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Parte Dogmática I

Esta lectura debe abordarse de manera integral. La división en títulos y acápites representa una forma de organización, pero no implica
que los términos analizados puedan ser estudiados de manera aislada ni como compartimentos independientes. 

Aclaración

Sobre el concepto de derecho

El concepto de derecho en la obra de Robert Alexy

Referencias
LECCIÓN 1 de 4

Aclaración

Habitualmente, la doctrina formuló una división de la Constitución en dos partes: la dogmática y la orgánica. La primera hace referencia a la sección donde se
hallan las declaraciones, los derechos y las garantías. La segunda, a la sección donde se dividen las funciones gubernamentales. Entendemos que esta
clasificación presenta algunas cuestiones problemáticas, puesto que un dogma -por mencionar un ejemplo literal- implica la imposibilidad de una revisión crítica y,
por ende, de cambios. No obstante, retomamos la distinción para orientar el estudio, sin dejar de mencionar las complejidades que toda clasificación acarrea.

Antes de ingresar al estudio de la parte dogmática del Derecho Constitucional, deben esclarecerse algunos conceptos básicos, como declaraciones, derechos y
garantías. De manera aproximada y como primer acercamiento teórico, proponemos estas definiciones:

Declaración

Es una forma general, una afirmación, una elección entre posibles, una toma de postura de la Nación, considerada en sí misa y en su relación con otros estados, las provincias, la
Iglesia, etcétera. Como ejemplo, pueden citarse los artículos 1, 2, 3, entre otros.

Derechos

Son atribuciones, facultades, potestades expresamente reservadas por los hombres para sí al momento de suscribir el pacto constitucional, destinados a ser ejercidos erga
omnes. Como ejemplo pueden citarse los artículos 14, 14bis, 15, 16,17, entre otros.

Garantía

Es un remedio, un camino o vía procesal en manos de los ciudadanos para asegurar el pleno ejercicio de los derechos y lograr la reparación de un derecho constitucional violado,
menoscabado, etcétera. Como ejemplo, pueden citarse los artículos 18, 19, 43, entre otros.

También es necesario hacer referencia a conceptos tomados del lenguaje natural, ya que tienen un significado jurídico distinto: persona, hombre, habitante,
extranjero, ciudadano. Se verá que son ejes de imputación diferentes de derechos, por ejemplo, el habitante y el extranjero pueden no gozar de derechos
ciudadanos. La noción de “persona humana” al igual que la de “hombre” engloba a todos sin importar género, nacionalidad, ideología, etcétera; y nuestra
Constitución tuvo, en general, precisión terminológica al respecto.

Ahora bien, como operadores jurídicos utilizamos a menudo estos conceptos, incluso sin precisión. Por lo tanto, la primera parte de esta lectura intentará responder
una pregunta que, pese a su importancia, no solemos hacernos: ¿qué es el derecho? Para obtener una respuesta debemos abordar algunas cuestiones de la
Filosofía del Derecho.
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Sobre el concepto de derecho

Entre los aspectos centrales en la historia de la Filosofía del Derecho se encuentra relación entre el derecho y la moral: “¿Es el Derecho solamente una parte de la
Moral, o es, por el contrario, un sistema normativo autónomo que, sin conexión alguna conceptualmente necesaria con la Moral, puede tener cualquier contenido?”
(Oliveira, 2010, https://bit.ly/3050uM1). Buscar una respuesta a este interrogante es abordar un posible concepto de derecho.

Es posible diferenciar dos posiciones básicas en torno a la cuestión planteada: la positivista y la no-positivista. Ambas se proponen explicar el concepto de
derecho, para determinar qué puede ser tenido como esencial y necesario en torno al del derecho en cualquier comunidad que posea un sistema jurídico. 

Aquellos que sostienen una concepción positivista del Derecho defienden la tesis de la separación que, en términos generales, sostiene que no
existe ninguna conexión conceptualmente necesaria entre el Derecho y la Moral, es decir que la definición del concepto de Derecho debe ser
formulada de modo de no incluir elementos morales o, en otros términos, se puede decir que es la tesis que sostiene que lo que un sistema
jurídico es puede ser identificado sin recurrir a argumentos morales. Las teorías positivistas, básicamente, argumentan que no se debe confundir
lo que el Derecho es con lo que el Derecho debe ser, es decir que no se debe confundir lo que el Derecho comanda, prohíbe o permite con lo que
valores como la justicia y la equidad demandan. Por su parte, aquellos que sostienen una concepción no-positivista del Derecho defienden la
tesis de la conexión que, en términos generales, enuncia que la definición del concepto de Derecho debe ser formulada de modo de incluir
elementos morales, o, por lo que un ordenamiento jurídico no puede ser reconocido sin recurrir a argumentos o valores morales. La inclusión o no
de elementos morales en el concepto de Derecho es, sino la principal, una de las principales diferencias entre el positivismo y el no-positivismo.
(Oliveira, 2010, https://bit.ly/3050uM1).

No obstante a la aparente claridad de esta distinción, en la historia del pensamiento jurídico encontramos versiones divergentes (tanto en el interior del positivismo
jurídico como en el no-positivismo) de la definición del concepto de derecho, de acuerdo a las distinciones y los elementos de los que parten. 

A título de ejemplo, se puede hacer una distinción entre positivismo (o no-positivismo) fuerte y débil. Cuando se sostiene la tesis de la separación
(positivismo jurídico), es posible mantener, por lo menos, dos versiones diferentes de la misma tesis: una versión fuerte, la de que la Moral está
necesariamente excluida del concepto de Derecho; y una versión débil, la de que la Moral, a pesar de no estar necesariamente excluida, no está
conectada de modo conceptualmente necesario, siendo esa conexión una cuestión contingente, dependiente de lo que viene enunciado en el

Derecho positivo.1

Se puede hacer una distinción similar dentro del no-positivismo. Quienes defienden la tesis de la conexión pueden sostener, al menos, dos
versiones distintas: una versión fuerte, la de que todo y cualquier texto legislativo injusto (inmoral) es jurídicamente inválido, dada la conexión
conceptualmente necesaria entre el Derecho y la Moral; y una versión débil, la de que un texto legislativo injusto sólo es jurídicamente inválido
cuando supera un cierto nivel tolerable de injusticia. Otra distinción posible relativa a la tesis de la conexión es la siguiente: una versión fuerte,
que sostiene la existencia de una conexión necesaria entre el Derecho y una Moral correcta o adecuada; y una versión débil, que sostiene la
existencia de una conexión necesaria entre el Derecho y alguna Moral. (Oliveira, 2010, https://bit.ly/3050uM1).
[1] La distinción entre positivismo “fuerte” y “débil” puede ser encontrada, en la literatura, sobre la dicotomía “exclusivo” e “inclusivo”. Véase: Torre, Massimo La., On Two

Distinct and Opposing Versions of Natural Law: “Exclusive” versus “Inclusive”, en “Ratio Juris” 19, 2006: pp. 197-216; y Alexy, Robert, On the Concept and the Nature of Law,

en “Ius et Lex”, 2006a: pp. 31-51.

A pesar de su carácter filosófico, esta discusión impacta en la esfera de la práctica. Puesto que el debate en torno al concepto de derecho no es otra cosa que un
debate acerca de lo que el derecho es, resulta imprescindible que cualquier jurista defina claramente a qué posición adscribe. 

En los casos fáciles2, la clareza de esa posición no parece ser tan exigida, y, muy comúnmente, esa posición es inclusive tomada como obvia,
trivial o sin mayor importancia. En tales casos, las soluciones exigidas se sitúan en el campo de lo “pura- mente jurídico” o de lo “puramente
técnico”, en el sentido de no depender de argumentos morales para que sean justificadas como jurídicamente correctas. En los casos difíciles,
es decir, en los casos en que hay lagunas y conflictos entre normas (sobre todo de principios en colisión) o en que se toman decisiones contra
legem, es incontestable la necesidad de tomar una posición clara acerca de cuál concepto de Derecho es correcto. En tales casos difíciles,
soluciones “puramente jurídicas” o “puramente técnicas” no son suficientes, pues hay una exigencia (que, resáltese, es, para algunos, una
exigencia jurídica) del uso de argumentos morales para justificarlas como soluciones jurídicamente correctas. (Oliveira, 2010,
https://bit.ly/3050uM1).

[2] Recordemos la indeterminación del lenguaje jurídico. Los conceptos jurídicos son indeterminados, aunque no son los únicos. Para ver un ejemplo cotidiano,

recurramos a un paquete de caramelos. Es muy preciso estimar cuando está lleno y cuando vacío, pero no tendríamos acuerdo de cuando está más o menos lleno o

vacío. Esto mismo ocurre cuando recurrimos a la interpretación de casos fáciles o difíciles, en los que la forma de resolver la indeterminación puede ponernos frente a la

utilización de argumentos que están cerca de la moral o lejos de ella.

Entre las reglas y los principios: el debate entre Hart y Dworkin

Herbert Louis Aldous Hart fue uno de los más importantes filósofos del derecho del siglo pasado y un superador de la postura de Austin Kelsen (que sostenía que
el derecho contiene una sanción).Los puntos relevantes de su teoría jurídica están contenidos en el libro The Concept of Law. Estos son algunos de sus aportes:

a) El Derecho, es un sistema formado por la unión de reglas primarias y secundarias. Las reglas primarias confieren obligaciones y las reglas
secundarias, que se desprenden de las primarias, confieren facultades.

b) Como resultado de la combinación de las reglas primarias de obligación con las reglas secundarias de reconocimiento, cambio y
adjudicación, Hart destaca que no sólo se tiene la médula de un sistema jurídico, sino una herramienta muy poderosa para el análisis de
muchos de los problemas que han desconcertado tanto a juristas como a teóricos sociales. Ello lo atribuye Hart a que muchas de las
oscuridades y distorsiones que rodean a los conceptos jurídicos, e inclusive políticos surgen del hecho de que éstos implican realmente una
referencia al punto de vista interno, es decir, el punto de vista de quienes no se limitan a registrar y predecir la conducta que se adecua a las
reglas, sino que usan las reglas como criterios o pautas para valorar sus conductas y la de los demás.

c) La ‘regla de reconocimiento’ es un elemento central de su teoría. Especifica los criterios que debe poseer una regla para ser considerada
una regla del sistema. Esta regla de reconocimiento determina el material jurídico para aplicarse a un caso concreto. En otras palabras,
determina si una norma puede ser catalogada como jurídica o no jurídica.

d) Hart considera que la regla de reconocimiento, al ser la norma que provee los criterios para determinar la validez de las demás reglas del
sistema, es una regla última. Esta regla de reconocimiento se diferencia de las otras reglas del sistema en el sentido de que no se puede
predicar acerca de su validez. Únicamente se puede predicar que existe como una práctica compleja, pero normalmente concordante de
funcionarios y particulares al identificar el derecho con referencia a ciertos criterios. Su existencia, por tanto, es una cuestión de hecho que, al
igual que con las reglas primarias de obligación, se evidencia en las actitudes críticas de quienes la aceptan frente a la inobservancia de
aquellos “obligados” a aplicarla.

Para Hart hay medidas sociales que pueden ser calificadas de “leyes naturales descubribles por la razón”. Lo que Hart busca es saber si estas
medidas guardan alguna relación con el derecho y la moral de los hombres. Ergo, la tesis hartiana arriba a la conclusión de que entre el derecho
y la moral no existe una conexión necesaria. (González Covarruias, M., s.f., https://bit.ly/2Yh9Vpd).

Ante estas aseveraciones, surgieron algunas visiones críticas. críticas. Fue Ronald Dworkin, uno de los teóricos del derecho más influyentes en el mundo, quien se
puso a la cabeza de las críticas, exponiéndolas en su obra Law’s Empire:

La teoría de Dworkin puede ser calificada de interpretativista: el Derecho es lo que sigue de una construcción interpretativa de la historia
institucional del sistema jurídico.

Para Dworkin, el Derecho no es solamente un conjunto de reglas primarias y secundarias, sino que también se compone de principios  y
directrices o políticas. Es en la relación de estos tres elementos: reglas; principios y políticas, donde se encuentra la explicación más certera de lo
que es el Derecho. 

Es importante decir que dos son las columnas en las que se erige la teoría del derecho de Dworkin. Por un lado, el análisis de la práctica judicial
de la Corte Suprema de los Estados Unidos en casos tanto de Derecho constitucional como de derecho privado, haciendo especial énfasis en los
denominados casos difíciles. La otra columna es una crítica de las concepciones positivas y utilitaristas del derecho, la que…[consiste]
principalmente en una refutación de la teoría de Hart.

…Como ya hemos dicho, buena parte de la teoría del derecho de Ronald Dworkin es la crítica que éste realiza sobre las tesis positivistas de Hart,
es decir, la construcción de buena parte de la teoría del derecho de Dworkin es el debate en sí mismo. Pues de una lectura crítica de The Concept
of Law en el que Hart sostiene como hemos visto que el Derecho es un sistema de reglas primarias y secundarias, Dworkin construye su teoría
tomando como punto de partida esa tesis hartiana.

a) El Derecho no es solamente un sistema compuesto por reglas

Esta es la primera crítica que Dworkin realiza, y no está dirigida solamente contra Hart, sino contra todos los iuspositivistas. Dworkin establece
que uno de los grandes dogmas del positivismo legal es que todo el derecho puede ser identificado mediante una regla. Dworkin dice que lo
anterior sería correcto si el Derecho fuera solamente un sistema compuesto por reglas. Empero, para Dworkin, el Derecho es algo más que un
sistema integrado por reglas… Identifica otros estándares normativos a los que denomina principios -principles- y directrices o políticas -policies-.

Es aquí donde nace también otra crítica: para Dworkin, la regla de reconocimiento de Hart es insuficiente para determinar los criterios jurídicos.
Esta insuficiencia nace de que a lo que atiende la regla de reconocimiento es a un carácter meramente formal y que no atiende al contenido de la
disposición jurídica. Para Dworkin, la regla de reconocimiento es un criterio insuficiente para determinar lo que es parte del material jurídico y lo
que no lo es. De lo anterior, Dworkin considera que esta regla sirve entonces para establecer la diferencia entre las reglas jurídicamente válidas y
las que no lo son. El origen de estas normas es el material jurídico positivo, es decir, que se encuentran en una ley u otra disposición escrita
[mientras que los otros estándares normativos –los principios y las directrices– no se encuentran puestos como tal en el material jurídico].
(González Covarrubias, s.f., https://bit.ly/2Yh9Vpd).
Entonces, Dworkin argumenta que los principios son de naturaleza material, por lo que no es posible para la regla de reconocimiento identificarlos mediante el
criterio formal que la caracteriza.

La conclusión de Dworkin es que la teoría del Derecho de Hart sirve para explicar solamente las reglas del sistema jurídico, pero que no dice nada
de los componentes básicos de cualquier sistema jurídico que, fundamentalmente son principios jurídicos. Para la identificación de estos
estándares normativos es necesario un razonamiento material, aplicable a cada caso. De manera general, el rechazo de Dworkin a la teoría del
derecho de Hart es claramente el carácter formal de la regla de reconocimiento, incapaz de identificar el carácter material de los principios y, por
tanto, incapaz de describir de manera completa lo que es el Derecho.

b) La conexión existente entre Derecho y Moral

Este punto del debate es quizá el más álgido, pues si bien hemos visto que en el punto anterior existe cierto consenso en algunos temas, en el
caso de la conexión entre el Derecho y la Moral no ocurre así. La posición de Dworkin es radical: el Derecho es moral. La posición de Hart es lo
contrario: entre el Derecho y Moral no existe una conexión necesaria.

Hart aboga por un concepto amplio de validez jurídica de acuerdo al cual el derecho puede ser definido sin referencia necesaria a la moral, el
criterio que permite distinguir el derecho no está sujeto a un examen de contenido moral sino a requisitos formales que tiene que satisfacerse
para la creación de reglas jurídicas. Hart señala que es posible enfrentar exigencias jurídicas moralmente inicuas en cuyo caso la expresión
válida sería “esto es derecho, pero es demasiado inicuo para ser obedecido o aplicado”, empero de esta proposición no se sigue que no es una
regla válida de derecho. En este sentido, “un concepto de derecho que permite distinguir entre la invalidez de las normas jurídicas y su
inmoralidad, nos habilita para ver la complejidad y variedad de estas distintas cuestiones; mientras que un concepto restringido que niega validez
jurídica a las reglas inicuas puede cegarnos frente a ellas”. La tesis hartiana sobre la validez jurídica da lugar a una reflexión interesante en
términos del examen moral de obediencia al que pueden someterse las normas jurídicas, al señalar:

“Mientras que los seres humanos puedan obtener suficiente cooperación de algunos para permitirles dominar a otros, usarán las formas del
derecho como uno de sus instrumentos. Hombres malvados dictarán reglas malvadas que otros aplicarán. Lo que por cierto más se necesita
para que los hombres tengan una visión clara al enfrentar el abuso oficial del poder, es que conserven la idea de que al certificar que algo es
jurídicamente válido no resolvemos en forma definitiva la cuestión de si se le debe obediencia, y que por grande que sea el halo de majestad o de
autoridad que el sistema oficial pueda poseer, sus exigencias, en definitiva, tienen que ser sometidas a un examen moral”. 

Hart analiza las distintas expresiones que se usan para negar o afirmar la relación existente entre el derecho y la moral, sin embargo, de ellas no
se sigue como verdadera la proposición de que entre ellos exista una conexión necesaria. De tal suerte que es posible definir al Derecho sin tener
que aprobar un examen de contenido moral de las reglas, en todo caso, la reflexión moral será relevante para resolver problemas de obediencia al
derecho lo cual es distinto a sostener que el contenido moral del derecho es requisito para reconocer la existencia del mismo como propone
Dworkin. (González Covarrubias, s.f., https://bit.ly/2Yh9Vpd).

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El concepto de derecho en la obra de Robert Alexy

Para dar por terminado el abordaje del concepto de derecho, resta analizar brevemente la obra de Robert Alexy. Ello no implica que Hart, Dworkin o Alexy sean los
únicos autores que se han dedicado a la cuestión, sino que son algunos de los más influyentes y aportan herramientas para posicionarnos en una u otra corriente
de pensamiento.

Los tres argumentos que comprenden los puntos centrales del razonamiento de Alexy se posicionan en favor de un concepto no-positivista de derecho. El primero
de ellos, el argumento de la corrección, que sirve de base para otros dos argumentos: el de la injusticia y el de los principios. Los tres son complementarios.

El argumento de la corrección

El legislador, al producir un texto legislativo, pretende que ese texto sea correcto (es decir, justo), aunque tal pretensión no implique que ese texto
legislativo tenga que expresar necesariamente cierto contenido (pretensión de corrección).

También es posible reestructurar esa premisa de modo de convertirlo en un enunciado que parta no ya de una pretensión del legislador, sino de
una pretensión de un juez. Éste, al tomar una decisión judicial, pretende que esa decisión sea correcta (o sea, justa), aunque tal pretensión no
implique que esa decisión judicial tenga que expresar necesariamente cierto contenido. Con ambas premisas se puede llegar a una forma
general del argumento de la corrección: “(...) normas jurídicas individuales y decisiones judiciales individuales, así como sistemas jurídicos como
un todo, necesariamente crean una pretensión de corrección”. 

Para demostrar a) y a.1), Alexy recurre a la formulación de contradicciones performativas. Un caso clásico de ese tipo de contradicción es el del
enunciado “El gato está en el cuarto, pero yo no creo que él esté allí”. Quien profiere “El gato está en el cuarto” está comprometido con la
proposición de que “(Yo creo) que el gato está en el cuarto” (actitud proposicional de verdad), incluso cuando el gato no está, de hecho, en el
cuarto. En efecto, si el hablante no estuviese comprometido con esa proposición, o sea, si él afirmase “El gato está en el cuarto” creyendo en la
proposición de que “El gato no está en el cuarto”, sería posible a cualquier persona mentir sin ningún control. Si puede ser verificado que el gato
no está en el cuarto, quien profiere ese enunciado (creyendo en su verdad) incurre en un error y no en una contradicción (o en una mentira).

Es parte del concepto de una afirmación la idea de que cuando uno afirma algo, pretende que ese algo sea verdadero, y eso implica que quien
afirma y, al mismo tiempo, niega lo que afirma incurre en una falla conceptual y no solo en una falla técnica. Una contradicción performativa,
resáltese, es una contradicción que ocurre cuando se toman expresiones lingüísticas como actos de habla (speech-acts), o sea, en cuanto
usadas en la realización de acciones. Toda falla conceptual puede ser considerada como una violación de las reglas constitutivas de los actos de
habla. En ese sentido, es una regla constitutiva del acto de habla de la aserción la regla de que quien realiza ese acto lo tiene que realizar con la
creencia de que lo que es aseverado pueda ser verdadero. (Oliveira, 2010, https://bit.ly/2AbQlCO).

Con dicha lógica como eje argumental, Alexy propone el siguiente ejemplo para analizar: “X es una república soberana, federal e injusta”, haciendo alusión a una
norma constitucional que caracteriza a un estado. Siguiendo la línea argumentativa, el enunciado falla por ser la pretensión de corrección un elemento constitutivo
del acto de promulgar una Constitución. Alexy propone que: 
… la pretensión de corrección -en este caso, una pretensión de justicia- está necesariamente conectada con el acto de promulgar una
Constitución, ... hay una contradicción performativa si el contenido de ese acto de promulgar una Constitución niega la pretensión de justicia...
(Oliveira, 2010, https://bit.ly/2AbQlCO).

En ese sentido, la propuesta del argumento de la corrección intenta demostrar que un operador del sistema jurídico, cuando formula proposiciones sobre ese
sistema jurídico, siempre pretende que esas proposiciones sean correctas. Claro que el argumento de la corrección no resulta suficiente para demostrar la tesis de
la conexión entre derecho y moral, puesto que: 

 …un positivista puede sostener el argumento de la corrección e incluso así defender la tesis de la separación. Ese positivista puede argumentar
que la pretensión de corrección no puede implicar una conexión conceptualmente necesaria entre el derecho y la moral, ya que esa pretensión
tiene un contenido trivial sin implicaciones morales. 

Para responder a esa objeción, el próximo paso de Alexy es aducir razones para demostrar que la pretensión de corrección tiene implicancias
morales …Una vez demostradas la necesidad conceptual de la pretensión de corrección y las implicaciones morales que de ella siguen, queda
también demostrada su tesis de la conexión necesaria entre el Derecho y la Moral. (Oliveira, 2010, https://bit.ly/2AbQlCO).

Veamos brevemente los dos subargumentos que fortalecen la idea alexiana de derecho.

El argumento de la injusticia

…por más que el texto legislativo no tenga que expresar necesariamente cierto contenido, la pretensión de corrección creada por el legislador implica que el texto
legislativo necesariamente no exprese cierto contenido, aquel contenido que ultrapasa un nivel “tolerable” de injusticia, esto es, aquel contenido que configura una
injusticia extrema. 
 
En ese modo de formular el argumento, la conexión entre la pretensión de corrección del Derecho y la prohibición normativa de la injusticia extrema queda
explícita. Alexy propone que “... en el caso de la injusticia extrema, el problema ético es también un problema jurídico...”, y, de ese modo, el argumento de la
injusticia extrema se refiere a “... una tesis sustantiva ... que sólo puede ser atacada con argumentos sustantivos ...”.
 
Mientras que la pretensión de corrección es un argumento conceptual, el argumento que procede de la injusticia extrema es un argumento normativo, y, por lo
tanto, ofrece una razón sustantiva para justificar la inclusión de un elemento moral en el concepto de Derecho. (Oliveira, 2010, https://bit.ly/2AbQlCO).

El argumento de los principios



Para formular el argumento principista, Alexy propone una tesis empírica y la llama tesis de la incorporación: “... todo sistema jurídico que es al menos
mínimamente desarrollado contiene necesariamente principios”. Si esa tesis es probable, de ella deriva otra, la tesis de la Moral: “de acuerdo con esa tesis, [un
sistema jurídico] necesariamente incluye principios que pertenecen a una [determinada] Moral ...”, o sea, de la tesis de la incorporación sigue la tesis de que hay
una conexión del Derecho con alguna Moral. Por otro lado, si la aplicación de esos principios a casos concretos levanta una pretensión de corrección jurídica, y si
por lo menos uno de esos principios tiene un contenido moral, entonces se puede sostener que “... la pretensión de corrección jurídica necesariamente conectada
con la decisión [de aplicar principios a casos concretos] incluye una pretensión de corrección moral...”. Es esa última posición que le permite a Alexy defender una
tesis fuerte de la conexión necesaria el Derecho y una Moral adecuada. (Oliveira, 2010, https://bit.ly/2AbQlCO).
La utilidad de estos conceptos para la teoría constitucional

En la actualidad, existen diversas clasificaciones en torno a los derechos: operativos y programáticos; de primera, segunda, tercera y cuarta generación; principios
y reglas, etcétera.

Conocer estas distinciones nos permite, como operadores jurídicos, canalizar el abordaje en torno a las discusiones que surgen cuando estudiamos el derecho en
general y, en este caso, el constitucional en particular.

Los grandes debates acerca de la plena vigencia de los DDHH; sobre la legitimidad de órganos contra-mayoritarios (como el poder judicial) para decidir sobre la
operatividad o no de ciertos derechos; o la lectura que debe efectuarse sobre las instituciones democráticas, nos ponen -al menos- al frente de una de estas
clasificaciones. Por lo tanto, reconocer los argumentos del discurso jurídico, tanto de autores académicos o legisladores como de jueces y de colegas, es una
herramienta necesaria para la formación de un buen profesional del derecho.

El Derecho Constitucional y su praxis están repletos de colisiones de derechos que configuran casos difíciles. Por lo tanto, el análisis de estos casos implica
conocer ciertos mecanismos como el test de razonabilidad utilizado para analizar la debida reglamentación de un derecho, o el sistema de ponderación llamado
test de proporcionalidad, desarrollado también por Alexy. Debido a la extensión de ambos, no serán desarrollados en esta lectura, pero recomendamos su

abordaje.3 

[3] Para ampliar: Doménech, I. P. (2003). Notas sobre el concepto de razonabilidad y su uso en la jurisprudencia constitucional. Jueces para la democracia, (46), 75-82.

Barnes, J. (1998). El principio de proporcionalidad. Cuadernos de derecho público, 5, 15.

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Referencias

González Covarrubias, M.  El Debate "Hart-Dworkin": Una introducción a la discusión. Recuperado de


http://www.revistas.unam.mx/index.php/rfdm/article/view/59626

Oliveira, F. (2010). Entre el no-positivismo y el positivismo jurídico. Notas sobre el concepto de derecho en Robert Alexy. Recuperado de:
http://www.derecho.uba.ar/publicaciones/lye/ revistas/88/lecciones-y-ensayos-88-paginas-101-135.pdf

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