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MIGUEL ZUGASTI
Presentación 619-22
JOSÉ JAVIER AZANZA LÓPEZ
“Lisonja igual de la vista que del entendimiento”: material emblemático
en las fiestas de beatificación teresiana (1614) 623-52
GEMA CIENFUEGOS ANTELO
“Fregenal leal y afectuoso”: teatro festivo en La Raya de Portugal 653-79
ANTONIO CORTIJO OCAÑA
Fiesta y teatro: la danza y el baile en la anónima Comedia de la invención
de la sortija (Monforte de Lemos, 1594) 680-701
MARÍA LUISA LOBATO
Loa de presentación de fiestas: José de Prado y Mariana Vaca en
las fiestas de Jaén (1660) 702-14
BEATRIZ CAROLINA PEÑA NÚÑEZ
El Inca abraza a la Predicación: el juego de la sortija y la conquista
espiritual en la fiesta barroca en honor de Santa María de Guadalupe
en Potosí, 1601 715-36
ISABEL SAINZ BARIÁIN
El “tocotín” en los fastos novohispanos: una muestra de
sincretismo cultural 737-57
HÉCTOR URZÁIZ TORTAJADA
Política y censura en una fiesta palaciega: Mentir y mudarse
a un tiempo (Palacio del Buen Retiro, 1658) 758-84
PALOMA VARGAS MONTES
El rito y el drama en la crónica de fray Diego Durán 785-802
RAFAEL ZAFRA MOLINA
Los autos sacramentales en Palacio: algo más que una fiesta 803-32
MIGUEL ZUGASTI
Lo cómico y lo serio mezclado en el festejo jesuita para la Comedia
de la invención de la sortija (Monforte de Lemos, 1594) 833-64
617
RESEÑAS / REVIEWS
618
Presentación
E
ste volumen que tienes ante tus ojos, discreto lector, deviene del interés
común de diez investigadores que hemos unido nuestros esfuerzos en
torno a un planteamiento unitario: el estudio de la praxis teatral del
Siglo de Oro hispanoamericano, entendida ésta como ingrediente nuclear de
un espectáculo global, integrador, indisoluble del concepto de fiesta (y, a ve-
ces también, del de rito); praxis teatral donde el trabajo de los actores y su
recreación del texto dramático sobre las tablas es apenas la parte de un todo,
la cual se funde con otros elementos espectaculares como la música, la danza,
el emblema…, sin olvidarnos de la peculiar combinación en los escenarios
áureos de obras largas que contienen uno o varios actos (y que hoy tendemos
a recibir de manera autónoma: comedias, zarzuelas, autos sacramentales), con
otras piezas breves (loas, entremeses, sainetes…) que se imbrican e interrela-
cionan con ellas.
El resultado de este empeño colectivo es el presente número monográ-
fico de Rilce (32.3 [2016]), que hemos dado en titular Teatro, fiesta y ritual en
España y sus virreinatos americanos (siglos XVI-XVII). La realidad de América y su
singular relevancia en el marco de las letras virreinales se somete a examen en
tres artículos. Paloma Vargas Montes observa las estrechas conexiones entre
rito y drama establecidas en la antigua cultura mexica, para lo cual utiliza
como fuente privilegiada el Libro de los ritos (1579) del dominico fray Diego
Durán, libro concebido como una parte de su magna Historia de las Indias de
la Nueva España e islas de la tierra firme. El mismo contexto novohispano está
en la base del estudio de Isabel Sainz Bariáin en torno al tocotín, antigua danza
prehispánica que, en ocasiones con apoyatura textual, se integrará en varios
festejos de la colonia de los ss. XVI y XVII como ejemplo de transculturación,
donde el indio americano va adquiriendo poco a poco mayor presencia y peso
específico, hasta llegar a tener voz propia –sometida todavía a varios filtros
La fiesta teatral solía empezar con una loa, y el ensayo de María Luisa
Lobato localiza una singular “loa de presentación de fiestas”, con la cual los
cómicos Mariana Vaca y José de Prado (madre e hijo en la vida real) dieron
inicio a los fastos celebrados en Jaén en 1660 para reinaugurar su catedral. La
dimensión religiosa de la fiesta y el rito que se pone de manifiesto en estos
cuatro últimos artículos, no desaparece en el de Rafael Zafra Molina, quien
revisa algunos autos sacramentales de Calderón, pero no por su contenido
alegórico o eucarístico, sino por sus innegables conexiones histórico-políticas,
ya que, en definitiva, tales autos se concibieron en último término para ser
exhibidos ante el Rey, ocasión propicia que no se dejaba pasar de largo a la
hora de lanzarle determinados mensajes preñados de intención.
El marcado peso del contexto político que da cabida a la fiesta teatral
vuelve a ponerse de realce en el ensayo de Gema Cienfuegos Antelo, quien
atiende a los fastos celebrados en Fregenal de la Sierra (Badajoz) en honor
del recién nacido infante Felipe Próspero (1658). Los promotores de la fiesta
tuvieron cuidado de eligir para su ejecución la villa de Fregenal, en plena
Raya con Portugal y en medio de las hostilidades hispano-lusas a causa de
la llamada Guerra de Restauración portuguesa; en línea con esto, la autora
analiza una de las comedias allí exhibidas (No hay contra el honor poder, de
Enríquez Gómez), que bien puede entenderse como una instrumentalización
del teatro por razones de la política y la historia de ese momento concreto.
En las Carnestolendas de ese mismo año de 1658 se estrenó ante los reyes,
en el madrileño Palacio del Buen Retiro, la comedia Mentir y mudarse a un
tiempo, de los hermanos Diego y José de Figueroa y Córdoba. Héctor Urzáiz
Tortajada levanta acta del estado en que se encuentra el manuscrito principal
que la contiene, y en su cotejo con los impresos antiguos (1661 y 1746), ob-
serva que un texto en apariencia tan inocente como este, está sujeto también
a los vaivenes de la política y la historia. Así por ejemplo, a la hora de pasar
del manuscrito (marzo de 1658) a la imprenta (1661), se eliminan ciertos pa-
sajes sobre personajes contemporáneos como don Juan José de Austria (hijo
bastardo de Felipe IV) y el marqués de Caracena, cuyo rol en el tablero de la
política era susceptible de cambiar en breve plazo. Así fue, en efecto, pues las
derrotas españolas en Flandes en la campaña de 1658 propiciaron que don
Juan José de Austria abandonara los Países Bajos y regresase a España (octu-
bre), motivo que quizás nos explique en parte por qué en un impreso de 1661
se silenciaron ciertos elogios suyos que sí parecieron procedentes a la altura
de marzo de 1658.
La publicación conjunta de estos diez artículos es un hito más en el
marco de las actividades desarrolladas por el proyecto FESTESAM, que bajo el
marbete de “Teatro, fiesta y ritual en la monarquía hispánica (ss. XVI-XVII)”
Miguel Zugasti
Proyecto FESTESAM
Universidad de Navarra
Resumen. El objetivo de este trabajo consiste en Abstract. The aim of this paper is the analysis of
analizar la presencia de la cultura emblemática en the presence of symbolic culture in the celebration
las fiestas de beatificación de Teresa de Jesús, cele- of the beatification of Teresa of Avila in 1614 in all
bradas en 1614 en todos los territorios de la monar- the territories of the Spanish Monarchy. The con-
quía hispana. La consulta de las relaciones festivas sultation of festive relations reveals the enormous
pone de manifiesto la ingente cantidad de material amount of emblematic material in the different
emblemático que generó el acontecimiento en los venues that hosted it, because the main events
diversos escenarios que lo acogieron, por cuanto no have their corresponding “hieroglyph” as emblem,
hay acto de relevancia que no cuente con su corres- empress or device. An overview will allow us to rec-
pondiente “jeroglífico” en forma de emblema, em- ognize the degree of assimilation of the emblem-
presa o divisa. Una visión de conjunto nos permitirá atic language in Spain at the beginning of the 17th
comprobar el grado de asimilación del lenguaje Century in its dual purpose docere-delectare, as well
emblemático en España a comienzos del siglo XVII as its relationship with other components of the
en su doble finalidad docere-delectare, así como su Baroque celebration, such as the Visual Arts, devo-
relación con otros componentes de la fiesta barroca tional and hagiographic books, poetry and sacred
como las artes plásticas, los textos devocionales y oratory; and, at the same time, we rebuild physi-
hagiográficos, la poesía y la oratoria sagrada; y, a su cally some hieroglyphics composed for the occa-
vez, reconstruiremos materialmente un conjunto de sion, from their original sources and descriptions
jeroglíficos compuestos para la ocasión a partir de su preserved in the festive chronicles.
descripción y fuentes originales.
Keywords: St. Teresa of Jesus. Beatification Fes-
Palabras clave: Santa Teresa de Jesús. Fiestas de tivities. 17th Century. Emblematic Literatura and
beatificación. Siglo XVII. Emblemática y arte efí- Ephemeral Art. Poetic Contests and Sacred Oratory.
mero. Certámenes poéticos y oratoria sagrada.
* Este trabajo se inscribe en el marco del proyecto I+D+i Teatro, fiesta y ritual en la monarquía
hispánica (siglos XVI-XVII), aprobado por el Ministerio de Economía y Competitividad, ref.
FFI2013-48644-P.
INTRODUCCIÓN
L
a beatificación de Teresa de Jesús el 5 de octubre de 1614 supuso un
acontecimiento festejado en todos los territorios de la monarquía his-
pana, generando una ingente cantidad de material emblemático a muy
distintos niveles.1 El jeroglífico, término bajo el que las relaciones festivas
agrupan composiciones afines aunque de naturaleza diversa, tales como em-
blemas y empresas, divisas y enigmas,2 se hace presente en los múltiples esce-
narios de la fiesta: forma parte del adorno de los espacios sagrados que aco-
gieron las ceremonias religiosas; constituye una de las categorías del certamen
poético, uno de los principales actos festivos; se manifiesta en el arte efímero,
a través de máquinas e ingenios creados como ornato de los diversos escena-
rios por los que transitó la fiesta; y aporta un toque erudito a la oratoria sa-
grada, dado que numerosos predicadores recurren a la emblemática e incluso
“pintan” jeroglíficos ante el auditorio para enriquecer su sermón.
Ante esta realidad, nos preguntamos por la finalidad que desempeñan tales
composiciones en el contexto de la fiesta barroca. ¿Constituyen un elemento
aislado de la misma, o se integran en un panorama más amplio encaminado
a transmitir un mensaje total? ¿Cuál es su grado de comprensión por parte
del público asistente? ¿Qué conexión establecen con otros componentes del
festejo, caso de las artes plásticas y el arte efímero, la literatura, la poesía y la
oratoria sagrada? Cuestiones todas ellas sobre las que han reflexionado, entre
otros, Pilar Pedraza, Aurora Egido (9-78), Víctor Mínguez (332-37), Giusep-
pina Ledda (1994, 581-97), Reyes Escalera y Sagrario López Poza (163-86), y a
las que trataremos de dar respuesta en el marco de la beatificación teresiana, a
la vez que reconstruimos materialmente un conjunto de jeroglíficos compuestos
en diversas ciudades a partir de las descripciones conservadas en las relaciones
festivas, en los que quedan reflejados su nacimiento, dinastía y apellido ma-
terno, su doctrina y escritos, su labor reformadora del Carmelo, sus milagros
y experiencias místicas, sus virtudes y su muerte, incorrupción de su cuerpo y
1. Una labor recopilatoria de gran parte de los festejos en San Joseph (1615). Se hace eco Manero
Sorolla 223-34.
2. Ilustrativas de tal ambigüedad terminológica son las palabras de Fernando Manrique de Luján,
cronista de los festejos de Salamanca, cuando a propósito de las composiciones presentadas al
certamen poético significa que “se mostraron los ingenios con agradables emblemas, empresas,
divisas, símbolos, pegmas y enigmas que ya el uso común nombra con palabra de Jeroglíficos,
con quien me acomodare, llamándolos a todos desta manera (si bien impropiamente en algu-
nos que se pondrán) porque pasen adelante” (Manrique de Luján 184). Reflexiona sobre este
asunto Ledda (1994, 581-86).
protección desde el cielo a sus devotos.3 Nos asomamos así, aunque desde otra
atalaya, a la “hagiografía emblemática”, asunto abordado por Martínez Pereira
(113-38, con ella formulamos una nueva pregunta: ¿se adapta el consustancial
hermetismo de la emblemática a la claridad exigida por la hagiografía?) y que
en nuestro caso encuentra su máxima expresión en A Estrella dalva (Lisboa y
Coimbra 1710-1727), hagiografía emblemática teresiana de fr. Antonio de la
Expectación en la que sus veintinueve sermones vienen encabezados por una
empresa que sintetiza con acierto su contenido y lección moral.
4. Nos servimos para las traducciones bíblicas de diversas versiones de la Vulgata del siglo XVIII,
tratando de mantener en la medida de lo posible la literalidad de las sentencias.
todo el infierno” (San Joseph 189). Recurre la composición a los efectos que
produce el humo en las abejas para ejemplificar los de Teresa sobre el demo-
nio (fig. 1).
mente con ella constituye el tema de un jeroglífico del jesuita Lorenzo Navarro
protagonizado por un águila real remontando el cielo y transportando en sus
garras a una presa, a cuyo olor acudían otras muchas aves, con el lema: In odorem
unguentorum tuorum curremus. Cant. 1. (“Correremos al olor de tus perfumes”,
Cant. 1, 3) (San Joseph 230). No dejan tampoco de lado los jeroglíficos su la-
bor como reformadora del Carmelo y fundadora de numerosos conventos, así
como el cuidado que puso en perfeccionar el comportamiento de los religiosos
y religiosas que los habitaron. A este tema obedecía un jeroglífico de Calatayud
(Zaragoza) que mostraba una osa con dos oseznos recién nacidos a los que lamía
para darles forma, acompañados del mote: Spiritus Domini locutus est per me, et
sermo eius, per linguam meam. 2 Reg. 23 (“El espíritu del Señor habló por mí, y
su palabra por mi lengua”, 2 Re 23, 2). Completaba el significado el epigrama:
“Hijo e hija he dado al mundo, / y en ambos cualquier mengua / la perficiona
mi lengua” (San Joseph 128) (fig. 2). El autor se sirve de la enseñanza contenida
Fig. 2. Reconstrucción del jeroglífico Spiritus Domini locutus est per me,
et sermo eius, per linguam meam. Calatayud
Fig. 3. Reconstrucción del jeroglífico Filioli mei, quos iterum parturio, donec
formetur Christus in vobis. Barcelona
el milagro de resucitar al hijo de la viuda de Sarephta el primero, y al de la
sunamita el segundo; ya el padre Yepes (201 y 799) relaciona a la beata con
ambos profetas a propósito del acontecimiento milagroso, lo cual nos permite
poner en conexión la emblemática y los textos hagiográficos contemporáneos.
A ellos representan los dos leones, cuyos motes remiten al correspondiente
episodio bíblico, en tanto que el de la leona transcribe las palabras que dirigió
Teresa de Jesús a su hermana tras devolver la vida a su hijo. No resulta extraño
en este caso el recurso al león, por cuanto una de sus propiedades era revivir
con su rugido o aliento a las crías que nacían muertas, tal y como recogen nu-
merosas fuentes antiguas y medievales, entre ellas el Physiologus, cuya edición
amberina de 1588 (traducción latina del humanista español Ponce de León a
partir de la versión griega atribuida a Epifanio de Salamis) inspiró repertorios
emblemáticos como la Idea politica veri christiani de Alejandro Luzón de Mi-
llares (García Arranz 2014, 73-114).
significando que aquel día más que cualquier otro tenían que demostrar su
valor, declarando que era “Día de más valer” (38).
7. En nuestra aproximación al tema, seguimos de cerca algunas cuestiones apuntadas por Ledda
(2000, 253-62).
8. Sobre los certámenes poéticos celebrados en España con motivo de las fiestas teresianas, ver
Romera Castillo. De interés resulta igualmente el trabajo de Egido para el ámbito aragonés de
los siglos XVI y XVII.
con asiduidad los jeroglíficos. Debemos preguntarnos por los motivos que
justifican una categoría que mediante texto e imagen obliga al espectador a un
esfuerzo para descifrar su significado; precisamente su naturaleza hermética,
planteados a modo de juego de ingenio y agudeza siempre con un grado de
dificultad calculada, y el componente visual que incorporaban y del que care-
cía el resto de categorías, los hacía atractivos para el público en general. En
cierta manera, su finalidad en el certamen poético era similar a la que desem-
peñaba en el ornato del espacio sagrado: excitar el entendimiento y deleitar a
los sentidos. Explícita se muestra la relación vallisoletana, remontándose a los
orígenes de la tradición literaria y al adagio horaciano:
Según los egipcios, si sus jeroglíficos fueron figuras que declaraban sus
intenciones, que eran de entretener y juntamente de aprovechar, también
se podrá decir por nuestros poetas haber tenido las mismas intenciones
mejor ejecutadas, a las cuales cuadra aquel dicho de Horacio: Et prodesse
volunt, et delectare poetae.9 (Ríos Hevia Cerón 119)
9. El adagio latino procede del Ars poetica de Horacio, v. 333: “Los poetas quieren ser útiles y
deleitar”.
como ocurre en este caso (García Arranz 1996, 146; García Arranz 2010,
622-25) (fig. 5).
Conforme a las bases, los jeroglíficos debían acomodarse mayormente a
la estructura triple del emblema, compuestos por lema o mote, pictura y un
epigrama que declaraba el intento. En cuanto al asunto a tratar, debemos te-
ner presente que se trata de una categoría más de cuantas componen el certa-
men; y que todas ellas se insertan, a modo de eslabones de una misma cadena,
en la configuración de una imagen global de Teresa, por lo que su mensaje
forma parte de un discurso más amplio. Partiendo de esta premisa, podemos
significar que, aunque no hay una imposición absoluta, los autores tienen que
ajustarse a un episodio concreto que contribuya al mensaje general. Además,
las normas especifican en ocasiones ciertas limitaciones textuales, como ocu-
rre en Barcelona, donde la pictura debía declararse obligatoriamente con un
soneto; o en Valladolid, cuyo certamen pedía un jeroglífico encabezado por el
lema “O morir o padecer” que reflejase su constancia en medio de los trabajos
10. Hija de Juan Izquierdo de Piña, “el mayor y más antiguo amigo de Lope de Vega”, como él
mismo se titulaba, Clementa de Piña fue madrina de su hija Antonia Clara, y el Fénix le dedicó
El hidalgo abencerraje (Castro/Rennert 232; De la Barrera 93; Fernández 106-09).
11. Belardo, personaje de comedias y poemas de Lope de Vega, es además su seudónimo preferido,
llegando a constituir una especie de segundo nombre poético; ver a este respecto Sánchez
Jiménez. Es indudable que Clementa de Piña alude a él, dada la activa participación del Fénix
en el certamen poético madrileño y la relación de amistad entre ambos; así lo considera
Entrambasaguas 525-605.
Acostumbran a ser tres premios por categoría, entre los que se imponen
objetos de variada naturaleza, desde los de escribanía y adorno para el hogar,
hasta pequeñas joyas; también resultan habituales las telas y complementos de
vestir, y los obsequios artístico-devocionales; y no faltan los libros de devo-
ción, entre los que encontramos las Partes (en alusión a la Suma Teológica) de
santo Tomás (Madrid), las obras encuadernadas de Teresa de Jesús (Barcelona)
y las Horas de Nuestra Señora (Zaragoza); pero más apropiados fueron los dos
primeros premios del certamen vallisoletano, consistentes en “los Hierogli-
phicos de Pierio Valeriano y las emblemas de Alciato con comento en latín”
(Ríos Hevia Cerón 117). La emblemática se retroalimenta de esta manera a sí
misma mediante dos de los principales repertorios que tuvieron en cuenta los
autores a la hora de elaborar sus composiciones simbólicas.
12. La fortuna del Monte Carmelo en la iconografía carmelitana en Moreno Cuadro 138-49.
13. “Vigilante pastor, Atlante fuerte / del monte de Capsir y su cadena, / que de
triunfos mil y gloria llena / las glorias del gran Dapiser advierte. / No se verán
las vuestras con la muerte, / que a infame olvido el ser mejor condena, / pues lo
que es inmortal la fama ordena / que goce en su memoria eterna suerte. / Por
Baviera y Moncada os conocía, / por primado de España, pero visto / vuestro
amor, vuestro celo y valor santo / con que me honráis en mi festivo día, / por
devoto os conozco y de mi Cristo / os ofrezco estas arras, entre tanto / que con
perpetuo canto / lo que no sabe honrar el bajo suelo, / entienda agradecido el
alto cielo” (Dalmau 92).
providencia hirió al soberbio”, Job 26, 12-13) (fig. 8). En su explicación, las
estrellas son los religiosos y religiosas del Carmelo reformado que engalanan
el cielo de la Iglesia; y la cabeza de Sísara es la soberbia y ambición del mundo
a las que vence Teresa desde la firme observancia de su perfección (Sermones
predicados en la beatificación 434).
Pero quien verdaderamente se distingue en el apartado de la invención
jeroglífica es el franciscano fr. Diego Murillo, uno de los predicadores más
representativos del reinado de Felipe III en su equilibrado ideal de sabiduría
y elocuencia.15 El sermón predicado en los descalzos de Zaragoza el 7 de
octubre de 1614 revistió unas características especiales, como reconocían las
relaciones festivas: “Fue de una extraordinaria traza”; “asombró con él a los
hombres, y aun a los ángeles si fuera posible causara admiración” (Díez de
Aux 185-200; Sermones predicados en la beatificación 368-81). Su excepciona-
15. Sobre la figura de fr. Diego Murillo, ver Gómez Vichares 295-352. También recogen
referencias a su predicación Egido 9-78; Herrero Salgado; Ramos Domingo; y Henares Díaz
205-30.
16. Como significa Ledda (1998, 65-66) a propósito del sermón de Murillo, “la adecuación del
acto enunciativo con el gráfico-figurativo es sorprendente. El predicador imita o simula una
real actividad artística; su deseo es el de hallar las palabras que consigan pintar, forjar el cuerpo,
así como los pintores deseaban que sus pinturas hablaran”.
monte coronado por una piedra, y sobre esta un espejo en el que reverberan
los rayos del sol, todo ello contemplado por un lince con anteojos; cerca del
espejo queda el mote In eandem imaginem transformamur, y debajo la letra:
Vix possum discernere. A todo ello añade la declaración: “Tan al vivo en vos se
vee / que para diferenciaros / es necesario miraros / con ojos de lince y fee”.
En la piedra viene significada Teresa, que como atalaya del Monte Carmelo
se eleva sobre los trabajos de la tierra para asomarse a los asuntos del cielo; el
espejo es su alma purísima, y los rayos de sol la perfección divina que la ba-
ñan; por último, está tan estrechamente unida a Dios que es necesario tener
la penetrante vista del lince y los anteojos de la fe para cerciorarnos de que
no es diosa por naturaleza, pero sí divina por la gracia y por sus admirables
virtudes y obras. El jeroglífico es por tanto símbolo de la perfección teresiana,
que alcanzó singular unión con Dios por medio de su altísima contemplación
(fig. 11).
CONCLUSIÓN
Significa Egido (15) a propósito del ut pictura poesis horaciano que “la emble-
mática salió de los restringidos cotos de los humanistas para hacerse popular
en las fiestas públicas”. Sin duda, la beatificación de Teresa de Jesús constituye
un inmejorable ejemplo de cómo a comienzos del siglo XVII la cultura em-
blemática se convirtió en elemento imprescindible de fiestas y solemnidades.
Por su combinación de texto e imagen, el jeroglífico era “lisonja igual
de la vista que del entendimiento”, de manera que resulta particularmente
propicio para plasmar la máxima de docere et delectare, dejando grabada una
enseñanza en la mente de quienes, no sin esfuerzo, lograban descifrar su men-
saje oculto.
Aceptado su diferente grado de asimilación en función del nivel cultu-
ral, las posibilidades pedagógicas del emblema y de la empresa justifican su
presencia en todas las ciudades, escenarios y actos que acogieron las cele-
braciones teresianas: los encontramos formando parte de los solemnes espa-
cios religiosos; compitiendo por el premio entre los “cisnes canoros y graves”
que concurren a los certámenes literarios; invadiendo el espacio urbano de la
mano de las “invenciones” que recorren calles y plazas o se levantan en ellas;
y otorgando un punto de erudición a la oratoria sagrada, que se atreve incluso
a “inventar” sus propios jeroglíficos. A través de todo ello hemos podido com-
probar la estrecha relación que se establece en el Siglo de Oro entre el arte
y los artistas, la arquitectura y el arte efímero, la poesía y la oratoria sagrada,
testimonio de la tupida red que entretejen las manifestaciones culturales de
este período; y, sobrevolando a todas ellas, la emblemática, como elemento de
cohesión que nos habla de su naturaleza transversal y poliédrica, justificativa
del carácter interdisciplinar con el que en la actualidad se aborda su estudio.
Así hemos pretendido hacerlo en este trabajo con el deseo de reconstruir, si-
quiera idealmente, un pequeño fragmento de las ceremonias de beatificación
teresiana.
OBRAS CITADAS
Soto, Francisco de. Sermón segundo: predicado en el convento de las descalzas car-
melitas de la ciudad de Málaga en la beatificación de la santa madre Teresa de
Jesús. Málaga: Juan Bezo, 1615.
Valeriano, Pierio. Hieroglyphica, sive de Sacris Aegyptiorum literis commentarii.
Basileae: Imp. Maiest., 1556.
Yepes, Diego de. Vida, virtudes y milagros de la bienaventurada virgen Teresa de
Jesús. Lisboa: Pedro Crasbeek, 1616.
Resumen: Entre el 4 y el 7 de enero de 1658 tu- Abstract: The historical dramas El príncipe con-
vieron lugar en Fregenal de la Sierra (Badajoz) cua- stante (by Calderón de la Barca) and No hay contra
tro días de solemnes festejos por el nacimiento y el honor poder (by Antonio Enríquez Gómez) were
bautismo del príncipe Felipe Próspero, en los que staged at Fregenal de la Sierra (Badajoz, Spain) in
se programó la reposición de dos viejos dramas january 1658 during the solemn celebrations for the
históricos: El príncipe constante de Calderón y No birth and baptism of Prince Felipe Próspero. It was a
hay contra el honor poder de Enríquez Gómez. Este revival of these two old plays whose aim was to offer
artículo revisa el panorama teatral de un territorio a political reading and link it whith the choice of the
en guerra y centra la atención en determinadas in- location (a territory of war). This article analyzes the
cógnitas sobre las circunstancias que rodearon la circunstances of the staging (during the revival of
fiesta frexnense: la identidad de los promotores y the portuguese restoration war), its organizers and
de los actores en cuestión; qué intereses movieron performers.
a su organización en plena reactivación de la Gue-
rra de Restauración portuguesa y cuáles fueron los Keywords: Royal festivities. Flipe Próspero. Portu-
motivos por los que se eligió Fregenal como esce- guese Restoration War. Fregenal. Enríquez Gómez.
nario. Por otro lado, se analiza la lectura política de
la comedia No hay contra el honor poder y su posible
instrumentalización en el marco contextual de esta
representación.
* Este trabajo se inscribe en el marco de un proyecto coordinado del Plan Nacional de I+D, finan-
ciado por el Ministerio de Economía y Competitividad y los Fondos Feder, Edición y estudio de la
obra de Antonio Enríquez Gómez y Felipe Godínez (II); en concreto, nuestra aportación se enmarca
en uno de los tres subproyectos que lo conforman: Edición y estudio de la obra dramática de Felipe
Godínez (FFI2014-54376-C3-3-P), del que formo parte.
E
ntre el 4 y el 7 de enero de 1658 tuvieron lugar en la localidad pa-
cense de Fregenal de la Sierra cuatro días de solemnes festejos por
el nacimiento del príncipe Felipe Próspero, que había tenido lugar el
28 de noviembre de 1657. El acontecimiento tenía una significación política
extraordinaria en unos momentos de grave inestabilidad del imperio debido
a las guerras abiertas: el infante aseguraba la continuidad de la dinastía de los
Habsburgo, ya que se trataba del primer hijo varón y, por tanto, el heredero,
tras la muerte de Baltasar Carlos en 1646. De modo que Felipe IV dispuso
que fuese celebrado en todos los dominios hispánicos: fiestas en clave de ins-
trumentum regni de las que Lucien Clare registra hasta cincuenta y cuatro
relaciones y documentos testimoniales (134).
Pero tan solo cuatro años logró sobrevivir el infante Felipe Próspero; su
fallecimiento se produjo apenas cinco días antes de que la reina Mariana diera
a luz al futuro rey Carlos II, el Hechizado, el 6 de noviembre de 1661. Felipe
IV difundió ambas noticias en una misma Real Cédula:1
Así pues, esta ocasión no dio lugar a exequias reales sino a fastuosas fiestas que
celebraron con júbilo y alivio el oportuno natalicio. Por otro lado, los fastos
llevados a cabo, incluso, meses después del nacimiento del heredero debido al
retraso en la recepción de las noticias, debían de tener el efecto secundario de
acallar los rumores que se habían difundido sobre la sospechosa fealdad y la
evidente mala salud del recién nacido príncipe. Acallar o desmentir, tal parece
la intención de La gaceta nueva de los sucesos:
1. Modernizo conforme a los criterios habituales las citas procedentes de impresos del XVII, así
como las transcripciones de documentos de archivo.
Los festejos por el nacimiento y bautizo del príncipe Felipe Próspero que
tuvieron lugar en Fregenal han sido estudiados por Rafael Valladares (2002)
en su dimensión histórica y, más recientemente, por Cuñado Landa (2014) en
su edición de El príncipe constante de Calderón, donde se incluye el memorial
titulado Fregenal leal y afectuoso, / teatro festivo / en la solemnidad del nacimiento /
del Serenísimo Príncipe…, que describe la fiesta y aporta las loas que acompaña-
ron a las comedias (impreso en Sevilla en 1658). Dado que en ambos trabajos
se ofrece un minucioso análisis de esta relación de fiestas, centraremos el foco
de nuestra atención en las circunstancias de representación del drama histó-
rico que se hizo el segundo día de la fiesta frexnense: No hay contra el honor
poder, del dramaturgo Antonio Enríquez Gómez
3. El Archivo Municipal de Fregenal de la Sierra presenta una enorme laguna documental que
trasciende unos años las fechas extremas de la guerra. No hemos hallado tampoco ningún
apunte o dato de relevancia en los protocolos notariales consultados en el Archivo Histórico
Provincial de Badajoz. Lamentablemente, tampoco nos ha sido posible examinar los libros
de fábrica de la Iglesia de Santa María, que se encontraban inventariados, custodiados y en
buen estado de conservación en su lugar, hasta su reciente e inesperado traslado al Archivo
Diocesano de Mérida-Badajoz, donde por el momento quedan inaccesibles. Agradezco a los
historiadores Juan Luis Fornieles (IES Ildefonso Serrano, de Segura de León) y Rafael Caso
(UNED-Mérida) su colaboración en mis pesquisas archivísticas.
La ciudad dijo que sus vecinos están con los aprietos de la guerra con
pena y congoja, y para aliviarlos y que tengan algún refrigerio y entrete-
nimiento de alegría, y que ha más de diez y seis años que no viene a esta
ciudad compañía de comediantes, y que asiste una en la ciudad de Bada-
joz, y que dándole alguna ayuda de costa vendrán. (Sánchez/Sánchez 9)
de Badajoz acuerda recaudar una contribución entre todos los gremios para
sufragar los gastos de desplazamiento y contratación de una compañía a fin
de celebrar el acontecimiento real; el 9 de enero los comisarios de la fiesta
contratan a la compañía de Mariana Vaca:
4. En la Relación verdadera de las grandiosas fiestas y regocijos que la muy noble y muy leal ciudad de Val-
ladolid hizo a nuestro rey y señor don Felipe Cuarto el Grande… se da cuenta de que en uno de los
carros del cortejo real “venía la compañía de Escamilla, cantando al son de sonoros instrumen-
tos” y que hizo en palacio “una comedia con admirables apariencias y perspectivas, de la cual
fueron autores don Juan de Matos, don Juan de Avellaneda [sic] y don Sebastián de Villaviciosa”
(fol. 344).
5. Tampoco ofrecen pista alguna los tres testimonios manuscritos que se conservan de No hay
contra el honor poder en la Biblioteca Nacional, todos ellos con letra del siglo XVII: mss. 17.304,
15.584 y 15.180. Ninguno es copia de comediantes sino que se trata de traslados en limpio que
siguen de cerca el impreso de 1652: no hay atajos, ni indicaciones marginales, ni aprobaciones,
ni tampoco enmiendas o tachaduras que merezcan comentario y, por otra parte, nada tienen en
común con el único manuscrito de El príncipe constante, que alguna vez se especuló que pudiera
haber servido para la representación de Fregenal (ver Hernando Morata 199).
Respecto a lo oportuno del evento, hay que tener en cuenta que hasta 1656 las
acciones militares de ambos bandos habían consistido en asaltos y saqueos de
poblaciones cercanas a uno y otro lado de la frontera (excepto alguna famosa
batalla, como la de Montijo en 1644). Pero a partir de la muerte del duque
de Braganza, a la sazón, João IV, la regente española Luisa de Guzmán atisba
la oportunidad del momento: asestar un golpe importante en Extremadura
para intentar negociar un acuerdo de paz. Las circunstancias eran propicias
por diversos motivos: una vez sofocada la rebelión catalana, el golpe había de
llevarse a cabo antes de que España sellara los conflictos con Francia e Ingla-
6. Impresa en la Parte XXV de comedias nuevas escogidas. Madrid, por Domingo García Morrás,
1666 (fols. 62v-80v).
terra y Felipe IV volviera sus ojos, entonces sí, al frente portugués. De modo
que, mientras los españoles, comandados por el duque de San Germán, toma-
ban en junio de 1657 la estratégica plaza de Olivenza, las fuerzas portuguesas
cruzaron la Raya para sitiar Badajoz, aunque sin éxito en este primer intento;
sin embargo, al año siguiente lograrían mantener el asedio a la ciudad durante
meses, lo cual hace reaccionar a Felipe IV con una imponente ofensiva, entre
desesperada y optimista al tiempo, que explica el historiador Lynn Williams:
7. El optimismo relativo que movió esta campaña se sostuvo tan solo unos meses: las tropas
EL ESCENARIO FREXNENSE
Solía ser este lugar de los más floridos y ricos y más bien proveídos y
de más trato, gente y vecindad y de mejores casas que había en toda la
comarca. [...] Este testigo conoció en esta dicha villa muchas tiendas de
paños y sedas y lencerías y mercerías y los pueblos comarcanos acudían
a ella a proveerse de los que habían menester y a tratar y contratar y
llevaban muchas mercadurías fiadas para vender en sus lugares. (Caso
Amador 2001, 61)9
españolas capitaneadas por Haro lograron que el ejército luso se replegara hasta Yelves (Elvas),
pero allí, “en enero de 1659, se produjo un ruidoso descalabro para don Luis” (Valladares
1998, 162) y el valido, derrotado (y humillado ante sus enemigos políticos), fue relevado en el
frente portugués para pasar a encabezar la delegación española que había de negociar el tratado
de paz con Francia.
8. El Corpus Diacrónico del Español (CORDE) de la Real Academia (en línea) recoge numerosas
citas de autores como Quevedo, Góngora, Vélez de Guevara o Castillo Solórzano. Fregenal
también es citado por el dramaturgo Antonio Enríquez Gómez en El siglo pitagórico y otras
obras de su pluma; el autor, a buen seguro, conocía de primera mano el lugar debido a su
actividad como comerciante; recordemos que contrajo matrimonio con Isabel Basurto en
Zafra, donde vivieron unos años.
9. “Provanza e información hecha en la villa de Fregenal por cédula real de Su Majestad ante
el señor licenciado Alonso de Torres, alcalde mayor de la Justicia de esta villa y su jurisdición
sobre que haya feria y mercado en esta villa. Año de 1609”. Fondo Histórico General, leg. 1,
doc. 2.
Son, sobre todo, las comunidades fronterizas las que soportan múltiples
agresiones concretadas en sacas y levas militares, aumento de la presión
fiscal, obligación de alojar a contingentes militares de paso o estables,
o requisa de alimentos y ganado, aunque los efectos se hicieron sentir
en un territorio considerablemente más amplio. El temor a ser incluido
en las levas y extracciones de milicianos, la tensión psicológica ante la
proximidad del enemigo, la inseguridad derivada de la presencia de ban-
das de forajidos y desertores, así como los desmanes de los soldados que
integran el Real Ejército de Extremadura [...] son aspectos fácilmente
medibles en las fuentes documentales de los núcleos próximos al escena-
rio bélico. (Sánchez/Sánchez 8-9)
Precisamente son de 1656 y 1658 los dos Avisos de Barrionuevo que dan tes-
timonio del castigo al que se vio sometida la villa de Fregenal debido a las
incursiones del enemigo:
Por Fregenal, después de su muerte [la de João IV], han entrado 700
caballos, y se han llevado a Portugal más de 20.000 cabezas de ganado
de cerda, y todo lo demás que toparon, para darnos a entender que, para
hacer mal, no les hace falta su muerte. [...] El portugués ha entrado en
Extremadura por Fregenal y asolado diez lugares llevándose cuanto te-
nían, sin dejarles un cuchillo en las casas, y el ganado mayor y menor, y
entre ello, más de cien yeguas. (CORDE)
garantía alguna de “resguardo”, antes bien al contrario: al igual que otras po-
blaciones serranas pertenecientes al reino de Sevilla constituían desde la Edad
Media un muro de contención del avance enemigo hacia la ciudad.
En esa demarcación septentrional del reino de Sevilla se encuentran los
pueblos que contribuyeron más activamente a la guerra contra la rebelión
portuguesa (Aroche, Aracena y Fregenal, entre otros), los cuales contaban
con fortalezas medievales y compañías de milicias. Un estudio reciente aporta
documentación reveladora sobre la exposición real de Fregenal a lo largo de
toda la contienda: hubo planes de fortificación y obras defensivas efectuadas
tanto allí como en otros pueblos a escasas leguas de distancia de la raya, pues
desde los primeros años del conflicto se constata el riesgo para la población
y su vulnerabilidad, pese a ser una de las principales guarniciones de la zona:
Vino a esta plaza Carlos Reinalte [sic] ingeniero y comenzó a hacer una
fortificación cubriendo el castillo de esta villa, haciendo la muralla de seis
varas de alto y vara y media de ancho con su terraplén, y en la prosecución
de dicha obra hizo cinco fuertes terraplenados muy altos y escarpados ca-
paces para jugar la artillería, lo cual se continuó dos años y se quedó en
este estado cuando se ajustaron las paces. (Caso Amador 2005, 273-74)
A la luz de los datos, no hay duda de que en 1658 las comarcas que más ex-
puestas se encontraban con la reactivación del conflicto eran, precisamente,
las rayanas con el Alentejo portugués. De modo que una ubicación de los fes-
tejos conforme al criterio de la seguridad habría pasado por otras poblaciones
más al este, como Llerena, por ejemplo, o alguna de las situadas en el curso
de la Vía de la Plata, así Zafra o la propia Mérida, donde estaban convocados
a reunirse los ejércitos de la Corona para socorrer Badajoz y avanzar hacia
Lisboa capitaneados por don Luis de Haro.
10. Son dos los planos de fortificación que se han conservado (el segundo pertenece al Fondo
Clot-Manzanares de la Biblioteca de Extremadura –sign.: FA-MG 42–). Para su interpretación,
ver García Blanco (90-99) y Díez González (226). Quiero dejar constancia aquí de mi
agradecimiento a la Biblioteca de Extremadura por haberme facilitado a distancia la consulta
del plano perteneciente a sus fondos, así como a Carlos Sánchez, de la editorial 4Gatos, por su
ayuda y la cesión de la imagen para su reproducción.
11. Se refiere la investigadora al licenciado don Diego Bazán Moriano, que también aparece en la
relación como responsable de la misa del domingo festivo en la iglesia mayor de Santa María
de la Plaza. Aunque hemos podido verificar documentalmente el afincamiento en Fregenal
de la familia Bazán Moriano (procedente de Jerez de los Caballeros), así como de otras
personalidades que aparecen en el memorial, nos parece endeble como hipótesis de autoría del
memorial la suposición de que el secretario de la fiesta recurriera al hermano párroco para su
redacción.
Importa aquí tener presente quién era este conde de Villaumbrosa, que “au-
torizó el festejo como causa suya” (fol. 410r): se trata de don Pedro Núñez
de Guzmán, miembro de la parentela sevillana del segundo Conde Duque y
uno de sus principales herederos políticos. Ostentaba otros títulos nobiliarios
(marqués de Montealegre y de Quintana y conde de Castronovo); llegó a
Sevilla en 1653 para ocupar el cargo que le atribuye el memorial y allí residió
casi diez años.12
Recordemos que todavía don Luis de Haro ocupaba el cargo de alcaide
del Palacio del Buen Retiro, hasta que el 11 de septiembre de 1658 lo cede
oficialmente a su hijo don Gaspar de Haro y Guzmán, marqués de Heliche,
puesto desde el que organizaba los espectáculos de teatro, máscaras u ópera
para el entretenimiento de la familia real y que ya venía desempeñando de facto
en lugar de su padre desde tiempo atrás.13 Otro aspecto que nos interesa des-
tacar de don Gaspar de Haro es que su “entrega” al cargo, al parecer, incluyó
la elección de los argumentos de algunas óperas encargadas a Calderón para
el Buen Retiro (Flórez Asensio 148), como La púrpura de la rosa (1660) y Celos
aun del aire matan (1661), lo cual indica que su inclinación hacia las artes y las
letras no solo la empleaba en nutrir su biblioteca (afición que compartía con
el conde de Villaumbrosa, erudito y bibliómano)14 y su magnífica colección
de pintura, sino en su actividad como programador (alcaide) del Coliseo del
Buen Retiro.
De todo lo hasta aquí dicho respecto a estos Guzmanes sevillanos del
entorno de Felipe IV se deduce que la selección de las comedias que se repre-
sentaron en la grandiosa fiesta de Fregenal también lleva su impronta (o la del
tercer Guzmán interpuesto, Villaumbrosa, en quien se había delegado).
12. En tiempos de la regencia de la reina Mariana logró la presidencia del Consejo de Castilla y
se le otorgó la dignidad de Grande de España; no es posible desligar su ascenso político del
entramado de alianzas familiares que se estableció entre los Guzmán y los Zúñiga desde que el
primer Conde Duque de Olivares, don Gaspar de Guzmán, accedió al poder.
13. La relación Solemnidad festiva y célebre aplauso del feliz nacimiento de nuestro serenísimo príncipe
don Felipe Próspero de Austria, escrita por Sebastián Ventura de Vergara, va dedicada al marqués
de Heliche, a quien se le atribuyen todos los méritos de la fiesta: “Pareciera osadía poner en
manos de V. Excelencia tan pequeño volumen, a no conocer que es inmediato dueño de estos
aplausos y que el acierto dellos se debió tanto como a la fortuna, al desvelo de V. Excelencia”
(Real Academia de la Historia, sign. AB-D4, sin foliar).
14. Don Pedro de Guzmán también colmó su afanes coleccionistas, prueba de ello es el inventario
que él mismo encargó poco antes de su fallecimiento: Museo o biblioteca del excelentísimo señor
don Pedro Núñez de Guzmán, Marqués de Montealegre y de Quintana, conde de Villaumbrosa, etc.,
escrita por el licenciado don Joseph Maldonado y Pardo, Madrid, por Julián de Paredes, 1677. Existe
un ejemplar en la Real Academia de la Historia (sign. 9/1373).
15. Segunda parte de comedias escogidas de las mejores de España. Madrid, Imprenta Real, 1652, fols.
225-43. Para las citas seguimos el ejemplar custodiado en la Biblioteca Nacional: R/22655.
16. Los datos que arroja el Diccionario de actores (DICAT) son algo confusos: constan ocho comedias
representadas por la compañía de Cristóbal de Avendaño ante los reyes en 1635, cinco entre
el 14 de mayo y el 10 de junio, y otras tres en noviembre, entre las que se cita la comedia
de Enríquez con el título invertido (No hay poder contra el honor); sin embargo, Cristóbal de
Avendaño había fallecido a mediados de 1634. Si al famoso comediante le sucedió Salvador
de Lara “en la compañía y en la mujer” (la actriz María de Candao) pocos meses después
de su desaparición (tal y como consta en la documentación), es probable que a la compañía
aún se la contratara bajo su nombre. Agradezco a Teresa Julio haberme dado noticia de esta
representación; la investigadora de la Universidad de Vic se ocupa de la edición de esta comedia
dentro del subproyecto coordinado Edición y estudio de las comedias a nombre de Antonio Enríquez
Gómez (FFI2014-54376-C3-1P), que forma parte del proyecto Edición y estudio de la obra de
Antonio Enríquez Gómez y Felipe Godínez (II) mencionado arriba.
17. Conocida también con el título La industria contra el poder y el honor contra la fuerza. Se
representó el 29 de junio de 1623 en el Real Palacio del Alcázar por la compañía de Juan Acacio
(DICAT).
Tiene por protagonista un príncipe luso, [fue] escrita cuando los dos
reinos estaban unidos y en ella se llama a los portugueses indistintamente
portugueses o españoles. […] La representación de esta obra pretendía
reforzar la legitimidad del rey español, en este caso del infante, como rey
y heredero de la corona portuguesa. Por eso se llama a Felipe Próspero
príncipe constante. (Cuñado Landa 17-18)
Y un poco más adelante, contra el “no está Castilla para guerra” (que bien
pudiera herir la sensibilidad de un público muy castigado por una guerra real)
se alza la fuerza superior de la razón de estado:
príncipes suceden / por atender los monarcas / a diferentes juicios”. Por eso
este Rey Sabio, monarca por designación directa de la Divina Providencia no
le escucha: “Nunca lleguéis al oído / del rey a dorar palabras, / que el rey por
naturaleza / más acierta cuando halla / la razón por sí, que cuando / de ajena
idea la saca” (fol. 233v).
De tal cariz fueron los mensajes lanzados al rey Felipe IV y su acompaña-
miento –tal vez, el propio Conde Duque– en aquella primera representación
palaciega de No hay contra el honor poder en 1635, año en que, recordemos, se
había declarado la guerra con Francia.18 La comedia de Enríquez resulta ser
un texto lleno de sugerencias también en el Fregenal de 1658; solo puede
quedar para la especulación cuántas conciencias movió o cuántos vasallos en-
tusiastas de la causa portuguesa logró el festejo frexnense a esas alturas de la
guerra. Tampoco está a nuestro alcance dilucidar cuán identificada se vería la
noble villa al ver representada en la plaza, junto a los muros de su imponente
castillo templario, un pedazo de su historia fundacional; porque quizás lo que
exponemos a continuación tan solo sea una casualidad, pero resulta que hay
otros significados y evocaciones en esta obra que muy probablemente eran
conocidos por las autoridades locales y sevillanas y que, en tal caso, sin duda
servirían de criterio para la reposición de No hay contra el honor poder en Fre-
genal. El hecho es que la tierra de esta villa pertenecía desde la reconquista del
valle del Guadalquivir al alfoz hispalense por privilegio real de Alfonso X; no
obstante, poco después de que Sevilla la obtuviera por dicho privilegio real,
fue otorgada por el Rey Sabio al maestre don Juan Fernández de la Orden del
Temple, según un documento de 1283, que era “teniente logar del maestre
mayor en las cosas que la cavalheria del Temple ha en Castilla e em Leom e
em Portugal”, en agradecimiento por el apoyo recibido:
18. El Conde Duque creó poco antes del inicio de la guerra con Francia el llamado popularmente
“regimiento de los Guzmanes”, una unidad militar de elite social y política con la que pretendía
implicar a los nobles en los conflictos bélicos abiertos e “identificar así de nuevo a la nobleza
con la milicia” (Domínguez Nafría 728).
OBRAS CITADAS
19. Conflicto jurisdiccional que en el ámbito administrativo se prolongó hasta la división provincial
efectuada por Javier de Burgos en 1833.
* El presente artículo se ha beneficiado del apoyo del MINECO, Subdirección General de Proyec-
tos de Investigación (referencia FFI2013-48644-P), pues forma parte del proyecto Teatro, fiesta y
ritual en la monarquía hispánica (ss. XVI-XVII).
L
a Comedia de la invención de la sortija es un espectáculo festivo teatral
representado en dos días en Monforte de Lemos en el año 1594 con
motivo de la inauguración del Colegio de la Compañía de Jesús por el
arzobispo don Rodrigo de Castro (Cortijo 2001a y 2001b; González Mon-
tañés; Zugasti/Cortijo). Puede incluirse dentro de las celebraciones teatrales
cortesanas o de las de teatro escolar, pues la pieza se representó por niños de
dicho colegio y en un ámbito jesuita (Alonso Asenjo 2015); de otra parte, la
presencia de los condes de Lemos y otros miembros de la nobleza entre los
espectadores le asegura además un cierto carácter áulico, aunque una audien-
cia de este tipo no suele faltar tampoco en las representaciones de colegio.
En ella la música y la danza (de cuenta o cortesana y el baile popular) ocupan
papel preponderante y sirven para crear el ambiente deseado y caracterizar
a los personajes.1 Su fecha temprana y sus elementos dispares y misceláneos
nos permiten tener con ella una radiografía inusual sobre las representaciones
teatrales de la época, en camino hacia ese esplendor de la comedia áurea en
las variedades de comedia cortesana, comedia de corral, entremeses, autos y
teatro menor que harán su gran eclosión muy pocos años después.
La Fernán Núñez Collection de la Bancroft Library de la Universidad de
California en Berkeley, en su vol. 18, contiene una obra titulada Comedia de la
invención de la sortija: Comedia de / la ynuencion de / la sortija en la veni / da
a Monforte del / yllustrisimo Señor / don Rodrigo de Cas- / tro Arcobispo de
Se / villa Carde / nal dela santa ygle / sia de Roma.2
En él aparece la versión manuscrita de una comedia anónima, posible-
mente de autor gallego, pues un breve fragmento de la misma (ff. 35-36) se
escribe en este idioma. La comedia se compuso con motivo de la llegada del
arzobispo de Sevilla don Rodrigo de Castro (Valladolid 1523-Sevilla 1600) en
el verano del año 1594 a Monforte de Lemos (Lugo), lugar donde se debió
1. “La danza en la corte era algo cotidiano. Música y danza eran dos artes practicadas habitual-
mente que gozaban de gran prestigio entre los cortesanos. A esto se suma el hecho de que,
a pesar de la crisis política y económica que vive el país en este siglo, las fiestas se suceden
con asiduidad, en forma de representaciones teatrales, máscaras o saraos […]. Las danzas y
los bailes que se realizan en las representaciones cortesanas son danzas de cuenta españolas
y europeas, como sucede en el teatro profesional, pero también bailes populares, contradic-
toriamente, muy del gusto noble. En ocasiones, la danza sirve para reforzar el carácter de los
personajes, danzando los nobles y bailando los plebeyos” (Moreno Muñoz 206). Un ejemplo
concreto de sarao cortesano representado ante Felipe II nos lo brinda Alonso Asenjo 2012-
2013.
2. Para una primera noticia de la Comedia de la sortija y en particular del entremés gallego que
contiene, ver Cortijo 2001a y 2001b. Para un análisis más detenido, ver Zugasti/Cortijo.
4. Un rastreo del catálogo de Alenda y Mira no ha dado ningún resultado sobre las festividades
de 1594 en honor del arzobispo en Monforte de Lemos.
5. Ver García Soriano al respecto para el desarrollo del teatro escolar del siglo XVI; y González
Montañés para su análisis del teatro jesuita gallego, 2007a y b, 2008-2009a y b.
6. Tanto el habla de Quinolilla en castellano como en gallego tiene rasgos lingüísticos y temáticos
de este tipo de bobo entremesil.
7. Se trata de los VI condes de Lemos; Fernando Ruiz de Castro Andrade y Portugal, segundo
con este nombre, “sexto conde de Lemos, tercer marqués de Sarria, cuarto conde de Villalba,
segundo conde de Andrade, Grande de España de primera clase, embajador extraordinario de
Felipe II en Portugal y en Roma de Felipe III, virrey y capitán general del reino de Nápoles,
comendador de la Peña de Martos en la Orden de Calatrava, comendador mayor de Alcañiz, de
la Corona de Aragón, etc. Nació en Cuéllar por los años de 1548. En su mocedad quiso hacerse
fraile franciscano, para lo cual se escapó de su casa y fue a Cadahalso, de cuyo convento lo sacó
Parte II: [Cantan tres romance con instrumento] [Loa] [cantan letra; Ra-
zón, Justicia, Lemos]; Escena primera [Iglesia de Roma y Virtudes]; Acto
primero: Escena primera [Compostela: Siete Virtudes, Luzbel] [cohe-
tes] [matraca en canto de órgano con mudanzas de danzar; hacen cocos;
danzan]; Escena segunda [Vulcano] [encima de una bigornia artificio de
fuego]; falta escena tercera; Escena cuarta [Entremés del Vulgo (con es-
cena prologal en verso)]; Escena quinta [Rey de armas]; Acto segundo:
Escena primera [Tierra, Aire, Fuego, Agua]; Escena segunda [Betanzos:
Sol y Luna]; Escena tercera [Tuy: Nereo, Diomedes] [dancilla con mu-
danzas]; Escena cuarta [Monterrey: Minerva]; Escena quinta [Entremés
Templanza del vino]; Acto tercero [ms. dice ‘segundo’]: Escena primera
[Sarria, Andrade; Concejo tañendo, danzando, cantando y dando palmas]
[villancico] [glosa] [baile y villancico] [mudanzas de bailar con castañue-
las] [villancico]; Escena segunda [Mondoñedo y Viana]; Escena tercera
[Lemos e invenciones todas y mantenedores] [danza alrededor del ta-
blado con música]; Despedida.
Nótese que, grosso modo, este esquema responde, para ambos días, al modelo
de Loa + comedia + entremés + comedia + entremés + comedia + baile. Tras
cada presentación de las invenciones, aunque de preferencia en los entre-
meses, se remata la escena con música y baile, de modo que, como hemos
anotado en el esquema, la presencia de la música y la danza es casi una cons-
tante para casi todos los fines de escena y un componente esencial durante
la parte central de algunas. Cabría la precisión de que algunas de las escenas
obra o al menos lo que evite su fracaso en caso de que ésta no fuera lo suficientemente buena.
El carácter profesional que las representaciones van adquiriendo en esta época, y por ende, la
danza realizada en ellas, origina el desarrollo de esta última, pero también su rechazo por parte
de las clases más poderosas” (Moreno Muñoz 6).
12. Su primera mención aparece en un manuscrito de Londres (London British Library, Add.
29987), editado por Reaney.
13. Podemos citar a otro tratadista que habla de manera temprana del saltarelo, Guglielmo Ebreo
da Pesaro (c. 1420-c. 1484), maestro de danza, coreógrafo, teórico de la danza y compositor,
discípulo de Domenico da Piacenza (maestro de danza y autor del primer tratado sobre este
arte: De arte saltandi et choreas ducendi). Guglielmo Ebreo no solo difundió el nuevo arte de la
danza cortesana, sino que participó en la creación de los gestos y las posturas que caracteriza-
rán la danza cortesana europea durante los dos siglos siguientes. Escribió hacia 1463 su impor-
tante De pratica seu arte tripudii vulgare opusculum, de enorme difusión; de entre las danzas que
describe se encuentran la piva (baile con gaita), el salterello (danza popular de compás ternario,
muy alegre), el passo doppio (de compás cuaternario) y la bassa danza nobile e misurata (danza
muy solemne y lenta, típica representante de la danza cortesana del siglo XV). Por lo que toca
a tratadistas españoles de danza, destaca Juan de Esquivel, que en 1642 publica sus Discursos
A la salida, los arcos debajo del brazo y danzando. Al dar las letras, danzando, y
los arcos, etc., primera mudanza: el ojeo. Segunda: arremeter con los arcos y las
flechas a son, y Diana por medio, como que desparte cuando están juntas. Tercera:
el oso haciendo un caracol con lanzas, y llevándole medio muerto a son para dentro.
sobre el arte del dançado, sus excelencias y primer origen. El primer tratado sin embargo es el del
Manuscrito de Cervera, de 1496 (Archivo Comarcal, Lérida). Más tarde, en 1510 en Aviñón,
el estudiante Antonio Arena escribe Colección de Basses Danses (1538 y 1579).
Más adelante, en la escena quinta, Lugo saca por invención al dios Pan con
cinco pastores y un tamborilero. Frente al saltarelo anterior, del mundo
cortesano, Pan y los pastores representan ahora el mundo villano y pastoril
de los bailes, con sus correspondientes zapateados. A ello se añade el mar-
cado registro lingüístico popular, caracterizado por el habla gallega:14
14. “En general, las danzas se caracterizan por la realización de figuras que se forman por medio
de parejas, cuadros, filas de parejas, corros, dobles corros, etc., en donde el número de pasos
era muy importante para determinar una mudanza u otra. Estos pasos son deslizados con gran
solemnidad y sobriedad. Los brazos raramente suben por encima de los hombros y a menudo
se entrelazan con los de la pareja. El torso permanece inmóvil y la expresión de la cara está
casi ausente. En algunas piezas, como el Zapateado, estas características cambian: el hombre
mueve más agitadamente las piernas para zapatear y saltar, pero los brazos raramente intervie-
nen. La mesura, la simplicidad y la solemnidad en los movimientos son las características más
importantes. Los bailes poco a poco van alternado la realización de figuras con la de pasos de
bailes, de manera que utilizan ambas posibilidades. Los movimientos aumentan su velocidad
como consecuencia de la mejora progresiva de la técnica utilizada obteniéndose gran variedad
de ellos. Los saltos y los zapateados ya no son exclusivos de los hombres, sino que también
las mujeres los realizan. Los brazos suben más arriba de los hombros y se mueven mucho más
que en las danzas de corte, acentuando todo este movimiento con el sonido de las castañuelas,
elemento casi indispensable en los bailes. El torso, las caderas y el rostro aparecen como recur-
sos adecuados para la expresión de sensaciones y sentimientos que hasta ahora eran mostrados
raramente” (Moreno Muñoz 90-91). Compárese esta escena con el Diálogo de Alberte e Bieito
(Álvarez Blanco/Rodríguez Montederramo).
15. Para el baile del Villano, ver Moreno Muñoz 115. Entre los bailes populares, los de más fre-
cuencia en el teatro áureo son este y la Chacona. El primero aparece, entre otras muchas obras,
en San Isidro labrador (1604-1606?) y Al pasar el arroyo (1619), comedias ambas de Lope de
Vega.
16. Su profusión nos debe poner sobre la pista de que en la obra hay un intento marcado por
esmerar la coreografía, lo que pudiera hacernos pensar que se utilizaron las labores de algún
maestro de danza, perteneciente a la casa ducal de Lemos o bien adscrito de algún modo
al colegio jesuita. La escenografía y el decorado van aumentando su importancia desde me-
diados del siglo XVI, en especial en el teatro cortesano, fruto del deseo de espectacularidad y
ostentación. Por lo que toca a las celebraciones teatrales jesuitas, “no debemos olvidar que las
representaciones universitarias y jesuíticas no eran solamente contempladas por un público
perteneciente al ámbito estudiantil, sino que asistían personalidades civiles y eclesiásticas, in-
cluso la familia real y parte de la nobleza más destacada, convirtiéndose de esta forma en
acontecimientos que trascendían los límites de la Universidad o el Colegio. Como apunta la
profesora Ruiz Mayordomo, para tener una idea de la importancia que se daba desde la corte a
estas representaciones, basta observar que para las fiestas conmemorativas del centenario de la
fundación de la Compañía de Jesús, la música estuvo a cargo de la Capilla del Real Convento
de la Encarnación, para la comedia Las glorias del mejor siglo, del padre Valentín de Céspedes,
la escenografía fue encargada a Cosme Lotti, escenógrafo real, según nuestra terminología,
llegando incluso a escribir Calderón alguna comedia para ser representada en dicho Colegio”
(Moreno Muñoz 217-18; Menéndez Peláez 31; González Gutiérrez 269).
El de los arambeles,
la frente de cuerno,
17. Sobre la relación música y baile, Moreno Muñoz indica lo siguiente: “La música, en general,
mantiene un estilo homogéneo, utilizándose el compás ternario fundamentalmente, adecuán-
dose la melodía a las estrofas utilizadas en las letras de las canciones y a los acentos de las
palabras. Las estrofas más utilizadas son el romance y la seguidilla aunque aparecen también
otras” (329). Quiñones de Benavente era reputado, no solo como dramaturgo, sino también
compositor y ejecutante, “que le lleva a crear y fijar una serie de variedades entremesiles, como
el baile entremesado o entremés cantado y la loa entremesada, en las que mezcla palabra, danza
y canto” (Moreno Muñoz 329). Quizá quepa ver en este comienzo de la segunda jornada de
fiesta un preludio de la loa entremesada (ver Zugasti).
18. Para la gesticulación del actor barroco ver Martín Marcos.
El corrillo.
El de los arambeles,
los ojos de brasa,
mala dicha habredes
por lo que en vos pasa.
Cairá vuestra casa,
torres y paredes,
mala dicha habredes,
mala y mala estrena.
El de los arambeles,
la cara rugada,
mala dicha habredes,
porque es ya llegada
la hora menguada
en que vos penedes;
mala dicha habredes,
mala y mala estrena.
El de los arambeles
y la cola larga,
mala dicha habredes,
triste y muy amarga,
pues que Dios se encarga
romper vuestras redes;
Como puede apreciarse, se trata de un baile circular que deja la figura del
Demonio en el centro y los participantes realizan cuatro movimientos o mu-
danzas a su alrededor, acercándose o alejándose sucesivamente. El Demonio
sale de escena corriendo y los acompañantes lo hacen en procesión, del mismo
modo que entraron. Compostela lee su letra y lleva el emblema al cardenal,
seguido de las Virtudes, que danzan.
En la escena segunda del acto segundo, Betanzos saca por invención al
Sol y la Luna. El Sol explica el movimiento escénico de sus acompañantes:
En la escena tercera del mismo acto se presenta Nereo con marineros, y tras
recitar sus versos hacen “una dancilla cuyas mudanzas han de hacer lo que ellos
dicen y hacen cuando hay bonanza y cuando hay tormenta en el mar, que son:
la primera es como cuando reman; la segunda Anda la bomba, que es sacar el
agua; la tercera echar mano a las cuerdas. A la primera dirá esto confusamente:
¡Al remo, al remo! ¡Remar, remar, marineros! A la segunda: Ande la bomba, sacá
el agua, ande la bomba. A la tercera dirán: ¡Izá, izá las cuerdas, grumetes, pilotos!
¡Izá, izá! Hechas las mudanzas, díceles la Razón lo siguiente para dar el premio
a Tuyd, y hala de leer en voz alta. Vala Tuyd a dar al Cardenal; van los marineros
danzando por el mesmo camino que va Tuyd, y con esto se salen” (acot. al v.
565). Se trata de una variante danzada de las famosas barcarolas de la poesía ga-
llego-portuguesa, sin duda uno de los bailes de mayor esmero de toda la pieza.
El acto tercero va a poner en escena la representación bailada de carácter
popular más elaborada de toda la pieza. Como indica la acotación escénica:
“Vanse, y luego salen trayendo consigo un Consejo por invención, el cual
viene con su tamborino delante, cuatro serranos y cuatro serranas, donde hay
Zagalejos de la sierra,
honrad a Castro el Pastor,
porque en toda aquesta tierra
nunca le he visto mayor. (vv. 841-844)
Ya cerca del fin de fiesta bailado, “van a dar las emblemas ambos juntos al
Cardenal y Condesa, y valos siguiendo el Consejo. Al ir a dar las emblemas
empiezan a cantar este villancico, yéndose al derredor como suelen”:
VILLANCICO
Regocijo, regocijo,
que Galicia tiene un hijo.
Es hijo y es también padre,
y es amparo y es abrigo
de Galicia, que es la madre
del Cardenal don Rodrigo,
y todo el reino es testigo
con fiestas y regocijo.
Regocijo, regocijo,
que Galicia tiene un hijo. (vv. 885-894)
19. ¿Podría haber algún influjo de la danza de Los Seises (González Barrionuevo), representada
en su origen por niños danzantes y cantores en varios momentos de la procesión del Corpus
Christi o en Carnaval? Las castañuelas, por otra parte, son instrumento típico del mundo de
las mascaradas aldeanas y carnavalescas, amén de los bailes populares.
final en que “salen luego todas las invenciones y personajes que salieron en la
comedia juntos, viniendo por medio dellos los estados y ciudades a caballo, y
delante de todos el mantenedor Lemos y Compostela, que fue el de la primera
invención. Y dando dos o tres vueltas danzando al derredor del tablado al son
de uno o dos instrumentos que van entre ellos, se entran y sale otro que dice”
(acot. al v. 929):
DESPEDIDA
20. Cuando en el primer día sale un padrino a dar la invención de Lemos, la acotación indica que
Las danzas y bailes propiamente dichos pertenecen a los dos mundos repre-
sentados por el Saltarelo y el Villano, que se mencionan de manera expresa,
cortesano el uno, popular el otro, que alternan el ritmo reposado con el del
zapateado y los saltos. Hay asimismo menciones a tonos que debían ser parte
del acervo popular (Anda la bomba, por ejemplo), lo suficientemente conocidos
para que su simple mención en la acotación permitiera su correcta represen-
tación. En general podemos pensar que el boato de la celebración está en
consonancia con la prosapia y título del arzobispo y cardenal don Rodrigo de
Castro, a quien se dedica todo el festejo. Del decorado y atrezzo se nos dan
pocas indicaciones ex professo, aunque la descripción de los personajes en los
versos de la comedia nos habla del lujo y esmero en escenografía y vestido.
Ello se muestra en el contenido de las escenas bailadas, que suelen ser de
preferencia mitológicas, como es típico del teatro cortesano (Baco, Ninfas/
Diana, Nereo), aunque también hay una escena más en consonancia con re-
presentaciones sacramentales en que aparece un Luzbel risible y dos escenas
(bobo Quinolilla, Concejo popular con serranillas) que pertenecen de lleno al
mundo entremesil campesino. En suma, la Comedia de la invención de la sortija
permite asomarnos a un espectáculo completo y complejo de larga duración,
barroco en su esencia y temprano en cuanto a su composición, que explica
por su estructura y composición algunos de los elementos que se harán pro-
totípicos del mundo teatral que eclosionará a poquísimos años de distancia en
corrales, corte y calle.
OBRAS CITADAS
los músicos salen a escena: “Vanse a sentar en unas gradas que hasta aquí están cubiertas con
una cortina. Van vestidos como los pintan, y a sus pies se asientan dos Músicos y un Secretario
con tinta y papel” (acot. al v. 122). Para músicos en representaciones teatrales cortesanas, ver
Stein. Las acotaciones, indicaciones escénicas y las del manuscrito en que se conserva la come-
dia no nos permiten ser más precisos en cuanto a los músicos y bailarines de la representación.
Por su boato y complejidad, hemos de suponer que los niños del colegio debieron contar con
un avezado maestro de danza y/o ayuda por parte de alguien que desempeñara esta labor,
amén, quizá, de músicos, procedentes de la casa ducal de Lemos.
Alonso Asenjo, Julio. “Más que gaita y tamborín: La Breve Relación de las
fiestas que el Colegio de la Compañía de Jesús de Monforte de Lemos
hizo en la consagración de la iglesia nueva de Nuestra Señora de la An-
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revista del antiguo teatro escolar hispánico 5 (2012-2013): 1-56. 9 de octu-
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Resumen: Examen de una loa teatral representada Abstract: This study examines a theatrical loa per-
en Jaén en 1660 con motivo de la reapertura de la formed in Jaén in 1660 on the occasion of the re-
catedral de la ciudad. La pieza en verso tiene fuera opening of the city’s cathedral. This piece in verse is
de lo común el haberse conservado en el interior de unusual in that it has been preserved within a pan-
una relación panegírica que conmemora las fiestas egyric account that commemorates the celebrations
citadas, escrita por el fraile franciscano Juan Alegre. in question, an account written by the Franciscan
Destaca también el hecho de que podamos cons- friar Juan Alegre. Also of note is the fact that we can
tatar que la interpretaron comediantes de primer confirm that it was performed by actors of renown,
nivel, como José de Prado y Mariana Vaca, prece- such as José de Prado and Mariana Vaca, preceding
diendo a la representación del auto El Sacro Parnaso the performance of the auto sacramental El Sacro
de Calderón de la Barca, estrenado en Madrid du- Parnaso, written by Calderón de la Barca, an auto
rante el Corpus de 1659. Por todo ello, la inserción that premiered in Madrid during Corpus Christi cel-
de esta pieza en la fiesta que le dio lugar resulta del ebrations in 1659. For these reasons, the insertion of
todo excepcional y abre una nueva vía a un género this loa within the fiesta that took place is an excep-
que podríamos denominar loa dramática de pre- tional case and breaks new ground for a genre that
sentación de fiesta. we could designate as the dramatic introductory loa
for a fiesta.
Palabras clave: Teatro. Siglo de Oro. Loa dramá-
tica. Jaén. Fiesta. Keywords: Theater. Golden Age. Dramatic Loa.
Jaén. Fiesta.
A
quella tarde de octubre de 1660, Jaén brillaba en fiestas con motivo
de la reinauguración de su catedral, después de décadas de obras que
parecían no terminar nunca. En fechas recientes, Jaime García Bernal
(2008) ha tratado las claves retóricas e ideológicas de la Descripción panegírica
que hizo el escribano Juan Núñez de Sotomayor. La reapertura del templo se
vio como la llegada de un tiempo nuevo que acompañaría la transformación
de la vida espiritual, y su talante panegírico sobrepasó con creces lo que po-
dría haber sido únicamente una crónica del acontecimiento.
La tramoya festiva que rodeó estas fiestas jiennenses de 1660 fue en un
lenguaje que expresó el discurso que García Bernal (1999) califica de tautoló-
gico, y lo exacto de este término se demuestra en el propio éxito de las fiestas.
Imagen y palabra promovidas por don Fernando de Andrade y Castro, arzo-
bispo de Palermo y obispo de Jaén, junto al cabildo de la ciudad constituyeron
la fiesta total, que fue un ejemplo más de lo que puede considerarse una marca
del Barroco.
El trabajo citado de García Bernal es el marco interpretativo adecuado
para nuestra presentación. Estas fiestas ya hace años habían llamado nuestra
atención cuando me referí a ellas en un encuentro granadino, pero sin que
llegara a escribir sobre el festejo teatral mismo. Es, pues, ahora el momento
de recoger la antorcha para tratar los asuntos literarios y, más en concreto, los
teatrales, nada menores en esta celebración andaluza de los años 60.
Pocas veces tenemos varios testimonios escritos sobre una fiesta y de
muy diverso género. Además de la Descripción panegírica de Juan de Sotomayor
(1661) ya citada, se conserva un Relato de las comedias de esa fiesta que hizo Tomás
Fernández, gracioso de la compañía de Morales “el Gordo”, publicado hace más de
cien años por Alfredo Cazabán. En tercer lugar, y de signo ya muy distinto,
la Descripción panegírica incorpora completa la loa escrita por el franciscano P.
Juan Alegre para la ocasión, representada por dos comediantes principales de
la época: José [Antonio García de] Prado –autor de comedias que tenía vein-
ticinco años en aquel momento– y su madre, Mariana Vaca. Obsérvese que
incorporamos la loa entre los testimonios que nos dan noticia del festejo y es
que se trata realmente de una pieza que presenta la celebración y aporta datos
sobre lo que allí ocurrió. No es la única obra de ese género introductorio aún
falto de sistematización que se podría denominar como Loas de presentación de
fiestas, pero sí se trata de un ejemplo representativo, tanto por su texto como
por quién fue su autor y por conservarse dentro de una Relación de fiestas,
hecho realmente extraordinario, por lo escaso.
1. Esta tonadilla que comienza: “Vaya que vaya / vaya que venga / corriendo y volando por
el aire” aparece con variantes incluida también en otras obras, por ejemplo, en el entremés
La Plazuela de Santa Cruz, de Calderón, anterior a 1661 (Lobato 1989, 283 vv. 206-222).
A lo que sigue la exposición de Silvano dedicada a las razones que les han hecho
desplazarse desde su aldea en Granada a Jaén, entre las que hay un cambio de
fortuna en Julio ocasionado por su dependencia del juego de naipes. El viaje que
se narra del villorrio a la ciudad se aprovecha para contrastar la vida del campo
con la de la urbe y entonar un beatus ille sobre lo apacible de la primera:
ción de autos, sino la “Dedicación del Templo”, esto es, la nueva sacralización
de la catedral tras las obras.
No contento el criado con la respuesta, pregunta a Julio: “¿Cuál sea el
motivo extraño / de la fiesta?” (141), y la respuesta, mientras aguardan a la
compañía de comediantes, abre la segunda parte de la loa (142-48). Se trata
de una larga relación en boca de Julio, en la que se destaca lo excepcional de
incorporarla a una loa:
2. Don Fernando de Andrade y Castro, arzobispo de Palermo (28 de noviembre de 1644), fue
obispo de Jaén desde el 6 de julio de 1648 hasta que falleció el 21 de febrero de 1664.
3. Para más datos sobre la imbricación entre ambos personajes, véase García Bernal 2008, 289-
91, nn. 51-53.
Tras descubrirse un dosel y correrse una cortina, se oye una copla y salen a
escena los personajes del Celo, la Religión y la Fe, que serán quienes se pre-
senten uno a uno y dialoguen en esta última fase de la loa, para terminarla con
apelaciones directas del Celo al obispo –don Fernando de Andrade y Castro–,
de la Fe al cabildo eclesiástico y de la Religión a la ciudad, antes de retirarse
una a una con los últimos elogios al obispo, todo ello en estilo netamente
barroco.
No siempre es posible recuperar las noticias de los actores y actrices que par-
ticiparon en un festejo determinado. Pero en estas fiestas de Jaén, de forma
excepcional, se conservan dos testimonios que ayudan a ello. El más claro es
el propio texto de la loa en cuya portadilla se dice: “Representola Joseph de
Prado y Mariana Baca” (137). Se trataba, por tanto, del joven José [Antonio
García de] Prado y de su madre, Mariana Vaca.
Además de este testimonio, uno de los comediantes de la fiesta dejó otro
excepcional: el ya citado Relato de las comedias de esa fiesta que hizo Tomás Fer-
nández, gracioso de la compañía de Morales “el Gordo”. Aquí se da puntual noticia
de las obras que se hicieron:
Nombra, por tanto, a actores como [Alonso de] Olmedo y Josefa la de Ulloa,
además del propio Tomás Fernández, que es quien escribe y dice haber ac-
tuado en Las jácaras,5 haciendo de gracioso. La relación de nombres parece
corresponder también al auto El Maestrazgo del Tusón/Toisón, si nos fiamos de
4. Por “se estrena” ha de sobreentenderse en Jaén, pues este mismo auto El Maestrazgo del Tusón/
del Toisón se había representado en el Corpus de Madrid de 1659.
5. En cuanto a la jácara que se menciona, debe tratarse del entremés La rabia o de la mojiganga
de El Parnaso, 2.ª parte de La rabia, ambas protagonizadas por jácaras que se cantan, bailan y
cobran vida en personajes varios, las cuales antecedieron y sucedieron al auto El sacro Parnaso
en la representación del 12 de junio de 1659 en el Corpus de Madrid. Es muy posible que la
fiesta ya ensayada se trasladase completa a Jaén, con loa nueva para la ocasión.
los personajes que se indica en el Relato que hacían algunos de ellos, por ejem-
plo, “Olmedo, el galán” y parece que Josefa la de Ulloa el de dama: “Recibió
/ dos cartas de la platea” (186).
Lo cierto es que sabemos que ese auto lo representó el año anterior,
1659, en Madrid la compañía de Diego Osorio, el mismo día que Sebastián
de Prado hizo el auto El sacro Parnaso. El 12 de abril de 1660 el grupo de
Sebastián de Prado se fue a representar a Francia, con motivo de las bodas
reales, por lo que en octubre de 1660, fecha de las fiestas de Jaén, no parece
que estuviera disponible. Pero sí lo estaban los comediantes de Diego Osorio
y, entre ellos, el citado Olmedo6 que viajó a Jaén. Y, en efecto, la reciente
edición crítica del auto recoge que Olmedo estaba en el grupo de Osorio ya el
año anterior cuando el auto se representó en Madrid (Calderón 2014, 14). No
consta, sin embargo, la presencia de ninguna actriz llamada Josefa en aquella
fiesta de 1659.
Más extraña es la cita que se hace de Morales, “El Gordo”7 en función de
director de escena, y de su esposa, la Vaca, así como de las coplas que acusaban
al marido de cornudo y que corrían por Madrid: “el de la cadena de oro, / el de
la capa de felpa, / como el Marqués de Medina / le dijo en copla sangrienta”.
Y digo que la cita parece fuera de contexto, porque esos versos estaban diri-
gidos en los mentideros de la primera parte del siglo XVII a [Juan de] Morales
[Medrano], apodado “El Bonico” o “El Divino”, casado en 1602 con [Jusepa]
Vaca, del que se decía que se adornaba con los regalos que recibía su mujer
de diversos amantes: “cadenas de oro” y “capas de felpa”, entre otros. No se
entiende bien la mención a estos dos personajes muy anteriores en el tiempo a
la generación de comediantes de 1660, que intervinieron en esta fiesta, como
no sea un recuerdo que se hace a ellos en cuanto que la [Mariana] Vaca de
Morales de 1660 era hija de [Jusepa] Vaca, aquella de 1602 con fama de ligera,
y estaba a su vez casada con otro Morales: Jerónimo de Morales, apodado “El
Gordo”.
Lo cierto es que de todos estos nombres, solo sabemos con seguridad
que la loa la hicieron José de Prado y Mariana Vaca sin que podamos afirmar
con exactitud qué papeles les correspondieron. Los personajes principales de
la breve pieza fueron los de Julio y su criado, Silvano, del que se nos da el
matiz de que vestía “de color”. Hay, además, otras dos mujeres: la Fe y la Re-
ligión, y un hombre: el Celo, y no es posible saber cuál fue el rol representado
por Mariana Vaca. Quizá es mucho suponer que hiciera el papel del criado
Silvano, uno de los más largos de la pieza, que dice incluso una relación de los
hechos de más de cien versos al inicio de la loa.
La loa que antecedió en los Siglos de Oro tanto a la comedia como al auto
sacramental, no es género fácilmente aprehensible. La prueba es que mientras
tenemos monografías más recientes sobre el entremés (Martínez López), la
mojiganga (Buezo) y la jácara (Lobato 2014), la última escrita sobre la loa es
la de Flecniakoska, de hace más de cuarenta años (1975). Desde entonces, el
último trabajo de conjunto lo publicó Sileri en 2004.8 En él decía:
OBRAS CITADAS
Alegre, P. Fray Juan. Panegírico funerario en las exequias que la muy noble ciu-
dad de Loja celebró en la muerte de […] Filipo IV […] rey de España. Gra-
nada: Imprenta Real de Baltasar de Bolívar, 1667.
Alegre, P. Fray Juan. Música seráfica en ocho voces con que celebró la canonización
Resumen: Partiendo de la cualidad teatral del juego Abstract: Based on the theatrical quality of the
de la sortija llevado a cabo en la Villa Imperial de Po- juego de la sortija (game of the ring) held in the Im-
tosí en 1601, se estudia este torneo en el marco de perial Villa of Potosí in 1601, this paper studies this
la fiesta en honor de Santa María de Guadalupe de tournament as part of the festival in honor of Saint
Cáceres. Después de considerar la relevancia de este Mary of Guadalupe from Cáceres. After addressing
festejo y de su relato colonial, se abordan las carac- the relevance of discussing both this celebration and
terísticas generales de la celebración potosina y del its colonial account, I explain the general charac-
juego de la sortija como evento lúdico. Se revisa el teristics of the festival as well as of the juego de la
fenómeno de la invención como la conjunción del sortija. I also review the phenomenon of invención
concepto defendido por el caballero participante as the combination of a notion championed by
en la justa y el programa iconográfico desarrollado the knight participating in the tournament and the
para respaldarlo. Finalmente, de los cuatro cuadros iconographic program that he develops to support
o invenciones presentes en este juego de la sortija, such concept. Finally, out of the four invenciones
se selecciona el último para examinar cómo se represented at this early seventeenth-century juego
emplearon personajes y entidades de significación de la sortija, I choose to analyze the fourth in order
religiosa ancestral para fomentar el sometimiento to determine how characters and entities of ances-
de los indígenas andinos al cristianismo. tral religious significance were portrayed to further
the cause of Christian conversion of Andean indig-
Palabras clave: Fiesta. Teatralidad. Juego de la sor-
enous peoples.
tija. Potosí colonial. Fray Diego de Ocaña. Invención
festiva. Keywords: Festival. Theater. Juego de la sortija. Co-
lonial Potosí. Friar Diego de Ocaña. Invención in fes-
tivals.
F
iesta y teatro se hermanan en los eventos religiosos de Potosí en sep-
tiembre de 1601. Según consta en la narración de estas festividades, se
escenificó entonces, al menos, una obra teatral: la Comedia de Nuestra Se-
ñora de Guadalupe y sus milagros, de fray Diego de Ocaña (c. 1569-1608); pero
no es a esta obra dramática, pieza teatral indiscutible, a la que este estudio se
dedica. Más bien se dirige aquí la atención al hecho lúdico preponderante en
el relato de la fiesta: el juego de la sortija. Se trata de un torneo desplegado en
el texto en cuatro cuadros complejos, cuyos componentes espectaculares do-
tan cada uno de una enorme teatralidad. Aun cuando carecen de parlamento
fijo, los caballeros participantes en la justa encarnan roles, llevan vestuarios
y accesorios espléndidos, defienden un pensamiento y guían sus acciones por
el contenido de un cartel de desafío, publicado quince días antes del torneo.
Todos estos elementos se hallan amplificados con cortejos numerosos, carros
triunfales, personajes alegóricos, fuegos artificiales y motes copiados en folios
que se entregan al público. Esta exhibición, en donde los límites entre la reali-
dad y el teatro se difuminan, celebra el primer aniversario de la entronización
del retrato de Santa María de Guadalupe de Cáceres en la iglesia franciscana
de la Villa Imperial de Potosí.
Después de abordar la procedencia y la importancia del relato de esta
fiesta potosina y de tratar algunos de sus datos y aspectos más generales, pa-
saré a comentar el juego de la sortija. Me concentraré, finalmente, en el úl-
timo de los cuatro cuadros del torneo, integrado en las fiestas consagradas a
renovar el fervor hacia la imagen pictórica guadalupense. Se busca determinar
de qué manera la trama, los personajes, las acciones, los aparatos escénicos
y el final del conflicto planteado en esta sección de la justa contribuyen al
objetivo monárquico y eclesiástico de la conversión indígena. Se selecciona
en particular el cuadro final, dejando de lado los otros tres, pese a su rele-
vancia, no solo por la carencia de espacio en estas páginas, sino porque este
segmento inscribe participantes y personajes indígenas con actuaciones im-
portantes en el hecho dramático. Admito la limitación epistemológica de esta
separación forzada, pues, ciertamente, el programa iconográfico y escénico de
cada sección de una festividad se diseña para trabajar en conjunto y producir
un significado central (Aercke 24). Relativo a la fecha, debe indicarse que nos
aproximamos a una festividad en el umbral del siglo XVII, apartada sesenta y
nueve años de la invasión castellana del Tawantinsuyu, por lo que su estudio
como evento influyente en el proceso aún temprano de aculturación indígena
resulta pertinente.
LA FIESTA
burlesca de una boda judía (559), “fiestas de plaza por la noche, muy buenas,
de toros, y juegos de cañas” (561), otros entretenimientos lúdicos para que las
personas de a pie igualmente probaran suerte y, entre otras atracciones, una
“justa literaria” con premiación de los dos mejores poetas (561). Ocaña indica
que “los tablados de la plaza se quedaron hechos; y se fueron haciendo otros
muchos” (561).
La intención inicial del narrador es ser más exhaustivo en el relato de
estas fiestas, entre otras razones, porque desea enfatizar que no se diferencian
de las peninsulares: “El orden que en estas fiestas hubo fue el siguiente –y
pondrelas todas porque, cierto, hubo aquellos días cosas dignas de mandar a
la memoria y que, en cualquiera parte de España, parecerían bien–” (Ocaña
562). Al final del capítulo, no obstante, se concluye que termina pormenori-
zando solo los cuatro actos galardonados en el juego de la sortija. El monje
asegura que, si bien se presentaron otros caballeros y ficciones, él escogió los
más dignos de contar: “Estas cuatro invenciones fueron las mejores y como
tales las he puesto, contando, en particular de cada una, lo que trujo de cu-
riosidad. Y aunque hubo otros muchos aventureros, algunos no trujeron in-
venciones. Y otras no fueron de tanto aparato como las que he dicho” (587).
De ahí que el mismo Ocaña erige la singularidad de cuatro de los cuadros del
juego de la sortija en estas fiestas guadalupenses.
EL JUEGO DE LA SORTIJA
toda de damasco carmesí, donde […] estuviese mientras los aventureros iban
entrando en la plaza” (562). También despliega fuera un escudo cuya icono-
grafía y leyendas latinas, seguro aporte de los religiosos consultados, entre
ellos Ocaña, cifran para la alta cultura el tema de María como Reina del cielo
y de la tierra: “Estaba pintada la imagen de Guadalupe, en un campo azul a
manera de cielo, la mitad, y la otra mitad, a manera de un mar, y fijada en el
campo azul que parecía cielo, una estrella, y por letra, abajo, en el mar, Stela
maris, y alrededor del escudo, por orla, una letra que decía Regina omnium,
quae culmina coeli tenet” (565).
En este torneo potosino de 1601, quienes desafían sustentan conceptos
para retar el pensamiento del mantenedor; en otros festejos, al contrario, los
cuadros que se exhiben avalan el tema central de la fiesta (Aercke 22). Por
ejemplo, en 1608 los jóvenes criollos de Potosí deciden realizar “unas solem-
nísimas fiestas” el día de Corpus Christi para probarles a los españoles y, en
especial, a los vascongados, que, contraria a su opinión desdeñosa, los criollos
sí tenían dominio del caballo y “sabían de invenciones curiosas” (Arzáns de
Orsúa y Vela 1, 267-77). En consecuencia, las escenas portentosas que dan
vueltas a la plaza ocho meses después persiguen aniquilar el menosprecio. Por
su gran esplendor, los cuadros flamantes generarían embarazo y turbación en
los vecinos; en especial, en los denostadores a quienes iban dirigidas.
Otro detalle es que un jurado observa y enjuicia la actuación de los ji-
netes. En 1601 el tribunal lo componían “don Pedro de Córdoba Mesía, ca-
ballero del hábito de Sanctiago, corregidor de Potosí; el general don Juan de
Mendoza; el tiniente y los dos alcaldes ordinarios” (Ocaña 562). Mientras
los jueces, encaramados en un tablado, remedan en el escenario de la plaza
su posición preeminente en la organización estamental, los representantes
eclesiásticos replican esta articulación en la colocación de sus miembros: “El
señor obispo se puso en un balcón donde tenía puesto su sitial. Y con él esta-
ban todos los perlados de las órdenes, y los clérigos y frailes sentados por buen
orden en unos escaños en la plaza”. Las señoras ricas también ocupan una
localización especial: “Y desde el tablado de los jueces se seguía otro grande,
donde estuvieron todas las damas y mujeres principales de Potosí” (Ocaña
563). A veces, como en 1608, algunas de ellas reciben en público, de manos de
sus galanes, sean pretendientes, prometidos o esposos, los premios que estos
logran en las justas (Arzáns de Orsúa y Vela 1, 267-77).
Díez Borque señala que ciertos entretenimientos de las fiestas de re-
lieve eran “específicamente aristocráticos”. Se refiere a los juegos de armas
LA INVENCIÓN
LA OTRA CONQUISTA
Las acciones del cuarto cuadro del juego de armas se inician con la entrada
en la plaza de un bando de salvajes. Sus disfraces montaraces y su vida pri-
mitiva se denotan en los cuerpos cubiertos de materiales vegetales y en el
asimiento de armas rudimentarias. Un objeto importante que esta turba fiera
transporta es una gran piedra. Tras los salvajes y la roca entra una sierpe
enorme, descrita con alas y pies (un conjunto de individuos, ocultos bajo el
cuerpo y la cola de la criatura, le dan vida). El grupo se detiene en medio de
la plaza y, a través de pliegos que los hombres primitivos lanzan a los concu-
rrentes, anuncian que la roca oculta “en medio de su dureza, / nuestra igno-
rancia y rudeza”. Expresan que “aquella peña estaba encantada, y que de allí
LA PEÑA CARBONIZADA
SANGRE DE DRAGO
[…]. Nómbranse machacuay y amaro. Estas, cuando pueden ser habidas vivas
[‘capturadas’], las meten en tinajas grandes y las sustentan muchos años con
sangre de coyes y con yerbas, y les hacen muchas fiestas y sacrificios” (175).
Todavía en la actualidad Bouysse-Cassagnne descubre el tema de la serpiente
en las máscaras de los diablos de Oruro, en Bolivia. Admite que no puede
afirmar si el motivo proviene hoy de los taquis incaicos o del repertorio in-
fernal hispánico. Piensa más bien que quizás sea un homenaje al reptil como
acompañante del dios Wari, presunta deidad de los urus, “a quienes se sigue
rindiendo culto al final del Carnaval” (415).
De vuelta a la época colonial, propongo que en el cuadro que nos ocupa
no hay espacio para el culto disimulado del reptil mítico. Lo obstaculizan el
dramatismo de la pugna mortal entre la sierpe y el Caballero de la Predica-
ción y, sobre todo, la estratagema del engullimiento del Inca. Este artilugio
trabaja como un resorte emocional que asocia el reptil alado con el mal. La
reacción inmediata de los indígenas cuando el animal se traga al Inca parece
demostrar esta afirmación: “Los indios levantaron grandísimo alarido y voces,
como pesándoles de que su rey había sido libre del encanto y de aquel engaño
y peligro en que estaba y le había sucedido otro mayor que era quedar ente-
rrado en las entrañas de aquella sierpe y demonio” (Ocaña 584). Me pregunto
si la insistencia de la sangre en la composición de la sierpe potosina (“Llevaba
por la parte de adentro, por los costados, unas tripas grandes de vaca como
morcillas llenas de sangre” [Ocaña 583]) se relaciona en parte con el método
de alimentación de la machacuay o amaro, descrito por Albornoz.
Para concluir, retorno a la propuesta anterior de que la cuarta invención de
la fiesta potosina de 1601 configura una narrativa sobre la historia de la implan-
tación del catolicismo en los Andes. Esta ficción se ajusta al concepto de coloni-
zación de lo imaginario de Serge Gruzinski en cuanto intenta transformar en el
sujeto indígena la perspectiva de interpretación de su historia, de sus tradiciones
y en síntesis de sí mismo. El argumento del cuadro es de gran alcance temporal.
Al inicio, los 24 salvajes, armados de mazos y vestidos con elementos vegetales,
están pensados para remitir a la audiencia a una etapa remota de la existencia
andina anterior a la expansión incaica. Su primitivismo es evidente no solo en
los cuerpos mohosos (o con moho, como los describe el texto), sino en la roca
que transportan: especie de unidad demoníaca donde la piedra y el Inca, entidad
político-religiosa, se subsumen en síntesis de la idolatría.
Los indígenas de diversos pueblos y linajes que aparecen luego en el es-
cenario aluden a la etapa del dominio inca y de la imposición del culto solar.
OBRAS CITADAS
Ocaña, Diego de. “Memoria viva” de una “tierra de olvido”: Relación del viaje
al Nuevo Mundo de 1599 a 1607. Ed. Beatriz Carolina Peña. Barcelona:
CECAL/Paso de Barca, 2013.
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cas en Málaga: arte efímero e ideología en el siglo XVII. Málaga: Diputación
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Zúñiga y Arista, Gregorio de. Doctrina del cavallo y arte de enfrenar, dedicada al
serenísimo señor don Juan, príncipe de Portugal y del Brasil. Lisboa: Valentín
de Acosta Deslandes, 1705.
Resumen: Estudio del “tocotín”, danza de origen Abstract: The present study covers the “tocotín”,
prehispánico, dentro de un contexto de celebración. a type of dance of pre-Hispanic origin, in their cel-
La función de esta danza en los fastos novohispanos ebratory context. The role this dance has in the
es muy particular, ya que ayuda a entender el com- New Spain celebrations is very specific. It helps to
plejo proceso de mestizaje, puesto que se inserta un understand the complexity of the cross-cultural
baile indígena en un marco europeo. A lo largo de process, as an indigenous dance is inserted in an
estas líneas, se intentará describir las características european framework. Along these lines, we will
propias del “tocotín”, así como su supuesto origen. try to describe the specific characteristics of this
Por otra parte, se analiza a través de ejemplos su evo- type of dance to raise awareness about this kind
lución en el marco de la cultura española. Este será el of pieces and about their origin. Besides, based on
tema principal del artículo, puesto que el “tocotín” es some examples, we will try to analyse their evolu-
un elemento más del engranaje de la transculturación tion inside Spanish culture. This is the main topic
en Nueva España. El entorno de la fiesta, reflejo de of this article as the “tocotín” is just another ele-
una sociedad fuertemente jerarquizada, es idóneo ment of the transculturation of New Spain. The
para el estudio del papel de la cultura prehispánica celebratory context –during celebrations we can
en el siglo XVII. observe the hierarchy of society– is optimal for the
study of the pre-Hispanic culture role inside the
Palabras clave: Tocotín. Sincretismo cultural. Feste- hegemonic culture at that time.
jos. Sociedad jerarquizada. Nueva España.
Keywords: Tocotín. Cultural Syncretism. Celebra-
tions. Hierarchical Society. New Spain.
* Este artículo forma parte del proyecto de investigación Teatro, fiesta y ritual en la monarquía
hispánica (ss. XVI-XVII), dirigido por Miguel Zugasti, con referencia FFI2013-48644-P, concedido
por la Subdirección General de Proyectos de Investigación (MINECO).
E
n el presente trabajo se estudiará el tocotín, danza de origen prehispá-
nico, dentro de un contexto de fiesta. El marco en el que se desarrolla
este baile es el festivo, pues aparece con profusión en las celebraciones
de los pueblos indígenas novohispanos. En un primer momento, se procurará
definir de una manera adecuada la danza a partir de sus características pro-
pias. Después se analizará la inserción de este elemento prehispánico en un
contexto cultural distinto al original, es decir, dentro del complejo proceso de
mestizaje que se vivió en México con la llegada de los españoles.
A la hora de analizar el mestizaje, hemos de tener en cuenta un par de
conceptos clave para su cabal comprensión: me refiero a las ideas de acul-
turación y transculturación.1 Me atengo en este punto a las explicaciones de
Ortiz, quien define así el término aculturación: “Quiere significar el proceso
de tránsito de una cultura a otra y sus repercusiones sociales de todo género”
(86). No obstante, la voz tranculturación parece más apropiada para definir la
influencia de dos culturas en contacto, pues expresa los variadísimos fenóme-
nos que se originan en América –el autor emplea estos términos en un estudio
sobre Cuba, pero se puede extrapolar al resto del continente– por las com-
plejísimas transmutaciones de culturas que se dieron, sin conocer las cuales
es imposible entender la evolución del pueblo (86). El mismo Ortiz propone
sustituir un término por otro:
1. Para el primero de ellos, remito a Baucells Mesa y para el segundo, a Ortiz y Sales Salvador.
La voz tocotín no proviene del náhuatl, sino que se trata de un término ono-
matopéyico creado por los españoles que hace referencia tanto al baile en sí
como a la canción y la música que lo acompañan. Dichas piezas se danzaban
y cantaban al ritmo de un instrumento genuino llamado teponaztle, un “idió-
fono tallado en un tronco de madera, en una sola pieza y con dos lengüetas
acústicas; tocado con baquetas con cabeza de hule” (Pareyón 1). El término
teponaztle significa ‘dualidad’, ‘complemento’ y ‘acompañamiento’ (Pareyón
2). Junto con otro instrumento llamado huehuetl, se considera uno de los per-
cutores clásicos sagrados de Mesoamérica (Pareyón 1). En los Cantares mexi-
canos y Romances de los señores de la Nueva España, donde se recoge parte de la
producción poética prehispánica de México (Sautron 115), se explica el ritmo
del tocotín por medio de cuatro sílabas: to, co, qui y ti.2 Como veremos a conti-
nuación, estas sílabas parecen dar nombre al término.
2. Sobre la reconstrucción musical del tocotín ver Bierhorst 75; Parodi 2009, 264-66.
Bailad, mexicanos,
suene el tocotín,
pues triunfa María
con dicha feliz.
3. Ver Padilla Zimbrón 237; Parodi 2009, 260. Ambas manejan la edición que en 1944 publicó
Agustín Yáñez. Yo empleo el ejemplar de Los sirgueros de la Virgen de la John Carter Brown
Library (signatura: B620.B815s)
Cabe hacer un breve inciso, pues aquí se aprecia de nuevo cómo ambos tér-
minos se toman por sinónimos e intercambiables (las cursivas son mías). Nó-
tese además la presencia de los dos instrumentos que servían para marcar
el ritmo del tocotín: el teponaztle –mencionado más arriba– y los ayacatztles,
que recuerdan a unas maracas. Añádase que, tras esta presentación, Matías
de Bocanegra transcribe las estrofas del tocotín que él mismo compuso para
la ocasión y que ocupan 56 versos (Rojas Garcidueñas/Arrom 377), tocotín
como: “Huel ni machicáhuac; / no soy hablador: / no teco qui mati, / que soy
valentón”, donde se complementan ambos idiomas para lograr la cohesión
del poema. Se aprecia este virtuosismo lingüístico tantas veces alabado a Sor
Juana Inés de la Cruz por la crítica literaria (Sor Juana Inés de la Cruz 1952,
42). Enrique Flores (49) afirma que cuando los tocotines se expresan en len-
gua castellana, se pueden apreciar ecos fonéticos y gramaticales del náhuatl.
Por otra parte, las composiciones en esta lengua marcan lo afectivo mediante
el tono, la acentuación, el timbre o los gestos.
Este claro ejemplo muestra la capacidad de sincretismo cultural a la que
se llegó en América, y en concreto en Nueva España, a través de la poesía.
Además, corrobora la idea de que este tipo de composiciones fue uno de los
elementos más versátiles de la cultura prehispánica, debido a su capacidad
para adaptarse a diversas situaciones y contextos culturales con suma facilidad,
visto que se emplearon en celebraciones masivas (Parodi 2009), aunque tam-
bién podemos encontrar tocotines lejos de los fastos, como creación artística
personal. Es decir, eran juegos lingüísticos con finalidad estética y lúdica.
Habíamos hablado de la danza que da lugar al tocotín: el netotiliztli. Era
una danza en náhuatl con su propio ritmo y respondía a determinadas necesi-
dades. Es decir, es genuina y propia del indígena. El resultado criollo, el toco-
tín, es un divertimento para la sociedad novohispana. Por lo tanto la función
social que cumple se aleja del mundo únicamente indígena para cubrir una
necesidad diferente. Forma parte del festejo europeo, porque se ha adaptado
para este fin. Esta transición cultural de unos a otros (indios y españoles)
es la esencia de la transculturación. El tocotín en su adaptación responde al
sincretismo cultural entre lo indígina y lo europeo. Insisto en que es evidente
que los criollos veían el pasado precolombino con buenos ojos. Y aunque la
sociedad fuera jerarquizada, donde el indígena quedaba en los estratos bajos,
no debemos olvidar que era más fácil comprender y asimilar la cultura de su
pasado, cultura popular de calle y plaza, antes que la implantada por los euro-
peos. En suma, el tocotín es un tipo de baile que rememora lo precolombino
y lo ensalza ante la vista de grandes personalidades que llegaban a América.
Se puede considerar su inserción en suntuosos fastos como una mirada ufana
al pasado, coincidiendo con la aseveración de Hanrahan.
La mitología o los héroes castellanos que pertenecen al imaginario es-
pañol tienen difícil arraigo en Nueva España, ya que, en su realidad mestiza,
la sociedad novohispana conocía otro imaginario distinto, del cual no renegó,
más bien enfatizó en este tipo de textos. Algunas de las composiciones que
/ Que el cielo cejado / abre sin dormir / pestañas de estrellas / a veros gemir”
(Hanrahan 56). Este tocotín se encuentra en la Vida de San Ignacio, y un ejem-
plar de este texto lo hallamos, según Hanrahan (55), en la Biblioteca Nacional
de México, con signatura ms. 244.(588)5 En esta ocasión hay un claro lamento
por la situación de aquellos caciques mexicanos, quienes una vez fueron no-
bleza y ahora sufren bajo numerosas cargas. Al tener en cuenta estos textos
es fácil pensar en la insatisfacción por la autoridad hispánica. Sin embargo, la
carga que sufre la población nativa es la impuesta por Dios, de manera que se
encuentra en la rama de la literatura ascética. Más adelante el tono cambia y
el lamento es motivado por la desaparición de los indios, ya que en esa época
el número de población indígena había disminuido considerablemente:
Hanrahan relaciona este poema con la idea de aquella época según la cual era
decreto divino esta disminución, por lo que estaban destinados a desaparecer.
Son varios los autores que lo afirmaban y daban diversos motivos: Mendieta,
Dávila Padilla y Torquemada (Hanrahan 57).
Estos textos muestran un plano de interpretación que alcanza la crítica
social, pero en mi opinión tampoco se rechaza el sistema jerarquizado. Por lo
5. Padilla Zimbrón lo ha trabajado y, según creo, fue objeto de su tesis de licenciatura en 1993.
El texto llama la atención sobre el hecho de que señala que se trata de “in-
dios nobles” y menciona cómo estos bailan sus mitotes o tocotines y lo hacen
cantando en su propio idioma. Este detalle es muy revelador, puesto que el
tocotín era una composición de la nobleza indígena que cantaba las hazañas
de sus héroes. Pero con la llegada de los españoles, los héroes cambiaron y se
tomaron los modelos clásicos. Además, algunos de los tocotines que se cono-
cen están compuestos en español. Es decir, el elemento cultural de la nobleza
indígena se transforma para ser capaz de estar al servicio de la nueva sociedad.
Una sociedad mestiza cuya élite social es la española. En este caso, parece ser
que el tocotín se cantó en náhuatl, siendo un tipo de integración mayor, ya que
se respeta la forma y el idioma del género.
Podemos afirmar que los parámetros culturales que triunfan son los
europeos. Por lo tanto, la participación responde a la jerarquía social im-
perante: la criolla. Y esta realidad también se refleja en los textos, puesto
que los elementos prehispánicos se insertan en el formato festivo europeo,
que en realidad funciona como marco cultural de la sociedad novohispana.
Alberro (443-60) estudia el viaje del marqués de Villena desde el punto de
vista del criollismo, enfatizando el papel del criollo en su búsqueda de una
identidad propia.
En el ejemplo del festejo de la Compañía de Jesús al citado Marqués,
el tocotín cierra el espectáculo. Como este baile sirve para homenajear al
virrey, la nobleza mexicana es sustituida por una alabanza al propio Mar-
qués. Sí se apela para que los mexicanos dancen, dado que en esta ocasión
tienen ante sí al “sol de Villena”, pero el texto gira en torno a la figura del
virrey. De hecho, el festejo completo se centra en ensalzar el linaje de este
personaje, a causa de que fue el primero que siendo Grande de España se
ocupó del virreinato novohispano. El tocotín lo deja claro desde los versos
iniciales: “Su sangre cesárea, / cual rojo matiz, / dorado epiciclo / rubrica en
carmín” (Rojas Gacidueñas/Arrom 377) –las cursivas son mías. En el caso
del marqués de Villena el elemento más característico del reflejo del poder
real es su linaje, debido a que su sangre es un símbolo que acerca al rey
Felipe IV a Nueva España. Esto se debe al parentesco que existía entre el
monarca y el Marqués, lo que provoca que lo distintivo de este tocotín sea
el elogio del nuevo virrey.
De todas formas el tocotín, según hemos visto desde el comienzo de
este trabajo al describir estas danzas, representa algo más que una danza po-
pular indígena, porque es un símbolo del mestizaje y de la hibridez, es decir,
del sincretismo cultural. Recordemos la definición que a este respecto daba
Parodi y que se citó al comienzo de estas páginas. Pero además pienso que la
crítica debería aclarar más su función social. Por un lado, los cronistas, como
Francisco Bramón, Gutiérrez de Medina o el Padre Morales hablan de los
tocotines o mitotes que los naturales bailaban en ocasiones festivas y dedican
párrafos a describirlos. Pero por otro lado tenemos estos textos generados
por los criollos dentro de una cultura barroca, textos que abrazan la métrica
española y que tan solo se representan con disfraces al modo y usanza de los
indios, pero en todo caso no responden al ámbito de los indígenas novohispa-
nos, por mucho que se trate de un elemento indianizado. El intelectual crea a
imitación, mientras que los indígenas transmitían su propia cultura. Es decir,
cabe hacer distingos entre unos y otros, pues no pueden considerarse iguales
por mucho que los segundos emulen a los primeros.
CONCLUSIONES
OBRAS CITADAS
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Masera, Mariana. “Algunos aspectos de la multiculturalidad en las literaturas
novohispanas: España, África y América”. La literatura impresa popular en
España y en la América colonial: formas y temas, géneros, funciones, difusión,
historia y teoría. Dir. Pedro M. Cátedra García. Salamanca: SEMYR, 2006.
331-48.
Morales, Pedro. Carta del Padre Pedro Morales. Ed. Beatriz Mariscal Hay. Mé-
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Editorial de Ciencias Sociales, 1983: 86-90.
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prosodia y rítmica”. Memorias del II Foro Nacional Sobre Música Mexicana:
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Parodi, Claudia. “Indianización y diglosia del teatro criollo: los tocotines y
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Parodi, Claudia, Manuel Pérez y Jimena Rodríguez. “Introducción”. La re-
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Sautron, Marie. “El lenguaje sonoro del canto náhuatl prehispánico”. Hespe-
ria: Anuario de Filología Hispánica 4 (2001): 115-36.
Resumen: Estudio de una obra poco conocida del Abstract: Study of Mentir y mudarse a un tiempo,
Siglo de Oro, Mentir y mudarse a un tiempo, de los an almost unknown play by Diego and José de
hermanos Diego y José de Figueroa y Córdoba, au- Figueroa y Córdoba, Spanish Golden Age play-
tores igualmente poco frecuentados. Esta comedia wrights. This play was written to be staged at
fue escrita para ser representada ante Felipe IV y su the Buen Retiro palace (1658), in the presence of
corte en el Palacio del Buen Retiro, en 1658, y hace Felipe IV and his court; in fact, there are a lot of
referencia a personajes reales del momento (nobles, topical references in the text of the play (battles,
políticos, militares), mezclando elogios, relación de political events…). Moreover, Mentir y mudarse a
hechos bélicos y alguna crítica velada. Por otra parte, un tiempo is affected of some problems of textual
Mentir y mudarse presenta problemas de ecdótica criticism (there are big differences between the
(diferencias sustanciales entre sus testimonios crí- copies) and irregularities in the process of censor-
ticos) y de censura (en el permiso que extendió el ship by the prosecutor Juan Navarro Espinosa. lt is
fiscal Juan Navarro de Espinosa). Se conserva en un preserved in an autograph manuscript (BNE), al-
manuscrito de la BNE, supuestamente autógrafo though with several other hands taking part in the
(aunque con varias manos intervinientes, además de text (scenic shortcuts, addenda, some mistakes in
las de los hermanos Figueroa), que presenta curiosos the licenses). Finally, there are doubts concerning
e interesantes atajos de diferente índole (escénicos, the dates of its staging.
censorios), irregularidades en sus licencias de repre-
sentación, dudas en cuanto a las fechas de su puesta Keywords: Theater. Golden Age. Diego and José de
en escena, etc. Figueroa. Politics. Censorship. Navarro de Espinosa.
War of Flanders.
Palabras clave: Teatro. Siglo de Oro. Hermanos
Figueroa. Política. Censura. Navarro de Espinosa.
Guerra de Flandes.
* Este trabajo es fruto del proyecto de investigación “CLEMIT- Base de datos integrada del teatro
clásico español”, financiado por el MINECO-FEDER, UE, FFI 2015-65197-C3-3-P.
A
finales de febrero y comienzos de marzo de 1658 se celebraron en
Madrid, con motivo de las Carnestolendas, diversas fiestas teatrales
palaciegas en varios reales sitios. Era una de las primeras grandes oca-
siones en que se organizaban en Palacio estos deslumbrantes festejos teatrales
tras la muerte de su gran artífice, Baccio del Bianco, quien había fallecido en
la capital ocho meses antes (en la madrugada del 29 de junio de 1657). Quizá
la desaparición del escenógrafo italiano hizo que en las representaciones car-
navalescas de 1658 se alternaran más de la cuenta esos fastuosos espectáculos
tramoyeros que llamaban “la fiesta grande” (con frecuencia de tema mitoló-
gico), con otras piezas de tipo más sencillo, comedias urbanas, de enredo, de
capa y espada, etc.
Una de esas sencillas comedias de enredo escritas ex profeso para una
representación palaciega fue Mentir y mudarse a un tiempo, de los hermanos
José y Diego de Figueroa y Córdoba. No se sabe demasiado acerca de estos
ingenios áureos, pero los hermanos Figueroa estuvieron bastante relacionados
con las fiestas teatrales cortesanas. El mayor de ellos, Diego, nació en Sevilla
hacia 1619, pero su familia se instaló después en Madrid, donde nacería José
en 1629; Diego murió hacia 1673 y José en 1678. Poco se conoce de sus años
de juventud; parece (según cuenta Cotarelo en uno de los pocos trabajos de
entidad dedicados a los Figueroa) que estudiaron en Salamanca y que Diego
participó en 1638 en el episodio de Fuenterrabía; en 1640 se le concedió el
hábito de Alcántara (también a José, en 1649).
A Diego de Figueroa están dedicadas las dos partes de la colección de
entremeses Rasgos del ocio (Madrid 1661 y 1664), y Cotarelo le consideraba
“más poeta y como maestro de su hermano segundo” (149). En cambio, el
dramaturgo Francisco de Avellaneda (contemporáneo suyo y autor también
de alguna notable fiesta teatral palaciega) consideraba a José, el menor de los
Figueroa, “el más florido ingenio de España. […] ¿Quién le puede negar la
gracia de las flores? Sus sainetes son de Santa Cruz, y sus comedias de Aran-
juez, por ser todas de placer” (Cotarelo 156). Sea como fuere, y sin entrar
en quién aventajaba al otro en talento literario, los estudiosos de las obras
dramáticas de estos dos ingenios consideran que adolecen de cierta falta de
originalidad argumental, aunque suplen la escasa inventiva con un estilo y
un lenguaje correctos, así como con un adecuado tratamiento de los recursos
humorísticos.
Escribieron los hermanos Figueroa varias obras en colaboración: A cada
paso un peligro (1660), La dama capitán (que se hizo en 1661 en Palacio), Leoncio
Ignacio Arellano les dedica a los Figueroa unas pocas líneas de su Historia del
teatro del siglo XVII, donde filia también Mentir y mudarse a un tiempo con la fa-
mosa comedia de Ruiz de Alarcón: “Diego y José de Figueroa, autores de una
reescritura de La verdad sospechosa que titularon Mentir y mudarse a un tiempo,
y de otras comedias como Pobreza, amor y fortuna, A cada paso un peligro, La
dama capitán, Vencerse es mayor valor” (612).
En un capítulo de la Historia del teatro español de Huerta Calvo sobre los
dramaturgos menores del siglo XVII le dedicamos al teatro de los Figueroa
algo más de atención; en concreto, sobre esta comedia, decíamos:
se menciona a Catalina Erauso (la monja alférez), al padre jesuita Juan de Ma-
riana (autor de una célebre Historia de España) y esos nombres: Pérez, Benito…
El texto originario tapado por esa hoja pegada son catorce versos que ya prácti-
camente no se pueden leer; con cierta dificultad se puede más o menos intuir al
trasluz parte de su contenido, pero algún verso está además concienzudamente
tachado en espiral para hacerlo ilegible, con lo que solo hemos podido hacer
una transcripción parcial y (lo asumimos) bastante defectuosa:
MOSCÓN No, reina, por San Millán, MOSCÓN No, reina, por San Millán,
que miente; por [¿Urbetana?], que no puede irse a la mano
no obrar… [?] en mentir:
si nobleza [¿por?] apellidos. INÉS ¿Benito? Es llano
INÉS ¿Pérez a secas? No he leído que el hombre no es caballero:
tal linaje en Mariana. así se llama el cochero
MOSCÓN Pues en muchas bibliotecas de casa.
hay historia de los Pérez.
de… [?]
La monja alférez,
que escribió de las Batuecas;
y si de curiosa pecas,
[?] pondré [?] en tu [?]
[?] ………………es llano,
que al [xxxxxxxxxxxxxx]?
INÉS Así se llama el cochero
de casa.
En las copias impresas de Mentir y mudarse a un tiempo este pasaje figura tam-
bién así de recortado, con lo que los versos originales desaparecieron por com-
pleto de su transmisión textual. Normalmente, en estos manuscritos de repre-
sentación muchas veces se atajaban determinados pasajes que no se iban a decir
en la representación por alguna razón de tipo escénico (ahorro de tiempo, falta
de actores, etc.); pero luego estos atajos sí se trasladaban a las versiones impre-
sas, para que el texto no perdiera coherencia. En este caso no: el pasaje se ha
ocultado completamente, no sabemos por qué razón, y el texto de reemplazo
son apenas esos tres versos que enlazan mal el diálogo de los criados.
Hay en este manuscrito de Mentir y mudarse a un tiempo otros varios
casos similares que, curiosamente, casi siempre coinciden con menciones de
1. Esas fieras veinticinco lenguas equivalen a unos 121 kilómetros; los mapas modernos señalan
que la distancia entre Olmedo y Madrid es de 144 kilómetros.
la versión impresa, aunque aquí se trata de simples enjaulados que dejan ver
perfectamente el texto):
a la nación española,
dijo, arrogante y soberbio,
que a su nación se debía
la gloria, el lauro y el premio
de aquella facción. Yo, entonces,
tocándome ya el empeño
por mi patria, le respondo:
“De vuestra nación confieso
que en la militar escuela
ha sido siempre un espejo
donde se mira el valor.
Pero con España fueron
ociosas las competencias
cuando tan vivos ejemplos,
ya de antiguas tradiciones,
y ya de acasos modernos,
le dan el laurel sagrado
por primera en el manejo
de las armas”. Replicome
y, ya encendido en su pecho
el odio y en mí la ira,
llegamos a los aceros
de las palabras; si bien,
más dichoso mi ardimiento
que su arrogancia, le hizo
medir de una punta el suelo.
Murió, en fin, y aquella noche,
fiando a su manto negro
mi vida, por desusadas
sendas y rumbos inciertos
llegué al mar a tiempo que
daba las velas al viento
un navío para España;
embarqueme y su elemento,
blandamente favorable,
sin oposición del tiempo
nos condujo a La Coruña;
Pero en este cotejo que hemos hecho de los sucesos históricos y de los ver-
sos de la comedia Mentir y mudarse a un tiempo hemos reproducido hasta el
momento la versión atajada del manuscrito, idéntica a la que se lee en los
impresos. Veamos ahora cómo era la versión original, recuperando los frag-
mentos suprimidos (aparecen enjaulados y con una infinidad de noes en los
márgenes), que marcamos con una tachadura y ubicamos con los versos que
los anteceden y suceden de los ya transcritos arriba. El primer fragmento
corresponde con la figura de don Juan José de Austria (y alude a “su heroico
nacimiento” y sus cualidades como “príncipe”) y el segundo con “el gran Ca-
racena” (donde se glosan sus glorias y triunfos):
Mas esto
la elegancia, los acentos
del divino cordobés
Lucano;2 porque mis versos
[de] cantaran sus hazañas,
haciendo el renombre eterno
del marqués de Caracena.
Mas ya le nombré: ya puedo
decir que lo he dicho todo.
Porque son tan manifiestos
sus triunfos, tan inmortales
sus glorias y sus trofeos
heroicos tan repetidos,
que ya político el tiempo,
por excusar a la fama
que se embarace en sus hechos
y se olvide de los otros,
los tiene en su nombre impreso.
El gran Caracena, en fin,
formó el campo y, dividiendo
el ejército en tres trozos,
encargó él uno; mas esto
ya os lo habrá dicho la fama… (fol. 6r)
No sabemos por qué se recortaron los elogios a estos héroes militares, pero
cabe tal vez recordar la recomendación de Pellicer en su Idea de la comedia de
2. Marco Anneo Lucano (Córdoba 39-65 d.C.), poeta y dramaturgo hispanorromano, sobrino
de Séneca, dio muestras de una gran precocidad literaria; cantó en su Farsalia las hazañas de
la guerra civil entre César y Pompeyo. Murió también muy prematuramente, a causa de sus
sátiras y conspiraciones contra el emperador Nerón. Lope de Vega reclamó a través de su nom-
bre (y el de Virgilio) la función de los poetas y su defensa en un poema de La vega del Parnaso
(1637): “Nunca hubiera sido Nerón tan fiero príncipe / si hubiera sido a los poetas blando, /
pero dio muerte al cordobés Lucano, / y al grande amigo de San Pablo, Séneca” (fol. 28r).
***
En efecto, ninguno de los dos censores hace atisbar en estas notas que hubie-
ran detectado algo punible en la comedia, si bien Navarro de Espinosa (que
tenía una acreditada tendencia a quejarse y poner pegas en sus censuras) sí
parece sugerir que su aprobación estaba más bien basada en el hecho de que
Mentir y mudarse a un tiempo ya había sido representada antes para la Corte,
por lo que “con tan grande aprobación” (frase en la que se advierte tal vez
cierto sarcasmo) podía pasar a los corrales.
Alviti ya identificó una de las manos como la del copista Sebastián de
Alarcón, quien intervino en la primera jornada (fols. 8v-11v), y el equipo de
Manos teatrales ha completado recientemente el estudio de esta cuestión, de-
tectando hasta cuatro copistas más, aunque no identificados. Es decir, hasta
cinco manos intervinieron en el texto de este manuscrito de Mentir y mudarse
a un tiempo, más otras cinco que lo hicieron en las notas de censura, sobre las
que conviene tener en cuenta algunos detalles.
Aclaremos en primer lugar que estas notas de la censura se pueden sepa-
rar en dos grupos: las que corresponden a una puesta en escena de 1658 y las
de una reposición de 1685. Pero la secuencia no aparece ordenada en el folio,
ya que lo primero que se lee es la licencia del fiscal Sarasa, de junio de 1685.
Señor:
Esta comedia es de la fiesta que el señor Marqués de Liche hizo las Car-
nestolendas3 a Sus Majestades, que Dios guarde. Tuvo muchos aplausos
en el Buen Retiro; paréceme que, con tan grande aprobación, V.[S.] dará
licencia4 para que se repita en los teatros de esta corte.
Madrid, abril a 31 de 1656.5
Fiscal Juan Navarro de Espinosa. [rúbrica]
Señor:
He visto esta comedia por mandado de V.S.I., y no hallo cosa en que se
oponga a no merecer que V.S.I. dé licencia para que se represente.
Madrid 12 de junio de 1685.6
Don Pedro Francisco Lanini Sagredo.
Vista y aprobada en Madrid a 12 de junio de 1685.
Don Fermín de Sarasa. [rúbrica]
Dos cosas llaman la atención: que el censor Navarro de Espinosa –sobre cuya
fama de severo ya se pronunció hace algunos años Ruano de la Haza, y de
cuya meticulosidad dan cuenta algunos trabajos recientes (González Martí-
nez; Urzáiz Tortajada 2015)– dató su nota en un día inexistente (el 31 de abril)
Una de las dos fechas, por lo tanto, debe ser inexacta; el equívoco se
aclaró por un “papel sellado” citado por Shergold e Varey, Fuentes IV, pp.
88, 91 y 227, en el que consta que por el Carnaval de 1658 el Marqués
de Heliche encargó al autor de comedias Francisco de la Calle la puesta en
Sin embargo, resulta muy curioso comprobar cómo hay también muchas du-
das y contradicciones en los documentos citados por Cotarelo, Shergold y
Varey, Alviti y DICAT. Aunque se trata de datos bastante farragosos, creemos
que puede ser útil transcribirlos y, sobre todo, glosarlos aquí, por la luz que
arrojan sobre ciertas interioridades que comportaba la organización de estas
fiestas teatrales palaciegas. En primer lugar, hay que reseñar que según Co-
tarelo la fecha de redacción de Mentir y mudarse a un tiempo debía retrasarse
hasta 1657, basándose en ciertos datos internos:
En el mismo año [1658] parece que se estrenó ante los Reyes la hermosa
comedia en que pusieron mano ambos hermanos, titulada Mentir y mu-
darse a un tiempo, bien que su composición verdadera ha de corresponder
al año anterior, según demuestra lo que va dicho antes y se deduce del
contexto de la obra.
medias que se iban a representar ante los reyes. Las actrices Isabel de Gálvez,
María de Escamilla y Manuela de Escamilla fueron destinadas a la represen-
tación de El embustero “de los Córdobas”, o sea, Mentir y mudarse a un tiempo,
de los hermanos Figueroa. Parece que este título se utilizó varias ocasiones,
aunque no compartimos la afirmación de Cotarelo recién citada de que hasta
última hora no se decidió el título definitivo: tanto en el manuscrito como en
el impreso, la comedia termina con los versos siguientes (según la práctica
habitual, un octosílabo da título a la obra):
Relatado todo lo anterior, DICAT concluye esta ficha con la siguiente afirma-
ción, que hemos querido aislar por su importancia: “Como puede verse, esta
información presenta contradicciones respecto a la anterior, procedente de los
pleitos entre la Ciudad y los arrendadores de Madrid”.
Las fuentes del DICAT son más completas que las del archivo municipal
de Madrid que resumió Cotarelo (ese certificado del escribano de comedias del
Ayuntamiento) y, a través sobre todo de los documentos procedentes de Palacio
aportados por Shergold y Varey, vemos que concurren otros cargos públicos que
ofrecen datos no siempre coincidentes: un notario (que informa al escribano de
lo que estaba reclamando una compañía de actores afectada por el asunto), un
escribano de Su Majestad (Andrés de Torres), un comisario de comedias que dice
que no es cierta la declaración del arrendador de los corrales, etc.
Parece, en resumen, que entre febrero y marzo de 1658 las compañías
de comedias que estaban trabajando en los corrales de Madrid se vieron muy
perjudicadas porque les quitaron actrices, por orden del marqués de Heliche,
para llevárselas a Palacio a ensayar las comedias que se iban a hacer ante los
reyes. Así, el autor de comedias Francisco García (alias el Pupilo) se queja “pi-
diendo muy encarecidamente no se le hiziese tanto daño”, ya que al dejarle sin
su actriz tuvo que hacer en el corral otra comedia distinta de la prevista, “que
no fue del gusto del público por considerarla vieja, pues le salió mucha gente
dejando el corral desamparado”.
Pero luego los documentos se contradicen en lo que se refiere a nuestra
comedia (y a otras): unos dicen que se hizo el 3 de marzo y otros el 4; unos
dicen que fue en el Retiro y otros que en la Zarzuela… Si hay que creerlos
a todos, por ejemplo, el mismo lunes 4 de marzo se habría hecho El laurel
de Apolo en el Retiro y El embustero en la Zarzuela, al mismo tiempo que los
miembros de la compañía que habían quedado para intentar mantener las
representaciones en los corrales se dedicaban a hacer lo que podían: bailes y
entremeses. “Con la asistencia de numeroso público”, por cierto, según un
informe del comisario de comedias, quien tuvo que salir también al paso de
las quejas de el Pupilo diciendo que si el 3 de marzo no hicieron comedia en
el corral fue porque “estuvo muy malo y no pudo representar”, y dando por
falsa la declaración del arrendador de corrales de que la causa había sido la
concurrencia de sus actrices a los festejos de Palacio. Por si fuera poco, se-
gún una relación manuscrita de Luis de Ulloa y Pereira “sobre los festejos
celebrados con motivo del nacimiento del príncipe Felipe Próspero”, el 5 de
marzo, martes de Carnaval, no se pudo hacer la comedia prevista en el Retiro
(Afectos de odio y amor) porque la que estaba indispuesta era la Reina… Las
contradicciones en los datos de representación parecen deberse a conflictos
de intereses de unos y otros.
Lo único que parece claro es que a finales de febrero y comienzos de
marzo de 1658, con ocasión de las Carnestolendas, varias compañías fueron
reclutadas por orden del marqués de Heliche para montar, tanto en el Retiro
como en la Zarzuela, diferentes comedias, algunas de ellas piezas de tramoya
(lo que llamaban “la fiesta grande”) y otras, comedias de capa y espada más
sencillas. Una de ellas debió de ser Mentir y mudarse a un tiempo (o El embus-
tero), que dos meses después recibió licencia para ser representada al pueblo
en los corrales.
Y mientras tanto se sucedían, no lo olvidemos, insistentes críticas a Fe-
lipe IV a cuenta de los muchos gastos que estos espectáculos palaciegos gene-
raban, “en vez de invertir tiempo y dinero en el largo conflicto con la corona
francesa” (Chaves 218). Estas críticas al rey por el despilfarro están documen-
tadas por el propio Baccio del Bianco en sus cartas pero, sobre todo, por el
avisador Jerónimo Barrionuevo en sus crónicas de actualidad política (donde
se insiste en que “se gasta el dinero dulcemente, cuando no hay un cuarto”,
que cada día que montan uno de estos festejos cuesta “en raciones como en
mesas de estrado y otras cosas” no menos de 1000 ducados “no habiendo de
dónde sacarlos”). Y como hemos podido ver, estos caros caprichos teatrales
comportaban también grandes pérdidas y quebrantos de diferente tipo a las
compañías, sometidas a un estrés que les llevaba a dejar las comedias en que
trabajaban para ensayar a toda prisa nuevas obras que satisficieran al monarca
y su corte; a su vez, parece que las compañías tal vez exageraban los perjuicios
sufridos para poder reclamar mejores indemnizaciones.
Concluiremos ilustrando este asunto con uno de los apuntes de Barrio-
nuevo, quien nos dejó una curiosa metáfora con su buena carga de profundidad
crítica: haciéndose eco de una vieja creencia folclórica según la cual el proceso
vital que se desarrolla dentro del huevo se echa a perder cuando el cielo truena
en la tormenta (por lo que se les protegía con ramitas en forma de cruz, o
unas tijeras abiertas o una herradura, y se les cantaba y bailaba con ánimo de
propiciar la fertilidad y que no se enhuerase la puesta), Barrionuevo traslada la
imagen del embrión en el huevo al gusano de seda metido en su capullo:
es tocar guitarras, sonar adufes, repicar sonajas y usar de todos los instru-
mentos alegres que usan los hombres para entretenerse. Esto acontece
con el Rey, que en los mayores aprietos sólo se trata de festines. (Aviso
del 26 de junio de 1655)
OBRAS CITADAS
Alviti, Roberta. I manoscritti autografi delle commedie del “Siglo de Oro” scritte in
collaborazione: catalogo e studio. Florencia: Alinea, 2006.
Arellano, Ignacio. El teatro español del siglo XVII. Madrid: Cátedra, 1995.
Barrionuevo, Jerónimo de. Avisos del Madrid de los Austrias. Ed. José María
Díez Borque. Madrid: Castalia, 1996.
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Madrid: Ayuntamiento de Madrid, 2004.
Cotarelo y Mori, Emilio. “Dramáticos españoles del siglo XVII: los hermanos
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Ferrer Valls, Teresa. “Lope y la creación de héroes contemporáneos: La nueva
victoria de don Gonzalo de Córdoba y La nueva victoria del marqués de Santa
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González Martínez, Javier Jacobo. “La transmisión impresa de un manuscrito
dramático censurado: el caso de El santo negro, El negro del Serafín o El
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Paz y Melia, Antonio. Catálogo de las piezas de teatro que se conservan en el De-
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Urzáiz Tortajada, Héctor. “Solís, Bances Candamo y otros autores”. Historia del
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Vega García-Luengos, Germán. “Calderón y la política internacional: las co-
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Zugasti, Miguel. “Lope de Vega y la comedia genealógica”. Tintas: Quaderni
di letterature iberiche e iberoamericane 3 (2013): 23-44.
Resumen: En el artículo se abordan las expresiones Abstract: The discussion is focus on the chronicle
rituales de carácter dramático que se practicaban of the Dominican friar Diego Durán, specifically on
en el culto nahua precortesiano, tomando como his research about the dramatics aspects of the
fuente la obra del cronista fray Diego Durán. A partir rituals practiced among the Nahua people of Pre-
de un enfoque metodológico de carácter etnohis- hispanic times. Using an ethno historical approach
tórico, el artículo aporta evidencia de que el rito en this article presents evidence which shows that
el mundo nahua prehispánico construía referentes dramatic representation was used by the Nahuas
culturales a partir de la representación dramática. to create cultural references.
Palabras clave: Etnohistoria. Ritos. Religión nahua. Keywords: Ethno history. Rites. Nahua Religion.
Diego Durán. Mesoamérica. Diego Durán. Mesoamerica.
* Este artículo forma parte del proyecto de investigación Teatro, fiesta y ritual en la monarquía
hispánica (ss. XVI-XVII), dirigido por Miguel Zugasti, con referencia FFI2013-48644-P, que fue
concedido por la Subdirección General de Proyectos de Investigación, del Ministerio de Eco-
nomía y Competitividad (MINECO).
INTRODUCCIÓN
L
a Historia de las Indias de la Nueva España e islas de la tierra firme es una
crónica escrita en la Nueva España entre los años de 1579 y 1581 por el
fraile dominico Diego Durán. Además de contener la historia del pue-
blo mexica desde sus orígenes hasta la conquista hispana, la crónica incluye el
Calendario antiguo y el Libro de los ritos, en donde se aborda el complejo aparato
ritual del culto nahua. Huitzilopochtli, Tezcatlipoca, Quetzalcoatl, Camaxtle, Tla-
loc, Xipe Totec, Jocotluetz y las deidades femeninas Cihuacoatl, Chicomecoatl, Toci,
Xochiquetzal, Iztacihuatl y Chalchiucueye1 conforman el grupo de dioses cuyo
culto describe Durán. Algunos de ellos, como Quetzalcoatl y Tlaloc, provienen
de la antigua tradición nahua, fundada principalmente en la cultura tolteca y
teotihuacana; otros, como Huitzilopochtli, son de origen mexica.2 Además de
los dioses, Durán dedica un capítulo a costumbres rituales institucionalizadas,
como el mercado, la escuela de baile y el juego, tanto el de pelota como el pa-
tolli que se jugaba haciendo líneas en el suelo. También tiene capítulos en los
que aborda aspectos culturales diversos como el culto al volcán Popocatépetl,
o la vida de los caballeros águila.
Se trata de una crónica que explora la compleja cultura religiosa de la
sociedad nahua. Una cultura en la cual el rito y su puesta en escena tenían un
papel principal en la creación de sentido y significado. Asimismo, es una obra
cuyo objetivo era servir de guía a otros misioneros en la persecución de idola-
trías. Lo cual puede incidir en la importancia que se otorga a las descripciones
minuciosas de los rituales relacionados con las prácticas religiosas prehispáni-
cas. Durán expresa una necesidad apremiante por documentar con precisión
la mayor cantidad posible de elementos rituales, pues con ello proporcionaba
una herramienta para detectarlos y erradicarlos en tiempos novohispanos.
Para lograrlo, se basó en informantes y códices de la región del Marquesado,3
1. Las palabras nahuas y las escritas en náhuatl castellanizado no se acentúan en el presente artí-
culo y se señalan con cursivas.
2. El término mexica remite al grupo humano establecido en México-Tenochtitlan, en donde
se concentraba el poder político en el momento de la conquista española. El término azteca
hace referencia a los originarios de Aztlán, una tierra legendaria de la cual partieron los grupos
nómadas en su peregrinación hacia la tierra prometida. Por su parte, nahua abarca una mayor
amplitud de grupos que tenían como común denominador la lengua y la cultura de la región
del Altiplano central. Los tres términos entran en acción en la crónica de Durán, pues las in-
formaciones que él nos brinda aluden a los tres y no es posible disociarlos con precisión.
3. El Marquesado era la encomienda de Hernán Cortés, un amplio territorio que abarcaba casi
en su totalidad los actuales estados de Morelos y Oaxaca, parte de Veracruz y del Estado de
México.
4. Pintor-escritor indígena.
trados, mensajeros del pueblo y colaboradores del Sol, actuaban una sola vez
en el drama cósmico del teatro perpetuo (44). Por su parte, las impresiones
de María Sten nos llevan a reflexionar sobre la importancia de la función so-
cial de estos actores divinizados, pues a través de ellos el pueblo era capaz de
alcanzar una especie de redención:
En fin, lo que siento de esta fiesta es que solemnizaban todos los dioses
en una unidad, y para que entendamos ser así en llegando que llegaba
el mesmo día de la fiesta, bien de mañana, sacaban este indio que había
cuarenta días representado a este ídolo vivo. Tras él sacaban a la seme-
janza del sol y luego la semejanza de Huitzilopochtli, y la de Quetzalcoatl,
y la del ídolo llamado Macuilxochitl, y la de Chililico, y la de Tlacahuepan,
y la de Ixtlilton, y la de Mayahuel, dioses de los principales de los barrios
más señalados. Y a todos, así unos tras otros, los mataban sacándolos el
corazón con el sacrificio ordinario, y llevándolo con la mano alta hacia
el oriente. (Durán 97)
El sacrificio humano entre los nahuas es un tema que Durán trata por extenso
en su crónica. Esto se puede atribuir a que, en su condición de extirpador de
idolatrías, el misionero encontraba en la descripción de tal práctica uno de los
argumentos más elocuentes en contra de la religión prehispánica. El cronista
dominico expone la existencia de dos tipos de sacrificios en el mundo azteca:
el de los cautivos obtenidos por guerra florida y el de los criminales que eran
vendidos en el mercado para representar a los dioses. En los últimos tres capí-
tulos del Libro de los ritos Durán explica cómo opera en el interior de la socie-
dad azteca la economía sacrificial, lo que nos lleva a concluir que el sacrificio
humano es la línea argumental del citado libro, al cual el mismo autor llega a
llamar “Relación de los sacrificios”. Sin embargo, el sacrificio humano entre los
mexicas no sólo es un recurso narrativo de impacto para el cronista. En todo
caso, la relevancia que le da el misionero a este aspecto cultural responde a la
gran importancia que tenía la práctica ritual en el culto religioso de los nahuas.
En la cosmovisión mesoamericana la energía del universo no se concibe
como una sustancia que emana del cosmos, a manera de fuente, sino más bien
como una reserva que es consumida y tiene la virtud de ser finita. El equilibrio
entre la producción y el consumo de energía es entonces un asunto esencial
para la perpetuación de la vida, en su sentido más amplio; sólo en el equilibrio
de las fuerzas puede existir el universo y todo lo que en él se contiene (Du-
verger 25-41).
En este orden de ideas, el sacrificio humano es el pago que hacen los
hombres al cosmos, proveyendo la energía vital del individuo para reponer
5. Sobre la interpretación del sacrificio humano a partir de la antropología cultural, ver Duver-
ger.
No sólo con sangre se les rendía ofrenda a los dioses. La risa y la belleza, re-
presentadas en el canto, el baile y las flores, eran también parte de la cultura
ritual asociada al drama y la representación. La crónica de Durán es muy
valorada por los historiadores del teatro por las informaciones que propor-
ciona sobre la práctica de lo que él llama “farsas” y “entremeses”. Sobre el
uso del término farsa entre los cronistas del s. XVI, Horcasitas aclara que su
significado en la época estaba más cercano a lo que entendemos por drama en
la actualidad (38).
Fray Diego Durán nos da noticias abundantes sobre las farsas y entre-
meses precristianos aunque no transcribe ningún texto. Los datos que
aporta son de primera importancia, pero hay que recordar que Durán
escribió su crónica casi dos generaciones después de la conquista […].
Si había existido un teatro azteca bien definido, sui generis, ya había
desaparecido para la época de Durán. Pero a este misionero todavía le
tocó presenciar algunas farsas precolombinas, y tal vez fragmentos de
dramas rituales que para su tiempo habían perdido su carácter sagrado.
(Horcasitas 38)
El baile de que ellos más gustaban era el que con aderezos de rosas se ha-
cía, con las cuales se coronaban y cercaban, para el cual baile en el momoztli
principal del templo del su gran dios Huitzilopochtli hacían una casa de
rosas y hacían unos árboles a mano muy llenos de flores olorosas a donde
hacían sentar a la diosa Xochiquetzal. Y mientras bailaban descendían unos
muchachos vestidos todos como pájaros y otros como mariposas, muy bien
aderezados de plumas muy ricas, verdes y azules y coloradas y amarillas,
y subíanse por estos árboles y andaban de en rama en rama chupando del
rocío de aquellas rosas. Luego salían los dioses, vestidos cada uno con sus
aderezos como en los altares estaban, vistiendo indios a la mesma manera
y con sus cerbatanas en las manos andaban a tirar a los pajaritos fingidos
que andaban por los árboles, de donde salía la diosa de las rosas que era
Xochiquetzal a recibirlos, y los tomaba de las manos y los hacía sentar junto
a sí, haciéndoles mucha honra y acatamiento como a tales dioses merecían.
Allí les daba rosas y humazos y hacía venir sus representantes y hacíales dar
solaz. Éste era el más solemne baile que esta nación tenía, y así agora pocas
veces veo bailar otro si no es por maravilla. (Durán 93)
CONCLUSIONES
El aumento de los sacrificios efectuados a partir del siglo XV bajo las órdenes
del estratega Tlacaelel tuvo un estrecho vínculo con el crecimiento de Teno-
chtitlan y la Triple Alianza. En resumen, el análisis del sacrificio humano como
puesta en escena nos mostró la convergencia de aspectos sociales, políticos y
religiosos de enorme importancia para la sociedad nahua.
Finalmente, el análisis de expresiones rituales y dramáticas abordó los
llamados entremeses. Básicamente Durán describe la puesta en escena de pie-
zas que provocaban la risa de los espectadores, pero al igual que el sacrificio,
tenían una naturaleza religiosa. Los actores interpretaban a dioses y animales
en exuberantes escenarios localizados en edificios destinados a tal propósito.
Se ejecutaban danzas que, según el dominico, se seguían llevando a cabo en
el siglo XVI colonial. En esta puesta en escena se creaba significado religioso,
pues se estaba rindiendo culto a Quetzalcoatl y Xochiquetzal; significado social,
pues era un acto que convocaba la reunión del pueblo y su interacción a través
de la danza; y significado estético, ya que es la más clara evidencia del uso de
elementos dramáticos como el vestuario, la escenografía, el espacio escénico
y la trama. Es por ello que las informaciones que proporciona Durán sobre
estos entremeses son los pasajes más valorados de su obra por los historiado-
res del teatro, ya que les sirven de fundamento para comprobar la existencia
del teatro nahua prehispánico y vincularlo con el teatro de evangelización tan
cultivado por los franciscanos durante la primera etapa de la conversión de
los indígenas.
El florecimiento del teatro de evangelización en el siglo XVI, después
de la conquista, es tal vez uno de los fenómenos culturales en donde más
claramente se denota la importancia de la cultura dramática entre los nahuas.
Involucrados en la escenografía, el montaje y otros aspectos propios del arte
teatral, los indígenas fueron convertidos al cristianismo con esta herramienta
que logró crear un puente entre las dos culturas. Es posible conjeturar que el
carácter dramático de los ritos en las festividades religiosas prehispánicas fa-
voreció el éxito del teatro de evangelización y su efectividad en la conversión
de los nahuas.
El rito y el drama cumplían con una importante función en la sociedad
nahua prehispánica. Eran un medio de construcción de significado a partir
del cual los individuos compartían referentes culturales que les integraban
como comunidad. De manera que el sentido religioso, el estético y el social
se integraban en experiencias rituales constantes que dotaban de un carácter
particular a la sociedad nahua. La idea de que vivían en un teatro perpetuo es
OBRAS CITADAS
Resumen: Este artículo propone considerar los au- Abstract: This article undertakes the study of the
tos que Calderón compuso para el Corpus de Madrid allegorical plays that Calderón composed for Cor-
como una forma de teatro para Palacio. Teniendo pus Christi in Madrid as a form of Palace theater.
en cuenta que estas obras se compusieron princi- Taking into consideration that these works were
palmente para ser representadas ante el Rey y su composed primarily to be staged for the King and
familia, el estudio arroja nueva luz sobre determi- his family, this study sheds new light on certain tex-
nados pasajes al tiempo que permite interpretar las tual passages at the same time that it allows for an
obras desde una perspectiva historico-política en interpretation from an historical-political perspec-
algunos casos muy esclarecedora. La primera parte tive that, in some cases, proves to be very enlight-
del artículo muestra cómo los responsables de la ening. The first part of the article shows how those
organización de los autos eran personajes muy cer- individuals responsible for the organization of the
canos al Rey, que en algunos casos emplearon sus Corpus Christi plays were very close to the King, and
funciones para servir a los intereses del monarca, e in some cases used their positions in order to serve
incluso para hacerle llegar determinados mensajes. the monarch’s interests, and even to assure that
En la segunda parte se analizan someramente algu- he received certain messages. In the second part a
nos autos para mostrar que esta perspectiva añade number of the Corpus plays are analyzed summar-
nuevos datos que permiten interpretarlos de un ily in order to show that this perspective adds new
modo más completo y correcto. information that allows the autos sacramentales to
be interpreted more completely and correctly.
Palabras clave: Autos Sacramentales, Calderón,
Keywords: Corpus Christi Plays, Calderón, Palace
teatro para palacio.
Theater
INTRODUCCIÓN
L
a interpretación de un fenómeno cultural realizada exclusivamente des-
de la perspectiva de una de las disciplinas en él interesadas puede llevar
a conclusiones que, si bien son parcialmente correctas, son insuficientes,
y a menudo pueden resultar globalmente erróneas, como se puede comprobar
si se estudian con un enfoque multidisciplinar.
Esto es a mi modo de ver lo que ha sucedido con algunos autos sacra-
mentales de Calderón, una de las manifestaciones más importantes de la Cul-
tura Hispánica en su llamado Siglo de Oro, que por haber sido estudiados sin
tener en cuenta todos los aspectos, especialmente históricos, que rodearon su
puesta en escena, han sido solo parcialmente comprendidos e insuficiente-
mente explicados.1
Uno de tales aspectos que, como espero mostrar en este trabajo, puede
resultar fundamental para la comprensión de algunos de estos autos, es su
carácter de teatro compuesto primordialmente para ser representado ante el
Rey. Un Rey que –por ello lo escribo con mayúscula– es el centro de toda la
vida política, económica, cultural, social e incluso religiosa de un reino, de
una dinastía, cuya mayor razón de ser, al menos en la teoría, es la defensa del
Catolicismo, y que en el día del Corpus Cristi, la más importante de sus fies-
tas, celebra y exalta este papel ante sí misma y ante un mundo entero al que
aún cree poder encabezar (Greer 1998, 346).
Para este estudio del auto sacramental calderoniano como teatro para Pala-
cio –denominación que prefiero para no entrar en conflicto con otras como
teatro palatino o palaciego, que tienen un sentido preciso en la crítica espe-
cializada2–, me voy a centrar en el periodo comprendido entre la reanudación
de las representaciones teatrales en 1651, tras la prohibición decretada por las
1. En esta misma línea de defensa de una investigación interdisciplinar en torno al auto sacra-
mental, publicó Margaret Greer su artículo “La consolidación de la comunidad”, trabajo que
ella misma engloba dentro del llamado New Historicism, escuela surgida en la crítica americana
frente al New Criticism, corriente que tiende a estudiar las obras literarias como obras aisladas.
En España, aunque este debate teórico no se ha desarrollado hasta los mismo extremos, sí se
puede apreciar su influencia en una crítica que en general ha ocupado posiciones intermedias.
Véase Montes Doncel, Penedo y Pontón y Pontón. Como ejemplo de este enfoque aplicado a
los autos véase Arellano 2001, 2011, 128-46 y Galván 2014.
2. Véase por ejemplo Arellano 1995, 139 y Zugasti, 2015.
lirio y el azucena, El diablo mudo, El primer refugio del hombre, El primer blasón
católico de España, Las órdenes militares, y Mística y real Babilonia.3
3. Empleo las ediciones críticas de la serie de Autos sacramentales completos publicada por la
Universidad de Navarra y Edition Reichenberger bajo la dirección de Ignacio Arellano. Este
trabajo se inserta en el mismo proyecto de investigación al que pertenecen esas ediciones.
4 En mi opinión, no se ha estudiado todavía lo suficiente la relación entre la salida de los autos
a la calle y los Cánones de la sesión XXII del Concilio de Trento sobre la Misa, que regularon
en 1562, entre otras cuestiones, la presencia de la música y otros elementos extraños en los
templos: “Salgan fuera de las iglesias aquellas músicas en las que con el órgano o el canto se
mezcle algo lascivo o impuro; del mismo modo cualquier actividad secular, las conversaciones
vanas y profanas, los paseos, estrépitos y aplausos, de manera que la casa de Dios pueda ser
verdaderamente tenida y llamada casa de oración”. (Canones et decreta Concilii Tridentini, 128.
La traducción es mía). Un reflejo de este canon puede verse en el Reglamento de Teatros de 1615,
que recoge la prohibición de representar en las iglesias (Shergold y Varey 1971, 93).
5. Véase McKendrick 254-78 para un buen resumen sobre la gestación del auto sacramental.
Véase también Arellano y Duarte sobre los autos en general.
6. Sobre el gobierno de la ciudad de Madrid véase especialmente Guerrero Mayllo, 1993, y con-
cretamente sobre la comisión encargada de las fiestas del Corpus la p. 165. Sobre modo de
funcionamiento de la comisión véase Shergold y Varey 1961, especialmente las pp. XI-XIV de
la introducción.
7. Sobre este tema en un entorno festivo véase la fundamental obra de Strong 1988.
Para los gastos que se han hecho en formar las compañías de Pedro de
la Rosa y Diego Osorio para las fiestas del Corpus, se saquen de los mis-
mos efetos aplicados para dichas fiestas 1.000 ducados, menos lo que no
fuere menester, a distribución del Sr. Joseph González. Los señores del
Consejo de S. M. lo mandaron. En Madrid a 7 de mayo de 1657. (núm.
154. 1657)8
José González
8. Las referencias a los documentos de las fiestas del Corpus publicadas por Shergold y Varey en
1963 se hacen siempre por el número de documento en esta publicación.
Como Protector, presidía la muestra de los autos que se hacía ante la Co-
misión responsable unos días antes del estreno, y podía cambiar o enderezar
la puesta en escena antes que ésta se hiciera efectiva ante el Rey. Su capacidad
de control se extendía a las propias representaciones a través de sus criados,
porteros y lacayos, que ejercían tareas de organización y control, como puede
comprobarse también por los documentos de pagos de aquellos años (núm.
196. 1661; núm. 247, 1665)
En resumen, González podía controlar todos los aspectos de la repre-
sentación de los autos sacramentales para que respondieran, además de a su
función primordial, a los intereses de sus protectores o, como veremos en
algún caso, a los suyos propios.
El Conde de Castrillo
Fig. 4. Plaza del Teatro. Cirino, Andrea. Feste celebrate in Napoli per la nascita
del serenisimo Prencipe di Spagna nostro signore dall’ecc.mo sig.r Conte di Castri-
glio vicere, luogotenente, e capitan generale nel Regno di Napoli. Nápoles: Carlo
Faggioli, 1659. Lámina encartada en la p. 207
dida relación que el Conde de Castrillo editó para hacer presentes a Felipe IV
sus esfuerzos en pro del prestigio de la corona (Mínguez Cornelles 93 y 101).
Tras su vuelta a Madrid y el nombramiento como Presidente del Con-
sejo de Castilla, siguió manteniendo una relación directa, como veremos más
adelante, con la organización de los autos, especialmente desde su nombra-
miento como Mayordomo de la Casa del Rey y responsable de los festejos
reales.
El marqués de Eliche
9. Sobre este personaje y su papel en la corte de Felipe IV, véase Flórez Asensio 2010 y 2005, 99
y ss; y Frutos Sastre.
para la representación de los autos –siempre eran las mejores– con los fondos
a ello destinados, a cambio de poder emplearlas en las fiestas de Palacio. Este
acuerdo, que incluyó en algunas ocasiones desvíos de fondos del presupuesto
del Corpus para pagar los gastos de las fiestas reales, muestra la estrecha vin-
culación de los autos con el entorno de las mismas, de manera que también se
les puede aplicar lo que Flórez Asensio dice de ellas:
posición central también en el mismo acto: la grada desde la que el Rey asiste
a la representación de Palacio se construye en la fachada correspondiente a la
parte ocupada por el Marqués y su familia, y para poder acceder a ella hay que
hacerlo necesariamente a través de sus habitaciones (Barbeito 150). Desde la
perspectiva interna de Palacio se puede decir que Eliche es el anfitrión del
Rey durante los autos.
La hora de la fiesta –las cuatro de la tarde– también muestra, desde un
punto de vista cronológico, la centralidad de representación ante el Rey res-
pecto a las restantes. Las cuatro de la tarde es la hora a la que los Reglamentos
de Teatros vigentes en ese momento en Madrid determinaban que debían
empezar las comedias en los corrales durante el verano:
Las restantes representaciones del día, ante los distintos Consejos, ante la
Villa y ante el pueblo, serían representaciones regulares pero secundarias que
podían llegar a tener lugar a las horas más intempestivas, e incluso pasar a los
días siguientes.
Un detalle que refleja tanto la importancia de González y de Castrillo,
como el uso que hacían de los autos en pro de su prestigio, es que, en los años
necesarias, cobra todavía más interés si se tiene en cuenta que buena parte
de los implicados en los hechos históricos estaban presentes –más aún, eran
los destinatarios– durante la representación. Así, por ejemplo, tanto Felipe IV
como su valido Luis de Haro son puestos en escena delante de la corte más
cercana, para justificar en cierto modo los motivos de sus actos desde el punto
de vista de la Providencia divina, de un modo que solo la técnica de la alegoría
calderoniana podía lograrlo.
No puedo extenderme en los detalles, pero quiero resaltar, por ejemplo,
que tener en cuenta que la infanta M.ª Teresa estaba presente durante la repre-
sentación, da su verdadera medida al hermoso pasaje cantado que compara, em-
pleando en paralelo los versos del Cantar de los Cantares, la belleza de la Esposa
del Cantar con la de la Infanta, en una escena que es también una alabanza a la
Virgen María, que se muestra como modelo de la pureza para la hija de Felipe IV.
Tales alusiones, especialmente las políticas, solo son verdaderamente
comprensibles en el entorno de Palacio, y únicamente se pueden explicar si se
tiene en cuenta que quienes organizaban los autos, además de estar presentes,
fueron también parte importante en los hechos históricos, en este caso en la
firma de los tratados. Por un lado, José González, patrón de los autos en aquel
período, fue el responsable en la Isla de los Faisanes de redactar las capitula-
ciones matrimoniales en su calidad de Presidente del Consejo de Hacienda
(Saltillo 81). Por otro, el conde de Castrillo, ya nombrado Mayordomo de la
Casa del Rey, llegado de Nápoles con motivo de los tratados, fue el responsable
de que este auto sacramental fuese llevado a Valladolid para su estreno el día
del Corpus ante el Rey, la Infanta y su séquito, que habían iniciado el viaje a las
bodas en Irún antes de lo previsto.
Entre la documentación del Corpus de ese año se conserva una carta, con
bastante probabilidad del Conde de Castrillo,10 dirigida a José González en la
que solicita el envío de los textos de Calderón para que se representasen en
Valladolid:
10. Sergold y Varey (1961, n. 236) no consiguen identificar la firma de este documento, pero re-
chazaron que fuera la del marques de Eliche como sugiriera Pérez Pastor. Roncero propone
que sea la de don Luis de Haro, pero resulta mucho más sencillo atribuir esta carta al conde
de Castrillo, que como hemos visto había sido Protector del Corpus, y en aquel momento era
responsable como Mayordomo Mayor de todas las actividades que afectaban al Rey.
Pasado el tráfago de las bodas y firmada ya la tan buscada paz con Francia,
la atención del monarca y de su corte se centró en los problemas internos,
especialmente los sucesorios, y en los asuntos domésticos, como se puede
comprobar en los autos del año siguiente.
El primero de los autos de 1661, El primer refugio del hombre, dramatiza
el milagro de la curación del paralítico de la Piscina Probática, como trasunto
de la restauración de la naturaleza humana por la acción de la gracia de Jesu-
cristo. La acción en el plano historial se desarrolla bajo la forma de la visita
11. El documento original de aceptación de Felipe IV, firmado de su propia mano, se conserva en
el Primer libro de admisión de los Señores Hermanos que conforma el legajo 128.2 del Archivo de la
Hermandad del Refugio en Madrid. Agradezco a don Tomás Gálvez y a don Diego López Ga-
lindo su inestimable guía en los archivos de la Hermandad. Véase también Conde de Tepa, 58.
12. Esta asimilación del monarca con Cristo no es infrecuente en los autos de Calderón: Montaner
Frutos, 404.
13. Puede verse también su documento de aceptación en el Primer libro de admisión de los Señores
Hermanos con fecha 29 de marzo de 1703. Ver también Conde de Tepa 58.
Fig. 9. Jean Mauger, medalla con la leyenda Ius praecedendi assertum acuñada
con motivo de la petición de disculpas de Felipe IV a Luis XIV en 1662
Ábrese un carro en que se verá un arco triunfal con una estatua de Nabuco imi-
tada de bronce, y salen de máscara la Idolatría y otros con hachas y mascarillas,
danzando y cantando entre él y la estatua.
Todo este trasfondo histórico-político no debe llevar a pensar que estos autos
pierden su función didáctico moral o su primordial carácter de exaltación eu-
carística. Por ejemplo, el pasaje arriba transcrito puede interpretarse también
como una advertencia dirigida al propio Felipe IV y a su entorno –en el que
está el propio Calderón– ante quien se representa el auto, para que moderen
el tono de las exaltaciones festivas de la propia monarquía hispánica. Y los
versos finales del auto, propios del sermón eucarístico de quien sería nombra-
do capellán real poco más tarde, llaman a los presentes a abandonar todas las
tristezas y desesperanzas causadas por los sucesos que están en el trasfondo,
en manos de quien tiene poder para sanarlas:
Nadie desconfíe
Nadie desespere
Que con este pan y este vino
las llamas se apagan,
las fieras se vencen,
las penas se abrevian,
y las culpas se absuelven. (vv. 1969-75)
El otro auto de 1661, Las pruebas del segundo Adán o Las órdenes militares, tam-
bién debe interpretarse a la luz de cierto suceso en el entorno del Rey y de la
Corte. Se trata concretamente de la publicación el 8 de diciembre de 1661 del
Breve Apostólico Sollicitudo Omnium Ecclesiarum sobre la Inmaculada Con-
cepción de la Santísima Virgen, promulgado por Alejandro VII ante la especial
insistencia de la Corona española.14
14. Sobre este asunto véase el extenso escrito de Gutiérrez que incluye entre las páginas 459-69 el
texto de la Sollicitudo.
Los estudios sobre Las órdenes militares se han centrado sobre todo en que
este auto fue denunciado ante la Inquisición, debido a los argumentos que em-
plea Calderón para defender la pureza del origen de la Virgen en el examen de
limpieza de sangre que se hace a Jesús para su ingreso en la orden de la Cruz,
que constituye la base argumental del auto. Esta denuncia ha hecho pasar por
alto que el motivo central del auto, la clave de su composición e interpretación,
es precisamente la celebración del documento papal que constituye la prueba
definitiva de la limpieza de la Virgen: la declaración de la Inmaculada Concep-
ción de María, que fue promovida especialmente por Felipe IV y su embajador
extraordinario en Roma, Luis Crespí de Valldaura, Obispo de Plasencia, como
se dice expresamente en el texto del auto y en el del propio Breve.
Lo que no se menciona directamente, aunque era sabido por todos los
asistentes a la representación, es que el tercer principal promotor de este do-
cumento, junto a los mencionados, no es otro que el mismísimo protector de
las Fiestas del Corpus, don José González. Este omnipresente personaje era
en aquel momento también Presidente de la Junta de la Inmaculada Concep-
ción, y de él se ha conservado una abundante correspondencia que muestra
el trabajo conjunto con Luis Crespí para conseguir arrancar un documento
Con los datos que hemos visto, tampoco resulta extraño que la trama del auto
se monte en torno al examen de pureza de sangre previo al ingreso en una de
las órdenes militares –concretamente la de Santiago– al que se somete a Cris-
to: es el mismo examen por el que habían pasado Calderón y José González,
que eran desde hacía tiempo caballeros de la misma prestigiosa orden.
CONCLUSIÓN
Los autos aquí estudiados, junto a los datos sobre su organización entrevistos
en la parte inicial de este artículo, son a mi entender prueba suficiente para
demostrar que los autos sacramentales compuestos por Calderón para el Cor-
pus de Madrid lo fueron ante todo para ser representados ante el Rey. Tener
esto en cuenta resulta fundamental para la correcta interpretación de algunos
de estos autos que solo son completamente comprensibles a la luz de los datos
que este hecho puede aportar.
La interpretación en clave política del teatro calderoniano iniciada
por críticos tan destacados como Rull Fernández (1981 y 2004) Neumeis-
ter (1982), Greer (1991), Montaner Frutos (1995), Arellano (2001 y 2011),
Cruickshank (2002) Brown y Elliott (2003) o Elliott (2005) –por citar solo
algunos autores y obras– se ha hecho especialmente a partir del teatro pala-
ciego y de algunos autos sacramentales –como El primer Blasón del Austria, El
lirio y el azucena o El Palacio del Retiro– en donde este aspecto es más o menos
evidente. Considerar los autos sacramentales en Madrid como otra forma de
teatro para Palacio –sin que pierda por ello ninguna de sus peculiares caracte-
rísticas– puede aumentar la nómina de ejemplos y, con ello, ayudar a delimitar
OBRAS CITADAS
15. Puede verse al respecto la Mesa redonda sobre la interpretación política de las fiestas calderonianas
publicada en DVD, con una presentación de Fernández Mosquera, en el volumen extra de 2013
de Anuario Calderoniano. En este mismo volumen hay algunos interesantes artículos dedicados
al asunto.
Resumen: Estudio de las dos partes de la Comedia Abstract: Analysis of the two parts that make up
de la invención de la sortija (recién descubiertas e the Comedia de la invención de la sortija (recently
incorporadas al corpus del teatro áureo español) en discovered and added to the extant corpus of
el marco del festejo que se le brindó al cardenal don Spanish Golden Age theater) within the frame of
Rodrigo de Castro durante su visita a Monforte de the festivities in honor of Cardinal Don Rodrigo de
Lemos (1594). La obra, un ejemplo más del teatro Castro during his visit to Monforte de Lemos (1594).
escolar jesuita, contiene marcados elementos de la This work, which belongs to the genre of Jesuit
práctica escénica cortesana (el juego caballeresco Theater and includes numerous elements of court
de la sortija con sus invenciones) y logra una perfecta theater (e.g., the chivalric game of sortija), com-
simbiosis entre su dimensión seria-catequética y bines a serious didactic purpose with a more play-
otra más cómico-lúdica que apela a la hilaridad del ful vein aimed at entertaining the audience. This is
público. Esto se consigue tanto con el añadido de obtained through the inclusion of four interludes
cuatro entremeses (dos por cada parte) intercalados (entremeses) in between the scenes of the two parts
entre las escenas de la obra larga, como con la inte- in the main play as well as comic elements within
gración de pasos entremesiles e invenciones plenas those scenes themselves. The mentality of that pe-
de jocosidad en el cuerpo de la comedia. Para la riod saw no aesthetic nor ideological contradiction
mentalidad de la época no había conflicto estético between these two seemingly opposite poles; the
ni ideológico entre ambos polos; el mensaje serio y serious and morally driven message of the play is
edificante del festejo se complementa desde el lado complemented by its humorous dimension (the
risible (las dos caras del teatro). two aspects of theater).
Palabras clave: Festejo teatral. Mezcla comicidad- Keywords: Theatrical fete. The comic and the seri-
seriedad. Teatro escolar jesuita. Sortija. Invención. ous mixed. Jesuit Theater. Sortija game.
* Este artículo forma parte del proyecto de investigación Teatro, fiesta y ritual en la monarquía
hispánica (ss. XVI-XVII), financiado por la Subdirección General de Proyectos de Investigación:
MINECO, referencia: FFI2013-48644-P.
E
n la Bancroft Library de la University of California, Berkeley, se con-
serva un manuscrito que contiene la anónima Comedia de la invención
de la sortija (vol. 18 de la Fernán Núñez Collection), obra de notable
rareza dividida en dos partes, que ha permanecido inédita y sepultada en el
olvido durante cuatro largos siglos.1 El manuscrito consta de 87 folios nu-
merados, más tres hojas de guarda, con letra humanística de fines del siglo
XVI trazada por varias manos, en tinta negra, y con encuadernación en pasta
española del siglo XVIII (23 x 16 cms.). Un reflejo de su singularidad y rareza
es que no se limita a copiar la obra en sí, como sugiere el título, sino que
contiene un complejo festejo teatral con la Comedia de la invención de la sortija
dividida en dos partes (previstas para su representación en días sucesivos),
cada cual con sus respectivas loas y entremeses, incluyendo además el dibujo
de varios emblemas.2 El idioma predominante es el castellano, aunque se uti-
lizan también el latín (citas bíblicas, emblemas…) y el gallego. La Comedia
se escribe casi en su totalidad en verso –con gran variedad métrica–, el cual
alterna con breves pasajes en prosa (salvo alguna rarísima excepción: véase la
Segunda parte, acto 3.º, escena 2.ª, escrita toda ella en prosa). En cambio, los
entremeses propiamente dichos que engloba el texto (dos por cada parte) se
sirven mayoritariamente de la prosa, la cual abraza también algunos versos
sueltos, excepto en el caso del Entremés del Vulgo y la Fama con sus secuaces,
donde domina el verso, aunque con presencia de dos fragmentos en prosa.
La portada, hecha con filigrana y esmero (a pesar de que desliza una errata),
reza así: “Comedia de / la ynuencion de / la sortija en la veni / da a Monforte
del / yllustrisimo Señor / don Rodrigo de Cas- / tro Arcobispo de Se / villa
Cardenal de / nal de la santa ygle / sia de Roma”.
1. Recién ha visto la luz ahora de la mano de Cortijo y Zugasti (2016). Todas las citas provienen
de esta edición crítica.
2. Primeras noticias catalográficas de la Comedia de la invención de la sortija nos brindan Díez
Fernández (1997, 154-55; 2003, 67-69) y Cortijo Ocaña (2000, 27). Este último autor avanza
pormenores de la comedia y el entremés escrito en gallego, en sendos trabajos suyos de 2001.
Más reciente es la aportación crítica de Zugasti y Cortijo Ocaña. La novedad que supone el
hallazgo de esta pieza ya se registra también en el Catálogo del Antiguo Teatro Escolar Hispánico
(CATEH), base de datos en línea que mantiene con impagable tesón Julio Alonso Asenjo.
Asimismo, González Montañés incluye el dato en su página en línea sobre Teatro y espectáculos
públicos en Galicia, sección de “Teatro jesuítico”.
Como indica el título, la obra se compuso para honrar la visita que el cardenal
don Rodrigo de Castro (Valladolid 1523-Sevilla 1600) realizó a Monforte de
Lemos (provincia de Lugo) en el verano-otoño de 1594. El motivo del viaje es
muy claro: un año atrás don Rodrigo había dispuesto una considerable suma
de dinero para comprar ciertos terrenos en Monforte y edificar allí un colegio
para la formación de jóvenes infantes que sería regentado por los jesuitas.
Existe documentación pormenorizada sobre el caso:
Las obras empezaron ese mismo año de 1593 y no culminaron –siquiera par-
cialmente– hasta 1622, con posteriores ampliaciones y reformas en los siglos
XVIII y XX (Martínez González 22-32). A este magno edificio de estilo herre-
riano se le ha llamado el Escorial gallego o el segundo Escorial, y hoy en día está
considerado como “el legado más valioso dejado por la Compañía en Galicia
en el campo artístico y también un monumento de primera categoría” (Rivera
Vázquez 566). Su fundador le asignó el nombre de Colegio de Nuestra Se-
ñora de la Antigua por la devoción que profesaba a esta particular advocación
mariana, muy venerada en la catedral de Sevilla (nótese que en aquel entonces
don Rodrigo de Castro era también arzobispo de la diócesis hispalense).
Aguardaba tu venida
Galicia regucijada,
mas ya teme tu partida,
que la vee aparejada.
De Sivilla tiene celos
porque por ella la dejas. (Sortija II, romance inicial, vv. 1-6)
3. Los primeros colegios que erigió la Compañía de Jesús en Galicia fueron los de Monterrei
(1555), Compostela (1578) y Monforte (1593), seguidos después por los de Ourense, A Coruña
y Pontevedra: ver Valdivia y Rivera Vázquez.
taje que allí se desplegó: en las acotaciones de la comedia se cita tres veces
la existencia de este tablado.
El texto desliza algunos detalles sobre sus circunstancias de escritura, de
donde se desprende que al contar los jesuitas de Monforte con el privilegio de
la visita de su fundador y benefactor, decidieron homenajearle con una obra
de teatro escolar de las que ellos acostumbraban a ejecutar con fines pedagó-
gicos (García Soriano; Alonso Asenjo 1995; Menéndez Peláez 1995; González
Gutiérrez); si bien en este caso se añade el relevante matiz de que el conjunto
a representar era una magna fiesta teatral con destacados tintes cortesanos.
Todo indica que los jóvenes estudiantes fungieron de actores, siguiendo la
costumbre generalizada en los colegios jesuitas. La loa inicial así lo señala:
(fol. 39v)
EL MANUSCRITO
4. Esta inclusión de elementos cortesanos en el teatro de colegio no es del todo inusual: por
ejemplo, en 1589 el fraile jerónimo Miguel de Madrid escribió unas Fiestas reales de justa y
torneo, pleito sobre la Iglesia, Sacerdocio y Reino de Cristo, que tuvieron lugar en El Escorial (hay
manuscrito autógrafo). La obra incluye una farsa o auto sacramental donde compiten en el
palenque varios continentes y naciones del mundo que ansían ganar para sí la corona que les
brinda Amor Divino. Hay edición moderna del texto a cargo de Miguélez, y oportuna ficha de
Alonso Asenjo en su nutrido Catálogo del Antiguo Teatro Escolar Hispánico (ficha 340).
mientras que los siete estados del reino (entendiendo por tales los ‘territorios
o dominios de un príncipe o señor de vasallos’) eran Lemos, Sarria, Andrade,
Altamira, Monterrey, Viana y Ribadavia. De estos catorce personajes, muy
pronto vemos cómo Lemos se erige en gran protagonista (será el mantenedor
principal del torneo, posición que conserva hasta el final) y organiza una fiesta
acorde a su condición de noble caballero; así, propone un juego de sortija con
“chistes, letras, invenciones / y mill ensaladillas diferentes” (vv. 40-41), para
lo cual se fija el preceptivo cartel (v. 42). Esto es, tanto o más que el hecho
de correr la sortija en sí,5 lo interesante es que sea un juego mixto con otros
elementos festivos como chistes (va en primer lugar de la serie), letras (‘letrillas,
lemas de emblemas’) e invenciones, todo bien aderezado, como en ensaladilla,
término disémico que además de evocar ‘aquello que posee mezcla de mu-
chas cosas diferentes’, en este preciso contexto remite también al “género de
canciones que tienen diversos metros, como son las letras de los villancicos”
(Autoridades, s. v. ensalada).
Hay que resaltar el especial uso de la voz invención, que aquí significa el
‘disfraz o motivo alegórico, emblemático, burlesco… que escogen cada ca-
ballero y su cuadrilla para vestir en la fiesta de la sortija, y que conlleva una
suerte de escenificación de un breve cuadro, tableau vivant o paso teatral’. El
manuscrito repite más de 50 veces esta palabra concreta, la cual ya destaca
desde el título: Comedia de la invención de la sortija. Para entender a cabalidad
su alcance semántico y figurativo podemos recurrir a dos fiestas reales –no fin-
gidas– que tuvieron lugar en la España del s. XVI, una en Valladolid y otra en
Benavente, ambas en el año 1554. En el primer caso, Alenda y Mira reproduce
el cartel de desafío de un torneo donde el mantenedor principal especifica que
“ha de traer cada aventurero, o entre dos, como se concertaren, una invención
como a cada cual mejor le paresciere”. Se estipularon premios para los más
avezados luchadores de lanza, hacha o espada, y otro más (una medalla de oro)
para la mejor invención; entre estas últimas se pudo contemplar una hidra
con siete cabezas, tres hombres vestidos de salvajes, nueve pajes a caballo, etc.
(Alenda y Mira I, 42-43).
5. He aquí la explicación que nos brinda el Diccionario de Autoridades sobre el juego de correr
sortija: “Fiesta de a caballo que se ejecuta poniendo una sortija de hierro del tamaño de un
ochavo segoviano, la cual está encajada en otro hierro de donde se puede sacar con facilidad, y
éste pende de una cuerda o palo tres o cuatro varas alto del suelo. Y los caballeros o personas
que la corren, tomando la debida distancia, a carrera, se encaminan a ella, y el que con la lanza
se la lleva encajándola en la sortija, se lleva la gloria del más diestro y afortunado”.
nas, y en medio della un estandarte real muy hermoso con las armas de
Inglaterra, y muchos aventureros armados de muy luzidas armas, con los
menestriles a popa tocando muy delicadamente. Y puesta a vista de sus
Altezas, tiró el artillería que traía con muy buena orden, como si verda-
deramente fuera en mar batalla travada. (Ferrer Valls 178-79)
hermanas / qu’en todo son muy retas y prudentes” (vv. 86-87). Los premios y
castigos que se repartirán siguen esta misma tónica:
67
78
6. Surge aquí una variante en el esquema, pues al terminar la escena (acto II, escena 3), uno de
los jueces (Razón) entrega a Tuyd un emblema pintado con un fiero león coronado, junto a un
manso cordero. Los lemas que sustentan la divisa provienen de Proverbios 30, 30 y de Jeremías
11, 19.
7. Ahora es el otro juez (Justicia), quien regala otro emblema a Monterrey, quien a su vez se lo
brinda reverente a la condesa de Lemos, doña Catalina de Zúñiga. El emblema consiste en “una
nao con bonanza con todas sus jarcias”, seguido de un lema extractado de Proverbios 31, 14.
8. Al igual que acabamos de ver en los dos casos anteriores, de nuevo los jueces obsequian a Sarria
y Andrade con sendos emblemas: un águila real en su nido con las alas abiertas (la letra se toma
de Job 39, 27), y una mano que sostiene un corazón (con letra de Proverbios 31, 11). Sarria y
Andrade los recogen y, oferentes, se los llevan a sus verdaderos destinatarios: el cardenal don
Rodrigo y la condesa de Lemos. Por último, recuérdese que Mondoñedo y Viana nunca sacan
sus emblemas, letras ni invenciones, marcando una notoria excepción con el resto de los caba-
lleros que personifican al reino de Galicia.
Lemos se encarga de que no ocurra tal cosa (“ya yo le mandé echar fuera [al
toro] y se fue por esos campos”), pero justo este y no otro es el remate con
riesgo cómico (si se me permite el oxímoron) elegido por el dramaturgo, tras el
cual llega el brusco final donde nos enteramos de que se ha hecho demasiado
tarde, es la hora de cenar y nadie correrá la sortija.
9. Entremeses que, merced a su reciente publicación (Cortijo y Zugasti 2016), sirven para
se divide en dos partes, ubicadas en el salto del acto I al II, y casi al final, en la
penúltima escena. El personaje de Quinolilla, cuyo nombre deriva del juego
de naipes de la quínola, hace las veces de bobo o simple del cual se quieren reír
dos pajes llamados Salazar y Mendoza. Para lograrlo lo sacan de su ambiente
de olla y cocina y le proponen que él también vaya al torneo de la sortija con
sus invenciones, divisas y letras, a imitación de los nobles caballeros. Tal cosa
queda pendiente para la segunda parte del entremés, donde el simple presenta
su letra e invención (pero no emblema) ante los jueces, todo ello en clave de
humor, por supuesto. La letra dice así: “Yo traigo por mi divisa / la cola cercén
del gato, / que la perdió en un rebato”, y la invención va en la misma línea:
“Aquí trae Quinolilla / con una nueva invención / al grande gato Rabón”. Tras
esto, Quinolilla y los dos pajes sacan unos caballos al tablado y los montan; lo
más sorprendente es que, a la postre, el único personaje de la comedia que sí
correrá la sortija es Quinolilla, y lo hace por partida doble, aunque marrando
ambas acometidas, pues primero echa la lanza por encima del aro (la sortija) y
luego muy por debajo, sin lograr ensartarla nunca. En su simpleza, cree haber
ganado el premio, provocando la risa de Mendoza y Salazar y posiblemente
también del público.
La otra pieza cómica de Sortija I es el Entremés del dios Baco, que no por
casualidad llega justo detrás de la invención de Ribadavia, quien haciendo ho-
nor a sus ricos caldos escogió para la misma al dios Baco y a ocho monas, estas
últimas en juego dilógico con ‘embriaguez o borrachera’. Así, Baco y cuatro
de sus oficiales empiezan a dictar leyes protectoras del consumo del vino y
en contra del agua, a quien llaman “arrastrada y desventurada”. El entremés
concluye con un jocoso “aucto” o edicto de Baco a favor de los potadores (‘be-
bedores, borrachos’) de vino:
Los dos entremeses que restan se localizan en Sortija II, justo antes de la úl-
tima escena del acto I, y en el paso del acto II al III. En el primero de ellos,
el Entremés del Vulgo y la Fama con sus secuaces, aparece de inicio la Mentira
buscando una víctima de la cual mofarse, que no será otra que el Vulgo. La
Mentira insta a la Fama a que publique por doquier y convenza al Vulgo de
que el cardenal no es bienvenido:
Sale el Vulgo a escena con dos hijas suyas (Necedad e Indiscreción), todos
ellos muy crédulos de lo que la (mala) Fama acaba de pregonar. Ellos se sien-
ten gente principal (v. 57) y con autoridad (“atorizados” dice el texto en gra-
ciosa prevaricación), por lo que toman asiento en actitud solemne y quedan
a la espera de que sea el cardenal quien les visite y hable con acatamiento.
Estamos en la órbita del tópico del mundo al revés, de la cual les sacará en
breve la Verdad, quien obliga a la (buena) Fama a que publique lo correcto,
sin engaños. Así lo hace, con lo cual el Vulgo sale de su engreimiento y ter-
mina arrodillado ante don Rodrigo de Castro:
Decíamos más arriba que el brusco cierre de la comedia, sin llegar a correr la
sortija en serio, podría ser consecuencia del poco tiempo (una semana) que
tuvo el autor para escribirla. El Entremés de la templanza del vino refuerza esta
impresión de lectura; nótese que estamos en el tramo final del festejo y se
percibe un cierto cansancio o agotamiento de la inventiva, pues en algunos
momentos se parafrasea de cerca una carta satírica en tercetos que Lupercio
Leonardo de Argensola escribió desde Lérida, en 1582, a su cuñado don Juan
de Albión. Reproduzco algunos pasajes enfrentados:
Bien se puede romper la ley severa, La ley ya está dada. Tres bebidas es
que da tres veces vino en la comida, avío: Suida; y Suetonio, qu’escribe
pero no para dar en borrachera. la Vida de Augusto, dice que no bebía
Tres veces beba el sabio, dice Suida, sino tres veces a cada comida, pero si
y aunque bebió con esta ley Augusto alguno tuviere buena cabeza y sed,
(según Suetonio, que escribió su vida), concedémosle una más.
si uno tiene más sed, no será justo […]
que se quede con ella, mayormente
si fuere muy colérico y adusto.
[…]
CONCLUSIÓN
OBRAS CITADAS
10. Así pues, esta Comedia de la invención de la sortija es un ítem más a añadir al nutrido Catálogo del
teatro español del siglo XVI (García-Bermejo Giner).
remiten lato sensu a lo que hoy po- turo prometedor en cuanto a nuevas
dría entrar dentro del concepto de ediciones se refiere.
pragmática. De ahí la oportunidad
de que no se hayan dejado de lado M.ª Azucena Penas Ibáñez
consideraciones que en otro mo- Universidad Autónoma de Madrid
mento y circunstancias se hubieran azucena.penas@uam.es
considerado dentro del campo y los
intereses propios de la retórica. El
estudio, sistematización y valoración Poot Herrera, Sara, y Antonio Cortijo
de los datos que aquí se ofrecen bajo Ocaña, coords.
el referido rótulo per figuram supo- Sor Juana Inés de la Cruz: la construcción de
nen un reto que es preciso afrontar lo femenino en su obra menor; los mundos
para que los logros de la tratadística cortesano y festivo de loas y villancicos. Nú-
antigua (retórico-gramatical) puedan mero monográfico de la revista Anthropos
ser interpretados y valorados como 243 (2016). 208 pp. (ISBN: 2385-5150)
merecen.
Terminamos ya nuestro recorrido Este monográfico de la revista
con una reflexión que entendemos Anthropos que reseñamos consta de
oportuna y necesaria. El proyecto seis magníficos ensayos de colegas
DECOTGREL supone un doble desa- del grupo UC-Mexicanistas que han
fío: de un lado, para los propios in- buscado lo femenino en la obra de
vestigadores que han emprendido Sor Juana y la legitimación de la inte-
una labor ingente en unos momentos ligencia colonial, tanto en el ámbito
difíciles para este tipo de empresas mariano como en el cortesano. Casi
tan arriesgadas; y, de otro, para la todos los textos coinciden en la fecha
propia comunidad científica, para la de 1680 como el periodo más pro-
que ellos ponen a disposición un ins- ductivo de Sor Juana y, aunque algu-
trumento lexicográfico de referencia, nos autores insisten en que tratarán
de gran utilidad tanto desde el punto composiciones menores o piezas de
de vista práctico (consultas puntua- encargo insertas en alguna festividad
les o sistemáticas), como teórico o religiosa o áulica (villancicos, loas…),
meta-teórico (los propios principios sin embargo, los finos análisis de que
metodológicos en que se inspira su hacen gala los seis autores colocan a
elaboración). Sor Juana como una intelectual de al-
Por ello, consideramos esta valiosa tos vuelos que, bajo la apariencia de
obra como referencia obligada dentro piezas festivas menores, esconde todo
de la comunidad científica, con un fu- un conocimiento de la patrística y de
la teología, al mismo tiempo que rei- sobre todo, en la loa femenina en las
vindica y defiende el mundo cultural huertas, donde se recrean la virreina,
propio de la colonia como equipara- condesa de Paredes, y sus damas,
ble al de la metrópoli. Es decir, como cortesanas todas “entre las flores de
apunta Sara Poot Herrera, “con su la huerta” (27).
entendimiento de las circunstancias En el siguiente ensayo, “La ciudad
hizo géneros literarios mayores de los como ámbito de la cortesanía: Sor
menores, que trascendieron más allá Juana y la ceremonia ritual”, María
del momento y la ocasión” (28). Águeda Méndez ubica a Sor Juana
Abre el volumen el ensayo de la en la sociedad cortesana de la Nueva
citada investigadora Poot Herrera, España tomando como guía al soció-
una de las coordinadoras del volu- logo Norbert Elias, quien en sus de-
men, que repasa la fortuna editorial finiciones de la cortesanía se refería al
de la poesía sorjuanina en la Nueva Ancient régime francés, pero que son
España, así como el reconocimiento perfectamente aplicables a la corte
de sus contemporáneos en juegos virreinal novohispana, de régimen
y certámenes poéticos, su ingenio absolutista. El medio urbano era el
siempre en boca de virreyes y prela- ideal para que se diera la cortesanía,
dos: el virrey de Mancera, Fray Payo, ya que la ciudad, a decir de Torque-
o en las epístolas que intercambian la mada, era la muestra espectacular del
virreina, María Luisa, y su prima, la poder eclesiástico-estatal y la recep-
duquesa de Aveiro, María Guadalupe tora y generadora del desarrollo de la
de Alencastre, hasta llegar a su en- cultura. En este ámbito cortesano de
trada triunfal en la imprenta espa- celebraciones y juegos se desenvolvió
ñola con Inundación Castálida, libro Sor Juana, primero en sus años en pa-
de 1689 que la autora califica de “in- lacio y, luego, en el convento a través
ventario loable” (23) de versos: en- del locutorio, por el medio epistolar
dechas, décimas, romances, sonetos o gracias a las visitas de la virreina
distribuidos en loas de cumpleaños que la mantenían en contacto con
a los reyes, en las que se nombra a el mundo. Precisamente, tener un
los virreyes y a la muy noble Ciudad mundo más profano que divino fue
de México, al virreinato mexicano, el principal problema que vieron en
reflejo del español; loas a los virre- ella Núñez de Miranda, Fernández
yes, a Fray Diego Velázquez de la de Santa Cruz y Aguiar y Seijas, se-
Cadena; romances de cumpleaños a gún Dolores Bravo, otra estudiosa de
los marqueses de la Laguna. Y, por Sor Juana citada por Méndez. Acaba
último, resalta la teatralidad barroca, el ensayo analizando retóricamente
dre de Dios le entrega las vestiduras tanto clásicas y bíblicas como de la pa-
de la orden mercedaria a San Pedro, trística. Repara en la construcción que
para narrar luego los milagros de Pe- Sor Juana hace de la mujer como prin-
dro como liberador de cautivos. Si- cipio divino del conocimiento y ve en
guiendo con el imaginario escolar, Sor toda su obra una exaltación de la fe-
Juana escribe otro juego de villancicos mineidad –ya sea a través de la figura
a San Pedro Apóstol (1677), en los que mitológica de Minerva-Atenea o de la
transporta la escuela al cielo y nos lo figura cristiana de la Virgen María–,
presenta como maestro de matemá- pues su objetivo es legitimarse y auto-
ticas y de latinidad. Otro juego para justificarse en su condición de mujer
los maitines de San Pedro Apóstol letrada. Cortijo analiza las diversas fi-
(1683) también traslada a los oyentes guras femeninas que recorren la obra
a un ámbito académico en el que Jesús de la jerónima y ve que la imaginería
examina al prelado. En estas compo- de la enamorada la usa para referirse
siciones se incluye Sor Juana como a la Virgen María como doctora, o a
estudiante ansiosa de conocimiento la virreina María Luisa, marquesa de
o participando en las disputas esco- Mancera, a quien tilda de “divina”,
lásticas y deja constancia de que las “ángel en sabiduría”, “alta deidad”,
alabanzas a los santos, el estudio y el y con una serie de epítetos marianos:
saber no están reñidos con “la religio- “reina de las flores”, “amanece ves-
sidad, el amor divino, la devoción o la tida de rayos”. Así, la divinización de
fe cristiana” (91). Su participación en la virreina corre paralela con la cons-
estas composiciones va más allá de la trucción imaginaria de la figura de la
hagiografía y la liturgia por su afán de Virgen, siempre igual y en rivalidad
conocimiento y entonces “sus villan- con su hijo o con San Pedro (sobre
cicos funcionan como instrumentos todo en los villancicos a la Asunción
del saber, crean pinturas verbales para de 1676). Las imágenes de la Virgen
los oyentes, juegos, acertijos mentales, y de la virreina aúnan las ideas de
discusiones sobre lo conocido, o espe- bondad, amor, inteligencia y belleza,
culaciones sobre lo nuevo por cono- además del principio femenino de la
cer” (94). Y lo que es más importante, fecundidad. Logra, pues, hacer una
se crea un espacio virtual desde donde sublimación de la femineidad apoyán-
se autoriza como mujer intelectual. dose en la hímnica medieval mariana,
Cierra el libro otro de sus coor- en la poesía cortesana petrarquista y
dinadores, Antonio Cortijo Ocaña, en la lírica amorosa barroca.
quien una vez más nos sorprende con Este monográfico dedicado a Sor
su erudición y su aparato de fuentes Juana explora nuevas líneas que, sin
cuadro con los marcos espacio-tem- ñala que La señora y la criada es una
porales que verifican su filiación al refundición de El acaso y el error.
escenario palatino (57-61), donde los Covadonga Romero, en una exposi-
personajes principales participan de ción minuciosa, resuelve que, si bien
la prototípica estructura cuadrangu- contienen bastantes similitudes, fun-
lar de amoríos nobles con las caracte- cionan como textos independientes y
rizaciones comunes en las comedias que cabría hablar mejor de reelabora-
de este tipo a los que se suman los ción de una de las comedias, si bien no
padres de Carlos y Diana, los dos se arriesga a verificar cuál se escribió
nobles que se aman pero que están antes.
comprometidos con otras personas Los textos de ambas obras contie-
por razones de estado. Y junto con nen copiosas y documentadas notas
el amor, surgen también los celos críticas que los clarifican con sus ex-
(64-66) y la casualidad (el acaso), pues plicaciones y los complementan con
lo imprevisto podría añadirse a la las definiciones de Covarrubias y Au-
nómina de los personajes, constitu- toridades, pero abriéndose también a
yendo un logro por parte de Calde- otras vías, todo lo cual conlleva que
rón. La sinopsis métrica (66-69) dis- ambos textos queden accesibles a
curre por los cauces previstos, con el todo tipo de lector, cosa muy de agra-
romance como forma más usada que decer. No queda más que reconocer
entronca con la retórica amorosa y el mérito de la editorial Juan de la
el uso de la tradición petrarquista y Cuesta por haber rescatado –y no por
del amor cortés con el uso de varios acaso– estas dos comedias de Calde-
tipos de figuras –señaladas muy acer- rón tan poco leídas y representadas,
tadamente por Romero Blázquez–, situación que confiamos cambie para
tanto las elaboradas de los nobles mejor a partir de ahora.
como las más simples de los villanos
(70-74) que dan luz a sus distintos Daniel Docampo
modos de habla. Acaba con un minu- Universidad Autónoma de Barcelona
cioso estudio de los elementos escé- ddocampojorge@gmail.com
nicos (74-78) que engloban desde las
acotaciones hasta la fisicidad de los
personajes.
El estudio introductorio finaliza
con un cotejo de ambas comedias a
tenor de algunas afirmaciones como
las de Valbuena Briones, quien se-
que evocan a un personaje histórico, miliar –en el caso de una figura real–
aunque difieren en el nombre, su siempre tiene un peso político, tal
parentesco y/o su contexto espacio- como lo reconoce la investigadora,
temporal. Tal es el caso de la empe- de ahí que reúna amor y política en
ratriz bizantina Aureliana en La rueda el primer apartado, el cual, sin em-
de la fortuna de Mira de Amescua. bargo, coloca dentro de la esfera de
Casada con el emperador Mauricio, la familia. De igual manera procede
sería un trasunto de la histórica em- al explorar otros interesantes rasgos
peratriz Constantina. En la segunda de la soberana, como el celibato o
subcategoría se reúnen las figuras su relación con el espacio de la aldea
poderosas que aparecen en contextos (espacio opuesto a la corte), los que
históricos o histórico-legendarios. encasilla en esta división de familia y
Aquí Zúñiga ubica a Tucapela, quien corte, que para tales casos no resulta
gobierna la isla de Puná en Las pala- completamente efectiva.
bras a los reyes y gloria de los Pizarros A continuación, se analiza el ejer-
de Vélez de Guevara. Finalmente, la cicio del poder por la soberana que,
última subcategoría contiene a las so- como en el caso de su par masculino,
beranas inventadas que aparecen en se convierte en un espacio de re-
contextos ficticios, junto a personajes flexión sobre la autoridad (como mo-
tan ficticios como ellas (por ejemplo, delo de gobernante o como tirana).
Arminda y Mitiline en Hado y divisa A esto se añade que muchas veces el
de Leonido y Marfisa de Calderón). El poder de esta figura no es ejercido en
catálogo concluye con la categoría de solitario, sino que lo comparte con su
las princesas e infantas destinadas a esposo, al que, en buena medida, la
convertirse en soberanas. soberana se supedita. Sin embargo,
La segunda parte de este trabajo existen excepciones como es el caso
consiste en un detallado estudio de de Isabel la Católica, quien no duda
la representación de la soberana que en ejercer su poder con independen-
intenta ordenar sus características cia: tal por ejemplo en Antona Gar-
a partir de los ámbitos en los que cía de Tirso de Molina. Asimismo,
esta actúa. Mientras que en la esfera la soberana tiene que sortear a me-
“privada” de la familia aparece como nudo dificultades para dejar bien pa-
esposa, viuda, madre o hija, en la es- tente su autoridad. En este sentido,
fera pública de la corte y el campo el teatro dramatiza las controversias
de batalla realiza funciones políticas de la época sobre la naturaleza feme-
y militares. Si bien se entiende esta nina de la mujer, que la colocaban
forma de dividir los atributos, lo fa- por debajo del hombre. La soberana,
RESEÑAS / REVIEWS
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Envío de libros para reseña, y reseñas en América del Norte: Prof. Fernando
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