Enfatiza que la
P á g i n a 459 | 846
aceptación por parte del donatario entraña su consentimiento”….Como también
para Guzmán Ferrer señala que: “...la donación constituye una obligación por la
cual una persona se obliga a transferir gratuitamente a otra la propiedad de un
bien mueble, inmueble o derecho. Su carácter esencial es la gratuidad.”

DIFERENCIA ENTRE MINUTA, ESCRITURA PÚBLICA Y PROTOCOLO


Auto Supremo: 463/2017
Sucre: 08 de mayo 2017
Proceso: Nulidad de testimonio y cancelación de partida.
Es importante establecer una diferenciación entre la minuta, escritura pública,
protocolo y testimonio, para que el litigante pueda diferenciar que es lo que
cuestiona, al efecto corresponde citar el Auto Supremo Nº 286/2013 de 6 de Junio
de 2013, donde este Tribunal Supremo de Justicia señaló lo siguiente: “El actor, al
haber demandado la nulidad parcial de la Escritura Pública Nº 250, se hace
necesario realizar una elemental distinción entre contrato, minuta, escritura
pública, protocolo y testimonio, para luego establecer si corresponde dar mérito o
no a dicha pretensión.
En ese entendido y partiendo de la noción general prevista en el art. 450 del
Código Civil, diremos que Contrato es el acuerdo de dos o más voluntades con la
finalidad de constituir, modificar o extinguir una relación jurídica; es la expresión
del negocio jurídico que constituye fuente generadora de derechos y obligaciones
para las partes; dependiendo de la variedad de contratos que existen en el ámbito
civil, estos pueden tomar una determinada forma para su perfeccionamiento por
exigencia expresa de la ley; en el caso de la compra-venta estamos frente a un
contrato consensual por excelencia que se perfecciona con el simple
consentimiento de las partes sin necesidad de otra formalidad.
En tanto que la Minuta, no es más que la constancia escrita entre las partes
contratantes que se expresa en documento específico que da cuenta de la
existencia del contrato ya realizado, en ella se plasma o consigna de manera
literal el acuerdo de voluntades; tiene por objeto constituir prueba de que el
contrato en realidad existe generando derechos y obligaciones para las partes; se
constituye en la base fundamental de la Escritura Pública.
En cambio la Escritura Pública, es el “documento autorizado con las
solemnidades legales por notario competente, a requerimiento de parte e incluidos
en el protocolo, y que contiene, revelan o exteriorizan un hecho, acto o negocio
jurídico, para su prueba, eficacia y constitución”, definición dada por el autor
Argentino I. Neri, en su obra “Tratado Teórico y Práctico de Derecho Notarial”.
En otras palabras se puede decir que es el documento autorizado con las
solemnidades legales por Notario competente, a requerimiento de las partes e
incluido en el protocolo, que contiene el acto o negocio jurídico para su plena
eficacia o constitución; su elaboración es atribuible exclusivamente al notario.

P á g i n a 460 | 846
En tanto que el Protocolo es el conjunto o colección de documentos matrices u
originales debidamente ordenados y encuadernados con los cuales en caso
necesario ha de practicarse el cotejo para probar la autenticidad de los
documentos que expide el notario; constituye el cuerpo matriz o lugar donde se
conservan los documentos originales de las relaciones jurídicas como sinónimo de
garantía de perdurabilidad y autenticidad, cuya fe y custodia se encuentra bajo
exclusiva responsabilidad del notario.
Finalmente, diremos que el Testimonio, no es más que una copia fiel que extiende
el notario de la Escritura Pública.
De lo señalado anteriormente se puede advertir que, entre contrato propiamente
dicho y los diferentes documentos descritos, existen diferencias sustanciales que no
pueden ser confundidas a la hora de interponer una demanda, ya que cada uno se
origina o llegan a tener existencia propia en distintas instancias o ámbitos de
actuación, tal es el caso del contrato como acto jurídico y la minuta como
instrumento literal del contrato en el ámbito estrictamente civil, se originan entre
las partes contratantes, en tanto que la escritura pública, el testimonio y el
protocolo, llegan a adquirir tal calidad en sede administrativa bajo la actuación
del notario, de modo que las deficiencias o anormalidades que se presenten en
cada uno de ellos, es atribuible a sus respectivos autores, no pudiendo todos ser
demandados de nulidad por las mismas causales del art. 549 del Código Civil que
están referidas simplemente a los contratos y no a Escrituras Públicas.
Según la Ley del Notariado del 05 de marzo de 1858 aún vigente, las escrituras no
deben contener más cláusulas que las expresadas en la minuta conforme lo
establece el art. 23 de dicha Ley, debiendo ser extendidas en los registros sin
interrupción y en letra clara, sin dejar espacios en blanco ni intervalos conforme
lo exige el art. 24; cuando sea necesario salvar algún aspecto, debe hacérselo
mediante “notas o llamadas” que se escribirán al margen y ser firmadas tanto por
las partes y los testigos como por el notario, bajo pena de nulidad de tales notas o
llamadas y si por su extensión requieren que se pongan al final de la escritura, las
mismas al margen de ser firmadas conforme se indica anteriormente, deben ser
expresamente aprobadas por las partes, bajo pena de nulidad de dichas notas, tal
como previene el art. art. 26 de la Ley Notarial, no estando además permitido
entrerrenglonar y/o adicionar en el cuerpo de la Escritura Pública; las palabras
que deban adicionarse o borrarse, se pondrán al margen o al final de la escritura,
aprobándose de la misma manera que se indica anteriormente, tal como lo
establece el art. 28 del mismo cuerpo legal.” (Las negrillas y subrayados
pertenecen a la presente Resolución).

DIFERENCIA ENTRE MINUTA, ESCRITURA PÚBLICA Y PROTOCOLO


Auto Supremo: 475/2016
Sucre: 12 de mayo 2016
Proceso: Nulidad de Escritura Pública y otros.

P á g i n a 461 | 846
Es importante establecer una diferenciación entre la minuta, escritura pública,
protocolo y testimonio, para que el litigante pueda diferenciar que es lo que
cuestiona, al efecto corresponde citar el Auto Supremo Nº 261 de 23 de mayo de
2013, en ella se expuso lo siguiente: “En ese entendido y partiendo de la noción
general prevista en el art. 450 del Código Civil, diremos que Contrato es el
acuerdo de dos o más voluntades para constituir, modificar y extinguir una
relación jurídica, es la expresión del negocio jurídico que constituye fuente
generadora de derechos y obligaciones para las partes; dependiendo de la
variedad de contratos que existen en el ámbito civil, puede tomar una determinada
forma para su perfeccionamiento por exigencia de la ley; en el caso de la compra-
venta estamos frente a un contrato consensual por excelencia que se perfecciona
con el simple consentimiento de las partes sin necesidad de otra formalidad.
En tanto que la Minuta, no es más que la constancia escrita entre las partes
contratantes que se expresa en documento específico que da cuenta de la
existencia del contrato ya realizado, donde se plasma o consigna de manera literal
el acuerdo de voluntades; tiene por objeto constituir prueba de que el contrato en
realidad existe generando derechos y obligaciones; sin embargo la minuta se
constituye en la base fundamental de la escritura pública.
En cambio la Escritura pública, es el “documento Autorizado con las
solemnidades legales por notario competente, a requerimiento de parte e incluidos
en el protocolo, y que contiene, revelan o exteriorizan un hecho, acto o negocio
jurídico, para su prueba, eficacia y constitución”, definición dada por el Autor
Argentino I. Neri, en su obra “Tratado Teórico y Práctico de Derecho Notarial”.
En otras palabras, es el documento Autorizado con las solemnidades legales por
Notario competente, a requerimiento de las partes e incluido en el protocolo, que
contiene el acto o negocio jurídico para su plena eficacia o constitución; su
elaboración es atribuible exclusivamente al Notario.
En tanto que el Protocolo se puede decir que es el conjunto o colección de
documentos matrices u originales debidamente ordenados y encuadernados con
los cuales en caso necesario ha de practicarse el cotejo para probar la
autenticidad de los documentos que expide el Notario; constituye el cuerpo matriz
o lugar donde se conservan los documentos originales de las relaciones jurídicas
como sinónimo de garantía de perdurabilidad y autenticidad, cuya fe y custodia se
encuentra bajo exclusiva responsabilidad del Notario.
Finalmente, diremos que el Testimonio, no es más que una copia fiel que extiende
el Notario de la escritura pública; en consecuencia no se puede confundir entre
testimonio, protocolo y escritura pública como erróneamente refieren los
recurrentes en su demanda y en su recurso de casación…”
P á g i n a 462 | 846
DISPOCISION DE LA CUOTA
Auto Supremo: 80/2016
Sucre: 04 de febrero 2016
Conforme al primer punto el recurrente acusa e interroga cual es la norma del
Código de Familia que vincula la aplicación del art. 161 del Código Civil, con el
art. 116 del Código de Familia.
Del Contexto del punto acusado, aunque de forma ambigua se evidencia que su
fundamento tiene como eje central establecer cual la norma que liga la aplicación
del art. 116 del Código de Familia con el código Civil.
Sobre el tema debe referirse, se debe aclarar que si bien dentro de nuestro
ordenamiento jurídico no existe de forma precisa normas que vincule de forma
directa unas normas con otras, empero, conforme a la jurisprudencia constitucional
y la doctrina existen reglas de interpretación, entre ellas la interpretación
gramatical, interpretación sistemática o la teleológica entre otros.
Partiendo del preámbulo anotado, si bien resulta evidente que juzgador concordado
la aplicabilidad del art. 161 del Código Civil con el art. 116 del Código de Familia,
empero, esta fue como emergencia de una interpretación sistemática de la norma,
lo cual es un sistema de interpretación permitido, aclarando que no se ha
cuestionado si esa vinculación es correcta o no, por lo que, no corresponde ese
análisis.
Ahora fuera de ese contexto a efectos de viabilizar una respuesta sobre el fondo de
lo debatido, corresponde citar el Auto Supremo Nº 1176/2015 que refiere: “Ahora
bien, el recurrente en apelación y posteriormente en casación pretende sustentar
su acción en el art. 116 del CF, sin embargo la anulabilidad de la transferencia
dispuesta en el 50% en resguardo del derecho ganancial de Edwin Valdivia
Méndez, no puede afectar la transferencia realizada por Dulía Hinojosa Guardia
(esposa), máxime si esta última persona se ratificó posteriormente en dicha
transferencia a favor Ángel Guzmán Camacho mediante reconocimiento de firmas
y rúbricas (fs. 10) dando a dicho contrato la eficacia establecida en el art. 1313
del CC, en relación a la transferencia realizada sobre el 50% del bien inmueble
que le correspondía a Dulia Hinojosa (+); pues en el caso de Autos el demandante
no ha probado que la falta de consentimiento que arguye haya afectado la
transferencia dispuesta por parte de Dulia Hinojosa o que dicha venta afecte su
derecho ganancial (50%)”.
Partiendo de la jurisprudencia señalada, en el sub lite el demandante, expresa que
se le esté afectando su derecho propietario, empero, en ninguna de las instancias ha
demostrado que se haya afectado a su derecho ganancial en el 50%, máxime, si su
falta de consentimiento no ha demostrado que fuese afectar a la venta realizada.

P á g i n a 463 | 846
DISPOSICIÓN DE ACCIONES Y DERECHOS POR EL COPROPIETARIO
Auto Supremo: 377/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: División y partición.
En el Auto supremo 73/2014 de 14 de marzo 2014 se tiene el siguiente
razonamiento sobre el tema: “A efectos de una mayor comprensión de esta norma,
nos remitiremos al comentario que hace el Dr. Gonzalo Castellanos al respecto:
“El copropietario tiene el derecho de disposición de la cosa como atributo
fundamental de su derecho; por consiguiente, en cualquier momento puede (salvo
pacto en contrario) disponer de su cuota; por lo tanto, cada copropietario puede
disponer libremente de su cuota como mejor le parezca a sus derechos.
La primera parte de la norma en análisis expresamente reconoce a cada
copropietario el derecho a la plena propiedad de su parte, pudiendo por lo tanto,
enajenarla, cederla o hipotecarla.
La enajenación de su cuota es una facultad que cada copropietario puede ejercer
por cualquier título (oneroso o gratuito), sin requerir el consentimiento de los
otros, aún en desconocimiento de éstos y sin otorgarles ningún derecho de
preferencia, salvo acuerdo contrario entre las partes.
Por su parte el profesor Zeballos La Fuente sobre el mismo tema señala: “todo
condueño tendrá la plena propiedad de su parte, y la de los frutos y utilidades que
le corresponda, pudiendo en su consecuencia enajenarla, cederla o hipotecarla, y
aun sustituir otro en su aprovechamiento, salvo si se trata de derechos personales.
Pero el efecto de la enajenación o de la hipoteca con relación a los condueños
estará limitado a la porción que se le adjudique en la división.”.
Bajo el entendimiento anterior, el copropietario puede enajenar las acciones y
derechos que tenga en un bien inmueble sin que sea necesario la concurrencia de
los demás u otros copropietarios, en razón a que no se está enajenando la totalidad
el bien inmueble ni se afecta los derechos de los mismos, al ser cuotas ideales.

DISTINCIÓN DE LA ACCIÓN DE RESCISIÓN CON OTRAS ACCIONES


Auto Supremo: 371/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Ordinario, nulidad de transferencia de acciones y derechos, cancelación
de registro y daños y perjuicios.
Carlos Morales Guillén en su Obra “Código Civil Concordado y Anotado” Tomo I,
Cuarta Edición 1994, al comentar el art. 561 del Código Civil, realiza distinción
entre la acción de resolución y rescisión del contrato indicando lo siguiente:
“El objeto de la resolución, no es en rigor la disolución del contrato, que puede
ser una de sus consecuencias o efectos, sino facultar a cada una de las partes del
contrato, si la contraparte es incumpliente, a demandar, optativamente, que el Juez
condene a éste al cumplimiento, o que pronuncie la resolución (la disolución) del
contrato …”.

P á g i n a 464 | 846
“En cambio, la rescisión señalada en el capítulo, es el modo de quitar valor a un
negocio, valido en sí, por mutuo consentimiento o por las causas que la ley señala,
como a causa de una desproporción o desequilibrio económico de una cierta
importancia: lesión o daño económico por efecto del estado de peligro, que el
mismo crea entre los participantes en el negocio (arts. 560, 561, 1277). Su efecto
puede ser la modificación del contrato o su disolución.
Resulta así que el efecto de la posible disolución, es el único aspecto de semejanza
entre ambos institutos, cuyas causas y objetos son diversos, (hace referencia a
jurisprudencia), que declara figuras distintas la resolución y la recisión (…).
Por lo demás, si tal identidad fuese admisible, carecería de explicación que la ley
separe ambos institutos. Pero no hay tal identidad: la resolución es la sanción al
incumplimiento del contratante omiso o renuente, según señalan Pothier y
Josseran, entre otros, a lo que cabe agregar para definir la distinción, que la
recisión es la sanción a la inequidad en las prestaciones reciprocas”.
De manera específica, con relación a la distinción entre nulidad y rescisión, el autor
boliviano Ronald Martin Baldivieso Flores en su Obra “Acciones Civiles
Relevantes en la Práctica Procesal Civil”, Primera Edición, Editorial Kipus 2013,
señala lo siguiente:
“En la práctica judicial, se han presentado casos en los que erróneamente se ha
demandado la nulidad de contrato por ilicitud de causa, alegando de que una de
las partes contratantes abusando el estado de necesidad de la otra parte, ha
celebrado un contrato obteniendo una ventaja desproporcionada, aspecto que no
constituye causal de nulidad del contrato por ilicitud de causa y motivo, sino de
recisión del contrato por lesión, en ese sentido, la jurisprudencia de la Excna.
Corte Suprema de Justicia ha señalado: “Los extremos alegados en la demanda
están dirigidos a cuestionar el aparente perjuicio que los actores hubieren sufrido
en cuanto al precio recibido por el inmueble enajenado, por considerar que éste es
inferior al precio justo, aspecto que se hubiera suscitado en ocasión de que los
compradores aprovecharon el estado de necesidad por el que atravesaban los
vendedores. Empero, esos presupuestos no constituyen causal de nulidad sino de
recisión por lesión. El legislador ha previsto que, cuando una de las partes,
abusando de la ligereza, ignorancia o de la necesidad de la otra, obtenga una
ventaja desproporcionada en relación a la prestación debida, la forma de
invalidar los efectos de ese contrato, es a través de la recisión por lesión” (A.S Nº
79 de 8 de abril de 2010, suprema.poderjudicial.gob.bo)”.

DIVISION DE LA COSA COMUN


Auto Supremo: 428/2016
Sucre: 03 de mayo 2016
Proceso: División y Partición de Bien Inmueble

P á g i n a 465 | 846
El artículo 167 del Código Sustantivo de la materia, señala que “Nadie está
obligado a permanecer en la comunidad y cada copropietario puede pedir en
cualquier tiempo la división de la cosa común”.
De la interpretación del art 167 del Código Civil se tiene claramente establecido
que nadie está obligado a permanecer en la comunidad y cada copropietario puede
pedir en cualquier tiempo la división de la cosa común; salvo el pacto establecido
entre partes para permanecer en comunidad. Asimismo el art. 170 del mismo
cuerpo legal, establece que si la cosa común no es cómodamente divisible o si
cuando su fraccionamiento se encuentra prohibido por la ley, se vende y reparte el
precio. De lo manifestado se tiene dos situaciones diferentes; la primera referida a
los casos en los cuales la cosa admite cómodo fraccionamiento, sin alterar su
sustancia y la segunda referida a aquellas situaciones en que la cosa no puede
dividirse físicamente o de producirse su división, la misma resultaría inservible
para el uso a que está destinada.

DIVISION DE LA COSA COMUN


Auto Supremo: 383/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: Proceso de Venta de Bien Común no Sucesorio en Pública Subasta por
Incomoda Partición y División
El artículo 167 del Código Sustantivo de la materia, señala que “Nadie está
obligado a permanecer en la comunidad y cada copropietario puede pedir en
cualquier tiempo la división de la cosa común”.
De la interpretación del art 167 del Código Civil se tiene claramente establecido
que nadie está obligado a permanecer en la comunidad y cada copropietario puede
pedir en cualquier tiempo la división de la cosa común; salvo el pacto establecido
entre partes para permanecer en comunidad. Asimismo el art. 170 del mismo
cuerpo legal, establece que si la cosa común no es cómodamente divisible o si
cuando su fraccionamiento se encuentra prohibido por la ley, se vende y reparte el
precio. De lo manifestado se tiene dos situaciones diferentes; la primera referida a
los casos en los cuales la cosa admite cómodo fraccionamiento, sin alterar su
sustancia y la segunda referida a aquellas situaciones en que la cosa no puede
dividirse físicamente o de producirse su división, la misma resultaría inservible
para el uso a que está destinada.

DIVISIÓN DE LA COSA COMÚN


Auto Supremo: 1242/2016
Sucre: 28 de octubre 2016
P á g i n a 466 | 846
Proceso: División y partición de bien común.
El art. 167 del Sustantivo Civil señala que: “I. Nadie está obligado a permanecer
en la comunidad y cada copropietario puede pedir en cualquier tiempo la división
de la cosa común.”; sobre el particular el Autor Carlos Morales Guillén en su obra
“Código Civil Concordado y Comentado” señaló que a través de la acción de
división de la cosa común, lo que se pretende es poner fin a la indivisión
atribuyendo a cada condueño la parte dividida de la cosa que le corresponde,
haciendo desaparecer con tal hecho la pluralidad de propietarios y por consiguiente
la comunidad.
De igual forma, este autor señaló que cuando existe comunidad, el copropietario
tiene su derecho subordinado al de los demás coparticipes, encontrándose sometido
a restricciones y limitaciones acentuadas en el ejercicio pleno de su derecho de
propiedad, por lo que consideró como una tiranía legal el mantener con carácter
permanente la copropiedad, considerando en tal sentido como acertada la
posibilidad de que se pueda salir de dicha comunidad mediante la división de la
cosa común.
En otras palabras podemos inferir que el sistema normativo Civil, respecto al
régimen de la copropiedad acoge la concepción de la comunidad por cuotas ideales
o abstractas, que no alcanzan concreción material hasta el momento mismo de la
división o partición, quedando claramente establecido que cada copropietario es
dueño de la totalidad de la cosa común, al mismo tiempo que lo es de una fracción
o parte abstracta de la misma.
En esa lógica, cuando se interpone la acción de división de la cosa común, el juez
de la causa deberá averiguar si el bien objeto de la litis admite o no cómoda
división, pues es el quien ordenará la división y partición del bien común y
liquidación de la comunidad, que en el caso de que la cosa pueda ser dividida
cómodamente sin que pierda su uso útil, asignará a cada copropietario la parte que
le corresponde la cual será acorde a su cuota; sin embargo, cuando la cosa común
no admita cómoda división porque dicha acción ocasionaría que el mismo sea
inservible o porque su fraccionamiento se encuentra prohibido, la solución será la
venta de la cosa y el precio obtenido del mismo será distribuido entre los
copropietarios en las cuotas que les correspondía.

DIVISIÓN DE LA COSA COMÚN


Auto Supremo: 444/2016
Sucre: 06 de mayo 2016
Proceso: División y Partición de bien inmueble.

P á g i n a 467 | 846
El art. 167 del Sustantivo Civil señala que: “I. Nadie está obligado a permanecer
en la comunidad y cada copropietario puede pedir en cualquier tiempo la división
de la cosa común.”, sobre el particular el Autor Carlos Morales Guillén en su obra
“Código Civil Concordado y Comentado” señaló que a través de la acción de
división de la cosa común, lo que se pretende es poner fin a la indivisión
atribuyendo a cada condueño la parte dividida de la cosa que le corresponde,
haciendo desaparecer con tal hecho la pluralidad de propietarios y por consiguiente
la comunidad.
De igual forma, este autor señaló que cuando existe comunidad, el copropietario
tiene su derecho subordinado al de los demás coparticipes, encontrándose sometido
a restricciones y limitaciones acentuadas en el ejercicio pleno de su derecho de
propiedad, por lo que consideró como una tiranía legal el mantener con carácter
permanente la copropiedad, considerando en tal sentido como acertada la
posibilidad de que se pueda salir de dicha comunidad mediante la división de la
cosa común.
En otras palabras podemos inferir que el sistema normativo Civil, respecto al
régimen de la copropiedad acoge la concepción de la comunidad por cuotas ideales
o abstractas, que no alcanzan concreción material hasta el momento mismo de la
división o partición, quedando claramente establecido que cada copropietario es
dueño de la totalidad de la cosa común, al mismo tiempo que lo es de una fracción
o parte abstracta de la misma.
En esa lógica, cuando se interpone la acción de división de la cosa común, el juez
de la causa deberá averiguar si el bien objeto de la litis admite o no cómoda
división, pues es el quien ordenará la división y partición del bien común y
liquidación de la comunidad, que en el caso de que la cosa pueda ser dividida
cómodamente sin que pierda su uso útil, asignará a cada copropietario la parte que
le corresponde la cual será acorde a su cuota; sin embargo, cuando la cosa común
no admita cómoda división porque dicha acción ocasionaría que el mismo sea
inservible o porque su fraccionamiento se encuentra prohibido, la solución será la
venta de la cosa y el precio obtenido del mismo será distribuido entre los
copropietarios en las cuotas que les correspondía.

DIVORCIO, COMUNIDAD DE GANANCIALES


Auto Supremo: 971/2015 - L
Sucre: 27 de Octubre 2015
Del mismo modo se debe tener presente lo determinado en el art. 123 del Código
de Familia, señalando que la comunidad de gananciales termina, entre otras causas,
por el divorcio, en otras palabras, uno de los efectos que genera la Sentencia de
P á g i n a 468 | 846
divorcio es precisamente la finalización de la comunidad de gananciales y es por
eso que en Sentencia o en ejecución de la misma, el Juez de la causa puede
disponer la división y partición de bienes que la conformaron. En el caso de Autos,
como se ha explicado anteriormente, la procedencia de la división y partición de
bienes que pudiera considerarse gananciales no se ha sometido a controversia
conforme se evidencia en el Auto de relación procesal, consecuentemente, la
Resolución no podía haberse pronunciado al respecto; sin embargo, ello no impide
que en ejecución de Sentencia y previa demostración pertinente de su existencia
pueda reclamarse aquel aspecto, además de tratarse de una pretensión accesoria.
DIVORCIO, INDEBIDA VALORACION DEL JURAMENTO DE
POSICIONES
Auto Supremo: 978/2015 - L
Sucre: 28 de octubre 2015
en lo que respecta a la indebida valoración del juramento de posiciones, debemos
señalar que el art. 391 del Código de Familia, establece que si bien en los juicios de
divorcio y de separación de los esposos, se admiten toda clase de pruebas, empero
la confesión y el juramento valen como simples indicios; por lo que dichas pruebas,
es decir tanto la confesión como el juramento de posiciones, deben ser respaldadas
con otros medios probatorios, pues por si solos no constituyen plena prueba, sino
hasta su valoración en conjunto con otras, donde se tornan en prueba con eficacia
probatoria como para fundar en ella el divorcio pretendido; empero, en el caso de
autos, al margen de que en el juramento de posiciones la demandada no refirió
aspecto alguno que haga referencia a la causal de procedencia inmersa en el art.
131 del Código de Familia, tampoco cursa en obrados prueba documental o
testifical que acredite de manera fehaciente y contundente que los esposos Solis–
Huarita se encuentren separados de manera continua e ininterrumpida por más de
dos años sin que haya existido intento de reconciliación; en ese sentido el hecho de
que el Juez A quo como refiere el recurrente haya confundido el término de
juramento de posiciones con la confesión, en nada alteran el fondo de la decisión
asumida, toda vez que ambas figuras, como ya se señaló, en materia familiar se
constituyen en solo indicios, por lo que no existe vulneración alguna del art. 1286
del Código Civil y art. 397 del Código de Procedimiento Civil.
DOBLE FILIACIÓN
Auto Supremo: 332/2017
Sucre: 03 de abril 2017
Proceso: Ordinario, nulidad de partida de nacimiento y de declaratoria de
herederos.
En el Auto Supremo Nº 41/2015 de 23 de enero de 2015, se ha establecido lo
siguiente:

P á g i n a 469 | 846
“De los antecedentes expuestos se advierte que la parte actora tiene dos partidas
de nacimiento que registran dos filiaciones paternas distintas, una que
corresponde a la relación biológica de padre e hija y otra que no guarda relación
con ese vínculo biológico, pero que corresponde a la realidad social y jurídica en
que se desenvolvió la vida de la demandante.
Establecido lo anterior diremos que, tradicionalmente se consideró a la filiación
como aquel vínculo que se establece entre padre e hijo en virtud a los lazos
biológicos que lo sustentan; sin embargo, esa forma de concebir a la filiación
como vínculo jurídico derivado de la relación biológica, no es absoluta, porque en
muchos casos el vínculo filial no tiene como sustento el factor biológico, situación
que se da en casos de adopción, de inseminación artificial de espermatozoides de
donantes, de algunos casos de reconocimientos voluntarios inclusive,
circunstancias en las que el paradigma de la relación biológica como sustento de
la filiación queda en segundo plano, definiéndose la paternidad y el vínculo filial
por la voluntad libre de quien decide asumir la responsabilidad paterna. En ese
sentido resulta necesario esbozar una nueva concepción de la filiación que resalte
el vínculo jurídico que genera la relación de padre e hijo del cual derivan
derechos y obligaciones.
En ese contexto, instituida una filiación paterna no es posible el establecimiento de
otra distinta sin que previamente se hubiere desplazado la primera, en otras
palabras, establecido un vínculo jurídico filial éste debe desaparecer o desplazarse
antes de instituirse otro vínculo jurídico filial distinto, sin embargo, en la vida
cotidiana resulta innegable que, por diversas circunstancias, sin que opere el
desplazamiento de la filiación inicial se instituya otra u otras distintas, lo que
genera conflictividad que lamentablemente no encuentra solución normativa,
porque, como es lógico, el legislador no avizoró una solución a ese problema en
el entendido de que todos actuarían conforme a la previsiones legales en cuyo
mérito antes de instituir una nueva filiación se debería desplazar la anterior.
La falta de solución normativa no implica que el problema sea inexistente o que el
mismo no merezca una solución jurídica, pues, es deber del Estado garantizar la
armonía social, reconocido como principio fundamental de la función
jurisdiccional, en virtud a ello, la solución al conflicto deberá emerger de la
consideración de principios y valores que garanticen a las partes el
reconocimiento de sus derechos subjetivos.
En ese marco, conviene precisar que toda persona tiene derecho a la identidad que
supone su identificación familiar, cultural y nacional, derecho que se encuentra
reconocido por tratados y convenciones internacionales, que rescatan como
elementos esenciales del mismo el derecho a tener un nombre y apellidos, a estar
debidamente inscrito en el registro civil, a tener una filiación, a la nacionalidad, a
pertenecer a un grupo cultural y compartir con sus integrantes religión, idioma o
lengua, sin que eso pueda ser entendido como razón para contrariar ninguno de
sus derechos.

P á g i n a 470 | 846
El derecho a la identidad también comprende el derecho que tiene toda persona a
conocer su origen y conocer a sus padres biológicos, en la medida en que esto sea
posible, por otra parte supone también el derecho a preservar su identidad y sus
relaciones familiares.
Como se puede advertir el derecho a la identidad resulta muy complejo, sin
embargo esa complejidad permite a toda persona tener alternativas respecto a su
identidad, por ejemplo, en virtud al derecho que tiene de conocer su origen y a sus
padres biológicos, toda persona podría, en los casos permitidos, impugnar aquella
filiación que no guarde correspondencia con ese vínculo biológico; empero, en
consideración al derecho a preservar su identidad y sus relaciones familiares, toda
persona podrá defender la filiación que ostenta, aún ésta no corresponda a los
lazos biológicos, cuando la misma fue instituida por un reconocimiento exento de
vicios en el consentimiento del reconociente, y de la misma derivaron efectivas
relaciones familiares que no pueden verse afectadas o truncadas porque ello
supondría afectación al derecho a la identidad de la persona con los consiguientes
perjuicios que ello implica, más aún cuando ya se tiene una trayectoria de vida por
muchos años.
Establecido lo anterior diremos que cuando una persona ostente doble partida de
nacimiento con vínculos paterno filiales distintos, sin que el primigenio hubiera
sido excluido o desplazado previamente, cada caso concreto deberá ser
considerado y resuelto de forma particular. Si por ejemplo, quien alude tener dos
filiaciones paternas distintas pretende invalidar aquella que no corresponde al
vínculo biológico, podrá impugnarla buscando su ineficacia y el consiguiente
reconocimiento de aquella que guarde relación con los lazos biológicos que
pretende hacer prevalecer.
En el caso de Autos, esa solución no corresponde, porque la filiación que se
pretende hacer prevalecer es aquella que guarda relación con la realidad social y
jurídica en que se desenvolvió la parte actora, y no la que guarda relación son los
lazos biológicos, en otras palabras la actora busca el reconocimiento de su
derecho a la identidad entendido como el derecho que tiene a preservar no solo el
nombre y apellido que ostenta sino a mantener los lazos y relaciones familiares
que se han generado y desarrollado eficazmente en relación a aquel vínculo filial
paterno que pretende prevalezca”.

DOCUMENTOS CIVILES CRIMINALIZADOS


AUTO SUPREMO Nº: 137/12
Fecha: Sucre, 10 de julio de 2012
Delito : Estafa
Al respecto es indudable, que el dolo debe preceder en todo caso de los
demás elementos del tipo de la Estafa, pues una característica importante
ante la línea del incumplimiento de obligación y la Estafa está en que el
sujeto activo sabe desde el momento de la concreción contractual que no
P á g i n a 471 | 846
querrá o no podrá cumplir la contraprestación que le incumbe,
estableciéndose ello con actos manifiestos e inequívocos, siendo entonces
que los negocios civiles y mercantiles criminalizados, se producen cuando el
propósito defraudatorio se genera antes o al momento de la celebración del
contrato y es capaz de mover la voluntad de la otra parte, a diferencia del
mero incumplimiento contractual, sin embargo en el caso de Autos el dolo
esta claramente probado pues los recurrentes no demostraron y menos
desvirtuaron el hecho de que hayan conseguido un préstamo económico por
medio de engaños y argucias; según la Sentencia de fs. 236 en su segundo
punto (Fundamentación Fáctica Probatoria) se tien como hecho probado que
los recurrentes garantizaron la obligación contraída a través de bienes de
imposible ejecución, tal es así el puesto de venta del Mercado de Villa
Fátima, que se trata de un bien de dominio público no susceptible de
negociación civil o comercial.
En síntesis el sonsacamiento (disposición patrimonial) traducido en el
engaño consiste en afirmar como verdadero algo que no lo es o en ocultar
circunstancias relevantes para la decisión del sujeto pasivo. En muchos
casos la conducta se traduce por el engaño típico afirmando cumplir
obligaciones que se asumen, cuando el autor sabe desde el primer momento
que eso no será posible, conducta que se debe considerar como "negocio
criminalizado", terminología no usual, todo vez que un negocio o contrato
jurídico en el que se logra mediante engaño una disposición patrimonial del
sujeto pasivo es constitutivo del delito de Estafa, pues debe quedar
claramente establecido que la Ley no criminaliza en el tipo penal de la
Estafa ningún negocio jurídico, sino que esta actitud constituye un elemento
más para considerar por parte del juzgador la existencia de un delito, de
manera que el contrato es sólo una apariencia puesta al servicio del delito de
Estafa.
Otra circunstancia que acredita el dolo penal o intención de los procesados
de sonsacar el dinero a la víctima, sin el animo inicial de restituir el dinero,
es que no obstante de garantizar la devolución de la suma de dinero a través
de un bien de dominio público que hace imposible su ejecución, la
procesada dispuso del puesto de venta a favor de una tercera persona
simulando una transferencia, cuando se trataba de un préstamo, pese a
constituirlo inicialmente en garantía a favor de la víctima.
Asimismo, se ha establecido que cuando el sujeto activo sabe desde el
momento de la concreción contractual no querrá o no podrá cumplir la
contraprestación a la que esta obligado se origina el propósito defraudatorio
ya sea antes o al momento de la celebración del contrato pues el sujeto

P á g i n a 472 | 846
activo cuando es capaz de mover la voluntad de la otra parte induce al error
de esta, esto a diferencia del dolo subsequens que emerge del mero
incumplimiento contractual civil, siendo necesario discurrir este último en el
caso de autos, pues se establece la existencia del nexo causal o relación de
causalidad entre el engaño provocado y el perjuicio experimentado,
ofreciéndose este como resultancia del primero, lo que implica que el dolo
de los procesados antecedió fue concurrente en la dinámica defraudaría, no
existiendo en el presente caso el dolo subsequens, sobrevenido y no anterior
a la celebración de los prestamos, concurriendo por el contrario el dolo
característico de la Estafa que supone la representación por el sujeto activo,
consciente de su maquinación engañosa, de las consecuencias de su
conducta, es decir, la inducción que alienta al desprendimiento patrimonial
como correlato del error provocado y el consiguiente perjuicio suscitado en
el patrimonio del sujeto víctima.
Asimismo, respecto de cual la aplicación de la vía legal (Civil o Penal), en
casos atinentes a contratos, el mero impago de la presunta obligación
surgida del contrato de préstamo de dinero concertados no pasaría de
constituir un ilícito Civil, si no fuera porque en el caso de autos los actores
utilizaron de mala fe el contrato como un medio de engaño que se encontró
destinado a fortalecer el error creado en la víctima, denotando el dolo penal
por la otorgación de bienes de imposible ejecución y disponiendo además de
bienes de dominio público por parte de los procesados, no sólo con la
victima, sino también de manera posterior a la suscripción del contrato a
favor de una tercera persona, concurriendo así un acreditado engaño, que
condujo a un error en virtud del cual se produjo un desplazamiento
patrimonial con el consiguiente enriquecimiento injusto a favor de los
procesados.

DOCUMENTOS OTORGADOS EN EL EXTRANJERO, ANULABILIDAD


DE DOCUMENTOS.
Auto Supremo: 483/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Anulabilidad de Documentos.
Respecto al tema tratado en el caso de autos se tiene el Auto Supremo No. 14/2013
de 4 de febrero 2013, que señaló: “En ese contexto, el Decreto Ley Nº 07458 del 30
de diciembre de 1965 que se encuentra vigente, determina el procedimiento a
seguir para obtener la legalización de firmas de documentos que surtirán efectos
legales tanto en el interior como en el exterior del país a fin de que los mismos
tengan validez legal; dicha norma legal en su art. 20 determina lo siguiente: “Las
P á g i n a 473 | 846
firmas de los funcionarios Diplomáticos, Consulares y del Servicio de Relaciones
Exteriores serán legalizados por el Director del Departamento Jurídico del
Ministerio de Relaciones Exteriores”. En el caso de documentos nacionales y
extranjeros y para que éstos tengan plena validez legal ya sea en el interior o
exterior del país, el art. 22 de la misma norma legal establece de manera expresa
como atribución del Director del Departamento Jurídico del Ministerio de
Relaciones Exteriores, la de legalizar las firmas de todos los funcionarios públicos
empezando desde el Presidente de la República ahora Estado Plurinacional de
Bolivia, donde están incluidos los Embajadores, Encargados de Negocios,
Ministros, Cónsules y demás funcionarios del Servicio Exterior, además de las
Autoridades eclesiásticas y otras del sector privado.”
“Finalmente, se tiene también vigente a la Ley Nº 1444 del Servicio de Relaciones
Exteriores del 15 de febrero de 1993 que en el art. 9 numeral 12) establece como
atribuciones generales del Ministerio de Relaciones Exteriores la de: “legalizar,
validar, visar, dar conformidad, otorgar visto y otras formas jurídicas a
documentos nacionales y extranjeros…”.”
El Tribunal Constitucional estableció además en la Sentencia Constitucional No.
1913/2014-R de 14 de diciembre de que:“…y para el caso de tratarse de
documentos obtenidos en el extranjero, éstos deberán guardar las solemnidades
que le otorgan no sólo los funcionarios del país donde han sido expedidos sino
también de los que ejerzan funciones de la representación diplomática de la
República de Bolivia en el país donde se emite el documento y finalmente la
homologación de dicho documento ante el Departamento correspondiente de la
Cancillería en la República de Bolivia.
Al margen de ello, dicho trámite no sólo deberá acreditar la autenticidad de las
firmas de los funcionarios que intervienen sino también se deberá comprobar que
el contenido sea veraz, de lo contrario el documento aportado como prueba no
podrá ser considerado como tal y menos sustentar una decisión por el juzgador
que lo recibe, quien ante la falta de idoneidad del documento está en la obligación
de negar la petición que en él se ampare.”
“…dicho documento no reunió las condiciones de validez legal para ser
considerado como auténtico, pues el trámite de legalización no concluyó con la
intervención del funcionario correspondiente en nuestro país, vale decir, no ha
intervenido el Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, quien tiene como
atribución impuesta por la Ley 1444 del Servicio de Relaciones Exteriores la de
“Legalizar, revalidar, visar, dar conformidad, otorgar visto u otras formas
jurídicas a documentos nacionales y extranjeros, para lo cual contará el
Ministerio con un Arancel Interno”.
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El cumplimiento de la norma citada, debió ser acreditada por la recurrente ante la
jurisdicción ordinaria como también ante ésta, pues al haber ingresado a territorio
boliviano está sometida a las leyes internas de la República de Bolivia, de manera
que el cumplimiento de las mismas le es exigible como a cualquier ciudadano
nacional; y en este contexto jurídico, era imprescindible para que se considere su
petición que, el documento que acompañaba como prueba a su petición no sólo sea
legalizado por el funcionario competente de la República de Colombia, así como
del funcionario de la Representación Diplomática de Bolivia, sino también que la
firma del titular de dicha Representación hubiera sido legalizada en nuestro país,
pero al no haberse seguido este trámite hasta ser agotado, el documento
presentado para obtener el beneficio no podía ser considerado idóneo y menos
probatorio…”
Asimismo se tienen la Sentencia Constitucional Plurinacional No. 2092/2012 de 8
de noviembre de 2012, que señala: “La nueva ingeniería que estructura la
Constitución Política del Estado, aprobada el 7 de febrero de 2009, a diferencia de
la anterior en su Primera Parte, Título I, establece las Bases Fundamentales del
Estado, sobre cuyos pilares se erige la nueva visión del Estado Plurinacional de
Bolivia, así el art. 1 de la CPE, refiere: “Bolivia se constituye en un Estado
Unitario Social de Derecho Plurinacional Comunitario, libre, independiente,
soberano, democrático, intercultural, descentralizado y con autonomías...” (las
negrillas son nuestras).

Así, este nuevo modelo de Estado, reconoce una independencia y soberanía


absoluta, la cual reside sólo en el pueblo boliviano (art. 7 de la CPE), principios
que se ven reflejados en la organización política del Estado, a nivel interno como
internacional, por lo que todas las y los bolivianos tenemos el ineludible deber de
respetar y acatar el ordenamiento jurídico positivo, por otro lado también resulta
ser una obligación para las personas naturales y colectivas extranjeras, observar
la normativa que rige nuestro Estado, cuando pretendan celebrar actos jurídicos
de diferente índole; reforzando este entendimiento el art. 14.V de la CPE,
establece: “Las leyes bolivianas se aplican a todas las personas naturales o
jurídicas bolivianas o extranjeras, en el territorio boliviano”.

“Estando plenamente establecido que las leyes bolivianas se aplican a nacionales


como extranjeros, es de anotar que todo quien pretende celebrar actos jurídicos
que importen la creación, extinción o declaración de derechos, deben
necesariamente cumplir las exigencias y formalidades que prevé nuestro
ordenamiento jurídico positivo interno.”
P á g i n a 475 | 846
“Finalmente nuestro ordenamiento jurídico interno, con relación a los documentos
otorgados en el extranjero, para que los mismos tengan validez y vigencia en
territorio nacional, exige el cumplimiento de determinados presupuestos, así en
primer lugar el Código Civil en su art. 1294.I refiere: “Los documentos públicos
otorgados en país extranjero según las formas allí establecidas, tendrán el mismo
valor que los extendidos en Bolivia, si se hallan debidamente legalizados” –norma
de derecho civil que refleja la vigencia de la regla “locus regit actum” en nuestra
legislación-. Por otro lado los documentos celebrados en el extranjero para ser
considerados como auténticos deben contener el visto bueno del funcionario
competente del Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto, quien tiene como
atribución conforme la Ley 1444 de 15 de febrero de 1993 del Servicio de
Relaciones Exteriores, la de “Legalizar, revalidar, visar, dar conformidad, otorgar
visto u otras formas jurídicas a documentos nacionales y extranjeros, para lo cual
contará el Ministerio con un Arancel Interno.”

Dr. Antonio Boggiano “Las convenciones matrimoniales de las relaciones de los


esposos con respecto a los bienes se rigen por la ley del primer domicilio
conyugal” Curso de Derecho Internacional Privado, Capítulo Relaciones
Patrimoniales de los Cónyuges (Artes Gráficas Candil 2000 Buenos Aires –
Argentina Pag. 459).

DOCUMENTOS OTORGADOS POR ANALFABETOS


Auto Supremo: 527/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Nulidad de Escritura Pública.
Del Artículo 1295 y el art. 1299 del Código Civil
A través del Auto Supremo Nº 644/2013 de 1 de diciembre se ha orientado
que: “…el actual régimen normativo prevé en el art. 1295 del Código Civil que los
documentos públicos otorgados por personas que no sepan o no puedan firmar,
firmará otra persona a ruego por ella, y se estampará las impresiones digitales del
otorgante, haciéndose constar esta circunstancia al final de la escritura, aparte de
firmar también los testigos instrumentales; ésta norma regula la otorgación de una
escritura pública para personas que no sepan firmar o que no pueden hacerlo a
momento de la otorgación. En relación a la extensión de un documento privado
por una persona que no pueda hacerlo por estar impedido nuestro régimen
normativo no fue tan claro, sin embargo se debe diferenciar de este supuesto -de
persona que no pueda firmar por algún motivo- de la persona analfabeta; el art.
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1299 del Código Civil que regula los documentos privados otorgado por
analfabetos señala que éstos documentos llevarán siempre sus impresiones
digitales puestas en presencia de dos testigos que sepan leer y escribir y suscriban
también al pie, así como la persona que firme a ruego, requisitos sin los cuales son
nulos, formalidades previstas por acudir al documento una persona analfabeta que
tiene incapacidad de leer lo que el texto expresa y por tanto de saber de su
contenido. Sin embargo, situación diferente sucede cuando se suscribe un
documento privado por una persona que sabe leer y escribir, o sea que no es
analfabeta, pero que por alguna circunstancia sobreviniente no puede imprimir su
firma en el documento privado. Al efecto es necesario remitirnos al art. 1300
parágrafo II del sustantivo civil que señala en el caso de personas que no saben o
no pueden firmar, se hará el reconocimiento de la firma a ruego, y el otorgante
reconocerá por su parte el contenido del documento y el hecho de haber
estampado en él sus impresiones digitales, misma sustancia prevé el art. 18
parágrafo IV de la Ley Nº 1760, que concuerda con lo descrito en el art. 1295 del
Código Civil sobre el requerimiento de la firma a ruego y la impresión digital,
exceptuando a los testigos instrumentales ya que el documento privado no contiene
el formalismo del público, en ese sentido lo que la norma prevé para personas que
no sepan firmar o no puedan hacerlo es que el documento privado presente la
firma a ruego y las huellas digitales de la parte contratante, pues debe entenderse
que éste último por su aptitud de lectura del texto conoce el contenido del
documento; situación diferente del analfabeto que por su vulnerabilidad ante el
desconocimiento de lo que se contrata es necesario el advenimiento no sólo del
firmante a ruego sino también de la presencia de dos testigos que hagan conocer
del contenido de lo que está contratando y legitimen el acto. Es por ello que, en un
documento privado, para la persona que no sepa o no pueda firmar la ley no ha
previsto un formalismo tan riguroso, sino que por su situación de conocimiento del
documento y para atestiguar su consentimiento se amerita la firma a ruego y la
impresión de sus huellas digitales, siendo innecesario que se acuda con otros
testigos al acto.”.

DOLO NEGATIVO, DEL BIEN QUE SERÁ VENDIDO EL MISMO QUE


PODRÍA CONTENER CARACTERÍSTICAS NEGATIVAS QUE PODRÍAN
CAMBIAR LA DECISIÓN DEL COMPRADOR
Auto Supremo: 927/2015 - L
Sucre: 14 de Octubre 2015
el art. 611 del Código Civil señala:“(Principio) El precio de la venta se determina
y designa por las partes, excepto cuando leyes especiales lo limitan o regulan en
P á g i n a 477 | 846
casos determinados”, esto quiere decir que el precio de la venta es acordado entre
las partes contratantes, empero de ello cuando tal aspecto no ha sucedido, el código
permite que un tercero sea quien determine el precio de la venta; en el caso
presente, conforme a los datos del proceso se tiene que el precio de la venta fue
determinado en la Escritura Pública N° 1027, de 27 de noviembre de 2004 (que fue
inscrita en la oficina de Derecho Reales matrícula N° 3011020022612), relativa a
la protocolización de una minuta de contrato de venta, en el mismo conforme a su
cláusula tercera fue fijada en la suma de Bs. 250.000.- el mimo que fue objeto de
reajuste del precio conforme se extrae del contenido de la Escritura Pública N°
1029, de 27 de noviembre de 2004, fijando la misma en la suma de $us. 100.000.-
consiguientemente se deduce que el precio de la venta fue fijado de común acuerdo
de partes (vendedora-compradora).
Ahora la parte actora, refiere fundamentalmente que la venta se ha generado con
dolo generado por la compradora y bajo la incapacidad de querer o entender de la
parte vendedora; refiriendo haberse generado dolo de parte de la compradora.
Para absolver dicha acusación corresponde describir que conforme a la doctrina, el
dolo se clasifica desde el punto de vista de su comisión: 1) Por acción, que puede
ser directo, cuando una de las partes del negocio jurídico quien induce a error o
mantiene en él a la otra parte; e indirecto: cuando se utiliza a una tercera persona
para inducir o mantener en error a una de las partes, y 2) Por omisión (dolo pasivo),
al callar, no advertir, para provocar el engaño, cuando esos hechos son de
conocimiento de la parte que calla y sobre los cuales la parte no habría contratado,
lo que quiere decir, que el deceptor ha infringido un deber de comunicación
consagrado por la norma; estas formas de comisión del dolo pueden darse por la
conducta individual de una de las partes contratantes, aspecto que no se subsume
en el presente caso, ya que la determinación del precio no ha sido fijado por la
compradora, pues no le correspondía individualmente a la compradora fijar el
precio de la venta, sino que el precio de la venta conforme al art. 611 del Código
Civil es fijado por ambas partes contratantes, por lo que al haberse fijado el
precio por ambas partes contratantes, se tiene que no se ha incurrido en dolo;
generalmente en el contrato de venta el dolo negativo (dolo pasivo) se encuentra en
el vendedor pues es en poder de este todo el conocimiento del bien que será
vendido el mismo que podría contener características negativas que podrían
cambiar la decisión del comprador, a esa omisión de manifestar sobre las
características negativas es que se refiere el dolo negativo (dolo pasivo), al silencio
de no advertir al comprador sobre esas características negativas.

DOLO, NOCION Y DOCTRINA


Auto Supremo: 335/2016
Sucre: 13 de abril 2016
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Proceso: Anulabilidad de documento y otros
La doctrina señala que el dolo posee tres acepciones en derecho civil: como vicio
de los actos jurídicos, como presupuesto que cualifica el delito civil y como un tipo
de inejecución contractual por el deudor, así lo manifiesta Raúl Romero Sandoval
en su Libro Derecho Civil.
En la definición de Gutiérrez Alvis, el dolo es “el propósito intencional de causar
un daño a otro; consiste en toda maquinación o maniobra fraudulenta encaminada
a mantener en el error o en engaño a la persona con quien se va a celebrar un
negocio jurídico”.
Para que el dolo asuma el carácter de esencial y pueda ser cualificado como un
vicio del consentimiento es necesario que se integren algunos elementos, tales
como: a) acción antijurídica con ánimo de engañar a otro; b) que produzca el
engaño o error; c) que tenga como beneficiario a su autor a o un tercero y d) que
cause perjuicio a la otra parte.
Ello significa que la pretensión sea hacer incurrir en error, este comportamiento
tiene el carácter de ilícito, pues con él se simulan hechos falsos, o se ocultan los
verdaderos; configurándose así con la maquinación o el ardid que lleva a una
conducta antijurídica; siendo necesario la concurrencia delaninus decipiendi, que
consiste en la intención de llevar a engaño a la otra parte. La maquinación o el
artificio deben tener la suficiente idoneidad para lograr engañar y que además sea
de beneficio del autor.
En nuestra legislación el dolo es considerado como vicio del consentimiento; se
encuentra previsto en el art. 482 del Código Sustantivo de la materia, mismo que
señala: “El dolo invalida el consentimiento cuando los engaños usados por uno de
los contratantes, son tales que sin ellos el otro no habría contratado”.

DONACIÓN
Auto Supremo: 403/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: División y Partición.
Respecto a este Instituto del Derecho Civil este supremo Tribunal de Justicia ha
orientado a través del Auto Supremo Nº 809/2015 – L de16 de Septiembre que: “El
Código Civil en el art. 655 indica "La donación es el contrato por el cual una
persona, por espíritu de liberalidad, procura a otra un enriquecimiento
disponiendo a favor de ella un derecho propio o asumiendo frente a ella una
obligación", por otra parte el art. 667.I del mismo cuerpo legal menciona "La
donación debe hacerse mediante documento público, bajo sanción de nulidad.",
del análisis de estos dos artículos se interpreta que para que la donación sea

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válida deben cumplirse con ciertos requisitos, es decir debe cumplirse previamente
con las formalidades interpuestas para la donación.
Entre estos requisitos a cumplir se tienen; 1) el acto de liberalidad, es decir que
exista la voluntad del donante querer enriquecer a la otra parte; 2) que el acto de
donación sea gratuito, es decir que no exista interés oneroso por parte del donante
a cambio de la donación que efectúa; 3) el acto de disposición del bien a través de
la donación que en definitiva se traducirá en el enriquecimiento del donatario y
empobrecimiento del donante, por la transferencia realizada, actos que van a
demostrar el animus donandi del donatario, siempre y cuando exista aceptación de
ambas partes; por último se debe hacer referencia al requisito 4) que viene a ser
la exigencia formal el Código Civil prevé para la donación de bien inmueble en
su art. 667-I, ya que en la donación el requisito de forma es imprescindible para la
validez, faltando la forma debida la donación no surtirá efectos; en este entendido
de donación solo será válida o perfecta si concurren todos los requisitos de fondo
(animus donandi) y forma exigidos por los artículos citados supra, es decir las
decir las donaciones sólo serán válidas si los donantes las hacen y los donatarios
las aceptan a través de un documento público.
El autor español Federico de Castro y Bravo en su obra El Negocio Jurídico págs.
353 y 354, al respecto señala: “La donación se somete a un régimen restrictivo y
severo (formalidades solemnes, revocación, reducción) orientado a la protección
del mismo donante y sus causahabientes, que falta en otros contratos, en los cuales
está sin embargo presente la gratuidad. Precisamente el requisito de la forma se
piensa que tiene la finalidad de evitar actos de irreflexiva generosidad del donante
y el asegurarse de que la decisión sobre la donación ha sido tomada tras maduro
consejo…”, razón por la cual el acto de liberalidad que se traduce en la donación
debe realizarse en una acto único que debe ser inscrita en el correspondiente
registro de instrumentos públicos, radicando en esa lógica que la donación de
bienes inmuebles es solemne debido a que es necesario para que sea válida que se
realicen las formalidades mencionadas supra, y para cumplir dicha formalidad (ad
solemnitaten) la donación se la debe otorgar mediante documento público
otorgado y suscrito por ambas partes ante notario de fe pública, concurriendo
tanto el donante como el donatario personalmente o a través de apoderado a
suscribir la minuta y los protocolos notariales que sean insertos en los registros de
instrumentos públicos.”

DONACIÓN A ENTIDAD NO RECONOCIDA (art. 664 del C.C.)


Auto Supremo: 762/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Proceso: Nulidad de Donación
Respecto a este Instituto del Derecho Civil este supremo Tribunal de Justicia ha
orientado a través del Auto Supremo Nº 809/2015 –L de16 de Septiembre que: “El
Código Civil en el art. 655 indica "La donación es el contrato por el cual una
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persona, por espíritu de liberalidad, procura a otra un enriquecimiento
disponiendo a favor de ella un derecho propio o asumiendo frente a ella una
obligación", por otra parte el art. 667-I del mismo cuerpo legal menciona "La
donación debe hacerse mediante documento público, bajo sanción de nulidad.",
del análisis de estos dos artículos se interpreta que para que la donación sea
válida deben cumplirse con ciertos requisitos, es decir debe cumplirse previamente
con las formalidades interpuestas para la donación.
Entre estos requisitos a cumplir se tienen; 1) el acto de liberalidad, es decir que
exista la voluntad del donante querer enriquecer a la otra parte; 2) que el acto de
donación sea gratuito, es decir que no exista interés oneroso por parte del donante
a cambio de la donación que efectúa; 3) el acto de disposición del bien a través de
la donación que en definitiva se traducirá en el enriquecimiento del donatario y
empobrecimiento del donante, por la transferencia realizada, actos que van a
demostrar el animus donandi del donatario, siempre y cuando exista aceptación de
ambas partes; por último se debe hacer referencia al requisito 4) que viene a ser
la exigencia formal el Código Civil prevé para la donación de bien inmueble en
su art. 667-I, ya que en la donación el requisito de forma es imprescindible para la
validez, faltando la forma debida la donación no surtirá efectos; en este entendido
de donación solo será válida o perfecta si concurren todos los requisitos de fondo
(animus donandi) y forma exigidos por los artículos citados supra, es decir las
decir las donaciones sólo serán válidas si los donantes las hacen y los donatarios
las aceptan a través de un documento público.
El autor español Federico de Castro y Bravo en su obra El Negocio Jurídico págs.
353 y 354, al respecto señala: “La donación se somete a un régimen restrictivo y
severo (formalidades solemnes, revocación, reducción) orientado a la protección
del mismo donante y sus causahabientes, que falta en otros contratos, en los cuales
está sin embargo presente la gratuidad. Precisamente el requisito de la forma se
piensa que tiene la finalidad de evitar actos de irreflexiva generosidad del donante
y el asegurarse de que la decisión sobre la donación ha sido tomada tras maduro
consejo…”, razón por la cual el acto de liberalidad que se traduce en la donación
debe realizarse en un acto único que debe ser inscrita en el correspondiente
registro de instrumentos públicos, radicando en esa lógica que la donación de
bienes inmuebles es solemne debido a que es necesario para que sea válida que se
realicen las formalidades mencionadas supra, y para cumplir dicha formalidad (ad
solemnitaten) la donación se la debe otorgar mediante documento público
otorgado y suscrito por ambas partes ante notario de fe pública, concurriendo
tanto el donante como el donatario personalmente o a través de apoderado a

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suscribir la minuta y los protocolos notariales que sean insertos en los registros de
instrumentos públicos.”
En este antecedente, se debe señalar que toda vez que en la litis la donación de cual
se pretende la nulidad, es unan donación con carga, se debe señalar que el código
Civil en su art. 674.I regula dicho instituto disponiendo que: “Cuando la donación
está gravada por una carga el donatario queda obligado a cumplir con ella sólo en
los límites correspondientes al valor de la cosa donada.”, precepto normativo que
regula una modalidad de la donación, determinando la posibilidad de realizar
donaciones que generen obligaciones de dar o hacer para los donatarios,
obligaciones que no deberían afectar el carácter gratuito de la donación y que
pueden ser cumplidos en beneficio del donante o de terceros, donación que será
resuelta si no se cumple dicha carga conforme señala el art. 675 del C.C.
Por otra parte, corresponde señalar que cuando la donación tiene como donataria a
una entidad no reconocida o sin personalidad jurídica el art. 664 del C.C., regula
que: “La donación a entidad no reconocida no es válida si hasta un año de ella, no
se notifica al donante con el reconocimiento de la entidad y con su aceptación.”,
precepto normativo que debe ser interpretado desde su literalidad para determinar
desde cuando corre este plazo para hacer conocer al donante el reconocimiento de
la entidad y la aceptación a esta donación, es decir que dicho Precepto en su
primera parte refiere la donación a entidad no reconocida no es válida si hasta un
año de ella…, es decir, que el término “de ella” refiere al acto de manifestación de
la donación por parte del donador (momento a partir del cual correría el plazo de
un año dispuesto en el art. 664 del CC); y toda vez que el mismo artículo refiere
que se debe notificar al donante con el reconocimiento y con su aceptación a la
donación, la norma en análisis da a entender que al ser reconocida su personalidad
jurídica -la entidad donataria- pueda aceptar la donación, estableciendo a tal fin el
plazo de un año para realizar dicho trámite de reconocimiento y la consiguiente
aceptación, conforme establece el art. 668 del Código Civil que textualmente
señala: “I. El donatario puede aceptar la donación por el mismo documento
público en que ha sido hecha o en otro posterior que debe ser notificado al
donante, pero el contrato quedará concluido con la aceptación...”; momento en
que el contrato de donación concluye (aceptación) debiendo en consecuencia
proceder con la solemnidad establecida en el art. 491-1) del CC., sin que se afecte
la liberalidad de la parte donante.

DONACION, FORMALIDADES SOLEMNES, REVOCACION Y


REDUCCION
Auto Supremo: 809/2015 - L
P á g i n a 482 | 846
Sucre: 16 de Septiembre 2015
El Código Civil en el art. 655 indica "La donación es el contrato por el cual una
persona, por espíritu de liberalidad, procura a otra un enriquecimiento
disponiendo a favor de ella un derecho propio o asumiendo frente a ella una
obligación", por otra parte el art. 667-I del mismo cuerpo legal menciona "La
donación debe hacerse mediante documento público, bajo sanción de nulidad.",
del análisis de estos dos artículos se interpreta que para que la donación sea válida
deben cumplirse con ciertos requisitos, es decir debe cumplirse previamente con las
formalidades interpuestas para la donación.
Entre estos requisitos a cumplir se tienen; 1) el acto de liberalidad, es decir que
exista la voluntad del donante de querer enriquecer a la otra parte; 2) que el acto de
donación sea gratuito, es decir que no exista interés oneroso por parte del donante a
cambio de la donación que efectúa; 3) el acto de disposición del bien a través de la
donación que en definitiva se traducirá en el enriquecimiento del donatario y
empobrecimiento del donante, por la transferencia realizada, actos que van a
demostrar el animus donandi del donatario, siempre y cuando exista aceptación de
ambas partes; por último se debe hacer referencia al requisito 4) que viene a ser la
exigencia formal que el Código Civil prevé para la donación del bien inmueble en
su art. 667-I, ya que en la donación el requisito de forma es imprescindible para la
validez, faltando la forma debida la donación no surtirá efectos; en este entendido
de donación solo será válida o perfecta si concurren todos los requisitos de fondo
(animus donandi) y forma exigidos por los artículos citados supra, es decir las
donaciones sólo serán válidas si los donantes las hacen y los donatarios las aceptan
a través de un documento publico (escritura pública).
El autor español Federico de Castro y Bravo en su obra El Negocio Jurídico págs.
353 y 354, al respecto señala: “La donación se somete a un régimen restrictivo y
severo (formalidades solemnes, revocación, reducción) orientado a la protección
del mismo donante y sus causahabientes, que falta en otros contratos, en los cuales
está sin embargo presente la gratuidad. Precisamente el requisito de la forma se
piensa que tiene la finalidad de evitar actos de irreflexiva generosidad del donante
y el asegurarse de que la decisión sobre la donación ha sido tomada tras maduro
consejo…”, razón por la cual el acto de liberalidad que se traduce en la donación
debe realizarse en un acto único que debe ser inscrita en el correspondiente registro
de instrumentos públicos, radicando en esa lógica que la donación de bienes
muebles es solemne debido a que es necesario para que sea válida que se realicen
las formalidades mencionadas supra, y para cumplir dicha formalidad (ad
solemnitatem) la donación se la debe otorgar mediante documento publico
otorgado y suscrito por ambas partes ante notario de fe pública, concurriendo tanto
el donante como el donatario personalmente o a través de apoderado a suscribir la
minuta y los protocolos notariales que sean insertos en los registros de
P á g i n a 483 | 846
instrumentos públicos, para así cumplir con los requisitos que hagan válida y
perfecta la donación.

DONACIÓN Y LA EXIGENCIA DEL ARTÍCULO 1295 DEL CÓDIGO


CIVIL
Auto Supremo: 759/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Proceso: Nulidad de Donación.
Resulta necesario además citar al tratadista Guillermo A. Borda quien en su
obra Tratado de Derecho Civil, tomo II, pag. 141, que al respecto dice: “Dentro la
categoría de los contratos formales hay que hacer una distinción de gran
importancia: los contratos cuya forma es exigida por ley ad probationem y
aquellos en los cuales la formalidad tiene carácter constitutivo no solemne. Esta
última es rigurosa: si no se cumple, el acto carece de todo efecto, aun como
promesa de contrato. Este es el caso de las donaciones… (sic)…en cambio la
formalidad solo exigida ad probationen tiene un régimen más favorable a la
validez del acto: cuando el contrato se ha celebrado sin cumplir las formas
legales…”., es decir, que como se maneja en doctrina los documentos públicos ya
sean autentificados o reconocidos se clasifica, los antes mencionados ad
solemnitatem y ad probationem, los primeros cuando instituyen la formalidad
como única forma de reconocer su existencia (art. 491 del CC) y los segundos sólo
como prueba de la existencia de dicho contrato, que se puede acreditar también por
cualquier otro medio probatorio.
La donación está clasificada dentro los contratos ad solemnitatem, por lo que con
relación a dicho instituto civil y su exigencia formal para ser válida diremos que el
Código Civil en el art. 655 indica "La donación es el contrato por el cual una
persona, por espíritu de liberalidad, procura a otra un enriquecimiento
disponiendo a favor de ella un derecho propio o asumiendo frente a ella una
obligación", por otra parte el art. 667-I del mismo cuerpo legal menciona "La
donación debe hacerse mediante documento público, bajo sanción de nulidad.",
del análisis de estos dos artículos se interpreta que para que la donación sea válida
deben cumplirse con ciertos requisitos, es decir, debe cumplirse previamente con
las formalidades interpuestas para la donación.
Entre estos requisitos a cumplir se tienen; 1) el acto de liberalidad, es decir que
exista la voluntad del donante querer enriquecer a la otra parte; 2) que el acto de
donación sea gratuito, es decir que no exista interés oneroso por parte del donante a
cambio de la donación que efectúa; 3) el acto de disposición del bien a través de la
donación que en definitiva se traducirá en el enriquecimiento del donatario y
P á g i n a 484 | 846
empobrecimiento del donante, por la transferencia realizada, actos que van a
demostrar el animus donandi del donatario, siempre y cuando exista aceptación de
ambas partes; por último se debe hacer referencia al requisito 4) que viene a ser la
exigencia formal que el Código Civil prevé para la donación de bien inmueble en
su art. 667-I, ya que en la donación el requisito de forma es imprescindible para la
validez, faltando la forma debida la donación no surtirá efectos; en este entendido
la donación solo será válida o perfecta si concurren todos los requisitos de fondo
(animus donandi) y forma exigidos por los artículos citados supra, es decir las decir
las donaciones sólo serán válidas si los donantes las hacen y los donatarios las
aceptan a través de un documento público (escritura pública que para su
fraccionamiento también requiere requisitos formales que deben cumplir las
partes).
El autor español Federico de Castro y Bravo en su obra El Negocio Jurídico págs.
353 y 354, al respecto señala: “La donación se somete a un régimen restrictivo y
severo (formalidades solemnes, revocación, reducción) orientado a la protección
del mismo donante y sus causahabientes, que falta en otros contratos, en los cuales
está sin embargo presente la gratuidad. Precisamente el requisito de la forma se
piensa que tiene la finalidad de evitar actos de irreflexiva generosidad del donante
y el asegurarse de que la decisión sobre la donación ha sido tomada tras maduro
consejo…”, razón por la cual el acto de liberalidad que se traduce en la donación
debe realizarse en una acto único que debe ser inscrito en el correspondiente
registro de instrumentos públicos, radicando en esa lógica que la donación de
bienes inmuebles es solemne debido a que es necesario para que sea válida que se
realicen las formalidades mencionadas supra, y para cumplir dicha formalidad (ad
solemnitaten) la donación se la debe otorgar mediante documento público otorgado
y suscrito por ambas partes ante notario de fe pública, concurriendo tanto el
donante como el donatario personalmente o a través de apoderado a suscribir la
minuta y los protocolos notariales que sean insertos en los registros de
instrumentos públicos, y si el donante no sabe o no puede firmar debe cumplir
ineludiblemente con lo estipulado en el art. 1295 del CC, para así cumplir con los
requisitos que hagan válida y perfecta la donación, esto reiteramos dada la
naturaleza solemne de la donación.
Por lo que se debe señalar que respecto a la exigencia establecida en el art. 1295
del CC, este Supremo Tribunal de Justicia ha orientado, a través del Auto Supremo
Nº 644/2013 de 1 de diciembre que: “…el actual régimen normativo prevé en el
art. 1295 del Código Civil que los documentos públicos otorgados por personas
que no sepan o no puedan firmar, firmará otra persona a ruego por ella, y se
estampará las impresiones digitales del otorgante, haciéndose constar esta
P á g i n a 485 | 846
circunstancia al final de la escritura, aparte de firmar también los testigos
instrumentales; ésta norma regula la otorgación de una escritura pública para
personas que no sepan firmar o que no pueden hacerlo a momento de la
otorgación. En relación a la extensión de un documento privado por una persona
que no pueda hacerlo por estar impedido nuestro régimen normativo no fue tan
claro, …”.

E
EFECTIVIDAD DE LAS COMUNICACIONES PROCESALES
Auto Supremo: 436/2017
Sucre: 02 de mayo 2017
Proceso: Cumplimiento de obligación.
Se tenga presente la SENTENCIA CONSTITUCIONAL 1402/2011-R de
septiembre de 2011 que señala: “En principio resulta necesario recordar que la
jurisprudencia de este Tribunal, con relación a la finalidad de las comunicaciones
procesales ha establecido, que: “...los emplazamientos, citaciones y notificaciones
(notificaciones en sentido genérico), que son las modalidades más usuales que se
utilizan para hacer conocer a las partes o terceros interesados las providencias y
resoluciones de los órganos jurisdiccionales o administrativos, para tener validez,
deben ser realizados de tal forma que se asegure su recepción por parte del
destinatario; pues la notificación, no está dirigida a cumplir una formalidad
procesal en sí misma, sino a asegurar que la determinación judicial objeto de la
misma sea conocida efectivamente por el destinatario (así SC 0757/2003-R, de 4
de junio); dado que sólo el conocimiento real y efectivo de la comunicación
asegura que no se provoque indefensión en la tramitación y resolución en toda
clase de procesos; pues no se llenan las exigencias constitucionales del debido
proceso, cuando en la tramitación de la causa se provocó indefensión (art.16.II y
IV de la CPE); sin embargo, en coherencia con este entendimiento, toda

P á g i n a 486 | 846
notificación por defectuosa que sea en su forma, que cumpla con su finalidad
(hacer conocer la comunicación en cuestión), es válida” (SC 1845/2004-R de 30
de noviembre)”.

EFECTO DE LA NULIDAD DE LOS ACTOS PROCESALES


Auto Supremo: 248/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Mejor derecho de propiedad, reivindicación y acción negatoria.
Lino Enrique Palacio en su obra titulada Manual de Derecho Procesal Civil, tomo
I, Décima Edición Actualizada, señala que: “La nulidad procesal es la privación
de efectos imputada a los actos del proceso que adolecen de algún vicio, en sus
elementos esenciales y que, por ello, carecen de aptitud para cumplir el fin al que
se hallen destinados”
Sobre el tema se puede citar la Sentencia Constitucional 0962/2011-R de fecha 22
de junio de 2011, la cual expresa: “efecto de la nulidad de actos procesales: Al
respecto, la SC 2026/2010-R de 9 de noviembre, precisó:“ Con referencia a la
nulidad procesal, este Tribunal a través de la SC 1644/2004-R de 11 de octubre,
estableció que: 'Según la doctrina, la nulidad consiste en la ineficacia de los actos
procesales que se han realizado con violación de los requisitos, formas o
procedimientos que la Ley procesal ha previsto para la validez de los mismos; a
través de la nulidad se controla la regularidad de la actuación procesal y se
asegura a las partes el derecho constitucional al debido proceso'. Bajo ese
razonamiento, la declaratoria de nulidad de un acto procesal, incumbe la
ineficacia del mismo y el desarrollo del proceso dentro del marco del debido
proceso que conlleva el respeto de derechos fundamentales y garantías
constitucionales.”(Las negrillas nos pertenecen).
De igual forma, corresponde citar la doctrina jurisprudencial desarrollada por este
Tribunal Supremo de Justicia en el Auto Supremo Nº 510/2016 de 16 de mayo de
2016, que sobre el particular señaló lo siguiente: “Sobre el tema en debate,
debemos tomar en cuenta lo que establece la doctrina y jurisprudencia, para dicho
efecto basaremos nuestro entendimiento en diferentes estudios relacionados a las
nulidades procesales, así tenemos lo establecido en la Revista de Derecho
Universidad Católica del Norte, Año 18 - N° 1, 2011 pp. 49-84 versión On-line
ISSN 0718-9753 donde se estableció que: “En cuanto a la naturaleza jurídica de
la nulidad se distinguen, en general, tres categorías, a saber:
(a) La que tiene como base la estructura orgánica de los actos procesales y por
tanto analiza los requisitos de fondo y de forma de los mismos. Cuando al acto
falta un requisito, es decir, no cumple con el modelo legal, entonces está viciado.
Desde esta perspectiva analizaremos la nulidad como una categoría intrínseca al
acto, es decir, como vicio del acto procesal.
(b) La que postula un alejamiento de la estructura orgánica del acto, pero que no
lo excluye, y que considera a la nulidad como una sanción, como una categoría
extrínseca del acto.
P á g i n a 487 | 846
(c) La que explica la nulidad como una técnica instrumental, como un instrumento
procesal teniendo como punto de partida el fundamento valorativo de la nulidad
procesal. Esta teoría la analizaremos en las propuestas que expondremos más
adelante.”
Por otro lado, la Revista Bolivia de Derecho “Iuris Tantum” en el artículo de
Felipe Gorigoitía Abbott referente al “Análisis a la regulación de la nulidad
procesal en el nuevo Código Procesal Boliviano”, en especial en lo normado en el
art. 109 del NCPC, establece que: "I. La nulidad declarada de un acto procesal no
importará la de los anteriores ni de los posteriores que sean independientes de
aquel. Los actos procesales que resultaren afectados con la declaración de
nulidad, de oficio serán declarados nulos.
II. La nulidad de un acto especifico no afecta a otros qué sean independientes, ni
impide que se produzcan los efectos para los cuales el acto es idóneo, salvo que la
Ley disponga lo contrario.
III. La autoridad judicial a tiempo de fundamentar su decisión deberá especificar
si la nulidad declarada de un acto procesal afecta a otros actos anteriores o
posteriores al acto nulo".
La ineficacia que genera la nulidad afecta al propio acto defectuoso, pero
también a aquellos conexos con él, al punto de que determinados vicios pueden,
incluso, terminar en la nulidad de todo el procedimiento. Como el acto nulo no
puede producir los efectos de un acto normal, todas las actuaciones que sigan a
él y que sean su consecuencia deben ser declaradas ineficaces. Este fenómeno es
el que se conoce como la nulidad derivada, que supone la ineficacia de
actuaciones posteriores relacionadas con el acto nulo como una manera de
implementar a cabalidad las consecuencias de anulación dispuesta.
La expansión de la nulidad a otros actos tiene, sin embargo, un importante
contrapeso en el principio de conservación, que, partiendo de la idea que la
ineficacia generada por la nulidad se extiende a otras actuaciones posteriores,
insta a resguardar todo lo que sea posible, es decir, a extender la ineficacia sólo
a los casos estrictamente necesarios. La tensión entre estos dos principios -que
son como dos caras de una misma moneda- es la que termina por configurar el
alcance de la nulidad. La idea es anular todo lo necesario para hacer cabalmente
ineficaz el acto inválido, pero sin afectar otros actos que no estén relacionados.”
(El subrayado y la negrilla son nuestros).
Respecto a las nulidades procesales, diferentes autores también establecieron que
el efecto de la nulidad procesal es precisamente dejar sin efecto el acto defectuoso,
pero se extienden aún más lejos, ya que en ocasiones afectan a diversas
actuaciones ejecutadas correctamente, pero que son una consecuencia del acto
viciado, confiriendo el derecho a las partes de restituir las cosas a su estado
anterior, es decir, a como estaban antes de que hubiera existido el acto viciado.
Es importante destacar los efectos que emanan de la declaración de nulidad de un
acto del proceso que se halle viciado desde el punto de vista formal, lo cual
plantea no sólo la nulidad declarada sobre el acto en sí mismo, sino también la
P á g i n a 488 | 846
relación de este acto declarado nulo, con los demás actos que forman la cadena
del proceso, ya sean anteriores o posteriores al acto nulo.
Sería lógico pensar que la nulidad de un acto, necesariamente no tiene por qué
afectar la nulidad de otros actos del proceso, sobre todo si éstos no contienen
vicios. No obstante, en el iter del proceso, ciertos actos dependen de aquel que le
precede, a tal extremo que la nulidad del acto viciado, necesariamente afecta la
validez de los actos posteriores que dependen del acto viciado.
Finalmente, la nulidad procesal tiene efectos Ex tunc, esto quiere decir "desde
siempre", o sea, utilizada para referirse a una acción que produce efectos desde el
momento mismo en que el acto tuvo su origen, retrotrayendo la situación jurídica a
ese estado anterior.”
De lo expuesto concluiremos señalando que la nulidad de un acto procesal no
implica la nulidad de los actos ya sean anteriores o posteriores siempre y cuando
estos sean independientes de este, por lo que aquellos actos procesales que resulten
afectados con la nulidad de un determinado acto, de oficio serán declarados nulos,
motivo que hace necesario que el Juez o Tribunal a momento de declarar una
nulidad procesal especifique si esta afecta o no a otros actos posteriores o
anteriores, tal como lo dispone el art. 109 del Código Procesal Civil, dada la
finalidad de esta norma que lo que pretende es la conservación de actos que no se
vean afectados por aquel que fue declarado nulo, esto con la finalidad de evitar que
los justiciables repitan actos que lo único que hacen es contravenir el principio de
economía procesal, celeridad y conservación del acto.

EFECTO DE LA SENTENCIA DE MEJOR DERECHO PROPIETARIO


Auto Supremo: 92/2017
Sucre: 02 de febrero 2017
Proceso: Mejor derecho propietario, nulidad de registro en Derechos Reales.
Al respecto el Auto Supremo N° 1051/2015 de 16 de Noviembre, ha orientado
que: “Según el Tratadista Guillermo A. Borda: “…de acuerdo a una clásica
distinción, las acciones patrimoniales se dividen en reales y personales. Las
primeras son las que se dan en protección de los derechos reales y tienen las
siguientes características generales: a) gozan del ius persequendi; ósea de la
facultad de hacer valer el derecho contra cualquiera que se halle en posesión de
la cosa… las acciones personales en cambio se dan en protección de los derechos
personales y tienen las siguientes características: a) solamente pueden ser
ejercitadas contra el o los obligados; b) tienden a la extinción del derecho,
porque una vez ejercida la acción y cobrado el crédito se extingue la
obligación….”, con la aclaración del autor antes citado, de que los caracteres
señalados sirven como tendencia general antes que como expresión de caracteres
típicos de cumplimiento obligatorio. En este entendido, diremos que las acciones

P á g i n a 489 | 846
reales son aquellas que garantizan la defensa del derecho propietario sobre
determinada cosa o bien inmueble que buscan prevenir impedir o reparar una
lesión al derecho propietario y al ejercicio de las facultades que el derecho
propietario conlleva; por otra parte las acciones personales se ejercen contra
personas determinadas, por conflictos que surgen de un contrato, u otro acto
jurídico, o un delito, es decir busca garantizar el goce pleno y libre de un derecho
patrimonial.
Ahora bien, en el caso del proceso anterior donde se declaró el mejor derecho
propietario del ahora recurrente se debe precisar que la acción real de mejor
derecho propietario, regulada por el art. 1545 del C.C., está referida a la
declaración y reconocimiento de prevalencia y eficacia jurídica de un derecho de
propiedad sobre otro derecho de propiedad de un mismo inmueble; es decir que
cuando se demanda el mejor derecho propietario, la finalidad está referida a la
declaración y reconocimiento de prevalencia y eficacia jurídica de un derecho de
propiedad sobre otro respecto al mismo inmueble; que tiende a obtener una
sentencia declarativa de existencia de un mejor derecho propietario, sin embargo
dicha Sentencia de reconocimiento de mejor derecho propietario no tiene por
efecto la nulidad del título de la parte perdidosa, toda vez que los juzgadores a
tiempo de resolver a quien corresponde el mejor derecho propietario se limitan
confrontar ambos títulos de propiedad y determinar que título es preferente y
prevalente en derecho….
En este orden de ideas, corresponde puntualizar que el recurrente pretende
encontrar cosa juzgada - oponible a la presente causa- en la Sentencia emitida en
el proceso ordinario sobre mejor derecho propietario seguido por su persona
contra Jorge Zambrana Pareja y Nicole Michaelis de Zambrana, por el cual se
reconoció su mejor derecho propietario sobre el de los ahora demandantes,
fundamentando que por efecto de dicho reconocimiento habrían perdido toda
legitimación o interés legal al tenor del art. 551 del CC., es decir que los fallos
ejecutoriados habrían extinguido el interés legítimo de los actores para demandar
en el presente proceso, sin tomar en cuenta, reiteramos, que cuando se demanda el
mejor derecho propietario, la finalidad está referida a la declaración y
reconocimiento de prevalencia y eficacia jurídica de un derecho de propiedad
sobre otro respecto al mismo inmueble; que tiende a obtener una Sentencia
declarativa de existencia de un mejor derecho propietario sobre otro, sin embargo,
dicha Sentencia de reconocimiento de mejor derecho propietario no tiene por
efecto la nulidad del título de la parte perdidosa, toda vez que los juzgadores a
tiempo de resolver a quien corresponde el mejor derecho propietario se limitan

P á g i n a 490 | 846
confrontar ambos títulos de propiedad y determinar que título es preferente y
prevalente en derecho.”.

EFECTO DE LA SENTENCIA DE MEJOR DERECHO PROPIETARIO


Auto Supremo: 1066/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Mejor Derecho Propietario y otros.
Al respecto el Auto Supremo N° 1051/2015 de 16 de Noviembre, ha orientado
que:“Según el Tratadista Guillermo A. Borda: “…de acuerdo a una clásica
distinción, las acciones patrimoniales se dividen en reales y personales. Las
primeras son las que se dan en protección de los derechos reales y tienen las
siguientes características generales: a) gozan del ius persequendi; ósea de la
facultad de hacer valer el derecho contra cualquiera que se halle en posesión de
la cosa… las acciones personales en cambio se dan en protección de los derechos
personales y tienen las siguientes características: a) solamente pueden ser
ejercitadas contra el o los obligados; b) tienden a la extinción del derecho,
porque una vez ejercida la acción y cobrado el crédito se extingue la
obligación….”, con la aclaración del autor antes citado, de que los caracteres
señalados sirven como tendencia general antes que como expresión de caracteres
típicos de cumplimiento obligatorio. En este entendido, diremos que las acciones
reales son aquellas que garantizan la defensa del derecho propietario sobre
determinada cosa o bien inmueble que buscan prevenir impedir o reparar una
lesión al derecho propietario y al ejercicio de las facultades que el derecho
propietario conlleva; por otra parte las acciones personales se ejercen contra
personas determinadas, por conflictos que surgen de un contrato, u otro acto
jurídico, o un delito, es decir busca garantizar el goce pleno y libre de un derecho
patrimonial.
Ahora bien, en el caso del proceso anterior donde se declaró el mejor derecho
propietario del ahora recurrente se debe precisar que la acción real de mejor
derecho propietario, regulada por el art. 1545 del C.C., está referida a la
declaración y reconocimiento de prevalencia y eficacia jurídica de un derecho de
propiedad sobre otro derecho de propiedad de un mismo inmueble; es decir que
cuando se demanda el mejor derecho propietario, la finalidad está referida a la
declaración y reconocimiento de prevalencia y eficacia jurídica de un derecho de
propiedad sobre otro respecto al mismo inmueble; que tiende a obtener una
sentencia declarativa de existencia de un mejor derecho propietario, sin embargo
dicha Sentencia de reconocimiento de mejor derecho propietario no tiene por
efecto la nulidad del título de la parte perdidosa, toda vez que los juzgadores a
P á g i n a 491 | 846
tiempo de resolver a quien corresponde el mejor derecho propietario se limitan
confrontar ambos títulos de propiedad y determinar que título es preferente y
prevalente en derecho….
En este orden de ideas, corresponde puntualizar que el recurrente pretende
encontrar cosa juzgada - oponible a la presente causa- en la Sentencia emitida en
el proceso ordinario sobre mejor derecho propietario seguido por su persona
contra Jorge Zambrana Pareja y Nicole Michaelis de Zambrana, por el cual se
reconoció su mejor derecho propietario sobre el de los ahora demandantes,
fundamentando que por efecto de dicho reconocimiento habrían perdido toda
legitimación o interés legal al tenor del art. 551 del CC., es decir que los fallos
ejecutoriados habrían extinguido el interés legítimo de los actores para demandar
en el presente proceso, sin tomar en cuenta, reiteramos, que cuando se demanda el
mejor derecho propietario, la finalidad está referida a la declaración y
reconocimiento de prevalencia y eficacia jurídica de un derecho de propiedad
sobre otro respecto al mismo inmueble; que tiende a obtener una Sentencia
declarativa de existencia de un mejor derecho propietario sobre otro, sin embargo,
dicha Sentencia de reconocimiento de mejor derecho propietario no tiene por
efecto la nulidad del título de la parte perdidosa, toda vez que los juzgadores a
tiempo de resolver a quien corresponde el mejor derecho propietario se limitan
confrontar ambos títulos de propiedad y determinar que título es preferente y
prevalente en derecho.”.

EFECTO DE LA SENTENCIA DE MEJOR DERECHO PROPIETARIO


Auto Supremo: 168/2017
Sucre: 20 de febrero 2017
Proceso: Mejor derecho de propiedad y reivindicación.
Al respecto el Auto Supremo N° 1051/2015 de 16 de Noviembre, ha orientado
que: “Según el Tratadista Guillermo A. Borda: “…de acuerdo a una clásica
distinción, las acciones patrimoniales se dividen en reales y personales. Las
primeras son las que se dan en protección de los derechos reales y tienen las
siguientes características generales: a) gozan del ius persequendi; ósea de la
facultad de hacer valer el derecho contra cualquiera que se halle en posesión de
la cosa… las acciones personales en cambio se dan en protección de los derechos
personales y tienen las siguientes características: a) solamente pueden ser
ejercitadas contra el o los obligados; b) tienden a la extinción del derecho,
porque una vez ejercida la acción y cobrado el crédito se extingue la
obligación….”, con la aclaración del autor antes citado, de que los caracteres
señalados sirven como tendencia general antes que como expresión de caracteres
típicos de cumplimiento obligatorio. En este entendido, diremos que las acciones
reales son aquellas que garantizan la defensa del derecho propietario sobre
P á g i n a 492 | 846
determinada cosa o bien inmueble que buscan prevenir impedir o reparar una
lesión al derecho propietario y al ejercicio de las facultades que el derecho
propietario conlleva; por otra parte las acciones personales se ejercen contra
personas determinadas, por conflictos que surgen de un contrato, u otro acto
jurídico, o un delito, es decir busca garantizar el goce pleno y libre de un derecho
patrimonial.
Ahora bien, en el caso del proceso anterior donde se declaró el mejor derecho
propietario del ahora recurrente se debe precisar que la acción real de mejor
derecho propietario, regulada por el art. 1545 del C.C., está referida a la
declaración y reconocimiento de prevalencia y eficacia jurídica de un derecho de
propiedad sobre otro derecho de propiedad de un mismo inmueble; es decir que
cuando se demanda el mejor derecho propietario, la finalidad está referida a la
declaración y reconocimiento de prevalencia y eficacia jurídica de un derecho de
propiedad sobre otro respecto al mismo inmueble; que tiende a obtener una
sentencia declarativa de existencia de un mejor derecho propietario, sin embargo
dicha Sentencia de reconocimiento de mejor derecho propietario no tiene por
efecto la nulidad del título de la parte perdidosa, toda vez que los juzgadores a
tiempo de resolver a quien corresponde el mejor derecho propietario se limitan
confrontar ambos títulos de propiedad y determinar que título es preferente y
prevalente en derecho….
En este orden de ideas, corresponde puntualizar que el recurrente pretende
encontrar cosa juzgada - oponible a la presente causa- en la Sentencia emitida en
el proceso ordinario sobre mejor derecho propietario seguido por su persona
contra Jorge Zambrana Pareja y Nicole Michaelis de Zambrana, por el cual se
reconoció su mejor derecho propietario sobre el de los ahora demandantes,
fundamentando que por efecto de dicho reconocimiento habrían perdido toda
legitimación o interés legal al tenor del art. 551 del CC., es decir que los fallos
ejecutoriados habrían extinguido el interés legítimo de los actores para demandar
en el presente proceso, sin tomar en cuenta, reiteramos, que cuando se demanda el
mejor derecho propietario, la finalidad está referida a la declaración y
reconocimiento de prevalencia y eficacia jurídica de un derecho de propiedad
sobre otro respecto al mismo inmueble; que tiende a obtener una Sentencia
declarativa de existencia de un mejor derecho propietario sobre otro, sin embargo,
dicha Sentencia de reconocimiento de mejor derecho propietario no tiene por
efecto la nulidad del título de la parte perdidosa, toda vez que los juzgadores a
tiempo de resolver a quien corresponde el mejor derecho propietario se limitan
confrontar ambos títulos de propiedad y determinar que título es preferente y
prevalente en derecho.”.

EFECTO EXTINTIVO DE LA PRESCRIPCION Y LA INTERRUPCION


Auto Supremo: 60/2016
Sucre: 03 de febrero 2016

P á g i n a 493 | 846
Acusa inadecuada interpretación y aplicación del régimen de la prescripción,
considerando que la acción prevista en el art. 302 del Código de Comercio se
encontraría sujeta al régimen de la caducidad y no así de la prescripción, por
consiguiente vulneración de los arts. 1.492 y 1.506 del Código Civil.
Es pertinente decir que la prescripción extintiva es distinta a la caducidad, aunque
ambas instituciones extinguen acciones y derechos por el transcurso del tiempo,
pero el régimen jurídico perteneciente a una no le es aplicable enteramente a la
otra; la doctrina marca como diferencia sustancial que la caducidad no es
susceptible de interrupción en su plazo, como lo es la prescripción.
Por otro lado, la doctrina en análisis sobre estas dos instituciones ha logrado
conjeturar criterios válidos para hacer más precisa su diferencia, que nos permitirán
ahuyentar duda en el tema, para lo que recurrimos a Díez-Picazo y Gullón en la
obra Instituciones del Derecho Civil (Vol. I/1, 2000, pág. 292) que sostienen
acertadamente un razonamiento de diferencia respecto a la situación jurídica de la
aplicación de la caducidad, que señala: “Un criterio de distinción aceptable es el
derivado de la naturaleza del derecho objeto de presunta caducidad, pues ésta
recae sobre lo que en su momento hemos llamado derechos potestativos o
facultades de configuración o modificación de una situación jurídica. Pendiente su
ejercicio, la situación jurídica afectada se encuentra en una fase provisional o
transitoria, que exige un rápido tránsito a una situación definitiva”.
Por lo señalado, resulta evidente que el plazo descrito en el art. 302 del Código de
Comercio, para la impugnación de resoluciones de juntas que violen las
disposiciones de la Ley especial es dentro de los sesenta días siguientes a la
reunión o de su publicación, siendo este un plazo de caducidad y no de
prescripción, por cuanto la acción se encuentra en un estado provisional, situación
transitoria que amerita un estado definitivo, pues de no ser impugnado en el plazo
previsto por ley, se habría dejado extinguir la acción por el transcurso del tiempo
(sesenta días). No pudiendo subsumirse el criterio de prescripción por cuanto esta
institución permite que la duración del derecho se prolongue indefinidamente por
el efecto interruptivo que ella contiene, que permite iniciar un nuevo periodo de
tiempo, lo que en el caso no ocurre.
Por lo que siendo el plazo de caducidad, se debe aplicar lo descrito por el art. 1517
parágrafo I del Código Civil: “. La caducidad sólo se impide mediante el acto por
el cual se ejerce el derecho”, siendo indispensable la presentación de la demanda,
como acto idóneo de ejercicio del derecho, para que no opere la caducidad; por lo
que no es aplicable el régimen jurídico de la prescripción.

EFECTO RETROACTIVO DE LA NULIDAD


P á g i n a 494 | 846
Auto Supremo: 526/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Nulidad de Escritura Pública, cancelación de gravamen y otros.
El art. 547 del Código Civil, establece el efecto retroactivo de la nulidad declarada,
y por la misma se entiende que genera efectos retroactivos; es en este entendido
que este Supremo Tribunal ha orientado a través de diversos fallos, entre ellos el
Auto Supremo N° 1132/2015 – L de 07 de diciembre sobre los efectos retroactivos
de la nulidad oriento que: “En ese contexto. Cuando las partes contratantes
procuran la nulidad del contrato del cual nace su relación jurídica, el efecto
emergente de la invalidez pretendida es la extinción de las obligaciones
incumplidas con carácter retroactivo, conforme prevé el art. 547 –1 del Código
Civil, emergiendo la ficción legal que el contrato no se ha generado, volviendo las
cosas al estado en que se encontraban antes de la celebración del acto como si
este no hubiese existido, pero si las obligaciones fueron total o parcialmente
cumplidas el efecto de la nulidad demandada entre partes es el “restitutorio” en
virtud al cual las partes deben restituirse mutuamente los prestaciones recibidas,
conforme añade la aclaración del precitado artículo”.

EFECTOS DE LA ANULABILIDAD RESPECTO A TERCEROS


Auto Supremo: 224/2017
Sucre: 08 de marzo 2017
Proceso: Nulidad de documentos y otros.
Sobre la aplicación del art. 559 del Código Civil este Tribunal ha emitido el Auto
Supremo Nº 112/2016 de 5 de febrero en ella se explicó lo siguiente: “Por su
parte, nuestra legislación, encuentra cobijo al tercero adquiriente de buena fe,
solamente en los casos de anulabilidad, el art. 559 del CC. Establece:
“(EFECTOS DE LA ANULABILIDAD RESPECTO A TERCEROS) La
anulabilidad no perjudica los derechos adquiridos por terceros de buena fe y a
título oneroso, salvo los efectos de la inscripción de la demanda.”, normativa que
debe ser interpretada en concordancia con la nueva visión procesal de la ley Nº
439 que en su art. 229 – II referente a los alcances de la sentencia indica:
“También alcanza los efectos de la sentencia a las personas que trajeren o
derivaren sus derechos de aquellas. En ningún caso afectará a terceros
adquirientes de buena fe a título oneroso de bienes o derechos y que tengan título
inscrito en el registro público correspondiente.”. Al respecto, y en consideración
a la denuncia expuesta por (…) relativo al principio “Quo nullumest, nullum
producit effectun” (lo que es nulo no produce ningún efecto) que a criterio del
recurrente fueron superados por la nueva concepción procesal civil en su art. 229
(Alcance de la Sentencia) donde se especifica que la sentencia en ningún caso
afectará a terceras personas adquirientes de buena fe a título oneroso de bienes o
derechos y que tengan título inscrito en el registro público, se debe indicar; no es
que nuestra legislación haya evolucionado o superado dicho principio, éste como
P á g i n a 495 | 846
enunciado normativo general o axioma que plasma una determinada valoración de
justicia de una sociedad, prevalece en el tiempo, y no puede ser superado por una
norma adjetiva como la señalada. En ese entendido, respecto a la protección del
tercero adquiriente de buena fe, indicaremos que nuestra legislación siempre
contó con la protección a los terceros de buena fe, pero solamente en los casos
previstos de anulabilidad, nunca para los casos de nulidad de documentos que
conforme la regla de retroactividad establecida en el art. 547 del CC -efectos de la
nulidad-, las cosas vuelve al estado original y al volver a su estado primigenio,
surge o nace el efecto cascada de la nulidad declarada, alcanzando así los
derechos de terceras personas que pudieron comprar de buena fe y que fueron
demandadas de nulidad, lógicamente teniendo estás (terceros de buena fe) las vías
legales para reclamar sus derechos a su vendedor o finalmente hacer prevalecer
su buena fe conforme lo norma el art. 134 del CC, situación que en el caso de
autos no concurre. Por dicho motivo concluiremos indicando que esta nulidad
tiene efectos Ex tunc, “desde el origen”; la nulidad ex tunc es una nulidad que se
retrotrae al día en que se concluyó un contrato, término latino, utilizado para
referirse a una acción que produce efectos desde el momento mismo en que el acto
tuvo su origen, retrotrayendo la situación jurídica a ese estado anterior…”

EFECTOS DE LA NULIDAD EN MATERIA FAMILIAR


Auto Supremo: 660/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Nulidad
Por lo general las resoluciones que declaran la nulidad de un acto jurídico de una
norma producen efectos hacia el pasado es decir hasta el momento mismo de
celebración del acto declarado nulo (ex tunc); sin embargo, excepcionalmente la
declaración de nulidad no sólo produce efectos retroactivos hasta el momento de
celebración del acto nulo, sino también existen casos en que el efecto es hacia el
futuro (ex nunc), es decir desde el momento de declaración de la nulidad de un acto
jurídico (ejecutoria de la Sentencia), esto por razones de seguridad jurídica y la
protección de derechos fundamentales, como en el caso de materia familiar (arts.
62 a 66 de la C.P.E.), donde la eficacia retroactiva de la Sentencia tiene un límite
en las relaciones familiares ya establecidas antes del fallo, es decir cuando la
familia que tuvo existencia evidente y se generaron derechos para sus miembros
dentro de la relación familiar establecida en ella, como los derechos de los hijos o
el patrimonio constituido por los conyugues que debieron actuar guiados por la
buena fe, elemento este ultimo de importancia para establecer los efectos de la
Sentencia de nulidad en relación a los actos posteriores a la celebración del
matrimonio por parte de los conyuges.

P á g i n a 496 | 846
En este entendido Luis Diez de Picazo y Antonio Gullón en su obra Instituciones
de Derecho Civil, volumen II, al respecto señalaron: “En el tratamiento jurídico de
las cuestiones matrimoniales es de aplicación la categoría de la nulidad, que toma
como punto de referencia el acto de celebración y la regularidad o irregularidad
del mismo, en virtud de la concurrencia o falta de concurrencia de sus requisitos o
presupuestos. Pero en materia de matrimonio no tienen virtualidad con total
exactitud las normas de nulidad de los contratos ni todas las categorías que allí se
establecen (p. ej. Nulidad absoluta y relativa o anulabilidad) la especial
naturaleza de la institución demanda un régimen propio…”, continúan señalando
los citados autores que: “la Sentencia firme de nulidad no produce la claudicación
de los efectos del matrimonio en favor del contrayente que habría concurrido de
buena fe a la celebración del matrimonio, y en favor de los hijos aunque ambos
conyugues hubieran sido de mala fe, y constituye una excepción al principio
retroactividad de la declaración de nulidad matrimonial… la nulidad del
matrimonio deja en pie los efectos “ya producidos” para el conyugue de buena fe
y para los hijos en todo caso…”.
Por otra parte Guillermo A. Borda en su tratado de Derecho Civil Tomo I Familia,
refiere: “…no parece justo, de modo alguno, que quien fue sorprendido en su
buena fe deba sufrir, además del derrumbe de sus desilusiones y de la afrenta que
importa la nulidad… el derecho canónico introdujo más tarde la teoría del
matrimonio putativo. En sustancia, significa atribuir al matrimonio nulo, pero
celebrado de buena fe, los mismos efectos del válido hasta el momento de la
Sentencia…”; Así también el Autor Boliviano Félix Paz Espinoza en su
obra Derecho de Familia y sus Instituciones al respecto precisó: “a) cuando los
dos cónyuges procedieron de mala fe en la celebración del acto matrimonial,
conociendo la existencia del acto dirimente, la retroactividad opera ex tunc (desde
entonces) de modo que el acto se considera como aquel que nunca existió entre
ellos y por lo mismo, tampoco genera efecto jurídico alguno… b) Si ambos
cónyuges actuaron de buena fe, los efectos del matrimonio subsisten en las
relaciones jurídicas de los cónyuges entre sí, hasta el momento de dictarse la
sentencia, que produce la nulidad y la anulabilidad opera en este caso sin
retroactividad, o sea ex nunc (desde ahora, es decir, desde el momento de la
ejecutoria de la sentencia) de modo que se considera válido el matrimonio para
ambos cónyuges hasta ese momento… c) Empero si solo uno de los cónyuges ha
procedido de buena fe, la eficacia y validez del matrimonio surte hasta el momento
de la de la ejecutoria de la sentencia, de modo que sus efectos se mantienen solo
para el cónyuge que actuó de buena fe. En tal caso opera la nulidad ex nunc para
el de buena fe y para el otro que actuó de mala fe la nulidad es ex tunc.”.
P á g i n a 497 | 846
Tesis acogida por los autores antes citados y por este Supremo Tribunal Justicia
respecto a los efectos ex nunc de la nulidad en materia familiar, entendiendo que en
el caso de la nulidad del matrimonio, los efectos operaran a partir de que la
sentencia ejecutoriada, esto en consideración a la demostración de la constitución
de la familia de la cual emergieron relaciones familiares y derechos para los
miembros de la misma y a la buena fe con que obraron los cónyuges a momento
del acto matrimonial, en cuyo mérito, el matrimonio producirá válidamente sus
efectos hasta el momento en que la Sentencia adquiera la calidad de cosa juzgada,
la cual no operará retroactivamente (sino ex nunc es decir hacia el futuro) esto
reiteramos en función a los derechos de la familia que se generan en la relaciones
familiares emergentes de la constitución familiar.
Es en este entendido que este Supremo Tribunal de Justicia al respecto ha orientado
en el Auto Supremo Nº 265/2013 de 23 de mayo que: “Asimismo es de considerar,
que todos los supuestos fácticos, nos demuestran un lazo familiar amplio entre los
contrincantes, por lo que prima en tomar cualquier decisión en beneficio de la
familia, como núcleo de la sociedad, y no en contra de ella, entendiendo que fruto
de la adopción se ha constituido una familia que incluso a sido ampliada por las
generaciones posteriores, que desde luego merece la protección de la Constitución
y las leyes, y es deber de éste Tribunal aplicar lo estipulado en el art. 2 del Código
de Familia, que señala: “Los jueces autoridades, al resolver los asuntos sometido
a su conocimiento, tendrán en cuenta el estado o condición de las personas como
miembros del grupo familiar y concederán prevalencia al interés que corresponde
a la familia sobre el particular de sus componentes y terceros”.
Por otro lado, existiendo una divergencia patrimonial de por medio, es de precisar
que aun obteniendo la nulidad de adopción, que no es el caso, los efectos de la
nulidad no surten un efecto retroactivo, (ex tunc) sino surten efecto desde la
ejecutoria misma de la Sentencia, (ex nunc), por cuanto el efecto de la nulidad en
materia de familia no es equiparable al efecto en materia Civil, que retrotrae sus
efectos desde el nacimiento del acto nulo; ya que las relaciones familiares, que
conllevan obligaciones y derechos, transcurren de manera continua, en cada
instante, en la protección de los padres a los hijos, la otorgación de alimentos,
salud, educación, y cada uno de los actos que se suscitan en el interior de la
familia, que conllevan elementos personales y patrimoniales, por lo que un efecto
retroactivo no resulta lógico por el carácter único que contiene las relaciones
familiares, por tal circunstancia aún la invalidez de la adopción, ésta no alcanza
los efectos patrimoniales ya operados, es decir la invalidez opera a futuro.”.

P á g i n a 498 | 846
EFECTOS DE LA NULIDAD REGULADA POR EL ART. 549 DEL
CÓDIGO CIVIL
Auto Supremo: 748/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Proceso: Nulidad de transferencia de inmueble y cancelación de Escritura Pública
en notaria de gobierno y hacienda.
En el Auto Supremo Nº 1051/2015 de 16 de Noviembre, se ha razonado que:
“Demanda de nulidad, que hace a una acción personal regulada por el art. 549 del
C.C., que procede cuando el contrato u acto Jurídico del cual deberían emerger
obligaciones contiene vicios insubsanables por disposición expresa de la ley y lo
que impide que un contrato o acto jurídico tenga validez jurídica que pueda
afectar los derechos de una de las partes o como en el caso presente de terceros
con interés legítimo, pues se constituye en un acto viciado desde su nacimiento,
razón por la que la acción personal de demandar la nulidad es imprescriptible y
no es susceptible de confirmación. La Sentencia que dispone la nulidad de un
contrato tiene un efecto retroactivo sobre los efectos aparentes que dicho acto nulo
produjo, ya que se retrotraen al nacimiento del mismo del acto jurídico viciado y
lo hacen desaparecer quedando todo como era hasta antes de la celebración del
contrato”.

EFECTOS DE LA RESOLUCIÓN DE CONTRATO


Auto Supremo: 247/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Resolución de contrato por incumplimiento más pago de daños y
perjuicios.
La doctrina de manera general establece que la resolución del contrato es una de las
formas de extinción del mismo, que generalmente opera por la violación en la
prestación comprometida, supone la extinción del contrato en virtud de un hecho
posterior a su celebración, hecho que es imputable a una de las partes como
consecuencia del: incumplimiento voluntario de la contraparte,
el incumplimiento involuntario, por sobrevenida imposibilidad de la prestación y
finalmente el incumplimiento por excesiva onerosidad. Tres reglas que rigen la
resolución de los contratos.
Al aplicarse o determinarse la resolución del contrato, ésta causa también tres
efectos, el retroactivo, reintegrativo y resarcitorio, en el primero, sus efectos se
operan retroactivamente, por lo que las partes que han quedado desvinculadas
deben restituirse recíprocamente todo lo que hubieran recibido con motivo del
contrato resuelto; la segunda, el efecto reintegrativo cobra vitalidad cuando ha
existido entre las partes un comienzo de ejecución del contrato del cumplimiento
unilateral o el intercambio de prestaciones. Si el obligado a restituir es quien ha
P á g i n a 499 | 846
dado lugar a la resolución, debe ser tratado como poseedor de mala fe, por tal
razón, si la cosa se ha destruido o deteriorado, aunque sea por caso fortuito, el
deudor está obligado a la reparación. Finalmente se encuentra el efecto
resarcitorio, en la cual, la resolución declarada impone al responsable la
reparación del daño ocasionado en lo que corresponde a la pérdida sufrida (daño
emergente) y a la pérdida de la ganancia (lucro cesante).
Al respecto Carlos Morales Guillen en su obra Código Civil concordado y anotado
en la pág. 681 establece con referencia a lo normado en el art. 568 del sustantivo
civil “Si se pronuncia la resolución, el juez puede hacer lugar a una condena
adicional de daños compensatorios, cuando la sola resolución no sea suficiente
para reparar el perjuicio causado por el incumplimiento.”
Por otro lado el art. 585 del Código Civil en su parágrafo III establece: “Cuando se
resuelve el contrato por incumplimiento del comprador, el vendedor debe restituir
las cuotas recibidas pero tiene derecho a una compensación equitativa por el uso
de la cosa, más el resarcimiento del daño…”.
Asimismo se tiene el criterio del Autor Carlos Miguel Ibañez que en su Obra
“Resolución por incumplimiento” Editorial Astrea. 2006 Pag. 36, señala: “…en los
contratos sinalagmáticos la obligación de cada una de las partes es la causa de
obligación asumida por la otra, por el que en caso de incumplimiento de una de
ellas la otra obligación cesa de tener causa. La desaparición de la causa justifica la
exceptio non adimpleti contractus y la resolución de los contratos por
incumplimiento.
Según esa teoría, la resolución se explica por la sobrevenida desaparición de la
causa por el incumplimiento de la obligación recíproca, La causa, que es necesaria
para la formación del contrato, subsiste en la fase de ejecución; de manera que si se
frustra el fin causal de una parte su obligación correlativa se queda sin causa y
puede ser resuelta.
El principal expositor de esa teoría ha sido Capitant, quien ha expresado que “lo
que quiere el que contrata es alcanzar la prestación que se le prometió. A partir
del momento en que esta prestación no se efectua voluntariamente, es de temer que
le falte el fin a que aspiraba.”.

EFECTOS DEL CONTRATO EN RELACIÓN A LOS HEREDEROS


UNIVERSALES
Auto Supremo: 365/2017
Sucre: 11 de abril 2017
Proceso: Reconocimiento judicial de derecho propietario y otro.
En el ordenamiento jurídico boliviano hay contrato cuando dos o más personas se
ponen de acuerdo para constituir, modificar o extinguir entre si una relación
jurídica, art. 450 del CC, es decir, el contrato es el medio por el que las personas en
ejercicio de su autonomía de su voluntad pactan acuerdos, de donde se generan
derechos y obligaciones, regulando, modificando o extinguiendo relaciones
jurídicas, que precisamente nacen de dichas acuerdos. Ahora bien, para la
P á g i n a 500 | 846
existencia de la relación jurídica que nace del contrato, es necesario que las partes
lleguen a un acuerdo, debiendo tener presente que parte es quien celebra un
contrato, razón por la que el art. 519 del CC, establece que la eficacia del contrato
tiene fuerza de ley entre partes contratantes, eficacia que resulta restringida frente a
terceros conforme lo dispone el art. 523 del CC que señala: “los contratos no
tienen efecto sino entre las partes contratantes y no dañan ni aprovechan a un
tercero, sino en los casos previstos por ley”.
En tal entendido, corresponde precisar que los terceros ajenos a la relación
contractual son aquellos que no han intervenido en la celebración del contrato ni
por sí mismos, ni por medio de representante, razón por la que no pueden adquirir
derechos ni obligaciones, que se generan de un acuerdo de partes ajenos a su
persona, razón por la que los artículos antes citados determinan que el contrato
produce efectos solo entre las partes contratantes y no prolonga su eficacia a
terceros, porque estos no pueden verse perjudicados o beneficiados con un contrato
en el cual no son parte, salvo disposición contraria de la ley.
Hechas estas aclaraciones corresponde referirnos a la calidad del heredero
universal, en relación a la eficacia del contrato, para determinar si este es terceros o
no dentro la relación contractual, debemos citar la presunción legal establecida en
el art. 524 del CC, que al respecto establece: “Se presume que quien contrata lo
hace para sí y para sus herederos causa-habientes, a menos que lo contrario sea
expresado o resulte de la naturaleza del contrato.”, esto en el entendido de que el
heredero universal continúa la persona de su causante, sucediéndole en todos sus
derechos y obligaciones, es decir, la eficacia del contrato que queda limitada a las
partes que han intervenido en el mismo, es extensible a los herederos universales
de las partes por ser quienes las suceden –reiteramos- en todos sus derechos y
obligaciones. Salvo en los casos en que la ley disponga lo contrario, o el caso de
los derechos y obligaciones no sean transmisibles. Razonamiento que también
resulta aplicable al caso de los documentos públicos conforme se tiene dispuesto en
el art. 1289-I del CC, que en su parte final establece que el documento
público: “…hace de plena fe, tanto entre partes otorgantes como entre sus
herederos o sucesores.”.
En estos antecedentes, se puede concluir que los herederos universales son parte
del contrato, esto en razón a que al abrirse la sucesión por el al fallecimiento de su
causante los herederos universales que asumen el total de los derechos y
obligaciones, entran a ocupar el lugar que este tenía en la relación jurídica generada
por efecto del contrato, ejerciendo los derechos y asumiendo las obligaciones en
nombre propio, debiendo tener en cuenta que estos solo asumen los derechos y
obligaciones que tenía su causante no pudiendo ir más allá de estos.
En este sentido, el Supremo Tribunal de Justicia en el Auto Supremo Nº 530/2015
10 de julio, al respecto orientó: “A su vez, Guillermo A. Borda, en su “Manual de
Contratos” define “las partes de un contrato son aquellas personas que, ya sea
por sí o por medio de un representante, se han obligado a cumplir ciertas
prestaciones y han adquirido ciertos derechos, se las llama también otorgantes del
P á g i n a 501 | 846
acto” también se considera como si fueran parte “los sucesores universales de los
otorgantes, que a la muerte de estos, vienen a ocupar su lugar. Los efectos de los
contratos se extienden activa y pasivamente a ellos”, seguidamente anota “los
sucesores universales ocupan el lugar del causante (otorgante del contrato) desde
el mismo momento del fallecimiento”; por su parte Francesco Messineo, en el
libro Doctrina General del Contrato señala: “no son terceros, como es obvio, el
representante (cuando existe) de cada uno de los contratantes; el heredero de cada
contratante; y también, bajo ciertos aspectos, el causahabiente de cada
contratante; ellos se equiparan al que participa en el contrato…”.

EFICACIA DE LA CITACIÓN Y/O NOTIFICACIÓN AUN DE


INCUMPLIR FORMALIDADES
Auto Supremo: 604/2017
Sucre: 12 de junio 2017
Proceso: Ordinario, reivindicación de inmueble, más pago de daño emergente y
lucro cesante.
Sentencia Constitucional 1193/2010-R de 6 de septiembre:
“Conforme el Código de Procedimiento Civil y la doctrina, la notificación debe
cumplir con ciertas formalidades para su validez; empero, el fin de ella en el
cumplimiento de su objetivo de hacer conocer a las partes lo resuelto, en
determinadas circunstancias puede obviar la formalidad, así lo estableció la
jurisprudencia de este Tribunal, precisando que, aún cuando la diligencia fuera
defectuosa, pero hubiere cumplido con la finalidad de poner en conocimiento del
destinatario la determinación judicial o administrativa, se tendrá por válida, de
modo que no se infrinja el principio de contradicción y, principalmente, el debido
proceso en su elemento defensa.
Al respecto la SC 1376/2004-R de 25 de agosto, ratificada por la SC 0295/2010-R
de 7 de junio, estableció: “… la sola falta de formalidad en una notificación no
implica vulneración al citado derecho, sino que debe demostrarse que con ello se
impidió que el interesado hubiera tomado conocimiento material del proceso en
su contra, pues si la notificación aún defectuosa cumplió su objetivo no existe
vulneración al derecho a la defensa…”. (las negrillas nos pertenecen)”.
Sentencia Constitucional 1568/2010-R de 11 de octubre:
“Respecto a la validez de la citación, la SC 0193/2006-R de 21 de febrero señaló
que: "… 'una citación o notificación es válida cuando se ha cumplido la finalidad
de que la parte afectada tenga conocimiento de la determinación pronunciada
dentro del proceso judicial que se sigue en su contra' (SC 933/2004-R, de 15 de
junio) vale decir que la finalidad procesal de la citación o notificación cual es la
de poner en conocimiento del notificado o citado alguna resolución o pretensión
de la parte, se tiene por cumplida aún si existieran vicios de nulidad en su
diligencia; empero, a pesar de esos defectos, se cumplió con la finalidad de poner
en conocimiento cierto esos actos procesales. Consiguientemente, conforme
concluyó la SC 1164/2001-R, de 12 de diciembre de 2001: 'Los actos procesales
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son válidos en la medida en que cumplen adecuadamente la finalidad que
conllevan sin lesionar derecho fundamental alguno'; por lo mismo no es posible
convocar la nulidad de citación o notificación por no haberse cumplido con las
formalidades legales previstas al no haberse lesionado un derecho fundamental o
alguna garantía constitucional, cual sería -entre otras-el de provocar la
indefensión de alguna de las partes".
Por otra parte, la SCP 1388/2013 de 16 de agosto señaló lo siguiente:
“La nulidad no puede originarse en la negligencia de la parte procesal que
solicita la misma, lo que concuerda con el principio general del derecho que
establece que 'Nadie puede alegar su propia torpeza”.

EFICACIA DEL CONTRATO


Auto Supremo: 486/2017
Sucre: 15 de mayo 2017
Proceso: Perfeccionamiento de venta, cumplimiento de obligación, Extensión
de minuta y Entrega de Inmueble, más pago de daños y perjuicios.
El art. 519 del Código Civil establece: “El contrato tiene fuerza de ley entre las
partes contratantes. No puede ser disuelto sino por consentimiento mutuo o por las
causas autorizadas por Ley” Del contexto del mencionado artículo se establece que
el mismo está referido a la eficacia del contrato. Carlos Morales Guillén en su libro
Código Civil Concordado y anotado Tomo I Editorial Gisbert y Cia S.A. explica
que existen dos reglas en el mencionado artículo, las cuales se explican por sí solas
en ese sentido indica: “Los contratos formalizados legalmente tienen fuerza de ley
para aquellos que los han celebrado. El contrato es para las partes contratantes
una Ley, con la misma fuerza y autoridad que cualquier norma, aunque su alcance
sea limitado y único: obliga exclusivamente a los contratantes (art. 523) porque el
negocio jurídico da nacimiento a normas jurídicas solamente individuales no
generales (Kelsen, cit. por R. Villegas). El sentido verdadero del precepto, intenta
significar que todo contrato debe cumplirse como se cumple la misma Ley. Su
equiparación a la Ley en cuanto a su eficacia respecto a las partes, observa
Messineo se concreta a destacar que las partes no pueden sustraerse al deber de
observar el contrato, según las estipulaciones del mismo.
“La segunda regla precisa que solo la voluntad de las mismas partes, que dieron
vida y eficacia al contrato, puede convenir su disolución de la relación jurídica
constituida en éste, considerando la autonomía de la voluntad de las partes, no hay
nada más natural que un acuerdo contractual de dos partes se disuelva del mismo
modo, esto es por acuerdo de ellas. Esta segunda regla deriva de la contenida en
la primera fase del art. y sanciona la intangibilidad (Messineo) del contrato por
voluntad unilateral a menos que resulte modificada por la misma excepción que
ella expresa que permite disolver el contrato por la sola voluntad de una de las
partes cuando así se ha pactado en el contrato (art. 525) y segundo cuando una
disposición de la ley concede a una o ambas partes esta facultad.

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EFICACIA DEL DOCUMENTO PRIVADO
Auto Supremo: 963/2016
Sucre: 18 de agosto 2016
Proceso: Usucapión
El art. 1297 del Código Civil señala lo siguiente: “(Eficacia del documento privado
reconocido) El documento privado reconocido por la persona a quien se opone o
declarado por la ley como reconocido, hace entre los otorgantes y sus herederos y
causa-habientes, la misma fe que un documento público respecto a la verdad de
sus declaraciones…”, la norma describe que un documento suscrito por entre los
otorgantes hace la misma fe que un documento público respecto a la verdad de sus
declaraciones, el contenido que ha sido declarado por los suscribientes tiene la
fuerza de ley en cuanto a su contenido.

EFICACIA PROBATORIA
Auto Supremo: 759/2015 - L
Sucre: 08 de Septiembre 2015
Respecto a que el Auto de Vista contiene violación, interpretación errónea y
aplicación indebida de la ley al referirse a la prueba testifical que le da valor de
acuerdo al art. 1330 del Código Civil, corresponde señalar que el citado artículo
menciona: “Cuando la prueba testifical es admisible, el juez la apreciará
considerando la credibilidad personal de los testigos, las circunstancias y la
eficacia probatoria suficiente que de sus declaraciones sobre los hechos pueda
resultar, sin descuidar los casos en que legal o comúnmente se requieran otra
clase de pruebas”, por la cita realizada se tiene que la citada norma no señala
expresamente que la prueba testifical para que tenga valor necesariamente debe
estar respaldada por otro elemento probatorio, la recurrente sin embargo deberá
tener presente que la apreciación de la prueba es facultad privativa de los jueces de
grado, de acuerdo a la valoración que les otorga la ley y cuando ésta no determina
otra cosa, podrán hacerlo conforme a su prudente criterio o sana crítica, según
dispone el art. 1286 del Código Civil concordante con el art. 397 parágrafo I de su
Procedimiento.

EJECUCIÓN DE SENTENCIAS CONSTITUCIONALES CON CALIDAD


DE COSA JUZGADA
Auto Supremo: 1161/2016
Sucre: 07 de octubre 2016
Proceso: Mejor Derecho Propietario y otro.
En cuanto al cumplimiento de las Sentencias Constitucionales Plurinacionales con
calidad de cosa juzgada en la resoluciones, en el Auto Constitucional Plurinacional
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0019/2016-O de fecha 21 de julio de 2016 se ha orientado en sentido que : “Al
respecto, el ACP 0019/2014-0 de 14 de mayo, acerca de si es posible ingresar a
conocer una solicitud de la parte demandada en la cual denuncia que cumplió la
Sentencia Constitucional Plurinacional que se reclama, razonó que: “…la
resolución que defina una problemática en la vía constitucional, en atención al
derecho de tutela judicial efectiva y al debido proceso que hace al proceso
constitucional debe ser cumplida a cabalidad; es decir, sin que el resultado de su
cumplimiento sea inferior a lo determinado por la justicia constitucional pero que
tampoco se produzca un sobrecumplimiento de lo ordenado, ello en atención a que
la autoridad judicial está obligada a resolver el cumplimiento respecto a lo
debatido y dispuesto por la justicia constitucional. De lo expuesto y siendo que una
sentencia constitucional plurinacional resuelve sobre la existencia de una relación
jurídica en la cual existen dos partes una accionante y otra demandada con la
consiguiente posibilidad de declararse la titularidad de un derecho y
correlativamente de un deber jurídico, se tiene entonces que la solicitud para pedir
la declaratoria de cumplimiento o incumplimiento de la sentencia no corresponde
a las dos partes procesales; en este sentido, la parte victoriosa puede denunciar el
incumplimiento de una sentencia constitucional plurinacional mientras que la
parte demandada puede denunciar su sobrecumplimiento. Entonces, cuando un
juez o tribunal de garantías emite una resolución en la cual determina el
cumplimiento o incumplimiento de un fallo constitucional y en atención al art.
16.II del CPCo, que señala: “Corresponderá al Tribunal Constitucional
Plurinacional conocer y resolver las quejas por demora o incumplimiento en la
ejecución antes referida…”, alcanza tanto a la parte accionante en lo referente a
la tutela que obtuvo pero también a la parte demandada cuando se exija un
sobrecumplimiento de la sentencia” (las negrillas nos corresponde). Así los
razonamientos jurisprudenciales expuestos, y principalmente el relativo a la
facultad de denunciar en queja sobre la ejecución de sentencia tanto la mora o
incumplimiento de una Sentencia emanada de este Tribunal, como un eventual
sobrecumplimiento, en el marco de los principios del derecho procesal
constitucional desarrollados por la jurisprudencia constitucional a tiempo de
instituir el trámite de queja aludido (AC 0006/2012-O), se entenderá en este caso
último, que la queja elevada ante este Tribunal por parte de la persona o
autoridad demandada sobre un alegado sobrecumplimiento debe tramitarse en el
efecto suspensivo, es decir, que la orden dispuesta por el Tribunal de garantías,
cuestionada de exceder lo dispuesto en Sentencia Constitucional Plurinacional e
impugnada por ello mismo de sobrecumplimiento, deberá diferir sus efectos hasta
el pronunciamiento de este Tribunal al respecto, pues lo contrario implicaría dar
P á g i n a 505 | 846
lugar a una revisión formal alejada de la eficaz ejecución de la Sentencia en
cuestión, o incluso dar lugar a disfunciones procesales proscritas por el
ordenamiento jurídico constitucional.”

EL HEREDERO PUEDE OPTAR DIRECTAMENTE ACTIVAR EL


PROCESO ORDINARIO, SIN NECESIDAD DE REQUISITO PREVIO
Auto Supremo: 818/2016
Sucre: 13 de julio 2016
Proceso: División y partición
El art. 678 del Código de Procedimiento civil señala lo siguiente: “(Opción de los
herederos). Será potestativo de los herederos pedir la partición por vía voluntaria
o ingresar directamente al juicio ordinario si existieren puntos contradictorios que
dilucidar previamente.”
La norma descrita refiere que, el heredero que pretenda una división y partición
puede formular su pretensión para su tramitación en proceso voluntario ante el Juez
instructor o ingresar directamente al juicio ordinario “si existen puntos
contradictorios que dilucidar previamente”, esta última descripción no tiene
funcionalidad en el desarrollo del proceso ordinario, pues entienden los
doctrinarios que la misma podría ser aplicable al caso de peticionarse colación y/o
imputaciones en contra de los demandados, la determinación de las cargas de la
sucesión, o en su caso determinar la indivisión de ciertos bienes que señalan los
arts. 1238 y 1241 del Código Civil, entre otros hipotéticos; empero de ello, la sola
estimación de estos hipotéticos puede ser presentada en la vía voluntaria la misma
que dependerá de la postura que adopte el demandado si acoge la pretensión o la
rechaza, de ahí la falta de funcionalidad del requisito “puntos contradictorios que
dilucidar previamente”, por lo que la pretensión de división y partición, en
vigencias del Código de Procedimiento Civil, podía ser presentada como una
pretensión en la vía voluntaria o si considera -el demandante- que la parte
demandada se opondrá al proceso directamente puede activar el proceso
ordinario (sin necesidad de tramitar la vía voluntaria, aguardar la oposición y la
remisión del proceso ante el Juez de Partido en caso de que corresponda), sin que
exista cuestiones previas que definir, postura acogida en base a la interpretación
teleológica pues la finalidad del proceso es buscar una solución pronta al proceso
judicial, pues en caso de plantearse la pretensión en la vía del proceso ordinario y si
no existe contención (oposición a la pretensión) del demandado quien podría
contestar afirmativamente la demanda, en base al art. 347 del Código de
Procedimiento Civil, el Juez se encuentra facultado para emitir sentencia conforme

P á g i n a 506 | 846
a la norma descrita, por lo que en los casos de contestarse afirmativamente la
demanda en la vía voluntaria o en el proceso ordinario, no generara perjuicio para
el demandado.

EL PODER PARA ACTOS DE DISPOSICIÓN


Auto Supremo: 244/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Anulabilidad y otros.
El art. 809 del Código Civil describe el mandato general y especial, y refiere que el
primero es para todos los negocios del causante y el segundo para uno o muchos
negocios determinados o precisados, asimismo se dirá que el propio art. 810 refiere
sobre el mandato general no comprende sino los actos de administración, asimismo
describe que el mandato general no comprende sino los actos de administración, si
se trata de transigir, enajenar o hipotecar o de cualquier otro acto de disposición, el
mandato debe ser expreso, la facultad de transigir no se extiende a comprometer.
En nuestro sistema legal, la nomenclatura de los arts. 809 y 810 describen una
clasificación de mandatos general para todos los actos de la administración,
especial para uno o muchos negocios determinados, y cuando se trata de transigir,
enajenar o hipotecar debe existir disposición expresa, esta disposición tiene que ver
con la precisión de su expresión en el contenido del mandato, aspecto que faculta al
mandatario efectuar uno o varios actos de disposición.

ELEMENTOS DE LA POSESIÓN
Auto Supremo: 308/2017
Proceso: Usucapión.
Sobre los elementos de la posesión este Tribunal ha emitido el Auto Supremo N°
131/2014 de 10 de abril, se ha descrito los elementos de la posesión describiendo lo
siguiente: “Al respecto, inicialmente señalaremos que la usucapión llamada
también “prescripción adquisitiva” es un modo originario de adquirir el derecho
de propiedad sobre un bien por la posesión continua e ininterrumpida, pública y
pacífica por el plazo que dispone la ley, en el caso de la usucapión extraordinaria
como en el caso de Autos, el plazo de 10 años, que cumplido de manera efectiva y
sumado a la posesión dan lugar a la prescripción adquisitiva.
Señalado lo anterior, en la especie importa incidir respecto a lo dispuesto por el
art. 87 del Código Civil, que en relación a la posesión señala: “I. La posesión es
el poder de hecho ejercido sobre una cosa mediante actos que denotan la
intención de tener sobre ella el derecho de propiedad u otro derecho real”; norma
referida específicamente al ejercicio de hecho sobre el bien que se pretende
usucapir y el propósito o la intención que se tiene sobre el mismo como verdadero
titular,estableciéndose en consecuencia dos elementos: uno objetivo y otro
subjetivo, pues conforme señala la doctrina, resulta imperativo para la
procedencia de la usucapión, el dominio físico de la cosa, denominado “corpus”

P á g i n a 507 | 846
y, la actitud y comportamiento frente a ella como su verdadero dueño, lo que se
denomina “animus”, elementos que configuran la posesión como la autoridad o
ejercicio de hecho sobre el bien.
Ahora bien, establecidos los elementos de la posesión, cabe referirnos a los
requisitos que se exigen para su procedencia, es decir que la misma sea pacífica,
continua e ininterrumpida y pública; entendiéndose por pacífica, que el
usucapiente hubiera ingresado a la posesión del bien inmueble, sin violencia de
ninguna naturaleza y manteniéndola en ese estado durante el tiempo establecido,
sin presión ni coerción de ninguna naturaleza…”

ELEMENTOS DE LA POSESIÓN
Auto Supremo: 225/2017
Sucre: 08 de marzo 2017
Proceso: Usucapión.
Corresponde señalar que en el Auto Supremo Nº 131/2014 de 10 de abril, se ha
explicado sobre los elementos de la posesión, de la manera siguiente: “Al respecto,
inicialmente señalaremos que la usucapión llamada también “prescripción
adquisitiva” es un modo originario de adquirir el derecho de propiedad sobre un
bien por la posesión continua e ininterrumpida, pública y pacífica por el plazo que
dispone la ley, en el caso de la usucapión extraordinaria como en el caso de Autos,
el plazo de 10 años, que cumplido de manera efectiva y sumado a la posesión dan
lugar a la prescripción adquisitiva.
Señalado lo anterior, en la especie importa incidir respecto a lo dispuesto por el
art. 87 del Código Civil, que en relación a la posesión señala: “I. La posesión es
el poder de hecho ejercido sobre una cosa mediante actos que denotan la
intención de tener sobre ella el derecho de propiedad u otro derecho real”; norma
referida específicamente al ejercicio de hecho sobre el bien que se pretende
usucapir y el propósito o la intención que se tiene sobre el mismo como verdadero
titular, estableciéndose en consecuencia dos elementos: uno objetivo y otro
subjetivo, pues conforme señala la doctrina, resulta imperativo para la
procedencia de la usucapión, el dominio físico de la cosa, denominado “corpus”
y, la actitud y comportamiento frente a ella como su verdadero dueño, lo que se
denomina “animus”, elementos que configuran la posesión como la autoridad o
ejercicio de hecho sobre el bien.”

ELEMENTOS DE LA POSESIÓN
Auto Supremo: 1087/2016
Sucre: 19 de septiembre 2016
Proceso: Usucapión
Asimismo corresponde citar que, respecto a los elementos de la posesión sobre el
corpus y el animus, la extinta Corte Suprema de Justicia de la Nación ha
pronunciado diferentes fallos que han sido asumidos por este Tribunal, así se puede
P á g i n a 508 | 846
citar el Auto Supremo Nº 80 de 04 de noviembre de 2004 pronunciado por Sala
Civil Segunda, señaló que: “En efecto, el solo hecho de tener título de propiedad,
otorga al propietario el corpus y ánimus sobre la cosa, ejerciendo el uso, goce y
disposición sobre aquélla, facultándole además, el derecho de reivindicar la cosa
de manos de un tercero, así el demandante no hubiere estado en posesión material
de la cosa en litigio. Así el derecho de propiedad se diferencia de las acciones
posesorias, pues, en estas últimas, sí es preciso la posesión física o corporal por
parte de quien la invoca, lo que no sucede con el primero…"; criterio
jurisprudencial compartido por éste Tribunal Supremo de Justicia que en repetidos
fallos advirtió que “…la acción reivindicatoria, es la existencia de un derecho de
propiedad sobre la cosa cuya reivindicación se demanda. Sólo aquél que
demuestra ostentar derecho propietario puede reivindicar la cosa de quien la
posea o detente. Derecho propietario, el cual por su naturaleza, conlleva
la „posesión‟ emergente del derecho mismo, consiguientemente, no necesariamente
debe estar en posesión corporal o natural del bien, habida cuenta de que tiene la
"posesión civil" que está integrada por sus elementos „corpus y ánimus‟…"

ELEMENTOS DE LA POSESIÓN
Auto Supremo: 1231/2016
Sucre: 28 de octubre 2016
Proceso: Usucapión.
En el Auto Supremo Nº 432/2015 de 16 de junio, se ha señalado lo
siguiente: “Asimismo el art. 87 del mismo sustantivo civil establece que la
posesión es el poder de hecho que se ejerce sobre una cosa mediante actos que
denotan la intención de tener sobre ella el derecho de propiedad u otro derecho
real, de igual forma, este artículo señala que una persona posee por sí misma o
por medio de otra que tiene la detentación de la cosa, entendiéndose como
detentador, a los inquilinos, anticresistas, usufructuarios u ocupantes, quienes por
su condición de transitorios, no ejercitan posesión por sí mismos sino para el
propietario o verdadero poseedor del bien; además conforme ha orientado la
doctrina, para la procedencia de la pretensión de usucapión decenal o
extraordinaria, se deben cumplir con ciertos requisitos que son necesarios, es
decir, que deben concurrir los dos elementos de la posesión, que son: el corpus,
que es la aprehensión material de la cosa y, el animus, que se entiende como el
hecho de manifestarse como propietario de la cosa, posesión que debe ser pública,
pacífica, continuada e ininterrumpida por más de diez años; elementos que la
diferencian del resto de las figuras jurídicas como la detentación, ocupación y
otros que solo constituyen actos de tolerancia que no fundan posesión; con
P á g i n a 509 | 846
relación a la detentación, el art. 89 del Código Civil, señala que: “Quien comenzó
siendo detentador no puede adquirir la posesión mientras su título no se cambie,
sea por causa proveniente de un tercero o por su propia oposición frente al
poseedor por cuenta de quien detentaba la cosa alegando un derecho real…”
Se ha referido que la posesión debe contener los elementos del “corpus” y el
“animus”; el primero considerado como el elemento material de la posesión, la
aprehensión del bien, la tenencia física del bien, y el segundo, la intención de
ejercer la propiedad del bien, el comportamiento del poseedor respecto al bien,
negándose éste a reconocer en cabeza de otro un mejor derecho, como dice
Savigny, ello implica que el poseedor debe considerarse titular de la cosa, si
reconoce el derecho de propiedad en favor de otra persona, no concurre el elemento
del “animus”.

ELEMENTOS DE LA POSESIÓN
Auto Supremo: 1264/2016
Sucre: 07 de noviembre 2016
Proceso: Usucapión.
En el Auto Supremo Nº 432/2015 de 16 de junio, se ha señalado lo
siguiente: “Asimismo el art. 87 del mismo sustantivo civil establece que la
posesión es el poder de hecho que se ejerce sobre una cosa mediante actos que
denotan la intención de tener sobre ella el derecho de propiedad u otro derecho
real, de igual forma, este artículo señala que una persona posee por sí misma o
por medio de otra que tiene la detentación de la cosa, entendiéndose como
detentador, a los inquilinos, anticresistas, usufructuarios u ocupantes, quienes por
su condición de transitorios, no ejercitan posesión por sí mismos sino para el
propietario o verdadero poseedor del bien; además conforme ha orientado la
doctrina, para la procedencia de la pretensión de usucapión decenal o
extraordinaria, se deben cumplir con ciertos requisitos que son necesarios, es
decir, que deben concurrir los dos elementos de la posesión, que son: el corpus,
que es la aprehensión material de la cosa y, el animus, que se entiende como el
hecho de manifestarse como propietario de la cosa, posesión que debe ser pública,
pacífica, continuada e ininterrumpida por más de diez años; elementos que la
diferencian del resto de las figuras jurídicas como la detentación, ocupación y
otros que solo constituyen actos de tolerancia que no fundan posesión; con
relación a la detentación, el art. 89 del Código Civil, señala que: “Quien comenzó
siendo detentador no puede adquirir la posesión mientras su título no se cambie,
sea por causa proveniente de un tercero o por su propia oposición frente al
poseedor por cuenta de quien detentaba la cosa alegando un derecho real…”
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Se ha referido que la posesión debe contener los elementos del “corpus” y el
“animus”;el primero considerado como el elemento material de la posesión, la
aprehensión del bien, la tenencia física del bien, y el segundo, la intención de
ejercer la propiedad del bien, el comportamiento del poseedor respecto al bien,
negándose éste a reconocer en cabeza de otro un mejor derecho, como dice
Savigny, ello implica que el poseedor debe considerarse titular de la cosa, si
reconoce el derecho de propiedad en favor de otra persona, no concurre el elemento
del “animus”.

ELEMENTOS DE LA RESPONSABILIDAD CIVIL


Auto Supremo: 929/2016
Sucre: 03 de agosto 2016
Proceso: Nulidad de contrato de anticresis.
Los elementos de la responsabilidad civil son: 1) La imputabilidad, entendida como
la capacidad de una persona para ser responsable civilmente por los daños que
ocasiona, 2) la ilicitud o antijuridicidad, que el daño causado no está permitido por
el ordenamiento jurídico, 3) el factor de atribución, entendida como el supuesto
justificante de la atribución de responsabilidad del sujeto (responsabilidad
subjetiva: dolo y culpa, y la responsabilidad objetiva), 4) el nexo causal entendido
como la vinculación entre el evento lesivo y el daño producido, y 5) el daño que
comprende las consecuencias negativas derivadas de la lesión de un bien
jurídicamente tutelado, por lo que la calificación de la responsabilidad civil, debe
estar acreditado con estos cinco elementos.

EMISIÓN DE UNA SENTENCIA FUERRA DEL PLAZO NO CAUSA LA


PÉRDIDA DE COMPETENCIA
Auto Supremo: 1036/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Usucapión Quinquenal.
Sobre la pérdida de competencia este tribunal ha emitido el Auto Supremo Nº
336/2013 de 5 de julio en ella se ha expuesto lo siguiente: “Respecto a la nulidad
de la Sentencia porque la misma hubiera sido dictada fuera del plazo previsto por
el art. 204 del Código de Procedimiento Civil, habiendo operado la pérdida de
competencia prevista por el art. 208 del mismo cuerpo legal, resulta
imprescindible realizar la siguiente consideración.
Un Estado liberal de derecho se caracteriza esencialmente por la supremacía de
la ley sobre la Administración; la subordinación a la ley y sólo a la ley, de los
derechos de los ciudadanos; la presencia de Jueces independientes con
P á g i n a 511 | 846
competencia exclusiva para aplicar la ley, y sólo la ley, a las controversias
surgidas entre los ciudadanos y entre éstos y la Administración del Estado.
Como señala el autor Gustavo Zagrebelsky, los aspectos del Estado liberal de
derecho indicados remiten todos a la primacía de la ley frente a la Administración,
la jurisdicción y los ciudadanos.
El Estado liberal de derecho se afirmaba a sí mismo a través del principio de
legalidad que convierte a la Ley en la suprema garantía de los derechos
individuales, de lo que derivan tres aspectos esenciales: la supremacía de la ley
sobre cualquier otra norma; la vinculación a la Ley de la Administración pública,
y la vinculación a la ley de los Jueces, que deben aplicarla.
El Estado de derecho, concebía al derecho, al principio de legalidad y a la propia
ley, desde la óptica del positivismo jurídico cuya significación suponía una
reducción de los derechos y la justicia a lo dispuesto por la ley. Esta significación
lleva a concebir a la actividad jurisdiccional como una simple exégesis, es decir,
conduce a la idea de una pura y simple aplicación de la ley.
El actual Estado Constitucional, supone una transformación que afecta a la
posición de la ley, la cual viene sometida a una relación de adecuación, y por
tanto de subordinación a un estrato más alto de derecho establecido por la
Constitución.
La subordinación de las reglas a los valores y principios constitucionales supone
la nota característica de este tipo de Estado. Se impone pues el principio de
supremacía constitucional que orienta que el ordenamiento jurídico es un sistema
de normas en el que la Constitución es la fundamental, por ende el resto del
ordenamiento jurídico adquiere valor y significancia en tanto respete lo
fundamental y en ningún caso cuando lo contraríe.
Esta transformación no debe entenderse como una supresión del principio de
legalidad, sino como una reorientación del mismo, de tal forma que en un Estado
Constitucional, éste principio supone el sometimiento en primer término a la
Constitución y después, solo después, al resto del ordenamiento jurídico, lo que
impone una interpretación constitucional de las normas –desde los valores y
principios - y no una interpretación meramente legalista –desde la propia ley-.
Esto quiere decir que, en el ámbito jurisdiccional, los Jueces ya no se constituyen
en meros aplicadores de la ley (subsunción), sino en sus intérpretes y, en atención
a los efectos que despliega el principio de supremacía constitucional, esa labor de
interpretar la ley ordinaria (ponderación) debe hacerse siempre desde la
Constitución, es decir que en esa labor se debe tener en cuenta primero y
esencialmente los principios y valores reconocidos en la Constitución, en otras

P á g i n a 512 | 846
palabras los Jueces deben realizar una lectura constitucional de la ley y no solo
una lectura legalista, es decir, desde la ley misma.
En nuestro Estado, la entrada en vigencia de una nueva Constitución marcó la
necesidad de adecuación del ordenamiento jurídico a los valores y principios
contenidos en esa norma fundamental, en esa labor se aprobaron y promulgaron
leyes fundamentales como la Ley del Órgano Judicial que tiene por objeto regular
la estructura, organización y funcionamiento del Órgano Judicial en el marco de
los nuevos preceptos constitucionales, norma legal que estableció un proceso de
transición para que los distintos códigos que rigen la administración de justicia
sean modificados para adecuarse primero a la Constitución y luego a esa ley.
En tanto esa modificación y adecuación opere, los actuales Códigos mantienen su
vigencia, pero en su interpretación así como en el estudio y aplicación de la línea
jurisprudencial que le corresponde, se debe tener en cuenta el principio de
supremacía constitucional y en consecuencia su correspondencia con la ley
fundamental, porque solo así se justifica su vigencia, es decir en tanto respete la
norma fundamental y no la contraríe.
Establecido lo anterior diremos que la pérdida de competencia del Juez de primera
instancia, prevista por el art. 208 del Código de Procedimiento Civil para aquellos
casos en los que el Juez no pronuncie la Sentencia dentro del plazo legal, debe ser
interpretada no desde la literalidad de la norma sino desde los principios y valores
constitucionales que orientan la potestad de impartir justicia y la labor de la
jurisdicción ordinaria.
En ese sentido diremos que, el art. 178 constitucional prevé que la potestad de
impartir justicia emana del pueblo boliviano y se sustenta, entre otros principios,
en el de celeridad.
En ese mismo contexto, el art. 180 de la Constitución Política del Estado
determina que la jurisdicción ordinaria se fundamenta en los principios procesales
de gratuidad, publicidad, transparencia, oralidad, celeridad, probidad,
honestidad, legalidad, eficacia, eficiencia, accesibilidad, inmediatez, verdad
material, debido proceso e igualdad de las partes ante el Juez.
Como podemos advertir, la actual Constitución Política del Estado al referirse a la
potestad de impartir justicia, en general, y a la función que cumple la jurisdicción
ordinaria, en particular, sustenta ésa labor sobre la base de una serie de
principios entre los cuales destacamos el de celeridad, que se vincula con la
garantía consagrada en el art. 115-II de la Constitución Política del Estado que
reconoce a toda persona el derecho a una justicia plural, pronta, oportuna,
gratuita, transparente y sin dilaciones.

P á g i n a 513 | 846
El referido principio de celeridad, comprende el ejercicio oportuno y sin
dilaciones en la administración de justicia y la agilidad de los procesos judiciales
tramitados, procurando que su desarrollo garantice el ejercicio oportuno y rápido
de la administración de justicia.
Precisamente en atención del principio de celeridad, que orienta la realización de
la garantía constitucional que reconoce a toda persona el derecho a una justicia
pronta, oportuna y sin dilaciones, es que el ordenamiento jurídico Procesal Civil,
requiere normar plazos y momentos en los que tanto las partes como los Jueces
deben desarrollar los actos jurídicos procesales que les corresponde, bajo pena de
operar, para las partes, la preclusión al vencimiento de los plazos y etapas
procesales y, para los Jueces las sanciones por retardación a que dieren lugar el
incumplimiento de los plazos.
De lo manifestado podemos concluir que la sanción por el incumplimiento de los
plazos generará consecuencias jurídicas ya sea para las partes o para el Juez.
Tratándose del incumplimiento de los plazos por parte del Juez, el art. 205 del
Adjetivo Civil prevé que incurrirá en retardación de justicia, el Juez o Tribunal
que no dictare las resoluciones correspondientes dentro de los plazos fijados en los
artículos anteriores, haciéndose pasible por tanto, de las responsabilidades y
sanciones consiguientes.
La sanción por el incumplimiento de los plazos procesales en la emisión de las
resoluciones debe recaer sobre su infractor, es decir, en los casos en que el Juez es
quien incumple los plazos y demora y retarda la justicia, la sanción recaerá sobre
él, de ninguna manera ese reproche debiera afectar a las partes, quebrantando
aún más el derecho que les asiste a una justicia pronta, oportuna y sin dilaciones.
En ese contexto debemos interpretar el art. 208 del Código de Procedimiento Civil
que establece: “ El juez que no hubiere pronunciado la sentencia dentro del plazo
legal o del que la Corte le hubiere concedido conforme al artículo 206, perderá
automáticamente su competencia, en el proceso. En este caso remitirá el
expediente dentro de las veinticuatro horas al juez suplente llamado por la ley.
Será nula cualquier sentencia que el juez titular dictare con posterioridad”. De tal
forma que la pérdida de competencia la que alude la norma opera si en el
momento del vencimiento del plazo legal las partes o el Juez - de oficio- advierten
y reclaman ese aspecto y como consecuencia de ello el proceso se remite al Juez
suplente para que éste emita la correspondiente Sentencia, sin embargo cuando
ninguna de las partes advierte ni reclama por el incumplimiento del plazo para
dictar Sentencia y consienten en que ésta sea emitida –fuera del plazo- por el Juez
titular, no resulta moral ni legal que, ante la eventualidad de serles desfavorable
la Sentencia, pretendan recién activar el reclamo en apelación o en casación
P á g i n a 514 | 846
procurando se aplique la sanción de nulidad de la Sentencia que en el supuesto
caso de haberles sido favorable no hubiera sido atacada en su validez por el
incumplimiento del plazo para su emisión.
Conforme a este razonamiento, resulta contrario a la garantía a una justicia
pronta, oportuna y sin dilaciones, que los tribunales de segunda instancia o el de
casación, de oficio o a pedido de parte, anulen una Sentencia dictada fuera del
plazo legal, conforme prevé la última parte del art. 208 del Código de
Procedimiento Civil, y retrotraigan el proceso al estado de que se dicte nueva
Sentencia de primera instancia, sencillamente porque en ese caso la sanción que
se impone al incumplimiento de los plazos para emitir resolución por parte del
Juez no afecta al infractor de la norma, sino esencialmente a las partes quienes
verán agravada la violación a la aludida garantía a una justicia pronta, oportuna
y sin dilaciones. Lo expresado de ninguna manera supone suprimir la
responsabilidad y sanciones que el infractor debe asumir, pero que en ningún
caso, como manifestamos, debería afectar a las partes ni acrecentar más aún la
lesión a la garantía constitucional a una justicia pronta, oportuna y sin dilaciones
que le asiste a toda persona.”

ENTENDIMIENTO DE LA CONDICIÓN SUSPENSIVA


Auto Supremo: 1233/2016
Sucre: 28 de octubre 2016
Proceso: Resolución de contrato por cumplimiento de condición suspensiva y
otros.
Francesco Messineo refiriendo a la condición dice: “Se llama condición (conditio,
significa etimológicamente con demostración) a un acontecimiento (evento,
hecho) futuro e incierto; es decir, un acontecimiento que todavía no se ha
verificado y se ignora si se verificará alguna vez; a su verificación, es decir, a que
sobrevenga, subordinan las partes la eficacia del contrato (condición
suspensiva).”
Coviello citado por Gonzalo Meza Mauricio en su Obra “El Negocio Jurídico”
dice “Es la cláusula por la cual el autor o autores del negocio jurídico hacen
depender su eficacia o resolución de un acontecimiento futuro e incierto, por lo
cual se llama condición al mismo suceso futuro e incierto del que se hace depender
la eficacia o la resolución del negocio”. Entonces de aquella comprensión
establecemos que la condición como modalidad del acto jurídico, es un evento
futuro e incierto, establecido por la voluntad del declarante o las partes,
concluyendo que su verificación hace depender la eficacia o ineficacia de un acto
jurídico.
P á g i n a 515 | 846
Respecto al tema, en el Auto Supremo No. 454/2013 de 30 de agosto 2013 se
señaló que “…el profesor Ramela citado por Gonzalo Castellanos Trigo en su
obra “Teoría General de los Contratos Conforme al Código Civil Boliviano”
“…mientras la condición suspensiva no se ha cumplido, la obligación en rigor de
verdad, no ha tenido nacimiento jurídico…”, existe confusión en interpretar lo que
refiere el documento y el requisito esencial para la consideración del mismo para
establecer que está sujeto a condición suspensiva…”.

ENTENDIMIENTO DEL ERROR DE HECHO Y ERROR DE DERECHO


Auto Supremo: 12/2017
Sucre: 17 de enero 2017
Proceso: Resolución de Contrato y Restitución de Inmueble
Se entiende por error de hecho cuando el juzgador se ha equivocado en la
materialidad de la prueba, es decir, el juzgador aprecia mal los hechos por
considerar una prueba que no obra materialmente en proceso, o cuando da por
demostrado un hecho que no surge del medio probatorio que existe objetivamente
en Autos, o en su caso, cuando el Juez altera o modifica, cercenando o
incrementando, el contenido objetivo de la prueba existente, error que tiene que
ser manifiesto de modo que sea identificado sin mayor esfuerzo o raciocinio, lo
cual implica irrefutabilidad y magnitud del yerro; en cambio el error de derecho
tiene relación con la otorgación del valor probatorio determinado en ley, es
otorgar o negar el valor probatorio que la ley le ha asignado a un medio de
prueba, situación concurrente al sistema de valoración de los medios del proceso,
por lo que la valoración del elemento probatorio cuando la ley le asigna un valor
predeterminado, vincula al Juez con esa valoración legal, y si no fue
preestablecido, se recurre a la sana crítica.

ENTENDIMIENTO Y ALCANCE DEL DERECHO DE PROPIEDAD


Auto Supremo: 458/2017
Sucre: 08 de mayo 2017
Proceso: Petición de Herencia y Nulidad de Documentos.
El art. 105-I del Código Civil indicado que los propietarios ejercieron la facultad
que le permite esa norma que disienten las recurrentes; se debe indicar que el
precitado artículo declara que “La propiedad es el poder jurídico que permite usar,
gozar y disponer de una cosa y debe ejercerse en forma compatible con el interés
colectivo, dentro los límites y con las obligaciones que establece el ordenamiento
jurídico”, por lo que el derecho de propiedad otorga a su titular la facultad de
disposición del bien, es decir, de enajenar a título oneroso o gratuito, de constituir

P á g i n a 516 | 846
en ella servidumbre, hipoteca, darla en uso, etc. empero siempre dentro los límites
permitidos por ley y no abusar de ese poder.
Carlos Morales Guillén en su Obra Código Civil Concordado y Anotado señala
que: “El derecho de propiedad, relación de orden jurídico, consiste en usar, gozar
y disponer de una cosas dentro de los límites y con las obligaciones que impone el
ordenamiento jurídico.” “El derecho de disponer consiste ahora sólo en la
facultad de enajenar la cosa, gravarla, transformarla.”

ENTREGA DE LA COSA VENDIDA


Auto Supremo: 71/2017
Sucre: 01 de febrero 2017
Proceso: Ordinario, resolución de documento privado por incumplimiento
voluntario.
Guillermo A. Borda, en su Obra Tratado de Derecho Civil, Contratos, Tomo I,
Décima Edición Buenos Aires 2012, al referirse a la obligación del vendedor de
entregar la cosa indica:
“La entrega es la transferencia de la posesión de la cosa por el vendedor al
comprador; tiene por objeto poner al comprador en condiciones de obtener de la
cosa el provecho que corresponde al propietario. Es aplicable a la tradición de las
cosas vendidas lo que se dispone respecto de la tradición en general.
Habrá tradición cuando una de las partes entrega voluntariamente la cosa y la
otra voluntariamente la recibe; esta entrega exige una tradición material, pues la
sola declaración del tradente de darse por desposeído o de dar al adquirente la
posesión de la cosa no basta para transferir la posesión.
(…)
La tradición de inmuebles al comprador debe hacerse por actos materiales del
vendedor con asentimiento del comprador o viceversa; o bien desistiendo el
vendedor de la posesión que tenía y ejerciendo el adquirente actos posesorios en
presencia del vendedor y sin oposición alguna”. (Pág. 102 y 103).
Continua señalando; “La obligación del vendedor no termina con la entrega de la
cosa. Debe, además, garantizar al comprador que podrá gozar de ella conforme
con su destino y la naturaleza del derecho de propiedad que le ha transmitido. Es
una consecuencia de la buena fe y de la lealtad que debe exigirse siempre a los
contratantes. Esta obligación de garantía comprende tres aspectos. En primer
término, el vendedor debe abstenerse de todo acto que implique una turbación del
derecho que ha transmitido; en segundo lugar, debe procurar que el comprador no
sea turbado por un tercero que invoque para hacerlo un derecho anterior a la
transmisión; y si el tercero triunfa en sus pretensiones, tiene la obligación de

P á g i n a 517 | 846
indemnizar al comprador por los daños y perjuicio. Finalmente, debe garantizar al
comprador respecto a los vicios de la cosa.
III.2.- En el Auto Supremo Nº 966/2015-L de 27 de octubre se indicó lo siguiente:
“Por otro lado, el que no se haya mencionado en el documento de transferencia de
derecho propietario lo referido a la entrega a su comprador, carece de relevancia,
en consideración a que los contratos son acuerdos de voluntades que deben ser
cumplidos, y por parte del vendedor conforme previene el Código Civil en su Art.
614 num. 1) está la de “Entregarle la cosa vendida”, que en el caso de autos no
ocurrió por lo que se justifica la acción judicial para el cumplimiento de la norma,
no siendo posible reclamar lo contrario porque no está sujeto a la voluntad de la
vendedora el soslayar su obligación …”.

ERROR DE DERECHO EN LA VALORACIÓN DE LA PRUEBA


Auto Supremo: 478/2016
Sucre: 12 de mayo 2016
Proceso: Incumplimiento de contrato y pago de daños y perjuicios.
En el Auto Supremo Nº 629/2014 de 31 de octubre como línea jurisprudencial se
ha concretado que: “…la apreciación de los elementos probatorios es una
actividad autónoma de los jueces de grado, sin que en casación pueda censurarse
esa actividad deliberativa, salvo que existiese error de hecho o error de derecho
que se haya cometido al realizar la misma, conforme estipula el art. 253-3) del
Código de Procedimiento Civil…”.
Asimismo, en el Auto Supremo Nº 1115/2015 de 04 de diciembre, al referirse al
error de derecho se ha razonado que: “Al respecto, corresponde referir que entre
los requisitos intrínsecos del recurso de casación en el fondo, se encuentra la
motivación y fundamentación sobre los errores "in judicando" en que ha incurrido
el Tribunal al aplicar el derecho material en la decisión de la causa y están
expresamente previstos en los incisos 1), 2) y 3) del art. 253 del Código de
Procedimiento Civil, cuando indica que procederá el recurso de casación en el
fondo en los siguientes casos:…3) Cuando en la apreciación de las pruebas se
hubiere incurrido en error de derecho o error de hecho, errores también
diferentes, en el primer caso se debe especificar los medios probatorios, que
aportados a obrados, el juzgador no le dió la tasa legal que la ley le otorga, y en el
segundo caso, se debe demostrar objetivamente el error manifiesto en el que
hubiera incurrido el juzgador, habida cuenta que la apreciación y valoración de la
prueba es incensurable en casación, además éste último debe de evidenciarse por
documentos o actos auténticos, debiendo todo recurrente fundar su impugnación

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en lo sustancial, en cualquiera de las causales que establece el citado art. 253 del
Código de Procedimiento Civil en sus tres ordinales…”.

ERROR DE DERECHO O ERROR DE HECHO EN LA VALORACIÓN DE


LA PRUEBA
Auto Supremo: 157/2017
Sucre: 20 de febrero 2017
Proceso: Usucapión decenal o extraordinaria.
En el Auto Supremo Nº 629/2014 de 31 de octubre como línea jurisprudencial se
ha concreta que: “…la apreciación de los elementos probatorios es una actividad
autónoma de los jueces de grado, sin que en casación pueda censurarse esa
actividad deliberativa, salvo que existiese error de hecho o error de derecho que se
haya cometido al realizar la misma, conforme estipula el art. 253-3) del Código de
Procedimiento Civil…”.
Asimismo, en el Auto Supremo Nº 1115/2015 de 04 de diciembre, al referirse al
error de hecho se ha razonado que: “Al respecto, corresponde referir que entre los
requisitos intrínsecos del recurso de casación en el fondo, se encuentra la
motivación y fundamentación sobre los errores "in judicando" en que ha incurrido
el Tribunal al aplicar el derecho material en la decisión de la causa y están
expresamente previstos en los incisos 1), 2) y 3) del art. 253 del Código de
Procedimiento Civil, cuando indica que procederá el recurso de casación en el
fondo en los siguientes casos:…3) Cuando en la apreciación de las pruebas se
hubiere incurrido en error de derecho o error de hecho, errores también
diferentes, en el primer caso se debe especificar los medios probatorios, que
aportados a obrados, el juzgador no le dio la tasa legal que la ley le otorga, y en el
segundo caso, se debe demostrar objetivamente el error manifiesto en el que
hubiera incurrido el juzgador, habida cuenta que la apreciación y valoración de la
prueba es incensurable en casación, además éste último debe de evidenciarse por
documentos o actos auténticos, debiendo todo recurrente fundar su impugnación
en lo sustancial, en cualquiera de las causales que establece el citado art. 253 del
Código de Procedimiento Civil en sus tres ordinales…”.

ERROR DE DERECHO Y ERROR DE HECHO EN LA VALORACIÓN DE


LA PRUEBA
Auto Supremo: 651/2017
Sucre: 19 de junio 2017
Proceso: Nulidad de Escrituras Públicas.
En el Auto Supremo Nº 629/2014 de 31 de octubre como línea jurisprudencial se
ha concreta que: “…la apreciación de los elementos probatorios es una actividad
autónoma de los jueces de grado, sin que en casación pueda censurarse esa
actividad deliberativa, salvo que existiese error de hecho o error de derecho que se

P á g i n a 519 | 846
haya cometido al realizar la misma, conforme estipula el art. 253-3) del Código de
Procedimiento Civil…”.
Asimismo, en el Auto Supremo Nº 1115/2015 de 04 de diciembre, al referirse al
error de hecho se ha razonado que: “Al respecto, corresponde referir que entre los
requisitos intrínsecos del recurso de casación en el fondo, se encuentra la
motivación y fundamentación sobre los errores "in judicando" en que ha incurrido
el Tribunal al aplicar el derecho material en la decisión de la causa y están
expresamente previstos en los incisos 1), 2) y 3) del art. 253 del Código de
Procedimiento Civil, cuando indica que procederá el recurso de casación en el
fondo en los siguientes casos:…3) Cuando en la apreciación de las pruebas se
hubiere incurrido en error de derecho o error de hecho, errores también
diferentes, en el primer caso se debe especificar los medios probatorios, que
aportados a obrados, el juzgador no le dio la tasa legal que la ley le otorga, y en el
segundo caso, se debe demostrar objetivamente el error manifiesto en el que
hubiera incurrido el juzgador, habida cuenta que la apreciación y valoración de la
prueba es incensurable en casación, además éste último debe de evidenciarse por
documentos o actos auténticos, debiendo todo recurrente fundar su impugnación
en lo sustancial, en cualquiera de las causales que establece el citado art. 253 del
Código de Procedimiento Civil en sus tres ordinales…”.

ERROR DE HECHO EN LA VALORACIÓN DE LA PRUEBA


Auto Supremo: 323/2016
Sucre: 12 de abril 2016
Proceso: Mejor derecho de propiedad
En el Auto Supremo Nº 629/2014 de 31 de octubre, como línea jurisprudencial se
ha concreta que: “…la apreciación de los elementos probatorios es una actividad
autónoma de los jueces de grado, sin que en casación pueda censurarse esa
actividad deliberativa, salvo que existiese error de hecho o error de derecho que se
haya cometido al realizar la misma, conforme estipula el art. 253-3) del Código de
Procedimiento Civil…”.
Asimismo, en el Auto Supremo Nº 1115/2015 de 04 de diciembre, al referirse al
error de hecho se a razonado que: “Al respecto, corresponde referir que entre los
requisitos intrínsecos del recurso de casación en el fondo, se encuentra la
motivación y fundamentación sobre los errores "in judicando" en que ha incurrido
el Tribunal al aplicar el derecho material en la decisión de la causa y están
expresamente previstos en los incisos 1), 2) y 3) del art. 253 del Código de
Procedimiento Civil, cuando indica que procederá el recurso de casación en el
fondo en los siguientes casos:…3) Cuando en la apreciación de las pruebas se
hubiere incurrido en error de derecho o error de hecho, errores también
diferentes, en el primer caso se debe especificar los medios probatorios, que
P á g i n a 520 | 846
aportados a obrados, el juzgador no le dió la tasa legal que la ley le otorga, y en el
segundo caso, se debe demostrar objetivamente el error manifiesto en el que
hubiera incurrido el juzgador, habida cuenta que la apreciación y valoración de la
prueba es incensurable en casación, además éste último debe de evidenciarse por
documentos o actos auténticos, debiendo todo recurrente fundar su impugnación
en lo sustancial, en cualquiera de las causales que establece el citado art. 253 del
Código de Procedimiento Civil en sus tres ordinales…”.
Por otra parte, la segunda parte del parágrafo I del art. 271 de la ley Nº 439, al
hacer referencia a las causales de procedencia del recurso de casación establece
que: “…Procederá también cuando en la apreciación de las pruebas se hubiera
incurrido en error de derecho o error de hecho. Este último deberá evidenciarse
por documentos o actos auténticos que demuestren la equivocación manifiesta de
la autoridad judicial”.
Gonzalo Castellanos Trigo, en su obra “Análisis Doctrinal del Nuevo Código
Procesal Civil”. Tomo III, Imprenta Rayo del Sur, Sucre- Bolivia 2014, Págs. 370-
371, al realizar el comentario del error de derecho o de hecho contenido en el art.
271 parágrafo I del Código Procesal Civil, refiere que: “Cuando al momento de
apreciar las pruebas (sentencia), el juez o tribunal hubiera incurrido en error de
derecho o error de hecho. En este caso para que proceda la casación, debe
demostrarse la equivocación manifiesta, ya sea por omisiones o excesos mediante
documentos o actos auténticos…
Existe error de hecho al momento de apreciar las pruebas, por ejemplo, cuando se
tiene por auténtico documentos transcritos por una parte, pero nunca agregados a
autos ni reconocidos; o en el caso en que se atribuye a una repartición oficial un
informe decisivo para la causa, y dicho informe no consta en el expediente o no fue
agregado válidamente al proceso.
Existe error de derecho al momento de apreciar las pruebas, por ejemplo, cuando
sin ningún motivo válido, se desconoce expresamente, el valor probatorio que le
otorga la propia ley a un documento público o privado, debidamente reconocido”.

ERROR DE HECHO EN LA VALORACIÓN DE LA PRUEBA


Auto Supremo: 254/2016
Oruro: 15 de marzo 2016
Proceso: Declaración de mejor derecho propietario, reivindicación de lote de
terreno y cancelación de inscripción en Derechos Reales.
El Auto Supremo Nº 629/2014 de 31 de octubre como línea jurisprudencial se ha
concreta que: “…la apreciación de los elementos probatorios es una actividad

P á g i n a 521 | 846
autónoma de los jueces de grado, sin que en casación pueda censurarse esa
actividad deliberativa, salvo que existiese error de hecho o error de derecho que se
haya cometido al realizar la misma, conforme estipula el art. 253-3) del Código de
Procedimiento Civil…”.
Asimismo el Auto Supremo Nº 1115/2015 de 04 de diciembre, al referirse al error
de hecho a razonado que: “Al respecto, corresponde referir que entre los requisitos
intrínsecos del recurso de casación en el fondo, se encuentra la motivación y
fundamentación sobre los errores "in judicando" en que ha incurrido el Tribunal
al aplicar el derecho material en la decisión de la causa y están expresamente
previstos en los incisos 1), 2) y 3) del art. 253 del Código de Procedimiento Civil,
cuando indica que procederá el recurso de casación en el fondo en los siguientes
casos:…3) Cuando en la apreciación de las pruebas se hubiere incurrido en error
de derecho o error de hecho, errores también diferentes, en el primer caso se debe
especificar los medios probatorios, que aportados a obrados, el juzgador no le dió
la tasa legal que la ley le otorga, y en el segundo caso, se debe demostrar
objetivamente el error manifiesto en el que hubiera incurrido el juzgador, habida
cuenta que la apreciación y valoración de la prueba es incensurable en casación,
además éste último debe de evidenciarse por documentos o actos auténticos,
debiendo todo recurrente fundar su impugnación en lo sustancial, en cualquiera de
las causales que establece el citado art. 253 del Código de Procedimiento Civil en
sus tres ordinales…”.

ERROR DE HECHO EN LA VALORACIÓN DE LA PRUEBA


Auto Supremo: 452/2016
Sucre: 11 de mayo 2016
Proceso: Usucapión.
En el Auto Supremo Nº 629/2014 de 31 de octubre como línea jurisprudencial se
ha concreta que: “…la apreciación de los elementos probatorios es una actividad
autónoma de los jueces de grado, sin que en casación pueda censurarse esa
actividad deliberativa, salvo que existiese error de hecho o error de derecho que se
haya cometido al realizar la misma, conforme estipula el art. 253-3) del Código de
Procedimiento Civil…”.
Asimismo, en el Auto Supremo Nº 1115/2015 de 04 de diciembre, al referirse al
error de hecho se ha razonado que: “Al respecto, corresponde referir que entre los
requisitos intrínsecos del recurso de casación en el fondo, se encuentra la
motivación y fundamentación sobre los errores "in judicando" en que ha incurrido
el Tribunal al aplicar el derecho material en la decisión de la causa y están

P á g i n a 522 | 846
expresamente previstos en los incisos 1), 2) y 3) del art. 253 del Código de
Procedimiento Civil, cuando indica que procederá el recurso de casación en el
fondo en los siguientes casos:…3) Cuando en la apreciación de las pruebas se
hubiere incurrido en error de derecho o error de hecho, errores también
diferentes, en el primer caso se debe especificar los medios probatorios, que
aportados a obrados, el juzgador no le dió la tasa legal que la ley le otorga, y en el
segundo caso, se debe demostrar objetivamente el error manifiesto en el que
hubiera incurrido el juzgador, habida cuenta que la apreciación y valoración de la
prueba es incensurable en casación, además éste último debe de evidenciarse por
documentos o actos auténticos, debiendo todo recurrente fundar su impugnación
en lo sustancial, en cualquiera de las causales que establece el citado art. 253 del
Código de Procedimiento Civil en sus tres ordinales…”.

ERROR DE HECHO Y DE DERECHO


Auto Supremo: 1061/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Anulabilidad de Escritura Pública
Respecto al tema se orientó en el Auto Supremo No 293/2013, refiriendo: “Se
entiende por error de hecho cuando el juzgador se ha equivocado en la
materialidad de la prueba, es decir, el juzgador aprecia mal los hechos por
considerar una prueba que no obra materialmente en proceso, o cuando da por
demostrado un hecho que no surge del medio probatorio que existe objetivamente
en Autos, o en su caso, cuando el Juez altera o modifica, cercenando o
incrementando, el contenido objetivo de la prueba existente, error que tiene que
ser manifiesto de modo que sea identificado sin mayor esfuerzo o raciocinio, lo
cual implica irrefutabilidad y magnitud del yerro; en cambio el error de derecho
tiene relación con la otorgación del valor probatorio determinado en ley, es
otorgar o negar el valor probatorio que la ley le ha asignado a un medio de
prueba, situación concurrente al sistema de valoración de los medios del proceso,
por lo que la valoración del elemento probatorio cuando la ley le asigna un valor
predeterminado, vincula al Juez con esa valoración legal, y si no fue
preestablecido, se recurre a la sana crítica”

ERROR DE HECHO Y DE DERECHO EN LA VALORACIÓN DE LA


PRUEBA
Auto Supremo: 900/2016
Sucre: 27 de julio 2016

P á g i n a 523 | 846
Proceso: Ordinario sobre reivindicación, acción negatoria, desocupación, entrega
de bien inmueble, daños y perjuicios.
El Auto Supremo Nº 293/2013 a orientado que: “Es facultad privativa de los
Jueces de grado, apreciar la prueba de acuerdo a la valoración que les otorga la
ley y cuando ésta no determina otra cosa, podrán hacerlo conforme a su prudente
criterio o sana crítica, según dispone el art. 1286 del Código Civil concordante
con el art. 397 parágrafo I de su procedimiento.
En esta tarea jurisdiccional, la examinación de la prueba es de todo el universo
probatorio producido en proceso (principio de unidad de la prueba), siendo
obligación del Juez el de valorar en la Sentencia las pruebas esenciales y
decisivas, conforme cita el art. 397 parágrafo II del código adjetivo de la materia,
ponderando ellas por sobre las otras; constituyendo la prueba un instrumento de
convicción del Juez, porque él decide los hechos en razón de principios de lógica
probatoria, en consideración al interés general por los fines mismos del derecho,
como remarca Couture.
En este examen de lo esencial y decisivo de la prueba, cabe la posibilidad de error
probatorio por parte de los Jueces de grado, lo que la doctrina denomina error de
hecho y de derecho en la valoración de la prueba, cada una con matiz diferente
que seguimos a explicar.
Se entiende por error de hecho cuando el juzgador se ha equivocado en la
materialidad de la prueba, es decir, el juzgador aprecia mal los hechos por
considerar una prueba que no obra materialmente en proceso, o cuando da por
demostrado un hecho que no surge del medio probatorio que existe objetivamente
en Autos, o en su caso, cuando el Juez altera o modifica, cercenando o
incrementando, el contenido objetivo de la prueba existente, error que tiene que
ser manifiesto de modo que sea identificado sin mayor esfuerzo o raciocinio, lo
cual implica irrefutabilidad y magnitud del yerro; en cambio el error de derecho
tiene relación con la otorgación del valor probatorio determinado en ley, es
otorgar o negar el valor probatorio que la ley le ha asignado a un medio de
prueba, situación concurrente al sistema de valoración de los medios del proceso,
por lo que la valoración del elemento probatorio cuando la ley le asigna un valor
predeterminado, vincula al Juez con esa valoración legal, y si no fue
preestablecido, se recurre a la sana crítica.
Por lo manifestado anteriormente se concluye que la valoración de la prueba es
una facultad privativa de los Jueces de grado, y ésta es incensurable en casación,
salvo que se acredite violación de una regla de criterio legal, acusando error de
hecho o de derecho, conforme establece el art. 253 núm., 3) del Código de

P á g i n a 524 | 846
Procedimiento Civil, para que el Tribunal de Casación aperture su competencia y
realice el examen sobre el error denunciado”.

ERROR DE HECHO Y DE DERECHO EN LA VALORACIÓN DE LA


PRUEBA
Auto Supremo: 650/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Impugnación de filiación.
El Auto Supremo Nº 629/2014 de 31 de octubre como línea jurisprudencial se
concretó que: “…la apreciación de los elementos probatorios es una actividad
autónoma de los jueces de grado, sin que en casación pueda censurarse esa
actividad deliberativa, salvo que existiese error de hecho o error de derecho que se
haya cometido al realizar la misma, conforme estipula el art. 253-3) del Código de
Procedimiento Civil…”.
Asimismo el Auto Supremo Nº 1115/2015 de 04 de diciembre, al referirse al error
de hecho y de derecho a razonado que: “Al respecto, corresponde referir que entre
los requisitos intrínsecos del recurso de casación en el fondo, se encuentra la
motivación y fundamentación sobre los errores "in judicando" en que ha incurrido
el Tribunal al aplicar el derecho material en la decisión de la causa y están
expresamente previstos en los incisos 1), 2) y 3) del art. 253 del Código de
Procedimiento Civil, cuando indica que procederá el recurso de casación en el
fondo en los siguientes casos:…3) Cuando en la apreciación de las pruebas se
hubiere incurrido en error de derecho o error de hecho, errores también
diferentes, en el primer caso se debe especificar los medios probatorios, que
aportados a obrados, el juzgador no le dió la tasa legal que la ley le otorga, y en el
segundo caso, se debe demostrar objetivamente el error manifiesto en el que
hubiera incurrido el juzgador, habida cuenta que la apreciación y valoración de la
prueba es incensurable en casación, además éste último debe de evidenciarse por
documentos o actos auténticos, debiendo todo recurrente fundar su impugnación
en lo sustancial, en cualquiera de las causales que establece el citado art. 253 del
Código de Procedimiento Civil en sus tres ordinales…”.

La segunda parte del parágrafo I del art. 271 de la ley 439, al hacer referencia a las
causales de procedencia del recurso de casación establece que: “…Procederá
también cuando en la apreciación de las pruebas se hubiera incurrido en error de
derecho o error de hecho. Este último deberá evidenciarse por documentos o actos
auténticos que demuestren la equivocación manifiesta de la autoridad judicial”.
Gonzalo Castellanos Trigo, en su obra “Análisis Doctrinal del Nuevo Código
Procesal Civil”. Tomo III, Imprenta Rayo del Sur, Sucre- Bolivia 2014, Págs. 370-
371, al realizar el comentario del error de derecho o de hecho contenido en el art.
P á g i n a 525 | 846
271 parágrafo I del Código Procesal Civil, refiere que: “Cuando al momento de
apreciar las pruebas (sentencia), el juez o tribunal hubiera incurrido en error de
derecho o error de hecho. En este caso para que proceda la casación, debe
demostrarse la equivocación manifiesta, ya sea por omisiones o excesos mediante
documentos o actos auténticos…

Existe error de hecho al momento de apreciar las pruebas, por ejemplo, cuando se
tiene por auténtico documentos transcritos por una parte, pero nunca agregados a
autos ni reconocidos; o en el caso en que se atribuye a una repartición oficial un
informe decisivo para la causa, y dicho informe no consta en el expediente o no fue
agregado válidamente al proceso.

Existe error de derecho al momento de apreciar las pruebas, por ejemplo, cuando
sin ningún motivo válido, se desconoce expresamente, el valor probatorio que le
otorga la propia ley a un documento público o privado…”.

ERROR DE HECHO Y DE DERECHO EN LA VALORACIÓN DE LA


PRUEBA
Auto Supremo: 321/2016
Fecha: 12 de abril 2016
Proceso: Resolución de contrato de arrendamiento de maquinaria, pago de canon
devengado, desalojo y restitución de inmueble
El Auto Supremo Nº 629/2014 de 31 de octubre, como línea jurisprudencial se
concretó que: “…la apreciación de los elementos probatorios es una actividad
autónoma de los jueces de grado, sin que en casación pueda censurarse esa
actividad deliberativa, salvo que existiese error de hecho o error de derecho que se
haya cometido al realizar la misma, conforme estipula el art. 253-3) del Código de
Procedimiento Civil…”.
Asimismo el Auto Supremo Nº 1115/2015 de 04 de diciembre, al referirse al error
de hecho y de derecho a razonado que: “Al respecto, corresponde referir que entre
los requisitos intrínsecos del recurso de casación en el fondo, se encuentra la
motivación y fundamentación sobre los errores "in judicando" en que ha incurrido
el Tribunal al aplicar el derecho material en la decisión de la causa y están
expresamente previstos en los incisos 1), 2) y 3) del art. 253 del Código de
Procedimiento Civil, cuando indica que procederá el recurso de casación en el
fondo en los siguientes casos:…3) Cuando en la apreciación de las pruebas se
hubiere incurrido en error de derecho o error de hecho, errores también
diferentes, en el primer caso se debe especificar los medios probatorios, que
aportados a obrados, el juzgador no le dió la tasa legal que la ley le otorga, y en el
P á g i n a 526 | 846
segundo caso, se debe demostrar objetivamente el error manifiesto en el que
hubiera incurrido el juzgador, habida cuenta que la apreciación y valoración de la
prueba es incensurable en casación, además éste último debe de evidenciarse por
documentos o actos auténticos, debiendo todo recurrente fundar su impugnación
en lo sustancial, en cualquiera de las causales que establece el citado art. 253 del
Código de Procedimiento Civil en sus tres ordinales…”.
La segunda parte del parágrafo I del art. 271 de la ley 439, al hacer referencia a las
causales de procedencia del recurso de casación establece que: “…Procederá
también cuando en la apreciación de las pruebas se hubiera incurrido en error de
derecho o error de hecho. Este último deberá evidenciarse por documentos o actos
auténticos que demuestren la equivocación manifiesta de la autoridad judicial”.
Gonzalo Castellanos Trigo, en su obra “Análisis Doctrinal del Nuevo Código
Procesal Civil”. Tomo III, Imprenta Rayo del Sur, Sucre- Bolivia 2014, Págs. 370-
371, al realizar el comentario del error de derecho o de hecho contenido en el art.
271 parágrafo I del Código Procesal Civil, refiere que: “Cuando al momento de
apreciar las pruebas (sentencia), el juez o tribunal hubiera incurrido en error de
derecho o error de hecho. En este caso para que proceda la casación, debe
demostrarse la equivocación manifiesta, ya sea por omisiones o excesos mediante
documentos o actos auténticos…
Existe error de hecho al momento de apreciar las pruebas, por ejemplo, cuando se
tiene por auténtico documentos transcritos por una parte, pero nunca agregados a
autos ni reconocidos; o en el caso en que se atribuye a una repartición oficial un
informe decisivo para la causa, y dicho informe no consta en el expediente o no fue
agregado válidamente al proceso.
Existe error de derecho al momento de apreciar las pruebas, por ejemplo, cuando
sin ningún motivo válido, se desconoce expresamente, el valor probatorio que le
otorga la propia ley a un documento público o privado, debidamente reconocido”.

ERROR DE HECHO Y DE DERECHO EN LA VALORACIÓN DE LA


PRUEBA
Auto Supremo: 494/2016
Fecha: 16 de mayo 2016
Proceso: Resolución de contrato.
El Auto Supremo Nº 629/2014 de 31 de octubre como línea jurisprudencial se
concretó que: “…la apreciación de los elementos probatorios es una actividad
autónoma de los jueces de grado, sin que en casación pueda censurarse esa
actividad deliberativa, salvo que existiese error de hecho o error de derecho que se

P á g i n a 527 | 846
haya cometido al realizar la misma, conforme estipula el art. 253-3) del Código de
Procedimiento Civil…”.
Asimismo el Auto Supremo Nº 1115/2015 de 04 de diciembre, al referirse al error
de hecho y de derecho a razonado que: “Al respecto, corresponde referir que entre
los requisitos intrínsecos del recurso de casación en el fondo, se encuentra la
motivación y fundamentación sobre los errores "in judicando" en que ha incurrido
el Tribunal al aplicar el derecho material en la decisión de la causa y están
expresamente previstos en los incisos 1), 2) y 3) del art. 253 del Código de
Procedimiento Civil, cuando indica que procederá el recurso de casación en el
fondo en los siguientes casos:…3) Cuando en la apreciación de las pruebas se
hubiere incurrido en error de derecho o error de hecho, errores también
diferentes, en el primer caso se debe especificar los medios probatorios, que
aportados a obrados, el juzgador no le dió la tasa legal que la ley le otorga, y en el
segundo caso, se debe demostrar objetivamente el error manifiesto en el que
hubiera incurrido el juzgador, habida cuenta que la apreciación y valoración de la
prueba es incensurable en casación, además éste último debe de evidenciarse por
documentos o actos auténticos, debiendo todo recurrente fundar su impugnación
en lo sustancial, en cualquiera de las causales que establece el citado art. 253 del
Código de Procedimiento Civil en sus tres ordinales…”.

La segunda parte del parágrafo I del art. 271 de la ley 439, al hacer referencia a las
causales de procedencia del recurso de casación establece que: “…Procederá
también cuando en la apreciación de las pruebas se hubiera incurrido en error de
derecho o error de hecho. Este último deberá evidenciarse por documentos o actos
auténticos que demuestren la equivocación manifiesta de la autoridad judicial”.
Gonzalo Castellanos Trigo, en su obra “Análisis Doctrinal del Nuevo Código
Procesal Civil”. Tomo III, Imprenta Rayo del Sur, Sucre- Bolivia 2014, Págs. 370-
371, al realizar el comentario del error de derecho o de hecho contenido en el art.
271 parágrafo I del Código Procesal Civil, refiere que: “Cuando al momento de
apreciar las pruebas (sentencia), el juez o tribunal hubiera incurrido en error de
derecho o error de hecho. En este caso para que proceda la casación, debe
demostrarse la equivocación manifiesta, ya sea por omisiones o excesos mediante
documentos o actos auténticos…

Existe error de hecho al momento de apreciar las pruebas, por ejemplo, cuando se
tiene por auténtico documentos transcritos por una parte, pero nunca agregados a
autos ni reconocidos; o en el caso en que se atribuye a una repartición oficial un

P á g i n a 528 | 846
informe decisivo para la causa, y dicho informe no consta en el expediente o no fue
agregado válidamente al proceso.

Existe error de derecho al momento de apreciar las pruebas, por ejemplo, cuando
sin ningún motivo válido, se desconoce expresamente, el valor probatorio que le
otorga la propia ley a un documento público o privado, debidamente reconocido”.

ERROR DE HECHO Y DERECHO


Auto Supremo: 231/2016
Sucre: 15 de marzo 2016
Proceso: Nulidad de Documento Privado de venta.
A través de la AS 311/2013 de fecha 17 de junio se ha establecido que: “En cuanto
a la apreciación de la prueba se debe mencionar que el recurso de casación se
habilita, cuando se ha incurrido en error de hecho y error de derecho en la
valoración de la prueba, consiguientemente diremos que para fundar el primer
error se debe señalar que el Juez hubiera confundido el contenido del medio de
prueba sea, literal, testifical, confesiones, inspecciones o hasta pericial, en la que
haya confundido en contenido del texto de los documentos, de las declaraciones
(de testigos o confesiones), de los antecedentes y conclusiones de la pericia y hasta
del contenido de las actas de inspección de visu, de esa forma efectuando el
contraste de lo expuesto por los operadores de instancia y el contenido real de los
medios de prueba, se puede considerar uno o varios errores de hecho; contraste al
mismo se tiene el error de derecho, por el que se puede objetar el valor probatorio
que el operador judicial le ha asignado al medio de prueba (calificación legal del
medio de prueba), sea el caso de la prueba tasada o en el caso de la prueba que
deba ser valorada de acuerdo a las reglas de la sana critica, esta última debe ser
contrastada de acuerdo a las directrices que orientan el sistema de valoración
probatoria, como es de la lógica, experiencia y ciencia sobre lo que se analiza, a
ese entendimiento se arriba, por la redacción que contiene el art. 253 núm. 3) del
Código de Procedimiento Civil, de señalar el error que hayan cometido los
operadores judiciales de instancia”.

ERROR DE HECHO Y DERECHO


Auto Supremo: 371/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: Mejor Derecho propietario.

P á g i n a 529 | 846
A través de la AS 311/2013 de fecha 17 de junio se ha establecido que: “En cuanto
a la apreciación de la prueba se debe mencionar que el recurso de casación se
habilita, cuando se ha incurrido en error de hecho y error de derecho en la
valoración de la prueba, consiguientemente diremos que para fundar el primer
error se debe señalar que el Juez hubiera confundido el contenido del medio de
prueba sea, literal, testifical, confesiones, inspecciones o hasta pericial, en la que
haya confundido en contenido del texto de los documentos, de las declaraciones
(de testigos o confesiones), de los antecedentes y conclusiones de la pericia y hasta
del contenido de las actas de inspección de visu, de esa forma efectuando el
contraste de lo expuesto por los operadores de instancia y el contenido real de los
medios de prueba, se puede considerar uno o varios errores de hecho; contraste al
mismo se tiene el error de derecho, por el que se puede objetar el valor probatorio
que el operador judicial le ha asignado al medio de prueba (calificación legal del
medio de prueba), sea el caso de la prueba tasada o en el caso de la prueba que
deba ser valorada de acuerdo a las reglas de la sana critica, esta última debe ser
contrastada de acuerdo a las directrices que orientan el sistema de valoración
probatoria, como es de la lógica, experiencia y ciencia sobre lo que se analiza, a
ese entendimiento se arriba, por la redacción que contiene el art. 253 núm. 3) del
Código de Procedimiento Civil, de señalar el error que hayan cometido los
operadores judiciales de instancia.”

ERROR DE HECHO Y ERROR DE DERECHO


Auto Supremo: 1158/2016
Sucre: 07 de octubre 2016
Proceso: Nulidad de Contrato y Otro
Siguiendo razonamiento doctrinario, se señaló en el Auto Supremo No. 493/ 2012,
de 14 de diciembre de 2012, refiriendo que: “…en lo cual es menester señalar que
doctrinalmente se entiende por error de hecho cuando el juzgador se ha
equivocado en la materialidad de la prueba, es decir , el juzgador aprecia mal los
hechos por considerar una prueba que no obra materialmente en proceso, o
cuando da por demostrado un hecho que no surge del medio probatorio que existe
objetivamente en Autos, o en su caso, cuando el Juez altera o modifica, cercenando
o incrementando, el contenido objetivo de la prueba existente; error que tiene que
ser manifiesto de modo que sea identificado sin mayor esfuerzo o raciocinio, lo
cual implica irrefutabilidad y magnitud del yerro.
Bajo estos parámetros, y aparejando un contexto normativo en torno a la prueba,
el art. 1286 del Código Civil y 397 de su procedimiento, las pruebas producidas

P á g i n a 530 | 846
deben ser apreciadas por el Juez de acuerdo a la valoración que les otorga la ley,
pero sí esta no determina otra cosa, puede hacerlo conforme a su prudente criterio
o sana critica; agregando además la norma de procedimiento mencionada, y que
el Juez tendrá obligación de valorar las pruebas esenciales y decisivas en
Sentencia.”
Auto Supremo No. 293/2013 de 07 de junio 2013 señala que: “…en cambio el error
de derecho tiene relación con la otorgación del valor probatorio determinado en
ley, es otorgar o negar el valor probatorio que la ley le ha asignado a un medio de
prueba, situación concurrente al sistema de valoración de los medios del proceso,
por lo que la valoración del elemento probatorio cuando la ley le asigna un valor
predeterminado, vincula al Juez con esa valoración legal, y si no fue
preestablecido, se recurre a la sana crítica.”

ERROR EN LOS CONTRATOS


Auto Supremo: 606/2017
Sucre: 12 de junio 2017
Proceso: Nulidad de contrato, revisión y modificación de sentencia.
Para tener una idea precisa de lo que debe entenderse por error esencial en la
suscripción de los contratos, es preciso citar el Auto Supremo Nº 921/2015 de 12
de octubre, que al respecto señaló lo siguiente: “Establecidos en detalle los
fundamentos en base a los cuales la actora sustenta su demanda de nulidad por
error esencial, corresponde precisar que, por definición, el error es un vicio de la
voluntad y por ende del consentimiento porque afecta el proceso formativo de la
voluntad, ya sea en el aspecto relativo a la voluntad interna, en cuyo caso se
configura el denominado error-vicio, o en lo que se refiere a la exteriorización de
la voluntad interna, en cuyo caso se configura el denominado error en la
declaración.
Para el caso de Autos nos interesa centrar nuestro razonamiento en el
denominado error vicio, porque es el error propiamente dicho que afecta al
proceso cognoscitivo del sujeto, dado que su voluntad interna se forma en base a
un conocimiento equivocado o contrario a la realidad.
El error vicio según el Código Civil, puede ser esencial (art. 474), sustancial (art.
Art. 475), o de cálculo (art. 476). El error esencial, que es el que fundamenta la
demanda, según lo previsto por el art. 474 del citado Código Civil, es el que recae
sobre la naturaleza o sobre el objeto del contrato. Al respecto el Tratadista Carlos
Morales Guillen, anota que el error esencial llamado también error-obstáculo,
impide la formación del consentimiento o concurso de voluntades, debido a que las
partes no están de acuerdo sobre la naturaleza del contrato o sobre la identidad
del objeto, de tal manera que hacen sus respectivas manifestaciones de voluntad,
pensando que celebran contratos diferentes, o bien que se refieren a cosas
distintas, lo cual impide que se forme el contrato.
P á g i n a 531 | 846
De lo manifestado precedentemente se establece que el error esencial -que es el
argüido por la parte demandante para la nulidad de los contratos de transferencia
de inmueble- se da cuando éste recae sobre: a) la naturaleza del contrato; b) el
objeto del contrato.
El error sobre la naturaleza del contrato se da cuando las partes creen celebrar
contratos distintos, es decir cuando ambas tienen en mente negocios jurídicos
distintos, ejemplo una tiene en mente la venta de un bien y la otra tiene en mente
recibir el bien en donación, en ese caso las voluntades en lugar de integrarse se
distancian pues ambas partes tienen en mente la celebración de un contrato
distinto al que la otra concibe.
El error sobre el objeto del contrato, es el denominado error in corpore que recae
sobre la identidad del objeto o de la cosa, así por ejemplo una de las partes tiene
en mente la venta de un inmueble ubicado en una determinada zona y la otra
concibe la compra de un bien ubicado en una zona distinta, en cuyo caso no se
produce la integración de las voluntades para dar nacimiento al consentimiento.
En ese sentido la extinta Corte Suprema de Justicia de la Nación, emitió el Auto
Supremo Nº 209, de 17 de junio 2010, a través del cual precisó que: “el error
esencial es el concepto equivocado que se tiene de la realidad, consiste en creer
verdadero lo que es falso, y viceversa. Atendiendo su gravedad y a los efectos que
produce, los artículos 474, 475 y 476 del Código Civil, clasifican al error en: 1)
esencial, 2) substancial y 3) de cálculo, respectivamente. Ciertamente el error
esencial constituye causa de nulidad según establece el numeral 4) del artículo 549
del Código Civil, empero, éste debe recaer sobre la naturaleza del contrato o
sobre el objeto del mismo; cuando una de las partes incurre en él, se dice que no
hay acuerdo de voluntades. Cuando el error recae sobre la naturaleza del
contrato, cada parte tiene en mira un negocio jurídico distinto, como cuando una
entiende concurrir a un empréstito y la otra a una donación, o una entiende
arrendamiento y la otra comodato, no hay ni empréstito ni donación, ni
arrendamiento ni comodato, porque cada una de las partes ha querido algo
diferente, razón por la cual sus voluntades no se han encontrado. En cambio, el
error esencial sobre el objeto del contrato, es aquel que recae sobre la identidad
del objeto, como si en el contrato de venta el vendedor entendiese vender cierta
cosa determinada, y el comprador entendiese comprar otra”.” (Las negrillas y
subrayado pertenecen a la presente resolución)

ERROR ESENCIAL
Auto Supremo: 106/2017
Sucre: 03 de febrero 2017
Proceso: Ordinarización de proceso ejecutivo, nulidad de documentos y
entrega de testimonio.
El autor Juan María Navarro Romero, en su libro “Comentarios al Código Civil
Español”, sobre el error refiere “error es el conocimiento equivocado de una cosa o
P á g i n a 532 | 846
de un hecho, basado en la ignorancia o en el incompleto conocimiento de la
realidad de esa cosa o de ese hecho o de la norma jurídica que lo regula y puede
recaer bien sobre la declaración de la voluntad, bien sobre la formación o sobre el
contenido de la misma”.
El Tratadista Carlos Morales Guillen, en su obra “Código Civil Concordado y
Anotado”, Tomo I, Cuarta edición, Edit. Gisbert, La Paz-Bolivia, 1994, Pág. 656,
anota que “el error esencial llamado también error-obstáculo, impide la formación
del consentimiento o concurso de voluntades, debido a que las partes no están de
acuerdo sobre la naturaleza del contrato o sobre la identidad del objeto, de tal
manera que hacen sus respectivas manifestaciones de voluntad, pensando que
celebran contratos diferentes, o bien que se refieren a cosas distintas, lo cual
impide que se forme el contrato…”.
Respecto a lo anterior, este Tribunal en los Autos Supremos Nº 272/2012 de 20 de
agosto y Nº 046/2012 de 07 de marzo, ha razonado que “El error vicio según el
Código Civil, puede ser esencial (art. 474), sustancial (art. Art. 475), o de cálculo
(art. 476)…De lo manifestado precedentemente se establece que el error esencial
se da cuando éste recae sobre: a) la naturaleza del contrato; b) el objeto del
contrato. El error sobre la naturaleza del contrato se da cuando las partes creen
celebrar contratos distintos, es decir cuando ambas tienen en mente negocios
jurídicos distintos, ejemplo una tiene en mente la venta de un bien y la otra tiene
en mente recibir el bien en donación, en ese caso las voluntades en lugar de
integrarse se distancian pues ambas partes tienen en mente la celebración de un
contrato distinto al que la otra concibe. El error sobre el objeto del contrato, es el
denominado error in corpore que recae sobre la identidad del objeto o de la cosa,
así por ejemplo una de las partes tiene en mente la venta de un inmueble ubicado
en una determinada zona y la otra concibe la compra de un bien ubicado en una
zona distinta, en cuyo caso no se produce la integración de las voluntades para
dar nacimiento al consentimiento”.

ERROR ESENCIAL
Auto Supremo: 1072/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Ordinarización de proceso ejecutivo, nulidad de documentos y entrega de
testimonio.
El art. 519 del Código Civil preceptúa que “El contrato tiene fuerza de ley entre las
partes contratantes. No puede ser disuelto sino por consentimiento mutuo y por las
causas autorizadas por ley”.

P á g i n a 533 | 846
Nuestra normativa sustantiva civil en el art. 549 señala los casos de nulidad del
contrato indicando que el mismo será nulo: 1) Por faltar en el contrato, el objeto o
la forma prevista por la ley como requisito de validez. 2) Por faltar en el objeto del
contrato los requisitos señalados por ley. 3) Por ilicitud de la causa y por ilicitud
del motivo que impulsó a las partes a celebrar el contrato. 4) Por error esencial
sobre la naturaleza o sobre el objeto del contrato. 5) En los demás casos
determinados por ley.
El Tratadista Carlos Morales Guillen, en su obra “Código Civil Concordado y
Anotado”, Tomo I, Cuarta edición, Edit. Gisbert, La Paz-Bolivia, 1994, Pag. 656,
anota que “el error esencial llamado también error-obstáculo, impide la formación
del consentimiento o concurso de voluntades, debido a que las partes no están de
acuerdo sobre la naturaleza del contrato o sobre la identidad del objeto, de tal
manera que hacen sus respectivas manifestaciones de voluntad, pensando que
celebran contratos diferentes, o bien que se refieren a cosas distintas, lo cual
impide que se forme el contrato…”.
Respecto a lo anterior, este Tribunal en los Autos Supremos Nº 272/2012 de 20 de
agosto y Nº 046/2012 de 07 de marzo, ha razonado que “El error vicio según el
Código Civil, puede ser esencial (art. 474), sustancial (art. Art. 475), o de cálculo
(art. 476)…De lo manifestado precedentemente se establece que el error esencial
se da cuando éste recae sobre: a) la naturaleza del contrato; b) el objeto del
contrato. El error sobre la naturaleza del contrato se da cuando las partes creen
celebrar contratos distintos, es decir cuando ambas tienen en mente negocios
jurídicos distintos, ejemplo una tiene en mente la venta de un bien y la otra tiene
en mente recibir el bien en donación, en ese caso las voluntades en lugar de
integrarse se distancian pues ambas partes tienen en mente la celebración de un
contrato distinto al que la otra concibe. El error sobre el objeto del contrato, es el
denominado error in corpore que recae sobre la identidad del objeto o de la cosa,
así por ejemplo una de las partes tiene en mente la venta de un inmueble ubicado
en una determinada zona y la otra concibe la compra de un bien ubicado en una
zona distinta, en cuyo caso no se produce la integración de las voluntades para
dar nacimiento al consentimiento”

ERROR ESENCIAL, SUBSTANCIAL Y DE CALCULO


Auto Supremo Nº 209,
de 17 de junio 2010,
a través del cual precisó que: “el error esencial es el concepto equivocado que se
tiene de la realidad, consiste en creer verdadero lo que es falso, y viceversa.
Atendiendo su gravedad y a los efectos que produce, los artículos 474, 475 y 476
P á g i n a 534 | 846
del Código Civil, clasifican al error en: 1) esencial, 2) substancial y 3) de cálculo,
respectivamente. Ciertamente el error esencial constituye causa de nulidad según
establece el numeral 4) del artículo 549 del Código Civil, empero, éste debe recaer
sobre la naturaleza del contrato o sobre el objeto del mismo; cuando una de las
partes incurre en él, se dice que no hay acuerdo de voluntades. Cuando el error
recae sobre la naturaleza del contrato, cada parte tiene en mira un negocio
jurídico distinto, como cuando una entiende concurrir a un empréstito y la otra a
una donación, o una entiende arrendamiento y la otra comodato, no hay ni
empréstito ni donación, ni arrendamiento ni comodato, porque cada una de las
partes ha querido algo diferente, razón por la cual sus voluntades no se han
encontrado. En cambio, el error esencial sobre el objeto del contrato, es aquel que
recae sobre la identidad del objeto, como si en el contrato de venta el vendedor
entendiese vender cierta cosa determinada, y el comprador entendiese comprar
otra”.
ERROR ESENCIAL COMO CAUSA DE NULIDAD DEL CONTRATO
Auto Supremo: 493/2017
Sucre: 15 de mayo 2017
Proceso: Sumario, nulidad de contratos y extinción de obligación.
En el Auto Supremo Nº 272/2012 de 20 de agosto, se estableció lo siguiente:
“Establecidos en detalle los fundamentos en base a los cuales los actores sustentan
su demanda de nulidad POR ERROR ESENCIAL, corresponde precisar que, por
definición, el error es un vicio de la voluntad y por ende del consentimiento porque
afecta el proceso formativo de la voluntad, ya sea en el aspecto relativo a la
voluntad interna, en cuyo caso se configura el denominado error-vicio, o en lo que
se refiere a la exteriorización de la voluntad interna, en cuyo caso se configura el
denominado error en la declaración.
Para el caso de autos nos interesa centrar nuestro razonamiento en el denominado
error vicio, porque es el error propiamente dicho que afecta al proceso
cognoscitivo del sujeto, dado que su voluntad interna se forma en base a un
conocimiento equivocado o contrario a la realidad.
El error vicio según el Código Civil, puede ser esencial (art. 474), sustancial (art.
Art. 475), o de cálculo (art. 476).
El error esencial, que es el que fundamenta la demanda, según lo previsto por el
art. 474 del citado Código Civil, es el que recae sobre la naturaleza o sobre el
objeto del contrato.
Al respecto el Tratadista Carlos Morales Guillen, anota que el error esencial
llamado también error-obstáculo, impide la formación del consentimiento o
concurso de voluntades, debido a que las partes no están de acuerdo sobre la
naturaleza del contrato o sobre la identidad del objeto, de tal manera que hacen
sus respectivas manifestaciones de voluntad, pensando que celebran contratos
diferentes, o bien que se refieren a cosas distintas, lo cual impide que se forme el
contrato.
P á g i n a 535 | 846
De lo manifestado precedentemente se establece que el error esencial -que es el
argüido por la parte demandante para la nulidad de los contratos de préstamo- se
da cuando éste recae sobre: a) la naturaleza del contrato; b) el objeto del
contrato.
El error sobre la naturaleza del contrato se da cuando las partes creen celebrar
contratos distintos, es decir cuando ambas tienen en mente negocios jurídicos
distintos, ejemplo una tiene en mente la venta de un bien y la otra tiene en mente
recibir el bien en donación, en ese caso las voluntades en lugar de integrarse se
distancian pues ambas partes tienen en mente la celebración de un contrato
distinto al que la otra concibe.
El error sobre el objeto del contrato, es el denominado error in corpore que recae
sobre la identidad del objeto o de la cosa, así por ejemplo una de las partes tiene
en mente la venta de un inmueble ubicado en una determinada zona y la otra
concibe la compra de un bien ubicado en una zona distinta, en cuyo caso no se
produce la integración de las voluntades para dar nacimiento al consentimiento.
En ese sentido la extinta Corte Suprema de Justicia de la Nación, emitió el Auto
Supremo No. 209 de 17 de junio 2010, a través del cual precisó que: "el error
esencial es el concepto equivocado que se tiene de la realidad, consiste en creer
verdadero lo que es falso, y viceversa. Atendiendo su gravedad y a los efectos que
produce, los artículos 474, 475 y 476 del Código Civil, clasifican al error
en: 1) esencial, 2) substancial y 3) de cálculo, respectivamente. Ciertamente el
error esencial constituye causa de nulidad según establece el numeral 4) del
artículo 549 del Código Civil, empero, éste debe recaer sobre la naturaleza del
contrato o sobre el objeto del mismo; cuando una de las partes incurre en él, se
dice que no hay acuerdo de voluntades. Cuando el error recae sobre la naturaleza
del contrato, cada parte tiene en mira un negocio jurídico distinto, como cuando
una entiende concurrir a un empréstito y la otra a una donación, o una entiende
arrendamiento y la otra comodato, no hay ni empréstito ni donación, ni
arrendamiento ni comodato, porque cada una de las partes ha querido algo
diferente, razón por la cual sus voluntades no se han encontrado. En cambio,
el error esencial sobre el objeto del contrato, es aquel que recae sobre la identidad
del objeto, como si en el contrato de venta el vendedor entendiese vender cierta
cosa determinada, y el comprador entendiese comprar otra".

ERROR ESENCIAL COMO CAUSA DE NULIDAD DEL CONTRATO


Auto Supremo: 1273/2016
Sucre: 07 de noviembre 2016
Proceso: Ordinario, nulidad de documento de compra venta y acción
reivindicatoria.
En el Auto Supremo Nº 272/2012 de 20 de agosto, se estableció lo siguiente:
“Establecidos en detalle los fundamentos en base a los cuales los actores sustentan
su demanda de nulidad POR ERROR ESENCIAL, corresponde precisar que, por
P á g i n a 536 | 846
definición, el error es un vicio de la voluntad y por ende del consentimiento porque
afecta el proceso formativo de la voluntad, ya sea en el aspecto relativo a la
voluntad interna, en cuyo caso se configura el denominado error-vicio, o en lo que
se refiere a la exteriorización de la voluntad interna, en cuyo caso se configura el
denominado error en la declaración.
Para el caso de autos nos interesa centrar nuestro razonamiento en el denominado
error vicio, porque es el error propiamente dicho que afecta al proceso
cognoscitivo del sujeto, dado que su voluntad interna se forma en base a un
conocimiento equivocado o contrario a la realidad.
El error vicio según el Código Civil, puede ser esencial (art. 474), sustancial (art.
Art. 475), o de cálculo (art. 476).
El error esencial, que es el que fundamenta la demanda, según lo previsto por el
art. 474 del citado Código Civil, es el que recae sobre la naturaleza o sobre el
objeto del contrato.
Al respecto el Tratadista Carlos Morales Guillen, anota que el error esencial
llamado también error-obstáculo, impide la formación del consentimiento o
concurso de voluntades, debido a que las partes no están de acuerdo sobre la
naturaleza del contrato o sobre la identidad del objeto, de tal manera que hacen
sus respectivas manifestaciones de voluntad, pensando que celebran contratos
diferentes, o bien que se refieren a cosas distintas, lo cual impide que se forme el
contrato.
De lo manifestado precedentemente se establece que el error esencial -que es el
argüido por la parte demandante para la nulidad de los contratos de préstamo- se
da cuando éste recae sobre: a) la naturaleza del contrato; b) el objeto del
contrato.
El error sobre la naturaleza del contrato se da cuando las partes creen celebrar
contratos distintos, es decir cuando ambas tienen en mente negocios jurídicos
distintos, ejemplo una tiene en mente la venta de un bien y la otra tiene en mente
recibir el bien en donación, en ese caso las voluntades en lugar de integrarse se
distancian pues ambas partes tienen en mente la celebración de un contrato
distinto al que la otra concibe.
El error sobre el objeto del contrato, es el denominado error in corpore que recae
sobre la identidad del objeto o de la cosa, así por ejemplo una de las partes tiene
en mente la venta de un inmueble ubicado en una determinada zona y la otra
concibe la compra de un bien ubicado en una zona distinta, en cuyo caso no se
produce la integración de las voluntades para dar nacimiento al consentimiento.
En ese sentido la extinta Corte Suprema de Justicia de la Nación, emitió el Auto
Supremo No. 209 de 17 de junio 2010, a través del cual precisó que: "el error
P á g i n a 537 | 846
esencial es el concepto equivocado que se tiene de la realidad, consiste en creer
verdadero lo que es falso, y viceversa. Atendiendo su gravedad y a los efectos que
produce, los artículos 474, 475 y 476 del Código Civil, clasifican al error
en: 1) esencial, 2) substancial y 3) de cálculo, respectivamente. Ciertamente el
error esencial constituye causa de nulidad según establece el numeral 4) del
artículo 549 del Código Civil, empero, éste debe recaer sobre la naturaleza del
contrato o sobre el objeto del mismo; cuando una de las partes incurre en él, se
dice que no hay acuerdo de voluntades. Cuando el error recae sobre la naturaleza
del contrato, cada parte tiene en mira un negocio jurídico distinto, como cuando
una entiende concurrir a un empréstito y la otra a una donación, o una entiende
arrendamiento y la otra comodato, no hay ni empréstito ni donación, ni
arrendamiento ni comodato, porque cada una de las partes ha querido algo
diferente, razón por la cual sus voluntades no se han encontrado. En cambio,
el error esencial sobre el objeto del contrato, es aquel que recae sobre la identidad
del objeto, como si en el contrato de venta el vendedor entendiese vender cierta
cosa determinada, y el comprador entendiese comprar otra".

ERROR ESENCIAL COMO CAUSAL DE NULIDAD EN LOS


CONTRATOS
Auto Supremo: 407/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Nulidad de Escritura Pública.
Para definir lo que debe entenderse como error esencial, resulta pertinente
referirnos al Auto Supremo Nº 259/2015 de 14 de abril, que sobre el particular
señalo lo siguiente: “1.1. El art. 519 del Código Civil preceptúa que “El contrato
tiene fuerza de ley entre las partes contratantes. No puede ser disuelto sino por
consentimiento mutuo y por las causas autorizadas por ley”.
Nuestra normativa sustantiva civil en el art. 549 señala los casos de nulidad del
contrato indicando que el mismo será nulo: 1) Por faltar en el contrato, el objeto o
la forma prevista por la ley como requisito de validez. 2) Por faltar en el objeto del
contrato los requisitos señalados por ley. 3) Por ilicitud de la causa y por ilicitud
del motivo que impulsó a las partes a celebrar el contrato. 4) Por error esencial
sobre la naturaleza o sobre el objeto del contrato. 5) En los demás casos
determinados por ley.
En interpretación de la doctrina, la invalidez de los actos vía nulidad importa, una
sanción legal con la cual el contrato pierde sus efectos en virtud de una causa
originaria, es decir establecido en su celebración, referida también como
ineficacia estructural, infiriendo tres características de la sanción: a) la nulidad
debe ser expresa, b) deja sin sus efectos propios, y, c) su causa es contemporánea
a la celebración del acto, es decir es un vicio congénito.

P á g i n a 538 | 846
1.2. Ahora bien, centrando nuestro análisis sobre la nulidad por error esencial
sobre la naturaleza o sobre el objeto del contrato, debemos referir que la doctrina
ha concretado que el “error es el conocimiento equivocado de una cosa o de un
hecho, basado en la ignorancia o en el incompleto conocimiento de la realidad de
esa cosa o de ese hecho o de la norma jurídica que lo regula y puede recaer bien
sobre la declaración de la voluntad, bien sobre la formación o sobre el contenido
de la misma (Navarro Romero, Juan María, “Comentarios al Código Civil
Español”, Edit. Bosch, Madrid España, 1979, Tomo II, Pag. 555)”.
El Tratadista Carlos Morales Guillen, en su obra “Código Civil Concordado y
Anotado”, Tomo I, Cuarta edición, Edit. Gisbert, La Paz-Bolivia, 1994, Pag. 656,
anota que “el error esencial llamado también error-obstáculo, impide la
formación del consentimiento o concurso de voluntades, debido a que las partes no
están de acuerdo sobre la naturaleza del contrato o sobre la identidad del
objeto, de tal manera que hacen sus respectivas manifestaciones de voluntad,
pensando que celebran contratos diferentes, o bien que se refieren a cosas
distintas, lo cual impide que se forme el contrato…”.
Respecto a lo anterior, este Tribunal en los Autos Supremos Nº 272/2012 de 20 de
agosto y Nº 046/2012 de 07 de marzo, ha razonado que “El error vicio según el
Código Civil, puede ser esencial (art. 474), sustancial (art. Art. 475), o
de cálculo (art. 476)…De lo manifestado precedentemente se establece que el
error esencial se da cuando éste recae sobre: a) la naturaleza del contrato; b) el
objeto del contrato. El error sobre la naturaleza del contrato se da cuando las
partes creen celebrar contratos distintos, es decir cuando ambas tienen en mente
negocios jurídicos distintos, ejemplo una tiene en mente la venta de un bien y la
otra tiene en mente recibir el bien en donación, en ese caso las voluntades en lugar
de integrarse se distancian pues ambas partes tienen en mente la celebración de un
contrato distinto al que la otra concibe. El error sobre el objeto del contrato, es el
denominado error in corpore que recae sobre la identidad del objeto o de la
cosa, así por ejemplo una de las partes tiene en mente la venta de un inmueble
ubicado en una determinada zona y la otra concibe la compra de un bien ubicado
en una zona distinta, en cuyo caso no se produce la integración de las voluntades
para dar nacimiento al consentimiento”.

ERROR ESENCIAL COMO CAUSAL DE NULIDAD EN LOS


CONTRATOS
Auto Supremo: 663/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Cumplimiento de Contrato
Para definir lo que debe entenderse como error esencial, resulta pertinente
referirnos al Auto Supremo Nº 259/2015 de 14 de abril, que sobre el particular
señalo lo siguiente: “1.1. El art. 519 del Código Civil preceptúa que “El contrato

P á g i n a 539 | 846
tiene fuerza de ley entre las partes contratantes. No puede ser disuelto sino por
consentimiento mutuo y por las causas autorizadas por ley”.
Nuestra normativa sustantiva civil en el art. 549 señala los casos de nulidad del
contrato indicando que el mismo será nulo: 1) Por faltar en el contrato, el objeto o
la forma prevista por la ley como requisito de validez. 2) Por faltar en el objeto del
contrato los requisitos señalados por ley. 3) Por ilicitud de la causa y por ilicitud
del motivo que impulsó a las partes a celebrar el contrato. 4) Por error esencial
sobre la naturaleza o sobre el objeto del contrato. 5) En los demás casos
determinados por ley.
En interpretación de la doctrina, la invalidez de los actos vía nulidad importa, una
sanción legal con la cual el contrato pierde sus efectos en virtud de una causa
originaria, es decir establecido en su celebración, referida también como
ineficacia estructural, infiriendo tres características de la sanción: a) la nulidad
debe ser expresa, b) deja sin sus efectos propios, y, c) su causa es contemporánea
a la celebración del acto, es decir es un vicio congénito.
1.2. Ahora bien, centrando nuestro análisis sobre la nulidad por error esencial
sobre la naturaleza o sobre el objeto del contrato, debemos referir que la doctrina
ha concretado que el “error es el conocimiento equivocado de una cosa o de un
hecho, basado en la ignorancia o en el incompleto conocimiento de la realidad
de esa cosa o de ese hecho o de la norma jurídica que lo regula y puede recaer
bien sobre la declaración de la voluntad, bien sobre la formación o sobre el
contenido de la misma (Navarro Romero, Juan María, “Comentarios al Código
Civil Español”, Edit. Bosch, Madrid España, 1979, Tomo II, Pag. 555)”.
El Tratadista Carlos Morales Guillen, en su obra “Código Civil Concordado y
Anotado”, Tomo I, Cuarta edición, Edit. Gisbert, La Paz-Bolivia, 1994, Pag. 656,
anota que “el error esencial llamado también error-obstáculo, impide la
formación del consentimiento o concurso de voluntades, debido a que las partes no
están de acuerdo sobre la naturaleza del contrato o sobre la identidad del objeto,
de tal manera que hacen sus respectivas manifestaciones de voluntad, pensando
que celebran contratos diferentes, o bien que se refieren a cosas distintas, lo cual
impide que se forme el contrato…”.
Respecto a lo anterior, este Tribunal en los Autos Supremos Nº 272/2012 de 20 de
agosto y Nº 046/2012 de 07 de marzo, ha razonado que “El error vicio según el
Código Civil, puede ser esencial (art. 474), sustancial (art. Art. 475), o de cálculo
(art. 476)…De lo manifestado precedentemente se establece que el error esencial
se da cuando éste recae sobre: a) la naturaleza del contrato; b) el objeto del
contrato. El error sobre la naturaleza del contrato se da cuando las partes creen
celebrar contratos distintos, es decir cuando ambas tienen en mente negocios
P á g i n a 540 | 846
jurídicos distintos, ejemplo una tiene en mente la venta de un bien y la otra tiene
en mente recibir el bien en donación, en ese caso las voluntades en lugar de
integrarse se distancian pues ambas partes tienen en mente la celebración de un
contrato distinto al que la otra concibe. El error sobre el objeto del contrato, es el
denominado error in corpore que recae sobre la identidad del objeto o de la cosa,
así por ejemplo una de las partes tiene en mente la venta de un inmueble ubicado
en una determinada zona y la otra concibe la compra de un bien ubicado en una
zona distinta, en cuyo caso no se produce la integración de las voluntades para
dar nacimiento al consentimiento”.

ERROR ESENCIAL COMO CAUSAL DE NULIDAD EN LOS


CONTRATOS
Auto Supremo: 663/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Cumplimiento de Contrato
Para definir lo que debe entenderse como error esencial, resulta pertinente
referirnos al Auto Supremo Nº 259/2015 de 14 de abril, que sobre el particular
señalo lo siguiente: “1.1. El art. 519 del Código Civil preceptúa que “El contrato
tiene fuerza de ley entre las partes contratantes. No puede ser disuelto sino por
consentimiento mutuo y por las causas autorizadas por ley”.
Nuestra normativa sustantiva civil en el art. 549 señala los casos de nulidad del
contrato indicando que el mismo será nulo: 1) Por faltar en el contrato, el objeto o
la forma prevista por la ley como requisito de validez. 2) Por faltar en el objeto del
contrato los requisitos señalados por ley. 3) Por ilicitud de la causa y por ilicitud
del motivo que impulsó a las partes a celebrar el contrato. 4) Por error esencial
sobre la naturaleza o sobre el objeto del contrato. 5) En los demás casos
determinados por ley.
En interpretación de la doctrina, la invalidez de los actos vía nulidad importa, una
sanción legal con la cual el contrato pierde sus efectos en virtud de una causa
originaria, es decir establecido en su celebración, referida también como
ineficacia estructural, infiriendo tres características de la sanción: a) la nulidad
debe ser expresa, b) deja sin sus efectos propios, y, c) su causa es contemporánea
a la celebración del acto, es decir es un vicio congénito.
1.2. Ahora bien, centrando nuestro análisis sobre la nulidad por error esencial
sobre la naturaleza o sobre el objeto del contrato, debemos referir que la doctrina
ha concretado que el “error es el conocimiento equivocado de una cosa o de un
hecho, basado en la ignorancia o en el incompleto conocimiento de la realidad
de esa cosa o de ese hecho o de la norma jurídica que lo regula y puede recaer
P á g i n a 541 | 846
bien sobre la declaración de la voluntad, bien sobre la formación o sobre el
contenido de la misma (Navarro Romero, Juan María, “Comentarios al Código
Civil Español”, Edit. Bosch, Madrid España, 1979, Tomo II, Pag. 555)”.
El Tratadista Carlos Morales Guillen, en su obra “Código Civil Concordado y
Anotado”, Tomo I, Cuarta edición, Edit. Gisbert, La Paz-Bolivia, 1994, Pag. 656,
anota que “el error esencial llamado también error-obstáculo, impide la
formación del consentimiento o concurso de voluntades, debido a que las partes no
están de acuerdo sobre la naturaleza del contrato o sobre la identidad del objeto,
de tal manera que hacen sus respectivas manifestaciones de voluntad, pensando
que celebran contratos diferentes, o bien que se refieren a cosas distintas, lo cual
impide que se forme el contrato…”.
Respecto a lo anterior, este Tribunal en los Autos Supremos Nº 272/2012 de 20 de
agosto y Nº 046/2012 de 07 de marzo, ha razonado que “El error vicio según el
Código Civil, puede ser esencial (art. 474), sustancial (art. Art. 475), o de cálculo
(art. 476)…De lo manifestado precedentemente se establece que el error esencial
se da cuando éste recae sobre: a) la naturaleza del contrato; b) el objeto del
contrato. El error sobre la naturaleza del contrato se da cuando las partes creen
celebrar contratos distintos, es decir cuando ambas tienen en mente negocios
jurídicos distintos, ejemplo una tiene en mente la venta de un bien y la otra tiene
en mente recibir el bien en donación, en ese caso las voluntades en lugar de
integrarse se distancian pues ambas partes tienen en mente la celebración de un
contrato distinto al que la otra concibe. El error sobre el objeto del contrato, es el
denominado error in corpore que recae sobre la identidad del objeto o de la cosa,
así por ejemplo una de las partes tiene en mente la venta de un inmueble ubicado
en una determinada zona y la otra concibe la compra de un bien ubicado en una
zona distinta, en cuyo caso no se produce la integración de las voluntades para
dar nacimiento al consentimiento”.

ERROR, CLASIFICACION
Auto Supremo: 921/2015 - L
Sucre: 12 de Octubre 2015
Para el caso de Autos nos interesa centrar nuestro razonamiento en el denominado
error vicio, porque es el error propiamente dicho que afecta al proceso cognoscitivo
del sujeto, dado que su voluntad interna se forma en base a un conocimiento
equivocado o contrario a la realidad.
El error vicio según el Código Civil, puede ser esencial (art. 474), sustancial (art.
Art. 475), o de cálculo (art. 476).
P á g i n a 542 | 846
El error esencial, que es el que fundamenta la demanda, según lo previsto por el art.
474 del citado Código Civil, es el que recae sobre la naturaleza o sobre el objeto
del contrato.
Al respecto el Tratadista Carlos Morales Guillen, anota que el error esencial
llamado también error-obstáculo, impide la formación del consentimiento o
concurso de voluntades, debido a que las partes no están de acuerdo sobre la
naturaleza del contrato o sobre la identidad del objeto, de tal manera que hacen sus
respectivas manifestaciones de voluntad, pensando que celebran contratos
diferentes, o bien que se refieren a cosas distintas, lo cual impide que se forme el
contrato.
De lo manifestado precedentemente se establece que el error esencial -que es el
argüido por la parte demandante para la nulidad de los contratos de transferencia de
inmueble- se da cuando éste recae sobre: a) la naturaleza del contrato; b) el objeto
del contrato.
El error sobre la naturaleza del contrato se da cuando las partes creen celebrar
contratos distintos, es decir cuando ambas tienen en mente negocios jurídicos
distintos, ejemplo una tiene en mente la venta de un bien y la otra tiene en mente
recibir el bien en donación, en ese caso las voluntades en lugar de integrarse se
distancian pues ambas partes tienen en mente la celebración de un contrato distinto
al que la otra concibe.
El error sobre el objeto del contrato, es el denominado error in corpore que recae
sobre la identidad del objeto o de la cosa, así por ejemplo una de las partes tiene en
mente la venta de un inmueble ubicado en una determinada zona y la otra concibe
la compra de un bien ubicado en una zona distinta, en cuyo caso no se produce la
integración de las voluntades para dar nacimiento al consentimiento.
En ese sentido la extinta Corte Suprema de Justicia de la Nación, emitió el Auto
Supremo Nº 209, de 17 de junio 2010, a través del cual precisó que: “el error
esencial es el concepto equivocado que se tiene de la realidad, consiste en creer
verdadero lo que es falso, y viceversa. Atendiendo su gravedad y a los efectos que
produce, los artículos 474, 475 y 476 del Código Civil, clasifican al error en: 1)
esencial, 2) substancial y 3) de cálculo, respectivamente. Ciertamente el error
esencial constituye causa de nulidad según establece el numeral 4) del artículo 549
del Código Civil, empero, éste debe recaer sobre la naturaleza del contrato o
sobre el objeto del mismo; cuando una de las partes incurre en él, se dice que no
hay acuerdo de voluntades. Cuando el error recae sobre la naturaleza del
contrato, cada parte tiene en mira un negocio jurídico distinto, como cuando una
entiende concurrir a un empréstito y la otra a una donación, o una entiende
arrendamiento y la otra comodato, no hay ni empréstito ni donación, ni
arrendamiento ni comodato, porque cada una de las partes ha querido algo
diferente, razón por la cual sus voluntades no se han encontrado. En cambio, el
P á g i n a 543 | 846
error esencial sobre el objeto del contrato, es aquel que recae sobre la identidad
del objeto, como si en el contrato de venta el vendedor entendiese vender cierta
cosa determinada, y el comprador entendiese comprar otra”.
En el caso de Autos, los fundamentos expuestos en la demanda que sustentan la
pretensión de nulidad, no configuran el error esencial, como correctamente
determinaron los Tribunales de instancia, toda vez que de los propios argumentos
insertos en la demanda se establece que los mismos no se acomodan a los motivos
que determinan la existencia de error esencial, vale decir a error en la naturaleza
del contrato o en el objeto del mismo.
Al respecto corresponde precisar que la parte actora reconoció que su voluntad se
formó en torno a la celebración de un contrato de transferencia de inmueble,
contrato que es precisamente el que ambas partes tuvieron en mente y sobre el cual
recayó el acuerdo de voluntades (consentimiento), no existiendo en consecuencia
error sobre la naturaleza del contrato.

ERRORES QUE DAN LUGAR AL RECURSO DE CASACIÓN que pueden


ser de naturaleza sustancial (error “in judicando”) o formal (error “in
procedendo”)
Auto Supremo: 35/2017-RI
Sucre: 18 de enero de 2017
Proceso: Nulidad de documentos.
En relación a lo anterior, corresponde especificar que la uniforme línea
Jurisprudencial asumida por éste Tribunal, al referirse al error “in procedendo” y al
error “in judicando”, ha concretado que “…los errores que dan lugar al recurso de
casación pueden ser de naturaleza sustancial o formal, por ello se dice que el
error acusado, dependiendo de su naturaleza, puede ser in procedendo o in
judicando. Respecto al primero, el error procesal, se presenta cuando dentro de un
proceso se afecta la aplicación de una norma que asegura el desarrollo armónico,
equitativo y justo del íter procesal; por su parte el error material ocurre cuando en
la Resolución de la controversia se afecta la norma jurídica sustancial que le
conduce a una decisión que no es correspondiente con lo que el sistema jurídico
tiene previsto para el caso concreto…De lo mencionado se advierte que existe una
diferencia fundamental entre las normas procesales, formales o adjetivas y las
normas sustantivas o materiales. Diferencia que resulta trascendental a la hora de
interponer el recurso de casación en el fondo o en la forma, pues, para tal efecto
resulta necesario realizar una precisa diferenciación entre ambas categorías de
normas…En ningún caso un motivo de casación en la forma dará lugar a la
interposición del recurso de casación en el fondo, como tampoco un motivo de

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fondo resultará idóneo para fundar el recurso en la forma” (Auto Supremo Nº
387/2013 de 22 de julio, entre otros).

ERRORES QUE DAN LUGAR AL RECURSO DE CASACIÓN que pueden


ser de naturaleza sustancial(error “in judicando”) o formal (error “in
procedendo”)
Auto Supremo: 554/2017-RI
Sucre: 30 de mayo 2017
Proceso: Resolución de contrato.
En relación a lo anterior, corresponde especificar que la uniforme línea
Jurisprudencial asumida por éste Tribunal, al referirse al error “in procedendo” y al
error “in judicando”, ha concretado que “…los errores que dan lugar al recurso de
casación pueden ser de naturaleza sustancial o formal, por ello se dice que el
error acusado, dependiendo de su naturaleza, puede ser in procedendo o in
judicando. Respecto al primero, el error procesal, se presenta cuando dentro de un
proceso se afecta la aplicación de una norma que asegura el desarrollo armónico,
equitativo y justo del íter procesal; por su parte el error material ocurre cuando en
la Resolución de la controversia se afecta la norma jurídica sustancial que le
conduce a una decisión que no es correspondiente con lo que el sistema jurídico
tiene previsto para el caso concreto…De lo mencionado se advierte que existe una
diferencia fundamental entre las normas procesales, formales o adjetivas y las
normas sustantivas o materiales. Diferencia que resulta trascendental a la hora de
interponer el recurso de casación en el fondo o en la forma, pues, para tal efecto
resulta necesario realizar una precisa diferenciación entre ambas categorías de
normas…En ningún caso un motivo de casación en la forma dará lugar a la
interposición del recurso de casación en el fondo, como tampoco un motivo de
fondo resultará idóneo para fundar el recurso en la forma” (Auto Supremo Nº
387/2013 de 22 de julio, entre otros).

EVICCION TOTAL
Auto Supremo: 434/2017
Sucre: 02 de mayo 2017
Proceso: Desalojo.
El art. 625 del Código Civil describe lo siguiente: “El trámite se sujetará al
proceso sumario ante el juez instructor. La demanda será admisible previa
presentación del talonario fiscal correspondiente, hecho que se hará constar en el
cargo con especificación de los datos necesarios”, la norma describe que la
presentación del talonario fiscal, permite activar el proceso especial de desalojo,
conforme al art. 623.1) del mismo cuerpo procesal, la descripción normativa
permite desarrollar un trámite sencillo para que el propietario del inmueble pueda
recuperar de la posesión material del mismo, en el ámbito del derecho civil, no
señala otro requisito que la presentación del talonario fiscal, o que se haya emitido
P á g i n a 545 | 846
recibidos de distinta clase, nótese que el requisito en este tipo de proceso es
diferente respecto al de otros procesos como el ejecutivo.
EXCEPCIÓN DE COSA JUZGADA
Auto Supremo: 252 /2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Nulidad de Escritura Pública por simulación absoluta.
En el Auto Supremo Nº 340/2012 de 21 de septiembre, este Tribunal a razonado lo
siguiente: “la excepción de cosa juzgada, se entiende como "Autoridad y eficacia
de una Sentencia judicial cuando no existen contra ellas medios de impugnación
que permiten modificarla" (Couture); "Indiscutibilidad de la esencia de la
voluntad concreta de la ley afirmada en la Sentencia" (Chiovenda); por su parte
nuestra legislación ha recogido dicho instituto en el art. 1319 del Código Civil,
estableciéndose la existencia de ciertos requisitos que necesariamente deben
cumplirse, Identidad legal de personas que consiste en la identidad que debe
presentarse en las personas, entre la nueva demanda y la anteriormente
resuelta. Identidad de la cosa pedida, para que exista identidad de cosa pedida es
necesario que entre el primer proceso y el segundo tengan un mismo objeto. El
objeto del proceso se suele definir como: "el beneficio jurídico que en él se
reclama". Y por último la Identidad de causa de pedir La ley lo define como: "el
fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio". No debe confundirse
con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el mismo objeto,
pero por causas diferentes, la causa de pedir será el principio generador del
mismo. En consecuencia, ante una excepción de cosa juzgada, se hace necesario
que el juzgador conozca que en un litigio anterior fue resuelto, mediante Sentencia
firme, el asunto que se le pone de manifiesto, demostrando plenamente la
existencia de identidad de sujetos, del objeto litigado y la causa de la pretensión,
triada a la que precisamente se refiere el art. 1319 del Código Civil.
Al respecto, Rafael Martínez Sarmiento identifica tres identidades clásicas que
son: Idem corpus, que es el mismo petitum, objeto o derecho ventilado; eadem
casua petendi, la causa es el hecho del cual surge el derecho litigioso y Eadem
conditio personarum, por regla general, las Sentencias no producen efecto sino
Inter partes, es decir entre los litigantes.
De la misma forma hace Hugo Alsina, que identifica tres elementos importantes
para la procedencia de cosa juzgada y nos enseña que: "La inmutabilidad de la
Sentencia que la cosa juzgada ampara, está condicionada por la exigencia de que
la acción a la cual se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este
proceso de identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas
acciones, y la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1º)
los sujetos, 2º) el objeto, 3º) la causa. Basta que una sola difiera para que la
excepción sea improcedente”.
Razonamiento reiterado en el Auto Supremo Nº 453/2014 de 21 de agosto, donde
además se señaló: “Por su parte nuestra legislación ha recogido dicho instituto en
el art. 1319 del Código Civil, estableciéndose la existencia de ciertos requisitos
P á g i n a 546 | 846
que necesariamente deben cumplirse: 1) Identidad legal de personas que consiste
en la identidad que debe presentarse en las personas, entre la nueva demanda y la
anteriormente resuelta. 2) Identidad de la cosa pedida, para que exista identidad
de cosa pedida es necesario que entre el primer proceso y el segundo tengan un
mismo objeto, el objeto del proceso se suele definir como “el beneficio jurídico que
en él se reclama”. Y por último 3) identidad de causa de pedir, la ley lo define
como “el fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio”, no debiendo
confundirse con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el
mismo objeto, pero por causas diferentes, la causa de pedir será el generador del
mismo”.
En el Auto Supremo Nº 715/2015 de fecha 26 de agosto, además se agregó lo
siguiente: “…De lo anteriormente señalado, se debe comprender por “cosa
juzgada”, conforme dispone el art. 515 del Código de Procedimiento Civil,
“(AUTORIDAD DE COSA JUZGADA), Las sentencias recibirán autoridad de
cosa juzgada: 1) Cuando la ley no reconociere en el pleito otra instancia ni
recurso. 2) Cuando las partes consintieren expresa o tácitamente en su
ejecutoria”, es decir que la Autoridad de cosa juzgada es la eficacia de una
Sentencia judicial…
En el caso en cuestión, contrastando la doctrina con los hechos expuestos y los
antecedentes del presente proceso, se tiene lo siguiente: Sujetos, las mismas partes,
en el primer proceso de Reconocimiento de Unión Conyugal Libre, Tenencia de
Hijo y Partición de Bienes, donde Juan Carlos Almaraz Duran, intervino como
demandante, mientras que Florinda Caballero Ledezma, intervino como
demandada; entretanto, en la presente demanda ordinaria de la misma forma
intervienen las mismas partes en las mismas condiciones, con la diferenciación de
la pretensión principal de una demanda de División y Partición de Bienes, por otro
lado el Objeto, la pretensión, en el primer proceso fue el Reconocimiento de Unión
Conyugal Libre, Tenencia de Hijo y Partición de Bienes y en la presente demanda
se trata de una División y Partición de Bienes, pretensiones distintas entre ambos
procesos, por último la Causa, es el hecho jurídico que son de distinta naturaleza,
con el primer proceso.
Por lo mencionado, se concluye que no se cumple con lo determinado por el art.
1319 del Código Civil, varía uno del otro y al no contar con el mismo objeto no se
puede aplicar la procedencia de la cosa juzgada como erradamente pretende que
se considere en Resolución”. Criterio reiterado en el Auto Supremo Nº 726/2016 de
28 de junio.

EXCEPCIÓN DE COSA JUZGADA


Auto Supremo: 928/2016
Sucre: 03 de agosto 2016
Proceso: Pago de daños y perjuicios por hecho ilícito.

P á g i n a 547 | 846
Para el caso de Autos se deberá tener presente lo dispuesto en el Auto Supremo Nº
715/2015 de fecha 26 de agosto, donde se indicó que: “…De lo anteriormente
señalado, se debe comprender por “cosa juzgada”, conforme dispone el art. 515
del Código de Procedimiento Civil, “(AUTORIDAD DE COSA JUZGADA), Las
sentencias recibirán autoridad de cosa juzgada: 1) Cuando la ley no reconociere
en el pleito otra instancia ni recurso. 2) Cuando las partes consintieren expresa o
tácitamente en su ejecutoria”, es decir que la Autoridad de cosa juzgada es la
eficacia de una Sentencia judicial, cuando no existen contra ellas medios de
impugnación que permiten modificarla, es en ese sentido que cita: "(Couture);
"Indiscutibilidad de la esencia de la voluntad concreta de la ley afirmada en la
Sentencia" (Chiovenda); por su parte nuestra legislación ha recogido dicho
instituto en el art. 1319 del Código Civil, estableciéndose la existencia de ciertos
requisitos que necesariamente deben cumplirse, Identidad legal de personas que
consiste en la identidad que debe presentarse en las personas, entre la nueva
demanda y la anteriormente resuelta. Identidad de la cosa pedida, para que exista
identidad de cosa pedida es necesario que entre el primer proceso y el segundo
tengan un mismo objeto. El objeto del proceso se suele definir como: "el beneficio
jurídico que en él se reclama". Y por último la Identidad de causa de pedir La ley
lo define como: "el fundamento inmediato del derecho deducido en el juicio". No
debe confundirse con el objeto del pleito, ya que en dos procesos puede pedirse el
mismo objeto, pero por causas diferentes, la causa de pedir será el principio
generador del mismo.
En consecuencia, se hace necesario que el juzgador conozca que en un litigio
anterior fue resuelto, mediante Sentencia firme, el asunto que se le pone de
manifiesto, demostrando plenamente la existencia de identidad de sujetos, del
objeto litigado y la causa de la pretensión, que precisamente se refiere el art. 1319
del Código Civil.
En ese mismo sentido “Rafael Martínez Sarmiento identifica tres identidades
clásicas que son: Idem corpus, que es el mismo petitum, objeto o derecho
ventilado; eadem casua petendi, la causa es el hecho del cual surge el derecho
litigioso y Eadem conditio personarum, por regla general, las Sentencias no
producen efecto sino Inter partes, es decir entre los litigantes”.
De la misma forma Hugo Alsina, identifica tres elementos importantes para la
procedencia de cosa juzgada y nos enseña que: "La inmutabilidad de la Sentencia
que la cosa juzgada ampara, está condicionada por la exigencia de que la acción a
la cual se opone sea la misma que motivó el pronunciamiento. Este proceso de
identificación se hace por la comparación de los elementos de ambas acciones, y

P á g i n a 548 | 846
la excepción de cosa juzgada procederá cuando en ellas coincidan: 1º) los sujetos,
2º) el objeto, 3º) la causa"…
Expuestos así los requisitos que hacen procedente a la Cosa Juzgada, a
continuación corresponde referirnos a los efectos que esta produce, por lo que
citaremos el análisis expuesto en el Auto Supremo Nº 1051/2015 de 16 de
noviembre: “Cuando una Sentencia adquiere calidad de cosa juzgada se derivan
una serie de efectos que podemos definir como aquellas repercusiones que
produce la Sentencia firme en el ámbito del ordenamiento jurídico, en ese sentido
la cosa juzgada material produce dos efectos esenciales uno negativo y otro
positivo. El efecto negativo supone la imposibilidad de sustanciar otro proceso
sobre el mismo objeto, es lo que se conoce como non bis in idem, su justificación
radica en que no es posible sustanciar un mismo litigio en forma eterna. El efecto
positivo, supone la prohibición de que en un segundo proceso se decida de forma
diferente a lo ya resuelto en un primero...”
De lo referido concluimos que ante la excepción de cosa juzgada, se hace
necesario que el juzgador conozca que un litigio anterior fue resuelto mediante
sentencia firme sobre el asunto que se le pone de manifiesto, demostrando
plenamente la existencia de la triple identidad de “partes”, “causa” y “objeto”,
triada a la que se refiere el art. 1.319 del Código Civil.

EXCEPCIÓN DE INCOMPETENCIA
Auto Supremo: 206/2016
Sucre: 11 de marzo 2016
Podemos citar el Auto Supremo N° 257/2013 donde textualmente dice: “el Auto de
Vista que resuelva la apelación respecto al pronunciamiento de esas excepciones
no admite recurso de casación, sobre ese motivo en particular, toda vez que la
Resolución de Alzada que confirme la Resolución de primera instancia que declare
improbada cualquiera de las excepciones previstas contempladas en los primeros
6 numerales del art. 336 del Adjetivo Civil, con salvedad de la excepción de
incompetencia”.
A partir de la línea jurisprudencial mencionada, conforme a una interpretación
sistemática de la norma se ha establecido un trámite rector para las excepciones
previas, refiriendo que la excepción de incompetencia tiene una salvedad a esta
tramitación, debido a que su viabilidad está expresamente determinada en la norma
art. 255 num. 2) del Código de Procedimiento Civil.

EXCEPCIÓN DE INCOMPETENCIA
Auto Supremo: 206/2016
P á g i n a 549 | 846
Sucre: 11 de marzo 2016
Podemos citar el Auto Supremo N° 257/2013 donde textualmente dice: “el Auto de
Vista que resuelva la apelación respecto al pronunciamiento de esas excepciones
no admite recurso de casación, sobre ese motivo en particular, toda vez que la
Resolución de Alzada que confirme la Resolución de primera instancia que declare
improbada cualquiera de las excepciones previstas contempladas en los primeros
6 numerales del art. 336 del Adjetivo Civil, con salvedad de la excepción de
incompetencia”.
A partir de la línea jurisprudencial mencionada, conforme a una interpretación
sistemática de la norma se ha establecido un trámite rector para las excepciones
previas, refiriendo que la excepción de incompetencia tiene una salvedad a esta
tramitación, debido a que su viabilidad está expresamente determinada en la norma
art. 255 num. 2) del Código de Procedimiento Civil.

EXCEPCIONES INTERPUESTAS FUERA DEL PLAZO


Auto Supremo: 292/2016
Sucre: 04 de abril 2016
Proceso: Mejor Derecho Propietario, Nulidad de Anticipo de Legitima, retiro
de construcción y pago de daños y perjuicios.
El Código de Procedimiento Civil aplicable al caso de autos, prevé tres
oportunidades procesales para hacer valer las excepciones: 1) El art. 337 del
Código de Procedimiento Civil dispone que las excepciones previas deben
oponerse todas juntas dentro de cinco días desde la citación con la demanda y antes
de la contestación; 2) El art. 342 de la norma ya citada, prevé que al contestar la
demanda, el demandado podrá oponer todas las excepciones que pudiere invocar
contra las pretensiones del demandante, inclusive las señaladas en los incisos 7 al
11 del art. 336 de la misma norma, cuando no hubieren sido planteadas como
previas, y; 3) El art. 344 del Código de Procedimiento Civil determina que en
ejecución de sentencia solo podrán oponerse las excepciones perentorias
sobrevinientes y fundadas en documentos preconstituidos.
Los fundamentos expuestos, permiten concluir que en el caso de que el demandado
no excepcione en el momento procesal oportuno, es decir que en el caso de que no
active las excepciones establecidas en el art. 336 del Código de Procedimiento
Civil, como primer medio de defensa, se entenderá que el demandado renunció al
mismo y por ello consintió en que el proceso se desarrolle en sus distintas etapas
sin valerse de ese medio de defensa; entendiéndose de esta manera que los plazos
para excepcionar, al estar establecidos como una regla procesal, se entiende que
son de orden público y por ende de cumplimiento obligatorio, por lo que los plazos
P á g i n a 550 | 846
para interponer los mismos no se encuentran sujetos a la facultad discrecional de
los litigantes, toda vez que el planteamiento de dichos medios de defensa están
sometidos a los principios de concentración y preclusión, es decir que en el caso de
no ser interpuestas oportunamente, el litigante pierde el derecho de poderlo hacer
posteriormente.
Sin embargo, en lo referente a las excepciones perentorias, si estas no fueron
interpuestas como previas dentro del alcance de los arts. 337, 338 y 339 del Código
de Procedimiento Civil, y tampoco como perentorias dentro del marco trazado por
el art. 342 del mismo cuerpo legal; la norma procesal citada, permite que solo las
excepciones perentorias pueden ser interpuestas en ejecución de sentencia, siempre
y cuando estas sean sobrevinientes y fundadas en documentos preconstituidos, es
decir que, en el caso de que las excepciones perentorias no fueron interpuestas
oportunamente por que las mismas en dicho momento aún no ocurrieron, solo en el
caso de que el hecho o acto jurídico que da lugar a cualquiera de las excepciones
perentorias, suceda con posterioridad a dicha etapa procesal, si es viable la
interposición de estos medios de defensa.
Conforme lo señalado, el Auto Supremo Nº 198/2010 de 14 de junio de 2010, ha
orientado sobre el particular que: “La parte demandada tiene un determinado
momento procesal para oponer las excepciones previas o perentorias, si la parte
no las opuso en su momento, el juez tiene la facultad de rechazarlas por
inoportunas, pero puede suceder que los hechos que se pretenden excepcionar,
hubieren ocurrido con posterioridad al momento para oponerlas, razón por la cual
la norma prevista por el artículo 344 autoriza, en ejecución de Sentencia, el
planteamiento de excepciones perentorias sobrevinientes, al respecto se debe tener
en cuenta que el vocablo sobreviniente que utiliza ese precepto, sirve para
calificar a hechos o actos jurídicos que acaecen con posterioridad a una sentencia
y su ejecutoria. De donde se infiere que si los hechos o actos jurídicos son
anteriores en el tiempo a la sentencia, no pueden fundar una excepción
sobrevenida. No obstante, no se puede obviar la posibilidad de que el hecho que se
pretende excepcionar, referido a la aparente cosa juzgada, se suscite después de
trabar la relación procesal y antes de la Sentencia, en cuyo caso sí resulta
atendible que la parte interesada oponga la excepción por hechos sucintados en
esas condiciones.”

EXCEPTIO NON ADIMPLETI CONTRACTUS


Auto Supremo: 331/2017
Sucre: 03 de abril 2017
Proceso: Resolución de contrato.
P á g i n a 551 | 846
El Autor Carlos Miguel Ibañez en su obra “Resolución por incumplimiento”,
Editorial Astrea 2006, pág. 36, al referirse a la teoría de la causa recíproca
“Sostiene que en los contratos sinalagmáticos la obligación de cada una de las
partes es la causa de la obligación asumida por la otra, por lo que en caso de
incumplimiento de una de ellas la otra obligación cesa de tener causa. La
desaparición de la causa justifica la exceptio non adimpleti contractus y la
resolución de los contratos por incumplimiento.
Según esta teoría, la resolución se explica por la sobrevenida desaparición de la
causa por el incumplimiento de la obligación recíproca. La causa, que es
necesaria para la formación del contrato, subsiste en la fase de ejecución; de
manera que si se frustra el fin causal de una parte, su obligación correlativa se
queda sin causa y puede ser resuelta.
El principal expositor de esta teoría ha sido Capitant, quien ha expresado que “lo
que quiere el que contrata es alcanzar la prestación que se le prometió. A partir
del momento en que esta prestación no se efectúa voluntariamente, es de temer que
le falte el fin a que aspiraba”.
Respecto a lo anterior el art. 573 del Código Civil, señala que en los contratos con
prestaciones recíprocas, cualquiera de las partes que ha cumplido con su obligación
podrá exigir a la otra que cumpla con su obligación, este aspecto es conocido como
la reciprocidad en el cumplimiento, en virtud del cual como se ha señalado
comprende el cumplimiento de las obligaciones de las partes contratantes en la
medida cronológica o secuencial que ellas así lo han acordado.
El Autor Carlos Morales Guillen en su Libro “Código Civil Concordado y
Anotado”, Cuarta Edición, Tomo I, Pág. 836, al realizar el comentario del artículo
precedentemente referido sostiene que: “…Siendo el nexo de interdependencia, o
causalidad recíproca, entre las prestaciones de los dos cumplimientos, cuando la
prestación no es, aún temporalmente, cumplida, también la contraprestación puede
legítimamente no ser cumplida, porque la excepción de no cumplimiento implica
un poder, que nace ex lege, de provisional suspensión de la ejecución, sin extinguir
el derecho de la contraparte (Messineo).
La excepción no requiere para ser alegada ni autorización judicial ni previo
requerimiento de mora, porque el derecho a negar el cumplimiento, descansa en el
principio de que ninguna de las partes está obligada a cumplir, sin haber
percibido al propio tiempo lo que se le debe…”.

EXCLUSIÓN DE LA AUTORIDAD DEL PADRE EN CASO DE


DECLARACIÓN JUDICIAL DE PATERNIDAD
Auto Supremo: 329/2016
Sucre: 12 de abril 2016
Proceso: Declaración Judicial de Paternidad
El Dr. José Decker Morales en su obra “Código de Familia Comentado,
Concordado y Jurisprudencia” Edición Póstuma 2004, refirió que la Declaración
P á g i n a 552 | 846
Judicial de paternidad o maternidad es un proceso ordinario de hecho en el que el
pretendido hijo y su representante legal, intervienen como demandantes, y, los
presuntos padres como demandados; asimismo, señaló que una vez citado el
demandado con dicha acción, pueden producirse las siguientes hipótesis: 1) Que el
demandado deje transcurrir el término sin contestar la demanda; 2) Que reconozca
como justa la pretensión del actor; 3) Que el demandado pueda oponer excepciones
previas promoviendo un incidente previo y especial pronunciamiento; 4) Puede
contestar la demanda, negando los hechos o solamente el derecho; y 5) Puede
reconvenir según lo permite la Ley; casos en los cuales, señaló que la autoridad del
padre o de la madre, la cual fue declarada judicialmente, debe quedar excluida, ello
de acuerdo a lo establecido en el art. 256 del Código de Familia, quedando
únicamente subsistente el deber de prestar la asistencia al hijo.
En razón a lo expuesto, remitiéndonos a la norma citada supra, es decir al art. 256
del Código de Familia, se tiene que esta, refiriéndose de manera específica a la
exclusión de la autoridad del padre o de la madre en caso de declaración judicial de
paternidad o maternidad, establecía que: “La autoridad del padre o de la madre, se
excluye cuando la filiación, se ha establecido por declaración judicial de
paternidad o maternidad, pero queda subsistente el deber de prestar asistencia al
hijo”. Sobre el particular, el autor Decker Morales en la obra citada anteriormente,
consideró que la prohibición que contiene dicho artículo resulta muy atinada,
expresando que no puede concederse la autoridad parental a quienes negaron
maliciosamente su condición de tales, pues lo contrario sería un grave error que
redundaría en contra del menor.
Concordante con lo expuesto, el autor Carlos Morales Guillén en su obra titulada
Código de Familia Concordado y Anotado y Código del Menor Concordado refirió
que: “La declaración de paternidad o maternidad, importa el reconocimiento
obligado de un derecho que la ley garantiza al hijo (art. 174), al que corresponde
los deberes de los padres (art. 258). Ahora bien, si el padre o la madre no se
avinieron voluntariamente a la observancia de sus deberes respecto del hijo,
rehusándole inclusive el reconocimiento voluntario (art. 195), la declaración
judicial de filiación, no puede imponerles el ejercicio de la patria potestad, que
fundamentalmente importa amor abnegación (v. la anot. Al art. 249: Patria
potestas in pietate debet …). Admitirlo así, sería poner en riesgo el bienestar de los
menores. Por ello, es lógica la disposición del art., como es lógica la subsistencia
del deber de prestar asistencia, que prescribe conforme con la regla general del
art. 282.”
Sin embargo, resulta pertinente señalar que la prohibición establecida en el art. 256
del Código de Familia, no resulta ser una prohibición absoluta, toda vez que el art.
P á g i n a 553 | 846
257 de la misma norma, señala que los padres que no ejercen autoridad pueden
conservar con sus hijos las relaciones personales que permitan las circunstancias,
pues tienen derecho a supervigilar la educación y mantenimiento de aquellos, salvo
los casos en los que se oponga el intereses superior de dichos hijos.

EXCUSAS Y RECUSACIONES
Auto Supremo 243/2012 de fecha 13 de agosto
ha señalado:”El legislador ha previsto mecanismos legales para garantizar a las
partes el derecho al Juez imparcial, en ese sentido el primero de ellos es la excusa,
que conlleva la abstención expresada de oficio por el propio Juez; el segundo
mecanismo es la recusación que debe ser propuesta por cualquiera de las partes
cuando el juez no se excusó de oficio.
Debe entenderse que cuando una de las partes duda de la imparcialidad subjetiva
u objetiva del Juez, por encontrarse éste comprendido dentro de alguna de las
causales taxativamente previstas por Ley, tiene la posibilidad -en caso de que el
Juez no se hubiese excusado - de promover su recusación, a fin de alejarlo del
conocimiento de la causa; empero, si la parte no promueve la recusación del Juez,
se entiende que no duda de su imparcialidad y por ello consiente voluntariamente
en que sea esa autoridad la que conozca y resuelva el litigio.
La falta u omisión de excusa del Juez no constituye ningún vicio u error de
procedimiento, por ello tampoco es causal de nulidad, precisamente porque la Ley
reconoce, en caso de que el Juez no se excuse, la posibilidad que la parte lo
recuse.”

EXIMENTES DE RESPONSABILIDAD CIVIL


Auto Supremo: 908/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Resolución de Contrato, entrega de Bien Inmueble y Pago de Daños y
Perjuicios
Que en principio antes de ingresar a delimitar cuales los eximentes de
responsabilidad por doctrina, es menester realizar un análisis somero de
responsabilidad civil.
Nuestra legislación regla la responsabilidad civil en el Código Civil en su Libro
Tercero, parte segunda, Título VII referente a los hechos ilícitos, arts. 984 al 999
(responsabilidad extracontractual).
Al respecto nuestra legislación en lo dispuesto por el art. 984 del Código Civil
sigue la responsabilidad extracontractual subjetiva, por dicho motivo, para
determinar si el hecho es doloso o culposo, se tiene que ver si los autores tuvieron
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la intensión de engañar o simplemente obraron con negligencia o impericia; se
tiene que analizar las circunstancias que originaron la responsabilidad civil y no
puramente el hecho ocurrido.
La doctrina clasifica la responsabilidad civil en: a) responsabilidad civil
contractual; y b) responsabilidad civil extracontractual.
La primera, nos referimos a la responsabilidad civil contractual, es la obligación
de reparar el daño que se causa por el incumplimiento de una obligación
previamente contraída; se traduce en el deber de pagar la indemnización moratoria
o la indemnización compensatoria, por violarse un derecho relativo, derecho que es
correlativo de una obligación que puede ser de dar, hacer, o de no hacer, cuyo
deudor esta individualmente determinado.
Respecto a la segunda, sobre a la responsabilidad extracontractual, diremos que
es la que no deriva del incumplimiento de una obligación previamente
contraída, sino de la realización de un hecho que causa un daño y que genera la
obligación de repararlo, por conllevar la violación de un derecho absoluto, derecho
que es correlativo de un deber de abstención que consiste en no dañar.
Doctrinalmente, la responsabilidad extracontractual, se clasifica en: subjetiva y
objetiva.
Otro aspecto importante es conocer que requisitos debe existir para la procedencia
de la responsabilidad civil, primeramente, debe existir un perjuicio o daño, una
culpa y un vínculo de causalidad entre la culpa y el perjuicio, aun cuando se trate
de responsabilidad contractual.
- El perjuicio o daño material: Se entiende por ello, el atentado que se produce
contra los derechos pecuniarios de una persona. Para dar lugar a la reparación, el
perjuicio debe ser cierto; no debe haber sido indemnizado anteriormente; debe
implicar un ataque a un interés legítimo jurídicamente protegido; debe ser directo;
en principio, debe ser previsible cuando la responsabilidad sea contractual.
- La culpa: Puede ser intencional: caracterizada por la mala intención del autor del
daño; en materia extracontractual se la denomina culpa delictual o delito y, en
materia contractual, culpa dolosa o dolo. También puede ser no intencional, cuando
el autor del daño no ha querido la realización de ese daño, pero ha incurrido en un
error de conducta: imprudencia o negligencia; en materia extracontractual se la
denomina culpa cuasi delictual o cuasidelito y, en materia contractual, culpa no
dolosa.
- Vínculo de causalidad: Para que proceda la indemnización debe existir
necesariamente una relación entre la culpa que hubiera podido tener el autor y el
daño ocasionado, puesto que de lo contrario se estaría en presencia de causales
eximentes de la responsabilidad.
P á g i n a 555 | 846
Teniendo en claro el tema de la responsabilidad civil, conforme se ha referido,
para su viabilidad debe existir una relación o vinculo de causalidad entre la culpa y
el daño causado, sino caso contario existe una causal de eximente.
Los eximentes, como se dijo son factores interruptores del nexo o vinculo de
causalidad, o factores que demuestran que el daño o perjuicio no pudo evitarse ya
sea, por uno u otro motivo, extremos que han de librar de responsabilidad. Dentro
del primer caso, se encuentran aquellos factores que demuestran la falta de culpa,
debido a que esa falta o ausencia de culpa, en doctrina es debidamente entendido
como un eximente de responsabilidad, así el Autor Marcelo López Mesa señala que
-la culpa entre sus diferentes funciones opera como un eximente de
responsabilidad, puesto que dentro de los sistemas de responsabilidad objetiva
existe una cuña o núcleo de subjetivismo, que no es otro que la culpa de la víctima
como palanca de detención del sistema objetivo y de exoneración del responsable-,
el mismo que para su aplicación al caso en concreto deben ser analizado de manera
minuciosa para determinar si de forma concreta estos factores o hechos han
interrumpido ese vínculo de causalidad, los cuales son viables cuando se demuestra
que el supuesto infractor no ha participado en el acto, ya sea, por voluntad propia o
por existir cuestiones ajenas, como ser la propia culpa del damnificado o culpa de
un tercero, caso fortuito o fuerza mayor, posturas que hacen viable eximir de
responsabilidad siempre y cuando estos factores sean demostrados de forma
manifiesta e inequívoca, caso contrario estos no causa tal efecto.
A los efectos de la presente argumentación jurídica, corresponde avocarnos a los
temas del factor de ausencia de culpa, acudiendo a la doctrina en cuanto al hecho
de un tercero extraño como eximente de responsabilidad María Antonieta Pizza
Bilbao en su obra La Responsabilidad Extracontractual en el Mundo actual pág.
114 refiere: “Causa ajena, todo hecho o acontecimiento extraño no imputable al
responsable, tiene por efecto esencial alterar el nexo causal. La causa ajena, es un
hecho ajeno al actor, en ese ámbito este no debe tener nada que ver con el hecho
dañoso. El demandado se liberó solo cuando la culpa del tercero implica la
ruptura del nexo causal” y la misma autora en cuanto a la culpa de la víctima como
eximente de responsabilidad cita: “la culpa de la víctima ha constituido un
elemento de ruptura del nexo de causalidad de la responsabilidad desde el derecho
antiguo. Ya desde los romanos se cita una frase de PONPONIO: Quod quis ex
culpa sua damnun sentir, non intellegitur damnum senitre; ello significa que el
daño que alguien experimentaba por su propia culpa debe considerarse como si no
hubiera ocurrido a efecto de la responsabilidad.” Entendimiento que orienta en
sentido de que si el daño o perjuicio causado, responde a la negligencia o culpa de

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la propia víctima o un tercero, el mismo genera una interrupción del vínculo de
causalidad, lo que genera un eximente de responsabilidad civil.
Si bien la doctrina en cuestión, se daba en base a una concepción antigua, donde el
pago por el daño o perjuicio ocasionada, era en base a -todo o nada-, empero, dicho
entendimiento a través de la doctrina moderna ha sido superado, bajo el criterio de
que el hecho o daño, pudo surgir, no simplemente por culpa del dañador, sino
también por la víctima, bajo una realidad evidencia, entonces bajo esa nuevo
enfoque, es que la doctrina moderna ha desechado el viejo entendimiento de una
responsabilidad -todo o nada-, por una responsabilidad prorrata o compensación
por culpas, entre en dañador y el damnificado, acudiendo a la misma autora, cita:
“El prorrateo del daño, entre daños y damnificado, está vinculado con la causa de
los comportamientos respectivos, incurre en corresponsabilidad cuando incumple
normas establecidas para evitar o mitigar el daño.”, es decir que a partir de un
nuevo entendimiento doctrinario, a los efectos de establecer la responsabilidad
civil, se deberá analizar dentro el perjuicio causado, el grado de culpa tanto de la
víctima o del dañador, nuevo entendimiento que se asume en respeto de valores y
derechos de igualdad y justicia, bajo la teoría de compensación de culpas, misma
que esta también acogida por nuestro ordenamiento jurídico.

EXPLICACIÓN Y/O ENMIENDA


Auto Supremo: 655/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Usucapión Decenal.
Para el caso de Autos se deberį tener presente lo dispuesto en el Auto Supremo Nŗ
190/2015 – L de 18 de marzo, que indica: “Respecto a que el Ad quem, confunde
los dańos y perjuicios con el alcance de las costas procesales, se debe indicar que la
confusión en la fundamentación del Auto de Vista, es un vició procesal que -previa
petición de aclaración y/o explicación- correspondķa ser impugnada mediante un
recurso de casación en la forma, pues toda contradicción entre la fundamentación
y la parte dispositiva, se refiere a una congruencia interna de la Resolución, o en su
defecto si la petición del apelante fuera de calificar responsabilidad contractual y el
Ad quem emitió una decisión sobre responsabilidad extracontractual, la misma
también debió ser impugnada –previa petición de explicación y/o enmienda- por
incongruencia externa, en sentido de exponer que la decisión asumida por el
Tribunal de Alzada no responde a la pretensión recursiva, cuestionamientos que no
han sido explanados por el recurrente.

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EXPLICACIÓN Y COMPLEMENTACIÓN
Auto Supremo: 503/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Reivindicación, mejor derecho propietario, desocupación y entrega de
inmueble y pago de daños y perjuicios.
En virtud a lo expuesto en el art. 239 del Código de Procedimiento Civil, se
establece que dentro el plazo de veinticuatro horas de la notificación con el Auto de
Vista, las partes pueden hacer uso del derecho que les otorga el art. 196-2) del
citado Código, es decir que se corrija cualquier error material, se aclare algún
concepto oscuro, o se supla cualquier omisión en que se hubiere incurrido sobre
cualquiera de las pretensiones deducidas y discutidas.
Como se advierte, la norma antes referida otorgaba a la parte recurrente de
apelación la posibilidad de solicitar al Tribunal de Alzada supla la omisión referida
al pronunciamiento de alguna o algunas de las pretensiones que dedujo en
apelación, y en el caso de que dicho derecho no sea ejercido, se entiende que el
mismo, conforme a los principios que rigen las nulidades procesales, entre ellos el
de convalidación, preclusión y conservación del acto, no puede ser reclamado en
otra etapa posterior, máxime si dicha omisión e imprecisión, pudo haber sido
subsanada con la solicitud de complementación y enmienda.
Lo señalado supra, ya fue emitido en varios Autos Supremos pronunciados por este
Tribunal Supremo de Justicia, entre ellos el A.S. 32/2015 de 19 de enero de 2015,
que de manera textual señala: “Respecto a la falta de pronunciamiento del segundo
punto apelado, se debe indicar que, el Ad quem, de forma genérica arribó a la
conclusión de que el Auto de 10 de junio de 2003 que resolvió las excepciones no
se las puede revisar en vía del recurso de apelación porque dicha resolución
hubiera causado ejecutoria, esa es una respuesta de forma general a las
acusaciones relativas a la forma de resolución de las excepciones formuladas por
los recurrentes. Ahora si dicha respuesta, no satisfacía las expectativas deducidas
por los recurrentes debieron formular la petición de complementación y
aclaración en base al art. 239 del Código de Procedimiento Civil, el no haberlo
hecho implica que los recurrentes no agotaron el mecanismo de protección
oportuno para la satisfacción del reclamo que ahora se traen en casación,
consiguientemente se advierte no haberse dado cumplimiento a la premisa
establecida en el art. 17 parágrafo III de la Ley Nº 025 del Órgano Judicial.”

EXPLICACIÓN Y LA COMPLEMENTACIÓN
Auto Supremo: 428/2016
Sucre: 03 de mayo 2016
Proceso: División y Partición de Bien Inmueble

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El art. 239 del Código de Procedimiento Civil establece que las partes dentro del
plazo de veinticuatro horas pueden hacer uso del derecho que les otorga el art. 196
inciso 2) del mismo cuerpo legal, en ese sentido refiriéndonos a dicha normativa
encontramos que una vez pronunciada la Sentencia, el Juez no puede modificarla ni
sustituirla, sin embargo a pedido de parte en el plazo citado anteriormente, podrá
corregir cualquier error material, aclarar algún concepto oscuro sin alterar lo
sustancial.
Por lo expuesto, la parte que necesita alguna complementación, explicación o
enmienda deberá formularla oportunamente ante el Juez que emitió dicha
Resolución, empero debemos hacer hincapié que las mismas procederán siempre y
cuando se refieran a errores materiales o aclaración de algún concepto, siempre y
cuando esta no llegue a modificar el fondo de la decisión, pues contra cuestiones
que hacen al fondo del proceso, se encuentran establecidos los recursos
respectivos. Es así que, si alguna de las partes considera que existe algún error de
forma que no modifica lo resuelto, este ya no podrá hacer dicho reclamo en una
etapa procesal posterior que no sea la enmienda o complementación, pues su
derecho habrá precluído y el acto se habrá convalidado, tal como lo refleja el Auto
Supremo Nº 118/2015 de fecha 13 de febrero, que señala: “Por otro lado también
se debe indicar que una vez dictada la Resolución de Alzada las notificaciones con
la misma cuentan con la debida cronología en sus fechas de notificación lo cual
también demuestra que la consignación de la fecha del Auto de Vista pudo ser un
lapsus de los vocales firmantes; en todo caso la parte recurrente tenía la
posibilidad de solicitar conforme lo norma el art. 239 del Código de
Procedimiento Civil la explicación, enmienda y complementación de dicho acto, y
ser enmendado o aclarado por el Tribunal de Alzada y al no haber efectuado dicho
evento, se debe concluir que el error acusado de ninguna manera puede generar la
nulidad de dicha Resolución.”

EXPROPIACIÓN Y EL JUSTIPRECIO
Auto Supremo: 731/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Expediente: T -24- 15 – S
Proceso: Ordinario sobre fijación de justiprecio por expropiación.
Para el caso de autos se deberá tener presente lo dispuesto en la Sentencia
Constitucional No. 0565/2015-S3 de 10 de junio en el punto III.2.- de los
Fundamentos Jurídicos de dicho fallo, que indica: “Del instituto jurídico de la
expropiación y el justiprecio La SCP 0486/2013 de 12 de abril, señaló que:
“Corresponde hacer referencia al instituto de la expropiación que evidentemente
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afecta los principios liberales de la propiedad privada (absoluto, perpetuo y
exclusivo) pero dicho objetivo no podría materializarse si no se dotara debidas
formalidades y garantías al procedimiento de expropiación. En este sentido, si
bien el art. 56 de la CPE, reconoce y garantiza el derecho a la propiedad privada
individual o colectiva, siempre que ésta cumpla una función social y que el uso que
se haga de ella no sea perjudicial al interés colectivo a la vez el art. 57 de la
Norma Suprema, reconoce el instituto jurídico de la expropiación, indicando que:
'se impondrá por causa de necesidad o utilidad pública, calificada conforme con la
ley y previa indemnización justa…', que para no desconocer el núcleo esencial del
derecho a la propiedad reconoce una '…previa indemnización justa…'. La Ley de
Expropiaciones en su art. 1, indica que: 'Siendo inviolable el derecho de
propiedad, no se puede obligar a ningún particular, corporación o establecimiento
de cualquier especie, a que ceda o enajene lo que sea de su propiedad para obras
de interés público, sin que precedan los requisitos siguientes: 1º declaración
solemne de que la obra proyectada es de utilidad pública, y permiso competente
para ejecutarla; 2º declaración de que es indispensable que se ceda o enajene el
todo o una parte de la propiedad para ejecutar la obra de utilidad pública; 3º
justiprecio de lo que haya de cederse o enajenarse; 4º pago del precio de la
indemnización'; asimismo, la referida Ley desarrolla el procedimiento para que
esta se haga efectiva; es decir, que la Ley de Expropiaciones dispone los pasos o
etapas que deben seguir tanto el propietario del bien a ser expropiado como la
autoridad que dispone la afectación del bien, iniciando todo el procedimiento
administrativo con la declaración de necesidad o utilidad pública y culmina con el
establecimiento y pago del justiprecio al propietario, la consumación de estas dos
garantías es fundamental para que se consuma la expropiación. Al respecto, la SC
1671/2003-R de 21 de noviembre, jurisprudencia que es compatible con lo
establecido en la Constitución en esta materia, señala lo siguiente: '…si bien es
cierto que, en el marco de la nueva concepción sobre los alcances de los derechos
fundamentales, el Constituyente ha determinado una limitación al ejercicio del
derecho a la propiedad privada, que se opera a través de la expropiación, no es
menos cierto que, para la aplicación de esa limitación, ha establecido garantías a
favor del titular del derecho limitado, las que se pueden resumir en lo siguiente: a)
la expropiación sólo se realizará previa declaración solemne de la necesidad y
utilidad pública, determinada por autoridad competente; b) el procedimiento se
someterá a las disposiciones legales previamente establecidas; y c) la cesión del
derecho propietario, así como la ocupación pública del bien expropiado, sólo se
materializará previo pago de la justa indemnización'. La misma Sentencia
Constitucional, refiriendo al incumplimiento del pago indemnizatorio y la vía para
P á g i n a 560 | 846
hacerlo efectivo indica que: '…conforme a las normas previstas por la Ley de
Expropiaciones de 30 de diciembre de 1884, en el procedimiento administrativo de
expropiación no existe la vía judicial del proceso ejecutivo para el cobro de la
indemnización. En efecto, conforme a la norma prevista por los arts. 38 y
siguientes de la citada Ley sólo corresponde la vía judicial cuando exista discusión
respecto a la determinación sobre la necesidad de que se expropie todo o parte de
la propiedad y sobre la determinación del monto a ser indemnizado, no
correspondiendo la vía judicial para exigir el pago de la expropiación; ello en
razón a que corresponde a la entidad pública que efectúa la expropiación el
realizar el pago de la indemnización con carácter previo a que se efectivice la
transferencia del derecho propietario sobre el inmueble a expropiarse, así como a
la ocupación física del inmueble, por lo mismo no es al titular del bien expropiado
a quien corresponde cobrar, por vías judiciales la indemnización, sino a la entidad
que realiza la expropiación efectuar el pago previo de la indemnización…'".
EXTENSIÓN DE LA NULIDAD
Auto Supremo: 92/2017
Sucre: 02 de febrero 2017
Proceso: Mejor derecho propietario, nulidad de registro en Derechos Reales.
Se debe señalar que la Sentencia Constitucional Plurinacional Nº 0001/2013-L de 4
de enero de 2013 citando la SC 1644/2004-R de 11 de octubre, en relación a la
nulidad de obrados estableció: “…en la ineficacia de los actos procesales que se
han realizado con violación de los requisitos, formas o procedimientos que la Ley
procesal ha previsto para la validez de los mismos; a través de la nulidad se
controla la regularidad de la actuación procesal y se asegura a las partes el
derecho constitucional al debido proceso…”, en este entendido el autor Chileno
Juan Colombo Campbell señala que "la nulidad es la sanción de ineficacia que
afecta a los actos procesales realizados con falta de alguno de los requisitos
previstos por la ley para su validez", en este entendido en nuestra legislación la
nulidad de obrados está regulada por los arts. 16 y 17 de la Ley Nº 025 y los arts.
105 a 109 del Código Procesal Civil, Ley Nº 439 manteniendo el efecto de la
nulidad extensiva o derivada salvando la aplicación del principio de conservación
en la determinación de la nulidad extensiva, como bien se expresa en la primera
parte del parágrafo I del art. 109 de la Ley Nº 439 que dice: “La nulidad declarada
de un acto procesal no importara la de los anteriores ni de los posteriores que
sean independientes de aquel…”, es decir, que no necesariamente todos los actos
anteriores o posteriores deben verse afectados por la nulidad de un acto procesal
viciado siempre que estos sean independientes de aquel.

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Ahora bien, el efecto de la nulidad extensiva, que se aplica en el ordenamiento
Civil boliviano se produce cuando la nulidad de obrados dispuesta por el Juez o
Tribunal, en previsión de los art. 16 y 17 de la Ley Nº 025, por verse viciado un
acto jurídico procesal, no afecta sólo a éste, sino que su efectos se hace extensivo a
todos aquellos actos procesales que se hubieren realizado con posterioridad en
atención a la vinculación existente entre dichos actos posteriores en el proceso. En
este entendido los actos realizados en el proceso que sean independientes al
acto procesal viciado que genere una nulidad de obrados, como el caso de una
pretensión sobre la que no se tenga competencia pero que resulte
independiente de las otras, cuya nulidad por ningún motivo podría afectar a
las otras.
En este entendido, este Supremo Tribunal de Justicia ha orientado a través del Auto
Supremo Nº 370/2016 de 19 de abril lo siguiente: “…la SC 2026/2010-R de 9 de
noviembre, precisó: “Con referencia a la nulidad procesal, este Tribunal a través
de la SC 1644/2004-R de 11 de octubre, estableció que: 'Según la doctrina, la
nulidad consiste en la ineficacia de los actos procesales que se han realizado con
violación de los requisitos, formas o procedimientos que la Ley procesal ha
previsto para la validez de los mismos; a través de la nulidad se controla la
regularidad de la actuación procesal y se asegura a las partes el derecho
constitucional al debido proceso'. Bajo ese razonamiento, la declaratoria de
nulidad de un acto procesal, incumbe la ineficacia del mismo y el desarrollo del
proceso dentro del marco del debido proceso que conlleva el respeto de derechos
fundamentales y garantías constitucionales.” De la jurisprudencia extractada se
puede establecer que el efecto primordial de toda nulidad procesal es la ineficacia
procesal de lo determinado, y todo lo que incumba aquel, esto por efecto de la
interpretación extensiva de esta disposición.
Empero, cabe aclarar que si la declaratoria de nulidad procesal importa una
ineficacia de lo determinado, conforme a una interpretación extensiva o en su
sentido amplio, los efectos o alcances de la nulidad procesal también deben ser
analizados, y conforme a lo expresado en el punto III.2, de acuerdo al principio de
conservación y protección de los actuados que tienen como finalidad el resguardo
del acto jurídico procesal valido, y a raíz de estos principios, es que a los efectos y
alcances de la nulidad procesal, se origina el principio de causalidad, cuyo
fundamento o esencia reside en que la nulidad procesal declarada ha de afectar
únicamente a todos los actuados inherentes a él, resultando excluyentes aquellos
actuados que no tengan relación con el defecto que ha originado la declaratoria
de nulidad procesal, esto bajo la premisa desde el punto de vista constitucional en
resguardo a los principios de una Justicia pronta y oportuna, debido a que la
P á g i n a 562 | 846
esencia de este principio bajo la directriz del principio de protección, tiene como
finalidad proteger los actuados no afectados, con la finalidad de que el proceso al
ser teleológico llegue al fin determinado y resuelva el conflicto jurídico, criterio
que actualmente encuentra su respaldo en lo establecido en el art. 109. Del código
procesal Civil que refiere: “I. La nulidad declarada de un acto procesal no
importará la de los anteriores ni de los posteriores que sean independientes de
aquel. Los actos procesales que resultaren afectados con la declaración de
nulidad, de oficio serán declarados nulos.
II. La nulidad de un acto especifico no afecta a otros que sean independientes, ni
impide que se produzcan los efectos para los cuales el acto es idóneo, salvo que la
Ley disponga lo contrario”.
De lo que se puede concluir que al momento de analizar los efectos de la nulidad
procesal, el juzgador deberá analizar conforme al principio de causalidad, que esa
nulidad dispuesta solo afecte a los actos posteriores o anteriores que no sean
independientes de él es decir, que no se afecta otros actos que sean independientes
de ella los cuales si producen plenos efectos jurídicos, para ello la autoridad
judicial que determine la nulidad procesal deberá tomar mayor cuidado en
establecer si la nulidad procesal a disponerse es parcial, y deberá establecer de
forma inequívoca si esta determinación ha de afectar a otros actuados futuros o
anteriores, esto a los efectos del proceso, y en caso de no poder ser precisado los
efectos de la nulidad dispuesta bajo un criterio de jurícidad la autoridad que
conozca la causa deberá realizar un análisis para establecer si la Resolución de
ineficacia afecta o no a determinados actuados, lo cual también deberá ser
debidamente fundamentado y motivado con la finalidad de que las partes puedan
realizar la observación correspondiente a esa determinación.”.

EXTENSIÓN DE LA NULIDAD
Auto Supremo: 118/2017
Sucre: 03 de febrero 2017
Proceso: Acción Reivindicatoria, Acción Negatoria, Desocupación y Entrega de
Inmueble, más pago de Daños y Perjuicios.
Se debe señalar que la Sentencia Constitucional Plurinacional Nº 0001/2013-L de 4
de enero de 2013 citando la SC 1644/2004-R de 11 de octubre, en relación a la
nulidad de obrados estableció: “…en la ineficacia de los actos procesales que se
han realizado con violación de los requisitos, formas o procedimientos que la Ley
procesal ha previsto para la validez de los mismos; a través de la nulidad se
controla la regularidad de la actuación procesal y se asegura a las partes el
derecho constitucional al debido proceso…”, en este entendido el autor Chileno
Juan Colombo Campbell señala que "la nulidad es la sanción de ineficacia que

P á g i n a 563 | 846
afecta a los actos procesales realizados con falta de alguno de los requisitos
previstos por la ley para su validez", en este entendido en nuestra legislación la
nulidad de obrados está regulada por los arts. 16 y 17 de la Ley Nº 025 y los arts.
105 a 109 del Código Procesal Civil, Ley Nº 439 manteniendo el efecto de la
nulidad extensiva o derivada salvando la aplicación del principio de conservación
en la determinación de la nulidad extensiva, como bien se expresa en la primera
parte del parágrafo I del art. 109 de la Ley Nº 439 que dice: “La nulidad declarada
de un acto procesal no importara la de los anteriores ni de los posteriores que
sean independientes de aquel…”, es decir, que no necesariamente todos los actos
anteriores o posteriores deben verse afectados por la nulidad de un acto procesal
viciado siempre que estos sean independientes de aquel.
Ahora bien, el efecto de la nulidad extensiva, que se aplica en el ordenamiento civil
boliviano se produce cuando la nulidad de obrados dispuesta por el Juez o
Tribunal, en previsión de los art. 16 y 17 de la Ley Nº 025, por verse viciado un
acto jurídico procesal, no afecta sólo a éste, sino que su efectos se hace extensivo a
todos aquellos actos procesales que se hubieren realizado con posterioridad en
atención a la vinculación existente entre dichos actos posteriores en el proceso.
En este entendido los actos realizados en el proceso que sean independientes al
acto procesal viciado que genere una nulidad de obrados, como el caso de una
pretensión sobre la que no se tenga competencia pero que resulte independiente de
las otras, cuya nulidad por ningún motivo podría afectar a las otras.
En este entendido, este Supremo Tribunal de Justicia ha orientado a través del Auto
Supremo Nº 370/2016 de 19 de abril lo siguiente: “…la SC 2026/2010-R de 9 de
noviembre, precisó: “Con referencia a la nulidad procesal, este Tribunal a través
de la SC 1644/2004-R de 11 de octubre, estableció que: 'Según la doctrina, la
nulidad consiste en la ineficacia de los actos procesales que se han realizado con
violación de los requisitos, formas o procedimientos que la Ley procesal ha
previsto para la validez de los mismos; a través de la nulidad se controla la
regularidad de la actuación procesal y se asegura a las partes el derecho
constitucional al debido proceso'. Bajo ese razonamiento, la declaratoria de
nulidad de un acto procesal, incumbe la ineficacia del mismo y el desarrollo del
proceso dentro del marco del debido proceso que conlleva el respeto de derechos
fundamentales y garantías constitucionales.” De la jurisprudencia extractada se
puede establecer que el efecto primordial de toda nulidad procesal es la ineficacia
procesal de lo determinado, y todo lo que incumba aquel, esto por efecto de la
interpretación extensiva de esta disposición.
Empero, cabe aclarar que si la declaratoria de nulidad procesal importa una
ineficacia de lo determinado, conforme a una interpretación extensiva o en su
sentido amplio, los efectos o alcances de la nulidad procesal también deben ser
analizados, y conforme a lo expresado en el punto III.2, de acuerdo al principio de
conservación y protección de los actuados que tienen como finalidad el resguardo
del acto jurídico procesal valido, y a raíz de estos principios, es que a los efectos y
alcances de la nulidad procesal, se origina el principio de causalidad, cuyo
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fundamento o esencia reside en que la nulidad procesal declarada ha de afectar
únicamente a todos los actuados inherentes a él, resultando excluyentes aquellos
actuados que no tengan relación con el defecto que ha originado la declaratoria
de nulidad procesal, esto bajo la premisa desde el punto de vista constitucional en
resguardo a los principios de una Justicia pronta y oportuna, debido a que la
esencia de este principio bajo la directriz del principio de protección, tiene como
finalidad proteger los actuados no afectados, con la finalidad de que el proceso al
ser teleológico llegue al fin determinado y resuelva el conflicto jurídico, criterio
que actualmente encuentra su respaldo en lo establecido en el art. 109. Del código
procesal Civil que refiere: “I. La nulidad declarada de un acto procesal no
importará la de los anteriores ni de los posteriores que sean independientes de
aquel. Los actos procesales que resultaren afectados con la declaración de
nulidad, de oficio serán declarados nulos.
II. La nulidad de un acto especifico no afecta a otros que sean independientes, ni
impide que se produzcan los efectos para los cuales el acto es idóneo, salvo que la
Ley disponga lo contrario”.
De lo que se puede concluir que al momento de analizar los efectos de la nulidad
procesal, el juzgador deberá analizar conforme al principio de causalidad, que esa
nulidad dispuesta solo afecte a los actos posteriores o anteriores que no sean
independientes de él es decir, que no se afecta otros actos que sean independientes
de ella los cuales si producen plenos efectos jurídicos, para ello la autoridad
judicial que determine la nulidad procesal deberá tomar mayor cuidado en
establecer si la nulidad procesal a disponerse es parcial, y deberá establecer de
forma inequívoca si esta determinación ha de afectar a otros actuados futuros o
anteriores, esto a los efectos del proceso, y en caso de no poder ser precisado los
efectos de la nulidad dispuesta bajo un criterio de jurícidad la autoridad que
conozca la causa deberá realizar un análisis para establecer si la Resolución de
ineficacia afecta o no a determinados actuados, lo cual también deberá ser
debidamente fundamentado y motivado con la finalidad de que las partes puedan
realizar la observación correspondiente a esa determinación”.

EXTENSIÓN DE LA NULIDAD
Auto Supremo: 1066/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Mejor Derecho Propietario y otros.
Se debe señalar que la Sentencia Constitucional Plurinacional Nº 0001/2013-L de 4
de enero de 2013 citando la SC 1644/2004-R de 11 de octubre, en relación a la
nulidad de obrados estableció: “…en la ineficacia de los actos procesales que se
han realizado con violación de los requisitos, formas o procedimientos que la Ley
procesal ha previsto para la validez de los mismos; a través de la nulidad se
controla la regularidad de la actuación procesal y se asegura a las partes el

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derecho constitucional al debido proceso…”, en este entendido el autor Chileno
Juan Colombo Campbell señala que "la nulidad es la sanción de ineficacia que
afecta a los actos procesales realizados con falta de alguno de los requisitos
previstos por la ley para su validez", en este entendido en nuestra legislación la
nulidad de obrados está regulada por los arts. 16 y 17 de la Ley Nº 025 y los arts.
105 a 109 del Código Procesal Civil, Ley Nº 439 manteniendo el efecto de la
nulidad extensiva o derivada salvando la aplicación del principio de conservación
en la determinación de la nulidad extensiva, como bien se expresa en la primera
parte del parágrafo I del art. 109 de la Ley Nº 439 que dice: “La nulidad declarada
de un acto procesal no importara la de los anteriores ni de los posteriores que
sean independientes de aquel…”, es decir, que no necesariamente todos los actos
anteriores o posteriores deben verse afectados por la nulidad de un acto procesal
viciado siempre que estos sean independientes de aquel.
Ahora bien, el efecto de la nulidad extensiva, que se aplica en el ordenamiento
Civil boliviano se produce cuando la nulidad de obrados dispuesta por el Juez o
Tribunal, en previsión de los art. 16 y 17 de la Ley Nº 025, por verse viciado un
acto jurídico procesal, no afecta sólo a éste, sino que su efectos se hace extensivo a
todos aquellos actos procesales que se hubieren realizado con posterioridad en
atención a la vinculación existente entre dichos actos posteriores en el proceso. En
este entendido los actos realizados en el proceso que sean independientes al acto
procesal viciado que genere una nulidad de obrados, como el caso de una
pretensión sobre la que no se tenga competencia pero que resulte independiente de
las otras, cuya nulidad por ningún motivo podría afectar a las otras.
En este entendido, este Supremo Tribunal de Justicia ha orientado a través del Auto
Supremo Nº 370/2016 de 19 de abril lo siguiente: “…la SC 2026/2010-R de 9 de
noviembre, precisó: “Con referencia a la nulidad procesal, este Tribunal a través
de la SC 1644/2004-R de 11 de octubre, estableció que: 'Según la doctrina, la
nulidad consiste en la ineficacia de los actos procesales que se han realizado con
violación de los requisitos, formas o procedimientos que la Ley procesal ha
previsto para la validez de los mismos; a través de la nulidad se controla la
regularidad de la actuación procesal y se asegura a las partes el derecho
constitucional al debido proceso'. Bajo ese razonamiento, la declaratoria de
nulidad de un acto procesal, incumbe la ineficacia del mismo y el desarrollo del
proceso dentro del marco del debido proceso que conlleva el respeto de derechos
fundamentales y garantías constitucionales.” De la jurisprudencia extractada se
puede establecer que el efecto primordial de toda nulidad procesal es la ineficacia
procesal de lo determinado, y todo lo que incumba aquel, esto por efecto de la
interpretación extensiva de esta disposición.
P á g i n a 566 | 846
Empero, cabe aclarar que si la declaratoria de nulidad procesal importa una
ineficacia de lo determinado, conforme a una interpretación extensiva o en su
sentido amplio, los efectos o alcances de la nulidad procesal también deben ser
analizados, y conforme a lo expresado en el punto III.2, de acuerdo al principio de
conservación y protección de los actuados que tienen como finalidad el resguardo
del acto jurídico procesal valido, y a raíz de estos principios, es que a los efectos y
alcances de la nulidad procesal, se origina el principio de causalidad, cuyo
fundamento o esencia reside en que la nulidad procesal declarada ha de afectar
únicamente a todos los actuados inherentes a él, resultando excluyentes aquellos
actuados que no tengan relación con el defecto que ha originado la declaratoria
de nulidad procesal, esto bajo la premisa desde el punto de vista constitucional en
resguardo a los principios de una Justicia pronta y oportuna, debido a que la
esencia de este principio bajo la directriz del principio de protección, tiene como
finalidad proteger los actuados no afectados, con la finalidad de que el proceso al
ser teleológico llegue al fin determinado y resuelva el conflicto jurídico, criterio
que actualmente encuentra su respaldo en lo establecido en el art. 109. Del código
procesal Civil que refiere: “I. La nulidad declarada de un acto procesal no
importará la de los anteriores ni de los posteriores que sean independientes de
aquel. Los actos procesales que resultaren afectados con la declaración de
nulidad, de oficio serán declarados nulos.
II. La nulidad de un acto especifico no afecta a otros que sean independientes, ni
impide que se produzcan los efectos para los cuales el acto es idóneo, salvo que la
Ley disponga lo contrario”.
De lo que se puede concluir que al momento de analizar los efectos de la nulidad
procesal, el juzgador deberá analizar conforme al principio de causalidad, que esa
nulidad dispuesta solo afecte a los actos posteriores o anteriores que no sean
independientes de él es decir, que no se afecta otros actos que sean independientes
de ella los cuales si producen plenos efectos jurídicos, para ello la autoridad
judicial que determine la nulidad procesal deberá tomar mayor cuidado en
establecer si la nulidad procesal a disponerse es parcial, y deberá establecer de
forma inequívoca si esta determinación ha de afectar a otros actuados futuros o
anteriores, esto a los efectos del proceso, y en caso de no poder ser precisado los
efectos de la nulidad dispuesta bajo un criterio de jurícidad la autoridad que
conozca la causa deberá realizar un análisis para establecer si la Resolución de
ineficacia afecta o no a determinados actuados, lo cual también deberá ser
debidamente fundamentado y motivado con la finalidad de que las partes puedan
realizar la observación correspondiente a esa determinación.”.

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EXTENSIÓN DE LA NULIDAD PROCESAL
Auto Supremo: 413/2016
Sucre: 28 de abril 2016
Proceso: Usucapión Decenal.
La extensión de la nulidad se encuentra descrita en el art. 109 del Código Procesal
Civil, que señala:“(EXTENSIÓN DE LA NULIDAD). I. La nulidad declarada de un
acto procesal no importará la de los anteriores ni de los posteriores que sean
independientes de aquel. Los actos procesales que resultaren afectados con la
declaración de nulidad, de oficio serán declarados nulos. II La nulidad de un acto
especifico no afecta a otros que sean independientes, ni impide que se produzcan
los efectos para los cuales el acto es idóneo, salvo que la Ley disponga lo
contrario. III. La autoridad judicial a tiempo de fundamentar su decisión deberá
especificar si la nulidad declarada de un acto procesal afecta a otros actos
anteriores o posteriores al acto nulo…”
En materia de nulidades procesales, se entiende que la nulidad implica el retroceso
de los actos procesales, generando dilación en los procesos, que en algunos casos
resultó ser innecesario, por lo que con la finalidad de evitar retrocesos en la
secuencia procesal es que se han introducido nuevos lineamientos respecto a la
nulidad procesal –conforme a la normativa vigente- que se encuentran orientados a
efectivizar el derecho a la defensa del litigante, calificando la nulidad procesal
como una medida de extrema ratio, siendo la aplicación nulidad procesal la
excepción en relación a la regla (solución del fondo de la controversia).
Por el principio de conservación del acto se entiende, conforme al criterio de
Roberto Berizonce, la conveniencia de preservar la eficacia y validez de los actos
frente a la posibilidad de anulación. De dicho principio deriva el principio de
causalidad, el mismo que de acuerdo al criterio de Jorge Luis Hurtado Andaluz, en
la publicación del trabajo “principios de la nulidad procesal” publicado en el portal
jurídico virtual “columna jurídica”, señala que: “3.5. Principio de causalidad o de
independencia.- Este principio dispone que la declaración de nulidad de un acto
procesal solo alcanza a los actos posteriores que sean dependientes de él, es decir
que carezcan de vinculación o nexo y, por ende autónomos del acto viciado.
Asimismo, si se invalida parte de un acto procesal, esta invalidez no afecta a las
otras que sean independientes de ella, produciéndose, en consecuencia plenos
efectos jurídicos”, esto quiere decir que tomando en cuenta la naturaleza de los
actos jurídicos procesales y el contenido de un acto jurídico procesal en particular,
puede darse la nulidad parcial de un acto jurídico procesal.

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F
FACULTAD DE PRODUCIR PRUEBA DE OFICIO
Auto Supremo: 402/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Mejor derecho propietario.
En el Auto Supremo No 327/2016 de fecha 12 de abril de 2016 se orientó: “El art.
233.II del Código de Procedimiento Civil dispone: “El juez o tribunal podrá
asimismo, antes del decreto de autos disponerse la pruebas que estimare
convenientes.”, en esta misma lógica el art. 4 núm. 4) del mismo cuerpo legal, que
regula entre las facultades del Juez o Tribunal las de: “exigir las pruebas que
consideren necesarias, como exhibiciones, peritajes y juramentos, llamar a los
testigos ofrecidos por las partes, efectuar careos y emplear cuantos medios fueren
conducentes al mayor esclarecimiento del proceso.”, preceptos normativos
aplicables al caso, por cuanto establecen la facultad de los jueces y Tribunales de
producir prueba de oficio esto en procura de llegar a la verdad material de los
hechos y lograr la emisión de resoluciones eficaces, que se materializan
precisamente por el cumplimiento de los principios reconocido por la Constitución
Política del Estado.
Es en este entendido que este Supremo Tribunal de Justicia a orientado a través de
diversos fallos (Autos Supremos Nros. 690/2014, 889/2015 y 131/2016) que en
este nuevo Estado Social, Constitucional de Derecho el rol que antes se le atribuía
al Juez o Tribunal ha cambiado, pues, el proceso es un instrumento para que el
Estado a través del Juez cumpla con su más alto fin, que es lograr la armonía social
y la justicia material, ya que ahora los jueces y Tribunales deben estar
comprometidos con la averiguación de la verdad material y la consolidación de la
justicia material, interviniendo activa y equitativamente en el proceso, para lograr
que la decisión de fondo esté fundada en la verdad real de los hechos (verdad
material), pues hoy la producción de pruebas no es de iniciativa exclusiva de las
partes, ya que según lo regulado en los arts. 4 num. 4) y 233.II del Código de
Procedimiento Civil aplicable al caso el Juez o Tribunal tiene la posibilidad incluso
más amplia (por el principio de verdad material art. 180 de la C.P.E.), de generar
prueba de oficio que le revele la verdad material de los hechos, puesto que su
actividad no está guiada por un interés privado de parte, como el de los
contendientes quienes tiene su propia verdad, al contrario su interés al ser

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representante del Estado Social es público y busca el bienestar social, evitando así
que el resultado del proceso sea producto de la sola técnica procesal o la verdad
formal que las partes introducen al proceso, por lo que en conclusión, el Juez tiene
la amplia facultad de decretar la producción de pruebas de oficio que considere
necesarias y que resulta fiel expresión del principio de verdad material en procura
de la justicia material, sobre los cuales se cimienta su nuevo rol de garante de
derechos fundamentales.
Razonamiento que tiene sustento en diversos fallos constitucionales que
fundamentaron sobre el nuevo Estado Constitucional de Derecho que hoy rige la en
la justicia boliviana entre ellas podemos citar a la S.C.P., Nº 0112/2012 de 27 de
abril (hito) que señaló: “…la constitución de 2009, inicia un constitucionalismo sin
precedentes en su historia, que es preciso comprender para construir, hilar una
nueva teoría jurídica del derecho boliviano, en una secuencia lógica que va desde
la comprensión de este nuevo derecho hasta los criterios para su aplicación
judicial. Esto debido al nuevo modelo de Estado ínsito en el texto constitucional…
con un rol preponderante de los jueces a través de su labor decisoria cotidiana.”.
Lo que significa que en este nuevo Estado Social Constitucional de derecho, la
primacía de la Constitución desplaza a la primacía de la ley, exigiendo de los
jueces un razonamiento que desborda la subsunción a la ley, en aplicación primaria
de los principios y valores constitucionales.
Así también, acudiendo al derecho comparado la Sentencia T-264/09 de la Corte
Constitucional de Colombia, desarrolla la verdad material realizando un análisis,
minucioso respecto a este principio y la función de Juez en la averiguación de la
verdad, señalando: “…es posible distinguir dos tendencias: una que preconiza que
el proceso civil mantenga un carácter plenamente dispositivo, y otra que propugna
por dar pleno alcance a las facultades oficiosas del juez, incluidas aquellas de
carácter inquisitivo para la determinación de los hechos. La primera tendencia
concibe al proceso exclusivamente como un mecanismo para la resolución pronta
y definitiva de los conflictos sociales mediante la composición de los intereses en
pugna, en tanto que la segunda lo concibe como una instancia destinada a lograr
la vigencia y efectividad del derecho material.
La verdad, desde el primer punto de vista no resulta relevante e, incluso, puede
convertirse en un obstáculo para la composición de conflictos dentro de términos
temporales estrictos, pues supone (i) el alejamiento de posiciones intermedias que
permitan soluciones sencillas y prácticas, o que lleven a un acuerdo para la
terminación del proceso basado más en la conveniencia que en la verdad, y (ii)
implica un desgaste de recursos, lo que disminuye la eficacia y eficiencia del
proceso.
Desde el segundo punto de vista, en cambio, se considera que una decisión solo es
justa si se basa en un soporte fáctico que pueda considerarse verdadero. En este
sentido, la verdad es un fin del proceso, y la solución de conflictos solo se
considera adecuada si se lleva a cabo mediante decisiones justas, basadas en un
fundamento fáctico confiable y veraz.”.
P á g i n a 570 | 846
En este entendido ninguna decisión judicial puede considerarse razonablemente
correcta o justa, si se funda sobre una comprobación errónea o parcial de los
hechos que hacen al fondo del proceso, la decisión es correcta si se pone fin al
conflicto estando fundada sobre criterios legales y racionales, ya que en todo
proceso la solución de conflictos es compatible con la búsqueda de la verdad, ya
que una resolución que no se fundamente en la veracidad de los hechos viene a
generar una desconfianza generalizada hacia órgano judicial y un riesgo para
mantener la armonía social, por lo que el compromiso del Juez es con la verdad y
no con las partes del proceso, pues tiene como instrumento para llegar a esta
verdad material, la facultad de decretar pruebas de oficio, por ello la producción de
pruebas de oficio en equidad no afecta la imparcialidad del Juez, ya que estas
pruebas de oficio que determinen la verdad real de los hechos pueden favorecer a
cualquiera de las partes sin que esto signifique limitar el derecho de defensa y
contradicción que tiene la otra parte, pues el Juez solo debe buscar la verdad real de
los hechos manteniendo firme su imparcialidad en la aplicación del principio de
verdad material al caso concreto.

FACULTAD DE PRODUCIR PRUEBA DE OFICIO


Auto Supremo: 1116/2016
Sucre: 23 de septiembre 2016
Proceso: Resolución de Contrato
De acuerdo al art. 378 del Código de Procedimiento Civil, el Juez dentro del
periodo probatorio o hasta antes de la Sentencia, está facultado a ordenar de oficio
la producción de prueba que considere necesaria y pertinente, , en esta misma
lógica el art. 4 inc. 4) del mismo cuerpo legal, que regula entre las facultades del
juez o tribunal las de: “exigir las pruebas que consideren necesarias, como
exhibiciones, peritajes y juramentos, llamar a los testigos ofrecidos por las partes,
efectuar careos y emplear cuantos medios fueren conducentes al mayor
esclarecimiento del proceso.”, preceptos normativos aplicables al caso, por cuanto
establecen la facultad de los jueces de producir prueba de oficio esto en procura de
llegar a la verdad material de los hechos y lograr la emisión de
resolucioneseficaces, que se materializan precisamente por el cumplimiento de los
principios reconocido por la Constitución Política del Estado.
Es en este entendido que este Supremo Tribunal de Justicia a orientado a través de
diversos fallos (Autos Supremos Nros. 690/2014, 889/2015 y 131/2016) que en
este nuevo Estado Social, Constitucional de Derecho el rol que antes se le atribuía
al juez o Tribunal ha cambiado, pues, el proceso es un instrumento para que el
Estado a través del juez cumpla con su más alto fin, que es lograr la armonía social
y la justicia material, ya que ahora los jueces y Tribunales deben estar
comprometidos con la averiguación de la verdad material y la consolidación de la
P á g i n a 571 | 846
justicia material, interviniendo activa y equitativamente en el proceso, para lograr
que la decisión de fondo esté fundada en la verdad real de los hechos (verdad
material), pues hoy la producción de pruebas no es de iniciativa exclusiva de las
partes, ya que según lo regulado en los arts. 4 inc. 4) y 378 del Código de
Procedimiento Civil aplicable al caso el juez o Tribunal tiene la posibilidad incluso
más amplia (por el principio de verdad material art. 180 de la CPE) de generar
prueba de oficio que le revele la verdad material de los hechos, puesto que su
actividad no está guiada por un interés privado de parte, como el de los
contendientes quienes tiene su propia verdad, al contrario su interés al ser
representante del Estado Social es público y busca el bienestar social, evitando así
que el resultado del proceso sea producto de la sola técnica procesal o la verdad
formal que las partes introducen al proceso, por lo que en conclusión, el juez tiene
la amplia facultad de decretar la producción de pruebas de oficio que considere
necesarias y que resulta fiel expresión del principio de verdad material en procura
de la justicia material, sobre los cuales se cimienta su nuevo rol de garante de
derechos fundamentales.
Así también, se ha orientado a través del Auto Supremo Nº 399/2015 de 9 de Junio,
que citando al Auto Constitucional Nº 751/2012-CA de 10 de septiembre, ha
señalado que: “La producción de prueba de oficio se encuentra reconocido a los
jueces en los códigos procesales civiles en la mayoría de los países
latinoamericanos bajo distintos denominativos; en Argentina con la denominación
de “facultades instructorias”; en Uruguay como “diligencias para mejor proveer”
y en nuestro medio se encuentra normado en el art. 378 del Código Procedimiento
Civil simplemente como “facultades del Juez”, norma legal que establece lo
siguiente: “El Juez, dentro del periodo probatorio o hasta antes de la sentencia,
podrá ordenar de oficio declaraciones de testigos, dictámenes de peritos,
inspecciones oculares y toda la prueba que juzgare necesaria y pertinente”.
Debe tenerse presente que la Constitución Política del Estado en sus arts. 178-I y
180-I incorpora principios que rigen la administración de justicia, entre estos se
encuentra el principio de eficacia, eficiencia, verdad material, etc., cuya
materialización indudablemente se encuentra a cargo de los jueces y tribunales; la
labor de administrar justicia tiene por finalidad esencial garantizar el
cumplimiento de las leyes y sobre todo dar solución a los conflictos suscitados por
las partes litigantes para alcanzar la paz social y en esa labor los principios antes
enunciados juegan un papel preponderante; así el principio de eficacia supone el
cumplimiento de las disposiciones legales donde los procedimientos deben lograr
su finalidad removiendo de oficio los obstáculos puramente formales sin demoras
innecesarias y brindar certeza en la resolución del conflicto; este principio se
P á g i n a 572 | 846
encuentra íntimamente vinculado con la prevalencia del derecho sustancial
respecto al formal y el principio de verdad material, a través de este último se
busca la verdad real de los hechos encaminado a lograr la vigencia y efectividad
plena del derecho material, pues de lo contrario si no se llega a establecer la
verdad real, ninguna decisión judicial puede considerarse razonablemente
correcta y justa o si la misma se funda sobre una comprobación errónea o parcial
de los hechos.
Dentro de ese contexto, no resulta contrario el art. 378 del Código de
Procedimiento Civil a los principios y valores que establece la Constitución
Política del Estado como señala el accionante; esas facultades otorgadas a los
jueces en la indicada norma adjetiva civil se constituye en un instrumento
necesario para materializar los principios constitucionales anteriormente
enunciados, sobre todo el de verdad material; en función de dichos principios si el
juzgador considera que las pruebas aportada por las partes litigantes es
insuficiente para resolver el conflicto, no solo que está facultado para producir
prueba de oficio, sino que se encuentra obligado a hacer uso de esas facultades
para acceder a los medios de convicción idóneos y dotarse de todos los elementos
probatorios que considere necesarios y pertinentes para la Resolución de la causa
sin que ello implique afectar su imparcialidad, a menos que se conciba a nuestro
sistema procesal civil como puramente dispositivo, aspecto que no es el caso.”.
Así también, acudiendo al derecho comparado la Sentencia T-264/09 de la Corte
Constitucional de Colombia, desarrolla la verdad material realizando un análisis,
minucioso respecto a este principio y la función de juez en la averiguación de la
verdad, señalando: “…es posible distinguir dos tendencias: una que preconiza que
el proceso civil mantenga un carácter plenamente dispositivo, y otra que propugna
por dar pleno alcance a las facultades oficiosas del juez, incluidas aquellas de
carácter inquisitivo para la determinación de los hechos. La primera tendencia
concibe al proceso exclusivamente como un mecanismo para la resolución pronta
y definitiva de los conflictos sociales mediante la composición de los intereses en
pugna, en tanto que la segunda lo concibe como una instancia destinada a lograr
la vigencia y efectividad del derecho material.
La verdad, desde el primer punto de vista no resulta relevante e, incluso, puede
convertirse en un obstáculo para la composición de conflictos dentro de términos
temporales estrictos, pues supone (i) el alejamiento de posiciones intermedias que
permitan soluciones sencillas y prácticas, o que lleven a un acuerdo para la
terminación del proceso basado más en la conveniencia que en la verdad, y (ii)
implica un desgaste de recursos, lo que disminuye la eficacia y eficiencia del
proceso.
P á g i n a 573 | 846
Desde el segundo punto de vista, en cambio, se considera que una decisión solo es
justa si se basa en un soporte fáctico que pueda considerarse verdadero. En este
sentido, la verdad es un fin del proceso, y la solución de conflictos solo se
considera adecuada si se lleva a cabo mediante decisiones justas, basadas en un
fundamento fáctico confiable y veraz.”.
En este entendido ninguna decisión judicial puede considerarse razonablemente
correcta o justa, si se funda sobre una comprobación errónea o parcial de los
hechos que hacen al fondo del proceso, la decisión es correcta si se pone fin al
conflicto estando fundada sobre criterios legales y racionales, ya que en todo
proceso la solución de conflictos es compatible con la búsqueda de la verdad, ya
que una resolución que no se fundamente en la veracidad de los hechos viene a
generar una desconfianza generalizada hacia órgano judicial y un riesgo para
mantener la armonía social, por lo que el compromiso del juez es con la verdad y
no con las partes del proceso, pues tiene como instrumento para llegar a esta
verdad material, la facultad de decretar pruebas de oficio, por ello la producción de
pruebas de oficio en equidad no afecta la imparcialidad del juez, ya que estas
pruebas de oficio que determinen la verdad real de los hechos pueden favorecer a
cualquiera de las partes sin que esto signifique limitar el derecho de defensa y
contradicción que tiene la otra parte, pues el juez solo debe buscar la verdad real de
los hechos manteniendo firme su imparcialidad en la aplicación del principio de
verdad material al caso concreto.

FACULTAD DE PRODUCIR PRUEBA DE OFICIO EN CASO DE EXISTIR


DUDA
Auto Supremo: 1031/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: anulabilidad
El art. 233 parágrafo II del Código de Procedimiento Civil dispone: “El juez o
tribunal podrá asimismo, antes del decreto de autos disponerse la pruebas que
estimare convenientes.”, en esta misma lógica el art. 4 num. 4) del mismo cuerpo
legal, que regula entre las facultades del Juez o Tribunal las de: “exigir las pruebas
que consideren necesarias, como exhibiciones, peritajes y juramentos, llamar a los
testigos ofrecidos por las partes, efectuar careos y emplear cuantos medios fueren
conducentes al mayor esclarecimiento del proceso.”, preceptos normativos
aplicables al caso, por cuanto establecen la facultad de los jueces y Tribunales de
producir prueba de oficio esto en procura de llegar a la verdad material de los
hechos y lograr la emisión de resoluciones eficaces, que se materializan

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precisamente por el cumplimiento de los principios reconocido por la Constitución
Política del Estado.
Es en este entendido que este Supremo Tribunal de Justicia a orientado a través de
diversos fallos (Autos Supremos Nros. 690/2014, 889/2015 y 131/2016) que en
este nuevo Estado Social, Constitucional de Derecho el rol que antes se le atribuía
al Juez o Tribunal ha cambiado, pues, el proceso es un instrumento para que el
Estado a través del Juez cumpla con su más alto fin, que es lograr la armonía social
y la justicia material, ya que ahora los jueces y Tribunales deben estar
comprometidos con la averiguación de la verdad material y la consolidación de la
justicia material, interviniendo activa y equitativamente en el proceso, para lograr
que la decisión de fondo esté fundada en la verdad real de los hechos (verdad
material), pues hoy la producción de pruebas no es de iniciativa exclusiva de las
partes, ya que según lo regulado en los arts. 4 num. 4) y 233 parágrafo II del
Código de Procedimiento Civil aplicable al caso el Juez o Tribunal tiene la
posibilidad incluso más amplia (por el principio de verdad material art. 180 de la
C.P.E.), de generar prueba de oficio que le revele la verdad material de los hechos,
puesto que su actividad no está guiada por un interés privado de parte, como el de
los contendientes quienes tiene su propia verdad, al contrario su interés al ser
representante del Estado Social es público y busca el bienestar social, evitando así
que el resultado del proceso sea producto de la sola técnica procesal o la verdad
formal que las partes introducen al proceso, por lo que en conclusión, el Juez tiene
la amplia facultad de decretar la producción de pruebas de oficio que considere
necesarias y que resulta fiel expresión del principio de verdad material en procura
de la justicia material, sobre los cuales se cimienta su nuevo rol de garante de
derechos fundamentales.
Razonamiento que tiene sustento en diversos fallos constitucionales que
fundamentaron sobre el nuevo Estado Constitucional de Derecho que hoy rige la en
la justicia boliviana entre ellas podemos citar a la S.C.P. Nº 0112/2012 de 27 de
abril (hito) que señaló: “…la constitución de 2009, inicia un constitucionalismo sin
precedentes en su historia, que es preciso comprender para construir, hilar una
nueva teoría jurídica del derecho boliviano, en una secuencia lógica que va desde
la comprensión de este nuevo derecho hasta los criterios para su aplicación
judicial. Esto debido al nuevo modelo de Estado ínsito en el texto constitucional…
con un rol preponderante de los jueces a través de su labor decisoria cotidiana.”.
Lo que significa que en este nuevo Estado Social Constitucional de derecho, la
primacía de la Constitución desplaza a la primacía de la ley, exigiendo de los
jueces un razonamiento que desborda la subsunción a la ley, en aplicación primaria
de los principios y valores constitucionales.
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Así también, acudiendo al derecho comparado la Sentencia T-264/09 de la Corte
Constitucional de Colombia, desarrolla la verdad material realizando un análisis,
minucioso respecto a este principio y la función de Juez en la averiguación de la
verdad, señalando: “…es posible distinguir dos tendencias: una que preconiza que
el proceso civil mantenga un carácter plenamente dispositivo, y otra que propugna
por dar pleno alcance a las facultades oficiosas del juez, incluidas aquellas de
carácter inquisitivo para la determinación de los hechos. La primera tendencia
concibe al proceso exclusivamente como un mecanismo para la resolución pronta
y definitiva de los conflictos sociales mediante la composición de los intereses en
pugna, en tanto que la segunda lo concibe como una instancia destinada a lograr
la vigencia y efectividad del derecho material.
La verdad, desde el primer punto de vista no resulta relevante e, incluso, puede
convertirse en un obstáculo para la composición de conflictos dentro de términos
temporales estrictos, pues supone (i) el alejamiento de posiciones intermedias que
permitan soluciones sencillas y prácticas, o que lleven a un acuerdo para la
terminación del proceso basado más en la conveniencia que en la verdad, y (ii)
implica un desgaste de recursos, lo que disminuye la eficacia y eficiencia del
proceso.
Desde el segundo punto de vista, en cambio, se considera que una decisión solo es
justa si se basa en un soporte fáctico que pueda considerarse verdadero. En este
sentido, la verdad es un fin del proceso, y la solución de conflictos solo se
considera adecuada si se lleva a cabo mediante decisiones justas, basadas en un
fundamento fáctico confiable y veraz.”.
En este entendido ninguna decisión judicial puede considerarse razonablemente
correcta o justa, si se funda sobre una comprobación errónea o parcial de los
hechos que hacen al fondo del proceso sobre la duda del juzgador respecto a
pruebas que puedan generar confusión en el criterio del mismo, aspectos que
harían de la Resolución una decisión ineficaz que atentaría contra los principios
constitucionales de armonía social y eficacia; la decisión es correcta si se pone fin
al conflicto estando fundada sobre criterios legales y racionales, ya que en todo
proceso la solución de conflictos es compatible con la búsqueda de la verdad, ya
que una Resolución que no se fundamente en la veracidad de los hechos viene a
generar una desconfianza generalizada hacia órgano judicial y un riesgo para
mantener la armonía social, por lo que el compromiso del Juez es con la verdad y
no con las partes del proceso, pues tiene como instrumento para llegar a esta
verdad material, la facultad de decretar pruebas de oficio, por ello la producción de
pruebas de oficio en equidad no afecta la imparcialidad del Juez, ya que estas
pruebas de oficio que determinen la verdad real de los hechos pueden favorecer a
P á g i n a 576 | 846
cualquiera de las partes sin que esto signifique limitar el derecho de defensa y
contradicción que tiene la otra parte, pues el Juez solo debe buscar la verdad real de
los hechos manteniendo firme su imparcialidad en la aplicación del principio de
verdad material al caso concreto.

FACULTAD DE PRODUCIR PRUEBA DE OFICIO


Auto Supremo: 327/2016
Sucre: 12 de abril 2016
Proceso: Acción Negatoria
El art. 233.II del Código de Procedimiento Civil dispone: “El juez o tribunal podrá
asimismo, antes del decreto de autos disponerse la pruebas que estimare
convenientes.”, en esta misma lógica el art. 4 num. 4) del mismo cuerpo legal, que
regula entre las facultades del Juez o Tribunal las de: “exigir las pruebas que
consideren necesarias, como exhibiciones, peritajes y juramentos, llamar a los
testigos ofrecidos por las partes, efectuar careos y emplear cuantos medios fueren
conducentes al mayor esclarecimiento del proceso.”, preceptos normativos
aplicables al caso, por cuanto establecen la facultad de los jueces y Tribunales de
producir prueba de oficio esto en procura de llegar a la verdad material de los
hechos y lograr la emisión de resoluciones eficaces, que se materializan
precisamente por el cumplimiento de los principios reconocido por la Constitución
Política del Estado.
Es en este entendido que este Supremo Tribunal de Justicia a orientado a través de
diversos fallos (Autos Supremos Nros. 690/2014, 889/2015 y 131/2016) que en
este nuevo Estado Social, Constitucional de Derecho el rol que antes se le atribuía
al Juez o Tribunal ha cambiado, pues, el proceso es un instrumento para que el
Estado a través del Juez cumpla con su más alto fin, que es lograr la armonía social
y la justicia material, ya que ahora los jueces y Tribunales deben estar
comprometidos con la averiguación de la verdad material y la consolidación de la
justicia material, interviniendo activa y equitativamente en el proceso, para lograr
que la decisión de fondo esté fundada en la verdad real de los hechos (verdad
material), pues hoy la producción de pruebas no es de iniciativa exclusiva de las
partes, ya que según lo regulado en los arts. 4 num. 4) y 233.II del Código de
Procedimiento Civil aplicable al caso el Juez o Tribunal tiene la posibilidad incluso
más amplia (por el principio de verdad material art. 180 de la C.P.E.), de generar
prueba de oficio que le revele la verdad material de los hechos, puesto que su
actividad no está guiada por un interés privado de parte, como el de los
contendientes quienes tiene su propia verdad, al contrario su interés al ser

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representante del Estado Social es público y busca el bienestar social, evitando así
que el resultado del proceso sea producto de la sola técnica procesal o la verdad
formal que las partes introducen al proceso, por lo que en conclusión, el Juez tiene
la amplia facultad de decretar la producción de pruebas de oficio que considere
necesarias y que resulta fiel expresión del principio de verdad material en procura
de la justicia material, sobre los cuales se cimienta su nuevo rol de garante de
derechos fundamentales.
Razonamiento que tiene sustento en diversos fallos constitucionales que
fundamentaron sobre el nuevo Estado Constitucional de Derecho que hoy rige la en
la justicia boliviana entre ellas podemos citar a la S.C.P., Nº 0112/2012 de 27 de
abril (hito) que señaló: “…la constitución de 2009, inicia un constitucionalismo sin
precedentes en su historia, que es preciso comprender para construir, hilar una
nueva teoría jurídica del derecho boliviano, en una secuencia lógica que va desde
la comprensión de este nuevo derecho hasta los criterios para su aplicación
judicial. Esto debido al nuevo modelo de Estado ínsito en el texto constitucional…
con un rol preponderante de los jueces a través de su labor decisoria cotidiana.”.
Lo que significa que en este nuevo Estado Social Constitucional de derecho, la
primacía de la Constitución desplaza a la primacía de la ley, exigiendo de los
jueces un razonamiento que desborda la subsunción a la ley, en aplicación primaria
de los principios y valores constitucionales.
Así también, acudiendo al derecho comparado la Sentencia T-264/09 de la Corte
Constitucional de Colombia, desarrolla la verdad material realizando un análisis,
minucioso respecto a este principio y la función de Juez en la averiguación de la
verdad, señalando: “…es posible distinguir dos tendencias: una que preconiza que
el proceso civil mantenga un carácter plenamente dispositivo, y otra que propugna
por dar pleno alcance a las facultades oficiosas del juez, incluidas aquellas de
carácter inquisitivo para la determinación de los hechos. La primera tendencia
concibe al proceso exclusivamente como un mecanismo para la resolución pronta
y definitiva de los conflictos sociales mediante la composición de los intereses en
pugna, en tanto que la segunda lo concibe como una instancia destinada a lograr
la vigencia y efectividad del derecho material.
La verdad, desde el primer punto de vista no resulta relevante e, incluso, puede
convertirse en un obstáculo para la composición de conflictos dentro de términos
temporales estrictos, pues supone (i) el alejamiento de posiciones intermedias que
permitan soluciones sencillas y prácticas, o que lleven a un acuerdo para la
terminación del proceso basado más en la conveniencia que en la verdad, y (ii)
implica un desgaste de recursos, lo que disminuye la eficacia y eficiencia del
proceso.
P á g i n a 578 | 846
Desde el segundo punto de vista, en cambio, se considera que una decisión solo es
justa si se basa en un soporte fáctico que pueda considerarse verdadero. En este
sentido, la verdad es un fin del proceso, y la solución de conflictos solo se
considera adecuada si se lleva a cabo mediante decisiones justas, basadas en un
fundamento fáctico confiable y veraz.”.
En este entendido ninguna decisión judicial puede considerarse razonablemente
correcta o justa, si se funda sobre una comprobación errónea o parcial de los
hechos que hacen al fondo del proceso, la decisión es correcta si se pone fin al
conflicto estando fundada sobre criterios legales y racionales, ya que en todo
proceso la solución de conflictos es compatible con la búsqueda de la verdad, ya
que una resolución que no se fundamente en la veracidad de los hechos viene a
generar una desconfianza generalizada hacia órgano judicial y un riesgo para
mantener la armonía social, por lo que el compromiso del Juez es con la verdad y
no con las partes del proceso, pues tiene como instrumento para llegar a esta
verdad material, la facultad de decretar pruebas de oficio, por ello la producción de
pruebas de oficio en equidad no afecta la imparcialidad del Juez, ya que estas
pruebas de oficio que determinen la verdad real de los hechos pueden favorecer a
cualquiera de las partes sin que esto signifique limitar el derecho de defensa y
contradicción que tiene la otra parte, pues el Juez solo debe buscar la verdad real de
los hechos manteniendo firme su imparcialidad en la aplicación del principio de
verdad material al caso concreto.

FACULTAD DEL JUEZ O TRIBUNAL DE DISPONER LA INTEGRACIÓN


DE LA LITISCONSORCIO
Auto Supremo: 52/2017
Sucre: 24 de enero 2017
Proceso: Nulidad y simulación de contrato de venta, Reivindicación y otros.
El instituto jurídico del litisconsorcio se encuentra previsto en el art. 67 del C.P.C.,
que señala: “Varias personas podrán demandar o ser demandadas en el mismo
proceso, cuando las acciones fueren conexas por el título, el objeto, o por ambos
elementos a la vez”, sobre este instituto Escriche refiere:“… litisconsorte es aquel
que litiga por la misma causa o interés que otro, formando con él una sola parte,
ya sea de actor o de reo demandado en pleito…”.
En el ámbito doctrinario, podemos citar a Couture que define al litisconsorcio
como la situación jurídica en que se hallan diversas personas que actúan en juicio
conjuntamente como actores (litisconsorcio activo) o como demandadas
(litisconsorcio pasivo) para deleitar sobre el instituto corresponde señalar que la
palabra litisconsorcio se encuentra compuesto del latín “litisconsors” (litis =
P á g i n a 579 | 846
conflicto; con = junto; y sos = junto), de acuerdo a la clasificación doctrinaria
existe el litisconsorcio voluntario o necesario, la primera que de común acuerdo de
los litigantes disponen participe un tercero a quien estará a las expectativas de la
resolución debatida, y el necesario cuando, radica la existencia de resguardar el
derecho de defensa en el proceso de todos los interesados a quien ha de ampliarse
la cosa juzgada, razón por la cual en el litisconsorcio necesario, el Juez se
encuentra obligado a verificar si de acuerdo a la naturaleza de la cuestión planteada
o de acuerdo al título de las partes, sea necesaria la concurrencia de terceros, como
en el presente caso.
Por otra parte, Hugo Alsina quien en su obra Tratado Teórico Practico de Derecho
Procesal Civil y Comercial, tomo IV, página 136 y siguientes señala lo
siguiente: “a) determinar cuándo hay cosa juzgada en razón de las personas, es
establecer sus límites subjetivos; es decir, a quienes se extiende su Autoridad. En
principio, la sentencia afecta únicamente a quienes hubieran intervenido en el
proceso en calidad de partes, y no aprovecha ni perjudica a los terceros que hayan
permanecido ajenos al mismo los cuales podrán oponer en su caso, la defensa de
“cosa no juzgada”. Pero las relaciones jurídicas son tan complejas que, con
frecuencia, la Litis afecta derechos de terceros (efecto reflejo), que se ven así
vinculados a un proceso en el que no han intervenido, y de cuya sentencia, sin
embargo, puede derivarles perjuicios, surgiendo entonces la necesidad de
considerar la posibilidad de que estos terceros intervengan en el proceso para
prevenir una sentencia que pueda serles desfavorable…”.
En este entendido este Supremo Tribunal de Justicia a través de sus diversos fallos
entre ellos los Autos Supremos Nros. 406/2013, 441/2013, 1156/2015 citando al
Auto Supremo Nº 99 de 22 de noviembre de 2004, emitido por la extinta Corte
Suprema de Justicia ha orientado lo siguiente: “…a veces es la ley la que exige que
sean varias personas las que, conjuntamente, deduzcan la pretensión frente a las
cuales la pretensión ha de decirse (litis consorcio necesario), otras veces se
produce por libre decisión de las partes (litis consorcio simple o facultativo), sin
que ello impida a que sea la Autoridad judicial la que disponga de oficio un litis
consorcio, por dos razones: a) la primera relativa a su rol de director del proceso,
debiendo cuidar que el mismo se desarrolle sin vicios de nulidad, como establecen
los arts. 3 núm. 1) y 87 del Código de Procedimiento Civil y b) la segunda referida
al derecho de defensa en el proceso, de todas las partes o eventuales
comparecientes respecto a los cuales se amplía la cosa juzgada, característica de
la sentencia que se dicta en el fondo del proceso, cuyas disposiciones y alcance
sólo comprenden a las partes y a las que derivaren sus derechos de aquellas.”.

P á g i n a 580 | 846
En consecuencia, a los efectos de las previsiones de los arts. 3 num. 1), 87 y 194
del Código de Procedimiento Civil se establece la necesidad de la integración a la
litis de todos aquellos que deban ser sometidos al proceso, en función de la
naturaleza de la relación o del objeto de la controversia, tarea que no sólo puede ser
de las partes (litis consorcio simple o facultativo), sino de la Autoridad judicial de
instancia que en su calidad de director del proceso debe cuidar que se desarrolle sin
vicios de nulidad, para lo que podrá disponer un litis consorcio de oficio; siendo
esa la única manera de asegurar que sus decisiones sean útiles para las partes
demandantes, demandadas y otros que se hayan integrado en el proceso,
alcanzando a todos ellos los efectos de la cosa juzgada.
En este marco es preciso tener en cuenta que en cuanto al análisis de la
legitimación pasiva a momento de admitir las causas, no se trata solo de poner en
movimiento mecánico las reglas de procedimiento sino buscar un proceso justo,
para lo cual hay que respetar los derechos fundamentales como el derecho a la
defensa, a la igualdad, etc., derechos que por su carácter fundamental no pueden
ser ignorados ni obviados bajo ningún justificativo o excusa por autoridad alguna,
pues dichos mandatos constitucionales son la base de las normas adjetivas
procesales en nuestro ordenamiento jurídico, por ello los Tribunales y jueces que
imparten justicia, bajo el principio dispositivo entre sus obligaciones, tienen el
deber de cuidar que los juicios se lleven sin vicios de nulidad, como también el de
tomar medidas que aseguren la igualdad efectiva de las partes.
Razonamientos que también se encuentran contenidos y orientados en los Autos
Supremos Nros. 441/2013 de 28 de agosto, 243/2014 de 22 de mayo y 509/2016 de
16 de mayo.

FACULTAD DEL JUEZ O TRIBUNAL DE DISPONER LA INTEGRACIÓN


DE LA LITISCONSORCIO
Auto Supremo: 52/2017
Sucre: 24 de enero 2017
Proceso: Nulidad y simulación de contrato de venta, Reivindicación y otros.
El instituto jurídico del litisconsorcio se encuentra previsto en el art. 67 del C.P.C.,
que señala: “Varias personas podrán demandar o ser demandadas en el mismo
proceso, cuando las acciones fueren conexas por el título, el objeto, o por ambos
elementos a la vez”, sobre este instituto Escriche refiere:“… litisconsorte es aquel
que litiga por la misma causa o interés que otro, formando con él una sola parte,
ya sea de actor o de reo demandado en pleito…”.
En el ámbito doctrinario, podemos citar a Couture que define al litisconsorcio
como la situación jurídica en que se hallan diversas personas que actúan en juicio
conjuntamente como actores (litisconsorcio activo) o como demandadas

P á g i n a 581 | 846
(litisconsorcio pasivo) para deleitar sobre el instituto corresponde señalar que la
palabra litisconsorcio se encuentra compuesto del latín “litisconsors” (litis =
conflicto; con = junto; y sos = junto), de acuerdo a la clasificación doctrinaria
existe el litisconsorcio voluntario o necesario, la primera que de común acuerdo de
los litigantes disponen participe un tercero a quien estará a las expectativas de la
resolución debatida, y el necesario cuando, radica la existencia de resguardar el
derecho de defensa en el proceso de todos los interesados a quien ha de ampliarse
la cosa juzgada, razón por la cual en el litisconsorcio necesario, el Juez se
encuentra obligado a verificar si de acuerdo a la naturaleza de la cuestión planteada
o de acuerdo al título de las partes, sea necesaria la concurrencia de terceros, como
en el presente caso.
Por otra parte, Hugo Alsina quien en su obra Tratado Teórico Practico de Derecho
Procesal Civil y Comercial, tomo IV, página 136 y siguientes señala lo
siguiente: “a) determinar cuándo hay cosa juzgada en razón de las personas, es
establecer sus límites subjetivos; es decir, a quienes se extiende su Autoridad. En
principio, la sentencia afecta únicamente a quienes hubieran intervenido en el
proceso en calidad de partes, y no aprovecha ni perjudica a los terceros que hayan
permanecido ajenos al mismo los cuales podrán oponer en su caso, la defensa de
“cosa no juzgada”. Pero las relaciones jurídicas son tan complejas que, con
frecuencia, la Litis afecta derechos de terceros (efecto reflejo), que se ven así
vinculados a un proceso en el que no han intervenido, y de cuya sentencia, sin
embargo, puede derivarles perjuicios, surgiendo entonces la necesidad de
considerar la posibilidad de que estos terceros intervengan en el proceso para
prevenir una sentencia que pueda serles desfavorable…”.
En este entendido este Supremo Tribunal de Justicia a través de sus diversos fallos
entre ellos los Autos Supremos Nros. 406/2013, 441/2013, 1156/2015 citando al
Auto Supremo Nº 99 de 22 de noviembre de 2004, emitido por la extinta Corte
Suprema de Justicia ha orientado lo siguiente: “…a veces es la ley la que exige que
sean varias personas las que, conjuntamente, deduzcan la pretensión frente a las
cuales la pretensión ha de decirse (litis consorcio necesario), otras veces se
produce por libre decisión de las partes (litis consorcio simple o facultativo), sin
que ello impida a que sea la Autoridad judicial la que disponga de oficio un litis
consorcio, por dos razones: a) la primera relativa a su rol de director del proceso,
debiendo cuidar que el mismo se desarrolle sin vicios de nulidad, como establecen
los arts. 3 núm. 1) y 87 del Código de Procedimiento Civil y b) la segunda referida
al derecho de defensa en el proceso, de todas las partes o eventuales
comparecientes respecto a los cuales se amplía la cosa juzgada, característica de
la sentencia que se dicta en el fondo del proceso, cuyas disposiciones y alcance
sólo comprenden a las partes y a las que derivaren sus derechos de aquellas.”.
En consecuencia, a los efectos de las previsiones de los arts. 3 num. 1), 87 y 194
del Código de Procedimiento Civil se establece la necesidad de la integración a la
litis de todos aquellos que deban ser sometidos al proceso, en función de la
naturaleza de la relación o del objeto de la controversia, tarea que no sólo puede ser
P á g i n a 582 | 846
de las partes (litis consorcio simple o facultativo), sino de la Autoridad judicial de
instancia que en su calidad de director del proceso debe cuidar que se desarrolle sin
vicios de nulidad, para lo que podrá disponer un litis consorcio de oficio; siendo
esa la única manera de asegurar que sus decisiones sean útiles para las partes
demandantes, demandadas y otros que se hayan integrado en el proceso,
alcanzando a todos ellos los efectos de la cosa juzgada.
En este marco es preciso tener en cuenta que en cuanto al análisis de la
legitimación pasiva a momento de admitir las causas, no se trata solo de poner en
movimiento mecánico las reglas de procedimiento sino buscar un proceso justo,
para lo cual hay que respetar los derechos fundamentales como el derecho a la
defensa, a la igualdad, etc., derechos que por su carácter fundamental no pueden
ser ignorados ni obviados bajo ningún justificativo o excusa por autoridad alguna,
pues dichos mandatos constitucionales son la base de las normas adjetivas
procesales en nuestro ordenamiento jurídico, por ello los Tribunales y jueces que
imparten justicia, bajo el principio dispositivo entre sus obligaciones, tienen el
deber de cuidar que los juicios se lleven sin vicios de nulidad, como también el de
tomar medidas que aseguren la igualdad efectiva de las partes.
Razonamientos que también se encuentran contenidos y orientados en los Autos
Supremos Nros. 441/2013 de 28 de agosto, 243/2014 de 22 de mayo y 509/2016 de
16 de mayo.

FACULTAD DEL JUEZ O TRIBUNAL DE DISPONER LA INTEGRACIÓN


DE LA LITISCONSORCIO
Auto Supremo: 1094/2016
Sucre: 19 de septiembre 2016
Proceso: Ordinario de venta forzosa de inmueble.
El Auto Supremo Nº 326/2016 de 12 de abril, estableció en su doctrina aplicable al
respecto: “ En el ámbito doctrinario, podemos citar a Couture que define al
litisconsorcio como la situación jurídica en que se hallan diversas personas que
actúan en juicio conjuntamente como actores (litisconsorcio activo) o como
demandadas (litisconsorcio pasivo) para deleitar sobre el instituto corresponde
señalar que la palabra litisconsorcio se encuentra compuesto del latín
“litisconsors” (litis = conflicto; con = junto; y sos = junto), de acuerdo a la
clasificación doctrinaria existe el litisconsorcio voluntario o necesario, la primera
que de común acuerdo de los litigantes disponen participe un tercero a quien
estará a las expectativas de la resolución debatida, y el necesario cuando, radica
la existencia de resguardar el derecho de defensa en el proceso de todos los
interesados a quien ha de ampliarse la cosa juzgada, razón por la cual en el
litisconsorcio necesario, el Juez se encuentra obligado a verificar si de acuerdo a
la naturaleza de la cuestión planteada o de acuerdo al título de las partes, sea

P á g i n a 583 | 846
necesaria la concurrencia de terceros, como el caso del litisconsorte pasivo y
activo de la reconvención.
Por otra parte, Hugo Alsina quien en su obra Tratado Teórico Practico de
Derecho Procesal Civil y Comercial, tomo IV, página 136 y siguientes señala lo
siguiente: “a) determinar cuándo hay cosa juzgada en razón de las personas, es
establecer sus límites subjetivos; es decir, a quienes se extiende su Autoridad. En
principio, la sentencia afecta únicamente a quienes hubieran intervenido en el
proceso en calidad de partes, y no aprovecha ni perjudica a los terceros que hayan
permanecido ajenos al mismo los cuales podrán oponer en su caso, la defensa de
“cosa no juzgada”. Pero las relaciones jurídicas son tan complejas que, con
frecuencia, la Litis afecta derechos de terceros (efecto reflejo), que se ven así
vinculados a un proceso en el que no han intervenido, y de cuya sentencia, sin
embargo, puede derivarles perjuicios, surgiendo entonces la necesidad de
considerar la posibilidad de que estos terceros intervengan en el proceso para
prevenir una sentencia que pueda serles desfavorable…”.
En este entendido este Supremo Tribunal de Justicia a través de sus diversos fallos
entre ellos los Autos Supremos Nros. 406/2013, 441/2013, 1156/2015 citando al
Auto Supremo Nº 99 de 22 de noviembre de 2004, emitido por la extinta Corte
Suprema de Justicia ha orientado lo siguiente: “…a veces es la ley la que exige
que sean varias personas las que, conjuntamente, deduzcan la pretensión frente a
las cuales la pretensión ha de decirse (litis consorcio necesario), otras veces se
produce por libre decisión de las partes (litis consorcio simple o facultativo), sin
que ello impida a que sea la Autoridad judicial la que disponga de oficio un litis
consorcio, por dos razones: a) la primera relativa a su rol de director del proceso,
debiendo cuidar que el mismo se desarrolle sin vicios de nulidad, como establecen
los arts. 3 núm. 1) y 87 del Código de Procedimiento Civil y b) la segunda referida
al derecho de defensa en el proceso, de todas las partes o eventuales
comparecientes respecto a los cuales se amplía la cosa juzgada, característica de
la sentencia que se dicta en el fondo del proceso, cuyas disposiciones y alcance
sólo comprenden a las partes y a las que derivaren sus derechos de aquellas.”.

FACULTAD DEL JUEZ O TRIBUNAL DE DISPONER LA INTEGRACIÓN


DE LA LITISCONSORCIO
Auto Supremo: 326/2016
Sucre: 12 de abril 2016
Proceso: Nulidad de documento.
En el ámbito doctrinario, podemos citar a Couture que define al litisconsorcio
como la situación jurídica en que se hallan diversas personas que actúan en juicio
P á g i n a 584 | 846
conjuntamente como actores (litisconsorcio activo) o como demandadas
(litisconsorcio pasivo) para deleitar sobre el instituto corresponde señalar que la
palabra litisconsorcio se encuentra compuesto del latín “litisconsors” (litis =
conflicto; con = junto; y sos = junto), de acuerdo a la clasificación doctrinaria
existe el litisconsorcio voluntario o necesario, la primera que de común acuerdo de
los litigantes disponen participe un tercero a quien estará a las expectativas de la
resolución debatida, y el necesario cuando, radica la existencia de resguardar el
derecho de defensa en el proceso de todos los interesados a quien ha de ampliarse
la cosa juzgada, razón por la cual en el litisconsorcio necesario, el Juez se
encuentra obligado a verificar si de acuerdo a la naturaleza de la cuestión planteada
o de acuerdo al título de las partes, sea necesaria la concurrencia de terceros, como
el caso del litisconsorte pasivo y activo de la reconvención.
Por otra parte, Hugo Alsina quien en su obra Tratado Teórico Practico de Derecho
Procesal Civil y Comercial, tomo IV, página 136 y siguientes señala lo
siguiente: “a) determinar cuándo hay cosa juzgada en razón de las personas, es
establecer sus límites subjetivos; es decir, a quienes se extiende su Autoridad. En
principio, la sentencia afecta únicamente a quienes hubieran intervenido en el
proceso en calidad de partes, y no aprovecha ni perjudica a los terceros que hayan
permanecido ajenos al mismo los cuales podrán oponer en su caso, la defensa de
“cosa no juzgada”. Pero las relaciones jurídicas son tan complejas que, con
frecuencia, la Litis afecta derechos de terceros (efecto reflejo), que se ven así
vinculados a un proceso en el que no han intervenido, y de cuya sentencia, sin
embargo, puede derivarles perjuicios, surgiendo entonces la necesidad de
considerar la posibilidad de que estos terceros intervengan en el proceso para
prevenir una sentencia que pueda serles desfavorable…”.
En este entendido este Supremo Tribunal de Justicia a través de sus diversos fallos
entre ellos los Autos Supremos Nros. 406/2013, 441/2013, 1156/2015 citando al
Auto Supremo Nº 99 de 22 de noviembre de 2004, emitido por la extinta Corte
Suprema de Justicia ha orientado lo siguiente: “…a veces es la ley la que exige que
sean varias personas las que, conjuntamente, deduzcan la pretensión frente a las
cuales la pretensión ha de decirse (litis consorcio necesario), otras veces se
produce por libre decisión de las partes (litis consorcio simple o facultativo), sin
que ello impida a que sea la Autoridad judicial la que disponga de oficio un litis
consorcio, por dos razones: a) la primera relativa a su rol de director del proceso,
debiendo cuidar que el mismo se desarrolle sin vicios de nulidad, como establecen
los arts. 3 núm. 1) y 87 del Código de Procedimiento Civil y b) la segunda referida
al derecho de defensa en el proceso, de todas las partes o eventuales
comparecientes respecto a los cuales se amplía la cosa juzgada, característica de
P á g i n a 585 | 846
la sentencia que se dicta en el fondo del proceso, cuyas disposiciones y alcance
sólo comprenden a las partes y a las que derivaren sus derechos de aquellas.”.
En consecuencia, a los efectos de las previsiones de los arts. 3 núm. 1), 87 y 194
del Código de Procedimiento Civil se establece la necesidad de la integración a la
litis de todos aquellos que deban ser sometidos al proceso, en función de la
naturaleza de la relación o del objeto de la controversia, tarea que no sólo puede ser
de las partes (litis consorcio simple o facultativo), sino de la Autoridad judicial de
instancia que en su calidad de director del proceso debe cuidar que se desarrolle sin
vicios de nulidad, para lo que podrá disponer un litis consorcio de oficio; siendo
esa la única manera de asegurar que sus decisiones sean útiles para las partes
demandantes, demandadas y otros que se hayan integrado en el proceso,
alcanzando a todos ellos los efectos de la cosa juzgada.

FACULTADES DEL TRIBUNAL DE SEGUNDA INSTANCIA


Auto Supremo: 665/2017
Sucre: 19 de junio 2017
Proceso: Restitución de Pago de Dineros, más Gastos, Intereses, Daños y
Perjuicios.
En mérito al principio de congruencia, toda resolución debe reunir la coherencia
procesal necesaria, que en el caso de la apelación, encuentra su fuente normativa en
el art. 265- I) del Código Procesal Civil, que se sintetiza en el aforismo “tantum
devolutum quantum appellatum”, que significa es devuelto cuanto se apela, con
esto se establece el límite formal de la apelación en la medida de los agravios
propuestos en la impugnación, en otras palabras, la función jurisdiccional del
órgano de revisión en doble instancia se ve contenido a lo formulado en la
apelación por el impugnante.
En este entendido, se ha orientado a través del Auto Supremo Nº 304/2016 que,
citando al Auto Supremo Nº 11/2012 de fecha 16 de febrero de 2012, señala: “Que,
Todo Auto de vista deberá circunscribirse a los puntos resueltos por el inferior y
que hubieren sido objeto de la apelación conforme lo determina el art. 236 del
Código de procedimiento Civil, toda vez que la infracción de este principio
determina la emisión de fallos incongruentes como: a) Auto de Vista Ultra Petita,
cuando el tribunal de alzada se pronuncia más allá del petitorio o los hechos; b)
Auto de Vista extra petita, cuando el tribunal a quem se pronuncia sobre un
petitorio o hechos no alegados; c) Auto de Vista citra petita, en el caso en que el
tribunal de alzada omite totalmente el pronunciamiento sobre las pretensiones
formuladas; d) Auto de Vista infra petita, cuando el tribunal a quem no se
pronuncia sobre todos los petitorios o todos los hechos relevantes del litigio;
omisiones y defectos del Auto de Vista que infringen el debido proceso”.
En este antecedente, el Tribunal de casación a momento de realizar el análisis sobre
los reclamos de incongruencia omisiva en que habría incurrido el Tribunal de
P á g i n a 586 | 846
Alzada respecto a los puntos acusados en apelación, se debe tener presente que al
ser un aspecto que acusa un vicio de forma como es la incongruencia omisiva que
afecta la estructura de la resolución, el análisis debe limitarse a contrastar en el
contenido de la resolución la existencia o no de dicha omisión, razonamiento
compartido por el Tribunal Constitucional Plurinacional que en la Sentencia
Constitucional Plurinacional Nº 1083/2014 de 10 de junio, ha interpretado los
alcances del recurso de casación en la forma en relación a la falta de respuesta a los
puntos de agravio del recurso de apelación, conforme desarrolla: “…En ese
contexto, cabe recalcar que, la Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia, ante el
planteamiento de un recurso de casación en la forma, debe limitar sus
consideraciones a las causales establecidas en el art. 254 del CPC. En el presente
caso, al estar extrañada la falta de respuesta a los puntos de agravio identificados
en el recurso de apelación, el Tribunal de casación debe limitar su consideración
únicamente para establecer si hubo o no respuesta a los reclamos del recurrente,
lo contrario implicaría ingresar a cuestiones que atingen a la impugnación en el
fondo; así, los Magistrados demandados, luego de efectuar un examen de los
antecedentes del legajo procesal, concluyeron que el Tribunal de apelación, otorgó
la respuesta extrañada, inclusive extrayendo citas textuales que ellos consideraron
como respuestas a la apelación contra la Sentencia; por lo tanto, el Auto Supremo
Nº 434/2013, no incurre en incongruencia omisiva ni carece de la debida
motivación, ya que la labor del Tribunal de casación estaba restringida a efectuar
el control para determinar si hubo o no respuesta a los reclamos del recurrente y,
fue ésa la misión que cumplieron los Magistrados demandados; por lo tanto,
cumple con el debido proceso” (las negrillas y subrayado son nuestras).

FACULTADES DEL TRIBUNAL DE SEGUNDA INSTANCIA, Principio de


congruencia
Auto Supremo: 167/2017
Sucre: 20 de febrero 2017
Proceso: Reivindicación de inmueble.
En mérito al principio de congruencia, toda resolución debe reunir la coherencia
procesal necesaria, que en el caso de la apelación, encuentra su fuente
normativa en el art. 265 del Código Procesal Civil, que se sintetiza en el
aforismo “tantum devolutum quantum appellatum”, que significa que es devuelto
cuanto se apela, con esto se establece el límite formal de la apelación en la medida
de los agravios propuestos en la impugnación, en otras palabras, la función
jurisdiccional del órgano de revisión en doble instancia se ve contenido a lo
formulado en la apelación por el impugnante.
La Jurisprudencia Constitucional ha desarrollado asimismo el principio de
congruencia en la Sentencia Constitucional Nº 0486/2010-R de 5 de julio, donde ha
razonado que: "El principio de congruencia, responde a la pretensión jurídica o
la expresión de agravios formulada por las partes; la falta de relación entre lo
solicitado y lo resuelto, contradice el principio procesal de congruencia; la
P á g i n a 587 | 846
Resolución de primera y/o segunda instancia, debe responder a la petición de las
partes y de la expresión de agravios, constituyendo la pretensión jurídica de
primera y/o segunda instancia…"(las negrillas nos pertenecen). Razonamiento que
es reiterado por el Tribunal Constitucional Plurinacional, a través de las Sentencias
Constitucionales Plurinacionales Nº 0255/2014 y Nº 0704/2014.
De lo expuesto se deduce que en segunda instancia, pueden darse casos de
incongruencia “ultra petita”, que se produce al otorgar más de lo pedido; extra
petita, al extender el pronunciamiento a cuestiones no sometidas a la decisión del
Tribunal; y cuando omite decidir cuestiones que son materia de expresión de
agravios por el apelante (citra petita); en este entendido, este Tribunal Supremo de
Justicia ha orientado a través del Auto Supremo Nº 304/2016 que, citando al Auto
Supremo Nº 11/2012 de fecha 16 de febrero de 2012, señala: “Que, Todo Auto de
vista deberá circunscribirse a los puntos resueltos por el inferior y que hubieren
sido objeto de la apelación conforme lo determina el art. 236 del Código de
procedimiento Civil, toda vez que la infracción de este principio determina la
emisión de fallos incongruentes como: a) Auto de Vista Ultra Petita, cuando el
tribunal de alzada se pronuncia más allá del petitorio o los hechos; b) Auto de
Vista extra petita, cuando el tribunal a quem se pronuncia sobre un petitorio o
hechos no alegados; c) Auto de Vista citra petita, en el caso en que el tribunal de
alzada omite totalmente el pronunciamiento sobre las pretensiones formuladas; d)
Auto de Vista infra petita, cuando el tribunal a quem no se pronuncia sobre todos
los petitorios o todos los hechos relevantes del litigio; omisiones y defectos del
Auto de Vista que infringen el debido proceso.”.
De igual forma, a través del Auto Supremo Nº 254/2014 se ha orientado que: “La
inobservancia de estas reglas conllevan incongruencia, que a decir de la doctrina
se diferencian en: Incongruencia positiva, que es aquella en la que el juzgador
extiende su decisión más allá de los límites del problema judicial que le fue
sometido a su consideración; e Incongruencia negativa, cuando el juzgador omite
el debido pronunciamiento sobre alguno de los términos del problema judicial. En
ésta última, encontramos la denominada “citra petita”, que resulta de la omisión
de alguna de las pretensiones deducidas en proceso…
Es de importancia considerar que el principio de congruencia procesal, si bien
pondera el derecho al debido proceso, sin embargo “no es absoluto”, en la
medida de la afectación de otros derechos, garantías y principios fundamentales
que emergen en procura de brindar la tutela judicial efectiva a las partes…
En el recurso de casación en la forma y en relación al principio de congruencia, la
trascendencia y la afectación del agravio debe gravitar indefectiblemente para
suponer la nulidad de obrados, previendo siempre la garantía al debido proceso,
a la defensa y a la justicia pronta, oportuna y sin dilaciones que sustenta el art.
115 de la Constitución Política del Estado.
De donde se tiene que el Juez no puede simple y llanamente aplicar la nulidad,
que es restrictiva, sino que debe ponderar la omisión frente a los otros principios
y derecho constitucionales fundamentales para llegar a una decisión judicial que
P á g i n a 588 | 846
esté acorde con la nueva dogmática de la nulidad que se afianzó con la
Constitución Política del Estado Plurinacional en su art. 115 y los art. 16 y 17 de
la Ley 025, pues sólo será posible la nulidad si existe afectación del derecho a la
defensa.”

FALSIFICACION DE DOCUMENTOS
Auto Supremo: 808/2015 - L
Sucre: 16 de septiembre 2015
… en el entendido que acusa que la supresiones y adiciones fueron lícitos en causa
y motivo, refiriendo que los presupuestos no se encontrarían en la presente causa,
para tal efecto corresponde citar la jurisprudencia emitida por este Tribunal, que
consideró que la falsedad se encuentra sancionada con nulidad, en ese sentido en el
Auto Supremo Nº 275 de 2 de junio de 2014, se señaló lo siguiente: “La
falsificación de documentos y sus efectos jurídicos.- La falsificación de
instrumentos privados o públicos se considera una forma especial de engaño que
como tal entra en pugna con los principios y valores ético morales en que se
sostiene el Estado Plurinacional de Bolivia. Ahora bien los efectos jurídicos que
devienen de un hecho ilícito deben tener en relación al actor eminentemente
efectos de reproche a la conducta ilícita, y por ningún motivo debe significar la
consolidación de derechos favorables al actor que incurrió en el acto ilícito. En
consecuencia un hecho ilícito debe generar para el autor efectos de reproche, no
de consolidación de un derecho adquirido por un ilícito, que conciba efectos
benignos para el autor, como el que podría darse en el caso de Autos, si se
reconoce validez a una transferencia que deviene de una falsificación.
En este entendido debemos puntualizar que toda falsificación es evidentemente un
acto ilícito y como tal no puede ser considerado como válido para generar efectos
favorables para su autor, más al contrario como se mencionó, por lógica, debe
producir efectos de reproche a ese acto, que atentaría contra el orden legal y la
convivencia social, recriminación que si bien debe operar esencialmente en la vía
del derecho penal, pero también en la esfera del derecho civil debe reprimirse el
acto ilícito que altera el ordenamiento jurídico, no pudiendo en consecuencia
avalarse los pretendidos efectos del hecho ilícito.
Si bien el art. 554 inc. 1) del Código Civil establece la causal de anulabilidad por
falta de consentimiento, se debe puntualizar que esta causal no contempla dentro
sus previsiones aquellas causales que derivan de una ilicitud sancionada incluso
penalmente, sino que esta contempla esencialmente aquellos casos en los en que
por ejemplo: un cónyuge transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su
cónyuge, cuando este bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin encontrar en
este acto de disposición un ilícito sino simplemente, una ausencia de
consentimiento del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa

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transferencia, o; en el caso de que se le confiera poder a una persona para
hipotecar un bien inmueble, y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su
mandato y transfiere el bien inmueble, acto que, per se, no constituiría un ilícito,
sino que solo implicaría la ausencia de consentimiento del legitimado para
disponer la venta del bien inmueble.
En ambos casos la conducta no constituye un ilícito reprochable a su autor…
En virtud a este razonamiento, este Tribunal Supremo no puede reconocer una
transferencia que se originó en una falsificación de documentos, ya que estaría
yendo contra la ética, los principios, valores, la moral y las buenas costumbres que
rigen el Estado, desechando la posibilidad de que en aquellos casos en que a raíz
de una falsificación que evidencia un ilícito penal, este acto se subsuma a una
causal de anulabilidad, dando en consecuencia la posibilidad de la
confirmabilidad del ilícito. Esto supondría generar un caos en el ordenamiento
jurídico por contravención a los principios y valores consagrados en la
Constitución Política del Estado que determinan la moralidad y las buenas
costumbres que deben regir en la convivencia social del Estado Plurinacional de
Bolivia.
Toda falsedad supone un engaño, todo engaño es contrario a la moral y quebranta
el ordenamiento jurídico, consecuencia de ello, en virtud a los valores ético
morales reconocidos en la Constitución Política del Estado, toda falsedad debe
merecer reproche del ordenamiento jurídico porque de lo contrario se afecta la
armonía social. Ahora bien, pretender que un acto que se origina en una falsedad
produzca eficazmente efectos favorables para quien es el autor o beneficiario de
esa falsedad resulta inaceptable en un Estado Constitucional, como el nuestro,
basado en principios éticos morales señalados anteriormente. Siendo una
característica del acto anulable la posibilidad de operar su confirmación, resulta
también inaceptable que esta característica del acto anulable opere respecto a un
acto ilícito de falsedad, como en el presente caso que se evidenció un documento
de transferencia en el que intervendría una persona fallecida años antes de su
celebración, consiguientemente podemos concluir que la falsedad de un acto no
habilita su invalidación por vía de anulabilidad sino por vía de nulidad por su
manifiesta ilicitud. Este razonamiento modula el entendimiento asumido por la
Extinta Corte Suprema de Justicia y de este Tribunal Supremo de Justicia, en
función a los postulados antes expuestos…”, ahora de acuerdo a los antecedentes
del proceso la conclusión arribada por los de instancia se tiene que en el sub lite la
minuta y el protocolo notarial analizados, han sido adulterados, consiguientemente
el aporte dogmático de los efectos de una falsedad como se expuso en el Auto
Supremo Nº 275 de 2 de junio de 2014, son aplicables al caso presente, pues se
tiene que los documentos descritos han sido fraguados (falsificados), ahí la ilicitud

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en la falsificación, consiguientemente no se advierte infracción de norma alguna,
como acusa la recurrente.

FALSIFICACIÓN DE DOCUMENTOS COMO CAUSAL DE NULIDAD Y


NO DE ANULABILIDAD
Auto Supremo: 662/2017
Sucre: 19 de junio 2017
Proceso: Nulidad de Escritura Pública, cancelación y desocupación.
Para ahondar sobre este aspecto resulta pertinente citar entre la vasta jurisprudencia
emitida por este Tribunal Supremo de Justicia al Auto Supremo N° 112/2016 de 5
de febrero de 2016, que sobre el tema en cuestión señaló lo siguiente: “ 1ro.- El
problema de la nulidad y anulabilidad de contratos, donde se ve involucrado la
falta de consentimiento, sin duda ha sido tratado desde la extinta Corte Suprema
de Justicia, la misma que bajo un criterio restrictivo y literal de la norma,
estableció una línea jurisprudencial que hacía referencia que la falta de
consentimiento fuera causal de anulabilidad y no de nulidad, concepción
respaldada por nuestra normativa que en su artículo 554 num. 1) del CC.,
referente a los casos de anulabilidad del contrato se estableció como una de sus
causales la falta de consentimiento en su formación; al respecto connotados
doctrinarios y estudiosos del Derecho Sustantivo Nacional encontraron el error en
la consignación de la falta de consentimiento como causal de anulabilidad. Bajo
esa lógica jurídica se tiene a Carlos Morales Guillen quien en su obra “Código
Civil Concordado y Anotado” pag. 659 y vta., comenta sobre la falta de
consentimiento para su formación, considerando que, “el caso, es de una grave
importancia” estableciendo de manera textual que: “Según el art. 455, el contrato
se forma, esto es, existe, en cuanto han concurrido, como expresión del
consentimiento, la oferta y la aceptación para constituir el acuerdo. En otras
palabras, si falta el consentimiento de una de las partes, porque el policitado no da
su aceptación o porque el oferente retira la oferta, el contrato no se forma, esto es,
no cobra existencia, al tenor de dicho art. 455. Ergo, no puede ser anulado un acto
inexistente, que no se ha formado.”, dando a entender que nuestra normativa
sustantiva contiene un grave error al consignar la falta de consentimiento en su
formación como causal de anulabilidad y no de nulidad, concluyendo que:
“Semejante error proviene, seguramente, de que dicho art. 1418, ha sido
copiado –y mal- en parte y sin una detenida consideración de sus alcances y
finalidad.” Bajo esa consideración que efectúa el indicado doctrinario, se
pronunciaron muchos estudiosos del derecho nacional que señalan y concluyen
que la falta de consentimiento en su formación es una causal de nulidad del
contrato y no de anulabilidad, bajo el entendido de que si una persona no otorga
su consentimiento para un determinado acto jurídico o negocio jurídico, no
existe o no nace el contrato como tal. Así tenemos lo establecido por Gonzalo
Castellanos Trigo que en su obra “Teoría General de los contratos conforme al
Código Civil Boliviano” pag. 387 establece que se encuentra plenamente de
P á g i n a 591 | 846
acuerdo con la postura de que la falta de consentimiento en su formación es causal
de nulidad y no de anulabilidad, justificando su posición bajo la regla general que
“sin consentimiento no hay contrato válido”.
En la legislación comparada, además de la nulidad y la anulabilidad, se habla de
inexistencia de los actos jurídicos, al respecto Santos Cifuentes en su obra
“Negocio Jurídico” pag. 717, hace referencia a la nulidad e inexistencia,
estableciendo que: “A partir de Zacharle, que creó la teoría de la inexistencia de
los actos jurídicos, refiriéndola especialmente al matrimonio, y después, en
Francia, Aubry y Rau que la acogieron en forma más general, se consolidó el
concepto de inexistencia jurídica del negocio, como distinto del de nulidad.
Consideraban los autores citados que el acto era inexistente -non avenu- cuando
no reunía los elementos de hecho que suponen su naturaleza o su objeto, en
ausencia de los cuales es lógicamente imposible concebir su existencia, como en la
convención sin el consentimiento o la venta sin la cosa vendida o sin el precio.”,
líneas más abajo este mismo autor señala que dicho concepto tuvo gran acogida
en otros países y también a nivel latinoamericano, citando al doctrinario Anzola
de su libro “Lecciones elementales de Derecho Civil Colombiano” indica que:
“siguiendo a Restrepo Hernández, que un acto es inexistente cuando carece de los
elementos esenciales y necesarios para que tenga vida legal; no solamente en el
derecho, ni aun en el hecho ha tenido existencia. Es un acto únicamente en
apariencia, como lo sería aquel a quien faltara consentimiento u objeto”.
En base a las ideas generales y razonamientos vertidos por los estudiosos del
derecho, sean estos nacionales o extranjeros, sin duda analizan correctamente la
nulidad, anulabilidad y esta tercer figura jurídica referente a la inexistencia, que
en nuestra realidad jurídica no se encuentra legislada, pero sin lugar a dudas, no
se puede extrañar su presencia a nivel internacional, figura jurídica que “…no
sólo permite resolver determinadas situaciones de la vida real, sino porque reposa
en una neta diferencia conceptual, ya que no es lo mismo que no haya negocio
jurídico a que exista pero esté viciado.” (Belluscio, Derecho de Familia).
Ese entendido Sustantivo de las nulidades, anulabilidades o inexistencia jurídica,
necesariamente debe tener concordancia y afinidad con el espíritu teleológico de
lo establecido en la Nueva Constitución Política del Estado, que pondera sobre
todas las demás leyes y disposiciones legales el Principio de Supremacía
Constitucional, los Principios y Valores establecidos en la Constitución los que se
constituyen en la base axiológica del Estado Plurinacional de Bolivia que asume
como principios de la sociedad plural, el ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no
seas flojo, no seas mentiroso, ni seas ladrón); suma qamaña (vivir bien),
ñandereko (vida armoniosa), teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y
qhapaj ñan (camino o vida noble); principios y valores en los que se debe
enmarcar la conducta de todo miembro de esta nueva sociedad, donde reine una
vida diligente sin engaños y robos. Estos valores y principios constitucionales se
constituyen en los pilares fundamentales de la sociedad boliviana.

P á g i n a 592 | 846
Bajo ese marco constitucional que se encuentra respaldado por la jurisprudencia
emitida por el Tribunal Constitucional Plurinacional en la Sentencia
Constitucional Plurinacional N° 0112/2012 de 27 de abril; el Tribunal Supremo de
Justicia emitió el Auto Supremo N° 275/2014 de 2 de junio que en su parte
referente a la falsificación de documentos y sus efectos jurídicos, estableció: “La
falsificación de instrumentos privados o públicos se considera una forma
especial de engaño que como tal entra en pugna con los principios y valores ético
morales en que se sostiene el Estado Plurinacional de Bolivia. Ahora bien los
efectos jurídicos que devienen de un hecho ilícito deben tener en relación al
actor eminentemente efectos de reproche a la conducta ilícita, y por ningún
motivo debe significar la consolidación de derechos favorables al actor que
incurrió en el acto ilícito. En consecuencia un hecho ilícito debe generar para el
autor efectos de reproche, no de consolidación de un derecho adquirido por un
ilícito, que conciba efectos benignos para el autor, como el que podría darse en el
caso de Autos, si se reconoce validez a una transferencia que deviene de una
falsificación.
En este entendido debemos puntualizar que toda falsificación es evidentemente un
acto ilícito y como tal no puede ser considerado como válido para generar
efectos favorables para su autor, más al contrario como se mencionó, por lógica,
debe producir efectos de reproche a ese acto, que atentaría contra el orden legal y
la convivencia social, recriminación que si bien debe operar esencialmente en la
vía del derecho penal, pero también en la esfera del derecho civil debe reprimirse
el acto ilícito que altera el ordenamiento jurídico, no pudiendo en consecuencia
avalarse los pretendidos efectos del hecho ilícito.
Si bien el art. 554 inc. 1) del Código Civil establece la causal de anulabilidad por
falta de consentimiento, se debe puntualizar que esta causal no contempla dentro
sus previsiones aquellas causales que derivan de una ilicitud sancionada incluso
penalmente, sino que esta contempla esencialmente aquellos casos en los en que
por ejemplo: un cónyuge transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su
cónyuge, cuando este bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin encontrar en
este acto de disposición un ilícito sino simplemente, una ausencia de
consentimiento del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa
transferencia, o; en el caso de que se le confiera poder a una persona para
hipotecar un bien inmueble, y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su
mandato y transfiere el bien inmueble, acto que, per se, no constituiría un ilícito,
sino que solo implicaría la ausencia de consentimiento del legitimado para
disponer la venta del bien inmueble.”(El subrayado y la negrilla no corresponden
al original) Líneas más abajo en la misma resolución se estableció también que:
“…corresponde puntualizar que el Tribunal Supremo como administrador de
justicia no puede convalidar una transferencia originada en un hecho ilícito
como causal de anulabilidad basada en una ilegalidad, ya que en el caso de
Autos se ha probado la falsedad de la minuta (…) este Tribunal Supremo no
puede reconocer una transferencia que se originó en una falsificación de
P á g i n a 593 | 846
documentos, ya que estaría yendo contra la ética, los principios, valores, la moral
y las buenas costumbres que rigen el Estado, desechando la posibilidad de que en
aquellos casos en que a raíz de una falsificación que evidencia un ilícito penal,
este acto se subsuma a una causal de anulabilidad, dando en consecuencia la
posibilidad de la confirmabilidad del ilícito. Esto supondría generar un caos en el
ordenamiento jurídico por contravención a los principios y valores consagrados en
la Constitución Política del Estado que determinan la moralidad y las buenas
costumbres que deben regir en la convivencia social del Estado Plurinacional de
Bolivia.” (El subrayado y la negrilla no corresponden al original) Concluyéndose
que la falsedad de un acto no habilita su invalidación por la vía de anulabilidad
sino por la vía de la nulidad por su manifiesta ilicitud. Línea jurisprudencial que
rige en la actualidad. (Las negrillas y subrayado nos pertenecen)

FALSIFICACIÓN DE DOCUMENTOS Y SUS EFECTOS JURÍDICOS


Auto Supremo: 72/2017
Sucre: 01 de febrero 2017
Proceso: Nulidad de ventas y acción reivindicatoria.
Sobre el tema la línea jurisprudencial desarrollada por este Tribunal estableció que
la falsificación de documentos públicos o privados constituye una forma especial
de engaño que entra en pugna con los principios y valores éticos y morales
establecidos en la Constitución, razón por la cual no puede consolidarse,
desechando la posibilidad de que en aquellos casos en que a raíz de una
falsificación se evidencia un ilícito penal este acto se subsuma a una causal de
anulabilidad donde exista la posibilidad de la confirmabilidad del ilícito, lo que
supondría un caos en el ámbito jurídico, razón por la cual la falsedad de un acto no
habilita su invalidación por la vía de la anulabilidad sino de la nulidad por su
manifiesta ilicitud. Este razonamiento fue modulado en función a los nuevos
postulados establecidos en la Constitución Política del Estado. Al efecto se
emitieron los Autos Supremos 275/2014 de fecha 2 de junio, A.S. 808/15-L, de
fecha 16 de septiembre de 2015, 112/2016 de 5 de febrero de 2016.
Con relación tema se orientó en el A.S.112/2016 citando al A.S. 275/ 2014, lo
siguiente: “ La falsificación de documentos privados o públicos se considera una
forma especial de engaño que como tal entra en pugna con los principios y valores
ético morales en que se sostiene el Estado Plurinacional de Bolivia. Ahora bien los
efectos jurídicos que devienen de un hecho ilícito deben tener en relación al actor
eminentemente efectos de reproche a la conducta ilícita, y por ningún motivo debe
significar la consolidación de derechos favorables al actor que incurrió en el acto
ilicito. En consecuencia un hecho ilícito debe generar para el autor efectos de
reproche, no de consolidación de un derecho adquirido por un ilícito, que conciba

P á g i n a 594 | 846
efectos benignos para el autor, como el que podría darse en el caso de Autos, si se
reconoce validez a una transferencia que deviene de una falsificación.
En ese entendido debemos puntualizar que toda falsificación es evidentemente un
acto ilícito y como tal no puede ser considerado como válido como para generar
efectos favorables para su autor, más al contrario como se mencionó, por lógica,
debe producir efectos de reproche a ese acto, que atentaría contra el orden legal y
la convivencia social, recriminación que si bien debe operar en la vía del derecho
penal, pero también en la esfera del derecho civil debe reprimirse dicho acto ilicito
que altera el ordenamiento jurídico, no pudiendo en consecuencia avalarse los
pretendidos efecto dl hecho ilicito.
Si bien el art. 554 inc. 1) del Código Civil establece la causal de anulabilidad por
falta de consentimiento, se debe puntualizar que esta causal no contempla dentro
sus previsiones aquellas causales que derivan de una ilicitud sancionada incluso
penalmente, sino que esta contempla esencialmente aquellos casos en los que por
ejemplo: un cónyuge transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su
cónyuge, cuando este bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin encontrar en
este acto de disposición un ilícito, sino simplemente una ausencia de
consentimiento del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa
transferencia; o en el caso de que se le confiera poder a una persona para
hipotecar un bien inmueble y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su
mandato y transfiere el bien inmueble, acto que, per se, no constituiría un ilícito,
sino que solo implicaría la ausencia de consentimiento del legitimado para
disponer la venta del inmueble”

FALSIFICACIÓN DE FIRMAS COMO CAUSAL DE NULIDAD


Auto Supremo: 263/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Ordinario sobre nulidad de documento.
Sobre este punto, resulta pertinente referirnos al Auto Supremo Nº 275/2014 de 2
de junio, que moduló el entendimiento asumido por la extinta Corte Suprema de
Justicia y de este Tribunal Supremo de Justicia respecto a la falsificación de firma,
que antes de la emisión del Auto Supremo citado supra era considerada como una
causal de anulabilidad inmersa en el num. 1) del art. 554 del Sustantivo Civil,
empero por las razones que dicho Auto expone la misma en la actualidad se
constituye como una causal de nulidad, de esta manera, corresponde a continuación
referirnos a los puntos más sobresalientes de dicha línea jurisprudencial: “La
falsificación de instrumentos privados o públicos se considera una forma especial
de engaño que como tal entra en pugna con los principios y valores ético morales
en que se sostiene el Estado Plurinacional de Bolivia. Ahora bien los efectos

P á g i n a 595 | 846
jurídicos que devienen de un hecho ilícito deben tener en relación al actor
eminentemente efectos de reproche a la conducta ilícita, y por ningún motivo debe
significar la consolidación de derechos favorables al actor que incurrió en el acto
ilícito. En consecuencia un hecho ilícito debe generar para el autor efectos de
reproche, no de consolidación de un derecho adquirido por un ilícito, que conciba
efectos benignos para el autor, como el que podría darse en el caso de Autos, si se
reconoce validez a una transferencia que deviene de una falsificación.
En este entendido debemos puntualizar que toda falsificación es evidentemente un
acto ilícito y como tal no puede ser considerado como válido para generar efectos
favorables para su autor, más al contrario como se mencionó, por lógica, debe
producir efectos de reproche a ese acto, que atentaría contra el orden legal y la
convivencia social, recriminación que si bien debe operar esencialmente en la vía
del derecho penal, pero también en la esfera del derecho civil debe reprimirse el
acto ilícito que altera el ordenamiento jurídico, no pudiendo en consecuencia
avalarse los pretendidos efectos del hecho ilícito.
Si bien el art. 554 inc. 1) del Código Civil establece la causal de anulabilidad por
falta de consentimiento, se debe puntualizar que esta causal no contempla dentro
sus previsiones aquellas causales que derivan de una ilicitud sancionada incluso
penalmente, sino que esta contempla esencialmente aquellos casos en los en que
por ejemplo: un cónyuge transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su
cónyuge, cuando este bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin encontrar en
este acto de disposición un ilícito sino simplemente, una ausencia de
consentimiento del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa
transferencia, o; en el caso de que se le confiera poder a una persona para
hipotecar un bien inmueble, y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su
mandato y transfiere el bien inmueble, acto que, per se, no constituiría un ilícito,
sino que solo implicaría la ausencia de consentimiento del legitimado para
disponer la venta del bien inmueble.
En ambos casos la conducta no constituye un ilícito reprochable a su autor.
… la falsificación de los instrumentos públicos, como se fundamentó supra entra
en pugna con el interés público y los principios y valores ético – morales,
consagrados en la Constitución Política del Estado.
En virtud a este razonamiento, este Tribunal Supremo no puede reconocer una
transferencia que se originó en una falsificación de documentos, ya que estaría
yendo contra la ética, los principios, valores, la moral y las buenas costumbres que
rigen el Estado, desechando la posibilidad de que en aquellos casos en que a raíz
de una falsificación que evidencia un ilícito penal, este acto se subsuma a una
causal de anulabilidad, dando en consecuencia la posibilidad de la
confirmabilidad del ilícito. Esto supondría generar un caos en el ordenamiento
jurídico por contravención a los principios y valores consagrados en la
Constitución Política del Estado que determinan la moralidad y las buenas
costumbres que deben regir en la convivencia social del Estado Plurinacional de
Bolivia.
P á g i n a 596 | 846
Toda falsedad supone un engaño, todo engaño es contrario a la moral y quebranta
el ordenamiento jurídico, consecuencia de ello, en virtud a los valores ético
morales reconocidos en la Constitución Política del Estado, toda falsedad debe
merecer reproche del ordenamiento jurídico porque de lo contrario se afecta la
armonía social. Ahora bien, pretender que un acto que se origina en una falsedad
produzca eficazmente efectos favorables para quien es el autor o beneficiario de
esa falsedad resulta inaceptable en un Estado Constitucional, como el nuestro,
basado en principios éticos morales señalados anteriormente. Siendo una
característica del acto anulable la posibilidad de operar su confirmación, resulta
también inaceptable que esta característica del acto anulable opere respecto a un
acto ilícito de falsedad…”
Asimismo, respecto a lo trascendental o elemental que reviste el informe pericial,
entre otros se tiene el Auto Supremo: 340/2016 de 14 de abril, que sobre el tema
señalo: “…….argumentos del peritaje que fueron considerados como prueba
determinante para que los Tribunales de instancia lleguen a la convicción de
acoger la pretensión principal y determinar la falsedad del documento de compra-
venta de fecha 10 de octubre de 1984 más el reconocimiento de firmas de fecha 10
de octubre de 1979, con registro en las oficinas de Derechos Reales en fecha 22 de
junio de 1989 a Fs. y Ptda. 286, concluyendo en la nulidad del documento por ser
dicho acto el resultado de un ilícito contrario al orden público y las buenas
costumbres en el contrato del que se pretende la nulidad”.

FALSIFICACIÓN DE INSTRUMENTOS PRIVADOS O PÚBLICOS


Auto Supremo: 112/2016
Sucre: 05 de febrero 2016
Ese entendido Sustantivo de las nulidades, anulabilidades o inexistencia jurídica,
necesariamente debe tener concordancia y afinidad con el espíritu teleológico de lo
establecido en la Nueva Constitución Política del Estado, que pondera sobre todas
las demás leyes y disposiciones legales el Principio de Supremacía Constitucional,
los Principios y Valores establecidos en la Constitución los que se constituyen en la
base axiológica del Estado Plurinacional de Bolivia que asume como principios de
la sociedad plural, el ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas
mentiroso, ni seas ladrón); suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa),
teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida
noble); principios y valores en los que se debe enmarcar la conducta de todo
miembro de esta nueva sociedad, donde reine una vida diligente sin engaños y
robos. Estos valores y principios constitucionales se constituyen en los pilares
fundamentales de la sociedad boliviana.
Bajo ese marco constitucional que se encuentra respaldado por la jurisprudencia
emitida por el Tribunal Constitucional Plurinacional en la Sentencia Constitucional
Plurinacional N° 0112/2012 de 27 de abril; el Tribunal Supremo de Justicia emitió

P á g i n a 597 | 846
el Auto Supremo N° 275/2014 de 2 de junio que en su parte referente a la
falsificación de documentos y sus efectos jurídicos, estableció: “La falsificación de
instrumentos privados o públicos se considera una forma especial de engaño que
como tal entra en pugna con los principios y valores ético morales en que se
sostiene el Estado Plurinacional de Bolivia. Ahora bien los efectos jurídicos que
devienen de un hecho ilícito deben tener en relación al actor eminentemente
efectos de reproche a la conducta ilícita, y por ningún motivo debe significar la
consolidación de derechos favorables al actor que incurrió en el acto ilícito. En
consecuencia un hecho ilícito debe generar para el autor efectos de reproche, no
de consolidación de un derecho adquirido por un ilícito, que conciba efectos
benignos para el autor, como el que podría darse en el caso de Autos, si se
reconoce validez a una transferencia que deviene de una falsificación.
En este entendido debemos puntualizar que toda falsificación es evidentemente un
acto ilícito y como tal no puede ser considerado como válido para generar efectos
favorables para su autor, más al contrario como se mencionó, por lógica, debe
producir efectos de reproche a ese acto, que atentaría contra el orden legal y la
convivencia social, recriminación que si bien debe operar esencialmente en la vía
del derecho penal, pero también en la esfera del derecho civil debe reprimirse el
acto ilícito que altera el ordenamiento jurídico, no pudiendo en consecuencia
avalarse los pretendidos efectos del hecho ilícito.
Si bien el art. 554 inc. 1) del Código Civil establece la causal de anulabilidad por
falta de consentimiento, se debe puntualizar que esta causal no contempla dentro
sus previsiones aquellas causales que derivan de una ilicitud sancionada incluso
penalmente, sino que esta contempla esencialmente aquellos casos en los en que
por ejemplo: un cónyuge transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su
cónyuge, cuando este bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin encontrar en
este acto de disposición un ilícito sino simplemente, una ausencia de
consentimiento del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa
transferencia, o; en el caso de que se le confiera poder a una persona para
hipotecar un bien inmueble, y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su
mandato y transfiere el bien inmueble, acto que, per se, no constituiría un ilícito,
sino que solo implicaría la ausencia de consentimiento del legitimado para
disponer la venta del bien inmueble.”(El subrayado y la negrilla no corresponden
al original) Líneas más abajo en la misma resolución se estableció también que:
“…corresponde puntualizar que el Tribunal Supremo como administrador de
justicia no puede convalidar una transferencia originada en un hecho
ilícito como causal de anulabilidad basada en una ilegalidad, ya que en el caso de
Autos se ha probado la falsedad de la minuta (…) este Tribunal Supremo no
puede reconocer una transferencia que se originó en una falsificación de
documentos, ya que estaría yendo contra la ética, los principios, valores, la moral
P á g i n a 598 | 846
y las buenas costumbres que rigen el Estado, desechando la posibilidad de que en
aquellos casos en que a raíz de una falsificación que evidencia un ilícito penal,
este acto se subsuma a una causal de anulabilidad, dando en consecuencia la
posibilidad de la confirmabilidad del ilícito. Esto supondría generar un caos en el
ordenamiento jurídico por contravención a los principios y valores consagrados en
la Constitución Política del Estado que determinan la moralidad y las buenas
costumbres que deben regir en la convivencia social del Estado Plurinacional de
Bolivia.” (El subrayado y la negrilla no corresponden al original) Concluyéndose
que la falsedad de un acto no habilita su invalidación por la vía de anulabilidad
sino por la vía de la nulidad por su manifiesta ilicitud. Línea jurisprudencial que
rige en la actualidad.

FALSIFICACIÓN DE INSTRUMENTOS PRIVADOS O PÚBLICOS


Auto Supremo: 112/2016
Sucre: 05 de febrero 2016
Ese entendido Sustantivo de las nulidades, anulabilidades o inexistencia jurídica,
necesariamente debe tener concordancia y afinidad con el espíritu teleológico de lo
establecido en la Nueva Constitución Política del Estado, que pondera sobre todas
las demás leyes y disposiciones legales el Principio de Supremacía Constitucional,
los Principios y Valores establecidos en la Constitución los que se constituyen en la
base axiológica del Estado Plurinacional de Bolivia que asume como principios de
la sociedad plural, el ama qhilla, ama llulla, ama suwa (no seas flojo, no seas
mentiroso, ni seas ladrón); suma qamaña (vivir bien), ñandereko (vida armoniosa),
teko kavi (vida buena), ivi maraei (tierra sin mal) y qhapaj ñan (camino o vida
noble); principios y valores en los que se debe enmarcar la conducta de todo
miembro de esta nueva sociedad, donde reine una vida diligente sin engaños y
robos. Estos valores y principios constitucionales se constituyen en los pilares
fundamentales de la sociedad boliviana.
Bajo ese marco constitucional que se encuentra respaldado por la jurisprudencia
emitida por el Tribunal Constitucional Plurinacional en la Sentencia Constitucional
Plurinacional N° 0112/2012 de 27 de abril; el Tribunal Supremo de Justicia emitió
el Auto Supremo N° 275/2014 de 2 de junio que en su parte referente a la
falsificación de documentos y sus efectos jurídicos, estableció: “La falsificación de
instrumentos privados o públicos se considera una forma especial de engaño que
como tal entra en pugna con los principios y valores ético morales en que se
sostiene el Estado Plurinacional de Bolivia. Ahora bien los efectos jurídicos que
devienen de un hecho ilícito deben tener en relación al actor eminentemente
efectos de reproche a la conducta ilícita, y por ningún motivo debe significar la
consolidación de derechos favorables al actor que incurrió en el acto ilícito. En
consecuencia un hecho ilícito debe generar para el autor efectos de reproche, no
P á g i n a 599 | 846
de consolidación de un derecho adquirido por un ilícito, que conciba efectos
benignos para el autor, como el que podría darse en el caso de Autos, si se
reconoce validez a una transferencia que deviene de una falsificación.
En este entendido debemos puntualizar que toda falsificación es evidentemente un
acto ilícito y como tal no puede ser considerado como válido para generar efectos
favorables para su autor, más al contrario como se mencionó, por lógica, debe
producir efectos de reproche a ese acto, que atentaría contra el orden legal y la
convivencia social, recriminación que si bien debe operar esencialmente en la vía
del derecho penal, pero también en la esfera del derecho civil debe reprimirse el
acto ilícito que altera el ordenamiento jurídico, no pudiendo en consecuencia
avalarse los pretendidos efectos del hecho ilícito.
Si bien el art. 554 inc. 1) del Código Civil establece la causal de anulabilidad por
falta de consentimiento, se debe puntualizar que esta causal no contempla dentro
sus previsiones aquellas causales que derivan de una ilicitud sancionada incluso
penalmente, sino que esta contempla esencialmente aquellos casos en los en que
por ejemplo: un cónyuge transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su
cónyuge, cuando este bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin encontrar en
este acto de disposición un ilícito sino simplemente, una ausencia de
consentimiento del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa
transferencia, o; en el caso de que se le confiera poder a una persona para
hipotecar un bien inmueble, y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su
mandato y transfiere el bien inmueble, acto que, per se, no constituiría un ilícito,
sino que solo implicaría la ausencia de consentimiento del legitimado para
disponer la venta del bien inmueble.”(El subrayado y la negrilla no corresponden
al original) Líneas más abajo en la misma resolución se estableció también que:
“…corresponde puntualizar que el Tribunal Supremo como administrador de
justicia no puede convalidar una transferencia originada en un hecho
ilícito como causal de anulabilidad basada en una ilegalidad, ya que en el caso de
Autos se ha probado la falsedad de la minuta (…) este Tribunal Supremo no
puede reconocer una transferencia que se originó en una falsificación de
documentos, ya que estaría yendo contra la ética, los principios, valores, la moral
y las buenas costumbres que rigen el Estado, desechando la posibilidad de que en
aquellos casos en que a raíz de una falsificación que evidencia un ilícito penal,
este acto se subsuma a una causal de anulabilidad, dando en consecuencia la
posibilidad de la confirmabilidad del ilícito. Esto supondría generar un caos en el
ordenamiento jurídico por contravención a los principios y valores consagrados en
la Constitución Política del Estado que determinan la moralidad y las buenas
costumbres que deben regir en la convivencia social del Estado Plurinacional de
Bolivia.” (El subrayado y la negrilla no corresponden al original) Concluyéndose
que la falsedad de un acto no habilita su invalidación por la vía de anulabilidad
P á g i n a 600 | 846
sino por la vía de la nulidad por su manifiesta ilicitud. Línea jurisprudencial que
rige en la actualidad.

FALSIFICACIÓN DEL ACTO JURÍDICO COMO CAUSAL DE NULIDAD


Auto Supremo: 669/2017
Sucre: 19 de junio 2017
Proceso: Nulidad de documentos y Escritura Pública.
Este máximo Tribunal ha emitido basta jurisprudencia como la contenida en el AS
Nº 808/2015-L de fecha 16 de septiembre 2015, orientando en sentido que: “En
este entendido debemos puntualizar que toda falsificación es evidentemente un
acto ilícito y como tal no puede ser considerado como válido para generar efectos
favorables para su autor, más al contrario como se mencionó, por lógica, debe
producir efectos de reproche a ese acto, que atentaría contra el orden legal y la
convivencia social, recriminación que si bien debe operar esencialmente en la vía
del derecho penal, pero también en la esfera del derecho civil debe reprimirse el
acto ilícito que altera el ordenamiento jurídico, no pudiendo en consecuencia
avalarse los pretendidos efectos del hecho ilícito.
Si bien el art. 554 inc. 1) del Código Civil establece la causal de anulabilidad por
falta de consentimiento, se debe puntualizar que esta causal no contempla dentro
sus previsiones aquellas causales que derivan de una ilicitud sancionada incluso
penalmente, sino que esta contempla esencialmente aquellos casos en los en que
por ejemplo: un cónyuge transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su
cónyuge, cuando este bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin encontrar en
este acto de disposición un ilícito sino simplemente, una ausencia de
consentimiento del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa
transferencia, o; en el caso de que se le confiera poder a una persona para
hipotecar un bien inmueble, y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su
mandato y transfiere el bien inmueble, acto que, per se, no constituiría un ilícito,
sino que solo implicaría la ausencia de consentimiento del legitimado para
disponer la venta del bien inmueble.
En ambos casos la conducta no constituye un ilícito reprochable a su autor…
En virtud a este razonamiento, este Tribunal Supremo no puede reconocer una
transferencia que se originó en una falsificación de documentos, ya que estaría
yendo contra la ética, los principios, valores, la moral y las buenas costumbres que
rigen el Estado, desechando la posibilidad de que en aquellos casos en que a raíz
de una falsificación que evidencia un ilícito penal, este acto se subsuma a una
causal de anulabilidad, dando en consecuencia la posibilidad de la
confirmabilidad del ilícito. Esto supondría generar un caos en el ordenamiento
jurídico por contravención a los principios y valores consagrados en la
Constitución Política del Estado que determinan la moralidad y las buenas
costumbres que deben regir en la convivencia social del Estado Plurinacional de
Bolivia.

P á g i n a 601 | 846
Toda falsedad supone un engaño, todo engaño es contrario a la moral y quebranta
el ordenamiento jurídico, consecuencia de ello, en virtud a los valores ético
morales reconocidos en la Constitución Política del Estado, toda falsedad debe
merecer reproche del ordenamiento jurídico porque de lo contrario se afecta la
armonía social. Ahora bien, pretender que un acto que se origina en una falsedad
produzca eficazmente efectos favorables para quien es el autor o beneficiario de
esa falsedad resulta inaceptable en un Estado Constitucional, como el nuestro,
basado en principios éticos morales señalados anteriormente. Siendo una
característica del acto anulable la posibilidad de operar su confirmación, resulta
también inaceptable que esta característica del acto anulable opere respecto a un
acto ilícito de falsedad, como en el presente caso que se evidenció un documento
de transferencia en el que intervendría una persona fallecida años antes de su
celebración, consiguientemente podemos concluir que la falsedad de un acto no
habilita su invalidación por vía de anulabilidad sino por vía de nulidad por su
manifiesta ilicitud. Este razonamiento modula el entendimiento asumido por la
Extinta Corte Suprema de Justicia y de este Tribunal Supremo de Justicia, en
función a los postulados antes expuestos…”, ahora de acuerdo a los antecedentes
del proceso la conclusión arribada por los de instancia se tiene que en el sub lite
la minuta y el protocolo notarial analizados, han sido adulterados,
consiguientemente el aporte dogmático de los efectos de una falsedad como se
expuso en el Auto Supremo Nº 275 de 2 de junio de 2014, son aplicables al caso
presente, pues se tiene que los documentos descritos han sido fraguados
(falsificados), ahí la ilicitud en la falsificación, consiguientemente no se advierte
infracción de norma alguna, como acusa la recurrente.”
Asimismo el Tribunal Constitucional refrendando la jurisprudencia citada, ha
determinado la imposibilidad de convalidar actos basados en una falsedad, empero,
siendo más precisos en la SPC 919/2014 de fecha 15 de mayo de 2014 señalo que:
“En este sentido, allí donde se demuestre manifiesta ilicitud, debido a la falsedad
de instrumentos públicos o privados, su invalidación no puede depender
únicamente por la vía de la anulabilidad, sino de la nulidad; toda vez que, desde
una interpretación teleológica, la nulidad de contratos, cuyos casos están
establecidos en el art. 549 del CC, se fundamenta en la necesidad de proteger el
bien común en su dimensión objetiva, por cuya razón el acto jurídico es
inconfirmable y su accionamiento es imprescriptible; por su parte la anulabilidad,
cuyas causales están establecidas en el art. 554 del CC, tiene la finalidad de
garantizar a las partes, el cumplimiento de las normas legales en la “formación
del contrato”, a causa, por ejemplo de los vicios del consentimiento, dolo o
violencia, entre otros establecidos en la norma (dimensión subjetiva).
Un entendimiento contrario tendría como efecto la convalidación de actos
manifiestamente ilícitos, que contravienen los principios ético-morales de la
sociedad plural, entre ellos el vivir bien, rompiendo la armonía y el equilibrio en
las relaciones del conjunto de la sociedad (dimensión objetiva); por lo tanto más
allá de las formas y formalidades, no puede efectuarse la simple subsunción
P á g i n a 602 | 846
respecto de un hecho de manifiesta ilicitud como es la “falsificación” a una causal
de anulabilidad, más aún tomando en cuenta que conforme lo entendió el Tribunal
Supremo de Justicia una característica del acto anulable es la posibilidad de
operar su confirmación, situación contraria al orden constitucional en el caso de
la falsedad”.
En suma se puede advertir que este Tribunal ha modulado la jurisprudencia de la
extinta Corte Suprema de justicia, realizando una interpretación desde el punto de
vista constitucional en atención de los principios éticos-morales que rigen nuestro
actual modelo constitucional, generando el criterio que no puede considerarse
como causal de anulabilidad sujeto a convalidación un acto reprochable de ilícito
como es la falsedad, entendimiento que ha sido refrendado por el Tribunal
Constitucional conforme se desprende supra.

FALTA DE CITACIÓN Y/O NOTIFICACIÓN, Y SOBRE LA


LEGITIMACIÓN PROCESAL
Auto Supremo: 210/2016
Sucre: 11 de marzo 2016
La jurisprudencia de este Tribunal Supremo de Justicia ha orientado sobre el tema
en el A.S. Nº 270/2014 de 02 de junio, en el entendido de que: “…la demandada,
ahora recurrente, no tiene legitimación procesal para recurrir por “las partes”,
porque la presunta falta de notificación a “las partes” no le es pertinente, ya que
solo puede activar el derecho que le asiste y no de terceros, pues solo la persona
perjudicada es quien puede recurrir, esto implica la legitimación del derecho a
recurrir, conforme ha establecido el A. S. Nº 172/2013 de 12 de abril, que
señala:”…de acuerdo a ello se podrá decir que el avance de la doctrina, ha
desarrollado el "principio de impugnación", por el cual se ha formulado la
legitimación del recurrente, entendiendo que solo un perjudicado es quien puede
recurrir…Esto significa que solo un perjudicado con el acto viciado debe tener
interés en cuestionarlo haciendo uso de los medios impugnatorios. No debe
haberlo consentido ni expresa ni tácitamente. Hay consentimiento expreso cuando
el afectado acepta fehacientemente dicho acto. Hay consentimiento tácito cuando
deja transcurrir el plazo que tenía para impugnar o procede a ejecutarlo o
cumplirlo; o, no lo cuestiona en la primera oportunidad que tuvo. Quien consiente,
no puede impugnar válidamente”.
La Sentencia Constitucional 1223/2013 de 4 de octubre, refiere en cuanto a la
citación y/o notificación de los actuados judiciales en el entendido de que: “… La
notificación no está dirigida a cumplir con una formalidad procesal en sí misma,
sino a asegurar que la determinación judicial objeto de la misma sea conocida
efectivamente por el destinatario (SC 0757/2003-R, de 4 de junio) dado que solo el

P á g i n a 603 | 846
conocimiento real y efectivo de la comunicación asegura que no se provoque
indefensión en la tramitación y resolución en toda clase de procesos…”.

FALTA DE CONSENTIMIENTO
Auto Supremo: 605/2017
Sucre: 12 de junio 2017
Proceso: Nulidad de contrato de compra venta de lote de terreno.
Al respecto se debe tener presente que este Tribunal Supremo de Justicia a través
del Auto Supremo Nº 275/2014 a orientado que: “…el art. 554 inc. 1) del Código
Civil establece la causal de anulabilidad por falta de consentimiento, se debe
puntualizar que esta causal no contempla dentro sus previsiones aquellas causales
que derivan de una ilicitud sancionada incluso penalmente, sino que esta
contempla esencialmente aquellos casos en los en que por ejemplo: Un cónyuge
transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su cónyuge, cuando este
bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin encontrar en este acto de
disposición un ilícito penal sino simplemente, una ausencia de consentimiento
del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa transferencia, o; En
el caso de que se le confiera poder a una persona para hipotecar un bien inmueble,
y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su mandato y transfiere el bien
inmueble, acto que tampoco constituiría un ilícito penal, sino que solo implicaría
la ausencia de consentimiento del legitimado para disponer la venta del bien
inmueble. En ambos casos la conducta no constituye un ilícito reprochable a su
autor.”.
De igual forma corresponde referirnos al Auto Supremo Nº 169/2015 de 10 de
marzo, que en lo referente a la falta de consentimiento señaló: “ … la falta del
consentimiento del esposo en las transferencias acusadas, no pueden ser causal de
nulidad, toda vez que al basar su pretensión en el hecho factico de faltar
consentimiento, éste (actor) equivoca la vía judicial para demandar la nulidad de
las ventas realizadas por su esposa, nuestra legislación en el art. 554 núm. 1) del
Código Civil es claro al indicar como casos de anulabilidad de contrato “La Falta
de consentimiento para su formación”, petición legal que no fue parte del petitum
del actor ni de la fundamentación de la parte legal de la demanda principal. Al ser
así, los Tribunales de instancia no consideraron favorable la pretensión del
recurrente, quienes en todo caso expusieron los motivos y razones de manera clara
y concreta para desestimar la demanda interpuesta en la litis, éstos establecieron
que: “…demandar la nulidad de los contratos por ilicitud de la causa o motivo,
implica haber otorgado previamente su consentimiento respectivo para su
celebración de los mismos, resultando ilógico e improcedente, demandar la
nulidad de esos contratos alegando la ilicitud de la causa y motivo, cuando no se
ha intervenido en su suscripción u otorgado el consentimiento respectivo para su
celebración, siendo en consecuencia la acción idónea para dejar sin efecto los
contratos en los que se alega no haber participado, la anulabilidad de los mismos,
acción que al no haberse planteado en la presente litis, no amerita un
P á g i n a 604 | 846
pronunciamiento…”, fundamentación del Juez A quo confirmado por el Tribunal
de alzada, toda vez que, en la presente causa el actor pretende la nulidad de los
documentos en base a la falta de consentimiento, hecho, que expuesto así, no es
procedente en la litis.”.

FALTA DE FUNDAMENTACIÓN EN LAS RESOLUCIONES JUDICIALES


Auto Supremo: 1276/2016
Sucre: 07 de noviembre 2016
Proceso: Desocupación de bien inmueble, retiro de mejoras e instalaciones, más el
pago de daños y perjuicios.
El art. 192 num. 2) del Código de Procedimiento Civil dispone que la Sentencia
contendrá la parte considerativa con exposición sumaria del hecho o del derecho
que se litiga, el análisis y la evaluación fundamentada de la prueba y la cita de las
leyes en que se funda; ahora bien, aparentemente tal disposición legal solo se
aplicaría al fallo de primera instancia, porque se refiere en forma expresa al
contenido de la Sentencia, empero, ello no es evidente, toda vez que el espíritu o
razón de ser de esa norma, en lo concerniente a la necesaria motivación y
fundamentación que debe contener toda Resolución jurisdiccional, se aplica
también a la Resolución de segunda instancia.
Sin embargo, como es lógico, la fundamentación de la Resolución de Alzada debe
circunscribirse a los agravios expuestos en el recurso de apelación, pues al Tribunal
de Alzada no le es exigible realizar una motivación respecto a todo lo debatido y
controvertido en el proceso, sino únicamente respecto a aquellos motivos apelados,
tampoco le es exigible una revalorización total de la prueba, sino solo de aquella
que el recurrente acusa de indebidamente valorada o la que se vincula al agravio
expuesto por el recurrente.

FALTA DE FUNDAMENTACIÓN EN LAS RESOLUCIONES JUDICIALES


Auto Supremo: 1281/2016
Sucre: 07 de noviembre 2016
Proceso: Cumplimiento de compromiso de pago de obligación.
El art. 192 num. 2) del Código de Procedimiento Civil dispone que la Sentencia
contendrá la parte considerativa con exposición sumaria del hecho o del derecho
que se litiga, el análisis y la evaluación fundamentada de la prueba y la cita de las
leyes en que se funda; ahora bien, aparentemente tal disposición legal solo se
aplicaría al fallo de primera instancia, porque se refiere en forma expresa al
contenido de la Sentencia, empero, ello no es evidente, toda vez que el espíritu o
razón de ser de esa norma, en lo concerniente a la necesaria motivación y
P á g i n a 605 | 846
fundamentación que debe contener toda Resolución jurisdiccional, se aplica
también a la Resolución de segunda instancia.
Sin embargo, como es lógico, la fundamentación de la Resolución de Alzada debe
circunscribirse a los agravios expuestos en el recurso de apelación, pues al Tribunal
de Alzada no le es exigible realizar una motivación respecto a todo lo debatido y
controvertido en el proceso, sino únicamente respecto a aquellos motivos apelados,
tampoco le es exigible una revalorización total de la prueba, sino solo de aquella
que el recurrente acusa de indebidamente valorada o la que se vincula al agravio
expuesto por el recurrente.

FALTA DE LEGITIMACION, PROPONIBILIDAD O FUNDAMENTO


INTRISECO
Auto Supremo: 878/2015 – L
Sucre: 2 de Octubre 2015
…una vez comprobada que ha sido por el Juez la concurrencia de los presupuestos
procesales y el cumplimiento de los requisitos formales, le corresponde efectuar un
control de la proponibilidad o fundamento intrínseco, respecto a la
improponibilidad objetiva e improponibilidad subjetiva, que a decir del autor
Argentino Peyrano respecto a la primera señala que: "Presentada la demanda ante
el Juez, éste deberá analizar (entre otras cosas) la proponibilidad objetiva de la
pretensión y para ello deberá consultar el ordenamiento y comprobar "en
abstracto", si la ley le concede la facultad de juzgar el caso, es decir el mencionado
autor refiere que el rechazo in límine por "improponibilidad objetiva de la
demanda", no es por carencia de condiciones de procedibilidad, sino, por evidente
infundabilidad de la acción. Con relación a la improponibilidad subjetiva, este
Tribunal ha emitido la línea jurisprudencial contenida en el Auto Supremo Nº
153/13 de 8 de abril, razonando lo siguiente: “Para el entendimiento de este fallo es
necesario recurrir a la doctrina, al efecto corresponde citar a Lino E. Palacios en su
obra “Derecho Procesal Civil” E. Abeledo Perrot, Tomo I, Págs. 405 a 406 al
teorizar los requisitos intrínsecos de admisibilidad de la pretensión señala lo
siguiente: “Para que el juez se encuentre en condiciones de examinar la pretensión
procesal en cuanto al fondo es preciso que quienes de hecho intervienen en el
proceso como partes (actora o demandada), sean quienes deban figurar en ese
proceso concreto asumiendo tal calidad. Estas últimas son las "justas partes" o las
"partes legítimas", y la aptitud jurídica que permite caracterizarlas mediante esos
términos se denomina legitimación para obrar o legitimación procesal. Cabe, pues,
definir a la legitimación para obrar o procesal, como aquel requisito en cuya virtud

P á g i n a 606 | 846
debe mediar una coincidencia entre las personas que efectivamente actúan en el
proceso y las personas a las que la ley habilita especialmente para pretender
(legitimación activa) y para contradecir (legitimación pasiva) respecto de la materia
sobre la cual el proceso versa…”, por ello se deduce que la legitimación es un
requisito que afecta tanto al actor como al demandado. La pretensión, en efecto,
debe ser deducida por y frente a una persona procesalmente legitimada, por lo que
se entenderá que la ausencia de legitimación, sea activa o pasiva, torna admisible la
llamada defensa de "falta de legitimación".
FALTA DE PRONUNCIAMIENTO POR PARTE DEL AD QUEM
Auto Supremo: 370/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Pago de lo indebido y otros.
La Jurisprudencia Constitucional desarrollada en la Sentencia Constitucional
Plurinacional Nº 1083/2014 de 10 de junio, ha interpretado los alcances del recurso
de casación en la forma en relación a la falta de respuesta a los puntos de agravio
del recurso de apelación, conforme desarrolla: “…En ese contexto, cabe recalcar
que, la Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia, ante el planteamiento de un
recurso de casación en la forma, debe limitar sus consideraciones a las causales
establecidas en el art. 254 del CPC. En el presente caso, al estar extrañada la
falta de respuesta a los puntos de agravio identificados en el recurso de
apelación, el Tribunal de casación debe limitar su consideración únicamente
para establecer si hubo o no respuesta a los reclamos del recurrente, lo contrario
implicaría ingresar a cuestiones que atingen a la impugnación en el fondo; así,
los Magistrados demandados, luego de efectuar un examen de los antecedentes del
legajo procesal, concluyeron que el Tribunal de apelación, otorgó la respuesta
extrañada, inclusive extrayendo citas textuales que ellos consideraron como
respuestas a la apelación contra la Sentencia; por lo tanto, el Auto Supremo
434/2013, no incurre en incongruencia omisiva ni carece de la debida
motivación, ya que la labor del Tribunal de casación estaba restringida a
efectuar el control para determinar si hubo o no respuesta a los reclamos del
recurrente y, fue ésa la misión que cumplieron los Magistrados demandados; por
lo tanto, cumple con el debido proceso” (las negrillas y subrayado son nuestras).

FALTA DE PRONUNCIAMIENTO POR PARTE DEL AD QUEM


Auto Supremo: 651/2017
Sucre: 19 de junio 2017
Proceso: Nulidad de Escrituras Públicas.
La Jurisprudencia Constitucional desarrollada en la Sentencia Constitucional
Plurinacional Nº 1083/2014 de 10 de junio, ha interpretado los alcances del recurso
de casación en la forma en relación a la falta de respuesta a los puntos de agravio
del recurso de apelación, conforme desarrolla: “…En ese contexto, cabe recalcar
que, la Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia, ante el planteamiento de un
P á g i n a 607 | 846
recurso de casación en la forma, debe limitar sus consideraciones a las causales
establecidas en el art. 254 del CPC. En el presente caso, al estar extrañada la
falta de respuesta a los puntos de agravio identificados en el recurso de
apelación, el Tribunal de casación debe limitar su consideración únicamente
para establecer si hubo o no respuesta a los reclamos del recurrente, lo contrario
implicaría ingresar a cuestiones que atingen a la impugnación en el fondo; así,
los Magistrados demandados, luego de efectuar un examen de los antecedentes del
legajo procesal, concluyeron que el Tribunal de apelación, otorgó la respuesta
extrañada, inclusive extrayendo citas textuales que ellos consideraron como
respuestas a la apelación contra la Sentencia; por lo tanto, el Auto Supremo
434/2013, no incurre en incongruencia omisiva ni carece de la debida
motivación, ya que la labor del Tribunal de casación estaba restringida a
efectuar el control para determinar si hubo o no respuesta a los reclamos del
recurrentey, fue ésa la misión que cumplieron los Magistrados demandados; por
lo tanto, cumple con el debido proceso” (las negrillas y subrayado son nuestras).

FASE DE IMPUGNACIÓN EN PROCESOS DE RECONOCIMIENTO DE


UNIÓN CONYUGAL LIBRE conforme a la Ley Nº 603
Auto Supremo: 489/2017
Sucre: 15 de mayo 2017
Proceso: Reconocimiento
En el Auto Supremo Nº 578/2016-RI de 065 de junio, se señaló lo siguiente: “Por
otra parte, corresponde analizar la Resolución recurrida si resulta ser una que
admita recurso de casación; consiguientemente se dirá que de acuerdo al análisis,
la presente causa, ha sido tramitada dentro de la vigencia del Nuevo Código de las
Familias y del Proceso Familiar, la Sentencia fue dictada en fecha 22 de
septiembre de 2015, el Auto de Vista en fecha 30 de noviembre de 2015, proceso
que tiene por objeto el reconocimiento de una unión conyugal libre de hecho, que
conforme a lo previsto en la ley Nº 603 Código de las Familias y del Proceso
Familiar en su Capitulo Segundo referente a los proceso extraordinarios, art. 434
inc. e). La presente causa se encuentra catalogado como proceso extraordinario y
aplicable la disposición contenida en el art. 444 del mismo cuerpo legal que en la
parte in fine dice: “Contra el Auto de Vista no procede recurso de
casación.”, consiguientemente la norma descrita no permite que los fallos emitidos
en procesos catalogados como extraordinarios puedan ser impugnados con
recurso de casación.
En ese entendido, el Ad quem debió considerar la aplicación anticipada de las
normas previstas en la Ley Nº 603 y en su caso denegar la concesión del recurso
de casación, situación que no aconteció en el caso de Autos, motivo por el cual,
este Tribunal se encuentra obligado en aplicar el art. 401 parágrafo I inc. a) del
Código de las Familias y del Proceso Familiar, debiendo declarar la
improcedencia del recurso, tratándose que la pretensión principal debatida resulta

P á g i n a 608 | 846
ser una Resolución no recurrible, con similar criterio este Tribunal ha emitido el
Auto Supremo Nº 256/2016 de fecha 15 de marzo 2016…”

FASE DE IMPUGNACIÓN EN PROCESOS DE RECONOCIMIENTO DE


UNIÓN CONYUGAL LIBRE conforme a la Ley Nº 603
Auto Supremo: 524/2017
Sucre: 17 de mayo 2017
Proceso: Sumario, declaración judicial de unión conyugal libre o de hecho.
En el Auto Supremo Nº 578/2016-RI de 06 de junio se señaló lo siguiente: “Por
otra parte, corresponde analizar la Resolución recurrida si resulta ser una que
admita recurso de casación; consiguientemente se dirá que de acuerdo al análisis,
la presente causa, ha sido tramitada dentro de la vigencia del Nuevo Código de las
Familias y del Proceso Familiar, la Sentencia fue dictada en fecha 22 de
septiembre de 2015, el Auto de Vista en fecha 30 de noviembre de 2015, proceso
que tiene por objeto el reconocimiento de una unión conyugal libre de hecho, que
conforme a lo previsto en la Ley Nº 603 Código de las Familias y del Proceso
Familiar en su Capitulo Segundo referente a los proceso extraordinarios, art. 434
inc. e). La presente causa se encuentra catalogado como proceso extraordinario y
aplicable la disposición contenida en el art. 444 del mismo cuerpo legal que en la
parte in fine dice: “Contra el Auto de Vista no procede recurso de
casación.”, consiguientemente la norma descrita no permite que los fallos emitidos
en procesos catalogados como extraordinarios puedan ser impugnados con
recurso de casación.
En ese entendido, el Ad quem debió considerar la aplicación anticipada de las
normas previstas en la Ley Nº 603 y en su caso denegar la concesión del recurso
de casación, situación que no aconteció en el caso de Autos, motivo por el cual,
este Tribunal se encuentra obligado en aplicar el art. 401 parágrafo I inc. a) del
Código de las Familias y del Proceso Familiar, debiendo declarar la
improcedencia del recurso, tratándose que la pretensión principal debatida resulta
ser una Resolución no recurrible, con similar criterio este Tribunal ha emitido el
Auto Supremo Nº 256/2016 de fecha 15 de marzo 2016…”

FIJACIÓN DE LA ASISTENCIA FAMILIAR


Auto Supremo: 540/2017
Sucre: 17 de mayo 2017
Proceso: Anulabilidad de Contrato.
El art. 116 del Código de Familia, al referirse a la disposición de los bienes
comunes establecía que para enajenar, hipotecar, gravar o empeñar los bienes
comunes es indispensable el consentimiento expreso de ambos cónyuges; al
respecto se ha orientado en el Auto Supremo Nº 215/2014 de 15 de mayo,
que: “…se debe señalar que el art. 116 del Código de Familia, al referirse a la
disposición de los bienes comunes establece que para enajenar, hipotecar, gravar
o empeñar los bienes comunes es indispensable el consentimiento expreso de
P á g i n a 609 | 846
ambos cónyuges, analizando el contenido de esta norma, se puede inferir que es
evidente que la invalidez del acto de disposición sin que medie el consentimiento
de uno de los cónyuges, afecta al acto de transferencia como tal.”.
Por otra parte en cuanto a la protección del derecho ganancial del conyugue que no
otorgo su consentimiento en la transferencia de un bien ganancial, en el Auto
Supremo Nº 1176/2015 de 28 de Diciembre, se ha orientado que: “…el recurrente
en apelación y posteriormente en casación pretende sustentar su acción en el art.
116 del C.F., sin embargo la anulabilidad de la transferencia dispuesta en el 50%
en resguardo del derecho ganancial de Edwin Valdivia Méndez, no puede afectar
la transferencia realizada por Dulía Hinojosa Guardia (esposa), máxime si esta
última persona se ratificó posteriormente en dicha transferencia a favor Ángel
Guzmán Camacho mediante reconocimiento de firmas y rúbricas (fs. 10) dando a
dicho contrato la eficacia establecida en el art. 1313 del C.C., en relación a la
transferencia realizada sobre el 50% del bien inmueble que le correspondía a
Dulia Hinojosa (+); pues en el caso de Autos el demandante no ha probado que la
falta de consentimiento que arguye haya afectado la transferencia dispuesta por
parte de Dulia Hinojosa o que dicha venta afecte su derecho ganancial (50%) en
relación al bien inmueble en cuestión, pues si bien art. 116 del Código de Familia,
confiere la acción de la anulabilidad, a fin de invalidar los actos de disposición o
de imposición de derechos reales de uno de los cónyuges respecto de los bienes
comunes, celebrados sin el consentimiento del otro cónyuge; sin embargo en el
caso presente no se ha probado la causal de Anulabilidad que haga procedente la
opción de anular la transferencia realizada por parte de la cónyuge del actor, toda
vez que como se expuso supra el consentimiento de Dulia Hinojosa Gardia fue
expresado y ratificado por la misma (art. 1313 del C.C.), y tomando en cuenta que
la base fáctica y probatoria en el proceso es la falta de consentimiento del Actor
en dicha transferencia realizada por su esposa (+) no resulta lógico pretender
anular la transferencia realizada por la misma, toda vez que con la decisión de los
jueces de instancia se ha resguardado el derecho ganancial del actor sobre el bien
inmueble en cuestión.
Resultando en consecuencia correcto el razonamiento vertido por el Tribunal de
Alzada quienes orientaron su razonamiento en lo dispuesto en el Auto Supremo Nº
450/2012 que en relación a la aplicación del art. 548 del C.C., señaló: “…que en
los contratos plurilaterales con prestaciones comunes, la nulidad o la anulación
del vínculo que afecta a una de las partes no importa la nulidad o anulación del
contrato, a menos que su participación se considere esencial de acuerdo a las
circunstancias; norma legal que es aplicable al presente caso para determinar la
nulidad parcial del documento que es objeto de litis…”.

FILIACION, CLASES DE FILIACION


A.S. Nº 333/2014
Que sobre el tema ha establecido que: “La filiación es el vínculo jurídico que une
a una persona con sus progenitores. Se considera tres clases de filiación:
P á g i n a 610 | 846
i) matrimonial, es la que tiene su origen en el matrimonio; ii) extramatrimonial,
que corresponde a hijos de personas no casados entre sí; y, iii) adoptiva, que no
corresponde a una realidad biológica sino al vínculo paterno – filial creado por
ley.
Nuestro régimen familiar legal, en consideración a estas formas de filiación,
estableció presupuestos normativos sistemáticos de los derechos y deberes de los
hijos, su establecimiento, de su prueba, etc., al mismo tiempo diseño acciones
tendientes a desestimar la filiación, tanto matrimonial como extramatrimonial. Es
así que, para la filiación matrimonial estableció la acción de negación de hijo
nacido antes de los cientos ochenta días de matrimonio (art. 185 Código de
Familia) y negación del hijo nacido después de trescientos días siguientes al
decreto de separación personal o antes de los ciento ochenta días posteriores al
desistimiento o la reconciliación (art. 186 del Código de Familia), además de la
acción de desconocimiento de paternidad al hijo concebido durante el matrimonio
(art. 187 del Código de materia), y en ese mérito la misma norma familiar, en su
art. 188,normó el plazo para la interposición de estas acciones.

Asimismo, para la filiación extramatrimonial, es decir de los hijos de padre y


madre no casados entre sí, el Código de familia consideró a la impugnación de
reconocimiento (art. 204) como el medio para impugnar la filiación cuando se
hubo establecido aquella mediante reconocimiento de hijo; por otro lado configuró
la declaración judicial de paternidad y en ella, como mecanismo de defensa, los
presupuestos de prueba para la exclusión de paternidad conforme señala el art.
209 del citado Código.

De lo manifestado, podemos concluir que la legislación familiar configuro las


acciones tendientes a repulsar la filiación por el progenitor en uno u otro caso,
específicamente, pero con la mirada de la protección de los hijos, de ahí se
entiende el plazo circundante a su interposición.”

FILIACION, CLASES DE FILIACION


A.S. Nº 333/2014
Que sobre el tema ha establecido que: “La filiación es el vínculo jurídico que une
a una persona con sus progenitores. Se considera tres clases de filiación:
i) matrimonial, es la que tiene su origen en el matrimonio; ii) extramatrimonial,
que corresponde a hijos de personas no casados entre sí; y, iii) adoptiva, que no
corresponde a una realidad biológica sino al vínculo paterno – filial creado por
ley.

P á g i n a 611 | 846
Nuestro régimen familiar legal, en consideración a estas formas de filiación,
estableció presupuestos normativos sistemáticos de los derechos y deberes de los
hijos, su establecimiento, de su prueba, etc., al mismo tiempo diseño acciones
tendientes a desestimar la filiación, tanto matrimonial como extramatrimonial. Es
así que, para la filiación matrimonial estableció la acción de negación de hijo
nacido antes de los cientos ochenta días de matrimonio (art. 185 Código de
Familia) y negación del hijo nacido después de trescientos días siguientes al
decreto de separación personal o antes de los ciento ochenta días posteriores al
desistimiento o la reconciliación (art. 186 del Código de Familia), además de la
acción de desconocimiento de paternidad al hijo concebido durante el matrimonio
(art. 187 del Código de materia), y en ese mérito la misma norma familiar, en su
art. 188,normó el plazo para la interposición de estas acciones.

Asimismo, para la filiación extramatrimonial, es decir de los hijos de padre y


madre no casados entre sí, el Código de familia consideró a la impugnación de
reconocimiento (art. 204) como el medio para impugnar la filiación cuando se
hubo establecido aquella mediante reconocimiento de hijo; por otro lado configuró
la declaración judicial de paternidad y en ella, como mecanismo de defensa, los
presupuestos de prueba para la exclusión de paternidad conforme señala el art.
209 del citado Código.

De lo manifestado, podemos concluir que la legislación familiar configuro las


acciones tendientes a repulsar la filiación por el progenitor en uno u otro caso,
específicamente, pero con la mirada de la protección de los hijos, de ahí se
entiende el plazo circundante a su interposición.”

FILIACION, IMPUGNACION DE RECONOCIMIENTO


Autos Supremos Nros.437/2013 de fecha 27 de agosto, 485/2013 de fecha 18 de
septiembre y 605/2014 de fecha 27 de octubre
Entre otros ha orientado en sentido que: “El reconocimiento de hijo de padre y madre no
casados entre sí, es un acto jurídico unilateral, personalísimo e irrevocable, toda vez
que quien ejercita ese derecho lo realiza de manera libre y voluntaria, sabiendo las consecuencias
jurídicas de su reconocimiento.
Y por regla general la impugnación de reconocimiento de hijo se habilita por el reconocido y por
terceros interesados que tengan un interés “legitimo” (debido al efecto erga onmes), pero no se
excluye al reconocedor, que también se encuentra legitimado para impugnar el reconocimiento,
siempre y cuando se demuestre que existió error, dolo o violencia en el acto del reconocimiento y
fundare su demanda principal en un acto de reconocimiento que no fue libre ni voluntario,
pudiendo impugnar, alegando error propio al considerar como hijo al reconocido o cuando hay
dolo, es decir cuando la madre oculta, engaña y le hace creer que el reconocido es su hijo, y
finalmente cuando hay violencia.
Si bien es cierto que el reconocimiento debe existir cuando hay una relación biológica, es también
evidente que en nuestra sociedad en la práctica se puede ver que existen padres que reconocen a

P á g i n a 612 | 846
los hijos de sus parejas, conociendo y sabiendo que no son biológicamente sus hijos, teniendo
este reconocimiento un efectos "erga omnes", ya que este acto jurídico realizado
por la madre o el padre no solo afecta al hijo o la hija y al padre o la madre que
reconocen, pues lo que se reconoce es el estado de hijo o hija que es indivisible y
por eso produce efectos absolutos frente a todos; siendo éste un acto irrevocable
como lo determina el art. 199 del Código de Familia, teniendo como la única
limitante para el reconocimiento el caso establecido en el art. 200 del Código de
Familia que indica: "No se puede reconocer a quien legalmente corresponda la
filiación del hijo nacido de padre y madre casados entre sí...".
Finalmente, corresponde también concretar que el art. 204 el Código de Familia
en su segundo párrafo prevé un plazo de caducidad y no de prescripción como
muchas veces se la confunde, y si bien el art. 1520 del Código Civil establece que
la caducidad no puede aplicarse de oficio, empero preceptúa también la salvedad
en tratándose de derechos indisponibles; en el presente caso, lo que se cuestiona
es la filiación del demandado, por lo que la caducidad debió ser observada de
oficio, porque el derecho a la filiación y a la identidad constituye precisamente un
derecho indisponible; aclarando que lógicamente la caducidad dispuesta por el
art. 204 del Código de Familia, comienza a correr para todos, o sea, además del
hijo y los interesados legítimamente, para el padre o el reconocedor.”

FILIACION, IMPUGNACION DE RECONOCIMIENTO


Autos Supremos Nros.437/2013 de fecha 27 de agosto, 485/2013 de fecha 18 de
septiembre y 605/2014 de fecha 27 de octubre

Entre otros ha orientado en sentido que: “El reconocimiento de hijo de padre y madre no
casados entre sí, es un acto jurídico unilateral, personalísimo e irrevocable, toda vez
que quien ejercita ese derecho lo realiza de manera libre y voluntaria, sabiendo las consecuencias
jurídicas de su reconocimiento.

Y por regla general la impugnación de reconocimiento de hijo se habilita por el reconocido y por
terceros interesados que tengan un interés “legitimo” (debido al efecto erga onmes), pero no se
excluye al reconocedor, que también se encuentra legitimado para impugnar el reconocimiento,
siempre y cuando se demuestre que existió error, dolo o violencia en el acto del reconocimiento y
fundare su demanda principal en un acto de reconocimiento que no fue libre ni voluntario,
pudiendo impugnar, alegando error propio al considerar como hijo al reconocido o cuando hay
dolo, es decir cuando la madre oculta, engaña y le hace creer que el reconocido es su hijo, y
finalmente cuando hay violencia.

Si bien es cierto que el reconocimiento debe existir cuando hay una relación biológica, es también
evidente que en nuestra sociedad en la práctica se puede ver que existen padres que reconocen a
los hijos de sus parejas, conociendo y sabiendo que no son biológicamente sus hijos, teniendo
este reconocimiento un efectos "erga omnes", ya que este acto jurídico realizado
por la madre o el padre no solo afecta al hijo o la hija y al padre o la madre que
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reconocen, pues lo que se reconoce es el estado de hijo o hija que es indivisible y
por eso produce efectos absolutos frente a todos; siendo éste un acto irrevocable
como lo determina el art. 199 del Código de Familia, teniendo como la única
limitante para el reconocimiento el caso establecido en el art. 200 del Código de
Familia que indica: "No se puede reconocer a quien legalmente corresponda la
filiación del hijo nacido de padre y madre casados entre sí...".

Finalmente, corresponde también concretar que el art. 204 el Código de Familia


en su segundo párrafo prevé un plazo de caducidad y no de prescripción como
muchas veces se la confunde, y si bien el art. 1520 del Código Civil establece que
la caducidad no puede aplicarse de oficio, empero preceptúa también la salvedad
en tratándose de derechos indisponibles; en el presente caso, lo que se cuestiona
es la filiación del demandado, por lo que la caducidad debió ser observada de
oficio, porque el derecho a la filiación y a la identidad constituye precisamente un
derecho indisponible; aclarando que lógicamente la caducidad dispuesta por el
art. 204 del Código de Familia, comienza a correr para todos, o sea, además del
hijo y los interesados legítimamente, para el padre o el reconocedor.”

FINALIDAD DE LA COSA QUE SE POSEE


Auto Supremo: 394/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: Usucapión Decenal
Asimismo, la doctrina ha establecido que la posesión no necesariamente implica
que la cosa tenga como finalidad la vivienda, sino que el poseedor ejerza sobre esta
el corpus y animus, que son los elementos que constituyen la posesión,
independientemente del fin que el poseedor le dé. De esta manera, para que la
usucapión sea viable, quien pretenda dicha acción, debe cumplir necesariamente
con los requisitos que la ley dispone para su procedencia, es decir que la posesión
sea pacifica, continua e ininterrumpida durante 10 años, art. 138 del Código Civil.
Sobre lo señalado el Auto Supremo Nº 803/2015 de 15 de septiembre, estableció
que: “… reconociendo que el predio a usucapir fueron mantenidas como patio del
hotel Safari, hotel que fue transferido, de ahí que si bien los informes municipales
refieren que no existe construcción alguna de vivienda o residencia alguna, no
desvirtúa la concurrencia de los presupuestos exigidos para la procedencia de la
usucapión, al considerar la posesión no necesariamente implica que el mismo deba
ser usado como vivienda, entendiendo desde la perspectiva de este Tribunal que se
cumplió con lo determinado por el art. 1283 del Código Civil de que: “Quien
pretende en juicio un derecho, debe probar el hecho o los hechos que fundamentan
su pretensión”.

P á g i n a 614 | 846
FINALIDAD DE LAS CITACIONES Y NOTIFICACIONES
Auto Supremo: 469/2017
Sucre: 09 de mayo 2017
Proceso: Reconocimiento de unión conyugal.
Respecto a la finalidad específica de las citaciones, se tiene el razonamiento
desarrollado por la SC 1405/2011-R de 30 de septiembre, que sostiene lo siguiente:
“En el marco anotado, los emplazamientos, citaciones y notificaciones
(comunicaciones judiciales en sentido genérico), que son las modalidades más
usuales que se utilizan para hacer conocer a las partes o terceros interesados las
providencias y resoluciones de los órganos jurisdiccionales o administrativos,
para tener validez, deben ser realizados de tal forma que se asegure su recepción
por parte del destinatario; pues la notificación, no está dirigida a cumplir una
formalidad procesal en sí misma, sino a asegurar que la determinación judicial
objeto de la misma sea conocida efectivamente por el destinatario, (así SC
0757/2003-R de 4 de junio); dado que sólo el conocimiento real y efectivo de la
comunicación asegura que no se provoque indefensión en la tramitación y
resolución en toda clase de procesos…’”.

FIRMA DE DOCUMENTOS EN BLANCO


Auto Supremo: 521/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Nulidad de documento privado y otros.
La firma en blanco sobre un documento es muy discutido en la doctrinario, para el
efecto corresponde citar el aporte doctrinario de Carlos Morales Guillen, quien en
su obra CODIGO CIVIL CONCORDADO Y ANOTADO, a comentar el art. 1297
señaló lo siguiente: “La firma en blanco, consiste en que ésta es dada con
anterioridad a la facción del documento y el papel firmado queda en blanco, hasta
que es llenado con lo que debe contener mediante la redacción que, comunmente,
la hace una persona distinta del firmante. Es una muestra de confianza y, con
frecuencia, una imprudencia mayúscula (Planiol y Ripert). Quien suscribe un
documento en blanco no hace ninguna declaración; solamente construye una
prueba (Carnelutti). Su validez ha sido discutida. Mientras no se descubra el
fraude -si hubo- su fuerza obligatoria es inobjetable. Descubierto el fraude, en su
caso, pasa quitarle eficacia sólo cabe la vía penal (art. 336 del c.p.). Aquí no hay
acción por falsedad de documento, porque no hay hipótesis de contraste entre el
contenido del documento y la verdad, sino entre el contenido mismo y la voluntad
del suscriptor (Carnelutti)…”
También en la doctrina se encuentra el aporte de Jorge LLambias, en mismo en su
obra, “TRATADO DE DERECHO CIVIL” Editorial Abeledo Perrot, señala lo
siguiente: “C.- DOCUMENTOS FIRMADOS EN BLANCO. 949. VALIDEZ DE LA
P á g i n a 615 | 846
FIRMA EN BLANCO; IMPUGNACIÓN.- En la práctica de los negocios es
bastante frecuente el otorgamiento de documentos firmados en blanco. Estas
operaciones implican riesgos para el firmante que, por lo común, tiene buen
cuidado de no hacerlo sino con personas que le merezcan la mayor confianza.
En principio, la firma dada en blanco es perfectamente lícita (art. 1016 Ver Texto,
Cód. Civ.), pero la ley reconoce al signatario la facultad de poder impugnar el
contenido del documento, cuando éste no se ajustare a lo estipulado, puesto que el
tenedor está obligado a llenarlo de acuerdo con lo pactado y con las instrucciones
recibidas del firmante.
950.- El derecho de impugnar el contenido del documento debe ser estudiado en
relación a tres hipótesis posibles:
a) Que el documento sea hecho valer por la persona a quien se lo confió; en este
caso, el firmante puede demostrar que el instrumento ha sido llenado en contra de
lo acordado por toda clase de pruebas, salvo la de testigos (art. 1017 Ver Texto,
Cód. Civ.).
Existe, pues, una diferencia fundamental con los documentos normalmente
redactados, en los que la firma ha sido estampada luego de escrito el texto del
convenio: en éstos también el firmante puede impugnar la sinceridad de su
contenido pero, en principio, no puede hacerlo sino por contradocumento o por
pruebas tan inequívocas que, en cierto modo, pueden equipararse a aquél (véase
núms. 1184 y sigs.). En cambio, si se demostrara previamente que el documento ha
sido firmado en blanco, la ley es mucho menos severa y admite toda clase de
pruebas para acreditar que fue llenado en contra de lo convenido, con la única
excepción de la de testigos. Esta excepción se justifica plenamente, pues lo
contrario permitiría invalidar con facilidad obligaciones en verdad contraídas.
Se ha decidido, sin embargo, que los testigos son admisibles si existe principio de
prueba por escrito (ver nota 2), solución lógica porque si esta regla se aplica para
demostrar la simulación en cualquier clase de instrumentos (véase núm. 1186),
con tanta mayor razón debe serlo en los firmados en blanco.
951.- b) Que el documento sea hecho valer por un tercero de buena fe, que
hubiera contratado con la persona a quien aquél fue confiado. Puede ocurrir, en
efecto, que el tenedor de un documento firmado en blanco, luego de llenarlo, haya
contratado sobre la base de él con un tercero; el caso más frecuente es el del
pagaré o cheque endosado por el tenedor originario a favor de otra persona. En
tal caso, el firmante no podría oponer excepción alguna contra el tercero (art.
1018 Ver Texto , Cód. Civ.), quedando desde luego a salvo su derecho para
reclamar daños y perjuicios contra la persona en la cual confió y que lo llenó
apartándose de lo estipulado.
P á g i n a 616 | 846
Firmar un documento en blanco supone riesgos y quien lo hace debe afrontarlos;
no sería justo que el tercero de buena fe sufriere perjuicio como consecuencia de
una actitud que le es imputable al librador; por lo demás, la seguridad del
comercio exige la protección de los terceros de buena fe.
952.- c) Que el documento haya sido sustraído fraudulentamente a la persona que
lo firmó o a la persona a quien se lo hubieran confiado y hubiera sido llenado en
contra de la voluntad de ellas. En este caso, la prueba de la sustracción y del
abuso de la firma en blanco puede hacerse por toda clase de medios, inclusive
testigos (art. 1019 Ver Texto , Cód. Civ.). Por sustracción fraudulenta debe
entenderse el hurto, robo, o que el documento haya sido obtenido mediante
maniobras dolosas (ver nota 3).
Otra consecuencia importante: en esta hipótesis, las convenciones hechas con
terceros por el portador del documento no pueden oponerse al signatario, aunque
los terceros hubiesen procedido de buena fe (art. 1919 Ver Texto, Cód. Civ., in
fine). La solución de la ley es, en este caso, menos rigurosa para el firmante. Pero
no hay que perder de vista que la sustracción implica siempre una culpa o
negligencia de quien tenía el documento en su poder; por lo tanto, es justo que los
jueces sean severos en la apreciación de la prueba sobre el hecho (ver nota 4)…”
El Auto Supremo Nº 43 de 18 de marzo de 2005, sobre la firma de un documento
en blanco se señaló lo siguiente: “En el caso presente, revisando las pruebas
testificales cuyas actas cursan a fs. 335-349 de obrados, ratificatorias de las
prestadas en el proceso ejecutivo, seguido por el actor contra las demandadas,
principalmente evidencian que la letra de cambió firmada en blanco, fue entregada
anteriormente a Rolando Garnica Iturri, empero, ninguna de estas atestaciones
señala conocer el momento real de entrega de tal cambiaria al actual demandante,
ni conocen a cabalidad las relaciones comerciales que mantenían las demandadas
con el actor, más aún, se concluye que la letra de cambio, fue en un momento dado
firmada en blanco, pero, no se ha demostrado que el demandante conocía de las
anteriores transacciones a que fue sometida esa letra de cambio, por ello, resulta
tratarse de diferentes negocios jurídicos con diferentes efectos para las partes.
De aquí resulta, que la nulidad pactada entre las ahora demandadas con Rolando
Garnica Iturri, respecto de dicha letra de cambio, tiene plena validez para éstos;
empero, su valor probatorio como documento de pago, de ninguna manera puede
ser enervado respecto del actual demandante…”
responde señalar que el art. 1567 del Código Civil, señala lo siguiente: “(Contratos
y actos jurídicos en general celebrados bajo el régimen de la legislación anterior)
Los contratos y actos jurídicos en general celebrados de acuerdo a las
disposiciones del Código Civil y demás leyes anteriores a la vigencia de este
P á g i n a 617 | 846
Código, se regirán por ellas…”, norma adecuada al principio general de que la ley
rige para el futuro y no tendrá efecto retroactivo, que se apoya en dos tesis: a) la ley
rige para todos los actos y situaciones que se produzcan después de su vigencia y
b) la ley no dispone sobre hechos que se han realizado antes de su entrada en
vigencia.
Al efecto se cita la en la SCP 0270/2012 de 4 de junio, en ella se
señaló: “…tomando en cuenta el razonamiento de la SC 1421/2004 de 6 de
septiembre, señaló que: 'Retomando la línea de razonamiento jurídico en que se
funda el principio de la irretroactividad de la ley, cual es la protección de los
derechos adquiridos o constituidos, cabe señalar que este principio se aplica al
ámbito de aquellas leyes que establecen o definen derechos, obligaciones o
responsabilidades, ello porque si una persona goza de un derecho subjetivo
reconocido por la ley no puede ser privado de él por una nueva ley; en cambio la
excepción de la retroactividad se aplica, especialmente, en el ámbito de las normas
de carácter procesal, es decir, en aquellas que no definan o determinen derechos.
De la doctrina constitucional referida se puede colegir que las leyes en general y
las normas consignadas en ellas en particular, cuando son de naturaleza procesal
no sustantiva, es decir, aquellas que regulan procesos o procedimientos, pueden
ser aplicadas de manera inmediata a todos los procesos que se inicien o que están
pendientes al tiempo en que entran en vigor, ello porque su aplicación tiene la
finalidad de regular un hecho en la actualidad y no a situaciones o hechos pasados
y debidamente consolidados…”

FORMACIÓN DE INVENTARIOS ENUMERATIVOS O EVALUATIVOS


DE BIENES
Auto Supremo: 228/2017
Sucre: 08 de marzo 2017
Proceso: Formación de Inventarios enumerativos y evaluativos.
Alfredo Antezana Palacios en su Libro “Lecciones de Derecho Procesal Civil II,
Doctrina, Jurisprudencia, legislación Comparada al referirse al inventario de
bienes refiere que: “Es la descripción formulada por el aguacil del juzgado o por
las partes interesadas, en el cual se consigna el estado de su patrimonio mediante
el detalle pormenorizado de los bienes que integran su activo y de las obligaciones
que constituyen su pasivo”. El inventario puede tener o no un avalúo,
entendiéndose por avalúo: “la operación de tasación o justiprecio de bienes,
realizada con el objeto de servir de base para la venta o división de los mismos o
para la liquidación de ciertos impuestos”
Otro tratadista define: “Llámese inventario, la descripción que se hace de los
bienes dejados por el causante, con el objeto de individualizarlos y establecer su
existencia al momento de su fallecimiento, “Avalúo es la diligencia por la cual se
P á g i n a 618 | 846
asigna a cada bien un valor al momento de practicarse el inventario. Ambos tienen
por fin determinar el monto del haber sucesorio, a los efectos de su distribución
entre los hombres y pago del impuesto a la herencia”
Estos inventarios pueden levantarse antes o dentro de un proceso. La solicitud no
lleva la denominación de demanda, tampoco es necesario que se cumpla con los
requisitos señalados por el art. 327 del Código de Procedimiento Civil. La
solicitud se conoce con el nombre de “diligencia de inventario”
En los casos en los que procediere la formación de un inventario enumerativo o
evaluativo de bienes, derechos y obligaciones de una sucesión, esta diligencia se
presentará ante el Juez, pidiendo que señale día y hora para que se proceda a
levantar el inventario, previa citación de partes, albacea, coherederos, acreedores,
legatario y otros interesados (art. 663 del Código de Procedimiento Civil).
Sobre el referido artículo Gonzalo Castellanos Trigo en su Libro: Código de
Procedimiento Civil Comentado, Concordado, Doctrina, Jurisprudencia,
legislación Comparada, Tomo III, Gestión 2004, refiere: El profesor Lino E.
Palacio señala que “Llámese inventario a la operación consistente en la
individualización y descripción de los bienes relictos. Avalúo es la diligencia
complementaria mediante la cual se determina el valor de cada uno de esos bienes
al tiempo de practicarse el inventario. El inventario y el evalúo tiene por objeto
posibilitar la distribución proporcional de los bienes de la herencia entre los
sucesores y en su caso servir de base para la liquidación del impuesto a la
herencia.
De conformidad con lo ordenado por la norma en estudio, tanto el inventario
enumerativo como el evalúo deben hacerse judicialmente en los siguientes casos:
-Cuando la herencia hubiere sido aceptada con beneficio de inventario.
-Cuando se hubiere nombrado curador de la herencia.
-Cuando se hubiere nombrado curador en el caso del trámite de declaración de
ausencia y presunción de muerte.
-Para la formación de inventarios comunes y corrientes.
La resolución definitiva que se dicta en este trámite no causa estado ni tiene
efectos de cosa juzgada material, porque se limita a resolver la exclusión o no de
bienes que se pretende inventariar; o sea ella no borra la posibilidad de que por
un proceso posterior de conocimiento se pueda modificar la misma por
demostrarse hechos que no han sido probados o desvirtuados en el trámite
voluntario.
Como sostiene Palacio “la aprobación del inventario no constituye impedimento
para que, en el momento en que se comprueba que algún bien pertenece a la
sucesión, se pida su inclusión, ni para que algún heredero que no haya consentido
la aprobación del inventario o tercero, demanda la exclusión”.
El proceso de formación de inventarios enumerativos y evaluativos tiene como
objeto la individualización y descripción de los bienes relictos al fallecimiento del
de cuyus, proceso que es voluntario y puede también tornarse en contencioso,
cuando exista oposición por parte de los interesados tal como lo dispone el art. 667
P á g i n a 619 | 846
del Código de Procedimiento Civil, situación que se da cuando cualquier
pretendiente o interesado promueve oposición impugnando la formación del
inventario o su aprobación, porque los bienes no son hereditarios o susceptibles a
una posterior división o simplemente el peticionante no tiene derecho a los bienes o
acción y derecho para incoar el inventario, caso en el cual el proceso se torna en
contencioso, siendo el proceso ventilado en la vía de conocimiento.

FORMAS DE IMPUGNACIÓN DE LA FILIACIÓN


Auto Supremo: 907/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de actas de reconocimiento de hija, nulidad de certificados de
nacimiento, nulidad de resoluciones, cancelación en registros, nulidad de
declaratoria de herederos, nulidad de Escritura Pública y cancelación de
inscripción en Derechos Reales, más daños y perjuicios.
Siguiendo el entendimiento asumido en el acápite anterior, corresponde establecer
que dentro el ordenamiento Jurídico Familiar, es decir, el Código de Familia
partiendo del entendimiento de la filiación y reconociendo los vínculos de filiación,
ya sean, matrimoniales, extramatrimoniales o de adopción, ha establecido
conforme a los supuestos que establece el código de Familia, la posibilidad de su
impugnación, mismos que han sido ya analizados por este Máximo Tribunal a
través de diversos fallos, entre ellos el AS 1068/2015 – L de fecha 17 de
noviembre 2015 en el que se ha orientado: “Resultando este el tema en debate,
corresponde en principio realizar un análisis de los institutos que sustentan la
filiación o su impugnación, a ese efecto podemos citar el AS Nº 333/2014 que
sobre el tema ha establecido que: “La filiación es el vínculo jurídico que une a una
persona con sus progenitores. Se considera tres clases de filiación: i) matrimonial,
es la que tiene su origen en el matrimonio; ii) extramatrimonial, que corresponde a
hijos de personas no casados entre sí; y, iii) adoptiva, que no corresponde a una
realidad biológica sino al vínculo paterno – filial creado por ley.
Nuestro régimen familiar legal, en consideración a estas formas de filiación,
estableció presupuestos normativos sistemáticos de los derechos y deberes de los
hijos, su establecimiento, de su prueba, etc., al mismo tiempo diseño acciones
tendientes a desestimar la filiación, tanto matrimonial como extramatrimonial. Es
así que, para la filiación matrimonial estableció la acción de negación de hijo
nacido antes de los cientos ochenta días de matrimonio (art. 185 Código de
Familia) y negación del hijo nacido después de trescientos días siguientes al
decreto de separación personal o antes de los ciento ochenta días posteriores al
desistimiento o la reconciliación (art. 186 del Código de Familia), además de la

P á g i n a 620 | 846
acción de desconocimiento de paternidad al hijo concebido durante el matrimonio
(art. 187 del Código de materia), y en ese mérito la misma norma familiar, en su
art. 188,normó el plazo para la interposición de estas acciones.
Asimismo, para la filiación extramatrimonial, es decir de los hijos de padre y
madre no casados entre sí, el Código de familia consideró a la impugnación de
reconocimiento (art. 204) como el medio para impugnar la filiación cuando se
hubo establecido aquella mediante reconocimiento de hijo; por otro lado configuró
la declaración judicial de paternidad y en ella, como mecanismo de defensa, los
presupuestos de prueba para la exclusión de paternidad conforme señala el art.
209 del citado Código.
De lo manifestado, podemos concluir que la legislación familiar configuro las
acciones tendientes a repulsar la filiación por el progenitor en uno u otro caso,
específicamente, pero con la mirada de la protección de los hijos, de ahí se
entiende el plazo circundante a su interposición.”

De la línea establecida por este Tribunal, se puede concluir que entre los medios
de impugnación de filiación del hijo; dependiendo al caso, se debe analizar desde
dos puntos de vista, la primera cuando el hijo ha nacido dentro del matrimonio y el
segundo cuando ha nacido fuera del matrimonio, activándose para el segundo
caso, es decir, de hijos nacidos fuera del matrimonio la figura de la impugnación
del reconocimiento, o para el reconocimiento de una filiación del mismo la
declaración judicial de paternidad y dentro de este los mecanismos de defensa de
exclusión de paternidad, conforme claramente se ha determinado.”.
Marco jurisprudencial que de forma clara haciendo un análisis sistematizado del
Código Familia, ha determinado los mecanismos de impugnación para desestimar
la filiación, señalado que si el vínculo filial es matrimonial, es decir de hijos
nacidos dentro del matrimonio, la acción a proceder es la de negación de hijo
nacido antes de los ciento ochenta días de matrimonio (art. 185 Código de Familia)
y de negación del hijo nacido después de trescientos días siguientes al decreto de
separación personal o antes de los ciento ochenta días posteriores al desistimiento o
la reconciliación (art. 186 del Código de Familia), además de la acción de
desconocimiento de paternidad al hijo concebido durante el matrimonio (art. 187
del Código de materia), y para los casos de hijos nacidos fuera del matrimonio, es
decir extramatrimoniales que fueren reconocidos mediante actos de
reconocimiento de hijo, también se configuro la figura de declaración judicial de
paternidad o maternidad con sus respectivos medios de defensa y el de la
impugnación de reconocimiento.

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Teniendo en claro que existen mecanismos específicos dentro del ordenamiento
jurídico familiar para desestimar la filiación, corresponde adentrar más en el tema
en sentido de que, dentro de los reconocimientos de filiación vía documento los
mismos no pueden ser impugnados vía nulidad dentro de los alcances que establece
el art. 549 del CC, esto en el entendido de que el reconocimiento conforme se
expuso supra produce efectos muy diferentes al de un contrato, como para
pretender su nulidad tal cual si se tratase de un contrato normal o un negocio
jurídico con fines patrimoniales, habida cuenta que dentro de acto unilateral,
personalísimo, se encuentra inmerso la filiación de una persona, la cual produce
efectos no solamente inter partes sino contra terceros, por lo que, al ser impugnada
la filiación, la misma debe avocarse o ser interpretada por los jueces ordinarios
dentro de los parámetros que reconoce nuestro ordenamiento jurídico Familiar y no
así otros no atinentes al caso en cuestión.

FRAUDE PROCESAL
Auto Supremo: 228/2016
Fecha: 15 de marzo 2016
Proceso: Nulidad de documentación del derecho de propiedad
y usucapión decenal
En el A.S. 08/2015 se determinó : “Que la acción de declaración de "fraude
procesal" prevista en el art. 297 núm. 3) del Código de Procedimiento Civil,
consiste en poner, mediante proceso ordinario, en evidencia una "conducta
fraudulenta", "un engaño o mala fe" con que se ha actuado en un determinado
proceso para conseguir una Sentencia favorable, con la finalidad de lograr se revise
ésta mediante un expreso recurso extraordinario a cargo de Tribunal competente, la
jurisprudencia de la Ex Corte Suprema de Justicia, con la que se comparte criterio
señala que: "Hay lugar al recurso de revisión extraordinaria de Sentencia en
proceso ordinario, si se hubiere ganado injustamente en virtud de cohecho,
violencia o fraude procesal declarado en Sentencia ejecutoriada". En este sentido,
para que prospere la acción de declaratoria de "fraude procesal", el demandante
debe cumplir con la carga procesal que le impone el art.1283 del Código Civil,
concordante con el art.375 de su procedimiento y demostrar en proceso ordinario
una "conducta fraudulenta" o "un engaño o mala fe" o que "la Sentencia es
producto de maquinaciones fraudulentas", señalando cuál el fraude procesal en el
que hubieran incurrido los Tribunales de instancia en el conocimiento del proceso
ordinario precitado", esta cita ha sido desarrollada mediante el Auto Supremo Nº
14 de 13 de enero de 2.003, reiterada por este Tribunal Supremo de Justicia,

P á g i n a 622 | 846
mediante el Auto Supremo Nº 26 de 28 de mayo de 2012. Sobre dicha base
corresponde señalar que la declaratoria de fraude procesal es exclusiva para
verificar que en un proceso de conocimiento se ha producido una conducta
fraudulenta, engaño o mala fe de los litigantes que han inducido en error al
operador judicial y de haber conseguido una "Sentencia" favorable.
Por otro lado, también resulta importante considerar que el Auto Supremo N°
159/12 pronunciado por la Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia manifiesta:
“…El fraude procesal, entendido como una de las causales de procedencia de la
revisión extraordinaria de sentencia, por mandato del art. 297 - 3) del Código de
Procedimiento Civil, debe necesariamente ser demostrado en proceso ordinario,
en el que no se discuten los derechos en controversia ni las decisiones de las
instancias jurisdiccionales, sino los hechos que dieron origen al fraude procesal
que se acusa. En ningún caso este proceso ordinario constituye una instancia de
revisión, es un nuevo proceso de conocimiento en el que deben probarse los hechos
constitutivos del fraude procesal entendido -según el Diccionario de Edgar Oblitas
Fernández- como toda maniobra de las partes, del Juez, de terceros o de auxiliares
que tienda a obtener o dictar una sentencia- sin valor de cosa juzgada o la
homologación de un acuerdo procesal u otra resolución judicial, con fines ilícitos
o impedir su pronunciamiento o ejecución.
El fraude procesal necesariamente debe establecerse en proceso ordinario por
mandato del art. 297 - 3) del Código de Procedimiento Civil relacionado con el
art. 316 del mismo cuerpo legal, sólo para efectos de viabilizar la procedencia de
la revisión extraordinaria de sentencia a la que se refiere precisamente el citado
art. 297 - 3)”.

FRAUDE PROCESAL
Auto Supremo: 396/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Fraude Procesal.
El Art. 297 del CPC, establece las causales que dan lugar al recurso extraordinario
de revisión en cuatro incisos que son: “1) si la sentencia se hubiera fundado en
documentos declarados falsos; 2) los testigos hubieran sido condenados por falso
testimonio; 3) si se hubiera ganado la sentencia en virtud de cohecho, violencia o
fraude procesal; y 4) si, después de pronunciada la sentencia se recobraren
documentos decisivos detenidos por fuerza mayor o por obra de la parte a favor de
la cual se hubiera dictado sentencia".
De lo anterior se tiene que cada inciso del art. 297 del CPC no es sino, una etapa
previa a la interposición del Recurso Extraordinario de Revisión de Sentencia que
resulta ser un mecanismo excepcional contra la cosa juzgada, que tiene por

P á g i n a 623 | 846
finalidad permitir que una decisión judicial (Sentencia) con carácter de cosa
juzgada sea revisada y se establezca la ocurrencia o no de los hechos constitutivos
referentes a cada causal del art. 297 del CPC, siendo requisito esencial la
presentación de la sentencia ejecutoriada que declare la existencia de cualquiera de
las 4 causales señaladas supra y establecidas en el art. 297 del CPC; entre dichos
numerales tenemos el Fraude procesal que necesariamente debe ser acreditado a
través de una Sentencia ejecutoriada que declare el Fraude Procesal .
Ahora bien, en el proceso ordinario de declaratoria de fraude procesal, no se
discuten los derechos en controversia ni las decisiones de las instancias
jurisdiccionales del proceso en el que se pretende se declare el faude procesal, sino
solo los hechos que dieron origen a dicho fraude procesal, que según Jorge Peyrano
se da cuando: “…media toda conducta, activa u omisiva unilateral o concertada,
proveniente de los litigantes, de terceros, del oficio o de sus auxiliares, que padece
el apartamiento dañoso de un tramo del proceso o del proceso todo de los fines
asignados; desviación que, por cualquier circunstancia y sin que medie culpa del
afectado, no puede ser subsanada mediante los remedios legales instrumentados a
otros efectos por el ordenamiento respectivo”.
En este entendido, la jurisprudencia desarrollada por este Tribunal de Casación
respecto al fraude procesal ha orientado en el Auto Supremo N° 159/2012 de 22 de
junio que: “El fraude procesal, como causal de procedencia de la revisión
extraordinaria de sentencia, por mandato del art. 297-3) del Código de
Procedimiento Civil, debe necesariamente ser demostrado en proceso ordinario,
en el que no se discuten los derechos en controversia ni las decisiones de las
instancias jurisdiccionales, sino los hechos que dieron origen al fraude procesal
que se acusa. En ningún caso este proceso ordinario constituye una instancia de
revisión, es un nuevo proceso de conocimiento en el que deben probarse los hechos
constitutivos del fraude procesal entendido -según el Diccionario de Edgar Oblitas
Fernández- como toda maniobra de las partes, del Juez, de terceros o de auxiliares
que tienda a obtener o dictar una sentencia- sin valor de cosa juzgada o la
homologación de un acuerdo procesal u otra resolución judicial, con fines ilícitos
o impedir su pronunciamiento o ejecución.
El fraude procesal necesariamente debe establecerse en proceso ordinario por
mandato del art. 297-3) del Código de Procedimiento Civil relacionado con el art.
316 del mismo cuerpo legal, sólo para efectos de viabilizar la procedencia de la
revisión extraordinaria de sentencia a la que se refiere precisamente el citado art.
297-3).
De manera que pretender que un Juez de partido, a través de un proceso de fraude
procesal, en definitiva declare la nulidad de las actuaciones producidas en un
proceso de conocimiento, resulta inadmisible conforme lo previsto por el art. 297
del Código de Procedimiento Civil, toda vez que tal determinación corresponde al
Tribunal Supremo de Justicia por ser el único órgano competente para conocer la
revisión extraordinaria de sentencia ejecutoriada; aclarando que ésta procede
entre otras causales por fraude procesal”.
P á g i n a 624 | 846
Asimismo en el Auto Supremo: 280/2013 de 27 de mayo, se ha expresado
que: “…conforme señala Peyrano, “Existe fraude procesal cuando media toda
conducta, activa u omisiva unilateral o concertada, proveniente de los litigantes,
de terceros, del oficio o de sus auxiliares, que padece el apartamiento dañoso de
un tramo del proceso o del proceso todo de los fines asignados; desviación que,
por cualquier circunstancia y sin que medie culpa del afectado, no puede ser
subsanada mediante los remedios legales instrumentados a otros efectos por el
ordenamiento respectivo” (PEYRANO, Jorge W; Fraude Procesal)…”.
Por otra parte, en el Auto Supremo Nº 532/2013 de 21 de Octubre también se ha
orientado que: “…El Diccionario de Ciencias Jurídicas, Políticas y Sociales de
Manuel Osorio, refiere que: “La noción procesal de fraude reviste mayor
amplitud, por cuanto comprende toda resolución judicial en que el juzgador ha
sido víctima de un engaño, por una de las partes, debido a la presentación falaz de
los hechos, a probanzas irregulares, en especial por testigos amañados o
documentos alterados, e incluso por efecto de una argumentación especiosa”; de
lo que se infiere que en el fraude procesal necesariamente debe existir la malicia
humana con la que se ha actuado para hacer víctima de engaño al juzgador quien
ha emitido una sentencia favorable a quien con engaños (una de las partes) ha
introducido en el proceso de manera dolosa probanzas irregulares, documentos
alterados, etc.
2.- De otro lado, se tiene que una vez emitida la sentencia y ejecutoriada la misma,
ésta tiene carácter irrevocable, resguardado por el principio de conservación de la
cosa juzgada, sólo existe la posibilidad de que ésta pueda ser modificada y
revisada en dos situaciones: la primera, tratándose de procesos ejecutivos,
conforme prevé el art. 28 parágrafo I de la Ley Nº 1760 que modifica el art. 490
del Código de Procedimiento Civil, señala que lo resuelto en el proceso ejecutivo
podrá ser modificado en proceso ordinario posterior y que una vez ejecutoriada la
sentencia, cualquiera de las partes cuenta con el plazo de seis meses para
promover dicho proceso, vencido el mismo caducará el derecho a demandar la
revisión del fallo dictado; y la segunda, una sentencia podrá ser revisada siempre
y cuando la misma este ejecutoriada en proceso ordinario, sea el resultado de un
fraude procesal. Ello, evidentemente dará lugar a la aplicación de lo previsto en el
art. 297 del Código de Procedimiento Civil; que de manera textual refiere:
“Habrá lugar al recurso extraordinario de revisión ante la Corte Suprema de
Justicia, de una sentencia ejecutoriada en proceso ordinario en los casos
siguientes: 3) Si se hubiere ganado injustamente en virtud de cohecho, violencia o
fraude procesal declarado en sentencia ejecutoriada”; de ello se infiere que uno
de los requisitos establecidos para incoar una demanda por fraude procesal,
necesariamente es el hecho de que la revisión extraordinaria será de una sentencia
ejecutoriada en proceso ordinario.
3.- Conforme se tiene de la jurisprudencia emitida por la ex Corte Suprema de
Justicia, con la que se comparte criterio, la demanda de declaratoria de fraude
procesal debe ser incoada por las mismas personas que sostuvieron anteriormente
P á g i n a 625 | 846
el proceso ordinario; toda vez que son a estos actores a quienes interesa la
revisión extraordinaria de la misma, así se corrobora del AS Nº 247/98 que
refiere: “La demanda tiene como pretensión la declaratoria de fraude procesal
que se habría producido en un anterior proceso que sostuvieron las mismas partes
hoy en conflicto, para abrir luego el recurso de revisión extraordinaria de
sentencia…. bajo la determinación de los arts. 1 y 190 del indicado código
procesal, sin que les sea permitido extender la misma a otros aspectos que están
reservados a otros órganos jurisdiccionales…”; de lo que se concluye dos
aspectos importantes, el primero respecto a que ante el ordinario para la
declaratoria de fraude procesal, necesariamente la intervención corresponde a los
mismos actores de un proceso anterior; y el segundo referido a que se regirán a
determinar únicamente el fraude en virtud al cual el proceso ordinario
cuestionado fue resuelto, no siendo el fin de esta acción declarativa de fraude
procesal la consideración y pronunciamiento sobre la legalidad, ilegalidad,
corrección o incorrección de las resoluciones dictadas en el proceso de
conocimiento.”.

FRAUDE PROCESAL
Auto Supremo: 972/2016
Sucre: 18 de agosto 2016
Proceso: Ordinario, fraude procesal.
En el Auto Supremo Nº 159/2012 de 22 de junio se dejó establecido lo siguiente:
“El proceso constituye un instrumento fundamental para la realización de la
justicia, por lo que la desviación de tal postulado a través de la concurrencia de
maquinaciones o artificios es lo que se conoce como fraude procesal.
El fraude procesal puede ser definido como las maquinaciones y artificios
realizados en el curso del proceso, o por medio de éste, destinados, mediante el
engaño o la sorpresa en la buena fe de uno de los sujetos procesales, bien sean las
partes propiamente dichas o el órgano jurisdiccional, a impedir la eficaz
administración de justicia, en beneficio propio o de un tercero y en perjuicio de
una de las partes o de tercero.
El fraude procesal, como causal de procedencia de la revisión extraordinaria de
sentencia, por mandato del art. 297-3) del Código de Procedimiento Civil, debe
necesariamente ser demostrado en proceso ordinario, en el que no se discuten los
derechos en controversia ni las decisiones de las instancias jurisdiccionales, sino
los hechos que dieron origen al fraude procesal que se acusa. En ningún caso este
proceso ordinario constituye una instancia de revisión, es un nuevo proceso de
conocimiento en el que deben probarse los hechos constitutivos del fraude
procesal entendido-según el Diccionario de Edgar Oblitas Fernández- como toda
maniobra de las partes, del Juez, de terceros o de auxiliares que tienda a obtener o
P á g i n a 626 | 846
dictar una sentencia- sin valor de cosa juzgada o la homologación de un acuerdo
procesal u otra resolución judicial, con fines ilícitos o impedir su pronunciamiento
o ejecución.
El fraude procesal necesariamente debe establecerse en proceso ordinario por
mandato del art. 297-3) del Código de Procedimiento Civil relacionado con el art.
316 del mismo cuerpo legal, sólo para efectos de viabilizar la procedencia de la
revisión extraordinaria de sentencia a la que se refiere precisamente el citado art.
297 - 3)”. Los razonamientos descritos, fueron reiterados en posteriores fallos
como en los A.S. 129/2016, 185/2016 entre otros.
Por otra parte en el Auto Supremo Nº 280/2013 de 27 de mayo se expuso lo
siguiente:
“… Existe fraude procesal cuando media toda conducta, activa u omisiva
unilateral o concertada, proveniente de los litigantes, de terceros, del oficio o de
sus auxiliares, que parece el apartamiento dañoso de un tramo del proceso o del
proceso en todo los fines asignados; desviación que, por cualquier circunstancia y
sin que medie culpa del afectado, no puede ser subsanada mediante los remedios
legales instrumentados a otros efectos por el ordenamiento
respectivo” (PEYRANO, Jorge W; Fraude Procesal)
(…)
“De lo anterior se tiene que el proceso de fraude procesal no es sino la etapa
previa a la interposición del Recurso Extraordinario de Revisión de Sentencia,
que tiene la finalidad de establecer solamente los hechos constitutivos del fraude
procesal que se acusa a efectos de determinar la existencia de una de las causales
de la procedencia o improcedencia del posterior recurso de revisión
extraordinaria de Sentencia, en cuyo conocimiento el Tribunal Supremo, tiene la
facultad de revisar la Sentencia con calidad de cosa juzgada y en su caso dejar sin
efecto el proceso de conocimiento sustanciado por fraude procesal, de lo que se
infiere que también los aspectos formales inherentes al recurso de revisión
extraordinaria de Sentencia, como la extemporaneidad y su consiguiente admisión
o rechazo, corresponde privativa a la Sala Plena del Tribunal Supremo de Justicia,
instancia competente para conocer ese extraordinario recurso, no existiendo
vulneración alguna al respecto”.
Al margen de lo señalado, la doctrina reconoce diversas clases de fraude procesal
que pueden presentarse en distintas instancias y etapas del proceso, cuyo
razonamiento se expone a continuación:
“La presencia corrosiva del fraude puede aparecer en distintas etapas del proceso
y por conducto de cualquiera de los sujetos, las partes y el juez, como también
puede ser obra de los llamados auxiliares de la justicia (peritos, testigos,
P á g i n a 627 | 846
intérpretes, secuestres o depositarios, síndicos de quiebras, etc.), y de los
funcionarios subalternos del despacho judicial (secretarios y notificadores)”.
Señala también que fraude puede presentarse en el planteamiento de la acción, en
los incidentes y las tercerías, por el juez y los funcionarios judiciales subalternos,
en los órganos de prueba distintos de las partes, etc.
Con relación a los órganos de prueba, señala:
“Entendemos por órganos de prueba, las personas que colaboran con el juez,
cuando la actividad de éste constituye un medio de prueba para los mismos fines,
como los testigos y los peritos anexos a una inspección, judicial, y las personas
que la suministran el conocimiento del objeto de la prueba, sustituyendo su
percepción, como los testigos comunes, los peritos, cuando dictaminan
independientemente de una inspección judicial, los funcionarios judiciales,
administrativos o de policía, que expiden copias o certificados y que rinden
informes con destino al proceso, lo mismo que las partes cuando declaran en
absolución de posiciones y careos o son autoras de documentos allegados al
proceso, los detectives y funcionarios de la policía judicial o de laboratorios
forenses … Por lo tanto, los órganos de prueba son generalmente terceros que no
han intervenido como partes en el proceso y éstas solo cuando son autoras del
medio de prueba (confesión o documento. Nunca el juez.
Estos órganos de prueba pueden incurrir en fraude procesal, cuando suministran
al juez el medio probatorio (como testimonio, dictamen, traducción, interpretación
o versión del intérprete), bien sea de acuerdo con una de las partes o por
espontánea iniciativa; los efectos dañinos que sobre el proceso se surte, son los
mismos en ambas hipótesis”.Pensamiento extraído del autor Devis Echandía
difundido por “Editorial El Progreso” bajo el título “El Fraude Procesal”, Tercera
Edición 2009.

FRAUDE PROCESAL
Auto Supremo: 117/2016
Sucre: 05 de febrero 2016
El fraude procesal, tal como lo establece la Sentencia de esta Sala antes
trascrita, “...puede ser definido como las maquinaciones y artificios realizados en
el curso del proceso, o por medio éste, destinados, mediante el engaño o la
sorpresa en la buena fe de uno de los sujetos procesales, a impedir la eficaz
administración de justicia, en beneficio propio o de un tercero y en perjuicio de
parte o de tercero. Estas maquinaciones y artificios pueden ser realizados
unilateralmente por un litigante, lo que constituye el dolo procesal stricto sensu, o
por el concierto de dos o más sujetos procesales, caso en que surge la colusión; y

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pueden perseguir la utilización del proceso como instrumento ajeno a sus fines de
dirimir controversias o de crear determinadas situaciones jurídicas (como ocurre
en el proceso no contencioso), y mediante la apariencia procedimental lograr un
efecto determinado; o perjudicar concretamente a una de las partes dentro del
proceso, impidiendo se administre justicia correctamente”.

FRAUDE PROCESAL
Auto Supremo: 129/2016
Sucre: 05 de febrero 2016
Los recurrentes acusan la errónea interpretación del art. 1453 del Código Civil,
pues refieren que la posesión civil a la cual hizo referencia el Tribunal de Alzada
no tendría sustento legal; de dicho reclamo, resulta pertinente referirnos a la norma
acusada, la cual, respecto a la acción reivindicatoria señala: “I. El propietario que
ha perdido la posesión de una cosa puede reivindicarla de quien la posee o la
detenta”; precepto legal que establece que la reivindicación es una acción real,
cuyo objeto es recuperar el bien, sobre el que se tiene derecho de propiedad, es
decir que esta acción se encuentra reservada precisamente para el propietario que
ha perdido la posesión de un bien que es de su propiedad.
Resulta, también pertinente señalar que para la procedencia de la acción de
reivindicación, debe cumplirse necesariamente con tres requisitos, que son: 1. Que
el actor cuente con derecho propietario de la cosa a reivindicar; 2. Que esté privado
o destituido de ésta, y 3. Que la cosa se halle plenamente identificada; exigencias
estas que necesariamente deben concurrir para hacer viable la pretensión, pues la
falta de una de estas ocasionará que el mismo no sea acogido favorablemente.
De esta manera, centrándonos en el reclamo, diremos que la línea emitida por este
Tribunal Supremo de Justicia, precisó con claridad que la acción reivindicatoria
debe otorgarse al propietario que no ostenta la posesión de su propiedad y pide a
aquel que ejerce la posesión sobre el mismo, que le restituya; de igual forma se
precisó que esta acción debe proceder aunque el propietario no haya tenido la
posesión corporal de la cosa, aspecto este que se encuentra respaldado por el
Estado mediante sus órganos jurisdiccionales, los cuales deben resguardar el
derecho de propiedad que es garantizado conforme lo señala el art. 56 de la
Constitución Política del Estado, puesto que, mientras el título de propiedad de la
parte que interpone la acción reivindicatoria, se encuentre vigente el mismo goza
de plena eficacia para poder instaurar esta acción real.
En virtud a este entendimiento, debemos señalar que el derecho de propiedad
encierra también el derecho a poseer la cosa, la que emerge de la titularidad que se
tiene, por lo tanto el hecho de que el bien inmueble objeto de la litis no fue
desposeído por los recurrentes, o que el demandante no haya estado nunca en
posesión del mismo, no conlleva la improcedencia de la acción reivindicatoria,
P á g i n a 629 | 846
pues el art. 105 del Código Civil, al señalar que el derecho de propiedad es el poder
jurídico que permite usar, gozar y disponer de una cosa, se advierte que el mismo
confiere al titular de este derecho propietario, dada su naturaleza, la posesión
emergente del derecho mismo, y no solo la posesión civil o “jus possidendi”, que
está a su vez se encuentra integrado por sus elementos “corpus”y “ánimus”, sino
también la natural o corporal o “jus possesionem”, pudiendo ser esta última
ejercida o no por el propietario, extremo que no implica que no se encuentre en
posesión del bien, pues el mismo conforme lo señalado se encuentra en “posesión
civil” de la cosa, extremo que evidentemente le permite interponer la acción
reivindicatoria.
De lo expuesto, se advierte que no existió errónea interpretación del art. 1453 del
Código Civil, pues el razonamiento vertido por el Tribunal de Alzada conforme a
lo desarrollado supra se encuentra plenamente justificado; de esta manera, el hecho
de que los recurrentes refieran que entraron en posesión legal y corporal del bien
inmueble objeto de la litis el 22 de Agosto de 1990, este aspecto lo único que hace
es sustentar la pretensión de la parte actora, pues uno de los requisitos que hacen
viable la acción reivindicatoria, es que el bien inmueble que reclama el propietario,
este en posesión de terceros que no tienen calidad de propietarios, para que se lo
restituya, por lo tanto el Tribunal de Alzada si consideró y analizo la posesión de
los recurrentes.
Por último, en lo que respecta a la demanda reconvencional de fraude procesal, del
cual señalan que fue interpuesto como proceso y no como recurso extraordinario
como refirió el Tribunal de Alzada, y que al no haber sido parte del proceso del
cual solicitan se declare la nulidad a través de la figura de fraude procesal, no les
correría plazo alguno; sobre este reclamo, debemos señalar que el fraude procesal
es entendido como todo artificio, maquinación, ardid o engaño que la malicia
humana puede introducir en el proceso, haciendo víctima del engaño al juzgador,
con la finalidad de obtener dolosamente de éste, una Sentencia.
Asimismo, el fraude procesal, da lugar a la revisión del fallo cuando el juzgador ha
pronunciado una Sentencia merced de artificios o engaños introducidos en el
proceso y que de no haber mediado estas maquinaciones, el pronunciamiento podía
ser diferente; es así que refiriéndonos a la jurisprudencia referida al fraude
procesal, el Auto Supremo N° 159/2012 de 22 de junio, ha establecido que: “El
fraude procesal, como causal de procedencia de la revisión extraordinaria de
sentencia, por mandato del art. 297-3) del Código de Procedimiento Civil, debe
necesariamente ser demostrado en proceso ordinario, en el que no se discuten los
derechos en controversia ni las decisiones de las instancias jurisdiccionales, sino
los hechos que dieron origen al fraude procesal que se acusa. En ningún caso este
proceso ordinario constituye una instancia de revisión, es un nuevo proceso de
conocimiento en el que deben probarse los hechos constitutivos del fraude
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procesal entendido -según el Diccionario de Edgar Oblitas Fernández- como toda
maniobra de las partes, del Juez, de terceros o de auxiliares que tienda a obtener o
dictar una sentencia- sin valor de cosa juzgada o la homologación de un acuerdo
procesal u otra resolución judicial, con fines ilícitos o impedir su pronunciamiento
o ejecución. El fraude procesal necesariamente debe establecerse en proceso
ordinario por mandato del art. 297-3) del Código de Procedimiento Civil
relacionado con el art. 316 del mismo cuerpo legal, sólo para efectos de viabilizar
la procedencia de la revisión extraordinaria de sentencia a la que se refiere
precisamente el citado art. 297-3). De manera que pretender que un Juez de
partido, a través de un proceso de fraude procesal, en definitiva declare la nulidad
de las actuaciones producidas en un proceso de conocimiento, resulta inadmisible
conforme lo previsto por el art. 297 del Código de Procedimiento Civil, toda vez
que tal determinación corresponde al Tribunal Supremo de Justicia por ser el
único órgano competente para conocer la revisión extraordinaria de sentencia
ejecutoriada; aclarando que ésta procede entre otras causales por fraude
procesal.”
En el caso de Autos, se advierte que los demandados reconvienen a la acción
principal de reivindicación, interponiendo la acción de fraude procesal,
pretendiendo que la sentencia pronunciada dentro del proceso de nulidad de
contrato de venta que fue interpuesto por Víctor Zurita Chaparro contra José Juan
Flores Soto ahora también actor, sea declarada nula por contener supuestamente
vicios procesales que vulneraron su derecho a la defensa, pues cuando dicho
proceso fue interpuesto contra José Juan Flores Soto, el mismo ya no tenía la
calidad de propietario del bien inmueble, pues el demandado de ese proceso, habría
transferido el bien inmueble a Andrés Aranibar Mena y Cinda Guzmán de
Aranibar; en virtud a lo señalado se deduce que los fundamentos expuestos por los
recurrentes están orientados a cuestionar los derechos en controversia y la decisión
asumida en el proceso de nulidad de contrato, por lo que solicitan se anule la
sentencia dictada en dicho proceso y se ordene la nueva inscripción de sus títulos
de propiedad al igual que de José Juan Flores Soto, de quien refieren que jamás
falsifico firma alguna.
De lo expuesto, se advierte que la pretensión de fraude procesal, tal como lo
estableció el Tribunal de Alzada, ciertamente resulta improponible toda vez que en
nuestra economía jurídica no existe la figura de “nulidad del proceso por fraude
procesal”, toda vez que, conforme a los fundamentos expuestos, esta no resulta ser
la vía para disponer tal nulidad, pues el fin que persigue el proceso de fraude
procesal es el de establecer únicamente los hechos constitutivos del fraude a
efectos de posibilitar el posterior recurso de revisión extraordinaria de sentencia, en
cuyo conocimiento el Tribunal Supremo, si acaso correspondiera, podría dejar sin
efecto el proceso de conocimiento sustanciado con fraude procesal.
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FRAUDE PROCESAL
Auto Supremo: 185/2016
Sucre: 03 de marzo 2016
El proceso al ser considerado como el medio a través del cual se otorga la
efectividad de los derechos reconocidos en la ley sustantiva, es decir que
se constituye en un instrumento fundamental para la realización de la justicia, por
lo que la desviación de tal postulado a través de la concurrencia de maquinaciones
o artificios es lo que se conoce como fraude procesal.
En esa lógica el fraude procesal puede ser definido como las maquinaciones y
artificios realizados en el curso del proceso, o por medio de éste, destinados,
mediante el engaño o la sorpresa en la buena fe de uno de los sujetos procesales,
bien sean las partes propiamente dichas o el órgano jurisdiccional, a impedir la
eficaz administración de justicia, en beneficio propio o de un tercero y en perjuicio
de una de las partes o de tercero. De esta manera el Código de Procedimiento Civil
y el actual Código Procesal Civil en su art. 284, permiten la revisión de Sentencia
ejecutoriada en proceso ordinario, cuando en la tramitación del proceso
cuestionado concurrió fraude procesal; de esta manera la interposición del proceso
ordinario de fraude procesal debe estar orientado a probar los hechos constitutivos
del fraude procesal como tal y no así los derechos en controversia o las decisiones
de las instancias jurisdiccionales, pues dicho proceso no se constituye en una
instancia de revisión, sino que tiene como objetivo viabilizar la procedencia de la
revisión extraordinaria de sentencia a la que se refiere precisamente la norma citada
supra.
Concordante con lo expuesto, ya el Auto Supremo N° 159/2012 de 22 de junio, ha
establecido que: “El fraude procesal, como causal de procedencia de la revisión
extraordinaria de sentencia, por mandato del art. 297-3) del Código de
Procedimiento Civil, debe necesariamente ser demostrado en proceso ordinario,
en el que no se discuten los derechos en controversia ni las decisiones de las
instancias jurisdiccionales, sino los hechos que dieron origen al fraude procesal
que se acusa. En ningún caso este proceso ordinario constituye una instancia de
revisión, es un nuevo proceso de conocimiento en el que deben probarse los hechos
constitutivos del fraude procesal entendido -según el Diccionario de Edgar Oblitas
Fernández- como toda maniobra de las partes, del Juez, de terceros o de auxiliares
que tienda a obtener o dictar una sentencia- sin valor de cosa juzgada o la
homologación de un acuerdo procesal u otra resolución judicial, con fines ilícitos
o impedir su pronunciamiento o ejecución. El fraude procesal necesariamente
debe establecerse en proceso ordinario por mandato del art. 297-3) del Código de
P á g i n a 632 | 846
Procedimiento Civil relacionado con el art. 316 del mismo cuerpo legal, sólo para
efectos de viabilizar la procedencia de la revisión extraordinaria de sentencia a la
que se refiere precisamente el citado art. 297-3). De manera que pretender que un
Juez de partido, a través de un proceso de fraude procesal, en definitiva declare la
nulidad de las actuaciones producidas en un proceso de conocimiento, resulta
inadmisible conforme lo previsto por el art. 297 del Código de Procedimiento
Civil, toda vez que tal determinación corresponde al Tribunal Supremo de Justicia
por ser el único órgano competente para conocer la revisión extraordinaria de
sentencia ejecutoriada; aclarando que ésta procede entre otras causales por
fraude procesal.”

FRAUDE PROCESAL
Auto Supremo: 324/2016
Sucre: 12 de abril 2016
Proceso: Fraude procesal.
En cuanto al tema del fraude procesal se puede citar el Auto Supremo Nro
280/2013 de fecha 27 de mayo 2013, que expresó: “ Respecto a la
extemporaneidad de la presentación de la protesta formal para interponer
recurso extraordinario de revisión de Sentencia que acusa la recurrente,
conforme señala Peyrano, “Existe fraude procesal cuando media toda
conducta, activa u omisiva unilateral o concertada, proveniente de los
litigantes, de terceros, del oficio o de sus auxiliares, que padece el
apartamiento dañoso de un tramo del proceso o del proceso todo de los
fines asignados; desviación que, por cualquier circunstancia y sin que
medie culpa del afectado, no puede ser subsanada mediante los remedios
legales instrumentados a otros efectos por el ordenamiento
respectivo” (PEYRANO, Jorge W; FraudeProcesal).
Por su parte el Auto Supremo N° 159/12 pronunciado por la Sala Civil del
Tribunal Supremo de Justicia manifiesta: “…El fraude procesal, entendido
como una de las causales de procedencia de la revisión extraordinaria de
sentencia, por mandato del art. 297 - 3) del Código de Procedimiento Civil,
debe necesariamente ser demostrado en proceso ordinario, en el que no se
discuten los derechos en controversia ni las decisiones de las instancias
jurisdiccionales, sino los hechos que dieron origen al fraude procesal que
se acusa. En ningún caso este proceso ordinario constituye una instancia de

P á g i n a 633 | 846
revisión, es un nuevo proceso de conocimiento en el que deben probarse los
hechos constitutivos del fraude procesal entendido -según el Diccionario de
Edgar Oblitas Fernández- como toda maniobra de las partes, del Juez, de
terceros o de auxiliares que tienda a obtener o dictar una sentencia- sin
valor de cosa juzgada o la homologación de un acuerdo procesal u otra
resolución judicial, con fines ilícitos o impedir su pronunciamiento o
ejecución.
El fraude procesal necesariamente debe establecerse en proceso ordinario
por mandato del art. 297 - 3) del Código de Procedimiento Civil
relacionado con el art. 316 del mismo cuerpo legal, sólo para efectos de
viabilizar la procedencia de la revisión extraordinaria de sentencia a la
que se refiere precisamente el citado art. 297 - 3)”
De lo anterior se tiene que el proceso de fraude procesal no es sino la etapa
previa a la interposición del Recurso Extraordinario de Revisión de
Sentencia, que tiene la finalidad de establecer solamente los hechos
constitutivos del fraude procesal que se acusa a efectos de determinar la
existencia de una de las causales de la procedencia o improcedencia del
posterior recurso de revisión extraordinaria de Sentencia, en cuyo
conocimiento el Tribunal Supremo, tiene la facultad de revisar la Sentencia
con calidad de cosa juzgada y en su caso dejar sin efecto el proceso de
conocimiento sustanciado por fraude procesal, de lo que se infiere que
también los aspectos formales inherentes al recurso de revisión
extraordinaria de Sentencia, como la extemporaneidad y su consiguiente
admisión o rechazo, corresponde privativa a la Sala Plena del Tribunal
Supremo de Justicia, instancia competente para conocer ese extraordinario
recurso”

FUNCIÓN COMPLEJA DE LA ACCIÓN REIVINDICATORIA


Auto Supremo: 366/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Mejor derecho propietario.
Este Tribunal de Casación a través de sus diversos fallos ha orientado que en los
procesos de reivindicación donde dicha acción adquirió una función compleja,
debido a que las partes que discuten la posesión de determinado bien inmueble,
alegan o demuestran tener derecho propietario, la acción no podrá ser de mera
condena sino que previamente se tendrá que decidir a quién corresponde la

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titularidad del derecho, realizando un juicio declarativo de mejor derecho de
propiedad.
En este antecedente se ha orientado a través del Auto Supremo N° 122/2012 de 17
de mayo que: “Expuestos los antecedentes del proceso, corresponde precisar que,
la acción reivindicatoria, prevista en el art. 1453 del Código Civil, es una acción
de defensa de la propiedad. Doctrinalmente se dice que la acción reivindicatoria
es la que tiene el propietario que no posee frente al poseedor que no es
propietario. En ese sentido Puig Brutau, citado por Néstor Jorge Musto, en su
obra Derechos Reales, señala que la reivindicación "es la acción que puede
ejercitar el propietario, que no posee contra el poseedor que, frente al propietario,
no puede alegar un título jurídico que justifique su posesión".
Ahora bien cuando el demandado de reivindicación resista esa pretensión
alegando ser el propietario de la cosa, la acción reivindicatoria adquiere una
función compleja, pues aunque en principio sea una acción de condena, si lo que
se discute es la posesión entre partes que sostienen o demuestran derecho
propietario sobre la cosa, la acción no puede ser de mera condena sino que
previamente tendrá el juez que decidir a quién corresponde la titularidad del
derecho, en otras palabras, deberá previamente hacer un juicio declarativo de
mejor derecho de propiedad.
En cambio, si la resistencia del demandado de reivindicación se reduce a la
situación de hecho, sin alegación y por lo tanto sin controversia sobre el derecho
propietario, el resultado será una sentencia de simple condena en la faz petitoria.
Entablada la acción reivindicatoria podrá entonces presentar los siguientes
supuestos: a) El actor presenta título de su derecho y el demandado no lo
presenta; b) Tanto el actor como el poseedor demandado presentan títulos.
Para el caso que se resuelve, nos interesa analizar el segundo supuesto, es decir
aquel en el que tanto el actor reivindicante como el poseedor demandado
presentan cada uno títulos de propiedad, en cuyo caso la resolución del litigio
pasa necesariamente por determinar a quién le corresponde el mejor derecho a
poseer, lo que conlleva necesariamente el juicio declarativo de mejor derecho de
propiedad, siguiendo para ello los criterios establecidos en la ley.”.
Por otra parte, se debe también hacer mención a que el art. 1545 del Código Civil
Dispone que: “Si por actos distintos ha transmitido el propietario los mismos
bienes inmuebles a diferentes personas, la propiedad pertenece al adquiriente que
haya inscrito primero su título”.
La línea jurisprudencial asumida por este Tribunal, ha orientado en el Auto
Supremos Nº 588/2014 de 17 de octubre que: “para la procedencia de la acción de
mejor derecho propietario respecto a bienes sujeto a registro, se requiere de tres
condiciones o requisitos a ser cumplidos: 1.- Que el actor haya inscrito en el
Registro Público su título de dominio sobre el bien que ostenta su derecho
propietario con anterioridad a la inscripción del título de dominio que tuvieren
otros adquirentes del mismo bien; 2.- Que el título de dominio del actor y del
demandado provengan de un mismo origen o propietario, y 3.- La identidad o
P á g i n a 635 | 846
singularidad del bien o cosa que se demanda de mejor derecho de propiedad”.
Asimismo en el Auto Supremo Nº 618/2014 de 30 de octubre se razonó
que:”…sobre dicho articulado este Tribunal emitió el Auto Supremo N° 89/2012
de 25 de abril, que estableció: “…una acción de reconocimiento de mejor derecho
propietario, el presupuesto esencial, radica en la identidad de la cosa, respecto a
la cual dos o más personas reclaman derecho de propiedad; en otras palabras, la
acción de reconocimiento de mejor derecho de propiedad, supone necesariamente
la existencia de una misma cosa, cuya titularidad es discutida por dos o más
personas…”, la norma de referencia establece el hipotético de que en el caso de
que existan dos o más personas con título de propiedad sobre un mismo bien
adquiridos de un mismo vendedor, la norma concede el derecho al que ha
registrado con prioridad su título, esa es la regla; empero de ello, de acuerdo a la
concepción extensiva de la norma de referencia, también debe aplicarse a los
hipotéticos de presentarse dos o más personas que aleguen ser propietarios de un
mismo bien inmueble, que pese de no haber adquirido el inmueble (predio) del
mismo vendedor, sino que cada uno de estos propietarios hubieran adquirido el
bien inmueble de distintos vendedores y cuyos antecesores también ostenten título
de propiedad, caso para el cual se deberá confrontar el antecedente dominial de
cada uno de estos propietarios y su antecesores, con el objeto de verificar de que
se trate de los mismos terrenos (total o parcialmente), para verificar cuál de los
títulos de propiedad fue registrado con prioridad en el registro de Derechos Reales
y por otra también corresponderá analizar si el título alegado por las partes
mantiene o no su validez, para de esta manera otorgar el mejor derecho de
propiedad, sea en forma total (cuando los títulos de las partes se refieran a la
misma superficie) o en forma parcial (cuando los títulos de las partes solo hayan
coincidido en una superficie parcial)”. Es decir, que para resolver sobre una
pretensión de mejor derecho de propiedad el presupuesto es que existan dos títulos
de propiedad válidos sobre un mismo inmueble, en cuyo mérito corresponde al
juzgador definir cuál de los titulares debe ser preferido por el derecho, provengan
ambos títulos de un mismo vendedor común o no, y tengan o no un mismo
antecedente dominial.

FUNDAMENTACIÓN Y LA MOTIVACIÓN DEL AUTO DE VISTA


Auto Supremo: 481/2016
Sucre: 12 de mayo 2016
Proceso: Nulidad de Escritura Pública y contradocumento.
Del agravio referido se advierte como fundamento la falta o carencia de motivación
del Auto de Vista, sobre este tópico relacionado a la motivación es menester
previamente citar la SC. 0669/2012 de fecha 2 de agosto, que ha referido:….
“Asimismo, cabe señalar que la motivación no implicará la exposición ampulosa
de consideraciones y citas legales, sino que exige una estructura de forma y de
fondo, pudiendo ser concisa, pero clara y satisfacer todos los puntos demandados,
P á g i n a 636 | 846
debiéndose expresar las convicciones determinativas que justifiquen
razonablemente su decisión en cuyo caso las normas del debido proceso se tendrán
por fielmente cumplidas; al contrario, cuando la resolución aun siendo extensa no
traduce las razones o motivos por los cuales se toma una decisión, dichas normas
se tendrán por vulneradas ( SC 2023/2010-R de 9 de noviembre reiterada por la
SC 1054/2011-R de 1 de julio).” Del entendimiento constitucional vertido se
evidencia que para el cumplimiento del debido proceso en su elemento motivación
de una Resolución, no es necesario que la misma sea ampulosa, sino coherente,
precisa y clara dando a entender el motivo de su Resolución, cumplido este
extremo se tiene por realizada la motivación de una Resolución, empero, cuando
los litigantes, no están de acuerdo con dicha motivación, otro resulta el tema y
agravio a invocar, muy diferente al de la falta de motivación, correspondiendo en
todo caso reclamar por errónea aplicación, interpretación o violación de la ley o en
su defecto por errónea valoración de la prueba, aspectos que deben ser impugnados
vía recurso de casación en el fondo.

FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN DE LAS RESOLUCIONES


JUDICIALES
Auto Supremo: 318/2016
Sucre: 11 de abril de 2016
Proceso: Nulidad de Procedimiento Voluntario y División y Partición de bienes
comunes.
En el marco de lo establecido en el Auto Supremo Nº 639/2013 de 11 de
diciembre, se indicó que: “Nuestra economía procesal tiene como principio
relevante el de impugnación, que garantiza la revisión del fallo en doble instancia,
es decir el derecho de las partes de apelar ante el inmediato superior, de las
resoluciones definitivas que diriman un conflicto y que presuntamente les causen
agravio, conforme prevé el art. 180 parágrafo II de la Constitución Política del
Estado y art. 3 núm. 14) de la Ley N° 025.
En el sistema recursivo, el de apelación tiene un papel preponderante porque es
por excelencia el recurso que garantiza la doble instancia; en él se exponen los
aparentes agravios que la Sentencia les causa, para que el Tribunal de Alzada
revise las decisiones de primera instancia, sobre la base de los agravios expuestos,
siendo estas las razones y fundamentos del apelante por el cual le parece injusto lo
resuelto.

P á g i n a 637 | 846
En tal caso, la respuesta a la apelación debe ser debidamente motivada y
fundamentada por parte del Tribunal superior, cuestión preponderante porque
solo de esa manera se garantiza el derecho de impugnación.
Es así que, abierta la competencia del Tribunal de apelación, éste debe dirimir la
problemática planteada, exponiendo los argumentos y razones por el cual
confirma la decisión del A quo, o en su caso, atendiendo el recurso, revocando
total o parcialmente el contenido de la resolución impugnada; en ésta
circunstancia, exponiendo también los argumentos y razones por la cual adopta
esa decisión. En tal razón, el Tribunal de Alzada debe dar, una respuesta que
alcance por sí misma, el entendimiento y satisfacción del apelante con referencia a
la atención de sus agravios expuestos, obviamente la resolución de segunda
instancia tiene que estar dentro un marco lógico y lógico- jurídico, al actuar de
diferente manera u omitiendo los agravios expuestos en apelación conlleva una
vulneración al debido proceso y a la garantía del principio de impugnación.
En este entendido la jurisprudencia desarrolló sobre la fundamentación y
motivación de las resoluciones judiciales, es así que, el Auto Supremo Nro.
44/2010, entre otros, señala: "La motivación de las Resoluciones Judiciales
entraña en el fondo una necesaria argumentación y ésta sólo es posible mediante
las correspondientes y múltiples inferencias exigidas por el caso concreto. Esas
inferencias podrán ser de tipo enunciativo sujetos a los cánones de la lógica
común y de tipo jurídico - sujetos a las reglas de la lógica jurídica- hasta concluir
en la inferencia jurídica definitoria en el caso singular, circunstancias que
encuentran su sustento legal en lo previsto por los artículos 190, 192 y 236 -entre
otros- del Código de Procedimiento Civil."

FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN DE LAS RESOLUCIONES


JUDICIALES
Auto Supremo: 388/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: Ruptura unilateral, división y partición de bienes y declaratoria de unión
libre o de hecho.
En la Sentencia Constitucional 0012/2006-R de 4 de enero, respecto a la
motivación de las resoluciones se ha razonado que: “La motivación de los fallos
judiciales está vinculada al derecho al debido proceso y a la tutela jurisdiccional
eficaz, (…), y se manifiesta como el derecho que tienen las partes de conocer las
razones en que se funda la decisión del órgano jurisdiccional, de tal manera que
sea posible a través de su análisis, constatar si la misma está fundada en derecho o
por el contrario es fruto de una decisión arbitraria…”.
P á g i n a 638 | 846
De igual manera la SC 2023/2010-R de 9 de noviembre estableció que: “…la
motivación no implicará la exposición ampulosa de consideraciones y citas
legales, sino que exige una estructura de forma y de fondo, pudiendo ser concisa,
pero clara y satisfacer todos los puntos demandados, debiéndose expresar las
convicciones determinativas que justifiquen razonablemente su decisión en cuyo
caso las normas del debido proceso se tendrán por fielmente cumplidas; al
contrario, cuando la resolución aun siendo extensa no traduce las razones o
motivos por los cuales se toma una decisión, dichas normas se tendrán por
vulneradas…”, criterio reiterada por la SC 1054/2011-R de 1 de julio”.
Por otra parte, en la Sentencia Constitucional Plurinacional Nº 0903/2012 de 22 de
agosto, se ha señalado que: “…la fundamentación y motivación de una resolución
que resuelva cualquier conflicto jurídico, no necesariamente implica que la
exposición deba ser exagerada y abundante de consideraciones, citas legales y
argumentos reiterativos, al contrario una debida motivación conlleva que la
resolución sea concisa, clara e integre en todos los puntos demandados, donde la
autoridad jurisdiccional o en su caso administrativa, exponga de forma clara las
razones determinativas que justifican su decisión, exponiendo los hechos,
realizando la fundamentación legal y citando las normas que sustentan la parte
dispositiva de la resolución; en suma se exige que exista plena coherencia y
concordancia entre la parte motivada y la parte dispositiva de un fallo”.
En la Sentencia Constitucional Plurinacional 0075/2016-S3 de 8 de enero sobre la
fundamentación y motivación de una resolución se ha concretado: “…es una
obligación para la autoridad judicial y/o administrativa, a tiempo de resolver
todos los asuntos sometidos a su conocimiento, exponer las razones suficientes de
la decisión adoptada acorde a los antecedentes del caso, en relación a las
pretensiones expuestas por el ajusticiado o administrado; pues, omite la
explicación de las razones por las cuales se arribó a una determinada resolución,
importa suprimir una parte estructural de la misma”.

FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN DE LAS RESOLUCIONES


Auto Supremo: 364/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: Repetición de Pago.
El Tribunal Constitucional a través de la SC. 1588/2011 R, de fecha 11 de Octubre
de 2011 ha determinado: “La jurisprudencia del Tribunal Constitucional,
contenida en la SC 0752/2002-R de 25 de junio, recogiendo lo señalado en la SC
1369/2001-R de 19 de diciembre, ha establecido que el derecho al debido proceso

P á g i n a 639 | 846
“…exige que toda Resolución sea debidamente fundamentada. Es decir, que cada
autoridad que dicte una Resolución debe imprescindiblemente exponer los hechos,
realizar la fundamentación legal y citar las normas que sustenta la parte
dispositiva de la misma. Que, consecuentemente cuando un Juez omite la
motivación de una Resolución, no sólo suprime una parte estructural de la misma,
sino también en los hechos toma una decisión de hecho no de derecho que vulnera
de manera flagrante el citado derecho que permite a las partes conocer cuáles son
las razones para que se declare en tal o cual sentido; o lo que es lo mismo cuál es
la ratio decidendi que llevó al Juez a tomar la decisión”.
Por su parte, a través de la SC 1365/2005-R de 31 de octubre, este mismo Tribunal
aclaró los alcances del debido proceso y la exigencia referida a la necesidad de
fundamentar y motivar la resoluciones, así señaló: "…es necesario recordar que la
garantía del debido proceso, comprende entre uno de sus elementos la exigencia
de la motivación de las resoluciones, lo que significa, que toda autoridad que
conozca de un reclamo, solicitud o que dicte una resolución resolviendo una
situación jurídica, debe ineludiblemente exponer los motivos que sustentan su
decisión, para lo cual, también es necesario que exponga los hechos establecidos,
si la problemática lo exige, de manera que el justiciable al momento de conocer la
decisión del juzgador lea y comprenda la misma, pues la estructura de una
resolución tanto en el fondo como en la forma, dejará pleno convencimiento a las
partes de que se ha actuado no sólo de acuerdo a las normas sustantivas y
procesales aplicables al caso, sino que también la decisión está regida por los
principios y valores supremos rectores que rigen al juzgador, eliminándose
cualquier interés y parcialidad, dando al administrado el pleno convencimiento de
que no había otra forma de resolver los hechos juzgados sino de la forma en que se
decidió.”
Sobre el mismo tema la SC 1315/2011 R, de 26 de septiembre de 2011 estableció:
“Siguiendo este entendimiento, la SC 0759/2010-R de 2 de agosto, determinó que:
“…la jurisprudencia constitucional ha dejado establecido que el derecho al debido
proceso, entre su ámbito de presupuestos exige que toda resolución sea
debidamente fundamentada; es decir, que cada autoridad que dicte una resolución
debe imprescindiblemente exponer los hechos, realizar la fundamentación legal y
citar las normas que sustentan la parte dispositiva de la misma.
Consecuentemente, cuando un juez omite la motivación de una resolución, no sólo
suprime una parte estructural de la misma sino también en los hechos toma una
decisión de hecho no de derecho, que vulnera de manera flagrante el citado
derecho, que permite a las partes conocer cuáles son las razones para que se

P á g i n a 640 | 846
declare en tal o cual sentido o lo que es lo mismo, cuál es la ratio decidendi que
llevó al juez a tomar la decisión.
(…) Finalmente, cabe señalar que la motivación no implicará la exposición
ampulosa de consideraciones y citas legales, sino que exige una estructura de
forma y fondo. En cuando a esta segunda, la motivación puede ser concisa, pero
clara y satisfacer todos los puntos demandados, debiendo expresar el juez sus
convicciones determinativas que justifiquen razonablemente su decisión en cuyo
caso las normas del debido proceso se tendrán por fielmente cumplidas. En sentido
contrario, cuando la resolución aun siendo extensa no traduce las razones o
motivos por los cuales se toma una decisión, dichas normas se tendrán por
vulneradas” (SC 1365/2005-R de 31 de octubre).

FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN DE LAS RESOLUCIONES


Auto Supremo: 334/2016
Sucre: 13 de abril 2016
Proceso: Acción Negatoria y orden de aprobación de planos
El Tribunal Constitucional a través de la S.C., 1588/2011 R, de fecha 11 de
Octubre de 2011 ha determinado: “La jurisprudencia del Tribunal Constitucional,
contenida en la SC 0752/2002-R de 25 de junio, recogiendo lo señalado en la SC
1369/2001-R de 19 de diciembre, ha establecido que el derecho al debido proceso
“…exige que toda Resolución sea debidamente fundamentada. Es decir, que cada
autoridad que dicte una Resolución debe imprescindiblemente exponer los hechos,
realizar la fundamentación legal y citar las normas que sustenta la parte
dispositiva de la misma. Que, consecuentemente cuando un Juez omite la
motivación de una Resolución, no sólo suprime una parte estructural de la misma,
sino también en los hechos toma una decisión de hecho no de derecho que vulnera
de manera flagrante el citado derecho que permite a las partes conocer cuáles son
las razones para que se declare en tal o cual sentido; o lo que es lo mismo cuál es
la ratio decidendi que llevó al Juez a tomar la decisión “
Por su parte, a través de la S.C., 1365/2005-R de 31 de octubre, este mismo
Tribunal aclaró los alcances del debido proceso y la exigencia referida a la
necesidad de fundamentar y motivar la resoluciones, así señaló: "…es necesario
recordar que la garantía del debido proceso, comprende entre uno de sus
elementos la exigencia de la motivación de las resoluciones, lo que significa, que
toda autoridad que conozca de un reclamo, solicitud o que dicte una resolución
resolviendo una situación jurídica, debe ineludiblemente exponer los motivos que
sustentan su decisión, para lo cual, también es necesario que exponga los hechos
establecidos, si la problemática lo exige, de manera que el justiciable al momento
P á g i n a 641 | 846
de conocer la decisión del juzgador lea y comprenda la misma, pues la estructura
de una resolución tanto en el fondo como en la forma, dejará pleno
convencimiento a las partes de que se ha actuado no sólo de acuerdo a las normas
sustantivas y procesales aplicables al caso, sino que también la decisión está
regida por los principios y valores supremos rectores que rigen al juzgador,
eliminándose cualquier interés y parcialidad, dando al administrado el pleno
convencimiento de que no había otra forma de resolver los hechos juzgados sino
de la forma en que se decidió”
Sobre el mismo tema la S.C., 1315/2011 R, de 26 de septiembre, estableció:
“Siguiendo este entendimiento, la SC 0759/2010-R de 2 de agosto, determinó que:
“…la jurisprudencia constitucional ha dejado establecido que el derecho al debido
proceso, entre su ámbito de presupuestos exige que toda resolución sea
debidamente fundamentada; es decir, que cada autoridad que dicte una resolución
debe imprescindiblemente exponer los hechos, realizar la fundamentación legal y
citar las normas que sustentan la parte dispositiva de la misma.
Consecuentemente, cuando un juez omite la motivación de una resolución, no sólo
suprime una parte estructural de la misma sino también en los hechos toma una
decisión de hecho no de derecho, que vulnera de manera flagrante el citado
derecho, que permite a las partes conocer cuáles son las razones para que se
declare en tal o cual sentido o lo que es lo mismo, cuál es la ratio decidendi que
llevó al juez a tomar la decisión
(…) Finalmente, cabe señalar que la motivación no implicará la exposición
ampulosa de consideraciones y citas legales, sino que exige una estructura de
forma y fondo. En cuando a esta segunda, la motivación puede ser concisa, pero
clara y satisfacer todos los puntos demandados, debiendo expresar el juez sus
convicciones determinativas que justifiquen razonablemente su decisión en cuyo
caso las normas del debido proceso se tendrán por fielmente cumplidas. En sentido
contrario, cuando la resolución aún siendo extensa no traduce las razones o
motivos por los cuales se toma una decisión, dichas normas se tendrán por
vulneradas” (SC 1365/2005-R de 31 de octubre).

PRINCIPIO IURA NOVIT CURIA


Auto Supremo: 1279/2016
Sucre: 07 de noviembre 2016
Proceso: Cumplimiento de Pago.
Conforme a la materia debe precisarse que rigen ciertos principios aplicables, los
cuales orientan el ámbito de la administración de justicia, entre ellos el pricipio
Iura novit Curia, principio que según el tratadista Hugo Alsina: “…no significa la
P á g i n a 642 | 846
obligación de indicar por su nombre técnico la acción que se deduce (editio
actionis) ni si quiera la de citar las disposiciones legales en que se funda la
pretensión, pues la primera resultará de la exposición de los hechos y lo segundo
lo hará el magistrado con prescindencia de la calificación hecha por el actor
(iuria novit curia), de modo que el silencio o el error de éste no tiene ninguna
consecuencia jurídica”, asimismo Jose W. Peyrano señala que el iura novit
curia: “…se traduce en la necesaria libertad con que debe contar el sentenciante
para subsumir los hechos alegados y probados por las partes, dentro de las
previsiones normativas que rijan al caso.
Libertad que subsiste aún en la hipótesis de que los litigantes hubieran invocado la
aplicabilidad de otras disposiciones, tesis reiteradamente mentada en el plano
jurisdiccional”.
El empleo del referido principio supone que el Juez es quien debe conocer el
derecho y debe aplicarlo libremente sin que se encuentre constreñido al encuadre
normativo alegado por las partes, lo que de ninguna manera supone permisión en
sentido de alejarse del principio de congruencia, toda vez que el principio iura
novit curia supone que en la Sentencia se aplicará el derecho que el Tribunal
considere corresponder para la solución de las cuestiones pretendidas, pero sin
alterar ni sustituir las pretensiones deducidas ni los hechos en que las partes fundan
las mismas, ello en aras de resguardar el principio dispositivo en virtud al cual el
Juez no puede de oficio suplir las pretensiones demandas por las partes.
Es este mismo entendido este Supremo Tribunal de Justicia ha orientado a través
del Auto Supremo Nº 464/2015 citando: “…el Auto Supremo Nº 735 de 9 de
diciembre de 2014, ha modulado así: “…no debemos perder de vista que conforme
el principio dispositivo la congruencia a la que los jueces están reatados se refiere
a los hechos expuestos por las partes y a la pretensión que persiguen, sin que estos
(hechos y pretensiones) puedan ser cambiados o modificados por el juzgador,
empero, la calificación jurídica es un aspecto que corresponde privativamente al
juzgador quien no se encuentra reatado a la calificación jurídica que las partes
efectúan; pues es el Juez, sobre la base de los hechos expuestos por las partes
quien califica las pretensiones demandadas, sin que ello suponga vulnerar el
principio dispositivo ni el de congruencia, sino más bien hacer efectivo el principio
iura novit curia, y con ello el principio de justicia material”.
En virtud del principio iura novit curia el propósito de los procesos es llegar a
establecer la verdad jurídica de los hechos y otorgar la protección jurisdiccional
que corresponda, de manera que aplicando dicho principio, corresponde al
juzgador aplicar la norma legal aun cuando la parte plantee su demanda sin
precisar en qué disposición sustenta su pretensión; en autos, la pretensión
P á g i n a 643 | 846
demandada es la nulidad de la transferencia del inmueble de los actores por faltar
su consentimiento en la celebración del contrato y por faltar objeto en el mismo,
por lo que en aplicación de dicho principio no es requisito indispensable que las
partes tengan que utilizar necesariamente el tecnicismo jurídico, bastando la
claridad en la exposición de los hechos, en base a los cuales el Juez debe aplicar
el derecho…. ha transferido un inmueble que no le pertenecía y sin autorización de
los titulares del mismo, en base a un Poder falso (Nº 233/96 de 15 de agosto de
1996), llegándose de esa manera a demostrar la nulidad del contrato por falta de
consentimiento y por falta de objeto lícito y posible en el mismo, y que en esas
condiciones, se tiene que el acto es inexistente, nunca nació a la vida jurídica por
lo que se prevé la sanción de nulidad, concluyéndose que los de instancia han
obrado efectuando una correcta aplicación y calificación de la norma y del
principio jurídico iura novit curia”.

FUNDAMENTACIÓN Y MOTIVACIÓN DE LAS RESOLUCIONES


JUDICIALES
Auto Supremo: 492/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Nulidad de contrato
En la Sentencia Constitucional 0012/2006-R de 4 de enero, respecto a la
motivación de las resoluciones se ha razonado que: “La motivación de los fallos
judiciales está vinculada al derecho al debido proceso y a la tutela jurisdiccional
eficaz, (…), y se manifiesta como el derecho que tienen las partes de conocer las
razones en que se funda la decisión del órgano jurisdiccional, de tal manera que
sea posible a través de su análisis, constatar si la misma está fundada en derecho o
por el contrario es fruto de una decisión arbitraria…”.
De igual manera la SC 2023/2010-R de 9 de noviembre, estableció que: “…la
motivación no implicará la exposición ampulosa de consideraciones y citas
legales, sino que exige una estructura de forma y de fondo, pudiendo ser concisa,
pero clara y satisfacer todos los puntos demandados, debiéndose expresar las
convicciones determinativas que justifiquen razonablemente su decisión en cuyo
caso las normas del debido proceso se tendrán por fielmente cumplidas; al
contrario, cuando la resolución aun siendo extensa no traduce las razones o
motivos por los cuales se toma una decisión, dichas normas se tendrán por
vulneradas…”, criterio reiterada por la SC 1054/2011-R de 1 de julio”.
Por otra parte, en la Sentencia Constitucional Plurinacional Nº 0903/2012 de 22 de
agosto, se ha señalado que: “…la fundamentación y motivación de una resolución
que resuelva cualquier conflicto jurídico, no necesariamente implica que la
P á g i n a 644 | 846
exposición deba ser exagerada y abundante de consideraciones, citas legales y
argumentos reiterativos, al contrario una debida motivación conlleva que la
resolución sea concisa, clara e integre en todos los puntos demandados, donde la
autoridad jurisdiccional o en su caso administrativa, exponga de forma clara las
razones determinativas que justifican su decisión, exponiendo los hechos,
realizando la fundamentación legal y citando las normas que sustentan la parte
dispositiva de la resolución; en suma se exige que exista plena coherencia y
concordancia entre la parte motivada y la parte dispositiva de un fallo”.
En la Sentencia Constitucional Plurinacional 0075/2016-S3 de 8 de enero sobre la
fundamentación y motivación de una Resolución se ha concretado: “…es una
obligación para la autoridad judicial y/o administrativa, a tiempo de resolver
todos los asuntos sometidos a su conocimiento, exponer las razones suficientes de
la decisión adoptada acorde a los antecedentes del caso, en relación a las
pretensiones expuestas por el ajusticiado o administrado; pues, omite la
explicación de las razones por las cuales se arribó a una determinada resolución,
importa suprimir una parte estructural de la misma”.

FUNDAMENTACIÓN Y RATIFICACIÓN DE LA APELACIÓN EN EL


EFECTO DIFERIDO
Auto Supremo: 647/2017
Sucre: 19 de junio 2017
Proceso: Usucapión.
Si bien el principio de impugnación se encuentra reconocido en el art. 180
parágrafo II de la CPE, dicho principio no debe concebirse como una potestad
absoluta o ilimitada que atribuya al litigante la posibilidad de impugnar toda cuanta
Resolución considere le causa agravio o hacerlo a través de cualquier medio de
impugnación o en cualquier tiempo y forma; por el contrario, ese derecho
reconocido a nivel Constitucional debe ser ejercido conforme a las previsiones,
exigencias y condiciones previamente normadas por Ley.
En este sentido en caso puntual del recurso de apelación en el efecto diferido esta
se encontraba regulada en el art. 25 de la Ley Nº 1760 que al respecto
disponía “I. La apelación en el efecto diferido se limitará a su simple
interposición, en cuyo caso y sin perjuicio del cumplimiento de la Resolución
impugnada y la prosecución del proceso, se reservará la fundamentación en forma
conjunta con la de una eventual apelación de la Sentencia definitiva.
II. Si la Sentencia definitiva fuere apelada, se correrá traslado de ambos recursos
a la parte apelada, con cuya contestación o sin ella, los recursos se concederán
para que sean resueltos en forma conjunta por el superior en grado
III. Si la Sentencia no fuere apelada se tendrá por desistida la apelación formulada
en el efecto diferido"; norma ahora contenida en el art. 259-3 del Código Procesal
Civil actualmente en vigencia, que al respecto establece: “3. En el efecto diferido,
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en cuyo caso se limitará al simple anuncio del recurso, sin perjuicio del
cumplimiento de la resolución impugnada y sin que se suspenda el proceso, se
reservará la interposición y fundamentación juntamente con una eventual
apelación de la sentencia. Si la sentencia fuere apelada, se correrá traslado de
ambos recursos a la contraparte, con cuya contestación o sin ella serán
concedidos para su resolución en forma conjunta por el superior en grado. Si la
sentencia no fuere apelada por la misma parte, el anuncio de apelación con efecto
diferido se tendrá por retirada.”.
En consecuencia conforme determinan los preceptos normativos transcritos supra,
la apelación en el efecto diferido tiene un trámite especial, previsto precisamente
en las referidas normas, en virtud al cual la apelación diferida depende de la
eventual apelación de la Sentencia, oportunidad en la que quien interpuso recurso
de apelación diferida debe fundamentar o en su caso ratificar la fundamentación ya
expuesta y confirmar de forma expresa su voluntad de que la apelación diferida se
tenga presente para su concesión conjunta con la apelación de la Sentencia, en el
supuesto caso en que a tiempo de apelar de la Sentencia la parte interesada no haga
mención alguna a la apelación diferida, el Tribunal de Alzada se pronunciará
válidamente solo en relación a la apelación de la Sentencia, y no así respecto a la
apelación diferida, toda vez que se entiende que la parte interesada al no haber
manifestado su voluntad de hacer efectivo dicho medio de impugnación a tiempo
de apelar de la Sentencia, tácitamente desistió de dicha apelación.
Razonamiento orientado en los ya desarrollado por este Supremo Tribunal de
Justicia en el Auto Supremo Nº 458/2012 de 3 de noviembre que al respecto
orientó: “La apelación en su efecto diferido, es una modalidad de apelación que
parte del principio procesal de celeridad, concebida a fin de que el proceso
principal no se interrumpa mediante la impugnación de resoluciones no definitivas
de actos procesales que no fueren de trascendencia o que fueren accesorios a lo
principal, conforme indica el art. 24 de la Ley N° 1760.
En su tramitación particular, expresado en el art. 25 de la misma Ley de
Procedimiento, esta limitada a su simple interposición, dentro de plazo, en la
tramitación de la instancia, sin que ello signifique su concesión directa. Su
fundamentación se reserva en forma conjunta con la de una eventual apelación a
la Sentencia definitiva, donde, luego de su contestación, ambos recursos son
concedidos al superior en grado. De lo que se advierte que el Procedimiento
seguido en el recurso de apelación en su efecto diferido consta de una secuencia y
momento procesal establecido, que no puede sustraerse en su trámite.
La eventualidad descrita en el art. 25 inc. III) de la ley 1760, señala que si la
Sentencia definitiva no fuere apelada se tendrá por desistida la apelación
formulada en el efecto diferido, entendiendo que si no existe una apelación a la
Sentencia, tampoco es posible activar la apelación diferida, existiendo un
desistimiento legal del recurso, entendido como renuncia procesal a esa
pretensión.

P á g i n a 646 | 846
Sin embargo existe otra eventualidad, que resulta de la parte contendiente quien
habiendo interpuesto la apelación, y obtenerla en el efecto diferido, apele a la
Sentencia definitiva, impugnando el fondo del asunto, sin fundamentar, o activar el
recurso pendiente, si fuere el caso. En el hipotético que el apelante sólo ocupa su
impugnación únicamente a la Sentencia definitiva, sin activar o manifestarse del
recurso diferido, debe ser entendido como su desistimiento tácito, por un principio
dispositivo, pues el juzgador debe atender sólo lo requerido por las partes,
además, por un principio de preclusión y celeridad en que se halla sometido el
proceso, debiendo concederse el recurso sólo en la apelación manifiesta. El
desistimiento tácito, indicado, de una apelación diferida, no contraviene el
principio de impugnación, por cuanto el órgano jurisdiccional al admitir la
interposición ha garantizado ese derecho y dependía de la parte apelante activar
éste conjuntamente con la apelación principal, para que luego se concediese el
recurso al superior en grado para su Resolución.”.
Razonamiento reiterado en el fundamento del Auto Supremo Nº 179/2015 de 11 de
marzo que orientó: “…sobre el tema de la apelación en el efecto diferido el art. 25
de la Ley 1760 de manera textual señala:” I.- La apelación en el efecto diferido
se limitara a su simple interposición, en cuyo caso y sin perjuicio del
cumplimiento de la resolución impugnada y la prosecución del proceso, se
reservara la fundamentación en forma conjunta con la de una eventual
apelación de la Sentencia definitiva. II.- Si la Sentencia definitiva fuere apelada,
se correrá traslado de ambos recursos a la parte apelada, con cuya contestación
o sin ella, los recursos se concederán para que sean resueltos en forma conjunta
por el superior en grado.III.- Si la Sentencia no fuere apelada se tendrá por
desistida la apelación formulada en el efecto diferido”.
Conforme a esta norma que modifica el Código de Procedimiento Civil
incorporando un nuevo efecto al recurso de apelación como es el efecto diferido
que tiene por fin que la tramitación no sea suspendida por diferentes recursos
evitando que la causa llegue a su fin específico, es por tal motivo que contra el
catálogo de supuestos establecidos en el art. 24 de la Ley 1760 procede el recurso
de apelación en el efecto diferido, caso en el cual el recurrente debe limitarse a su
simple interposición sin ninguna fundamentación del recurso de apelación, no
obstante en caso de no apelar la Sentencia o de no haber fundamentado en su
momento y ratificar la apelación que hubo sido diferida, se tendrá por desistida,
ya sea, por no haber apelado la Sentencia, dando en ese caso su aceptación a todo
lo actuado o en caso de no haber activado en su motivación la apelación que
hubo sido diferida, importando su renuncia tácita, sin importar que exista
concesión de esta apelación por parte del A quo, ya que, al no existir
pronunciamiento del interesado recurrente no tendría porque el Juez de la causa
sustanciar dicha apelación.
Ahora puede darse otro supuesto que al momento de impugnar una Resolución
enmarcada dentro del art. 24 de la Ley 1760 el recurrente en ese memorial
exponga sus fundamentos o agravios sufridos en tal caso el Juez de la causa
P á g i n a 647 | 846
diferirá dicha apelación hasta una eventual apelación de la Sentencia, caso en el
cual, corresponderá simplemente al apelante ratificar sus argumentos antes
vertidos, para activar su recurso; por otro lado en caso de existir un silencio sobre
su recurso diferido al momento de apelar la Sentencia, dicho acto implica una
renuncia de éste, pero en caso de existir ratificación como se ha referido, el
recurso deberá ser concedido ante el superior en grado correspondiendo al Ad
quem pronunciarse sobre dicho recurso.”.

P á g i n a 648 | 846
G
GARANTÍA DE EVICCIÓN Y SANEAMIENTO
Auto Supremo: 765/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Proceso: Rescisión de contrato, consolidación de arras y entrega y desocupación
de inmueble.
El art. 614 del Código Civil establece las principales obligaciones del vendedor
respecto al comprador, entre las que se encuentran entregarle la cosa vendida,
hacerle adquirir la propiedad de la cosa o el derecho si la adquisición no ha sido
efecto inmediato del contrato, responderle por la evicción y los vicios de la cosa.
En el Código Civil Concordado y anotado de Carlos Morales Guillén Tomo I,
Cuarta edición el mencionado autor refiere: “la enunciación genérica de la regla
del art. 614 es consecuencia que de la venta que da el art. 584. El vendedor como
contraprestación de su derecho a percibir, previa, simultáneamente o
posteriormente el precio según lo estipulado en el contrato y la naturaleza de la
clase de venta que se ha pactado, debe entregar la cosa y debe responder al
comprador de que su posesión pacífica no será interrumpida por un tercero con
título mejor”
Con relación a la evicción Ernesto C. Wayar en el libro “Evicción y Vicios
redhibitorios” edición Astrea 1992 refiere “que la palabra evicción en sentido
estricto sirve para designar la obligación que se impone a todo el que transmite un
derecho por título oneroso de garantizar que el adquiriente no será turbado ni
privado del derecho que aquél le transmitió. En otras de sus acepciones muy
difundidas, la palabra evicción designa la “situación que sobreviene después que
el adquiriente de un derecho es derrotado en juicio”. La palabra saneamiento a su
vez alude a la obligación que pesa sobre el garante después que la evicción-por
perturbación o por privación-ha tenido lugar, obligación que nace como
consecuencia de la evicción ya sucedida. Con mayor rigor, cabría decir que el
término sanemiento designa la obligación impuesta al garante, de indeminizar al
adquiriente por los daños que pudo sufrir como consecuencia de la evicción
P á g i n a 649 | 846
ocurrida. Si partimos de la evicción producida, damos por sentado que el
adquiriente fue privado de su derecho (con o sin sentencia)y como consecuencia de
tal privación ha sufrido un perjuicio que debe ser reparado por el garante. Si sólo
hubo turbación el garante también estará obligado a indemnizar si el turbado
sufrió algún perjuicio”
Asimismo el autor boliviano Gustavo Medeiros Querajazu en su libro: “Derecho
Civil Los Contratos” refiriéndose a la evicción señala:” la evicción es la
obligación que tiene el vendedor de asegurar o garantizar al comprador la
pacífica posesión de la cosa vendida, responsabilizándose en caso de
desposeimiento judicial”
En ese sentido podemos decir que la obligación de evicción es aquella que tiene el
vendedor de garantizar al comprador que no será perturbado ni privado del derecho
que le transfirió por un tercero garantizando su pacifica posesión y el saneamiento
se da cuando ya se habría producido la evicción ya sea por perturbación o
privación, en este caso nace la obligación de indemnizar al adquiriente por los
daños que habría sufrido. Asimismo el Código de Procedimiento Civil establece
la evicción como citación al garante de evicción en el art. 336 núm. 5) del Código
de Procedimiento Civil

GARANTIA DEL JUEZ NATURAL


Auto Supremo: 721/2015 - L
Sucre: 26 de Agosto2015
Al respecto corresponde señalar que el debido proceso legal, se funda entre otros,
en la garantía del Juez natural, que está integrada por los elementos dela
competencia, la independencia y la imparcialidad del juzgador.
La competencia, en cuanto medida de la jurisdicción, solo emana de la ley, es
indelegable e improrrogable, salvo por razón de territorio, en este último caso, los
actos de quienes usurpen funciones que no les competen así como los actos de
quienes ejerzan jurisdicción o potestad que no emana de la ley, son nulos por
mandato del artículo 122de la Constitución Política del Estado. El poder
jurisdiccional del Estado que se atribuye al conjunto de jueces, sean estos
ordinarios o especializados está limitado en razón de su competencia, que se
determina mediante parámetros que claramente se establecían en la Ley de
Organización Judicial abrogada, vigente en el momento de la emisión de los fallos
de instancia, y en los artículos 11, 12 y 13 de la Ley del Órgano Judicial. En
consecuencia, al ser la competencia la medida de la jurisdicción también es de
orden público, indelegable y nace únicamente de la ley.

P á g i n a 650 | 846
Ahora bien, la Ley Nº 1715 de 18 de octubre de 1996, Ley SNRA (INRA), creó la
judicatura agraria con jurisdicción y competencia para la resolución de los
conflictos emergentes de la posesión y derecho de propiedad agraria y otros que le
señale la ley. Conforme el artículo 39 num. 8) de la citada Ley, la jurisdicción
agraria tiene competencia para conocer acciones reales sobre la propiedad agraria,
asimismo la promulgación de la Ley de Reconducción comunitaria de la Reforma
Agraria, Ley Nº 3545 de 28 de noviembre de 2006 cuyo art. 23, sustituyó los
numerales 7 y 8 del Parágrafo I del citado artículo y reconoció como competencia
de la judicatura agraria: "Conocer interdictos de adquirir, retener y recobrar la
posesión de fundos agrarios, para otorgar tutela sobre la actividad agraria”, así
como “conocer otras acciones reales, personales y mixtas derivadas de la
propiedad, posesión y actividad agraria”. Estas disposiciones legales de acuerdo al
artículo 15 de la Ley del Órgano Judicial, al ser especiales deben ser aplicadas con
preferencia a la ley general.No obstante de lo señalado, el art. 17 de la Ley Nº 3545
de 28 de noviembre de 2006, Ley de Reconducción Comunitaria de la Reforma
Agraria, sustituyó la redacción del art. 30 de la Ley Nº 1715, de la siguiente
manera: “La judicatura agraria es el órgano de administración de justicia
agraria; tiene jurisdicción y competencia para la resolución de los conflictos
emergentes de la posesión, derecho de propiedad y actividad
agraria”, Consiguientemente, a partir de la publicación de la Ley Nº 3545
modificatoria de la Ley Nº 1715, se ha ampliado la competencia de la jurisdicción
agraria a otras acciones personales y mixtas, además de las reales, que provinieren
de la propiedad, posesión y actividad agraria.(Las negrillas son nuestras)
En el marco normativo señalado precedentemente, corresponde establecer que: Las
acciones reales tienen por objeto garantizar el ejercicio de algún derecho real, es
decir, aquellas que ejercita el demandante para reclamar o hacer valer un derecho
sobre alguna cosa, con plena independencia de toda obligación personal por parte
del demandado, entre ellas tenemos, las acciones de defensa del derecho de
propiedad como ser: el reconocimiento del mejor derecho propietario, la
reivindicación, la acción negatoria, entre otras. Por otra parte, las acciones
personales son las que tienen por objeto garantizar un derecho personal, es decir, se
deducirán para exigir el cumplimiento de una obligación personal, ya sea de dar, de
hacer o de no hacer determinado acto, entre ellas podemos establecer la acción, de
rescisión o de resolución de contrato, que emerge ante una situación de
incumplimiento de cualquiera de los sujetos de la relación jurídica. Ahora bien,
cuando estas acciones reales o personales tienen como objeto establecer el
reconocimiento o extinción de un derecho emergente de propiedades agrarias, por

P á g i n a 651 | 846
disposición de las normas especiales citadas supra, corresponden ser conocidas y
tramitadas dentro de la jurisdicción agraria especializada.
Asimismo corresponde tener presente que el Tribunal Constitucional, respecto del
conflicto entre la jurisdicción ordinaria y la jurisdicción agroambiental y su
aplicabilidad, dictó:La Sentencia Constitucional PlurinacionalNº 2140/2012 de 8 de
noviembre de 2012 y la Sentencia Constitucional Nº 0695/2013, de 3 de junio de
2013.

GARANTÍA REAL Y GARANTÍA PERSONAL


Auto Supremo: 1282/2016
Sucre: 07 de noviembre 2016
Proceso: Cumplimiento de obligación.
En la clasificación de los contratos, se tiene los principales y los accesorios, entre
los primeros, se tiene que el principal existe por sí mismo ejemplo la venta, el
mutuo (préstamo de dinero), arrendamiento; en cambio el contrato accesorio sigue
la suerte de los principal, en la generalidad de los casos está supeditado a los
efectos (de invalidez, eficacia o ineficacia) del contrato principal, entre estos
tenemos como ejemplo los contratos de garantía, que son establecidos para cumplir
y/o resarcir los efectos del contrato principal.
Ahora entre los contratos de garantía se tiene las garantías reales y las personales,
ambos tienes efectos especiales, para la diferenciación corresponde citar el
contenido del Auto Supremo Nº 184 de 1 de septiembre de 2008 en el que se
señaló lo siguiente: “Que, de la revisión de los actuados en función del recurso de
casación en el fondo interpuesto por la entidad bancaria demandada, este Tribunal
Supremo encuentra que tanto el juez a quo, como el tribunal ad quem al confirmar
la sentencia, han aplicado indebidamente la norma prevista por el art. 942 del
Código Civil, al declararse en sentencia extinguida la hipoteca impuesta por el
actor Miguel Jhonny Nogales Viruez sobre el inmueble de su propiedad Edificio
"MOIRA" ubicado en la calle 17 esquina Av. Ballivián de la zona de Calacoto de
esta ciudad, inscrito en Derechos Reales bajo la Partida N° 01148527, otorgada a
favor del Banco Boliviano Americano como garantía de créditos concedido al
deudor Tomas Murray Barbieri Kennedy, gravamen registrado en Derechos
Reales bajo las Partidas N°s 04092067 y 04092068 de 9 de octubre de 1997.
En efecto, la división clásica de las garantías en personales y reales, tiene su
origen en la naturaleza del derecho otorgado al acreedor, cuando el derecho de
crédito se establece en función de una persona que no es el deudor, se dice que
estamos frente a una garantía personal. Cuando este derecho de crédito afecta a
un bien determinado se dice que la garantía es real o hipotecaria. La garantía
P á g i n a 652 | 846
personal faculta al acreedor accionar no solo contra su deudor sino contra una
tercera persona que es el fiador personal, en cambio en una garantía real, el
acreedor tiene el derecho de persecución contra el tercero adquirente y
preferencia con relación a los demás acreedores.
Así, la hipoteca es un derecho real accesorio, a favor del acreedor que le confiere
el derecho de preferencia y el derecho de persecución contra el propietario o
detentador de la cosa hipotecada. La hipoteca también puede ser constituida por el
propietario para garantizar la deuda de un tercero, en cuyo caso nos encontramos
frente a la fianza o caución real.
La fianza o garantía personal se halla recogida en nuestro ordenamiento jurídico
en el art. 916 del Código Civil, en el Libro Tercero, Parte Segunda, en el Capítulo
XII, del Título II bajo el denominativo "De los contratos en particular", norma
legal que prevé "I. La fianza es el contrato en el cual una persona se compromete a
responder por las obligaciones de otra..".
Que la hipoteca se encuentra en el Libro V, Capítulo III del Código Civil, bajo el
Título II, denominado "De la garantía patrimonial de los derechos", en cuyo
artículo 1360 prevé: "I. La hipoteca constituida sobre bienes propios del deudor o
de un tercero, como garantía de una deuda, confiere al acreedor hipotecario los
derechos de persecución y preferencia. Por el primero, puede embargar la cosa o
derecho en poder de cualquiera, por el segundo, es preferido en el pago a otros
acreedores...".
Ahora bien, en cuanto a la extinción de la fianza personal, el art. 939 del Código
Civil prevé que "La obligación que resulta de la fianza se extingue por las mismas
causas que las demás obligaciones" y el art. 942 del igual cuerpo legal, prevé
"Toda prórroga concedida por el acreedor al deudor principal sin el expreso
consentimiento del fiador, extingue la fianza".
Por otro lado, la doctrina establece que la hipoteca también se extingue por
cualquiera de las causas de extinción de las obligaciones y particularmente el art.
1388 del igual Sustantivo, expresamente enumera los casos en los cuales se
extingue la misma y señala: "Las hipotecas se extinguen: 1) Por extinción de la
obligación principal. 2) Por renuncia del acreedor a la hipoteca. 3) Por pérdida
del bien hipotecado. 4) Por la extinción del derecho hipotecado, como el usufructo
y el derecho de superficie. Si el superficiario tiene derecho a una compensación,
las hipotecas inscritas se hacen efectivas sobre dicha compensación. Si se reúnen
en la misma persona el derecho del propietario del suelo y del superficiario, las
hipotecas sobre el uno y sobre el otro derecho continúan gravando separadamente
ambos derechos, 5) Por lo previsto en el art. 1479". El art.1479 se refiere a la
extinción de derechos de terceros sobre la cosa vendida.
P á g i n a 653 | 846
Consiguientemente, si la demanda interpuesta por Miguel Jhonny Nogales Viruez,
tiene como petición principal la extinción de la hipoteca, correspondía que los de
grado den aplicación a las normas referidas a la hipoteca y de ninguna manera a
la fianza personal, habida cuenta que como se tiene expresado, si bien ambas
constituyen una garantía la naturaleza jurídica de ambas es diferente y por ende
sus características, los derechos de crédito que generan, la forma de extinción, son
particulares en cada caso. Consiguientemente, al haber dado aplicación a la
norma prevista por el art. 942 del Código Civil, expresamente situado en el
capítulo relativo a la fianza personal, es evidente que han aplicado indebidamente
aquella norma legal, pretendiendo declarar extinguida una hipoteca de carácter
real o una fianza real, con una norma aplicable a la fianza personal…”

GOCE SEPARADO DE BIENES HEREDITARIOS


Auto Supremo N° 162/2015 de 10 de marzo 2015
en el que se señaló lo siguiente: “Finalmente, como respaldo a la usucapión entre
copropietarios, debemos apoyarnos en el art. 1234 del Código Civil que indica:
“Puede pedirse la división aun cuando uno de los coherederos haya gozado
separadamente de algunos bienes hereditarios; salvo que hubiera adquirido la
propiedad por usucapión como efecto de la posesión exclusiva” (subrayado y
negrilla nuestro), dicha norma abre la posibilidad de la usucapión por parte del
coheredero o del copropietario cuando éste haya tenido posesión exclusiva del
bien inmueble, es decir cuando la posesión del coheredero o copropietario haya
sido excluyente respecto a los otros coherederos o copropietarios sobre el bien
inmueble, situación que acontece en el presente caso de autos…”
GUARDA COMPARTIDA
Auto Supremo: 836/2016
Sucre: 18 de julio 2016
Expediente: SC-147-15-S
Partes: Robert Álvarez Salvatierra c/ Ibeth Rosario Camacho Paz
Proceso: Guarda
El Auto Supremo Nº 608/2014 de fecha 27 de Octubre, analizando el tema ha
generado el siguiente criterio: “que la guarda sería compartida por ambos
progenitores y como ya se señaló anteriormente esta si bien puede ser aplicable de
manera excepcional y según sea el caso, empero en el caso de Autos, dicha guarda
compartida no resulta ser lo más favorable para el menor, ya que dicha situación
generaría aún más inestabilidad de la que ya presenta el niño, toda vez que para la
procedencia de la guarda compartida y que esta sea aplicada con éxito, sobre todo

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beneficiando al menor, los progenitores deben tener una relación fraternal y de
respeto, pues ambos trabajarán y participarán de manera solidaria en las
obligaciones que como padres tienen con sus hijos, pero en el caso presente, los
padres muestran una situación conflictiva generando en el niño inestabilidad y
desequilibrio, por lo que inclusive se recomendó que ambos progenitores lleven
una relación respetuosa entre ambos y no utilicen al niño como mensajero, ni para
obtener beneficios propios ni para interrogarlo, por lo que el hecho de aplicar una
guarda compartida podría ocasionar desventaja en el menor, máxime si la
evaluación psicológica estableció que un ambiente de mayor estabilidad en el
menor brindaría un mejor desarrollo y potenciaría sus capacidades, por lo tanto el
hecho de que esté tres días con la madre y cuatro días con el padre, evitará que el
menor logre la estabilidad que necesita.
Consiguientemente, en aplicación del principio de interés superior del niño,
conforme lo dispone el art. 145 del Código de Familia, que para determinar la
situación de los hijos menores de edad se deberá tomar en cuenta el mejor cuidado
e intereses moral y material de éstos, situación que no debe pasar por reconocer
dicho derecho a uno u otro progenitor, como si se trataría de una competencia en
la que los padres dejan de lado los intereses del niño con la única finalidad de
sentirse victoriosos frente al que no tenga la guarda, reduciendo en ese caso a los
hijos a simples objetos cual se tratarían de trofeos que pretenden obtener los
padres”.
De lo que anotado se puede advertir en principio, que si bien nuestro ordenamiento
jurídico no concebía o no reconocía el mismo, empero, bajo el principio de
progresividad este vacío jurídico ha sido suplido por la Jurisprudencia donde este
Tribunal Supremo ha reconocido la validez de esta figura; siempre y cuando que la
misma sea aplicada bajo una óptica constitucional, por ende debe primar el interés
superior del menor en calidad de un sujeto de Derecho, mereciendo a tal efecto un
resguardo preferente de sus derechos por su situación de vulnerabilidad, entonces
bajo esta premisa es que se ha reconocido esta figura de la guarda compartida,
siempre y cuando dentro de los lazos paternos y maternos filiales, se evidencia
armonía y respeto reciproco entre los progenitores, debido a que no se debe afectar
la integridad emocional del menor habida cuenta que la guarda es un derecho
primordial del menor a tener esos lazos materno y paterno filiales velando su
interés superior, caso contrario de no existir esa armonía o respecto reciproco entre
los progenitores no resulta correcto otorgar o disponer una guarda compartida,
puesto que se generaría inestabilidad emocional al menor, resultando lo correcto
para el caso otorgar la guarda a una de los progenitores que ofrezca mayores
beneficios al menor para su desenvolvimiento, no solo físico sino también
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psíquico, lo cual se ha de lograr otorgando estabilidad al menor en el lugar donde
se sienta seguro y pueda desenvolverse con mayor libertad y por ende también
disponer un horario de visitas para el otro progenitor para que el menor refuerce
esos lazos paterno o materno filiales.
Ahora si bien ese vacío normativo ha sido suplido por lo señalado en el art. 217 de
la Ley 603 que permite ese régimen de la Guarda compartida, que si bien establece
su procedencia previa la existencia de un acuerdo, empero, esta normativa también
en esencia denota que para la viabilidad de la misma los progenitores deben tener
una relación armoniosa en el cuidado y protección del menor, es decir que no debe
existir disputas o pleitos internos entre ellos, sino que su fin debe ser velar por el
interés superior del menor.

GUARDA DE LA MENOR
Auto Supremo: 1042/2015 - L
Sucre: 16 de noviembre 2015
Asumiendo una interpretación desde y conforme a la Constitución Política del
Estado, se deberá indicar que: el art. 62 de la Constitución Política del Estado
Plurinacional, señala lo siguiente: “El Estado reconoce y protege a las familias
como el núcleo fundamental de la sociedad, y garantizará las condiciones sociales
y económicas necesarias para su desarrollo integral. Todos sus integrantes tienen
igualdad de derechos, obligaciones y oportunidades”, así también se tiene el art.
60 de la norma suprema que señala: “Es deber del Estado, la sociedad y la familia
garantizar la prioridad del interés superior de la niña, niño y adolescente, que
comprende la preeminencia de sus derechos, la primacía en recibir protección y
socorro en cualquier circunstancia, la prioridad en la atención de los servicios
públicos y privados, y el acceso a una administración de justicia pronta, oportuna
y con asistencia de personal especializado”, norma que refiere que el derecho de
un menor y/o adolescente a desarrollarse en una familia y el mismo se encuentra
catalogado como su interés superior, sobre este último concepto de interés superior
del niño, se podrá decir también que el mismo se encuentra protegido por la
Convención Sobre los Derechos del Niño cuyo art. 3.1) en lo pertinente señala:
“En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones
públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las Autoridades
administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se
atenderá, será el interés superior del niño”.
Por su parte, la Convención Internacional de los Derechos del Niño establece un
cambio fundamental en la conducta de la familia, sociedad y Estado, determinando
una percepción radicalmente nueva de la condición de las niñas, niños y
adolescentes. Aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en
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noviembre de 1989, esta ley internacional es producto de una amplia discusión,
dado su consenso. Constituye el primer instrumento jurídico efectivamente
garantista en la historia de las legislaciones para las niñas, niños y adolescentes de
todo el mundo. Se basa en una profunda reflexión en el contexto mundial sobre el
trato hacia las niñas, niños y adolescentes, hasta ese entonces basado en la
exclusión de políticas, programas y leyes. Reconoce que los únicos responsables de
esa exclusión y de la falta de ejercicio de los derechos son los propios adultos. Se
fundamenta y establece como su antecedente directo la “Declaración Universal de
los Derechos del Niño” y otros instrumentos jurídicos internacionales que han
expresado un salto cualitativo fundamental en la consideración de los derechos de
las niñas, niños y adolescentes.
En ese entendido se conceptualizó los tipos de violencia que sufren nuestros
menores, caracterizándose y siendo la más común, la violencia psicológica o
emocional contra los niños y niñas que conforme los organismos internacionales y
nacionales se entiende como el acto de naturaleza intencionada o cualquier
esfuerzo que trate de socavar la valoración que tiene el niño(a) o adolescente de sí
mismo. Generalmente se presenta bajo las formas de hostilidad verbal como
insultos, burlas, desprecio, críticas o amenazas de abandono o bloqueo de las
iniciativas infantiles. Provoca graves trastornos psicológicos y perjudica su
desarrollo psíquico y emotivo. Clasificándose cuatro tipos de maltrato
emocional: el derechazo, cuando hay una actitud de evitar al niño (a) y
adolescente permanente o esporádicamente a iniciativas de apego o interacción que
este tiene. Implica conductas de abandono y rechazo. Aterrorizar, cuando se crea
en ellos un miedo intenso por constantes amenazas de castigo extremo o
siniestro. Aislamiento, comportamiento que tienden a privarlos de oportunidades
para establecer relaciones sociales. Y finalmente Ignorar, cuando no hay
disponibilidad de atención de los padres para atender las expresiones emocionales
del niño (a) o adolescente.
También puede incluirse dentro de esta clasificación a los niños(as) y adolescentes
testigos de violencia. “Cuando éstos presencian situaciones crónicas de violencia
entre sus padres, presentan trastornos muy similares a los que caracterizan
quienes son víctimas de abuso”.
Descrita las disposiciones legales tanto internacionales como nacionales, los tipos
de violencia, siendo la más común y frecuente la psicológica o emocional, se podrá
decir que en aplicación del principio del interés superior del niño.La protección de
los derechos del niño prima sobre cualquier circunstancia que pueda afectarlos, en
ese sentido corresponde verificar los argumentos expuestos por el recurrente desde
una perspectiva no limitativa y más bien amplia en resguardo de los derechos de la
menor; razón o motivo, por el cual los Tribunales de justicia ordinaria tienen la
obligación de considerar la situación de éstos (menores) atendiendo precisamente
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ese interés superior, en resguardo del derecho de la menor que tiene incidencia
directa con el derecho de los litigantes que debaten la guarda.
En ese entendido, se deberá considerar los dos enfoques normativos que regulan
dicho instituto jurídico, el relativo a lo determinado en la Ley Nº 2026 (abrogada) y
la nueva Ley Nº 548, donde se tiene que: la guarda como institución, se encontraba
regulada por el art. 42 del Código Niño, Niña y Adolescente que textualmente
señala: “(CONCEPTO).- La guarda es una institución que tiene por objeto el
cuidado, protección, atención y asistencia integral a un niño, niña o adolescente
con carácter provisional y es otorgada mediante Resolución judicial a uno de los
progenitores; en casos de divorcio y separación de las uniones conyugales libres y
en otros casos a terceras personas carentes de Autoridad parental o tuición legal.”
(vigente al momento de la determinación de la misma), concepto que se mantiene
en el Nuevo Código Niña, Niño Adolescente Ley Nº 548, con ínfimas variantes;
consiguientemente se podrá entender que la guarda se configura como aquel
instituto jurídico mediante el cual se asume el cuidado y la custodia de un niño,
niña y adolescente, en ese sentido corresponderá citar a la doctrinaria Sandra
Pacheco de Kolle, quien en su obra Derecho de la Niñez y Adolescencia pág. 82 y
siguientes, señala: “…en función al interés superior del niño que ha de primar en
todo proceso en el que esté en juego alguno de sus derechos, la consideración
primordial será garantizarle condiciones materiales, sociales, familiares,
educativas, idóneas para el pleno desarrollo de su personalidad”, la primera
condición de los guardadores que permita un correcto desarrollo en condiciones
adecuadas para su bienestar, la segunda condición referida a las circunstancias
personales de los guardadores sobre aspectos de su salud física y psíquica, su
motivación, el equilibrio de su personalidad o estabilidad de pareja, y la última
condición referida a la predisposición de los guardadores para satisfacer las
necesidades educativas del niño o adolescente, en la que tenga que supervisar el
rendimiento escolar y la educación familiar, en la que se coadyuve al menor al
desarrollo de sus actividades educativas y culturales, así el art. 27 del Código Niño,
Niña y Adolescente (abrogado) señalaba: “(DERECHO A LA FAMILIA).- Todo
niño, niña y adolescente tiene derecho a desarrollarse y educarse en un ambiente
de afecto y seguridad en su familia de origen y, excepcionalmente, en una familia
sustituta que le asegure la convivencia familiar y comunitaria”, precepto legal que
en la actual Ley Nº 548 se mantiene con énfasis en el interés superior del niño,
entendiéndose con ello que el niño o niña tiene el derecho a formar su desarrollo
integral en una familia de origen al respecto sobre la familia de origen se dirá que
el art. 28 del mencionado Código abrogado señalaba que la misma se encuentra
constituida por los padres, los ascendientes y hasta los parientes colaterales, fijando
para estos últimos el cómputo Civil, ideal que se mantiene en el art. 36 del nuevo
Código, Ley Nº 548.
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Otra norma jurídica que se debe tomar en cuenta para resolver el presente problema
es lo determinado en el art. 40 del Nuevo Código Niña, niño, adolescente Ley Nº
548 que dispone: “(DERECHO A MANTENER RELACIONES PERSONALES Y
CONTACTO DIRECTO CON LA MADRE Y EL PADRE). Las niñas, niños y
adolescentes tiene el derecho a mantener de forma regular y permanente
relaciones personales y contacto directo con su madre y padre, aun cuando exista
separación entre ellos, salva que esto sea contrario a su interés superior.”,
normativa que para el caso de autos será la que se aplique en resguardo a lo
determinado en el art. 4 - I del mismo compendio legal que establece: “Las
disposiciones del presente Código son de orden público y de aplicación preferente
a favor de todas las niñas, niños y adolescentes que se encuentren en el territorio
nacional.”

GUARDA DE LA MENOR
Auto Supremo: 1042/2015 - L
Sucre: 16 de noviembre 2015
Asumiendo una interpretación desde y conforme a la Constitución Política del
Estado, se deberá indicar que: el art. 62 de la Constitución Política del Estado
Plurinacional, señala lo siguiente: “El Estado reconoce y protege a las familias
como el núcleo fundamental de la sociedad, y garantizará las condiciones sociales
y económicas necesarias para su desarrollo integral. Todos sus integrantes tienen
igualdad de derechos, obligaciones y oportunidades”, así también se tiene el art.
60 de la norma suprema que señala: “Es deber del Estado, la sociedad y la familia
garantizar la prioridad del interés superior de la niña, niño y adolescente, que
comprende la preeminencia de sus derechos, la primacía en recibir protección y
socorro en cualquier circunstancia, la prioridad en la atención de los servicios
públicos y privados, y el acceso a una administración de justicia pronta, oportuna
y con asistencia de personal especializado”, norma que refiere que el derecho de
un menor y/o adolescente a desarrollarse en una familia y el mismo se encuentra
catalogado como su interés superior, sobre este último concepto de interés superior
del niño, se podrá decir también que el mismo se encuentra protegido por la
Convención Sobre los Derechos del Niño cuyo art. 3.1) en lo pertinente señala:
“En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones
públicas o privadas de bienestar social, los tribunales, las Autoridades
administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se
atenderá, será el interés superior del niño”.
Por su parte, la Convención Internacional de los Derechos del Niño establece un
cambio fundamental en la conducta de la familia, sociedad y Estado, determinando
una percepción radicalmente nueva de la condición de las niñas, niños y
adolescentes. Aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en
P á g i n a 659 | 846
noviembre de 1989, esta ley internacional es producto de una amplia discusión,
dado su consenso. Constituye el primer instrumento jurídico efectivamente
garantista en la historia de las legislaciones para las niñas, niños y adolescentes de
todo el mundo. Se basa en una profunda reflexión en el contexto mundial sobre el
trato hacia las niñas, niños y adolescentes, hasta ese entonces basado en la
exclusión de políticas, programas y leyes. Reconoce que los únicos responsables de
esa exclusión y de la falta de ejercicio de los derechos son los propios adultos. Se
fundamenta y establece como su antecedente directo la “Declaración Universal de
los Derechos del Niño” y otros instrumentos jurídicos internacionales que han
expresado un salto cualitativo fundamental en la consideración de los derechos de
las niñas, niños y adolescentes.
En ese entendido se conceptualizó los tipos de violencia que sufren nuestros
menores, caracterizándose y siendo la más común, la violencia psicológica o
emocional contra los niños y niñas que conforme los organismos internacionales y
nacionales se entiende como el acto de naturaleza intencionada o cualquier
esfuerzo que trate de socavar la valoración que tiene el niño(a) o adolescente de sí
mismo. Generalmente se presenta bajo las formas de hostilidad verbal como
insultos, burlas, desprecio, críticas o amenazas de abandono o bloqueo de las
iniciativas infantiles. Provoca graves trastornos psicológicos y perjudica su
desarrollo psíquico y emotivo. Clasificándose cuatro tipos de maltrato
emocional: el derechazo, cuando hay una actitud de evitar al niño (a) y
adolescente permanente o esporádicamente a iniciativas de apego o interacción que
este tiene. Implica conductas de abandono y rechazo. Aterrorizar, cuando se crea
en ellos un miedo intenso por constantes amenazas de castigo extremo o
siniestro. Aislamiento, comportamiento que tienden a privarlos de oportunidades
para establecer relaciones sociales. Y finalmente Ignorar, cuando no hay
disponibilidad de atención de los padres para atender las expresiones emocionales
del niño (a) o adolescente.
También puede incluirse dentro de esta clasificación a los niños(as) y adolescentes
testigos de violencia. “Cuando éstos presencian situaciones crónicas de violencia
entre sus padres, presentan trastornos muy similares a los que caracterizan
quienes son víctimas de abuso”.
Descrita las disposiciones legales tanto internacionales como nacionales, los tipos
de violencia, siendo la más común y frecuente la psicológica o emocional, se podrá
decir que en aplicación del principio del interés superior del niño.La protección de
los derechos del niño prima sobre cualquier circunstancia que pueda afectarlos, en
ese sentido corresponde verificar los argumentos expuestos por el recurrente desde
una perspectiva no limitativa y más bien amplia en resguardo de los derechos de la
menor; razón o motivo, por el cual los Tribunales de justicia ordinaria tienen la
obligación de considerar la situación de éstos (menores) atendiendo precisamente
P á g i n a 660 | 846
ese interés superior, en resguardo del derecho de la menor que tiene incidencia
directa con el derecho de los litigantes que debaten la guarda.
En ese entendido, se deberá considerar los dos enfoques normativos que regulan
dicho instituto jurídico, el relativo a lo determinado en la Ley Nº 2026 (abrogada) y
la nueva Ley Nº 548, donde se tiene que: la guarda como institución, se encontraba
regulada por el art. 42 del Código Niño, Niña y Adolescente que textualmente
señala: “(CONCEPTO).- La guarda es una institución que tiene por objeto el
cuidado, protección, atención y asistencia integral a un niño, niña o adolescente
con carácter provisional y es otorgada mediante Resolución judicial a uno de los
progenitores; en casos de divorcio y separación de las uniones conyugales libres y
en otros casos a terceras personas carentes de Autoridad parental o tuición legal.”
(vigente al momento de la determinación de la misma), concepto que se mantiene
en el Nuevo Código Niña, Niño Adolescente Ley Nº 548, con ínfimas variantes;
consiguientemente se podrá entender que la guarda se configura como aquel
instituto jurídico mediante el cual se asume el cuidado y la custodia de un niño,
niña y adolescente, en ese sentido corresponderá citar a la doctrinaria Sandra
Pacheco de Kolle, quien en su obra Derecho de la Niñez y Adolescencia pág. 82 y
siguientes, señala: “…en función al interés superior del niño que ha de primar en
todo proceso en el que esté en juego alguno de sus derechos, la consideración
primordial será garantizarle condiciones materiales, sociales, familiares,
educativas, idóneas para el pleno desarrollo de su personalidad”, la primera
condición de los guardadores que permita un correcto desarrollo en condiciones
adecuadas para su bienestar, la segunda condición referida a las circunstancias
personales de los guardadores sobre aspectos de su salud física y psíquica, su
motivación, el equilibrio de su personalidad o estabilidad de pareja, y la última
condición referida a la predisposición de los guardadores para satisfacer las
necesidades educativas del niño o adolescente, en la que tenga que supervisar el
rendimiento escolar y la educación familiar, en la que se coadyuve al menor al
desarrollo de sus actividades educativas y culturales, así el art. 27 del Código Niño,
Niña y Adolescente (abrogado) señalaba: “(DERECHO A LA FAMILIA).- Todo
niño, niña y adolescente tiene derecho a desarrollarse y educarse en un ambiente
de afecto y seguridad en su familia de origen y, excepcionalmente, en una familia
sustituta que le asegure la convivencia familiar y comunitaria”, precepto legal que
en la actual Ley Nº 548 se mantiene con énfasis en el interés superior del niño,
entendiéndose con ello que el niño o niña tiene el derecho a formar su desarrollo
integral en una familia de origen al respecto sobre la familia de origen se dirá que
el art. 28 del mencionado Código abrogado señalaba que la misma se encuentra
constituida por los padres, los ascendientes y hasta los parientes colaterales, fijando
para estos últimos el cómputo Civil, ideal que se mantiene en el art. 36 del nuevo
Código, Ley Nº 548.
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Otra norma jurídica que se debe tomar en cuenta para resolver el presente problema
es lo determinado en el art. 40 del Nuevo Código Niña, niño, adolescente Ley Nº
548 que dispone: “(DERECHO A MANTENER RELACIONES PERSONALES Y
CONTACTO DIRECTO CON LA MADRE Y EL PADRE). Las niñas, niños y
adolescentes tiene el derecho a mantener de forma regular y permanente
relaciones personales y contacto directo con su madre y padre, aun cuando exista
separación entre ellos, salva que esto sea contrario a su interés superior.”,
normativa que para el caso de autos será la que se aplique en resguardo a lo
determinado en el art. 4 - I del mismo compendio legal que establece: “Las
disposiciones del presente Código son de orden público y de aplicación preferente
a favor de todas las niñas, niños y adolescentes que se encuentren en el territorio
nacional.”

P á g i n a 662 | 846
H
HERENCIA, EFECTOS DE LA ACEPTACION PURA Y SIMPLE
Auto Supremo: 997/2015 - L
Sucre: 29 de Octubre 2015
Determinación que ha asumido en el marco de sus facultades y atribuciones y
conforme al art. 1030 del Código Civil que dispone: “Por efectos de la aceptación
pura y simple, el patrimonio del de cujus y el patrimonio del heredero se
confunden y forman uno solo, cuyo titular es el último. Por tanto los derechos y
obligaciones del de cujus se convierten en los del heredero y éste es responsable
no sólo por las deudas propiamente dichas sino también por los legados y cargas
de la herencia”, de donde se infiere que el heredero recibe un patrimonio en el que
los activos responden también por los pasivos existentes, por lo mismo, la
Resolución recurrida se encuentra ajustada a derecho y no se constituye en una
Resolución “ultra petita” porque los extremos que deben ser considerados,
acreditados y resueltos en ejecución de Sentencia, con carácter previo a la subasta,
han sido parte de la relación jurídica procesal de las partes. Lo que hace infundado
el agravio denunciado.

P á g i n a 663 | 846
I
IGUALDAD DE LAS PARTES PROCESALES
Auto Supremo: 1056/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Ordinario, acción reivindicatoria, reconocimiento de mejor derecho
propietario, desocupación y entrega de bien inmueble.
La Sentencia Constitucional Plurinacional Nº 0235/2015-S1 de 26 de febrero,
diseño el siguiente razonamiento:
“El art. 119.I de la CPE, establece que: “Las partes en conflicto gozarán de
igualdad de oportunidades para ejercer durante el proceso las facultades y los
derechos que les asistan, sea por la vía ordinaria o por la indígena originaria
campesina”; esta disposición se convierte en un derecho exigible para los sujetos
procesales.
Postulado constitucional que habiendo sido interpretado por la reiterada
jurisprudencia constitucional, identificó al derecho a la igualdad de las partes
procesales, como uno de los elementos que conforman el derecho al debido
proceso; esta igualdad, presupone que los sujetos intervinientes en la contienda
judicial se hallan dotados de los mismos derechos, posibilidades y cargas, sin que
exista ningún tipo de privilegios a favor o en contra de alguno de ellos; es decir,
cada una de las partes del proceso, es titular de similares deberes y derechos
procesales y por lo tanto, deben ser sometidos a un mismo trato por el juez o
tribunal que conozca el proceso; esto implica que la autoridad jurisdiccional, no
puede favorecer con sus actos a ninguna de las partes en conflicto, por el contrario,
se ve obligada a mantener una posición neutral respecto a ellos, asegurando el
equilibrio procesal entre contrarios y materializando el valor justicia en toda su
dimensión.

ILICITUD DE LA CAUSA E ILICITUD DEL MOTIVO DE


CELEBRACION DEL CONTRATO, De la nulidad sustentada en el num. 3)
del art. 549 del Código Civil
P á g i n a 664 | 846
Auto Supremo: 603/2017
Sucre: 12 de junio 2017
Proceso: Nulidad de Documentos.
En relación a la ilicitud de la causa y la ilicitud del motivo que impulso a las partes
a celebrar el contrato, el art. 489 del Código Civil tipifica la causa ilícita señalando
que: “La causa es ilícita cuando es contraria al orden público o a las buenas
costumbres o cuando el contrato es un medio para eludir la aplicación de una
norma imperativa”; se hace preciso indicar que la causa como un elemento
constitutivo del contrato, está en la función económica-social que el contrato
desempeña, que a decir de los hermanos Mazeaud, “...ésta cumple una función
económico-social, que el contrato cumple, y consiste en la modificación de una
situación existente que el derecho objetivo considera importante para sus propias
finalidades; como tal, la causa es constante e inmutable, sea cual fuere la
intensión personal de cada una de las partes”. Bajo esos términos el Auto
Supremo Nº 120/2012 de 17 de mayo señaló que: “…resulta necesario aclarar que
como señala Francisco Messineo, la causa, entendida como el fin económico-
social, tiene una función teleológica (es el porqué del contrato). En otras palabras
para analizar la causa de un contrato debemos tener en cuenta el fin económico y
social del mismo. En un contrato de venta el objeto es la transferencia de la
propiedad de una cosa, en tanto que la causa, en términos generales, será el
intercambio de una cosa a cambio de un precio y, en particular, para el vendedor
la obtención del precio de la cosa, mientras que para el comprador la adquisición
de la propiedad de la cosa; aunque con ello de ninguna manera se quiere decir
que el precio sea realmente cancelado o la cosa realmente entregada”, por lo que
la causa se enmarca el fin económico social que el contrato busca en su
celebración, en ese margen el contrato se considera nulo por ilicitud de la causa
cuando la finalidad del contrato es contraria al orden público (contrato prohibido) o
a las buenas costumbres (contrato inmoral) o cuando el contrato es un medio para
eludir la aplicación de una norma imperativa (contrato ilegal).
Por otro lado, cabe precisar que el motivo ilícito encuentra su asidero en el art. 490
del Código Civil que señala: “El contrato es ilícito cuando el motivo que determina
la voluntad de ambos contratantes es contrario al orden público o a las buenas
costumbres”; a esto cabe precisar que el motivo es un elemento subjetivo, la
voluntad del sujeto para asistir al contrato, por lo que pareciere irrelevante el móvil
de las partes, por separado, para la validez del contrato, sin embargo cuando ese
motivo en conjunto determina el acuerdo arribado por las partes y el mismo es
contrario al orden público o las buenas costumbres ese contrato es considerado
ilícito. Al respecto Carlos Miguel Ibáñez (Derecho de los contratos, 2010, pág.
363) explica que: “Los motivos individuales de los contratantes sólo alcanzan
relevancia, cuando el móvil perseguido ha sido explicitado, incluido, incorporado,
en el contenido del contrato, lo que implica su conocimiento por la otra parte, y,
además ha constituido la causa determinante del consentimiento. En tal caso es un
motivo causalizado, que integra la causa fin, y si ese móvil se torna de
P á g i n a 665 | 846
cumplimiento imposible o si es ilícito, puede anular el contrato”, por ello se
explica que el motivo es ilícito cuando aquel móvil personal contrario al orden
público o a las buenas costumbres ha sido determinante para el acuerdo de las
voluntades, es decir el motivo individual -elemento subjetivo- se encuentra
incluido en la celebración del acto que por ser encontrado con el orden público o
las buenas costumbres se torna ilícito el mismo.
La jurisprudencia contenida en el Auto Supremo Nº 169/2015 de 10 de marzo, en
relación a la causa ilícita y motivo ilícito, a razonado que: “Al respecto, nuestra
legislación, conforme la corriente doctrinaria moderna, aceptó a la causa como un
elemento constitutivo del contrato, entendiendo a ésta en la función económica-
social que el contrato desempeña, tesis defendida por Mazeaud, entre los más
destacados, que al exponer sus argumentos de la causa indicaba que “...ésta cumple
una función económico- social, que el contrato cumple, y consiste en la
modificación de una situación existente que el derecho objetivo considera
importante para sus propias finalidades; como tal, la causa es constante e
inmutable, sea cual fuere la intensión personal de cada una de las partes”. De
igual criterio podemos citar a Carlos Miguel Ibáñez (Derecho de los contratos,
2010, pág. 358) que señala: “...la causa es la finalidad inmediata y directa que se
propone el que se obliga, y esa finalidad es igual para todos los que celebran un
mismo contrato con igual carácter en él. Todo comprador se propone la
adquisición de una cosa, todo vendedor la obtención del precio en dinero.
Entendiendo por causa esa sola finalidad del valor constante y abstracto...”. Bajo
estos términos la causa es independiente de la voluntad de los contratantes y es
distinta del motivo, pues solo tiene relevancia la causa final. Es por ello, que en
nuestra normativa Sustantiva Civil, se distinguió claramente en lo referente a la
causa de los contratos, la causa ilícita (art. 489 Código Civil) y al motivo ilícito
(art. 490 Código Civil); razón que la doctrina refiere que para la causa no interesa
el motivo, que es individual y contingente, sino el fin económico-social que se
vaya a cumplir. Morales Guillen referente al motivo ilícito nos señala: “…según
Messineo, ha de entenderse la representación de la realidad, en cuanto es la razón
determinante de la voluntad del sujeto para dar vida al contrato y cree que está
mejor expresado su concepto con el término móvil o causa eficiente. Así, el móvil
o motivo es, como tal representación, un hecho subjetivo a diferencia de la causa
que es un elemento objetivo”.

ILICITUD DE LA CAUSA Y EL MOTIVO EN EL CONTRATO


Auto Supremo: 106/2017
Sucre: 03 de febrero 2017
Proceso: Ordinarización de proceso ejecutivo, nulidad de documentos y
entrega de testimonio.
En el Auto Supremo Nº 100/2016 de 04 de febrero al realizar el análisis del art. 549
en su inc. 3) se ha señalado lo siguiente: “…Por ilicitud de la causa y por ilicitud
P á g i n a 666 | 846
del motivo que impulso a las partes a celebrar el contrato.”, precepto que debe
entenderse en sus dos elementos como ser la causa ilícita y el motivo ilícito, en el
primer caso que también está regulado en el art. 489 del CC, diremos que la causa
es lícita cuando es conforme al orden público o las buenas costumbres y no busca
eludir una norma de aplicación imperativa; por otra parte en un contrato con
causa ilícita las partes persiguen una finalidad económico- práctica, contraria a
normas imperativas (contrato ilegal) o a los principios de orden público (contrato
prohibido) o de las buenas costumbres (contrato inmoral)”.
Respecto a lo anterior, en el Auto Supremo Nº 113/2016 de 05 de febrero, sobre el
motivo ilícito se ha concretado lo siguiente: “Asimismo respecto al “motivo
ilícito”, corresponde señalar al art. 490 del Código Civil, hace referencia a que la
ilicitud debe incidir en el motivo subjetivo, que sea contrario al orden público y las
buenas costumbres, el doctrinario Morales Guillen, señala: “…según Messineo, ha
de entenderse la representación de la realidad, en cuanto es la razón determinante
de la voluntad del sujeto para dar vida al contrato y cree que está mejor expresado
su concepto con el término móvil o causa eficiente. Así, el móvil o motivo es, como
tal representación, un hecho subjetivo a diferencia de la causa que es un elemento
objetivo”.

ILICITUD DEL MOTIVO QUE IMPULSO A LAS PARTES A CELEBRAR


EL CONTRATO, nulidad sustentada en el núm. 3) del art. 549 del Código
Civil:
Auto Supremo: 913/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de documento de compra venta, nulidad de registro y
resarcimiento de daños y perjuicios.
Con relación al tema se orientó en el Auto Supremo No 228/2016, de fecha 15 de
marzo de 2016: “En relación a la ilicitud de la causa y la ilicitud del motivo que
impulso a las partes a celebrar el contrato, el art. 589 del Código Civil tipifica la
causa ilícita señalando que: “La causa es ilícita cuando es contraria al orden
público o a las buenas costumbres o cuando el contrato es un medio para eludir la
aplicación de una norma imperativa”; se hace preciso indicar que la causa como
un elemento constitutivo del contrato, está en la función económica-social que el
contrato desempeña, que a decir de los hermanos Mazeaud, “...ésta cumple una
función económico-social, que el contrato cumple, y consiste en la modificación de
una situación existente que el derecho objetivo considera importante para sus
propias finalidades; como tal, la causa es constante e inmutable, sea cual fuere la
intensión personal de cada una de las partes”. Bajo esos términos el Auto
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Supremo Nº 120/2012 de 17 de mayo señaló que: “…resulta necesario aclarar que
como señala Francisco Messineo, la causa, entendida como el fin económico-
social, tiene una función teleológica (es el porqué del contrato). En otras palabras
para analizar la causa de un contrato debemos tener en cuenta el fin económico y
social del mismo. En un contrato de venta el objeto es la transferencia de la
propiedad de una cosa, en tanto que la causa, en términos generales, será el
intercambio de una cosa a cambio de un precio y, en particular, para el vendedor
la obtención del precio de la cosa, mientras que para el comprador la adquisición
de la propiedad de la cosa; aunque con ello de ninguna manera se quiere decir
que el precio sea realmente cancelado o la cosa realmente entregada”, por lo que
la causa se enmarca el fin económico social que el contrato busca en su
celebración, en ese margen el contrato se considera nulo por ilicitud de la causa
cuando la finalidad del contrato es contraria al orden público (contrato prohibido) o
a las buenas costumbres (contrato inmoral) o cuando el contrato es un medio para
eludir la aplicación de una norma imperativa (contrato ilegal).
IMPERTINENCIA DE LOS RECLAMOS NO ANALIZADOS NI
RESUELTOS EN SEGUNDA INSTANCIA “PER SALTUM”
Auto Supremo: 1191/2016
Sucre: 24 de octubre 2016
Proceso: Reivindicación
“Argumentos que ciertamente, no merecieron pronunciamiento alguno en segunda
instancia, motivo por el cual los mismos no merecen consideración alguna debido
al principio del per saltum (pasar por alto), puesto que para estar a derecho, el
recurrente debió instar en apelación dicho debate y así agotar legal y
correctamente toda la segunda instancia. Criterio asumido en varios Autos
Supremos que orientan sobre la aplicación del per saltum, así tenemos el A.S. Nº
154/2013 de fecha 08 de abril, el cual estableció que: “Por la característica de
demanda de puro derecho a la que se asemeja el recurso de casación, las
violaciones que se acusan deben haber sido previamente reclamadas ante el
Tribunal de Alzada, a objeto de que estos tomen aprehensión de los mismos y
puedan ser resueltos conforme la doble instancia, o sea, el agravio debe ser
denunciado oportunamente ante los Tribunales inferiores conforme cita el art. 254
núm. 4) del Código Adjetivo Civil, y de ningún modo realizarlo en el recurso
extraordinario de casación, porque no es aceptable el "per saltum", que implica el
salto de la o las instancias previas a la intervención del Tribunal de Casación,
como es el caso. Toda vez que el Tribunal de Casación, apertura su competencia
para juzgar la correcta o incorrecta aplicación o inaplicación de la norma
contenida en el pronunciamiento de alzada, respecto precisamente, al o los
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agravios que oportunamente fueron apelados y sometidos a conocimiento del Ad
quem.”

IMPOSIBILIDAD DE ADQUIRIR POR USUCAPIÓN BIENES DE


DOMINIO PÚBLICO
Auto Supremo: 523/2017
Sucre: 17 de mayo 2017
Proceso: Ordinario, usucapión decenal.
La jurisprudencia de este Supremo Tribunal ha orientado en el Auto
Supremo Nº 785/2015 de 11 de Septiembre, que:”… La usucapión decenal o
extraordinaria instituida en el art. 138 del C.C., concordante con el art. 110 del
mismo cuerpo legal, constituye una de las formas originarias de adquirir la
propiedad a través de la posesión, por la cual el poseedor se convierte en
propietario en virtud a una declaración judicial siempre y cuando haya cumplido
con la posesión y demás condiciones requeridas por ley. Acción ante la cual los
jueces y Tribunales ordinarios están en la obligación de realizar el análisis de
cuatro cuestiones básicas para determinar la procedencia o no de la usucapión
decenal, en este sentido se debe determinar si:
1).- ¿El bien inmueble es susceptible de usucapión?; para responder a esta
pregunta se debe determinar si el inmueble es privado, público o está dentro el
comercio humano.
2) ¿El actor es poseedor?; pregunta por la cual se debe determinar si quien
pretende usucapir el bien en cuestión demostró estar en posesión del bien
inmueble.
3) ¿La posesión es útil?; ante esta pregunta se debe determinar si la posesión es
pública es decir que no sea oculta ante terceros o ante quien pueda oponerse,
pacifica lo que significa que no exista violencia para ingresar o mantener la
posesión, y continuada en cuanto no haya existido interrupción civil o natural.
4) ¿Transcurrió el tiempo establecido para la prescripción adquisitiva (usucapión)
decenal?; pregunta que cuestiona si se cumplió con lo diez años de posesión que la
ley establece.
Es en esta lógica, se debe señalar que el Tribunal de Alzada a través del Auto de
Vista recurrido por el que revoca la Sentencia de primera instancia, ha
determinado que el bien inmueble que los recurrentes pretende usucapir no cumple
o encuadra con la primera pregunta, es decir, si el bien inmueble es susceptible de
usucapión, determinando que el bien inmueble no es privado, sino público de
propiedad del Gobierno, fundamentando la imposibilidad de procedencia de la
Usucapión en el caso presente…339.II de la C.P.E…”
En ese entendimiento también se encuentra plasmado en el art. 339-II de la
Constitución Política del Estado que dispone: “…Los bienes de patrimonio del
Estado y de las entidades públicas constituyen propiedad del pueblo boliviano,
inviolable inembargable, imprescriptible e inexpropiable: no podrán ser
empleados en provecho particular alguno...”
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(…)
… corresponde también señalar que el art. 339.II de la Constitución Política del
Estado que describe lo siguiente: “…Los bienes de patrimonio del Estado y de las
entidades públicas constituyen propiedad del pueblo boliviano, inviolable
inembargable, imprescriptible e inexpropiable: no podrán ser empleados en
provecho particular alguno...”, descripción que no permite la prescripción de
dominio público, del mismo modo también es preciso señalar lo establecido en el
art. 91 del Código Civil, refiriendo que: “La posesión de cosas fuera del comercio
no produce ningún efecto. Se salva lo dispuesto respecto a las acciones posesorias
en el libro V del Código presente”; bajo esas dos disposiciones se tiene que
nuestra legislación no permite usucapir bienes de dominio público.
(…)
Finalmente corresponde señalar que la propiedad pública es inalienable, es decir
el poder de disposición jurídica del derecho se encuentra expresamente
paralizado; de lo que se concluye que el bien público sometido a dominio público
no está en el comercio respecto del poder de enajenación. Es imprescriptible,
porque nadie puede ganar por usucapión el dominio de las entidades públicas y
como en el caso presente si alguien invade, en términos físicos, un bien público,
sus actos materiales no se pueden reconocer como verdadera posesión; es así que
al presente se evidencia de manera concluyente que la usucapión que pretende
sobre el terreno motivo de la litis es de propiedad estatal, tal cual ha demostrado
la Corporación Minera de Bolivia a través de los planos y certificaciones descritas
supra, con los que demostró que el predio corresponde a un bien del Estado,
consecuentemente sus reclamos devienen en infundados.

IMPOSIBILIDAD DE DEMANDAR ANULABILIDAD ABSOLUTA DEL


MATRIMONIO POR CARECER DE LEGITIMACIÓN
Auto Supremo: 1101/2016
Sucre: 23 de septiembre 2016
Proceso: Anulabilidad absoluta de matrimonio.
En relación al tema, este Tribunal Supremo ha emitido criterio ya en diversos
Autos Supremos, entre ellos el signado con el Nº 433, de 5 de agosto de 2014 en el
que se señaló que: “En el régimen de la anulabilidad absoluta, bajo el mismo
impedimento de matrimonio anterior, la segunda parte del art. 83 del Código de
Familia, en forma genérica expresa que: “La anulación puede ser demandada por
los mismos cónyuges, por sus padres o ascendientes y todos los que tengan un
interés legítimo y actual, así como por el ministerio público”; ésta norma no
especifica quienes son los que pueden accionar de forma legítima la anulabilidad
absoluta, por ligamen anterior, sin embargo nos otorga un marco normativo a
seguir. A ello, podemos manifestar que los legitimados para accionar son: Los
padres o ascendientes; luego “los que tengan un interés legítimo”, entendiendo
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que, en la medida de tratarse un impedimento, son en defecto de los padres o
ascendientes, los parientes colaterales de los cónyuges, o en su caso, el cónyuge
del anterior matrimonio cuyo enlace sigue vigente; a más que para accionar se
debe tener presente de estos el “interés actual”, es decir que el interés sobre el
cual se fija el impedimento al momento de la celebración siga vigente en el
instante de establecerse la acción de anulabilidad, que en el caso de matrimonio
vigente anterior, no se haya disuelto éste por cualquier hecho como es el la muerte
del cónyuge del matrimonio a anularse.
En este mismo análisis el art. 90 de la norma familiar, señala que la acción de
anulación del matrimonio no se transmite a los herederos sino cuando hay
demanda pendiente a tiempo del deceso de quien podía interponerla, es decir que
la acción de anulación no es transmisible a los herederos sino por sustitución
procesal cuando se entabló previamente la demanda al deceso del legitimado.
Por lo fundamentado, se debe señalar que no toda persona que tenga un interés en
la anulabilidad del matrimonio de otro, está legitimado para accionar por ley, ya
que conforme la interpretación del art. 83 del Código de Familia, para el caso de
la contravención del art. 46 de la misma norma familiar, están legitimados el
cónyuge que contrajo matrimonio posterior, los padres o ascendientes de los
contrayentes, y los que tengan un interés legítimo y actual, estando en esta
permisión los parientes colaterales de los cónyuges, en defecto de los padres, o en
su caso, el cónyuge del anterior matrimonio cuyo enlace sigue vigente, para todos
ellos siempre y cuando ese interés que debió estar a momento de la celebración del
matrimonio esté aún latente en función al impedimento.”
Reiterando este criterio entre otros fallos en el Auto Supremo No. 868/2015 – L, 2
de Octubre.

IMPOSIBILIDAD DE INTERPONER RECURSO DE CASACIÓN CONTRA


LOS PROCESOS DE DESVINCULACIÓN CONYUGAL establecido en el
Código de las Familias y del Proceso Familiar y su Vigencia Anticipada:
Auto Supremo: 1084/2016
Sucre: 19 de septiembre 2016
Proceso: Divorcio
Sobre el tema en cuestión, preliminarmente corresponde señalar que, si bien el
principio de impugnación se configura, como principio regulador de los recursos
consagrados por las leyes procesales con la finalidad de corregir, modificar,
revocar o dejar sin efecto las resoluciones judiciales que ocasionen agravios a
alguna de las partes, y si bien por principio todo acto jurisdiccional es impugnable,
sin embargo no es menos evidente, que ese derecho no es absoluto para todos los
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proceso e instancias, debido a que este se encuentra limitado, por la misma ley, ya
sea, por el tipo de proceso, por la clase o naturaleza de la (resolución tomando en
cuenta la trascendencia de la decisión), sin que ello implique afectar el derecho de
las partes, sino la búsqueda de lograr una mayor celeridad en las causas que se
tramitan y alcanzar ese fin jurídico-social de solución al conflicto jurídico.
El Código de las Familias y del Proceso Familiar establecido por la Ley Nº 603 de
19 de noviembre de 2014, en su Disposición Transitoria Segunda, establece: “I.
Entrarán en vigencia al momento de la publicación del presente Código, las
siguientes normas que alcanzan inclusive a los procesos judiciales en trámite en
primera y segunda instancia, y en ejecución de fallos: b) Régimen del divorcio
y desvinculación conyugal, y disposiciones conexas del presente Código”, y en el
caso de la citada ley la publicación por la Gaceta Oficial del Estado
Plurinacional de Bolivia, data de fecha 24 de noviembre de 2014.
En este entendido, se tiene que conforme al nuevo Código de las Familias y del
Proceso Familiar (Ley 603), el divorcio y la desvinculación de unión libre se
encuentra catalogado como un proceso extraordinario conforme lo determina en su
art. 434. Por otra parte, el art. 444 del precitado Código, señala: “Presentada la
apelación, previo traslado a la parte contraria, la autoridad judicial remitirá al
superior los actuados correspondientes. Contra el Auto de Vista, no procede el
recurso de casación”. Precepto normativo que claramente establece que los fallos
emitidos en proceso de divorcio no puedan ser impugnados con recurso de casación
Es en virtud a la referida Disposición Transitoria Segunda de la Ley Nº 603 de 19
de noviembre de 2014, que se dispone la vigencia anticipada de ciertas normas del
mencionado compilado de Familias, entre ellas el relativo al régimen de divorcio y
desvinculación conyugal, que inclusive alcanza a los procesos judiciales en trámite
en primera y segunda instancia, es decir, respecto de los procesos que se
encuentren en trámite al momento de su vigencia, así como en ejecución de fallos,
normas que sin duda incide en el sistema recursivo o de impugnaciones.
Por otra parte, el art. 399 parágrafos II de la Ley Nº 603 que señala: “II. El
tribunal negará directamente la concesión del recurso cuando: a) Hubiere sido
interpuesto después de vencido el plazo. b) La resolución impugnada no admita
recurso de casación…”, norma que faculta al Tribunal de Segunda Instancia a
negar la concesión del recurso de casación sobre Autos de Vista que resuelven la
apelación en los procesos de divorcio y desvinculación conyugal, ya que resultan
ser una resolución no recurrible.

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IMPOSIBILIDAD DE INTERPONER RECURSO DE CASACIÓN CONTRA
LOS PROCESOS DE DESVINCULACIÓN CONYUGAL establecido en el
Código de las Familias y del Proceso Familiar y su Vigencia Anticipada
Auto Supremo: 837/2016
Sucre: 18 de julio 2016
Proceso: Ruptura Unilateral
Sobre el tema en cuestión, preliminarmente corresponde señalar que, si bien el
principio de impugnación se configura, como principio regulador de los recursos
consagrados por las leyes procesales con la finalidad de corregir, modificar,
revocar o dejar sin efecto las resoluciones judiciales que ocasionen agravios a
alguna de las partes, y si bien por principio todo acto jurisdiccional es impugnable,
sin embargo no es menos evidente, que ese derecho no es absoluto para todos los
proceso e instancias, debido a que este se encuentra limitado, por la misma ley, ya
sea, por el tipo de proceso, por la clase o naturaleza de la (resolución tomando en
cuenta la trascendencia de la decisión), sin que ello implique afectar el derecho de
las partes, sino de la búsqueda lograr una mayor celeridad en las causas que se
tramitan y alcanzar ese fin jurídico-social de solución al conflicto jurídico.
El Código de las Familias y del Proceso Familiar establecido por la Ley Nº 603 de
19 de noviembre de 2014, en su Disposición Transitoria Segunda, establece: “I.
Entrarán en vigencia al momento de la publicación del presente Código, las
siguientes normas que alcanzan inclusive a los procesos judiciales en trámite en
primera y segunda instancia, y en ejecución de fallos: b) Régimen del divorcio
y desvinculación conyugal, y disposiciones conexas del presente Código”, y en el
caso de la citada ley la publicación por la Gaceta Oficial del Estado
Plurinacional de Bolivia, data de fecha 24 de noviembre de 2014.
En este entendido, se tiene que conforme al nuevo Código de las Familias y del
Proceso Familiar (Ley 603), el divorcio y la desvinculación de unión libre se
encuentra catalogado como un proceso extraordinario conforme lo determina en su
art. 434. Por otra parte, el art. 444 del precitado Código, señala: “Presentada la
apelación, previo traslado a la parte contraria, la autoridad judicial remitirá al
superior los actuados correspondientes. Contra el Auto de Vista, no procede el
recurso de casación”. Precepto normativo que claramente establece que los fallos
emitidos en proceso de divorcio puedan ser impugnados con recurso de casación
Es en virtud a la referida Disposición Transitoria Segunda de la Ley Nº 603 de 19
de noviembre de 2014, que se dispone la vigencia anticipada de ciertas normas del
mencionado compilado de Familias, entre ellas el relativo al régimen de divorcio y
desvinculación conyugal, que inclusive alcanza a los procesos judiciales en trámite
en primera y segunda instancia, es decir, respecto de los procesos que se
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encuentren en trámite al momento de su vigencia, así como en ejecución de fallos,
normas que sin duda incide en el sistema recursivo o de impugnaciones.
Por otra parte, el art. 399 parágrafos II de la Ley Nº 603 que señala: “II. El
tribunal negará directamente la concesión del recurso cuando: a) Hubiere sido
interpuesto después de vencido el plazo. b) La resolución impugnada no admita
recurso de casación…”, norma que faculta al Tribunal de Segunda Instancia a
negar la concesión del recurso de casación sobre Autos de Vista que resuelven la
apelación en los procesos de divorcio y desvinculación conyugal, ya que resultan
ser una resolución no recurrible.

IMPRESCRIPTIBILIDAD DE LA ACCIÓN DE NULIDAD


Auto Supremo: 233/2016
Sucre 15 de marzo 2016
Proceso: Nulidad de Escritura Pública, cancelación de partida en Derechos
Reales y Reconocimiento de Derecho Propietario.
El art. 552 del sustantivo civil, establece que la acción de nulidad es
imprescriptible, sobre el particular Carlos Morales Guillen en su Libro Código
Civil Concordado y Anotado, Cuarta Edición, Tomo I, refiere que: “Está pues
entre los caracteres de la nulidad su perpetuidad y, por consiguiente, la
imprescriptibilidad de la acción para hacerla declarar judicialmente salvo
(Messineo) alguna excepción, como la del art. 1208…”. De lo expuesto se deduce
que dicha disposición al estar referida a la nulidad de un acto jurídico bilateral, es
decir a un contrato, el mismo puede ser interpuesto en cualquier momento y por
quien tenga intereses legítimo, en otras palabras el plazo para accionar la nulidad
de un contrato, por cualquiera de las causales señaladas en el art. 549 de dicha
normativa, no prescribe con el transcurso del tiempo.
Ahora bien, el art. 1507 del Sustantivo Civil al cual hace referencia la parte
recurrente y que a su criterio debió aplicarse en el caso de autos, señala claramente
que lo que prescribe en el plazo de cinco años son los derechos patrimoniales,
aspecto diferente a las acciones personales como es la acción de nulidad de un acto
jurídico. En esa lógica, el Auto Supremo Nº 1051/2015 de fecha 16 de noviembre
de 2015, señaló: “Según el Tratadista Guillermo A. Borda: “…de acuerdo a una
clásica distinción, las acciones patrimoniales se dividen en reales y personales.
Las primeras son las que se dan en protección de los derechos reales y tienen las
siguientes características generales: a) gozan del ius persequendi; ósea de la
facultad de hacer valer el derecho contra cualquiera que se halle en posesión de la
cosa… las acciones personales en cambio se dan en protección de los derechos
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personales y tienen las siguientes características: a) solamente pueden ser
ejercitadas contra el o los obligados; b) tienden a la extinción del derecho, porque
una vez ejercida la acción y cobrado el crédito se extingue la obligación….”, con
la aclaración del autor antes citado, de que los caracteres señalados sirven como
tendencia general antes que como expresión de caracteres típicos de cumplimiento
obligatorio. En este entendido, diremos que las acciones reales son aquellas que
garantizan la defensa del derecho propietario sobre determinada cosa o bien
inmueble que buscan prevenir impedir o reparar una lesión al derecho propietario
y al ejercicio de las facultades que el derecho propietario conlleva; por otra parte
las acciones personales se ejercen contra personas determinadas, por conflictos
que surgen de un contrato, u otro acto jurídico, o un delito, es decir busca
garantizar el goce pleno y libre de un derecho patrimonial…..Demanda de
nulidad, que hace a una acción personal regulada por el art. 549 del C.C., que
procede cuando el contrato u acto Jurídico del cual deberían emerger
obligaciones contiene vicios insubsanables por disposición expresa de la ley y lo
que impide que un contrato o acto jurídico tenga validez jurídica que pueda
afectar los derechos de una de las partes o como en el caso presente de terceros
con interés legítimo, pues se constituye en un acto viciado desde su nacimiento,
razón por la que la acción personal de demandar la nulidad es imprescriptible y
no es susceptible de confirmación. La Sentencia que dispone la nulidad de un
contrato tiene un efecto retroactivo sobre los efectos aparentes que dicho acto nulo
produjo, ya que se retrotraen al nacimiento del mismo del acto jurídico viciado y
lo hacen desaparecer quedando todo como era hasta antes de la celebración del
contrato.”

IMPRESCRIPTIBILIDAD DE LA ACCIÓN REIVINDICATORIA


Auto Supremo: 54/2016
Sucre: 29 de enero 2016
Por otra parte en lo concerniente al art. 1454 del Código Civil donde
dispone: “(Imprescriptibilidad de la acción reivindicatoria). La acción
reivindicatoria es imprescriptible, salvo los efectos que produzca la adquisición
de la propiedad por otra persona en virtud de la usucapión”. Es decir que el
propietario que ha perdido la posesión de una cosa puede reivindicarla de quien la
posee o la detenta y que la acción reivindicatoria es imprescriptible, salvo los
efectos que produzca la adquisición de la propiedad por otra persona en virtud de la
usucapión.
En ese contexto se dirá que, la reivindicación es también una acción de defensa de
la propiedad que se halla reservada al: "propietario que ha perdido la posesión de

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una cosa" y que el derecho propietario, por su naturaleza, conlleva la "posesión"
emergente del derecho mismo, consiguientemente no necesariamente debe estar en
posesión corporal o natural del bien, habida cuenta que tiene la "posesión Civil"
que está integrada en sus elementos "corpus y animus", quedando claro, que la
acción de restitución o devolución de la propiedad de un tercero es imprescriptible
y puede ser aplicada en cualquier momento, por el propietario, de donde se tiene
que el Tribunal de alzada al momento de asumir tal decisión de confirmar la
Sentencia observó la normativa prevista en el art. 1454 del Código Civil no
incurriendo en vulneración al respecto.
Por otro lado, cabe enfatizar cuando los recurrentes hacen alusión al art. 138 del
Código Civil, al sostener que el Tribunal de alzada no hubiese considerado la
norma precitada, respecto a ello debe quedar claro cómo se tiene establecido en la
doctrina así como en la jurisprudencia emitida en relación al tema que, para la
procedencia de la usucapión ésta debe contener tres requisitos que son: 1.- La
posesión continuada durante diez años, 2.- La posesión pacífica 3- La posesión
ininterrumpida por ese tiempo. Cumplidos los mismos y declarada judicialmente la
usucapión, ésta produce un doble efecto; el primero adquisitivo para los
usucapientes y el segundo prescriptivo para el usucapido.
Ahondando sobre el elemento posesión, el art. 87 del Código Civil señala: “I. La
posesión es el poder de hecho ejercido sobre una cosa mediante actos que denotan
la intención de tener sobre ella el derecho de propiedad u otro derecho real”;
norma que refiere sobre el ejercicio de hecho sobre la cosa y la intensión de tener
sobre ella el dominio, postulado normativo que distingue los elementos objetivo y
subjetivo de la posesión, concurrencia funcional posesoria, que desde la doctrina
fue impulsada por Savigny en su teoría subjetiva de la posesión, distinguiendo la
posesión de la tenencia por el dominio físico de la cosa, que constituye el corpus;
y, el comportarse como dueño en relación a la cosa, o sea, hacer con la cosa
aquello que legalmente puede hacer su propietario, que compone el animus.
Denotándose que la posesión es la autoridad de hecho que se ejerce sobre la cosa,
satisfaciendo la necesidad propia por el comportamiento respecto a ella, sin que
medie voluntad, subordinación o dominio ajeno sobre el bien del cual se tiene el
acto posesorio.
Sobre el tema el Auto Supremo Nº 281 de 29 de mayo de 2013 señaló: “Tanto la
doctrina como la legislación, conciben a la posesión como un poder de hecho
ejercido sobre las cosas (bienes), que produce efectos jurídicos, que implica la
realización de actos positivos sobre la cosa que denotan la intención de
comportarse frente al bien como si fuera el dueño.
En la posesión, el poder material que se ejerce sobre el bien se sustenta en la
voluntad libre e independiente de usar o aprovechar económicamente el bien, es

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decir, sin que se reconozca dominio ajeno sobre el mismo, es precisamente esa
actitud lo que marca la diferencia entre la posesión y la tenencia…”.

IMPROCEDENCIA DE LA NULIDAD POR DOBLE SORTEO CUANDO


ESTE NO ES ACUSADO OPORTUNAMENTE
Auto Supremo: 1239/2016
Sucre: 28 de octubre 2016
Proceso: Nulidad de adjudicación por error de identidad, fraude procesal,
anulabilidad de novación contractual, restitución de pago de lo indebido,
reparación de resoluciones ilegales e injustas dictadas dentro de juicio ejecutivo,
conculcación de normas del debido proceso, pago de daños y perjuicios y otros.
Conforme se desarrolló en el punto precedente, actualmente no procede la nulidad
por perdida de competencia, aspecto que resulta conexo con el criterio de la mala
práctica que solían efectuar algunos Tribunales de Segunda Instancia de realizar un
doble sorteo a efectos de realizar un nuevo computo ante disidencia de uno de sus
miembros, tratando de alguna manera de evitar perder competencia; hecho que
solía ser causal de nulidad, sin embargo el entendimiento jurisprudencial respecto a
la perdida de la competencia fue modulado, conforme se tiene desarrollado en el
punto precedente y que incluso fue acogido en el Código Procesal Civil que no
reconoce la nulidad por perdida de competencia ante la emisión de una resolución
emitida fuera de plazo; es en este entendido que este Tribunal de casación en efecto
de la línea jurisprudencial desarrollada en el punto III.2 de la doctrina ampliable
orientó, que en los casos en que los Tribunales de Segunda instancia que realizaron
dobles sorteos en razón a lo antes expuesto, no procedía la nulidad de obrados.
Entre ellos podemos citar: el Auto Supremo Nº 745/2014 de 12 de diciembre que
al respecto orientó: “Con relación a la denuncia de que el Auto de Vista se
encontraría viciado de nulidad porque la ley no contemplaría el doble sorteo y en
el caso de Autos se habría sorteado el proceso en fecha 14/02/2014 recayendo el
mismo a la Dra. Editha Pedraza como vocal relatora, y en fecha 13/03/2014
debido a la disidencia expresada por los Dres. Alain Núñez Rojas y Teresa
Lourdes Ardaya Pérez respecto del proyecto de la primera relatora, se habría
realizado un segundo sorteo entre los disidentes, habiéndose pronunciado el Auto
de Vista presuntamente en fecha 14/03/2014 cuando la realidad de los hechos
sería otra, ya que la diligencia con el Auto habría sido realizado después de más
de cuatro meses, por lo que solicitan la nulidad de obrados; sobre el caso y
conforme a la revisión de obrados, se advierte que efectivamente mediante nota de
fecha 13 de marzo de 2014, el secretario de Cámara de la Sala Civil Segunda hizo
conocer que al haber sido de votos disidentes los Vocales Alain Núñez y Teresa
P á g i n a 677 | 846
Ardaya respecto al proyecto de la Vocal Editha Pedraza se procedió a sortear
nuevamente el expediente para dictar resolución entre los Vocales disidentes,
recayendo el proceso al vocal Alain Núñez, erróneo procedimiento que no es
compartido por éste Tribunal Supremo, toda vez que el art. 53 de la Ley N°025,
dispone que las resoluciones se aprueban por mayoría absoluta de votos de sus
miembros y estando la Sala Civil Segunda del Tribunal Departamental de Justicia
de Santa Cruz conformada por tres Vocales, la mayoría absoluta se conforma con
dos de ellos, en consecuencia ante la disidencia de dos Vocales respecto al
proyecto presentado por la primera Vocal a quien fue sorteado inicialmente el
expediente, el primer vocal disidente de manera Automática y sin la necesidad de
realizar un nuevo sorteo se constituye en el segundo Vocal relator y si esta
segunda noción es apoyada por el segundo vocal disidente se constituye
válidamente la resolución con la existencia de dos votos uniformes, por lo que
resulta innecesario que se realice un nuevo sorteo entre los disidentes del primer
proyecto.
De igual forma, respecto a la solicitud de nulidad de obrados, corresponde
referirnos al nuevo régimen de nulidades inmerso en la Nueva Constitución
Política del Estado, que establece que la nulidad de obrados al ser una medida de
carácter excepcional y de última ratio, es aplicable cuando se constata la
afectación al debido proceso en su componente del derecho a la defensa y bajo la
observancia de ciertos principios como por ejemplo el de preclusión que establece
que la parte que creyere ser afectada con un acto que considera defectuoso, no
reclama oportunamente, es decir con su primera actuación, este su derecho a
reclamar precluye, es decir que no puede reclamar sobre el mismo en otras etapas
posteriores; de igual forma en relación a este principio de preclusión tenemos al
de convalidación, por el cual los actos que se consideran irregulares quedan
firmes si la parte que se considera afectada al margen de no reclamar
oportunamente valida el mismo con su silencio y con la realización de actos
posteriores. De ahí que en Autos, conforme a la papeleta de notificación de fs. 310,
la parte recurrente se notificó y consecuentemente tomó conocimiento del Auto de
Vista y el Voto Disidente, en fecha 18 de julio de 2014, es decir cuatro meses
después de la emisión de la resolución de Alzada, por lo que se concluye que tuvo
el tiempo suficiente para observar la irregularidad que hoy denuncia por ser el
fallo contrario a sus pretensiones, habiendo consecuentemente, con su silencio
consentido y avalado las mismas, por lo que no resulta pertinente que reclame
recién estos aspectos, más aun si desde la emisión del Auto de Vista hasta la
notificación con el mismo pasaron más de cuatro meses, negligencia atribuible a
la parte que no puede ser suplida por éste Tribunal, lo que no significa que se
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comparta o apruebe el irregular procedimiento asumido por el Tribunal de
Alzada.”.
Así también, tenemos el Auto Supremo Nº 500/2014 de 08 de septiembre, que
resolvió:“Con relación a las irregularidades que observa la recurrente respecto al
doble sorteo del recurso de apelación, dispuesto por la Vocal relatora Dra. Lineth
Marcela Borja Vargas quien por decreto de 31 de marzo de 2014, habría anulado
el sorteo de fecha 17 de febrero de 2014 por la disidencia de los otros dos Vocales
de la Sala con el proyecto de 07 de marzo, que ilegal e irregularmente no habría
sido incorporado a obrados lo que era imprescindible para controlar si
efectivamente el primer proyecto fue emitido dentro del plazo de los 30 días;
porque con la presentación del proyecto concluye la competencia del vocal relator
y no estaba habilitada para dejar sin efecto el referido sorteo cuando el plazo
para su pronunciamiento ya había fenecido; porque la existencia de un segundo
sorteo, no obsta para que el primer Vocal relator no intervenga en la firma de la
resolución emitida haciendo constar los fundamentos de su voto disidente porque
la Sala está compuesta por 3 Vocales, infringiendo los arts. 204-III, 254 – 1), 3) y
7) y el art. 53 de la Ley del Órgano Judicial
Al respecto, de la revisión de obrados, se advierte que efectivamente mediante
decreto de fecha 31 de marzo de 2014, la primera Vocal Relatora Lineth Marcela
Borja Vargas, ante la disidencia formulada al proyecto por parte de los otros dos
Vocales miembros de la Sala, dejó sin efecto el sorteo de 17 de febrero de 2014
disponiendo en aplicación del art. 53 de la Ley de Órgano Judicial, que el proceso
sea sorteado entre los dos Vocales disidentes, erróneo procedimiento que no es
compartido por este Supremo Tribunal, toda vez que conforme establece el art. 53
de la Ley del Órgano Judicial Nº 025, las resoluciones se aprueban por mayoría
absoluta de votos de sus miembros y estando la Sala Civil Primera integrada por
tres miembros, la mayoría absoluta de votos se conforma con dos Vocales, en
consecuencia ante la disidencia de dos de sus miembros al proyecto de la primera
Vocal relatora, el primer Vocal disidente automáticamente y sin necesidad de
nuevo sorteo se constituyó en el segundo Vocal Relator cuando esa noción fue
apoyada y aceptada por el segundo Vocal disidente, formándose en ese momento
válidamente la resolución con la existencia de dos votos conformes, resultando
innecesario e irregular que se disponga nuevo sorteo entre los disidentes con el
primer proyecto.
Sin embargo, desde la visión de la nueva Constitución Política del Estado, surge
para el tema de las nulidades un nuevo régimen que prevé que la nulidad de
obrados es una medida de última ratio, aplicable solo cuando se constata
afectación al debido proceso, en su componente del derecho a la defensa y bajo la
P á g i n a 679 | 846
observancia de ciertos requisitos que devienen en la aplicación de los nuevos
principios que guían a las nulidades, como por ejemplo el principio de preclusión
que establece el cierre de una etapa procesal cuando al momento de su conclusión,
la parte que se siente agraviada o detecta vicio o defecto en la tramitación, no
interpone reclamo en su primera actuación después de conocer la irregularidad o
vicio, ligado este principio al de convalidación, por el cual los actos aun
irregulares quedan firmes si la parte que se siente afectada no ha reclamado de él
en su primera actuación posterior y al contrario ha validado la misma con su
silencio y la realización de actos posteriores, en Autos, por la papeleta de
notificación que cursa a fs. 286 de obrados, se evidencia que la recurrente tomó
conocimiento de los defectos acusados en fecha 31 de marzo de 2014 y, el segundo
sorteo se realizó recién el 07 de abril de 2014 como consta del sello de sorteo de
fs. 286 vta. de lo que se infiere que antes de la emisión del Auto de Vista que hoy
impugna, tuvo suficiente tiempo para observar las irregularidades que hoy
denuncia al serle adverso el fallo de segunda instancia, habiendo con su silencio,
consentido y avalado las mismas no siendo pertinente que reclame estos aspectos
recién en etapa casacional si antes no lo hizo cuando tenía la vía expedita para
hacerlo, negligencia atribuible a la parte que no puede ser suplida por este
Tribunal, máxime cuando de la revisión de los antecedentes del proceso se
evidencia que los vicios que acusa no vulneran su derecho a la defensa, a lo que
se debe añadir que conforme el principio de trascendencia solo resulta justificable
la nulidad cuando el vicio denunciado es significativo para el resultado de la
resolución, lo que en el caso de Autos resultaría vano e intrascendente…”.
Siguiendo este criterio, a través del Auto Supremo Nº 585/2014 de 10 de octubre se
analizó: “…Se quejan de que se dejó sin efecto el sorteo de 18 de noviembre de
2013, que permitía a la Vocal Lineth Borja Vargas fungir como relatora inicial,
debían limitarse a convocar a un tercer Vocal integrante que dirima las
disidencias y no sortear nuevamente; de la revisión de los datos en esta parte del
proceso se advierte que el sorteo de la cusa se efectuó el 18 de noviembre de 2013,
designándose relatora a la Vocal Lineth Borja Vargas, según consta de fs. 164
vta., y a fs. 165, el decreto de 10 de enero de 2014, que determinó dejar sin efecto
el mencionado sorteo en consideración a las disidencias formuladas al proyecto de
resolución de la mencionada Vocal, disponiéndose nuevo sorteo entre los Vocales
disidentes en el siguiente sorteo de apelaciones. Mediante nota de fs. 166, se hizo
constar la fecha del nuevo sorteo efectuado el 20 de enero de 2014, nombrándose
Vocal relator al Vocal Gualberto Terrazas Ibáñez.
El art. 53 de la Ley del Órgano Judicial Nº 025, establece que para adoptar una
resolución es necesario contar con la mayoría absoluta de votos de sus miembros;
P á g i n a 680 | 846
en ese sentido, la Sala Civil Primera del Tribunal de Justicia de Cochabamba,
constituida en Tribunal de Apelación, está integrado por tres miembros,
constituyendo la mayoría absoluta dos de sus Vocales, cuyos votos se requerirán
para adoptar una resolución. En el sub lite, tras el sorteo de 18 de noviembre de
2013, se formularon dos disidencias al proyecto de la Vocal designada relatora, en
consecuencia, el momento u oportunidad en que se formó la resolución fue en el
momento de formularse la primera de dichas disidencias, o de ambas a la vez, por
lo que de forma automática ya había un relator, resultando en consecuencia,
innecesario el haberse procedido a un segundo sorteo entre los Vocales disidentes
respecto del primer proyecto, por tanto, la resolución de alzada se formó
válidamente con el voto disidente de ambas autoridades. Advertido el error sin
embargo, no da lugar a la nulidad de obrados, en consideración a que el mismo no
supone un perjuicio irreparable al derecho de la defensa como componente del
debido proceso.”.
Similar criterio fue aplicado en el Auto Supremo Nº 116/2016 de 05 de febrero que
dejan entrever la vigencia de la línea que modulo el entendimiento de que el doble
sorteo en la emisión del Auto de Vista generaba la nulidad de obrados; reiterando
dicho Auto Supremo en su fundamento que: “El art. 53 de la Ley del Órgano
Judicial Nº 025, establece que para adoptar una resolución es necesario contar
con la mayoría absoluta de votos de sus miembros; en ese sentido, la Sala Civil
Primera constituida en Tribunal de Apelación, está integrado por tres miembros,
constituyendo la mayoría absoluta dos de sus Vocales, cuyos votos se requerirán
para adoptar una resolución. En el sub lite, aconteció que el 14 de octubre de
2113, se designó como Vocal relator al Dr. Terrazas Ibáñez, a cuyo proyecto de
resolución fueron disidentes en principio la Dra. Lineth M. Borja Vargas y
posteriormente el Dr. Javier R. Celiz Ortuño, en consecuencia, el momento u
oportunidad en que se formó la resolución fue en el momento en que la disidencia
formulada por la Dra. Lineth Borja fue apoyada y aceptada por el tercer vocal,
quien de forma inmediata y sin necesidad de un nuevo sorteo se constituyó en
segunda relatora, resultando en consecuencia, innecesario e indebido el haberse
procedido a un segundo sorteo entre los vocales que fueron disidentes respecto del
primer proyecto, en consideración a que en el momento en que la segunda vocal
formuló disidencia, se constituyó automáticamente en la segunda relatora, y en el
momento que el tercer vocal convocado apoyo esa disidencia, la Resolución de
alzada se formó válidamente con el voto de estos dos vocales. Esta observación se
realiza sólo con fin de orientar el actuar del tribunal de alzada, toda vez que el
error advertido no da lugar a la nulidad de obrados de oficio, en consideración a

P á g i n a 681 | 846
que el mismo no supone una agresión irreparable del derecho a la defensa como
componente del debido proceso.”.

IMPROCEDENCIA DEL RECURSO DE CASACIÓN dentro de procesos


dictados conforme a la Ley 548.
Auto Supremo: 272 /2017
Sucre: 10 de marzo 2017
Conforme al entendimiento expuesto en el punto anterior concatenado a los otros
puntos, se advierte que el recurso de casación desde la perspectiva de la Ley 439
es un medio extraordinario de impugnación, y por esa calidad de extraordinario es
que simplemente procede en determinados casos, como ser dentro de procesos
ordinarios y dentro de los casos expresamente establecidos por Ley, por lo que a
los efectos de su aplicación dentro de Ley 548, corresponde el análisis dentro de
esos límites, ahora en cuanto a la primera causal, es decir dentro de procesos
ordinario, cabe aclarar que este Tribunal no puede otorgar a los procesos
sustanciados en amparo y conforme a lo determinado en la Ley 548 la calidad de
procesos ordinarios equiparables a lo determinado en la Ley 439, como para
pretender la viabilidad del recurso de casación, en el entendido que cada normativa
adjetiva o sustancial ( Ley 548 y 439) responden a una naturaleza o principios que
en esencia resultan diferentes uno del otro, es por dicho motivo que los trámites
establecidos en la Ley 548 no puede ser asimilados a un proceso ordinario,
máxime, si los mismos cuentan con un procedimiento diferente, lo cuales
responden a esa normativa, entonces bajo esa causal no puede ser viable el recurso
de casación dentro de procesos sustanciados bajo la Ley 548.
Ahora en el segundo caso, es decir, en los casos expresamente establecidos por ley,
corresponde determinar si la ley 548 de forma precisa y clara permite en algunos
casos la viabilidad del recurso de casación, a ese entendido corresponde el análisis
de la citada Ley, es así que del análisis del procedimiento común en lo que
concierne al tema de los recursos de apelación en su art. 233 expresa: “I. Las partes
deben manifestar en audiencia su decisión de hacer uso del recurso de apelación.
II. Si las partes no manifiestan su decisión de hacer uso del recurso de apelación
en audiencia o no fundamentan su apelación después de los tres (3) días de
notificadas con la sentencia, se tendrá por ejecutoriada la misma y adquirirá
calidad de cosa juzgada. III. Las sentencias dictadas podrán ser apeladas. La
Jueza o Juez que resolvió la causa, las remitirá al Tribunal Departamental de
Justicia correspondiente en el plazo de dos (2) días. El Tribunal deberá resolver en
el plazo de cinco (5) días. IV. Las apelaciones serán tramitadas en el efecto
suspensivo.” De la citada normativa no se advierte que la misma dé cabida de
forma expresa a la posibilidad de impugnar de casación, y en lo que respecta al art.
315 este en su parte in fine es categórico al establecer la inviabilidad del recurso de
casación.
De lo que se puede concluir que la citada Ley no expresa de forma precisa la
viabilidad del recurso de casación, menos su decreto reglamentario, por lo que, se
P á g i n a 682 | 846
puede concluir que la citada Ley no permite la viabilidad del recurso de casación
en ningún caso.
Refrendado el criterio expuesto se puede citar el AS 1012/2016 que sobre el tema
señala: “El referido Código Niña, Niño y Adolescente, en su art. 207 inc. f)
prescribe que el Juzgado Público en Materia de la Niñez y Adolescencia es
competente para conocer y resolver el proceso de guarda, el mismo que conforme
al art. 209 está comprendido en el “Procedimiento Común”, cuya impugnación de
la Sentencia se encuentra desarrollada en el art. 233 de la norma precitada, que
señala: “I. Las partes deben manifestar en audiencia su decisión de hacer uso del
recurso de apelación. II. Si las partes no manifiestan su decisión de hacer uso del
recurso de apelación en audiencia o no fundamentan su apelación después de los
tres (3) días de notificadas con la sentencia, se tendrá por ejecutoriada la misma y
adquirirá calidad de cosa juzgada. III. Las sentencias dictadas podrán ser
apeladas. La Jueza o Juez que resolvió la causa, las remitirá al Tribunal
Departamental de Justicia correspondiente en el plazo de dos (2) días. El Tribunal
deberá resolver en el plazo de cinco (5) días. IV. Las apelaciones serán tramitadas
en el efecto suspensivo”; de donde se conoce que la referida norma no describe
que el Auto de Vista pueda ser recurrido de casación.

Sin embargo de lo examinado supra, el Tribunal de Alzada concedió el recurso de


casación mediante Auto de fs. 284 de obrados, sustentando su concesión en los
arts. 392 y 399 del Código de las Familias y del Proceso Familiar (Ley Nº 603),
empero, sin dar estricta observancia al art. 233 del Código Niña, Niño y
Adolescente, que en ningún momento establece que el Auto de Vista que resuelva
la impugnación de la resolución de primera instancia puede ser recurrible en
casación.
De donde se infiere, que el Tribunal de Alzada, al haber concedido el recurso de
casación, no dio imperativo cumplimiento al art. 233 de la Ley Nº 548, que en
aplicación del principio de interés superior se constituye en norma especial y de
preferente aplicación en cuestiones que tienen como fin la protección del menor,
como lo es el presente caso de guarda, siendo la finalidad de dicha Ley el de
cumplir con los principios de celeridad, eficacia y eficiencia y no dilatar los
procesos sin motivo aparente, toda vez que la referida disposición normativa en
ninguno de los casos referidos a menores admite recurso de casación; en ese
antecedente se evidencia que la precitada norma no refiere expresamente que el
Auto de Vista pronunciado en “Procedimiento Común” pueda ser recurrida de
casación; asimismo de manera aclaratoria corresponde señalar que el
“Procedimiento Común”, desarrollado en la Ley Nº 548 (Código Niña, Niño y
Adolescente), no puede ser equiparado al procedimiento ordinario en materia
familiar que desarrolla la Ley Nº 603 (Código de las Familias y del Proceso
Familiar) como erradamente pretende el Ad quem, precisamente por la aplicación
del principio de interés superior del menor que se encuentra resguardado por la
ley especial (Ley Nº 548) y la Constitución Política del Estado.

P á g i n a 683 | 846
En consecuencia, se concluye que el Tribunal de Alzada al haber concedido el
recurso de casación incurrió en error, cuando por el contrario debía denegar la
concesión del recurso en base al num. 2 parágrafo II del art. 274 del Código
Procesal Civil, toda vez que la resolución impugnada, es una Resolución que de
conformidad al art. 233 de la Ley Nº 548, no puede ser recurrida de casación, de
consiguiente corresponde declarar la improcedencia del recurso.”.

IMPROCEDENCIA DEL RECURSO DE CASACIÓN CONTRA


RESOLUCIONES DICTADAS EN PROCESOS CONCURSALES
Auto Supremo: 386/2017-RI
Sucre: 12 de abril de 2017
Proceso: Concurso Necesario de Acreedores.
Del citado Auto Supremo 984/2016 también señalo que: “… la Ley 439, misma
que por su connotación adjetiva no permite ultra actividad del Código de
Procedimiento Civil, con la salvedad establecida en la disposición transitoria
cuarta y quinta, con la aclaración que su aplicación resulta total para los procesos
en trámite en segunda instancia y casación, conforme orienta la Disposición
Transitoria Sexta de la citada Ley, y para casación bajo los parámetros descritos
en el punto anterior.
Bajo esa premisa, el art. 438-V de la tantas veces citada Ley 439 de forma clara
dispone que: “La resolución que rechazare la oposición al concurso será apelable
en el efecto devolutivo, en tanto la que la declare probada, en el suspensivo; en
ambos casos sin recurso ulterior.”, normativa jurídica procesal que genera un
criterio orientador, en sentido de que los Procesos concursales solo admite
recurso de apelación, y por sindéresis jurídica no admite casación, razonamiento
que encuentra armonía con lo señalado en el punto anterior, máxime, si conforme
al nuevo esquema procedimental, estos procesos no tienen una connotación o
característica de ser proceso ordinario y la norma no permite de forma expresa la
viabilidad del recurso de casación en este tipo de proceso”.

IMPROCEDENCIA DEL RECURSO DE CASACIÓN CONTRA


RESOLUCIONES DICTADAS EN PROCESOS COACTIVOS
Auto Supremo: 432/2017
Sucre: 28 de abril 2017
Dada la naturaleza de los procesos coactivos los mismos tienen un trámite especial,
que se equiparán a un proceso ejecutivo, quedando restringida por Ley, la
impugnación vía recurso de casación, quedando a salvo para cualquiera de las
partes el derecho a promover demanda ordinaria.
El proceso coactivo es un proceso de ejecución, que se halla normado en el artículo
404 y siguientes. Y que según Gonzalo Castellanos Trigo en su libro “Procesos de
Ejecución en Bolivia” al referirse al proceso Coactivo Civil, expresa: “contra el
Auto que resuelve las excepciones, solo procede el recurso de apelación y contra el
Auto de Vista es improcedente igualmente el recurso de casación. La norma en
P á g i n a 684 | 846
análisis encuentra su fundamento en el hecho de ser improcedente el recurso de
casación, por no ser la Sentencia o Auto que resuelve las excepciones en el juicio
Coactivo Civil definitiva; es decir, que la misma puede ser revisada o modificada
posteriormente por el proceso de conocimiento.”, compartiendo el criterio del
citado autor, conforme a lo expuesto en el punto III.1 el recurso de casación
conforme al nuevo esquema procesal únicamente procede en procesos ordinarios y
en lo escasos que determine la Ley, bajo esa lógica, el proceso Coactivo al ser por
naturaleza un proceso de ejecución, no se subsume dentro de la categoría de
proceso Ordinario, asimismo la normativa contenida en la Ley 439 no establece de
forma expresa su permisión para la viabilidad del recurso de casación
Asimismo este Tribunal sobre el tema de la procedencia del recurso de casación
contra resoluciones dictadas dentro de procesos coactivos señalo: “De lo que se
infiere que los medios de impugnación para un proceso coactivo Civil tal como lo
determina el art. 50 de la Ley de Abreviación Procesal Civil y de Asistencia
familiar en el Parágrafo III, se equiparán a un proceso ejecutivo, quedando
restringida por ley, la impugnación vía recurso de casación. Según Gonzalo
Castellanos Trigo en su libro “Procesos de Ejecución en Bolivia” al referirse al
proceso coactivo Civil pág. 255 expresa: “contra el Auto que resuelve las
excepciones, solo procede el recurso de apelación y contra el Auto de Vista es
improcedente igualmente el recurso de casación. La norma en análisis encuentra
su fundamento en el hecho de ser improcedente el recurso de casación, por no ser
la Sentencia o Auto que resuelve las excepciones en el juicio coactivo Civil
definitiva; es decir, que la misma puede ser revisada o modificada posteriormente
por el proceso de conocimiento conforme al art. 490 del Código de Procedimiento
Civil y modificado por el art. 28 de la Ley Nro. 1760”
Asimismo la Sentencia Constitucional 1062/2003R que refiere “si el recurrente
considera que se dieron irregularidades en el proceso ejecutivo, en el que además
asumió su defensa sin restricción alguna, o que el documento de crédito que lo
originó tuvo vicios de nulidad, u otras omisiones en las que pudieron haber
incurrido las autoridades demandadas, podrá él acudir a la vía ordinaria prevista
por el art. 490 C.P.C., modificado por el art. 28 de la Ley de Abreviación Procesal
Civil y de Asistencia Familiar (LAPCAF), y que permite la modificación del
proceso ejecutivo en juicio ordinario posterior” AS Nº229/2013 de fecha 8 de
mayo de 2013

IMPROCEDENCIA DEL RECURSO DE CASACIÓN CONTRA AUTOS DE


VISTA dictados en proceso de Desalojo
Auto Supremo: 679/2017
Sucre: 22 de junio 2017
En principio es menester expresar que si bien nuestro ordenamiento jurídico
abrogado, a este tipo de proceso otorgaba la sustanciación de un proceso sumario,
empero, no por su calidad de sumario, es decir, por ser un proceso de
conocimiento; sino por la celeridad en la tramitación de ese tipo de procesos
P á g i n a 685 | 846
sumaria, pues por disposición de la norma el mismo se encontraba catalogado
como un proceso especial, entonces bajo ese precedente no puede ser clasificado de
forma radical como un proceso sumario.
Bajo ese precedente conforme al Principio de progresividad referido supra,
actualmente se encuentra vigente la Ley 439, disposición normativa que otorga una
nueva estructura procedimental para los diferentes tipos de causa como ser el
ordinario, extraordinario o de estructura monitoria entre otros; cambiando en
esencia lo determinado en nuestra anterior normativa procesal, tipo de procesos que
en determinados casos admite la vía recursiva extraordinaria de casación, el cual
fue detallado III.3,(o sea, dentro de los proceso ordinarios y en determinados
casos), normativa que al proceso de desalojo de forma genérica en un primer
momento lo cataloga como proceso extraordinario art. 369 Ley 439 y
posteriormente como proceso monitorio para los casos establecidos en el art. 376-6
del referido Código, empero, la normativa despejando esa generalidad para el
primer caso, establece que para los supuestos de desalojo de vivienda la
tramitación será extraordinaria (art. 392- III del citado Código), normativa a todas
luces demuestra que estos procesos no admiten Recurso de Casación en primer
lugar porque, la norma genera ese candado jurídico art. 372 y en segundo lugar
debido a que la norma no lo permite, al no encuadrándose dentro de los supuestos
establecidos en el punto anterior III.3.
Con la aclaración que si bien la anterior normativa el mismo era viable, empero,
actualmente se encuentra vigente la Ley 439 y si bien algunas causas han iniciado
su tramitar con el Código de Procedimiento Civil, empero, por disposición de la
parte Transitoria Quinta 1.III el mismo únicamente era aplicable hasta sentencia y
no para segunda instancia, debido a que la normativa de forma imperativa ha
determinado la aplicación para segunda instancia y casación lo dispuesto en el
presente Código Ley 439 (Disposición Transitoria Segunda) conforme al
entendimiento asumido en el punto III.2.
Y por último si bien si este Tribunal admitió la viabilidad del recurso de casación
en tratándose de procesos sumarios, esto debido a que los mismos en esencia son
como procesos de conocimiento pero por el tema de la cuantía merecían otro
tramitar, empero, no así el proceso de desalojo como se refirió supra, el cual por
imperio de la norma no admite casación de forma expresa.

IMPROCEDENCIA DEL RECURSO DE CASACIÓN CONTRA


RESOLUCIONES DICTAS EN PROCESOS VOLUNTARIOS
Auto Supremo: 962/2016
Sucre: 18 agosto 2016
Que conforme a lo precedentemente anotado, actualmente se encuentra el vigencia
la Ley 439, misma que por su connotación adjetiva no permite ultra actividad del
Código de Procedimiento Civil, con la salvedad establecida en la disposición
transitoria cuarta y quinta, con la aclaración que su aplicación resulta total para los
P á g i n a 686 | 846
procesos en trámite en segunda instancia y casación, conforme orienta la
disposición transitoria sexta de la citada Ley, y para casación bajo los parámetros
descritos en el punto anterior.
Bajo esa premisa, el art. 480 de la tantas veces citada Ley 439 de forma clara
dispone que: “Los autos interlocutorios que fueren dictados en proceso sucesorios
admiten el recurso de reposición con alternativa de apelación”, normativa jurídica
procesal que genera un criterio orientador, en sentido de que los procesos
voluntarios solo admite recurso de apelación, y por sindéresis jurídica no admite
casación, razonamiento que encuentra armonía con lo señalado en el punto
anterior, máxime, si conforme al nuevo esquema procedimental lo resuelto en este
tipo de procesos no adquiere autoridad de cosa juzgada material y puede ser
impugnado en procesos contencioso conforme al art. 454.II del Código Procesal
Civil, empero, el proceso voluntario como tal no admite recurso de casación.

IMPROCEDENCIA DEL RECURSO DE CASACIÓN CONTRA


RESOLUCIONES DICTADAS EN PROCESOS CONCURSALES
Auto Supremo: 984/2016
Sucre: 22 de agosto 2016
Que conforme a lo precedentemente anotado, actualmente se encuentra el vigencia
la Ley 439, misma que por su connotación adjetiva no permite ultra actividad del
Código de Procedimiento Civil, con la salvedad establecida en la disposición
transitoria cuarta y quinta, con la aclaración que su aplicación resulta total para los
procesos en trámite en segunda instancia y casación, conforme orienta la
Disposición Transitoria Sexta de la citada Ley, y para casación bajo los parámetros
descritos en el punto anterior.
Bajo esa premisa, el art. 438-V de la tantas veces citada Ley 439 de forma clara
dispone que: “La resolución que rechazare la oposición al concurso será apelable
en el efecto devolutivo, en tanto la que la declare probada, en el suspensivo; en
ambos casos sin recurso ulterior.”, normativa jurídica procesal que genera un
criterio orientador, en sentido de que los Procesos concursales solo admite recurso
de apelación, y por sindéresis jurídica no admite casación, razonamiento que
encuentra armonía con lo señalado en el punto anterior, máxime, si conforme al
nuevo esquema procedimental, estos procesos no tienen una connotación o
característica de ser proceso ordinario y la norma no permite de forma expresa la
viabilidad del recurso de casación en este tipo de procesol.

P á g i n a 687 | 846
IMPROCEDENCIA DEL RECURSO DE CASACIÓN DENTRO DE
PROCESOS DE REGULARIZACIÓN DE DERECHO PROPIETARIO LEY
247 Y LEY 803
Auto Supremo: 953/2016
Sucre: 15 de agosto 2016
En principio corresponde, exponer que la Ley 247 en su contexto establecido un
marco sustancial y en su caso normativo, para las demandas de regularización del
Derecho Propietario, tipo de proceso que en su esencia buscan una tramitación
acorde a los principios de celeridad y justicia pronta y oportuna, entonces bajo esas
perspectivas es que, la referida Ley encontraba su apoyo normativo en lo que
establecía el Código de Procedimiento Civil, conforme orientaba su art. 13 en sus
parágrafos I y II, empero, este cuerpo legal de igual manera generó un candado
normativo en su parágrafo III, en sentido de que no admitía la posibilidad de
interponer recurso de casación, por la naturaleza de la causa debido a los principios
descritos supra.
Ahora por los efectos de la temporalidad de la Ley, el Código de Procedimiento
Civil ha sido abrogado, entrando en vigencia Total el Código Procesal Civil,
realidad que evidenciaba la ausencia de normativa para la tramitación de este tipo
de procesos, empero, a los efectos de suplir ese vacío normativo este Máximo
Tribunal de Justicia a través de la Circular Nº12/2016 de 21 de abril, y en cuanto al
tema de la viabilidad del recurso de casación la citada circular en su punto cuarto
parte in fine de forma textual ha orientado en sentido de que : “ … con la
aclaración que respecto de los mismos, no procede recurso de casación”,
denotándose de igual forma la imposibilidad de interponer recurso de casación, y
en el mismo sentido la Ley 803 otorga a este tipo de procesos la calidad de
extraordinario conforme a lo expresamente señalado en la Ley 439, tipo de
procesos que por su calidad de igual forma no permite el recurso de casación, de
acuerdo a la nueva óptica del Código Procesal Civil, descrito en el punto anterior.
Por ultimo si bien la Ley 803 establece la continuación del procedimiento Civil a
los procesos iniciados antes de la promulgación de esa Ley, empero, conforme a lo
expuesto supra, la esencia de este tipo de procesos por su naturaleza no admite
recurso de casación, criterio que ya sido orientado por este Máximo Tribunal de
Justicia Nº 12/2016 de 21 de abril, criterio contrario implica dilación innecesaria
los justiciables.

IMPROCEDENCIA DEL RECURSO DE CASACIÓN EN PROCESO


EXTRAORDINARIO
Auto Supremo: 312/2017
P á g i n a 688 | 846
Sucre: 27 de marzo 2017
Proceso: Comprobación de unión conyugal libre
Se emitió diversa jurisprudencia, en entre ellas el Auto Supremo No. 366/2015 de 2
de Junio 2015 en el que se estableció que: “Ahora la modificación legislativa
establecida por el Constituyente incorpora a nuestro sistema legal el nuevo Código
de las Familias (Ley N° 603 de 19 de noviembre de 2014, vigente desde su fecha de
publicación de 24 de noviembre de 2014), en el que se señala en sus disposiciones
transitorias lo siguiente: “PRIMERA. El presente Código entrará en vigencia
plena el 6 de agosto de 2015, y será aplicable a los procesos presentados a partir
de la fecha de referencia, salvo lo previsto en estas disposiciones. SEGUNDA. I.
Entrarán en vigencia al momento de la publicación del presente Código, las
siguientes normas que alcanzan inclusive a los procesos judiciales en trámite en
primera y segunda instancia, y en ejecución de fallos… b) El régimen del divorcio
y desvinculación conyugal, y disposiciones conexas del presente Código…”, del
texto descrito se evidencia que la redacción señala “desvinculación conyugal” que
se entiende como la desvinculación de una unión conyugal libre o de hecho, lo que
en el actual Código de Familia es conocido como Ruptura Unilateral, entonces del
extracto de la norma citada se concluye que las relativas a los procesos de
divorcio y desvinculación conyugal (ruptura unilateral) y las normas que les son
inherentes o conexas tanto en el aspecto sustantivo como en el adjetivo se
encuentran vigentes desde la fecha de publicación del Código de las Familias;
ahora de la revisión del trámite del proceso de desvinculación conyugal previsto
en el Código de las Familias, descrito en su art. 434 inc. e) a la comprobación de
la unión libre, la misma se encuentra calificada como un proceso extraordinario y
la forma de tramitar la misma en fase de impugnación señala que ante una
apelación el Auto de Vista ya no admite recurso de casación, conforme describe el
art. 444 del mismo cuerpo legal.
Corresponde señalar que el Auto de Vista emitido en el sub lite data de 19 de
diciembre de 2014 (fs. 307 a 309), fecha posterior a la vigencia del Código de las
Familias de 24 de noviembre de 2014, lo que quiere decir que el Auto de Vista ha
sido emitido en vigencia del Código de las Familias, siendo así dicha Resolución
nació como un acto jurídico procesal, sin que pueda ser impugnado mediante
recurso de casación conforme a las reglas del art. 444 y la disposición transitoria
segunda inc. b) del Código de las Familias…”

IMPROCEDENCIA DEL RECURSO DE CASACIÓN EN EL FONDO


CONTRA UN AUTOS DE VISTA ANULATORIO
Auto Supremo: 483/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Anulabilidad de Documentos.
La jurisprudencia sentada tanto por la Ex Corte Suprema como por el actual
Tribunal Supremo de Justicia, ha establecido de manera uniforme en sus reiterados
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fallos en el sentido de que contra una Resolución de Alzada anulatoria no procede
recurso de casación en el fondo, sino únicamente en la forma; que en la normativa
adjetiva civil vigente debe ser entendida, en el sentido de que contra una
Resolución anulatoria no proceden o resultan inadecuados los reclamos de fondo,
siendo solo procedentes ante este tipo de resoluciones los motivos o reclamos de
casación en la forma, destinados a que el Tribunal de Casación revise si los
motivos que dieron lugar a la nulidad dispuesta son o no correctos; como es lógico,
el Tribunal de Alzada al anular obrados no ingresa a considerar aspectos sobre el
fondo del asunto propiamente dicho, lo hace improcedentes los reclamos de fondo.
Al respecto el A. S. Nº 761/2015 de 08 de septiembre de 2015 ha establecido
que: En la sub lite, examinado el Auto de Vista recurrido de fecha 03 de enero de
2011 de fs. 527 y vta., se tiene que el razonamiento realizado por el Ad quem fue el
de anular el Auto de concesión de alzada, en sentido de considerar que el recurso
de “…apelación de sentencia carece de fundamentación exigida por las normas
legales citadas y obvia las características propias de una expresión de agravios;
toda vez no existe análisis crítico del fallo de primera instancia, con exposición de
motivos y razones de hecho y de derecho que amerite consideración alguna de
agravio sufrido”, consiguientemente de estos antecedentes y del análisis realizado
al mismo, resulta ser una Resolución anulatoria pues no ingresó a considerar y
menos a resolver cuestiones de fondo del asunto, sino se limitó al examen del
recurso mismo, de donde se tiene que el recurrente no concreto de manera clara y
precisa sus agravios y con su resultado determinó la anulación del Auto de
concesión del recurso aludido; al respecto la jurisprudencia sentada tanto por la
Ex Corte Suprema como por el actual Tribunal Supremo de Justicia ha establecido
de manera uniforme en sus reiterados fallos en el sentido de que contra una
Resolución de alzada anulatoria no procede recurso de casación en el fondo, sino
únicamente en la forma”.

IMPROPONIBILIDAD DE PRETENSION, CLASES


el Auto Supremo N° 153/2013 de 8 de abril,
en el que se ha expuesto lo siguiente: “…tradicionalmente la improponibilidad
manifiesta, se centra en el objeto de la pretensión, en la idoneidad de la relación
jurídico sustancial presentada en el proceso y la aptitud que tiene esa pretensión
de ser actuada en derecho, entendiendo que la improponibilidad puede
presentarse como: 1) Improponibilidad Objetiva: Cuyo radio de evaluación
analiza los efectos jurídicos materiales de la pretensión y la falta de aptitud
jurídica del objeto para ser juzgado en derecho. Se trata de los que se pretende,

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no puede ser juzgado absolutamente, alguna veces a esto le llaman rechazo in
limine de la demanda o improponibilidad manifiesta de la pretensión, y 2)
Improponibilidad Subjetiva: que analiza en las condiciones subjetivas, personales
necesarias para interponer la pretensión, estamos en el caso específico de la falta
de interés sustancial en el actor para proponer la pretensión”.
IMPROPONIBILIDAD DE LA DEMANDA
Auto Supremo: 183/2017
Sucre: 01 de marzo 2017
Proceso: Nulidad de Minuta, Escritura Pública, Cancelación de Registro y Pago de
Daños y Perjuicios.
“Para el entendimiento de este fallo es necesario recurrir a la doctrina, al efecto
corresponde citar a Lino E. Palacio quien en su obra “Derecho Procesal Civil”
Ed. Abeledo Perrot, Tomo I, págs. 405 a 406 al teorizar los requisitos intrínsecos
de admisibilidad de la pretensión señala lo siguiente: “Para que el juez se
encuentre en condiciones de examinar la pretensión procesal en cuanto al fondo es
preciso que quienes de hecho intervienen en el proceso como partes (actora o
demandada), sean quienes deban figurar en ese proceso concreto asumiendo tal
calidad. Estas últimas son las "justas partes" o las "partes legítimas", y la aptitud
jurídica que permite caracterizarlas mediante esos términos se denomina
legitimación para obrar o legitimación procesal. Cabe, pues, definir a la
legitimación para obrar o procesal, como aquel requisito en cuya virtud debe
mediar una coincidencia entre las personas que efectivamente actúan en el
proceso y las personas a las que la ley habilita especialmente para pretender
(legitimación activa) y para contradecir (legitimación pasiva) respecto de la
materia sobre la cual el proceso versa…”, por ello se deduce que la legitimación
es un requisito que afecta tanto al actor como al demandado. La pretensión, en
efecto, debe ser deducida por y frente a una persona procesalmente legitimada,
por lo que se entenderá que la ausencia de legitimación, sea activa o pasiva, torna
admisible la llamada defensa de "falta de legitimación".
La jurisprudencia venezolana en distintos fallos alude al aporte doctrinario de
Rafael Ortiz-Ortiz, cuya obra titulada “Teoría General de la Acción Procesal en la
Tutela de los Intereses Jurídicos”, desglosando que en dicha obra señala que
tradicionalmente la improponibilidad manifiesta, se centra en el objeto de la
pretensión, en la idoneidad de la relación jurídico sustancial presentada en el
proceso y la aptitud que tiene esa pretensión de ser actuada en derecho,
entendiendo que la improponibilidad puede presentarse como: 1)
Improponibilidad Objetiva: Cuyo radio de evaluación analiza los efectos jurídicos
materiales de la pretensión y la falta de aptitud jurídica del objeto para ser
juzgado en derecho. Se trata de los que se pretende, no puede ser juzgado
absolutamente, alguna veces a esto le llaman rechazo in limine de la demanda o
improponibilidad manifiesta de la pretensión, y 2) Improponibilidad Subjetiva: que
analiza en las condiciones subjetivas, personales necesarias para interponer la

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pretensión, estamos en el caso específico de la falta de interés sustancial en el
actor para proponer la pretensión.
Por otra parte, diremos que en la legislación peruana, también se ha avanzado con
la teoría de la improponibilidad de una pretensión, así se cita a Cristian Angeludis
Tomassini, quien señala en su ponencia “¿Qué significado tiene y cuáles son los
alcances de la calificación de la demanda in limine?”, alude que: “Existen tres
supuestos de improponibilidad jurídica de la demanda: a) Improponibilidad
subjetiva o falta de legitimación.- (…) Se ha resuelto que el juez tiene facultades
oficiosas para decidir, antes de dar traslado de la demanda, si las partes tienen
legitimación sustancial para demandar o ser demandadas, cuando esta carencia
sea manifiesta, pudiendo en consecuencia, rechazar in limine la demanda, b)
Falta de Interés.- Corresponde en tal situación la misma solución anteriormente
señalada. Los jueces no hacen declaraciones abstractas, por tanto, quienes
interponen una pretensión o quienes se oponen a ella, deben tener interés para
litigar y c) Improponibilidad Objetiva.- Cuando surge en forma manifiesta que la
pretensión carece de sustento legal o porque la demanda tiene un objeto inmoral o
prohibido (…). En todos estos casos, la demanda puede rechazarse in limine por
carecer de algún requisito de fundabilidad y ésta ser manifiesta. Por su parte, el
jurista Argentino Jorge Peyrano, señala que hemos empleado la locución “rechazo
sin trámite completo”, en lugar de la habitual fórmula “rechazo in limine de la
demanda”. Ello no es gratuito ni producto de una inadvertencia. El asunto (…)
tiene íntima conexión con la oportunidad en la cual el Tribunal puede repeler in
limine una demanda (rectius, “pretensión”). Expresado de otro modo: luego de
admitida la demanda y tras haberse sustanciado un tramo del proceso respectivo
creemos que, todavía, el juez interviniente (advertido de la improponibilidad
objetiva de la pretensión en cuestión) está en condiciones de desestimarla sin estar
obligado a tramitar toda la causa y a aguardar el momento del dictado de una
sentencia de mérito, es decir, en cualquier estado del proceso”.
Conforme a la amplia gama de los aportes doctrinarios y la evolución de la
jurisprudencia, corresponde señalar que el juicio de improponibilidad supone un
análisis de la pretensión que concluye con un pronunciamiento sobre el fondo de
la misma. Se trata entonces de un juicio general que se funda en el hecho de que la
pretensión no puede plantearse en modo alguno ante ningún órgano jurisdiccional,
ya que existe un defecto absoluto en la facultad de otorgar la tutela o derecho,
porque el interés que se busca ser tutelado no es amparado por el ordenamiento
legal vigente, por lo que al pronunciarse sobre el mérito jurídico de la pretensión,
genera cosa juzgada formal y material.
Así concluiremos diciendo que la improponibilidad puede ser objetiva: cuando el
juicio se centra en analizar los efectos jurídicos materiales de la pretensión y la
falta de aptitud jurídica del objeto para ser juzgado en derecho, lo que hace
posible que el Juez rechace in limine la litis, tal pretensión por ser manifiestamente
improponible, por estar inmersa en los supuestos de ser manifiesta y evidentemente
contraria a las buenas costumbres o al orden público, al lado de la misma se
P á g i n a 692 | 846
presenta la improponibilidad desde el punto de vista subjetivo, la cual se centra en
el juicio que hace el Juez, pero sobre la falta evidente de interés sustancial en el
actor para proponer la pretensión.
Consiguientemente conforme al art. 333 del Código de Procedimiento Civil, que
textualmente señala: “(Demanda defectuosa).- Cuando la demanda no se ajuste a
las reglas establecidas podrá el juez ordenar de oficio se subsanen los defectos
dentro del plazo prudencial que fije y bajo apercibimiento de que si no se
subsanaren se la tendrá por no presentada…”, correspondía al Juez analizar si la
pretensión contenía los requisitos intrínsecos establecidos en el art. 327 del
Código de Procedimiento Civil, al que se suma la legitimación activa del
demandante para formular la acción, y los aspectos extrínsecos como los de
fundabilidad, o proponibilidad objetiva de la pretensión, ya que se entiende por
falta de legitimación, la falta evidente de interés sustancial en el actor para
proponer la pretensión o falta de titularidad del derecho.
En resumen se dirá que cuando surge en forma manifiesta que la pretensión carece
de tutela jurídica, ya sea porque la demanda tiene un objeto inmoral o prohibido
por las leyes o cuando la causa invocada como fundamento de la petición es ilícita
o inmoral, estamos frente a una “improponibilidad objetiva”, por oposición a la
“improponibilidad subjetiva derivada de la falta de legitimación (de quien tiene el
legítimo derecho de demandar una cosa)”, razón por la cual el Juez al ser
manifiestamente evidente la ausencia de legitimación activa para solicitar la
pretensión invocada, correspondía rechazar la misma in límine.”

IMPROPONIBILIDAD DE LA DEMANDA
Auto Supremo: 401/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Nulidad de contrato.
A través de diferentes AASS entre ellos el Nro. 153/2013 de fecha 8 de abril 2013,
analizando el tema de la improponibilidad de la demanda, se ha señalado: “ Para el
entendimiento de este fallo es necesario recurrir a la doctrina, al efecto
corresponde citar a Lino E. Palacio quien en su obra “Derecho Procesal Civil”
Ed. Abeledo Perrot, Tomo I, págs. 405 a 406 al teorizar los requisitos intrínsecos
de admisibilidad de la pretensión señala lo siguiente: “Para que el juez se
encuentre en condiciones de examinar la pretensión procesal en cuanto al fondo es
preciso que quienes de hecho intervienen en el proceso como partes (actora o
demandada), sean quienes deban figurar en ese proceso concreto asumiendo tal
calidad. Estas últimas son las "justas partes" o las "partes legítimas", y la aptitud
jurídica que permite caracterizarlas mediante esos términos se denomina
legitimación para obrar o legitimación procesal. Cabe, pues, definir a la
legitimación para obrar o procesal, como aquel requisito en cuya virtud debe
mediar una coincidencia entre las personas que efectivamente actúan en el
proceso y las personas a las que la ley habilita especialmente para pretender
(legitimación activa) y para contradecir (legitimación pasiva) respecto de la
P á g i n a 693 | 846
materia sobre la cual el proceso versa…”, por ello se deduce que la legitimación
es un requisito que afecta tanto al actor como al demandado. La pretensión, en
efecto, debe ser deducida por y frente a una persona procesalmente legitimada,
por lo que se entenderá que la ausencia de legitimación, sea activa o pasiva, torna
admisible la llamada defensa de "falta de legitimación".
La jurisprudencia venezolana en distintos fallos alude al aporte doctrinario de
Rafael Ortiz-Ortiz, cuya obra titulada “Teoría General de la Acción Procesal en la
Tutela de los Intereses Jurídicos”, desglosando que en dicha obra señala que
tradicionalmente la improponibilidad manifiesta, se centra en el objeto de la
pretensión, en la idoneidad de la relación jurídico sustancial presentada en el
proceso y la aptitud que tiene esa pretensión de ser actuada en derecho,
entendiendo que la improponibilidad puede presentarse como: 1)
Improponibilidad Objetiva: Cuyo radio de evaluación analiza los efectos jurídicos
materiales de la pretensión y la falta de aptitud jurídica del objeto para ser
juzgado en derecho. Se trata de los que se pretende, no puede ser juzgado
absolutamente, alguna veces a esto le llaman rechazo in limine de la demanda o
improponibilidad manifiesta de la pretensión, y 2) Improponibilidad Subjetiva: que
analiza en las condiciones subjetivas, personales necesarias para interponer la
pretensión, estamos en el caso específico de la falta de interés sustancial en el
actor para proponer la pretensión.
Por otra parte, diremos que en la legislación peruana, también se ha avanzado con
la teoría de la improponibilidad de una pretensión, así se cita a Cristian Angeludis
Tomassini, quien señala en su ponencia “¿Qué significado tiene y cuáles son los
alcances de la calificación de la demanda in limine?”, alude que: “Existen tres
supuestos de improponibilidad jurídica de la demanda: a) Improponibilidad
subjetiva o falta de legitimación.- (…) Se ha resuelto que el juez tiene facultades
oficiosas para decidir, antes de dar traslado de la demanda, si las partes tienen
legitimación sustancial para demandar o ser demandadas, cuando esta carencia
sea manifiesta, pudiendo en consecuencia, rechazar in limine la demanda, b)
Falta de Interés.- Corresponde en tal situación la misma solución anteriormente
señalada. Los jueces no hacen declaraciones abstractas, por tanto, quienes
interponen una pretensión o quienes se oponen a ella, deben tener interés para
litigar y c) Improponibilidad Objetiva.- Cuando surge en forma manifiesta que la
pretensión carece de sustento legal o porque la demanda tiene un objeto inmoral o
prohibido (…). En todos estos casos, la demanda puede rechazarse in limine por
carecer de algún requisito de fundabilidad y ésta ser manifiesta. Por su parte, el
jurista Argentino Jorge Peyrano, señala que hemos empleado la locución “rechazo
sin trámite completo”, en lugar de la habitual fórmula “rechazo in limine de la
demanda”. Ello no es gratuito ni producto de una inadvertencia. El asunto (…)
tiene íntima conexión con la oportunidad en la cual el Tribunal puede repeler in
limine una demanda (rectius, “pretensión”). Expresado de otro modo: luego de
admitida la demanda y tras haberse sustanciado un tramo del proceso respectivo
creemos que, todavía, el juez interviniente (advertido de la improponibilidad
P á g i n a 694 | 846
objetiva de la pretensión en cuestión) está en condiciones de desestimarla sin estar
obligado a tramitar toda la causa y a aguardar el momento del dictado de una
sentencia de mérito, es decir, en cualquier estado del proceso”.
Conforme a la amplia gama de los aportes doctrinarios y la evolución de la
jurisprudencia, corresponde señalar que el juicio de improponibilidad supone un
análisis de la pretensión que concluye con un pronunciamiento sobre el fondo de
la misma. Se trata entonces de un juicio general que se funda en el hecho de que la
pretensión no puede plantearse en modo alguno ante ningún órgano jurisdiccional,
ya que existe un defecto absoluto en la facultad de otorgar la tutela o derecho,
porque el interés que se busca ser tutelado no es amparado por el ordenamiento
legal vigente, por lo que al pronunciarse sobre el mérito jurídico de la pretensión,
genera cosa juzgada formal y material.
Así concluiremos diciendo que la improponibilidad puede ser objetiva: cuando el
juicio se centra en analizar los efectos jurídicos materiales de la pretensión y la
falta de aptitud jurídica del objeto para ser juzgado en derecho, lo que hace
posible que el Juez rechace in limine la litis, tal pretensión por ser manifiestamente
improponible, por estar inmersa en los supuestos de ser manifiesta y evidentemente
contraria a las buenas costumbres o al orden público, al lado de la misma se
presenta la improponibilidad desde el punto de vista subjetivo, la cual se centra en
el juicio que hace el Juez, pero sobre la falta evidente de interés sustancial en el
actor para proponer la pretensión.
Consiguientemente conforme al art. 333 del Código de Procedimiento Civil, que
textualmente señala: “(Demanda defectuosa).- Cuando la demanda no se ajuste a
las reglas establecidas podrá el juez ordenar de oficio se subsanen los defectos
dentro del plazo prudencial que fije y bajo apercibimiento de que si no se
subsanaren se la tendrá por no presentada…”, correspondía al Juez analizar si la
pretensión contenía los requisitos intrínsecos establecidos en el art. 327 del
Código de Procedimiento Civil, al que se suma la legitimación activa del
demandante para formular la acción, y los aspectos extrínsecos como los de
fundabilidad, o proponibilidad objetiva de la pretensión, ya que se entiende por
falta de legitimación, la falta evidente de interés sustancial en el actor para
proponer la pretensión o falta de titularidad del derecho.
En resumen se dirá que cuando surge en forma manifiesta que la pretensión carece
de tutela jurídica, ya sea porque la demanda tiene un objeto inmoral o prohibido
por las leyes o cuando la causa invocada como fundamento de la petición es ilícita
o inmoral, estamos frente a una “improponibilidad objetiva”, por oposición a la
“improponibilidad subjetiva derivada de la falta de legitimación (de quien tiene el
legítimo derecho de demandar una cosa)”, razón por la cual el Juez al ser
manifiestamente evidente la ausencia de legitimación activa para solicitar la
pretensión invocada, correspondía rechazar la misma in límine.”

IMPROPONIBILIDAD DE LA DEMANDA
Auto Supremo: 430/2017
P á g i n a 695 | 846
Sucre: 28 de abril 2017
Proceso: Nulidad de Auto de declaratoria de heredero y reconocimiento de
propiedad.
Respecto al tema, este Tribunal expuso razonamiento en el Auto Supremo No.
692/2014 de 25 de noviembre 2014 que: “Se considera presupuestos procesales a
aquellos elementos de existencia previa que resultan necesarios para la formación
de un proceso, hacen referencia a los pilares que lo sostienen cuya verificación es
obligación del Juez de la causa al momento de admitir la demanda, según Piero
Calamandrei "Los presupuestos procesales son los requisitos necesarios para que
pueda constituirse un proceso válido, o una relación procesal válida que deben
existir a fin de que se llegue a una resolución eficaz. (lo subrayado es nuestro). En
este sentido, desde su teoría de la relación jurídica el tratadista alemán Oscar Von
Bulow, en relación a los presupuestos procesales dijo: “esencialmente, se tiene
uno de carácter objetivo (la fundamentación fáctica de la pretensión, es decir, la
necesidad de que los hechos concretos narrados en las pretensiones de las partes
puedan subsumirse en el supuesto de hecho abstracto de una norma jurídica), y
otro de carácter subjetivo que se refiere esencialmente a la legitimación - que las
partes sean realmente los sujetos que ostentan algún tipo de un derecho subjetivo o
un interés legítimo.
La Sentencia Constitucional 1587/2011-R de 11 de octubre al referirse a la
legitimación dijo: “La legitimación en el orden procesal debe relacionarse con el
concepto de acción y por consiguiente, con sus sujetos activo y pasivo, se
configura con el reconocimiento que el derecho hace a una persona de la
posibilidad de ejercitar y mantener con eficacia una pretensión procesal -
legitimación activa -, o de resistirse a ella eficazmente - legitimación pasiva…”,
por lo que la legitimación resulta ser un presupuesto que afecta tanto al actor
como al demandado. La pretensión, en efecto, debe ser deducida por y frente a una
persona procesalmente legitimada, lo contrario torna inadmisible la demanda.
En este antecedente este Tribunal Supremo de Justicia citando a manera de
orientación la Jurisprudencia Venezolana, a través del Auto Supremo Nº 153/2013
al respecto razono lo siguiente: “tradicionalmente la improponibilidad manifiesta,
se centra en el objeto de la pretensión, en la idoneidad de la relación jurídico
sustancial presentada en el proceso y la aptitud que tiene esa pretensión de ser
actuada en derecho, entendiendo que la improponibilidad puede presentarse
como: 1) Improponibilidad Objetiva: Cuyo radio de evaluación analiza los efectos
jurídicos materiales de la pretensión y la falta de aptitud jurídica del objeto para
ser juzgado en derecho. Se trata de los que se pretende, no puede ser juzgado
absolutamente, alguna veces a esto le llaman rechazo in limine de la demanda o
improponibilidad manifiesta de la pretensión, y 2) Improponibilidad Subjetiva: que
analiza en las condiciones subjetivas, personales necesarias para interponer la
pretensión, estamos en el caso específico de la falta de interés sustancial en el
actor para proponer la pretensión”.

P á g i n a 696 | 846
En este entendido, nos interesa para el caso presente referirnos a la
improponibilidad subjetiva que, como se tiene señalado en el Auto Supremo antes
citado, se centra en el juicio que hace el Juez antes de admitir la demanda, pero
sobre la falta evidente de interés sustancial en el actor para proponer su demanda,
que en el caso de Autos, es sobre nulidad de declaratoria de herederos, por lo que
correspondía al Juez analizar si el actor contaba con la debida legitimidad que
hace a la proponibilidad subjetiva de su pretensión; para explicar esta situación
conviene traer a colación lo considerado en el Auto Supremo Nº 516/2014 que
señaló: “…el principio dispositivo es reconocido por la doctrina como un
principio básico e informador del proceso civil estrechamente ligado a la
naturaleza privada de los derechos subjetivos que se controvierten en él. Así, si el
Estado reconoce a los ciudadanos un derecho subjetivo de libre disponibilidad, es
evidente que sólo al titular de ese derecho subjetivo le compete discernir y decidir
si desea instar la tutela jurisdiccional de tal derecho dando inicio a un proceso;
definir el contenido y alcance de la tutela que solicita y; disponer del derecho
poniendo fin al proceso”.
Asimismo en el Auto Supremo No. 346/2013 de 15 de julio 2013 “Sobre la misma
diremos que mediante Auto Supremo Nº 364/2012 de 25 de septiembre, este
Tribunal, tomando en cuenta la naturaleza de las cuestiones planteadas, referente
a una pretensión de nulidad de declaratoria de herederos ha desarrollado
jurisprudencia, exponiendo lo siguiente: “Finalmente, debió tomarse en cuenta
que se puede anular la declaratoria de herederos: 1) cuando el heredero no está
incluido a la sucesión llamada por ley; y 2) cuando se ha falsificado documentos
para acreditar una filiación que le permite entrar de manera fraudulenta dentro la
orden de llamamiento para la sucesión del de cujus. Siendo esos los dos
presupuestos, por los cuales se puede admitir y sustanciar una demanda de
nulidad de declaratoria de herederos, aspecto que en el caso en concreto no
acontece”, por lo que al margen de lo previsto en el art. 1018 del Código Civil,
tan solo queda la causal de anular una aceptación de una herencia de una
sucesión insolvente a requerimiento de los acreedores, fuera de ello no resulta ser
aplicable las normas contenidas para invalidar los contratos, por expresa
disposición del segundo parágrafo del art. 451 del Código Civil, cuya norma
condiciona su aplicación a los actos jurídicos en general, cuando la norma que
regula los actos no sea contradictoria, y en la especie el propio art. 1021, señala
la calidad de su irrevocabilidad y describe los límites para su impugnación, por
vía de nulidad, en ese sentido no se evidencia haberse violado el art. 451-II del
Código Civil y como efecto de la misma menos se advierte interpretación errónea
o aplicación indebida de los numerales 6) y 5) de los arts. 554 y 549 del Código
Civil, en forma respectiva”.

IMPROPONIBILIDAD DE LA DEMANDA
Auto Supremo: 776/2016
Sucre: 28 de junio 2016
P á g i n a 697 | 846
Proceso: Usucapión.
En el Auto Supremo 692/2014 de 25 de noviembre, se concretó: “En este
antecedente este Tribunal Supremo de Justicia citando a manera de orientación la
Jurisprudencia Venezolana, a través del Auto Supremo Nº 153/2013 al respecto
razonó lo siguiente: “tradicionalmente la improponibilidad manifiesta, se centra
en el objeto de la pretensión, en la idoneidad de la relación jurídico sustancial
presentada en el proceso y la aptitud que tiene esa pretensión de ser actuada en
derecho, entendiendo que la improponibilidad puede presentarse como: 1)
Improponibilidad Objetiva: Cuyo radio de evaluación analiza los efectos jurídicos
materiales de la pretensión y la falta de aptitud jurídica del objeto para ser
juzgado en derecho. Se trata de los que se pretende, no puede ser juzgado
absolutamente, alguna veces a esto le llaman rechazo in limine de la demanda o
improponibilidad manifiesta de la pretensión, y 2) Improponibilidad Subjetiva: que
analiza en las condiciones subjetivas, personales necesarias para interponer la
pretensión, estamos en el caso específico de la falta de interés sustancial en el
actor para proponer la pretensión”.

IMPROPONIBILIDAD DE LA PRETENSIÓN
Auto Supremo: 528/2017
Sucre: 17 de mayo 2017
Proceso: Resolución de contrato.
En el Auto Supremo Nº 71/2014 de 14 de marzo, se ha descrita la cita relativa a la
improponibilidad objetiva de la pretensión, en ella se ha descrito sobre lo
siguiente: “Para el entendimiento de la improponibilidad objetiva de la pretensión,
citaremos al Auto Supremo 73/2011 de 23 de febrero de 2011 en el que desarrolló
la teoría de la sobre la admisibilidad, proponibilidad y rechazo in límine de las
demandas que se encuentran fuera del marco normativo, se ha dicho que: “No
obstante lo que se desprende de la literalidad de la norma transcrita, la doctrina y
la jurisprudencia han reconocido de manera concordante que la facultad del Juez
puede ir más allá de ese análisis de cumplimiento de presupuestos de
admisibilidad extrínsecos o formales y, extenderse a los requisitos de
admisibilidad intrínsecos, e incluso a los de fundabilidad o procedencia de la
pretensión.
Para lograr desentrañar adecuadamente el poder que ejerce el Juez frente a la
interposición de una demanda, resulta relevante distinguir, entre el control formal
de la demanda y el control material o de fondo; o lo que el Autor Carlo Carli
denomina condiciones de procedibilidad y de fundabilidad.
En el primer caso, una vez deducida una determinada pretensión el Juez no queda
Automáticamente conminado a admitirla y promover en consecuencia el proceso,
debe en principio analizar la concurrencia de los presupuestos procesales y el

P á g i n a 698 | 846
cumplimiento de las formas necesarias de las que debe estar revestido al acto de
demanda. Constituye pues un juicio netamente formal que se realiza es ante a
cualquier análisis sobre el fondo de la pretensión y está relacionado con el poder
reconocido al Juez de sanear el proceso lo más pronto posible, para librarlo de
impedimentos y óbices formales y facilitar el rápido y ordenado pasaje a las
etapas vinculadas al mérito. En consecuencia, en este examen de admisibilidad el
Juez deberá tener en cuenta, por ejemplo, si el conocimiento de la demanda que se
le presenta es de su competencia o no; si la demanda se ajusta a las reglas
previstas por el artículo 327 del Código de Procedimiento Civil.
Ahora bien, una vez comprobada por el Juez la concurrencia de los presupuestos
procesales y el cumplimiento de los requisitos formales, le corresponde efectuar un
control de la proponibilidad o fundamento intrínseco de la acción tal como ha sido
propuesta. A diferencia del control formal, el juicio de fundabilidad opera con
elementos que corresponden al derecho material, con los preceptos sustanciales
llamados a zanjar la litis en la sentencia definitiva.
Respecto de las condiciones de fundabilidad, el Autor argentino Peyrano señala
que "Presentada la demanda ante el Juez, éste deberá analizar (entre otras cosas)
la proponibilidad objetiva de la pretensión y para ello deberá consultar el
ordenamiento y comprobar "en abstracto" si la ley le concede la facultad de juzgar
el caso. El mencionado Autor refiere el rechazo in límine por "improponibilidad
objetiva de la demanda", es decir, no ya por carencia de condiciones de
procedibilidad, sino por evidente infundabilidad.
El concepto de "improponibilidad", fue postulado por Morello y Berizonce, en un
trabajo llamado "improponibilidad objetiva de la demanda", en el que se
estableció que le está permitido al Juez, fuera de los supuestos de inhabilidad
formal de la demanda, disponer su repulsa in limine juzgando sin sustanciación
acerca de su fundabilidad o merito, cuando el objeto perseguido (por la
pretensión) está excluido de plano por la ley, en cuanto esta impida explícitamente
cualquier decisión al respecto, o la improcedencia derive de la no idoneidad,
juzgada en abstracto, de los propios hechos en que se funda la demanda (causa
petendi), los que no son aptos para una Sentencia favorable.
El rechazo in límine o ab initio de la demanda por falta de fundabilidad o por
carecer de un interés tutelado por el ordenamiento, tiene como fundamento evitar
un inútil dispendio de la función jurisdiccional, puesto que de admitirse el trámite
de una demanda improponible y que así será sancionada al culminar el proceso,
no sólo se atenta contra los principios de economía procesal y celeridad, sino que
se activa y recarga inútilmente la labor de los órganos jurisdiccionales…”

IMPROPONIBILIDAD DE UNA PRETENSIÓN


Auto Supremo: 1200/2016
Sucre: 24 de octubre 2016
Proceso: Nulidad de declaratoria de herederos.

P á g i n a 699 | 846
Respecto a la improponibilidad de una pretensión, corresponde citar el desarrollo
del Auto Supremo Nº 324/2013 de 20 de junio, citando jurisprudencia anterior se
ha señala lo siguiente: “Ahora el aspecto de una demanda improponible, ha sido
desarrollada por la extinta Corte Suprema de Justicia de la Nación, como se
describe del Auto Supremo Nº 428 de 6 de Diciembre de 2010, en el que se ha
desarrollado la siguiente jurisprudencia: “En el marco de esa facultad
fiscalizadora, corresponde puntualizar que, como estableció este Tribunal a través
de los Autos Supremos 428, de 6 de Diciembre de 2010; y 344, de 8 de Octubre de
2010, el artículo 333 del citado Código establece que, cuando la demanda no se
ajuste a las reglas establecidas podrá el Juez ordenar de oficio se subsanen los
defectos dentro del plazo prudencial que fije y bajo apercibimiento de que si no se
subsanaren se la tendrá por no presentada.
Que, frente a la interposición de una demanda el Juez tiene el deber de efectuar un
primer examen de admisibilidad, el cual, según la citada norma, parecería
limitarse a la verificación del cumplimiento de las reglas referidas a la forma de la
demanda como acto de postulación, establecidas en el artículo 327 del Código de
Procedimiento Civil.
No obstante lo que se desprende de la literalidad de la norma transcrita, la
doctrina y la jurisprudencia han reconocido de manera concordante que la
facultad del Juez puede ir más allá de ese análisis de cumplimiento de
presupuestos de admisibilidad extrínsecos o formales y, extenderse a los requisitos
de admisibilidad intrínsecos, e incluso a los de fundabilidad o procedencia de la
pretensión.
Para lograr desentrañar adecuadamente el poder que ejerce el Juez frente a la
interposición de una demanda, resulta relevante distinguir, entre el control formal
de la demanda y, el control material o de fondo; o lo que el autor Carlo Carli
denomina condiciones de procedibilidad y de fundabilidad.
En el primer caso, una vez deducida una determinada pretensión el Juez no queda
automáticamente conminado a admitirla y promover en consecuencia el proceso,
debe en principio analizar la concurrencia de los presupuestos procesales y el
cumplimiento de las formas necesarias de las que debe estar revestido al acto de
demanda. Constituye pues un juicio netamente formal que se realiza es ante
cualquier análisis sobre el fondo de la pretensión y está relacionado con el poder
reconocido al Juez de sanear el proceso lo más pronto posible, para librarlo de
impedimentos y óbices formales y facilitar el rápido y ordenado pasaje a las
etapas vinculadas al mérito. En consecuencia, en este examen de admisibilidad el
Juez deberá tener en cuenta, por ejemplo, si el conocimiento de la demanda que se

P á g i n a 700 | 846
le presenta es de su competencia o no; si la demanda se ajusta a las reglas
previstas por el artículo 327 del Código de Procedimiento Civil.
Ahora bien, una vez comprobada por el Juez la concurrencia de los presupuestos
procesales y el cumplimiento de los requisitos formales, le corresponde efectuar un
control de la proponibilidad o fundamento intrínseco de la acción tal como ha sido
propuesta. A diferencia del control formal, el juicio de fundabilidad opera con
elementos que corresponden al derecho material, con los preceptos sustanciales
llamados a zanjar la litis en la sentencia definitiva.
Respecto de las condiciones de fundabilidad, el autor argentino Peyrano señala
que "Presentada la demanda ante el Juez, éste deberá analizar (entre otras cosas)
la proponibilidad objetiva de la pretensión y para ello deberá consultar el
ordenamiento y comprobar "en abstracto" si la ley le concede la facultad de juzgar
el caso. El mencionado autor refiere el rechazo in límine por "improponibilidad
objetiva de la demanda", es decir, no ya por carencia de condiciones de
procedibilidad, sino por evidente infundabilidad.
El concepto de "improponibilidad", fue postulado por Morello y Berizonce, en un
trabajo llamado "improponibilidad objetiva de la demanda", en el que se
estableció que le está permitido al Juez, fuera de los supuestos de inhabilidad
formal de la demanda, disponer su repulsa in limine juzgando sin sustanciación
acerca de su fundabilidad o merito, cuando el objeto perseguido (por la
pretensión) está excluido de plano por la ley, en cuanto esta impida explícitamente
cualquier decisión al respecto, o la improcedencia derive de la no idoneidad,
juzgada en abstracto, de los propios hechos en que se funda la demanda (causa
petendi), los que no son aptos para una Sentencia favorable.
El rechazo in limine o ab initiode la demanda por falta de fundabilidad o por
carecer de un interés tutelado por el ordenamiento, tiene como fundamento evitar
un inútil dispendio de la función jurisdiccional, puesto que de admitirse el trámite
de una demanda improponible y que así será sancionada al culminar el proceso,
no sólo se atenta contra los principios de economía procesal y celeridad, sino que
se activa y recarga inútilmente la labor de los órganos jurisdiccionales.
Ahora bien, corresponde precisar en qué situaciones resulta legítimo rechazar in
limine una pretensión; es decir en qué casos el Juez debe ejercer la facultad de
repulsar una demanda por infundabilidad o improponibilidad objetiva.
Al respecto, son varios los criterios de clasificación que adopta la doctrina,
empero, diremos que en principio esa facultad comprende aquellas pretensiones en
las que falta un interés susceptible de ser protegido, o demanda imposible; de la
multiplicidad de relaciones subjetivas que se suceden en el tráfico jurídico no
todas encuentran un amparo por el derecho, existen relaciones jurídicas que se
P á g i n a 701 | 846
crean al margen de la legalidad y que el ordenamiento las priva de tutela jurídica
por estar en pugna con el orden público o ser contrarias a la ley…”

IMPROPONIBILIDAD DE UNA PRETENSION


Auto Supremo: 859/2015 - L
Sucre: 30 de septiembre 2015
Sobre la improponibilidad de una pretensión corresponde señalar que dicha tesis ya
fue asumida por la extinta Corte Suprema de Justicia de la Nación, con la que este
Tribunal comparte el criterio, así corresponde citar el Auto Supremo Nº 73, de 23
de febrero de 2011, en el que se expuso lo siguiente:“No obstante lo que se
desprende de la literalidad de la norma transcrita, la doctrina y la jurisprudencia
han reconocido de manera concordante que la facultad del Juez puede ir más allá
de ese análisis de cumplimiento de presupuestos de admisibilidad extrínsecos o
formales y, extenderse a los requisitos de admisibilidad intrínsecos, e incluso a los
de fundabilidad o procedencia de la pretensión.
Para lograr desentrañar adecuadamente el poder que ejerce el Juez frente a la
interposición de una demanda, resulta relevante distinguir, entre el control formal
de la demanda y el control material o de fondo; o lo que el Autor Carlo Carli
denomina condiciones de procedibilidad y de fundabilidad.
En el primer caso, una vez deducida una determinada pretensión el Juez no queda
Automáticamente conminado a admitirla y promover en consecuencia el proceso,
debe en principio analizar la concurrencia de los presupuestos procesales y el
cumplimiento de las formas necesarias de las que debe estar revestido al acto de
demanda. Constituye pues un juicio netamente formal que se realiza es ante a
cualquier análisis sobre el fondo de la pretensión y está relacionado con el poder
reconocido al Juez de sanear el proceso lo más pronto posible, para librarlo de
impedimentos y óbices formales y facilitar el rápido y ordenado pasaje a las
etapas vinculadas al mérito. En consecuencia, en este examen de admisibilidad el
Juez deberá tener en cuenta, por ejemplo, si el conocimiento de la demanda que se
le presenta es de su competencia o no; si la demanda se ajusta a las reglas
previstas por el artículo 327 del Código de Procedimiento Civil.
Ahora bien, una vez comprobada por el Juez la concurrencia de los presupuestos
procesales y el cumplimiento de los requisitos formales, le corresponde efectuar un
control de la proponibilidad o fundamento intrínseco de la acción tal como ha sido
propuesta. A diferencia del control formal, el juicio de fundabilidad opera con
elementos que corresponden al derecho material, con los preceptos sustanciales
llamados a zanjar la litis en la sentencia definitiva.

P á g i n a 702 | 846
Respecto de las condiciones de fundabilidad, el Autor argentino Peyrano señala
que "Presentada la demanda ante el Juez, éste deberá analizar (entre otras cosas)
la proponibilidad objetiva de la pretensión y para ello deberá consultar el
ordenamiento y comprobar "en abstracto" si la ley le concede la facultad de juzgar
el caso. El mencionado Autor refiere el rechazo in límine por "improponibilidad
objetiva de la demanda", es decir, no ya por carencia de condiciones de
procedibilidad, sino por evidente infundabilidad.
El concepto de "improponibilidad", fue postulado por Morello y Berizonce, en un
trabajo llamado "improponibilidad objetiva de la demanda", en el que se
estableció que le está permitido al Juez, fuera de los supuestos de inhabilidad
formal de la demanda, disponer su repulsa in limine juzgando sin sustanciación
acerca de su fundabilidad o merito, cuando el objeto perseguido (por la
pretensión) está excluido de plano por la ley, en cuanto esta impida explícitamente
cualquier decisión al respecto, o la improcedencia derive de la no idoneidad,
juzgada en abstracto, de los propios hechos en que se funda la demanda (causa
petendi), los que no son aptos para una Sentencia favorable.
El rechazo in límine o ab initio de la demanda por falta de fundabilidad o por
carecer de un interés tutelado por el ordenamiento, tiene como fundamento evitar
un inútil dispendio de la función jurisdiccional, puesto que de admitirse el trámite
de una demanda improponible y que así será sancionada al culminar el proceso,
no sólo se atenta contra los principios de economía procesal y celeridad, sino que
se activa y recarga inútilmente la labor de los órganos jurisdiccionales…”

IMPROPONIBILIDAD OBJETIVA DE LA DEMANDA


Auto Supremo: 74/2016
Sucre: 04 de febrero 2016
La normativa preceptuada por art. 252 del Código de Procedimiento Civil y en la
actualidad el art. 17 de la Ley Nº 025 en concordancia con el art. 106 de la Ley Nº
439, establecen la obligación de los Tribunales del examen de oficio de las
actuaciones procesales, con la finalidad de observar si se han cumplido con las
formas esenciales de un proceso, en afán de que los actos jurisdiccionales otorguen
seguridad jurídica a los litigantes, en ese antecedente corresponde realizar las
siguientes consideraciones legales:
La extinta Corte Suprema de Justicia, desarrolló la teoría de la improponibilidad,
ésta teoría orienta a que el Juez no está obligado a admitir toda demanda, por el
simple hecho de que ésta cumpla con requisitos formales, sino que debe además
constatar que cumpla con requisitos de procedencia o de fondo o contenido. En
otras palabras no toda demanda debe ser admitida necesariamente, contenido
P á g i n a 703 | 846
jurisprudencial que se encuentra desarrollado en el Auto Supremo Nº 428/2010 de
6 de diciembre, donde se estableció que: “El concepto de "improponibilidad", fue
postulado por Morello y Berizonce, en un trabajo llamado "improponibilidad
objetiva de la demanda", en el que se estableció que le está permitido al Juez,
fuera de los supuestos de inhabilidad formal de la demanda, disponer su repulsa in
limine juzgando sin sustanciación acerca de su fundabilidad o merito, cuando el
objeto perseguido (por la pretensión) está excluido de plano por la ley, en cuanto
esta impida explícitamente cualquier decisión al respecto, o la improcedencia
derive de la no idoneidad, juzgada en abstracto, de los propios hechos en que se
funda la demanda (causa petendi), los que no son aptos para una Sentencia
favorable”, líneas más abajo se continuo indicando que: “el Juez podrá ejercer la
facultad de repulsar in limine una demanda cuando advierta objetivamente la falta
de presupuestos de la pretensión; es decir, si los hechos expuestos por el actor no
coinciden con el presupuesto de hecho contenido en la norma jurídica que
fundamenta la pretensión; ese sería el caso, por ejemplo, de quien demanda
usucapión extraordinaria alegando posesión por un tiempo menor del exigido por
Ley”, razonamiento desarrollado con el cual este Tribunal comparte criterio, por lo
mismo, continuó emplazando el rechazo in limine de la demanda, objetivamente
improponible, conforme se evidencia del Auto Supremo Nº 212/2015 de 27 de
marzo 2015 donde se concluyó “que la improponibilidad puede ser objetiva:
cuando el juicio se centra en analizar los efectos jurídicos materiales de la
pretensión y la falta de aptitud jurídica del objeto para ser juzgado en derecho, lo
que hace posible que el Juez rechace in limine la litis, tal pretensión por ser
manifiestamente improponible, por estar inmersa en los supuestos de ser
manifiesta y evidentemente contraria a las buenas costumbres o al orden público,
al lado de la misma se presenta la improponibilidad desde el punto de vista
subjetivo, la cual se centra en el juicio que hace el Juez, pero sobre la falta
evidente de interés sustancial en el actor para proponer la pretensión”.
Entendiéndose en consecuencia, que se reconoce de manera uniforme que la
facultad del Juez a tiempo de admitir una demanda debe ir más allá del simple
análisis del cumplimiento de requisitos extrínsecos o formales de la demanda y que
debe extenderse al análisis de los requisitos de admisibilidad intrínsecos o de
procedencia de la pretensión. En virtud a esa facultad, que emerge de la atribución
de dirección del proceso, el Juez no solo cuenta con la facultad restringida de
analizar el cumplimiento de los requisitos formales de una demanda, sino que le
corresponde también efectuar un control de proponibilidad de la acción planteada,
teniendo la facultad de rechazar in limine o sin trámite completo una demanda que

P á g i n a 704 | 846
resulte improponible por falta de fundabilidad o por carecer de interés tutelado por
el ordenamiento legal.

IMPROPONIBILIDAD OBJETIVA DE LA DEMANDA


Auto Supremo: 325/2016
Sucre: 12 de abril 2016
Proceso: Nulidad de Venta
Sobre el particular podemos citar el Auto Supremo: 1174/2015 – L de fecha 22 de
diciembre: “Respecto a la improponibilidad objetiva de la pretensión, en tal
entendido es preciso citar el Auto Supremo Nº 73/2011 de 23 de febrero, en el que
desarrolló la teoría de la sobre la admisibilidad, proponibilidad y rechazo in
límine de las demandas que se encuentran fuera del marco normativo, dicha
resolución al respecto señaló en relación al art. 333 del C.P.C., que: “No obstante
lo que se desprende de la literalidad de la norma transcrita, la doctrina y la
jurisprudencia han reconocido de manera concordante que la facultad del Juez
puede ir más allá de ese análisis de cumplimiento de presupuestos de
admisibilidad extrínsecos o formales y, extenderse a los requisitos de
admisibilidad intrínsecos, e incluso a los de fundabilidad o procedencia de la
pretensión.
Para lograr desentrañar adecuadamente el poder que ejerce el Juez frente a la
interposición de una demanda, resulta relevante distinguir, entre el control formal
de la demanda y el control material o de fondo; o lo que el Autor Carlo Carli
denomina condiciones de procedibilidad y de fundabilidad.
En el primer caso, una vez deducida una determinada pretensión el Juez no queda
Automáticamente conminado a admitirla y promover en consecuencia el proceso,
debe en principio analizar la concurrencia de los presupuestos procesales y el
cumplimiento de las formas necesarias de las que debe estar revestido al acto de
demanda. Constituye pues un juicio netamente formal que se realiza es antes a
cualquier análisis sobre el fondo de la pretensión y está relacionado con el poder
reconocido al Juez de sanear el proceso lo más pronto posible, para librarlo de
impedimentos y óbices formales y facilitar el rápido y ordenado pasaje a las
etapas vinculadas al mérito. En consecuencia, en este examen de admisibilidad el
Juez deberá tener en cuenta, por ejemplo, si el conocimiento de la demanda que se
le presenta es de su competencia o no; si la demanda se ajusta a las reglas
previstas por el artículo 327 del Código de Procedimiento Civil.
Ahora bien, una vez comprobada por el Juez la concurrencia de los presupuestos
procesales y el cumplimiento de los requisitos formales, le corresponde efectuar un
control de la proponibilidad o fundamento intrínseco de la acción tal como ha sido
P á g i n a 705 | 846
propuesta. A diferencia del control formal, el juicio de fundabilidad opera con
elementos que corresponden al derecho material, con los preceptos sustanciales
llamados a zanjar la litis en la sentencia definitiva.
Respecto de las condiciones de fundabilidad, el Autor argentino Peyrano señala
que "Presentada la demanda ante el Juez, éste deberá analizar (entre otras cosas)
la proponibilidad objetiva de la pretensión y para ello deberá consultar el
ordenamiento y comprobar "en abstracto" si la ley le concede la facultad de juzgar
el caso. El mencionado Autor refiere el rechazo in límine por "improponibilidad
objetiva de la demanda", es decir, no ya por carencia de condiciones de
procedibilidad, sino por evidente infundabilidad.
El concepto de "improponibilidad", fue postulado por Morello y Berizonce, en un
trabajo llamado "improponibilidad objetiva de la demanda", en el que se
estableció que le está permitido al Juez, fuera de los supuestos de inhabilidad
formal de la demanda, disponer su repulsa in limine juzgando sin sustanciación
acerca de su fundabilidad o merito, cuando el objeto perseguido (por la
pretensión) está excluido de plano por la ley, en cuanto esta impida explícitamente
cualquier decisión al respecto, o la improcedencia derive de la no idoneidad,
juzgada en abstracto, de los propios hechos en que se funda la demanda (causa
petendi), los que no son aptos para una Sentencia favorable.
El rechazo in límine o ab initio de la demanda por falta de fundabilidad o por
carecer de un interés tutelado por el ordenamiento, tiene como fundamento evitar
un inútil dispendio de la función jurisdiccional, puesto que de admitirse el trámite
de una demanda improponible y que así será sancionada al culminar el proceso,
no sólo se atenta contra los principios de economía procesal y celeridad, sino que
se activa y recarga inútilmente la labor de los órganos jurisdiccionales…”.
En este antecedente, corresponde precisar en qué situaciones resulta justificado
rechazar in limine una pretensión; es decir en qué casos el Juez debe ejercer la
facultad de repulsar una demanda por infundabilidad o improponibilidad objetiva.
Al respecto, son varios los criterios de clasificación que adopta la doctrina,
empero, diremos que en principio esa facultad comprende aquellas pretensiones en
las que falta un interés susceptible de ser protegido, o demanda imposible; de la
multiplicidad de relaciones subjetivas que se suceden en el tráfico jurídico no
todas encuentran un amparo por el derecho, existen relaciones jurídicas que se
crean al margen de la legalidad y que el ordenamiento las priva de tutela jurídica
por estar en pugna con el orden público o ser contrarias a la ley.
En esta hipótesis cabe encuadrar los casos donde el objeto o la causa que
conforma una determinada pretensión son ilícitos, o pugnan contra la ley o las
buenas costumbres o bien una pretensión que se dirige a algo material o
P á g i n a 706 | 846
jurídicamente imposible. Ejemplo, la pretensión de cobro de una deuda que resulte
de un juego prohibido, supuesto expresamente previsto por el artículo 910.I del
Código Civil; el pago que se demanda en cumplimiento de una obligación cuya
prestación resulta ilegal o inmoral, ese sería el caso de un sicario que demanda el
pago por un asesinato llevado a cabo, o de aquel que demanda el pago por la
venta de sustancias prohibidas; la demanda de reivindicación de un bien que se
encuentra fuera del comercio humano -jurídicamente imposible-. En estos
supuestos, no hay un interés legítimo jurídicamente protegido, por ello no se
justifica la tramitación completa de un proceso que se sabe infecundo, en cuanto
necesariamente terminará con una Sentencia desfavorable para el demandante.
Ingresa, igualmente en esta primera clasificación aquellos supuestos en los que la
pretensión recae sobre relaciones subjetivas que no poseen relevancia jurídica en
la medida en que no se encuentran reguladas por el derecho, por tratarse,
precisamente de cuestiones que carecen de contenido jurídico. Ejemplo, la
pretensión dirigida a exigir el cumplimiento de una obligación de trato social.
El segundo supuesto en que el Juez puede ejercer la facultad de rechazar in limine
una demanda, lo constituye aquellos casos en los que la ley excluye la posibilidad
de tutela jurídica, o demanda objetivamente improponible; Quedan incluidos,
dentro de esta posibilidad todos los casos de obligaciones naturales; además
aquellos en los que la ley sustantiva excluye determinadas pretensiones jurídicas,
es decir cuando nos encontramos frente a una pretensión inviable de inicio. Por
ejemplo, la imposibilidad de demandar la lesión o vicios ocultos, respecto de una
venta judicial, supuesto expresamente prohibido por el artículo 1481 del C.C., la
inadmisibilidad de la acción de desconocimiento de paternidad intentada por el
padre en el supuesto de concepción por fecundación artificial con autorización
escrita del marido, previsto por el artículo 187 del C.F.
Así también este Supremo Tribunal a través de diversos fallos a orientado que el
reconocer al Juez la facultad de rechazar ab initio la demanda no pugna con el
derecho a la tutela judicial efectiva, o derecho de acción; en efecto, si aceptamos
que el derecho de acción o de tutela judicial efectiva, tiene como contenido
esencial que la pretensión del justiciable sea atendida por un Tribunal y, que
amerite un pronunciamiento debidamente motivado respecto a la pretensión
deducida; el derecho a la tutela judicial se agotaría, en el acceso a la jurisdicción
y en la dictación de una resolución motivada en derecho, es decir que, el poder del
Juez de rechazar ab initio una demanda, no entra en pugna con el contenido del
derecho de acción o de tutela judicial efectiva, puesto que el Juez atenderá y se
pronunciará efectivamente y en forma motivada respecto a la pretensión del actor;
en otras palabras, el actor promueve su pretensión, activando la función
P á g i n a 707 | 846
jurisdiccional del Estado, la que desemboca en una determinada, precisa y
fundada decisión judicial, en consecuencia, se satisface íntegramente su derecho a
la acción o tutela judicial.”

IMPROPONIBILIDAD OBJETIVA DE LA PRETENSIÓN


Auto Supremo: 188/2017
Sucre: 01 de marzo 2017
Proceso: Nulidad de declaratoria de herederos y otro.
Corresponde citar el contenido del Auto Supremo Nº 73/2011 de 23 de febrero de
2011 en el que desarrolló la teoría de la sobre la admisibilidad, proponibilidad y
rechazo in límine de las demandas que se encuentran fuera del marco normativo, se
ha dicho que: “No obstante lo que se desprende de la literalidad de la norma
transcrita, la doctrina y la jurisprudencia han reconocido de manera concordante
que la facultad del Juez puede ir más allá de ese análisis de cumplimiento de
presupuestos de admisibilidad extrínsecos o formales y, extenderse a los requisitos
de admisibilidad intrínsecos, e incluso a los de fundabilidad o procedencia de la
pretensión.
Para lograr desentrañar adecuadamente el poder que ejerce el Juez frente a la
interposición de una demanda, resulta relevante distinguir, entre el control formal
de la demanda y el control material o de fondo; o lo que el Autor Carlo Carli
denomina condiciones de procedibilidad y de fundabilidad.
En el primer caso, una vez deducida una determinada pretensión el Juez no queda
Automáticamente conminado a admitirla y promover en consecuencia el proceso,
debe en principio analizar la concurrencia de los presupuestos procesales y el
cumplimiento de las formas necesarias de las que debe estar revestido al acto de
demanda. Constituye pues un juicio netamente formal que se realiza es ante a
cualquier análisis sobre el fondo de la pretensión y está relacionado con el poder
reconocido al Juez de sanear el proceso lo más pronto posible, para librarlo de
impedimentos y óbices formales y facilitar el rápido y ordenado pasaje a las
etapas vinculadas al mérito. En consecuencia, en este examen de admisibilidad el
Juez deberá tener en cuenta, por ejemplo, si el conocimiento de la demanda que se
le presenta es de su competencia o no; si la demanda se ajusta a las reglas
previstas por el artículo 327 del Código de Procedimiento Civil.
Ahora bien, una vez comprobada por el Juez la concurrencia de los presupuestos
procesales y el cumplimiento de los requisitos formales, le corresponde efectuar un
control de la proponibilidad o fundamento intrínseco de la acción tal como ha sido
propuesta. A diferencia del control formal, el juicio de fundabilidad opera con
elementos que corresponden al derecho material, con los preceptos sustanciales
llamados a zanjar la litis en la sentencia definitiva.
Respecto de las condiciones de fundabilidad, el Autor argentino Peyrano señala
que "Presentada la demanda ante el Juez, éste deberá analizar (entre otras cosas)
la proponibilidad objetiva de la pretensión y para ello deberá consultar el

P á g i n a 708 | 846
ordenamiento y comprobar "en abstracto" si la ley le concede la facultad de juzgar
el caso. El mencionado Autor refiere el rechazo in límine por "improponibilidad
objetiva de la demanda", es decir, no ya por carencia de condiciones de
procedibilidad, sino por evidente infundabilidad.
El concepto de "improponibilidad", fue postulado por Morello y Berizonce, en un
trabajo llamado "improponibilidad objetiva de la demanda", en el que se
estableció que le está permitido al Juez, fuera de los supuestos de inhabilidad
formal de la demanda, disponer su repulsa in limine juzgando sin sustanciación
acerca de su fundabilidad o merito, cuando el objeto perseguido (por la
pretensión) está excluido de plano por la ley, en cuanto esta impida explícitamente
cualquier decisión al respecto, o la improcedencia derive de la no idoneidad,
juzgada en abstracto, de los propios hechos en que se funda la demanda (causa
petendi), los que no son aptos para una Sentencia favorable.
El rechazo in límine o ab initio de la demanda por falta de fundabilidad o por
carecer de un interés tutelado por el ordenamiento, tiene como fundamento evitar
un inútil dispendio de la función jurisdiccional, puesto que de admitirse el trámite
de una demanda improponible y que así será sancionada al culminar el proceso,
no sólo se atenta contra los principios de economía procesal y celeridad, sino que
se activa y recarga inútilmente la labor de los órganos jurisdiccionales…”

IMPROPONIBILIDAD OBJETIVA DE LA PRETENSIÓN


Auto Supremo: 533/2017
Sucre: 17 de mayo 2017
Proceso: Nulidad de Contratos.
Al respecto en el Auto Supremo No 71/2014 de fecha 14 de mayo de 2014 se
orientó sobre el tema: “Para el entendimiento de la improponibilidad objetiva de la
pretensión, citaremos al Auto Supremo 73/2011 de 23 de febrero de 2011 en el que
desarrolló la teoría de la sobre la admisibilidad, proponibilidad y rechazo in límine
de las demandas que se encuentran fuera del marco normativo, se ha dicho
que: “No obstante lo que se desprende de la literalidad de la norma transcrita, la
doctrina y la jurisprudencia han reconocido de manera concordante que la
facultad del Juez puede ir más allá de ese análisis de cumplimiento de
presupuestos de admisibilidad extrínsecos o formales y, extenderse a los requisitos
de admisibilidad intrínsecos, e incluso a los de fundabilidad o procedencia de la
pretensión.
Para lograr desentrañar adecuadamente el poder que ejerce el Juez frente a la
interposición de una demanda, resulta relevante distinguir, entre el control formal
de la demanda y el control material o de fondo; o lo que el Autor Carlo Carli
denomina condiciones de procedibilidad y de fundabilidad.
En el primer caso, una vez deducida una determinada pretensión el Juez no queda
Automáticamente conminado a admitirla y promover en consecuencia el proceso,
debe en principio analizar la concurrencia de los presupuestos procesales y el
cumplimiento de las formas necesarias de las que debe estar revestido al acto de
P á g i n a 709 | 846
demanda. Constituye pues un juicio netamente formal que se realiza es ante a
cualquier análisis sobre el fondo de la pretensión y está relacionado con el poder
reconocido al Juez de sanear el proceso lo más pronto posible, para librarlo de
impedimentos y óbices formales y facilitar el rápido y ordenado pasaje a las
etapas vinculadas al mérito. En consecuencia, en este examen de admisibilidad el
Juez deberá tener en cuenta, por ejemplo, si el conocimiento de la demanda que se
le presenta es de su competencia o no; si la demanda se ajusta a las reglas
previstas por el artículo 327 del Código de Procedimiento Civil.
Ahora bien, una vez comprobada por el Juez la concurrencia de los presupuestos
procesales y el cumplimiento de los requisitos formales, le corresponde efectuar un
control de la proponibilidad o fundamento intrínseco de la acción tal como ha sido
propuesta. A diferencia del control formal, el juicio de fundabilidad opera con
elementos que corresponden al derecho material, con los preceptos sustanciales
llamados a zanjar la Litis en la sentencia definitiva.
Respecto de las condiciones de fundabilidad, el Autor argentino Peyrano señala
que "Presentada la demanda ante el Juez, éste deberá analizar (entre otras cosas)
la proponibilidad objetiva de la pretensión y para ello deberá consultar el
ordenamiento y comprobar "en abstracto" si la ley le concede la facultad de juzgar
el caso. El mencionado Autor refiere el rechazo in límine por "improponibilidad
objetiva de la demanda", es decir, no ya por carencia de condiciones de
procedibilidad, sino por evidente infundabilidad.
El concepto de "improponibilidad", fue postulado por Morello y Berizonce, en un
trabajo llamado "improponibilidad objetiva de la demanda", en el que se
estableció que le está permitido al Juez, fuera de los supuestos de inhabilidad
formal de la demanda, disponer su repulsa in limine juzgando sin sustanciación
acerca de su fundabilidad o mérito, cuando el objeto perseguido (por la
pretensión) está excluido de plano por la ley, en cuanto esta impida explícitamente
cualquier decisión al respecto, o la improcedencia derive de la no idoneidad,
juzgada en abstracto, de los propios hechos en que se funda la demanda (causa
petendi), los que no son aptos para una Sentencia favorable.
El rechazo in límine o ab initio de la demanda por falta de fundabilidad o por
carecer de un interés tutelado por el ordenamiento, tiene como fundamento evitar
un inútil dispendio de la función jurisdiccional, puesto que de admitirse el trámite
de una demanda improponible y que así será sancionada al culminar el proceso,
no sólo se atenta contra los principios de economía procesal y celeridad, sino que
se activa y recarga inútilmente la labor de los órganos jurisdiccionales…”
Este es la teoría de la improponibilidad objetiva de una pretensión.
Igual criterio se estableció en el Auto Supremo No 174/ 2015 de fecha 11 de
marzo de 2015, en el que además se orientó: “La aplicación de la improponibilidad
objetiva de la pretensión resulta ser saludable en la administración de justicia, que
de ser evidente, debe ser aplicado por los jueces de instancia, esto con la finalidad,
de evitar un insulso trámite para que a la larga el operador judicial, defina por

P á g i n a 710 | 846
declarar improbada la pretensión porque el ordenamiento jurídico no permite
acoger dicha pretensión”.

IMPROPONIBILIDAD OBJETIVA DE LA PRETENSIÓN


Auto Supremo: 66/2016
Sucre: 04 de febrero 2016
… respecto a la improponibilidad de una acción judicial, y más concretamente la
improponibilidad objetiva de la pretensión, en tal entendido es preciso citar el Auto
Supremo Nº 73/2011 de 23 de febrero de 2011 en el que desarrolló la teoría sobre
la admisibilidad, proponibilidad y rechazo in límine de las demandas que se
encuentran fuera del marco normativo, dicha resolución al respecto señaló en
relación al art. 333 del CPC, que: “No obstante lo que se desprende de la
literalidad de la norma transcrita, la doctrina y la jurisprudencia han reconocido
de manera concordante que la facultad del Juez puede ir más allá de ese análisis
de cumplimiento de presupuestos de admisibilidad extrínsecos o formales y,
extenderse a los requisitos de admisibilidad intrínsecos, e incluso a los de
fundabilidad o procedencia de la pretensión.
Para lograr desentrañar adecuadamente el poder que ejerce el Juez frente a la
interposición de una demanda, resulta relevante distinguir, entre el control formal
de la demanda y el control material o de fondo; o lo que el Autor Carlo Carli
denomina condiciones de procedibilidad y de fundabilidad.
En el primer caso, una vez deducida una determinada pretensión el Juez no queda
Automáticamente conminado a admitirla y promover en consecuencia el proceso,
debe en principio analizar la concurrencia de los presupuestos procesales y el
cumplimiento de las formas necesarias de las que debe estar revestido al acto de
demanda. Constituye pues un juicio netamente formal que se realiza es ante a
cualquier análisis sobre el fondo de la pretensión y está relacionado con el poder
reconocido al Juez de sanear el proceso lo más pronto posible, para librarlo de
impedimentos y óbices formales y facilitar el rápido y ordenado pasaje a las
etapas vinculadas al mérito. En consecuencia, en este examen de admisibilidad el
Juez deberá tener en cuenta, por ejemplo, si el conocimiento de la demanda que se
le presenta es de su competencia o no; si la demanda se ajusta a las reglas
previstas por el artículo 327 del Código de Procedimiento Civil.
Ahora bien, una vez comprobada por el Juez la concurrencia de los presupuestos
procesales y el cumplimiento de los requisitos formales, le corresponde efectuar un
control de la proponibilidad o fundamento intrínseco de la acción tal como ha sido
propuesta. A diferencia del control formal, el juicio de fundabilidad opera con

P á g i n a 711 | 846
elementos que corresponden al derecho material, con los preceptos sustanciales
llamados a zanjar la litis en la sentencia definitiva.
Respecto de las condiciones de fundabilidad, el Autor argentino Peyrano señala
que "Presentada la demanda ante el Juez, éste deberá analizar (entre otras cosas)
la proponibilidad objetiva de la pretensión y para ello deberá consultar el
ordenamiento y comprobar "en abstracto" si la ley le concede la facultad de juzgar
el caso. El mencionado Autor refiere el rechazo in límine por "improponibilidad
objetiva de la demanda", es decir, no ya por carencia de condiciones de
procedibilidad, sino por evidente infundabilidad.
El concepto de "improponibilidad", fue postulado por Morello y Berizonce, en un
trabajo llamado "improponibilidad objetiva de la demanda", en el que se
estableció que le está permitido al Juez, fuera de los supuestos de inhabilidad
formal de la demanda, disponer su repulsa in limine juzgando sin sustanciación
acerca de su fundabilidad o merito, cuando el objeto perseguido (por la
pretensión) está excluido de plano por la ley, en cuanto esta impida explícitamente
cualquier decisión al respecto, o la improcedencia derive de la no idoneidad,
juzgada en abstracto, de los propios hechos en que se funda la demanda (causa
petendi), los que no son aptos para una Sentencia favorable.
El rechazo in límine o ab initio de la demanda por falta de fundabilidad o por
carecer de un interés tutelado por el ordenamiento, tiene como fundamento evitar
un inútil dispendio de la función jurisdiccional, puesto que de admitirse el trámite
de una demanda improponible y que así será sancionada al culminar el proceso,
no sólo se atenta contra los principios de economía procesal y celeridad, sino que
se activa y recarga inútilmente la labor de los órganos jurisdiccionales…”.
En este antecedente, corresponde precisar en qué situaciones resulta justificado
rechazar in limine una pretensión; es decir en qué casos el Juez debe ejercer la
faculta de repulsar una demanda por infundabilidad o improponibilidad objetiva.
Al respecto, son varios los criterios de clasificación que adopta la doctrina, empero,
diremos que en principio esa facultad comprende aquellas pretensiones en las que
falta un interés susceptible de ser protegido, o demanda imposible; de la
multiplicidad de relaciones subjetivas que se suceden en el tráfico jurídico no todas
encuentran un amparo por el derecho, existen relaciones jurídicas que se crean al
margen de la legalidad y que el ordenamiento las priva de tutela jurídica por estar
en pugna con el orden público o ser contrarias a la ley.
En esta hipótesis cabe encuadrar los casos donde el objeto o la causa que confirma
una determinada pretensión son ilícitos, o pugnan con la ley o las buenas
costumbres o bien una pretensión que se dirige a algo material o jurídicamente
imposible. Ejemplo, la pretensión de cobro de una deuda que resulte de un juego
P á g i n a 712 | 846
prohibido, supuesto expresamente previsto por el artículo 910-I del Código Civil;
el pago que se demanda en cumplimiento de una obligación cuya prestación resulta
ilegal o inmoral, ese sería el caso de un sicario que demanda el pago por un
asesinato llevado a cabo, o de aquel que demanda el pago por la venta de sustancias
prohibidas; la demanda de reivindicación de un bien que se encuentra fuera del
comercio humano -jurídicamente imposible-. En estos supuestos, no hay un interés
legítimo jurídicamente protegido, por ello no se justifica la tramitación completa de
un proceso que se sabe infecundo, en cuanto necesariamente terminará con una
Sentencia desfavorable para el demandante.

IMPROPONIBILIDAD OBJETIVA DE LA PRETENSIÓN


Auto Supremo: 513/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Nulidad de remate, adjudicación y consiguiente cancelación de registro.
La uniforme jurisprudencia desarrollada por la extinta Corte Suprema de Justicia
desarrolló la teoría de la improponibilidad, ésta teoría orienta a que el Juez no está
obligado a admitir toda demanda, por el simple hecho de que ésta cumpla con
requisitos formales, sino que debe además constatar que cumpla con requisitos de
procedencia o de fondo o contenido. En otras palabras no toda demanda debe ser
admitida necesariamente, contenido jurisprudencial que se encuentra plasmado
ampliamente en el Auto Supremo Nº 428 de 6 de diciembre de 2010, criterio que
ha sido asumido por este Tribunal Supremo.
En relación a la improponibilidad objetiva de la pretensión, en el Auto Supremo Nº
73/2011 de 23 de febrero, haciendo mención al art. 333 del Código de
Procedimiento Civil, se señaló: “…No obstante lo que se desprende de la
literalidad de la norma transcrita, la doctrina y la jurisprudencia han reconocido
de manera concordante que la facultad del Juez puede ir más allá de ese análisis
de cumplimiento de presupuestos de admisibilidad extrínsecos o formales y,
extenderse a los requisitos de admisibilidad intrínsecos, e incluso a los de
fundabilidad o procedencia de la pretensión.
Para lograr desentrañar adecuadamente el poder que ejerce el Juez frente a la
interposición de una demanda, resulta relevante distinguir, entre el control formal
de la demanda y el control material o de fondo; o lo que el Autor Carlo Carli
denomina condiciones de procedibilidad y de fundabilidad.
En el primer caso, una vez deducida una determinada pretensión el Juez no queda
Automáticamente conminado a admitirla y promover en consecuencia el proceso,
debe en principio analizar la concurrencia de los presupuestos procesales y el
cumplimiento de las formas necesarias de las que debe estar revestido al acto de
P á g i n a 713 | 846
demanda. Constituye pues un juicio netamente formal que se realiza es antes a
cualquier análisis sobre el fondo de la pretensión y está relacionado con el poder
reconocido al Juez de sanear el proceso lo más pronto posible, para librarlo de
impedimentos y óbices formales y facilitar el rápido y ordenado pasaje a las
etapas vinculadas al mérito. En consecuencia, en este examen de admisibilidad el
Juez deberá tener en cuenta, por ejemplo, si el conocimiento de la demanda que se
le presenta es de su competencia o no; si la demanda se ajusta a las reglas
previstas por el artículo 327 del Código de Procedimiento Civil.
Ahora bien, una vez comprobada por el Juez la concurrencia de los presupuestos
procesales y el cumplimiento de los requisitos formales, le corresponde efectuar un
control de la proponibilidad o fundamento intrínseco de la acción tal como ha sido
propuesta. A diferencia del control formal, el juicio de fundabilidad opera con
elementos que corresponden al derecho material, con los preceptos sustanciales
llamados a zanjar la litis en la sentencia definitiva.
Respecto de las condiciones de fundabilidad, el Autor argentino Peyrano señala
que "Presentada la demanda ante el Juez, éste deberá analizar (entre otras cosas)
la proponibilidad objetiva de la pretensión y para ello deberá consultar el
ordenamiento y comprobar "en abstracto" si la ley le concede la facultad de juzgar
el caso. El mencionado Autor refiere el rechazo in límine por "improponibilidad
objetiva de la demanda", es decir, no ya por carencia de condiciones de
procedibilidad, sino por evidente infundabilidad.
El concepto de "improponibilidad", fue postulado por Morello y Berizonce, en un
trabajo llamado "improponibilidad objetiva de la demanda", en el que se
estableció que le está permitido al Juez, fuera de los supuestos de inhabilidad
formal de la demanda, disponer su repulsa in limine juzgando sin sustanciación
acerca de su fundabilidad o merito, cuando el objeto perseguido (por la
pretensión) está excluido de plano por la ley, en cuanto esta impida explícitamente
cualquier decisión al respecto, o la improcedencia derive de la no idoneidad,
juzgada en abstracto, de los propios hechos en que se funda la demanda (causa
petendi), los que no son aptos para una Sentencia favorable.
El rechazo in límine o ab initio de la demanda por falta de fundabilidad o por
carecer de un interés tutelado por el ordenamiento, tiene como fundamento evitar
un inútil dispendio de la función jurisdiccional, puesto que de admitirse el trámite
de una demanda improponible y que así será sancionada al culminar el proceso,
no sólo se atenta contra los principios de economía procesal y celeridad, sino que
se activa y recarga inútilmente la labor de los órganos jurisdiccionales.

P á g i n a 714 | 846
Ahora bien, corresponde precisar en qué situaciones resulta justificado rechazar
in limine una pretensión; es decir en qué casos el Juez debe ejercer la facultad de
repulsar una demanda por infundabilidad o improponibilidad objetiva.
Al respecto, son varios los criterios de clasificación que adopta la doctrina,
empero, diremos que en principio esa facultad comprende aquellas pretensiones en
las que falta un interés susceptible de ser protegido, o demanda imposible; de la
multiplicidad de relaciones subjetivas que se suceden en el tráfico jurídico no
todas encuentran un amparo por el derecho, existen relaciones jurídicas que se
crean al margen de la legalidad y que el ordenamiento las priva de tutela jurídica
por estar en pugna con el orden público o ser contrarias a la ley.
En esta hipótesis cabe encuadrar los casos donde el objeto o la causa que
conforma una determinada pretensión son ilícitos, o pugnan contra la ley o las
buenas costumbres o bien una pretensión que se dirige a algo material o
jurídicamente imposible. Ejemplo, la pretensión de cobro de una deuda que resulte
de un juego prohibido, supuesto expresamente previsto por el artículo 910-I del
Código Civil; el pago que se demanda en cumplimiento de una obligación cuya
prestación resulta ilegal o inmoral, ese sería el caso de un sicario que demanda el
pago por un asesinato llevado a cabo, o de aquel que demanda el pago por la
venta de sustancias prohibidas; la demanda de reivindicación de un bien que se
encuentra fuera del comercio humano -jurídicamente imposible-. En estos
supuestos, no hay un interés legítimo jurídicamente protegido, por ello no se
justifica la tramitación completa de un proceso que se sabe infecundo, en cuanto
necesariamente terminará con una Sentencia desfavorable para el demandante.
Ingresa, igualmente en esta primera clasificación aquellos supuestos en los que la
pretensión recae sobre relaciones subjetivas que no poseen relevancia jurídica en
la medida en que no se encuentran reguladas por el derecho, por tratarse,
precisamente de cuestiones que carecen de contenido jurídico. Ejemplo, la
pretensión dirigida a exigir el cumplimiento de una obligación de trato social.
El segundo supuesto en que el Juez puede ejercer la facultad de rechazar in limine
una demanda, lo constituye aquellos casos en los que la ley excluye la posibilidad
de tutela jurídica, o demanda objetivamente improponible; Quedan incluidos,
dentro de esta posibilidad todos los casos de obligaciones naturales; además
aquellos en los que la ley sustantiva excluye determinadas pretensiones jurídicas,
es decir cuando nos encontramos frente a una pretensión inviable de inicio. Por
ejemplo, la imposibilidad de demandar la lesión o vicios ocultos, respecto de una
venta judicial, supuesto expresamente prohibido por el artículo 1481 del C.C., la
inadmisibilidad de la acción de desconocimiento de paternidad intentada por el

P á g i n a 715 | 846
padre en el supuesto de concepción por fecundación artificial con autorización
escrita del marido, previsto por el artículo 187 del Código de Familia…”.
Razonamiento que es reiterado en el Auto Supremo Nº 1174/2015-L de 22 de
diciembre, donde además se concluyó que: “…este Supremo Tribunal a través de
diversos fallos a orientado que el reconocer al Juez la facultad de rechazar ab
initio la demanda no pugna con el derecho a la tutela judicial efectiva, o derecho
de acción; en efecto, si aceptamos que el derecho de acción o de tutela judicial
efectiva, tiene como contenido esencial que la pretensión del justiciable sea
atendida por un Tribunal y, que amerite un pronunciamiento debidamente
motivado respecto a la pretensión deducida; el derecho a la tutela judicial se
agotaría, en el acceso a la jurisdicción y en la dictación de una resolución
motivada en derecho, es decir que, el poder del Juez de rechazar ab initio una
demanda, no entra en pugna con el contenido del derecho de acción o de tutela
judicial efectiva, puesto que el Juez atenderá y se pronunciará efectivamente y en
forma motivada respecto a la pretensión del actor; en otras palabras, el actor
promueve su pretensión, activando la función jurisdiccional del Estado, la que
desemboca en una determinada, precisa y fundada decisión judicial, en
consecuencia, se satisface íntegramente su derecho a la acción o tutela judicial”.

IMPROPONIBILIDAD OBJETIVA DE UNA PRETENSIÓN


Auto Supremo: 234/2016
Fecha: 15 de marzo 2016
Proceso: Usucapión
La Teoría de la Improponibilidad ha sido desarrollada por este Tribunal en varios
Autos Supremos entre los que se encuentran el 401/2014, de fecha 16 de marzo,
que al respecto dice: “Ahora el aspecto de una demanda improponible, ha sido
desarrollada por la extinta Corte Suprema de Justicia de la Nación, como se
describe del Auto Supremo Nº 428 de 6 de Diciembre de 2010, en el que se ha
desarrollado la siguiente jurisprudencia: “En el marco de esa facultad
fiscalizadora, corresponde puntualizar que, como estableció este Tribunal a través
de los Autos Supremos 428, de 6 de Diciembre de 2010; y 344, de 8 de Octubre de
2010, el artículo 333 del citado Código establece que, cuando la demanda no se
ajuste a las reglas establecidas podrá el Juez ordenar de oficio se subsanen los
defectos dentro del plazo prudencial que fije y bajo apercibimiento de que si no se
subsanaren se la tendrá por no presentada.
Que, frente a la interposición de una demanda el Juez tiene el deber de efectuar un
primer examen de admisibilidad, el cual, según la citada norma, parecería
limitarse a la verificación del cumplimiento de las reglas referidas a la forma de la
P á g i n a 716 | 846
demanda como acto de postulación, establecidas en el artículo 327 del Código de
Procedimiento Civil.
No obstante lo que se desprende de la literalidad de la norma transcrita, la
doctrina y la jurisprudencia han reconocido de manera concordante que la
facultad del Juez puede ir más allá de ese análisis de cumplimiento de
presupuestos de admisibilidad extrínsecos o formales y, extenderse a los requisitos
de admisibilidad intrínsicos, e incluso a los de fundabilidad o procedencia de la
pretensión.
Para lograr desentrañar adecuadamente el poder que ejerce el Juez frente a la
interposición de una demanda, resulta relevante distinguir, entre el control formal
de la demanda y, el control material o de fondo; o lo que el autor Carlo Carli
denomina condiciones de procedibilidad y de fundabilidad.
En el primer caso, una vez deducida una determinada pretensión el Juez no queda
automáticamente conminado a admitirla y promover en consecuencia el proceso,
debe en principio analizar la concurrencia de los presupuestos procesales y el
cumplimiento de las formas necesarias de las que debe estar revestido al acto de
demanda. Constituye pues un juicio netamente formal que se realiza ex ante a
cualquier análisis sobre el fondo de la pretensión y está relacionado con el poder
reconocido al Juez de sanear el proceso lo más pronto posible, para librarlo de
impedimentos y óbices formales y facilitar el rápido y ordenado pasaje a las
etapas vinculadas al mérito. En consecuencia, en este examen de admisibilidad el
Juez deberá tener en cuenta, por ejemplo, si el conocimiento de la demanda que se
le presenta es de su competencia o no; si la demanda se ajusta a las reglas
previstas por el artículo 327 del Código de Procedimiento Civil.
Ahora bien, una vez comprobada por el Juez la concurrencia de los presupuestos
procesales y el cumplimiento de los requisitos formales, le corresponde efectuar un
control de la proponibilidad o fundamento intrínseco de la acción tal como ha sido
propuesta. A diferencia del control formal, el juicio de fundabilidad opera con
elementos que corresponden al derecho material, con los preceptos sustanciales
llamados a zanjar la Litis en la Sentencia definitiva.
Respecto de las condiciones de fundabilidad, el autor argentino Peyrano señala
que "Presentada la demanda ante el Juez, éste deberá analizar (entre otras cosas)
la proponibilidad objetiva de la pretensión y para ello deberá consultar el
ordenamiento y comprobar "en abstracto" si la ley le concede la facultad de juzgar
el caso. El mencionado autor refiere el rechazo in límine por "improponibilidad
objetiva de la demanda", es decir, no ya por carencia de condiciones de
procedibilidad, sino por evidente infundabilidad.

P á g i n a 717 | 846
El concepto de "improponibilidad", fue postulado por Morello y Berizonce, en un
trabajo llamado "improponibilidad objetiva de la demanda", en el que se
estableció que le está permitido al Juez, fuera de los supuestos de inhabilidad
formal de la demanda, disponer su repulsa in límine juzgando sin sustanciación
acerca de su fundabilidad o merito, cuando el objeto perseguido (por la
pretensión) está excluido de plano por la ley, en cuanto esta impida explícitamente
cualquier decisión al respecto, o la improcedencia derive de la no idoneidad,
juzgada en abstracto, de los propios hechos en que se funda la demanda (causa
petendi), los que no son aptos para una Sentencia favorable.
El rechazo in limine o ab initio de la demanda por falta de fundabilidad o por
carecer de un interés tutelado por el ordenamiento, tiene como fundamento evitar
un inútil dispendio de la función jurisdiccional, puesto que de admitirse el trámite
de una demanda improponible y que así será sancionada al culminar el proceso,
no sólo se atenta contra los principios de economía procesal y celeridad, sino que
se activa y recarga inútilmente la labor de los órganos jurisdiccionales.
Ahora bien, corresponde precisar en qué situaciones resulta legítimo rechazar in
límine una pretensión; es decir en qué casos el Juez debe ejercer la facultad de
repulsar una demanda por infundabilidad o improponibilidad objetiva.
Al respecto, son varios los criterios de clasificación que adopta la doctrina,
empero, diremos que en principio esa facultad comprende aquellas pretensiones en
las que falta un interés susceptible de ser protegido, o demanda imposible; de la
multiplicidad de relaciones subjetivas que se suceden en el tráfico jurídico no
todas encuentran un amparo por el derecho, existen relaciones jurídicas que se
crean al margen de la legalidad y que el ordenamiento las priva de tutela jurídica
por estar en pugna con el orden público o ser contrarias a la ley”

IMPROPONIBILIDAD OBJETIVA
Auto Supremo: 519/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Nulidad de documento de compra venta.
En principio corresponde precisar que este Tribunal continuando con el
entendimiento dado por la extinta Corte Suprema de justicia, ha desarrollado la
teoría de la inproponiblidad de la demanda, que consiste en que una vez deducida
una determinada pretensión el Juez no queda automáticamente conminado a
admitirla y promover en consecuencia el proceso, pues debe en principio analizar
la concurrencia de los presupuestos procesales y el cumplimiento de las formas
necesarias de las que debe estar revestido al acto de demanda, en ese entendido

P á g i n a 718 | 846
corresponde referirnos al Auto Supremo Nº 878/2015 de 2 de octubre de 2015, que
sobre el particular señala: “…resulta imprescindible hacer mención a la uniforme
jurisprudencia desarrollada por este Tribunal, respecto a la improponibilidad de
una acción judicial, así se tiene entre otros el Auto Supremo N° 428, de 6 de
diciembre 2010, que estableció: "... corresponde puntualizar que, el artículo 334
del Código de Procedimiento Civil, dispone que presentada la demanda en la
forma prescrita, el Juez la correrá en traslado al demandado para que comparezca
y conteste en el término de ley”. Ahora bien, el artículo 333 del citado Código
Adjetivo Civil, establece que: “cuando la demanda no se ajuste a las reglas
establecidas podrá el Juez ordenar de oficio se subsanen los defectos dentro del
plazo prudencial que fije y bajo apercibimiento de que si no se subsanan se la
tendrá por no presentada”. Por lo que de la inteligencia de las citadas normas
procedimentales, claramente se establece que frente a la interposición de la
demanda el Juez tiene el deber ineludible de efectuar un primer examen de
admisibilidad, el cual, según las citadas normas, parecería limitarse a la
verificación del cumplimiento de las reglas referidas a la forma de la demanda
como acto de postulación, establecidas en el artículo 327 del Código de
Procedimiento Civil. No obstante, lo que se desprende de las normas transcritas,
literalmente consideradas, la doctrina y la jurisprudencia han reconocido de
manera concordante que la facultad del Juez puede ir más allá de ese análisis de
cumplimiento de presupuestos de admisibilidad extrínsecos o formales y,
extenderse a los requisitos de admisibilidad intrínsecos, e incluso a los de
fundabilidad o procedencia de la pretensión. Por ello, para lograr desentrañar
adecuadamente el poder que ejerce el Juez frente a la interposición de una
demanda, resulta relevante distinguir, entre el control formal de la demanda y, el
control material o de fondo; o lo que el Autor Carlo Carli denomina condiciones
de procedibilidad y de fundabilidad, en el primer caso, una vez deducida una
determinada pretensión el Juez no queda automáticamente conminado a admitirla
y promover en consecuencia el proceso, debe en principio analizar la concurrencia
de los presupuestos procesales y el cumplimiento de las formas necesarias de las
que debe estar revestido al acto de demanda; constituye pues un juicio netamente
formal que se realiza antes del análisis sobre el fondo de la pretensión, y está
relacionado con el poder reconocido al Juez de sanear el proceso lo más pronto
posible, para liberarlo de impedimentos y óbices formales y facilitar el rápido y
ordenado pasaje a las etapas vinculadas al mérito. En consecuencia, en este
examen de admisibilidad el Juez deberá tener en cuenta, por ejemplo, si el
conocimiento de la demanda que se le presenta es de su competencia o no; si la
demanda se ajusta a las reglas previstas por el artículo 327 del Código de
P á g i n a 719 | 846
Procedimiento Civil. En dicho sentido, una vez comprobada que ha sido por el
Juez la concurrencia de los presupuestos procesales y el cumplimiento de los
requisitos formales, le corresponde efectuar un control de la proponibilidad o
fundamento intrínseco, respecto a la improponibilidad objetiva e improponibilidad
subjetiva, que a decir del autor Argentino Peyrano respecto a la primera señala
que: "Presentada la demanda ante el Juez, éste deberá analizar (entre otras cosas)
la proponibilidad objetiva de la pretensión y para ello deberá consultar el
ordenamiento y comprobar "en abstracto", si la ley le concede la facultad de
juzgar el caso, es decir el mencionado autor refiere que el rechazo in límine por
"improponibilidad objetiva de la demanda", no es por carencia de condiciones de
procedibilidad, sino, por evidente infundabilidad de la acción. Con relación a
laimproponibilidad subjetiva, este Tribunal ha emitido la línea jurisprudencial
contenida en el Auto Supremo Nº 153/13 de 8 de abril, razonando lo siguiente:
“Para el entendimiento de este fallo es necesario recurrir a la doctrina, al efecto
corresponde citar a Lino E. Palacios en su obra “Derecho Procesal Civil” E.
Abeledo Perrot, Tomo I, Págs. 405 a 406 al teorizar los requisitos intrínsecos de
admisibilidad de la pretensión señala lo siguiente: “Para que el juez se encuentre
en condiciones de examinar la pretensión procesal en cuanto al fondo es preciso
que quienes de hecho intervienen en el proceso como partes (actora o
demandada), sean quienes deban figurar en ese proceso concreto asumiendo tal
calidad. Estas últimas son las "justas partes" o las "partes legítimas", y la aptitud
jurídica que permite caracterizarlas mediante esos términos se denomina
legitimación para obrar o legitimación procesal. Cabe, pues, definir a la
legitimación para obrar o procesal, como aquel requisito en cuya virtud debe
mediar una coincidencia entre las personas que efectivamente actúan en el
proceso y las personas a las que la ley habilita especialmente para pretender
(legitimación activa) y para contradecir (legitimación pasiva) respecto de la
materia sobre la cual el proceso versa…”, por ello se deduce que la legitimación
es un requisito que afecta tanto al actor como al demandado. La pretensión, en
efecto, debe ser deducida por y frente a una persona procesalmente legitimada,
por lo que se entenderá que la ausencia de legitimación, sea activa o pasiva, torna
admisible la llamada defensa de "falta de legitimación".
De lo expuesto corresponde hacer hincapié en las situaciones en las cuales resulta
legítimo rechazar in limine una pretensión, es decir los casos en los cuales el Juez
debe ejercer esa facultad de repulsar una demanda por infundabilidad o
improponibilidad objetiva, siendo entre estas aquellas pretensiones en las que falta
un interés susceptible de ser protegido, o demanda imposible; de la multiplicidad
de relaciones subjetivas que se suceden en el tráfico jurídico no todas encuentran
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un amparo por el derecho, existen relaciones jurídicas que se crean al margen de la
legalidad y que el ordenamiento las priva de tutela jurídica por estar en pugna con
el orden público o ser contrarias a la ley.

IMPROPONIBILIDAD SUBJETIVA
Auto Supremo: 338/2017
Sucre: 03 de abril 2017
Proceso: Sumario de cancelación de Escritura Pública y de su correspondiente
registro en Derechos Reales.
Respecto a este tema, resulta pertinente referirnos al Auto Supremo Nº 153/2013 de
8 de abril, en el que se ha expuesto lo siguiente: “…tradicionalmente la
improponibilidad manifiesta, se centra en el objeto de la pretensión, en la
idoneidad de la relación jurídico sustancial presentada en el proceso y la aptitud
que tiene esa pretensión de ser actuada en derecho, entendiendo que la
improponibilidad puede presentarse como: 1)Improponibilidad Objetiva: Cuyo
radio de evaluación analiza los efectos jurídicos materiales de la pretensión y la
falta de aptitud jurídica del objeto para ser juzgado en derecho. Se trata de los que
se pretende, no puede ser juzgado absolutamente, alguna veces a esto le llaman
rechazo in limine de la demanda o improponibilidad manifiesta de la pretensión, y
2) Improponibilidad Subjetiva: que analiza en las condiciones subjetivas,
personales necesarias para interponer la pretensión, estamos en el caso específico
de la falta de interés sustancial en el actor para proponer la pretensión”.
Sin embargo, al margen de lo ya expuesto y con la finalidad de ahondar un poco
más en la legitimación activa resulta necesario referirnos al Auto Supremo Nº
346/2013 de fecha 15 de julio, que sobre el particular establece: “Para el
entendimiento de este fallo es necesario recurrir a la doctrina, al efecto corresponde
citar a Lino E. Palacio quien en su obra "Derecho Procesal Civil" Ed. Abeledo
Perrot, Tomo I, págs. 405 a 406 al teorizar los requisitos intrínsecos de
admisibilidad de la pretensión señala lo siguiente: "Para que el juez se encuentre en
condiciones de examinar la pretensión procesal en cuanto al fondo es preciso que
quienes de hecho intervienen en el proceso como partes (actora o demandada), sean
quienes deban figurar en ese proceso concreto asumiendo tal calidad. Estas últimas
son las "justas partes" o las "partes legítimas", y la aptitud jurídica que permite
caracterizarlas mediante esos términos se denomina legitimación para obrar o
legitimación procesal. Cabe, pues, definir a la legitimación para obrar o
procesal, como aquel requisito en cuya virtud debe mediar una coincidencia
entre las personas que efectivamente actúan en el proceso y las personas a las
que la ley habilita especialmente para pretender (legitimación activa) y para
contradecir (legitimación pasiva) respecto de la materia sobre la cual el
proceso versa...", por ello se deduce que la legitimación es un requisito que afecta
tanto al actor como al demandado. La pretensión, en efecto, debe ser deducida por
y frente a una persona procesalmente legitimada, por lo que se entenderá que la

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ausencia de legitimación, sea activa o pasiva, torna admisible la llamada defensa
de "falta de legitimación".”
De lo expuesto se deduce que la improponibilidad subjetiva activa, se centra en
el juicio que hace el Juez, sobre la falta evidente de interés sustancial en el actor
para proponer la pretensión, es decir, que esta figura deriva de la falta de
legitimación, extremo en el cual el Juez ante la ausencia evidente de legitimación
activa para la interposición de una pretensión, debe rechazar la misma in limine.

IMPROPONIBILIDAD SUBJETIVA DE LA PRETENSIÓN


Auto Supremo: 1000/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Usucapión
Sobre la improponibilidad subjetiva de la pretensión este Tribunal ha desarrollado
dicha teoría en el Auto Supremo Nº 71/2014 de 14 de marzo, señalando que: “Para
el entendimiento de este fallo es necesario recurrir a la doctrina, al efecto
corresponde citar a Lino E. Palacio quien en su obra "Derecho Procesal Civil" Ed.
Abeledo Perrot, Tomo I, págs. 405 a 406 al teorizar los requisitos intrínsecos de
admisibilidad de la pretensión señala lo siguiente: "Para que el Juez se encuentre en
condiciones de examinar la pretensión procesal en cuanto al fondo es preciso que
quienes de hecho intervienen en el proceso como partes (actora o demandada), sean
quienes deban figurar en ese proceso concreto asumiendo tal calidad. Estas últimas
son las "justas partes" o las "partes legítimas", y la aptitud jurídica que permite
caracterizarlas mediante esos términos se denomina legitimación para obrar o
legitimación procesal. Cabe, pues, definir a la legitimación para obrar o procesal,
como aquel requisito en cuya virtud debe mediar una coincidencia entre las
personas que efectivamente actúan en el proceso y las personas a las que la ley
habilita especialmente para pretender (legitimación activa) y para contradecir
(legitimación pasiva) respecto de la materia sobre la cual el proceso versa...", por
ello se deduce que la legitimación es un requisito que afecta tanto al actor como al
demandado. La pretensión, en efecto, debe ser deducida por y frente a una persona
procesalmente legitimada, por lo que se entenderá que la ausencia de legitimación,
sea activa o pasiva, torna admisible la llamada defensa de "falta de legitimación".
La jurisprudencia venezolana en distintos fallos alude al aporte doctrinario de
Rafael Ortiz-Ortiz, cuya obra titulada "Teoría General de la Acción Procesal en la
Tutela de los Intereses Jurídicos", desglosando que en dicha obra señala que
tradicionalmente la improponibilidad manifiesta, se centra en el objeto de la
pretensión, en la idoneidad de la relación jurídico sustancial presentada en el
proceso y la aptitud que tiene esa pretensión de ser actuada en derecho,

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entendiendo que la improponibilidad puede presentarse como: 1) Improponibilidad
Objetiva: Cuyo radio de evaluación analiza los efectos jurídicos materiales de la
pretensión y la falta de aptitud jurídica del objeto para ser juzgado en derecho. Se
trata de los que se pretende, no puede ser juzgado absolutamente, alguna veces a
esto le llaman rechazo in límine de la demanda o improponibilidad manifiesta de la
pretensión, y 2) Improponibilidad Subjetiva: que analiza en las condiciones
subjetivas, personales necesarias para interponer la pretensión, estamos en el caso
específico de la falta de interés sustancial en el actor para proponer la pretensión.
Por otra parte, diremos que en la legislación peruana, también se ha avanzado con
la teoría de la improponibilidad de una pretensión, así se cita a Cristian Angeludis
Tomassini, quien señala en su ponencia "¿Qué significado tiene y cuáles son los
alcances de la calificación de la demanda in límine?", alude que: "Existen tres
supuestos de improponibilidad jurídica de la demanda: a) Improponibilidad
subjetiva o falta de legitimación.- (...) Se ha resuelto que el Juez tiene facultades
oficiosas para decidir, antes de dar traslado de la demanda, si las partes tienen
legitimación sustancial para demandar o ser demandadas, cuando esta carencia sea
manifiesta, pudiendo en consecuencia, rechazar in límine la demanda, b) Falta de
Interés.- Corresponde en tal situación la misma solución anteriormente señalada.
Los jueces no hacen declaraciones abstractas, por tanto, quienes interponen una
pretensión o quienes se oponen a ella, deben tener interés para litigar y c)
Improponibilidad Objetiva.- Cuando surge en forma manifiesta que la pretensión
carece de sustento legal o porque la demanda tiene un objeto inmoral o prohibido
(...). En todos estos casos, la demanda puede rechazarse in límine por carecer de
algún requisito de fundabilidad y ésta ser manifiesta. Por su parte, el jurista
Argentino Jorge Peyrano, señala que hemos empleado la locución "rechazo sin
trámite completo", en lugar de la habitual fórmula "rechazo in límine de la
demanda". Ello no es gratuito ni producto de una inadvertencia. El asunto (...) tiene
íntima conexión con la oportunidad en la cual el Tribunal puede repeler in límine
una demanda (rectius, "pretensión"). Expresado de otro modo: luego de admitida la
demanda y tras haberse sustanciado un tramo del proceso respectivo creemos que,
todavía, el Juez interviniente (advertido de la improponibilidad objetiva de la
pretensión en cuestión) está en condiciones de desestimarla sin estar obligado a
tramitar toda la causa y a aguardar el momento del dictado de una sentencia de
mérito, es decir, en cualquier estado del proceso".
Conforme a la amplia gama de los aportes doctrinarios y la evolución de la
jurisprudencia, corresponde señalar que el juicio de improponibilidad supone un
análisis de la pretensión que concluye con un pronunciamiento sobre el fondo de la
misma. Se trata entonces de un juicio general que se funda en el hecho de que la
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pretensión no puede plantearse en modo alguno ante ningún órgano jurisdiccional,
ya que existe un defecto absoluto en la facultad de otorgar la tutela o derecho,
porque el interés que se busca ser tutelado no es amparado por el ordenamiento
legal vigente, por lo que al pronunciarse sobre el mérito jurídico de la pretensión,
genera cosa juzgada formal y material.
Así concluiremos diciendo que la improponibilidad puede ser objetiva: cuando el
juicio se centra en analizar los efectos jurídicos materiales de la pretensión y la
falta de aptitud jurídica del objeto para ser juzgado en derecho, lo que hace posible
que el Juez rechace in límine la litis, tal pretensión por ser manifiestamente
improponible, por estar inmersa en los supuestos de ser manifiesta y evidentemente
contraria a las buenas costumbres o al orden público, al lado de la misma se
presenta la improponibilidad desde el punto de vista subjetivo, la cual se centra en
el juicio que hace el Juez, pero sobre la falta evidente de interés sustancial en el
actor para proponer la pretensión…”

IMPROPONIBILIDAD SUBJETIVA Y OBJETIVA


Auto Supremo: 118/2017
Sucre: 03 de febrero 2017
Proceso: Acción Reivindicatoria, Acción Negatoria, Desocupación y Entrega de
Inmueble, más pago de Daños y Perjuicios.
El A.S. Nº 153/2013 de 08 de abril, respecto a razonado lo siguiente: “El art. 252
del Código de Procedimiento Civil, permite a este Tribunal de Casación, revisar si
el proceso se ha desarrollado de acuerdo a normativa legal vigente y que el mismo
no atente el orden público, como es la improponibilidad objetiva y/o subjetiva de
una pretensión.
Para el entendimiento de este fallo es necesario recurrir a la doctrina, al efecto
corresponde citar a Lino E. Palacio quien en su obra "Derecho Procesal Civil" Ed.
Abeledo Perrot, Tomo I, págs. 405 a 406 al teorizar los requisitos intrínsecos de
admisibilidad de la pretensión señala lo siguiente: "Para que el juez se encuentre
en condiciones de examinar la pretensión procesal en cuanto al fondo es preciso
que quienes de hecho intervienen en el proceso como partes (actora o
demandada), sean quienes deban figurar en ese proceso concreto asumiendo tal
calidad. Estas últimas son las "justas partes" o las "partes legítimas", y la aptitud
jurídica que permite caracterizarlas mediante esos términos se denomina
legitimación para obrar o legitimación procesal. Cabe, pues, definir a la
legitimación para obrar o procesal, como aquel requisito en cuya virtud debe
mediar una coincidencia entre las personas que efectivamente actúan en el
proceso y las personas a las que la ley habilita especialmente para pretender
P á g i n a 724 | 846
(legitimación activa) y para contradecir (legitimación pasiva) respecto de la
materia sobre la cual el proceso versa...", por ello se deduce que la legitimación es
un requisito que afecta tanto al actor como al demandado. La pretensión, en efecto,
debe ser deducida por y frente a una persona procesalmente legitimada, por lo que
se entenderá que la ausencia de legitimación, sea activa o pasiva, torna admisible la
llamada defensa de "falta de legitimación".
La jurisprudencia venezolana en distintos fallos alude al aporte doctrinario de
Rafael Ortiz-Ortiz, cuya obra titulada "Teoría General de la Acción Procesal en la
Tutela de los Intereses Jurídicos", desglosando que en dicha obra señala que
tradicionalmente la improponibilidad manifiesta, se centra en el objeto de la
pretensión, en la idoneidad de la relación jurídico sustancial presentada en el
proceso y la aptitud que tiene esa pretensión de ser actuada en derecho,
entendiendo que la improponibilidad puede presentarse como: 1) Improponibilidad
Objetiva: Cuyo radio de evaluación analiza los efectos jurídicos materiales de la
pretensión y la falta de aptitud jurídica del objeto para ser juzgado en derecho. Se
trata de los que se pretende, no puede ser juzgado absolutamente, alguna veces a
esto le llaman rechazo in limine de la demanda o improponibilidad manifiesta de la
pretensión, y 2) Improponibilidad Subjetiva: que analiza en las condiciones
subjetivas, personales necesarias para interponer la pretensión, estamos en el caso
específico de la falta de interés sustancial en el actor para proponer la pretensión.
Por otra parte, diremos que en la legislación peruana, también se ha avanzado con
la teoría de la improponibilidad de una pretensión, así se cita a Cristian Angeludis
Tomassini, quien señala en su ponencia "¿Qué significado tiene y cuáles son los
alcances de la calificación de la demanda in limine?", alude que: "Existen tres
supuestos de improponibilidad jurídica de la demanda: a) Improponibilidad
subjetiva o falta de legitimación.- (...) Se ha resuelto que el juez tiene facultades
oficiosas para decidir, antes de dar traslado de la demanda, si las partes tienen
legitimación sustancial para demandar o ser demandadas, cuando esta carencia sea
manifiesta, pudiendo en consecuencia, rechazar in limine la demanda, b) Falta de
Interés.- Corresponde en tal situación la misma solución anteriormente señalada.
Los jueces no hacen declaraciones abstractas, por tanto, quienes interponen una
pretensión o quienes se oponen a ella, deben tener interés para litigar y c)
Improponibilidad Objetiva.- Cuando surge en forma manifiesta que la pretensión
carece de sustento legal o porque la demanda tiene un objeto inmoral o prohibido
(...). En todos estos casos, la demanda puede rechazarse in limine por carecer de
algún requisito de fundabilidad y ésta ser manifiesta. Por su parte, el jurista
Argentino Jorge Peyrano, señala que hemos empleado la locución "rechazo sin
trámite completo", en lugar de la habitual fórmula "rechazo in limine de la
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demanda". Ello no es gratuito ni producto de una inadvertencia. El asunto (...) tiene
íntima conexión con la oportunidad en la cual el Tribunal puede repeler in limine
una demanda (rectius, "pretensión"). Expresado de otro modo: luego de admitida la
demanda y tras haberse sustanciado un tramo del proceso respectivo creemos que,
todavía, el juez interviniente (advertido de la improponibilidad objetiva de la
pretensión en cuestión) está en condiciones de desestimarla sin estar obligado a
tramitar toda la causa y a aguardar el momento del dictado de una sentencia de
mérito, es decir, en cualquier estado del proceso.
Conforme a la amplia gama de los aportes doctrinarios y la evolución de la
jurisprudencia, corresponde señalar que el juicio de improponibilidad supone un
análisis de la pretensión que concluye con un pronunciamiento sobre el fondo de la
misma. Se trata entonces de un juicio general que se funda en el hecho de que la
pretensión no puede plantearse en modo alguno ante ningún órgano jurisdiccional,
ya que existe un defecto absoluto en la facultad de otorgar la tutela o derecho,
porque el interés que se busca ser tutelado no es amparado por el ordenamiento
legal vigente, por lo que al pronunciarse sobre el mérito jurídico de la pretensión,
genera cosa juzgada formal y material.
Así concluiremos diciendo que la improponibilidad puede ser objetiva: cuando el
juicio se centra en analizar los efectos jurídicos materiales de la pretensión y la
falta de aptitud jurídica del objeto para ser juzgado en derecho, lo que hace posible
que el Juez rechace in limine la litis, tal pretensión por ser manifiestamente
improponible, por estar inmersa en los supuestos de ser manifiesta y evidentemente
contraria a las buenas costumbres o al orden público, al lado de la misma se
presenta la improponibilidad desde el punto de vista subjetivo, la cual se centra en
el juicio que hace el Juez, pero sobre la falta evidente de interés sustancial en el
actor para proponer la pretensión.
Consiguientemente conforme al art. 333 del Código de Procedimiento Civil, que
textualmente señala: "(Demanda defectuosa).- Cuando la demanda no se ajuste a
las reglas establecidas podrá el juez ordenar de oficio se subsanen los defectos
dentro del plazo prudencial que fije y bajo apercibimiento de que si no se
subsanaren se la tendrá por no presentada...", correspondía al Juez analizar si la
pretensión contenía los requisitos intrínsecos establecidos en el art. 327 del Código
de Procedimiento Civil, al que se suma la legitimación activa del demandante para
formular la acción, y los aspectos extrínsecos como los de fundabilidad, o
proponibilidad objetiva de la pretensión, ya que se entiende por falta de
legitimación, la falta evidente de interés sustancial en el actor para proponer la
pretensión o falta de titularidad del derecho.

P á g i n a 726 | 846
En resumen se dirá que cuando surge en forma manifiesta que la pretensión carece
de tutela jurídica, ya sea porque la demanda tiene un objeto inmoral o prohibido
por las leyes o cuando la causa invocada como fundamento de la petición es ilícita
o inmoral, estamos frente a una "improponibilidad objetiva", por oposición a la
"improponibilidad subjetiva derivada de la falta de legitimación (de quien tiene el
legítimo derecho de demandar una cosa)", razón por la cual el Juez al ser
manifiestamente evidente la ausencia de legitimación activa para solicitar la
pretensión invocada, correspondía rechazar la misma in límine”.
De lo expuesto, se tiene que la corriente planteada por Hernando Devis Echandía,
no resulta ser aplicada a la litis, en vista de que la ausencia de legitimación activa
en el demandante no necesita ser probada, es más, no persisten hipotéticos que
tengan que ser demostrados como para admitir o no la falta de legitimación en el
demandante, por la relación de hechos, la naturaleza de lo demandado y la
pretensión analizada de nulidad de declaratoria de herederos, posesión de la misma
y el registro pertinente, debe constar que la naturaleza del fallo, es emitido en base
a las infracciones acusadas en el recurso, razón por la que el análisis efectuado,
versa sobre el reclamo de la falta de legitimación para accionar por nulidad de
declaratoria de herederos, posesión hereditaria y consiguiente registro en derechos
reales, en vista de que en el recurso no se ha hecho alusión a la acción negatoria y
prescripción del derecho sucesorio, que conjuntamente han sido planteadas en la
demanda de fs. 156 a 161 caso para los cuales u otras que considere el ahora
recurrente, queda abierta la vía civil en jurisdicción ordinaria.

IMPROPONIBLIDAD DE LA DEMANDA
Auto Supremo: 294/2016
Sucre: 05 de abril 2016
Proceso: Nulidad de documento de transferencia.
En el mismo Auto Supremo 692/2014 se estableció: “En este antecedente este
Tribunal Supremo de Justicia citando a manera de orientación la Jurisprudencia
Venezolana, a través del Auto Supremo Nº 153/2013 al respecto razono lo
siguiente: “tradicionalmente la improponibilidad manifiesta, se centra en el objeto
de la pretensión, en la idoneidad de la relación jurídico sustancial presentada en
el proceso y la aptitud que tiene esa pretensión de ser actuada en derecho,
entendiendo que la improponibilidad puede presentarse como: 1)
Improponibilidad Objetiva: Cuyo radio de evaluación analiza los efectos jurídicos
materiales de la pretensión y la falta de aptitud jurídica del objeto para ser
juzgado en derecho. Se trata de los que se pretende, no puede ser juzgado
absolutamente, alguna veces a esto le llaman rechazo in limine de la demanda o
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improponibilidad manifiesta de la pretensión, y 2) Improponibilidad
Subjetiva: que analiza en las condiciones subjetivas, personales necesarias para
interponer la pretensión, estamos en el caso específico de la falta de interés
sustancial en el actor paraproponer la pretensión”.

IMPUGNACION DE CONTRATOS, LEGITIMACION


Auto Supremo: 23/2016
Sucre: 20 de enero 2016
Esta legitimación para obrar –cuando se trata de impugnar contratos- tiene estrecha
relación con el art. 551 del Código Civil, que señala: “(Personas que pueden
demandar la nulidad) La acción de nulidad puede ser interpuesta por cualquier
persona que tenga un interés legítimo”, entre estas se encuentra los titulares de la
relación contractual o terceros con interés legítimo por ejemplo una persona que
tendría que hacer valer su derecho subjetivo en caso de lograr la ineficacia
estructural del contrato impugnado de nulidad, así se puede citar que a partir del
Auto de Supremo Nº 664/2014 de 06 de noviembre, se orientó la línea
jurisprudencial en el que se señaló lo siguiente: “De manera general se tiene que la
nulidad de un contrato puede ser pretendida por las partes del contrato o
finalmente por sus causahabientes o herederos, toda vez que se presume que quien
contrata lo hace para sí y para sus herederos y causahabientes conforme manda el
art. 524 del Código Civil, quienes tienen la legitimación activa para pretender la
nulidad del mismo. Por otro lado, también es posible que la nulidad de un contrato
pueda ser instada por un tercero que no fue parte de la relación contractual que
se pretende invalidar, en este caso, cuando la nulidad es pretendida por un tercero
el art. 551 del Código Civil indica: “la acción de nulidad puede ser interpuesta
por cualquier persona que tenga interés legítimo”, entendiéndose que el interés
legítimo configura la legitimación activa para poder demandar, configurándose
esa legitimación en un presupuesto de admisibilidad de la demanda que debe ser
analizada por los Jueces al momento de admitir la demanda; por lo tanto el interés
legítimo debe ser demostrado ab initio al momento de la presentación de la
demanda y los Jueces tienen el deber de exigir dicha prueba a tiempo de admitirla
porque de ella depende la acreditación de la legitimación activa del actor, que
constituye presupuesto de admisibilidad como se señaló.
En ese entendido, también corresponde establecer qué es lo que se entiende por el
interés legítimo normado en el art. 551 del Código Civil, presupuesto necesario
que debe tener quien pretenda la nulidad de un contrato en el que no es parte,
motivo por el cual se dirá que la titularidad de un derecho subjetivo cuya eficacia
dependa real y directamente de la invalidez del contrato o del acto jurídico que se
pretende su nulidad, configura el llamado interés legítimo, en otras palabras los
efectos generados por el contrato o acto jurídico cuya invalidez se pretende que
P á g i n a 728 | 846
entren en pugna con el derecho subjetivo del cual es titular la persona que
demanda.
La fórmula del art. 551 del Código Civil, solo dispensa la calidad de accionante a
quien tenga interés legítimo, y no está abierto a todas las personas estantes del
Estado, pues la nulidad siendo de orden público apunta a la invalidez de un acto
jurídico privado, donde no existe la afectación de un derecho difuso, siendo el
punto de partida la consideración del carácter privado del acto jurídico que se
pretende invalidar, pues lo contrario nos situaría en una acción de defensa de
derechos colectivos o difusos.
Convengamos entonces que la norma permite accionar la nulidad cuando el
interesado ostenta un derecho subjetivo no hipotético que dependa actual e
inmediatamente de la invalidez del acto jurídico, siendo ese el interés legítimo que
debe demostrar para acreditar la legitimación activa, es decir el interés legítimo
está limitado al interés personal que emerge del derecho subjetivo en función
inmediata de la nulidad del contrato…”

IMPUGNACIÓN DE LA APELACIÓN, debe ser tramitada por el Juez que


conoce el proceso
Auto Supremo: 416/2016
Sucre: 28 de abril 2016
Proceso: Nulidad de venta y otros.
El proceso en un conjunto de actos jurídico procesales, que tienen la finalidad
resolver la controversia de las partes, procurando arribar a la Sentencia, cada una
de las fases del proceso se la denomina procedimiento, así existe un procedimiento
de incidentes, un procedimiento de impugnación, ese procedimiento no puede estar
supeditado a caprichos o exigencias del operador judicial, tampoco el operador
judicial puede torcer la secuencia del procedimiento, salvo decisión justificada
conforme a la normativa procesal, en el caso de la apelación devolutiva generada
en contra de la Resolución que decide sobre excepciones previas, no podía cerrar la
fase de impugnación cuando la misma ya se encontraba percutada por el recurrente,
no pudiendo ser tergiversada la misma, con requisitos no cumplidos en la
Resolución impugnada cuando ésta no adquirió la calidad de Resolución firme.

IMPUGNACIÓN DE RECONOCIMIENTO DE HIJO


Auto Supremo: 1166/2016
Sucre: 07 de octubre 2016
Proceso: Desconocimiento de paternidad.

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Para tener una mejor comprensión sobre lo que es la acción de impugnación de
reconocimiento, corresponde referirnos al Auto Supremo Nº 1068/2015 de 17 de
Noviembre, que sobre el particular hizo el siguiente análisis:“Resultando este el
tema en debate, corresponde en principio realizar un análisis de los institutos que
sustentan la filiación o su impugnación, a ese efecto podemos citar el AS Nº
333/2014 que sobre el tema ha establecido que: “La filiación es el vínculo
jurídico que une a una persona con sus progenitores. Se considera tres clases de
filiación: i) matrimonial, es la que tiene su origen en el matrimonio; ii)
extramatrimonial, que corresponde a hijos de personas no casados entre sí; y, iii)
adoptiva, que no corresponde a una realidad biológica sino al vínculo paterno –
filial creado por ley.
Nuestro régimen familiar legal, en consideración a estas formas de filiación,
estableció presupuestos normativos sistemáticos de los derechos y deberes de los
hijos, su establecimiento, de su prueba, etc., al mismo tiempo diseñoacciones
tendientes a desestimar la filiación, tanto matrimonial como extramatrimonial. Es
así que, para la filiación matrimonial estableció la acción de negación de
hijo nacido antes de los cientos ochenta días de matrimonio (art. 185 Código de
Familia) y negación del hijo nacido después de trescientos días siguientes al
decreto de separación personal o antes de los ciento ochenta días posteriores al
desistimiento o la reconciliación (art. 186 del Código de Familia), además de la
acción de desconocimiento de paternidad al hijo concebido durante el
matrimonio (art. 187 del Código de materia), y en ese mérito la misma norma
familiar, en su art. 188,normó el plazo para la interposición de estas acciones.
Asimismo, para la filiación extramatrimonial, es decir de los hijos de padre y
madre no casados entre sí, el Código de familia consideró a la impugnación de
reconocimiento (art. 204) como el medio para impugnar la filiación cuando se
hubo establecido aquella mediante reconocimiento de hijo; por otro lado
configuró la declaración judicial de paternidad y en ella, como mecanismo de
defensa, los presupuestos de prueba para la exclusión de paternidad conforme
señala el art. 209 del citado Código.
De lo manifestado, podemos concluir que la legislación familiar configuro las
acciones tendientes a repulsar la filiación por el progenitor en uno u otro caso,
específicamente, pero con la mirada de la protección de los hijos, de ahí se
entiende el plazo circundante a su interposición.”
De la línea establecida por este Tribunal, se puede concluir que entre los medios
de impugnación de filiación del hijo; dependiendo al caso, se debe analizar desde
dos puntos de vista, la primera cuando el hijo ha nacido dentro del matrimonio y
el segundo cuando ha nacido fuera del matrimonio, activándose para el segundo
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caso, es decir, de hijos nacidos fuera del matrimonio la figura de la impugnación
del reconocimiento, o para el reconocimiento de una filiación del mismo la
declaración judicial de paternidad y dentro de este los mecanismos de defensa de
exclusión de paternidad, conforme claramente se ha determinado.
En el caso en cuestión, el ahora recurrente erradamente planteada su acción
pretende la “exclusión de paternidad” de la menor MR, bajo el entendido de que
la madre hubiese desconocido la paternidad del demandante al proceder a una
nueva inscripción de la menor con otro apellido paterno, cuando conforme se ha
referido al tratarse de un hijo nacido fuera del matrimonio y al existir un
reconocimiento realizado por un tercero correspondía al recurrente impugnar el
reconocimiento realizado por el demandado, y no así invocar la figura de
exclusión de paternidad figura que se encuentra reservada al que no se considera
padre.
Empero al margen de lo anotado, con la finalidad de dar una respuesta concreta
al ahora recurrente conforme a los principios de eficacia, eficiencia y tomando en
cuenta que el tema de Litis está ligado a uno de filiación derechos, que por su
naturaleza son indisponibles, dentro de la óptica que la Litis se enmarca a una
impugnación de reconocimiento de filiación realizada conforme a los alcances del
art. 195-1 del Código de Familia, por cuanto, resulta aplicable los alcances de la
impugnación establecida en el art. 204 del mismo Código Familiar.
Sobre ese instituto del código de familia los Autos Supremos Nros. 437/2013 de
fecha 27 de agosto, 485/2013 de fecha 18 de septiembre y 605/2014 de fecha 27 de
octubre entre otros ha orientado en sentido que: “El reconocimiento de hijo de
padre y madre no casados entre sí, es un acto jurídico unilateral, personalísimo e
irrevocable, toda vez que quien ejercita ese derecho lo realiza de manera libre y
voluntaria, sabiendo las consecuencias jurídicas de su reconocimiento.
Y por regla general la impugnación de reconocimiento de hijo se habilita por el
reconocido y por terceros interesados que tengan un interés “legitimo” (debido al
efecto erga onmes), pero no se excluye al reconocedor, que también se encuentra
legitimado para impugnar el reconocimiento, siempre y cuando se demuestre que
existió error, dolo o violencia en el acto del reconocimiento y fundare su demanda
principal en un acto de reconocimiento que no fue libre ni voluntario, pudiendo
impugnar, alegando error propio al considerar como hijo al reconocido o cuando
hay dolo, es decir cuando la madre oculta, engaña y le hace creer que el
reconocido es su hijo, y finalmente cuando hay violencia.
Si bien es cierto que el reconocimiento debe existir cuando hay una relación
biológica, es también evidente que en nuestra sociedad en la práctica se puede ver
que existen padres que reconocen a los hijos de sus parejas, conociendo y
P á g i n a 731 | 846
sabiendo que no son biológicamente sus hijos, teniendo este reconocimiento un
efectos "erga omnes", ya que este acto jurídico realizado por la madre o el padre
no solo afecta al hijo o la hija y al padre o la madre que reconocen, pues lo que se
reconoce es el estado de hijo o hija que es indivisible y por eso produce efectos
absolutos frente a todos; siendo éste un acto irrevocable como lo determina el art.
199 del Código de Familia, teniendo como la única limitante para el
reconocimiento el caso establecido en el art. 200 del Código de Familia que
indica: "No se puede reconocer a quien legalmente corresponda la filiación del
hijo nacido de padre y madre casados entre sí...".
Finalmente, corresponde también concretar que el art. 204 el Código de Familia
en su segundo párrafo prevé un plazo de caducidad y no de prescripción como
muchas veces se la confunde, y si bien el art. 1520 del Código Civil establece que
la caducidad no puede aplicarse de oficio, empero preceptúa también la salvedad
en tratándose de derechos indisponibles; en el presente caso, lo que se cuestiona
es la filiación del demandado, por lo que la caducidad debió ser observada de
oficio, porque el derecho a la filiación y a la identidad constituye precisamente
un derecho indisponible; aclarando que lógicamente la caducidad dispuesta por
el art. 204 del Código de Familia, comienza a correr para todos, o sea, además
del hijo y los interesados legítimamente, para el padre o el reconocedor.”

IMPUGNACIÓN DEL RECONOCIMIENTO


Auto Supremo: 907/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de actas de reconocimiento de hija, nulidad de certificados de
nacimiento, nulidad de resoluciones, cancelación en registros, nulidad de
declaratoria de herederos, nulidad de Escritura Pública y cancelación de
inscripción en Derechos Reales, más daños y perjuicios.
Sobre el tema este Tribunal máximo de justicia Ordinaria, en el Auto Supremo Nº
068/2015 – L de fecha 17 de noviembre 2015 reiterando el entendimiento asumido,
ha delineado lo siguiente: “ Sobre ese instituto del código de familia los Autos
Supremos Nros.437/2013 de fecha 27 de agosto, 485/2013 de fecha 18 de
septiembre y 605/2014 de fecha 27 de octubre entre otros ha orientado en sentido
que: “El reconocimiento de hijo de padre y madre no casados entre sí, es un acto
jurídico unilateral, personalísimo e irrevocable, toda vez que quien ejercita ese
derecho lo realiza de manera libre y voluntaria, sabiendo las consecuencias
jurídicas de su reconocimiento.
Y por regla general la impugnación de reconocimiento de hijo se habilita por el
reconocido y por terceros interesados que tengan un interés “legitimo” (debido al
P á g i n a 732 | 846
efecto erga onmes), pero no se excluye al reconocedor, que también se encuentra
legitimado para impugnar el reconocimiento, siempre y cuando se demuestre que
existió error, dolo o violencia en el acto del reconocimiento y fundare su demanda
principal en un acto de reconocimiento que no fue libre ni voluntario, pudiendo
impugnar, alegando error propio al considerar como hijo al reconocido o cuando
hay dolo, es decir cuando la madre oculta, engaña y le hace creer que el
reconocido es su hijo, y finalmente cuando hay violencia.
Si bien es cierto que el reconocimiento debe existir cuando hay una relación
biológica, es también evidente que en nuestra sociedad en la práctica se puede
ver que existen padres que reconocen a los hijos de sus parejas, conociendo y
sabiendo que no son biológicamente sus hijos, teniendo este reconocimiento un
efecto "erga omnes", ya que este acto jurídico realizado por la madre o el padre
no solo afecta al hijo o la hija y al padre o la madre que reconocen, pues lo que
se reconoce es el estado de hijo o hija que es indivisible y por eso produce efectos
absolutos frente a todos; siendo éste un acto irrevocable como lo determina el art.
199 del Código de Familia, teniendo como la única limitante para el
reconocimiento el caso establecido en el art. 200 del Código de Familia que
indica: "No se puede reconocer a quien legalmente corresponda la filiación del
hijo nacido de padre y madre casados entre sí...”.

Finalmente, corresponde también concretar que el art. 204 el Código de Familia


en su segundo párrafo prevé un plazo de caducidad y no de prescripción como
muchas veces se la confunde, y si bien el art. 1520 del Código Civil establece que
la caducidad no puede aplicarse de oficio, empero preceptúa también la salvedad
en tratándose de derechos indisponibles; en el presente caso, lo que se cuestiona
es la filiación del demandado, por lo que la caducidad debió ser observada de
oficio, porque el derecho a la filiación y a la identidad constituye precisamente un
derecho indisponible; aclarando que lógicamente la caducidad dispuesta por el
art. 204 del Código de Familia, comienza a correr para todos, o sea, además del
hijo y los interesados legítimamente, para el padre o el reconocedor.”

De la jurisprudencia anotada se puede establecer que si bien, la extinta corte


Suprema de Justicia ha adoptado el entendimiento de que el reconocimiento
únicamente procede como un acto a favor del progenitor biológico, empero, bajo el
principio de progresividad dicho entendimiento ha sido ampliado y modulado,
interpretación que no ha sido desde la literalidad de la norma, sino la aplicación de
la misma bajo un enfoque constitucional glosado en el punto anterior, bajo el nuevo
paradigma de valores y principios con la procura de alcanzar una justicia real y
P á g i n a 733 | 846
efectiva, conforme orienta la nueva Constitución Política del Estado, y tomando
esos parámetros es que teniendo presente que la reconocimiento de hijo conforme
se expuso, al ser un acto jurídico unilateral, personalísimo e irrevocable, es que
velando por los intereses sobre todo de los menores que eran reconocidos, no podía
pretenderse el desconocimiento de ese acto que tiene esas características, máxime
si el reconocedor dentro de nuestra realidad social y en la práctica habitual otorga
su filiación o la calidad de hijo a alguien que no es su hijo biológico, ya sea por un
acto altruista, solidaridad u otros motivos, y ese acto jurídico no simplemente
produce efectos jurídicos con referencia al padre, sino también al reconocido quien
adopta la calidad de hijo del reconocedor, realizando actos este último como tal,
frente a la sociedad, extremos que no pueden ser desconocidos al tratarse de un
acto netamente unilateral.

Al margen, se debe tener en cuenta que nuestro ordenamiento Jurídico únicamente


establece como un candado normativo, para el reconocimiento del hijo el caso
establecido en el art.200 del mismo código de Familia es decir, para hijos de padre
y madre casados entre sí, no existiendo otra limitante para el reconocimiento de
filiación, criterio que encuentra respaldo en lo establecido en el art. 14.IV de la
CPE, norma Constitucional que de manera exacta refiere: “En el ejercicio de los
derechos, nadie será obligado a hacer lo que la Constitucion y las leyes no
manden, ni a privarse de los que estas no prohíban”, por lo que, la interpretación
de esta norma no ha sido desde su literalidad simplemente sino desde y conforme a
la Constitución Política del Estado en reguardo del valor supremo-Justicia-, acorde
a la realidad social y para evitar perjuicio de los menores que han sido reconocidos
a través de un acto exento de vicios en el consentimiento del reconociente, ya que
de la misma derivaron efectivas relaciones familiares que no pueden verse
afectadas o truncadas porque ello supondría afectación al derecho a la filiación e
identidad de la persona con los consiguientes perjuicios que ello implica y los
procesos judiciales que podrían generarse a consecuencia de esa situación,
generando inseguridad jurídica.

Empero, ello no implica no poder impugnar ese reconocimiento como permite el


referido artículo 204 del Código de Familia, sino que conforme orienta la doctrina
y la misma jurisprudencia, ese reconocimiento puede ser impugnado tanto por el
reconocedor, por el reconocido y todos los que ostenten un interés legítimo, esto
debido al efecto erga onmes que produce ese reconocimiento, habilitándose ese
derecho cuando se evidencia la afectación de un derecho o existencia de un
supuesto hipotético que genere un derecho subjetivo, y siempre y cuando se
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demuestre error, dolo o violencia al momento de ese reconocimiento, aspectos que
harían denotar que ese acto fue viciado al momento de su realización, haciendo
viable la impugnación del reconocimiento, y no así otros tópicos o directrices no
relacionadas con los puntos explanados.

El hecho de pretender el desconocimiento o la invalidez del reconocimiento, por la


simple falta de relación biológica (progenitores-hijo) en los casos en que
el reconocedor es consciente de tal situación, generaría un caos social y jurídico,
debido a que por un lado se le quita esa calidad de personalísimo a ese acto jurídico
y la calidad de inmutabilidad a esa filiación, generándose inseguridad jurídica con
relación aquellas personas que han sido reconocidas, resultando en su caso menores
de edad y también implícitamente se les desconocería esa calidad de sujetos de
Derecho desconociendo sus derechos, es por todo ese fundamento que realizando
una interpretación sistematizada desde un enfoque constitucional es que se ha
aceptado la posibilidad del reconocimiento de alguien que no resulta ser hijo
biológico, por los efectos y consecuencias que este acto personalísimo genera.

IMPUGNACIÓN DEL RECONOCIMIENTO DE HIJO


Auto Supremo: 592/2016
Sucre: 07 de junio 2016
Proceso: Exclusión de Paternidad.
Sobre el tema el Auto Supremo 1068/2015-L orientó: “Asimismo, para la filiación
extramatrimonial, es decir de los hijos de padre y madre no casados entre sí, el
Código de familia consideró a la impugnación de reconocimiento (art. 204) como
el medio para impugnar la filiación cuando se hubo establecido aquella mediante
reconocimiento de hijo; por otro lado configuró la declaración judicial de
paternidad y en ella, como mecanismo de defensa, los presupuestos de prueba para
la exclusión de paternidad conforme señala el art. 209 del citado Código. De lo
manifestado, podemos concluir que la legislación familiar configuro las acciones
tendientes a repulsar la filiación por el progenitor en uno u otro caso,
específicamente, pero con la mirada de la protección de los hijos, de ahí se
entiende el plazo circundante a su interposición.
De la línea establecida por este Tribunal, se puede concluir que entre los medios
de impugnación de filiación del hijo; dependiendo al caso, se debe analizar desde
dos puntos de vista, la primera cuando el hijo ha nacido dentro del matrimonio y el
segundo cuando ha nacido fuera del matrimonio, activándose para el segundo
caso, es decir, de hijos nacidos fuera del matrimonio la figura de la impugnación
del reconocimiento, o para el reconocimiento de una filiación del mismo la

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declaración judicial de paternidad y dentro de este los mecanismos de defensa de
exclusión de paternidad, conforme claramente se ha determinado….”
Sobre ese instituto del código de familia los Autos Supremos Nros.437/2013 de
fecha 27 de agosto, 485/2013 de fecha 18 de septiembre y 605/2014 de fecha 27 de
octubre entre otros ha orientado en sentido que: “El reconocimiento de hijo de padre y
madre no casados entre si, es un acto jurídico unilateral, personalísimo e irrevocable,
toda vez que quien ejercita ese derecho lo realiza de manera libre y voluntaria, sabiendo las
consecuencias jurídicas de su reconocimiento. Y por regla general la impugnación de
reconocimiento de hijo se habilita por el reconocido y por terceros interesados que tengan un
interés “legitimo” (debido al efecto erga onmes), pero no se excluye al reconocedor, que también
se encuentra legitimado para impugnar el reconocimiento, siempre y cuando se demuestre que
existió error, dolo o violencia en el acto del reconocimiento y fundare su demanda principal en un
acto de reconocimiento que no fue libre ni voluntario, pudiendo impugnar, alegando error propio
al considerar como hijo al reconocido o cuando hay dolo, es decir cuando la madre oculta, engaña
y le hace creer que el reconocido es su hijo, y finalmente cuando hay violencia. Si bien es cierto que
el reconocimiento debe existir cuando hay una relación biológica, es también evidente que en
nuestra sociedad en la práctica se puede ver que existen padres que reconocen a los hijos de sus
parejas, conociendo y sabiendo que no son biológicamente sus hijos, teniendo
este reconocimiento un efectos "erga omnes", ya que este acto jurídico realizado
por la madre o el padre no solo afecta al hijo o la hija y al padre o la madre que
reconocen, pues lo que se reconoce es el estado de hijo o hija que es indivisible y
por eso produce efectos absolutos frente a todos; siendo éste un acto irrevocable
como lo determina el art. 199 del Código de Familia, teniendo como la única
limitante para el reconocimiento el caso establecido en el art. 200 del Código de
Familia que indica: "No se puede reconocer a quien legalmente corresponda la
filiación del hijo nacido de padre y madre casados entre sí...".

IMPUGNAR EN CASACIÓN CUANDO EL AD QUEM CONCLUYE POR


LA FALTA DE EXPRESIÓN DE AGRAVIOS EN EL RECURSO DE
APELACIÓN
Auto Supremo: 38/2017
Sucre: 24 de enero 2017
Proceso: Oferta de pago y consignación, firma de minuta o Escritura Pública de
transferencia forzosa.
En el Auto Supremo N° 25/2016 de 20 de enero se ha razonado: “En el caso de
Autos, de la revisión de la Resolución de Alzada, se conoce que el Ad quem, en los
puntos I y II de la parte considerativa se remite al principio de congruencia y
pertinencia previsto por el art. 236 en relación al art. 227 del mismo adjetivo civil,
y en el acápite III de la parte considerativa del Auto de Vista detalla las

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acusaciones que fueron fundamento del recurso de Alzada, desarrollando su
análisis en relación a dichas acusaciones, remitiéndose de ésta manera a los
agravios que fueron fundamento del recurso de apelación; sin embargo, habiendo
advertido la falta de expresión de agravios en el recurso de apelación interpuesto
por el co-demandante, el Tribunal de Alzada en observancia de la línea
jurisprudencial asumida por éste Tribunal ha confirmado la Sentencia,
cumplimiento de esta manera con el art. 236 del adjetivo civil y de consiguiente
con el principio de congruencia y pertinencia extrañado, no obstante, a efectos de
que este Tribunal asuma una decisión anulatoria de obrados le correspondía
establecer al ahora impugnante que en su recurso de Alzada si hubo consignado la
expresión de agravios y la trascendencia de los mismos, como se hubo referido
precedentemente, aspectos que no se evidencian en el recurso en examen, lo que
hace infundado su reclamo”.

SENTENCIA CONSTITUCIONAL 0136/2003-R


Sucre, 6 de febrero de 2003
Expediente: 2002-05625-11-RAC
Distrito: Santa Cruz
Magistrado Relator: Dr. Willman Ruperto Durán Ribera
En revisión la Resolución de 15 de noviembre de 2002, cursante de fs. 31 vta. a 33,
pronunciada por la Sala Social y Administrativa de la Corte Superior del Distrito
Judicial de Santa Cruz, dentro del recurso de amparo constitucional interpuesto por
Walter Flores Condori y María Nieves Morales de Flores contra Marcelo
Barrientos Díaz, Juez Tercero de Partido en lo Civil y Comercial de Santa
Cruz, alegando la vulneración de sus derechos a la propiedad privada, a la defensa
y al debido proceso.
I.- ANTECEDENTES CON RELEVANCIA JURIDICA
I.1. Contenido del recurso
I.1. 1. Hechos que motivan el recurso
En la demanda presentada el 13 de noviembre de 2002 (fs. 24-26), los recurrentes
manifiestan que otorgaron poder a su hija María Cristina Flores Morales para que
pueda hipotecar el inmueble de su propiedad, en cuyo mérito ésta junto con
Bernardo Checa Román, suscribieron un contrato de préstamo de dinero por sí y en
representación de nuestras personas. Ante el incumplimiento de la obligación, la
acreedora Nelly Irene Mustafá de Quinteros les inició demanda coactiva que se
encuentra en ejecución de sentencia, más propiamente con señalamiento de
audiencia de remate para la venta del inmueble hipotecado. No obstante ser
propietarios del inmueble a ser rematado además de garantes hipotecarios, en
ningún momento se les citó y/o notificó con la sentencia del proceso y mucho
menos con alguna actuación o diligencia posterior, pese a haber sido ordenada su
notificación por el juzgador. Con estos argumentos se apersonaron ante el Juez
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recurrido presentando un incidente de nulidad que fue rechazado arguyendo que no
son parte del proceso y que si en sentencia ordenó la notificación de los garantes
hipotecarios fue sólo para que no se vean sorprendidos con una orden de
desapoderamiento, quedando con esta decisión en un claro estado de indefensión.
La SC 504/2001-R de 29 de mayo resolvió una situación similar y fue dirigida
contra la autoridad ahora recurrida, la que no obstante conocer el mandato
constitucional continúa en franco desacato en el cumplimiento de tales normas,
correspondiendo aplicarle las sanciones de ley.
I.1.2. Derechos y garantías supuestamente vulnerados
Señala como vulnerados sus derechos a la propiedad privada, a la defensa y al
debido proceso.
I.1.3. Autoridad recurrida y petitorio
Plantea el recurso contra Marcelo Barrientos Díaz, Juez Tercero de Partido en lo
Civil y Comercial de la Capital, pidiendo se declare procedente, por ende, se anule
obrados hasta fs. 17, ordenando se les cite con la demanda, la sentencia y
posteriores resoluciones que emanen del proceso, debiendo imponerse las
sanciones de ley al Juez recurrido por desacato a mandatos constitucionales.
I.2. Audiencia y Resolución del Tribunal de amparo
La audiencia se realizó el 15 de noviembre de 2002, sin presencia fiscal (fs. 29-33).
I.2.1. Ratificación del recurso
El recurrente reiteró los fundamentos de su demanda.
I.2.2. Informe del recurrido
Por secretaría se dio lectura al informe escrito de la autoridad recurrida ausente,
(fs. 28), en la que expresa que los recurrentes no son parte demandada ni procesal
en el proceso coactivo seguido por Nelly Irene Mustafá de Quinteros contra
Bernardo Checa Román y María Cristina Flores Morales, toda vez que en el
documento de préstamo no intervienen como acreedores ni como deudores, siendo
simplemente garantes hipotecarios, por lo que no corresponde su citación, lo que
no significa violar su derecho a defensa y si bien en la sentencia se dispone la
notificación de los garantes hipotecarios, es precisamente para que como
propietarios del inmueble tomen conocimiento de que ante el incumplimiento del
obligado su inmueble será objeto de remate. En consecuencia, pretender la nulidad
de obrados hasta fs. 17 sólo busca dilatar el remate, máxime si la resolución dictada
a fs. 66 bien pudo ser apelada, no siendo el amparo sustitutivo de esa vía legal.
I.2.3. Resolución
La resolución dictada el 15 de noviembre de 2002 (fs.31 vta.-33), declaró
procedente el recurso, disponiendo la anulación de obrados hasta fs. 17, a fin de
procederse a la notificación de los recurrentes, ordenada en la misma sentencia de
fs. 12 y vta. del expediente original, para que éstos puedan estar a derecho,
fundándose en que:
a) Si bien no existe una norma expresa en el Código de procedimiento civil (CPC)
ni en la Ley de abreviación procesal civil y asistencia familiar, que obligue a la
notificación o al conocimiento de los deudores hipotecarios por no ser parte en el
P á g i n a 738 | 846
proceso, ese vacío legal fue considerado y llenado por el Tribunal Constitucional
en la SC 504/01-R de 29 de mayo de 2001, al señalar que la falta de ese
conocimiento causa indefensión para los propietarios del fundo próximo a
rematarse, violando los derechos a la propiedad y a la seguridad jurídica;
b) El auto de 31 de octubre de 2002 dictado por el Juez recurrido, en su parte final
está cortando toda posibilidad de asumir defensa en el proceso a los recurrentes, al
no reconocerles ninguna calidad en el mismo, con lo que invalida la afirmación de
que dicha resolución podía ser apelada, correspondiendo aplicar la inmediatez
necesaria al caso presente.
I.3. Trámite procesal en el Tribunal Constitucional
Que, por requerir de mayor análisis y estudio, mediante Acuerdo Jurisdiccional Nº
14/03 de 20 de enero de 2003, el Pleno del Tribunal Constitucional amplió el plazo
para pronunciar resolución en la mitad del término, al amparo del art. 2 de la Ley
1979; vale decir hasta el 12 de febrero de 2003. Por tanto, la presente Sentencia
Constitucional, se pronuncia dentro del plazo legalmente establecido (fs. 35).
II. CONCLUSIONES
Que de la revisión del expediente se concluye lo siguiente:
II.1. En mérito al poder de 27 de septiembre de 2001, otorgado por los recurrentes
a favor de su hija María Cristina Flores Morales, ésta junto con su esposo Bernardo
Checa Román adquirieron un préstamo de dinero con la garantía hipotecaria del
inmueble de propiedad de los ahora recurrentes, de Nelly Irene Mustafá de
Quinteros, quien ante el incumplimiento en el pago, les inició demanda coactiva
(fs.4-8).
II.2. El juez recurrido, mediante Sentencia 12/2002 de 11 de enero de 2002,
declaró probada la demanda y ordenó que los deudores paguen a tercero día su
obligación, bajo prevenciones de llevar adelante el remate en pública subasta de los
bienes ofrecidos en garantía, disponiendo la notificación a los garantes
hipotecarios, sin que conste el cumplimiento de esa notificación (fs. 9-10).
II.3. Los deudores opusieron excepciones de falsedad del título y falta de fuerza
ejecutiva, que fueron declaradas improbadas por el Juez recurrido mediante Auto
de 11 de abril de 2002, ordenando se prosiga con la ejecución coactiva, por lo que a
petición de la parte coactivante, mediante providencia de 4 de octubre de 2002, el
juzgador señaló la primera audiencia de remate del inmueble hipotecado (fs. 11-
18).
II.4. Mediante memorial de 23 de octubre de 2002, los recurrentes pidieron la
nulidad de obrados por no haber sido legalmente notificados con la sentencia,
habiendo el Juez demandado, rechazado dicho incidente mediante auto de 31 de
octubre de 2002 por no ser sujetos procesales; es decir, demandados (fs. 19-22).
III. FUNDAMENTOS JURÍDICOS DEL FALLO
Los recurrentes afirman que el juzgador demandado ha violado sus derechos a la
defensa, al debido proceso y a la propiedad privada, tanto al no haberles notificado
con la sentencia no obstante estar ordenada dicha notificación en su calidad de
garantes hipotecarios, como al rechazarles el incidente de nulidad opuesto de su
P á g i n a 739 | 846
parte aduciendo que no son sujetos procesales. Conforme a esto, corresponde
analizar si al disponer el remate del bien inmueble hipotecado, que garantiza la
acreencia, sin citar a sus propietarios (fiadores reales), se ha lesionado el derecho
al debido proceso, a la defensa y el derecho a la propiedad de los recurrente, y por
tanto establecer si los hechos demandados se encuentran dentro del ámbito de
protección que otorga el art. 19 CPE.
III.1. Que, para dilucidar adecuadamente la problemática planteada, se deben
precisar los alcances de los derechos y garantías invocados como lesionados, desde
la perspectiva constitucional, para luego hacer el contraste con los actos
impugnados. En este cometido se tiene:
III.1.1. El art. 16.IV de la Constitución Política del Estado (CPE), consagra la
garantía del debido proceso, expresando que “Nadie puede ser condenado a pena
alguna sin haber sido oído y juzgado en proceso legal”, de lo que se extrae que la
Ley fundamental del País, persigue evitar la imposición de una sanción, o la
afectación de un derecho, sin el cumplimiento de un proceso previo, en el que se
observen los derechos fundamentales y las garantías de naturaleza procesal
contenidos en la Constitución y las leyes que desarrollan tales derechos, garantía
que conforme a la jurisprudencia sentada por este Tribunal, alcanza a toda clase de
procesos judiciales o administrativos (Así SSCC 378/2000-R, 441/2000-R,
128/2001-R, 347/2001-R, 0081/2002-R y 378/2002-R, entre otras).
III.1.2. Que, de otro lado, el orden constitucional, no obstante de ser el derecho a la
defensa un instituto integrante de las garantías del debido proceso, lo consagra
autónomamente, precisando de manera expresa en el art. 16.II que “El derecho a
la defensa en juicio es inviolable”; precepto que desde el punto de vista teleológico
ha sido creado para poner de relieve esta garantía fundamental, que debe ser
interpretada siempre conforme al principio de la favorabilidad, antes que
restrictivamente.
III.2. Establecidos los alcances de los derechos y garantías supuestamente
violados, corresponde ahora, verificar si el juez recurrido, en el caso concreto,
ajustó su actuación a las exigencias procesales antes aludidas. Para ello es preciso
analizar los aspectos vinculados a tales actuados.
III.2.1 Resulta apropiado empezar el análisis precisando el concepto y los
alcances del instituto jurídico de la hipoteca. Así, se tiene que la doctrina, a nuestro
entender la más autorizada, nos brinda el siguiente concepto:
"La hipoteca es una garantía real que, sin llevar consigo la desposesión actual del
propietario de un inmueble, le permite al acreedor, si no es pagado al vencimiento,
el derecho de embargar y rematar ese inmueble en cualesquiera manos en que se
encuentren, y el de cobrar con preferencia sobre el precio". (Henry, León y Jean
Mazeaud, "Lecciones de Derecho Civil, parte III, vol. I, pág. 293).
Del contenido de la definición glosada, se extrae que la hipoteca le confiere al
acreedor el derecho de persecución y de preferencia en el pago. Conforme a esto,
el acreedor puede perseguir la cosa hipotecada, en manos de quien se encuentre.
Esto significa que si el garante hipotecario vende el bien hipotecado, el acreedor
P á g i n a 740 | 846
tiene los derechos de persecución y preferencia antes aludidos. Esta definición
guarda concordancia plena con lo establecido por nuestra legislación vigente
(Código Civil), conforme se desprende de los siguientes preceptos:

“Artículo 1360.-
“I. (CONSTITUCION). La hipoteca constituida sobre bienes propios
del deudor o de un tercero, como garantía de una deuda, confiere al acreedor
hipotecario los derechos de persecución y preferencia. Por el primero, puede
embargar la cosa o derecho en poder de cualquiera; por el segundo, es preferido
en el pago a otros acreedores.”
“II. Los bienes muebles sujetos a registro, sobre los cuales se constituye una
hipoteca, se equiparan a los inmuebles para los efectos correspondientes.”
“III. La hipoteca sólo tiene lugar en los casos y según las formas autorizadas por
la ley.”
Del texto glosado, se extrae que la hipoteca puede otorgarse: 1) por el mismo
deudor sobre un bien de su propiedad; éste recibe, en la doctrina, el nombre de
deudor; 2) Por un tercero para garantizar una obligación ajena, a éste, en la
doctrina, se le denomina garante hipotecario o fiador real, que es distinto del
simple fiador; pues, el primero garantiza la deuda con el bien hipotecado sin asumir
la misma, lo que significa que en este supuesto, el acreedor sólo puede perseguir el
pago hasta donde alcance el valor del bien dado en hipoteca. En cambio el fiador
simple o personal, garantiza la obligación con sus bienes, cuando éste (el deudor)
no satisfaga la obligación afianzada.
De otro lado, dado que el bien objeto de la hipoteca puede ser transferido por el
deudor propietario o por el garante hipotecario, quien lo adquiere cargará con la
hipoteca que pesa sobre el bien, por tanto, tendrá la condición de sujeto pasivo de
la acción hipotecaria o lo que es lo mismo, es a quien se debe demandar en defecto
de que el deudor principal incumpla la obligación, en razón al derecho de
persecución que tiene el acreedor nacido de la hipoteca. A este propietario del bien
hipotecado, se le llama en el lenguaje del derecho hipotecario, tercer poseedor.
A su vez, en conexión con el instituto en análisis, el mismo Código sustantivo
aludido, establece lo siguiente:
“ARTÍCULO 1479.- (EXTINCION DE DERECHOS DE TERCEROS SOBRE
LA COSA VENDIDA).
“I. Cuando el objeto de la venta forzosa es un inmueble o mueble sujeto a registro
y la subasta se efectúa con citación de los acreedores que tienen constituidas
hipotecas o anticresis sobre el bien, éstas se extinguen desde que el adjudicatario
consigna el precio de la venta a la orden del juez.
“II. Cuando el objeto de la venta es una cosa mueble. quien tenía la propiedad u
otro derecho real sobre la cosa y no hizo valer su derecho en la ejecución ya no
puede hacerlo frente al adjudicatario de buena fe ni puede repetir de los
acreedores la suma distribuida”.

P á g i n a 741 | 846
El texto legal transcrito, nos muestra que sólo cuando se cita a los acreedores se
extinguen las hipotecas constituidas sobre el bien, y que la citación resulta ser una
regla general para que una decisión judicial pueda afectar derechos o intereses de
terceros.

III.2.2. Puestas así las cosas, corresponde analizar desde la normativa procesal,
qué establece el Código de procedimiento civil sobre la ejecución por deudas con
garantías hipotecarias. Sobre el particular, se tiene:
“ARTÍCULO 496.- (Ejecución por deuda con garantía hipotecaria)
“La intimación de pago dispondrá la anotación del embargo sobre el inmueble
hipotecado y ordenará que el registrador de Derechos Reales informe sobre:
1) Los gravámenes que afectaren al inmueble hipotecado, con indicación del
importe de los créditos, sus titulares y domicilios.
2) Las transferencias que del inmueble se hubieren realizado desde la fecha de
constituirse la hipoteca, con indicación del nombre y domicilio de los
adquirentes.” (las negrillas son nuestras).
En este precepto pareciera que el juez recurrido se basó para afirmar que los
recurrentes no eran parte en el proceso, al argumentar que: “toda vez que en el
documento de préstamo no intervienen como acreedores ni como deudores, siendo
simplemente garantes hipotecarios, por lo que no corresponde su citación”;
decimos pareciera, porque el juez no señala a este precepto como base legal de su
decisión, ni a ninguna otra norma; desconociendo el deber jurídico que tiene todo
juez de citar las leyes en que funda su decisión; sin embargo, si el precepto glosado
precedentemente fuera la base en que intentó fundar su decisión, este
entendimiento sería erróneo; en primer lugar, el párrafo 2) del artículo en análisis,
se está refiriendo a las transferencias que se pudieran realizar después de instaurada
la acción; pues una interpretación en otro sentido no guardaría compatibilidad con
el concepto legal y doctrinal de hipoteca, en cuanto se refiere al derecho de
persecución que nace de la misma y que determina que el acreedor dirija la acción
contra el propietario actual del bien que garantizó la acreencia; en segundo lugar,
los artículos de un código no pueden interpretarse aisladamente, sino dentro del
contexto que informa el orden vigente en un país en la materia en cuestión. De ahí
que, para que el análisis resulte adecuado, es preciso tomar en cuenta, como
aspecto básico de la hermenéutica interpretativa, otros preceptos de nuestro Código
procesal, que por su contenido son de aplicación general a todas las clases de
procesos que instituye el mismo. En este sentido, se hace necesario inquirir qué se
establece sobre la sentencia y los alcance de las mismas. Así, tenemos lo siguiente:
“ARTÍCULO 190.- (Sentencia)
“La sentencia pondrá fin al litigio en primera instancia; contendrá decisiones
expresas, positivas y precisas; recaerá sobre las cosas litigadas, en la manera en
que hubieren sido demandadas sabida que fuere la verdad por las pruebas del
proceso; en ella se absolverá o condenará al demandado.
“ARTÍCULO 194.- (Alcances de la sentencia)”
P á g i n a 742 | 846
Las disposiciones de la sentencia sólo comprenderán a las partes que
intervinieren en el proceso y a las que trajeren o derivaren sus derechos de
aquellas”
III.3. Del análisis sistemático de las normas constitucionales y legales
precedentemente analizadas, y cambiando el entendimiento jurisprudencial
contenido en la SC 1422/2002-R de 22 de noviembre de 2002, se concluye los
siguiente:
1. Por regla general, toda persona tiene el derecho inviolable a intervenir en todos
los procesos y decisiones en los que se puedan afectar o afecten sus derechos e
intereses legítimos.
2. En los casos en los que un tercero garantiza la obligación del deudor con un
bien inmueble de su propiedad, la acción debe dirigirse contra éste y contra el
deudor.
3. En los supuestos del punto anterior, en los que el acreedor, dada su libertad de
actuar, dirija la acción (demanda) sólo contra el deudor, el pago de la obligación
sólo podrá hacerse efectivo con los bienes de éste; sin afectar los bienes del garante
hipotecario. Pues, como lo ha precisado la jurisprudencia de este Tribunal, para que
pueda afectarse su derecho de propiedad, debe ser oído y vencido en juicio legal; es
decir que debe ser sustanciado observando las garantías del debido proceso de Ley
y, dentro de él, el sagrado derecho a la defensa (Así SSCC 1365/2002 Y
1404/2002-R, entre otras);
4. También se infringen las garantías del debido proceso, si sólo se dirige la
demanda contra el fiador real o hipotecario; dado que el deudor también tiene el
derecho a defenderse, oponiendo todos los medios de defensa que la ley le reserve;
puesto que en última instancia será sobre éste que recaiga el pago de la obligación,
como producto de la acción de repetición al que en su caso puede optar el garante
hipotecario.
5. La acción por una garantía hipotecaria, debe dirigirse siempre contra el
propietario actual y contra el deudor.
III.4. Al no haber observado el juez recurrido la normativa aludida, ha
provocado con ello la indefensión de los recurrentes como dueños del inmueble
próximo a rematarse, dado que se les embargó sus bienes y se dispuso su remate,
sin haber sido oídos y vencidos en juicio, conculcando con ello sus derechos a la
defensa, al debido proceso, a la propiedad privada y a la seguridad jurídica,
consagrados en los arts. 16.II y IV, 7.a) e i) y 22 CPE; dado que la interpretación
restrictiva de derechos efectuada por el Juez, en sentido de ordenar la citación de
los fiadores reales como gracia del juzgador y no como un derecho, y sólo para que
“como propietarios del inmueble tomen conocimiento de que ante el
incumplimiento del obligado su inmueble será objeto de remate”, es contraria al
principio de favorabilidad, reconocido como básico en toda hermenéutica
interpretativa de los derechos y garantías fundamentales, dado que el intérprete está
obligado a optar por aquel entendimiento interpretativo que desarrolle de mejor

P á g i n a 743 | 846
forma y con la mayor efectividad, los derechos, principios y valores que consagran
el orden constitucional, por lo que corresponde brindar la tutela solicitada.
En consecuencia, el Tribunal de amparo al haber declarado procedente el recurso,
aunque con distinto fundamento, ha efectuado una correcta interpretación de los
alcances del art. 19 CPE, y de las demás normas citadas.
POR TANTO
El Tribunal Constitucional, en virtud de la jurisdicción que ejerce por mandato de
los arts. 19.IV y 120.7 CPE y los arts. 7.8ª y 102.V de la Ley del Tribunal
Constitucional (LTC), resuelve:
1. APROBAR la Resolución revisada.
2. Se exime del pago de daños y perjuicios al juez recurrido por evidenciarse
error excusable.
3. Se anula el embargo de los bienes del recurrente, así como todo lo que se
hubiere precavido en su contra.
Regístrese, notifíquese y publíquese en la Gaceta Constitucional.
Fdo. Dr. René Baldivieso Guzmán
PRESIDENTE
Fdo. Dr. Willman Ruperto Durán Ribera
DECANO
Fdo. Dra. Elizabeth Iñiguez de Salinas
MAGISTRADA
Fdo. Dr. Felipe Tredinnick Abasto
MAGISTRADO
Fdo. Dr. José Antonio Rivera Santivañez
MAGISTRADO
VINCULATORIEDAD DE LA JURISPRUDENCIA

SENTENCIA CONSTITUCIONAL Plurinacional 1171/2015-s2, Sucre 11 de


noviembre de 2015
RATIO DECIDENDI Y PRECEDENTE:
Al respecto la Constitución Política del Estado, ha expresado la vinculatoriedad
horizontal y vertical de la jurisprudencia constitucional, estableciendo en su art.
203 que: „Las decisiones y sentencias del Tribunal Constitucional Plurinacional
son de carácter vinculante y de cumplimiento obligatorio, y contra ellas no cabe
recurso ordinario ulterior alguno”. Con relación a esta norma constitucional, la
jurisprudencia constitucional ha expresado que: „(….) corresponde aclarar que
esa aplicación obligatoria de la jurisprudencia constitucional está sujeta a la regla
de la analogía, vale decir que los supuestos fácticos de la problemática resuelta
mediante la sentencia constitucional en la que se crea la jurisprudencia sean
análogos a los supuestos fácticos de la problemática a resolverse mediante la
sentencia en la que se aplicará la jurisprudencia o el precedente obligatorio;
desde otra perspectiva, se puede señalar que cuando no existe la concurrencia de

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la analogía entre los supuestos fácticos no puede exigirse la aplicación de la
jurisprudencia o el precedente obligatorio‟ (SC 0186/2005-R de 7 de marzo).
DEL CARÁCTER OBLIGATORIO Y VINCULANTE DE LA
JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0897/2015-S1
Sucre, 29 de septiembre de 2015
Respecto al carácter vinculante y la obligatoriedad de la jurisprudencia
constitucional, la Constitución Política del Estado en su art. 203 establece: “Las
decisiones y sentencias del Tribunal Constitucional Plurinacional son de carácter
vinculante y de cumplimiento obligatorio, y contra ellas no cabe recurso ulterior
alguno”. Con relación a esta norma constitucional, es pertinente citar la
jurisprudencia constitucional que ha expresado “(….) corresponde aclarar que esa
aplicación obligatoria de la jurisprudencia constitucional está sujeta a la regla de
la analogía, vale decir que los supuestos fácticos de la problemática resuelta
mediante la sentencia constitucional en la que se crea la jurisprudencia sean
análogos a los supuestos fácticos de la problemática a resolverse mediante la
sentencia en la que se aplicará la jurisprudencia o el precedente obligatorio;
desde otra perspectiva, se puede señalar que cuando no existe la concurrencia de
la analogía entre los supuestos fácticos no puede exigirse la aplicación de la
jurisprudencia o el precedente obligatorio” SC 0186/2005-R de 7 de marzo.

DEL CARÁCTER OBLIGATORIO Y VINCULANTE DE LA


JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL
SENTENCIA CONSTITUCIONAL PLURINACIONAL 0875/2015-S1, Sucre,
22 de septiembre de 2015
Sobre ello el art. 203 de la CPE, expresó la vinculatoriedad horizontal y vertical de
la jurisprudencia constitucional, indicando que: "Las decisiones y sentencias del
Tribunal Constitucional Plurinacional son de carácter vinculante y de
cumplimiento obligatorio, y contra ellas no cabe recurso ordinario ulterior alguno".
Con relación a esta norma constitucional, la jurisprudencia constitucional en la SC
0186/2005-R de 7 de marzo, determinó que: "…corresponde aclarar que esa
aplicación obligatoria de la jurisprudencia constitucional está sujeta a la regla de
la analogía, vale decir que los supuestos fácticos de la problemática resuelta
mediante la sentencia constitucional en la que se crea la jurisprudencia sean
análogos a los supuestos fácticos de la problemática a resolverse mediante la
sentencia en la que se aplicará la jurisprudencia o el precedente obligatorio;
desde otra perspectiva, se puede señalar que cuando no existe la concurrencia de
la analogía entre los supuestos fácticos no puede exigirse la aplicación de la
jurisprudencia o el precedente obligatorio…".

INCIDENTE DE NULIDAD, LA VINCULATORIEDAD DE LA


JURISPRUDENCIA CONSTITUCIONAL, LOS PRECEDENTES

P á g i n a 745 | 846
OBLIGATORIOS A PARTIR DE LA ANALOGÍA DE LOS HECHOS
FÁCTICOS
S.C.P. 0500/2015-S2, Sucre 7 de mayo de 2015
El art. 203 de la CPE, sobre la vinculatoriedad horizontal y vertical de la
jurisprudencia constitucional, estableció que: “Las decisiones y sentencias del
Tribunal Constitucional Plurinacional son de carácter vinculante y de
cumplimiento obligatorio, y contra ellas no cabe recurso ordinario ulterior alguno”.
Con relación a esta disposición constitucional, la SC 0186/2005-R de 7 de marzo,
expresó: “…corresponde aclarar que esa aplicación obligatoria de la
jurisprudencia constitucional está sujeta a la regla de la analogía, vale decir que
los supuestos fácticos de la problemática resuelta mediante la sentencia
constitucional en la que se crea la jurisprudencia sean análogos a los supuestos
fácticos de la problemática a resolverse mediante la sentencia en la que se
aplicará la jurisprudencia o el precedente obligatorio; desde otra perspectiva, se
puede señalar que cuando no existe la concurrencia de la analogía entre los
supuestos fácticos no puede exigirse la aplicación de la jurisprudencia o el
precedente obligatorio…”.
En concordancia con el referido precepto constitucional, el art. 15.II del
CPCo, completa que: “Las razones jurídicas de la decisión, en las resoluciones
emitidas por el Tribunal Constitucional Plurinacional constituyen jurisprudencia y
tiene carácter vinculante para los Órganos del poder público, legisladores,
autoridades, tribunales y particulares”.
En este contexto, es pertinente referir que este alto Tribunal, también dejó
establecido que la jurisprudencia con efecto vinculante es la que contiene la ratio
decidendi de la sentencia constitucional; es decir, aquellas partes que consignan
fundamentos jurídicos que guarden una unidad de sentido con la parte resolutiva,
de tal forma que no se pueda entender esta sin la alusión de aquella, es la parte en
la que se consigna la doctrina y las subreglas que se constituyen en precedentes
obligatorios. Para la aplicación de los precedentes, es importante contrastar los
criterios jurídicos que fueron empleados al resolver el caso anterior en el que se
generó la jurisprudencia, lo que supone no solo comparar la similitud del caso a
solucionar con el ya resuelto, sino también, las razones aducidas para justificar la
decisión anterior y sobre todo aquellas otras, desde las históricas hasta las
filosóficas, pasando por las económicas, sociales y jurídicas, que no fueron tenidas
en cuenta, o al menos expresadas en la decisión precedente.
Al respecto, Rivera Santivañez, sostiene que: “Siguiendo la doctrina del
Derecho Judicial o Derecho Jurisprudencial, un precedente obligatorio se construye
a partir de los hechos fácticos expuesto en la demanda o proceso constitucional;
pues el principio general o la consideración en la que se apoya el Tribunal
Constitucional para dictar su sentencia, contenida en la ratio decidendi, está
compuesta al igual que las reglas jurídicas ordinarias, por un supuesto de hecho y
una consecuencia jurídica. Por ello para identificar o reconstruir un precedente
obligatorio es imprescindible partir de los supuestos fácticos expuestos en la
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demanda o proceso constitucional, descritos en la relación procesal de la sentencia,
y la decisión adoptada en la sentencia; de manera que una vez concluida la labor de
identificación o reconstrucción exista una secuencia lógica y relación dialéctica
entre los supuestos fácticos, el precedente obligatorio y la decisión. (…) Siguiendo
esa línea de razonamiento es posible sostener que en los casos de disanalogía, es
decir, no hay igualdad de condiciones fácticas tampoco existirá para el juez la
obligación de acatar el precedente obligatorio, pues no le es exigible a aplicación
del precedente obligatorio, ya que existiendo dos supuestos fácticos diferentes no
puede esperarse consecuencias iguales.”

INCOMPETENCIA DEL JUEZ ORDINARIO EN LO CIVIL


Auto Supremo: 177/2016
Fecha: 03 de marzo 2016
Respecto al tema, este Tribunal mediante Auto Supremo Nº 491/2012 de 14 de
diciembre, ha razonado que: “De lo manifestado precedentemente se establece que,
siempre que exista una cuestión familiar de la cual dependa la cuestión civil, la
competencia debe ser reconocida al Juez de Familia. En el caso de demandas que
buscan invalidar actos de disposición de bienes comunes de uno de los cónyuges,
sin el consentimiento del otro, será competente el Juez de Familia, siempre que
previamente resulte necesaria la determinación del carácter común del bien objeto
de la disposición, pues, es posible que en algunos casos particulares tal
determinación ya esté dada, como por ejemplo a través de una Sentencia de
divorcio ejecutoriada que, con carácter previo a la demanda de invalidez, hubiese
reconocido el carácter ganancialicio del inmueble en cuestión, o cuando el título
de adquisición del inmueble se encuentra registrado a nombre de ambos cónyuges,
en cuyos casos no es necesario que previamente la jurisdicción familiar defina el
carácter común del bien, razón por la que el Juez competente para conocer y
resolver la demanda de invalidez resultará ser el Juez de materia Civil”.
En el Auto Supremo Nº 554/2015–L de 15 de julio, respecto a la competencia del
juez ordinario en lo civil ha señalado que: “En relación a la falta de competencia,
traída a consideración en casación, se debe indicar que el art. 380 del Código de
Familia establece “(COMPETENCIA) La competencia de los jueces de partido o
instrucción familiar se determina por la naturaleza del asunto o por razón del
territorio, conforme a las disposiciones del presente Código.
En caso de plantearse una cuestión civil que dependa de otra familiar será
competente para conocer de ella el juez de familia.”
En el marco de lo normado en el indicado artículo, se entiende que toda cuestión
civil se tramitará en la competencia familiar, siempre y cuando dependa de esta
vía; en el caso de autos la parte recurrente demandó la anulabilidad del contrato
de transferencia de un bien inmueble registrado en Derechos Reales en la
Matricula Nº 7011990046750 a nombre de su ex esposa como bien propio,
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consignada en la minuta de transferencia de fecha 05/05/ 2003. Pretensión que así
expuesta, no requiere, con carácter previo, se dilucide dicho trámite en la vía
familiar, no resulta necesario acudir a la competencia familiar porque la
naturaleza del presente asunto se centra en demostrar si existió engaño y dolo
para “sonsacarle los títulos de propiedad” situación enteramente civil que no
depende de una familiar. Por otro lado, dicho bien inmueble no pertenece a la
comunidad de bienes gananciales, como para presumir que dependa el presente
tramite de la vía familiar, situaciones fácticas que no se subsumen a lo
determinado por el art. 380 del Código de Familia.
En ese entendido, la falta de competencia traída a consideración en instancia
casacional no resulta fundada…”.

INCOMPETENCIA DEL JUEZ ORDINARIO EN LO CIVIL


Auto Supremo: 745/2016
Sucre: 28 de Junio 2016
Proceso: Anulabilidad de Contrato
Respecto al tema, este Tribunal mediante Auto Supremo Nº 491/2012 de 14 de
diciembre, ha razonado que: “De lo manifestado precedentemente se establece que,
siempre que exista una cuestión familiar de la cual dependa la cuestión civil, la
competencia debe ser reconocida al Juez de Familia. En el caso de demandas que
buscan invalidar actos de disposición de bienes comunes de uno de los cónyuges,
sin el consentimiento del otro, será competente el Juez de Familia, siempre que
previamente resulte necesaria la determinación del carácter común del bien objeto
de la disposición, pues, es posible que en algunos casos particulares tal
determinación ya esté dada, como por ejemplo a través de una Sentencia de
divorcio ejecutoriada que, con carácter previo a la demanda de invalidez, hubiese
reconocido el carácter ganancialicio del inmueble en cuestión, o cuando el título
de adquisición del inmueble se encuentra registrado a nombre de ambos cónyuges,
en cuyos casos no es necesario que previamente la jurisdicción familiar defina el
carácter común del bien, razón por la que el Juez competente para conocer y
resolver la demanda de invalidez resultará ser el Juez de materia Civil”.
En el Auto Supremo Nº 554/2015–L de 15 de julio, respecto a la competencia del
Juez ordinario en lo civil ha señalado que: “En relación a la falta de competencia,
traída a consideración en casación, se debe indicar que el art. 380 del Código de
Familia establece “(COMPETENCIA) La competencia de los jueces de partido o
instrucción familiar se determina por la naturaleza del asunto o por razón del
territorio, conforme a las disposiciones del presente Código.

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En caso de plantearse una cuestión civil que dependa de otra familiar será
competente para conocer de ella el juez de familia.”
En el marco de lo normado en el indicado artículo, se entiende que toda cuestión
civil se tramitará en la competencia familiar, siempre y cuando dependa de esta
vía; en el caso de autos la parte recurrente demandó la anulabilidad del contrato
de transferencia de un bien inmueble registrado en Derechos Reales en la
Matricula Nº 7011990046750 a nombre de su ex esposa como bien propio,
consignada en la minuta de transferencia de fecha 05/05/ 2003. Pretensión que así
expuesta, no requiere, con carácter previo, se dilucide dicho trámite en la vía
familiar, no resulta necesario acudir a la competencia familiar porque la
naturaleza del presente asunto se centra en demostrar si existió engaño y dolo
para “sonsacarle los títulos de propiedad” situación enteramente civil que no
depende de una familiar. Por otro lado, dicho bien inmueble no pertenece a la
comunidad de bienes gananciales, como para presumir que dependa el presente
tramite de la vía familiar, situaciones fácticas que no se subsumen a lo
determinado por el art. 380 del Código de Familia.

INCONGRUENCIA OMISIVA
Auto Supremo: 524/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Concurso Necesario
En el Auto Supremo Nº 441/2014 de 08 de agosto, este Tribunal al referirse a la
falta de respuesta a los agravios deducidos en apelación concreto lo
siguiente: “Asimismo, ante la falta de respuesta o pronunciamiento por el Tribunal
de alzada a los agravios denunciados en su memorial de apelación, no le
correspondía activar en forma directa el recurso de casación, sino de hacer uso
del recurso de complementación y enmienda toda vez que aún contaba con el
deber de agotar las vías legales antes de interponer nueva demanda de puro
derecho como es el recurso de casación, conforme establece el art. 239 del Código
de Procedimiento Civil (Explicación y Complementación) que dispone: "Las
partes, dentro del plazo fatal de veinticuatro horas, podrán hacer uso del derecho
que les otorga el artículo 196, inciso 2) siendo aplicable la disposición del artículo
221”.
Razonamiento reiterado en el Auto Supremo Nº 890/2015-L de 6 de Octubre,
donde en relación a la omisión de respuesta e infracción del art. 236 del Código de
Procedimiento Civil, se señaló: “En relación a su denuncia de omisión de
respuesta, de inicio debemos señalar que correspondía a la parte ahora recurrente
activar previamente su derecho de explicación y complementación, en el marco del

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art. 239 del Código de Procedimiento Civil, al no haber procedido así, su derecho
conforme al principio de convalidación ha precluido”.
Por otro lado, la Jurisprudencia Constitucional contenida en la Sentencia
Constitucional Plurinacional Nº 1083/2014 de 10 de junio, ha interpretado los
alcances del recurso de casación en la forma en relación a la falta de respuesta a los
puntos de agravio del recurso de apelación, conforme desarrolla: “…En ese
contexto, cabe recalcar que, la Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia, ante el
planteamiento de un recurso de casación en la forma, debe limitar sus
consideraciones a las causales establecidas en el art. 254 del CPC. En el presente
caso, al estar extrañada la falta de respuesta a los puntos de agravio
identificados en el recurso de apelación, el Tribunal de casación debe limitar su
consideración únicamente para establecer si hubo o no respuesta a los reclamos
del recurrente, lo contrario implicaría ingresar a cuestiones que atingen a la
impugnación en el fondo; así, los Magistrados demandados, luego de efectuar un
examen de los antecedentes del legajo procesal, concluyeron que el Tribunal de
apelación, otorgó la respuesta extrañada, inclusive extrayendo citas textuales que
ellos consideraron como respuestas a la apelación contra la Sentencia; por lo
tanto, el Auto Supremo 434/2013, no incurre en incongruencia omisiva ni carece
de la debida motivación, ya que la labor del Tribunal de casación estaba
restringida a efectuar el control para determinar si hubo o no respuesta a los
reclamos del recurrente y, fue ésa la misión que cumplieron los Magistrados
demandados; por lo tanto, cumple con el debido proceso”

INCONGRUENCIA OMISIVA QUE AFECTA LA ESTRUCTURA DE LA


RESOLUCIÓN
Auto Supremo: 454/2016
Sucre: 11 de mayo 2016
Proceso: Nulidad de Títulos Valores.
En mérito al principio de congruencia, toda resolución debe reunir la coherencia
procesal necesaria, que en el caso de la apelación, encuentra su fuente normativa en
el art. 236 del Código de Procedimiento Civil, que se sintetiza en el aforismo
“tantum devolutum quantum appellatum”, que significa es devuelto cuanto se
apela, con esto se establece el límite formal de la apelación en la medida de los
agravios propuestos en la impugnación, en otras palabras, la función jurisdiccional
del órgano de revisión en doble instancia se ve contenido a lo formulado en la
apelación por el impugnante.
En este entendido, se ha orientado a través del Auto Supremo Nº 304/2016 que
citando al Auto Supremo Nº 11/2012 de fecha 16 de febrero de 2012, señala: “Que,
Todo Auto de vista deberá circunscribirse a los puntos resueltos por el inferior y
P á g i n a 750 | 846
que hubieren sido objeto de la apelación conforme lo determina el art. 236 del
Código de procedimiento Civil, toda vez que la infracción de este principio
determina la emisión de fallos incongruentes como: a) Auto de Vista Ultra Petita,
cuando el tribunal de alzada se pronuncia más allá del petitorio o los hechos; b)
Auto de Vista extra petita, cuando el tribunal a quem se pronuncia sobre un
petitorio o hechos no alegados; c) Auto de Vista citra petita, en el caso en que el
tribunal de alzada omite totalmente el pronunciamiento sobre las pretensiones
formuladas; d) Auto de Vista infra petita, cuando el tribunal a quem no se
pronuncia sobre todos los petitorios o todos los hechos relevantes del litigio;
omisiones y defectos del Auto de Vista que infringen el debido proceso.”.
En este antecedente, el Tribunal de casación a momento de realizar el análisis sobre
los reclamos de incongruencia omisiva en que habría incurrido el Tribunal de
Alzada respecto a los puntos acusados en apelación, se debe tener presente que al
ser un aspecto que acusa un vicio de forma como es la incongruencia omisiva que
afecta la estructura de la resolución, el análisis debe limitarse a contrastar en el
contenido de la resolución la existencia o no de dicha omision, razonamiento
compartido por el Tribunal Constitucional Plurinacional que en la Sentencia
Constitucional Plurinacional Nº 1083/2014 de 10 de junio, ha interpretado los
alcances del recurso de casación en la forma en relación a la falta de respuesta a los
puntos de agravio del recurso de apelación, conforme desarrolla: “…En ese
contexto, cabe recalcar que, la Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia, ante el
planteamiento de un recurso de casación en la forma, debe limitar sus
consideraciones a las causales establecidas en el art. 254 del CPC. En el presente
caso, al estar extrañada la falta de respuesta a los puntos de agravio identificados
en el recurso de apelación, el Tribunal de casación debe limitar su consideración
únicamente para establecer si hubo o no respuesta a los reclamos del recurrente,
lo contrario implicaría ingresar a cuestiones que atingen a la impugnación en el
fondo; así, los Magistrados demandados, luego de efectuar un examen de los
antecedentes del legajo procesal, concluyeron que el Tribunal de apelación, otorgó
la respuesta extrañada, inclusive extrayendo citas textuales que ellos consideraron
como respuestas a la apelación contra la Sentencia; por lo tanto, el Auto Supremo
Nº 434/2013, no incurre en incongruencia omisiva ni carece de la debida
motivación, ya que la labor del Tribunal de casación estaba restringida a efectuar
el control para determinar si hubo o no respuesta a los reclamos del recurrente y,
fue ésa la misión que cumplieron los Magistrados demandados; por lo tanto,
cumple con el debido proceso”

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INCONGRUENCIA OMISIVA Y DE LA TRASCENDENCIA O
RELEVANCIA DE LA INCONGRUENCIA
Auto Supremo: 417/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Mejor derecho de propiedad, entrega de inmueble, nulidad de escritura
pública, cancelación de inscripciones, más pago de daños y perjuicios.
Es en este entendido que a través del Auto Supremo Nº 254/2014 se ha orientado
en sentido que: “La inobservancia de estas reglas conllevan incongruencia, que a
decir de la doctrina se diferencian en: Incongruencia positiva, que es aquella en la
que el juzgador extiende su decisión más allá de los límites del problema judicial
que le fue sometido a su consideración; e Incongruencia negativa, cuando el
juzgador omite el debido pronunciamiento sobre alguno de los términos del
problema judicial. En ésta última, encontramos la denominada “citra petita”, que
resulta de la omisión de alguna de las pretensiones deducidas en proceso…
Es de importancia considerar que el principio de congruencia procesal, si bien
pondera el derecho al debido proceso, sin embargo “no es absoluto”, en la
medida de la afectación de otros derechos, garantías y principios fundamentales
que emergen en procura de brindar la tutela judicial efectiva a las partes.
En el recurso de casación en la forma y en relación al principio de congruencia, la
trascendencia y la afectación del agravio debe gravitar indefectiblemente para
suponer la nulidad de obrados, previendo siempre la garantía al debido proceso,
a la defensa y a la justicia pronta, oportuna y sin dilaciones que sustenta el art.
115 de la Constitución Política del Estado.
De donde se tiene que el Juez no puede simple y llanamente aplicar la nulidad, que
es restrictiva, sino que debe ponderar la omisión frente a los otros principios y
derecho constitucionales fundamentales para llegar a una decisión judicial que
esté acorde con la nueva dogmática de la nulidad que se afianzó con la
Constitución Política del Estado Plurinacional en su art. 115 y los art. 16 y 17 de
la Ley 025, pues sólo será posible la nulidad si existe afectación del derecho a la
defensa.”.
Del lineamiento Jurisprudencial extractado se puede establecer que este Tribunal
bajo un criterio de logicidad en aplicación del principio de razonabilidad, ha
determinado que si bien debe respetarse el debido proceso en su elemento
congruencia, empero, ese criterio no debe ser sustentado o interpretado bajo
paradigmas estricta y rigurosamente formales, sino que la interpretación de
legalidad debe ser desde y conforme un enfoque constitucional donde la finalidad
del debido proceso, sea la preeminencia de derechos sustantivos, sobre los
adjetivos, criterio que resulta aplicable; siempre y cuando bajo un criterio de
previsibilidad se advierta que corrigiéndose esos errores o defectos formales como
ser la congruencia u otro derecho inherente al trámite del proceso, la resolución de
fondo ha de sufrir modificación en el fondo, es decir que esa decisión de enmendar
el defecto formal ha de incidir en el fondo de la litis, poseyendo en ese caso un fin
sustancial con relevancia en el proceso, ya que en contrario sensu, o sea en el
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hipotético de disponer una nulidad por un defecto formal que no ha de incidir en el
fondo de la causa, simplemente se ha de satisfacer meros pruritos formales, lo cual
no va con el nuevo modelo constitucional de justicia pronta, oportuna y sin
dilaciones.
Es por dicho motivo que al momento de analizarse una nulidad por incongruencia,
se deberá tener en cuenta la trascendencia de la misma, esto a efectos de evitar
formalismos excesivos que únicamente han de tener consecuencias dilatorias en la
causa y por ende perjuicio a las partes que van en búsqueda de una solución al
conflicto jurídico, sin un fin sustancial, un entendimiento antagónico implicaría
desconocer los principios que rigen la nulidad de obrados (los cuales se detallaran
en el punto siguiente) como ser el de trascendencia, criterio que también asumido
por Tribunal Constitucional bajo el denominativo de -relevancia constitucional-, el
cual orienta en sentido que la tutela constitucional en tema de infracciones
procedimentales es acogida cuando : “ esa infracción procedimental de lugar a
que la decisión impugnada tenga diferente resultado al que se hubiera dado de no
haberse incurrido en los errores o defectos denunciados” (SCP Nº1062/2016-S3
Sucre, 3 de octubre de 2016). En ese mismo sentido, la SC 1905/2010-R de 25 de
octubre, sostuvo que: “…una problemática no tiene relevancia constitucional
cuando la resolución de fondo que la jurisdicción ordinaria emitió no vaya a ser
modificada o de resultado diferente, aun cuando se disponga subsanar los errores
u omisiones de procedimiento incurridas por el demandado de amparo
constitucional”.
El entendimiento expuesto supra como se dijo, resulta aplicable al tema de la
incongruencia omisiva, bajo el entendido de que los recurrentes deben fundamentar
en sentido que de disponerse la restitución o pronunciamiento sobre esta
pretensión, la decisión de fondo ha de sufrir modificación, esto con la finalidad de
que la determinación a ser asumida no sea una con un carácter netamente formal;
criterio que igualmente debe ser observado y analizado por las autoridades
jurisdiccionales previamente a disponer una nulidad procesal, es por dicho motivo
que ese derecho no resulta absoluto, sino que debe responder a los principios y
criterios dogmáticos que hacen a una nulidad procesal bajo una interpretación
sistemática, y en caso de reunir los presupuestos citados corresponde otorgar y
disponer la restitución del defecto formal por ser gravitante y trascedente.

INCONGRUENCIA OMISIVA Y DE LA TRASCENDENCIA O


RELEVANCIA DE LA INCONGRUENCIA
Auto Supremo: 360/2017
Sucre: 11 de abril 2017
Proceso: Mejor derecho propietario, acción negatoria y reivindicación de
Inmueble.
Es en este entendido que a través del Auto Supremo Nº 254/2014 se ha orientado
en sentido que: “La inobservancia de estas reglas conllevan incongruencia, que a
decir de la doctrina se diferencian en: Incongruencia positiva, que es aquella en la
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que el juzgador extiende su decisión más allá de los límites del problema judicial
que le fue sometido a su consideración; e Incongruencia negativa, cuando el
juzgador omite el debido pronunciamiento sobre alguno de los términos del
problema judicial. En ésta última, encontramos la denominada “citra petita”, que
resulta de la omisión de alguna de las pretensiones deducidas en proceso…
Es de importancia considerar que el principio de congruencia procesal, si bien
pondera el derecho al debido proceso, sin embargo “no es absoluto”, en la
medida de la afectación de otros derechos, garantías y principios fundamentales
que emergen en procura de brindar la tutela judicial efectiva a las partes.
En el recurso de casación en la forma y en relación al principio de congruencia, la
trascendencia y la afectación del agravio debe gravitar indefectiblemente para
suponer la nulidad de obrados, previendo siempre la garantía al debido proceso,
a la defensa y a la justicia pronta, oportuna y sin dilaciones que sustenta el art.
115 de la Constitución Política del Estado.
De donde se tiene que el Juez no puede simple y llanamente aplicar la nulidad, que
es restrictiva, sino que debe ponderar la omisión frente a los otros principios y
derecho constitucionales fundamentales para llegar a una decisión judicial que
esté acorde con la nueva dogmática de la nulidad que se afianzó con la
Constitución Política del Estado Plurinacional en su art. 115 y los art. 16 y 17 de
la Ley 025, pues sólo será posible la nulidad si existe afectación del derecho a la
defensa.”.
Del lineamiento Jurisprudencial extractado se puede establecer que este Tribunal
bajo un criterio de logicidad en aplicación del principio de razonabilidad, ha
determinado que si bien debe respetarse el debido proceso en su elemento
congruencia, empero, ese criterio no debe ser sustentado o interpretado bajo
paradigmas estricta y rigurosamente formales, sino que la interpretación de
legalidad debe ser desde y conforme un enfoque constitucional donde la finalidad
del debido proceso, sea la preeminencia de derechos sustantivos, sobre los
adjetivos, criterio que resulta aplicable; siempre y cuando bajo un criterio de
previsibilidad se advierta que corrigiéndose esos errores o defectos formales como
ser la congruencia u otro derecho inherente al trámite del proceso, la resolución de
fondo ha de sufrir modificación en el fondo, es decir que esa decisión de enmendar
el defecto formal ha de incidir en el fondo de la litis, poseyendo en ese caso un fin
sustancial con relevancia en el proceso, ya que en contrario sensu, o sea en el
hipotético de disponer una nulidad por un defecto formal que no ha de incidir en el
fondo de la causa, simplemente se ha de satisfacer meros pruritos formales, lo cual
no va con el nuevo modelo constitucional de justicia pronta, oportuna y sin
dilaciones.
Es por dicho motivo que al momento de analizarse una nulidad por incongruencia,
se deberá tener en cuenta la trascendencia de la misma, esto a efectos de evitar
formalismos excesivos que únicamente han de tener consecuencias dilatorias en la
causa y por ende perjuicio a las partes que van en búsqueda de una solución al
conflicto jurídico, sin un fin sustancial, un entendimiento antagónico implicaría
P á g i n a 754 | 846
desconocer los principios que rigen la nulidad de obrados ( los cuales se detallaran
en el punto siguiente) como ser el de trascendencia, criterio que también asumido
por Tribunal Constitucional bajo el denominativo de -relevancia constitucional-, el
cual orienta en sentido que la tutela constitucional en tema de infracciones
procedimentales es acogida cuando : “ esa infracción procedimental de lugar a
que la decisión impugnada tenga diferente resultado al que se hubiera dado de no
haberse incurrido en los errores o defectos denunciados” (SCP Nº1062/2016-S3
Sucre, 3 de octubre de 2016). En ese mismo sentido, la SC 1905/2010-R de 25 de
octubre, sostuvo que: “…una problemática no tiene relevancia constitucional
cuando la resolución de fondo que la jurisdicción ordinaria emitió no vaya a ser
modificada o de resultado diferente, aun cuando se disponga subsanar los errores
u omisiones de procedimiento incurridas por el demandado de amparo
constitucional”.
El entendimiento expuesto supra como se dijo, resulta aplicable al tema de la
incongruencia omisiva, bajo el entendido de que los recurrentes deben fundamentar
en sentido que de disponerse la restitución o pronunciamiento sobre esta
pretensión, la decisión de fondo ha de sufrir modificación, esto con la finalidad de
que la determinación a ser asumida no sea una con un carácter netamente formal;
criterio que igualmente debe ser observado y analizado por las autoridades
jurisdiccionales previamente a disponer una nulidad procesal, es por dicho motivo
que ese derecho no resulta absoluto, sino que debe responder a los principios y
criterios dogmáticos que hacen a una nulidad procesal bajo una interpretación
sistemática, y en caso de reunir los presupuestos citados corresponde otorgar y
disponer la restitución del defecto formal por ser gravitante y trascedente.

INCONGRUENCIA OMISIVA Y DE LA TRASCENDENCIA O


RELEVANCIA DE LA INCONGRUENCIA
Auto Supremo: 223/2017
Sucre: 08 de marzo 2017
Proceso: Rendición de cuentas.
Es en este entendido que a través del Auto Supremo Nº 254/2014 se ha orientado
en sentido que: “La inobservancia de estas reglas conllevan incongruencia, que a
decir de la doctrina se diferencian en: Incongruencia positiva, que es aquella en la
que el juzgador extiende su decisión más allá de los límites del problema judicial
que le fue sometido a su consideración; e Incongruencia negativa, cuando el
juzgador omite el debido pronunciamiento sobre alguno de los términos del
problema judicial. En ésta última, encontramos la denominada “citra petita”, que
resulta de la omisión de alguna de las pretensiones deducidas en proceso…
Es de importancia considerar que el principio de congruencia procesal, si bien
pondera el derecho al debido proceso, sin embargo “no es absoluto”, en la
medida de la afectación de otros derechos, garantías y principios fundamentales
que emergen en procura de brindar la tutela judicial efectiva a las partes.

P á g i n a 755 | 846
En el recurso de casación en la forma y en relación al principio de congruencia, la
trascendencia y la afectación del agravio debe gravitar indefectiblemente para
suponer la nulidad de obrados, previendo siempre la garantía al debido proceso,
a la defensa y a la justicia pronta, oportuna y sin dilaciones que sustenta el art.
115 de la Constitución Política del Estado.
De donde se tiene que el Juez no puede simple y llanamente aplicar la nulidad, que
es restrictiva, sino que debe ponderar la omisión frente a los otros principios y
derecho constitucionales fundamentales para llegar a una decisión judicial que
esté acorde con la nueva dogmática de la nulidad que se afianzó con la
Constitución Política del Estado Plurinacional en su art. 115 y los art. 16 y 17 de
la Ley 025, pues sólo será posible la nulidad si existe afectación del derecho a la
defensa.”.
Del lineamiento Jurisprudencial extractado se puede establecer que este Tribunal
bajo un criterio de logicidad en aplicación del principio de razonabilidad, ha
determinado que si bien debe respetarse el debido proceso en su elemento
congruencia, empero, ese criterio no debe ser sustentado o interpretado bajo
paradigmas estricta y rigurosamente formales, sino que la interpretación de
legalidad debe ser desde y conforme un enfoque constitucional donde la finalidad
del debido proceso, sea la preeminencia de derechos sustantivos, sobre los
adjetivos, criterio que resulta aplicable; siempre y cuando bajo un criterio de
previsibilidad se advierta que corrigiéndose esos errores o defectos formales como
ser la congruencia u otro derecho inherente al trámite del proceso, la resolución de
fondo ha de sufrir modificación en el fondo, es decir que esa decisión de enmendar
el defecto formal ha de incidir en el fondo de la litis, poseyendo en ese caso un fin
sustancial con relevancia en el proceso, ya que en contrario sensu, o sea en el
hipotético de disponer una nulidad por un defecto formal que no ha de incidir en el
fondo de la causa, simplemente se ha de satisfacer meros pruritos formales, lo cual
no va con el nuevo modelo constitucional de justicia pronta, oportuna y sin
dilaciones.
Es por dicho motivo que al momento de analizarse una nulidad por incongruencia,
se deberá tener en cuenta la trascendencia de la misma, esto a efectos de evitar
formalismos excesivos que únicamente han de tener consecuencias dilatorias en la
causa y por ende perjuicio a las partes que van en búsqueda de una solución al
conflicto jurídico, sin un fin sustancial, un entendimiento antagónico implicaría
desconocer los principios que rigen la nulidad de obrados ( los cuales se detallaran
en el punto siguiente) como ser el de trascendencia, criterio que también asumido
por Tribunal Constitucional bajo el denominativo de -relevancia constitucional-, el
cual orienta en sentido que la tutela constitucional en tema de infracciones
procedimentales es acogida cuando : “ esa infracción procedimental de lugar a
que la decisión impugnada tenga diferente resultado al que se hubiera dado de no
haberse incurrido en los errores o defectos denunciados” (SCP Nº1062/2016-S3
Sucre, 3 de octubre de 2016). En ese mismo sentido, la SC 1905/2010-R de 25 de
octubre, sostuvo que: “…una problemática no tiene relevancia constitucional
P á g i n a 756 | 846
cuando la resolución de fondo que la jurisdicción ordinaria emitió no vaya a ser
modificada o de resultado diferente, aun cuando se disponga subsanar los errores
u omisiones de procedimiento incurridas por el demandado de amparo
constitucional”.
El entendimiento expuesto supra como se dijo, resulta aplicable al tema de la
incongruencia omisiva, bajo el entendido de que los recurrentes deben fundamentar
en sentido que de disponerse la restitución o pronunciamiento sobre esta
pretensión, la decisión de fondo ha de sufrir modificación, esto con la finalidad de
que la determinación a ser asumida no sea una con un carácter netamente formal;
criterio que igualmente debe ser observado y analizado por las autoridades
jurisdiccionales previamente a disponer una nulidad procesal, es por dicho motivo
que ese derecho no resulta absoluto, sino que debe responder a los principios y
criterios dogmáticos que hacen a una nulidad procesal bajo una interpretación
sistemática, y en caso de reunir los presupuestos citados corresponde otorgar y
disponer la restitución del defecto formal por ser gravitante y trascedente.

INCONGRUENCIA OMISIVA
Auto Supremo: 507/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Resolución de Contrato y otros.
En mérito al principio de congruencia, toda resolución debe reunir la coherencia
procesal necesaria, que en el caso de la apelación, encuentra su fuente normativa en
el art. 236 del Código de Procedimiento Civil, que se sintetiza en el aforismo
“tantum devolutum quantum appellatum”, que significa es devuelto cuanto se
apela, con esto se establece el límite formal de la apelación en la medida de los
agravios propuestos en la impugnación, en otras palabras, la función jurisdiccional
del órgano de revisión en doble instancia se ve contenido a lo formulado en la
apelación por el impugnante.
En este entendido, se debe tomar en cuenta que en relación a los reclamos por
vulneración del artículo antes citado a ser resueltos por el Tribunal de Casación; el
Tribunal Constitucional Plurinacional que en la Sentencia Constitucional
Plurinacional Nº 1083/2014 de 10 de junio, ha interpretado los alcances del recurso
de casación en la forma en relación a la falta de respuesta a los puntos de agravio
del recurso de apelación, conforme desarrolla: “…En ese contexto, cabe recalcar
que, la Sala Civil del Tribunal Supremo de Justicia, ante el planteamiento de un
recurso de casación en la forma, debe limitar sus consideraciones a las causales
establecidas en el art. 254 del CPC. En el presente caso, al estar extrañada la falta
de respuesta a los puntos de agravio identificados en el recurso de apelación, el
Tribunal de casación debe limitar su consideración únicamente para establecer
si hubo o no respuesta a los reclamos del recurrente, lo contrario implicaría
P á g i n a 757 | 846
ingresar a cuestiones que atingen a la impugnación en el fondo; así, los
Magistrados demandados, luego de efectuar un examen de los antecedentes del
legajo procesal, concluyeron que el Tribunal de apelación, otorgó la respuesta
extrañada, inclusive extrayendo citas textuales que ellos consideraron como
respuestas a la apelación contra la Sentencia; por lo tanto, el Auto Supremo Nº
434/2013, no incurre en incongruencia omisiva ni carece de la debida motivación,
ya que la labor del Tribunal de casación estaba restringida a efectuar el control
para determinar si hubo o no respuesta a los reclamos del recurrente y, fue ésa la
misión que cumplieron los Magistrados demandados; por lo tanto, cumple con el
debido proceso”

INCONSTITUCIONALIDAD DEL ART. 138 DEL CÓDIGO CIVIL


Auto Supremo: 646/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Usucapión decenal.
Sobre el tema este Tribunal en el AS 240/2015 de fecha14 de abril 2015 se
referido que: “sin embargo, se debe indicar que la Sentencia Constitucional
024/2004 estableció que: “…se ha determinado que el art. 138 CC al ser parte de
un instrumento jurídico aprobado por Decreto Ley, es inconstitucional en su forma
pero compatible con la Constitución en su contenido, o sea en el fondo…”, la
indicada sentencia, observó aspectos de forma del indicado artículo, y nunca el
fondo de dicha norma (contenido), por dicho motivo, a criterio de este Tribunal
Supremo de Justicia, si lo objetado por el Tribunal Constitucional fue la
inconstitucionalidad en su forma, ésta no puede decantar en la expulsión del
Instituto de la Usucapión de nuestro ordenamiento jurídico, institución jurídica
que se encuentra respaldado a nivel internacional y nacional por amplia doctrina
y jurisprudencia existente en nuestro medio y pensar a contrario sensu de lo
indicado, sería incurrir en una serie de contradicciones generando un peligroso
vacío jurídico, cuyo efecto sería catastrófico para todo el mundo litigante, quienes
se encontraría en una total inseguridad jurídica. Al respecto la Sentencia
Constitucional No. 2139/2012 de 8 de noviembre estableció: “…que el tomar la
decisión pura y simple de su inconstitucionalidad no solamente afectará la norma
jurídica impugnada, sino que creará una profunda inseguridad jurídica, además
de un vacío normativo insalvable, generando un sinnúmero de acciones de
inconstitucionalidad en busca de impugnar la constitucionalidad, asimismo de
varios artículos del Código Civil, la totalidad del DL 12760 de 6 de marzo de
1975, por lo que ahora tampoco es posible retirar la norma impugnada del
ordenamiento jurídico sobre la base de la inconstitucionalidad formal…”, ratio
decidendi que concuerda con precautelar la seguridad jurídica ante cualquier

P á g i n a 758 | 846
aspecto formal, máxime si nos encontramos frente a un proceso de implementación
del nuevo marco jurídico constitucional, sancionando, nuevas leyes y códigos
acordes a la Constitución Política del Estado, por dicho motivo, la supuesta
aplicación indebida del art. 138 del Código Civil por las autoridades inferiores, no
es fundado.”

INCUMPLIMIENTO DE LA OBLIGACIÓN ES CAUSAL DE


RESOLUCIÓN O CUMPLIMIENTO DE OBLIGACIÓN, PERO NO DE
NULIDAD DEL ACTO
Auto Supremo: 669/2017
Sucre: 19 de junio 2017
Proceso: Nulidad de documentos y Escritura Pública.
En el AS Nº 103/2013 de fecha 11 de marzo 2013 se ha señalado que : “ Para el
perfeccionamiento del contrato del compra venta, tampoco se requiere de la
entrega física de la cosa o el pago del precio por ser un contrato consensual por
excelencia, en todo caso los aspectos señalados es consecuencia de la realización
del contrato y que nacen como obligaciones para las partes y en caso de
incumplimiento de las mismas lo que corresponde es exigir judicialmente su
cumplimiento o la Resolución del contrato conforme a los arts. 622 y 639 del
Código Civil y de ninguna manera constituyen causal de nulidad del contrato
como erróneamente acusan los recurrentes…”
A mayor abundamiento podemos citar el Auto Supremo Nº 120/2012 de fecha 17
de mayo de 2012, el cual refiere: “ Conforme los fundamentos expuestos por la
parte demandante se establece que el hecho en el que funda su demanda de
nulidad es la falta de pago del precio acordado entre las partes por la venta del
inmueble, siendo así, resulta evidente que los Tribunales de instancia al haber
declarado probada la demanda de nulidad por la causal prevista en el art. 549-3)
del Código Civil, han violado la norma mencionada, toda vez que no tomaron en
cuenta que conforme prevé el art. 521 del Código Civil, el contrato de
compraventa es un contrato consensual que se perfecciona por el solo
consentimiento de las partes respecto a la cosa que se transfiere y al precio que se
paga por ella, aun cuando el precio no se haya pagado y la cosa no haya sido
entregada.
En ese marco, si bien la entrega de la cosa vendida y el pago del precio en el
término y lugar acordados, constituyen las principales obligaciones del vendedor y
del comprador, respectivamente, empero el incumplimiento de esas obligaciones
de ninguna manera constituye causal de nulidad del contrato, y en todo caso ese
incumplimiento constituye motivo de resolución del contrato, en efecto si el
comprador no paga el precio el vendedor puede pedir la resolución de la venta y el
resarcimiento del daño, conforme determina expresamente el art. 639 del Código
Civil. Lo expuesto nos permite concluir que si el sustento para la nulidad
demandada radica en el supuesto incumplimiento del comprador respecto al pago
del precio acordado por la venta, resulta evidente que tanto los demandantes como
P á g i n a 759 | 846
los Tribunales de instancia confundieron los alcances de la nulidad del contrato al
pretender aplicar ese instituto a un hecho que de ninguna manera configura causal
de nulidad, sino más bien de resolución de contrato.
Corresponde precisar que la nulidad o invalidez es entendida como la sanción
legal que priva de sus efectos propios a un acto jurídico (contrato), en virtud de
una falla en su estructura simultánea con su formación. De lo manifestado se
puede establecer que la nulidad se origina en una causa existente en el momento
mismo de la celebración del acto jurídico y no por un motivo sobreviniente, esta
característica es esencial para diferenciar precisamente la nulidad de la
resolución.
El incumplimiento de las obligaciones o prestaciones no configura de ninguna
manera una causa de nulidad que afecte a la estructura del acto, como
erradamente lo entendió el Tribunal de alzada, toda vez que el incumplimiento de
la obligación debida es siempre sobreviniente y no simultánea a la celebración del
acto”.

INCUMPLIMIENTO DE PRESTACIÓN ES CAUSAL DE RESOLUCIÓN


DE CONTRATO
Auto Supremo: 519/2017
Sucre: 17 de mayo 2017
Proceso: Nulidad de documento de compra venta, nulidad de registro y
resarcimiento de daños y perjuicios.
En el Auto Supremo No 515/2013 de fecha 1ro de Octubre de 2013 se orientó:
“…la relación de los hechos en la que expuesto el derecho invocado, como resulta
ser el art. 568 del Código Civil, entre otros, norma que textualmente
señala: “…(Resolución por incumplimiento) I. En los contratos con prestaciones
recíprocas cuando una de las partes incumple por su voluntad la obligación, la
parte que ha cumplido puede pedir judicialmente el cumplimiento o la Resolución
del contrato, más el resarcimiento del daño; o también puede pedir sólo el
cumplimiento dentro de un plazo razonable que fijará el Juez, y no haciéndose
efectiva la prestación dentro de ese plazo quedará resuelto el contrato, sin
perjuicio, en todo caso, de resarcir el daño…”, la norma descrita, establece tres
posibilidades para la aplicación del articulado, la primera, simplemente
cumplimiento de obligación, la segunda la Resolución del contrato, y la tercera una
híbrida que faculta demandar el cumplimiento del contrato, bajo alternativa de que
si no se cumple dicha obligación el contrato queda resuelto, consiguientemente, en
memorial de demanda la actora la indicado que interpone demanda de
cumplimiento de obligación (pago) y por memorial de fs. 26 efectúa la aclaración
que en caso de incumplimiento del pago bajo conminatoria de quedarse por
resuelto el contrato”

INCUMPLIMIENTO POR IMPOSIBILIDAD SOBREVINIENTE


Auto Supremo: 736/2015 - L
P á g i n a 760 | 846
Sucre: 31 de agosto 2015
Del análisis de lo argumentado en casación y conforme a los datos del proceso,
resulta necesario realizar las siguientes puntualizaciones, el art. 577 del Código
Civil señala: “En los contratos con prestaciones recíprocas la parte liberada de su
prestación por la imposibilidad sobreviniente no puede pedir la contraprestación
de la otra y deberá restituir lo que hubiera recibido. Las partes pueden, sin
embargo, convenir en que el riesgo esté a cargo del acreedor”, sobre el particular
es importante establecer lo que se entiende por imposibilidad sobreviniente; en ese
entendido, se tiene qué, en el plano jurídico, son los obstáculos insuperables e
imprevisibles que se presentan con posterioridad al contrato celebrado,
circunstancias de “fuerza mayor y por caso fortuito” que hace imposible el
cumplimiento de la obligación, o sea, cuando el obligado no realiza la prestación e
incumple el mismo por motivos imprevistos y ajenos a la voluntad de las partes
contratantes que lógicamente no se encontraban previstas al momento de celebrar
el contrato; vale decir que supone siempre un hecho relevante posterior al contrato,
no previsto, que varíe radicalmente las condiciones tenidas en cuenta al momento
de la celebración del contrato.
Al respecto el Auto supremo Nº33/2015 de fecha 19 de enero 2015 expresó: “La
doctrina establece una serie de circunstancias por las cuales se puede argüir
imposibilidad sobreviniente, siempre en el marco de que los hechos surjan con
posterioridad a lo acordado y estos sean ajenos a la culpa del deudory que el
espíritu del contrato se vea alterado ante la modificación de la equivalencia de
prestaciones sobreviniente por un acontecimiento extraordinario e imprevisible. Al
respecto los autores Luis Diez Picazo y Antonio Gullón en su obra Sistema de
Derecho Civil establecen que la imposibilidad sobrevenida es el obstáculo
insuperable que imposibilita, total o parcialmente, al deudor para cumplir y que
no puede ser vencido pese a desplegar la diligencia y esfuerzo que le es exigible
para esta finalidad desde el comienzo de la obligación, o bien el obstáculo que
para su superación exigiría del deudor un esfuerzo considerable que no se le
puede demandar de buena fe, indicándose líneas más abajo que “la imposibilidad
sobrevenida de la prestación solo extingue el vínculo cuando deriva de una causa
fortuita y no imputable al deudor”.

INDEXACIÓN, MANTENIMIENTO DE VALOR


Auto Supremo: 480/2016
Sucre: 12 de mayo 2016
Proceso: Ordinario, nulidad de Escrituras Públicas, devolución de dineros con
mantenimiento de valor, pago de daños y perjuicios, lucro cesante y daño
emergente

P á g i n a 761 | 846
Con relación a este tema, el nombrado autor Llambias en su misma obra, Tomo II-
A, refiere:
“La indexación es el nombre que ha recibido la revaluación de la deuda de dinero,
en función de los índices oficiales que al mediar las oscilaciones del costo de vida
(precios al consumidor), de los precios de los mayoristas, del valor de la
construcción, del salario del peón industrial, etc., dan una pauta indirecta a cerca
de las variaciones experimentadas por la moneda en su poder adquisitivo.
La indexación persigue la finalidad de recomponer el originario valor intrínseco
del crédito dinerario, azotado por el fenómeno económico de la inflación. No
puede haber, por cierto propósito más justo que éste, pues resulta inicuo que la
“propiedad” del acreedor, representada por la consistencia de su crédito, se vea
deteriorada paulatinamente a medida que el tiempo pasa dejándole cada día una
unidad de moneda con aptitud de compra más exigua. Esa merma enriquece
injustamente al deudor por el “alivio” que le significa la cancelación de la deuda
con moneda depreciada: él se beneficia a expensas del acreedor por la diferencia
entre el valor intrínseco (poder de compra) del dinero debido inicialmente y del
pagado”.
Bajo esas consideraciones sostiene que la manera más justa de corregir la cuantía
de una deuda de dinero corroída por la inflación radica en el principio jurídico que
veda el abuso del derecho, ya que ante una intensa depreciación monetaria
sobrevenida, constituye abuso del derecho de parte del deudor de atenerse a la
cuantía inalterada inicial de la prestación debida y pretender liberarse de su
obligación mediante la entrega de un valor que ahora resulta irrisorio sin ninguna
comparación con el valor inicial de la deuda, aspecto que excede los límites
impuestos por la buena fe, la moral y las buenas costumbres.
Consiguientemente, ante la instancia del acreedor, es viable practicar la indexación
del crédito, a fin de restituirle a éste un valor intrínseco semejante al que tenía con
anterioridad a la intensa depreciación monetaria sobrevenida. Empero todo sistema
de indexación debe ser acompañado por una limitación de la tasa de interés, de
modo que solo comprenda el interés puro (interés legal), de lo contrario, se le
castigaría al pago doble por el mismo concepto.
Si bien el tema de indexación, parecería ser exclusivo de las obligaciones de
carácter pecuniario (deuda de dinero), sin embargo también es perfectamente
aplicable a los casos de compraventa de inmuebles cuando el precio se ha
convertido en irrisorio, esa aplicación puede darse ya sea en la consolidación del
negocio jurídico o para dejarlo sin efecto.
Los criterios jurisprudenciales y doctrinarios descritos que tienen carácter
vinculante en el primer caso y orientadores en el segundo, merecen ser tomados en
P á g i n a 762 | 846
cuenta, ya que ayudarán a las partes en controversia a comprender mejor la
postulación de sus pretensiones, así como la respuesta a los reclamos a ser brindada
por parte de este Tribunal.
INDIVISIBILIDAD DE LA CONFESIÓN
Auto Supremo: 7/2017
Sucre: 17 de enero 2017
Proceso: Reivindicación y otros.
Corresponde señalar que el art. 1322 del Código Civil describe el carácter de la
confesión extrajudicial, de la manera siguiente: “(Confesión extrajudicial) I. La
confesión extrajudicial hecha por persona capaz al interesado o a su representante
legal, surte el mismo efecto que la judicial en los casos para los cuales es
admisible la prueba de testigos”; este tipo de confesión de acuerdo a la doctrina se
entiende que puede oral o escrita, la primera se demuestra de acuerdo a la
admisibilidad de la prueba de testigos y la segunda de acuerdo al contenido del
documento que soporta el acto jurídico; dicha confesión, de forma genérica se
encuentran regentadas bajo distintas reglas como el de la indivisibilidad así el art.
1323 del mismo cuerpo legal, señala lo siguiente: “(Indivisibilidad e
irrevocabilidad) La confesión judicial o extrajudicial no puede ser dividida contra
el confesante”, lo que quiere decir que la confesión debe ser tomada en cuenta en
su conjunto y no en forma separada, esa es la regla de la indivisibilidad.
En el comentario de dicho artículo el doctrinario Carlos Morales Guillen describe
lo siguiente: “Pues, según observa Scaevola, cuando falta en la confesión la
unidad de hecho, que es elemento correlativo y recíproco de ella, pierde eficacia la
confesión por no concurrir la unidad, razón por la cual no cabe sostener que la
confesión constituye prueba de un hecho y también de otro enteramente distinto no
conexo con él, sólo por sostener la teoría y la regla de la indivisibilidad…”

INICIO DEL CÓMPUTO DE LA PRESCRIPCIÓN


Auto Supremo: 41/2017
Sucre: 24 de enero 2017
Proceso: Anulabilidad de Contrato.
Sobre el tema podemos citar el AS Nº 205/2016 de fecha 11 de marzo 2016 que ha
señalado: “La prescripción es una institución jurídica por la cual se extingue el
derecho por el transcurso ininterrumpido del tiempo determinado en ley. El
fundamento de la prescripción es de mantener el orden social y resguardar la
seguridad jurídica, que hace necesario el de establecer la temporalidad de
disposición del derecho, impidiendo el ejercicio intempestivo del mismo.

P á g i n a 763 | 846
En ese marco, la doctrina establece dos presupuestos para la prescripción, al
respecto Díez-Picazzo y Gullón (Instituciones del Derecho Civil, Vol. I/1, pág.
282) señala que: “Pero el transcurso fijado en ley no es suficiente para perfilar la
prescripción. Es uno de sus dos presupuestos. El otro lo constituye la falta de
ejercicio del derecho.
La falta de ejercicio del derecho es la inercia o la inactividad del titular ante su
lesión (p. ej., acreedor que no reclama el pago de la deuda, propietario que no
impide que un tercero usufructúe su finca). No obstante, esta falta de ejercicio
debe ir unida a una falta de reconocimiento del derecho por parte del deudor o
sujeto pasivo de la pretensión que contra él se tiene”.
En virtud a lo expuesto, la prescripción para surtir el efecto extintivo del derecho
debe transcurrir el tiempo determinado en ley, unido a la inactividad del titular
ante el incumplimiento de la obligación, y la ausencia de reconocimiento del
derecho por parte del deudor, conforme establecen los arts. 1492 y 1493 del
Código Civil.
Y en cuanto al comienzo de la prescripción el art. 1493 del CC., establece: “ La
prescripción comienza a correr desde que el derecho ha podido hacerse valer o
desde que el titular ha dejado de ejercerlo" la doctrina en cuanto a la referida
norma Carlos Morales Guillem citando a Pothier señala: "El punto de arranque
para computar la prescripción, es el día a partir del cual puede ser ejercitada la
acción por el acreedor, esto es, desde el día que el acreedor puede demandar a su
deudor ….”.

INIMPUGNABILIDAD DE RESOLUCIÓN QUE RESUELVE LA


EXCEPCIÓN DE ARBITRAJE
Auto Supremo: 378/2016
Sucre: 19 de abril 2016
Proceso: anulabilidad de documento.
La Ley Nº 1770 aplicable al caso en su art. 12 determina: “I. “El convenio arbitral
importa la renuncia de las partes a iniciar proceso judicial sobre las materias o
controversias sometidas al arbitraje. II. La Autoridad judicial que tome
conocimiento de una controversia sujeta a arbitraje debe inhibirse de conocer el
caso cuando lo solicite la parte judicialmente demandada. En este caso, dicha
parte puede oponer excepción de arbitraje en forma documentada y antes de la
contestación. La excepción será resuelta sin mayor trámite, mediante Resolución
expresa. III. Constatada la existencia del convenio arbitral y sin lugar a recurso
alguno, la Autoridad judicial competente declarará probada la excepción de
arbitraje o pronunciándose únicamente sobre la nulidad o la ejecución imposible
P á g i n a 764 | 846
del convenio arbitral, desestimará la excepción de arbitraje”. “El subrayado y
resaltado es nuestro.”, precepto normativo que establece imperativamente que
cuando la excepción de arbitraje sea declarada probada esta es inimpugnable.
Es en este entendido que este Supremo Tribunal a través de sus diversos fallos
(Autos Supremos Nros. 461/2012 y 287/2013), entre ellos se debe citar el Auto
Supremo Nº 913/2015 – L que al respecto ha orientado que: “…resulta necesario
referirnos a la abrogada Ley Nº 1770 de Arbitraje y Conciliación, aplicable al
caso, que en su art. 10 establece: “El convenio arbitral se instrumentaliza por
escrito, sea como cláusula de un contrato principal o por acuerdo separado del
mismo. Su existencia deriva de la suscripción del contrato principal o de un
convenio arbitral específico o del intercambio de cartas, télex, facsímiles o de
cualquier otro medio de comunicación, que deje constancia documental de la
voluntad de ambas partes de someterse al arbitraje”. De igual forma, el art. 12 de
dicha norma determina: “I. El convenio arbitral importa la renuncia de las partes
a iniciar proceso judicial sobre las materias o controversias sometidas al
arbitraje. II. La Autoridad judicial que tome conocimiento de una controversia
sujeta a arbitraje debe inhibirse de conocer el caso cuando lo solicite la parte
judicialmente demandada. En este caso, dicha parte puede oponer excepción de
arbitraje en forma documentada y antes de la contestación. La excepción será
resuelta sin mayor trámite, mediante Resolución expresa. III. Constatada la
existencia del convenio arbitral y sin lugar a recurso alguno, la Autoridad judicial
competente declarará probada la excepción de arbitraje o pronunciándose
únicamente sobre la nulidad o la ejecución imposible del convenio arbitral,
desestimará la excepción de arbitraje”.”
En el caso presente, Y.P.F.B (TRANSREDES) S.A., actualmente “TRANSPORTE”,
en su calidad de empresa demandada, mediante memorial de fs. 230 a 231 y vta.,
interpuso, entre otras, excepción previa de incompetencia señalando que la
instancia competente para dirimir cualquier controversia acerca del contrato de
Servidumbre, conforme a lo acordado en la cláusula séptima del contrato de
servidumbre de 1ro de abril de 1998 (clausula arbitral), vendría a ser el Centro
de Conciliación y Arbitraje de la Cámara de Industria y Comercio de Santa Cruz,
cuestionando de esta manera la competencia del Juez A quo para conocer dicha
causa. De esta manera mediante Auto Definitivo de fecha 16 de octubre de 2009
cursante a fs. 272 a 273, el Juez de Primera Instancia declaró probada la
excepción de incompetencia; Resolución que en virtud a lo dispuesto en el art. 12
parágrafo III de la Ley 1770, cuando la excepción de arbitraje es declarada
probada, esta es en única y última instancia, por lo que contra dicha Resolución la
Ley no permite recurso de impugnación alguno, disposición que en ningún caso
P á g i n a 765 | 846
constituye vulneración del derecho a la defensa o al acceso a la justicia, tal como
lo establece la SC. 0080/2006 de 16 de octubre, toda vez que se encuentra salvada
la vía del arbitraje, al cual las partes suscribientes del contrato de fecha 1ro de
abril de 1998 acordaron someterse, aspecto que como ya se señaló constituye
renuncia expresa a iniciar proceso judicial ordinario.”.

INSTITUTO DEL LITISCONSORCIO


Auto Supremo: 193/2017
Sucre: 01 de marzo 2017
Proceso: Rescisión de contrato por lesión.
El art. 67 del Código de Procedimiento Civil, señala lo
siguiente: “(Litisconsorcio).- Varias personas podrán demandar o ser demandadas
en el mismo proceso, cuando las acciones fueren conexas por el título, el objeto, o
por ambos elementos a la vez”, la norma describe que pueden integrase al litigio a
los titulares del derecho litigado que por razón del título, deban formar parte de la
relación procesal.
Sobre el litisconsorcio este Tribunal ha emitido el Auto Supremo Nº 260/2015 de
14 de abril, en el que señaló lo siguiente: “Ahora bien, el fundamento del Ad quem
para disponer la nulidad de obrados se basa esencialmente en la falta de
conformación del “litis consorcio pasivo necesario”. Al respecto el art. 67 del
Código de Procedimiento Civil al referirse al litisconsorcio preceptúa que:
“Varias personas podrán demandar o ser demandadas en el mismo proceso,
cuando las acciones fueren conexas por el título, el objeto, o por ambos elementos
a la vez”; por su parte la doctrina clasifica al litis consorcio en activo, pasivo,
mixto, necesario y facultativo, correspondiendo a efectos del presente caso relievar
las dos últimas clasificaciones referidas, respecto a los cuales el tratadista Enrique
Lino Palacios en su obra “Derecho Procesal Civil” Tomo III, indica que: “El
litisconsorcio es facultativo cuando su constitución obedece a la libre y espontánea
voluntad de las partes, y es necesario cuando la pluralizada de sujetos se halla
impuesta por la ley o por la naturaleza de la relación o situación jurídica que
constituye la causa de la pretensión procesal”, ampliando el criterio referido
manifiesta: “Existe litisconsorcio necesario cuando la eficacia de la sentencia se
halla subordinada a la circunstancia de que la pretensión procesal sea propuesta
por varias personas, o frente a varias personas, o, simultáneamente, por o frente a
varias personas”. En cuanto al litisconsorcio facultativo, indica que éste, “…se
caracteriza por el hecho de responder a la libre y espontánea voluntad de las
partes que intervienen en el proceso. Por lo tanto, no viene impuesto por la ley o
por la naturaleza de la situación jurídica controvertida, sino que se haya
autorizado por razones de economía procesal y de certeza en la aplicación del
derecho, es decir, respectivamente, sea para evitar la dispersión de la actividad
procesal o el pronunciamiento de sentencias contradictorias…”

P á g i n a 766 | 846
Se concluye, en que la doctrina diferencia el litisconsorcio necesario del
facultativo, este último se aplica cuando una de las partes podía haber convocado al
antecesor titular del derecho que se debate en el litigio (ahí la potestad de la parte),
que en la generalidad se aplica al caso de “citar al garante de evicción”, o sea que
si una persona (comprador) que ha adquirido un bien es demandado por un tercero,
éste “puede” convocar a su garante de evicción -si es que lo considera pertinente-,
esa es la figura del “litisconsorcio facultativo”; empero de ello, cuando el
demandado es el vendedor, éste no puede utilizar la figura de la citación previa al
garante de evicción, dicha figura está reservada para el comprador, no para el
vendedor, consiguientemente para afectar los derechos del ultimo titular, tan sólo
corresponde aplicar la tesis del “litisconsorcio necesario”.

INSTITUTO DEL LITISCONSORCIO PASIVO


Auto Supremo: 509/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Nulidad de contratos y otros.
El art. 67 del Código de Procedimiento Civil, señala lo
siguiente: “(Litisconsorcio).- Varias personas podrán demandar o ser demandadas
en el mismo proceso, cuando las acciones fueren conexas por el título, el objeto, o
por ambos elementos a la vez”, la norma describe que pueden integrase al litigio a
los titulares del derecho litigado que por razón del título, deban formar parte de la
relación procesal.
Sobre el litisconsorcio este Tribunal ha emitido el Auto Supremo Nº 260/2015 de
14 de abril, en el que señaló lo siguiente: “Ahora bien, el fundamento del Ad quem
para disponer la nulidad de obrados se basa esencialmente en la falta de
conformación del “litis consorcio pasivo necesario”. Al respecto el art. 67 del
Código de Procedimiento Civil al referirse al litisconsorcio preceptúa que:
“Varias personas podrán demandar o ser demandadas en el mismo proceso,
cuando las acciones fueren conexas por el título, el objeto, o por ambos elementos
a la vez”; por su partela doctrina clasifica al litis consorcio en activo, pasivo,
mixto, necesario y facultativo, correspondiendo a efectos del presente caso relievar
las dos últimas clasificaciones referidas, respecto a los cuales el tratadista Enrique
Lino Palacios en su obra “Derecho Procesal Civil” Tomo III, indica que: “El
litisconsorcio es facultativo cuando su constitución obedece a la libre y espontánea
voluntad de las partes, y es necesario cuando la pluralizada de sujetos se halla
impuesta por la ley o por la naturaleza de la relación o situación jurídica que
constituye la causa de la pretensión procesal”, ampliando el criterio referido
manifiesta: “Existe litisconsorcio necesario cuando la eficacia de la sentencia se
halla subordinada a la circunstancia de que la pretensión procesal sea propuesta
P á g i n a 767 | 846
por varias personas, o frente a varias personas, o, simultáneamente, por o frente a
varias personas”. En cuanto al litisconsorcio facultativo, indica que éste, “…se
caracteriza por el hecho de responder a la libre y espontánea voluntad de las
partes que intervienen en el proceso. Por lo tanto, no viene impuesto por la ley o
por la naturaleza de la situación jurídica controvertida, sino que se haya
autorizado por razones de economía procesal y de certeza en la aplicación del
derecho, es decir, respectivamente, sea para evitar la dispersión de la actividad
procesal o el pronunciamiento de sentencias contradictorias…”
Se concluye, en que la doctrina diferencia el litisconsorcio necesario del
facultativo, este último se aplica cuando una de las partes podía haber convocado al
antecesor titular del derecho que se debate en el litigio (ahí la potestad de la parte),
que en la generalidad se aplica al caso de “citar al garante de evicción”, o sea que
si una persona (comprador) que ha adquirido un bien es demandado por un tercero,
éste “puede” convocar a su garante de evicción -si es que lo considera pertinente-,
esa es la figura del “litisconsorcio facultativo”; empero de ello, cuando el
demandado es el vendedor, éste no puede utilizar la figura de la citación previa al
garante de evicción, dicha figura está reservada para el comprador, no para el
vendedor, consiguientemente para afectar los derechos del ultimo titular, tan solo
corresponde aplicar la tesis del “litisconsorcio necesario”.

INSTITUTO JURÍDICO DE LA PRESCRIPCIÓN


Auto Supremo: 567/2017
Sucre: 05 de junio 2017
Proceso: Cumplimiento de obligación.
Guillermo A. Borda en su Obra “Tratado de Derecho Civil”, Obligaciones, Tomo
II, Décima Edición actualizada por Alejandro Borda, señala:
“La ley protege los derechos subjetivos, pero no ampara la desidia, la negligencia
o el abandono. Los derechos no pueden mantener su vigencia indefinidamente en
el tiempo, no obstante el desinterés del titular, porque ello conspira contra el
orden y la seguridad. Transcurridos ciertos plazos legales, mediante petición de
parte interesada, la ley declara prescritos los derechos no ejercidos”.
Resalta la distinción existente entre la prescripción adquisitiva, llamada con mayor
propiedad usucapión, de laprescripción liberatoria o prescripción propiamente
dicha.
Conceptualiza a la prescripción liberatoria indicando lo siguiente: “La
prescripción es la extinción de un derecho (o, para hablar con mayor precisión, la
extinción de las acciones derivadas de un derecho) debido a su abandono por su
titular durante el término fijado por la ley. La prescripción requiere, por lo tanto,
estos dos elementos: a) la inacción del titular; b) el transcurso del tiempo”.

P á g i n a 768 | 846
En cuanto a la utilidad y fundamento de este instituto jurídico, indica: “La
prescripción liberatoria desempeña un papel de primer orden en el mantenimiento
de la seguridad jurídica. El abandono prolongado de los derechos crea
incertidumbre, inestabilidad y falta de certeza en las relaciones entre los hombres.
El transcurso del tiempo hace perder muchas veces la prueba de las excepciones
que podría hacer valer el deudor. La prescripción tiene, pues, una manifiesta
utilidad: obliga a los titulares de los derechos a no ser negligentes en su ejercicio
y pone claridad y precisión en las relaciones jurídicas. En interés del orden y paz
social conviene liquidar el pasado y evitar litigios sobre contratos o hechos cuyos
títulos se han perdido y cuyo recuerdo se ha borrado.
No debe creerse, por lo tanto, que la institución se inspira en el propósito de
proteger al deudor contra su acreedor; su fundamento es, como se ha indicado, de
orden social. Esto explica que los contratantes no pueden renunciar por anticipado
a los plazos de la prescripción ni extenderlos más allá de lo que señala la ley;
porque no juega aquí tanto un interés individual como uno público”.
Distingue también las acciones prescriptibles e imprescriptibles, catalogando
dentro de las primeras, a las acciones patrimoniales personales, indicando que éste
es el campo de acción propio y típico de la prescripción liberatoria, con algunas
excepciones; dentro de las segundas, acoge a las acciones derivadas del estado de
la persona, (condición de padre, esposo, hijo, pariente, etc.).
Por su parte, Luis Díez-Picazo y Antonio Gullón en su Obra “Instituciones de
Derecho Civil”, Volumen I/1, Segunda Edición 2000, al referirse al fundamento de
la prescripción, señalan: “…es una institución necesaria para el orden social y
para la seguridad jurídica, introducida en atención al bien público. No es justo
que una persona resucite pretensiones antiguas, de las cuales incluso puede
haberse perdido la memoria, y que ponga en peligro con ello la situación quieta y
pacíficamente mantenida por otras personas durante largo tiempo. Por el
contrario, es justo que el titular de un derecho sea diligente en orden a su
ejercicio, y que sí no lo es, es perjuicio deba pararle a él. En suma la prescripción
impide el ejercicio intempestivo de un derecho”.
Respecto al objeto de la prescripción extintiva, indican que existen dos corrientes;
la tesis de la “prescripción de la acción”, la misma que no tiene otro efecto que
paralizar el ejercicio judicial del derecho, pero dejándole a éste con vida. Corriente
que indican fue objetada por ser oponible en juicio y fuera de él.
La tesis de la “prescripción de derechos”, la misma que considera que la
prescripción determina la extinción del derecho subjetivo, definido como un poder
jurídico que agrupa unitariamente un conjunto de facultades; señala que esta tesis
es la más seguida por la doctrina.

INTENCIÓN COMÚN DE LOS CONTRATANTES


Auto Supremo: 244/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Anulabilidad y otros.
P á g i n a 769 | 846
El Ad quem asumió su decisorio, bajo la regla de la interpretación del contrato
conforme al art. 510 del Código Civil, tomando en cuenta para ello el contenido del
poder y su delegación en la que se insertó el texto: “uso de todas las facultades
haga todos los trámites que sean necesarios para vender…”, la revocatoria del
mandato de fs. 84 que fue efectuado con posterioridad de la venta del inmueble la
confesión de fs. 283 efectuada por al apoderado del mandatario, con las que asumió
cual fue la intención común de los contratantes al generarse el poder objeto de
Litis; esto quiere decir que el Ad quem basó su decisorio en la construcción de los
elementos de prueba y no sobre la base de una prueba esencial y decisiva; por lo
que el recurrente debió atacar todo el elenco probatorio que sirvió de respaldo al
Ad quem para volver a reevaluar dicho criterio judicial, aspecto que no acontece en
el caso de autos, pues la recurrente solo observa el contenido del poder objeto del
litigio y no el resto de los elementos de prueba que sirvieron al Tribunal de alzada
para modificar la sentencia.
Pese a ello conforme al principio de impugnación contenido en el segunda parte del
art. 180.II de la Constitución Política del Estado, corresponde absolver la
infracción que postula la recurrente en el que acusa que el poder es general y
especial empero no es expreso, pues debió contener los datos de precisión del
predio y al efectuarse la venta se ha ingresado en la venta de cosa ajena contenida
en el art. 595.I del Código Civil, que resulta ser nulo de pleno derecho; sobre la
misma corresponde señalar que el contenido del poder señala lo siguiente:
El poder objeto de Litis cursa de fs. 5 a 7, signado como testimonio Nº 73/97 de 13
de enero de 1997, de sustitución del poder Nº 22/97, que otorga Dora Luz Rojas de
Zapata en favor de Estanislao Rene Zapata Jiménez, la misma contiene el texto
siguiente: “PODER.- Carta Poder.- Diez (10) de diciembre de 1996.- La Sra.
DORA LUZ ROJAS DE ZAPATA.- Presente.- Por medio de la presente otorgo al
Sr. ESTANISLAO RENE ZAPATA, poder amplio, cumplido y bastante para que a
mi nombre y representación.- tenga un poder general de pleitos y cobranzas, de
administración y dominio para que haciendo uso de todas mis facultades haga
todos los trámites que sean necesarios para vender, alquilar o anticréticos, y todo
lo relacionado con dos propiedades mancomunadas que ambos tenemos en a) zona
Sarco, calle Tocopilla Nº 1664 de Cochabamba…” (las negrillas y subrayado no
corresponde al texto original).
También cursa en poder de fs. 8 a 10 vta., que otorga Estanislao Rene Zapata en
favor de Jaime Zapata Jiménez, cuyo contenido es el siguiente: “se proceda a la
protocolización de un Poder Especial y Suficiente, otorgado por ESTANISLAO
RENE ZAPATA en favor de JAIME ZAPATA JIMÉNEZ, en los Estados Unidos de
Norteamérica, que se encuentra debidamente legalizado ante el Ministerio de
Relaciones Exteriores y culto en la ciudad de La Paz… CARTA PODER. Diez y
Ocho (18) de marzo de 1997.- Yo ESTANISLAO RENE ZAPATA.- Por la presente
otorgo al Sr. JAIME ZAPATA JIMENEZ… para que a mi nombre y representación
tenga un poder general de pleitos y cobranzas, de administración y dominio
haciendo uso de todas mis facultades haga todos los trámites relacionados con la
P á g i n a 770 | 846
venta y traspaso de dos propiedades raíz; casa zona Sarco, calle Tocopilla Nº
1664, ciudad de Cochabamba, Bolivia…”
En el poder de fs. 5 a 7, se observa que la misma tiene similitud con instituciones
doctrinales de legislaciones de países norteamericanos, entre ellas las de México
cuya legislación del Código Civil para el Distrito Federal en su art. 2554 señala lo
siguiente: “En todos los poderes generales para pleitos y cobranzas, bastará que
se diga que se otorga con todas las facultades generales y las especiales que
requieran cláusula especial conforme a ley, para que se entiendan conferidos sin
limitación alguna.
En los poderes generales para administrar bienes, bastará expresar que se dan
con ese carácter, para que el apoderado tenga toda clase de facultades
administrativas.
En los poderes generales, para ejercer actos de dominio, bastará que se den con
ese carácter para que el apoderado tenga todas las facultades de dueño, tanto en
lo relativo a los bienes, como para hacer toda clase de gestiones a fin de
defenderlos…”
De dicho extracto se entiende que el poder general para actos de dominio implica
que esa potestad de dominio es que se otorga como representación en favor del
mandatario, y en los actos de domino, se encuentra la posibilidad de efectuar actos
de disposición del bien, eso se entiende por actos de dominio.
Para reforzar el criterio descrito precedentemente corresponde señalar el trabajo de
Jorge A. Domínguez Martínez, quien en su obra “PODER GENERAL PARA
PLEITOS Y COBRANZAS Contenido y Limitaciones Librería Porrua 2013, visto
en la web enhttps://archivos.juridicas.unam.mx/www/bjv/libros/8/3694/2.pdf,
señala: “…en los tres primeros párrafos del articulo transcrito al principio, se
prevén, en su orden los poderes generales para pleitos y cobranzas, los generales
para administrar bienes y los generales para ejercer actos de dominio. El cuarto
párrafo, por su parte, se anuncia el poder general limitado que tiene lugar cuando
al conferirse, cualquiera de los anteriores se restringe en su ejercicio con la
exclusión de algunas facultades y se prevé también el poder especial, cuyo
otorgamiento es con una circunscripción a facultades especificas…. por el poder
general para ejercer actos de dominio, se confieren todas las facultades de
dueño… Si el poder es el previsto en el primer párrafo del precepto citado, el
apoderado estará legitimado para cualquier acto jurídico calificado como pleitos y
en su caso cobranzas. Si dicho otorgamiento fue en los términos del segundo
párrafo, los actos realizables por el apoderado, serán catalogados como actos de
administración, (dar en arrendamiento corto, tomar en arrendamiento, aceptar
garantías, comprar, etcétera, etcétera) y si el poder fue con apego al tercer
párrafo, el apoderado podrá ejecutar todos los actos considerados como de
dominio (vender, dar en arrendamiento largo, en comodato, otorgar garantías por
terceros y en fin todos los actos de la categoría indicada)…”
De acuerdo a la cita descrita se tiene que el contenido del mandato conferido
describe la potestad de “actos de dominio” o poder general de dominio, lo que
P á g i n a 771 | 846
conforme al aporte doctrinario citado se entiende que es para efectuar actos de
enajenación, lo que también llega a corroborar el criterio del Ad quem, en sentido
de interpretar cual la intención de la otorgante en el poder, pues por una parte se
tiene la construcción probatoria efectuada en el poder sobre la base del texto: “uso
de todas las facultades haga todos los trámites que sean necesarios para
vender…”, y por otra parte sobre la base del texto “un poder general de pleitos y
cobranzas, de administración y dominio”, conforme a la cita doctrinaria se
entiende que el poder fue efectuado para actos de disposición (actos de dominio).
En base a las dos descripciones se entiende que el poder refleja la potestad para que
el apoderado pueda efectuar actos de disposición, siendo esta una construcción que
refleja la expresión de facultar al apoderado se efectúe actos de disposición como
señala el art. 810.II del Código Civil, consiguientemente no se evidencia haberse
generado la venta de cosa ajena como describe el art. 595.I del Código Civil.
También corresponde aclarar sobre la nulidad de pleno derecho descrita por la
recurrente, se tiene que el Código Civil, en su art. 546 señala que la nulidad debe
ser declarada judicialmente, por ello es que no es permisible la postura de la
nulidad de pleno derecho.

INTERDICCION, INCAPACIDAD DE LOS CONTRATANTES


Auto Supremo: 927/2015 - L
Sucre: 14 de Octubre 2015
Por otra parte en cuanto a la “incapacidad de querer o entender”, que los
recurrentes entienden estar demostrados por el solo hecho de la desproporción
económica del precio de la venta, corresponde señalar que el art. 484 parágrafo II
del Código civil señala lo siguiente: “El contrato realizado por persona no sujeta a
interdicción, pero incapaz de querer o entender en el momento de la celebración,
se considera como hecho por persona incapaz si de dicho contrato resulta grave
perjuicio para el autor y hay mala fe del otro contratante”, la norma describe
como causa de anulabilidad al contrato suscrito por una persona que sin estar
declarada interdicta, se encuentre incapacitado que querer o entender, se deduce
hecho por persona incapaz si dicho contrato resulta grave perjuicio para el autor y
hay mala fe del otro contratante, requiere de demostrarse que la capacidad de
querer o entender del contratante, se encuentre mermada, aspecto no demostrado en
la causa, no pudiendo servir de justificativo el hecho de que al momento de
suscribirse el contrato la vendedora adolecía de problemas de salud, la avanzada
edad y deficiencias físicas, que no afectan el aspecto de la salud mental de la
vendedora.
INTERÉS CONVENCIONAL Y LEGAL
Auto Supremo: 361/2017
Sucre: 11 de abril 2017

P á g i n a 772 | 846
Proceso: Reconocimiento y Cumplimiento de Obligaciones y Resarcimiento de
Daños y Perjuicios.

El interés, en su acepción general, es la ventaja pecuniaria o moral que importa


para una persona el ejercicio de un derecho o acción. Puede ser eventual, material o
moral. En sentido estricto se le considera como la renta que produce el capital dado
en préstamo o que se debe (Capitant).
Nuestra jurisprudencia considera al interés no solo lo acordado con ese nombre,
sino todo recargo, porcentaje, forma de redito o excedente sobre la cantidad
principal y en general todo provecho o ganancia que se estipule en favor del
acreedor.
Al respecto Carlos Morales Guillen en su obra Código Civil concordado y
Anotado, tomo I, señala que; los intereses se distinguen
en: convencionales y legales. El convencional es el que estipulan por las partes y el
legal es el fijado por la ley. Es así que el art. 409 del Código Civil establece:
“(Interés Convencional). El interés convencional no pude exceder del tres por
ciento mensual. Si se estipula en cantidad superior se reduce automáticamente a
dicha tasa”.

INTERÉS LEGÍTIMO
Auto Supremo: 268/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Nulidad de contrato.
Sobre el interés legítimo este Tribunal ha emitido el Auto Supremo Nº 1132/2015
de 7 de diciembre de 2015 en ella se ha señalado lo siguiente: “En el marco del
recurso de casación, los argumentos del Auto de Vista que toman en cuenta lo
determinado por la Jueza de la causa quien observó la falta de interés legítimo de
la demandante ahora recurrente, motivo por el cual, se declaró probada la
excepción perentoria de falta de acción y derecho y no se ingresó a considerar el
fondo de la demanda de nulidad; en ese sentido, se debe tener presente lo
siguiente:
Nuestra amplia jurisprudencia dictada en infinidad de Autos Supremos respecto al
interés legítimo normado en el art. 551 del Código Civil, establecieron que: “…el
art. 551 del Código Civil, está condicionada al interés legítimo que estos tuviesen
en la nulidad que demandan; en otras palabras estos deberían acreditar cuál el
derecho material que les asiste y que pretenden resguardar a través de la nulidad
del documento de 17 de enero 2006 de división y partición del inmueble objeto de
la litis; interés legítimo que en caso de autos no existe, toda vez que el documento
de división y partición de un bien hereditario, no recae ni afecta derecho alguno
de los actores, quienes adquirieron de sus causantes los derechos que éstos a su
vez adquirieron como consecuencia de la sucesión hereditaria y que han sido
especificados en el documento de división y partición del inmueble…” (A.S. Nº
101/2012 de fecha 26 de abril); de la misma forma y con mayor análisis se
P á g i n a 773 | 846
estableció también que: “…el interés jurídico, que la misma es considerada como
la facultad de un particular para exigir que una determinada conducta sea
protegida por el derecho objetivo en forma directa. Sin embargo, para que esa
conducta positiva o negativa sea exigible por el particular, es necesario que el
derecho objetivo haya sido instituido, consiguientemente quien pretenda exigirla,
es ineludible que, sea el titular de ese derecho instituido. En otras palabras el
interés legítimo se traduce en el derecho que un particular ostenta sobre algo; al
respecto el Art. 551. Del Código Civil" señala (Personas Que Pueden Demandar
La Nulidad) La acción de nulidad puede ser interpuesta por cualquier persona que
tenga un interés legítimo"; de lo anotado se infiere que la legitimación de Nancy
Silvia Montero de Coronel y su esposo Fausto Coronel Jiménez, en el marco de lo
dispuesto por este artículo, está condicionada al interés legítimo que estos tuviesen
en la nulidad que demandan; en otros términos acreditar cuál el derecho material
que les asiste y que pretenden resguardar a través de la nulidad del documento de
transferencia de fecha 5 de diciembre de 1980, consecuentemente se colige que los
únicos que pudieran demandar la nulidad del contrato son aquellas personas que
demuestren tener Derechos sobre el objeto del contrato del que se pretende la
nulidad, como así también lo estableció el Auto Supremo: 101/2012 de 26 de abril
de 2012, que señala. "Ahora bien, respecto a quien tiene legítimo interés en anular
el documento motivo de la litis, conforme en un momento los actores señalaron, ha
sido el interés que éstos tienen de hacer prevalecer las alícuotas partes que
adquirieron; sin embargo a los fines de entender qué se entiende por legítimo
interés, diremos que éste es el ejercicio de una acción tendiente a proteger un
derecho jurídicamente exigible; es por ese motivo que anteriormente referimos que
a quienes les asiste ese interés legítimo de solicitar la nulidad del documento de
división y partición de herencia es a los suscribientes, en el entendido de que son
ellos a los que les interesa resguardar la cuota parte o legítima que a cada uno les
correspondía respecto a la sucesión de Nicanor Roca Salvatierra y en particular al
inmueble objeto del litigio.". (A.S. Nº 518/2012 de 14 de diciembre)
Finalmente los Resúmenes de Jurisprudencia que anualmente emite el Tribunal
Supremo de Justicia (Gestión 2014), referente a la nulidad de contrato por un
tercero establecieron que: “Cuando un tercero demanda la nulidad de un contrato
de transferencia, éste no pretende invalidar los aspectos generados por el contrato
entre las partes que intervinieron en su celebración, sino lo que pretende es una
ineficacia del derecho de quien figure como último titular, con quien entiende
entraría en conflicto su derecho de titular.”, basando dicho entendimiento en lo
teorizado en el Auto Supremo Nº 659/2014 de 6 de noviembre, donde además se
determinó: “…la legitimación para accionar la nulidad, inscrita en el art. 551 del
Código precitado, que indica: “La acción de nulidad puede ser interpuesta por
cualquier persona que tenga un interés legítimo”, fórmula legal que no establece
expresamente la facultad a las partes celebrantes a accionar la invalidez, sin
embargo, indiscutiblemente, son ellas las que tienen un interés legítimo directo por
la relación jurídica contractual que los une, ya que ellos soportarán la invalidez y
P á g i n a 774 | 846
los efectos emergentes en forma inmediata; en esa consideración, es lógico
establecer que la referida disposición legal no limitó sólo la facultad de accionar
solo a las partes contratantes – como sucede en la anulabilidad- sino que amplió
la legitimación a terceros no contratantes que demuestren un “interés legítimo” en
la invalidez del acto; situación trascendental, por cuanto si no son las partes
contratantes quienes acuden a la nulidad, la situación del tercero está subordinada
al interés legítimo que tenga en la pretensión de invalidar un contrato en la que no
es participante.
En ese contexto. Cuando las partes contratantes procuran la nulidad del contrato
del cual nace su relación jurídica, el efecto emergente de la invalidez pretendida es
la extinción de las obligaciones incumplidas con carácter retroactivo, conforme
prevé el art. 547 –1 del Código Civil, emergiendo la ficción legal que el contrato
no se ha generado, volviendo las cosas al estado en que se encontraban antes de la
celebración del acto como si este no hubiese existido, pero si las obligaciones
fueron total o parcialmente cumplidas el efecto de la nulidad demandada entre
partes es el “restitutorio” en virtud al cual las partes deben restituirse mutuamente
los prestaciones recibidas, conforme añade la aclaración del precitado artículo.
Por otro lado, cuando el tercero no contratante busca la invalidez del acto, el
interés legítimo de éste debe estar ligado a la ineficacia que busca con su acción,
es decir, el interés legítimo es un interés propio que está definido en el efecto de la
invalidez que se acciona, por lo cual la nulidad no es una acción pública, como la
acción penal, sino está reservada, también, al tercero no contratante que tiene en
la invalidez que se acciona el fundamento por un interés propio para intentarla. En
esa connotación, el tercero no contratante en su pretensión nulificante no
considera el efecto restitutorio de la nulidad, como lo harían las partes, sino que
busca un efecto “declarativo de invalidez del acto”, que, como reflejo de esa
situación, sea tendente a proteger el interés por el cual accionó.
La situación anotada, se complejiza cuando se procura, por un tercero no
contratante, la nulidad de un acto que, por el transcurso del tiempo, tenga en
posterior tracto de actos que hayan derivado situaciones jurídicas consolidadas,
en esa eventualidad, si el tercero en su pretensión busca sólo un efecto declarativo
y no restitutorio, no se hace esencial la ocurrencia de los celebrantes del acto que
se busca su ineficacia, ya que estos últimos cuentan ya con los derechos
emergentes de esa relación jurídica, sino que por la consolidación de actos
posteriores son otros los titulares de los derechos, no teniendo los causantes los
derechos de aquel entonces.
En esa medida, el tratar de invalidar un acto anterior deriva en una situación
compleja, que en todo caso debe verse la afectación patrimonial que se busca con
la ineficacia del acto, es decir sobre quienes recaerá los efectos de la posible
nulidad de un acto anterior, pues los que asuman los efectos de la invalidez de
forma inmediata serán los actuales titulares de los bienes, pudiendo estos últimos
traer a colación al proceso a sus causantes por la evicción que desata el contrato.

P á g i n a 775 | 846
En síntesis cuando un tercero demanda la nulidad de un contrato de trasferencia,
este no pretende invalidar los efectos generados por el contrato entre las partes
que intervinieron en su celebración, sino lo que pretende es una ineficacia del
derecho de quien figura como último titular, con quien entiende entraría en
conflicto su derecho de titularidad.”(sic)…”

INTERÉS LEGÍTIMO
Auto Supremo: 401/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Nulidad de contrato.
Sobre el tema en cuestión a través AS Nº 664/2014 de fecha 06 de noviembre2014,
se ha delineado en sentido que: “De manera general se tiene que la nulidad de un
contrato puede ser pretendida por las partes del contrato o finalmente por sus
causahabientes o herederos, toda vez que se presume que quien contrata lo hace
para sí y para sus herederos y causahabientes conforme manda el art. 524 del
Código Civil, quienes tienen la legitimación activa para pretender la nulidad del
mismo. Por otro lado, también es posible que la nulidad de un contrato pueda ser
instada por un tercero que no fue parte de la relación contractual que se pretende
invalidar, en este caso, cuando la nulidad es pretendida por un tercero el art. 551
del Código Civil indica: “la acción de nulidad puede ser interpuesta por
cualquier persona que tenga interés legítimo”, entendiéndose que el interés
legítimo configura la legitimación activa para poder demandar, configurándose
esa legitimación en un presupuesto de admisibilidad de la demanda que debe ser
analizada por los Jueces al momento de admitir la demanda; por lo tanto el
interés legítimo debe ser demostrado ab initio al momento de la presentación de
la demanda y los Jueces tiene el deber de exigir dicha prueba a tiempo de
admitirla porque de ella depende la acreditación de la legitimación activa del
actor, que constituye presupuesto de admisibilidad como se señaló.
En ese entendido, también corresponde establecer qué es lo que se entiende por el
interés legítimo normado en el art. 551 del Código Civil, presupuesto necesario
que debe tener quien pretenda la nulidad de un contrato en el que no es parte,
motivo por el cual se dirá que la titularidad de un derecho subjetivo cuya eficacia
dependa real y directamente de la invalidez del contrato o del acto jurídico que se
pretende su nulidad, configura el llamado interés legítimo, en otras palabras los
efectos generados por el contrato o acto jurídico cuya invalidez se pretende que
entren en pugna con el derecho subjetivo del cual es titular la persona que
demanda.
La fórmula del art. 551 del Código Civil, solo dispensa la calidad de accionante a
quien tenga interés legítimo, y no está abierto a todas las personas estantes del
Estado, pues la nulidad siendo de orden público apunta a la invalidez de un acto
jurídico privado, donde no existe la afectación de un derecho difuso, siendo el
punto de partida la consideración del carácter privado del acto jurídico que se

P á g i n a 776 | 846
pretende invalidar, pues lo contrario nos situaría en una acción de defensa de
derechos colectivos o difusos.
Convengamos entonces que la norma permite accionar la nulidad cuando el
interesado ostenta un derecho subjetivo no hipotético que dependa actual e
inmediatamente de la invalidez del acto jurídico, siendo ese el interés legítimo que
debe demostrar para acreditar la legitimación activa, es decir el interés legítimo
está limitado al interés personal que emerge del derecho subjetivo en función
inmediata de la nulidad del contrato”.

INTERÉS LEGÍTIMO PARA DEMANDAR NULIDAD DE CONTRATO


Auto Supremo: 267/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Nulidad de Escritura y Cancelación de Matrícula.
Se debe considerar lo desarrollado en el Auto Supremo No. 664/2014 de 06 de
noviembre 2014, en el que señaló que“La fórmula del art. 551 del Código Civil,
solo dispensa la calidad de accionante a quien tenga interés legítimo, y no está
abierto a todas las personas estantes del Estado, pues la nulidad siendo de orden
público apunta a la invalidez de un acto jurídico privado, donde no existe la
afectación de un derecho difuso, siendo el punto de partida la consideración del
carácter privado del acto jurídico que se pretende invalidar, pues lo contrario nos
situaría en una acción de defensa de derechos colectivos o difusos.”
“…que la norma permite accionar la nulidad cuando el interesado ostenta un
derecho subjetivo no hipotético que dependa actual e inmediatamente de la
invalidez del acto jurídico, siendo ese el interés legítimo que debe demostrar para
acreditar la legitimación activa, es decir el interés legítimo está limitado al interés
personal que emerge del derecho subjetivo en función inmediata de la nulidad del
contrato.”

INTERÉS LEGÍTIMO PARA DEMANDAR NULIDAD DE CONTRATO


Auto Supremo: 183/2017
Sucre: 01 de marzo 2017
Proceso: Nulidad de Minuta, Escritura Pública, Cancelación de Registro y Pago de
Daños y Perjuicios.

Se debe considerar lo desarrollado en el Auto Supremo No. 664/2014 de 06 de


noviembre2014, en el que señaló que“La fórmula del art. 551 del Código Civil,
solo dispensa la calidad de accionante a quien tenga interés legítimo, y no está
abierto a todas las personas estantes del Estado, pues la nulidad siendo de orden
público apunta a la invalidez de un acto jurídico privado, donde no existe la
afectación de un derecho difuso, siendo el punto de partida la consideración del
carácter privado del acto jurídico que se pretende invalidar, pues lo contrario nos
situaría en una acción de defensa de derechos colectivos o difusos.”

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“…que la norma permite accionar la nulidad cuando el interesado ostenta un
derecho subjetivo no hipotético que dependa actual e inmediatamente de la
invalidez del acto jurídico, siendo ese el interés legítimo que debe demostrar para
acreditar la legitimación activa, es decir el interés legítimo está limitado al interés
personal que emerge del derecho subjetivo en función inmediata de la nulidad del
contrato.”

INTERÉS LEGÍTIMO PARA IMPUGNAR LAS RESOLUCIONES


Auto Supremo: 743/2016
Sucre: 28 Junio de 2016
Proceso: Ordinario, división y partición de bien inmueble
La Sala Civil de este Tribunal en el Auto Supremo Nº 508/2014 de 08 de
septiembre ha establecido lo siguiente:
“Uno de los varios derechos que nacen de la relación procesal, es el derecho de
recurrir contra las resoluciones judiciales, cuya naturaleza es estrictamente
procesal; pero para que cualquier recurso sea admisible y procedente, al margen
de los requisitos de forma y contenido, debe cumplir con otros requisitos generales
de carácter subjetivo y objetivo; entre uno de los requisitos subjetivos se encuentra
la necesaria existencia de gravamen o perjuicio que genera la resolución contra
los intereses del litigante, siendo este requisito el más importante que habilita al
justiciable el interés legítimo para recurrir.
Según afirma Couture, en el ámbito del Derecho Procesal, agravio es el perjuicio
o gravamen, material o moral, que una resolución judicial causa a un litigante.
Ese perjuicio debe ser cierto, evidente, real y concreto; la necesaria existencia de
agravio o/y perjuicio es el motor que impulsa, promueve y justifica la activación
del recurso, sin importar el tipo de parte de que se trate en la intervención del
proceso; razonado en contrario se puede afirmar que no existe recurso sin
gravamen o perjuicio, ni interés válido para impugnar; el simple hecho de recurrir
por recurrir sin que exista afectación de ningún interés legítimo, implicaría hacer
abuso del derecho.
Definitivamente, la recurribilidad de las resoluciones judiciales está en función del
agravio que cause la resolución y sea perjudicial a los intereses del justiciable; así
discurre del primer parágrafo del art. 213 del Código de Procedimiento Civil que
señala: “Las Resoluciones judiciales serán recurribles mediante impugnación de
la parte perjudicada…”, bajo ese entendimiento de que recurso son los diferentes
medios de impugnación que la ley procesal otorga a las partes para impugnar una
resolución que cause perjuicio, es que nuestro sistema procesal describe recursos
ordinarios y extraordinarios, como el de reposición, apelación, casación y de

P á g i n a 778 | 846
revisión, condición de perjuicio que se encuentra expuesto con bastante claridad
en los art. 213 y 219 del mismo cuerpo legal.
Las consideraciones anteriormente descritas encuentran sustento en base al aporte
doctrinario, entre estos se tiene al tratadista Hugo Alsina, quien en su obra
TRATADO TEORICO Y PRACTICO DE DERECHO PROCESAL, Tomo IV, pág.
191 señala lo siguiente: b) “La cuestión de saber quién puede interponer un
recurso, constituye un aspecto de la legitimación procesal. Como regla general,
puede decirse que los recursos tienen la característica de que funcionan por
iniciativa de las partes, y que en consecuencia, a ellas corresponderá su deducción
(V 4). Pero hay casos en que el recurso se niega a las partes, y otros en que se
concede a terceros. Es que, así como el interés es la medida de la acción, el
agravio es la medida en el recurso, y por eso se concede aún a los que no siendo
partes en el proceso, sufren un perjuicio como consecuencia de la Sentencia. Se
explica entonces que el recurso no proceda cuando la Sentencia sea favorable a la
pretensión de la parte, o cuando ésta se ha allanado a la pretensión del adversario
y la sentencia se funda en esa conformidad. Los terceros no pueden interponer
recursos en los procesos en que no intervengan, pero pueden hacerlo desde que se
incorporan a la relación procesal, porque en ese momento asumen la calidad de
partes. No obstante permanecer en su situación de terceros, pueden interponer
ciertos recursos, como el extraordinario de apelación por inconstitucionalidad
cuando se pretende ejecutar contra ellos una sentencia dictada en un proceso en el
que no ha intervenido (VII, 18)…”
Por su parte Enrique Lino Palacios en su Obra “Derecho Procesal Civil”, Tomo
V, numeral 527.- haciendo referencia a los requisitos subjetivos para la
procedencia de los recursos, señala: b) “Como acto procesal de parte, constituye
requisito subjetivo de admisibilidad de todo recurso el interés de quien lo
interpone. El interés se halla determinado por el perjuicio o gravamen que la
resolución ocasiona al recurrente y consiste, en términos generales, en la
disconformidad entre lo peticionado y lo decidido”.
En otra parte de su misma Obra, numeral 546 página 85, precisando aún más
sobre el tema en cuestión indica: “Asimismo, configura requisito subjetivo de
admisibilidad del recurso la circunstancia de que la resolución correspondiente
ocasione, a quien lo interpone, o a su representado, un agravio o perjuicio
personal, porque de lo contrario faltaría un requisito genérico a los actos
procesales de parte, cual es el interés”.
Como se podrá advertir, la presencia de agravio y/o perjuicio es el elemento
fundamental que habilita el interés legítimo para recurrir, no basta la sola
declaración de impugnar o recurrir, sino que se requiere además agregar los
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motivos, agravios o fundamentos que den méritos al impugnante. En nuestro
sistema procesal si bien la ley no establece de manera específica quienes se
encontrarían legitimados para interponer el recurso de casación, sin embargo por
un elemental principio de lógica, adquieren esa calidad los litigantes que han
sufrido agraviado y/o perjuicio con una determinada resolución, situación que se
encuentra implícitamente establecido en el art. 250 del Código de Procedimiento
Civil, siendo además aplicable lo dispuesto en la primera parte del art. 213 del
mismo cuerpo legal por estar referido a los recursos en general.”.
A manera de conclusión en este Punto de la doctrina aplicable, diremos que los
criterios descritos merecen ser tomados en cuenta, toda vez que la jurisprudencia
constitucional tiene carácter vinculante de obligatorio cumplimiento y los criterios
doctrinarios se constituyen en orientadores para la solución de las controversias.

INTERÉS SUPERIOR DE LA NIÑA, NIÑO Y ADOLESCENTE


Auto Supremo: 117/2017
Sucre: 03 de febrero 2017
Proceso: Impugnación de Reconocimiento.
El “Protocolo de Participación de Niñas, Niños y Adolescentes en Procesos
Judiciales y de Intervención del Equipo Profesional Interdisciplinario”, señala que
las normas nacionales e internacionales en materia de la Niñez y Adolescencia
consagran a este principio como el más importante, tiene como fin garantizar el
bienestar de las niñas, niños y adolescentes en la administración de justicia velando
por la preeminencia de sus derechos y el acceso a una justicia pronta, oportuna y
con asistencia de personal especializado.
Este principio rector funciona como un criterio hermenéutico para la toma de
decisiones judiciales, esto quiere decir que para la protección de determinado
derecho propio de la Niñez y Adolescencia, se requiera la realización de los demás,
por ser estos derechos indivisibles e interdependientes, ya que todos componen el
interés superior de la niña, niño y adolescente, abarcando todas las dimensiones de
su vida en sociedad.
Por tanto no puede garantizarse o restituirse un derecho en contradicción indebida a
otros derechos o a este principio, por lo que obliga a los funcionarios judiciales a
respetar y dar eficacia a los derechos de la Niñez y Adolescencia durante el proceso
en el futuro.
En efecto de lo señalado, se tiene establecido Equipos Profesionales
Interdisciplinarios encargados de identificar en el proceso de investigación los
aspectos de vulnerabilidad y riesgo de la niña, niño o adolescente y determinar las

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medidas adecuadas de protección individual, social y comunitaria. El Equipo
Profesional Interdisciplinario al momento de diagnosticar a la niña, niño o
adolescente, debe considerar la integralidad de todas sus particularidades y
recomendar las medidas necesarias para efectivizar y facilitar su participación
durante el proceso judicial.
Al respecto el Auto Supremo Nº 831/2015 de 28 de septiembre, ha orientado
que: “el art. 6º de la Ley Nº 2026 de 23 de octubre de 1999, Código del Niño, Niña
y Adolescente, aplicable al caso disponía que: ”Las normas del presente Código
deben interpretarse velando por el interés superior del niño, niña y adolescente, de
acuerdo con la Constitución Política del Estado, las Convenciones, Tratados
Internacionales vigentes, y las Leyes de la República”. Actualmente establecido en
el inc. a) del art. 12 de la Ley Nº 548 de 17 de julio de 2014, Nuevo Código Niña,
Niño y Adolescente.
A su vez, la Constitución Política del Estado, en su art. 60, manifiesta: "Es deber
del Estado, la sociedad y la familia garantizar la prioridad del interés superior de
la niña, niño y adolescente, que comprende la preeminencia de sus derechos, la
primacía en recibir protección y socorro en cualquier circunstancia, la prioridad
en la atención de los servicios públicos y privados, y el acceso a una
administración de justicia pronta, oportuna y con asistencia de personal
especializado". En esa misma orientación, el art. 3 num. 1) de la Convención sobre
los Derechos del Niño, aprobada por Ley Nº 1152 de 14 de mayo de 1990, señala:
"En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones
públicas o privadas de bienestar social, los Tribunales, las Autoridades
administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se
atenderá será el interés superior del niño", deduciendo de la normativa legal
precitada, que cuando se trata de asumir una medida judicial o administrativa
concerniente a un niño, niña o adolescente, debe primar el interés superior del
niño, referido, entre otros aspectos, a la primacía de sus derechos y a la garantía
de su desarrollo integral”.

INTERÉS SUPERIOR DE LA NIÑA, NIÑO Y ADOLESCENTE


Auto Supremo: 254/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Exclusión de Paternidad.
El “Protocolo de Participación de Niñas, Niños y Adolescentes en Procesos
Judiciales y de Intervención del Equipo Profesional Interdisciplinario”, señala que
las normas nacionales e internacionales en materia de la Niñez y Adolescencia
consagran a este principio como el más importante, tiene como fin garantizar el
bienestar de las niñas, niños y adolescentes en la administración de justicia velando
P á g i n a 781 | 846
por la preeminencia de sus derechos y el acceso a una justicia pronta, oportuna y
con asistencia de personal especializado.
Este principio rector funciona como un criterio hermenéutico para la toma de
decisiones judiciales, esto quiere decir que para la protección de determinado
derecho propio de la Niñez y Adolescencia, se requiera la realización de los demás,
por ser estos derechos indivisibles e interdependientes, ya que todos componen el
interés superior de la niña, niño y adolescente, abarcando todas las dimensiones de
su vida en sociedad.
Por tanto no puede garantizarse o restituirse un derecho en contradicción indebida a
otros derechos o a este principio, por lo que obliga a los funcionarios judiciales a
respetar y dar eficacia a los derechos de la Niñez y Adolescencia durante el proceso
en el futuro.
En efecto de lo señalado, se tiene establecido Equipos Profesionales
Interdisciplinarios encargados de identificar en el proceso de investigación los
aspectos de vulnerabilidad y riesgo de la niña, niño o adolescente y determinar las
medidas adecuadas de protección individual, social y comunitaria. El Equipo
Profesional Interdisciplinario al memento de diagnosticar a la niña, niño o
adolescente, debe considerar la integralidad de todas sus particularidades y
recomendar las medidas necesarias para efectivizar y facilitar su participación
durante el proceso judicial.
Al respecto el Auto Supremo Nº 831/2015 de 28 de septiembre, ha orientado
que: “el art. 6º de la Ley Nº 2026 de 23 de octubre de 1999, Código del Niño, Niña
y Adolescente, aplicable al caso disponía que: ”Las normas del presente Código
deben interpretarse velando por el interés superior del niño, niña y adolescente, de
acuerdo con la Constitución Política del Estado, las Convenciones, Tratados
Internacionales vigentes, y las Leyes de la República”. Actualmente establecido en
el inc. a) del art. 12 de la Ley Nº 548 de 17 de julio de 2014, Nuevo Código Niña,
Niño y Adolescente.
A su vez, la Constitución Política del Estado, en su art. 60, manifiesta: "Es deber
del Estado, la sociedad y la familia garantizar la prioridad del interés superior de
la niña, niño y adolescente, que comprende la preeminencia de sus derechos, la
primacía en recibir protección y socorro en cualquier circunstancia, la prioridad
en la atención de los servicios públicos y privados, y el acceso a una
administración de justicia pronta, oportuna y con asistencia de personal
especializado". En esa misma orientación, el art. 3 num. 1) de la Convención sobre
los Derechos del Niño, aprobada por Ley Nº 1152 de 14 de mayo de 1990, señala:
"En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones
públicas o privadas de bienestar social, los Tribunales, las Autoridades
administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se
atenderá será el interés superior del niño", deduciendo de la normativa legal
precitada, que cuando se trata de asumir una medida judicial o administrativa
concerniente a un niño, niña o adolescente, debe primar el interés superior del

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niño, referido, entre otros aspectos, a la primacía de sus derechos y a la garantía
de su desarrollo integral”.

INTERÉS SUPERIOR DE LA NIÑA, NIÑO Y ADOLESCENTE


Auto Supremo: 652/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Guarda de Menor
El “Protocolo de Participación de Niñas, Niños y Adolescentes en Procesos
Judiciales y de Intervención del Equipo Profesional Interdisciplinario”, señala que
las normas nacionales e internacionales en materia de la Niñez y Adolescencia
consagran a este principio como el más importante, tiene como fin garantizar el
bienestar de las niñas, niños y adolescentes en la administración de justicia velando
por la preeminencia de sus derechos y el acceso a una justicia pronta, oportuna y
con asistencia de personal especializado.
Este principio rector funciona como un criterio hermenéutico para la toma de
decisiones judiciales, esto quiere decir que para la protección de determinado
derecho propio de la Niñez y Adolescencia, se requiera la realización de los demás,
por ser estos derechos indivisibles e interdependientes, ya que todos componen el
interés superior de la niña, niño y adolescente, abarcando todas las dimensiones
de su vida en sociedad. Por tanto no puede garantizarse o restituirse un derecho en
contradicción indebida a otros derechos o a este principio, por lo que obliga a los
funcionarios judiciales a respetar y dar eficacia a los derechos de la Niñez y
Adolescencia durante el proceso en el futuro.
En efecto de lo señalado, se tiene establecido Equipos Profesionales
Interdisciplinarios encargados de identificar en el proceso de investigación los
aspectos de vulnerabilidad y riesgo de la niña, niño o adolescente y determinar las
medidas adecuadas de protección individual, social y comunitaria. El Equipo
Profesional Interdisciplinario al memento de diagnosticar a la niña, niño o
adolescente, debe considerar la integralidad de todas sus particularidades y
recomendar las medidas necesarias para efectivizar y facilitar su participación
durante el proceso judicial.
Al respecto el Auto Supremo Nº 831/2015 de 28 de septiembre, ha orientado que
“el art. 6º de la Ley Nº 2026 de 23 de octubre de 1999, Código del Niño, Niña y
Adolescente, aplicable al caso disponía que: ”Las normas del presente Código
deben interpretarse velando por el interés superior del niño, niña y adolescente, de
acuerdo con la Constitución Política del Estado, las Convenciones, Tratados
Internacionales vigentes, y las Leyes de la República”. Actualmente establecido en

P á g i n a 783 | 846
el inc. a) del art. 12 de la Ley Nº 548 de 17 de julio de 2014, Nuevo Código Niña,
Niño y Adolescente.
A su vez, la Constitución Política del Estado, en su art. 60, manifiesta: "Es deber
del Estado, la sociedad y la familia garantizar la prioridad del interés superior de
la niña, niño y adolescente, que comprende la preeminencia de sus derechos, la
primacía en recibir protección y socorro en cualquier circunstancia, la prioridad
en la atención de los servicios públicos y privados, y el acceso a una
administración de justicia pronta, oportuna y con asistencia de personal
especializado". En esa misma orientación, el art. 3 num. 1) de la Convención sobre
los Derechos del Niño, aprobada por Ley Nº 1152 de 14 de mayo de 1990, señala:
"En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones
públicas o privadas de bienestar social, los Tribunales, las Autoridades
administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se
atenderá será el interés superior del niño", deduciendo de la normativa legal
precitada, que cuando se trata de asumir una medida judicial o administrativa
concerniente a un niño, niña o adolescente, debe primar el interés superior del
niño, referido, entre otros aspectos, a la primacía de sus derechos y a la garantía
de su desarrollo integral”.

INTERÉS SUPERIOR DEL MENOR


Auto Supremo: 836/2016
Sucre: 18 de julio 2016
Expediente: SC-147-15-S
Partes: Robert Álvarez Salvatierra c/ Ibeth Rosario Camacho Paz
Proceso: Guarda
Este Máximo Tribunal en cuanto al tema en el Auto Supremo: 831/2015 - L de
fecha 28 de Septiembre 2015 ha referido: “en materia de niñez y adolescencia, las
normas sustantivas y procedimentales deben interpretarse en consonancia con los
derechos fundamentales de los niños y adolescentes consagrados en la
Constitución Política del Estado.
Esto significa que los padres en el cumplimiento de sus deberes para con los hijos,
y las autoridades judiciales y administrativas facultadas para intervenir en interés
del niño, niña o adolescente, deben respetar y efectivamente aplicar el contenido y
alcance de los derechos consagrados en forma prevalente en la Constitución
Política del Estado, en virtud del principio de interpretación conforme a la
Constitución Política del Estado. Al respecto, el art. 6º de la Ley Nº 2026 de 23 de
octubre de 1999, Código del Niño, Niña y Adolescente, aplicable al caso disponía

P á g i n a 784 | 846
que: ”Las normas del presente Código deben interpretarse velando por el interés
superior del niño, niña y adolescente, de acuerdo con la Constitución Política del
Estado, las Convenciones, Tratados Internacionales vigentes, y las Leyes de la
República”. Actualmente establecido en el inc. a) del art. 12 de la Ley Nº 548 de
17 de julio de 2014, Nuevo Código Niña, Niño y Adolescente.
A su vez, la Constitución Política del Estado, en su art. 60, manifiesta: "Es deber
del Estado, la sociedad y la familia garantizar la prioridad del interés superior de
la niña, niño y adolescente, que comprende la preeminencia de sus derechos, la
primacía en recibir protección y socorro en cualquier circunstancia, la prioridad
en la atención de los servicios públicos y privados, y el acceso a una
administración de justicia pronta, oportuna y con asistencia de personal
especializado". En esa misma orientación, el art. 3 num. 1) de la Convención sobre
los Derechos del Niño, aprobada por Ley Nº 1152 de 14 de mayo de 1990, señala:
"En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las instituciones
públicas o privadas de bienestar social, los Tribunales, las Autoridades
administrativas o los órganos legislativos, una consideración primordial a que se
atenderá será el interés superior del niño", deduciendo de la normativa legal
precitada, que cuando se trata de asumir una medida judicial o administrativa
concerniente a un niño, niña o adolescente, debe primar el interés superior del
niño, referido, entre otros aspectos, a la primacía de sus derechos y a la garantía
de su desarrollo integral. Con base en la normativa legal señalada supra, las
autoridades administrativas y jurisdiccionales, en todos los procesos donde se
encuentren involucrados niñas, niños y adolescentes, deben interpretar las normas
legales siempre en procura del interés superior del niño,”

INTERÉS SUPERIOR DEL NIÑO


Auto Supremo: 592/2016
Sucre: 07 de junio 2016
Proceso: Exclusión de Paternidad.
La Convención sobre los Derechos del Niño aprobada por la Asamblea General de
las Naciones Unidas el 20 de noviembre de 1989, del cual nuestro Estado
Plurinacional es parte, ha definido en su art. 8 el interés superior del Niño
estableciendo: I.- “En todas las medidas concernientes a los niños que tomen las
instituciones pública o privadas de bienestar social, los Tribunales, las
autoridades administrativas o los Órganos legislativos, una consideración
primordial a la que se atendrá será el interés superior del niño. 2.- Los Estados
Partes se comprometen a asegurar al niño la protección y el cuidado necesario
para su bienestar, teniendo en cuenta los derechos y deberes de sus padres, tutores

P á g i n a 785 | 846
y otras personas responsables de él ante la Ley y con ese fin tomarán todas las
medidas legislativas y administrativas adecuadas. 3.- Los Estados partes se
asegurarán de que las instituciones, servicios y establecimientos encargados del
cuidado o la protección de los niños cumplan las normas establecidas por las
autoridades competentes, especialmente en materia de seguridad sanidad, número
y competencia de su personal, así como en relación a la existencia de una
supervisión adecuada.”
De la normativa citada se establece que el interés superior del niño debe primar
sobre otros intereses, toda vez que la protección y el cuidado necesario debe ser
primordial para que el niño se desarrolle gozando de todos sus derechos, en ese
sentido las Autoridades administrativas, legislativas, jurisdiccionales deben tener
en cuenta siempre prioritariamente el interés superior del niño, asegurando que las
normas se cumplan en beneficio del mismo, debiendo adoptar las medidas que sean
necesarias para el cumplimiento de sus derechos y tomando decisiones adecuadas
en beneficio de los menores, siendo de atención prioritaria el respeto de sus
derechos y el desarrollo integral del niño, niña y adolescente.

INTERPOSICIÓN DEL RECURSO DE CASACIÓN EN LA FORMA Y


FONDO, ES NECESARIO EN PRIMER LUGAR RESOLVER LOS
RECLAMOS DE FORMA
Auto Supremo: 703/2016
Sucre: 27 de junio 2016
Proceso: Demanda declarativa de Derechos.
Sobre este punto, corresponde señalar lo expresado en la doctrina aplicable
contenida en el AS 203/2016 de fecha 11 de marzo 2016, que de forma clara se ha
expresado: “En principio corresponde orientar que conforme establece el art. 274
del Código Procesal Civil, el recurso de casación puede ser interpuesto tanto en la
forma como en el fondo; norma que posee un contenido análogo con lo que
establecía el art. 258 num. 2) del Código de procedimiento Civil, tipo de recursos
que tiene relación con la forma de resolución que ha de emitirse, en vista de que el
recurso de casación en la forma, es el mecanismo recursivo, mediante el cual se
acusan aspectos inherentes a la forma de la tramitación de la causa, cuya
finalidad es anular obrados y el recurso de casación en el fondo, es el mecanismo
recursivo idóneo para observar la errónea aplicación, violación o interpretación
de la ley realizado por los jueces de instancia y la finalidad de la misma es casar
el Auto de Vista, y debido a esta notoria diferenciación, es que de principio y por
metodología estructural corresponde pronunciarse en un primer momento, sobre
los reclamos de forma, puesto que de ser evidente los mismos, la resolución a
emitirse como se expuso es una anulatoria y no corresponderá realizar un análisis
en cuanto a los reclamos de fondo, entonces debido a ese antecedente, es que en
P á g i n a 786 | 846
principio corresponde realizar un análisis de los reclamos inherentes a la forma
del proceso.”

INTERPOSICIÓN DEL RECURSO DE CASACIÓN EN LA FORMA Y


FONDO, ES NECESARIO EN PRIMER LUGAR RESOLVER LOS
RECLAMOS DE FORMA
Auto Supremo: 1018/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Nulidad de Filiación o Desconocimiento de Paternidad
En principio corresponde orientar que conforme establece el art. 274 del Código
Procesal Civil, el recurso de casación puede ser interpuesto tanto en la forma como
en el fondo; norma que posee un contenido análogo con lo que establecía el art.
258 num. 2) del Código de procedimiento Civil, tipo de recursos que tiene relación
con la forma de resolución que ha de emitirse, en vista de que el recurso de
casación en la forma, es el mecanismo recursivo, mediante el cual se acusan
aspectos inherentes a la forma de la tramitación de la causa, cuya finalidad es
anular obrados y el recurso de casación en el fondo, es el mecanismo recursivo
idóneo para observar la errónea aplicación, violación o interpretación de la ley
realizado por los jueces de instancia y la finalidad de la misma es casar el Auto de
Vista, y debido a esta notoria diferenciación, es que de principio y por metodología
estructural corresponde pronunciarse en un primer momento, sobre los reclamos de
forma, puesto que de ser evidente los mismos, la resolución a emitirse como se
expuso es una anulatoria y no corresponderá realizar un análisis en cuanto a los
reclamos de fondo, entonces debido a ese antecedente, es que en principio
corresponde realizar un análisis de los reclamos inherentes a la forma del proceso.

INTERPOSICIÓN DEL RECURSO DE CASACIÓN EN LA FORMA Y


FONDO, es necesario en primer lugar resolver los reclamos de forma
Auto Supremo: 1026/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Proceso: Exclusión sucesoria
Sobre este punto, corresponde señalar lo expresado en la doctrina aplicable
contenida en el A.S. 203/2016 de fecha 11 de marzo, que de forma clara se ha
expresado: “En principio corresponde orientar que conforme establece el art. 274
del Código Procesal Civil, el recurso de casación puede ser interpuesto tanto en la
forma como en el fondo; norma que posee un contenido análogo con lo que
establecía el art. 258 num. 2) del Código de procedimiento Civil, tipo de recursos
que tiene relación con la forma de resolución que ha de emitirse, en vista de que el
P á g i n a 787 | 846
recurso de casación en la forma, es el mecanismo recursivo, mediante el cual se
acusan aspectos inherentes a la forma de la tramitación de la causa, cuya
finalidad es anular obrados y el recurso de casación en el fondo, es el mecanismo
recursivo idóneo para observar la errónea aplicación, violación o interpretación
de la ley realizado por los jueces de instancia y la finalidad de la misma es casar
el Auto de Vista, y debido a esta notoria diferenciación, es que de principio y por
metodología estructural corresponde pronunciarse en un primer momento, sobre
los reclamos de forma, puesto que de ser evidente los mismos, la resolución a
emitirse como se expuso es una anulatoria y no corresponderá realizar un análisis
en cuanto a los reclamos de fondo, entonces debido a ese antecedente, es que en
principio corresponde realizar un análisis de los reclamos inherentes a la forma
del proceso.”

INTERPOSICIÓN DEL RECURSO DE CASACIÓN EN LA FORMA Y


FONDO, ES NECESARIO EN PRIMER LUGAR RESOLVER LOS
RECLAMOS DE FORMA
Auto Supremo: 501/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Acción negatoria.
En principio corresponde orientar que conforme establece el art. 274 del Código
Procesal Civil, el recurso de casación puede ser interpuesto tanto en la forma como
en el fondo; norma que tiene analogía con lo que establecía en el art.258-2) del
Código de procedimiento Civil, tipo de recursos que tiene relación con la forma de
resolución que ha de emitirse, en vista de que el recurso de casación en la forma, es
el mecanismo recursivo, por el cual se acusan aspectos inherentes a la forma de la
tramitación de la causa, el cual tiene por finalidad anular obrados y el recurso de
casación en el fondo, es el mecanismo por el cual, se observa errónea aplicación,
violación o interpretación de la ley realizado por los Jueces de instancia y la
finalidad de la misma es casar el auto de vista, y debido a esta notoria
diferenciación, es que de principio y por metodología estructural corresponde
pronunciarse en un primer momento, en cuanto a los reclamos de forma, puesto
que de ser evidente los mismos, la resolución a emitirse como se expuso es una
anulatoria y no corresponderá realizar un análisis en cuanto a los reclamos de
fondo, entonces debido a ese antecedente, es que en principio corresponde realizar
un análisis de los reclamos inherentes a la forma del proceso.

INTERPRETACIÓN DE CONTRATO CONFORME A LA COMÚN


INTENCIÓN DE LAS PARTES
Auto Supremo: 1128/2016
P á g i n a 788 | 846
Sucre: 23 de septiembre 2016
Proceso: Reajuste de precio y otros.
Sobre la interpretación de los contratos, este Tribunal ha pronunciado el Auto
Supremo Nº 36/2015 de 21 de enero, en ella se señaló lo siguiente: “…tal como lo
establece el art. 510 del Código Civil que dice: “I. En la interpretación de los
contratos se debe averiguar cuál ha sido la intención común de las partes y no
limitarse al sentido literal de las palabras. II. En la determinación de la intención
común de los contratantes se debe apreciar el comportamiento total de éstos y las
circunstancias del contrato.”.
Si bien, la intención inicial de las partes a momento de suscribir el contrato suele
ser clara, la aparición de circunstancias jurídicas, económicas o ajenas a la voluntad
de las partes que puedan provocar discordancia entre estas, exigen la interpretación
del contrato para adaptarla a esas nuevas circunstancias, en esta lógica Luis Díez
Picazo en su obra Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial I, pág., 504-505,
dice: “La fuerza interpretativa de este medio depende de la relevancia de los actos
de las partes, en el sentido de que deben tratarse de actuaciones de las partes
directamente conectadas con la celebración, ejecución y cumplimiento del
contrato…”

INTERPRETACIÓN DE LAS NORMAS JURÍDICAS DESDE Y


CONFORME LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL ESTADO
Auto Supremo: 272 /2017
Sucre: 10 de marzo 2017
Sobre el tema en cuestión corresponde en principio señalar que la SCP Nº
0112/2012 de 27 de abril señaló: “…la constitución de 2009, inicia un
constitucionalismo sin precedentes en su historia, que es preciso comprender para
construir, hilar una nueva teoría jurídica del derecho boliviano, en una secuencia
lógica que va desde la comprensión de este nuevo derecho hasta los criterios para
su aplicación judicial. Esto debido al nuevo modelo de Estado ínsito en el texto
constitucional… con un rol preponderante de los jueces a través de su labor
decisoria cotidiana.”. Lo que significa que en este nuevo Estado Social
Constitucional de derecho, la primacía de la Constitución desplaza a la primacía de
la ley, exigiendo de los jueces un razonamiento que desborda la subsunción a la
ley, en aplicación primaria de los principios y valores constitucionales.

Primacía constitucional, desarrollada en relación a la aplicación preferente que


tiene la Constitución sobre todas las normas que rigen en el ordenamiento jurídico
Boliviano, asimismo en la Sentencia Constitucional Nº 0258/2011-R de 16 de
marzo se ha establecido:“…la Constitución es entendida actualmente no sólo de
manera formal, como reguladora de las fuentes del Derecho, de la distribución y

P á g i n a 789 | 846
del ejercicio del poder entre los órganos estatales, sino como la Ley Suprema que
contiene los valores, principios, derechos y garantías que deben ser la base de
todos los órganos del poder público, en especial del legislador y del intérprete de
la Constitución. Así, en el Estado constitucional de Derecho, las Constituciones
tienen un amplio programa normativo, con principios, valores, nutridos catálogos
de derechos y garantías, que vinculan a todos los órganos de poder y en general, a
toda la sociedad y, en ese sentido, contienen diferentes mecanismos
jurisdiccionales y un órgano especializado para velar por el cumplimiento de sus
normas, frente a la lesión o incumplimiento, dando vigencia al principio de
supremacía constitucional”, Esta primacía constitucional, exige de los jueces del
órgano judicial un razonamiento que desborda la subsunción a la ley y por el
contrario requiera la aplicación de la Constitución conjuntamente la norma legal,
pues la norma fundamental a diferencia de la ley, no se aplica por el método de la
subsunción sino que por el contrario se utiliza el método en complementación y
ponderación en relación a la ley.

En esta misma lógica la SCP 0140/2012 de 9 de mayo, razonó lo siguiente: “Desde


la concepción del Estado Constitucional de Derecho, la tramitación de los
procesos judiciales o administrativos no debe constituirse en simples enunciados
formales (justicia formal, como mera constatación de cumplimiento de las formas
procesales), sino debe asegurar la plena eficacia material de los derechos
fundamentales procesales y sustantivos (justicia material, debido proceso y sus
derechos fundamentales constitutivos y sustantivos)”. En este entendido Bolivia
asume un nuevo modelo de Estado a partir de la aprobación de la nueva
Constitución Política del Estado el año 2009, basado en el respeto e igualdad de
toda la sociedad boliviana, resaltando los principios y valores constitucionales en
procura de lograr armonía social, destinada a la consolidación del fin primordial
del Estado Plurinacional que es el Vivir Bien.

Este nuevo modelo Social de Estado rompe con el anterior modelo de Estado
liberal cuya característica es el individualismo, que se resume en la defensa a
ultranza de los derechos individuales, ya que en ese Estado liberal se consideraba al
particular como protagonista central de la dinámica de un Estado en sus diferentes
funciones, por otra parte el Estado Social que actualmente rige, pregona la
protección de derechos fundamentales de las personas en relación al bienestar
social, dejando de tener una visión individualista, construyendo una visión social
de impartir justicia centrando su atención en la población como elemento principal
de su organización y no en el individuo, y se refleja en el sistema de derecho que
rige actualmente.

Ahora bien, en este Estado Social, Constitucional de Derecho el rol que antes se le
atribuía al Juez o Tribunal ha cambiado, pues, el proceso es un instrumento para
que el Estado a través del Juez cumpla con su más alto fin, ya que ahora los jueces

P á g i n a 790 | 846
y tribunales deben estar comprometidos con la consolidación de la armonía social y
la justicia material, sobre los cuales se cimienta su nuevo rol de garante de
derechos fundamentales, en este entendido la SC 0035/2006-R y SCP 1916/2012
desarrollaron lo referente a la labor interpretativa de los jueces y tribunales de lo
que se concluye que esta interpretación debe ser desarrollada en resguardo los
valores, principios, derechos y garantías que rigen en la Constitución, porque
constituyen la base del ordenamiento Jurídico Boliviano y el Sistema
Constitucional.

Corresponde aclarar que esta transformación no debe entenderse como una


supresión del principio de legalidad, sino como una reorientación del mismo, de
tal forma que en un Estado Constitucional, éste principio supone el sometimiento
en primer término a la Constitución y después, solo después, al resto del
ordenamiento jurídico, lo que impone una interpretación constitucional de las
normas –desde los valores y principios - y no una interpretación meramente
legalista –desde la propia ley-.

Esto quiere decir que, en el ámbito jurisdiccional, los Jueces ya no se constituyen


en meros aplicadores de la ley (subsunción), sino en sus intérpretes y, en atención a
los efectos que despliega el principio de supremacía constitucional, esa labor de
interpretar la ley ordinaria (ponderación) debe hacerse siempre desde la
Constitución, es decir que en esa labor se debe tener en cuenta primero y
esencialmente los principios y valores reconocidos en la Constitución, en otras
palabras los Jueces deben realizar una lectura constitucional de la ley y no solo una
lectura legalista, es decir, desde la ley misma.

INTERPRETACIÓN DE LAS NORMAS JURÍDICAS DESDE Y


CONFORME LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL ESTADO
Auto Supremo: 947/2016
Sucre: 11 de agosto 2016
Sobre el tema en cuestión corresponde en principio señalar que la SCP Nº
0112/2012 de 27 de abril señaló: “…la constitución de 2009, inicia un
constitucionalismo sin precedentes en su historia, que es preciso comprender para
construir, hilar una nueva teoría jurídica del derecho boliviano, en una secuencia
lógica que va desde la comprensión de este nuevo derecho hasta los criterios para
su aplicación judicial. Esto debido al nuevo modelo de Estado ínsito en el texto
constitucional… con un rol preponderante de los jueces a través de su labor
decisoria cotidiana.”. Lo que significa que en este nuevo Estado Social
Constitucional de derecho, la primacía de la Constitución desplaza a la primacía de
la ley, exigiendo de los jueces un razonamiento que desborda la subsunción a la
Ley, en aplicación primaria de los principios y valores constitucionales.
P á g i n a 791 | 846
Primacía constitucional, desarrollada en relación a la aplicación preferente que
tiene la Constitución sobre todas las normas que rigen en el ordenamiento jurídico
Boliviano, asimismo en la Sentencia Constitucional Nº 0258/2011-R de 16 de
marzo se ha establecido:“…la Constitución es entendida actualmente no sólo de
manera formal, como reguladora de las fuentes del Derecho, de la distribución y
del ejercicio del poder entre los órganos estatales, sino como la Ley Suprema que
contiene los valores, principios, derechos y garantías que deben ser la base de
todos los órganos del poder público, en especial del legislador y del intérprete de
la Constitución. Así, en el Estado constitucional de Derecho, las Constituciones
tienen un amplio programa normativo, con principios, valores, nutridos catálogos
de derechos y garantías, que vinculan a todos los órganos de poder y en general, a
toda la sociedad y, en ese sentido, contienen diferentes mecanismos
jurisdiccionales y un órgano especializado para velar por el cumplimiento de sus
normas, frente a la lesión o incumplimiento, dando vigencia al principio de
supremacía constitucional”, Esta primacía constitucional, exige de los jueces del
órgano judicial un razonamiento que desborda la subsunción a la ley y por el
contrario requiera la aplicación de la Constitución conjuntamente la norma legal,
pues la norma fundamental a diferencia de la ley, no se aplica por el método de la
subsunción sino que por el contrario se utiliza el método en complementación y
ponderación en relación a la ley.
En esta misma lógica la SCP 0140/2012 de 9 de mayo, razonó lo siguiente: “Desde
la concepción del Estado Constitucional de Derecho, la tramitación de los
procesos judiciales o administrativos no debe constituirse en simples enunciados
formales (justicia formal, como mera constatación de cumplimiento de las formas
procesales), sino debe asegurar la plena eficacia material de los derechos
fundamentales procesales y sustantivos (justicia material, debido proceso y sus
derechos fundamentales constitutivos y sustantivos)”. En este entendido Bolivia
asume un nuevo modelo de Estado a partir de la aprobación de la nueva
Constitución Política del Estado el año 2009, basado en el respeto e igualdad de
toda la sociedad boliviana, resaltando los principios y valores constitucionales en
procura de lograr armonía social, destinada a la consolidación del fin primordial
del Estado Plurinacional que es el Vivir Bien.
Este nuevo modelo Social de Estado rompe con el anterior modelo de Estado
liberal cuya característica es el individualismo, que se resume en la defensa a
ultranza de los derechos individuales, ya que en ese Estado liberal se consideraba al
particular como protagonista central de la dinámica de un Estado en sus diferentes
funciones, por otra parte el Estado Social que actualmente rige, pregona la
protección de derechos fundamentales de las personas en relación al bienestar
P á g i n a 792 | 846
social, dejando de tener una visión individualista, construyendo una visión social
de impartir justicia centrando su atención en la población como elemento principal
de su organización y no en el individuo, y se refleja en el sistema de derecho que
rige actualmente.
Ahora bien, en este Estado Social, Constitucional de Derecho el rol que antes se le
atribuía al Juez o Tribunal ha cambiado, pues, el proceso es un instrumento para
que el Estado a través del Juez cumpla con su más alto fin, ya que ahora los jueces
y tribunales deben estar comprometidos con la consolidación de la armonía social y
la justicia material, sobre los cuales se cimienta su nuevo rol de garante de
derechos fundamentales, en este entendido la SC 0035/2006-R y SCP 1916/2012
desarrollaron lo referente a la labor interpretativa de los jueces y tribunales de lo
que se concluye que esta interpretación debe ser desarrollada en resguardo los
valores, principios, derechos y garantías que rigen en la Constitución, porque
constituyen la base del ordenamiento Jurídico Boliviano y el Sistema
Constitucional.
Corresponde aclarar que esta transformación no debe entenderse como una
supresión del principio de legalidad, sino como una reorientación del mismo, de
tal forma que en un Estado Constitucional, éste principio supone el sometimiento
en primer término a la Constitución y después, solo después, al resto del
ordenamiento jurídico, lo que impone una interpretación constitucional de las
normas –desde los valores y principios- y no una interpretación meramente
legalista –desde la propia ley-.
Esto quiere decir que, en el ámbito jurisdiccional, los Jueces ya no se constituyen
en meros aplicadores de la ley (subsunción), sino en sus intérpretes y, en atención a
los efectos que despliega el principio de supremacía constitucional, esa labor de
interpretar la ley ordinaria (ponderación) debe hacerse siempre desde la
Constitución, es decir que en esa labor se debe tener en cuenta primero y
esencialmente los principios y valores reconocidos en la Constitución, en otras
palabras los Jueces deben realizar una lectura constitucional de la Ley y no solo
una lectura legalista, es decir, desde la ley misma.

INTERPRETACIÓN DE LAS NORMAS JURÍDICAS DESDE Y


CONFORME LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL ESTADO
Auto Supremo: 990/2016
Sucre: 24 de agosto 2016
Sobre el tema en cuestión corresponde en principio señalar que la SCP Nº
0112/2012 de 27 de abril señaló: “…la constitución de 2009, inicia un
constitucionalismo sin precedentes en su historia, que es preciso comprender para
P á g i n a 793 | 846
construir, hilar una nueva teoría jurídica del derecho boliviano, en una secuencia
lógica que va desde la comprensión de este nuevo derecho hasta los criterios para
su aplicación judicial. Esto debido al nuevo modelo de Estado ínsito en el texto
constitucional… con un rol preponderante de los jueces a través de su labor
decisoria cotidiana.”. Lo que significa que en este nuevo Estado Social
Constitucional de derecho, la primacía de la Constitución desplaza a la primacía de
la ley, exigiendo de los jueces un razonamiento que desborda la subsunción a la
Ley, en aplicación primaria de los principios y valores constitucionales.
Primacía constitucional, desarrollada en relación a la aplicación preferente que
tiene la Constitución sobre todas las normas que rigen en el ordenamiento jurídico
Boliviano, asimismo en la Sentencia Constitucional Nº 0258/2011-R de 16 de
marzo se ha establecido:“…la Constitución es entendida actualmente no sólo de
manera formal, como reguladora de las fuentes del Derecho, de la distribución y
del ejercicio del poder entre los órganos estatales, sino como la Ley Suprema que
contiene los valores, principios, derechos y garantías que deben ser la base de
todos los órganos del poder público, en especial del legislador y del intérprete de
la Constitución. Así, en el Estado constitucional de Derecho, las Constituciones
tienen un amplio programa normativo, con principios, valores, nutridos catálogos
de derechos y garantías, que vinculan a todos los órganos de poder y en general, a
toda la sociedad y, en ese sentido, contienen diferentes mecanismos
jurisdiccionales y un órgano especializado para velar por el cumplimiento de sus
normas, frente a la lesión o incumplimiento, dando vigencia al principio de
supremacía constitucional”, Esta primacía constitucional, exige de los jueces del
órgano judicial un razonamiento que desborda la subsunción a la ley y por el
contrario requiera la aplicación de la Constitución conjuntamente la norma legal,
pues la norma fundamental a diferencia de la ley, no se aplica por el método de la
subsunción sino que por el contrario se utiliza el método en complementación y
ponderación en relación a la ley.
En esta misma lógica la SCP 0140/2012 de 9 de mayo, razonó lo siguiente: “Desde
la concepción del Estado Constitucional de Derecho, la tramitación de los
procesos judiciales o administrativos no debe constituirse en simples enunciados
formales (justicia formal, como mera constatación de cumplimiento de las formas
procesales), sino debe asegurar la plena eficacia material de los derechos
fundamentales procesales y sustantivos (justicia material, debido proceso y sus
derechos fundamentales constitutivos y sustantivos)”. En este entendido Bolivia
asume un nuevo modelo de Estado a partir de la aprobación de la nueva
Constitución Política del Estado el año 2009, basado en el respeto e igualdad de
toda la sociedad boliviana, resaltando los principios y valores constitucionales en
P á g i n a 794 | 846
procura de lograr armonía social, destinada a la consolidación del fin primordial
del Estado Plurinacional que es el Vivir Bien.
Este nuevo modelo Social de Estado rompe con el anterior modelo de Estado
liberal cuya característica es el individualismo, que se resume en la defensa a
ultranza de los derechos individuales, ya que en ese Estado liberal se consideraba al
particular como protagonista central de la dinámica de un Estado en sus diferentes
funciones, por otra parte el Estado Social que actualmente rige, pregona la
protección de derechos fundamentales de las personas en relación al bienestar
social, dejando de tener una visión individualista, construyendo una visión social
de impartir justicia centrando su atención en la población como elemento principal
de su organización y no en el individuo, y se refleja en el sistema de derecho que
rige actualmente.
Ahora bien, en este Estado Social, Constitucional de Derecho el rol que antes se le
atribuía al Juez o Tribunal ha cambiado, pues, el proceso es un instrumento para
que el Estado a través del Juez cumpla con su más alto fin, ya que ahora los jueces
y tribunales deben estar comprometidos con la consolidación de la armonía social y
la justicia material, sobre los cuales se cimienta su nuevo rol de garante de
derechos fundamentales, en este entendido la SC 0035/2006-R y SCP 1916/2012
desarrollaron lo referente a la labor interpretativa de los jueces y tribunales de lo
que se concluye que esta interpretación debe ser desarrollada en resguardo los
valores, principios, derechos y garantías que rigen en la Constitución, porque
constituyen la base del ordenamiento Jurídico Boliviano y el Sistema
Constitucional.
Corresponde aclarar que esta transformación no debe entenderse como una
supresión del principio de legalidad, sino como una reorientación del mismo, de
tal forma que en un Estado Constitucional, éste principio supone el sometimiento
en primer término a la Constitución y después, solo después, al resto del
ordenamiento jurídico, lo que impone una interpretación constitucional de las
normas –desde los valores y principios- y no una interpretación meramente
legalista –desde la propia ley-.
Esto quiere decir que, en el ámbito jurisdiccional, los Jueces ya no se constituyen
en meros aplicadores de la ley (subsunción), sino en sus intérpretes y, en atención a
los efectos que despliega el principio de supremacía constitucional, esa labor de
interpretar la ley ordinaria (ponderación) debe hacerse siempre desde la
Constitución, es decir que en esa labor se debe tener en cuenta primero y
esencialmente los principios y valores reconocidos en la Constitución, en otras
palabras los Jueces deben realizar una lectura constitucional de la Ley y no solo
una lectura legalista, es decir, desde la ley misma.
P á g i n a 795 | 846
INTERPRETACIÓN DE LAS NORMAS JURÍDICAS DESDE Y
CONFORME LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL ESTADO
Auto Supremo: 907/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Nulidad de actas de reconocimiento de hija, nulidad de certificados de
nacimiento, nulidad de resoluciones, cancelación en registros, nulidad de
declaratoria de herederos, nulidad de Escritura Pública y cancelación de
inscripción en Derechos Reales, más daños y perjuicios.
Sobre el tema en cuestión corresponde en principio señalar que la SCP Nº
0112/2012 de 27 de abril señaló: “…la constitución de 2009, inicia un
constitucionalismo sin precedentes en su historia, que es preciso comprender para
construir, hilar una nueva teoría jurídica del derecho boliviano, en una secuencia
lógica que va desde la comprensión de este nuevo derecho hasta los criterios para
su aplicación judicial. Esto debido al nuevo modelo de Estado ínsito en el texto
constitucional… con un rol preponderante de los jueces a través de su labor
decisoria cotidiana.”. Lo que significa que en este nuevo Estado Social
Constitucional de derecho, la primacía de la Constitución desplaza a la primacía de
la ley, exigiendo de los jueces un razonamiento que desborda la subsunción a la
ley, en aplicación primaria de los principios y valores constitucionales.

Primacía constitucional, desarrollada en relación a la aplicación preferente que


tiene la Constitución sobre todas las normas que rigen en el ordenamiento jurídico
Boliviano, asimismo en la Sentencia Constitucional Nº 0258/2011-R de 16 de
marzo se ha establecido:“…la Constitución es entendida actualmente no sólo de
manera formal, como reguladora de las fuentes del Derecho, de la distribución y
del ejercicio del poder entre los órganos estatales, sino como la Ley Suprema que
contiene los valores, principios, derechos y garantías que deben ser la base de
todos los órganos del poder público, en especial del legislador y del intérprete de
la Constitución. Así, en el Estado constitucional de Derecho, las Constituciones
tienen un amplio programa normativo, con principios, valores, nutridos catálogos
de derechos y garantías, que vinculan a todos los órganos de poder y en general, a
toda la sociedad y, en ese sentido, contienen diferentes mecanismos
jurisdiccionales y un órgano especializado para velar por el cumplimiento de sus
normas, frente a la lesión o incumplimiento, dando vigencia al principio de
supremacía constitucional”, Esta primacía constitucional, exige de los jueces del
órgano judicial un razonamiento que desborda la subsunción a la ley y por el
contrario requiere la aplicación de la Constitución conjuntamente la norma legal,
P á g i n a 796 | 846
pues la norma fundamental a diferencia de la ley, no se aplica por el método de la
subsunción sino que por el contrario se utiliza el método en complementación y
ponderación en relación a la ley.

En esta misma lógica la SCP 0140/2012 de 9 de mayo, razonó lo siguiente: “Desde


la concepción del Estado Constitucional de Derecho, la tramitación de los
procesos judiciales o administrativos no debe constituirse en simples enunciados
formales (justicia formal, como mera constatación de cumplimiento de las formas
procesales), sino debe asegurar la plena eficacia material de los derechos
fundamentales procesales y sustantivos (justicia material, debido proceso y sus
derechos fundamentales constitutivos y sustantivos)”. En este entendido Bolivia
asume un nuevo modelo de Estado a partir de la aprobación de la nueva
Constitución Política del Estado el año 2009, basado en el respeto e igualdad de
toda la sociedad boliviana, resaltando los principios y valores constitucionales en
procura de lograr armonía social, destinada a la consolidación del fin primordial
del Estado Plurinacional que es el Vivir Bien.

Este nuevo modelo Social de Estado rompe con el anterior modelo de Estado
liberal cuya característica es el individualismo, que se resume en la defensa a
ultranza de los derechos individuales, ya que en ese Estado liberal se consideraba al
particular como protagonista central de la dinámica de un Estado en sus diferentes
funciones, por otra parte el Estado Social que actualmente rige, pregona la
protección de derechos fundamentales de las personas en relación al bienestar
social, dejando de tener una visión individualista, construyendo una visión social
de impartir justicia centrando su atención en la población como elemento principal
de su organización y no en el individuo, y se refleja en el sistema de derecho que
rige actualmente.

Ahora bien, en este Estado Social, Constitucional de Derecho el rol que antes se le
atribuía al Juez o Tribunal ha cambiado, pues, el proceso es un instrumento para
que el Estado a través del Juez cumpla con su más alto fin, ya que ahora los jueces
y tribunales deben estar comprometidos con la consolidación de la armonía social y
la justicia material, sobre los cuales se cimienta su nuevo rol de garante de
derechos fundamentales, en este entendido la SC 0035/2006-R y SCP 1916/2012
desarrollaron lo referente a la labor interpretativa de los jueces y tribunales de lo
que se concluye que esta interpretación debe ser desarrollada en resguardo de los
valores, principios, derechos y garantías que rigen en la Constitución, porque

P á g i n a 797 | 846
constituyen la base del ordenamiento Jurídico Boliviano y el Sistema
Constitucional.

Corresponde aclarar que esta transformación no debe entenderse como una


supresión del principio de legalidad, sino como una reorientación del mismo, de
tal forma que en un Estado Constitucional, éste principio supone el sometimiento
en primer término a la Constitución y después, solo después, al resto del
ordenamiento jurídico, lo que impone una interpretación constitucional de las
normas –desde los valores y principios - y no una interpretación meramente
legalista –desde la propia ley-.

Esto quiere decir que, en el ámbito jurisdiccional, los Jueces ya no se constituyen


en meros aplicadores de la ley (subsunción), sino en sus intérpretes y, en atención a
los efectos que despliega el principio de supremacía constitucional, esa labor de
interpretar de la ley ordinaria (ponderación) debe hacerse siempre desde la
Constitución, es decir que en esa labor se debe tener en cuenta primero y
esencialmente los principios y valores reconocidos en la Constitución, en otras
palabras los Jueces deben realizar una lectura constitucional de la ley y no solo una
lectura legalista, es decir, desde la ley misma.

INTERPRETACIÓN DE LAS NORMAS JURÍDICAS DESDE Y


CONFORME LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DEL ESTADO
Auto Supremo: 855/2016
Sucre: 20 de julio 2016
Sobre el tema en cuestión corresponde en principio señalar que la SCP Nº
0112/2012 de 27 de abril señaló: “…la constitución de 2009, inicia un
constitucionalismo sin precedentes en su historia, que es preciso comprender para
construir, hilar una nueva teoría jurídica del derecho boliviano, en una secuencia
lógica que va desde la comprensión de este nuevo derecho hasta los criterios para
su aplicación judicial. Esto debido al nuevo modelo de Estado ínsito en el texto
constitucional… con un rol preponderante de los jueces a través de su labor
decisoria cotidiana.”. Lo que significa que en este nuevo Estado Social
Constitucional de derecho, la primacía de la Constitución desplaza a la primacía de
la ley, exigiendo de los jueces un razonamiento que desborda la subsunción a la
ley, en aplicación primaria de los principios y valores constitucionales.
Primacía constitucional, desarrollada en relación a la aplicación preferente que
tiene la Constitución sobre todas las normas que rigen en el ordenamiento jurídico
Boliviano, asimismo en la Sentencia Constitucional Nº 0258/2011-R de 16 de
P á g i n a 798 | 846
marzo se ha establecido:“…la Constitución es entendida actualmente no sólo de
manera formal, como reguladora de las fuentes del Derecho, de la distribución y
del ejercicio del poder entre los órganos estatales, sino como la Ley Suprema que
contiene los valores, principios, derechos y garantías que deben ser la base de
todos los órganos del poder público, en especial del legislador y del intérprete de
la Constitución. Así, en el Estado constitucional de Derecho, las Constituciones
tienen un amplio programa normativo, con principios, valores, nutridos catálogos
de derechos y garantías, que vinculan a todos los órganos de poder y en general, a
toda la sociedad y, en ese sentido, contienen diferentes mecanismos
jurisdiccionales y un órgano especializado para velar por el cumplimiento de sus
normas, frente a la lesión o incumplimiento, dando vigencia al principio de
supremacía constitucional”, Esta primacía constitucional, exige de los jueces del
órgano judicial un razonamiento que desborda la subsunción a la ley y por el
contrario requiera la aplicación de la Constitución conjuntamente la norma legal,
pues la norma fundamental a diferencia de la ley, no se aplica por el método de la
subsunción sino que por el contrario se utiliza el método en complementación y
ponderación en relación a la ley.
En esta misma lógica la SCP 0140/2012 de 9 de mayo, razonó lo siguiente: “Desde
la concepción del Estado Constitucional de Derecho, la tramitación de los
procesos judiciales o administrativos no debe constituirse en simples enunciados
formales (justicia formal, como mera constatación de cumplimiento de las formas
procesales), sino debe asegurar la plena eficacia material de los derechos
fundamentales procesales y sustantivos (justicia material, debido proceso y sus
derechos fundamentales constitutivos y sustantivos)”. En este entendido Bolivia
asume un nuevo modelo de Estado a partir de la aprobación de la nueva
Constitución Política del Estado el año 2009, basado en el respeto e igualdad de
toda la sociedad boliviana, resaltando los principios y valores constitucionales en
procura de lograr armonía social, destinada a la consolidación del fin primordial
del Estado Plurinacional que es el Vivir Bien.

Este nuevo modelo Social de Estado rompe con el anterior modelo de Estado
liberal cuya característica es el individualismo, que se resume en la defensa a
ultranza de los derechos individuales, ya que en ese Estado liberal se consideraba al
particular como protagonista central de la dinámica de un Estado en sus diferentes
funciones, por otra parte el Estado Social que actualmente rige, pregona la
protección de derechos fundamentales de las personas en relación al bienestar
social, dejando de tener una visión individualista, construyendo una visión social
de impartir justicia centrando su atención en la población como elemento principal
P á g i n a 799 | 846
de su organización y no en el individuo, y se refleja en el sistema de derecho que
rige actualmente.

Ahora bien, en este Estado Social, Constitucional de Derecho el rol que antes se le
atribuía al Juez o Tribunal ha cambiado, pues, el proceso es un instrumento para
que el Estado a través del Juez cumpla con su más alto fin, ya que ahora los jueces
y tribunales deben estar comprometidos con la consolidación de la armonía social y
la justicia material, sobre los cuales se cimienta su nuevo rol de garante de
derechos fundamentales, en este entendido la SC 0035/2006-R y SCP 1916/2012
desarrollaron lo referente a la labor interpretativa de los jueces y tribunales de lo
que se concluye que esta interpretación debe ser desarrollada en resguardo los
valores, principios, derechos y garantías que rigen en la Constitución, porque
constituyen la base del ordenamiento Jurídico Boliviano y el Sistema
Constitucional.

Corresponde aclarar que esta transformación no debe entenderse como una


supresión del principio de legalidad, sino como una reorientación del mismo, de
tal forma que en un Estado Constitucional, éste principio supone el sometimiento
en primer término a la Constitución y después, solo después, al resto del
ordenamiento jurídico, lo que impone una interpretación constitucional de las
normas –desde los valores y principios - y no una interpretación meramente
legalista –desde la propia ley-.

Esto quiere decir que, en el ámbito jurisdiccional, los Jueces ya no se constituyen


en meros aplicadores de la ley (subsunción), sino en sus intérpretes y, en atención a
los efectos que despliega el principio de supremacía constitucional, esa labor de
interpretar la ley ordinaria (ponderación) debe hacerse siempre desde la
Constitución, es decir que en esa labor se debe tener en cuenta primero y
esencialmente los principios y valores reconocidos en la Constitución, en otras
palabras los Jueces deben realizar una lectura constitucional de la ley y no solo una
lectura legalista, es decir, desde la ley misma.

INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATO


Auto Supremo: 512/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Nulidad Absoluta de Contrato Anticrético
Según Carlos Morales Guillen, en su obra Código Civil Concordado y Anotado,
Cuarta Edición, Tomo I, respecto de la interpretación de los contratos nos señala
P á g i n a 800 | 846
que; interpretar un contrato, es fijar su sentido y alcance, Determinar en qué
términos y hasta qué grado se obligaron las partes, No se discute la necesidad de
interpretación para el normal funcionamiento del derecho, Es consecuencia lógica
de que toda la vida de relación esta moldeada por el derecho.
Se ha dado en la materia dos corrientes opuestas: la teoría subjetiva o de la
voluntad interna, que dice relación directa con el consentimiento o concurse de
voluntades, que forma el contrato y que traduce más que la voluntad declarada, la
verdadera intención de las partes (R. Villegas). La teoría objetiva o de la voluntad
declarada, fundada por Saleilles (cit. de R. Villegas), según la cual la interpretación
del contrato debe considerar exclusivamente la forma en que se exteriorizó la
voluntad, porque si bien el consentimiento es el alma del contrato, lo es entre tanto
se manifiesta la voluntad y no para ocultar reservas mentales.
En nuestra legislación el art. 510 del Código Civil, preceptúa que debe averiguarse
la intención de las partes apreciando el comportamiento de estas y las
circunstancias del contrato. Indudablemente se advierte que se ha preferido la
corriente de la teoría subjetiva. Pues investigar la intención es ralamente una
operación inductiva. De sesta regla resulta que el estudio de un contrato debe ser
apreciado, para su interpretación, en su existencia, en su verdad, en su naturaleza,
en su intención y en su forma.
La investigación fundamental del intérprete, desde luego, ha de consistir en
precisar la naturaleza jurídica efectiva del contrato, para determinar la
aplicabilidad de la norma o de las normas que le correspondan, ya que puede
resultar que no siempre es decisivo aun el nomen juris que las partes han empleado
para calificar el contrato. Así la interpretación se hace necesaria para reconstruir el
significado efectivo o verdadero, tanto en el caso mencionado como en los diversos
supuestos de las normas del capítulo que reglamentan la interpretación.
El principio fundamental de la interpretación el “a tanto se obliga el hombre a
cuanto quiso obligarse”.En ese a cuanto quiso esta toda la clave: la necesidad de la
interpretación y la subjetividad de la misma.
La primera regla de la interpretación, no inserta el Código, pero que surge
inequívoca de todo ordenamiento jurídico, es que si los términos de un contrato
son claros y no dejan duda sobre laintención de los contratantes debe estarse al
sentido literal de sus cláusulas.
Si la construcción gramatical de las cláusulas del contrato, es ambigua o
anfibológica y provoca en su inteligencia direcciones distintas, es decir, como
dicen las reglas, hace al contrato todo, o a una o varias de sus cláusulas, o a alguna
de sus palabras, susceptibles de diversos sentido o acepciones, deberá entenderse el

P á g i n a 801 | 846
más adecuado, que produzca efecto conforme a la materia y naturaleza del
contrato.
Siendo el contrato una asociación de pensamientos encaminados al logro del fin
buscado por la voluntad, asociación en la que las cláusulas son sus componentes,
forzosamente la interpretación ha de ser integral y sistemática, resolviéndose la
oscuridad o ambigüedad de una cláusula, por el sentido que resulta del conjunto de
ellas, conforme lo dispone el art. 514 del Código Civil.

INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATO


Auto Supremo: 506/2016
Sucre: 16 de mayo 2016
Proceso: Resolución de Contrato
Según Carlos Morales Guillen, en su obra Código Civil Concordado y Anotado,
Cuarta Edición, Tomo I, respecto de la interpretación de los contratos nos señala
que; interpretar un contrato, es fijar su sentido y alcance, Determinar en qué
términos y hasta qué grado se obligaron las partes, No se discute la necesidad de
interpretación para el normal funcionamiento del derecho, Es consecuencia lógica
de que toda la vida de relación esta moldeada por el derecho.
Se ha dado en la materia dos corrientes opuestas: la teoría subjetiva o de la
voluntad interna, que dice relación directa con el consentimiento o concurso de
voluntades, que forma el contrato y que traduce más que la voluntad declarada, la
verdadera intención de las partes (R. Villegas). La teoría objetiva o de la voluntad
declarada, fundada por Saleilles (cit. de R. Villegas), según la cual la interpretación
del contrato debe considerar exclusivamente la forma en que se exteriorizó la
voluntad, porque si bien el consentimiento es el alma del contrato, lo es entre tanto
se manifiesta la voluntad y no para ocultar reservas mentales.
En nuestra legislación el art. 510 del Código Civil, preceptúa que debe averiguarse
la intención de las partes apreciando el comportamiento de estas y las
circunstancias del contrato. Indudablemente se advierte que se ha preferido la
corriente de la teoría subjetiva. Pues investigar la intención es ralamente una
operación inductiva. De esta regla resulta que el estudio de un contrato debe ser
apreciado, para su interpretación, en su existencia, en su verdad, en su naturaleza,
en su intención y en su forma.
La investigación fundamental del intérprete, desde luego, ha de consistir en
precisar la naturaleza jurídica efectiva del contrato, para determinar la
aplicabilidad de la norma o de las normas que le correspondan, ya que puede
resultar que no siempre es decisivo aun el nomen juris que las partes han empleado

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para calificar el contrato. Así la interpretación se hace necesaria para reconstruir el
significado efectivo o verdadero, tanto en el caso mencionado como en los diversos
supuestos de las normas del capítulo que reglamentan la interpretación.
El principio fundamental de la interpretación el “a tanto se obliga el hombre a
cuanto quiso obligarse”. En ese a cuanto quiso esta toda la clave: la necesidad de
la interpretación y la subjetividad de la misma.
La primera regla de la interpretación, no inserta el Código, pero que surge
inequívoca de todo ordenamiento jurídico, es que si los términos de un contrato
son claros y no dejan duda sobre la intención de los contratantes debe estarse al
sentido literal de sus cláusulas.
Si la construcción gramatical de las cláusulas del contrato, es ambigua o
anfibológica y provoca en su inteligencia direcciones distintas, es decir, como
dicen las reglas, hace al contrato todo, o a una o varias de sus cláusulas, o a alguna
de sus palabras, susceptibles de diversos sentido o acepciones, deberá entenderse el
más adecuado, que produzca efecto conforme a la materia y naturaleza del
contrato.
Siendo el contrato una asociación de pensamientos encaminados al logro del fin
buscado por la voluntad, asociación en la que las cláusulas son sus componentes,
forzosamente la interpretación ha de ser integral y sistemática, resolviéndose la
oscuridad o ambigüedad de una cláusula, por el sentido que resulta del conjunto de
ellas, conforme lo dispone el art. 514 del Código Civil.

INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS


Auto Supremo: 331/2017
Sucre: 03 de abril 2017
Proceso: Resolución de contrato.
El art. 519 del Código Civil dispone que: “(Eficacia del contrato). El contrato
tiene fuerza de ley entre las partes contratantes. No puede ser disuelto sino por
consentimiento mutuo o por las causas autorizadas por la ley”.
Asimismo, el art. 520 del mismo sustantivo, determina que: “(Ejecución de buena
fe e integración del contrato). El contrato debe ser ejecutado de buena fe y obliga
no sólo a lo que se ha expresado en él, sino también a todos los efectos que deriven
conforme a su naturaleza, según la ley, o a falta de ésta según los usos y la
equidad”.
Sobre el tema el Autor Carlos Morales Guillen en su Libro “Código Civil
Concordado y Anotado”, Cuarta Edición, Tomo I, Pág. 741 refiere que: “…es
principio supremo y absoluto que domina todo el derecho de obligaciones, el de
que todas las relaciones de obligación, en todos los aspectos y en todo su
contenido, están sujetos al imperio de la buena fe…El precepto dispone que los
efectos de los contratos, no solo alcanzan a las cosas o hechos expresados en ellos
P á g i n a 803 | 846
como objeto determinado o determinable, sino también respecto de todo lo que por
imperio de la ley, de los usos o la equidad corresponda a la naturaleza del
contrato…”.
De la relación normativa y doctrinal precedentemente efectuada, se conoce que las
partes deben concurrir al negocio jurídico voluntario de buena fe, y expresar en el
contrato los términos convenidos de forma clara, expresa y concreta, toda vez que
el contrato tiene fuerza de ley entre las partes contratantes, es más los efectos de los
contratos no solo alcanzan a las cosas o hechos expresados en ellos como objeto
determinado o determinable, sino también respecto de todo lo que por imperio de la
ley, de los usos o de la equidad corresponde a la naturaleza del contrato, en esa
medida el contrato será interpretado por el juzgador en el marco de la equidad y de
la buena fe.

INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS


Auto Supremo: 361/2017
Sucre: 11 de abril 2017
Proceso: Reconocimiento y Cumplimiento de Obligaciones y Resarcimiento de
Daños y Perjuicios.
Según Carlos Morales Guillen, en su obra Código Civil Concordado y Anotado,
Cuarta Edición, Tomo I, respecto de la interpretación de los contratos nos señala
que; interpretar un contrato, es fijar su sentido y alcance, Determinar en qué
términos y hasta qué grado se obligaron las partes, No se discute la necesidad de
interpretación para el normal funcionamiento del derecho, Es consecuencia lógica
de que toda la vida de relación esta moldeada por el derecho.
Se ha dado en la materia dos corrientes opuestas: la teoría subjetiva o de la
voluntad interna, que dice relación directa con el consentimiento o concurso de
voluntades, que forma el contrato y que traduce más que la voluntad declarada, la
verdadera intención de las partes (R. Villegas). La teoría objetiva o de la voluntad
declarada, fundada por Saleilles (cit. de R. Villegas), según la cual la interpretación
del contrato debe considerar exclusivamente la forma en que se exteriorizó la
voluntad, porque si bien el consentimiento es el alma del contrato, lo es entre tanto
se manifiesta la voluntad y no para ocultar reservas mentales.
En nuestra legislación el art. 510 del Código Civil, preceptúa que debe averiguarse
la intención de las partes apreciando el comportamiento de estas y las
circunstancias del contrato. Indudablemente se advierte que se ha preferido la
corriente de la teoría subjetiva. Pues investigar la intención es ralamente una
operación inductiva. De esta regla resulta que el estudio de un contrato debe ser
apreciado, para su interpretación, en su existencia, en su verdad, en su naturaleza,
en su intención y en su forma.
La investigación fundamental del intérprete, desde luego, ha de consistir en
precisar la naturaleza jurídica efectiva del contrato, para determinar la aplicabilidad
de la norma o de las normas que le correspondan, ya que puede resultar que no
siempre es decisivo aun el nomen juris que las partes han empleado para calificar el
P á g i n a 804 | 846
contrato. Así la interpretación se hace necesaria para reconstruir el significado
efectivo o verdadero, tanto en el caso mencionado como en los diversos supuestos
de las normas del capítulo que reglamentan la interpretación.
El principio fundamental de la interpretación el “a tanto se obliga el hombre a
cuanto quiso obligarse”. En ese a cuanto quiso esta toda la clave: la necesidad de
la interpretación y la subjetividad de la misma.
La primera regla de la interpretación, no inserta el Código, pero que surge
inequívoca de todo ordenamiento jurídico, es que si los términos de un contrato son
claros y no dejan duda sobre la intención de los contratantes debe estarse al sentido
literal de sus cláusulas.
Si la construcción gramatical de las cláusulas del contrato, es ambigua o
anfibológica y provoca en su inteligencia direcciones distintas, es decir, como
dicen las reglas, hace al contrato todo, o a una o varias de sus cláusulas, o a alguna
de sus palabras, susceptibles de diversos sentido o acepciones, deberá entenderse el
más adecuado, que produzca efecto conforme a la materia y naturaleza del
contrato.
Siendo el contrato una asociación de pensamientos encaminados al logro del fin
buscado por la voluntad, asociación en la que las cláusulas son sus componentes,
forzosamente la interpretación ha de ser integral y sistemática, resolviéndose la
oscuridad o ambigüedad de una cláusula, por el sentido que resulta del conjunto de
ellas.

INTERPRETACIÓN DE LOS CONTRATOS


Auto Supremo: 652/2017
Sucre: 19 de junio 2017
Proceso: Cumplimiento de contrato.
El art. 519 del Código Civil dispone que: “(Eficacia del contrato). El contrato
tiene fuerza de ley entre las partes contratantes. No puede ser disuelto sino por
consentimiento mutuo o por las causas autorizadas por la ley”.
Asimismo, el art. 520 del mismo sustantivo, determina que: “(Ejecución de buena
fe e integración del contrato). El contrato debe ser ejecutado de buena fe y obliga
no sólo a lo que se ha expresado en él, sino también a todos los efectos que deriven
conforme a su naturaleza, según la ley, o a falta de ésta según los usos y la
equidad”.
Sobre el tema el Autor Carlos Morales Guillen en su Libro “Código Civil
Concordado y Anotado”, Cuarta Edición, Tomo I, Pág. 741 refiere que: “…es
principio supremo y absoluto que domina todo el derecho de obligaciones, el de
que todas las relaciones de obligación, en todos los aspectos y en todo su
contenido, están sujetos al imperio de la buena fe…El precepto dispone que los
efectos de los contratos, no solo alcanzan a las cosas o hechos expresados en ellos
como objeto determinado o determinable, sino también respecto de todo lo que por
imperio de la ley, de los usos o la equidad corresponda a la naturaleza del
contrato…”.
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De la relación normativa y doctrinal precedentemente efectuada, se conoce que las
partes deben concurrir al negocio jurídico voluntario de buena fe, y expresar en el
contrato los términos convenidos de forma clara, expresa y concreta, toda vez que
el contrato tiene fuerza de ley entre las partes contratantes, es más los efectos de los
contratos no solo alcanzan a las cosas o hechos expresados en ellos como objeto
determinado o determinable, sino también respecto de todo lo que por imperio de la
ley, de los usos o de la equidad corresponde a la naturaleza del contrato, en esa
medida el contrato será interpretado por el juzgador en el marco de la equidad y de
la buena fe.

INTERPRETACION DE LOS CONTRATOS


Auto Supremo: 231/2016
Sucre: 15 de marzo 2016
Proceso: Nulidad de Documento Privado de venta.
Los arts. 510 y 514 del Código Civil, establecen que en la interpretación de los
contratos se debe comprender el acto jurídico por la totalidad de sus cláusulas, y
que asimismo se debe averiguar cuál ha sido la intención común de las partes y no
limitarse al sentido literal de las palabras, es decir que se debe apreciar el
comportamiento total de estos y las circunstancias del contrato.
Por su parte, el art. 520 del Código Civil (Ejecución de buena fe e integración del
contrato), dispone que: “El contrato debe ser ejecutado de buena fe y obliga no
sólo a lo que se ha expresado en él, sino también a todos los efectos que deriven
conforme a su naturaleza, según la ley, o a falta de ésta según los usos y la
equidad”. De igual manera, el art. 302 del mismo sustantivo civil, dispone: “I. En
el cumplimiento de la obligación el deudor debe emplear la diligencia de un buen
padre de familia”.
Finalmente, el art. 291 del Código Civil que dispone: “I. El deudor tiene el deber
de proporcionar el cumplimiento exacto de la prestación debida. II. El acreedor,
en caso de incumplimiento, puede exigir que se haga efectiva la prestación por los
medios que la ley establece”.
De la relación normativa precedentemente efectuada se puede inferir que el
contrato debe ser ejecutado de buena fe, asimismo se establece que el deudor tiene
el deber de proporcionar el cumplimiento exacto de la prestación debida, y siendo
que en el presente caso de Autos se ha establecido el pago por cuotas
impostergables, de consiguiente el término convenido vence al momento
determinado para el pago de cada cuota.

INTERPRETACIÓN DEL ART. 549 – 1) DEL CÓDIGO CIVIL y la nulidad


por falsificación que no representa falta de consentimiento
P á g i n a 806 | 846
Auto Supremo: 759/2016
Sucre: 28 de junio 2016
Proceso: Nulidad de Donación.
En este marco, se debe precisar que del análisis del art. 549 del CC., se tiene que
dicho precepto legal establece cinco causales por los cuales se puede demandar y
determinar la nulidad de un contrato o acto jurídico, causales que resulta necesario
analizar, en este entendido diremos que la nulidad procede en cuanto al inc. 1) “Por
faltar en el contrato, objeto o la forma prevista por ley como requisitos de
validez.”, inciso aplicable a los contratos donde se observa la falta de objeto,
debiendo entender que el objeto se encuentra constituido por el conjunto de las
obligaciones que se ha generado con la operación jurídica (contrato), es decir el
objeto del contrato es la obligación de las partes, el objeto de la obligación es la
prestación debida, dar hacer o no hacer en este entendido no se podría pensar la
existencia de un contrato u obligación sin objeto. En cuanto a la falta de la forma,
se aplica a los contratos en los que se observa la falta de los requisitos establecidos
en el art. 452 del CC., o en los que la forma es un requisito para su validez como
los señalados en el art. 491 del CC.
Por otra parte, resulta necesario para el caso en análisis señalar que este Supremo
Tribunal en el Auto Supremo Nº 946/2015 – L de 14 de octubre, ha orientado
que: “…En este antecedente, se debe tener presente que si bien la recurrente acusa
que todo el trámite del proceso se habría dirigido a una causa de anulabilidad y
no de nulidad, causales de anulabilidad especificadas en el art. 554 del CC, que
dispone que el contrato será anulable por la falta de consentimiento para su
formación, por lo que no se habría probado las causales para la nulidad previstas
en el art. 549 del CC, se debe tener presente que Este Supremo Tribunal a través
del Auto supremo Nº 275/2014 a orientado que:
“…el art. 554 inc. 1) del Código Civil establece la causal de anulabilidad por falta
de consentimiento, se debe puntualizar que esta causal no contempla dentro sus
previsiones aquellas causales que derivan de una ilicitud sancionada incluso
penalmente, sino que esta contempla esencialmente aquellos casos en los en que
por ejemplo: Un cónyuge transfiere un bien inmueble sin el consentimiento de su
cónyuge, cuando este bien inmueble resulta ser un bien ganancial, sin encontrar en
este acto de disposición un ilícito penal sino simplemente, una ausencia de
consentimiento del cónyuge quien resultaría el legitimado para validar esa
transferencia, o; En el caso de que se le confiera poder a una persona para
hipotecar un bien inmueble, y este mandatario va más allá de lo dispuesto en su
mandato y transfiere el bien inmueble, acto que tampoco constituiría un ilícito
penal, sino que solo implicaría la ausencia de consentimiento del legitimado para
P á g i n a 807 | 846
disponer la venta del bien inmueble. En ambos casos la conducta no constituye un
ilícito reprochable a su autor.”, como en el caso de la falsificación de firmas en
instrumentos privados o públicos que se considera una forma especial de engaño
que como tal entra en pugna con los principios y valores ético morales en que se
sostiene el Estado Plurinacional de Bolivia.
Ahora Bien, toda vez que los jueces de instancia solo coincidieron en la conclusión
de que el documento privado avencional de 24 de julio de 2008, fue falsificado
(prueba fs. 217 a 223 y 259, 225 a 228), razón por la que el Ad quem fundamento
que: “hay violación de una ley porque la falsedad de un documento constituye
hasta un delito penado por ley penal como es el caso de los arts. 198 y 200 del
Código Penal… En este caso está demostrada la falsedad que se alega tipificada
como falsedad de documento y la falsedad es ilícita, es contraria a la ley… y por
tanto es contraria al orden público y a las buenas costumbres…”, razonamiento
que resulta correcto toda vez que los efectos jurídicos que devienen de un hecho
ilícito deben tener en relación al actor eminentemente efectos de reproche a la
conducta ilícita, y por ningún motivo debe significar la consolidación de derechos
favorables al actor que incurrió en el acto ilícito.
En consecuencia un hecho ilícito debe generar para el autor efectos de reproche,
no de consolidación de un derecho adquirido por un ilícito; por lo que a diferencia
de los casos sobre falta de consentimiento expuestos supra, la falta de
consentimiento a la que hace referencia la recurrente, por parte de Divar Soruco
Vargas quien falleció poco tiempo después de la falsificación de su firma en el
documento en cuestión que en el contrato en cuestión deviene de un hecho ilícito al
existir la falsificación de la firma de una persona que a la fecha ya falleció, por lo
que no puede ser considerado como un acto de falta de consentimiento confirmable
para ser causal de anulabilidad; concluyendo este Tribunal que el razonamiento
del tribunal de alzada es correcto dado no se puede convalidar una transferencia
originada en un hecho ilícito como causal de anulabilidad basada en una
ilegalidad.”.

INTERPRETACIÓN DEL ART. 568 DEL CÓDIGO CIVIL


Auto Supremo: 657/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Resolución de Contrato por incumplimiento.
Que al respecto, el art. 568 del Código Civil prevé: I. "En los contratos con
prestaciones recíprocas cuando una de las partes incumple por voluntad la
obligación, la parte que ha cumplido puede pedir judicialmente el cumplimiento o
la resolución del contrato, más el resarcimiento del daño; o también puede pedir
P á g i n a 808 | 846
sólo el cumplimiento dentro de un plazo razonable que fijará el juez…”, La norma
citada, evidentemente presenta en lo principal dos alternativas como base de las
acciones de resolución de contrato y el cumplimiento de contrato que nacen de un
contrato celebrado con prestaciones recíprocas, es decir, que por lo dispuesto por
dicho precepto normativo la parte que ha cumplido con su obligación puede exigir
judicialmente el cumplimiento a la parte que incumplió; y por otro lado, que la
parte que ha cumplido, pida judicialmente la resolución del contrato, más el
resarcimiento del daño.
En este sentido se ha orientado a través del Auto Supremo N° 609/2014 de 27 de
octubre que establece: “…el art. 568 del Código Civil, pues dicha norma conforme
a lo establecido anteriormente hace referencia a que en caso de incumplimiento de
contrato, la parte que cumplió el mismo tiene dos opciones, la primera es la
resolución judicial del contrato, cuando este hubiese sido incumplido por la otra
parte, y la segunda opción es pedir a la parte que incumplió con el contrato que
cumpla el mismo, es decir que en este segundo caso lo que se pretende es que el
contrato se ejecute…”, ahora bien, es preciso tener presente que al ser aplicable el
art. 568 del CC, a las relaciones contractuales bilaterales, resulta importante,
determinar para su procedencia el orden o prelación de la obligaciones generadas,
es decir, se debe establecer que obligación depende de la otra, para determinar
quién incumplió con su obligación, en cuya finalidad y en procura de resolver
dicho aspecto se debe realizar una interpretación amplia del contrato, es decir que
dicha interpretación debe ser en relación a la redacción del contrato, la intención
común de las partes contratantes, y la conducta de las partes en la ejecución de la
misma, interpretación que debe ser realizado por todo juzgador para resolver las
pretensiones cuya base jurídica sea el art. 568 del CC.

INTERPRETACIÓN EXTENSIVA Y MENOS FORMALISTA DE LA


NORMA, EN EL MARCO DEL NUEVO ORDEN CONSTITUCIONAL
Auto Supremo: 1202/2016
Sucre: 24 de octubre 2016
Proceso: Cumplimiento de Obligación.
Profesora Argentina Mónica Pinto, "... de un criterio hermenéutico que informa
todo el derecho de los derechos humanos, en virtud del cual se debe acudir a la
norma más amplia, o a la interpretación más extensiva, cuando se trata de
reconocer derechos protegidos e, inversamente, a la norma o a la interpretación
más restringida cuando se trata de establecer restricciones permanentes al
ejercicio de los derechos o a su suspensión extraordinaria". También dentro del

P á g i n a 809 | 846
análisis del principio pro homine, no se podría dejar de lado al criterio denominado
pro actione, que a la luz de la presente problemática, está directamente vinculado
con los derechos a la tutela judicial efectiva y al acceso a la Justicia, en tal sentido,
este es una manifestación del principio pro homine en el ámbito procesal, en virtud
del cual, la interpretación de una disposición legal, debe hacerse en el sentido que
sea lo más accesible posible a un adecuado y recíproco sistema garantista, en el
cual prevalezca más la Justicia que cualquier formalismo extremo que obstaculice
u obstruya una tutela constitucional efectiva.
Por otro lado debe tenerse presente que: 1.- En la interpretación debe prevalecer
siempre a la luz de la Constitución, el contenido teleológico o finalista de la norma;
2.- en sujeción a la luz de la Constitución, debe interpretarse la norma adjetiva con
un criterio amplio y práctico; 3.- las expresiones a emplearse en el texto de la
norma interpretada, deben ser entendidas en su sentido general y común, a menos
que resulte claramente de su texto que el legislador quiso referirse a un sentido
legal-técnico; 4.- la norma debe interpretarse entendiéndola dentro de un conjunto
armónico, por tanto, ninguna disposición debe ser interpretada aisladamente; 5.-
todas las excepciones y privilegios deben ser interpretados con criterio restrictivo.
En esa secuencia es pertinente nombrar al Prof. Dr. Germán José Bidart Campos,
quien señala que "...las normas declarativas de derechos y garantías han de
demandar una interpretación a favor de su operatividad para facilitar su
aplicación". Y recurriendo al criterio de García Belaunde rescatamos la propuesta
de otra pauta de interpretación, lo referente a la razonabilidad, es decir, la sensatez
y la flexibilidad frente a situaciones concretas, de tal manera que se llegue a la
solución adecuada sin afectar el sistema normativo constitucional.
Respecto al tema en el Auto Supremo No. 339/2012 de 21 de septiembre de 2012
relacionado con el tema de presentación ante Notario de Fe Pública se teorizó
que: “En ese sentido, la incorporación al ordenamiento jurídico boliviano de un
nuevo ordenamiento constitucional, presenta nuevos desafíos que hacen a su
aplicación por los Tribunales, obligando agudizar los mecanismos de
interpretación, cuya finalidad es la de asegurar la vigencia armónica de toda la
normativa vigente, en resguardo de los derechos humanos respetando la jerarquía
constitucional atribuida en tratados y declaraciones de derechos humanos, que
significa también la incorporación de aquellos principios que vinculados con la
irrestricta vigencia de esos derechos, exige estar siempre a la interpretación que
más favorece a su vigencia. En virtud a este principio -pro homine-, el juzgador
debe interpretar y aplicar aquellas normas que resulten más favorables para la
persona y sus derechos.

P á g i n a 810 | 846
Vemos entonces que del principio pro homine deriva el pro actione, en virtud del
cual debe garantizarse a toda persona el acceso a los recursos desechando todo
rigorismo o formalismo excesivo que impida obtener un pronunciamiento sobre las
pretensiones o agravios invocados, precautelando el derecho de las partes a que
su impugnación se patentice, garantizando así el derecho de acceso a la Justicia,
concretando así el acceso a los recursos. De lo que se establece que los requisitos
formales no deben primar sobre el derecho sustancial, debiendo realizar una
ponderación entre el incumplimiento de la formalidad con el derecho a recurrir,
en caso de dudas interpretarse a favor del recurrente como lo ha expresado el
Tribunal Constitucional en varios fallos constitucionales como la SC 0010/2010-R
de 6 de abril de 2010.
De otro lado corresponde asimismo señalar que es de aplicación el principio de
"prevalencia del derecho sustancial", que la doctrina y la jurisprudencia
comparada reconocen, desarrollando que este principio supone que las
formalidades no impidan el logro de los objetivos del derecho sustancial, por ello
en virtud a él, siempre que el derecho sustancial pueda cumplirse a cabalidad, el
incumplimiento o inobservancia de las formalidades no debe ser causal para que
aquél no surta efecto. Lo anterior no significa que se pueda caer en el permanente
error de considerar el principio de la primacía del derecho sustancial sobre el
formal como un postulado constitucional excluyente que impide la coexistencia de
las normas sustantivas y formales, pues, como se ha visto, con éstas se logra dar
vigencia a principios que encuentran sustento constitucional.
Todo el entendimiento anterior, irá en resguardo de lo que representa el debido
proceso respetando rigurosamente el derecho a la defensa.
Realizado ese análisis, verificamos que en el caso de Autos efectivamente existe la
interpretación y aplicación por parte del Tribunal ad quem, del art. 97 del Código
de Procedimiento Civil y la secuencia que debía seguir según desarrolló la Corte
Suprema de Justicia -extinta- para la presentación de escritos en caso de
emergencia, posibilitando su presentación ante los funcionarios pertinentes en el
orden propuesto, resultando en muchos casos el incumplimiento de esas
formalidades limitativo a los derechos descritos; sin embargo como ya se ha
manifestado, estamos en la vigencia de un nuevo orden constitucional más
garantista de derechos humanos, y en esa consideración no corresponden los
rigorismos que tiendan a limitar su ejercicio.”

INTERRUPCIÓN A LA PRESCRIPCIÓN
Auto Supremo: 187/2017
Sucre: 01 de marzo 2017
P á g i n a 811 | 846
Proceso: Anulabilidad de Contrato, Cancelación de Inscripción en Derechos
Reales, División y Partición de Bien Sucesorio.
En el Auto Supremo No. 220/2012, de 23 de julio de 2012 se razonó respecto al
art. 1503 del Código Civil, que dispone: " La prescripción se interrumpe por una
demanda judicial, un decreto o un acto de embargo notificados a quien se quiere
impedir que prescriba, aunque el juez sea incompetente". Recurriendo al criterio
del Autor Luis Moisset de Espanés, “…señala que uno de los problemas más serios
que se presentan en la doctrina y la jurisprudencia es el relativo al alcance y valor
que debe darse al vocablo demanda. Para unos la demanda judicial a que hace
referencia la norma y que interrumpe la prescripción no puede ser otra que la
demanda tendiente al cobro de la acreencia, sin embargo, otros autores consideran
que la palabra demanda, en un sentido más amplio, comprende todas aquellas
peticiones judiciales que importen una manifestación de la voluntad del acreedor
de mantener vivo su derecho, en ese sentido, el citado autor, anotando el criterio
expuesto por la Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires, apunta que: "el
término "demanda", no debe tomarse a la letra, y no excluye otros actos
igualmente formales y demostrativos de la intención del acreedor de no
permanecer en inactividad o silencio para el cobro de su crédito".
En resumen. Podemos señalar que todo acto jurídico procesal que denote una
manifestación de voluntad que acredite en forma auténtica que el acreedor no ha
abandonado su crédito y que su propósito es no dejarlo perder, pudiera encontrarse
inmerso dentro el término "demanda" y pudiera generar el efecto interruptivo
previsto en el citado art. 1503 del Código Civil. Siendo en consecuencia tres los
requisitos esenciales que el acto jurídico procesal debería reunir para que
interrumpa la prescripción: 1) ser deducido ante un órgano jurisdiccional; 2)
demostrar inequívocamente la voluntad del acreedor de lograr el cumplimiento de
la obligación; 3) ser notificado a quien se quiere impedir que prescriba.”
“Siendo la verdad material uno de los principios en que se funda la jurisdicción
ordinaria, reconocido por el art. 180-I de la Constitución Política del Estado, debe
tenerse en cuenta que el acto preparatorio que reúna esos requisitos, de manera
inequívoca pone de manifiesto la intención del acreedor de no abandonar o
renunciar al ejercicio de su derecho, toda vez que es precisamente la inacción o
abandono del ejercicio del derecho lo que da lugar a la prescripción, y cuando el
interesado deduce un acto jurídico procesal que encierra los tres requisitos
anotados anteriormente, pone de manifiesto su intención de ejercitar su derecho y
no abandonarlo, aunque no lo haga a través de una demanda dirigida a ejercitar
el derecho directamente, sino a preparar la demanda, pero con el mismo fin, cual
es el de ejercitar el derecho subjetivo, dejando saber a su deudor expresamente
que esa es su intención.”
En virtud a lo expuesto, la prescripción para surtir el efecto extintivo del derecho
debe transcurrir el tiempo determinado en ley, unido a la inactividad del titular ante
el incumplimiento de la obligación, y la ausencia de reconocimiento del derecho
por parte del deudor, conforme establece los arts. 1492 y 1493 del Código Civil.
P á g i n a 812 | 846
De lo manifestado se concluye que la interrupción de la prescripción únicamente es
posible cuando el término de la misma (prescripción) está en curso, de ninguna
manera resulta correcto afirmar que la prescripción ya operada pueda ser
interrumpida, por actos posteriores a su consolidación. La prescripción es una
institución jurídica por la cual se extingue el derecho por el transcurso
ininterrumpido del tiempo determinado en ley. El fundamento de la prescripción es
de mantener el orden social y resguardar la seguridad jurídica, que hace necesario
el de establecer la temporalidad de disposición del derecho, impidiendo el ejercicio
intempestivo del mismo.

INTERRUPCIÓN DE LA POSESIÓN
Auto Supremo: 121/2017
Sucre: 03 de febrero 2017
Proceso: Usucapión Decenal.
Al respecto el Auto Supremo Nº 484/2014 de 29 de agosto ha razonado que: “En la
posesión, el poder material que se ejerce sobre el bien se sustenta en la voluntad
libre e independiente de usar o aprovechar económicamente el bien como si se
tratara del propietario, es decir, sin que se reconozca dominio ajeno sobre el
mismo, es precisamente esa actitud lo que marca la diferencia entre la posesión y
la tenencia; en ésta última el poder o relación material de la persona con el bien,
que se usa o aprovecha, está mediado por dependencia o subordinación a la
voluntad de otro sujeto, lo que equivale a sostener que se reconoce dominio ajeno
sobre el bien y se.
Sobre este punto resulta pertinente referirnos a la interrupción de la prescripción
adquisitiva, en ese sentido el Auto Supremo Nº 257/2013 de fecha 23 de mayo de
2013, estableció que: “Lo que si resulta conveniente diferenciar, es la interrupción
de la posesión respecto de la interrupción de la prescripción. Como señala el
Autor Néstor Jorge Musto, en su obra Derechos Reales, no se debe confundir la
interrupción de la posesión con la interrupción de la prescripción. Se entiende esto
porque la primera supone la pérdida de la cosa, mientras que la segunda supone
la pérdida del tiempo anterior de la posesión, el mismo que se refuta ineficaz para
la prescripción. La interrupción de la prescripción adquisitiva según Planiol,
citado en la obra “Tratado de Los Derechos Reales” de Arturo Alessandri R. y
otros, supone: “Todo hecho que destruyendo una de las dos condiciones esenciales
de la prescripción adquisitiva (permanencia de la posesión, inacción del
propietario), hace inútil todo el tiempo transcurrido. Al respecto en la citada obra
se hace referencia a dos tipos de interrupción de la prescripción: la natural y la
Civil. La interrupción natural de la prescripción, tiene sustento en la pérdida de la
posesión y en los casos en que dicha pérdida genera efectos interruptivos de la
P á g i n a 813 | 846
prescripción, pues, no toda pérdida o interrupción de la posesión conlleva
necesariamente la interrupción de la prescripción, así por ejemplo el caso del
poseedor privado de la posesión que dentro del término de un año propone
demanda para recuperar la posesión y esta es recuperada como consecuencia de
aquella, en cuyo caso, según prevé el art. 137 parágrafo II del Código Civil, la
interrupción de la prescripción se tendrá por no ocurrida, aunque materialmente
hubiera ocurrido la pérdida de la posesión. La interrupción Civil de la
prescripción, no está ligada a la pérdida o interrupción material de la posesión,
sino más bien a la actividad del que se pretende verdadero dueño de la cosa, que
sale de su pasividad y expresa, ante el poseedor y por medios legales, su
inequívoca intención de no abandonar el derecho de propiedad que afirma tener”.
En base a lo citado, corresponde centrar nuestro análisis en la interrupción Civil
de la prescripción, puesto que los jueces de instancia consideraron que la Sub
inscripción que habrían realizado los titulares del derecho propietario del bien
inmueble, habría interrumpido el tiempo para el computo de los diez años, en ese
sentido diremos que para que dicha prescripción adquisitiva opere, quien
considere tener derecho de dominio sobre el bien, deben necesariamente accionar
judicialmente sobre el poseedor, con la finalidad de hacer valer frente a este el
derecho que pretende, oponiéndose a la posesión que se ejerce sobre el bien, bajo
esa lógica el art. 1503 del Código Civil, señala que: “La prescripción se
interrumpe por una demanda judicial, un decreto o un acto de embargo notificados
a quien se quiere impedir que prescriba, aunque el Juez sea incompetente. La
prescripción se interrumpe también por cualquier otro acto que sirva para
constituir en mora al deudor.”, norma de la cual se extrae que para que proceda
la interrupción civil, debe concurrir tres requisitos: 1. Debe ser deducido ante un
órgano jurisdiccional; 2. Debe demostrar inequívocamente la voluntad de ejercer
el derecho de propiedad y oponerse a la posesión del poseedor; 3. Debe ser
notificado a quien se quiere impedir que prescriba.

INTERRUPCIÓN DE LA PRESCRIPCIÓN
Auto Supremo: 69/2017
Sucre: 01 de febrero 2017
Proceso: Prescripción extintiva o liberatoria de obligación.
“Habiéndose señalado que la prescripción es la institución que estudia el efecto que
tiene el transcurso del tiempo sobre la estabilidad de algunos derechos, puede verse
alterado por algunos hechos, que se conocen como suspensión e interrupción de la
prescripción.

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Según anota el autor Carlos Morales Guillén, la suspensión de la prescripción
detiene el curso del plazo, sin anular el tiempo cumplido y se reanuda desde el
punto en que se había detenido, apenas cesa la causa de la suspensión, la
interrupción destruye la prescripción, porque borra retroactivamente todo el plazo
transcurrido hasta el momento de la interrupción, en otras palabras, los actos que
interrumpen la prescripción borran totalmente el plazo transcurrido el cual deberá
computarse nuevamente por completo.
El citado autor Luis Moisset de Espanés, señala que uno de los problemas más
serios que se presentan en la doctrina y la jurisprudencia es el relativo al alcance y
valor que debe darse al vocablo demanda. Para unos la demanda judicial a que hace
referencia la norma y que interrumpe la prescripción no puede ser otra que la
demanda tendiente al cobro de la acreencia, sin embargo, otros autores consideran
que la palabra demanda, en un sentido más amplio, comprende todas aquellas
peticiones judiciales que importen una manifestación de la voluntad del acreedor
de mantener vivo su derecho, en ese sentido, el citado autor, anotando el criterio
expuesto por la Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires, apunta que: "el
término "demanda", no debe tomarse a la letra, y no excluye otros actos igualmente
formales y demostrativos de la intención del acreedor de no permanecer en
inactividad o silencio para el cobro de su crédito”.
El art. 1503 del Código Civil señala: “I. La prescripción se interrumpe por una
demanda judicial, un decreto o un acto de embargo notificados a quien se quiere
impedir que prescriba, aunque el Juez sea incompetente.
II. La prescripción se interrumpe también por cualquier otro acto que sirva para
constituir en mora al deudor”. En tal caso, la norma presenta dos escenarios de
interrupción vía judicial y extrajudicial. La primera mediante actos desarrollados
ante tribunales jurisdiccionales aun incompetentes, cuyo requisito fundamental es
la citación (notificación en sentido genérico) con la demanda y demás actuados que
se indican; y la otra, es oponer un acto que sirva para constituir en mora al deudor.
En relación a la interrupción por vía judicial, esta hace referencia a todo acto
jurídico procesal que denote una manifestación de voluntad que acredite en forma
auténtica que el acreedor no ha abandonado su crédito y que su propósito es no
dejarlo perder, pudiera encontrarse inmerso dentro el término "demanda" y pudiera
generar el efecto interruptivo previsto en el citado art. 1503 del Código Civil.
Siendo en consecuencia tres los requisitos esenciales que el acto jurídico procesal
debería reunir para que interrumpa la prescripción: 1) ser deducido ante un órgano
jurisdiccional; 2) demostrar inequívocamente la voluntad del acreedor de lograr el
cumplimiento de la obligación; 3) ser notificado a quien se quiere impedir que
prescriba”. Criterio citado en el Auto Supremo Nº 232/2016 de 15 de marzo.
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INTERRUPCIÓN DE LA PRESCRIPCIÓN
Auto Supremo: 271/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Acción Pauliana y Repetición.
Al respecto el A. S. Nº 232/2016 de 05 de marzo de 52016 ha señalado “que la
prescripción es la institución que estudia el efecto que tiene el transcurso del
tiempo sobre la estabilidad de algunos derechos, puede verse alterado por algunos
hechos, que se conocen como suspensión e interrupción de la prescripción.
Según anota el autor Carlos Morales Guillén, la suspensión de la prescripción
detiene el curso del plazo, sin anular el tiempo cumplido y se reanuda desde el
punto en que se había detenido, apenas cesa la causa de la suspensión, la
interrupción destruye la prescripción, porque borra retroactivamente todo el plazo
transcurrido hasta el momento de la interrupción, en otras palabras, los actos que
interrumpen la prescripción borran totalmente el plazo transcurrido el cual deberá
computarse nuevamente por completo.
El citado autor Luis Moisset de Espanés, señala que uno de los problemas más
serios que se presentan en la doctrina y la jurisprudencia es el relativo al alcance
y valor que debe darse al vocablo demanda. Para unos la demanda judicial a que
hace referencia la norma y que interrumpe la prescripción no puede ser otra que
la demanda tendiente al cobro de la acreencia, sin embargo, otros autores
consideran que la palabra demanda, en un sentido más amplio, comprende todas
aquellas peticiones judiciales que importen una manifestación de la voluntad del
acreedor de mantener vivo su derecho, en ese sentido, el citado autor, anotando el
criterio expuesto por la Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires, apunta
que: "el término "demanda", no debe tomarse a la letra, y no excluye otros actos
igualmente formales y demostrativos de la intención del acreedor de no
permanecer en inactividad o silencio para el cobro de su crédito".
El art. 1503 del Código Civil señala: “I. La prescripción se interrumpe por una
demanda judicial, un decreto o un acto de embargo notificados a quien se quiere
impedir que prescriba, aunque el Juez sea incompetente.
II. La prescripción se interrumpe también por cualquier otro acto que sirva para
constituir en mora al deudor”. En tal caso, la norma presenta dos escenarios de
interrupción vía judicial y extrajudicial. La primera mediante actos desarrollados
ante tribunales jurisdiccionales aun incompetentes, cuyo requisito fundamental es
la citación (notificación en sentido genérico) con la demanda y demás actuados que
se indican; y la otra, es oponer un acto que sirva para constituir en mora al deudor.

INTERRUPCIÓN DE LA PRESCRIPCIÓN
Auto Supremo: 373/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Usucapión.

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Sobre el tema se orientó en el Auto Supremo No 504/2013 de fecha 1ro de octubre
de 2013: “La prescripción adquisitiva, conforme señala el autor Arturo Alessandri,
en su obra Tratado de los Derechos Reales, supone la posesión prolongada de la
cosa por todo el tiempo señalado por la ley y la inacción del propietario, su no
reclamación oportuna. Si uno de estos elementos llega a faltar, la prescripción se
interrumpe: si se pierde la posesión de la cosa, la interrupción es natural; si cesa la
inactividad del dueño, si éste reclama judicialmente su derecho, la interrupción es
civil.

Siguiendo a Planiol podríamos definir a la interrupción de la prescripción


adquisitiva como todo hecho que, destruyendo una de las dos condiciones
esenciales de la prescripción adquisitiva (permanencia de la posesión, inacción del
propietario), hace inútil todo el tiempo transcurrido. Este queda definitivamente
perdido y no se puede computar en el cálculo del plazo de prescripción.

De lo manifestado precedentemente diremos que la actividad del que se pretende


verdadero dueño de la cosa, que sale de su pasividad, trae la interrupción civil de la
prescripción. En ese sentido producirá la interrupción civil de la prescripción,
conforme prevé el art. 1503 –I del Código Civil, una demanda judicial, un decreto
o un acto de embargo notificados a quien se quiere impedir que prescriba, aunque
el Juez sea incompetente. En otras palabras, “produce la interrupción civil de la
prescripción adquisitiva, toda petición, toda acción hecha valer ante los
Tribunales encaminada a resguardar un derecho amagado, manifestándose clara
la voluntad del actor o peticionario de conservarlo y no abandonarlo.” (Arturo
Alessandri R. en Tratado de Los Derechos Reales).

De igual manera se orientó respecto a la interrupción de la prescripción en el Auto


Supremo No121/2016, de fecha de fecha 5 de febrero de 2016 el cual refirió:
Asimismo, el Auto Supremo Nº 308/2013 de 17 de junio, ha concretado que: “…la
interrupción de la prescripción únicamente es posible cuando el término de la
misma (prescripción) está en curso, de ninguna manera resulta correcto afirmar
que la prescripción ya operada pueda ser interrumpida, por actos posteriores a su
consolidación”.
De lo detallado, se infiere que en orientación de la doctrina y la jurisprudencia la
posesión se presume, al igual que el ánimus, quien contradice al poseedor debe
probar que este sólo tiene una simple detentación, por otra parte, la línea
Jurisprudencial asumida por este Tribunal ha establecido que una prescripción
operada no puede ser interrumpida.
Respecto a lo anterior, el art. 1503 del Código Civil expresa que: "I. La
prescripción se interrumpe por una demanda judicial, un decreto o un acto de
embargo notificados a quien se quiere impedir que prescriba, aunque el Juez sea
incompetente". Cuando la norma alude al término demanda, debemos entender en
sentido amplio que hace referencia a todas aquellas peticiones judiciales que

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importen una manifestación de la voluntad de mantener vivo su derecho, es decir
que de manera inequívoca demuestren la intención de no permanecer en
inactividad o silencio respecto a su derecho. Resultando que para que ese acto sea
efectivo se requiere que el mismo: 1) debe ser deducido ante un órgano
jurisdiccional; 2) debe demostrar inequívocamente la voluntad de ejercer su
derecho de propiedad deduciendo oposición a la posesión del poseedor; y 3) debe
ser notificado a quien se quiere impedir que prescriba.
Sin embargo, se debe precisar que no toda acción o controversia judicial genera el
efecto interruptivo de la prescripción adquisitiva, sino sólo aquellos que conlleven
los tres requisitos enunciados, y siempre que a través de aquellos se demuestre de
manera inequívoca la intención de oponerse a la posesión, pues, pueden existir
múltiples pretensiones relativas a otros aspectos que si bien evidencian litigiosidad
entre partes, empero no interrumpen la posesión, toda vez que para que esto suceda
la pretensión opuesta al poseedor inequívocamente debe estar orientada y dirigida a
repulsar la posesión.

INTERRUPCIÓN DE LA PRESCRIPCIÓN
Auto Supremo: 1035/2016
Sucre: 06 de septiembre 2016
Proceso: Mejor derecho de propiedad y otros.
Respecto a las formas de interrumpir la posesión este Tribunal ha emitido el Auto
Supremo Nº 78/2016 de 04 de febrero de 2016, en ella se ha expuesto lo
siguiente: “De igual forma, respecto a la interrupción del tiempo para el computo
de los diez años para usucapir, la cual señalan los jueces de instancia que habría
operado en virtud a la Sub inscripción en Derechos Reales en las gestiones 2010 y
2011, que habrían realizado los titulares del Derecho Propietario del inmueble
objeto de la litis; sobre este punto resulta pertinente referirnos a la interrupción de
la prescripción adquisitiva, en ese sentido el Auto Supremo Nº 257/2013 de fecha
23 de mayo de 2013, estableció que: “Lo que si resulta conveniente diferenciar, es
la interrupción de la posesión respecto de la interrupción de la prescripción.
Como señala el Autor Néstor Jorge Musto, en su obra Derechos Reales, no se debe
confundir la interrupción de la posesión con la interrupción de la prescripción. Se
entiende esto porque la primera supone la pérdida de la cosa, mientras que la
segunda supone la pérdida del tiempo anterior de la posesión, el mismo que se
refuta ineficaz para la prescripción. La interrupción de la prescripción adquisitiva
según Planiol, citado en la obra “Tratado de Los Derechos Reales” de Arturo
Alessandri R. y otros, supone: “Todo hecho que destruyendo una de las dos
condiciones esenciales de la prescripción adquisitiva (permanencia de la posesión,
inacción del propietario), hace inútil todo el tiempo transcurrido. Al respecto en la
citada obra se hace referencia a dos tipos de interrupción de la prescripción: la
P á g i n a 818 | 846
natural y la Civil. La interrupción natural de la prescripción, tiene sustento en la
pérdida de la posesión y en los casos en que dicha pérdida genera efectos
interruptivos de la prescripción, pues, no toda pérdida o interrupción de la
posesión conlleva necesariamente la interrupción de la prescripción, así por
ejemplo el caso del poseedor privado de la posesión que dentro del término de un
año propone demanda para recuperar la posesión y esta es recuperada como
consecuencia de aquella, en cuyo caso, según prevé el art. 137 parágrafo II del
Código Civil, la interrupción de la prescripción se tendrá por no ocurrida, aunque
materialmente hubiera ocurrido la pérdida de la posesión. La interrupción Civil de
la prescripción, no está ligada a la pérdida o interrupción material de la posesión,
sino más bien a la actividad del que se pretende verdadero dueño de la cosa, que
sale de su pasividad y expresa, ante el poseedor y por medios legales, su
inequívoca intención de no abandonar el derecho de propiedad que afirma tener.”.
En base a lo citado, corresponde centrar nuestro análisis en la interrupción Civil
de la prescripción, puesto que los jueces de instancia consideraron que la Sub
inscripción que habrían realizado los titulares del derecho propietario del bien
inmueble, habría interrumpido el tiempo para el computo de los diez años, en ese
sentido diremos que para que dicha prescripción adquisitiva opere, quien
considere tener derecho de dominio sobre el bien, deben necesariamente accionar
judicialmente sobre el poseedor, con la finalidad de hacer valer frente a este el
derecho que pretende, oponiéndose a la posesión que se ejerce sobre el bien, bajo
esa lógica el art. 1503 del Código Civil, señala que: “La prescripción se
interrumpe por una demanda judicial, un decreto o un acto de embargo notificados
a quien se quiere impedir que prescriba, aunque el Juez sea incompetente. La
prescripción se interrumpe también por cualquier otro acto que sirva para
constituir en mora al deudor.”, norma de la cual se extrae que para que proceda
la interrupción civil, debe concurrir tres requisitos: 1. Debe ser deducido ante un
órgano jurisdiccional; 2. Debe demostrar inequívocamente la voluntad de ejercer
el derecho de propiedad y oponerse a la posesión del poseedor; 3. Debe ser
notificado a quien se quiere impedir que prescriba.
De lo expuesto, diremos que la Sub Inscripción que habrían realizado los titulares
del derecho propietario del bien inmueble, en las gestiones 2010 y 2011, no se
adecua a ninguno de los requisitos en virtud a los cuales si se hace efectiva la
interrupción civil, consiguientemente al no operar la misma, se advierte que la
posesión ejercida por las recurrentes no fue interrumpida como erradamente se
estableció en la Sentencia de primera instancia y en el Auto de Vista.”
También ha descrito que el ejercicio del derecho de propiedad debe ser puesta a
conocimiento de la persona que podría hacer valer la prescripción (adquisitiva) así
P á g i n a 819 | 846
lo describe el Auto Supremo Nº 121/2016 de 5 de febrero, en ella se ha
desarrollado lo siguiente: “En el presente caso de Autos la actora ha acreditado
los requisitos de la posesión útil y el cumplimiento del término establecido por el
art. 138 del Código Civil, por lo que los tribunales de instancia han acogido
favorablemente la pretensión de la misma.
Sin embargo, en la instancia correspondiente no se ha demostrado con actos
idóneos el ejercicio del derecho propietario antes del vencimiento de la
prescripción, porque el ejercicio de la titularidad debía estar ligado al ejercicio
del derecho propietario y para efectos interruptivos este acto debía ser puesto a
conocimiento del que se pretendía opera los efectos interruptivos, extremos que
conforme se analizó supra no acontece en el caso de Autos...”

INTERRUPCIÓN DE LA PRESCRIPCIÓN ADQUISITIVA


Auto Supremo: 909/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: usucapión.
En cuanto a la interrupción de la prescripción adquisitiva, es preciso señalar que
esta ópera por dos modos, 1) la interrupción civil y 2) la interrupción natural; la
primera, referida a las causas que interrumpen la prescripción en general previstas
por el art. 1503 y siguientes del C.C., y la segunda, cuando el poseedor es privado
de la posesión del inmueble por más de un año, tiempo en que este tiene la
posibilidad de interponer una de las acciones de defensa de la posesión.
La prescripción adquisitiva, conforme señala el autor Arturo Alessandri, en su obra
Tratado de los Derechos Reales, supone la posesión prolongada de la cosa por todo
el tiempo señalado por la ley y la inacción del propietario frente al ejercicio de su
derecho propietario o su no reclamación oportuna. Produciéndose la interrupción
de la prescripción ante la falta de uno de estos elementos: si se pierde la posesión
de la cosa, la interrupción es natural; si cesa la inactividad del dueño y éste reclama
judicialmente su derecho, la interrupción es civil.
Así también, Ricardo J. Papaño, Claudio M. Kiper, Gregorio A. Dillon, Jorge R.
Causse en su obra Derechos Reales, señalan: “…la interrupción de la prescripción
actúa directamente sobre el elemento posesión (y no sobre el tiempo, como la
suspensión), y priva a ésta del quinto requisito necesario para usucapir: la
interrupción. Como consecuencia de ello, el efecto de la interrupción es eliminar
totalmente, como si no hubiera existido, la posesión anterior. Lo expuesto
significa, obviamente, que para que la interrupción tenga lugar no debe haberse
cumplido el término de la prescripción.”

P á g i n a 820 | 846
En esta lógica, este Supremo Tribunal a través de diversos fallos entre ellos el Auto
Supremo Nº 239/2015 de 14 de Abril, ha orientado que: Por otra parte el art.
1503 –I del Código Civil, dispone que: “la prescripción se interrumpe por una
demanda judicial, un decreto o un acto de embargo notificados a quien se quiere
impedir que prescriba, aunque el Juez sea incompetente.”, en estos antecedentes
debemos centrar el análisis en la interrupción Civil de la prescripción, toda vez
que para que dicha interrupción opere, quien considere tener derecho propietario
o de dominio sobre determinado bien, debe necesariamente accionar judicialmente
sobre el poseedor, con la finalidad de hacer valer frente a este el derecho que
pretende, oponiéndose a la posesión que se ejerce sobre el bien.
El art. 87 del Código Civil establece que: “La posesión es el poder de hecho
ejercido sobre una cosa mediante actos que denotan la intención de tener sobre
ella el derecho de propiedad u otro derecho real”.
Tanto la doctrina como la legislación, conciben a la posesión como un poder de
hecho ejercido sobre las cosas (bienes), que produce efectos jurídicos, que implica
la realización de actos positivos sobre la cosa que denotan la intención de
comportarse frente al bien como si fuera el dueño.
La posesión entonces supone siempre el poder de hecho de la persona respecto del
bien, la realización de actuaciones consistentes en el uso o provecho del bien,
como si se tratara del propietario, es decir, sin reconocer dominio ajeno.
Establecido el sentido jurídico de la posesión, corresponde analizar los caracteres
que ésta debe revestir cuando se pretende fundar en ella el derecho de adquirir –
por usucapión- la propiedad del bien poseído.
En ese sentido diremos que de una interpretación lógica y sistemática de las
normas contenidas en los arts. 135 y 137 del Código Civil, se desprende que la
posesión útil para fundar la usucapión debe ser: continua e ininterrumpida,
pública y, pacífica.
Analizando estos caracteres en función al recurso diremos:
La Posesión continua supone que la misma ha sido ejercida de manera sucesiva y
permanente; en sentido contrario la discontinuidad conlleva la suspensión,
interrupción o pérdida de la posesión…
Lo que si resulta conveniente diferenciar, es la interrupción de la posesión
respecto de la interrupción de la prescripción. Como señala el Autor Néstor Jorge
Musto, en su obra Derechos Reales, no se debe confundir la interrupción de la
posesión con la interrupción de la prescripción. Se entiende esto porque la
primera supone la pérdida de la cosa, mientras que la segunda supone la pérdida
del tiempo anterior de la posesión, el mismo que se refuta ineficaz para la
prescripción.
P á g i n a 821 | 846
La interrupción de la prescripción adquisitiva según Planiol, citado en la obra
“Tratado de Los Derechos Reales” de Arturo Alessandri R. y otros, supone: “Todo
hecho que destruyendo una de las dos condiciones esenciales de la prescripción
adquisitiva (permanencia de la posesión, inacción del propietario), hace inútil
todo el tiempo transcurrido”.
Al respecto en la citada obra se hace referencia a dos tipos de interrupción de la
prescripción: la natural y la Civil. La interrupción natural de la prescripción, tiene
sustento en la pérdida de la posesión y en los casos en que dicha pérdida genera
efectos interruptivos de la prescripción, pues, no toda pérdida o interrupción de la
posesión conlleva necesariamente la interrupción de la prescripción, así por
ejemplo el caso del poseedor privado de la posesión que dentro del término de un
año propone demanda para recuperar la posesión y esta es recuperada como
consecuencia de aquella, en cuyo caso, según prevé el art. 137.II del Código Civil,
la interrupción de la prescripción se tendrá por no ocurrida, aunque
materialmente hubiera ocurrido la pérdida de la posesión.
La interrupción Civil de la prescripción, no está ligada a la pérdida o interrupción
material de la posesión, sino más bien a la actividad del que se pretende verdadero
dueño de la cosa, que sale de su pasividad y expresa, ante el poseedor y por
medios legales, su inequívoca intención de no abandonar el derecho de propiedad
que afirma tener.”
Así también, el Auto Supremo Nº 12/2016 de 14 de enero ha orientado que: “Al
respecto corresponde señalar primeramente que en relación a la interrupción de
usucapión, Planiol citado en la obra “Tratado de Los Derechos Reales” de Arturo
Alessandri R. y otros, hace referencia a dos tipos de interrupción de la
prescripción: 1) La interrupción natural de la prescripción, que está ligada a la
pérdida o interrupción material de la posesión y en los casos en que dicha pérdida
genera efectos interruptivos de la prescripción; 2) La interrupción civil de la
prescripción, que está relacionada a la actividad desplegada del que se pretende
verdadero dueño de la cosa, que sale de su pasividad, y expresa, ante el poseedor y
por medios legales, su inequívoca intención de no abandonar el derecho de
propiedad que afirma tener, oponiéndose a la posesión de aquél.
Para que opere la interrupción Civil de la prescripción adquisitiva, quien
considere tener derecho de dominio sobre el bien debe accionar judicialmente
sobre el poseedor, a efectos de hacer valer respecto a él, el derecho que pretende
oponiéndose a la posesión que aquel ejerce. En tal entendido toda vez que el
recurrente reclamo que el inmueble de propiedad de su familia habría sido
gravado en reiteradas ocasiones y en consecuencia se habría interrumpido el
término de la prescripción, el Tribunal de Alzada sustento su decisión en lo
P á g i n a 822 | 846
dispuesto por el art. 1503 del CC., que dice: "I. La prescripción se interrumpe por
una demanda judicial, un decreto o un acto de embargo notificados a quien se
quiere impedir que prescriba, aunque el Juez sea incompetente", es decir que
cuando la norma alude al término demanda, debemos entender que en un sentido
amplio hace referencia a todas aquellas peticiones judiciales que importen una
manifestación de la voluntad de mantener vivo su derecho, es decir que de manera
inequívoca demuestren la intención de no permanecer en inactividad o silencio
respecto a su derecho; sin embargo para que ese acto sea efectivo se requiere que
el mismo: 1) sea deducido ante un órgano jurisdiccional; 2) debe demostrar
inequívocamente la voluntad de ejercer su derecho de propiedad deduciendo
oposición a la posesión del poseedor; y 3) debe ser notificado a quien se quiere
impedir que prescriba.
En tal entendido se tiene que este Supremo Tribunal a través de diversos fallos ha
orientado que no toda acción o controversia judicial genera el efecto interruptivo
de la prescripción adquisitiva, sino sólo aquellas que conlleven los tres requisitos
enunciados, y siempre que a través de aquella se demuestre de manera inequívoca
la intención de oponerse a la posesión, pues, pueden existir múltiples pretensiones
relativas a otros aspectos que si bien evidencian litigiosidad entre partes, empero
no interrumpen la posesión, toda vez que para que esto suceda la pretensión
opuesta al poseedor inequívocamente debe estar orientada y dirigida a repulsar
esa posesión…”.

INTERRUPCIÓN DE LA PRESCRIPCIÓN ADQUISITIVA POR


RECONOCIMIENTO DEL DERECHO PROPIETARIO
Auto Supremo: 88/2017
Sucre: 02 de febrero 2017
Proceso: Usucapión.
En cuanto a la interrupción de la prescripción adquisitiva, es preciso señalar que
esta ópera por dos modos, 1) la interrupción civil y 2) la interrupción natural; la
primera, referida a las causas que interrumpen la prescripción en general previstas
por el art. 1503 y siguientes del C.C., y la segunda, cuando el poseedor es privado
de la posesión del inmueble por más de un año, tiempo en que este tiene la
posibilidad de interponer una de las acciones de defensa de la posesión.
La prescripción adquisitiva, conforme señala el autor Arturo Alessandri, en su obra
Tratado de los Derechos Reales, supone la posesión prolongada de la cosa por todo
el tiempo señalado por la ley y la inacción del propietario frente al ejercicio de su
derecho propietario o su no reclamación oportuna. Produciéndose la interrupción
de la prescripción ante la falta de uno de estos elementos: si se pierde la posesión
P á g i n a 823 | 846
de la cosa, la interrupción es natural; si cesa la inactividad del dueño y éste reclama
judicialmente su derecho, la interrupción es civil.
En este mismo Sentido, Ricardo J. Papaño, Claudio M. Kiper, Gregorio A. Dillon,
Jorge R. Causse en su obra Derechos Reales, señalan: “…la interrupción de la
prescripción actúa directamente sobre el elemento posesión (y no sobre el tiempo,
como la suspensión), y priva a ésta del quinto requisito necesario para usucapir:
la interrupción. Como consecuencia de ello, el efecto de la interrupción es
eliminar totalmente, como si no hubiera existido, la posesión anterior. Lo expuesto
significa, obviamente, que para que la interrupción tenga lugar no debe haberse
cumplido el término de la prescripción.”
Para el caso en análisis resulta conveniente diferenciar, la interrupción de la
posesión respecto de la interrupción de la prescripción. En este entendido debemos
citar al Autor Néstor Jorge Musto, en su obra Derechos Reales, señala que, no se
debe confundir la interrupción de la posesión con la interrupción de la prescripción.
Se entiende esto porque la primera supone la pérdida de la cosa, mientras que la
segunda supone la pérdida del tiempo anterior de la posesión, el mismo que se
refuta ineficaz para la prescripción.
Ahora bien, el art. 137 del Código Civil (Interrupción por pérdida de la posesión)
señala: I. "En particular la usucapión se interrumpe cuando el poseedor es privado
de la posesión del inmueble por más de un año". Lo dispuesto dicho precepto
normativo no puede interpretarse en forma limitativa pretendiendo que únicamente
la usucapión se interrumpiría cuando el poseedor es privado de la posesión, toda
vez que, la referida norma al señalar "en particular", no expresa limitación, sino
que contiene una particularidad, es decir, una regla especial que no debe ser
confundida con las reglas generales que hacen a la interrupción.
Asimismo, corresponde puntualizar que tanto la usucapión quinquenal u ordinaria
como la usucapión decenal o extraordinaria, conocidas en doctrina como dos tipos
de la denominada prescripción adquisitiva se encuentran regulados como institutos
jurídicos en el Libro Segundo, Titulo Tercero, Sección Tercera, Sub Sección
Segunda, art. 134 al 138 del Código Civil; al respecto el art. 136 (Aplicabilidad de
las reglas sobre prescripción), determina que las disposiciones del Libro V, sobre
cómputo de causas y términos que suspenden e interrumpen la prescripción se
observan en cuento sean aplicables a la usucapión. Ahora bien dicha disposición
legal, no limita la aplicación de las normas del Libro V únicamente a la usucapión
ordinaria o quinquenal, es decir, no concurre únicamente la interrupción del
término para usucapir por causa natural o civil, es decir abandono de la posesión o
citación judicial.

P á g i n a 824 | 846
En este entendido, uno de los casos en que puede operar la interrupción de la
prescripción adquisitiva es el regulado en el art. 1505 del Código Civil que
dispone:“La prescripción se interrumpe por el reconocimiento expreso o tácito del
derecho que haga aquel contra quien el derecho pueda hacerse valer. También se
interrumpe por reanudarse el ejercicio del derecho antes de vencido el término de
la prescripción”, precepto normativo que resulta aplicable tanto a la usucapión
ordinaria o quinquenal como a la usucapión extraordinaria o decenal.
Consiguientemente el término para la usucapión también se interrumpe por el
reconocimiento expreso o tácito del derecho que haga aquel contra quien el
derecho puede hacerse valer.
Entendimiento, orientado por este Supremo Tribunal de Justicia a través del Auto
Supremo Nº 1075/2015 de 18 de Noviembre que al respecto señalo: “Corresponde
aclarar que a las acciones de usucapión también resulta aplicable la regla
establecida en el art. 1505 del Código Civil, es decir la interrupción por
reconocimiento de derecho, criterio que ya ha sido asumido en el A.S. Nº 146, de
fecha 06 de junio de 2012 donde se determinó: “Respecto a la inaplicabilidad del
art. 1505 del Código Civil corresponde puntualizar que tanto la usucapión
quinquenal u ordinaria como la usucapión decenal o extraordinaria, conocidas en
doctrina como dos tipos de la denominada prescripción adquisitiva se encuentran
regulados como institutos jurídicos en el Libro Segundo, Titulo Tercero, Sección
Tercera, Sub Sección Segunda, art. 134 al 138 del Código Civil; al respecto el art.
136 (Aplicabilidad de las reglas sobre prescripción), determina que las
disposiciones del Libro V, sobre cómputo de causas y términos que suspenden e
interrumpen la prescripción se observan en cuento sean aplicables a la usucapión.
Ahora bien dicha disposición legal, no limita la aplicación de las normas del Libro
V únicamente a la usucapión ordinaria o quinquenal como erradamente concluyó
el Tribunal de alzada, quien erróneamente interpretó que respecto a la usucapión
decenal o extraordinaria, únicamente la interrupción del término para usucapir
operaría por causa natural o civil, es decir abandono de la posesión o citación
judicial. Al respecto cabe señalar que el art. 137 del Código Civil (Interrupción
por pérdida de la posesión) señala: I. "En particular la usucapión se interrumpe
cuando el poseedor es privado de la posesión del inmueble por más de un año". Lo
dispuesto por esa norma no puede interpretarse en forma limitativa pretendiendo
que únicamente la usucapión se interrumpiría cuando el poseedor es privado de la
posesión, toda vez que, la referida norma al señalar "en particular", no expresa
limitación, sino que contiene una particularidad, es decir, una regla especial que
no debe ser confundida con las reglas generales que hacen a la interrupción.

P á g i n a 825 | 846
Establecido lo anterior, se concluye que las reglas de interrupción previstas por el
art. 1505 del Código Civil, son aplicables tanto a la usucapión ordinaria o
quinquenal como a la usucapión extraordinaria o decenal. Consiguientemente el
término para la usucapión también se interrumpe por el reconocimiento expreso o
tácito del derecho que haga aquel contra quien el derecho puede hacerse valer.”
Teniendo presente lo expuesto en cuanto a los alcances de esta norma se debe
aclarar que la primera parte de la referida norma implica el reconocimiento
expreso o tácito por parte del poseedor de la titularidad del propietario, extremo
que no ha sido demostrado en el caso en cuestión, y la segunda parte es decir, por
el ejercicio del derecho propietario antes del vencimiento de la prescripción, la
misma debe ser interpretada de manera sistemática, con las normas que rigen este
instituto de la prescripción, es decir, que el ejercicio del derecho debe estar ligado
al ejercicio del derecho propietario y para efectos interruptivos este acto debe ser
puesto a conocimiento del que se pretende opera los efectos interruptivos…”.

INTERRUPCIÓN DE LA USUCAPIÓN
Auto Supremo: 378/2017
Sucre: 12 de abril 2017
Proceso: Usucapión.
En relación a la posibilidad de interrupción del tiempo para que opere la
usucapión se expuso entre otras en el Auto Supremo No. 597/2013 de 21 de
noviembre de 2013 que: “Al margen de ello debe tomarse en cuenta que la
interrupción de la usucapión opera por dos modos, la interrupción civil y la
interrupción natural; la primera, referida a las causas que interrumpen la
prescripción en general previstas por el art. 1503 y sgtes., del Código Civil y la
segunda, cuando el poseedor es privado de la posesión del inmueble por más de un
año, presupuestos estos a los que no se acomoda la referida rectificación
administrativa. Finalmente, referir que dicha rectificación efectuada con
posterioridad al transcurso del plazo de la usucapión, de ninguna manera podría
concebirse como un acto de interrupción, pues por lógica únicamente se
interrumpe el plazo que está en curso y no el plazo ya transcurrido y operado, en
cuyo caso no correspondería la interrupción de la prescripción, sino únicamente la
renuncia a éste.
6.- Consecuentemente, cuando los jueces de instancia refieren que hubo
interrupción del transcurso del tiempo para efectos de la usucapión, tienen un
razonamiento errado, pues no se puede interrumpir algo que ya se produjo, en el
caso en cuestión, lo único que podía surtir efecto es la renuncia que pudieran
haber hecho los beneficiarios con ese transcurrir de tiempo, que no hubo ni existe,
entonces, no es posible sustentar el argumento de interrupción, pues como se dijo,
para la fecha de inicio de demanda, es más, de la citación con aquella al
demandado, estaba ya transcurrido el tiempo y operada la usucapión, por lo que
P á g i n a 826 | 846
en el proceso judicial, correspondía simplemente declarar ese aspecto, en
sujeción a lo previsto por los arts. 110 y 138 del Código Civil.
7.- Bajo esos antecedentes, estaremos de acuerdo con el actor que reclama
inadecuada valoración de la prueba, el incumplimiento de lo determinado por el
art. 1286 de la norma Sustantiva Civil en relación al art. 397 del Código de
Procedimiento Civil, en el entendido que ciertamente hubo error de derecho en la
apreciación de la prueba en su conjunto, puesto que de haber afirmado que se
cumplieron con la mayoría de los presupuestos para la procedencia de la
demanda, de manera errada concluyeron que existió interrupción, cuando hubo ya
transcurrido mucho más del tiempo requerido para la procedencia de la demanda
de usucapión decenal o extraordinaria, aclarando que para ser válida la
interrupción debe haberse producido en el transcurso de los diez años y no luego,
como en el caso.”
El tratadista Arturo Alessandri en su obra Tratado de los Derechos Reales que
señala respecto a la interrupción de la prescripción: “La prescripción adquisitiva
supone la posesión prolongada de la cosa por todo el tiempo señalado por la ley y
la inacción del propietario, su no reclamación oportuna. Si uno de estos elementos
llega a faltar, la prescripción se interrumpe: si se pierde la posesión de la cosa, la
interrupción es natural; si cesa la inactividad del dueño, si éste reclama
judicialmente su derecho, la interrupción es civil”. La interrupción natural es el
acaecimiento de un hecho que consigue se pierda la posesión de la cosa; en cambio
la interrupción civil, la que nos interesa, es toda acción del propietario de la cosa
que pretende judicialmente amparar su derecho, es la manifestación de la voluntad
de restablecer el derecho de titularidad de la cosa, de conservarla y no abandonarla;
figura normada en el art. 1503 parágrafo I del Código Civil.

INTERRUPCION POR CITACION JUDICIAL O MORA


Auto Supremo: 602/2016
Sucre: 09 de junio 2016
Proceso: Mejor derecho propietario, Reivindicación, Desocupación y entrega de
inmueble, inexistencia de derecho propietario, pago de daños y perjuicios.
En el Auto Supremo No. 220/2012, de 23 de julio de 2012 se razonó respecto al
art. 1503 del Código Civil, que dispone: " La prescripción se interrumpe por una
demanda judicial, un decreto o un acto de embargo notificados a quien se quiere
impedir que prescriba, aunque el juez sea incompetente". Recurriendo al criterio
del Autor Luis Moisset de Espanés, “…señala que uno de los problemas más
serios que se presentan en la doctrina y la jurisprudencia es el relativo al alcance
y valor que debe darse al vocablo demanda. Para unos la demanda judicial a que
hace referencia la norma y que interrumpe la prescripción no puede ser otra que
la demanda tendiente al cobro de la acreencia, sin embargo, otros autores
consideran que la palabra demanda, en un sentido más amplio, comprende todas
aquellas peticiones judiciales que importen una manifestación de la voluntad del
P á g i n a 827 | 846
acreedor de mantener vivo su derecho, en ese sentido, el citado autor, anotando el
criterio expuesto por la Corte Suprema de la Provincia de Buenos Aires, apunta
que: "el término "demanda", no debe tomarse a la letra, y no excluye otros actos
igualmente formales y demostrativos de la intención del acreedor de no
permanecer en inactividad o silencio para el cobro de su crédito".
En resumen. Podemos señalar que todo acto jurídico procesal que denote una
manifestación de voluntad que acredite en forma auténtica que el acreedor no ha
abandonado su crédito y que su propósito es no dejarlo perder, pudiera
encontrarse inmerso dentro el término "demanda" y pudiera generar el efecto
interruptivo previsto en el citado art. 1503 del Código Civil. Siendo en
consecuencia tres los requisitos esenciales que el acto jurídico procesal debería
reunir para que interrumpa la prescripción: 1) ser deducido ante un órgano
jurisdiccional; 2) demostrar inequívocamente la voluntad del acreedor de lograr el
cumplimiento de la obligación; 3) ser notificado a quien se quiere impedir que
prescriba.”
“Siendo la verdad material uno de los principios en que se funda la jurisdicción
ordinaria, reconocido por el art. 180-I de la Constitución Política del Estado, debe
tenerse en cuenta que el acto preparatorio que reúna esos requisitos, de manera
inequívoca pone de manifiesto la intención del acreedor de no abandonar o
renunciar al ejercicio de su derecho, toda vez que es precisamente la inacción o
abandono del ejercicio del derecho lo que da lugar a la prescripción, y cuando el
interesado deduce un acto jurídico procesal que encierra los tres requisitos
anotados anteriormente, pone de manifiesto su intención de ejercitar su derecho y
no abandonarlo, aunque no lo haga a través de una demanda dirigida a ejercitar
el derecho directamente, sino a preparar la demanda, pero con el mismo fin, cual
es el de ejercitar el derecho subjetivo, dejando saber a su deudor expresamente
que esa es su intención.”
La doctrina establece dos presupuestos para la prescripción, al respecto Díez-
Picazzo y Gullón (Instituciones del Derecho Civil, Vol. I/1, pág. 282) señala
que: “Pero el transcurso fijado en ley no es suficiente para perfilar la
prescripción. Es uno de sus dos presupuestos. El otro lo constituye la falta de
ejercicio del derecho.
La falta de ejercicio del derecho es la inercia o la inactividad del titular ante su
lesión (p. ej., acreedor que no reclama el pago de la deuda, propietario que no
impide que un tercero usufructúe su finca). No obstante, esta falta de ejercicio
debe ir unida a una falta de reconocimiento del derecho por parte del deudor o
sujeto pasivo de la pretensión que contra él se tiene.”
En virtud a lo expuesto, la prescripción para surtir el efecto extintivo del derecho
debe transcurrir el tiempo determinado en ley, unido a la inactividad del titular
ante el incumplimiento de la obligación, y la ausencia de reconocimiento del
P á g i n a 828 | 846
derecho por parte del deudor, conforme establece los arts. 1492 y 1493 del Código
Civil.
Teniendo la prescripción como base la inercia o inactividad del derecho, es lógico
que el reclamo del derecho imposibilite su acaecimiento, interrumpiendo la
prescripción, reponiendo el tiempo establecido debiendo contarse nuevamente por
completo, que puede permitir, interrupción de por medio, la duración de un
derecho indefinidamente, conforme señala el art. 1506 de la norma Sustantiva
Civil.
El art. 1503 del Código Civil señala: “I. La prescripción se interrumpe por una
demanda judicial, un decreto o un acto de embargo notificados a quien se quiere
impedir que prescriba, aunque el Juez sea incompetente.
II. La prescripción se interrumpe también por cualquier otro acto que sirva para
constituir en mora al deudor”. En tal caso, la norma presenta dos escenarios de
interrupción vía judicial y extrajudicial. La primera mediante actos desarrollados
ante tribunales jurisdiccionales, aun incompetentes, y la otra, es oponer un acto que
sirva para constituir en mora al deudor.
Ricardo J. Papaño, Claudio M. Kiper, Gregorio A. Dillon, Jorge R. Causse en su
Obra Derechos Reales y Guillermo Borda, en su libro Tratado de Derecho Civil,
Derechos Reales I, teorizan sobre la interrupción de la prescripción y establecen
que: “…la interrupción significa una prescripción no cumplida, porque desde el
momento en que el término legal ha transcurrido íntegramente, se produce ipso
jure la adquisición del dominio y la prescripción ha consumado todos sus efectos.”
(G. Borda); en ese mismo sentido se indica “…la interrupción de la prescripción
actúa directamente sobre el elemento posesión (y no sobre el tiempo, como la
suspensión), y priva a ésta del quinto requisito necesario para usucapir: la
interrupción. Como consecuencia de ello, el efecto de la interrupción es eliminar
totalmente, como si no hubiera existido, la posesión anterior. Lo expuesto
significa, obviamente, que para que la interrupción tenga lugar no debe haberse
cumplido el término de la prescripción.” (Papaño, Kiper, Dillon y Causse).
De lo manifestado se concluye que la interrupción de la prescripción únicamente es
posible cuando el término de la misma (prescripción) está en curso, de ninguna
manera resulta correcto afirmar que la prescripción ya operada pueda ser
interrumpida, por actos posteriores a su consolidación.

INTERRUPCION POR CITACION JUDICIAL Y MORA


Auto Supremo: 422/2016
Sucre: 28 de abril 2016
Proceso: Mejor derecho, reivindicación y pago de daños y perjuicios
Respecto a la interrupción del tiempo en su transcurso para que opere la usucapión,
se señaló en el Auto Supremo No. 597/2013 de 21 de noviembre que: “… debe
P á g i n a 829 | 846
tomarse en cuenta que la interrupción de la usucapión opera por dos modos, la
interrupción civil y la interrupción natural; la primera, referida a las causas que
interrumpen la prescripción en general previstas por el art. 1503 y sgtes., del
Código Civil y la segunda, cuando el poseedor es privado de la posesión del
inmueble por más de un año, presupuestos estos a los que no se acomoda la
referida rectificación administrativa”
Respecto a la omisión de considerar la integralidad de las pruebas que supone
entre otros la vulneración de la verdad material siendo ella fundamental como uno
de los principios procesales de la administración de justicia actual, la Sentencia
Constitucional Plurinacional 0210/2010 de 24 de mayo, señaló: “El art. 180 de la
CPE, prevé los principios procesales de la jurisdicción ordinaria, entre ellos el
principio de eficacia, que supone el cumplimiento de las disposiciones legales y
que los procedimientos deben lograr su finalidad, removiendo, de oficio, los
obstáculos puramente formales, sin demoras innecesarias; este principio está
íntimamente vinculado con la prevalencia del derecho sustancial respecto al
formal y el principio de verdad material; el principio de eficiencia por el que se
pretende mayor certeza en las resoluciones y que las personas puedan obtener un
oportuno reconocimiento de sus derechos a través de la ejecución de las
resoluciones judiciales, y el principio de verdad material que buscará por todos
los medios la verdad pura”.

INTERVENCIÓN DEL MINISTERIO PÚBLICO EN LA FUNDACIONES


Auto Supremo: 1103/2016
Sucre: 23 de septiembre 2016
Proceso: Usucapión
Sobre la participación del Ministerio Pública como fiscalizador en las fundaciones,
corresponde citar jurisprudencia constitucional, al respecto se cita la Sentencia
Constitucional Nº 0063/2004 de 7 de julio en ella se indicó lo siguiente: “III…. En
el marco de las normas previstas por los arts. 124 de la Constitución y 14 de la
LOMP, el art. 70 del CC, asigna al Ministerio Público, la función de ejercer
vigilancia sobre las fundaciones, las que, según define el art. 67 del CC, tiene por
objeto afectar bienes, por la voluntad de una o más personas, a un fin especial no
lucrativo. De las normas legales citadas, se infiere que el Ministerio Público, como
parte de su función de defender los intereses del Estado y la Sociedad, ejerce
vigilancia sobre las Fundaciones, lo que significa que desarrolla una labor
orientada a velar porque dichas organizaciones desarrollen sus funciones y
actividades en el marco del ordenamiento jurídico del Estado, cumpliendo los fines
y objetivos para los que fueron creadas, asimismo, velar porque los bienes
P á g i n a 830 | 846
afectados a los fines y objetivos definidos en los documentos constitutivos y los
estatutos de la Fundación no sean destinados a otros fines, en suma cuidar los
intereses del Estado y la sociedad con relación a las Fundaciones. Se entiende que
la función de vigilancia que le asigna el Código Civil al Ministerio Público, con
relación a las Fundaciones, lleva implícita la competencia del representante del
Ministerio Público, en este caso concreto del Fiscal de Distrito, de adoptar las
medidas necesarias y convenientes, acudiendo en su caso a las autoridades
jurisdiccionales, para preservar los bienes afectados fines y objetivos de la
Fundación, en aquellos casos en los que constate o tenga evidencias de que, los
administradores de la Fundación estuviesen desviando o destinando dichos bienes
a otros fines, o, en su caso, pongan en peligro la existencia de dichos bienes, o la
propia Fundación…
III.2.2. Con relación a la supuesta derogación del art. 70 del CC por la Ley
Orgánica del Ministerio Público, ello no es evidente; por cuanto dicha Ley no la
deroga expresa ni tácitamente. En efecto, La Disposición Final Cuarta de la
referida Ley dispone: “Queda derogada la Ley del Ministerio Público N° 1469 de
19 de febrero de 1993”, no contiene ninguna otra derogación, menos aún del art.
70 del CC, por lo que no existe una derogación expresa; tampoco existe la
derogación tácita, que se produce cuando una disposición legal anterior es
contraria a la nueva Ley, lo que no sucede con la norma prevista por el art. 70 del
CC, toda vez que no es contradictoria a las disposiciones contenidas por la Ley
Orgánica del Ministerio Público, al contrario es concordante con lo previsto en su
art. 14.1).
Finalmente, no es evidente de que las modificaciones efectuadas, mediante la
Disposición Final Quinta de la LOMP, a los arts. 127.I y 779 del CPC, constituya
una modificación o derogación del art. 70 del CC, pues las normas modificadas
son procesales o adjetivas y regulan la intervención del Ministerio Público en los
procesos judiciales en materia civil, en cambio la norma prevista por el art. 70 del
CC es sustantiva, que otorga una función al Ministerio Público.
De lo referido se concluye definitivamente que el Fiscal recurrido tiene
competencia para ejercer vigilancia sobre la Fundación “Ramón Darío Gutiérrez
Jiménez”, a la que representa el recurrente...”, el criterio descrito en la Sentencia
respecto a la función del Ministerio Público de defender los intereses de la
sociedad se mantiene en el art. 225 de la Constitución Política del Estado, que
señala: “I. El Ministerio Público defenderá la legalidad y los intereses generales
de la sociedad, y ejercerá la acción penal pública. El Ministerio Público tiene
autonomía funcional, administrativa y financiera…” y en el art. 3 de la ley Nº 260
del Ministerio Público.
P á g i n a 831 | 846
INTERVERSIÓN DEL TÍTULO
Auto Supremo: 157/2017
Sucre: 20 de febrero 2017
Proceso: Usucapión decenal o extraordinaria.
En el Auto Supremo Nº 655/2016 de 15 de junio, se ha razonado lo siguiente:
“…este Tribunal emitió el A.S. Nº 209/2016 de 11 de marzo, en el entendido de
que: “…la teoría de la interversión del título” la actora no ha demostrado con
prueba idónea cuando su título de detentadora ha cambiado al de poseedora como
se dijo anteriormente para demostrar el transcurso efectivo del tiempo para la
pretensión de usucapión decenal, más aún si ha reconocido el derecho propietario
sobre el bien inmueble motivo de litigio al firmar un acuerdo transaccional con el
propietario, al respecto es clara la norma alegada como vulnerada, es decir el art.
89 del Código Civil "Quien comenzó siendo detentador no puede adquirir la
posesión mientras su título no se cambie, sea por causa proveniente de un tercero o
por su propia oposición frente al poseedor por cuenta de quien detentaba la cosa
alegando un derecho real. Esto se aplica también a los sucesores a título universal"
(…) La citada disposición expresa en su primera parte el principio general de que
nadie puede cambiar por sí mismo la causa de la posesión (nemo ipse sibi causam
possessionis mutare potest). Sin embargo, la norma citada no tiene un carácter
absoluto, por el contrario ella misma prevé los supuestos en que opera el cambio de
detentador a poseedor, identificando estos: 1) por causa proveniente de un tercero;
2) por propia oposición frente al poseedor por cuenta de quien detentaba la cosa. Al
respecto Ripert nombrado por Gonzalo Castellanos Trigo en su libro "Posesión,
Usucapión y reivindicación señala: "...que el tenedor puede transformarse en
poseedor verdadero y detentar la cosa de un modo útil. Esta transformación no
resulta un simple cambio de voluntad de parte del detentador, por lo que debe
abandonar su título primitivo con hechos; por lo que debe operar un reemplazo de
la posesión precaria por una posesión verdadera. Esa interversión tiene lugar de dos
maneras: 1º. Por una causa que proviene de un tercero y 2º. Por una contradicción a
los derechos del propietario". O como señala el autor Néstor Jorge Musto, en su
obra Derechos Reales: "Para que exista interversión del título, no bastan las
simples manifestaciones de voluntad, (...), sino que la actitud debe consistir en
hechos exteriores que impliquen una verdadera contradicción a los derechos del
propietario, un verdadero alzamiento contra su derecho, que puede revestir la
forma judicial, aunque no es necesario que se plantee un litigio, o actos de fuerza
que impidan al propietario el ejercicio de su derecho. Estos actos, por lo tanto,
deben revestir un carácter ostensible e inequívoco para tener la consecuencia que la
introversión apareja, cual es la de convertir la tenencia en posesión". Razonamiento
reiterado en el Auto Supremo Nº 727/2016 de 28 de junio, en donde además se ha
agregado que: “…Lo manifestado demuestra que la interversión, que hace
referencia a la inversión o cambio de la tenencia en posesión, debe manifestarse
por actos contundentes que revistan carácter ostensible e inequívoco…”.
P á g i n a 832 | 846
INTERVERSIÓN DEL TÍTULO
Auto Supremo: 225/2017
Sucre: 08 de marzo 2017
Proceso: Usucapión.
Sobre la interversión del título este Tribunal ha emitido el Auto Supremo Nº 727 de
28 de junio de 2016, en ella se ha explicado lo siguiente:“Para el caso del recurso
de casación en la forma, en temas similares, el Tribunal Supremo de Justicia, ha
emitido criterio jurisprudencial en diversos Autos Supremos, entre los que se tiene
el Nº 351/2013 de 15 de julio de 2013, estableciendo que: “…en todo caso, si esa
fundamentación no le parecía clara o se entendía insuficiente, el demandado debió
hacer uso del derecho que le asiste el art. 239 del Código de Procedimiento Civil,
que concordante con el art. 196 del mismo compilado normativo tiene por objeto:
“…corregir cualquier error material, aclarar algún concepto oscuro sin alterar lo
sustancial, y suplir cualquier omisión en que se hubiere incurrido sobre alguna de
las pretensiones deducidas y discutidas en litigio”, en contrario, no activó este
medio para exigir al Ad quem la aclaración o complementación de los
fundamentos de la resolución objetada.”, así mismo en el Auto Supremo signado
con el Nº 422/2014, señaló que: “Al margen de lo anterior, si la hoy recurrente
consideraba que esa situación era irregular, es decir pronunciamiento
incoherente, en sujeción a lo establecido por el art. 196-2) del Código de
Procedimiento Civil, se encontraba facultada a solicitar aclaración a fin de contar
con la explicación correspondiente, empero de la revisión de actuados, la emisión
de la Sentencia y su notificación a fs. 503, no se evidencia petitorio alguno en
tiempo oportuno, tendiente a aclarar su cuestionamiento, sino la formulación de
recurso de apelación de manera directa, consecuentemente su derecho habría
precluído.”
Para el recurso de casación en el fondo, debemos tomar muy en cuenta la doctrina
de la “INTERVERSION DEL TITULO”, en ese entendido diremos que nuestra
jurisprudencia empezó aplicar dicha teoría desde lo dispuesto en el Auto Supremo
No. 567/2014 de fecha 9 de octubre, donde se otorgó los lineamientos generales
sobro dicha teoría; ahora acotando a lo ya descrito en dicha resolución se tiene
que, La doctrina ha destacado en todos los casos que se verifica la interversión del
título o alzamiento contra la causa, cuando mediante actos ostensibles y exteriores
existe una rebelión que logra consumarse logrando el cometido que se pretende,
que no es otro de privar de la posesión a aquel en cuyo nombre se estaba
poseyendo.
La posesión como hecho, según se ejerza sobre muebles o inmuebles, reconoce
variaciones en cuanto a los vicios que pueden afectarla, pero hay uno, el abuso de
confianza que es común en ambos supuestos, aunque regulado en distintas normas
y ello acontece cuando un tenedor, que por ley está obligado a restituir la cosa que
detenta, se rehúsa a hacerlo, se alza contra la causa detentionis y pasa a poseer en

P á g i n a 833 | 846
su nombre, excluyendo y privando de la posesión al que le había entregado la
cosa.
Al respecto la jurisprudencia argentina estableció que, no basta la mera
detentación de la cosa, pues lo contrario importaría confundir ocupación con
posesión De allí que sea exigible una prueba categórica sobre el comienzo de la
posesión animus domini que acredite la interversión del título, pues ser tenido por
propietario es sólo fama y no un hecho posesorio. La ineficacia de la voluntad del
poseedor se refiere tanto al proceso interno, que desde luego es ajeno al derecho,
como también a los propios actos exteriores, por positivos y claros que fueren; es
indispensable un alzamiento contra la causa en condiciones tales que el detentador
prive de la posesión a la persona en cuyo nombre la ejercía. Es decir, se requiere
una interversión del título que equivaldría para el poseedor a nombre ajeno una
nueva causa susceptible de transformarlo en poseedor en cuenta propia.
La jurisprudencia argentina refiere además: para que sea posible la interversión
del título de la posesión es menester que la voluntad en ese sentido se exteriorice
por actos que no dejen la más mínima duda. Por ello, el art. 1622 Del Código Civil
no excluye la interversión del título, pero para ello no basta el cambio interno de
la voluntad ni siquiera su exteriorización por simples actos unilaterales. Se
requiere que el cambio se produzca mediando conformidad del propietario o actos
exteriores suficientes de contradicción de su derecho.
El autor Atilio Alterini doctrinario argentino, ha destacado que, la mera voluntad
del tenedor no es suficiente para la interversión (cfr. art. 2353, Cód. Civ.), va de
suyo que sería inconcebible la eficacia de la mera voluntad interna, pero tampoco
basta que la voluntad se manifieste, ya que la posesión subsiste, aun cuando el que
poseía a nombre del poseedor, manifestare la voluntad de poseer, manifestare la
voluntad de poseer a nombre suyo. Es menester que existan actos exteriores que
reflejan la voluntad del tenedor de provocar la pérdida de la posesión, pero sólo
cuando sus actos producen ese efecto.
Para que se produzca la interversión de título de tenedor en poseedor se requiere
que se presente alguno de los supuestos contemplados por la ley para la pérdida
de la posesión por quien poseía y la realización por quien era tenedor de actos
posesorios que desplacen al anterior.
Así, la mera declaración de voluntad o la mera intención no bastan para cambiar
la causa de la posesión, ya que la interversión del título sólo se produce por actos
exteriores que priven al poseedor de disponer de la cosa -art. 2458, Cód.Civil- , es
decir actos incompatibles con la primitiva causa possessionis.
En cambio nuestra jurisprudencia y doctrina respecto al tema establece que
cuando una persona posee por sí misma o por otra un derecho propio se llama
simplemente poseedor y cuando dicha posesión la ejerce en nombre de otra
persona o respetando el derecho de otra persona se llama simplemente detentador
de la cosa; es decir, que conforme a la segunda parte de la norma en estudio (art.
87 y sgtes.) una persona posee por sí misma o por medio de otra que tiene la
detentación de la cosa; por lo tanto, una cosa es la posesión y otra la detentación
P á g i n a 834 | 846
de la cosa, normalmente el propietario es el que ejerce personalmente la posesión
y extraordinariamente otra en su nombre (inquilino, anticresista, usufructuario,
etc.). El profesor Gerardo Ramón Romero Fernández en su obra “Derechos
Reales en la Legislación.” indica que "la cuestión tiene particular importancia en
materia de usucapión, porque el término de la prescripción empieza a correr
recién desde el momento en que la interversión o cambio de título se ha manifes-
tado por actos externos que demuestran inequívocamente la voluntad de poseer
para sí como todo un propietario y no como un simple detentador."
Al respecto, nuestra doctrina, también señala que no es fácil cambiar o
transformar la simple detentación en posesión, para eso en primer lugar el
propietario de la cosa debe perder la posesión y la misma se pierde cuando se
abandona la cosa, por cesión realizada a otro por título oneroso o gratuito.
También, puede perderse la posesión por destrucción o pérdida total y finalmente,
por la posesión de otro, aun contra la voluntad del antiguo poseedor, si la nueva
posesión hubiese durado un tiempo prolongado (considero más de un año).
Sobre este punto el profesor Ripert señala que "la precariedad, que impide al
detentador ser poseedor, no es sin embargo indeleble. El tenedor puede transfor-
mar en poseedor verdadero y detentar la cosa de un modo útil en adelante. Esta
transformación no resulta un simple cambio de voluntad de parte del detentador;
por lo que debe abandonar su título primitivo con hechos; por lo que debe operar
un reemplazo de la posesión precaria por una posesión verdadera. Esa
intervención tiene lugar de dos maneras: 1º. Por una causa que proviene de un
tercero y 2º. Por una contradicción a los derechos del propietario".
Efectivamente nuestro Código Civil no regula en una norma expresa por las cuales
e pueden provocar la interversión del título, pero la doctrina casi monocorde en la
materia las ha clasificado según que los actos exteriorizantes sean jurídicos,
judiciales o extrajudiciales, siendo su común denominador que ellos importen una
manifiesta rebelión contra el poseedor a nombre de quien se tiene la cosa; sin
embargo nuestra legislación precisa: "Quién comenzó siendo detentador no puede
adquirir la posesión mientras su título no se cambie, sea por causa proveniente de
un tercero o por su propia oposición frente al poseedor por cuenta de quien
detentaba la cosa alegando un derecho real. Esto se aplica también a los sucesores
a título universal" (art. 89 del Código Civil)”

INTERVERSIÓN DEL TÍTULO


Auto Supremo: 269/2017
Sucre: 09 de marzo 2017
Proceso: Nulidad de documentos, reducción de anticipo de legítima, división de
bienes, más pago de daños y perjuicios.
En el Auto Supremo Nº 655/2016 de 15 de junio, se ha razonado lo
siguiente: “…este Tribunal emitió el A.S. Nº 209/2016 de 11 de marzo, en el
entendido de que: “…la teoría de la interversión del título” la actora no ha
demostrado con prueba idónea cuando su título de detentadora ha cambiado al de
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poseedora como se dijo anteriormente para demostrar el transcurso efectivo del
tiempo para la pretensión de usucapión decenal, más aún si ha reconocido el
derecho propietario sobre el bien inmueble motivo de litigio al firmar un acuerdo
transaccional con el propietario, al respecto es clara la norma alegada como
vulnerada, es decir el art. 89 del Código Civil "Quien comenzó siendo detentador
no puede adquirir la posesión mientras su título no se cambie, sea por causa
proveniente de un tercero o por su propia oposición frente al poseedor por cuenta
de quien detentaba la cosa alegando un derecho real. Esto se aplica también a los
sucesores a título universal" (…) La citada disposición expresa en su primera
parte el principio general de que nadie puede cambiar por sí mismo la causa de la
posesión (nemo ipse sibi causam possessionis mutare potest). Sin embargo, la
norma citada no tiene un carácter absoluto, por el contrario ella misma prevé los
supuestos en que opera el cambio de detentador a poseedor, identificando estos: 1)
por causa proveniente de un tercero; 2) por propia oposición frente al poseedor
por cuenta de quien detentaba la cosa. Al respecto Ripert nombrado por Gonzalo
Castellanos Trigo en su libro "Posesión, Usucapión y reivindicación señala:
"...que el tenedor puede transformarse en poseedor verdadero y detentar la cosa de
un modo útil. Esta transformación no resulta un simple cambio de voluntad de
parte del detentador, por lo que debe abandonar su título primitivo con hechos;
por lo que debe operar un reemplazo de la posesión precaria por una posesión
verdadera. Esa interversión tiene lugar de dos maneras: 1º. Por una causa que
proviene de un tercero y 2º. Por una contradicción a los derechos del propietario".
O como señala el autor Néstor Jorge Musto, en su obra Derechos Reales: "Para
que exista interversión del título, no bastan las simples manifestaciones de
voluntad, (...), sino que la actitud debe consistir en hechos exteriores que
impliquen una verdadera contradicción a los derechos del propietario, un
verdadero alzamiento contra su derecho, que puede revestir la forma judicial,
aunque no es necesario que se plantee un litigio, o actos de fuerza que impidan al
propietario el ejercicio de su derecho. Estos actos, por lo tanto, deben revestir un
carácter ostensible e inequívoco para tener la consecuencia que la introversión
apareja, cual es la de convertir la tenencia en posesión". Razonamiento reiterado
en el Auto Supremo Nº 727/2016 de 28 de junio, en donde además se ha agregado
que: “…Lo manifestado demuestra que la interversión, que hace referencia a la
inversión o cambio de la tenencia en posesión, debe manifestarse por actos
contundentes que revistan carácter ostensible e inequívoco…”.

INTERVERSIÓN DEL TITULO


Auto Supremo: 655/2016
Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Usucapión Decenal.
También corresponde describir la teoría de la “interversión del título” que podrá
sustentar los fundamentos del presente fallo y absolver las acusaciones de los

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recurrents, así se dirá que este Tribunal emitió el A.S. Nº 209/2016 de 11 de marzo,
en el entendido de que: “…la teoría de la interversión del título” la actora no ha
demostrado con prueba idónea cuando su título de detentadora ha cambiado al de
poseedora como se dijo anteriormente para demostrar el transcurso efectivo del
tiempo para la pretensión de usucapión decenal, más aún si ha reconocido el
derecho propietario sobre el bien inmueble motivo de litigio al firmar un acuerdo
transaccional con el propietario, al respecto es clara la norma alegada como
vulnerada, es decir el art. 89 del Código Civil "Quien comenzó siendo detentador
no puede adquirir la posesión mientras su título no se cambie, sea por causa
proveniente de un tercero o por su propia oposición frente al poseedor por cuenta
de quien detentaba la cosa alegando un derecho real. Esto se aplica también a los
sucesores a título universal" (…) La citada disposición expresa en su primera
parte el principio general de que nadie puede cambiar por sí mismo la causa de la
posesión (nemo ipse sibi causam possessionis mutare potest). Sin embargo, la
norma citada no tiene un carácter absoluto, por el contrario ella misma prevé los
supuestos en que opera el cambio de detentador a poseedor, identificando estos: 1)
por causa proveniente de un tercero; 2) por propia oposición frente al poseedor
por cuenta de quien detentaba la cosa. Al respecto Ripert nombrado por Gonzalo
Castellanos Trigo en su libro "Posesión, Usucapión y reivindicación señala:
"...que el tenedor puede transformarse en poseedor verdadero y detentar la cosa de
un modo útil. Esta transformación no resulta un simple cambio de voluntad de
parte del detentador, por lo que debe abandonar su título primitivo con hechos;
por lo que debe operar un reemplazo de la posesión precaria por una posesión
verdadera. Esa interversión tiene lugar de dos maneras: 1º. Por una causa que
proviene de un tercero y 2º. Por una contradicción a los derechos del propietario".
O como señala el autor Néstor Jorge Musto, en su obra Derechos Reales: "Para
que exista interversión del título, no bastan las simples manifestaciones de
voluntad, (...), sino que la actitud debe consistir en hechos exteriores que
impliquen una verdadera contradicción a los derechos del propietario, un
verdadero alzamiento contra su derecho, que puede revestir la forma judicial,
aunque no es necesario que se plantee un litigio, o actos de fuerza que impidan al
propietario el ejercicio de su derecho. Estos actos, por lo tanto, deben revestir un
carácter ostensible e inequívoco para tener la consecuencia que la introversión
apareja, cual es la de convertir la tenencia en posesión".

INTERVERSIÓN
Auto Supremo: 655/2016

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Sucre: 15 de junio 2016
Proceso: Usucapión Decenal.
También corresponde describir la teoría de la “interversión del título” que podrá
sustentar los fundamentos del presente fallo y absolver las acusaciones de los
recurrents, así se dirá que este Tribunal emitió el A.S. Nº 209/2016 de 11 de marzo,
en el entendido de que: “…la teoría de la interversión del título” la actora no ha
demostrado con prueba idónea cuando su título de detentadora ha cambiado al de
poseedora como se dijo anteriormente para demostrar el transcurso efectivo del
tiempo para la pretensión de usucapión decenal, más aún si ha reconocido el
derecho propietario sobre el bien inmueble motivo de litigio al firmar un acuerdo
transaccional con el propietario, al respecto es clara la norma alegada como
vulnerada, es decir el art. 89 del Código Civil "Quien comenzó siendo detentador
no puede adquirir la posesión mientras su título no se cambie, sea por causa
proveniente de un tercero o por su propia oposición frente al poseedor por cuenta
de quien detentaba la cosa alegando un derecho real. Esto se aplica también a los
sucesores a título universal" (…) La citada disposición expresa en su primera
parte el principio general de que nadie puede cambiar por sí mismo la causa de la
posesión (nemo ipse sibi causam possessionis mutare potest). Sin embargo, la
norma citada no tiene un carácter absoluto, por el contrario ella misma prevé los
supuestos en que opera el cambio de detentador a poseedor, identificando estos: 1)
por causa proveniente de un tercero; 2) por propia oposición frente al poseedor
por cuenta de quien detentaba la cosa. Al respecto Ripert nombrado por Gonzalo
Castellanos Trigo en su libro "Posesión, Usucapión y reivindicación señala:
"...que el tenedor puede transformarse en poseedor verdadero y detentar la cosa de
un modo útil. Esta transformación no resulta un simple cambio de voluntad de
parte del detentador, por lo que debe abandonar su título primitivo con hechos;
por lo que debe operar un reemplazo de la posesión precaria por una posesión
verdadera. Esa interversión tiene lugar de dos maneras: 1º. Por una causa que
proviene de un tercero y 2º. Por una contradicción a los derechos del propietario".
O como señala el autor Néstor Jorge Musto, en su obra Derechos Reales: "Para
que exista interversión del título, no bastan las simples manifestaciones de
voluntad, (...), sino que la actitud debe consistir en hechos exteriores que
impliquen una verdadera contradicción a los derechos del propietario, un
verdadero alzamiento contra su derecho, que puede revestir la forma judicial,
aunque no es necesario que se plantee un litigio, o actos de fuerza que impidan al
propietario el ejercicio de su derecho. Estos actos, por lo tanto, deben revestir un
carácter ostensible e inequívoco para tener la consecuencia que la introversión
apareja, cual es la de convertir la tenencia en posesión".
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INVIABILIDAD DEL RECURSO DE CASACIÓN CONTRA
RESOLUCIONES DICTADAS EN EJECUCIÓN DE SENTENCIA
Auto Supremo: 1112/2016
Sucre: 23 de septiembre 2016
Proceso: Usucapión Decenal
Sobre el tópico el AS Nº 499/2013 de fecha 30 de septiembre, ha orientado en
sentido que: “Cuando se habla de sentencia ejecutoriada, estamos frente a la
existencia de cosa juzgada y dentro de ese contexto el Ex Tribunal Constitucional
en sus reiterados fallos ha establecido que los efectos y alcances de la cosa
juzgada se manifiesta bajo una doble perspectiva: formal y material. Por regla
general, la característica o efecto de la cosa juzgada formal es la de su
ininpugnabilidad o firmeza; produce este efecto cualquier resolución firme o lo
que es lo mismo, cuando frente a ella no existe otro recurso previsto en la ley o
cuando haya transcurrido el plazo para recurrir de la Resolución o se haya
desistido del recurso; la excepción a la regla de inimpugnabilidad del fallo, solo se
presenta cuando existe de por medio una lesión al contenido esencial de un
derecho fundamental, caso en el cual la sentencia puede ser revisada en la
jurisdicción constitucional.
En tanto que, la cosa juzgada desde su vertiente material, despliega su eficacia
frente a los otros órganos judiciales o administrativos, lleva un mandato implícito
de no conocer lo ya resuelto, impidiendo con ello la apertura de otros procesos
nuevos sobre el mismo asunto, tiene como finalidad alcanzar la paz jurídica,
evitando de un lado, que la contienda se prolongue indefinidamente y de otro, que
sobre la misma cuestión puedan recaer resoluciones contradictorias, lesionando la
seguridad jurídica procesal; ese efecto solo producen las decisiones firmes sobre
el fondo del asunto; al respecto se tienen las SSCC. Nº 29/02-R; 324/05-R.;
1169/2010-R entre otras.
Por otra parte, es oportuno referirse a las impugnaciones contra resoluciones
dictadas en ejecución de sentencia; en ese entendido diremos que en el pasado la
Ex Corte Suprema de Justicia inicialmente por vía jurisprudencial, de manera
excepcional y restrictiva determinó la procedencia del recurso de casación contra
resoluciones dictadas en ejecución de sentencia cuando no se cumplían las
sentencias en su verdadera dimensión, o sea, cuando los jueces se excedían o
restringían la ejecución de lo determinado en sentencia ejecutoriada, sustentando
esa posición en la preservación de la cosa juzgada y que en el fondo se orientaba a
resguardar el derecho a la seguridad jurídica; sobre el particular se tienen los

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A.S. Nº 90 del 25 de marzo de 1987 y 189 de 12 de julio de 1988; ello seguramente
debido a la época en que fue emitida la jurisprudencia referida, ya que la Ex Corte
Suprema como Máximo Tribunal de Justicia, en aquel tiempo aún ejercía el
control de constitucionalidad asumiendo la tesis negativa con relación a la
procedencia del amparo constitucional contra decisiones judiciales ejecutoriadas.
Sin embargo, a partir del año 2000, cuando ya ejercía jurisdicción el Tribunal
Constitucional, la Ex Corte Suprema de Justicia cambió de jurisprudencia y a
través de los A.S. Nº 34 de 29 de enero de 2002; 009 y 032 del 07 y 17 de febrero
de 2003 entre otros respectivamente, realizando una interpretación sistematizada y
concordada de las normas previstas en los arts. 213 parágrafo II, 262, 514 y 518
del Código de Procedimiento Civil, art. 26 de la Ley Nº 1760 y arts. 31 y 228 de la
Constitución Política del Estado vigente en aquel tiempo y actualmente abrogada,
retomó la doctrina legal procesal estableciendo definitivamente
la improcedencia del recurso de casación contra Autos dictados en ejecución de
sentencia. En ese mismo sentido, el Tribunal Constitucional estableció la línea
jurisprudencial contenida en la SC. 0493/2004-R de 31 de marzo determinando la
improcedencia del recurso de casación contra Resoluciones emitidas en ejecución
de sentencia, posición reiterada en la SC. 1468/2004 entre otras.”

INVIABILIDAD PARA INTERPONER RECURSO DE CASACIÓN


CONTRA LAS RESOLUCIONES DICTADAS EN EJECUCIÓN DE
SENTENCIA
Auto Supremo: 904/2016
Sucre: 27 de julio 2016
Proceso: Ejecución forzosa de acuerdo conciliatorio
Sobre el tema en cuestión, preliminarmente corresponde señalar que, si bien el
principio de impugnación se configura, como principio regulador para los recursos
consagrados por las leyes procesales con la finalidad de corregir, modificar,
revocar o anular los actos y resoluciones judiciales que ocasionen agravios a alguna
de las partes, por principio todo acto jurisdiccional es impugnable, sin embargo no
es menos evidente, que ese derecho no es absoluto para todos los proceso e
instancias, debido a que este se encuentra limitado, por la misma ley, ya sea, por el
tipo de proceso, por la clase de resolución tomando en cuenta la trascendencia de la
decisión, sin que ello implique afectar el derecho de las partes, sino de la búsqueda
de una mayor celeridad en las causas que se tramitan.
Al respecto el art. 518 del Código de Procedimiento Civil establece: “las
resoluciones dictadas en ejecución de Sentencia podrán ser apeladas solo en el
efecto devolutivo, sin recurso ulterior” norma que establece una limitante o
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prohibición respecto a la impugnación de ciertas resoluciones refiriendo a aquellas
que se dicten en ejecución de Sentencia, estableciendo de manera explícita que el
recurso de casación no procede contra Autos de Vista de procesos en ejecución, o
contra actos de ejecución, acogiéndose de forma preponderante únicamente es
admisible en los casos expresamente señalados por Ley.
En ese sentido cuando existe una resolución ejecutoriada y emergente de ello
existen actos que deben realizarse para el cumplimiento efectivo de la misma, estos
se encuentran dentro de la etapa de ejecución de Sentencia, asimismo existiendo un
acuerdo conciliatorio su cumplimiento podrá exigirse en procesos de ejecución
conforme lo determina el art. 181 núm. 4) del Código de Procedimiento Civil que
establece: “Si las partes llegaren a un acuerdo total suscribirán conjuntamente el
Juez el acta de conciliación, la cual tendrá el valor de cosa juzgada. Su
cumplimiento podrá exigirse en proceso de ejecución.”
Con relación al tema en el Auto Supremo 589/2013, 15 de septiembre, se
oriento: “En esa misma línea, el Tribunal Constitucional en su Sentencia
SC:1300/2010-R señaló: "...Deduciendo resulta que la Resolución pronunciada
por las autoridades demandadas no está enmarcada a derecho; es decir, dentro de
lo previsto por el Código de Procedimiento Civil, normas legales que -como se
tiene dicho- con absoluta precisión y claridad señalan: el art. 518 inc. 5) del
Código de Procedimiento Civil que: "La apelación en el efecto devolutivo
procederá en los casos siguientes: 5) De las resoluciones dictadas en ejecución de
sentencia" y el art. 225 inc. 5) "Las resoluciones dictadas en ejecución de
Sentencia podrán ser apeladas sólo en el efecto devolutivo, sin recurso ulterior..."
"...Debemos tener presente que las normas jurídicas -en cuanto se refiere a la
tramitación de las causas y los recursos- son de orden público y de cumplimiento
obligatorio, pues los litigantes no pueden crear su propio procedimiento o sus
propios mecanismos de impugnación o pretender calificar un recurso de alzada en
el efecto que les convenga, como acontece en el caso analizado; las autoridades
demandadas quieren dar a la apelación concedida, un efecto que no le
corresponde, cuando dicho aspecto no está a disposición de los sujetos procesales,
pues la procedencia del recurso, en sus diferentes efectos, emana de la ley y no de
la voluntad de las partes ni de los juzgadores: Los justiciables saben de los hechos
y los juzgadores el derecho, conforme al principio "Iuranovit curia..."
En esa misma línea, definida por el Tribunal Constitucional, se tiene la Sentencia
Constitucional 0585/2005-R, de fecha 31 de mayo de 2005 que señala: "No hay
casación en ejecución de Sentencia. Dentro de procesos judiciales o
administrativos en curso, la vía del amparo constitucional se activa en los
supuestos en los que se produzca una severa lesión al derecho al debido proceso,
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en cualquiera de sus elementos, entre ellos el derecho al Juez natural, lesión que
podría motivarse por las siguientes circunstancias, entre otras: a) un Juez natural
admita y sustancie un recurso que no está previsto por la legislación procesal; así
por ejemplo, el recurso de casación contra un Auto de Vista emitido en ejecución
de Sentencia".
En ese sentido se deberá tener en cuenta que los efectos del acuerdo conciliatorio
tienen carácter de sentencia, la cual tiene valor de cosa juzgada y su cumplimiento
es exigible en un proceso de ejecución, en mérito a ello los Autos de Vista emitidos
en ejecución de Sentencia no son impugnables vía recurso de casación, debiendo
tener en cuenta que el proceso se encuentra en una etapa de ejecución de Sentencia
y los medios de impugnación se encuentran restringidos por la misma Ley, caso
contrario se estaría rompiendo la regla establecida en el art. 518 del Código de
Procedimiento Civil, impidiendo la ejecución de la Sentencia.
El tribunal de Justicia tiene sentada línea jurisprudencial al tema con relación a
que las actas de conciliación tienen calidad de Sentencia y por lo tanto caracter
cosa juzgada habiendo emitido el A.S. Nº 543/2014.

INVIABILIDAD PARA INTERPONER RECURSO DE CASACIÓN contra


la resolución que declara improponible la demanda
Auto Supremo: 806/2016
Sucre: 11 de julio 2016
Sobre el tema en cuestión, preliminarmente corresponde señalar que, si bien el
principio de impugnación se configura, como principio regulador para los recursos
consagrados por las leyes procesales con la finalidad de corregir, modificar,
revocar o anular los actos y resoluciones judiciales que ocasionen agravios a alguna
de las partes, por principio constitucional todo acto jurisdiccional es impugnable,
sin embargo no es menos evidente, que ese derecho no es absoluto para todos los
proceso e instancias, debido a que este se encuentra limitado, por la misma ley, ya
sea, por el tipo de proceso, por la clase de resolución tomando en cuenta la
trascendencia de la decisión, sin que ello implique afectar el derecho de las partes,
sino de la búsqueda de una mayor celeridad en las causas que se tramitan.
Sobre el tema el art. 250-I del Código Procesal Civil señala: “I.- Las resoluciones
judiciales son impugnarles salvo, disposición expresa en contrario, ” norma que
otorga un criterio generalizado para el tema de recursos, orientando en sentido de
que las resolución judiciales son impugnables, salvo que la norma lo prohíba en
contrario, ahora en consonancia con lo referido, tratándose del recurso de casación
el art. 270-I del Código Procesal Civil es claro al establecer: “El recurso de

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casación procede para impugnar autos de vista dictados en procesos ordinarios y
en los casos expresamente señalados por Ley.”, la norma en cuestión en cuanto al
recurso de casación establece de forma explícita que el recurso de
casación procede contra autos de vista dictados en procesos ordinarios, lo cual por
sindéresis resulta ser Autos de Vista que resolvieren Sentencias dictadas en
procesos ordinarios, y como segundo caso para aquellos casos en que la ley lo
permita, acogiéndose de forma preponderante que el recurso de casación a parte del
supuesto señalado únicamente es admisible en los casos expresamente señalados
por ley.
Teniendo como parámetro lo expuesto el Nuevo Código Procesal en su Art. 113 de
forma textual señala: “ I Si la demanda no se ajustare a los requisitos señalados en
el Artículo 110 del presente Código, se dispondrá la subsanación de los defectos
en plazo de tres días, bajo apercibimiento, en caso contrario, de tenerse por no
presentada aquella.
II. Si fuere manifiestamente improponible, se la rechazará de plano en resolución
fundamentada. Contra el auto desestimatorio sólo procede el recurso de
apelación en el efecto suspensivo sin recurso ulterior. En caso de revocarse la
resolución denegatoria, el tribunal superior impondrá responsabilidad a la
autoridad judicial inferior.”, de la norma en cuestión se establece que el legislador
ha regulado los parámetros a seguir por parte del Juez de la causa al momento de
analizar la demanda para establecer si se ha cumplido con los requisitos de forma
y también verificar la proponibilidad de la misma, y en este último caso de ser
declarada improponible el legislador ha generado un límite en cuanto a su
impugnación, determinando que la resolución que declare la improponibilidad de la
demanda es susceptible únicamente del recurso de apelación sin recurso ulterior,
sin establecer distinción alguna, extremo que evidencia que este tipo de
resoluciones por su naturaleza no son susceptibles del recurso de casación, esto por
imperio de la norma analizada.

IRRECURRIBILIDAD EN CASACIÓN DE LAS RESOLUCIONES


DISPUESTAS EN UNA MEDIDA PREPARATORIA
Auto Supremo: 1241/2016
Sucre: 28 de octubre 2016
Proceso: Exclusión de paternidad.
El autor Lino Enrique Palacio en su obra “Derecho Procesal Civil” Tomo VI,
Proceso de Conocimiento (PLENARIOS) segunda reimpresión, respecto a las
diligencias preliminares señaló: “El proceso de conocimiento resulta de tal modo
integrado por tres etapas: la introductiva, la probatoria (que puede no verificarse
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frente al allanamiento del demando o a la admisión total de los hechos alegados
por el actor), y la decisoria.
a) En casos excepcionales, sin embargo, cabe la posibilidad de que con
anterioridad a la interposición de la demanda, y en algunos supuestos con
posterioridad, se realicen actos procesales tendientes a asegurar la eficacia e
incluso a evitar la frustración de las etapas introductiva o probatoria, previniendo
las consecuencias negativas que esa eventualidad puede producir con respecto a la
fase decisoria…(sic).
b) Son diligencias preparatorias en términos generales aquellas que tienen por
objeto asegurar a las partes la idoneidad y precisión de sus alegaciones,
permitiéndoles el acceso a elementos de juicio susceptibles de delimitar con la
mayor exactitud posible los elementos de su futura pretensión u oposición, o a la
obtención de medidas que faciliten los procedimientos ulteriores.”
De lo expuesto se advierte que si bien resulta viable en todos los procesos la
interposición de medidas preparatorias, sin embargo, esta etapa preparatoria no
debe confundirse con el juicio en sí, puesto que la finalidad de las diligencias
preparatorias no es más que preparar el futuro juicio, por lo que cualquier reclamo
sobre actuados realizados en dicha etapa, deberán ser reclamados en la misma, en
esa lógica, este Tribunal Supremo de Justicia, en el Auto Supremo Nº 238/2015 de
14 de abril, razonó lo siguiente: “… es necesario referirse a que la medida
preparatoria está orientada precisamente a preparar un posterior proceso con la
provisión de los elementos de prueba obtenidos lícitamente para sustentar el
mismo, consiguientemente, por regla general, cualquier irregularidad procesal
que se suscite en el trámite de medida preliminar o medida preparatoria debe ser
reclamada y resuelta dentro del mismo trámite, razón está por la que no se
apertura la posibilidad de activar en el proceso principal y menos en etapa
casacional la revisión de determinaciones asumidas dentro del trámite de medida
preparatoria, …”

IRRETROACTIVIDAD, APLICACIÓN EN EL AMBITO


JURISPRUDENCIAL
La Sentencia Constitucional Nº 0494/2007 de 13 de junio de 2007, citando a la vez
la Sentencia Constitucional Nº 1426/2005-R de 8 de noviembre, que señala que:
“…el principio de irretroactividad no es aplicable al ámbito de la jurisprudencia
por lo que es posible aplicar un nuevo entendimiento jurisprudencial a casos
pasados, siempre y cuando la disposición interpretada exista al momento de
producirse los hechos. Sin embargo, la excepción a dicha regla está dada en la
cosa juzgada en la medida de que las sentencias constitucionales no pueden
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afectar los asuntos ya resueltos o que se encuentran firmes e inimpugnables...”. De
manera similar a razonado la Sentencia Constitucional 0076/2005. En ese sentido,
la referida Sentencia Nº 0494/2007 ha concluido que: “…los razonamientos de las
sentencias constitucionales pueden ser aplicados en los procesos que están en
curso, es decir, en aquellos que no tienen calidad de cosa juzgada sin importar que
los hechos a los que ha de aplicarse el entendimiento jurisprudencial hubieren
acaecido con anterioridad al pronunciamiento del Tribunal Constitucional. Sin
embargo, en los procesos que tengan resoluciones con calidad de cosa juzgada,
por haberse agotado las instancias o por no haberse interpuesto los recursos
dentro del término previsto por la ley o por haber desistido de los mismos, no es
posible aplicar el nuevo entendimiento contenidos en los fallos
constitucionales…”. ,

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