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Edición Aniversario
1985 - 2015
2015
julio
Nº40
UNIVERSIDAD DE LOS LAGOS
Departamento de Humanidades y Arte
REPRESENTANTE LEGAL
RECTOR ÓSCAR GARRIDO ÁLVAREZ
Directora Responsable y Editora DIANA KISS DE ALEJANDRO
Consejo de Redacción PILAR ÁLVAREZ-SANTULLANO BUSCH
EDUARDO BARRAZA JARA
JAMES PARK KEY
EDUARDO CASTRO RÍOS
BRUNO CÁRDENAS MARAGAÑO
MITA VALVASSORI
VERÓNICA ORMEÑO CÁRDENAS
Secretario de Redacción EDUARDO RISCO DEL VALLE
Consultores Externos JORGE ACEVEDO, Universidad de Chile, Santiago de
Chile
FERNANDO BURGOS, The University of Memphis,
U.S.A.
MANFRED ENGELBERT, Georg-August Universität,
Göttingen, Alemania
DANIEL LAGOS ALTAMIRANO, Universidad de Playa
Ancha, Valparaíso, Chile
PEDRO LASTRA, Universidad de Nueva York, en Stony
Brook, U.S.A.
AMADEO LÓPEZ, Universidad de París X-Nanterre,
Francia
SERGIO MANSILLA, Universidad Austral de Chile
OSVALDO RODRÍGUEZ PÉREZ, Universidad de Las
Palmas de Gran Canaria, España †
HERNÁN URRUTIA, Universidad del País Vasco,
España
NELSON VERGARA MUÑOZ
MIGUEL LÓPEZ ASTORGA, Universidad de Talca, Chile
Portada IMAGEN CORPORATIVA (ULAGOS)
Traducción VERÓNICA ORMEÑO CÁRDENAS
Procesos técnicos ANA JIMENA CABEZAS APABLAZA
Alpha está indizada en Arts and Humanities Citation Index (Thomson Scientific), en The MLA
International Bibliography, SciELO-Chile (Conicyt), LATINDEX, EBSCO, PROQUEST,
EDITORIAL OCEANO, Servicios de Información Internacional (IIS), CLASE, DIALNET
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Redacción, Sr. Eduardo Risco, Avda. Fuchslocher 1305 - Casilla 933, Osorno, Chile. Teléfonos: (56-64)
2333398 - Fax (56-64) 2333298, e-mail: revistaalpha@ulagos.cl
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de Los Lagos, Campus Chuyaca, Casilla 933, Osorno, Chile. E-mail: mtmancil@ulagos.cl
Suscripción anual (dos números) $ 20.000, nacional; US$ 50, internacional.
Costo incluye envío por correo ordinario. Solicitud de suscripción: revistaalpha@ulagos.cl
1
2
ÍNDICE
PRESENTACIÓN 5
ARTÍCULOS
ELENA CUASANTE FERNÁNDEZ. Tiempo de narración y niveles narrativos en la 9
literatura autobiográfica.
JUAN D. CID HIDALGO. Geografía de un desplazamiento. El circuito periurbano en 21
Los siete locos de Roberto Arlt.
EDUARDO BARRAZA JARA. Desde que un día leyendo a Balzac: novela/folletín en la 37
narrativa fundacional de Alberto Blest Gana.
MARCO ANTONIO LEÓN LEÓN. Definiendo una antropología para el criminal en el 53
Chile finisecular (siglos XIX-XX).
JUAN PABLO ZAMBRANO TIZNADO. Derecho, ideología y discurso. 71
EDUARDO RISCO DEL VALLE. Las teorías de la argumentación a través del tiempo 81
I: la época fundacional.
GUILLERMO SOTO Y FELIPE HASLER. El morfema –fu del mapudungun: la 95
codificación gramatical del antiperfecto.
PILAR ÁLVAREZ-SANTULLANO BUSCH, AMILCAR FORNO SPAROSVICH Y EDUARDO 113
RISCO DEL VALLE. Propuestas de grafemario para la lengua mapuche: desde los
fonemas a las representaciones político identitarias.
SEGUNDO QUINTRIQUEO, DANIEL QUILAQUEO, FERNANDO PEÑA-CORTÉS Y 131
GERARDO MUÑOZ. Conocimientos culturales como contenidos de la educación
familiar mapuche.
NOTAS
SERGIO MANSILLA TORRES. Los archivos de la niebla (en torno a Reducciones de 149
Jaime Huenún Villa).
DAIANA NASCIMENTO DOS SANTOS. Los tambores suenan, la voz del pueblo 165
resuena: la representación del negro en la novela contemporánea.
MARÍA JOSÉ BUSTOS FERNÁNDEZ. Diálogo con Sylvia Iparrraguirre: contrapunto 175
lector⁄autor sobre La tierra del fuego.
3
JORGE CÁCERES RIQUELME. Una reforma ortográfica de 1783: fray Sebastián Díaz 187
y su Noticia general de las cosas del mundo.
DARÍO ROJAS. Flaite: algunos apuntes etimológicos. 193
GEMMA FLORES–PONS, LUPICINIO ÍÑIGUEZ Y ANTAR MARTÍNEZ. Discurso y 201
materialidad: pensar las prácticas semiótico-materiales.
TRADUCCIÓN
DAVID ROJAS LIZAMA. Lewis White Beck (1913-1997): Una vez más en la brecha: 217
la respuesta de Kant a Hume, para variar.
RESEÑAS
Bruno Tackels. Walter Benjamin: una vida en los textos (David Caralt). 225
Carlos Iturra. El discípulo amado y otros paisajes masculinos (Ewald Weitzdörfer). 229
Jorge Chen Sham (Ed.). Los espacios de la sociabilidad en la narrativa cervantina 230
(Nayra Pérez).
4
PRESENTACIÓN
Pro captu lectoris habent sua fata libelli
(El destino de los escritos depende de la
inteligencia de los lectores)
Publio Terencio Mauro
5
revista y su indexación en Scientific Electronic Library On line (SciELO), un salto
cualitativo que suponía nuevas responsabilidades y desafíos, como fue un nuevo hito
tres años más tarde, ocasión en la que el número 27 (2008) anunciaba a sus lectores la
indexación en Thomson Scientific en Arts and Humanities Citation Index y que
incorporaba, además, la explicitación de un objetivo ya anunciado 23 años antes en los
siguientes términos: …un proyecto institucional que desde la Universidad de Los
Lagos pone a disposición de la comunidad académica una publicación de corriente
principal para dar a conocer resultados de investigaciones y propuestas teórico-
metodológicas relativas a los estudios de las humanidades, las artes y las
significaciones textuales y culturales. Se cumplía así la prefiguración establecida en
nuestro primer número por un visionario equipo de académicos compuesto por
Constantino Contreras, Eduardo Barraza, Raúl Aguilar, Sergio Mansilla, Lilian
Rodríguez, Minerva Rosas y Nelson Vergara, quienes desde una locación del sur de
Chile ubicada “bajo el fuego triunfal de los volcanes y en la ruta de la estrella del sur”
tuvieron la idea de originar un “ahora” que ya cumple 30 años de interacción discursiva
con la comunidad académica nacional e internacional.
Como continuación de su tripartita línea editorial, ALPHA 40 ofrece un elenco
de trabajos que se abren con la reflexión literaria dirigida por dos de los colaboradores
de nuestro primer número: Eduardo Barraza, que indaga en torno a la narrativa de Blest
Gana, y Sergio Mansilla, quien ofrece un análisis „parcial‟ de Reducciones de Jaime
Huenun; enriquecen esta edición los trabajos de análisis literario de Elena Cuasante,
Juan Cid, Daiana Nascimento y María José Bustos. La línea lingüístico-descriptiva,
inaugurada también hace 30 años, aparece representada por el trabajo de Guillermo
Soto y Felipe Hasler sobre el morfema –fu del mapudungun, la presentación y análisis
de las propuestas de grafemario para la lengua mapuche de Pilar Álvarez-Santullano,
Amilcar Forno y Eduardo Risco, las notas de Jorge Cáceres acerca de la reforma
ortográfica de 1783, y de Darío Rojas respecto de la etimología del apelativo Flaite.
Amplían esta línea hacia los nuevos (y fronterizos) derroteros de la Lingüística
contemporánea los trabajos de Juan Pablo Zambrano relativo a Derecho, Ideología y
Discurso; Gemma Flores-Pons referente a las prácticas semiótico-materiales y Eduardo
Risco del Valle referente a las Teorías de la argumentación en su fase fundacional. La
línea filosófica, abordada igualmente aquí desde puntos expansivos de sus fronteras,
aparece representada por la traducción de un artículo de Lewis White Beck, el trabajo
de Marco Antonio León de la configuración de la imagen del criminal en el Chile de
fines del siglo XIX y primera mitad del siglo XX, el de Segundo Quintriqueo, Daniel
Quilaqueo, Fernando Peña-Cortés y Gerardo Muñoz acerca de los conocimientos
culturales como contenidos de la educación familiar mapuche.
Desde estas páginas también saludamos a Constantino Contreras y Eduardo
Barraza, quienes dirigieron ALPHA en distintos momentos de su historia, a los
miembros de los distintos Consejos de Redacción, a nuestros muy apreciados
integrantes del Consejo Externo, de manera muy especial a nuestros colaboradores de
estos 30 años y a los devotos lectores, pues, como ya lo hemos indicado en el epígrafe,
estamos convencidos de que Pro captu lectoris habent sua fata libelli.
6
ARTÍCULOS
9-20
TIEMPO DE LA NARRACIÓN Y NIVELES NARRATIVOS EN
LA LITERATURA AUTOBIOGRÁFICA
Narrative time and narrative levels in the autobiographic literature
Resumen
El presente trabajo es un análisis del comportamiento narratológico de ese conjunto
multiforme de obras que configuran lo que hoy se conoce como ―literaturas del yo‖, en el que
se incluyen relatos tanto de ficción como de no ficción. Más específicamente, los aspectos que
aquí nos han interesado son el tiempo de la narración y los niveles de estructuración de la
historia, en cuyo estudio hemos partido del método elaborado por Gérard Genette en ―Discours
du récit‖. Si bien este método nos parece completamente vigente, lo hemos complementado
con otras aportaciones más actualizadas, procedentes tanto de la narratología como de la
lingüística de la enunciación, todo ello con el objetivo final de obtener un modelo descriptivo
capaz de explicar las variantes formales que se presentan en el estudio de las literaturas del yo.
Palabras clave: Tiempo, Narración, Niveles, Autobiografía, Literatura.
Abstract
This research study analyzes the narrative behaviour of that multiform set of works
known as literatures of the Self, which includes both fictional and non-fictional stories. The
main aspects discussed in this paper are the narrative time and the story structuring levels. This
study is based on the method proposed by Gérard Genette in his work ―Narrative Discourse:
An Essay in Method‖. Although this method is completely valid, it has been supplemented
with other more updated contributions from narratology and the linguistics of enunciation in
order to provide a descriptive model capable of explaining the formal variants present in the
study of the literatures of the Self.
Key words: Time, Narration, Levels, Autobiography, Literature.
1
―L’acte narratif, ses protagonistes, ses déterminations spatio-temporelles, son rapport aux autres
situations narratives impliquées dans le même récit, etc.‖ (La traducción es nuestra).
Elena Cuasante Fernández
2
―Il faudrait donc distinguer, du simple point de vue de la position temporelle, quatre types de narration:
ultérieure (position classique du récit au passé, sans doute de très loin la plus fréquente), antérieure (récit
prédictif, généralement au futur, mais que rien n’interdit de conduire au présent, comme le rêve de Jocabel
dans Moyse sauvé), simultanée (récit au présent contemporain de l’action) et intercalée (entre les
moments de l’action)‖.
3
En ambos casos es el propio Genette el que pone las comillas a estas expresiones tradicionales, que
resultan según él poco exactas y que más tarde sustituirá por la de narraciñn ―homodiegética‖.
4
―pratique courante de la correspondance et du journal intime, et donc du «roman par lettres» ou du récit
en forme de journal‖.
10
Tiempo de la narración y niveles narrativos en la literatura autobiográfica
5
―Il ne me semble pas que la situation temporelle de l’acte narratif soit a priori différente en fiction et
ailleurs: le récit factuel connaît aussi bien la narration ultérieure (c’est ici aussi la plus fréquente), antérieure
(récit prophétique ou prévisionnel), simultanée (reportage), mais aussi intercalée, par exemple dans le
journal intime‖.
6
―[...] la très grande proximité entre histoire et narration produit ici, le plus souvent, un effet très subtil de
frottement, si j’ose dire, entre le léger décalage temporel du récit d’événements («Voici ce qui m’est arrivé
aujourd’hui») et la simultanéité absolue dans l’exposé des pensées et des sentiments («Voici ce que j’en
pense ce soir»). Le journal et la confidence épistolaire allient constamment ce que l’on appelle en langage
radiophonique le direct et le différé, le quasi-monologue intérieur et le rapport après coup‖.
11
Elena Cuasante Fernández
7
―Entre les deux types de «narration ultérieure» et «narration simultanée», nous pensons qu’il conviendrait
d’insérer un type intermédiaire, le récit à «narration quasi-simultanée». Ici, le narrateur ne prend plus place
à la fin ou au milieu de l’action racontée, mais à une brève distance de chacune des phases de cette
dernière. Le narrateur raconte ce qui s’est passé le jour même ou la veille, c’est-à-dire dans un passé très
recent. Il s’agit ici du type de narration réalisé le plus souvent dans le journal intime ou dans le roman
épistolaire où il est complété par la «narration simultanée». Ainsi se réalise le quatrième type proposé par
Gérard Genette, le récit à «narration intercalée» [...]‖.
8
―[...] on constate que le présent du verbe n’est généralement pas un présent strict ou ponctuel, mais qu’il
est le plus souvent ou itératif («je vis à la dérive») ou gnomique («le sentiment s’alimente surtout de
souvenirs») ou de narration («visite à X., nous causons de [...] »). On attendait un présent de simultanéité,
dont le paradigme serait: pendant que j’écris; il devrait être le propre d’une rédaction sensible à la
coïncidence de l’écriture et de la situation décrite. Les textes ne vont pas dans ce sens: le présent de
simultanéité est l’exception‖ Cfr. Didier (163).
12
Tiempo de la narración y niveles narrativos en la literatura autobiográfica
9
Ver los capítulos: ―Les relations de temps dans le verbe français‖ y ―De la subjectivité dans le langage‖,
en Benveniste, 1968.
13
Elena Cuasante Fernández
10
En el resumen de las críticas al modelo de Benveniste nos hemos servido de la revisión efectuada por
Pardo Jiménez (93-98).
11
―Le mode d’énonciation qui exclut toute forme linguistique «autobiographique»‖.
12
―L’écart qu’établit la réflexion autobiographique est donc double: c’est tout ensemble un écart temporel
et un écart d’identité. [...] la «première personne» est le support commun de la réflexion présente et de la
multiplicité des états révolus. Les changements d’identité sont marqués par les éléments verbaux et
attributifs: ils sont peut-être encore plus subtilement exprimés par la contamination du discours par les
traits propres à l’histoire, c’est-à-dire par le traitement de la première personne comme une quasi troisième
personne, autorisant le recours à l’aoriste de l’histoire‖.
14
Tiempo de la narración y niveles narrativos en la literatura autobiográfica
13
―[...] il existe de nombreux textes narratifs au passé simple qui sont associés à un je; or je a été défini
comme un embrayeur. En réalité, il n y a pas là de contradiction; le je du «récit» n’est pas un embrayeur
véritable, [...] mais seulement la désignation d’un personnage qui se trouve dénoter le même individu que
le narrateur [...] grâce aux je on glisse constamment d’un plan d’énonciation à l’autre. Ce je s’interprète,
en effet, de deux façons: tantôt comme personnage de «récit» («je vis»... «dis-je»...), tantôt comme
élément du «discours» du narrateur‖.
14
―Avec une combinaison je + passé simple, on demeure donc dans l’orbite du «récit». La combinaison je
+ passé composé, en revanche, s’inscrit dans le discours‖.
15
Elena Cuasante Fernández
2. NIVELES NARRATIVOS
La teoría de los niveles narrativos de Gérard Genette intenta mostrar cómo se
estructuran los diferentes actos enunciativos en el texto narrativo. Genette propone,
sirviéndose del caso de las Mémoires d’un homme de qualité del Abbé Prévost, varios
neologismos que permiten definir con precisión la jerarquía acerca de la que se
articulan los actos y los acontecimientos:
La redacción de M. de Renoncourt de sus Mémoires ficticias es un acto (literario)
que se desarrolla en un primer nivel que llamaremos extradiegético, los
acontecimientos narrados en esta Memorias (entre ellos el acto narrativo de Des
Grieux) están dentro de este primer relato y los denominaremos diegéticos o
intrediegéticos; los acontecimientos contados dentro del relato Des Grieux, relato en
un segundo grado, los llamaremos metadigéticos (Discours du récit, 238-239)17.
Pero también las diferentes instancias del relato:
Del mismo modo, M. de Renoncourt en tanto que ―autor‖ de las Mémoires es
extradiegético: y aunque sea un personaje de ficción se dirige, como Rousseau o
Michelet, a un público real; ahora bien, el propio marqués, en tanto que héroe de
las citadas Mémoires, es diegético o intradiegético y con él el Des Grieux narrador
del alberge de Lion d’or y la Manon vislumbrada por el marqués en su primer
encuentro en Pacy; pero Des Grieux héroe de su propio relato, Manon heroína, su
hermano y los comparsas son metadigéticos: estos términos designan no a seres
sino a funciones y situaciones (Ibid. 238-239)18.
15
―Le journal est avant tout une forme de discours‖.
16
―La part du récit sera beaucoup plus importante, à mesure que le journal est moins intime; il ne triomphe
guère que dans le journal de voyage, ou dans le journal documentaire‖.
17
―La rédaction par M. de Renoncourt de ses Mémoires fictifs est un acte (littéraire) accompli à un
premier niveau, que l’on dira extradiégétique; les événements racontés dans ces Mémoires (dont l’acte
narratif de Des Grieux) sont dans ce premier récit, on les qualifiera donc de diégétiques, ou
intradiégétiques; les événements racontés dans le récit de Des Grieux, récit au second degré, seront dits
métadiégétiques‖.
18
―De la même façon, M. de Renoncourt en tant qu’«auteur» des Mémoires est extradiégétique: il
s’adresse, quoique fictif, au public réel, tout comme Rousseau ou Michelet; le même marquis en tant que
héros des mêmes Mémoires est diégétique, ou intradiégétique, et avec lui Des Grieux narrateur à l’auberge
du Lion d’or, ainsi d’ailleurs que Manon aperçue par le marquis lors de la première rencontre à Pacy; mais
des Grieux héros de son propre récit, et Manon héroïne et son frère, et comparses, sont métadiégétiques:
16
Tiempo de la narración y niveles narrativos en la literatura autobiográfica
Así pues, todo relato presenta al menos dos niveles narrativos principales: el
nivel extradiegético o de la instancia narrativa primera y el nivel diegético o
intradiegético, que es aquel en el que se sitúan los acontecimientos narrados y los
personajes. Sucede a veces, sin embargo, que uno de los personajes se convierte en
personaje-narrador: aparece entonces un tercer nivel, el nivel metadiegético, en el que
se ubican los acontecimientos narrados por el relato en segundo grado. Después,
nuevas narraciones de los personajes metadiegéticos pueden provocar la aparición de
nuevos niveles, que serán definidos como meta-metadiegéticos, y así sucesivamente.
Genette dedica algunas páginas a estudiar las posibles relaciones que pueden unir
el relato metadiegético al relato primero, y señala a este respecto tres posibilidades: la
relación explicativa, que de forma normal instruye acerca de sucesos previos; la relación
temática, que propone una analogía entre los dos niveles: mise en abyme, exemplum; y
la relación puramente narrativa, en la que el relato metadiegético cumple una función en
la historia, como el caso de las Mil y una noches.
En los estudios posteriores a Genette se aprecia que el único aspecto
problemático parece haber sido la denominaciñn ―metadiegético‖ para el relato en
segundo grado, ante ello algunos críticos reaccionaron negativamente. Así, Mieke
Bal prefiere hablar de relato ―hipodiegético‖ (35), mientras que Lintvelt se limita a
numerar los relatos metadiegéticos por orden de aparición: relato enmarcado Nº 1,
Nº 2, etc. (213). Pero, por lo general, y con excepción de estas objeciones
tangenciales, la teoría de Genette ha sido aceptada por la teoría literaria
contemporánea, que hoy maneja con facilidad lo que en otro tiempo fueron
neologismos poco accesibles.
En lo que se refiere a las literaturas del yo, la consideración de los niveles
narrativos desvela aspectos interesantes. El primero de ellos, recogido por el propio
Genette en Fiction et diction, es la separación entre literaturas de ficción y de no ficción:
[...] la preocupación por la verosimilitud o por la simplicidad aleja
generalmente el relato factual del recurso masivo a narraciones en segundo
grado: es difícil imaginar a un historiador o a un memorialista dejando que uno
de sus ―personajes‖ asuma una parte significativa de su relato [...]. La presencia
del relato metadiegético es pues un indicio bastante convincente de
ficcionalidad –y ello aunque su ausencia no sea prueba de nada (Fiction et
diction, 79)19.
ces termes désignent non des êtres, mais des situations relatives et des fonctions‖.
19
―[...] le souci de vraisemblance ou de simplicité détourne généralement le récit factuel d’un recours trop
massif aux narrations du second degré: un imagine mal un historien ou un mémorialiste laissant à l’un de
ses «personnages» le soin d’assumer une part importante de son récit [...] La présence du récit
métadiégétique est donc un indice assez plausible de fictionnalité –même si son absence n’indique rien‖.
17
Elena Cuasante Fernández
20
Las categorías de Genette son aplicables al relato de no ficción, tanto más cuanto que es el propio crítico
quien insiste en no asimilar necesariamente los niveles narrativos con niveles de realidad o ficción: ―[...]
no se debe confundir el carácter extradiegético con le existencia histórica real, ni el carácter diegético [...]
con la ficciñn‖ (Discours du récit, 240). ―[...] on ne confondra pas le caractère extradiégétique avec
l’existence historique réelle, ni le caractère diégétique [...] avec la fiction‖.
21
―Le caractère éventuellement fictif de l’instance première ne modifie pas plus cette situation que le
caractère éventuellement «réel» des instances suivantes‖.
18
Tiempo de la narración y niveles narrativos en la literatura autobiográfica
3. CONCLUSIÓN
Aunque queda siempre condicionado a las necesidades expresivas del escritor,
el comportamiento de las categorías del tiempo de la narración y de los niveles
narrativos en la literatura autobiográfica responde a dominantes genéricas más o
menos claras. Así, la narración ulterior es en principio propia de los géneros no
fragmentarios, es decir, la autobiografía, las memorias, la novela autobiográfica y la
novela-memorias, si bien suele suceder que, según avanza el relato, la distancia que
separa al héroe del narrador se va acortando, hasta el punto de que en muchos casos
se da una convergencia final completa. Por su parte, la narración intercalada sería una
práctica corriente de los géneros fragmentarios, esto es, la correspondencia y el diario
íntimo. Lejos de ser una mera opción estética, el tiempo de la narración define con
gran precisión la relación del locutor con el texto. En este sentido, la autobiografía y
sobre todo las memorias presentan una preeminencia variable del relato sobre el
discurso, mientras que en los géneros fragmentarios sucede lo contrario. En lo que a
los niveles narrativos se refiere, las diferencias se sitúan no tanto en el carácter formal
de los géneros como en su naturaleza. Así, la presencia del relato metadiegético se
convierte en un indicio bastante convincente de ficcionalidad. No obstante, dentro de
la ficción, la autobiografía y las memorias permiten todo tipo de opciones, cosa que
no ocurre con la novela diario y la novela epistolar, cuya estructura enunciativa se
revela mucho menos elástica.
Universidad de Cádiz*
Facultad de Filosofía y Letras
Avda. Gómez Ulla, 11003 Cádiz (España)
elena.cuasante@uca.es
OBRAS CITADAS
Bal, Mieke. Narratologie. Paris: Klincksieck, 1977.
Benveniste, Émile. Problèmes de linguistique générale. Paris: Gallimard, 1968.
Danon-Boileau, Laurent. Produire le fictif. Paris: Klincksieck, 1982.
Diaz, Brigitte. L’épistolaire ou la pensée nomade. Paris: P.U.F., 2002.
Didier, Béatrice. Le journal intime. 1991. Paris: P.U.F., 1976.
Genette, Gérard. Fiction et diction. Paris: Seuil, 1991.
19
Elena Cuasante Fernández
20
21-36
GEOGRAFÍA DE UN DESPLAZAMIENTO. EL CIRCUITO
PERIURBANO EN LOS SIETE LOCOS DE ROBERTO ARLT1
Geography of a Displacement. The periurban circuit in Los siete locos by Roberto Arlt
Resumen
La locura en Los siete locos es resultado de un intento de integración a la realidad
sufrido por los personajes revolucionarios, a quienes se les adosa ese otro bloque de sentido,
aquel en abierta polémica con el logos imperial que expele a los individuos que no se dejan
disciplinar. Con esto, entonces, se intensifica en ellos la insurrección y la diferencia con los
disciplinados y posibilita la exploración de otros lugares/no-lugares, además de cartografiar
―futuros parajes‖, propicios para la asunción de la nueva sociedad. Los locos de Arlt no son
producto de una desadaptación social, sino de una adaptación a las condiciones alienadas de la
sociedad bonaerense por la que circulan.
Palabras clave: Loco, Ciudad, Desterritorialización, ―Espacios otros‖, Heterotopía, Saber, Poder.
Abstract
Madness in Los siete locos is the result of an attempt of integration into reality that is
experienced by revolutionary characters, to whom that other type of sense is added; one which
is openly opposed to the imperial logo that expels individuals who do not let themselves to be
disciplined. Thus, in these characters there is an intensification of the insurrection and
distinction from those who are disciplined. This allows the exploration of other places/non-
places and also helps to map ―future settings‖ appropriate for the emergence of the new
society. Arlt‘s madmen are not the result of a social mismatch but of an adaptation to the
alienated conditions of the Buenos Aires society that they are part of.
Key words: Madman, City, Deterritorialization, ―Other spaces‖, Heterotopy, Knowledge, Power.
1
Esta investigación forma parte del proyecto FONDECYT Nº 3100007: Novela, filantropía y saber.
Ficcionalizaciones de la locura en Latinoamérica.
2
Conocidísimos son los argumentos para rechazar la calidad de las obras de Arlt. Desde que sus textos
están mal escritos, en un primitivo y deficitario castellano, hasta su agresividad y dureza en la
sistemática construcción de imágenes urbanas que retratan un Buenos Aires lejano al asentado en el
mito de la ciudad luz.
Juan D. Cid Hidalgo
3
En Roberto Arlt. El torturado (1998), Raúl Larra comenta acerca de esta relación curiosa de admiración
y rechazo del escritor de Rayuela hacia Arlt. ―Cuentitos a lo Roberto Arlt. Ese menosprecio evidente de
Cortázar por Arlt es bien injusto. Sobre todo porque si se rastrea la obra del autor de Rayuela se advertiría
la influencia de Arlt. ¿Acaso Cortázar podría haber escrito así con ese desenfado toda la primera parte de
Los premios si en la literatura argentina no se hubiese dado un Arlt?‖ (55). Por lo demás no hay que
olvidar que el propio Cortázar redacta el prólogo a las Obras Completas de Roberto Arlt, en el que se
puede apreciar esta tensión señalada cuando caracteriza su escritura como la de un ―Goya canyengue‖ o
―Villón de quilombo‖.
4
En el prólogo a El juguete rabioso leemos: ―Tendría entonces unos treinta y cinco años edad, una cabeza
bien hecha, pálida y saludable, un mechón de pelo negro duro sobre la frente, una expresión desafiante que
no era deliberada, que le había sido impuesta por la infancia, y que ya nunca lo abandonaría‖ (1981, 10).
5
Gilles Deleuze en Crítica y clínica (1996) nos presta su noción de lengua extranjera para explicar esa
particularidad que tienen ciertas escrituras de generarse a sí mismas, de construir una lengua –―asintáctica
y agramatical‖– distinta a la convencional, cuyo fin único y último es la comunicación y no el
agenciamiento. En Diálogos (1997), en tanto, agrega: ―el escritor es ciertamente aquel que empuja el
lenguaje hasta un límite que separa el lenguaje de la animalidad, del grito, del canto‖.
22
El circuito periurbano en Los siete locos de Roberto Arlt
6
Evelia Romano y Micah Gel-Redman, en ―Profecías de entonces, textos de hoy: la ciudad y la narrativa
argentina de las primeras y últimas décadas del siglo XX‖, texto recogido en Revista de Humanidades:
Tecnológico de Monterrey, Nº 8, México, Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey
(ITESM), 2000, pp. 197-220), realizan una revisión del espacio urbano (Buenos Aires) en tres autores
argentinos de suma importancia (Roberto Arlt, Ricardo Piglia y Rodrigo Fresán), investigación con la que
constatan que el crecimiento y modernización de la capital argentina a partir de 1910 trae consigo cambios
tecnológicos que influenciarán decisivamente el panorama cultural y social de la ciudad. A grosso modo
destacan de Arlt la descripción de la ciudad por venir, sus textos se proyectarían insistentemente hacia el
futuro, ―lo que supone una nueva percepción y concepción de la realidad, y, en consecuencia, implica un
nuevo lenguaje para expresarla‖. ―Una opción frente al crecimiento y rápida modernización de Buenos
Aires fue el nostálgico refugio en las tradiciones del pasado, representadas mayormente por la sociedad
rural. A la hibridación social y cultural que imponen la inmigración, la industrialización y la participación
en el mercado mundial, se opone la redefinición de una esencia que se cree escondida en el pasado. Sin
embargo, la modernidad de las primeras décadas del siglo trae consigo una irresistible tensión hacia el
futuro en el escenario cosmopolita de la ciudad‖ (Arlt, 198).
24
El circuito periurbano en Los siete locos de Roberto Arlt
cuerpo que pesaba setenta kilos y que él solo veía cuando lo encaminaba frente
a un espejo (103-104).
En otro momento el texto agrega:
Lo que hay es que en la ciudad no se puede ser valiente. Usted sabe que si le
estropea la cara a un desgraciado los trámites policiales lo van a molestar tanto,
que usted prefiere tolerar a hacerse justicia por su mano. Esa es la realidad. Y
uno se acostumbra a ser un resignado, a refrenar los impulsos... (163).
El acto de desplazamiento, como vemos, es inminente. Los personajes
citadinos inconformes (no con/formados) con la constitución espacial, moral y, en
último término, social dada, necesariamente emprenden el viaje7. Tres son los
espacios novelados principalmente: Buenos Aires y sus barriadas (calles, cafés,
prostíbulos, etc.), la quinta de Témperley —propiedad del Astrólogo— (zona rural,
aledaña a la ciudad) y la zona industrial entre Buenos Aires y Témperley.
En el capítulo III, titulado ―La farsa‖, encontramos una descripción que se
suma a los signos de la ciudad decadente, forma en que se nos aparece la capital
argentina
Haffner se levantó, y mirándolo al Buscador de Oro, dijo:
–Ya sabe, compañero; cuando el asunto de la colonia esté listo, me avisa; y si
necesita gente, mejor que mejor, yo le proporcionaré una gavilla de malandrines
que no van a tener ningún inconveniente en dejar Buenos Aires –y poniéndose
el sombrero, sin darle la mano a nadie y saludándolos a todos con un gesto, iba
a salir, cuando, recordando algo, exclamó dirigiéndose al Astrólogo–: Si se
apura a conseguir el dinero, hay un magnífico prostíbulo en venta. Tiene anexo
y churrasquería, y además se juega mucho. El patrón es un uruguayo y pide
15.000 pesos al contado, pero con diez mil y los otros cinco a un año de plazo
creo que se conformará (157).
Erdosain a su llegada a la quinta del Astrólogo percibe como sigue ese espacio
nuevo, profundamente distinto a la descuidada ciudad capital:
Erdosain pensó:
–Aunque tuviera una barca de plata con velas de oro y remos de marfil, y el
océano se volviera de siete colores lisos, y desde la luna una millonaria con las
manos me tirara besos, mi tristeza sería la misma... Mas esto no hay que decirlo.
Sin embargo, mejor viviría aquí que allí. Aquí podría tener un laboratorio (31).
7
Curioso es el tratamiento arltiano del viaje. En general, lo sabemos con Foucault, los individuos
―anormales‖ son expulsados fuera del centro (y de los textos) por dispositivos generados por las estructuras
de poder dominantes para tales efectos. El clásico ejemplo es la nave de los locos. En el caso de la novela
de Arlt, son ellos, los ―anormales‖ los que deciden dejar la ciudad para encontrar un lugar otro donde
poder territorializarse nuevamente y desde ahí insistir contra la metrópolis, esa ciudad puerca arriba
mencionada.
25
Juan D. Cid Hidalgo
Los personajes arltianos se agencian al territorio, ya sea este Buenos Aires sucio
y decrépito, o Témperley, la quinta idílica y tranquila, o la zona entre donde se
entrecruzan las intensidades de ambos espacios irreconciliables. Al experimentar el
territorio lo reconstruyen en su interior, algún crítico dirá en su alma (Kallinikos, 2002).
Remo Erdosain, ciudadano de Buenos Aires, es un personaje que se autodefine
como angustiado: ―uno roba, hace macanas porque está angustiado‖ (Arlt, 37), ―la
angustia le taponaba la laringe‖ (Arlt, 15). Su fracaso existencial originado por la
pérdida del empleo, por el engaño de su mujer, por la bofetada y la humillación de
Barsut, primo de su mujer, da origen a una búsqueda incesante de sentido que lo
pueda ayudar a salir del estado mísero a que ha llegado producto de esa falta de
adecuación con el engranaje social anterior a su ser. En cierto sentido, la disfunción
social que encarna Erdosain demuestra que él fue parte de un proceso fragmentario e
inacabado del disciplinamiento similar al que han sido sometidos todos los individuos
que conforman ese grupo social y que él, como ser residual, queda sin nada a que
aferrarse8, razón por la que abraza la inquietud revolucionaria.
La ―inquietud revolucionaria‖ yo la definiría como un desasosiego colectivo
que no se atreve a manifestar sus deseos, todos se sienten alterados,
enardecidos, los periódicos fomentan la tormenta y la policía le ayuda
deteniendo a inocentes, que por los sufrimientos padecidos se convierten en
revolucionarios; todas las mañanas las gentes se despiertan ansiosas de
novedades, esperando un atentado más feroz que el anterior y que justifique sus
presunciones; las injusticias policiales enardecen los ánimos de los que no las
sufrieron, no falta un exaltado que descarga su revólver en el pecho de un
polizonte, las organizaciones obreras se revuelven y decretan huelgas, y las
palabras revolución y bolcheviquismo infiltran en todas partes el espanto y la
esperanza. Ahora bien, cuando numerosas bombas hayan estallado por los
rincones de la ciudad y las proclamas sean leídas y la inquietud revolucionaria
esté madura, entonces intervendremos nosotros, los militares... (148).
Con la aparición de la inquietud revolucionaria, Remo dará paso a la
formación de la Sociedad Secreta, ―algo admirable y sencillo‖ (Arlt, 148), para
combatir, reconstruir y refinar la deteriorada sociedad bonaerense. No sabe que tal
reconstrucción es imposible porque el aparato social es ―molar‖ (Deleuze) y, por lo
tanto, no permite mutaciones, ni cambios, ni metamorfosis. Su razón de ser es la
contraria, estratificar, delimitar, estatizar. Deleuze diría ―estriar‖ (Mil mesetas).
Los perturbadores se sienten capaces de alisar el espacio social, deteriorado e
inhumano que conocen, de tal manera que las intensidades puedan fluir libremente:
―¿Qué harían las fábricas, las casas de modas, los mil mecanismos parasitarios de la
ciudad si los hombres se fueran al desierto... si cada uno de ellos levantara su tienda
8
Noé Jitrik, en ―Presencia y vigencia de Roberto Arlt‖ texto recogido en La vibración del presente (1987),
propone que los personajes de Los siete locos son ―representantes no de tipos de los que salen sino de una
instancia histórica que podríamos designar como ‗la crisis‘ (119).
26
El circuito periurbano en Los siete locos de Roberto Arlt
allá abajo? ¿Comprende usted ahora por qué estoy con el Astrólogo? Nosotros los
jóvenes crearemos la vida nueva; sí, nosotros‖ (Arlt, 161-162).
Hacia el final de la novela, Erdosain se convence absolutamente de la
necesidad de la revolución y de apoderarse del centro.
De un encontronazo un faquín lo arrojó contra un muro. Erdosain se detuvo
espantado, apretó el dinero convulsivamente en su bolsillo, y excitado,
ferozmente alegre como un tigrecito suelto en un bosque de ladrillo, escupió a
la fachada de una casa de modas, diciendo:
—Serás nuestra, ciudad (252).
Como podemos apreciar, la estancia de Remo en Buenos Aires se encuentra
profundamente asociada al sufrimiento y la angustia, efectos de esa opresión que la
ciudad aplica a los rostros de la diferencia. El panorama cambia radicalmente cuando
se desplaza a la quinta de Témperley, espacio idílico en contraste con la urbe colmada
de esperpentos y espacios deteriorados donde habitan seres despreciables. Una
descripción casi pictórica de la quinta denota la calidez percibida por Erdosain:
―afuera ondulaban los caminos, iluminados por el sol, y el peso de los pájaros
doblaban las ramas de los granados, consteladas de asteriscos escarlatas‖ (38).
Témperley es el lugar de la utopía donde podría cifrarse el ―principio
esperanza‖ (Bloch, 2004). En este lugar es posible la felicidad, por consiguiente, es el
paisaje ideal para elaborar planes de reconversión social. El desplazamiento, la salida
del centro bonaerense en sí mismo ofrece una línea de cambio real objetivo.
Reconocemos aquí, junto a Stasys Gostautas (1972), que la felicidad del hombre y de
la humanidad toda depende de cómo se resuelva el ―problema‖ de la ciudad, espacio
antinatural del hombre.
Expuestos los dos primeros territorios nos corresponde ahora pensar el tercer
espacio9 o territorio novelado sin nombre que se encuentra a medio camino entre
Buenos Aires, la ciudad canalla cuyos habitantes son rufianes y prostitutas, y
Témperley10, la zona campestre idílica ―donde se salvan las almas que enfermó la
civilización‖ (Arlt, 161). Esta zona fronteriza periurbana11, comienzo y fin de las otras
9
No confundir con la noción acuñada por Alberto Moreiras (1999), en que el crítico poscolonial reflexiona
sobre esta ―localización intermedia latinoamericana, es decir, un tercer espacio ni realmente metropolitano
ni realmente periférico construido, en términos estrictamente simbólicos, por la escritura antiontológica del
continente‖ (Moreiras, 1999, 21), utilizando como herramienta el concepto punctum barthesiano. De todas
maneras, recomendamos la lectura de Roberto Arlt: El quinto fantoche (Chile, Universidad de Chile, 2003.
Disponible en:
http://www.cybertesis.cl/tesis/uchile/2003/torres_m/html/index-frames.html), tesis de grado de María
Torres Valenzuela que se hace cargo de la idea de tercer espacio y del aparataje teórico correspondiente
para acercarse a la escritura arltiana.
10
Hacemos notar que desconocemos alguna aproximación a la tensión entre civilización y barbarie en Los
siete locos, que bien pudiera ser una línea de ingreso interesante de abordar en otra oportunidad.
11
Concepto utilizado en la descripción geográfica para designar una franja que se encuentra alrededor de
las ciudades, franja de carácter rural donde la influencia urbana es mayor por su inmediatez física a la
27
Juan D. Cid Hidalgo
dos zonas, es un lugar dominado por las aplicaciones técnicas de cables telefónicos,
durmientes y vías de ferrocarril, estructuras metálicas, carteles de publicidad, etc. Las
formas arquitectónicas definidas, aunque esperpénticas y descoloridas, dan paso a un
espacio con nuevas exigencias que a la arquitectura simple y dispuesta de la
modernidad no puede satisfacer. Esta metamorfosis de la modernidad implica
transición y creemos que este espacio transitorio cifra el proceso de metamorfosis de
un mundo de seguridades a uno de incertidumbres, donde la técnica exacerba esta
condición porque el componente humano, demasiado humano, queda relegado a un
lugar de menor prestancia:
El paisaje tecnológico y justamente el factory-slum están muy presentes en la
novela doble de Roberto Arlt. El colapso de las formas al servicio de la
funcionalidad mecánica y tecnológica y la aparición de construcciones
gigantescas en obras caracterizan no solamente la periferia urbana sino que
invaden hasta el núcleo de la ciudad, introduciendo rupturas en la textura de la
ciudad moderna industrial, modelo al que se aproxima el Buenos Aires arltiano
(Kallinikos, 252).
Este espacio desconocido por los ciudadanos de Buenos Aires desborda la
zona periurbana y la erige como un mundo aparte —un no lugar—, un microcosmos
vedado a quienes solo deambulan por el centro, por las ―solitarias ochavas de las
calles Arenales y Talcahuano, por las esquinas de Charcas y Rodríguez Peña, en los
cruces de Montevideo y Avenida Quintana, apeteciendo el espectáculo de esas calles
magníficas en arquitectura, y negadas para siempre a los desdichados‖ (Arlt, 26)12.
El mundo arltiano exhibido en la novela va cartografiando ―futuros parajes‖
(Deleuze y Guattari, 2000). El desastre exterior se introduce mediante el
conocimiento y descubrimiento de los nuevos lugares por parte de los personajes,
estos repiten el caos exterior en su ser. De esta manera, entonces, los personajes
experimentan la realidad que, a su vez, va reproduciendo en ellos la angustia y el
terror (Mandakovic, 1978), que transitan mutuamente entre los territorios exteriores
colectivos y el territorio interior particular. Con esta tensión y recíproco intercambio
de intensidades aparecen esas imágenes distorsionadas y delirantes tan propias de la
ciudad cuya expresión física y funcional la invade e integra, es decir, los espacios periurbanos son
multifuncionales, ya que en ellos coexisten características y usos del suelo tanto citadino como rurales,
sometidos a transformaciones de tipo social, físico y económico estrechamente vinculados a la enorme
presencia del centro metropolitano. Por ello, es atinado encontrar términos asociados con diferentes
matices: periferia, rururbano, suburbano, arrabal, entorno, extrarradio, suburbio, margen urbano, etc.
Información especializada extraída del Glosario de Geografía en línea disponible en:
http://club.telepolis.com/geografo/glosario/glosario.htm y de La Escuela Superior de Ciencias
Experimentales y Tecnología (ESCET) de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid España, disponible
en http://www.escet.urjc.es/~pad/WEB2005/DOCENCIA/EspaciosVerdes/espacioperiurbano.ppt
12
Recomendamos la lectura diligente de las cuatro primeras páginas de Roberto Arlt. Su vida y su obra
(2000) de Omar Borré en que traza un mapa de las calles por las que transitan los personajes de Arlt y el
contexto en que se da su presencia en el lugar.
28
El circuito periurbano en Los siete locos de Roberto Arlt
escritura arltiana y que tan bien ha descrito la crítica tradicional de Roberto Arlt.
Los siete locos describe y provoca en el lector el mismo desconcierto que
sienten los personajes en la acción de descubrimiento de su entorno. Creemos que se
nos han revelado situaciones, hechos sin antecedentes previos. Remo descubre un
espacio nunca visto por nadie, un no lugar que aún estando física y concretamente
cerca ha sido invisibilizado por distintas razones, una de las cuales enunciamos: el
virtual peligro que pudiera causar a la estabilidad del sistema que prescinde de esas
zonas por no ser funcionales al principio de disciplinamiento de los cuerpos.
Los locos de Arlt ―saben‖ y ven, llevan consigo un saber menor y ven lo que
los ―normales‖ de Buenos Aires no ven, y, más aún, reconocen en esos no lugares la
potencia de la utopía y el cambio revolucionario. Claudia Gilman, en ―Los siete locos:
novela sospechosa de Roberto Arlt‖ (1993), señala:
… camina extrañado, como a través de una ciudad desconocida. Algunos
techos, pintados de alquitrán, parecen tapaderas de ataúdes inmensos. En otros
parajes, centelleantes lámparas eléctricas iluminan rectangulares ventanillas
pintadas de ocre, de verde, de lila. En un paso a nivel rebrilla el cúbico farolito
rojo que perfora con taladro bermejo la noche que va hacia los campos (83).
El campo, allá está el futuro del hombre, el reducto de la felicidad en que es
posible experimentarse, donde la técnica es incipiente. La paradoja, eso sí, no se deja
esperar. Los perturbadores contaminan este idílico territorio con el asentamiento de la
sociedad secreta en Témperley, así como la sola concepción de la idea revolucionaria
desestabiliza el equilibrio logrado por el territorio rural, aledaño a la urbe. Los locos
no son capaces de darse cuenta de que están contaminando ese único espacio que es
capaz de contenerlos, el espacio descubierto por ellos y en vías de destrucción por
ellos mismos. Por medio de la mirada del angustiado Erdosain ―surge un paisaje
futurista que sacrifica el ayer y el hoy para un mañana de cálculos imposibles‖
(Kallinikos, 263).
13
La literatura argentina, en el momento en que aparece Roberto Arlt, estaba pasando por un período
bullente de reflexión acerca de los espacios naturales y el campo (indigenismo incluido), en el que
sobresalen la figura de Ricardo Güiraldes (1886-1927) y Enrique Larreta (1875-1961). A propósito del
carácter bucólico y pastoril de la literatura argentina a la llegada de Arlt, Raúl Larrea comenta: ―Con el
advenimiento de Roberto Arlt a nuestra literatura se opera un hecho incuestionable: frente a Güiraldes y a
Larreta, novelistas recientes del campo argentino, venidos de la clase terrateniente, surge Arlt como
novelista de ciudad, reflejando sus suburbios, sus tipos cosmopolitas y su lenguaje salpicado de dialectos
extraños que dicen de otros cielos y otras tierras, e interpretando a uno de los sectores más humildes de la
pequeña burguesía, con todos los síntomas de una aguda polarización‖ (Larra, 65).
29
Juan D. Cid Hidalgo
14
Utilizamos la traducción de Marie Lourdes en Revista Versión. Estudios de Comunicación y Política, Nº 9,
abril 1999, pp.15-26.
30
El circuito periurbano en Los siete locos de Roberto Arlt
A este otro espacio es llevado por su conciencia asesina. Aunque este viaje
fuera de la ciudad tiene como objeto despejar su mente, lo que realmente ocurre es
que el espacio oscuro y opaco, de escasa iluminación y que apenas deja entrever las
fábricas y las calles desiertas, amplifica la tristeza y angustia existencial. Esa misma
noche en casa de los Espila15 Erdosain es testigo de la materialización de uno de sus
inventos: la rosa de cobre16: ―En el miserable cuchitril la maravillosa flor metálica
exfoliaba sus pétalos bermejos‖ (192).
La ―rosa de cobre‖ sintetiza ambas realidades en tensión: la tecnológica y la
del sueño porvenir. La rosa, primera parte de esta imagen, remite al mundo campestre
donde tranquilidad y belleza se conjugan de mejor manera. En cambio, el material en
15
Los Espilas son los integrantes de una familia, como varias de Buenos Aires, que tuvo un pasado
glorioso y lleno de esplendor en los negocios de orden industrial. Caídos en desgracia, ahora mismo viven
en una fábrica abandonada donde se materializa el invento de Remo en que está cifrada su esperanza
existencial. ―Erdosain los observó compadecido. Hacía muchos años que conocía a los Espila. En otro
tiempo la familia ocupaba una posición relativamente desahogada, luego una sucesión de desastres los
había arrojado en plena miseria, y Erdosain, que encontró casualmente un día en la calle a Emilio, los
visitó. Hacía siete años que no los veía y se asombró de reencontrarlos a todos viviendo en un cuchitril,
ellos, que en otra época tenían criada, sala y antesala‖ (Arlt, 190).
16
Recomendamos la lectura del apartado correspondiente en ―‗Habremos de reír, nos alegraremos, habrá
deleite‘. Reflexiones sobre la risa‖ (Segunda Parte), en Atenea, Nº 496, Segundo Semestre, 2009, pp. 11-40.
32
El circuito periurbano en Los siete locos de Roberto Arlt
que es confeccionada, el cobre, por supuesto, nos lleva al campo de la técnica desde
donde reconocemos que es una materia de orden menor dentro de la escala de los
metales. Este ―símbolo de inocencia y de hermosura aparece alienado‖ (Kallinikos,
260) bajo la forma de una imagen sintética (rosa/cobre) que responde al mismo
complejo panorama de contradicciones en que viven los integrantes de la sociedad
secreta, en especial Erdosain.
Esta rosa tan especial se ennegrece porque esa es una cualidad propia del metal
en que está fabricada, al parecer la revolución planificada por los locos de la inquietud
revolucionaria participarán de la misma suerte. La bella ―idea‖ del cambio social (la
rosa) terminará como el cobre, deslucido y sin posibilidades ciertas de concreción, ya
que todo aparece como una ilusión alimentada por la misma sociedad que genera o
posibilita la conformación de grupos asociales. Jorge Rivera, en Roberto Arlt. Los siete
locos, señala, a propósito de lo expuesto acerca de la rosa de cobre, que es ―símbolo no
del éxito ni de la salvación sino de la impotencia y la esperanza efímera‖ (62).
El episodio de la llegada de Remo a casa de los Espilas confirma una vez más
el carácter paradójico del rol de la tecnología en la escritura de Los siete locos. Por un
lado, la zona industrial genera polución, intoxica y contamina no solo las coordenadas
geográficas de los personajes sino las coordenadas de su ser interior. Por el otro,
Remo y el Astrólogo creen ciegamente en la ciencia y la tecnología como
instrumentos para la revolución y el cambio social, el medio fundamental, la base del
nuevo orden. La fábrica abandonada (el cuchitril) de los Espilas cifra no solamente la
miseria y la muerte sino también la maravillosa curiosidad que significa la rosa, con
ello esta zona periurbana industrial se asocia a la realización de los proyectos futuros
señalados que, perfectamente, pueden ser funcionales a la transición necesaria hacia
una nueva sociedad que, paradójicamente, no dista demasiado de la condición
primaria de los personajes. No obstante, la tecnologización como principio para la
sociedad secreta es una fuente de belleza, sueño y esperanza, apenas un haz de luz
como este es necesario para salvarse de la miseria: ―Soñaba enriquecerse con un
descubrimiento. Su imaginación ocupaba las noches de máquinas extraordinarias,
trozos incompletos de mecanismos girando sus engranajes lubrificados...‖ (Arlt,
207). Según Piglia, en cambio, inventar para Erdosain es ―una operación demiúrgica
destinada a encontrar la piedra filosofal moderna‖ (Piglia, Crítica y ficción, 27).
Por otro lado, Beatriz Sarlo, en el texto citado, piensa que el infierno científico
y tecnológico es la única salida para abolir el orden social estático que impide
incorporarse productivamente al torrente social como siquiera soñar la diferencia (61).
La novela de Arlt agrega:
—Es necesario instalar fábricas de gases asfixiantes. Conseguirse químico.
Células, en vez de automóviles camiones. Cubiertas macizas. Colonia de la
cordillera, disparate. O no. Sí. No.
33
Juan D. Cid Hidalgo
También orilla Paraná una fábrica. Automóviles blindaje cromo acero níquel.
Gases asfixiantes importantes. En la cordillera y en el Chaco estallar
revolución. Donde haya prostíbulos, matar dueños. Banda de asesinos en
aeroplano (230-231).
En la zona periurbana, en el anillo superior de la ciudad, en el margen vívido
se sitúan los saberes sometidos cuyo fin es liberarse de esta condición mediante la
articulación discursiva de sí que redunda en la conspiración y posterior conquista de
la ciudad, el centro vital.
Hacer dinero con la adquisición de prostíbulos y por medio de la falsificación de
divisas son formas concretas de implementación de la inquietud revolucionaria. Ambos
proyectos van generando la ilusión de un porvenir iluminado, lejos del deterioro y
decrepitud proyectados en Buenos Aires. Este espejismo permite a los personajes
transgredir, traspasar los límites de la habitual angustia y la condición de seres
residuales sin lugar ni ubicación en el plano urbano geográfico y metafórico de la urbe.
La importancia del dinero es percibida intensamente por Piglia17, quien propone que la
función del dinero en la novela de Arlt genera la ficción tal como la experiencia técnica
puede generar inventos. En este sentido, existiría una equivalencia directa entre ficción
y dinero porque ambos desacralizan el mundo: quien tiene dinero tiene el poder. En el
mundo del relato la tarea de los personajes es confeccionar dinero en vez de ganarlo,
actividad asociada a la falsificación y la estafa, ejes además de construcción del relato.
―Identificado con la potencia y con la falsificación (el dinero) expresa, reprime,
transforma y es el soporte de la ficción‖ (Piglia, La ficción del dinero, 80).
Con la exhibición del espacio bonaerense en Los siete locos y la insurrección
de los perturbadores, el texto interroga no solo el futuro comunitario argentino sino
también el futuro interior, personal e íntimo de aquellos sujetos que forman parte de
este proceso complejo de crecimiento de la sociedad argentina a comienzos del
siglo XX. El juguete rabioso, Los siete locos y Los lanzallamas van configurando
una imagen anticipatoria del ―escenario urbano porvenir‖ (Romano y Gel-Redman,
2000), en que la alienación social no es producida por una desconexión del sujeto
con el mundo sino a su adaptación a las condiciones alienadas de la sociedad
bonaerense por donde circulan. Dicho matiz sumado a las múltiples fracturas entre
sujeto y medio van generando una ciudad alucinante, plagada de principios de
posibilidad como de ―no lugares‖ que reconstruyen desde el origen el eje
organizador de los asentamientos humanos. La ciudad de Arlt es un centro sin
centro. En este sentido, cierto sector de la crítica ha elaborado el concepto ―profeta‖
para designar la capacidad anticipatoria de Arlt. El mismísimo Julio Cortázar18 lo
considera uno ―de nuestros videntes mayores‖, un iluminado que cuenta con el don
17
―Roberto Arlt: la ficción del dinero‖, en Roberto Arlt. Los siete locos / Los lanzallamas. Edición crítica
de Mario Goloboff, Colección Archivos, Madrid, 2000.
18
―Prefacio. Apuntes de relectura‖, en Obra Completa de Roberto Arlt. 3 Vol. Buenos Aires, Planeta-
Carlos Lohlé, 1991, pp. III-XI.
34
El circuito periurbano en Los siete locos de Roberto Arlt
de ver aquello que ―los ojos de todos los días no saben ver‖ (Cortázar, VII). Ojos
que, sin ninguna duda, comparte con sus personajes.
La dimensión utópica propuesta por Los siete locos es la de aquellos
inconformes cuya angustia aparece como un sentimiento que nace de la imposibilidad
de la adecuación a Buenos Aires, un territorio hostil, que favorece la exclusión y la
marginalidad, pero que, sin embargo, encuentran en el camino de la revolución la
herramienta para cambiar el mundo, para hacerlo más amigable, donde la angustia no
sea la generadora de sujetos como ellos, y si fuera así, que aquellos no sean
sistemáticamente expulsados. La geografía de la novela permite vislumbrar la
decadencia y su influjo en los personajes quienes aparecen con su ―yo dividido‖, diría
el antipsiquiatra Ronald Laing (1988), sin embargo, en el texto también se perciben
zonas ―productivas‖ para el nuevo orden sustentador de la utopía: las zonas fuera de
la ciudad, el campo, la tranquilidad y el sostén que la tierra puede dar. La probabilidad
o no de la asunción de la revolución es casi anecdótica si pensamos que lo que
importa es el proceso de búsqueda, el camino hacia un porvenir mejor, libre de las
taras de la homogenización conductual, social, emocional, sexual, económica y
cultural. Ante la comprensión de lo expuesto Roberto Arlt no deja de sorprendernos
como historiador del presente y, por cierto, como ―historiador del porvenir‖ (Piglia,
Crítica y ficción, 38).
Universidad de Concepción*
Facultad de Humanidades y Arte
Departamento de Español
Casilla 160-C. Concepción (Chile)
jdcid@udec.cl
OBRAS CITADAS
Arlt, Roberto. Los siete locos. Buenos Aires: Losada, 1958.
Artaud, Antonin. Van Gogh el suicidado por la sociedad. Buenos Aires: Argonauta, 1994.
Augé, Marc. Los no-lugares. Espacios de anonimato. Una antropología de la
sobremodernidad. Barcelona: Gedisa, 1993.
Bloch, Ernest. El principio esperanza. Valladolid: Trotta, 2004
Borré, Omar. Roberto Arlt. Su vida y su obra. Argentina: Planeta, 2000.
Correas, Carlos. Arlt literato. Argentina: Antuel, 1995.
Cortázar, Julio. ―Prefacio. Apuntes de relectura‖, en Arlt, Roberto. Obra Completa de
Roberto Arlt. 3 Vol. Buenos Aires: Planeta-Carlos Lohlé, pp. III-XI, 1991.
De Castro, Nea y González Bolaños, Aimée. ―Centenario de Roberto Arlt, narrador
de la marginalidad‖, en Islas 42: 3-12, 2000.
Deleuze, Gilles. Crítica y clínica. Barcelona: Anagrama, 1996.
Deleuze, Gilles y Guattari, Félix. Mil mesetas. Valencia: Pre-Textos, 2000.
Deleuze, Gilles y Parnet, Claire. Diálogos. Valencia: Pre-Textos, 1997.
Foucault, Michel. ―De los espacios otros‖, en Revista Versión. Estudios de
35
Juan D. Cid Hidalgo
36
37-52
DESDE QUE UN DÍA LEYENDO A BALZAC:
NOVELA/FOLLETÍN EN LA NARRATIVA FUNDACIONAL DE
ALBERTO BLEST GANA1
Since a day reading Balzac: novel/ feuilleton on foundational fiction by
Alberto Blest Gana
Eduardo Barraza Jara*
Resumen
El carácter de Alberto Blest Gana como fundador de la novela chilena mal podría
ligarlo a la práctica del folletín, aunque registra numerosos títulos publicados en revistas y
periódicos. Por lo demás, su filiación como aventajado discípulo de Balzac menos podría
propiciar un vínculo con la literatura popular o de masas, como se desarrolló en Francia a
mediados del siglo XIX. Y es que el canon literario nacional se construye a partir de una élite
intelectual —ilustrada y liberal— que participa de la construcción social de la Nación como la
que propiciaba José Victorino Lastarria y el propio Blest Gana —en sus respectivos
manifiestos literarios—, en cuya conformación la cultura popular no participa más allá de un
―costumbrismo‖ folklórico, o como un ―sabor‖ local, o como un ―pintoresquismo‖ para solaz
de los lectores cultos. En este artículo se indaga en los formantes folletinescos en la narrativa
de Blest Gana, recurriendo a las tesis acerca de la literatura popular que han sido postuladas,
entre otros, por Eco (1981, 2012); Martín-Barbero (2010), Herlinghaus (2002), Sarlo (1985).
Palabras clave: Literatura chilena del siglo XIX, Folletín, Narrativas fundacionales.
Abstract
Alberto Blest Gana, the founder of the Chilean novel, could not be linked to the
practice of writing feuilleton, although a number of his works published in magazines and
newspapers exist. Moreover, being an outstanding disciple of Balzac would unlikely link him
to the popular or mass literature, as the one developed in France in the middle of the nineteenth
century. In fact, the national literary canon is built upon an intellectual elite —enlightened and
liberal— that participates in the social construction of the nation as the one fostered by José
Victorino Lastarria and Blest Gana —in their respective literary manifests. In their view, the
popular culture does not participate beyond a folkloric ―costumbrism‖ or as a local ―taste‖, or
as a ―picturesque trait‖ for the delight of the educated readers. For this reason, this article
explores the melodramatic formants in Blest Gana‘s narrative, by analyzing them in light of
the popular literature perspectives advocated by Eco (1981, 2012), Martín-Barbero (2010),
Herlinghaus (2002), and Sarlo (1985), among others.
Key words: Chilean literature of the XIXth Century, Feuilleton, Foundational fictions.
1
Resultado del Proyecto Fondecyt N° 1120693: ―La narrativa chilena de filiación histórica. Siglos XIX y
XX‖ en el que participan como coinvestigadores los académicos Diana Kiss de Alejandro y Nelson
Vergara Muñoz.
Eduardo Barraza Jara
I. PRESENTACIÓN
Los análisis de la cultura popular, y particularmente de la escritura folletinesca
de Eugenio Sue, efectuados por U. Eco, lo llevan a declarar que ―la novela actual es
nieta del folletín‖, género en donde se lleva a efecto una matriz de significados que
propician una ―práctica de la consolación‖ no ajena a cuestiones sociales, políticas y
utópicas. Vista habitualmente como una lectura de masas cuyo interés radica en el
motivo del amor impedido, proponemos que en la narrativa chilena, la novela
popular, folletinesca, de esparcimiento o de consolación —entendida por el canon
como novela histórica tradicional— realiza de manera particular los referentes
históricos nacionales a la par de la llamada, en términos de Eco, novela problemática
(El superhombre, 22). Desde la escritura fundacional de Lastarria y de Blest Gana, la
conflictividad de un motivo como el ―amor impedido‖ —propia del folletín— actúa
textualmente como contrapunto imaginario e historiográfico de las relaciones entre el
Texto y la Nación en el siglo XIX, sean ellas las de la Independencia, la guerra a
muerte, la cuestión liberal-conservadora, la pacificación de la Araucanía, la guerra del
Pacífico, la guerra civil de 1891 o los episodios de violencia social ocurridos en la
nación durante el siglo XX.
En su estudio sobre ―los lectores y los autores del siglo XIX‖, Juan Poblete
(2003) analiza, en forma exhaustiva, la configuración de una sociabilidad nacional por
medio de las prácticas de lectura socialmente existentes, entre ellas destaca la
circulación y la lectura de folletines2, estos, se dice, eran consumidos en especial por
mujeres3 y por un público masivo presumiblemente de carácter popular que sabría leer.
Siguiendo a Eco, se trataría de una incipiente puesta de los ―bienes culturales‖ a
disposición del público. Tal hecho, a juicio de Eco, permite ―el acceso de las clases
subalternas al disfrute de los bienes culturales‖ (Apocalípticos e integrados, 15)
producidos mediante procedimientos propios de una revolucionaria industria cultural
que se hace presente en la imprenta, los periódicos, las revistas. Por ello, en el plano de
la producción, circulación y consumo de textos narrativos, y en especial de los
folletines, a mediados del siglo XIX Chile presenta un definido contexto histórico y
societal en el que emerge progresivamente una cultura de lectores, consumidora de
estos textos de ―esparcimiento y de consolación‖. Al decir de Eco, hechos como estos
remiten a ―un contexto histórico preciso en el que todos los fenómenos de
2
D.F. Sarmiento intervino activamente en la polémica acerca de la publicación y el consumo de folletines
en Chile, publicándolos y dando a conocer reseñas, comentarios y artículos desde las páginas del Diario El
Progreso (1842 y 1845). Aparte de reseñas y reflexiones respecto de folletines en este diario se publicó
Papá Goriot de H. de Balzac (30 de octubre al 24 de diciembre de 1844) y capítulos de Los misterios de
París de E. Sue (4-12 de marzo de 1844).
3
En Sobre Rojo y Negro (1832), Stendahl alude a la existencia de novelas para ―criadas‖ y para
―burguesitas de provincia‖ en los siguientes términos: ―No hay ninguna mujer de provincias que no lea por
lo menos cinco o seis volúmenes al mes y muchas incluso leen hasta quince o veinte, con lo cual no hay
pequeña ciudad que no tenga dos o tres gabinetes de lectura. Allí se alquilan novelas a un cuarto por
tomo y por día‖ (555).
38
Novela/folletín en la narrativa fundacional de Alberto Blest Gana
39
Eduardo Barraza Jara
4
Raúl Silva Castro observa que en Durante la Reconquista (1897) existe una intriga con un ―pavoroso
desenlace‖ que ―hace recordar los dramones del romanticismo comercial en que los que apenas si
escapaba con vida el consueta‖ (en Poblete Varas, 221), en tanto que Pedro Nolasco Cruz comenta que
cuando el autor ―necesita desembarazarse de los personajes, da en lo trágico y acude a la violencia: unos
mueren fusilados o de resultas de enfermedades repentinas y mortales, otros se vuelven locos, otros se
suicidan‖ (en Poblete Varas, 218). Por lo demás, la densa intriga historiográfica no ha permitido prestar la
debida atención al declarado carácter folletinesco de esta novela, en donde se asiste a un amor imposible
de carácter político-sentimental, sin solución: los españoles Violante Alarcón y Hermógenes Laramonte
se alían entre sí para casarse por dinero con los hermanos Abel y Trinidad Malsina; intriga cuyo
contrarrelato es un triángulo amoroso: Abel debería corresponder al ―amor bueno‖ de la huérfana y
virtuosa Luisa Bustos, pues ambos son partidarios de la Independencia.
5
En Martín Rivas el novelista se distancia del folletín —cuya máxima viene a ser que ―la humanidad
camina hacia el progreso, girando en un círculo que se llama amor y que tiene por centro el ángel que se
apellida mujer‖ (Blest Gana, Martín Rivas, 45)— declarándolo como lectura de consumo apto para
personajes como Edelmira Molina ―niña suave y romántica como una heroína de las novelas de las que ha
leído en folletines de periódico que le presta un tendero aficionado a las letras‖, o doña Francisca Encina
que presume de ser letrada. Por el contrario, Leonor ―consume textos musicales‖.
40
Novela/folletín en la narrativa fundacional de Alberto Blest Gana
desarticula el canon de la literatura no sometida al lucro tanto como los hábitos de una
lectura sucesiva no fragmentada sino continua. Se trata de una lectura que solo será
completa a posteriori luego de un dilatado tiempo de espera o de recepción cuyas
expectativas de continuidad permanecen cuando —separado del periódico— el
folletín se publique por ―entregas‖ ya no diarias, sino semanales, quincenales o
mensuales.
En el Discurso de Incorporación a la Facultad de Humanidades de la
Universidad de Chile Blest Gana sostiene que ―la afición a la lectura ha ganado
inmenso terreno en Chile desde hace algunos años‖ (Literatura chilena, 120), en
mérito a que el año anterior obtuvo el premio del concurso convocado por esa
Facultad para escribir ―una novela histórica o de costumbres, al arbitrio del autor, pero
cuyo asunto sea precisamente chileno‖6. Tal Discurso puede ser entendido como la
exposición académica de las bases teóricas de la narrativa que recientemente Blest
Gana ha puesto en práctica en La aritmética del amor (1860). En este Discurso el
novelista mantiene una prudente distancia respecto del folletín género que ha
practicado desde la publicación de Una escena social (1853)7. Tácitamente se refiere
al folletín cuando hace mención a una ―muchedumbre de novelas europeas puestas a
tan bajo precio por la industria moderna, en manos de los lectores‖ (120, cursivas
nuestras). A su vez, critica que los periódicos no elijan adecuadamente los ―folletines‖
que publican, subrayando que la popularidad de ciertas novelas europeas de muy
problemático valor han viciado el buen gusto y subvertido los sanos principios que
deben presidir en la ejecución de la novela (120-121, cursivas nuestras).
De este modo, Blest Gana aboga para que los novelistas nacionales
―inclinados a tan amena y útil ocupación‖ (120) se sientan estimulados a superar al
folletín de modo tal que la novela se constituya en ―un grato solaz, un descanso a las
diarias tareas, un alimento a la expansión del pecho, algo en fin que contente el
espíritu, halague al corazón o alivie el ánimo de sus afanosas preocupaciones‖ (119-
120). Tales deberían ser, según Blest Gana, ―los sanos principios que deben presidir la
ejecución de la novela‖ (120). En su particular opinión, el público necesita una lectura
para descansar del trabajo, por lo que se le debe distraer, enseñar, respecto de las
―costumbres nacionales‖ (122) y, en todo momento, la novela debe cuidar ―la
moralidad… sin desvirtuar su misión y sin exponerse a la justa censura de la crítica y
el desprecio de los que le lean‖ (125). No muy distante del ―Prólogo‖ de Balzac a La
6
El concurso siguió un curso singular y pareciera que no respondió a las expectativas de la convocatoria.
Según una moción de Joaquín Blest Gana, hubo que postergarlo desde 1859 al siguiente para dar tiempo a
que un posible postulante sacara en ―limpio‖ su novela. Finalmente hubo solo dos concursantes por
cuanto un tercero no cumplió con los plazos. Tal hecho contrasta con la rapidez con que Alberto Blest
Gana fue incorporado a la Facultad de Humanidades. Cfr. Raúl Silva Castro (27-47).
7
Juan Poblete reseña que La Revista Católica lamentó la publicación de esta novela por cuanto, según su
criterio, está ―infestada de fatalismo, preñada de incidentes amorosos, de lances provocativos, de
impúdicas pinturas muy a propósito para exaltar la fantasía y despertar en el corazón de la inexperta
juventud la pasión más peligrosa y seductora que en él puede albergarse‖ (37).
41
Eduardo Barraza Jara
comedia humana (1842), Blest Gana pretende dar una lección a los narradores (125),
una lección respecto del tratamiento de la verdad, pues si bien se pueden llegar a
ciertos extravíos, los novelistas no deben apartarse del ―buen gusto‖ (125), sino que
deben velar porque sus textos no ―hieran la moral social‖ (125). Tampoco el novelista
debe actuar como ―disolvente de las buenas costumbres‖, sino que debe proporcionar
lecciones ―a los espíritus inexpertos‖, mediante la investigación artística de la
sociedad y de la historia nacional (126). En suma, se trata de cuidar ―la moralidad…
―sin desvirtuar su misión y sin exponerse a la justa censura de la crítica y el
desprecio‖ del lector (125).
Según Blest Gana, se trata de la moralidad que interesa a un novelista en
calidad de investigador de las costumbres, de los hechos sociales y de la historia
nacional ante quien se le presenta ―una sociedad imperfecta‖, de manera tal que
―pintar una sociedad perfecta,… sería una ficción que pugnaría con los principios
literarios, cuyas bases sólidas reposan sobre el estudio de la verdad‖ (125). Sin
embargo, cuando Blest Gana se refiere a poner en práctica una novela nacional
―realista, social y de costumbres‖ lo hace en términos no distantes de las estrategias de
compensación propias del folletín. Consideremos, por el momento, que Blest Gana
destaca de la novela rasgos populares y masivos afines con el folletín como los
siguientes: que es popular ―en las clases menos cultas de la sociedad‖; que es
comprensible y no ambigua por cuanto está ―escrita en el lenguaje de todos‖; que
―lleva la civilización a las clases menos cultas‖; que satisface en el lector ―el interés
por la intriga‖. Rasgos como estos serán las bases del gran ―metarrelato nacionalista‖
popular, realista y sentimental (Montes Capó, 13-27) de Blest Gana, presente no solo
en el mundo histórico-social representado en su saga novelesca, sino que aparece
sustentado, particularmente, en la figura de un autor-narrador-liberal que no oculta su
presencia de tal. Por lo demás, al igual que Balzac, si bien Blest Gana supera sus
primeros años como folletinista no significa que algunos de sus rasgos no se
mantengan vigentes en sus novelas consagratorias ni en sus obras de la última época
escritas en París8.
8
Una de las constantes narrativas de Blest Gana es la reiteración de los finales funestos propios del folletín
romántico-sentimental: adulterios, locura; muerte por fusilamiento, asesinato o suicidio; reclusión de la
heroína en un convento, frente a escasos finales felices como los de Martín Rivas, La aritmética en el amor
o El loco Estero.
9
―Escribo, agrega, no por culto a la gloria que no existe, ni aún con oropeles, entre nosotros; no por
ambición pecuniaria, porque solo últimamente mis trabajos empiezan a producirme algún dinero, sino por
42
Novela/folletín en la narrativa fundacional de Alberto Blest Gana
necesidad del alma, por afición irresistible, por ese algo inmaterial, en fin, que nos lleva a apartarnos de los
cuidados enfadosos de la vida, lanzando la imaginación a un campo en que nadie puede vedarnos los
dulces frutos de la satisfacción intelectual. En una palabra, escribo, como creo habértelo dicho alguna vez,
porque tengo la manía de escribir‖ (Blest Gana, Epistolario, 36).
10
Sin embargo, a partir de esta única referencia se da por hecho esta influencia, en términos de una
poderosa ―fascinación‖ que habría ejercido Balzac en Blest Gana, la que E. Astorquiza avala con el juicio
de Saint Beuve sobre Balzac en 1850 (1960, 7). Cfr. J. Poblete (56-57).
11
En Engaños y desengaños, aparte de la referencia a la tesis de la ―cristalización‖ de Stendhal
(1990:398), se encuentra una mención presumiblemente a un protagonista de La piel de zapa (1831) de
Balzac: ―¡Laura! Repetí, sintiendo como el Rafael de Balzac que aquel nombre poseía una extraña
fascinación‖ (219). En Martín Rivas —aparte de aludir a la teoría de la cristalización (309)— Rafael San
Luis describe a Edelmira con uno de los personajes de Balzac, posiblemente de Papá Goriot (76). Al
contrario, la alusión a Abelardo (y Eloísa) podría conducir a Sarrazine de Balzac (Martín Rivas, 311),
aparte de otras referencias posibles como la de Eugenia Grandet.
12
En Stendhal, el matrimonio no es la culminación del amor. En ―Sobre Rojo y negro‖, Stendhal recuerda
que hace decir a Matilde de La Mole, destinada a casarse con el marqués de Croisenois: ―Cuando sea su
mujer me aburrirá‖ (Stendahl, 567).
43
Eduardo Barraza Jara
13
La cronología de las novelas de Blest Gana permiten ordenar estas obras en un primer ciclo
protofolletinesco que va desde Una escena social (1853), Engaños y desengaños (1855), Los desposados
(1855), El primer amor (1858), La fascinación (1858), Juan de Aria (1858), El jefe de familia (1858), Un
drama en el campo (1859), El pago de las deudas (1859). Un segundo ciclo se organiza en torno a La
Aritmética en el amor (1860), El pago de las deudas (1861), La venganza (1862), Martín Rivas (1862),
Mariluán (1862), El ideal de un calavera (1863), La flor de la higuera (1864) y una tercera etapa que
corresponde cuando escribe en París: Durante la Reconquista (1897), Los trasplantados (1904), El loco
Estero (1909) y Gladys Fairfield (1912) que en 1931 apareció incluida en una publicación quincenal como la
Revista Literaria, Año 1, N° 23: 5-87.
14
Exceptuando novelas situadas en París (Los desposados, La fascinación, Los trasplantados) y Estados
Unidos (Gladys Fairfield), Blest Gana ficcionaliza parcialmente, entre otros, asuntos nacionales como el
proceso de la Independencia (Durante la Reconquista), los ecos de la muerte de Diego Portales y el triunfo
contra la Confederación perú-boliviana (El ideal de un calavera, El loco Estero), el trasfondo de la revolución
de 1851 en la estructura de la nación (Martín Rivas), el plan de la llamada pacificación de La Araucanía
(Mariluán). Tal vez por su condición de diplomático no se refirió a sucesos novelables como la guerra del
Pacífico, la guerra civil de 1891 o la proclamación de Orellie-Antoine como Rey de La Araucanía, suceso en
el cual le correspondió intevenir como diplomático.
44
Novela/folletín en la narrativa fundacional de Alberto Blest Gana
que consiste en una ―capacidad productiva de dar vida a hechos que por su
coherencia de desarrollo nos parezcan verosímiles‖, de modo que ―las leyes de
verosimilitud son leyes estructurales, de racionalización lógica, de plausibilidad
psicológica‖ (Eco, Apocalípticos e integrados, 223). Eco advierte que este tipo de
novela se transforma en una máquina que redundante y reiterativamente produce
gratificaciones, un estímulo que no puede dejarse en manos del lector a quien se le
entrega una solución que espera, por lo tanto —agrega— el lector no debe hacer nada
para que se verifique el desenlace consolatorio, pues ―todo queda en manos de la
novela, máquina de soñar gratificaciones ficticias‖ (Eco, El superhombre, 24).
Recuérdese que Martín Rivas fue publicado por entregas, al modo de un
folletín, en el Diario La Voz de Chile entre el 7 de mayo y el 18 de julio de 1862.
Fundado por don Manuel Antonio Matta. Este periódico, reconoce Blest Gana, estaba
destinado a propagar y a defender ―los principios liberales‖, mérito más que suficiente
para dedicarle esta novela que define como una obra ―simbólico-alegórica‖, con
pretensiones ―fundadoras‖, al decir de Sommer (2004). En tal sentido, Lucía Guerra
propone situar la narrativa de Blest Gana ―en un contexto más amplio… que también
podría dar importantes claves para el estudio de la tendencia realista chilena dentro
de su contexto histórico, social y filosófico‖, y ―con el desarrollo económico de la
época y el ascenso de la burguesía plutocrática‖ (Guerra, 29)15. En la dedicatoria, el
novelista explicita su proyecto de escritor liberal y la condición modélica y doctrinal
de Martín Rivas en tanto ―máquina de soñar gratificaciones‖. Expresamente, Blest
Gana afirma que construye a Martín Rivas como un ―protagonista digno de imitarse‖,
vale decir —en términos de Eco—, como un personaje típico que haga posible ―una
relación de goce entre el personaje y el lector‖ quien, en el proceso de la lectura,
llevará a cabo un ―reconocimiento (o una proyección) del personaje‖ como ejemplo
para sí mismo (Apocalípticos e integrados, 221). Este reconocimiento que se verifica
en el lector como eje de la recepción está fundado en una afinidad de intereses no
ajenos a la estrategia de la consolación de los textos folletinescos. Blest Gana en la
referida dedicatoria sostiene que Martín Rivas ha sido creado para representar ―un
culto inalterable a las nobles virtudes del corazón‖, virtudes entre las que se cuentan:
la sentimentalidad que lo inclina hacia el amor, el bien, el desinterés por el dinero, la
lealtad (Martín Rivas, 14, la cursiva es nuestra).
Siguiendo a Eco, puede afirmarse que en Martín Rivas rige la
convencionalidad de compensar al lector de folletines con un desenlace gratificante,
justo como él lo deseaba y lo esperaba. La estrategia de la consolación en esta novela
conducirá a que Martín, huérfano y provinciano, reciba la protección de don Dámaso
Encina; que supere las diferencias económico-sociales y las conflictividades
15
Montes Capó es explícito al respecto: ―Como retratista de época, el célebre autor chileno logra mostrar
el dinamismo del entramado social y los múltiples elementos que configuran la incipiente nacionalidad. Al
potenciar el carácter documental e histórico del texto literario, su obra cumple con la función de describir y
analizar objetivamente la sociedad que le tocó vivir‖ (Montes Capó, 13). Respecto de la pertinencia de
calificar como ―realista‖ o ―romántica‖ la narrativa de Blest Gana, Cfr. M. Engelbert (2000).
45
Eduardo Barraza Jara
políticas, propias de la Revolución de 1851, así como los obstáculos propios del amor
imposible, pues Blest Gana lo ha creado, justamente, para que supere impedimentos
como esos: ―Martín se miró maquinalmente a un espejo y se encontró pálido y feo,
pero antes que su pueril desaliento le abatiese el espíritu, su energía le despertó como
avergonzado y la voluntad le habló el lenguaje de la razón‖ (Martín Rivas, 29-30, la
cursiva es nuestra).
Por lo mismo, no extrañará asistir a un desenlace gratificante que compensa o
premia las virtudes del protagonista: Martín marchará hacia un exilio transitorio en
Lima cabalgando protegido por el poder de los Encina. Su rol es actuar como un
intermediador del mundo histórico, social y sentimental, cualidades no siempre
presentes en los personajes de Blest Gana. Como ―modelo a seguir‖, Blest Gana nos
propone un verosímil valórico que blanquea o transparenta el origen del dinero por
parte de la nueva burguesía desde el momento que don Dámaso Encina, luego de una
especie de raconto del narrador, en el Capítulo II (Martín Rivas, 19-23), reconoce
tácitamente que obtuvo su capital defraudando al padre de Martín y, por ello, se
redime de su pasado (y de su fortuna), acogiendo a un joven pobre en su casa. Tal es
uno de los pactos narrativos que propone esta novela a sus lectores. Como en el caso
de La Aritmética en el amor, se trata de que en Martín Rivas el lector se reconozca en
esas costumbres16 y valide el ―carácter edificante de la novela‖ en términos de una
moral laica, realista y racionalista —que no renuncia a un lirismo sentimental de cuño
romántico— dentro del statu quo imperante en el que habría emergido ―una burguesía
honesta… y virtuosa reafirmando la estructura económica que hizo de Chile el país de
la polarización de la riqueza‖ (Guerra, 45).
Es así como Martín —a pesar de sus reiteradas afirmaciones respecto del valor
del dinero en la sociedad— se va a enamorar de Leonor Encina porque ella es —como
examina Sarlo— ―hermosa y adinerada‖17 y, por lo tanto, representa el clásico tópico
del ―amor que triunfa sobre lo imposible‖, conflicto que resulta literariamente
interesante para todo lector. Su contratipo es Edelmira Molina, ―hermosa pero pobre‖
por lo que no será correspondida por Martín en quien se cumple una máxima realista,
16
El jurado que adjudicó el premio a La aritmética en el amor valoró un verosímil fundado en el
―carácter moral y edificante‖ de la novela, por cuanto concluye que ―El autor ha conseguido resaltar la
fealdad del egoísmo y la belleza de la virtud haciendo pasar delante de sus lectores un cierto número de
personajes que simbolizan la degradación o la elevación moral‖ (Silva Castro, 34).
17
―Magnífico cuadro formaba aquel lujo a la belleza de Leonor, la hija predilecta de don Dámaso y de
doña Engracia. Cualquiera que hubiese visto aquella niña de diez y nueve años en una pobre habitación,
habría acusado de caprichosa a la suerte por no haber dado a tanta hermosura un marco
correspondiente. Así es que al verla reclinada sobre un magnífico sofá forrado en brocatel celeste, al mirar
reproducida su imagen en un lindo espejo al estilo de la edad media, y al observar su pie, de una pequeñez
admirable, rozarse descuidado sobre una alfombra finísima, el mismo observador habría admirado la
prodigalidad de la naturaleza en tan feliz acuerdo con los favores del destino. Leonor resplandecía
rodeada de ese lujo como un brillante entre el oro y pedrerías de un rico aderezo‖ (Blest Gana, Martín
Rivas, 22, las cursivas con nuestras).
46
Novela/folletín en la narrativa fundacional de Alberto Blest Gana
y Adelaida se han casado con sus respectivos interpares y don Dámaso Encina le ha
encomendado la dirección de sus asuntos financieros. En el fondo, la novela traza la
configuración de un mundo ―moderado‖ —aunque superior al de una aurea
mediocritas— donde el dinero es lícito y el amor supera la carencia del dinero. En suma,
Martín Rivas es el trazado de una sociedad en que los ―honrados —e inobjetados—
tejedores políticos‖ como don Dámaso Encina están al frente de la cuestión política y
de la economía de la nación. Por lo mismo, la distancia que alcanza Blest Gana frente a
los folletinistas de su época provoca una tendencia a excluir ese estilo en este novelista,
o aluden a ello de manera indirecta en términos que recuerdan a los de Eco respecto del
folletín, cuando se afirma que en Martín Rivas ―La imaginación colectiva, con buen
instinto, ha abstraído aquello que satisface sus aspiraciones de felicidad, es decir,
historia de amor de un joven pobre que vence la resistencia de una joven rica y
desdeñosa… un cuento de hadas donde las expectativas del bien y de la felicidad se
realizan conforme a la moral ingenua‖ (Goic, 45).
50
Novela/folletín en la narrativa fundacional de Alberto Blest Gana
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—— ―De parlamentos, el amor y la guerra en la conquista de Arauco‖, en Taller de
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—— ―La monja alférez de José Victorino Lastarria: oscilaciones metaficcionales‖, en
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for the Study of Ideologies and Literature, Prisma Institute, 1987: 29-48.
51
Eduardo Barraza Jara
52
53-70
DEFINIENDO UNA ANTROPOLOGÍA PARA EL CRIMINAL EN EL
CHILE FINISECULAR (SIGLOS XIX-XX)
Defining an anthropology for criminals at the turn of the century Chile
(XIX-XX centuries)1
Abstract
This study seeks to analyze the role of the anthropological depiction of crime in Chile
for the construction of a new image of the urban criminal. Accordingly, it is argued that notions
of Bertillon and Lombroso would have given ―scientific‖ support to prejudices that stigmatized
specific population groups in the popular sectors of the cities. Also, in a chronological period
from the end of the 19th century until the middle of the next century, we can see how the main
ideas of this new criminological approaches would have helped to justify the criteria and
measures taken by the authorities to define a social defense policy based on the characterization
of a ―common enemy‖. This was now identifiable from a photographic record that depicted his
unhealthy inner nature, as well as certain physical features that revealed his biological
predisposition to evil.
Key words: Criminal anthropology, Anthropometry, Bertillonage, Criminology, Identification.
INTRODUCCIÓN
Las ideas penales surgidas de la modernidad ilustrada intentaron desde
temprano no solo disminuir los actos delictivos, sino además tratar de entender las
causas que le daban sentido y proyección a los crímenes en ciudades y zonas rurales
1
Este trabajo forma parte del Proyecto Fondecyt Nº 1140777 (2014-2016).
Marco Antonio León León
54
Definiendo una antropología para el criminal en el Chile finisecular (siglos XIX-XX)
EL CRIMINAL Y SU NATURALEZA
Si existía una ciencia natural que ayudaba a comprender el mundo y sus
dinámicas, debía estar presente asimismo una ciencia que se encargara de resolver o
adelantar los posibles problemas que una sociedad en transición, desde lo tradicional a
lo moderno, podía experimentar. La solución de dichos inconvenientes sociales y
económicos se convirtió en un tema de estudio, pero más que buscar causas en la falta
de políticas gubernamentales o en la gestión de las autoridades locales, se visualizaron
como responsables a determinados grupos urbanos, marcados por su pobreza y
marginación de lo que se entendía en el siglo XIX por una vida ―civilizada‖. Esos
eran los sectores populares, cuyos comportamientos habían sido cuestionados desde
hacía siglos, pero que ahora se veían, por su proclividad, a caer en vicios que
derivaban en delitos, como sujetos-objetos de una ciencia que debía concentrarse en
ellos, analizarlos, clasificarlos y, de ser posible, regenerarlos. Esa fue la lógica que
estuvo detrás del nacimiento de la antropología criminal como un saber de
identificación, diagnóstico y experimentación, cuya principal materia prima eran los
delincuentes y criminales surgidos del bajo pueblo urbano.
Esta nueva forma de conocimiento fue usada como una disciplina indicativa
para individualizar a los potenciales agresores de la propiedad, a los socialmente
peligrosos. Se ofreció así como un saber práctico (una pedagogía) necesaria a la
política de prevención y represión de los criminales y fue utilizada, en distintos
niveles, por jueces y policías. Por supuesto, detrás de dicha política de defensa
social se encontró el miedo social que tampoco era nuevo, pero que igualmente
tuvo renovadas formas. El crecimiento urbano y la industrialización habían
generado una nueva marginalidad, la de los grupos proletarios, a quienes se les
asociaba con una peligrosidad derivada del propio desarrollo económico capitalista
que provocaba desigualdades en la distribución de la riqueza. De ahí el temor a que
estos grupos se rebelaran y atentaran contra la vida y patrimonio de los
privilegiados (Chevallier, 1978).
Se aprovechó asimismo la identidad conflictiva atribuida a los obreros
(proletarios-pobres-criminales) por las elites y se intentó definir a las clases peligrosas
como naturalmente distintas de las trabajadoras, atribuyendo a las primeras la
cualidad de ―degeneradas‖ y a las segundas la cualidad de ―útiles‖. En ello cobró un
papel fundamental la estadística, que cuantitativamente demostró cómo el grueso de
los perpetradores de delitos provenía de los sectores sociales más bajos de la sociedad.
En consecuencia, la antropología criminal elaboró su propio marco de
interpretación del delito y los delincuentes, ocupando como principio básico la
utilización del método científico para probar que sus acercamientos al estudio de la
criminalidad eran empíricamente verificables (León León, 2003). Esta tuvo su origen
en la Italia de mediados del siglo XIX y fue concebida a partir de la disección craneal
que el italiano Cesare Lombroso (1835-1909) practicara a un célebre criminal:
55
Marco Antonio León León
Villela. Tal operación le permitió observar ciertas anomalías que lo llevaron a pensar
que el delincuente presentaba atavismos antropológicos que no solo lo identificaban
como tal, sino además lo vinculaban con los hombres primitivos, portadores del
instinto salvaje de los animales (Peset, 154-164).
La publicación de su principal obra, El hombre delincuente, en 1876, sintetizó
y consolidó dichas afirmaciones. Como sostiene una investigación reciente, en buena
medida ―parte de la fama decimonónica de la antropología criminal se debió al
prestigio de la teoría evolutiva, y en este punto hay que señalar, sumada a la discutible
interpretación que Lombroso hace de Darwin, la idea de recapitulación propuesta por
el ―bulldog alemán‖ del segundo: Ernst Haeckel. Además, desde el campo científico
se generaban teorías cuyo cerrado determinismo se ajustaba perfectamente a los
postulados de Lombroso‖ (Da Re y Maceri, 101). Las teorías de Lombroso y sus
seguidores se expandieron a Italia, Inglaterra y a otros países, e inspiraron una
fascinación por el lazo entre la herencia y la conducta delictiva que apasionaría a los
científicos sociales al menos durante medio siglo (Herman, 124).
Si el estudio de los criminales era una ciencia, quienes se dedicaban o
acercaban a ella eran los ―nuevos profesionales‖ (criminólogos) de esta renovada
manera de mirar la realidad delictiva. Fue así como la terminología científica empezó
a adoptarse, empleándose conceptos como los de ―patología social‖, ―enfermedad‖,
―contagio‖, ―laboratorio‖, ―actividad terapéutica‖; solo por mencionar a los más
conocidos. De acuerdo con el ―diagnóstico‖ de Lombroso, los criminales tenían una
condición atávica que venía en su carga hereditaria, condición que luego extrapolaba
a los pueblos no europeos los que, a su entender, ―eran menos evolucionados‖
colocándolos ―en el lugar casi de ancestros de la humanidad, para luego igualarlos
con los criminales‖ (Da Re y Maceri, 111). Si bien la antropología criminal había
surgido desde la medicina, su impacto fue mayor en el derecho, en especial al
momento de explicar las desigualdades sociales y las transgresiones a la ley.
Institucionalmente se apoyó en el régimen penitenciario que había logrado
consolidación en EE.UU., Europa y América Latina décadas antes (Salvatore y
Aguirre, 1996; Buffington, 2001; Piccato, City of suspects); creándose espacios
controlados e ideales para que los criminólogos desarrollaran su tarea de
identificación, así como de clasificación y estudio de los delincuentes.
Este saber criminológico no estuvo vinculado a un proyecto político
específico, pues fue asimilado por conservadores, liberales y hasta por el socialismo.
La responsabilidad moral, defendida hasta entonces por la criminología clásica, fue
reemplazada por una elevada dosis de determinismo, junto con un nuevo enfoque
terapéutico de la vida social. Esta nueva postura tuvo también como bandera de lucha
la reforma de los recintos carcelarios, los que ya no solo debían velar por la privación
de libertad en condiciones dignas, con instrucción y trabajo en talleres, sino además
encargarse de clasificar e incorporar a la población penal a los estudios de los
criminólogos. De allí que en la generación de conocimiento criminal se concibiera a
56
Definiendo una antropología para el criminal en el Chile finisecular (siglos XIX-XX)
las prisiones como ―laboratorios‖ desde donde era posible llevar a cabo dicha tarea
(Salvatore y Aguirre, 169-193; Salvatore, 127-158)2. Con este mismo criterio, la
primera publicación chilena que dio cabida oficial a estas ideas, la Revista de
Prisiones, dependiente de la Dirección General de Prisiones (1889-1896), aclaraba en
uno de sus artículos que:
La escuela criminal positiva tiene por objeto, en el campo práctico, la
disminución de los delitos; en el teórico, se propone el estudio concreto del
delito como hecho natural y por eso es que estudia a quien comete el delito: al
hombre delincuente […] El criminalista como el médico de aquella antigua
escuela, ha debido ocuparse del delincuente como del enfermo. No basta curar
al delito sino al delincuente y he ahí lo que busca y pretende la escuela
positivista, que se levanta contra las teorías de la escuela clásica (Revista de
Prisiones Nº1 1889: 45-46).
Los problemas de esta ―ciencia del criminal‖ era que trataba de convertir los
supuestos en verdades, o las hipótesis en certezas, pues partía de la base de que los
criminales respondían a causas similares, olvidando contextos geográficos, sociales y
familiares. Muchas de sus conclusiones provenían de los delincuentes encarcelados
que se prestaban con facilidad para sus indagaciones, lo que significaba fundar gran
parte de sus argumentos y conclusiones en la equiparación entre delincuentes y reos,
afectando con ello a los futuros diagnósticos y predisponiendo a los criminólogos para
asociar conductas similares a medios o escenarios disímiles. La realidad, vista así, era
obvia: el encarcelado era el ―conejillo de indias‖, mientras el observador era el
―científico‖ y la cárcel el ―laboratorio social‖.
2
Esas fueron, entre otras, las discusiones planteadas en los Congresos de Antropología Criminal
desarrollados en Roma (1885) y París (1889). Un ejemplo de la repercusión de estos planteamientos en
América Latina se encuentra en Salvatore y Aguirre, 169-193; y en Salvatore, 127-158. No obstante,
Salvatore confunde el discurso reformista penitenciario, muy anterior a la antropología criminal, con
algunas propuestas de esta para usar las prisiones como laboratorios de investigación social-criminal.
57
Marco Antonio León León
58
Definiendo una antropología para el criminal en el Chile finisecular (siglos XIX-XX)
Los progresos obtenidos por las ciencias naturales en el siglo XIX mostraron la
importancia de contar con un método científico. Entre el mundo físico y el mundo
social, se suponía, existían leyes comunes y, como tales, cognoscibles por medio de
un método común. Ello fue lo que llevó a una interpretación mecanicista de la
sociedad. Así, a la idea de un libre albedrío se opuso un férreo determinismo
biológico, pues el crimen tenía una causa antropológica anterior a cualquier definición
jurídica (debido a la distinta conformación del cráneo, un cromosoma anómalo, etc.).
De ahí que fuese preciso un método experimental que, basado en la experimentación
y la observación, estableciera las leyes que regían el comportamiento criminal. Acto
seguido vendría la clasificación de los mismos y el examen detallado de las causas de
sus conductas delictivas (Blanckaert, Des savages, 70). No obstante, era complicado
tratar de entender si en verdad algunos individuos (hombres, mujeres y niños)
estaban predeterminados para delinquir, como tampoco era fácil explicar quiénes
tenían alguna posibilidad de ser regenerados.
De acuerdo con lo planteado por Beatriz Urías Horcasitas, las teorías
antropológicas referentes a las razas en México estuvieron marcadas solo
marginalmente por el positivismo criminológico italiano, pues estas eran anteriores a
él, junto al hecho de que tal postura fue rechazada por los círculos antropológicos
(Horcasitas, Indígena y criminal, 145-166; Blanckaert, Lógicas da antropotecnia,
145-156)3. En Chile, tal panorama es menos claro, pues no hay evidencias de una
aceptación o rechazo general a los planteamientos positivistas por parte de los
antropólogos, quienes por lo demás, para inicios del siglo XX, estaban más
preocupados por rebatir la teoría de una supuesta homogeneidad racial chilena,
defendida por los cronistas coloniales y Diego Barros Arana en el siglo anterior. Tal
argumentación fue descartada con fuerza por Ricardo E. Latcham desde 1911
(Orellana, 22-23)4. En lo que respecta a Lombroso y la antropología criminal, no
hemos encontrado menciones, las que son más evidentes y numerosas fuera del
ámbito antropológico, según veremos.
En no pocos análisis pertinentes a la materia realizados por contemporáneos,
especialmente médicos y juristas, se solían combinar las dimensiones
antropológicas, biológicas y sociales del problema criminal, dándose énfasis en
algunas oportunidades a las condiciones de vida como determinantes de conductas
delictivas:
3
Según la autora, tampoco en Francia ni en Alemania el positivismo criminológico fue recibido de manera
convincente por los antropólogos. En México habría ocurrido algo similar, siendo recibido solo por los
juristas. Para el caso de Brasil, sabemos del anatomista Léonce Manouvrier como alguien contrario a las
ideas lombrosianas (Blanckaert, Lógicas da antropotecnia, 145-156).
4
Los estudios que analizan el desarrollo de la antropología en Chile en este período son, por lo general,
escasos. Una visión panorámica, de donde hemos extraído la información citada, se encuentra en Orellana
(22-23). Obra que, pese a su título, contempla igualmente la evolución de la disciplina antropológica.
59
Marco Antonio León León
El medio social es una fuente prodigiosa de móviles más o menos fuertes que
contribuyen a imprimir caracteres variados en las acciones humanas. El
individuo tiene una tendencia marcada a hacer lo que ve; es esencialmente
imitador. De aquí la influencia benéfica o perniciosa del ejemplo. El hombre
recibe el primer germen de su individualidad posterior en el seno de su
familia; y es natural pensar que el buen contacto hará individuos buenos y
honrados, útiles para la sociedad en que vive; y que el mal contacto formará
caracteres malignos y dará frutos podridos. Además, por la ley de la
adaptación, se modelarán también organismos robustos como se modelarán
espíritus bien constituidos (Vergara Flores, 356).
Así igualmente lo hacían notar otros comentaristas, mostrando que no se
trataba de un juicio aislado:
La Antropolojía criminal, ciencia de observación, ha conquistado hasta hoy,
aclarándolo, gran parte del oscuro, estenso e incierto terreno de la
criminología; ha reducido a sus justos límites el tipo del criminal nato, i ha
invocado las causas sociales como necesarias, para la explicación de la
criminalidad. Quédale por fijar la solución de los problemas sociales
inherentes, i propender al estudio e implantación de una legislación adecuada
i universal; que, preservando a la Sociedad, combata i castigue el crimen, e
impida las injusticias que pueden cometerse por falta de reconocimiento
oportuno de los irresponsables (Beca, 16).
[Es preciso] abrir con prudencia nuestro derecho penal, nacido de la escuela
clásica, a los nuevos horizontes señalados por la escuela positiva, que
desenvuelve i completa a aquella, aplicando al estudio de los delitos i de las
penas el método experimental e inductivo, que ya ha dado extraordinario
impulso i desarrollo a las ciencias físicas i sociales i que sustituye a las
hipótesis abstractas el estudio profundo de los hechos. Debe, asimismo,
establecer un equilibrio equitativo entre los derechos individuales i sociales; i
tener presente, en lo posible, los factores naturales del delito i las categorías
antropolójicas i las condiciones sociales e intelectuales de los delincuentes i el
medio en que se han formado (Ministerio de Justicia Vol. 294, 1899 en
Fernández, 38).
En esta línea de razonamiento el orden social no era puesto en duda, pues,
todo lo contrario, este era legitimado y las responsabilidades se buscaban en las
condiciones de vida y en la natural peligrosidad del autor del delito:
…ora es la inclinación innata de defectuosa organización física i moral la que
impele instintivamente al hombre a la subversión de las leyes civiles i
naturales, ora la absoluta carencia e ignorancia de la moral cristiana la que
ciega al padre i no ve la horrenda pendiente en que él, i por su culpa, el hijo
tiene fatalmente que caer, abandonados como están a la mazmorra de los
vicios i al fango pútrido de las malas compañías (Barros Ovalle, II-III).
60
Definiendo una antropología para el criminal en el Chile finisecular (siglos XIX-XX)
5
En la opinión de Rivacoba: ―Ferri concibe aún la sociología criminal en un sentido enciclopédico, que él
dice sintético, comprensivo de la Antropología, la Psicología y la Estadística criminales, del Derecho Penal
y de las disciplinas penitenciarias, desdibujándose con esta amplitud y heterogeneidad su contorno y
naturaleza, pero no es menos cierto que atiende en particular a los aspectos sociológicos, procurando
armonizarlos con los biológicos que había estudiado Lombroso, y condensando esta posición en la
siguiente frase: ―El medio social, pues, da la forma al delito, que tiene su base en el factor biológico‖.
61
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6
La presencia de Ferri en Chile no solo despertó admiración, sino igualmente crítica entre algunos sectores
como la Iglesia Católica. El Arzobispo de Santiago, Juan Ignacio González Eyzaguirre, solicitó a los
católicos que no acudieran a las conferencias del italiano (El Mercurio, Santiago, 4 de octubre de 1910).
Además, una de las conferencias relativas a la ―psicología de la mujer‖ motivó varios cuestionamientos
que se hicieron explícitos en la prensa (El Mercurio, Santiago, 5 de octubre de 1910). Ello no es algo
fortuito, pues Ferri también consideraba, igual que Lombroso, la inferioridad biológica y sicológica de la
mujer. Un buen ejemplo de la difusión anterior de dichos planteamientos se encuentra en el trabajo de
Brandau (1908).
62
Definiendo una antropología para el criminal en el Chile finisecular (siglos XIX-XX)
63
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Definiendo una antropología para el criminal en el Chile finisecular (siglos XIX-XX)
CONCLUSIONES
Sucintamente hemos tratado de mostrar cómo las ideas lombrosianas, primero,
y del bertillonage, después, ayudaron a difundir y a construir en Chile una nueva idea
antropológica de lo que era un criminal. Su aspecto físico, visible por medio de las
mediciones antropométricas y los retratos de identificación, era el correlato obvio de
una naturaleza interior vil, viciosa y criminal. En consecuencia, su identificación y
caracterización apuntaba a poner en evidencia su degeneración, tanto física como
moral, idea propia de un saber criminológico configurado en el viejo mundo y que fue
importado sin mayores inconvenientes, pues se confiaba en su aplicabilidad mecánica
a cualquier escenario histórico, geográfico y humano.
Esta nueva mirada antropológica se convirtió en una disciplina que involucró a
especialistas y profanos, traspasando así los ámbitos especializados, pero no logró
tener un respaldo por quienes sí se dedicaban a los estudios antropológicos en el país,
debido, de acuerdo con lo que hemos podido indagar, a que sus objetos de estudio no
se encontraban definidos por la contingencia, sino más bien se ubicaban en el pasado
indígena. A diferencia de dicha perspectiva, la antropología criminal tuvo un interés
directo en lo contingente, reafirmando bajo criterios ―científicos‖ antiguos prejuicios
de corte racista y clasista. De ahí que al momento de tomar acciones concretas
respecto de la criminalidad y sus protagonistas, se volvieran a repetir dichas
estigmatizaciones, aunque ahora orientando una política de defensa social que
establecía límites entre lo normal y lo anormal, entre los ciudadanos y un enemigo
común que habitaba en las ciudades y que era definible por su caracterización física y
por la deducción de un perfil de moralidad a partir de ella. Así se podía reconocer a
67
Marco Antonio León León
delincuentes y criminales y proyectar medidas a corto, mediano y largo plazo, pero tal
manera de concebir al mundo del crimen y a sus protagonistas encontrará matices en
las primeras décadas del nuevo siglo XX, cuando aparezcan algunos estudios que se
alejen del determinismo biológico y tome más fuerza la dactiloscopia en reemplazo
de la filiación antropométrica. No obstante, el perfil antropológico trazado desde fines
del siglo anterior continuará reapareciendo intermitentemente en las décadas
siguientes cada vez que sea preciso respaldar con antecedentes ―científicos‖ prejuicios
hacia una determinada clase, raza o género.
OBRAS CITADAS
Aguirre, Carlos. The Criminals of Lima and their Worlds. The Prison Experience,
1850-1935. Durham: Duke University Press, 2005.
Almandos, Luis Reyna. ―Fichas palmares. Nueva aplicación de la fórmula
dactiloscópica de Vucetich‖, en Álbum Histórico de la Policía de Chile,
Santiago: Santiago Editorial, 1923: 115-124.
Anitua, Gabriel Ignacio. ―Contradicciones y dificultades de las teorías del castigo en
el pensamiento de la Ilustración‖, en Iñaki Rivera Beiras (coord.). Mitologías y
discursos sobre el castigo. Barcelona: Anthropos, 2004: 13-32.
Barros Ovalle, Pedro N. Manual de antropometría criminal i jeneral. Santiago:
Imprenta de Enrique Blanchard-Chessi, 1900.
Beca, Manuel Segundo. Antropolojía i Antropometría criminal. Estado de la
cuestión. Estudio presentado al V Congreso Científico Jeneral Chileno de
1898. Santiago: Imprenta Cervantes, 1898.
Becker, Peter y Richard F. Wetzell (eds.). Criminals and their Scientists. The History of
Criminology in Internacional Perspectives. Cambridge University Press, 2006.
Blanckaert, Claude. ―Lógicas da antropotecnia: mensura do hominem e biosociología
(1860-1920)‖, en Revista Brasileira de Historia. São Paulo, Vol. 21, Nº 41,
2001: 145-156.
—— ―Des savages en pays civilis. L´anthropologie des criminels (1850-1900)‖, en L.
Mucchielli. Histoire de la criminologie française. Paris: L´Harmattan, 1994.
Brandau, Valentín. Caracteres de la mujer según la psicología contemporánea.
Santiago: S.P.I., 1908.
Buffington, Robert. Criminales y ciudadanos en el México moderno. México: Siglo
XXI Editores, 2001.
―Consideraciones sobre cárceles‖, en Revista de Prisiones, Nº 1, Santiago, 1 de junio
de 1889: 45-46
68
Definiendo una antropología para el criminal en el Chile finisecular (siglos XIX-XX)
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70
71-80
1
DERECHO, IDEOLOGÍA Y DISCURSO
Law, ideology and discourse
Resumen
Este trabajo pretende examinar las relaciones entre derecho, ideología y discurso. Para
ello se asume la teoría sociocognitiva de la ideología de Teun van Dijk y el enfoque
institucional acerca de la naturaleza del derecho de Joseph Raz explorando la posibilidad de la
existencia de ideologías legales. A partir de un ejemplo, se muestra la imbricación del campo
político con el campo de la justicia y se concluye que los jueces adhieren al menos a dos
grupos ideológicos, uno de carácter político y otro de carácter profesional.
Palabras clave: Ideología, Grupos ideológicos, Ideología de los jueces, Texto sentencia.
Abstract
This paper aims to examine the relationship between law, ideology and discourse. To
do this, the sociocognitive theory of Teun van Dijk’s ideology is ascribed together with Joseph
Raz’s institutional approach to the nature of law by exploring the possibility of existence of
legal ideologies. Starting from an example, we show the overlap between the political field
with the field of justice and conclude that judges adhere to at least two ideological groups, one
of a political nature and the other of a professional nature.
Key words: Ideology, Ideological groups, Ideology of judges, Sentence text.
1. INTRODUCCIÓN
El objetivo de este trabajo es examinar las relaciones entre derecho, ideología y
discurso. Para ello se articula la teoría del sistema jurídico de Joseph Raz con las
nociones de discurso e ideología de Teun van Dijk. Se trata entonces de hacer patente
las relaciones entre estos conceptos y establecer un marco conceptual que permita
estudiar al derecho como discurso. Así, el objetivo de este trabajo es relacionar la
ideología con el derecho, entendiendo al derecho como una práctica discursiva.
El derecho en tanto discurso es una práctica social compleja porque se ve
configurado por ciertas instituciones y determinadas estructuras sociales que
establecen una relación dialéctica entre el evento discursivo y los demás elementos
que lo configuran, entonces: el discurso moldea lo social y lo social moldea el
discurso (Fairclough y Wodak, 367). Por ejemplo, la dictación de una norma jurídica
implica un discurso particular que para ser comprendido requiere analizar la relación
dialéctica existente entre la dictación de la nueva norma (en tanto práctica discursiva
1
Este artículo forma parte del proyecto de investigación Fondecyt-Chile Nº 1110332: “Análisis del texto
sentencia penal como signo de la cultura jurídico-judicial”.
Juan Pablo Zambrano Tiznado
2. IDEOLOGÍA Y DISCURSO
Las teorías clásicas de la ideología se caracterizan por destacar su aspecto social.
En Van Dijk (Ideología; Ideología y análisis del discurso, 9-36), sin embargo, la
ideología es entendida, además, en su aspecto cognitivo. En su aspecto social, para Van
Dijk una ideología es “el fundamento de las representaciones sociales compartidas por
un grupo social” (Política, ideología y discurso, 17) mientras que, en su aspecto
cognitivo, la ideología es “una representación mental almacenada en la memoria, que
puede ser usada para actividades como la interpretación de acontecimientos y acciones,
la comprensión de un discurso, o la producción de (inter)acciones” (Algunas notas, 37).
Entonces, las ideologías son las creencias axiomáticas (Política, ideología y discurso,
21) que tiene un grupo social y que generan identidad y sentido de pertenencia al mismo
tiempo que, en tanto representaciones mentales, permiten entender, interpretar y
comprender los discursos de la comunidad ideológica a la que se pertenece y las
ideologías de los demás grupos ideológicos.
Ahora bien, cualquiera que conozca la obra de Van Dijk se dará cuenta del
pastichedel título de este trabajo con un artículo suyo titulado Política, ideología y
discurso (2005). En él, su autor pretende especificar su teoría de la ideología a la
política. En mi caso, pretendo realizar tal especificación al derecho. Sin embargo, con
el título de este texto quiero significar algo más: una concepción acerca del derecho
en donde el fenómeno jurídico constituye un subsistema del sistema político (Raz, La
autoridad, 131-2; La ética, 221). En efecto, siguiendo a Raz (La ética, 220), el
sistema político es uno más de los subsistemas que forman el sistema social, y todos
ellos —el sistema jurídico, el sistema político y el sistema social— son normativos,
aunque no se compongan únicamente de normas.
Es importante destacar que el enfoque institucional respecto de la cuestión de
la naturaleza del derecho es consciente de que los sistemas político y jurídico se
relacionan entre sí y precisamente esta sería su ventaja frente a enfoques rivales como
el lingüístico y el centrado en la perspectiva del abogado (Raz, La ética, 220-221).
Como afirma Raz (220), la adopción de este enfoque permite “examinar a los
2
En una publicación anterior he sostenido, a propósito de la idea de “nuestro derecho”, que el desafío de
“la Teoría Analítica del Derecho posthartiana de alcanzar una conceptualización unívoca, abstracta y
general de El Derecho, aparenta verse fracturada por la inclusión de una cuota de localidad idiosincrásica
en su formulación” (Zambrano y Agüero, El ‘cultural point of view’, 390).
72
Derecho, ideología y discurso
73
Juan Pablo Zambrano Tiznado
analizar los textos3 he utilizado algunas de las categorías analíticas y los dominios del
discurso que utiliza Van Dijk (Política, ideología y discurso, 32- 44) en el análisis del
discurso político.
Ejemplificación/ilustración (argumentación)
Se trata de ilustrar un punto de vista mediante un ejemplo o historieta. En este
caso se discute la afirmación del vicepresidente de la Cámara alta senador Jaime
Naranjo, quien ha acusado a la oposición de politizar el nombramiento de los jueces.
El senador Pablo Longueira para negar la acusación utiliza como ejemplo el caso de
la ministra Raquel Campusano.
El verdadero veto a los nombres que postulan al máximo tribunal lo ejerce
silenciosamente el propio oficialismo, al realizar la presentación. La mejor jueza
que ha habido en la historia del poder judicial fue la ministra Raquel
Campusano y, lamentablemente, nunca llegó a la Corte Suprema porque
investigó el caso Guzmán y procesó al socialista Marcelo Schilling.
En este caso además, el ejemplo se expresa de manera hiperbólica al afirmar
que es “la mejor jueza que ha habido en la historia del Poder Judicial” la que ha sido
objeto de un veto político.
Presuposición (significado)
Se trata, como expresa Van Dijk (Política, ideología y discurso, 43), “que las
presuposiciones a menudo se usan para dar por establecida la verdad de tal
proposición cuando en realidad no se establece en absoluto tal verdad”. La cita
corresponde al senador Alberto Espina quien afirma:
3
Todas las citas textuales a senadores de la República se obtuvieron del artículo de prensa titulado
Categórico respaldo del Senado a Pedro Pierry y Héctor Caamaño como nuevos integrantes de la Corte
Suprema del 6 de agosto de 2006. Recuperado el 1 de mayo de 2011, desde
http://www.senado.cl/prontus_galeria_noticias/site/artic/20080129/pags/20080129120329.html
74
Derecho, ideología y discurso
Implicación (significado)
Se refiere a aquella información que los políticos no mencionan pero que está
implícita. Los destinatarios que tienen los conocimientos, los valores y las actitudes
comprenden en el discurso estos significados porque ellos forman parte del modelo
mental que el destinatario tiene y que le permite comprender el discurso a cabalidad.
Lamento el resultado porque creo que el ministro Cerda reunía todas las
cualidades profesionales: una gran probidad, una trayectoria impecable, un
doctorado de excelencia y, en definitiva, como ha quedado claro en el debate, su
valentía y su independencia en momentos muy difíciles en nuestro país en los
años 80, marcar esa independencia y el respeto a los Derechos Humanos
fueron, en definitiva, el detonador de que no hubiera contado con los votos
necesarios.
En el ejemplo, el senador Frei se lamenta del rechazo de la postulación del juez
Cerda sin indicar responsabilidades por ese resultado. Según su opinión, el rechazo es
consecuencia tanto de su independencia como de la defensa de los derechos humanos
que llevó a cabo en los años 80. De este modo se deja implícito que quienes votaron
por el rechazo no valoran la defensa de los derechos humanos que realizó el ministro
Cerda en los tiempos del gobierno militar. Del mismo modo, en el caso de la jueza
Campusano, la senadora Matthei también se lamenta del rechazo pese a los
merecimientos. En el ejemplo —al igual que el senador Frei— no indica
responsabilidades: “no puedo dejar de lamentar que la señora Raquel Campusano no
haya llegado a la Suprema porque también lo merecía”.
75
Juan Pablo Zambrano Tiznado
4
Para rotular a los diversos modelos político-constitucionales, entre las muchas opciones disponibles,
utilizo la propuesta de Gargarella (2005).
5
En este sentido, el problema es metodológico. Se trata que al establecer un corpus, el analista utilice un
criterio que permita cierta representatividad respecto del conjunto.
77
Juan Pablo Zambrano Tiznado
6
Para Correas, las definiciones legales, como el art. 102 del Código Civil que define el matrimonio
corresponden a discursos jurídicos porque carecen de sanción. En mi caso, prefiero usar la regla de
reconocimiento como criterio para distinguir las normas que son discurso del derecho de aquellas que son
discurso jurídico. En este sentido, las normas morales o políticas cuyo uso está autorizado por normas
jurídicas constituyen, por este reenvío, discurso del derecho. Sin embargo, los jueces pueden utilizar
discrecionalmente normas que no pertenecen al sistema jurídico. Relativo a este punto, Raz afirma “el
panorama resultante consiste en que los tribunales aplican tanto consideraciones jurídicas (por ejemplo,
positivistas, autoritativas) como no jurídicas. Se basan tanto en razones ejecutivas como en razones
deliberativas, aunque el derecho pertenezca solamente al primer tipo” (La ética, 224).
78
Derecho, ideología y discurso
7. CONCLUSIONES
He mostrado cómo es posible darle contenido a la noción de “nuestro derecho”
utilizando herramientas de análisis del discurso. Se trata de hacer emerger las formas
concretas en que un determinado sistema jurídico se vincula con un sistema político.
Estas características pueden resultar interesantes porque permitirían evidenciar
continuidades y discontinuidades en los rasgos característicos de “nuestro derecho”, al
mismo tiempo que puede mostrar la evolución de una determinada ideología o
incluso el modo en que una determinada creencia axiomática pasa a constituirse con
el tiempo en un conocimiento sociocultural.
Una de las principales dificultades para realizar un análisis del discurso
jurídico lo constituye la determinación de un corpus de sentencias. Luego,
determinado el corpus, la ideología de la imparcialidad es el principal reto que debe
afrontar el analista. En efecto, su alto grado de institucionalización obliga a ser
cuidadosos en la selección de los textos, de modo que permitan efectivamente
visibilizar la ideología expresada de manera ritual. Sin embargo, pese a las
dificultades, creo que las posibilidades que brinda la utilización de herramientas de
análisis del discurso son variadas en la medida que la selección adecuada de un
corpus permita, parafraseando a Mackie (Agüero y Zambrano, La narración, 30;
Integración metodológica), reconstruir el modo en que hemos construido lo bueno y
lo malo en nuestra sociedad.
Universidad de La Frontera*
Departamento de Ciencias Jurídicas
Av. Francisco Salazar Nº 01145, casilla 54 D, Temuco (Chile)
juanpablo.zambrano@ufrontera.cl
OBRAS CITADAS
Agüero, Claudio y Zambrano, Juan Pablo. “La narración en las sentencias penales”,
Revista Universum 24 Nº 2, 2009: 28-41.
—— “Integración metodológica para el estudio del texto de las sentencias penales
chilenas”, Revista Convergencia 17 Nº 54, 2010: 69-91.
Atria, Fernando. “Jurisdicción e independencia judicial: el poder judicial como poder
nulo”, Revista de Estudios de la Justicia 5, 2004: 119-141.
Correas, Oscar. Crítica de la ideología jurídica. Ensayo sociosemiológico. Ciudad de
México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1993.
Fairclough, N. y Wodak R. “Análisis crítico del discurso”, en El discurso como
interacción social. Teun van Dijk (comp). Barcelona: Gedisa, 2000.
Gargarella, Roberto. Los fundamentos legales de la desigualdad: el constitucionalis-
mo en América (1776-1860). Madrid: Siglo XXI, 2005.
79
Juan Pablo Zambrano Tiznado
80
81-93
LAS TEORÍAS DE LA ARGUMENTACIÓN EN EL TIEMPO I: LA
ÉPOCA FUNDACIONAL
Argument theories during time I: The foundational time
Resumen
La historia de las teorías de la argumentación es, en términos generales, la historia de la
evolución del uso de estructuras, procedimientos y recursos y, probablemente por eso mismo,
subsisten en ella todavía algunos problemas no resueltos como la periodización, la
conceptualización, los índices descriptores y si debemos hablar de varias teorías o de una sola
construida con diversos aportes a lo largo de la tradición. En las páginas que siguen
enunciamos estos problemas, proponemos una ampliación para uno de los esquemas clásicos
de periodización y nos centramos fundamentalmente en presentar algunos elementos relevantes
que permitan trazar una imagen del primero de estos períodos, conocido como ―fundacional‖.
Palabras clave: Argumentación, Historia de las teorías de la argumentación, Problemas,
Periodización.
Abstract
The history of argument theories is, in general, the history of the evolution of the use of
structures, procedures and resources. Probably due to that, some unresolved problems such as
periodization, conceptualization, descriptor indices, and whether we should talk about one or
several theories built upon different contributions along the tradition, still remain. In this paper,
we state these problems, propose an extension to one of the classical periodization schemes,
and focus primarily on presenting some relevant elements in order to draw a picture of the first
of these periods known as ―foundational‖.
Key words: Argumentation, History of argument theories Problems, Periodization.
INTRODUCCIÓN
Este trabajo, que forma parte de una investigación mayor realizada en el marco
del Proyecto MECESUP UCV0004 (UCO), pretende enunciar, de manera sucinta y
problematizadora, una propuesta general de periodización del desarrollo de las teorías
de la argumentación y, principalmente, trazar una imagen general de lo que hemos
convenido en llamar período fundacional. Para conseguir estos fines, presentamos
primero —y en estricto apego a las restricciones de espacio—, de la manera más
escueta posible, una revisión de los principales problemas involucrados en la cuestión
de la periodización del desarrollo de las teorías de la argumentación, enunciando
problemas que esperamos dilucidar en futuras contribuciones; en segundo lugar, y a
fin de trazar una imagen del primero de los cortes cronológicos tratados (la época
Eduardo Risco del Valle
fundacional), ofrecemos una imagen de los principales aportes del período antes
mencionado a la constitución de las teorías de la argumentación .
1
Postura que podría justificarse desde la perspectiva de que las distintas teorías parecen ocuparse de los
mismos objetos siempre.
2
Cuestión que, a su vez, podría resultar justificada fundamentalmente por el hecho de que lo que parece
tomarse como criterio diferenciador es el uso de un concepto distinto de argumentación por cada una de ellas.
3
Es posible que la razón de esta extraña omisión resida en que Breton y Gauthier parecen construir su
periodización desde la lógica de la hegemonía ideológica y política del mundo grecolatino, fuera de ella,
efectivamente, no es posible reconocer una vigencia ―universalmente testificada‖ de los usos
argumentativos, sin embargo, aun cuando este hecho pueda deberse a la ausencia de documentos
históricos, también es posible probar que el ejercicio argumentativo (que efectivamente había abandonado
los espacios públicos) encontró otros más específicos y menos visibles (la apologética cristiana entre ellos)
en los que continuaron desarrollándose las teorías de la argumentación hasta su re-emergencia en 1958.
82
Las teorías de la argumentación a través del tiempo I: la época fundacional
83
Eduardo Risco del Valle
4
Nuestro acceso a esta fuente se produce a través de una edición crítica realizada en 1826 por E. Gros con
el título de: Examen critique del plus célèbres écrivains de la Grèce, par Denys d’Halicarnasse. Paris,
Brunot-Labbe éditeur. Nois atenemos a los contenidos del primer tomo y, en adelante, referimos a esta
obra todas las remisiones a Dionisio de Halicarnaso.
5
Dionisio de Halicarnaso, en Gros (1826, 69): ―kai piqanai, kai thn pistin‖.
84
Las teorías de la argumentación a través del tiempo I: la época fundacional
6
Murphy parece apoyar esta opinión aludiendo a los abundantes fragmentos argumentativos contenidos en
La Ilíada y en piezas dramáticas como Las Euménides de Esquilo. Véase: Murphy, J., 1989, Pp. 9-12.
7
―Corax‖ en algunos textos. De él no sabemos mucho, ya que su obra no ha llegado íntegra hasta nuestros
días, se sabe, sin embargo, que vivió en Siracusa y que, posteriormente al período de los Tiranos, se dedicó
a componer discursos para los reclamantes en los pleitos de tierra suscitados tras la caída de este régimen.
86
Las teorías de la argumentación a través del tiempo I: la época fundacional
derecho de posesión de sus dueños originales y, en tal contexto, Korax se hizo notorio
como logógrafo, es decir, como un compositor de discursos para los distintos
litigantes, oficio por el que recibía una conveniente remuneración. Tanto Breton y
Gauthier (2000, 13), como otros autores (aunque de manera menos esquemática),
coinciden en atribuirle el establecimiento de un primer esquema de construcción del
discurso argumentativo que, reconociendo cuatro partes del mismo, puede presentarse
del modo siguiente:
PRESENTACIÓN DE
EXORDIO DISCUSIÓN PERORACIÓN
HECHOS
Captar la atención del Decir de qué se habla, Proporcionar los Terminar por una
auditorio. exponer la propia tesis. argumentos a favor de fórmula sintética.
la tesis.
En donde es posible notar, además de una muy cercana semejanza con los
esquemas que Aristóteles ofrece en su Retórica, la presencia de un conjunto de
objetivos identificadores de las acciones que es preciso implementar para la
instanciación de cada una de las partes. El esquema parece haber tenido un gran éxito
y haber sido rápidamente adoptado por otros logógrafos, entre estos, evidentemente,
se encuentran los discípulos indirectos de Korax por medio de las enseñanzas de
Tisias. En efecto, resulta notorio el hecho de que Dionisio de Halicarnaso, en su
magnífico examen de los retores antiguos, cimenta buena parte de sus juicios en el
modo en que cada uno de estos retores construye cada uno de los distintos momentos
del discurso y, así, subraya en Lisias8 que maneja con particular maestría la
construcción del exordio, indicando las diversas estrategias que utiliza para iniciarlo y
que se resumen en:
– Comenzar con un elogio a sí mismo (bastante velado).
– Acusar directamente al adversario.
– Si es acusado, destruir en primer lugar las imputaciones que se le dirigen.
– Alabar a los jueces para hacerlos favorables a su persona y a su causa.
– Presentar la cuestión que trata como de interés general, de alta importancia y
que merece toda la atención del auditorio.
– Oponer su debilidad al prestigio y fuerza de su adversario para subrayar la
desigualdad de la lucha que va a emprender (Gros, 62–65).
8
458 – 380 a. de C. Nacido en Atenas, nunca llegó a gozar de nacionalidad ática debido a que era hijo de
un siracusano y a que, cuando este privilegio le fue concedido muchos años después, no pudo ejercerlo por
alguna formalidad no seguida en el momento en que la asamblea se lo otorgó, Cicerón parece conocer este
antecedente y le reivindica la nacionalidad ática porque “certe Athenis est et natus et mortuus et functus
omni civium munere (ciertamente nació y murió en Atenas y cumplió con todo deber de ciudadano).
87
Eduardo Risco del Valle
Del mismo modo, indica que Iseo9 ―pone la narración (presentación de los
hechos) en el lugar más conveniente, le da poca extensión y no incluye en ella
ninguna prueba‖ (Gros, 288), y agrega que es Isócrates10 el verdadero maestro en la
presentación, encadenamiento y distribución de las pruebas (172). Citas, todas estas,
que claramente demuestran la temprana y exitosa asunción de los preceptos korácicos
en materia de estructura u orden del discurso argumentativo.
Sin embargo, aunque las referencias al manual de Korax que aún sobreviven
muestran con meridiana claridad el desarrollo de una técnica oratoria, la verdad es
que el estatus de ―arte‖ de esta ocupación fue largo tiempo discutido sin que parezca
haberse presentado una solución explícita hasta la aparición de Lisias, quien, a decir
de Cicerón, fue el primero en afirmar la existencia de este ―oficio de orador‖11:
Nam Lysiam primo profiteri splitum artem esse dicendi: Lisias, pues, solía
declarar que había arte del decir (Cicerón, Brutus, 17).
b) El establecimiento de la Antifonía como espacio natural de ocurrencia del
discurso argumentativo
Plantin llama Antífona a ―la práctica sistemática de contraponer discursos‖(8),
indicando además que ―Todo argumento puede volverse del revés, y a todo discurso
le responde un contradiscurso producido desde otro punto de vista y proyectando una
realidad diferente‖(8), sin embargo, desde nuestra perspectiva, en su planteamiento
hay dos aspectos distintos aunque complementarios: la legitimación de la posibilidad
de contraargumentar, derecho connatural a todo locutor constituido en argumentador
en una instancia de discusión y, también, el carácter esencialmente dialógico del
intercambio argumentativo y que se relaciona con la posibilidad de intercambiar los
turnos de habla entre los distintos participantes en este intercambio. Es el segundo de
estos sentidos el que consideramos adecuado para la identificación del aporte de esta
etapa a las teorías de la argumentación, ya que supone la instalación de un precepto
que, de acuerdo con Murphy, entronca con un momento de evolución del
Ditirambo12, en donde ―dos partes opuestas o antitéticas del coro ditirámbico‖
(Murphy, 11) se separaron dando origen a la forma de diálogo que reconocemos ya
en la tragedia griega del siglo VII a. de C. y que, evidentemente, constituye el espacio
natural de ocurrencia del discurso argumentativo, pues, ha de tenerse en cuenta que
los discursos construidos según los precedentemente señalados ―preceptos korácicos‖
tenían como destino su ejecución en el ágora, un espacio en el que el diálogo,
9
420-340 a. de C.
10
436-338 a. de C.
11
Cuestión muy debatida y relevante porque la respuesta afirmativa a la misma confería legitimidad a la
enseñanza de la oratoria, pero, al mismo tiempo, le exigía la exhibición de los procedimientos y la
casuística de aplicación de los mismos que era requisito y rasgo identitario de todo oficio en la época.
12
Composición destinada a ser cantada o bailada por un coro de 50 personas durante las representaciones
públicas, sin un líder.
88
Las teorías de la argumentación a través del tiempo I: la época fundacional
89
Eduardo Risco del Valle
13
Recuérdese que vivió mucho tiempo después de los autores que trata (60 –7 a. de C.).
14
Dionisio de Halicarnaso en GROS, E., op cit., pp. 69.
15
―La pureza de su estilo‖.
16
Su ―manera‖ de relación de las cosas.
17
Estilo.
18
Acerca de la relación de las cosas.
19
Recuérdese que Aristóteles recomienda el uso argumentativo del ejemplo y el entimema como formas
privilegiadas de argumento, aunque se inclina principalmente por el último.
90
Las teorías de la argumentación a través del tiempo I: la época fundacional
con alegato público ante un grupo de jueces, la diferencia es que ahora no se trata de
un litigio por la posesión de la tierra, sino de una demanda que el propio maestro
Korax entabla contra su discípulo más dilecto, Tisias, exigiéndole que pague el
importe por las enseñanzas recibidas. El antecedente de esta disputa es la formulación
de la probabilidad en el siguiente contexto: un hombre robusto reclama haber sido
golpeado por un hombre menudo, de manera que el alegato discurre del modo
siguiente:
HOMBRE MENUDO : (Acusado de golpear a un hombre corpulento) ―No es
probable que yo hiciera tal cosa, porque el hombre
corpulento es más fuerte que yo y me vencería, y, como
yo lo sé, no iba a provocar su ira golpeándolo‖.
:
HOMBRE ROBUSTO ―El hombre pequeño sabe que las gentes considerarán
improbable que él me golpeara, así es que se sintió
seguro al golpearme‖.
Podrá notarse aquí que nos encontramos ante una disyuntiva muy difícil de
resolver, toda vez que no existe ninguna evidencia ―practicable‖ (asequible) de los
hechos y, en tal caso, ambos argumentos parecen aceptables en tanto que razonables y
esto es, precisamente, lo que pretende el argumento de probabilidad que deja a los
aspectos retóricos (estilísticos) del discurso la carga de obtener la persuasión o
convicción de los jueces. Pues bien, Korax utiliza este mismo tipo de argumento para
apoyar su demanda de pago contra su discípulo Tisias, pero el discípulo ha aprendido
muy bien la lección, de manera que se defiende con el mismo argumento, con lo que
la confrontación asume la siguiente forma.
KORAX : ―Debes PAGARME si ganas el caso porque eso demostraría el valor
de mis lecciones. Si pierdes el caso, debes pagarme también porque el
tribunal te obligará a hacerlo. Tanto en una situación como en la otra,
debes pagarme‖.
TISIAS : ―No pagaré nada, porque, si pierdo el caso, quedaría demostrado que
tus enseñanzas carecían de valor. Por otro lado, si gano, el tribunal me
absolverá de pagar. En una situación u otra, no pagaré‖.
Por supuesto, el final de esta historia no es claro, Murphy señala que ―el
tribunal aplazó la sentencia indefinidamente‖ (15) y Plantin indica que ―los jueces,
ante esta aporía, persiguieron a los litigantes a bastonazos‖ (7). Sea cual sea el final, lo
cierto es que la contribución que Korax hace a este período del desarrollo de las
teorías de la argumentación y al aspecto concreto que presentamos aquí, es la
incorporación de un tipo específico de argumento, cuya resolución dependerá, como
ya lo hemos dicho, de la cobertura estilística en la que se lo presente, hecho que, de
paso, explica el énfasis retórico que esta época parece subrayar.
91
Eduardo Risco del Valle
CONCLUSIONES
Este sucinto examen de los principales problemas vinculados a la construcción
de una historia de las teorías de la argumentación manifiesta los hechos siguientes:
La cuestión de la periodización del desarrollo de las teorías de la
argumentación continuará siendo un tema abierto hasta que no se convenga en un
criterio general para establecer los cortes diacrónicos que corresponde hacer. Hasta
aquí, parece haber primado un criterio que vincula el ejercicio argumentativo con una
específica forma de gobierno (la democracia) y su uso crea un vacío histórico de más
de un milenio en el que, no obstante, resulta de sentido común pensar que sí ha habido
algún tipo de desarrollo que todavía queda por investigar.
Respecto de la cuestión de la conceptualización, es factible aceptar que,
aunque difusa en los albores clásicos, la distinción entre retórica y argumentación
(como dominios de conocimientos separados y complementarios) se justifica ya en la
propia tradición clásica, como podemos reconocerlo en los propios textos de Dionisio
de Halicarnaso y que, por lo tanto, su reunificación no puede ser buscada en la
continuación de esa tradición, sino en su integración en una comprensión interactiva
del fenómeno argumentativo, para ello el tratamiento pragmalingüístico puede
constituir un camino exitoso. Y otro tanto podemos afirmar de la distinción entre
finalidad persuasiva y convincente del discurso argumentativo.
La cuestión de los índices descriptores del texto argumentativo, a su vez y aun
cuando constituye una tarea pendiente de los estudios pragmalingüísticos, puede
resolverse medianamente aun con los ―bastones‖ teóricos que todavía suministra la
tradición clásica, aun cuando estos son susceptibles de ser enriquecidos con su
integración en las contemporáneas teorías de la interacción.
92
Las teorías de la argumentación a través del tiempo I: la época fundacional
OBRAS CITADAS
Barthes, Roland. ―L‘ancienne rhétorique‖. En: Communications,‘recherches
rhétoriques’ 16, Paris, Seuil, 1970.
Breton, Philippe y Gauthier, Gilles. Histoire des théories de l’argumentation. Paris:
La découverte, 2000.
Cicerón, Marco Tulio. Bruto. De los Oradores Ilustres. Introducción, traducción y
notas de Bulmaro Reyes Coria. México: Universidad Nacional Autónoma de
México, 2004.
Gros, E. Examen critique del plus célèbres écrivains de la Grèce, par Denys
d’Halicarnasse. Paris: Brunot-Labbe éditeur. 1826. Tome Prémier.
Murphy, James. Sinopsis histórica de la retórica clásica. Madrid: Gredos, 1989.
Pantin, Christian. La Argumentación. Barcelona: Ariel, 2002
Vernant, J-P. Les origines de la pensé grecque. París: P.U.F, 1962.
93
95-112
EL MORFEMA -FU DEL MAPUDUNGUN: LA CODIFICACIÓN
GRAMATICAL DEL ANTIPERFECTO1
The mapudungun –fu morpheme: the grammatical coding of anti-perfect
Guillermo Soto*
Felipe Hasler**
Resumen
El perfecto es un aspecto de perspectiva retrospectiva que codifica la vigencia en el
momento de habla de una eventualidad anterior. El presente trabajo propone la existencia de
una categoría semántica y gramatical de antiperfecto que, en contraste con el perfecto, codifica
la no vigencia en el momento de habla de una eventualidad pasada. Debido a que, al igual que
el perfecto, el antiperfecto es sensible a la vigencia de una eventualidad anterior en el momento
de habla, proponemos que se trata de un segundo tipo de aspecto de perspectiva retrospectiva.
Tras revisar las nociones de perfecto en Comrie (1976), Dik (1997) y Nishiyama y Koenig
(2010) y la noción de pasado discontinuo en Plungian y Van der Auwera (2006), se observa el
modo en que la categoría propuesta se realiza, codificada gramaticalmente, en la lengua
mapuche, mediante el morfema -fu, con especial énfasis en su caracterización semántico-
pragmática, su relación con la aktionsart y el papel del contexto en su interpretación.
Palabras clave: Antiperfecto, Mapudungun, Aspecto verbal, Contexto.
Abstract
The perfect aspect is a retrospective aspect that encodes the current relevance of a
previous event. In this work, we propose a semantic and grammatical category labeled as
antiperfect that, in contrast to the perfect aspect, encodes the non-validity of a previous
eventuality in speech time. Given that, as the perfect aspect, the antiperfect is subject to the
current relevance of a previous situation, we propose that this is a second type of retrospective
aspect. After reviewing the descriptions of perfect by Comrie (1976), Dik (1997) and
Nishiyama & Koenig (2010), and the description of discontinuous past by Plungian & van der
Auwera (2006), we analyze how the antiperfect is grammatically encoded in Mapudungun by
means of the morpheme –fu. We focus the analysis of this category on its semantic-pragmatic
description, its relation to aktionsart, and the role of context in its interpretation.
Key words: Antiperfect, Mapudungun, Verbal aspect, Context.
1
Los autores agradecen a Héctor Mariano por su invaluable colaboración en el presente estudio.
Asimismo, agradecen a Lucía Golluscio y Gilberto Sánchez por sus comentarios en distintos momentos de
la investigación que condujo a este trabajo. Los errores y deficiencias del trabajo son, por supuesto, de
exclusiva responsabilidad de los autores. La investigación fue apoyada parcialmente por el proyecto
Fondecyt 1110525.
Guillermo Soto y Felipe Hasler
1. INTRODUCCIÓN
En las últimas décadas, estudios en diversas lenguas han venido reconociendo
una noción semántica, codificada gramaticalmente, que, a nuestro entender, puede
considerarse como un tipo de tiempo relativo o, mejor aún, de aspecto externo, no
descrito satisfactoriamente todavía. Específicamente, se trata de una categoría
gramatical expresada típicamente por un morfema —o, alternativamente, por una
construcción— que comunica que la eventualidad2 (en adelante, Ev) designada por la
cláusula está desvinculada del momento de habla (Bertinetto, 1997; Hantson, 2005;
Plungian y Van der Auwera, 2006; Salas, [1992] 2006; Soto y Hasler, 2010). Esta
categoría no puede simplemente asimilarse a un tiempo pasado estándar, pues, como
ya ha señalado Comrie (1985), en los tiempos pasados la no vinculación con el
momento de habla se determina pragmáticamente y no forma parte del significado
semántico de la unidad; más específicamente, puede caracterizarse como una
implicatura pragmática guiada por la máxima de relevancia o pertinencia —en la
línea de lo planteado por Golluscio (2000)—. Además, la categoría opera sobre
predicados que ya tienen una referencia temporal asignada por otros mecanismos –ya
gramaticales, ya pragmáticos— sin alterar, necesariamente, su referencia temporal.
Un ejemplo de la categoría es el morfema -fu del mapudungun3. En esta lengua se
establece un contraste entre las cláusulas:
(1) Katrü-n ñi wili
Cortar-IND.1SG 1.POS uña
Me corté mis uñas4 (Salas, 130)
2
Se entiende el término ‗eventualidad‘ como sinónimo de lo que Dik (1997) llama ‗estado de cosas‘ y
Smith (1997) ‗situación‘, es decir, ―la concepción de algo que puede ser el caso en algún mundo‖.
3
El mapudungun es una lengua genéticamente aislada, hablada con distintos grados de vitalidad en el
centro y sur de Chile y Argentina. Se trata de una lengua aglutinante y sufijadora con tendencia a la
polisíntesis. El orden no marcado de los elementos de una oración es SVO/VS. El verbo puede incluir un
gran número de sufijos que expresan categorías como: tiempo, aspecto, modalidad, direccionalidad,
evidencialidad, polaridad y, además, cuenta con procesos morfosintácticos como la incorporación nominal
y reduplicación (para una descripción detallada de la estructura del mapudungun veáse Smeets [1989],
2008; Salas [1992], 2006; Zúñiga, 2006).
4
Las abreviaturas utilizadas son: 1= 1ª persona, 2= 2ª persona, 3= 3ª persona, [ ] = forma no marcada,
ADM= admirativo, AP = antiperfecto, CONJ= conjunción, DEM1= demostrativo 1 (chi), DEM2=
demostrativo 2 (fey), DET1= determinante 1 (ta), DET2= determinante 2 (ti), DIR= direccional, DIST=
distributivo, DU= dual, EST= estativizador, EVID= evidencialidad, FNF1= forma no finita 1 (-lu), FNF2=
forma no finita 2 (-el), FUT= futuro, HAB= habitualidad, IND= indicativo, NEG= negación, OP= objeto
primario, PAS= pasiva, PPOS= posposición, POS= posesivo, PL= plural, SG= singular, POS= posesivo.
96
El morfema –fu del mapudungun: la codificación gramatical del antiperfecto
5
El término aktionsart, asociado al aspecto léxico, se utiliza en este estudio para referirse al aspecto de la
constelación verbal o predicación nuclear, siguiendo las propuestas de Dik (1997), ―tipo de estado de
cosas‖ y Smith (1997), ―tipo de situación‖.
97
Guillermo Soto y Felipe Hasler
6
Utilizamos el término pretérito indefinido y no pretérito perfecto simple para evitar la confusión con el
significado perfecto.
99
Guillermo Soto y Felipe Hasler
2.2. EL ANTIPERFECTO
Como hemos propuesto en un trabajo anterior (Soto y Hasler, 2010), el
antiperfecto es la categoría espejo del perfecto, no solo porque posee un significado
inverso, sino también porque tres de los tipos de perfecto señalados por Comrie (1976),
el continuativo, el resultativo y el reciente, tienen su correlato especular en el
antiperfecto, registrándose casos de anticontinuativo (en español, mapudungun e
inglés), antirresultativo y pasado remoto (en mapudungun). Además, resulta sugerente
constatar que los tipos de antiperfecto señalados anteriormente se corresponden con las
variantes de pasado discontinuo7 señaladas por Plungian y Van der Auwera (2006),
denominadas ‗pasado enmarcado‘, cuando se combina el marcador de pasado
discontinuo con una situación imperfectiva, y ‗pasado de resultado cancelado‘, cuando
este se combina con una perfectiva. Consecuentemente, hemos planteado que el aspecto
de perspectiva retrospectiva no se manifiesta solo en el perfecto, que codifica la
vigencia de un EdC en el momento de habla, como propone Dik (1997), sino también
7
A grandes rasgos, los autores señalan que los marcadores de pasado discontinuo son marcadores de
tiempo pasado que portan un significado de ‗pasado no presente‘ o ‗pasado sin relevancia presente‘
(Plungian y Van der Auwera 317)
100
El morfema –fu del mapudungun: la codificación gramatical del antiperfecto
8
A causa de que el antiperfecto es una categoría con un marcado componente subjetivo, es necesario
precisar algunos aspectos de la variedad dialectal considerada en el estudio, ya que la subjetividad se suele
asociar con una alta tendencia a la variación diatópica (cf. Company, 2004). En el presente estudio se
consideran mayoritariamente ejemplos pertenecientes al dialecto moluche. Según Salas [1992] (2006), la
gran mayoría de los hablantes maneja esta variedad, la que se encuentra ubicada en la zona central y
precordillerana de la IX Región. Salas ubica el dialecto picunche en el llano central de la provincia de
Malleco, IX Región, y grupos aislados en la cordillera de Nahuelbuta, en la VIII Región. Por lo demás, el
dialecto pehuenche se mantiene en la zona cordillerana comprendida entre el Alto Biobío, en la VIII
Región, y la provincia de Valdivia, en la actual XIV Región. Finalmente, sitúa al dialecto huilliche en
pequeñas agrupaciones ubicadas en la zona de Lago Ranco y San Juan de la Costa, X Región. Salas
destaca, además, que más allá de las diferencias entre las variedades, aún se mantiene un alto nivel de
inteligibilidad dialectal.
9
No todos están de acuerdo en considerar a -a como un morfema de futuro en mapudungun. Así,
Hengeveld y Mackenzie (2008) proponen que se trataría de un morfema de modo. Nuestra propuesta es
independiente del estatus temporal o modal de este morfema. Para el presente análisis no consideraremos
los casos con morfema –a.
101
Guillermo Soto y Felipe Hasler
10 Los ejemplos marcados con HM fueron proporcionados por Héctor Mariano, hablante nativo de
mapudungun y profesor de dicha lengua, en sesiones de elicitación.
11
Las actividades son eventos dinámicos durativos y atélicos; los logros son dinámicos, no durativos y
télicos (Vendler, 1967 y Smith, 1997).
102
El morfema –fu del mapudungun: la codificación gramatical del antiperfecto
momento de habla, adquiriendo, vía implicatura, una referencia presente (cf. Bybee et
al, 1994), como se puede observar en el siguiente ejemplo:
(7) Ta=ñi ruka müle-y willi mapu mew
DET1=1.POS casa estar-IND.[3SG] sur tierra PPOS
Mi casa está en el sur (HM).
Por su parte, los predicados estativos episódicos se presentan como perfectivos y
generan, por tanto, una implicatura de referencia temporal pasada12.
(8) Rupachi semana mew kütran-küle-n feymew küdaw-me-la-n
Pasada semana PPOS enfermo-EST-IND.1SG entonces trabajar-
DIR-NEG-IND.1SG
La semana pasada estaba enfermo así que no fui a trabajar (HM).
(9) ¿Chew müle-ymi sábado antü mew?
Dónde estar-IND.2SG sábado día PPOS
¿Dónde estabas el día sábado? (HM)
También, el sistema gramatical mapuche permite que predicados episódicos y
eventos se recategoricen como estativos permanentes derivados, modificando, por
tanto, su referencia temporal, gracias al empleo del morfema de habitualidad -ke,
desencadenante, en este caso, de un cambio de tipo explícito:
(10) Ka mawida mew pe-ke-y engün dañinentu
CONJ monte PPOS ver-HAB-IND.[3] PL mutilla
ka fill anümka
CONJ todo árbol
También en la montaña observan la mutilla y toda clase de árboles
(Aguilera et al, 1).
En síntesis, el mapudungun, al menos en lo que respecta al pasado y el presente,
no posee morfemas de tiempo. La referencia temporal se establece pragmáticamente a
partir del modo de acción de la Ev y el aspecto de punto de vista asociado por defecto a
cada modo de acción. Como se observa en el caso del morfema -ke, la variación en la
aktionsart conlleva el cambio de la referencia temporal.
12
Es posible que la interpretación perfectiva del predicado estativo episódico obedezca a que este se
conceptualiza como dinámico, esto es, como un evento, a diferencia del permanente. De ser esta
interpretación correcta, en mapudungun, los estativos episódicos se interpretarían típicamente como
eventos.
103
Guillermo Soto y Felipe Hasler
13
Las cláusulas fueron tomadas de dos fuentes. En primer lugar, de los epews: Sumpall, Trülke wekufü,
Mangkian, Un viaje al país de los difuntos, Un viaje de los difuntos al país de los vivientes, La mujer bruja
y su hijo y El zorro y el huillín, todos presentes en Salas [1992] (2006). En segundo lugar, de los nütram
104
El morfema –fu del mapudungun: la codificación gramatical del antiperfecto
3.2.1. EL ANTICONTINUATIVO
En virtud de que el anticontinuativo resulta de la interacción entre el morfema -
fu y una Ev estativa permanente, la construcción típicamente anticontinuativa se da
con verbos con aktionsart básica estativa permanente:
(13) Kiñe rupachi kiñe domo kalko-rke nie-rke-fu-y
Una vez una mujer bruja-ADM tener-EVID-AP-IND.[3SG]
alün püñeñ.
mucho hijo (de la mujer)
Había una vez una mujer, que resultó ser bruja, que tenía muchos hijos
(Salas, 257).
No obstante lo anterior, también es posible encontrar cláusulas que, presentando
verbos con aktionsart básica dinámica, poseen significado anticontinuativo, como en:
(14) Faw püle rupa-ke-fu-y ko piam kuyfi
Acá PPOS pasar-HAB-AP-IND.3SG agua EVID antes
Por acá pasaba un río antes (pero ya no). (HM)
(15) Fey ti wentru müna putufe nge-fu-y
DEM2 DET2 hombre muy bebedor ser-AP-IND.[3SG]
Labranza amu-ke-fu-y puliwentu
Labranza ir-HAB-AP-IND.3SG mañana
2, 4, 5, 6, 7, 8, 10, 11, 12, 15, 16, 17 y 18 presentes en Relmuan (1997). Para el análisis consideramos solo
las apariciones de -fu en cláusulas independientes en modo indicativo con el objeto de observar de mejor
manera su relación con la aktionsart. Una proyección de la presente investigación es observar su relación
tanto con el marcador de tiemp o modo -a y con el marcador de subjuntivo -l.
105
Guillermo Soto y Felipe Hasler
Ese hombre era muy bebedor; iba todas las mañanas a Labranza
(Relmuan, 21).
Lo anterior es posible porque los verbos dinámicos (rupa- ‗pasar‘ y amu- ‗ir‘)
van acompañados por el morfema -ke, que funciona como un marcador de
habitualidad. El morfema -ke produce un cambio explícito en la aktionsart de las
constelaciones verbales dinámicas, transformándolas en Evs estativas habituales
derivadas que, en combinación con el morfema -fu, adquieren un significado
anticontinuativo. El morfema -ke, al estativizar las constelaciones verbales dinámicas,
les agrega la propiedad de subintervalo (Smith, 1997), generando, consecuentemente,
la implicatura de que la situación continúa hasta el presente. Esta implicatura es
cancelada por el morfema -fu. Si nuestra interpretación es correcta, las cláusulas con
verbos dinámicos y morfema -ke deberían tener referencia temporal presente, como
las cláusulas con verbos estativos permanentes, lo que, como se observa en el ejemplo
(10), efectivamente ocurre.
El análisis expuesto explica por qué se genera la interpretación anticontinuativa
no solo con verbos estativos permanentes, sino también con dinámicos, como se
observa en el Cuadro 2, que sintetiza la relación entre el tipo de situación básica del
verbo y el antiperfecto anticontinuativo: los 40 verbos dinámicos que aparecen en
cláusulas con interpretación anticontinuativa están en combinación con el morfema
-ke, que funciona como un estativizador de constelaciones verbales dinámicas.
Estativos Dinámicos
Anticontinuativo 37 40
Cuadro 2: Relación entre antiperfecto anticontinuativo y tipo de
situación básica del verbo.
3.2.2. EL ANTIRRESULTATIVO
El antirresultativo obedece, típicamente, a la combinación del morfema -fu con
constelaciones verbales dinámicas. En este tipo, como ya hemos dicho, el morfema
no altera la relación temporal que el predicado establece con el momento de habla,
sino que anula una relación posible entre la Ev pasada y el momento de habla, como
se puede ver en el ejemplo (2), repetido a continuación como (16):
(16) Katrü-fu-n ñi wili
Cortar-AP-IND.1SG 1.POS uña
Me había cortado las uñas (pero me volvieron a crecer) (Salas 131).
106
El morfema –fu del mapudungun: la codificación gramatical del antiperfecto
107
Guillermo Soto y Felipe Hasler
108
El morfema –fu del mapudungun: la codificación gramatical del antiperfecto
4. CONCLUSIONES
En el presente trabajo hemos propuesto una caracterización relativamente
detallada del funcionamiento del morfema -fu del mapudungun en su variedad
moluche (Chile). De acuerdo con nuestro análisis, este morfema codifica un
significado inverso al del perfecto, que denominamos antiperfecto. Mientras el
perfecto codifica la vinculación con el momento de habla de una Ev iniciada con
anterioridad a este, el antiperfecto codifica la desvinculación de una Ev iniciada con
anterioridad al momento de habla. En nuestro análisis, proyectamos al antiperfecto la
caracterización semántico-pragmática del perfecto propuesta por Nishiyama y Koenig
(2010). De acuerdo con este análisis, el morfema –fu introduce dos Evs vinculadas
epistémicamente entre sí, cuya relación está modelada por el principio-I. La diferencia
con el perfecto es que en el antiperfecto la inferencia del oyente a partir de la Ev
marcada con -fu consiste en la no vigencia en el momento de habla de un estado
109
Guillermo Soto y Felipe Hasler
esperable. Los usos del perfecto, salvo el experiencial, tienen su contraparte en los
usos antiperfectos antes expuestos: anticontinuativo, antirresultativo y remoto.
El tipo específico de antiperfecto resulta de la interacción entre la modalidad
de acción o aktionsart de la Ev marcada con -fu, el contexto y el empleo del marcador
de antiperfecto. Con Ev dinámicas y estativas episódicas, -fu mantiene la referencia
temporal pasada de la cláusula y genera una interpretación antirresultativa. Solo con
Ev dinámicas télicas es posible que se den antirresultativas estrictas. Por su parte, con
Ev estativas permanentes, sean estas básicas o derivadas, -fu prototípicamente genera
una interpretación anticontinuativa y, en consecuencia, modifica la referencia
temporal de la cláusula, que de presente cambia a pasado.
De modo esporádico, -fu puede generar interpretación antirresultativa con
estativos permanentes. Se trata de una interpretación marcada que exige un contexto
adversativo en que la cláusula sin el marcador comunique —directa o indirectamente—
el estado cancelado. En este caso, el morfema no modifica la referencia temporal de la
cláusula que, al ser estativa permanente, sigue siendo presente.
La caracterización expuesta permite generalizar ciertas propiedades del
antiperfecto antirresultativo y el anticontinuativo. El antiperfecto antirresultativo no
modifica la referencia temporal de la cláusula, tal que, si esta es pasada, sigue siendo
pasada, y si es presente —como ocurre en los casos con Ev estativa permanente—
sigue siendo presente. Junto con ello, el antiperfecto antirresultativo exige un contexto
adversativo. Por su parte, el antiperfecto anticontinuativo modifica la referencia
temporal de la cláusula, de presente a pasado. Es posible que de esto se deriven el
empleo del antiperfecto como pasado remoto y, consecuentemente, la categorización
que diversos autores han realizado del morfema como marca de tiempo gramatical.
También parece ser esta la razón de que hablantes de español que aprenden
mapudungun como segunda lengua, tiendan a emplear -fu como morfema de tiempo
pasado.
Universidad de Chile*
Ignacio Carrera Pinto 1025, Ñuñoa, Santiago de Chile
gsoto@uchile.cl
Universidad de Chile**
CONICET (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, Argentina)
Ignacio Carrera Pinto 1025, Ñuñoa, Santiago de Chile
keche.felipe@gmail.com
110
El morfema –fu del mapudungun: la codificación gramatical del antiperfecto
OBRAS CITADAS
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Bertinetto, Pier Marco. Il dominio tempo-aspettuale. Turín: Rosenberg & Sellier, 1997.
Bybee, Joan L., Revere, Perkins y William Pagliuca. The evolution of grammar:
Tense, aspect and modality in the languages of the world. Chicago: The
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111
Guillermo Soto y Felipe Hasler
112
113-130
PROPUESTAS DE GRAFEMARIOS PARA LA LENGUA
MAPUCHE: DESDE LOS FONEMAS A LAS REPRESENTACIONES
POLÍTICO-IDENTITARIAS1
Grapheme alphabet proposals for mapuche language: from phonemes to political
and identity representations
Pilar Álvarez-Santullano Busch*
Amilcar Forno Sparosvich**
Eduardo Risco del Valle***
Resumen
En este artículo damos cuenta de las propuestas de grafemarios —más conocidas y
diferenciadas entre sí— para escribir la lengua mapuche y discutimos sus fundamentos y las
tensiones que subyacen en ellas. Con ello esperamos contribuir a abrir la actual discusión para
una toma de conciencia de las alternativas posibles, de las representaciones que se encuentran
en disputa y de lo que generan estas concreciones cuando se llevan al plano de la educación
intercultural. La aparición de grafemarios mapuche huilliches y la defensa de unos y resistencia
a otros muestra que incluso en aquellas zonas aparentemente más ―objetivas y técnicas‖ de la
lengua lo político tiene lugar, evidenciando que lo lingüístico está irrenunciablemente atado a
las relaciones de poder que involucran a los sujetos y a las comunidades de habla.
Palabras clave: Grafemarios, Lengua mapuche, Fonología, Identidad territorial.
Abstract
In this paper, we discuss some of the different and best known grapheme alphabet
proposals for writing the Mapuche language, and discuss their rationale and the tensions that
underlie them. With this, we hope to contribute to open the current debate to a new awareness
of possible alternatives about the representations that are in dispute and about what these
concretions generate when they are used in intercultural education. The appearance of
Mapuche Huilliche grapheme alphabets, the adoption of some of them and the resistance to
others show that even in language areas seemingly more ―objective and technical‖, politics
takes place. This shows that linguistics is undeniably tied to power relations involving
individuals and speech communities.
Key words: Grapheme alphabets, Mapuche language, Phonology, Territorial identity.
1
Agradecemos a CONICYT por financiar el Proyecto Fondecyt 1120792 ―Estudio fonológico de las
variedades del mapuche o mapuzugun habladas en territorio huilliche‖, de cuyos resultados se nutre este
artículo; al Núcleo Milenio ―Centro de Investigación en Educación en Contexto Indígena‖ (UCT), y al
Núcleo de Estudios Críticos: Discurso, Poder y Sociedad (Universidad de Los Lagos) por los espacios y
aportes para formular y discutir este texto.
Pilar Álvarez-Santullano, Amilcar Forno y Eduardo Risco
1. LOS GRAFEMARIOS
La preeminencia de la oralidad sobre la escritura ha sido un aspecto
especialmente subrayado en la lingüística de fines del siglo XX, de hecho, Werner
Abraham (Abraham, 176) —citando a Lyons— se refería al tema en 1981 en los
siguientes términos: ―la escritura no es más que una representación gráfica, secundaria,
del lenguaje. La lengua escrita se deriva del traslado del habla a un medio visual,
secundario‖, en donde es posible notar, ya desde la puntuación y en especial enfatizado
por la doble aparición del adjetivo ‗secundario‘, un claro acento en la oralidad como
también —desafortunadamente— una en extremo simplificada alusión al dramático
cambio que supone ese ‗traslado del habla a un medio visual‘ que, visto desde la
perspectiva de una lengua de tradición oral que se asoma a ese mismo ‗traslado‘ y, más
aún, desde la perspectiva de la sociedad que la usa, adquiere ribetes de tal magnitud que
trastocan (y colisionan con, a veces) los aspectos más esenciales de la identidad
histórica, cultural y política de esa misma sociedad, como ha ocurrido con la aparición
de grafemarios para la lengua mapuche en Chile y la reacción de reivindicación
autonomista que estos grafemarios han suscitado en el pueblo huilliche2.
El esfuerzo por asignar una representación gráfica a los rasgos fónicos
segmentales de la lengua, sea con el noble objetivo que sea, hunde sus raíces en los
tiempos más antiguos del devenir cultural de nuestra tradición global y manifiesta un
continuum perfectivo que, con ajustes paulatinos, ha ido depurando y haciendo más
eficiente el sistema por medio de una mayor precisión de las correspondencias entre
elementos del ámbito de lo gráfico y elementos del ámbito fónico. Desde los
pictogramas e ideogramas que encontramos con abundancia en la escritura china o
mesoamericana, pasando por los primeros prototipos de fonogramas (unilíteros,
bilíteros y trilíteros) que, combinados con ideogramas de existencia previa, dieron
forma al sistema jeroglífico egipcio, hasta llegar por último al alfabeto fenicio, en el
que ya se puede encontrar una clara predominancia de correspondencias
(quasi)unívocas entre sonido y signo, asistimos a un extenso desfile de problemas y
propuestas de solución diversas que han dejado, no obstante, su huella en todas las
reformulaciones ulteriores. En efecto, y si quisiéramos trazar una línea sucesoria ideal
de eventos, al pictograma3 (y tras un cierto proceso de estilización paulatina que bien
puede apreciarse en la textilería mapuche) sucede en algunos sistemas el ideograma,
un símbolo o combinación de símbolos que representa ya una idea completa y que
resulta funcional para la comunicación gráfica de eventos y, por supuesto, para la
2
El grupo huilliche constituye uno de los subgrupos del pueblo mapuche junto a los picunches,
pehuenches, y moluches o aracucanos.
3
Entendemos por ―pictograma‖ una representación que, habiendo tenido alguna vez una base más
―realista‖ (estéticamente hablando), se ha ido estilizando paulatinamente y, en muchos casos, compulsada
por los límites que imponía el instrumento con el que se trazaban los dibujos, pero que conserva aún su
carácter iconográfico.
114
Propuestas de grafemarios para la lengua mapuche
4
Una clara manifestación de esto se encuentra en las consonantes geminadas del alfabeto español (como
―ll‖) y en el grafema ―x‖, que en realidad representa dos sonidos: [ks].
5
Las lenguas en uso, como se sabe, poseen o adoptan sistemas alfabéticos en los que las correspondencias
símbolo-sonido no son perfectamente unívocas, lo que genera un gran número de dudas y controversias
entre los hablantes en la fase de instalación, controversias que se relacionan con aspectos fundamentales de
la cultura toda vez que la instalación de un sistema de escritura supone una brusca modificación de las
pautas pragmalingüísticas de la interacción verbal.
115
Pilar Álvarez-Santullano, Amilcar Forno y Eduardo Risco
escribiría Huapi6 y, a diferencia del primer caso, se trata de escribir en castellano las
voces que provienen del mapuche.
6
Ambas posibilidades de escritura (Wapi y Huapi), en lo que parece ser una confusión, las utiliza Augusta
(1916: XIV y XV) refiriéndose a la isla señalada.
116
Propuestas de grafemarios para la lengua mapuche
2.1. Grafemarios
2.1.1. Alfabeto Raguileo
El grafemario Raguileo fue creado en 1982 por Anselmo Raguileo, intelectual
que, según datos proporcionados por Ruby Raguileo (Kintupil, 2007), participó en los
movimientos mapuches remarcando la importancia política de la mantención del
idioma para la existencia del pueblo mapuche, se desempeñó como Profesor de Lengua
Mapuche en el Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile en la década del 50 y en
1973 se tituló de Ingeniero en Ejecución en Química. En la década del 80, de vuelta en
Temuco, realizó trabajo de campo en comunidades mapuches de distintas regiones para
un proyecto de lingüística del CAPIDE, y para probar la confiabilidad del alfabeto entre
1982 y 1990 realizó diferentes cursos de lengua mapuche en CAPIDE, Ad Mapu y la
Sociedad Mapuche Newen. Concordamos con Wittig (Wittig, 2006) en que ―el
Alfabeto Raguileo se fundamenta en una posición de diferenciación y autonomía de la
lengua mapuche en relación con el castellano, la lengua de la sociedad dominante‖, en
lo que difiere fundamentalmente del Alfabeto Unificado.
El Alfabeto Raguileo (CONADI, 107) incluye seis vocales y 20 consonantes
(Tabla 1).
Tabla 1. Alfabeto Raguileo
Nº Letra Fonema Pronunciación Ejemplos7
1 A /a/ Como vocal a española. akun llegué
2 E /e/ Como vocal e española. niefun tenía
3 I /i/ Como vocal i española. xogli flaco
4 O /o/ Como vocal o española. ponwi adentro
5 U /u/ Como vocal u española. kayu seis
6 V // 8 Como u sin redondear los labios, antv sol
(variante [ə]).
7 C // Semejante al castellano ch. En el área ciwku tiuque
huilliche (sur) tiene también sonido ts.
8 Z /θ/ Al centro del territorio mapuche, como z casi sal
española. Al norte y sur, como d suave [].
9 F /f/ Como f castellana (centro). yerfa yerba
Más cercana a v (norte).
Como f, como j o aspirada (sur).
10 Q // Suena como g suave. naqeltu abajo
11 K /k/ Como c española antes de vocales a o u. akun llegué
7
En todos los grafemarios hemos tratado de mantener ejemplos propuestos por los propios autores. Solo
cuando no ha sido posible, hemos incorporado ejemplos provistos por otras fuentes.
8
Este fonema suele ser representado mediante //, // o //, lo que en general parece haber dependido de la
variedad dialectal descrita.
117
Pilar Álvarez-Santullano, Amilcar Forno y Eduardo Risco
9
Debido a que este fonema representa a tres sonidos [], [] y [], hemos optado por el primero de ellos
siguiendo a Sadowsky (Sadowsky, Scott et al) y a Salamanca (Salamanca, Gastón et al)
118
Propuestas de grafemarios para la lengua mapuche
119
Pilar Álvarez-Santullano, Amilcar Forno y Eduardo Risco
121
Pilar Álvarez-Santullano, Amilcar Forno y Eduardo Risco
10
―It should be noted that in some cases, the differences in the status of /ʃ/ and [ʃ] may be due to authors‘
differing interpretations of what constitutes a phoneme, rather than to actual dialectal differences‖
(Sadowsky, Scott et al, 92).
122
Propuestas de grafemarios para la lengua mapuche
11
La mayor parte de estos ejemplos están tomados de los textos para enseñanza de lengua mapuche de
Catriquir et al. (Catriquir, Desiderio; Huenchulaf, Rosa; y Sandoval, Cristián).
123
Pilar Álvarez-Santullano, Amilcar Forno y Eduardo Risco
Algunos comentarios que cabe hacer respecto de este alfabeto son los siguientes:
Igual que el grafemario de Raguileo, incorpora representaciones para la nasal
dental y la lateral dental, pero no incluye una representación para el fonema
oclusivo dental //.
Este alfabeto soluciona —mediante la propuesta de la letra j— el problema
planteado por Salas (SOCHIL. Sociedad Chilena de Lingüística, 84):
El digrama <ll> es algo más problemático, ya que el fonema /l/ puede ocurrir en
posición prevocálica o postvocálica, y si se lo representa por <l>, se puede tener
un grupo ortográfico >ll> que corresponde a <l> + <l>, una de la coda de una
sílaba y la otra del frontis de la sílaba siguiente, y no al fonema /λ/.
12
El cacicado huilliche comprende la organización política de la Fütawillimapu (‗grandes tierras del
sur‘), mediante la Junta General de Caciques de la Fútawillimapu dirigida por el Lonko Mayor
Antonio Alcafuz Canquil.
124
Propuestas de grafemarios para la lengua mapuche
13
Explicación tomada del mismo texto del cacicado.
125
Pilar Álvarez-Santullano, Amilcar Forno y Eduardo Risco
126
Propuestas de grafemarios para la lengua mapuche
3. COMENTARIOS FINALES
Hemos trabajado con dos conjuntos de propuestas que no miran exactamente
hacia el mismo objeto. Un primer grupo enfocado en el mapuche central y un
segundo grupo que emprende la tarea de plantear un alfabeto más representativo de lo
propio aunque sobre la base de lo ya construido previamente para una lengua
mapuche que tiende a la estandarización dialectal. Esta panorámica nos permite las
siguientes consideraciones:
Tensiones sociopolíticas. Hay propuestas que buscan alejarse de la fonética del
castellano para mantener los rasgos más diferenciadores y propios del mapuzugun. Es la
marca que deja el grafemario de Raguileo para otros posteriores. Se advierte en estas
propuestas un movimiento contrario a la asimilación, una lealtad lingüística en la que
subyace la teoría del conflicto lingüístico. Las lenguas no son ajenas a los intereses
antagónicos de las comunidades y suelen confrontarse social y políticamente. La lengua
dominada intenta ofrecer resistencia a los patrones de dominación. Se defiende la
lengua como soporte y símbolo de la identidad y cultura colectiva, es decir, como
127
Pilar Álvarez-Santullano, Amilcar Forno y Eduardo Risco
128
Propuestas de grafemarios para la lengua mapuche
129
Pilar Álvarez-Santullano, Amilcar Forno y Eduardo Risco
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130
131-146
CONOCIMIENTOS CULTURALES COMO CONTENIDOS DE
LA EDUCACIÓN FAMILIAR MAPUCHE1
Cultural knowledge as a content of mapuche family education
Resumen
El artículo tiene por objeto analizar la construcción del conocimiento mapuche según el
discurso de kimches. Sostenemos que en la educación familiar existe un proceso de
construcción de conocimientos propios como un sistema de saberes y contenidos educativos
para la formación de personas. La metodología empleada es la investigación educativa. Los
resultados parciales muestran una descripción acerca de la lógica de los conocimientos
educativos propios, para contextualizar la enseñanza y el aprendizaje de las ciencias en el
medio escolar, desde la educación intercultural en contexto mapuche.
Palabras clave: Epistemología, Conocimiento cultural mapuche, Educación familiar mapuche,
Educación intercultural.
Abstract
The aim of this article is to analyze the construction of Mapuche knowledge based on
the kimches speech. We argue that within family education, there exists a process of
constructing their own knowledge, as a system of knowledge and educational contents for
forming individuals. The research methodology applied corresponds to education research.
Preliminary results describe the logic of individual educational knowledge from intercultural
education in the Mapuche context, so as to contextualize the teaching and learning of
Science in schools.
Key words: Epistemology, Mapuche cultural knowledge, Mapuche family education,
Intercultural education.
1. INTRODUCCIÓN
El contexto de estudio de la investigación es el borde costero de La Araucanía,
delimitado por la cordillera de la Costa y las planicies litorales. En la perspectiva de
Peña-Cortés, Almendra y Rojas (2010) el borde costero contiene una amplia variedad
de paisajes y biodiversidad, donde se destaca la formación de ecosistemas de
humedales capaces de contener y propiciar el desarrollo de vida microorgánica,
1
El artículo informa los resultados de Proyectos financiados por el Fondo Nacional de Desarrollo
Científico y Tecnológico (FONDECYT) REGULAR N° 1110489 y 1140490.
Segundo Quintriqueo, Daniel Quilaqueo, Fernando Peña-Cortés y Gerardo Muñoz
2. MARCO DE REFERENCIA
Desde la tradición histórica republicana, el currículum escolar chileno es
monocultural. En este sentido, la naturaleza de la escuela se relaciona con la
transmisión de un patrimonio cultural único a las nuevas generaciones, con la
intención de atenuar las diferencias y desigualdades sociales, culturales,
educacionales y económicas (Quintriqueo, 2010). Sin embargo, en América Latina y
especialmente en Chile, las desigualdades y las diferencias son producto de procesos
de escolarización (Baudelot y Leclerq, 2008). Al respecto, la educación escolar ha
desconocido los saberes construidos por las familias y comunidades indígenas,
negando con ello la existencia de una racionalidad en su forma de conocer y
comprender el medio natural, social, cultural y espiritual. En esta lógica de formación
escolar los alumnos, padres y los propios profesores asumen la escuela como un
espacio y una institución legitimada social y legalmente para transmitir el saber y el
conocimiento occidental (Rockwell, 1995; 2008; Quintriqueo, Quilaqueo y Torres,
2014). Así, en el caso de La Araucanía se construye una representación respecto de
‗lo mapuche‘ y especialmente una hegemonía del conocimiento occidental por sobre
el conocimiento cultural mapuche, donde no se acepta otra lógica que no sea la
occidental.
Por consiguiente, la epistemología del conocimiento occidental, base del
conocimiento escolar, se fundamenta en los siguientes supuestos: 1) Asume que
todo acto de conocimiento se realiza en la relación sujeto-objeto, donde la dualidad
es aceptada como un elemento necesario; 2) Para que exista el conocimiento, algo
es objeto de conocimiento para un sujeto cognoscente, donde el sujeto transciende
el polo de la subjetividad; y 3) La trascendencia de la subjetividad forma una
imagen del objeto en el sujeto como una representación abstracta. En este proceso,
el sujeto puede determinar al objeto como imagen que posee de él para construir
una noción de verdad (Izquierdo, 1998; Quintriqueo y Cárdenas, 2010).
132
Conocimientos culturales como contenidos de la educación familiar mapuche
133
Segundo Quintriqueo, Daniel Quilaqueo, Fernando Peña-Cortés y Gerardo Muñoz
134
Conocimientos culturales como contenidos de la educación familiar mapuche
3. METODOLOGÍA
La metodología empleada es la investigación educativa, con el objeto de
construir una base de conocimientos para comprender y mejorar la educación en
contextos interculturales, basado en el enfoque multimétodo (Gauthier Clermont et al.,
1997; Bisquerra, 2004; Ruiz, 2008). El enfoque multimétodo puede ser entendido como
una estrategia donde se utilizan dos o más procedimientos para la indagación acerca de
un mismo fenómeno u objeto de estudio, mediante los diferentes momentos acerca del
proceso de investigación. La producción de información cuantificable y descriptiva
permite una comprensión y explicación del objeto de estudio, lo que no sería posible
lograr utilizando los métodos cualitativo y cuantitativo por separado (Tashakkori y
Teddlie, 2003; Ruiz, 2008). Su utilización se justifica en que el interés de relacionarla
directamente con la educación, para analizar la complejidad que presenta la relación
entre el saber mapuche y el conocimiento escolar. Otros enfoques metodológicos
retenidos son: 1) La investigación socioeducacional (Bonal, 1998; Gauthier Benoît,
2009), que centra su interés en estudiar problemas ligados a la educación, en cuyo
proceso la comprensión del fenómeno educativo se realiza con los aportes de la
pedagogía y la sociología de la educación; y 2) El análisis sociohistórico (Durán y
Cárdenas, 1983; Egaña, 2000), que centra su interés en el fenómeno educativo desde
una retrospectiva para comprender la educación, considerando el contexto histórico,
fundamentalmente desde la institucionalidad, los procesos políticos, curriculares y
socioculturales de la realidad regional, nacional e internacional.
La investigación se inscribe en el contexto de escuelas situadas en
comunidades mapuches rurales y semirrurales de la territorialidad Lafkenche —borde
costero— de la región de La Araucanía (Figura 1), con matrícula de alumnos
mapuches y no mapuches. El estudio considera una muestra total de 24 kimches
(sabios). La técnica de muestreo empleada es intencionada, con una selección de
casos típicos, basada en los criterios de edad, pertenencia mapuche, género y áreas
135
Segundo Quintriqueo, Daniel Quilaqueo, Fernando Peña-Cortés y Gerardo Muñoz
4. RESULTADOS
Los resultados se refieren a una categoría de la investigación Fondecyt N°
1110489, referida a saberes y conocimientos mapuches. En relación con dicha
categoría constatamos seis dimensiones: a) Conocimientos acerca de la historia local;
b) Conocimientos relativos al parentesco y su territorio; c) Prácticas socioculturales y
costumbres mapuches; d) Conocimiento referente al medio natural y sobrenatural; e)
Conocimiento respecto del cultivo agrícola; y f) Saberes educativos mapuches (ver
Tabla 1). Al analizar los porcentajes de recurrencia del discurso de los kimches acerca
de estas dimensiones, constatamos que el conocimiento del parentesco y su territorio
alcanza el 22,6% de 633 recurrencias, asociado al origen paterno, materno, y al
espacio en el que se desarrollan. En tanto, las prácticas socioculturales y las
costumbres mapuches llegan a 22,6%. Ambas dimensiones se observan como
contenidos y finalidades educativas centrales para la formación de la identidad
136
Conocimientos culturales como contenidos de la educación familiar mapuche
137
Segundo Quintriqueo, Daniel Quilaqueo, Fernando Peña-Cortés y Gerardo Muñoz
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Uno de los conocimientos respecto del territorio que está presente en las
comunidades mapuches es la asignación de nombres a los lugares. Los nombres que
se les han otorgado a los distintos espacios están en relación con las características del
territorio, como es el caso de la existencia de humedales y cerros. Ejemplo de esto es
el caso del sector Cojülewfu, palabra que en mapunzugun significa río de color café;
su color estaría en directa relación con el depósito de residuos de erosión provocada
por la agricultura y la forestación. A continuación, un kimche señala otro ejemplo:
―La comunidad de Rukaxaro, se llama así porque en ese lugar antes existían bosques
nativos en los cuales habitaban muchas aves llamadas xarü (traro)… Los abuelitos
decían y conversaban que por eso se nombra Rukaxaro‖ (S7, P17). En el testimonio
se constata que la toponimia de lugares se relaciona con un conocimiento que permite
interpretar y dar sentido a las características del medio natural.
Asimismo se considera la existencia de hitos referidos a espacios socio
religiosos, correspondientes principalmente a los gijatuwe —lugar de realización de
las ceremonias religiosas—. La importancia del gijatuwe radica en ser un espacio de
reuniones sociales, culturales y espirituales. En la actualidad (generalmente) participa
la totalidad de las familias por parte del padre y la madre. La totalidad de estos hechos
están presentes en la memoria histórica de las familias y comunidades, siendo
fundamentales para la educación familiar de niños y adolescentes.
5. DISCUSIÓN Y CONCLUSIONES
En general, en el discurso de los kimches se devela el hecho de estar
directamente vinculado con los elementos territoriales y sobrenaturales que coexisten
en el borde costero de La Araucanía. Estos elementos permiten la construcción de una
cosmovisión propia que le otorga sentido a la identidad social, cultural y política
Lafkenche, aun cuando estudios recientes muestran un bajo conocimiento de esta
cosmovisión y del entorno natural inmediato de la escuela, en cuanto a características
geográficas del territorio (Peña-Cortés, Gutiérrez, Rebolledo, Escalona, Hauenstein,
Bertrán, Schlatter y Tapia, 2006; Almendra, Peña-Cortés y Rojas-Maturana, 2011).
Sin embargo, en el contexto social, político y educacional actual, es cada vez más
relevante considerar los elementos socioculturales y territoriales como base de
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Conocimientos culturales como contenidos de la educación familiar mapuche
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OBRAS CITADAS
Almendra, Osvaldo, Fernando, Peña-Cortés y Marcela, Rojas-Maturana. Relación
entre saberes y conocimientos territoriales en escuelas Lafkenches: La
necesidad de un currículum intercultural con base geográfica. REXE 10(20):
32-68, 2011.
Alsina, Miquel. Comunicación intercultural. Barcelona: Anthropos Editorial, 1999.
Ardoino, Jacques. Complejidad y formación. Pensar la educación desde una mirada
epistemológica. Buenos Aires: Novedades Educativas, 2005.
Beillerot, Jacky y Mosconi, Nicole. Traité des sciences et des pratiques de
l’éducation. Paris: Dunod, 2006.
Bisquerra, Rafael. Metodología de la investigación educativa. Madrid: La Muralla, 2004.
Baudelot, Chistrian y Leclerq, François. Efectos de la educación. Buenos Aires: Del
estante editorial, 2008.
Bonal, Xavier. Sociología de la educación: Una aproximación crítica a las corrientes
contemporáneas. Barcelona: Paidós, 1998.
Castellano, Ana y Hinestroza, Jorge. Una perspectiva epistemológica para el estudio
de las formaciones socioculturales. Revista de Ciencias Sociales, Vol. XV, N°
4, Octubre-Diciembre, 2009: 681-692.
Cyrulnik, Boris y Morin, Edgar. Diálogos sobre la naturaleza humana. Barcelona:
Paidós, 2005.
Durán, Teresa y Cárdenas, Prosperino. Naturaleza social de la Educación Básica
chilena. Configuración e inserción del sistema. Santiago: Pontificia
Universidad Católica de Chile, Departamento de Educación, 1983.
Egaña, María. La educación primaria popular en el siglo XIX en Chile: Una práctica
de política estatal. Santiago: LOM Ediciones, 2000.
144
Conocimientos culturales como contenidos de la educación familiar mapuche
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Segundo Quintriqueo, Daniel Quilaqueo, Fernando Peña-Cortés y Gerardo Muñoz
146
NOTAS
NOTAS 149-164
LOS ARCHIVOS DE LA NIEBLA
(EN TORNO A REDUCCIONES DE JAIME HUENÚN VILLA)1
3
Testimonio recogido en Reducciones. Forma parte del texto “Entrada a Chauracahuín” que, a su vez, da
nombre a una sección completa de Reducciones. Este mismo texto, de manera independiente, se publicó
en 1999 en el libro Metáforas de Chile, ed. Pedro Araya. Al momento de terminar el manuscrito para
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Los archivos de la niebla. En torno a Reducciones de Jaime Huenún Villa
Quien hoy, 80 años después del episodio evocado por María Matilde Huenún,
suba hasta lo alto de la colina en la que se emplazan las instalaciones de la Misión de
Quilacahuín, en la provincia de Osorno, sur de Chile, y dirija su mirada en dirección
suroeste, verá el imponente río Rahue allá abajo hasta donde se pierde la mirada. En
días tranquilos, cual lenta serpiente de azogue, el río se desplaza hacia el Pacífico
partiendo en dos mitades las fértiles vegas del valle de Quilacahuín. Pero el Rahue no
siempre es manso. Las copiosas lluvias invernales del sur chileno lo vuelven un
animal feroz, turbio, enrabiado, tanto que a menudo no cabe en su cauce e inunda
entonces los terrenos aledaños reiterando un viejo gesto natural que, a primera vista,
parece catastrófico, pero que no es sino el trabajo entrelazado —una “ceremonia de
amor”— de la tierra acogedora unida a las “aguas potras” (Huenun dixit). Los
vivientes de esos lugares, conocedores de los cambios de humor de las estaciones,
construyen casas de madera —muy modestas en la mayoría— cuyo primer piso es
una especie de bodega o corral inundable, al tiempo que la vida familiar acontece en
lo que sería el segundo piso al que se accede por escaleras exteriores.
Quilacahuín, cuya fama por los territorios de Osorno se debe a que produce
legumbres singularmente tiernas y sabrosas (las lentejas de Quilacahuín son una
delicia completa), es una tierra bella, pero de contrastes brutales: la imponente misión
de Quilacahuín, con su templo católico, su colegio, su hospital primario, sus
dependencias para visitantes y turistas, construidas en lo alto de una colina desde la
que se domina el amplio valle así como una no menor extensión de la cordillera de la
costa osornina, recuerda demasiado de cerca el viejo castillo feudal europeo, vigilante,
omnipresente; esa especie de lugar temible allá arriba en el que moraba el Señor
quien, desde una suerte de panóptico poderoso, controlaba y vigilaba a los siervos de
allá abajo. Expresión material de la epistemología blanca colonial que hace suya la
construcción de un saber autodefinido como civilizador, el que, providencialmente,
arrancará a los indios de las tinieblas de la ignorancia y del pecado curando males del
cuerpo y del alma. No es, pues, casual que la Misión de Quilacahuín contenga iglesia,
colegio con internado y hospital, además de cementerio.
“¡Dios, que buen vassalo! ¡Si oviesse buen señor!”, leemos en el verso 20 del
Poema de Mío Cid. El juglar medieval lo recitaría emocionado tal vez, animado en
todo caso —se me figura— por la convicción de que instituir un orden de cosas
terrenal que fuera adecuadamente salvífico pasaba por esa especie de ensamble entre
el buen señor y el buen vasallo, porque esto aseguraría protección mutua, el cultivo de
valores nobles y heroicos, y, quizás lo más importante, porque otorga sentido
providencial a las vidas que tendrían entonces que transcurrir como soberbias
actuaciones en el gran teatro del mundo, según el lugar que a cada uno le haya tocado
en la escala del vivir. Acaso queriendo prolongar o revivir esta utopía medieval, las
Metáforas…, María Matilde, quien lamentablemente falleció en el segundo semestre de 2013, contaba con
76 años, dato registrado en Metáforas... Asimismo, al momento en que Huenún cierra el manuscrito de
Reducciones, Matilde contaba con 88 años, dato consignado en el libro. Las itálicas son del autor.
151
Sergio Mansilla Torres
4
La cruz y la espada son los viejos símbolos de la conquista y colonia de las tierras que hoy conforman
América Latina. Las misiones evangelizadoras apostaban, por cierto, a la cruz, lo que más de una vez
generó tensiones entre la Iglesia y la Corona española en el periodo colonial (e. g. expulsión de los jesuitas
en 1767). Ya en el periodo republicano, la Iglesia generalmente actuó como una especie de mitigadora de
los dramáticos efectos de las colonizaciones y despojos de territorios indígenas durante la expansión y
consolidación de los estados nacionales en el siglo XIX e inicios del XX, aunque a la postre tal mitigación
terminara igualmente siendo otro modo de colonizar la mente y de acabar con la cultura originaria.
5
El lector hallará una muy bien documentada información histórica acerca de la expansión de Chile en el
siglo XIX a costa de territorios indígenas sureños que de hecho o de derecho eran autónomos o no
integrados a la república en Historia del pueblo mapuche, de José Bengoa.
6
Ruka (o ruca): casa indígena mapuche tradicional, circular, hecha de fibra vegetal. En las riberas del
río Damas, afluente del Rahue y que bordea la parte noreste de la ciudad de Osorno, existieron por años
los “barracones municipales”; eran largos galpones dispuestos de modo paralelo, divididos longitudinal
y transversalmente y con 10 habitaciones por lado que hacían las veces de “departamentos”, separados
los galpones por callejuelas estrechas sin pavimentar. Con grifos comunes, sin más instalaciones
sanitarias que pozos negros de uso compartido, eran paupérrimos en materia de servicios básicos. Se
construyeron en 1950 y los últimos fueron erradicados recién en la década de 1980. La mayoría de sus
habitantes, de origen indígena-mestizo, provenían de áreas rurales, campesinos sin tierras, inquilinos
expulsados de los fundos agrícolas. Huenún mismo se cría en la población “Nueva Esperanza” (sector
152
Los archivos de la niebla. En torno a Reducciones de Jaime Huenún Villa
documento de barbarie escrito con los materiales que conforman la obliterada historia
del sistemático exterminio de la cultura indígena en los territorios Sur Patagonia del
continente; alegato sostenido contra la vergüenza colonial y republicana que las
agencias oficiales del Estado chileno encargadas de perfilar la memoria nacional
velan lo suficiente como para que los indígenas de antaño no pasen de ser héroes
ficcionalizados de una historia más o menos remota. Y para que los indígenas de hoy
—como por desgracia ocurre todavía— no sean vistos más que como agitadores
resentidos, en potencia o en acto, a los que hay que reprimir, dividir o bien comprar
con prebendas, dinero o promesas de algún deslumbrante desarrollo cuya plusvalía no
va a parar precisamente a las comunidades originarias.
No es de extrañar entonces que las piadosas monjas de la Misión de Quilacahuín
se hicieran cargo de la educación y manutención de niños indígenas separados de sus
familias por la fuerza de la violencia o como consecuencia de la desesperante miseria.
Así el camino hacia la borradura total del origen quedaba expedito: hablar solo en
español, rezar solo al dios cristiano y a sus vírgenes y santos, aprender oficios de baja
complejidad para servir con eficiencia a patrones blancos. Para una niña sola, obligada a
trabajar a sus 8 años como “niña de mano”, aprender a ser una buena subalterna en un
escenario de extrema desigualdad social es algo que garantizaría algún grado de
incorporación (precaria, pero incorporación al fin) a la sociedad global occidental.7 No
tengo por qué dudar de la bondad de la “monjita viejita” a la que se refiere Matilde
Huenún y que morigeraba, como mejor podía y sabía, la inmensa soledad y tristeza de
una niña de 7 años consciente de que su madre, por la separación, sufría tanto o más que
ella misma. Monja que con su gesto maternal y misericordioso, a su pesar tal vez, era
parte de un engranaje de poder institucionalizado diseñado para que la modernidad
capitalista se expanda y se apropie de territorios cuyos habitantes aborígenes estaban,
por entonces, lejos de organizar sus vidas en una sociedad compatible con la
acumulación originaria, indispensable para que el “progreso” se materializara en los
términos soñados por una elite política y económica que idolatraba la modernidad
parisina y la industriosa inteligencia práctica de los alemanes. No por nada fueron
emigrantes alemanes, y algunos franceses, quienes, por iniciativa del gobierno de la
época, colonizaron las tierras de la Futahuillimapu (Grandes Tierras del Sur) a partir de
1851, las mismas en las que nacería Huenún un siglo después, descendiente de indios
mestizados y empobrecidos.
Francke de Osorno, noroeste), originalmente un campamento resultado de una toma de terreno a inicios
de la década de 1970 por gente sin casa y sin tierra. Agradezco al constructor de casas José Huisca
Molina, el maestro Pepe, haberme informado acerca de los barracones municipales de Osorno en los
que él mismo vivió de niño.
7
La sociedad occidental, la nuestra, tiende excluyentemente a la autorreferencia, y a menudo no tolera al
otro sino como pieza que obligadamente ha de insertarse en el statu quo y siempre que no provoque un
cortocircuito en la hegemonía de las elites económicas, políticas y culturales. Más allá del hecho de que
pueden citarse innumerables excepciones, en términos históricos el colonialismo moderno a escala global
ha sido y es propio de la sociedad europeo-occidental.
153
Sergio Mansilla Torres
8
Aché-Guayakí: etnia paraguaya, nómades recolectores hasta la década de 1970, reducida hoy a poco más
de un millar de individuos. El texto transcrito de la canción guayakí así como el de Moreno que viene a
continuación forman parte de Reducciones, sección “Cuatro cantos funerarios”. Itálicas del autor.
9
Rodrigo Rojas. La lengua escorada… La noción de “champurria” Huenún la viene sosteniendo desde
hace varios años; alude a un modo de hablar un castellano alterado por el efecto de una lengua de sustrato,
el mapudungun o su variante el che sungun, o de los residuos arcaicos de la propia lengua castellana
hablada por los conquistadores.
155
Sergio Mansilla Torres
10
De la territorialidad sur huilliche (actuales provincias de Valdivia, Osorno y Llanquihue), en años
recientes han surgido, por filiación o afiliación, poetas de origen indígena que reivindican la etnicidad,
como Graciela Huinao, Faumelisa Manquepillán, César Millahueique, Paulo Huirimilla, Bernardo
Colipán, Adriana Paredes Pinda, Roxana Miranda Rupailaf, entre otros.
11
Recordemos que Osorno ha tenido tres fundaciones. La primera en 1553 por Pedro de Valdivia; se llamó
entonces Santa Marina de Gaete. La segunda en 1558 por el gobernador García Hurtado de Mendoza; se
llamó San Mateo de Osorno. En esa oportunidad acompañó al gobernador el poeta Alonso de Ercilla y
Zúñiga con quien Huenún dialoga en Reducciones. Tras su destrucción en 1602, es refundada nuevamente
en 1792 durante el mandato de Ambrosio O’Higgins, padre de quien sería más tarde el fundador de la
República de Chile, Bernardo O’Higgins.
156
Los archivos de la niebla. En torno a Reducciones de Jaime Huenún Villa
identificando a los agentes que las han infringido y a sus víctimas, pero igualmente
evidenciando los discursos que las revelan, las encubren, las naturalizan desde diversas
orillas etnoculturales, se vuelven dramáticamente dañinas para los tránsitos dialógicos
entre culturas. Chauracahuín deviene, pues, nombre del ejercicio poético de historizar
radicalmente los lugares de la memoria.
El cronotopos Chauracahuín se eleva a la condición de sinécdoque geográfica
del mestizaje latinoamericano y, en rigor, de cualquier mestizaje acontecido como
resultado de la violencia colonial institucionalizada y sostenida en el tiempo en un
territorio determinado. Entrar a Chauracahuín no es simplemente revisitar y dar
cuenta de un lugar o de un paisaje realmente existente, Osorno en este caso; es, por
sobre todo, asomarse a la tragedia de la historia y hacer de ella y con ella una poesía
que atestigüe la trashumancia, las traducciones y mutaciones identitarias de quienes
hasta ahora han sido los perdedores de la modernidad latinoamericana. Huenún hace
de las “reducciones” históricas puntos de encuentro y confluencias de memorias y
lenguajes varios que en su conjunto y siempre en permanente reconfiguración
constituyen e instituyen los lugares poéticos de la vida que son, al mismo tiempo y
por complemento, los de la muerte y de la memoria evocadora; son los lugares de los
sueños visionarios y de la mirada cotidiana de lo que está ahí, lugares hechos por las
palabras con las que se sostiene el interminable nütram (conversación mapuche) de la
poesía y de la vida: es la champurria de los condenados de la tierra.
PERFORMATIVIDAD DE LA POESÍA
La ficción poética, llevada a la tarea de tener que lidiar con la realidad “fuerte”
de las materialidades históricas efectivamente acontecidas, pareciera ser una palabra
“débil”, que se refugia en el tranquilo remanso de las metáforas y que no hace sino
evocar sombras (“cantos de sombra”, diríamos en palabras de Léopold Sédar
Senghor, poeta senegalés que cantó su África en un francés expropiado a los amos
blancos)12. La poesía entonces, si se la mide con la vara de la acción efectivamente
transformadora de la realidad, parece “una historia de locos”, como bien dice Antonio
Cisneros; pero, como el propio poeta peruano acota, es con la poesía que se formulan
las “inmensas preguntas celestes”13. Así, al evocar esas sombras-voces de ayer y hoy,
la poesía de Huenún recupera huellas de lo vivido, denuncia acciones injustas que han
quedado silenciadas en los recodos de la historia, construye discursivamente
propuestas de sujetos que nos interpelan a que nos sacudamos de las asfixiantes
categorizaciones con que la ciencia blanca decimonónica (léase historia, antropología,
fisiología humana incluso) clasificaba y calificaba las sociedades e individuos según
presuntos grados de civilización, escenario en el que los sujetos indígenas llevaban
siempre la peor parte. Enfrentada a las aberraciones de la arrogante ciencia blanca (y
12
Cf. Cantos de sombra de Sédar Senghor.
13
Cf. Poesía, una historia de locos (1962-1980) y Las inmensas preguntas celestes de Antonio Cisneros.
157
Sergio Mansilla Torres
no solo la del siglo XIX), la “débil” palabra poética se hace entonces éticamente
“fuerte” y políticamente insubordinada.
Es, al respecto, significativa la sección “Cuatro cantos funerarios” de
Reducciones. Paradójicamente los “cuatro cantos” no son cantos sino cuatro informes
que “cantan”/denotan la incapacidad de la cultura blanca europea de tratar con su
otredad. La sección se inaugura con un epígrafe tomado de una canción aché-guayakí
(ya citada) y fragmentos de tres informes “técnicos” cada uno referido a personas
indígenas reales de quienes, además, se acompaña retratos fotográficos: Damiana,
escrito por Robert Lehmann-Nitsche en1908; Catriel, escrito por Francisco Pascasio
Moreno en 1875 (ya citado); Maish Kenzis, escrito por Herman Ten Kate en 1906. A
estos se suma un cuarto “canto” cuyo título es una declaración de Hans Virchow, de
1867, “He disecado muchos cadáveres y nunca he encontrado el alma” (73), seguida
de la fotografía de época, una calavera y un texto final de Huenún “Cisne de mí”.
“Cantos” que hablan de muertes indígenas, pero también de la muerte moral y
cultural de la sociedad blanca que construye un conocimiento que deshumaniza
radicalmente al otro.
Nos hallamos ante una poesía que viaja a contracorriente por el río turbio de la
historia hurgando en los residuos y sedimentos que yacen invisibilizados en su lecho.
Río este que en Reducciones se corporiza en el Rahue, que divide Osorno en dos
mitades étnicas socialmente desiguales y que fluye, aguas abajo, por la vegas de
Quilacahuín. Río Rahue que Huenún, mediante el poder evocador y constructor de
mundos que detenta la palabra poética, pondrá patas arriba para que se vuelvan a oír
los gritos de los antiguos boteros: los Manquilef, los Rauque, los Huenteo, los Huisca,
los Huenún… y para que los cantos de las bandurrias contribuyan a la poesía trayendo
de vuelta la murmurante sombra benefactora de los ancestros del poeta cuando estos,
envueltos por las nubes de la vida y la muerte, subían y bajaban los repechos de su
tiempo. La fuerza de una poesía como la de Reducciones no pasa por la defensa de
una determinada doctrina que modele o prescriba una cierta acción política de
“intervención rápida” (metáfora militar que el lector sabrá excusar) cuyos efectos
podrían ser inmediatos y mensurables; su eficacia, si se puede así decir, viene del
hecho de ser un discurso que trabaja a favor del fortalecimiento de subjetividades
arrojadas a la intemperie de un mestizaje que se vive a menudo como experiencia de
deterioro o pérdida de una identidad pretérita de alcances colectivos.
Y tal fortalecimiento del sí mismo14 —o arropamiento de la subjetividad, sería
mejor decir—, acontece en la medida en que la poesía dota a los sujetos de una
memoria de liberación que transmuta la tragedia en ceremonia de amor y vida al
otorgar carta de ciudadanía a todos los cantos: hablamos de los cantos fúnebres; de
aquellos que transmiten la serena contemplación de una muchacha que baila y se
pierde tras el polvo que levantan los pies de los danzantes; de los que
14
Tomo la expresión de Harold Bloom: “Se lee para fortalecer el sí mismo (el self) y averiguar cuáles son
sus intereses auténticos”. Cómo leer y por qué. Versión digital, sin paginar.
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Los archivos de la niebla. En torno a Reducciones de Jaime Huenún Villa
15
Promaucae: Enemigo salvaje, en quechua. Nombre que daban los incas a etnias que habitaron el actual
territorio central de Chile, entre el los ríos Maipo y Maule. Recordemos que los incas avanzaron más o
menos hasta el río Maule y, en su expansión, fueron precisamente frenados por los mapuches.
161
Sergio Mansilla Torres
conforme a ella, es una batalla épica contra la niebla de una historia que pareciera,
paradójicamente, no tener historia. El trabajo de la poesía consiste en despejar esta
niebla, a sabiendas de que es una batalla de desenlace incierto y, en todo caso, siempre
será un despeje parcial: con la poesía haremos islas de memoria, parches para
identidades mestizas en curso, en trayectoria; proveeremos imágenes que nos devuelven
a retazos a la delicada mancomunión con los elementos. No deja, pues, la poesía de ser
testimonio de una historia deseada pero condenada asimismo a su irrealización.
La ciudad viene hasta ti con sus ácidas cadenas
y esas grúas que levantan los cimientos de la historia.
Son nublados palacetes donde anidan pardos búhos
y la opaca lluvia andina de la tenue Cruz del Sur.
Las ciudades son ahora el final de tu memoria,
la escritura humedecida de tus sueños siempre nómades.
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Los archivos de la niebla. En torno a Reducciones de Jaime Huenún Villa
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“Kimún” alude a la constelación semántica conocimiento, saber, sabiduría, en tanto que “Rakizuam”
alude a pensamiento, conciencia. El poema dialoga con David Añiñir, poeta mapuche contemporáneo,
creador de la noción de “mapurbe” para referirse a la heterogénea identidad mapuche citadina de sujetos
indígenas que viven en espacios metropolitanos degradados, subalternos en cualquier caso.
163
Sergio Mansilla Torres
OBRAS CITADAS
Anónimo. Poema de Mío Cid. Buenos Aires, edic. digital. www.infotematica.com.ar
Araya, Pedro (ed.). Metáforas de Chile. Santiago: Corporación Altamar/ LOM, 1999.
Bengoa, José. Historia del pueblo mapuche. Santiago: Ediciones Sur, 1985.
Bloom, Harold. Cómo leer y por qué. Bogotá: Norma, 2000.
Cisneros, Antonio. Las inmensas preguntas celestes. Lima: Jaime Campodónico, 1992.
—— Poesía, una historia de locos (1962-1980). Madrid: Hiperion, 1990.
Huenún Villa, Jaime. Reducciones. Santiago: LOM, 2012.
Rojas, Rodrigo. La lengua escorada. La traducción como estrategia de resistencia en
cuatro poetas mapuches. Santiago: Pehuén, 2009.
Sédar Senghor, Léopold. Cantos de sombra. Madrid: Visor, 1980 (1945, 1ª ed.).
17 “Unanoche de mi niñez, a fines de la década del 70, supe por boca de mi abuela que un árbol ya
entonces polvoriento y moribundo, desflorado para siempre en la raíz y el agua, era el canelo que
Lucila Godoy había plantado en la señorial Plaza de Armas de la ciudad de Osorno” (23).
Descontando el epígrafe inicial, este es el comienzo de Reducciones. El canelo es el árbol sagrado del
pueblo mapuche.
164
NOTAS 165-174
LOS TAMBORES SUENAN, LA VOZ DEL PUEBLO RESUENA:
LA REPRESENTACIÓN DEL NEGRO EN LA NOVELA
CONTEMPORÁNEA
la base de seis características principales que giran en torno a la distorsión histórica, los
conceptos dialógicos bajtianos, los anacronismos, la intertextualidad, metaficción,
ficcionalización de personajes históricos en lugar de protagonistas ficticios, presentación
de ideas filosóficas en vez de reproducción mimética del pasado.
Por su parte, Aínsa (1996) considera nueve características principales que están
relacionadas con la deslegitimización de la historia, la impugnación de la legitimidad
de las versiones oficiales, la intertextualidad, el anacronismo y el palimpsesto, la
multiplicidad de perspectivas e interpretaciones y el rechazo de una sola verdad, el
descentramiento de los mitos degradados de la historia oficial, la superposición de
tiempos diferentes en la narración, la escritura paródica, predominio de la ficción
sobre la historia y la representación mimética. Los planteamientos de ambos teóricos
se encuentran en la propuesta de relectura del discurso historiográfico oficial; sin
embargo, ellos también se contraponen entre sí, fundamentalmente en torno a las
clasificaciones de las obras que pueden ser catalogadas como NNH, ya que ambos las
reconocen de acuerdo con las características definidas por cada uno. Además de estos
estudios, es posible rastrear otros más actuales que tratan de la definición de la NNH
(véase Seydel, 2002).
Basados en estas caracterizaciones, consideramos que el corpus seleccionado
forma parte del subgénero de la NNH, principalmente por poseer varios de los rasgos
antes mencionados y por presentar uno de los aspectos más importantes de la NNH,
que es la intertextualidad evidenciada en estos textos. Entenderemos intertextualidad
básicamente como “…la referencia a otros textos, que pueden encontrarse en un
escrito”. Siguiendo los planteamientos de Fernández Vásquez, consideraremos que
“…toda obra puede entenderse como una red intertextual, en las que diferentes
discursos dialogan entre sí, aunque hay textos en los que la intertextualidad es
deliberada y explícitamente se puede identificar, por tratarse de referencias muy
conocidas” (32). Es factible consignar que uno de los ejes intertextuales más
importantes en el corpus seleccionado es la referencia deliberada a otros personajes,
otros relatos, y las menciones a otras obras por medio del palimpsesto o de la
reescritura de fragmentos.
Es necesario precisar que además de analizar las vinculaciones intertextuales
que proponen estas obras nos apoyamos en las siguientes características de la NNH:
la deslegitimización de las versiones oficiales, la multiplicidad de perspectivas, relatos
e interpretaciones, el distanciamiento de los mitos degradados de la historiografía
oficial y la superposición de tiempos diferentes en la narración. Estas características
son las más recurrentes en el corpus seleccionado, pues hay una relación entre estas
novelas en cuanto al desarrollo de la narrativa y principalmente en torno a la
representación del negro. En contrapartida, no nos apoyamos en las otras
características de la NNH por no hacer énfasis a la temática investigativa que nos
convoca en este trabajo.
167
Daiana Nascimento dos Santos
168
Los tambores suenan, la voz del pueblo resuena
históricos desde la perspectiva del negro, mediante el papel del narrador oral.
Además, la signan como primera expresión de la Nueva Novela Histórica en América
Latina (Menton, 1993), que presenta desplazamientos literarios significativos. Uno de
ellos es la ficcionalización y las sutiles modificaciones históricas que Carpentier hizo
de la Revolución Haitiana, como son la ausencia de Toussaaint L’ouverture, el prócer
de esta revolución (James, 2003), la breve referencia a Dessalines, etc. (González
Echevarría, 1984).
La recepción crítica de Changó, el gran putas entabla una amplia discusión
en diversos idiomas, porque esta novela reconstruye la diáspora africana, la
opresión de la trata, su emancipación de la dominación, la actuación política de este
grupo social, desde la perspectiva del contradiscurso narrativo (Tillis, 2006).
Changó, el gran putas transciende la constante protesta social y reivindicatoria de
este grupo social, la búsqueda de la conciencia colectiva y el lugar de enunciación
del negro (Kooreman, 1987).
A gloriosa familia provoca mucho revuelo en las academias de lengua
portuguesa, pero también en otros idiomas, ya que el lector es confrontado con una
narración crítica e irónica del periodo en que Angola estuvo bajo el dominio holandés.
La construcción discursiva que emerge de esta narración entabla muchas discusiones,
pues el narrador personifica un siervo negro, mudo y analfabeto, antítesis un narrador
culto y tradicional. Este descentramiento se configura como unas de las principales
herramientas discursivas de la novela, ya que esto otorga lugar al narrador oral
(Chaves y Macedo, 2009).
La recepción crítica de Um defeito de cor abarca significativos estudios
relativos a la invención de la memoria, la representación del sujeto negro, la
ficcionalización de la historia, desde la perspectiva de una esclava africana (Oliveira,
2007). La obra rescata la narrativa desde las voces silenciadas por el poder y otorga
versiones respecto de los hechos históricos ocurridos en Brasil y África por un
periodo de casi cien años desde la trata negrera (Pimentel, 2011). Además de estos
aspectos, la obra provoca algunas críticas por su extensión, las innumerables
descripciones de los rituales religiosos, el exceso de información histórica y la visión
descentrada de la trata, de la diáspora y de la esclavitud negra (De Andrade, 2009).
Según la recepción crítica, este corpus descentraliza la visión histórica sobre la
representación del negro en el contexto discursivo, pues sus relatos son construidos a
partir de perspectivas marginales de los hechos, en un ir y venir narrativo que se
legitima en el discurso oral. De esta forma se evidencia en estas novelas un
contradiscurso que cuestiona y transgrede las interpretaciones tradicionales.
La hipótesis principal de este trabajo dialoga con las lecturas previas de cada
una de las novelas escogidas, pero propone adicionalmente una lectura interpretativa
conjunta. Sostenemos que las novelas contemporáneas que constituyen este corpus
alteran las interpretaciones hegemónicas del sujeto negro y lo hacen porque desplazan
los siguientes elementos literarios: presentan un nuevo protagonismo, legitiman los
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Daiana Nascimento dos Santos
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Los tambores suenan, la voz del pueblo resuena
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Daiana Nascimento dos Santos
OBRAS CITADAS
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Los tambores suenan, la voz del pueblo resuena
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Daiana Nascimento dos Santos
174
NOTAS 175-186
DIÁLOGO CON SYLVIA IPARRAGUIRRE: CONTRAPUNTO
LECTORA/AUTORA SOBRE LA TIERRA DEL FUEGO (1998)
INTRODUCCIÓN
En julio de 2009 me reuní en Buenos Aires con la escritora argentina Sylvia
Iparraguirre (Junín, provincia de Buenos Aires, 1947). El resultado de ese encuentro
es la entrevista que sigue: especie de diálogo centrado en una de sus novelas, La
tierra del fuego (1998), la segunda publicada por la autora después de El parque
(1996). La tierra del fuego fue traducida al inglés, francés, alemán, italiano, holandés
y portugués. A esta le siguieron El muchacho de los senos de goma (2007), La
orfandad (2010), y, más recientemente, Conversaciones con Munch (2013). Además
de su producción novelística Iparraguirre ha publicado varios volúmenes de cuentos:
En el invierno de las ciudades (1988) Probables lluvias por la noche (1993), y El
país del viento (2003). Los tres libros, más cuentos inéditos, aparecieron reunidos en
el volumen: Narrativa breve (2005). La autora obtuvo importantes premios
nacionales como Premio de la Crítica en la XXV Feria del Libro de Buenos Aires y el
Primer Premio Municipal de Literatura por En el invierno de las ciudades. La tierra
del fuego recibió el Premio Sor Juana Inés de la Cruz (otorgado en la Feria
Internacional del Libro de Guadalajara, México 1999).
Además de su labor creativa, Sylvia Iparraguirre participa activamente en el
mundo académico, ha ejercido la docencia y ha sido miembro activo de proyectos de
investigación en el Instituto de Lingüística y el Instituto de Literatura
Hispanoamericana de la Universidad de Buenos Aires, institución donde cursó sus
estudios en Letras. Cabe destacar también su participación en la revista El escarabajo
de oro, y la cofundación de El ornitorrinco (1977) junto a Liliana Heker y Abelardo
Castillo, que logró publicarse como un núcleo de resistencia cultural durante la última
dictadura militar.
El reportaje que sigue se planteó como un contrapunto autora/lectora en el
encuentro con la escritura y el relato de la novela La tierra del fuego. Esta novela
recrea el episodio histórico ocurrido a principios del siglo XIX cuando el capitán
inglés Fitz Roy, a cargo de la nave El Beagle en la que viajaba también el joven
científico Charles Darwin, decide llevar a cuatro indígenas yámanas a Inglaterra
donde viven durante dos años (solo tres de ellos, uno muere durante la travesía),
aprendiendo inglés y los usos culturales de la Europa del siglo XIX. El episodio había
sido anteriormente ficcionalizado por el escritor chileno Benjamín Subercaseaux
(1902-1973) en su extensa novela titulada Jemmy Button, publicada en Santiago de
Chile en 1950, y traducida al inglés tres años después. La historia de Jemmy Button
María José Bustos Fernández
fue también ficcionalizada por Harry Thompson (1995) y Nick Hazlewood (2000).
En 2010 el grupo teatral chileno Tryo Teatro Banda llevó al escenario otra versión de
la historia del joven yámana.
María José Bustos Fernández (MJBF): Sylvia, te agradezco muchísimo que
compartas este momento conmigo para conversar y cambiar ideas acerca de tu novela
La tierra del fuego y que podamos hacer una suerte de contrapunto entre
autora/lectora en el encuentro con la escritura. Podríamos empezar por varios puntos
importantes. Elijo para el inicio de este diálogo un aspecto que a mí me interesó
particularmente cuando leí la novela: lo que podemos llamar “la función narrativa”,
frase por supuesto muy amplia. Me interesó la mediación entre, por un lado, la
subjetividad del narrador, Jack Guevara, que se constituye en el narrar, y por otro, la
demanda de una historia que debe contarse, es decir, que implica una apelación. Esta
historia que debe contarse, y que tiene varios niveles, es, en un nivel ya más amplio,
según mi lectura, contar otra vez la historia del encuentro con el otro cuando, en el
caso de La tierra del fuego la historia que termina contándose no se conoce al
iniciarse el relato, hay un “no saber” inicial, fundamental para la cuestión de la
función narrativa. Es una historia que se va armando en el narrar. Creo que hay dos
pasajes en la novela que, a mi parecer, son paradigmáticos de esta configuración: uno
es esa escena maravillosa en la que aparece el padre de Jack Guevara, Mallory,
soldado inglés que había participado en las invasiones inglesas. Lo quieren mandar a
la guerra, la Guerra de la Triple Alianza, y se cuestiona, “¡Cómo va a ir con el
uniforme inglés!”. Y allí alguien interviene y resuelve: “¡Que le pongan un poncho!
El gringo es bueno para pelear”. Es decir, el poncho se agrega como una
superposición. Y la otra escena que quiero resaltar es aquella en la que Jack Guevara
escribe: “El destino de Button tomó hace tiempo la forma de mi destino”. Entonces a
mí me parece que la propuesta narrativa que vos realizas en esta novela, mediante el
intercambio de personajes, parece la de un deslizamiento metonímico, es decir, que
los términos pares (uniforme inglés/poncho; historia de Jack/historia de Jemmy) se
resignifican el uno al otro por un mecanismo de contigüidad nada ingenuo, y creo que
esa es la configuración, la dinámica especial de la novela. En términos bakhtinianos,
sería su “ideología configurativa”. ¿Qué te parece?
Sylvia Iparraguirre (S.I): Bueno, varias cosas a lo largo de lo que vos, como lectora
sagaz de la novela, vas planteando, porque por lo que veo te estás metiendo como en la
trastienda de la escritura. En principio yo intenté que, al menos en mi construcción
narrativa, la novela fuera, además de una historia, una reflexión relativa al acto de
escribir, en varios niveles, pero sobre todo en dos: uno es la extrañeza que supone para
ese hombre que ha sido marino el acto de ponerse a escribir, no es un acto natural, es un
hombre que no es un escritor. Sin embargo, es un hombre letrado, la novela no existiría
si no fuera letrado, la posibilidad que le dio su padre de haber leído libros y de poder
expresarse; o sea que el tema de la escritura pasa por el personaje en modo de una auto-
176
Diálogo con Sylvia Iparraguirre: contrapunto lectora/autora sobre La tierra del fuego
educación. Por lo demás, la escritura como algo que le sucede al personaje, como un
proceso que lo va modificando; me interesa que el lector perciba de algún modo,
aunque sea subliminalmente, cómo la escritura humaniza a este personaje. En el
trasfondo de la escena de Guevara escribiendo está una chica, esta chinita que se llama
Graciana que apenas se vislumbra en un principio, pero que, sin embargo, él empieza a
ver por medio de la curiosidad que ella, analfabeta, muestra por el acto de escribir. Es
decir, la escritura aparece como una escena que a ella le causa mucha curiosidad, esos
signos que él traza sobre el papel, esa actividad tan inexplicable en el medio del
contexto de la Pampa. Él empieza a fijarse en ella y se fija de tal modo y con tal gradual
intensidad a medida que su historia crece en la escritura que, al final de la novela, esos
papeles “sin destino” van a estar destinados a ella. Guevara va a crear su propia lectora,
la destinataria de la novela. Es decir, que a partir de la escena de la escritura que crea
curiosidad él está creando su propia lectora, ya que en el final decide enseñarle a leer.
Ahora bien, vos hablabas de contigüidad en las relaciones uniforme/poncho o
Button/Guevara. Vos sabes que la novela se arma por contigüidades; hay contigüidades
en lo corrido de la narración como hay contigüidades metonímicas en lo paradigmático.
Me gusta que hayas reparado en la miniescena del uniforme de Mallory, cuando él dice:
“Yo voy así o no voy”, porque lo que tiene puesto es el uniforme del ejército inglés, el
del invasor. A los otros les resulta chocante, entonces lo solucionan poniéndole un
poncho arriba. Está muy cerca todavía el tema de las invasiones inglesas. De esta
conjunción inglesa (uniforme), criolla (poncho), va a salir Guevara. Allí intenté armar
una pequeña escena donde se vea el carácter del inglés. La verdad es que me enamoré
mucho de ese personaje, de Mallory, que, por otro lado, es un personaje que tiene una
larga tradición en la literatura occidental: el inglés de la diáspora, el inglés que se asimila
a la India, se asimila al desierto, a los trópicos, a la Patagonia, pero no deja de ser inglés
nunca, y esto es un poco lo que le pasa a Mallory. La otra escena era, no me acuerdo...
MJBF: Bueno, en realidad no es una escena propiamente dicha sino que es parte de
ese discurso que él va armando al intentar contestar la carta que recibe del
Almirantazgo pidiéndole información acerca de lo que él podría saber de Jemmy
Button. Y casi al principio dice: “El destino de Button tomó hace tiempo la forma de
mi destino”, que es un poco una justificación de cómo él se va alejando de esa
primera apelación, responder a la carta y a la demanda específica por datos referentes
a la vida de Jemmy Button, y va iniciando el relato de su propia vida.
S.I.: Claro. Exactamente. Aquí hay una instancia inicial que es la carta. Uno de los
géneros con los que intenta “jugar” la novela es el epistolar, aunque es un epistolar
atípico, es un epistolar engañoso. El disparador de la novela, la primera escena, es la
llegada de esa carta que mandan desde el Almirantazgo a buscar al personaje a este
confín del mundo. Lo que hace que él se disponga a contestar esa carta; el primer
ensayo de escritura es un ensayo de contestación. Pero como suele suceder a John
William Guevara le pasa lo que le pasa (nos ha pasado) a los escritores novatos.
177
María José Bustos Fernández
Cuando se pone a escribir, lo que aflora es su propia historia que quiere ser contada; él
intenta dar una respuesta de la historia de Button y rápidamente se da cuenta de que lo
gana su propia historia. Lo que él quiere contar es lo que le ha sucedido a él. Es un
momento de quiebre, cuando Guevara dice: “Bueno, me importa un bledo quién me
pida esto, el Almirantazgo o quién sea; la cara del que manda la carta es desconocida
y la firma no se entiende. Voy a escribir lo que yo quiero escribir”. Intento que esa
confusión en el nombre del remitente (ya que él no puede determinar exactamente el
nombre de la persona que lo interpela desde la carta) no sea solamente por el doblez
del papel, sino que es algo de alguna manera desdeñoso. Aunque se acuerde, no
quiere acordarse. Guevara deja de atender al pedido y empieza a fluir su propia
historia. Pronto se da cuenta de que su historia está indisolublemente unida a lo que le
piden que cuente; que su juventud está unida a la historia de Jemmy Button. Guevara
tiene casi la misma edad que Button y ese viaje, de la periferia al centro, ese viaje
desde el Cabo de Hornos a Londres en el siglo XIX ha sido en todo un viaje
iniciático, y que cuando él se pone a narrar se le revela que su propia historia está
unida a la de Button; unidos en la memoria y en el recuerdo. La memoria, a la que él
pone como única medida de su relato.
MJBF: Entonces la propuesta de Guevara dará por resultado más de una historia. Y
este relato estaría compuesto más por conjeturas, paradojas y deslizamientos, que
están en un registro ambiguo, que en causalidades y razonamientos lineales. Este
deslizamiento del que estábamos hablando que se mueve de una historia a otra, que
como antes señalábamos, veo en la novela, por ejemplo, en la superposición del
poncho al uniforme inglés, son superposiciones que, por otro lado, son muy
argentinas. Ahora bien, este deslizamiento parece tener otras expresiones en la novela,
se relata en otras instancias. Por ejemplo, en los varios registros en los que se juega la
elección entre la lengua inglesa y la española, nivel que genera unas paradojas
interesantes. Por ejemplo, en los nombres. El indígena, que es yámana, es nombrado
en toda la novela, salvo al final, Jemmy Button, un nombre inglés, mientras que el
hijo del inglés se apellida Guevara. Entonces hay allí un cruce de lenguas. Esto se
complementa con el parlamento de Button durante el juicio en las Islas Malvinas, que
se transcribe en inglés. Claro que ese parlamento en el relato del narrador no
solamente se traduce sino que además es parafraseado por Guevara para que tenga
sentido dentro del relato que está empezando a tener sentido, y eso es lo importante,
para él mismo.
S.I.: Fue todo un tema el asunto de las lenguas. Al principio casi todos los
participantes provenían de Inglaterra o tenían algo que ver con la lengua inglesa.
Tomé la determinación de no utilizar ningún término inglés. Porque si utilizas un
término en inglés, ¿por qué no otro? ¿Por qué no los de náutica, por ejemplo?
178
Diálogo con Sylvia Iparraguirre: contrapunto lectora/autora sobre La tierra del fuego
180
Diálogo con Sylvia Iparraguirre: contrapunto lectora/autora sobre La tierra del fuego
S.I.: Muy... muy perspicaz esa lectura. Déjame responderte a ese comentario. Este es
un marino atípico, que ha leído libros. Incluso, en la novela hay un homenaje secreto
a Melville, uno de mis amores. No sé si sabes que el año que salió Moby Dick, 1851,
en todo ese año Melville vendió 42 ejemplares. Yo hago que ese año la nave en la que
llega Jack Guevara a Nueva York quede varada por una tormenta de nieve. Guevara
va a un lugar y el librero, viéndolo marino, le recomienda un libro porque en la
primera escena hay una ballena del Cabo de Hornos. El libro es Moby Dick. Me gustó
imaginar que uno de los 42 ejemplares lo compró mi personaje. En otro orden de
cosas, han señalado (en reportajes y lectores) que está bien asumida la voz masculina.
Que es creíble el hombre que yo invento siendo mujer. Y me han preguntado cómo es
que me metí en la cabeza de un hombre, etc. Más allá de las características
obviamente exteriores o de hábitos, si vos vas hacia adentro y hacia el fondo, ser
hombre o mujer, el género, se diluye y solo queda la persona humana, quedan los
sentimientos comunes. Pero más allá de eso, una de las líneas que trabajé para el
personaje masculino fue la relación con el padre. Es cualitativamente diferente la
relación de un hombre con su padre que la de una mujer con su padre. Esto se
muestra en la escena cuando él, de chico, ve al padre pelear con otro hombre, y allí
aparece el tema del coraje, tan masculino. Este inglés que era borrachín y al que los
paisanos de la pampa tratan con sorna criolla, de repente se planta. El hijo lo mira con
admiración. Esta escena tiene su correspondencia cuando Guevara va a Londres y,
con 17, 18 años, también le ocurre pelearse con un hombre. Está buscando los rastros
del padre y es como un encuentro simbólico con él en esta pelea en una taberna de
Londres, donde él alcanza una especie de identificación con el padre. Pero el padre es
un suicida. Entonces, él reflexiona respecto de esta determinación de su padre, y lo
hace en un momento especial: cuando termina de contar su historia, cuando ha puesto
el punto final. Allí se parece a un escritor. Porque cuando un autor termina un libro
queda un vacío. Esto pertenece a la realidad: pusiste mucho esfuerzo, conviviste con
esos personajes durante largo tiempo, años tal vez, y cuando pones el punto final,
cuando la novela terminó y la entregaste a la editorial, queda un vacío, a veces
bastante difícil de sobrellevar. Esto es una generalización y no soy del tipo de
escritora que lo experimente porque siempre tengo algo esperándome en los cajones,
sin embargo, sucede. Ese vacío es el que yo quiero que experimente el personaje
después que ha volcado toda su vida, que se ha dado por primera vez a la escritura.
Ha sido una experiencia de cinco meses muy intensos en la soledad de la pampa
escribiendo este testimonio. Pone el punto final y recuerda que tiene 53 años. Su
padre tenía la misma edad cuando se suicidó; de alguna forma está diciendo, tengo
dos caminos: o matarme o vivir. Y el gesto de sacar las cosas de la mesa y poner la
luz en el medio es un gesto por la vida; entre Eros y Thanatos. Elige Eros. Elige la
posibilidad de enseñarle a leer a Graciana, que es como crear un eslabón.
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Diálogo con Sylvia Iparraguirre: contrapunto lectora/autora sobre La tierra del fuego
MJBF: Y también creo que hay obvios ecos borgianos en esta configuración de las
posibilidades en el relato: “En el principio hay dos caminos, pero después se bifurcan
más y más”. Me parece que volvemos a lo que decíamos antes de que si aquí se
cuenta la historia del encuentro con el otro, y el encuentro con el otro en este relato en
particular terminó en el exterminio, sabemos por la historia que el encuentro con el
pueblo yámana terminó en el exterminio (recordemos las posibilidades del suicidio en
la trama), también el relato abierto sugiere que esa historia puede volver a contarse,
de hecho por eso vuelve a ser relatada, porque es una deuda pendiente que el lector
debe volver a contarse inventando quizás otros desenlaces.
S.I.: Absolutamente. Primero porque, en términos exactos, la historia indígena no
ingresa a la historia argentina hasta muy recientemente. De hecho, yo la historia de
Jemmy Button no la saco de la historia argentina porque la historia argentina no
incorpora las etnias hasta muy recientemente, digamos 20 años. Antes era más bien
pintoresquismo indígena. En la escuela nos enseñaban de los diaguitas, los guaraníes,
pero de una manera muy primaria; de ninguna manera tienes la idea de que esos eran
los primeros habitantes de lo que, más tarde, sería la Argentina. Hombres que vivían
acá desde hace 13.000 años. Entonces, la historia de Jemmy Button la encuentro en
un libro de antropología, de Martín Gusinde, no en la Historia. Estaba haciendo la
corrección de estilo de ese libro acerca de los yámanas y leo la historia de Jemmy
Button, que es una historia chiquita dentro de la historia de los yámanas y los onas, y
de los alakaluf, y los haush, las 4 etnias que habitaban la Tierra del Fuego. Porque esa
era una tierra de nadie, allí hicieron estragos los blancos, sobre todo los balleneros y
foqueros norteamericanos. Encuentro esta historia y me parece formidable y tremenda
al mismo tiempo. Intenté imaginar cómo vería este chico el mundo. Es como llevar a
alguien de Marte a la Tierra, ¿cómo sería para él la experiencia del calor; ver un
caballo, un carruaje, las ropas? Todo era extraño. Entonces, ¿cómo fue asimilando ese
mundo? No lo sabemos, yo solo lo puedo conjeturar con un narrador testigo; digamos
que la capacidad de asombro de Button se agotó en el puerto de Londres, ¿Qué más
se puede decir? Pero esa es la historia que no fue contada.
MJBF: Querría ahora que nos detuviéramos en las escenas finales, durante el juicio
en las islas Malvinas, en el que se debate el rol que Jemmy Button pudo haber tenido
en la matanza de los misioneros anglicanos. A mí me parece muy interesante la forma
narrativa que vos elegiste. Porque este juicio es casi como una representación teatral y
todo juicio es un relato a partir de una pregunta que debe ser resuelta. Y en un juicio
hay varias personas que relatan y hay varios testigos y un interrogante, y a partir de
allí se tiene que llegar necesariamente a una conclusión. Se debe elegir una de las dos
versiones: culpa o inocencia. No hay conjeturas, ni paradojas, ni los deslizamientos de
los que hablábamos antes. Porque un juicio por naturaleza exige una decisión. A mí
me interesó mucho cómo el narrador Guevara en este momento se ubica como un
183
María José Bustos Fernández
para otra novela. El modo en que lo echan, lo dejaron a pie en medio de la nada, a no
sé cuántos kilómetros de Puerto Argentino, con la mujer, y tiene que llegar
caminando. Le genera un gran odio por la misión. El juicio a Button le viene bien
para hablar de cómo era en realidad la misión patagónica y cómo trataban a los indios.
Parker Snow se convierte en un testigo inesperado y terrible contra la misión y sus
métodos.
MJBF: Y había muchas agendas contradictorias.
S.I.: ¡Claro! Por ejemplo, no me pude perder lo que decía la mujer de Despard, el jefe
de la misión: “Pero hay que ver lo bueno que era Jemmy, decía „buenos días, decía
buenas tardes‟ ”. Da la sensación de que habla de un perro, un perro amaestrado que
no ladraba, que se portaba bien. La pobre mujer no podía decir otra cosa porque ese
era el concepto de la época. Lo incluyo como ilustración. Imaginá lo siguiente: los
misioneros iban desde las islas Malvinas donde tenían la misión, en su barco hasta el
Cabo de Hornos donde vivían los yámanas y los traían, a la fuerza, porque traían los
chicos, y los yámanas se volvían locos, venían para poder venir con sus chicos, a
pasar seis meses en las islas Malvinas, a que los catequizaran. Jemmy fue unas
cuantas veces porque sabían que hablaba inglés, que Fitz Roy lo había llevado a
Inglaterra hace casi treinta años; y armaron la misión con la idea de buscarlo para que
oficiara de puente con su pueblo. Pero el “experimento civilizador” les falló. Fue un
típico experimento de los viajes del siglo XIX, pero este resultó muy mal.
MJBF: Hay otras dos preguntas con las que quiero finalizar. ¿Has tenido alguna
conversación particular con Belgrano Rawson respecto de Fuegia, los encuentros, los
paralelos con tu novela, la diferente forma de abordar el tema?
S.I.: No particularmente, soy amiga de Eduardo (BR), nos hemos cruzado muchas
veces. Cuando él publicó Fuegia, y yo ya estaba trabajando en La tierra del fuego,
pero son dos secuencias muy diferentes. Fuegia es muy posterior en el tiempo a La
tierra del fuego, transcurre cuando ya están instaladas las misiones, y es la relación
patética, terminal, de los indígenas yámanas con los misioneros, cuando ya no tienen
dónde refugiarse, todo muy posterior a la historia de 1830. Fuegia transcurre cuando
los indígenas se refugian en las misiones, que es otro modo de suicidio.
MJBF: Fuegia es una novela que nuevamente y, en otros contextos, invita a recontar
y a reflexionar en nuestra historia cómo se dio el encuentro con el otro.
S.I.: El abuso es transhistórico. Hablando del pasado te estás también refiriendo al
presente. El abuso de un grupo por otro, de un hombre por otro, de una civilización
por otra no pertenecen a una época. Pero la historia no se resuelve en lo blanco y lo
negro, lo bueno y lo malo. La historia tiene matices de todo tipo. Cuando Fitz Roy,
por ejemplo, se lleva a los yámanas a Londres, no lo hace por “malo”, no es maldad,
al contrario, se hace cargo de ellos. Le sale mal porque no podía ver al otro como tal,
185
María José Bustos Fernández
no podía mirar más allá de su época. Lo veía como “indio” y como instrumento. La
novela tiene un desarrollo que se sitúa en el siglo XIX, pero temáticamente está
hablando del aplastamiento de los más débiles por los más poderosos.
MJBF: Y nos apelan estas historias a seguir pensando cómo le vamos a encontrar la
vuelta a esto, que es una tragedia que aún se vive. Que no está resuelta.
S.I.: Si piensas en América Latina, la situación de Button la puedes encontrar hoy.
MJBF: Por supuesto, el tema hoy de los desplazamientos, gente llevada de un lado a
otro, sin poder encontrar un lugar. Los desplazamientos, las migraciones, temas con
tanta gravitación hoy, gente desplazada, que busca un lugar donde vivir. Bueno, ya
dejaremos por aquí. Te agradezco muchísimo esta larga charla y el haber compartido
conmigo este rato: la lectura, por mi parte, y la gestación por la tuya de esta
maravillosa novela.
S.I.: Gracias a vos por una lectura tan atenta.
186
NOTAS 187-192
UNA REFORMA ORTOGRÁFICA DE 1783: FRAY SEBASTIÁN
DÍAZ Y SU NOTICIA GENERAL DE LAS COSAS DEL MUNDO1
I. PRESENTACIÓN
En el último apartado de la introducción a La literatura del Reino de Chile,
titulado “Los autores perdidos”, José Promis Ojeda (2006) menciona allí a un tal fray
Sebastián Díaz, quien habría escrito al menos dos obras: en primer lugar, Noticia
general de las cosas del mundo por el orden de su colocación, para el uso de la casa de
los señores marqueses de la Pica y para instrucción común de la juventud del reino de
Chile, publicada en Lima en 1783; y, en segundo lugar, “un texto proponiendo una serie
de reformas ortográficas” (76). Promis Ojeda tiene razón cuando señala que Díaz
escribió estos textos, sin embargo, se equivoca al postular que se trata de dos textos
distintos, ya que el segundo está contenido en el prólogo del primero.
Lo que me propongo, pues, en estas líneas es reactivar la circulación y el
conocimiento de esa “serie de reformas ortográficas” mediante la transcripción del
documento que las contiene2, no sin antes, por supuesto, entregar una breve reseña
tanto de la Noticia general como de su autor, a quien —según el estado de mis
investigaciones— podríamos considerar como el primer reformador de la ortografía
española en Chile.
Sebastián Díaz nació en Santiago en 1741, fue prior de la Recoleta Dominica en
dos ocasiones (1781-1784 y 1786-1794) y falleció en la misma ciudad en 1813. Estudió
Filosofía en el Convento del Rosario de Santiago y Teología en la Universidad de San
Felipe, donde, en 30 de septiembre de 1763, se graduó de bachiller, licenciado y doctor
en Teología (Medina, 526). De esta forma, “ingresó al claustro de doctores de la
Universidad y llegó a ser en ella examinador en su facultad” (De Ávila, 83).
Aparte de los estudios oficiales cursados por Díaz, sabemos que fue
autodidacta y que se preocupó por adquirir una cantidad ingente de conocimientos
que no eran de fácil acceso ni de simple asimilación, como derecho canónico y civil,
medicina, matemáticas, botánica, astronomía, historia, literatura, idiomas, etc. En
opinión de Domingo Aracena, no había coetáneo suyo que lo igualase en saber: “Su
ciencia no se limitaba a esta o aquella facultad en particular: se extendia a todo el
1
El presente escrito fue elaborado a partir de mi tesis de magíster (La noticia general de las cosas del
mundo de fray Sebastián Díaz…) y se enmarca, también, en la investigación doctoral que actualmente
realizo en la Pontifica Universidad Católica de Valparaíso (PUCV).
2
El documento apareció publicado en un trabajo anterior de mi autoría (La nota, 109-110). Anteriormente,
solo Alejandro Fuenzalida Grandón (48-49) y Alamiro de Ávila Martel (92-95) habían reproducido
íntegramente las reformas ortográficas del padre Díaz.
Jorge Cáceres Riquelme
vasto campo del saber, y podría llamársele con toda propiedad sabio en toda la
extensión de la palabra” (Aracena, 13). Otra evidencia del interés cognoscitivo del
religioso lo representa la petición hecha a la Inquisición limeña a fin de que se le
permitiese leer obras prohibidas. Para ello debió “presentar una solicitud,
directamente ante la Suprema o ante el Tribunal, indicando algunas referencias
biográficas y los motivos que le impulsaban a pedirla”. Satisfactorias han de haberle
parecido a los inquisidores las informaciones brindadas por Díaz, porque en 1793 se
le concedió la licencia requerida (Millar Carvacho, 387-388).
De acuerdo con Alamiro de Ávila Martel, el dominico consagró gran parte de
su tiempo “al estudio, a enseñar y a escribir” (86), dedicación producto de la cual
surgieron de su pluma varias obras de carácter piadoso tanto como científico. A saber:
Descripción narrativa de las religiosas costumbres del M. R. P. Mro. Fr. Manuel de
Acuña (Lima, 1782); Noticia general de las cosas del mundo por el orden de su
colocación (primera parte, Lima, 1783; segunda parte, inédita); Vida y virtudes de sor
María Mercedes de la Purificación; Tratado elemental de Geometría; Exposición de
la Geometría Elemental del Grande Euclides; Tratado contra las falsas piedades, y
Manual Dogmático i Polémico3. De este conjunto, la que más destaca es Noticia
general de las cosas del mundo, cuya primera parte fue publicada en Lima en 1783,
mientras que la segunda se halla inédita y manuscrita en el Archivo de la Recoleta
Dominica4. Además —y en lo que me interesa—, es en este texto en donde se incluye
la serie de reformas propuestas por el religioso.
Mediante el texto antedicho, Díaz se propuso entregar una enseñanza capaz de
desarrollar una razón analítica en la población nacional, la que esperaba suplantase a
la estolidez que él consideraba vigente en Chile. Para ello estimó necesario reducir
“unas materias muy vastas” a un compendio
… brevisimo respecto de los dilatados, y dispersos volumenes, en que [los
jóvenes] se avian de fatigar para estudiarlas, si quisieran, (aun quando los
encontraran, y tuvieran entrada por diversidad de idiomas): y brevisimo
respecto de otros, que aunque en idioma comun aian conpilado muchas de ellas,
pero no todas, ni tanto en cada una de todas (Díaz, 1783).
De este modo, el dominico se dio a la tarea de componer una obra
enciclopédica que fuese asequible al común de la colectividad —hombres y mujeres,
jóvenes y adultos, letrados y no tan letrados—, tratando las diversas materias que
componían su escrito de manera general (no particular, lo que hubiese demandado
3
Estos cuatro últimos textos se conservan manuscritos en el Archivo de la Recoleta Dominica (Santiago).
Vida y virtudes de sor María Mercedes de la Purificación, en tanto, fue publicado en 1919 con una
introducción de Manuel Antonio Román (Santiago de Chile: Imprenta San José).
4
Cabe señalar que en mi tesis de magíster he estudiado tanto la figura como la obra de Sebastián Díaz. En
ella, además, he transcrito íntegramente el manuscrito de la segunda parte de la Noticia general (Noticia
general de las cosas del mundo de fray Sebastián Díaz, 358-606).
188
Una reforma ortográfica de 1783: fray Sebastián Díaz y su Noticia general de las cosas del mundo
5
La sexta edición, publicada en 1779.
6
De todos modos, Díaz manifiesta que, una vez hallado el texto de la Real Academia, en caso de existir
diferencias, corregirá sus modificaciones y seguirá los dictámenes del organismo oficial con tal de que su
sistema “convenga con él asta en los apices”.
7
Real Academia Española. Ortografia de la Lengua Castellana. Madrid: Imprenta de Joaquín Ibarra,
1779: 11. Cursivas mías.
189
Jorge Cáceres Riquelme
Resta añadir, por último, que el documento que aquí reproduzco forma parte
una nota que el padre Díaz coloca al final del prólogo de su ya referido libro8. Por tal
motivo, he optado por mantener ese sencillo título.
8
Vale señalar que las páginas en que se encuentran la dedicatoria, los textos nuncupatorios y el prólogo de
la Noticia general no están numeradas.
190
Una reforma ortográfica de 1783: fray Sebastián Díaz y su Noticia general de las cosas del mundo
OBRAS CITADAS
Aracena, Domingo. “El P. Mtro. Fr. Sebastian Diaz”. Fastos Estadísticos de la
Comunidad de la Recoleta Dominica de Santiago de Chile. Santiago de Chile:
Archivo de la Recoleta Dominica de Santiago de Chile, 1843: 12-18.
Manuscrito.
Barros Arana, Diego. Historia Jeneral de Chile. Tomo VII. Santiago de Chile: Rafael
Jover, 1886.
Cáceres R., Jorge. La noticia general de las cosas del mundo de fray Sebastián Díaz,
O.P., y la promoción de una educación ilustrada. Tesis para optar al grado de
Magíster en Literatura Latinoamericana y Chilena. Universidad de Santiago de
Chile, 2009.
Cáceres R., Jorge. “La nota a Noticia general de las cosas del mundo de Fray
Sebastián Díaz y las primeras reformas ortográfica en Chile e
Hispanoamérica”. Discursos/Prácticas 4 (2010): 105-111.
De Ávila Martel, Alamiro. “El padre Sebastián Díaz y su ortografía fonética chilena”.
Anales de la Universidad de Chile, 5ª serie 17 (1989): 81-95.
Díaz, Sebastián. Noticia general de las cosas del mundo por el orden de su
colocación. Para el uso de la Casa de los Señores Marquezes de la Pica y
para instrucción común de la Juventud del Reyno de Chile. Lima: Imprenta
Real, 1783.
191
Jorge Cáceres Riquelme
192
NOTAS 193-200
FLAITE: ALGUNOS APUNTES ETIMOLÓGICOS
Darío Rojas*
1. INTRODUCCIÓN
La palabra flaite, “persona de clase social baja y comportamiento extravagante,
que es relacionada generalmente con el mundo delictual”, según la definición del
Diccionario de uso del español de Chile, quizá sea uno de los más recurrentes objetos
de atención para los aficionados a buscar el origen de ciertas expresiones lingüísticas
que caracterizan al español de Chile. Las etimologías populares para este término son
variadas y dan cuenta de diversas facetas de los estereotipos sociales vinculados con
sus referentes. Creemos que es, precisamente, su significado, que alude a personas de
cierta condición social, lo que motiva que los chilenos hayamos prestado tanta
atención a esta palabra: sabido es que en nuestro país somos muy sensibles a las
diferencias entre grupos socioeconómicos. En consecuencia, los hablantes del español
de Chile hemos intentado racionalizar su existencia mediante el “hallazgo”, más bien
invención, de su origen. Racionalizar, decimos, porque mediante un proceso
ideológico afín al conocido como iconización (Irvine y Gal, 2000), los chilenos
creemos haber encontrado motivaciones causales entre el origen lingüístico de la
palabra flaite y ciertas conductas o rasgos considerados propios de las personas a
quienes esta refiere, transformando a estas últimas en estereotipos sociales.
Con la presente nota nos proponemos hacer un pequeño aporte al
esclarecimiento del origen de este término desde el punto de vista de las ciencias del
lenguaje. Para este último propósito nos apoyaremos en los procedimientos de la
etimología, esto es, en términos simples, la disciplina lingüístico-histórica que
investiga el origen de las palabras (Durkin, 2009) o, en términos más especializados,
la disciplina que establece y describe los procesos históricos que resultan en nuevas
secuencias de fonemas con un significado asociado (Krisch, 2010). Específicamente,
procederemos a mostrar que flaite es un anglicismo procedente del español peruano y
generalizado en Chile mediante el coa. Para ello tendremos en cuenta las distintas
variantes de la palabra que existen en el ámbito hispánico actual y examinaremos las
transiciones semánticas del vocablo estudiado, las que permiten fundamentar nuestra
propuesta. La hipótesis que defendemos, en síntesis, difiere de las etimologías
populares que revisaremos, pero aún debe ser considerada como una primera
aproximación al problema, pues hará falta en el futuro emprender el análisis histórico
de corpus para corroborarla definitivamente.
Darío Rojas
fecha de origen de este término, que, a pesar de las diversas teorías, todo apuntaría a
la década de 1990.
Otra teoría dice que flaite viene del inglés flight, o más específicamente de un
supuesto sustantivo inglés flighter. En un periódico santiaguino dirigido a público
popular se explica así su origen:
Ahora todo el mundo cree que “ser flaite” siempre significó ser vulgar u
ordinario o que “un flaite” era un joven marginal de malas costumbres. Pero no,
originalmente “flaite” viene de “flight”, y les decían así a los “volados” medio
“torrejas”. De ahí la palabra fue tomando una connotación “picante” (La
Cuarta, La Ficha Pop, 11 de junio de 2004).
La razón, entonces, sería que primero con esta palabra se hizo referencia a
sujetos que andaban “volados”, es decir, bajo el efecto de drogas alucinógenas,
posiblemente marihuana, y de alguna manera el término se desplazó semánticamente
hasta designar delincuentes y también ciertas personas de clase social baja.
También con el hecho de volar, pero en un sentido más literal, vincula otra
teoría el origen de la palabra flaite. Esta vez se trataría del inglés fly, referido a los
viajes en avión. Se hace partidaria de esta etimología, entre otros, nada menos que la
enciclopedia Wikipedia, en su versión en español, aunque también entremezclándola
con la teoría que aludía al uso de drogas:
El término flaite pareciera derivarse del inglés flighter (volador), término que se
usaba en el lunfardo argentino y uruguayo para denominar a un tipo
de ladrón relacionado a los vuelos entre Buenos Aires y Europa. Desde este
origen, la palabra migra al español chileno con diferentes usos. En un principio,
para designar a los consumidores de marihuana que en Chile son también
denominados volados (por el inglés fly), y luego como un adjetivo despectivo
utilizado para referirse a ciertas personas de baja condición social,
al prejuzgar relacionando la adicción a las drogas con marginalidad
(http://es.wikipedia.org/wiki/Flaite).
Las explicaciones hasta ahora señaladas son las que se encuentran con mayor
frecuencia hoy en el discurso de los no especialistas. Creemos que estas explicaciones
no son plausibles, principalmente porque ubican el momento de génesis de este
término en una fecha muy reciente, siendo que los datos de que disponemos (que
mostraremos en la siguiente sección) apuntan a una antigüedad mayor. Además,
carecen de cualquier respaldo empírico, como ha quedado claro: se trata de
elucubraciones muy imaginativas, algunas, pero que no cuentan con datos que las
sustenten.
196
Flaite, algunos apuntes etimológicos
bandido. Según Mejía, “con el correr de los años, la figura del faite se degeneró
convirtiéndose en delincuente, abusivo y alquilando sus puños al mejor postor” (18).
Hildebrandt señala, respecto del faite limeño:
Este pintoresco tipo de perdonavidas criollo apareció en Lima después de la
guerra contra Chile. […] La palabra faite viene del inglés fighter “luchador,
camorrista”. Faite es un anglicismo del Perú que pertenece a la etapa (fines del
siglo XIX y principios del XX) de influencia del inglés británico (193-194).
Además de la forma faite, en la época se usaba la forma faiteman (Borras, 166;
Hildebrandt, 194; Mejía, 18), probablemente de fighter + man, lo que corrobora su
origen en la lengua inglesa.
¿Tiene alguna relación la forma faite con nuestro flaite? El parecido formal es
más que evidente. Pero el dato decisivo es que existe un registro lexicológico que da
cuenta de la existencia de faite en la jerga delincuencial chilena: el coa, desde hace ya
varias décadas y con anterioridad a los primeros registros lexicográficos de flaite. De
esta manera, se puede pensar en una cronología relativa faite>flaite. Benavides
(1966), al comenzar la segunda mitad del siglo XX, registra faite “delincuente”, faite
funao “delincuente conocido por la policía” y faite piola “delincuente nuevo”, así
como la expresión faite canilla “ladrón barato” entre los vocablos “recopilados
mediante consultas a funcionarios de Investigaciones, Prisiones y Reos”, lo que da
cuenta de que debe haber tenido uso real por esos años entre los delincuentes
chilenos, y no se trata solo de trasvasije bibliográfico. Poco más de una década
después, Méndez Carrasco (1979) consigna faite “ladrón, en general” y chorifaite
“fusión de choro (delincuente habitual) con faite”. Ni faite ni flaite se encuentran
registrados en Vicuña (1910), el primer repertorio lexicográfico conocido de coa, de
manera que habrá que pensar que su difusión en el español de Chile habrá sido
posterior a ese año. Flaite es registrado también en diccionarios de coa, pero de época
más reciente. Candia (1998), por ejemplo, lo recoge definido como “delincuente
respetado, que viste elegantemente y tiene trato caballeroso”. Ello da cuenta de que el
significado original de faite pudo haberse mantenido, parcialmente al menos, en el
ámbito delincuencial.
El cambio fónico que lleva de faite a flaite implicaría solo la inserción de una
/l/ epentética con el resultado de la formación de un grupo consonántico, fenómeno de
variación no desconocido para el español vernáculo chileno. Gormaz (1860), Ortúzar
(1893) y Echeverría y Reyes (1900) registran ejemplos como rampa >rampla y otros
que dan cuenta de que, aunque quizá poco frecuente, es una posibilidad de variación
fónica, emparentada con la epéntesis de /r/ en el mismo contexto (pestillo>prestillo,
buñuelo>bruñuelo, Calisto>Calistro, etc.), documentada por los autores antes
señalados y otros.
Expuestos los datos anteriores, podemos pensar que, con mucha probabilidad,
nuestro flaite se remonta al faite peruano de comienzos del siglo XX, y que, por tanto,
el origen último de flaite es el inglés fighter “peleador”, como señalaba Morales
197
Darío Rojas
Pettorino (2006). La vía de ingreso del término desde Perú pudo haber sido portuaria
(vehículo frecuente de difusión lingüística), o cualquier otra, en realidad (tampoco
podríamos descartar por ahora un surgimiento paralelo). Además de la similitud
formal (fónica) y la plausibilidad del cambio fa- >fla-, existen varias asociaciones
semánticas que permiten apreciar una relación entre ambos términos. El rasgo
semántico fundamental de faite dice relación con la conducta agresiva de un
personaje de los barrios bajos, lo que explica, en primer lugar, su origen en un
derivado del verbo que en la lengua de origen alude a una conducta agresiva (pelear).
Luego, en el español de Chile, las primeras documentaciones inscriben a este
personaje dentro del ámbito de la delincuencia. Dentro de este ámbito, la violencia
física se presenta como recurso para hacerse respetar entre los pares. Nótese que la
definición de flaite de Candia (1998) dice que se trata no de cualquier delincuente,
sino que de un delincuente respetado, que probablemente ocupa una posición
jerárquica alta entre sus colegas. Piénsese, como punto de comparación, en el caso de
choro. Este vocablo, que tiene origen en el caló jergal (Salillas, 1896), significa en
Chile “ladrón que tiene mucho prestigio entre sus pares y que se caracteriza
fundamentalmente por su actuar violento”, y también, referido a persona, “que suele
adoptar una actitud desafiante y confrontacional, frecuentemente asociada con
violencia física” (Diccionario de uso del español de Chile). El faite/flaite, entonces,
de modo análogo al choro, debió en un comienzo haber sido el delincuente que, por
saber manejar a su conveniencia la violencia, era respetado. Al emanar su
semanticidad desde el punto de vista interno al grupo que maneja la denominación,
era un término cargado de connotaciones positivas (recuérdese el carácter
“encomiástico” de la voz, según indica Morales Pettorino). Luego, al extenderse su
uso fuera del ámbito delictual (quizá en los años 90, como señalaba Marco Antonio
de la Parra, y de acuerdo con lo que Candia (1998) señala respecto del momento de
generalización de palabras que antiguamente eran privativas del coa), esta
connotación debió haber cambiado a signo negativo, debido a la percepción social
negativa de la delincuencia existente en la sociedad, digamos, “normal”. Esto
explicaría la carga despectiva que tiene hoy en Chile el uso de flaite, según el
Diccionario de uso del español de Chile y el Diccionario de Americanismos, además
de los significados secundarios que focalizan rasgos estereotípicos percibidos por la
sociedad en las personas a que se refiere el término: condición social baja, mala
educación, mal gusto, mala calidad, etcétera, todos de cariz negativo.
4. ¿CONCLUSIÓN?
No pretendemos haber concluido la pesquisa etimológica relativa a flaite. La
hipótesis que defendemos (a saber, que flaite viene de faite, usado primero en el coa
chileno, que lo tomó a su vez del español peruano de comienzos del siglo XX,
donde tenía la variante faiteman y fue tomado del inglés fighter o fighter man)
quizá podrá contarse entre las demás que hemos criticado al comienzo de este
198
Flaite, algunos apuntes etimológicos
trabajo, por su decidido carácter (aún) especulativo. Sin embargo, creemos que esta
propuesta, a diferencia de las revisadas al comienzo, tiene al menos algo de sustento
en datos y, por tanto, se aproxima más a un proceder etimológico científico. No
debe soslayarse, en cualquier caso, el valor que las etimologías que hemos
descartado tienen para los estudios de los discursos metalingüísticos populares. Pero
esto será tema de otro trabajo.
Como hemos señalado al comienzo, una tarea urgente de acometer, como
continuación del presente estudio, es el rastreo textual que permitirá documentar con
mayor precisión la historia de faite y los términos relacionados que hemos
examinado. En segundo lugar, convendría explorar las posibles situaciones de
contacto lingüístico que hayan llevado a la adopción de peruanismos léxicos en el
léxico chileno, específicamente en ciertas variedades subestándares como el coa,
durante la primera mitad del siglo XX. Sabido es que el léxico chileno ha tomado
bastante prestado del español rioplatense, y específicamente del lunfardo (Salamanca,
2010; San Martín, 2011), pero los préstamos del español peruano, hasta donde
sabemos, no han sido estudiados. Con un estudio de este tipo podrá corroborarse si
faite entró a Chile desde el Perú o si se trata más bien de un anglicismo que llegó
paralelamente a diversos lugares del Cono Sur.
Universidad de Chile*
Facultad de Filosofía y Humanidades
Departamento de Lingüística
Av. Capitán Ignacio Carrera Pinto 1025, Ñuñoa, Santiago (Chile)
darioroj@u.uchile.cl
OBRAS CITADAS
Academia Chilena de la Lengua. Diccionario de uso del español de Chile (DUECh).
Santiago: MN Editorial, 2010.
Aguirre, Carlos. “Duelo de caballeros: Lima a comienzos del siglo XX”. Libros y
Artes: Revista de Cultura de la Biblioteca Nacional 9, 2005:12-15.
Asociación de Academias de la Lengua Española. Diccionario de americanismos.
Madrid: Santillana, 2009.
Benavides, Inés. El lenguaje de los delincuentes chilenos (Coa) en la crónica
policial. Memoria de Prueba para optar al título de Periodista. Escuela de
Periodismo, Universidad de Concepción, 1966.
Borras, Gérard. “Meurtriers, faites et bandoleros: lorsque le vals péruvien chantait la
transgression et la norme”. Caravelle 88, 2007:157-176.
Candia, Ricardo. Diccionario del coa. Santiago: Latingrafica, 1998.
Durkin, Philip. The Oxford Guide to Etymology. Oxford: Oxford University
Press, 2009.
199
Darío Rojas
200
NOTAS 201-214
DISCURSO Y MATERIALIDAD: PENSAR LAS PRÁCTICAS
SEMIÓTICO-MATERIALES
Gemma Flores-Pons*
Lupicinio Íñiguez-Rueda**
Antar Martínez-Guzmán***
INTRODUCCIÓN
Cuando hablamos de construcción, ¿de qué tipo de construcción se trata? Esta
es la pregunta que posibilita hablar de un escenario postconstruccionista, en tanto que
supone la apertura de un lugar común en ciencias sociales: la noción de construcción.
En el presente artículo recogemos algunas de las principales tensiones epistemológi-
cas del pensamiento social actual y las recorremos con la intención de trazar
inteligibilidades y de favorecer que sigan en movimiento. El dualismo discurso-
materialidad es el eje central que estructura nuestra narración, ya que en las últimas
décadas se ha convertido en un candente debate en los estudios sociales y, dentro de
estos, en la psicología social.
Así, hemos estructurado el trabajo en cuatro tiempos. En un primer momento
exponemos algunos de los planteamientos provenientes del Análisis del Discurso, la
Teoría de la Performatividad y la Teoría de la Actriz-Red (ANT en adelante),
discutimos las metáforas que movilizan en sus narraciones y señalamos cómo
despliegan la tensión discurso-materialidad.
En un segundo momento trasladamos la fuerza ilocutiva propuesta por Austin
y Searle desde el estudio del lenguaje en acción, al análisis de las prácticas semiótico-
materiales. Realizamos diferentes traducciones, entre ellas la comprensión de los
actantes como proposiciones será un punto clave para hacer posible este
planteamiento.
En un tercer momento utilizaremos la noción de fuerza ilocutiva para el
análisis de dos ejemplos de prácticas semiótico-materiales en el ámbito biomédico.
Haremos énfasis en la potencia de las actantes y su papel de condición de posibilidad
para el enactment1 de multiplicidades. Finalmente, a modo de cierre, avanzamos
algunas reflexiones generales acerca del lugar otorgado al discurso y la materialidad
en los propios análisis hechos desde algunos trabajos de la ANT y Análisis del
Discurso.
1
La palabra inglesa enact admite diversas traducciones al castellano, puede significar actuar, ejecutar,
realizar y, en el contexto restringido del derecho, promulgar; en algún contexto de uso incluso podría
comprenderse desde su asociación con el término actualizar. Debido a que, para nosotros, significa todo
eso al mismo tiempo, preferimos utilizar el anglicismo en lugar de su traducción (Tirado y Castillo, 2011).
Gemma Flores-Pons, Lupicinio Íñiguez-Rueda y Antar Martínez-Guzmán
202
Discurso y materialidad: pensar las prácticas semiótico-materiales
PERFORMATIVIDAD
Partiendo de la noción de performatividad propuesta por John L. Austin en su
Teoría de los Actos de Habla, Judith Butler retoma una comprensión del lenguaje
que enfatiza su carácter orientado a la acción; es decir, una concepción del lenguaje
donde las palabras y los enunciados no solo describen cosas sino que realizan
acciones. A partir de esta concepción elabora una aproximación para analizar la
materialidad discursiva del cuerpo y la identidad de género.
Las metáforas que aquí vamos siguiendo no pueden entenderse o emplearse de
una forma unívoca en el presente. De hecho, en el caso de la performatividad, en el
propio trabajo de Butler esta noción ha ido variando (Butler, Deshacer). Además, ha
sido una noción que ha permeado muchos ámbitos de estudio, de modo que son
diferentes las apropiaciones que se han hecho de ella. Sin embargo, quizás sí podamos
decir que la propuesta de Butler enfatiza que la repetición de los enunciados es un
elemento clave para producir un efecto de poder donde el discurso se materializa en
los cuerpos, identidades y vidas, conformando subjetividades de género y
experiencias corporeizadas. La repetición es, si seguimos esta línea, parte del proceso
de significación, en tanto que la significación sería un proceso reglamentado de
repetición que produce efectos sustancializadores,
2
Traducción de las autoras, de ―a flexible, soft and imprecise profile that only takes shape when put in
place (...) by setting its strength as to be assembled. Everything exists in a state blurred and fluid until it
crystallizes in a text or a particular interaction‖.
203
Gemma Flores-Pons, Lupicinio Íñiguez-Rueda y Antar Martínez-Guzmán
Se trata entonces de seguir y describir cómo se generan los órdenes (Akrich, 1992;
Mol & Mesman, 1997), los que son más bien frágiles y se encuentran siempre en
tensión y en continuo ordenamiento.
PROPUESTAS POSTCONSTRUCCIONISTAS
Las tres propuestas teóricas que hemos transitado fugazmente se mueven,
como hemos visto, en la tensión discurso-materialidad y dan cuenta de formas
diferentes de entender el significado y la acción. Sin embargo, como hemos advertido,
los referentes que hemos utilizado para cada una de estas perspectivas no son ni de
lejos los únicos, y del mismo modo, estas perspectivas no agotan las posibilidades que
existen y que se podrían entender como postconstruccionistas. Las hemos utilizado
como hitos que nos permiten señalar algunos de los puntos clave de los
planteamientos postconstruccionistas, pero podría elaborarse una cartografía mucho
más amplia, ya que los matices y variaciones son muchas.
La variedad surge de la inquietud, de la creación de planteamientos propios, de
la práctica y del movimiento, y da cuenta del inconformismo con los planteamientos
ya existentes. De esta manera, nos encontramos con otras metáforas que interfieren
con las ya presentadas, compartiendo propuestas a la vez que abriendo caminos.
Metáforas como el cyborg (Haraway, 1991), la reforma permanente o la ambivalencia
(Singleton & Michael, 1993), la metáfora del mosaico o patchwork (Law & Mol,
1995), la coreografía ontológica (Cussins, 1996), el caligrama desenredado (Brown,
2001) o el enactment y el objeto múltiple (Mol, 2002) dibujan el debate en el que nos
situamos y desde que nos preguntamos por la fuerza ilocutiva de los objetos.
205
Gemma Flores-Pons, Lupicinio Íñiguez-Rueda y Antar Martínez-Guzmán
206
Discurso y materialidad: pensar las prácticas semiótico-materiales
3
―Hives of activity‖. Traducción de las autoras.
4
Traducción de Iván Domingo.
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Gemma Flores-Pons, Lupicinio Íñiguez-Rueda y Antar Martínez-Guzmán
Ejemplo 1
Entramos a la Unidad de Cuidados Intensivos del hospital. Nos dirigimos a la
habitación donde está ingresada la persona a la que vamos a visitar. Ahí
encontramos una silla de madera, dura, fría, con un pequeño respaldo. Ubicada
en un rincón de la sala, detrás de los cables y las pantallas de los dispositivos
técnicos asociados a la persona ingresada para mantener sus constantes vitales,
la silla se apoya sobre tres de sus patas mientras que deja la cuarta suspendida a
dos centímetros del suelo. Podemos considerar que esta es una proposición cuya
fuerza ilocutiva es la de invitar a no sentarse o a no estarlo por largos períodos.
Invita a no permanecer demasiado con la persona ingresada, regulando así las
visitas que recibe. Las profesionales biomédicas, como personal de enfermería
o personal médico intensivista, por ejemplo, tenderán a pasar brevemente a
realizar tareas concretas de control y seguimiento, no acompañamiento. La silla,
en su fuerza ilocutiva de incomodar, tiene unos efectos performativos en el
cuidado de la persona ingresada que podríamos señalar como la relegación del
acompañamiento en el hospital, familiar o médico, a una práctica anexa a la
práctica biomédica.
Ejemplo 2
El diagnóstico de muerte encefálica certifica ―el cese irreversible en las
funciones de todas las estructuras neurológicas intracraneales tanto de los
hemisferios cerebrales‖ (Escudero, 121). Las personas a las que se les
diagnostica muerte encefálica se las considera clínica y legalmente muertas,
aunque pueden seguir manteniendo las funciones vitales a lo largo de un cierto
tiempo por la intervención de tecnología biomédica propia de las unidades de
cuidados intensivos, en particular mediante las medidas de soporte vital como la
ventilación mecánica. Por tanto, la persona diagnosticada de muerte encefálica
sigue teniendo circulación sanguínea y sigue manteniendo, de forma
intervenida, una temperatura corporal alrededor de los 35 ºC, esto es, cercana a
la que se considera la temperatura normal del cuerpo de una persona. La muerte
encefálica entonces modifica la noción habitual de muerte, no será la parada
cardiorrespiratoria el criterio de muerte, sino que se seguirán criterios
neurológicos. A su vez el diagnóstico de muerte encefálica sustituye una muerte
inminente por un diagnóstico clínico-legal de muerte que se anticipa a la parada
cardiorrespiratoria.
208
Discurso y materialidad: pensar las prácticas semiótico-materiales
209
Gemma Flores-Pons, Lupicinio Íñiguez-Rueda y Antar Martínez-Guzmán
la organización de los objetos, por lo que las estrategias narrativas tienen efectos sobre
la materialidad. Eso sería un acto reflexivo que ciertos estudios ANT evitan:
―Así que la estrategia implica materialidad. Es una metáfora para reflexionar
sobre la organización de la materialidad. Para imaginar distinciones
relativamente estables entre materiales. Aunque —una advertencia aquí— no
depende de la idea de que hay un estratega humano acechando detrás de cada
objeto material. (…) La estrategia es un método narrativo para llevar las
diferencias materiales a una sola clase de historia‖ (Law & Mol, 283)5.
En este sentido, las estrategias narrativas posibilitan conjuntos materiales
determinados, la promulgación de una orden que se vuelve sólida de diferentes
maneras y temporalidades y espacios diferentes.
Articulándonos ahora con ciertas prácticas de Análisis del Discurso, queremos
apuntar que objetos y materialidades no pueden ser considerados como meros
elementos en la narrativa, construcciones discursivas. Como hemos dicho, los objetos
tienen inscripciones que superan las estrategias narrativas. En consecuencia, atender
solo a la construcción discursiva de un texto significa ignorar la multiplicidad
heterogénea de entidades que realizan la situación que analizamos, e incluso que
hacen posible el surgimiento de una estrategia narrativa determinada a analizar.
Finalmente, insistimos en el sentido que tiene para nosotras recorrer el
dualismo discurso-materialidad problematizando algunas de las metáforas principales
que lo habitan en las perspectivas postconstruccionistas. Hacerlo por un momento con
la fuerza ilocutiva, lejos de recuperarla como cápsula teórica con la que colonizar
narraciones, ha sido la excusa para establecer articulaciones entre las propuestas
epistemológicas que nos interesan, con las que estamos actualmente en movimiento y
que ocupan un espacio central en las prácticas y perspectivas de investigación crítica.
5
So strategy implies materiality. It’s a metaphor for thinking about the organization of materiality. For
imagining relatively stable distinctions between materials. Though —a caution here— it doesn’t depend
on the idea that there’s a human strategist lurking behind every material object. (…) Strategy is a narrative
method for pulling material differences into a single kind of story (Law & Mol, 283). Traducción nuestra.
211
Gemma Flores-Pons, Lupicinio Íñiguez-Rueda y Antar Martínez-Guzmán
Universidad de Colima***
Facultad de Psicología
Av. Universidad 333. Col. Las Víboras. Colima, Col. (México)
antar_martinez@ucol.mx
OBRAS CITADAS
Akrich, M. ―The De-Scription of Technical Objects‖. En Wiebe E. Bijker y John Law
(Eds.), Shaping Technology/ Building Society. Studies in sociotechnical
change. Massachusetts: The MIT Press, 1992: 205-224.
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Brown, S. D. ―Psychology and the art of living‖. Theory & Psychology, 11(2), 2001:
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Butler, J. Deshacer el género. Barcelona: Paidós, 2006.
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Callon, M. ―Some elements of a sociology of translation: Domestication of the
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Cussins, C. ―Ontological Choreography: Agency through Objectification in Infertility
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Domènech Argemí, M. y Tirado Serrano, F. (Eds.) (1998). Sociología simétrica.
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Escudero, D. ―La muerte encefálica. Exploración clínica y métodos diagnósticos
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coordinación de trasplantes. Madrid: Aula Médica, 2008.
Foucault, M. Microfísica del poder. Madrid: Las Ediciones de la Piqueta, 1980.
Gergen, K. Realidades y relaciones. Aproximaciones a la construcción social.
Barcelona: Paidós, 1996.
Haraway, D. Testigo_Modesto@Segundo_Milenio. HombreHembra© _Conoce_
Oncoratón®. Feminismo y tecnociencia. Barcelona: Editorial UOC, 1997.
212
Discurso y materialidad: pensar las prácticas semiótico-materiales
213
Gemma Flores-Pons, Lupicinio Íñiguez-Rueda y Antar Martínez-Guzmán
214
TRADUCCIÓN
TRADUCCIÓN 217-221
UNA VEZ MÁS EN LA BRECHA: LA RESPUESTA DE KANT A
HUME, PARA VARIAR. Lewis White Beck (1913-1997)1
Once More unto the Breach: Kant’s Answer to Hume, Again. Lewis White Beck
(1913-1997)
1
El texto fue obtenido de: Lewis White Beck, “Once More unto the Breach: Kant‟s Answer to
Hume, Again”, en Enssays on Kant and Hume, Yale University Press, 1978, pp. 130-135. Como
lo consigna el propio autor, el artículo apareció originalmente en la revista Ratio, 9 (1967), pp.
33-37, editada por Stephan Körner, comentarista de Kant [N. del T.].
2
E. W. Schipper, “Kant‟s Answer to Hume‟s Problem”. Kant-Studien 53 (1961) 68-74; M. E. Williams,
“Kant‟s Reply to Hume”, ibid. 55 (1965), 71-78.
3
Prolegomena, Ak. IV, 258 [traducción de García Morente; N. del T.].
David Rojas Lizama
4
Robert Paul Wolff, Kant’s Theory of Mental Activity (Cambridge, Harvard University Press, 1963).
5
Wolff, Kant’s Theory, 49.
6
De mi “Introduction” en: Kant’s Prolegomena (New York, Liberal Arts Press, 1951), p. xix, note. La
palabra “necesaria” no fue italizada en el texto original.
218
TRADUCCIÓN: Una vez más en la brecha: la respuesta de Kant a Hume, para variar
7
Paráfrasis de parte de la última sentencia del parágrafo que comienza en A195/B240.
219
David Rojas Lizama
Para la aplicación de este análisis, volvámonos sobre los puntos de vista de los
predecesores de Kant —presumiblemente Hume—. Se asume generalmente, dice
Kant, (1) que nosotros descubrimos que A es la causa de B por inducción, mediante la
observación de la regularidad de que A precede a B; y (2) que “esto es lo que primero
nos da ocasión de formarnos el concepto de causa”8. Hume sostuvo estas dos
proposiciones, y nosotros podemos hablar de (1) la “Enquiry-tesis” y (2) la “Treatise-
tesis”, debido a los trabajos en los que estas posiciones fueron satisfactoria y
característicamente elaboradas.
Kant acepta completamente (1). Está en total acuerdo con Hume de que
nuestro conocimiento de conexiones causales entre eventos específicos es a posteriori
y no a priori, sintético y no analítico, inductivo y no lógico, probable y no cierto. Sus
métodos para encontrar la causa de B son exactamente aquellos que el propio Hume
prescribe, e incluso la oportunidad de tener éxito en esta empresa, estimado por Kant
y Hume, es exactamente el mismo. Lo primero que Kant responde a Hume es, por
tanto, que está de acuerdo con él, y en pleno desacuerdo con los racionalistas, quienes
pensaron que la investigación lógica dentro de las conexiones causales era posible.
Pero Kant rechaza (2). Porque nosotros podemos hacer “lógicamente clara” la
concepción de la relación de causa y efecto solo después de haber “empleado en la
experiencia” (tal como en [1]) la regla general —es decir, que para que B fuera un
evento, tuvo que hacer acaecido algún otro evento como condición para su posición
dentro de un orden serial y temporal— podemos sostener que “cierta consideración
por ella [la regla general], como condición de la unidad sintética de los fenómenos en
el tiempo, fue el fundamento de la experiencia [de la sucesión A, luego B] en sí”9.
¿Qué es lo que necesita Hume para concluir que A es causa de B? Pues, a pesar
de pensar en desafiar la interpretación común y metafísica de “causa”, ciertamente
conoce cómo se emplea en la experiencia, y nos habla de cómo lo hacemos y cómo la
usaríamos para evitar resbalones que pudieran perjudicar nuestra vida práctica.
Él necesita (a) conocer que una impresión I, es una impresión de (o evidencia
para) un evento y no de un estado de cosas (como el lado de una casa); y (b) hallar
alguna otra impresión I‟ la que regularmente precede a I, y es, de la misma forma, una
impresión de un evento10. La tarea (b) es la tarea inductiva, y Kant adhiere a los
argumentos de Hume en relación con los procedimientos y limitaciones que esta
supone. Pero para lograr (a) Hume tiene que ser capaz de decidir cuáles de las
variadas impresiones son impresiones de eventos objetivos. Él nunca discutió este
8
A195/B241 (traducción de M. Caimi) [N. del T.]
9
A196/B241 (traducción modificada de M. Caimi) [N. del T.]
10
Este es uno de los méritos del artículo de Mrs. Schipper: sostiene que Hume y Kant no están usando
„experiencia‟ en el mismo sentido. Mas, ella, en mi opinión, lleva esta conjetura demasiado lejos, al
sostener que el análisis de Kant sólo se aplica a la experiencia científica y no a “la experiencia familiar”.
Podría haber sido mejor para ella sostener que Hume todavía no ha alcanzado “la experiencia familiar”, en
la cual podría distinguir eventos de estados de cosas permanentes tan sólo sobre la base de la (subjetiva)
asociación de ideas.
220
TRADUCCIÓN: Una vez más en la brecha: la respuesta de Kant a Hume, para variar
problema; en rigor, nadie antes de Kant siquiera imaginó que esto fuera un problema.
La tesis de Kant es que (a) no puede ser logrado a menos que nosotros aceptemos la
regla de que las representaciones pueden ser tomadas como representaciones de
eventos, solo si las representaciones son ya pensadas en tenencia de un orden fijado por
los eventos, los que en sí mismos se encuentran bajo un orden temporal fijo —incluso si
nuestro pensamiento acerca de este orden específico es de hecho el incorrecto, por algo
la sección “Analogías de la experiencia” establece principios regulativos, no
constitutivos; nos dice dónde y cuándo ver causas y substancias, pero no garantizan que
nosotros las descubramos en casos específicos—.
Volvamos ahora sobre nuestro patrón lógico:
K. “Todo lo que sucede, es decir, comienza a ser, presupone algo a lo cual sigue
conforme a una regla” (Segunda analogía de Kant)
P. Los eventos pueden ser distinguidos de estados de cosas objetivos y
permanentes, aun cuando nuestra aprehensión de tales sea serial (el objetivo de
la tarea [a] de Hume).
H. Entre los eventos, nosotros encontramos empíricamente ciertos pares,
algunos de ellos similares, los cuales tienden a repetirse; sobre ellos nosotros
podemos hacer juicios inductivos: los eventos parecidos al primer miembro de
los pares son causas de los eventos parecidos al segundo miembro (el objetivo
de la tarea [b] de Hume).
P implica K, por los argumentos de la Segunda analogía, los que dan una razón
suficiente a K. H implica P, porque si los eventos no son discernibles, no pueden ser
hallados pares de eventos, y por tanto, P es condición necesaria de H. En conclusión:
H implica P y P implica K, por tanto H implica K. Esta es la respuesta de Kant a
Hume.
221
RESEÑAS
RESEÑAS
Bruno TACKELS. Walter Benjamin: Una vida en los textos. Valencia:
Publicacions de la Universitat de València, 2012, 663 pp. Traducción: Josep
Aguado Codes, Inmaculada Miñana Arnao
La obra de Walter Benjamin (1892-1940) empezó a ser valorada tardíamente,
a partir de los años sesenta del siglo XX, pero desde entonces ha conocido una fortuna
crítica en auge permanente. Para el lector en castellano fue una magnífica noticia la
aparición del Libro de los Pasajes por la editorial Akal en 2005, pero sobre todo el
emprendimiento de la publicación de las Obras Completas en 11 volúmenes por parte
de Abada desde 2010 (no así en Francia, como se lamenta Bruno Tackels en la
postdata del libro). La crítica chilena ha ido realizando aportaciones de valor como los
ensayos de Elizabeth Collingwood Selby y Federico Galende, ediciones y
traducciones como las de Pablo Oyarzún, o publicaciones por parte de editoriales
como Metales Pesados, entre muchos otros, e incluso el Centro Gabriela Mistral en
Santiago de Chile acogió, entre el 18 de abril y el 30 de junio de 2011, parte de la
importante muestra “Walter Benjamin. Constelaciones” que el Círculo de Bellas
Artes de Madrid le dedicó del 17 noviembre de 2010 al 6 febrero de 2011, con la
publicación del catálogo de los archivos del pensador.
Y hablando de Chile y de Benjamin, el filósofo y crítico teatral Bruno Tackels
(1965-), quien ya había publicado trabajos como L’OEuvre d’art à l’époque de
Walter Benjamin (2000) o Petite introduction a Walter Benjamin (2001), confiesa en
el prólogo del libro que aquí reseñamos que se decidió a emprender la tarea
monumental de escribir un trabajo biográfico sobre Benjamin estando con su amigo
Matthias Langhoff justamente durante un viaje en 2008 “en el último rincón de
Chile” (16). Enfrentar la tarea de escribir una biografía sobre Benjamin, o mejor dicho
un “Essai biographique”, como se encarga de recalcar el autor en el prólogo, no es
tarea fácil, más teniendo en cuenta los precedentes: el valioso testimonio personal de
Gershom Scholem, y los ensayos de Bern Wite o Pierre Missac, por citar solo unos
pocos. El subtítulo “Una vida en los textos” da cuenta de la imbricación que, en el
caso de Benjamin, hubo entre vida y obra y que Tackels desgrana en veintiséis
capítulos, dedicados, a partir del quinto, “1923”, a cada año de la vida del filósofo
hasta 1940. Constituyen la excepción los capítulos dedicados exclusivamente a los
trabajos de la Obra de arte en la época de su reproducción técnica (cap. XIX) y el
Libro de los Pasajes (cap. XXIII). Pero “ensayo biográfico” también remite a la
concepción de que “los textos iluminan la vida, y no al revés” (435). Este libro no es
ni un ensayo ni una biografía clásica. Se opone a cualquier “biografismo”, porque
como decía el mismo Benjamin “la vida no aporta nada a la explicación de la obra”
(19). Invierte el dispositivo convencional y se basa en los textos para explicar la vida,
una vida consagrada al acto de escribir. Según Tackels, la vida de Walter Benjamin
está “cifrada”, escrita por debajo de su obra de escritor.
Reseñas
226
universo diabólico” (299). Destaca el contraste entre la desahogada situación económica
de juventud por su origen burgués, cuando su padre lo mantenía y él podía viajar por
Europa a placer, y los últimos años de su vida, casi en la pobreza total. Con las mujeres,
su capacidad de seducción se daba en el plano intelectual, mediante su encantadora
conversación, pues no era precisamente atractivo físicamente (una de sus amantes dijo
incluso que Benjamin era “incorporal”).
Desde muy temprano se sintió distinto al resto de sus compañeros —Tackels
califica su infancia de “desfasada”— y a partir de las excursiones a la campiña que
realizaban en la escuela teorizó acerca de la postura del viajero, original y sin modelo:
leer y viajar. La lectura es parte esencial del viaje, que en el fondo, es al mismo tiempo
una lectura. Probablemente el escritor W.G. Sebald es quien haya llevado más lejos esta
premisa, acarició la posibilidad de ser librero y llegó a desempeñarse como grafólogo en
Berlín dando clases particulares. La conocida sentencia que “la historia debería poder
leerse en los posos de café” (120) demuestra su interés por lo irracional, por la
grafología y la quiromancia, por lo anecdótico y lo desatendido, por lo banal y lo kitsch.
Una de las imágenes recurrentes para definir las relaciones sociales de Benjamin
es la del “oso tímido y torpe”, según la expresión de su amigo Jean Selz (399). Incapaz
de interesarse por cualquier otra cosa que no fueran sus preocupaciones y reflexiones
intelectuales, su prodigiosa agilidad mental era inversamente proporcional a su lento
desplazamiento corporal. Este caminar pesado devenía muchas veces en parada para
reflexionar, y los descubrimientos, acompañados de la doble exclamación francesa
“tiens, tiens”. Por ello, algunos jóvenes alemanes lo apodaron jocosamente “Tiens-
tiens”. Pero esta imagen de bonachón ceremonioso podía transformarse de repente en
violentos ataques de cólera por nimiedades como perder una partida de ajedrez. Incluso
para la burguesía progresista e ilustrada Benjamin era un tipo raro, hasta desfasado,
como explica Tackels a propósito de las discusiones con la mujer de su amigo Franz
Hessel cuando convivieron juntos en Berlín (254). Benjamin colocó un gran contrapeso
a su vida (muy a menudo) solitaria y en permanente exilio: el arte de escribir a distancia
—esbozó, como no, una “Teoría de la correspondencia” en estado fragmentario—.
Tackels sabe dar cuenta minuciosa del intercambio epistolar de opiniones que siempre
mantuvo con su amigo Gershom Scholem, para determinados temas, pero también con
Gretel Adorno, confidente permanente ante la creciente precariedad económica en sus
últimos años en París y protectora de su biblioteca en Berlín. Sorprende ver cómo
Benjamin sometió continuamente su obra a la crítica de un “triángulo infernal” (381)
formado por Brecht, Scholem y Adorno en cada uno de sus vértices, atenazado y
debatiéndose muchas veces entre posiciones irreconciliables.
El capítulo relativo a la “obra de arte”, de los más brillantes sino el que más,
merece una mención aparte y puede leerse como un ajuste de cuentas con Max
Horkheimer y el “Instituto de Frankfurt”. Tackels es buen conocedor del ensayo acerca
de la época de la reproductibilidad técnica y desgrana las vicisitudes y obstáculos que
227
Reseñas
tuvo que sortear Benjamin, y hasta la humillación que tuvo que soportar para poder
publicar el trabajo, apremiado en París por una situación de extrema precariedad, frente
a las exigencias (“orientaciones”), casi sin escrúpulos, de un Horkheimer cómodo y
prepotente desde su posición en Nueva York.
Además, un aspecto biográfico de Benjamin en el trabajo de Tackels llama la
atención por su ausencia. Nos referimos al hijo de Dora y Walter, Stefan Benjamin,
nombrado apenas un par de veces —en contraste con el testimonio de Scholem—. Y
es que la relación que mantuvo el filósofo con su hijo, a juzgar por el libro, fue casi
inexistente después de la separación con Dora. Sobre el “misterio” que envuelve la
muerte de Benjamin (titulada por Tackels “un mito absoluto”) y la famosa maleta
perdida de manuscritos en Portbou, se dedica un breve capítulo que esclarece
perfectamente lo sucedido —y que aquí no vamos a revelar— con testimonios de
primera mano.
Una ojeada al índice onomástico nos da pistas acerca de las figuras más
relevantes en las páginas de la biografía benjaminiana: Theodor y Gretel Adorno,
Baudelaire, Bretch, Goethe, Hofmannsthal, Horkheimer, Kafka, Asja Lacis, Marx, y de
forma destacada Gershom Scholem. Tal vez se echa de menos, en un libro de semejante
extensión, un índice no solo onomástico sino también temático (similar por ejemplo al
del estudio sobre los pasajes de Susan Buck-Morss). Pero sin lugar a dudas es
imperdonable la considerable cantidad de faltas ortográficas que una simple corrección
de estilo habría resuelto y que salpican el texto aquí y allá por todas partes, de la primera
a la última página (incluidas por cierto). Una pena. Una pena porque una estudio
biográfico de tal calado y seriedad no lo merece.
Este libro, en fin, nos acerca a una comprensión del pensamiento de Walter
Benjamin cuyo sentido está íntimamente relacionado con sus vivencias. Quizás la mejor
forma de cerrar estas líneas sea un testimonio que esboza el retrato del filósofo en pocas
palabras. Habla Jean Sealz, amigo de Benjamin durante los denominados “años
franceses”, o últimos años de su vida: “Walter Benjamin es uno de los hombres más
inteligentes que, en mi vida, he conocido. Es, quizás, el único que me haya dado con
tanta fuerza la sensación de que existe una profundidad del pensamiento en la que,
arrastrados por una rigurosa lógica de razonamiento, hechos precisos de la historia y de
la ciencia se sitúan en un plano en el que conviven con su doble poético, el mismo plano
en que la poesía dejando de ser tenida por una forma del pensamiento literario se revela
como una expresión de la realidad en la que se aclaran las relaciones más secretas entre
el hombre y el mundo” (520).
David Caralt
Universidad San Sebastián
Escuela de Arquitectura
Lientur 1457, Concepción (Chile)
david.caralt@uss.cl
228
Carlos ITURRA, El discípulo amado y otros paisajes masculinos. Santiago de
Chile: Catalonia, 2012, 165 pp.
“Somos esclavos de nuestros genitales” era el título de un artículo del diario
alemán Die Welt (El mundo) de estos días (Die Welt, 24 de noviembre de 2012). La
prueba de la veracidad de esta frase la suministra la reciente publicación del autor
chileno, un libro de cuentos. Este maestro del género breve —obtuvo en Chile los
premios Municipal y Consejo del libro en 2005 y 2009 para sus libros de cuentos
Pretérito presente y Crimen y Perdón— ya había indagado en el tema de la
homosexualidad en un libro anterior con el título Paisajes masculinos. Mientras en
Paisajes masculinos el acercamiento al tema había sido titubeante y decoroso, el autor
no se arredra en el presente libro ante escenas pornográficas explícitas, que
posiblemente estimulan a los lectores homosexuales y repugnan a los otros (66).
Las dos partes del libro, “Vita beata” y “Juegos de la carne”, reúnen cuentos del
tema “Homosexualidad y moral católica” en la primera y relatos del puro disfrute de las
delicias de la carne después de haberse liberado de las restricciones impuestas por la
iglesia católica en la segunda.
La actitud ante la moral católica puede ser la de la aceptación incondicional y
de la represión de las inclinaciones de la carne. Esto es el caso del protagonista del
cuento “El invierno del patriarca”, que suprime durante toda la vida su inclinación
sodomista. Sin embargo, cuando se declara en él una demencia senil revela su secreto
a sus familiares escandalizados. Otra actitud más moderna es la del diálogo, como se
ve en el caso del cuento que da título al libro. Es el contacto de un joven, Estéban
Merino, con un teólogo y profesor, el padre Orlando Gana Sanfuentes durante mucho
tiempo. El resultado de estas charlas: la homosexualidad, es un misterio, una
constatación, que no lleva a mucho y no puede ser la ayuda esperada para el joven.
Otra actitud más radical es la del rechazo completo de la Iglesia y el ateísmo. Es el
caso de un padre, que perdió sus dos hijos y por eso también la fe. Liberado de todas
las inhibiciones el protagonista de “La conversión del São Paulo” entra en una
aventura homoerótica mediante un chat en el internet que lo lleva al hotel São Paulo
de Santiago, donde descubre el amor entre hombres. La inclinación homoerótica de
los curas y del mismo Jesús es el tema de “Sálvese quien pueda” y de “Jesús y el
centurión”, respectivamente. El primer texto hace pensar en el famoso retablo de
Grünewald en Colmar “La tentación de San Antonio”. Al igual del famoso santo un
cura chileno con un “ciego anhelo de santidad” (46) está tentado por el diablo en
forma de dos hombres jóvenes y guapos, pero enfermos del sida. Después de duras
luchas el cura, como el santo, se salva. La supuesta homosexualidad de Jesús, que se
deduce de diversos pasajes de los evangelios como p.e. del que sirve de epígrafe del
cuento “El discípulo amado”: “Él, entonces, recostado sobre el pecho de Jesús, le
dijo: Señor... San Juan 13, XXV” (11) me parece problemática, porque entre los
judíos la homosexualidad era un pecado grave, que se solía sancionar con la
229
Reseñas
lapidación. Como los fariseos buscaban cualquier falta en él es difícil imaginar que no
lo habrían descubierto. De todas formas, Iturra parte de esa hipótesis e interpreta el
bien conocido pasaje de la biblia donde el servidor de un centurión estaba enfermo y
fue curado por Jesús como si el interés de la curación hubiera tenido su base en el
hecho de que este servidor era el amante del soldado romano.
La segunda parte empieza con un relato de gran finura y sensualidad. Una
situación marginal, la de un joven en estado vegetal a quien le masturba Guillermo, el
jardinero de los padres del joven y con cuya mano inerte se masturba a sí mismo. La
sorpresa final: todo este acto ha sido filmado por una cámara automática de vigilancia.
Para mí el mejor cuento del libro junto con el primero “El discípulo amado” y el último
“Mascotas”. En lo que sigue hay mucha pornografía y poco arte. Por ejemplo el cuento
“Al galope en el clóset” es puro sex and crime con escenas de gran vulgaridad. Peor
todavía es el cuento “El orgasmo del macho”, la historia de una violación entre hombres
con detalles verdaderamente repugnantes.
Después de tanta esperma sobre cuerpos de hombres el último cuento
“Mascotas” hace volver al autor a su arte. En el ambiente de un “cuento de hados”
(sic) desarrolla la imagen de una vida ideal de amor hasta los desfallecimientos de
la vejez, una vida entre mascotas sí, pero que por cierto puede servir de modelo para
los hombres.
Luego de cerrar el libro, el lector no homosexual está agotado por la
abundancia de situaciones homoeróticas que son repugnantes para él. Claro, “todos
los temas son materia para el arte” (138), pero si un solo tema domina un libro, ese
libro queda reducido a un grupo especial de lectores, que se pueden identificar con
este tema. ¡Sería una lástima si un autor de las cualidades de Carlos Itrurra se redujera
a un autor gay!
Ewald Weitzdörfer
Zwanzigerstr 34. 87435 Kempten (Alemania)
weitzd@web.de
230
El estudio de la vida social (…) nos pone a la escucha y al encuentro de
esas “soluciones a los aspectos de la vida material” que la literatura
valoriza y pondera, las cuales le permiten a ella funcionar y realizar esa
transferencia simbólica e identificación estética que realizamos los
lectores en los procesos de recepción literaria, cuando queremos anclar
los índices textuales dentro de un marco sociohistórico o de un contexto
determinado (9).
Así, la narrativa del más universal autor de las letras hispánicas es
abordada desde diferentes prácticas de la sociabilidad.
Los famosos capítulos de la estancia de don Quijote y Sancho en la casa
de los duques (II, 32-33) son analizados por distintos autores: Ma. Augusta
Abreu Viera, para quien se subvierte paródicamente la figuración cortesana,
operación solo posible porque el personaje reconoce las reglas y procedimientos
del espacio cortesano de sociabilidad y así puede parodiarlos desde sus propios
criterios; y Jorge Chen Sham, que estudia la sobremesa, haciéndonos observar
que la descortesía de los duques consigue el efecto contrario al esperado por
estos, ya que reafirma la relación amo-escudero.
Además, este episodio es estudiado por Alberto Rodríguez y Nathalie
Peyrebone, pero ya dentro de unos análisis más abarcadores: el primero aborda
el uso del simposio platónico en las conversaciones del Quijote, lo que añade
nuevos matices a la complejidad y riqueza de estas; y la mesa y los alimentos en
esta misma obra son analizados por la doctora Peyrebone, quien concluye que el
protagonista no logra entrar en contacto con los demás y con el mundo,
simbolizado por los alimentos, que ingiere con dificultad, lo que lo obliga a
tratar de reemplazarlos por las palabras.
María Stoopen Galán, por su parte, aborda los espacios de la intimidad y
la cuestión de linaje en El Quijote, donde se hace notar la transgresión burlesca
que de la usurpación de títulos se hace a lo largo de la novela; Antonio Becerra
Bolaños trata en su interesante estudio sobre la oralidad y la memoria oral en
esta obra, la que se contrapone constantemente a la memoria libresca,
concluyendo que el autor tenía conciencia de que su obra sería distorsionada por
la memoria oral, por tanto, la proyecta así hacia el futuro, ya que la novela
nunca deja de ser historia imaginada.
Pero la narrativa cervantina va, claro, más allá de la historia del ingenioso
hidalgo. Muy curioso nos parece el trabajo de José Ángel Ascunce Arrieta, que
se adentra en el hogar del autor real en Toledo para analizarlo como espacio de
socialización: la casa del escritor cristiano se convierte en lugar de encuentro,
reunión y trabajo con personas de otras ideologías, religiones y pensamientos,
contraviniendo las costumbres de la España del siglo XVII.
231
Reseñas
232
INFORMACIÓN PARA LOS AUTORES
234
Alpha N°40 - Julio - 2015
8.4. Cita tomada de entrevista inédita realizada por el autor del artículo. Al fin de la cita, en
paréntesis, se indica el apellido del autor, y luego se escribe “entrevista personal”.
8.5. Cita tomada de un programa de televisión. Al fin de cita, en paréntesis, se indica el
apellido del(la) autor(a) (si procede), el título del programa y la estación que lo emitió.
8.6. Cita tomada de un film. Al fin de cita, en paréntesis indicar el apellido del director y
título de la película.
9. Lista de obras citadas (o bibliografia citada). Al final del artículo se hace la lista de las
obras de hecho citadas cuyas referencias básicas se han dado en el texto del artículo. Se
ordena alfabéticamente tomando como base el apellido de los(las) autores(as) (excepto en
autores institucionales). Si se ha trabajado con más de una obra de un(a) mismo(a) autor(a),
ordenar sus obras desde la más reciente a la más antigua. Se utiliza sangría francesa.
Carrasco, Iván. Para leer a Nicanor Parra. Santiago: Cuarto Propio / Universidad
Nacional Andrés Bello, 1999.
------- Nicanor Parra. La escritura antipoética. Santiago: Universitaria, 1990.
Barrera, Andrés. “Re: Literatura modernista”. Correo electrónico enviado a autor. 15 Nov.
2000. (En este caso se trata de una comunicación electrónica. Se indica el autor,
título del mensaje ―si procede―, indicación de que es un correo electrónico
enviado a: puede ser al autor(a) o a otra persona, indicar el nombre si es a otra
persona, fecha del correo).
Matus, Alberto. Entrevista personal. 13 de octubre de 2004 (En este caso se trata de una
entrevista inédita hecha por el autor del artículo a Alberto Matus).
Mogrovejo, Norma. “Homofobia en América Latina”. L’Ordinaire Latino Americain 194
(2003):109-115. (Corresponde este caso a un artículo aparecido en una publicación
periódica).
Paulsen, Fernando. “Tolerancia Cero”. Canal Chilevisión. Domingo 17 de octubre de
2004. (La fuente en este caso es un programa de televisión).
Poland, Dave. “Defensa de la biodiversidad”. Roughcut. 26 Oct. 1998. Turner Network
Television. 28 Oct. 1998. (En este caso, se indica el nombre del artículo, la fecha de
publicación dado que es un artículo noticioso, el medio por el que se publicó el
artículo, fecha en que la fuente de internet fue consultada, dirección URL).
Richard, Nelly. “Antidisciplina, transdisciplina y disciplinamiento del saber”. Residuos y
metáforas (Ensayos de crítica cultural sobre el Chile de la transición). Santiago:
Cuarto Propio, 2001:141-160. (En este caso, se trata de un artículo independiente que
forma parte del libro mencionado).
Wood, Andrés, dir. Machuca. A. Wood Producciones/Tornasol Film, 2004. (La abreviatura
“dir.” corresponde a director del film citado).
Para conocer más sobre el estilo MLA se puede consultar el manual
correspondiente, editado por Modern Language Association de los Estados Unidos.
10. Se recomienda usar las notas al pie exclusivamente para agregar información o hacer
comentarios cuyo texto no es conveniente que vaya en el cuerpo del artículo.
235
Alpha N°40 - Julio - 2015
236
EDITORIAL
UNIVERSIDAD DE LOS LAGOS
AVDA. ALCALDE FUCHSLOCHER 1305 – OSORNO
ANDROS IMPRESORES
SANTA ELENA 1955
SANTIAGO
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