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SUMARIO. A. Derecho Individual del Trabajo. I. El trabajo antes del
derecho del trabajo en la Banda Oriental. II El trabajo en la época de la
independencia: la cuestión agraria en el pensamiento Artiguista. III La
evolución política y económica en el Uruguay independiente del siglo XIX y
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la emergencia de la cuestión social. IV El influjo del Batllismo y el
surgimiento de la legislación laboral. B. Derecho Colectivo del Trabajo. V.
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Singularidades del conflicto laboral: la construcción de una matriz para el
derecho colectivo del trabajo. C. Derecho Procesal del Trabajo. VI. El
debate sobre dispersión/concentración del derecho procesal y la materia
laboral: la opinión de la doctrina en los orígenes. D. Historia intelectual de
LA
Introducción
El estudio de los orígenes del Derecho del Trabajo encuentra algunos desafíos y
dificultades, que no son otra cosa que oportunidades para retomar una mirada
retrospectiva hacia el pasado que a su vez, retroalimente y preste nuevas perspectivas a
los problemas del presente.
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Un trabajo de este tipo desata, como se decía, múltiples desafíos. En principio, la
indefinición de los extremos, ya que es tarea compleja determinar el “cuando” del inicio
del proceso que da lugar al derecho del trabajo y, por otra parte, es igualmente difícil
ubicar un ítem temporal que signifique poner algún término al proceso, de tal modo de
“pasar una raya” y considerar que la legislación laboral tiene ya suficiente entidad como
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para declararla “viable” o definitivamente alumbrada.
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Parece bastante razonable que los antecedentes del proceso tendiente a la
reglamentación del trabajo puedan rastrearse hasta en el período colonial y aún en
algunos casos pudiera retrotraerse a las regulaciones existentes en ciertas culturas
precolombinas. En el otro extremo, o sea, en cuanto al fin del proceso de emergencia del
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En todo caso, el origen colonial común a todas nuestras sociedades comporta un punto
de partida similar en lo referente a la regulación del trabajo humano; sin embargo,
prontamente esta aproximación de perspectivas se revela como más aparente que real:
las llamadas “Leyes de Indias”, si bien cubrieron formalmente todo el territorio español,
encontraron culturas prehispánicas y espacios geográficos muy distintos, lo cual hizo
que el “contexto de aplicación” de esas normas incidiera para configurar una serie de
identidades y diferenciaciones que, a poco de iniciar la historia de la regulación del
trabajo, ya se bifurcara en tantos rumbos como sociedades y culturas preexistían.
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En el caso del Virreinato del Río de la Plata, y más propiamente en lo que después se
llamó la Banda Oriental (actual territorio de la República O. del Uruguay) se presentan
una serie de peculiaridades que dieron temprana singularidad al desarrollo del trabajo y
a su regulación posterior. Vayamos directamente a dar cuenta – que no a estudiar - esa
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evolución en sus principales sesgos.
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A. Derecho Individual del Trabajo
Las tribus que poblaron – escasamente – el territorio que hoy compone el Uruguay no
constituyeron una civilización autóctona que desarrollara una cultura importante, sino
que la mayor parte de las poblaciones eran nómades, con una rudimentaria organización
social, unas prácticas económicas depredadoras y por tanto sin elementos significativos
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para una historia del trabajo. Durante la conquista española fueron desapareciendo en su
mayoría, aunque algunas familias siguieron a Artigas en su derrotero revolucionario y la
etnia charrúa, la más aguerrida de las existentes, persistió hasta entrada la
1De Ferrari, Francisco. Derecho del Trabajo. Vol. 1 Parte General, 2º ed. Actualizada,
Depalma, 1968, p. 143
El dato fundamental del período es que la calidad de las pasturas de las praderas hizo
que prosperara y se reprodujeran rápidamente las razas vacunas introducidas desde el
litoral (hoy argentino) por Hernandarias en el siglo XVII. Esta inesperada riqueza marcó
en profundidad la economía oriental, generando unas relaciones de trabajo entre los
primeros pobladores del campo que no se percibieron como conflictuales, en tanto
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peones y hacendados compartieron riesgos y tareas con independencia de los papeles
que jugaran. Dice al respecto de Ferrari que “la circunstancia de compartir con el
dueño de la hacienda los peligros y las privaciones de la vida rural, no permitieron por
un largo período la formación de verdaderas clases sociales enemigas, ya que la lucha
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contra el medio, aparte de crear cierta hermandad, predominó por mucho tiempo sobre
la lucha de intereses o lucha económica”2. Los primeros oficios vinculados a la
explotación ganadera fueron el de “faenero” y el de “saladero”, de rápido desarrollo.
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La fundación de Montevideo, en 1764, no agregó demasiada espesura a esta situación,
ya que la iniciativa tuvo una exclusiva finalidad militar, como era la contención del
avance del imperio portugués sobre este lado del río. Sin embargo, la extraordinaria
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ubicación del puerto, de características naturales muy ventajosas, hizo que pronto se
habilitara el comercio, en 1778, lo cual redundó en la afluencia de una pléyade de
inmigrantes atraídos por las oportunidades que desataba el muy módico desarrollo
“industrial” y mercantil recién inaugurado. Esa “clase media” de comerciantes y
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artesanos convivió con una clase dirigente compuesta por el estamento español, de tipo
militar, amén de una clase baja, integrada por negros, libertos, esclavos, indios,
mestizos, etc.
En este contexto, las Leyes de Indias, de carácter “protector”, poco espacio encontraron
para su aplicación en el territorio nacional, en tanto ”fueron dictadas principalmente
para el trabajo en las minas y el trabajo agrícola. Los grandes tesoros estaban ocultos
en otras partes del continente; además, el país se hallaba en toda aquella época
habitado, por tribus errantes que nunca se sometieron y que, salvo por contadas
excepciones, no pusieron su trabajo personal al servicio de los conquistadores”3.
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amortiguadora” e igualitaria – en términos comparativos con el resto del continente -
dice Zum Felde, citado por de Ferrari, que “los criollos burgueses de la ciudad, como
los españoles mismos, son gente de costumbres sencillas, trato llano y cultura
intelectual muy limitada. La sociabilidad de Montevideo es patriarcal y aldeana. No
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hay más puntos de reunión social que las tertulias del Fuerte o las veladas de la Casa
de las Muñecas. La gente se acuesta habitualmente al toque de ánimas. No conoce
Montevideo las suntuosas puertas blasonadas de Lima, ni el estilo plateresco de las
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fachadas de Bogotá, la docta. Plaza puramente militar y comercial, Montevideo no
tiene marqueses, ni hidalgos peninsulares; no se ven, en sus calles, doradas carrozas,
no moran en ella obispos, ni desfilan pomposas procesiones. Su aristocracia es una
pequeña burguesía de hacendados, y negociantes, sin lujo y sin elegancia. La llaneza
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de las costumbres mezcla en el trato social cotidiano la clase rica con los pobres”.
amortiguadora” de los conflictos sociales; entre esas variables justamente identifica “la
relativa debilidad (desunión, floja cohesión, flaqueza de la clase económica) de una
clase dominante y/o dirigente y, en especial, de su sector terrateniente, así como de la
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práctica de la esclavitud, que tuvo impulso a partir de 1756 y de la cual Montevideo
fue el principal punto de ingreso para el Virreinato. Los esclavos fueron ocupados
fundamentalmente en tareas domésticas, a falta de explotaciones mineras o de enclave
cafetalero o del tabaco; de algún modo, en esta circunstancia el tratamiento y las
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condiciones de trabajo tuvieron rasgos mas benignos que en el resto de América Latina;
sin embargo - llamativamente si consideramos que dicha fuerza de trabajo no era capital
para la producción - el proceso de abolición de la esclavitud fue largo y contradictorio
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aún durante el período de independencia, conociendo varias instancias, la última de las
cuales fue en 1853, cuando se declaró delito de piratería el tráfico de esclavos.
pensamiento Artiguista.
Este carácter federal, popular y rural del artiguismo constituye otra marca singular en la
nacionalidad uruguaya. El igualitarismo y republicanismo tienen encarnadura en el
pensamiento y la acción de Artigas, pero el caudillo agregará una preocupación
fundamental por las políticas a favor de los pobres y en la redistribución de la
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propiedad.
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ocurrido en el continente, donde la norma fue que el movimiento insurreccional fuera
controlado por las élites oligárquicas criollas.
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Lejos de ello, Artigas enfrentó fuertemente el centralismo porteño y cuando la derrota
militar era inminente, se trasladó al Paraguay de G. Rodríguez de Francia hasta el fin de
sus días.
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Del conjunto de las medidas promovidas por el gobierno artiguista en el corto período
autonómico (ubicado cronológicamente entre el progresivo apartamiento de Buenos
Aires y la invasión portuguesa de 1817), importa sobretodo el llamado “Reglamento de
tierras” de 1815, una verdadera reforma agraria a favor de los desposeídos. La reforma
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paradigmática que institucionaliza el poder que detentaba: “mi autoridad emana de
vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana”, dictada a sus diputados en
1813.8
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III La evolución política y económica en el Uruguay independiente del siglo XIX y
la emergencia de la cuestión social
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La vida independiente iniciada, formalmente, en 1830, conoció una serie casi
ininterrumpida de luchas civiles durante el siglo XIX que confrontó a las divisas
“blanca” y “colorada”, fundantes de los partidos tradicionales y representadas
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Junto a esta dimensión, convivió un debate más profundo – casi existencial - acerca
7
Loustaunau, Nelson. “Las políticas laborales del bicentenario”, en el vol. Las relaciones
laborales en el bicentenario, publicación del MTSS, Hugo Barretto Ghione coord.. 2011
8
Las Relaciones de Trabajo en el Uruguay. Serie Relaciones de Trabajo, OIT, núm. 66, p. 8
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fue lo decisivo la consolidación política y económica de la República, en un nuevo
cuadro – político y económico también – de relaciones internacionales”, despuntando
un desarrollo económico hacia 1880 enmarcado en el sistema capitalista y en el orden
mundial hegemonizado por Gran Bretaña.
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En tono similar, para Real de Azúa10, en el Uruguay del siglo XIX los enfoques
culturales se desplegaron una serie de direcciones y de tareas, de las cuales corresponde
aquí señalar dos: en primer lugar, la “toma de conciencia del país”, entendiendo por tal
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la percepción de la circunstancia espacio temporal del país; y en segundo término, la
“toma de conciencia del pasado”, fundamental para una nación emergente, en que “la
historia cumple una función de coligante nacionalista que posee primerísima
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al país en el contexto mundial: como rápido recuento debe mencionarse ante todo el
alambrado de los campos, una medida que contribuyó a delimitar la propiedad, y
consiguientemente permitió que la figura errante y libertaria del “gaucho” fuera
Capítulo Oriental núm. 8. La historia de la literatura uruguaya. Centro Editor de América Latina,
1968.
La primera ley de fomento industrial se dictó en 1875, fruto del gobierno de “los
doctores”, fuertemente críticos del caudillismo emergente del período español y
revolucionario, que era visto por estos notables como motivo de retraso y una rémora
que impedía el progreso económico, político y social.
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Promediando el siglo, la cuestión social aparece levemente enancada en la promoción
que de la misma hacen los sucesivos contingentes de trabajadores europeos emigrados,
muchos de ellos eminentes luchadores sociales en su país de origen, que pronto
encontraron razones para contradecir el orden capitalista vernáculo. Anota Héctor
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Rodríguez que en 1865 “se registra una tentativa de sindicalización de los tipógrafos,
que culmina años después con la creación de la Sociedad Tipográfica Montevideana.
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Se inicia así el período de gestación del movimiento sindical que se extiende hasta
1904, cuando se firma la idea y posibilidad de crear la primera central sindical
(FORU)” de ideología anarquista.11
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El derecho del trabajo y el derecho social todo se encuentra muy incidido en el caso
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uruguayo por la figura de don José Batlle y Ordóñez, Presidente de la República en dos
oportunidades e ideólogo de la fracción más “progresista” de uno de los partidos
fundacionales del Uruguay, el Partido Colorado.
11 Rodriguez, Héctor. El arraigo de los sindicatos. Enciclopedia Uruguaya, núm. 51, 1969.
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de la tierra12
No puede decirse, sin embargo, que el batllismo comportara una vertiente siquiera del
socialismo, en tanto no comparte el dogma de la lucha de clases como clave
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interpretativa de la historia; antes bien, Batlle debe ubicarse como un representante del
“racionalismo espiritual”, muy influido por ciertas corrientes europeas que conoció en
un viaje iniciático por el continente y que entró en polémica con las tendencias
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socialistas y positivistas frente a las cuales aparecían notables intelectuales y políticos
que rivalizaron en el podio, en la prensa y en el ateneo.
Esta posición filosófica clara del Batllismo no impidió que desde el bando conservador
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12 Citado por José Pedro Barrán en Los conservadores uruguayos (1870 – 1933). Ed de la
Banda Oriental, 2º ed. 2004, p. 129
13 Barrán, ob cit. p. 112
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tuvo incidencia en la legislación social en algunos de los principales institutos, como
fue la creación de los Consejos de Salarios y las Cajas de Asignaciones Familiares, en
las ideas de la participación en la empresa y hasta algunas iniciativas en relación a la
limitación de la jornada laboral.
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Pero la legislación del trabajo “propiamente dicha aparece en el Uruguay con Batlle y
Ordóñez, a cuya poderosa individualidad y a sus profundas concepciones de estadista
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se deben las primeras leyes sobre la materia y especialmente la creación de una
conciencia favorable a la reforma social”14.
Dice Vanger que “Batlle había sido siempre favorable a los trabajadores. En el diario
de viaje que llevó en Europa en 1907 escribió “si me dediqué a la política, de la que
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Hasta el advenimiento del Batllismo, “las treguas y compromisos que ponían fin a
períodos de protesta, que fueron incrementándose a principios de la actual centuria (N
de R: refiere al siglo XX) no contaban con ningún apoyo legal, ni lo deseaban, y no se
instrumentaban como convenios colectivos con los requisitos que tendrían más adelante
– incluso eran puramente verbales y se hacían públicos los resultados de la
negociación como meras declaraciones unilaterales de los empleadores - pero
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seguridad, ora en materia de seguridad social, pero siempre “siguiendo una línea de
singular coherencia filosófica” al decir de Barbagelata.
Esa legislación profusa, protectora y audaz en lo social, nunca pretendió ser reunida en
un código del trabajo ni en una ley general del contrato de trabajo, marcando así otra
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fuerte peculiaridad de nuestro ordenamiento jurídico.
16 Barbagelata, Héctor – Hugo. Derecho del Trabajo. 2º ed. Actualizada y aumentada. T. I vol.
1. FCU. 1995, p. 15
17 Plá Rodríguez, Américo. Curso de Derecho Laboral, T. I vol. 1, FCU, 1990, p. 21
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Directorio del Partido Nacional criticó el proyecto en términos tales como “aquí no hay
industria, ni masa obrera, ni burguesía acaudalada, ni pavorosos problemas de
carácter social. Nuestro país no es otra cosa que una pobre y oscura republiquita”19.
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los opositores al proyecto constituye uno de los ejemplos más vivos de argumentación y
contrapunto de tendencias intervencionistas y liberales en materia económica y social.
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Destacó como principal defensor de la tesis intervencionista en la Cámara de Diputados
el Dr. Emilio Frugoni, como se dijo ya, fundador del Partido Socialista y primer
catedrático de derecho del trabajo desde 1926. La polémica se prorrogó hasta el
momento mismo de la aplicación de la ley: cinco días antes de su entrada en vigor, una
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La resistencia a la ley de limitación de la jornada llegó a tal punto que las compañías
estibadoras acordaron ignorar la norma y amenazaron que los barcos continuarían hasta
Buenos Aires, descargando en ese puerto, y transportando para Montevideo la carga
respectiva, lo que hubiera significado la pérdida de puestos de trabajo. La presión hizo
vacilar a algunos legisladores del Partido Colorado, que propusieron plantear una
exención a estas compañías en la aplicación de la limitación del tiempo de trabajo. En
esa coyuntura, el diputado Eugenio Martínez Thedy puso en conocimiento de la
18 Vanger, ob cit. p. 41
19 Vanger, ob cit. p. 43
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La coyuntura social y política del Uruguay de esos primeros años del siglo XX es
pródiga en acontecimientos como los que se mencionan; a modo de último recuento,
debe decirse, por ejemplo, que el primer elenco de inspectores que debían controlar la
aplicación de la ley de limitación de la jornada estuvo integrado, en parte, por algunos
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notorios militantes sindicales, por entenderse que serían quienes mejor vigilarían el
cumplimiento de la norma.
otros países;
b) Confianza en la ley como instrumento de transformación social;
c) Consideración del trabajador como “socius”, o sea, las normas del período
Si acaso, y extremando un poco los límites, pueda mencionarse la ley núm. 10.449, de
12 de noviembre de 1943, que creó los Consejos de Salarios como órganos tripartitos
con funciones de establecer las categorías profesionales y fijar los mínimos por
categoría y por rama de actividad.
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La norma ha tenido una extraordinaria importancia en las relaciones colectivas de
trabajo, ya que en ausencia de legislación sobre negociación colectiva, significó un
digno sucedáneo de la misma, contribuyendo a la dinamización de la negociación y a la
estructuración de las relaciones colectivas de trabajo por rama de actividad y no por
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empresa, como es dato común en la mayoría de los países de la región.
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B. Derecho Colectivo del Trabajo
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cuarto del siglo XIX, muy mediatizados por la débil implantación industrial en una
economía muy dependiente de la producción primaria. En ese contexto iniciático, el
temprano aporte inmigrante europeo significó insuflar una “conciencia de clase” y unos
Dando cuenta de la importancia del debate sobre los temas laborales a principio de siglo
XX, el destacado intelectual José E. Rodó22 dirá que “la reducción de los horarios
excesivos, o conceptuados tales por los obreros, es una de las reivindicaciones que, en
Montevideo, más han servido de acicate a las huelgas, y a menudo con éxito favorable.
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social” estaba ya planteada con crudeza antes de la presentación misma de los proyectos
de limitación de la jornada, y permite también vislumbrar que aún débil, el movimiento
sindical era capaz de imponer ciertas condiciones de trabajo a los patrones. Esa
autonomía y autotutela sindical hizo que la vertiente anarquista rechazara los proyectos
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de limitación de la jornada, por entender que se trataba de intromisiones de la burguesía
en el campo de la lucha social.
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El reformismo social Batllista, prohijado dentro del tronco del tradicional partido
Colorado (donde también encontró su límite o freno), ubicó al Uruguay junto a Costa
Rica y Chile entre los países pioneros en América Latina en materia de legislación
social, si bien en el marco de una persistente línea evolutiva pautada por los acuerdos y
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Tan solo existen algunas constancias de la opinión que al propio Batlle le merecía la
huelga como medio de acción gremial, una opinión que era francamente favorable a su
ejercicio.
Nótese por ejemplo la actitud del propio Batlle, cuando ante una oleada de conflictos
obreros que eran vistos por los sectores conservadores como “revueltas contra el orden
público”, fijó su posición en 1904, haciéndole saber a las fuerzas policiales de que los
trabajadores tenían “el derecho de declarar la huelga”; asimismo, permitió el ingreso de
luchadores sociales expulsados de Argentina merced a la “ley de residencia” de 1902, y
tuvo su colofón cuando designó como inspectores del trabajo a algunos connotados
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de la República ha decretado la huelga general, no como en otros países
contra el gobierno y las autoridades que han sabido mantener la
neutralidad, sino contra las empresas que no han respetado las condiciones
pactadas con los obreros, así esta manifestación se despide de vos gritando
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¡ viva Batlle y Ordóñez!”
(aplausos)
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Batlle: “Las leyes y el orden que estoy obligado a mantener por deber de mi
cargo, no me permiten tomar una participación activa en vuestra contienda.
Soy el encargado de hacer cumplir el orden y los derechos de todos los
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El reconocimiento del derecho de huelga con estos contornos determinó que quedara al
margen de toda regulación y que fuera entendido como una herramienta de defensa del
interés de los trabajadores en tanto fuera usada en el marco del orden público.
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condicionamientos del aparato estatal, dando lugar al fenómeno muy anotado por la
historiografía acerca de las “lealtades divididas” del ciudadano, que optaba por apoyar
una dirigencia sindical proveniente de sectores de la izquierda en el nivel laboral, pero
votaban por los partidos tradicionales en el plano político. La situación se mantuvo en
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esos márgenes hasta fines de los años cincuenta, en que la crisis económica y el
agotamiento del modelo comenzó a hacerse sentir y los sectores de la izquierda política
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y sindical comenzaron a converger hacia procesos de alianzas y unidad. El proceso se
vio suspendido durante el período de dictadura cívico – militar (1973 – 1984).
En efecto, es tradicional en los estudios del derecho del trabajo referir al modelo
uruguayo, caracterizado por un amplísimo margen librado a la autonomía colectiva, que
solo encuentra límites en el marco de las garantías mínimas prescriptas por la vía
24 Mantero, Ricardo. “El ordenamiento intersindical y las fuentes del derecho del trabajo”. En el
vol. Treinta y seis estudios sobre las fuentes del derecho del trabajo. Montevideo. FCU, 1996,
p. 281
En términos históricos, se han propuesto algunas explicaciones para dar cuenta de esta
pregonada “a/regulación” legal de los fenómenos colectivos que operan en el sistema;
dichas explicaciones tienen su base en la configuración de las relaciones colectivas de
trabajo en el período fundador del derecho laboral.
En concreto, se han vertido como razones que explican la falta de regulación legal 26 de
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la negociación, la organización sindical y la huelga27: a) el origen anarquista del
movimiento sindical; b) la inexistencia durante mucho tiempo de un movimiento
sindical fuerte vinculado o con afinidad a grupos políticos con posibilidad de llegar al
gobierno; c) el dualismo entre la actitud político electoral y la actitud en materia gremial
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y sindical; y d) la existencia de normas constitucionales e internacionales que protegen
la libertad sindical en términos suficientemente amplios y genéricos como para
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constituir un respaldo suficiente, y e) la constatación de que cada vez que se trató de
reglamentar la actividad sindical, se hizo con un designio restrictivo, como ocurrió en
oportunidad de la iniciativa proveniente del gobierno conservador emergente del golpe
de Estado de 1933, en que coincidieron la Confederación General del Trabajo del
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Esta singularidad tiene hondas raíces en el período de surgimiento del derecho del
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trabajo.
27 La afirmación debe morigerarse si reparamos que existen algunas normas de origen legal
que establecen, por ejemplo, quienes pueden celebrar un convenio colectivo o que la huelga
debe estar precedida de un preaviso al Ministerio de Trabajo y Seguridad Social. Estas
escasísimas regulaciones de ningún modo componen una sistemática ni relativizan la
afirmación de que estamos ante un modelo básicamente abstencionista.
OM
industrias, de la actividad de nuevos capitales, de algunos ensayos legislativos útiles,
de mayor educación y cordura de las clases productoras, y de hechos positivos de
ambos competidores en la magna cuestión, que establezcan relaciones de concordia y
ayuda mutua que se concilien con el respeto recíproco de sus derechos”29.
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Es asimismo muy significativo que los industriales reconocieran el derecho de huelga
pero a su vez señalaran la necesidad de consagrar normativamente el derecho al trabajo,
DD
ya que “el derecho del huelguista a abogar por su causa por medio de la persuasión, el
razonamiento, la discusión sensata y demás medios pacíficos” debía inhibir “toda
coacción violenta y depresiva” que importar “ultrajar el derecho a la libertad de
trabajo”30
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La pertinaz falta de regulación del derecho colectivo del trabajo tuvo no obstante una
vertiente polémica, en tanto de Ferrari sostuvo que la ley de Consejos de Salarios de
1943 pretendió dar “un golpe de muerte a los sindicatos del país al prescindir de ellos
28 Zubillaga, Carlos. Balbis, Jorge. Historia del movimiento sindical uruguayo. T. IV. Cuestión
Social y debate ideológico. Ed. De la Banda Oriental, 1992, p. 105
29 Zubillaga y Balbis, ob cit. p. 106
30 Zubillaga y Balbis, ob cit. p. 107
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sindicalismo, ya que los representantes electos de los trabajadores eran, a su vez, los
propios dirigentes sindicales y el organismo terminó integrándose siempre y en todo
caso por delegados sindicales del lado de los trabajadores. Muy posteriormente, cuando
en los años 90 del siglo pasado el Estado dejó de convocar los Consejos de Salarios,
.C
pudo observarse que, lejos de obstaculizar o sustituir al sindicalismo, los Consejos
constituían un soporte esencial de la organización sindical y de la negociación colectiva,
ya que su convocatoria provocaba una extraordinaria expansión de la afiliación sindical,
DD
de la conflictividad y de la negociación colectiva.
El doble movimiento del derecho procesal en torno a la unidad o pluralidad de esa rama
adquiere en el caso del derecho del trabajo una dimensión que no se reduce a una
cuestión meramente técnica, sino que involucra elementos ideológicos a poco que se
ingrese en el debate, como ocurre con cualquier otro instituto del derecho del trabajo y
como podrá observarse de algunas de las argumentaciones que en los orígenes del
derecho procesal del trabajo se expresaron.
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materia laboral del común sometimiento al código general del proceso – una norma
creada en 1989 con fundamento en la unidad esencial del proceso – significó una
ruptura cuyos ecos no se han acallado del todo, en la medida que las técnicas
procedimentales empleadas (propias del sentido tuitivo del derecho sustancial) fueron
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extremadamente cuestionadas por los custodios de los criterios de igualdad formal en
clave civilista.
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El curso que tuvo la evolución del derecho procesal en nuestro país tuvo como primer
mojón la creación de una jurisdicción especializada para entender en los “conflictos
individuales de trabajo”, en el año1960 por art. 106 de la ley núm. 12803.
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Importa en ese punto verificar el papel jugado por la doctrina laboralista, siempre
proclive a la creación de un proceso laboral autónomo y muy activa en su producción
bibliográfica y en los eventos académicos que convocara entre fines del decenio de
1940 y los años sesenta, hasta la entrada en vigor de la jurisdicción especial.
Nótese, además, que la labor de los principales doctrinos laboralistas (de Ferrari, Plá
Rodríguez, Barbagelata) no se recluyó a la cátedra, sino que cada uno en su turno fueron
autores de proyectos sobre proceso laboral.
“a) en los conflictos comunes el objeto se ubica dentro de una órbita de carácter
patrimonial que afecta el interés individual y privado de las partes. En los conflictos
laborales, el eje lo constituye el trabajo como actividad humana y personal que excede
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el marco patrimonial. En un principio, no se advirtió mayormente la distinción, en
razón de la equivalencia con que se valoraba el trabajo, como noción materializada en
el producto (trabajo mercancía). Las contiendas del trabajo fueron equiparadas a las
que verseaban sobre cualquier otra forma de locación, ya que miraba el contrato de
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trabajo como un mero arrendamiento de servicios. Pero una vez que se superó el
concepto de trabajo-mercancía, surgió a la luz esta diferencia, que podríamos llamar,
de esencial y de jerarquía.
DD
b) en los conflictos privados, la contienda se reduce a la personal de los litigantes. En
cambio, en el conflicto de trabajo, se produce una especie de despersonalización de las
partes. Como afirma Tissenbaum (….) se considera que la contienda se ha producido
LA
entre el capital y el trabajo, nociones que importan asignar a las partes, una función y
un sentido trascendentes dentro de la contienda.
económica y social”.
32
Arlas, José. “Caracteres generales del régimen procesal laboral de la ley Nº 14188” en el vol. Nuevo
proceso laboral uruguayo, FCU, 1974, p. 16
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latinoamericana sobre justicia del trabajo” con participación de juristas de varios países,
quienes en su declaración final acordaron por unanimidad “expresar su grave y urgente
preocupación por la organización la de la justicia del trabajo y la adopción de un
procedimiento especial y adecuado, cuyo perfeccionamiento se halla tan estrechamente
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vinculado con la paz social y la estabilidad de las instituciones democráticas”.
“El Derecho Procesal del Trabajo aparece, luego de tan felices esfuerzos constructivos,
LA
en una zona que desborda los confines particulares de la teoría particular del proceso,
para emplazarse en una zona fecunda donde afluyen suministrando principios, la teoría
general de los actos jurídicos y la misma Doctrina del Derecho Constitucional (…) un
FI
nuevo Derecho Procesal, extraño a todos los principios tradicionales, sin exceptuar
uno solo de ellos, ha debido surgir para establecer mediante una nueva desigualdad, la
igualdad perdida por la distinta condición que tienen en el orden económico de la vida,
los que ponen su trabajo como sustancia del contrato y los que se sirven de él para
satisfacción de sus intereses”.34
Como se expresó, la cátedra no se limitó a ponderar a favor del proceso autónomo, sino
que contribuyó con proyectos concretos.
Entre los antecedentes del proceso laboral autónomo creado en 1974 (y sustituido por el
proceso común en 1989 hasta que finalmente en 2009 se adoptara una legislación
33
Citado por Arlas, p. 18
34
Arlas, ob cit. p. 25
a) El proyecto de los profs. Couture y Plá Rodríguez, que establece una jurisdicción
especial para los conflictos individuales y los colectivos que tuvieran origen en
cuestiones de derecho y que se constituyera en una alzada para los recursos
interpuestos contra sanciones (multas) aplicadas por la (hoy llamada) Inspección
General del Trabajo. Los juicios tendrían carácter oral. Para los conflictos colectivos
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de intereses se concede intervención a los Consejos de Salarios o unos Tribunales
Especial de Conciliación y arbitraje voluntario. Se prevé asimismo la conciliación
previa ante autoridad administrativa, elemento que se conserva hasta el dia de hoy;
b) El proyecto del prof. Héctor-Hugo Barbagelata que fuera considerado por la
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Cámara de Representantes en 1956. Se regulan los conflictos jurídicos de trabajo y
el contencioso sobre accidentes de trabajo y enfermedades profesionales. El
procedimiento es oral y los jueces y tribunales “atendidas las circunstancias” podrán
DD
fallar aún “ultra-petita”;
c) El proyecto del prof. De Ferrari, presentado al parlamento en 1965. Atribuye
competencia en materia laboral a algunos juzgados de paz de Montevideo, que
actuarán como juzgados de primera instancia, convirtiéndose los juzgados de
LA
la dictadura militar adoptó el decreto – ley 14188, que recogía algunas de las soluciones
propuestas en los proyectos brevemente enunciados precedentemente. Se trató, para
algunos críticos como el prof. Helios Sarthou, de una solución positiva porque
materializaba la autonomía procesal del derecho laboral, pero adoptada “por malas
razones”, ya que según el autor el Consejo de Estado pretendió así disciplinar y recluir
el conflicto laboral en los estrados judiciales, haciendo innecesaria la herramienta
sindical.
Los vientos liberales que afectaron nuestro derecho social en la década de los 90 del
siglo pasado se sirvieron del Código General del Proceso, de 1989 - que unificó el
derecho procesal en un solo procedimiento - para restar perfiles propios al proceso
laboral, asimilándolo a cualquier pretensión de carácter civil o comercial.
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parte de la Suprema Corte de Justicia, la que bajo el argumento de la igualdad (formal)
de las partes consideró que no procedía una solución como el depósito judicial para dar
entrada al recurso de apelación, la ley, enmendada en los aspectos observados, entró en
pleno vigor en 2011. El duro debate para hacer un lugar al proceso laboral en un
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panorama colonizado por el proceso común es ya un tema que a nuestro juicio queda
fuera de estas páginas, aunque es necesario dejar constancia que la cátedra en sus
personeros más representativos y prestigiosos continuó siendo partidaria del proceso
DD
autónomo.
Es el caso del prof. Plá Rodríguez, que no cesó en su prédica autonomista y en la última
etapa, los prof. Héctor – Hugo Barbagelata y Oscar Ermida Uriarte (este inclusive
LA
Derecho Laboral
Las dos principales vías de expresión de esa doctrina – que terminó conformando una
“escuela” que se conoce continentalmente – han sido la cátedra universitaria, creada
tempranamente en 1925 y la revista Derecho Laboral, fundada por de Ferrari, Plá
Rodriguez y Barbagelata en 1948, sin desconocer la relevancia de las obras escritas,
fundamentalmente, “Los Principios del Derecho del Trabajo” de Plá Rodriguez, y “Los
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Particularismos del Derecho del Trabajo” de Barbagelata. La incidencia cultural de este
corpus ha sido profunda en el ámbito de la creación de las normas, en el de la
interpretación y en la estructuración de una normativa que ha sido adoptada, como se ha
visto, de manera dispersa y asistemática.
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La doctrina laboralista ha contribuido decisivamente en la comprensión del derecho del
trabajo: los “particularismos” de Barbagelata explican acabadamente la singularidad del
derecho del trabajo y sus aristas más originales, y “Los principios” de Plá Rodríguez
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constituyen cotidianos elementos de interpretación e integración del derecho del trabajo
y como tales son empleados en las decisiones judiciales: cualquier repertorio
jurisprudencial es demostrativo de la reiterada apelación al principio protector, de
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En los fundamentos, el Dr. Gallinal expresa: “En nuestro pueblo, como en todos los
pueblos modernos, se ha desenvuelto una legislación copiosa y múltiple, creada para
satisfacer vitales intereses sociales: las leyes obreras, las leyes de previsión social,
constituyen en todas partes una de las preocupaciones fundamentales del legislador
sociólogo.
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y apasionantes.
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hombres que provienen de muchos puntos del horizonte intelectual, pero que
persiguen todos un alto y todavía lejano ideal de justicia social.
Las leyes dictadas en nuestro país forman ya un importante caudal que requiere un
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estudio particular y un comentario prolijo, mucho mayor que el que cabe en los cursos
de Sociología. Hay en el programa de esta materia un capítulo delicado, “El
trabajo”, necesariamente compendioso y somero, y que se refiere más directamente al
estudio teórico y doctrinal, también abordado en otros cursos. Pero es de necesidad
FI
En las sesiones del Consejo de la Facultad de Derecho pasó a discutirse quien debía ser
el encargado de la cátedra recién creada. Un grupo de consejeros propuso que fuera el
Dr. Emilio Frugoni, pero la propuesta mereció objeciones del Dr. Irureta Goyena,
quien argumentó la inconveniencia de designar a Frugoni en razón de su notoria
militancia socialista.
35Citado por Rodolfo Becerra, Mario Garmendia y Ariel Nicoliello en “Creación de la Cátedra de
Legislación del Trabajo y Previsión Social (1925), publicado en la web de la Facultad de
Derecho: www.fder.edu.uy
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cuestiones fundamentales que dividen el espíritu humano. Admite que esto es pedir
demasiado y no llega naturalmente hasta formular esa exigencia, pero sostiene que
existe una gran diferencia entre el profesor, que emite opinión, sin otro interés que el
de que sus alumnos conozcan su manera de pensar, y el que emite opinión con espíritu
de proselitismo y con ánimo de conquistar adeptos.- El Dr. Frugoni, por sus
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antecedentes, no puede ser en esa cátedra sino un propagandista, y por consiguiente
un mal profesor, a pesar del talento, de la ilustración y de la honestidad que se hace
un deber en reconocerle. No intenta cerrarle al Dr. Frugoni las puertas de la
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Universidad; si se le pudiera ofrecer una Cátedra de Derecho Civil, Penal, Comercial,
Romano sería el primero en votarlo; ni siquiera haría cuestión de su falta de
preparación actual en esas materias: lo que no supiese hoy, lo sabría mañana y el
objeto de tener un profesor de alto rango, estaría igualmente a breve término
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conseguido. En esta materia es otra cosa. Le sería difícil al Dr. Frugoni explicar la
legislación industrial sin deslizarse a los fundamentos, más difícil todavía, no
relacionar éstos con los principios básicos del socialismo y absolutamente imposible,
no exaltar los postulados virtuales de ésta escuela, procurando infiltrarlos en el
FI
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diversas teorías sobre un punto determinado”36.
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Cuentan los autores una muy ilustrativa circunstancia de la actividad de Frugoni como
docente, que dibuja con propiedad los perfiles de su concepción académica y social:
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“En la sesión del 5 de junio de 1928, siendo Decano el Dr. José Irureta Goyena, el
mismo da cuenta de que el Dr. Emilio Frugoni, catedrático interino del curso de
Legislación del Trabajo y Previsión Social, le solicitó autorización para fijar en el
cuadro de anuncios de la Facultad el siguiente aviso: “Se invita a los estudiantes de
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esta Facultad que deseen colaborar en los cursos de extensión universitaria que sobre
temas de Legislación del Trabajo se darán el algunos locales obreros, a inscribirse en
el registro abierto en la clase de dicha materia, que funciona los martes y jueves de 19
a 20. El catedrático”. Como el Sr. Decano entendiera carecer de atribuciones para
FI
36
Citado por Becerra, Garmendia y Nicoliello
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“El campo de acción del Estado ha debido ampliarse a la presión de las nuevas
reivindicaciones jurídicas, que dejaron fuera de la realidad histórica las concepciones
de un Estado pasivo frente a los conflictos del capital con el obrero y sin más misión
social que la de actuar como " juez y gendarme " — según la vieja fórmula spenceriana
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— para la defensa de la propiedad y del orden establecido. Hoy el Estado tiene una
vasta y compleja función social que cumplir, más dilatada cada día. Frente a la
llamada " cuestión obrera " se ha visto obligado a asumir una actitud, y lejos de
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consagrarse exclusivamente a legislar con el criterio de los viejos códigos y a velar por
la propiedad privada y la conservación del orden, ha debido ocuparse en atender la
situación de los trabajadores en el presente y en el futuro, con espíritu humanitario y
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Hay en Frugoni una consideración muy pertinente a vincular el derecho del trabajo con
la democracia y con lo que hoy llamamos “ciudadanía en la empresa”; su discurso
FI
aparecer los institutos que serán objeto de nuestro examen, no como concesiones
generosas del sentimiento filantrópico hechas a título de protección más o menos
caritativa sino como afirmaciones de una tendencia de justicia impuesta por la
influencia creciente de las masas populares en el juego de la democracia política y del
sufragio universal. Esa influencia se hace sentir. ya sea por la fuerza de la
organización y la solidaridad obrera en el campo de las luchas gremiales; ya sea
37
El documento, de inmenso valor, fue publicado por la Revista del Centro de Estudiantes de Derecho,
año I núm. 3, junio de 1927 y recientemente reeditada por los Cuadernillos de la Fundación Electra,
Montevideo, 2012, con prólogo de Arturo Ardao.
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situación que corresponden a su potencialidad social y política de clase y que mejor
convienen a los destinos de la colectividad”.
Respecto de la función del derecho del trabajo, Frugoni se muestra como un adelantado,
en tanto lo concibe con una finalidad de justicia en sentido material, otra postura clásica
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de nuestra disciplina que el autor adelanta con total claridad:
un punto de llegada (…) Los segundos son los que aspiran a modificaciones más
básicas y decisivas, a reformas más trascendentes y profundas. Estas no pueden ver en
la simple legislación obrera una meta final, sino un punto de apoyo, y tratan de que ella
sea una sucesión de etapas en el camino de renovación constitucional de la sociedad.
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Es para ellos, como he dicho, un punto de partida, sin duda trasladable, renovado
incesantemente en sentido de avance, y siempre superado. En esa legislación, más que
el medio de corregir los inconvenientes de una organización fundamentalmente
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seminario para dar a esta enseñanza una trascendencia práctica de utilidad
inmediatamente palpable”.
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“Aspiro a que esta cátedra sea en realidad un órgano vivo de extensión universitaria
Aquí se estudia una materia que no está todavía incorporada al plan de estudios y que
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puede interesar a muchos que no son estudiantes Ninguna asignatura trae en mayor
grado que ésta la palpitación de la vida moderna en sus manifestaciones sociales, al
ambiente de las aulas. Aquí se trata del trabajo, base de la vida social, en sus
relaciones con la organización jurídica, aquí se trata de la ley frente a las condiciones
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y a los problemas sociales del trabajo. Puede decirse que este curso ha de ser una
ventana abierta por la cual la universidad se asome a la vida y a la suerte del trabajo.
A mí me ha tocado el inmerecido honor de abrir esa ventana. El mayor deseo es que
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una de las revistas de mas antiguas y de mayor permanencia, sino que ha sido
representativa de la evolución de nuestra disciplina en toda América Latina y con una
mirada interesada e informada de lo que ocurre en el resto del mundo. Por sus páginas
han pasado los más importantes doctrinos y teóricos y el acervo de autores comprende
firmas tales como la de M. de la Cueva, R. Caldera, A. Sussekind, E. J. Couture, A.
Lyon – Caen, M. Alonso Olea, G. Giugni, M. Deveali, e. Krotoschin, M. V.
Russomano, etc.
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El Prof. Barbagelata, actor y testigo privilegiado de esta historia intelectual, ha evocado
el número inaugural de la revista del siguiente modo:
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animaba al segundo catedrático de la materia. Se trata del editorial, que De Ferrari
tituló “El neo humanismo del derecho del trabajo”.
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En el mismo, comenzó poniendo de manifiesto la desatención respecto de “la persona
humana propiamente dicha”, en que habían incurrido “los viejos sistemas jurídicos”,
siendo recién con el “nuevo derecho que un hálito de humanismo estremece y
conmueve por primera vez las viejas construcciones jurídicas”.
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Es así que en ese momento De Ferrari comparte abiertamente las ideas de Gustavo
Radbruch, de Georges Gurvitch e incluso de Cesarino Jr., sobre el particular.
Por otra parte, apartándose de la posición de Josserand, que califica de insuficiente,
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percibe la posibilidad de alcanzar un neo humanismo del derecho del trabajo, al que ya
no le bastaría la protección del trabajador ante las arbitrariedades del empleador.
En efecto, el nuevo derecho no puede, -según afirmaba De Ferrari-, seguir
38Barbagelata, Héctor – Hugo. “Sobre la cátedra actualmente denominada Derecho del Trabajo
y de la Seguridad Social”, Montevideo, 2006
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científico del Derecho del Trabajo: la raigambre constitucional de sus principios y el
estudio comparatista de sus instituciones centrado en América Latina. La producción
de Plá, tanto en la revista como en sus primeras obras, entre ellas la monumental “El
Salario en el Uruguay” constituyen manifestaciones primigenias de lo que sería una
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constante a través de los años: el rigor, la meticulosidad en el rastreo de antecedentes y
bibliografía, sustento del análisis profundo y las conclusiones sólidas”.
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E. Consideraciones finales
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Hasta aquí la historia – o una historia – de los orígenes del derecho del trabajo en el
Uruguay. La sociedad modesta de la plaza fuerte española del siglo XVII,
desconocedora de las grandes riquezas que propiciaron la avidez y rapacidad
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Estas características marcaron a fuego a una República que iba a conocer, a principios
del siglo pasado, una experiencia reformista de perfiles muy nítidos – sintetizados en la
figura de don José Batlle y Ordóñez - que conoció diversos avatares políticos de diverso
signo pero que pudo sortear los suficientes como para dar lugar a una legislación laboral
avanzada, nunca sistematizada en código ni consolidación de leyes. La índole
protectora del derecho individual del trabajo convivió con un origen “libertario” de las
relaciones colectivas de trabajo, en las cuales la desconfianza del sindicalismo hacia los
Abella de Artecona, Martha. “50 años de la revista a través del recuerdo”. Rev. Der. Lab. T.
39
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operaron decisivamente en su estructuración a través de una dilatada actividad
legislativa, periodística y ejecutiva, en razón que adoptaron responsabilidades e hicieron
gala de una “militancia” a favor del Derecho del Trabajo que los hizo “intelectuales
orgánicos” de la conformación de nuestra disciplina.
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