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Servicio Bíblico Latinoamericano
¿Y cuando la Iglesia no es «luz del mundo», sino que también aporta oscuridad,
el pecado de sus fieles y hasta de sus sacerdotes, y la falta de renovación para ser sal de
la tierra? También hay que preguntarse eso. Porque la frase del evangelio no es una
declaración dogmática que nos haga inmunes al mal... El mal y el pecado también se
adentran en nuestras vidas, y en la del colectivo eclesial, y hace falta coraje para verlo,
para reconocerlo, y para combatirlo. Combatir el mal, también cuando lo vemos dentro
de nuestra propia Iglesia, es un deber. No es mayor amor el de que prefiere callar...
Ciertamente que la denuncia del mal de la Iglesia tiene que ser por amor, pero un amor
probablemente conflictivo, que encontrará resistencias. Pero el amor no es capaz de
callar de forma cómplice, cuando se siente en la obligación de combatir el mal,
precisamente por amor.
La otra crítica fuerte que hace Jesús es el pecado de preferir nuestra voluntad a la voluntad de
Dios….
C uando traen un paralítico hasta Jesús, después romper el techo, todos pensábamos
que de inmediato quedaría sanado. El esfuerzo lo ameritaba. Sin embargo, antes de
curar el cuerpo Jesús lo sana de su espíritu. Jesús sabe que sin un espíritu o un corazón
fuerte, las piernas más sanas del mundo volverán a caer ante el primer escollo. En el
corazón entonces es donde mejor podemos cultivar el espíritu del bien al servicio de
los hermanos. Pero también, en el mismo corazón, podemos cultivar antivalores que
inundarán de maldad todo nuestro entorno. Si hacemos el ejercicio de adentrarnos en
nuestros corazones seguramente vamos a encontrar un cúmulo de basura, que nos
avergüenza pero que de alguna manera sigue ahí para nuestro tormento.
Encontraríamos también un banco de valores que nos hace sentir orgullosos cuando
salen y enriquecen la vida de los demás. Como médicos espirituales, llevemos nuestros
corazones a la sala de cirugía, para limpiarlo del mayor número de impurezas y
cubrirlo con la bondad del evangelio.
Gén 2,18-25: Dios presentó la mujer al hombre y serán los dos una sola carne
Salmo 127: Dichosos los que temen al Señor
Mc 7,24-30: Los perros comen las migajas que tiran los niños
¿
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Gén 3,1-8: Serán como Dios en el conocimiento del bien y del mal
Salmo 31: Dichoso el que está absuelto de su culpa
Mc 7,31-37: Hace oír a los sordos y hablar a los mudos
Pero también a Jesús se le describe como el hijo del hombre, porque perteneció a un pueblo,
a una cultura, a una creencia…Jesús era Judío…un verdadero hombre…
Gén 3,9-24: El Señor los expulsó del jardín del Edén, para que labrase el suelo
Salmo 89: Señor, tú has sido nuestro refugio de generación en generación
Mc 8,1-10: La gente comió hasta quedar satisfecha
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