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Herejías cristológicas

Por siglos hubo dificultades para comprender las dos naturalezas, humana y divina de
Jesucristo.
Y así nacieron herejías, las cuales disfrazadas, han llegado hasta nuestros días.
Pero aún hoy no podemos pensar que desaparecieron, porque transformadas y camufladas aún
permanecen hoy latentes en algunos discursos.

Principales herejías cristológicas que han sido condenadas por la Iglesia, para que
puedas separar la paja del trigo.
El pecado que han tenido es mirar sólo una parte de Jesucristo desvalorizando la otra.
Veamos estas 10 principales herejías y algunos links para profundizar.
Y luego que piensa la Iglesia sobre Jesús.
Sería un buen ejercicio también que reflexionaras si alguna de estas herejías tiene puntos en
común por algo que sostienen algunos sectores de la Iglesia, camufladas y revisadas.

EBIONISMO
Esta herejía procede, en el siglo primero, de la influencia de los judaizantes (deseaban
interpretar el cristianismo según el judaísmo sin tomar en cuenta correctamente la plenitud de la
revelación en Cristo). Llamados ebionitas, también llamados nazarenos a causa de su ideal de
vida pobre y que, tomando como base un rígido monoteísmo unipersonal, negaron la divinidad
de Cristo por ser incapaces de concebir una única sustancia divina en varias personas.
Los ebionitas se extendieron desde Persia hasta Siria. Utilizaban un evangelio especial, llamado
"Evangelio de los hebreos", sobre cuya identidad precisa discuten en la actualidad los
estudiosos. La herejía de los ebionitas afirmaba que Cristo no es Dios, sino un simple hombre;
las corrientes más moderadas, en cambio, admitían también su origen divino.
Rechazaban las enseñanza de San Pablo y lo consideraban un apóstata por haber traicionado el
hebraísmo al haber colocado las enseñanza de Cristo por encima de la ley mosaica. Muchos
ebionitas asumieron errores provenientes del gnosticismo, entre ellos Cerinto.
Cerinto, probablemente un egipcio judío, sostuvo, asumiendo elementos gnósticos, que el mundo
no había sido creado por el Dios omnipotente, quien transcendía todo lo existente, sino por un
demiurgo inferior a Él que sería el Cristo. Él aceptaba solamente el Evangelio según San Mateo
y sostenía que Jesús era un ser humano nacido de María y José, que había recibido al "Cristo"
en el bautismo como un tipo de virtud divina que le revelaba a Dios y le daba el poder de hacer
milagros; esta virtud se apartó de su cuerpo en el momento de su muerte.
Las ideas de Cerinto y sus seguidores fueron rechazadas por la Iglesia. Según San Ireneo en su
Adversus omnes Haereses, San Juan escribió su Evangelio para refutar los numerosos errores
sostenidos por Cerinto.

MANIQUEOS
Secta religiosa fundada por un Persa llamado Mani (o Manes) (c. 215-275), considerado por sus
seguidores como divinamente inspirado. Comenzando en el siglo tercero se extendió a través del
oriente y en muchas partes del Imperio Romano.
Los maniqueos -a semejanza de los gnósticos y los mandeos- eran dualistas, creerían que había
una eterna lucha entre dos principios opuestos e irreductibles, el bien y el mal, que eran
asociados a la luz (Ormuz) y a las tinieblas (Ahrimán). Según ellos, Dios es el creador de todo
lo bueno y Satanás el creador de todo lo malo. Posteriormente algunos maniqueos
distinguían el Dios del Antiguo Testamento (malo) del Dios del Nuevo Testamento (bueno).
Los Maniqueos creen que el espíritu del hombre es de Dios pero el cuerpo del hombre es del
demonio. En el hombre, el espíritu o luz se encuentra cautivo por causa de la materia corporal;
por lo tanto, creen que es necesario practicar un estricto ascetismo para iniciar el proceso de
liberación de la luz atrapada. Desprecian por eso la materia, incluso al cuerpo. Los "oyentes"
aspiraban a reencarnarse como "elegidos", los cuales ya no necesitarían reencarnarse más.
Para ellos Jesús era el Hijo de Dios, pero que había venido a la tierra a salvar su propia alma.
Jesús, Buda y otras muchas figuras religiosas habían sido enviadas a la humanidad para
ayudarla en su liberación espiritual.
En práctica, el maniqueismo niega la responsabilidad humana por los males que cometidos
porque cree que no son producto de la libre voluntad sino del dominio de Satanás sobre nuestra
vida.
Dicho dualismo está condenado por la Iglesia Católica que reconoce un solo Dios Todopoderoso,
el mismo del Antiguo y Nuevo Testamento y que ha vencido sobre todos los demonios y las
fuerzas del mal. También fue condenado por el emperador Diocleciano en el año 297.

MONTANISMO
Herejía de tendencias apocalípticas y semi-místicas, iniciada en la última mitad del siglo II en la
región de Frigia (Asia Menor) por Montanus.
Después de su conversión al cristianismo, Montanus comenzó a predicar por Asia Menor junto
con dos discípulas Prisca y Maximila. Decían tener revelaciones directas del Espíritu Santo.
Hablaban durante estado de éxtasis. Enseñaban una ascética intensa, ayuno, pureza personal y
deseo ardiente de sufrir el martirio. Tal estilo de vida era esencial en vistas al inminente regreso
de Cristo. Creía que la santa Jerusalén iba a descender pronto sobre la villa de Pepuza.
Según la discípula Prisca, Cristo se le apareció en forma de mujer. Cuando ella fue
excomulgada, exclamó: "Yo no soy un lobo: Soy palabra, espíritu y poder"
No obstante la oposición de muchos obispos en Asia Menor, el montanismo se expandió a través
de la región. Su mayor éxito fue la conversión de Tertuliano en el año 207 quien había sido un
importante padre de la iglesia latina.
Sus enseñanzas se difundieron hasta el Africa y la Galia. Fueron combatidas por la Iglesia. El
obispo Apolinario encontró la iglesia de Ancyra dividida por las falsas profecías (Eusebius
5.16.5). San Ireneo, al regresar de Roma, encontró gran influencia del montanismo en Lion, por
lo que escribió en defensa de la ortodoxia su tratado Adversus Haereses.

El movimiento duró varias generaciones pronto comenzó su descenso pero quedaron algunos
montanistas siglos más en Frigia.
Algunas de las creencias montanistas han vuelto a surgir en algunas sectas Pentecostales (no
todas).

SABELIANISMO

A partir de los primeros decenios del siglo III el monarquianismo modalista tomó también el
nombre de «sabelianismo» del hereje de origen libio Sabelio que, condenado por el papa Calixto
(por el 220), difundió esta doctrina por Egipto y por Libia. Defensor de un rígido monoteísmo,
Sabelio consideraba a la divinidad como una mónada que se manifestaba (o dilataba) en tres
operaciones distintas: Padre en el Antiguo Testamento, Hijo en la encarnación, Espíritu Santo en
pentecostés.
Con esta concepción Sabelio renovó el modalismo elemental de sus precursores, ya que
introdujo en la economía de la salvación al Espíritu Santo y evitó hablar de la encarnación y de la
pasión del Padre.
Esta «herejía de la unión» -como la llama Hilario (De Synodis 26)- consideraba al Padre, al Hijo y
al Espíritu Santo como un solo prosopon y una sola hipóstasis.
Resulta muy difícil precisar la extensión y la duración del sabelianismo que, para salvaguardar
rígidamente el principio de la monarquía divina, se contrapuso a la Logostheologie.
Lo cierto es que en el siglo IV los partidarios de esta orientación teológica tacharon de
sabelianismo a cualquier forma de monarquianismo. Esto demuestra la importancia que alcanzó
el sabelianismo, pero responde igualmente a los preceptos de la retórica clásica, que prefería
apelar a personajes ya desaparecidos, evitando mostrar la animosidad personal con adversarios
vivos.

L. Padovese
Bibl.: M, Simonetti, Sabelio - Sabelianos, en DPAC, 11, 1921-1922; 5. del Cura Elena,
Modalismo, en DTDC, 916-922.

DONATISMO
Herejía enseñada por Donato, obispo de Casae Nigrae, la cual establecía que la efectividad de
los sacramentos dependía del carácter moral del ministro. En otras palabras, si un ministro,
involucrado en un serio pecado bautizaba a una persona, ese bautismo era considerado inválido.
El Donatismo se desarrolló como resultado de la persecución de los Cristianos ordenada por
Diocleciano en 303 en la cual, todas las iglesia y escrituras sagradas de los Cristianos fueron
destruidas. Otro edicto proclamado en 304 ordenaba la quema de incienso a los dioses ídolos
del Imperio Romano a lo cual los Cristianos, se rehusaron. Muchos Cristianos entregaron los
textos sagrados a sus perseguidores y aún más, traicionaron a otros Cristianos entregándolos a
los Romanos. Estas personas fueron conocidas como “traditores”: Cristianos que traicionaban a
otros Cristianos.
En la consagración del obispo Ceciliano de Cartago en 311, Félix, uno de los tres obispos de
Aptunga, el cual consagró a Ceciliano, había dado copias de la Biblia a los perseguidores
Romanos. Un grupo de cerca de 70 obispos formó un sínodo y declaró la consagración del
obispo inválida. Un gran debate se levantó con relación a la validez de los sacramentos (el
bautismo, la Cena del Señor, etc.) debido a que uno de ellos había pecado grandemente contra
los otros Cristianos.
Después de la muerte de Ceciliano, Aelio Donato el Grande se convirtió en obispo de Cartago y
es debido a su nombre que el movimiento es llamado. Los Donatistas estaban ganando
“convertidos” a su causa y una división se estaba levantando en la iglesia Católica. Empezaron a
rebautizar a sus “convertidos”, lo cual fue particularmente problemático para la iglesia y fue
condenado en el Sínodo de Arles en 314 ya que básicamente y como se estableció, la autoridad
en la iglesia Católica se había perdido.
El tema del Donatismo surgió en muchos concilios ecuménicos y finalmente fue sometido al
Emperador Constantino en 316. En cada caso, la consagración del obispo Ceciliano fue
defendida. Sin embargo, se inició la persecución y para el año 350 el movimiento había ganado
muchos convertidos incluyendo un número incontable en la iglesia Ortodoxa en África. Pero fue
la apologética llevada a cabo por Agustín que giró el nudo contra el movimiento Donatista el cual,
para el siguiente siglo, había muerto.
El problema con el Donatismo no se trataba de si la persona era o no moralmente pura ya que la
efectividad del bautismo o la administración de la Cena del Señor no se pierden si el carácter
moral del ministro está cuestionado o si aún se demuestra que es culpable. Más bien, los
sacramentos son poderosos por lo que éstos son: representaciones visibles de realidades
espirituales. Dios es el que trabaja en éstos y a través de éstos y Él no se encuentra limitado por
el estado moral de quien los administra.

ARRIANISMO
El arrianismo tomó su nombre de Arrio (256-336) sacerdote de Alejandría y después obispo libio,
quien desde el 318 propagó la idea de que no hay tres personas en Dios sino una sola
persona, el Padre. Jesucristo no era Dios, sino que había sido creado por Dios de la nada
como punto de apoyo para su Plan. El Hijo es, por lo tanto, criatura y el ser del Hijo tiene un
principio; ha habido, por lo tanto, un tiempo en que él no existía. Al sostener esta teoría, negaba
la eternidad del Verbo, lo cual equivale a negar su divinidad. A Jesús se le puede llamar Dios,
pero solo como una extensión del lenguaje, por su relación íntima con Dios.
Admitía la existencia del Dios único, eterno e incomunicable; el Verbo, Cristo, no divino sino pura
creatura, aunque más excelsa que todas las otras y escogido como intermediario en la creación
y la redención del mundo. Aunque Arrio se ocupó principalmente de despojar de la divinidad a
Jesucristo, hizo lo mismo con el Espíritu Santo, que igualmente lo percibía como creatura, e
incluso inferior al Verbo.
Arrio, tras formarse en Antioquía, difunde sus ideas en Alejandría, dónde en el 320, Alejandro,
obispo de Alejandría, convoca un sínodo que reúne más de cien obispos de Egipto y Libia, y en
el se excomulga a Arrio y a sus partidarios, ya numerosos. No obstante, la herejía continúa
expandiéndose, llegando a desarrollarse una crisis de tan grandes proporciones, que el
Emperador Constantino el Grande se vio forzado a intervenir para encontrar una solución. Fue
el Concilio de Nicea, el 20 de mayo del 325 D.C., donde el partido anti-arriano bajo la guía de
San Atanasio, diácono de Alejandría, logró una definición ortodoxa de la fe y el uso del término
homoousion (consustancial, de la misma naturaleza) para describir la naturaleza de Cristo:
««Creemos en un solo Dios Padre omnipotente... y en un solo Señor Jesucristo Hijo de Dios,
nacido unigénito del Padre, es decir, de la sustancia del Padre, Dios de Dios, Luz de Luz, Dios
verdadero de Dios verdadero, engendrado, no hecho, consustancial al Padre...»» (Manual de
Doctrina Católica Denzinger - Dz 54).
Fueron condenados los escritos de Arrio y tanto él como sus seguidores desterrados, entre ellos
Eusebio de Nicomedia. Aunque no era arriano, Constantino gradualmente relajó su posición
anti-arriana bajo la influencia de su hermana, quien tendía simpatías arrianas. A Eusebio y a
otros se les permitió regresar y pronto comenzaron a trabajar para destruir lo hecho en el
Concilio de Nicea. Por los manejos de Eusebio de Nicomedia, Constantino intento traer a Arrio
de regreso a Constantinopla (334-335) y rehabilitarlo, pero murió antes de que llegara.
Aprovechando la nueva situación, el partido arriano fue ganando terreno y logró el exilio de San
Atanasio, quien ya era obispo de Alejandría, y de Eustaquio de Antioquía. Avanzaron aún más
durante el reinado del sucesor de Constantino en Oriente, Constancio II (337-361), quien dio un
apoyo abierto al arrianismo.
En el año 341 se celebró un Concilio en Antioquía, el cual no fue reconocido como concilio
ecuménico y fue encabezado por Eusebio de Nicomedia. Este Concilio aceptó varias
afirmaciones heréticas sobre la naturaleza de Cristo. La oposición fue tal en Occidente, que
Constancio II, emperador de Oriente, y Constante, de Occidente, convinieron en convocar un
Concilio en Sárdica en el 343, donde se logró el regreso de Atanasio y su restauración como
obispo de Alejandría, así como la deposición de sus sedes de muchos obispos arrianos.
Tras la muerte de Constante y el advenimiento de Constancio como único emperador en el año
350, los arrianos recuperaron mucho de su poder, generándose persecuciones anticatólicas en el
Imperio. Durante este período se dio el momento de mayor poder y expansión de la herejía
arriana con la unificación de los diversos partidos en el interior del arrianismo en el año 359 y su
máximo triunfo doctrinal en los concilios de Seleucia y Arimino.
Cuando parecía humanamente que la fe católica se perdía, las cosas se volvieron en contra del
arrianismo. Constancio murió en el año 361, dejando al arrianismo sin su gran protector. Más
adelante los semiarrianos, escandalizados por la doctrina de sus copartidarios más radicales,
empezaron a considerar la posibilidad de algún arreglo.
Bajo el gobierno del emperador Valentiniano (364-375), el cristianismo ortodoxo fue
restablecido en Oriente y Occidente, y la ejemplar acción de los Padres Capadocios (San
Basilio y San Gregorio Nacianceno) condujo a la derrota final del arrianismo en el Concilio de
Constantinopla en el año 381.
La herejía no moriría aun por siglos y crecería en algunas tribus germánicas que habían sido
evangelizadas por predicadores arrianos, las cuales la traerían de nuevo al Imperio en el siglo V
con la invasión de Occidente. Aunque todavía se encuentran grupos de cristianos-arrianos en el
Oriente Medio y el Norte de África, el arrianismo profesado como tal desapareció hacia el siglo
VI.
Como ocurre con otras herejías, hay siempre quienes, sin definirse herejes, sostienen todavía
esos errores. Se trata de una batalla por la verdad en la que el espíritu del error no se da por
vencido.
Los semiarrianos, también llamados homousianos, ocupan un lugar intermedio entre los
arrianos radicales o anomeos que predicaban una clara diferenciación entre el Padre y el Hijo, y
la fe ortodoxa del Concilio de Nicea. Ellos asumen el término homoiousios, pero en el sentido de
similitud y no de consustancialidad. Resaltan, pues, simultáneamente similitudes y diferencias
entre el Padre y el Logos.

APOLINARIANISMO
El Apolinarianismo fue la herejía enseñada por Apolinario el Joven, obispo de Laodicea en Siria
alrededor del año 361. Enseñó que el Logos de Dios, el cual se convirtió en la naturaleza divina
de Cristo tomó el lugar de Su alma humana racional Su cuerpo fue una forma glorificada de la
naturaleza humana. En otras palabras, aún cuando Jesús era un hombre, Él no tenía una mente
humana, pero Su mente era exclusivamente divina. Apolinario enseñó que las dos naturalezas
de Cristo no podían existir dentro de una persona. Su solución era menoscabar la naturaleza
humana de Cristo.
El Apolinarismo fue condenado por el Concilio Segundo General en Constantinopla en 381. Esta
herejía niega la verdadera y completa humanidad en la persona de Jesús, la cual a su vez, pone
en peligro el valor de la redención ya que en ésta, Jesús es declarado tanto Dios y hombre como
para llevar a cabo este acto. Él necesitaba ser Dios para ofrecer un sacrificio puro y santo de
valor suficiente; y necesitaba ser un hombre para poder morir por los hombres.
Jesús es totalmente Dios y hombre. Esto se conoce como la Unión Hipostática.
· “Al principio era la Palabra, y la Palabra estaba con Dios y la Palabra era Dios…y la
Palabra se convirtió en carne y habitó entre nosotros…” (Juan 1:1, 14).
· “porque en Él habita corporalmente toda la deidad.” (Col 2:9).

PELAGIANISMO
Pelagianismo deriva su nombre de Pelagio quien vivió en el siglo 5º D.C. y fue un maestro en
Roma aún cuando era Británico por nacimiento. Ésta es una herejía que trata con la naturaleza
del hombre. Pelagio cuyo nombre de familia era Morgan, enseñó que las personas tenían la
habilidad para cumplir los mandamientos de Dios ejercitando la libre voluntad humana aparte de
la gracia de Dios; en otras palabras, la libre voluntad y el pensamiento racional de una persona
es totalmente capaz de escoger a Dios y/o de hacer bien o mal sin la ayuda de la intervención
Divina. El Pelagianismo enseña que la naturaleza del hombre es básicamente buena; por lo
tanto, ésta niega el pecado original, la doctrina según la cual hemos heredado una naturaleza
pecadora por parte de Adán. Él dijo que Adán sólo se hirió cuando cayó y que todos sus
descendientes no fueron afectados por su pecado. Pelagio enseñó que una persona nace con
las mismas habilidades morales y de pureza como era Adán cuando fue creado por Dios. Así, la
gracia de Dios se convierte simplemente en una ayuda para que los individuos lleguen a Él.
El Pelagianismo falló en entender la naturaleza y la debilidad del hombre. Por naturaleza somos
pecadores (Ef 2:3; Sal 51:5) ya que el pecado entró al mundo a través de Adán: Por lo tanto, así
como el pecado entró al mundo a través de un hombre, y la muerte a través del pecado, y de
esta forma la muerte a todos los hombres, por cuanto todos pecaron” (Ro 5:12, NVI). Aún más,
Ro 3:10-12 dice: “Porque no hay justo, ni aún uno; 11No hay nadie que entienda, No hay nadie
que busque a Dios; 12Todos se han alejado, juntos se han convertido en inútiles; No hay nadie
que haga lo bueno, No hay ninguno.” Por lo tanto, no podemos hacer la voluntad de Dios (Ro
6:16; 7:14). Fuimos afectados por la caída de Adán, contrario a lo que Pelagio enseñó.
Ver también Semi-Pelagianismo.
Condenado como una herejía
Pelagio ha sido condenado por muchos concilios a través de la historia de la iglesia, incluyendo
los siguientes:
· El Concilio de Cartago (412, 416 y 418)
· El Concilio de Efeso (431)
· El Concilio de Orange (529)
· El Concilio de Trento (1546) de la Iglesia Católica Romana
· Helvético 2º (1561-1566) 8-9. (Reforma Suizo-Alemana)
· La Confesión de Augsburg (1530) Artículo 9, 18 (Luterano)
· La Confesión Galicano (1559) Art. 10 (Reforma Francesa)
· La Confesión Bélgica (1561) Art. 15 (Reforma Tierras Bajas,
Francesa/Holandesa/Alemana)
· Los Artículos Anglicanos (1571), 9. (Inglesa)
· Cánones de Dort (1618-1619), 3/4.2 (Reforma Holandesa/Alemana/Francesa).1

NESTORIANISMO
El Nestorianismo, también conocido como difisismo (del Griego “δύς, dys,” “dos”, y “φύσις,
physis,” “naturaleza”), es una doctrina que considera a Cristo radicalmente separado en dos
naturalezas: Una humana y una divina, completas ambas de modo tal que conforman dos entes
independientes, dos personas unidas en Cristo, que es Dios y hombre al mismo tiempo, pero
formado de dos personas (prosopōn) distintas.
Nestorio, inicialmente monje del convento de Eugregias, y luego obispo de Constantinopla (428-
431) nació en Siria y murió en 451 d.C., y por quien esta herejía lleva su nombre. En resumen,
Nestorio decía:
1. El hijo de María no es el Hijo de Dios.
2. En Cristo existen dos naturalezas como dos personas distintas: Entre las personas no
existe una unión sustancial o hipostática (Secundum Hypostasin o Secundum
Essentiam) sino meramente accidental o moral en una nueva persona.
3. El hombre que hay en Cristo no es Dios, sino su portador (Ver Communicatio
Idiomatum).
4. María sólo puede ser designada como la “Madre de Cristo” (Christotokos) y no como lo
enseña la Iglesia Católica Romana, esto es, “Madre de Dios” (Theotokos), ya que la
persona nacida de María no puede identificarse con la persona del Verbo Encarnado por
Dios Padre.
En el 431 d.C., se convocó el Concilio de Éfeso para tratar el tema y declaró que Jesús era una
persona en dos naturalezas distintas e inseparables: la divina y la humana.
El gran problema que presenta el Nestorianismo es que amenaza la expiación. Si Jesús es dos
personas, ¿cuál de ellas murió en la cruz? Si fue la “persona humana” la que murió, la expiación
no es de calidad divina y por lo tanto, insuficiente para limpiar nuestros pecados.

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