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216 Historia de la Comunicación social

m CHARTIER, R.: Libros..., op. cit., pp.106-112. En el mismo sentito CARRE'~E PARRONDO, ~.:El gra-
bado. La estampa pomo medio de comunicación en la sociedad española, Madnd,_ 1985. Y M;A~~IN-BAR­
BERO, J.: De los medios a las mediaciones. Comunicación, cultura y lzegemonza, Gustavo Gilt, Barcelo-
na 1987, pp. 119-123. . ' ' . 1. r
ns AMAD ES, J.: o p. cit., pp. 69-90. Véase también BARRIOCANAL LO PEZ, Y.: 'La t;nagen m u ttp tea-
da al servicio de la historia. Usos del grabado en la sociedad gallega del Barroco", en DIAZ BARRADO,
M. P. (coord.), Las edades de la mirada, pp. 109-116. , , . ,
119 RIEGO, B.: "Una nueva mirada a las linternas mágicas y otros especta~ul?s opttcos_ : ~n Imat~e, n 5 (Va-
0
5 .

lencia, 1983), pp. 39-42. Véase IVINS, W. M.: Imagen impresa y conoCimiento. Analzszs de la zmagen pro-
fotográfica, Gustavo Gili, Barcelona, 1975. ILUSTRACIÓN, REVOLUCIÓN
120 MARAVALL, J. A.: op. cit., pp. 267 y 455-457. Y LIBERTAD DE EXPRESIÓN: DEL HÁLITO POLÍTICO
121 Cit. en THOMAS, H.: Madrid, Grijalbo, Barcelona, 1988, p. 390. .
122 JOVELLANOS, M. G.: Espectáculos y diversiones públicas, Cátedra, M~dnd, 1983. . A LA MERCANTILIZACIÓN INFORMATIVA
123 Véase ARIAS DE COSSIO, A. M".: Dos siglos de escenografía en Madnd, Mondadon, 1991, pp. 25-39.
124 MARTÍN-BARBERO, J.: op. cit., pp. 124-132.
125 MAQUIA VELO, N.: op. cit., pp. 107-111. ,
t26 MÍNGUEZ, V.: Los reyes distantes, Univ. Jaume I-Diputació de Castelló, Castello, 1995, PP· 15-16.
121 MARAVALL, J. A.: op. cit., pp. 449-524. .
128 LISÓN TOLOSANA, C.: La imagen del rey. Monarquía, realeza y poder ritual en la Casa de los Austnas,
Espasa-Calpe, Madrid, 1991. .
129 BURKE, P.: La fabricación de Luís XIV, Nerea, Madnd, 1995. 5.1. El disparadero holandés: gacetas y libertades sobre Europa
130 MARAVALL, J. A.: op. cit. pp. 487-488.
m MÍNGUEZ, V.: op. cit., pp. 147-148
5.1.1. La revolución y sus intelectuales orgánicos

La imprenta había servido a la burguesía en su ascenso social; cuando la burguesía lle-


gue al poder servirá a la imprenta y a sí misma, en su proceso de acumulación patrimo-
nial, declarando, como principio, la libertad de las prensas.
La mayor parte de los tratados sobre comunicación citan al inglés John Milton
cuando de explicar el origen de la libertad de expresión se trata. En efecto, Mil ton, con
su obra Areopagítica, de 1644, elaboró uno de los primeros discursos fundadores de la
doctrina de la liberalización del pensamiento y de la expresión del mismo. En plena re-
volución inglesa, su escrito incidía en el curso de los acontecimientos. Lo que suele ob-
viarse es que la obra entera de Milton, desde la Areopagítica hasta su Paraíso Perdido, es-
taban fuertemente influidas por la obra de un eminente jurista holandés: Hugo Gracia.
Detrás del olvido existe la contienda de los historiadores con la cronología y con los con-
ceptos. En efecto, la división convencional entre Edad Moderna y Edad Contemporánea,
situando, no menos convencionalmente, la cesura entre ambas en 1789, ha hecho que se
obvien o minusvaloren los fenómenos revolucionarios consumados antes de 1789. El pro-
blema es que del lado anterior a aquella fecha caen, ni más ni menos, los tres primeros
fenómenos revolucionarios que llevaron a la burguesía al poder político y a la transfor-
mación de los ámbitos jurídicos y sociales sobre los que operaban, para dar paso a formas
de producción y de relación social predominantemente capitalistas. Nos referimos, por
ese orden, a las revoluciones holandesa, inglesa y norteamericana.
La contemporaneidad, entendida como el arranque de regímenes liberal-burgueses,
no posee una fecha común para todo el orbe. El año 1789 no es sino el inicio de ese mis-
mo proceso revolucionario en un estado, Francia. Por muy influyente que fuese la re-
volución francesa en la marcha de las transformaciones europeas -y lo fue, tanto por con-
cepción universalista que la llevó a enfrentarse a los Estados Absolutistas vecinos,
como por su posterior desarrollo napoleónico- no se puede obviar que las revoluciones
que la precedieron marcaron vías jurídicas, políticas, discursivas y comunicativas que, a
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veces, serían imitadas por los mismos revolucionarios franceses y que, en todo caso, sir-' to su~gen otras universidades de su mismo estilo: Franeker (1585), Harderwijk (1600),
vieron para situar cuñas sucesivas en una Europa -y en su extensión americana- de pre- Gronmga (1614) y Utrecht (1636) 3 . De estas universidades surgen teóricos de la nueva
dominio feudal y absolutista. política y de la nueva ciencia: liberalismo y tecnología. El primero se explana en el púl-
Gracia fue el más preclaro intelectual al servicio de las propuestas de la burguesía re- pito y en el libelo contra la dominación española y en favor de la "paz de los comer-
volucionaria holandesa y de su partido más avanzado (partido antioran~sta). En 160~, ciantes". La segunda, pronto se aplica a los centros comerciales e industriales que los
a un año de la terminación de la revolución holandesa que era, además, de mdependencia acompañan: a la pañería de Leyden y de Haarlemm; a la talla de diamantes de Ams-
con respecto a la Corona de España, Gracia escribía La libertad de los mares, o el derecho terdam; a la cerámica de Delft ...
de los holandeses a tomar parte en el comercio de las Indias Orientales. En esta obra sos- La Holanda del siglo XVII se convertirá en la tierra más cosmopolita del mundo. Y
tenía la idea de que todas las naciones poseen los mismos derechos de pesca y navegación no sólo por la afluencia extranjera a sus universidades, sino porque a ella acudirán in-
en aguas no jurisdiccionales, frente a la realidad vigente, la de la hegemonía de las tr~s migrantes de todas partes en busca de libertad. Los regentes -de extracción burguesa, co-
grandes potencias europeas -España, Portugal e Inglaterra- sobre los mares. "Las opi- merciantes, industriales- de las ciudades holandesas observarán con escrupulosidad el
niones de Gracia sobre Derecho Internacional no eran ni académicas ni totalmente al- derecho de_asilo. Y así llegarán en tropel los comerciantes de Amberes y los pañeros de
truistas. En gran parte venían condicionadas por el sistema económico que Holanda ha- Ypres, las cmdades del sur que no consiguen desasirse del dominio español; llegarán, tras
bía adoptado para su comercio y que había hecho del país una potencia colonial"I. la revocación del Edicto de Nantes (1685), una pléyade de hugonotes franceses refu-
En definitiva, Gracia proyectaba el principio del liberalismo marítimo sobre ~a rea- gi~dos. Si Gracia había peleado por la libertad de expresión a principios del siglo XVII,
lidad circundante, para que los propietarios de las pesquerías y de la flota comercial ho- Spmoza, otro holandés de origen judío-sefardita, estaba en condiciones de teorizarla (Tra-
landesa pudiesen alcanzar altas cotas de negocio. Pero Gracia no escribí? sólo sobre li- tado Teológico-Político, de 1670). Para Spinoza la libertad de expresión debe fundar la
bertad marítima. En su poema latino Adamus Exul, de 1601, se mamfestaba como estabilidad del Estado. El intelectual orgánico de la revolución holandesa (Gracia) de-
humanista, en línea erasmista y arminiana, repudiando la teoría de la predestinaci~n pa- vino intelectual (Spinoza) de la burguesía revolucionaria allí donde la hubiere. Spinoza
ra situar en el centro de la capacidades humanas el libre albedrío. Gracia estaba hacien~o no nació demasiado pronto -como ha pretendido alguno de sus biógrafos-, sino que di-
política en un doble sentido: de un lado, daba argumentos a su amigo Oldebameveldt, Je- bujó sobre el mapa del pensamiento político liberal la traducción de una orografía real-
fe del partido antiorangista y en lucha contra los calvinistas extremados; de otro, establecía mente existente el pliegue en la corteza feudal europea que significó la revolución ho-
las bases del principio de la libertad de conciencia y de expresión en una nación en landesa. .
construcción que contaba con gentes que profesaban varios cultos y con un importante La revolución holandesa se inició con una "revuelta de privilegiados" y sin intenciones
negocio impresor dispuesto a servir a todos ellos. claramente secesionistas. Los magnates feudales de las Provincias -católicos en su mayo-
Durante los años de la revolución holandesa fueron muchos los intelectuales britá- ría- opusieron resistencia a los intentos de Felipe II por centralizar y organizar las formas
nicos que visitaron las Provincias del Norte: Christofer Marlowe, Ben Jonson, Giles Flet- de gobierno de aquella región: ello significaba, en realidad, la elevación de la fiscalidad,
cher, John Donne. Algunos se exiliaron allí. Milton no recaló en los Países Bajos, pero vi- puesto que el Rey esperaba obtener financiación para sus campañas colonizadoras de Amé-
sitó a Gracia en 1638 en París, donde este vivía exiliado, tras la derrota del partido rica y para prolongar su poder en el Mediterráneo enfrentándose al poder turco. Tampo-
antiorangista en la revolución de su país. Poco después, Milton compuso el Paraíso_ Per- co las ciudades de las Provincias, en su mayoría ricos emporios mercantiles y gremiales, se
dido (1667), de sorprendente parecido, hasta en los detalles, con el poema antes citado mostraron bien avenidas con las decisiones de Felipe II. Querían conservar sus "libertades
de Gracia. En ambos, el libre albedrío era el tema central. Milton combatía también los municipales" tradicionales, sin someterse a nuevos gravámenes. Ante la presión españo-
"excesos" puritanos en el seno del proceso revolucionario en el que tan directamente es- la, la nobleza de las Provincias se alzó en armas, apelando a sus viejos fueros y esgrimiendo
taba participando. Gracia en las Provincias Unidas y Milton en Inglaterra son buenos el derecho de rebelión que le confería la "verdadera" religión. Hicieron llamada al pueblo,
ejemplos de lo que A. Gramsci conceptualizó como intelectuales orgánicos: "Todo gru- como en su día había hecho Lutero. Se creo así una Liga de la Nobleza que era tenida co-
po social que surge sobre la base original de una función esencial en el mundo de la pro- mo una panda de mendigos por las autoridades españolas. No porque lo fueran en realidad,
ducción económica, establece junto a él, orgánicamente, uno o más tipos de intelectuales sino porque habían apelado a ellos; convivían con la "chusma". En las calles de Amberes
que le dan homogeneidad no sólo en el campo económico, sino también en el social y en y de Bruselas, el grito de "Larga vida da los mendigos" (Vive le Geus) se hizo popular: se
el político. El empresario capitalista crea consigo al técnico de la industria, al docto en había aceptado el apelativo del enemigo. "Canciones sobre estos mendigos circularon rá-
economía política, al organizador de una nueva cultura, de un nuevo derecho ... " 2• pidamente en cuadernos, denunciando al rey Felipe II y a su gobernador el duque de Al-
La Universidad de Leyden, fundada en 1575, en una ciudad que poco después re- ba como tiranos, y al Papa como un Anticristo, al tiempo que comenzaban los hechos de
sistiría un asalto y asedio de las tropas del rey de España, se convirtió en una auténtica la guerra (... ).Estas canciones eran completadas por panfletos, grabados, medallas y em-
fábrica de tales intelectuales al servicio de la independencia holandesa. Leyden se con- blemas, como el que representaba a la media luna con la siguiente inscripción: Liever Turcx
vierte en un centro de filosofía clásica y de teología calvinista, aunque está abierta tan- dan Paus, Antes el turco que el Papa".
to para estudiantes católicos como protestantes. Se estudia jurisprudencia y medicina, ade- La rebelión, por tanto, se extendió y se diversificó socialmente con cierta rapidez, so-
más de teología. Acuden estudiantes de toda Europa; entre 1575 y 1600, de sus 2.725 brepasando las intenciones de sus iniciadores. La imprenta, pero también los sermones
estudiantes inscritos, casi la mitad provienen de fuera de las Provincias Unidas. En los y las canciones, lubricaban la secuencia. El movimiento calvinista sirvió de cobertura ideo-
años siguientes la proporción de extranjeros aumentará, siendo en su mayoría alemanes, lógica a la burguesía de los distritos manufactureros de Flandes y a los comerciantes de las
aunque también los hay españoles, ingleses, irlandeses, italianos, turcos o persas. Pron- Provincias del norte. La religión de la reforma se convertía así en estandarte de una pu-
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jante burguesía que no s~ mostraba dispue?ta ~ doblar la ce~ ~te la refeudalización pro- a toda la Alemania meridional. Lodewijk Elzevir publica el tratado sobre la libertad ma-
movida por el rey de España y por su ennsano en las Provmctas, el duque de Alba. rítima de Rugo Gracia en 1609 y, tras esta demostración de apuesta por las ideas más
avanzadas, la saga tipográfica de los Elzevir publicará los tratados de Descartes Bacon
Hobbes, Galileo o las obras de Moliere. La casa del pujante comercio librario n~ olvid~
las obras que tan bien se venden en los países católicos, la Imitación de Cristo de Tomás
5.1.2. La imprenta en libertad: un ariete
de :r<empis o las Cc;nfesiones de San Agustín; pero a la par, mantienen, como libreros, re-
El éxito de la revolución contra España no sólo abrió vías a las potencialid.ades eco- lacwnes col!- medto mundo. Funda una sucursal en la Bolsa de Copenhague donde,
nómicas de la nueva República; también revolucionó. la naturaleza de la socted~d ho- con otro editor holandés, Johannes Janssonius -"el más activo de los impresores frau-
landesa, convirtiéndola en una sociedad de clase medta. l!n modelo; por 1? demas, ex- dulentos del siglo XVII"-, se dedica a introducir libros en los principados alemanes y en
portable. Holanda se convirtió en el centro _e~ropeo delmter~~b10 de tdeas Y de la los países escandinavos. El tráfico de libros en Francia e Inglaterra pasa por los almacenes
conspiración de la nueva ciencia, la nueva estetzca y la nueva polztzca fr:~nte al orden bur- front~rizos de .lo~ ~lzevir. E? 1602 ofrece directamente libros a los compradores parisi-
gués y absolutista. No sólo Milton bebía en fuentes holandesas; t~mbten John Loc~e, el nos sm la medtacwn de los hbreros locales5• Por entonces, todavía no poseen los Elzevir
gran teórico del individualismo posesivo, uno de los fundadores mgleses de ~~ teona ?e tipog_rafía propia~ e?cargan ~los tipóp-afos de Leyden la confección de las obras que fi-
la sociedad liberal, vivió en Amsterdam y Utrecht entre 16~4 y 16~8 como .exlliad.o_ whzg. nanct~n y comerctal~zan. Sera en la decad<: de 1620 cuando un miembro de la saga, Izak
El intercambio de ideas vino fomentado por el auge de la mdustna de la tmpreston Y la Elze:rrr, ~nde una tipografía en Leyden, siendo nombrado a continuación tipógrafo de
venta de libros e impresos de todo tipo. Tipógr~os. e impresores c?m~ !annsen YBlaeu la umversidad. Han dado el salto de comerciantes-libreros a impresores-editores-libre-
perfeccionaron el artilu~o de Guten?e~g, se ~spectalizaron en la realizacton ?e ~apas geo- ros. Se especializan en la edición de clásicos latinos -César, Tito Livio Plinio-: los re-
gráficos, mapas anatónncos y astronmmcos, libros y pronto ensayaron cualqmer tipo de pu- voluc!onarios ingleses, americanos o franceses llenarán sus libelos y su~ declamaciones
con citas sacadas de tales textos. Pero además, publican una serie de pequeñas obras es-
blicística ... , y en cualquier lengua. .
La revolución holandesa había triunfado en plena guer~a ~uropea de los Trel?ta tadístico-topográficas sobre distintos países, las Repúblicas, que alcanzan gran éxito.
Años, esto es, mientras se debilitaban las prensas alemanas e Italianas que tan a~to mvel Donde tampoco podía faltar una oficina comercial Elzevir es en Amsterdam. Allí la
habían adquirido en el siglo XVI. No era sólo el ef~ct<;> destruc~or de la guerra, smo tam- fundan en 1638. Amsterdam: la ciudad más culta de Europa, a deducir de los niveles de
bién el hecho de que las capas medias alemanas e Italianas, pujantes e? las con;unas Y en alfabetización que en ella se dan, cuenta a principios del siglo XVII con 200.000 habitantes.
las ciudades hanseáticas, estaban siendo derrotadas por el absolutismo, nnentras en Como tantas otras ciudades holandesas, poseía prensas en cierta cantidad que, antes de
Holanda el resultado del conflicto de clases había dado el resultado opuesto. De esa ma- la década de 1620, abastecían al mercado regional, compúesto por una clientela de
nera, y a partir de 1610, la prensas holandesas conocier?n una fase de rotundo esplendor. mercaderes, burgueses y navegantes, con Biblias, salterios, manuales de aritmética
Si Amberes situada en ellos Países Bajos del sur, habta albergado el arranque del auge tratados prácticos de navegación y obras literarias. Pero a partir de esa década, Ams~
impresor hahía sido, en buena medida, por los p~vilegios a ~lla conced~dos por el rey Fe- terdam experimenta un crecimiento tipográfico que la situará por delante incluso de Ley-
lipe U, en su estrategia por conservar sus poseswnes. nortenas. De ah1 qll:e en Amberes ~en. Algunos e?it?res de la ciudad se especializan en libros de viajes y en mapas marí-
apareciese, sobre todo, ~na gran ~mpresa, la Plantm-Moere~torf, precisamente r~l~­ timos con descnpcwnes de las costas de tierra firme. Es el caso de Willem J anszoon más
cionada con los monopolios concedtdos por la Corona ?e Espana. Con todo, la ~or:ceswn cor:ocido como Blaeu. Hijo de un mercader de arenques -boyante negocio holandé;-, en
del monopolio debió alejar, aún. más si cabe, a .l?s tmpres,ores de las Provmc:a~ del su JUVentud se aficionará por las matemáticas y la astronomía; viajará en 1594 a Dina-
norte de su patrón español. Entusiasta~ ~e la seceswn, p<;>n,dran sus pr~nsas al servtcto de marca donde trabaja con Ticho Brahe en su observatorio de Uranieburg y, de regreso a
la revolución· triunfantes en sus proposltos, las converttran en las pnmeras del mundo. su país, abre una tienda de instrumentos matemáticos y ópticos. Pronto publica mapas geo-
Además, lleg~n oleadas de impresores emigrados ?e los Países Bajos del.sur que no pue- gráficos grabados en cobre y, en 1608, su primer atlas que conocerá ediciones en muchas
den competir con los privilegios otorgados por Felipe II y que buscan la libertad de pren- lenguas. Su afición por la matemática y la precisión desazonan su visión de los mapas de
sas que ahora ofrecen su~ vecinos del r:orte. . . . , la época: achaca sus deficiencias a la baja calidad de los instrumentos con los que se re-
A Leyden llegan los tmpresor~s Will_:m Sy~vms, procedente de A:nberes, el ~snn­ producen y se esfuerza en paliar el problema. Desarrolla, en la vieja prensa manual un
simo Plantin que, aunque sólo esta dos anos allí, para regresar a su prospe~~ negocio ~e sistema que permite realizar ejemplares más uniformes de impresos. La suya e; en
Amberes, deja una imprenta a cargo de su yef!lo, Frar:z.Raphel~ng; tambten Lodewt]k 1638 l~ más. m_ode~na y mejor equipada de las imprentas de Europa: reúne nueve pren-
Elzevir, que proviene de Lovaina y ha aprend:do el ofic1~ trabaJando en Amberes. To- sas de Impnnnr, seis para grabar en cobre, una gran fundición y salas para la ordenación
dos ellos han llegado con perspectivas de segmr sus negociOs cor: mayor provecho Y han y cons~rvación de las planchas y el material tipográfico. Las obras que publica son caras,
tomado en cuenta la pujanza de la universidad fu?dada ~n.esa cmdad en ~575, Y pronto pero tienen mucha demanda entre los grandes magnates europeos: la gran duquesa de
convertida en uno de los mayores centros de estudios calvtmstas de E:rropa . De el!-tre t~­ Toscana paga 30.000 florines por un ejemplar decorado del Atlas Majar, compuesto por
das las casas editoras establecidas, la que alcanzará mayor rango sera la d~ El~evtr. A fi- once tomos de tamaño folio.
nales del siglo xvr el personaje es a la vez encuadernador y b~del de la umvers:dad, aun- Leyden y Amsterdam no sólo innovan en materia tipográfica y se convierten en em-
que pronto obtiene pen~üso.para vender ~bros a los estudiantes: Por esa ':'la, llega a ~orios editoriales: generan también nuevas formas de comercio librarlo, en particular las
establecer un negocio de musitadas proporciOnes: sus redes comerciales se extienden por subastas de lib~os que se venden al mejor postor. Con este sistema, probablemente
todo el país, posee almacenes permanentes en Francfort, provee de literatura "sedicente" puesto en práctica por Lodewijk Elzevir, el comerciante obtenía mayor beneficio eco-
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nómico (y, adicionalmente, podía deshacerse de los restos editoriales colocándolos a buen cés. En.1655 Otto Bamert ~mi~nt obtendrá permiso de los regentes de Amsterdam pa-
precio) y el comprador tenía acceso a colecciones completas o a completar sus adquisi- ra publicar un hebdomadano titulado Nouvelles ordinaires y que en 1667 se convierte
ciones con restos puestos en venta. La costumbre holandesa fue, cómo no, incorporada en Gazette ordinaire d'Amsterdam, siendo redactada por Jean-Ale~andre d~ La Font un
por los ingleses en 1676, donde fue llevada por el eclesiástico Joseph Hill; saltó también f:"~~és exilado en las Pro~in~ias U~das. Este mismo personaje edita desde 1680 el 'pe-
a Estados Unidos en 1713. En los países donde la concurrencia empresarial de los edi- nodico Nouvelles extraordmazres de dzvers quartiers, que la gente conoce comúnmente co-
tores-libreros se ejercía en régimen de libertad, el sistema prosperó; donde tal régimen m? la f:!azette de L_eyde, puesto que se edita es esta última ciudad holandesa. Ataca sin
no existía por la preeminencia del sistema gremial-como en Francia o Alemania- el sis- nur~entos la ~olítica france~a y pr?nto es acompañada por otros periódicos de la mis-
tema de subasta tuvo que luchar contra los libreros agremiados6• Donde la subasta no lle- ma mdole y publicados en la nusma cmdad: la demanda parece crecer por momentos. Son
gaba, llegaba el contrabando. las J:~ouvelles du Temps y las.Nouvelles solides et choisies, que son sistemático objeto de
De las prensas holandesas salieron muchas obras inglesas, tanto en prosa como en q~eJ~ por parte de los embajadores fr~ceses en el país que se producen. Esta última pu-
verso. Gran parte de los in folio e in quarto ingleses que contribuirían a asentar las ideas re- blicacwn es obra de un h~gonote. d~ ongen fr~cés, Gabriel de Saint-Glain, que, tras huir
volucionarias en los momentos previos a 1640 (algunos en forma ya de periódico), fueron a Holanda, se ha convertido en discipulo de Spmoza, a quien traduce al francés y que en-
publicados por Janssen, Blaeu o Plantijn en Amsterdam, Leyden y Utrecht. El francés fue tre 1669 Y 1684? ~e especializa en la confección de gacetas. A su modo, devuelve el 'gol-
también una de las lenguas más estimadas por los impresores holandeses, cuyo afán por en- pe de la expulswn.
contrar nuevos mercados no tenía límites. El conflicto entre católicos y hugonotes protes- A pesar d~ los edi~to.s contra la ci::culación de las gacetas holandesas en Francia, és-
tantes en Francia había hecho emigrar a muchos de los segundos a Holanda, convertida en !as no hacen sr~to mul~IJ?licarse. Imposible detenerlas, sólo se les pueden oponer palabras
tierra de tolerancia. Éstos publicaron periódicos, almanaques y gacetas sediciosas contra 1mpresas. Y asilo~ mimstros .de Luis XIV encargan a Eustache Le Noble, barón de San-
los reyes y los validos franceses. Jorge, que confecciOne pasqumes capaces de contrarrestar ellibelismo del periodismo ho-
La prensa elevaba el tono, parecía querer jugar un papel en la expansión de la re- landés. E~tre 16,88 Y1709 Le ~oble edita una docena de panfletos mensuales que en 1718
volución burguesa y, desde luego, cobrar sus réditos en el crecimiento capitalista poste- recoge baJO el titulo de La pzedra de toque de la política. Son muchos los títulos de tales
rior. Aunque poco conocida, sabemos que en 1609 -precisamente, el año de la Tregua de panfletos que hacen referencia diresta a la situación holandesa: Le couronnement de Gui-
los Doce Años- Broer Jeanszoon comenzaba a publicar en Amsterdam su gaceta del Vier- l!emot et Guillemette, Tabatiere des Etats d'Hollande, Le Réveille-Matin des Alliés etc. Los
nes y que a ésta siguieron otros periódicos en Leyden y en otras ciudades. Las gacetas ho- libelos d.e ~e Noble obtendrán penniso a principios del siglo XVIII para ser reimpresos en
landesas servirán de modelo a las británicas, a partir de 1640 y de contramodelo (en su las provmcias del sur francés.
contenido, puesto que en la forma la imitación estaba garantizada) a las gacetas de los Es- Pero, ~ntre el gacete?smo holandés en lengua francesa no todo es política más 0 me-
tados Absolutistas europeos. En definitiva, la prensa libre tenía asilo en Holanda desde nos explicita. !f~Y también gacetas de carácter literario que compiten con el Journal des
principios del siglo XVII. Varios impresores, desde 1609, publicaron gacetas políticas en Sav.ants. El m~s ~portante es Nou~elles d~ la République des Lettres, que funda otro re-
holandés que encontraban lectores a mansalva y eran rápidamente traducidas y distri- fug¡ado frances, Pierr~ B~~le. El pnmer numero aparece en marzo de 1684, impreso en
buidas por toda Europa y llegaban al continente americano. La aparición de las gacetas ~s!erdam Ycon penodlCl?ad mensual. Se convierte en un periódico de vulgarización
en inglés y en francés en las décadas posteriores a 1620 abrió una vía todavía más directa Científica, aunque muy ~speci~ente de la c~encia revolucionaria que aparece en las obras
a la penetración mercantil. Los impresores holandeses, con su instinto comercial, com- holand~sas o. en las Phzlosophzcal Transactzons de la Royal Society de Londres. Ciencia
prendieron que debía haber en toda Europa clientes para estas hojas libres, que daban ~e_volucwn~a q~,e se combma con la teoría política que la sustenta, dando a conocer los
las noticias omitidas o falsificadas por las gacetas censuradas de los demás países. Tales ::bros hereti~os de los reformadores holandeses. En 1687 Bayle abandonará la direc-
clientes sólo podían ser escasos para las hojas publicadas en holandés o en latín; pero nu- cwn de l~revist~, q?e pasará a man~s. del valón Jacques Bemard que la editará hasta
merosos si se editaban en la lengua de cada cual. Aunque el ritmo de alfabetización au- 171~. L~ lmea edlt?nal apenas se mod~ca; continúa siendo un gran divulgador de la nue-
mentaba mucho más deprisa en Holanda que fuera de ella, el mercado nacional se va Ciencia -la Óptica, de Newton, por ejemplo- y de las tesis del liberalismo naciente -el
quedaba pequeño: las Provincias Unidas contaban con 2 millones de habitantes a prin- Derecho de la N_aturaleza y de las Gentes, de Pufendorf, por ejemplo-. El estudioso con-
cipios del siglo XVII. Así pues, Holanda se adelantaba en conformar su peculiar merca- clu~~: "estas hoJ~S·:· habitúan a los espíritus cultivados de Europa a la libre búsqueda".
do común europeo, aun a costa de saltar por encima de las censuras y los controles fron- Facilitan el trabaJo mtelectual y ofrecen una tabla bien nutrida de ofertas culturales don-
terizos impuestos por los príncipes europeos. de pronto beberán los llamados ilustrados7.
Carlos I, Richelieu y Mazzarino, los príncipes alemanes y hasta los reyes de España
presentaron frecuentes reclamaciones ante la avalancha de noticias comercializadas
que llegaban de las prensas holandesas. Y, a la vista de su fracaso, intentaron contrarrestar 5.2. Puritanos, disidentes y hombres libres: entre el púlpito y el libelo
el flujo noticiero con un dique... de noticias confeccionadas en los despachos de las Se-
cretarías de Estado o en sus aledaños. Lo vimos en el capítulo anterior. La batalla de la 5.2.1. La revolución inglesa y sus premisas culturales
burguesía europea estaba planteada. Conocemos los efectos del gaceterismo holandés so-
bre Europa. En Francia, por ejemplo, la élite ilustrada no se conforma con las noticias ob- . E_n !~ superficie _de una abrupta y efervescente orografía social, la revolución inglesa
tenidas a través de los periódicos oficiales o paraoficiales como la Gazette, el Mercure o Iba a llli~Ia;se a traves de un disenso entre la Corona y el Parlamento, cuyo punto de frac-
el Journal des Savants, y se acerca a los periódicos holandeses que se editan ya en fran- tura se sltua en 1640. La hora de la revolución estalló cuanto el rey absoluto, Carlos I,
224 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 225

anunció: "Recordad que los parlamentos están totalmente bajo mi poder en su convo- en ellaissez faire mercantil. Y, de hecho, el puritanismo sirvió también para defender ese
catoria, reunión y disolución. Por eso mismo sólo si yo enc~ent~o el t:ut~ bueno o mal<?, nuevo orden social frente a las alternativas propuestas por grupos políticos de extracción
continúan 0 no". La frase no era exponente de su arrogancia, srno mas bien de la condi- artesana o campesina, adscritas a movimientos sectarios o irreligiosos, como los levellers,
ción heredada: la de monarca absoluto. Una vez se hubo convocado el par~amento, en los diggers o los renters.
1640, no hubo vuelta atrás: los nobles que habían impulsado al rey. a hace~l? ~ban a verse En definitiva, la revolución inglesa se realizaría sin un modelo previo y sus códigos
ampliamente superados por un huracán que s~stituyó a su leve soplido. Se ~ruciab.a un pro- -y subcódigos- iban a ser expresados mediante el lenguaje religioso, rnilenarista, profético
ceso revolucionario, complejo, en el que las alianzas de clas~ y las estrate¡pas no I~an a se- o sectario. Las congregaciones religiosas ilegales se diseminaron por Inglaterra a partir
guir planteamientos lineales, en ,el que los aco~tecimientos Iban a dete~ar las lín~as de de 1640 y contribuyeron como nadie a extender las ideas de la burguesía londinense a to-
fractura, en el que se contrapoman modelos diferentes -a veces antagomcos- de sociedad dos los rincones del país, pero también a difundir las ideas democráticas y comunistas que
sostenían otros grupos sociopolíticos10.
resultante. '1 h b' d'
La política regalista de Strafford y L.aud, los .ministros ~e Carlos I, no so o , a m I~- B) Una referencia jurídica inspirada en el common law inglés. De hecho, la oposición
tanciado a los comerciantes y empresar~os l?ndrnense.s, a~I como ':~a burguesi~ .agrana parlamentaria a la Corona, se expresará, desde el principio, en el lenguaje jurídico ex-
de la Corona, sino que había tendtdo a silenciar cualqmer tipo ?e cnttca a su política. Los traído de la tradición inglesa o, si se prefiere, de la mitificación del derecho consuetu-
mecanismos censores y represivos propios de las monarqma~ absolutas e~an. plena- dinario inglés. Las constantes referencias a los derechos políticos derivados de la antigua
mente operativos. La licencia previa, como piedra de t~q~e del sistema concesi<?~sta, ~ra constitución, a los derechos de los ingleses, a los ingleses nacidos libres, a la liberación sa-
necesaria para editar cualquier papel. Al aboga~o Wllham Prrm;e, que P,D:bhco va;-Ios jona del yugo normando, etc., configurarán un lenguaje y un repertorio expresado en ter-
panfletos contra los obispos anglicanos que sosteman desde el pulplto 1~ política r.egalista, minología jurídica capaz de formular con coherencia los desafíos políticos planteados. De-
le cortaron las orejas y le pusieron en la picota. Su delito era haber I:ublicado un lib~o que fender el common law será, a partir de la pugna social, política y religiosa abierta con
contenía, según el arzobispo Laud, ofensas .a .la r~ina. En 1622la !_lzg_h Court of ~hzva~ry, Carlos I, abogar por la limitación de la prerrogativa regia, la forma jurídica de enfrentarse
un tribunal destinado a salvaguardar los pnvllegios de la clase senonal, f:te reavtvado. su al absolutismo. Y en el esfuerzo por contrarrestar el absolutismo del monarca se verte-
principal cometido fue el de someter a juicio a quienes hacían coment.anos poco favore- rán conceptos jurídico que resultarán útiles -funcionales- a las tesis de los parlamenta-
cedores sobre los pares. Su funcionamiento se ~tensificó d!,l\~te el remado de _<?arios I .
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rios y de los republicanos.
La censura eclesiástica operaba tanto sobre la 1IDprenta como sobre la educac10n, a tra- C) La confrontación entre la Corte y el país (courtlcountry). Durante los reinados de
vés de la escuela. Jacobo I y Carlos I habría surgido en Inglaterra una ideología del país que "difundida por
Pero la censura ponía de manifiesto que la imprenta y determinados centros de so- los poetas y los predicadores, y reforzada por las gacetas que informaban lo que sucedía
ciabilidad informal-como la taberna- estaban sirviendo para propagar la crítica que los en la Corte, se definía a sí misma con toda claridad como la antítesis de este grupo de re-
distintos sectores de la emergente burguesía inglesa lanzaban contra la Coron~ y sus va- ferencia negativo". Esta ideología descalifica a la Corte y a la misma ciudad de Londres
ledores. Para matar o dejarse matar, dirá Hill, la mayoría de los hombres ~ecesltan creer en función de un ideal austero, moral y puritano, de un estilo de vida tradicional, de la ad-
intensamente en algún ideal. La revolución inglesa iba a es~ar plagada de Ideas ..stone, al hesión a las instituciones políticas locales (patehlalistas). Siguiendo esta hipótesis, se ha
exaffiinar las condiciones intelectuales y culturales que forJaron el. caldo de culti':'O revo- constatado que en los últimos años del reinado de Carlos I el distanciamiento entre la
lucionario, señala cinco grandes capítulos que sirvieron para llllnar las adhes10nes al Corte y la aldea se estaba agrandando. Mientras en la primera se preferían las artes a las
antiguo régimen9: ciencias, en la segunda la ciencia era objeto del máximo interés práctico y especulativo,
tanto por parte de la gentry como de la burguesía. Mientras la aldea gustaba de la comedia
A) Una aspiración religiosa, enmarcada en e.l auge ~el puritan_isrf!?· Los puritanos, una satírica en las representaciones escénicas, la corte la abandonaba en favor de las formal
rama derivada del calvinismo, no reconocían nrnguna rntermediac10n entre el hombre Y masques, un espectáculo manierista, cargado de aparato escenográfico, donde el texto
Dios, rechazaban a los obispos anglicanos y a cualquier tipo de ~lera que rebas~a ~1 r~­ pierde relevancia en favor del efectismo.
go de párroco, repugnaban la corrupción moral de la sociedad rnglesa y de su Iglesta ?fi- La confrontación entre los lenguajes culturales de la Corte y del "país" no sólo exis-
cial y abogaban por acercar las normas de ~onducta a los va~ores ne.otestamen,tanos. tía, sino que significaba una traducción de las proyecciones políticas de cada cual. Criticar
Puritanos eran buena parte de los comerctantes y empresanos londrnenses, asi como a un rey absoluto es casi tanto como poner en duda al absolutismo mismo, porque el rey
una parte del campesinado enriquecido desde el siglo anterior (yeomans y gentry ): es la clave del arco social, porque la institución que representa asume la defensa de la pro-
cuando estos grupos levantaron el estandarte revolucionario no lo ~icieron en nom~re de piedad feudal y del privilegio. La hostilidad entre lá Cdrte y la city (también con el
la religión, sino en nombre de su desacu.erdo con .la forma de go~Ierno ?e la Iglesia an- country) está documentada en las obras dramáticas del período. El rey Lear y Timón de
glicana. Lo dijo el mismo Cromwell, gr~)er?. y p~t.c:no que llegar~ a prestden~e de la Re- Atenas, de Shakespeare, así como la Anatomy of Melancholy de Burton, ponían en en-
pública inglesa en los años de la revolucwn: la religron no fue la p~~r~ cosa 1IDpugnada, tredicho la base del Estado Absoluto y de sus formas de impartir justicia11 • Así que, alia-
pero Dios la sacó a relucir al final". Al final, pues; no ~esde el pnncipi~·- Cromwell era, do del púlpito puritano y del libelo, la representación dramática (diferencial) contribu-
por supuesto, partidario de erradicar el poder de los obispo~, 12ero _tambien de mantener yó también a generar códigos útiles para plantear, en su momento, el conflicto.
"las categorías y el orden de las personas por los que se ha dtstmgm?o Inglaterra durante D) La erosión de los viejos principios de autoridad y el desarrollo del escepticismo
cientos de años: nobles, hidalgos, hacendados"; esto es, el orden soct~ resultante de 1~ re- como estado de ánimo con respecto al Estado, la Iglesia y la familia misma. Escepticis-
volución, basado en la explotación capitalista de la tierra (de su granJa Yde las demas) Y mo significa el abandono de ideas que, con apariencia de inmutables, sostenían hasta en-
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tonces el entramado social. "Los hombres no rompen a la ligera con el pasado; J?ara rom- entado en 1641, Laud depuesto, encarcelado y también ejecutado cuatro años más tarde),
per con las pautas convencionales. acept~das h!ll de sent~se. apoyados por un sistema al- sino que además consiguieron el control de la fiscalidad (declarando ilegales los impuestos
ternativo de ideas" afirma con tmo Hill. Asi, el Renac1m1ento, la Reforma, el descu- no votados por el Parlamento) y abolieron los tribunales de prerrogativa regia: se su-
brimiento de nuev~s mund?s, los progresos de la cie1_1cia nueva ?: de la ~mp~enta,.la primieron la Cámara Estrellada (controlada por los obispos y auténtica inquisición an-
creciente importancia de la mdustna, etc., crearon realidades que la COJ_lCiencia raclO- glicana), la High Commision (y, con ella, el control gubernamental de las parroquias y el
nal del hombre" no podía explicar. Las grandes utopías -Moro, Bacon, Wmstanley- ~lfr­ de éstas sobre la educación y la censura), el Consejo del Norte, el Consejo de Gales y el
gieron entonces como reflejo de una crisis ?e i~eas. La utopía promov~a la r~voluc10n, Court ofWards.
puesto que auspiciaba la creación de una Ciencia perfecta O de una SO~Ieda? Jll:Sta 'f. Se- Toda la máquina represiva y censora del gobierno se vino abajo. "De repente se li-
ñalaba su inexistencia. La era de la razón había comenzado. Al lado del mteres científico, beraron todas las tensiones de la década precedente. Las sectas religiosas surgían de la clan-
de la irrupcióñ de la experimenta~ióny de la yin~ll:lación entre la cie1_1cia y la técnica, sur- destinidad y se reunían públicamente; comenzó la orgía de panfletos; en muchas partes hu-
gió con fuerza la apelación a la histona para)ustificar o rechazar actitudes. Los hombres bo disturbios contra la enclousure, disturbios contra los papistas. Todos los que tenían
volvían la vista al pasado en busca de soluc10nes a sus nue:ros l?roblemas. , . . agravios buscaban su reparación en el Parlamento: las peticiones de este período pueden
E) Una frustración intelectual, ligada a la "toma de conciencia ,cada vez mas de_finida, compararse con los cahiers que expresaron la insatisfacción popular al comenzar la Re-
de que la cantidad de miembros de la clase acomodada que habmn hecho ~stud~os s~­ volución francesa" 13• El Parlamento no se detuvo. Aprobó una ley de reforma, la Root and
periores progresaba mucho más rápidamente que. la cantld.ad de e~pl,~os dispombles . Branch Bill, por la que se suprimían los poderes de los obispos anglicanos y, en no-
Stone llega a hablar, incluso, de "desarro~o e~ce~Ivo de la mstrucc10n , Pll:esto que! se- viembre de 1641, aprobó -por once votos de diferencia-la publicación y distribución en
gún él, el extraordinario aumento de las mscnpc10n~s- en Oxford y Cam~~dge, creo un toda Inglaterra de la Gran Protesta ( Grand Remonstrance) en la que se elevaban los car-
ejército de gentlemen sin empleo y que, por su formac10n, estaban en condiclOnes de ?en- gos y las quejas del Parlamento hacia el rey mismo. Algo inédito: el Parlamento lanzan-
par puestos de responsabilidad. Veían com.? se les cerrab~ el ~c~eso a los grados so~Iales do al pueblo inglés propaganda contra la Corona. Y, de hecho, la primera ley obtuvo el res-
que codiciaban. De las universidades surg¡an mucho~ mas cl~n~os d~- los que po~Ia ab- paldo de unas 10.000 firmas populares, y la segunda citada de unas 30.000. Inaudito: los
sorber la Iglesia, así como especialistas en leyes que m la admm.IstraclOn estatal, m la co- abajo firmantes, súbditos, dejando de serlo por la fuerza de la escritura, el derecho de pe-
lonial (Irlanda), ni siquiera la profesión jurídica podía dar c~bida. ., . tición y la resolución a la acción.
Todos estaban resentidos con una sociedad que les habm dado formac10n y era m- La guerra entre la Corona y el Parlamento era cuestión de tiempo. No pasó mucho:
capaz de darles empleo; muchos fueron arrastrados .al ra~i~alismo. reli~oso y políti~o ..cur- en 1642, en Nottingham, el rey, con los pares del reino y 170 parlamentarios abren
tís los denominó los intelectuales alienados y su proliferac10n los vmculo con el crec1m1ento hostilidades contra el partido parlamentario. El partido realista incluía a la mayor par-
de una ideología crítica, contraria al Estado y a la Iglesi~12 • Así pues, las universidade~ y te de la nobleza y a una parte de la gentry; el partido del Parlamento a la mayor parte de
algunos colegios se convirtieron en proveedore~ ~~ serv1dor~s del Estado y de la Iglesia, los comerciante y a los propietarios de tierras enriquecidos (yeomen). La división era tam-
pero también prepararon a los creadores ?e ?Prnion contr~a ~-statu qu.o. ~fomentaron bién geográfica: el sur y el este, las zonas más ricas, apoyaron al Parlamento; destaca-
la sedición. Al tiempo, el aumento de los rndices de alfabet1zac10n perrrut~o que ~os pro- damente lo hizo la ciudad de Londres, donde incluso los comerciantes que servían a la Ca-
ductos de la imprenta, a la que tan aficionados eran esos nuevos personaJeS sedicentes, sa Real se pusieron habitualmente al lado del partido parlamentario. El sur y el oeste, las
tuviesen mayor resonancia. zonas más pobres, se situaron, genéricamente, al lado del rey. Evidentemente, ni la di-
visión social ni la geográfica que acaban de expresarse deben ser entendidas de forma me-
Los aspectos reseñados sirvieron para gestar los registros l~ngüísticos y norma.tivos cánica ni estática; aunque sirven para dar cuenta de cómo las fuerzas económicas emer-
de la ideología revolucionaria. Modificados por los grupos socmles c~ncretos, ennq?~­ gentes estaban substancialmente relacionadas con la propiedad privada y los mecanismos
cidos con subcódicos particulares, sirvieron para argumentar y es.tlmular la_p~rtici­ del mercado, y las situadas a la defensiva con la propiedad feudal. Por otra parte, y co-
pación en los acontecimientos que se dirimían. Los cauc~s fueron vanados: el pulplto, el mo sucede en todas las revoluciones burguesas, no se debe esperar la existencia de
escenario, la taberna, el libelo, el libro, la gaceta, la hoJa volante ... ; los resultados con- una burguesía ya hecha y resuelta en los momentos previos al inicio del conflicto: la bur-
vergentes: la revolución contra el privilegio y el absolutismo, la revolución. c?ya resultant~ guesía se hará, en buena medida, con la propia revolución, con las ventas de tierras ecle-
iba a ser aupar a la burguesía al poder y transformar a una parte de la VIeJa ~lase d?rru- siásticas y señoriales que se produzcan durante la guerra, con los negocios mercantiles de-
nante en burguesía misma; aunque por el camino quedaron enterradas otras,-:nas posibles rivados del abastecimiento de los ejércitos realista y parlamentario ... o con el auge de los
en la resolución del nudo histórico planteado. negocios relacionados con la producción y la distribución de impresos.
Porque al quedar sin efecto las prácticas censoras y entrar en una situación de au-
sencia de poderes coercitivos, la imprenta comenzó su diarrea. En Londres muchos im-
5.2.2. Acción y reacción en el proceso revolucionario: las rupturas comunicativas presores se dieron cuenta de que el público quería estar informado de las discusiones y
los debates del Parlamento. Le dieron satisfacción. Imprimieron cientos de hojas volantes,
Cuando, por segunda vez, Carlos I hubo de convocar el Parlamento en 1640, los pero también newsbooks de cuatro o seis páginas, de incierta periodicidad, pero de in-
miembros de este segundo foro -que a la postre será conocido ~o!l;o el ~a:Iamento Lar- dudable buena recepción. Samuel Pecke llegó a editar un Diurnall Occurrences in Par-
go, puesto que oficialmente duró hasta 1660- adoptaron una posicion decididamente ~p­ liament que dio pie a que la periodicidad fuese acomodándose a la necesidades diarias que
turista. No sólo exigieron cuentas a los ministros del monarca absoluto (Straffor fue eJe- la demanda exigía.
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Como dice Hill, hacía falta muy poco capital para inst~lar una imprenta m~fl:ual ac- los Stationers llevarían un libro de registro y se prohibirían las importaciones de libros e
cionada por dos hombres: "la prensa todavía podía ser un rnstrumento democratlco, co- impresos. En fin, publicar sin licencia podía convertirse nuevamente en peligroso.
mo demostró el boom de panfletos que estalló durante la revolución". "De la d~cada de Se ha dicho que la Orden de 1643 vuelve a un sistema de censura previa similar al
1640 data la historia de la prensa como cuarto poder en Inglaterra y como vehículo pu- existente en los tiempos de la Cámara Estrellada, pero "aunque los mecanismos de cen-
blicitario". - sura son muy similares entre sí, es apreciable una desaparición de la influencia y del po-
No es fácil hacer contabilidad de tanta abundancia. La colección Thomason del Mu- der de la Iglesia en la Orden de 1643; su papel represivo lo pasarán a ocupar ahora los ór-
seo Británico guarda 4 periódicos de 1641,167 de 1642 y llega~ 72~ en ~~45. Entre 1640 ganos de la Compañía de Libreros, en nombre del Parlamento" 17 . La Orden fue
y 1663la colección guarda más de 15.000 panfletos y 7.000 penod1cos, rncluyendo ser- contestada por parte de aquellos que se vieron afectados por ella. Esto es, tanto por li-
mones intervenciones en la Casa de los Comunes (House of Commons), tratados que breros que, sin licencia de ningún tipo, habían aprovechado la libertad de hecho para lan-
abogaban por la reforma social o que la condenaban y noti~ias, como Las, Alegrf!!_ Noticias zarse a la arena de las publicaciones, y por aquellos autores que habían escrito textos que
de Shrewsbury o Las Horribles Noticias de Hull. Las canc;<?nes y profec1a~ p_olítlcas eran pudieran considerarse ahora "ilícitos". Entre éstos se encontraba John Milton, que reac-
legión y hasta nosotros han llegado unos 150 grabados polít1cos, contando umcamente los cionara con su discurso Areopagítica. Discurso acerca de la libertad de impresión, sin li-
de 164114• · cencias, al Parlamento de Inglaterra, en exigencia: de la desaparición de la Orden de ju-
Los periódicos que se leían con mayor interé? entre 1641 y 1649, ~entras duró la gue- nio. Milton sacará el texto a la calle en 1644 sin pasar previamente por la censura o por
rra civil, fueron el Mercurius Aulicus, que, edltado en la sede real1sta de Oxford, ex- el registro de los libreros. Años después el propio Milton aclaraba el sentido de su
presaba las posiciones de este bando; y el Mercurius Britanicus, editado en Londres Ypor- apuesta: " ... Escribí mi Areopagítica siguiendo el verdadero estilo Ático, para librar a la
tavoz parlamentario. Kamen indica que de este último se distribuían 500 eje~plares e~ imprenta de las restricciones que le afectaban; que el poder de determinar lo que era ver-
la ciudad de Londres y calcula la incidencia que la prensa pud<? tener :n ~sa cmdad: "S1, dad, lo que debía ser publicado y lo que debía ser suprimido, no podía ser confiado du-
pongamos, una docena de periódicos vendían cada uno ~sa cant1dad o similar en Landre~, rante más tiempo a: unos pocos individuos iletrados y antiliberales, que negaban su
y cada ejemplar lo leían cuatro o cinco personas, es pos1ble que la prensa llegara a la rm- aprobación a cualquier trabajo que contuviera opiniones o sentimientos superiores al ni-
tad de los varones alfabetizados de la capital"15. En el Parlamento los debates no cesa- vel de la vulgar superstición".
ban. Las libertades de expresión, desatadas en la realidad de las cosas, pasaron al orde,n En todo caso, la Orden de junio de 1643 apenas sí pudo tener efecto sobre la realidad.
del día. Y, esta vez, para ser recortadas. Porque, en efecto, el13 de junio de 1643 aparecm En plena guerra civil, los controles eran difíciles. Si se prohibía desarrollar su labor a li-
una Orden parlamentaria que introducía nuevos elementos censores, entr: los que se en- breros no adscritos a los Stationers, éstos salían fuera de Londres para abastecer la capital
contraba la prohibición de publicar las discusiones~ lo? debates del pr.~plo _Par_lamento. .o se concertaban con las casas de Amsterdam y Leyden. La marea libelista y periodística
La aparición de esta Orden era una consecuencm ?rrecta de la pres10n eJ~rc1da sobre continuó incontenible y en ascenso.
el Parlamento por la Companyof Stationers, el grermo que agrupaba a_Jc;>s libreros lon- Buena muestra de ello iba a ser la aparición de corrientes diferenciadas en el seno del
dinenses. Una agrupación que, hasta 1640, controlaba de fo~a mo~opolic~ toda la pro- Ejército Modelo y de sectas que propugnaban soluciones radicales al conflicto plantea-
ducción impresa y que se encargaba de controlar el col?erc10 de hbr?s. ~ 1n:presos. La do. Se trata de lo que Hill ha llamado la "otra revolución" dentro de la revolución: las ex-
complicidad entre la labor censora de la Company y los rntereses I?rohlb1~10mstas de ab- presiones del "monstruo de las mil cabezas", de las clases populares movilizadas por el
solutismo inglés habían estado garantizados en el pasado: a los pnmer~s rnteresaba ~ue conflicto y que iban a poner en cuestión no sólo los valores de la vieja sociedad jerárquica
no apareciesen impresores, editores o libreros fuera de su control, P?Sl~les compe_tldo- feudal, sino también los nuevos valores derivados de la ética protestante. De hecho, el
res; a la Corona interesaba que la vigilancia sobre lo impreso fuese eJercida P<?r qmenes Nuevo Ejército se constituyó no sólo para luchar con mayor efectividad frente al realismo,
mejor conocían ese terreno. Los Stationers se habían dado cuenta de que, a partrr de 1640, sino también para hacer frente a los grupos de campesinos y artesanos que habían tomado
su monopolio anterior se estaba haciendo añicos; pero también de que ~!,Parlamento~?­ las armas para luchar contra el feudalismo y el absolutismo y que propugnaban reformas
menzaba a recelar de tanta abundancia libelista. Y aprovecharon la ocas10n. En su acc10n mucho más radicales que las ofrecidas por el partido parlamentario. El Nuevo Ejército
existía una doble motivación. Política y económica: la primera, orientada a establecer nue- jugó un papel ambivalente en esta cuestión: consiguió desintegrar a muchas milicias es-
vos controles deseados por el Parlamento; la segunda, destinada a reedificar el contenido porádicas, pero no erradicar buena parte de los contenidos programáticos de aquellas que,
monopolístico propio de su tradición ~remial. . . . , .. . con sus miembros, se integraron en el ejército mismo. El Nuevo Ejército Modelo se con-
En definitiva el Parlamento intento "reformular los pnnc1p10s que hab1an de regrr el virtió en un semillero de nuevas ideas políticas venteadas en las tabernas y aireadas por
uso de las impre~tas, bien con la ayuda de la Company of Statio'!ers o, tan:bié~,~a.tra~f s
de la creación de comisiones propias que se encargaban de estud1ar los escntos 11íc1tos .
6 las prensas que seguían la ruta de las batallas. Los levellers elaboraron en 1647 su propio
manifiesto, el primer Agreement ofthe People, y lo discutieron con Cromwell y otros lí-
Sin levantar la censura, tal y como había sido est~bl~cida por la Cámara E~trell,~da, la n~~­ deres militares y parlamentarios en la célebre reunión de Putney, en octubre de 1647. Se
va Orden establecía elementos claramente restnct1vos. Su texto establecm la regulac10n mostraron partidarios del sufragio universal masculino, aunque excluyendo a sirvientes
de la imprenta y supresión de los grandes y recientes abusos y frec~~ntes desórder:es de- y mendigos, así como de la abolición de los diezmos. Dieron a conocer sus posiciones en
rivados de la impresión de numerosos panfletos escandalosos, sed1c10sos, calummosos Y una larga serie de opúsculos, como el The Grand Desinge de John Harris, los dos nuevos
no autorizados, para gran difamación de la religión y del gol;>iemo", y autorizaba a la Com- Agreement que publicaron en 1648 y 1649, u otros muchos18. Por su parte, los diggers o
pañía de Libreros a realizar "diligente_s registros, incauta_clofl:e,s ~ secuest;,os de todos los cavadores, menos numerosos pero más radicales, se oponían a la propiedad privada y so-
libros que encuentren impresos o re1mpresos por algmen 1hc1tamente . En adelante, ñaban con el comunalismo. Sus ideas fueron ampliamente difundidas por propagandis-
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tas como Gerrard Winstanley (su obra The Law of Freedom se publicó en 1652). Y exis- estableció con esta norma la prohibición de imprimir, publicar e importar libros, docu-
tieron grupos todavía más extremos como los ranters. mentos y panfletos contrarios a la fe, a la doctrina y disciplina de la Iglesia de Inglaterra
Las rupturas comunicativas caminaban de la mano de los distintos proyectos socia- y al gobierno de la Commonwealth. Como en el pasado absolutista, era necesaria la au-
les enfrentados. Mientras el Parlamento intentaba restringir la libertad de expresión al- torización previa -sistema concesionista- para poder sacar a la calle una publicación. Se
canzada defacto (en 1649 promulgó una ley autorizando sólo dos periódicos oficiales), obligaba al depósito de copias de las impresiones y de las reimpresiones en los registros
el poder real pasaba a manos de un ejército victorioso. En 1649 Cromwell, sus oficiales de los organismos censores. Los paquetes de libros o impresos llegados al país desde el
y los parlamentarios puritanos promovían la ejecución de Carlos I (los realistas publicaron extranjero debían ser abiertos únicamente en presencia de personas autorizadas por la
rápidamente un libro, Eikon Basilike, obra propagandística de su causa que relataba los Company of Stationers. Pero además, se establecía un número máximo de veinte maes-
sufrimientos del rey) y declaraban a Inglaterra Estado Libre y Commonwealth, gobernado tros impresores para todo el país y se les prohibía tener más de dos máquinas cada uno
por un parlamento unicameral. · y más de dos trabajadores (aprendices). '
Cromwell, que iba a ostentar el cargo de Lord Protector entre 1653 y 1658, representaba La Licensing 1ct tenía, en principio, una validez de dos años. Esto es, fue concebida
la república de orden, pero también la consolidación -a través de un gobierno férreo- de las como una normatlva de carácter excepcional y no como un retorno a las prácticas del rei-
conquistas de la revolución. Aunque partidario de la tolerancia religiosa -Cromwell permitió nado ~e <;c;rlos I. A la ~?ra de 1~ verdad, cada vez que caducaba su vigencia el rey pidió
el retorno de los judíos a Inglaterra y con él cesó la habitual práctica de la quema de brujas-, y c?~s1g~I'? su reno~a~10n. Y a~I pasaron los años. En 1665 el gobierno se irrogó la di-
en 1655 puso al frente de los distritos del país a una serie de gobernadores (militares) que fusiOn oficial de notlci~s a traves de la London Gazette, que aparecía dos veces por se-
reforzaron el ejercicio de la censura, además de imponer el descanso dominical, la prohi- mana. Con todo, a partrr de 1679 el Parlamento permitió que perdiese vigor la restrictiva
bición de los juegos de azar, carreras de caballos, riñas de gallos y duelos, cerrar cervecerías Licensing Act -pese a renovarla- y durante los seis años siguientes la relativa libertad
y teatros o perseguir la blasfemia y el juramento; todo ello en nombre de la "piedad y la vir- "produjo un aluvión de publicaciones nuevas sin autorización" 2I. Ciertamente, en algunos
tud" entendidas a la manera puritana. Por su parte, el propio Cromwell reclutó a un anti- aspectos, como el señalado, la Restauración asumía la vía del retorno al absolutismo aun-
guo redactor del Mercurius Britannicus (que también recaló en la prensa realista), Mar- que tamizándolo en el cedazo de una mayor tolerancia y del sometimiento al Parl~ento.
chamont Needham, para convertirlo en director del Publick Intelligencer y del Mercurius Cuando el hermano de Carlos II, Jacobo II le sucedió en el trono, en 1685la vía abso-
Politicus, únicas publicaciones permitidas a partir de la supresión del resto de títulos en 1655. lutista fue profundizada y las persistencias feudales (el diezmo, etc.) defendidas con ahfu-
Con todo, durante el protectorado, aunque la prensa se vio sometida a tales restricciones co; sobre todo, el nuevo rey intentó reintroducir en Inglaterra el rito católico y prescin-
continuaron saliendo de las prensas multitud de folletos, opúsculos y libelos. La proliferación dir del Parlamento. Eso era ir demasiado lejos.
se detuvo a la altura de 1660, cuando el proceso revolucionario dio un nuevo giro. , El Parlamento, asumiendo la soberanía, declaró el trono de Inglaterra vacante y lla-
Cromwell murió en 1658; el título de Lord Protector lo heredó su hijo Ricardo. Este, mó a la hija de Jacobo, María, y al esposo de ésta, Guillermo de Orange, para que lo ocu-
sin ascendiente sobre el ejército, no evitó que uno de sus generales, Monck, proclamase la pasen. Para que no cupiese duda acerca de la consideración de la Corona británica en el
restauración de la monarquía en la figura de Carlos II. "Carlos, aconsejado por Monck, fa- ámbito de la monarquía constitucional. "Guillermo y María gobernaron Inglaterra no por
cilitó su vuelta al poder con el ofrecimiento de un perdón general, la libertad de concien- la gracia de Dios, sino por invitación del pueblo y el Parlamento, que a tal efecto les so-
cia, la confirmación de todas las ventas de tierras durante la guerra civil y el pago de los atra- metió una Declaración de Derechos antes de que aceptaran la coroda. Esta fue la esen-
sos a los soldados"19. Al fin y al cabo, buena parte de las tierras confiscadas a los realistas, cia de la Gloriosa Revolución de 1688"; la esencia política al menos, por cuanto la so-
habían sido adquirida por parlamentarios y jefes del ejército. El retorno de Carlos II no po- cioeconómica consistía en no devolver a la vieja nobleza sus privilegios feudales y
día suponer la contrarrevolución o el retorno al absolutismo. La burguesía triunfante escogía mantener el poder de la alianza entre la gentry ascendente y la burguesía del país. La Glo-
ahora un camino de orden y de alianza con la gran propiedad, aunque -eso sí- en el mar- riosa era el límite, por arriba y por abajo, de la revolución burguesa inglesa.
co del establecimiento del predominio de nuevas relaciones mercantiles. La gentry se Los nuevos monarcas y el Parlamento no revocaron la Licencing Act. No obstante
aliaba con los burgueses y se desvinculaba definitivamente de sus superiores feudales. Los en 1693 y ante la presión de sectores comerciales, editores e impresores, la Cámara de lo~
pares del reino recuperan la Cámara de los Lores, abolida entre 1649 y 1660, pero sus pri- Com~nes decidió no renovarla. A esta decisión se opuso la Cámara de los Lores y para
vilegios de nacimiento estaban en plena decadencia; tenían, eso sí, las insignias del buen soluciOnar el contencioso se nombró una comisión mixta que pidió el concurso de algunos
nombre y podían ponerlas al servicio de nuevas metas, casando, por ejemplo, a sus hijos e juristas para argumentar las posiciones de cada cual. Uno de ellos fue John Locke que de-
hijas con la progenie de ricos mercaderes y patronos. La restauración monárquica eliininó fendió, con un discurso pragmático, la defiriitiva revocación de las restricciones a la im-
cualquier tentativa democrática. La capacidad de voto se redujo: "En Windsor, en 16l:J.O, el prenta. Locke se opuso a la censura previa y pidió que se exigiesen responsabilidades a
voto fue extendido a todos los habitantes. En 1661 fue restringido al alcalde, los alguaciles autores de textos, impresores o editores sólo después de haberse distribuido la publica-
y los burgueses"2o. ¿Que iba a suceder con los derechos de expresión? ?ón: ."~o sé P?r qué un hombre no debería t~ner la libertad de imprimir todo aquello que
el qmsiera decrr; y ser responsable de sus escntos, como lo es de sus palabras, si transgrede
la ley. Pero amordazar a un hombre, por el peligro de que sea herético o sedicioso, no tie-
5.2.3. En el centro del huracán: los límites de la libertad de expresión n~ otro fund~ento 9.ue si le e~cadenáramos por miedo a que, con las manos libres, pu-
diera usar la VIOlencia; y debenamos encarcelar a todos aquellos que supusiéramos ca-
Las restricciones oligárquicas llegadas con la restauración afectaron de lleno a la li- paces de cometer un delito de alta traición o un crimen. Para evitar que se eludan las
bertad de expresión, especialmente con la promulgación de la Licensing Act en 1662. Se responsabilidades por aquello que se escribe, la ley debe prohibir que se imprima, se pu-
232 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 233

blique o venda ningún libro, sin ~1 nomb:e del impreso~ o del librero, bajo ri~urosas pe- En los recmtos de las asambleas públicas, que se difundieron en las ciudades del interior
nas, cualquiera que sea su matena. Y el Impresor o el ~brero, cuyo nom?r,e figure en el de Inglaterra a partir de 1700, no sólo se ensayaban normas de educación ciudadana, si-
libro será responsable de lo que éste contenga contrano a la ley, como si el fuera el au- no que podían conversar hombres y mujeres sobre temas públicos, sobre las noticias o so-
tor, ~menos que pueda presentar a éste; tal es la única restricción que podemos imponer bre el tiempo. Para los hombres quedaban reservados los clubes, como el Kit Cat Club,
al que acudían hombres de letras y periodistas, como Addispn y Steele. Cuando la ley del
a la imprenta" 22• • • • • • •
Esta formulación de derecho positivo, de responsabilidad CIVIl y penal de los autores timbre a~mentó el co~t~ de las publicaciones y las más baratas se vendían a dos peniques,
y editores ante los tribunales, encaraba el problema de forma nueva. Y Locke remachaba los trabajadores de oficiO se las arreglaban para seguir bebiendo en ellas: "La mayoría de
sus argumentos recordando que la censura previa estaba enriqueciendo a los editores y los artesanos --decía un visitante suizo del Londres de 1726-- comienzan el día yendo a la
libreros holandeses e impidiendo lucrativas ganancias a los locales. Sabía lo que decía: ha- cafetería para leer los periódicos. A menudo he visto a limpiabotas y otras personas de su
bía disfrutado de la hospitalidad holandesa desde 1683. En 1695la Licensing Act no fue clase, crear una sociedad para comprar un ejemplar de éstos por un liard y después leer-
renovada. "El año 1695 marca una fecha capital en la historia del periodismo", afirma lo juntos". Y, aunque el impuesto del timbre fue elevado en 1724,1756 y 1775, también hay
Weill. En efecto, con la revocación se desarrollará la producción y el comercio de obras que decir que cada vez se compraban más periódicos.
impresas de todo tipo, proliferando los periódicos y las gacetas: The Daily Cour~nt, The Y esto no era todo. No sólo las formas de producción impresa se estaban viendo afec-
Evening Post, The Weekly Review, The Tatler, The Spectator son algunos de los tttulos de tadas por la caída de los privilegios. En realidad, la cesura era más profunda y afectaba
periódicos nacidos al calor de la nueva libertad. . a los mismos modos y registros orales y conversacionales. Durante la revolución, algunos
Tanta fue la proliferación, que el gobierno tory y el Parlamento volvtero~ a temer el ~upos como l?s c~áqu~ros -:-se~uidores ?e George F?x- se h~bían.distinguido por ma-
reavivarniento de las ideas radicales y estudiaron nuevas formas de contenctón. El fru- mfestar su radicalismo tguahtano a traves del lenguaje y del silenciO. En efecto, se dis-
to de todo ello fueron las Taxes on Knowlege una serie de normas -entre las que des- tinguían por emplear el tuteo con asiduidad y con independencia de a quién se dirigían,
tacaba el impuesto del timbre- que gravaban económicamente (un penique por pliego) además de guardar un escrupuloso respeto cuando hacían mtrospección y oración. El tu-
a las publicaciones y que obligaban a éstas a venderse a precios más el~vados. Las teo Y. el silencio rompían los esquemas de los órdenes sociales del Antiguo Régimen ab-
más populares iban a ser las que más sufriesen el impuesto; las que retrocediesen. Pero, solutista que requería, de una parte, la utilización de los términos lingüísticos denotadores
en definitiva, la revolución inglesa había acomodado las formas de control de las pu- de servilismo social a quien correspondiere, y, de otra, el seguidismo con respecto a los
blicaciones a las nuevas pautas de una sociedad mercantil. De la misma manera que el ~ó?igos de comportamiento que señalaba la iglesia oficial en la oración y en las pautas re-
voto se disponía en función de la tributación de los ciudadanos (censitarismo), la ca- ligiOsas.
pacidad de publicar iba a depender de las capitalización de las empresas editoras y de las Los cuáqueros no marcaron la pauta del país (aunque influirían grandemente en la
posibilidades adquisitivas d~l.J:?úblico al que iban dirigidas l~s pub~i~aciones. La cens~­ colonización y luego en la revolución americana), pero eran un símbolo extremo de una
ra económica hacía su apancion. Iba a ser norma en la configuracion de los estados li- nueva manera de enfrentar las relaciones interclasistas. Durante el siglo xvm los ingle-
berales que, en sus orígenes, demostraban gran ansiedad ante cualquier veleidad de- ses cultos se ocuparon de elaborar teoría sobre la conversación, la urbanidad y las bue-
mocrática. nas maneras. Las páginas del periódico The Spectator, de Addison y Steele, fueron
Con todo, la difusión comunicativa se había asentado en Inglaterra sobre bases uno de los principales animadores de este tipo de creación, y contribuyeron también per-
nuevas. En 1653 había aparecido la primera biblioteca pública y gratuita de Europa, sonajes de talla, como Swift y Fieldmg. Burke ha analizado estos trabajos y ha llegado a
fundada al margen del control eclesiástico: la Chetham's Library de Manchester. En esa una conclusión: "La esfera en la que la teoría mglesa sobre la conversación difería más
misma década habían proliferado las coffee-hauses, centros de reunión que ahora podí- agudamente de sus equivalentes italiano y francés era la esfera de las ceremonias y el cum-
an expender té, café, chocolate y tabaco, productos de importación hasta entonces muy plido.( ... ) Addison sostenía que la conversación solía ser "demasiado estirada, formal y
poco conocidos; las coffee-hauses se convirtiera~ en auténticos "J?ercados ~e notici~s;', precisa" y deseaba una "reforma", que él comparaba con la reforma protestante en el sen-
en ellos circulaba con profusión la prensa, los opusculos y se debatta sobre la informac10n tido de que se produjera una reacción contra el exceso de ceremonias. Su colega Steele
política. Aunque fueron suprimidas en 1675, sobrevivieron para tener nuevo auge a finales lamentaba "la gran y general falta de sinceridad en la conversación", algo muy opuesto
de la centuria. a "la vieja llaneza de los ingleses"".
Según Burke, la nuevas formas de información comercializada a través de la prensa Si ~n viajero fr~ncés o español acudía a la Inglaterra en la que se proferían tales co-
no eran sólo materia de las clases burguesas; periódicos como The Observator, de ten- mentanos se horronzaba ante la franqueza y la rudeza de· las formas expresivas de la con-
dencia whig (publicado dos veces por semana desde 1702), The Rehearsal (conservador) versación. Si podían viajar era porque eran caballeros, y, como tales, acostumbrados'a un
o The Review, el periódico editado por Defoe que aparecía dos o tres veces p~r semana lenguaje de adulaciones y ceremonias, a una etiqueta que derivaba de los ámbitos de so-
entre 1704 y 1713, llegaron a artesanos y a algunos trabajadores. Charles .Les}te, el t;:n- cialización que frecuentaban. No de los coffe-hauses, de las asambleas y de los clubes. Bur-
dador de The Rehearsal decía que aunque la gran mayoría del pueblo no sabta leer, se ke apunta que podía haber diferencias nacionales, digamos, de idiosincrasia: "La con-
reúnen alrededor de uno que sí sabe y escuchan lo que dice un Observator o un Review"; versación francesa olía a corte, en tanto que la conversación inglesa aún tenía el olor a
y ni siquiera hacía falta reunirse en una coffee-hause, en una taberna o en un,a cervece- campiña". No creemos que haya que atribuir la asincronía a cuestiones genéticas. Más
ría; Leslie decía haberlo visto en plena calle. Con todo, los lugares donde podta leerse la bien hab~a u~ motivo de fo~do evidente: la ruptura político-social acaecida en Inglaterra
prensa y conversar cambiaban c_on raJ:?idez. El p~r_ner café londii~e~se se había ~ndado -y todav1a lejana en Francia- estaba operando sobre las pautas de la cotidianeidad lin-
en 1651 y cincuenta años despues habta unos qmmentos establecmuentos de esa mdole. güística de los ingleses y alterando sus pautas conversacionales y su sociabilidad23.
234 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 235

En términos mundiales, la conversión de la comunicación en mercancía y la am- a todas las opiniones vertidas: es una tolerancia intracomunitaria que excluye, de hecho,
pliación de los mercados para tales industrias, era todavía muy localizada. También lo eran la transgresión de un marco básico de "creencias cristianas"25 • En todo caso, cuando las
las nuevas pautas de sociabilidad y conversacionales. La prensa se había convertido en Cartas hacen referencia a la cuestión de la libertad de expresión, lo hacen en sentido ne-
una criatura burguesa en Inglaterra y los Países Bajos, capaz de difundir el programa de gativo: las Normas Fundamentales de Carolina (de 1669) prohiben los comentarios y aná-
esta clase en su conquista del estado y de proveerla de beneficios más suculentos en el vie- lisis de las normas legislativas de las colonias, con el objeto de evitar la proliferación de
jo negocio impresor, editor y librero ..Pero Europa '!,América estaban a~í, cc:n~tem­ interpretaciones erróneas. Cuando en Nueva York, y publicado por un colono de origen
plando lo que sucedía. Para algunos, la srrnple observac10n era rotundamente msufictente. alemán, apareció una gaceta con planteamientos críticos hacia el gobierno colonial, la au-
Hubiesen preferido participar. Algunos iban a participar, revolucionando o creando toridad hizo detener al publicista. Era el año 1734 y, aunque éste planteó pleito y con-
las condiciones (ilustrando) para que la revolución se produjese. Sin ir más lejos, las co- siguió ser absuelto por el tribunal-en un acontecimiento que Weill juzgó como la "pri-
lonias inglesas iban a ser las primeras en sumarse a la estela trazada por la "madre patria". mera victoria de la libertad de prensa en América"-, lo cierto es que quedó bien claro que
las cortapisas a la expresión periodística, la censura previa, las limitaciones gubernativas,
estaban en pie. Y no eran muy distintas a las que operaban en los estados absolutistas de ·
5.2.4. El "hombre nacido libre" en las Trece Colonias Europa.
Y los problemas no eran sólo de índole legal o censora. Eran también materiales: el
Cuando los granjeros y comerciantes de las Trece Colonias del norte americano se le- papel, la tinta, los efectos de imprenta, etc. provenían en su mayoría de Inglaterra,
vantaron contra la dominación británica, contra su dueño regio, giraron también la cabe- puesto que formaban parte de los privilegios comerciales que se reservaba la metrópo-
za hacia quienes poseían las concesiones originarias de la Corona: en Pensilvania, por ejem- lis26. Hasta el inicio de la revolución, la prensa norteamericana vivió bajo mínimos.
plo, el líder revolucionario Joseph Galloway, en su lucha contra la arbitrariedad judicial, se Sólo 21 periódicos -los más efímeros- se habían publicado en las colonias antes de la pro-
enfrentó directamente a la familia Penn. ¿Acaso la justicia pertenecía, a la manera feudal, mulgación de la ley de imprenta de 1765. Diez años más tarde se contaba con 34 perió-
al dueño del mayorazgo y, en última instancia, a la Corona? El estudio de una especialis- dicos más o menos regulares. Dicho de otro modo: fue el inicio del proceso revolucionario
ta en teoría política, aunque sin reparar en ello, parece confirmarlo: "En las colonias el que estimuló las prensas americanas y les permitió jugar un papel destacado en la ge-
nunca había existido libre designación de jueces, ni tampoco la seguridad de la permanencia neración del clima revolucionario27• Aunque un papel mucho más relevante iban a jugarlo
de éstos en sus cargos. Se nombraban during pleasure, o lo que es lo mismo, mientras la la- los folletos, libelos y almanaques que, con mayor facilidad, podían sustraerse a los con-
bor que realizaban fuera del agrado del Gobierno inglés" 24• Cierto es que muchas de lasco- troles que sobre las importaciones de las materias necesarias para la producción de im-
lonias poseían elementos de autogobierno; habría que saber que tales asambleas o parla- presos se realizaban. Folletos, libelos y almanaques que tuvieron, como veremos, un es-
mentos estaban supeditados a los derechos todavía presentes de la Corona inglesa. Por ende, trecho contacto con la comunicación de doctrinas sedicente expuestas desde los púlpitos
la burguesía norteamericana iniciaría a partir de 1763 un combate tanto contra los pro- puritanos o de las múltiples sectas -disidentes que se convocaron en el acontecimiento re-
pietarios de mayorazgos coloniales (y sus prerrogativas y derechos) como contra la C:Orona volucionario. · ·
que había dado en origen tales concesiones. Tal vez por ello los patriotas norteamencanos Mediante los panfletos, los patriotas expusieron "tratados de teoría política, ensayos
entendieron su revolución y su guerra de independencia (1775-1781) como una segunda par- históricos, alegatos políticos, sermones, cartas, poemas, etc." y los estudiosos de la ideo-
te de la Gloriosa Revolución que sus hermanos ingleses habían consumado en 1688. logía revolucionaria recurren sistemáticamente a su análisis para deducir las ideas motrices
Las limitaciones impuestas a los colonos norteamericanos afectaban directamente a del cambio. Panfletos, eso sí, a raudales: en el año excepcional de 1776, el año de la pro-
sus posibilidades de expresión, información y comunicación. En 1664 existía en Massa- mulgación de la Declaración de la Independencia, han sido catalogados 400 panfletos re-
chusetts una ley que establecía un sistema de licencia previa similar al existente en In- lacionados con ese acontecimiento. Thomas R. Adams ha contabilizado 230 títulos de
glaterra antes de 1640. En 1671 el gobernador de VIrginia escribía: "agradezco a Dios que panfletos directamente relacionados con las ideas revolucionarias en los años anteriores
no tengamos ni escuelas libres, ni imprentas; y espero que no tengamos tales en cien años; a la fecha de la Declaración. Bailyn ha señalado que el mérito de los libelos consiste en
porque el saber ha traído consigo herejías, desobediencias y sectas; y la imprenta las ha asociar los principios filosóficos y políticos extraídos de fuentes ilustradas diversas con los
divulgado y también ha lanzado libelos contra el gobierno. Dios nos libre de esas cosas". acontecimientos por los que atravesaban las colonias28 •
En 1686 un publicista inglés, exiliado de su país por sus ideas avanzadas, recaló en Tipológicamente, los libelos revolucionarios norteamericanos han sido divididos
América donde publicó el primer periódico (mensual) bostoniano, las Publick Ocurrences en tres categorías:
(1690). El gobernador de la colonia, para evitar que la publicación se convirtiese en agen-
te propagador de ideas subversivas, convirtió a Harris en el impresor oficial del gobier- a) los que daban una respuesta inmediata a los acontecimientos políticos acaecidos y
no de Massachusetts. Otro impresor bostoniano, James Franklin, intentó recoger el que proliferaron en los años anteriores a la Declaración de la Independencia. La
testigo y publicar un periódico independiente: el gobernador prohibió la continuidad de Ley del Timbre (Stamp Act), dictada en 1765 y que imponía impuestos metropo-
su iniciativa y James tuvo que entregar a su hermano, de dieciséis años, la publicación. Se litanos sobre el consumo americano, provocó un sinfín de tales publicaciones; lo mis-
trataba de Benjamín Franklin, quien no pudo dar continuidad a la publicación. mo sucedió con su derogación, muy festejada por el libelo; o con el episodio de la
. En contra de lo que a veces se ha dicho, en las cartas coloniales (cuerpos de liberta- "matanza de Boston" (5 de marzo de 1770) que los libelos utilizaron para crear los
des, cédulas, etc.) existen referencias exiguas a la libertad de expresión y de prensa. Se tra- primero mártires de la causa independentista y para fijar la primera conmemora-
ta en ellas sobre la cuestión de la tolerancia religiosa, pero ésta no se concibe aplicable ción revolucionaria.
236 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 237

b) Los libelos surgidos a resultas de polémicas personales y políticas sobre los asun- llevó a algunos patriotas a separarse de las resoluciones de aquel congreso. Paine cata-
tos en litigio; frecuentemente cada libelo que alcanzaba cierta notoriedad generaba lizó esta nueva posición con su folleto. El general Lee, quince días después de publicarse
una larga estela de libelos defensores y detractores. el Common Sense, escribía al general Washington: "¿Has leído el panfl~::to.El Sentido Co-
e) Aquellos folletos que transcribían oraciones conmemorativas, sermones predicados mún? Nunca he visto tanta maestría e irresistibles argumentos. Si no me equivoco,
o discursos políticos. unido a la necedad y perversidad del ministro, dará el golpe de gracia a Gran Bretaña. En
un momento yo mismo me he convencido por sus argumentos, de la necesidad de la se-
Éstos acercaban de manera especial la palabra al texto: eran altavoces del púlpito y paración"31. Paine no sólo reclamaba la independencia, sino que además afirmaba la su-
la tribuna. Y, por otra parte, eran folletos de calado social, capaces de sacar a relucir las perioridad de la república sobre la monarquía, reclamaba la liberación de los negros y los
nociones y las experiencias que existían en la mente de una importante parte de lapo- derechos de las mujeres: el éxito de su folleto radicaba, precisamente, en su capacidad de
blación colonial. J ohn Adams, de nuevo, lo explicaba con suma sencillez: " ... la Revo- movilizar a capas sociales que, hasta entonces, se habían visto distanciadas de la burguesía
lución estaba en la mente del pueblo, y se hizo efectiva en el transcurso de quince artesana y comercial que dirigía la oposición a los ingleses. Paine introducía el radicalismo
años, de 1760 a 1775 ... Deberían consultarse los archivos de trece legislaturas, los folle- democrático en la revolución norteamericana y el general Washington lo invitó a que le-
tos, los periódicos de todas las colonias durante ese período, para conocer con certeza los yese en voz alta a las milicias de patriotas sus publicaciones.
distintos medios por los cuales la opinión pública fue informada e ilustrada acerca de la Al lado de los libelos, conviene destacar también los almanaques3 2• La segunda hoja
autoridad del Parlamento sobre las colonias" 29 • que se imprimió en las Trece Colonias fue una página de almanaque: en 1639. Entre esa
Los periodistas, libelistas y predicadores, como intelectuales orgánicos del proceso fecha y 1687 se publicaron en Massachusetts 44 almanaques, de los que 41 fueron escritos
revolucionario, intentaron hablar en nombre del pueblo. Los directores sociales de la re- por graduados de Harvard que se autocalificaban como philomath: filo-matemáticos ca-
volución necesitaban apoyos para vencer a las tropas enviadas por la Corona británica. paces de producir en sus Farmer's almanacs la información de fudole no religiosa que pue-
La apelación a la ciudadanía y a la libertad -abstracta- podía ser interpretada de forma de venir bien a un granjero en sus tareas diarias. Los consejos, las informaciones clima-
distinta por los distintos grupos sociales existentes: todos podían concebir proyectos de tológicas, los dichos, esas recopilaciones heterogéneas de elementos de la cultura popular,
futuro anclados en esa terminología. En plena revolución, Isaiah Thomas publicó un pe- habituales en los almanaques prerrevolucionarios, evolucionaron en sentido político
riódico en Massachusetts -aunque tuvo que trasladar las prensas a Worcerter mientras cuando la revolución comenzó. Resultó difícil, desde ese momento, distinguir entre al-
los británicos ocuparon la colonia- para atraer para la causa de la independencia a los manaques, folletos y libelos: habría que hablar más bien de una amplia familia literaria en
obreros. Muchos de los grandes propietarios agrícolas, y desde luego los dueños de las la que no estaba excluida la versatilidad compositiva y de formatos. El caso más celebrado
concesiones feudales, apoyaban el mantenimiento de la vinculación con Inglaterra: se for- es el Poor Richard's almanach, que entre 1732 y 1758 publicó Benjamin Franklin, un al-
mó un aristocratical junto enfrentada a los artesanos y granjeros que encabezaban el pro- manaque repleto de artículos caricaturescos que ayudó a configurar y a difu:ridir la "con-
yecto secesionista. cepción del mundo que sustentaba esa burguesía ilustrada" a la que representaba. En la
De ahí que los folletos revolucionarios apelasen sistemáticamente a la tradición última edición de este almanaque Franklin atacaba directamente los nuevos impuestos es-
jurídica y constitucional inglesa ya revolucionada. Jonathan Mayhew predicó un sermón tablecidos por la Corona (Stamp Act) y se preguntaba sobre las medidas a tomar; pero en
en enero de 1750 que publicó, ese mismo año, en forma de panfleto: A Discourse Con- vez de hacerlo mediante un discurso lineal, utilizaba la forma del diálogo: un viejo sabio,
ceming Unlimited Submision ans Nonresistance to the Higher Powers. Mayhew era un pas- el Father Abraham contestaba las preguntas con una retahíla de refranes directamente en-
tor protestante cercano al arminianismo, esto es, a las ideas que en Holanda habían de- raizados en la "sabiduría popular" de los colonos. El efecto fue inmediato: la edición mul-
fendido durante la revolución Gracia y el partido de los regentes. A estas concepciones tiplicó su tirada en forma de folleto. "La fórmula fue rápidamente imitada: "Nathaniel Ames
añadía un buen conocimiento de las ideas ilustradas, de Milton y la tradición whig inglesa dedica sus almanaques desde 1766 a la independencia y al noble espíritu de la libertad;
y el deísmo europeo. En el folleto citado conmemoraba la ejecución de Carlos I y atacaba Abraham Weatherwise y Nathanies Lov, desde 1769, llaman a sus lectores a la resistencia
el origen divino de la monarquía. El folleto fue ampliamente leído y surgió una amplia activa y justifican, desde pocos años más tarde (1771), la rebelión contra Inglaterra o aren-
panoplia de detractores. El Boston Evening Post acusó a Mayhew de bárbaro. Pero cuan- gan en 1775 a los habitantes de Bastan con las siguientes palabras, firmadas por The Vir-
do, diez años después, surgió la disputa entre la colonia y la metrópoli, el folleto de May- tuous Patriot at the Hour of Deatch: La causa de Dios está en juego y la religión verdade-
hew volvió a cobrar actualidad: arma ideológica, sin duda30 . ra en peligro de ser arrancada de nuestras manos, aplicando términos religiosos a algo que,
Pero el folleto más celebrado, leído y referenciado fue publicado en 1776: el Common como todo el mundo sabe, nada tenía que ver con la causa de Dios".
Sense de Thomas Paine. Se publicó en 13 ciudades distintas, se hicieron unas 25 edicio-
nes, se vendieron más de cien mil copias, algunas de sus frases -descontextualizadas- se
convirtieron en auténticas consignas. Paine había llegado del otro lado del Atlántico, en 5.2.5. De Tom Paine a la Primera Enmienda constitucional
1774, con una carta de recomendación firmada por Franklin. Ese mismo año comenzó a
trabajar en el Pennsylvaniq Magazine, donde pudo sopesar la situación en la que se ha- En la década de 1720 dos periodistas ingleses, bajo el seudónimo de "Cato", escri~
llaban las Trece Colonias. Estas acababan de celebrar un primer congreso continental, en bieron una serie de artículos que agruparon en las Cartas de Cato. En ellas defendían la
Filadelfia, en el que habían decidido mantener la vinculación con Inglaterra y proceder libertad religiosa, la libertad de expresión y de prensa, el gobierno constitucional y los de-
al arreglo del conflicto por la vía pacífica. Pero la presencia del ejército británico y lama- rechos de los ingleses. Las Cartas tuvieron una gran influencia en la configuración del pen-
tanza de milicianos producida en las aldeas bostonianas de Lexington y Concord (1775), samiento revolucionario norteamericano. Franklin las publicó en las Colonias en 1722 y
238 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 239

fueron difundidas tanto a través de la prensa como de algunos folletos. J ohn Adam~ Y bertad de palabra, o la de prensa, o el derecho del pueblo a reunirse pacíficamente y pe-
Thomas Jefferson estudiaron sus contenido y lo incorporaron a su programa revolucl~­ dir al Gobierno la reparación de sus agravios".
nario. Cuando el publicista Zenger fue detenido e~ Nueva yor~ ~n 1734 por la pul;>li- Este texto puede tener lecturas amplias, pero también restrictivas, como nos re-
cación de prensa, su abogado lo defendió ante los tnbunales msprrando~e en 1~ doctnn~ cuerdan algunos especialistas en derecho constitucional y de la información. La ley está
de Cato. James Alexander fue el primer norteamericano que desarrollo la ~ests de la li- formulada en negativo y afecta sólo al poder legislativo, no al ejecutivo: prohibe a
bertad de prensa basándose, también, en las Cartas ~e Cato. Alexander publicab.a ~1 New aquél confeccionar cualquier ley restrictiva d~ las libert~d~s que se me~cio~an. Es el Con-
York Weekly Journal, el periódico en el que trabaJaba Zenger; en 1737 publico en la greso quien no puede hacer leyes contra 1~ libertad religr~sa, d.e conc1enc1a, de pren~a o
Pennsylvania Gazette una serie de artículos en los que defe!l_día el der.ech~ d~ Zeng~r a de manifestación; pero se deja la puerta abierta a que el EJecutivo establezca normativas
la libertad de expresión y en los que basaba su argumentac1on en la histona m.glesa. las más o menos coyunturales en sentido contrario. La práctica política -la de Jefferson mis-
persecuciones a la libertad de imprenta habían sido, sistemáticamente, la práctica de los mo, como vimos- demostrará a continuación que los grandes principios revolucionarios
reyes absolutos33. . debían someterse a las necesidades de la clase social dominante surgida, triunfante, con
Los resultados del "caso Zenger" y de la defensa realizada por Alexander, fueron re- la revolución. La comunicación alteraba sus formas para instalarse en el seno de una so-
cogidos por Thomas Jefferson, quien incluyó la libertad de prensa en su prop~esta de ciedad regida ahora por nuevas pautas, las del mercado.
Constitución para Virginia de 1776 y se mostró harto preocupado por la au~enc1~ de un
artículo al respecto en la Constitución norteamericana, aunque pen~ab.a qu~ d1cha libertad
iba implícita en la Declaración de Derechos. Para Jefferson el pnnc1pal mstrumento de 5.3. La construcción del espacio público burgués: de la Dustración al liberalismo
la libertad de expresión es la prensa. En 1787 escri?ía: "~iend~ el fundamento de nues-
tros gobiernos la opinión del pueblo, el objetivo pnmordtal sena e~ de co~serv~, e~e de- 5.3.1. El absolutismo agredido: la Ilustración_
recho, y si se dejara a mi criterio decidir si hemos de tener un gobierno sm penod1c?s o
periódicos sin gobierno no dudaría un momento en preferir lo segundo". La prensa JUe- ¿Podían los cambios sociales, políticos, culturales y comunicativos, enmarcados en las
ga, según él, un doble c~metido, forma la opinión pública y pro~ura 1~ ilustración del pue- revoluciones burguesas, dejar impasibles a las monarquías absolutas europeas y a. sus súb-
blo. Y es que, en efecto, tras su mísera existencia prerrevolucwnana, la 12re?sa nortea- ditos? Es evidente que no. Los ministros de las Cortes absolutas europeas reaccwnaron,
mericana fue vitalizada por la Independencia (la Declaración.es del4 de JUlio de 17?6). en un primer momento, a la defensiva. Intentaron cortar las comunicaciones co~ aque-
En las ya ex-Colonias se crearon manufacturas de papel, de tmta y de car~cteres movl- llos países en los que, tras la revolució~, se abogaba por una may?r ~o.lerancra y se
les que pennitieron substituir las imr:ortaci'?nes (for~?s~s ha~t~ entonces) mgles~s. Co- confiaba en la producción y en el comerciO para transformar aquel pnnc1p10 en obra lu-
mo para refrendarlo, en 1784 aparec1a el pnmer penodtco drano: el Pennsylvanza Poc- crativa: libelos, periódicos, libros, etc. Para conseguirlo se apoyaron en las instituciones
ket34.
eclesiásticas, reforzando la capacidad de control que éstas podían ~jercer sobre la difu-
La nueva proliferación periodística hizo también reflexionar a quienes habían cla- sión y la comunicación de las nuevas ideas, así como sobre su capacidad para establecer
mado por la libertad de prensa y ahora debían gestionar el nu~vo gobierno. Jeffe~~on, en lazos paternalistas con la sociedad. ~demás, con el debilit~ento de .la autoridad pap~,
los proyectos legislativos que diseñó, se ocupó siempre de la libertad, pero tamb1en pre- las monarquías católicas europeas mtentaron reforzar su mfluencra sobre la. Igles1a,
vino las respuestas que debía dar la ley a los abusos com~tidos por la pre~sa. "Cuando se acercarla todavía más a sus objetivos, ligarla a su suerte. El modelo a segmr era el
vio envuelto en la lucha partidista atacó con gran virulencra a la prensa antigubernamental francés: desde el Concordato de Bolonia de 1516, Francia mantenía gran independencia
a la vez que promovía otra adicta. En sus mandatos presidenciales -1800 a 1809-las con- de la autoridad papal y había construido una Iglesia católica de clara significación gali-
tradicciones se agudizaron: limitó la libertad de expresión en tiempo de guerra -con me- cana. Durante el siglo XVIII muchos estados siguieron ese camino. Lo hicieron los esta-
didas que a veces se mantuvieron en épocas de paz-. Su posición en favor de una _Pren- dos italianos: en 1741 el Papa firmó concordatos con Nápoles y Cerdeña en los que ce-
sa libre de toda cortapisa se fue matizando". Como muy bien añade Alcaraz, la denva en día parte de sus derechos sobre nombramientos. episcopales. El reino de ~spaña hizo l_o
la posición de Jefferson no es nada anecdóti~a, p~esto que ~x~resa ."la contradicción~~­ propio en 1737 y el de Portugal en 1740. ~yartlr de es~ moment? los ob1.spos ya no s.o-
neral en que se verían envueltos los revoluc1onanos: el optlrmsmo ilustrado no pe~t1a lo estaban bien avenidos con el poder polit1co por cuestiones de dtplomacta y estrategra,
prever los problemas que suscitarían los principios que defendía~;( ...) Jeffe~son adVIerte sino porque su nombramiento y continuidad dependía de él. Esta estatalización de las
pero no entiende: la prensa, que era múltiple antes de la Revolucwn, se conVIerte tras ella iglesias no sólo acontecía en las zonas de predominio católico, también en el este de Eu-
en prensa política"35. . . • ropa, donde predominaba el cristianismo ortodoxo, estaba ocurriendo algo similar a prin-
A los genéricos principios ilustrados, que informaban la luch.a_ revolucwn.~a, suce- cipios del Setecientos36.
día el concreto quehacer de la construcción de un ~stado-n~c10n e_~ cond1c10nes de Una Iglesia tan próxima al poder político aceptaba convertirse en su brazo resolutivo
participación de la opinión pública y, con ella, de las d1vergenc1as politlcas. c;~n todo, Y ante determinadas inquietudes. Durante el reinado de Felipe V (1700-1746), en España,
aunque no se aceptó la propuesta jeffersoniana de est.at;>lecer l!na_Declara~Ion ~e De- hubo unos 700 autos de fe, esto es, quemas públicas, en presencia o en símbolo, de he-
rechos como prólogo a la Constitución, en 1791 ésta rectbtó un anadtdo: las d1ez pnmeras rejes. En 1728 el obispo de Salzburgo, en Hungría, expulsaba a 20.000 de sus súbditos por
enmiendas concebidas como un mecanismo de freno a la acción del gobierno federal Yco- profesar el protestantismo. Durante el reinado de Luis XV se renovó el ímpetu ~n.la pe~­
mo un auténtico Bill of Rights. La Primera Enmienda establece: "El Congre~o ~o har.á secución de hugonotes. Debe contemplarse el hecho de que, a esas alturas, la d1S1denc1a
ley alguna por la que se establezca una religión, o se prohiba ejercerla, o se lirmte la li- religiosa ya no era contemplada sólo como una desviación en la fe, sino que, además, en
240 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 241

el mundo católico se asociaba al protestantismo con aquellos países -Holanda, Inglate- peración política y económica", acompañada por un "extraordinario florecimiento in-
rra- que habían consumado las rupturas con el anci~n régime. . . telectual"38. A través del incremento de sus facultades de intervención, a través de una
Pero la presencia de los nuevos países que. camma?an c?n ligereza haCia. elJ.?~edo­ solvente obra de estudio, a base de rodearse de personajes que, salidos del estamento no-
minio del capitalismo, no era sólo ideológica. SI a~í ~ubie~e .sido, t~ vez la aplicaCI_?n, d~ ble o no, manejasen los principios acuñados por la revolución científica (y los rudimen-
políticas aislacionistas, tendentes a evitar el contag¡o Ideolog¡co, hubiesen temd.o mas eXl- tos de la "revolución económica" de la escuela escocesa de Adam Smith), las monarquías
to. La presencia de Holanda e Inglaterra se hacía notar con mucha contundenc~a en otras absolutas se decidieron a centralizar el proceso de toma de decisiones concerniente a los
esferas: especialmente la económica. Holanda e Inglaterra estaban estableciendo m~­ estados que gobernaban y a adoptar una serie de reformas capaces de aumentar su "ri-
canismos nuevos de impulso a la industria y el comercio. ?llo les llev.a~a ~ aum~ntar ra- q~eza material". La capacidad de intervención de tales monarquías "era muy amplia, pe-
pidamente sus fuerzas productivas y a amenazar con su puJanza a los VIeJOS lillpenos cons- ro al propio tiempo las reformas acotaban su contenido a la estructura de la sociedad esta-
truidos en el siglo XVI, imperios europeos e imperios ultramarinos37 • Frente a la suma de mental, respetando de modo estricto las fronteras del privilegio". A la postre, la reforma
la amenaza ideológica, doblada por una insoslayable pujanza material, las monarquías eu- se hacía con la intención de no subvertir el orden establecido, de mantenerlo frente al en-
ropeas hubieron de alterar sus modales defensivos. vite de "molestos vecinos".
Interpretamos aquí la ilustración no como un "tiempo" que afectó P?r igual a todos Para hacer efectivas las reformas había que crear un clima político y social de mayor
sus concurrentes sino como una reacción -o si se prefiere, una huida hacia adelante- de tolerancia; sólo así quienes se aproximasen a las "ciencias útiles" se atreverían a proclamar
las monarquías absolutas europeas frente a los progresos que en los distintos terrenos de la pertinencia de su aplicabilidad a determinados aspectos de la realidad. En vez de ais-
la producción estaban realizando aquellos países que habían revolucionado sus r.e_s- larse, habría que fomentar los intercambios culturales en el mundo de la República de las
pectivos sistemas productivos y su sociedad. No se ~ra~a pu~s de observar la llu~tracwn Letras y de las Ciencias, para que los descubrimientos y los procedimientos operativos pu-
como un mero desarrollo cultural, sino como un moVlffilento lillpulsado desde arriba, des- diesen saltar sus fronteras nativas y ser aplicadas por las Coronas emprendedoras. A la
de el propio Estado Absolutista, que lo globaliza y lo entiende, a la vez, ~amo un ~l?u!so postre, "el despotismo ilustrado supuso la creación de un espacio donde las decisiones del
a sus fuerzas productivas mediante la aplicación controlada de determma~os pnncipiOs poder requerían la cooperación de la sociedad, en un primer plano creando un ambiente
"científicos" (ilustrados), pero también como la extensión del poder real sujeto a las pau- social favorable a las reformas"39 . La metodología quedaba así expuesta: arrojar luz so-
tas de feudalismo que inspiraba su esencia (regalismo). bre la realidad, adoptando mecanismos universales de análisis de los problemas. A
Frecuentemente los manuales de historia dieciochesca ocultan en el análisis sin- continuación, allegar soluciones capaces de incrementar la "felicidad del reino", sin
crónico los ritmos di~tintos seguidos por las sociedades europeas del momento y, a lo su- hacer intervenir al "pueblo", sin producir mordidas a las fronteras establecidas por los pri-
mo, se contentan con hablar del atraso relativo de unas regiones con respecto a otras. Sin vilegios. ¿Cómo hacer una cosa tal y a la vez evitar la creación de un espacio de crítica pú-
ponderar, las más de las veces, los factores diacrónicos. A s~ber: que los países que .ha- blica que, en determinadas ocasiones o incluso tendencialmente, vea como insuficientes
bían culminado sus procesos revolucionarios burgueses y antifeudales a 1? lar~o del siglo las capacid&des reformadoras de la Corona o ponga en cuestión los límites (del privile-
XVII, caminaban por la senda del capitalismo, articulaban sus mercados mtenores, cap- gio) a los que está supeditada? He ahí la contradicción aludida.
turaban territorios exógenos y los explotaban como colonias de aprovisionamiento de ma- A ella se refirió J. Habermas, cuando consideró la sociabilidad intelectual de la se-
terias primas para el crecimiento de sus, cada vez más, florecientes industrias. Per no só- gunda mitad del siglo XVIII como fundadora de un espacio público en el que el uso de la
lo eso: desde el punto de vista comunicativo, en países como Holanda e Inglaterra se razón y de la crítica sobrepasaba los límites a los que en principio debía sujetarse. Un es-
estaban viniendo abajo las formas jerarquizadas de la conversación propias de la socie- pacio público que se iba a construir a partir de una serie de espacios físico-comunicati-
dad señorial; estaban apareciendo nuevas formas de sociabilidad burguesa -el club, el ca- vos reales, tales como los salones, las academias, las sociedades económicas, la circulación
sino, el círculo- que dejaban atrás los modos de expresión simbólica de. la Corte~ ?~1 sa- librarla o el inicio del periodismo. Sobre ellos descansaba, en un principio, el ansia de las
lón aristocrático (o aristocratizante); veían la luz productos comerciales -penodiCos, monarquías absolutas, pero ilustradas, de crear cauces de interés y de participación en la
revistas, libros- que hacían de la información un valor de cambio de uso cotidiano y a ~an convocatoria reformista. Pero ellos iban a recalar primero en el paraguas reformista pa-
escala. Era una faceta más, y no menor, de un impulso nuevo a las fuerzas productivas ra, en algunos casos, mostrarse incómodos bajo su techo y salir a la intemperie, ya en los
asentado sobre la construcción de mercados y la producción de mercancías mecliante una lindes de la revolución. El espacio público se habría fijado, primero, en las esferas literaria
relación entre capital y trabajo, si no inédita, sí tendente a generalizarse. . . y especulativa, para, a continuación, desplazarse hacia el resbaladizo territorio de la po-
En fin, los países citados -Holanda, Inglaterra, más tardíamente Estados U rudos- m- lítica y de territorios tradicionalmente prohibidos como la religión y el Estado40 • Ha-
terpelaron a las monarquías absolutas. Para éstas, eran pústulas surgidas en la ~pacible bermas caracteriza a la esfera pública como política y burguesa a la par. Política puesto
piel de la dominación feudo-señorial que cubría Europa y el mundo subordmado a que define un espacio de discusión y de crítica sustraído a la influencia del Estado y crí-
ella. No hay más que recordar las palabras de desdén con las que Carlos I, el último rey tico con respecto a los actos o fundamentos de éste. Burguesa desde el punto de vista so-
absoluto de Inglaterra, tildó la nueva forma de gobierno que de daba en Holanda: "po- ciológico, en tanto en cuanto se muestra equidistante del espacio cortesano (del poder)
pulacho sin mesura". . y del espacio delimitado por las clases populares, a las que mira con desdén4I.
Si aislarse de él era imposible, lícito resultaba ensayar otras vías para el manteni- No debe obviarse que la esfera pública dieciochesca iba a estar impulsada por los des-
miento de la propia dominación. Venturi ha situado el giro ~acia el reformismo ilust~a­ potismos ilustrados e iba a incumbir tanto a segmentos de las clases privilegiadas como
do auspiciado por las monarquías absolutas en 1763, tras el final de la Guerra de los Sie- a sectores burgueses, bien entendido que el Estado confiaba en la integración de estos
te Años. A partir de esa fecha "se abre en toda Europa un período de excepcional recu- últimos (como nueva nobleza, como funcionarios al servicio del Estado o como artistas
242 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 243

sujetos al mecenazgo de un príncipe o señor) en los espaci~s de sociabilidad c:-rlt~Iral-co­ instancias de control de las publicaciones (como la Inquisición), los déspotas ilustrados
municativa (reformista) que iba creando o fomentando. Mas que una esfera publica bur- lub~c~ban la comunic~ción entr~ las "islas" de lo~.~etrados iluministas. La aparición de
guesa, habría que calificarla como la esfera pública que generará una crítica y unos ~!e­ penodicos en manos pnvadas hacia el resto. ParadoJICamente, el modelo a imitar por par-
mentas de análisis políticos (una ideología) que, llegado el momento de la rev_olucim;, te d~ la prensa surgido en las monarquías ilustradas era, frecuentemente, la prensa
la burguesía utilizará en su combate (también ideológico) con las fuerzas del Antiguo Re- surg¡da en países como Holanda e Inglaterra. El primer periódico diario surgió en este
gimen. Lejos de una revolución cultura!,, lo que aco?teció e? !os pródromos de la re- último p~s en 1702 (D~ily Courant); en esa fecha existían 25 publicaciones periódicas; en
volución social fue el intento de adaptacion de la sociedad pnvllegiada a las pautas cul- 1750 el numero se habm elevado a 90 y en 1800 a 278. Sin duda, las necesidades comu-
turales y científicas establ"ecidas por los países capitalistas. Vistas así las cosas, el nicativas en sociedades burguesas era mucho mayor que en sociedades estamentales,
proceso social de la comunicación viene delimitado por dos esferas entre la~ que .apenas puesto que la prensa, a través de su función informativa, contribuía a relacionar el
sí existe el trasvase o transferencia. Una élite ilustrada, estimulada por las drrectnces del mercado,. a ejercer de conexión e~tre la oferta y la demanda en el momento en que una
poder estatal, y compuesta por quienes están integrados en la socie~ad letrada y culti- y otra se mcrementaban de forma msospechada. Las reformas ilustradas pretendían otro
vada. Y una esfera popular, mantenida al margen del proceso reformista, den?stada P.or tanto. S~ una monarquía c~eaba fábricas reales, decretaba la libertad de circulación de gra-
los reformadores. "El espacio público, emancipado de la autoridad del príncipe, no tie- nos, la .libertad de come~c10 en sus Pl!-ertos, o medidas similares, lo hacía con el propósito
ne, por tanto, nada en común con las opiniones versátiles y las emociones ciegas de la de ver mcrementada la nqueza del remo y con la confianza de que también la demanda de
multitud. La cesura entre el pueblo y el público es muy acentuada y, de Malesherbes a tales productos se viese incrementada. Y la prensa debía jugar su papel en esta perspecti-
Kant, está identificada por la frontera entre los que pueden leer y escribir y los que no va, tanto como en la de proveer a la circulación de ideas reformistas.
pueden hacerlo" 42 . En España aparecía el primer periódico. diario en Madrid, en 1758: Diario noticioso
c~trioso-erudito y comercial, público y económico, editado por Mariano Nipho; en Fran~
cm en 1777, era el Journal de Paris. En 1778 existían 35 publicaciones periódicas en Fran-
5.3.2. Gacetas contra diarios: los "espectadores" del mundo c~a y 169 el a~? gue comenzó la Revolución. En los principados alemanes, en 1790, exis-
tian 2.47 penodi~os, 24 de l.os cuales eran calificados como políticos. En Italia, en
En todo caso, la creación del espacio público ilustrad~ requirió de la circulación del Austna, en PoloJ?-la ? ~n Rusia el fenóme~o era también perceptible. La mayor parte de
escrito impreso como uno de sus cauces de expresión y de influencia. El libro, como so- las. empresas p~nodisticas eran, por doquier, efímeras. Aunque naci,das al calor de la re-
porte tradicional, y la potenciación del relativamente novedoso periódico fueron, junto lativa tolerancia, frecuentemente sobrepasaban los límites fijados por ésta y eran pasto
al libelo, sus soportes habituales. El espacio público ilustrado se configuraba como. una de la ~ensura, de la rep!esión o de la retirada de los privilegios que debían obtener para
serie de "islas" (corte, salones aristocráticos, universidades, sociedades económicas, ser editados. En Francia, entre 1750 y 1789 alcanzan su máxima expresión los encarce-
etc.) que eran, a la vez, productoras y consumidoras de las ideas expuestas p~~a susten- la:mentos por "asunto~ relaci<:mados c~mla Librería": a razón de unos 100 prisioneros por
to de los afanes reformistas. La mayor parte de los philosophes de la llustracwn recala- decada en las categonas de libreros, Impresores y autores (libelistas, periodistas)43. En
ban en estas "islas" y esperaban encontrar en ellas a su público fiel. Ahí se gesta~a el con- contraste con los. países donde la prensa funcionaba ya bajo los parámetros informativos
tacto directo entre el autor y el lector. La obra De !'esprit des lois, de Montesqmeu, tuvo de mercado, las trradas de la prensa en las monarquías absolutas eran muy limitadas, pues-
22 ediciones en francés antes de 1751 y se publicó en italiano y en polaco en la década d.e to que, las más de las veces, sólo pretendían servir de vehículo de ideas a la comunidad
1770, en alemán y en ruso en las décadas siguientes. El Cándido de Voltaire tuvo 8 e?I- ilustrada. Mientras en 1780 el Spectator londinense alcanzaba los 20.000 ejemplares y los
ciones sólo en 1759 y las obras satíricas, políticas y anticlericales de ese autor ap~recie­ so?r~pasaba el Po~t van der Neder Rhijn holandés, en España el Espíritu de los Mejores
ron profusamente traducidas a la práctica totalidad de las lenguas europeas a partrr de la Dzarws, de Madnd, contaba con 765 subscriptores y una cifra similar alcanzaban Il
década de 1750. Tanto es así que, cuando la Revolución frances~, hizo ?~r march.a Caffé de Mi!~n. (1764- ~ 766) o el Monitor de Varsovia (1763-1785)44.
atrás a las reformas ilustradas de muchos despotismos vecinos, la consigna policial fue asi- Los penod:cos solían tomar como modelo a sus homólogos ingleses u holandeses,
duamente el "antivolterianismo". El Contrato Social de Rousseau tuvo 13 ediciones fran- aunque no pudiesen alcanzar sus tiradas. La influencia ejercida por una revista como The
cesas en los años 1762-1763 y fue rápidamente traducido al alemán y al ruso, también fue Spectator, publ~~a~a por Addis.on.y .steel en !a Inglaterra de 1711, ha sido admitida por
publicado, por entregas y de forma resumida, por la prensa española; ~ás difusión tu- todos. Este penodico fue, al pnncipiO, conocido en toda Europa gracias a su traducción
vieron otras obras de ese mismo autor, como el Emilio o la Nueva Elozsa. al francés, realizada en Amsterdam (¿cómo no?) en 1714, con el título de Le Spectateur
Pero lo que más llamaba la atención fue el relajamiento (que no desaparición) .d~l sis- franfais o u le Socrate moderne, y ampliamente circulado por Francia, Italia o España. A
tema concesionista, la permisividad del Estado a la hora de dar el placet para las ediciones, partir de ese mor_r:ento, comenzaron a surgi_r las imitaciones de contenido y tratamien-
y no sólo de libros, también de información periódica. Si durante el siglo XVII los Est~­ to -a veces tambien de cabecera- por doqmer. En los años 20 del Setecientos en Fran-
dos Absolutistas habían considerado que la información debía llegar a los letrados del rei- cia aparece ya un Spectateur Fram;ais que no depende de traducciones y es debido a la
no de forma unilateral a través de las gacetas oficiales y de la prensa paraoficial, ahora ~luma de ~arivaux; en los añ_os 30 el abate Prevost funda su famoso Pour et Contre, que
abrían la mano, decían estar imbuidas de un nuevo espíritu favorable a la creación de un Sigue la misma estela; en la misma línea surgen Le Nouveau Spectateur en 1758 Le Mon-
caldo de cultivo propenso a las reformas, y notaban la relativa explosió~ de pre?sa. de comme. il est en 1760 o Le Monde en 1761. En Portugal, en Venecia, en Espa.Íía se pro-
Ni la intolerancia ni la represión eran tan rudas como en épocas antenores. Bien me- duce el mismo fenómeno, aunque suele concentrarse en las décadas de los cincuenta a
diante el control de las Iglesias, bien haciendo que el Estado sustituyese a determinadas los setenta45.
244 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 245

Los "espectadores" de todos estos reinos y estados se dedican a revisar las costum- del primer estado. Las aristocracias sienten la necesidad de crear un espacio comunica-
bres y lanzar sobre ellas ideas de reforma concordantes e~~ las .Pauta_s de la razó_n y la ~o­ tivo impermeabilizado, que genera, a la vez, admiración, respeto y reprobación. Pero que,
lerancia; examinan libros para proceder con ellos a la cnt1ca literana; proporcwnan m- en todo caso, convierte sus símbolos en un espectáculo de. ostentación, de transgresión
formación sobre los acontecimientos ocurridos en la República de las Letras. En de lo privado a través de la publicidad del propio poder.
definitiva, "expresan y alimentan, a un tiempo, la sociabilidad libre e instruida de los ca- Los símbolos: libros, bibliotecas, pueden tener un papel destacado en ese terreno, en
fés y los clubes, dispersos por el reino, a imitación de Ingl~terra" 4 ~; bien ~ntendido tanto en cuando su escasez -y el elevado índice de analfabetismo- puede dotar de pres-
que se trata de imitación "a distancia", puesto que no se funcwna baJO los llliSmos pa- tigio a sus poseedores. En la Francia dieciochesca, los señores que viven en las provincias
rámetros legales: el habeas corpus, por ejemplo, no está garantizado en ninguná parte, sal- rurales no suele poseer libros; pero los que viven en grandes ciudades, muy especialmente
vo en Holanda e Inglaterra. Se observa que las nuevas fórmulas de comunicación pe- en París, no pueden menospreciar tal fuente de placer y de ostentación. Más abundantes
riódica ganan (y generan) atención. A lo largo del siglo la periodicidad se abrevia. En suelen ser las bibliotecas de la nobleza reciente o de aquella burguesía de antiguo régim'en
Francia, en 1734, la mitad de las publicaciones literarias son mensuales; en 1761, más de que aspira a vivir plenamente integrada en los criterios normativos de la aristocracia. Por-
la mitad son semanales o quincenales. La formulación de los contenidos se ve también al- que encuentran en la biblioteca un medio para afirmar su legitimidad social frente a la no-
terada: si al principio predomina el artículo extenso y enjundioso,_ al final de la centuria bleza señorial que nada tiene que demostrar; porque ven en la acumulación del libro una
es más frecuente -aunque no desplace al anterior completamente-la noticia breve, la re- forma de superar sus "déficit" de pedigrí social. El salón entra en juego de la mano de la
seña sucinta de libros, etc., que permite saciar más curiosidad y abre el apetito del co- ostentación ilustrada. Porque, al fin y al cabo, el libro y la biblioteca mantienen una com-
nocimiento no saciado. Además, los periódicos informan acerca de géneros literarios nue- ponente personal y privada, casera, que sólo puede romperse si, de forma habitual y has-
vos, más aun que sobre obras tradicionales, contribuyendo a satisfacer inquietudes ta reglada, se abre el gabinete de lectura y el salón de conversaciones a amigos, sabios y
intelectuales cercanas a los círculos críticos e ilustrados. protéges. El salón permite una intensa comunicación entre la élite del talento y la élite so-
cial. Crea otro ámbito del espacio público ilustrado donde, progresivamente, las con-
versaciones sobre literatura, psicología o moral, dejan paso a las cuestiones filosóficas de
5.3.3. Sociabilidad ilustrada, enciclopedismo y empresa editorial concmnitancia política. En los salones la libre expresión del pensamiento era la norma, por
encima de cualquier censura existente. Frecuentemente esas expresiones eran inconfor-
La prensa, sin duda, estaba contribuyendo a crear un espacio público ilustrado. mistas, audaces, materialistas, ateas. La impiedad, tan perseguida por la policía de las mo-
Mediante las cartas al director, los remitidos, los avisos y otras secciones similares, la pren- narquías absolutas, tenía sus centros de recreación en los salones parisinos de barón d'Hol-
sa inauguraba un nuevo foro público que invitaba a los lectores a participar en el movi- bach o de Mme. Helvétius. El salón se mantiene como un espacio de debate de ideas "y
miento de las Luces. La prensa no se limitaba a difundir información a los suscriptores, no agrupa más que a individuos perfectamente integrados, ricos y habitualmente cubiertos
sino que esperaba la participación de éstos, como auténticos corresponsales, en la con- de laureles académicos; y si algunos, más bien escasos, son de origen popular, la mayoría
fección del periódico y del entramado de la razón. En España, el editor del primer pe- son representantes de las élites urbanas, nobiliarias, oficiales y burguesas. Reclaman re-
riódico diario, Mariano Nipho, publicaba entre 1770 y 1771 un periódico denominado Co- formas moderadas, la libertad de expresión, combaten por el triunfo de la Enciclopedia,
rreo General de España, cuyo plan de edición consistía en la formalización de una serie acogerán favorablemente la Revolución, pero se encerrarán en el silencio o en la repro-
de encuestas que el editor envío a párrocos, alcaldes, corregidores e intendentes, con la bación cuando aquélla se radicalice; los supervivientes de estos salones -salvo excepcio-
intención de que éstos las cumplimentasen a vuelta de correo. Las preguntas versan so- nes como Condorcet o Naigeon- suscriben el confonnismo social, aunque en el pasado ha-
bre agricultura, manufacturas, artes, comercio, historia natural, gobierno ... Si se hubie- yan denunciado la tiranía del rey, el papel de la aristocracia, reclamado las libertades
se conseguido un amplio nivel de respuesta se hubiese confeccionado una de las mejores públicas o trabajado por el progreso de la humanidad. Hombres de las Luces, no conce-
topografías socioeconómicas del siglo XVIII. Fue un fracaso relativo, al no encontrar el eco bían el acceso a la modernidad y al bienestar más que a través de reformas económicas y ·
esperado, pero algunas respuestas llegaron, en prueba de que el movimiento que in- sociales dirigidas por las élites a las que ellos mismos pertenecían"47.
tentaba arrojar luz sobre la realidad -para esclarecerla: conocerla, paso previo a la re- No obstante, no hay que creer que las ideas expresadas en los salones estaban con-
forma- tenía también aquí sus partícipes. Ejemplos similares a este Correo General de Es- finadas a las paredes de los lujosos ámbitos donde solían celebrarse las reuniones. Las
paña son frecuentes en la Europa de la segunda mitad del siglo XVIII. transcendían. En primer lugar, los salones representaban una menor dependencia de una
La prensa que intentaba tales vías de acercamiento a la realidad, que pretendía en- determinada esfera intelectual y cultural con respecto a la autoridad del Estado. En se-
tablar diálogo con ella a través de corresponsales, encontraba sus mejores receptores -y gundo lugar, en el salón surge una opinión que no se guía por los dictados de la moda cor-
su fuente de suscriptores- en las academias, las universidades, las sociedades literarias, tesana, pero tampoco de las autoridades académicas. En tercer lugar, el salón configura
los salones y las logias masónicas. El salón es una manifestación propia del ancien régi- un mercado de bienes culturales que, frecuentemente, queda confrontado a los viejos mol-
me, en tanto en cuanto promovido por las élites integradas en el statu quo y partícipes de des del patrocinio, aunque sin emanciparse plenamente de él48 . La mayor parte de los es-
la promoción desde arriba de una cultura sabia e ilustrada, que se permite el placer y el critores que se reúnen en los salones y que conversan con hombres y mujeres de la no-
lujo de la conversación sujeta a unas reglas precisas de civilida,d paracortesana. No debe, bleza erudita, están allí por la necesidad de hacer carrera: es un medio -uno de los pocos-
por tanto, entenderse como una manifestación cultural o de sociabilidad al margen de las de obtener protección, mecenazgo o pensionado. Porque, en efecto, a finales del Anti-
normas -de la etiqueta- generadas por la aristocracia. Más bien al contrario, debe ser in- guo Régimen, no ha surgido todavía el autor tal y como hoy es entendido: viviendo de lo
cluida en una serie de prácticas culturales y simbólicas que son propias a la esfera social que escribe, a través de un entramado que lo liga al editor y al público, así como a la ob-
246 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 247

tención de una recompensa en función de las ventas y en atención a sus derechos de pro- y ello se debe al beneficio que sacan"51 • En efecto, buhoneros, charlatanes y bouquinis-
piedad sobre lo escrito (derechos de autor). Tales concep~os j~~licos son todavía extraños tes, alquilan libros por partes, o los venden a plazos. A precio módico. En todo caso, nu-
o comienzan a ser formulados por algunos reformadores ilunumstas. En todo caso, no son tren con la lectura a parte de las clases populares que, independientemente de que no de-
todavía norma49 • jen consignados en sus testamentos -cuando los hacen- materiales impresos, se han
La dependencia del escritor de su habilidad en las relaciones personales, d~ su con- acercado a ellos de esta forma a lo largo de sus vidas. El espacio público ilustrado sale de
versación y sus maneras en los salones, de su capacidad para sorprender a potenciales pro- su costra, agranda su calado, y en su "descenso" de las élites ilustradas al tercer estado -e
tectores, incidió en la difusión de las ideas gestadas en ámbitos ilustrados. Porque, como incluso a parte del campesinado- modifica sus contenidos. Un papel similar al de los sa-
es obvio no todos los escritores tuvieron la suerte del patrocinio o no la tuvieron de for- l~nes juegan las a~ademias frar:cesas y las sociedades de amigos del país españolas (pe-
ma continuada. Y buscaron otros caminos para salvar coyunturas adversas. Por ejemplo, nmsulares y amencanas) 52• Casi todos los grandes proyectos reformistas del reinado de
dedicarse al contrabando de libros o, conociendo bien tales redes, espiarlas para de- Carlos III, en España, vinieron precedidos por debates realizados en e informes remitidos
nunciarlas a la policía actuando como confidentes a sueldo. Pero sobre tod?, encontra- desde las sociedades de amigos del país. Las ideas de Beccaria (De los delitos y de las pe-
ban trabajos donde afilar lápices, aunque no sirviesen a sus s~puestas capacidades cre~­ nas) influyeron a través de tales sociedades en las reformas penales introducidas en paí-
tivas. Se hacían periodistas o maestros, libelistas o secretanos. Ocupaban el renglon ses como Polonia, Austria, Italia o Prusia.
inferior de la República de las Letras, el de los "oficios intelectuales"; la policía france- · El historiador Rudé preguntó qué resultados prácticos se extraían tanto de las
sa no sabía muy bien como llamarlos y utilizaba apelativos tan genéricos como garrons. ideas ilustradas como de las instituciones que las fomentaban y las comunicaban. Según
En todo caso, a través de los escritos periodísticos o libelísticos ~ue producían, a t:avés él, únicamente aquellos países con una clase media cultivada capaz y dispuesta a
de su acercamiento como instructores o secretarios a determmadas esferas sociales, "adoptar para uso propio las ideas de la ilustración podían realmente absorberlas: el en-
difundían lo que habían aprendido en los salones o lo que sus amigos asistentes a ellos les tusiasmo preliminar de los gobernantes o de la nobleza, del cual hemos dado numero-
contaban. Así pues, los juicios públicos, los criterios independientes, cruzaban el umbral sos ejemplos, no era suficiente"; al menos si se habla de absorberlas -o metabolizarlas-
del salón y ganaban a lectores no implicados en ellos. . . ., . para convertirlas en ideología revolucionaria. Por eso, en Inglaterra las ideas de los phi-
Lectores de una calle servida por elementos nuevos de socializacwn del :mJ?reso y ~e losophes continentales tuvieron tan poca incidencia. "Inglaterra ya había pasado por su
sociabilidad de los alfabetizados del tercer estado. Muy por delante de las biblioteca pu- r~v_olución liberal u~ siglo antes, y sus costumbres e instituciones, basadas en los prin-
blicas -todavía una rareza- se encuentran los gabinetes de lectura, denominación que agru- cipios de la Revolucwn, eran en su mayor parte las que Voltaire recomendaba a sus com-
pa a una serie de espacios y prácticas heterogéneos. ~1 de mayor so~era ~s el 9-ue lle~a a patriotas en sus Lettres philosophiques de 1734". En efecto, mientras los salones las aca-
los libreros a crear tales gabinetes en las dependencias de sus propias librenas. Alh al- demias y las sociedades literarias del continente debatían sobre la división de 'poderes
quilan libros, gacetas y periódicos. Los lectores leen allí sin tener que comprar la. obra y, propugnada por Mor:tesquieu, en Inglaterra ya estaba apareciendo la idea de que la
por un precio módico, tienen acceso a obras editadas incluso más allá de los confines del prensa se estaba configurando como el "cuarto poder" del Estado; mientras los conti-
reino e introducidas de forma clandestina. Para los libreros, los gabinetes de esta índo- nentales discernían sobre el contrato social roussoniano, en la isla se aplicaba según los
le representan un doble negocio. El que realizan con el alquiler mismo y el que representa principios lockianos. En Inglaterra, en sus cafés, en sus clubes de caballeros en sus lo-
el estímulo a la compra de frecuentes alquiladores. "Enfrentados .a una de~anda cr~­ gias masónicas, se discutía más bien sobre las ideas económicas de Adam S~ith o so-
ciente, expuestos a la hostilidad de sus colegas sólid~m.ente establec~dos, }o~ hbrer~s mas bre los principios científico-técnicos de Priestley o Cavendish, cuando el país en~araba
frágiles por haberse establecido recientemente multiph~an en los vemte ultiiDos anos del el proceso de transformación socioeconómica que denominamos revolución indus-
Antiguo Régimen los gabinetes de lectura, que se convierten en otras tantas postas pro- trial. Las ideas satisfacían necesidades, no las creaban. La comunicación definía de ma-
50
vinciales para la difusión de periódicos, de novedades y de libros prohibidos" • Los ga- nera sobredeterminada, las formas organizativas que adoptaban las distintas so~iedades
binetes de lectura no nacen sólo de la iniciativa del librero; a veces son el resultado de la europeas.
decisión de un grupo de hombres interesados por crear sociedades literarias o "acade- Las ideas reformistas de los ilustrados acabaron chocando sistemáticamente con la
mias" sin título de tales. propia estructura social del Antiguo Régimen. Cuando un reformador se planteaba lle-
Los lectores que frecuentan los gabinetes de lectura son una clientela selecta, en tan- var hasta el límite las ideas desarrolladas por Quesnay (Tableau Économique) y los fi-
to en cuanto capaz de pagar las elevadas cuotas de los alquileres. Pero recuerda que exis- siócratas para la consecución de mayores rendimientos en la agricultura, no sólo se
ten modalidades de arriendo de impresos más cercanas a las clases populares urbanas Y convencía de que las tierras poseídas por algunas instituciones eclesiásticas eran un
de las que se quejaba, cuando había muchas menos que a finales del dieciocho, Franc;ois estorbo a la productividad, sino que, además, veían en las figuras jurídicas de la vincu-
Renaudot en 1675, como propietario del monopolio de la Gazette de France: "Desde ha- lación y el mayorazgo trabas tan serias como las anteriores. Ahora bien, deshacerse de
ce algún tiempo, se ha introducido un abuso, tanto en París como en algrn:os otros ~ugares ellas era tanto como acabar con el derecho consuetudinario que garantizaba el ejercicio
del Reino, por el que a ciertos particulares, sobre todo en París algunos lib~eros, situados del privilegio señorial. Lo intocable neutralizaba la reforma. Y dejaba descontenta a una
en el quai des Augustines, se les ha ocurrido dar a.lee~ t?da suerte de escr~tos, sea gace- parte de la burguesía que, habiéndose integrado en las instituciones mistificadas de la aris-
tas, relaciones y otras piezas que componen ellos mdistrntamente o que dicen proceder tocracia, confiaba en llegar mucho más lejos en la liberalización del comercio, de la in-
de países extranjeros. Las cuales gacetas y demás escritos no se cont~ntan con. hacer p:e- dustria o del mercado de la tierra. Una parte de esa burguesía ascendente, connivente con
gonar y despachar por las calles, y llevarlos por las casas de los particulares, smo 9-ue m- otros estratos urbanos del Tercer Estado, heredó las ideas ilustradas, las hizo menos vi-
cluso los dan a leer públicamente a todos cuantos se presentan ante sus casas y tiendas, sibles, pero también les confirió un nuevo contenido revolucionario, rupturista. Se ha vis-
248 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 249

topara el caso español: el liberalismo surgió del agotamiento refo~sta, de la_ ruptura. en- riódicos citados circular en el reino. Sin duda, los periódicos holandeses, suizos o de Avi-
tre la ilustración crítica y el señuelo de la "reforma pe~anente" ple~do, ~ !-flcumphdo, ñón informaban mejor sobre asuntos internos de Francia y externos a ella que la Gazette
por el Despotismo Ilustrado. Elorza ha puesto como eJemplo para~Igmatico ~ un pe- de Renaudot. La permisividad de los ministros absolutistas se explica por su deseo de no
riódico publicado en los años ochenta, El Censor (1781-1788): un~ reVIsta J?atrocmada en dar más publici_dad a lo que resultaba para ellos inevitable -el tráfico ilegal-, así como el
sus orígenes por un ministro ilustrado de la monarquía, el ~?arques de Flonda~lanca, que deseo de estar informados sobre las quejas que se gestaban en el interior del país y que
tras tomarse en serio su tarea de arrojar luz sobre la realidad y proponer salidas refor- la prensa en cuestión divulgaba con fiabilidad57.
mistas a sus atolladeros, observa como la publicación en cuestión va mucho más allá de Con permisividad o sin ella el mercado clandestino se agrandaba. Los editores se con-
sus propósitos y considera disolventes sus proposicio~es crítica_s;_ ~sí el propio _ma~qu~3s centraban en Holanda, en Inglaterra o en las ciudades-estado del continente. No tenían
de Floridablanca dará la orden para que la censura eVIte la apanc10n de la_publicacwn . ninguna dificultad para encontrar corresponsales y libreros que expendiesen sus productos
Buena parte de los periodistas y h~I_?bres de la b~rguesía as~endente llus:rada, a los en el interior de los reinos absolutos. Los editores enriquecían con sus impuestos los era-
que se cerraba así los cauces de expres10n tomaron VIas alternativas. Los cafes y los clu- rios de las ciudades en las que residían y, por ello, no solían ser molestados por los prín-
y
bes dejaron aparcada la inocencia los 'refinamientos de los salones. La policía co- cipes o las autoridades locales; ahora bien, esta actitud implicaba la "neutralidad" del edi-
tor: trabajaba lo mismo para católicos que para protestantes, para defensores del rey
menzó a tenerlos muy presentes. Gracias a su vigilancia y a sus recuentos sabemos que
existían 380 en el París de 1723 y 1.800 en el de 1788. Cuando la clandest~dad se iJJ?-- absoluto que para sus ofensores, etc. Y esa neutralidad era, en sí misma, subversiva "en
ponía, proliferaban las sociedades adscritas a la francmasonería, cuya p~lffiera logm la medida en que suponía una actitud de indiferencia ante cualquier credo religioso o cau-
había aparecido en Inglaterra en 1717. Las logias comenzaron a ganar el contm~nte a m~­ sa dinástica". Era una apuesta efectiva por la tolerancia y la heterodoxia o, si se prefie-
diados del siglo XVIII y a proliferar a finales del mis~ o. Resulta extravagante afirma: :-<fi- re, por la supeditación de los principios morales y políticos a la obtención del beneficio.
No debe extrañar que buena parte de ~os impresores, editores y libreros de la Ilustración
ce Rudé- que la masonería estaba compuesta por agentes generales de la r_evolucwn o
de la desintegración social". Una afirmación hech!l po~ algunos propagan5hstas del ab- pertenezcan, ellos mismos, a sectas subversivas y sociedades secretasss.
solutismo contemporáneos a ellas y por algunos histonadores contemporaneos a nos~­ Se han hecho aproximaciones al corpus de libros prohibidos en Francia, introducidos
tros54. En Francia, al llegar la revolución, existen unos 50.000 masones agrupados en di- desde las prensas holandesas, helvéticas o aviñonesas. La conclusión se impone: la li-
versas logias. Un hombre de cada veinte de entre los que habitan en núcleos urbanos. teratura filosófica de la ilustración convive con la crítica no sólo teórica a la razón de Es-
Chartier opina que la masonería no puede coml?ar~~e con los salone~, l<;>s cll!?es y 1~ a~a­ tado, sino c<;>n. el desvanecimiento del carácter sagrado de la Corte y la realeza, con el ace-
demias en atención a su continuidad, su generalizac10n y su regular distnbuc10n temtonal. cho a lo~ ~stros ~eales y a las polític~s ?e sus funcionarios, con una crítica genérica a
La masonería "es mucho más abierta que todas las demás instituciones de sociabilidad la orgamzacwn social y con el estableciffilento de una moral del juego amoroso, de los
intelectual del siglo" y está ampliamente integrada por ;IDe?Ibros del tercer ~stado -r~­ sentidos puestos al servicio del ingenio o de la depravación. Pero, tal vez, el mayor de los
presentan el74% de sus efectivos parisinos-, que, en el amblto de las academ1as son_ml- ejemplos que manifiesta la relación entre el beneficio de los editores y las circulación de
noritarios (el38%). Las logias aceptan a comerciantes, tenderos y artesanos, exclmdos las ideas viene representado por la empresa de la Enciclopedia, obra de referencia de la
habitualmente del reclutamiento en sociedades literarias o de amigos del país; pero Ilustración europea. Porque la Enciclopedia de Diderot y D'Alembert no sólo de-
rechazan a aquellos que no pueden satisfacer las contribuciones "filantrópicas" que muestra la intención de los ilustrados de hacerse oír y de contribuir a una nueva clasifi-
los hermanos masones destinan a las obras de beneficencia. . cación y comprensión de los conocimientos al alcance de los mortales, sino también la avi-
Este fuerte componente burgués, sus prácticas comunicativas basadas tanto en el se- dez de los editores, impresores y libreros europeos y americanos por la acumulación de
creto como en la libertad de conciencia y en la expresión crítica, socavan el orden ab- capital. La Enciclopedia se publicó en 17 volúmenes entre 1751 y 1772, aunque estuvo a
solutista y promueven nuevos valores, una. Il:ueva ética,_ ~r:a ~ueva. críti~a. N o se trata de punto de naufragar antes de su arranque. En 1749 Denis Diderot, el hijo del cuchillero
anticipar los valores democráticos que antlc;J?a~,la posiCI?n JaC~~ma, smo de es~~bl~cer fue detenido por la policía como "autor de libros contra la religión y la moral". Él era ei
una inédita "relación entre la moral y la política . Las log¡as politizan la frustracwn_ ilus- hombre clave de la Enciclopedia, quien debía dirigir la obra, conferirle el hálito. Los edi-
trada y contribuyen a crear una nueva cultura políti~a no sujeta~ la,R_azón ?e ~s~ado, tores Le Bret<;>n, David y Durand, conscientes de _ello, entablaron negociación con los po-
abierta a la circulación de las ideas y a los soportes -librescos, penodistlcos, libelistlcos- deres absolutistas -el conde de Argenson- aduciendo que la obra representaba una in-
de las mismas 55 . versión estimada de 250.000 libras, de las que ya llevaban adelantadas 80.000; la
El espacio público ilustrado -y sus derivaciones rupturistas- no se construye sólo a detención "puede acarrear nuestra ruina". Diderot salió de la cárcel y el primer volumen
través de las esferas de sociabilidad y de los nuevos foros que la circulación de prensa pro- de la Enciclopedia fue dedicado al conde de Argenson. Las vicisitudes no acabarán ahí:
pone. Lo construyen también los intereses de quienes contribuyen a proveer de literatura los problemas con la censura previa y las prohibiciones a través de los Índices son con-
de todo tipo a las sociedades sabias y a los d~stintos gr?pos urbanos y rura}e:s d~ lecto~es. ti~uas. Pero, con todo, durante veinticinco años la impresión de la obra ocupa a más de
El mundo de los libreros clandestinos es casi tan amplio como el de los pnvileg¡os de lffi- lllil obreros, y se venden 4.250 ejemplares de la primera edición.
prenta56. El reino de Francia estaba rodeado ~or "un Crecient~,F~rtil de imprentas" que . En todo caso, las prensas de la Sociedad Tipográfica de Neuchatel se han puesto a tra-
iba desde Amsterdam hasta Aviñón, que publicaban tanto penodicos en lengua francesa baJar y no pretenden detenerse. La Enciclopedia está llamada a convertirse en la mayor
-Gazette de Leyde, Gazette d'Avignon- como obras literarias y filosófica~ de todo tipo, empresa editorial en lo que va de existencia de la imprenta. Y no sólo en Francia. Los li-
así como libelos. Al parecer, una serie de acuerdos especiales entre los editores, los fun- bros se,venden "de punta a punta de Europa" y tocan alg¡mos puntos recónditos de Amé-
cionarios de correos y los mismísimos ministros de la monarquía permitieron a los pe- rica y Africa, aunque la distribución es desigual. Se vende con facilidad en los Países Ba-
250 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 251

jos y en Inglaterra; en la Europa central y del este llega casi exclusiv~mente. a los aris- a cambiar algunos textos para que la censura oficial no acabase con la obra-. Como se ha
tócratas, pero no así en los países occidentales donde, además. de la ~nsto~raci~, los fun- observado, "la primera gran empresa capitalista en la cultura enseña cómo puede des-
cionarios públicos son también clientes de los libreros. En Italia los libros mclmdos en el plazarse la censura a tr~vés de mecanismos económicos", además de integrarse perfec-
Índice representan la lista de best seller imprescindibles en las bibliotecas de los ilustra- t~mente -el caso del editor Panckoucke es el más evidente- y sin hacer rechinar meca-
dos, y la Enciclopedia figura en él. En España y Portugal existe también demanda, p7ro ~Ismo alguno en las estructuras productivas basadas en la corporación gremial y, al
las barreras impuestas por la Inquisición y los controles estatales dificultan la penetración tiempo, clamar por la abolición de los privilegios y la libertad de imprenta.
de la obra. En conjunto, y aunque existe cierta polémica entre los historiadores sobre el . Con su con~radicción a c~estas, ~a. Ilustración no sólo crea un espacio público de crí-
destinatario sociológico de la obra, Damton -tras estudiar los archivos de la sociedad ti- ~Ica y debate, .smo que ademas movilrza las fuerzas productivas y que muchos editores,
pográfica- está convencido de q~e "el éxito ?e la ?nciclopedia testimoni~ 1~ atracción ha- Impresores y libreros entren en la vía de las relaciones económicas burguesas cuando vis-
cia las Luces de las clases supenores y medias, si no de las masas que hicieron la Revo- lumbr!ln. un ~ercado en ascenso. La edición de libros y de periódicos, aunque se ajuste
lución" y "la literatura de las Luces ha salido del estrecho círcul~ de la rica clientela de a los límites nnpuestos por la concesión de privilegios, aunque defiendan ese mismo sis-
Diderot y llega a un público popular"59 • En efecto, los subscnptores aument~n -en tema, crean el fermento de su derrumbamiento. En España el periódico Espíritu de los
1772 son ya 4.300- y los beneficios.de la sociedad de Neucha.tel se disparan. Los libreros mejores df;zrios que se publican en Europa, aparecido en 1787, tiene, al año siguiente y con
de Europa demuestran habilidades poco corrientes para vender la obra que es cara -la 765 suscnptores, unos gastos de 27.250 reales y unos ingresos de 127.510 reales. Su
suscripción cuesta 960 francos y un artesano venía a g~ar 500 ~ancas an~ales-, pero q~e contenido pone de manifiesto "la amplitud de la ideología burguesa y la fuerza del
ha despertado la mayor de las expectativas. Tanto dmero en JUego suscita, de mmedia- p~nsamiento líber~ de esos años, entre otras cosas porque los censores encargados de ta-
to las más variadas formas de competencia legal o ilegal. Los editores contratan espías mrzar sus contemdos son tan progresivos como quienes la confeccionan. Cuando la
p;ra conseguir las listas de suscriptores de sus enemigos: es lo único que necesitan, pues- Real Resolución de febrero de 1791 -el "cordón sanitario" contra la Revolución francesa-
to que no existe más copyright que el privilegio de impresión que ha de otorgar lamo- arruine ésta y otras publicaciones de su mismo estilo, surgirán en varias de las ciudades
narquía, y aun de él se puede prescindir si se pretende introduc~~ ~1 producto de for:na más populosas y activas desde el punto de vista comercial, una serie de diarios -Diario
clandestina. "Es un hecho que en Ginebra, en Toulouse, en Avmon y en Lyon, las Im- de y-alencia (1790), Diario de Barcelona (1792), etc.- que, en otro lugar6I, hemos carac-
prentas más o menos clandestinas se multiplicaron sin cesar( ... ); en Lausanne y Berna, t~:rzado ~amo subjetivamente con~~arrevolucionarios, puesto que contribuyen a lapo-
un grupo de impresores creó un consorcio para imprimir una edición de la obra a 225 ~­ lítica oficial de presentar la Revolucion francesa como la culminación demoníaca del caos
ras, en vez de las 384 de la edición original; en Ginebra, en agosto de 1777, algunos edi- pero objetivamente revolucionarios, en tanto en cuando sus avisos las informacione~
tores pusieron a la venta ediciones a 100 liras, y continuamente acudía Joseph Du- que propo~ci~:man y hasta los ~eneficios que generan a sus privilegiad~s editores (que ob-
plain, por cuenta de la Sociedad Tipográfica de Neucha.tel, a arreglar la situa~ión, unas ti.en~n en re~en ?e monopolio el derecho a editarlos), contribuyen a la gestación y al cre-
veces vendiendo a bajo precio el original, para dejar fuera del mercado a los falsificadores, Clilllento patr;unomal de una burguesía que, a la vuelta de pocos años, comenzará a mani-
otras, llegando a un acuerdo con estos mismos ... " 60 • • -festar sus ansias rupturistas con el Antiguo Régimen.
Le Breton, socio de la empresa impresora, contaba con una fortuna de 50.00~ libras El espacio público de Habermas se torna clase social. El elitismo de los ilustrados per-
al contraer nupcias y de 1.500.000 libras al morir. La sociedad de Neuchatel consigue, a mite el crecimiento de fuerzas sociales que, por el momento, aceptan la componenda de
través de una pléyade de agentes, mantener un cierto control. Y las edici.ones se suceden, la reforma, pero que no dudarán en dar apoyo a la revolución.
aunque ahora en una diáspora de imprentas: son ha?i~ualmente de m~nor fm;mato y, p~r
ello, más asequibles. Son las segundas y terceras ediciOnes las que mas contnbuyen a di-
fundir el enciclopedismo entre la burguesía y el funcionariado del antiguo régimen. La 5.3.4. Politización de la cultura popular: de las prácticas decodificadoras a las creencias
edición que hace Panckoucke -quien sucede a los primigenios editores y publica con la
protección regia- de su Enciclopedia Metódica, en 1777, es de 200 volúmenes in quarto, Por lo demás, 1~ policía del ~tiguo Régimen es consciente de que, aunque proliferen
de los cuales 47 están compuestos por láminas. La iconografía y el gravado, como desde los s~~nes, ~os gabmetes de lect~ra y hasta las logias masónicas, los periódicos y los libros
los orígenes de la imprenta, juega aquí un p~.pel no.dal tan!o ~n la difus~ón de l~s prin- contmuan Siendo caros para la mmensa mayoría. Muy pocos de entre sus lectores per-
cipios de los nuevos saberes como en la atraccwn hacia un publico que ha Ido adqUlflendo t~~ecen a las clases populares. ~ero eso~ imp~esos no son los únicos que circulan. Y la po-
su propia cultura de la imagen. . . . ., . licia extrema su temor ante el maprensible hbelo, la forma consagrada de la calumnia y
Todos los investigadores que pisan el terreno de la movdizacion productora y dis- de la des~craliza~i?n de las personalidades e instituciones del Antiguo Régimen. Así, el
tribuidora generada por la Enciclopedia quedan sorprendidos por la J?a~tud de la em- bue? po~cía pansmo D'J:Iémery interp::e!ab.a como sedición todos aquellos libelos que
presa y por las prácticas de capitalismo comercial a gran escala que ~mph~a. Pero, ante hacian Circular comentanos o rumores mJunosos contra los reyes o sus ministros, y era
todo, la Enciclopedia expresó la gran contradicción a la que se veía nnpehda la ilustra- con~ciente de que los más p~ligrosos ~scritores "~scribían las noticias más perjudiciales
ción. Lo recordó luego Robespierre: "Sus corifeos declamaban algunas veces contra el en lzbelles y gacetas manuscntas, que crrculaban baJo las capas en toda Francia. Media do-
despotismo, y estaban pensionados por los déspotas". El elitismo.y el ho!for agte la ple- cena de estos periodistas primitivos (nouvellistes) figuran en los informes de d'Hémery.
be, sus supersticiones y su anquilosis cultural, acompaña a los enciclopedistas. Estos, ~ su Los tomaba en serio porque tenían serios efectos en la opinión pública"62.
vez, ante la presión de los editores que están haciendo su agosto, acc~den a "no decirlo Porque periodistas y libelistas no operan bajo las premisas del privilegio. Lo saltan
todo", a mantener un cierto nivel de autocensura -y Diderot, como drrector de la obra, Y lo asaltan. Sus producciones, por tamaño y ligereza, discurren con una facilidad pas-
252 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 253

mosa; sus plumas no encuentran más censores que e.l telll:~r a s~r. atr~pados; sus ?olsillos eventualmente contratado por el ayuntamiento, poseen algún libro de piedad, algún ine-
encuentran siempre algún impresor cansado de la s1tuac10n pnvlle~ada del vec~no -_r;-- fabl~ almanaque -q17e se puede ver y hasta entender sin estar muy ducho en la parda gra-
cuérdese que los impresores parisinos vivían en r~gimen de monopolio y q"l!e la s1tuac10n mática- y algunos pliegos (en el caso francés de la Bibliotheque Bleue) dominados por las
no era diferente en el resto de la Europa absolutista-, que les paga la osadm Y espera ga- historias de caballería, los cuentos de hadas o los libros de aprendizaje y de costumbres.
nar unos sous con ella. El libelo o la gaceta manuscrita llegan mucho más lejos que los Los compran a los buhoneros y trajinantes que recorren los caminos con los sacos a la es-
ejemplares de la Enciclopedia, aunque a veces comparten una misma P?sición ante la a':- palda o a esas cofradías de ciegos que primero los cantan y escenifican y después fren-
toridad, la crítica y la moral. Descristianizan al apelar a ~na moral umversal; desacrali- te a la puerta de la iglesia local, los cuelgan para venderlos. Los leen en solitario' pero
zan las instituciones al poner en duda los comport~_nuentos ?~ la~ personas que las también en voz alta, en las veladas. '
ocupan; introducen ideas de libertad y de abrogaci?n del pnvilegiO, P<?rque han de . Ni por .asomo las obras c~ít.i~as o políticas hacen acto de presencia en tales reperto-
prescindir de éste para obtener aquélla. Las capas medms feudales de la sociedad urbana, nos. Chartier, frente a la posiciOn de Peter Burke, no cree que pueda hablarse de poli-
los artesanos, los comerciantes, beben su politización en tales libelos. tización de la cultura popular en atención a este núcleo de campesinos medios y pobres.
Y, a la par, sus actitudes ante la autoridad comienzan a transformarse. En el caso fran- Claro que, el término cultura popular le resulta a Chartier demasiado vago: ¿pertenecen
cés, se ha observado que las sublevaciones urbanas, muy abundante.s entre 1?~3 Y1647, a ella las manifestaciones generadas por los labradores ricos, a veces compartidas con la
comienzan a descender -sin desaparecer- para dar paso a enfrenta:mentos ongmados en comunidad, pero siempre con una determinada intencionalidad por parte de los emiso-
los problemas de los talleres y de los oficios. Estas formas de conflicto no parecen atacar res? El ~echo cierto es que aquellos hijos de labradores ricos, leídos y jurisprudentes, van
directamente a la autoridad pública, pero que acostumbran a las c~ases pop':lares_u:ba- a cambiar durante el siglo XVIII las prácticas sociales de oposición antifeudal de la co-
nas a la organización colectiva y a la construcción de un fondo com;:n -real e ~~eol?~co­ munidad campesina. Van a reorientar el lenguaje -entendido en sentido amplio y com-
para la defensa de intereses compartidos. Las acostumbran, t~bien, a la utlhzac~on de prendiendo la acción- de la lucha de clases. Si durante el siglo XVII predominó el lenguaje
la negociación y de la vía judicial para la resolución de los confl~ctos. Y ello c<?ntnbuye, de la revuelta campesina contra los resortes de los que se estaba dotando el Estado Ab-'
con mayor vigor, a hacerles partícipes de unos mismos antagomsmos. L<?s pleito~ gene- soluto (fiscales fundamentalmente), a partir del siglo XVIII -sobre todo en su segunda mi-
ran libelos: los libelos lectores; los lectores pleitean. Las estructuras grenuales estan muy tad-los objetivos se reorientan contra el señor feudal o contra el diezmo y la institución
lejos de ser interpretadas como idílicas, por mucho que algunos aprendices u ofi~iales ape- que lo recauda (la Iglesia). Así como el lenguaje: ahora es el jurídico, la apelación al tri-
len a un pasado mítico de igualdad social en el seno del taller. Lo hacen, preci,samen~e, bunal, el pleito llevado ante las audiencias, magistraturas y parlamentos63,
para convencer sobre las distancias que separan a un ma~stro cad~ vez m~s patron ~n definitiva, en las zonas rurales los vectores comunicativos, como la propia co-
burgués de unos menestrales cada vez más .o?reros y menos m dependientes. SI, cuando mumdad campesina, ya no eran homogéneos. La aparición de una capa de campesinos
el pleito y el libelo no dan resultado, los oficiale~ m~tan los quen~os gatos de la esposa ricos promovió el uso de un nuevo lenguaje de la protesta y la demanda -judicial-. Even-
del maestro-patrón, las acciones de venganza dejaran paso al masiV? enganche de t~~es tualmente, esos mismos campesinos ricos promovieron la revuelta para reforzar el con-
menestrales en los clubes jacobinos o en la sansculotterie cuando conuence la Revoluc10n. tenido de sus recursos -casi siempre rechazados- ante los tribunales. Pero ese nuevo len-
Entonces su arma será la misma: las prensas. Dobladas con la acción. . guaje afectó incluso a aquellos campesinos que seguían apegados a la literatura fomentada
Pero la ciudad es ínsula en el Antiguo Régimen. Lo rural ocupa el espaciO mayor Y por los poderes absolutos, en el siglo anterior, para mantenerlos, en lo posible, al margen
define la sociología mayoritaria: señores y campesino~. ¿Acas?, estos últim~s ~e mantienen de la comprensión de los mecanismos de coerción pública. Porque para llevar un asun-
al margen de los cambios que en las urbes opera la rntera~ci.on de las practica~ lec!or.as, to a la magistratura, había que reunir a todos los campesinos, hablarles -aquí comienza
los nuevos ámbitos de sociabilidad ilustrada y el establecinuento de un espacio publico a gestarse la posterior arenga revolucionaria-, convencerles y pedirles un dinero para su-
crítico? ¿Acaso el esfuerzo de enculturación campesina desarrollada por las monar;ruías fragar las costas del pleito que, en caso de ganar, a todos beneficiaría. Aunque más a los
absolutas durante el siglo XVII -a través, también de la imprenta- ~antiene al campesrn~do padres de los letrados, leídos y jurisprudente, que los defendían. Estos letrados eran un
al margen de cualquier posición ilustrada o, cuanto men~s, poli.tiZada? Durante el ~Iglo puente entre el campo y la ciudad; entre la Enciclopedia y la Biblioteca Azul; aunque ad-
XVIII, y muy especialmente con las reformas de los despotismos ilustrados, la comum~ad ministrasen el paso por ese puente en función de los intereses del grupo social al que re-
campesina sufre un proceso acelerado de diferenciación ~terna ?e fortunas y P.atrirnomos. presentaban: el campesino rico al que sólo falta la propiedad efectiva de la tierra (posee
Y esa realidad incide sobre la ligera atenuación de las diferencias lectoras eXIstentes en- sólo el domino útil) para convertirse en burgués.
tre la ciudad y el campo hasta ese momento. Los índices de analfabetismo continúan ma- En la ciudad y en el campo, paulatinamente, la esfera pública burguesa se desgajó de
nifestando grandes contrastes entre esos dos ámbitos, pero los alfabetizados de} mundo .::U- la esfera pública ilustrada, que en principio contenía a aquélla sin aparente contradicCión.
ral coinciden con los labradores ricos y coqs du village, alguno de los cuales envm a sus hijos El proceso de diferenciación entre ambas explica la progresiva construcción de posiciones
a cursar estudios a la ciudad, tal vez a la universidad, de donde retornan hechos abogados, ideológicas liberales nacidas a partir de la frustración de determinados grupos letrados
"leídos", con ideas graves para encabezar con la fuerza de la ley las demanda~ d~ las co- que, habiendo confiado en los planteamientos reformistas de las monarquías ilustradas,
munidades rurales -frente al señor, frente a los impuestos estatales- que los mas neos del acabaron desilusionándose con la falta de concreción de éstos. A la postre, se cerraba el
lugar pretenden encabezar. hiato. Si el liberalismo había aparecido en las revoluciones holandesa, inglesa y americana;
Los demás, los campesinos medios o con poca tierra que cultivar, pero con el ca- si había contribuido a que las monarquías absolutas levantasen contra él un espacio pú-
lendario aprendido para pagar puntualmente la renta señorial, habitualmente no saben blico ilustrado, ahora reaparecía en esas mismas monarquías como resultado del ins-
leer. Cuando lo hacen, porque han sido instruidos por el párroco local o por algún maestro trumento creado para combatirlo.
254 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 255

5.4. Efecto dominó: de la revolución francesa a la burguesía conquistadora .Esta iba a ser una constante de la Revolución francesa y de los procesos revolucio-
nan~s burgue~~s al~í d~:mde se produjesen a partir de entonces. Las prensas se tornaban
5.4.1. El Tercer Estado en una hoja de papel P?lítrca en ac~ron, liqu~daban la voz atrayente del párroco para poner en primer lugar el
drscu~so escnto e~ el hbelo o e~ el periódic?. A través su~o emergían las grandes per-
A principios de 1789 el Tiers Etat se sentía más seguro de sí mismo. La nación era él. son~hdades que .lideraban partrdo_s o fraccwnes: revolucwnarios y contrarrevolucio-
Y la nación, como declararían Mirabeau y Sieyes, estaba contra el privilegio y contra ~ano,s. La oratona no estaba de mas, puesto que las formas estatales que se ensayaban
quienes lo ostentaban. ¿Habrían llegado los dos personajes citados a liderar al Tercer Es- I~cl~Ian los parlamentos r las asambleas, pero una VOZ poco grata al oído -como la de
tado sin haber publicado cada cual uno o varios panfletos famosos, prolijamente difun- Sie~es- ya ~o era necesanamente una barrera infranqueable para la comunicación con
didos? Sus nombres apenas se conocían hasta entonces y sus realidades sociológicas po- la cmdad.an_ra. ~~rque a~o~a ~abía la alternativa: el escrito de amplia difusión.
dían inducir a errores. Sieyes, por ejemplo, era un canónigo de la catedral de Chartres y, La e~acwn del pnvile¡po fue ~recedida por la liquidación de la iniquidad. La toma
como tal, miembro del Segundo Estado ... contra el que clamaba su panfleto. La literatura de la Bast~la, por la que habian desfilado, entre otros, más de ochocientos autores im-
de los inicios de la revolución, conectando con ellibelismo que la precede, pero creciendo pr~s,ores, libreros y editores entre 1600 y 1756. Las clases populares parisinas, en su ~xal­
por el progresivo hundimiento de las estructuras políticas y policiales del Antiguo Ré- tacwn Y su, deseo de defend~r la Asamblea. Nacional, se dirigieron a ella porque creían sa-
gimen, sirve, en primer lugar, para construir líderes de la burguesía revolucionaria y de ber que allí se gu~dab':ll: fusiles, pe!o también porque los escritores que habían pasado por
los grupos sociales que secundan e impulsan el proceso antifeudal. En julio de 1788, cuan- sus celdas la habran engrdo en el srmbolo de la tiranía absolutista65
do se anunció la convocatoria de los Estados Generales -no se reunían desde 1614-, se La caída de 1~ _Bastilla, el1~ ~e julio de 1789, es el sinónimo, ~n la práctica, de la li-
invitó a los franceses a dar a conocer sus opiniones. No se pretendía abrir un tramo, más b~r!~d de expre~wn. ~127 de JUlio el conde Clermont-Tonnerre, en nombre de la co-
o menos breve, de libertad de prensa, ni la caja de Pandora; pero ése fue el resultado: un rrusron constrtucronal, ~ormaba ~}a Asamblea Nacional que la nación reclamaba la li-
sinfín de panfletos, libelos y gacetas manuscritas. Los ministros absolutistas se mostraban berta? d~ prensa .Y la hbre expreswn del pensamiento: había que plasmarlo en el texto
benignos; pensaban que esta literatura de los tiers ayudaría a los propósitos monárquicos constrtu.cwnal. ~e:r;ttras: en la calle la cuestión ni se discute; se practica. No es una con-
de vencer las resistencias clásicas planteadas por los nobles y el clero. Jugaban al equi- secuencia de la tecmca, smo de las nuevas condiciones jurídicas y políticas. El Cuadro 5 1
librio. hace balance66: ·
Pero el juego se escapó de sus manos. La literatura panfletaria expresó una opinión
unánime. Otro tanto sucedió con los cahiers de doléances. Mayor representación en los
Estados Generales para el Tercer Estado. Y el movimiento de protesta se desarrolló si- CUADRO 5.1.
multáneamente en casi toda Francia. Eisenstein insiste en que ello fue posible "en gran
parte gracias a la utilización de material impreso por parte de los restablecidos clubes", Años París Provincias
que, tras ser clausurados en agosto de 1787, habían sido reabiertos en julio de 1788 pre- Número de periódicos Número de periódicos
cisamente para permitir la opinión sobre la convocatoria64• Los clubes iban a convertir-
1788 4 5
se en el primer factor para acortar distancias y poder hacer una revolución francesa, en 1789
vez de una revuelta parisina, apoyándose en el material impreso y en la nueva velocidad 184 34
1790 335 52
en la difusión de noticias. "La amplia distribución de una misma información estableció 1791 236
un vínculo impersonal entre unos compatriotas que no se conocían pero que podían ser 44
1792 216 29
movilizados de forma simultánea por una causa determinada". Partido Patriota fue el 1793 113 31
nombre que adoptaron, tal vez porque Brissot publicaba, desde el16 de marzo de 1794 106 23
1789, el periódico bisemanal le Patriote franf;ais. Brissot: un veterano del periodismo, que 1795 137 22
había iniciado su carrera en el Courrier de l'Europe, un periódico en francés publicado 1796 105 19
en Londres en 1777, y proseguido con Analyse des papiers anglais, periódico que dirigió 1797 190 24
Mirabeau; Brissot que había visto el papel que la prensa estaba jugando en la Inglaterra 1798 115 21
1799 97 13
de principios de los ochenta, que en 1782 había secundado a los demócratas de Ginebra 1800
que combatían -sin poder sostener su pequeña república- contra las fuerzas aristocráticas; 65 10
que en 1784 había pasado por la Bastilla, huésped de sus celdas; que en 1785 había via-
jado a Holanda en plena efervescencia de la lucha entre patriotas (el partido de los re-
gentes) y orangistas; que en 1788 había arribado a Estados Unidos donde pudo consta-
tar el poder de la prensa libre. Le Patriote franf;ais será el primer gran periódico de la Durante. los años de la revolución, la publicación de un periódico puede convertirse
revolución. Seguido de una serie de cabeceras que hacen rápidamente famosos a sus au- en un negociO re:r:t~ble. El bala~ce económico del Patriote franfais de Brissot, arrojaba
tores y a los clubes que los promueven: L'Ami du peuple de Marat, Révolutions de la en 1790 un beneficiO de 77.500 ~rbras. El periódico contaba entonces con 5.000 suscrip-
France et de Brabant, de Carnile Desmoulins, Le Pére Duchesne de Hébert, Le Défenseur tores, 1_? que representaba y~ ~n mgreso de 180.000 libras. Pero Brissot sólo se llevaba una
de la Constitution, de Robespierre ... pequena parte de los beneficios, la parte del león iba a parar al impresor-editor. Es cier-
256 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 257

to que la mayor parte de los periódicos circulantes son .efímeros y que no alcanzan ~a ti- ta la prensa más ferozmente contrarrevolucionaria, como Petit Gautier, Actes des Apo-
rada o la suscripción del Patriote fran(:ais. Lo normal v1enen a ser e~tre 300 y 500 eJem- tres, ambos de Rivarol, o L'Ami du Roí, del abate Royou). Entre 1790 y 1791 se discutirá
plares. Ello puede suponer pérdidas a sus promotores~ pe~~ no a l?s 1mpres_ores, q_ue de- en la Asamblea Nacional el asunto del establecimiento de la libertad de prensa, y la Cons-
jan una cabecera para coger rápidamente otra en sust1tuc10n. Estan, ademas, los hbe~os, titución del 28 de Septiembre de 1791 recoge una serie de títulos al respecto. Pero, en la
los folletos, las estampas y los libros. El ne&ocio se. expande _Y toca .a todos ~os sectores nn- práctica, no hay aplicación alguna de disposiciones restrictivas69.
plicados: "Los periódicos revolucionan la mdustna de Pans y su mfluenc1a repercute en La euforia periodística y literaria se vio un tanto frenada tras los sucesos del10 de agos-
todas palies, tanto sobre el comercio del trapo de Borgoña co~o sobre las papel~ras de to de 1792, cuando jacobinos, milicianos de Marsella, Brest y otras ciudades de Francia pre-
Auvergne y los tours de France de los tipó!Vafos. (.._.) Gran cant1dad de autores emme~~es sentes en París, la Guardia Nacional y la sansculotterie de la comuna parisina organizada
pierden sus pensiones, sus sinecuras y su. mfluencm, a menos que se lancen a la polítlc.a en secciones, impulsaron la conversión de la Asamblea en Convención, la deposición del
o al periodismo revolucionario. Una multitud d~ aventureros se apodera de la -~rensa, ~ti­ rey y la proclamación de la República. El giro, que radicaliza el punto de partida de la re-
mina la censura y los privilegios y le da al público lo que desea: panfletos poht1cos y dm- volución, que da entrada en ella a las clases populares parisinas que asumen una porción
rios"67 en la toma de decisiones -si bien todavía regidas por la burguesía y las capas medias pre-
Parls no es el único escenario. El privilegio del que go~aban las prensas Pru.:is~as so- sentes en el Club de los Jacobinos-, tiene mucho que ver con el pánico de los revolucio-
bre el resto del reino también se viene abajo. En las cmdades de las provmc1as las narios a perder las posiciones conquistadas ante la doble amenaza de la guerra exterior
prensas son también libres y buscan con avidez clientelas,. Las encue~t~an en. la urbe, pe- -<:ontra Austria y Prusia, se ha iniciado en abril de ese año- y de la contrarrevolución en
ro también en los ámbitos rurales. A la postre, el campesmado frances mt~men_e ~on. ~e­ el interior (la Vendée, Bretaña... ). Es la etapa del Comité de Salvación Pública, cuya figura
cisión en la revolución. Aquellos campesinos que ensayaron con frecuen~m la v:_a J':!d1c1al más significativa es Robespierre. Sus enemigos la llaman el Terror. La Ley de Sospechosos
durante el Antiguo Régimen, no tienen empacho ahora en asaltar ~astillas senonales Y de septiembre de 1793 permite entregar a los periodistas al Tribunal Revolucionario y que
quemar sus archivos: es la Grande Peur. Obliga a la Asamblea NaciOnal a ocuparse del sus escritos se quemen al pie del patíbulo si los jueces declaran que han de rodar cabezas.
asunto y la famosa noche del4 de agosto de 1789, se abolen los ~e~echos feudales, l~s Aunque la nueva Constitución que se aprueba -la de 1793- es de una cierta radicalidad li-
diezmos, los privilegios. La Revolución está perturb~d<? los habito~ cultural~s mas beral-democrática y vuelve a ofrecer las mayores garantías a la libertad de conciencia y ex-
arraigados de los campesinos. La sucesión de acontec~m1entos Y, la 1mport~c~~ que presión, el texto nunca llega a entrar en vigor. Su aplicación se supedita a los objetivos del
1:
tienen para los campesinos, han provoca~o .su deseo de mfo~ac10n y sust1tuc10n de
su vieja biblioteca rural-libros piadosos, biblioteca azul- por lit~ratur~ efímera, pero ape-
Comité: ganar la guerra exterior, acabar con la contrarrevolución en el interior. El Comité
de Salvación Pública subvenciona y distribuye su propia prensa, al tiempo que va des-
gada a la coyuntura. Puede que haya retraso con respecto a la mmed1ate~ co~ que se co- haciéndose de los sectores que surgen a su derecha (Danton) y a su izquierda (Hébert).
nocen las noticias en París o la rapidez con que son contadas en las demas cmdades; re- Algunos de los más célebres líderes de la revolución, que llegaron a serlo gracias a la pu-
traso pero también deseo por no perder el tren de la actual1.d a d r.o1'ÜlCa . 68 · blicación de periódicos, desaparecen con sus publicaciones: Hébert, que publicaba el cha-
Tanta proliferación impresa, acompañada por la arenga del afiliado al club, por la so- bacano Pere Duchesne, voz del Club de los Cordeleros, será guillotinado el25 de marzo
flama del cura refractario, por la fluida correspondencia que se establece entre clubes ?e de 1794; Camile Desmoulins que desde Le Vieux Cordelier secundaba a Danton, siguió la
distintas provincias, por la acción, tiene una U:cide~cia mediata sobre los usos del lenguaJe. suerte de éste último y subió al patíbulo el 5 de abril de 1794.
Los modifica. La Revolución acuña su prop10 registro. Indudablemente las palabras son El27 de julio de 1794 (9 de Termidor del Año II) se consumaba la caída de Robes-
incapaces de seguir el ritmo de los acontecimi~nt?~ y, las más de las veces, resiste~ el cam- pierre. La revolución daba un giro a la derecha y volvía a los "principios de 1789": la pro-
bio histórico aunque sea adoptando nuevos s1~nificados ~ alte.rando l~s d~ antano. Pe~o, piedad y el orden debían conjugarse; la sanscullotterie debía ser desarmada. Era el
ocasionalmente, sirven también para potenc~ar el camb1o IDlSmo. Ten:un~s como cm- triunfo de la Llanura; volvían a primera línea personajes como el abate Sieyes y la re-
dadano, nación, voluntad general, contrato soc1al, derechos del hombre, tzers et~t, entraron volución producía hombres nuevos como Boissy d'Anglas. La opinión debía ser devuelta
en el vocabulario político corriente y comenzaron a tr~sformar el vocabulan<? de la co- a la prensa y a su capacidad para incidir sobre la ciudadanía. Al principio, todos los clu-
tidianeidad. Como ya había sucedido en la~ revoluciOnes burguesas antenore.s a la bes y secciones -girondinos y jacobinos- vuelven a estimular sus prensas, pero también
francesa, la nueva terminología servía específicamente para apearse de los tratamientos los realistas sacan a la calle sus hojas. Sin embargo, las conspiraciones realistas (5 de oc-
denotativos del privilegio, para manifes~ar mediante la ~~ng_ua qu~ los postulados ~e la tubre de 1795) provocarán nuevas medidas contra la prensa y contra los periodistas. Mi-
igualdad, la libertad y la fraternidad teman una proyecc10n mmedmta sobre la realidad chaud, el propietario de La Quotidienne será condenado a muerte. La Constitución de
y sobre la totalidad de la nación. ., . . 1795, como las dos anterim;es, también estaba precedida por una Declaración de Dere-
La obra legislativa de las distintas fases por las que pasa la revoluc10n, sm ser lineal, chos, que, en este caso, no hacía referencia alguna a la libertad de prensa. Con todo, los
ira consolidando las transformaciones de orden real y de orden lingüístico. El proceso re- artículos 353 y 355 del texto constitucional la garantizaban, a la vez que dejaban la puer-
volucionario puede seguirse a través de los cambios de actitud -y su plasmación jurídi- ta abierta a leyes prohibitivas. La libertad de Jacto volvía;.Michaud fue amnistiado para co-
ca y legal- frente a la libertad de expresión. Así, desde mayo .de 1789 hast.a el v~~ano de rroborarlo. La prensa de oposición retoma su camino al tiempo que el Directorio crea su
1791 el espíritu de la libertad de Jacto prevalece sobr~ cua~qmer ~tra cons1derac1~m, tan- propio Bureau Politique desde el que se envían artículos para la prensa, se reparten las sub-
to como para que la avalancha de literatura r~~oluc10~_ar;a con~r~ra con los escntos a~­ venciones y se redacta un Bulletin Décadaire de la República que contiene tanto la le-
tirrevolucionarios (aquí figurarán desde los vieJOS peno?1~os ofic1ales de la mon~rqma, gislación y las circulares del día como artículos circunscritos a los valores de la nueva ci-
la Gazette de France, el Mercure de France, el Journal General y el Journal de Parzs; has- vilidad y la nueva virtud.
258 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 259

Aunque la Llanura moderada domina las secciones de Pa~s, la Convención Y el Di- controlado por los poderes públicos), dando satisfacción a la empresa capitalista. Con to-
rectorio, tanto los jacobinos como los cordeleros (neo-hebertlstas) se r_e~~mponen. Es- do, la libertad de prensa disfrutada durante coyunturas más o menos prolongadas entre
tos últimos exigían la aplicación de la Constitución de 1793 y estaban dmgidos por Jean 1789 y 1799 no se olvida. La caída de Napoleón lo pondrá de manifiesto. Un punto de en-
Varlet y por Gracchus Babeuf, quien se servía del periódico Tribun du Peuple para e~­ cuentro, puesto que se reunirán a partir de 1814los avances tecnológicos en el campo edi-
presar los contenidos programáticos del Club electoral que había fundado. Pero est~ li- torial-impresor, el crecimiento de la alfabetización y de la demanda de textos, y el inte-
bertad, que parece el pago al apoyo coyuntural de jacobinos y hebertista~ a la reacción rés por resucitar el periodismo sin constricciones gubernativas.
termidoriana contra Robespierre, es un espejismo. A finales de 1795 se cierran_t~nt'? _el
Club de los Jacobinos como el Club electoral de Babeufy los suyos. La desmovilizac10n
de la sansculotterie se consuma. "La fase popular de la Revolución había ~ermina~o. A 5.4.2. Himnos, panteones, fiestas, guillotinas: a la propaganda por la escenificación
partir de este momento, la burguesía, los notables y las honnetes gens podian contmuar
con su trabajo sin la intervención enojosa de sus aliado_s de an_t~ño" 70 • , • Se ha afirmado que la Revolución alteró el fondo y la forma del ejercicio propa-
El período que se abre entre 1795 y 1799 es de gran mestabilidad política, puesto que gandístico. Hasta ese momento el propagandista había ejercido una acción persuasiva so-
la previsión de elecciones anuales hace mantener continuamente e~ orden de ."batalla" bre una serie de receptores pasivos; con la revolución la acción persuasiva se corresponde
a las organizaciones políticas ... y a sus periódicos. La pr~n~a es nommalmente libre, ~un­ con una necesidad y con un deseo de afirmar su participación por parte del receptor. El
que en la Convención se discuten proyectos de ley restnctivos qu~ desarrollan el arti~ulo aserto es probablemente cierto para todos aquellos procesos revolucionarios burgueses
355 de la Constitución. El Directorio decide finalmente, en septiembre de 1797, aplicar en los que las alianzas de clase hayan dado como resultado la movilización, más o menos
un impuesto del timbre, siguiendo el modelo inglés. Se trata de encarecer artificiosamente coyuntural, de las clases populares. Pero, sin duda, la Revolución francesa, en el seno de
el precio de los periódicos para restarles influencia. El impuesto -salvo bre~es fases de la cual la burguesía, en algunas fases, se vio superada en el ámbito parisino por la mo-
interrupción- se mantendrá en Francia hasta 1881. El aumento en los precios fu~ ,c<?n- vilización de las capas medias y la sansculotterie, y en el campo por campesinos medios
siderable: Le Moniteur pasó de 80 a 100 libras, el Journal de París de 25 a 42_. El penodico y pobres, supuso un ejercicio de invenciones en cascada de elementos legitimadores y con-
L'Ami de la Patrie fue suprimido por criticar la medida. El número de suscnptores de pe- sensuadores.
riódicos parisinos cayó notablemente. La conciencia de que se estaban eliminando elementos tan profundamente inte-
A partir de 1797 el Directorio siguió una clara política de represión de la prensa. A riorizados por buena parte de la sociedad, como la monarquía o determinadas instancias
esas alturas, el ejército y sus generales se han convertido ya en árbitros de la situación, ~­ religiosas, obligó a los líderes revolucionarios a orquestar rituales, ceremonias, esceni-
parando sus resoluciones en la inestabilidad existente. Estas injerencias preparan el cammo ficaciones, calendarios o himnos que, basados en los principios ilustrados, fuesen capa-
para el golpe de estado de Napoleón Bonaparte: llegará el18 de Brumario del Año VIII ces de operar como poderosos substitutivos en el imaginario colectivo. Tales principios
(4 de noviembre de 1799). Cuando se produzca, la libertad de prensa Y!l había mu~_rt? a ilustrados quedaron personificados y, más aún, en la línea de la arquitectura concebida
manos del Directorio. Napoleón la sanciona en enero de 1800. Le M?nzteu~, el pe~<?dico como manifestación del poder, panteoniztidos. El Panteón recordaba que la soberanía na-
oficial, anuncia: "Francia quiere algo grande y duradero. La ha perdido la mestabilidad, cional dispuesta por la Revolución se nutría de aquellos que habían inspirado la tole-
y es la firmeza lo que invoca. No quiere la realeza, está proscrita; pero quiere ~a unidad en rancia, los derechos humanos, la justicia y la igualdad. El Panteón no se ofrecía aislado
la acción del poder. Quiere que sus representantes sean cons~rvad_?res tranq~il.o~, Y,~~ re- al pueblo de París, ni era el límite de la legitimidad de los precursores. Los almanaques
novadores turbulentos. Quiere, en fin, recoger el fruto de diez anos d~ sacrific10s .. y los catecismos políticos, las arengas públicas, los cancioneros y las exaltaciones festivas,
La revolución ha terminado. Es hora de "recoger el fruto". La propiedad, el comerc10, recordaban a muchos otros grandes hombres que habían contribuido a que la causa de
la industria son los objetivos: paz y orden social para que prosperen. El Estado Ysus. ap_a- la libertad triunfase. Un juego de cartas publicado en el Año II reemplaza a los reyes por
ratos ideológicos tendrían que mediar entre la contradicción esperable, entr~ la _oplillon los filósofos. El catecismo de la sansculotterie de ese mismo año, Alphabet des sans-cu-
expresada (y sus límites) y la prosperidad de la imprenta y de las empresas edltonales. La lottes, ou premiers éléments d'education républicaine, afirmaba que la revolución era in-
solución no era complicada: por supuesto, los privilegios corporativos no iban a ser re- concebible sin los nombres de Helvecio, Mably, Jean-Jacques Rousseau, Voltaire o
sucitados. La libertad se identificaba con la capacidad para crear, ceder, vender o ce~ar Franklin72•
empresas. Ahora bien, los objetivos ideológicos de esas empresas, en aras del orden m- Las ceremonias gestaban una mística de la revolución. Los actos conmemorativos o
terior, sí iban a estar tasados. La dictadura bonapartista suspende la mayor parte de los festivos se organizaban cuidadosamente para que su grandiosidad impresionase la ima-
periódicos parisinos. El decreto de 17 de enero de 1800 suprime unos 60 periódicos po- ginación popular y la hiciese concebir la magnitud del proceso que estaba viviendo. El pri-
líticos del departamento del Sena y sólo deja 13 en pie. En 1811 han quedado en 4 (Le mer paso fue el de mitificar la toma de la Bastilla. Y el primer recurso, el tradicional: el
Moniteur, Journal de l'Empire, Gazette de France y Journal de París). Todos rigurosa- marco de la celebración católica. En efecto, "las iglesias resonaban de cánticos de acción
mente vigilados. Al tiempo, Napoleón decreta la existencia de prensa en. t?dos los de- de gracias por la toma de la Bastilla. Procesiones de muchachas jóvenes, a menudo de-
partamentos de Francia -y satisface a editores e impresores- y crea su oficma de pren- leitables, bien vestidas, aderezadas con modestia, yendo a Sainte-Genevieve, se cruzaban
sa, desde la que se orienta la prensa existente y se confecciona la oficial, cuya clave de con algún batallón de jóvenes guerreros que se detenía para cederles el paso, mientras que
arco es Le Moniteur. numerosos espectadores en las calles y desde lo alto de las ventanas daban fe de su ale-
Dictatorial combinación: anulación de la libertad para la prensa política parisina Y gría con vivos aplausos", según narra el periódico Révolutions de Paris sobre las cele-
promoción de la prensa provincial de contenidos nada comprometidos (o directamente braciones de 30 de julio de 178973 • Al principio Revolución y Religión caminan de la ma-
260 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 261

no en el ceremonial revolucionario. Pero a partir del Decreto de 12 de julio de 1790 sagra, mientras la realeza pierde to~o m?}ivo de escepci?na~i;fad: "la sacralidad del rey
-Constitución Civil del Clero-las tendencias de sustitución de la religión tradicional por se transmite al instrumento de su ejecucwn. La desacralizacwn del rey (con su muerte)
una nueva religión cívica proliferan. El14 de julio de 1790 se celebra la Fiesta de la Fe- hace sagrada a la Revolución (en su fundamentación), y el instrumento en forma de pór-
deración de nuevo para conmemorar la toma de la Bastilla. Pero esta vez la preponde- tico, a través del cual se realiza tal paso e intercambio, recibe de él su verdadera consa-
rancia de' lo civil y de la preparación previa del acontecimiento destacan. Se difunden gra- gración simbólica". La guillotina teatraliza la revolución. Mientras acontece, la plaza es-
bados que representan el coll}bate de aquella jornada, ~e vend~n maquetas de la Bastilla tá repleta. Suenan tambores y trompetas. Hay cantos y dariZas. Rueda la cabeza y se grita
talladas con las piedras extrrud~s de su derrumbe. La F~es~a reune a los _delegad?s de las ¡Viva la República! ¡Viva la Nación! Es el júbilo revolucionario. Junto a la.s canciones que
provincias y agrupa a 200.000 cmdadanos. La ceremoma mcluye todavia una rmsa -que acompañan a la Guardia Nacional, a los milicianos que llegan de las provmcias, a los sol-
celebra Tayllerand-, pero además sol~mnes ji.rrame~tos --el del rey, ~1_1tre otros- y un gran dados que parten a los frentes de guerra; junto a la, Marselles_a y al (:a ir;z, la guillo.ti?,a ge-
desfile que pasa bajo un Arco del Tnunfo constrmdo para la ocaswn74 . nera letrillas y músicas a decenas. La muerte de Hebert suscita -una mas-la apancwn de
En julio de 1793 el pintor David organizará una ?esta ya laica en h?nor de la C~ns­ canciones revolucionarias que "constituyen una excelente herramienta de pedagogía" po-
titución y de la República. El domingo de Pentecostes de 1794 se orgamza la Gran Fies- lítica.
ta de la Comunicación Popular en la que el pueblo de París desfilará portando espadas A la canción de guillotina suele seguirle el retrato de guillotinado: "Decir que la gui-
y cadenas rotas, las mujeres con flores, los diputados de la Convención con frutos, las ca- llotina es una máquina de retratar recoge una práctica efectiva del Terror. Entre los di-
rrozas representan las Artes y los Oficios. Robespierre se ejercita como el n:aestro .de ce- versos grabados revolucionarios, el retrato de guillotinado es verdaderamente uno de los
remonias que invoca al Ser S~premo y prende fuego a la ant?r~?a del At:Ismo, sltua?a géneros mejor definidos --en el sentido qu~ toma el t~rrnino de la teoría de la pint~;a ~lá­
en una tribuna rodeada con figuras que representan la AmblClon, el Egmsmo y la Dis- sica-, un género en que la econorrúa de la lffiagen esta regulada por una preocupa~wn I<;XJ-
cordia. El fuego las consume y de él emerge la efigie que representa a la Sabiduría75 • Fies- nográfica precisa, sometida a un código de lectura claramente elaborado". Las mscnp-
tas y ceremonias pueden substituir o superponerse a fiestas religiosas de antaño, de for- ciones al pie del grabado, casi tócadas por gotas de sangre que chorrean del cuello
ma que las clases populares no se vean obligadas a alterar sus costumbres en ese seccionado, hacen frecuentes alusiones a lo religioso, como si la guillotina fuese un
sentido. Pero entonces lo que altera la revolución, o mejor, la República, es el calenda- elemento más de laicización de la divinidad. En vez de Ecce Hamo en un célebre grabado
rio mismo. Progresa la religión laica. El Comité de Instrucción Pública consultará con la aparece la inscripción Ecce Custine. Aunque junto a las inscripciones substitutivas o lai-
Academia de Ciencias porque tiene la intención de hacer coincidir el régimen político con cizantes no faltan las alusiones a la nación, la patria o el pueblo, del mismo modo que la
los movimientos del sistema planetario. A la gloria revolucionaria por la astronorrúa. Tam- gran ca~ción revolucionaria combina la sangre de los traidores con la regeneración re-
bién. Pero es la astronorrúa la que acaba rindiendo pleitesía a la Revolución: la República volucionaria. La Marsellaise pide "que la sangre impura riegue nuestros surcos".
ha llegado un 21 de septiembre; es~ es p~nto equinoccial del otoño .. S~ produce aquí l.a Las imágenes de la revolución, como algunas de sus nuevas palabras y sus símbolos,
lectura providencialista~ se sacra~lZa -laicamente, ~alga la c~ntradiCCion- el aconteci- se acercan a aquella tradición del realismo grotesco identificada por Bajtin en las obras
miento. Y a partir de ahi se constituye el Calendano Repubhcano, promulgado por la de Rabelais. El pintor David no sólo explota la vena del heroísmo en cuadros como El
Convención. Los meses toman el nombre de los fenómenos naturales que acompañan al rapto de las Sabinas, sino que se lanza también por la vía de la caricatura. En ellas, lo no-
hombre en sus quehaceres. Los tres prim.eros de~ año -otoño- son V~ndimiario Cl.a ble o lo heroico deja paso a los recursos escatológicos, a las deformaciones, a las bes-
vendimia de septiembre-octubre), Brumano (las meblas de octubre-noviembre) y Fn- tializaciones. Suyas son las caricaturas El gobierno inglés o El ejército de las tinajas, de
mario (el frío de noviembre-diciembre). Los tres mese.s de invierno son Nivo~o, Pl~vi~so 1793-1794. Y existen muchas otras debidas a manos hoy anónimas que se lariZan en la mis-
y Ventoso. Los primaverales Genninal, :r!oreal y ~radial. Los ?el verano M:sidor Gumo- ma línea, como Les Deux Diables en fureur (1790), donde dos demonios llevan en yo-
julio ve a las mieses ondear en su dor.aci~~), Tenmdor y Fru.ctldor7~. Y no ~ola los n;~ses landas a dos curas o frailes, y donde la inscripción que acompaña explica la corrupción
alteran su curso en una nueva orgamzacwn y una nueva etlmolog¡a ruralista o poetlca; de la naturaleza humana contenida en aquellos hábitos y la justicia que los demonios se
también las semanas de convierten en décadas y se reparten entre ellas una serie de días encargan de realizar. "Las estampas se pueblan de demonios y frailes, de muñecos es-
de fiesta los sans-culottides, que se dedican a la virtud, al genio, al trabajo ... perpénticos, de figuras distorsionadas, monstruosas y fantásticas, muchas veces de fiso-
Las ~eremonias conmemorativas y el calendario dejan un rastro de sustitución ritual. nomía animal. La Revolución ha subvertido en estas imágenes el orden de la naturale-
Pero la guillotina apercibe cotidiana~ente al ciudad~~o de que la r~volución no es e~­ za no menos que el antiguo orden social". Las muy celebradas las de los Pellerin de
tallido jubiloso, sino intensa lucha socia!. Cu~do se utiliz~ por yez pnm~ra, el25 de .abril Épinal, se pueblan de exaltación al pueblo o a la patria, de motivos anti~lericales. Las
de 1792, la guillotina rompe con e~ an~I~uo ntual. de l~s eJecucwnes baJO el absolutismo imágenes circulan en papel, pero también grabadas sobre broches o abanicos. La causa
y se convierte en el emblema de la JUsticia revolucwnana. El patloulo no se desmonta una realista se ataca con imágenes de las obscenidades asumidas por las prácticas privadas de
vez consumada la ejecución. El23 de agosto de 1792 se decreta su permanencia: "la po- los monarcas 78 •
lítica instaura el teatro permanente de la guillotina. El Terror sabrá explotar este doble El teatro de la ceremonia conmemorativa, de la festividad o de la guillotina y la ima-
recurso: prestigio de una cerem~nia y trivialidad repeti!iva de~ espectáculo" 77 • La gui- gen caricaturesca, se reúnen en las formas teatrales clásicas: la representación actoral. El
llotina es un símil de la democracia. Muere el plebeyo baJO su taJO, como muere el rey, el teatro politizado se inaugura en París con la obra Carlos IX de Chénier; pero se repone tam-
21 de enero de 1793. Son ciudadanos seriados por efectos de una misma máquina revo- bién el Bntto de Voltaire. Frecuentemente, las representaciones populares son gratuitas. Y
lucionaria. Bossuet había afirmado que el rey no muere nunca; la guillotina lo des- nace un género: el melodrama, "un espectáculo popular que es mucho menos y mucho más
miente. Muerto el rey, ¿viva el rey? Adviene la República. La guillotina es la que se con- que teatro. Porque lo que ahí llega y toma la forma-teatro más que con una tradición es-
262 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 263

trictamente teatral tiene que ver con las formas y modos de los espectáculos de feria y con acompañada por la revolución representada por la aparición de Juntas Patrióticas por do-
los temas de los relatos que vienen de la literatura oral, en especial con los cuentos de mie- quier y una reunión de diputados electos que, en la ciudad de Cádiz, preparan uno de los
do y de misterio, con los relatos de terror" 79• Con el primer gran melodrama de 1800, Ce- textos constitucionales con mayor talante democrático en la Europa del siglo XIX. Es cier-
Una o la hija del misterio de Gilbert de Pixerecourt, el pueblo entra en escena, como remedo to que esa constitución no llegará a entrar en vigor, salvo en un segundo intento revo-
del acontecimiento revolucionario. Pixerecourt afirmó escribir para quienes no sabían leer. lucionario acontecido entre 1820 y 1823; pero también lo es que el vacío de poder ge-
Su escena se nutre de la pantomima que el pueblo ha creado para ridiculizar a la nobleza nerado en España invita a la burguesía americana -los criollos- a lanzarse a su revolución
y al clero; no hay mesura o control de los sentidos, sino jocosidad, temor, bufonada. Lo gro- que -como significó en su tiempo la holandesa- implica la independencia con respecto
tesco sublima el escenario de la realidad en la que las clases populares del París revolu- a la metrópolis. Se producirán en América del Sur los fenómenos comunicativos que han
cionario se miran como en un espejo. Lo sublima, pero no lo sustituye. Lo anima: he ahí su acompañado a las revoluciones acontecidas en Europa o en Estados Unidos: una eclosión
efecto movilizador, propagandístico. Que, por lo demás, es capaz de agrupar en unos de prensa, libelismo e iconografía simbólica que acompaña a la caída de los privilegios del
minutos toda la parafernalia simbólica de la Revolución: los colores -bleu, blanc, rouge-, Antiguo Régimen.
las escarapelas, los bonetes frigios, los estandartes del ojo vigilante (el símbolo jacobino) También Gran Bretaña ha intervenido en la solución final de las revoluciones hispa-
o de la Guardia Nacional, la pica justiciera, los ropajes civiles que imitan a los militares (pan- noamericanas. Interesada en ganar mercados, por ser el solar de la revolución industrial;
talón ajustado, botas, bicornio), etc. Cada elemento posee una significación -una clave- que convencida de su necesidad de aislar a Francia, tanto por el temor al contagio jacobino,
nadie desconoce en el momento: el Nivel es el símbolo de la igualdad; el gorro frigio de la cuanto por el pánico a la competencia en el terreno industrial y comercial-Francia inicia
libertad; la Escarapela y los colores de la bandera a la Nación; la Pica es el arma del hom- un claro ascenso industrialista a partir de la consumación revolucionaria-; no ha dudado en
bre libre que derribó al feudalismo; el Arado es el instrumento de la fuerza que transfor- ayudar a los patriotas españoles contra el invasor napoleónico y, a la vez, prestar apoyo a
ma la tierra; el Compás el instrumento de las fuerzas industriales; el Haz es la unión; el Ca- las Juntas Revolucionarias que se levantan en Hispanoamérica en busca de la independencia
ñón representa al ejército patriota; el Roble simboliza la virtud ... de España. Si antes de las revoluciones, y a pesar del pacto colonial que obliga a los
En definitiva, la suma de todos estos elementos, la prensa, el calendario, la simbología, americanos a comerciar en régimen de monopolio con España, buena parte del comercio
la iconografía, el lenguaje, etc., producen un efecto indeleble sobre la comunicación. Hay ilegal de las regiones más ricas se realiza con Inglaterra, pero también con Francia y con Ho-
un antes y un después de la revolución. De las revoluciones burguesas. Es cierto que mu- landa, tras la revoluciones (1811-1824), los nuevos gobiernos americanos proclaman la li-
chos de esos elementos -el calendario, por ejemplo- serán efímeros, pero muchos otros bertad de comercio: en la práctica el continente americano queda, comercialmente ha-
crearán registros nuevos que, paulatinamente, irán imponiendo nuevos registros, nuevas blando, en manos de Gran Bretaña y de su industria80• También de Estados Unidos, que se
intencionalidades entre emisores y receptores, y, sobre todo, nuevas formas de produc- afana en elaborar una célebre declaración, la del presidente Monroe en 1823: América pa-
ción, distribución y consumo de los mensajes y de la información. El periódico se con- ra los americanos. Hasta ahora los grandes eslóganes los habían creado las iglesias y las re-
vertirá en arma y arena de la lucha política y ayudará a configurar los partidos políticos voluciones, ahora comienza a ser el comercio su gran proveedor.
de los regímenes liberal-burgueses que se levantan. La nueva simbología e iconograña La resaca revolucionaria, a partir de 1815, crea la apariencia de la estabilidad. En bue-
contribuirá a la formulación de una serie de ritos seculares que ayudarán a las repúbli- na medida, se trata de una paz de cementerios. Inglaterra mueve los hilos de la diplomacia
cas o a las monarquías constitucionales a dotarse de un imaginario capaz de substituir la para situarse al lado de las potencias absolutistas que subsisten -Austria, Prusia, Rusia-
antigua alianza del Estado con la Iglesia. El nuevo lenguaje, rebajando sus contenidos je- y al lado de una Francia que, con la restauración de los Barbones, no retrocede en las con-
rárquicos, creará conciencia de la igualdad política para, a continuación, sufrir sucesivas quistas fundamentales de la revolución, pero tampoco avanza: las congela. Inglaterra no
bifurcaciones en función de la construcción de registros particulares de clase o de grupo tiene ambiciones territoriales en el Continente, pero quiere asegurarse paz y facilidades
profesional. Ha llegado la hora de la comunicación de los ciudadanos. en sus proyectos comerciales mundiales. Deja hacer, para ser respetada como primera po-
tencia del orbe. Mientras, en el Continente fragua una Santa Alianza -F:r:ancia, Austria,
Prusia y Rusia- contra aquellos movimientos revolucionarios que turben la paz absolu-
5.5. Entre La Marsellesa y el canto de los industriales: comunicación, revolución, tista o pretendan volver a los días agitados de antaño.
nación y capitalismo (1815-1848) En realidad la Santa Alianza que comienza a gestarse en el Congreso de Viena de
1814-1815 apunta progresivamente hacia el fracaso y su actuación más contundente
5.5.1. Restauración y crecimiento será verificada en 1823, cuando envíe un ejército -los Cien Mil Hijos de San Luis- al man-
do del duque de Anguleme para aplastar a los liberales españoles, en el poder desde 1820.
Las cuatro revoluciones que hemos tratado hasta aquí -holandesa, inglesa, nortea- También se consiguen aplastar las revueltas de Nápoles, Módena o Turín de 1820-1821.
mericana y francesa- han marcado la pauta de abruptos cambios sociales, políticos, Y es que el compromiso aliancista se ha hecho en nombre de la legitimidad monárquica,
económicos y comunicativos. Pero además, la revolución francesa y el intento napoleó- la contrarrevolución y el orden religioso y aristocrático.
nico de extender sus pautas legales a través de un imperio, han causado una reacción a Los medios de comunicación notan la presión del nuevo curso restaurador. "Policía y
nivel mundial. censura impiden la libre expresión de la palabra, amordazan a las universidades y a la pren-
Los Estados Absolutos se han puesto en pie de guerra y, ayudados por la actitud con- sa, y crean dificultades al teatro" 81 • En la Francia de Luis XVIII y Carlos X ni una sola obra
servadora de Inglaterra, consiguen mantener posiciones. Algunos, como España, han co- teatral llega a representarse sin haber pasado antes un escrupuloso examen censor. "La reac-
nocido coyunturas revolucionarias. Aquí la ocupación francesa (1808-1814) se ha \listo ción postnapoleónica se caracteriza pues por una fuerte represión de todo tipo de libertades,
264 Historia de la Comunicación social
Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 265

represión que entraba en cotidiana contradicción con los cambios irreversibles que se
operaban en las relaciones de producción, consecuencia del auge capitalista y de la inte- quienes componen la nación son iguales ante la ley y libres para decidir su destino si bien
rrelacionada revolución industrial"82• Pero por debajo de la contundencia censora, la caja de . este ~~rmino se entiende solamente como posibilidad de ejercer el libre albedrío ~obre la
mov1hd~d persona!, como emancipación de cualquier forma de vasallaje o sumisión ex-
Pandora abierta por las revoluciones sigue ahí. Así como en el caso español las potencias
aliancistas habían llegado a un acuerdo, no lo conseguirán en el caso griego. Grecia inicia su traeconoffilca. Es cwrto que en algunos de los nuevos estados-nación existen reductos de
revolución a principios de los años veinte y consigue la independencia en 1829, con la ayu- servidumbre y hasta de esclavitud, pervivencias de pasados modos de producción. En Es-
da de Inglaterra ... y de Rusia, que prefiere enfrentarse al enemigo turco que mantener las tados. ~nidos se mantiene la esclavit_:¡? y se c!rcunscribe racialmente a la población negra;
posiciones de firmeza contrarrevolucionaria que el canciller Metternich suele exigir. tamb1en en algunos estados de Amenca Latma; en España y en algunos otros países eu-
Como puede verse, Inglaterra se ha mantenido al margen. Londres se convierte en rope?s las mon.arquía~, ~_:¡nque constituci<;m~adas, se reservan a veces reductos patri-
el gran refugio de los exiliados liberales de todo el mundo y las prensas de la ciudad edi- momales que ~1gue~ ng1endose por .los pnnc1p10s de la explotación feudal. Pero son re-
tan en innumerables lenguas. Oficialmente, el gobierno británico asila y, con limitacio- ductos, supervivencias y no una persistencia tozuda y sistemática del Antiguo Régimen81.
nes, permite la palabra y la circulación impresa83 ; pero reprime duramente cualquier for- En medio d~l acontecimiento revolucionario el término nación tiene, para las clases
ma de levantamiento obrero, mantiene las Combination Laws -leyes que impiden la P?Pulares, todavia J?OCO 9.ue ver, con la lengua, !a etnia o con una historia compartida. Más
organización de los trabajadores-, a la vez que hace descansar su sistema parlamentario bien representa elmteres comun frente a los mtereses particulares, frente al privilegio.
sobre un sufragio censitario muy restrictivo -unos 400.000 electores- y sobre el sistema Hobsbawm rec~erda que ~o~ colonos norte~ericanos no se distinguían del rey Jorge ni
de los "burgos podridos", circunscripciones electorales con peso político, rurales y de es- por ~a lengua m por. la etmc1dad., y que la cmdadanía francesa no tuvo ningún reparo en
casa demografía, que facilitan el tráfico con los votos. El fenómeno será bautizado en elegir a Thomas Pame como miembro de su Convención Nacionalss. Ahora bien con-
otros pagos como caciquismo. cluida 1~ r~volución a?~ife~~al, c~~ndo las burguesías nacionales asuman el poder,
En Francia este estado de cosas perdura hasta 1830: la revolución de julio instala de cuando liqmden la part1c1pacwn política de la mayor parte de los ciudadanos cuando do-
n~evo a la burguesía en el poder, sin mayores constreñimientos, al socaire de una nueva
ten al territorio de congruencia legal y arancelaria ... , cuando creen y verteb~en un mer-
c~~o interi_?r, ent~n.ces -sól~ entonces- los criterios lingüísticos, antropológicos o bis-
dmastía, los Orleans. En el resto de Europa la nueva marea revolucionaria confiere la
independencia a Bélgica (1830), permite acabar a los españoles con el absolutismo toncas seran ausp1c1ados (o mventados) para la creación de un imaginario común.
Lo~ efectos de esta constr~cción, a la vez objetiva y mental, han sido subrayados por
(1834-1843) y también a sus vecinos portugueses; hace que el liberalismo triunfe en Sui-
Be~ediCt Ande:son, qu~,~ons1der.~ a la nación c?mo una "comunidad imaginada" pro-
za y que enseñe los dientes en Polonia, Alemania e Italia. La misma Inglaterra se verá
afectada, puesto que su colonia más próxima, Irlanda, obtendrá la independencia de sus ducida :~ med1o ?e !a mteraccwn ent:e un sistema de producción y relaciones de
condados católicos (1829). El gobierno inglés reacciona planteando la reforma electoral produccwn (el ~ap1t~1sm? ), ~?a. tecnolog¡a de la comunicación (imprenta) y la fatalidad
de 1832: los electores aumentan a 750.000; hasta en Estados Unidos se vive una era re- de la humana d1vers1dad lingu1st1ca" 86 • En su novela Rojo y negro Stendhal en 1830 pre-
formista de la mano del presidente Andrew Jackson (1829-1837). gunta~a: "Los cur~s son, sin ~mbargo, los únicos profesores de moral qu~ tiene el' pue-
Los pr?~esos reformistas y revolucionarios que se extienden entre 1830 y 1848 van a blo y sm ellos ¿que sería de el? ¿Podrá alguna vez el periódico sustituir al cura?". An-
afectar declSlvamente al mundo de la comunicación. En primer lugar, continúan incorpo- derson ~TI?ará qu: la transmisión cultural de la idea nacional será realizada por la novela
rándose nuevos estados-nación y, por ende, los medios de comunicación se inmiscuyen en y el penod1co, sustitutos modernos de la oración; configuradores de un nuevo ceremo-
la ~onstrucción de nuevas identidades nacionales. En segundo, el crecimiento capitalista re- ni~l. de comu~ión con. ~n nuevo refere~t~ nacionalitario. La moral seguirá siendo trans-
qmere cada vez mayor fluidez y vertebración comunicacional: en este período se con- fl!ltlda por qmenes o~c1an los actos religwsos, pero la progresiva secularización de la so-
templarán desde revulsivos tecnológicos de gran magnitud en las empresas que afectan a ciedad hace entrar en JUego nuevos elementos comunicativos y culturales que se identifican
la c~municación impresa u óptica, hasta la creación de la primera gran agencia de infor- con el marco de referencia jurídico-territorial creado por la revolución.
mación, Havas, que nace en Francia en 1835, pasando por la aparición de los primeros ejem- Para !a b~guesía líber~, que concebía la nación en términos de mercado, las ventajas
plos de "prensa de empresa". En tercer lugar, los fenómenos revolucionarios propiciarán de la nacwnahdad eran evidentes. Esta idea no negaba la multiculturalidad de un esta-
marco~ legales tendentes a la libertad de expresión y, en algunos países, ampliaciones del
do, pero afirmaba que los beneficios del mercado debían considerarse como un factor de
sufrag¡o, factores que, combinados, aumentarán la participación social en la esfera políti- integración y que dicha integración debía ser entendida por la totalidad de la ciudadanía.
ca, potenciarán el periodismo político y animarán la vida intelectual. Finalmente el cre- Massimo d' Azeglio lo resumió en una famosa expresión, en una de las primeras sesiones
cimiento del capitalismo generará, progresivamente, una nueva clase social-la cl~se tra- parlamentarias tras la unificación de su país: "Hemos hecho Italia, ahora tenemos que ha-
bajadora- que, en su configuración histórica, a través de movilizaciones de distinto signo, c~r l?s italianos". L~ congruencia pasaba por las relaciones sociales y de producción (ca-
P.l~alistas) que ese ffilsmo parlamento se encargaba de desarrollar, pero también por la crea-
creará nuevos lenguajes y hasta formas de comunicación y de cultura alternativos.
c~on de una lengua común y de una imprenta capaz de transportar el nuevo concepto na-
CIOnal hasta el lugar más recóndito del país. La burguesía triunfante echó mano de las Lu-
5.5.2. Comunidades imaginadas: la construcción de naciones ces. Fue a finales del siglo XVIII cuando se desarrolló teóricamente la asociación entre len-
gua e identi?ad nacional entre la.intelectualidad europea87 • Con las revoluciones surgieron
. ~as revolucion_es crean el estado-nación y lo dotan de un imaginario. Aunque dis- las Academias de la ~e?gua.~acwnal, laboratorios donde, a partir de una previa elección
cnmmados en función de la riqueza ante la toma de decisiones políticas (voto censitario), de la lengua que deb1a Identificarse con el estado-nación, se establecerían los criterios pa-
ra su buen y correcto uso. .
266 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 267

En la Francia de 1789 sólo el 50% de los ciudadanos de la nación hablaban francés légrafo óptico (1791). El telégrafo se vislumbra pronto como instrumento inefable para
y sólo el13% lo hablaba "correctamente". En 1860, en el momento de la unificación ita- rubricar la .con~~cció~ ~el est.ado-nac~ó?: !Jonde llegue el telé~afo llegará la República.
liana, sólo el 2,5% de la ciudadanía hablaba con corrección y habitualmente el toscano La centrahzac10n admlillstratlva, la diVISion de la nueva Francia en departamentos tie-
identificado ya como lengua nacional. Sin duda, la aparición de la imprenta, como se ex- n~ asegurada su cohesi~n espacial a través del teléfrafo. A continuación el telégrafo se
plicó en el capítulo precedente, contribuyó de manera inicial a ir creando una lengua co- difunde por Europa al ntmo que marca la Grande Armée de Napoleón. Salta de Francia
mún al aparato administrativo de los Estados Absolutistas y, frecuentemente, esa misma para prolongarse hacia el norte de Italia y hacia Flandes. El petit caporal manda realizar
lengua acabó imponiéndose tras las revoluciones burguesas. Pero de ahí no debe inferirse en quince días la línea Lyon-Milán y urge la construcción de la Estrasburgo-Maguncia.
que la imprenta fijase las lenguas nacionales, en tanto en cuanto los mecanismos de fi- Durante la Restauración, antes de que Francia organice la expedición de los Cien Mil Hi-
jación del estado-nación demoraron tres o cuatro siglos tras la aparición del artilugio de jos de San Luis, en nombre de la Santa Alianza, para acabar con el experimento revo-
Gutenberg. La imprenta fijó lenguas protonacionales, potenció algunas lanzándolas al es- lucionario español en 1823, se construirá la línea París-Bayona. Fuera de Francia el te-
trellato de lenguas de cultura (co.mpartiendo honores con el latín) y hasta contribuyó a légrafo óptico se desarrolló también al compás de la actividad militar. '
asociar algunas con el aparato administrativo del Estado Absolutista. Pero nunca con- . Las rede~ óp.ticas ~e~d.ur~án hasta mediados de siglo. La sustitución del telégrafo óp-
siguió convertirlas en lenguas nacionales y sustituir con ellas a las muchas lenguas que so- tico por el electrico se IDlCiara en Gran Bretaña en 1847 y unos años más tarde en el Con-
lían hablarse en los diferentes estados; las revoluciones burguesas hicieron el resto. tinente. Flichy explica cómo antes de que se produzca el cambio, el telégrafo habrá en-
La fijación de las lenguas nacionales, un hecho comunicativo de indudable relevan- trado ya en la era del mercado nacional vertebrado. El dilema entre los defensores de la
cia, se debió a tres factores. En primer lugar, a la existencia de una lengua previa -pro- creación d~ líneas Pr:ivadas de telégrafo o la apertura de las líneas del Estado al público
ducto de la humana fatalidad, de la que habla Anderson- que pudo servir de modelo pa- no se solucrona por Igual en todas partes. En Gran Bretaña convivirán las líneas públi-
ra "la comunidad intercomunicante más amplia de la nación que todavía no existe". El cas con las privadas, también en Estados Unidos. En el continente europeo se impondrá
peso político de quien habla dicha lengua administrativa, aunque no venga corroborado el modelo de uso privado del telégrafo público (Francia), o bien se restringirá el uso de
por el peso cuantitativo, hará que sea adoptada por la élite política que ordenará el es- és~e a las e~fer~s militares y gubernamentales (Rusia, Prusia). El telégrafo óptico no ca-
tado-nación cuando éste aparezca. En segundo lugar, la lengua hubo de construirse y for- mma en solitano. Es el fruto de una ruptura demasiado grave como para reducir sus con-
malizarse para que apareciese como una estructura tan inmutable como la propia nación tenidos a 50 km por minuto: velocidad de la señal transmitida por el artilugio de Chap-
recién creada: "De ahí la importancia, no sólo de la invención de la imprenta, sobre to- pe en 1840. En España, la apertura y el cierre de la Escuela de Caminos va al mismo
do cuando una versión en lengua vernácula de un libro sagrado proporcionó la base de compás que los intentos revolucionarios de la burguesía. Creada por las Cortes de Cádiz
la lengua literaria, como ha ocurrido con frecuencia, sino también de los grandes co- se cierra en 1814; abierta en 1820 se vuelve a cerrar en 1823. Sólo a partir de 1834 tendrá
rrectores y normalizadores que aparecen en la historia literaria de toda lengua de cultura, imparable continuidad como ingeniería, junto a las de Canales, Puertos, Minas, Indus-
en todo caso después de la aparición del libro impreso". Cronológicamente hablando, es- triales, Agrónomos, Montes y Arquitectura91 . Hasta esa fecha se construye una media de
to último sucede, según los lugares, entre finales del siglo XVIII y bien entrado el siglo XX. 23 km, de camino por año; entre 1845 y 1850 -cuando los ingenieros estén ya en el tajo-
De nuevo las fechas coinciden con los fenómenos objetivables del cambio revoluciona- se construyen 1.245 km y la cifra se elevará en los quinquenios siguientes.
rio. Y, en tercer lugar, la lengua adoptada como oficial por los estados-nación llegó a ser La articulación caminera y carreteril, muy pronto ferroviaria, de los estados que con-
la lengua de la inmensa mayoría de sus ciudadanos mediante la educación pública y la suman su revolución, pennite que los efectos que aúnan administración e imprenta, acor-
puesta en marcha del entramado administrativo88 . La lengua era un elemento funda- ten el espacio mediante la velocidad comunicativa. Las revoluciones acaban con los gre-
mental para la construcción de la nación. Pero uno más. Y que muchos otros atañían a la mios de carreteros o con los monopolios regios en materia de postas y correo. Ponen
recomposición del binomio espacio-tiempo en términos tecnológicos, conceptuales y, por punto final al correo "estilo Miguel Strogoff", siguiendo los pasos de los reformadores
supuesto, políticos. Se trató de adaptaciones tecnológicas que tuvieron efectos comuni- ilustrados que ya habían intentado imponer criterios de racionalización en el uso de las
cativos de gran alcance: la telegrafía o la unificación metrológica han sido destacadas a "!as y métodos de comunicación. En todo caso, a partir de 1835 comienzan a bajar las ta-
este respecto. Durante el período de la Convención francesa, un informe llegado de pro- rifas postales en España y ello facilitó "la utilización del servicio por la prensa y el
vincias afirmaba: "La unidad de la República exige que haya unidad de pesos y medidas, mundo editorial en general, con la consiguiente transformación de la esencia del correo
como hay unidad en las monedas, unidad en la lengua, unidad en la legislación, unidad al ampliarse substancialmente el volumen de correspondencia"92• Las cronologías son.di-
en el Gobierno y unidad, en fin, de interés para defenderse de los enemigos de fuera y pa- ferentes según los países, pero las actuaciones son muy similares y los efectos contienen
ra marchar juntos hacia todo género de prosperidades" 89 . . diferencias de grado.
Mattelart afirma que es el siglo XIX quien prepara "la lenta aparición de un nuevo mo- Como las vías de comunicación, y al utilizarlas, la imprenta construye la nación. Con-
do de intercambio y de circulación de bienes, mensajes y personas, así como de un tribuye a que la comunidad la imagine y la escriba. Porque la administración la utiliza pro-
nuevo modo de organización de la producción" 90 • Con mayor precisión, cabe sustituir "el fusamente. En España la Biblioteca Real se convierte en Biblioteca Nacional en 1836 y
siglo XIX" por las revoluciones burguesas y a los "nuevos modos" por capitalismo. Si se ésta se dota de una Imprenta Nacional. Allí se publican las estadísticas que el Estado va
admite el cambio, es indudable que la coincidencia cronológica lo afirma: será durante generando o las Actas de los debates parlamentarios. También la Gaceta de Madrid, aun-
la Revolución francesa cuando surja el primer sistema de telecomunicaciones, cuando se que puede sacarse también a subasta la contrata de su confección, de forma que las vir-
produzca una primera victoria del hombre sobre las losas espacio-temporales que tenían tudes públicas alienten los negocios privados. Ese es el modelo que siguen los Boletines
atrapadas a sus formas de comunicación. De la mano de Claude Chappe aparece el te- Oficiales que, en cada provincia, se publican cotidianamente a partir de 1834. El mode-
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lo español-provincial- no difiere gran cosa del francés -departamental-: el gobierno cen- una organización solvente y para llevar a cabo campañas políticas de resonancia nacional.
tral y los gobernadores civiles han de tener su propio órgano de expresión y ~1 bol~tín .sir- El impuesto del timbre impedía demasiada holgura en las iniciativas, pero la existencia
ve para gobernar y para contagiar a las élites burguesas locales de la eufo.na capitalista del habeas corpus (desde 1679) garantizaba el amparo de los derechos constitucionales.
que la nación arrastra consigo. Porque al lado de leyes, reglam~ntos y c~culares -:-gu- Difícilmente puede hablarse de régimen absoluto; sí de la aplicación de un liberalismo de
bernativas o judiciales- los Boletines anunci~n subastas -de. b1enes na~H;males desa- carácter moderado, casi resabiado por las experiencias radicales de la guerra civil. Y, en-
mortizados-, contratas -de carreteras, de los pnmeros ferrocarnles, de sefVlClos urbanos- tre otras cosas, lo pone bien de manifiesto las formas de intervención que el gobierno whig
y hasta publican un folletón donde se da cuenta de los métodos para cultivar con mayores de Robert Walpole eligió. Además de los "impuestos sobre el conocimiento" y del
rendimientos el cáñamo o las patatas, o para instalar la máquina de vapor en la fábrica control estricto del funcionariado de correos (mensajeros reales), se decidió la corrupción
de ladrillos correspondiente93. Los Boletines aúnan los criterios que B. Anderson expu- sistemática de periódicos y periodistas para allegar opiniones favorables o atenuar po-
so: capitalismo, imprenta y lengua. La comunicación se ha transforrD:ado con la revolu- siciones críticas. Durante su mandato (1721-1742) se destinaron 50.000 libras esterlinas
ción en sus códigos y en sus coordenadas espacio-temporales. A partir de ese momento a lo que más tarde se conocerá como "fondo de reptiles".
-en un instante que llega hasta nuestros días- comienza su proceso acelerado de mer- Con todo, la prensa política, ellibelismo y las hojas volantes circulaban con gran pro-
cantilización (anunciado por la aparición de la imprenta, pero no desarroll~do plenamente fusión y el Parlamento tomó cartas en el asunto en 1792, al aprobar la Libe! Act. Una ley
hasta el siglo xrx). La comunicación adquiere una serie incontable de ~1veles y f?rll"l:~s, 9-ue reco~~)CÍa el derecho .~e los ~presores y autores a la libertad de expresión, pero que
cada una de las cuales apela a sectores sociales diferentes y a formas de mdustnal1Zac10n 1ba a fac1htar la persecucwn del libelo. Ha de tenerse en cuenta que la ley es coetánea a
disímiles. Pero el camino está marcado: es el crecimiento industrial. Que se anuncia a tra- la Revolución francesa y que el jacobinismo está teniendo una gran repercusión en In-
vés de una canción, como la propia revolución. , , . glaterra. En enero de ese año ha nacido, de la mano de Thomas Hardy, la London Co-
Rouget de l'Isle, autor de la Marsellaise, compone unas decadas desp17es un hirnn? rresponding Society y ha celebrado su primera reunión en la taberna La Campana, en
titulado "Canto a los industriales": "Déployant ses aisles dorées 1 L'industrze au cent mz- Exeter Street, a las afueras de la urbe: de la mano de esta sociedad -y de otras que se-
lle pas, 1 Joyeuse parcourt nos climats 1 Et Fertilise nos contrées... 1 Honneur anous, enfats guirán su ejemplo- el radicalismo de los artesanos londinenses toma contacto con los clu-
de !'industrie!". Queda paladinamente claro para qué se ha construido la nación. El cre- bes revolucionarios franceses, difunde sus ideas por el resto de Inglaterra. La obra de Pai-
cimiento de las fuerzas productivas es también el objeto de las nuevas formas de co- ne se convierte en un auténtico best-seller96• Y el gobierno inglés, si bien no puede ser
municación. La revolución industrial no es ajena a la producción de información. Lo ve- calificado de "contrarrevolucionario" -la Revolución inglesa ya está hecha y el gobier-
remos en el balance final. no la conserva, en su moderación-, se rearma ante la evidencia del radicalismo y de que
una parte de menu peuple bebe en las ideas de la potencia con la que, en 1793, entra en
guerra. En medio de estas actuaciones gubernamentales y parlamentarias, ¿cómo en-
5.5.3. Comunicación y partidos políticos: marcos liberales, horizontes democráticos tender al partido tory sin periódicos como la Revue, el Mercator o el Examiner (de
Swift)? ¿cómo entender la configuración de los whig sin poner atención a la aparición de
El crecimiento de la información mercantilizada se agazapa, al principio, en la singular The Tatler o The Spectator? ¿Cómo entender el gran movimiento generado por John Wil-
utilización de los medios de información y de los registros comunicativos para la confi- kes -Wilkes and liberty- sin su periódico North Briton?
guración de partidos políticos, allí donde la burguesía levanta regímenes constituciona- . Con su campaña de a~itación radical Wilkes había conseguido, en 1782, que las se-
les, ya sean republicanos o monárquicos. "El grupo parlan:z;mtari~, el. comité ele~toral Y swnes del Parlamento deJasen de ser secretas, que los periodistas pudiesen presenciar-
la redacción del periódico son los tres elementos cuya reumon dara ongen al part1do po- las e informar sobre ellas y que las ideas de Milton o de Locke sobre la libertad de ex-
lítico( ...) En un primer momento la prensa mantiene un relativo equilibrio entre las opi- presión volviesen a tener cabida y desarrollo en la vida política inglesa. En ese momento,
niones enfrentadas (recogen, por ejemplo, el texto de los manifiestos de cualqu!er ten- el periodismo político anima la vida diaria de Londres. En 1715 hay en la ciudad 70 im-
dencia); pero muy pronto se orienta al servicio de un.a .de ellas,.de la que ~e co~~1erte en p~esores; en 1755 la cifra se ha doblado y muchos editan más de una publicación perió-
portavoz, si no oficial, en este período, sí al menos oficioso. La lffi~ortanc1a po~tic~ _de la dica. Se venden semanalmente unos 100.000 ejemplares de las distintas publicaciones y
prensa es tanto más decisiva cuanto que es el más import~te med1o de comumc~c10n, al los cafés continúan siendo los principales centros de socialización de la lectura y de so-
tiempo que la única institución permanente a la que refenrse en los largos penados en ciabilidad de las capas medias. Pero el predominio del periodismo político no empece el
que ni se celebran elecciones ni están reunidas las Cortes" 9:. . . despunte de una prensa que tiene como objetivo, más que influir en la situación, confi-
La polémica que existe entre los politólogos en la actualidad para situar el ongen de gurarse como un producto industrial, como una empresa a la búsqueda de beneficios. Así,
los partidos políticos95, podría tener un principio de resolución si se atendiese a la rela- en 1702 aparece en Londres el primer diario que históricamente parece haberse publi-
ción dialéctica entre revolución burguesa y prensa. Así podrían observar cómo los pe- cado: el Daily Courant, que llegará a tirar unos 1.500 ejemplares (se mantendrá hasta
riódicos juegan un papel fundamental en la configuraci~n del partido de 1<;>~ regentes y d~l 1735).
orangista en Holanda. O cómo es difícilmente entend1ble la conformac1on de los parti- Tanto el diario citado como algunos otros periódicos que comenzaban a demostrar
dos ingleses, tories y whigs, sin la prensa. . . . vocación mercantil, potenciaban la información y los anuncios. Readaptaban motivos to-
Detengámonos por un instante en este ~Jemplo. Al no ser r_e~ova.da la Lzcenczg 1ct m~dos de la prensa de estado -gacetas- que se publicaron en el pasado o seguían pu-
(1695) que trababa el desarrollo periodístico, las grupos poht1cos mgleses, especial- b!lc~ndose en otros _Países europeos y de los avvisi, price-currents o anuncios. El primer
mente los liberales y los radicales, encontraron el instrumento perfecto para dotarse de dmno capaz de conjugarlo todo fue The Times, aparecido en 1785 (aunque al principio
270 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 271

con el nombre de The Daily Universal Register), de la mano de John Walter. Y, a su lado, en su redacción. La revolución de 1830 representará la vuelta a los principios de 1789. Du-
una pléyade de revistas y dominicales, como Sunday Papers o Weecly Meseger, que, en rante las jornadas de julio surgen gran cantidad de asociaciones republicanas, alguna de
su intento por atraer públicos más amplios, son los primeros en introducir elementos pro- las cuales lleva por nombre Association pour la liberté de la presse. La Ley de 8 de octu-
pios de la in:fraliteratura popular (pliegos de .cordel, etc.) para desarrollar narraciones tru- bre de ese mismo año reducirá el número de delitos de prensa y establecerá la figura del
culentas o fantásticas, y combinarlos con pasatiempos marcados por la sencillez discur- jurado para atender los que la ley todavía reconoce. El régimen será censitario -250.000
siva o el humor. votantes para el poder legislativo-, pero otorgará un amplio sufragio -2 millones de
A partir de las últimas décadas del siglo xvm, en Inglaterra, la prensa política y la pren- electores- para escoger representantes municipales. La Ley Guizot de 1833 da un impulso
sa de negocio o "industrial" caminarán en paralelo, puesto que la irrupción de la segun- decisivo a la instrucción pública: la escuela nacional francesa comienza a incubar futuros
da tardará mucho tiempo en liquidar a la primera. La cronología es distinta en otros paí- lectores de prensa. Toda ese legislación conjugada juega en favor de la politización de las
ses, puesto que distinto es el momento en que se produce la revolución y en que, como capas obreras y populares que, de hecho, harán acto de presencia en 184899.
consecuencia de ella, comienzan a producirse los agrupamientos ideológicos de los distintos En la Revolución francesa de 1848la prensa vuelve a jugar un papel destacado. Le Na-
sectores liberales. En España, por ejemplo, la revolución burguesa (1834-1843) conoce una tional continúa en la brecha, dirigido ahora por Arrnand Marrast. Aunque dice apoyar el
eclosión periodística en la que se decantan las opciones del liberalismo moderado, pro- sufragio universal, hace el juego a los liberales monárquicos de izquierda cuando proponen
gresista y demócrata con periódicos como el Eco del Comercio, El Español o El Huracán, reformas electorales para la ampliación del voto, en el mantenimiento del censitarismo.
respectivamente. Pero, a la par, comienza a despuntar una prensa concebida industrial- Es un periódico liberal-democrático pero gradualista, tranquilo. Más radical es La Réforme,
mente, cuyo primer ejemplo es el semanario de Mesonero Romanos El Semanario Pin- periódico surgido en 1843 de la mano de Godefroy Cavaignac. Para este periódico no va-
toresco, que nace en 183697. len componendas ni alianzas tácticas con los monárquicos orleanistas y acoge, además, las
Pero mientras la burguesía revolucionaria no haya resuelto sus batallas, difícilmen- posiciones del socialismo utópico -Luis Blanqui publica allí sus artículos-, tales como el
te puede despegar en términos absolutos la prensa de empresa. La batalla de la cons- derecho al trabajo o la organización societaria. Estos dos periódicos republicanos, desde
trucción del estado-nación en primer lugar y, a continuación, la lucha por el incremento sus diferencias, animarán la revolución y guiarán la posterior organización del gobierno
de la participación política de los ciudadanos a través del sufragio. Y es que a la revo- republicano. En la redacción de La Réforme se redactó el día 23 de febrero el manifies-
lución burguesa sucede la revolución democrático-bJ.Irguesa o, al menos, los intentos de to reformista que pedía al gobierno la disolución de la Guardia Municipal, la incorpora-
llevarla a efecto. Así sucederá por doquier, hasta que el movimiento obrero organizado ción de todos los ciudadanos a la Guardia Nacional y una ley que impidiese la interven-
enseñe sus cartas. Entonces la burguesía, temerosa de que, al levantar barricadas de- ción del ejército en los asuntos internos del país. Esa misma noche un movimiento
mocráticas, la clase obrera la supere ampliamente en sus objetivos, se abstendrá de todo espontáneo ponía en pie a la población parisina. La revolución era imparableloo. A los po-
tipo de veleidades. Tampoco la cronología de estos procesos puede ser idéntica en todas cos días, del compromiso entre las dos tendencias republicanas y del acuerdo entre las re-
partes. En Francia el movimiento obrero hará acto de presencia y planteará soluciones dacciones de los dos periódicos que la representaban, surgirá el primer gobierno. En su lis-
socialistas en la revolución de 1848, lo que llevará a la burguesía democrática a retroceder ta figuran los directores de ambos: Marrast por Le Nationel, Floc;:on por La Réforme.
de sus posiciones de partida; en España el movimiento obrero sólo presentará un fren- Otros muchos ejemplos europeos y americanos pondrían de manifiesto situaciones
te nítido cuando, penetrado por el internacionalismo, se inmiscuya en el movimiento can- similares de relación entre política liberal y ejercicio de la imprenta10l. Como se ha vis-
tonal de 1873: en 1874la burguesía moderará sus posiciones y olvidará para siempre cual~ to en el caso francés, los periódicos del liberalismo más radical auspiciaban las llamadas
quier planteamiento radical. del primer socialismo, el que luego Engels denominó como socialismo utópico. En
Hasta llegar a esos límites, la prensa política juega el papel hegemónico en el entorno efecto, la politización de las capas medias y de las clases populares -a través de la
comunicativo del estado-nación. La mayoritaria pertenece a la burguesía, grupo que gus- prensa, de los libelos, de los pliegos de cordel- era un hecho y su trasunto las peticiones
ta llamarse a sí mismo clase media. Uno de sus representantes, Guizot, afirma que es "una de asociación, de garantías del trabajo o de participación electoral.
clase que no vive de salarios, que tiene libertad y ocio en su vida y en su pensamiento, que En Inglaterra, el movimiento cartista de las décadas de 1830-1840 contará con una se-
puede dedicar una parte considerable de su tiempo a los negocios públicos" 98 ... y a leer rie de periódicos entre los que destacan el Northern Star (que en 1844 se convirtió en
la prensa de "intereses políticos y materiales" que los refiere. Durante los años operativos Northern Star and National Trade's Journal), el Poor Man's Guardian, el Trades News-
de la Santa Alianza los grupos liberales que se proponen derribar gobiernos absolutistas paper, el United Trades Cooperative Journal y su sucesor, el Voice ofthe Peoplel 02• En Es-
operan frecuentemente en la clandestinidad de las sociedades secretas (carbonarios, etc.) paña, quienes se acogían a las doctrinas del socialismo utópico -Abdón Terradas, Fer-
o de las logias masónicas. La prensa sigue sus pasos, a veces editada en talleres no menos nando Garrido, etc.- publicaban periódicos de cortísima vida o escogían la vía de la
clandestinos; a veces traída desde el refugio del asilo político en Inglaterra. clandestinidad, acosados por los gobiernos del liberalismo moderado. En este país, la per-
Cuando los regímenes liberales permiten, habitualmente desde la moderación y las res- misividad legal con respecto a la prensa era menor que en Gran Bretaña y el gobierno no
tricciones legales, la prensa del liberalismo progresista o democrático, ésta trabaja para aca- sólo temía por los efectos de la prensa radical, sino también por las hojas volantes y los
bar luciendo en la barricada las canciones que inserta, los símbolos que difunde o las con- pliegos de cordel que, bajo la apariencia de difundir frivolidades y truculencias, se ocu-
signas que introduce. En la Revolución francesa de julio de 1830, las redacciones de los paban a veces de introducir "doctrinas perniciosas" entre el pueblo. Tanto es así que al-
periódicos no sólo son lugar de encuentro y debate permanente de la agitación liberal, si- gunos gobernadores civiles optaron por introducir escritores-topo para que controlasen
no también de concertación revolucionaria. Ahí está el republicano Le National, funda- la producción de tales papeles impresos. Donde no llegaba la ley y la represión, se
do unos meses antes de la revolución de julio por Arrnand Carrel y con Thiers y Mignet echaba mano de artimañas más sutilesl03.
Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 273
272

En todo caso, por una u otra vía, la comunicación impresa, en ausencia de cualquier de aquel año, se jactó porque: "El lector de estos párrafos tiene en sus manos uno de los
otro medio de comunic~ci?n, verteb:ó a l?s partidos políticos. nacientes y ~las organi- miles de ejemplares del periódico The Times que han sido impresos la última noche con
iones radicales o socialistas embnonanas. No es que estuviese sola. Qmenes redac- mi aparato mecánico". La progresión tecnológica no se detuvo y en 1830 el inglés Napier
~a~an tales periódicos inventaban poesías de fácil retención memorística o canciones, a y la R. Hoe and Company de Estados Unidos, cada uno por su lado, patentaron una pren-
abiendas de que una parte de sus lectores continuaban siendo oidores. Las canciones con- sa cilíndrica de dos revoluciones, capaz de producir hasta 4.000 impresiones por hora.
~~ uaron formando durante mucho tiempo -hasta la aparición de la canción "industrial" "Como vemos, en los años que aureolan el triunfo liberal de 1830, la burguesía disponía
m rcantilizada- elementos formales de identificación y de ritualización, así como también de unos poderosos instrumentos de penetración ideológica" 106 • The Times vendía 10.000
~ecohesión política. Antes de que sonasen los himnos de la Internacional, Engels no se ejemplares en 1820 y subía a 40.000 en 1850.
f·daba -en 1845- de incluir un apéndice a su obra La situación de la clase obrera en In- Las imprentas que incorporaban estas nuevas tecnologías y las aplicaban a la pro-
~l~erra. Era la letra de una canción: The song of the shirt (la canción de la. carnisa)l04. ducción de libros, folletos o periódicos, se preocuparon también por aplicar la imagen
-que tanto desarrollo había tenido mediante la xilografía y el grabado en cobre- a los tex-
tos producidos. También en este terreno, a la remoción de algunas técnicas ya conocidas
_ .4. Para un balance: del nuevo régimen tipográfico al mercado de la comunicación (como la xilografía, que se vio impulsada por la utilización de los bloques transversales
55 de madera), acompañó la aparición de una nueva técnica: la litografía. El grabado sobre
A) Nuevo régimen tipográfico: la edición revolucionada piedra era barato y pennitía la realización del dibujo de forma directa sobre el soporte.
Las primeras producciones litográficas datan de 1796 y fueron preparadas por el checo
Al acabar co~ los privil~gi.os, la R~volución arrumba con las f<;>rmas de prc:ducció? Senefelder, quien dos años después introdujo el procedimiento en Inglaterra, donde al-
rnial que atañ1an a la practica totalidad de los sectores productivos del Antiguo Re- canzó gran expansión, saltando rápidamente a América y al resto de Europa. Aunque las
g:e en entre ellos los relacionados con la edición, desde la fabricación de papel hasta la partituras musicales fueron su primer objeto, muy pronto los artistas románticos -Ingres,
¡srm re~ta. Las formas del capitalismo comercial, tan presentes en la edición libraría Gericault, Delacroix-lo utilizaron para hacer sus grabados, y de ahí saltó a la estampación
~ufante los siglos modernos y, muy especialmente, durante la Ilustración, van a dar aho- de libros ... y a la ilustración de periódicos. Además de los libros y periódicos, durante mu-
cho tiempo continuaron editándose con profusión en muchas ciudades europeas y ame-
n salto cualitativo
ra uNo
hacia un "nuevo régimen tipográfico"los.
· 1e apli cacwn
· ' de nuevas tecno1og1as ricanas los almanaques, las hojas volantes, los libelos y los pliegos de cordel. En 1770 los
cabe entender este
' como 1a s1mp ' a 1a pro-
d cción de libros, periódicos y todo tipo de material impreso. El fenómeno es producto Stationers londinenses imprimían 207.000 copias de catorce almanaques distintos. El más
du una interrelación entre la transformación de la base empresarial y los nuevos inven- popular, el Vox Stellarum, vendía 124.000 copias. Aunque, en apariencia nada había cam-
t e de la revolución industrial con aplicación en la producción impresa, así como entre lo biado con respecto a sus productos homólogos de los dos siglos anteriores, en sustancia
ose se ha denominado la aparición del nuevo editor (separado de las prácticas de la im- la ruptura era de gran calado. Los gremios o cofradías de ciegos que poseían los privi-
qu sión y alejado del comercio librarlo, intermediario intelectual y financiero entre el a u- legios para redactarlos y distribuirlos, perdieron la prebenda. Alguno de esos gremios con-
. fre y el mercado) y el progresivo crecimiento de los lectores (en íntima relación con las siguió subsistir, pero transformándose en compañía comanditaria o anónima. En todo ca-
· fo~as de escolarización que la nación-estado configura). Como era de esperar, la mayor so, tuvieron que conocer una nueva competencia que solía provenir de editores privados
0 que habían encontrado un filón en la venta de estos productos a las clases populares. Los
rte de las transformaciones tecnológicas que afectaron al ramo de la edición partieron
~al taller del mundo: de la Inglaterra que realizaba la revolución industrial, porque había nuevos editores contrataban con los autores -jóvenes recién llegados a la ciudad, em-
li~erado las fuerzas productivas y generado una amplia acumulación originaria de capital pleados cesantes, estudiantes de pan sin mantel, etc.- la redacción de nuevos cantares, co-
plas, romances o aventuras, o la remodelación de viejos que hubiesen obtenido gran éxi-
y trabajo. • presentaba 1a pnmera
. Robert
En 1779 Lorus . , . de pape1contmuo
maquma . .
y poco tlem- to y que presagiaban buenas ventas. Pagaban a tanto la redacción. El editor se concertaba
después, un editor-impresor, Didot, la perfeccionaba. En vez de producir papel en for- con el impresor, al que pagaba también a tanto el ejemplar. Finalmente, solía contratar
po de hojas, lo hacía en forma de bobinas, pennitiendo la aceleración de la impresión. o contactar con comparsas de ciegos o con copleros profesionales que iban de pueblo en
~tinvento fue introduciéndose en el continente en una cronología que, sistemáticamente, pueblo, de fiesta en fiesta, promoviendo sus "espectáculos" y vendiendo su mercancíal07.
. e las pautas del crecimiento capitalista de cada país. El artilugio de Gutenberg sufre No faltaron editores que hicieron fortuna de esa manera, ni jóvenes literatos o periodistas
~ 1 gubién transformaciones. En 1789 lord Stanhope inventa una máquina semimetálica que románticos que salvasen situaciones de apuro con el recurso -considerado poco honro-
~anza las 250 impresiones/hora. La máquina se extiende en las primeras décadas del si- so- a esta "infraliteratura" de tanta aceptación popular.
at XIX por el Continente y es de amplia utilización en países como Francia, España, Ita-
0 B) Libros, periódicos, imágenes
g1. Bélgica antes de que Friederich Koenig -un alemán que contaba con el apoyo fi-
la 0ciero del impresor mg · 1' A B
es . auer- proponga una sene . d e mnovacwnes
. . en 1a
nan sa mecánica que, fundamentalmente, consisten en la introducción de los carros, los Los procedimientos tecnológicos citados y los cambios en la organización de la
P;~ndros los rodillos de entintado ... y el vapor. La nueva imprenta podrá imprimir producción, permiten que los libros y los periódicos se vendan a precios más asequibles.
;g
~ 1 0 pli~gos por hora. En !814 ?~periódi~? dispuesto a acele~ar la pro~ucción y a ~ba-
. tar costos estuvo ya en d1spos1C10n de utilizarla: era el The Tzmes londmense, que ms-
En la década de 1830 aparece en Inglaterra, en Estados Unidos o en Francia, una nueva
concepción de periódico (penny papers la llamarán los americanos). La teoriza el fran-
~=ló dos prensas y dos cilindros activados por el vapor y cuyo editor, el 29 de noviembre cés Girardin. Según él el periódico es demasiado caro, lo que frena su difusión. Su
Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 275
274 Historia de la Comunicación social

E~ un segundo rango, pero con mayor difusión, se encuentran los magazines y se-
propuesta es que el periódico sea pagado por el anunciante en, vez ?e por _el comprador:
"La publicidad comercial-afirma- p~gará por ellect?::· C?lmara la dife;enc1_a entre el pre~
marranos que abarcan ya todos los géneros. Literarios como el Athenaeum o el Black-
cío de coste de un ejemplar y su precw de v~nta deficitariO. C':anto m~s baJO sea ese p_re wood's; p~líticos com~ e! John Bull (conse~ador) o, e! Spectator (liberal) dirigido por
cío de venta y más elevado el número de_eJen;plares que se tiren, mas cara se I?agara_la Step?en Rintoul; econo~c?s como Economzst, pedagog¡cos como Educational Times; de-
ublicidad". Los periódicos debían, pue~, mcl~ el~mento~ atrayentes pa::~ c?ncltar el ~­
portivos como el Turf; rehg¡osos como el English Churchman o el Record· técnicos como
Lancet (medicina) o el Farmer (agricultura). Pero los más originales son,'desde luego, la
ferés de un público cada vez más ampho. Gm~.rdm ~o p1ensa en el penod1co como m-
termediario entre burgueses políticamente activos; smo en una pren~a que _gCl?e cuotas Jllustrated London News y el Punch. El primero subordina el texto a la ilustración.
de mercado nuevos públicos masculinos y fememnos, de clases sociales d1stmtas, me- <;ada núJ?e~o present~ ~na serie de reproducciones de obras de arte, croquis de actua-
diante el re~urso a fórmulas novedosas. Como el f?l~etín, que é~ mismo prol?on~. Estas lidad o dibUJOS humonstlcos. Su director, William Ingram, afirma: "Nosotros no nos in-
ideas serán recogidas por Dutaq, el director del P,m:-smo Le Drozt, que las aplicara con 1~ t~resamos p_or la lucha de ~artid~s, sino J?Or la_ ~da c?tidiana del pueblo inglés y por los
salida a la calle, en 1836, de Le Siecle. Dutaq habm mtentado llegar a un acuerdo con Gl- d1oses ~amillares del home . La formula tiene eXIto e mcorpora a muchas mujeres de cla-
rardin para la edición del citado periódico, per~ n? se llevó .a ef~cto, por lo que el se~~o s~ J?~dm a la lectura de la prensa. El Punch, aparecido en 1841 es un semanario satírico
dmg¡~~ por Mark ~emo~, cuya fórmula es la proliferación de condensados artículos y la
se decidirá a poner en solitario sus ideas en practica y publicara La Presse. La sus~npc10n
profus1o~ de pequenas caricaturas acompañadas por copiosas leyendas. De tendencia liberal
anual a estos periódicos era de 40 francos; todos los demás se situaban en la franJa de los
e~ su ong~n, n<? sól<? se mofa de l?s tories, sino que llega a ridiculizar a la familia real y a la
80 francos.
En el trasfondo de la idea y de la práctica se encuentra el abandono d: .
1~ obe_dien- IDisn:a rema V1ctona; pero el éXIto de la publicación invita a su director con visión co-
mefClal, a dar un giro a la publicación. El blanco del Punch serán los nuev~s ricos los dan-
cia política de la prensa y su radic_a} transfo.~~ció? e~ un pro_ducto e~o~omiC_?,.sm re-
nunciar a su capacidad de formacwn de _opmwn pubhca <? de mfluencm 1deolog1ca. En dies, las mojiga~~·- los t?rpe_s cazadores, los irlandeses y los franceses o los papistas. El Punch
1838 la cuarta página de La Presse, dedicada a los ~nuncios, fue arrendada en 15~.000 e_ra la transp<?sicwn bn!an1ca _del Charivari francés e indica que la prensa europea y ame-
francos anuales; en 1845, por el mismo ~~ncepto, se l~!p"~saron 300.00 francos: Las 1deas ncana, a partir de los anos tremta va a ser el gran soporte de la caricatura y de la sátira pe-
de Girardin, dispuestas para la confecc10n de un penod1co plag~do de _gacetillas, pasa- riodística. _
tiempos y folletines, son tan influyentes que hacen llegar l_a _termmologm de la prensa a Los semanario_s británicos. de esos años consiguen también llegar a públicos más po-
países vecinos. Los ingleses hablan de journalism y de publzczty, tomando prest~do ~!len­ pulares, cap~~ medms, de la so~1eda~. So?re todo J;>~ople's Police Gazette que se especializa
guaje del éxito periodístico108. La transform_a,ci?n se ha ~ciado y llevará, con ~o drre~t<?, en la narrac10n de cnmenes, mvest1ga_c10n~s polic1_ales y ejecuciones capitales; el Family
a la prensa de finales del siglo x:x. Los penod1cos no solo se llenan de _anuncws J?Ubh~~­ H~rald que. c':enta conm_ovedoras h1stonas ~e final fehz, para uso -según él mismo
tarios, al tiempo que en las ciudades aparecen los escal?arates o lo~ pasaJeS co:ne~c1ale~ , afirma- _d~ siTVIentas y cocmeras-;-; y la Reynold s Newspaper que ahonda en el género me-
sino también de atractivas imágenes, producto de la mcorporac10~ de las tecmcas lito- lodramat:co. Presentadas. en socredad como publicaciones moralizantes, el propósito real
gráficas e incluso, de los primeros rudimentos fotográficos aparectd?s de la n:ano Da- de sus editores es ganar dmero.J?stas publica~io?es son un negocio. Aunque la parte más
guerre (en 1839). En 1823 aparece en Estados Unidos el New York Mzrror, el I?nmero de poderosa d~ la prensa de esos anos son los. dmnos. En Inglaterra son muy números, cin-
los periódicos ilustrados. Y pronto es imitado en Europa por e_l Penny Magazzn_(1832) Y co,veces mas de lo: que ap~ecen en Fran_c1a. Son famosos por incorporar las tecnologías
el The fllustrated London News, ambos de Londres, L zllzLS_tratzon _(1843) de Pans, el ma- n;as punte,ras .. Seran los pnmeros en publicar reportajes y anuncios y en incorporar el te-
drileño Semanario Pintoresco (1836) o la alen:ana Illustrzerte '!-eztung (~843). . , . le_?;rafo electr:co. A la cabeza de todos ellos el brillante Times, fundado en 1785. En los
Aunque los libros aumentan sus ventas, lo c1erto es que su trrada media con!mua sien- anos 1840 esta reple~o de artículos de fondo anónimos, reproduce casi íntegramente los
do modesta: es muy rara la que a mediados del siglo XIX sobrepasa los 3.0~0 ~Jemplares. debates parl~entanos y su director Thomas Barnes es un tory vehemente. En 1841 Bar-
Por supuesto, hay excepciones. En Francia los tres. best sellers de e~e mediO s1glo s~n las ~es es su~ed1do por Thomas Delane en la dirección que mantendrá el precio de venta a
s1~t~ pemques pero que conseguirá, en diez años, triplicar la tirada, sextuplicar la pu-
Fábulas de La Fontaine que llegan a los 750.000 eJemplar~s. Y ~l hbro, como se diJO, se
incorpora rápidamente a la profusión icónica que I?a::ce mvad1rlo todo. Pero ~: el pe- blicidad y obtener una notoriedad pública sin parangón.
riódico y su diversificación el gran impulsor de la edicion y probablemente tamb1en de la , ~lado de_l Times, el_otro gran periódico conserv~dor es el !'rforning Post. Pero hay
lectura. Tanto es así, que hasta proporciona a la literatura la fórmul~ para su desarrollo ~as. el Mornzng _Chronzcle -famoso po:: _sus buena 1nformacwn sobre política exte-

formal, empresarial y estilístico: el folletín. En la Ing~ate~:a de los a;:o~ 40, Y a pesar del n.or-, o el vespertmo ~tandard. Dell~~o _liberal, el Morning Advertiser, dirigido por Da-
~d Urquh~::t, se convrerte en un penodrco muy conocido entre los círculos de los refu-
impuesto del timbre -un penique por ejemplar-, la difuswn del penodico es mucho_ma-
yor a la del libro. Y el lector cuenta con una amplia oferta. En el ~undo de la~ revistas g¡a~os_pohtlcos europ~~s,_porqu~ ~a pie a que en sus columnas se mantengan abiertas
que aparecen trimestral o mensualmente puede escogerse ~ntre Edzn:burgh ~evzew, Qua- pol~IDica_s. En este pen<?d1co escnb1ra Carlos Marx algunas de sus diatribas contra Ba-
terly Review, Westminster Review o algunas otras. Son, e~ c1erto? 1~ ~stocra~Ia de la pre~­ kumn. Drckens, convertid? ya_en. famoso escritor y reputado reportero de prensa, deci-
sa puesto que cuestan 6 chelines cada número: un prec~o prohib1t1;o. En lmea con lo di- d_e e~ 1_846 fundar s~ propiO d1ano. E~ el D~ily News, liberal, aunque concede un espa-
CIO hn;Itado a la P?htlc~; dando ampha cab1da a la información y al reportaje. Dickens
cho, los directores de tales publicaciones son personaJeS de J:?Ostln, que llegan a p~gar
hasta 90 libras a sus colaboradores. Saben que obtendrán su clientela entre los pobticos, cedera pront_o su drrecc1<?n a Eyre Cr~we, q~e rebajará el precio de la publicación de cin-
los diplomáticos, los profesores universitarios, los hombres de mundo y los abonos de los co a dos pemques y medro, aumentara consrderablemente su tirada y conseauirá obtener
buenos beneficios con la publicación. La prensa londinense cuenta con muchos más efec-
clubes de mayor empaque.
Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 277
276 Historia de la Comunicación social

tivos, sin embargo, casi ninguno posee demasiados lectores fuera de la City. Y ~s que ca- d?tas; sólo de tarde en tarde aparece en un rincón ignorado una de esas discusiones ar-
da condado suele tener sus periódicos (dos por lo menos, el conservador-anglicano 'f el dtentes que son entre nosotros el pasto cotidiano de los lectores"lll.
liberal-no-conformista). Hay algunas cabeceras muy influyentes: el Scotsman de ~dim­ <?~I?o se dijo, 1~ conjunció~ me:~antil. en~re pe.riódico y ~ovela vino marcada por la
apan~10n del folletm. Una conJuncion samtsimomana. Surgió de forma simultánea en
burgo, el Daily Post de Liverpool, el Guardian de Manchester, el Courant de Sheffield o
el Mercury de Leeds. Son la lectura de la ~urgues~a inglesa compue~ta tanto por grandes Francia, Inglaterra y España. Entre 1833 y 1836 A. Seymour publicó Humorous Sketches
en la prensa en entregas sucesivas, e idéntico camino siguió en 1836 Dickens con sus Pick-
propietarios agrarios coro? P?~ bo~ante~ ~~dustn~les d~ l?s mas dive!sos sectore:s.
Lo cierto es que el "pnncipio Girardm se esta ~onvirtlendo en ax10ma e? ca~I to?~ wick !'ape;s. En Francia la Revu~ ~e Paris publicó folletines desde 1830, aunque la re-
estas publicaciones. "Publicidad y pequeños anunc10s se desarroll~n todavia mas ra:pi- gulanzaclOn de este modelo de edición vino con el periódico Le Siecle y La Presse a par-
damente que la tirada de los periódicos y constituyen ya una parte liDp~rtante de los ~­ tir. de 18~6. En España, los ~oletines Oficiales de las Provincias publican, desde su
gresos. Se encuentra allí de todo, desde el reclamo la~z~do por una ~o.ciedad para la di- ongen m1smo, folletones dedicados a las más diversas cuestiones: artes y oficios agri-
fusión de la Biblia entre los hotentotes hasta el ofrecliDlento de servicios de un cochero cultur~, ciencias. Y la fórm_ula será transferid~ rápidamente a la prensa que en lo~ años
"de rara gordura" o un lacayo "dotado de pantorrillas admirablemente torneadas", 40 se mcorpora con celendad a la expectativa generada por la novela folletinesca.
pasando por el Bálsamo de Colombia, "gracias al cual ya no hay más calv_os entre la no- L'Impartial francés observó en 1843: "un periódico sin folletín es hoy en día más in-
bleza" y las píldoras del doctor Rowe "amigas íntimas de las damas sujetas a l;mf<l:r,a- concebible que nunca" 112• Tenía razón.
das""uo. El ejemplo inglés sirve para indicar el alcance de la pren~~ en la comull!-cac10n El éxito de la fórmula mostró a los editores las posibilidades de la edición barata de
trastocada por los cambios juríd~cos int!oducidos. por. la revoluc10n y los carr:b10s tec- · la novela y de nuevos soportes para llegar a públicos más amplios. Gubem ha dicho que
nológicos fruto de la revolución mdustnal. El revistensmo se de~~aca por encima de la fue la "más gigantesca operación de democratización consumística de la historia de la no-
prensa diaria en el lanzamiento de productos plenamente mercantiliz~dos, buscando nu_e- vela". Gigantesc~ e i~?ustrial a niveles muy ~iversos. Los autores llamados por los edi-
vos públicos, mayor audiencia, mayor t~r~da, mayor venta,. m~yores mgresos po~ ese ul- tores par.a la reah_zac10r: d~ novelas de folletm ensayaban una primera entrega. El éxito
timo concepto y por la entrada de pubhcidad. La p~ensa di~a es ~oporte t.odavm de s~ de ese pnmer capitulo dibUJaba su futuro. Si era escaso, el sucesor no arriesgaba su dinero
originaria función política, pero comien~a a confenr espac1~ a lo InformatiVO Y lo noti- y el au~or queda~a sin trabajo. Si era grande, el editor firmaba un contrato que obligaba
cioso, al reportaje y al grabado de actualidad. Los norteamencanos. de_la era de Andrew a trabaJar a destaJO al autor. Frecuentemente el mismo editor proponía los temas que más
Jackson asisten a muchos ensayos de ese tipo llamados a te~er contmmda~. Coro~ en c~­ gustaban a los lectores. En todo caso, el escritor de folletines que crecía en fama acaba-
b~ creando su propia facto!ía: los famosos "negros" de Dumas no son más que un
si todos los estados de la Unión el sufragio progresa -el umversal masculino esta norm-
nalmente vigente a mediados de siglo casi por doq~ier ~ con la ~x~lusión de .los negr~s- Y eJemplo entre cientos. Agobiados por las demandas del editor, los grandes novelistas del
ro~anticism<;> y del realis~o, requerí~ la presencia de jóvenes literatos para redactar una
de los descendiente de los americanos nativos-, el mteres del publico por la informac10n
se acrecienta. Es político, pero también incluye los demás órdenes de la yida. Así se e~­ pn.mera ve~s10n de losyliegos que tem~ que entregar cada día al editor. Por su parte, el
plica cómo el Sun of Day, en 1833, llega a tirar del orden de los 19.000 eJemplar~s Y co- e.dltor no solo se concierta con los penod1cos con los que contrata la inclusión de folle-
mo, tras la estela, del Mornig Herald, fundado por G~rd?n Bennet en 1835, cormenza la tmes y con los autores encargados de redactarlos. Suele también fundar talleres de en-
~uademaci.~n,yuesto que muchos lectores recortan cotidianamente los pliegos de las ho-
invasión de la prensa barata -dos centavos- y el crecirmento del sector. .
No es este el lugar de hacer un seguimiento por países del fenómen? expansivo: ~e Jas del penod1co y gustan de encuadernarlos cuando, tras muchas jornadas cuhnina la
la revolución industrial de la prensa, que alterará su estructura productiva, su lenguaJ_e publicació?-. y, también con cierta frecuencia, a imagen del folletín, estable~en sistemas
y sus géneros. La cronología de esta configuració~ tendencia! d_e.la prensa en mercan~m de venta similar~s pero desvinculadas del periódico: la novela por entregas, en la que el
comercial, en produ<tto ideológico pero no explícitamente pohtico, no puede pr<?ducrr- comprador a.dqruere un cuadernillo ?e ocho <? dieciséis páginas; o la novela de bolsillo que
se en todas partes al inismo tiempo. En Ho~and~, e?- Inglate~a o en Estado~ Umdos se se ve potenci.ada ?e manera sustancial_~ ~artrr de ese momento. Se diría que, por vez pri-
producirá, lógicamente, antes qu~ en Francia, Belg¡ca o E~pana. ~a_s~cue~cia no es ge- mera.en la histona, la novela y el penod1co no esperan a que el lector potencial esté al-
~ab~tizado, sino que, como antaño hiciera -y continua haciendo- el pliego de cordel-lo
neracional, sino que sigue los ntmos de las transformaci<;>~es JUndic,as mcorporadas
por las respectivas revoluciones burguesas y de la penetrac10n de las formul~s d~ _la re- mvlta a qu~ se autoeduque, a que se alfabetice, leyendo en sus páginas.
volución industrial. Pero también depende, y ello debe ser resaltado, de la dedicaclOn del A partir de ahora las formas de acceso a los objetos de cultura deberán contar con la
Estado liberal a la educación, en tanto en cuanto los niveles de lectura y los niveles de al- intermediación de la producción industrial y del mercado capitalista. La comunicación im-
fabetización tienen una íntima relación. Y sólo una amplificación de la lectura puede per- presa e icónica figura en primera línea. De la misma manera que la literatura denominada
panorámic~ (costumbrista), de_la que Los... pintados por si mismos (sustitúyanse los pun-
mitir que el periódico se convierta de inst!llme~to P.o~ítico destinado a la élite b.urguesa
en objeto comercial a la búsqueda de públicos diversificados e~tre las clases m~~Ias Y po- tos ~uspens1vos por el topollÍmlco correspondiente), antecedió al "trabajo de escritura co-
pulares. En este sentido, el calado democrático de las r~voluc10n_es, la pro~es10n del su- lecti_va .al cual e~ l~s añ?s treinta ?io Girardin ~bergue en el folletón", la iconografía pa-
fragio, los índices de urbanización y el esfuerzo e??cac10nal ~e~an de~errmnantes ~n. ca- noramica de pmsaJes vista a traves de una sene de artilugios técnicos prepara el triunfo
da país: variables detenninantes para la comprens10n de los distrntos n~mos crono~og¡cos de la fotografía. Los panoramas, dirá Benjamín, anuncian "una revolución en la relación
de afirmación de la prensa de información plenamente ve~al. El franc~~ ~ocque;®e ob- del arte para con 1~ técnica" y recuerda que Daguerre es discípulo de Prévost, pintor de
servó los desfases: "en América las tres cuartas partes del mmenso penodiCO estan llenas panoramas. Novehstas, periodistas, ilustradores de libros y caricaturistas de periódicos,
de anuncios; el resto, generalmente, está dedicado a noticias políticas o a simples anéc- fotógrafos (o daguerrotipistas) ... ; la condición del autor está variando puesto que sus con-
278 Historia de la Comunicación social Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 279

diciones de trabajo, su relación con la técnica y con la obra s,e ~teran. ¿Qué _e~ ~ pa:tir. de Strand. Se reclutan entre los novelistas y los poetas que, mientras encuentran editor, ga-
las revoluciones un autor? ¿Qué relación establece con el publico, con la oplillon publica, nan unas libras; o entre los estudiantes recién licenciados que buscan abrirse camino; o
conceptos casi tan novedosos como el de autor mismo? entre abogados sin causa, políticos sin partido o clérigos sin parroquia. La labor es ardua
y distingue malla diurnidad de la nocturnidad. Los directores son férreos y, en ausencia
C) Románticos, ¿periodistas? todavía de agencias informativas, ha de salir a la caza de noticias guiados por su olfato y
dispuestos a llegar tan lejos como sus piernas lo permitan. El novelista Thackeray ha de-
Mark Rose ha apuntado: "Podría decirse que son los libreros de Londres los que in- jado un retrato de uno de estos periodistas, en este caso un pobre viejo de origen irlan-
ventaron al autor propietario en el sentido moderno, esgrimiéndol~ como un arma en su dés con muchos años en la brecha: "Nada parecía alterar jamás su humor: ni sus deudas,
conflicto con los libreros de provincias" 113 • Como demues~an Chartier y D~to~; la nue- ni su pobreza, ni sus excesos de bebida, ni la mísera situación en que tenía a su mujer y
va modalidad de autor despunta en los años de la llustracwn, pero su consolidacH;m es ro- a sus hijos. A su manera, era muy apegado a ellos y sólo les dirigía tiernas palabras y son-
mántica. Las revoluciones hacen calas jurídicas en los derechos de autor y c~n':terten al risas, pero los arruinaba con una tranquilidad perfecta. No podía, mientras disponía de
nuevo escritor en mucho más fiel a sí mismo. El escritor romántico defiende obJetivamente un poco de ?inero, negarse ningún placer a sí mismo ni a un camarada casual. Ponía, por
-y no sólo estéticamente, como a veces se pretende- a su yo! y al contacto y_la reacci~n complacencia, su aval en el dorso de pagarés suscritos por cualquier recién venido, pero
que su literatura pueda generar entre el público. La revolucwn? el ~~m.antlctsmo, estan no pagaba jamás ninguna de sus propias deudas". Shandon, que así se llama el afable y
introduciendo elementos novedosos de relación entre la comurucacwn tmpresa Ylos re- bohemio periodista, es capaz de escribir sobre cualquier cosa lo suficiente para rellenar
ceptores. El autor romántico que se suma al impulso revolucionario se convierte fre- un artículo a dos columnas. Al menos cuando está sobrio.
cuentemente en un maldito -Byron, Shelley, Espronceda- porque sus obras pretenden El periodista que no escala rápidamente la escala sociopolítica no goza de buena fa-
la subversión de los valores propios de la sociedad del privilegio, todavía firm~me~te ma. El yenío de Walter Scott renunciará a una plaza de redactor jefe por temor a perder
arraigados. Los románticos afirman su nueva condición de autores, es~o es, de proptetanos su rango, a ser expulsado del club elegante al que pertenece. Pero los periodistas que
de sus obras y, en ese sentido, difunden el nuev? concepto ~e pro~tedad pnvada que la mantienen el tono de su oficio, que intentan ganar con su trabajo el sustento cotidiano,
burguesía asume como propio y que ellos contnbuyen a uru_versahzar. , . . acaban ingeniándoselas para escribir sobre cualquier cosa y hasta sobre cualquier paisaje
Cuando la pleamar revolucionaria deja lugar a la _resaca lib~ral, el romanttco maldt~o social, aunque no lo hayan visto jamás. Tackeray de nuevo, hablando ahora de un pe-
se convierte (o da paso) en ~sc~!or-autor costum_bn~t,a o re~hsta. En, Inglate~a el his- riodista "especializado" en crónicas de sociedad: "No dejaba pasar ningún deceso, nin-
toriador Thomas Carlyle sera cnttcado por su admrracwn hacm la poesra byroruana Ypor guna cena, ninguna recepción aristocrática sin dar su información al respecto. Era un her-
sus protestas contra la hipocresía, el culto a, las apa~encias. y _al dinero. Por entonces los moso espectáculo verlo, con un plato de carne fría y un vaso de cerveza posados al lado
escritores que alcanzan notoriedad en su prus se estan convrrtiendo en florones de los sa- de él, describir la cena ofrecida por un lord como si hubiese asistido a ella verlo también
lones más elegantes y son admitidos en clubes selectos. Es el caso de Tennyson_ o de Bul- en mangas de camisa y pantalones en tirabuzón, relatar fashion ... D~sde que habí~
wer Lytton, que llegaran a obtener título de pares. ~recuentemente, estos escntore~ for- abandonado su aldea natal, Finucane apenas había frecuentado otra sociedad que la que
man en los partidos políticos que la burguesía tiene por respetables. En Espana el atestaba las tabernas donde tenía sus relaciones. Y sin embargo, el que leía sus artículos
duque de Rivas o el marqués de Molins, muy dados a la poesía, son hombres fuertes del podía suponer que cenaba frecuentemente con embajadores y pasaba sus veladas en el
moderantismo. Disraeli es el primero de los grandes líderes "plebeyos" del conserva- White's, el más exclusivo de los círculos" 114• El redactor no siempre escribe, a veces cor-
durismo inglés y buena parte de sus "méritos" se los debe al éxito de su literatura. ta y pega. Echa mano de las tijeras para recortar artículos olvidados de otros periódicos
Algunos escritores del posroma~ticismo son de ~xtracción bu~guesa, pero otros al- que, levemente retocados -con unas frases de aquel otro, tal vez- pueden servir para lle-
canzan rango precisamente con los mgresos que obtienen con sus mgresos po~ la venta nar un espacio que insiste en una crítica política reiterada o en una gacetilla sobre un
de sus novelas. Sobre todo cuando llegue la época más gloriosa del folletín. D!ck~n_s no acontecimiento común y cotidiano de la ciudad.
sólo se hace célebre, sino también rico. Pronto algunos, al epíteto de autor, anadtran el Y, sin embargo, tales periódicos y tales p.eriodistas están orientando la naciente
de intelectual y no esconderán, como hicieran sus "antepasados:' el gu~~o por ocupar las opinión pública. Naciente por cuanto, mientras el voto sea censitario, habrá mucha
páginas más destacadas de la prensa diaria o por fundar sus prOJ:?lOS p~r;o?tcos. Lo hemos ciudadanía desinteresada por las cuestiones públicas, a fuerza de no permitírsele entrar
visto: Swift firmaba con seudónimo Dickens fundaba su propiO penodtco. en ellas. Pública porque, a quienes llega y mediatiza, o bien participan directamente de
Periodistas: el sustantivo todaví~ está mal definido, como el propio oficio. Durante la vida política o bien están dispuestos a exigirle mayores cotas de apertura. Tal vez por
la revolución el periodista ha sido un hombre de barricada l~t.eraria. Ha uti~zad? el pe- ello, en los banquetes que celebran los amigos políticos de un partido o fracción parla-
riódico para darse a conocer, para crearse un nombre en pohttc~. Algunos htsto::radores mentaria, se suele brindar: "¡Por la libertad de prensa! ¡Ella es como el aire que respi-
han recordado que sumando los nombres de unas pocas redacciOnes se c~nfec~wnar?n ramos; mientras la tengamos, no moriremos!".
los gobiernos surgidos de las revoluciones francesas de 1830 y 1848. Se podna dem lo rrus- Cada cual entenderá la libertad de prensa a su manera, es cierto. Estará histórica, pe-
mo de las que en esas mismas fechas -o aledañas~ suceden en mucho~ otros l~~are~ de ro también socialmente determinada. El concepto, no obstante, se ha instalado en el en-
Europa. Si su apuesta triunfa espera dar el salto al escaño parlament~o, al mtrusteno ,a tramado liberal y ya no lo abandonará. Aunque sigan existiendo cortapisas de índole eco-
la administración. Cuando menos en calidad de empleado. En Espana la empleomar~Ja nómico -impuesto del timbre, depósito previo, etc.- o las formas de la censura sean cada
y la cesantía son enfermedades cróni~as _del p~riodista decim~nónic?. En ~ndres, ~ pnn- vez más las que impone el mercado: la inversión necesaria para poder influir sobre la opi-
cipios de la década de 1840, los penodtstas tienen un espaciO casi propio, el barno del nión pública, el dinero que hace falta para sacar una publicación a la calle.
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Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 281
280 Historia de la Comunicación social

1838 Y 184~. Precisamente en el país en el cual más de prisa caminaba la clase obrera en
D) Las libertades censitarias: representación, voto y expresión su ace.rcamiento a _la prensa. Engels afirmó en 1844: "En general es cierto que en ninglllla
parte lrllJ?e~a una libertad deyrensa mayor que en Inglaterra. Y, sin embargo esta libertad
Tras las revoluciones burguesas acaecidas, el fenómeno jurídico que, tras la caída d.e es muy limitada. La ley de libelos, la ley de alta traición y la de blasfemias pesan mucho
los privilegios, más influye en la nueva relación entre el impreso y el lector es la consti- sobr~ la prensa y, aunque .las persec~ciones de la prensa son raras, ello no depende de la
tucionalización de la libertad de expresión115 . Porque en ella, y en las.l~yes qu~ la desa- !ey .s1~o del temor d~l gobierno a la rrnpopularidad que acarrearían estos pasos contra los
rrollan, se inscriben las esperanzas y los temores que la nueva clase dmgente siente con mdlVlduos. (Los dehtos de prensa -según las leyes-) se dejan pasar tranquilamente y se
respecto a la opinión pública. En el receso de la Restauración europe~, tras la ~aída de espera hasta q~e se est~ en condiciones de iniciar un proceso político, aprovechando en-
Napoleón, la vuelta atrás es imJ?osible ... en Francia. No lo ~s ~n. o~os pru_ses. as1, la San-
y, tonces la ocaswn para Ir contra la prensa"116.
ta Alianza aplastará la revolución en España en 1823 ... e mc1drra todaVIa mas en los des- , ~n e~ país donde la clase obrera se estaba convirtiendo en "público" -posiblemente
fases del continente: España; los principados alemanes, los italianos, los de la Europa el '!ruco JUnto con Estados Uni~os en esas fechas- y, por tanto, donde mayores expec-
oriental son todavía ámbitos del feudalismo. Que sólo comienzan a moverse con las re- tativas por parte de los empresan~s .de la pr~nsa industrial existían, dada la esperanza de
voluciones de la década de 1830. c~ptarlo para sus productos (dom1mcales, dmrios, folletines, etc.), la legislación -o la ac-
En todo caso, aun en países donde el liberalismo no sucumbe? }a tendenci~ a! ~oc- cion- eman~da del parlamento o de los gobiernos restringía la actividad de esa misma
trinarismo es cada vez más acusada: en él, el derecho de representacwn ya no es smommo prensa. La ~bertad d~ prensa.se había concebido originariamente para la burguesía. Es-
de ciudadanía, sino de autonomía del individuo propietario. Con él la opinión pública es- t~ clase socmlla _habla conqmstado para deshacer los límites que constreñían sus neg _
trecha sus márgenes y deja de expresar el roussoniano concepto de la voluntad general
para pasar a ser una propiedad más de la burguesía censitari~. Es la hora de p~oteger lo
~¡os ..~ero, ¿y cuando grupos s~ciale~ ant~gónicos pretendían hacer uso de ella?: "Su u~­
hzacwn por otros sectores sociales 1nfenores era vista como un abuso"117.
obtenido por la revolución y, en el ámbito de la palabra y la rrnprent~, se c~mma por la
cuerda floja: hay que reconocer que su ejercicio ~a permiti~o el cambio. soc:~l del que se E) Nuevas clases, nuevas formas de sociabilidad
beneficia la nueva clase dirigente, pero hay también que eVItar que su eJercicio por otros
grupos o clases sociales lleve a la nueva sociedad al borde de nuevas rupturas, m que fue- .La C?n.stitución esi?añola de 1812, tan influyente en el constitucionalismo europeo
ren de índole democrático. dec1m?~omco, estableció un límite al ejercicio de los derechos de ciudadanía: saber leer
En Franeia la regulación de la prensa en la Restauración será obra .de dos de los doc- y escn~1r. Aunque ~aba un "plazo" a los españoles "de ambos hemisferios" para que
trinarios moderados más influyentes de Europa, Roger-Collard y Gmzot. De ella se ha aprendiesen ~maneJarse_ con la letra y ~a pluma: hasta 1830. Y se comprometía a que el
dicho que "fue tan moderada que más bien regulaba la censura", aunqu~, téci_llcamente Est.ado asumiese la ensen~nza, con caracter general, público y gratuito. El texto consti-
reconocía la libertad de expresión. La monarquía del rey-burgués, de Lms Fehpe de Or- t~cw?al se demostr~b~ as1 heredero de las Luces, pero también democrático en sus as-
leans, llegada al trono como consecuencia de la sacudida d~l año treinta, a~abará. c~n tan piraciOnes. No habra ~lempo pa!a conocer si sus aspiraciones podían ser materializadas.
restrictiva legislación; pero al poco de afianzar el nuevo rég¡men, establecera r.e,stnc~w~es. E_J ret?mo del absolutls:no espanol en 181! lo impide; la reposición constitucional de 1820
La Constitución belga de 1832 -la revolución de 1830 ha creado el est.a??-nacwn ~elg¡ca­ sol~ VIve durante tres anos. Cuando Espana vuelva al constitucionalismo a partir de 1837
es una de las más avanzadas en su momento y sirve para crear la trad1c10n progresista res- sera ~on otro texto menos progresista que el gaditano de 1812. ' '
pecto al derecho de expresión, frente a la tradición doctrinaria que acabamos de con- SJ.I?- embargo, esa es la tónica europea. Las constituciones de la era revolucionaria que
templar. Su artículo 18 afirma que la prensa es libre y que "no ~e podrá establecer la ceJ?-- se, e~t1~~de entre 1789 y ~848 suelen contemplar entre su articulado la "instrucción
sura en ningún caso, ni exigir fianza a los escritores, editores e rrnpresores". En Alemama pubhca . No obst~~te, habitualmente, como sabemos, el ejercicio del derecho ciudada-
-sirva de ejemplo de país todavía anclado en la feudalidad a la altura de 1830-la censura no de represe~~a?:on se hace ?erivar de la propiedad y de la cuantía de los patrimonios;
previa es la norma, acompañada por la prohibición de prensa liberal. Habrá que e~per~ no d.e 1~ adqulSlc~on de las pnrneras letras. Al voto censitario acompaña una educación
a 1848 para que los liberales consigan. libertad de imprenta, aunque tampoco sera p~~l­ censltana: Los pruses que han e~ectuad? s.u r~~olución suelen adentrarse, con mayor 0 me-
ble consolidar de hecho esa situación durante mucho tiempo: el fracaso de la revolucwn n_or velocidad, en el proc~~o ?e mdu~t~~acwn y sus sociedades habrán de pagar "el pre-
-Asamblea de Francfort- y el retomo a la Confederación significará la reimplantación CIO escolar ~~ la reyol~c1on md_ustnal .. .:Vortunada expresión que nos recuerda que la
de la censura previa. . tr.a~~formacwn .cap~t~sta de la mdustr;a n:corporó a la población infantil al trabajo e im-
En definitiva, en los países constitucionales las correlaciOnes de fuerzas entre ~as bur- ~ldlO l~~scolanzacwn -al ~~nos en termmos de continuidad- de buena parte de las ni-
guesías doctrinarias y las fuerzas progresistas marcan el nivel de obert'!-ra de la hbe.rtad nas Ynmos. Engels, _en s~ VIsita .a la industri.alización inglesa de 1845, constatará que los
de expresión contemplada en la legislación. Habitualmente se produc1r~n alternativas. obreros de ~quel pa.Is,~stan .sunudos en una Ignorancia "que no cabría esperar en un país
Considerado en conjunto y en el largo plazo se observa un apabullante tnunfo de las res- como ~spana o It.aha . Temend? en cuenta que los dos países citados en último lugar no
tricciones censitarias (económicas) a la libertad de expresión: .sistemas como las ~asas so- tardaran m_ucho tl~n::po ~~ segmr las pautas del primero, lo cierto es que en las primeras
bre el papel o los anuncias, pagos previos en concepto de fianza ante las J?~s1bles de- fases de la ~ndustnahzac¡~~,,la .escu~l~ es necesaria para eliminar de manos de la Iglesia
nuncias, vigilancia de las autoridades municipales o gubernativas sobre las ed1~1.ones, etc., e~ monopolio de 1~ translillsiOn 1d~o~og¡ca que había usufructuado durante el Antiguo Ré-
marcan en cada país. Restricciones económicas que se toman claramente p~:>l1t1~~s en es- ~en Ypar~ reumr los saberes numm~s _en la preparación para las artes útiles, ya que los
tados absolutos o en estados liberales ante la prensa obrera. Un caso parad1g¡nat1co es el VIeJos grenuos, donde antes se transnutlan tales saberes, han desaparecido o han trans-
británico y la actuación de sus autoridades para deshacerse de la prensa cartista en
282 Historia de la Comunicación social
Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 283

formado su realidad. Pero también, en esa primera fase ~e ~a ~~ustrializ~ci?n, la mano productivo-los cuadros medios capaces de hacer funcionar la administración o la fábri-
de obra utilizada suele requerir grandes cuotas de especi.ahzaclOn. ~a pn~mdad pare:ce ca. Entr~ 1809 y 1842 el número de alumnos se duplica en los liceos franceses, aunque en
ser la de descualificar al artesano y la de captar al campesmo expropmdo sm mayores m- 1842la cifra absoluta aún no alcanza los 19.000 en total (unos 70.000 franceses reciben por
entonces enseñanza secundaria).
termediaciones. . 118 S f , 1·
La escuela pública se concibe desde esa doble. persp~ct.lVa. , . u e ecto sera e m- Los espacios de sociabilidad, las costumbres culturales y los "consumos" comuni-
cremento de los efectivos escolarizados; pero tambien la ~ta~10n. ~el alcance de la es- cativos, se delimitan así en función del trabajo y la educación; en función de la adscrip-
cuela: la escasa profesionalización de los maestros, la rala distnbu~lOn d.e los centro~ ?e ción a una u otra clase social. En Francia las formas de sociabilidad cultural propias de
enseñanza, los cortos años de escolarización, las ~ecesidades de, subsiste~cm de las ,f~as la Ilustración se verán sacudidas por la Revolución, para, a continuación, durante el Im-
de los niños de las clases populares ... , todo contnbuye a q~e solo se rec.Iba una patma ru- perio y la Restauración, experimentar un repunte aristocratizante que, definitivamente,
dimentaria de alfabetización que, frecuentemente, se olvida al poco tiempo. En el caso deja paso a formas plenamente burguesas a partir de 1830. Antes de esa fecha la gran bur-
español, Soubeyroux ha estimado la población .alf~betizada en 1787-189~ en tor~o a un guesía parece aún atrapada en el minletismo hacia la aristocracia y continúa haciendo aco-
28 4% aunque en esta cifra existan grandes vanac10nes de orden ~eografico, social Yse- pio de bienes simbólicos -como las bibliotecas- con el deseo de adquirir prestigio social.
119
xu~l. En el censo de 1860 la cifra es casi idéntica: 29,3% de alfabe~Izados • Se c~~stata, Entre 1815 y 1848 son las capas medias de profesionales liberales y funcionarios los que,
además, que las regiones con mayor desarroll<;> económico a partir de la revoluclOn,,las convencidos de que el nuevo curso político del liberalismo puede depararles ascensos so-
que se industrializan con mayor VIgor, no son, m mucho menos; !as que ~estac<l?- en el ~­ ciales de consideración, más se preocupan por su autoeducación. Así el 60% de los pri-
bito de la alfabetización. Y ello abunda en nuestra constatac10n antenor: la mdustnah- meros y el 51% de los segundos posee biblioteca, según demuestran sus inventarios post
zación impone su precio escolar. . ., morten. Por contraste, la burguesía de negocios, en ese mismo lapso, posee una tasa mu-
En la Inglaterra de principios de los años cuarenta la s1tuac10n es m~y clara en ese cho menor: sólo aparecen bibliotecas en el 35% de los inventarios. Y es que el burgués
sentido. Allí, el Estado es ajeno a la idea de la educación como derecho .cmd~d~no Ylos de negocios no ha de hacer grandes esfuerzos autoeducativos para escalar peldaños so-
gobiernos y la clase dominante aún tienen gravado ~~mente el te~or al JacobiiDSI?~ _9.~~ ciales, fía en el empuje de su patrimonio y si tiene biblioteca suele ser por fetichismo o por
les impele a no infundir sobre las clases populares Ideas por ~ncima de su condiclOn . lustre.
La escolarización pública resulta así extraordinariamente pr~,cana. E~ ~~38 el Parlamento Del mismo modo, instituciones que la revolución había hecho desaparecer, como las
votó un crédito de 30.000 libras esterlinas para la construccion de edific10.s e~~olares Yre- academias -suprimidas el 8 de agosto de 1793 por ser consideradas un obstáculo al
sultó que ese mismo año se votaba un presupues!o i?én~ico par<l: la ampliacion ?e las ca- principio proclamado de la igualdad-, renacerán al principio del Imperio y se multipli-
ballerizas del palacio de Buckingham. Algunas mstltu~Iones pnvadas, dependientes de carán a partir de entonces: tienen un papel que jugar, han de integrar a las élites, esto es,
las iglesias, intentan hacer labor filantrópica entre los ~os de ~as clases populares. Hay mezclar la sangre del privilegio caído con el de la nueva aristocracia del dinero. Se
unas 12.000 escuelas elementales organizadas por la. Iglesi.a anglicana Yunas 6.00~ _por las convierten, pues, en pequeñas fábricas de ósmosis social, como los salones aristocrático-
iglesias no conformistas. Como la escuela no es obligatona, buena parte d~ los nmos po- burgueses que con magistral frase recreará la novela de Proust. En los meses previos a la
bres no asiste nunca a ella. Un 33,7% de los hombres y un 49,4% de las muJeres no saben Revolución de 1830 existen en Francia 258 academias. Algunas restauran los epítetos que
motivaron su aparición en la Ilustración: sociedades científicas, de agricultura, de li-
escribir sus nombres. .
Con todo, la alfabetización progresa. Muy lentamente entre las clases tra?aJadoras teratura ... Otras indican el cambio de los tiempos y los nuevos intereses de la orientación
por los impedimentos que acabamos de observar: claro que, no saber leer no SI~mpre es económico-social: sociedades de comercio, de industria, de artes y oficios12o. Pero sería
un impedimento para leer, puesto que puede hacerse o~endo. En el c~so espanol-y en un error creer que el renacimiento de añejos espacios de sociabilidad -aunque renova-
tantos otros-la lectura en voz alta de las coplas y narraciones de .los pli~gos de cordel es dos en algunos de sus contenidos- es la monocordia imperante entre la burguesía y la aris-
una práctica habitual entre las clases populares, y ~1 paso a esa IDIS~a formula de lectura tocracia aburguesada. A su lado nacen formas y espacios nuevos. En Francia el más des-
de periódicos se hará de forma natural, esto es, sm cesuras a~reciables, cuando los pe- tacado es el círculo; en España el casino; en Inglaterra el club elegante. En Francia los
riódicos acerquen sus discursos a las costumbres lectoras (y m doras) de esas clases po- círculos son, podría decirse, fruto de la Revolución de 1830. En ese momento a la bur-
pulares. En Inglaterra son muchos niños -incluso pobres-los que gra~ms. a la ~scuela ecle- guesía liberal el salón comienza a parecerle un anacronismo y el círculo se convierte en
siástica, a la esposa o a la hija del reverendo qu_e ?ace las vec~s ?e mstltutnz, aprenden objeto de su predilección. ·
los rudimentos de la lectura: siempre en las pagmas de la Bibha ... pero una vez se ?a El círculo -el casino, el club- representa un espacio totalmente masculinizado, en el
aprendido a leer la Biblia nada puede impedir que se le~n otros te~tos puesto que la tec- que desaparece cualquier sentido de patronazgo o mecenazgo tan presente en el salón
nica decodificadora al menos en sus rudimentos, ya ha sido aprendida. El proceso es len- aristocrático de antaño. Sus socios son hombre iguales por el hecho de haber sido ad-
to y, por eso, el me;cado de productos concebidos. para la lectura progr~s~ lentamente. mitidos. En 1843 hay ya 1.928 círculos en Francia que computan unos 120.000 socios. Ca-
En Francia la alfabetización y el aumento de dotaciones es~olares o de bibli~tecas no,co- si todos los pueblos con más de 2.000 habitantes tienen el suyo. Debe resaltarse que la ci-
menzará a acelerarse hasta finales de los años s~senta del si.glo XIX;. en Espana lo har~ en fra de electores es entonces de 200.000 franceses: esto es, más de la mitad de ellos se
las primeras décadas del siglo :xx. Lo que tambien ha ocumdo ha sido que, en el c~o, socializa en los círculos, lee y comenta en ellos las noticias y los artículos de fondo que la
la burguesía y las capas medias, han adelantado terreno al. ser las verda,deras usufruct.u_anas pre~sa le ofrece, etc. Son bons bourgeois, cuya fortuna les permite gozar de un ocio que
de los esfuerzos escolarizadores y del interés del Estado liberal-bur~es por la crea~Ion de dedican al círculo, elemento de pasatiempo, de diversión, pero también -y cada vez más-
institutos de enseñanza media y politécnicos capaces de dar a la sociedad -y a su sistema de politización.
Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 285
284 Historia de la Comunicación social

t~nsiones, pero los registros, como la misma lengua "nacional", y con ella, irán impo-
Son estos espacios de sociabilida? clasista los qu~ _determinan el predo~?io de la ruendo el tono de la hegemonía culturaP23.
prensa política durante los años posten?res a la revoluciOI_l burguesa, p:ro tambien la apa- "f!na vez consu:n~da la revolución, "la terminología utilizada por la burguesía pasa a
rición de nuevos géneros que, con el tiempo, prosp~:aran. El b~rgues hombre acude. al d~mmar la es.fera leXI~a de ~u cultura, de su prensa, de su lenguaje político-social124. Tér-
círculo; deja en casa a su esposa, al cuidado de los hiJOS. El mando h~ comprado ~ pm- mmos c?;no liber~ o liberalismo, patria y nación, felicidad y bienestar, social e individual
no para la casa -espera que los hijos aprendan a tocarlo- y le ha pedido a .su muJer qu~
acumule una biblioteca. Da buen tono. De forma que la esposa acumula libros y se afi-
revolucwn y ~eac.ción, .sobe.ranía; p~c~o s?cial, leg_itirnidad, ciudadano y súbdito, orden y
deso~den, leg¡slativ?, e)~cutivo y JUdi~Ial, libertad, Igualdad y propiedad, constitución, etc.,
ciona a leer novelas. Pronto algunos empresarios de prensa observan que la muJer p~e­ adqmeren nuevo~ s.Ig¡rificados y c~mfiguran la resultante revolucionaria. Pero también ver-
de ser una cliente del folletín y no sólo se lanzan a la redacción. de una prensa feme~a t~~ran lecturas distintas. La amplitud, por ejemplo, del término ciudadailÍa lo pone de ma-
donde aquél no falta, sino que la dotan de unos caracteres especiales: de~~e la promocwn nifiesto. F~ecuentemente, .tras conferirle su valor movilizador como fuente de liberación
de productos de moda y lujo que ~irva a las revist~s para. ~btener publicidad y a las le~­ del vasallaJe o, de la .esclaVItud -esto es: como transformación del súbdito en conformante
toras para resaltar su posición social, hasta su consideracion como educad?ras ~e los hi- de la. sob~rarua nac~ona~-, la bu~guesía se aplica a asignarle calificativos: activa, pasiva;
jos121. No sólo se ere~ el prototipo_ de ~a mujer bur~esa, esp?sa y madre, m~trmda pero propie}~a, D:O p~opietan~, capacitada, no capacitada. En función de la adjetivación la ciu-
reservada, sino tambien un nuevo ambito de recepcwn comurucatlva 9-ue sustituye las for- ~a.dania lillp~c~~ una sene de derech?s de representación y participación en la esfera po-
mas de relación conversacional de antaño por nuevos modelos que mcluyen la lectura Y lítica y ~estnngrra. otros. Cuando 1~ cmdadanía sea censitariamente restringida, los gru-
que redistribuyen la relación entre silencio (e~. reuniones con. hombre, etc.) Yhabla (con pos sociales exclm~~s -capas medias, cla~es obreras- continuarán adoptando el término
el marido, si es requerida para ello; con los hijos; con las arrugas que acuden a tomar el
como bandera mov~~dora: para la ampliación del sufragio, sin ir más lejos. Un caso evi-
té, etc.). ·, d dente es el del movinuento cartista inglés.
La burguesía recompone tam~:Jién los ámbit_o~ del esp~ctáculo Y de la recepcwn . e
. ~pesar de la reform~ e~~ctoral de 1~32, el derec~o al sufragio continuaba muy res-
comunicación a través de formas ntuales o dramatlcas. Levme ha demostrado que a pnn-
tnng¡~~· En 1836 la _:'\sociacwn de TrabaJadores Londmenses, un poderoso sindicato, em-
cipios del siglo XIX las obras de Shak.espeare formaban parte de la cultura popular, '! eran prendw una campana para obt.ener de l?s po.deres públicos los derechos consignados en
compartidas por todas las clases socmles. Se representaban mezcladas con otros g~neros
~na Cart~ del ~ueblo. Era~ seis: s~~g¡o uruvers~'. supresión de todo censo de elegibi-
como el melodrama, la farsa, el circo o la danza. Sin embargo, con el correr del siglo la lidad? ;mifornudad de }as Circunscnpciones, escrutlruo secreto, pago a los diputados y re-
burguesía fue "apropiándose" las obras del autor británico y gestando un di~curso según ~Ieccwn· an~_al de la Ca:n~a de los Comunes. El movimiento cartista estaba haciendo una
el cual lbs textos de su dramaturgia estaban muy por encima de las capacidades com- ~terpretacwn no restnctlva ~e la ciudadailÍa, de aquel."inglés nacido libre" o del "inglés
prensivas de las clases populares. Se. estaba produciendo una bifur~ación cultural de .to- liberado del yug? normando . (yug~ normando=feudalismo) que la revolución había ges-
do clasista. Y lo que estaba sucediendo con Shakespeare sucedm en buena medida t~do. Los trabajadores ~artistas, vmculaban su miseria con la imposibilidad legal de
tambiért con su soporte escénico: el teatro se vio paulatinamente sujeto a una avalancha ejercer los derechos d~- cmdadarua y, desde su punto de vista, la democratización impli-
normativa que acabó convirtiendo la asistencia al mismo en rígidamente contro~ada. ~1
cab~ una transf?~acwn pro~nd.a e~ sus condiciones sociales. No es este el lugar para
teatro -y especialmente algunos autores, como Shakespe~e-, una de las f~rmas. mas arrai- analizar el mo;;Inuento y sus ;,mphcacwnes, p~ro sí par~ afi~ar las lecturas divergentes
gadas de la recepción cultural popular en los_ Estados U rudos post-revolu~wnanos~ se con-
d: c~nceptos homo~~g~dos por la burgues1a revolucwnana y la apropiación de tales
virtió a lo largo del siglo XIX en un espectaculo de buen t?no a~ que solo acudia 1~ so- ternunos de forma diSlffid en los lenguajes de clase.
ciedad elegante. Lo que no impi?~ó que algunos e~presanos avispados del espectaculo . Sólo con el p~so del tiemp~ el capitalismo irá alterando sus formas de dominación so-
hiciesen esfuerzos de consideracwn para mercantilizar los gustos y l~s consumos de las Cial. ~1 aplastamient? del cartlsmo demostró que en las décadas de 1830 y 1840 la bur-
clases populares. Por esa vía, tanto la burgue~í~ co:r;o las capas medias y las clases t~a­ ~esia estaba ~u~ lejOS de haber encontrado mecanismos de consenso social capaces de
bajadoras entraron en el ~b~to de la mercantiliza.cio~ _?e la cultura y de los sopor:t~s m- afirmar su legttlllll?~d y la del sistema socio-económico que había creado. "El largo pro-
formativos122. Este cambio, vmculado a la alfabetlzacwn y a las formas de soc~ab1hdad, ceso de enculturacwn de las clases populares al capitalismo sufre desde mediados del si-
está en la base de la comprensión del nuevo orden tipográfico -que afectaba a hbros, p:- g!~ ~ una ruptura mediante. la cual. logra su continuidad: el desplazamiento de la Ie-
riódicos, etc.- y de las novedosas pauta.s c~nversaci~:males y lingüísticas: Porque tambien g¡tir:n?_ad burguesa desde ag;ba hacia adentro, esto es, el paso de los dispositivos de
éstas se vieron afectadas por los cambios mtroducidos por las revoluciones. s~nuswn a los d~ consenso" . En el momento en el que ese paso se consume aparece-
ralo que los teóncos de la comunicación y la cultura llaman la cultura de masas Pero ·des-
F) ¿Renovación lingüística? de luego, en el PC:ríodo anterior a 1848, esas formas de hegemonía culturaÍ no s~ vis-
Iu:n?r~ban to~av~a: De m?mento, y como demostró A. Briggs, el lenguaje de clase
Sin duda. Hemos visto ejemplos. La burguesía rompe barreras lingüísticas que se le
bntaruco de pnncipios del siglo XIX había desplazado al lenguaje dieciochesco de los ór-
antojan jerárquicas, como rompe con 1~ jer~quía misma de los ~rivilegios. La cla~': obre- denes y los grado~. ~ora gener~ba términos co:no ~!ases trabajadoras o clases obrera pa-
ra comienza a reconocerse en la expenencia de las nuevas relaciones de producci?n que
el cap~talismo 1 . ~ nt:nos distmtos -los d~ la fo~~ción de la clase obrera en cada Iugar-
ra ent~n~erse ~ SI m~smo, al. c?nJunto de expenencias comunes derivadas del trabajo en
se generalizan y en el lenguaje de la. vieja menestralí~ q~~ adapta a las.nuevas Circuns-
tancias. Los lenguajes de clase conviven, desde un pnncipio, con el ~eg¡stro qu~ la bur- e~o nusmo su_::edia alh don_? e e~ proceso ~du~tnalizador capitalista arraigaba. En Fran-
guesía pretende universalizar. Con _e~ vehículo qu~ es~?ge para configurar, a su Image?-, Cia o en Espan,a, la burguesia utilizaba un termmo como sociedad para dibujar el conjunto
la cultura dominante el modelo genenco de comumcacwn. Entre los polos se estableceran
Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 287
286 Historia de la Comunicación social

23 BURKE, P.: La cultura..., op. cit., p. 369. Las cuestiones sobre las alteraciones conversacionales han sido
social a ado en la nación o, restrictivamente, para designar sus .ám~itos de sociabilidad; ampliamente tratadas por el mismo autor en "El arte de la convesación en la Europa moderna temprana",
ara la ~;'e trabajadora, el término, en conexión con las expenencias de los arte.sanos en Hablar y callar, op. cit., pp. 115-153.
~ emiado 0 no derivaban adjetivos del sustantivo y los transformaban en ~en;~nuentas 24 Cit. en AP ARISI ~!RALLES, A.: La revolución norteamericana. Aproximación a szzs orígenes ideológicos,
p~líticas: de sociedad, societarismo y de ahí a la petición d~l ?erecho de asocmc10n de_los CEC-BOE, Madnd, 1995, p. 245.
trabajadores negado por la Ley Le Chapelier u otras similares para el caso espanol. 25 ALCARAZ, M.: lnfomzación y poder, o p. cit., p. 128.
Serán es~s lenguajes disímiles los ql!e inunden .la pre?sa burguesa y la de las capas 26 WEILL, G.: El periódico, op. cit., pp. 55-56.
medias, la prensa obrera donde ésta conuence a surgrr. ~eran esos le~gua]es los qu~ ,yans-
27 ALCARAZ, M.: op. cit., p. 132; véase SCHELESINGER, A.M.: Prelude to Independence. The Newspa-
formen los usos conversacionales, los que sirvan para mst~mentahzar n~evos dm ogos 28
per War on Britain, A.A. Knopf, Nueva York, 1966.
ADAMS, T. R.: American Independence, the Growth of an Idea, Jenskins and Reese Cos, Austin, New Ha-
· b d una nu"sma clase 0 entre hombres y muJeres pertenecientes a clases
entre nuem ros e · · · d 1 ven, 1980 y BAYLIN, B.: Los orígenes ideológicos de la Revolución Americana, Paidós, Buenos Aires, 1972.
distintas, los que configuren una simbología socia~ente secc10nada. LenguaJ~S e, c. a- 29 Cit. en APARISI, A.: op. cit., P.· 196.
ses subalternas que, a veces, utilizan recurs<;>~ dmlec~~es, como .el c~~kney mgles, o 3D CALKIN, H. L.: Pamphlets and Public Opinion During the Revolution, Clearfield, Iowa, 1940.
que operan mediante la renuncia a la integracwn en la len~ua nacwnal . En todo caso, 3! Cit. en APARISI, A.: op. cit., p. 240; para una opinión extemporánea que ve en Common Sense un proyecto
formas de resistencia a una comunicación que no puede -m debe- entenderse como so- de manipulación de las conciencias, véase DAVISON, P.: Propaganda and the American Revolution, The
cialmente homogénea. Por lo menos, todavía. University of North Carolina Press, Chape! Hill, 1941.
32 ÁLV AREZ, J. T.: "Los almanaques, instrumentos de la revolución liberal en Jos siglos XVII y xvm", en
AA. VV., La prensa en la Revolución Liberal, Universidad Complutense, Madrid, 1983, pp. 493-507; y Del
viejo orden ..., op. cit., pp. 93-101.
33 ANSUÁTEGUI, F.-J.: op. cit., pp. 355-380.
34 WEILL, G.: op. cit., p. 57.
NOTAS AL CAPÍTULO 5 35 ÁLCARAZ, M.: op. cit., p. 136.
36 RUDÉ, G.: Europa en el siglo XVJII. La aristocracia y el desafío burgués, Alianza, Madrid, 1982, pp. 160-
161.
1 WILSON, CH.: Los Países Bajos y la cultura europea en el siglo XVII, Guadarrama, Madrid, 1968, p. 60. 37 Puede comprobarse en DAVIS, R.: La Europa Atlántica desde los descubrimientos hasta la indzzstrialización
2 GRAMSCI A.: Pequeña antología política, FontaneJia, Barcelona, 1974. Siglo XXI, Madrid, 1976. '
MACPHERSON, c. B.: La teoría política del individualismo posesivo, Fontanella, Barcelona, 1970, PP· 169- 38 VENTURI, F.: "La primera crisis del Antiguo Régimen", en Debats, n° 9 (sept. 1984, Valencia), pp. 44-
52.
4 ~~RTIN, H.-J.: "La circulación ... , art. cit.", en PETRUCCI, A., op. cit., pp.135-150. 39 ELORZA, A.: "La formación del liberalismo en España", en VALLESPÍN, F. (ed.), Historia de la teoría
política. Vol. 3, Alianza, Madrid, 1991, p. 398.
5 DAHL, S.: op. cit., pp.165-166. 40 HABERMAS, J.: Historia y crítica de la opinión pública, Gustavo Gili, Barcelona, 1981.
6 Ibídem, p. 170. ( d ) H" · G' ' 1 d la Presse 41
BELLANGER, C.; GODECHOT, J.; GUIRAL, P. y TERROU, F. e . : zstozre enera e e ··· CHARTIER, R.: Espacio público, crítica y desacralización en el siglo XV/Jl. Los orígenes culturales de la Re-
volución francesa, Gedisa, Barcelona, 1995, pp. 33 y ss., que utiliza la hipótesis de Habermas como pun-
op. cit., pp.143-157. . . 116 121 HILL CH ·De
8 Véase WOODWARD, E.L.: Historia de Inglaterra, Alianza, Madnd, 1974, PP· - Y ' ·· to de partida para su análisis. Sobre las posibilidades de la hipótesis, véase SCHUDSON, M.: "Enfoques
la Refomza a la Revolución Indzzstrial, 1530-1780, Ariel, Barcelona, 1980, p. 138. históricos a los estudios de comunicación", en JENSEN, K. B. y JANKOWSKY, N. W. (eds.), Metodologías
STONE, L.: The Cazzses ofthe English Revolution, 1529-1642, Ark Paperbask, Lon~:es,.1972. . cualitativas de investigación en comunicación de masas, Bosch, Barcelona, 1993, pp. 221-223.
10 HILL, CH.: El mundo transtornado. El ideario popular extremista en la Revolucwn mglesa del szglo 42 CHARTIER, R.: Espacio..., op. cit., pp. 40-43.
43 Ibídem, p. 77.
XVII, Siglo XXI, Madrid, 1983. 44 RUDÉ, G.: Europa ..., op. cit., p. 211.
u HILL, CH.: De la Reforma..., op. cit., p. 138. . , TON 45
12 CURTIS, M. H.: "La alienación de los intelectuales en la Inglaterra de los pnmeros Estuardo , en AS , SÁIZ, M." D.: Historia del periodismo en España. l. Los orígenes. El siglo XVIII, Alianza, Madrid, 1990, pp.
T. (ed.), Crisis en Europa, 1560-1660, Alianza, Madrid, pp. 304-325. 135-156.
46 CHARTIER, R.: Espacio..., op. cit., p. 177.
n HILL, CH.: De la Refomza..., op. cit., p. 144. 47 CHAUSSINAND-NOGARET, G.; CONSTANT, J. M.; DURADIN, C. y JOUANNA, A.: Histoire
14 BURKE, P.: La cultura popular... op. cit., p. 367.
del élites en France du XVl" au xxe-siecle, Taiiandier-Hachette, París, 1994, pp. 310-311. Sobre la cuestión
15 KAMEN, H.: op. cit., p. 335. RIDDEN G M es relevante la obra de RO CHE, D.: Les Républicans des Lettres, París, 1988.
16 LINDLEY K.: "London and popular freedom in the 1640s", en RICHARDSON, R.C. Y • • , • •
48 CHARTIER, R.: Espacio..., op. cit., p.173.
(eds.), Freedom and the English Revolution (Essays in history and literature), Manchester Urnvers1ty Press,
49 DARNTON, R.: La gran matanza..., op. cit., p.171-172.
Manchester, 1986, pp.112-113. . · m BOE M °
5 CHARTIER, R.: Libros..., op. cit., p. 153.
11 ANSUÁTEGUI, F.-J.: Orígenes doctrinales de la libertad de expresión, Umvers1dad Carlos - , a-
51 Ibídem, p. 157. Véase FEYEL, G.: La Gazette en province atravers ses reimpresions, 1631-1752, APA-Ho-
drid, 1994, p. 245. lland University Presss, Amsterdam-La Haya, 1982.
1s MACPHERSON, C. B.: op. cit., p. 99-140. 52 RO CHE, D.: Le Siecle des Lumieres en province. Académies et académiciens provinciaux, 1680-1798, Pa-
19 WOODWARD, E. L.: op. cit., p. 133.
rís, 1978.
w HILL. CH.: De la Refomza... , pp. 161 y 163. 53
21 BRIGGS, A.: Historia social de Inglaterra, Alianza, Madrid, 1994, p. 222. ELO~ZA, A.: La ideología liberal en la Ilustración española, Taurus, Madrid, 1970.
54 RUDE, G.: Europa..., op. cit., p. 173.
22 Cit. en ANSUÁTEGUI, F.-J.: op. cit., p. 283.
Capítulo 5: Ilustración, revolucción y libertad de expresión 289
288 Historia de la Comunicación social

86 ANDERSON, B.: Imagined Communities: Reflections on the Origins and Spread of Nationalism, Verso,
55 CHARTIER, R.: Espacio..., op. cit., pp.182-187. . , . , . . , .
56 DARNTON, R.: "Le monde des libraíries clandestines sous l,Ancten Reg¡me en Boheme lzttermre et Re- Londres, 1983, glosado en BLAS GUERRERO, A. de: "El nacionalismo", en VALLESPÍN, F. (ed.), His-
volution. Le monde des livrers a u XVIII" siecle, Gallimard-Le Seuil, París, 1983, pp. 111-153. • toria de la teoría política. 3, Alianza, Madrid, 1991, p. 489.
87 BURKE, P.: Hablar y callar. Funciones sociales de/lenguaje a través de la historia, Gedisa, Barcelona, 1996,
57 LOJEK J.: "Gazettes intemationalles de langue franc;aise au XVIII" siecle", en DEYON, P. (ed.), Mode-
les et m~yens de [a réflexion politique au XVIIJ" siecle, Lille, 1977, pp. 369-381; así como MOULINAS, R.: pp. 87-114.
88 HOBSBAWM, E. J.: Naciones..., op. cit, p. 69-70, donde se glosa el cap. 5 de la obra de ANDERSON, B.
L 'imprimerie, la librairie et la presse aAvignon a u XVIIJ" siecle, Grenoble, 1974.
89 FLICHY, P.: Una historia de la comunicación moderna. Espacio público y vida privada, Gustavo Gilí, Bar-
58 EISENSTEIN, E. L.: "Sobre la revolución y la palabra impresa", en PORTER, R. YTEICH, M. (ed.), La
celona, 1993, p. 27. Véase también del mismo autor "Genese des reseaux de télécommunication dans l'Eu-
revolución en la historia, Crítica, Barcelona, 1990, pp. 255-258. . ,
59 DARNTON, R.: "La aventura de la Enciclopedia", en Debats, n° 9 (se~t.1984, Vale~c1a), P_P· 5~-.62. Ve- rope de la premie_re moitié du 19" siecle", en Las comunicaciones entre Europa y América, 1500-1993,
ase la obra del autor L,avent!lre de l,Enciclopédie. Un best-seller au szecle des Lzmlleres, L1brame Aca- MOPTMA, Madnd, 1993, pp. 317-330.
90 MATTELART, A.: La comunicación-mundo. Historia de las id(!as y de las estrategias, Fundesco, Madrid,
démique Perrin, París, 1982. · . 1993, p.19.
60 BUGNO, F.: "Premiada la empresa. Businss & Lumieres", en Debats, no 9 (sept. 1984, Valenc1a), pp. 68-
91 PESET, J. L.; ~ARMA, S. y PÉREZ GARZÓN, J. S.: Ciencias y enseñanza en la revolución burguesa, Sic
69' . . ID' . d B l 1792" glo XXI, Madnd, 1978, p. 64. ·
61 LAGUNA, A.; MARTÍNEZ, F.-A. y RIUS, l.: "Razones de un nacuruento: e ¡ano e arce o~a, ,
en Treballs de Comunicació, n° 4 (oct. 1993, Barcelona), pp.159-176; véase LABROSSE, C. Y ~TAT, P.
92 BAHAMONDE, A.: "El Estado y las comunicaciones postales en España, 1834-1936", en Las comunica-

(con la colab. de DURANTON, H.): L,instrument périodique. La fonction de la presse a u XVIII" szecle, Pres- ciones entre..., op. cit., pp. 107-119; también BAHAMONDE, A., MARTÍNEZ, G. y OTERO, L. E.: Las ca~
municaciones en la construcción del es!ado contemporáneo en España, 1700-1936, MOPT y MA, Madrid, 1993.
ses Universitaires de Lyon, Lyon, 1985. 93 Sobre los BOP véase CAL MARTINEZ, R.: "El Boletín Oficial de la Provincia de Cataluña: un com-
62 DARNTON, R.: La gran matanza... , o p. cit. pp. 180-181.
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63 CHARTIER. R.: Espacio..., op. cit., pp. 159-170. . 94 ARTOLA, M._: Partidos y programas políticos, 1808-I936, Vol.1°, Alianza, Madrid, 1991, pp.178-180.
64 EISENSTEIN, E. L.: art. cit, en PORTER, R. y TEICH, M.: op. cit., pp. 263-265.
95 Véase GARCIA COTARELO, R.: Los partidos políticos, Sistema, Madrid, 1985, pp. 11-40.
65 DARNTON, R.: La gran matanza ... op. cit. pp. 182-183. . 96 THOMPSON, E. P.: La fornzación histórica de la clase obrera. Inglaterra: 1780-1832, Vol. I (El árbol de la
66 BELLANGER, C. y otros (eds.): Histoire Générale de la Presse..., op. cit., p. 4?6. S~bre la pre~sa dur~­
te la revolución véanse BERTA UD, J-P.: C,etait dans les journals pendant la Revolut!on Fran¡:a!Se,_Pen;n, Libertad), Laia, Barcelona, 1977.
97 SEOANE, M." C.: Historia del periodismo en España. 2. El siglo XIX, Alianza, Madrid, 1990. Véase
París, 1988, y POPKIN, J.D.: Revolutionary News: The Press in France, 1784-1799, Duke Umvers1ty
también GUILLAMET, J.: La fomzació de la premsa moderna. Periodisme informatiu., polític i cult!lral a
Press, Duke, 1990. la Barcelona progressista: 184I-1843, CIC-Generalitat de Catalunya, Barcelona, 1993. El salto cualitativo
67 DARNTON, R.: "La aventura ... ", art. cit., p. 61.
de la imprenta a nivel librarlo puede verse en MARTÍNEZ MARÍN, J. A.: Lecturas y lectores en el Ma-
68 CHARTIER, R.: Libros... op. cit., pp. 177-185.
drid del siglo XIX, CSIC, Madrid, 1991.
69 ANSUÁTEGUI, F.-J.: op. cit., pp. 381-409.
10 RUDÉ, G.: La Europa Revolucionaria, 1783-1815, Siglo XXI, Madrid, 1979, p. 208.
98 Cit. en SCHNERB, R.: op. cit., p. 77.
99 GONZÁLEZ AMUCHASTEGUI, J.: Louis Blanc y los orígenes del socialismo democrático CIS Madrid
11 Cit. en SOBOUL, A.: La Francia de Napoleón, Crítica, Barcelona, 1992, p. 35.
1989, pp. 21-30. , , ,
n CHARTIER, R.: Espacio..., op. cit., pp.102-104. " ., 100 AGULlfON, M.: 1848 ou l,aprentissage de la république (1848-1852), Seuil, París, 1973, pp. 21-22 y
73 Cit. en TERRADAS, J.: Revolución y religiosidad. Textos para una reflexzon en torno a la Revoluczonfran-
GONZALEZ AMUCHASTEGUI, J.: op. cit., pp. 59-62.
cesa, IVEI, Valencia, 1990, p. 21. 101 En el caso español se han hecho estudios sobre la prensa de los distintos liberalismo; puede verse para la
74 ELLUL, J.: op. cit., pp.ll3-114.
prensa moderada, CASTRO, C. d~: Romanticismo, periodismo y política. Andrés Borrego, Tecnos, Madrid,
75 V ÁZQUEZ MONTALBÁN, M.: op. cit., pp. 142-143
1985; para la progresista, MARTINEZ, F.-A.: Prensa y partido en el progresismo valenciano. José Peris y
76 TERRADAS, l.: op. cit., pp. 135-139. . .,
11 Lo que sigue está basado en la obra de ARASSE, D.: La guillotina y lafiguraczon del Terror, Labor, Bar- Valero (1821-1876), Ateneu de Periodistes, Valencia, 1994; y para la demócrata ELORZA, A.: "La primera
democracia federal: organización e ideología", en ELORZA, A. y TRÍAS, J. J., Federalismo y reforma so-
celona, 1989. . . · 16 18 V'
78 BOZAL, V.: El siglo de los caricaturistas. Historia del Arte, 40, His~ona ~6, Madnd: 1989, P_P· . - · e- cial en España (1840-1870), Seminarios y Ediciones, Madrid, 1975, pp. 75-243.
102 HOLLIS, P.: Tlze pauper press. A study in working-class radicalism oftlze 1830s, Oxford, 1970, cit. en STED-
anse LIRIS, E.: "Vignetes révolutionnaíres", en Les images de la Revolut!on Fran¡:a!Se, PublicatJO,ns de la
Sorbonne, París, 1988, y BAEQUE, A. de: La caricat!lre révolutionaire, Presses du CNRS, Pans, 1988. MAN J<?NES, G.: Lengzu!jes de clase, Siglo XXI, Madrid, 1989, pp. 86-174 ("Reconsideración del cartismo).
103 MARTINEZ, F.-A. y RIUS, l.: "Comunicació popular i literatura popularitzada: el plec de cordell a la
79 MARTÍN-BARBERO, J.: De los medios..., op. cit., p. 124. . . . .
so Véase MARTÍNEZ, R: La independencia hispanoamericana, H1stona 1~, Madn~,-1989 Y AAVV. R_e- Valencia del segle XIX", en Comunicación y estudios universitarios, n° 2 (Valencia, 1992), pp. 301-330.
104 ENGELS, F.: La situación de la clase o.brera en Inglaterra, Júcar, Barcelona, 1980, pp. 266-269; sobre las
volución, contrarrevolución e independencia. La revolución francesa, Espana y Amerzca, Tumer, Madnd,
canciones obreras véase LLOYD, Folk Song in England, Londres, 1969 y CRAIG, D.: The Real Foun-
1989. CROUZET R' t . dations: Literature and Social Change, Londres, 1973.
81 SCHNERB, R.: El siglo xix. El apogeo de la expansión europea (1815-1914), en M. , !S orza
105 CHARTIER, R.: Libros..., op. cit., p. 27.
General de las Civilizaciones, Vol. 6, Destino, Barcelona, 1977, pp. 74-76. 106 RAMÍREZ, J. A.: Medios de masas..., op. cit., p. 46.
82 V ÁZQUEZ MONTALBÁN, M.: op. cit., p. 150.
107 Véase CASANOVA, E. y MARTÍNEZ, F.-A.: art. cit.; son muy apreciables como fuente de información
83 Véase BERRUEZO, M. T.: "La comunidad hispano-americana en Lon,dr~s, 1808-1820:', en _P;A
VV,_Re-
" op cz't pp 79-83· también LLORENS V.: Liberales y romantzcos. Una enllgraczon espanola al respecto las memorias de NOMBELA, J.: Impresiones y recuerdos, Tebas, Madrid, 1976.
vo1uccon ...J • ., • , , 108 HOBSBA WM, E. J.: Las revoluciones burguesas, Vol. 2, Guadarrama, Barcelona, 1974, p. 329.
en Inglaterra (1823-1834), Castalia, Madrid, 1968. . . . 109 Véase FLORES, A.: "Los gritos de Madrid o la publicidad en 1850" y "Los escaparates", en La sociedad
84 Algunos autores Jo h11n interpretado como tal, especialmente MA YER, A. J.: La pers!Stencw del Antzguo
de 1850, Alianza, Madrid, 1968; una reflexión sobre las interconexiones en BENJAMÍN, W.: "París, capital
Régimen, Alianza, Madrid, 1984. ,.
ss HOBSBA WM, E. J.: Naciones y nacionalismo desde 1780, CntJca, Barcelona, 1991, p. 29. del siglo XIX", en Iluminaciones II. Poesía y capitalismo, Tauros, Madrid, 1991, pp.171-190.

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