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Época cristiana (siglos I-III d. c.

) y la edad media (siglos IV-XIV)

1.- Surgimiento del cristianismo y de la iglesia (apostólica, católica y romana)


Para el año 30 los romanos adoraban varios dioses que provenían de la religión de
los griegos. La tradición permitía que la gente siguiera a cualquier dios según su
propia voluntad. Como resultado de esta libertad religiosa, múltiples sectas y
creencias habían florecido por todo el Imperio Romano. Fue en este ambiente que
surgió un nuevo comportamiento religioso. Al principio los romanos pensaron que
solamente se trataba de una secta judía más, pues había varias de ellas en su
territorio. Este grupo de judíos seguía las enseñanzas de un líder llamado Jesús. De
a poco este movimiento fue ganando adeptos que no eran judíos, y así fue
quedando claro que se trataba de una nueva religión. Este nuevo culto sería
conocido como Cristianismo.
Jesús era considerado el hijo del Dios único al que veneraban los judíos. El
judaísmo esperaba la llegada del Mesías, un hombre que estaría lleno del espíritu
de Dios, y fue Jesús quien ocupó este lugar para los que optaron por el cristianismo.
En el Imperio Romano los primeros cristianos fueron fuertemente perseguidos a
causa de su fe. Los castigos eran variados y en algunos casos llegaban a la muerte.
Sin embargo el cristianismo continuó propagándose durante unos 300 años.
La persecución terminó en el siglo IV, cuando la religión fue legalizada por
Constantino I, quien se había vuelto cristiano antes de asumir como emperador.
Como gobernante, Constantino ofreció protección a los cristianos y permitió que
construyeran iglesias por todo el Imperio. Posteriormente, en el año 380, el
emperador romano Teodosio declaró que el Cristianismo Católico era la religión
oficial del Imperio Romano y proscribe todas las otras prácticas religiosas.
Libres para ejercer su culto, los cristianos comenzaron a organizar su iglesia en
parroquias que eran supervisadas por curas. Estas parroquias se agrupaban en
diócesis, que eran conducidas por los obispos. Luego de la caída del Imperio
Romano de Occidente, el obispo de Roma comenzó a reclamar autoridad sobre los
demás y se dio a sí mismo el título de Papa.
Aunque las parroquias de la Europa occidental terminaron aceptando la autoridad
del Papa, las iglesias orientales, dentro del Imperio Bizantino, no lo hicieron así. En
consecuencia surgieron dos grandes iglesias cristianas que aún subsisten hasta el
día de hoy: la Iglesia Católica Romana y la Iglesia Católica Ortodoxa.

2.- Monoteísmo
Se denomina monoteísmo a la creencia religiosa en un dios único e indivisible. En
ello se diferencia del politeísmo, que es la creencia de que existen varios dioses o
de que dios puede existir como distintas entidades. También se distingue del
panteísmo, que asigna un dios o varios dioses a cada una de las manifestaciones
de la naturaleza. Para el monoteísmo, su dios es el único posible, o el único
verdadero. Por eso, muchos conflictos bélicos fueron justificados a través de las
grandes religiones que estaban asociadas a núcleos de poder en Europa, Asia o
Medio Oriente. El enemigo se identificaba con la cultura que negaba al Dios que la
propia religión adoraba.

3.- Prohibiciones y pecados de la sexualidad por la biblia y la iglesia


El primer aspecto que llama la atención es que se conocen muy pocas referencias
de Jesucristo al tema de sexualidad humana. Sin embargo, la Iglesia se ha
preocupado muchísimo sobre la moralidad sexual de millones de personas. El texto
de referencia para el mundo cristiano es la Biblia, que contiene el Antiguo y Nuevo
Testamento, el cual incluye los cuatro Evangelios y las Epístolas de San Pablo. Fue
San Agustín el que reformó radicalmente la visión cristiana del sexo, argumentando
que el deseo sexual había hecho que Adán aceptara la propuesta de Eva de probar
la fruta prohibida del Árbol de la Sabiduría. Esto significa que se asocia por primera
vez el deseo sexual con los orígenes del pecado.San Agustín realizó por primera
vez la unión entre el sexo y el pecado, dejando a muchos cristianos con una
sensación de vergüenza ante el deseo sexual y el acto de saciarlo. Esta unión llevó
a muchos cristianos a una práctica restrictiva del deseo sexual. Sin embargo, la
aparición de Martin Lutero, en el año 1517, con su reforma protestante, significa un
cambio muy importante, pues rechaza las doctrinas sexuales de San Agustín de que
el sexo era pecaminoso, es decir, rompe el vínculo entre sexo y pecado original.
Lutero declara que el sexo entre un hombre y una mujer era un regalo de Dios,
siempre que éste se diera dentro del matrimonio.El cristianismo se basa pues en la
idea de que la sexualidad humana fue creada por Dios con la única finalidad de la
procreación dentro del matrimonio. La pareja sexual actual es una relación intima,
emocional y espiritual a través de la relación sexual.
Los tres pecados sexuales no aceptados por la iglesia, son la fornicación, el
adulterio y la homosexualidad.
Se considera fornicación las acciones sexuales ilícitas que no están bajo el
matrimonio o fuera del mismo. Palabra que se usa en cualquier sentido sobre las
relaciones íntimas, ser adúlteros. Es un palabra que en su función determina ciertos
actos como incorrectos antes los ojos de Dios, en las religiones se condena esta
práctica como lo demuestra uno de los 10 mandamientos; denominando a actos
relacionados con el sexo plenamente explícitos, todo acto físico, desde no penetrar
a hacerlo analmente, oral, y cualquier deseo carnal impropio no controlados, entre
sexos iguales o cualquier acto que no sea puro.

Adulterio: Delito de violación por la mujer del deber de fidelidad a su marido dentro
del matrimonio. En sentido estricto era el acto de mujer casada con hombre soltero
o casado.
Homosexualidad: Por homosexualidad entendemos erótico o sexual hacia las
personas del mismo sexo; sin embargo, la conducta homosexualno siempre se
encuentra arraigada en este interés emocional e interno (sirvan como ejemplos la
conducta homosexual de ciertas culturas no occidentales y los contactos
homosexuales en la pubertad). El interés sexual del homosexual por el sexo
opuesto es siempre inferior al nivel normal o, incluso, inexistente.

5.- El acto sexual solo para la reproducción o procreación

Debido a que la única razón por la que una pareja debía tener sexo, era esta, se
llegó a considerar imperdonable todo lo que tuviera que ver con ello.

6. Imposición de la virginidad en la mujer

La sexualidad en la Edad Media estuvo fuertemente reprimida; La Iglesia impone


una visión teocéntrica del mundo, lo que le lleva a un control total de la vida
cotidiana.
Marca una época muy retrógrada y en consecuencia represiva de todo lo que
signifique sexualidad, de ahí que ésta tenga unas características muy particulares.
La sexualidad en el Medievo se veía como algo pecaminoso, reprobable y peligroso;
pero, también, como lo más soñado, meditado y, secretamente, deseado.

El cristianismo separaba el sexo de dos formas, la primera en actos naturales y la


segunda en actos contra la naturaleza y la Iglesia impone a la sociedad medieval
que el sexo sólo es posible dentro del matrimonio y éste debe tener una finalidad
exclusivamente reproductiva Utilizan dos términos: “dialetio”, que es el amor
honesto y comprometido en el matrimonio, y “honesta copulatio”, que es la práctica
del sexo con el casto motivo de la reproducción.El pensamiento medieval está
influido como vemos por la Iglesia, que considera el deseo sexual como una especie
de enfermedad. La virginidad en la mujer era para la Iglesia el estado ideal para
volver a la situación prelapsaria, es decir, antes del pecado original, por la que
cuando no quería sexo ni pareja, era porque habían sido agraciados por Dios y
habían transcendido su naturaleza pecadora, por ello, se fomenta la castidad,
porque aporta un valor intrínseco y trascendente que nos guiará a salvar nuestras
almas.

7. El lugar de la mujer en esta época


Durante el período conocido como Edad Media (siglos V a XV) la figura femenina
estaba condicionada según el lugar que ocupara en una sociedad estamental.
Según Patt Knapp y Mónika Von Zell (2007), las mujeres contribuyeron
significativamente a la economía medieval.
La iglesia jugó un papel clave mediante la construcción de dos figuras fuertes para
identificar a las mujeres: Eva, creada a partir de la costilla de Adán, quien provocara
la expulsión de ambos del paraíso; y María, quien representa la virginidad, la
castidad y la abnegación como esposa y madre. Se concibe entonces un conjunto
de características propias de las mujeres: casta, prudente, trabajadora, honrada,
callada, obediente, hermosa y sorprendentemente, culta.
En la Edad Media, sólo la mujer noble podía gozar de ciertos privilegios: se
encargaba del cuidado y la educación de los hijos/as, de la organización de los
empleados de la casa y de la economía; ocupaban un lugar importante durante la
ausencia del esposo, común en épocas de guerras y cruzadas.

8. Celibato en los hombres y sacerdotes


Originalmente, los primeros sacerdotes católicos no necesitaban ser célibes.
"Eso fue siendo reconocido como un valor importante a medida que pasaron los
siglos"; alrededor de los siglos III y IV, sin embargo, ya existían movimientos dentro
del catolicismo proponiendo que los religiosos practicasen el celibato.
Y la Iglesia tuvo varias idas y venidas en cuanto al tema, e incluso regiones
diferentes adoptaron prácticas diferentes, ya que era una época de comunicación
precaria.
La preocupación con el celibato empezó a cobrar fuerza a partir del siglo XI. Papas
como León IX y Gregorio VII temían por la "degradación moral" del clero.
De modo que el celibato acabaría instituido en los dos concilios de Letrán - el
primero, en 1123, y el segundo en 1139.

9. El cuerpo de la mujer como incitadora al pecado


Durante esta época, la Iglesia gobernada por hombres fue elaborando a través de
sus escritos y sermones orales el prototipo femenino con base en la historia
cristiana, el sistema ideológico medieval se componía de prototipos ideales y de sus
opuestos. En el caso de las mujeres el ideal era la virgen y el opuesto era el diablo,
en el fondo, el bien y el mal.
El cuerpo femenino ha sido objeto de interés desde los orígenes de la sociedad: el
hombre siempre se ha preguntado por la esencia de la mujer, los teólogos y clérigos
han formulado numerosos interrogantes y respuestas frente a lo femenino que se
les imponía como lo desconocido.
Se puede afirmar que el cuerpo en la Edad Media es un cuerpo incomprendido, un
cuerpo que incita al pecado del hombre y que por esta misma razón es pecaminoso
en sí mismo, es un cuerpo que es necesario vigilar, castigar y sacrificar debido a su
intrínseca lujuria: por estos atributos negativos, se lo consideró en la Baja Edad
Media como la mismísima puerta del diablo, el acceso directo a éste.

10. El pecado como algo demoniaco


Partimos de una etapa de la historia donde la religión y la Iglesia estaban presentes
en todos los aspectos de la vida. Por lo tanto, una parte importante de esta cosmovisión era
la figura demoníaca. Pero la concepción de esta figura no era monolítica. Mientras que
la teología disminuía su importancia, su inmediatez y poder dentro del imaginario
popular seguía bastante vívido. Por un lado, santo Tomás afirma que el demonio no
es necesario para explicar el pecado, la causa última del pecado es el pecador. Pero
por otro lado existe un constante sentido escatológico, donde el imaginario popular
hace de la figura demoníaca un ser omnipresente.

11. Sus formas de vestir

Durante la época cristiana, y según la Biblia, tanto hombres como mujeres debían
vestir con modestia, ¿pero, cómo es esto? Pues bien, hombres y mujeres vestían
túnicas, las mujeres usaban túnicas y mantos más largos y decorados que los
hombres. Típicamente, eran de color blanco, ya que la ropa de color estaba limitada
a las personas ricas y privilegiadas; de igual forma, las túnicas eran en su mayoría
de piel, lana y fibra. Únicamente las mujeres usaban aretes.
La ropa interior consistía en túnicas similares a un camisón, usado generalmente
dentro de casa. La ropa de las mujeres era más austera, debía ocultar los encantos
del cuerpo, por lo que era holgada y sin escote.

12. Posiciones sexuales permitidas y prohibidas

Según la Biblia, cualquier práctica sexual que desvíe el acto sexual del propósito de
la procreación es considerada como una distorsión del plan divino.
Por tanto, por ejemplo posiciones que impliquen el sexo oral, se consideran una
profanación del cuerpo, ya que persiguen en placer por sobre la procreación.
Por otro lado, resulta importante recalcar que, en la Biblia, la sexualidad es un acto
sagrado entre un hombre y una mujer que se aman y puede y debe darse
únicamente si están casados, con el fin de perseguir su potencial creador.
La fornicación y el adulterio están totalmente prohibidos.
En el libro Levítico prohíbe tener relaciones sexuales con la menstruación, y se
recomienda esperar siete días después de que termine para tener relaciones.
En Deuteronomio también se prohíbe tener relaciones sexuales con animales, por lo
que las posiciones para practicar el coito que recuerden a las que hacen los
mamíferos (animales) se interpretarían como prohibidas.
En Ezequiel, Dios le dice al profeta que le hable al pueblo de Israel sobre sus
pecados sexuales, incluyendo la lujuria y la promiscuidad., lo que puede
interpretarse de tal modo que las posiciones que banalizan al acto sexual y lo
desligan del amor, están prohibidas.

13. Castigos por la masturbación, la prostitución y la homosexualidad

Tanto la masturbación, como la prostitución y la homosexualidad son considerados


pecado mortal. Son vistos como perversiones al fin original de la sexualidad, que
para la iglesia es la reproducción. La masturbación persigue el placer propio sobre
la procreación, la prostitución es vista como una profanación al cuerpo, y la
fornicación es también vista como pecado; la homosexualidad, por otro lado, es
vista como una falta al diseño original de Dios, que “hizo al hombre y a la mujer para
que se unieran como una sola carne”

14. Surgimiento de los papados en la época medieval

El despliegue del Papado constituye algo asombroso: nunca había sucedido algo
comparable, que una autoridad religiosa, sin medios económicos o militares, se
haya convertido en elemento clave (legal y cultural, espiritual y político) de la historia
de Europa (y de occidente).

El origen del papado tiene lugar en los Doce apóstoles y la antigua iglesia romana.
Jesús instituyó Doce mensajeros para preparar la llegada del «Reino de Dios» en
las doce tribus de Israel. Tras la muerte de Jesús, ellos permanecieron en
Jerusalén, esperando la conversión de los judíos y la llegada del Reino; pero no
llegó como esperaban, ni los judíos en conjunto se convirtieron, de manera que
perdieron su función. Pero mientras los Doce fracasaban, algunos cristianos nuevos,
llamados helenistas, empezaron a extender el evangelio a los gentiles de cultura
siria o griega; partiendo de ellos se extendió la Iglesia a todo el mundo. Uno de
estos helenistas fue Pablo, quien, detrás de Pedro, dejó Jerusalén y fue primero a
Siria y después a Roma.
Pablo y Pedro misionaron en Roma, y después fueron condenados a muerte,
dejando el recuerdo de su obra y vida. En ese entonces, la comunidad llevaba una
administración presbiteral, e incluso, algunas comunidades habían empezado a
introducir el modelo monárquico, con un Obispo o supervisor, sobre los presbíteros.
Durante más de un siglo, la iglesia siguió dirigida por un grupo de ancianos, entre
los que han podido sobresalir Lino, Clemente o Evaristo (a quienes después
llamarán papas). Sólo en la segunda mitad del siglo II, de manera general, las
iglesias asumieron una estructura monárquica, que dura hasta hoy.
Los obispos de Roma se presentaron como interlocutores ante la sociedad civil y
apelaron a Pedro como su fundador y primer obispo. Roma empezó siendo una
iglesia hermana, pero después creció su poder, por prestigio y por político. El obispo
de Roma (el papa) fue tomando cada vez más autoridad, de manera que los
cristianos de diversas partes (especialmente los de lengua latina) acudían a Roma,
pidiendo consejo y buscando solución para sus problemas. Más tarde, entre el siglo
VI y el IX, la iglesia romana dirigió el proceso de cristianización de occidente,
viniendo a presentarse como gran poder moral de Europa.

Según la tradición católica, Pedro fue elegido por Jesucristo para que él dirigiera a
sus discípulos y estos permanecieran unidos, así como para que "gobernara" a sus
"ovejas", tal como lo menciona el siguiente pasaje de San Mateo:

"Y yo te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra, Yo edificaré mi Iglesia y el
poder del infierno no prevalecerá contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los
Cielos; y todo lo que atares sobre la tierra, será también atado en los Cielos; y todo
lo que desatares sobre la tierra, será también desatado en los Cielos."

De tal modo que, bajo la tradición católica, es Pedro quien fuese el primer obispo de
Roma, es decir, el primer papa, siendo sucedido por Lino tras su muerte, que no
está bien esclarecida hasta la actualidad. Más adelante, según los católicos, en
diversos escritos, otros obispos de Roma harían referencia a Pedro como su
antecesor. Hasta la fecha, se tiene el conteo de 266 papas en la historia.

15. El poder jerárquico de la iglesia

Siendo la iglesia una institución sin ningún tipo de poder, ¿cómo llegó a consolidarse
como un ente extremadamente poderoso en los siglos XIX y XX? Con la caída del
imperio romano en el siglo V y el caos político naciente de las invasiones bárbaras,
la iglesia se vio obligada a tomar un papel fundamental en la formación del nuevo
orden social, ya que era la principal institución romana que sobrevivió a la crisis.
Con la rápida conversión de los invasores germánicos, la iglesia se aseguró un lugar
predominante en la Europa de la Edad Media. Esta importancia forzó a las nuevas
fuerzas políticas a buscar a través de la iglesia la legitimación de su toma de poder,
esta bendición eclesiástica de los poderes civiles tuvo aspectos beneficiosos tanto
para la iglesia como para el emperador: el emperador pudo presentarse ante sus
súbditos como el campeón de la santa religión; y la iglesia pudo disfrutar de la
protección de un defensor poderoso. Este acuerdo sembró la semilla del conflicto
entre poderes que tuvo lugar durante la edad media, ¿debía gobernar la iglesia por
encima del emperador, o el emperador por encima de la iglesia? La lucha por la
investidura (nombramiento de obispos por la autoridad civil) es un ejemplo del
intento del poder civil de dominar y controlar a la iglesia.

¿Cómo evitó esto la iglesia? En un principio, se intentó evitar desarrollando una


teoría que les confiriera la mayor parte del poder. La autoridad eclesiástica, en
concreto el papado, desarrolló la teoría de la Plenitudo Potestasis, según la cual
existen dos poderes en la sociedad: el temporal, ejercido por el emperador; y el
espiritual que es ejercido por el papa, y por su delegación, de los obispos y del
clero. Según la teoría, estos poderes no son independientes, es el poder temporal
que debe someterse ante el poder espiritual, al ser este último el más perfecto; por
tanto, el emperador debe gobernar siempre con deferencia hacia el poder espiritual.
En los escritos más antiguos de la época post-apostólica, se destaca la naturaleza
jerárquica de la autoridad de la iglesia. De Cristo ha recibido su autoridad el obispo;
la unión con el obispo es una manifestación visible de la unión del cristianismo con
Dios. En estos mismos escritos se encuentra claramente delineada la división del
elemento jerárquico en tres partes: obispo, presbíteros y diáconos.
Sin embargo, esta teoría no consideraba a la comunidad. En el siglo XIII los
movimientos intelectuales y políticos y contra el antiguo régimen tomaron un matiz
antieclesiástico, para estos movimientos, la iglesia está identificada con el sistema
político-social opresor. Así fue que, la iglesia pasó a considerar a esos movimientos
como ex-professo anticatólicos.
La defensa de la iglesia consistió esta vez en afirmar de forma solemne la
naturaleza jerárquica de la iglesia; mediante el dogma de la infalibilidad papal del
Vaticano I, con esto, se cae en una concentración del poder en el papado, que hasta
la fecha continúa.

16. El sistema de clases o castas


La sociedad estaba dividida en estamentos: en la base encontramos a los
campesinos, libres o siervos, quienes suponían la inmensa mayoría de la población;
en el escalafón intermedio se encuentran los militares y los nobles, laicos o
eclesiásticos.
El pertenecer a uno u otro grupo estaba marcado por el nacimiento, no pudiendo
pasar de uno a otro dado el carácter rígido de los estamentos. Cada uno cumplía
una función, siendo importantes todas ellas ya que la supervivencia de unos y de
otros dependía de un intrincado sistema de lazos productivos, políticos, económicos,
culturales, religiosos, de protección, etc. Este sistema es el de dependencia o
vasallaje, donde los campesinos juraban fidelidad o vasallaje a los señores quienes,
a cambio del trabajo en sus tierras y parte de la cosecha, les proporcionaban
protección.

Podemos resumirlo de la siguiente manera: frente a la sociedad esclavista del


antiguo Imperio Romano había surgido un nuevo mundo de hombres libres, pero
éstos dependían de la seguridad ofrecida por la nobleza guerrera que disponía de
armas para su defensa.
Los señores y los militares, a su vez, juran fidelidad al rey por medio de la
ceremonia del homenaje, asegurando su apoyo y fuerzas en tiempos de guerra. El
rey, agradecido, entregaba unas tierras o feudos a los nobles a modo vitalicio y
hereditario, pasando a ser dirigidas y gobernadas por ellos desde sus castillos o
fortalezas, centros de actividad no sólo política sino también económica. Cada tierra
estaba dirigida de forma distinta y es que, desde que las leyes eran
consuetudinarias, no estaban escritas sino que se basaban en las tradiciones y
costumbres de cada pueblo, podían ser interpretadas de distintas formas.

Daniela Alonso.“El cuerpo de la mujer cristianizada” Repercusiones en la Edad


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