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REVISTA DE CIENCIAS Ignacio López–Calvo (University of California, Merced)
HUMANAS Y SOCIALES Song No (Purdue University)
DE LA UNIVERSIDAD David W. Foster (University of Arizona)
CIENTÍFICA DEL SUR
Cursos Básicos Humanidades
ISSN 2076-2674 (impresa) Universidad Cientíica del Sur
ISSN 2415-0959 (en línea) Campus Villa I, pabellón B, oicina 104
Volumen 8, número 2 Villa El Salvador, Lima, Perú
Mayo 2016 – Octubre 2016 rquiroz@cientiica.edu.pe
http://www.cientiica.edu.pe/investigacion
Diseño y diagramación
Carmen Huancachoque
Corrección
Juan Carlos Bondy
Coordinación editorial
Miguel Ruiz Eio
http://revistas.cientiica.edu.pe/desdeelsur
8. Un poeta narrador
A poet narrator
Tania Favela Bustillo .................................................................... 353
Reseñas
1. Destierros y modernidades. Hölderlin y Landívar,
José Morales Saravia
Paulo Piaggi A. .............................................................................. 417
Resumen
Este trabajo tiene por objetivo acercar la poética del
brasileño Ferreira Gullar a una vertiente de la poesía crítica
muy productiva en América Latina, que está involucrada
en los procesos sociohistóricos del continente, y en parti-
cular a la poética del peruano Antonio Cisneros. También
busca vincular ambas poéticas a toda una genealogía de-
rivada de los proyectos vanguardistas de Brasil y el Perú, a
través de una breve incursión por la antropofagia.
PalabRas clave
Poesía latinoamericana, Ferreira Gullar, Antonio Cisne-
ros, vanguardias, antropofagia
abstRact
The main objective of this paper is to put in evidence
the anthopophagic approach of the Brazilian poetic Ferrei-
ra Gullar, a very critic and productive in Latin America, and
also involved in social historical process in the region as
the Peruvian poetic Antonio Cisneros. This work also tried
to put together from both poetics a entire genealogy de-
rived from Brazilian and Peruvian vanguard, following a
brief anthropophagic road.
KeywoRds
Latin American poetry, Ferreira Gullar, Antonio Cisne-
ros, Vanguards, anthropophagic
1. antropofagia
Ferreira Gullar (Brasil, 1930) se inscribe en una pléyade de escritores de
América Latina que sostiene, a través de su obra, una poética que se erige
sobre la potencia de la crítica político-social, y que cree en la capacidad
transformadora de la palabra poética. En su quehacer literario, el rol del
escritor —o la función social del arte— son siempre temas de relexión
tanto lírica como ensayística.
Gullar se incluye en el gran mosaico que integra distintas voces de la
lírica latinoamericana, como heredero de muchas de las discusiones his-
tóricas e identitarias desarrolladas por el movimiento antropofágico y las
relexiones «macunaímicas» de Mário de Andrade y del modernismo bra-
sileño2, de carácter más explícitamente paródico e irónico, respecto a los
movimientos de vanguardia del continente.
Este poeta, por tanto, se une a otras voces, sumándose a la hermandad
poética3 fomentadora de una cartografía intrínsecamente latinoamerica-
na, cuyo discurso avanza un presente que mira hacia el futuro, pero sin
dejar de sostenerse sobre un pasado en cuyas raíces profundizan nuevas
identidades fuertemente vinculadas al espacio y al tiempo hecho terri-
torio común de transformaciones sociales y de las subjetividades (San-
tos, 2009); es decir, Ferreira Gullar forma parte de esta cartografía poética
que se levanta sobre un discurso literario que busca sumergirse tanto en
el presente como en el pasado, con el objetivo de mover las fuerzas del
imaginario colectivo; cuestionando, entre otras cosas, la hegemonía de las
matrices europeas del pensar, del sentir y del imaginar.
Según Rodríguez Monegal, desde el barroco los modelos importados
e impuestos por la cultura oicial eran inmediatamente parodiados, exa-
cerbados, y «la entronización y la destronización de las ideologías eran
practicados con toda celeridad» (Rodríguez Monegal, 1979, p. 406). Sus
herederos vanguardistas, en la década de 1920, elaborarían una suerte
de «espíritu de época» que cundía por todo el continente; entre ellos, la
antropofagia brasileña:
[...] por eso en los años veinte les tocó a los brasileños exponer y car-
navalizar la musa oicial. A partir de entonces (en la obra de Huidobro
y de Borges, de Oswald y Mário), resultó evidente que solo las distor-
siones de la parodia y la violencia de la antropofagia podían hacer
justicia al «espíritu» de la literatura latinoamericana. [...] Esas formas
de carnavalización recíproca, motivadas por el conlicto de culturas
heterogéneas, se convirtieron en la pauta básica de una cultura lati-
noamericana (Rodríguez Monegal, 1979, p. 406).
Un ejemplo de ello se puede encontrar en la revista peruana Amauta
(uno de los principales órganos de divulgación y debate de los movimien-
tos de vanguardias del continente), donde se publica un largo ensayo titu-
lado «El redescubrimiento de América». El autor, Waldo Frank (1928, p. 1),
escribe que «hemos llegado a ser nuestros propios críticos; estamos ha-
ciendo el balance de nuestro pasado». En el mismo año, Ricardo Martínez
de la Torre (1928, p. 33) deiende su propia versión de dicha actitud «an-
tropofágica», tan necesaria a nuestra supervivencia y autonomía cultural:
Las ideas son estados fotográicos de circunstancias determinadas.
Estas circunstancias se transforman de igual manera que nuestra i-
sonomía. Lo que vive, cambia. [...] De los leaders revolucionarios, in-
cluyendo al mismo Lenin, tomemos lo que nos sea útil. Con las ideas
hemos de seguir el mismo procedimiento biológico de la nutrición.
Asimilar lo asimilable. Lo que precisa nuestro organismo. Expulsar
cuanto antes el excremento para no contraer una iebre intestinal.
La primera mitad del siglo XX, en buena parte de América Latina, será
marcada por dos conceptos fundamentales para la coniguración de un
nuevo imaginario histórico y cultural posvanguardias: la parodia y el car-
naval4. El crítico Eduardo Coutinho nos brinda el resumen de sus conse-
cuencias artísticas e ideológicas, que tendrán en Brasil un fuerte arraigo
y desarrollo:
Na expressão artística, o «desvio da norma», ou deformação, passa
a ser visto como positivo, conferindo à cultura do continente uma
inlexão lúdica e paródica. Nos modos de apropriação das formas es-
trangeiras, sejam eles sérios ou jocosos, vê-se o signo da abertura
5 Roberto Schwarz (2002, p. 18) airma incluso que «talvez não seja exagero dizer que ela [a
antropofagia] animou a parte crucial de nossa tradição literária».
6 Obsérvense las recientes publicaciones de varios intelectuales latinoamericanos que,
desde áreas distintas, deienden que las resistencias descoloniales empiezan a la par con la
violencia de la conquista.
Las tres palabras que cierran este poema forman una gradación que
va del sentimiento más íntimo y subjetivo —poesía y pasión— a su explo-
sión colectiva: la revolución. En otras palabras, la revolución es también
poesía y pasión en cuerpo colectivo, en ámbito social.
En «A voz do poeta», Gullar (1983, p. 395) airma que la poesía:
Não é voz de passarinho
lauta do mato
viola
8 Sobre el libro A luta corporal, Eleonora Camenietzki airma: «Ainda vasculhando as pos-
sibilidades do discurso, mastigando a sintaxe, explodindo o verso e as palavras, e experi-
mentando novas formas de ocupar o espaço em branco, o poeta demarca suas obsessões
principais e os temas centrais em que trabalhará ao longo da vida: o tempo, a linguagem e a
identidade» (Camenietzki, 2001, pp. 144-145).
9 Obsérvese que la primera lectura marxista de Gullar tiene una orientación religiosa, ya
que se da a través del libro La pensé de Karl Marx, de un padre llamado Yves Calvez. En una
entrevista, Gullar airma que «o padre me converteu ao marxismo» (Gullar, 1989, p. 132).
2
Un chancho hincha sus pulmones bajo un gran limonero
mete su trompa entre la Realidad
—que es cambiante—
se come una bola de Caca
—dialécticamente es una Caca Nueva—
eructa
—otra instrumentación—
pluajj
otro premio
3
Un chancho etc.
(Cisneros, 1989, p. 123).
um poema
uma bandeira.
(Gullar, 1983, p. 233).
10 Nótese que la antología poética de Ferreira Gullar publicada en Lima cuenta con la traduc-
ción de Antonio Cisneros. Gullar, F. (1987). Poemas. Lima: Embaixada de Brasil.
ReFeRencias biblioGRáFicas
Resumen
El poeta argentino Juan Laurentino Ortiz es autor de
una extensa obra en verso que revela su aición a los sím-
bolos para desarrollar una poética de la esperanza en un
contexto de injusticia social que hace necesaria una revo-
lución. Desde una mirada hermenéutica nos aproximamos
al extenso poema «Las colinas», sobre la hipótesis de que
ese marco epocal aparece narrativizado desde una con-
ciencia histórica. Trabajamos con la categoría de narrativi-
dad que propone Paul Ricoeur, así como con el concepto
de mímesis, propuesto en Tiempo y narración, que posi-
bilita no solamente la legibilidad de un discurso, sino su
interpretación en la escala moral. De este modo, la lectura
hermenéutica nos permite amalgamar la dimensión socio-
histórica con la simbología de la refundación provocada
por la conjunción de los cuatro elementos fundamentales:
agua, fuego, aire y tierra en una acción política con signii-
cado de restauración ontológica.
PalabRas clave
Poética, revolución, conciencia histórica, hermenéutica
abstRact
The argentine poet Juan Laurentino Ortiz is the author
of an extensive work in verse that reveals his fondness to
symbols for develop a poetic of hope in a context of social
KeywoRds
Poetic, revolution, historical consciousness, hermeneu-
tics
Las colinas
Su estructura primera es sencilla. Comienza describiendo los atributos
del sujeto que le da título: las colinas de la provincia de Entre Ríos, perso-
nalizándolas como niñas que danzan. Seguidamente las va describiendo
según el curso de las estaciones y la transformación de su isonomía, desde
el mes de octubre hasta el mes de setiembre, completando un ciclo anual.
Se trata, sin embargo, de un eje cronológico no solo circular sino espi-
ralado, donde se van insertando situaciones de causa-consecuencia cuya
dimensión ética potencia el sentido inal del poema, referidas a los por-
menores de la vida del nativo (pescador, jornalero, hachero) y su explota-
ción por parte de los potentados de la tierra.
De modo paralelo, exquisitamente entramado, aparecerá el tema/
sema de la esperanza, articulado en una isotopía que recorre gran parte
del poema atravesando tropos como el canto, la iesta, el coraje, la va-
lentía, la resignación (en el sentido positivo de resigniicar), el deseo, la
necesidad, en una verdadera unio contrariorum que desembocará en un
tercer eje que alcanza la proporción de discurso profético, referido al día
de la instauración de la justicia social. Esta mirada nos permite compren-
der cómo en el poema se abrazan la oda y la elegía.
En cuanto a la simbólica de la esperanza que se construye sobre esa
estética basada en el ciclo anual de las estaciones, iremos viendo que se
expresa en el maridaje de estas con el accionar de los cuatro elementos
considerados fundamentales: agua, aire, tierra, fuego.
Conforme con estos supuestos que articulan hombre y naturaleza, se
puede advertir en la obra orticiana una doble perspectiva, que Gilbert
Durand (1971, p. 118) deine —con palabras de Ricoeur— como dos her-
menéuticas: una arqueológica, que domina en todo el pasado biográico,
sociológico e incluso ilogenético; y otra escatológica, llamada al orden
esencial.
o la hoja que se mueve al ritmo del canto musical del pájaro. Esto es por
un lado comprobación y por otro —o como lo mismo— imaginación. Y la
poesía sería frente a todo esto la voz del nivel humano entretejida a todas
estas relaciones. Nosotros creemos que el ritmo, “la voz”, es totalmente
nuestra, pero resulta que también es de afuera. Y nuestra seguridad está
dependiendo de ese ritmo» (Kamenszain, 1973). Si el canto surge tras la
actitud de escucha, se comprende que el poeta (relator) cante, según he-
mos propuesto y también como los minnesingers o los trovadores, por ha-
ber escuchado el quejido de sus hermanos; y que el pueblo mismo cante
en la voz del (su) poeta.
No cabe duda de que, al auscultar permanentemente el paisaje con el
que se sentía profundamente compenetrado, Juan L. Ortiz se dejaba lle-
nar (la expresión es suya) por los sones de una perfecta sinfonía que lo
trasladaba imaginariamente hacia el corazón de toda criatura. Él mismo lo
expresa airmando que «la música diluye los contornos para hacer sentir
la unidad de lo viviente» (Kamenszain, 1973).
En el poema que nos ocupa, la primera impresión que el autor comu-
nica se reiere, precisamente, al movimiento que le inspiran las colinas:
2 Todas las citas del poema Las colinas están tomadas del tomo II de En el aura del sauce. La
única cita poética ajena a este poema corresponde a «Gualeguay», y se aclara al pie.
Ay, las compañías por allí también, telarañas absolutas, con sus lores,
y los obrajes no muy lejanos con sus cantinas como boas para las fatigas
del hachero... (p. 127).
páginas rige un molde al que acude, una ley formal de fantasía que trans-
forma el más diverso material en iguras y situaciones que son casi siem-
pre las mismas». Líneas más adelante airma que Ortiz permanentemente
va moldeando las iguras a su alcance «dando pruebas de una espléndida
monotonía».
Otros recursos que colaboran en la construcción simétrica en el poe-
ma son el paralelismo y la anáfora. El resultado es un despliegue semánti-
co de las posibilidades de la imagen.
visible y a la vez tan complejo. En este sentido, podemos decir que el con-
tador de historias (de la historia de su pueblo) balbucea, va probando, sa-
boreando las palabras mientras las va encastrando en el discurso.
Este estilo aparentemente impreciso, por momentos casi pueril, de no-
minar la naturaleza, nos sugiere que la poesía de Juan L. Ortiz adopta el
tono de un sencillo coloquio, sostenido con toda claridad en la relación
dialógica que establece a través de la apelación directa al oyente. Esa con-
versación versa sobre todas las cosas que ocupan y preocupan a Juanele.
Es, por lo tanto, un diálogo fraterno y conidencial, íntimo y elocuente. Un
relato casi de entrecasa que surge de la necesidad de contar (en su doble
sentido: relatar la secuencia de los hechos y sumar, nombrar cada elemen-
to en el proceso de adición, poner en valor).
En ese trabajo de cuentería, el relator amalgama de modo transparen-
te su mirada sobre el hombre y sobre la naturaleza, que —tal como hemos
señalado— no es en la poesía orticiana simplemente un paisaje, y tampo-
co un mero contexto o un territorio donde suceden los hechos, sino más
bien un locus sujeto a la acción humana que puede modiicarlo, usarlo,
cuidarlo, respetarlo, destruirlo, en la medida en que el devenir resulta pre-
cisa y necesariamente de esa conjunción.
Quizá quepa aclarar que no debemos confundir esta relación con la
mirada romántica donde la naturaleza releja el estado de ánimo del poe-
ta o acompaña los acontecimientos que se narran. La relación dialéctica
en este caso es intensiva, en el sentido de que los hechos no simplemente
recaen sobre el entorno sino que hombre y naturaleza se resimbolizan
mutuamente en un proceso de proyección de sentidos. Tampoco se po-
dría rastrear en Ortiz una intencionalidad de ubicar al hombre como señor
y amo de la naturaleza, según pretendía la ilosofía cartesiana, o conforme
la conocida jerarquización de los seres establecida por la tradición esco-
lástica. Su relación con todas las cosas es una búsqueda permanente de lo
que estas simbolizan en el universo uno y dinámico, mucho más cercana
a una cosmología panteísta.
Ello se explica en la medida en que el poeta toma como referencia
primera el paisaje local, pero logra nombrar una realidad que lo excede,
gracias a la extensión semántica del símbolo. De este modo, como hemos
propuesto, la palabra actúa como conciencia efectiva y es a la vez imposi-
bilidad, susurro, rumor, silabeo.
Podríamos arriesgar, incluso, que en este sentido el propio poema,
tan extenso, de verso libre y rima blanca que encuentran su cadencia se-
gún los tonos y los colores de la voz que dice, cuenta, nombra, denuncia,
podría leerse «como un río» que luye, en movimiento, por momentos
dándose contra el arcillar y por momentos arrullado por los sauces, desva-
neciéndose en las playas pasajeras, pasando a borbollones los estrechos
entre las islas.
En resumen, podemos decir que Juan L. Ortiz desarrolla en su poema
«Las colinas» un exquisito juego de contrapuntos.
la primavera, el agua
La primera parte del poema corresponde a la primavera y celebra una
naturaleza pródiga, en plena expansión, signada por la vitalidad que sim-
boliza el agua:
el verano, el fuego
El verano es la segunda etapa del ciclo. Es el tiempo en que la fruta
madura y se cosecha el cereal; sin embargo, sobreviene la sequía y —así
como el agua signó la fecundidad primaveral— el fuego parece la marca
del estío:
el otoño, el aire
El otoño vendrá, en la tercera estación, a traer nuevamente la bendi-
ción del agua:
el invierno, la tierra
Por in, llega el invierno, la cuarta estación del ciclo, con su belleza par-
ticular que tiene, sin embargo, la crueldad de hacer sentir el frío en las
casas más humildes, por lo que la misma belleza exterior se avergüenza:
Por otro lado, los elementos no solo tienen relación con las cuatro es-
taciones del ciclo anual. Las antiguas nociones alquimistas señalaban una
conexión directa entre estos y las denominadas cuatro etapas del ser so-
bre la tierra. La última de estas sería la del sujeto pensante, es decir, la del
hombre (como fase superior desde el primer ser viviente unicelular). Este
cuarto grado no señala, sin embargo, desde una perspectiva evolucionis-
ta basada en la ilosofía de la naturaleza, que el estado actual sea el esca-
lón óptimo de la vida. Por el contrario, la alquimia entiende una evolución
siempre ascendente hacia una organización superior de la naturaleza y de
la sociedad humana.
Quizá quepa aclarar que en el caso de Ortiz ese estado de gracia al que
se aspira no debe entenderse en clave religiosa (en el sentido etimológico
como religare, o regreso del hombre a Dios luego de la caída en el peca-
do), ya que en nuestro poeta la revolución tiene una base esencialmente
materialista-histórica, apoyada, entre otras cosas, en su admiración por la
cultura china y su adscripción a la teoría política de Mao y a las bases de la
revolución del campesinado.
Sabemos, por otro lado, que Juan Laurentino Ortiz era un lector apa-
sionado de las ciencias denominadas esotéricas y que descreía de la su-
premacía de las ciencias empíricas, sin negar por ello su representatividad
de la época que vivimos. Preguntado en una entrevista, en 1975, sobre su
pensamiento acerca de la modernidad cientíica, respondió: «Pienso que
el proceso de industrialización está complicando enormemente las cosas,
y esto es general. Ya sabemos en manos de quién están esos medios. Es
muy peligroso. Así, los restos que todavía subsisten en nuestro país de esa
cultura popular y rural no pueden manifestarse porque los medios masi-
vos dictaminan otra cosa» (Zelarayán, 1975).
El optimismo de Ortiz deviene entonces de creer fervientemente en
una revolución (en su sentido etimológico: revolutio, «vuelta, giro, regre-
so, circulación») y es así como entiende la evolución: de modo espiralado,
como hemos remarcado. En otras palabras: se regresará al principio, pero
sobre un escalón más alto. No es el eterno retorno de los griegos, la rueda
de la fortuna. En el poema que trabajamos, su concepción de la evolución-
revolución pude ilustrarse con los siguientes versos:
Sí, a la séptima vez, las viejas murallas caerán,
«y el tiempo de las moradas más bellas que las catedrales vendrá...»
Pero no había en ellas uno como aire de evasión
en su mismo movimiento hacia la perfección que les daba la música
y a la que ellas dedicaban, a su vez, los pasos que iban creando? (p. 151).
la esperanza en la revolución
Arribamos, de esta manera, al sentido inal que nuestra lectura nos
viene proponiendo; no sin antes señalar que consideramos que el poeta
recurre a los símbolos mencionados para explicar lo inexplicable o, mejor,
lo inconcebible: la riqueza natural garantiza el alimento y el cobijo para
todos, pero su distribución inequitativa deviene en injusticia. La esperan-
za, entonces, vale repetirlo, solo puede anclarse en la acción del hombre,
a quien le cabe la responsabilidad de la revolución. En esa lucha, sin em-
bargo, no está solo: su toma de conciencia y su decisión se asientan en la
garantía de una permanente refundación provocada por la conjunción de
los cuatro elementos. De este modo, ese estado edénico al que se aspira
no es, para Ortiz, solo el resultado o consecuencia de una revolución, sino
la revolución misma siempre en marcha, que se construye sobre el paso
de las horas, aguardando y diseñando, cada día, la oportunidad para la ac-
ción política que signiicará la restauración ontológica. Expresaba en una
entrevista que le hacía su amigo Vicente Zito Lema: «Por supuesto que la
lucha humana, en ese sufrimiento social por las injusticias, nos toca más:
el hombre es nuestra especie» (1975).
Hacia el inal del poema, entonces, el repaso de los muchos porme-
nores que angustian cotidianamente la vida del pobre se prolonga en 35
versos que no olvidan a los ancianos, al yuyero, al tropillero, a las mucha-
chas obligadas a trabajos pesados o desgarradas en su pudor, al peoncito,
al pescador, al que agoniza a causa del hambre o de las enfermedades no
atendidas debidamente.
De la ofrenda de todo ese dolor nace la igura del pueblo como héroe
de la liberación:
Mas con la poesía también como ángel natural del cielo de la ofrenda
o de la ininita participación, sobre las voluntades imantadas
que hablarán a su vez con la dulce fuerza de un poema
al hacerse ella carne, y latidos, y acciones, más allá de los pronom-
bres... (p. 155).
Aquel cielo accesible, al in, abriendo con ellas, la ronda del gran día...
(p. 156).
ReFeRencias biblioGRáFicas
Resumen
En su más reciente libro de poesía, Marfa, Texas (2015),
la poeta mexicana Coral Bracho festeja la pulsión matérica
del lenguaje poético, su capacidad de hacerse presente
como instancia liminar del espacio del poema: la lengua
inscrita en el ámbito del poema se convierte en percep-
to, un dispositivo perceptual de emergencia del sentido
observable como tensión poemática. El enfoque neurofe-
nomenológico y la hermenéutica se consideran como re-
des de conocimiento, que generan campos de mostración
donde la identidad se difumina en virtud de que el obser-
vador se incluye en el hábitat de observación. Esto se lleva
a cabo al vertebrar el topos de inserción básica que sería
espacio poemático por medio de las posibilidades del len-
guaje para captar el instante y densiicarlo.
PalabRas claves
Poemática, liminalidad, neurofenomenología, percep-
ción, neuroplasticidad
abstRact
In his last book, Marfa, Texas (2015), the mexican poet
Coral Bracho celebrates the matérica impulse of poetic
language, as well as its ability to be present as a prelimi-
nary instance of the space of the poem: the language ins-
cribed in the ield of poem percept becomes a perceptual
observable emergency device as poetic sense tension. The
neurophenomenological approach and hermeneutics are
considered as knowledge networks, which generate de-
monstration ields where identity is blurred because the
observer is included in the observation's habitat. This is
done to structure the basic insertion moles, which would
be a poematic space through the possibilities of language
in order to capture the moment, and densify it.
KeywoRds
Poematic, liminality, neurophenomenology, percep-
tion, neuroplasticity
i
El enfoque neurofenomenológico y los estudios de cognitive poetics,
reivindicados como complemento necesario de la hermenéutica más
actual, consideran toda materialidad de la poesía en tanto que elabora-
ción de redes de conocimiento. Dicha materia_red confeccionada por
el lenguaje poético se piensa aquí como mostración matérica o espacio
poemático. Se generan campos de mostración donde la identidad se di-
fumina en virtud de que el observador se incluye en el hábitat de obser-
vación. Esto se lleva a cabo al vertebrar el topos de inserción básica, que
sería una suerte de hábitat poético, por medio de las posibilidades del
lenguaje para captar el instante, y densiicarlo: el observador se incluye
en un ámbito de observación. Chantal Maillard, en su texto ensayístico
«En la traza. Pequeña zoología poemática» —recogido en el volumen de
ensayos La baba del caracol (2014)— diferencia lo poemático de lo poéti-
co, en el sentido de que la poesía sería el conjunto de modos en que se
mostraría aquello que pertenece al ámbito de lo que ya está en nosotros,
pero debemos des-cubrir:
El poema, no el sujeto; no lo había en los inicios. El sujeto es el mí que
se pone, que se pro-pone frente-a. Y entonces las cosas, los otros (los
2 Rodolfo Llinás, en I of the Vortex: From Neurons to Self (2002), ha defendido que el origen
4 El poema no puede ser considerado una suerte de tránsito debido al ámbito de orienta-
ción enactiva y liminal desde el que lo pienso. A un nivel antropológico, tal vez sea posible
concebir los elementos de cultura a modo de los ritos de paso. Arnold van Gennep, en Los
ritos de paso [Les rites de passage, 1909], y retomado más tarde por Victor Turner en su obra
The Ritual Process. Structure and Anti-Structure (1969) mostraron su idea de que toda sociedad
expone a sus integrantes a un proceso ritual que ellos describieron en tres momento: Pre-
liminal / Liminal / Post-liminal. La liminalidad caracteriza a la fase intermedia del espacio-
tiempo tripartito de la ritualidad, y por ello representaría lo ambiguo y la apertura. Se rela-
ciona con la idea de communitas, en tanto se trataría de una estructura espacial alejada de
cualquier posible jerarquía.
ii
Existe desde antiguo una reconocida técnica para uso de los esculto-
res, que lleva el nombre de non inito. A partir de ella, el artista se legitima
para dejar una obra sin acabar de manera intencionada, de tal manera
que el espectador pueda apreciar la materia artística en estado primitivo;
es decir, en su proceso de creación o de salida a la luz de la propia obra.
Una estrategia propia de la necesidad de producir presencias a manera de
campo-red, que se explica en su propio carácter inacabable y deslocaliza-
do. En el cerebro de quien observa, el ojo-lector termina la obra, pero para
que esto ocurra el escultor-poeta deberá generar los caminos del poema.
Esta técnica del non inito de los escultores, el dejar intencionadamente
la obra sin acabar, les servía para su propio alzado de la obra, pues en su
mostrarse como tal obra el espectador se asombraba del mismo acto de
creación5.
La escritura de Coral Bracho en un libro como Marfa, Texas (2015) está
atenta a esa espacialidad que da forma a un mapa de presencias del senti-
do, lo cual constituye el ámbito del poema. Precisamente, lo que caracte-
riza a la escritura de la poeta mexicana es la aceptación sin ambages de la
capacidad energética del lenguaje poético. La imagen poética no puede
acabarse, pues el poema al igual que la vida nunca acaba del todo. La lec-
tura, el habitar el espacio del poema, vuelve este hábitat una presencia su-
cesiva: una emoción poética es una emoción plena de plasticidad. Por eso
mismo, su lírica se caracteriza por la representación a modo de proceso no
cristalizante —de no ijeza de la signiicación— en el espacio poemático
del texto lírico, con el in de crear un hábitat de carácter lírico. La vida en
el poema de esta escritora mexicana se abre camino a partir de una forma
de conocimiento que reconoce su fragilidad epistémica, pero no se avie-
ne de manera favorable a la derrota del hombre en-medio-del-mundo.
En un pequeño fragmento de nuestro planeta, Marfa, un sitio remoto
ubicado en Texas, tiene lugar la posibilidad de sentido de un lenguaje
que genera un lugar propio. Esta espacialidad casi se palpa, se percibe con
5 Esta es una aspiración a la que no es ajeno el poeta, desde la tradición que instaura Ezra
Pound según estudiara Donald Davie en Ezra Pound. Poet as Sculptor (1964).
6 Esta dimensión visual múltiple de la metáfora fue defendida antes por Margaret H. Freeman
en su artículo «Poetry and The Scope of Metaphor: Toward a Cognitive Theory of Literature»
(2000), quien defendía que la metáfora conigura el mapa conceptual a través del cual se
puede dilucidar la comprensión del hombre y del mundo a partir de la corporeización de la
mente (embodied mind) en el espacio del poema.
7 No nos olvidemos de que los que propusieron el modelo de blending theory fueron Mark
Turner y Gilles Fauconnier en algunos textos como «Conceptual integration and formal ex-
pression» (1995). La decisiva importancia que los marcos conceptuales tienen en la elabora-
ción de esta teoría no puede llevarnos a no considerar que la percepción, el percepto, sirve
para completar, para «dar forma» a los conceptos que se llevan a los textos literarios por
medio de la metafórica.
8 Reuven Tsur subraya que enfrentamos los textos con una Memoria a Corto Plazo (MCP).
Por esta razón, el hombre busca estrategias óptimas para comprender el mundo y retener las
imágenes que coniguramos en nuestra interrelación con lo real. Su propuesta que defendió
en un fecha tan temprana como 1977 en A Perception-Oriented Theory of Metre reforzaba lo
que defendía Manfred Bierwisch en su ensayo «Poetics and Linguistics» (1970) al hablar de
esa «poetic competence».
nivel lírico se hace táctil ese pájaro-follaje: «(al que veo con claridad desde
aquí, / en ese punto preciso donde las ramas / que lo forman coinciden)».
El ave es vector sensorial y signiicativo del percepto poemático, «(y voz)»,
cuando calla y espera porque se diluyen los límites identitarios. La con-
ciencia poemática se torna red en la que la voz enunciadora del poema se
entrama con todos los lectores que serán convocados por la posibilidad
del sentido. Todo ocurre cuando el pájaro después de arrastrar consigo a
los lectores guarda silencio, se torna animal acezante «(ahora que no soy
yo sino un breve relejo / sobre el extenso vidrio que duplica mi imagen)».
Permanece tácito luego de haber conigurado esta espacialidad somática
liminal, cuando el espacio se piensa en el poema en un sentido de ori-
gen intermedio (intersticio) señalado por la preposición «desde»: «calla
desde ese espacio de ininitud». Un lugar que toma sitio abriéndose, «se
abre, como una pequeña casa, en el denso / y extendido follaje». Al inal
del poema, la apertura espacializante es plena e inacabable, pues «deja /
que hablen los grillos». La sensación de ininito por el sonido duplicado,
desplegado por el paisaje texano que ha sido re-presentado, o vuelto a
presentar en el ámbito de este poemario. El ave que nos ha guiado por
este lugar nos deja ante el vacío de la falta de esa presencia plena de la
conciencia propia de los viejos modos de representación en los que la pa-
labra se hace mármol.
El mundo de la vida (Lebenswelt) sería la materia «teórica» del poeta,
pero solo es posible considerarlo como una red metafórica aprehendida
a un nivel de presencia liminal de los niveles perceptivos. El enfoque en-
activo procura superar los posiciones habituales interior-exterior / subje-
tivo-objetivo. La teoría de la representacionalidad no puede más ser una
metafísica de la representación, pues la representatividad solo es pensa-
ble como proceso inacabado. Desde el punto de vista de la neurofeno-
menología de Francisco Varela, Evan Thompson y Eleanor Rosch que se
estructuró primeramente en su obra De cuerpo presente (2011 [1991]), se
trata de encarar la falta de fundamentos últimos. El procedimiento enac-
tivo que estos autores proponían insistía en marcar un índice de apertura
al desarrollo visual:
Nuestros modelos habituales de apego, angustia y frustración son los
contenidos de la presencia plena/conciencia abierta. Cuando nota-
mos que están vacíos de existencia, esto se maniiesta experiencial-
mente como una creciente apertura y falta de ijación (p. 269).
La espacialidad es fundamento de la poética de Coral Bracho, y he
aquí que nunca se procura disociar lo formal de los aspectos de conte-
nido. Podría ser útil pensar el espacio confeccionado en el poema como
ese interfaz para la acción9 que la mente corporeizada habilita por medio
del lenguaje poético. Esto no trataría de resucitar una fenomenología de
la percepción a lo Merleau-Ponty —algo que por lo demás nunca había
desaparecido del horizonte—, sino de pensar el poema como conigura-
ción de una presencia en red de las imágenes, que atiende a la plasticidad
neuronal que nos es propia. Además, esto se explicita a manera de una
instauración de los marcos de la percepción. En ellos, la metafórica replie-
ga sobre sí todas las posibilidades de sentido, y luego las despliega como
pulsor que el lector «oprime» atravesando el umbral o acoplamiento limi-
nal del sentido.
Al observar una poética como la de Coral Bracho, se nos muestra con
claridad los problemas que los ejes de posicionamiento liminal ofrecen
a quien desee relexionar sobre el percepto y el espacio en poesía, y no
quiera recurrir a una mera imaginería de metáforas. El poema será consi-
derado instante densiicado, nunca detenido. El proceso de signiicación
propicia la construcción de su ámbito; se generan espacios para una fo-
tografía (escritura poemática de la luz) del mundo. Construir el instante
poemático como atención o construcción perceptual, el hábitat donde
nace el poema. La relexión sobre el sentido va de la mano con una pro-
puesta de observación en tanto enacción constitutiva de campo de red-
presencia abierta e inacabada. El poema (y el mundo) se proyecta desde
un instante densiicado de carácter inconceptuabilizable. El mundo del
poema es (solo) en tanto que perceptible. El poema, la escritura poemá-
tica de Coral Bracho, orilla a ver. Enseña a mirar. Con esta apoteosis de la
mirada se puede cambiar la vida, la poesía puede salvar(nos) al mundo.
Es bueno que así sea. La poesía cura y nos mantiene a salvo en su refugio.
ReFeRencias biblioGRáFicas
Resumen
Este artículo estudia la función estructural de la rima en
el poema «Sátira a la rima» de Gonzalo Rojas en los planos
rítmico, eufónico y semántico desde la propuesta de la ver-
sología moderna de Oldrich Belic y Juan Frau. Asimismo,
se señala que la rima en este poema realiza una crítica con-
tra el sujeto burgués, así como también una propia crítica
contra sí misma al emplear la rima idéntica.
PalabRas clave
Gonzalo Rojas, poesía chilena, rima, métrica
abstRact
This article studies the structural function of rhyme in
the poem «Sátira a la rima» Gonzalo Rojas in the rhythmic,
euphonic and semantic levels from the proposal of mo-
dern versología of Oldrich Belic and Juan Frau. It also notes
that rhyme in this poem makes a criticism of the bourgeois
subject; as well as an own criticism against itself by using
the same rhyme.
KeywoRds
Gonzalo Rojas, Chilean poetry, rhyme, metric
introducción
La literatura chilena del siglo XX posee en su concierto poético un con-
junto de voces representativas2. En dicho conjunto, destaca la producción
de Gonzalo Rojas (Lebu, 1917-Santiago, 2011)3, que trazó las líneas de una
nueva poesía no solo en su país, sino incluso en gran parte de Latinoa-
mérica (Cárcamo-Huechante, 2011, p. 449). Entre los autores con los que
desarrolló un nexo intertextual fueron Arthur Rimbaud y César Vallejo; tal
cual lo ha demostrado Héctor Véliz al examinar el plano fónico, gramatical
y semántico a partir de la exégesis del poema «Vocales para Hilda» de Ro-
jas (2009, pp. 171-197).
Desde el punto de vista de Marcelo Coddou, la poesía de Gonzalo Ro-
jas ofrece al lector la confrontación entre los temas de la vida y la muerte
que adquiere diversos sentidos; frente a ello el lector asiste al crecimiento
y consolidación de la voz poética: «es la voz del encuentro de lo Absoluto
a partir de la dispersión» (1983, p. 1/16). Asimismo, considera que en su
obra se conigura una dimensión metafísica, pues «hay un número sig-
niicativo de temas problemáticos que sobrepasan el horizonte exclusi-
vamente empírico de la realidad» (1983, p. 3/16). Ello no signiica que la
poesía de Rojas esté marcada por la evasión del vínculo del poeta como
sujeto inscrito en una sociedad; por el contrario, como también reconoce
Coddou, la poesía de Rojas «se adhiere a lo más inmediato, a un aquí y a
un ahora, de circunstancia concreta, no difícil de identiicar para el que
quiera textos en que el poeta asume su responsabilidad ante las exigen-
cias de las convulsiones de la sociedad» (1983, p. 3/16). Esto quiere decir
que en la situación cotidiana, inmediata, de conlicto, Rojas es capaz de
plantear problemáticas que apunten a cuestionar el ser y principios del
sujeto.
Nelson Rojas sostiene que el compromiso de la poesía del poeta chile-
no con su sociedad es ante todo un testimonio ético y se sostiene a partir
de su preocupación social e histórica; fundamenta su idea a partir del co-
mentario de los poemas «Aquí cae mi pueblo» y «Ninguno» (1990, p. 68).
Sin duda, Rojas asume como su deber y derecho adherirse a los problemas
2 El tiempo se encargó de refutar la airmación de Menéndez Pelayo, a inicios del siglo XX,
que consideraba a Chile como un espacio no idóneo para el desarrollo de la poesía (Sáinz de
Medrano, 2008, p. 767). Chile ha sido uno de los países que más renovaciones ha dado a la
poesía hispanoamericana. Un repaso trae como resultado los siguientes nombres: Gabriela
Mistral, Vicente Huidobro, Pablo Neruda, Pablo de Rokha, Nicanor Parra, Raúl Zurita, entre
otros.
3 Los principales libros de Gonzalo Rojas presentados de forma cronológica son La miseria
del hombre (1948), Contra la muerte (1964), Oscuro (1977), Del relámpago (1981), 50 poemas
(1982), Materia de testamento (1988). La reunión de su obra poética completa ha sido editado
por el Fondo de Cultura Económica en 2012 con el título de Íntegra.
que plantea pertenecer a una sociedad y, a la vez, los trasciende para ins-
talarlos en la dimensión de las preguntas universales.
En el plano de las características de su poesía, Cárcamo-Huechante
considera que Rojas opera con tres estrategias, entre retóricas y simbó-
licas, que prácticamente pueden deinir su trabajo con el verso: el juego
de las preguntas, lo erótico y sexual, y el sentido del poeta y de la poesía
(2011, p. 451). A estas características, resulta imprescindible sumar su do-
minio sobre el plano métrico-rítmico del verso que conduce a considerar
la existencia de una conciencia métrica en la construcción del texto poéti-
co. Ya el propio Coddou observó la importancia de la formalización rítmi-
co-sonora y sintáctica de los versos del poeta chileno como facilitadores
de la comunicación poética (1983, p. 4/16). Asimismo, Cárcamo-Huechan-
te considera que desde el primero hasta el último de sus versos, el poeta
de Oscuro «fue un atento cultor del ritmo del poema» (2011, p. 455). Es en
esta línea en la que deseo inscribir el análisis de «Sátira a la rima»; espe-
cíicamente de un elemento concreto: la rima, llamada también ritmo de
timbre (Balbín, 1962, pp. 219-250). Esta no solo es en el poema un mero re-
curso eufónico; por el contrario, se convierte en un hecho estructural del
poema porque articula el ritmo y la dimensión semántica. Así, contrario a
la opinión generaliza que concibe a la rima como un accesorio del verso,
esta puede llegar a determinar, según Juan Frau, «la estructura métrica del
poema y de los versos que lo conforman» (2011, p. 87). Asimismo, Frau,
siguiendo a Jakobson y Lotman, considera que:
La rima sería señal de cierre de la unidad rítmica básica, el verso, y
tendría como función principal la de hacer volver al lector sobre lo ya
percibido y comparar las palabras, puesto que la relación en el plano
del signiicante hace pensar en la correspondiente relación en el pla-
no del signiicado; sin embargo, y al mismo tiempo, la coincidencia
fónica no hace sino acentuar la diferencia semántica (2004, p. 112).
Resulta, entonces, medular la función de la rima en el espacio del verso,
pues dinamiza la relación identidad/diferencia entre la forma y la semán-
tica del poema. Desde la perspectiva de Oldrich Belic —si bien es cierto
que el versólogo checo piensa en la traducción—, la rima cumple tres fun-
ciones en el poema: rítmica, eufónica y semántica. La primera se basa en
la frontera que establece en el verso diferenciándolo de otros; con ello la
rima se puede convertir en un elemento del impulso métrico. La segunda
función consiste en la iteración fónica instalada en el inal del verso o del
hemistiquio que diseña una estructura o «instrumentación fónica». Por
último, la función semántica se fundamenta en la relación que establece
la rima «por medio de coincidencias fónicas (parciales), confronta pala-
bras de sentido cercano, lejano, contrario» (2000, p. 626). Ello posibilita
6 Para el caso peruano, un ejemplo notable del cultivo del eneasílabo se encuentra en la
poesía de Manuel González Prada. Incluso elaboró un estudio íntegramente dedicado a esta
medida silábica que tituló «El verso de nueve sílabas» (1988, pp. 125-161).
7 Este conocimiento de la tradición versiicadora se origina en la iliación de Rojas a Rubén
Darío y al modernismo (Cárcamo-Huechante, 2011, p. 455). No es gratuito, entonces, que
Rojas emplee el eneasílabo —medida característica del modernismo— y que realice una
crítica al sujeto burgués, pues ello es también una característica del modernismo hispanoa-
mericano.
8 A nivel de la dimensión semántica del poema, es posible señalar la relación que existe
entre la palabra pluralizada burgueses y el fonema más importante de todo el poema: el
fricativo sordo /s/. Sobre dicha palabra y al grupo social que reiere gira «Sátira a la rima»,
por ello resulta llamativo que en la propia constitución de la palabra ya sea o no pluralizada
se coloque de relieve el sonido fricativo sordo. Además, ese es el fonema que —como ya
se mencionó— predomina en el poema. Se trata, acaso, de mantener presente a lo largo
del poema, a partir del fonema más importante, al sujeto/grupo burgués representado. Vale
decir, el sonido fricativo sordo actualiza en todo el poema las características o la imagen del
sujeto burgués; más aún si a ello se suma que el poema inicia con cuatro versos y inaliza con
cinco en los que la palabra burgueses sobresale en ellos.
9 Se contabiliza, evidentemente, la rima que culmina en agudas. Por las leyes de acentua-
ción inal se debe añadir una al verso.
la obscenidad en su raíz,
la estupidez en su raíz,
y la vejez en su raíz.
10 Tal como se indicó anteriormente, los eneasílabos en estos versos se obtienen a partir del
hiato entre el sonido vocálico y el axis rítmico del poema.
Como se lee en la primera estrofa citada, los ideales del burgués solo
son el poder del dinero y la comida. Es la representación de la visión egoís-
ta e individualista que reiere Bajtín. En el tragar y el beber no hay espacio
para los otros sujetos que no correspondan al universo del burgués. Ni
siquiera en la idea de la muerte existiría una justicia social o equiparación
entre el burgués y los demás: sigue reinando la desigualdad, tal cual se
evidencian en los dos versos inales de la segunda estrofa citada.
Se ha mencionado que los ideales del burgués son el dinero y la comi-
da. Ello no solo resulta explícito en los versos, sino que incluso se extiende
a su estructura métrica. Se indicó que la medida silábica dominante en el
poema es el eneasílabo; sin embargo, el único verso que rompe con esta
medida es además el que transmite los pilares del pensamiento burgués:
«sus ideales: ¡la plata y la mesa!». Este verso es un endecasílabo. Es rele-
vante ello, porque se trata de destacar del conjunto de eneasílabos la in-
formación más importante del poema con una medida silábica diferente,
que tal cual se lee en la estrofa tiene su correlato en su dimensión semán-
tica. Además, el endecasílabo del poema no solo es el único en cuanto a
la medida silábica; también lo es en cuanto a su estructuración, vale decir,
es el único que se articula con el uso de los dos puntos. Estos anticipan
o preparan el develamiento del reducido cuadro ideológico del burgués.
Finalmente, el locutor del poema conirma que el mundo del burgués
se encuentra en profunda crisis. Considera que se avecina el momento del
surgimiento de un nuevo mundo opuesto a los antivalores imperantes en
el burgués. El locutor se convierte en un testigo directo de la decadencia
del universo burgués y de la renovación.
conclusiones
En primer lugar, la rima idéntica en el poema de Rojas organiza el im-
pulso métrico del poema, la eufonía basada en sonidos fricativos sordos
y sonoros, y la formación de paralelismos semánticos. Todas estas funcio-
nes se encuentran interconectadas mostrando que la rima se convierte
en un hecho de naturaleza estructural que va más allá de un mero recurso
acústico en «Sátira a la rima». En segundo lugar, el empleo de la rima
ReFeRencias biblioGRáFicas
anexo
sátira a la rima
He comido con los burgueses,
he bailado con los burgueses,
con los más feroces burgueses,
en un casa de burgueses.
La burguesía y la vejez
han bailado ante mí, desnudas:
las he visto bailar desnudas, 15
olvidadas de su vejez.
La comilona y la etiqueta
el traje largo y el desnudo 50
me permitieron ver desnudo
al arribista de etiqueta.
Resumen
El propósito del presente trabajo es realizar un análisis
estilístico del poema «Desespediente» de Pablo Neruda,
incluido en el libro Residencia en la tierra (1935). A través
de dicho análisis, buscamos mostrar que las nociones es-
téticas de este autor, basadas en la noción de «impureza»,
implican un trabajo formal que consigue transmitir el am-
biente y la percepción de espacio mortuorio con el cual
se relaciona el ámbito temático del texto: la rutina buro-
crática. El trabajo a nivel del lenguaje, así como su parti-
cular sistema de adjetivación, posibilitan la lectura desde
la forma del poema, más allá de la anécdota vital que da
origen al texto. Lo que proponemos entonces es una inter-
pretación que imbrica la posición estética del autor, al me-
nos en esta época, con la voluntad de estilo y el lenguaje
particular que caracterizan la obra nerudiana de la época
en la cual fue escrito Residencia en la tierra.
1 Maestro en Letras Mexicanas por la UNAM, donde cursa el doctorado en Letras. Fue me-
recedor de la medalla «Alfonso Caso» al mérito universitario por sus estudios de maestría. Es
profesor de tiempo completo del Centro de Enseñanza para Extranjeros de la UNAM. Ha im-
partido cursos en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM y en el Posgrado de la Pontiicia
Universidad Católica de Ecuador. Es miembro fundador del Seminario de investigación en
Poesía Mexicana Contemporánea, del cual fue coordinador durante el periodo 2012-2014.
Sus líneas de investigación son: la poesía social y política de México y Latinoamérica, las
vanguardias literarias latinoamericanas y la crítica sobre poesía.
Artículos suyos han aparecido en diversos libros colectivos. Entre los más recientes están:
En la orilla del silencio. Ensayos sobre Alí Chumacero (México, Fondo Editorial Tierra Adentro,
2012), América Diversa. Literatura y memoria (Perú, Editorial Altazor, 2012), Ensayando el ensa-
yo. Artilugios del género en la literatura mexicana contemporánea (México; Eón, El Colegio de
Puebla, Grand Valley State University, 2013), Mito y utopía en las literaturas andinas contem-
poráneas (México, CIALC-UNAM, 2013), Los otros raros (México, El Colegio de San Luis, 2014)
e Historia crítica de la poesía mexicana (México, Conaculta y Fondo de Cultura Económica,
2015). Es autor del poemario Glosar rupestre (México, Versodestierro, 2014).
PalabRas clave
Pablo Neruda, Residencia en la tierra, Desespediente,
poesía impura
abstRact
The purpose of this paper is to make an aesthetic analy-
sis of the poem «Desespediente» by Pablo Neruda. This
poem is included in the book Residencia en la tierra (1935).
Through this analysis, we seek showing how the aesthetic
notions of the author, based on the concept of «impurity»,
that implies a formal work. This conveys the atmosphere
and perception of mortuary space to which the subject
area of the text relates: bureaucratic routine. The language
level and its particular system of adjectives, allows reading
the poem itself; beyond the vital story that gives rise to the
text. Due to which we propose an interpretation that over-
laps the aesthetic position of the author, with the will of
style and particular language that characterizes Neruda’s
work in the time in which Residencia en la tierra’ was writ-
ten.
KeywoRds
Pablo Neruda, Residencia en la tierra, Desespediente,
impure poetry
Así sea la poesía que buscamos, gastada como por un ácido por los deberes de
la mano, penetrada por el sudor y el humo, oliente a orina y a azucena salpicada por
las diversas profesiones que se ejercen dentro y fuera de la ley.
Una poesía impura como traje, como un cuerpo, con manchas de nutrición, y
actitudes vergonzosas, con arrugas, observaciones, sueños, vigilia, profecías, decla-
raciones de amor y de odio, bestias, sacudidas, idilios, creencias políticas, negaciones,
dudas, airmaciones, impuestos.
Pablo Neruda, «Sobre una poesía sin purezas», 1935
3 «[En el verso libre] la sintaxis parece tomar la batuta del ritmo, en contra de los pies mé-
tricos y su rigurosa alternancia de sílabas fuertes y débiles. ¿Ritmo sintáctico? Así parece»
(Paredes, 2004, p. 30).
5 Sobre la tirante relación entre nuestro autor estudiado y Juan Ramón Jiménez, adalid de
la «poesía pura», Rodríguez Monegal, 1966, pp. 107-113.
ReFeRencias biblioGRáFicas
Resumen
El propósito de este trabajo es analizar la importan-
cia de Efraín Huerta y Jaime Sabines en el contexto de la
poesía mexicana del siglo XX. Nuestro acercamiento toma
como punto de partida la herencia que la vanguardia
mexicana, el estridentismo, dejó a estos escritores. Consi-
deramos que las innovaciones lingüísticas son un relejo
de un cambio de paradigma que deiniría la escritura poé-
tica de un grupo de un nutrido número de autores que, a
partir de la década de 1950, incorporarían a la lírica nacio-
nal elementos que años atrás eran considerados antipoéti-
cos; por una parte, la inclusión de la ciudad como persona-
je principal; por otro, un léxico que relejaba una voluntad
contestataria e irreverente frente a la idea tradicional de lo
lírico. Así entonces, Efraín Huerta y Jaime Sabines enarbo-
lan este cambio de paradigma.
PalabRas clave
Poesía mexicana contemporánea, vanguardia, Efraín
Huerta, Jaime Sabines
abstRact
The purpose of this paper is to analyze the importance
of Efrain Huerta and Jaime Sabines in the context of the
Mexican poetry of the twentieth century. Our approach
takes as its starting point the inheritance Mexican van-
guard, the Estridentismo, he left these writers. We believe
that linguistic innovations are a relection of a paradigm
shift that would deine the poetic writing of a group of
a large number of authors from the 1950s, incorporated
into the national lyrical elements ago were considered an-
tipoetic; on the one hand, the inclusion of the city as the
main character, on the other, a lexicon relecting a rebe-
llious and irreverent will against the traditional idea of the
lyric. So then, Efrain Huerta and Jaime Sabines, lying this
paradigm shift.
KeywoRds
Contemporary Mexican poetry, art, Efraín Huerta, Jai-
me Sabines
del olmo: «Lástima también que no haya tenido herederos directos» (1971,
p. 48). Sin duda no tuvieron beneiciarios inmediatos, pero sí un legado
que más tarde sería recogido por la poesía de generaciones posteriores.
Si bien es cierto que no hubo poetas que se asumieran herederos del es-
tridentismo, como Octavio Paz lo hizo respecto al grupo de contemporá-
neos, consideramos que la herencia de este movimiento se hace patente
en la poesía actual.
Por lo que antes de ir a los autores que nos ocupan, queremos hacer
un brevísimo esbozo del estridentismo. Caracterizar a la poesía de este
movimiento de vanguardia, así sea de manera esquemática, plantea tener
en cuenta dos enfoques indisolubles: la revolución temática que entraña
su obra y las formas innovadoras de presentar el acto creativo concreto.
Porque los temas de la obra de los estridentistas se basan en la realidad in-
mediata: no rehúyen la lucha social; su material poético se lo ofrece la vida
diaria en las fábricas y en las oicinas de los grandes ediicios; cantan a los
obreros, a los revolucionarios, a las máquinas. Hablan de la ciudad, metró-
poli de hierro y cemento, poblada de anuncios luminosos, de locomotoras
y telégrafos. Según Vicente Quirarte «El canto de los elementos objetivos
de la ciudad no era, como argumentaban los detractores del estridentis-
mo, exclusivamente un afán de notoriedad y escándalo, [...] sino una ne-
cesidad de integrar la actualidad al discurso literario» (2001, p. 491). De
esta forma incluyen aspectos relevantes de la vida cotidiana a sus obras.
Existe, además, la urgencia por homologar el arte a las grandes transfor-
maciones cientíico-técnicas del momento. Así, nos hallamos ante un vo-
cabulario inédito en la literatura mexicana, rebelde y profundamente an-
tiacademicista. La utilización de neologismos y metáforas con elementos
de la técnica contemporánea son los principales rasgos de esta nueva for-
ma hacer poesía: había que comenzar por demoler la sintaxis tradicional.
Uno de los aspectos más representativos de la poesía estridentista es
la renovación del lenguaje. Las formas de expresión que emplearon para
captar la realidad circundante serán una de las características que per-
mearon a la poesía mexicana contemporánea. Especíicamente nos referi-
mos a la inclusión de un léxico no poético. Tal es el caso de «caguémonos,»
«pendejadas,» «putas,» «chancro siilítico,» entre otras. El uso de estas pa-
labras se explica en el sentido de que el lenguaje poético convencional
no es suiciente para expresar los sentimientos del poeta; además, dicho
convencionalismo resulta insuiciente para enunciar la nueva realidad,
vertiginosa y caótica características propias de la vida citadina. La incor-
poración de este tipo de palabras a la poesía será un recurso utilizado de
forma recurrente en la poesía contemporánea. Baste recordar a los poetas
de las «pinches piedra» mencionados por Jaime Sabines. Más adelante
a. efraín Huerta
Efraín Huerta es el camino de la escisión, es el grito y la denuncia. Abar-
car la obra de este poeta en unas cuantas líneas es ambicioso además de
imposible. Su obra se compone de distintos colores y variadas aristas; va
desde lo amoroso tratado con una ternura ininita hasta la denuncia po-
lítica gritada con la furia más lúcida. Poeta que desde la disidencia dio su
grito de guerra y al margen de la oicialidad criticó todos los ámbitos que
como hombre reconoció: «poeta sin el menor interés de hacer una carrera
literaria convencional» (2004, p. X1), escribe de la vida y de lo que en ella
acontece; pero sobre todo escribe de la Ciudad de México. En Los hombres
del alba, libro pilar de su producción poética, encontramos su «Declara-
ción de amor» y también la «Declaración de odio» a la ciudad; una ciudad
real habitada por hombres ordinarios y decadentes, una ciudad que incor-
pora lo blanco y lo negro, la luz y la oscuridad.
¿Por qué Los hombres del alba es el libro central en la obra poética de
Efraín? Porque en sus páginas recoge y proyecta la experiencia poéti-
ca de la ciudad moderna en que se ha convertido la capital de nues-
tro país; porque en ese libro se ainan y se perfeccionan, en la tesitura
de un tono propio, los grandes temas del amor y de la solidaridad,
sellados por una noble pasión trágica; porque el dramatismo de la
expresión se conjuga con una ternura indeleble ante la formidable,
perturbadora y totalizadora irrupción de las injusticias del capitalis-
mo; porque, en in, en Los hombres del alba Efraín Huerta encuentra
su voz, como suele decirse, y la convierte en un instrumento de air-
mación y protesta, de intensos relieves líricos, proféticos y plásticos
(2004, p. VII).
En Los hombres del alba, especíicamente en los poemas «Declaración
de amor» y «Declaración de odio», encontramos un retrato magistral de
la ciudad; entre otras cosas, su grandeza reside en un lenguaje sencillo
y coloquial. Huerta nos lleva por lugares conocidos, le pone nombre a la
decadencia que, si bien la conocemos, él nombra con palabras exactas.
La ciudad de Efraín no es el paraíso en la Tierra, es un lugar desgarradora-
mente real, nada inventa porque todo lo que de ella se cuenta es visible y
evidente. La ciudad en estos poemas es la protagonista de una danza casi
infernal.
Así, En «Declaración de odio» (Huerta, 2004, pp. 102-105) tenemos:
2 Huerta fue miembro del Partido Comunista, militó en la célula «José Carlos Mariátegui»
junto con otros escritores y periodistas, entre los que se encontraban Enrique Ramírez y Ra-
mírez, José Alvarado, Rodolfo Dorante y José Revueltas. Huerta es expulsado por la dirección
del partido, encabezada por Dionisio Encina, por hacer una crítica a los lineamientos del
partido. Aún expulsado continuó con su posición izquierdista; su poesía, al lado de su labor
periodística, hicieron las veces de una trinchera.
Los versos con los que concluye el poema son deinitorios: «¡tus rinco-
nes con llanto / son las marcas de odio y de saliva / carcomiendo tu pecho
de dulzura!» Amar la ciudad no signiica ignorar lo terrible de ella, pues
en la ciudad también habita la tristeza y la alegría. Sin embargo, en esta
declaración la tristeza es la constante, ese desconsuelo es producto del
odio y este sentimiento abrasador consume la nobleza de la ciudad. Efraín
Huerta ha declarado su amor, un amor que al inal se llena de tristeza y
melancolía.
b. Jaime sabines
«Si no se escribe de la vida, ¿de qué escribir entonces?», dijo en una
ocasión Jaime Sabines, cuya poesía es ejemplo de una concepción lírica,
según la cual la idea, al reducirse a palabra, se convierte en representación
de lo existente. En sus poemas la realidad resulta superior a los sueños y lo
concreto sobrepasa a la expresión. Lo anterior lo comunica mediante pa-
labras cotidianas, no así comunes; transforma un discurso no poético en
3 El estridentismo, igual que todos los demás ismos, echó mano de un léxico aparentemen-
te no poético. Sabines se inserta en esta línea, una línea que tiende a lo irreverente; la prime-
ra cita de Elías Nandino ejempliica esto.
para unos cuantos elegidos; aspira a una escritura que se pueda asir. Para
el poeta chiapaneco la poesía debe bajarse a la tierra, codearla con los
comunes.
Acercar la poesía a las masas hizo que la fortuna crítica y pública de
Sabines y el gran valor de su obra lo hicieran llenar auditorios y agotar edi-
ciones; esto en un país donde la tradición lírica popular y la tradición lite-
raria ilustrada no siempre convergen. Jaime Sabines representa una con-
luencia y sus poemas no solo se encuentran obligadamente presentes en
las antologías, sino que además sobreviven en esa otra antología inmate-
rial que es la memoria colectiva; los suyos son poemas que se recitan es-
pontáneamente, pero sobre todo fuera de la selecta comunidad literaria:
La poesía de Sabines es un canto, una canción, pero también una pie-
dra labrada por el tiempo, un hecho de la tierra en el cual se funden la
plegaria, el salmo, la blasfemia, la elegía, la letanía fúnebre, la canción
de cuna, la meditación profana, y siempre y en todas sus formas, la
música del sacriicio, la canción dolorosa pero feliz de la conciencia
libremente inmolada, autoinmolada (p. 119).
Esto hace de la poesía de Jaime Sabines un hecho insoslayable en la
historia de la cultura mexicana, un espacio de contemplación y conviven-
cia donde dialogan el inierno y el edén, el Dios adolorido y la pinche pie-
dra. Su obra es a la vez un mito y un hecho cotidiano. El poeta chiapaneco
escribió poesía en verso y prosa. Su prosa musical y asequible a todos va
desde el tema amoroso hasta la soledad, la muerte y el desamparo; todos
estos temas anclados a la realidad y a lo humano. En el poema «Si hubiera
de morir» (p. 126) encontramos una declaración de amor a la vida, una
declaración de agradecimiento a lo aparentemente nimio de la existencia.
Con un lenguaje sencillo y cotidiano, Sabines enumera una lista de pa-
labras que oscilan entre lo poético y lo habitual, las pone en un mismo ni-
vel; todas para el poeta son importantes porque todas forman parte de su
vida: el árbol del pan y de la miel, la Coca-Cola y la cruz gamada lo hacen
llorar por importantes y porque en su seno guardan sabiduría. También
los objetos que nada tienen que ver con lo poético ni lo bello ocupan un
lugar en su poesía. Al respecto, el poeta chiapaneco dice: «Uno puede llo-
rar hasta con la palabra excusado si tiene ganas de llorar». Para Sabines, no
hay nada que no sea digno de tomarse en cuenta; todo nos afecta, todo
incide en nuestro diario vivir. El excusado, que para cualquier poeta sería
algo invisible o antipoético, para el poeta de lo cotidiano se vuelve un mo-
tivo como cualquier otro: el excusado se transforma en la causa del llanto.
La poesía de Sabines está exenta de referencias sesudas que entorpe-
cen la comprensión del poema, no encontramos alusiones o explicaciones
Uno es el hombre.
Uno no sabe nada de esas cosas
que los poetas, los ciegos, las rameras,
llaman «misterio», temen y lamentan.
Uno nació desnudo, sucio,
en la humedad directa,
y no bebió metáforas de leche,
y no vivió sino en la tierra
(La tierra que es la tierra y es el cielo
como la rosa pero piedra).
Nicanor Parra. Igual que Parra, Sabines plantea un hombre ordinario, falto
de atributos para penetrar el misterio de las cosas; sin embargo, intenta
alcanzar un poco de luz y sentido. El hombre de Sabines, que de alguna
manera es el mismo que el de Parra, busca entrar, penetrar en el mundo,
conocer algo de su majestuosidad para después callar o decirlo todo con
simples palabras, palabras venidas de la cotidianeidad:
ReFeRencias biblioGRáFicas
Resumen
En este artículo planteo la relación que existe entre al-
gunos postulados de Eric Mottram, uno de los iniciadores
de British Poetry Revival, con la poesía de Martín Gubbins.
Abogo por abrir las posibilidades de inluencia anglosajo-
na más allá de los conocidos Ezra Pound y William Carlos
Williams. Además, busco entender qué sucede con el su-
jeto en poéticas contemporáneas predominantemente vi-
suales y performativas. Por último, esbozo una noción de la
relación que poemas como «Roundabout I-VI» de Gubbins
tienen con la (in)estética según Alain Badiou.
PalabRas clave
Poesía latinoamericana, British Poetry Revival, expe-
riencia poética, materialidad, performance, notación
abstRact
This article deals with the relationship between some
statements written by Eric Mottram, one of the founders of
the British Poetry Revival, and Martín Gubbins’ poetry. I ad-
vocate for opening towards English inluences which are
not the usual poets, namely Ezra Pound and William Carlos
Williams. Another aim is the understanding of the role of
the subject in contemporary poetics —which are predon-
minantly visual and performatic experiences. Lastly I deal
KeywoRds
Latin American poetry, British Poetry Revival, poetic ex-
perience, materiality, performance, notation
2 En este sentido, parte de la labor del Foro de Escritores consistía en un taller, similar para
mí al de Hugo Gola en México, bajo el cobijo de las revistas de poesía que tuvo a su mando,
y que terminó con el regreso de Gola a Argentina y su posterior muerte.
«Roundoubt i-vi»
La lección para los poetas contemporáneos entreteje más una red de
posibilidades que de cláusulas obligatorias para hacer poesía. Martín Gub-
bins, el WF y el FDE recuperan esa opción de posibilidades para su ejer-
cicio creativo. Concretamente en London Poems (2001-2003), del que se
desprende la serie «Roundabout I al VI», hay un ejercicio de posibilidades
3 Hay una cita de Bob Cobbing en el texto de Mottram que enfatiza: «all poems are treated
poems. Even a found poem inevitably undergoes treatment before it can be circulated in an
edition» (Mottram, 2007, p. 43).
4 Existe en Birkbeck College una tesis sobre temporalidad, tiempo y poesía del British
Poetry Revival escrita por Stephen Mooney. Dado que el tiempo no será problematizado
en este artículo, remito a los lectores a la tesis doctoral de Mooney si buscan ahondar en el
tema.
(«Roundabout IV, V, VI»), en un fondo blanco sobre blanco con fuente color
negro, en fondo negro con fuente blanca y inalmente en fondo blanco
sobre blanco con una fuente fuera de foco que impide la legibilidad rápida
y usual.
Si en las primeras tres series los sustantivos parten de verboides, en las
tres restantes los sustantivos tienen como origen adjetivos negativos, que
se traducirían como «irrompible, interminable, imparable e incesante», re-
forzados por la repetición del suijo –lessness. Es también notorio que des-
de la serie IV a la VI, la legibilidad se vuelve más difícil. Primero, porque las
letras están superpuestas; después, porque en la última serie las palabras
se duplican y están desfasadas unos milímetros, por lo que adquieren la
ilusión óptica de estar fuera de foco o mal impresas.
Las características anteriores ejempliican la problematización que
plantea Gubbins en su artículo para Pores. Por un lado, la representación
del tiempo, en tanto una de las características ataduras de quien vive en
la rutina, y cómo esta «determine how we live» (Gubbins, 2003), puede
entreverse en la elección semántica: los sustantivos están orientados a un
campo semántico de encierro en las primeras series y luego de repetición
incesante en el último tercio. Mientras que la ilegibilidad de los últimos
textos pudiera entenderse como una posibilidad de liberarse. El costo sin
embargo no es bajo: sin legibilidad, las grafías y por tanto la semántica
pierden estabilidad durante la lectura (es decir, durante el movimiento de
ojos de lector). Al perder estabilidad, el resquicio de libertad se deja ver
solo gracias a la imposibilidad de lectura y por tanto de creación de sentido.
Por otro lado, Gubbins une tiempo y estructura con el ritmo. Si bien
alude a Pound y a los poetas brasileños, Gubbins determina que su aten-
ción hacia el ritmo es más visual que métrica versiicada, por eso argu-
menta que se concentra más en crear una forma irrepetible, cuyo diseño
sirva como base visual estructural y por tanto rítmica (en tanto creación
de patrones que den sentido a lo que se ve y lee). En este caso, la forma
de rotonda es empleada solamente en las series de textos denominados
«Roundabout». Ciertamente, la materialidad de la serie intenta ser la ro-
tonda misma. Quedaría por explorar si esto obedece a un afán concep-
tualista. Mi particular intuición se orienta más a pensar en Gubbins y en
varios poetas del WF y del FDE como poetas (post-)fenomenológicos. Esto
es, como autores que buscan crear experiencias poéticas que rayan en
los límites de lo (no)sensible, y no quieren desplegar ingenio a través de
alegorías conceptuales. El argumento anterior se refuerza con la idea que
Gubbins lanza en el artículo mencionado; él dice que el tiempo y el perfor-
mance (o ejecución) de los textos están relacionados porque los poemas
con una fuerte carga visual pueden cambiar al momento de ser leídos,
el ineludible sujeto
En «Roundabout I-VI» como en otros poemas contemporáneos parece
no existir un sujeto que enuncia. El lector nota que no hay un sujeto o una
voz, y tampoco parecen existir sujetos en quienes recaen las acciones. Si
se recuerda bien, el vocabulario en las serie de poemas se limita a campos
semánticos de sustantivos relacionados con la experiencia de transitar en
una rotonda. No hay, sin embargo, un sujeto ni voz que transite. Hasta este
punto, podríamos argumentar que Gubbins crea poemas sin sujetos y sin
voz poética. Pero (siempre habrá un pero) él y otros del WF y del FDE no
obliteran, sino desplazan al sujeto y la voz enunciantes hacia el sujeto o
los sujetos y voces que ejecutan las lecturas o performance a partir de los
poemas. Esto coincide con Mottram: si el poema impreso es considerado
ahora la publicación de la experiencia poética, pero no la experiencia mis-
ma, esta última es lograda gracias a un sujeto que ejecuta un performance.
A reserva de encontrar alguna entrevista que me contradiga, sospecho
que Gubbins no busca prescindir del sujeto poético; más bien traslada el
foco de atención hacia un momento de espacio-tiempo en el cual la in-
teracción entre el texto poético-partitura, el performance resultante y los
sujetos en sus roles de enunciante (o poeta o performer) y espectador (o
lector) es tan cercana que no hay cómo desentenderse de la experiencia
poética. Exista o no la pequeña catarsis que menciona Mottram, hay una
experiencia de la cual pueden dar testimonio los sujetos involucrados en
sus respectivos roles.
¿Comprender que el sujeto no puede eliminarse de la poesía o de la
experiencia poética demerita «Roundabout I-VI», a Mottram o a Gubbins?
No. Permite, en todo caso, conocer mejor los alcances de los postulados
del British Poetry Revival y de los poemas de Gubbins incluidos en Lon-
don Poems (2001-2003). Mottram, Gubbins y compañía no buscan eliminar
el sujeto, porque la base de la experiencia poética es fundamentalmente
subjetiva y fenomenológica. La llamo fenomenológica porque Mottram
asume que la capacidad del sujeto para tener experiencias que vive, ana-
liza y asimila, a in de dar sentido al mundo, a otras experiencias y a la
vida cotidiana, es la espina dorsal para que ese sujeto en su rol lector y
espectador experimente y entienda la experiencia poética. La llamo subje-
tiva porque tanto el autor como el lector y espectador necesitan asumirse
como sujetos con roles especíicos durante la interacción, para que esta
culmine en una experiencia.
El problema con entender la poesía como experiencia que necesita del
performance y la notación es la limitación espacio-temporal de la expe-
riencia poética. Por un lado, es positiva porque terminaría con la creencia
de la universalización del dicha experiencia. No por afán exclusivista, sino
por mera practicidad: incluso con un sujeto que hipotéticamente ejecuta-
ra el performance de un poema cuando se le pidiera, la ejecución repetida
al ininito tendría alteraciones según el cansancio y otras variables propias
de lidiar con un sujeto vivo y, por tanto, cambiante. Por otro lado, la limi-
tación es negativa porque los alcances catárticos quedarían disponibles
solamente para quienes presenciaron el performance. Incluso el poema
impreso o la publicación de la experiencia carecería de los elementos
presentes en el momento de la ejecución. Ciertamente, quienes nos in-
teresamos por la poesía atesoraríamos en la memoria los performances
que presenciáramos. Pero la posibilidad de conocer otras experiencias, en
otras latitudes e incluso en otras lenguas parecería tan limitada que corre-
ríamos el riesgo de caer en localismos: pensar que únicamente podemos
criticar y analizar lo que pasa en nuestro contexto y tiempo. Justo uno de
los retos presentes de la crítica latinoamericana es abandonar primera-
mente las dicotomías de lo nacional o local contra lo extranjero o global,
porque en poesía las inluencias son locales, extranjeras, contemporáneas
e incluso pretéritas.
¿Cómo resolver el dilema? O en términos del artículo, ¿cómo argumen-
tar que este artículo no es un análisis del detrito de la experiencia poéti-
ca, a la cual no se tiene acceso? Echaría mano de la lecciones de ilosofía
posestructuralista: no rescataría el artículo, asumiría la pérdida. Retornar
al origen es imposible; por lo tanto trabajaría a partir de las posibilidades
que ofrece los materiales disponibles. Iría aún más allá y me atrevería a
apoyar mi postura con algunos términos de Badiou.
5 Debo decir que en el recuento que hace Badiou se nota cierta mofa a otros ilósofos como
Jean-Luc Nancy.
a las verdades que genera (esto es, sin los absolutos ni encarnaciones del
esquema romántico). Por último, Badiou considera que las verdades del
arte se dan solamente en el arte. Lo anterior parece redundante, pero si se
considera que ha existido una instrumentalización del arte (piensen en el
arte que busca mostrar las atrocidades contra los oprimidos, en quienes
emplean el arte para demostrar teorías psicoanalíticas o en quienes apre-
cian el arte como ejemplos de moral), la tautología se elimina.
Resulta interesante pensar en «Roundabout I-VI» como una experien-
cia poética, susceptible a ser llamada producto artístico (artworks), debido
a que el ejercicio consecuente sería entender por qué esa serie de poemas
constituirían lo Real (sin mediaciones) para el arte como pensamiento. De
entrada puedo argumentar qué es lo Real debido al uso de la materiali-
dad y el interés por la experiencia (más cercana a lo Real). Sin embargo,
fallo al argumentar que los postulados de Mottram serían el equivalen-
te al arte como pensamiento, porque eso eliminaría lo Real. Me explico:
lo Real es aquello que se experimenta (o se busca experimentar) libre de
mediaciones lingüísticas, lógicas y analógicas. Por lo tanto, una serie de
postulaciones sobre la poesía —por libre que fuese la concatenación de
ideas— necesita del lenguaje y de otras estrategias de mediación para
asentarse. No obstante, si se argumenta que Gubbins no pensaba mien-
tras escribía o mientras ejecutase un performance, entonces cabría la posi-
bilidad de hacer del performance y de la serie de poemas parte de lo Real,
si el arte como pensamiento fuera su punto de partida hacia la acción.
Aclaro, no es que Gubbins sea incapaz de pensar, sino que para ines de
Badiou convendría entender que la inmersión del poeta en su trabajo es
tal que no existen distractores y aquello que crea se experimenta como
la única acción posible en ese momento del espacio-tiempo. Bajo estas
condiciones, «Roundabout I-VI» es lo Real y no su efecto. Esto concuerda
con la búsqueda de Mottram de una experiencia poética que se alejara
del aprendizaje de vocabulario o del entretenimiento.
La inmanencia en el arte como rigurosamente correspondiente a las
verdades que genera ayuda a aianzar cómo «Roundabout I-VI» busca
romper esquemas, mostrar nuevas formas de hacer y ejecutar la expe-
riencia poética, pero no intenta crear ni mostrar encarnaciones de abso-
lutos. Esta serie de poemas no agota las rotondas. Ciertamente, tampoco
busca poner en un pedestal nuevos conceptos absolutos sobre poesía, ni
arte, ni belleza, ni placer, ni urbanismo. Al contrario, entiende que todo lo
que genera —derive esto en experiencias poéticas o en construcciones
de verdades— tiene un régimen local y existe en y solamente para los
ines del mismo poema. Es interesante pensar que si el tiempo modiica-
se este poema visual al grado de constituir otro objeto en su ejecución
conclusiones
Las maneras de leer y acercarse a poemas cercanos a la ilegibilidad
son varios. En este artículo apenas había tres acercamientos: el histórico
con Mottram como cabeza de un movimiento poético que repercutió en
el grupo del cual Gubbins formó parte; el analítico descriptivo, cuyo ob-
jetivo era encontrar las formas en las que los postulados de Mottram y el
contexto de Gubbins se mezclaban; y por último un primer acercamiento
a las posibilidades de cuestionamiento con algunos conceptos como el
sujeto y las nociones introductorias de arte para Badiou. La brecha abierta
es clara: se puede analizar la poesía latinoamericana sin las inluencias de
los poetas anglosajones clásicos y alejándonos de las dicotomías usuales.
También hay límites para el artículo. Entre ellos, considero que el uso
del vocablo diseño para referirse a los postulados de Mottram tendría que
modiicarse, porque la palabra ha quedado corta para los alcances que los
WF y los FDE han logrado con sus poemas y performances. Han logrado ir
más allá de la interacción entre notación y ejecución, logran cuestionar la
asimilación de la experiencia con textos y performances que se resisten a
ReFeRencias biblioGRáFicas
Un poeta narrador
A poet narrator
Tania Favela Bustillo1
Universidad Iberoamericana, Ciudad de México, México
tania.favela@ibero.mx
Resumen
En el presente ensayo me interesa mostrar cómo es
que José Watanabe2 se asume como un artesano, un poe-
ta-narrador que va tejiendo los hilos narrativos con el es-
píritu poético. Para analizar la función del narrador tomé,
entre otros textos, el ensayo «El narrador», de Walter Ben-
jamin; en este, Benjamin señala que la narración es una
forma artesanal de comunicación. A partir de la relexión
benjaminiana analicé el papel de la fábula y de las pará-
bolas como pivotes de las narraciones de Watanabe, y al
mismo tiempo como semillas para el poema. Las semillas
que arrojan al margen de la historia que cuentan permiten
el nacimiento de la poesía en los poemas; la narración, la
historia, es, por decirlo así, la tierra que permite el vuelo
de la poesía.
PalabRas clave
Narración, poesía, Perú, José Watanabe
1 Tania Favela Bustillo (Ciudad de México) publicó el libro de poemas Materia del camino
(Compañía, 2006), la traducción (en colaboración con Jahel Leal) del libro En la tierra de Ro-
bert Creeley (Textoilia, 2008), el libro de poemas Pequeños resquicios (Textoilia, 2013) y la
antología El desierto nunca se acaba de José Watanabe (Textoilia, 2013). Estudió la maestría
en Letras Modernas en la Universidad Iberoamericana. Estudio el doctorado en Literatura
Latinoamericana en la Universidad Autónoma de México. Desde 1994 imparte clases de Lite-
ratura en el Departamento de Letras de la Universidad Iberoamericana.
2 El poeta peruano José Watanabe nació en Laredo, Trujillo, en 1945. Su primer libro, Álbum
de familia (1971), obtuvo el premio Poeta Joven del Perú. Tras 18 años de silencio publicó El
huso de la palabra (1989); le siguieron Historia natural (1994), Cosas del cuerpo (1999), Antí-
gona (2000), versión libre de la tragedia de Sófocles; Habitó entre nosotros (2002) y La piedra
alada (2005), libro con el que obtuvo un fuerte reconocimiento en España. Banderas detrás
de la niebla (2006) fue su último poemario. En 2002 la Casa de las Américas le otorgó el pre-
mio José Lezama Lima. Watanabe falleció el 25 de abril de 2007.
abstRact
For this essay my interest strives in showing how is that
José Watanabe assumes himself as a craftsman, a poet-
narrator that goes weaving the narrative strings within a
poetic spirit. I took, among several texts Walter Benjamin´s
essay «The Storyteller»; here, Benjamin points out that
narration is an artisan form of communication. From this
benjaminian thesis I analyzed how fable and parabola
are pivots in Watanabe´s narrations, and at the same time
seeds for the poem. The seeds that are thrown at the frin-
ge of the story they are telling lay birth to poetry in the
poems; the narration, the story, is, by saying so, the soil
that permits poetry to emerge.
KeywoRds
Narration, poetry, Peru, José Watanabe
3 Todas las citas de los poemas de José Watanabe son de Poesía completa (2008, Valencia,
Editorial Pre-Textos).
La Palabra
siendo como es, divina, se pronuncia
con lengua de hombres,
lengua efímera pero tocada
por una gracia: la parábola,
aquella pequeña historia
que guarda una serena ansia: ser de todos.
las palabras evocan lo que queda fuera de ellas, lo que no puede ser dicho,
pero sí puede mostrarse; es ahí donde cambian sus valencias y multipli-
can sus sentidos. La parábola, esa pequeña historia, se despliega hasta
transformar su naturaleza; se alza de la tierra, del horizonte que le ofrece
la narración y vuela en el aire que le brinda la poesía.
Quiero hacer la lectura del poema «La oruga» en ese sentido: tomarlo
como una parábola en la que la transformación de la oruga en maripo-
sa evoca, precisamente, ese paso de la tierra al aire, entendido también
como el paso de la narración a la poesía:
He llegado a la tortuga.
Estoy frente a ella como ante una orilla
o un lugar límite donde uno se sienta a pensar.
Sobre la tortuga,
la inacabable e inútil agilidad de los monos
que derrochan sus cuerpos
entre las ramas de un árbol, como ellos, enjaulado.
ReFeRencias biblioGRáFicas
Resumen
En el presente trabajo nos proponemos aproximarnos
a la poesía quechua escrita, de manera especíica al poe-
mario Sonqup Jarawiinin, Umapa Jamutaynin, Runapa Kuti-
pakuynin (1961), de Kusi Paukar (César Guardia Mayorga).
En este texto la ciudad aparece como espacio de tensión
social. La urbe ya no es del ayllu. El hombre andino siente
que la comunidad humaniza, así como la ciudad deshuma-
niza, altera el orden y lo desconcierta. A ello se suma la exis-
tencia de dos grupos sociales disímiles (occidental y andi-
no) en la urbe. El occidental es el que tiene pueblo, es decir,
es dueño de la ciudad. Esto ha producido un desequilibrio
en llaqta en la ciudad. En el presente trabajo nos propone-
mos examinar estos aspectos y vincularlos a la percepción
PalabRas claves
Llaqta, runa, poesía quechua, yo lírico andino, tensión
social
abstRact
This work has the purpose of approaching to the wri-
ting quechua poetry, speciically to Sonqup Jarawiinin,
Umapa Jamutaynin, Runapa Kutipakuynin (1961) by Kusi
Paukar (César Guardia Mayorga). In this text, the city ap-
pears as a space of social tension. The town is not the ay-
llu yet. The Andean man feels that the community turns
into more human, while the city loses its condition of hu-
manity, alters the order and disconcerts him. In addition,
there exist two very diferent social groups (Western and
Andean). The Western group is which has town, in other
words, it is the owner of the city. This has produced a di-
sequilibrium in the llaqta/ the city. We are going to exami-
ne this change to suggest a link between it and the per-
ception of the Andean lyric speaker; also, we are going to
study the city’s coniguration in the quechua poetry of the
decade of the 1960’s. In the XX contery for twes reason, we
are going to solve the topic proposed from of the Andean
hermeneutic and the Andean categories of awqa, pacha
and runa.
KeywoRds
Llaqta, runa, quechua poetry, Andean lyric I, social ten-
sion
en este caso en la poesía escrita de los pueblos indígenas. Sobre este as-
pecto nos compete hurgar desde el campo literario.
A mitad del siglo XX empiezan las publicaciones de algunos indígenas
o mestizos en su propia lengua. De manera especíica en el campo de la
poesía, se han publicado obras de carácter monolingüe y bilingüe, o sea,
como menciona Espino (2012) en «la palabra lorida...» (p. 370). El dominio
de la tecnología de la escritura les ha permitido el ingreso al mundo letra-
do. Deben considerarse los escritos de Kusi Paukar en la cultura quechua
del Perú, Irma Pineda en la cultura zapoteca de México, Elicura Chihuai-
laf en la cultura mapuche de Chile, Hugo Jamioy en la cultura camëntsá
de Colombia, Susy Delgado en la cultura guaraní de Paraguay y Briceidad
Cueva en la cultura maya de Guatemala. Estos son algunos de los poetas
indígenas de las culturas amerindias que han contribuido a la conforma-
ción de una literatura indígena de América Latina.
En esta vertiente literaria se encuentra la poesía quechua, y dentro de
ella el poemario Sonqup Jarawiinin, Umapa Jamutaynin, Runap Kutipakuy-
nin (1961) [El canto del corazón, El pensamiento de la cabeza, La respuesta
del hombre]3, de Kusi Paucar, seudónimo de César Guardia Mayorga. Este
poemario fue publicado en Lima en 1961 como texto monolingüe; es de-
cir, está escrito solo en lengua quechua chanka. Recién en 1975 apareció
una edición bilingüe.
En la poesía quechua de César Guardia Mayorga la ciudad se conigura
como un espacio de tensión social de cultura disímil de Occidente, que
deshumaniza al hombre quechua. Esto se debe, desde nuestra óptica, a
que se imponen los valores culturales occidentales en la metrópoli; in-
clusive el espacio del tiempo moderno está diseñado para las sociedades
occidentales y no para los pueblos indígenas. Por ello, no se puede dar
el encuentro entre estas dos matrices culturales diferentes. Y esto tiene
una consecuencia negativa para el runa, porque no pueden enraizarse sus
valores culturales, que además son ajenos a la cultura de Occidente. Este
acontecimiento que se encadena en la urbe —como veremos más ade-
lante— desconcierta al runa.
En términos poéticos, la crisis cultural del hombre andino invade la
memoria que se reactualiza, para subvertir el mundo contemporáneo y
no para añorar, de manera nostálgica, el tiempo del runa:
Ñaupa pachakunapi En los tiempos antiguos
Kusilla kausarqanchik, vivíamos felices,
Llaqtanchikta kuyaspa, Amando a nuestro pueblo,
[...] [...]
Runa masinchikta yanapaspa. Apoyando a nuestro congéneres.
(Kusi Paukar, 1961, p. 27). (La traducción es nuestra).
En aquel tiempo, del runa, el ser humano podía vivir de manera armó-
nica con los demás seres que ocupaban el espacio. El lugar no solo era
para ñuqanchik («nosotros») y ñuqayku («nosotros»), sino también para
los demás que se encontraban en el universo y las demás culturas. No
era privativo de un individuo o un grupo social. Esto se desprende de
los pronombres mencionados por el sujeto enunciador. En lengua que-
chua estos pronombres plurales no tienen el mismo nivel semántico. El
ñuqanchik incluye a todos; en cambio, el ñuqayku excluye a otros. Como
se puede apreciar en la cita, entre ellos, ñuqanchik y ñuqayku, existía una
armonía social.
Es decir, en el tiempo andino el ayllu se desenvolvía en un estado de
equilibrio, porque el runa regía sus valores culturales (la solidaridad, la ge-
nerosidad, la religiosidad, la relación con la tierra y la reciprocidad) en el
universo andino. Existía una relación entre el runa y el espacio físico y el
runa masininchik («nuestros congéneres»). Esto no se encuentra de mane-
ra explícita en los versos de César Guardia Mayor, pero se deduce. Porque,
en el mundo andino, para que el sujeto pueda alcanzar la condición de
humanidad tiene que cumplir los valores y las normas del ayllu. Además,
requiere al otro para su determinación. Al respecto, Pablo Landeo señala:
«Ser runa convoca la presencia del otro, del runamasi (gente como yo),
porque el sujeto ñuqa se humaniza en cuanto se reconoce en el otro y a
su vez es reconocido» (2012, p. 59). En el verso se menciona la presencia
de otros en el espacio y en el tiempo del mundo quechua, en la misma
condición del runa; pero esto no se produce en el tiempo moderno, sino
más bien el ser humano se ha individualizado. Y el espacio es ajeno al
runa. Solo un individuo es dueño del espacio, goza de poder y de bienes-
tar material:
Wiraqochallam kunanqa wiraqucha, Solo el señor es ahora señor,
Wiraqochallam llaqtayoq, Solo el señor tiene ciudad,
Wiraqochallam qollqe qoriyuq, Solo el señor tiene plata de oro,
Wiraquchallam kusikun. Solo el señor se regocija.
(Kusi Paukar, 1961, p. 29). (La traducción es nuestra).
La ciudad es la propiedad de un individuo en el tiempo moderno. En la
voz lírica se conigura el nuevo señor como un individuo que no carece de
nada, porque tiene bajo su dominio al espacio y también a él pertenece
el dinero forjado de un metal valioso; en otras palabras, es propietario de
los bienes. Además, el lugar común se conigura como un objeto que un
sujeto o grupo puede apropiarse, pero en desmedro de los demás seres
ReFeRencias biblioGRáFicas
Resumen
La intención es analizar en este trabajo, a partir de dis-
tintas concepciones del tiempo y de nuestro tiempo como
momento histórico —Heidegger, Bergson, Lyotard—, El
reloj poético, obra plástica con la que Yucef Merhi inaugura,
en 1997, junto con otras dos —Poliverso andróctono y Abs-
tractombola— y un poemario, su trayectoria como artista/
poeta/hacker. Se trata de un reloj que es capaz de generar
86 400 poemas al día, uno por cada segundo, y que el ar-
tista propone como una máquina que convierte el tiempo
en poesía. Este singular reloj, construido y programado
por Merhi, revelará que, paralela a la duración que marca
la máquina en términos de «cuánto» y de «cuándo», me-
dida que responde a la intención racional de cuantiicar y
controlar el tiempo y la realidad, discurre otra que escapa
al número porque no es cantidad sino cualidad, porque
no es homogénea sino heterogénea, porque no es razón
sino emoción. A partir de esta obra será posible entonces
no solo medir el tiempo, igual para todos, sino percibirlo
como experiencia individual.
1 Este artículo surge de una ponencia presentada en el I Congreso de Literatura y Arte (Uni-
versidad Metropolitana de Caracas, octubre de 2013) y después, ampliada, en la IV Semana
Latinoamericana y Caribeña de la Universidad Simón Bolívar (USB) (noviembre de 2013).
2 Es licenciada en Letras de la Universidad Central de Venezuela. Cursó en Madrid un pos-
grado en Estudios Avanzados de Edición y un estudio intensivo de Diagramación en Editrain
SL. En la Universidad Simón Bolívar se ha desempeñado como asistente editorial de la Revis-
ta Estudios, del Departamento de Lengua y Literatura (2008), como correctora externa de la
Editorial Equinoccio (2009-2013) y como coordinadora editorial de la revista Mundo Nuevo
del Instituto de Altos Estudios de América Latina (IAEAL-USB). En 2013 obtuvo el título de
magíster en Literatura Latinoamericana de la Universidad Simón Bolívar. Desde 2009 es do-
cente del Departamento de Lengua y Literatura de la misma universidad.
PalabRas clave
El reloj poético, Yucef Merhi, tiempo, lenguaje, poesía
abstRact
Through this study, the aim is to analyze, stemming
from contrasting concepts of time and of our time as a
historical moment —Heidegger, Bergson, Lyotard—, El
reloj poético (The Poetic Clock), a work of art that inaugu-
rates in 1997, together with two other works —Poliverso
Andróctono and Abstractombola— and a book of poems,
Yucef Merhi`s personal path as an artist/poet/hacker. This
is a clock capable of generating 86.400 poems a day, one
for each second, which the artist proposes as a machine
that converts time into poetry. This highly original clock,
built and programmed by Merhi, will reveal that, in parallel
fashion to what the machine indicates in terms of «how
much» and «when», a measurement that answers the ra-
tional intention of quantifying and controlling time and
reality, there exists another one that escapes ciphers due
to the fact that is not quantity, but rather quality, because
it is not homogenous, but rather heterogeneous, because
it is not reason, but rather emotion. Through this work it
will be possible no just to measure time, a time equal to all,
but also to perceive it as an individual experience.
KeywoRds
The poetic clock, Yucef Merhi, time, language, poetry
3 Recuperado de http://cibernetic.com/press/elnacional/timeout.html
4 Esa expresión está tomada del texto con el que Yolanda Pantin participó en el V Coloquio
Latinoamericano de Literatura «José Rafael Pocaterra», organizado por la Universidad Católi-
ca Andrés Bello (UCAB) y el Ateneo de Valencia (Venezuela) en 2000, y que fue publicado en
las Actas correspondientes en 2002. Se titula «El poema que vendrá». Pantin comenta allí lo
que fue su experiencia durante el Taller de Poesía que dictó en el Centro de Estudios Latinoa-
mericanos Rómulo Gallegos (Celarg) de 1995 a 1996, en el cual participó Yucef Merhi, a quien
la poeta venezolana nombra con la intención de reconocer el valor de su propuesta poética.
La cita completa es la siguiente: «Yucef Merhi, 19 años. Para él la poesía no tiene ningún
límite. Como muchos jóvenes de su edad, Merhi está totalmente familiarizado con los nue-
vos lenguajes uno de los cuales es el de las computadoras. Su apuesta —original o no— es
mayor, porque es inconcebible, porque para nosotros es inconcebible. Merhi se expresa con
un lenguaje híbrido donde todo es posible: poesía escrita, virtual, objetual. Es cierto que yo
lo aupé y que fui entusiasta cómplice de sus locuras y experimentos, fascinada como estaba
por las inéditas situaciones que el joven creaba y por sus virtuales universos. Porque, les
decía yo a esos muchachos en el taller del Celarg que la poesía es un cuerpo vivo que avanza
hacia algún lugar del cual no tenemos noticia y que en el camino expresa la música de su tiempo.
Y le decía a Yucef Merhi que su trabajo colocaba a la poesía tradicional en las incomodidades
de los límites, o en la angustia de los callejones sin salida, cuando las herramientas para saltar
—que han sido siempre las de la imaginación y el sueño— se nos antojaban a nosotros los
mayores, muy difíciles» (112. Énfasis mío).
5 Recuperado de https://books.google.co.ve/books?id=jPHfAgAAQBAJ&pg=PA90&dq=Ca
rlo+Zanni+Yucef+Merhi&hl=es&sa=X&ved=0ahUKEwjY0Ni71Y_MAhWCcD4KHcs4C9AQ6A
EIGzAA#v=onepage&q=Carlo%20Zanni%20Yucef%20Merhi&f=false
6 Un análisis más extenso de estas obras se encuentra en la tesis de grado titulada «Recon-
igurando el sistema operativo: la poesía como código subversivo en Yucef Merhi», que pre-
senté en la Universidad Simón Bolívar (Caracas, Venezuela), en octubre de 2013, para optar
al título de magíster en Literatura Latinoamericana. Parte del análisis fue publicado en la re-
vista Estudios del Departamento de Lengua y Literatura de la misma universidad. Recuperado
de http://www.revistaestudios.ll.usb.ve/sites/default/iles/Estudios_39/Daniela-Diaz.pdf
7 El primer poema de esta serie es una fotografía, alusión a la cualidad visual de la poe-
sía, aspecto ampliamente trabajado por las vanguardias históricas, y también al salto que
implicó la invención de este nuevo dispositivo de representación, como antecedente de la
transición que nos ocupa, representada en los cuatro poemas siguientes: el primero, resul-
tado de la «compresión» de dos poemas escritos en lenguaje natural; el segundo, en el que
convergen ya el lenguaje natural y el lenguaje de programación Basic; el tercero, datos del
código fuente de un virus informático esculpidos por el autor; y el último, un poema cifrado
en código hexadecimal.
Del lenguaje natural tan solo quedan ahora, ante el espectador, algu-
nas letras dispersas entremezcladas con números de los que ya no se di-
ferencian por haber sido todos reducidos a la única condición de signo.
Desaparece de esa forma todo contenido semántico posible. Los signos,
ordenados en parejas sobre la página, forman ilas que construyen una
cuadrícula perfecta, una matriz —matrix— matemática, tecnológica, que
alberga —o ha logrado capturar— en su interior un poema. Se completa
así el proceso: la poesía —la voz del poeta en su cuerpo de lenguaje—
ha sido trasegada simbólicamente, por medio de un proceso de síntesis
propio del desarrollo de la tecnología, al interior de nuevos signiicantes
que son los que servirán de medio en esta transición. El poema queda así
escrito, sobre la página, no en lenguaje natural, sino en lenguaje de máqui-
na. Es un poema, ahora, para la máquina. Un poema que ya no tiene lugar
ni sentido en el espacio físico de la página y que responderá, de ahora en
adelante, a un espacio y a un tiempo distintos.
Como ya se dijo, esta obra fue exhibida por primera vez junto a Abs-
tractombola en el III Salón Pirelli (1997) —donde obtuvo mención de ho-
nor—, pero fue concebida como concepto, como fórmula, según comen-
ta el artista, años antes. Sobre esto cuenta Merhi lo siguiente:
La creación de esta obra tuvo lugar mientras analizaba unos ejerci-
cios de lógica proposicional como parte de mi preparación para las
pruebas académicas8. Tenía en aquel entonces 17 años (1994). Poco
tiempo después contacté a una empresa que se especializaba en la
construcción de pantallas digitales. Les ofrecí diseñar su página web
y programar la red intranet a cambio de asesoría en el diseño y pro-
ducción del aparato. Es uno de los mejores trueques que he hecho
en mi vida. De esa manera, lo que inicialmente fueron unas hojas con
fórmulas y axiomas terminó convirtiéndose en máquina y luego en
software9.
Este comentario aporta los datos precisos acerca de cuándo «tuvo lu-
gar» la creación de la obra, bajo qué circunstancias, y cómo fue el proceso
que permitió el tránsito desde su inscripción como fórmula o axioma en
una hoja de papel hasta su materialización a partir de su conversión en
máquina analógica. Primer estadio al que seguirá una nueva transforma-
ción que implica el paso de máquina a software —aparecen entonces El
reloj poético 2.0 (2000) y El reloj poético 3.0 (2008)— y que, comenta Mer-
hi10, sigue los lineamientos de Nicholas Negroponte sobre la conversión
de átomos a bits; cambio «irrevocable e imparable», según airma este
Entiende
que no todos pueden entender
me
voy
de
aquí
escarbando una metáfora
que poco a poco
fallece
[...]
plano, mientras que «lo poético» parece merecer cada vez menos
atención [...] Son los signos de que se introduce un nuevo uso del
lenguaje cuyo desafío es conocer los objetos con la mayor exactitud
posible y alcanzar respecto de ellos, entre los locutores corrientes, un
consenso tan amplio como el que supuestamente reina en la comu-
nidad cientíica (p. 76).
Signos, entonces, de que el lenguaje está siendo utilizado como ins-
trumento cientíico para establecer acerca de la realidad verdades o con-
ceptos generales, por consenso; signos de que está siendo sometido a
esa reducción que lo obliga a la exactitud, a la univocidad, con la inten-
ción de «dotar al espíritu del conocimiento más exacto de la realidad y
controlar en la mayor medida posible su transformación» (p. 78). En ese
caso —continúa Lyotard—, «la verdadera tarea del ilósofo [consistiría] en
ayudar a la ciencia a sustraerse a las inconsistencias que entrañan las len-
guas naturales, mediante la construcción de una lengua simbólica, pura
y unívoca» (p. 78). Pero son esas «inconsistencias que entrañan las len-
guas naturales» aquello que constituye justamente su potencial creativo,
generativo, regenerativo. Son esas inconsistencias: las ambigüedades, las
contradicciones, las ocurrencias, lo inusitado, en in, lo incontable, aquello
que es propio del lenguaje entendido más bien como «campo de percep-
ción capaz de “tener sentido” por sí mismo independientemente de toda
intención de signiicar». Es a este campo al que pertenecen la poesía y el
arte, la literatura y todos aquellos géneros del discurso «asociados al prin-
cipio de imaginación productora» (p. 78). Formas heterogéneas que, lejos
de pretender controlar o establecer reglas a lo dicho, más bien se abren a
recibir las ocurrencias, a lo que pueda acontecer a partir del discurrir libre
del lenguaje, entendido entonces como medio receptivo, pasible y creati-
vo. Géneros sobre los que se ha impuesto, como queda expresado en los
poemas de Merhi —expresión de la música de nuestro tiempo—, no solo
el discurso lógico, cientíico-matemático, sino también, ahora, el lenguaje
de programación. ¿Cómo entonces invertir la ecuación?
Según Lyotard, esta escisión entre lo racional y lo que por oposición
es considerado irracional afecta esencialmente la naturaleza del lenguaje
porque impone una división que lo desnaturaliza. Lo mismo, podría decir-
se, pasa con el tiempo si su comprensión se reduce únicamente a la forma
en que se maniiesta a través de un reloj.
Un reloj —explica Heidegger en la conferencia referida— es un sis-
tema físico, en el cual se repite constantemente la misma secuencia
temporal, bajo el supuesto de que este sistema físico no está sujeto
a alteración por una inluencia exterior. La repetición es cíclica. Cada
periodo tiene la misma duración temporal. El reloj da una duración
11 Esto lo airmará en la entrevista publicada por El Nacional en 2005, a la que ya nos hemos
referido, y con mayor énfasis y detalle en el texto que escribe ese mismo año para De Apple
Reader N.º 3, titulado The Subversive Circle of Poetry, y que se constituye como una suerte
de maniiesto de su poética. En ese texto dice Merhi: «Poetry is subversive by nature. This
quality was clearly present in the works of Dada, The Surrealists, OULIPO, and Fluxus, among
others groundbreaking groups. As a consequence, digital art and new media come from a le-
gacy of poetic rebellion. Thus, in order for this new art structures to be efective they have to
perpetuate the subversive condition of poetry» [La poesía es subversiva por naturaleza. Esta
cualidad estuvo claramente presente en las obras del dadaísmo, en los surrealistas, OULIPO y
Fluxus, entre otros grupos vanguardistas. De ello se desprende que tanto el arte digital como
el de los nuevos medios surgen a partir de un legado de rebelión poética. Por consiguiente,
a in de que sea efectiva la incorporación de estas nuevas formas de arte, será necesario que
ellas perpetúen esa condición subversiva de la poesía»] (p. 21. La traducción es mía).
Esta obra en su versión original fue exhibida, entre 1997 y 2000 —que
es cuando muta a software—, también en México, Brasil y Estados Unidos,
y es interesante tomar en cuenta el hecho de que se trata de un reloj que,
al momento de exponerse, se sincroniza con el tiempo de cada lugar y, así
conectado, comienza a transmutarlo en poesía. Se trata entonces de lo
que podríamos denominar una máquina híbrida, porque, por una parte,
cumple la función propia de la técnica, es decir, la de patentizar un trans-
currir —el del ciclo natural del día y de la noche— que para poder esta-
blecerse como orden y medida eiciente, para poder maquinizarse, tuvo
que ser dividido en segmentos homogéneos según los cuales se determi-
naron las horas, los minutos y los segundos; y porque, al mismo tiempo,
se trata de una máquina que invita al espectador a detenerse ante ese
incesante paso de número sin signiicado al ofrecerle la posibilidad de leer
en forma de verso cada hora, cada minuto, cada segundo. Puede entonces
así, quien esté ante este reloj, experimentar el tiempo como una sucesión
de versos cuyo sentido permite escapar al límite que como simple me-
dida —cuantiicación— impone el número, la proporción, el segmento.
Escapar, por tener la posibilidad de tomar conciencia de ello, de aquello
que ha sido negado, ahora que la propia máquina permite constatarlo, lo
revela. Ha sido en ese sentido forzada por el artista a mostrar lo velado.
Ha sido subvertida por la poesía. Con su intervención, Merhi ha abierto
una rendija por la cual lo que ha permanecido al margen, aquello que el
desarrollo tecnocientíico ha pretendido descartar, logra ser expresado,
logra expresarse.
El tiempo se convierte así en un testimonio poético —el del poeta, el
de «lo poético»— gracias a la voz que le brindan los versos, y ello permite
—y es quizá esto lo más interesante— que el espectador, a partir de esa
experiencia, recobre la totalidad temporal fragmentada por la técnica, la
continuidad de su transcurrir, pues se le ofrece la posibilidad de entrelazar
y de reentretejer entre sí los intervalos, gracias a que la lectura de los tres
versos, que convierte además esa voz en su propia voz, produce, como
señala el mismo Merhi, «un poema articulado y coherente», un poema
que es un todo cada segundo y que está vivo porque está en movimiento;
y, por eso mismo, revela no solo su sentido, sino también la imposibilidad
de determinarlo, porque no cesa de ser siempre otro, siempre un «ahora»
inatrapable, inasible. Escapa así el tiempo al segmento al haber recobrado
la posibilidad de expresarse a través de la poesía. Y escapa el lenguaje de
la reducción que le impone la lógica del número al haber recobrado su
potencial capacidad de decir. Lo dicho expresa la música de nuestro tiempo
a través de ese otro ritmo marcado por la cadencia de las palabras. Cada
hora, así, da lugar a un mismo poema que muta 3600 veces dentro de ella
sea de nuevo palabra, ese otro ritmo que es más bien resonancia iman-
tada que nos salva del número y nos devuelve al espacio vivo, continuo,
abierto, pasible y creativo del lenguaje. Ante este singular reloj, cada es-
pectador podrá tener, por tanto, una experiencia del tiempo que siempre
será propia e irrepetible, a la vez que común, por ser inseparable del espa-
cio en que se encuentra —nos encontramos— junto con los otros.
ReFeRencias biblioGRáFicas
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Deleuze, G. (1987). El bergsonismo. Madrid: Cátedra. Recuperado de
https://monoskop.org/images/e/e9/Deleuze_Gilles_El_bergsonismo.pdf
Resumen
El presente artículo realiza un análisis (verso a verso)
del «Arte poética» de Jorge Luis Borges y, de esta manera, y
encontrando los parámetros en algunas de sus obras, se in-
tenta llegar al universo lírico del afamado poeta argentino.
PalabRas clave
Arte poética, Borges, poesía latinoamericana
abstRact
This paper makes an analysis (verse by verse) from The
Art of poetry by Jorge Luis Borges, in this way and related
the parameter of this poetry with others works from the
same author, it tries to explain the lyric universe from this
famous argentine poet.
KeywoRds
Art of poetry, Borges, Latin-American poetry
introducción
El «Arte poética» de Jorge Luis Borges se inscribe en el poemario El
hacedor (1960). El poema está estructurado en versos endecasílabos que
forman cuartetos; la rima de este poema es plena y presenta la estructura
ABBA. El poema se compone de siete cuartetos de versos endecasílabos. A
partir de un análisis (verso a verso) de esta obra y usando como referente
al propio Borges para entender la relación de este poema con sus escritos,
se concluye que en este poema se encuentran tres de los pilares que fun-
damentan la literatura borgeana.
El primer cuarteto cierra con este verso: «Y que los rostros pasan como
el agua». En esta línea el autor recalca este sentido de mutabilidad que
tiene el ser humano; alude a los recuerdos, o también podría introducir la
creencia que Borges expone en su ensayo «La lor de Coleridge»:
Durante muchos años, yo creí que la casi ininita literatura estaba en
un hombre. Ese hombre fue: Carlyle, fue Johanes Becher, fue Whit-
man, fue Rafael Casinos, fue De Quincey (p. 19).
En este texto Borges trabaja la idea de que un hombre es todos los
hombres y que el tiempo es cíclico y va repitiendo la historia, los hombres,
los destinos que vuelven incesantemente. Esta es una de los tópicos más
recurrentes en la obra de Borges.
El arte poética continúa: «Sentir que la vigilia es otro sueño / que sueña
no soñar». Más que retomar el tópico del barroco de «La vida es sueño», es
una transformación de esto, pues en el poema de Borges ninguno de los
dos espacios es más real. La vigilia es tan ilusoria como el sueño, porque
está soñando no soñar; entonces, el sueño soñaría ser vigilia. Ninguno de
los dos espacios ofrece menos incertidumbre.
Los siguientes versos sentencian: «Y que la muerte / que teme nues-
tra carne es esa muerte / de cada noche que se llama sueño». La muerte
adquiere un carácter cotidiano y no deinitivo, la muerte es el sueño, el
descanso. La idea de Plutarco que el mismo Borges cita en «Nueva refuta-
ción del tiempo»:
El hombre de ayer ha muerto en el de hoy, el de hoy muere en el de
mañana (p. 149).
La continua transformación del ser humano. El hombre está cambian-
do, no es el mismo a cada instante y ese cambio implica muerte, en cuanto
transformación.
«Ver en el día o en el año un símbolo / de los días del hombre y de sus
años». El tiempo circular el día se convierte en los días del hombre, de la
historia que se repite continuamente días y años. El tiempo es una inven-
ción del ser humano y es un símbolo del ser humano de los días y los años,
dice Borges:
El tiempo es la sustancia de la que estoy hecho (p. 149).
«Convertir el ultraje de los años / en una música, un rumor y un símbo-
lo». Solo a través del arte se puede sobrevivir al ultraje de los años, se pue-
de transformar en un símbolo. Quien ha creado un símbolo se convierte
en ese símbolo y no muere, sino que se mantiene vivo en la literatura, en
la memoria, en la creación de otros seres humanos que volverán sobre el
Cada poema es único. En cada obra late, con mayor o menor grado,
toda la poesía. Cada lector busca algo en el poema y no es insólito
que lo encuentre: ya lo llevaba dentro (1974, p. 216).
Borges, por su parte, tiene una idea parecida, pues también cree en la
participación creadora del lector. En «Siete noches» expone:
Cuando leemos un buen poema pensamos que nosotros también
hubiéramos podido escribirlo, que ese poema preexistía en nosotros
(1980, p. 32).
El poema «Arte poética» continúa: «Cuentan que Ulises, harto de pro-
digios, / lloró de amor al divisar su Ítaca». Estos versos remiten a un per-
sonaje que está en los pilares de la literatura occidental. Ulises es símbolo
del viaje y del regreso. «Cuentan»: el verbo alude directamente al proceso
literario; así inició la literatura, contando. El llanto no es triste, sino feliz por
el regreso. La odisea, el viaje del hombre, que regresa y que es y no es el
mismo; han pasado veinte años, ha sido castigado y liberado por los dio-
ses, ha visto morir a todos sus amigos; solo le queda la idea de su origen
y el descanso de la muerte. Ulises quiere mantener su destino de mortal,
perecer, descansar.
Los siguientes versos: «Verde y humilde. El arte es esa Ítaca de verde
eternidad no de prodigios». Y se citará nuevamente a Borges, quien, en
una serie de conferencias, publicadas bajo el título de «Siete noches»,
enunció:
Se supone que la prosa está más cerca de la realidad que la poesía.
Entiendo que es un error (1980, p. 17).
La poesía es algo que está cerca, es parte de la cotidianidad, no es un
prodigio. El verde es el color de la vida; la humildad se opone a los prodi-
gios. El arte es esa Ítaca a la que se puede volver, verde eternidad, siempre
está viva, espera que su rey regrese.
Hay otra idea que podría desprenderse de estos versos; el arte no debe
ser truculento, los prodigios cansan. El arte no debe pretender originali-
dad o hermetismo; la sencillez es lo que hace una obra de arte. El regreso
de Ulises está relacionado con la muerte, pues representa el descanso de
Ulises.
Las siguientes líneas airman: «También es como el río interminable /
que pasa y queda y es cristal de un mismo Heráclito inconstante, que es
el mismo y es otro como el río interminable». En los últimos versos se re-
toma la metáfora de Heráclito, pero esta vez Heráclito se convierte en un
símbolo, no es el río inconstante, es Heráclito el que ha adquirido el valor
de un símbolo; el río releja a Heráclito (es cristal) y cierra con es el mismo y
conclusiones
Tras ver el poema, verso a verso, y a la luz de otras obras del autor don-
de también expone su poética, se puede concluir que los tres ejes funda-
mentales que desarrolla Borges en su arte poética son:
1. El proceso de la lectura y la escritura son igualmente importantes; uno
no existe sin el otro; siempre que el yo lírico se integra al poema, lo
hace en el sujeto plural nosotros: autor y lector.
2. El tiempo transcurre, es inevitable, sigue su curso, lo mismo que todos
los destinos, pero el tiempo hace ciclos, igual que el agua. Las palabras
regresan en cada verso, pero ya no es la misma palabra. Ulises vuelve a
Ítaca, pero no a la misma Ítaca y no el mismo Ulises. El poema comien-
za con la metáfora de Heráclito y concluye con la misma metáfora, que
es la misma y no es la misma.
3. Un hombre es todos los hombres, un libro es todos los libros y de esto
da cuenta la literatura que es un proceso dialógico entre autores pasa-
dos, presentes y futuros: «Todos los hombres, en el vertiginoso instan-
te del coito, son el mismo hombre. Todos los hombres que repiten una
línea de Shakespeare son William Shakespeare», así lo airma Borges
en «Tlön, Uqbar, Orbis Tertius» (1968, p. 76).
ReFeRencias biblioGRáFicas
1 Espezúa Salmón, Dorian. «¿Qué hacemos con los teóricos que no hacen teoría?». En: Dia-
logía, 2, pp. 85-108.
conceptos forman una dicotomía. En los siglos XVII y XVIII, el mundo an-
tártico se entendía como la América española y portuguesa, en donde los
actores ya habían dejado de ser solo los indios y los europeos, y se habían
incorporado a la escena los negros (y cimarrones) y, particularmente, los
piratas/corsarios ingleses y holandeses. Si bien el autor reconoce que no
es tan preciso llamar al novohispano Landívar antártico2, lo que pretende
al utilizar este término es «resemantizarlo para llamar con él la atención
sobre lo no europeo y sobre la temprana consciencia diferencial ameri-
cana que se llevó a expresión, por ejemplo, a principios del siglo XVII, en
obras como Miscelánea austral o en nombres para instituciones como la
Academia Antártica» (p. 11). Por contraposición a este mundo americano,
el mundo septentrional europeo, según Morales Saravia, se veía reduci-
do a unos cuantos valles y ríos de la Europa central: Heidelberg, Stutgart,
Homburg entre los primeros, y el Neckar, el Rhein y el Donau entre los
segundos. Esta situación se denomina, en el texto, septentrionalismo. La
temprana modernidad en el siglo XVIII, además, produjo en los hombres
lo que el autor llama una sensación de «destierro trascendental». Se pro-
pone que los dos poetas estudiados tienen como objetivo combatir este
contexto utilizando la historia. El historicismo de Hölderlin busca «cons-
truir itinerarios culturales que rehicieran el discurso de la historia —o de
las historias— con unas rutas que hilaran puertos de manera alternativa»
(p. 21). Por su parte, Landívar, en su Rusticatio mexicana, obra escrita en la-
tín, desarrolla en hexámetros temas que podrían dividirse en una «historia
natural» y una «historia civil» de la tierra americana3.
Destierros y modernidades se divide en dos partes bien deinidas. La pri-
mera se titula «El sueño septentrional: Friedrich Hölderlin» y la segunda,
«El redimido mundo americano: Rafael Landívar». En ambos casos, el texto
empieza con una breve reseña biográica del escritor. Estos capítulos solo
parecen diferenciarse en que el de Landívar incluye un comentario sobre
su obra y sobre la crítica, la cual ha sabido reconocer su ailiación a la tradi-
ción humanista. El apartado sobre Hölderlin continúa con una explicación
del septentrionalismo que ya hemos mencionado. Con este término, se in-
tenta englobar el mundo restringido de la temprana modernidad, en el
que la literatura de viajes ocupaba un lugar central en el imaginario. Pocos
son los que realmente pudieron tener «acceso a lo remoto» como lo hizo
un contemporáneo a Hölderlin: Alexander von Humboldt (1769-1859).
2 Esto se debe a que, en esos tiempos, ya se utilizaban las expresiones «América septentrio-
nal» y «meridional» para distintas partes del continente (p. 11).
3 No obstante, esta división debe relativizarse, ya que «los capítulos dedicados a los ele-
mentos naturales hablan igualmente de las actividades humanas sobre dicha naturaleza,
sean los lagos o los ganados y rebaños» (p. 116).
méritos. En ese sentido, nos quedamos con las últimas palabras del libro,
las cuales ponen en perspectiva el lugar que debe asignársele al poeta
novohispano: «[...] la consideración de la obra de Landívar, en su compara-
ción y confrontación con la de Hölderlin, muestra qué lugar debe ocupar
esta dentro de una genalogía [sic] de la modernidad y del sujeto moderno
en el mundo hispanoamericano. En ese sentido, es la respuesta del jesuita
guatemalteco la que puede explicar lo que se encontraba antes de él, de
lo que procedía, y lo que vendría inmediatamente después siguiendo el
camino que parece él haber abierto o —por lo menos— haber marcado
como un hito ahora insoslayable» (p. 215).
Dimas Arrieta
Corazón de viento.
Bitácora del explorador
Lima, Arsam, 2014
Said Ilich Trujillo Valverde
Si bien ya ha pasado casi medio siglo desde que los Buendía fundaron
Macondo en Cien años de soledad y 34 años desde que Estaban Trueba
puso en orden a «Las tres Marías» en La casa de los espíritus, parece que
las novelas fundacionales aún gozan de buena salud. Buena muestra de
esto es Corazón de viento. Bitácora del explorador, el decimocuarto libro de
Dimas Arrieta (Piura, 1964), una historia que nos lleva a los albores de los
distritos de Canchaque, Palambla y El Falqué en Piura, y que le valió a su
autor terminar como inalista en el Premio Copé Internacional de 2009.
La historia es sencilla pero profundamente interesante: Manuel Euge-
nio es el mayor de los hijos de un matrimonio de la comunidad de Zaruma
en el norte del Perú en los primeros años después de declarada la inde-
pendencia. La novela inicia con don Manuel montado en «el Mojino», su
iel caballo y entrañable compañero de viajes, y llegando a la que será
la futura Palambla. Espoliado por los consejos de su tío Teodoro, igura
paternal siempre evocada y crucial en la vida de don Manuel, nuestro hé-
roe ha dejado su natal Zaruma para buscar un futuro brillante, el cual se
empezará a cristalizar desde el momento en que recién descendido del
Mojino duerme a la sombra de un faique.
El momento es crucial porque en el sueño de don Manuel se nos an-
ticipa el contenido del resto de la novela: él es el elegido por una fuerza
superior para regir estas nuevas tierras que no habían sido afectadas por la
Conquista, su futuro está ahí. Además, ya aparecen ideas que serán reite-
rativas a lo largo de la narración; luego de la Conquista es el momento del
Descubrimiento y él tiene que ser un puente entre la cultura occidental
que representa y la cultura nativa a la que ingresará. Desde este punto
de partida, la novela ahondará en las relaciones de don Manuel con los
dueños originarios de las tierras, los indios, a los cuales respeta y valora.
Mientras más se va involucrando con estos grupos humanos, mejor le irá
en sus negocios. La novela se convertirá en un registro de los éxitos de
don Manuel; no solo es el fundador de Palambla, es el patriarca de una
familia de gente notable.
Fernando Carrasco
Bolero matancero
Lima, Ediciones Altazor, 2014
Carmen Jhoana Díaz Atilano
ello nos parece reparar en la naturaleza musical que nos sugiere este títu-
lo. Efectivamente, la música no solo de la Sonora Matancera, sino también
la cumbia de Chacalón, un huaynito o alguna canción de Julio Jaramillo,
es la que imprime el sello que marca la personalidad, sentimientos y las
circunstancias en las que se encuentran los protagonistas de los cuentos.
Como mencionamos, el «Lado A» se caracteriza por presentar el tema
de la muerte como venganza, pero su mayor virtud a nuestro parecer es
la diversidad inclusiva de personajes. En el primer cuento, «La chicha, el
amor y la muerte», por ejemplo, asistimos a un concierto de Chacalón,
contexto que le permite a una mujer —por medio de la seducción—
vengar a su hermano con la muerte del asesino: el Choro Malacara. En el
segundo cuento, «La encomienda», un hombre viaja a la provincia para
vengar a su esposa, por medio del asesinato del tío que había abusado
sexualmente de su difunta cuando era una niña. El tercer relato, «José Gre-
gorio Congo, Cimarrón», nos presenta la venganza de un negro —en la
época colonial— contra el terrateniente Bartolomé de la Flor, por arre-
batarle a su mujer, no solo matando a este sino con la posibilidad abierta
de abusar a su esposa e hijas. «Corona de espinas» es el relato del ajuste
de cuentas entre dos amigos por el amor de una mujer, y en donde inal-
mente el principal delincuente asesina por la espalda al otro. Esta sección
culmina con el cuento «La gaviota del norte», ambientada en Ecuador, y
en donde una prostituta pide la muerte de un peruano, por una xenofobia
originada en la venganza por la muerte de su hermano.
El «Lado B» es más versátil en el tratamiento del tema de la muerte,
pero creemos que aquí el autor se luce en el aspecto formal, su prosa y ex-
perimentación técnica alcanzan la madurez que en la primera parte solo
estaba esbozada en cuentos casi esquemáticos. El cuento que apertura
este grupo es «Bolero matancero», que nos presenta a un hombre fanático
de la Sonora Matancera, que, tras organizar su suicidio, desiste de hacerlo
al recobrar nuevas esperanzas en la vida. El segundo cuento, «El refugio»,
nos narra las tribulaciones de un pintor asediado por la locura —en el
contexto de la guerra interna—, que encuentra el refugio perfecto en el
acto de suicidarse en el mar. El tercer relato, «El observador», nos presenta
la historia de un reciclador que es testigo del entierro clandestino de los
cuerpos de un profesor y estudiantes por obra de los militares, hecho que
le da un nuevo compromiso a su existencia. «Con la misma moneda» es el
relato de Marina, una joven que cuida a su padre enfermo en la cama; sin
embargo, conforme pasa el tiempo va recordando las barbaridades que
este cometió contra su madre; ello le da el valor para matarlo y, de este
modo, se libera ella y a sus hermanos de tan pesada carga. Por último, «Un
cuento simiesco», que cierra el volumen, narra la trágica historia de un
Teodoro J. Morales
Extramuros del silencio
Lima, Editorial Animal Literario, 2015
Lorena Ventura Aquino
i. criterios formales
1. Se tratará temas relacionados con la investigación en todas las áreas
de ciencias humanas y ciencias sociales. Los trabajos deben ser ori-
ginales e inéditos. Pueden ser redactados en castellano, inglés u otro
idioma (hecha la consulta con el director de la revista).
2. Los textos recibidos serán arbitrados anónimamente por dos expertos
de la especialidad o campo de estudio, antes de ser publicados. Nues-
tro sistema de arbitraje recurre a evaluadores externos a la Universi-
dad Cientíica del Sur.
3. El texto debe ser entregado, también, en soporte digital (en CD) en
programa Word para Windows 97/2000 o XP. El tipo de letra es Arial, en
tamaño de fuente 12.
4. Si el texto incluye gráicos o iguras, deben estar en formato TIFF a una
resolución mayor de 500 DPI. Se considera iguras a los dibujos, mapas,
fotografías o gráicos, ordenados con números arábigos, en el caso de
que sean fotografías convencionales o dibujos. En la parte posterior de
cada una, arriba y a la derecha, se debe anotar su número, el autor y el
título del artículo.
5. Los textos deben presentar el siguiente orden:
a. Título del artículo: debe ser corto y claro, y escrito en castellano e
inglés.
b. Nombre del autor o autores: apellidos, nombres, iliación institu-
cional y correo electrónico.
c. Resúmenes en dos lenguas: español e inglés (incluyendo, a con-
tinuación de cada resumen, palabras clave en las respectivas len-
guas).