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MÓDULO 4 - SENSIBILIDADES Y

NECESIDADES DE LOS NIÑOS

4.1. PERIODOS SENSIBLES


Los periodos sensibles son las fases en las que los niños repiten una actividad reiteradas veces,
sin ninguna razón aparente. Se encuentran atraídos y concentrados por lo que hacen y muestran
todo su interés hacia una única cosa.

Este comportamiento se puede observar cuando los pequeños desean mirar, tocar y dar vueltas a
todos los objetos que les rodean con la finalidad de entender para qué sirven.

En estas etapas, según la creadora de la pedagogía Montessori, el niño muestra su predisposición


a desarrollar nuevas habilidades y conocimientos a través de sus sentidos. Es decir, necesita
explorar todo lo que le rodea para aprender de ello. Por eso, cuando el adulto obstaculiza sus
instintos naturales de aprender, el infante tiene una rabieta para mostrar su insatisfacción.

Mediante la observación de los niños, Montessori identificó seis periodos sensibles (Britton, 2017):

● sensibilidad al orden;
● sensibilidad al lenguaje;
● sensibilidad a caminar;
● sensibilidad a los aspectos sociales de la vida;
● sensibilidad a los pequeños objetos;
● sensibilidad a aprender a través de los sentidos.

4.1.1. Sensibilidad al orden

La sensibilidad al orden es un periodo que aparece a lo largo del primer año de vida y dura
hasta el segundo. El orden permite a los niños clasificar sus vivencias y orientarse:

Durante este tiempo, los bebés y los niños luchan por clasificar y categorizar todas sus
experiencias, y les es más fácil hacerlo si hay un cierto orden en su vida. Les gusta en
cierto modo que se les dirija, por parte de la misma persona y en un entorno conocido.
Esto no hay que confundirlo con la necesidad de limpieza de un adulto; para un bebé
es más una necesidad de coherencia y de familiaridad, de modo que se pueda orientar
y construir un cuadro mental del mundo.(Britton, 2017).

Cambiar la decoración de la habitación del pequeño o ir de vacaciones son acciones o actividades


que pueden desconcertarlo. La necesidad de contar con un orden en su vida es especialmente
evidente en el niño que tiene 18 meses.

La sensibilidad al orden es una etapa en la que el infante se da cuenta por primera vez de que es
capaz de manipular su entorno moviendo objetos. En este sentido, se debe tener en cuenta que el
niño espera encontrar los objetos en el lugar donde los vio por primera vez. De no ser así, puede
desorientarse.

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4.1.2. Sensibilidad al lenguaje

La sensibilidad al lenguaje aparece ya en el nacimiento. La capacidad de utilizar el lenguaje


tiene una importancia fundamental para los seres humanos. Desde pequeños, los niños observan
la forma de hablar de los adultos de su alrededor, es decir, los órganos del habla, y absorben todo
lo que oyen y captan.

A los 6 años, ya cuentan con un vocabulario amplio y dominan los modelos básicos de las frases y
de las inflexiones, así como el acento del lenguaje. No obstante, el aprendizaje de la lengua no
termina aquí, sino que seguirán adquiriendo estructuras de oraciones más complejas y nuevas
palabras durante su infancia.

Es fundamental exponer a los niños al lenguaje desde pequeños para evitar que dicha capacidad
quede dañada. Por eso, Montessori creía que es muy importante que los adultos hablen con los
niños durante ese periodo, ayudándolos a enriquecer su lenguaje y dándoles la oportunidad de
conocer nuevas palabras.

Hay que tener en cuenta que la adquisición del habla se puede considerar como una conquista por
parte del niño, que posteriormente conseguirá dominar el lenguaje escrito y leído. Proceso que
culminará con la comprensión consciente de la gramática.

4.1.3. Sensibilidad a caminar

La sensibilidad a caminar es un periodo que aparece por la necesidad de ir de un lado a otro.


No obstante, en un inicio, el bebé da sus primeros pasos “por mero placer”. Así, siente la
necesidad de practicar y perfeccionar esta habilidad.

Etapa tras etapa, el pequeño adquiere todas las posiciones de forma progresiva: mantiene erguida
la cabeza, busca levantarse, logra ponerse de pie, camina, salta, corre y baila.

Lo que sí es cierto es que cuando ya han adquirido la movilidad, los niños no paran de moverse.
En este sentido, Montessori relata en Niño. El secreto de la infancia, ejemplos de niños de dos y
tres años que caminan kilómetros y suben y bajan escaleras con el único propósito de mejorar sus
movimientos.

Existe una tendencia a infravalorar la capacidad de andar de los pequeños. Se debe tener en
cuenta que son capaces de caminar largas distancias, pero a su propio ritmo. Por ello, cuando se
sale a pasear con un niño, es imprescindible respetar su paso, parar cuando lo necesite y
desplazarse cuando esté dispuesto a hacerlo.

4.1.4. Sensibilidad a los aspectos sociales de la vida

La sensibilidad a los aspectos sociales de la vida aparece entre los 2 y los 3 años, cuando
empiezan a ser conscientes de que forman parte de un grupo. En esta etapa comienzan a sentir
interés por los otros niños de su misma edad y, poco a poco, juegan con ellos de forma
cooperativa.

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Montessori descubrió que a través de este periodo sensible los niños empiezan a moldear su
conducta social adulta y a adquirir las normas sociales de grupo.

4.1.5. Sensibilidad a los pequeños objetos

La sensibilidad a los pequeños objetos se hace evidente alrededor del año, cuando el infante
tiene mayor movilidad y, por tanto, dispone de un entorno más grande que explorar.

Estas exploraciones hacen que se sienta atraído por los objetos pequeños, como pueden ser las
piedras, los insectos o las hierbas. En este entorno de descubrimiento, el niño coge los objetos, los
mira de cerca y puede que se los lleve a la boca.

Este periodo sensible debe entenderse como la necesidad de comprender su entorno. El niño tiene
el impulso de prestar atención al detalle para construir una compresión del mundo. Además,
también tiene que ver con su maduración intelectual.

4.1.6. Sensibilidad a aprender a través de los sentidos

La sensibilidad a aprender a través de los sentidos es otro periodo que aparece en el


nacimiento del niño. Al inicio, el infante activa los sentidos de la vista y el oído y, posteriormente,
a medida que se desarrolla el movimiento, estimula los sentidos del tacto y del gusto.

La recomendación de Montessori es que el niño esté cerca de los adultos para que pueda ver y oír
todo lo que pasa a su alrededor. En cuanto comienza a gatear o a andar, se vuelve relevante
concederle el espacio y la libertad necesarios para que pueda explorar y descubrir su entorno.

Respetar el aprendizaje de los niños a través de los sentidos es fundamental, ya que si se impide

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la exploración sensorial se está limitando su aprendizaje, pudiendo llegar incluso a inhibirse.

4.2. NECESIDADES
Los niños, durante su desarrollo, tienen una serie de necesidades que se deben tener en cuenta,
del mismo modo que los periodos sensibles descritos anteriormente. Por este motivo, en los
siguientes apartados se van a concretar las necesidades descritas por Montessori en sus obras y
discursos (Poussin, 2019):

● necesidad de una relación de confianza;


● necesidad de una comunicación rica;
● necesidad de un movimiento inteligente;
● necesidad de una concentración preservada;
● necesidad de ser respetado;
● necesidad de ser guiado hacia la autonomía y la libertad;
● necesidad de aprender.

4.2.1. Necesidad de una relación de confianza

Una relación de confianza entre el niño y los adultos que lo rodean es fundamental para su
desarrollo. Sus potencialidades no afloran si no se siente acompañado. Por ello, la guía de un
adulto se vuelve indispensable.

Este vínculo es más beneficioso si la atención es individualizada, ya que cada niño presenta unas
características o peculiaridades concretas. Además, es a partir de esta individualización que se
entabla una relación de confianza.

A través de ella, el niño sabe que puede confiar en una persona persona y, por consiguiente, le
posibilita el desarrollo de la confianza en sí mismo. Por tanto, la estabilidad en la relación
proporciona seguridad y convicción en el menor.

En este sentido, Montessori aconseja en sus obras no dar más importancia a un objeto que al niño,
porque esto puede afectar a su desarrollo psíquico por su fragilidad:

Si se siente menos cuidado que determinados objetos (por ejemplo, cuando se lo


regaña porque se acerca a un jarrón frágil o lo toca), si ve que se preserva ese objeto
con cuidado mientras que a él se le habla sin delicadeza, es posible que se considere a
sí mismo como un peligro para ese objeto y que incluso se siente inferior o indigno de
acercársele (Poussin, 2019).

Montessori destacaba la importancia de tranquilizar a los niños cuando rompen algo y no


aumentar su culpa, ya que sus sentimientos están muy afectados por haberlo hecho y puede
desarrollar complejos.

4.2.2. Necesidad de una comunicación rica

Si el niño tiene una etapa sensible al lenguaje, también presenta una necesidad de contar con

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una comunicación rica que, a la vez, está conectada con la relación adulto-niño.

Así pues, consiste en hablar con el niño con frecuencia con un campo léxico apropiado, para
permitir que adquiera una expresión clara y un vocabulario variado.

El método Montessori educa a los niños para que puedan reconocer y explicar sus sentimientos. El
hecho de compartirlos, les permite analizarlos mejor. Por ello, resulta imprescindible que vayan
adquiriendo progresivamente un vocabulario rico a través de distintas actividades.

El proceso de comunicar no consiste solo en hablar, sino que también tiene que ver con escuchar.
Así que, es importante que los adultos presten atención a lo que digan los pequeños:

Entonces, hay que adoptar, en la medida de lo posible, una postura física que muestre
receptividad ante su mensaje; por ejemplo, el adulto puede ponerse a su altura, en
cuclillas, sentarse o bien establecer una conexión visual. Estar a la escucha significa
acoger sus palabras y eventualmente reformularlas si tiene dificultades para
expresarse. Además, esta es una manera de demostrarle empatía, buscando siempre
ponerse en su lugar (Poussin, 2019).

4.2.3. Necesidad de un movimiento inteligente

La necesidad de un movimiento inteligente nace del instinto del ser humano de aprender a
utilizar sus miembros y a coordinarlos para dominar los gestos. Este aprendizaje permite a los
niños moverse con libertad e ir construyendo su capacidad de razonar y de organizar su
pensamiento.

La creadora de la pedagogía Montessori apostaba por la libertad de movimiento de los pequeños


como una necesidad vital, a nivel fisiológico, psíquico e intelectual. Por este motivo, no estaba de
acuerdo con tener a los niños sentados en las sillas de las aulas, ya que consideraba que atentaba
contra la construcción del infante.

Para fomentar el movimiento libre e inteligente existen una serie de actividades, como por
ejemplo andar sobre una línea cuidando el equilibrio del cuerpo e ir aumentando progresivamente
las dificultades:

Primero, el niño deberá practicar este ejercicio en una elipsis, uniendo los pies; luego
deberá sortear pequeños retos, como caminar al tiempo que cuida que no se caigan
los objetos que lleva en una bandeja, o el almohadón en su cabeza, o que no tintinee
la campana en su mano, mano [...] (Poussin, 2019).

Existen actividades de la vida diaria que también favorecen la construcción del movimiento. Por
ejemplo, verter líquidos o cereales de una jarra a otra, abrir y cerrar cajas o candados, plegar telas
o papel, limpiar objetos, vestirse, etcétera.

El niño, a través de estas acciones, amplía el dominio de su entorno y aprende a coordinar sus
movimientos con precisión. Además, también proporcionan el desarrollo de la concentración y la
seguridad en sí mismo.

Todas las actividades, como las matemáticas, las artes, la lengua o la geografía, fomentan el

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“movimiento intelectual”, ya que a veces requiere del movimiento de todo el cuerpo y otras veces
necesita solo de una mano.

4.2.4. Necesidad de una concentración preservada

La necesidad de una concentración preservada hace referencia a la atención del adulto sobre
el interés del niño. Son dos procesos que se retroalimentan, es decir, cuanto más interés
demuestre el adulto por la atención del niño, más consigue desplegar esta capacidad.

Según Montessori, la atención es la antesala de la concentración. Esta capacidad se consolida con


la participación de los niños en actividades que les motiven, como por ejemplo aquellas que son
espontáneas. Por eso, la pedagoga remarcaba la necesidad de que sean los pequeños los que
elijan las actividades.

Del mismo modo, es importante respetar la concentración de los niños, ya que de ella depende la
construcción de su inteligencia y su felicidad, según Montessori. Por este motivo, en las aulas
Montessori cada niño se organiza como quiere, para que no se interrumpan sus procesos de
aprendizaje. Así, los pequeños eligen sus tareas y el tiempo que quieren dedicarles.

La pedagoga estudió el fenómeno de la concentración en la Casa de los niños, donde descubrió


que cada uno tiene un ritmo diferente y propio que no se puede imponer desde fuera.

Los infantes alternan el trabajo individual con la pausa, encadenando ejercicios que les permiten
afrontar retos cada vez mayores. Si se interrumpe su concentración, es posible que tengan que
comenzar todo el proceso desde su inicio. Montessori describió estos ciclos mediante curvas,
como las que se muestran a continuación.

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En la primera curva (1) se puede visualizar que la conducta es irregular y desordenada, por
tanto, el niño tiene dificultades para centrar su atención durante un largo periodo de tiempo en
una actividad.

En el segundo estadio (2) se puede observar una progresión respecto al primero. El pequeño
comienza a fijar su atención durante un tiempo más largo. Lo hace en dos etapas, la de
entrenamiento y la de “gran trabajo”. El momento de falsa fatiga permite al niño recargar
energías.

En la tercera etapa (3), el reposo ya no es necesario para el niño, dado que alcanza una
concentración más prolongada y termina con un periodo de contemplación que le permite asimilar
sus logros.

Por último, la cuarta curva (4) representa la etapa final del desarrollo de la concentración. En
ella, el pequeño elige actividades complejas desde el primer momento, sin necesidad de
descansos, y mantiene una actitud disciplinada que le proporciona el progreso de sus cualidades
morales e intelectuales.

Según Montessori, los ejercicios de silencio, inmovilidad, paciencia, meditación y exactitud


fortalecen el poder de concentración porque permiten practicar el dominio corporal y el control
psíquico al mismo tiempo.

4.2.5. Necesidad de ser respetado

El niño tiene la necesidad de ser respetado en sus elecciones, impulsos, ritmo, desarrollo de la
personalidad y aprendizaje. El respeto también consiste en ayudar al pequeño solo cuando lo
necesita. Montessori insistía en que la ayuda inútil representa un obstáculo para el desarrollo del
pequeño, ya que puede percibir que es inferior o incapaz.

Un ejemplo de ello sería ayudar a un niño pequeño que se está colocando los zapatos al revés.En
este caso, sería mejor que el niño se de cuenta de ello por sí solo para que preste más atención la

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próxima vez o invitarle a observar sus pies sin intervenir directamente.

Por este motivo, es importante encontrar el punto exacto entre la ayuda útil y la inútil. En este
sentido, se aconseja “adoptar esa actitud reflexiva antes de intervenir, tomarse el tiempo de
medir la intervención y su pertinencia antes de actuar”.

Así pues, el respeto incide de una forma directa en su forma de aprender. Respetar al infante
significa reconocer que aprende mejor por iniciativa propia que cuando recibe indicaciones
externas de manera pasiva.

4.2.6. Necesidad de ser guiado hacia la autonomía y la


libertad

Otro factor de gran relevancia que destacaba Montessori es la necesidad de ser guiados hacia
la autonomía y la libertad que tienen los pequeños. Tal como se ha podido ver en capítulo
anteriores, la autonomía y la libertad son pilares fundamentales de la pedagogía Montessori,
capaces de convertir a un niño en un adulto disciplinado.

La elección de las actividades de una forma libre, además de proporcionar concentración, también
brinda autonomía a los pequeños. En ellos, se produce una oscilación continua entre la voluntad
propia y la disciplina, es decir, la capacidad de someterse a la voluntad de otro.

Para Montessori disciplina y libertad son dos conceptos dependientes:

[…] la disciplina no es algo que venga del exterior, sino un impulso interno, como un
reto que debe afrontarse para ser libre. Es disciplinado todo aquel que sea amo de sí
mismo, al punto de poder decidir obedecer a alguien o a una regla. La disciplina y la
libertad suponen la reflexión y el sentido de las responsabilidades.

Así, la libertad se sitúa entre la permisividad y el dirigismo. La sobreprotección y la intervención


impiden el progeso de la autonomía, de la misma forma que el “dejar hacer”. El punto adecuado
para el desarrollo se encuentra en una autoridad que proteja y tranquilice al niño.

Poussin (2019) determina las etapas en las que se desarrolla la independencia. Estas son las
siguientes:

● 0 – 3 años. Se constituye la independencia psicológica. El niño necesita ayuda para ser él


mismo.
● 3 – 6 años. Llega la independencia funcional. El pequeño requiere ayuda para actuar por
sí mismo.
● 6 – 12 años. Se consigue la independencia intelectual y es necesario prestar ayuda al
menor para que piense por sí mismo.
● 12 – 18 años. La adolescencia supone la consecución de la independencia social, es decir,
el joven necesita integrarse en la sociedad.
● 18 – 24 años. Representa la culminación del proceso. La persona ya ha alcanzado la
verdadera independencia que le permite ser libre.

Según la pedagoga, acompañar al niño a conseguir su autonomía es fundamental, pero debe


hacerse actuando sobre el entorno y no de modo directo sobre él. Además, el uso de la libertad
hace que los pequeños no se olviden de los demás y experimentan la solidaridad.

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4.2.7. Necesidad de aprender

La necesidad de aprender de una forma activa hace que el niño se dé cuenta de sus errores, se
motive y se concentre en las actividades. Así pues, los fallos sirven para aprender a través del
proceso de ensayo y error. Equivocarse permite al infante detectar la diferencia entre lo que ha
previsto y lo que ha sucedido, desarrollando, así, su inteligencia.

La búsqueda del error se convierte en una actividad lúdica que permite a los alumnos
autoevaluarse y detectar dónde se han equivocado. Es un ejercicio que facilita el aprendizaje,
porque no se bloquean ante las dificultades y no temen el fracaso.

Montessori considera el error como una etapa hacia el logro. Así, para que el niño no cree
dependencias de evaluación externa, el educador no lo debe valorar continuamente, ni de manera
negativa ni positiva.

La repetición de una actividad hace que el pequeño se percate de los errores. Asimismo, su
autoestima se ve favorecida cuando consigue efectuar una acción de forma correcta. En este
contexto, la repetición permite despertar un sentimiento de orgullo que lo lleva a compartir sus
conocimientos.

Un niño que tiene todas las necesidades cubiertas es, según Montessori, un “niño normalizado”.
Esto quiere decir que se ha desenvuelto de forma espontánea, sana y sin obstáculos. Este
concepto se contrapone con el de “niño psíquicamente desviado de la normalidad”, una situación
que se podría dar debido a un entorno represor.

A partir de esta concepción del niño, Montessori desarrolló una propuesta pedagógica que incide
de manera directa sobre el entorno, pero de forma indirecta sobre los más pequeños.

RESUMEN
● Los periodos sensibles son las fases en las que los niños repiten una actividad una y otra vez,
sin ninguna razón aparente. Se encuentran atraídos y concentrados por lo que hacen y
muestran todo el interés hacia una única cosa.
● La sensibilidad al orden es un periodo que aparece a lo largo del primer año de vida y dura
hasta el segundo. El orden permite a los niños clasificar sus vivencias y orientarse.
● La sensibilidad al lenguaje aparece ya en el nacimiento. La capacidad de utilizar el lenguaje
tiene una importancia fundamental para los seres humanos. Es fundamental exponer a los
niños al lenguaje desde pequeños para evitar que dicha capacidad quede dañada.
● La sensibilidad a caminar es un periodo que aparece por la necesidad de ir de un lado a otro.
No obstante, en un inicio, el bebé da sus primeros pasos “por mero placer”. Así, siente la
necesidad de practicar y perfeccionar esta habilidad.
● La sensibilidad a los aspectos sociales de la vida aparece entre los 2 y los 3 años, cuando
empiezan a ser conscientes de que forman parte de un grupo. En esta etapa comienzan a
sentir interés por los otros niños de su misma edad y, poco a poco, juegan con ellos de forma
cooperativa.
● La sensibilidad a los pequeños objetos se hace evidente alrededor del año, cuando el niño
dispone de mayor movilidad y por lo tanto tiene un entorno más grande que explorar.

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● La sensibilidad a aprender a través de los sentidos es otro periodo que aparece en el
nacimiento del niño. En un inicio, “están activos los sentidos de la vista y el oído”, y
posteriormente, “a medida que se desarrolla el movimiento, desempeña un papel el sentido
del tacto, seguido del gusto a medida que es capaz de llevarse cosas a la boca.
● Una relación de confianza entre el niño y los adultos que lo rodean es fundamental para su
desarrollo. Sus potencialidades no afloran si no se siente acompañado. Por ello, la guía de un
adulto se vuelve indispensable.
● La necesidad de una comunicación rica está conectada con la relación adulto-niño. El método
Montessori educa a los niños para que puedan reconocer y explicar sus sentimientos. El hecho
de compartirlos, les permite analizarlos mejor.
● La necesidad de un movimiento inteligente es el instinto del ser humano de aprender a
utilizar sus miembros y a coordinarlos para dominar los gestos.
● La necesidad de una concentración preservada hace referencia a la atención del adulto sobre
el interés del niño. Son dos procesos que se retroalimentan, cuanto más se interese el adulto
por la atención del niño, esta más se desarrolla y se despliega. Existen diferentes etapas del
desarrollo de la concentración.
● El niño tiene la necesidad de ser respetado en sus elecciones, impulsos, ritmo, desarrollo de
la personalidad y aprendizaje. El respeto también consiste en ayudar al pequeño solo cuando
lo necesita.
● Los niños necesitan ser guiados hacia la autonomía y la libertad para desarrollarse. Para
Montessori la disciplina y la libertad son conceptos dependientes, porque para que el niño sea
disciplinado debe afrontar un impulso interno que le haga ser libre.
● La necesidad de aprender de una forma activa hace que el niño se dé cuenta de sus errores,
se motive y se concentre en las actividades. Así pues, los fallos sirven para aprender a través
del proceso de ensayo y error.

AUTOEVALUACIÓN
Contesta las siguientes preguntas y practica las bases teóricas de este capítulo. No olvides
analizar y responder de acuerdo a lo que entendiste.

1. Según Montessori, ¿qué muestran los periodos sensibles?


2. ¿Con qué etapa coincide la sensibilidad al orden?
3. ¿Qué es la sensibilidad a los aspectos sociales de la vida?
4. Menciona las necesidades que presentan los niños durante su desarrollo.
5. Explica el primer y el segundo ciclo de la concentración según Montessori.
6. ¿Cuáles son las etapas en las que se desarrolla la independencia?

SOLUCIONARIO
1. Según Montessori, ¿qué muestran los periodos sensibles?

En estas etapas, según la creadora de la pedagogía Montessori, el niño está mostrando su


predisposición a desarrollar nuevos conocimientos y habilidades a través de sus sentidos.

2. ¿Con qué etapa coincide la sensibilidad al orden?

La sensibilidad al orden coincide con la etapa en que el niño se da cuenta por primera vez de que

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es capaz de manipular su entorno moviendo los objetos de un lado a otro.

3. ¿Qué es la sensibilidad a los aspectos sociales de la vida?

La sensibilidad a los aspectos sociales de la vida es una etapa que aparece entre los 2 y los 3
años, cuando los pequeños empiezan a ser conscientes de que forman parte de un grupo.
Comienzan a sentir interés por los otros niños de su misma edad y, poco a poco, juegan con ellos
de forma cooperativa.

4. Menciona las necesidades que presentan los niños durante su desarrollo.

Las necesidades que se manifiestan en los niños durante su desarrollo son: necesidad de una
relación de confianza, necesidad de una comunicación rica, necesidad de un movimiento
inteligente, necesidad de una concentración preservada, necesidad de ser respetado, necesidad
de ser guiado hacia la autonomía y la libertad y necesidad de aprender.

5. Explica el primer y el segundo ciclo de la concentración según Montessori.

En el primer ciclo se puede visualizar que la conducta del niño es irregular y desordenada, por
tanto, el pequeño tiene dificultades para centrar su atención durante un largo tiempo en una
actividad. En el segundo, en cambio, ya se puede observar una progresión respecto al primero. El
niño empieza a fijar su atención durante un tiempo más largo. Lo hace en dos etapas, la de
entrenamiento y la de “gran trabajo”. El momento de falsa fatiga permite al niño recargar
energías.

6. ¿Cuáles son las etapas en las que se desarrolla la independencia?

Hasta los 3 años se constituye la independencia psicológica; de los 3 a los 6 años llega la
independencia funcional; de lo 6 a los 12 años se consigue la independencia intelectual; de los 12
a los 18 años, la independencia social y de los 18 a los 24 años se culmina el proceso y la persona
ya es libre.

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