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La Edad Media es una de las etapas más fascinantes de la historia. Un período que
se caracteriza fuertemente por la existencia del Sistema Feudal o Feudalismo. Un
mundo de nobles, campesinos, tributos, vasallos, feudos, y monarquías debilitadas.
Pero más allá de esto, el mundo medieval estuvo dominado por la Iglesia católica o
cristiana. Por eso es esencial que para entender el desarrollo de la edad media,
investiguemos en profundidad la importancia que tuvo Iglesia Medieval.
EL CLERO SECULAR
El clero secular eran aquellos miembros de la Iglesia que vivían en el
mundo, mezclados con los laicos: el Papa, los arzobispos, los obispos y los
párrocos.
Los párrocos eran los que estaban al mando y regulaban pequeños distritos llamados
parroquias. Varias parroquias formaban una diócesis, cuyo jefe era un obispo y
varias diócesis formaban una arquidiócesis, dirigida por un arzobispo.
EL CLERO REGULAR
A partir del siglo VI se organiza en Occidente el clero regular. Sus miembros
son aquellos eclesiásticos que optaron por aislarse del mundo y vivir en
monasterios regidos por un abad. Seguían, además unas reglas específicas. Su regla
se basaba en el lema ora et labora, es decir, reza y trabaja.
En Occidente, el monacato lo inició San Benito de Nursia, quien fundó la orden
benedictina, la cual obligó a sus miembros a cumplir votos de obediencia,
castidad y pobreza. La regla de San Benito fue respaldada por el Papado.
PRISCILIANISMO
ADOPCIONISMO
La idea que defendía el adopcionismo era que Jesús no era un ser divino desde su
origen, sino que había sido adoptado por Dios para actuar como su hijo en la
Tierra. El adopcionismo cobró una gran importancia durante los primeros siglos del
cristianismo, ya que este dictado era fácil de vincular con la cultura clásica, donde
muchos héroes habían alcanzado la condición de dioses en reconocimiento a sus
actos o hazañas, o con la judía, donde se consideraba que el Mesías era un humano
elegido por Dios.
Los cátaros o albigenses. La herejía cátara se ha convertido en la más popular y
conocida de todas las herejías cristianas medievales, en buena medida gracias a
la inmensa cantidad de novelas y películas que se han creado en torno a ella.
Esta corriente se hizo muy popular en la zona del sur de Francia y de Aragón y tenía
muy poco que ver con los dictados del cristianismo oficial. Los cátaros defendían que
el mundo estaba compuesto por una realidad dual, el mundo físico, creado por el
Demonio o el Diablo, y el Reino de los Cielos o de Dios, que se encontraba más
allá de los límites del ámbito material. Para ellos, el alma era el único elemento
sagrado del ser humano, considerando el cuerpo como una vestidura terrena a la que
no debía darse importancia.
Tomando el alma como elemento principal y negando todo el contacto posible con el
mundo material, los cátaros practicaban el ascetismo y una severa abstinencia de
todo lo terreno. Negaban los sacramentos y crearon una organización propia ajena a
la Iglesia y, en buena medida, también al resto de la sociedad del momento.
LOS HUSITAS
Uno de los aspectos más importantes que evidencian los cambios que atravesó la
Iglesia durante esta época fueron las reformas internas que se llevaron a cabo
para adaptarse a los cambios y para luchar contra los problemas internos que iban
surgiendo. Las más destacadas de ellas (que no las únicas) fueron las reformas
cluniacense y cisterciense.
La reforma cluniacense, que empezó a surgir alrededor de los años 909 y 910, tuvo
su origen en la abadía benedictina de Cluny, en Francia. La idea era la de volver a
la esencia original del monacato, luchar contra la relajación de costumbres que se
podía apreciar en distintos ámbitos religiosos y, también, conseguir una cierta
independencia frente a los poderes políticos del momento, especialmente de los
señores feudales y de los obispos de la región. Así, los monasterios cluniacenses se
pusieron bajo la protección directa del Papa, sin rendir pleitesía a ningún otro poder
político ni religioso y se erigen como entes prácticamente independientes en el que el
poderoso abad de Cluny controlaba y coordinaba el resto de monasterios vinculados a
esta reforma.
Imponía una rígida disciplina a sus miembros para luchar contra la relajación de
costumbres que se apreciaba en aquella época en muchos ámbitos del clero. Los
monjes debían hacer voto de pobreza, castidad y obediencia, al mismo tiempo que
también prometían ser imagen de humildad y penitencia. En la mayoría de las
ocasiones, incluso, se hacía voto de silencio y la oración y la liturgia llenaban la
mayoría de sus vidas.
En el siglo XII, llegó a haber más de 1.500 monasterios cluniacenses extendidos
por todo el continente, antes de que los cambios políticos y religiosos favorecieran
su decadencia y su desaparición final.
Ya en el siglo XV, con la irrupción de una nueva forma de religiosidad más vinculada a
las órdenes mendicantes, a la ayuda de los pobres y enfermos dentro de la misma
ciudad y al auge del ascetismo, los cistercienses dejaron de disfrutar de la
preeminencia de antaño y se vieron sustituidos por otro tipo de órdenes como
los franciscanos.