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TEMA SACERDOTAL

INICIO DEL AÑO DE LA MISERICORDIA Y


PEREGRINACION AL SANTURARIO DE GUADALUPE
8 de diciembre de 2015

LA MISERICORDIA Y EL PERDON: CORAZON DE LA MISION


DE LA IGLESIA

“El que está en Cristo es una nueva creación, pasó lo viejo,


todo es nuevo. Y todo proviene de Dios que nos reconcilió
consigo por Cristo y nos confió el Ministerio de la
Reconciliación. Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al
mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de
los hombres, sino poniendo en nuestros labios la palabra de la
reconciliación. Somos pues embajadores de Cristo, como si
Dios hablara por medio de nosotros”. (II Cor. 5, 15-20)
Después de la terrible tempestad que fue la revolución
francesa)1789-1799), un Conde, José de Maestre decía: “El
sacerdocio debe ser en estos momentos, la preocupación
principal de la sociedad que quiere renacer”.
Si estas palabras se pueden repetir en todos los tiempos y en
todos los lugares; con mayor razón en nuestros días, en que
presenciamos una de las más grandes catástrofes de los últimos
siglos, el secularismo, en donde hasta los mismos gobernantes
de nuestros pueblos empiezan a confesar que por falta de
Espíritu religioso, la sociedad marcha hacia el abismo. “No
hay conocimiento de Dios en el país, decía el profeta Oseas, y
por esto la maldición y la mentira, el homicidio, el robo y la
violencia, lo han inundado todo (Os. IV,1,2).
El “hombre enemigo” ha sembrado la cizaña en abundancia:
- se corrompen las costumbres de manera descarada;
- se trastorna la familia por el divorcio legal, las uniones a
prueba y la unión homosexual;
- la eduación por su enseñanza sin Dios y hasta hostil al
tema religioso y católico;
- Teorias que corrompen la manera de pensar y actuar del
hombre de hoy en el ambito de la etica y la moral;
Veinte siglos de cristianismo nos enseñan que si desparce el
sacerdote, desaparece también en las almas la vida cristiana y la
materia grosera sofoca al espíritu.
Para renovar esa vida divina en los corazones, es absolutamente
necesario que vuelva Cristo a la tierra, por medio de santos y
abnegados ministros suyos. Así lo sienten la Iglesia y
enseñanzas del Papa Francisco.
“Ha llegado de nuevo para la Iglesia el tiempo de encargarse
del anuncio alegre del perdón. Es el tiempo de retornar a lo
esencial para hacernos cargo de las debilidades y dificultades
de nuestros hermanos. El perdón es una fuerza que resucita a
una vida nueva e infunde el valor para mirar el futuro con
esperanza.”
(Papa Francisco, Iubilaeum Misericordiae, 10).
Les decía, la sociedad tiene absoluta necesidad del
sacerdote, pero del sacerdote como administrador del
sacramento del perdó n, del sacramento de la misericordia.
(“dadnos confesores idó neos y se reformará por completo
nuestra sociedad” decía el Papa Pío V).
La verdadera fuente de la civilizació n cristiana está en el
confesionario: es allí donde el criterio se forma y orienta,
donde reconocemos nuestras fallas y tomamos aliento para
ser mejores.
Nos dice el Papa Francisco que el ejercicio cotidiano de la
misericordia es lo que má s nos acerca a la santidad de Dios,
a la misió n de Jesú s en el mundo y a la realizacion plena de
todo ser humano.
La misericordia y la bondad, no solo son la sintesis de la fe
cristiana sino que son el secreto má s profunda de la vida
feliz.
Esto nos obliga a recuperar uno de los elementos centrales
del Evangelio de Jesú s: EL MANDAMIENTO DEL PERDON.
(DA) Esa es la buena noticia: “Dios que en Jesús se hace
hombre para el perdón de los pecados… nos reconicilia y nos
nombra ministros de reconciliación”. Sin esto la misió n no
tiene fuerza, ni entusiasmo, ni alegría y menos, impacto
alguno. Hasta la misma Eucaristía queda sin sentido. “Si
antes de ir a presentar tu ofrenda te acuerdas…”.

¿Qué quiere el Papa de nosotros los ministros con este


jubileo de misericordia?
A) que veamos nuestra misió n como una tarea de
reconciliació n
B) que recuperemos e impulsemos una espiritualidad
del perdó n.
Esto es lo que renovará a la Iglesia ad intra (hacia adentro)
y al mismo tiempo uno de los aportes mas significativos
para el momento histó rico actual. Esta es una inspiració n
poderosa del Papa.
Quien quiera entender la dimensión más profunda de su misión
como discípulo y apóstol, no puede evitar cuestionar su ser y
su hacer misión a la luz de la doctrina de Jesús sobre la
misericordia y el perdón.
Pablo de Tarso, con mucha lucidez, entendió que el
seguimiento de Jesús y su misión debían centrarse en esa
perspectiva.
Fue Pablo, el discípulo que mejor sintetizó una de las
intuiciones más conmovedoras primero del Antiguo
Testamento y luego del evangelio de Jesús: Dios todopoderoso,
el que nos creó y nos sostiene en vida, es quien activa y
amorosamente nos guía, nos cuida, y nos conduce a la plenitud
de la vida.
El salmo 23 lo expresa con la formidable metáfora el Señor es
mi pastor. (leerlo)
- Es ese pastor quien deja las 99 y va en busca de la oveja
perdida,
- es el Padre misericordioso quien recibe con abrazos y
hace fiesta por al hijo pródigo,
- es el dios de la mujer pecadora, el dios del buen Ladrón.
- Es el dios que se ofrece en la cruz, como cordero que
quita y limpia los pecados del mundo.
- Es el dios cuya misericordia no tiene fin.
- Es el dios que no solo ama sin límites sino que perdona sin
límites.
Esa es la santidad a la que invita Jesús.
La novedad del mensaje de Jesú s es el perdó n, llevado má s
allá de los pará metros judíos que exigían arrepentimiento,
confesió n, enmienda y reparació n. Dios nos ha ya donado su
perdó n, incluso antes de que podamos solicitarlo.
Jesús, a diferencia de los fundadores de otras religiones,
irrumpe (entra) en la historia de la humanidad con una
propuesta paradigmática: no solo es posible ser perdonado
sino que es necesario perdonar. Perdonar setenta veces siete, o
sea, perdonar siempre, incluso perdonar lo imperdonable.
Pero esto no es todo. La gran novedad del mensaje de Jesús
consiste en ir más allá de la necesidad de perdonar! Nos dice
con su vida y ejemplo que es necesario reparar las faltas de los
demás!
Que es necesario ser corderos ofrecidos para quitar los pecados
del mundo. Es exigencia fundamental de quien se proclame
discípulo de Jesús, aprender la espiritualidad de la reparación
o sea, la capacidad de ofrecerse como expiación por las
inevitables faltas y fallas de los demás. (Por eso las palabras de
la consagración pronunciadas por el sacerdote en la misa las
hacemos nuestras, las pronunciamos “in persona Christi”, esto
es, son nuestras. Nos estamos ofreciendo como expiación por
las faltas de los demás. Asi debe ser nuestra vida, un
ofreciemiento permanente al Padre por las faltas de nuestros
feligreses).
Este es el modelo ideal del pastor, aquel que sabe convertirse
en cordero! Es la espiritualidad de la reparación vicaria (cuyos
contenidos profundos aún están por explorarse y por
posicionarse en la vida y en la misión de los cristianos).
Por eso, Pablo consciente y convencido de esta exigencia
fundamental para el discípulo de Jesús, exclama: os exhorto
por la misericordia de Dios que ofrezcan vuestros cuerpos
como victima viva, santa, agradable a Dios: tal será vuestro
culto espiritual. Y no os acomodéis al mundo presente (Rom
13, 1).
Pablo, captaba una tendencia perversa de su tiempo: entendió
que la cultura de la proporcionalidad permeaba ya todos los
escenarios culturales de ese entonces. Por eso, advierte sobre la
necesidad de no acomodarse al mundo presente.
La cultura de la proporcionalidad consolidada por el invento de
las monedas, las pesas, las medidas, y al mismo tiempo
fundamento de un sistema de justicia penal en el que el castigo
se instaura como la única forma de responder
proporcionalmente a las ofensas. La justicia punitiva a lo largo
de los siglos se carga de elementos de cultura de castigo cada
vez más sofisticados e inhumanos. Inconscientemente, la
humanidad ha oficializado así, la cultura de venganza.
En contra de la cultura de la proporcionalidad, Pablo, a imagen
de su Maestro, propone entonces, la cultura de la gratuidad.
La cultura del cordero.
Su doctrina sobre la justificación es clara expresión de esta
profunda convicción. Llegará así, a decir que la gracia de Dios
se ha desbordado sobre todos…y así como el delito de uno solo
atrajo sobre todos los hombres la condenación, a si también la
obra de justicia de uno solo procura toda la justificación que
da la vida (Rom 5,16-18). Es lo que Pablo llama la justicia de
la fe, contrapuesta a la justicia de la ley (Rom, 9,30).
Ser Ministros de Misericordia y de Perdón, llega a ser un
servicio de trascendencia incalculable para la sobrevivencia de
la humanidad. Jesús y su mensaje de perdón y reconciliación se
convierten en la persona y el mensaje indispensables para que
la humanidad sobreviva en la expresión viva de la felicidad y la
armonía fraternal.
Con razón, el Premio Nobel de Paz Desmond Tutu y con él,
muchos otros, andan gritando por el mundo que sin perdón no
hay futuro! La espiritualidad y la práctica de la Misericordia y
del Perdón, se establecen como los elementos fundamentales y
sellos de garantía de la misión del Dios de Jesús y de quienes
nos proclamamos sus discípulos. Nos queda fácil entender la
misericordia expresada en obras de misericordia materiales
pero nos queda particularmente dificil entender la misericordia
desde la novedosa perspectiva de Jesús: el perdón y la
reconciliación.
Un gran vacío en la vivencia del Evangelio
Es vergonzoso constatar que quienes debieran ser expertos en
perdón y reconciliación (sacerdotes, religiosos y cristianos en
general) conozcan tan poco acerca de la espiritualidad, los
contenidos, y las herramientas prácticas del perdón y la
reconciliación. En una reciente reseña bibliográfica sobre el
tema del Perdón desde la época de San Agustín (siglo V) hasta
nuestros días, se descubrió con asombro que mientras existían
millones de títulos sobre el Perdón con Dios, se registraban
apenas unas decenas de libros (menos de 170 títulos) sobre el
perdón interpersonal. Solamente en los últimos 20-25 años, las
ciencias sociales (menos las ciencias religiosas) han avanzado
tímidamente en la reflexión acerca de la teoría y la práctica del
perdón y de la reconciliación.
En la tradición cristiana primitiva, perdón y reconciliación
tenían un papel central. De hecho, llegó a ser uno de los
artículos del Credo (creo en el perdón de los pecados).
Sin embargo, poco a poco, el perdón y la reconciliación
quedaron relegados a una práctica vertical con Dios solamente
(el sacramento de la confesión), perdiéndose así toda la
importante dimensión horizontal de la ofensa-pecado.
Nos enseñaron entonces a reconciliarnos con Dios a través del
sacerdote, pero, nos olvidamos de aprender a reconciliarnos
con las personas que están a nuestro lado. Nos gusta a los
cristianos que Dios nos perdone todo a nosotros, pero somos
incapaces muchas veces de perdonar a quien ofende, aun de
manera leve. (y esto lo experimentamos nosotros mismos en
carne propia como sacerdotes, nos confesamos y confesamos y
no podemos vivir la comunión y la fraternidad porque no
somos capaces de perdonar y entrar en ese camino de la
reconciliación).
Se hace necesario, comenzando por las realidades de nuestro
presbiterio, grupos diocesanos y parroquiales, recuperar el
fundamento central de la realidad humana es decir, el mensaje
de Jesús sobre el perdón y el amor.
Si el perdón es un ejercicio de aseo y embellecimiento
personal, la reconciliación, en cambio, es un proceso inter-
personal y social. Se trata del esfuerzo que hacen las partes
para reconstruir la confianza.
Nuestra dignidad como minsitros del perdón.
Jesús no vino a la tierra solamente para derramar luz en las
inteligencias; también bajó del cielo para curar los corazones:
“evangelizar a los pobres, sanar a los contritos de corazón…”
¿por qué? Porque el corazón sigue a la inteligencia: se desvió
ésta y la voluntad quedó lastimada y débil.
Jesús tenía una especie de imán para atraer hacia si todas las
miserias de los hombres y el poder para curarlos a todos. Y
sabemos que sanaba los cuerpos para llegar a las almas; por eso
le dijo al paralíritico: “confía hijo, tus pecados son
perdonados”. Muchas veces las multitudes escucharon estas
palabras.
Y Jesús no quiso que el eco de esa palabra se extinguiera sobre
la tierra. Antes de subir a los cielos, reunio a sus apóstoles y les
dijo: “Reciban al Espíritu Santo a quienes les perdonen los
pecados les serán perdonados…” y ese verbo creador nos ha
sido transmitido por la ordenación sacerdotal; y cada vez que
elevamos nuestra mano y decimos al pecador arrepentido: “yo
te abuselvo de tus pecados”, dejamos su alma blanca como la
de un niño; aunque su pasado haya sido una cadena de
crímenes incontable. Asi pensaba San Agustin: “mayor es la
obra de hacer de un impío un justo, que crear el cielo y la
tierra”.
Esto lejos de enorgullecernos, nos sorprende y oprime. Que
terrible contraste, si la mano con que bendecimos y absolvemos
estuviera manchada. "Alegrémonos por el ascenso pero
temamos al error” (San Jerónimo).
Una alma medocre, imperfecta, poco humilde, no muy interior,
encontrará en el confesionario grandes peligros, y a la larga, si
no asciende en su unión con Dios, caerá seguramente.
Y toda la vida tenemos que confesar padres!!!! Que
responsabilidad tan grande
Cualidades del confesor.
Ser idoneos para confesar. Esta idoneidad es dificil de
realizarse, dado que el ministerio del confesor es algo
complejo: desde luego es un juez: “nuestro Señor Jesucristo” te
absuelve y yo con la misma autoridad “te absuelvo”, y un juez
para resolver debidamente, debe tener la ciencia competente en
lo que es de su competencia…
Es médico, “sanar a los contritos de corazón”, escucha las
confidencias y las miserias para ponerles remedio. Y un médico
no atrae la confianza del enfermo si éste no lo siente muy
bueno y capaz.
¿Cuáles podrían ser las cualidades del confesor que es
necesario trabajar e impulsar en este año de la misericordia?
1. Sabio y Docto: “un alma es una diócesis demasiado grande
para un obispo” (decía San Carlos Borromeo). La moral es una
ciencia muy amplia, se apoya en muchas leyes positivas de la
Iglesia que hay que saber interpretar. Y esto no se improvisa,
exige mucho estudio. (Hemos estudiado…tenemos principios
inmutables, pero esos principios se tienen que aplicar a
diferentes situaciones en que se encuentran las almas).
Frecuentemente escuchamos confidencias de decisiones dadas
por otros, erróneas y de consecuencias… no podemos nosotros
alegar buena fe, estamos obligados a poseer la ciencia y si el
caso es muy complicado tengamos la prudencia y modestia
para remitirlo a quien sabe más. Santa Teresa decia que entre
un confesor de muy poco conocimeinto pero muy piadoso; y
otro menos piadoso, pero más sabio habia que optar por este
último… El primero haría caminar a su penitente “grandes
pasos pero fuera del camino”, dice San Agustín.
Con una ciencia imperfecta, un confesor sufrirá fatalmente el
influjo de su temperamento, no equilibrará sus juicios sobre
bases sólidas y correrá peligro o de ser demaciado amplio o
demaciado estrecho. Esto se ve todos los días.
2. Juez Integro: Esta procede de la anterior. No dejarte llevar
por simpatías ni antipatías; cuidado con la acepción de personas
que deja muy mal parado al sacerdote. El confesor íntegro dirá
con firmeza el “no es permitido”, lo mismo a la esposa del
presidente que a la esposa del renchero; como condiciones de
absolución exigirá lo mismo a su amigo íntimo que a cualquier
otro hombre. Debemos ser libres y ver las almas no al señor X
y a la señora Z.
3. Médico Hábil: no es buen confesor aquel que escucha
pasivamente la confesión de las faltas del penitente, no le dijera
nada y le propinara una exhortación “no te preocupes, le pasa a
cualquiera” y lo despachara ya absuelto. Si el penitente tiene la
disposición debida claro que recibe válidamente la absolución,
pero el confesor no cumple bien con su deber. Lejos de
gloriarnos nosotros de confesar un grupo de 30 penitentes en 45
minutos, es decir emplear un minuto y medio en cada
confesión.
Curar a los arrepentidos de corazón. Somos médicos de las
almas y debemos empeñarnos por su curación. (interrogamos
prudentemente para ayudar, para completar la confesión y
asegurar la integridad. Ayudar a disipar las tinieblas de la
ignorancia, de oponernos a la profanación sacrílega evidente en
el sacramento de la penitencia…busquemos las causas del
mal..tenemos una gracia especial para ello… curamos a los
miembros efermos del cuerpo místico de Cristo..
4. Padre Caritativo: Esta cualidad es la principal siempre y
cuando no se le confunda con la curiosidad o malicia que hace
que algunos sacerdotes se apeguen al confesionario por
motivos no del todo justos. “les gusta mucho el confesionario”
A qué tipo de penitentes les da más tiempo, más atención,
aunque se fatigue y se sacrifique? Sospecha de intención…
Celos, envidia, quieren tener el monopolio de ciertas
conciencias, se enojan si van a consultar a otro y tienen ciertos
manejos para atraer la clientela. Peligros y crueles decepciones
les esperan. Los sacerdotes celosos sufren mucho y hacen
sufrir mucho a los que los rodean.
Ser hombres de Dios, de criterio muy amplio, tan amplio como
la caridad.
El sacerdote caritativo es médico prudente y habil, juéz íntegro
y se capacitará para el estudio. San ambrosio dice que Dios nos
ha establecido “representantes del amor de Cristo”. Debemos
ejercer la misericordia. Cuando los apóstoles quiseron usar
sobre todo del sistema de rigidez, nuestro Señor les dijo:
“ignoran que Espíritu han recibido”.
Que desgracia si nuestra dureza, nuestra rigidez, nuestra
altanería alejara a alguna alma de Nuestro Señor.
Seamos buenos, acojamos a todo el mundo con calma, que por
la caridad llena de amabilidad convertiremos a muchos
endurcidos pecadores.
Escuchemos con paciencia, seamos buenos e interesémonos por
sus penas y elevemos al orden sobrenatural… tengamos nuestro
lado flaco por los más humildes, los desprovistos de cierta
gracia,… son muchos.
5. Exactitud en el confesionario. Ordinariament no más de tres
horas.
Conclusión
El paradigma del perdón y de la misericordia sólo es posible
para quien se ubica en la perspectiva de una nueva creación.
Por eso San Pablo se atreve a afirmar: si alguno está en Cristo
es entonces una nueva creación: pasó lo viejo, todo es nuevo. Y
todo proviene de Dios que nos reconcilió consigo por Cristo y
nos confió el misterio de la reconciliación (II Cor. 5,17-18
En el mensaje para la jornada mundial de la paz del 2004, el
Papa Juan Pablo II recordaba que, “para instaurar la
verdadera paz en el mundo, la justicia ha de complementarse
con la caridad…A veces, justicia y amor aparentan ser fuerzas
antagónicas... A menudo, la justicia no consigue liberarse del
rencor, del odio e incluso de la crueldad. Por sí sola, la justicia
no basta....Por eso he recordado varias veces a los cristianos y
a todas las personas de buena voluntad la necesidad del
perdón para solucionar los problemas, tanto de los individuos
como de los pueblos. ¡No hay paz sin perdón”! En palabras
igualmente contundentes el Papa afirmaba: No hay paz sin
justicia, no hay justicia sin perdón.
El deseo del Papa Francisco de inaugurar el Año de la
Misericordia en el día de la fiesta de María Inmaculada (8
diciembre 2015) nos invita a reflexionar en la imagen de María,
quien con una actitud de vida inmaculada-limpia de rabias,
rencores y deseos de venganza, pregona la imagen de la nueva-
Eva, paradigma de la mujer vestida de ternura, bondad y
misericordia, anuncio poderoso de una sociedad sin violencia y
sin armas. Pero aún más: anuncia que lo femenino del cuidado,
del perdón y de misericordia, está impregnando al ser humano
y que traerá ascensos civilizatorios de dimensiones
inimaginables.
“Ha llegado de nuevo para la Iglesia el tiempo de encargarse
del anuncio alegre del perdón. Es el tiempo de retornar a lo
esencial para hacernos cargo de las debilidades y dificultades
de nuestros hermanos.
El perdón es una fuerza que resucita a una vida nueva e
infunde el valor para mirar el futuro con esperanza.”
(Papa Francisco, Iubilaeum Misericordiae, 10).

Dinámica.
Ahora se les va arepartir una estola que se ha elavorado para
usar en este año de la misericordia. Creo que ya hemos leido
el significado del logo no hay necesidad de explicarlo.

Ahora delante de Jesús Eucaristía y ante quien hemos


reflexionado escribe en la parte posterior del dibujo cuál es tu
compromiso para este año de la misericordia que estamos
iniciando hoy.
A que te comprometes para impulsar lo que el Papa Francisco
quiere para la Iglesia y para el mundo en este año?
Medítalo un momento antes de escribir, y les pido que todos
escriban algo. Se que la estola esta muy bonita pero fue
preparada para esto.
La utilizaremos para nuestra peregrinación para que nuestra
Madre María de Guadalupe presente al Señor nuestros deseos.
Gracias.

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