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A lo largo de su existencia, la humanidad ha intentado dar cuenta del mundo que le rodea de
múltiples formas, así que no existe solo una manera para comprenderlo, sino varias. La mayor
parte de ellas son supuestos y creencias, resultado de la experiencia personal y colectiva;
asumidas por voluntad propia o simplemente prevalecen por usos y costumbres. También pueden
ser conocimientos derivados de una indagación rigurosa. Como quiera que sea, tales
conocimientos cumplen una función que, en cierto grado, permite darle sentido a nuestras vidas.
De los anteriores, son dos los tipos de conocimiento que identificamos comúnmente y que se
denominan: conocimiento empírico (o no científico) y conocimiento científico.
El conocimiento empírico es tan antiguo como el mismo hombre y ha resultado especialmente útil
para la supervivencia del ser humano sobre la faz de la tierra. Nuestros ancestros lo desarrollaron
conforme vivían e intercambiaban experiencias, de hecho, el conocimiento empírico se obtiene
con la experiencia, entendida como el conjunto de saberes acumulados por una persona por
repetición, observación o bien de cualquier vivencia que le suceda y que es susceptible de
transmitirle un aprendizaje. Este tipo de conocimiento depende casi siempre de la sensibilidad; es
decir, del contenido de la información obtenida de forma sensorial (oído, tacto, vista, olfato,
gusto) desde que se nace, sea un acto cognitivo o un acto vivencial (emocional), de modo que la
experiencia se identifica con la percepción sensible. Como es un tipo de conocimiento que se
produce a través de los sentidos, resulta fundamental estar en contacto con el mundo exterior y
“estudiar en la escuela de la vida”.
Estas son sus características: 1. Se puede demostrar que se basa en la experiencia que se tiene en
el mundo. 2. Se obtiene al realizar una acción por repetición o al percibir un mismo objeto varias
veces. 3. Se utiliza para movernos diariamente, lavar el auto, hacer la comida, ir a la escuela, medir
el tiempo, etcétera. 4. Se puede verificar en la propia realidad (si se afirma que las ovejas
producen lana, es fácil comprobarlo, solo se necesita ir a un rancho y ver a las ovejas. 5. Se
produce a través de los sentidos, esto es, al experimentar sensaciones sobre la realidad con la que
se interactua. El conocimiento empírico es producto de la experiencia, el cual incide en el
comportamiento de las personas, de ahí que sea considerado como un conjunto de saberes
particulares, ya que cada individuo enfrenta circunstancias diversas y las asimila de forma
diferente. Es además un saber práctico, porque es usado de forma cotidiana en la realidad, de
manera que gracias a este, podemos desarrollar determinadas actividades, como prender una
fogata, pintar una barda, comunicarnos en una lengua, conducir un vehículo, cruzar una avenida,
caminar y nadar. Además, nos ayuda a resolver problemas que se nos presentan en todos los días,
como desmontar una llanta desinflada o cambiar un foco fundido. Si bien el conocimiento
empírico posee un cierto grado de generalidad, no profundiza en el conocimiento del objeto, no se
refiere a las causas de las cosas y generalmente se articula en opiniones sustentadas por creencias
y costumbres propias de la sociedad a la que se pertenece.
Conocimiento científico
El término “científico” deriva de la palabra ciencia (del latín scientia, de scire, o sea conocer), que
se define como el conocimiento cierto de las cosas por sus causas. Es producto de la actividad
humana, cuya aspiración es la de alcanzar el mayor consenso posible. Es una forma más de
explicar la realidad en que vivimos, es decir, los fenómenos que ocurren en la naturaleza y
sociedad, que incluye todo lo que existe a nuestro alrededor, lo que está dentro de nuestra
capacidad de entendimiento, lo que es el mundo y lo que somos nosotros. El conocimiento de tipo
“científico” no es un conocimiento de mayor estatus, sino que es diferente; por consiguiente, el
conocimiento empírico tampoco es de valor inferior, tan sólo, diferente, pero igual de válido para
los fines de los grupos humanos que lo producen.
Lo anterior sentó las bases para que el positivismo, determinara qué es el conocimiento científico
y cómo se genera. De esta forma, tanto las ciencias sociales como las ciencias naturales, debían
compartir no sólo el mismo método, sino que también las siguientes características: Características
del conocimiento científico:
Objetivo Pretender describir los hechos (naturales y sociales) tal cual se presentan y son, esto sin
que influyan los juicios de valor o las posturas intelectuales (subjetividad) de quien los observa y
estudia. Verificable Buscar demostrar la verdad de una proposición (hipótesis) y/o teoría. Por eso
espera que los datos sean considerados como verdaderos sólo hasta que puedan ser comprobados
mediante la experiencia (recuento o medición).
Falible Aceptar el supuesto de que no es un conocimiento acabado, que está en condición de ser
parcial o equivocado. No obstante, puede perfeccionarse, de ahí la necesidad de la comprobación.
Acumulativo Progresa por la acumulación de nuevas teorías junto a las anteriores, ya que una
teoría que ha probado ser verdadera no deja de serlo por la aparición de otra nueva.
General Demostrar la verdad de una proposición y/o de una teoría, por eso pretende explicar
hechos singulares integrándolos en pautas generales llamadas "Leyes".
Fáctico Es producto del análisis de los hechos naturales y sociales. En la actualidad, prevalece la
idea en varios círculos académicos de que el conocimiento científico es conocimiento probado. Y
lo que diferencia al conocimiento científico del empírico, es que la ciencia produce conocimiento
mediante el uso de un método que además permite comprobarlo. Así, el objeto de estudio no es
lo que determina la demarcación entre ciencia y otras actividades intelectuales, sino la utilización
de un método. En consecuencia, se piensa que las teorías científicas derivan de algún modelo
riguroso de los hechos de la experiencia, adquiridos mediante la observación y la experimentación
y que la ciencia se basa en lo que podemos ver, oír, tocar. Esta visión, junto al supuesto de que el
conocimiento científico es conocimiento fiable porque es conocimiento objetivamente probado,
reafirmó la idea de que las opiniones y preferencias personales, y las imaginaciones especulativas,
no tienen cabida en la ciencia, porque esta es objetiva.
Sin embargo, existen nuevas formas de interpretación que rechazan estos principios. Quienes han
criticado este enfoque, cuestionan que la base de esta explicación sobre lo científico sigue siendo
de corte positivista, el cual considera que el único método válido para explicar la realidad es el
método científico, que es empleado por las ciencias naturales; por tanto, si las disciplinas sociales
aspiran al estatus científico, deben utilizar dicho método, pues se piensa que es el único que
proporciona objetividad a las explicaciones que se den acerca de lo social. Por este motivo, las
ciencias sociales han sido sometidas a debate. Cuestionamientos como, ¿existe una manera
infalible e indiscutible de que los seres humanos conozcan y comprendan objetivamente la
realidad social? o ¿pueden los seres humanos conseguir un conocimiento objetivo sobre la
realidad social que ellos mismos crean y recrean constantemente? Han generado polémica,
poniéndose en duda su derecho a constituirse en disciplinas científicas. Conviene mencionar que
estos ataques se plantean generalmente tomando como modelo a las ciencias naturales, ya que se
hace referencia a supuestas fallas lógicas y metodológicas, a la falta de rigor de sus enunciados, a
la dificultad de su confrontación empírica y consecuente carencia de leyes, a su incapacidad de
explicación y predicción. Como los métodos utilizados por las ciencias naturales son, en principio,
más conocidos y menos discutidos, parece adecuado configurar sobre esta base la posibilidad de la
investigación en las ciencias sociales. Y, en este sentido, se puede dudar del carácter de
“objetividad” en las ciencias sociales demasiado influidas por las circunstancias generales en que
se desenvuelve la investigación y, en consecuencia, impedidas de ceñirse estrictamente a los
hechos. En cuanto al problema de la objetividad, debe desconfiarse de una objetividad empírica
pretendidamente libre de toda interferencia, incluso en las ciencias naturales.
Se suele reprochar a los investigadores sociales, seres humanos que viven en las sociedades, que
tienen intereses sociales, participan en los movimientos sociales y aceptan ciertos modos de vida,
por su falta de objetividad; pero también un físico o un biólogo pueden aferrarse a una teoría
determinada porque su prestigio está en juego o porque es la teoría oficial. Además de los factores
típicamente ideológicos, puede señalarse que así como el investigador social es participante en la
actividad pública, también el biólogo es un “organismo” que actúa junto con otros organismos, o
el físico es un “cuerpo” con una masa y un volumen dados que actúa junto con otros cuerpos. Pero
de ahí no suele deducirse que las teorías de los biólogos y de los físicos están desfavorablemente
influidas por su ambiente. Por el contrario, quienes defienden los criterios de rigor científico en las
disciplinas sociales, alejados del positivismo, sostienen su atributo de “cientificidad”, partiendo del
reconocimiento a la especificidad de su conocimiento por la diversidad de los objetos de la
realidad susceptibles de ser estudiados. Desde esta nueva perspectiva cada vez es más aceptado
que la calidad del conocimiento científico sobre la sociedad puede ser equiparable, tan seguro o
tan incierto, al que se consigue sobre la naturaleza y, en todo caso, ambos son igual de
modificables y perfectibles como se ha demostrado históricamente. Al respecto, es preciso no
olvidar que las ciencias sociales, no sólo buscan explicar la realidad social, sino también
comprenderla y transformarla, y esto no es posible si únicamente se utiliza el método científico
positivista.
No obstante, debe exigirse a las ciencias sociales claridad, rigor, generalidad y precisión en sus
enunciados, y la posibilidad de una adecuada confrontación empírica para producir conocimiento
de carácter científico. Es decir, de ninguna manera se trata de abandonar estas pautas de trabajo
científico. Lo que sí debe evitarse es la pretensión de reducir las ciencias sociales al campo
exclusivo de las ciencias naturales y sus características distintivas. Aunque las ciencias sociales son
también ciencias que se ocupan de hechos y, en este sentido, son ciencias fácticas o empíricas, lo
son con sus características propias, sus objetos, enunciados y métodos correspondientes.
En definitiva, desde una postura más amplia, el conocimiento científico es todo aquel constructo
teórico derivado de un proceso sistemático, riguroso y crítico cuyo propósito es responder a una
pregunta o hipótesis de investigación para aumentar el conocimiento sobre alguna parte
desconocida de la realidad, sea social o natural, o para resolver problemas.
● Actividad de aprendizaje
Escribe un ejemplo de cada uno de los tipos de conocimiento que aplicas en tu vida cotidiana.
Conocimiento empírico:
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Conocimiento científico:
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