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(eds.) Roberto Álvarez Escudero está especializado en retórica y poética, sobre todo de los
Siglos de Oro, y en literatura de viajes. Es secretario de
(eds.) Anejos de la Revista de Literatura y de las revistas Anales
Cervantinos y Revista de Literatura. Ha impartido cursos
y dictado conferencias en distintas universidades nacio-
nales e internacionales. Ha dirigido el proyecto nacional
Este libro recoge una amplia selección de los trabajos que se expusieron en
CSIC CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS Imagen de cubierta: fotomontaje (Editorial CSIC).
ESCRITURA Y TEORÍA
EN LA ACTUALIDAD
Actas del II Congreso Internacional de ASETEL
Madrid, 29-30 de enero de 2015
COPIA PARA USO ACADÉMICO DE AUTORES
Luis Alburquerque-García
José-Luis García Barrientos
Roberto Álvarez Escudero
(eds.)
ISBN: 978-84-00-10247-0
e-ISBN: 978-84-00-10248-7
NIPO: 059-17-148-6
e-NIPO: 059-17-149-1
Depósito Legal: M-25.566-2017
PRESENTACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . XI
COPIA PARA USO ACADÉMICO DE AUTORES
CONFERENCIAS PLENARIAS
PONENCIAS PLENARIAS
VII
VIII ÍNDICE
COMUNICACIONES
y Jesús Aguado
Joaquín Ruano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 495
El sujeto colonial: el problema de la identidad y la representación fílmica
Mirjana Sekulic . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 503
Influencias y procesos teatrales en Sacrificio, de Andrei Tarkovski
José Seoane Riveira . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 515
La autoficción española como símbolo de la hipermodernidad: teatro y cine
documental
Mario de la Torre Espinosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 529
Literatura jíbara y expansiva: nuevas formas de expresión en la sociedad 2.0
Virgilio Tortosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 539
De los escritores Mahjari a Milton Hatoum: un análisis de la realildad árabe
en Brasil
Elena Veiga Rilo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 553
Tiempo circular y sus implicaciones filosóficas en la narrativa de ciencia-ficción:
Matadero cinco y Watchmen
José Manuel Ventura Rojas . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 563
Kassel no invita a la lógica y «Café Perec», de Enrique Vila-Matas: una voz
transgenérica
Isabel Verdú Arnal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 577
Escritura y teoría en la actualidad
Actas del II Congreso Internacional de ASETEL
Madrid, 29-30 de enero de 2015
LA autoficción española
como símbolo de la hipermodernidad:
teatro y cine documental
COPIA PARA USO ACADÉMICO DE AUTORES
Resumen: Desde finales de los años noventa, la autoficción en España está alcanzando un
gran desarrollo en el mundo del teatro y en el del cine documental debido a la asunción
de modelos foráneos que indican que, contrariamente a lo dicho por Lejeune, sí es posible
la coincidencia entre autor, personaje y narrador. En estos casos, la autorreferencialidad
del signo teatral y el signo cinematográfico no actúa como impedimento para que poda-
mos hablar de prácticas autoficcionales.
Palabras Claves: Narratología. Autoficción. Cine documental. Teatro.
529
530 Mario de la Torre Espinosa
tros días, en una sociedad 3.0 donde la confusión entre lo público y lo privado se
hace extrema por el desarrollo de las redes sociales, han aparecido manifestacio-
nes culturales de diversa índole, más allá de lo estrictamente literario, que apun-
tan hacia un nuevo estatuto de la ficción, donde los límites con lo factual se dilu-
yen. Mientras que en el cine documental asistimos a la irrupción de la no-ficción,
en el mundo de la escena vemos cómo el teatro posdramático (Lehmann, 1999) se
convierte en una conceptualización acertada de la última deriva de la dramatur-
gia. Vienen a representar una mutación de los modelos hegemónicos activos has-
ta la década de los cincuenta, una subversión del status quo hasta ese momento.
Dentro de este desarrollo la autoficción, tal como la definió Serge Dubrovsky en
1977 en su novela Fils, se presenta como una propuesta genérica muy significativa
de nuestro tiempo.
algunas de las líneas que permiten la interpretación de la autoficción dentro del marco epistemo-
lógico de la hipermodernidad según la definió Gilles Lipovetsky. El pensador francés propugna
una segunda modernidad, donde el asentamiento de factores como la libertad individual ha con-
llevado, como paradójica reacción, la consolidación de valores tradicionales que habían sido mi-
nusvalorados por su consideración de opositores al progreso de la sociedad. En este sentido, la
reivindicación del yo privado frente a un yo social —que no le proporciona la autonomía que desde
la Ilustración se le había prometido—, se convierte en un discurso legítimo y recurrente. Esto con-
lleva no solo «la pasión del conocimiento de uno mismo sino incluso la pasión de la revelación
íntima del Yo como lo atestigua la inflación actual de biografías y autobiografías» (Lipovetsky 1983:
64). En el cine documental —mediante el guión y el montaje— y en el teatro —durante la escritu-
ra del texto dramático esencialmente— se realiza un ejercicio de revisitación y reestructuración
del pasado que enlaza con la hipermodernidad al proclamar un nuevo estatuto del individuo, ya no
estructurado por un presente absoluto, «sino por un presente paradójico, un presente que no deja
de exhumar y «redescubrir» el pasado» (Lipovetsky, 2004: 90). De ahí la expresión del deseo de
revelación del pasado configurador del yo presente como tema en gran parte de estas obras teatrales
y largometrajes documentales autoficcionales.
LA autoficción española como símbolo de la hipermodernidad... 531
En España hemos podido ver cómo esta modalidad narrativa, tras su exitoso
paso por la literatura, ha aterrizado en el teatro y en el cine documental. Realizadores
como Mercedes Álvarez, León Siminiani o Juan Barrero son buenos ejemplos de
cómo se ha asumido la autoficción en la práctica cinematográfica. Y algo similar
podríamos decir del teatro de Angélica Liddell, quién desde una dramaturgia nove-
dosa y rupturista con nuestra tradición, muestra la expansión del hecho teatral más
allá del escenario.
Bien es cierto que el origen literario del concepto autoficción ha conllevado un
desarrollo teórico mucho mayor en el territorio de la narrativa, pero no por ello su
aplicabilidad teórica se ve mermada cuando nos adentramos en otras manifestacio-
nes semióticas. Al fin y al cabo no se debe obviar que la presencia de conceptos como
enunciación, referencialidad o ficcionalidad, por ejemplo, es compartida por toda
manifestación artística, sea esta de la índole que sea. Así hemos podido ser testigos
de un auge en los estudios académicos sobre este fenómeno en nuestro país, como
demuestra la celebración de las I Jornadas Internacionales sobre Narrativa Actual
COPIA PARA USO ACADÉMICO DE AUTORES
que filma dicha realidad. En esta cita se recogen dos elementos importantes para
nuestro análisis. Por una parte ese haber sido referencial apunta a un material profíl-
mico que es registrado mecánicamente por un dispositivo. Y el haber estado allí se-
ñala la presencia de una autoría indiscutible por parte del cineasta. La primera cues-
tión es ¿qué ocurre en el cine documental? Si nos atenemos al documental clásico, al
desarrollado por ejemplo en la Escuela Documental Británica, donde el fin último
era reproducir la realidad a través de un cine basado «habitualmente en la condición
indexical de sus registros audiovisuales» (Cuevas, 2010: 117), nos encontramos con
la legitimación, a través del propio discurso fílmico, de ese material presentado como
verdadero. Lo mismo ocurre con los avances producidos con los Nuevos Cines,
como el direct cinema norteamericano o el cinéma vérité francés, cuando en lugar de
esa reproducción del material profílmico se persigue una captación directa del mis-
mo. ¿Qué sucede entonces cuando el propio autor-director-narrador entra a formar
parte de ese material profílmico? Pues que se convierte, al igual que los otros aspec-
tos de la narración cinematográfica, en un elemento narrado según ciertas tácticas
discursivas. Aprovechamos para señalar cómo el cine documental se distingue no
por su capacidad de realismo, sino por su alto potencial de verificabilidad con el
mundo real. Y este viene determinado por sus estrategias narrativas, las más este-
reotipadas la focalización externa, una enunciación transparente o un montaje no
manipulador.
Debemos señalar que partimos de la idea de que el cine documental, al igual
que otras artes, solo puede acceder a la realidad de una forma parcial. Romperíamos
Puede que se nos acuse de ser demasiado restrictivos a la hora de intentar plantear una
2
definición para estos dos géneros, pero el objetivo es establecer un punto de partida desde el que
iniciar la discusión. Las tesis aquí expuestas se corresponderían, dentro de la clasificación de Vin-
cent Colonna (2004), con la autoficción biográfica, en la que el autor procede a la invención de su
propia existencia a partir de datos que no se apartan nunca de lo verosímil.
LA autoficción española como símbolo de la hipermodernidad... 533
así con la idea de André Bazin (1945) del cine como medio de reproducción realista
del mundo para acercarnos a lo dicho por Béla Balázs (1945), cuando se opone a
esta consideración al entender que el cine es una puesta en escena que se ha filmado,
pero no la filmación de la realidad ni de forma directa ni de manera inintrusiva. En
este sentido es clave el uso del encuadre. El director, al planificar la acción, va frag-
mentando la realidad de forma consciente. Bien es cierto que han existido experi-
mentos que han intentado paliar este defecto de la técnica cinematográfica —como
es el caso de El jefe de todo esto (Direktøren for det hele, 2006) de Lars Von Trier—,
pero no han conseguido restituir el carácter puramente documental que ha sido
supuesto al séptimo arte por algunos teóricos. Realismo sí, pero como efecto duran-
te el visionado de una obra audiovisual, no desde un punto de vista ontológico.
Este cuestionamiento del estatuto de la realidad ejercido especialmente a partir
de los sesenta revolucionó la narrativa cinematográfica. Como consecuencia, den-
tro de esta crisis de la verosimilitud, el mundo de las emociones y los sentimientos
se postuló como una herramienta muy legítima para la elaboración de los discursos
COPIA PARA USO ACADÉMICO DE AUTORES
artísticos. Puesto que la realidad no es aprehensible y mostrable como tal, sino que
le es impuesta una reelaboración mediante la técnica y el lenguaje cinematográficos,
el material personal se convierte en un recurso lícito: nace el documental participa-
tivo y el performativo (Nichols, 2001).
El inicio de esta renovación estética hay que ubicarlo en la escena underground
neoyorquina, dentro del New American Cinema Group y con autores como Maya
Deren o los hermanos Mekas. En esta nueva corriente hay una clara voluntad de
romper con el modelo hollywoodiense. El elocuente final de su manifiesto funda-
dor, que dice «no queremos películas color de rosa, las queremos color sangre» (cit.
en Sitney, 1970: 83), viene a desvelar la impostura del modelo clásico, que hizo del
verismo una estética manipuladora al ocultar la enunciación. Ellos, ante la cons-
ciencia de su incapacidad de asir la realidad, optan por el material íntimo para la
realización de sus propuestas. La subjetividad irrumpe como discurso cinematográ-
fico —aunque el cine surrealista de Buñuel, por ejemplo, ya suponía un ejemplo
claro de subjetivación de la pantalla—. Surge así un cine que ha recibido diferentes
denominaciones, desde el diario fílmico o el cine autobiográfico al cine docuautofic-
cional, término que proponemos nosotros bajo esta definición: el cine documental
se transmuta en autoficción cuando el propio director aparece inscrito en la banda
sonora o la imagen y actúa al mismo modo como instancia narradora en una obra
audiovisual que narrativice episodios verosímiles que afecten de algún modo a su
vida. En este tipo de cine la focalización es interna, y la enunciación muy marcada,
produciéndose en ocasiones ruptura de la diégesis por parte del director-protago-
nista mediante metalepsis y otras técnicas narrativas. El director queda así, pues,
como el único responsable reconocible de la enunciación fílmica, un enunciador
explícito, intradiegético y visualizado que al mismo tiempo ocuparía ese lugar del
gran imaginador propuesto por Gaudreault y Jost (Gaudreault y Jost 1990: 56)
Estas nuevas corrientes cinematográficas tardaron un tiempo en llegar a Espa-
ña, debido por una parte a que las salas de cine estaban ocupadas por cine muy
534 Mario de la Torre Espinosa
comercial y de poco valor artístico y, por otro, a la censura que prohibía ciertas
obras por tratar temas de la contracultura americana que contradecían los postula-
dos del ideario del Régimen. Si a esto le sumamos su carácter experimental y under-
ground, vemos cómo es normal que dichas propuestas difícilmente gozaran de una
visibilidad importante. La labor de cineclubs, de diferentes eventos cinematográfi-
cos, así como la programación de nuevos ciclos durante y tras la Transición, ven-
drían a solventar esta situación posibilitando la llegada de estas nuevas poéticas
audiovisuales. El retraso fue tan grande que podemos decir que hasta finales de los
noventa no encontramos la realización de documentales autoficcionales de forma
normalizada. En la aparición de este nuevo formato es imprescindible citar la tras-
cendencia de la creación del Máster de Documental de Creación de la Universidad
Pompeu Fabra, iniciado en 1997 y que de alguna forma daría pie a otras formas de
expresión cinematográfica diferentes de las habituales. Se produjo así una cierta
institucionalización del terreno de la no-ficción, ese territorio flexible y poroso don-
de se mueve el género documental contemporáneo y donde la autoficción encuen-
COPIA PARA USO ACADÉMICO DE AUTORES
El pacto escénico es así dinamitado por la autora catalana. Pero esta transgre-
sión del teatro tradicional alcanza sus máximas cotas en sus obras más confesiona-
les, como Anfaegtelse o Desobediencias: yo no soy bonita, donde acomete la autole-
sión. La sangre que emana de sus heridas vuelve a ser un hecho irrefutable que
desintegra el pacto de ficción con el espectador. Coloca así en una posición muy
incómoda al público, que debe decidir si instalar ese acto en un forzado pacto escé-
nico —sangra el personaje— o bien romperlo —sangra Angélica Liddell—. Depen-
diendo del posicionamiento que decida ocupar, la experiencia estética diferirá no-
tablemente, ya que se podrá tratar bien de un acto poético o bien de una agresión al
propio cuerpo insoportable por su dureza y por las cuestiones morales que plantea.
La importancia de los paratextos en la determinación de la autoficción es impor-
tante, y en este territorio Angélica Liddell expande el hecho teatral más allá de la es-
cena. En su blog personal3 muestra instantáneas de ella misma, autorretratos fotográ-
ficos realizados en diferentes situaciones y acompañados de textos poéticos. Desde
noticias acerca de una enfermedad que la tiene enclaustrada en un hotel a la narración
<http://solamentefotoss.blogspot.com.es> [10-1-2015].
3
536 Mario de la Torre Espinosa
de una relación amorosa epistolar con Romeo Castelucci, son diferentes las historias
que desarrolla y que son ilustradas con mórbidas fotografías que remiten a la pintura
romántica. El uso de este lenguaje 3.0 nos hace dudar sobre si las ideas expresadas que
acompañan a las imágenes se corresponden a un álter ego literario o bien a la propia
opinión de la autora. Pero hay un elemento sobre el que no caben cuestionamientos
de ningún tipo, y es en la corporeidad de la propuesta —tanto en las fotos como sobre
las tablas—. Y es en esto donde la autoficción en el cine y en el teatro se diferencia
mayormente de la literatura: en el acceso iconográfico al cuerpo como elemento se-
miótico. Si en la literatura siempre se puede disentir de la asimilación entre personaje
y autor al exigir al lector un pacto habitualmente a ciegas —puesto que no siempre
hay acceso al mundo referencial del autor—, tanto en el cine documental como en el
teatro el cuerpo actúa como prueba referencial. En el momento que vemos a Juan
Barrero o José Luis Guerín reflejados en un espejo grabándose con la cámara, o a
Angélica Liddell sobre las tablas declarándose actriz en su propia obra, se produce
una asimilación automática entre personaje-autor mediante estos mecanismos meta-
COPIA PARA USO ACADÉMICO DE AUTORES
Referencias bibliográficas
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Liddell’s Theater of Passion», Thamyris / Intersecting, 24, pp. 151-172.
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Barthes, R. (1964). «Retórica de la imagen», en Lo obvio y lo obtuso: imágenes, gestos, voces,
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(ed.), La autoficción: reflexiones teóricas, Madrid, Arco / Libros, pp. 9-42.
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