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Edición impresa: lunes 28 de octubre de 2019, p. 59.

Edición digital: 28.oct.2019.

Mandato y alternancia: entre la excepción y la rutina

M
acri será el primer presidente no peronista en cumplir el tiempo legal de su mandato en
91 años de vida política. El oficialismo lo vive como un logro político enorme que supera
una “maldición” que la Argentina arrastra desde 1928, cuando Marcelo T. de Alvear
concluyó su presidencia. A falta de éxitos en el plano económico o social, el Gobierno construyó un
relato falto de rigor histórico y de ingenuidad, porque pretende atribuirle al peronismo la
responsabilidad exclusiva del déficit de gobernabilidad que afecta al país desde hace más de ocho
décadas.

El relato flaquea por varias razones. Primero, porque en un inicio (1928-1945) el peronismo no
existía. Segundo, porque en el período restante (1945-2019) hubo gobiernos peronistas que tampoco
terminaron sus mandatos a causa de violentos golpes militares que contaron con la aquiescencia de
sectores de la oposición. Tercero, porque el último gobierno constitucional y no peronista en concluir
su mandato legal no fue el de Alvear, sino el de Agustín P. Justo, presidente entre 1932 y 1938.

El general Justo fue ministro de Guerra del presidente Alvear y el principal referente del “ala liberal”
del ejército. Aunque vinculado a la UCR antipersonalista, Justo no participó abiertamente del golpe
militar de 1930 contra Hipólito Yrigoyen. Un año después, cuando la dictadura convocó a una nueva
elección presidencial pero que prohibía la participación radical, Justo advirtió una gran oportunidad
y lanzó su candidatura, apoyada por “La Concordancia”: una coalición formada por la UCR
antipersonalista, el socialismo independiente y el Partido Demócrata Nacional, el reagrupamiento
de los viejos conservadores.

La Concordancia triunfó y en febrero de 1932 Justo asumió la presidencia. Gobernó hasta finalizar
su mandato en 1938 y le entregó el mando a su sucesor, Roberto Ortiz, un radical antipersonalista
que fue ministro de su gobierno.¿Por qué el relato oficial oculta a Justo? Por la incomodidad que
genera su figura. En primer lugar, porque Justo fue militar y el “espíritu castrense” explica el
autoritarismo innato que el discurso antiperonista le adjudica al peronismo. Segundo, porque su
figura está muy vinculada con la “década infame”, un régimen basado en el fraude electoral y en la
prensa adicta.

Desde 1946 hasta 1983, nuestras disrupciones institucionales se debieron, en gran medida, a la
dominancia del factor militar y a otros de la política mundial; disrupciones que afectaron a todos los
gobiernos electos, fueran o no peronistas. Luego del regreso a la democracia en 1983, la causa de las
disrupciones institucionales dependió de las capacidades de los sucesivos gobiernos para resolver los
desafíos que afrontaron.

Es en este período, y no antes, donde están las razones que impidieron que Alfonsín y De La Rúa
concluyeran sus mandatos. Para explicar el déficit de gobernabilidad, el nuevo relato pretende culpar
nuevamente al peronismo por su poco apego a la institucionalidad y la alternancia republicana y más
aún cuando actúa en la oposición.

En estos últimos 36 años, los anteriores gobiernos no peronistas no culminaron sus mandatos más
por sus propios yerros que por la actitud “destituyente” de terceros. Aun incumpliendo sus plazos
legales, las instituciones supieron hallar la salida legal más adecuada a esas disrupciones, evitando
los graves males del pasado. El próximo 10 de diciembre no ocurrirá nada excepcional ni heroico:
asistiremos a un ritual en el que un presidente que concluye su mandato cederá sus atributos en otro
que habrá de iniciarlo, ambos unidos por la legitimidad que otorga el voto popular.

Rubén Achdjian es Politólogo (UBA). Director de Tramas & Tendencias.

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