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MÓDULO 5 - PROPUESTA PEDAGÓGICA: EL

NIÑO Y EL GUÍA

5.1. AULAS MONTESSORI


La pedagogía Montessori no se teorizó y luego se trasladó a la práctica, sino que fue precisamente
al revés. Primero se puso en marcha y después se concibió la teoría.

Las primeras escuelas de este método recibieron el nombre de Casa de los niños, como se ha
mencionado anteriormente. De hecho, fue Montessori quien las llamó así. Esta nueva
denominación proporcionó a la escuela un significado muy similar al de un hogar.

Así pues, el centro educativo se convirtió en “un lugar de vida cálido y familiar, un espacio
comunitario abierto a la vida real y no escindido del mundo, un sitio donde se aprende viviendo
juntos y practicando actividades” (Poussin, 2019).

El sistema educativo Montessori en programas de aprendizaje que se extienden durante tres años,
por tanto, existe una mezcla de edades en las aulas. El objetivo es que los alumnos realicen un
aprendizaje sin presiones. La distribución se lleva a cabo de la siguiente forma:

● Nido. Comprende a los niños desde los 0 a los 18 meses;


● Comunidad infantil. Engloba a los pequeños desde que andan con seguridad hasta los 3 años;
● Casa de los niños. Agrupa a los infantes desde los 3 hasta los 6 años;
● Clase elemental. Abarca tanto el aula de los 6 a los 9 años como la de los 9 a los 12 años;
● Erdkinder. Integra a los alumnos entre los 12 y los 18 años.

En el proceso de aprendizaje que propone la pedagogía científica de Montessori existen tres


elementos que se deben tener en cuenta: el papel del educador, el entorno psicológico y las
actividades. Sus objetivos son favorecer y desarrollar la concentración de los niños.

No obstante, hay que tener en cuenta que los infantes son los protagonistas. Por tanto, en los
siguientes apartados se tratará el papel del alumno y el rol de adulto en las aulas Montessori.

5.2. CENTRO DEL PROCESO DE APRENDIZAJE


El niño, en la pedagogía Montessori, es el centro del proceso de aprendizaje y requiere de
unas orientaciones y de un espacio preparado para tal fin. Así pues, aunque el adulto, el entorno y
los materiales son elementos imprescindibles, el protagonista es el alumno.

Desde pequeños, los niños buscan satisfacer sus necesidades y adquirir conocimientos, ya sea de
forma individual o en grupo. Por eso, es importante que el ambiente en el aula sea armonioso y dé
confianza, como ya se ha explicado anteriormente.

Este ambiente es favorable para que los alumnos desarrollen sus capacidades, como pensar,

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analizar o ser críticos con su entorno. De esta forma, el aula se convierte en un espacio donde
explorar, aprender y transmitir sus conocimientos.

La forma de aprender en las aulas Montessori, reconoce que cada sujeto puede realizar las
actividades que les corresponden durante su proceso formativo, diseñar y construir su
conocimiento, desarrollar sus capacidades creativas, satisfacer sus necesidades y resolver sus
problemas.

En este sentido, Montessori, citada por el INIB (2020), criticó el método tradicional de educar
porque siempre ha considerado al niño como un ser al que hay que enseñarle todo y no como una
persona que se construye a sí misma:

Nadie hasta ahora ha considerado al niño en su propio valor como un gran artista, un
trabajador infatigable, puesto que tiene que ir construyendo por sí y de sí mismo el
más noble y bello edificio entre todas las obras de la naturaleza: el del hombre adulto
[…]. La educación debe basarse sobre las leyes científicas, una de las cuales, la
esencial, coloca en primer término el respeto a la personalidad del niño,
considerándole como el tesoro más sagrado de la humanidad.

Por este motivo, el enfoque Montessori se centra en ayudar y motivar a sus alumnos para que
se desarrollen personal, social, intelectual, emocional, física y psicológicamente con el objetivo de
que se desenvuelvan dentro de la sociedad.

5.3. ROL DEL ADULTO


El adulto dentro de las aulas Montessori no recibe el nombre de profesor o educador, sino
que es un guía que tiene como objetivo desarrollar al máximo el potencial del infante, a partir de
la preparación de un espacio adecuado y estimulante para que el niño pueda satisfacer sus
necesidades según la etapa educativa.

Su tarea se puede ver desde un doble enfoque. Por un lado, debe crear un vínculo adecuado entre
el niño, el ambiente, el conocimiento y los adultos. Por otro, tiene que orientar a las familias en las
distintas etapas educativas por las que pasan sus hijos.

Según Montessori, esta nueva concepción del docente nace de la necesidad de que “en lugar de la
palabra, aprendiera el silencio; en lugar de enseñar, observara; en lugar de cubrirse de una
dignidad orgullosa para parecer infalible, se cubriera de humanidad” (Poussin, 2019).

Así pues, la pedagoga no solo propuso una nueva forma de educar a los niños, sino también una
nueva forma de actuar de los profesores, que pasan a ser guías dentro de las clases y
abandonan el lugar central de la docencia tradicional.

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5.3.1. Reeducación del docente

Maria Montessori planteó la reeducación de los docentes para que puedan convertirse en guías
y acompañar a sus alumnos. El educador debe intentar comprender al niño y aceptarlo como es,
para lo cual es necesario que se conozca y se acepte a sí mismo. Para ello, es importante que el
maestro trabaje consigo mismo, que tenga una buena preparación psíquica.

Así pues, el guía debe contar con una capacidad de analizar regularmente sus comportamientos y
sus prácticas, ya que ayudar en su justa medida es una tarea muy exigente que implica un trabajo
continuo con uno mismo.

Las principales cualidades que son necesarias para ser un guía montessoriano son:

● humildad;
● paciencia;
● espíritu de servicio;
● escucha;
● suavidad con firmeza.

El trato que debe tener el guía con los alumnos debe ser con la máxima bondad, con la misma que
se quisiera ver en los niños. Dicha característica implica un trato respetuoso y una atención
absoluta, con la voluntad de someterse a los deseos de los demás, olvidando los propios.

Por tanto, se entiende que la educación parte de la colaboración entre el adulto y el niño. Además,
este último es el protagonista del proceso y el guía desempeña un papel secundario, ya que deja
de ser el poseedor del conocimiento.

El adulto no tiene su escritorio en el aula, sino que se desplaza entre los alumnos y se pone a su
disposición para enseñarles actividades en forma de pequeñas clases individuales o grupos
reducidos.

Según Montessori, la educación del guía se limita a presentar y a iniciar la actividad con el
material que ha elegido. Así pues, en este método no existen las clases magistrales, sino
presentaciones individualizadas.

En este sentido, es importante mencionar una cita de Serrano (1967), recogida por Pla, Cano y

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Lorenzo (2007), que resume el modelo de docente que pretendía potenciar Montessori:

Formaba parte Montessori de un tribunal de oposiciones. Debía juzgar las prácticas de


jóvenes maestras con parvulitos a quienes había de dar una lección. Tocó en suerte el
jabón. Todas disertaron largamente sobre sus orígenes, composición, propiedades,
etc. Los niños o se distraían o escuchaban sugestionados a veces por una hermosa
voz, pero luego al ser interrogados no contestaban o lo hacían inseguros y
balbucientes. Montessori, a la hora de las calificaciones, manifestó su descontento y
severidad. Sus compañeros del tribunal se asombraron. Pidió ella entonces dar una
lección a los niños. Pidió agua, jabón, palangana, toalla, y fue lavando las manos o
haciéndoselas lavar uno por uno. Al interrogarlos, todos contestaban entusiasmados a
la vez, con frases sencillas, claro está, pero intuitivas y personales, sobre los usos,
color, sensaciones del jabón. No sabían nada de sus orígenes ni propiedades
fisicoquímicas. Pero los parvulitos tampoco lo necesitaban. La idea resultaba sencilla,
fuerte y clara. La expresaban todos a la vez impetuosa y simplemente.

Así pues, el guía tiene que desarrollar las siguientes tareas y actitudes en sus clases:

● no manifiesta demasiado su personalidad e intenta que sus explicaciones sean breves y


preparadas;
● adapta sus conocimientos a cada alumno en función de sus capacidades, su ritmo y sus
intereses;
● da llaves a los pequeños, pero no les abre las puertas, es decir, “ayuda al niño a ayudarse a sí
mismo”.

En esta misma línea, Montessori defendió que lo más importante es que el adulto cambie su forma
de pensar respecto a la educación tradicional. Para ello, el educador debe dejar de considerarse
superior al infante, dueño de un saber que solo él puede transmitir. Si bien no monopoliza la
palabra ni intenta atraer toda la atención sobre el, tiene la responsabilidad de estimular a todos
los niños a través de su ejemplaridad.

El guía debe tener en cuenta que sus alumnos absorben su comportamiento y actitudes. Por este
motivo, el adulto debe transmitir actitudes y aptitudes que ayuden a los niños a aprender, más
que imponerles cierta organización del tiempo y darles órdenes.

Otro aspecto a tener en cuenta respecto al papel del guía es que Montessori recalca que la
legitimidad educadora está en los padres y madres, por lo que es esencial establecer una relación
de colaborador entre estos y el guía.

5.3.2. Observación y bondad

La observación y la bondad son otras dos actitudes imprescindibles que debe desempeñar el
guía montessoriano en el aula. La pedagoga y diseñadora del método escribe en el Manual
Práctico que el niño “necesita que se lo observe. Este debe ser el punto de partida y el motor de la
reflexión de todo educador” (Poussin, 2019).

Así pues, el guía debe organizar periodos de observación de sus alumnos en el aula con el objetivo
de conocer el grupo y su evolución, pero también para identificar las necesidades concretas y los
avances de cada uno de ellos. Es preciso recordar que el método Montessori respeta el ritmo de
aprender de cada menor.

La observación científica permite desarrollar una competencia basada en el interés por el niño.

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Además, invita a mirar antes de actuar para realizar una intervención discreta y adaptada.
Siempre debe reconocer el momento en el que el niño necesita ayuda y, en caso de ser necesaria,
guiarlo sin hacerle sentir demasiado su presencia. Nunca puede ser un obstáculo entre el niño y su
experiencia, sino más bien un estímulo.

Para orientar a los alumnos, el guía no debe ser directivo, pero sí marcar el camino. Es importante
tener en cuenta que cuanto menos intervenga el adulto, más iniciativa tendrán los pequeños. La
actitud del docente debe ser de “calma intelectual”, concepto que utilizaba Montessori para
definir el proceder de los guías.

En cuanto a la bondad, el guía no debe juzgar al niño ni señalar sus errores, sino que debe
invitarlo a autoevaluarse y a explorar, como elementos indispensables para conseguir sus logros.

Esta actitud frente a los niños hace que aprendan de una forma más espontánea y natural. Un
ambiente que se ve reforzado por la calma que reina en las aulas Montessori. Por eso, el enemigo
del guía es el estrés, ya que perjudica el aprendizaje.

En este sentido, cabe destacar que el principal defecto de los educadores es su impaciencia con el
proceso de maduración, ya que eso lleva a la incomprensión y a la falta de respeto hacia el niño.

Por este motivo, su misión en las aulas Montessori es ofrecer a los alumnos multitud de
actividades que fomenten su concentración y el dominio de sí mismos. No intervenir demasiado
pronto en corregir las travesuras y las rabietas, y, sobre todo, no usar el castigo o la fuerza.

Montessori defendía que esas conductas no adecuadas disminuyen y desaparecen


espontáneamente si los niños crecen en un ambiente donde recibe buenas ejemplos. Corregir
demasiado pronto puede provocar un descenso de la autoestima del niño.

Pese a ser bondadoso, el guía también debe ser firme y hacer cumplir las reglas cuando sea
necesario, pero siempre siendo respetuoso con sus alumnos. Para ello, tiene que hablar a los niños
de una forma amable y esforzarse para valorarlos, sin obviar las cosas negativas.

Por todo ello, Montessori (1958), citada por Pla, Cano y Lorenzo (2007) defendía un cambio
urgente en el papel de los docentes:

Y así descubrimos que la educación no es algo que haga el maestro, sino que es un
proceso natural que se desarrolla espontáneamente en el ser humano. No se adquiere
escuchando palabras, sino en virtud de las experiencias que el niño realiza en su
medio ambiente. La tarea del maestro no es hablar, sino preparar y organizar una
serie de motivos para la actividad cultural en un ambiente especialmente preparado
para el niño.

Así pues, uno de los cambios más característicos en las aulas montessorianas es el rol que
desempeña el adulto, contrapuesto completamente al establecido por la educación tradicional.

5.3.3. Características y decálogo del guía Montessori

Aparte de todos los aspectos explicados hasta el momento, los guías Montessori deben cumplir
especialmente con las siguientes características o tareas para desempeñar su labor con éxito:

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● conocer las necesidades intelectuales, físicas y psicológicas en cada etapa de desarrollo del
niño;
● guiar a los alumnos para que trabajen con el material adecuado a sus necesidades y a su
periodo evolutivo;
● conocer los materiales y los conocimientos que adquieren los niños con ellos;
● indicar clara y exactamente cómo se utilizan los materiales;
● incitar al pequeño a que utilice los materiales de forma adecuada la primera vez que tiene
contacto con ellos;
● mantener el ambiente limpio y ordenado;
● despertar la independencia, la imaginación, la autoestima, la autodisciplina, la bondad y la
cortesía en los infantes durante su desarrollo;
● guiar al niño para que aprenda a observar, explorar y cuestionarse las ideas y conocimientos
por sí mismo;
● motivar el interés de los alumnos por la cultura y las ciencias.

En esta misma línea, la propia creadora de la pedagogía Montessori ideó un decálogo para los
guías basado en las siguientes reglas:

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RESUMEN
● Las primeras escuelas del método Montessori recibieron el nombre de Casa de los niños, un
lugar de vida cálido y familiar, un espacio comunitario abierto a la vida real donde aprender
practicando actividades.
● Las aulas Montessori mezclan a los niños de distintas edades. La distribución se lleva a cabo
en cinco clases: nido, comunidad infantil, Casa de los niños, clase elemental y Erdkinder.
● El niño, en la pedagogía Montessori, es el centro del proceso de aprendizaje y requiere de las
orientaciones de un guía en un espacio preparado para tal fin. Por eso, esta metodología se
centra en ayudar y motivar a sus alumnos, para que se desarrollen personal, social,
intelectual, emocional, física y psicológicamente.
● El adulto dentro de las aulas Montessori no recibe el nombre de profesor o educador, sino que
es un guía que tiene el objetivo de conseguir desarrollar el máximo potencial del niño, a partir
de la preparación del ambiente más adecuado para sus necesidades según la etapa
educativa.
● Montessori propuso la reeducación de los docentes como un método para convertirlos en
guías, ya que deben tener la capacidad de analizar regularmente sus comportamientos y sus
prácticas.
● Las principales cualidades que son necesarias para ser un guía son: humildad, paciencia,
espíritu de servicio, escucha y suavidad con firmeza.
● El guía debe organizar periodos de observación de sus alumnos en el aula con el objetivo de
conocer el grupo y su evolución, pero también para identificar las necesidades concretas y los
avances de cada uno de ellos.
● El guía no debe juzgar al niño ni señalar sus errores, sino que debe invitarlo a autoevaluarse y
a considerar la exploración como un elemento indispensable para cada logro.

AUTOEVALUACIÓN
Contesta las siguientes preguntas y practica las bases teóricas de este capítulo. No olvides

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analizar y responder de acuerdo a lo que entendiste.

1. ¿Qué es el nido?
2. ¿Cómo es la forma de aprender dentro de las aulas Montessori?
3. ¿Qué rol desempeña el educador o profesor dentro del aula Montessori?
4. ¿Existen las clases magistrales en el método Montessori?
5. ¿Por qué es importante que el guía organice periodos de observación?
6. Menciona las características o tareas imprescindibles para desarrollar la labor de guía con
éxito.

SOLUCIONARIO
1. ¿Qué es el nido?

Es el aula Montessori que comprende a los niños desde los 0 a los 18 meses de edad.

2. ¿Cómo es la forma de aprender dentro de las aulas Montessori?

La forma de aprender dentro de las aulas Montessori reconoce que cada niño puede cumplir con
las actividades que le corresponde durante su proceso formativo, diseñar y construir el
conocimiento, desarrollar sus capacidades creativas, satisfacer sus necesidades y resolver
problemas.

3. ¿Qué rol desempeña el educador o profesor dentro del aula Montessori?

El adulto dentro de las aulas Montessori no recibe el nombre de profesor o educador, sino que es
un guía que tiene el objetivo de conseguir desarrollar el máximo potencial del niño, a partir de la
preparación del ambiente más adecuado para sus necesidades según la etapa educativa.

4. ¿Existen las clases magistrales en el método Montessori?

No, el enfoque Montessori utiliza presentaciones individualizadas.

5. ¿Por qué es importante que el guía organice periodos de observación?

El guía debe organizar periodos de observación de sus alumnos en el aula con el objetivo de
conocer el grupo y su evolución, pero también para identificar las necesidades concretas y los
avances de cada niño.

6. Menciona las características o tareas imprescindibles para desarrollar la labor de


guía con éxito.

Los guías Montessori deben cumplir especialmente con las siguientes características o tareas para
desarrollar su labor con éxito:

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● conocer las necesidades intelectuales, físicas y psicológicas en cada etapa de desarrollo del
niño;
● guiar a los alumnos para que trabajen con el material adecuado a sus necesidades y a su
periodo de desarrollo;
● conocer los materiales y los conocimientos que adquieren los niños con ellos;
● indicar clara y exactamente cómo se utilizan los materiales;
● incitar al niño a que utilice los materiales de forma adecuada la primera vez que tiene
contacto con ellos;
● mantener el ambiente limpio y ordenado;
● despertar la independencia, la imaginación, la autoestima, la autodisciplina, la bondad y la
cortesía en los pequeños durante su desarrollo;
● guiar al niño para que aprenda a observar, explorar y cuestionarse las ideas y conocimientos
por sí mismo;
● motivar el interés de los alumnos por la cultura y las ciencias.

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