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Walkiria

Meme Pistols PrisAlvs

Eglan Walkiria

Dayi Cullen

ó
Bibliotecaria70 Jhovi

Pily Dayi Cullen

Walkiria

ñ
PrisAlvs
Índice
í

í
Sinopsis
Sasha tiene una regla cuando se trata de citas, nunca salir con un
músico. Ella sabe cómo pueden terminar las cosas, por lo que no permite
empezarlas. Cuando su buen intencionada mejor amiga le arma una cita,
ella pone el freno antes incluso de ponerse en marcha.

Jesse tiene una regla sobre salir a demasiadas citas, nunca dejar
escapar una buena. Y se da cuenta de inmediato que con Sasha, vale la
pena, la persecución, sin importar cuál sea su distorsionado estereotipo
sobre los músicos.

Sasha sabe que debería darle una oportunidad, ¿pero es que vale la
pena? En el pasado le ha salido todo muy mal. Él la abandonara cada vez
que tenga una gira, y no hay nada que pueda hacer al respecto. Pero a
medida que él continúa con ella, empieza a cuestionar su regla y se da
cuenta de que está empezando a dejarlo entrar, sin importar si está lista.
Capítulo 1
Traducido por Walkiria
Corregido por Bibliotecaria70

―Kerri, voy a matarte. ―Me sujeté de la parte trasera de los


pantalones de mi mejor amiga mientras nos empujábamos a través de la
multitud sudorosa, borracha y que bailaba con la música palpitante.
―¡No, Sasha! ¡Esto va a ser divertido! ―dice Kerri por encima de su
hombro, su voz suena bastante alegre por la cantidad de alcohol en su
sistema.
Apreté los labios y me retorcí para alejarme de un par de manos que
intentaban agarrarme. No odiaba las fiestas, o la música a alto volumen o
incluso beber. Pero después de seis noches seguidas, estaba lista para
tener una noche tranquila.
Sola.
―Tienes que escuchar esta banda, luego nos iremos ―gritó Kerri.
No, no quiero, pensé. Que puede hacerme no escuchar otra banda de
garaje.
Kerri se detuvo y me topé con su espalda. La multitud se presionó en
el hueco que había detrás de mí y me ericé. Un maremoto maloliente de
alcohol y de perfume se estrelló contra mí, traté de respirar por la boca
pero no sabía mucho mejor de lo que olía.
―Diez minutos, Kerri, entonces me iré a casa.
Kerri me tiró a su lado.
―Bien. Diez minutos.
Suspiré y me acomodé para escuchar una hora de letras terribles y
una completa falta de musicalidad. No importaba cuanto amenacé a Kerri,
nunca me dejaría en paz. Alrededor de nosotras, miembros de la banda
comenzaron a acomodarse en el escenario, moviendo equipos y
comprobando el sonido. Un tipo con una botella abierta de Jack Daniels se
sentó delante de la batería, el humo de cigarrillo le daba una calidad
fantasmal al grupo.
Como no se podía oír nada por sobre la otra música que sonaba en la
fiesta. Kerri se inclinó más cerca y me susurró,
―El de la camiseta negra es Jesse. Es el cantante y escribe todas sus
cosas.
Super. No puse los ojos en blanco.
―¿Cómo lo sabes?
―Toco en la fiesta de Trey la semana pasada.
Había tenido suerte de escapar de aquélla fiesta. Mi profesor de
química me había hecho tomar un examen. Ahora deseaba tener otros
siete exámenes. El líder de la banda, Jesse, se dio la vuelta y me clavo los
ojos. Creo que está en mi clase de inglés. No es que importara, después de
esta noche Jesse y su banda solo sería un mal recuerdo.
Kerri se alejó un poco y comenzó a sacudirse frenéticamente. Miré
por sobre su hombro. El novio de Kerri, Trey, levantó las cuatro botellas
de cerveza en forma de saludo y comenzó a atravesar a la multitud. Nos
dio una botella a cada una, tomó un trago de una y dejo la botella restante
sobre el escenario. Jesse se acercó y se agachó, con las piernas separadas
a ambos lados de mi cabeza. Estaba bien equipado, asqueroso. Ugh.
Levanté mi cabeza para poder mirar más allá de su entrepierna. Su
cabello oscuro le caía directamente en un ojo, añadiéndole un toque
oscuro a sus rasgos asiáticos. Di un paso atrás y estudie a Jesse mientras
hablaba con Trey. Cejas rectas y oscuras acentuaban unos ojos
almendrados que vagaban por la multitud. Se posaron en mí y me
encontré con su mirada. Sus labios carnosos se curvaron hacia arriba en
una sonrisa arrogante y choco su cerveza contra la mía. La espuma
comenzó a salir. Sin comentario o muecas, lleve la botella a mis labios y
bebí. Todas las chicas probablemente sonreirían y coquetearían en ese
momento.
Bueno, yo no era como ellas.
―Gracias por venir ―dijo Jesse, todavía mirándome. El alcohol bajaba
sus parpados seductoramente, pero todo lo que yo veía era un borracho.
Parecía perdido. O drogado.
―Sí. Kerri me trajo.
Kerri hizo una mueca y levanto las manos. Este semestre había
abandonado su misión de emparejarme con alguien. Un plan que siempre
estuvo condenado al fracaso.
Jesse le dio otro trago a su cerveza.
―Tal vez nos volvamos a ver por aquí.
Sonreí para hacer feliz a Kerri, pero no puse mucho esfuerzo con él.
―Gracias por la copa ―le dijo a Trey.
―Sí hombre, nos vemos después.
Alguien apago la música pop que sonaba a todo volumen y las
cabezas comenzaron a girar hacia el escenario. Los cuerpos se
presionaron cada vez más cerca, estaba atrapada en un calor asfixiante. El
batería dio unos golpes, y luego Jesse se metió en la canción. Eran semi
talentosos y en realidad no odiaba la canción. No era algo que agregaría a
mi lista de reproducción, y si me deshiciera del bajista, sería aún mejor.
Jesse cantaba y parecía tener cierta habilidad con la guitarra. Una hazaña
impresionante, teniendo en cuenta lo mal que estaba. Sobrio sería
probablemente muy talentoso.
Me relaje y bebí mi cerveza. Entonces me estremecí. Debería haberle
pedido a Trey un Martini o un cosmopolita. Odiaba la cerveza y pronto
tendría un dolor de estómago. Jesse se puso en marcha con una nueva
canción y mis dedos comenzaron a golpetear sobre la etiqueta de la
botella.
¡Maldita sea!
No quería que me gustara la música de este tipo. Él sonrió y me miró
durante toda la canción. Probablemente estaba muy acostumbrado a que
las groupies1 le lanzaran ropa al azar en su camino después de cantar una
canción.
Lo siento chico, mis bragas no funcionan así.
Aparte la mirada y comencé a analizar a la multitud. Decenas de
mujeres estaban bailando y gritando. Sí, ahí estaba el primer par de
bragas. Una tanga rosa voló por el aire y cayó a los pies del teclista. Él
sonrió y le lanzo un beso a la pelirroja que básicamente había arrojado su
vagina en el escenario.
Puse los ojos en blanco y miré a Jesse. Su sonrisa se amplió y me
guiñó un ojo.
¡No, no caeré en eso tampoco! Lo ignore y tome otro trago. Cuando
empezó la siguiente canción, mis pies se unieron al ritmo de mis dedos y
admití que en realidad eran muy talentosos. No es porque lo diga yo. O
Kerri. Dios, esa chica no necesitaba absolutamente ninguna munición
cuando se trataba de chicos.
La banda tocó tres canciones más originales y a continuación un par
de covers. Escondí mi sonrisa detrás de la botella cuando tocaron mi
canción favorita de Kansas. No había forma de que ni siquiera una docena
de estos borrachos supiera quién era Kansas. Jesse atrajo mi atención y
me guiñó el ojo otra vez. Levante una ceja pero no aparte la mirada esta
vez. Su sonrisa se amplió y meneo sus caderas.
Me reí. Bien, tal vez era gracioso, pero eso no quiere decir que estaba
interesada.
Kerri me tomo por el brazo.
―¿Todavía me vas a matar?
―Cállate.
―Admítelo, te estás divirtiendo.
Apreté mi mejilla contra la de Kerri.
―Lo que tú digas.
1 Groupies: es una persona que busca intimidad emocional y sexual con un músico famoso.
Sin embargo, también se aplica a una admiradora de un cantante o grupo musical, a los que
sigue incondicionalmente.
Kerri sonrió y dio saltitos.
―Lo sabía.
Trate de fulminarla con la mirada.
Kerri meneo las caderas.
―Trey quiere llevarnos a la casa de la fraternidad.
Apreté mis labios y la nariz se me arrugo. Realmente no tenía nada
para usar como excusa. Por primera vez en un mes, estaba totalmente
libre de tareas. Mi próximo examen no era hasta dentro de dos semanas, y
la oficina donde trabajaba temporalmente estaba siendo remodelada. En
realidad no tenía nada que hacer.
Y Kerri lo sabía.
Asentí, haciendo que Kerri chillara y saltara de alegría.
―¡Es solo una fiesta! ¡No es una cita!
Kerri movió las cejas.
―Soy seria Kerri. No estoy saliendo con ese chico. ―Apunté con mi
cerveza a Jesse. Y me queje.
No sabía que acababa de terminar una canción mientras Kerri se
había estado burlando de mí. Con el brazo apuntándolo, parecía
completamente una groupie. Él sonrió y me lanzo un beso. Todas las
chicas dentro de un radio de diez metros suspiraron y se acercaron para
atraparlo.
―Está totalmente enganchado contigo.
―Está totalmente con Jack Daniels, ahora. Solo soy un par de bragas.
―Gracias por venir a todos ―dijo Trey mientras tomaba el micrófono
del soporte―. ¡Venid a vernos a Port o' Call, la semana que viene! ¡Buenas
noches!
Los aplausos estallaron salvajemente, mientras el grupo salía por la
parte izquierda del escenario.
Trey deslizó una mano alrededor de la cintura de Kerri. ―¿Estáis
listas, las dos?
Kerri se inclinó hacia arriba y le susurró algo al oído. Trey me miró,
su mirada se levantó de un salto hacia el escenario, luego volvió a
mirarme. Levantó una ceja.
―¿En serio?
―No ―dije―. No realmente. Lo que te haya dicho es una típica
exageración de Kerri. Voy a la casa de la fraternidad. Eso es todo.
Trey se encogió de hombros y me dirigió una sonrisa ladeada.
―Seguro. Lo que quieras.
―Kerri ―gesticulé las palabras― para de decir mentiras.
―Por supuesto ―moduló ella―. Lo que tú digas.
Sacudí la cabeza y puse los ojos en blanco, siguiéndolos fuera de la
fiesta.
Caminé por la calle hacia la fraternidad con Trey y Kerri, mientras se
besaban todo el camino. Estaba acostumbrada a sus demostraciones
públicas de afecto, así que no me molestaba. Pero si me molestaba que no
pudiera sacarme las canciones de ese maldito de mi cabeza. Había
tarareado una los últimos cien metros.
La mano de Trey se resbaló por encima de la camisa de Kerri. Esa era
una nueva.
―Una habitación para dos.
―Ya casi llegamos ―dijo Trey antes de meterle la lengua hasta la
garganta a Kerri.
Me adelante y subí las escaleras de la casa de la fraternidad. Axel me
recibió en la puerta. Me dio un beso en la mejilla y un pequeño abrazo.
―¿Me haces un trago?
―Por supuesto. ―Axel me besó la punta de la nariz. Sus ojos color
avellana insinuaron algo más, como siempre, pero había sido relegado a la
zona de amigos desde el momento en que nos conocimos. Era demasiado
bueno, demasiado maravilloso para arruinarlo con una relación. Me lo
pidió por lo menos una docena de veces, pero finalmente dejo de
intentarlo el año pasado después de que le dije que no pasaría más
tiempo con él si no se detenía.
Pero todavía tenía ese aspecto de cachorro herido cada vez que me
veía.
Choque mi cadera contra la suya.
―¿Estás saliendo con alguien?
Inclino su cabeza y miró hacia abajo.
―Nadie vale la pena.
Fruncí el ceño.
―Tratare de encontrarte a alguien.
―No es necesario. Ya la encontré, solo estoy esperando a que se lo
haga entender a su cabeza.
Le di un golpe en el brazo.
―Es mejor que te detengas.
―Dijiste que pare de intentarlo, no que estaba prohibido tocar el
tema.
―No puedes tocar el tema.
―Demasiado tarde.
Axel se dio la vuelta y me presiono la espalda contra la puerta
giratoria que llevaba a la cocina. Sus brazos se enrollaron alrededor de mi
cintura.
―Oops.
Me reí y le di una palmada en el brazo.
―Eres imposible.
―E implacable. ―Enlazo sus dedos a través de los mío y me tiró hacia
el mini-bar en el mesón de la cocina―. ¿Qué puede ser?
―¿Cosmo?
―Hmmm. ―Fingió examinar las botellas, sacudiendo la cabeza y
tomo cada una―. ¿Qué llevaba eso?
―Vodka, triple seco, limón y zumo de arándanos rojo.
―Ah sí, femenino, cobarde, apenas alcohólico.
―Ese es el propósito. ―Bromee―. Como siempre, pierdes el tiempo
por aquí. Pero es una buena regla para no conseguir una violación en una
cita.
La cara de Axel se desplomó.
―Nunca dejaría que eso pase.
Incline la cabeza hacia el lado y le toque su antebrazo.
―Lo sé. Pero aún así.
―Pero aún así. Probablemente es una buena regla personal.
Moví mi dedo.
―Los chicos también pueden ser violados en una cita, sabes.
―¡Ojalá!
Me reí y puse las manos en las caderas.
―Eres…
―Implacable. Sí, ya pasamos por esto. ―Se inclinó hacia adelante
para besarme en la nariz, justo cuando levante mi barbilla para corregirlo.
Nuestros labios se encontraron. Los suyos eran cálidos y firmes. Al
instante una mano fuerte rodeó mi cintura y me jaló más cerca.
―Perdón ―dijo una voz desde la puerta.
Me aparte. Jesse estaba parado en la puerta. Eché un vistazo a Axel y
salí de la cocina.
―Sash… ―la música ahogo el resto de la frase de Axel.
Apreté los dedos contra mis labios. Me estremecí, tenía una
sensación de náuseas, y sabía que si no fuera porque nos interrumpió
Jesse, no habría alejado a Axel. Dios, debía estar ovulando. En primer
lugar, una aspirante a estrella de rock se infiltraba en mis pensamientos y
ahora mi mejor amigo estaría molesto.
Me sujete de la barandilla, y corrí arriba, llame a la puerta de Trey.
―Kerri, me estoy yendo.
Voces amortiguadas y algunos gemidos.
―Espera ―dijo Kerri a través de la puerta. A continuación, Trey
murmuró algo.
―¿Estás bien? ―Kerri tiró de la puerta abriéndola solo un poco.
Sostenía una sábana sobre su pecho. Tenía los hombros desnudos y una
maraña de cabello en su cabeza. Ellos no habían malgastado su tiempo.
―Sí, me cansé.
―¿Qué pasó?
Sacudí mi cabeza. Esto llevaría más tiempo del que Kerri podría
darme ahora.
―Estoy bien. Hablaremos mañana.
Kerri entrecerró los ojos.
―¿Me estás mintiendo?
―¡No! ―le mostré la sonrisa más falsa y amplia que pude―. En serio.
Estoy bien.
Kerri me sopló un beso.
―Escríbeme cuando llegues a casa.
―Trey ―le grité por sobre la cabeza de Kerri―. No dejes que se vaya
caminando sola a casa.
―No lo hare.
La salude moviendo mis dedos y di la vuelta. Cerró la puerta y Kerri
chilló. Esta vez rodé mis ojos. Trey era un buen tipo, pero ciertamente no
era inquebrantable. Logré esquivar a Axel y me deslice a través de las
personas, por la puerta principal.
―Hey ―una voz llamó detrás de mí.
En el último escalón, me volví. Jesse estaba parado en el borde del
patio, con las manos metidas en los bolsillos del jean.
―¿Quieres dar un paseo?
―No, gracias. No soy una fanática de subirme a los autos con
borrachos. ―Seguí mi camino y de repente tenía a Jesse detrás de mí.
Hasta ahora, no había visto a Axel.
―No estoy borracho.
Levanté una ceja. No tengo tiempo para esto.
―Claro.
―No, en serio. He bebido antes de la presentación ―vacilo―. Una
gran cantidad. Pero al tocar frente a una multitud y con tanto movimiento
todo se ha quemado. ―Levantó la palma de la mano―. ¿Ves? Sobrio.
―Aún así no quiero subirme a un auto contigo. Gracias.
―¿Puedo acompañarte caminando?
Negué con la cabeza. Al darme la vuelta, la cabeza de Axel apareció
entre la multitud de personas. ¡Maldita sea! Tratara de seguirme y no
quiero hablar sobre lo que pasó. No necesito más cosas extrañas esta
noche. Mire a Jesse y trate de decidir. ¿Arrastrado o guitarrista
presumido?
Él se encogió de hombros y se volvió hacia la casa. Axel estaba casi en
la puerta.
―Muy bien ―le grité.
Jesse me miró por sobre su hombro, con una ceja levantada.
―¿Qué?
―Bien. Bien, puedes acompañarme a casa.
Sonrió y corrió hacia mí. Agaché la cabeza y acelere el paso.
―Vamos.
―¡Sash! ―La voz de Axel llego a través del jardín, pero no miré atrás.
Jesse se detuvo y me apunto hacia la casa―. Hey, ¿parece que te
necesitan?
Mantuve mi ritmo.
―No. Sigue caminando.
Jesse me alcanzo.
―¿Te gustó el show?
―Fue bueno.
Se rió.
―¿En serio? Solo bueno. Eres difícil de complacer.
―El cover de Kansas fue agradable.
―Me preguntaba si alguien lo había notado.
―Soy una snob2 de la música, así que ya sabes.
―¿Cómo es eso, solo escuchas clásicos o algo así?
Me presione los ojos y sacudí la cabeza. Doblamos en una esquina y
me relaje.
―No, sé de buena música y no escucho basura.
―Así que supongo que debería estar contento de te quedases.
―Kerri me obligo.
―Me parece bien.
Me detuve.
―No necesitas acompañarme el resto del camino.
Jesse sostuvo sus manos.
―Bien, esto no es genial.

2Snob: se denomina así a una persona que imita con afectación las maneras, opiniones, etc. de
aquellos a quienes considera distinguidos o de clase social alta para aparentar ser igual que
ellos.
―Solo te necesitaba para que me sacaras de allí. Puedo hacer el resto
del camino sola.
―No. ―Elevo el mentón hacia adelante―. Mi código moral insiste en
que acompañe a todas las doncellas en peligro por todo el camino hasta
sus puertas.
UF. Alerta de adulador. Suspiré y comencé a caminar otra vez.
―Lo que sea.
―Tenemos clases en común, ¿verdad?
―Sr. Wracks.
Jesse se apoyó en mi hombro.
―Sí. Siempre te sientas en la parte delantera. ¿Eres una nerd?
―Llegué tarde el primer día y era el único asiento disponible. Ahora
es solo por costumbre.
Caminamos en silencio después de unas manzanas.
―Así que ese tipo que te estaba besando. ¿Sois algo?
―¡No! ―lo dije con brusquedad, y luego me recuperé―. Solo somos
amigos.
―Amigos con…
―Ni siquiera lo digas. No, no hay beneficios por ser mi amigo.
―Qué bueno, porque quería invitarte a salir.
Me detuve bruscamente y gire para enfrentarme a él.
―¿Estás loco?
Sus cejas se levantaron en un arco perfecto.
―No lo creo. Me gustas y quiero pasar más tiempo contigo.
Crucé mis brazos y mis ojos se entrecerraron.
―¿Pero te habrías conformado siendo amigos con beneficios?
Levanto sus manos, con las palmas hacia fuera.
―No. Dios no, solo no quería que estés con ese tipo.
¿Demasiado celoso?
―No salgo con músicos.
Jesse empezó a caminar.
―Sí, yo tampoco. ¿Así que mañana por la noche?
―No. ―Solté y seguí― ¿No escuchas? No salgo con músicos.
―Soy solo un chico en tu clase de literatura.
―Y un músico.
―Estoy seguro de que tienes un pasatiempo que no me gustará. Así
que estamos iguales.
―UF. ―Levante mis manos―. Ni siquiera estás escuchando.
―¿Ves? Eres muy gruñona, eso anula totalmente lo de mi banda.
Mis ojos se ampliaron.
―¿Ya me estás colocando sobrenombres?
―Eres gruñona, simplemente dije eso. ¿Te parece bien el domingo?
Podemos almorzar juntos.
―Nosotros no vamos a salir.
―O desayunar, mañana por la mañana. A las siete. No es una cita.
Me frene al final de la vereda.
―No vas a detenerte, ¿verdad?
Jesse me mostro todos sus dientes con esa irritante sonrisa. Indico
con su pie derecho en la acera.
―Nos vemos aquí.
―Gracias por acompañarme.
―Fue un placer. ―Se volvió y caminó de regreso por la acera.
Lo observé hasta que giró en la esquina, luego sacudí mi cabeza y me
fui adentro.
Capítulo 2
Traducido por Walkiria
Corregido por Bibliotecaria70

Me di la vuelta y golpee mi despertador. El sueño nublaba mi


cerebro. ¿Qué clase tenía esta mañana? Me quedé mirando los números
parpadeantes del reloj. Es sábado. Hoy es sábado.
Me froté los ojos y salí de la cama mientras buscaba con mis pies las
zapatillas. A medida que me despejaba, me acordé de los mensajes de
texto de Kerri en medio de la noche. Ella se quedó allí, pero quería que
nos encontremos para desayunar a las nueve.
Tenía tiempo de sobra para salir a correr y prepararme. Saqué un
plátano y mi iPod. Me coloque los auriculares en mis oídos, y baje por las
escaleras y acelere cuando llegue a la acera. Fácil haría diez kilómetros
hoy. Las nubes cubrían el sol, estaba gris por todo el barrio. Por lo menos
aún era temprano y no estaba caluroso, pero la humedad ya se aferraba a
mi piel. Un auto aceleró por la calle y me toco la bocina para que me quite
del camino.
―¡Fíjate por dónde vas!
Un anciano frunció el ceño detrás del volante.
―Sí, lo mismo digo.
Me limite a la acera y al camino. En este tramo con todas sus grietas y
el pavimento levantado siempre me ponía nerviosa el doblarme un
tobillo. Pero la estrecha carretera y los autos aparcados no me dejaban
otra opción. Nunca nadie miraba, obviamente.
Avance otra manzana más. Me incliné hacia adelante y aceleré. La
sangre bombeada a través de mis muslos y aún tenía aire en los
pulmones. Hoy era un buen día. Tal vez lo suficiente para vencer mi meta
personal. Iría una manzana más abajo.
En el semáforo, presione el botón de paso de peatones y me mantuve
trotando en el lugar. No estaba sin aliento en absoluto, y justo aquí era
generalmente cuando empezaba a sentir una punzada. La luz de tráfico se
volvió amarilla y observe sobre la acera de enfrente. Un corredor con una
sudadera con capucha se movía rápidamente hacia la intersección. Llego
justo cuando cambió la luz. Continúe corriendo y me hice a un lado
cuando pasó. Por costumbre, le sonreí al corredor.
Mis pies flaquearon. Una familiar sonrisa se iluminó por debajo de
esa capucha. Seguí corriendo.
―Espérame ―me llamó Jesse. Desde la entrada al parque me hizo una
seña, a menos de veinte metros de distancia. Seguí corriendo. Él me ganó.
Sus pasos penetraron en mi música. Giré a la derecha en la entrada, pero
se apareció a mi lado―. Gran día para correr.
―Vete. ―Aceleré pero me alcanzó otra vez. Reduje la velocidad y él
también.
Miré hacia los lados, pero el miraba fijamente hacia adelante, cómodo
en mi ritmo.
Bien. Vamos a ver cuánto puedes aguantar mi ritmo. El camino se
curvaba hacia abajo y hacia la izquierda. Alargué mis zancadas y aceleré.
Jesse no retrocedió un centímetro. Mi pecho me presionaba cuando llegué
a mi velocidad máxima. El rostro relajado de Jesse hacia parecer que
estaba dando un paseo vespertino. ¿De todas las personas, justo tenía que
ser un corredor?
Terminé la vuelta y desaceleré a un trote.
―Eres rápida. ¿Cuál es tu mejor marca? ―Él ni siquiera estaba sin
aliento.
―Nueve, cinco. ―Jadee como un pez fuera del agua.
Levanto las cejas.
―Excelente.
Aunque no quería, de todas formas le pregunte.
―¿La tuya?
―Ocho, quince.
Gruñí. No había posibilidad alguna de dejarlo atrás. Vi un banco y me
senté, estaba escondido detrás y debajo de dos árboles de roble, marqué
los diez kilómetros. Él se detuvo y se sentó. Como era de esperarse, Jesse
comenzó a flexionar y estirar los brazos a lo largo de la espalda. La sangre
comenzó a subir a través de mis muslos, haciéndome cosquillas. Me
incline hacia adelante y comencé a estirar mis tendones.
―¿Dónde quieres desayunar?
―¿Otra vez con eso?
Jesse tiró un mechón de mi cola de caballo.
―Es solo una comida, Sasha. No puedes correr y no comer.
Suspiré. Su sugerencia me molestó, no sería tan malo si no fuera
porque no tenía nada en la nevera. El día de supermercado era el domingo
y desde que salíamos los viernes y sábados, eso funcionaba.
Hasta hoy.
―Bien. Waffles House.
―¿En serio? Vaya, pensé totalmente que elegirías Pesto’s o Jinnie’s.
Un lugar totalmente de granola y orgánicos. Waffles House, es bastante
agradable.
―¿Primero me llamas gruñona, y ahora te estás burlando de mis
hábitos?
―No me burlo en absoluto. Me encanta. Las mujeres nunca comen
cuando salen conmigo. Especialmente en las citas.
―Primero: Esto no es una cita. Segundo: Acabo de correr diez
kilómetros. La granola no va a funcionar.
Envolvió sus brazos alrededor de mis hombros y me presionó contra
él.
―Eres la mujer de mis sueños.
Luche por salir de su abrazo y me levante. Me sujete para mantener
el equilibrio al respaldo del banco, y estire mis muslos. Aunque nunca lo
admitiría, hoy había sido amable con alguien. Tal vez la próxima vez se lo
diría a Kerri.
―¿Necesitas volver a casa, o solo debemos correr por la calle?
―No es una cita, así que no necesito arreglarme.
―Bueno, igualmente te ves hermosa. ―Jesse dio media vuelta y
caminó hacia Waffles House.
Agaché la cabeza, frustrada por el calor en mis mejillas. No
importaba lo que dijera Jesse, no había manera de que me enamorara de
él. Tenía la palabra desastre escrita sobre él. En Waffles House, me abrió
la puerta y me arrimo la silla.
Aparté mi menú y me incline hacia adelante. Por encima del menú, la
cabeza de Jesse se movía hacia arriba y hacia abajo como si analizara su
selección. Su cabeza hizo una pausa y bajó el menú lo suficiente para ver
sus cejas inquisitivas.
Levanto las cejas.
―¿Ya decidiste?
―Esto no es una cita.
Alzó el menú nuevamente.
Suspiré y miré el interior de la primera página. Triple amenaza:
salchichas, waffles y huevos. Lo que pedía todo el tiempo. Si quería verme
comer, cumpliría su capricho.
La camarera nos trajo agua y ordenamos. Junté las manos sobre la
mesa y mire por la ventana.
―¿Cuál es tu clase favorita? ―me preguntó Jesse.
Incline mi cabeza.
―Estudio del diseño.
Imito la inclinación de mi cabeza.
―¿Te gusta la pintura?
―No. La arquitectura del paisaje.
Acaricio su barbilla.
―Es interesante. Estoy aprendiendo muchas cosas sobre ti.
Abrí la boca, interrumpiéndolo.
―Estoy tan contenta de que esto no sea una cita.
Me recosté contra mi silla.
―¿Qué es lo tuyo?
― Fusiones transfronterizas y adquisiciones.
―Los negocios.
―Finanzas.
―¿Así que, cuando no estés tocando, vas a lucir un traje y corbata?
―Me reí―. No te imagino.
―Puedo ser muy decente ―dijo, sonando levemente ofendido―. Y
tengo que hacer algo hasta que los conciertos despeguen. Mis padres no
podrían pagar la matrícula de lo contrario.
―Me parece bien. ―Crucé mis brazos por sobre mi estómago,
retirándome de la conversación. ¿Era posible que cada músico solo
pensara en que es cuestión de tiempo antes de que lleguen al estrellato?
Por los delirios de mi ex fue que le rompí. Bueno, eso y cuando le dije que
dejara de soñar. Mi corazón se retorció. A veces podría ser una perra.
Una bicicleta avanzó por delante de nuestra ventana, cruzó la calle y
aceleró por el otro lado.
Tenía buenas razones como mi ex para no salir con músicos, pero él
solo había solidificado mis sentimientos.
La camarera volvió para llenar nuestro café. Añadí más crema hasta
que el café negro se volvió tostado. Lo tenía sujeto entre ambas manos y
presionaba los labios contra el borde. Jesse se inclinó en su silla.
―¿Tienes hermanos o hermanas?
Sacudí mi cabeza.
―No, solo yo. ―Tomé un sorbo de café―. Y mi madre.
Jesse parpadeó, pero no preguntó sobre mi padre. Sus rasgos se
suavizaron y sonrió.
―Yo tengo dos hermanos y una hermana pequeña.
Sus mejillas se elevaron con su sonrisa y un pequeño hoyuelo
apareció debajo de su ojo derecho. No había visto eso antes, incluso
cuando estuvo bromeando y se rió. Debe ser muy cercano a su familia.
―¿Cómo es tener una familia grande?
―Impresionante y terrible al mismo tiempo. Siempre estamos uno
encima del otro. Mi hermana es una completa princesa, muy pequeña y
frágil. Nos tiene a todos a sus pies desde que nació. Mis hermanos son
fuertes y desagradables, pero tranquilos. Mis padres son grandes fans de
los viajes familiares, por ello nuestros veranos están repletos de camping
y paseos en bote.
―Nunca he ido acampar.
Se inclinó hacia adelante.
―¿Nunca?
Sacudí mi cabeza.
―No.
Se rió entre dientes.
―Es divertido. Nuestra familia es una locura, no hacemos
campamentos normales. Mi padre ama encontrar los lugares más
recónditos que apenas tienen un camino.
―¿Eso no asusta a tu madre? ―No podía imaginarme acampando en
un KOA3, mucho menos en medio del desierto. Así que eso no estaba en mi
lista.
―Nno, ella generalmente lo ayuda a planear hacia dónde nos
dirijamos. Mi hermana si lo odia. La suciedad no se mezcla bien con ella.
Sonreí y apoye mi taza de café.

3 KOA: Son campamentos con lugares cómodos para armar una tienda o estacionar una
caravana o tráiler.
―Una vez ―Jesse apoyo sus manos sobre la mesa y se rió―,
estábamos nadando en aguas termales naturales y mi hermano mayor,
Stu, encontró un enorme filamento de este material de algas laminarias.
Es un bromista completo y vive para molestar a Miranda. Mi madre
apenas la había convencido de que se metiera en la piscina, diciéndole
que eso no arruinaría su nuevo traje rosado. Estaba nadando y Stu
apareció detrás de ella, con las algas y ella creyó que era un monstruo que
la estaba atacando. ―Se rió bastante fuerte lo que llamó la atención de las
mesas cercanas―. Ella gritó y nadó por su vida, le dio una patada a Stu en
la cara y le rompió la nariz.
Mis manos volaron a mi boca.
―¡Oh no!
Se inclinó de nuevo, apenas era capaz de hablar, se reía tanto con el
recuerdo.
―Fue impagable. No habló con él por el resto del viaje.
―¿Tus padres se enojaron?
―No. Solo trataron de no reírse porque Miranda estaba tan molesta,
estaba histérica. Creo que fue uno de mis viajes favoritos.
―¿Por el monstruo del mar?
Se rió entre dientes, no podía dejar de pensar en ello.
―Ese pequeño balneario estaba rodeado por montañas. Parecía
como si un gigante literalmente había tallado un bolsillo por el lado de la
montaña. Fuimos en pleno verano, así que los campos estaban repletos de
flores silvestres. Nunca había visto nada igual. ―Había un tono nostálgico,
y genuino bajo la risa―. Escribí mi primera canción allí.
Podía oír la expectativa en su voz. Quería preguntarle acerca de la
canción, o podía ruborizarlo y retarlo para que la cante. Pero era un
territorio muy conocido. Y no era un lugar en el que quisiera entrar otra
vez.
―Suena hermoso.
―Mucho. ―Sus ojos me envolvieron―. Me gustaría volver.
Tragué y me obligué a no sentirme incomoda por su presencia.
La camarera llegó y dejó tres platos delante de mí y una pila colmada
de panqueques frente a Jesse. Sonrió y agarró a su tenedor.
―A comer.
Llené todas los waffles con una precisión metódica. Miré a Jesse y le
reté a comentar. Mantuvo la cara pasiva y tomó la botella de jarabe,
lanzando una espiral en la parte superior de sus Waffles y luego por los
lados.
Pele una salchicha, la sumergí en el jarabe y sople un poco porque
estaba caliente. Los sabores inundaron mi boca y me lamí mis labios. Jesse
dividía una torre de Waffles y un silencio agradable descendió en el
espacio mientras comíamos. Entre bocados, puso sus cubiertos sobre la
mesa y se limpió la boca con una servilleta.
No era tan horrible comer frente a un tipo con modales.
Verdaderamente, no había mucho de Jesse que fuera horrible. Le
eché un vistazo por debajo de mis pestañas. No se podía negar su buena
apariencia, pero sabía que había un montón de chicos guapos que no eran
divertidos ni entretenidos. Jesse no tenía la típica vida de la mayoría de
los chicos malos que se revelan en contra de su familia, él parecía llevarse
genuinamente bien con sus hermanos y padres. Lástima lo de la música,
pero tal vez podríamos ser amigos.
Mi corazón se retorció. Necesitaba encontrar a Axel hoy y arreglar las
cosas con ese amigo antes de preocuparme por hacer una nueva amistad.
Corté los waffles con jarabe agrupados en mi plato. Y los lleve
apresuradamente hacia mi boca antes de que gotearan. Mientras
masticaba, mi teléfono sonó. Limpie mis manos y leí el texto.
¿Trey es un idiota? ¿Dónde estás? Apareció en la pantalla el mensaje
de Kerri.
―¿Todo bien? ―preguntó Jesse.
―Kerri y Trey deben haber peleado esta mañana. ―Miré alrededor en
busca de la camarera―. Tengo que irme.
Jesse le hizo señas a la camarera.
―No tienes que irte ―dije cuando empujé mi plato lejos―, en serio.
―Está bien.
No, realmente. No necesitaba compañía mientras trataba de
averiguar lo que había hecho Trey ahora. Esto era un evento semanal más
para los dos. Lo que Kerri necesitaba era un poco de atención y Trey
aparecería en un par de horas con flores y disculpas.
La camarera trajo nuestro recibo y Jesse pidió cajas. Ella se alejó
apresuradamente y yo deslicé mi mano dentro de mi sostén para sacar el
dinero que guardaba allí cuando salía a correr.
Los ojos de Jesse se ampliaron.
―¿Qué?
Aclaró su garganta y luchó con una sonrisa.
―Nada.
La camarera nos guardó nuestra comida y le añadí otro poco de
jarabe antes de cerrar la tapa. La sonrisa de Jesse se amplió.
―¿Has pensado en unirte a un grupo de apoyo para los adictos al
jarabe?
Sonreí a pesar de sus burlas.
―Tengo un problema. Lo admito libremente. Por eso corro.
Levantó en sus manos.
―Hey, es tu adicción.
En la caja trató de pagar, pero le empujé a un lado y le entregue mi
dinero al cajero.
―Separa los gastos, por favor. ―Le eché un vistazo sobre mi
hombro―. No es una cita.
Le guiñé un ojo y me di la vuelta. Iba a tener que hablar con él, si
íbamos a ser amigos.
Jesse pagó y mantuvo la puerta abierta. Había un lugar vacío entre
dos autos para cruzar el estacionamiento.
―Comienzas a caerme mejor. ¿Podemos ser…? ―Un trozo de la acera
se desmorono debajo de mí cuando pise. El tobillo se dobló. El asfalto
había destrozado mi piel y mi tobillo palpitaba. Cuando caí, se abrió la
tapa de mi caja para llevar. Los waffles y el jarabe cubrían la mitad
inferior de mi pierna y toda la acera de debajo. Gruñí y agarré mi tobillo.
El dolor comenzaba a expandirse.
Jesse se agacho junto a mí, con una mano en mi hombro.
―¿Estás bien?
Me acomode contra la llanta de un Prius rojo.
―No. No realmente. ―No podía relajar mis dedos. Me sujetaba
firmemente alrededor del tobillo, casi blanqueando la piel que estaba
debajo.
―Déjame ver. ―Jesse cubrió mis dedos.
Gemí, y eche hacia atrás la cabeza, apretando fuertemente los ojos.
―Está bien.
―No está bien. ―Me dijo mientras me quitaba las manos del tobillo.
Los filamentos de jarabe se aferraron en mis manos. Miré de reojo.
Apretando mis ojos aun más.
―¿Qué significa eso?
―Necesitas un médico.
Entrecerré un ojo y abrí el otro. Mientras que había estado allí, mi
tobillo había crecido hasta el doble del tamaño. No podía ver ni siquiera
mi hueso del tobillo. Pero podía sentirlo. Grité y retorcí mi pierna. Jesse
me había apretado suavemente. No me di cuenta de que habían sido mis
manos.
―¿Quieres que llame a una ambulancia?
Hice una mueca.
―No. Dios, no. Ayúdame a ir a mi casa.
Se arrodilló junto a mí y limpio los waffles que habían caído sobre
mis zapatillas.
―Creo que el desayuno está acabado. ―El jarabe goteaba por mis
zapatillas―. Prometo que no doy de mala suerte.
Me obligué a levantarme, aprovechando para apoyar mi hombro
contra el parachoques del auto. Jesse me sostuvo hasta que estuve parada.
De todas las personas para pedir ayuda, tenía que ser él. Debíamos girar
por el estacionamiento y me agarró la mano. Deslizó un brazo alrededor
de mi cintura.
―Te tengo.
El suelo estaba plano, pero cedí contra su pecho.
―Estoy bien, solo dame un segundo.
Jesse no soltó su agarre. Cambié mi peso y toqué con el pie en el
suelo. Grité de dolor por mi pierna entera, tambalee entre los autos. Mi
estómago se sacudió.
―Eso no es bueno. ―Jesse se inclinó hacia adelante, deslizó una mano
detrás de mis rodillas y me llevó en sus brazos.
Todo giraba y me apreté contra sus hombros. Me miró y esperó.
―Estás verde.
―Estoy bien. ―Mi cabeza cayó sobre su hombro. Unos fuertes brazos
se apretaron por alrededor de mi espalda.
―Vamos a casa. ―Jesse cambió mi peso. Otra ola de náuseas me
obligó a cerrar los ojos. Entrelacé mis manos detrás de su cuello y me
concentré en cada uno de sus pasos, los movimientos de mi tobillo no se
sentían.
Ya en el otro lado de la calle, su respiración era más pesada y más
rápida.
―Probablemente soy pesada.
Su mirada vagó sobre mí y sonrió.
―Ligera como una pluma.
Me retorcí y me acunó más cerca. Olía a menta con un toque de
tocino y jarabe de arce. Estudié mis rodillas. Debajo de ellas, mi piel
escocía por donde me sostenían sus brazos.
Un perro se lanzó detrás de un arbusto, ladrando y gruñendo. Jesse
se apartó, golpeando mi pie contra un buzón de correo. El dolor eclipsó mi
visión y me robó el aliento. Quería gritar pero me apreté al cuello de Jesse
y enterré mi cara en su hombro en su lugar.
―Lo siento. Lo siento. ―Apretó su mejilla contra la mía. Él estaba
temblando, o era yo. Me abrazó más fuerte y duplicó su velocidad―. Ya
casi llegamos. Aguanta.
Así es. Mis brazos me dolían de agarrarle tan fuerte el cuello. Si un
pequeño toque como el buzón de correo era suficiente para hacerme
tanto daño, era imposible que esto fuera algo que se curara rápidamente.
Jesse desaceleró y miré hacia arriba. Por fin habíamos llegado a mi
casa. Kerri corría por las escaleras, con los brazos abiertos. ¿Quién sabe
cuánto tiempo había estado afuera esperando a que llegue a casa?
―¡Espera! ―gritó Jesse―. Creo que su tobillo está roto.
Las manos de Kerri volaron hacia su boca.
―Oh, Sash. ―Dio un paso al costado para que Jesse pueda llevarme
adentro.
―Espera un momento, ¿estuvisteis juntos? ―Kerri miraba a Jesse
mientras me apoyaba sobre el sofá.
―La conocí mientras corría.
Kerri se arrodilló al lado del sofá y me acaricio la frente.
―¿Necesitas que te lleve al hospital?
Jesse murmuro.
―Sí. Inmediatamente. La llevaría pero no tengo un auto.
Miré hacia arriba soñolienta.
―¿No tienes un auto?
Él miró a la distancia.
―No.
―Puedo llevarla. ―Kerri corrió al mostrador y recogió las llaves―.
¿Pero la puedes meter en él?
―Advil4 ―le espete.
Kerri camino con las llaves de un lado a otro.
―Sash, creo que tienes que llamar a tu madre.
―De ninguna manera. ―Me erguí desde mi posición en el sofá―.
Absolutamente no.
―¿Estás segura? Es decir si tienes que ir al hospital, vamos a
necesitar un seguro. Van a hacerte todo tipo de preguntas.
―Te dije que no, Kerri.
Jesse salió mientras discutíamos. Una llama dorada brilló en la
mañana gris, luego encendió la punta de su cigarrillo. Lo mire a él a través
de la pared y luego volví a Kerri.
―Por favor no se lo digas, Ker.
―Bien. ¿Jesse, la llevarías? ―Pisoteo el cigarrillo, exhalo una enorme
nube de humo que flotó por encima de su cabeza y entró a la casa.
―Sí. ―Me levantó del sofá, con sus dedos suaves bajo mis piernas. El
humo del cigarrillo se había aferrado a su piel y ropa. Arrugue la nariz.
Olía horrible.
Siguió a Kerri afuera y me colocó en el asiento, suavemente me
levantó ambos pies sobre el asiento y me abrochó el cinturón de
seguridad alrededor de las caderas.
―Gracias. Supongo que te veré más tarde ―le dije.
Cerró la puerta y corrió alrededor de la parte delantera del auto,
deslizándose en el asiento del pasajero. Kerri ajustó el espejo y me sonrió.

4 Advil: es la marca comercial de una droga antiinflamatoria no esteroide.


―Tendremos que llevarlo ―me dijo Kerri antes de que se lo
preguntara. Puse los ojos en blanco y la miré. Ella no sabía lo que estaba
pasando con él, pero obviamente nos encontró juntos para el desayuno y
sacó sus conclusiones equivocadas. Incliné mi cabeza contra la ventana.
―¿Qué pasó con Trey?
―Uf, es un idiota. ―Puso en marcha el motor y salió de nuestro
pequeño estacionamiento.
―Siempre es un idiota, Kerri. Lo he dicho desde el día en que
empezaste a salir con él.
―Bueno esta vez fue peor.
La miré en el espejo. Ella no estaba haciendo contacto visual. Sabía
que no quería escuchar lo que tenía que decirle. Nunca quería escucharlo.
No sabía cuánto podría reprenderla aún con Jesse en el auto, sin embargo,
la escuche abiertamente.
―¿Qué pasó? ―pregunté.
El enojo de Kerri llegaba a mí desde el espejo retrovisor. Suspiró.
―Después de que te fuiste, empezó a beber y se metió en una pelea
con chicos de otra casa. Me enojé y me fui a casa a pesar de que prometió
llevarme. ―Yo mantuve la boca cerrada. Ella no quería oírme sermonearla
ahora porque era la cosa más estúpida que podía haber hecho. En ese
momento, probablemente estaba más borracha de lo que podía tolerar y
su mensaje de 'Me voy a quedar aquí' fue como a las dos, así que para
cuando ellos pelearon, tendría que haber sido más tarde y oscuro. Está
bien para mí caminar sola, pero porque había estado bastante sobria.
―Eso fue bastante tonto ―Jesse había expresado mi preocupación.
Kerri suspiró.
―Lo sé pero es que estaba enfadada.
―Todavía así fue una tontería. Las chicas deben llamarme cuando
necesitan un escolta.
Esta vez rodé mis ojos. Kerri me vio y se río.
―Sasha seguro que lo hizo bien.
―Me dejó en la puerta Kerri. ―Jesse no se molestó en corroborar mi
historia. Miré a la parte posterior de su cabeza.
Kerri dio vuelta cuando llegamos al frente del hospital, lo que causo
que me fuera hacia un lado y chocara mi pie contra el respaldo del
asiento. Gemí del dolor.
Jesse corrió alrededor del auto y abrió mi puerta antes de que el
dolor me hiciera desmayar.
―Te tengo ―susurró. No me gustó, decía esto mucho desde mi lesión.
No quería tener nada. Aún olía a humo de cigarrillo. Odiaba eso también.
Sus dedos fuertes se deslizaron debajo de las costillas mientras me
arrastraba hacia atrás en el asiento hasta que pudo conseguir meter su
otro brazo debajo de mis rodillas. Fácilmente me levantó y me abrazó
contra su pecho. Mis brazos se posicionaron naturalmente alrededor de
su cuello.
―No creas que no vi esa sonrisa ―le dije, mientras entrelazaba mis
manos.
―Una sonrisa no significa nada. Esto todavía no es una cita. Solo te
cargo. ―Kerri cerró la puerta y corrió hacia adelante para abrir las
puertas dobles del hospital.
En su interior, respondí a todas las preguntas de la enfermera y
finalmente me dirigieron a un cubículo pequeño, de paredes de cristal.
Jesse me acomodo en la cama y la enfermera acomodo la cabecera para
que pudiera recostarme.
―Gracias, ya puedes irte ―le dije a Jesse.
―Me quedare ―dijo, sentándose en una silla. Podía oír a Kerri fuera
de mi habitación en el teléfono, probablemente hablando con mi madre.
―No en serio ―le dije, yo misma me acomode en la cama―. ¿No
tienes que prepararte para un concierto o algo así?
Jesse se recostó en la silla y cruzó un tobillo sobre la rodilla.
―Nop. La próxima actuación no es hasta dentro de una semana.
Genial.
Kerri colgó y miro a través de la cortina.
―¿Todo el mundo está decente?
Me reí entre dientes. Jesse se puso de pie y le ofreció la silla, pero una
enfermera entró detrás de Kerri con otra.
―Pensé que les vendría bien esto.
―Gracias ―Jesse la tomó y la colocó en el otro lado de mi cama.
Demasiado para mi gusto. Yo deseaba estar más cerca del lado de Kerri.
Jesse se había situado en la silla hasta midiendo el ángulo, entonces su
antebrazo se apoyaba en la cama junto al mío. Si ahora me alejaba, sería
muy obvio que me estaba haciendo sentir incómoda. No quería darle la
satisfacción.
―¿Cómo están las cosas con Trey ahora? ―pregunte, inclinándome
hacia adelante hasta que nuestra piel se tocó accidentalmente. Un golpe
de calor atravesó mi brazo―. ¿Ya no estaréis más juntos?
Kerri se acomodó en la silla y suspiró.
―No lo sé. Es molesto, pero también puede ser tan agradable. No sé.
Ha estado disculpándose por las últimas seis horas con intervalos de
treinta minutos. Quiero regresar con él solo para que deje de molestar.

Me reí.
―Eso es tan Trey.
―Lo sé, ¿no? ―dijo con una mirada melancólica en sus ojos.
―¿Qué pasa con las chicas? ¿Cuál es el atractivo de un tipo que las
trata como basura? ―preguntó Jesse.
Kerri suspiro.
―No siempre me trata como una mierda.
―Está bien, si alguna vez te trata como basura, quién te dice que no
lo hará una vez más. Te mereces respeto, no humillación.
Parpadee. ¿Quién era él para dar consejos sobre relaciones? El Sr.
Fumador-Bebedor-Bragas-en-el-asenso-a-estrella-de-rock. Por favor.
Sabía muy bien cómo era esta vida.
Él se inclinó hacia adelante y apoyo el otro brazo en la cama.
―No, soy serio. No entiendo lo que las atrae. Sé mejor que nadie qué
las chicas van a por los hombres que pretenden ser un chico malo.
Yo me burle.
―¿Finges? ¿Así que esto es un acto de rockstar y chico malo?
Él cambió su mirada a la mía y la sostuvo.
―No lo sé. He estado haciendo esto por mucho tiempo, no estoy
seguro ya. ―Cerró la boca―. Hablábamos de Kerri. ―Alejo la vista―. Kerri,
no te conozco muy bien, pero pareces ser una buena chica. Si Trey no te
trata como se debe, necesitas deshacerte de su trasero.
Las lágrimas inundaron sus ojos y parecía ausente. No podía dejar de
mirar a Jesse. ¿Quién era?
―Tu inmortalizas totalmente esa actitud ―le dije, volviendo a hablar
de su vida en lugar de la de Kerri.
Se recostó en su silla y cruzó los brazos sobre su pecho.
―¿Cómo lo sabes?
―Oh Dios mío. ¿Hablas en serio? Hola. ¿Cuántas chicas diferentes
conoces por noche? Toda tu banda está completamente rodeada de
groupies todo el tiempo. ―Mi tobillo palpitaba y la habitación se inclinaba.
Suspiré e incliné mi cabeza hacia atrás. Odio a los músicos. Los odio.
―Sasha, eso no fue muy agradable ―dijo Kerri, arrastrando su silla
más cerca a la cama en caso de que debiera intervenir.
―Está bien, no puedes decirme que no te defienda.
―No voy a detenerte pero no hay por qué ser grosera. Ha sido muy
útil.
Jesse nos miró sin hacer comentarios.
Una enfermera empujó a través de las cortinas.
―Está bien, vamos a chequear algunos signos vitales. ―Dejó una
docena de paquetes de plásticos en la bandeja al final de mi cama―.
Primero la presión arterial. ―Sacó un tensiómetro. Jesse le facilitó su silla
y se colocó en los pies de la cama, colocando sus dedos calientes
alrededor de mi rodilla. Me hacía cosquillas, pero no podía moverme muy
lejos, sin pasar a llevar mi tobillo roto. Aunque ahora mismo, no me
importaría romperle la barbilla.
La enfermera sacó un monitor de oxígeno y envolvió los lados
pegajosos alrededor de mi dedo. Comprobó el monitor, tomó mi
temperatura y apretó mi hombro.
―¿Qué estabas haciendo, cariño?
―Se cayó en la acera ―dijo Jesse.
Amplié mis ojos y le dirigí una mirada como diciéndole ¿Qué haces?
―Es bonito que tus amigos te vinieran a acompañar ―dijo la
enfermera, mientras introducía datos en el ordenador―. Ese tobillo tiene
mala pinta. ¿Crees que se ha roto?
Miré a mi tobillo hinchado, gigante.
―No estoy segura. Nunca me he roto un hueso antes.
―¿En serio? ―Alcance a ver la mano de Jesse haciéndome círculos
sobre la piel en la parte posterior de la rodilla. Todavía no habíamos
tenido la conversación de 'solo amigos'. Necesitaba darme prisa. Al
parecer, sostenerme en sus brazos tres veces seguidas fue suficiente para
que piense que tocarme estaba bien.
―El doctor vendrá enseguida, cariño. ―La enfermera se apresuró a
salir y lancé un suspiro.
No recordaba dónde había quedado con estos dos. Jesse no parecía
tener ninguna prisa para iniciar la conversación otra vez. Invirtió la
dirección de los círculos. Moví mi pierna.
―Basta.
―¿Qué?
―Deja de tocarme.
Levantó sus dedos lejos de mi rodilla pero no saco su mano de mi
pierna.
―En serio, Jesse, no estamos saliendo, nunca lo haremos.
―Lo sé, lo sé, solo estamos siendo amigos. Estaba masajeándote la
pierna.
―Eso no es un masaje.
―Te daré un buen masaje cuando lleguemos a casa. Esto fue solo el
comienzo.
Me relajé en la cama y cerré los ojos. El teléfono de Kerri chirrió. Casi
podría verla sonreír detrás de mis párpados.
―¿Qué te está diciendo Trey? ―le pregunté.
―Solo dejó rosas en la casa y quiere saber si quiero ir a cenar con él.
Los dedos de Jesse se apretaron en mi pierna.
―¿Vas a ir?
Abrí un ojo. Kerri se encogió de hombros.
―Estaba pensando sobre lo que me has dicho. Tal vez, pueda
tomarme un descanso por un tiempo.
Cerré mis ojos. ¿Iba a hacerlo?
―Al parecer tienes su número, así que todo lo que tienes que hacer es
escribirle y decirle que esta vez no perdonas todas sus estupideces.
―Odiaba admitirlo, pero lo que había dicho Jesse estaba lleno de cosas
que yo hubiera querido decirle a ella durante mucho tiempo. No lo había
hecho porque la única vez que había insinuado lo que sentía, no me habló
durante una semana. Dos cosas buenas podían salir de esto: deshacerme
de Jesse si enojaba lo suficientemente a Kerri, o deshacerme de Trey.
―Ya lo sé. ―Ella gesticulo las palabras.
―¿Quieres que lo haga yo? ―Jesse se inclinó en la cama, con su brazo
estirado.
Kerri tiró el teléfono fuera de su alcance.
―Puedo hacerlo.
―Adelante, quiero verlo.
Sus bromas juguetonas me confundieron. En público y en las fiestas,
Kerri jugaba bastante bien su papel de chica. En privado, era
completamente diferente, prefería leer, estudiar y resolver problemas de
matemáticas irresolubles. Normalmente, no estaría escuchando a Jesse, y
menos teniendo en cuenta sus sugerencias. Claramente, él tenía una
manera de tratar a las mujeres. No sé por qué no me sorprendía que Kerri
no fuera inmune a sus encantos.
Mis entrañas se retorcían y fruncí el ceño. No me gustaba esa
reacción. ¿Por qué debería preocuparme si Kerri estaba interesada en
Jesse?, yo no lo estaba.
No es mejor que Trey y probablemente es peor. No lo había visto
entrar en una pelea aún, y ese era el modus operandi de Trey.
Jesse tenía un montón de demonios. Lo que necesitaba Kerri era un
tipo dulce, dócil, agradable como Axel.
―¡Oh Dios mío! ―Me senté en línea recta―. Kerri, me olvidé de
hablarte de lo que pasó anoche en la fiesta.
Tomó su teléfono y lo cerró.
―¿Por qué te fuiste?
―Sí. ―Golpee la mano contra mi frente―. Bese accidentalmente a
Axel.
Los dedos de Jesse comenzaron a dibujar círculos en mi pierna de
nuevo. No entró en pánico, como cuando Kerri dijo que llamaría a Trey,
pero parecía posesivo.
―¿Cómo besas accidentalmente a alguien? ―preguntó Kerri.
―Ese era mi siguiente pregunta ―añadió Jesse suavemente, luego se
sentó atrás para escuchar nuestra conversación.
―Oh Dios mío, cállate. Sabes que lo beso en la mejilla todo el tiempo.
―¿Y? ―dijo Kerri.
―Accidentalmente moví mi cara. Intentó besarme en la nariz. Pero
nuestros labios se encontraron. Fue horrible.
―¿Horrible, como si no lo disfrutaras, o?
―No, horrible como besar a Axel. Sabes que tiene una cosa conmigo.
Ahora, obviamente creerá que realmente tengo algo con él.
―¿Tienes algo con él?
―¡No! Dios, no me estás escuchando.
―Así que ¿por qué lo besaste?
―Kerri, escucha. No lo besé. Es decir, lo besé. Lo besé. Pero no, yo no
quise. Nuestros labios, en serio, como que nos topamos. Pero me asusté
porque no quiero confundirlo. Me cae bien. Somos amigos. Es genial. No
necesito desdibujar esa línea. Jesse, quita tu mano de mi pierna. Hablando
de desdibujar las líneas. Somos amigos. No hay ni besos, caricias, ni nada,
deja de acariciar mi pierna.
Levanto ambas manos.
―Lo siento, lo siento.
Cuando las bajó, una todavía terminó peligrosamente cerca de mi
pantorrilla.
―Así que ¿qué vas a hacer? ―preguntó Kerri.
―No lo sé. ¿Qué debo hacer?
―Ignorarlo ―dijo Jesse.
Kerri y yo lo miramos.
―¿Cómo hago para hablarle ignorándolo? ¿O tienes un curso sobre
cómo ignorar?
Se encogió de hombros.
―Sí, ignóralo. Si dices algo le vas a tener que explicar lo mucho que
odiaste el beso. Eso no va a hacer ningún favor a vuestra amistad. No
puedes explicarlo. Cualquier conversación que trates de tener sobre ello
solo le va a llamar más la atención. Ignóralo.
Levanté una ceja.
―¿Pero qué eres el Señor ayuda de repente?
Levanto un hombro y lo dejo caer.
―Axel es genial. No creo que debas ir a romperle el corazón ―añadió
Kerri.
―¿Pero cómo se lo que piensa, si no hablamos de eso otra vez?
―No pasara nada, si no lo besas otra vez.
El doctor entró a interrumpirnos.
¿Era realmente la mejor manera de manejarlo, solo ignorarlo? ¿Jesse
tenía razón? No quería arruinar la relación que tenía con Axel. Estuvo ahí
para mí siempre. Supongo que solo iba a tener que ver lo que pasaba la
próxima vez que estuviéramos juntos.
―¿Te duele?
―¡Sí! ¡Wow, sí! ―Me agarré de los lados de la cama. Jesse había
cubierto mis dedos con los suyos y se los apreté.
―Bueno, sí, estoy seguro de que te has roto un hueso. ―La enfermera
vino enseguida―. Llévenla a rayos x ―pidió el médico.
Durante la hora siguiente, fui transferida de una habitación a otra y a
otra. Kerri fue a romper con Trey cara a cara, después de que Jesse le
aseguró que la acompañaría a casa. Hicieron el acuerdo mientras me
enyesaban, así se aseguraban que no pudiera protestar.
Con una bota rosada encerrando mi pierna izquierda por completo,
Jesse empujó mi silla de ruedas hacia la acera. Kerri salió del auto cuando
nos vio llegar al estacionamiento. Ella había estado llorando.
Jesse me cargó en el auto y me incliné hacia adelante en cuanto pude,
acaricie a Kerri en el hombro y en el pelo.
―¿Estás bien, cariño? ―le pregunté. Ella meneó la cabeza. Las
lágrimas brotaron y cayeron por sus mejillas.
Jesse abrió la puerta.
―Yo conduzco.
Ella asintió.
Cuando todo el mundo se acomodó, Jesse nos dirigió a casa y me
ayudo a subir. Escribió su número en un post-it y lo pego en el centro de
la mesa de café.
―Espero que las chicas me llamen si me necesitan. Soy un experto
repartidor pizzas, helados y películas. ―Kerri lo recompensó con una
sonrisa entre las lágrimas.
Él le alborotó el pelo.
―Es lo mejor. Te lo prometo. Voy a buscarte un buen tipo. Tal vez
Axel.
Entrecerré los ojos ante su tono. ¿Por qué estaba tratando de
emparejar a Axel con Kerri? Su reacción en el hospital todavía me
molestaba. Me había visto besarlo y ni siquiera habíamos sido novios,
alguna vez.
―Y tú, coja... Voy acompañarte a todas tus clases esta semana.
―No, gracias, estoy bien.
―¿Acaso aún no aprendiste que no puedes negarte a mi
caballerosidad?
Me dio un beso en la frente.
―Adiós, dulce chica.
Lo vimos salir, seguro de sí mismo. Kerri se limpió la nariz, haciendo
un sonido fuerte con el pañuelo y ambas nos reímos.
Capítulo 3
Traducido por Walkiria
Corregido por Jhovi

Kerri me dio unos analgésicos y una Coca cola. —Bebe, dulzura.


Me coloque la píldora en la boca y tome un trago. Me quemó un
sendero hasta la garganta. — ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?
—Dos horas.
—Lo siento—. Me frote la frente y me acomode contra el brazo del
sofá. El reloj de la cocina dio cuatro campanadas. Había estado dormida
por más de dos horas. Mi estómago se revolvió y eructe.
Mi mano voló a mi boca y Kerri se rio. —Buenas.
—Lo siento—. Me reí y se escapó otro eructo. — ¡Oh, Dios mío! ¿Qué
pasa conmigo?
—Has sido muy descabellada desde que llegaste a casa. Te seguías
riendo mientras dormías. Bebe un poco más de coca, esto es divertido.
Eres una mojigata todo el tiempo.
El calor subió a mis mejillas. Eructar era asqueroso. Casi todos los
recuerdos que tenía de mi padre eran con él entrando a concursos de
eructos con sus amigos. En aquel entonces era gracioso para mí hacerlo.
Era pequeña, una niña en vestido, eructando el himno nacional y el tema
de los Bad Boys. Todo eso termino cuando él se fue. No permito que nadie
eructe a mí alrededor, la gente normalmente piensa que soy una perra
delirante en las fiestas. Especialmente en las de la fraternidad.
Suspiré. —Lo siento, estoy coja. Y esta es una forma bastante
miserable de pasar un sábado, cuidando de mí.
Lanzó el control remoto sobre la mesa y corrió a mi lado. —No es
cierto—. Dijo, mientras me corría el cabello que tenía sobre el rostro. —
No se me ocurre nadie mejor con quien pasarlo.
Yo tenía hipo y apenas podía mantener los ojos abiertos. Ella acarició
mi mano y tomó la lata. —Colocare esto por aquí.
Sonreí y apoye mi mejilla contra el cojín. En la televisión pasaban
Transformers. Lo mire hasta que los colores se volvieron borrosos y cerré
los ojos.
El timbre sonó.
Kerri se levantó apresuradamente.
— ¿Esperas a alguien?— Le pregunté, ahora despierta.
Ella movió la cabeza. —Trey lo tomo bien. No creo que sea él.
No teníamos muchas visitas. Me acomode en el sofá. —Si es Axel, Dile
que no estoy aquí.
—Estoy segura de que se ha enterado de tu accidente—, susurró. —Y
probablemente este frenético porque no lo has llamado.
Gesticulé desde lejos. —Sí, sí.
—¡Apúrate!— La voz de Jesse llamó desde el otro lado de la puerta.
—La pizza se está enfriando.
Mi estómago tronó y mis entrañas se retorcieron. Mis reacciones
hacia él estaban lejos de ser normales.
Kerri abrió la puerta.
—Como no me llamaste, me fui a comprar chocolate, pizza y una
película de chicas para ver esta noche. Luego pensé que podría verla
contigo.
—Como quieras—. Me reí. Era persistente, debía admitirlo. A veces
deseaba que él no fuera un músico. Parecía ser muy divertido hasta ahora,
aparte de que le gustaba beber, fumar y las bragas.
Le entregó la caja de pizza y la película a Kerri. —Espérenme. Tengo
unas cosas más en mi auto.
Desapareció por la puerta y regresó un minuto más tarde con unas
cervezas y un enorme ramo de rosas escarchadas. Puso la cerveza en la
mesa, luego se inclinó y le dio las flores a Kerri. —Para ti.
Sonreí. Era muy encantador.
—Gracias—, dijo con una sonrisa.
—Oops—. Arrancó uno del medio. —No puedes quedarte todas—. Se
dio vuelta y camino hasta el sofá. Apoyándose en una rodilla, inclinó la
cabeza y me extendió la rosa. —Para ti.
Rodé los ojos y mordí la mitad del capullo. Fresas y chocolate
inundaron mi boca y mi estómago comenzó a gruñir.
Jesse ahogó una risa y deslizo sus dedos suavemente hasta mi yeso.
—¿Cómo estás?
Hice una mueca. —He perdido todo un día, sentada. Apenas me
desperté.
—¿Te duele?
—Sólo cuando la muevo.
Él hizo una mueca. —Lo siento.
—Creo que todos deberíamos saber lo que siente tener un hueso
roto.
—No puedo creer es sea tu primera vez.
—Yo tampoco—, dijo Kerri, trayendo la pizza, los platos y la cerveza.
Me incline y tome la película de la mesa. — ¿Qué nos trajiste?—
Levanté una ceja por el título. — ¿Tienes un Email? En serio. Debes tener
muchas ganas para ver esa película.
—¿Qué?— Me arrebató la caja de las manos. —Es una gran película.
Sonreí. —Eres un viaje.
Coloco la película y me movió en el sofá, deslizándose debajo de mis
piernas con cautela y colocándolas en su regazo. Otra vez, estaba en
desventaja, no podía moverme sin dificultad, así que no podía ir a ningún
otro lugar para sentarme. Debí haberme sentado en el sillón reclinable
cuando llegamos a casa. Al menos esta vez mantuvo sus dedos alejados de
mi piel.
Después de zamparnos la mitad de la pizza, apoyo su plato y
comenzó a dibujar diseños con el dedo en mi yeso. —Debemos firmar
esto.
Kerri saltó. —¡Oh Dios mío, sí! Lo olvidé cuando llegamos a casa.
Mire mi pierna. —Pero es muy bonito así.
—No puedes tener un yeso sin firmas. Serías una fracasada. — Kerri
le dio a Jesse un marcador azul y se sentó al lado del sofá, observando el
yeso. Apoyo su mano suavemente sobre mi tobillo, y escribió una gran
firma, punteando el 'yo' con un corazón. Me reí.
Jesse quitó la tapa del marcador con los dientes y dibujó un corazón
gigante. Hizo una mueca. Puso sus iniciales en el centro.
Le devolvió el marcador a Kerri y se levantó de su lugar con cuidado.
Apretó el botón de pausa en el control remoto. —Ya vuelvo.
Kerri se inclinó hacia mi pierna y examino el corazón. La puerta
golpeó cunado la abrió y la cerro. Ella trazo el corazón. —Está totalmente
enganchado.
—Él me llevó a casa y te ayudó a reparar tu roto corazón. Eso es todo.
Ella movió la cabeza. —No. Está totalmente enganchado. ¿Quién se la
pasa un sábado por la noche con dos chicas viendo ' tienes un Email’ sin
estar totalmente interesado en alguien?
Era un muy buen punto. Me acomode. —Tú sabes que
probablemente lo hizo con una de sus groupies la última noche antes de ir
a la fiesta.
Ella se encogió de hombros. —Tal vez.
—No estoy con él, así que no importa.
—¿Qué no importa?— Preguntó Jesse, cerró la puerta y giro el
pestillo. Mi nariz se arrugo por el olor que se arrastraba detrás de él.
Guardo un paquete de chicles en su bolsillo trasero y se colocó uno entre
los dientes.
—Aunque seas agradable. Eso va a matarte pronto de todos modos.
—¿La goma de mascar?
Rodé mis ojos. —Sabes a lo que me refiero.
Su mirada se deslizó sobre mí, comenzó mirando mis dedos que se
asomaban en la punta del yeso, siguió lentamente por mis piernas,
deteniéndose por un breve momento en mis pantalones cortos de correr,
luego continuo subiendo, haciendo otra pausa en mi cuello, labios y ojos.
Un vestigio de calor comenzó a inundarme luego de todo su camino.
Cuando hablo, estaba segura de que no lo había escuchado bien.
—¿Qué?—Le pregunté, restándole importancia a la razón de la
ronquera en mi voz. Los medicamentos debían estar haciendo efecto.
—Dije que lo haré, por un beso.
—Dejaras de fumar. ¿Si dejo que me beses, dejaras de fumar?
Tomó el paquete de su bolsillo y los levanto. —Lo abandonare por
completo.
—Bien.
El envoltorio crujió cuando arrugó el paquete entero. Sin romper mi
mirada, los arrojó a la basura de la cocina.
Levanté mi cara por un beso. Pero debería haberlo sabido. Sus dedos
se enroscaron por debajo de mi mandíbula y mi cabello suelto. Una lujuria
hambrienta ardía en sus ojos. Le había dado permiso y no iba a
desperdiciar la oportunidad. Debajo de sus parpados, leía promesas y
necesidades.
Cerré mis ojos. Esto no era una promesa, sólo era un beso.
Sus labios eran cálidos y suaves. Como plumas a través de los míos,
tenía ganas de retroceder, pero sus dedos me cautivaron. Me inclinó la
cabeza hacia la izquierda y su lengua recorrió mis labios. Gemí.
No quería hacerlo, solo salió de mí. Sus pulgares acariciaron mis
mejillas. Sabia a menta y, bueno, un poco a cigarrillo, pero no me daba
asco como yo quería. Su lengua presiono contra mis labios otra vez, como
pidiendo permiso. Cedi y separe los labios. Su lengua recorrió mi boca,
suavemente, provocando, pidiéndome que continúe.
Siempre preguntando. Nunca obligando.
Mis manos terminaron de alguna manera en su pelo y él se sumergió
en el sofá, colocando una pierna contra mi cadera. Me eche hacia atrás
hasta que el brazo del sofá choco contra mi hombro. Quería más de él.
Otra vez gemía y profundizamos el beso. Deslizo una mano desde la nuca
a mi hombro, dejando otro camino abrasador de calor. Mi cuerpo era un
mapa completo de puntos calientes. Los medicamentos debían estar
ayudando.
Medicamentos.
Me senté rápidamente, colocando mi frente contra su barbilla. —Lo
siento.
Me dio un tierno beso en los labios. —Nunca había estado más
emocionado de dejar de fumar en toda mi vida.
El cabello tapaba su ojo izquierdo, pero no lograba ocultar la lujuria.
La hinchazón hacia que su labio inferior decayera en una curva atractiva.
Claramente había tomado demasiados medicamentos hoy.
Sus dedos acariciaron mi mejilla y acomodo un mechón rebelde
detrás de mí oreja. El cuello me escocía. Levanté mis dedos hacia su
pecho. Duros músculos podía sentir ante mi tacto y sus ojos brillaron al
mirar mis labios. Lo empujé hacia atrás.
Kerri aclaró su garganta. —Um, ¿chicos quieren ver la película?
Se quedó con los ojos abierto sobre el mesón, con dos cuencos de
palomitas de maíz en sus manos. Obviamente ella había visto el beso, y
¿por qué me incomodaba?, era sólo un beso. Algo que había hecho con
mucha gente, pero me había jurado, hasta la fecha, que no lo haría con
ningún músico desde que llegue a la Universidad.
Asentí.
Me dolía la pierna.
Mi cabeza aun sentía como latía mi corazón. No debía haber tenido
una reacción si solo era un beso.
Él se acomodó en el sofá y presiono mis dedos contra su pecho. Su
corazón latía fuerte, burlándose de mi pulso acelerado. Cada golpeteo,
seguía enviando señales de ‘no fue solo lujuria y medicación’ por eso los
nervios.
Seguí mirando a Kerri y quite mi mano. —Comencemos.
Ella asintió y apoyo las palomitas de maíz en la mesa, reclamando su
lugar. Ignoré sus intentos de hacer contacto visual. No íbamos a hablar de
esto.
Alguna vez.
No estoy segura de lo que había estado pensando. Supongo que
pensé que sería como cuando bese a Axel, que claramente había tomado
un giro equivocado también, tal vez aún más cuando respondí al beso.
Amistoso, platónico, sin necesidad de hacerlo otra vez.
Por la forma en que mis labios se estremecieron, ninguno de los dos
era lo correcto.
Jesse agarró un recipiente y lo coloco en mi estómago, luego agarró
un puñado, haciendo que el tazón se moviera. Lo que debería haber sido
una noche tranquila con amigos ahora tenía una extraña inclinación hacia
él, porque no pude mantener mi boca cerrada y tuve que ofrecer algo que
claramente había estado esperando de todos modos.
Un pequeño círculo de dolor comenzó a surgir debajo de mi ojo
izquierdo. —Kerri, ¿puedes darme más medicamentos?
Ella se dio vuelta y reviso el reloj de la cocina. —No hasta dentro de
cuarenta y cinco minutos.
—Ven aquí— Jesse se desplazó en el sofá, todavía estaba sentada
apoyada en mi cintura. —Dame tu mano.
Levanté una ceja. ¿Otra estrategia?
Me extendió su palma abierta. —Confía en mí. Voy a hacerte
Acupresión5.
—No más besos—. Apoye mi mano en la suya.

5 Acupresión: Es una técnica de la medicina tradicional china que consiste en hacer presión
en determinados puntos del cuerpo, ubicados en la palma de la mano, en la planta del pie y en
el pabellón auricular, utilizando los dedos u otros dispositivos.
—No soy un maniático sexual. Fue sólo un beso, Sasha. Ni eso, sólo
una recompensa.
Con un suave toque, él tomo mi mano y presiono suavemente la parte
blanda de mi pulgar. — ¿Dolor de cabeza o en la pierna?
Yo me incliné apoyando mi mejilla contra el cojín. —Ambos.
—Primero la cabeza entonces, será más rápido—. Presiono la zona
entre mi dedo pulgar y el índice, masajeando como si tuviera un nudo.
Dolor y alivio al mismo tiempo. Después de que el nudo se disipó, frotó
suavemente una y otra vez sobre ese punto, calmando la molestia.
Entonces comenzó a masajear cada dedo, pellizcando las puntas de los
dedos. —¿Todavía tienes dolor de cabeza?
Acaricio mi mejilla. —No. Vaya, gracias. Ahora haz eso con mi pierna.
—Exigente.
Sonreí. —Tú te ofreciste...
—Lo hice—. Dejo la mano en mi pecho y se paró. —Déjame
acomodarme primero. Esto tomara más tiempo y no quiero perderme la
película.
Se colocó debajo de mis piernas, tomó mi mano contra su pecho. La
acuno, y comenzó a masajear diferentes puntos. Aliviándome el dolor en
la pierna. Cuando se lo dije, él asintió, pero no se detuvo. —El hueso
todavía está roto. Estoy trabajando en eso ahora.
—¿Puedes arreglar su hueso roto?— Pregunto Kerri.
Él se encogió de hombros. —No al instante, pero sí, puedo activar
ciertas áreas que lo ayudarán a sanar más rápido.
Un par de veces, pensé que estaba activando puntos directamente al
norte de mis piernas, pero cuando saque mi atención de la pantalla, él
todavía estaba viendo la película, con cara impasible. Después de todo
eso, mi cuerpo se sentía como jalea, bajó mi mano y paso a dibujar
círculos en mi rodilla buena. No quería saber si estaba relacionado con
remendar mis huesos, así que lo dejé.
Jesse arremolinaba sus dedos alrededor de mi rodilla. Un hormigueo
estallo en mi vientre y se extendió hacia el exterior. Le recordé a mi
cuerpo que él era un músico, con un talento al que no iba a renunciar, sin
importar lo que le dijese.
A mi cuerpo no le importaba.
Me mordí la cutícula del dedo pulgar hasta que sangró, luego cambie
de mano. Jesse la cubrió con la suya y la presiono. Apoyo su otra mano en
mi pierna.
Maldita sea, ahora probablemente creería que sus caricias me hacían
destruir mis dedos. No importaba si era cierto, no necesitaba que él lo
pensara.
—Ve la película, Sasha, — susurró. —Deja de pensar en ello.
Me obligué a mirar a Meg Ryan. —Estoy viendo.
Me apretó las manos suavemente. —No te reíste en la parte más
divertida.
El calor se arrastró hasta mi cuello.
—Los medicamentos comenzaban a hacer efecto—. No es por ti. No
es por lo bueno que eres. No es porque trajiste pizza y una película para
hacernos sentir mejor a Kerri y a mí. Eres un músico. Tienes groupies.
Él sonrió y volvió a mirar la televisión. —No siempre lo hago con las
groupies.
Me moví. No podía creer que había dicho eso en voz alta.
Kerri resopló. —No has sido nada agradable esta noche, Sasha. Jesse
no ha sido más que amable.
—No quise decir eso.
—Está bien—. Paso por debajo de mis piernas. —Deberías descansar
un poco. ¿Te quedaras durmiendo aquí, o necesitas que te ayude a llegar a
tu habitación?
Mis ojos me quemaban. No quería admitir si era por vergüenza o
frustración, o humillación, así que me di por vencida. Estire el cuello hacia
atrás para mirarlo a los ojos por primera vez desde que me besó. No eran
tan brillantes. Le había hecho daño con mi comentario, a menos que esto
sea una actuación más de esas que le hacía a sus groupies. Pero no lo
creía. Esta noche no había sido más que sincero, incluso cuando me había
apostado por el beso.
Uno que hubiera querido de todos modos.
Levanté mis brazos. —Estoy lista para ir adormir. ¿Me das mis
muletas y me ayudas?
Él camino hacia el sofá y deslizó sus manos suavemente debajo de
mis rodillas y hombros. Me levanto y se dio vuelta. — ¿A dónde?
Kerri sonrió. Era evidente que estaba en su mundo, emocionada por
lo que estaba viendo. Por la manera en que Jesse sujetaba mis piernas, yo
creo que era su ecuación perfecta. —La última puerta a la derecha.
—Toc, toc—. Axel golpeó a la puerta.
Capítulo 4
Traducido por Meme Pistols
Corregido por Jhovi

Me puse rígida.
—¿Quedarse o irse? —murmuro Jesse en mi oído.
Kerri murmuro: —¿Qué debo hacer?
Suspire. —Tengo que enfrentarlo en algún momento.
—Necesitas descansar —dice Jesse con su mejor voz de “Hazme
caso”. Puedo sentir la vibración del timbre sobre su pecho.
Lo que necesitaba era algo de tiempo y que Jesse no me tocara, así
podría entender por qué mi corazón se aceleraba, su aliento me hizo
cosquillas en la oreja.
Axel volvió a golpear la puerta.
—¡Espera! —grito comprometiéndome. Mire a Kerri y sacudí la
cabeza hacia la puerta.
—Adelante.
Su mirada se dirigió a la de Jesse.
—Ayúdame a alcanzar mis muletas —me moví para bajarme pero
Jesse me aferro rápido.
Kerri abrió la puerta y Axel se precipito dentro, luego se detuvo. —
Oh —Él miro de Jesse a Kerri y de nuevo hacia mí. —Pensé que estabas
aquí sola esta noche,—Había flores en sus manos, colgando flácidamente
a su lado.
Jesse me acomodo en sus brazos —¡Hey, Axel!
Los hombros de Axel se tensaron y su pecho se inflo. ¿Qué demonios
era eso? En todo el tiempo que habíamos pasado juntos, él nunca jamás
me había traído flores. Ni siquiera como una broma. Yo sabía que ese beso
iba a arruinarlo todo. Debí de haberme quedado anoche y haber hablado
con él sobre eso, precisándole a él con firmeza en la zona de amigo.
Mientras me azotaba mentalmente, él al parecer tuvo tiempo para
recomponerse. —Hey, Jesse. Trey me dijo que estabas con ella cuando se
lastimo.
Me muevo de nuevo y hago palanca con mis piernas contra sus
brazos. —Bájame —le susurre.
—Sí. Fuimos a correr por la mañana.
Oh. Mi. Dios. ¿Por qué lo hacía sonar como si hubiera sido una carrera
post-sexo?
Kerri se sacudió de su estupor y agarro mis muletas. Metió una
debajo de mi axila y miró fijamente a Jesse. —Creo que ella está bien.
Él siguió mirando a Axel en algún energético enfrentamiento de
testosterona. Aparentemente Regresar-a-la-zona-de-amigos-de-Sasha era
solo un título. Porque ahí era donde ambos estábamos. Siempre.
Jesse finalmente rompió la guerra de miradas y me miro. No me
gustaba su miraba más que la de Axel. Gracias a la intensión que estaba
cocinándose a fuego lento debajo de ella. Él me estaba reclamando.
—Por favor, ponme abajo. —le susurre. No me gustaba cuan
impotente y suplicante sonaba.
Sus labios se separaron y luego se cerraron. Un musculo en su
mandíbula sobresalía. Me bajo y me sostuvo hasta que puse todo mi peso
en mi pie bueno. Sus dedos rozaron la curva de mi seno y una llama de
calor corrió directamente a mis pezones. Me estremecí y tambalee, pero
eso solo hacía que sus brazos se apretaran alrededor de mi espalda y mis
pezones se fruncieran. Tengo que dejar de tomar estos medicamentos.
Kerri se metió entre nosotros, apoyando la muleta restante debajo de
mi otro brazo. Me hundo contra ella, de repente agotada. Jesse busca
lugares para poder mantener sus dedos debajo de mi brazo. Trato de
sacudírmelo. —Estoy bien.
—No, no lo estas —dijo Axel, agarrando mi otro brazo. ¿Todos
necesitaban estar tocándome?
—Estas verde.
La habitación se inclinó y me agarre de las esponjosas asas de las
muletas. —Estoy bien. Vamos afuera.
Tome una respiración profunda y otra. La habitación dejo de actuar
como si fuera un velero en un monzón. Los tres me acompañaron hasta la
puerta, como si temieran algo, dos de ellos estaban delante de los juegos
olímpicos de Sasha. Siempre serviciales.
Kerri me toma del codo y logro abrir la puerta. Axel lanzo las flores
sobre el mostrador mientras caminábamos ninguno sin perder su agarre
en mi brazo, y Jesse frotaba su mano de arriba abajo sobre mi espalda.
En la puerta, me detuve. —Está bien, deténganse. Kerri, estoy bien
para tener un minuto a solas con Axel —me gire—Jesse, vete a casa.
Él lucia como si lo hubiera abofeteado. No podía calmar sus
preocupaciones en este momento. Necesitaba hacerle frente a Axel, quería
más medicinas y el dulce olvido del sueño. La energía escapaba de mí
como una vasija con un enorme agujero en el fondo. Tendría suerte si
podía soportar toda la conversación con Axel.
Jesse debió haberlo visto, porque no me discutió. Controlo de nuevo
su expresión facial y se inclinó para besar mi mejilla. —Llámame si me
necesitas —susurro, haciendo que mi corazón palpitara rápido de nuevo,
sin importar si tuviera energía o no.
Me obligue a mantener la calma mientras hacíamos contacto visual.
La brillante lujuria ardía debajo de su preocupación. —Gracias por esta
noche. Por hacer eso por Kerri. Ella lo necesitaba —le dije.
Él se sacudió, el dolor surgió de nuevo en sus facciones. Abrió la boca,
luego la cerró de nuevo y asintió con la cabeza. —De nada.
Kerri revoloteaba en la puerta. Él se inclinó y le revolvió el cabello. —
Llámame.
Ella sonrió. —Lo que dijo Sasha. Gracias.
Él sonrío y bajo saltando las escaleras. Me quede detrás de él,
cojeando hacia el patio. A pesar de que nos dijo que esta cosa de chico
malo era un acto, no le habría creído si no hubiera visto toda esa gama de
emociones. Tal vez él no era lo que yo pensaba que era.
Pero aún era un músico.
El agarre de Axel en mi codo se tensó, trayéndome de regreso a la fea
actualidad. Asentí con la cabeza hacia Kerri y ella cierro la puerta.
Salte con mis muletas por el camino a nuestra área de asientos de
mimbre y me tambalee hasta detenerme. Axel me ayudo a sentarme y, a
continuación, él no sabía si sentarse junto a mí o en la silla de enfrente. —
Solo siéntate, Axel —mi tono se ajustó a la energía para esta conversación.
Iba a ser, al parecer, corta y bastante contundente. No sé cómo iba a hacer
esto. No importa lo había pasado, él seguía siendo uno de mis mejores
amigos. Y quería que lo siguiera siendo.
—Lo siento — comenzó él.
Levante la mano. —Espera —acomode mis caderas en la esquina y
apoye mi yeso sobre un cojín. Una ola de dolor se apodero de mí y cerré
los ojos.
Se tambaleo fuera de su silla y se arrodillo a mi lado. — ¿Qué te
puedo conseguir?
Agarrando su hombro, me esforcé para dejar de flotar en el tsunami
de dolor. —Dame un segundo.
—Debí estar allí.
—Nadie debería haber estado allí —el dolor menguo y mis dedos
liberaron sus músculos. —Me caí. Me quebré el pie, no hay problema.
—¿Me perdonas? —paso un brazo detrás de mí y apoyo su cabeza en
mi estómago.
El agotamiento me agarra de nuevo y mi cabeza se apoyaba contra el
duro mimbre. Mis manos se apoyaron en su cabeza y mis dedos se
enroscan en su cabello. —No podemos ser más que amigos, sabes eso
Axel.
—No quise que esto ocurriera, Sasha. Pero no me arrepiento de ello.
He querido…
—Shh. Por favor. ¿Podemos olvidar lo que paso?
Sus dedos acariciaban mis caderas. Al parecer los medicamentos
habían desaparecido lo suficiente para no volverme una maniática
lujuriosa porque su toque no me incitaba a ninguna arremolinada piscina
de calor.
Levanto su cabeza y busco mi cara. —No quiero hacer nada que te
lastime. Y si ser tu amigo me permite abrazarte y pasar el rato contigo, me
conformo con eso. Por ahora.
Acune su rostro entre mis manos. La barba de tres días picaba en mis
manos. —Para siempre. Significas mucho para mí.
La tristeza dibujo las esquinas de su boca hacia abajo, pero forzó una
sonrisa. —Necesitas dormir. ¿Te puedo llevar adentro?
Kerri abrió la puerta. —Sash, ya puedes tomar tus medicamentos.
—Oh, te amo.
Ella brillo por mi delirante exclamación.
Volví mi atención a Axel. —Si, por favor.
Él asintió, entonces se dio cuenta de que estaba respondiendo a su
pregunta. Inclinándose, tomo mis muletas y se las entregó a Kerri, luego
me levanto.
Mis manos estaban demasiado cansadas para ponerlas alrededor de
su cuello, así que las doble en mi regazo e incline mi cabeza en su hombro.
Me llevo atreves de la puerta y del pasillo. Kerri recogió mi cobertor y
apoyo las muletas contra la mesita de noche. Ella ya había conectado mi
teléfono y lo dejo al lado de mi almohada. Me dio dos pastillas y me
extendió un vaso de agua. Acabe con ambos. Los dos se inclinaron y se
turnaron para besar mi frente. Me sentí como si tuviera seis años.
Axel cerró la puerta, y creo que comienzo a interrogar a Kerri sobre
Jesse, el momento de oscuridad hundió mi pequeño barco de dolor. Los
medicamentos me vencieron de inmediato, tal vez estar en mi cama
amplificaba el agotamiento. De cualquier manera, me sentí bien por
primera vez en todo el día.
Mi teléfono sonó y a tientas lo busque. Jesse me había enviado un
mensaje. BN6. Espero que todo haya salido bien con tu charla. ¿Nos vemos
mañana?
Cerré mis ojos. Si le respondía, él sabría que la charla con Axel no
llevo mucho tiempo y no estaba segura de como quería que él se sintiera
con esa relación. Lo cual debería molestarme. Si Jesse y yo íbamos a seguir
siendo amigos, debía comportarme cómo me comporto con mis otros
amigos con quienes tengo cero atracción o lo que sea que esté pasando
entre nosotros. Pero aun así, algo me hacía vacilar. Probablemente mis
maravillosos medicamentos.
El sueño me reclamo.

6 BN: abreviatura para ´Buenas noches´


Capítulo 5
Traducido por Walkiria
Corregido por Dayi Cullen

Sin importar cuántas veces lo golpeé al tiburón en la cabeza, no me


dejaba ir. La sangre comenzó a arremolinarse a través del agua. Grité.
—Sasha. —Kerri se inclinó sobre mí, sacudiéndome por los
hombros—. Solo es un sueño.
Me faltaba el aliento y no podía dejar de temblar. Kerri se echó hacia
atrás, con las manos todavía sobre mis hombros. —¿Estás bien? Te he
traído más medicamentos para el dolor, pero cuando entré, gritabas y
lanzabas golpes en todas las direcciones.
Me refregué los ojos. Mi pierna me dolía. Mucho.
Kerri tironeaba de las sabanas enredadas alrededor de mi pierna.
Grité—: Para. Detente. —Jadeé otra vez—. Hoy me duele.
Sostuvo el vaso y las pastillas a mi alcance. —Toma estas. Voy a ver si
puedo conseguir desenredarte.
Tomé las pastillas y el agua. Mi garganta apenas funcionaba. Puse el
vaso sobre la mesita de noche y me hundí en la almohada, colocando un
brazo sobre mis ojos. Kerri logró retirar las sabanas y cuidadosamente
acomodó mi pierna.
Miré a Kerri por debajo de mi codo. —¿A qué hora se fue Axel
anoche?
Se dispuso a acomodar las sabanas. Un rubor coloreó sus mejillas.
—¡Kerri!
—Hace aproximadamente una media hora. Caí dormida en el sofá en
vez de usar la cama.
Mi brazo cayó de nuevo sobre mis ojos. —¡Tú sí que no pierdes el
tiempo, chica!
—Creo que él estaba preocupado por ti, y obviamente yo estoy
recuperándome de lo de Trey. Y terminamos tomando las cervezas que
trajo Jesse y algunos de los vinos.
Me reí. —Bien por ti. —Lo dije en serio.
Finalmente acomodó las sabanas y se metió en la cama junto a mí,
doblando una de las almohadas y descansando su barbilla en sus brazos.
—Es un muy buen besador.
—Mmm. Sí, lo sé, lo recuerdo.
Ella sacudió mi brazo. —Le gustas.
Bajé la pierna enyesada del colchón y giré. Sus labios estaban
hinchados por su completa noche, llena de festejo. —Y él realmente me
gusta. Como un amigo. —Sonreí—. Lo que es algo bueno, ya que tú has
estado coqueteando con él toda la noche.
Ella se sonrojó otra vez. —Lo siento.
—No te preocupes. Es un tipo súper agradable. Creo que es perfecto
para ti. —Tomé uno de sus rizos despeinados y lo alargué—. Pero va a
estar llorando sobre mi hombro en cuanto lo rechaces.
Me guiñó un ojo. —Perfecto. Entonces tú serás quien lo ayude a
recuperarse.
Hice una mueca.
—Hablando de Jesse.
—No estábamos hablando de él.
—Sí, bueno, intenta evitarme. ¿Qué pasó con la 'regla de ningún
músico’?
—Estoy todavía muy firme en mi lugar, confía en mí —la tranquilicé.
—Uh-huh. ¿Así que el beso?
—Simplemente lo hice por su bien. Tenía que dejar de fumar.
—Claro. —Me dio un codazo—. Eso fue todo.
Desvié la vista.
—¿Te gustó?
Sin pensar, mis manos rozaron mi labio inferior y me quedé mirando
el techo. Había besado a bastantes chicos, pero ese beso había sido
mezclado con algo más profundo, algo que tiraba de mí, pero no quería
estar pensando en esto tan temprano en la mañana.
Kerri se rió. —Estás completamente encantada.
—Tal vez.
Ella se sentó. —¡Lo sabía! Yo sabía que te gustaría si le dabas una
oportunidad. Además es súper caliente.
—Hasta que deje de cantar, nada de eso importa.
—Tal vez es diferente.
Me senté. Mi camiseta estaba completamente torcida alrededor de mi
cintura. La enderecé y la tironeé hacia abajo. —No, Kerri. Nunca lo son.
Ella se levantó de la cama y sostuvo mi brazo hasta que quedé bien
equilibrada en el otro pie. Tuve que saltar un par de veces para alcanzar
mis muletas. —Tengo hambre.
—¿Realmente no le darás una oportunidad?
—Obviamente es un buen chico, y estaremos bien siendo amigos. —
Fruncí el ceño—. Pero eso es todo.
Suspiró. —Creo que te lo pierdes.
Me encogí de hombros. —Tal vez.
Ella arrugó la nariz, y yo esperaba que lo dejara de una vez. —No he
ido todavía a hacer las compras. ¿Crees que podrás subir al coche?
Todavía estaba preocupada por lo de ayer y aún no me había bañado,
pero no estaba segura de sí estaba lista para hacerle frente al agua y a las
bolsas de plástico. Kerri tampoco se había vestido muy bien, y si íbamos a
Jinnie’s estaríamos rodeadas por una multitud vistiendo pijamas, y con
resaca.
Mi estómago gruñó otra vez. —Tenemos que resolverlo
eventualmente. Dame un segundo para prepararme un poco y orinar,
luego nos iremos.
Se inclinó sobre el tocador y deslizó los dedos por su cabello. —De
acuerdo. Yo también.
Tal como lo sospeché, mi pelo era un desastre enmarañado, que
hubiera sido más fácil arreglarlo luego de un baño. Tal vez esta noche
podría intentar ducharme o meterme a la bañera. Pasé un peine a través
de mi cabello enredado.
—¿Te quedarás esta noche? Creo que quiero probar una ducha esta
noche —le dije a Kerri, quería que sintiera que la necesitaba y que no solo
estaba cuidando de ella mientras superaba lo de Trey. Me tambaleé al
salir del baño y Kerri entró—. Iré hacia el coche. —Pensé que necesitaba
tomar ventaja.
—Sólo me tomara un segundo. Ten cuidado.
Estaba aprendiendo poco a poco como usar las muletas. Las
escaleras me hacían sentir un poco nerviosa. Creo que había una manera
de hacerlo, pero no podía recordar si debía poner primero mi pie, o las
muletas. Conseguí salir bien por la puerta, pero hice una pausa en el
escalón superior.
Kerri soltó la puerta detrás de ella y corrió por las escaleras. Se dio
vuelta y levantó ambas manos, lista para atraparme si me caía.
—Primero las muletas.
Apoyé las muletas en el escalón de adelante, y luego salté hacia abajo.
Antes de tambalearme fuera de control, repetí el patrón y respiré hondo
cuando todas mis partes estuvieron de pie en la acera. Kerri me abrió la
puerta del coche y le di mis muletas, luego me ayudó a entrar, esto no era
tan malo. Me relajé en el asiento y Kerri acomodó las muletas a lo largo de
la puerta.
Después de que ella entró, nos miramos y nos reímos. —Somos un
desastre.
—Lo sé, ¿no? —Me acerqué y tomé su mano—. No sé qué haría sin ti,
Ker.
Ella apoyó la palma de mi mano en su mejilla. —Yo tampoco. Los
chicos son unos tontos, pero siempre te tendré a ti.
—Siempre.
Bajó mi mano y arrancó el coche. —¿ A dónde iremos?
—Estaba pensando en Jinnie’s.
—Oh, perfecto. Omelets.
La espera no había estado tan mal, especialmente para ser un
domingo por la mañana. Un grupo de chicos nos cedieron sus asientos en
la sala de espera y normalmente los hubiera saludado, pero estaba
cansada. Y mi pierna aún me dolía.
—¿Cuánto tiempo tendré que esperar para que esta cosa sane? —le
pregunté, no recordaba ninguna de las instrucciones que el médico me
había dado.
—Por lo menos seis semanas.
Arrugué mi cara. —No suena bien.
—Hola. —Uno de los chicos que nos había dado su asiento indicó con
su barbilla mi yeso—. No tienes ni una firma de un jugador de rugby en
eso.
Me reí. Era lindo. Gigantesco, pero lindo. —No. Esta es una zona libre
de rugbiers.
Bajó su mirada y algunos de los otros chicos se dieron vuelta para
escuchar. —¿Y si consigo a todo el equipo?
Uno de sus amigos estaba mirando a Kerri. No estaba segura que era
mejor, si un jugador de rugby o un universitario, pero estaban
increíblemente en forma, y podría ser un juego divertido. Kerri estaba
coqueteando. Era sólo un yeso.
Observé de izquierda a derecha. —No estoy segura de que haya
suficiente espacio.
Golpeó la pantalla de su teléfono. —Una llamada y podemos tenerlos
a todos aquí.
Su sonrisa era encantadora y obviamente era un tipo juguetón.
Esto era tan tonto. Y no podía dejar de sonreír.
La camarera llamó al equipo y el admirador de Kerri escribió su
número de teléfono. —Te llamaré.
Llegó otro grupo de gente, ocupando el pequeño espacio del local. Lo
llamaron desde su mesa, pero se mantuvo firme mientras la gente
caminaba alrededor, él se quedó protegiendo el yeso. Sonreí hacia él. —
Hazlo.
—No te vayas antes de que lleguen.
Me reí y dibujé una 'X' sobre mi corazón. —Lo prometo.
Me extendió una mano. —Soy Dew.
Incliné la cabeza y extendí la mano para estrecharla con la suya.
—¿En serio?
Levantó los dedos hacia los labios. —Abreviatura de Dwight.
—Sasha. —Dew era muy encantador, pero no me estremeció para
nada cuando tocó mis dedos. Quería sentirme atraída por él. Sonreí por la
confusión. Sus labios carnosos y sus ojos verdes brillaban con picardía.
—Un placer, Sasha.
Nuestra mesa estaba lista, y me alegró que la mesera nos llevara al
otro lado del restaurante. Dew estaba caliente, pero mi falta de
entusiasmo no sentaba bien. Además yo estaba súper hambrienta, lo que
significaba que estaba a punto de engullir una cantidad ridícula de comida
y no necesitaba al equipo de rugby alentándome.
Los omelets de Jinnie’s eran legendarios, y puesto que no podría
venir en cualquier momento a corto plazo, lo disfrutaría hasta que llegase
el próximo mes.
Me deslicé hacia mi lugar y escondí mis muletas debajo de la mesa.
Yo finalmente estaba aprendiendo a usarlas y ya no sentía que iba a
estrellarme con todo. Dejé mi celular sobre la mesa al lado de Kerri y
pedimos un café. Miré el menú, di vuelta la página. Jinnie’s se jactaba de
tener una selección inspiradora de omelets y a veces era casi abrumadora.
Kerri se acomodó en su asiento y se dio vuelta hacia la ventana, luego
saludó. Levanté la vista de mi menú y subí, luego me deslicé hacia abajo
en el asiento. Tal vez Jesse no lograría verme. Su capucha negra giró hacia
mí y me atravesó con su mirada, inmediatamente un lado de su boca se
curvó hacia arriba. Él tamborileó con los dedos sobre el cristal, apuntó a
su pecho, y luego a nuestra mesa.
Kerri asintió y lo invitó.
—Kerri —le susurré mientras el corría hacia la puerta principal.
—¿Qué? Es sólo un desayuno entre amigos —Su sonrisa decía lo
contrario.
—Basta.
Ella levantó su menú, cubriéndose la cara. —No sé de qué estás
hablando.
La camarera trajo nuestro café y los vasos de agua. Jesse le plantó las
manos alrededor de su cintura para impedir que se chocaran. Ella sonrió
y sacudió sus pestañas. Me atraganté. ¿Alguien no se veía afectada por su
encanto sexual?
—¿Puedes traerme lo mismo? —le dijo agitando su mano sobre
nuestras tazas.
Me rozó el brazo. —Por supuesto.
No me correría. Si lo había invitado Kerri, que se siente con ella.
Él estiró su brazo a través de la parte trasera de mi asiento y apoyó
sus caderas contra la mía. —Hola nena.
Todavía no me hacía a un lado. Tal vez si la mitad de su trasero
seguía colgado de la silla comprendería la indirecta.
Sus ojos se deslizaron por mis hombros, hasta bajar su rostro a mi
cuello.
Di un respingo hacia el costado. —¿Qué demonios?
Se deslizó los dedos por su cabello. —¿Qué pasa?
Coloqué mi mano contra su pecho y lo empujé para alejarlo. —Tú.
Nos besamos. Tu recompensa para dejar de fumar no cambia nada.
—Pero no me dijiste eso anoche.
Fruncí el ceño. —¿De qué estás hablando?
Su rostro se abatió, luego se iluminó y se rió. —¿Me escribiste
mientras estabas borracha?
Abrí mi boca y Kerri me ganó al tratar de tomar mi teléfono al mismo
tiempo. Lo revisó, mientras yo trataba de quitárselo.
Ella ya había entrado a los mensajes. Cuando examiné las palabras, ni
un simple recuerdo volvió a mí. Los mensajes de texto estando drogada
eran mil veces peores que estando borracha. El calor inundó mi cara.
Todo empeoraba.
El único mensaje que recordaba era el primero: BN. Espero que todo
haya salido bien con tu charla. ¿Nos vemos mañana?
Desde allí, había un espacio en blanco.
Gracias. Fuiste dulce al venir.
Me gusta estar contigo.
A mí también. La parte del beso fue genial. Deberíamos hacerlo más
seguido.
Golpeé mi mano contra la mesa para que me diera mi teléfono. Kerri
siguió deslizando los mensajes por la pantalla y continuó leyendo, ahora
en silencio, la conversación. Hizo un buen trabajo manteniendo sus
emociones bajo control. No me atrevía a mirar a Jesse.
La camarera apareció con el café de Jesse. —¿Están listos para
ordenar?
Escondí mi cara en el menú mientras Kerri y Jesse ordenaban. —El
de aguacate, por favor. —Tomó nuestros menús y le sonrió a Jesse otra
vez. Coqueteaba atrevidamente con la chica, mientras nosotras los
mirábamos. Eso era muy de músico. Las groupies podían olerlo a
kilómetros de distancia.
Kerri deslizó mi teléfono. Jesse lo interceptó y lo desplazó hacia abajo
entre sus manos. —¿Así que supongo que no quisiste decir nada de esto?
—Me gusta estar contigo.
Él giró el teléfono entre sus dedos índice y pulgar, como un molinete
de viento. —¿Pero no besarme?
Kerri se retorció como si alguien le hubiera volteado el interruptor
de la calefacción en el asiento, pero, impresionantemente, mantuvo la
boca cerrada.
—No fue un beso, solo fue algo para que dejaras de fumar.
—Entonces si no fue un beso, no tenemos por qué seguir con esto.
Siento ganas de fumar ahora.
Suspiré y crucé los brazos. —Eres un imbécil.
—¿Qué tal un beso?
—No puedes obtener un beso cada vez que tienes un antojo. Eso fue
por única vez.
—Bien, entonces voy a salir a fumar.
El silencio se extendió y esperé a que se levantara. ¿Qué más me daba
si se suicidaba en una larga y lenta muerte por el cáncer?
—¿Sasha?
No lo miré. Ya era bastante difícil ignorar la lujuria que golpeaba en
mi garganta, si lo miraba, desaparecería mi determinación.
Inclinó su hombro contra el mío. —Estaba bromeando. No te besaré
si no te gustó.
No podía poner una cara seria, nunca más volveríamos a hacerlo, así
que no importaba si me había gustado o no. Escondí mi rostro para no
revelar nada, sonreí y lo miré a los ojos. —Me gusta donde estamos.
Asintió una vez. —Entonces, es donde nos quedaremos.
No le creí, pero fue suficiente para aguantar el desayuno, que
afortunadamente llegó antes de tener que decir algo. Bajó la mirada
mientras rociaba jarabe en su pila de panqueques. Sin hacer ningún
comentario, me dio la botella. Hice una laguna en la esquina de mi plato.
Él tosió. —No eres seria.
—Cállate.
Tomé una porción, fue una explosión de aguacate mezclada con los
huevos, lo sumergí en el jarabe. —¿Cuál fue tu meta hoy?
Hizo una pausa con el panqueque en sus labios. —Nueve.
—¿Qué tan lejos has llegado?
—Siete.
—Te odio.
—Corre conmigo cuando estés mejor del pie y lograras alcanzarme.
— Me propuso mientras comía.
—Serías un gran entrenador. —Kerri agitó su tenedor en el aire—.
Sólo necesitas fingir que vas a darle un beso.
Mi rostro se ruborizó y me escondí detrás de mí taza de café.
Jesse se rió y chocó los cinco con Kerri. Idiotas.
El desayuno no fue del todo horrible. Otra vez. Estaba haciéndose un
hábito verlo encantador. Lo bueno es que solo éramos amigos.
Una conmoción al otro lado del restaurante me salvó de otra
humillación más.
—Oh dios mío —exclamó Kerri al levantar la cabeza. Tragué
rápidamente para evitar salpicar café sobre la mesa. Dew y una manada
de chicos musculosos, apenas vestidos, se dirigían hacia nuestra mesa, no
había ningún niño entre ellos. Sus músculos esculpidos y flexionados se
asomaban bajo sus sudaderas, camisetas sin mangas y jerseys. Mis ojos se
ampliaron y tragué mientras veía como se empujaban y chocaban entre
ellos, moviéndose como hienas salvajes. Dew se movía con un paso
decidido y me retorcí, me sentía muy observada.
A unos metros de la mesa, él sonrió y señaló con el pulgar por encima
del hombro. —Te lo dije.
Sonreí. —Sí, lo hiciste.
Kerri se inclinó sobre la mesa y empujó a Jesse. —Muévete. Van a
firmar su yeso.
Jesse me miró, luego a Dew y por último observó al equipo de rugby
entero. —Hola chicos.
Dew se inclinó hacia adelante y chocó los nudillos con Jesse. —
Sonaron muy bien la semana pasada.
—Gracias. ¿Ustedes harán la Conferencia de este año? —Jesse estaba
parado y dio un paso hacia atrás, apoyándose en un codo contra la
división contigua.
Dew sacó un marcador del bolsillo delantero. —Ese es el plan.
Jesse asintió. —Muy bien.
Apoyé mi pierna en una silla y me deslicé para que Dew y el equipo
tuvieran espacio para expandir sus músculos, y firmar.
Dew tocó la inscripción de Jesse con su dedo índice, haciendo mover
mi pierna, luego miró a Jesse de reojo. No necesité mirar a Jesse para
saber que su pecho estaba inflado ocupando todo el espacio de su
camiseta. Dew respondió como alguien de su especie.
Fantástico, un concurso de pavoneo de pavos reales, cerca de mis
omelets.
Dew no era tan evidente, eligió sólo escribir su nombre y su número
de rugby. Eché un vistazo suficiente para observar el fulgor en la mirada
de Jesse, hacia mi yeso. Parpadeé. Bueno, tal vez Dew no era tan sutil
como pensé, también había agregado su número de teléfono.
Le entregó el marcador al siguiente jugador en la fila y así
sucesivamente pasaron quince de los jugadores principales. Dios mío,
¿eran tan imperturbables que ni siquiera podía decir una palabra? Jamás
estuve tan cerca de tantos cuerpos musculosos. Cuando terminaron mi
yeso parecía una pelota de rugby autografiada para un niño. Dew se
acercó a través de la multitud y golpeó la mesa con la punta de su
marcador. —No seas tímida respecto al uso de ese número. Practicamos
todas las tardes, pero por lo demás, estoy cerca.
Me quedé mirándolo. Mirando como una completa idiota, estoy
segura, asentí. —Lo haré.
El jugador que había estado coqueteando con Kerri le guiñó un ojo y
ella agachó la cabeza. Bien, estábamos actuando como una completas
groupies.
Se fueron y casi podía sentir a Jesse rígido y gruñendo por encima de
mi hombro. ¿Cuál era su problema? Había sido muy clara desde el
principio acerca de lo nuestro. No había absolutamente nada de malo con
mi enamorado con cuerpo tonificado.
Caminó hasta el final de la mesa y miró mi yeso. Frunció el ceño al
ver mis dedos descansando sobre el número de Dew y abrió la boca, luego
la cerró nuevamente. El músculo de su mandíbula estaba contraído.
Hice unas muescas levantando la barbilla.
Su mirada se quedó en mis labios, y luego la levantó. Yo arqueé una
ceja, para ver si se atrevía a comentar algo. En lugar de tomar el reto, se
levantó de la mesa y se dio la vuelta. —Nos vemos.
Detuvo a la camarera y le dijo algo. Ella apareció con su amplia
sonrisa, luego miró hacia nuestra mesa y asintió. Sacó un billete de su
cartera y se lo entregó a ella. Creo que ella intentó darle el cambio, pero el
movió la cabeza, y se fue hacia la izquierda.
Kerri aclaró su garganta. —Bueno, eso fue incómodo.
Me enderecé y bajé mi yeso al piso. —No debería serlo, o no sería así
si se hubiera molestado en escucharme.
—No puedes culparlo, Sash. —Kerri alejó su plato—. Especialmente
después…
—¿En serio? No. —No quería ni por asomo revisar los textos.
Ella suspiró. —Bueno, es cierto.
—Los mensajes de texto bajo la influencia de cualquier cosa, se dejan
pasar automáticamente.
Ella arrugó la nariz.
—Por favor. —Comí mi última porción de omelette—. Si tuviera que
responder por cada uno de tus textos que escribes cuando estas
borracha...
—Está bien, está bien. —Ella se rió.
—Ese chico rugbier es súper lindo.
Sus ojos se ampliaron. —¿Cuál de todos?
Nos reímos.
Capítulo 6
Traducido por Walkiria
Corregido por Dayi Cullen

De nuevo en casa, Kerri se acurrucó con sus notas de geografía y yo


trabajé conjugando verbos en francés hasta que mi vista se volvió
borrosa. Las nubes oscurecieron el cielo y una lluvia ligera marcaba el
comienzo de la tarde. Cuando ya no pude mantener los ojos abiertos dejé
mis notas sobre la mesa y me puse de pie. Una brisa fresca entraba en la
habitación, comencé a caminar cojeando hasta la puerta. La silueta de
Jesse en el final del camino no me sorprendió. Empujé la puerta
mosquitera y subí al porche.
Jesse tenía los brazos en el bolsillo delantero de su sudadera, levantó
la cabeza. Mi corazón dio un vuelco y quedó desamparado de sus
funciones. Quiero que seamos amigos, no esto, sea lo que sea.
—¿Saliste a correr? —le grité bajo la llovizna.
No respondió.
El viento sopló y una ráfaga se deslizó por el costado del pórtico,
dejándome tambaleante. Me apresuré para sujetarme, pero el banco
estaba demasiado lejos. Perdí el equilibrio aún más y agité los brazos.
Fuertes brazos me rodearon la cintura y me sostuvieron sobre las tablas
de nuestro patio envejecido. Apreté mis manos contra él hasta
equilibrarme. Mis tendones me ardían por tratar de mantener mi yeso a
salvo sin golpearlo.
Jesse deslizó más sus brazos a mí alrededor y se agachó hasta
sostener mi peso por completo. ¿Nunca iba a dejar de depender de él?
Suspiré, mi cuerpo temblaba. Otra ráfaga nos azotó y perdimos el
equilibrio. Grité y me preparé para la sacudida de dolor. Sus brazos se
presionaron alrededor de mí y me dio vuelta, de tal forma que cayó sobre
su espalda y amortiguó mi caída. Mi pecho se estrelló contra su barbilla y
le apoyé la mano en el esternón.
Él gimió, pero sus brazos me sostuvieron firmemente.
Había girado. De alguna manera, se las había arreglado para sostener
mi yeso con su tobillo, mientras apoyaba su pie contra el banco. El alivio
inundó mis extremidades y me apoyé en él. Dobló sus rodillas para que
nuestras piernas no estén tan torpemente en un ángulo incómodo.
Su teléfono celular sonaba en mi estómago. Traté de deslizarme hacia
arriba, pero no me sentía lo suficientemente estable como para pararme
todavía. Apreté mis ojos cerrándolos y pedí por favor que el patio dejara
de dar vueltas. Estos analgésicos iban a matarme. Mi piel se estremeció
donde los dedos de Jesse se posaron, sobre la nuca y sobre la parte baja
de la espalda.
—Si sigues moviéndote así, voy a necesitar un cigarrillo.
Me quedé quieta.
Se rió entre dientes y la sensación de vibración se sintió a través de
mi torso.
—Dijiste que lo dejarías.
Se aclaró la garganta. —Sí, pero ahora necesito uno por una razón
totalmente diferente.
De repente fui consciente de su cuerpo debajo del mío y mis pechos
frotándose contra su pecho, puse las manos entre nuestros cuerpos y me
empujé. El me apretó con un abrazo y sus dedos dibujaron pequeños
círculos sobre mi piel. Aunque quería odiar sus caricias, me hacían sentir
segura y me estremecían.
Abrí los ojos y miré la barandilla del porche torcida. Daba vueltas y
se mecía como la cubierta de un barco. Cerré los ojos otra vez. Tal vez no
estaría mal quedarme un minuto más hasta conseguir ubicarme.
El viento levantó mis mechones de cabello y los empujó sobre mi
cara. Jesse me los volvió a peinar y los acomodó detrás de mis orejas.
Sentía un hormigueo por todo el cuerpo, a medida que el rozaba sus
dedos contra mi piel.
—¿Cuántos cigarrillos has fumado?
—¿Desde el trato?
Asentí, descansando mi mejilla sobre la suave tela de su sudadera.
—Ninguno.
Levanté mi cabeza y apoyé la barbilla contra su pecho, levantando
una ceja.
Sus dedos siguieron por mi nuca y se detuvieron sobre mi hombro.
—Lo digo en serio.
Se lo veía sincero. No se percibía el olor en él. Pero nuevamente
mascaba ese chicle verde.
—¿Y supone que debo creerte?
Elevó la comisura de su boca. —Nunca. Siempre deberías hacer una
prueba de sabor.
Rodé los ojos y bajé la cabeza. Incluso con sus burlas, me sentía bien.
Y protegida.
Levantó su mano y dejó que mi cabello se deslizara a través de sus
dedos. Había comenzado a recordar algunos verbos franceses cuando mi
dolor de cabeza hizo una enérgica aparición. Todavía no había tomado
una ducha y me estaba volviendo un poco loca el sentirme contenta por
estar con él. Y lo satisfecho que lo estaba dejando.
—Sasha —gritó Kerri, mientras yo trataba de ponerme de pie, y le di
un codazo a Jesse en el estómago.
Él gimió y se encorvó hacia adentro, sin voltearse.
Kerri salió corriendo por la puerta, cerrando de un golpe el
mosquitero sobre el tobillo de Jesse.
—¡Maldita sea! Estas chicas van a matarme.
Me apoyé en mis manos y sobre una rodilla. Jesse se levantó y me
ayudó a sujetarme. Kerri colocó sus manos encima de las de él y juntos me
ayudaron a entrar a la casa.
—Estoy bien. —Jesse sostuvo la mayoría de mi peso y Kerri cerró la
puerta detrás de nosotros.
—Miré hacia arriba y te habías ido. Entonces me acordé de haber
oído un ruido sordo. Dios, Sash, lo siento.
Me reí. —Sí, has sido de gran ayuda.
—Bueno Jesse es el que siempre está alrededor en el momento
oportuno.
Mi corazón se aceleró. Sí, por suerte.
Él me acomodó en el sofá y se sentó junto a mí. —No traje cena esta
vez.
Kerri miró como Jesse apoyaba su brazo alrededor de mis hombros,
halló mi mano sobre su pierna. La moví, pero ella se dio vuelta hacia su
cartera. —Voy a salir. ¿Comida China está bien?
Jesse me había movido para que quedara más apretada contra su
costado. El cansancio destruía mis extremidades y me quedé mirando a
Kerri.
Ella corrió a la puerta. —Regresaré en cinco minutos.
Jesse acomodó mi cabeza en su pecho y sus dedos mágicos
comenzaron otra vez a masajear mi nuca. Solté el ruido de un quejido-
suspiro de mis labios. Tanto como quería culpar a los medicamentos por
mis respuestas, no recordaba haberlas tomado desde esta mañana. Lo que
significaba que los mareos anteriores no tenían relación alguna con esto.
Su pulgar se presionó firmemente en mi cuello y el dolor me hizo
sacudir. Gemí.
—¿Duele?
—Sí, pero en el buen sentido.
Creo que sus labios se presionaron contra mi cabeza, pero sus dedos
seguían excavando en el nudo junto a la espalda y no podía concentrarme
en otra cosa. Pulsó delicadamente de nuevo y quedé boquiabierta. Mis
dedos excavaban en su muslo.
—¿Quieres que me detenga? —Su voz sonó ronca.
—Mmm. —No pude decir nada más. Los colores se arremolinaron
detrás de mis ojos cerrados. Un hormigueo me irradiaba hacia los pies y
hacia las canillas. Mi cuerpo cedió en su contra y me di vuelta hasta estar
descansando con mi estómago sobre sus muslos. Sus dedos exprimieron y
presionaron contra mis músculos apretados, hasta que los nudos se
comenzaron a liberar uno por uno. Resbalando por mi espalda, sus dedos
trabajaron sobre cada nudo en mi columna vertebral y las fibras del
músculo. El dobladillo de mi camiseta estaba hacia arriba y él rozaba mi
piel. Una explosión de fuegos artificiales estallaron en mi vientre y luché
contra la necesidad de presionarme hacia arriba contra su mano. Apreté
los ojos cerrados y su mano se movió nuevamente hacia arriba sobre la
tela.
Suspiré.
—¿Estás mejor?
Una parte de mí quería decir que sí, pero la otra mitad no quería que
se detuviera. —Si digo que sí, se acabará. —Mis palabras sonaron con
dificultad por mis labios presionados contra el sofá.
Él se rió entre dientes y cambió de posición. —Aquí. Siéntate y gira.
Me levanté torpemente chocando contra su pecho y la parte
posterior del sofá. Él deslizó sus manos debajo de mis brazos, se empujó
hasta que su espalda chocara con el brazo del sofá y extendió
completamente sus piernas. Él me ayudó a acomodarme en el sofá, con mi
trasero contra él. Tragué saliva, pero antes de que pudiera alejarme, me
tomó por los hombros y comenzó a masajear mis músculos. Toda la
torpeza huyó y me relajé.
Trabajó con sus masajes a través de diferentes ángulos de mi cuello y
volvió a mis hombros, siguiendo los músculos y tendones del frente. En el
cuello de mi camiseta, vaciló, luego se retiró nuevamente a mis hombros.
Doblé la rodilla y me hundí más profundamente en el flácido sofá. Mis
manos se habían apoderado de la mitad de sus muslos, y comencé a
aflojar los dedos.
Él se rió. —Gracias. Eso se siente mejor.
Me acomodé rápidamente, y luego me congelé al sentir que se puso
rígido. Por lo menos de algo habían servido sus pantalones, hubiera sido
raro sentir su piel desnuda.
Sus dedos se deslizaron a través del cuello de la camisa y me mordí el
labio. Trabajó sobre la parte superior del músculo de mi pecho, sin
ninguna diferencia con cualquier otro masaje, pero mi corazón jamás se
había acelerado así. Alivió la presión, y su toque se convirtió en una
caricia en mi piel. Arqueé la espalda y sus dedos bajaron a la parte
inferior de la curva de mis pechos, estirando el cuello de mi camisa. Su
cálido aliento me daba cosquillas en mi pelo y podía sentir sus labios
contra mi oído. Apoyé las palmas contra sus muslos y las froté en círculos
lentos. Él se inclinó. Bajó desde el cuello de la camisa hasta el dobladillo,
deslizó su mano por mi estómago, haciendo que mi piel se estremeciera.
Su lengua dibujó el borde de mi oreja y acerqué mi rostro, para darle
acceso a mi cuello. Mientras sus manos se deslizaban más alto y tomaban
mis pechos, arqueé la espalda y la curva de mi trasero se frotaba contra él.
Se detuvo. Mis manos estaban quietas en sus piernas. Podía sentir su
corazón latiendo en mi espalda y su respiración pesada me levantaba
hacia arriba y hacia abajo. Lentamente, sacó su mano de debajo de mi
camisa y presionó su frente contra mi oído.
—No puedo ser solo tu amigo, Sasha. —Se acomodó y me sujetó por
las caderas, luego me alejó a unos pocos centímetros de distancia—. Esto
fue una mala idea.
¿Lo fue? Hace dos días había estado segura de cómo me sentía. Ahora
no estaba tan segura. Sus muslos estaban duros como piedras debajo de
mis dedos. Debería alejarme, pero algo en mi interior sabía que si hacía
algo no habría vuelta atrás. Siempre debía tenerlo en la zona de amigos.
Eso es lo que quería, ¿no?
Mis líneas empezaban a desdibujarse. Quizá era realmente diferente.
Se puso rígido y apoyó las manos en mi regazo. No.
Facilitando el camino, me pasé al otro lado del sofá. Cuando vi sus
ojos, me sobresalté. Él vio la firme señal de la zona de amigos también.
Es la única manera, Sasha.
—Tienes razón. Lo siento. Si vamos a ser amigos, deberíamos dejar
todos los toqueteos. —Mis extrañas palabras solo saltaron. Una señal
segura de que mis líneas no sólo estaban borrosas, incluso ya no existían
más.
Capítulo 7
Traducido por Eglan
Corregido por Dayi Cullen

Para el momento en que Kerri regresó, Jesse ya había hecho su


incómoda salida. No nos molestamos en planear nada sobre cuando sería
la siguiente vez que nos veríamos y su mirada torturada me persiguió por
todo el camino hacia el restaurante Chino. Ni siquiera la salsa secreta del
Sr. Woo pudo hacer nada para aliviar mi malestar.
Kerri se metió la mitad de su eggroll en su boca. —Entonces, ¿qué
pasó?
―Nada. En serio, estábamos en el sofá…
—Abrazados como un par de guantes.
Di un trago a mi refresco de cola. —¿Guantes?
Ella se encogió de hombros y se robó uno de mis wonton. —Fue lo
mejor que se me pudo ocurrir. Nunca te he visto abrazar de esa forma.
El calor se deslizó hasta mi cuello. —No estábamos abrazándonos.
Ella levantó una ceja y ni siquiera se molestó en responder.
—Está bien. Estábamos abrazados, pero él estaba frotando mis
hombros.
—Mmm-hmm.
Mis palmas aún se estremecieron. Sus piernas bien formadas eran
muy atractivas. No esperaba eso. No sé lo que esperaba…claramente
nunca pensé que me estaría frotando en ellas. Y besando a lo que se
estaba presionando contra mi espalda, de seguro que él pensó que
también eran atractivas otras partes de mi cuerpo.
Levanté la vista hacia la intensa mirada de Kerri. —¿Qué. . . más. . .
sucedio? ¡Oh Dios mío. Sasha!
Mi rubor se intensificó y corrió alrededor del mostrador. —No lo
hiciste. ¿Ustedes dos se verán de nuevo?
Me metí un bocado de pollo en salsa agridulce en mi boca y negué
con la cabeza.
—Eres una mentirosa. —Empujó mi hombro y efusivamente colocó
sus puños en las caderas—. ¡Dímelo!
Cerré los ojos y con mi cabeza asentí muy lentamente.
—¿Por qué no torturas ya al chico? ¿Después de que lo hiciste
recuerdas todo ese asunto de la amistad?
Otra pequeña inclinación de cabeza.
Kerri echó la cabeza hacia atrás y gimió. —Eres mala. Este es un plan
malvado.
Tragué. —Al principio pensé que era la medicina, pero el día de hoy
no he tomado ninguna.
Kerri se me quedó mirando. — Esa es una maldita excusa Sasha.
Dejé caer mi frente sobre el mostrador ―Lo sé.
El silencio se extendió entre nosotras. El reloj encima de la nevera
marcaba los segundos.
—¿Te gusta o simplemente es que estás lujuriosa?
Mi silencio respondió por mí.
—¿Y ahora qué?
Rodé mi cabeza de un lado hacia otro en un gesto de impotencia.
Kerri me acarició el pelo. —¿Quieres saber lo que pienso?
—En realidad no… quiero decir, sí.
Mi teléfono sonó y apreté los ojos cerrándolos. Pero entonces
recordé que Jesse nunca me llamaba. Más tarde en la noche podía esperar
un mensaje de texto.
Kerri deslizó la pantalla del teléfono y miré hacia el número. Parecía
vagamente familiar. —¿Hola?
—¿Sasha? Hola, soy Dew —provino una voz desde el otro extremo.
Evité echar un vistazo a la mirada asesina de Kerri. No había
terminado de hablar sobre Jesse y en lo profundo de mis entrañas sabía
cuál iba a ser el consejo que me daría. Todavía no estaba lista.
Girando alrededor en el taburete, acuné el teléfono contra mi
hombro. ―Hola.
—¿Ya hicieron todos esos autógrafos que tu pie sane?
Sonreí. —Todavía no. —Detrás de mí, Kerri hizo ruido golpeando los
platos uno contra otro y amontonando nuestros recipientes de espuma de
polietileno en la bolsa de papel. No era posible que hiciera más ruido. Salí
del taburete y cojeando me dirigí hacia el sofá.
—Eso está muy mal. Hey, quería ver si puedes venir a nuestro
partido de mañana.
—Tengo laboratorio hasta las seis.
―Está bien. El juego no inicia hasta las siete.
Kerri cerró de un fuerte golpe la puerta del armario y me estremecí.
—Está bien, entonces creo que sí.
—Súper. ¿Puedo recogerte?
No había pensado mucho en cómo iba a llegar el día de mañana. El ir
en el carro de Kerri iba a ser obligatorio. De ninguna manera podría andar
yo sola de aquí para allá, y el camino al campus estaba a un par de
cuadras. El día de mañana por la tarde era el peor día para coordinarnos.
—Claro pero, ¿podemos encontrarnos en el estacionamiento del
laboratorio de química?
Dew hizo una pausa. —Uh, seguro. ¿Te veo mañana?
―Adiós. —Colgué y apoyé mi cabeza en el sofá.
—¿Quién era? —preguntó Kerri mientras apretujaba las servilletas
en el bote de la basura.
—Como si no supieras quien era. ¿Vas a ir al juego de mañana para
ver a tu jugador de rugby?
Kerri negó con la cabeza. —No ha llamado.
Qué bien. Vaya forma de ser una idiota, Sash. —Oh. Bueno, ¿quieres
venir conmigo?
—Estoy bastante segura de que Drew piensa que es una cita.
—¿El ir al juego? ¿En el que estará jugando? Lo dudo.
Kerri se impulsó del taburete y se apoyó en el mostrador,
manteniendo un cuarto entero entre nosotras.
Suspiré y cerré los ojos. —¿Podrías venir aquí y hablar?
Nada se movió en ese lado de la habitación.
—Y tráeme la medicina para el dolor.
Eso hizo que se moviera, pero me hizo sentir aún más como una
idiota. Me lanzó la botella y apenas abrí los ojos antes de que estrellara en
la nariz.
―Gracias. Me tragué las pastillas sin agua.
—Sólo dale una oportunidad, Sasha.
Cerré los ojos. Una de las pastillas estaba atorada en el lado izquierdo
de mi garganta. ―¿Por qué? ¿Por qué debería ser la única que rompería
mis reglas?
—Porque te gusta, por ejemplo.
—O mi cerebro drogado piensa que es atractivo.
―Sabes que eso no es cierto.
Apreté los ojos y giré mis dedos en el dobladillo de mi camisa. —Es
por eso que necesito salir con Dew más que cualquier otra razón.
Kerri resopló.
Me apoyé en los codos. —¿Estás enojada?
Balanceando su bolso sobre su hombro, se encogió de hombros. —
Más que nada decepcionada, creo. Jesse es genial y lo estás condenando
porque sucede que va a ser un músico muy talentoso. Eso no es un
crimen, Sasha. No para el resto de nosotros. Me voy a casa.
Me dejé caer en el sofá y tiré mi brazo sobre mis ojos. —Entonces tú
ten citas con él —le dije, rindiéndome...
—Él no me quiere a mí. —La puerta se cerró suavemente detrás de
ella, haciendo eco a través de la casa vacía.
Capítulo 8
Traducido por Eglan
Corregido por Pily

El tener que desplazarme de un lado a otro hacia las clases, fue peor
de lo que imaginé. Los lunes para mí eran mis días más pesados, y el día
de hoy no fue la excepción. Después de un intento fallido de pretender
ducharme, me rendí y me enjuagué el cabello, después me las arreglé para
ponerme unos pantalones de chándal y una camiseta.
Era casi imposible que sostuviera mi bolsa y cada tanto tiempo esta
se deslizaba cayéndose, así que hacía que perdiera el equilibrio.
Agréguenle cuatrocientos estudiantes los cuales todos iban en el camino
contrario y fue un milagro que no hubiese golpeado algunas rodillas con
mis muletas.
Para el momento en que mi clase de laboratorio de química se
llevaba a cabo, estaba a punto de llorar.
No podía esperar a llegar a casa y dejarme caer en el sofá. No he
hablado con Kerri en todo el día, y Jesse no me mando ningún mensaje de
texto anoche. El día de hoy anduve a la deriva, sola.
Aparentemente, todo el mundo tenía un lunes de porquería porque
tenía el laboratorio de química prácticamente para mi sola. Había hecho la
mayor parte de mi trabajo la semana pasada, así que no tenía prisa para
terminar todo. Tenía mucho tiempo libre, incluso si solo tomaba
laboratorio.
Mi teléfono sonó y miré de reojo el reloj. Guao. Perdí por completo la
noción del tiempo. Eran después de las seis.
—Hey, ¿estás saliendo?
¡Oh! Me hundí de nuevo en mi taburete. Olvidé completamente el
partido de Drew. Maldición. Lentamente bajé la frente hacia la mesa. Es
evidente que este equipo no funcionaría si realmente Drew pensaba que
esta era una cita. Si era posible, me veía peor que ayer.
En el otro extremo de la línea, Drew le gritó a alguien.
—Uh, Si. Estoy a punto de terminar. En seguida salgo.
—¡Genial! Estamos muy emocionados por este juego. Me alegro de
que estés allí cuando los aplastemos.
—Sí. —Traté de infundir algo de entusiasmo en mi voz, pero esta se
escuchó plana.
Drew colgó y gruñí. Mi pie palpitaba, lo que debería hacer es irme a
casa, ponerlo en alto y volver a tomarme mis medicamentos hasta caer en
la inconsciencia. Debería de haberme disculpado para no ir al juego.
Me puse de pie, recogí mis libros y guardé mis tubos de ensayo. No
tenía ni idea de cuánto tiempo duraba un juego de rugby, pero esperaba
que pudiera escapar a casa a las nueve.
Mi bolsa me golpeaba en la parte posterior, así que la cambié de
posición, lanzándomela hacia la izquierda. Tal vez antes de que terminara
la semana, podría dejar las muletas, o podría ingeniármelas para vaciar
mi bolsa. Hice una mueca y me dirigí hacia el estacionamiento.
Drew estaba sentado en un Tacoma7 de color azul. Las enormes
ruedas gigantes y lo elevada que estaba me hicieron sentir oh-tan-deseosa
de intentar escalarla. Drew saltó y agarró mi bolso.
—Dámela, vas a necesitar una mano.
Sonreí. Drew olía bien y saltaba alrededor como un golden retriever8.
―Gracias.
Rodeamos hacia a la parte trasera de su camioneta y me levantó
hacia el asiento, luego saltó alejándose y después cerró la puerta. Miré la
enorme brecha entre el suelo y la puerta, luego giré mi mano alrededor
del cinturón de seguridad y me lo coloqué. Mi pie lastimado resbaló y se
golpeó contra el marco de la puerta. Para ese momento, ya me había
convertido en casi inmune a los dolores punzantes. Me mordí el labio y

7Tacoma: Marca de Camioneta.


8 El golden retriever es una raza de perros que se desarrolló en el Reino Unido y más
concretamente en Escocia alrededor del año 1850. Es un hábil perro de caza con aptitudes
para el rastreo.
tiré de la puerta cerrándola, apenas conseguí apartar mi pie lastimado
antes de que la puerta lo golpeara.
Drew puso en marcha la camioneta y arrancó rápidamente saliendo
del estacionamiento, apenas dándome cuenta de cómo me las arreglé para
no caerme.
—Le ganamos a estos chicos el año pasado, pero hemos añadido un
par de nuevos estudiantes de primer año. Hombre, espero que otra vez les
pateemos el trasero.
—Mmmhmm.
El teléfono de Drew sonó y se lo puso en su hombro.
—Sí hombre. Casi estoy ahí. —Arrojó con fuerza el teléfono sobre el
tablero y me miró con una sonrisa de lado—. ¿Estará bien para ti si
estacionamos por los vestuarios y caminas alrededor hasta la entrada?
¿Estaba hablando en serio? Levanté una muleta.
—Uh, no exactamente.
Drew se rió y se dio una palmada en la pierna.
—Oh, cierto.
Cortó camino a través de los tres carriles de tráfico, hizo un amplio
giro hacia la derecha. Me agarré fuertemente a la manija de la puerta para
evitar caer a través del asiento y caer en el regazo de Drew. Mi pie golpeó
fuertemente en el conducto de calefacción. Más vale que sea un juego
corto.
Drew frenó rechinando las llantas y con sus dedos tamborileó sobre
el volante.
—No, si ya lo entendí. —El sarcasmo goteaba de mis palabras.
—Oh Cielos. —Corrió alrededor, jaló bruscamente mi puerta para
abrirla, y me bajó de la camioneta—. Ven a verme después a los
vestidores, ¿de acuerdo?
Sin esperar una respuesta, se volvió a subir a la camioneta y arrancó.
Supongo que hay peores cosas que los músicos.
Cojeé en dirección hacia la taquilla, mostré mi carné de estudiante y
fácilmente pasé a través de la entrada.
No había mucha gente ya que hoy era un partido de pretemporada,
así forzosamente me metí en una silla que estaba cerca de la pista
principal. No estaba como para realizar más esfuerzo del necesario.
Los jugadores salieron al campo y no tenía ni idea de cómo se juega
al rugby, pero seguí a la multitud e intenté animar y abuchear en el
momento apropiado. Mi pie latía, pero lo apoyaba en la fila vacía que
estaba en frente de mí.
Afortunadamente, el juego terminó y el equipo de Drew, en efecto,
aplastó al equipo visitante. Estaba lista para irme. Caminé por el campo y
me dirigí escaleras abajo hacia el vestuario. Mi teléfono ha estado
sospechosamente silencioso durante el juego y me pregunté que estaría
haciendo Kerri. Y con quién estaba. Los lunes era nuestra noche-para-
hacer-planes-para-el-fin-de-semana y siempre nos quedábamos en casa
de Kerri. Tal vez eso está agravando la situación ya que estoy aquí.
Le envié un mensaje de texto diciéndole que iba camino a casa y ver
qué era lo que estaba haciendo.
Drew salió de los vestidores recién duchado y alegre nuevamente.
Me pregunté si alguna vez se relajaba por completo. Seis chicos lo
acompañaban y reconocí a todos del Jennie´s. Todos me dieron una gran
sonrisa y le dieron a Drew un codazo.
Después de varios “choca esos cinco”, Drew pasó un brazo alrededor
de mis hombros y yo me tambaleé.
—Todo el mundo va a ir al Sam´s. ¿Quieres ir a tomar un trago?
Negué con la cabeza.
—No esta noche. Tengo que llegar a casa.
Su rostro se ensombreció.
—¿Pensé que seguiríamos pasando el rato?
—No. Vi el partido, pero mi pie me está matando.
—Oh. Tengo medicamento en…—él señaló con el pulgar hacia el
vestuario.
―Está bien. Solo tengo que descansarlo.
—Sam tiene un sofá.
Drew me condujo hacia la camioneta, y me liberé de debajo de su
brazo.
—Tu ve adelante. Llamaré a Kerri.
—No. Yo te llevaré. Solo déjame pasar por el lugar y decir que ya
regreso.
Me levantó hacia la camioneta y sacó una botella de cerveza de una
hielera que tenía en la parte posterior.
—¿Quieres una?
—No, gracias.
Drew se encogió de hombros y sacó una que estaba en la parte
superior, luego se dirigió en la dirección opuesta de mi casa. Le mandé un
texto a Kerri. A tres cuadras del estadio, Drew dirigió la camioneta hacia
la autopista dio la vuelta y salió.
—¿Segura que no quieres venir y levantar ese pie?
Sonreí e intenté mostrarle mis mejores modales.
—No. Tal vez en otro momento.
Kerri no respondió de inmediato, así que me retorcí en el asiento y
acomodé mi pie lo mejor que pude. El dolor palpitante disminuyó un
poco. Más de “choca esos cinco” en el patio, y Drew se deslizó en el
interior. Tuve el mal presentimiento de que no iba a verlo en un buen
rato, pero si iba tas de él, nunca llegaría a casa. Revisé mi teléfono.
Todavía nada de Kerri. Siempre podría intentar con Axel. Si Kerri no
respondía en los próximos diez minutos, lo haría.
Y también siempre estaba Jessie. Pero él no tenía un coche, y no iba a
obligarlo que me llevara cargando las diez cuadras de regreso a mi casa.
Busqué en mi bolso y encontré mis medicinas. Todo lo que Drew tenía era
cerveza, y de por si estas cosas eran demasiado malas, no necesito
agregarle nada de alcohol.
Mi garganta estaba reseca, pero me las arreglé para encontrar una
botella de agua medio vacía en la parte inferior de mi bolsa. Eso ayudó.
Todavía nada de Kerri.
Miré de un lado hacia otro de la calle. Estaba bastante segura de que
sabía dónde estaba, y no existía manera de pudiera recorrer todo el
camino a casa en muletas…al menos no con mi bolsa.
Axel podría venir a buscarme al instante, pero probablemente
todavía estuviera muy obsesionado. Venga, Kerri.
Eché un vistazo hacia la casa. Drew se rió de algo que uno de sus
compañeros de equipo dijo y llenó su vaso del barril de cerveza de nuevo.
Incluso si alguna vez regresara a la camioneta, no estaba segura de querer
que estuviera al volante. Llámame anticuada.
Agarré mi teléfono y me preparé para llamar a Axel.
Unos pequeños golpes con los nudillos se escucharon en mi ventana
y grité. Una familiar sudadera de color negro estaba de pie en mi ventana.
Bajé la ventana.
—¿Necesitas que te lleve?
El alivio me inundó. Ni siquiera me importo que fuera Jesse quien
vino a mi rescate.
―! Oh, sí! por favor.
Abrió la puerta y deslizó sus manos debajo de mis brazos y me bajó
suavemente.
—¿Puedes ponerte de pie o necesito cargarte?
Debo haber vacilado mucho tiempo, porque me levantó en sus brazos
y se dirigió hacia el carro de Kerri.
—¿Dónde está Kerri?
—Te diré en un segundo. —Me metió en la parte trasera y corrió de
regreso a la camioneta de Drew por el resto de mis cosas.
Drew salió al porche y levantó una mano.
—Gracias hombre.
Jesse le devolvió el saludo.
—No hay problema.
Los chicos son tan idiotas.
Jesse guardó mis muletas y la bolsa en la parte de atrás, luego se
deslizó a mi lado. Se inclinó para besarme en la mejilla, entonces se
paralizo y se enderezó. Mi pulso martilleaba y su apariencia era terrible.
No quiero ser la mala de la película.
Quería que me besara.
Y no en la mejilla.
Se ocupó de poner en marcha el coche y crucé mis manos sobre mis
piernas.
—Estaba en casa de Kerri cuando le mandaste el mensaje de texto.
Mi cabeza se levantó rápidamente.
—Nos encontramos en el Redbox y parecía algo triste. Ninguno de
los dos tenía nada que hacer esta noche. —Jesse dio la vuelta al coche y se
dirigió de salida del vecindario—. Pensé que tú también estarías en casa.
No me di cuenta de que ella ya no se estaba quedando contigo.
Se quedó en silencio por mucho tiempo, miré hacia los lados para
medir su actitud. El tolerante Jesse desapareció por algún lado desde la
última señal de alto.
Me esforcé por decir algo.
—Bueno, me alegro de que estuvieras allí.
Sus labios estaban tan apretados que formaban una estrecha línea.
—Kerri ha estado bebiendo, así que pensamos que sería mejor que
yo fuera a buscarte. —Pasó los intermitentes sucesivamente. Esta noche
Jesse se estaba comportando como un maravilloso salvador y este era el
tipo de cosas que me desconcertaban. Me gustaba el Jesse en-su-cara
bolas-a-la-pared. Podía contar con ese tipo para reír. Si en algún momento
se necesitaba una risa, este era ese momento.
—Te llevaré a casa, después le regresaré el carro a Kerri.
—Eso es mucha molestia. Lo siento.
Jesse levanto rápidamente la cabeza.
—Yo soy el que debería disculparse. Probablemente estoy
arruinándote la fiesta. Drew parecía feliz porque ganaron.
¡Ah! Algunas veces yo podría ser muy estúpida. En mi defensa puedo
decir que estaba…drogada. Seguramente yo podría culparlos por esto
también.
—Sí. Realmente está muy metido en el rugby.
—No me había dado cuenta de que tú también lo estabas.
Me giré en el asiento y lo tomé por su antebrazo.
—No lo estoy.
Frenó en frente de mi casa.
—No lo estoy, Jesse.
La tensión arrugó las comisuras de sus ojos. Yo provoqué esto, y me
hizo sentir horrible. Kerri tenía razón. Tenía que darle una oportunidad y
dejar de hacerlo pagar por los errores que cometí en el pasado. Se ha
comportado bien conmigo. Desde el principio. Esta noche salió de su
camino a recogerme de lo que él pensaba que era una cita que salió mal.
Jesse se removió en su asiento y un trozo de incomodidad se sentó entre
nosotros.
—Hay un gran concierto mañana por la noche. Básicamente se trata
de una inmensa colección de bandas de rock. —Sonrió—. Sé que no es lo
tuyo, pero una de las bandas que he idolatrado toda mi vida vendrá.
Pensé, que si tal vez los escucharas, entenderías el por qué estoy tan
metido en la música.
Mi corazón se retorció. No existía una manera fácil de explicar sobre
la cosa de ser músico.
—Tenemos un par de boletos y pases para usarlos. —Sus manos
recorrieron de un lado a otro sobre el volante—. Tú y Kerri deberían
venir. Puedo conseguir otro boleto para mí en otro lugar así ni siquiera
tendrás que sentarte conmigo.
Puse mi mano sobre su antebrazo. Él se estremeció.
—¿Quieres venir conmigo?
Su mirada rápidamente se encontró con la mía.
—No puedo ir como amigos, Sasha. Por favor, no me pidas que lo
haga. Ve con Kerri. Te divertirás. Nuestra banda está formada por
cuatro…tenemos el primer grupo…ni siquiera tienes que vernos si no
quieres.
—Jesse. —Mi voz se suavizó y me incliné más acercándome, deslicé
mis dedos sobre su barbilla. Tiré suavemente hasta que me miró—. No
estoy pidiéndote que vayamos como amigos.
Jesse se puso pálido, como si lo hubiese golpeado, y su mirada
rápidamente se apartó palideció, al igual que lo si le hubiera dodo de
puñetazos, y su mirada se desvió rápidamente de un lado hacia otro a
través de mi rostro.
—No te burles, Sasha. No hoy, ¿de acuerdo?
Humedecí mis labios y deslicé mi mano detrás de su cuello. Tirando
suavemente, me encontré con él a la mitad de camino. Al primer toque de
los labios, Jesse se sacudió como si le hubiera electrocutado. Me apreté
más acercándome, saboreando la curva de sus labios.
Sus manos agarraron mis hombros y me sostuvieron contra él
quitándome el aliento. Sus labios se movieron contra los míos.
—¿Qué estás haciendo?
Deslicé mi otra mano sobre su pecho. Se estremeció. Abrí los ojos y
miré fijamente hacia sus interrogantes ojos.
—Pidiéndote que no seamos amigos.
Sus dedos se apretaron sobre mis hombros.
—Estoy hablando en serio, Sasha. Si vas a despertarte el día de
mañana y te olvidaras de esto, por favor sal del carro.
Suspiré y retrocedí.
—Bien.
Su rostro cambió y lo agarré de la mano.
—Pero necesito que vengas conmigo.
Sus modales de caballero no permitirían que me dejara caminar a la
casa por mí misma, y estaba contando con ser un poco más convincente
cuando no tuviera en medio un cambio de marchas y un apoya brazos
sobre los que tener que maniobrar.
Antes de que pudiera sacar mis muletas y ponerme la bolsa, Jesse ya
había dado vuelta alrededor del coche y me estaba ayudando a salir.
Contuve una sonrisa. Necesitaba seguir mi plan si iba a convencerlo de
que estaba hablando en serio. Sus manos se deslizaron bajo mis brazos y
yo hice una mueca…solo fingiendo parcialmente.
Me quitó la bolsa y la deslizó por encima de su hombro, y luego
envolvió mi espalda con un brazo. Yo gemí y me apoyé contra él.
—Espera, voy a buscar las muletas. —Él me cambió, así que estaba
apoyada en el coche de Kerri. Si no lograba que me cargara, esto iba a ser
más difícil de que lo creía. Me hundí hasta el guardabarros.
—¡Sasha! —Dejó caer las muletas, mi bolsa se cayó, y su mano se
agarró a mi brazo.
Inclinándose torpemente para no dejar caer el resto, me apretó
contra el coche y cerró la puerta. Casi me sentí mal.
Pero entonces sus dedos rozaron la curva de mi pecho y su
respiración soplaba sobre mi rostro. Mariposas estallaron en mi estómago
y no podía creer que había perdido tanto tiempo en una estúpida regla.
Mis párpados bajaron y lo veía entusiasta desde detrás de mis pestañas.
Jesse murmuró algo incoherente y metió la otra mano en la mochila.
Claramente, él no se lo creía todavía, pero sabía que podía convencerlo
una vez que estuviéramos adentro.
Los pesados libros se movieron, provocando con su peso que Jesse se
fuera hacia atrás.
—¿Cuánta mierda tienes aquí?
Reacomodó el peso y apoyando mis muletas contra el coche, me
levantó.
Suspiré y envolví mis brazos alrededor de su cuello. Se sacudió
cuando mis uñas rascaron suavemente contra su piel. Traté de no reírme.
Esta era la primera vez que realizaba este tipo de seducción a este
extremo. Incluso con el medicamento, me estaba divirtiendo.
Antes de que me viera y pensara que estaba jugando, metí mi cabeza
debajo de su barbilla. Jesse gruñó y me cambió. Mis dedos se deslizaron
más alto hasta que su rápido pulso palpitaba debajo de la punta de mis
dedos. Aunque no estaba hablando mucho, su cuerpo estaba
respondiendo.
Separé mis manos apartándolas para girar la perilla.
Cuidadosamente, giró alrededor de la puerta, facilitándome la entrada
hacia la sala de estar. Apoyando uno de sus hombros contra la pared, poco
a poco sus hombros bajaron deslizando mi mochila hasta el suelo.
—Necesitas más libros. —Se encogió de hombros y me levantó más
alto.
Pateó la puerta cerrándola con sus talones y se dirigió hacia el sofá.
Se me estaba acabando el tiempo. La última vez que estuvimos en el sofá
fue bastante bueno, pero no quería que esos recuerdos arruinaran esta
noche. Bostecé.
—Bájame aquí y yo caminaré hasta mi habitación.
Jesse me apretó con más fuerza. Ondulantes olas de calor se
dispararon subiendo por mis muslos y me mordí el labio. Jesse miró hacia
el frente, el rostro impasible. Si no tuviera un agarre de muerte sobre mis
muslos, me gustaría pensar que yo era nada más que una bolsa de
guitarra.
—¡Espera! —Extendí mis manos a lo largo del pasillo.
Se detuvo y miró hacia abajo. La frustración, la ira y la lujuria se
mezclaban en su rostro.
Este experimento que estaba realizando o bien estaba saliendo
terriblemente mal, o terriblemente bien.
—Necesito mi iPod. Está en el bolsillo lateral de la mochila.
Estiró el cuello y miró hacia la bolsa.
—¿Estás segura?
Esperé a que se volviera a verme de nuevo. Mi mirada vagó por su
rostro. Nunca antes me di cuenta de la retorcijada e incipiente barba. Un
lado estaba rizado casi hasta el borde de su ventana de la nariz, pero el
otro era baja y daba vuelta a la esquina de su labio. Delineé la curva de su
labio inferior con mi mirada, luego volví a levantar la vista.
La mayor parte de la ira desapareció, dejando únicamente la lujuria
ardiente.
—Siempre puedes cantar para mí.
Jesse parpadeó y su nuez de Adán se movía de arriba hacia abajo en
su garganta.
Girando lentamente, nos dirigió nuevamente hacia mi bolsa. Luego
respiró hondo y se puso en cuclillas, manteniéndome fuertemente
presionada contra su pecho.
Busqué en la bolsa y saqué mi iPod liberándolo.
—Lo tengo.
Traté de no mostrarme lastimada por su aparente rechazo. Yo le
había hecho lo mismo más de una vez. Nada de lo que sucediera esta
noche iba a ser fácil, y lo sabía.
Jesse gruñó y se puso de pie, balanceándose sobre sus puntillas.
Presioné la punta de mis dedos contra la puerta para ayudarnos a
equilibrarnos. Nos retiramos hacia mi habitación y Jesse se detuvo en el
umbral. Mi habitación estaba bastante sombría en comparación con el
resto del apartamento. Una cama, una mesa de noche una solitaria foto de
mi madre. Al completar la inspección, Jesse entró y se detuvo.
Temerosa de que se escapara una vez que me bajara, mantuve los
dedos unidos alrededor de su cuello.
—¿Podrías colocarme en la cama? Mi tobillo me está matando esta
noche.
—Por supuesto.
La tensión en su voz era casi cómica. Creo que si él pudiera
garantizar un aterrizaje, me habría arrojado por la puerta.
Afortunadamente, yo hice mi cama esta mañana en algún extraño
preámbulo kármico, y por ninguna parte se veían pares de bragas regadas
por el suelo como era costumbre.
Me bajó a mi edredón hecho a mano y mis caderas se sumergieron en
el colchón excesivamente blando. Con un tirón, la enrolle y le saqué por
un costado. Jesse arqueó sus caderas y apoyó los brazos como si todo mi
cuerpo estuviera cubierto de yeso. Afortunadamente, estuve planeando
mi ataque sorpresa desde la puerta, así que mi pie enyesado estaba bien
fuera del camino de sus agitadas partes del cuerpo.
—Sasha, que estás hac…
Presioné nuestros cuerpos juntos y lo besé de nuevo. Esta vez no fue
con desenfado. Yo le daba pequeños mordiscos a su labio inferior y
deslizaba mis lengua por sus labios, pidiéndole no tan pacientemente
como él lo hizo.
Una mano acarició mi mejilla y Jesse descendió hacia el colchón. Sus
manos recorrieron por mi pelo y acunó mi rostro, tocándome ligeramente
y respondiendo. Nuestras lenguas se arremolinaron juntas y él delineó la
mía en el interior de su boca. Gemí y Jesse examinó ligeramente mi cuello
con sus dedos.
Mi mano buscó el dobladillo de su camisa y sus abdominales se
estremecieron cuando los toqué. Quería compensarlo por todo este
tiempo perdido.
Me besó en las mejillas y los ojos, me mordió la oreja y marcó
suavemente con sus dientes.
—Sasha —susurró, saboreando mi oído.
Yo gemía y me arqueaba contra él. Su mano encontró mi pecho, trazó
unos círculos alrededor de este y lo amasó suavemente.
Su cabeza cayó a mi escote, besándome a través de la blusa. Me moví
hacia arriba y en segundos nos tenía a ambos casi desnudos de la cintura
para arriba. El Karma nuevamente me bendijo al llevar puesto un
sujetador limpio y atractivo en lugar de ese estilo de abuelita que uso
porque no me gusta lavar la ropa. Con sus dedos Jesse tocó el encaje de
color azul y delineó la cinta rosa en la parte superior.
—Esto es agradable.
―Mmm. —Así se sentía el lado de su cuello. Froté mi mejilla contra
su incipiente barba y después con mi lengua.
Inclinó su cabeza bajándola y tomó un pezón introduciéndolo en su
boca. Agarré un puñado de su cabello.
Los dedos acariciaron mis costillas y yo me retorcía. Su cálida lengua
saboreó mi otro pezón y su pulgar se deslizó bajo el encaje, frotando mi
dura punta.
Me di la vuelta acercándome más y acaricié la suave superficie de su
pecho, hundí mi dedo en la grieta entre ellos y tracé las líneas de sus
abdominales. Jesse aspiró el aire a través de los dientes y su boca se
paralizó en mi pezón.
—Te sientes tan bien —murmuré, dejando que mis manos se
movieran nuevamente hacia arriba.
Jesse deslizó un dedo por debajo de la correa de mi sujetador y tiró
por encima de mi hombro, después lo desabrochó y lo arrojó sobre su
cabeza.
—Oh Sasha.
Acunó mis dos pechos en sus manos y yo arqueé mi espalda. Jesse me
dio la vuelta poniéndome en mi espalda y bajó entre mis muslos. Mientras
acariciaba y me besaba, cerré los ojos y abrí los dedos que estaban
enganchados en su cabello y con estos acaricié su mandíbula.
Jesse tarareó la canción que nunca ha podido salir de mi cabeza, y
las vibraciones me provocaban cosquillas.
Su boca viajó más bajo, pero nunca dejó de tararear. Por el momento
en que sus dedos se deslizaron detrás de mis rodillas y Jesse las colocó
por encima de sus hombros, sabía que nunca sería capaz de escuchar esa
canción sin mojarme.
Capítulo 9
Traducido por PrisAlvS
Corregido por Pily

Lo hice detenerse antes de que tuviéramos sexo, y solo porque eran


las cuatro de la madrugada y mis ojos se cerraban solos. No quería que
todo mi arduo trabajo se arruinara cuando me durmiera en la mitad.
Como todo un caballero en la cama, como en todo lo demás, él no me
presionó, pero me apoyó contra su pecho y nos cubrió con la manta.
Luego me cantó hasta dormirme. Al inicio no reconocí la canción, luego
noté que era una versión de Journey que él había creado. Me gustó.
—Creo que deberías cantar eso en un concierto.
—Preferiría cantarla para ti todas las noches en la cama.
Sonreí y me acomodé más cerca de él, deslizando mi pierna buena
entre sus muslos.
—Pero es buena.
—¿Y mis otras cosas?
Lo sentí tensarse debajo de mi mejilla. Mi respuesta era importante
para él. Intenté no pensar en cuando había estado ahí antes. Por suerte,
esta vez la respuesta era fácil… y verdadera.
—Son buenas. —Incliné mi cabeza para que pudiera ver mis ojos—.
Es en serio. Eres increíblemente talentoso. Y yo debería saberlo.
Él sonrió y apartó mi cabello de mi frente, luego besó la parte
superior de mi cabeza.
—Eso significa mucho.
Nos acomodamos y acarició mi rostro.
—Debería irme. Kerri va a matarme por no llevar su auto de regreso.
Me estiré sobre él y tomé mi teléfono. Tres mensajes.
—Ups. —Me giré y apreté mi trasero contra su costado y le respondí,
luego apagué la lámpara y conecté mi teléfono. Él se acomodó contra mí y
rodeó mi cintura con su brazo. Mi yeso era un gran bulto bajo las mantas,
pero gentilmente se acomodó con eso.
Nos dormimos abrazados hasta que mi alarma sonó a las seis. Lo
desperté con besos.
—Oye.
Él mordisqueó mi cuello.
—Buenos días.
—Tengo que ir a clases. Ya que tienes las llaves de Ker, ¿me irías a
dejar?
—¿Está molesta?
Busqué mi teléfono y lo revisé.
—No. Pero tenemos que pasar por ella antes de clases.
Su mano encontró mi pecho y tiró de mí hacia él.
—Anoche fue… —Suspiró—. Sorprendente.
—Por favor dime que no fue un sueño. Aunque te lo advierto, no
puedo regresar. No ahora. —Rodé y tomé su rostro entre mis manos—.
Solo hacia adelante.
Me besó lenta y profundamente, robando la promesa de mi cuerpo.
Mi alarma nos separó e hice una mueca.
—Podría quedarme así todo el día pero tenemos ese examen de
literatura.
—Y yo tengo un montón de cosas antes del concierto. ¿A qué hora te
veré?
—Kerri y yo estaremos ahí a las tres.
Él me besó de nuevo.
—Perfecto.
Nos duchamos y vestimos, luego pasamos por Kerri. Fue el día más
largo de toda mi vida. Juro que algunas veces el reloj fue en reversa.
Kerri me esperaba afuera del edificio de inglés y me apresuré por la
acera, finalmente logrando controlar mi caminar de tres piernas. Me subí
y la sonrisa de Kerri era contagiosa. Ella tomó mis muletas y las acomodó
en el asiento trasero.
—¿Bueno?
Tiré mi cabeza hacia atrás.
—Oh mi dios, Ker. Tenías razón. —Apreté su mano—. Siempre tienes
razón. ¿Me perdonas?
Ella besó el dorso de mi mano, chilló y se lanzó hacia mi asiento,
apretándome en un gran abrazo.
—¡Estoy tan feliz por ustedes!
Le devolví el abrazo y escupí un montón de su cabello.
—Bien, bien. Vamos para poder verlo.
Ella se apartó y regresó a su asiento, poniendo el auto en
movimiento.
—Claro. Tengo mis cosas conmigo, así que vamos a tu casa.
Apenas podía quedarme quieta. Kerri me peinó y maquilló mientras
yo luchaba con mis pantalones. Me conformé con una falda
exageradamente corta y una blusa de encaje sobre una camisera roja.
Tenía la palabra fanática escrita por todas partes. Y me encantaba.
Reímos y continuamos con la ridícula alegría, luego corrimos por la
arena tan rápido como podíamos. Jesse nos encontró en Will Call con las
entradas, pases a camerino y un vergonzoso saludo con beso. Me
enderecé y arreglé mi esponjado cabello. Mis labios ya estaban hinchados
por el beso y realmente me sonrojé. Las personas nos rodearon, algunos
quejándose y unas chicas suspirando con fuerza. Salir con un músico tenía
sus ventajas.
—Bien, ¿quieren vernos desde el camerino o desde el frente?
Kerri y yo intercambiamos miradas. Ella se removió y tocó mis
muletas.
—Estas serían peligrosas en un moshpit9, pero no estoy segura de
que sea la mejor idea.
Hice una mueca. Ella tenía razón pero yo quería tener la experiencia
de Jesse esa noche al igual que la primera noche: bombardeada por sus
letras y música. Los camerinos eran para fanáticas sin ropa interior, y
realmente quería verlo cantar.
—Tienen asientos, por lo que pueden haber menos empujones y
golpes. Aunque no son asientos geniales. —Su rostro cayó. Creo que
pensó que nos decepcionó. Me apreté contra él.
—Está bien. ¿Hay un buen lugar en la parte de atrás donde te pueda
ver?
Su rostro rompió en una gran sonrisa.
—Absolutamente. —Se giró y pasó un collar por mi cabeza, luego
sacó mi cabello de debajo. Cuando sus dedos rozaron mi piel, un rayo de
calor bajó por mi espalda.
Kerri se puso el suyo y me guiñó un ojo, luego nos abrimos camino
por la multitud hasta la sección VIP. La seguridad me dio problemas por
mis muletas, pero un supervisor finalmente nos dejó pasar. Jesse estaba
estresado por el tiempo. Lo hice detenerse.
—Me tomará un minuto pasar por estos guardias. Ve y estaremos allí
antes de que empieces. Lo prometo.
Emociones en conflicto pasaron por su rostro. Sabía que su
caballerosidad no me dejaría pelear sola.
—Tengo a Kerri.
Ella acomodó sus codos y puso su mejor rostro de luchadora.
—Yo me encargo.
Él rió y nos abrazó.

9 Moshpit: forma de “baile” en la que se crea un círculo donde las personas se mueven alocadamente y
tiran golpes sin control.
—Estoy encantado de que estés aquí. —Sus manos se quedaron en
mi rostro, luego se alejó.
Indiqué con mi barbilla a la multitud.
—Parte el mar.
—¡Discúlpame! Invalida en camino.
Reímos todo el camino. Nada podía arruinarme esa noche. Nada.
Fue necesario algo de manipulación y coqueteo, pero finalmente
pasamos por seguridad y llegamos a la izquierda del escenario. Moví la
mano y Jesse se apresuró a llegar.
—Casi empezamos. —Me besó.
—Rómpete una pierna.
Él sonrió y le gritó a un guardia de seguridad.
—Consíguele un taburete, ¿sí?
El tipo frunció el ceño, luego vio mi yeso.
—Ella te dejara firmarlo —canturreó Kerri con su mejor voz.
Su rostro se suavizó y desapareció, regresó unos pocos segundos
después con dos taburetes. Kerri y yo nos acercamos tanto como pudimos
al escenario mientras el baterista tocaba la introducción. Mi corazón se
hinchó cuando la melodiosa voz de Jesse me envolvió. Ahora que había
dejado mi pasado ir, finalmente podía disfrutar su música y talento sin
prejuicio. Él había sido bueno antes, pero lo había visto a través de un
cristal teñido. Esa noche, nada se interponía ante mi apreciación por el
talento puro.
Quizá mi pasado no sería un obstáculo. Sí tenía un montón de
contactos que podrían ayudar a un chico como Jesse. Pero ellos aún tenían
que librarse de ese bajista. Mi cabeza se levantó de golpe cuando Jesse me
señaló.
—Si no les importa chicos, me gustaría traer a alguien especial para
el siguiente número.
—Oh no, no lo hizo —susurró Kerri.
Creo que lo hizo. Seguía demasiado sorprendida para hablar mientras
él caminaba por el escenario ante tormentosos aplausos. Negué con la
cabeza.
—No quiero salir ahí —siseé.
Él sonrió y tomó mi mano, luego tiró de mí.
—Toma el taburete —gritó sobre su hombro al guarda de seguridad.
Los aplausos aumentaron y las personas chiflaron y creo que alguien
gritó mi nombre. Jesse me acomodó en el taburete y le lancé a Kerri una
mirada suplicante. Ella levantó sus manos y se encogió de hombros.
—Todos, esta es Sasha.
—¡Hola, Sasha! —gritaron todos.
—No iba a cantar esta próxima canción, pero Sasha me convenció de
hacerlo. —Hizo sonar su guitarra—. Espero que les guste.
Él tomó otro taburete de enfrente de la batería y se sentó entre la
multitud y yo.
Mis ojos se llenaron de lágrimas y tragué con fuerza mientras él
cantaba las primeras notas de la balada de la noche anterior. Todos los
demás desaparecieron, y solo éramos nosotros dos, sentados solos en el
escenario. Cada palabra se marcó en mi corazón.
La canción terminó y él me besó para otra ronda de salvajes
aplausos, luego hizo una reverencia y me llevó fuera del escenario.
Kerri se levantó y aplaudió con fuerza.
Tomamos mis muletas y nos dirigimos al pasillo detrás del escenario
lleno de bandas y cuerpos. No podía dejar de sonreír. Jesse me bajó y
recuperé el equilibrio. La audiencia creció e hizo más ruido. Una de las
bandas más grandes debía dirigirse hacia nosotros. Si no nos
apartábamos rápidamente sería duro. Aún no era tan buena con las
muletas.
—Le dije a los chicos que aguardaría si ellos se derribaban, para
poder ir a nuestros asientos y ver a las otras bandas.
Lo besé.
—Esta noche fue sorprendente.
—¿Mejor que anoche?
—Doscientos por ciento.
Él sonrió y me hizo dar una vuelta, susurró contra mi oreja:
—Espera hasta que cante el resto de las canciones de hoy.
Me sonrojé y levanté la mirada para guiarme. La multitud se abrió
para que la siguiente banda se moviera al escenario.
Me doblé como si alguien me hubiese golpeado.
Ante mí estaba el único hombre que había amado. El único que había
destrozado mi corazón y nunca miró atrás. La razón por la que odiaba a
los músicos.
Él sonrió y estiró una mano hacia mí.
—Hola, princesa.
—Hola, papá.

Fin
Próximo Libro
Sobre la autora
Elizabeth escribió su primera novela romántica a los quince años
cuando descubrió que escribir acerca de los chicos era mucho más fácil
que en realidad hablar con ellos. Desde entonces, sus habilidades de
coqueteo y técnicas de relación han ayudado a cientos de otros.
Después de obtener un título de maestría en enseñanza secundaria
de la UNC, Elizabeth Nelson ha trabajado en el extranjero enseñando
Inglés, siendo bar-tended en clubes nocturnos de Chicago, y continúa con
sus diversos proyectos filantrópicos que se enfocan en el
empoderamiento de las mujeres. Pero su amor por la escritura nunca ha
cambiado.
A pesar de que siempre fue de tener un espíritu libre, en la
actualidad vive en Los Angeles con sus dos perros. Si no está trabajando
en su más reciente historia, se la puede encontrar leyendo, mirando algún
reality en la televisión, o cayendo en su no saludable adicción que son los
conciertos de rock.
Traducido, corregido
y diseñado en…

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