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Servicio Bíblico Latinoamericano
Oración comunitaria
Dios, Padre nuestro, haz que nuestro corazón esté cada día más abierto a tu
Palabra, para que nuestra vida sea cada vez más conforme a lo que Tú nos
dices, y así caminemos siguiendo tus pasos y vayamos construyendo, con tu
ayuda, tu Reino entre nosotros, hasta el día en que Tú nos lo regales en toda su
plenitud. Por Jesucristo.
Servicio Bíblico Latinoamericano
U no de los sentidos del texto de Lucas que leemos y proclamamos hoy en los
contextos comunitarios, eclesiales ecuménicos de América Latina tiene que ver con el
proyecto siempre actual de crear una sociedad alternativa. En la que a nivel pedagógico
se creen programas y proyectos educativos que tengan como columna vertebral a la
humanidad y su consecuente responsabilidad ética personal, social y global. A nivel
político, se generen dinámicas y acciones que transformen la realidad de los
empobrecidos, excluidos y discriminados de nuestro continente. En tercer lugar, en la
que haya estrategias y/o modelos económicos en que los bienes, servicios y recursos no
sean poseídos de manera absoluta, sino que tengan una función social equitativa. Sin
estos criterios, la construcción de Reino en estas latitudes de la Patria Grande no tendrá
lugar. Examinemos si la contrainvitación que hace Jesús a los fariseos, está
transformando la mentalidad personal y comunitaria con la que establecemos nuestras
relaciones, las metas que nos trazamos y los intereses que nos mueven.
L a parábola del Evangelio del día de hoy sigue el mismo hilo conductor de los
textos anteriores: mostrar cómo Dios se responsabiliza y nos responsabiliza con la
construcción de una comunidad más humana y compasiva. Dios nos hace una
invitación que no está reservada a una élite política o religiosa. Se ofrece a los pobres,
a los discapacitados, aquellos que se sienten excluidos y han sido empobrecidos. Lo
radical de la invitación es que nos traslada al territorio de una decisión responsable. O
la aceptamos o la rechazamos, pero no podemos considerarnos autosuficientes o sacar
excusas porque corremos el riesgo de quedar fuera. Dado que acoger o rechazar la
invitación de Dios comporta ganar o perder una ocasión valiosa de dar sentido, realizar
y humanizar la vida. Hoy, las comunidades cristianas son invitadas a revisar su
comportamiento ético: ¿Son comunidades integrales e incluyentes? ¿Otorgan y
reconocen espacios de realización a los grupos marginados? ¿Los integran a su
dinámica y los promueven en la superación y dignificación humanas?
E n el relato del evangelio aun cuando sea explícitamente crudo y pueda causarnos
cierto rechazo, contiene una radical novedad: la propuesta de Jesús está dirigida a todo
ser humano susceptible de ser su auténtico discípulo desde su condición, credo y
cultura. Tal novedad exige: redimensionar los afectos, integrar el dolor y asumir las
renuncias inherentes al discipulado. Amar desde el seguimiento a Jesús entraña una
triple dimensión: donar posibilidad y alternativas a la familia y amigos para que se
realicen como personas en libertad (dimensión efectiva); de tal manera que los
sentimientos y las pasiones que transmitamos, nos hagan recíprocos (dimensión
afectiva), y nos capaciten para donar la vida por un proyecto compartido de
humanización (dimensión oblativa). Seguirlo también implica integrar las dificultades,
obstáculos, contradicciones de la cotidianidad. Ser discípulo de Jesús, exige, por
último, orientación de la vida hacia sus causas; discernimiento para decidir y
desprendimiento de todo aquello que ate y deshumanice. Ora, fíate de Él, que no hay
más yugo llevadero que seguirlo en libertad.
1. LA ENCARNANCIÓN
2. LA MISIÓN
3. LA PASIÓN
4. LA RESURRECCIÓN
Servicio Bíblico Latinoamericano
C on el texto joánico de hoy pudiéramos sentir que la liturgia rompe con el sentido
narrativo de relatos anteriores. Sin embargo, no es así. Ella apunta a una dimensión
fundamental de la comunidad cristiana: la del culto y la espiritualidad. El culto que
Jesús propone es novedoso, no hace distinción de personas, sino que se dirige a toda la
comunidad humana; no está mediado por un negocio económico, alguna prebenda
política o acto ritual exclusivo. Este enfoque es clave y actual para la vivencia del culto
y la espiritualidad de la Iglesia hoy. El culto tiene que estar al servicio de toda la
humanidad y ha de universalizarse. La espiritualidad auténtica ha de encarnar una
relación con Dios que nada tenga que ver con “marketing” y acciones violentas, sino
con la actitud de hijos e hijas que somos en su Hijo, quien nos hace hermanos y
hermanas. ¿En nuestro culto hay espacios de acogida y cuidado humano? ¿Es nuestra
espiritualidad encarnada y humanizadora?
L a liturgia del día de hoy sigue mostrando la sabiduría que Jesús enseña a sus
discípulos refiriéndose concretamente a las actitudes tan diversas que suscitan el dinero
y la riqueza en el corazón del hombre y la mujer, y a la capacidad de discernir y decidir
por aquello que humanice los deseos y las acciones humanas. No se trata, por un lado,
de condenar el dinero o la riqueza en sí misma por ser riqueza, sino que los bienes,
recursos y talento humano, estén a disposición, no del egoísmo o el abuso, sino del
compartir equitativo y solidario. Necesitamos supervivir de manera digna, ética y
responsable. Por otro lado, discernir desde la perspectiva de Dios, implica asumir las
mínimas (fiel a lo poco) y mayores (fiel a lo mucho) posibilidades de realización
humana en condiciones de justicia y libertad. No podemos escatimar esfuerzos por
humanizar la economía, las leyes y la vida misma. Examina y evalúa si tu escala de
principios y prioridades están en consonancia con el proyecto de Dios.
Servicio Bíblico Latinoamericano
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