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Réplica
Aubrey Ross
Agradecimientos
¡Disfruten de la Lectura!
Argumento
La atracción de Matt y Serena pronto pasa del placer físico, pero enemigos
mutuos revelan que Matt es una “máquina sin alma”. A Serena se le ha enseñado que
la tecnología es mala, pero su corazón se niega a creerlo. Ahora se ve enfrentada a una
elección imposible, honrar las enseñanzas sagradas o traicionar a su tribu para estar
con el hombre que ama.
Prologo
— Soy la única acolita ascendiendo esta noche. Todos sabrán quien soy.
Pocos eran testigos de la ascensión de una acolita. Era el más sagrado de todos
los rituales Perrlain. Serena había despertado esta mañana con una combinación
inquietante de excitación y temor. Todo el mundo había intentado calmarla, pero toda
la vaga confianza de Hyalee no había aliviado la tensión que se apretaba en el vientre
de Serena.
— Estoy lista. — Serena tomó aire profundo y dejó que las palabras rodaran en
su mente. Esto era lo que había esperado por toda su vida. ¿Así que por qué no podía
quitarse el miedo?
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— Tienes una gran capacidad de energía divina. He sentido esto por un tiempo.
¿Tienes alguna idea del regalo que la Deidad va a derramar sobre ti? Tu madre estuvo
teniendo sueños antes de la ascensión.
Serena sacudió su cabeza. — Sólo siento que mi vida nunca será igual después
de esta noche.
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Serena trató de no entrar en pánico. Solo los sacerdotes y las sacerdotisas tenían
permitido participar en la ascensión. Todos los asistentes habían pasado por esto
mismo, incluyendo a Hyalee.
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— ¿Estás lista y dispuesta para este cambio?
Kapali hizo señas tras él, llamando su atención hacia los gruesos postes que
habían sido enterrados en el suelo. — Si estás lista, quítate las prendas de acolito y
toma tu lugar.
— Levanta tus brazos en súplica y sujeta los lazos para mantenerlos elevados.
Alzando sus brazos por encima de su cabeza, metió las manos a través de los
lazos de cuero. No estaría sujetada de ninguna manera. Su sacrificio debía ser
voluntario. Hyalee llevó una taza de madera a sus labios y Serena bebió un tentativo
sorbo. Jugo de Tersatta. El frío líquido rodó por su lengua, difundiendo calor junto con
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el sabor picante y dulce. Hyalee vertió más jugo en su boca y luego pasó la copa hacia
Kapali.
Kapali tenía un cepillo de mango largo en una mano. Uno de los adoradores se
lo debió de haber dado. No lo tenía momentos antes. Kapali mojó el pincel en el jugo y
volvió a aplicar el líquido en los labios de Serena, pero no se detuvo allí. Audazmente
descendió a lo largo de su cuerpo, pintó sus pezones, su ombligo y sus pliegues
femeninos. La caricia suave y rasposa del cepillo la hizo temblar y jadear.
— Para ascender, debes superar tus miedos, liberar el dominio sobre ti misma y
entregarte. Debido a tu inexperiencia, vamos a comenzar con lo básico. — Ella sonrió
y luego bajo la máscara de Serena sobre sus ojos, cubriéndola con el perfecto material.
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El calor se hinchó en ella, mientras que un nudo de aprensión contuvo su
placer. Alguien movió sus piernas y le acarició los muslos internos. Sintió el golpe del
pincel mojado trazar la línea de su trasero.
Unos dedos rodearon sus pezones, intensificando su dolor. Serena retorció las
caderas y arqueó su espalda, necesitando… No sabía que necesitaba, pero su núcleo
latía y la tensión se apoderaba de su abdomen. En todas partes que el jugo la tocó
sintió un hormigueo, y los adoradores que no podía ver intensificaban la sensación con
sus respiraciones.
Los dedos que se deslizaban alcanzaron sus objetivos al mismo tiempo. Una
mano trazó la hendidura de su trasero mientras la otra siguió el femenino pliegue. Con
un grito agudo, retorció las caderas y se estabilizó. Ellas se aventuraron más. La mano
en su espalda encontró su apretado orificio y jugueteó sin empujar dentro. El otro
adorador rodeó su pasaje delantero, llamando su atención al doloroso vacío.
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suave apretón. Serena se retorció y sacudió la cabeza. Su propio toque nunca se había
sentido así.
— Lo hiciste muy bien, Hermana, — los sumos sacerdotes dijeron con una
sonrisa. — Ahora el Elegido probara tu pasión antes de que ofrezcas el último
sacrificio.
Serena asintió. Había visto a las personas darse placer entre ellos con sus bocas.
Parecía ser la forma de estimulación favorita entre la Tribu Perrlain. El Elegido
lamería su vagina y chuparía su más íntima carne hasta que sintiera esas maravillosas
sensaciones de nuevo. ¿Por qué habría de oponerse?
Una sonrisa entreabrió sus labios y miró más allá de los sacerdotes, buscando al
Elegido. El claro estaba distorsionado. Serena parpadeó, tratando de enfocar. Todo lo
que podía ver eran sombras en la oscuridad, siluetas delineadas por sinuosas líneas de
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color claro. Ella miró de un adorador a otro con el miedo aumentando cada vez que
movía su mirada.
Serena se encogió contra Kapali cuando el sacerdote desnudo avanzó. ¿Por qué
sus ojos brillaban azules? ¡Sólo el Wikoli tenía los ojos así! Girando su cabeza hacía el
sumo sacerdote, habló en un frenético susurro. — No quiero que él me toque.
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— No es eso. Yo…
Gelmont ahuecó sus pechos, inclinándose hacia adelante para poder presionar
su rostro contra la unión entre sus muslos. Lo escuchó inhalar su aroma y sintió su
cálido aliento entre sus pliegues. Un temblor persistente disipó el destello de calor
antes de que pudiera aumentar. Los otros se unieron al canto. Kapali frotó las manos a
lo largo de sus brazos elevados, por sus costados hasta las caderas y luego hacia arriba.
Utilizó su toque para calmarla, transmitiéndole paz y apoyo mientras el otro hombre
se volvía más audaz.
Serena tomó aire por la nariz y lo soltó a través de la boca. ¿Por qué quería
patear y retorcerse? Gelmont era el Elegido. Él entraría en su cuerpo y aceptaría su
sacrificio final. Gelmont rodó sus pezones, tirando de sus tiernas crestas hasta que ella
hizo un sonido angustiado. Alejando el rostro de su sexo, metió la mano entre sus
muslos. Trazó la hendidura con su dedo medio como el otro adorador lo había hecho.
Luego empujó contra su himen, sonriendo cuando encontró la barrera intacta.
— ¡No eres Gelmont! — exclamó Serena. — ¿Qué nadie más puede ver los
colores?
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Kapali avanzó hacia el sacerdote caído. El impostor pateó hacia atrás, y se puso
de pie. — Ella ha tomado demasiado jugo de Tersatta, — él exclamó. — Todos ustedes
me conocen.
— No pudo haber hecho esto solo. — El sumo sacerdote forzó las palabras
mientras luchaba por ponerse de pie. — Habría necesitado de otros para reforzar la
ilusión.
Serena se apoyó en uno de los postes y cruzó los brazos sobre sus pechos.
Incluso rodeada por el escudo de personas, no podía dejar de temblar. ¿El impostor
quería profanar un rito sagrado o era un ataque personal? ¿Había puesto algo en el jugo
de Tersatta? Aún podía ver las extrañas luces.
Serena levantó una mano para mantener a la suma sacerdotisa atrás. Si alguien
la tocaba justo ahora, perdería el control. — ¿Cómo supo él de la ascensión? — Agarró
la bata de la hierba y la aferró a sus pechos. — Solo un sacerdote sabe las evocaciones.
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— Vamos a encontrar al impostor y al que sea que lo estuviera ayudando, —
dijo entonces Kapali con la comprensión brillando en sus ojos. — ¿Dónde está
Gelmont? — Hizo un gesto hacia dos de los sacerdotes. — Comprueben su casa y el
jardín de meditación. Incluso los dibujos en su cuerpo eran idénticos. Debieron haber
insertado al impostor después de que la preparación de Gelmont estuvieron
completadas. — Kapali volvió a su lado, sus movimientos rígidos y cuidadosos. —
¿Qué es exactamente lo que viste?
— No creo que quiera ver las almas. — Serena envolvió sus manos alrededor de
sí misma y bajó la mirada a sus pies. Al menos el pasto no estaba brillando. — ¿Cómo
hago que se detenga?
— ¿Por qué no sintieron al impostor? ¿Por qué nadie notó que él no era
Gelmont?
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— Esto no fue obra de un solo hombre, — subrayó Kapali. — Todos sabemos
que los Wikoli pueden crear ilusiones, pero para influenciar todas nuestras mentes, se
necesitarían varios brujos trabajando juntos. Nunca he oído hablar de tal cosa.
Nadie hablaba de ello abiertamente, pero la madre de Serena había sido violada
por un guerrero Wikoli y Serena había resultado del ataque. Otros especulaban que la
violación no tuvo nada que ver con la concepción de Serena. Todo lo que Serena sabía
era que el ataque había destruido cualquier esperanza de paz entre las dos tribus, y los
lideres Wikoli habían estado tramando la manera de reclamar su descendiente desde
entonces. El potencial de Serena para dones divinos había aumentado enormemente su
resolución por robarla lejos de los Perrlain.
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Pasando las yemas de sus dedos por sus párpados, Serena se limpió el hollín.
¿Cómo podría seguir adelante como si nada hubiera pasado? Todavía podía ver la
mirada azul y astuta del impostor en la suya. — ¿Qué pasa con Gelmont? No puedo
ascender sin el Elegido.
El sacerdote alto era Baylott. Su altura y anchura de sus hombros no podía ser
disimulad con la máscara. Las proezas sexuales y la naturaleza tolerante de Baylott lo
hacían popular entre hombres y mujeres. Muchas veces su mirada se había ido hacia él
y a la pareja de su elección en las celebraciones. Él no se avergonzaba para nada de su
sexualidad. ¿Lo designarían a él como el nuevo Elegido? A pesar de la ansiedad de
Serena, su cuerpo se despertaba, tarareando con anticipación.
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de acuerdo en asistirnos. Él va añadir su energía a la mía y juntos vamos a completar
tu ascensión.
— Ustedes dos….
— Es muy peligroso dejarte sin protección, — dijo Hyalee. — Pero esta noche
ellos actuaran como guardias, no participaran en la celebración.
Serena sabía quién era Baylott, pero su máscara era una barrera indeseable.
Quitándole el tocado, Serena usó su máscara para limpiar la pintura del rostro de él y
le pasó los dedos por el cabello.
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Serena asintió y él se quitó la túnica, atrayéndola a sus brazos antes de que
tuviera una vista de su cuerpo. Sus dedos se curvaron alrededor de su nuca mientras
sus labios se posaban sobre los de ella. Kapali descartó su bata, y se posó al lado de
ella. Instintivamente, Serena envolvió su brazo alrededor de su espalda y Baylott hizo
lo mismo. Se movieron, alineando sus cuerpos para tocarse piel a piel.
Sus pezones se endurecieron mientras los hombres se frotaban contra ella. Unas
manos le acariciaban la espalda y su trasero. En lugar de liberar su boca para besar a
Kapali, Baylott trajo los labios de Kapali a los suyos. Moviendo su boca a la del sumo
sacerdote y de vuelta, Baylott estableció la conexión necesaria. Pronto la lengua de
Kapali se unió al beso, deslizándose dentro de su boca tan a menudo como la de
Baylott. Ella siguió su ejemplo, devolviendo los besos con igual fervor.
La tensión se derritió por sus músculos, sustituida por un lento calor. Kapali era
fuerte en los designios de la Deidad, y Baylott era un maestro del placer carnal. ¿Podía
pedir una mejor ascensión? Debía sacar todo de su mente menos este momento y los
sentimientos que se despertaban en su interior.
Los hombre se apartaron, dejando espacio para las manos impacientes. Perdió
la noción de quién la estaba tocando y donde. Todo se sentía maravilloso. Kapali le
rodeó un pezón mientras Baylott se inclinaba sobre su otro pecho. Sintió la mano de
Baylott empujar por su muslo y se dio cuenta que estaba acariciando la polla de
Kapali. Una sacudida de lujuria apuñaló su cuerpo, albergándose entre sus muslos.
Ninguno de los dos se opuso. Serena se dejó caer en la hierba y atrapó su labio
inferior entre los dientes. El cabello de Baylott era varios tonos más claro que el de
Kapali. El sumo sacerdote era mayor y mucho más serio. Se acercó con reverencia y
respeto mientras Baylott reía de a tanto y le gustaba bromear.
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Ellos mantuvieron su cuerpo inclinado hacia ella mientras disfrutaban de un
largo y profundo beso. Baylott agarró el eje del sacerdote mientras Kapali ahuecaba los
testículos de Baylott. Serena miró sus manos, fascinada por el contraste en la manera
en que se tocaban y las reacciones de su cuerpo. Como el resto de su cuerpo, la polla
de Baylott era largo y delgado en comparación con el grueso de Kapali, fuerte y
venoso. De repente deseó que Baylott entrara en su cuerpo en lugar del sacerdote.
Mientras se excitaban entre ellos, las hebras de sus almas se intensificaron. Los
colores de Kapali eran más abundantes mientras que los de Baylott ardían más
brillantes. Los patrones entrelazados entraron en foco y Serena se tapó la mano con la
boca. Los pensamientos y las impresiones inundaron su mente, las revelaciones acerca
de los dos hombres. Con un suave suspiro, ella apartó la mirada y se quedó en la
oscuridad. Eran pensamientos privados y anhelos secretos, cosas que ella no tenía
derecho a saber.
— ¿Por qué considerarías siquiera que eso pasara? — Baylott se arrodilló frente
a ella y tomó sus manos entras las suyas. — Seguramente te das cuenta que no tienes
que temer de nosotros.
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Estuvo de acuerdo con su lógica, pero la espiral de tensión dentro de ella se
negó a liberarse.
— ¿Te gusta eso, pequeña acolita? — La voz del sumo sacerdote se escuchó un
poco aterciopelada mientras miraba a Baylott lamerla. — ¿Su boca se siente tan bien
en tu vagina como se sentía en mi pene?
La afilada nota el tono de Kapali hizo que Baylott mirara hacia arriba.
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— Continua. Yo procurare no distraerte de nuevo.
Baylott besó sus muslos internos y luego usó sus pulgares para mantenerla
abierta.
— Cierra los ojos. No pienses en nada excepto en lo bien que esto se siente.
Serena bajó los parpados y él reanudó la magnífica caricia. Exploró sus pliegues
y luego se concentró en su clítoris. El calor aumentó y un hormigueo giró en espiral
por su abdomen. Sacudió sus caderas, frotándose contra su boca. Sí, eso era. Solo un
poco más y…
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Apoyando las manos sobre sus muslos, Kapali respiró hondo varias veces, con
la cabeza ligeramente inclinada. Serena sintió una extraña contracción en su pecho.
¿Alguna vez alguien la miraría con tal pasión ardiente?
— Ella e…es tan apretada. — Kapali gimió y luego empujó más fuerte, y
Serena gritó. Baylott capturó el sonido con su boca abierta.
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relajó sobre ella y enterró la cara en su garganta. ¿Por qué no se movía? Había visto las
suficientes parejas para saber que sus caderas debían moverse.
Baylott se arrodilló tras Kapali y le sonrió mirándola a los ojos. Se detuvo para
cubrir su polla con la pulpa de tersatta que luego separo las mejillas del trasero del
sumo sacerdote. El lento y constante impulso de las caderas de Baylott obligó a Kapali
a ir un poco más hondo. Ella estaba tensa alrededor de su erección. ¿Se sentía Baylott
así de grande dentro de Kapali?
Serena movió sus piernas y acarició la parte de atrás del cabello de Kapali. Esto
era difícil e incómodo. ¿No debería sentirse completa, para ascender? Tal vez eso
sucediera al final.
Liberada por la idea, abrió los ojos y vio las expresiones de Baylott. Él apretaba
los dientes al final de cada embestida luego gemía cuando empujaba de nuevo hacia
adelante. Sus espesas pestañas se cerraron y su cabeza se echó hacia atrás cuando
aumentó la velocidad. Kapali lo imitó embestida tras embestida, tomándola mientras
Baylott lo tomaba.
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Baylott. Kapali temblaba con la necesidad de venirse, sin embargo, luchaba contra
cada fibra de su ser, sin querer que el maravilloso momento pasara a la memoria.
Serena arqueó su espalda y alcanzó alrededor de Kapali, y tocó los colores que
rodeaban a Baylott. El placer giró a través de su cuerpo, a una intensidad asombrosa.
Baylott había abandonado todo pensamiento, duda o recelo. Sólo sentía placer, lento y
maravilloso placer. Pero era impersonal, vacío. Él podría esta con quien fuera.
Serena miró hacia las estrellas, su cuerpo doliéndole con una necesidad
insatisfecha. ¿Era esto lo que significaba ser un vidente de almas? ¿Sólo experimentaría
las emociones desviando las de los demás? ¿Por qué sus orgasmos no habían disparado
el de ella? Los de ellos habían sido lo suficientemente fuertes.
— ¿Estás bien? — Todo lo que Serena pudo hacer fue asentir. Los sumos
sacerdotes la ayudaron a sentarse y le alcanzaron una bata roja y dorada.
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Capítulo Uno
Los forasteros eran atraídos por los rumores de los ritos sexuales y las orgias
ceremoniales, la iluminación a través de la sensualidad, y una especial libertad que los
habitantes materialistas de Halley Prime no podían siquiera imaginar. Matt era
escéptico de las costumbres de los Perrlain, pero no estaba aquí en un peregrinaje. Sus
razones para la búsqueda de la Orden eran más duras y desesperadas. Después de casi
un año de búsqueda de orientación, los Perrlain eran su último recurso.
Las chozas en forma de domo poblaban la selva alrededor de una gran hoguera.
Cada pequeña estructura había sido colocada donde los arboles lo permitían, en lugar
de hacer espacio para las viviendas.
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La mujer salió corriendo, gritando advertencias en su lengua nativa. Matt
apoyó su brazo contra un árbol y esperó a que los guardias llegaran. Si Lutton no
estaba cerca, la comunicación sería complicada. Matt no había podido encontrar un
registro con el idioma de los Perrlain y solo los sacerdotes y sacerdotisas hablaban
Shardrake, el idioma oficial de la Coalición Cometa.
— ¿Quién eres?
— Nuestra villa está cerrada a peregrinos. Nos pareció que la afluencia era
destructiva. Puedes encontrar una guía espiritual entre los Wikoli. Ellos estarán más
que felices de comerciar contigo.
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— No vine por dirección espiritual. — Miranda había sugerido que afirmara
haber conocido a su hermano en la universidad de Shardrake, pero estaba la
posibilidad de que Lutton no siguiera el juego. — Miranda Keaton es una amiga mía.
Voy a explicarle el resto a Lutton.
— Ella me dijo que dijera que conocía a Lutton de sus años en las Universidad
de Shardrake. No quería que las primeras palabras que salieran de mi boca fueran
engañosas.
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— Suma sacerdotisa Hyalee. — Ella miró hacia él, guardando cuidadosamente
su expresión. — No es fácil llegar a nuestra villa. ¿Por qué hiciste todo el camino si no
estabas seguro de que te recibirían?
Llegaron a una cabaña un poco más grande que las otras. — Espera aquí. —
Ella grito en el interior en su idioma nativo y luego abrió la cortina tejida y entró a la
casa de campo.
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— Soy Lutton. — Recorrió a Matt con una mirada igual de evaluadora que la
de Hyalee había sido. — ¿Eres un amigo de mi hermana o uno de sus clientes? —
Disgusto agudizó la última palabra.
— Me gustaría creer que soy ambas. Inicialmente contacté con ella por las
capacidades profesionales, pero conocemos muchas de las mismas personas. Nuestros
caminos simplemente parecieron cruzarse. — Le tendió la carta cuidadosamente
doblada. — Esto debería ayudarte a entender porque estoy aquí. — El mensaje estaba
escrito en Perrlain, por lo que Miranda no se había molestado en sellarlo. Su hermano
leyó la hoja suelta y para la gran sorpresa de Matt, se la paso a la suma sacerdotisa.
— Mi hermana fue expulsada de la tribu. Para todo el caso, ella está muerta
para nosotros. — Cruzó sus brazos sobre el pecho y esperó porque Hyalee terminara.
— Tu hermana sugirió que Matt tal vez te había conocido durante tu temporada
en la Universidad.
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— Una explicación razonable. — Lutton tendió la carta de vuelta a Matt. —
Destruye esto. Serás visto con hostilidad si el contenido de esto sale alguna vez a la
luz.
— Miranda cree que podemos ayudar a otros y estoy inclinado a eso. Hyalee te
explicara todo. — Sin más discusión, Lutton volvió al interior de la cabaña.
Hyalee curvó su mano alrededor del codo de Matt, y después de que levantó su
maleta, lo llevó por el serpenteado camino principal a través de la villa.
— Es una terapeuta que usa los dones divinos para lucrar. En mi opinión, eso es
de mal gusto.
Matt no discutió. Todo el mundo tenía derecho a ganarse la vida. Por lo que
había visto, Miranda usaba sus “dones divinos” para ayudar a las personas a superar
sus conflictos emocionales y él no tenía problema con eso. Si no fuera por su ayuda, no
estaba seguro de que hubiera hecho en los últimos meses.
— Sobreviví a una enfermedad que todos, incluido yo, esperaba que me matara.
— Se detuvo, tratando de resumir sus pensamientos. La culpa, la vergüenza, los bucles
espontáneos de la cabeza. ¿Cómo podría explicar en unas cortas frases las fuerzas que
habían reconfigurado su vida? Incluso Miranda conocía lo suficiente como para darse
cuenta de que estaba más allá de la razón. — Mirar la muerte a los ojos hace algo en ti.
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Al menos lo hizo en mí. Miranda me dio la impresión de que había alguien aquí que
podría ayudarme. ¿Estaba equivocada?
— Por lo poco que reveló la carta, parece que necesitas un vidente de almas. —
Le soltó el brazo y espantó una especie de insecto de su rostro. — Un vidente de almas
es un verdadero guía espiritual. No de la clase con la que solemos entretener a los
turistas, sino un sanador de gran poder.
Matt había sido testigo de las habilidades de Miranda, por lo que no estaba
sorprendido por la explicación de Hyalee. También había vislumbrado su
temperamento fogoso una o dos veces. — Lutton dijo que podíamos ayudarnos
mutuamente. ¿Qué quería decir?
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— La carta se refiere a ti como un kavis laren, un conocedor del placer. ¿Quién
mejor para socavar sus ideas falsas que alguien que sabe exactamente lo que se necesita
para complacer a una mujer? Miranda parece creer que esto será… me atrevo a decir,
¿terapéutico?
Sexo sin sentido y el sexo carnal eran parte del pasado que ahora lo
atormentaba. Quería llevar su vida permanentemente en otra dirección. Se frotó los
ojos con los dedos, resistiendo la urgencia de negarse y caminar de vuelta a la jungla.
Las indeseables imágenes lo seguirían. Él no podía escapar de esto y Miranda lo sabía.
— Sus guardianes le permiten una hora de privacidad cada tarde para bañarse y
relajarse en las cuevas de vapor.
— ¿Sus guardianes?
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Serena durante su ascensión. No se vio físicamente afectada, pero el incidente la dejo
temblando y apartada.
— ¿Es por eso que no puede disfrutar del sexo? ¿Casi fue violada? — Sonaba
como que Serena necesitaba a Miranda, no a un extraño tratando de seducirla.
Sabiendo que tendría que burlar a los guardianes de Serena, Matt dejó su
maleta con Hyalee. Siguió la pequeña corriente del rio como la suma sacerdotisa le
había indicado y vigilando los alrededores mientras se deslizaba entre los árboles.
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El rio se volvió más caudaloso al final de una larga y constante inclinación, y
las cuevas se encontraban en la curva del río. Matt fácilmente ubicó el área que Hyalee
había descrito y luego se dio cuenta de que estaba en el lado equivocado del río.
Matt vaciló entre las sombras de los árboles. Días, a veces semanas se pasaba
pensando en los detalles de su nueva existencia. Funcionó sin esfuerzo. Estaba vivo,
fuerte y saludable. ¿La salud podía ser atribuida a la maquina? Abriendo y cerrando
sus puños, vio la réplica de su mano obedecer instantáneamente a las órdenes de su
neuro procesador.
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— ¿Estás segura de que se mantendrán lejos? — preguntó una voz femenina.
Matt entendió las suaves palabras con acento. El flujo constante de peregrinos
había motivado a la Orden a enseñar Shardrake a sus sacerdotes y sacerdotisas. La
actitud de Hyalee hacia parecer que el cambio había sido inoportuno. ¿Entonces quién
estaba contando secretos en la lengua extranjera?
Una larga pausa siguió y Matt activó su escáner de detección de calor. Dos
formas pequeñas se sentaron juntas a su izquierda, mientras dos figuras más grandes
estaban a una corta distancia a la derecha. ¿Las mujeres se daban cuenta lo cerca que
estaban los guardias?
Es por eso que probablemente están hablando en un idioma que los guardias no podían
entender. Matt se movió sin hacer ruido hasta que encontró una posición desde donde
podía ver a las mujeres. Ellas se sentaron lado a lado en un tronco caído. Una estaba
vestida en una túnica roja y dorada, muy parecida a la Hyalee. La otra llevaba solo un
trozo de material atado a las caderas.
— Lutton está preocupado por ti, — la mujer con los pechos desnudos le dijo.
— Todo estamos preocupados por ti.
La sacerdotisa se colocó de pie y se pasó su largo y oscuro cabello por sobre sus
hombros. — Estoy haciendo todo lo que puedo para que mi cuerpo coopere con mi
mente. Esto se ha vuelto un juego para los hombres de la villa. No me sorprendería si
hubieran apuestas sobre quien puede hacer que corra primero.
La ira arremetía a través de su tono, pero el dolor en los ojos claros de Serena
sacudió el corazón de Matt. No tenía ninguna duda de que la sacerdotisa era Serena,
¿pero la otra mujer era un familiar o una amiga?
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— Presentaste tu cuerpo a regañadientes a medida que ellos avanzaban con los
movimientos. Va tomar más que eso para que superes lo que sucedió durante tu
ascensión.
— ¿Qué sugieres? — Espetó Serena. Era más mayor de lo que Matt había
esperado. No era una virgen cohibida saliendo del colegio. — Mi evaluación final es
en la siguiente luna llena. Si no puedo… sentir algo para entonces, la Orden me
echará.
— Lo he intentado todo.
Ella le pasó a Serena un segundo objeto y Matt no pudo evitar sonreír. Tallado
en madera oscura y pulida, el consolador era delgado pero detallado. — Esto te
proveerá de plenitud y movimiento mientras lo empujas dentro y afuera. Usa la pulpa
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de tersatta no solo para insertarlo, sino también para mantener tus dedos deslizándose
suavemente alrededor de tu clítoris.
— En las culturas que carecen de libertad sexual, esto no es inusual. Una vez
que te entrenes a ti misma para aceptar el placer de nuevo, no necesitaras, — ella
apuntó incómodamente hacia el consolador, — el sustituto.
— ¿Hyalee sabe que estas sugiriendo esto? No estoy segura de que este
permitido.
Ella corrió hacia los árboles y Matt se centró en Serena. Su cabello fluía como
una cortina de seda hasta su cintura, tan ricamente negro que brillaba. Gruesas y
oscuras pestañas llamaron su atención de inmediato a sus exóticos ojos. Dado su
cabello negro y su piel de color cobre, sus ojos parecían de cristal esmerilado. Él
amplificó la imagen para ver el color exacto y se encontró con una única combinación
de plata y azul.
Serena metió el juguete dentro del bolsillo de su túnica y un dedo movió sus
cabellos lejos de su cara. Sus movimiento eran tensos e impacientes, pero el dolor
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brillaba en sus ojos. Su expresión era también muy familiar. La desesperación teñida
de soledad, Matt había visto esa espantada mirada cada vez que miraba un espejo.
¿Cómo dos almas heridas podrían sanarse una a la otra?
Cuando volvió a mirar a Serena, estaba frotando la brillante y roja pasta en uno
de sus pezones. La bata estaba abierta por el centro, pero no se la había quitado.
Incluso en la difuminada luz del claro su piel se veía increíblemente suave. Sus pechos
eran llenos y redondos, los pezones de un profundo rosado sin la necesidad de la pasta.
Después de la profunda curva de su cintura, su cuerpo se expandía en unas caderas
suavemente curvadas. Esta no era una chica asustada. Aun ahora el deseo hervía en
sus ojos, ¿entonces que le impedía alcanzar el orgasmo?
El deseó agarró el vientre de Matt y apretó sus bolas. No había ninguna duda de
que estaba completamente funcionando. Una reciente modificación le permitía llenar
su eyaculación con espermatozoides, aun así nunca había activado la función. De
hecho, difícilmente había pensado en la habilidad desde que el procedimiento había
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sido completado. ¿Por qué le había llegado la posibilidad a la mente mientras miraba a
Serena?
Serena cerró sus dedos alrededor de sus pezones y giró los capullos. Después de
aplicar una segunda capa de la pasta roja, tiró suavemente y pellizcó sus pezones entre
sus dedos índice y pulgar. Ella necesitaba su boca lamiendo y succionando la pasta. Si
ella podía relajarse mientras él la acariciaba, esto sería mucho más estimulante.
Sus dedos exploraron por unos pocos minutos, luego aplicó la pasta
directamente a su clítoris. Serena tembló mientras masajeaba la sustancia en su
sensible nudo.
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Al igual que con todas sus otras exploraciones, era metódica y rápida. Hizo una
pausa para untar el consolador con la pasta y luego colocó el juguete entre las piernas.
Matt negó con la cabeza, ella necesitaba recibir una estimulación al mismo tiempo. La
penetración sólo la distraería de lo que necesitaba sentir.
Serena trazó su hendidura con el juguete y Matt se frotó la cara con sus manos.
Era todo lo que podía hacer para no salir de entre los árboles y arrebatarle la cosa de
las manos. Cierto, ella no estaba lista para la plenitud, pero su objeción era más
complicada. Él quería excitarla hasta la locura y luego llenarla con su polla. ¡O por lo
menos manejar el maldito juguete!
Manteniendo sus piernas en un ángulo amplio para poder maniobrar entre sus
piernas, encontró la entrada con la punta redondeada. Matt apretó sus manos en puños
y su mirada se fijó en su centro mientras ella empujaba el consolador dentro. Solo tenía
la cabeza adentro cuando buscó por más pasta.
¡No estás lista! Necesitas ser atendida y acariciada, besada y seducida. En ese momento
aceptó lo inevitable. Iba a liberar a Serena de sus demonios sexuales. Incluso si tomaba
todos los trucos que acechaban su malgastado pasado, volvería a despertar su pasión.
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Capítulo Dos
Orillia tenía buenas intenciones con su sugerencia, pero nada ayudó. En los seis
ciclos de la luna desde la ascensión de Serena, había intentado todo lo que podía
imaginar para desbloquear sus emociones y liberar su naturaleza sexual. Soltando un
suspiro de frustración, se puso de pie y sacudió la parte de atrás de su túnica. Había
otras maneras en que podía servir a la comunidad. Tal vez no estaba destinada a ser
una sacerdotisa.
Un ronco gemido reveló el medio que Orillia había elegido para distraer a los
guardias. Vitik y Fyn eran dos guerreros consumados, fuertes y dominantes en su
mejor momento. La clase de amante que Orillia prefería. Fyn era también un sacerdote
y Serene no tenía duda de que informaría cada uno de sus intentos fallidos de
expresión sexual a la Orden.
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aún estaba húmedo, por lo que extendió los largos mechones con los dedos,
fomentando el aire a través de estos.
La luz del sol salpicaba las hojas y brillaba sobre el agua que fluía rápidamente.
La tranquilidad la rodeaba, sin embargo, su espíritu daba vueltas, inquieta e insegura.
Un sonido extraño atrajo su atención hacia los árboles más allá de la orilla del río
cubierta de hierba. Miró hacia atrás por donde había venido. ¿Aún podrían sus
guardias oírla desde esta distancia?
Su acento pronunciado y las palabras revueltas evitaron que gritara. Todos los
Wikoli hablaban Perrlain sin esfuerzo. ¿Trataría de detenerla si corría? Su intento de
comunicación hizo poco para calmar sus instintos. Hyalee había cerrado la puerta a los
peregrinos, entonces ¿qué hacia uno de ellos aquí?
Él estaba claramente tratando con las palabras Perrlain. Ninguno de los otros
peregrinos había intentado comunicarse en su idioma. Ellos esperaban alegremente
que sus necesidades fueran cubiertas a cada paso. Ella podría sacarlo de su miseria y
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responder en Shardrake. Si era un amigo de uno de sus hermanos, podría venir de
Halley Prime.
Para no dejar nada al azar, convocó a los hilos de su alma. Eran tan débiles que
apenas podía verlos, los colores entretejidos aparecieron. ¿Estaba su habilidad
desapareciendo? Reprimió su pánico y se concentró en lo que podía ver. Azul brillante
y un rico verde hoja salpicado de carmesí. El patrón se repetía sin problemas en su
mayor parte, sin embargo, varias constricciones distintas obstaculizaban el flujo. Las
heridas del pasado y el profundo remordimiento creaban esta constricción. No vio
ninguna evidencia de maldad o crueldad, por lo que centró su atención en el hombre
mismo.
Robusto, casi con una dureza masculina, sus rasgos eran tan diferentes de los
ángulos elegantes de los hombres Perrlain. Su pecho esculpido y su tonificado
abdomen que terminaban en una esbelta cintura. El material húmedo de sus
pantalones se aferró a sus piernas largas y las botas encerraban su pie. Superaba a
Baylott por lo menos media cabeza y Baylott era el hombre más alto de su pueblo. Y
esos brazos… su mirada se detuvo en sus bíceps muy desarrollados y sus hombros
anchos. Solo unos pocos guerreros tenían un cuerpo de lejos tan imponente como este
extraño.
— ¿Lidante Hyalee nar itareen ordesta? — Ella preguntó cómo conocía a Hyalee la
suma sacerdotisa.
Sus labios se apretaron y exhaló por la nariz. ¿Qué se sentiría estar envuelta por
esos fuertes brazos y apretada contra ese amplio pecho? ¿Su sensual boca reclamaría la
suya con demandante pasión o la convencería y juguetearía pacientemente esperando
por una respuesta? Una inesperada ola de placer barrió por su cuerpo y sus pezones se
irguieron contra la tela de su transparente túnica.
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¿Era esto un buen augurio o debería correr en la dirección opuesta?
— Hyalee dijo que me relajara en las cuevas. — Él apuntó más allá de la línea
de árboles. — Muy caliente. — Abanicó sus manos frente a su rostro. — Necesito
enfriarme. Estoy sudado.
— ¿Conoces a Miranda? ¿Cómo está ella? Han pasado años desde que pude
enviarle un mensaje escondido.
— Es mi hermana.
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— Serena.
Su tono juguetón le trajo recuerdos felices. Lutton las perseguía a través del
bosque, mientras ellas chillaban y reían, fingiendo tener miedo. Había sido hace
mucho tiempo y ambas habían cambiado desde esos días despreocupados. Los
rumores se convirtieron en especulaciones y el consejo envió lejos a Miranda.
— Provoque más que mi parte de problemas cuando era una niña. — Serena
disipó el pasado con un suspiro de pesar. — Sin embargo, Miranda se ha ido mucho
tiempo. — El silencio se extendió ante ellos mientras lo miraba a los ojos. No podía
recuperar el aliento y sus pezones se raspaban contra la túnica con cada intentó. —
¿Qué te trae a nuestro pueblo? ¿Conoces también a mi hermano, o estaba…? por favor
dime que no eres un peregrino. Todos hemos tenido nuestra ración de turistas.
— Lo conocí por primera vez hace un momento, pero Miranda sugirió que
alegara conocerlo hace más. Tenía miedo de que ser su amigo no me abriera muchas
puertas.
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La sospecha cosquilleó por la espalda de Serena. Hyalee sabía su rutina diaria.
¿La suma sacerdotisa había enviado a este intrigante extraño a su camino?
— Vi las cuevas al otro lado del río, entonces a regañadientes pase el rio, —
continuó Matt cuando ella no hizo ningún comentario.
¿Cuándo tiempo había estado él en el área? ¿Era posible que la hubiera visto
tocándose? Un hormigueante rubor se arrastró por su cuello al imaginarlo mirando a
través de las hojas mientras se exploraba entre los muslos.
— Guíame.
A medida que comenzaron a caminar por los árboles, Serena alcanzó la mente
de Orillia. ¿Puedes darme un poco más de tiempo? Nos vemos debajo de las piscinas de baño.
Tengo una idea.
Si sigues intentándolo, seguiré distrayendo a estos dos toda la noche. Solo tienes que
avisarme cuando sea seguro soltarlos.
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Serena sonrió ante el alarde de su hermana. Vitik y Fyn eran lujuriosos, sin
duda alguna, pero también estaban dedicados a su protección. A pesar de la confianza
de Orillia, su tiempo era limitado.
— La evaluación final, como la llamas tú, usualmente no es nada más que una
celebración. Desafortunadamente, aún estoy luchando con algunas de las mis
habilidades.
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Ella había traído el tema, por lo que no se sentiría invadida con la pregunta. Sin
embargo, sus barreras emocionales aparecieron en su lugar. — Es complicado.
— Supongo que me merezco eso. Si te digo más de mí, ¿me explicaras porque
estas preocupada por la evaluación?
Nunca estaba cómoda hablando con hombres. Incluso desde su ascensión había
pasado la mayor parte de su tiempo en soledad, meditando o mejorando su habilidad
para convocar los hilos de alma. ¿Entonces por qué este extraño la ponía tan cómoda?
— Lutton hizo muchos cambios desde su regreso desde d’Arrest. Desde que
insistió en que separáramos el agua con que nos bañábamos de la que tomábamos,
hemos visto disminuir mucho las enfermedades.
— Es maravilloso.
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— Creo que me sentiré más cómodo si te me unes, en lugar de servirme. ¿Eso
está permitido?
— Puedes dejar tus prendas acá. Las tendré limpias y te las regresaré.
— Hasta cierto punto, supongo que sí. Apuesto a que hay proverbios Perrlain
que no tendrían sentido para mí.
Matt estaba haciendo tiempo. Ella miró su fuerte cuerpo de la cabeza a los pies
y sacudió la cabeza. — No tienes nada de qué avergonzarte. Tu cuerpo está muy bien
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moldeado. — Sus labios se apretaron y sus fosas nasales se abrieron. — Lo siento.
¿Qué fue lo que dije?
— Nada. — Matt tiró de su camisa por sobre su cabeza y la dejó sobre una
rama antes de sentarse y desatar sus botas. — Estoy cansado, acalorado y gruñón. No
hiciste nada malo.
Después de pasarse los dedos por el bruñido cabello, poco a poco se dio la
vuelta. Nunca había conocido a un hombre más reacio a revelar su desnudez. La
mayoría de los hombres de su tribu se pavoneaban y le llamaba la atención sobre sus
dotes en todas las formas posibles.
Con un tenso asentimiento, cruzó el claro, su paso era largo y girando como el
de los poderosos gatos salvajes que merodeaban en las montañas más allá de su valle.
Todo en él parecía más grande y mucho más… su vaga mirada se posó en el vértice de
sus muslos y sus pensamientos se dispersaron. Desde un nido dorado surgía la más
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larga y gruesa polla que había visto en su vida. Era fácilmente tan largo como Baylott y
tan grueso como Kapali, ¡y aún no estaba del todo duro!
Su cálida mano tocó ligeramente su hombro. — Noté que soy un poco más alto
que cualquiera en tu tribu y que fácilmente supero al guerrero más grande. Sospeché
que el resto de mí era… inusual. No soy tímido, Serena. No quería asustarte.
Matt le giró la cara hasta que ella lo miró a los ojos. — No estoy avergonzado.
— Está bien. Muévete cerca de las enredaderas. — Serena pasó su mano más
allá de él y levantó la trampilla, liberando el agua en el alargado dispensador. El
extremo de la madera tallada había sido perforado con una multitud de pequeños
agujeros. Pequeños riachuelos fluían de los agujeros, bañando a Matt con agua tibia.
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Matt levantó los brazos y apartó su cabello del rostro. Los músculos de su
espalda se ondularon, atrayendo su mirada a su trasero. ¿Qué se sentirían esas
apretadas nalgas bajo sus manos mientras el empujaba entre sus muslos? Ella había
visto marcas de uñas de mujeres en la piel de sus amantes en más de una forma.
No había costumbres establecidas de cómo los baños de los visitantes debían ser
atendidos. Algunas sacerdotisas se quedaban atrás, entregando discretamente los
suministros. Otras no solo se unían a los extranjeros sino que los lavaban con sus
manos y los complacían con la boca como parte del ritual de baño.
— Eso suena como algo justo. — Serena llenó su palma con el líquido ámbar y
luego colocó el frasco a un lado. Moviéndose tras él, alzó las manos hacia su cabello.
— ¿Puedes alcanzarme?
Sus ojos estaban cerrados y su mano se deslizó arriba y abajo por su espalda.
No era realmente un abrazo, ¿entonces por qué se sentía tan estimulante?
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— Mi turno, — dijo en un suave y gutural susurro. Su pecho se rozó contra ella
cuando se inclinó y tomó el pote de la hierba que los rodeaba. Siguiendo su ejemplo,
recubrió sus manos con el jabón y luego pasó sus dedos a través de sus largos
mechones. — Tu cabello es increíble. Pensé que el de Miranda era el más hermoso
hasta que vi el tuyo.
— ¿Por qué fue desterrada? Me dijo que no era más bienvenida entre su gente,
pero nunca explicó por qué.
— Estas recitando lo que escuchaste decir a los otros. ¿Por qué crees que
Miranda fue desterrada?
— Aún lo están. Los ecos de sus actos aun causan descontento hoy día.
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Serena se quedó en silencio mientras él le pasaba los dedos a través del cabello,
abriéndose camino desde la raíz a la punta y de nuevo. ¿Cómo era posible que algo tan
sencillo se sintiera tan… decadente? Cerró los ojos y sintió la espuma deslizarse entre
las mejillas de su trasero y hacia abajo entre sus piernas.
Sus dedos le rozaron la espalda y las caderas. Serena se tambaleó hacia él,
sorprendida por la facilidad con que sus cuerpos se deslizaban juntos. Su rodilla se
insinuó entre sus muslos y ella se quedó sin aliento.
Con el más gentil de los apretones, le tiró su boca hacia atrás y selló su boca
sobre la suya. Su otra mano le ahuecó un pecho y Serena tembló. Sus labios se
apretaron contra los de ella, sus lenguas jugaron sin llegar a entrar en su boca. Le tocó
la punta de la lengua con la suya, frustrada por su paciencia. Su boca se abrió,
invitándola a jugar. Sabia caliente y extraño, exótico y salvaje.
Su toque cambió. Matt era amable pero aun así impersonal. Serena sintió el
dulce dolor alejarse y cerró los ojos ante la pérdida. Girándose de nuevo, ella colocó
las manos contra el pecho y lo miró a los ojos.
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— Pero lo estás. El miedo rara vez ha querido a la sumisión. Se necesita tiempo
y…
— ¿Estás segura de qué quieres entrar a la Orden? Tal vez tu miedo viene de
algo más fundamental. Si el miedo permanece, puedes evitar un llamado no deseado.
— Tengo una buena idea. Miraste mi cuerpo como si quisieras devorarme, aun
así un beso te deja temblando de miedo. No seré un entrenado terapeuta, pero puedo
comprender de qué se trata.
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Capítulo Tres
— Debes transformarme.
Drey Fon se tensó ante la orden y se giró hacia Ratauni. Su relación era
simbiótica. Ella no podía acceder a sus poderes en esta dimensión sin su energía
Wikoli, y su esencia demoniaca desataba habilidades que ningún hechicero ordinario
podría alcanzar.
— Debo hacer lo que me plazca y nada más. — Juntó las manos en la espalda y
lo miró audazmente a los ojos. — Yo te llamé, no al revés.
— Mi existencia puede que este unida a la tuya, mortal, pero no soy tu esclava.
Puedo sentir a los sacerdotes Perrlain volverse más fuertes. ¿Por qué dudas? No puedes
penetrar sus hechizos de protección. Chaos lo sabe, lo has intentado.
— Cada vez que te permito transfórmate, le doy otra oportunidad a los Perrlain
para determinar mi fuente de poder.
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camino, o en la dirección que había vagado. Había siete dimensiones demoniacas,
cada uno con habilidades únicas y riesgos distintos. Algunos místicos encontraron los
beneficios igual a los peligros.
Ella acarició sus senos mientras avanzaba hacia la hoguera. A pesar del
sofocante calor, Ratauni insistía en que el fuego ardiera constantemente. Se sentó a
horcajadas sobre el pequeño incendio y cerró los ojos mientras su cuerpo absorbía el
calor. Balanceándose y ondulándose, se folló las llamas. No había otra manera de
describir lo que estaba haciendo. Sus manos se movieron de sus pechos hasta los
muslos en un patrón hipnótico, a la vez que sus caderas se mecían y su abdomen se
estremecía.
57
Cuando Drey Fon tenía catorce años, Gyan lo sentó y le explicó lo que se
proponía. La Orden Perrlain siempre había sido más fuerte que la Wikoli. Y la Deidad
era especialmente generosa con las hembras del linaje Naneka. Gyan aparecería ante la
compañera del jefe con la forma de su esposo y plantaría una niña en su vientre.
Drey Fon tembló. Esa única palabra había definido el propósito de su vida.
Había aprendido todo lo que podía sobre crear ilusiones, sobrepasando incluso las
habilidades de su mentor.
Ratauni gritó, trayendo la atención de Drey Fon devuelta del pasado. Estaba
arrodillada ahora, una rodilla a cada lago de la fogata. Las llamas lamían su sexo
mientras ella temblaba y gemía.
Tomó un recipiente poco profundo y llenó la parte inferior con agua turbia.
Sobornar a la guardia de Serena no había sido fácil. Incluso bajo la influencia de los
trucos mentales de Ratauni, Vitik se negó en poner en peligro a su amante. Una jarra
de agua del baño de Serena le había parecido una petición extraña, pero el guerrero no
vio problema en su cumplimiento, especialmente cuando la zorra del demonio lo
recompensó con una hábil boca.
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Revolviendo el agua de baño con la punta de sus dedos, Drey recitó el conjuro.
Las antiguas silabas rodaron por su lengua, convocando eróticas imágenes y liberando
sensaciones primitivas. Su cerebro hizo eco con el golpeteó constante de su corazón.
Enfocarse.
Recordar.
Proyectar.
Formó una perfecta imagen de Serena en su mente, exacta en cada detalle. Esta
se puso de pie delante suyo desnuda, los brazos levantado en señal de súplica mientras
él acariciaba su carne más íntima. Su olor, la suavidad de sus pliegues femeninos, él
recordó de todo.
Encuéntrala, fúndete con ella, deslízate más allá de tus defensas. La orden provenía de
dentro de él, pero la voz no era suya, estas eran pronunciadas en el idioma de los
antiguos. Se estremeció y cerró los ojos, manteniendo sus dedos aun dentro del agua,
absorbiendo su energía.
¡No! Ella no debía superar su miedo hasta la luna llena. Todos sus planes se
perderían si alguien completaba su ascensión. Él saturó su mente con furia, malicia y
odio, apagando la llama de pasión antes de que se apoderara de ella.
El frágil vínculo se rompió como una rama seca. Sacó sus dedos del agua y
abrió los ojos. — Ella está con alguien, alguien que no la asustaba.
Ratauni se rió y ella apretó sus manos en puños. ¿Por qué la diablesa insistía en
provocarlo?
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— Pensé que habías perfeccionado la compulsión, — ella dijo. — Si el miedo se
desvanece, estás condenado.
— De rodillas.
Se dejó caer de rodillas y bajó sus hombros hasta el suelo, presentando su sexo
en una descarada invitación.
¿Cómo podía discutir con eso? Se abrió su túnica y se arrodillo tras ella,
trazando su hendidura con la punta de su polla. Su cuerpo siempre estaba caliente y
complaciente, pero su carne había retenido algo del calor del fuego. Drey gruñó, con el
placer agudizándose a lo largo de su eje y quemando en su vientre. Ella empujó hacia
atrás, tomándolo profundamente con un fuerte movimiento.
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Esto serviría para ella si él se contenía, saciando su hambre. Ratauni no se
podría transformar hasta que él se corriera. Sin embargo ella estaba apretada y caliente,
y él se inquietó. Enterrando sus dedos en las lisas caderas, se imaginó a Serena
inclinándose ante él, abandonándose a su deseo salvaje.
*****
Serena caminaba junto a Matt, sorprendida de lo a gusto que se sentía con él.
Siempre después de un fallido intento de intimidad apenas podía mirar a la persona a
los ojos. Matt la había besado y tocado, y todavía tenía el impulso irracional de
acurrucarse a su lado.
Él lucia maravilloso en una soratti tejido, el traje que usaban la mayoría de las
personas. El estilo envolvente acentuaba sus delgadas caderas y sus largas y
musculosas piernas. Y su pecho nunca debería ser cubierto. Era una falta de respeto a
la Deidad no mostrar algo tan atractivo.
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— ¿Cuánto tiempo te vas a quedar en nuestra villa? — le preguntó cuándo
llegaron al anillo externo de viviendas.
Cambio de planes. Estoy de vuelta en la villa. Puedes liberar a los guardias cuando sea
que termines con ellos.
¿Tuviste… éxito?
Serena casi podía imaginar a su hermana y los guardias. No había nada que
Orillia no amara más que ser presionada entre los cuerpos de dos fuertes hombres.
— ¿Estás bien?
Ella sonrió hacia Matt y pasó su cabello tras sus orejas. — Estoy bien. Tan solo
estaba contactando con Orillia.
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— Eso es cierto. Las mujeres de tu familia son particularmente dotadas por la
Deidad.
Lutton salió a la vista a través de la zona. Hyalee y Kapali caminaban justo tras
él, perdidos en su conversación.
Serena miró hacia él. ¿La simple curiosidad motivaba sus preguntas o había
otro propósito en querer saberlo? Si supiera porque estaba aquí, podría ser menos
desconfiada. Las prácticas de la Orden estaban bien documentadas. Así que no vio
razón para no explicarle.
— Cada cinco años se vota entre la Orden. Ambos, Hyalee y Kapali fueron
recientemente elegidos por segunda vez.
— Matt, mi viejo amigo, — dijo Lutton con una jocosa sonrisa. — ¿Por qué no
te doy una vuelta por la villa mientras Serena habla con Hyalee?
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— Por supuesto. — Su preocupación era dulce, pero ella no tenía razón para
temer a Hyalee.
La curiosa mirada de Hyalee hizo eco a la pregunta, aun así su expresión reveló
más. Especulación y… ¿satisfacción?
— ¿Enviaste a Matt a las cuevas de vapor sabiendo que estaba allá? — ella le
preguntó a la suma sacerdotisa.
Una cálida brisa movió el cabello de Serena, pasando las largas hebras por su
cuello. — No lo he hecho, pero no puedo hablar por Orillia. ¿Qué tiene que ver eso
con Matt?”
— Lo sé. Me lo dijo.
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— ¿Ha venido en busca de guía espiritual?
Serena asintió.
— Sí. Tienes hasta la luna llena para balancear el flujo de su alma. Parte de la
misión es hacerlo sentir lo suficientemente cómodo para que confíe en ti. Nunca
podrás ayudarlo hasta que descubras la verdadera fuente de su trastorno.
Serena comenzó a objetar. Su cabaña sólo tenía un cuarto, y una cama. — ¿Es
eso sabio?
Hyalee sonrió, una mirada conocedora brillando en sus ojos. — Creo que es
esencial para su éxito.
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La suma sacerdotisa dejó a Serena en la zona común de la villa. El crepúsculo
se había desvanecido dando paso a la oscuridad y la gente se congregaba en torno a las
cenas comunitarias. Una sombra pasó a través de la luz de la luna, atrayendo la
mirada de Serena hacia arriba. Una gran ave daba vueltas alrededor de la zona
comunitaria, un solo aleteo ocasional lo mantenía al vuelo. Qué extraño. Las aves de
presa tendían a permanecer donde pudieran acechar a sus víctimas, en campos abiertos
y montañas estériles. Y a excepción de la zona común, toda la villa estaba llena de
árboles superpuestos. ¿Entonces que había llamado la atención del halcón?
*****
66
Matt aceptó de Serena el plato con trozos de fruta, frutos secos y el pescado
ahumado. Su convertidor de nutrientes le permitía procesar los alimentos como
energía, aunque la pasta de proteína altamente concentrada que tenía en su mochila
proporcionaba una mayor carga de duración.
— ¿Había algún tipo de banquete esta noche? Me di cuenta de que las personas
se reúnen en frente a varias a de las casas más grandes.
— ¿Qué pasa si dos personas quieren formar una pareja? ¿Está prohibido?
— Por supuesto que no. Algunos de los Perrlain expresan su sexualidad con tan
sólo una o dos personas, pero es más común para ellos encontrar el placer con una
variedad de compañeros.
— Dices que los ancianos tienen parejas designadas. ¿Por qué esa doble moral?
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procrean muy cuidadosamente. Así los niños nacen, asegurando así el futuro de toda la
tribu, los padres son libres de volver a sus actividades sexuales normales.
— ¿Qué hay de los niños? — Matt dejó el plato a un lado, mucho más
interesado en la conversación.
— Los niños son criados juntos y cuidados por una gran cantidad de personas.
Son alimentados y se les enseñan habilidades que contribuyan a la comunidad. —
Serena tomó un sorbo de su jugo y movió sus piernas a un lado. — Los Perrlain no
tienen posesiones. Todo lo que ves pertenece a toda la tribu.
Serena se rió. — Estas haciéndolo muy complicado. Dormimos donde sea que
elijamos hacerlos y compartimos placer con aquellos con que nos sentimos
complacidos. Es difícil para nosotros entender porque los demás tergiversan la
sexualidad con una combinación de temor y vergüenza. El sexo es natural y el afecto
debe fluir tan libremente como el agua.
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— Mis dones pertenecen a las personas. Todos en la Orden están disponibles
para cualquiera que necesite ayuda. Ese es nuestro propósito, nuestra vocación.
— ¿Y tú belleza?
Serena dejó su plato a un lado y se giró hacia la ventana abierta. Una cálida
brisa voló a través de cabaña, ondeando su cabello. — Si inspiro alguna emoción, es
lástima. ¿Qué clase de sacerdotisa tiene miedo de que la toquen?
Matt dudaba de que ella quisiera hacerle una invitación. Sin embargo, no podía
resistirse. Con una larga zancada, cruzó la hoguera y se sentó a su lado.
Colocando su cabello sobre uno de sus hombros, peinó los cabellos en una larga
trenza. — Viniste donde nosotros por ayuda. No para ser agobiado con mis…
insuficiencias.
— Parece lo justo.
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Serena levantó las piernas delante de ella, cubriéndolas cuidadosamente con la
bata.
— ¿Quién va primero?
— Normalmente insisto en que las damas son primero, pero soy tu invitado
después de todo.
Ella sonrió.
— ¿Cuál es tu pregunta?
Su mirada se enfocó en sus labios y su lengua salió apenas rozando sus labios
inferiores. Dios, esperaba que le dejara besarla.
— Es mi turno.
— Sí, lo es.
Una mejor pregunta de lo que la suya había sido. Matt no se oponía a explicar
su inusual línea de trabajo, sin embargo, se sintió obligado a preguntar.
— ¿Cuál es la prenda?
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— Te recuestas en tu espalda y desatas tu soratti. Luego acarició tu pene y
testículos hasta que calme mi curiosidad. No permitiré que te corras, pero vas a tener
que dejarme tocarte hasta que quiera.
— ¿Has jugado antes este juego? — Matt no podía quitar la risa de su tono. —
¿Qué tal si contesto tu pregunta mientras exploras mi cuerpo? Me encantaría tener tus
manos sobre mí.
— Está bien. — Su mirada azul claro lo recorrió del rostro hasta su regazo y
devuelta. — Estamos jugando algo diferente. Te toco en cualquier lado que quiera, por
tanto como quieras, por tanto me dices lo que quiero saber.
— Para nada. Quiero saber más de ti, y tú quieres mis manos sobre ti. ¿Por qué
no deberíamos ambos lo que queremos?
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Capítulo Cuatro
Los peregrinos habían estado de igual manera intrigados por la estructura social
de los Perrlain. No le debería sorprender que Matt aun estuviera luchando con los
conceptos.
— Por supuesto que no. No te hubiera besado si estuviera unido a alguien más.
— No. — Era evidente por la resignación de su tono que se había dado cuenta
hacia donde se dirigía la conversación. — No puedo pensar en nadie que conozca que
haya formado una relación con éxito que durara toda la vida.
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— En lugar de complicar nuestras vida con expectativas poco realistas,
permitimos que las relaciones fluyan. No hay presión, no hay culpa. Nos centramos en
crear un ambiente de amor para todo el mundo en lugar de aislarnos en unidades
familiares. — Hizo un gesto hacia su soratti. — Pensé que íbamos a jugar.
— Tu primero.
Matt se rió.
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— Olvida que pregunté. Quiero que respondas mi primera pregunta. ¿Cómo te
ganas la vida?
— ¿La tecnología? — Serena se sentó en sus talones, con los dedos extendidos
contra su cadera. — ¿Qué clase de tecnología?
— ¿Has pretendido alguna vez que estas en otro lugar mientras estás haciendo
el amor?
— No quise decir eso. Un simulador engaña al cuerpo para que piense que está
en un lugar al que quiera ir, una playa iluminada por la luna o suspendido en el
espacio.
— Eso es extraño.
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— Y la persona puede estar con cualquier persona que elija, una celebridad, un
personaje histórico o con una colegiala.
— Pero en realidad no están con nadie. ¿Es eso lo qué me estás diciendo?
— ¿Alguna vez has conocido a una mujer que disfrute de estar con dos hombres
a la vez?
— Es una fantasía común, sin embargo pocas mujeres quieren el reto emocional
de estar realmente involucradas con dos hombres. Entonces, creé un robot de placer
que puede dar esa sensación… y muchas otras.
Serena se lamió los labios y acarició los pechos, incapaz de mirarlo a los ojos.
Era obvio que él quería que ella viera el atractivo en tales dispositivos, pero se negaba a
ser deshonesta.
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— ¿Vibrara? — Serena juntó sus muslos, sintiéndose inquieta e insegura.
Serena imitó su toque, con la mirada fija en sus labios. — ¿Eso quiere decir que
ya no quieres jugar mi juego?
Serena no estaba segura de que quería decir, hasta que movió la mano hasta su
hombro. La mano de él se asentó igual en el suyo. Serena acarició un lado de su cuello
y su mano repitió la caricia como si estuvieran conectados por un hilo invisible.
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— No te detengas ahora, — susurró Matt. — Muéstrame cómo quieres ser
tocada.
Sus guturales palabras la volvieron audaz. Le pasó el pulgar por sobre su pezón,
sabiendo que sus dedos estarían a un latido de hacerlo. ¿Sus manos se sentirían tan
bien como las de él en ella? Serena capturó su pezón entre su dedo índice y pulgar y
esperó por su respuesta. Apretó y luego apretó más fuerte. Matt obedientemente imitó
cada movimiento.
Inclinando la cabeza, Serena cubrió su boca con la suya. Acarició sus labios y él
la mordió. Los afilados y pequeños mordiscos enviaron chispas de placer rebotando
por su espalda. Él estaba técnicamente rompiendo las reglas, pero a ella no le
importaba. Serena abrió sus labios y Matt aceptó la invitación con un lento y rizado
movimiento de su lengua.
Su mano se deslizó entre sus cuerpo mientras el beso seguía y seguía. Serena se
aferró a sus hombros y se arqueó hacia atrás, ofreciendo a su mano un movimiento
más libre. Con tiernas caricias, él acarició desde sus pechos hasta su vientre y de
vuelta. Cada descenso lo llevaba más cerca de su objetivo. Matt acarició su monte con
los dorsos de los dedos, su toque era juguetón y ligero. Serena se movió, tratando de
llevar uno de sus dedos en contacto directo con su clítoris.
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Muy lentamente, trazó su hendidura, cavando entre sus pliegues un poco más
con cada toque. Paciente, sin piedad e innegablemente hábil, Matt esperó hasta que la
ansiedad aumentara antes de pasar al siguiente nivel de intimidad.
Un grito agudo sonó en los árboles fuera de la casa. Serena arrancó su boca de
la suya y miró hacia la noche.
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Matt giró su rostro hacia la ventana. — Las cosas se sentían bastante bien hace
unos segundos. — Serena trató de bajarse de su regazo. Y Matt atrapó sus caderas,
evitando que se alejara del todo. — Háblame, Serena. ¿Qué sucedió esa noche?
— Quiero hacerlo.
— ¿Te sorprendería saber que soy más fuerte que la mayoría de las personas de
mi tamaño?
79
Serena sacudió su cabeza. — Eso no ayudará.
— O me dices lo que pasó esa noche o vamos a tener que usar una estrategia
más diferente. — Su voz adquirió un acerado tono que nunca antes había escuchado.
— Algunas veces las personas deben ser obligados a enfrentar sus miedos antes
de poder superarlos. Preferiría guiarte a través de esto amablemente. Pero ya dos veces
has permitido que tu cabeza supere los instintos naturales de tu cuerpo.
Serena miró alrededor de la cabaña, sin mirarlo a él. Matt era el epitome de un
hombre viril, fuerte y con una sexualidad descarada. ¿Cómo podía no responder a él?
— Obligarte fue la palabra equivocada en este caso. Voy a usar tu cuerpo para
superar a tu mente, permitiéndote ver más allá de tu miedo.
— No voy a hacerte daño, pero no voy a parar hasta que te entregues por tu
voluntad. — Tomando ambas muñecas con su gran mano, le agarró la barbilla con los
dedos. — ¿Confías en mí?
— Tiene que ver todo con la confianza. — Matt le rozó los labios con el dedo
pulgar y la miró directo a los ojos. — No te voy a lastimar. ¿Me crees?
Serena asintió.
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— Necesito escucharte decirlo.
— Abre tu boca.
La boca de Matt cubrió la suya cuando ella abrió sus labios. El beso era oscuro
y demandante, muy diferentes de lo que habían sido los anteriores. Él la probaba y
compartía su aire con ella a la vez que rozaba su pecho con el de ella.
Matt soltó sus manos por un momento mientras movía sus piernas por sobre sus
brazos. Antes de que Serena tuviera idea de lo que pretendía, sus manos la empujaron
a lo largo de la espalda y luego rápidamente se curvaron alrededor de sus brazos. Él
sacó los brazos por debajo de su cuerpo, cruzando sus muñecas en la parte baja de la
espalda.
Serena se movió y giró, pero su propio peso la retenía así como su ligero agarre.
La posición arqueaba su espalda, empujando sus pechos hacia afuera abriendo
descaradamente sus piernas. Él estaba firmemente alojado entre sus muslos,
haciéndole imposible verse más modesta.
¿Cómo se suponía que se relajara en esta absurda posición? Matt cerró los labios
alrededor de un pezón y succionó. Serena cerro sus manos en puños, dividida entre la
necesidad de acariciar su espalda o golpearlo. ¿Cuán difícil seria rendirse al placer?
Había estado muy cerca antes.
81
Sus labios estaban calientes. Él combinaba la firme succión con el aterciopelado
toque de su lengua. Serena cerró sus ojos y su boca la soltó.
— Mantén tus ojos abiertos. Mírame, si puedes. Es importante que sepas quien
te está tocando.
Matt esperó porque sus ojos se abrieran antes de regresar a sus senos. Su lengua
se movió alrededor de un pezón mientras su mirada estaba en ella. La determinación
estaba clara en sus ojos, pero ella veía una pasión posesiva aumentar también. Matt
tomó la punta húmeda entre sus dientes, apretando hasta que la dejó sin aliento. La
aguda sensación penetró en su incertidumbre, fijando su atención por completo en su
cuerpo y las sensaciones allí creadas.
La presión en sus brazos aumentaba a medida que avanzaba más abajo. Serena
se extendió antes él, abierta y accesible. No podía hacer nada contra su fuerza y estaba
vulnerable a su mando, pero aun así se sentía completamente libre. Matt mordisqueó
su camino a través de su tembloroso vientre y a lo largo de su muslo. Tomando sus
manos con un solo puño, liberó el otro para propósitos más íntimos.
— Matt.
Separó sus labios externos con su dedo y pulgar y luego presionó su boca contra
los pliegues. — Tan suave. — Su lengua se movió contra su carne y rodeó su entrada.
Su clítoris palpitó, ansioso por atención.
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Un miedo helado la recorrió antes de que el placer estallara dentro de ella.
Serena siseó un suspiro y sacudió la cabeza. ¿Esto nunca terminaría?
— No funcionará.
Empujando sus rodillas, Matt permitió que una de sus piernas se deslizara de su
brazo. La subió y la extendió ampliamente, inclinando su pelvis para una invasión más
íntima. Sus dedos salieron de su pasaje y la penetró con su lengua. El movimiento era
tan demandante, tan posesivo, que ella gimió. Podía ver su rostro de nuevo, y su
expresión era tan salvaje como sus acciones.
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Suspendida y controlada por él, no tenía más opción que rendirse. La ansiedad
se deslizaba a su alrededor y él tomó su clítoris entre sus labios, chupando el sensible
capullo hasta que una neblina roja flotó ante sus ojos.
Matt soltó sus muñecas y movió sus dos manos hacia sus caderas.
Manteniéndola estable comenzó una rítmica combinación. Empujó su lengua dentro
de su vagina y luego lamió su clítoris. Tocar, empujar, tocar, empujar, una y otra vez.
— ¿Estás bien?
Era una pregunta tonta. Matt debía de saber que ella había acabado de tener el
orgasmo más maravilloso de toda su vida. Se sentía viva y feliz y… ansiosa por más.
Quería experimentar todos los placeres que había visto disfrutar a los otros. Quería
envolver sus piernas alrededor de sus estrechas caderas y sentir su gran miembro
llenándola hasta que gritara de placer.
*****
84
Un fuerte golpeteo llamó la atención de Drey Fon hacia la puerta de su casa
secreta. Cuidadosamente envolvió una tela sobre el antiguo pergamino antes de
caminar lejos de su mesa de trabajo. Podrían ser cazadores que habían tropezado con
su escondite, y si era así, ¿eran Wikoli o Perrlain? Él había apagado el fuego poco antes
de que Ratauni se hubiera transformado. La luz de la lámpara o el humo persistente
debían de haber alertado a alguien de su presencia.
Drey cerró sus ojos por un momento, abriendo sus parpados a la vez que abría
la puerta tan sólo lo suficiente para ver a través de la oscuridad. Sus ojos se ajustaron,
aun así la figura encapuchada permaneció en las sombras. El visitante levantó los
brazos y el corazón de Drey Fon se tambaleó en su pecho. Envuelta en los brazos del
extraño estaba un gran halcón, con el cuello colgando en un ángulo antinatural.
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hoguera y con cuidado dejó el ave en la tierra apisonada. — ¿Qué te hace pensar que
esta ave me pertenece?
El extraño alzó las manos y se quitó la capucha hasta los hombros. Drey Fon
luchó por mantener una máscara inexpresiva mientras el temor y la expectación se
retorcían en su interior. ¿Qué estaba haciendo Kapali aquí?
— ¿Por qué me lo dices? Si estas tan seguro, ¿por qué no me expusiste antes tus
ancianos o al menos alertaste a los demás en tu orden? — Drey Fon encendió las
llamas con una orden mental.
— Hubiera percibido tal intrusión. Los Perrlain no son los únicos capaces de
hacer conjuros de protección.
— No sentí ningún peligro inminente, no representar peligro para mí. ¿Por qué
estás aquí?
— Tus ilusiones son perfectas, pero son tan sólo ilusiones. Esa criatura no es de
este mundo. ¿Cómo es que llegó aquí? ¿Cuánto han progresado tus poderes?
Drey Fon reconoció el hambre en la expresión de Kapali. Esto era más que una
curiosidad normal. Kapali estaba inquieto y disgustado. Sin embargo, era un sumo
sacerdote de los Perrlain. La vergüenza y la obligación podían ser motivadores
poderosos. Sería un tonto si revelaba demasiado muy pronto.
86
— Gracias por devolverme mi mascota. Debes irte ahora.
Liberando su brazo del agarre de Kapali, Drey Fon extendió sus manos.
— Muévete.
Kapali cantó suavemente, sus manos se cernían sobre el ave. — Puedo sentir su
ser. — Él se quedó sin aliento. — Ella es voraz. Transfórmala.
— Ya pensaras en algo.
Con el desafío ardiendo en los ojos, Kapali se desabrochó la bata y abrió los
muslos. Se cubrió la palma con el ungüento de firmine luego se tomó la polla con la
mano.
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Drey Fon miró cada movimiento, revelando la humillación de su enemigo. —
¿Por qué estás aquí? — Enfrentando a Kapali al otro lado de la hoguera, Drey Fon se
metió en su mente. Sus escudos mentales eran fuertes. Por lo que Drey Fon empujó
más fuerte.
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— Sé que influenciaste a uno o dos de sus guardias. Y supongo que tu éxito se
vio truncado por nuestros hechizos de protección.
— No, pero puedo contrarrestarlos. Puedo darte total acceso a sus guardias e
incrementar tu influencia sobre la misma Serena. Como no soy el único responsable de
los conjuros, nadie sabrá como fallaron en proteger a nuestra preciosa Serena.
Drey Fon pensó la oferta. Tenía sentido. Kapali podía hacerse a un lado,
lavarse las manos, y lamentarse por el destino de la pobre Serena. Nadie sospecharía
de su papel en el asunto. — Alimenta a mi ave. Quiero ver tu rostro transformarse con
horror cuando ella se transforme.
— Lo verás por ti mismo tan pronto como te corras. — Soltó el cabello del
sacerdote. Tal vez debería escanear la memoria de Kapali. La virginidad de Serena no
podía ser devuelta. Revivir el momento sería mejor que… ¡No! La memoria
compartida era interactiva. Kapali tendría acceso a su memoria todo el tiempo que
pasara en la suya. — Más rápido. Apenas lo haces fuerte.
89
— Sé lo que es querer a alguien que no puedes tener. — Kapali cambió su
posición ligeramente y continuó estimulándose a sí mismo. Usó ambas manos, tirando
sus testículos hacia abajo antes de deslizar su puño golpeándolas con velocidad.
Sus compulsiones eran poco confiables. Ratauni era el único que podía
doblegar a otro a su voluntad. Sin embargo, Kapali no necesitaba saber los detalles.
Drey Fon vio la polla de Kapali endurecerse y sus rasgos se tensaron. Pensar en
su renuente amante era más excitante que su propio toque.
El sacerdote gruñó exasperado y abrazo sus manos con sus muslos. — Necesito
concentrarme. ¿Quieres que tu mascota muera?
Drey Fon se rió. — Puedes hacer mi objetivo final más fácil, lo admito. Pero no
tengo duda de que puedo tener éxito, incluso si encuentran tu cuerpo sin vida en la
selva.
90
— ¿Ahora recurres a amenazas?
Con el pecho agitado y la furia ardiendo en sus ojos, Kapali abrió su bata y sacó
su miembro.
— ¿A qué dimensión has accedido, que capacidades trajo esa criatura consigo?
— Él mintió. — Kapali cerró sus ojos y meció sus caderas. Una gota de
humedad se formó en sus caderas. — Él puede dedicarse a un solo amante.
El semen salió desde de la polla de Kapali, cayendo sobre y alrededor del ave.
Una luz azul brilló a través de las plumas en cada punto de contacto. Las vibraciones
pasaban a través del halcón. Su cuello se enderezó y extendió las alas.
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Kapali observó la transformación con los ojos amplios y asustados. Drey Fon
estaba intrigado por la reacción del sacerdote así como él por el familiar cambio. La
energía se acumuló, deslizándose desde las garras del ave hasta su pico. El halcón se
desintegró en una ola de luz brillante. Unas largas piernas enmarcaron la hoguera,
abiertas mientras que el fuego lamía su sexo. Ella arqueó la espalda y arañó el suelo de
tierra, con los brazos extendidos a cada lado de su cuerpo.
Drey Fon rió cuando Kapali jadeó sobresaltado. — Luce como Serena.
Era un ciclo peligroso. Cuanto más fuerte se hacía, más codiciosa, lo que la
hacía más fuerte. Kapali tembló, obviamente sintiendo la compulsión sexual. El sudor
salpicaba su frente y su polla se endureció a una velocidad sobrenatural. Gritó,
agarrándose el inflamado apéndice con ambas manos.
— ¿Lo hiciste tú o ella? — El tono de Kapali era ronco sin poder creerlo.
— Ella tiene su manera de conseguir lo que quiere. — Drey Fon le tomó la cara
entre las manos y empujó más rápido. Ratauni meneó su trasero, con gemidos de
necesidad escapando alrededor de su eje. — La presión aumentara hasta que estés en
agonía. Haría uso de ese culo blanco si fuera tú.
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— ¡Ella es un demonio! — Acariciándose a sí mismo con frenética
desesperación, Kapali intentó resolver el problema por sí mismo. Agarró el ungüento
de firmine y cerró sus ojos.
Se movió hacia ellos con pasos lentos, Kapali negó con la cabeza. — No voy
tomar a un demonio.
— Tomaras a Baylott. Esto es lo que quieres, por lo que estas arriesgando tanto.
Baylott se disolvió y Drey Fon estaba de nuevo en la boca de Serena. Hasta que
la luna llena ascendiera, él estaría contento con esta ilusión. Kapali por otro lado, se
retorcía y aullaba. Ratauni fácilmente seguía sus frenéticos movimientos.
93
gobernando sus sensaciones. El fuego se acumuló en sus testículos y él saboreó el
abrasador placer. ¿Cómo podría estar contento con la pasión humana después de esta
intensidad? Como si de una respuesta se tratara, Ratauni transformó sus ojos. Él miró
dentro de los ojos azul brillante de Serena mientras bombeaba su semilla dentro de la
garganta del demonio.
— ¡No puedo!
— Ratauni, llena su cabeza con imágenes. Tengo otros planes para él ahora.
94
herramienta de negociación que jamás había procurado. Con un furioso rugido, el
sacerdote empujó hondo y se corrió fuerte, con fuertes espasmos. El demonio tembló y
suspiró, colapsando sobre su vientre.
— Ofréceme tu culo.
— Aléjate de mí, — Kapali gritó al demonio. Una vez que esta se había
trasladado a un extremo de la hoguera, el sacerdote dio la espalda y se abrió así mismo
para Drey Fon.
95
Capítulo Cinco
La repulsión en su tono hacía eco en su mente incluso ahora. Si ella supiera que
era un androide, ¿se encogería y temblaría? Si cuerpo era biométrico, pero sus
recuerdos y personalidad no habían sido programados, habían sido transferidos.
— ¿Progreso?
96
Matt le colocó los dedos sobre los labios. — No tienes que disculparte. Esto es
un intercambio. Tú sanas mi espíritu y yo me aseguro de que estés lista para tú
celebración.
Serena asintió, sus ojos abiertos y brillantes. Matt no podía ver más su
decepción, pero sospechaba que había suprimido el dolor, más no había aceptado la
situación.
— ¿Miranda te dijo que era una vidente de almas? — Regresó, sentándose a los
pies de la cama, con las piernas a un lado y la bata envuelta a su alrededor.
— Sufrí una enfermedad que casi me mata. Mientras creía que iba a morir,
reevalué mi vida. — Miranda tenía una manera de extraer detalles sin pedir
información específica. ¿Serena usaría la misma táctica? ¿Cuánto necesitaba saber? —
¿Qué hace exactamente un vidente de almas?
— Veo una representación del ser interior de las personas. Muchas culturas
reportan un fenómeno similar. Algunos ven anillos, otros dicen que la sombra de las
personal revelan su verdadera naturaleza, otros sienten lo que hay bajo la apariencia
física.
97
— Yo veo hilos de color, entrelazándose y fluyendo con pulsos de energía. Los
patrones, así como los ritmos en que fluyen, son tan importantes como el color de los
hilos.
— Aún tengo que encontrar a alguien que no pueda leer, pero Hyalee me
advirtió que sucedería.
— Son débiles, pero puedo verlos. — Serena sonrió y miró sus manos. —
Tenemos algo de trabajo que hacer.
¿Quería decir que aún tenía un alma? Débil y contorneada era mejor que sin
alma. Era sensible y adaptable, pero muchos no lo considerarían vivo. Se tomó un
momento para componer su expresión. No sería bueno que se diera cuenta de lo
contento que estaba por su comentario. No podía admitir su dilema sin explicar la
causa de su incertidumbre.
Su mirada brilló con alguna diversión secreta. Como desearía poder leer su
mente.
— No sólo puedo ver los hilos del alma. Puedo manipularlos. Si trabajamos
juntos, podremos desenredar tus hilos y balancear tu flujo de energía.
— Creo que tomaste la ramita más corta. Ayudar a que una apasionada mujer
sienta placer es mucho más fácil que desenredar lo que está dentro de mí.
98
Serena no discutió y no lo presionó por detalles de su pasado. Hablaron sobre
Halley Prime y su relación con Miranda. Ella le explicó más sobre la estructura de la
Orden y la vida diaria en la villa Perrlain. Era un paso más productivo que una
pequeña charla pero aún estaba a años luz de las cosas que necesitaban hablar.
— Tengo que activar la habilidad. Los hilos de almas puedes ser hipnotizantes.
No quiero verlas todo el tiempo.
— No mucho. Eres una persona muy reservada. — Ella jugueteó con la punta
de su cinturón. — ¿Puedo hacerte una pregunta de mal gusto?
Serena asintió. — Hay muchas más experiencias en los hilos de tu alma para un
hombre en sus veinte. ¿Cómo mantienes tu apariencia joven?
99
— Tecnología. Hay muchos procedimientos en Halley Prime que extienden la
vida y la juventud.
— Mucho. — Matt abrió su boca luego la cerró. Era mejor traerla a esto paso a
paso. — La enfermedad con la que luché hubiera destruido tu villa entera, y hubiera
paralizado a los que no mató. Crees en la divina providencia, ¿no? ¿Las enseñanzas de
la Orden me hubieran condenado a muerte?
El resentimiento llenó su mirada, haciendo que sus ojos brillaron como cristal
azul.
— ¿Es alguna clase de juego para ustedes? Tratamos a Ashton con respeto. Él
no estaba familiarizado con nuestras costumbres, entonces Lutton le enseñó. ¡Y como
resultado hemos sido inundados con turistas! Los peregrinos bromean, se ríen y
mancillan lo que es sagrado.
— Eso no fue culpa de Ashton. Bueno, no del todo. Un joven llamado Palmer
Boehme estuvo involucrado en la crisis que trajo a Ashton a tu villa. Palmer comenzó
a circular historias sobre sus aventuras, esperando aumentar la consciencia sobre los
demás puestos de avanzada.
— Las condiciones de Templo Tuttle, son primitivas por diseño. Muchos de los
otros planetas estaban padeciendo negligencia. Palmer tenía buena intención, pero no
anticipó las consecuencias a largo plazo de sus acciones.
100
Serena acomodó su túnica más apretada alrededor de sus piernas, claramente
incomoda con el tema actual.
— Cuando el malignari disparó sus púas a Ashton, los ancianos querían dejar
que muriera, ¿verdad?
— ¿Crees que deberías haber pagado con tu vida por tu mal comportamiento?
— Su tono era bajo y pensativo.
101
— Lo que pienso es irrelevante. — Su tono reflejó el de ella. — Pregunté por lo
que tu Orden enseña. ¿Hubiera sido la voluntad de la Deidad que muriera?
— La Deidad revela las plantas que alivian el dolor y como preparar tés para
bajar la fiebre. Lutton aprendió muchas cosas durante su temporada en la universidad
y todas las hemos aprendido.
Él quería creerle, pero la experiencia de Ashton con estas personas decía algo
diferente. — Si Orillia sufriera una enfermedad y los sanadores no pudiera curarla,
¿alguien buscaría tratamiento médico para ella en algún otro lado?
— Pocos de nosotros algunas vez dejamos el valle, pero no hay una prohibición
para tal cosa. ¿Has recaído en tu enfermedad? ¿Necesitas tratamiento médico?
102
Matt sonrió. El tiempo tenía menos relevancia para los Perrlain.
— ¿Has estado alguna vez fuera del valle? — Ella sacudió la cabeza. — Es difícil
entender algo cuando nunca lo has experimentado. — Dejándose caer, se relajó contra
las suaves almohadas. Se sentía tan fuera de lugar en esta primitiva cabaña así como
ella se sentirían en una de las opulentas suites del Palacio del Placer. — Ha sido un día
memorable. ¿Por qué no tratamos de dormir?
Él no había pensado en nada más desde que la vio. Sin embargo, mantener una
distancia emocional sería mucho más difícil si ella lo tocaba. — ¿Por qué?
103
— Después de que haya demostrado mis habilidades, la celebración se
desarrolla en tres etapas. Se espera que reciba placer ante los sacerdotes y sacerdotisas.
Luego el placer será compartido por toda la tribu. Es el formato habitual para la mayor
parte de nuestros rituales. Por esta razón, es imperativo que supere mi miedo.
Matt no dejó que las palabras salieran, pero la idea de alguien más tocándola lo
dejaba frío. La necesidad de ponerla bajo él y empujarse dentro de su acogedor calor
era casi abrumadora. El deseo ardía en sus ojos. No quería perder el impulso que
habían ganado, pero se negó a apresurarse.
— Dar, recibir y compartir, — él dijo con una sonrisa. — Creo que podemos
manejar eso.
*****
104
profundizó. Incluso entonces, había esperado hasta que el más leve ronquido escapara
de su garganta antes de cambiar de posición para poder verlo.
Se sentía libre y con poder, ansiosa por explorar. Orillia le advirtió que iba a
sentir un vínculo especial con la primera persona que tomara su cuerpo. Matt en
realidad no la había tomado, pero los sentimientos que había liberado eran aún más
intensos que lo que había experimentado durante su ascensión.
¿Era este cálido letargo nada más que una novedad? No podía obligarse a
aceptar una conclusión tan desalentadora. Si Matt lo hubiera permitido, tenía la
certeza de que se hubieran pasado el resto de noche complaciendo el deseo mutuo.
Por costumbre, convocó los hilos de su alma. Algunas partes estaban tan
firmemente apretados y tan débiles que apenas podía ver los colores. ¿Qué había
causado aquello? ¿Había hecho más que interactuar con criminales? La vergüenza era
un jugador destacado en su estructura psicológica, la vergüenza y el arrepentimiento.
Matt se agitó y se movió, la sabana que cubría sus caderas se apartó. Haciendo
caso omiso de la tentación de su cuerpo musculoso, le apartó el cabello de la frente y
susurró su nombre. Las pesadillas eran algo común en espíritus inquietos. ¿Debería
despertarlo o sería más productivo intentar sumirlo en el sueño? Tanto Miranda como
su madre podían unir sin esfuerzos sus consciencias a la de otros. Durante su
ascensión, Serena había sentido lo que Baylott y Kapali estaban experimentando. Esto
era diferente, pero probablemente estaba en su poder.
105
Ella se concentró en los hilos, permitiendo que el flujo de colores la arrullara. El
terror atacó a través del vínculo telepático y ella se quedó sin aliento. Sintió la
emoción, entendió cuan profundamente afectaba a Matt, pero se mantuvo alejado del
miedo.
¿Quién era él? ¿Por qué Matt estaba soñando con este anciano?
Una sombra cayó sobre la cama. El anciano movió su mirada cansada a una
persona que Serena no podía ver.
106
como si fuera el hombre que estranguló. Se quedó sin aliento, con la respiración
sibilante y limitada.
Él la miró con los ojos abiertos y cuidadosamente, luego negó con la cabeza. —
Era sólo un sueño.
Serena no podía preguntarle sobre el anciano sin admitir que había estado en su
mente. — Era un sueño muy violento. ¿No recuerdas nada?
107
— Mucho más a menudo de lo que creería posible. — Dejando la sabana sobre
su cadera, se movió hasta apoyarse contra la pared. — Dame un minuto para aclarar
mi mente y estaré bien.
Se sentó frente a él con las piernas cruzadas frente a ella. La longitud de la bata
le cubría las piernas a pesar de su indecente postura. — Sabes más de mí de lo que sé
de ti. ¿Tienes familia? ¿Qué haces cuando no estás desarrollando robots funcionales de
placer?
— No hay mucho que contar. — La tensión liberó su postura, pero las sombras
permanecían en sus ojos. — Sabes sobre mi trabajo y mi trabajo fue mi vida por mucho
tiempo.
— Fui aceptado por los ciudadanos de Halley Prime cuando cumplí diecinueve.
Mi padre había sido asignado a Chiron durante la evacuación, pero la vida de un
granjero no tenía atractivo para mí.
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— Hasta el día que murió. — Matt frotó sus ojos. La fatiga en su expresión la
hizo pensar en el anciano. — Aseguré pases de visitante para él muchas veces. No
tenía interés en dejar Chiron. La vida era dura, pero él decía que era un “trabajo
honesto”.
— La manera en que hice mi vida. Es por eso que estoy aquí. Debo dejar mi
pasado atrás de una vez por todas o este me destruirá.
*****
En el nivel subterráneo del Palacio del Placer, Petra se abrió paso entre los
escombros del laboratorio quemado. Los recuerdos le llegaron de todo lado. El
entusiasmo que había burbujeado en Matthias cada vez que le mostraba un nuevo
invento. Sonreía con facilidad aunque los secretos acechaban sus ojos. Ella había
compartido su vida, tal vez su afecto, pero nunca la devoción de su corazón. Había
una parte de él que nunca le había permitido ver, mucho menos experimentar.
Aunque el hollín cubría el suelo y todo dentro de las habitaciones había sido
reducido a escombros carbonizados, las paredes eran estructuradamente sólidas.
Cuando había construido su imperio, había sido para que durara, y Matthias había
estado bajo sus faldas, construyendo sus dominios justo bajo el Palacio del Placer.
109
Matthias había puesto fin a su carrera con el evasivo drama por el que era
conocido. Se había ido, literalmente, en un resplandor de gloria, dejándola aislada y
sola.
— ¿Por qué no sellas este nivel y acabas con eso? — Cruzó los brazos sobre su
pecho, un indicio de impaciencia brillando en su oscura mirada. — No hay nada aquí
excepto recuerdos.
— Necesitas dejarlo ir. Incluso si está vivo, lo que es imposible, esta obsesión
no es saludable. Matthias es parte de tu pasado. Concéntrate en el futuro.
110
— Matthias está ahí afuera. Puedo sentirlo.
— Sólo para aclarar el tema, digamos que lo encuentras. ¿Qué vas a hacer? He
estado alrededor tanto como tú. Sé que Matthias consideraba su relación terminada
mucho antes de que desapareciera.
Él se giró y partió tan abruptamente como había llegado. Sabía que tenía razón,
pero eso no ayudaba. Había tratado de superar a Matthias. Se había ocupado a sí
misma con trabajo y tórridos romances. Nada alivió el dolor. No importaba que
hiciera, su terco corazón se rehusaba a dejarlo ir.
111
Capítulo Seis
Serena y Matt pasaron el día siguiente con conversaciones casuales. Cada vez
que ella sacaba el tema de la pesadilla, cambiaba de tema y todas sus preguntas con
respecto a su pasado recibían corteses respuestas evasivas. A su vez, ella evitó los
detalles de su ascensión. Era un baile frustrante. Daban vueltas el uno al otro en una
distancia constante, sin mostrarse vulnerables.
— ¿He hecho algo que te ofendiera? — Lo encaró, con las manos puestas en las
caderas. En deferencia a lo accidentado del terreno, se había puesto una camisa de
manga corta de color rojo y dorado a juego con los pantalones cortos de color negro.
Botines de cuero protegían sus pies y había trenzado su largo cabello.
— Tus guardias me ponen incómodo. — Matt usaba unos shorts, una camisa y
las mismas botas que le había notado la primera vez que salió de la selva.
112
Matt empujó al guardia a sus rodillas mientras Vitik volaba hacia él desde la
dirección opuesta. Con una patada firme, Matt envió a Vitik volando hacia atrás entre
los matorrales. Matt le arrebató la lanza a Vitik y la rompió con su muslo.
— No te dejaremos con este extraño. — Fyn le entregó a Vitik las mitades rotas
de su lanza y miró a Matt con una combinación de humillación y desconfianza. — Es
nuestro deber jurado garantizar tu seguridad.
— Hay muchas clases de gritos, — dijo Fyn con sonrisita. — ¿Cuál deberíamos
interrumpir?
113
Tal vez si ella le confiaba sus secretos, él se abriría a ella. Hyalee le había dado
ya una idea de lo ocurrido. Serena sólo necesitaba llenar los detalles para liberarse del
incidente para siempre.
Matt tomó su mano, la ternura era inusual pero bienvenida. — ¿Tu madre sabe
quién la atacó?
Serena negó. Habiendo vivido con la vergüenza toda la vida, podía poner
distancia con los eventos. — Sólo sabe que era un Wikoli.
— Estoy de acuerdo, pero ¿por qué los Wikoli se meterían en este lio? ¿Los
videntes de almas son tan únicos?
— No estoy segura si esto tiene que ver con mi habilidad. La persona que atacó
a mi madre no tenía manera de saber que habilidad poseería.
114
— Él sabía que las mujeres de tu familia son fuertemente dotadas por la Deidad.
Como dijiste, esto requiere de preparación.
Serena estudió su perfil por un momento, confortada por su fuerza y sin duda
consciente de su masculinidad. — Casi suena como si creyeras todas estas tonterías
supersticiosas.
Una fresca brisa enfrió sus mejillas y secó el sudor que corría por entre sus
pechos. Miró el cielo azul claro, con un poco de miedo de encontrarse al halcón dando
vueltas.
— En una época, no hace mucho, estábamos todos en una tribu, — ella le dijo.
Él caminó detrás de ella a medida que el camino se empinaba. Su mano tomó su codo
presionándolo contra su espalda de vez en cuando, manteniéndola consciente de la
corriente que fluía. — El Templo Tuttle fue puesto antes de que el cometa chocara con
Shardrake. Mis ancestros vinieron buscando una vida simple y enfocada en la
espiritualidad.
— Los Wikoli han tomado nuestras creencias y las han cambiado. Ellos
rechazan el materialismo, al igual que nosotros, pero su enfoque no es para traer honor
a la Deidad. Los Wikoli sólo viven para complacerse a si mimos.
115
— No estoy seguro de que eso conteste mi pregunta.
— ¿Juguetes? Una vez fui el mejor juguetero de toda la galaxia. Mis inventos
tenían gran demanda. Nadie podía igualar mi trabajo o mi ingenio.
— ¿Saber que otras personas encontraban placer con tus juguetes te llenaba
como persona?
116
— No estoy explicándolo muy bien. La tecnología biométrica puede ser usada
para reemplazar brazos, piernas e incluso órganos internos.
— ¿Me mostraste a los tuyos, ahora debo mostrarte los míos? — Él continuó
mirando por el valle, pero una sonrisa curvaba sus labios.
— En muchas maneras.
117
Serena no podía imaginarse pagando por placer sexual, pero mantuvo la
objeción para sí misma. Ya habían establecido las diferencias entre sus mundos.
— Yo… en una manera muy cruel. Habíamos terminado y vuelto varias veces
antes de que tuviera suficiente. Quería asegurarme de que entendiera que no había
esperanzas de reconciliación.
118
— Cuéntame sobre los criminales. ¿Fue esa la primera vez que estuviste de
acuerdo en hacer negocios con esta gente?
— No. No me di cuenta de que negociaban con armas biológicas así como con
tradicionales. Su líder había mutado con antiguo virus Terran llamado poliomielitis
paralitica. — Matt sonrió, aceptando un alivio momentáneo de la tensión. — Estoy
seguro que eso no significa nada para ti. Es más comúnmente como poliomielitis
degenerativa. Era una enfermedad terrible antes de que él se metiera con ella. Para el
momento en que terminó, era de rápida actuación y letal.
119
No la sorprendió. — ¿Este tratamiento no estaba disponible para los otros en tu
nave?
Escogiendo sus palabras con cuidado, Serena se preparó para oponerse a él.
¿Por qué las personas de otros mundos menospreciaban la importancia de las
relaciones sexuales mientras construían palacios para satisfacer su necesidad de placer?
¡Despilfarraban fortunas para satisfacer una simple función corporal a través de la
tecnología! La contradicción no tenía sentido. El sexo era tocar y ser tocado, conectar
y compartir con otro ser vivo, una persona.
120
Matt volvió a la saliente y cruzó los brazos sobre el pecho, mirando al otro lado
del valle. — No eres para nada lo que esperaba.
121
— Vayan al comienzo de la montaña, — les dijo con firmeza en Perrlain. —
Nos reuniremos abajo cuando hayamos terminado de disfrutar la vista.
— Siempre tuviste un oído tan agudo, — dudó antes de añadir, — o tus oídos
son…
122
Serena tenía que pararse en las puntas de sus pies para alcanzar su boca, lo que hacía
que sus pechos se rozaron contra su pecho. Sus labios se separaron al primer toque de
su lengua y su pulso se aceleró. Nunca antes había tomado la iniciativa, nunca había
tenido el control.
Matt separó sus muslos, encajando sus cuerpos más estrechamente con el suyo.
Su polla presionaba contra su vientre y sus manos acariciaban su espalda. Girando y
acariciándose, sus lenguas bailaban de su boca a la suya. Serena sacudió sus caderas y
las manos de Matt le acariciaron el trasero, levantándola levemente para que su sexo se
alineara con la base de su longitud.
— Eso hago.
123
Serena acarició cada ondulación de su abdomen. ¿Cómo un científico habría
esculpido semejante perfección? Separando la parte delantera de sus pantalones, los
bajó más allá de sus caderas. No usaba nada debajo.
Serena se lamió la otra mano, mojando su palma así como sus dedos.
— No tienes ni idea lo difícil que fue detenerme con nada más que un pequeño
beso. — Matt se rió, con un profundo y gutural sonido. — Tientas como una ninfa, sin
embargo eres tan inocente.
Matt atrapó su rostro entre sus manos y condujo su mirada a la suya. — Eres
más inocente de lo que sabes. No te apresures en hacerlo a un lado.
124
Su mirada se llenó de tristeza, una neblina cansada del mundo que le dieron
ganas de llorar. Al igual que los hilos de su alma, sus ojos eran más viejos que su
rostro.
— Debimos haber traído más comida. Puede que nunca me quiera ir.
Serena abrió sus labios a la vez que el rostro de él descendía. Besar nunca había
sido tan atractivo hasta que conoció a Matt. Muchas cosas habían sido poco
impresionantes hasta que tropezó con Matt en su vida. Sus labios se movían contra ella
y Serena deseó que estuvieran desnudos. Incluso acariciar su miembro no era tan
emocionante como tenerlo sobre ella, frotándose contra su cuerpo y empujando en su
interior.
Sin molestarse con todos los botones, él le desabrochó los primeros y luego tiró
de su prenda superior por encima de su cabeza. Matt se paró y se quitó los pantalones
antes de quitarle la prenda y dejarla sobre la roca. Luego se quitó su propia camiseta y
la dejó junto a la de ella. Eso sólo dejaba sus zapatos y sus shorts.
— ¿Nuestros pies necesitan protección del suelo? — Serena miró la ropa tirada
sobre la roca, luego sus pies y de vuelta a la ropa. — ¿Cómo pretendes hacer esto?
125
— Pretendo sentarme en esta roca y mirar a la mujer más maravillosa que
jamás he conocido, darme placer con su boca. Después de eso, lo decidiremos juntos.
— Se sentó al borde de la roca, con los brazos a los lados, las piernas extendidas, y
esperó.
El sol bañaba su cuerpo en una luz dorada, acentuando las líneas de su cabello
y el feroz poder de su cuerpo. Su interior se despertó, derritiéndose de expectación y
necesidad. Dejó caer sus pantalones entre sus piernas, arrodillándose en la delgada
barrera.
Para el momento en que cerró sus dedos alrededor de su pene, estaba tan duro
como una roca, sus venas se distendían. Se inclinó hacia él, pasándole la lengua por la
parte inferior de su pene. Su salvaje gemido envió una ola de lujuria a través de su
cuerpo. No era de extrañar que hubiera disfrutado tanto lamiéndole. Dar placer era tan
excitante como recibirlo.
126
Matt se arqueó levemente, levantando su trasero de la roca y luego se relajó.
Sus manos se quedaron en su cabello, pero no hizo movimiento alguno o emitió
ninguna orden. Su entusiasmó se intensificó, la confianza endulzo el deseo que ardía
en ella. No la obligaría a nada. Harían esto juntos.
Sus labios se aflojaron y deslizó su eje más abajo en su boca. Incluso con su
cabeza inclinada hacia atrás, no podría tomarlo del todo. Serena tomó sus testículos
con una mano y con la otra acarició su eje.
— Sabes lo que quiero decir. — Su pecho se hinchó y sus mejillas estaban tan
rojas como la cabeza de su pene.
127
— Bebimos vino de firmine en la comida de mediodía. ¿Por qué tu… Sabes a
vino.
128
Capítulo Siete
Matt relajó su agarre y permitió a Serena levantarse en sus talones. Todo había
sido perfecto. Su abnegada expresión de pasión había sido más emocionante que
cualquier cosa que pudiera recordar. No quería nada más que continuar con esto, para
hacer el amor con ella en una increíble combinación de intensidad y ternura que se
retorcía en su interior, incluso ahora. Su fragmentado honor no le permitiría fingir.
Ella tenía que saberlo. Antes de unir su cuerpo con el de ella, tenía que hacer
que entendiera lo que era. Si se apartaba con repulsión, haría todo lo posible por
superar los malentendidos, pero tenía que decirle.
No había ningún artífice en Serena. Ella decía lo que pensaba y peleaba con
fuerza por las cosas en que creía. No la engañaría.
129
Esperando para ver cómo reaccionaba ante el concepto antes de revelar algo
más, Matt asintió.
— ¿Es por eso que sabias a vino? — Un disgusto se deslizó por su cara. — ¿No
es eso tomarse lo del reciclaje muy en serio?
Matt se rió a pesar del sonrojo que subía por su garganta. — Si el sistema
hubiera sido diseñado de otra manera, hubiera tenido que añadir el líquido apropiado
cada vez que fuera a tener sexo. Eso hubiera sido incomodo por decir poco. ¿No crees?
130
— Fue por esto que me preguntaste por Ashton y el malignari. ¿Sin estas
tecnologías, estarías muerto?
La pregunta era más profunda que eso, pero ella se arrodilló entre sus piernas,
desnuda. Y su polla no estaba de humor para una discusión filosófica sobre la vida.
— No quiero ir más lejos hasta que entiendas que no soy como los otros
hombres.
— El poder superior podría ser sólo Miranda, pero eso está bien para mí.
— Todavía estás distraído. ¿Necesita liberar tus miedos? — Cerrando sus labios
alrededor de su polla, succionó con voraz demanda. — Me gusta el vino de firmine. —
Sus labios se movieron contra él a la vez que hablaba. — Dame más.
131
habilidad, lo compensaba con entusiasmo. Su lengua giraba y sus labios se deslizaban,
apretados y cálidos alrededor de su dolorido eje.
Su piel era sedosa bajo sus dedos, su sabor adictivo para su lengua. Matt inhaló
profundamente, necesitando imprimir su aroma en su cerebro, así lo único que tendría
que hacer seria cerrar sus ojos y estaría rodeado por ella.
— Tu coño es tan suave. — La delineó con las yemas de los dedos, hipnotizado
por su delicada carne. — Nunca me cansaré de tocarte, nunca tendré suficiente. —
Con una lentitud deliberada, encontró su abertura y empujó dentro. Su pasaje se apretó
alrededor de su dedo medio, caliente, húmedo y hospitalario.
132
Lo retrocedio un poco, con su esencia brillando en su piel. El deseo aumentó en
su interior, hinchándose y consumiéndolo. Ahuecó su trasero con una mano y añadió
un segundo dedo. Serena se arqueó sobre él, sus pechos fuera de su alcance.
— ¡Oh, oh! — Serena agarró su cabeza e inclinó sus caderas. Matt entendió lo
que necesitaba. Con sus dedos enterrados en su interior, cerró sus labios alrededor de
su clítoris y chupo.
Ella gritó con fuerza, su cabello rozaba sus manos y su espalda se arqueaba. Sus
músculos internos apretaron sus dedos con las profundas contracciones a los mismos
compases de su boca. La esencia corriendo por sus dedos hasta su mano. Debía de
tomar ventaja de su respuesta para aligerar el camino a su interior.
La guío hasta su regazo con sus rodillas a cada lado. — Estas muy apretada, —
él murmuró contra su cabello. — Tendremos que ir despacio.
Su beso era lento y juguetón. Matt mordisqueó sus labios y luego succionó su
lengua, animándola a jugar. Tomando ventaja de su distracción, acunó su trasero con
ambas manos y se empujó más dentro de su calor.
133
Serena tembló cuando Matt la empaló. La extendía más y más. Aliviado por su
excitación, su cuerpo le abrió camino hasta el mismo centro de ella. Ella arrancó su
boca de la de él y dejó caer la cabeza sobre sus hombros. Matt la llevaba más allá del
placer. Le dolía y quemaba a medida que empujaba más profundamente, implacable,
pero increíblemente suave.
— Sólo un poco más, — susurró Matt, y ella rió. ¿Cómo podía haber más? Él se
lo demostró un instante después cuando su ingle se presionó contra la suya. — Si no
quieres que me mueva, puedo correrme así, sólo sigue apretándome y me correré.
Ella se movió en su regazo deslizándose hacia adelante para poder envolver sus
piernas alrededor de él mientras su cuerpo se ajustaba. — Déjame recuperar el aliento.
Las manos de Matt se deslizaron por su húmeda piel, sin detenerse en algún
lugar por mucho tiempo. El lazo de su trenza se deslizó y una brisa fresca la deshizo.
Las hebras giraron alrededor de ellos, como una sedosa caricia.
Matt agarró sus caderas y la subió lentamente, probando la facilidad con la que
se podría mover. Su núcleo se agitaba y ella se abrazó contras sus hombros.
— Eres enorme, — ella admitió con un suspiro. La sostuvo mientras ponía sus
piernas bajo ella de nuevo. Girando sus caderas y levantándola en las rodillas, subió su
cuerpo sobre la longitud de su eje y luego bajó lentamente.
134
Matt acarició sus pechos y jugueteó con el pliegue entre sus nalgas. Se miraron
a los ojos el uno al otro, perdidos en la emoción del descubrimiento.
Con una sonrisa traviesa, la afirmó a su pecho y la giró sobre su espalda. Sus
fuertes brazos controlaron su descenso, dándole un momento para asentarse sobre el
pasto antes de continuar. Arrodillándose entre sus muslos, envolvió sus piernas por
sobre sus brazos.
Matt tiró su cadera hacia atrás. Serena levantó los brazos sobre su cabeza,
saboreando el apretado deslizar de su miembro. Deteniéndose con tan sólo la punta
dentro de ella, la miró a los ojos.
Matt lucía como si quisiera decir más, pero luego sus pestañas bajaron y todo lo
que pudo ver fue deseo. La llenó una y otra vez, cada embestida como una particular
posesión. Sus manos agarraban sus caderas mientras se movía entre sus muslos.
Serena miró más allá de él hacia el cielo azul, volando como un ave al viento.
El placer corría a través de ella, cosquilleando en su piel y reuniéndose en su núcleo
femenino. Lo apretó con sus músculos internos y se rindió a la unión.
Los hilos de su alma cobraron vida a su alrededor, sus colores eran vibrantes.
Alzó los brazos y dejó que las hebras volaron a sus dedos. Sus emociones
bombardearon su mente a la vez que un segundo nivel de sensaciones magnificaba su
placer.
135
La necesidad era clara en su mirada, por lo que la emoción no la sorprendió.
Matt sentía lujuria y posesividad, pero a través de las oscuras emociones flotaba la
esperanza, dulce y pura como una lluvia de verano. Moviendo las manos a su rostro,
llevó su boca a la suya. La esperanza era preciosa y frágil, y demasiado extraña.
Se corrieron juntos, Matt apretando sus dientes, y Serena gimiendo por los dos.
Él la apretó contra su pecho y la fuerza de su liberación sacudiendo su cuerpo. Serena
envolvió sus piernas y brazos alrededor de él, subiendo por la cresta una y otra vez.
*****
Petra se encogió ante el título. Ebon sabía que el “señora” la hacía sentir vieja y
desaliñada. Ella había insistido en que se le llamara “Querida” incontables veces desde
que él había tomado la seguridad en el Palacio del Placer. Sin embargo, él prefería
“olvidarlo”.
— Mándalo.
136
Se pasó el cabello color zafiro por detrás de las orejas y se acomodó el escote,
revelando únicamente la curva superior de sus pechos. Usualmente, ella usaba sus
atributos físicos sin dudarlo. Cephus, sin embargo, era la última persona que deseaba
excitar. Había sospechado que llegaría hoy. ¿Por qué no se había puesto algo menos
extravagante?
Apuntando con su mano las sillas puestas frente a su escritorio, esperó que él se
sentara antes de volver a su asiento.
Cuando había sugerido que quería más que dinero, había esperado que su
demanda fuera sexual. Había pasado muchos años en el negocio del placer,
aparentemente. — ¿Qué es lo que sé que te interesa?
137
— Insisto en que cada uno de mis clientes revele cierta información sobre sí
mismo. Esto me protege, por si alguno de mis clientes trata de manipular la relación.
La ira hervía bajo su tranquila fachada. Hasta que ella supiera lo que él sabía,
no tenía más opción que seguía el juego. — ¿Cómo sé que lo has descubierto tiene
tanto valor como para revelarte algo de mí?
Él tendría que hacerlo mejor que eso si esperaba ponerla incomoda. — Éramos
amantes.
138
— ¿Lo llevo a creer que permanecía fieles a él?
— No fue un engaño. Sinceramente, intenté cambiar por él, pero me gustan los
hombres. — A pesar de su tono casual, el dolor afilaba su respuesta.
— Sí.
— Sí.
— ¿Y aun así te aceptó de vuelta? — La sombra de una sonrisa curvó sus labios.
— Debes ser un demonio o una maldita… ¿O sólo era muy tonto?
— Ya sabía eso.
139
Él se rió. — ¿Siempre eres tan impaciente?
— Depende de la situación.
Aligerar su humor era la última cosa que le pasaba por la mente. Él o tenía
información importante o no la tenía. Estaba cansada de su juego.
— Estoy escuchando.
— ¿Por qué Matthias necesitaría filtrar su dinero? Todos sus inventos estaban
patentados. Sus ingresos son legítimos.
140
— Básicamente. — Se lamió los labios, el gesto indudablemente como el de un
reptil.
141
— Por cierto. ¿Qué tan segura estás de que Matthias está muerto? La aparición
de Matt coincide perfectamente con….
— Debe pensar que soy un idiota. Le dije que mostraría una parte de mi baraja,
no todas mis cartas.
Petra tragó. Dejando pasar la humillación. Había soportado cosas peor por una
ganancia menor.
— ¿Quién es Tamara?
— Sé que has estado cuidado de ella desde que eres rica, pero ella cree que su
madre ha muerto. ¿Estás avergonzada de tu hija, o te preocupa que se avergüence de
ti?
142
— No estoy seguro. — Él también se levantó, apoyando las manos sobre el
escritorio. — ¿Matthias sabía que tenía una hija?
— ¿Dónde está Matt Sterling? — Soltó la pregunta con los dientes apretados,
incapaz de ocultar su furia.
— Le sugiero que haga una peregrinación al salvaje Templo Tuttle. Tal parece
que podría salir de vacaciones.
143
Capítulo Ocho
Estudió los hilos de su alma con una sensible determinación. Se habían pasado
los últimos tres días complaciendo su sexualidad. Cada vez que la tocaba, sentía su
don desplegarse un poco más. Ella había podido convocar los hilos de almas durante
su ascensión, pero nunca antes había podido manipularlas.
Manipular no era la palabra exacta para lo que ella intentaba hacer. Nadie
podía forzar a nadie a cambiar, pero su don le daba la percepción y la sensibilidad para
guiar a los demás a través de su evolución espiritual.
— Voy a apretar aún más fuerte. Quiero que comprendas la diferencia entre este
nudo y el libre flujo de energía.
— Está bien.
144
Liberando el agarre en sus hilos, le tocó el hombro y esperó hasta que abriera
los ojos.
— Sí, es maravilloso.
145
Sus ojos se abrieron y los hilos se atenuaron. — ¿Por qué no sólo rememoro el
feliz recuerdo?
Sus hilos se intensificaron con cada respiración profunda. Serena hizo un ajuste
final y luego movió su mano. — Voy a dejarlo ir gradualmente. Concéntrate en el
nuevo ritmo. Trata de mantener la sensación. — Ella relajó su agarré en la zona
dañada, disminuyendo el agarre hasta que las hebras flotaron libremente alrededor de
sus dedos.
— ¿Estás segura de que no has hecho esto antes? — Abrió los ojos y movió los
hombros. — Eso fue bastante asombroso.
— Esto es sólo el comienzo. Si bajas la guardia, volverás a estar dentro del viejo
patrón. Piensa en ello como un ejercicio emocional. No vendrá naturalmente al
principio.
— Entiendo.
146
— Bien. Volvamos a la villa. Necesito reportarme con Hyalee.
Matt la ayudó a pararse y cerró sus dedos alrededor de los de ella. — ¿Necesitas
una referencia? Estaría feliz de verificar tu habilidad.
— ¿Cómo es eso posible si nadie puede ver los hilos del alma?
Los pasados tres días habían sido asombrosos. Había aprendido más del mundo
exterior desde que conociera a Matt que en todas las temporadas anteriores. Miranda
era renuente a compartir detalles de su vida en Halley Prime. No quería ser
responsable por el descontento de sus hermanas. La temporada de Lutton fuera había
enriquecido sus vidas, sin embargo su actitud permanecía sospechosa. La mayoría de
los Perrlain sentían que era mejor si nunca interactuaban con los extranjeros y Serena
siempre había estado de acuerdo. Ahora no estaba tan segura.
— Eso debe ser interesante. — Matt sostuvo en alto una rama y le permitió
pasar por el camino.
147
— ¿Cómo sabe cuándo se le acaba el tiempo?
— No, espíritus posesivos e influencias oscuras tienen una puerta abierta cada
vez que se proyecta.
— Es un prerrequisito.
Serena sonrió. — Estoy segura que sentiría lo mismo, si fuera a visitar Halley
Prime. — Matt se detuvo y la encaró. La noche se acercaba rápidamente. No era
prudente quedarse en la selva.
148
— Si me quedara hasta después de la luna llena, ¿se te permitiría acompañarme
fuera del planeta?
Su corazón latió ante el pensamiento de viajar con él. Matt podría mostrarle
cosas que difícilmente se imaginaria y… — ¿Podríamos visitar a Miranda?
Tan rápido como aumentó su emoción, está se desplomó. Era una vidente de
almas. Su obligación era con la Orden, su lealtad debía ser para su gente.
— Te veo como más que una distracción. Pensé que esta atracción iba a
disminuir una vez…
149
— Y una vez que yo pudiera expresar mi sexualidad, no debería encontrarte
más uso. — Serena se estiró y lo beso. — Ninguno de los dos respondió de la manera
en que Hyalee y Lutton pretendían.
No respondió de inmediato con una excusa. La miró a los ojos y movió una
mano a su cabello. — No es la manera como imaginé el resto de mi vida, pero estoy
dispuesto a considerarlo.
*****
— ¿Cómo puede vivir la gente así? Petra le dio un manotazo a un gran insecto
volador y se acercó más Ebon. Las naves espaciales no tenían permitido aterrizar sobre
la reserva salvaje, por lo que se habían visto obligados a caminar a través de opresiva
selva. No tenía ni idea en que se estaba metiendo cuando Cephus le sugirió ir de
peregrinación.
— Incluso si encontramos esta solitaria tribu, ¿qué te hace pensar que Matt aún
estará ahí?
150
— Mi fuente lo rastreó hasta aquí y no hay indicación de que se haya ido.
— Bien, así que Cephus es una dechado de maldad. ¿Qué demonios hacemos
aquí?
— No seas tonto, — ella espetó. — Sabes muy bien porque estamos aquí.
— Bien.
— Y una mamada.
— Cualquiera de las Amantes te chupara hasta dejarte seco cada vez que
quieras.
Ella no discutió ni cedió. No había manera que pudiera hacer este viaje sola,
pero aún necesitaba encontrar a Matt.
151
Una lanza voló frente al rostro de Ebon y se clavó en una árbol cercano con un
golpe en seco amenazante. Petra observó la lanza bambolearse mientras Ebon saltaba
en movimiento. La empujó al suelo, se inclinó sobre ella, con la pistola de pulso lista
para destruir a su atacante invisible.
Petra no tenía idea de lo que significaban las palabras, pero la profunda voz
sonaba como un látigo. — Somos peregrinos, venimos a ofrecer alabanza. — Había
dicho las palabras con calma a pesar de la agresividad del nativo.
— Estábamos de regreso de cacería. Los llevaré con Drey Fon. Él sabe todo lo
que sucede en el valle.
152
— ¿Es su líder?
Fueron un paso atrás de los cazadores Wikoli. Un río lo guío hasta la villa y
Petra miró alrededor con horror. Las cabañas estaban separadas por caminos de tierra
y fogatas. No había nada que mostrara el menor indicio de civilización. Uno de los
cazadores le habló al líder y los cuatro rieron.
— ¿Qué dijo? — Petra tenía la clara impresión de que había sido objeto de una
broma.
Estaba demasiado enojada para contestar, pero Ebon le colocó una mano en el
hombro.
Llegaron a una cabaña un poco más grande que las otras. El portavoz llamó en
su lengua nativa y un hombre de cabello oscuro y la piel de un tono cobre salió desde
el interior. Como los cazadores, él usaba tan solo una pieza brillantemente colorida
envuelta alrededor de las caderas. Y a diferencia de los cazadores, unas elaboradas
decoraciones doradas en sus antebrazos y garganta.
— ¿Qué los trae a nuestra villa? — La voz del otro hombre era bien modulada y
casi libre del gutural acento del cazador. Miró hacia ella, con sus oscuros ojos fijos en
su rostro.
153
— Las historias sobre su cultura han estado zumbando en Halley Prime desde
que mi sobrino Ashton VinDerley se encontró con algunos de los Perrlain.
— No somos Perrlain.
— Él exagera. Los Perrlain son cobardes, felices de pretender que el resto del
universo no existe.
Estos salvajes tenían una o dos cosas que aprender sobre la hospitalidad. Estaba
cansada, sudando y muerta de sed. — Trajimos cosas para intercambiar, pero en serio
me gustaría refrescarme antes de negociar. — Con ayuda, esto sería lo suficientemente
claro para este imbécil.
— Tenemos una cabaña para visitantes. Los llevaré allí. — Le indicó a Ebon la
dirección que el cazador había tomado - Tu deberías dormir con los hombres.
— Voy donde ella vaya. Sin excepción alguna. — Su mano cubrió su pistola de
pulsos, pensando que no le molestaría usarla.
— Como desee.
Los llevó por otro camino, este aún menos tolerable que los otros. Los
pequeños rayos de luna que antes había disfrutado ahora eran cubiertos por los densos
árboles y las retorcidas enredaderas. Ebon encendió una linterna y su anfitrión, ella no
podía recordar como el cazador le había llamado, se la arrebató de la mano.
— Tal vez sería mejor si nos quedáramos en la villa. — Petra había tenido
suficiente de su rudeza.
154
— Casi llegamos.
155
El inventario sólo le tomó un momento a Petra, dejando sólo a la extraña mujer
y al hosco hombre. Obvió a Drey Fon sin darle importancia, por lo que su mirada se
centró en la mujer.
— ¿Tienes un nombre?
Petra le lanzó una desafiante mirada a Drey Fon a medida que la mujer se
acercaba. El grueso cabello negro azulado caía en una sedosa película hasta sus
caderas. Ella podría hacer una fortuna como Amante del Placer con esa voz
demandante y esos firmes, y altos pechos. Ratauni le tomó la mano a Petra y la guío a
su pecho. Apartando su mano, Petra soltó una nerviosa sonrisa.
— Tienes un hermoso cuerpo. Tal vez disfrute viéndote, pero no quiero tocarte.
¿Qué demonios quería decir eso? Petra comenzó a protestar, pero luego se calló.
Algo más que la sensibilidad sexual crepitaba en este cuarto. Ella sentía… maldad.
Mirando alrededor con un renovado interés, tomó nota del contenido de las sencillas
estanterías y burdos instrumentos dispuestos sobre la mesa de trabajo. ¡Drey Fon era
un brujo!
156
Ebon se abalanzó hacia él y Drey Fon lo estampó contra la pared opuesta antes
de que el guardia pudiera sacar su arma. Un gruñido bajo escapó de Ebon mientras
caía al sucio suelo.
Drey Fon se acercó tan rápido a Petra que ni siquiera lo vio moverse. Su mano
agarró la parte posterior de su cabello y ella gritó.
— Miente, — se burló Ratauni. — Ella quiere follarlo tanto que tiembla de sólo
pensarlo. Esta es lujuriosa. Me gusta.
157
La sostuvo firmemente mientras Ratauni entraba a su mente. Petra gritó,
batallando contra la invasión con todo lo que tenía. Sintió el poder de Ratauni y su
naturaleza demoniaca y era rechazada por su maldad.
Asqueada tanto por su impotencia como por la mancha del demonio, Petra
sintió la bilis en la parte posterior de la garganta.
158
— ¿Por qué sería esa tu primera impresión? — La miró fijamente. — Vi el
reconocimiento en sus ojo. ¿Tal vez es que has incursionado en las artes oscuras por ti
misma?
— Tengo una mejor idea. — Drey Fon deslizó su brazo alrededor del hombro
de Petra, negándose a soltarla mientras ella se retorcía y se arqueaba. — Dime todo lo
que sabes del hombre dorado de Ratauni y puede que le pida que se detenga antes de
que ella literalmente succione la vida de tu compañero.
159
Capítulo Nueve
Matthias se detuvo paralizado en la puerta, maldiciéndose a sí mismo por ser tan tonto
mientras su corazón se rompía por segunda vez. Petra agarró la cadera de uno de sus amantes,
tomándolo más profundamente dentro de su boca mientras el otro la tomaba fuertemente desde
atrás. Matthias había sentido su incertidumbre crecer, había sentido la reserva en sus emociones.
¿Por qué se había imaginado que podía satisfacerla cuando tantos antes lo habían intentado y
fallado?
— ¡Mierda! — El hombre que disfrutaba de su boca corcoveó hacia atrás y alcanzó sus
pantalones. El que follaba su vagina no paró. Sus giros contundentes empujaban sus pechos y
llenaban el cuarto con el inconfundible sonido del golpe de carne húmeda contra carne húmeda.
¿Conocía a estos hombres, o los había elegido del cuarto de entrenamiento del Palacio del
Placer? Ella miró a un lado y lo vio de pie en la puerta. Su ceño se elevó y la culpa nubló su
mirada.
— ¿Estás bien?
160
— No es para nada inesperado. — Serena acarició su cabello alejándolo del
rostro y llevó su mirada a la suya. — Mientras rompemos tus defensas, las emociones
más fuertes aparecerán.
Serena se inclinó hacia atrás, mirándolo a los ojos. La ternura que vio allí era
humillante. Él no había hecho nada para merecerla.
— Lo estás haciendo muy bien. Cada vez que llamó los hilos de tu alma estas
son brillantes y fluyen más suavemente.
161
La duda en su tono hizo que el temor ondulara a través de él. — Siempre
puedes preguntar.
— Cuando estudio los hilos de almas, puedo absorber lo que la persona está
sintiendo y ver imágenes si estás son específicamente fuertes.
— Supongo que esa descripción se ajusta tan bien como cualquier otra. — Se
revolvió inquieta, su expresión repentinamente cuidadosa.
— Encontré a mi antigua amante con otros dos hombres. ¿Qué hay de confuso
en ello?
— Podía ver a la mujer. — Ella acunó los lados de su rostro mientras su mirada
analizaba sus rasgos. — También te podía ver a ti. Esta no es tu apariencia natural,
¿verdad?
Matt sabía que este momento llegaría. Había hecho todo lo que podía para
prepararla para la revelación final. Si ella pensaba en él como una tarea, lo que estaba
por contar no importaría. Pero si sus sentimiento se habían profundizados, ella tenía
derecho a saber la verdad, toda la verdad.
Sus sentimientos habían trascendido el deseo mutuo la primera vez que la sintió
moviéndose a través de su mente. Serena era vibrante e inteligente, cuidadosa y aun así
162
poderosa. Enamorarse de ella había sido la cosa más natural del mundo, construir un
futuro juntos tal vez sería más difícil.
— He visto otras imágenes. Tal vez esté más cerca a entender de lo que crees.
— Una escena ha ocurrido varias veces. El hombre que está ante mí ahora,
lucha con el hombre que vi observando a su infiel amante. Estrangulas al otro hombre
y le dices que no puedes vivir hasta que él muera. — Lamió sus labios y miró a otro
lado antes de preguntar, — ¿Tú… tomaste el cuerpo de otro hombre?
163
Serena se bajó de su regazo, moviéndose a los pies de la cama. Había esperado
el rechazo, sin embargo, su corazón dolía… Él no tenía corazón. Tenía una bomba
pulmonar un latido simulado. Sacudió lejos su tristeza momentánea, dándose una
sacudida mental. ¿Cómo iba hacer que se fijara más allá de su cubierta biométrica si él
mismo se fijaba en ella?
Después de cubrirse los pechos con su cabello, subió la manta por su regazo.
— Sí lo sabes. Has tocado mi mente, fundido con mi espíritu. ¿Soy tan sólo una
maquina?
— ¿Crees eso?
164
brotaron de sus ojos. — No sé cómo se supone que me sienta. Fuimos reunidos por
una razón. No tengo duda de ello. Pero…
— Necesito pensar.
*****
Con seguridad el Palacio del Placer continuamente inundaba a Petra con actos
sexuales y rara vez sentía algo más que un fugaz cosquilleo. El hambre pulsaba
alrededor de ella hora, salvaje y cruda. Indefensa contra la compulsión, se desabrochó
la parte delantera de los pantalones y se metió la mano en el interior, apoyándose en la
rustica mesa.
165
El demonio agarró las caderas de Drey Fon, controlando sin esfuerzo a los dos
hombres con su delgado cuerpo. Se empalaba a sí misma en Ebon y succionaba a Drey
Fon alternando los turnos. Sacudida por su violento balanceo, su cabello se azotaba y
arremolinaba alrededor de su torso desnudo.
Petra empujó sus pantalones más allá de sus caderas y los sacó. Drey Fon la
miró fijamente. Ella desbrochó los dos primeros botones de su blusa y luego la sacó
por encima de su cabeza.
— Una mujer sólo usaría estas ropas si espera que su amante las vea. Dijiste
que Matt no era tu amante.
166
— Estás muy mojada. — Su aliento le agitó el cabello mientras le susurraba las
palabras al oído. Se movió de un lado a otro, arrastrando el trozo de material a través
de sus pliegues para descartarla luego destruida. — Separa las piernas.
— ¿Quién dice que quiero algo? — Se sintió obligada a mostrar cierta objeción.
167
— Sí.
Petra tembló, la anticipación era casi insoportable. ¿Él sabía lo que hacía?
¿Podía controlarse bien a sí mismo para evitar cualquier daño real? El miedo giró
dentro de ella, era casi tan estimulante como la lujuria.
La lámina silbó cuando la bajó contra su trasero. Ella gritó, el dolor era mucho
más intenso de lo que había esperado. Él se detuvo.
— ¿Muy fuerte?
168
Sus dedos se deslizaron dentro y fuera, dentro y fuera, jugueteando con ella con
su velocidad pausada.
— ¿No se siente bien? Estás apretada, pero no tanto. Obviamente has hecho
esto antes.
— Necesito correrme.
— Sé que sí. — Sacó sus dedos y la apartó lejos de la mesa. — Eso está bien,
Ratauni. Ahora quítate. Petra necesita esa polla.
Drey Fon rebuscó en los estantes al otro lado de la cabaña. Petra no tenía ni
idea que estaba buscando. Ratauni se reclinó contra la pared, sus piernas ampliamente
abiertas mientras empujaba sus dedos dentro y fuera de su vagina.
Ebon igualó sus movimientos a los de Ratauni, alargando cada golpe. ¿Ebon se
daba cuenta de la compulsión o simplemente estaba respondiendo al frenesí? Petra
sintió el apretó deslizar de su polla mientras miraba los dedos de Ratauni. La realidad
comenzó a desdibujarse.
169
Esto era peligroso. Si se rendía por completo a Drey Fon y su mascota, no había
manera de decir por cuanto la controlarían o lo que le haría hacer. Petra se concentró
en Ebon. Él estaba a salvo. Era predecible. Era parte de su mundo.
Arrodillándose tras ella, Drey Fon la empujó hacia adelante, acostándola contra
el pecho de Ebon. Ebon agarró sus caderas y se mantuvo embistiendo, incapaz de
detenerse siquiera por un momento. El miedo cosquilleaba a través de su deseo. ¿Drey
Fon se tomaría su tiempo o empujaría brutalmente? Su carne aún picaba por la lámina.
Obviamente el disfrutaba infringiendo dolor.
Petra trató de relajarse, para aceptar lo que sea que siguiera. La tensión sólo
haría las cosas peor. Movió sus caderas, empujándose contra Drey Fon cuando se
condujo en su interior. Sus músculos internos se apretaron, apretándose alrededor de
Ebon mientras se acomodaba alrededor de ambos hombres. Ebon apretó sus dientes,
sus rasgos se contorsionaron mientras peleaba por control.
Sus pollas se estrellaron dentro de ella, llevando su placer tan alto como nunca
había estado. Luces estallaron ante sus ojos y los espasmos explotaron por todo su
abdomen. Se vino fuerte, y luego se vino de nuevo, la energía demoniaca aumentando
su excitación.
170
Un afilado grito escapó de Ratauni, llamando la atención de Petra. El demonio
se acurrucó contra la pared, temblando visiblemente. Sus miradas se encontraron y los
pensamientos de Ratauni aparecieron. Ayúdame. La suplica hizo eco en la mente de
Petra, angustiada y desolada.
*****
Serena levantó la parrilla quemada del cuenco ceremonial y llenó el cuenco con
el fragante aceite. Permitió que el aroma familia la calmara, enrolló una tira de tela a
través de la ranura en el centro de la parrilla y la amarró en el extremo. Apoyó la
parrilla en el cuenco y esperó que las fibras absorbieran el aceite.
Encender una llama de meditación era una las primeras habilidades de una
acolito entrenado. Reunía la energía en su pecho y la canalizaba a través de su dedo
medio. La mecha se encendía con un sutil chasquido y Serena apoyó las manos en sus
muslos.
¿No deberías estar en la cama? La familiar voz de Miranda hizo sonreír a Serena.
De hecho, note que tenías compañía en esa cama ahora. ¿Dónde está Matt?
171
¿Hace cuánto conoces a Matt? Serena cerró los ojos, encontrando así más fácil
mantener el lazo mental.
Eso es basura y lo sabes. Él está tan vivo como tú o como yo. No respondiste mi pregunta.
¿Por qué no está contigo?
Sabía que tenía pesadillas, pero nunca me dejó ir más allá de sus escudos mentales.
Una larga pausa siguió. Serena inhaló la esencia del aceite y permitió que la
imagen de Matt llenara su mente. Sus ojos brillaban con ternura y risa, mientras sus
labios se abrían en una sexi sonrisa.
¿Qué más?
Sé que me protegería con su vida. Sé que sólo tenía el mejor interés de corazón desde que
llegó. Sé que es amable y gentil cuando necesito que lo sea, sin embargo, es increíblemente fuerte
también.
172
Continua.
Esa no es una de las preguntas mágicas. Serena sonrió. Sólo puedes preguntar lo que sé,
lo que siento y lo que quiero.
No después de descubrir como su muerte lo había cambiado y lo que planeaba hacer con
su segunda oportunidad. Pregúntale sobre la Fundación Renacimiento. Si dejas que los perjuicios
Perrlain arruinen esto… No me hagas ir por ti.
Miranda se rió. No te asustes. Esa no fue una predicción. Sólo dile a Orillia que sus días
de vaga están por terminar. Ella sabrá lo que quiero decir.
173
Cruzando la cabaña, tomó aire profundamente y abrió la puerta. Matt se giró
para verla, su expresión era tensa.
Ella asintió. — Ella es mucho más fuerte que yo, pero nuestro lazo siempre ha
sido fuerte.
— Que soy una tonta si dejo que los perjuicios arruinen mi futuro. Ella dejó
Templo Tuttle por la inflexibilidad de la Orden.
Una lenta y sexi sonrisa curvó sus labios. — Sabía que había una razón por la
que me caía bien. — Él se detuvo y su sonrisa desapareció. — Me importa un demonio
lo que el resto de la tribu piense de mí. ¿Qué piensas tú de mí?
La pregunta era tan similar a una de las preguntas “mágicas”, ella no pudo más
que reír.
174
— ¿Esto tiene que ver con palabras que implican, renacimiento, renovación, y
devolver vidas juntas?
Serena se rió, sintiéndose tonta y aun así emocionada de que su error lo hubiera
horrorizado.
175
Capítulo Diez
El tiempo se detuvo para Matt mientras miraba los ojos de Serena. Nunca había
lucido más bella y nunca la había querido más. Pero esperó, esperando que ella hiciera
el siguiente movimiento, esperando que aceptara a la réplica así como al hombre.
— No estoy diciendo que renuncies a tu vida para vivir la mía. Podemos hallar
un compromiso. Yo debo de comunicarme con otros planetas, pero podemos
quedarnos en Templo Tuttle. Voy a establecer una oficina en Sanctuary y podemos
viajar al valle cada vez que quieras. Tal vez haga bien a los otros que se amplíen los
horizontes un poco.
Las lágrimas se agruparon tras sus pestañas y sus labios temblaban. — No van a
dejar que vaya contigo. Sé que no lo harán.
Sin necesitar otro estimulo, la tomó entre sus brazos y se dirigió al otro lado de
la pequeña habitación. Su boca se selló sobre la de ella en un beso intenso y tierno.
Tenían el resto de sus vidas para explorar la ferocidad de su pasión, esta noche era una
oración en voz baja, un voto. Se adorarían el uno al otro con sus manos y consumarían
su futuro con sus cuerpos.
176
Acarició sus labios con su lengua y después exploró el interior de su boca. Ella
lo siguió cuando se retiró, su lengua tan audaz como la suya.
La dejó al pie de la cama y abrió su túnica. Serena se quitó la ropa y tomó los
lazos de su soratti.
— Eres tan hermoso, — ella susurró antes de que pudiera decir las palabras en
voz alta.
— Esa es mi línea.
Serena acarició su pecho y apretó sus hombros, su mirada siguió sus manos.
— Me intoxicas.
Se sentó en la cama y lo atrajo hacia ella, la picardía brillando en sus ojos azul
cristal. — No me voy a detener esta vez.
Serena deslizó una mano entre sus piernas y acunó sus testículos. Su mirada
llena de intención. Cerró los dedos alrededor de su eje, le acarició desde la base hasta
la punta, hasta que la punta de su polla se sonrojó y se erizó con la sensación.
— Lámeme, — él susurró.
177
— Dios, sí. — Levantándolo, trazó la vena marcada en la parte inferior de su
eje y luego cerró los labios alrededor de su corona. — Más. Chupa más fuerte.
— ¿Estás…segura?
Serena se lamió los labios, fascinada por el sabor de su pasión. Vino de firmine y
algo que no podía identificar. — Matarte sería algo contraproducente, ¿no crees?
¿Estabas bebiendo jugo de tersatta?
178
— Orillia debió haberlas dejado. — Trató de ocultar su sonrisa traviesa, pero él
atrapó su barbilla y la miró a los ojos.
— Explícate.
Sin explicación salió de la cabaña y regresó con las bayas. El mensaje era claro.
Le había dejado salirse con la suya, ahora era su turno de hacerla rendirse.
— A la cama.
No era exactamente una orden, pero si lo suficiente para que el calor bajara
como en cascada por su cuerpo. Su agresividad la excitaba casi tanto como su ternura.
Amaba cada faceta de su personalidad, las sonrisas distraídas, la risa estruendosa, la
feroz posesividad.
Se dejó caer en la cama y alzó sus brazos por encima de su cabeza. Si él quería
atarla, no tendría objeción alguna. Tal vez después, cuando él aceptara que no era tan
frágil como parecía, podrían explorar estos oscuros impulsos.
Matt tomó varias bayas y las aplastó contra su palma, luego pinto sus labios con
el jugo.
— No.
179
recubrió sus pezones con la pulpa de tersatta. Los picos se tensaron y hormiguearon
antes de que su boca alentara la respuesta. Dejó uno de ellos húmedo y ardiente
mientras succionaba el otro y luego cambio. Ida y vuelta, succión y sensación, se
combinaron enloqueciéndola.
Subiendo sus rodillas, dejó que sus piernas se abrieran hasta ofrecérsele
descaradamente. Sus dedos recubiertos de la baya acariciaron sus pliegues, la pulpa
acentuando el más leve toque.
Enredando sus dedos en su cabello, Serena trató de guiar su cabeza donde más
lo necesitaba. Él ignoró sus gemidos y la suplicante elevación de sus caderas y fue por
más bayas. Aplastándolas entre sus dedos, las empujó dentro de su núcleo. Ella sólo
sintió un ligero calor por un momento y después sus músculos internos se apretaron
con fuerza.
180
Con confortables caricias, lamió su camino hacia su clítoris. Pasó su lengua
sobre y alrededor de ella, volviendo a despertar el sensible nudo. Sus labios
gentilmente la tocaron mientras empujaba dos dedos dentro de su pasaje.
Serena sabía que hombres y mujer usaban su otro pasaje como si fuera una
vagina, pero Matt era grande.
— Confíame tu placer.
— Déjalo ir.
Se sentía raro, extraño. ¿Por qué…? Sus dedos rodearon su clítoris, la presión
era mucho mayor que la de sus labios. El empujaba rápido y salía lento, girando sus
muñecas así sus dedos tocaban diferentes áreas dentro de ella.
Sus dedos apretaron con fuerza y una lanza de dolor la llevó al orgasmo,
chispas de un cosquilleo de placer se derramaron sobre ella. Serena gritó,
181
estremeciéndose a medida que las sensaciones azotaban su cuerpo. Matt sacó su dedo,
extendiendo la última onda de placer.
— ¿Necesitas un minuto?
— ¡No! Ahora. Duro. Por favor. — Añadió la última palabra en un susurro sin
aliento mientras su mirada se entrecerraba sobre su rostro. Matt retrocedió y enterró
toda su longitud dentro de su tembloroso cuerpo. Ella elevó sus piernas hacia arriba
contra sus costados, ofreciéndole todo.
Matt se movió más rápido, extendiendo sus brazos mientras sus caderas se
movían con más fuerza. Sus pechos saltaban y ella giraba su cabeza de un lado a otro.
Con una impecable sincronización, se inclinó y capturó su grito de placer en su boca.
*****
182
se había perdido en este abismo sexual. ¿Era aún la misma noche o el hechicero tenía
alguna forma distorsionada del tiempo?
Con una mano temblorosa, alcanzó la libertad. Sus dedos cruzaron el umbral y
un punzante dolor se disparó en su brazo. Hizo caso omiso de la sensación, forzando
la mano a través de una barrera invisible. Tenía la piel cubierta de ampollas y el hedor
de la carne quemada le llenó la nariz.
¡Era sólo una ilusión! Cerró los ojos, pero el dolor se intensificó y la imagen se
manifestó en su mente.
Alguien tocó la pierna de Petra y ella alejó la mano de la puerta. Al mirar hacia
abajo, a través de las lágrimas de frustración, se encontró a Ratauni arrodillada a su
lado. El brazo del demonio rodeaba el muslo de Petra y Ratauni presionó su mejilla
contra la cadera de ella.
— No puedo quedarme aquí. — Se cubrió los ojos para ocultar sus lágrimas
mientras la desesperanza la rodeaba. — ¿Por qué nos retiene aquí?
— No es él. Soy yo
— Quiero ir a casa.
183
Era la misma patética voz que Petra había escuchado en su mente la noche que
llegaron. ¿Acaso era un cruel truco? Miró a Drey Fon. Estaba dormido, uno de sus
brazos descansando sobre el abdomen de Ebon.
— Eso fue hace mucho tiempo. — Petra tragó, sin poder suprimir los recuerdos.
Uno de los Maestros del Placer había estado usando hechizos y coacciones mentales
para aumentar su popularidad. Cuando ella intentó terminar su trabajo, él se había
ofrecido para enseñarle cómo manejar el poder de los mundos externos. La tentación
había sido demasiada para resistirse, al principio. — Aprendí rápidamente que no hay
nada en sus dimensiones que me interese.
— ¿Quién es Serena?
184
— Sí. — Ella se balanceó sobre sus manos y rodillas, inclinó su cabeza a un
lado. — Ella se vuelve más fuerte con cada día que pasa. Debemos dejar que su poder
se construya.
— ¿Y luego qué? ¿Cómo hacemos que Serena…? — Ella miró hacia Drey Fon.
Él se giró en su espalda, pero sus ojos aún estaban cerrados. — ¿Por qué nos ayudaría?
— Entonces Drey Fon debe amenazar al hombre dorado. Serena mataría por él
sin dudarlo. Nunca he visto una conexión tan fuerte como la de ellos, nunca probé
amor tan vil. — Ratauni tembló de nuevo. — Fue desagradable.
Petra sintió un escalofrió bajar por su espalda. ¿Alguna vez había inspirado esa
clase de conexión? ¿Un demonio se sentiría disgustado por su amor? No importaba.
Ella estaba aquí para llevar a Matthias a casa. Pasarían por el resto una vez regresaran
al Palacio del Placer.
— ¿Qué están tramando ustedes dos? — Drey Fon gruñó en una profunda voz
somnolienta. — Si quieres lamerla, Ratauni, tráela aquí.
Él bostezó y estiró los brazos por encima de su cabeza. — Ayer por la noche fue
bastante confuso. No llegué a verlas darse placer una a la otra. — Luchando para
ponerse en pie, se tambaleó un poco antes de estabilizarse. — Inclínate contra puerta y
deja que Ratauni te lama. Su lengua se siente como fuego.
185
— He tenido suficiente fuego para una vida. — Ella se frotó el brazo y volteó el
rostro, mirando la noche a la luz de la luna. — He tenido suficiente de todo.
— ¿Eres en serio tan tonto? ¡No hay nada que no hayamos hecho! — Ella se dio
la vuelta hacia él y lo empujó del pecho. — ¡Hemos estado aquí por sólo Dios sabe
cuánto tiempo, mientras tu mascota nos follaba a todos!
— ¿Qué has hecho? — Agarró a Ratauni del cabello y la arrastró a los pies.
— Intenta uno de tus trucos, y nunca vas a saberlo. Harás exactamente lo que te
diga, nada más ni nada menos. ¿Me entiendes?
186
Capítulo Once
— ¿Qué sucede? — Matt la jaló entre sus brazos, colocando su cuerpo entre ella
y la puerta.
Su instinto protector era casi suficiente para calmar sus miedos. — Los escudos
acaban de caer. Algo está mal.
— ¿Qué escudos?
Él bajó sus pies al suelo y tomó sus ropas. Después de tenderle la bata a ella, se
ató su soratti alrededor de sus caderas.
— La Orden usa…
187
que vine a decir. Pusimos una trampa a Drey Fon, pero algo salió mal. Intentamos
usar tu última prueba para hacerlo salir, pero él…
— Tuvimos sospechas desde el principio. Fue sólo cuando Kapali intentó hacer
una alianza con Drey Fon que pudimos…
— ¿Intentaron usar a Serena como cebo otra vez? — Las manos de Matt se
apretaron en un puño y se acercó más a Serena.
Serena cruzó sus brazos sobre su pecho y dejó que la determinación saliera
entre los recuerdos. Nunca más se dejaría controlar por el miedo. — ¿Cómo lo
detenemos?
— Soy una vidente de almas, aparte de atraerlo a la pelea, ¿qué puedo hacer?
— Sí.
— ¿Cómo ha resultado?
188
Hyalee aceptó el comentario con un asentimiento y luego se giró a Serena.
— Así como has liberado las atadura en Matt, podrás crearlas en otros. Cuando
una persona siente ira, ellos deben aprender a disminuir el flujo de energía a través de
ese hilo del alma.
Ellos esperaron lo suficiente para ponerse los zapatos y agarrar las armas de
Matt. Serena ansiaba enfrentar a su atacante desde que se había escapado esa noche.
Era fuerte, mucho más segura de sí, y no estaba sola. Matt caminaba a su lado, su
postura relajada y vigilante.
— Drey Fon lo llamó poco después del anochecer. Me advirtió que hiciera los
preparativos que pudieran hacer falta para hacer una demostración de su lealtad.
189
— Él es el único lo suficientemente fuerte para desvanecerlo. Ni siquiera yo
hubiera podido hacerlo.
Serena no perdió el desliz en el tono de Hyalee. Puso una mano sobre el brazo
de la sacerdotisa.
— Poco después de que los escudos cayeran, sentí… creo que lo sentí morir.
— Lo siento.
— ¿Un científico? — Hyalee miró por encima de su hombro. — Pensé que eras
un guerrero.
— Haz que se mueva, — aunque era una sonido susurrado, Serena escuchó las
palabras.
190
Una pequeña trifulca se escuchó y Hyalee y ellos corrieron hacia la orilla del
río. La zona estaba más despejada, pero la línea de los árboles los cubría directamente
desde atrás. La estrategia de Hyalee no había sido tan deficiente como Matt temía.
El río no era especialmente hondo aquí, pero era bastante turbulento. Y Matt
estaba aterrorizado por el agua. Serena trató de no desalentarse por la idea. Drey Fon
todavía tenía que aparecer en la orilla opuesta.
Una figura solitaria surgió de la cubierta de árboles al otro lado del río. Serena
miró. La luz de la luna era más brillante aquí, pero lo único que podía ver era una
silueta. Este no era Drey Fon. El corazón le dio un vuelco en el pecho. ¿Podría ser esto
un demonio?
La sorpresa hizo retroceder a Serena. Esta era la amante infiel de las pesadillas
de Matt. La propietaria del Palacio del Placer. ¿Qué estaba haciendo aquí?
— El dolor es algo horrible, señora, — dijo Matt mientras daba un paso más
cerca del río. — Sé lo mucho que Matthias significó para usted, pero tiene que aceptar
el hecho de que se ha ido.
— ¿Se ha ido? ¿No muerto? — Ella colocó sus manos en sus caderas. — Te
creaste a ti mismo en tu propia imagen. ¿Alguien más tendría la ironía? La primera vez
que te vi, te dije que te parecías a su hijo. No tenía ni idea lo cerca que estaba de la
verdad.
— Petra, se acabó. Matthias está muerto. No puedo ser más claro que eso.
191
— Me puedes acompañar a Halley Prime como mi invitado, o haré que te
arresten por fraude y estafa. Sé que has estado lavando dinero a través de la Fundación
Renacimiento.
— Haz que tus abogados hablen con los míos. Pueden discutirlos durante una
comida.
Ella hizo un sonido de exasperación y se volvió hacia los árboles a la orilla del
río.
Kapali se retorció y luchó contra el agarre de Drey Fon, pero sus movimientos
parecían lentos y desorientados. ¿Drey Fon lo había drogado?
192
— Lo follé hasta la muerte después de drené al guardia de Petra. Se necesita
una gran cantidad de energía para este tipo de transformación. De todas las muertes
posibles, no es una mala manera de morir.
Hyalee gritó con rabia y angustiada y se abalanzó hacia el río. Serena la agarró
del brazo y la detuvo.
— ¿Qué otros?
— No quiero nada de ti. Tu pelea es con Drey Fon. — Ella dijo las palabras con
un preciso énfasis, como si supusiera que Serena podría obtener un significado especial
de esa afirmación.
— Suficiente, — espetó Drey Fon. — Ven conmigo ahora y nadie saldrá herido.
Serena jadeó. Toda su vida había escuchado rumores y sabía que su madre no
mentiría sobre algo tan doloroso, pero oírle presumir de la violación era más de lo que
podía soportar.
193
— Terminaría con mi propia vida, antes de pertenecerte, incluso por una noche.
La orden del demonio sacó a Serena de su estupor. Drey caminaba a orillas del
río, su mirada fija en la pelea. Ella convocó los hilos de su alma. Su patrón era casi tan
retorcido como el del demonio. Eligiendo cuidadosamente la ubicación más estratégica
para los nudos, fue contra la corriente y vadeó el río.
— Llama a tu criatura, — ella le dijo cuándo Drey Fon la sacó del río.
Serena subió su pie a la orilla del río y metió las manos en los hilos del alma de
Drey Fon. Convocando toda su fuerza y confianza, las apretó.
194
— ¡Basta! Qué… ¡Ratauni, haz que se detenga!
— ¡Pero yo no! — La furia llenó la voz de Matt cuando llegó tras él y quebró el
cuello de Drey Fon.
Serena soltó a Drey Fon y lo dejó caer al suelo. La energía de sus hilos
desapareció, vacilando por un momento y después disolviéndose por completo. Nunca
antes había visto morir a una persona, pero tenía que saber que realmente se había
terminado.
Matt le dio la vuelta y la presionó contra su pecho. Ella envolvió sus brazos
alrededor de su espalda y su soratti acarició sus piernas.
195
— Petra, en serio necesitas conseguirte una vida, — dijo Matt. — Eres rica,
atractiva y tienes información de todos los hombres poderosos. ¿Por qué no puedes
superar esto?
— Ella está tan obsesionada contigo como Drey Fon con Serena. — Él
demonio caminó junto a ellos, pasando junto a Petra con una amenaza evidente. —
Todo lo que tenía que hacer era esperar unos días más y hubiera entregado a Drey Fon
en la trampa de Kapali.
— Aléjate de mí. — Petra marcó la orden con una ráfaga de su arma mientras
retrocedía.
— Sólo hay una cura para esta clase de obsesión. — Un halo azul se formó
alrededor de Kapali. Su cuerpo se estremeció y un gemido escapó de su garganta. La
neblina se fusionó en un instante, disparándose por el centro del abdomen de Petra
antes de desaparecer en la noche.
— Tamara.
— ¿Qué dijiste?
196
— Ella no está muerta. — Petra atrapó su muñeca con una mano, manchando
su piel con sangre. — Cephus la encontró cuando te encontró a ti.
— D’Arrest.
Matt sonrió a pesar de la pena que llenaba sus ojos con lágrimas.
— ¡Promételo!
Un canto rítmico llenó el aire, llamando su atención a la orilla del río. Los
sanadores rodeaban ahora a Kapali. Hyalee acunaba su cabeza en su regazo mientras
los otros lo alimentaban con energía. Sus hilos de alma aún estaban débiles, pero todo
rastro del demonio se había ido.
— Eso creo.
— ¿A dónde van?
197
— A quemar las posesiones de Drey Fon, — ella explicó. — Podría ser que el
demonio no fuera su única fuente de energía.
— No funciona de esa manera. Drey Fon convocó el espíritu de una de las otras
dimensiones. La conexión se terminó con su muerte.
— ¡No! Irrumpir en las otras dimensiones está prohibido por una razón. Se nos
enseñan los fundamentos como una advertencia. — Miró a Petra propensa a sentir
algo, pero sólo sintió alivio. Una tardía punzada de vergüenza le recordó que toda vida
era preciosa, sin importar cuán corrupta fuera. Aunque la muerte de Petra había sido
por la seguridad de otros. Algunos fragmentos de humanidad se habían quedado en su
interior. — ¿Tamara está viva, y quién es Cephus?
— Mantuvo a Tamara con ella hasta que la niña tenía como cinco años, pero
Petra tenía una manera de hacer enfadar a la gente. Siempre pensé que Tamara había
sido asesinada por uno de los enemigos de Petra. Si lo que Petra dijo es verdad, parece
que ella arregló la muerte de Tamara para darle una nueva vida a su hija.
198
— ¿Qué es eso?
— Si el cuerpo de Petra regresa al Palacio del Placer, ¿no serás culpado por su
muerte?
— Cephus debe ser el único que sabe porque Petra estaba aquí. Ella tendía a ser
muy misteriosa.
— Su negocio era con Petra. No tiene razón para involucrarse más si está
muerta.
— Lo que nos lleva de vuelta Tamara. Una vez que Cephus se enteré de la
muerte de ella, ¿Tamara aún estará en peligro?
Él asintió.
199
— Ya no estoy más en peligro. ¿Cuándo te tomará esto?
— ¿Lo prometes?
200
Capítulo Doce
Alguien tocó la puerta y ella soltó un suspiro. Hyalee la llevaría hasta el claro
sagrado y la ceremonia comenzaría. El tiempo, oficialmente, se había acabado.
— Tengo una sorpresa para ti. — Orillia se movió a un lado y Miranda salió a
la vista.
201
Entraron a la cabaña de Serena, dejando la puerta abierta a la brisa.
— Y Orillia no tiene nada que ver con ello. — Mirando apuntó hacia afuera
con una sonrisa. — Tuvimos que aterrizar sobre la reserva del desierto para que Matt
llegara a tiempo.
— ¿Matt está aquí? — Serena fue hacia la puerta, una brillante sonrisa
separando sus labios. Sus hermanas la jalaron de regreso.
— Nunca he sido tan feliz. — Serena dio un paso atrás y trato de acomodar un
poco su compostura. — ¿Sabes si… si consiguió lo que salió a hacer?
202
— Tonterías.
Orillia se rió ante la palabra de Miranda. — Tengo una confesión que hacer.
— Comencé a ver los hilos de almas la primera vez que tuve sexo, — admitió
Orillia. — A diferencia de Miranda, no tengo deseos de dejar el valle, pero estoy muy
segura como el infierno de que no seré una esclava de la Orden. Fue egoísta de mi
parte negar mi don. Estaré feliz de ayudar a cualquiera que me necesite siempre y
cuando Hyalee y sus secuaces me dejen tranquila.
— Lo que está diciendo es, — Miranda subrayó, — es que eres libre de seguir tu
corazón. Si dejas el valle, no estarás robando a la tribu su único vidente de almas.
Serena elevó sus manos al cielo. — ¿Qué se supone que haga ahora? Toda la
Orden está esperando en el claro, a la expectativa que finalice mi llamado.
— Sé que lo amo.
203
— Quiero hacerlo tan feliz como él me hace a mí. Quiero pasar el resto de mi
vida a su lado.
La luz de las antorchas brilló en la distancia. Serena aspiró los aromas frescos
de la noche, el humo, la vegetación bañada por la lluvia y la rica tierra fértil. La
Deidad era generosa y comprensiva. Estaba realmente bendecida.
204
Ella empezó a decir que la ceremonia estaba cancelada, cuando los hilos de su
alma flotaron a la vida. Horrorizada por los daños dejados por el demonio, pospuso su
explicación. Usaría esta noche para purgar la mancha de Drey Fon.
— ¿Has elegido a una persona con la que darás y recibirás placer? — Preguntó
Hyalee.
Matt tomó su rostro entre sus brazos y rozó sus labios contra los de ella. — Te
dije que estaría aquí.
— Te extrañé. — Ella se frotó contra él y abrió sus labios para su lengua. Matt
la ayudó a quitar su túnica y se quitó su soratti sin romper el contacto de sus labios. Sus
manos se movieron audazmente por su cuerpo, acunando sus senos y frotando su
espalda.
Ansiosa de compartir sus noticias con él, decidió acelerar las cosas.
Él jaló de ella hasta que se recostaron sobre la hierba. Serena se dio la vuelta y
se acomodó sobre él, con las rodillas a horcajadas sobre su rostro. Con sus manos la
205
agarró de las caderas y bajó su sexo hasta su boca antes de que ella pudiera ir hacia
adelante y capturar su polla.
Sus labios se movieron sobre y contra ella a medida que su lengua hurgaba
entre sus pliegues. Le encantaba la forma en que la sujetaba firmemente mientras su
boca la devoraba. Era como si no pudiera tener suficiente, como si ella lo mantuviera
con su esencia. Se estremeció y meció contra él, emocionada por su entusiasmo.
Matt ubicó su boca contra su clítoris y empujó un dedo dentro de ella. Serena
apretó sus músculos internos. No, esos eran dos dedos. Aun así no era suficiente.
Tomándola gentilmente con esos dos dedos, pronto la tuvo abalanzándose con cada
golpe, desesperada por más que este leve jugueteó de penetración.
Tomando su polla con una determinación implacable, chupó con fuerza y usó
una mano mientras se sostenía con la otra. El canto se hizo más fuerte, un grito
ocasional indicaba a los otros la activa participación de su ofrenda.
206
clímax. Sabiendo que los otros necesitarían presenciar su liberación, echó su cabeza
hacia atrás y apartó su cabello.
— Sí.
— Hay muchos. — Serena suavizó el alarde con una juguetona sonrisa. — Veo
una persona en particular.
— Nunca pude agradecerte lo que hiciste por mí. ¿Aceptarías, por favor, mi
ayuda?
Convocando los hilos de su alma, encontró las áreas más enredadas y se acercó
más al sumo sacerdote.
207
— No voy a tocarte, pero sentirás mi presencia de una manera extraña. ¿Está
bien?
— Muy bien.
Serena asintió y dio un paso atrás, permitiendo que los hilos de su alma
desaparecieran de su vista.
208
Matt deslizó sus brazos alrededor de su cintura y la apretó con fuerza a su lado.
Fortaleciendo su resolución lanzó una larga mirada a los oscuros ojos de Matt,
Serena contestó.
— Estoy más que lista para aceptar mi camino en la vida, pero mi camino a
tomado un inesperado giro.
— No quiero que hagas este sacrificio por mí. Te dije que encontraríamos un
compromiso, alguna manera de…
209
Hyalee jadeó. — ¿En serio? ¿Quién oculta tal don? —Ella miró a su hermano y
ambos llegaron exactamente, a la misma conclusión. — ¡Orillia!
Matt tomó su barbilla con una mano. Sus rasgos aún estaban tensos, pero la
ternura brillaba en sus ojos.
210