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Apuntes básicos para asignatura de psicología social


Luis Jiménez Díaz

¿Qué es un individuo?

La definición de individuo en las ciencias sociales estará influenciada por la disciplina

que lo observa. Sin embargo, más allá de la disciplina, existe un acuerdo que el individuo

no es único sino que se encuentra influenciado por su entorno. Así por ejemplo, para la

economía, el individuo se relaciona con otros a través del mercado o del capital; para la

medicina, los conceptos de salud y enfermedad si bien poseen un componente individual,

dependen directamente de factores medioambientales. Por ello, no es lo mismo nacer o

vivir en “zonas de sacrificio” medioambiental que en lugares de baja contaminación.

Para la psicología social, una característica distintiva no sólo será que el individuo está

influenciado por su entorno sino que además, el individuo es un constructor de su entrono -

o de sus entornos-, por lo que genera una relación de reciprocidad con la comunidad con la

que se relaciona.

Desde esta lógica surge la concepción de construcción del individuo. Lo cual, se

entiende como un puzle o rompecabezas, en el cual, el entorno, el ambiente o la

comunidad, van aportando elementos que constituyen a las personas. De ahí que se podría

decir que “yo no soy yo, sino que soy otro”. En el sentido que las personas somos el

resultado de las definiciones que otros van a haciendo de nosotros. Y esas definiciones son

procesos sociales, culturales e históricos, donde la comunidades -o las comunidades-, van

coincidiendo en que las personas poseen características y valores, es decir, van “poniéndose

de acuerdo” sobre lo que significará un individuo.



Psicólogo, Magister en Antropología y Desarrollo, Doctor en Psicología. Docente de la Escuela de
Psicología PUCV.
Así, podemos ver algunos ejemplos.

Ejemplo 1:

“Héroe de guerra condecorado, vegetariano, no fuma y toma cerveza ocasionalmente.

No se le conocen relaciones extramaritales. Respeta a las mujeres, ama a los animales y es

de carácter reservado”. Al momento de definir a esta persona, lo que tendemos a escuchar

no es a la persona en sí misma, sino que a ciertas características y valores que nos llaman la

atención (positiva o negativamente). Así, por ejemplo, escucharemos “héroe de guerra”,

“vegetariano”, “no fuma”, “bebe ocasionalmente”, etc. El que alguien beba o no beba

cerveza no debería ser en sí mismo un valor. El amar a los animales no debería ser en sí

mismo un valor. Sin embargo, socialmente sí lo son, y mientras más características posea la

persona, mejor podremos definirla.

Si volvemos a nuestro ejemplo, a alguien le podría parecer que se entregan atributos

positivos de alguien. Y eso fue lo que creyeron los aliados de la post primera guerra

mundial, quienes, tras el Tratado de Versalle, dieron estas características sobre Adolfo

Hitler. Y lo interesante es que tal vez Hitler cumplía con todos estos atributos, pero eso

claramente no lo convirtió en una buena persona.

Si lo llevamos a un ejemplo menos caricaturesco podríamos hablar de la infancia.

Ejemplo 2:

En Chile al menos, no es lo mismo ser niño/a que adulto. No es lo mismo ser niño que

niña, y no es lo mismo ser niño/a pobre que niño/a en condiciones acomodadas.

A los niños y las niñas, se le otorgan características: por ejemplo, de fragilidad. Y uno

podría decir con justa razón, que evidentemente los niños y niñas son frágiles. Sin embargo,

estudios realizados en educación parvularia señalan que la percepción de fragilidad de los

adultos hacia los niños/as implica su concepción de debilidad, lo que afecta directamente en
la capacidad deliberativa de los niños y niñas. Qué quiere decir esto, que al ver a los

niños/as como frágiles, los adultos observamos en la infancia la incapacidad de tomar

decisiones, razón por la cual, no les otorgamos poder. ¿Cómo podríamos darle poder a

alguien que es frágil? Y finalmente, aunque sea con la mejor de las intenciones, en una

intención de protección terminamos definiendo a una persona como sub-persona, porque no

posee todos los valores de persona -no hasta que crezca al menos-. Y esto se va repitiendo

en la historia, y se van generando culturas en relación a ello. Y relaciones sociales en

relación a ello.

Las concepciones de fragilidad, por ejemplo, llevados al tema de la construcción de

género, conllevaron a construir la definición de “sexo débil”, que es una de las

características que le permitió al patriarcado instalarse como modelo dominante.

Ahora, todas estas características poseen sentido sólo si se entiende en una comunidad,

porque es ella quien las construye y las valida. Pero, ¿qué vamos a entender por

comunidad?

¿Qué es comunidad?

Las personas agrupadas producen relaciones. Estas relaciones, a lo largo del tiempo se

van transformando en historia y tradiciones, y van produciendo lo que se define por cultura.

Si bien es altamente complejo hacer una definición de cultura, esbozaremos una bajo las

premisas de Guber (2005, 2011), quien la estructura como el conocimiento que posee una

población. Estos conocimientos o conceptos son las formas en que los sujetos comprenden

el mundo, son las representaciones que hacen de éste, de cómo se lo explican y por ende

replican- y construyen lo que entenderán como real. Así construyen sus normas, lo que está

permitido y prohibido, y delimitan –físicamente- lo que es el mundo. Todas estas


características le permiten a una determinada comunidad generar sentidos. Es decir, aquello

que le hará sentido y aquello que no.

Así por ejemplo, ¿existe Dios? Para algunas personas -y dependiendo de su cultura-,

Dios sí existe. Otorga valores y normas, y vive en un espacio definido -en todas las

personas, en todos los seres vivos, en el Cielo, etc.-. Para la cosmovisión Mapuche, aquello

que podemos definir como Dios reside en la tierra (mapu), y por eso, para dicha cultura es

un sacrilegio -utilizando un concepto occidental- que se saquee lo sagrado. Y frente a ello,

es capaz de morir por defender aquello que es sagrado.

Para alguien que es de otra cultura, le va a perecer inverosímil que una persona sea

capaz de ofenderse porque se talan árboles, dado que eso da progreso, empleo, etc. No

obstante, esa misma persona considera un sacrilegio que alguien atente contra una iglesia.

Y no logra darse cuenta que el concepto es básicamente el mismo: porque no le hace

sentido. Porque su cultura no le otorga los marcos normativos para comprender dicha

situación.

Así, la cultura irá pasando por la historia y configurará las tradiciones, que básicamente

es aquello que nos dice lo que es correcto y lo que es incorrecto. Pero las personas no

somos presos de una comunidad, por lo tanto optamos por cuál comunidad nos hace más

sentido. Y estas comunidades no poseen una definición física como tradicionalmente se ha

pensado. El nacer o vivir en un mismo espacio no implica pertenecer a una comunidad.

Muy por el contrario: si yo me voy a vivir a una comunidad rural, aunque sea por años, es

posible que dicha comunidad me respete como vecino, me salude diariamente, pero no me

sienta perteneciente a ellos. Razón por la cual, no me integra.


Las comunidades K-Pop, por ejemplo, se sienten pertenecientes a una comunidad que

traspasa fronteras, y siguen patrones culturales que no son necesariamente los mismos que

se dan en su propio país.

Pero en términos más sociales, es preciso comprender que:

(1) Las relaciones sociales son configuradas por las acciones de los sujetos y de las

agrupaciones sociales en el devenir de sus disputas y conflictos; (2) cuando estas acciones

se reproducen tendiendo a la permanencia producen pautas o modelos de comportamientos;

(3) dichos modelos de conducta mantenidos en el largo plazo conllevan a la conformación

de instituciones sociales que posteriormente darán forma a las acciones y conductas de los

sujetos; (4) estos patrones de comportamiento y sus respectivas instituciones, podemos

denominarlos como estructuras: directrices para la reproducción de las formas de

comportamiento de los sujetos

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