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Edición impresa: 06.sep.2016, p. 18.

Edición digital: inédito.

¿Dividir La Matanza?
El peronismo bonaerense cerrando filas para resistir la aprobación del proyecto para
dividir “la capital nacional del peronismo”. Pero ya tiene estado legislativo y estarían
los números para aprobarlo. Igualmente, aún hay que esperar: esto recién comienza
por Ruben Manasés Achdjian (*)

A vanza en la legislatura bonaerense un acuerdo entre los bloques de Cambiemos, del Frente
Renovador y del GEN para impulsar un proyecto de ley que contempla la creación de
cuatro nuevos municipios a partir de la redistribución de las 14 localidades que hoy
integran el partido de La Matanza.
El proyecto original le pertenece al diputado provincial Marcelo Díaz (GEN) que, tras
permanecer cajoneado durante los años del apogeo kirchnerista, han sido reflotarlo.
En realidad, la iniciativa propone crear tres municipios nuevos: Los Tapiales (integrado
por Lomas del Mirador, La Tablada, Ciudad Evita, Aldo Bonzi y Ciudad Madero), Gregorio de
Laferrère (conformado por la ciudad homónima, Rafael Castillo e Isidro Casanova) y Juan
Manuel de Rosas (con González Catán, Virrey del Pino y Veinte de junio). Hecha la partición,
quedará un municipio “residual” de La Matanza, que quedará reducido a las localidades de San
Justo, Ramos Mejía y Villa Luzuriaga.
El peronismo bonaerense, como era de esperarse, está cerrando filas para resistir la
aprobación del proyecto, pero la tarea se le ha tornado demasiado trabajosa porque el principal
problema que atraviesa hoy es de orden interno: sus legisladores provinciales se han “balcanizado”
en cinco bloques, una situación impensada hasta hace algunos meses y que ha permitido que el
proyecto de Díaz avance y adquiera estado legislativo.
Capital nacional del PJ
Muchos hablan de La Matanza como la capital nacional del peronismo, y les sobra razones para
hacerlo. Desde 1983 hasta hoy, el peronismo matancero ha sido imbatible y ha consagrado cinco
intendentes, incluyendo a Verónica Magario, la actual jefa comunal.
Que en La Matanza haya habido solo cinco intendentes electos en 33 años, suena a un caso
extraño. Pero si miramos la realidad política del resto del Conurbano, el distrito constituye una
excepción, comparado con los municipios vecinos, igualmente gobernados por intendentes
peronistas que han apelado, una y otra vez, a la reelección.i
En el justicialismo de La Matanza, a pesar de sus intensas disputas internas, parece existir
cierta tradición tácita que les concede a sus intendentes hasta dos mandatos consecutivos, y no
más. Así sucedió con Russo, Cozzi, Balestrini y Espinoza. Es posible que lo mismo suceda con
Magario, quien aún puede seguir soñando con una reelección.
El peso político del justicialismo local define cualquier instancia electoral, sea nacional o
provincial. En las últimas elecciones, los candidatos nacionales, provinciales y municipales
peronistas recogieron en La Matanza más de 330 mil votos: esto es el 4 y el 10% del total de votos
que obtuvieron Daniel Scioli en todo el país y Aníbal Fernández en toda la provincia.

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Las cifras mencionadas muestran la trama de intereses políticos que se juega detrás del
proyecto de dividir La Matanza y, a la vez, la magnitud de la amenaza que cunde entre los principales
dirigentes peronistas bonaerenses, refractarios a cualquier maniobra que pueda significar el
desguace de su “nave insignia”.
Pese al distanciamiento que hoy existe entre ambos, la intendenta Magario y su antecesor
Fernando Espinoza no dudan en aunar sus fuerzas para rechazar esta división. Tanto uno como el
otro entienden que la finalidad oculta del proyecto es limar el poder del aparato electoral matancero.
Otros dirigentes peronistas -con una relación más cordial con la gobernadora Vidal-
expresan esta misma sospecha, aunque prefieren hacerlo en términos más mesurados. El intendente
de San Martín, Gabriel Katopodis, señaló que estos proyectos “pueden ser bienintencionados, pero
muchas veces persiguen intereses electoralistas". Juan Zabaleta, de Hurlingham, reconoció que la
división de La Matanza “es una idea para trabajarla” pero antepuso la necesidad de analizar la
sustentabilidad fiscal de los nuevos municipios a crearse.
Más allá de cómo se resuelva la cuestión, este debate reavivó un tema casi olvidado de la
ciencia política: el Gerrymandering
Políticos y votantes
Para cualquier fuerza política que logra alcanzar el gobierno, la posibilidad de manipular los distritos
electorales -sea para mejorar sus propias chances o para atenuar los efectos de una derrota en los
comicios- es uno de sus deseos más vivos e inconfesables.
La ciencia política acuñó el término “gerrymander” para definir esta clase de maniobras. El
origen de esta extraña palabra alude a Elbridge Gerry, gobernador de Massachusetts entre 1810 y
1812, quien unificó los distritos norte y oeste de su Estado para que sus opositores del Partido
Federalista obtuvieran una menor cantidad de congresistas.ii
Desde entonces, el gerrymandering se extendió a otras latitudes y contextos. En nuestro
país, por ejemplo, la reforma de la ley electoral impulsada en julio de 1951 estableció, entre otras
cosas, un nuevo diseño de las circunscripciones electorales para garantizarle al gobierno peronista
un amplio triunfo en las elecciones realizadas en noviembre de ese año.
Esta reforma impactó fuertemente en la Capital Federal donde, hasta el día de hoy,
prevalece un electorado claramente antiperonista: allí, en 1951, se amplió la cantidad de
circunscripciones y se las reconfiguró de modo tal que los votos opositores fueran neutralizados
por otros que provenían de zonas donde el peronismo triunfaba con comodidad.
El resultado final de los comicios porteños de 1951 reflejó el éxito de la maniobra operada:
el peronismo ganó con 832 mil votos, pero consagró 23 diputados nacionales, mientras que el
radicalismo, obteniendo poco más de 600 mil votos, logró colocar apenas 5. Tres años más tarde,
el gobierno impulsó una nueva reforma, pero esta vez redujo el número de circunscripciones a 14
y las combinó de una manera antojadiza: así, el peronismo triunfó nuevamente.iii
Más reciente en el tiempo – hablamos del año 1994- el peronismo bonaerense, conducido
por el gobernador Eduardo Duhalde y movido por exigencias propias de la interna justicialista,
decidió crear nuevos municipios. Los casos más conocidos de esta reforma fueron los de Morón
(dividido en tres) y General Sarmiento, comuna que desapareció para dar origen a los municipios
de San Miguel, José C. Paz y Malvinas Argentinas.
Como vemos, el gerrymandering ha formado parte de las primeras tradiciones políticas del
peronismo, y de allí la cerrada reticencia de sus dirigentes a convalidar esta reforma que hoy se
discute.
La iniciativa del diputado Díaz encierra un propósito gerrymander, aunque persista en
negarlo. La sospecha es fundada, máxime si se tiene en cuenta que existe un segundo proyecto, aún
no tratado, para dividir el actual partido de Lomas de Zamora en tres municipios.iv

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Los impulsores del proyecto de Díaz justifican la reforma en la necesidad de mejorar la
calidad de las gestiones municipales bonaerenses y, a primera vista, la razón parece asistirlos: con
una superficie de 320 km² y una población cercana a dos millones de habitantes, La Matanza parece
una jurisdicción ingobernable y muy distante de la idea de “gobierno de proximidad”.
Situados en el bando opuesto, a los dirigentes peronistas que se oponen al proyecto y que
desean mantener las cosas tal como están, solo parece importarles la hegemonía electoral que
ejercen desde siempre en el territorio matancero. Esto, en el fondo, representa otra forma de
gerrymandering; uno de naturaleza pasiva, que busca mantener los votos juntos y ordenados en un
territorio que, aunque extenso, aún pueden controlar.
La punta del iceberg
La eventual aprobación del proyecto del diputado Díaz no se traduce, de manera automática, en
gerrymandering; pero sí crea las condiciones necesarias para que la manipulación electoral
finalmente ocurra. Desde esta óptica, la división de La Matanza es apenas la punta de un iceberg
que aún no logramos ver con claridad y que se hará evidente de cara al 2019.
La cuestión de fondo radica en el formato territorial de la 3ª sección electoral de la
provincia, la más importante. Con la actual legislación, la “tercera” aporta 18 diputados y 6
senadores a la legislatura bonaerense.
Si la iniciativa del GEN finalmente se aprueba y si la división de Lomas de Zamora consigue
un éxito similar, el paso siguiente -casi “de manual”- va a ser el de rediseñar todas las secciones
electorales.
En esta hipotética reforma, los “nuevos municipios” serán adosados a secciones electorales
distintas a las que hoy pertenecen: posiblemente parte del actual territorio de La Matanza será
anexado a la 1ª o a la 7ª sección electoral y si se verifica esta aseveración, el poder específico de la
3ª sección en el mapa electoral se verá notoriamente disminuido. En esto radica la sospecha de
gerrymandering que teme la dirigencia peronista bonaerense, aunque se abstengan de hablarlo
abiertamente.
En lo inmediato, el acuerdo entre los que apoyan el proyecto suma, al menos, 52 diputados
y 26 senadores, un número que, de no mediar sorpresas, garantizará su aprobación. Pero habrá que
esperar al final de la película: todo esto asunto recién empieza.

(*) Politólogo.

i En Tres de Febrero y Merlo, respectivamente, Hugo Curto y Raúl Othacehé ejercieron seis mandatos consecutivos, desde
1991 hasta diciembre de 2015. En Malvinas Argentinas, municipio creado en 1995, Jesús Cariglino ejerció la intendencia
durante 20 años consecutivos (cinco mandatos). Muy similar al de Cariglino es el caso de Alberto Descalzo, intendente de
Ituzaingó, pese a una pequeña diferencia: Descalzo logró una nueva reelección que lo mantendrá en el cargo hasta el 2019.
Julio César Pereyra, intendente de Florencio Varela, sigue en el mismo cargo al que accedió en 1992.
ii Antes que la ciencia política, el término Gerrymander apareció vinculado a una caricatura de Gilbert Stuart que se publicó en

el Boston Centinel. El dibujo mostraba que la forma de los nuevos distritos electorales diseñados por el gobernador Gerry tenían
la forma de una salamandra. El neologismo “Gerrymander” surgió de la combinación de ambos términos: Gerry y salamander
(salamandra).
iii
En ambos casos el responsable operativo de la manipulación territorial fue el doctor Román Alfredo Subiza, ministro de
Asuntos Políticos durante los dos primeros gobiernos del general Perón. Subiza renunció en abril de 1955 para asumir como
senador nacional por la provincia de Buenos Aires. Dos meses más tarde, en circunstancias muy confusas, murió asesinado por
un disparo.
iv
Seguramente, el proyecto de división de Lomas de Zamora permanecerá guardado hasta que se apruebe la iniciativa de La
Matanza.

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