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Caso Práctico

Derecho Laboral
Grupo 13
Mateu Roncero, Carlos Ruano, Miguel Donallo y Jaime Sánchez

En el primer supuesto Juan Pérez, es contratado como autónomo con un contrato


de prestación de servicios. No obstante, tiene un despacho en el Departamento en el que
trabaja. Además, el Departamento le da a Juan las pautas para llevar a cabo su trabajo.
De esta forma, acudir a trabajar a la sede de la empresa por la que presta el trabajo de
prestación de servicios y estar dirigido por la empresa que lo contrata encaja dentro de
lo que se denominan las notas de la relación laboral, específicamente la nota de
dependencia que establece que será relación laboral aquella en la que el trabajador actúe
en el círculo rector y organizativo del empleado. Así lo estableció el Juzgado de lo
Social de Valencia en la sentencia 244/2018 al considerar que “la empresa daba
instrucciones concretas a los repartidores sobre la forma en que éste se tenía que llevar a
cabo, fijando tiempos y normas de comportamiento que éstos debían cumplir”, siendo
éstas instrucciones características de la nota de dependencia y ajenidad, por lo que el
trabajador debía ser considerado como tal y no como autónomo. Por lo tanto, al igual
que en el caso enjuiciado, Juan Pérez recibe las pautas o instrucciones para llevar a cabo
su trabajo, lo que refleja la relación de dependencia y ajenidad propia de una relación
laboral.
Además el hecho de que las partes denominen al contrato como de prestación de
servicios no implica la inexistencia de una relación laboral, pues como el Tribunal
Supremo ha establecido en reiterada jurisprudencia (STS 14 noviembre 1983 y 10 abril
1984 entre otras), “la determinación de si una relación «inter partes» tiene o no
naturaleza laboral, no depende ni de cómo la denominen ni la conciban las partes, ni de
ninguna decisión o resolución administrativa, sino que tan sólo compete a los órganos
judiciales, que han de atender a su verdadero contenido obligacional para determinar la
auténtica naturaleza de aquélla”.

En el segundo supuesto Pascual González es el encargado de la contabilidad de


una empresa. Nos encontramos ante un trabajador autónomo, ya que es una persona
física que realiza de forma habitual, personal, directa, por cuenta propia y fuera del
ámbito de dirección y organización de otra persona una actividad económica o
profesional. A pesar de que Pascual acude a la empresa, esto no es suficiente para
determinar la existencia de una relación laboral, ya que acude a la empresa a recoger los
documentos necesarios para poder llevar a cabo su trabajo, sin seguir las instrucciones
de la empresa y sin tener un horario establecido. Por lo tanto, no se dan las notas de la
relación laboral de ajenidad y dependencia y se trata como ya hemos dicho de un
trabajador autónomo. (Artículo 1.1 de la Ley 20/2007 del Estatuto del Trabajador
Autónomo).

En el tercer supuesto Mercedes González tiene una beca de prácticas para una
empresa pero desarrolla en ella las funciones propias de los trabajadores titulados
superiores. El hecho de que desarrolle funciones laborales dentro de la empresa
contradice la institución del becario, cuya relación con la empresa no es laboral sino de
formación según Real Decreto 1543/2011, de 31 de octubre, por el que se regulan las
prácticas no laborales en empresas. Por lo tanto, nos encontramos con una verdadera
relación laboral, en la que se aprecian las notas propias de la misma de dependencia,
ajenidad y retribución. Mercedes, recibe las pautas de la empresa para desarrollar su
trabajo, tiene un horario establecido y recibe una retribución por ello.

En el cuarto supuesto Rosa limpia el local y ordena los utensilios, aparatos y


productos de la peluquería de su amiga Leonor. Estamos ante un caso de exclusión
declarativa de la aplicación del Estatuto de los Trabajadores porque nos encontramos
con el supuesto recogido en el artículo 1.3 d del ET que recoge los trabajos realizados a
título de amistad, benevolencia o buena vecindad. Así se puede afirmar que no es una
trabajadora y que no existe relación laboral con la peluquería de su amiga y vecina.

En el quinto supuesto Gregorio es voluntario para una ONG de la que percibe


2.000€ todos los meses. Nos encontramos ante un falso voluntario en aplicación de la
Ley 45/2015 de Voluntariado. En el artículo 3.1 se establece que para que se considere
un trabajo como voluntario tendrá que ser solidario, libre, a través de entidades de
voluntariado y que se lleve a cabo sin contraprestación económica. En caso de que el
trabajador voluntario tenga que llevar a cabo gastos para el desempeño de este trabajo,
éstos le podrán ser reembolsados. El hecho de que a Gregorio le paguen 2.000€ para
compensar los gastos ocasionados y como ayuda a sus estudios no suponen un
reembolso de gastos realizados porque estos no se basan en facturas que Gregorio haya
presentado, sino una cuantía fija que percibe todos los meses a cambio de su trabajo
para la ONG, por lo que no podría considerarse como voluntario ya que no existe la
libertad y solidaridad propia de los voluntarios, sino un ánimo y móvil lucrativo a la
hora de desarrollar la actividad.
Además, la ONG le da a Gregorio las directrices del trabajo que debe llevar a
cabo, tiene un horario laboral y como ya hemos mencionado recibe una retribución por
ello, por lo que nos encontramos ante una relación laboral (se aprecia la dependencia,
ajenidad y retribución). De esta forma lo entiende el TSJ de Extremadura que establece
que “siendo la nota característica y determinante de la existencia de una relación de
voluntariado la no percepción de contraprestación económica por la labor realizada sin
perjuicio de que el voluntario, eso sí, sea resarcido de los gastos generados para cumplir
su compromiso” (Sentencia número 759/2005).

El último caso es el de Mario, que trabaja como rider para una empresa de
reparto de comida. Su empresa le hace indicar su disponibilidad a través de una
plataforma on-line y la compañía luego les envía su horario semanal. Cuando los riders
están de guardia los repartidores deben acudir a un punto de encuentro y allí esperan a
que les salte una alerta, momento a partir del cual tienen un margen de 30 minutos para
realizar la entrega de la comida. Como se ha establecido en la sentencia 244/2018 del
Juzgado Social de Valencia estas condiciones laborales suponen ser un trabajador de
hecho, ya que implican las notas de ajenidad y dependencia de la relación laboral.
Establece también la sentencia que “se ha probado, así́ mismo, que el trabajador, aún
cuando aportaba para el trabajo su bicicleta y su teléfono móvil, carecía de organización
empresarial, siendo la empresa, la titular de la plataforma virtual, con el nombre
comercial”, lo que refuerza el anterior de que el repartidor es un falso autónomo.

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