Avances en investigación en la

nutrición deportiva
Nutrición aplicada al
alto rendimiento deportivo
CONTENIDO
1. Objetivos

2. Nutrigenética

3. Nutrigenómica

4. Modulación de la microbiota

5. Probióticos y prebióticos en el deporte

6. Productos emergentes

7. Biología de sistemas

8. Diseños no experimentales

9. Diseños experimentales

10. Revisiones sistemáticas y meta-análisis

11. Bibliografía

Objetivos
• Diferenciar la nutrigenética y la nutrigenómica.
• Aplicar la nutrigenética y la nutrigenómica.
• Manejar las diferencias y aplicabilidad entre
probióticos y prebióticos.
• Diferenciar los estudios experimentales y no
experimentales.
Nutrigenética
Cada vez es más frecuente escuchar sobre empresas
que venden test de DNA que permiten conocer
o predecir el riesgo que tiene cada persona ante
desarrollar determinadas enfermedades, como el
cáncer, enfermedades autoinmunes o enfermedades
cardiovasculares. Estas pruebas, denominadas pruebas
nutricionales de base genética (DTC-GT), se hacen a
través de analizar la saliva y permiten conocer dicha
predicción sin necesidad de asistencia médica, o mejor
dicho, son ‘directas al consumidor’, por ello, su expansión
está en auge.
Hay cuatro factores que pueden correlacionarse con la
salud y la genética:
• Factores sociodemográficos (esperanza de vida,
tabaquismo, enfermedad coronaria, etc.)
• Rasgos sobre el perfil lipídico, en especial sobre las
lipoproteínas de alta densidad (HDL)
• Enfermedades relacionadas con una mala
composición corporal, generalmente por un IMC
alto u obesidad
• Factores relacionados con la diabetes tipo 2
Es decir, existe una correlación genética entre la
duración de la salud y la morbilidad y calidad de vida
de cada sujeto, los cuales pueden ser modificados
(parcial o totalmente), con el manejo de la nutrición, el
entrenamiento, etc.
La variación genética que se ha producido gracias a la
alimentación ha surgido a lo largo de los años gracias a
migraciones y nuevos climas y fuentes de alimentos. Por
ejemplo, en países asiáticos o en África, la capacidad
de digerir la lactosa es mucho menor que en países del
norte de Europa.
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En esta línea, la relación de la genética y la nutrición
puede verse desde dos puntos de vista. Por un lado, se
sabe que los genes pueden influir en el metabolismo de
los nutrientes, lo que se conoce como nutrigenética y,
por otro lado, son los propios nutrientes los que pueden
modular la expresión de los genes, lo que se conoce como
nutrigenómica. Por esta razón, conociendo la predicción
genética ante una enfermedad, se pueden manejar las
estrategias nutricionales con el objetivo de prevenir y
mejorar la calidad de vida. Cabe destacar que estas
enfermedades se pueden probar y son efectivas cuando
son enfermedades monogénicas, es decir, que se deben
a la alteración de un solo gen, como la fenilcetonuria
(por una alteración del gen que codifica la fenilalanina
hidroxilasa, y se debe evitar la fenilalanina en estos
casos) y la galactosemia, entre otras. En cambio, para
aquellas que combinan factores genéticos y ambientales,
como la obesidad y la diabetes tipo 2, entre otras, hay
que contemplar el resto de variables. Además, tener una
determinada variante genética no significa que se vaya
a desarrollar dicho fenotipo, pues siempre dependerá
del resto de factores genéticos y de la capacidad de
heredabilidad y expresión de dicho gen, pues el genoma
humano consta de más de 3 mil millones de pares de base
de ADN organizados de forma diferente y los procesos de
transcripción y traducción son diferentes. Es decir, un solo
gen puede producir múltiples transcripciones y codificar
diferentes isoformas de proteínas. Sobre este dato, cabe
destacar que hasta un 30 % de la población europea
considera que estos test o pruebas genéticas con su
consiguiente asesoramiento es eficaz, pero es cierto que
es algo en lo que se está profundizando actualmente, que
depende de la capacidad de la empresa y de la evidencia
científica al respecto.
Respecto a las empresas que realizan estos test, las
variables genéticas más estudiadas son la vitamina D,
la vitamina C, la vitamina A, la vitamina B6 y el hierro,
además del metabolismo de lípidos, hidratos de carbono
y proteínas, siendo el de lípidos el más estudiado de
los macronutrientes. Por otra parte, intolerancias y
sensibilidad, como puede ser a la lactosa y la cafeína
(por el gen CYP1A2), también son estudiadas (1).
Otros factores que puede estudiar la genética es, por
ejemplo, la dependencia al alcohol, la enfermedad del
hígado graso no alcohólico e, incluso, el Alzheimer.
Nutrigenómica
Como se ha mencionado, la nutrigenómica hace
referencia a cómo los nutrientes y fitoquímicos pueden
modificar los genes al actuar sobre moléculas de
señalización que modifican la transcripción e influyen en
la expresión de genes y proteínas. Por ejemplo, alimentos
ricos en hidratos de carbono aumentan las enzimas
glucolíticas y lipogénicas y reducen las gluconeogénicas.

Además de modificar la capacidad de transcripción, los
alimentos que se ingieren, en función de sus nutrientes,
también pueden modificar el metabolismo y el proteoma
(conjunto de proteínas del organismo).
Actualmente, aunque se piensa que la nutrigenómica
puede ser muy útil, sigue en constante investigación para
buscar información biológica interesante. Por ejemplo,
la nutrigenómica en la India indica que los niños suelen
tener baja estatura para la edad y peor crecimiento en
comparación con otros países, debido a la desnutrición
e infecciones, así como la alta incidencia de anemia.
Además, la falta de proteínas y de minerales como el
zinc y otros micronutrientes pueden afectar al complejo
mTORC1, que controlado por la disponibilidad de leucina
y es el que se encarga de la síntesis proteica y, en gran
parte, del crecimiento óseo. Una desnutrición también
reduce la esfingomielina en niños (sintetizadas a partir
de fosfolípidos, y necesarias para mielinizar las neuronas
en el desarrollo de los niños, lo que es fundamental para
proteger el sistema nervioso central). Por otra parte,
la falta de proteínas también está asociada con peor
mineralización ósea, sistema inmune y transporte de
nutrientes. En cualquier caso, una desnutrición del tipo
que sea, especialmente en niños, va a ser perjudicial
para el resto de sus vidas.
Por otro lado, no solo la falta de micro y macronutrientes
es perjudicial, pues también lo es el exceso de estos. Es
decir, tanto una carencia como una abundancia pueden
alterar el genoma y modificar la posibilidad de padecer
enfermedades, por ejemplo, un exceso de homocisteína
está asociado con defectos neurales y vasculares, entre
otras alteraciones.
Por estas razones, existen las recomendaciones
diarias de cantidades (RDA) de macronutrientes y
micronutrientes, estudiadas según la evidencia científica
sobre personas sanas, las cuales varían según el país, la
edad, el género y las enfermedades (2).
Modulación de la microbiota
A lo largo del tubo digestivo existen aproximadamente
100 mil millones de microorganismos, donde se
encuentran sobre todo las bacterias, pero también
hongos, protozoos y algunos virus.
Antes de comenzar con este apartado, es necesario
diferenciar dos términos: microbiota intestinal, que
hace referencia a los microorganismos del intestino, y
microbioma intestinal, que consta de los genes que
codifican la existencia de dichos microorganismos.
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Se han relizado numerosos estudios en hermanos
gemelos, donde se ha descubierto que, si bien la
microbiota intestinal tiene un componente hereditario,
los factores ambientales y los medicamentos que
se utilicen son determinantes en la composición de
dicha microbiota. Además, estos microorganismos
son fundamentales para la salud humana, no solo para
digestión o como función metabólica, sino que también
ayudan a nivel inmunitario y del sistema nervioso.
En grandes rasgos, los factores que más pueden afectar
a la microbiota y que tienen una alta influencia con la
nutrición son:
• Consumo de fibra
• Probióticos
• Antioxidantes
• Metabolismo lipídico
• Inflamación
• Sensibilidad a la insulina
• Consumo proteico
• Azúcar
• Alteración del Ph
• Ingesta de ácidos grasos saturados
A nivel digestivo, la función principal de la microbiota
intestinal es la de fermentar sustratos que no son
digeribles, como la fibra, generando microorganismos
que producen ácidos grasos de cadena corta, como
el acetato, propionato y butirato y ciertos gases. De
estos ácidos grasos de cadena corta, el butirato es
la principal fuente de energía de las células del colon,
incluso, es capaz de inducir apoptosis (proceso de
muerte celular programada) sobre células cancerígenas
que se encuentren en el colon, así como activar la
gluconeogénesis intestinal, lo que es beneficioso para
la homeostasis orgánica. Por otro lado, el propionato
regula la gluconeogénesis en el hígado y la saciedad
según receptores de ácidos grasos del intestino y el
acetato, el cual es el ácido graso de cadena corta más
abundante, también está relacionado con la regulación
del apetito. En cualquier caso, estos ácidos grasos de
cadena corta están relacionados con menor obesidad y
menor resistencia a la insulina.
Por otra parte, en personas con enfermedades
intestinales, diabetes tipo 1 y 2, enfermedad celiaca,
rigidez arterial, enfermedad de Crohn, etc., se ha visto
menor diversidad en los microorganismos del intestino.
En cambio, en personas centenarias, la diversidad de la
microbiota es alta. Esto puede hacer referencia a que una
dieta equilibrada, rica en micronutrientes y controlada,
mejora la salud intestinal y, por la asociación encontrada
con personas centenarias, puede mejorar la calidad y
duración de la vida humana.

Una duda muy extendida en la consulta de un nutricionista
es acerca de los edulcorantes y aditivos, concretamente
si estos son buenos o malos para la salud. En este punto,
es importante dejar claro que, aunque los edulcorantes
pueden ser interesantes en personas que quieran reducir
el número de calorías y evitar el consumo de azúcares
refinados, se ha demostrado que el aspartamo, la sacarina
y la sucralosa alteran la diversidad de la microbiota,
especialmente la sucralosa. Respecto a los aditivos,
los más perjudiciales parecen los emulsionantes, en
concreto la carboximetilcelulsa y el polisorbato-90 (3).
Por último, cabe destacar que, en personas que
consumen muchos medicamentos, se producen
alteraciones de esta microbiota a largo plazo, llegando
incluso a ser muy perjudicial para la salud. Por eso, en
estos casos dentro de la práctica clínica, se realiza
un trasplante de la microbiota fecal o trasplante de
heces para mejorar la microbiota del sujeto dañado;
por ejemplo, en sujetos con síndrome metabólico, se
ha visto que un trasplante de heces desde una persona
con buena salud mejora la sensibilidad a la insulina
y la composición de la microbiota. En esta línea, cabe
destacar que, si bien muchas personas aseguran no
consumir medicamentos a diario o solo cuando están
enfermos, hay que tener en cuenta que en el ganado es
muy común la aplicación de antibióticos, así como en
vegetales el uso de pesticidas que, aunque la evidencia
científica estudiada no demuestra ser significativa, los
estudios aún no son numerosos (4).
Probióticos y prebióticos en
el deporte
Los probióticos y prebióticos mejoran la salud intestinal
de los sujetos, pero su aplicación debe ser estratégica,
pues, dada su popularidad en los últimos años, estos
se han administrado en productos cuyo aporte de
prebióticos y probióticos tiene escasos beneficios. La
diferencia entre ellos radica en que los probióticos son los
microorganismos vivos que, administrados en cantidades
adecuadas, confieren un beneficio para la salud intestinal
del sujeto; en cambio, los prebióticos son sustratos
que utilizan directamente dichos microorganismos,
mejorando, también, la salud del sujeto.
El uso de estos productos se lleva practicando
desde hace más de un siglo, cuando se sugirió la
capacidad de modificar la microbiota del organismo,
reemplazando los microorganismos perjudiciales por
otros beneficiosos. Por ello, los probióticos cumplen
diferentes funciones, tales como regular el sistema
inmune, contribuir al mantenimiento de la barrera
intestinal y producir diferentes metabolitos (vitaminas,
ácidos grasos de cadena corta y moléculas que actúan
como neurotransmisores en el eje intestino-cerebro).
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Estos productos se administran en forma de cápsulas,
tabletas, barritas y también en forma de líquidos y en
alimentos específicos, por ejemplo, probióticos del
yogur. También es posible encontrar microorganismos
vivos en el chucrut o el kimchi, pero a día de hoy no
se consideran probióticos en sí por escasa evidencia
científica. Por otra parte, la fabricación es clave para
mantener la estabilidad y prolongar la vida útil de estos
microorganismos, además de que hay más estudios en
animales y condiciones clínicas humanas generales que
en el deporte. En cambio, cada vez están aumentando
más estas investigaciones sobre el rendimiento, la
recuperación, la fatiga y la composición corporal.
Respecto al ejercicio, se ha visto que sujetos activos
tienen mayor diversidad de la microbiota, con mejor
relación de bacterias y mayor estimulación de la
proliferación de bacterias que mejoran la inmunidad
de la mucosa intestinal. En este punto, la dieta es clave
para modular la actividad de la microbiota intestinal. Por
ello, la ingesta de proteína de suero parece tener efectos
potenciales, los hidratos de carbono y la fibra aumentan
bacterias más específicas y, respecto a las grasas, aún
no se conocen beneficios aislados, pero parece que el
tipo de grasa consumida puede ser importante.
Sin embargo, cuando el ejercicio es extenuante
y prolongado, el estrés generado en el tracto
gastrointestinal altera la microbiota intestinal, y esta
puede derivar en náuseas, vómitos, diarrea y alteración
de la permeabilidad del tubo digestivo y, dado que el
tracto superior está asociado con mayor entrada de
agentes patogénicos, se ha visto que utilizar probióticos
puede mejorar las defensas contra infecciones en dicha
zona. Respecto al rendimiento, la administración de
cepas probióticas antiinflamatorias se asocia con una
mejor recuperación del daño muscular.
La dosis efectiva y el método de administración de
prebióticos y probióticos varía según los estudios,
pero se recomienda que se administren aquellos que
sean adecuados que vengan en envases donde incluya
una etiqueta con el género, especie y cepa de cada
microorganismo, así como la vida útil del producto,
medida en unidades formadoras de colonias (UFC) (5).
Por otro lado, los prebióticos son carbohidratos
fermentados selectivamente que se utilizan para
promover el crecimiento de los microorganismos,
principalmente por la generación de ácidos grasos
de cadera corta que regulan funciones de inmunidad,
inflamación, metabolismo, etc. Los prebióticos más
conocidos son los galactanos y fructanos, donde
destaca la inulina.

Productos emergentes
Hay polifenoles y carbohidratos que regulan la microbiota
intestinal, como el almidón resistente, la polidextrosa
o la pectina que, probablemente, dentro de unos años,
sean catalogados como prebióticos. Además, las fibras
fermentables, las vitaminas, minerales y ácidos grasos,
cumplen funciones similares a los prebióticos en sí.
Por otro lado, la combinación entre prebióticos y probióticos
se conoce como simbióticos y pueden tener funciones
sinérgicas, aunque los mecanismos de acción sean
independientes entre sí, pero aportan diferentes funciones.
Además, no todas las mezclas que se están desarrollando
se limitan a prebióticos, probióticos y simbióticos, sino que,
en un futuro, probablemente combinen microorganismos
vivos con muertos, sustratos fermentables, vitaminas y
minerales, fitoquímicos, etc (6).
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Biología de sistemas
La biología de sistemas es el estudio de un organismo o
sistema biológico, visto desde un punto de vista holístico
o integrado entre genes, reacciones bioquímicas,
proteínas, etc. De esta forma, cuando se estudia un
sistema, no se analiza de forma individual, sino según sus
interacciones entre todos los componentes. Por ejemplo,
la nutrición y la salud están íntimamente relacionadas;
de hecho, la nutrición se podría considerar una rama de
la medicina, por ello, hay recomendaciones dietéticas
sobre la salud pública a nivel mundial por asociaciones
en diferentes lugares sobre determinadas enfermedades,
donde también se incluyen aspectos de bienestar, como
el ánimo o la atención. Es decir, la nutrición y la salud
están interaccionando constantemente entre el medio
ambiente y la fisiología.
En esta línea, el comer alimentos y beber cambia
constantemente el metabolismo, lo que requiere cierta
flexibilidad de los sistemas. O, por ejemplo, el tener energía
depende de la cantidad de hidratos de carbono, lípidos y
proteínas que se aporten en la dieta y su distribución, de
forma que, cuando está optimizada, la persona sea capaz
de distribuir, utilizar y almacenar correctamente la energía,
manteniendo una homeostasis orgánica. Dado que todas
estas funciones requieren el correcto funcionamiento
de diferentes órganos, estos tienen que ser capaces de
adaptarse y estar optimizados, pues si uno de los órganos
involucrados no funciona bien, alterará el proceso entero.
Por ejemplo, para controlar la glucosa según el correcto
funcionamiento de la insulina serán fundamentales el
hígado, el músculo, el páncreas, el intestino, el cerebro, el
tejido adiposo, etc., pues el páncreas sintetiza insulina, el
hígado produce la glucosa, el músculo capta esta, etc. (7).

Diseños no experimentales
Un diseño no experimental en un estudio hace referencia
a aquellos estudios en los que las variables no están
manipuladas de forma deliberada, sino que se basa en
la observación de los fenómenos en su contexto natural
y se analizan sin intervenir. Para ello, se selecciona el
contexto o comunidad en la que se quiere estudiar una o
varias variables y, una vez medidas, se analizan.
Al no intervenir, los sujetos no están condicionados,
sino que actúan de forma natural. En esta línea, hay
diferentes tipos de estudios no experimentales. Por
ejemplo, cuando se estudian una o varias variables en
un momento concreto, esto se conoce como un diseño
transversal, con datos de un único tiempo, lo que puede
servir para conocer datos sobre un área del que no
hay ideas previas, recoger información sobre variables
concretas o describir vínculos y asociaciones para
establecer una correlación o causalidad.
Por otro lado, cuando el estudio requiere datos de las
variables en diferentes tiempos o a lo largo de un tiempo
específico, se realizan estudios con diseño longitudinal.
Diseños experimentales
A diferencia de los estudios no experimentales, la
investigación experimental implica la manipulación
intencionada de una variable con el objetivo de analizar
su impacto sobre una variable dependiente. Es decir, la
variable independiente es la que causa el impacto sobre
la dependiente. Estos estudios pueden ser, a su vez, de
diferentes tipos:
• Los pre-experimentales son aquellos en los que solo
hay un nivel, el cual es el grupo de experimentación
sobre el que se aplica la intervención. Este
tipo de estudio carece de un grupo control de
comparación, lo cual es una limitación y disminuye
la calidad de la investigación.
• Los estudios cuasi-experimentales cuentan con
dos subniveles en la variable independiente. Por
una parte, hay un grupo experimental sobre el que
se aplica la intervención y, por otra parte, un grupo
control sobre el que no se aplica intervención. En
este tipo de estudios, la asignación entre los grupos
de intervención no es aleatoria, es decir, no se
produce por el azar, sino que están conformados.
• Por último, el diseño experimental cuenta con
dos subniveles: uno experimental sobre el que se
aplica la intervención y otro control para comparar,
los cuales sí se han asignado de forma aleatoria,
lo que disminuye la probabilidad de influir sobre
los resultados (9).
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Revisiones sistemáticas y
meta-análisis
Las revisiones sistemáticas son investigaciones que se
realizan sobre estudios originales, buscando encontrar una
espuesta claramente formulada. Al trabajar sobre estudios
originales, se les considera investigación secundaria, es
decir, investigar sobre lo investigado. Cuando las revisiones
no son sistemáticas, se denominan narrativas y no se
consideran un proceso formal de investigación, sino una
opinión. Por ello, las revisiones sistemáticas limitan el
sesgo y los errores alteatorios al requerir una búsqueda
exhaustiva de todos los artículos relevantes, una selección,
según criterios definidos, de los artículos que incluirá
dicha revisión y la descripción del diseño, síntesis de datos
obtenidos e interpretación de resultados. Este tipo de
revisión no utiliza métodos estadísticos.
Por otro lado, cuando sí se utilizan métodos estadísticos,
se denominan revisiones sistemáticas cuantitativas o
metaanálisis. Estos no siempre son posibles, a diferencia
de las revisiones sistemáticas cualitativas, pues los
metaanálisis ofrecen la mayor evidencia científica, una
información muy útil para comprender el efecto de una
intervención sobre un problema, ya sea a nivel general
o en clínica. Permite, también, conocer la magnitud del
efecto obtenido.
Para lograr ambas, se debe de seguir una metodología
muy precisa, asegurando la calidad de la información
(10).
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