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La tristeza es una emoción humana básica y natural, caracterizada por sentimientos de desánimo,

pérdida o desesperanza, que se experimenta en respuesta a situaciones de decepción, pérdida o


frustración.}

Qué es Tristeza:

Tristeza es un estado anímico que ocurre por un acontecimiento desfavorable que suele
manifestarse con signos exteriores como el llanto, pesimismo, melancolía, falta de ánimo, baja
autoestima, en otros estados de insatisfacción. La palabra tristeza proviene del latín  trístĭtĭa.

La tristeza es un sentimiento frecuente que se puede presentarse en diferentes grados de


intensidad, desde la tristeza pasajera que finaliza cuando la causa que la ocasionó desaparece por
lo que puede durar minutos u horas, o la tristeza profunda o intensa que puede persistir por varios
días o semanas, puede ser tomada como una señal de un problema más complejo como la
depresión, caso que amerita una ayuda profesional.

Las funciones de la tristeza

Si bien con estos primeros párrafos hemos ido comprendiendo un poco para qué sirve la tristeza,
no está de más mencionar funciones, todas ellas relacionadas tanto con el bienestar psicológico de
quien la siente como sus interacciones sociales.

1. Permite elaborar la pérdida

En muchas ocasiones la tristeza aparece en un contexto de duelo por la pérdida de algo o alguien.
Esta pérdida, de ser mal gestionada, puede traer consigo consecuencias emocionales a largo plazo.

Sentir tristeza después de haber vivido, por ejemplo, la muerte de un familiar nos permite elaborar
la pérdida, en el sentido de que nos hace pararnos y pensar en aquella persona que ya no está a
nuestro lado, recordando buenos momentos y ayudándonos a hacernos la idea de que no volverá,
pero que su recuerdo siempre estará.

2. Facilita la introspección

Relacionado con el punto anterior, la tristeza nos permite reflexionar sobre lo que ha sucedido.
Esto es, facilita la introspección, analizar la situación y sacar algún punto positivo de lo que ha
pasado. Nos ayuda a crecer como personas tras vivir algo que hemos sentido como que nos ha
quitado o privado de algo.

La vida son aprendizajes y las emociones nos aportan muchos de ellos. Es difícil encontrar en la
vida algo que no nos sirva para crecer y mejorar como personas, con lo cual, por muy triste que
sea un acontecimiento, siempre podremos adquirir una nueva experiencia a partir de él.

3. Ayuda a sentirnos mejor

Puede que suene hasta contraintuitivo decir que la tristeza nos ayuda a sentirnos mejor, pero
realmente todos lo hemos vivido en nuestras carnes. En esta vida, siempre y cuando tengamos
una emocionalidad sana, hay altibajos. Después de una caída siempre viene una subida, un
incremento emocional que es más apreciado después de haberse sentido triste.
Además, si bien es cierto que estar tristes nos duele es también la emoción que nos permite
liberar ese dolor. Una vez liberada esa emoción negativa, nos sentimos muy calmados,
desahogados, y con ello es como si hubiéramos recuperado todas las energías para poder seguir
adelante.

En cambio, reprimir la tristeza, a pesar de que muchos es lo que intentan hacer, supone una
pérdida de bienestar. Con esa represión lo único que conseguimos es gastar energías y sentir un
dolor que no podemos evitar sentir, pero que no estamos liberando y que tarde o temprano nos
dolerá todavía más.

4. Fomenta el apoyo social

Si bien cada cultura gestiona la tristeza de forma distinta, sí que es común encontrar en todas
ellas rituales colectivos para ayudar a una persona que acaba de vivir una experiencia
negativa tan importante como lo es el fallecimiento de un ser querido o una ruptura sentimental.

La tristeza sirve para unir a la comunidad, fomentando el apoyo social. Ya seamos familiar, amigo o
pareja, cuando vemos a otra persona que muestra signos de estar triste es inevitable que nos
acerquemos a ella, le tratemos de dar consuelo y queramos animarla. Queremos demostrarle que
nos tiene para lo que necesite.

La empatía es una capacidad que cobra sentido sobre todo cuando aparece la tristeza. Como
animales sociales que somos los seres humanos, no tendría sentido que dispusiéramos de esta
habilidad para que después ignoráramos la tristeza de los demás o consideráramos que es algo
malo sentirla.

La evolución nos predispone a prestar atención y aceptar la tristeza, no ignorarla ni reprimirla.


Hacerlo nos aleja de los demás, tanto si somos nosotros quienes estamos tristes como si lo está
una persona a la que queremos.

Referencias bibliográficas

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