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Arte isabelino o hispanoflamenco

En el aspecto cultural el reinado de Isabel la Católica fue realmente floreciente en Segovia. Como
hemos visto la ciudad experimenta en este momento un considerable desarrollo económico y esto
tendrá su repercusión en el aumento de las empresas constructivas en la misma. De estas serán
promotores no sólo los reyes y la iglesia, sino también la aristocracia segoviana siguiendo su
ejemplo, que se convertirá en mecenas del arte, haciendo con ello ostentación de su posición
social en la ciudad.
Para la realización de estas construcciones, así como para su ornamento escultórico y pictórico
convivirán en Castilla varios estilos artísticos: el gótico, el mudéjar y el incipiente renacimiento
procedente de Italia. El que se impondrá con fuerza durante esta última etapa del siglo XV será el
gótico en su etapa hispano-flamenca. Será el estilo elegido por la reina Católica para las obras de
las que ella sea promotora y estará muy bien representado en Segovia.
El gótico fue el estilo predominante en Europa desde mediados del siglo XII y se mantuvo hasta
principios del siglo XVI, excepto en Italia donde ya estaba en pleno desarrollo el renacimiento. Esta
es casi su última etapa, pero lejos de mostrarse acabado, lejos de suponer una mera continuación
de las formas anteriores, tendrá ahora uno de sus momentos más brillantes en esta nueva estética
tan genuinamente hispánica. Este gótico hispano-flamenco nació de la unión entre el gótico
flamígero, llegado de Flandes durante la tercera década del siglo XV de la mano de los maestros
procedentes de Flandes, así como del Norte de Francia y en menor medida de Alemania, y del
mudéjar que formaba parte del acervo cultural de Castilla y que tanto se había desarrollado en
época de Enrique IV.
El mudéjar es el estilo del lujo inspirado en lo musulmán, en concreto en el arte nazarí. Es un arte
que busca reflejar el lujo a través de la valoración del detalle y de lo decorativo. Se impondrá en
época de Enrique IV en Segovia y lo seguiremos viendo con Isabel la Católica, especialmente en
las decoraciones interiores de los palacios.
En esa búsqueda del lujo coincidirá el mudéjar con el arte flamígero procedente del norte de
Europa. El mudéjar se convertirá en un arte más popular por la baratura de sus materiales –la
madera, el ladrillo y el yeso-, y el gótico flamígero en un arte más cortesano, de material más
costoso: la piedra, y será en el que hagan sus residencias y sepulcros los nobles, tanto laicos como
eclesiásticos, así como los burgueses enriquecidos con el negocio de la lana, desde época de Juan
II.
La unión de los dos en la creación de un estilo realmente nuevo será la mayor aportación española
al arte de la época, y tendrá lugar durante el reinado de la reina Católica.
La reina Isabel será una gran promotora de obras de arte, además de una gran coleccionista, y
este va a ser el estilo en el que proyecte sus grandes obras constructivas. Las obras más
significativas del estilo se deberán a su patrocinio, y a esto se debe que se acuñara el término de
“gótico isabelino” o “gótico Reyes Católicos” para referirse a este él, aunque realmente la
denominación no sea muy afortunada pues no es la reina quien lo genera sino los propios
arquitectos representantes de él, aunque sí se desarrolle especialmente bajo sus auspicios.
La reina Isabel buscará en el gótico un estilo ya conocido, consolidado y tradicional en Castilla, así
como predominante en Europa pero reformado ahora y en pleno auge bajo su reinado. Es por tanto
un estilo viejo pero a la vez nuevo, perfectamente identificable, que dará un aspecto unitario a las
obras hechas en él y que por tanto nos hacen relacionarlo inmediatamente con la reina, siendo así
perfecto para la propaganda política que busca en todas sus construcciones.
Las grandes relaciones comerciales que veíamos entre Castilla y Flandes hicieron que el comercio
de obras de arte procedentes de Flandes fuera habitual en las Ferias castellanas. Las clases
acomodadas comprarán estas obras como objetos de lujo, y encargarán más, así como para sus
obras arquitectónicas solicitarán los servicios de arquitectos foráneos que terminarán ubicando sus
residencias en suelo peninsular. Así, como decíamos más arriba, el gótico flamígero se introducirá
en Castilla y llegará a ser el estilo predominante para la construcción de palacios y construcciones
funerarias ya desde el reinado de Juan II, padre de la reina Isabel.
A uno de los maestros introductores de estas formas flamígeras en Castilla lo tenemos trabajando
muy cerca de Segovia, en Toledo, hacia mediados de siglo. Es Hannequin de Bruselas.
Los descendientes de estos artistas foráneos, como Hannequin, la segunda generación de artistas
nórdicos, pero ya nacidos en España, serán los que unan el estilo de sus padres con el mudéjar
peninsular creando este estilo tan nacional como es el hispano-flamenco. Uno de los maestros de
esta segunda generación, el más representativo del estilo y que se convertirá en el arquitecto
preferido de la reina católica será Juan Guas. El centro de la actividad de Juan Guas fue Toledo,
pero también lo tendremos en Segovia dirigiendo varias de las más importantes construcciones de
finales de siglo.
En este estilo encargarán sus fundaciones los reyes y los nobles. Se utilizará para hacer conventos
y monasterios fundados por estas clases privilegiadas de la sociedad, así como sus mansiones o
palacios. Primero serán los Reyes Católicos los mecenas y después los nobles emulando a sus
monarcas.
Serán edificios sencillos en su traza, pero suntuosamente decorados. Esta decoración será la nota
distintiva del estilo, que fundamentalmente se concentrará en las fachadas yn en las portadas,
tanto interiores como exteriores, como veremos en los ejemplos segovianos.
Ya dijimos que el arquitecto más representativo del estilo desarrollará buena parte de su carrera en
Segovia: Juan Guas. Era de origen bretón. Su padre, Pedro Guas, vino a trabajar a España dentro
del numeroso grupo de colaboradores de Jan van der Eycken, más conocido como Hannequin de
Bruselas, cuando hacia 1440 éste se hizo cargo de las obras de la capilla de don Álvaro de Luna,
en la catedral de esa ciudad. A su llegada a Toledo Juan sería un niño y se iría formando poco a
poco junto a su maestro Hannequin en su estilo gótico flamenco, trabajando con él en la obra de la
Puerta de los Leones de la catedral de Toledo. Pero a la vez irá bebiendo del mudéjar tan
abundante en Toledo, formando ambos estilos la base del suyo propio.
Ya como arquitecto independiente, en 1471, será nombrado maestro de obras de la catedral de
Ávila, lo que nos indica el prestigio del que debía gozar a pesar de su temprana edad. A fines del
año siguiente ya se habría entrevistado con la entonces aún princesa Isabel, convirtiéndose en el
arquitecto preferido de ella ya desde los primeros años de su llegada al trono.

Arquitectura religiosa:
• Templos muy amplios. De una única nave y capillas entre los contrafuertes. Presencia del
patio cuadrangular como modulador de espacios.
• Predomina la horizontalidad frente a la verticalidad del periodo clásico.
• Bóvedas efectistas.
• Los arcos ofrecen un variado repertorio con ocasional uso del alfiz. A los flamígeros se
añaden los mixtilíneos y lobulados de origen musulmán.
• Prima lo decorativo sobre lo tectónico. La decoración se concentra en las fachadas logrando
contrastes decorativos.
• Aparición de la fachada tapiz.
• Entre los motivos sobresalen los heráldicos y epigráficos, entre otros menos usuales como
el famoso yugo y flechas, granadas (fruta como símbolo de la conquista de la ciudad de
Granada, también el árbol), cadenas, conchas, arcos mixtilíneos...
• Comienza a destacar la obra de autor

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