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ESCUELA DE FORMACION ACADEMICA MILITAR

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HOJA DE TRABAJO HISTORIA UNIVERSAL


No es un secreto que durante la Edad Media el cristianismo tuvo una gran influencia en todos los
sectores de la sociedad. Aquí la Iglesia tuvo su época de mayor protagonismo y poder, tanto
político como económico. Para que conozcas más sobre ello, vamos a hablarte de La Iglesia en la
Edad Media: influencia y poder. Así conociendo su alcance, verás que incluso hoy en día, la
Iglesia sigue teniendo un papel preponderante.
LA EDAD MEDIA
La Edad Media es una de las etapas más fascinantes de la historia. Un período que se caracteriza
fuertemente por la existencia del Sistema Feudal o Feudalismo. Un mundo de nobles,
campesinos, tributos, vasallos, feudos, y monarquías debilitadas. Pero más allá de esto, el mundo
medieval estuvo dominado por la Iglesia católica o cristiana. Por eso es esencial que para entender
el desarrollo de la edad media, investiguemos en profundidad la importancia que tuvo Iglesia
Medieval.
De hecho podemos decir que la iglesia católica tuvo influencia en todos los órdenes de la vida de
la edad medieval, y ningún sector de la sociedad se mantuvo ajeno a dichas influencias.
Diversas circunstancias explican esta extraordinaria influencia eclesiástica durante esta etapa de la
historia europea y las profundas huellas culturales y religiosas que dejaron en Europa y el mundo
occidental.
Fue la época de mayor esplendor de la Iglesia y en concreto de la Iglesia Católica, ya que esta
tenía mucha influencia sobre la sociedad y, aunque existían otros credos, en el siglo XI Europa era
en gran parte cristiana. De hecho es un periodo de la historia en el que en reinados y territorios
europeos nació un nuevo concepto de unión: la cristiandad.
La cristiandad vivió una etapa de gran influencia aunque esta se vio profundamente
afectada cuando en el año 1054, los obispos bizantinos negaron la autoridad del
Papa provocando el llamado cisma de Oriente. Desde entonces, el mundo cristiano europeo se
dividió en dos: Oriente optó por la Iglesia griega ortodoxa, mientras que Occidente se mantuvo
fiel a la Iglesia católica romana como se conoce todavía.
 El poder economico de la Iglesia Medieval
LA IMPORTANCIA DE LA IGLESIA EN LA SOCIEDAD MEDIEVAL
En Occidente, la Iglesia se vinculó estrechamente a la sociedad feudal; la misma Iglesia era
un gran poder feudal, pues poseía la tercera parte de la propiedad territorial del mundo católico y
entre otras cosas, tenía derecho al diezmo, que era le décima parte de las cosechas de toda la gente.
En la Edad Media, la Iglesia Cristiana tuvo un rol decisivo. Fue la única institución que logró
ejercer su poder a lo largo de una Europa fragmentada políticamente.
La vida cotidiana en la Edad Media y la forma de pensar de nobles y campesinos estaban muy
influenciados por los principios y creencias de la Iglesia Cristiana. Como consecuencia de esto, las
acciones de la gente se hallaban estrechamente ligadas a las normas religiosas.
La Iglesia era al mismo tiempo el centro de la vida intelectual. Desde este rol preeminente,
posibilitó el afianzamiento de una particular interpretación del mundo, diseñado y ordenado según
los designios Dios. Se cristalizó así una mentalidad medieval basada en preceptos religiosos que
perduró durante siglos.

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ORGANIZACIÓN DE LA IGLESIA DURANTE LA EDAD MEDIA


Ya hemos contado cómo la Iglesia en la Edad Media tenía mucho poder. El principal motivo lo
encontramos en su riqueza, y cómo no, en una clara organización así como en la importancia
cultural, y en la influencia sobre la vida social. La iglesia se contraponía al desorden, la
ignorancia y la violencia de la sociedad feudal. Todos los miembros de la Iglesia conformaban el
clero, que a su vez se dividía en dos: el clero secular y el clero regular. El jefe espiritual de todos
era el Papa.
EL CLERO SECULAR
El clero secular eran aquellos miembros de la Iglesia que vivían en el mundo, mezclados con los
laicos: el Papa, los arzobispos, los obispos y los párrocos.
Los párrocos eran los que estaban al mando y regulaban pequeños distritos llamados parroquias.
Varias parroquias formaban una diócesis, cuyo jefe era un obispo, y varias diócesis formaban una
arquidiócesis, dirigida por un arzobispo.
EL CLERO REGULAR
A partir del siglo VI se organiza en Occidente el clero regular. Sus miembros son aquellos
eclesiásticos que optaron por aislarse del mundo y vivir en monasterios regidos por un abad.
Seguían, además unas reglas específicas. Su regla se basaba en el lema ora et labora, es decir, reza
y trabaja.
En Occidente, el monacato lo inició San Benito de Nursia, quien fundó la orden benedictina, la
cual obligó a sus miembros a cumplir votos de obediencia, castidad y pobreza. La regla de San
Benito fue respaldada por el Papado.
 La Iglesia en la Edad Media y la teoría de los Tres Ordenes
LOS PRINCIPALES MOVIMIENTOS HERÉTICOS DE LA EDAD MEDIA
Durante la extensa edad Media, surgieron distintas interpretaciones y corrientes de pensamiento
vinculadas al cristianismo que, en algunos casos, se alejaron sustancialmente de los dictados de
Roma. El Papado, a través del poder civil de los distintos territorios, trató de luchar contra
cualquier atisbo de heterodoxia que se detectara, aunque, en algunos casos, como vamos a ver a
continuación, las formas de religiosidad cristiana consideradas heréticas tuvieron tal preeminencia
que lograron atraer a miles de personas de diferentes lugares de Europa. Los principales
movimientos heréticos (aunque no los únicos) que convulsionaron Europa durante la edad Media
fueron los siguientes que vamos a ver.
PRISCILIANISMO
El priscilianismo fue un movimiento religioso que se originó en el siglo IV que recibe el
nombre de su principal predicador, Prisciliano. Esta corriente surgió como un rechazo a la
creciente riqueza y relajación de costumbres que presentaba la Iglesia de Roma y defendía que
la Iglesia debía volver a la pobreza. Asimismo, entre otros cambios, una de las tesis más
revolucionarias en aquel momento que defendía el priscilianismo era que la mujer debía tener un
papel protagonista en el ámbito eclesiástico, debía disfrutar de una amplia libertad y, además,
debía tener autoridad en el contexto cristiano. El priscilianismo se extendió mucho por la península
Ibérica y fue ganando muchos adeptos, pese a las crecientes medidas de contención que puso en
marcha la Iglesia de Roma.

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Tanto Prisciliano como sus colaboradores más cercanos fueron excomulgados, pero esto solo hizo
que su influencia continuara creciendo y las autoridades tomaron medidas cada vez más
expeditivas para atajar el problema prisciliano. Tras ser traicionado por algunos de sus
acompañantes, Prisciliano fue ejecutado, la mayoría de sus adeptos más importantes fueron
apresados y el resto de los que profesaban esa religión fueron considerados como herejes,
llegando a sufrir diversas penas como la confiscación de sus bienes o el destierro.
La Iglesia medieval y la Querella de las Investiduras
ADOPCIONISMO
La idea que defendía el adopcionismo era que Jesús no era un ser divino desde su origen, sino
que había sido adoptado por Dios para actuar como su hijo en la Tierra. El adopcionismo
cobró una gran importancia durante los primeros siglos del cristianismo, ya que este dictado era
fácil de vincular con la cultura clásica, donde muchos héroes habían alcanzado la condición de
dioses en reconocimiento a sus actos o hazañas, o con la judía, donde se consideraba que el Mesías
era un humano elegido por Dios. Aunque las teorías adopcionistas en general fueron perdiendo
fuerza a medida que los sucesivos concilios decidieron que la Encarnación de Dios era la teoría
ortodoxa reconocida por la Iglesia, pero otras teorías muy relacionadas con esta idea conocieron
una gran fuerza hasta bien entrado el siglo VI.
Los cátaros o albigenses. La herejía cátara se ha convertido en la más popular y conocida de
todas las herejías cristianas medievales, en buena medida gracias a la inmensa cantidad de
novelas y películas que se han creado en torno a ella. Esta corriente se hizo muy popular en la zona
del sur de Francia y de Aragón y tenía muy poco que ver con los dictados del cristianismo oficial.
Los cátaros defendían que el mundo estaba compuesto por una realidad dual, el mundo físico,
creado por el Demonio o el Diablo, y el Reino de los Cielos o de Dios, que se encontraba más
allá de los límites del ámbito material. Para ellos, el alma era el único elemento sagrado del ser
humano, considerando el cuerpo como una vestidura terrena a la que no debía darse importancia.
Tomando el alma como elemento principal y negando todo el contacto posible con el mundo
material, los cátaros practicaban el ascetismo y una severa abstinencia de todo lo terreno. Negaban
los sacramentos y crearon una organización propia ajena a la Iglesia y, en buena medida, también
al resto de la sociedad del momento.
En un principio, la Iglesia de Roma organizó misiones para evangelizar estas comunidades
y devolverlas a la ortodoxia, pero dichas misiones no solo no consiguieron su objetivo, sino que
tuvieron que resignarse ante la continua expansión de las ideas cátaras. Ante tal fracaso, la Iglesia
de Roma inició una violenta ofensiva y dio a la lucha contra los cátaros la condición de «cruzada»,
presentándolos como peligrosos herejes y convenciendo a los poderes civiles de los territorios que
contaban con mayor presencia de cátaros de que debían ser exterminados por la fuerza.
Perseguidos por autoridades tanto civiles como religiosas y ante la amenaza de sufrir graves
castigos corporales o, incluso, de ser ejecutados si eran encontrados sospechosos de la más mínima
simpatía hacia los cátaros, los pocos que quedaron se refugiaron en los bosques y en el más estricto
secretismo para poder sobrevivir, aunque probablemente se extinguieron completamente ya a
finales del siglo XIV.
Para saber más sobre los cátaros, podéis echar un vistazo al siguiente documental dedicado a ellos:
LOS HUSITAS
La última de las grandes herejías medievales antes de la llegada de los movimientos protestantes
fue la de los husitas. La llamada “iglesia husita” surgió en Bohemia en el siglo XV y recibe el
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nombre de su principal ideólogo, Juan o Jan Hus. Juan Hus, vinculado a la universidad de Praga,
defendía que la Iglesia se había apartado hacía mucho de los preceptos de la Biblia, que se había
convertido en una autoridad terrena rica y degenerada y que la única autoridad a la que debía
obediencia era a la del Libro Sagrado.
Sus críticas constantes a la jerarquía eclesiástica despertaron un importante rechazo entre la Iglesia
de Roma, pero en un principio las autoridades civiles prestaron su apoyo a Juan Hus, que se hizo
con el control de la universidad de Praga y llegó a ser confesor de la reina Sofía de Baviera. Sin
embargo, las posturas de los husitas se fueron radicalizando y, después de que Juan Hus fuera
quemado en la hoguera tras acudir al concilio de Constanza a defender sus preceptos, estalló una
verdadera revolución religiosa y civil en la zona de Bohemia. En 1419 comenzaron las llamadas
revueltas o guerras husitas, en las que el ámbito religioso se unía con graves problemas de índole
civil. Estas guerras se extendieron hasta el año 1434.
LAS PRINCIPALES REFORMAS ECLESIÁSTICAS: LOS CLUNIACENSES Y LOS
CISTERCIENSES
Aunque su gran importancia política y social nunca disminuyó a lo largo de la Edad Media, la
Iglesia y sus preceptos sí evolucionaron con el paso de los siglos. Uno de los aspectos más
importantes que evidencian los cambios que atravesó la Iglesia durante esta época fueron
las reformas internas que se llevaron a cabo para adaptarse a los cambios y para luchar contra
los problemas internos que iban surgiendo. Las más destacadas de ellas (que no las únicas) fueron
las reformas cluniacense y cisterciense.
La reforma cluniacense, que empezó a surgir alrededor de los años 909 y 910, tuvo su origen en
la abadía benedictina de Cluny, en Francia. La idea que había detrás de la reforma cluniacense
era la de volver a la esencia original del monacato, luchar contra la relajación de costumbres que se
podía apreciar en distintos ámbitos religiosos y, también, conseguir una cierta independencia frente
a los poderes políticos del momento, especialmente de los señores feudales y de los obispos de la
región. Así, los monasterios cluniacenses se pusieron bajo la protección directa del Papa, sin
rendir pleitesía a ningún otro poder político ni religioso y se erigen como entes prácticamente
independientes en el que el poderoso abad de Cluny controlaba y coordinaba el resto de
monasterios vinculados a esta reforma.
La reforma cluniacense imponía una rígida disciplina a sus miembros para luchar, como
hemos indicado anteriormente, contra la relajación de costumbres que se apreciaba en aquella
época en muchos ámbitos del clero. Así, los monjes de la reforma cluniacense tenían que ceñirse a
un modo de vida muy estricto, reestableciendo la antigua regla benedictina en todo su rigor.
Debían hacer voto de pobreza, castidad y obediencia, al mismo tiempo que también prometían ser
imagen de humildad y penitencia. En la mayoría de las ocasiones, incluso, se hacía voto de silencio
y la oración y la liturgia llenaban la mayoría de sus vidas.
La reforma cluniacense se extendió mucho, especialmente por el sur de Europa y en su momento
de máximo esplendor, en el siglo XII, llegó a haber más de 1.500 monasterios cluniacenses
extendidos por todo el continente, antes de que los cambios políticos y religiosos favorecieran su
decadencia y su desaparición final.
Por otro lado, la reforma cisterciense surge en buena medida como reacción ante la importancia y
riqueza que habían alcanzado los monasterios cluniacenses y, de nuevo, trata de luchar contra el
alejamiento que se había experimentado del ideal de vida monástico volviendo a las raíces del
monacato.
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La Orden del Císter experimentó un gran desarrollo en el siglo XII de la mano de Bernardo de
Claraval y promulgaba que los monjes debían llevar una vida recogida y basada en el trabajo, la
oración y la ayuda a los peregrinos.
Se instalaban especialmente en zonas deshabitadas o inhóspitas, en busca de un aislamiento y
recogimiento que les acercara más a Dios y les alejara del mundanal ruido. Así lo hacían, creando
unidades prácticamente autosuficientes en las que los monjes trabajaban ayudados por campesinos
que buscaban la protección del monasterio, llegando a tener un gran éxito en la producción de
productos como telas o vinos cuyos excedentes dedicaban al comercio.
La reforma cisterciense fue enormemente exitosa y experimentó una gran extensión, llegando a
contar con más de 700 monasterios y decenas de miles de monjes extendidos por toda
Europa a finales de la Edad Media. Su éxito les llevó a sustituir en muchos ámbitos de poder a los
cluniacenses y se convirtieron en la orden monacal más influyente de la Cristiandad.
Sin embargo, como le sucedió a la orden de Cluny, su alejamiento progresivo de sus propios
principios y su vinculación cada vez más estrecha con el ámbito del poder hicieron que esta orden
entrase pronto en decadencia, aunque nunca llegó a desaparecer del todo.
Ya en el siglo XV, con la irrupción de una nueva forma de religiosidad más vinculada a las
órdenes mendicantes, a la ayuda de los pobres y enfermos dentro de la misma ciudad y al auge del
ascetismo, los cistercienses dejaron de disfrutar de la preeminencia de antaño y se vieron
sustituidos por otro tipo de órdenes como los franciscanos.
Y dónde está la parte que dice que la iglesia católica cometía verdaderas aberraciones, torturaba
gente, justificaba la explotación de las clases bajas; utilizando justificaciones tan absurdas como la
brujería, señalados de herejes las grandes mentes que, de haber sido apoyados en sus
investigaciones y avances, estaríamos unos 5 siglos de adelanto de lo que estamos ahora. Señores,
yo a ello no le veo de fascinante nada, por el contrario, es la parte de la historia que más debe
avergonzar a la humanidad.

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