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I. CONTEXTO HISTÓRICO
Este interés por la mente humana respondía a la realidad histórica que se estaba
viviendo en Estados Unidos entre los años 1950 y 1970: acababa de terminar la Segunda
Guerra Mundial y el planeta estaba inmerso en la guerra fría. El legado de estos conflictos se
encarnaba en una sociedad desigual y con elementos marginales, lo que generó como
respuesta el surgimiento de movimientos sociales como los afroamericanos, las
reivindicaciones de los derechos humanos, los movimientos feministas, entre otros. La nefasta
guerra de Vietnam fue el catalizador de este malestar y la sociedad finalmente se reveló y
reivindicó los valores de la libertad, la paz y el respeto. También emergieron movimientos
estudiantiles en toda América como protesta ante el determinismo y el interés homogenizador y
manipulador de la educación tradicional, personificados por el conductismo.
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II. BIOGRAFÍA: JEROME SEYMOUR BRUNER
Bruner fue uno de los principales gestores de la Revolución Cognitiva, pero también su
más ferviente detractor. En 1986, en su libro “Actual Minds, Possible Worlds” detalla sus
críticas al cognitivismo por considerar que éste se había volcado estrictamente a aspectos
sistemáticos y lógicos de la vida mental. Propone entonces que el hombre es producto de sus
propias vivencias y de su cultura. Comienza una nueva etapa: la Revolución Cultural.
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III. LA REVOLUCIÓN COGNITIVA
Según Bruner, “El objetivo de esta revolución era recuperar la mente en las ciencias
humanas, después de un prolongado y frío invierno del objetivismo”.
A mediados del siglo XX, mientras el conductismo se encontraba sin respuestas ante el
enigma de la mente humana, Bruner realiza un decidido esfuerzo por instaurar el significado
como concepto central de la psicología, y aclara: “ni los estímulos y las respuestas, ni la
conducta abiertamente observable, ni los impulsos biológicos y su transformación, sino el
significado”. Su meta era descubrir y describir formalmente estos mismos significados que los
seres humanos creaban a partir de sus encuentros con el mundo, para luego estudiar la
construcción de estos significados.
Durante los años 50 y como derivado natural de sus investigaciones experimentales sobre
el aprendizaje de conceptos (al cual nos referiremos más adelante), Bruner abrazó con
entusiasmo la propuesta de la Revolución Cognitiva, en la que el conocimiento humano tiene
explicación como un modelo formal de la mente. A partir de este paradigma, estudiaría dos
temas principales: la representación de la experiencia y la construcción categorial para el
aprendizaje de conceptos.
a. Representación de la experiencia
Bruner definiría en 1960 la representación como “un conjunto de reglas mediante las cuales
se puede conservar aquello experimentado en diferentes acontecimientos”. Representar
consiste entonces en guardar en la memoria aspectos de la experiencia, utilizando para ello
algún código regido por reglas.
Estas representaciones son concebidas por Bruner como herramientas que pueden ser
manipuladas con propósitos definidos, como la solución a un problema o la toma de una
decisión. Se trata, eso sí, de herramientas mentales que permiten la realización de acciones u
operaciones mentales.
Las personas tienen una enorme capacidad de asimilar estímulos y datos que les
suministra su medio ambiente, capacidad que no es ilimitada; a medida que el desarrollo tiene
lugar, el ser humano es capaz de mantener una creciente independencia de su acción con
respecto a la naturaleza y a las exigencias de los estímulos. Tal independencia, que no hace
sino aumentar a lo largo de la evolución, es posible gracias a la aparición del pensamiento.
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La nueva perspectiva bruniana propone a un aprendiz inmerso en un mundo social y
cultural y es por vía de la interacción con el otro, en especial la interacción comunicativa con el
otro, que es posible construir un mundo con sentido, es decir, aprender. Por lo tanto, la
propuesta elaborada por Bruner expone que el aprendizaje no debe limitarse a una
memorización mecánica de información o procedimientos, sino que debe conducir al educando
al desarrollo de su capacidad para resolver problemas y pensar sobre la situación a la que se le
enfrenta.
Bruner ha distinguido tres modos básicos y complementarios mediante los cuales los seres
humanos se vuelven a presentar (representar) la realidad a lo largo de su evolución, con el fin
de asimilar nueva información:
Los tres modelos de representación son, pues, reflejo del desarrollo cognitivo pero pueden
actuar en paralelo, es decir, un niño de primaria puede utilizar la representación simbólica e
icónica para representarse, por ejemplo, una operación matemática.
Cuando el niño se encuentra con una situación desconocida, una de las formas de
representación entra en conflicto con las otras; buscando la solución al problema, las
estructuras mentales se potencian a un nivel más elevado que el inicial. El docente, según
Bruner, es un facilitador: debe llevar al alumno a un conocimiento potencial más elevado. Con
este objetivo, el maestro ofrece tareas prácticas en las que se aplica nueva información que
después será recordada. Se consigue así una selección de contenidos conectados e integrados
en una nueva estructura de conocimiento alcanzada.
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Por lo tanto, el aprendizaje humano presupone un carácter social específico y un proceso por el
cual los niños ingresan a la vida intelectual de quienes los rodean.
Para Bruner las etapas del desarrollo no surgen espontáneamente en el niño; para él es
muy importante el papel de los adultos, de los profesores, de la escuela o de la educación. Esta
es una importante diferencia con las ideas de Piaget, para quien el niño logra todo casi por sí
mismo. El papel de los adultos es muy importante para Bruner, ya que “la complejidad y la
confusión nos abruman fácilmente y el dominio cognitivo depende de las estrategias que
permitan reducir la complejidad y la confusión”.
Considerando que para Bruner “la tarea de enseñar una materia a un niño, en cualquier
edad determinada, consiste en representar la estructura de esa materia de acuerdo con la
manera que tiene el niño de considerar las cosas” 8, entonces se puede llegar a entender el
concepto introducido por él de “currículos en espiral”.
b. Categorización o conceptualización
En 1956 Bruner publica “A Study of Thinking”, donde estudió cómo la inteligencia humana
busca categorizar su entorno en clases significativas de hechos, tratando cosas distintas como
equivalentes. A este proceso se lo conoce como categorización o conceptualización. Con este
libro, se inicia la “revolución cognitiva”: el paso de la conducta como objeto de estudio a la
mente en tanto facultad que procesa, filtra y manipula la información que recibe. Estos
procesos de la mente dependen de las necesidades, las experiencias, las expectativas y los
valores del sujeto.
En esta línea de estudios, Bruner junto con otros colegas, desarrolló un programa
denominado New Look: en él, Bruner sostiene que la percepción no es innata, sino que es un
tipo de procesamiento de información que implica interpretación y selección. Para demostrarlo,
realizó un experimento muy interesante, donde se les entregaban monedas de distintos valores
a niños ricos y pobres, luego se les pedía que explicaran su percepción sobre el tamaño de las
mismas. Los niños pobres percibieron que el tamaño de las monedas era mayor a medida que
aumentaba su valor, a diferencia de lo descrito por los niños ricos. De esta forma, Bruner
concluye que la motivación humana es compleja y que en ella influyen la emoción, la
imaginación y el entrenamiento cultural.
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De acuerdo con Bruner, la información que entra al sistema cognitivo se organiza en la
forma de clases ya establecidas o por construir. Esta posibilidad de categorizar la experiencia
se encuentra en la base de la construcción de conceptos. En “A Study of Thinking” se explora
el pensamiento y su asociación en categorías y clasificaciones. Bruner descubrió que la
elección de agrupar los objetos y sujetos implica procedimientos y criterios. Además, involucra
la focalización en un indicador básico y la aglomeración de nociones en torno a ese indicador.
Más aún, el agrupamiento se haría en función de la propia memoria y de la atención, y buscaría
en forma reiterada la comprobación de sus hipótesis inclusive innecesariamente.
● Entre menos sean los ejemplares para la construcción del concepto, mejor.
● Si el concepto se construye antes de agotar todos los ejemplares de la categoría, mejor.
● Entre menos esfuerzo cognitivo (memoria y procesos inferenciales), mejor.
● Entre menos hipótesis o ensayos de definición de atributos previos a la obtención del concepto,
mejor.
Para esta época, el interés de Bruner era la posibilidad de identificar principios formales
universales de funcionamiento del sistema cognitivo. Esto lo llevó a trabajar con objetos y
situaciones cada vez más artificiales. Precisamente, la principal crítica al trabajo de Bruner
sobre el aprendizaje de conceptos es justamente el hecho de que sus experimentos se hacían
con conceptos artificiales, suponiendo así que las categorías y atributos de la experiencia
cotidiana operarían de igual manera.
Sin embargo, los experimentos de Bruner pueden considerarse pioneros de una línea de
investigación psicológica tendientes a construir procesos de aprendizaje de conceptos,
especialmente para las áreas de conocimientos que operan con conceptos puros o netos.
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fue llevado al debate educacional de su país. Justo cuando los funcionarios estaban alarmados
y temerosos de que los estudiantes estuvieran rezagados en ciencia fue cuando sus ideas
tomaron fuerza.
El mismo Bruner aplicó estas premisas en la reforma del currículo de ciencias sociales
desarrollado entre 1962 y 1966, que incorporó grandes innovaciones en el estudio de las
ciencias sociales. El profesor debía ser el responsable de despertar el interés y la reflexión
crítica de los alumnos, de modo que estos aprendieran y descubrieran las ciencias sociales.
De esta primera etapa cognitiva del pensamiento pedagógico de Jerome Bruner podemos
destacar tres implicancias educativas:
● Aprendizaje por descubrimiento: El instructor debe motivar a los estudiantes para que sean
ellos mismos los que descubran las relaciones entre los conceptos y construyan su
conocimiento.
● La información o contenidos de aprendizaje se deben presentar de una forma adecuada a la
estructura cognitiva (el modo de representación) del alumno.
● El currículo, en consecuencia, debe organizarse de forma espiral, es decir, se deben trabajar
los mismos contenidos, ideas y conceptos cada vez con mayor profundidad. El niño irá
modificando sus representaciones mentales a medida que se desarrolla su cognición o
capacidad de categorizar, conceptualizar y representar el mundo.
Según Bruner, las sociedades deben fomentar el interés por aprender. Este interés no debe
basarse en motivos externos, como la obtención de títulos, sino en el placer de conocer lo que
se va a aprender. Se trata de que los contenidos de las materias despierten los sentimientos,
las fantasías y los valores del que aprende. Cuando el aprendizaje no es significativo se priva al
que aprende de una de las más poderosas motivaciones: el sentir que el aprender es por sí
mismo recompensador.
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Bruner piensa que hay una estructura fundamental de cada materia que se enseña. Lo que
ante todo debe asimilar quien se acerque al estudio de una materia es el núcleo básico, las
ideas fundamentales. La comprensión de las estructuras fundamentales hace a una materia
más asequible, pues proporciona un cuadro general en cuyo interior los detalles son más
comprensibles y las relaciones entre ellos más claras. Es importante manejar en las clases
unas representaciones simplificadas de la información básica de cada materia: “Cuanto más
fundamental o básica sea la idea que se aprende, casi por definición, tanto mayor será su
alcance de aplicabilidad a nuevos problemas”.
Por otro lado, aclara el psicólogo, son importantes los materiales educativos; es
recomendable tener ayudas para la enseñanza y manejar dispositivos que permitan y faciliten
el descubrimiento y el aprendizaje. Sin embargo, los principales agentes de la educación son
los maestros, ellos son la clave del proceso educativo. El maestro debe ser un representante,
un catalizador que propone formas de mirar la vida. Una persona que no impone sino que
ayuda a la negociación de sentido.
Cuando Bruner recuerda en sus libros la década del ´70, hace mención a unos “años de
cambios profundos y tumultuosos”.
La turbulencia social desencadenada por los movimientos de los años ´60 puso encima de
la mesa el desamparo humano, la desigualdad socioeconómica y la reacción de la juventud
frente a una educación percibida como una imposición del establishment. Fueron los años del
Mayo Francés y la Primavera de Praga, las reivindicaciones de los estudiantes de Berkeley,
Columbia, Harvard y la Sorbona. Ahora ya no se cuestionaba la reforma educativa en tanto
cambio del currículo, sino que se persiguía la reforma integral del sistema educativo en tanto
fuente de discriminación y reproducción de la desigualdad social.
En esta época, Bruner, como asesor presidencial, participa en un programa social que se
llamó “Head Start”. Este proyecto fue concebido como parte de la llamada “guerra contra la
pobreza” en el que se pretendía mejorar la salud, el bienestar personal, afectivo y social, el
rendimiento intelectual y el interés por la escuela en la población considerada de riesgo de
exclusión social. En ese momento, Brunes comienza a preocuparse por las interrelaciones
entre la evolución humana y la cultura, los efectos de la pobreza y la transmisión cultural. Se da
cuenta de que la educación debe responder a los retos y desafíos que plantean las nuevas
necesidades sociales.
Sin embargo, sus trabajos en el área le valieron grandes enemigos políticos y académicos,
por lo que, en 1972, se vio obligado a aceptar una oferta de Oxford. En este momento, la
influencia de Piaget sobre Buner se estaba desvaneciendo, y el norteamericado descubría con
entusiasmo los trabajos de Vigotsky, que tuvieron grandes influencias en la segunda parte de
su trabajo.
Al mismo tiempo, la primera mitad del siglo XX trajo también la revolución informática. La
computación, recién estrenada en la escena mundial, se encontraba en auge y la psicología,
por su carácter hipersensible a las necesidades sociales no fue ajena a esta coyuntura. En
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palabras de Bruner: “Siempre ha sido una especie de reflejo intelectual de la psicología
académica el redefinir al hombre y su mente a la luz de las nuevas necesidades sociales”.
Esta realidad llevó al cognitivismo a equiparar la actividad mental con la realizada por un
ordenador; de esta manera se plantea que la actividad mental consiste en cálculos o cómputos
binarios sobre representaciones. Este planteamiento es indiferente, e incluso prescinde, del
concepto de significado y construcción de significado.
Al respecto, escribe Bruner: “Algo que sucedió muy temprano fue el cambio de énfasis del
significado a la información, de la construcción del significado al procesamiento de la
información. El factor clave de este cambio fue la adopción de la computación como metáfora
dominante y de la computabilidad como criterio imprescindible de un buen modelo teórico”.
En medio de esta panorámica, Bruner hace un intento de recuperar el interés perdido por la
Revolución Cognitiva; “el énfasis en la construcción de significado a partir de lo cual plantea (o
replantea) conceptos como el significado como principal preocupación de la psicología, el papel
constitutivo de la cultura, la psicología popular como parte de toda psicología cultural y la
acción situada”.
Para Bruner la teoría de la mente debe estar orientada de “afuera hacia adentro”, indicando
el tipo de mundo que se necesita para hacer posible el uso efectivo de la mente. Para él, la
aproximación del computacionalismo a la educación tiende a ser “de adentro hacia fuera”:
infiltra al mundo en la mente. En contraposición, el culturalismo propuesto por Bruner es mucho
más de “afuera hacia adentro”.
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interacción con los entornos. Comienza a preocuparse por las interrelaciones entre la evolución
humana y la cultura, los efectos de la pobreza o la transmisión cultural (sistema de clases)
promovida por el sistema educativo. Todo ello le lleva a proponer un programa educacional
capaz de conferir al niño y niña la libertad suficiente para desempeñar sus habilidades e ir “más
allá de la información dada”.4 La educación debe responder a los retos y desafíos que plantean
las necesidades sociales y debe, en consecuencia, ocuparse de aquellos que tienen una
desventaja socio económica al nacer.
b. Noción de andamiaje
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Los “andamios” permiten moverse con seguridad hacia el próximo escalón, y ese
escalón siempre es la apropiación de una nueva herramienta cultural (lectura, escritura,
notación matemática, etc.). Es en este sentido que se deja ver como la mente no se forma de
“adentro para afuera” (tesis piagetiana), sino que los apoyos que nos provee la cultura nos
permiten pensar, recordar e intercambiar información. Es así como la cultura permite construir
la mente humana a través de la educación.
Según Bruner “el objetivo de la educación consiste en ayudarnos a encontrar nuestro
camino dentro nuestra cultura, a comprenderla en sus complejidades y contradicciones”.
c. Del pensamiento racional al pensamiento narrativo
d. Enseñanza recíproca
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V. MEMORIA Y APRENDIZAJE
Cuando el niño nace, posee un cerebro pleistoceno, que a los pocos años se convierte
en un cerebro moderno al haber aprendido logros que la humanidad ha tardado decenas de
miles de años en alcanzar, por ejemplo, el lenguaje, la regulación de la emociones y la
potenciación de las funciones ejecutivas. El niño pequeño tiene una gran memoria, pero no es
dueño de ella. No puede gobernarla, ni recordar lo necesario para los fines que se propone.
Piaget estudió la evolución de la memoria infantil, y llegó a la conclusión que era paralela a la
evolución de la inteligencia. La conservación del recuerdo y su recuperación depende de los
esquemas que posea el niño y de las operaciones que sepa realizar. Es posible que el niño
pequeño apele a su memoria de una manera mágica, invocándola y aguardando la llegada de
un mensaje de procedencia desconocida, mientras que el niño mayor y, naturalmente, el
adulto, sabe buscar en la memoria. Vygotsky afirmó: “La esencia íntima de la memoria humana
consiste en el hecho de que los seres humanos recuerdan activamente con la ayuda de
signos”. En efecto, un concepto es un signo que se refiere a una o muchas cosas. Cuando
escuchamos o pronunciamos internamente la palabra que designa un concepto, estamos
activando toda una red de memoria.
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dos eventos diferentes hasta por aproximadamente 7 minutos. Esta capacidad de memoria se
puede incrementar si la información se divide en pequeñas secciones que tengan algún
significado.
Por otro lado, la memoria o almacenamiento a largo plazo tiene capacidad ilimitada y
está constituida por todos los conocimientos, experiencias y saberes que se almacenan a lo
largo de la vida.
Algunos materiales son forzados en la memoria a largo plazo mediante memorización
remota y el aprendizaje. Los niveles más profundos de procesamiento tales como la generación
de vínculos entre la información nueva con la vieja son mucho mejor para la retención del
material con más éxito.
● CONTENIDO:
El contenido a enseñar debe ayudar al estudiante a desarrollar el poder de resolver
el problema. Debe también ayudar al mismo a impulsarse a sí mismo a aprender.-Y debe
desarrollar el poder del estudiante hacia un aprendizaje efectivo.-
Para ello se debe seguir cierta secuencia en función de la complejidad de los
conceptos implicados y el educador debe estar familiarizado con la teoría subyacente y poder
relacionarla con las situaciones prácticas que se vayan presentando en el proceso de
aprendizaje.
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En otros términos, el contenido debe estimular a los alumnos para pensar por sí
mismos, plantear hipótesis y tratar de confirmarlas de una forma sistemática. Y asi la solución
de los problemas será creativa y duradera.
● DOCENTE:
Debe darle al alumno el material adecuado para estimularlo mediante estrategias de
observación, comparación, análisis de semejanzas y diferencias. En el aula el proceso de
aprendizaje debe usar forma inductiva y ofrecer ejemplos específicos. Debe mantenerse el
interés del alumno a lo largo de toda la sesión de estudio.
Es un facilitador que debe llevar al alumno a un conocimiento más elevado.
No realiza una explicación de contenidos acabados con principios y final claros y
establecidos. Ello se olvida rápidamente porque se basa solo en la memoria. Por el contrario,
debe conducir al estudiante al desarrollo de su capacidad para resolver problemas y pensar
sobre la situación a la que se enfrenta.
Debe motivar al alumno planificando la educación tomando en cuenta la formación
social, familiar y cultural del mismo de manera que el alumno asimile realmente el aprendizaje,
teniendo en cuenta además la forma y el ritmo en el que aprende el estudiante.
● ALUMNO:
Debe adquirir sus conocimientos por sí mismo. Debe aprender a través de un
descubrimiento guiado que se efectúa durante una exploración por curiosidad del mismo.
Los estudiantes deben estudiar los ejemplos que se les brindan.- Los conocimientos
nuevos que se presentan al estudiante deben estar relacionados con los que ya posee. De esa
manera el mismo alumno será quien cree su propio conocimiento.
Deben ellos mismos pensar por sí mismos, plantearse hipótesis, y tratar de
confirmarlas por sí mismos y en forma sistemática.
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