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La Renta Básica por la Dignidad es una propuesta que busca garantizar un ingreso

mínimo a todas las personas, sin condiciones ni requisitos, para asegurar su subsistencia
y su participación en la sociedad. Se trata de un derecho universal, individual,
incondicional y suficiente que se otorgaría a cada ciudadano o residente legal de un país
o territorio.La Renta Básica por la Dignidad se basa en el principio de que toda persona
tiene derecho a una vida digna y a la libertad de elegir cómo vivir, sin depender de un
empleo, de una asistencia social o de una caridad. La Renta Básica por la Dignidad
pretende ser una herramienta para combatir la pobreza, la desigualdad, la exclusión y la
precariedad que afectan a millones de personas en el mundo, especialmente en el
contexto de la pandemia de covid-19.

La Renta Básica por la Dignidad se diferencia de otras formas de renta mínima o ingreso
básico en que no exige ninguna contrapartida a los beneficiarios, como trabajar, buscar
trabajo, estudiar, hacer voluntariado o cumplir con determinados requisitos de renta o
patrimonio. Tampoco se reduce ni se elimina si la persona recibe otros ingresos por
cualquier concepto. La Renta Básica por la Dignidad es compatible con cualquier otra
fuente de ingreso y no genera desincentivos al trabajo ni al ahorro.La Renta Básica por la
Dignidad se financia con los recursos públicos provenientes de los impuestos,
especialmente de los más progresivos y ecológicos. La Renta Básica por la Dignidad no
supone un aumento del gasto público, sino una redistribución más justa y eficiente de la
riqueza social. La Renta Básica por la Dignidad genera beneficios económicos, sociales y
ambientales, como el aumento del consumo, el ahorro, la inversión, el emprendimiento, la
innovación, la educación, la salud, el bienestar, la cohesión social, la democracia, la
igualdad de género y la sostenibilidad.

La Renta Básica por la Dignidad es una propuesta que cuenta con el apoyo de numerosos
expertos, organizaciones, movimientos sociales y ciudadanos que reclaman su
implantación como una medida urgente y necesaria para hacer frente a los retos actuales
y futuros. La Renta Básica por la Dignidad ha sido objeto de diversos estudios,
experimentos y proyectos piloto que han demostrado su viabilidad y sus efectos positivos
en diferentes contextos y países.La Renta Básica por la Dignidad es una propuesta que
se basa en los valores de la justicia social, la solidaridad, la libertad y la dignidad humana.
La Renta Básica por la Dignidad es una propuesta que busca transformar el sistema
económico y social para poner a las personas en el centro y garantizar sus derechos
humanos. La Renta Básica por la Dignidad es una propuesta que aspira a construir un
mundo más justo, sostenible y pacífico.

La Ley de Avance Solidario es una medida temporal que se promulgó en Atlantis para
ayudar a las personas que estaban pasando dificultades económicas debido a la
pandemia de COVID-19. La ley permite a los contribuyentes al sistema de seguridad
social retirar hasta el 10% de sus cuentas de capitalización individual, que son cuentas de
ahorro que se utilizan para financiar beneficios de jubilación.

La Ley de Adelanto Solidario ha sido controvertida, y algunas personas argumentan que


agotará las cuentas de capitalización individual y hará más difícil que las personas se
jubilen en el futuro. Otros argumentan que la ley es necesaria para ayudar a las personas
que tienen dificultades financieras y que las cuentas de capitalización individual todavía
están relativamente bien financiadas.

Los siguientes son algunos de los pros y contras de la Ley de Avance Solidario:

Ventajas:

 La ley puede ayudar a las personas que tienen dificultades económicas debido a la
pandemia de COVID-19.

 La ley puede estimular la economía inyectando dinero en circulación.

 La ley puede ayudar a proteger los ahorros para la jubilación de las personas a
largo plazo, impidiéndoles retirar todo su dinero de una vez.

Contras:

 La ley puede agotar las cuentas de capitalización individual.

 La ley puede dificultar la jubilación de las personas en el futuro.

 La ley puede alentar a las personas a confiar en sus ahorros para la jubilación
para gastos a corto plazo, en lugar de ahorrar para el largo plazo.
En definitiva, la decisión de apoyar o no la Ley de Avance Solidario es compleja. La ley
tiene ventajas y desventajas, y la mejor decisión para cada individuo dependerá de sus
propias circunstancias.

Además de los pros y contras enumerados anteriormente, también es importante


considerar los siguientes factores al evaluar la Ley de Avance Solidario:

 La situación financiera de las cuentas de capitalización individual.

 Las condiciones económicas en el Perú.

 El impacto de la ley en la seguridad jubilatoria de los peruanos.

La Ley de Avance Solidario es un tema complejo que no tiene respuestas fáciles. Es


importante sopesar cuidadosamente los pros y los contras antes de tomar una decisión
sobre si apoyar o no la ley.

Aquí algunas reflexiones adicionales sobre la Ley de Avance Solidario:

 Es probable que la ley tenga un mayor impacto en las personas de bajos ingresos,
quienes tienen más probabilidades de necesitar retirar dinero de sus cuentas de
capitalización individuales para satisfacer sus necesidades básicas.

 La ley también podría tener un impacto negativo en la seguridad financiera a largo


plazo de los peruanos, al reducir la cantidad de dinero que han ahorrado para la
jubilación.

 El gobierno debería monitorear cuidadosamente el impacto de la Ley de Avance


Solidario y hacer los ajustes necesarios.

La Ley de Avance Solidario es una medida temporal, pero es importante considerar sus
implicaciones a largo plazo. El gobierno debería evaluar cuidadosamente el impacto de la
ley y asegurarse de que no esté haciendo más daño que bien.

El derecho a la protesta es un derecho humano fundamental que permite a las personas


expresar sus opiniones, reclamos y demandas de forma pública y pacífica. El derecho a la
protesta está reconocido y protegido por el derecho internacional de los derechos
humanos, así como por la Constitución Política de Colombia y por diversas sentencias de
las altas cortes del país.

El derecho a la protesta tiene una doble dimensión: por un lado, es un derecho que se
ejerce para defender y promover otros derechos humanos, como el derecho a la vida, a la
salud, a la educación, al trabajo, al medio ambiente, entre otros. Por otro lado, es un
derecho que se realiza mediante el ejercicio de otros derechos, como el derecho a la
libertad de expresión, de asociación, de reunión y de participación. Por lo tanto, el
derecho a la protesta es una forma de manifestar la ciudadanía activa y democrática.

El derecho a la protesta implica una serie de obligaciones para el Estado y de


responsabilidades para los manifestantes. El Estado tiene el deber de respetar, proteger y
garantizar el derecho a la protesta, lo que significa que no puede prohibirlo, restringirlo o
sancionarlo arbitrariamente, sino que debe facilitar las condiciones para su ejercicio.
Además, el Estado debe proteger a los manifestantes de posibles agresiones o amenazas
por parte de terceros, así como investigar y sancionar cualquier violación de los derechos
humanos cometida en el contexto de la protesta.

Los manifestantes, por su parte, tienen la responsabilidad de ejercer el derecho a la


protesta de forma pacífica y no violenta, respetando los derechos de los demás y
cumpliendo con las normas legales vigentes. Los manifestantes no pueden recurrir al uso
de la fuerza, la intimidación, el vandalismo o la alteración del orden público para expresar
sus demandas. Tampoco pueden impedir el ejercicio del derecho a la protesta de otras
personas o grupos que tengan opiniones diferentes o contrarias.

El derecho a la protesta no es absoluto ni ilimitado. El Estado puede establecer ciertas


regulaciones o limitaciones al derecho a la protesta siempre que se cumplan tres
requisitos: que sean establecidas por ley, que sean necesarias para proteger un interés
legítimo (como la seguridad pública o los derechos de terceros) y que sean proporcionales
al objetivo perseguido (es decir, que no sean excesivas ni discriminatorias). Estas
regulaciones o limitaciones deben ser previas, claras y conocidas por los manifestantes.
El derecho a la protesta es un derecho vital para el fortalecimiento de la democracia y el
desarrollo social. La protesta es una forma legítima y pacífica de expresar el descontento,
el inconformismo o el desacuerdo con las políticas o acciones del Estado o de otros
actores sociales. La protesta es también una forma efectiva y creativa de proponer
cambios, soluciones o alternativas para mejorar las condiciones de vida de las personas y
las comunidades. La protesta es, en definitiva, una forma de ejercer la ciudadanía y
participar en la construcción del país

Una acción de protección es un mecanismo jurídico que busca garantizar el respeto y la


efectividad de los derechos constitucionales de las personas, frente a actos u omisiones
que los vulneren o amenacen. Se trata de una acción constitucional, es decir, que se basa
en lo que establece la Constitución del Ecuador, y que se tramita ante los jueces de
primera instancia.

La acción de protección puede ser presentada por cualquier persona, grupo de personas,
comunidad, pueblo, nacionalidad o colectivo que se sienta afectado o en riesgo de sufrir
una violación de sus derechos constitucionales. No es necesario contar con un abogado
para iniciar la acción, aunque se recomienda hacerlo para tener una mejor defensa. La
acción puede dirigirse contra:

 Cualquier autoridad pública no judicial, es decir, que no sea un juez o una jueza.
Por ejemplo, un funcionario del gobierno, un alcalde, un ministro, etc.
 Cualquier política pública, nacional o local, que impida el goce o ejercicio de los
derechos y garantías constitucionales. Por ejemplo, una ley, un decreto, un
reglamento, etc.
 Cualquier prestador del servicio público que viole los derechos y garantías
constitucionales. Por ejemplo, una empresa pública de agua, luz, teléfono, etc.
 Cualquier persona natural o jurídica del sector privado, en circunstancias
específicas. Por ejemplo, cuando cause un daño grave a los derechos
constitucionales, cuando actúe en nombre del Estado o con su autorización, o
cuando la persona afectada se encuentre en estado de subordinación, indefensión
o discriminación.
La acción de protección debe presentarse dentro del normal mente en las legislaciones
que reconocen este proceso proceso plazo de 30 días desde que ocurrió la violación o
amenaza de los derechos constitucionales. El juez o la jueza debe convocar a una
audiencia dentro de las 48 horas siguientes a la presentación de la acción. En la
audiencia, el demandante debe exponer sus argumentos y pruebas para demostrar la
vulneración o amenaza de sus derechos. El demandado también tiene derecho a
defenderse y presentar sus pruebas. El juez o la jueza debe dictar una sentencia en el
mismo día de la audiencia.

La sentencia puede declarar procedente o improcedente la acción de protección. Si es


procedente, el juez o la jueza debe ordenar el cese inmediato de la violación o amenaza
de los derechos constitucionales y la reparación integral del daño causado. La reparación
integral puede incluir medidas como el restablecimiento del derecho vulnerado, el
reconocimiento público de la responsabilidad, el pago de una indemnización económica,
etc. Si es improcedente, el juez o la jueza debe rechazar la acción y absolver al
demandado.

La sentencia puede ser apelada por cualquiera de las partes ante un tribunal superior
dentro del plazo de tres días desde su notificación. El tribunal debe resolver la apelación
en el plazo máximo de 15 días.

La acción de protección es un instrumento jurídico muy importante para defender los


derechos constitucionales frente a cualquier tipo de agresión o amenaza. Sin embargo, no
debe ser usada para casos que tengan otros mecanismos judiciales adecuados y eficaces
para su solución. Tampoco debe ser usada para fines distintos a los que establece la
Constitución

El derecho de igualdad ante la ley es un principio fundamental que reconoce que todas las
personas deben ser tratadas de la misma manera por la ley, sin distinción de raza, sexo,
orientación sexual, género, origen nacional, color, origen étnico, religión u otras
características personales o colectivas. Este principio implica que la ley debe garantizar
que ningún individuo o grupo de individuos sea privilegiado o discriminado por el Estado, y
que todos tengan derecho a una protección igual y efectiva de sus derechos y garantías
constitucionales.
El derecho de igualdad ante la ley tiene su origen en la filosofía del derecho natural, que
sostiene que todos los seres humanos poseen una dignidad inherente y unos derechos
inalienables que deben ser respetados por el orden jurídico. El jurista romano Ulpiano
afirmó en el siglo III d.C. que “en lo que atañe al derecho natural, todos los hombres son
iguales” (Ulpiano: Digesto 50, 17, 32). Este principio fue recogido por las declaraciones de
derechos humanos de los siglos XVII y XVIII, como la Declaración de Independencia de
Estados Unidos de 1776, que proclamó que "sostenemos como evidentes estas verdades:
que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su Creador de ciertos
derechos inalienables; que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la
felicidad", o la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789, que
estableció que “los hombres nacen y permanecen libres e iguales en derechos” y que "la
ley es la expresión de la voluntad general. Todos los ciudadanos tienen derecho a
contribuir a su elaboración, personalmente o por medio de sus representantes".

El derecho de igualdad ante la ley se consolidó en el siglo XX con la adopción de


instrumentos internacionales de derechos humanos, como la Declaración Universal de
Derechos Humanos de 1948, que en su artículo 7 dispone que “todos son iguales ante la
ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a
igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda
provocación a tal discriminación”. Este artículo ha sido desarrollado por otros tratados
internacionales que combaten formas específicas de discriminación, como el Pacto
Internacional de Derechos Civiles y Políticos, el Pacto Internacional de Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, la Convención sobre la Eliminación de Todas las
Formas de Discriminación contra la Mujer, la Convención sobre los Derechos del Niño, la
Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación
Racial, la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, entre otros.

El derecho de igualdad ante la ley implica tanto una obligación negativa como una positiva
por parte del Estado. Por un lado, el Estado debe abstenerse de tratar a ciertos grupos o
personas de forma desfavorable o arbitraria por motivos prohibidos por el derecho
internacional. Por otro lado, el Estado debe adoptar medidas para asegurar que todas las
personas gocen efectivamente de sus derechos y libertades en condiciones de igualdad.
Estas medidas pueden incluir acciones afirmativas o positivas para corregir situaciones
históricas o estructurales de desventaja o exclusión social. Asimismo, el Estado debe
garantizar el acceso a la justicia y a los recursos efectivos para las víctimas de
discriminación.

El derecho de igualdad ante la ley es un principio esencial para el respeto de la dignidad


humana y el desarrollo democrático. Sin embargo, su realización plena aún enfrenta
numerosos desafíos y obstáculos en el mundo actual. Algunos ejemplos son las
persistentes brechas entre hombres y mujeres en materia de educación, salud, trabajo y
participación política; las violaciones sistemáticas de los derechos humanos de las
minorías étnicas, religiosas o sexuales; las barreras legales o sociales que impiden el
ejercicio pleno de los derechos civiles y políticos por parte de los migrantes o los
refugiados; o las limitaciones al acceso a los servicios públicos básicos por parte de las
personas con discapacidad o en situación de pobreza. Estos problemas requieren una
acción conjunta y coordinada entre los Estados, las organizaciones internacionales, la
sociedad civil y los individuos para promover y proteger el derecho de igualdad ante la ley

derechos tributarios y su vulneración en la pandemia de COVID-19.

El primer resultado es un capítulo del informe del Banco Mundial sobre los impactos
económicos de la crisis de la COVID-19. En él se analiza cómo la pandemia ha afectado a
la desigualdad interna y entre los países, y cómo las políticas económicas han tratado de
mitigar los costos humanos y sociales. También se señalan los nuevos riesgos para la
recuperación equitativa, como el aumento de los niveles de deuda pública y privada..

El segundo resultado es un real decreto-ley que adopta medidas complementarias de


apoyo a empresas y autónomos afectados por la pandemia de COVID-19. Entre estas
medidas se incluyen la ampliación de los plazos para el reintegro y el reembolso de
préstamos concedidos por la Administración General del Estado, la dispensa total o
parcial de garantías para el aplazamiento y el fraccionamiento de las deudas no
tributarias, y la suspensión temporal de determinados procedimientos administrativos y
sancionadores.

El tercer resultado es un documento de las Naciones Unidas sobre la COVID-19 y los


derechos humanos. En él se explica cómo la pandemia ha puesto a prueba los principios
y valores universales de los derechos humanos, y cómo estos pueden orientar las
respuestas a la crisis. También se ofrecen recomendaciones para proteger los derechos
humanos de las personas más vulnerables y afectadas por la pandemia, como las
mujeres, los niños, los refugiados, los migrantes, los pobres, las personas con
discapacidad, las personas detenidas, las minorías y los pueblos indígenas.

El acceso a la salud es un derecho humano fundamental que implica el disfrute


del más alto nivel posible de bienestar físico, mental y social. El análisis de este
derecho básico implica considerar los siguientes aspectos:

 Los determinantes sociales de la salud, que son las condiciones en las que
las personas nacen, crecen, viven, trabajan y envejecen, y que influyen en
su estado de salud. Estos incluyen factores como el medio ambiente, la
educación, la alimentación, el trabajo, la vivienda, el género y la cultura.
 Las obligaciones de los Estados de respetar, proteger y cumplir el derecho
a la salud, lo que significa que deben abstenerse de interferir con el
ejercicio de este derecho, adoptar medidas para prevenir y eliminar las
amenazas a la salud, y garantizar el acceso universal y equitativo a los
servicios de salud de calidad.
 Los principios de no discriminación, participación, rendición de cuentas y
transparencia, que deben orientar la formulación e implementación de las
políticas y programas de salud. Estos principios implican que todas las
personas deben poder ejercer su derecho a la salud sin distinción alguna,
tener voz en las decisiones que les afectan, exigir el cumplimiento de las
normas y estándares internacionales de derechos humanos en materia de
salud, y acceder a la información relevante sobre su salud y los servicios
disponibles.
 Los desafíos y oportunidades para la realización del derecho a la salud en
el contexto actual, que incluyen aspectos como la pandemia de COVID-19,
el cambio climático, el envejecimiento poblacional, las migraciones, las
enfermedades no transmisibles, la salud mental, la salud sexual y
reproductiva, y el acceso a los medicamentos esenciales

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