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Historia de la Argentina
Culturas agroalfareras
Independencia
Autonomías provinciales
Organización Nacional
Argentina moderna
República conservadora
La «Década Infame»
Argentina contemporánea
Peronismo y antiperonismo
Kirchnerismo y macrismo
Ubicación de la Argentina (incluyendo a las Islas Malvinas, la Antártida Argentina y otros territorios
reclamados) en América del Sur, y situación comparativa en un planisferio.
Se inicia con los vestigios más antiguos de seres humanos en suelo argentino, detectados en el
extremo sur de la Patagonia, que datan de hace unos 13 000 años. Las primeras civilizaciones
agroalfareras se establecieron en el noroeste andino desde el siglo xviii a. C.
La historia escrita de lo que es la Argentina comenzó con los registros del cronista alemán
Ulrico Schmidl en la expedición de Juan Díaz de Solís en 1516 al Río de la Plata, hecho que
anticipa la dominación española que se impondría en parte de esta región.
En 1776 la corona española creó el Virreinato del Río de la Plata, entidad aglutinadora de
territorios a partir de la cual, con la Revolución de Mayo de 1810, comenzaría un proceso gradual
de formación de varios Estados autónomos —llamados provincias— o independientes, entre
ellos el que llevó el nombre de Provincias Unidas del Río de la Plata.
Tras un prolongado período de guerras civiles, entre 1853 y 1860 se aprobó una república federal
con el nombre de República Argentina. Mediante guerras contra los pueblos mapuche,
tehuelche, ranquel, wichi y qom, conocidas como Conquista del Desierto y Conquista del Chaco,
la República Argentina tomó posesión de las llanuras chaqueña y pampeana y de la Patagonia
oriental, conformando su territorio actual, el octavo más extenso del mundo.
Entre 1862 y 1930 transcurrió un largo período de estabilidad constitucional, en el que debido a
una gran ola migratoria proveniente sobre todo de Italia y España, la población argentina creció
cinco veces más rápido que la del mundo.
La implantación del sufragio universal para varones en 1912, completado con el reconocimiento
del derecho al sufragio a las mujeres en 1951, dio origen a una serie de gobiernos electos por el
voto popular, que se alternaron en el poder partir de 1930 con dictaduras militares, gobiernos
fraudulentos y gobiernos de legitimidad limitada debido a las proscripciones políticas.
Luego de la derrota en 1982 en la guerra de las Malvinas contra el Reino Unido, la última
dictadura colapsó, siendo sus integrantes enjuiciados por graves crímenes de lesa humanidad.
En 1983 se inició un extenso período de democracia que continúa en la actualidad,
sucediéndose desde entonces nueve presidentes pertenecientes a tres partidos: Raúl Alfonsín,
Carlos Menem, Fernando de la Rúa, Adolfo Rodríguez Saá, Eduardo Duhalde, Néstor Kirchner,
Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández.
Poblamiento inicial
Los primeros seres humanos que arribaron al actual territorio argentino parecen haber llegado
por el extremo sur de la Patagonia provenientes de lo que hoy es Chile. Los restos más antiguos
de la presencia humana se encuentran en Piedra Museo (Santa Cruz) y se remontan al 11 000
a. C. Junto con los yacimientos de Monte Verde (Chile) y Pedra Furada (Brasil) constituyen,
hasta el momento, los sitios de poblamiento más antiguos hallados en Sudamérica. Estos
yacimientos sustentan la teoría del poblamiento temprano de América (pre-Clovis).
Para el año 9000 a. C. ya había comenzado el poblamiento de la pampa, en tanto que la zona del
Noroeste del país comenzó a ser habitada hacia el 7000 a. C..
Historia precolombina
La historia prehispánica de la Argentina hace referencia a los desarrollos culturales locales del
actual territorio de la República Argentina previos a la conquista y colonización por parte de
España.
El primer registro poblacional del territorio actualmente controlado por la Argentina se remonta
al 12.° o al 13.er milenio AP, de acuerdo a los hallazgos de Los Toldos y Piedra Museo.[4] Entre
los pueblos originarios, los cazadores y recolectores habitaron la Patagonia, la Pampa y el
Chaco. Los agricultores se instalaron en el noroeste, Cuyo, las Sierras de Córdoba y después en
la mesopotamia. Tastil, en el noroeste, fue la ciudad precolombina más grande ubicada en el
actual territorio argentino, con una población de 2000 habitantes.[5]
Los pueblos indígenas argentinos se dividieron en dos grandes grupos: los cazadores y
recolectores, que habitaban la Patagonia, la Pampa y el Chaco; y los agricultores, instalados en
el norte, Cuyo, las Sierras de Córdoba y, más tardíamente, en la Mesopotamia.
Los primeros rastros de vida humana en este territorio corresponden a pueblos de un nivel
cultural paleolítico que tres mil años atrás incorporaron los primeros aportes culturales
mesolíticos y neolíticos.[6] Hasta la época de la conquista y de la colonización europea, el
territorio argentino ha estado ocupado por diversos pueblos originarios, con diferentes
organizaciones sociales que se pueden dividir en tres grupos principales:[7] [8]
Cazadores y recolectores de alimentos básicos canoeros oceánicos, como los yaganes o
yámana y los haush en Tierra del Fuego y los canales fueguinos. Cazadores y recolectores,
que habitaban la Patagonia, la Pampa y el Chaco.
Los agricultores con cerámica como los guaraníes y las culturas andinas y derivadas. A partir
del segundo milenio, los avá (un pueblo amazónido conocido desde el siglo xvii por los
españoles como «guaraníes») invadieron el NEA y la Región del Litoral; eran cultivadores de
mandioca y avaty o maíz en forma de roza (tala y quema de florestas) y por ello
semisedentarios.[7] Las culturas centradas en la agricultura y ganadería del norte eran
puramente sedentarias, y habían desarrollado redes comerciales englobadas en el conjunto
actualmente llamado «quechua»; tras establecer un sistema cuasi estatal en torno a señoríos
locales, fueron sometidos por el imperio incaico hacia el año 1480. Influidos por estas
culturas andinas, otros pueblos como los diaguitas, calchaquies y huarpes desarrollaron una
agricultura y ganadería de menor desarrollo, adaptada a las condiciones de las regiones llanas
y serranas del centro de la actual Argentina y de Cuyo.[7]
En los siglos XIV y XV, el Imperio incaico conquistó parte de las actuales provincias de Jujuy,
Salta, Catamarca, el extremo oeste de la provincia de Tucumán, la parte oeste de las provincias
de La Rioja y San Juan, el noroeste de la provincia de Mendoza y, probablemente, el norte de la
de Santiago del Estero,[10] incorporando sus territorios al Collasuyo, que era la parte sur del
Tahuantinsuyo o regiones de tal imperio.
Crearon centros agrícolas y textiles, asentamientos (collcas y tambos), caminos (el "camino del
inca"), fortalezas (pucarás) y santuarios de alta montaña. Algunos de los principales son el
pucará de Tilcara, la tambería del Inca, el pucará de Aconquija, el santuario de Llullaillaco, el
shincal de Londres y las ruinas de Quilmes.
Argentina parte del Imperio Español (1516-1806)
La conquista española de parte del actual territorio argentino se realizó mediante tres esfuerzos
independientes: expediciones desde España hacia el Río de la Plata y el Paraguay, expediciones
organizadas en el Perú para ocupar las tierras del Tucumán, y expediciones de Chile hacia Cuyo.
De allí surgen las tres grandes subdivisiones: Nueva Andalucía (después dividida en Río de la
Plata y Guayrá-Paraguay), Córdoba del Tucumán, y el Corregimiento de Cuyo. Las primeras dos
pertenecieron al Virreinato del Perú, la última a la Capitanía General de Chile. En 1779 las tres
pasaron a formar parte del nuevo Virreinato del Río de la Plata.
Teniendo en cuenta que en el Imperio español la unidad social se concebía a través de la unidad
de la Fe de la Iglesia católica, gracias a la bula Sublimis Deus del papa Pablo III de 1537 se
declaró a los indígenas hombres con todos los efectos y capacidades de cristianos.[11] [12]
Hoy
en día, gracias al mestizaje, la población de los países hispanoamericanos comparte
antepasados indígenas y europeos, en diversos grados.[cita requerida]
Lo que debiéramos averiguar de una vez por todas a esta altura es ¿quiénes
somos?, ¿los conquistadores o los conquistados?
Víctor Heredia[13]
El 20 de noviembre de 1542, el rey Carlos I de España firmó en Barcelona por real cédula las
llamadas Leyes Nuevas, un conjunto legislativo para las Indias entre las cuales dispuso la
creación del Virreinato del Perú en reemplazo de las antiguas gobernaciones de Nueva Castilla y
Nueva León, al tiempo que la sede de la Real Audiencia de Panamá fue trasladada a la Ciudad de
los Reyes o Lima, capital del nuevo virreinato.
El flamante virreinato comprendió en un inicio y durante casi trescientos años gran parte de
Sudamérica y el istmo de Panamá, bajo diversas formas de control o supervigilancia de sus
autoridades. Abarcaba una inmensa superficie que correspondía a los actuales territorios que
forman parte de las repúblicas de Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia, Colombia, Chile,
Ecuador, Panamá, Perú y toda la región oeste y sur del Brasil. Quedaban exceptuadas Venezuela,
bajo jurisdicción del Virreinato de Nueva España a través de la Real Audiencia de Santo
Domingo, y Brasil, que integraba el Imperio portugués.
En el período virreinal la mayor parte del actual territorio argentino no pudo ser conquistado por
el Imperio español, debido a la resistencia opuesta por los pueblos indígenas que habitaban
esos territorios, principalmente en las llanuras chaqueña, pampeana y la Patagonia.
En la pampa y la Patagonia dominaron los pueblos tehuelches hasta que en el siglo xviii ingresó
un gran contingente mapuche proveniente de la región de Arauco, mapuchizando los pueblos
que habitaban la Patagonia norte y la pampa, región que tomó el nombre de Puelmapu.
En la llanura chaqueña dominaron los pueblos wichi y kom. En la región de los ríos alto Paraná y
alto Uruguay los jesuitas instalaron misiones indígenas guaraníes organizadas como repúblicas
teocráticas de tipo comunitario, con el fin de proteger a sus miembros de las prácticas
esclavistas de los encomenderos españoles y los bandeirantes portugueses, que llevó a la
Guerra Guaranítica entre 1754 y 1756.
La zona del Río de la Plata fue disputada en el período entre el Imperio español y el Imperio
portugués, dentro de la confrontación que ambas potencias mantenían a escala global,
generando una fuerte confrontación entre brasileños y rioplatenses que llegó al enfrentamiento
bélico en la Guerra de los Siete Años y luego durante la guerra hispano-portuguesa de 1776-
1777.
Los primeros europeos que llegaron a lo que actualmente es la Argentina, lo hicieron buscando
un paso hacia el continente asiático. Por entonces América era solo un obstáculo entre España y
las riquezas de Catay y Cipango en Asia. La zona, además, estaba ubicada aproximadamente
sobre la Línea de Tordesillas, la división del mundo que se estableció por tratado entre España y
Portugal y por lo tanto tenía, para ambos países la condición de frontera aún no ocupada.
Aunque existen muchas discusiones sobre la autenticidad de los viajes de Américo Vespucio,
varios historiadores aceptan como un hecho que participó de la primera expedición europea
(portuguesa) en llegar al actual territorio argentino, más específicamente al Río de la Plata en
1502.
En 1516 el navegante español Juan Díaz de Solís visitó lo que actualmente se conoce como
Argentina, navegando el actual Río de la Plata, al que denominó Mar Dulce por su escasa
salinidad. Llegó hasta la actual isla Martín García[14] y murió tras navegar un breve trecho del río
Uruguay. Al regresar la expedición a España, una de las carabelas naufragó en Santa Catarina,
quedando abandonados allí dieciocho náufragos. Uno de ellos, Alejo García, fue el primero en
conocer la leyenda del Rey Blanco, sobre un país rico en plata, realizando una excursión hasta la
región de Potosí en donde se halla el Cerro Rico, donde se hizo de un enorme tesoro de piezas
de plata. Al volver murió en un combate con los indios payaguaes.
En 1519 y 1520 Fernando de Magallanes recorrió toda la costa de la actual Argentina durante la
Expedición de Magallanes-Elcano, hasta el estrecho que lleva su nombre, al que llegó el 21 de
octubre de 1520.
En 1525 fray García Jofre de Loaísa dirigió una expedición que recorrió la Patagonia e incluso se
establecieron brevemente en el Puerto Santa Cruz para reparar dos naves.
En 1526 el italiano Sebastián Gaboto tomó contacto en Santa Catarina (en Brasil) con los
guaraníes que habían pertenecido a la expedición de Alejo García y decidió ir hacia el Imperio de
Plata, navegando aguas arriba el río de la Plata conocido entonces como río de Solís. El 9 de
junio de 1527 Gaboto ordenó establecer dos fuertes: uno en el actual territorio uruguayo (San
Salvador) y otro, al que llamó Sancti Spiritus, primer asentamiento europeo en el actual territorio
argentino, en la actual provincia de Santa Fe. Un expedicionario de Gaboto, Francisco César,
llegó posiblemente a Córdoba. Gaboto remontó también el río Paraná, el río Paraguay y el río
Bermejo.
Diego García de Moguer llegó a Sancti Spiritus poco después de Gaboto e intentó imponer su
autoridad. Sin embargo el hambre y las derrotas con los timbúes y charrúas los obligaron a
volver a España, donde difudieron las noticias sobre el Rey Blanco y el Río de la Plata.
Portugueses y españoles aceleraron entonces los planes para tomar posesión de esa región,
que ambos consideraban estaba de su lado de la Línea de Tordesillas.
En 1531 Portugal envió una gran expedición al mando de Martín Alfonso de Souza para tomar
posesión del río de la Plata y expulsar a los españoles. Llegó hasta la isla Martín García, que
rebautizó Santa Ana. Se internó por el río Uruguay y se enteró de que los españoles del fuerte de
San Salvador habían sido derrotados. Decidió entonces retirarse al cabo de Santa María (donde
actualmente se encuentra La Paloma, Uruguay). Allí realizó mediciones astronómicas y llegó a la
conclusión de que estaba del lado español de la Línea de Tordesillas, por lo que volvió a Portugal
sin realizar fundación alguna.
En la exploración y conquista que Sebastián Caboto hizo del Río de la Plata, el 9 de junio de 1527
construyó un fuerte en la desembocadura del río Carcarañá en el río Paraná, a unos 50 km al
norte de la actual ciudad de Rosario, al que dio el nombre de Sancti Spiritus. Este fue el primer
establecimiento español en lo que hoy día es la República Argentina. Cerca de su ubicación se
levantó después el pueblo de Gaboto, en la provincia de Santa Fe, para conmemorar el hecho.
En una expedición posterior, en febrero de 1528, Diego García de Moguer al mando de una
expedición de tres naves, se detuvo a explorar la zona del Río de la Plata. Navegando en abril por
el río Paraná, encontró de improviso el fuerte Sancti Spiritus. Sorprendido e indignado, ordenó al
capitán Caro (designado por Sebastián Gaboto), que abandonase el lugar, ya que esa era
conquista que solo a él le pertenecía por haber sido designado por Castilla para explorar esas
tierras. Pero vencido por los ruegos de Caro y su gente para que fuese en auxilio de Gaboto,
García siguió aguas arriba y entre lo que hoy día son las localidades de Goya y Bella Vista se
encontró con el piloto veneciano, quien le obligó a cooperar en la búsqueda de la Sierra de la
Plata, y juntos exploraron el río Pilcomayo, para seguir después hacia el estrecho.
A todo esto, en Sancti Spiritus, los españoles descuidaron la defensa del fuerte, y en septiembre
de 1529, antes del amanecer, los indígenas tomaron por asalto la fortaleza. Sebastián Gaboto y
Diego García de Moguer se encontraban en ese tiempo en el asentamiento de San Salvador,
preparando hombres y embarcaciones, y no sabían nada de lo que se estaba desarrollando en
Sancti Spiritus, hasta que vieron llegar a Gregorio Caro con los supervivientes, y la terrible noticia
de la destrucción del fuerte. Inmediatamente Gaboto y García se dirigieron al fuerte intentando
rescatar a sus hombres. En los alrededores de Sancti Spiritus hallaron algunos cadáveres
completamente mutilados; los bergantines defondados y hundidos, los almacenes saqueados e
incendiados. Solo dos cañones quedaron como testigos de la primera fortaleza que se levantó
en tierra argentina.
En 1536 Pedro de Mendoza fundó el Puerto de Santa María del Buen Ayre. Sin embargo, el
asentamiento fracasó debido a las hambrunas y los enfrentamientos con las tribus indígenas.
Algunos de los habitantes de la población, privados de alimentos y sitiados por los indígenas
locales, se vieron llevados al canibalismo. La ciudad fue abandonada, y sus pobladores se
establecieron en Asunción, que se constituyó en centro de operaciones español en la región.
Para 1573, no existían poblaciones hechas por europeos a lo largo del río Paraná, territorio al
que cronistas como Martín del Barco Centenera, llamaban el «Argentino Reyno». Es así que Juan
de Garay, partiendo de la ciudad de Asunción, acompañado por los mancebos de la tierra y los
planos de la ciudad, fundan Santa Fe en los márgenes de este gran río, como nudo de
comunicaciones entre la salida del Río de la Plata y el Paraguay, con el Tucumán y Cuyo, el Alto
Perú y Chile. Resulta así que esta ciudad histórica, se transforma en la primera planificada en el
territorio, sobre la base de los ideales arquitectónicos renacentistas. Mientras que en Europa,
este modelo no se pudo llevar a cabo, América en general y Santa Fe en particular, son
evidencias concretas de este nuevo proceso de urbanización planificado en cuadrículas, con un
orden preestablecido a diferencia de las anteriores poblaciones. Elementos que hoy pueden
verse claramente en el Parque Arqueológico de Santa Fe la Vieja en Cayastá.[15]
En este Argentino Reyno, solo Santa Fe existió por varios años y es allí en donde viven los
primeros pobladores a quienes se llamó argentinos. Martín del Barco Centenera da cuenta de
ello en su poema histórico "La Argentina", publicado en 1602.[16]
En 1580, saliendo desde Santa Fe, Juan de Garay refundó la Ciudad de la Trinidad y Puerto de
Santa María de los Buenos Ayres, que con el tiempo sería conocida simplemente como Buenos
Aires. Esta ciudad formaba parte de la Gobernación de la Nueva Andalucía, dentro del Virreinato
del Perú, con sede en Lima.
En 1549, el capitán Juan Núñez de Prado fue premiado por el Virrey del Perú. Pocos años antes
los dominios españoles en los territorios incas habían sufrido una grave crisis. Tras las
denuncias de Fray Bartolomé de las Casas, el Emperador Carlos V dictó nuevas leyes que daban
grandes derechos a los indios: se prohibía el esclavizarlos, torturarlos, convertirlos
forzosamente al cristianismo, y enajenar sus tierras. También se prohibía la transmisión de
encomiendas por herencia. Esto generó la Gran Rebelión de Encomenderos, en la que a duras
penas el gobierno real pudo imponer los nuevos derechos para los indios. Por su destacada
labor, Juan Núñez de Prado recibió la autorización para ocupar y gobernar las tierras del
Tucumán.
Al año siguiente (1550) Juan Núñez de Prado y sus compañeros fundaron la ciudad de El Barco.
Esto generó una protesta por parte de Francisco de Aguirre, que reclamaba todo el Tucumán
como parte de la Capitanía de Chile: en 1553 De Aguirre logró su cometido, y trasladó a los
pobladores fundando la ciudad de Santiago del Estero del Nuevo Maestrazgo. Según los
estudios de Narciso Binayán Carmona, tres siglos más tarde la totalidad de los criollos en el
Norte de la Argentina sería descendiente de alguno entre los 103 miembros de la expedición de
Núñez de Prado.
Los españoles buscaron consolidar el dominio en la región fundando ciudades en puntos clave:
En 1558 Juan Pérez de Zurita fundó Londres de la Nueva Inglaterra, en la actual provincia de
Catamarca. Londres fue destruida en 1560 durante la primera guerra Calchaquí, pero más
tarde fue refundada. Ese alzamiento indígena logró mantener a los españoles fuera de
algunos territorios y causó que el Tucumán pasara de la jurisdicción chilena a la peruana.
En 1561 Juan Pérez de Zurita fundó la ciudad de Nieva, luego refundada como San Salvador
de Jujuy.
El sobrino de Aguirre, Diego de Villarroel fundó en 1565 la ciudad de San Miguel de Tucumán.
Juan Ramírez de Velasco, al frente de la Gobernación del Tucumán, fundó la ciudad de Todos los
Santos de la nueva Rioja en 1591, refundó la ciudad de Londres en 1592, y fundó San Salvador
de Jujuy en 1593.
Misiones jesuíticas
guaraníes.
Aunque ya en 1512 la Monarquía Hispánica acometió las reformas necesarias para regular su
trato de forma oficial y abolir la esclavitud indígena mediante las Leyes de Burgos,[17] se ha
atribuido a la bula del papa Pablo III Sublimis Deus de 1537, que declaró a los indígenas hombres
con todos los efectos y capacidades de cristianos,[18] cuyo efecto en la colonización española
se dio en el mestizaje, el cual fue excepcional: la conquista católica habría buscado incorporar a
los indígenas a su civilización y su Iglesia, aun a costa de la anulación de su identidad cultural.
[cita requerida]
En 1585 los jesuitas llegan a Santiago del Estero y en 1587 a Córdoba. En 1588 fundaron las
primeras Misiones jesuíticas guaraníes y en el mismo año llegan al Río Salado para evangelizar
a los pampas.
Desde su llegada, los jesuitas erigieron a Córdoba como el centro de la Provincia Jesuítica del
Paraguay, en el Virreinato del Perú. Para ello necesitaban un lugar donde asentarse y así iniciar
la enseñanza superior. Fue así que 1599, y luego de manifestarle dicha necesidad al cabildo, se
les entregaron las tierras que hoy se conocen como la Manzana Jesuítica.[19]
En 1613 con apoyo del Obispo Trejo, fue fundada la Universidad jesuítica de Córdoba, la más
antigua del país y una de las primeras de América, que dictaba enseñanza en arte, teología y, a
fines del siglo xviii, jurisprudencia. Ese año también se crea la Librería Grande (hoy Biblioteca
Mayor), que según registros llegó a contar con más de cinco mil volúmenes. Ésta, como el resto
de las universidades del imperio español, participó activamente en el esplendor cultural del Siglo
de Oro, gracias al movimiento innovador liderado por la Escuela de Salamanca.
En 1624 fue fundada la Universidad Mayor Real y Pontificia San Francisco Xavier de Chuquisaca
que aunque no exactamente en el actual territorio argentino desde su creación tuvo una notable
influencia.
La red de 25 universidades virreinales del Imperio español fundadas por toda América a lo largo
de casi dos siglos,[21] difundió los importantes avances del Siglo de Oro Español. También el
Camino Real Intercontinental, que afectó a la ruta del mercurio y de la plata de la Monarquía
Hispánica que supuso una parte esencial en el comercio entre Europa y América entre los siglos
XVI y XVIII, así como contactos culturales e innovaciones tecnológicas.[22]
En 1609 se funda la primera de las misiones jesuíticas guaraníes. Las treinta misiones llegaron a
ser, en el siglo xviii, un verdadero emporio comercial, un "estado dentro del estado" como lo
denominaban sus detractores, que se estableció como un sistema de organización económica y
social distinto al de las colonias que las rodeaban. Su autonomía y la adaptación de la
organización social comunitaria de los guaraníes a un nuevo contexto permitió al sistema
subsistir y progresar. Las misiones eran pueblos indígenas, administrados por los mismos
guaraníes (bajo la mirada paternalista de los misioneros), donde la tierra se dividía en dos: la
tupá mbaé (propiedad de Dios), comunitaria, y la avá mbaé (propiedad del hombre), para la
explotación familiar. El excedente era comercializado por todas las colonias circundantes (el
Plata, Tucumán, el Brasil y hasta el Alto Perú y España) y les proporcionaba medios a los jesuitas
para expandir las misiones y mantener sus colegios y universidades (como los que tenían en
Córdoba, centro regional de la Compañía de Jesús).
Los principales productos comercializados por las misiones eran la yerba mate, el tabaco, el
cuero y las fibras textiles. Sin embargo, las misiones debieron soportar un fuerte asedio de los
bandeirantes, partidas de portugueses que se internaban en la selva para "cazar indios" con el
objeto de venderlos como esclavos en su base de San Pablo, que irónicamente nació como
reducción jesuita). Las Misiones jugaron un papel clave en la defensa del Paraguay y el Río de la
Plata de la expansión portuguesa. Justamente, después de la batalla de Mbororé, en 1641 (que
duró 10 días), en la que un ejército de guaraníes al mando de los jesuitas (muchos de los cuales
habían sido antes soldados) derrotó a una bandeira (un ejército lusobrasileño de bandeirantes),
que se les permitió por primera vez a los indígenas utilizar armas de fuego (si bien solo las de
menor calibre). Estos ejércitos misioneros fueron de gran utilidad durante los enfrentamientos
entre España y Portugal en el Río de la Plata.
No solo a trabajar, rezar y pelear les enseñaron los jesuitas, sino también música y otras artes
(de las que aún se pueden admirar se destacan las "barrocas" arquitecturas exornadas con
relieves barrocos resaltados en las piedras sillares o tallados en los rojos ladrillos de tipo
romano. Es así que, luego de la expulsión de los jesuitas, muchos guaraníes se trasladaron a las
ciudades coloniales, como Corrientes, Asunción o Buenos Aires, donde se destacaron como
compositores y maestros de música, plateros y pintores.
Los primeros Jesuitas llegan a Buenos Aires durante el gobierno de Hernandarias en 1608 y
fundan el Colegio de San Ignacio y en 1675 fundan el Real Colegio de San Carlos.[23] En 1654 el
Cabildo de Buenos Aires encomendó a los jesuitas atender la educación juvenil de la ciudad.
Los sacerdotes de la Compañía de Jesús, se instalaron al sur del Río Salado entre 1740 y 1753,
con el fin de establecer una población permanente en la frontera del estado colonial. Su
intención fue la de hacer sedentarios e instruir a los indígenas en la doctrina cristiana. La
primera reducción, fue la "Reducción de Nuestra Señora en el Misterio de su Concepción de los
Pampas", fundada en 1740 en la margen sur del Río Salado, por los padres Manuel Quevedo y
Matías Strobel. La segunda fue la "Reducción de Nuestra Señora del Pilar de Puelches", fundada
en 1746 cercana a la margen de la actual Laguna de los Padres, por los misioneros Joseph
Cardiel y Tomás Falkner. Finalmente, la "Misión de los Desamparados de Tehuelches o de
Patagones", fue fundada en 1749 a cuatro leguas al sur de la anterior, por el padre Lorenzo
Balda. Allí lograron evangelizar a un gran número de indios pampas. Strobel medió entre las
autoridades de Buenos Aires y los pampas para establecer la paz entre ellos. Falkner y su colega
jesuita Florián Paucke recogieron una gran información acerca de las costumbres y usos de los
indios pampas y guaraníes que plasmaron en libros y exquisitos dibujos que dieron origen a la
etnografía en el actual territorio argentino.
En las Misiones jesuíticas guaraníes publicaron libros en guaraní sobre gramática, catecismo,
manuales de oraciones y hasta un diccionario. Las reducciones contaron con la primera
imprenta fundada por los padres Juan Bautista Neuman y José Serrano, quienes armaron una
prensa, fundieron los tipos necesarios y publicaron los primeros libros. Las impresiones se
hicieron en Nuestra Señora de Loreto, San Javier y Santa María la Mayor.
El primer libro publicado fue el Martirologio Romano en 1700; más adelante el Flos Sactorum del
padre Pedro de Ribadeneyra en edición guaraní, y De la diferencia entre lo temporal y lo eterno del
padre Juan Eusebio Nieremberg. Fue muy rica y variada la producción bibliográfica,
conservándose todavía la mayoría.
La Expulsión de los jesuitas del Imperio Español de 1767 hizo que 2630 jesuitas tuvieran que
dejar Iberoamérica, lo que significó un terrible golpe a nivel educativo, ya que la inmensa mayoría
de las instituciones educativas del territorio estaban a cargo de ellos como profesores.[24]
El navegante español Gabriel de Castilla zarpó de Valparaíso en marzo de 1603 al mando de tres
naves en una expedición encomendada por su primo hermano, el virrey del Perú Luis de Velasco
y Castilla, para reprimir las incursiones de corsarios neerlandeses en los mares al sur. Al parecer
esa expedición alcanzó los 64° de latitud sur. No se han hallado aún en archivos españoles
documentos que confirmen la latitud alcanzada y si realizaron avistamientos de tierras, sin
embargo, el relato del marinero neerlandés Laurenz Claesz (en un testimonio sin fecha, pero
probablemente posterior a 1607), documenta la latitud y la época. Claesz declara que él:
ha navegado bajo el Almirante don Gabriel de Castilla con tres barcos a lo largo
de las costas de Chile hacia Valparaiso, i desde allí hacia el estrecho [de
Magallanes], en el año de 1604; i estuvo en marzo en los 64 grados i allí
tuvieron mucha nieve. En el siguiente mes de abril regresaron de nuevo a las
costas de Chile.
El 30 de abril de 1606 Pedro Fernández de Quirós tomó posesión de todas las tierras del sur
hasta el Polo para la corona de España en la isla Espíritu Santo en Vanuatu, a la que llamó
Austrialia del Espíritu Santo pensando que era parte de la Terra Australis Incognita.[25]
Otra suposición es que en el siglo xviii la península Antártica y los archipiélagos de las Antillas
del Sur fueron frecuentemente visitados por cazadores de focas españoles e
hispanoamericanos, quienes habrían ocultado los territorios en cuestión para evitar la
competencia (en especial de los británicos). La presencia de estos cazadores estaría
atestiguada por el encuentro de posibles restos de sus refugios en las costas orientales de la
península Antártica.
Al comienzos del siglo xvii las ciudades fundadas por los españoles no eran más que pequeñas
atalayas de civilización europea esparcidas en un territorio muy vasto, y durante esos cien años
fueron aumentando su influencia a través de encomiendas de la formación de estancias y de la
fundación de ciudades, que iban alejándose progresivamente del Camino Real. Si bien eran
comunes las refriegas fronterizas, no hubo grandes conquistas como en el siglo anterior: más
bien se consolidó el dominio de los territorios ya conquistados.
En 1599 los jesuitas se instalaron en Córdoba, y en 1613 fundaron una universidad en esa
ciudad. Al mismo tiempo fueron fundando asentamientos entre los indios guaraníes y
guaycurúes. Las Misiones Jesuíticas estaban subordinadas a la Corona Española. Como
cualquier otra ciudad española tenían un cabildo, un corregidor, alcaldes de primero y segundo
voto, escribano, y todas las demás instituciones de la civilización española: la diferencia era que
el corregidor y el resto de las autoridades eran casi siempre caciques.
En 1663, por orden del capitán general de las provincias del Río de La Plata y presidente de la
Real Audiencia de Buenos Aires José Martínez de Salazar[26] fue instituido el El Camino Real de
Buenos Aires a Lima con dos vías principales: el Camino Real del Perú que seguía en líneas
generales el itinerario de la actual Ruta Nacional 9 de la Argentina desde Buenos Aires, pasando
por Córdoba, Santiago del Estero, San Miguel de Tucumán, Salta, San Salvador de Jujuy, Potosí,
llegando hasta el Perú y el Camino Real del Oeste que continuaba hacia San Luis, Mendoza y
Santiago en Chile y que recorría un trazado similar a la Ruta Nacional 7.[27]
Comparada con otras partes de Latinoamérica, la esclavitud jugó un rol relativamente pequeño
en el desarrollo de la economía argentina, debido principalmente a la falta de minas metalíferas
y de plantaciones de caña de azúcar, que habrían demandado una enorme cantidad de mano de
obra esclava.[28] El Brasil colonial, por ejemplo, importó prácticamente 2.5 millones de africanos
en el siglo xvii.[28] En contraste, un estimado de 100 000 esclavos africanos arribó al puerto de
Buenos Aires en los siglos XVII y XVIII; la gran mayoría de ellos estaban destinados a Paraguay,
Chile y Bolivia.[28] El mercado del Alto Perú facilitó la plantación de algodón en Santiago del
Estero y el establecimiento de una incipiente industria textil, en la cual se elaboraba el algodón
junto con la lana de caprinos, ovinos y auquénidos en los territorios de las actuales provincias de
Santiago del Estero, Catamarca, Salta, La Rioja así como de talabartería en Tucumán. Por otra
parte la ciudad de Córdoba se encontraba beneficiada al ser la encrucijada de las rutas que
unían el oeste con el este y el norte con el sureste del virreinato.[29]
Esta base económica, con un norte metalífero y un sur agrícola y portuario significó el desarrollo
de un tránsito carretero que generalmente bajaba desde el Alto Perú hasta el puerto de Buenos
Aires siguiendo el Camino Real, tal tránsito supuso por su parte la cría de mulas, también de
caballos y asnos) la cual se realizaba principalmente en las ciudades del Tucumán y promovió la
fabricación de carretas fabricadas en San Miguel de Tucumán y en la ciudad de Mendoza. La
zona de las Misiones y el Paraguay fue sede de cultivos de yerba mate, cultivos iniciados por
guaraníes y jesuitas. La yerba mate abastecía a casi todo el virreinato e incluso a la Capitanía
General de Chile. Otros cultivos alimenticios surgieron merced a la demanda altoperuana: vinos
(en Salta, Tarija, Cuyo, Córdoba), aguardientes y singanis; e incluso plantaciones de olivo,
principalmente en La Rioja y Catamarca[29]
En Cuyo, llegando al siglo xviii la mayor parte de los huarpes se había convertido al cristianismo,
adoptando el idioma castellano. Esa fue la zona donde más rápido se dio la criollización de los
pueblos originarios. Un resto de los huarpes al sur del río Diamante fue conquistado por los
mapuches durante la araucanización.
En 1749 se creó en el El Camino Real de Buenos Aires a Limael servicio de Correos y Postas por
iniciativa de Domingo de Basavilbaso, que por este motivo es reconocido como el padre del
correo argentino. La clave del nuevo servicio era la cadena de postas que jalonaban el
camino.[27]
Entre 1680 y 1828, España y Portugal (seguidos de sus colonias independientes) tuvieron una
serie de conflictos a lo largo de su frontera.
En 1680 el militar portugués Manuel de Lobo fundó la primera ciudad en el actual territorio
uruguayo: Colonia del Sacramento. El gobernador español del Río de la Plata, José de Garro,
pidió refuerzos a las ciudades de Tucumán, Corrientes, Santa Fe, y las misiones jesuitas: con ese
ejército ocupó la ciudad. Al año siguiente el Rey firmó un tratado con Portugal para devolverla, a
condición de que no comerciaran con las ciudades españolas.
Cincuenta años más tarde, en 1723, el portugués Manuel de Freytas Fonseca fundó el fuerte de
Montevidéu. Los españoles de Buenos Aires tomaron el fuerte y en 1726 Felipe V ordenó
fortificarlo y poblarlo. La situación permaneció estática hasta 1762: en el contexto de la guerra
de los Siete Años, los españoles de Buenos Aires volvieron a ocupar la ciudad, sin embargo la
guerra terminó con la firma del Tratado de París (1763), en el que se fijó el retorno de la
disputada colonia a Portugal. En 1777, con el Tratado de San Ildefonso, Colonia pasó otra vez al
dominio Español.
Tras la Revolución de Mayo, las fuerzas portuguesas lanzaron una invasión de la Banda Oriental
en 1811. Una segunda invasión en 1816 fue definitiva: la Provincia Oriental fue anexada por el
Reino del Brasil y pasó a llamarse Provincia Cisplatina. En 1825 comenzó la guerra del Brasil, el
Congreso de la Florida declaró la independencia de la Provincia Oriental y su reincorporación a
las Provincias Unidas del Río de la Plata. En 1828 terminó la guerra y con ella finalizaron los
principales conflictos limítrofes.
A lo largo del siglo xviii, los cambios políticos llevados adelante por la Casa de Borbón que
reemplazó a la Casa de Austria a partir del 16 de noviembre de 1700 en el Imperio español
transformaron las dependencias americanas, hasta entonces «reinos» relativamente autónomos,
en colonias enteramente dependientes de decisiones tomadas en España en beneficio de
ella.[30] Entre estas medidas se contó la fundación del Virreinato del Río de la Plata en 1777, que
reunió territorios dependientes hasta entonces del Virreinato del Perú, y dio una importancia
singular a su capital, la ciudad de Buenos Aires, que había tenido escasa importancia hasta ese
momento.[31]
En 1776, los españoles separaron el Virreinato del Perú, estableciendo entre otras nuevas zonas
administrativas al Virreinato del Río de la Plata. La enorme superficie que abarcaba el virreinato
del Perú dificultaba las tareas de gobierno, lo cual fue un poderoso motivo para su división.
Buenos Aires se estableció como capital, por su creciente importancia como centro comercial y
el valor del estuario del río de la Plata como entrada hacia el interior del continente.
Este virreinato abarcó lo que hoy es la Argentina, Uruguay y Paraguay, así como también la
mayor parte de la actual Bolivia. Según el censo ordenado por Carlos III, en 1778 el virreinato
tenía una población de 186 526 habitantes. Córdoba tenía 44 506, La ciudad de Buenos Aires
37 679, mientras que Mendoza tenía un cuarto 8765. Era importante la población afroargentina,
que superaba el 50 % en Santiago del Estero y Catamarca.[32]
En un principio, la ciudad de Buenos Aires había sufrido serios problemas de aprovisionamiento
de bienes básicos, ya que el comercio exterior era monopolizado por España y dicho país
priorizaba el puerto de Lima, dado que en el Perú se extraían grandes cantidades de oro y plata
para la metrópoli, productos ausentes en los alrededores de Buenos Aires. Como consecuencia,
se produjo un fuerte desarrollo del contrabando. La principal producción de Buenos Aires por
aquel entonces era el cuero.
España impuso en sus colonias americanas un sistema de castas con tres grupos principales,
blancos, indios y negros, así como también los grupos derivados del mestizaje de los demás:
mulato, mestizo, zambo. Los híbridos se consideraban «manchados» o de «sangre impura», pero
existían diferencias entre ellos ya que, mientras la «sangre india» «manchaba» por tres
generaciones, la «sangre negra» «manchaba» para toda la eternidad. En la cima del sistema de
castas se encontraban los españoles peninsulares, considerados de «sangre pura» a los que se
reconocía la mayor cantidad de privilegios, seguidos de los españoles americanos, conocidos
como «criollos», descendientes legítimos de padre y madre españoles. Si bien existía una
diferencia conceptual entre peninsulares y criollos, ellos no tenían ninguna diferencia de
derechos: hubo varios criollos que fueron virreyes, en el Plata Vértiz. En el lugar más bajo de la
escala social se encontraban los «negros» ocupando el último lugar aquellos nacidos en
África.[33] [34]
Sin embargo, dicha separación no era tan estricta, y sus convenciones solían ser postergadas si
las necesidades prácticas así lo requerían.[35] Así, durante las Invasiones Inglesas se dieron
armas y rangos militares a varios grupos que en circunstancias normales no podrían acceder a
tales puestos, y la escasez de mujeres españolas promovió el mestizaje. Del mismo, y teniendo
como una de sus bases económicas la ganadería extensiva o el acarreo y faena de grandes
rebaños, surgieron los mancebos de la tierra ya en el siglo xvii y luego los gauchos, los cuales
tendrían un rol decisivo en la gesta emancipatoria del siglo xix.
Descubrimiento, asentamiento y gobernación en las Islas Malvinas
Las bulas Inter Caetera y Dudum si Quidem de 1493 le adjudicaban al Reino de España «todas
aquellas islas y tierras firmes, encontradas y que se encuentren, descubiertas y que se
descubran hacia el mediodía», fijada en una línea a cien leguas de las islas Azores. Las Islas
Malvinas, incluidas en las zonas aludidas por las bulas, fueron avistadas por primera vez en
1520 por Esteban Gómez con la nave San Antonio de la expedición española de Fernando de
Magallanes. Las islas comienzan a aparecer en los mapas Pedro Reinel (1522-1523), Diego
Rivero (1526-1527 y 1529), Islario de Santa Cruz (1541), Sebastián Gaboto (1544), Diego
Gutiérrez (1561), Bartolomé de Olivos (1562), entre otros. Gran Bretaña afirma que las islas
fueron descubiertas por John Davis en 1592[36] [37]
El 31 de enero de 1764 el francés Louis Antoine de Bougainville arribó a las islas, a las que
nombró Illes Malouines debido a que los colonos que traía a las islas provenían de la ciudad
francesa de Saint-Malo.[38] El 17 de marzo fundó una colonia en la isla Soledad, a la que llamó
Port Saint-Louis y el 5 de abril de 1764 tomó posesión formal del territorio en nombre de Luis
XV.[39] pero en 1765 España y Francia llegaron a un acuerdo para el reconocimiento de las Islas
como posesión española que incluía una indemnización por gastos realizados a Louis Antoine
de Bougainville.[40] Por tal motivo, el 2 de octubre de 1766 el rey Carlos III de España dictó una
real cédula por la cual creaba la Gobernación de las Islas Malvinas como dependencia del
gobernador y capitán general de Buenos Aires, en ese momento Francisco de Paula Bucarelli y
Uruzúa, nombrando al capitán de navío Felipe Ruiz Puente como primer gobernador del
territorio. Así el primer poblado pasó de manos francesas a Españolas. Al asumir Felipe Ruiz
Puente como primer gobernador español de las Malvinas se instaló en Port Saint-Louis y
procedió a construir varios edificios comunes como cocinas y cuarteles, y una capilla
consagrada a Nuestra Señora de la Soledad, nombre que reemplazó al topónimo francés del
puerto y derivó finalmente en el de toda la isla.
Esta isla con sus Puertos, Edificios, Dependencias y cuanto contiene pertenece a
la Soberanía del Sr. D. Fernando VII Rey de España y sus Indias, Soledad de
Malvinas 7 de febrero de 1811 siendo gobernador Pablo Guillén.[45]
A partir de 1608 las incursiones esclavistas en territorio del pueblo Cunco (sur actual chileno),
perteneciente a la nación mapuche, comenzó a impulsar una migración a través del paso
Pehuenche desde el lado occidental al lado oriental de la cordillera de los Andes, instalándose
en la región y dando comienzo a lo que será conocido como el proceso de mapuchización de las
culturas tehuelche.[47]
La expansión de los pueblos indígenas por las llanuras pampeanas y patagónicas fue promovida
por la adopción del caballo introducido por los españoles, transformándose en hábiles jinetes. A
medida que el territorio pampeano se fue poblando de animales vacunos salvajes, reorientaron
su economía hacia la caza de vacunos, manzanas en el valle del actual río Negro o Curu Leuvu y
también a la extracción de sal obtenida en las grandes salinas de la región, a la vez que
establecieron nuevas rutas comerciales con el valle central de Chile.[47] Uno de los
asentamientos más importantes fue el de los ragkülche o ranqueles, que instalaron sus
aillarehues a lo largo del río Chadileuvú, Salado o Desaguadero y el sector del Salinas Grandes,
controlando la pampa.[47]
El malón fue una táctica militar ofensiva empleada por araucanos, que consistía en el ataque
rápido y sorpresivo de una nutrida partida de guerreros a caballo contra un grupo enemigo, ya
fueran otros pueblos o parcialidades indígenas, o poblaciones, fortificaciones y estancias de los
criollos, con el objetivo de matar adversarios y saquear para hacerse con ganado, provisiones y
prisioneros, sobre todo mujeres jóvenes y niños.[48] [49]
[50]
El malón fue utilizado en la extensa área de la frontera sur de la entonces Capitanía General de
Chile y del Virreinato del Perú y del posterior Virreinato del Río de la Plata, que eran
jurisdicciones políticas dependientes de la corona española, perviviendo hasta comienzos del
siglo xx en los territorios de los nuevos estados surgidos a consecuencia de la independencia
de Argentina y Chile.
En 1790 el Imperio Español celebró el primero de tres tratados con los mapuches relativos al
Puel Mapu (Tratado de Paz con el Cacique Callfilqui de 1790, Tratado de Paz con los Indios
Ranqueles de 1796 y el Tratado entre los Pehuenches y la provincia de Mendoza 1799), que
complementaban los que venían celebrando con el sector mapuche del otro lado de la
cordillera.[51]
Aunque en los textos de Bartolomé Mitre y de Estanislao Zeballos o en las cartas y documentos
de Juan Manuel de Rosas, que son de la época, no existe la palabra mapuche, se habla solo de
pampas, puelches, ranqueles, etc., se cree que los mapuches terminaron conformando en el
siglo xviii una zona de influencia llamada Puelmapu o Puel Mapu, que se extendía desde la
cordillera de los Andes, el río Limay y el Curu Leuvu o río Negro por el sur, en la región del
Neuquén, hasta el río Cuarto por el norte y el océano Atlántico por el este. El Puel Mapu ya figura
constituido en el Parlamento de Lonquilmo de 1784.[47]
En 1806 y 1807, en el marco de las Guerras Napoleónicas en Europa, tuvieron lugar las
Invasiones Inglesas al Río de la Plata. Sir Home Riggs Popham y William Carr Beresford
encabezaron la primera, que desembarcó en la zona de Quilmes y tomó el control de la ciudad
de Buenos Aires durante 45 días hasta su expulsión por parte de un ejército proveniente de
Montevideo encabezado por Santiago de Liniers. En 1807 un segundo ataque aún más grande
(de unos 8000 soldados), encabezado por John Whitelocke, logró ser resistido con éxito.
El conflicto tuvo consecuencias políticas: se creó un quiebre del derecho institucional vigente en
el virreinato; el virrey Rafael de Sobremonte fue destituido por huir durante la invasión, y el
victorioso Liniers fue elegido por aclamación popular, sin intervención directa del Rey de España.
Durante el segundo conflicto, los soldados eran insuficientes y no podía contarse con el auxilio
de la metrópoli, por lo que sectores postergados de la población recibieron armamento y mando
de tropas. Esto les permitió tener mayor injerencia en los asuntos de la vida pública. Entre ellos
se destacaba el Regimiento de Patricios, compuesto por criollos y comandado por Cornelio
Saavedra.
La Independencia de los Estados Unidos (1776), la Revolución francesa (1789) y las nuevas
ideas de la Ilustración, se combinaron con las tradiciones de lucha de criollos, indígenas y
afroamericanos contra el Imperio español para impulsar las ideas de libertad, igualdad e
independencia en Latinoamérica.
Entre 1810 y 1820 se sucedieron dos juntas de gobierno, dos triunviratos y el Directorio, una
forma unipersonal y centralista de gobierno. En este período, la principal preocupación de los
gobiernos era consolidarse en el orden interno y enfrentar la resistencia de los Ejércitos realistas
en América (defensores del statu quo y del mantenimiento de los lazos que unían estas regiones
a la corona española). En 1816 se declaró la independencia de las Provincias Unidas de América
del Sur en el Congreso de Tucumán.
Campaña libertadora
José de San Martín, Manuel Belgrano y Martín Miguel de Güemes fueron algunos de los
principales comandantes patriotas en la guerra de independencia. A Belgrano se le encargó la
dirección del Ejército del Norte y, aunque fue derrotado por los realistas, sentó las bases para
que el Paraguay formase un gobierno propio, en 1811. En 1812 creó la bandera de la Argentina y
dirigió el Éxodo Jujeño, tras lo cual se impuso a los españoles en las batallas de Tucumán y
Salta.
En 1816, San Martín organizó el Ejército de los Andes conformado por 4000 hombres y, desde
1817 hasta 1822, encabezó las campañas libertadoras que llevarían a la independencia de Chile
y Perú. Al mismo tiempo, Simón Bolívar independizaba a la Gran Colombia, completaba la
independencia de Perú y liberaba a Bolivia (1824), el último bastión del dominio español en
Sudamérica.
El Estado argentino considera a San Martín como el mayor héroe militar de su independencia y
lo honra con el título de "Padre de la Patria". Entre las mujeres se destacaron Mariquita Sánchez
de Thompson, organizadora de cenáculos patrióticos y precursora del feminismo, y Juana
Azurduy, militar heroína de la lucha por la independencia en el Alto Perú y primera generala del
Ejército Argentino, ascendida post-mortem en 2009.
Campañas en el extranjero
El franco-argentino Hippolyte Bouchard luego llevó su flota para hacer la guerra contra España
en el extranjero y atacó la California española, la Chile española, la española Perú y la española
Filipinas. Consiguió la lealtad de los filipinos fugitivos en San Blas que desertaron de los
españoles para unirse a la armada argentina, debido a los conflictos entre argentinos y filipinos
contra la colonización española.[57] [58] Un hermano del libertador de Argentina, Juan Fermín de
San Martín, también fue inmigrante a Filipinas. En una fecha posterior, el Sol de mayo de los
argentinos fue adoptado como un símbolo por los filipinos en la Revolución filipina contra
España. Bouchard, también obtuvo el reconocimiento diplomático de Argentina por parte del rey
Kamehameha I del Reino de Hawái. El historiador Pacho O'Donnell afirma que Hawái fue el
primer Estado que reconoció la independencia de Argentina. [59]
Guerra civil
Desde antes de 1820, unitarios y federales se disputaron el gobierno y la economía del país a
través de una serie de guerras civiles. Con la Batalla de Cepeda, un triunfo federal, comenzó el
Período de las Autonomías Provinciales; la unión entre las provincias solo se mantuvo gracias a
los «tratados interprovinciales». Las luchas internas —en general, las del interior contra Buenos
Aires— se mantuvieron por más de 60 años. Los caudillos dominaron el mapa político a
mediados del siglo xix, dirigiendo grandes ejércitos propios, y en muchos casos gobernando sus
provincias.
Entre 1820 y 1824 gobernó Buenos Aires Martín Rodríguez, cuyo ministro Bernardino Rivadavia
realizó reformas —como la primera ley electoral en 1821, aplicada solo a la provincia de Buenos
Aires— y con el fin de incrementar las arcas del Estado firmó un empréstito con la Baring
Brothers y se apoderó de todos los bienes que pertenecían a las órdenes religiosas, incautó los
bienes del Santuario de Luján, de los de la Hermandad de Caridad, del Hospital de Santa Catalina
y otros.[60] En defensa de los bienes de la Iglesia católica en Argentina y el anticatolicismo de
Rivadavia, el 19 de marzo de 1823 estalló la "Revolución de los Apostólicos" encabezada por
Gregorio García de Tagle pero fracasó después de horas de lucha.
En 1824, Juan Gregorio de Las Heras sucedió a Rodríguez como gobernador de Buenos Aires,
que reunió el Congreso, por el cual se pretendió unificar el país.
En 1825, con el apoyo del gobierno argentino, un grupo de orientales y de otras provincias,
llamados los Treinta y Tres Orientales, liderados por Juan Antonio Lavalleja, ingresó en la
Provincia Oriental para desalojar a los ocupantes brasileños quienes, con la posterior ayuda de
Fructuoso Rivera, en pocos meses lograron retirar al ejército brasileño y, el 25 de agosto, en el
Congreso de Florida, declararon la independencia del territorio oriental del Brasil y su unificación
con las provincias que conformaban las Provincias Unidas del Río de la Plata o Argentina. Brasil
declaró la guerra a Argentina. En 1826, el Congreso nombró presidente a Rivadavia, de tendencia
centralista, que continuó con la política económica librecambista que venían llevando adelante
los gobiernos porteños, y que tiene su base en las ganancias que genera el puerto de Buenos
Aires.
La Argentina sostiene que, con su independencia, heredó los derechos de España en virtud de la
doctrina del uti possidetis iuris y de la de «sucesión de estados», por lo que ejerció un «dominio
eminente» a partir de 1810. Al reconocer España la independencia argentina en 1859, cedió en
forma explícita y retroactiva al 25 de mayo de 1810 sus derechos sobre el territorio argentino,
que incluirían a las Malvinas.[65]
Jewett hizo izar por primera vez la bandera de Argentina en el territorio y repartió
comunicaciones al respecto a los cazadores de lobos marinos y de ballenas, que de varias
nacionalidades estaban allí. El explorador británico James Weddell fue testigo del hecho.
La noticia tuvo difusión en la prensa de Europa. Las islas quedaron bajo pacífica posesión de las
Provincias Unidas hasta la ocupación británica de 1833.[66] [67]
[68]
[69]
[70]
El 10 de junio de 1829, con el fin de reforzar la presencia del Estado argentino, el gobernador
delegado de Buenos Aires, Martín Rodríguez, y su ministro Salvador María del Carril, por
intermedio de un decreto ley crearon la Comandancia Política y Militar de las Islas Malvinas y
adyacentes al Cabo de Hornos en el Mar Atlántico, con sede en la isla Soledad y con jurisdicción
sobre las islas adyacentes al cabo de Hornos que dan hacia el océano Atlántico Sur. Luis Vernet
fue el primer titular del cargo.
El 5 de febrero de 1830 nació en Puerto Soledad Matilde Vernet y Sáez. La hija de Vernet fue la
primera persona de la que se tenga registro en nacer en las Malvinas y primer descendiente de
argentinos antes de la ocupación británica del territorio en 1833.[75] [76]
El 9 de febrero de 1826, el presidente envió al Congreso el proyecto de Ley de Capital, pues para
gobernar el país necesitaba un espacio territorial desde donde hacerlo. Fue aprobado por 25
votos. En contra, se manifestaron 14. La ley establecía como capital del Estado a la ciudad de
Buenos Aires, ampliando sus límites territoriales. La capital no estaba sujeta a la subordinación
de la provincia. Con el resto de Buenos Aires, se creaba una nueva provincia, que perdía su
ciudad cabecera, su puerto, y por lo tanto sus ingresos económicos más fuertes.
Otra ley fue la de creación del Banco Nacional, cuyo nombre oficial fue Banco de las Provincias
Unidas del Río de la Plata, con un capital de 10 000 000 de pesos. Este se integraba con 3 000
000 provenientes de un préstamo realizado por la provincia de Buenos Aires, 1 000 000 del
Banco de Descuentos, y una suscripción anual para integrar acciones por un monto de $ 200
cada una. La administración del Banco estaría a cargo de un Directorio.
El 18 de mayo de 1826, se dictó la Ley de Enfiteusis por la cual las tierras públicas cuya venta
había sido prohibida por estar afectadas a la garantía de la deuda con Inglaterra, se entregaban
en enfiteusis por no menos de 20 años, contados a partir del 1 de enero de 1827.
Rivadavia fomentó las sociedades por acciones, con capitales británicos, para la explotación de
recursos minerales
En lo que hace a la guerra, si bien al comienzo de las hostilidades las fuerzas imperiales eran
mayores a las republicanas, las Provincias Unidas derrotaron a Brasil en muchas batallas en una
lucha de tres años por tierra y mar; siendo la Batalla de Ituzaingó, la más importante.
Sin embargo, los problemas económicos y políticos generados en ambos estados, en especial,
el bloqueo de la Armada de Brasil al puerto de Buenos Aires y el impase en tierra (dado que
Colonia del Sacramento y Montevideo estuvieron bajo el control de Brasil durante todo el
conflicto) aconsejaron iniciar las tratativas de paz.
El conflicto continuó hasta el 27 de agosto de 1828, cuando los representantes del gobierno de
la República de las Provincias Unidas del Río de la Plata, y el Emperador del Brasil, firmaron la
Convención Preliminar de Paz, que acordó la independencia de la Provincia Oriental y el cese de
las hostilidades.
En 1829 Juan Manuel de Rosas, federal y porteño, asumió el gobierno de la provincia de Buenos
Aires, con "Facultades Extraordinarias", y conservando la delegación de las relaciones exteriores
por parte de las demás provincias. Gobernó hasta 1832 con mano de hierro y fuertes rasgos
personalistas. Realizó una campaña en la Patagonia, donde luchó contra algunas tribus
indígenas y negoció con otras, para ampliar la frontera hacia el sur del país. Desde 1832 hasta
1835 se sucedieron tres gobernadores débiles: Juan Ramón Balcarce, Juan José Viamonte y
Manuel Vicente Maza. Los tres renunciaron por presión del rosismo, y el último a causa del
asesinato del caudillo Facundo Quiroga en Barranca Yaco, ideado por los hermanos cordobeses
Reynafé. En 1833, Gran Bretaña ocupó las Islas Malvinas.
En 1835, en medio de esta anarquía, Rosas fue elegido gobernador de Buenos Aires, con el
agregado de tener la "Suma del Poder Público", es decir, los tres poderes del Estado resumidos en
su persona. Un posterior plebiscito popular legitimó en forma amplia su designación. Inició una
política económica proteccionista, aunque sin fomentar en forma explícita nuevas industrias, y
realizó pactos interprovinciales (como el Pacto Federal). También impuso medidas que
favorecían a sectores populares como la prohibición total de la compraventa y el tráfico de
esclavos negros, que ya habían adquirido la libertad de vientres luego de la revolución de mayo.
Inició un régimen que se caracterizó por la persecución de los opositores —bajo el lema "Mueran
los salvajes unitarios"— que en muchos casos fueron ejecutados, asesinados u optaron por
exiliarse en países limítrofes. Su política centralista desató sublevaciones en su contra en el
Interior del país y su autoritarismo generó la oposición de los romanticistas de la "Generación
del 37", grupo de jóvenes intelectuales influyentes, entre ellos Juan Bautista Alberdi, Esteban
Echeverría, y Domingo Faustino Sarmiento, que desde el Salón Literario criticarán con dureza al
régimen.
Entre 1838 y 1840, Rosas enfrentó el bloqueo francés, establecido por el rechazo a aceptar
beneficios para ciudadanos franceses. La acción promovió revueltas y unificó a la oposición
pero fue levantada, resultó fortalecido Rosas, quien luego venció a la poderosa Coalición de las
provincias del Norte y sitió Montevideo entre 1843 y 1851 para ayudar al expresidente uruguayo
derrocado Manuel Oribe. Luego en 1845, resistió el Bloqueo naval Anglo-Francés en la Batalla de
la Vuelta de Obligado, y logró aplastar una última sublevación de la provincia de Corrientes.
En sus últimos años de gobierno, las renuncias de Rosas se repitieron de manera simbólica; el
caudillo entrerriano Justo José de Urquiza aceptó una de ellas con su denominado
"Pronunciamiento" y decidió asumir él mismo las Relaciones Exteriores de su provincia. El
porteño reaccionó con furiosas invectivas, pero su reacción militar fue insuficiente: se
enfrentaron en la Batalla de Caseros el 3 de febrero de 1852. En esta batalla, la más grande de la
historia sudamericana, el Ejército Grande de 30 000 hombres comandados por Urquiza, (que
incluía tropas de Brasil, Uruguay, Entre Ríos, Corrientes y exiliados políticos), derrotó al ejército
federal de 22 000 hombres.
Rosas inició su exilio en Inglaterra. Quince días después, el general victorioso entró en Buenos
Aires en un desfile, seguido por fusilamientos de las figuras importantes del rosismo.
La presencia del Estado argentino en las Islas Malvinas terminó 3 de enero de 1833 a través de
una operación militar del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda que tomó el control de las islas
luego de que el 20 de diciembre de 1832 la corbeta estadounidense USS Lexington destruyera
las defensas militares del asentamiento argentino de Puerto Soledad, en la isla homónima. A
pesar de estar en relaciones de paz con la Confederación Argentina, el Reino Unido, con dos
buques de guerra desalojaron a la guarnición argentina de 26 soldados, quienes se marcharon
dos días después. Desde entonces, las islas han estado bajo dominio británico, excepto durante
el breve período de la Guerra de Malvinas en 1982.
Primeras expediciones a la península antártica y mares australes
En 1815 el comodoro de marina irlandés al servicio de las Provincias Unidas del Río de la Plata,
Guillermo Brown, emprendió una campaña para hostigar a la flota española en el océano
Pacífico y al transponer el cabo de Hornos con los navíos Hércules y Trinidad los vientos los
llevaron hasta el paralelo 65º S. En la memoria naval institucional llamada Acciones navales de la
República Argentina, 1813-1828, Brown escribió:[77]
Fuentes argentinas mencionan que Brown habría avistado tierras antárticas en esa expedición,
afirman que es la razón por la cual en la cartografía suele llamarse Tierra de la Trinidad a la parte
más septentrional de la península Antártica (por el navío Trinidad), pero Brown tampoco hizo
mención de ese supuesto avistaje en sus Memorias escritas cuando ya se conocía la existencia
de la Antártida, en las que se refiere al hecho:[78]
El 25 de agosto de 1818 el gobierno de las Provincias Unidas del Río de la Plata otorgó las
primeras concesiones para la caza de focas y pingüinos en territorios correspondientes al
continente antártico a Juan Pedro de Aguirre, quien operaba con los buques Pescadora Director y
San Juan Nepomuceno. En el petitorio que Aguirre había presentado el 18 de febrero solicitó
autorización para la instalación de un establecimiento para caza de lobos marinos en alguna de
las islas a la altura del Polo Sur.
La primera tierra descubierta confirmada al sur del paralelo 60° S fue por el inglés William Smith
a bordo del bergantín mercantil Williams, mientras navegaba desde Buenos Aires a Valparaíso,
desviado de su ruta al sur del cabo de Hornos, el 19 de febrero de 1819 avistó la extremidad
nordeste (punta Williams) de la isla Livingston. Denunció su descubrimiento en Valparaíso, pero
no le fue creído y en otro viaje volvió a desviarse alcanzando el 16 de octubre de 1819 la isla Rey
Jorge. Bautizó al archipiélago como Nueva Bretaña del Sur y tomó posesión de él a nombre de la
corona británica, dando a conocer sus descubrimientos al llegar a Montevideo cuando esta
ciudad formaba parte de las Provincias Unidas del Río de la Plata.
El foquero argentino Spiritu Santo al mando del capitán Carlos Tidblom (o Timdblon), fue seguido
en septiembre de 1819 desde las islas Malvinas por el brig estadounidense Hercilia (al mando de
Nathaniel Palmer) alcanzándolo en la isla Decepción en las Shetland del Sur. El hecho de que
estos foqueros se dirigieran a las islas con rumbo fijo suele ser considerado prueba de que las
conocían.
Luego de la Batalla de Caseros se firmó el Acuerdo de San Nicolás que convocó a un Congreso
Constituyente con el fin de establecer un Estado federal y designó al vencedor de Caseros, Justo
José de Urquiza, como director provisorio de la Confederación. La provincia de Buenos Aires, sin
embargo, se reorganizó luego de la derrota del rosismo bajo el liderazgo de Bartolomé Mitre del
Partido Unitario, y decidió no ratificar el Acuerdo, separándose de la Confederación con el
nombre de «Estado de Buenos Aires».
En 1853, trece provincias (Catamarca, Córdoba, Corrientes, Entre Ríos, Jujuy, La Rioja, Mendoza,
Salta, San Juan, San Luis, Santa Fe, Santiago del Estero y Tucumán), se reunieron en el Congreso
Constituyente de Santa Fe y sancionaron la Constitución de 1853 que constituyó la República
Argentina —conocida hasta 1860 como Confederación Argentina— sobre la base de principios
republicanos, representativos, federales y liberales.
Los pueblos originarios que habitaban los territorios indígenas de la Patagonia (selknam,
yaganes, tehuelches, mapuches y ranqueles) y el Gran Chaco (guaicurúes, matacos, vilelas) no
formaban parte de ninguna provincia y su eventual representación no fue contemplada. Años
después la República Argentina conquistó esos territorios mediante la guerra, organizando a la
población en una serie de entidades llamadas «territorio nacionales» que carecieron de
representación y derechos políticos hasta sus respectivas provincializaciones más de un siglo
después —Misiones, La Pampa, Chaco, Formosa, Neuquén, Río Negro, Chubut y Santa Cruz
serían provincializadas a mediados del siglo xx y Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico
Sur lo serían en 1991.
Sin un puerto importante para comerciar, las economías de las provincias de la Confederación
se verían muy afectadas por la separación de Buenos Aires, razón por la cual recomenzó la
guerra civil. Tras la Batalla de Cepeda (1859), el Pacto de San José de Flores, la Reforma
constitucional de 1860 y la Batalla de Pavón, de 1861, se logró la unificación del país bajo la
hegemonía de Buenos Aires y el liderazgo de Bartolomé Mitre, quien asumió de facto la
Presidencia de la Confederación sin dejar de ser gobernador de Buenos Aires, mientras Urquiza
se retiró para siempre de la política.
Las tres presidencias que se dieron posteriores a la culminación del proceso constituyente
originario del Estado y que se prolongaron durante un período de dieciocho años que abarcó
desde 1862 hasta 1880 suelen denominarse las presidencias históricas. La tercera de ellas, en
cabeza de Nicolás Avellaneda, daría inicio a la larga hegemonía de 42 años sin alternancia, del
Partido Autonomista Nacional.
Mitre
En 1862 Mitre, a la cabeza del Partido Nacionalista confirmó su poder y resultó elegido
presidente constitucional. Inició una política de codificación, sancionó importantes leyes y
promovió la inmigración y la educación. Combatió con brutalidad las resistencias de los
caudillos provinciales, en especial la de Chacho Peñaloza.
El Paraguay de Francisco Solano López había invadido y ocupado Corrientes, la Argentina se alió
con Brasil y Uruguay para derrocarlo mediante la Guerra de la Triple Alianza.[79] [80]
Otra versión
da cuenta de que la guerra se debió al cierre de la salida al mar de la nación más desarrollada
por entonces, en una entente en la que Brasil y Argentina fueron estimulados por Inglaterra.[81]
El que se pensaba sería un conflicto de rápido desenlace, concluyó en 1870 luego de seis años,
que dejó al Paraguay devastado y se cobró la vida de 30 000 soldados argentinos.
Sarmiento
Sería sucedido por Domingo Faustino Sarmiento en 1868, que realizó el primer Censo Nacional
de Población, promovió la educación popular, la cultura y los telégrafos. Luchó contra los
últimos caudillos federales derrotándolos, y se firmaron importantes tratados internacionales,
además de finalizar la Guerra de la Triple Alianza. Incentivó la inmigración europea que siguió
hasta mitad del siglo xx. Entre 1871 y 1915, la Argentina recibió casi 5 000 000 de inmigrantes,
sobre todo europeos, de pueblos y culturas diversas.
Avellaneda
Tras una pequeña crisis económica, Sarmiento fue sucedido por Nicolás Avellaneda (1874), del
recién creado Partido Autonomista Nacional (PAN), que se mantendría en el poder sin
alternancia durante cuarenta y dos años, hasta 1916, utilizando un régimen de voto cantado y
mínima representatividad, que permitía el fraude electoral generalizado. Avellaneda emprendió la
conquista de los territorios indígenas. Continuó la política de fomento de la inmigración europea,
promovió la industrialización y sancionó una Ley de Tierras favoreciendo el latifundio, aunque
durante su período debió enfrentar una seria recesión económica a consecuencia del Pánico de
1873. En 1878 se efectuó la Expedición Py que aseguró la soberanía argentina al sur del río
Santa Cruz, en momentos en que amenazaba un conflicto con Chile.
En 1879 se llevó a cabo la Conquista del Desierto la cual logró, por medios bélicos, el objetivo de
hacer ejercer el efectivo dominio del estado nacional sobre millones de hectáreas de la llanura
pampeana occidental y el norte de la Patagonia, que se encontraban bajo el control de los
pueblos mapuche, ranquel y tehuelche. Esta campaña, liderada por el ministro general Julio
Argentino Roca eliminó la amenaza de los malones sobre la antigua línea de la frontera con los
pueblos indígenas del sur, al costo de miles de indígenas —mayoritariamente mujeres y niños—
que fueron esclavizados y en beneficio de unos pocos estancieros. Un sector de la historiografía
y de las organizaciones sociales, políticas y de derechos humanos, considera que se trató de un
genocidio. Años después se aplicó una metodología similar sobre los territorios chaqueños.
Mediante ambos procesos se logró casi triplicar la superficie del país, incluyendo territorios
pretendidos por otros países, consolidando de este modo las fronteras. Como contracara,
provocó una drástica reducción de la población aborigen de dichas regiones.
En 1880 estalló en Buenos Aires una última guerra civil por el control del Estado y en contra del
generalizado fraude electoral, habitual en la segunda mitad del siglo xix en el país, liderado por
Carlos Tejedor y Bartolomé Mitre; su derrota, que dio fin al período de las guerras civiles
argentinas, permitió sancionar la Ley 1029 —previa cesión del territorio por la provincia de
Buenos Aires— que federalizaba la Ciudad de Buenos Aires, transformándola en capital del país.
Roca
Poco después, Roca asumió la Presidencia e inició un plan de construcción de obras públicas a
lo largo de todo el país. Con él se inició un período de más de tres décadas de gobiernos
conservadores y liberales, sostenidos por prácticas electorales fraudulentas.
Durante este período predominó el Partido Autonomista Nacional (PAN) que monopolizó el
poder sobre la base de elecciones fraudulentas, propiciado por el sistema del voto cantado y
durante 25 años, la figura excluyente fue el general Julio Argentino Roca.
Se sucedieron en la presidencia Julio A. Roca (1880-1886), Miguel Juárez Celman, quien dimitió
en 1890 como consecuencia de la revolución del parque encabezada por Leandro N. Alem — que
fue sofocada — y le sustituyó el vicepresidente Carlos Pellegrini (1890-1892). Le siguieron en el
poder Luis Sáenz Peña (1892-1895), José Evaristo Uriburu (1895-1898), Julio Argentino Roca
(1898-1904), Manuel Quintana (1904-1906), José Figueroa Alcorta (1906-1910), Roque Sáenz
Peña (1910-1914) y Victorino de la Plaza (1914-1916).
A tal fin, los gobiernos conservadores, también conocidos como la Generación del 80,
introdujeron algunas técnicas modernas de agricultura y ganadería, construyeron una extensa
red ferroviaria con eje en Buenos Aires y sus puertos, promovieron una gran ola de inmigración
europea (1870-1930) (mayoritariamente campesinos italianos y en segundo lugar españoles)
que llevó la población argentina del 3,5 % al 11,1 % en 1930, como porcentaje de la población de
América Latina.[82]
El historiador británico Niall Ferguson sostiene que las inversiones del Imperio Británico en
Argentina y Brasil eran de tal magnitud que resulta legítimo calificar esa situación como
"imperialismo informal".[83] Esta condición de "colonia informal" sería reivindicada por el
gobierno argentino durante la Década Infame de 1930, cuando la Gran Depresión puso en crisis
el modelo global del Imperio Británico.[84]
Las inversiones, provenientes sobre todo del Estado argentino y del Reino Unido, fueron
destinadas a áreas como el desarrollo ferroviario, los puertos y los frigoríficos. Gran parte de la
inmigración y las actividades económicas modernas se alejaron del interior del país, impulsando
la concentración del desarrollo y de las riquezas en la ciudad de Buenos Aires; que se convierte
en una ciudad próspera y cosmopolita.
Sin embargo, estos modelos económicos también fueron generando una fuerte acumulación de
la riqueza en las manos de la aristocracia ganadera bonaerense; y la exclusión, hacinamiento o
segregación de la clase trabajadora. Simultáneamente el país se desarrolló asimétricamente,
con una fuerte postergación del llamado «interior», un término creado para mencionar al
territorio argentino que no es Buenos Aires.
A su vez la inmigración también trajo de Europa los ideales socialistas y anarquistas, que los
conservadores se encargaron de combatir y reprimir, incluso prohibiendo la entrada al país.
El PAN dominó mediante el fraude electoral la política argentina hasta 1916, cuando la Ley
Sáenz Peña de sufragio secreto y universal (para varones) sancionada cuatro años antes,
permitió el triunfo electoral de la Unión Cívica Radical, liderada por Hipólito Yrigoyen. Los
radicales, que habían protagonizado diversos intentos revolucionarios en contra de lo que
denominaban el régimen alentaban la expansión de una incipiente clase media argentina.
El 26 de julio de 1890 se produjo un golpe de Estado conocido como «Revolución del Parque»
dirigido por la recién formada Unión Cívica, liderada por Leandro Alem, Bartolomé Mitre,
Aristóbulo del Valle, Bernardo de Irigoyen y Francisco Barroetaveña, entre otros, que perseguía el
derrocamiento del gobierno encabezado por el presidente Miguel Juárez Celman.
El golpe fue precedido por una grave crisis económica que se había prolongado por dos años,
así como denuncias de corrupción y autoritarismo por sus opositores. Se formaron una Junta
Revolucionaria y una logia militar conocida como la Logia de los 33 oficiales. Entre sus líderes
estaba el subteniente José Félix Uriburu que 40 años más tarde encabezaría el golpe de Estado
que derrocó a Hipólito Yrigoyen.
El plan era que las fuerzas rebeldes se concentrarían en el Parque de Artillería y la flota
bombardearía la Casa Rosada y el cuartel de Retiro. Al mismo tiempo, grupos de milicianos
debían tomar prisioneros al presidente Juárez Celman, el vicepresidente Pellegrini, al ministro de
Guerra general Levalle, y al presidente del senado Julio Argentino Roca, y cortar las vías de
ferrocarril y telegráficas.
Ese día el levantamiento comenzó en la madrugada del 26 de julio de 1890. Un regimiento cívico
armado tomó el estratégico Parque de Artillería de la Ciudad de Buenos Aires, donde hoy se
levanta el edificio de la Corte Suprema de Justicia), ubicado 900 metros de la casa de gobierno y
simultáneamente otros contingentes sublevados marcharon hacia allí desde otros puntos. Al
mismo tiempo se sublevó la mayor parte de la escuadra naval ubicada en el puerto de la Boca
del Riachuelo, al sur de la Casa Rosada, luego de un cruento enfrentamiento armado. Las tropas
revolucionarias contaban con el apoyo de civiles armados organizados en «milicias cívicas».
El sitio principal donde se concentraron las fuerzas del gobierno fue el Retiro, en la zona noreste
de la ciudad. Allí existía un importante cuartel en el lugar en que hoy se encuentra la Plaza San
Martín y la terminal de ferrocarril de Retiro, estratégica para traer las tropas ubicadas en las
provincias. En Retiro se instalaron desde las 6:00 los hombres clave del gobierno: el presidente
Miguel Juárez Celman, el vicepresidente Carlos Pellegrini, el presidente del Senado Julio
Argentino Roca, el ministro de Guerra, general Nicolás Levalle, quien tomaría el mando directo de
las tropas leales, y el jefe de Policía coronel Alberto Capdevila.
Una vez que el gobierno se encontró reunido en el cuartel de Retiro, Juárez Celman salió de
Buenos Aires aconsejado por Pellegrini y Roca que de ese modo quedaron a cargo del mando
político.
Una vez concentradas las tropas revolucionarias en el Parque de Artillería, el general Manuel J.
Campos cambió el plan establecido la noche anterior, y en lugar de atacar las posiciones del
gobierno y tomar la Casa Rosada, dio la orden de permanecer en el interior del Parque. La gran
mayoría de los historiadores atribuye la decisión a un acuerdo secreto entre Campos y Roca;
este último habría fomentado la revuelta para provocar la caída del presidente Juárez Celman,
pero evitando un triunfo de los rebeldes que hubiera instalado a Leandro Alem como presidente
provisional.
La flota sublevada se ubicó detrás de la Casa Rosada y comenzó a bombardear al azar el cuartel
de Retiro, el Cuartel de Policía y la zona aledaña al sur de la ciudad, y la Casa Rosada. La lucha
continuó hasta el 29 de julio en que los rebeldes se rindieron con la condición de que no
tomaran represalias con los revolucionarios. La cantidad de víctimas causadas por la Revolución
del 90 nunca ha sido bien establecida. Distintas fuentes hablan desde 150 hasta 300 muertos o
en forma indiscriminada de 1500 bajas sumando muertos y heridos. El 6 de agosto de 1890
Miguel Juárez Celman renunció a la presidencia y fue reemplazado por el vicepresidente Carlos
Pellegrini, quien nombró como su ministro del Interior a Julio Argentino Roca, quien fue el que
políticamente más se fortaleció con el golpe frustrado.
El 4 de febrero de 1905, en la Capital Federal, Campo de Mayo, Bahía Blanca, Mendoza, Córdoba
y Santa Fe, se produjo el alzamiento armado con el propósito de derrocar a las autoridades que,
por su parte, estaban al tanto de la conspiración y decretaron el estado de sitio en todo el país,
por noventa días.
En la Capital Federal los golpistas fallaron al no poder asegurar el control del arsenal de guerra
de Buenos Aires cuando el general Carlos Smith, jefe del Estado Mayor del Ejército desplazó a
los soldados yrigoyenistas. Las tropas leales y la policía recuperaron pronto las comisarías
tomadas por sorpresa y los cantones revolucionarios. En Córdoba los rebeldes apresaron al
vicepresidente José Figueroa Alcorta y amenazaron matarlo si no renunciaba el presidente
Manuel Quintana; este no cedió y la amenaza no fue ejecutada. También apresaron al diputado
Julio Argentino Pascual Roca, y Francisco Julián Beazley, exjefe de policía de Buenos Aires, pero
no al expresidente Julio Argentino Roca, quien logró escapar a Santiago del Estero.
En Mendoza los rebeldes se llevaron 300 000 pesos del Banco de la Nación y atacaron los
cuarteles defendidos por el teniente Basilio Pertiné. Las tropas sublevadas en Bahía Blanca y
otros lugares ni tuvieron perspectiva, ni hallaron eco en el pueblo. Solo continuaron los
combates en Córdoba y Mendoza hasta el 8 de febrero, pero finalmente los alzados fueron
derrotados y enjuiciados recibiendo penas de hasta 8 años de prisión y enviados al penal de
Ushuaia.
Postal conmemorativa de la
Revolución de Mayo, de 1910
1910 fue un año en el que los logros y los fracasos de la Generación del 80 quedaron en
evidencia.
El 25 de mayo de 1910 se cumplían 100 años desde la Revolución de Mayo, paso inicial de la
independencia. El gobierno argentino, presidido por José Figueroa Alcorta, decidió entonces
organizar las festividades del Centenario, como un acontecimiento internacional al que
asistieran personalidades de todo el mundo.
Llegaron a Buenos Aires la Infanta Isabel de España, el presidente de Chile Pedro Montt y
representantes de numerosos países. Los presidentes de Bolivia y de Brasil estuvieron ausentes
debido a las malas relaciones diplomáticas que mantenían con la Argentina.
Buenos Aires fue el centro de los festejos, realizándose diversas ceremonias organizadas por el
gobierno y particulares con participación del mundo de la cultura, militares, escolares y de
colectividades extranjeras.
El 25 de mayo, a la madrugada, una marcha de estudiantes se dirigió al Río de la Plata para ver el
amanecer. A la mañana en la Plaza de Mayo se colocó la piedra fundamental del monumento a
la Revolución de Mayo y en la Plaza del Congreso hubo una reunión de escolares. A las tres de la
tarde se realizó un desfile militar.
Sin embargo, de manera paralela a los festejos, los sindicatos expresaron su descontento ante
la situación de desigualdad social y económica. La CORA y la FORA, dirigidas por las corrientes
socialista, sindicalista revolucionaria y anarquista, realizaron protestas y amenazaron con
realizar una huelga general. Pedían la derogación de la Ley de Residencia, que habilitaba al
gobierno a expulsar extranjeros sin el debido proceso. El gobierno impuso el estado de sitio y la
policía reprimió a los manifestantes. Los partidos obreros se fragmentaron y la huelga no se
concretó.
Para la clase alta, el acto del Centenario fue una demostración del poder y grandeza a la europea,
que perduraría a través de los años. Para las clases bajas el acto del centenario fue un evento
aristocrático y excluyente.
En 1848 el futuro comandante argentino Luis Piedra Buena viajó a la Antártida como grumete
del barco de William Smiley.
La Expedición Argentina a las Tierras y Mares Australes de 1881 al mando teniente de la Marina
Italiana Giacomo Bove exploró Tierra del Fuego hasta que su barco naufragó. La expedición del
rumano Julio Popper se frustró durante su alistamiento por su muerte en 1893.
El 29 de diciembre de 1894 el presidente argentino Luis Sáenz Peña autorizó a Luis Neumayer
para explorar el territorio situado al sur de la Patagonia y denominado Tierra de Grand (península
Antártica), aunque prohibiendo cualquier tipo de explotación, pero la expedición no se
realizó.[85]
Entre 1897 y 1899 una expedición belga comandada por Adrien de Gerlache, de la que participó
Roald Amundsen, debió invernar en la Antártida al quedar encerrada por los hielos.[86]
La corbeta argentina ARA Uruguay volvió a la Antártida en 1905 —zarpó desde le puerto de
Buenos Aires el 10 de diciembre de 1904— para relevar a la dotación de las Orcadas del Sur y
dirigirse a la isla Decepción y luego a la isla Wiencke en busca de Jean-Baptiste Charcot, cuya
expedición francesa (1903-1905) se creía perdida. En agradecimiento a la colaboración
argentina con su expedición Charcot bautizó a un grupo insular como islas Argentina. Una de
esas islas fue nombrada como isla Galíndez en homenaje al capitán de la corbeta, Ismael
Galíndez, y otra fue denominada isla Uruguay, en homenaje a la corbeta argentina de tal
nombre.[89]
El gobierno argentino decidió sumar dos observatorios meteorológicos, en la isla Georgia del Sur
y en la isla Wandel, a los que ya tenía en las islas Laurie y Observatorio. La expedición que debía
instalar uno en el puerto en donde invernó Charcot en 1904 en la isla Wandel (hoy isla Booth)
partió de Buenos Aires el 30 de diciembre de 1905 al mando del teniente de navío Lorenzo
Saborido en el barco Austral, que era el Le Français comprado a Charcot cuando este viajó a
Buenos Aires en febrero de ese año. Luego de relevar a la dotación de las Orcadas del Sur,
regresó a Buenos Aires sin poder llegar a la isla Wandel. En un nuevo intento, al mando del
teniente de navío Arturo Celery, el 22 de diciembre de 1906 el barco encalló y se hundió en el
banco Ortiz del Río de la Plata, por lo que el observatorio nunca se construyó.[90] En junio de
1905 el transporte Guardia Nacional al mando del teniente de navío Alfredo P. Lamas llevó
adelante la tarea de levantar el observatorio de las Georgias del Sur en la bahía Cumberland,
renombrada como «bahía Guardia Nacional».
Un decreto emitido por Chile el 27 de febrero de 1906 cedió la explotación industrial agrícola y
pesquera por 25 años, en las islas Diego Ramírez, Shetland del Sur, Georgias del Sur y la Tierra
de Graham (Tierra de O'Higgins/San Martín) a Enrique Fabry y a Domingo de Toro Herrera,
encargándoseles también el resguardo y la custodia de los intereses soberanos de Chile en la
zona. La Argentina protestó formalmente el 10 de junio de 1906 por esas acciones de Chile y al
año siguiente Chile invitó al Gobierno argentino a negociar un tratado para dividir las islas y la
Antártica continental americana, pero no fue aceptado.
El 21 de julio de 1908 el Reino Unido anunció oficialmente sus reclamos a todas las tierras
dentro de los meridianos 20º O a 80º Ó al Sur del paralelo 50º S, que en 1917 trasladó al sur del
paralelo 58º S debido a que con ese reclamo se incluía parte de la Patagonia.
Hipólito Yrigoyen es el
primer presidente
argentino elegido por el
voto secreto
Al llegar el radicalismo al poder, este presentó, más que un programa de gobierno, una
declaración de principios: la causa contra el régimen, la reparación histórica, la recuperación de
la ética, el respeto al federalismo.
Entre los puntos de la doctrina radical se encontraba el concepto de "la causa contra el régimen".
"La causa" era la causa radical, y sus ideales eran el honor del país, la pureza del sufragio, la
reorganización del país, la democracia y el respeto a la constitución y las leyes. "El régimen" era
el gobierno del PAN; contra este régimen (un régimen corrupto, injusto, etc.) llega "la causa" (la
UCR) que viene a sanar los daños hechos por el gobierno del PAN. Otro punto de la doctrina
radical era "La reparación histórica". Esta predicaba que el gobierno radical no venía a vengar los
daños hechos por el gobierno del PAN sino a sanarlos, a repararlos.
En 1916 Hipólito Yrigoyen asumió la presidencia de la nación, gracias a la Ley Sáenz Peña, que
establecía el sufragio secreto y universal para varones. Con la primera presidencia de Yrigoyen
se inicia un período de la historia argentina conocido como «La etapa radical», que abarca de
1916 a 1930 (año del primer golpe de Estado de la Argentina).
Yrigoyen debió gobernar con un Senado nacional con mayoría conservadora, que tendía a votar
negativamente los proyectos de ley propuestos del radicalismo. Por esta razón tomó la decisión
de gobernar dictando numerosos decretos. Algo similar sucedió con la estructura federal del
país: la mayoría de las provincias tenían gobiernos opositores, situación que lo llevó a intervenir
casi todas las provincias.
En 1918 se inició en Córdoba —extendiéndose luego a todo el país y América Latina— la rebelión
estudiantil conocida como la Reforma Universitaria, con el fin de democratizar la universidad. La
primera guerra mundial afectó económicamente a Argentina, por las restricciones del mercado
mundial. Sin embargo, se destaca la industria textil y la petrolera con la creación de YPF
(Yacimientos Petrolíferos Fiscales). Durante este período se privilegió a algunos sectores
marginados de la población, ignorados durante los Gobiernos Conservadores.
Marcelo T. de Alvear
Las elecciones presidenciales se realizaron el 2 de abril de 1922. La Unión Cívica Radical obtuvo
450 000 votos; la Concentración Nacional (conservadores) obtuvo 200 000 votos; el Partido
Socialista obtuvo 75 000 votos; y el Partido Demócrata Progresista obtuvo 75 000 votos.
Marcelo Torcuato de Alvear, un hombre de la clase económica alta, desarrolló una presidencia
diferente, en estilos, a la del también radical Hipólito Yrigoyen.
Las políticas de transformación económica, políticas y social que había delineado el gobierno de
Yrigoyen, resultaron atenuadas, cuando no directamente revertidas, como en el caso de la
Reforma Universitaria o cuando el presidente Alvear vetó el proyecto de ley que extendía la
jubilación a amplios sectores de trabajadores que lo enfrentó con el movimiento sindical. Ello no
impidió sin embargo que fuera el gobierno de Alvear el que enviara al Congreso el proyecto de
ley de nacionalización del petróleo, aunque el mismo nunca sería aprobado.
El triunfo fue tan amplio que los radicales yrigoyenistas lo denominaron «el plebiscito».[95]
«La quiebra del ímpetu liberador del gobierno radical se debió fundamentalmente a la quiebra
del radicalismo mismo».
Manifestantes
saquean la casa
de Yrigoyen
La Crisis Mundial de 1929 afectó fuertemente a la economía del país, porque su modelo
agroexportador dependía de la venta de materias primas a mercados que se cerraron. El
radicalismo estaba completamente dividido y no tenía diálogo con la oposición, muy crítica con
el Gobierno.
El hecho más importante y duradero del segundo gobierno de Yrigoyen fue la decisión tomada el
1 de agosto por parte de YPF, dirigida por el general Enrique Mosconi, de intervenir en el
mercado petrolero, para fijar el precio y romper los trusts. El golpe de Estado sucederá apenas
37 días después, lo que ha llevado a varios historiadores a vincular, al menos parcialmente, el
golpe militar con la decisión de YPF.
Bibliografía
del Mazo, Gabriel (1984). La segunda presidencia de Yrigoyen. Buenos Aires: CEAL. ISBN 950-
25-0051-2.
Luna, Félix (1964). Yrigoyen. Buenos Aires: Desarrollo.
Fue en la primera mitad del siglo xx quien mediante publicaciones impresas y filmes quizás más
tempranamente difundió entre la población la conciencia de una soberanía argentina en la
Antártida.
El 30 de marzo de 1927 fue inaugurada en las Orcadas del Sur la primera estación
radiotelegráfica de la Antártida.
La llamada Década Infame se inició con el golpe militar del 6 de septiembre de 1930 liderado por
el general corporativista nacionalista católico José Félix Uriburu que derrocó al presidente
Hipólito Yrigoyen de la Unión Cívica Radical, quien había sido elegido democráticamente para
ejercer su segundo mandato en 1928. El gobierno proscribió a la Unión Cívica Radical y organizó
una «salida electoral» fraudulenta y controlada por las Fuerzas Armadas que dio origen a una
serie de gobiernos conservadores fraudulentos y corruptos, dirigidos por la Concordancia,
nombre que tomó la alianza política formada entre el Partido Demócrata Nacional (también
conocido simplemente como Partido Conservador), la Unión Cívica Radical Antipersonalista y el
Partido Socialista Independiente que gobernó el país hasta 1943. Este período se caracterizó
por el comienzo del nuevo modelo económico conocido como industrialización por sustitución
de importaciones.
Poco antes de finalizar la Primera Guerra Mundial se produjo en Europa la Revolución rusa que
estableció la Unión Soviética, organizada bajo principios comunistas. El movimiento socialista
se dividió cuando los líderes de los partidos socialdemócratas apoyaron la guerra, mientras que
los partidarios de la Revolución rusa de 1917 formaron partidos comunistas en la mayoría de los
países industrializados (y en muchos no industrializados).
La crisis económica mundial de 1929 llamada Gran Depresión tuvo un profundo impacto en la
Argentina. Afectó primero económicamente ya que el 80 % de los ingresos fiscales en Argentina
provenían del comercio exterior. La crisis creó una situación de tensión social, con bajas de
sueldo, aumento del desempleo; es decir, una contracción de la economía. Y esto generó
también, en el plano político, un contexto en el cual se produce el golpe de 1930. La crisis de
1929 fue un factor que creó una situación de tensión, de malestar sobre la economía, en
términos sociales y de preocupación e incertidumbre en los sectores económicos dominantes y
esto contribuyó a crear este clima. En América Latina en general hubo una crisis de sistemas
democráticos prácticamente en toda la región.[102]
El uruguayo Natalio Félix Botana formó
parte del grupo golpista y utilizó el popular
Crítica que había fundado para
desprestigiar al presidente Yrigoyen.
Por otra parte, la enseñanzas sociales de la Iglesia católica de la época estaban basadas en la
encíclica Rerum Novarum de 1891 que versaba sobre las condiciones de las clases trabajadoras,
dejaba patente su apoyo al derecho laboral de «formar uniones o sindicatos», reafirmaba en su
apoyo al derecho de la propiedad privada y discutía sobre las relaciones entre el gobierno, las
empresas, los trabajadores y la Iglesia, proponiendo una organización socioeconómica que más
tarde se llamaría corporativismo. Recién a partir de 1931 el papa Pío XI condenó al fascismo y
propuso llevar a la práctica los principios de la recta razón y de la filosofía socialcristiana.
Las posturas nacionalistas surgidas por imitación de lo ocurrido en Italia con Benito Mussolini
que apoyaban la implantación de un corporativismo provocaron la división del Partido Popular y
su disolución. Fue entonces cuando los nacionalistas católicos apoyaron al semanario "La
Nueva República", opositor al gobierno radical de Hipólito Yrigoyen que, en plena Gran Depresión
mundial de 1929 fue muy criticado por una serie de intervenciones a provincias por decreto y
asesinatos de opositores, entre ellos el del senador Lencinas,[103] que produjeron el
debilitamiento de la democracia[104] y desencadenaron el golpe militar dirigido por el general
José Félix Uriburu.
Una vez que Hipólito Yrigoyen fue elegido presidente en 1916, comenzó a formarse dentro de la
Unión Cívica Radical un amplio sector que se opuso a Yrigoyen, considerándolo autoritario. Este
sector se autodenominó "antipersonalista" y llegó a formar otro partido radical denominado
Unión Cívica Radical Antipersonalista con el que se presentó a las elecciones presidenciales de
1928 con la fórmula Leopoldo Melo-Vicente Gallo, saliendo segundo detrás del mismo Hipólito
Yrigoyen. Derrotados en las urnas, los radicales antipersonalistas comenzaron a conspirar
contra el gobierno constitucional y luego integrarían la Concordancia, que gobernó
fraudulentamente entre 1932 y 1943.
Los grupos conservadores y los medios de comunicación gráfica, también conspiraron contra el
gobierno constitucional desde que fue elegido el primer presidente por voto secreto y obligatorio
en 1916. El diario roquista La Prensa le había advertido a Yrigoyen en una editorial antes de
asumir, que si se empeñaba en llevar adelante una política no conservadora "será batido y
desalojado del poder".[105] Otro factor determinante del golpe de Estado contra Yrigoyen fue el
diario Crítica del uruguayo Natalio Félix Botana, que "no sólo contribuyó al derrocamiento del
gobierno con acerbas críticas de su diario, sino con su participación personal en la trama que,
con la conducción en la sombra del jefe del ejército Agustín Justo, culminó el 6 de septiembre
de 1930".[98] [106]
El 10 de septiembre, José Félix Uriburu fue reconocido como presidente de facto de la Nación
por la Corte Suprema mediante la acordada que dio origen a la doctrina de los gobiernos de
facto y que sería utilizada para legitimar a todos los demás golpes militares.[107]
Uriburu propuso la fundación de un Partido Nacional, al que deberían adherirse los demás
partidos, aunque estaban excluidos el radicalismo yrigoyenista y posiblemente el Partido
Socialista. La invitación fue rechazada por todos, salvo algunos grupos conservadores. Uriburu
se había adelantado a convocar a elecciones para gobernador de Buenos Aires, confiando en
presentar una candidatura única del Partido Nacional frente a los radicales; cuando su proyecto
fracasó, no pudo retractarse.[110]
En el mes de abril, de 1931 se celebraron las elecciones bonaerenses, con un resultado
imprevisto: pese a que el gobierno consideraba al radicalismo completamente "fuera de la
historia", y a que este no organizó una campaña electoral ni tenía apoyo de la prensa, el
candidato radical Honorio Pueyrredón obtuvo el triunfo. Pese a que en el Colegio Electoral el
radicalismo quedó varios votos por detrás y debía negociar con los socialistas para alzarse con
la gobernación, el gobierno entró en pánico y la mayoría de los ministros presentó la renuncia.
Uriburu reorganizó el gabinete, nombrando ministros del sector "liberal". El 8 de mayo suspendió
el llamado al colegio electoral provincial, y nombró gobernador de facto de la provincia de
Buenos Aires a Manuel Ramón Alvarado.[111]
Pocas semanas más tarde estalló una revolución en la provincia de Corrientes, dirigida por el
teniente coronel Gregorio Pomar; aunque fue rápidamente reprimida, dio a Uriburu la excusa que
buscaba: clausuró todos los locales de la UCR, arrestó a docenas de dirigentes y prohibió a los
colegios electorales elegir políticos vinculados directa o indirectamente con Yrigoyen;
Pueyrredón había sido ministro de Yrigoyen, lo que significaba que no podía ser elegido, pero
además fue expulsado del país junto con Alvear. Además suspendió las elecciones de
gobernadores planeadas para las provincias de Córdoba y Santa Fe.[112] En el mes de
septiembre llamó a elecciones para el mes de noviembre, y poco después anuló las elecciones
en Buenos Aires.[113]
El experimento corporativista había fracasado, pero aun así, el 20 de febrero de 1932, horas
antes de entregar el gobierno a su sucesor, Uriburu declararía que "el voto secreto es
precisamente lo que ha permitido el desenfreno demagógico que hemos padecido."[114]
Luego del fracaso del ensayo corporativista nacionalista católico de José Félix Uriburu gobernó
la Argentina una alianza política conservadora que se denominó la «Concordancia» que fue una
alianza política formada entre el Partido Demócrata Nacional (también conocido simplemente
como Partido Conservador), la Unión Cívica Radical Antipersonalista y el Partido Socialista
Independiente que gobernó el país durante la llamada década infame entre 1932 y 1943, a través
de los presidentes Agustín P. Justo (1932-1938), Roberto M. Ortiz (1938-1940) y Ramón Castillo
que debió completar el período por muerte del presidente Ortiz (1940-1943).
Este período se caracterizó por el comienzo del nuevo modelo económico conocido como
industrialización por sustitución de importaciones.
En el plano económico, con la crisis de la bolsa, los mercados internacionales tienden a cerrar
sus economías adoptando modelos de proteccionismo. Inglaterra anuncia en la "convención de
Ottawa" que les dará ventajas arancelarias a sus colonias. Debido a su gran dependencia, el país
firma el pacto Roca-Runciman con Inglaterra en 1933, cediendo así el sector ferroviario y otras
áreas estratégicas a cambio de un trato privilegiado para las carnes argentinas. El pacto fue
cuestionado por opositores e historiadores,[* 1] considerando que afectaba gravemente la
soberanía nacional y citando la declaración pública del vicepresidente de la Nación mientras
negociaba el tratado, en la que afirmó que "desde el punto de vista económico, (Argentina es)
una parte integrante del Imperio Británico".[115]
Ante esta crisis del modelo agroexportador argentino, a mediados de la década se inició un
proceso de industrialización por sustitución de importaciones, con su eje principal en Buenos
Aires, acompañado de una ola migratoria interna, del campo a las ciudades y del interior a la
capital.
En este período la Unión Cívica Radical, conducida por Marcelo Torcuato de Alvear, será
sistemáticamente excluida del acceso al gobierno mediante el uso abierto del fraude electoral y
la represión. En el seno del radicalismo aparecieron fuertes corrientes nacionalistas
yrigoyenistas que se expresaron en la fundación del influyente grupo FORJA, y en los primeros
núcleos de la intransigencia radical, que conducirá en la UCR en la década siguiente y que por
entonces comenzaba a nuclearse alrededor de Amadeo Sabattini, gobernador de Córdoba
(1936-1940).
Por su parte el Partido Socialista y sobre todo su aliado el Partido Demócrata Progresista,
conducido por Lisandro de la Torre, denunciarán en el Congreso los sucesivos actos de
corrupción en beneficio de una élite realizados por el régimen, que incluso causarán el asesinato
del senador Enzo Bordabehere en el recinto del Senado.
Hacia 1939 cuando comenzó la Segunda Guerra Mundial, Argentina estaba gobernada por el
presidente radical antipersonalista Roberto Ortiz, que había sido ministro del presidente radical
(UCR) Marcelo T. de Alvear. Durante su gobierno Argentina influyó decisivamente en la paz
alcanzada entre Paraguay y Bolivia que se habían enfrentado en la Guerra del Chaco. La
tradicional política neutralista y de no beligerancia se mantendría hasta 1944.
En 1942, debido a la enfermedad del presidente Ortiz, asumió el vicepresidente Ramón Castillo,
hasta 1943, en que sería derrocado. Su presidencia estuvo marcada por las presiones de
Estados Unidos para que Argentina abandonara su tradicional posición neutralista y le declarara
la guerra a las potencias del Eje,[116] cosa que efectivamente iba a suceder durante la
presidencia de Edelmiro Farrell (27 de marzo de 1945).
En 1939 la Argentina crea transitoriamente para asistir a una invitación noruega a la Comisión
Nacional del Antártico mediante el decreto N.º 35821, pero por el decreto N.º 61852 del 30 de
abril de 1940 pasó a ser un organismo permanente con el objeto de intensificar las
investigaciones en la zona. Se realizaron exploraciones, tareas científicas, relevamiento de
terreno y balizamiento.
El 6 de noviembre de 1940 Chile estableció por decreto los límites de sus reclamaciones
antárticas.
La Argentina protestó formalmente por el decreto chileno mediante nota del 12 de noviembre de
1940, rechazando su validez y expresando una potencial reclamación a la misma área.[117] A su
vez, el Reino Unido protestó el 25 de febrero de 1941.
En octubre de 1941 el Instituto Geográfico Militar argentino publicó mapas que mostraban la
extensión de la futura reclamación argentina entre los 25° O y 75° O.
En enero de 1942 la Argentina, de acuerdo con la teoría de los sectores polares, declaró sus
derechos antárticos entre los meridianos 25º y 68º 24' Oeste (el de punta Dungeness). Lo que
dio lugar a un memorándum de respuesta del Gobierno chileno del 3 de marzo de 1942,
reservando sus derechos.
La Argentina realizó en la isla Decepción su toma de posesión formal del territorio continental
antártico el 8 de noviembre de 1942, mediante la colocación de un cilindro que contenía un acta
y una bandera dejados allí por una expedición al mando del capitán de fragata Alberto J. Oddera.
En enero de 1943 personal del barco británico HMS Carnarvon Castle destruyó las evidencias de
la toma de posesión argentina, plantó la bandera británica y envió a Buenos Aires el acta. El 5 de
marzo de ese año el buque argentino ARA 1° de Mayo removió la bandera británica.[118]
El 4 de junio de 1943 se produjo un nuevo golpe militar encabezado por los generales Arturo
Rawson y Pedro Pablo Ramírez y apoyado por varios sectores militares entre los que se
destacaba una agrupación de militares del Ejército denominado GOU (Grupo de Oficiales
Unidos), integrado por unos veinte oficiales mayoritariamente jóvenes de ideologías diversas
que compartían un enfoque nacionalista. El golpe derrocó al presidente Ramón Castillo quien
fue reemplazado por el general Arturo Rawson, quien tres días después fue reemplazado a su
vez por el general Pedro Pablo Ramírez.
La Revolución del 43 contenía en su interior diversos sectores que lucharon entre sí para
controlar la dirección del proceso. Uno de esos sectores estuvo liderado por el entonces coronel
Juan Domingo Perón, quien ocupó inicialmente un cargo de menor significación como secretario
del Ministerio de Guerra, en cabeza del general Edelmiro Farrell. A partir de la segunda mitad de
1943 comenzó una política de alianza con el movimiento sindical que le permitiría ir ocupando
posiciones cada vez más influyentes en el gobierno militar. En ese camino resultó fundamental
su designación a cargo del irrelevante Departamento de Trabajo, elevado luego al nivel de
Secretaría de Estado.
A comienzos de 1944 el gobierno militar rompió relaciones diplomáticas con los países del Eje,
decisión que llevó a un enfrentamiento entre sus sectores internos y a exigir la renuncia del
presidente Ramírez, quien fue reemplazado por el general Edelmiro Farrell, pasando Perón a
ocupar el Ministerio de Guerra que dejó aquel. Farrell se apoyó en Perón y su exitosa política
laboral-sindical y sufrió el embate del sector nacionalista de derecha liderado por el ministro del
Interior, el general Luis César Perlinger. En la segunda mitad del año el dúo Farrell-Perón
consolidó su posición, desplazando al sector de la derecha nacionalista católica-hispanista, y
profundizó las reformas laborales generalizando la negociación colectiva, sancionando el
Estatuto del Peón de Campo que laboralizó la situación de los trabajadores rurales, creando los
tribunales de trabajo y estableciendo la jubilación para los empleados de comercio. También se
tomaron importantes medidas industrialistas como la creación del Banco Industrial de Crédito.
A partir del segundo semestre de 1943 se estableció en el gobierno un grupo integrado
principalmente por sindicatos socialistas y sindicalistas revolucionarios liderado por el coronel
Juan Domingo Perón, que logró ocupar primero el pequeño Departamento de Trabajo, para irse
fortaleciendo progresivamente, mediante una acción encaminada a defender los derechos de
los trabajadores y promover el protagonismo sindical. Las principales medidas laborales fueron:
El Estatuto del Peón, que estableció un salario mínimo y procuró mejorar las condiciones de
alimentación, vivienda y trabajo de los trabajadores rurales.
En 1945 el embajador de los Estados Unidos Spruille Braden organizó un fuerte movimiento que
se identificó como antiperonista [¿por quién?], que produjo a su vez que amplios sectores
sindicales, hasta entonces socialistas y sindicalistas revolucionarios -y en menor medida
anarquistas y comunistas-, se identificaran como peronistas. El enfrentamiento entre ambos
grupos derivó en un golpe de Estado [cita requerida] antiperonista el 9 de octubre de 1945,
desplazando a los sindicalistas del gobierno y deteniendo a Perón. Como respuesta, el 17 de
octubre de 1945 se produjo una gran movilización de obreros y sindicalistas en la Plaza de
Mayo, que exigieron y obtuvieron la liberación de Perón y el compromiso de la dictadura de
llamar a elecciones.
En las elecciones de 1946 Perón se presentó como candidato de tres partidos aliados: el Partido
Laborista, organizado por los sindicatos, la Unión Cívica Radical Junta Renovadora y el Partido
Independiente, de tendencia conservadora. Su vicepresidente fue Hortensio Quijano, un radical
de la disidente Unión Cívica Radical Junta Renovadora. Las elecciones polarizaron al país: por un
lado el peronismo, los sindicalistas de la CGT y grupos yrigoyenistas del radicalismo, UCR Junta
Renovadora o FORJA (Donde se encontraban reconocidas personalidades como Arturo
Jauretche, Raúl Scalabrini Ortiz, etc.), y de los conservadores de las provincias del interior y por
el otro la Unión Democrática que contaba con la participación de la UCR y los partidos Socialista
y Demócrata Progresista y el apoyo del Partido Comunista, los conservadores de la provincia de
Buenos Aires y el embajador de los Estados Unidos, Spruille Braden. En las elecciones triunfó
Perón, con el 52 % de los votos.
Tras asumir la presidencia se fusionaron los partidos que llevaron la candidatura de Perón,
formando el Partido Peronista —llamado brevemente Partido Único de la Revolución, y hoy
conocido como Partido Justicialista— y luego de obtenido el sufragio femenino, en 1949 Eva
Perón organizó el Partido Peronista Femenino. Se estableció un criterio de cupos por el cual los
cargos políticos se repartían en partes iguales entre los sindicatos, el sector político del Partido
Peronista y las mujeres.
En 1947 la Cámara de Diputados inició un juicio político contra los miembros de la Corte
Suprema que habían legitimado los golpes de estado de 1930 y 1943, resultando removidos de
sus cargos.
En 1949 se convocó elecciones para la Asamblea Constituyente que dictó una nueva
Constitución acorde con los principios del constitucionalismo social y el peronismo,
estableciendo, entre otras cosas la igualdad jurídica de hombres y mujeres, los derechos de los
trabajadores, los derechos de la ancianidad, la autonomía universitaria, la función social de la
propiedad y las facultades de intervención del Estado en la economía, así como la reelección
presidencial inmediata, que Perón aprovechó en 1951. Según opositores, esta reelección
sucesiva, previamente prohibida por el artículo 77, fue la principal intención de la reforma
constitucional.[119]
El primer gobierno peronista amplió los derechos laborales y sociales, de las mujeres, de las
personas que vivían en los territorios nacionales, de los ancianos, de los niños, de los sectores
vulnerables y promovió la industrialización del país. En materia laboral se creó el Ministerio de
Trabajo y Previsión Social y por primera vez en la historia argentina la retribución del trabajo
superó a la retribución del capital.[120] Con respecto a los derechos de las mujeres, se sancionó
la ley del voto femenino en 1947. Con respecto a los territorios cuyos habitantes tenían sus
derechos políticos restringidos, en 1951 el Congreso Nacional aprobó la ley 14307
provincializando los territorios nacionales del Chaco y La Pampa que por decisión de las
convenciones constituyentes elegidas por los pueblos de esas provincias adoptaron los
nombres de Provincia Presidente Perón y Provincia Eva Perón, respectivamente. En materia de
seguridad social ("previsión social") se masificó la cobertura, pasando de 397 000 afiliados en
1939 a 2 327 946 en 1949,[121] a la vez que Eva Perón realizó una amplia obra asistencia social
a los sectores más vulnerables, desde la Fundación Eva Perón cuyos fondos provenían de
aportes de distinta índole: estaban los obligatorios impuestos por leyes nacionales sobre los
jornales de los obreros argentinos dos veces al año y las donaciones de empresas privadas,
aparentemente voluntarias pero constituyendo en la práctica casi un requisito para funcionar sin
problemas con el gobierno peronista.[122] [123]
También recibía fondos del Estado y utilizaba
inmuebles, personal y medios de transporte del mismo. Un decreto del Poder Ejecutivo dispuso
que los sobrantes de las partidas de cada ministerio se transfiriera a la Fundación y pese a que
fue objetado por el Tribunal de Cuentas igual fue aplicado.[124] En materia de salud se creó el
Ministerio de Salud Pública a cargo de Ramón Carrillo, desde la cual se realizaron campañas
para eliminar el paludismo, la fiebre amarilla y las enfermedades venéreas, programas de
vacunación masiva (antivariólica y antidiftérica), producción nacional de medicamentos y
reducción de su costo y construcción de hospitales.[125] En materia económica se
nacionalizaron sectores básicos como los ferrocarriles, el servicio telefónico, las líneas aéreas,
el comercio exterior, la flota mercante, el sector siderúrgico pesado y se impulsó la
industrialización. En política internacional el ministro Juan Atilio Bramuglia, de extracción
sindical, implementó una política de neutralidad en la Guerra Fría que denominó "la tercera
posición" y una política de alianzas regional con Bolivia, Brasil, Paraguay y Chile.[126] En
educación se promovió la educación técnica, se creó la Universidad Obrera Nacional (luego
renombrada Universidad Tecnológica Nacional) y se estableció la gratuidad de la enseñanza
universitaria.[127] [128]
Tras 15 años de democracias restringidas e intervenciones militares sobre los gobiernos civiles,
en 1946 el Congreso sancionó una nueva Ley de Educación Superior que puso a las
universidades bajo la órbita de las reglas de una democracia sin proscripción. Para eso, y
marcando un hito en la historia de la legislación sobre educación superior, el peronismo dictó en
1947 la Ley N.º 13 031, denominada Ley Guardo, en honor al diputado justicialista creador de su
articulado. Esta legislación puso punto final a la larga vigencia de los cuatro artículos de la
reducida Ley N.º 1597 de 1885, «Ley Avellaneda», que ofició de marco legal hasta entonces.
En 1949, con la intención de atender a algunos planteos de los universitarios, incorporar avances
de la ley sancionada en 1947 y sentar las bases para una nueva ley, se incorporó un artículo en la
Constitución Nacional de 1949. En 1954 se sancionó una nueva ley, la 14 297. En ella se
incorporaron algunos otros postulados de la Reforma Universitaria, como la definición de la
extensión y la participación directa de los estudiantes. Esta ley profundizó la participación
estudiantil en el gobierno de las facultades, otorgándoles el derecho al voto.[129]
Los dos primeros gobiernos peronistas estuvieron marcados por la extrema polarización de la
sociedad entre antiperonistas y peronistas, así como por la acción de sectores no peronistas ni
antiperonistas, apoyando a uno u otro bando o a ninguno. Andrés Avellaneda y Alejandra Giuliani
hablan de la historiografía antiperonista que se hizo dominante a partir de la dictadura
antiperonista de 1955,[130] señalando sus mitos,[131] y su interpretación restringida de los
hechos al desconocer la autonomía de los diversos grupos que integraron la alianza
peronista.[130] En el mismo sentido se orientan las investigaciones del historiador israelí Raanan
Rein, poniendo el acento en el estudio de las características especiales de los dirigentes de
segunda línea del peronismo y las particularidades regionales.[132] En 2003 el dirigente
peronista Antonio Cafiero reprochó la interpretación de los hechos que hacía uno de los
principales historiador antiperonistas, Hugo Gambini, por no tener en cuenta el contexto
histórico en el que sucedieron esos hechos.[133]
Hugo Gambini y Silvia Mercado señalan que el gobierno negó el acceso a la radio y televisión a
los dirigentes no peronistas hasta dos meses antes de su derrocamiento.[141] [142]
[143]
En esos años «la radio» eran una gran cantidad de emisoras privadas instaladas en la mayoría
de las grandes ciudades del país, mientras que «la televisión» era un canal estatal, que inició sus
transmisiones en 1951. Mirta Varela señala que "Perón llegó al gobierno toda la prensa en
contra" y que durante la campaña electoral, los grandes diarios nacionales y la radio,
prácticamente no otorgaron espacio a las actividades del frente peronista, difundiendo una
simbología que presentaba a los peronistas como «invasores» y expresiones como "las patas en
la fuente" para referirse a las personas que se refrescaban,[144] evitando los nombres de Perón y
Evita, anticipando una política de exclusión del peronismo de los medios de comunicación que
establecería por ley la dictadura antiperonista después de 1955.[145]
Celso Ramón Lorenzo cuenta que los locales partidarios de la oposición eran atacados, la
policía reprimía sus actos públicos y se perseguía a los militantes. El gobierno usaba la figura
del "desacato contra la investidura presidencial" para procesar incluso a diputados de la
oposición.[146]
El gobierno clausuró una gran cantidad de diarios opositores, sobre todo en las ciudades del
interior, en algunos casos mediante la Comisión Visca, una comisión del bicameral del Congreso
Nacional presidida por el diputado José Emilio Visca, un exconservador devenido peronista.
Visca era secundado por el diputado también peronista Rodolfo Decker. La comisión fue creada
en 1949 para investigar las denuncias de torturas aplicadas a opositores, pero que en lugar de
ello se dedicó a investigar y clausurar medios de prensa que no respondieran al gobierno, con
las excusas más insignificantes o esgrimiendo "razones de seguridad, higiene y moralidad" y así
un baño en malas condiciones era suficiente causa..[147] [148]
[143] [149]
. En su estudio sobre la
relación de peronismo con los medios de comunicación, Mirta Varela contextualiza el conflicto
poniendo de relieve la confrontación de "toda la prensa" contra el peronismo, frecuentemente
con información decididamente parcial y discriminación de clase,[150] desde la campaña
electora de 1946, contextualizando el conflicto.[145] El historiador[151] Félix Luna cuestionó
duramente la conducta de los medios de prensa en aquel momento:
El israelí Raanan Rein cuestiona la tendencia de una parte de historiografía argentina por haber
"mordido el anzuelo" de la retórica populista, aceptando como un hecho la relación directa entre
Perón y sus seguidores, sin tener en cuenta la autonomía de los diferentes poderes, grupos,
segundas líneas y manifestaciones regionales del movimiento.[132]
Algunos sectores descontentos de las fuerzas armadas entraron en un estado deliberativo para
destituir al gobierno y buscaron un líder para encabezar la rebelión. Los que podían asumir ese
papel eran los generales Eduardo Lonardi, el único militar no oficialista con mando de tropas,
que estaba como comandante del Primer Cuerpo de Ejército y el general Benjamín Menéndez,
retirado desde 1942, pero no pudieron acordar una acción en común, separados –en palabras de
Potash con las que coincide Luna- por “la dignidad personal, el orgullo y la ambición”.[171]
Por otra parte, la escuadra aeronaval y la base militar de Punta Indio, que se habían sublevado, al
conocer que carecían de fuerzas terrestres desistieron de su acción y algunos de los
intervinientes fueron detenidos y otros escaparon.
Los militares golpistas fueron detenidos y enjuiciados. Perón y Lucero impulsaron en cambio
optaron por aplicar sanciones moderadas. Menéndez fue condenado a 15 años de prisión;
Rodolfo Larcher, Armando Repetto y Julio Rodolfo Alsogaray, fueron condenados seis años de
reclusión; a cuatro años el capitán Alejandro Agustín Lanusse, Gustavo Martínez Zuviría, Víctor
Salas y Costa Paz; fueron sancionados a tres años Manuel Raymúndez y Rómulo Menéndez y a
un año Luis Prémoli, Ricardo Echeverry Boneo y Manuel Rojas Silveyra. Ninguno de ellos perdió
su grado militar.[172] [173]
Los sectores más duros del peronismo, liderados por Eva Perón,
sostenían que los delitos cometidos -que incluían un homicidio-, debieron haber sido
sancionados severamente, con pérdida de los grados militares y aplicación de la pena de muerte
en los casos más graves.[173] El historiador radical Félix Luna opinó que Perón aprovechó el
intento del golpe para depurar las fuerzas armadas, desprendiéndose mediante su retiro de
oficiales que no habían sido parte de la rebelión.[174]
El jefe de la aviación naval, capitán de navío Vicente Baroja escapó al Uruguay y desde allí
declaró:
En 1949, Perón reformó la Constitución de 1853, de manera que pudo ser reelegido en las
elecciones de 1951. Por primera vez en la historia del país las mujeres ejercieron su derecho al
voto. En noviembre, Perón volvió a triunfar en las elecciones por un amplio margen (62,49%).
En ese año, Eva Perón intentó acceder a la nominación a la vicepresidencia de lo que sería el
segundo mandato presidencial de Perón. Si bien contaba con el respaldo de la CGT,[cita requerida] la
oposición militar y su estado de salud la condujeron a su célebre renunciamiento en un acto
multitudinario en la avenida 9 de julio. Evita murió de un cáncer uterino a la edad de 33 años en
1952. Su cuerpo fue embalsamado y mantenido en exposición hasta que el golpe militar expulsó
a su marido del poder en 1955. Clandestinamente fue enviado el cadáver a Italia y enterrada en
Milán con nombre falso. En 1972 fue devuelto a su esposo. Sus restos reposan en el cementerio
de La Recoleta en Buenos Aires.
El peronismo contó con una amplia adhesión de los sectores populares a partir de entonces,
pero a su vez produjo una profunda polarización entre los peronistas y los antiperonistas. Evita
finalmente muere el 26 de julio de 1952, con tán solo 33 años de edad, luego de que Perón inicie
su segundo mandato. Su funeral marcó un hito en la historia argentina: recibió los honores de un
presidente en ejercicio, su cortejo fúnebre fue presenciado en las calles de Buenos Aires por
casi tres millones de personas, y su funeral duró dieciséis días. El Congreso la declaró Jefa
Espiritual de la Nación Argentina.
Durante el gobierno de Perón se creó la Flota Mercante, que llegó a ser la cuarta del mundo, se
formó Aerolíneas Argentinas, dándole al país transportes aéreos propios, se generó un fuerte
proceso de industrialización facilitando la instalación de industrias pesadas, y se comenzó a
fabricar gran cantidad de maquinarias y automotores, logrando una importante independencia
económica. Su política perjudicó ostensiblemente a los intereses británicos que a la postre se
unirían con los opositores al régimen.[176]
Debido a la fuerte campaña de desprestigio del gobierno, impulsada por los sectores
económicos más poderosos a través de gran parte de los medios de prensa,[177] el Segundo
Gobierno Peronista aumentó el control sobre el periodismo, por ejemplo, con la expropiación del
Diario La Prensa, la exclusión total de la radiofonía de los políticos no peronistas y la censura.
Son detenidos sin proceso algunos políticos opositores, y se realiza una política propagandística
gigantesca para afianzar el gobierno que alcanza incluso a los libros escolares de los niños.
Fueron comprobados actos de torturas policiales como el del estudiante Mario Ernesto Bravo.
Esta división política interna se agudiza con el enfrentamiento con la Iglesia católica en 1954,
producido por un conjunto de circunstancias, entre ellas la fundación en 1954 del Partido
Demócrata Cristiano de la Argentina. A partir de ese momento, el presidente inició lo que
algunos historiadores consideran un ataque contra la iglesia católica, estableciendo por ley el
divorcio vincular, suprimiendo la enseñanza religiosa obligatoria en las escuelas públicas y
autorizando la apertura de prostíbulos.[178] [179]
Las manifestaciones opositoras aumentaron. La
tradicional celebración del Corpus Christi en Plaza de Mayo del 11 de junio de 1955, se
transforma en un masivo acto opositor. Se cruzan fuertes acusaciones.
Luego de ser reorganizada la Comisión Nacional del Antártico por decreto N.º 8507 del 23 de
marzo de 1946 se dispuso una serie de reuniones entre varios ministerios para llevar adelante
una política antártica a gran escala.[185] A consecuencia de esas reuniones el 2 de septiembre
de 1946 se dictó el decreto N.º 8944 que fijó nuevos límites para la Antártida Argentina entre los
meridianos 25° y 74° (el del extremo oriental de las islas Sandwich del Sur) de longitud Oeste.
Finalmente el decreto-ley N.º 2129, del 28 de febrero de 1957, estableció los límites definitivos
entre los meridianos 25º y 74º Oeste y el paralelo 60º de latitud Sur.
Entre el 12 y el 29 de febrero de 1948 (fechas de partida y llegada a Puerto Belgrano) una flota
de guerra argentina con 3000 hombres a bordo visitó las Orcadas del Sur, la parte norte de la
península Antártica y las Shetland del Sur. Estaba compuesta por los cruceros ARA Veinticinco
de Mayo y ARA Almirante Brown, los torpederos ARA Misiones, ARA Entre Ríos, ARA Santa Cruz,
ARA San Luis, ARA Mendoza y ARA Cervantes. Como recordatorio de ese viaje el estrecho
Bransfield fue renombrado como mar de la Flota en la toponimia argentina.[186]
En 1952 y en 1953 los gobiernos de los estados de Argentina y Chile (entonces siendo
respectivos presidentes de los dos estados Juan Domingo Perón y Carlos Ibáñez del Campo)
acordaron un entendimiento por el cual coordinaron acciones contra las pretensiones del Reino
Unido de modo que las zonas de reclamaciones translapadas (un triángulo curvo al sur del
paralelo 60°S y entre los meridianos 53°O y 74°O y el Polo Sur) entre los dos estados quedaron
sujetas a la cooperación entre ambos estados y en la perspectiva de una soberanía condominial,
quedaba refrendada una acción cooperativa de beneficios mutuos entre ambos estados.
El 17 de enero de 1953 fue inaugurado en la caleta Balleneros el Refugio Teniente Lasala (una
cabaña y una tienda de campaña) por personal del barco argentino ARA Chiriguano, quedando
en él un sargento y un cabo de la Armada Argentina. El 15 de febrero, en el incidente de la Isla
Decepción, desembarcaron 32 marines reales de la fragata británica HMS Snipe armados con
subfusiles Sten, fusiles y gas lacrimógeno apresando a los dos marinos argentinos.[188] El
refugio argentino y un cercano refugio chileno deshabitado fueron destruidos y los marinos
argentinos fueron entregados a un barco de ese país el 18 de febrero en las islas Georgias del
Sur. Un destacamento británico permaneció tres meses en la isla mientras la fragata patrulló sus
aguas hasta abril.
El 4 de mayo de 1955 el Reino Unido presentó dos demandas, contra la Argentina y Chile
respectivamente, ante la Corte Internacional de Justicia para que ésta declarara la invalidez de
las reclamaciones de soberanía de los dos países sobre áreas antárticas y subantárticas. El 15
de julio de 1955 el gobierno chileno rechazó la jurisdicción de la Corte en ese caso y el 1 de
agosto lo hizo también el Gobierno argentino, por lo que el 16 de marzo de 1956 las demandas
fueron archivadas.[189]
Durante los 60 y 70, todos los gobiernos electos fueron derrocados por golpes
militares. El conflicto social y la violencia política fueron creciendo en
intensidad. Perón y el partido justicialista, aún desde la proscripción, seguirán
siendo un factor importante en el panorama político de todo este período.
Muchas de las conquistas sociales logradas durante los gobiernos peronistas
desaparecen. Paradójicamente la economía registró los más altos índices de
crecimiento del mundo, pero la deuda externa también aumenta fuertemente.
A partir de la segunda mitad de la década del 60, también se agravan los
problemas sociales, y aparece la insurgencia guerrillera de ERP y Montoneros y
otras organizaciones armadas. En 1972 Perón vuelve al país. El claro triunfo
del peronismo en las elecciones de 1973 se ven afectadas por la muerte de
Perón al año siguiente. El país se encaminaba a una tragedia.[190]
La «Revolución Libertadora» (1955-1958)
El 23 de septiembre de 1955 las Fuerzas Armadas al mando del general Eduardo Lonardi
derrocaron a Perón y establecieron una dictadura llamada Revolución Libertadora. Tras un
conflicto en la dirigencia, el sector de Lonardi fue expulsado del gobierno. A partir de entonces
se impuso la proscripción del Partido Justicialista (peronista) y persecución de sus
simpatizantes, que se mantendría por 18 años, y la intervención de los sindicatos, cuyos líderes
son encarcelados y torturados. También, en un caso sin precedentes en la historia argentina
moderna, en 1956 el gobierno militar fusiló, en algunos casos en forma pública y en otros
clandestinamente, a 31 militares y civiles peronistas.
La Revolución Libertadora contó con una Junta Consultiva integrada por la mayor parte de los
partidos políticos: Unión Cívica Radical, Partido Socialista, Partido Demócrata Nacional, Partido
Demócrata Cristiano y Partido Demócrata Progresista.
El grupo golpista estaba dividido en dos sectores: un sector nacionalista-católico liderado por el
general Eduardo Lonardi, que tomó el gobierno al comienzo, y un grupo liberal-conservador
liderado por el general Pedro Eugenio Aramburu y el almirante Isaac Rojas que finalmente
mediante un golpe de Estado interno desplazó al primero y reemplazó a Lonardi por Aramburu
como «presidente».
Una de las medidas institucionales más importantes de la dictadura militar fue dictar una
proclama derogando ipso facto la Constitución Nacional vigente, conocida como Constitución
de 1949, para reemplazarla por el texto de la Constitución de 1853. Esta medida sería luego
avalada por una Convención Constituyente elegida con proscripciones, que sesionó bajo el
régimen militar y le agregó el artículo 14 bis sobre protección del trabajo.
En 1958 la Revolución Libertadora convocó a elecciones limitadas y controladas por las Fuerzas
Armadas, con proscripción total del Partido Justicialista, que fueron ganadas por la UCRI, el
sector de la Unión Cívica Radical liderado por Arturo Frondizi. Por dicha razón Marcelo Cavarozzi
definió los regímenes de Frondizi y Arturo Illia como «semidemocracias».[191]
Arturo Frondizi.
En 1958 Arturo Frondizi, por la Unión Cívica Radical Intransigente con un proyecto desarrollista
ganó las elecciones presidenciales de 1958 con el apoyo del peronismo ilegalizado en ese
entonces.
En este contexto, las huelgas se sucedieron una tras otra y trascendieron el ámbito gremial, a
inicios de 1959, con la toma del frigorífico Lisandro de la Torre y el desalojo con los tanques del
Ejército apostados en la puerta del frigorífico. La aplicación del Plan Conintes provocó una ola
de allanamientos y detenciones en barrios y lugares de trabajo, en los principales centros
urbanos. A la vez, el control de la prensa por parte del gobierno frondicista se volvió cada vez
más riguroso. Los detenidos eran trasladados a las distintas cárceles del país (Las Heras,
Magdalena, Caseros, Ushuaia) donde eran torturados.[194]
El gobierno de Frondizi estuvo sumamente restringido por el poder militar. Sufrió 26 asonadas
militares y 6 intentos de golpe de Estado. En cada caso los militares imponían nuevas
condiciones, que entre otras cosas se manifestaron en los funcionarios conservadores que
debió incluir en su gabinete, como Álvaro Alsogaray y Roberto Alemann, en el Ministerio de
Economía, y otras personalidades como Miguel Ángel Cárcano, Federico Pinedo (1895-1971), y
Carlos Muñiz, todas ajenas a la UCRI.
Pero durante el gobierno del presidente constitucional Arturo Frondizi, en 1958, hubo un
movimiento creado a partir de la sanción de dos leyes sancionadas durante ese gobierno: la
aprobación del Estatuto del Docente y la que habilitó a las universidades privadas a emitir títulos
profesionales, lo que motivó una gran protesta estudiantil conocida como "Laica o libre".
La abolición del monopolio estatal sobre la educación universitaria era una aspiración histórica
principalmente de la Iglesia católica, institución que había fundado la Universidad Nacional de
Córdoba, la primera del país, luego nacionalizada. Un antecedente claro en este respecto es
José Manuel Estrada.[197]
El 28 de agosto de 1958, los siete rectores de las siete universidades nacionales (entre ellos
José Peco, Josué Gollán, Oberdán Caletti y el hermano del presidente de la Nación, Risieri
Frondizi) pidieron al Poder Ejecutivo Nacional la no concertación del decreto para universidades
privadas, argumentando que era «para que no se viera alterada la vida institucional y académica
del país». Casi simultáneamente comenzaron las manifestaciones y actos de protesta laicistas,
que primero se hicieron dentro de las facultades, y después se trasladaron a las calles. Para los
llamados "laicos", Frondizi era un instrumento de la Iglesia: llegaron a prender fuego una efigie
del presidente Frondizi cuya figura estaba representada vestida (según el historiador Félix Luna)
con una grotesca sotana clerical.[198]
No obstante, el presidente Frondizi promulgó la ley de educación privada, que llevó a que se
otorgara personería jurídica a nuevas universidades, como la Universidad Católica Argentina en
1959.[199]
El golpe militar del 29 de marzo de 1962 tuvo elementos tragicómicos que determinaron que no
fuera un militar, sino un civil, quien accediera a la Presidencia luego de derrocar al presidente
Arturo Frondizi (radical intransigente).
A pesar de que Frondizi carecía de tropas que lo apoyen, se negó a renunciar para ganar tiempo
con el fin de ejecutar una astuta maniobra que frustrara la entronización de un militar en la
Presidencia («no me suicidaré, no renunciaré y no me iré del país»).[200] Eso llevó a interminables
movimientos, amenazas y gestiones, hasta que Frondizi fue detenido por los militares y llevado
a la Isla Martín García en la madrugada del día 29 de marzo. Agotados por las idas y venidas, los
líderes golpistas se fueron a dormir antes de asumir formalmente el poder, tiempo que fue
aprovechado por los hombres de Frondizi para que el senador frondizista José María Guido,
primero en la línea sucesoria, se adelantara a los golpistas jurando como presidente de la
Nación ante la Corte Suprema, invocando la ley de acefalía.[201] [202]
Cuando los líderes golpistas encabezados por el general Raúl Poggi, se dirigieron a la Casa
Rosada para hacerse cargo del gobierno, fueron sorprendidos por los periodistas que les
informaban que un civil, José María Guido, había jurado minutos antes, como presidente de la
Nación, en el palacio de la Corte Suprema.
Al confirmar la noticia, los golpistas entraron en "shock".[203] Entre indignados y confundidos,
terminaron aceptando a regañadientes la situación y convocaron a Guido a la Casa Rosada para
comunicarle que sería reconocido como presidente, en tanto y en cuanto se comprometiera por
escrito a ejecutar las medidas políticas indicadas por las Fuerzas Armadas, siendo la primera de
ellas anular las elecciones en las que había ganado el peronismo. Guido aceptó las
imposiciones militares, firmó un acta dejando constancia de ello y fue entonces habilitado por
estos para instalarse con el título de «presidente».
La presidencia de Guido tuvo un objetivo casi excluyente: realizar elecciones lo más rápido
posible para entregar el mando a un presidente constitucional.[204] Su corto gobierno se movió
en medio de las exigencias militares y las violentas luchas entre dos sectores de las Fuerzas
Armadas que fueron conocidos como Azules y Colorados. En el marco de esas presiones Guido
clausuró el Congreso, anuló las elecciones legislativas y a gobernador realizadas en 1962,
intervino todas las provincias que aún no estaban en esa condición, asumiendo así la totalidad
de los poderes ejecutivos y legislativos, nacional y provinciales.
Azules y Colorados
Luego del golpe de Estado de 1955 que derrocó al gobierno constitucional de Juan D. Perón se
delinearon dos sectores enfrentados en las Fuerzas Armadas. Uno, llamado "duro" o "golpista",
que tomaría en 1962 el nombre de Colorados; el otro "legalista" o "integracionista", tomaría el
nombre de Azules. Los Colorados tenían su centro de poder en la Marina y los Azules en el arma
de Caballería del Ejército. Ambos eran antiperonistas y anticomunistas, partidarios de un
estrecho alineamiento con Estados Unidos en la Guerra Fría, pero mientras los Azules sostenían
que el peronismo era un freno contra el comunismo y debía ser integrado de algún modo a la
vida política, los Colorados sostenían que el peronismo era aliado del comunismo y constituía la
puerta de entrada a la Argentina.[205] [206]
[207]
[208]
[209]
La lucha entre ambos sectores de las Fuerzas Armadas, llegó a un punto de "guerra" abierta
durante el Gobierno de Guido, a través de dos enfrentamientos armados, en septiembre de 1962
y abril de 1963, que terminaron con la victoria del bando Azul comandado por el hasta ese
momento desconocido general Juan Carlos Onganía, y la completa derrota y rendición del bando
Colorado.[210] La Marina fue la gran derrotada, perdiendo el lugar prioritario que había ganado al
interior de las Fuerzas Armadas a partir de 1955.
Nunca se conoció ni la cantidad total, ni los nombres de la mayoría de los muertos y heridos,
causados por la "guerra" entre Azules y Colorados. Oficialmente se estableció que hubo 24
muertos y 87 heridos, todos militares. El dato fue aportado por Potash en 1994,[211] precisando
que la información fue tomada directamente del Archivo del Consejo Supremo de las Fuerzas
Armadas (CONSUFA), legado 30, fojas 6069-6076 para bajas del Ejército, y legajo 21, fojas 4090-
4098, para bajas de la Armada, mientras que el archivo correspondiente a la Fuerza Aérea
(legajo 9, foja 1800) no registra bajas para esta fuerza.[212] Potash señala también que todas las
bajas fueron militares, y que 19 muertos pertenecían al Ejército, mientras que los muertos en la
Armada fueron 5, todos «infantes marinos».[211] Sin embargo abundante información y
testimonios, dan cuenta de gran cantidad de muertos y heridos civiles, algunos de ellos
combatientes y otros no.[213] [214]
[215]
[216]
Salida electoral
El presidente Guido se apoyó en los militares azules para alcanzar la salida electoral que se
había propuesto. Los militares azules que tomaron los principales cargos del gobierno de Guido,
se convirtieron en Violetas y adoptaron muchos de los principios colorados, como un
antiperonismo exacerbado y el desprecio por la legalidad constitucional.[217]
Finalmente el domingo 7 de julio de 1963 se realizaron las elecciones, con Perón exiliado y
Frondizi preso, y sin que pudieran presentar candidatos sus seguidores, razón por la cual
llamaron a votar en blanco.
El resultado electoral sorprendió a todos. Como deseaban las Fuerzas Armadas, el voto estuvo
muy fragmentado. Illia fue el candidato más votado, pero solo obtuvo el 25,15 % del total de
votos emitidos, mientras que en segundo lugar salió el voto en blanco, con 19,41 % de las
preferencias, seguido de la UCRI y el UDELPA del general Aramburu. Pero no fue Aramburu quien
resultó elegido en el Colegio Electoral, como esperaban los militares, sino el radical del pueblo,
Arturo Illia, que logró anudar acuerdos con partidos menores para alcanzar los electores
necesarios.
La presidencia de Illia (1963-1966)
En el colegio electoral, la fórmula encabezada por Arturo Illia obtuvo 270 votos sobre 476
electores el día 31 de julio de 1963.
Gestión de gobierno
Eliminó las restricciones electorales y políticas que pesaban sobre el peronismo, aunque no
sobre Juan Perón, cuyo regreso al país logró evitar en 1964 recurriendo a la recién instalada
dictadura militar brasileña.[220] También legalizó al Partido Comunista.
Se sancionó la Ley del salario mínimo, vital y móvil, N.º 16 459, que estableció el Consejo del
Salario, de integración tripartita con representantes del Gobierno, los empresarios y los
sindicatos. El salario real horario creció entre diciembre de 1963 y diciembre de 1964 un 9,6 %.
Se sancionó la Ley de Abastecimiento, destinada a controlar los precios de la canasta familiar
y la fijación de montos mínimos de jubilaciones y pensiones.
Política petrolera: se anularon los contratos de concesión de explotación petrolera, firmados
bajo el gobierno de Arturo Frondizi con empresas privadas extranjeras, por considerarlos
contrarios a los intereses nacionales y porque se habían asignado especiales beneficios a
dichas empresas, trasladando el riesgo empresario a la empresa estatal Yacimientos
Petrolíferos Fiscales (YPF).
La educación tuvo un peso significativo en el presupuesto nacional, llevándolo del 12 % en
1963 al 23 % en 1965. Además se puso en marcha un Plan Nacional de Alfabetización, con el
objetivo de disminuir la tasa de analfabetismo.
La Ley de medicamentos (Ley Oñativia) de 1964 estableció una política de precios y de
control de medicamentos y receta según medicamento genérico, fijaba límites para los gastos
de publicidad, y a los pagos al exterior en concepto de regalías y de compra de insumos. Esta
ley, calificada de comunista por los sectores militares y las grandes empresas extranjeras,
tuvo un peso decisivo en el proceso que culminaría con el derrocamiento del gobierno
«democrático».
La Política económica estuvo caracterizada por la orientación desarrollista-cepaliana del
equipo económico y orientada al ordenamiento del sector público, a disminuir la deuda
pública y dar impulso a la industrialización. Se creó la Sindicatura de Empresas del Estado,
para un control más eficaz de las empresas públicas.La evolución del Producto Bruto Interno
durante ese período fue del 10,3 % para el año 1964 y el 9,1 % para el año 1965. También los
indicadores industriales fueron muy positivos, y la desocupación pasó del 8,8 % en 1963 al
5,2 % en 1966.
El derrocamiento
A esta situación se agregaba una fuerte campaña de desprestigio del gobierno, impulsada por
sectores económicos a través de gran parte de los medios de prensa. Entre ellos se destacaban
Primera Plana, en la que publicaba sus columnas editoriales Mariano Grondona y la Revista
Todo, en que publicaba Bernardo Neustadt. Estos periodistas apodan al presidente como «la
tortuga», caracterizando su gestión como timorata y falta de energía, y alentando a los militares
a eliminar a la administración del partido radical.
Con la anuencia del Comandante en Jefe del Ejército, Pascual Pistarini, el general Julio Rodolfo
Alsogaray organizó un golpe para derribar a Illia. Contaba el apoyo de la Unión Cívica Radical
Intransigente (UCRI) liderada por Oscar Alende, el Movimiento de Integración y Desarrollo (MID)
liderado por el expresidente Arturo Frondizi, también derrocado en 1962, la Sociedad Rural
Argentina y otras organizaciones empresariales, un sector del sindicalismo peronista, la prensa,
e incluso una parte del sector unionista de la Unión Cívica Radical del Pueblo encabezada por el
gobernador de Entre Ríos.[221]
El 28 de junio de 1966 un levantamiento militar liderado por los comandantes en jefe de las tres
armas, el teniente general Pascual Ángel Pistarini, brigadier general Adolfo Teodoro Álvarez y el
almirante Benigno Ignacio Marcelino Varela derrocó al presidente Arturo Illia (radical del pueblo)
y nombró como presidente al teniente general Juan Carlos Onganía. El golpe dio origen a una
dictadura denominada Revolución Argentina, que ya no se presentó a sí misma como «gobierno
provisional», como en todos los golpes anteriores, sino que se estableció como un sistema de
tipo permanente. Este tipo de dictaduras militares de tipo permanente, se instalaron por
entonces en varios países latinoamericanos en esos años (Brasil, Uruguay, Bolivia, Paraguay,
etc.) y fue analizado detalladamente por el destacado politólogo Guillermo O'Donnell quien lo
denominó con la expresión de Estado burocrático autoritario (EBA).
La «Revolución Argentina» dictó en 1966 un Estatuto que tenía nivel jurídico superior a la
Constitución y en 1972 introdujo reformas constitucionales, algo que también la distinguió de
las dictaduras anteriores. En general, la dictadura adoptó una ideología nacionalcatólica-
anticomunista, apoyada abiertamente tanto por Estados Unidos como por los países europeos.
La alta conflictividad política y social generada durante la «Revolución Argentina» y las luchas
entre los diversos sectores militares produjeron dos golpes internos, sucediéndose en el poder
tres dictadores militares: Juan Carlos Onganía (1966-1970), Marcelo Levingston (1970-1971) y
Alejandro Agustín Lanusse (1971-1973).
La dictadura se vio acosada por una insurrección popular creciente y generalizada que incluyó
más de veinte puebladas (entre las que se destacó el Cordobazo), la acción de organizaciones
guerrilleras como Montoneros (que lograría una amplia adhesión juvenil), y la exigencia de los
principales partidos políticos unidos en un nucleamiento llamado La Hora del Pueblo, de
convocar a elecciones libres. Lanusse se vio obligado entonces a organizar una salida electoral
con participación del peronismo, pero impidiendo la candidatura de Perón.
La irregularidad política que había llevado a impedir que Juan Domingo Perón, el dirigente
político con mayor adhesión popular en ese momento, no formara parte del poder, llevó a que
Cámpora y su vicepresidente, el conservador Vicente Solano Lima, renunciaran a sus cargos
para permitir nuevas elecciones libres, en las que ya no hubiera proscripciones. Luego de 18
años de su derrocamiento y exilio, Perón ganó las elecciones con el 62% de los votos y asumió
su tercera presidencia.
Pero para entonces las tensiones internas e internacionales se habían agravado seriamente. A la
Masacre de Ezeiza, le sucedió el asesinato de José Ignacio Rucci, secretario general de la
CGT.[225] Ese mismo año se produjeron golpes de Estado en Uruguay y en Chile, y Argentina
quedó rodeada de dictaduras militares, en el marco de la crisis del petróleo y su secuela
inflacionaria, así como la generalización del terrorismo de Estado en América Latina que
caracterizó la Doctrina de la Seguridad Nacional de Estados Unidos en esa etapa de la Guerra
Fría.
Perón moriría menos de un año después de haber sido electo. Tanto él como Ricardo Balbín,
líder de la Unión Cívica Radical, habían intentado conformar la fórmula presidencial «Perón-
Balbín», de unidad nacional, pero sus propios partidos la rechazaron. En esas condiciones debió
asumir el poder la vicepresidenta María Estela Martínez de Perón, sin contar con el apoyo que
requería el momento. La violencia política se incrementó geométricamente impulsada por la
actuación del grupo parapolicial de extrema derecha Triple A liderada por el ministro José López
Rega, de las organizaciones guerrilleras Montoneros y el ERP, de los grupos golpistas y de las
acciones de terrorismo de Estado aplicadas por las Fuerzas Armadas, principalmente en el
Operativo Independencia en la provincia de Tucumán. La conflictividad social se exacerbó a raíz
de las medidas económicas conocidas como «Rodrigazo», que inauguraron una etapa de casi
dos décadas de tasas de inflación superiores al 100%.
Entre las políticas de las tres presidencias se destacaron entre otras la sanción de la Ley de
Contrato de Trabajo -considerada una de las máximas conquistas del movimiento obrero
argentino-, gran cantidad de avanzados convenios colectivos de trabajo, una experiencia de
diálogo social de máximo nivel conocido como Pacto Social, la Campaña de Reactivación
Educativa (Crear), el ingreso al Movimiento de Países No Alineados, el Tratado del Río de la Plata
poniendo fin a las disputas limítrofes con Uruguay que venían desde comienzos del siglo xix, la
firma también con Uruguay del proyecto definitivo de la represa de Salto Grande y la firma con
Paraguay del tratado para construir la represa de Yaciretá.
El 24 de marzo de 1976 el gobierno constitucional fue derrocado por un golpe cívico-militar.[226]
El 24 de marzo de 1976 una nueva sublevación militar derrocó a la presidenta María Estela
Martínez de Perón instalando una dictadura de tipo permanente (Estado burocrático autoritario)
auto-denominada «Proceso de Reorganización Nacional», gobernada por una Junta Militar
integrada por tres militares, uno por cada fuerza. A su vez la Junta Militar elegía a un funcionario
con el título de «presidente», con funciones ejecutivas y legislativas.
Al igual que la dictadura anterior, la Junta Militar sancionó en 1976 un Estatuto con jerarquía
jurídica superior a la Constitución.
1976-1981: Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Orlando Ramón Agosti
1981: Roberto Eduardo Viola, Armando Lambruschini, Omar Domingo Rubens Graffigna
1981-1982: Leopoldo Fortunato Galtieri, Basilio Lami Dozo y Jorge Isaac Anaya
En cada una de estas etapas, las juntas designaron como «presidentes» de facto a Jorge Rafael
Videla, Roberto Eduardo Viola, Leopoldo Fortunato Galtieri y Reynaldo Benito Bignone
respectivamente, todos ellos integrantes del Ejército.
El «Proceso de Reorganización Nacional» llevó adelante un Terrorismo de Estado que, según la
Cámara Federal, violó en forma sistemática los derechos humanos y causó la desaparición de
decenas de miles de personas (según los organismos de derechos humanos la cifra se eleva a
30 000). Su justificación fue el combate de aquellas ideologías, organizaciones o movimientos
que pudieran favorecer o apoyar a la «subversión» (al comunismo), en el contexto de la Guerra
Fría. Internacionalmente, la dictadura argentina y la violación de derechos humanos contó con el
apoyo activo del gobierno de Estados Unidos (salvo durante la administración de James Carter)
y de Francia, y la tolerancia de los otros países de Europa occidental, la Unión Soviética y la
Iglesia católica, sin cuya inacción difícilmente hubiera podido sostenerse. Asimismo, en ese
momento se instalaron con apoyo estadounidense dictaduras militares en todos los países del
Cono Sur de Sudamérica (Argentina, Brasil, Bolivia, Chile, Paraguay, Perú y Uruguay) que
coordinaron entre sí y con Estados Unidos[227] la represión, por medio de una organización
terrorista internacional denominada Plan Cóndor.
El Ministerio de Economía a José Alfredo Martínez de Hoz, presidente del Consejo Empresario
Argentino (CEA).
En 1978 el país fue sede de Copa Mundial de Fútbol. Diversas organizaciones aprovecharon el
evento para denunciar la sistemática violación de los Derechos Humanos. Como contrapartida,
la Junta Militar adujo que las acciones de esos grupos eran parte de una «campaña
antiargentina» realizada por el terrorismo. La postura de los medios audiovisuales fue sumarse a
la denuncia contra la campaña. La selección argentina gana la copa del mundo.
Las relaciones con Chile empeoraron por un conflicto por el canal de Beagle, y en 1978 ambos
países llegaron al borde de una guerra, finalmente abortada. Sin embargo, se mantendrán
relaciones hostiles que tendrán peso más tarde. En 1982, bajo el comando de Leopoldo Galtieri
el gobierno militar emprendió la guerra de las Malvinas contra el Reino Unido, en un
acontecimiento sobre el cual siguen siendo muy oscuras las causas desencadenantes. La
derrota infligida provocó la caída de la tercera Junta Militar y meses más tarde la cuarta junta
llamó a elecciones para el 30 de octubre de 1983, en las que triunfó el candidato de la Unión
Cívica Radical, Raúl Alfonsín.
Los jefes militares fueron posteriormente enjuiciados y condenados, y muchos de ellos llevados
a prisión, en complejos procesos que aún siguen en marcha.
La dictadura militar llamada «Proceso de Reorganización Nacional» fue la última. Si bien entre
1987 y 1990 se produjeron varias insurrecciones militares, denominadas carapintadas, pero
ninguna de ellas con el fin de derrocar a los gobiernos democráticos.
En 1982 Argentina libró una guerra por la soberanía de las islas Malvinas contra el Reino Unido.
Contra todo pronóstico, el desempeño de las Fuerzas Armadas argentinas sorprendió hundiendo
gran cantidad de barcos de la flota británica y librando combates terrestres muy duros a pesar
de la desventaja ante un ejército profesional. Aun así, y ante las diferencias plausibles, la derrota
de las tropas argentinas fue inevitable. Murieron 628 argentinos, la mayoría en el hundimiento
del crucero ARA General Belgrano, y perecieron 255 británicos y tres isleñas. La derrota propinó
el golpe definitivo al régimen militar.
La recuperación de la democracia
El alfonsinismo (1983-1989)
El 30 de octubre de 1983 se realizaron las elecciones para elegir a las autoridades democráticas.
Raúl Alfonsín, candidato por la Unión Cívica Radical resultó elegido con el 51 % de los votos,
superando al Partido Justicialista (peronismo) que obtuvo el 40 %.
Alfonsín ordenó el enjuiciamiento de las juntas militares que usurparon el poder durante la
dictadura, con excepción de los militares que integraron la última, así como a los líderes de las
organizaciones guerrilleras que actuaron en la década de 1970. Para ello creó la Conadep que
realizó el Nunca más, un informe documentado que detalla y prueba miles de desapariciones y
violaciones de derechos humanos, individualizando a los responsables. El 9 de diciembre de
1985 se dictó la sentencia condenando a Jorge R. Videla y Eduardo Massera a reclusión
perpetua, a Roberto Viola a diecisiete años de prisión, a Armando Lambruschini a ocho años de
prisión y a Orlando Ramón Agosti a cuatro años de prisión. Por las características que tuvo, la
condena a parte de los miembros de las juntas militares realizada por un gobierno democrático
constituye un hecho sin precedentes en el mundo, que contrastó fuertemente con las
transiciones negociadas que tuvieron lugar en aquellos años en Uruguay, Chile, Brasil, España,
Portugal y Sudáfrica.
Presionado por sectores militares y mediáticos y por los levantamientos carapintadas, Alfonsín
presentó al Congreso para su sanción las leyes de Punto Final y Obediencia Debida,
consagrando la impunidad de más de 3600 autores de crímenes de lesa humanidad.[229] Entre
los liberados se encontraban represores que simbolizaban la violación de derechos humanos en
todo el mundo, como Alfredo Astiz.[230] Las leyes fueron repudiadas por las organizaciones de
derechos humanos y serían anuladas en 2003.
Medidas económicas
En el área económica Alfonsín recibió del gobierno militar una deuda externa que había crecido
de 7700 millones de dólares en 1976, a 45 000 millones de dólares en 1983, subordinando las
políticas de gobierno dirigidas el bienestar de la población y el desarrollo al pago de los
intereses, bajo los condicionamientos del Fondo Monetario Internacional. Acuciado por una
altísima inflación impulsada por las pujas entre los inversores y bancos extranjeros y la llamada
«patria contratista» que reunía a los grandes grupos empresarios del país,[231] el gobierno llevó
adelante en 1985 el Plan Austral, que logró durante un tiempo contener la inflación, pero no pudo
resolver los problemas estructurales.
La política internacional de Alfonsín, a cargo del canciller Dante Caputo, le dio una gran
importancia a eliminar los conflictos con los países fronterizos, con el fin de desmilitarizar las
relaciones internacionales y restar poder a las fuerzas armadas en la región. Con ese fin cerró el
conflicto del Beagle con Chile, que había llevado a ambos países al borde de la guerra en 1978,
aceptando la propuesta del papa realizada en el curso de la mediación vaticana. Argentina y
Chile firmaron entonces en 1984 el Tratado de Paz y Amistad entre Argentina y Chile resolviendo
todas las cuestiones pendientes al sur del Estrecho de Magallanes. La decisión fue legitimada
con un plebiscito no vinculante en el que el 82 % de la población apoyó el acuerdo con Chile.
En 1985 Brasil fue el segundo país de la región luego de Argentina en recuperar la democracia.
Inmediatamente los presidentes de ambos países, Alfonsín y José Sarney, se reunieron para
firmar la Declaración de Foz de Iguazú que puso en marcha el proceso de integración que seis
años después tomaría el nombre de Mercosur, sumando a Uruguay y a Paraguay a medida que
esos países iban también recuperando la democracia. Hasta ese momento ambos países
mantenían una relación de alta confrontación potencialmente bélica, que se remontaba a los
tiempos de la colonia, cuando España y Portugal se enfrentaban para ampliar sus dominios en el
mundo.
Hiperinflación
La situación económica se reagravó en 1988, que terminó con una tasa de inflación de 343 %,
preludio del estallido de un proceso hiperinflacionario a partir de febrero de 1989 superior al
3000 % anual, que hizo aumentar la pobreza hasta alcanzar un récord histórico hasta entonces:
47,3 %.
Renuncia de Alfonsín
Uno de los hombres cercanos a Alfonsín, el dirigente socialista Simón Lázara, relató que luego
de las elecciones Alfonsín se reunió con un grupo de empresarios para pedirles que le
permitieran cumplir su mandato que finalizaba el siguiente 10 de diciembre. En esa ocasión el
CEO del diario Clarín, Héctor Magnetto, habló en nombre del grupo empresarial y dijo:
Carlos Saúl Menem gobernó Argentina entre julio de 1989 y diciembre de 1999, en dos
mandatos. Su presidencia coincidió con la victoria de Estados Unidos en la Guerra Fría y el inicio
de la globalización. Aplicó una política económica neoliberal siguiendo los lineamientos del
Consenso de Washington de 1989, realizando la experiencia más amplia de privatizaciones y
desregulación del mercado, entre los países latinoamericanos.[237]
Políticas económicas
Cavallo tomó tres grandes medidas, la convertibilidad de la moneda nacional con el dólar (ley
23 928), la suspensión («consolidación») por diez años del pago de la deuda interna (ley 23 982)
y la llamada «flexibilización laboral» (ley 24 445). Esas medidas, sumadas a las ya sancionadas
leyes de reforma del Estado (ley 23 696) y de emergencia económica (ley 23 697), cambiarían
profundamente la sociedad argentina. Aprovechando la sobrevaluación de la moneda argentina
durante la convertibilidad, se aplicó una política de alto endeudamiento externo pasando de
65 000 millones de dólares a 145 000 en 1999.[238]
En 1991 Argentina firmó el Tratado de Asunción creando el Mercosur con Brasil, Uruguay y
Paraguay, con el objetivo de formar un fuerte bloque económico sudamericano. El Mercosur
consolidó la democracia en la región y cambió radicalmente la estructura del comercio exterior
de los países miembros, aumentando en el caso argentino más de 1000 % su intercambio
comercial con Brasil.[239]
Privatizaciones
Entre 1990 y 1994 se privatizaron prácticamente todas las empresas del Estado: ENTEL,
Ferrocarriles Argentinos, Correo Argentino, YPF, Gas del Estado, SEGBA, Canal 13, Canal 11,
Canal 9, Obras Sanitarias de la Nación, los astilleros, las firmas siderúrgicas, las petroquímicas,
las flotas mercantes, los puertos, el banco hipotecario, YCF, etc.[231] Durante el gobierno de
Menem también se privatizaron los fondos de pensión (jubilatorios) que pasaron a ser
administrados por empresas con fines de lucro denominadas Administradoras de Fondos de
Jubilaciones y Pensiones (AFJP).
Indultos
El presidente Menem continuó con la política de impunidad para los delitos de lesa humanidad
cometidos durante la dictadura que había iniciado Alfonsín luego de los levantamientos militares
carapintadas. A tal fin entre el 7 de octubre de 1989 y el 30 de diciembre de 1990, dictó diez
decretos indultando a civiles y militares que cometieron delitos durante la dictadura
autodenominada Proceso de Reorganización Nacional, incluyendo a los miembros de las juntas
condenados en el Juicio a las Juntas de 1985, al procesado ministro de Economía José Alfredo
Martínez de Hoz y a los líderes de las organizaciones guerrilleras.[240] Mediante estos decretos
fueron indultadas más de 1200 personas.[241] [242]
Las organizaciones de derechos humanos
criticaron duramente los indultos, exigiendo su derogación. Las así llamadas leyes de
impunidad, dictadas por Menem y Alfonsín, serían anuladas en 2003.[243]
Atentados terroristas
Atentado a la AMIA.
En 1992 y 1994 sucedieron los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA, en los que
murieron más de 100 personas. Varios funcionarios, entre ellos el presidente Menem, serían
llevados a juicio en 2015 acusados de haber encubierto el segundo atentado. También se
produjo en 1995 la explosión intencional de la Fábrica Militar de Río Tercero, que causó siete
muertos, para encubrir una operación clandestina de venta de armas a Ecuador y Croacia, hecho
por el cual Menem fue condenado.[244]
En 1994 Menem y Alfonsín firmaron el Pacto de Olivos acordando una serie de «coincidencias
básicas» para realizar una reforma constitucional realizada ese mismo año, en reemplazo de la
constitución impuesta durante la dictadura establecida en 1955.
En 1995 se realizaron las elecciones presidenciales en las que Menem obtuvo su reelección con
un 49,9 % de los votos, venciendo al FREPASO, que obtuvo 29 %. La Unión Cívica Radical quedó
relegada al tercer lugar por primera vez en sus cien años de historia.
Segundo gobierno de Carlos Menem (1995-1999)
Estuvo caracterizado por el deterioro de la situación social, que ya en 1997 afectaba a amplias
capas de la población. La desocupación masiva persistió con una tasa de dos dígitos (en 2006
volvería a ser de un solo dígito) y el trabajo no registrado no cesaba de aumentar. Uno de los
cambios más sensibles fue la instalación de una criminalidad endémica, desconocida hasta
entonces en el país, con una tasa de asesinatos que aumentó un 400 % entre 1989 y 1996.[245]
La caída del consumo interno y la apertura económica profundizó la crisis de las industrias
nacionales con el cierre de fábricas y ramales ferroviarios.
En el campo del control de la información el diario Clarín se convirtió en uno de los grupos
empresariales más importantes del país, concentrando periódicos, revistas, canales de
televisión, radios, canales de cable, agencias de noticias y empresas de Internet, así como
adquiriendo medios competidores para cerrarlos, en la mayor parte de las provincias y ciudades.
Varias personalidades como Jorge Lanata,[246] director del diario Página/12 y Julio Ramos,
director del diario Ámbito Financiero y autor del libro Los cerrojos a la prensa, denunciaron el
monopolio creado por el Grupo Clarín y el daño que el mismo le hizo a la libertad de prensa e
información en Argentina:
En 1998 Argentina fue considerada un modelo ejemplar por el Fondo Monetario Internacional,
que invitó al presidente Menem a dirigir la palabra ante la asamblea anual conjunta del
organismo y el Banco Mundial. Simultáneamente se inició una recesión que duraría cuatro años,
destruyendo una cuarta parte de la riqueza nacional y sumergiendo al país en la mayor crisis de
su historia moderna. Ese mismo año Estados Unidos otorgó a la Argentina el estatus de aliado
importante extra-OTAN, siendo entonces el único país latinoamericano en ocupar ese lugar.[248]
[249] (En 2019 Brasil también se convirtió aliado importante extra-OTAN[250] y en 2022 empezó
el proceso para convertir Colombia en aliado importante extra-OTAN.[251] )
En 1999 se realizaron las elecciones presidenciales resultando triunfadora con el 48 % de los
votos (contra 38 % del peronismo) una coalición entre la Unión Cívica Radical y el FREPASO
conocida como La Alianza, que llevó como candidato al entonces jefe de Gobierno de la Ciudad
de Buenos Aires, Fernando de la Rúa.
Continuidad de la convertibilidad
A diferencia del candidato del Partido Justicialista (Duhalde), que en la campaña electoral había
propuesto salir ordenadamente de la convertibilidad, La Alianza había prometido mantenerla.
Fuertemente condicionada por la alta deuda externa y bajo las exigencias del Fondo Monetario
Internacional, el Gobierno dispuso una sucesión de "ajustes", aumentando impuestos,
reduciendo salarios y jubilaciones y precarizando las condiciones de trabajo. El escándalo
suscitado por las denuncias de sobornos a senadores por parte del Gobierno para sancionar una
nueva ley de flexibilización laboral exigida por el FMI (conocida como Ley Banelco) llevó a la
renuncia del vicepresidente Chacho Álvarez -líder del FREPASO- y causó un cisma en La Alianza.
CC
3:52
El 19 de diciembre de 2000, acuciada por la dificultad para cumplir con el pago de los intereses
de la deuda externa, Argentina acordó con el Fondo Monetario Internacional una operación que
se llamó Blindaje, por medio de la cual el FMI y varios bancos aceptaron poner a disposición del
país 39 700 millones de dólares a cambio de que Argentina aprobara una nueva ley de
flexibilización laboral, el aumento de la edad jubilatoria y un riguroso ajuste fiscal que se
extendía a las provincias.[252] [253]
A partir de febrero de 2001 grandes flujos de fondos
empezaron a abandonar el país y la situación económica empeoró causando que el 5 de marzo
renunciara el ministro de Economía, José Luis Machinea.
Lo reemplazó Ricardo López Murphy, quien también debió renunciar a los pocos días debido a
las protestas suscitadas por los recortes presupuestarios, especialmente a educación, que
propuso.
El 3 de diciembre de 2001, debido a la interrupción del aporte de fondos por parte del Fondo
Monetario Internacional, el presidente De la Rúa dictó un decreto solicitado por Cavallo
imponiendo lo que fue conocido como «el corralito», un paquete de medidas económicas que
dispuso la bancarización de la economía, mediante la prohibición de extraer dinero en efectivo
de los bancos en sumas superiores a 250 pesos o dólares por semana. Esta medida afectó
principalmente a las personas con ingresos informales, entre ellos los trabajadores no
registrados por las empresas que en ese momento alcanzaba el 44,8 %, cifra que casi duplicaba
la de 1994, cuando llegaba a 28,4 %.
El 13 de diciembre comenzaron a producirse estallidos entre las clases populares de algunas
ciudades de las provincias, llevados adelante por los denominados piqueteros. Varios comercios
de zonas empobrecidas del interior del país y del Gran Buenos Aires sufrieron saqueos por parte
de sectores de la población desocupadas e indigentes.[256] El gobierno atribuyó esas revueltas a
un plan desestabilizador orquestado por algunos líderes del Partido Justicialista.[257]
Luego de seis días de saqueos, fueron asesinadas siete personas por las fuerzas de seguridad y
los propios comerciantes. El 19 de diciembre por la noche, el presidente De la Rúa se dirigió por
televisión a la población para anunciar que había decretado el estado de sitio. Inmediatamente
después de terminado el anuncio de De la Rúa, millones de personas en todo el país empezaron
a hacer sonar cacerolas desde sus casas y muchas salieron a la calle dando inicio a lo que se
conoció como «el cacerolazo». Un gran grupo se concentró frente a la Casa Rosada exigiendo la
renuncia del presidente De la Rúa y comenzando a corear una consigna que caracterizaría al
movimiento: «¡qué se vayan todos!». A las 3 de la mañana del día 20 de diciembre renunció el
ministro Cavallo.[257]
Institucionalmente esa serie de renuncias dejaron al país sin autoridad, razón por la cual un
grupo de funcionarios llegó a sostener que debía asumir el presidente de la Corte Suprema, Julio
Nazareno, a la vez que Rodríguez Saá fue denunciado penalmente por abandono del cargo.[259]
Finalmente intervino el escribano general del Gobierno, convenciendo a Rodríguez Saá para que
pidiera licencia hasta que asumiera el presidente interino y acordando con el presidente de la
Cámara de Diputados, Eduardo Camaño, para que asumiera como presidente interino, lo que
finalmente hizo el día 31 de diciembre a las seis de la tarde hasta que se reuniera la Asamblea
Legislativa.[259] [260]
Pocos días después de su acceso al poder, el nuevo primer mandatario dispuso sus primeras
medidas para hacer frente a la crisis económica: abandono del tipo cambiario fijo, devaluación
del peso, pesificación de la economía (incluidos depósitos bancarios) y la distribución de planes
sociales para atenuar los efectos de una economía en recesión que había incrementado la
pobreza e indigencia hasta índices nunca vistos antes en la Argentina.
En abril de 2002, el ministro de Economía, Jorge Remes Lenicov, dimitió ante las protestas
suscitadas por el denominado "Plan Bonex", que preparaba junto a Duhalde para canjear por
bonos de deuda pública los depósitos bancarios a plazo inmovilizados. Los demás miembros
del gabinete pusieron también sus cargos a disposición del presidente, el cual aceptó, entre
otras, la renuncia del jefe de Gobierno, Jorge Capitanich, y designó titular de Economía a Roberto
Lavagna; quien anunció que no se produciría el retorno a un tipo de cambio fijo (siguiendo así las
recomendaciones del FMI) y que persistirían las restricciones bancarias.
El Gobierno vio cumplidos algunos de sus principales objetivos en junio: el Senado derogó la
llamada Ley de Subversión Económica, se acordó un pacto fiscal con los Gobiernos provinciales
para reducir en un 60 % su déficit, y se dispuso un nuevo Plan Bonos. Pero el eje del programa
gubernamental, cumplir las exigencias del FMI para recuperar su ayuda económica, generó todo
tipo de actitudes opositoras y agudizó la conflictividad social. Pese a que la crisis continuó, el
Gobierno intentó normalizar progresivamente el sistema financiero; en noviembre de 2002, casi
un año después de su implantación, finalizaron las restricciones para retirar efectivo de cuentas
corrientes (acababa así el llamado "corralito"), y en marzo de 2003 se levantaron las limitaciones
para retirar fondos de depósitos a plazo fijo (el denominado "corralón").
El 27 de abril de 2003 se realizó la primera vuelta de las elecciones para elegir al presidente.
Cinco candidatos reunieron la mayoría de los votos: Carlos Menem (24 %), Néstor Kirchner
(22 %), Ricardo López Murphy (16 %), Adolfo Rodríguez Saá (14 %) y Elisa Carrió (14 %).
Carlos Menem, el candidato triunfante por mayoría relativa en la primera vuelta, no se presentó a
la segunda vuelta al conocer los resultados de las encuestas que señalaban un porcentaje de
sufragios en su contra del orden del 70 % y por lo tanto resultó elegido el presidente Néstor
Kirchner, quien asumió su mandato el 25 de mayo de 2003 hasta el 10 de diciembre de 2007.
Kirchner llevó adelante una activa política para promover los derechos humanos, incorporando a
su Gobierno a reconocidos integrantes de organizaciones de derechos humanos. Además,
impulsó el enjuciamiento a los responsables por crímenes de lesa humanidad ocurridos durante
los años 1970, realizados por la Triple A y por el Gobierno del Proceso de Reorganización
Nacional. Para conseguirlo, fueron anuladas las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, las
cuales mantenían frenados dichos juicios desde el gobierno de Raúl Alfonsín.
Desde el 19 de junio de 2003, por decreto presidencial, se renovó la Corte Suprema, todos los
candidatos a integrarla deben pasar una etapa de exposición pública que tiene que presentar el
Poder Ejecutivo en los principales medios de comunicación de todo el país. El currículum del
nominado (o de los nominados) debe ser publicado y promocionado en el sitio web del
Ministerio de Justicia y puede ser discutido por las ONG, asociaciones de derecho,
universidades, organizaciones de derechos humanos, y cualquier ciudadano que así lo desee.
Luego de un período de tres meses, el presidente, sopesando los apoyos y rechazos a la
candidatura, queda habilitado para presentar la nominación al Senado, que debe decidir si
aprueba o no que la persona propuesta por el presidente forme parte de la Corte, necesitándose
una mayoría de dos tercios para dicha aprobación.
La renovación de la Corte Suprema de Justicia durante los primeros años del gobierno de
Kirchner, con la designación de Eugenio Raúl Zaffaroni en 2003, y de Elena Highton de Nolasco y
Carmen María Argibay en 2004, fue vista y es usualmente reconocida por la oposición como un
paso positivo, que brinda más independencia al Poder Judicial y equilibra la Corte tanto
ideológicamente como por género.
Desde los sectores de derecha o liberales se han criticado estas políticas como contrarias a la
reconciliación nacional. Desde la izquierda, en cambio, se le critican gestos contrarios a los
derechos humanos, como las represiones a algunas manifestaciones en la Patagonia y el envío
de tropas argentinas a Haití en el marco de la MINUSTAH de las Naciones Unidas.
A nivel internacional, Kirchner formó parte de un grupo de mandatarios de varios países
latinoamericanos, junto con Lula da Silva (Brasil), Tabaré Vázquez (Uruguay), Evo Morales
(Bolivia), Michelle Bachelet (Chile), Rafael Correa (Ecuador) y Hugo Chávez (Venezuela), de
tendencias antiliberales. Uno de los momentos más destacados de la política internacional, fue
la IV Cumbre de las Américas de 2005, realizada en Mar del Plata, en la que el Gobierno de
Kirchner junto a otros Gobiernos latinoamericanos, llevó adelante una política de «no al ALCA»,
paralizando la puesta en marcha del Área de Libre Comercio de las Américas que Estados
Unidos había diseñado y hecho aprobar por todos los países americanos en 1994,
estableciéndose una nueva política continental con eje en la creación de empleo decente.[264]
En sentido coincidente, Argentina apoyó la decisión de formar la Unión de Naciones
Suramericanas (Unasur), cuya constitución se concretó en 2008.
Elecciones de 2005
Tras las elecciones legislativas de octubre de 2005, Kirchner ha obtenido una mayoría a nivel
nacional y ha logrado desplazar a Duhalde del control del aparato político del conurbano
bonaerense. Esto se ha reflejado en importantes cambios en el gabinete — fundamentalmente la
sustitución de Roberto Lavagna por Felisa Miceli en el Ministerio de Economía.
Durante los dos últimos años de su mandato se aplicaron crecientes restricciones a las
exportaciones de carne y controles de precios, con el fin de controlar la inflación y el aumento
del precio de los alimentos. Desde 2005 los medios de comunicación destacaron la existencia
de lo que sostenían era una «inflación reprimida», debido a las retenciones a las exportaciones y
los subsidios tarifarios. La inflación oficial fue del 6 % en 2004, 12,3 % en 2005 y del 10 % en
2006. Los datos oficiales comenzaron a ser cuestionados por consultoras que sostuvieron que
la inflación real en el último año del mandato de Néstor Kirchner había llegado al 22 hasta 26 %,
manteniéndose en esa cifra en la siguiente década.[265]
En abril de 2007 se produjo una serie de maniobras delictivas realizadas por la empresa
multinacional Skanska, de origen sueco; algunos políticos de la oposición sostuvieron que
algunos funcionarios del Gobierno habían cometido ilícitos relacionados con el caso, algo que el
ministro del Interior negó. A mediados de ese mismo año, la ministra de Economía, Felisa Miceli,
se vio envuelta en un escándalo, debido al hallazgo casual de una bolsa con gran cantidad de
dinero en el baño de su despacho, que llevó a su renuncia y abrió una investigación penal en el
curso de la cual fue procesada por encubrimiento y destrucción de instrumento público.[266]
Antártida Argentina
En julio de 2003 Argentina y Chile acordaron reabrir el Refugio Abrazo de Maipú, iniciando una
política de cooperación con la intención de fortalecer la presencia de ambos países en la
Antártida y limitar las acciones expansionistas del Reino Unido en el área. Para entonces
Argentina contaba con seis bases permanentes, siete bases de verano y varios refugios
antárticos.
El Frente para la Victoria volvió a ganar en las elecciones presidenciales de 2007, alcanzando el
45 % y duplicando los votos obtenidos en 2003. La fórmula ganadora estuvo integrada por
Cristina Fernández de Kirchner y el radical Julio Cobos, que vencieron a la Coalición Cívica que
llevaba la fórmula integrada por Elisa Carrió y el socialista Rubén Giustiniani, que obtuvo el 23 %.
El 10 de diciembre de 2007 asumió la presidencia Cristina Fernández, que en los primeros días
de su mandato continuó los lineamientos generales del gobierno de su esposo. De ese modo,
una mujer resultó elegida presidenta de la Nación por primera vez en la historia argentina.
Hay coincidencia entre los observadores en considerarla como una de las medidas más
importantes de los doce años de gobierno de los Kirchner.[275]
En 2009 sancionó una nueva ley de medios que reemplazó a la Ley de Radiodifusión vigente
desde 1980.[276] Dicha ley fue aprobada con el apoyo de diferentes fuerzas políticas, tanto del
oficialismo como de una parte de la oposición,[277] y generó tanto apoyos como rechazos, a la
vez que derivó en varios fallos judiciales, relativos a la constitucionalidad o
anticonstitucionalidad de la misma, que impiden su total aplicación.[278] [279]
[280] [281] [282]
El 29 de octubre de 2009, la presidenta Cristina Fernández firmó el decreto 1602/09 que dispuso
la Asignación Universal por Hijo, un ingreso fijo para todos los menores de dieciocho años que
no recibieran ingresos familiares de origen salarial. Inicialmente era de 180 pesos, suma que
periódicamente se ha visto aumentada, llegando a 270 pesos para octubre de 2011.[283] [284]
Se
aprobó una fórmula de actualización de las jubilaciones y beneficios de la seguridad social, que
impulsó un fuerte aumento de las mismas, mejorando un 24,6 % en términos reales entre 2008 y
2017.[285] En un proceso iniciado por Néstor Kirchner desde 2003 hasta 2009, duplicó la clase
media en la Argentina, que pasó desde los 9,3 millones a los 18,6 millones en ese último año.
Esto transformó a la Argentina en el país con mayor crecimiento de dicho segmento de la
población en toda América Latina.[286]
El Bicentenario
Durante 2010 se celebró el Bicentenario de la Revolución de Mayo con eventos en varias partes
del país. En la ciudad de Buenos Aires, el Gobierno nacional organizó el principal evento
conmemorativo del año, que se desarrolló principalmente en un tramo de la más importante
arteria de la ciudad, la Avenida 9 de Julio, en el que se encontraron representadas las provincias
y países invitados.[287]
Reelección de 2011
En las elecciones presidenciales del 23 de octubre de 2011, Cristina Fernández fue reelegida
para el cargo de presidente de la Nación, en primera vuelta, con el 54,11 %[291] de los sufragios,
casi diez puntos más que en 2007 y más treinta puntos porcentuales más que los obtenidos por
Néstor Kirchner en 2003. Segundo resultó el candidato de Frente Amplio Progresista, el
socialista Hermes Binner, que obtuvo 16,81 %[291] . Como vicepresidente fue elegido el hasta
entonces ministro de Economía Amado Boudou, artífice de la reestatización del sistema de
jubilaciones.
A fines de 2011 el dirigente sindical Hugo Moyano, aliado importante y secretario general de la
CGT, se distancia del Gobierno adhiriendo a los sectores opositores.[296]
Durante este período tuvieron lugar también grandes manifestaciones callejeras opositoras
convocadas por redes sociales electrónicas, como el llamado 8N. Según datos del Banco
Mundial, América Latina y dentro de ella Argentina han transformado su estructura social en la
primera década del siglo XXI, produciendo una reducción de la pobreza y un aumento de las
clases medias. Para la Argentina, el Banco Mundial estableció que entre 2003 y 2009, la clase
media se duplicó pasando de 9,3 millones a los 18,6 millones (los 9,3 millones siendo
equivalentes al 25 % de la población).[297]
Ante la escalada de tensión por la exploración petrolífera de las mismas por parte de Gran
Bretaña, la presidenta respondió con una prohibición de utilizar puertos argentinos para proveer
bienes a las islas Malvinas, posición apoyada por la Unasur en su conjunto. Este reclamo fue
escuchado por Hillary Clinton, quien se mostró personalmente dispuesta a mediar, situación que
causó desconcierto en los británicos. Argentina obtuvo el respaldo de la comunidad
latinoamericana y el Caribe en torno a la postura de recuperar las islas mediante la vía pacífica
mientras que el Reino Unido a través de los dichos de su primer ministro británico David
Cameron señalaron que la soberanía de las Malvinas la deciden los mismos isleños por su
derecho de autodeterminación. El gobierno argentino denunció la militarización del Atlántico Sur,
hecho que negó Gran Bretaña sosteniendo que realizaba ejercicios rutinarios.[301] [302]
En 2013
la presidenta creó una nueva secretaría abocada a cuestiones relativas a las Islas Malvinas.[303]
[304]
En el cónclave de 2013 el arzobispo
de Buenos Aires, Jorge Mario
Bergoglio, fue elegido como papa
Francisco.
Ante la renuncia de Benedicto XVI el 28 de febrero de 2013, el cónclave dio por sucesor al
arzobispo de la Ciudad de Buenos Aires, cardenal Jorge Mario Bergoglio, en adelante papa
Francisco. Se convirtió en el primer papa no europeo desde el siglo viii, el primer papa jesuita y el
primero procedente de América. Tras ello, sucedieron una serie de encuentros entre el pontífice
y la presidenta argentina.
Durante sus dos Gobiernos, el PBI por persona aumentó el 54 % pasando de 8239 dólares en
2007 a 12 751 dólares en 2014;[306] la reducción de la desigualdad social por impacto de las
políticas fiscales del Estado fue del 14,8 %, siendo el segundo país latinoamericano detrás de
Brasil;[307] alcanzó el mayor gasto público social de América Latina con 1893 dólares por
persona en 2011-2012;[308] se colocó, después de Uruguay, entre los dos países con sistema
impositivo con mayor efecto redistributivo de América Latina con 3 % y 4 %
respectivamente;[309] el salario mínimo fue establecido en 511,49 dólares en enero de 2015,
sobre un promedio de 150 dólares en la región;[cita requerida] se redujo la desocupación de 8,48 %
en 2007 a 7,04 % en 2015;[310] y aumentó el empleo registrado un 11,5 % entre 2010 y
2015.[311]
Con respecto a los indicadores macroeconómicos, las reservas del Banco Central pasaron de
45 000 millones en 2007, al récord histórico de 52 000 millones en 2010, reduciéndose a 24 000
millones en 2015, impactadas por los juicios iniciados en 2011 por los fondos buitres ante el
juez estadounidense Thomas Griesa y la crisis económica iniciada en 2012.[312] La deuda
pública pasó de 173 a 233 mil millones de dólares, equivalente al 45 % del PBI.[313] En una
comparación de 47 economías de todo el mundo, entre 2007 y 2015 la deuda externa del país
bajó 11 puntos porcentuales respecto del PBI y pasó al 33 % del mismo convirtiéndose en el país
con menor deuda externa con relación a su PBI entre los comparados, -después de haber
llegado al 162 % en 2002-;.[314] [315]
Según el órgano oficial encargado de medir la inflación, el
INDEC, la misma fue de 240,9 % acumulada en los ocho años, mientras que para estimaciones
del Congreso y privadas fue del 470-500 %.[316] El precio del dólar estadounidense medido en
pesos pasó de 3,15 a 9,47 en el mercado oficial[317] y a 16 en el mercado ilegal.[318]
En las elecciones presidenciales de 2015 resultó elegido presidente de la Nación Mauricio Macri,
del frente Cambiemos, una alianza entre el radicalismo y el Pro, luego de haber salido segundo
en la primera vuelta (34 %) y ganar el balotaje (51 %), venciendo al candidato del Frente para la
Victoria Daniel Scioli.
Al mediodía del 10 de diciembre tras el interinato de 12 horas de Federico Pinedo a raíz de una
medida cautelar,[319] [320]
Macri juró ante la Asamblea Legislativa y asumió el Poder Ejecutivo de
la Nación. Macri es dueño de uno de los principales grupos económicos de Argentina, el Grupo
Macri. Es el primer presidente electo desde 1983 que no pertenece a los partidos radical y
justicialista y también el primer presidente en asumir estando procesado penalmente, en una
causa por espionaje de ciudadanos, en la que ya han sido llevados a juicio oral varios
exfuncionarios de su Gobierno, entre ellos Jorge Alberto «Fino» Palacios, también enjuiciado
como encubridor del atentado terrorista contra la AMIA.[321] Sus principales promesas de
campaña fueron «Pobreza cero»,[322] eliminación de regulaciones para la compra de
dólares,[323] reducción de la inflación del 25 % a un dígito,[324] [325]
eliminación del impuesto a
las ganancias para los trabajadores,[323] eliminación de la mayoría de los impuestos a las
exportaciones rurales y mineras (retenciones),[326] y una "lluvia de dólares" por inversiones.[327]
[328]
Primeras medidas
Otras medidas de importancia tomadas en los primeros días de gobierno fueron la derogación
de las reglas sobre compra de divisas, que produjo una devaluación del peso de un 40 %,[332] la
eliminación de los impuestos a las exportaciones (retenciones),[cita requerida] la declaración del
estado de emergencia estadística suspendiendo la elaboración de estadísticas por tiempo
indeterminado,[333] la declaración del estado de emergencia de seguridad pública durante un
año (decreto 228/2016),[334] la toma de una deuda externa de 5000 millones de dólares con el
fin de aumentar las reservas,[335] el aumento del porcentaje de coparticipación federal de
impuestos de casi un 100 % a favor de la Ciudad de Buenos Aires,[336] y un aumento de las
tarifas eléctricas del 500 %.[337]
En los primeros dos meses también se produjeron varias protestas y reclamos. Diversas
organizaciones y juristas cuestionaron por inconstitucional la designación por decreto de dos
jueces de la Corte Suprema, la disolución de la AFSCA y la AFTIC y se movilizaron en defensa de
la ley de medios.[338] La Asociación Trabajadores del Estado (ATE) cuestionó la gran cantidad de
despidos en el Estado, convocando a la primera huelga contra el gobierno de Macri.[339] Varios
sindicalistas criticaron el aumento de la inflación, que solamente en diciembre llegó al 6,5 %
según la medición oficial de la provincia de San Luis recomendada por el gobierno nacional.[340]
Gobernadores e intendentes del interior cuestionaron la decisión presidencial de mejorar los
ingresos de la Ciudad de Buenos Aires argumentando la violación del federalismo a favor del
distrito con mejor nivel de vida.[341] Las organizaciones de derechos humanos cuestionaron la
declaración del Secretario de Cultura de Buenos Aires considerando que era una mentira el
tradicional número de 30 000 desaparecidos durante la dictadura.[342] También se realizaron
movilizaciones contra la censura en perjuicio de periodistas opositores,[343] y en reclamo de la
libertad de la dirigente cooperativa Milagro Sala y contra la criminalización de la protesta
social.[344]
Bicentenario de la Independencia
En octubre de 2017 se realizaron las elecciones legislativas de medio término, en las que el
Gobierno obtuvo un apoyo de aproximadamente un 42 % de los votantes, aumentando sus
bancadas parlamentarias y su presencia en las provincias.[345]
Poco después de las elecciones, el Gobierno impulsó en el Congreso una triple reforma
previsional (seguridad social), fiscal y laboral que generó fuertes manifestaciones y
"cacerolazos" en contra del Gobierno, que redujeron notablemente la imagen positiva del
presidente Macri.
Al cumplirse los dos primeros años de gobierno, la situación de las principales promesas de
campaña era la siguiente:
Pobreza: era del 29 % en diciembre de 2015, subió al 34,5 % en el primer trimestre de 2016 y
se redujo al 31,4 % en diciembre de 2017.[346] [347]
Inflación: fue del 25 % en 2015,[325] subió al 40 % en 2016,[348] y volvió al 24,8 % en 2017.[349]
Impuestos (retenciones) a las exportaciones: fueron eliminadas todas menos las de la soja,
que fueron reducidas a la mitad.[350] [351]
Impuesto a las ganancias de los trabajadores: no fue eliminado; hubo modificaciones que
aumentaron la cantidad de trabajadores que deben pagarlo. Mientras que en diciembre de
2015 pagaron el impuesto 1,18 millones de trabajadores, en febrero de 2017 lo pagaron casi el
doble, 2,15 millones.[352]
A partir de abril de 2018, se inició una corrida cambiaria que produjo una devaluación del peso
reduciendo su valor en dólares a menos de la mitad (el precio del dólar pasó de $ 17 en agosto
de 2017, a $ 40 en agosto de 2018).[359] La crisis generó una sensación de desconfianza y
descontento de varios sectores de la sociedad hacia el Gobierno.[360] Varias empresas
argentinas que cotizan en Wall Street lo hacen en estados negativos.[361]
La crisis cambiaria produjo una crisis económica generalizada con recesión, severa caída del
salario real y el consumo y aumento de la pobreza; según la UCA, en agosto de 2018 era mayor
al 34 % de la población total. Además, también produjo inflación y riesgo de default de la deuda
externa, lo que llevó al Gobierno a recurrir al Fondo Monetario Internacional, algo que el ministro
de Economía, Nicolás Dujovne, había prometido no realizar.[362]
Segunda crisis económico-social y default selectivo
En el segundo semestre de 2019 otra abrupta devaluación del peso, del 25 %, desencadenó una
nueva crisis económica y social. La abrupta suba del valor del dólar desencadenó a su vez una
nuevo salto inflacionario, con subas de precios de dos dígitos en un solo día, principalmente en
los alimentos, amenazando provocar una crisis alimentaria generalizada. La crisis causó la
renuncia del ministro de Hacienda Nicolás Dujovne, que fue reemplazado por Hernán Lacunza.
Simultáneamente se dio a conocer que la casi totalidad de la deuda externa en dólares tomada
por el presidente Macri había sido utilizada para fugar capitales y pagar intereses: entre
diciembre de 2015 y marzo de 2019, el país se endeudó en 107.525 millones de dólares, de los
cuales 106.779 millones volvieron a salir en el mismo período.[363] Hacia agosto de 2019, la
deuda pública como porcentaje del PBI superó el 100 %, duplicando el tamaño que tenía en
diciembre de 2015, con el agravante de que el 80 % de la misma fue contraída en dólares,
convirtiendo a la Argentina en el país que más aumentó su deuda externa en 2019.[364]
La crisis económica deterioró aún más los indicadores sociales (desempleo, pobreza,
informalidad). Entre abril de 2016 y julio de 2019, el poder adquisitivo del salario mínimo cayó un
36 %: hacia agosto de 2019 una familia tipo (dos progenitores con dos hijos) necesitaba dos
salarios mínimos y medio (2,5) para salir de la pobreza, mientras que tres años antes necesitaba
un poco menos de dos salarios mínimos (1,8).
Sus principales promesas de campaña fueron implementar un Plan Integral contra el Hambre,
renegociar la deuda externa, realizar una reforma judicial que terminara con el uso político de la
justicia y la Agencia Federal de Inteligencia ("lawfare"), promover los derechos de las mujeres,
particularmente la interrupción voluntaria del embarazo (IVE), convocar a los empresarios,
sindicatos y demás sectores sociales a alcanzar un conjunto de Acuerdos Básicos para salir de
la Emergencia, capaces de volver a «poner el país de pie».[368] Una de sus primeras medidas fue
recrear los ministerios de Salud, de Trabajo y de Ciencia y Tecnología, que habían sido
eliminados por Macri.[369]
Pandemia
Referencias
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clausura alcanzó a fines de 1949 al diario El Intransigente de la ciudad de Salta, impreso en
la histórica Imprenta de la Patria, cuyo propietario David Michel Torino estaba preso desde
el año anterior; ya en 1950 los clausurados fueron las publicaciones comunistas La Hora y
Orientación, La Nueva Provincia de Bahía Blanca, La Verdad de Quilmes, La Unión de Lomas
de Zamora, Castellanos de Rafaela, La Capital de Rosario, Los Principios de Córdoba, Los
Andes de Mendoza, El Liberal de Santiago del Estero, Democracia de Junín que dirigía
Moisés Lebensohn, La Opinión de Pergamino y La Tierra, una vieja publicación de la
Federación Agraria Argentina. Fueron alrededor de 70 periódicos los clausurados.
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151. Historiador, escritor, artista, músico, poeta, abogado, e intelectual periodista fundador y
director de la revista Todo es Historia, considerado uno de los historiadores argentinos más
importantes del siglo XX, profesor de "Historia de las Instituciones" en la Facultad de
Derecho de la UBA, de "Historia Contemporánea" en la Facultad de Humanidades de la
Universidad de Belgrano (1967-1986) e "Historia Argentina" en la Facultad de Ciencias
Políticas de la Universidad del Salvador (1977), que recibió distinciones de los gobiernos de
Francia, Perú y Brasil, el Premio Konex de Platino en 1994 en la disciplina Biografía y
Memorias y el Konex - Diploma al Mérito en 1984 y 1985, nombrado ciudadano ilustre de la
Ciudad Autónoma de Buenos Aires en 1996 y académico de la Academia Nacional de la
Historia de la República Argentina. Afiliado radical,fue calificado como “antiperonista” (http
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los valores del laicísmo. Se prohibieron las procesiones, se suprimió la enseñanza religiosa
en las escuelas, se introdujo -en una ley en vias de aprobación referida a otra cuestión- una
sorpresiva clausula que permitía el divorcio vincular, se autorizó la apertura de los
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Enlaces externos
Datos: Q243976
Multimedia: History of Argentina (https://commons.wikimedia.org/wiki/Category:History_
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