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ACSM Recursos para el especialista en fitness y salud

ISBN: 978-84-15840-82-4 | 1st Edition


Lewis, Beth | Fitts, Teresa | Dwyer, Gregory | Liguori, Gary

(Print pagebreak 2)

CHAPTER CAPÍTULO 1

Entender La Actividad Física y El Ejercicio


Gary Liguori
John Schuna

OBJETIVOS DEL CAPÍTULO

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ACSM Recursos para el especialista en fitness y salud
ISBN: 978-84-15840-82-4 | 1st Edition
Lewis, Beth | Fitts, Teresa | Dwyer, Gregory | Liguori, Gary

Definir la actividad física, el ejercicio, el acondicionamiento relacionado con la salud y el acondicionamiento


relacionado con la habilidad.

Identificar varios individuos con un historial clave y la investigación de referencia que sirvieron para construir la base
del conocimiento actual respecto a los beneficios de la actividad y el acondicionamiento físicos.

Saber cómo la actividad física puede impactar positivamente la salud en la vida.

Entender los riesgos de salud generales relacionados con la actividad física y el ejercicio.

Un especialista en acondicionamiento físico para la salud (HFS, por sus siglas en inglés) en activo debe poder distinguir entre la
actividad física (AF), el ejercicio, el acondicionamiento relacionado con la salud y el acondicionamiento relacionado con la
habilidad. Aunque todos están estrechamente entretejidos, tienen características distintivas que los hacen únicos. En este capítulo se
analizan algunas de las características particulares que ayudan a definirlos. Asimismo, se revisan importantes hitos históricos en la
evolución del acondicionamiento físico, como los estudios de investigación citados e individuos clave, que a la comprensión actual
de los beneficios para la salud y los riesgos del ejercicio. Finalmente, hay una perspectiva general de los lineamientos y
recomendaciones actuales para usar el ejercicio y la AF para promover mejor la salud.

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DEFINIR LA ACTIVIDAD FÍSICA, EL EJERCICIO, EL


ACONDICIONAMIENTO RELACIONADO CON LA SALUD Y EL
ACONDICIONAMIENTO RELACIONADO CON LA HABILIDAD
La actividad física es, por mucho, el más amplio de los términos mencionados en la introducción de este libro. Por definición, AF es
cualquier movimiento corporal producido al contraer los músculos esqueléticos, con un incremento concurrente de gasto de energía
( 9 ) . Aunque el gasto de energía se incrementa durante la AF, no siempre refleja ejercicio, acondicionamiento relacionado con la

salud y acondicionamiento relacionado con la habilidad.

La contracción muscular, que es necesaria durante la AF, puede ser estática o dinámica. Las contracciones estáticas o isométricas no
producen ningún cambio en el ángulo de la articulación afectada, tal como se observa al hacer presión contra una pared. Con las
contracciones estáticas, la resistencia muscular se gana en sólo una posición de la articulación, no en un rango de movimiento; lo
que limita la aplicación de la resistencia. Además, la ganancia de resistencia estática se pierde con mucha rapidez si no se practica
diariamente. A la inversa, una contracción dinámica o isotónica produce un cambio en el ángulo de la articulación afectada,
comparable con hacer una flexión de rodillas, que causa un cambio en el ángulo de la rodilla, o hacer una lagartija, que produce un
cambio en el ángulo del codo. El movimiento dinámico permite también que la ganancia de resistencia muscular ocurra en todo el
rango de movimiento y puede imitar mejor las actividades diarias o movimientos del deporte, cada uno de los cuales es un ejemplo
de resistencia funcional.

La AF puede ser una combinación de actividades aeróbicas (dependientes del oxígeno) y anaeróbicas (independientes del oxígeno),
de acuerdo con la intensidad. Dentro de una determinada actividad podrían estar presentes procesos aeróbicos y anaeróbicos, así
como contracciones musculares estáticas y dinámicas.

La AF puede clasificarse por su contexto ambiental: de tiempo libre, ocupacional, doméstica y de transporte. El propósito de
cualquier sesión de actividad física intensa puede variar según el ambiente y puede cambiar también de un día a otro. Por ejemplo, el
transporte para algunos podría significar usar el transporte público y caminar hacia y desde la estación del autobús y el lugar de
trabajo. Este tipo de AF es probable que proporcione ciertos beneficios relacionados con la salud. Otros podrían ir y regresar del
trabajo en bicicleta como parte de un programa de entrenamiento de ejercicio, o para prepararse para un futuro evento de triatlón.
Ambas actividades son AF relacionada con el transporte, pero son para un propósito diferente y con resultados distintos.

Uno de los componentes más grandes del gasto de energía relacionado con la AF es la AF ocupacional. Una parte sustancial del día
a pie de muchos estadounidenses se gasta en trabajar, con estimaciones recientes que indican que los individuos empleados trabajan
un promedio de 7,5 h/día ( 85 ) . Sin embargo, durante los pasados 50 años, ha habido una drástica reducción en el porcentaje de
estadounidenses que desempeñan labores que requieren AF de intensidad moderada, debido a que la naturaleza del trabajo se ha
vuelto más sedentaria ( 11 ) . Además, se estima que el gasto de energía ocupacional ha disminuido en más de 100 calorías/día durante
las pasadas 5 décadas. El incremento en la prevalencia de obesidad entre adultos estadounidenses podría ser, en parte, debido a esta
disminución general de la AF ocupacional.

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De modo similar a la AF ocupacional, aunque más anecdóticamente, la AF doméstica ha disminuido también. Arreglar el jardín,
hacer reparaciones al hogar, la limpieza (casa y vehículo) y el cuidado de los hijos son sólo algunos medios de acumular AF
doméstica en el día, y la tecnología ha hecho más fáciles a muchas de ellas.

Aunque hay numerosas formas de acumular AF y cosechar los inherentes beneficios para la salud, sigue siendo difícil para muchos
adultos hallar el tiempo necesario (tabla 1.1). En los capítulos 10 al 12 se atienden las diferentes estrategias conductuales para
ayudar a iniciar y sostener la AF significativa.

El ejercicio físico podría considerarse un componente de la AF. Aunque el ejercicio y la AF se emplean con frecuencia de modo
intercambiable, es importante poder distinguir claramente los dos. En comparación con la AF, el ejercicio es más específico y
cuantificable en su definición: cualquier actividad planificada, estructurada, repetitiva y con un fin que busca mejorar o mantener
cualquier componente del buen estado físico ( 9 ) . Si bien el ejercicio es ciertamente una forma de AF, ésta no siempre incluye
ejercicio. Los quehaceres domésticos y usar el transporte público son AF, aunque por lo general no se consideran ejercicio. A la
inversa, correr diariamente 5 km cumple de manera clara con la definición de ejercicio y es también AF.

El acondicionamiento físico es un factor que se relaciona directamente con la cantidad y tipo de AF que un individuo puede realizar.
No obstante, el acondicionamiento físico incluye diferentes dominios de acondicionamiento relacionado con la salud. El
acondicionamiento físico se define como un «conjunto de atributos que la gente tiene (Print pagebreak 4) o logra que se relacionan
con la capacidad para realizar actividad física» ( 9 ) . El acondicionamiento físico incluye resistencia cardiorrespiratoria; resistencia
muscular, resistencia y poder; flexibilidad; agilidad; equilibrio; tiempo de reacción; y composición corporal. El acondicionamiento
físico significa también especificidad de entrenamiento hacia un objetivo particular. La mayoría de estos atributos conduce a ellos
mismos al rendimiento atlético o el subcomponente del acondicionamiento físico conocido como acondicionamiento relacionado
con el rendimiento.

TABLA 1.1 AF POPULARES Y BARRERAS COMUNES


AF populares Barreras comunes para la AF
Caminar Falta de tiempo/inconveniencia
Trabajos de jardinería Falta de motivación
Calistenia No disfrutable/aburrida
Entrenamiento de resistencia Temor a lesión
Nadar Falta de apoyo/acceso
Trotar Falta de motivación

El acondicionamiento relacionado con la salud es otro subcomponente la condición física. Aunque el acondicionamiento relacionado
con la salud y el acondicionamiento relacionado con el rendimiento comparten ciertos atributos, tienden a llamar la atención de
individuos con intereses y necesidades muy diferentes. Además, el acondicionamiento relacionado con la salud se confina la
condición física cardiorrespiratoria a resistencia muscular, fuerza muscular, flexibilidad y composición corporal.

El acondicionamiento relacionado con la habilidad es el tercer aspecto de la AF y puede considerarse también como
acondicionamiento relacionado con el rendimiento. El acondicionamiento relacionado con la habilidad comprende agilidad,
equilibrio, coordinación, potencia, tiempo de reacción y velocidad, y puede dar como resultado un deseo incrementado de participar
en actividades físicas. En general, el acondicionamiento relacionado con la habilidad contribuye a la capacidad de uno para
funcionar de una manera más habilidosa y eficiente ( 43 ) .

La premisa subyacente es que la AF mantendrá o mejorará la salud, con un énfasis en mejorar cada tipo de AF. Esto contrasta con
aquellos individuos que eligen permanecer relativamente sedentarios y ponerse ellos mismos en mayor riesgo de morbilidad y
mortalidad prematuras. Por lo tanto, cuando el EAFS desarrolla una prescripción de ejercicio, o motiva a un individuo a iniciar un
programa de ejercicio, es esencial conocer estos principios guía.

TENDENCIAS HISTÓRICAS EN LA ACTIVIDAD FÍSICA


El pasado y el surgimiento de la fisiología del ejercicio

La importancia de la AF como medio para promover la salud y el bienestar no es un concepto nuevo. En la antigua China, los
registros de ejercicio para la promoción de la salud datan aproximadamente del año 2500 a. C. ( 45 ) . Después de esto, las enseñanzas
del médico griego Hipócrates, del siglo cuarto y quinto a. C., detallaron la importancia del ejercicio para la salud y el bienestar ( 28 ) .
A pesar del conocimiento antiguo que confiere la AF a los beneficios de salud, una comprensión de las vías y los mecanismos a
través de los cuales la AF influye en la salud y el bienestar permanecieron pobremente entendidos hasta tiempos recientes. Mucha de

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nuestra comprensión actual en estas áreas evolucionó los avances en la fisiología humana, en particular la concerniente al ejercicio.

Avanzando desde los tiempos antiguos hacia principios del siglo XX, pioneros como A.V. Hill y D.B. Dill, entre muchos otros,
contribuyeron en gran medida al campo de la fisiología del ejercicio. Hill es quizá mejor conocido por su trabajo que estudia la
mecánica y fisiología muscular, mientras que Dill y numerosos colegas en el Harvard Fatigue Laboratory estudiaron extensamente
respuestas al ejercicio en diversas condiciones ambientales. De modo colectivo, los desarrollos en la fisiología del ejercicio durante
este período colocan la base para nuestra comprensión de cómo la AF y el acondicionamiento influyen en el buen estado físico.

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T.K. Cureton y el movimiento del acondicionamiento físico

Aprovechando los primeros avances en el campo de la fisiología del ejercicio, el trabajo de T.K. Cureton durante la década de 1940
se centró en evaluar la condición física y la importancia del acondicionamiento. Cureton actuó como una fuerza motriz detrás del
movimiento del acondicionamiento físico en Estados Unidos, al tiempo que desarrolló una sólida investigación y programas de
servicio en la Universidad de Illinois. Como resultado, Cureton puso atención académica significativa a los temas del buen estado
físico y el acondicionamiento ( 5 ) . Las contribuciones acumuladas de Cureton y sus alumnos graduados proporcionaron muchas de
las bases para la prescripción actual del ejercicio.

Además de sus logros científicos, Cureton hizo varias contribuciones de servicio pertinentes al movimiento del acondicionamiento
físico. Varias de sus contribuciones notables fueron, aunque no se limitan a éstas, la capacitación física y el examen de soldados
durante la Segunda Guerra Mundial, asistencia en el diseño de programas de capacitación en salud física para los entrenadores del
Federal Bureau of Investigation (FBI), y apoyo instrumental en el desarrollo del Consejo del Presidente sobre AF ( 5 ) . Además,
Cureton fue uno de los 54 miembros originales del American College of Sports Medicine ® (ACSM) en el momento de su fundación
en 1954.

Uno de los muchos alumnos distinguidos de Cureton, quien hizo aportaciones sustanciales al movimiento de la fisiología del
ejercicio y el acondicionamiento físico, fue el difunto Michael Pollock. Él quizá es recordado principalmente como un investigador
destacado que hizo contribuciones notables en las áreas de prescripción de ejercicio y rehabilitación cardíaca. Pollock fue el autor
principal del primer pronunciamiento conjunto del ACSM respecto al modo y cantidad de ejercicio necesarios para producir mejoras
del buen estado físico ( 2 ) . Además, Pollock contribuyó de manera decisiva en la legitimización del papel de la rehabilitación
cardíaca como una parte integral del tratamiento médico para pacientes con enfermedad cardíaca. Muchas de las contribuciones
importantes de Pollock fueron hechas durante su cargo en el conocido Cooper Institute for Aerobics Research, a mediados de la
década de 1970.

Evolución histórica de la epidemiología de la actividad física

Aunque los desarrollos de investigación en la fisiología del ejercicio, desde principios hasta la mitad del siglo XX, condujeron a una
mejor comprensión de cómo la AF podría repercutir en la salud física, las relaciones entre la AF y ciertas afecciones crónicas (p. ej.,
enfermedad cardiovascular [ECV] y obesidad) permanecieron en gran medida desconocidas. Esto fue especialmente problemático
considerando el dramático incremento en la mortalidad relacionada con la ECV que ocurrió durante la primera mitad del siglo XX.
En un intento por identificar y entender las causas subyacentes de la enfermedad cardíaca y otras afecciones crónicas, se iniciaron
varios estudios epidemiológicos a gran escala (p. ej., el estudio del corazón de Framingham y el estudio de la salud de los alumnos
de Harvard) durante las décadas de la mitad del siglo.

Morris y cols., después de estudiar a los trabajadores de los autobuses de dos pisos en Londres, Inglaterra ( 55 ) , presentaron la
primera evidencia epidemiológica de que una cantidad mayor de AF se relacionaba con una reducción del riesgo de padecer ECV.
El mayor hallazgo de esta línea de investigación fue que los conductores de autobús físicamente activos sufrieron aproximadamente
la mitad de los eventos coronarios que experimentaron los conductores más sedentarios. Como ejemplificación adicional de los
posibles beneficios para la salud de ser físicamente activo, con el trabajo posterior de Paffenbarger y cols., se demostró que el gasto
calórico relacionado con el trabajo y el riesgo de muerte por cardiopatía coronaria se relacionaron inversamente entre los estibadores
en San Francisco, California ( 61 ) .

Varias investigaciones epidemiológicas posteriores a gran escala demostraron una relación inversa entre la AF y la incidencia de
ECV y la mortalidad ( 40 , 41 , 42 , 56 , 73 , 76 ) . En general, estas investigaciones mostraron una relación dosis-respuesta debido a que los
mayores niveles de AF se relacionaron con riesgos reducidos de desarrollar ECV (fig. 1.1).

Además de la AF, la investigación ha mostrado que el buen estado físico se relaciona también inversamente con la incidencia de
ECV y la mortalidad ( 7 , 15 , 39 , 71 ) , (fig. 1.1). Un proyecto importante relacionado con esta área de investigación es el Aerobics
Center Longitudinal Study (ACLS), que está en curso en la Clínica Cooper en Dallas, Texas. Los varones y mujeres que visitaron la

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clínica de medicina preventiva completaron una prueba máxima de caminadora y se evaluaron como de condición física baja,
moderada o alta con base en su género, edad y tiempo de ejercicio en la caminadora. Blair y cols. publicaron uno de los documentos
hito en esta área de investigación usando (Print pagebreak 6) datos del ACLS, que demostró que los niveles más altos de
acondicionamiento físico medido objetivamente a partir de la prueba máxima de caminadora se relacionaron con riesgos reducidos
de mortalidad por ECV ( 7 ) .

FIGU Relaciones generales entre la AF o el nivel de salud física y riesgo relativo de cardiopatía coronaria (CC) y
enfermedad cardiovascular (ECV). (Adaptada con permiso de Williams PT. Physical fitness and activity as separate
heart disease risk factors: A meta-analysis. Med Sci Sports Exerc. 2001;33( 5 ):754-61.)

Desarrollo de las directrices y recomendaciones para la AF

La acumulación determinante de evidencia que apunta hacia el papel beneficioso y protector de la AF en los resultados relacionados
con la salud, originó en 1995 la publicación de un pronunciamiento conjunto del ACSM y los Centers for Disease Control and
Prevention (CDC), en relación con la AF y la salud pública ( 62 ) . Con base en las publicaciones actuales, el pronunciamiento
conjunto del ACSM/CDC recomienda que todo adulto acumule 30 min o más de AF de intensidad moderada en la mayoría, de
preferencia todos, los días de la semana. Poco después de el pronunciamiento conjunto del ACSM/CDC, el Department of Health
and Human Services de Estados Unidos publicó el informe del director de servicios de salud sobre actividad y salud física en 1996 (
87 ) . Este informe presentó una revisión completa de las pruebas disponibles respecto a la AF y su relación con numerosos problemas
de salud, al tiempo que replantea las directrices de la AF propuestas por el pronunciamiento conjunto del ACSM/CDC. (Print
pagebreak 7) En la figura 1.2 se muestra la tendencia de los adultos estadounidenses que reportan no hacer ninguna AF en su
tiempo libre, que ha permanecido estable a ligeramente descendente, desde la publicación del informe citado.

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FIGU Línea de tendencia que muestra el porcentaje de estadounidenses que no realizan AF en su tiempo libre.
(Adaptada de: Centers for Disease Control and Prevention, National Center for Chronic Disease Prevention and Health
Promotion, Division of Nutrition. Physical Activity and Obesity. Disponible en: http://www.cdc.gov/nccdphp/dnpa/
physical/stats/leisure_time.htm. Recuperada el 23 de junio de 2011.)

Doce años después de la declaración de consenso del ACSM/CDC (2007), se emitió una actualización respecto a la AF y la salud
pública ( 24 ) . Esta declaración actualizada aclaró las recomendaciones hechas en 1995. Uno de los cambios principales fue la
recomendación de frecuencia más específica para AF, de intensidad moderada, debido a que la calificación «la mayoría, de
preferencia todos, los días de la semana» se cambió a «cinco días cada semana». Además, la actualización incorporó directrices para
cumplir con la recomendación de la AF vigorosa, e indicó que las sesiones de actividad física deben ser de por lo menos 10 min de
duración para lograr el objetivo diario de 30 min. Se incorporaron también cuestiones específicas en relación con el fortalecimiento
del músculo.

Un año después de las recomendaciones actualizadas del ACSM/CDC, el Department of Health and Human Services de Estados
Unidos publicó las directrices de actividad física de 2008 para los estadounidenses ( 88 ) . Este documento representó las primeras
directrices completas de AF planteadas por el gobierno de ese país. Estas directrices presentaron recomendaciones para tres grupos
etarios distintos (niños y adolescentes, adultos, y adultos mayores), e incorporaron cuestiones específicas en relación con las
actividades aeróbicas, de fortalecimiento del músculo y de flexibilidad. A diferencia de las directrices del ACSM/CDC, las
directrices de actividad física de 2008 para los estadounidenses no especifican una frecuencia semanal para actividad aeróbica (p.
ej., ≥5 días/semana). En cambio, las directrices simplemente requirieron una acumulación de 150 min de AF de intensidad
moderada sobre una base semanal, y sugirieron que la duración acumulada se distribuya a lo largo de la semana.

RELACIÓN ENTRE AF/EJERCICIO Y SALUD A LO LARGO DE LA VIDA


Hasta hace poco, los intentos por cuantificar las duraciones diarias de AF en condiciones independientes obedecían con frecuencia a
métodos subjetivos de autoinforme (p. ej., cuestionarios de AF y registros de AF). Sin embargo, las mejores estimaciones de AF de
tiempo libre, estado por estado, se basaron en datos de autoinforme del CDC y dieron una clara ilustración de qué regiones de
Estados Unidos son las menos y más activas físicamente (fig. 13). Sin embargo, Troiano y cols. ( 84 ) publicaron en 2008 un
documento que detalla la primera evaluación objetiva de AF entre una muestra de estadounidenses representativa a nivel nacional.
Esta evaluación objetiva se realizó por medio de acelerómetros de AF especializados, que pueden medir la duración e intensidad de
la AF acumulada. Lo alarmante entre los hallazgos de esta evaluación fueron las duraciones diarias extremadamente bajas de AF
moderada a vigorosa (≥3 MET) entre los estadounidenses, en todos los ámbitos. Esta investigación reveló que menos del 4% de los
estadounidenses adultos de 20 y más años de edad estaban cumpliendo las recomendaciones de salud pública para AF. Es difícil
explicar la discrepancia entre el autoinforme y las mediciones objetivas de AF, aunque esto provoca la sospecha de que la mayoría
de los estadounidenses no son tan activos como ellos creen.

Los bajos niveles de AF demostrados entre la mayoría de los estadounidenses son particularmente problemáticos, en particular al
considerar los numerosos beneficios para la salud relacionados con la AF regular. En todos los grupos etarios, la AF puede tener

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impactos positivos en los dominios biológico, psicológico y social. Además, (Print pagebreak 8) los beneficios terapéuticos y
profilácticos de la AF con frecuencia pueden obtenerse con poco o ningún costo y en casi cualquier ambiente.

FIGU Estimaciones de 2008 de inactividad física en tiempo libre entre adultos de 20 o más años de edad. (Adaptada de:
Centers for Disease Control and Prevention. National Diabetes Surveillance System. Disponible en: http://
apps.nccd.cdc.gov/DDTSTRS/default.aspx. Recuperada el 23 de junio de 2011.)

AF y salud en niños y adolescentes

Además de los hábitos de alimentación sana, incorporar AF regular en las vidas de niños y adolescentes (17 y menos años de edad)
proporciona un punto de partida para ayudar en la prevención de numerosas enfermedades crónicas. En los capítulos 10 al 12 se
analiza la importancia de establecer conductas de salud positivas al comienzo de la vida como método para vivir sanamente a lo
largo de ella. Una enfermedad crónica cada vez más prevalente entre la juventud estadounidense, así como de otros muchos países,
es la obesidad. Datos de principios de la década de 1970 indican que el 5,0% de los niños de 2 a 5 años, el 4,0% de 6 a 11 años y el
6,1% de 12 a 19 años eran obesos ( 60 ) . Sin embargo, en las últimas cuatro décadas se han observado incrementos en la prevalencia
de obesidad de dos a cuatro veces, ya que las estimaciones actuales indican que el 10,4% de los niños de 2 a 5 años, el 19,6% de 6 a
11 años y el 18,1% de 12 a 19 años son obesos (fig. 1.4). Esto se ha vuelto un importante asunto de salud debido a que la obesidad
infantil incrementa el riesgo de albergar otras enfermedades crónicas tales como diabetes, hiperlipidemia e hipertensión ( 57 ) .
Además, la obesidad infantil podría ocasionar efectos conductuales, sociales y económicos perjudiciales ( 21 , 72 , 79 ) .

La AF ha sido una de muchas modalidades sugeridas como medio para atender la creciente epidemia de obesidad entre niños y
adolescentes. Entre los jóvenes, bajos niveles de AF se relacionan con un mayor riesgo de tener sobrepeso o ser obesos ( 35 , 74 ) .
Además, de acuerdo con estudios realizados, se asegura que ser físicamente activo durante la infancia y la adolescencia influye de
modo positivo en los factores de riesgo metabólicos relacionados con la diabetes tipo 2 ( 38 , 67 ) , que se ha vuelto un problema de
salud incipiente entre la juventud estadounidense ( 1 ) .

La AF adecuada es importante también para el desarrollo musculoesquelético normal durante la infancia. Un estímulo adecuado,
mediante el ejercicio estructurado, la AF o ambos puede ayudar a incrementar el crecimiento óseo durante la juventud y la
adolescencia ( 4 ) . A su vez, podría lograse la densidad mineral ósea máxima en la adultez temprana, lo que reduce el riesgo de
retrasos en el inicio de la osteoporosis en la adultez tardía ( 26 ) .

AF y salud en adultos

Los adultos que participan en AF regular pueden disfrutar muchos beneficios de salud por ser regularmente activos físicamente.
Diversas investigaciones han constatado que, entre los adultos, los incrementos en el gasto de energía por AF se relacionan con una

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significativa reducción de peso ( 66 , 69 , 70 , 77 ) . Esto se ha vuelto especialmente pertinente, ya que alrededor del 68% de la población
general de Estados Unidos tiene sobrepeso o es obesa ( 18 ) . Sin embargo, la AF regular conlleva beneficios de salud, sin importar los
cambios que ocurren en la composición corporal, como resultado de un mayor gasto de energía por la AF ( 34 ) . Entre los beneficios
de salud adicionales de la AF regular están, pero no se limitan a, reducir riesgos de diabetes tipo 2 ( 32 , 49 ) , hipertensión ( 25 , 64 ) ,
ECV ( 30 , 48 ) , cáncer de colon ( 53 ) y mortalidad por todas las causas ( 31 ) .

FIGU Tendencias de obesidad infantil desde principios de la década de 1960. (Adaptada de Ogden C, Carroll M.
Prevalence of Obesity among Children and Adolescents: United States, Trends 1963-1965 through 2007-2008.
Hyattsville (MD): Centers for Disease Control and Prevention, National Center for Health Statistics; 2010.)

(Print pagebreak 9)

Es de particular interés, con respecto a la AF entre los adultos, el papel que puede jugar en la prevención de futura ECV. El costo
económico relacionado con la ECV ha crecido sustancialmente en tiempos recientes, con estimaciones actuales de costos directos e
indirectos relacionados con la ECV que, en Estados Unidos, rebasó los 500 mil millones de dólares en 2010 ( 44 ) . Los cálculos
actuales entre adultos de 20 a 59 años de edad indican que sólo el 3,5% cumplen con las recomendaciones de salud pública para AF
( 84 )
. Incrementar sustancialmente la proporción de adultos que cumplen con las directrices de AF actuales, sin duda tendría efectos
positivos en la prevalencia de ECV y sus costos relacionados.

AF y salud en adultos mayores

Pruebas recientes demuestran que los niveles de AF en Estados Unidos tienden a disminuir a medida que se incrementa la edad y
son más bajos entre personas con enfermedades crónicas ( 84 ) . Esta disminución de la AF relacionada con la edad podría atribuirse
en parte a limitaciones que resultan de enfermedades crónicas comunes. Sin embargo, al igual que en adultos jóvenes y niños, los
individuos mayores pueden cosechar beneficios de salud al ser físicamente activos ( 87 , 88 ) . De modo interesante, algunos estudios
han demostrado que la AF de tiempo libre es una medida protectora más importante contra la enfermedad cardíaca en adultos
mayores (arriba de 65 años) que en los adultos más jóvenes ( 81 ) .

En comparación con individuos más jóvenes, los adultos mayores tienen más probabilidades de experimentar una afección crónica
(p. ej., ECV). Sin embargo, la AF confiere aún beneficios de salud en aquellos individuos que sufren de una o más enfermedades
crónicas. Como ejemplo, la AF después del primer infarto al miocardio (IM) no fatal ha demostrado reducir el riesgo de un segundo
IM (98). Además, se ha demostrado también que la AF regular es un tratamiento efectivo para la osteoartritis entre adultos mayores
( 8 , 63 ) .

Algo que es particularmente importante para los adultos mayores es que un estilo de vida físicamente activo puede ayudarlos a
mantener la función física durante años posteriores ( 10 ) . Mucho de este beneficio se debe a los mayores niveles de capacidad
funcional que pueden lograrse a través de la AF ( 16 ) . Estos niveles más altos de capacidad funcional permiten a los individuos más
viejos vivir de modo independiente y facilitar la realización de actividades de la vida diaria. Además, la AF durante la adultez se
relaciona con menores riesgos de caídas y fracturas osteoporóticas ( 17 , 27 ) .

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RIESGOS GENERALES RELACIONADOS CON LA AF Y EL EJERCICIO


Es responsabilidad inherente de un especialista en acondicionamiento físico para la salud (HFS) tomar precauciones razonables al
trabajar con individuos que desean volverse físicamente activos o incrementar su nivel de actividad actual. En individuos sanos sin
diagnóstico de ECV, el ejercicio no representa un riesgo para efectos relacionados con dicha afección, en particular con el ejercicio
de intensidad moderada ( 90 ) . Además, las directrices de actividad física de 2008 remarcan la importancia de la AF regular en todos
los grupos etarios, casi sin importar el estado de salud actual, ya que los beneficios son significativos ( 88 ) .

La mayoría de individuos sedentarios pueden comenzar de manera segura un programa de AF de intensidad baja a moderada sin
necesidad de una prueba de ejercicio basal o certificación médica previa. Sin embargo, los individuos con enfermedad
cardiovascular, pulmonar o metabólica, conocida o bajo sospecha, deben obtener una certificación médica antes de comenzar un
programa de ejercicio de intensidad vigorosa. En el capítulo 2 se analiza esto con mayor detalle. El HSF responsable de supervisar
los programas de ejercicio de intensidad vigorosa, sin importar la población, debe tener capacitación actual en procedimientos
cardíacos básicos o avanzados de mantenimiento artificial de la vida y urgencias, y al mismo tiempo estar alerta de los signos y
síntomas de la ECV.

Riesgos de muerte súbita cardíaca

A pesar de los beneficios conocidos de la AF y el ejercicio, existen riesgos inherentes. La muerte súbita cardíaca relacionada con el
ejercicio es ampliamente difundida, en especial en niños y adolescentes. De hecho, la muerte súbita cardíaca relacionada con el
ejercicio moderado es extremadamente rara ( 75 , 83 ) . Para individuos jóvenes (menores de 30 años), las causas más comunes de
muerte súbita cardíaca son las anomalías congénitas y hereditarias; sin embargo, no existe consenso claro sobre la tasa real de
muerte súbita en individuos jóvenes ( 14 , 50 , 89 ) . Los atletas de nivel bachillerato y universitario requieren por lo general una
selección previa a la participación, que es un medio para detectar posibles problemas cardíacos.

(Print pagebreak 10)

El riesgo de muerte súbita cardíaca se incrementa con la edad y la prevalencia de ECV conocida o desconocida ( 20 , 23 , 54 , 75 , 82 , 90 , 92
) . Además, las tasas de paro cardíaco súbito e infarto al miocardio agudo son desproporcionadamente más altas en la mayoría de las

personas sedentarias que realizan poco ejercicio ( 3 ) como, por ejemplo, una persona generalmente sedentaria que se activa en
extremo al palear una fuerte nevada.

Aunque el mecanismo exacto de una muerte súbita o de un infarto al miocardio sigue siendo difícil de evitar, parece que hay un
agudo traumatismo arterial que desplaza una placa ya presente, lo que da como resultado agregación plaquetaria o trombosis ( 6 , 12 ,
22 ) . El HFS debe tener un conocimiento básico de estas secuelas y de los riesgos inherentes que cualquier individuo puede sufrir de
muerte cardíaca súbita o infarto al miocardio. Un examen adecuado es fundamental para minimizar el riesgo (capítulo 2).

Riesgo de accidentes cardíacos durante la prueba de ejercicio

Un HFS en activo tiene probabilidades de sugerir y realizar pruebas de ejercicio basales y de seguimiento en una amplia variedad de
individuos. Si bien la prueba de ejercicio por debajo del máximo se considera por lo general segura para la mayoría, la prueba de
ejercicio de intensidad máxima o vigorosa posee cierto riesgo ( 19 , 36 , 52 , 68 , 80 ) . Similar al ejercicio, la prueba de ejercicio es también
bastante segura cuando se realiza de modo adecuado. En general, el riesgo de accidentes cardíacos durante la prueba de ejercicio
limitada por los síntomas en un ambiente clínico es bajo (˜6 eventos cardíacos por cada 10 000 pruebas), y dada la detección y
atención apropiadas, la mayoría de las pruebas puede realizarse con un alto grado de seguridad ( 58 , 59 ) .

Lesión musculoesquelética relacionada con el ejercicio

Además del riesgo agudo de muerte súbita cardíaca o IM, existe un mayor riesgo de lesión musculoesquelética relacionada con el
ejercicio. Por lo común, el mayor riesgo se relaciona con actividades en las que se lleva peso o tienen que ver con movimiento
repetitivo: trotar, caminar, montar en bicicleta, levantar pesas y actividades parecidas. Las lesiones musculoesqueléticas más
comunes, sin importar el género, ocurren en la parte inferior del cuerpo, en particular la rodilla o el pie ( 29 ) . La tasa de lesión
musculoesquelética es más alta en deportes de equipo y contacto, e incluye lesiones de todo tipo, no sólo lesiones en la parte inferior
del cuerpo ( 22 ) .

La tasa anual de lesión musculoesquelética relacionada con correr o trotar es significativa, y va del 35 al 65% ( 37 , 46 ) . Sin embargo,
sólo cerca del 7% de los adultos estadounidenses usan el trote o la carrera como su forma regular de ejercicio. Caminar para
ejercitarse, que realizan aproximadamente el 30% de los adultos, es el ejercicio más popular en Estados Unidos ( 86 ) . El riesgo

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musculoesquelético relacionado con caminar es considerablemente más bajo que con el trote, con casi un 1,5% de personas que
informaron de una lesión en el mes previo ( 65 ) . En comparación con quienes trotan, las personas de ambos géneros que caminan
tienen del 25 al 30% menos riesgo de incurrir en una lesión musculoesquelética aguda o crónica ( 13 ) .

El baile aeróbico y el entrenamiento de resistencia son dos tipos populares de ejercicio con una tasa de lesión musculoesquelética
documentada. El entrenamiento de resistencia incluye levantamiento de pesas, ejercicios con el peso del cuerpo y otros del mismo
tipo, y se demostró que tiene un índice de lesiones por mes de 2,4% ( 65 ) .

Aunque de hecho no son una amenaza para la vida, las lesiones musculoesqueléticas presentan un problema real y actual. Evitar y
minimizar la lesión conducirá a mayores oportunidades de permanecer físicamente activo, aunque por desgracia quienes se han
lesionado antes tienen mayor riesgo de volver a lesionarse ( 33 , 37 , 47 , 51 , 91 ) . Por lo tanto, para reducir al mínimo el riesgo de lesión
musculoesquelética desde el comienzo, el HFS debe considerar lo siguiente:

Ser diligente en elegir modos de ejercicio y prescribir ejercicios que se basen en el nivel de estado físico actual y deseos del
individuo, junto con experiencias pasadas de ejercicio.

Iniciar en un nivel bajo de intensidad, frecuencia y duración, y avanzar lentamente.

Ser consciente y generar conciencia en los usuarios acerca de los primeros signos de posible lesión (es decir, irritación o dolor
muscular creciente, dolor de huesos y articulaciones, fatiga excesiva y disminución del rendimiento). Cuando se observen,
tomar las precauciones adecuadas, que podrían incluir suspender temporalmente la actividad, días de reposo más frecuentes o
simplemente reducir la frecuencia, intensidad o duración del ejercicio.

Establecer objetivos de ejercicio realistas para evitar la actividad excesiva (v. cap. 11 para el planteamiento de objetivos).

(Print pagebreak 11)

El caso de Raquel

Presentado por Kaitlin Teser, MS, ACSM-HFS, Brookline Hebrew Senior Life Center, Brookline, MA

Raquel es una madre moderadamente activa de 43 años de edad con bajo riesgo. El objetivo inicial de Raquel era perder 5
kg de peso, pero se modificó a la idea de lograr un estilo de vida más activo en su rutina diaria.

Antecedentes

Raquel es una mujer de 43 años de edad con bajo riesgo que trabaja 40 h a la semana en un empleo de oficina sedentario. Su
objetivo original era perder 5 kg en 12 semanas. Era moderadamente activa. Sus dos hijos, Zach, de 10 años, y Emily, de 8,
practican karate. Además de una caminata alrededor de la pista local con compañeros de trabajo dos veces por semana, Raquel
también acudía a una clase de kickboxing los sábados por la mañana.

Resultados de la prueba de condición física

Los resultados de la evaluación de condición física de Raquel fueron los siguientes:

Presión sanguínea en reposo 110/85 mmHg Buena

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Frecuencia cardíaca en reposo 81 lpm Buena


Grasa corporal (%) 28,7 Regular
Índice de masa corporal 25,5 Promedio
Alcance en posición sentada en el piso
29 cm Regular
(caja)
Resistencia muscular (levantamiento
de pesas con la espalda apoyada en un 16 repeticiones Por debajo del promedio
banco)
Condición física aeróbica (prueba en
23,3 ml/(kg × min) Muy deficiente
bicicleta por debajo del máximo)

Aunque la primera visión de bienestar de Raquel parecía relacionarse con la vida activa, su atención estaba puesta en realidad
en perder peso. Tuve la precaución de comprenderla y motivarla a usar el término vida activa en su propia visión de bienestar.

Primera visión de bienestar de Raquel

«Mi visión de bienestar es estar saludable, tener energía y vitalidad. Estoy motivada por mi deseo de permanecer activa con
mis hijos y continuar así conforme avance mi edad. Tengo dificultad con mi exigente programa y múltiples compromisos,
pero me he ejercitado regularmente en el pasado y conozco la importancia de vivir activa como una forma de vida. Confío en
que con un mayor apoyo social, una rutina regular y un plan real de control de peso lograré tener éxito».

El programa de Raquel siguió el principio FITT e incorporó componentes de acondicionamiento físico relacionado con la
salud y la habilidad. Agregó otra clase de kickboxing a su semana y convenció a sus compañeros de trabajo de caminar en la
pista un día más. Mi trabajo con Raquel se centró en incrementar la resistencia y el rango de movimiento. Presenté a Raquel
varias modalidades que podrían usarse en casa y en la oficina para proporcionar entrenamientos breves durante el día.
Mientras más me ponía en sus zapatos y desarrollaba programas que fueran divertidos, eficientes y efectivos, parecía
interesarse más en la sesión. Aprendí de ella que se iba a su casa e intentaba una versión modificada de nuestras actividades
con sus hijos. Después de 4 semanas comenzó a cambiar su actitud. Al hablar de la comida, oí menos de sus ejemplos de
«fuerza de voluntad» y más de elecciones sanas. Externamente, uno de los primeros cambios que observé fue cómo (Print
pagebreak 12) se vestía. Raquel había empezado a usar ropa de trabajo que le permitía realizar un conjunto de ejercicios con
los tríceps (subir y bajar) en su escritorio. Sus indicadores de condición física mejoraron y parecía tener genuinamente más
vigor en su andar.

Al completar el programa de 12 semanas, Raquel había perdido 3 kg e incrementado su fuerza, flexibilidad y salud física
aeróbica. Sin embargo, lo más emocionante era que había logrado una apreciación real del valor de la práctica diaria de la vida
activa. Raquel pudo reestructurar su programa de trabajo para que le permitiera caminar a la escuela una vez a la semana con
sus hijos. Incorporó recesos de estiramiento al inicio de cada reunión de trabajo. Utilizaba las escaleras en vez del ascensor y
siempre abría la puerta con su propia fuerza (sin ayuda de una puerta automática). Fue sólo en retrospectiva que Raquel
entendió que las elecciones que ella y su familia hicieron para recreación habían cambiado de actividades internas, tales como
ir de compras y al cine, a recorrer a pie largos trechos, ir en bicicleta y nadar. Entendió también que sus nuevas elecciones
habían dado como resultado hacer nuevas amistades que compartían intereses similares en ser activos y disfrutar las
actividades familiares que implican movimiento.

Nueva visión de bienestar de Raquel

«Mi visión de bienestar es moverse y mantenerse en movimiento: moverse libremente a través de un ámbito total de
movimiento y moverse de una manera que me permita hacer las cosas que necesito hacer en mi vida y tener energía de sobra.
Quiero moverme con y para mis hijos y nietos. Quizá me enfrente a mis viejos hábitos de regirme por prioridades mal
guiadas, pero sé que con la ayuda de mis amigos y familia, e incorporando en mi día breves recesos de entrenamiento y
realizando por lo menos un acto de vida activa todos los días, podré sostener y mantener mi alegría recién descubierta».

Raquel pudo lograr su nuevo objetivo de moverse más mediante pequeñas elecciones y prácticas diarias que reflejan un nuevo
atributo acerca del ejercicio. Ella estableció un objetivo alcanzable de incorporar un acto de vida activa en la vida diaria.
Raquel también estuvo dispuesta a conocer nuevas personas que compartían sus intereses y la apoyarían en sus esfuerzos por
ser activa. Para un observador externo, los cambios de Raquel podrían parecer ajustes menores en su programa, pero para
alguien que realmente la conoce, tuvo lugar un cambio sísmico que le permitió comprender su visión de bienestar y objetivos
para el futuro.

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Preguntas

1. ¿Qué hizo el HFS para apoyar los objetivos de Raquel? El HFS tuvo un papel clave en escucharla activamente. El HFS
fue capaz de identificar no sólo el interés de Raquel de perder peso, sino también el de querer incorporar la vida activa.
Como facilitador de motivación, el HFS pudo motivar a Raquel a identificar formas en las que las técnicas de vida
activa podían incorporarse en la vida diaria. Proporcionó también un acertado programa de ejercicio que motivó la
competencia, confianza y relación de Raquel.

2. ¿Qué papel desempeñó el apoyo social en el éxito de Raquel? Pudo establecerse por sí misma como una líder y
aprendiz. Recibió motivación para ser creativa en la terminación de sus objetivos. Al incluir a sus compañeros de
trabajo, Raquel pudo compartir los beneficios del ejercicio y tener apoyo cuando tenía que trabajar a la hora de la
comida. Asimismo, pudo lograr la ayuda de sus hijos al crear tiempo para un recorrido a la escuela en las mañanas.

3. ¿Cómo puede un acto de vida activa al día hacer una diferencia en la vida de alguien? Un cambio de actitud y
expectativas permitió a Raquel evaluar sus objetivos originales de una manera que sostuvo su adhesión al programa. Al
comprometerse a un acto de vida activa, Raquel pudo cultivar otros hábitos de conducta en torno al ejercicio y la
nutrición que la ayudaron a alcanzar sus objetivos de perder peso y lograr una buena condición física.

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(Print pagebreak 13)

RESUMEN
Como se analizó antes en este capítulo, la noción de que la AF puede mejorar o mantener la salud de ninguna manera es algo
nuevo. Sin embargo, no fue sino hasta que se hicieron avances científicos sustanciales durante el siglo XX en áreas tales como
la fisiología y la epidemiología del ejercicio, que comprendimos cómo la AF podía tratar o prevenir enfermedades crónicas
comunes (p. ej., ECV, hipertensión y diabetes mellitus tipo 2). A pesar de estos avances, aún quedan muchas preguntas sin
contestar en relación con las vías y mecanismos exactos a través de los cuales la AF influye en la salud.

Aunque todavía hay mucho que aprender, la evidencia actual indica que la AF física regular y el ejercicio pueden tener
beneficios muy afortunados para la salud física, metabólica y mental de un individuo. Sin embargo, sobreejercitarse, hacer
mucho demasiado pronto o hacer ejercicio a una intensidad no segura puede tener consecuencias negativas, incluso tan graves
como la muerte súbita. Aunque los riesgos relacionados con el ejercicio son proporcionales a la cantidad e intensidad del
ejercicio, tanto agudos como crónicos, los beneficios del ejercicio habitual compensan por mucho los riesgos.

Este manual está hecho para dar al HFS las herramientas necesarias para evaluar la salud física y prescribir ejercicio para que
las personas puedan ejercitarse sin supervisión médica. Si bien ningún manual es del todo completo, la información contenida
debe servir como un recurso notable para el profesional del ejercicio nuevo y con experiencia.

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TEMAS DE ESTUDIO
1. Comparar y contrastar la AF, el ejercicio, el acondicionamiento físico relacionado con la salud y el acondicionamiento
físico relacionado con la habilidad.

2. Describir por lo menos dos individuos y dos estudios de investigación trascendentales que hicieron contribuciones
importantes al conjunto de conocimientos actuales en relación con la AF o el acondicionamiento físico, y los correspondientes
beneficios para la salud.

3. Describir los beneficios para la salud y los riesgos de salud asociados con la AF.

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