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Según Alain Gheerbrant, poeta, escritor y explorador francés: "En todas estas
tradiciones, la vía láctea aparece como un lugar de paso, de origen divino, que
enlaza los mundos divino y terrestre. También es comparada a la serpiente, al río,
a una huella de pasos, a una salpicadura de leche, a una costura, a un árbol. Es
tomada para su viaje entre los mundos por las almas y por los pájaros. Simboliza la
vía de los peregrinos, de los exploradores, de los místicos, de un lugar a otro de
la tierra, de un plano a otro del cosmos, o de un nivel a otro de la psique". La
Vía Láctea es, entre los celtas, la cadena de Lug, dios irlandés, señor de las
artes, de la paz y de la guerra. Entre los fineses "se ve en ella el tronco y las
ramas de un árbol inmenso abatido al través del cielo. Una encina grande que ha
crecido tan alto que ha oscurecido la luz del sol, de la luna y las estrellas. Las
nubes han cesado de moverse en los espacios celestes porque se han enganchado en
las ramas del árbol monstruoso. Es entonces cuando un ser minúsculo, salido del mar
o de debajo de la tierra, se aproxima a su tronco y lo golpea con una herramienta
de oro o de cobre. El árbol se derrumba, obstruyendo toda una parte del firmamento,
pero liberando al sol, la luna, las estrellas y las nubes". Baiame, divinidad
suprema de las tribus del suroeste de Australia, se considera que habita en el
cielo y está sentado sobre un trono de cristal en un gran curso de agua: la Vía
Láctea. En la China, la Vía Láctea es la corriente del cielo. Asimismo es un río
para los pueblos de la Siberia septentrional, al igual que para los coreanos y los
nipones. Para ciertos yakutos es el rastro de los esquís de un dios cazador que
persigue a un ciervo de seis patas, que sería la Osa mayor, mientras que la casa
del dios serían las Pléyades. En la mitología maya-quiché, la Vía Láctea se
representa por una serpiente blanca. Entre los aztecas, la serpiente de la Vía
Láctea es devorada cada día por un águila, que representa a Uitzilopochtli,
divinidad del Sol del mediodía. Para las tribus indias de América del Norte, la Vía
Láctea es el camino de las almas que se dirigen al más allá. Al final de ella se
encuentra el país de los muertos. Según la mitología de los incas del Perú, la vía
láctea es el gran río del cielo, del que toma el agua el dios trueno para enviar
las lluvias sobre la tierra. Sin embargo los quechuas, descendientes de los incas,
consideran la Vía Láctea como un río o como un camino celeste. Entre los indios
zuni de Nuevo México existe una cofradía llamada de la Vía Láctea. Está puesta bajo
el signo de la diosa de las mariposas, de las flores y de la primavera, que
desempeña el papel de intermediaria.
El Zend Avesta es el nombre general de los libros sagrados de los parsis, llamados
adoradores del fuego o del sol. Zend significa "comentario" o "explicación", y
Avesta significa "ley". El Avesta, tal como está ahora coleccionado, tiene dos
partes, conteniendo la primera el Vendîdâd, el Vispêrat y el Yazna; y la segunda,
denominada Khorda Avesta, estando compuesta de breves oraciones llamadas Gâh,
Nyâyish, etc. La primavera eterna de Airyana Vaêjô desaparecía "en el buen río
Dâitya", y "los Magos Arios tuvieran que emigrar a Sogdiana". Los estados
sogdianos, aunque nunca estuvieron unidos políticamente, se centraron alrededor de
la ciudad de Samarcanda. Estaban al norte de Bactriana, entre el Oxus (Amu Daria) y
el Jaxartes (Sir Daria) y abarcaban el fértil valle del Zeravshan. Durante la alta
Edad Media, el territorio se extendió hacia el norte gracias a una política de
asentamientos coloniales más allá del lago Issyk-Kul. Pero la Enseñanza Esotérica
declara que el Polo había sucedido al Ecuador, y que la "Tierra de la Dicha" de la
cuarta raza, heredera de la tercera, se había convertido ahora en la región de la
desolación y de la miseria. Solamente esto debería ser una prueba incontrovertible
de la gran antigüedad de las escrituras zoroastrianas. Los neoarios de la edad
postdiluviana apenas podían, por supuesto, reconocer las montañas en cuyas cúspides
se habían encontrado sus antepasados antes del Diluvio, y habían conversado con
los puros "Yazatas" o Espíritus celestiales de los Elementos, cuya vida y alimento
habían una vez compartido.
Y aquí introducimos el tema de las llamadas razas raíces, según nos explica H.P.
Blavatsky. Helena Blavatsky, también conocida como Madame Blavatsky, cuyo nombre de
soltera era Helena von Hahn y luego de casada Helena Petrovna Blavátskaya, (1831 –
1891), fue una escritora, ocultista y teósofa rusa. Fue también una de las
fundadoras de la Sociedad Teosóficay contribuyó a la difusión de la Teosofía
moderna. Sus libros más importantes son Isis sin velo yLa Doctrina Secreta,
escritos en 1875 y 1888, respectivamente. En sus escritos, de gran erudición, se
refirió a una serie de civilizaciones antiguas, algunas de ellas perdidas, que han
servido de inspiración a escritores posteriores que han tratado estos temas. Me he
basado en algunos de sus escritos, especialmente La Doctrina Secreta, para redactar
este artículo. La primera raza raíz, o raza de los Dioses, se desarrolló en
el Continente Polar, el Monte Merú o la Isla de los Devas. Se supone que eran seres
asexuados y etéreos, que podían andar y volar. La segunda raza raíz o raza
Hiperbórea, se desarrolló en lo que hoy forman el Norte de Asia, Groenlandia,
Suecia, Noruega e Islas Británicas. Surgió bajo la influencia del planeta Júpiter.
La parte exterior de la primera raza se convirtió en la parte interior de la
segunda. Sus miembros tenían formas filamentosas de brillantes colores semejantes a
vegetales – animales. Flotaban o se deslizaban en el espacio y emitían sonidos
aflautados. Tenían un cuerpo cuyo esquema fisiológico hallamos en la placenta y
vellosidades coriales (membrana placentaria) de la vida intrauterina. Este cuerpo
hace adquirir al hombre proporciones gigantescas (Cíclopes), con un ojo que
representaba la visión espiritual. Según la Biblia el representante de esta segunda
raza fue Caín, que era agricultor y en esta etapa se alimentaba de plantas. La
tercera raza raíz o raza Lemúrica se desarrolló en la zona de lo que actualmente
son Australia, Groenlandia y Madagascar. Los etíopes son los restos raciales de
aquel período. El hombre adquiere un cuerpo emocional y entra realmente en la fase
animal, que esquemáticamente se produce en el tercer mes de vida intrauterina con
la aparición del sexo y un principio doble (hermafrodita). El cuerpo emocional
limita el poder expansivo del cuerpo vital. Esta fuerza vital, en su necesidad
creadora, se representa en la energía sexual y en fuerza creadora cerebral. De
esta división de la fuerza vital para fines de la evolución superior del hombre,
surge la separación en sexos. esto se representa en la cita bíblica de que Dios
duerme a Adán, le saca una costilla y crea la mujer. Ese sueño es la pérdida de la
conciencia de los mundos espirituales. En este período la actual Luna se separa de
la Tierra.
Según indica Eckstein: "El Vendîdâd parece señalar un gran cambio en la atmósfera
del Asia central, con fuertes erupciones volcánicas, y el derrumbamiento de toda
una cordillera de montañas en la proximidad de la cordillera de Kara-Korum". Los
egipcios, según Eusebio de Cesárea, historiador y apologeta, político y exégeta,
simbolizan al Kosmos por un gran círculo ígneo, con una serpiente con cabeza de
halcón, trazada a través de su diámetro. Meru, la mansión de los dioses, era
colocado en el Polo Norte, mientras que Pâtâla, la región inferior, se suponía que
se encontraba hacia el Sur. Como cada símbolo en la Filosofía Esotérica tiene
siete claves, Meru y Pâtâla tienen, geográficamente, un significado y representan
localidades, mientras que, astronómicamente, tienen otro y representan los "dos
polos"; cuyo último significado ha inducido a que muchas veces se les haya
interpretado como la "Montaña" y el "Abismo", o el Cielo y el Infierno. Si nos
ceñimos al significado astronómico y al geográfico, se verá que los Antiguos
conocían la topografía y naturaleza de las regiones Ártica y Antártica mejor que
ninguno de nuestros Astrónomos modernos. Ellos tenían buenas razones para llamar al
uno la Montaña y al otro el Abismo . La vasta hondonada, oculta a nuestra vista,
que rodeaba el Polo Sur, fue llamada por los primeros astrónomos el Abismo. En
cambio, observando hacia el Polo Norte, siempre aparecía sobre el horizonte cierto
circuito en el cielo, al que llamaron la Montaña. Como el Meru es la mansión
elevada de los Dioses, se decía de estos que ascendían y descendían
periódicamente; con lo cual significaba, astronómicamente, que los Dioses
Zodiacales pasaban del Polo Norte original de la Tierra al Polo Sur del Cielo. En
aquella época, al mediodía, la eclíptica era paralela al meridiano, y parte del
Zodíaco descendía del Polo Norte al horizonte Norte, cruzando los ocho anillos de
la serpiente, que representan ocho años siderales o más de 200.000 años solares.
Esto se representaría como una escalera imaginaria de ocho peldaños. Por esta
escalera los Dioses, o sea los Signos del Zodíaco, ascendían y descendían, como en
la escala de Jacob y los ángeles. Hace más de 40.000 años que el Zodíaco conformó
los bordes de esta escalera. Pero en algunos entornos cristianos se persisten en
ver en el Polo Celeste a la verdadera Serpiente del Génesis, o Satán, el supuesto
enemigo de la especie humana. Pero en realidad es una metáfora cósmica. Cuando se
dice que los dioses abandonan la Tierra, significa no sólo los dioses, sino también
los regentes de los Signos del Zodíaco. Los primeros, como entidades reales
existentes, que dieron nacimiento, criaron e instruyeron a la humanidad en su
temprana edad, aparecen en todas las escrituras, tanto en la de Zoroastro como en
los Evangelios indos. Ormuzd o Ahura Mazda, el "Señor de la Sabiduría", es la
síntesis de los Amesha Spentas, los "Bienhechores Inmortales".
La Doctrina Esotérica explica todo esto diciendo que cada uno de estos, así como
muchos otros, aparecieron primeramente en la Tierra como uno de los Siete Poderes
del Logos, individualizado como un dios o ángel mensajero. Luego, mezclados con la
materia, reaparecieron por turno como grandes sabios e Instructores que "enseñaron"
a la quinta raza, después de haber instruido a las dos razas precedentes.
Gobernaron durante las Dinastías Divinas, y finalmente se sacrificaron para renacer
para bien de la humanidad y para su salvación en ciertos períodos críticos. Hasta
que, en sus últimas encarnaciones, se convirtieron verdaderamente en "partes de una
parte" sobre la Tierra. Cada poder de los siete, una vez individualizado, tiene a
su cargo uno de los elementos de la creación y lo gobierna. Las dos figuras en
piedra blanca y negra han existido en los templos de Egipto desde tiempo
inmemorial, según la tradición y la historia, hasta los mismos días del Rey
Cambises, que personalmente las vio. Por tanto, el símbolo ha debido existir hasta
hace cerca de 2.500 años, cuando menos; pues Cambises, que era hijo de Ciro el
Grande, sucedió a su padre el 529 a. de C. Estas figuras eran los dos Kabiri
(nombre fenicio), personificando los polos opuestos . Herodoto refiere que cuando
Cambises entró en el templo de los Kabiri rompió a reír estrepitosamente, al
percibir lo que pensó era un hombre de pie y una mujer cabeza abajo ante él. Estos
eran, sin embargo, los polos, con cuyo símbolo se quería conmemorar "el paso del
Polo Norte original de la Tierra al Polo Sur del Cielo". Pero también
representaban la inversión de los Polos, a consecuencia de la gran inclinación del
eje, que cada vez daba por resultado el desplazamiento de los mares, la sumersión
de las tierras polares y el consiguiente levantamiento de nuevos continentes en las
regiones ecuatoriales, y viceversa . Estos Kabiri eran los dioses del
"Diluvio. Eran lo mismo que los Manus, los Rishis y los Dhyân Chohans, que
encarnaron en los Elegidos de la tercera y cuarta razas, Así, mientras que en la
Teogonía los Kabiri (o Titanes) fueron siete Grandes Dioses, cósmica y
astronómicamente los Titanes eran llamados Atlantes. Los siete Gran o deidades
envueltas en la obscuridad de la Naturaleza Oculta, se convierten en los Idei
Dáctilos entre los Adeptos sanadores por medio de los metales. La verdadera
etimología del nombre Lares, que ahora significa "Fantasmas", debe buscarse en la
palabra etrusca lars, "jefe". Sanchoniathon traduce la palabra Aletae por
"adoradores del fuego", y Faber cree que se deriva de al-orit , el "Dios del
Fuego". Ambos tienen razón, pues en los dos casos es una referencia al Sol, el Dios
"más elevado", hacia quien "gravitan" los dioses planetarios, astronómica y
alegóricamente, y al que adoran. Como Aletae eran, astronómicamente, los siete
Planetas; y como Lares eran, místicamente, los regentes de estos Planetas,
nuestros protectores y gobernantes.
Los sabeos, antiguo pueblo que vivió en la tierra bíblica de Saba, hoy Yemen,
adoraban a los "Regentes de los Siete Planetas", del mismo modo que los hindúes
adoran a sus Rishis. Tenían a Seth, o Set, y a su hijo Hermes (también Enoch o
Enos), como el más elevado de los Dioses Planetarios. Seth y Enos fueron tomados de
los sabeos y luego desfigurados por los judíos. Pero la verdad respecto de ellos
puede aún descubrirse en el Génesis. Seth es el "Progenitor" de aquellos hombres
primitivos de la tercera raza en que habían encarnado los Ángeles Planetarios. El
mismo Seth era un Dhyân Chohan, y pertenecía a los Dioses informadores, mientras
que Enos (Enoch) o Hermes, se decía que era su hijo; siendo Enos un nombre
genérico de todos los videntes primitivos (Enoîchion). De ahí el culto. El escritor
árabe Soyuti dice que los anales más primitivos mencionan a Seth como fundador del
Sabeísmo, y que las pirámides que representan el sistema planetario eran
consideradas como el lugar del sepulcro tanto de Seth como de Idrus (otro nombre
para Hermes o Enoch. Allí iban los sabeos en peregrinación y cantaban oraciones
siete veces al día volviéndose hacia el Norte (Monte Meru, Kaph u Olimpo). Abd
Allatif nos refiere también algunas cosas curiosas acerca de los sabeos y de sus
libros, y también Eddin Ahmed Ben Yahya, que escribió 200 años más tarde. Este
último sostiene "que cada pirámide estaba consagrada a una estrella", o al regente
de una Estrella. Abd Allatif asegura que había leído en libros sabeos antiguos que
"una pirámide era la tumba de Agathodaemon y la otra de Hermes". Según Staniland
Wake, en "The Great Pyramid", Agathodaemon no era otro que Seth y, según algunos
escritores, Hermes fue su hijo. Así pues, mientras que en Samotracia y en los
templos egipcios más antiguos, los Kabiri eran los Grandes Dioses, en los templos
griegos sus ritos se hicieron casi fálicos y, por tanto, obscenos para el profano.
Un símbolo importante era el Anj (☥), jeroglífico egipcio que significa "vida", un
símbolo muy utilizado en la iconografía egipcia. También se la
denomina cruz ansada (cruz con la parte superior en forma de óvalo, lazo, asa
o ansa), crux ansata en latín, la "llave de la vida" o la "cruz egipcia". algunos
sostienen que sólo había dos Kabiri. Estos eran, esotéricamente, los dos Dióscuros,
Cástor y Pólux; y exotéricamente Júpiter y Baco. Estos dos personificaban
geodésicamente a los polos terrestres; y astronómicamente el polo terrestre y el
polo de los cielos; y también el hombre físico y el espiritual.
Los Kabiri aparecieron como bienhechoes de los hombres y, como tales vivieron
durante mucho tiempo en la memoria de las naciones. A estos Kabiri o Titanes se
atribuye la invención de las letras (el Deva -nâgari, alfabeto y lenguaje de los
Dioses), de las leyes, de la arquitectura de los diversos modos de la llamada
magia, así como del uso medicinal de las plantas. Hermes, Orfeo, Cadmo y Asclepio,
todos esos semi-dioses o héroes, a quienes se atribuye la revelación de las
ciencias a los hombres. A los Kabiri se les atribuye haber revelado la
agricultura, produciendo grano o trigo. Lo que Isis-Osiris, un Kabiri, hizo en
Egipto, se dice que Ceres lo hizo en Sicilia. El caduceo de Mercurio muestra
también que las serpientes fueron siempre emblemas de sabiduría y prudencia, pues
Mercurio es uno con Thot, el Dios de la Sabiduría, con Hermes, y así sucesivamente.
Las dos serpientes enroscadas alrededor de una vara son símbolos fálicos de Júpiter
y otros dioses, que se transformaron en serpientes con objeto de seducir a diosas.
La serpiente ha sido siempre el símbolo del Adepto y de sus poderes de inmortalidad
y conocimiento divino. Mercurio, conduciendo y guiando las almas de los muertos al
Hades con su caduceo, y hasta despertándolas a la vida con él, es una sencilla
alegoría. Muestra el poder doble de la Sabiduría Secreta: la magia blanca y la
negra. También muestra a esta Sabiduría guiando al Alma después de la muerte, y
ostentando el poder de llamar a la vida lo que está muerto. Es una metáfora
profunda si se piensa sobre su significado. Casi todos los pueblos de la
antigüedad, excepto los cristianos, reverenciaban este símbolo, que podemos
asimilar a la "serpiente de bronce" de Moisés, y hasta al reconocimiento de la gran
sabiduría y prudencia de la "serpiente", por el mismo Jesús: "Sed sabios como
serpientes e inofensivos como palomas". Los chinos, una de las naciones más
antiguas de la quinta raza, hicieron de ella el emblema de sus Emperadores, que
eran los sucesores degenerados de las "Serpientes" o Iniciados que gobernaron a las
primeras razas de la quinta raza. El trono del Emperador es la "Sede del Dragón", y
los vestidos de la Corte están bordados con figuras de dragones. Los aforismos de
los libros más antiguos de China, por otra parte, dicen claramente que el Dragón es
un ser humano, al par que divino.
Hablando del "Dragón Amarillo", jefe de los demás, el Twan-yin-t'u dice: "Su
sabiduría y virtud son insondables. No va en compañía y no vive asociado (es un
asceta). Vaga en los desiertos más allá de los cielos. Va y viene, cumpliendo el
decreto (Karma); en las épocas debidas. Si existe la perfección, se muestra; de lo
contrario permanece (invisible)". Y Lü-lan asegura que Confucio dijo: "El Dragón se
alimenta en la pura (agua) (de la Sabiduría), y se recrea en la clara (agua) (de la
Vida)". Pero la Atlántida y la Isla Flegiana no son los únicos anales que
quedaron del Diluvio. La China tiene también su tradición, y la historia de una
isla o continente, que llama Ma-li-ga-si-ma. La isla, debido a la iniquidad de sus
gigantes, se hunde en el fondo del Océano, y Peiruun, el rey, el Noé chino, escapa
sólo con su familia gracias a un aviso de los Dioses, por conducto de dos ídolos.
Este príncipe piadoso y sus descendientes poblaron la China. Las tradiciones chinas
hablan de las Dinastías Divinas de Reyes con tanta frecuencia como la de otras
naciones. Al mismo tiempo no hay un solo fragmento antiguo que no presente la
creencia en una evolución multiforme y hasta multigenérica de seres humanos, tanto
a nivel espiritual, como psíquica, intelectual y física. Se dice que nuestras
razas han salido de las Razas Divinas, cualquiera que sea el nombre que se les dé.
Ya tratemos de los Rishis o Pitris indios; de losChim-nang y Tchan-g chinos, del
Isis-Osiris y Thot egipcio; de los Elohim hebreos, y también de Manco-Capac y su
progenie peruana, la historia es la misma en todas partes. Cada nación tiene o los
diez y siete Rishi-Manus y Prajâpatis, los diecisiete Sephiroth, etc. Cada uno y
todos se han derivado de los primitivos Dhyân Chohans, de la Doctrina Secreta, o de
los "Constructores" de las Estancias. Desde Manu, Thot -Hermes, Oannes -Dagon y
Edris-Enoch, hasta Platon, todos nos hablan de siete Dinastías Divinas, de siete
divisiones Lemures y Atlantes de la Tierra; de los siete Dioses primitivos que
descienden de su Mansión Celeste y reinan sobre la Tierra, enseñando a la humanidad
Astronomía, Arquitectura y todas las demás ciencias que han llegado hasta nosotros.
Estos seres aparecen primeramente como dioses y creadores, para surgir finalmente
como "Reyes y Gobernadores Divinos". Pero este hecho se ha olvidado gradualmente.
Los mismos egipcios confesaban que la Ciencia había florecido en su país sólo desde
el tiempo de Isis-Osiris, a quienes continuaban adorando como dioses, "aun cuando
se habían convertido en príncipes con forma humana". Se dice que este príncipe
(Isis-Osiris) construyó ciudades en Egipto, hizo cesar las inundaciones excesivas
del Nilo; inventó la agricultura, el uso del vino, la música, la astronomía y la
geometría.
Los historiadores franceses, especialmente Renán, son los que han hecho más
esfuerzos para ocultar la verdad, haciendo caso omiso de los antiguos anales de los
Reyes Divinos. Eratóstenes, 260 antes de Cristo, se vio obligado a reconocer el
hecho. Por tal motivo, el gran astrónomo es tratado con gran desdén por sus
colegas, 2.000 años más tarde. Manethon es para ellos "un sacerdote supersticioso
nacido y criado en la atmósfera de otros sacerdotes embusteros de Heliópolis".
Según observa acertadamente el demonólogo De Mirville: "Todos esos historiadores y
sacerdotes, tan veraces cuando repiten las historias de reyes y hombres humanos ,
se hacen repentinamente en extremo sospechosos tan pronto como tratan de sus
dioses". El templo de Ramses II fue construido en el año 1298 a.C. y se encuentra
al noroeste del templo de Seti I,en Abidos. Fue construido en piedra caliza y
aunque actualmente no se encuentra muy bien conservado, mantiene en un magnífico
estado el color de sus relieves. A pesar del estado de conservación es posible
observar sus estructuras principales. En uno de los muros se encuentra un fragmento
que describe la batalla de Qadesh. En una de las salas se descubrió, en 1818, la
primera Tabla de Abidos que actualmente se encuentra en el Museo Británico de
Londres. Gracias al genio de Champollion, la Tabla de Abidos ha vindicado ahora la
buena fe de los sacerdotes de Egipto, sobre todo de Manethon. Según las palabras
del egiptólogo De Rougé: "Champollion, lleno de profunda sorpresa, vio que tenía
ante sus propios ojos los restos de una lista de Dinastías que abarcaba los tiempos
míticos más remotos, o los Reinados de los Dioses y Héroes … Desde el principio
mismo de este curioso papiro, tenemos que convencernos de que hasta en un tiempo
tan remoto como el período de Ramsés, estas tradiciones míticas y heroicas eran
tales como Manethon nos las había transmitido; vemos figurando en ellas, como
reyes de Egipto, a los Dioses Seb, Osiris, Set, Horus, Thoth-Hermes, y a la Diosa
Ma, asignándose al reinado de cada uno de estos un largo período de siglos".
Estas tablas sincrónicas, además del hecho de que fueron desfiguradas por Eusebio,
no habían pasado de Manethon. La cronología de los Reyes y Dinastías Divinas, lo
mismo que la edad de la especie humana, han estado siempre en manos de los
sacerdotes, y conservadas secretas para las multitudes profanas. Ahora bien, aunque
África, como continente, se dice que apareció antes que Europa, sin embargo, vino
más tarde que la Lemuria y hasta que la Atlántida. Toda la región que ahora ocupan
Egipto y los desiertos estuvo una vez cubierta por el mar. Esto se supo primero por
Herodoto, Strabón, Plinio y otros; y, después, por la Geología. Abisinia fue una
vez una isla, y el Delta del Nilo fue el primer país ocupado por las avanzadas de
emigrantes que llegaron del nordeste, con sus dioses.
Creuzer escribe: "Nosotros, los europeos modernos, nos sorprendemos cuando oímos
hablar de los Espíritus del Sol, de la Luna, etc. Pero lo repetimos otra vez: el
buen sentido natural y el recto juicio de los pueblos antiguos, completamente
extraños a nuestras ideas, por completo materiales , de la mecánica y de las
ciencias físicas… no podían ver en las estrellas y planetas otra cosa que simples
masas de luz, o cuerpos opacos moviéndose en circuitos en el espacio sideral,
meramente de acuerdo con las leyes de atracción y repulsión; veían en ellos
cuerpos vivos animados por espíritus, así como los veían en todos los reinos de
la Naturaleza… Esta doctrina de los espíritus, tan en armonía con la Naturaleza ,
de la cual se derivaba, constituía, un gran concepto único, en donde los aspectos
físico, moral y político formaban un solo conjunto". Sólo este concepto es el que
puede llevar al hombre a formar una conclusión exacta acerca de su origen y la
génesis de todas las cosas en el Universo, tanto del Cielo como de la Tierra. Sin
los espíritus ninguna ciencia puede progresar y el reino del conocimiento tiene que
quedar limitado al análisis de la materia física. Los ocultistas creen en
"espíritus", porque se sienten y ven rodeados de ellos por todos lados. Los
materialistas, no. Viven en esta Tierra, rodeados de miríadas de su propia especie,
sin verlos y hasta sin sentirlos. Platón es el primer sabio entre los escritores
clásicos que habla con extensión de las Dinastías Divinas. Las coloca en un vasto
continente al cual da el nombre de Atlántida. Tampoco fue Bailly el primero ni el
último en creer en esto, pues había sido precedido y anticipado en esta teoría por
el Padre Kircher, el sabio jesuita, quien, en su Edipus AEgyptiacus, escribe:
"Confieso que durante mucho tiempo consideré todo esto (las Dinastías y la
Atlántida) como pura fábula, hasta el día en que, más instruido en las lenguas
orientales, pude juzgar que todas estas leyendas deben ser, después de todo, sólo
el desarrollo de una gran verdad". Según indica De Rougemont, el historiador
griego Teopompo, en su Meropis, presentaba a los sacerdotes de la Frigia y el Asia
Menor hablando exactamente como lo hicieron los sacerdotes de Sais cuando revelaron
a Solón la historia y destino de la Atlántida. Según Teopompo, era un continente
único de extensión indefinida, que contenía dos países habitados por dos razas:
una guerrera y otra piadosa y meditadora, representadas por dos ciudades. La
ciudad piadosa era continuamente visitada por los dioses, mientras que en la
ciudad guerrera vivían seres invulnerables al hierro y que sólo podían ser
heridos mortalmente por la piedra y la madera. De Rougemont trata esto como una
pura ficción de Teopompo.
Según las palabras del Marqués de Mirville, escritor y médium francés: "Una
superchería que estaba basada en una creencia, producto de la fe de toda la
antigüedad; una suposición que, sin embargo, dio su nombre a toda una cordillera
(Atlas), que especificaba con la mayor precisión una región topográfica (colocando
esta tierra a poca distancia de Cádiz y del estrecho de Calpe), que profetizaba,
2.000 años antes que Colón, la gran tierra transoceánica situada más allá de esa
Atlántida, y a la que "se llegaba -se decía- por las islas no de los Benditos,
sino de los Buenos Espíritus (las Islas Afortunadas)". Lo cierto es que, ya sea
quimera o realidad, los sacerdotes de todo el mundo lo obtuvieron de una misma
fuente, o sea, de la tradición universal acerca del tercer gran continente que
pereció hace unos 850.000 años, un continente habitado por dos razas, distintas
físicamente y sobre todo moralmente, ambas en extremo versadas en la sabiduría
primitiva y en los secretos de la naturaleza, y mutuamente enemigas en su lucha,
durante el curso y progreso de su doble evolución. Pues ¿de dónde provienen hasta
las enseñanzas chinas sobre este asunto, si no es más que una ficción? Tienen
anales de la existencia en un tiempo de una Isla Santa más allá del Sol,
llamada Tcheou, más allá de la cual estaban situadas las tierras de los Hombres
Inmortales. Creen todavía que los restos de esos Hombres Inmortales, que
sobrevivieron cuando la Isla Santa se convirtió en negra por el pecado y pereció,
encontraron refugio en el gran Desierto de Gobi, en donde residen aún, invisibles
para todos y defendidos de toda intrusión por una hueste de Espíritus. Según
escribe Boulanger: "Si uno debe prestar oído a las tradiciones, éstas colocan antes
del reino de los Reyes, el de los Héroes y Semidioses; y más antiguamente todavía
colocan el reinado maravilloso de los Dioses y todas las fábulas de la Edad de Oro…
Sorprende que anales tan interesantes hayan sido rechazados por casi todos nuestros
historiadores. Y, sin embargo, las ideas que presentan fueron una vez
universalmente admitidas y reverenciadas por todas las naciones; no pocas las
reverencian todavía, haciendo de ellas la base de su vida diaria. Semejantes
consideraciones parecen exigir un juicio menos precipitado… Los antiguos, de
quienes tenemos estas tradiciones, las cuales no aceptamos ya porque hemos dejado
de comprenderlas , debieron de tener sus razones para creer en ellas, razones
proporcionadas por su mayor proximidad a las primeras edades, y que la distancia
que a nosotros nos separa, nos rehusa… Platón, en el libro cuarto de sus Leyes ,
dice que, mucho antes de la construcción de las primeras ciudades, Saturno había
establecido en la tierra cierta forma de gobierno bajo la cual el hombre era muy
feliz. Ahora bien; como él se refiere a la Edad de Oro, o a ese reinado de los
Dioses tan celebrado en las antiguas fábulas… veamos las ideas que tenía de aquella
dichosa edad, y cuál fue la oportunidad que tuvo para introducir esta fábula en un
tratado de política. Según Platón, para poder obtener ideas precisas y claras sobre
la realeza, su origen y poder, hay que retroceder a los principios de la historia y
de la tradición. Grandes cambios, dice, ocurrieron en los tiempos de antaño, en el
cielo y en la tierra , y el presente estado de cosas es uno de los resultados
(Karma). Nuestras tradiciones nos hablan de muchas maravillas, de cambios que
ocurrieron en el curso del sol, del reinado de Saturno y de mil otras materias que
permanecen esparcidas en la memoria humana; pero nunca se oye hablar nada del mal
que estas revoluciones han producido, ni del mal que inmediatamente siguió a
ellas . Sin embargo, este Mal es el principio de que hay que tratar, para poder
ocuparnos de la realeza y del origen del poder".
Había gigantes en la tierra antes antes de los hijos sin pecado de la tercera raza.
Y también después de ello, cuando los otros Hijos de Dios, de naturaleza inferior,
inauguraron la relación sexual en la Tierra, tal como hizo Daksha, antiguo dios
creador hindú, uno de los Prayapatis, de los rishis y de los Aditiás, cuando vio
que sus Mânasaputras, nacidos de la mente de Brahma (¿creaciones virtuales?), no
querían poblar la Tierra. Como ejemplo de la maldad de los "hombres
poderosos y hombres célebres", se menciona a Nimrod "el poderoso cazador ante el
Señor" y monarca mítico de Mesopotamia, mencionado en el capítulo 10 del libro de
Génesis, quien además figura en numerosas leyendas. Se dice que "Dios vio que la
maldad del hombre era grande". Esto no se refiere a los constructores de Babel,
pues esto fue antes del Diluvio; sino en la progenie de los Gigantes que
produjeron monstruos. El versículo antes citado ha sido siempre un dilema, no sólo
para los hombres de ciencia y los versados en la Biblia , sino también para los
sacerdotes. Pues, según plantea el asunto el reverendo Padre Péronne: "O bien eran
(los B'ne Aleim) ángeles buenos, y en tal caso, ¿cómo podían caer? O eran ángeles
malos, y, en este caso, no podían ser llamados B'ne Aleim, o hijos de Dios". Este
enigma bíblico, "cuyo verdadero sentido ningún autor ha podido comprender nunca",
según confiesa Fourmont, sólo puede explicarse por la Doctrina Oculta, por el
Zohar, para los occidentales, y por el Libro de Dzyan, para los orientales. Lo que
nos dice el Zohar es que B'ne Aleim era un nombre común de los Malachim, los
buenos Mensajeros, y de los Ischins , los ángeles inferiores. Podemos añadir que
Satán es incluido en el libro de Job entre los Hijos de Dios o B'ne Aleim. En el
Zohar se puede leer la historia de "los Ischins, encadenados a la montaña en el
desierto". Alegoría que alude a los espíritus atados a la tierra durante el ciclo
de encarnación. Azazel o Azazyel, es uno de los jefes de los "ángeles
transgresores" del libro de Enoch, los cuales descendieron sobre el Ardis, la cima
del monte Armón, y se comprometieron entre sí jurándose insensatamente mutua
lealtad; de ellos se dice en el Zohar que: "Azazyel enseñó a los hombres a hacer
espadas, cuchillos y escudos, y también a fabricar espejos, para ver lo que está
detrás de uno. Amazarak instruyó a todos los brujos y a los trituradores de raíces;
Amers explicó la Magia; Barkayal, la astrología; Akibeel, el significado de los
portentos y de los signos; Tamiel, la astronomía, y Asaradel enseñó el movimiento
de la Luna. Y estos siete fueron los instructores del hombre". Ahora bien, el
Zohar dice que los Ischins, los hermosos B'ne Aleim, no eran culpables, sino que
se mezclaron con hombres mortales porque fueron enviados a la tierra con este
objetivo.
En otra parte este mismo libro muestra a los B'ne Aleim como perteneciendo a la
décima subdivisión de los "Tronos". Los tronos, también conocidos como Ophanim,
son, en la teología cristiana, el tercero de los coros, o tipos, de la más alta
categoría de ángeles, tras los serafines y querubines. Sostienen el trono de Dios,
que dirige directamente su categoría, y transmiten la voluntad de Dios a las demás.
Suelen ser representados con alas multicolores. A los discípulos de Jesucristo, a
los llamados apóstoles del cordero, se les ofrecen doce tronos para gobernar. De
manera que son niveles de reyes sobre los hombres. El Zohar explica también que los
Ischins, "Hombres -Espíritus", en base a que los hombres ya no pueden verlos,
ayudan a los Magos a producir, con su ciencia, homúnculos. El término homúnculo
(del latín homunculus, 'hombrecillo', a veces escrito homonculus) es el diminutivo
del doble de un humano y se usa frecuentemente para ilustrar el misterio de un
proceso importante en alquimia. En el sentido hermético es un actor primordial
incognoscible, puede ser visto como una entidad o agente. Los alquimistas creen que
el proceso para crear esta entidad es simbólico. Azazel, el jefe de los Ischins, a
quien la Iglesia asocia con Satán, en realidad es un misterio, según lo expresa
Maimónides: "Hay un misterio impenetrable en el relato concerniente a Azazel". Y
así es; pues Lanci, que fue bibliotecario del Vaticano, dice: "Este nombre divino y
venerable se ha convertido, bajo la pluma de sabios bíblicos, en un demonio, en un
desierto, en una montaña y en un chivo". Por tanto, no es apropiado derivar el
nombre de Azal (separado) y El (Dios), de donde provendría "uno separado de Dios",
o sea el demonio. En el Zohar, Azazel es más bien la "víctima propiciatoria" que
el "adversario formal de Jehovah". Azazel y su hueste son el Prometeo hebreo,. El
Zohar muestra a los Ischins encadenados a la montaña, en el desierto. Esto es
alegórico y alude simplemente a estos "Espíritus" como estando encadenados a la
Tierra durante el Ciclo de la Encarnación. Azazel es uno de los jefes de los
ángeles "transgresores" del Libro de Enoch, los cuales, descendiendo sobre el
Ardis, la cima del monte Armon, se comprometieron entre sí jurándose mutua lealtad.
Eliphas Lévi nos dice: "Los Ángeles aspiran a ser hombres; pues el Hombre perfecto,
el Hombre-Dios está por encima hasta de los Ángeles".
La tradición del Dragón y del Sol tiene ecos en todas las partes del mundo, tanto
en las regiones civilizadas como en las semisalvajes. Hubo un tiempo en que las
cuatro partes del mundo estaban cubiertas de templos consagrados al sol y al
Dragón, pero el culto se conserva ahora principalmente en China y en los países
buddhistas. Bel y el Dragón estaban uniformemente unidos, y el sacerdote de la
religión Ofita usaba del mismo modo el nombre de su Dios. Entre las religiones del
pasado, en Egipto es donde tenemos que buscar su origen occidental. Los Ofitas
adoptaron sus ritos de Hermes Trimegisto, y el culto heliólatra, con sus Dioses -
Soles, cruzó al país de los Faraones desde la India. En los Dioses de Stonehenge
reconocemos a las divinidades de Delfos y de Babilonia, y en las de esta última a
los Devas de las naciones védicas. Bel y el Dragón, Apolo y Pitón, Krishna y
Kâliya, Osiris y Tifón, son todos uno bajo diversos nombres, siendo las posteriores
Miguel y el Dragón Rojo, y San Jorge y su dragón. Miguel es también uno de los
Elohim, el Ángel guerrero. Es, por tanto, una simple permutación de Jehovah. Sea el
que fuese el suceso cósmico o astronómico que primeramente dio lugar a la alegoría
de la "Guerra en los Cielos", hay que buscar su origen terrestre en los templos de
la Iniciación y en las criptas arcaicas. Y la prueba es que vemos a los sacerdotes
asumiendo el nombre de los Dioses a quienes servían y a los "Dragones", tenidos en
toda la antigüedad como símbolos de la Inmortalidad y la Sabiduría, del
Conocimiento secreto y de la Eternidad. También tenemos a los Hierofantes de
Egipto, de Babilonia y de la India, que se daban generalmente el nombre de "Hijos
del Dragón" y de "Serpientes"; corroborando así las enseñanzas de la Doctrina
Secreta. Había numerosas catacumbas en Egipto y en Caldea, algunas de las cuales
eran de gran extensión. Las más célebres de ellas eran las criptas subterráneas de
Tebas y Menfis. Las primeras principiando en el lado occidental del Nilo, se
extendían hacia el desierto de Libia, y eran conocidas como las catacumbas, o
pasajes, de la Serpiente. Allí era donde se ejecutaban los Sagrados Misterios del
Kublos -Anankês , el "Ciclo Inevitable", conocido más generalmente por el "Círculo
de la Necesidad"; el destino inexorable impuesto a toda Alma después de la muerte
corporal, una vez juzgada en la región del Amenti.
Charles Etienne Brasseur, conocido como Brasseur de Bourbourg (1814 – 1874), fue un
sacerdote francés considerado uno de los pioneros en el estudio de la arqueología,
la etnología y la historia precolombina de Mesoamérica. En la obra de Brasseur de
Bourbourg, Votan, el semidiós maya, al narrar su expedición, describe un pasaje
subterráneo que seguía su curso bajo tierra y terminaba en la raíz de los cielos,
añadiendo que este pasaje era un agujero de Sierpe, "un agujero de serpiente"; y
que él fue admitido en él porque él mismo era un "Hijo de las Sierpes", o sea una
Serpiente. El Wotan u Odín Nórdico, no obstante identificarse con el Wotan o Votán
Maya, y de haber similitud entre ambos en algunos aspectos, son diferentes. Su
descripción del "agujero de Sierpe" es como la de la antigua cripta egipcia. Por
otra parte, los Hierofantes de Egipto, así como los de Babilonia, se daban
generalmente el nombre, durante los Misterios, de los "Hijos del Dios-serpiente" o
"Hijos del Dragón". Los Druidas de las regiones celto-británicas se llamaban
Serpientes. "Soy una Serpiente, soy un Druida", exclamaban . El Karnak egipcio es
hermano gemelo del Carnac de Bretaña, significando este último el Monte de la
Serpiente. Las Dracontias cubrieron en un tiempo la superficie del Globo, y estos
templos estaban consagrados al dragón sólo porque era el símbolo del Sol, el cual,
a su vez, era el símbolo del Dios más Elevado: el Elón fenicio o Elión, a quien
Abraham reconoció por El Elión. Además del sobrenombre de Serpiente, tenían ellos
también el apelativo de "Constructores" o "Arquitectos", por la inmensa grandeza de
sus templos y monumentos, que aun hoy, en sus ruinas, todavía asombran. De
Bourbourg indica que los jefes con el nombre de Votan, el Quetzalcôatl, o deidad
Serpiente de los mexicanos, son los descendientes de Cam y Canaán. "Yo soy Hivim",
dicen ellos. "Siendo un Hivim, soy de la gran raza del Dragón (Serpiente). Yo mismo
soy una Serpiente, pues soy un Hivim". Además, la "Guerra en los Cielos" muestra en
uno de sus significados que hace referencia a esas luchas terribles entre él y sus
pasiones humanas, personificadas por la Magia, cuando el hombre Interno iluminado
tiene que matar o fracasar. En el primer caso se convierte en el "Matador
del Dragón", por haber dominado todas las tentaciones, así como en un "Hijo de la
Serpiente", y en una Serpiente, que se ha desprendido de su piel vieja y ha nacido
en un nuevo cuerpo, convirtiéndose en un Hijo de la Sabiduría y de la Inmortalidad
en la eternidad.
Basta comparar los dioses Sol de cada país para ver que sus alegorías concuerdan
perfectamente unas con otras. Tanto en el Ario arcaico, como en el Griego antiguo y
el Cristiano moderno, si escogemos al azar varios dioses Sol y Dragones, se verá
que están copiados unos de otros. Agni, el Dios del Fuego, es llamado Vaishvânara
en el Rig Veda. Ahora bien; Vaishvânara es un Dânava, un Demonio-gigante, cuyas
hijas Pulomâ y Kâlakâ son las madres de los innumerables Dânavas (unos 30
millones ), habidos con Kashyapa. Y viven en Hiranyapura "la ciudad de oro, que
flota en el aire". Por tanto, Indra, como hijo de Kashayapa, es, en cierto modo, el
hijastro de estas dos. Y Kashyapa, en este sentido, es idéntico a Agni, el Dios del
Fuego, o del Sol (Kashyapa-Âditya). A este mismo grupo pertenece Skanda, o
Kârtikeya, el Dios de la Guerra, astronómicamente el planeta Marte, un Kumâra cuyo
objetivo era destruir a Tâkara, el Demonio Dânava. Indra, el resplandeciente Dios
del Firmamento, mata a Vritra, el Demonio-Serpiente, por cuya proeza es llamado
Vritrahan, el "Destructor de Vritra". Conduce también las huestes de Devas (Ángeles
o Dioses) contra otros Dioses rebelados contra Brahmâ, por lo cual se le da el
sobrenombre de Jishnu, "Conductor de la hueste celestial". Apolo, el Dios Sol
griego, se corresponde a Indra, Kârtikeya, y hasta a Kashyapa-Âditya, y, al mismo
tiempo, a Miguel, el "Ángel del Sol", como forma angélica de Jehovah. Apolo nació
en una isla sideral llamada Asteria, la "isla de la estrella de oro", la tierra que
flota en el aire, que es el Hiranyapura de oro indo. Apolo es un Kumâra, como lo
era Indra en sus primeros tiempos. Por otra parte, Pitón, el "Dragón rojo",
relaciona a Apolo con Miguel, que lucha con el Dragón apocalíptico. Hay que
comprender el sentido esotérico de la Ilíada y de la Odisea, así como del
Apocalipsis de San Juan y hasta el Pentateuco. Pues el camino de la Biblia está
jalonado por Hermes, Bel y Homero, lo mismo que el camino de estos lo está por los
símbolos religiosos hindúes y caldeos. La repetición de esta tradición arcaica se
encuentra en el Apocalipsis de San Juan, y proviene, sin la menor duda, de las
leyendas babilónicas, mientras que la narración babilónica, a su vez, tuvo su
origen en las alegorías de los Arios. Según George Smith: "Nuestro fragmento se
refiere a la creación de la humanidad, llamada Adán, como (el hombre) en la
Biblia ; él fue hecho perfecto, pero después se une con el dragón del profundo, el
animal de Tiamat, el espíritu del caos, y comete ofensas contra su dios, el cual
le maldice , evocando sobre su cabeza todos los males y penalidades de la
humanidad". A esto sigue una guerra entre el dragón y los poderes del mal, o el
caos de una parte y los dioses de otra. Los dioses tienen armas que han sido
forjadas para ellos, y Merodach, el Arcángel Miguel del Apocalipsis, se pone a la
cabeza de la hueste celeste en contra del dragón. La guerra, descrita con gran
animación, termina con el triunfo de los principios del bien.
Esta Guerra de los Dioses contra los Poderes del Profundo se refiere también, en su
aplicación última y terrestre, a la lucha entre los Adeptos Arios de la naciente
quinta raza y los Brujos de la Atlántida, los Demonios del océano que
desaparecieron en el Diluvio. Los símbolos del "Dragón" y de la "Guerra en el
Cielo" tienen más de un significado, pues en una misma alegoría están incluidos
sucesos religiosos, astronómicos y geológicos. Pero también tenían un sentido
cosmológico. En la India, la historia del Dragón está repetida en las batallas de
Indra con Vritra. En los Vedas es mencionado a Ahi-Vritra como el Demonio de la
sequía, el terrible viento abrasador. A Indra se le presenta en continua guerra con
él; y con la ayuda de su trueno y relámpago, el Dios obliga a Ahi-Vritra a derramar
lluvia sobre la Tierra, y luego le mata. De aquí que Indra sea llamado el Vritra-
han o el "Matador de Vritra", del mismo modo que Miguel es llamado el "Matador del
Dragón". Ambos enemigos son el "Antiguo Dragón" precipitado en las profundidades de
la Tierra. Los Amshaspends del Avesta son una hueste con un jefe como Miguel, y
parecen idénticos a las legiones del Cielo, a juzgar por el relato del
Vendîdâd . Ahura Mazda dice a Zarathushtra que "invoque a los Amesha Spentas que
gobiernan sobre los siete Karshvares de la Tierra"; cuyos Karshvares se refieren
igualmente a las siete Esferas de nuestra Cadena Planetaria, a los siete Planetas,
a los Siete Cielos, etc. Según el sentido se refiere a un mundo físico,
supramundano o simplemente sideral. Zarathushtra, en su invocación contraAngra
Mainyu y su hueste, se dirige a ellos con las siguientes palabras: "Invoco a los
siete Sravah resplandecientes con sus hijos y rebaños". Los "Sravah" significa los
mismos Amshaspends, pero en su sentido Oculto más elevado. Los Sravah son los
Nóumenos de los Amshapends manifiestos, las Almas o Espíritus de aquellos poderes
manifestados. "Sus hijos y rebaños" se refieren a los Ángeles Planetarios y a sus
rebaños siderales de estrellas y constelaciones. "Amshapend" es un término
exotérico, usado solamente en combinaciones y asuntos terrestres. Zarathushtra se
dirige constantemente a Ahura Mazda como al "hacedor del mundo material". Ormuzd es
el padre de nuestra Tierra (Spenta Ârmaiti), a quien, cuando está personificada, se
menciona como "la hermosa hija de Ahura Mazda", que es también el creador del Árbol
de la Sabiduría y el Conocimiento Oculto y Espiritual. Samuel o Satán, la Serpiente
seductora del Génesis y uno de los primeros Ángeles que se rebelaron, es el nombre
del "Dragón Rojo". Es el Ángel de la Muerte , pues el Talmud dice que "el Ángel
de la Muerte y Satán son uno mismo". Fue muerto por Miguel y por San Jorge, que es
igualmente un Matador del Dragón. Samael es idéntico al Simún, el viento abrasador
del desierto, y también al Demonio Védico de la Sequía, Como Vritra; "El Simún es
llamado Atabutos", o Diabolos, el Diablo.
La Kábala llama a esta primera emanación espiritual del Ain Soph el Inefable
Anciano de los Días, que es el Ser de Nuestro Ser, el Padre y Madre en nosotros. El
Ser de todos los seres. Él es lo que es, lo que siempre ha sido y lo que siempre
será. Causa del Espíritu y de la Materia. No pudiendo expresarse Ain Soph en el
Mundo Físico limitado, se expresa por medio de los Diez Sephirotes. Durante la
Noche Cósmica el Universo se desintegra en Ain Soph y sólo existe en su mente y en
la de sus Dioses, pero lo que en la mente de Él y en la Mente de Ellos existe, es
objetivo en el Espacio Abstracto Absoluto. Su verdadero significado lo ocultaban
los rabinos, mientras que los cristianos, con pocas excepciones, no sabían nada
acerca de él. Seguramente que Jesús de Nazareth no hubiera aconsejado a sus
apóstoles que se mostrasen tan sabios como la serpiente, si esta última hubiera
sido un símbolo del Demonio; ni tampoco los Ofitas, los sabios gnósticos egipcios
de la "Fraternidad de la Serpiente", hubieran reverenciado a una serpiente viva en
sus ceremonias como emblema de la Sabiduría, la divina Sophia y representación del-
bien, no del mal, si ese reptil hubiera estado relacionado con Satán. El hecho es
que, hasta como ofidio común, ha sido siempre un símbolo doble, y como Dragón no ha
sido nunca más que un símbolo de la Deidad Manifestada en su gran Sabiduría. El
"dragón volador" de los pintores primitivos puede ser una pintura exagerada de un
animal antediluviano real extinguido. Las Enseñanzas Ocultas indican que en los
antiguos tiempos existían tales seres, como los dragones voladores, una especie de
pterodáctilos, y que esos lagartos alados gigantescos sirvieron de prototipos para
los Seraph de Moisés y su gran Serpiente de Bronce. Los mismos judíos adoraron en
la antigüedad a este último ídolo. Pero, después de las reformas religiosas
introducidas por Ezequías, dieron una completa vuelta, y llamaron Demonio a ese
símbolo. No fue la Serpiente sino el mismo "Señor Dios" que dijo: "No es bueno que
el hombre esté solo", e hizo a la mujer y "se la dio al hombre". Si el incidente
que luego siguió debía y debe ser aún considerado como "el pecado original",
entonces la previsión divina del Creador se muestra verdaderamente bajo una luz muy
pobre. A la vista del relato del Génesis, hubiera sido mucho mejor para el primer
Adán que lo hubiese dejado o bien "macho y hembra", o "solo". No necesitamos tocar
el significado místico y múltiple del nombre de Jehovah en su sentido abstracto, el
cual es independiente de la Deidad a la que falsamente se da este nombre. Fue ello
un "velo" inventado intencionalmente por los rabinos, un secreto conservado por
ellos con infinito cuidado, después que los cristianos les despojaron del nombre de
su Dios que era propiedad exclusiva suya.
Satán representa metafísicamente tan sólo el reverso o el polo opuesto de todas
las cosas en la Naturaleza. Es, alegóricamente, el "Adversario", el "Asesino" y el
gran Enemigo de todo, porque no hay nada en todo el Universo que no tenga dos
aspectos, el reverso de la misma medalla. Son el yin y yang del taoísmo, que
exponen la dualidad de todo lo existente en el universo. Describe las dos fuerzas
fundamentales opuestas y complementarias, que se encuentran en todas las cosas. El
yin es el principio femenino, la tierra, la oscuridad, la pasividad y la absorción.
El yang es el principio masculino, el cielo, la luz, la actividad y la penetración.
Según esta idea, cada ser, objeto o pensamiento posee un complemento del que
depende para su existencia y que a su vez existe dentro de él mismo. De esto se
deduce que nada existe en estado puro ni tampoco en absoluta quietud, sino en una
continua transformación. Además, cualquier idea puede ser vista como su contraria
si se la mira desde otro punto de vista. En este sentido, la categorización sólo lo
sería por conveniencia. Estas dos fuerzas, yin y yang, serían la fase siguiente
después del tao, principio generador de todas las cosas, del cual surgen. Jehovah
fue llamado por los gnósticos el Creador del Ofiomorfos y uno con él, la Serpiente,
Satán, o el Mal. Enseñaban ellos que Iurbo y Adonai eran nombres de Iao-Jehovah,
el cual es una emanación de Ilda-baoth. Esto, en su lenguaje, equivalía a decir lo
que los rabinos expresaban de un modo más velado, declarando que "Caín había sido
engendrado por Samael o Satán". Los Ángeles Caídos son alegóricamente, en todos
los sistemas antiguos, los prototipos de los hombres caídos y, esotéricamente,
estos hombres mismos . Así es como los Elohim, a la hora de la creación, se
convirtieron en los Beni-Elohim, los Hijos de Dios, entre los cuales está Satán, en
las tradiciones semíticas. La Guerra en el Cielo entre Thrêtaona y Ashidahaka, la
Serpiente destructora, termina sobre la Tierra, según Burnouf, con la batalla de
los hombres piadosos contra el poder del Mal, o sea, "de los iranios con los
brahmanes arios de la India". Y el conflicto de los Dioses con los Asuras está
repetido en la Gran Guerra del Mahâbhârata. En el Cristianismo, todos los
combatientes, Dioses y Demonios, los Adversarios de ambos campos, están ahora
transformados en Dragones y Satanes, sólo para relacionar el Mal con la Serpiente
del Génesis, y probar así el nuevo dogma.
Importa poco que fuera Isis, o Ceres, la Kabiria, quien enseñó la agricultura a los
hombres. Noé es un mito o una leyenda basada en la tradición de los Kabiri o
Titanes, según se enseñaba en Samotracia. Por lo tanto, no debe ser monopolizado ni
por los judíos ni por los cristianos. Si, como Faber trató de demostrar, Noé es un
Atlante y un Titán, y su familia son los Kabiri o Titanes piadosos, entonces la
cronología bíblica cae por su propio peso y con ella todos los Patriarcas, lo
Titanes preatlánticos y Antediluvianos. Como se ha descubierto, Caín es Marte, el
Dios de la fuerza y de la generación, así como del primer derramamiento (sexual)
de sangre.Tubal-Caín es un Kabiri, "un instructor de todos los artífices en bronce
y en hierro". Es uno con Hefestos o Vulcano. Jabal está también tomado de los
Kabiri, los instructores de la agricultura, "los que tienen ganados", y Jubal es
"el padre de todos los que manejan el arpa", los que construyeron el arpa de
Cronos y el tridente de Poseidón. La historia o las "fábulas" acerca de los
misteriosos Telchines, los primeros habitantes de la isla de Rodas, son todas el
eco de los sucesos arcaicos de las Enseñanzas Esotéricas, y nos dan la clave del
origen de la genealogía de Caín en el tercer capítulo del Génesis. Dan la razón
por la cual la Iglesia católica romana identifica "la sangre maldita" de Caín y de
Cam con la Brujería, y la hace responsable del Diluvio. Pues, ¿no fueron los
Telchines, los misteriosos artífices del hierro de Rodas, los que primero erigieron
estatuas a los Dioses, les proporcionaron armas, y enseñaron a los hombres las
artes mágicas? ¿Y no fueron ellos destruidos por un Diluvio, por orden de Zeus,
como los Cainitas lo fueron por orden de Jehovah? Los Telchines son simplemente
los Kabiri y los Titanes, en otra forma. También ellos son los Atlantes. Decharme
dice: "Lo mismo que Lemnos y Samotracia, Rodas, el país natal de los Telchines, es
una isla de formación volcánica". La isla griega de Rodas surgió repentinamente de
los mares, después de haber sido primeramente tragada por el Océano, dice la
tradición. Lo mismo que la Samotracia de los Kabiri, está relacionada en la memoria
del hombre con las leyendas del Diluvio.
Noé es el representante judío de casi todos los Dioses paganos. Los cantos de
Homero contienen, en forma poética, todas las fábulas de los Patriarcas, los cuales
son todos símbolos y signos numéricos, cósmicos y siderales. El intento de separar
las dos genealogías de Seth y de Caín, y el deseo igualmente fútil de presentarlos
como hombres históricos reales , sólo ha conducido a que se hagan investigaciones
más serias en la historia del pasado, y a descubrimientos que han perjudicado para
siempre a la famosa revelación . Por ejemplo, al establecerse la identidad de Noé
con Melchizedek, se ha probado también la identidad de Melchizedek, o Padre Sadik,
con Cronos-Saturno. Ningún escritor Cristiano lo niega. Bryant está de acuerdo con
todos los que profesan la opinión de que Sydic, o Sadic, fue el Patriarca Noé y
también Melchizedek; y que el nombre Sadic, que se le da, corresponde con el
carácter que se atribuye en el Génesis: "Era Sadic un hombre justo y perfecto en su
generación. Todas las ciencias así como todas las artes útiles se le atribuían,
siendo transmitidas por sus hijos a posteridad". Ahora bien, Sanchoniathon,
escritor fenicio, fue quien informó al mundo de que los Kabiri eran los Hijos de
Sydic o Zedek (Melchi-zedek). Como esta noticia llegó a nosotros por medio de
la Preparatio Evangelica de Eusebio, puede considerarse sospechosa, pues es más
que probable que tratara las obras de Sanchoniathon como trató las tablas
Sincrónicas de Manethou. Pero supongamos que la identificación de Sydic, Cronos o
Saturno, con Noé y Melchizedek, esté basada en una de las hipótesis piadosas de
Eusebio. Aceptémosla como tal, juntamente con la cualidad característica del
hombre justo de Noé y de su supuesto duplicado, el misterioso Melchizedek, "rey de
Salem, y sacerdote del Dios más elevado", según "su propia orden". Al hablar de
Adán, de Caín, de Marte, etc., como personificaciones, vemos que el autor
de Source of Measures expresa las Enseñanzas Esotéricas en sus investigaciones
kabalísticas. Había dos razas distintas de Cabiri: la primera consistía en Cam y
Mizraim, quienes serían Júpiter y Dionisos de Manaseas; la segunda, de los hijos de
Shem, que son los Cabiri de Sanchoniathon, mientrasque su padre Sydyk es, por
consiguiente, el Shem de la escritura. Los Kabiri, los "Poderosos", son idénticos
a los Dhyân Chohans primordiales, a los Pitris corpóreos e incorpóreos, y a todos
los Regentes e Instructores de las razas primitivas, que se mencionan como los
Dioses y Reyes de las Dinastías Divinas.
Fuentes: