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Esta modificación la vemos en el artículo 153.1 del Código Penal, donde la víctima es
expresamente del sexo femenino, es decir, tiene que ser MUJER la pareja o expareja de
la persona que comete el delito (entiendo que el delito lo puede cometer una mujer o
un hombre, pero la víctima tiene que ser mujer; aquí incluiríamos parejas
homosexuales). En este caso la pena va de 6 meses a 1 año.
Mi duda viene cuando, en el artículo 173.2 del Código Penal, especifíca la pena para el
resto de víctimas, aquí encontramos hijas/os, padres, madres, hermanos/as, y la pareja
o expareja de sexo masculino (aquí también entiendo que el delito lo puede cometer
una mujer o un hombre). Pero no llego a entender porque en el art.153.2 nos dice que
la pena irá de 3 meses a 1 año en estos supuestos, pero en el art.173.2 habla de que la
pena irá de 6 meses a 3 años.
Entiendo que lo correcto es de 3 meses a 1 año, ya que se supone que incluir el sexo de
la víctima aumenta la pena, y habría una diferencia de 3 meses entre que la víctima sea
mujer o sea hombre.
“En primer lugar, de manera muy breve, debemos diferenciar los conceptos de violencia
doméstica y violencia de género. Ambos términos pueden parecer muy cercanos, pero
no son equivalentes y no tienen la misma repercusión criminológica ni penológica.
a) Exige una especialidad en cuanto al sujeto activo: el victimario o agresor tiene que ser
un hombre.
b) Exige una especialidad en el sujeto pasivo: la victima debe ser mujer.
c) Exige una determinada relación de afectividad entre ambos, pasada o presente: o bien
han sido o son cónyuges, o mantienen una relación afectiva con "vocación de
permanencia y cierta estabilidad" (parejas de hecho, noviazgo entre adultos, etc.; la
jurisprudencia ha descartado la existencia de este elemento del tipo penal cuando la
relación entre ambos carece de estabilidad, se da entre personas muy jóvenes sin un
verdadero propósito de permanencia, relaciones o encuentros sexuales esporádicos y
no continuados, etc.).
d) No exige, a priori, ningún elemento subjetivo específico, ni intencionalidad concreta
más allá del dolo genérico.
Existen otras definiciones más amplias (aunque también criticables en otros aspectos)
que consideran como violencia de género o contra la mujer a todo acto de agresión
(física, psicológica, directa, indirecta, patrimonial o verbal) que se realice contra una
mujer por razón de su género o por el hecho de ser mujer, así como todas aquellas
conductas delictivas que tengan como víctima preferente o mayoritaria a las mujeres.
Por tanto, aunque en muchas ocasiones nos referimos a que un determinado acto se
encuadra dentro de la violencia de género, utilizamos el término en un sentido coloquial,
amplio o criminológico. Pero esto no significa que puedan aplicarse los preceptos
específicos que recoge nuestro Código penal para castigar la violencia de género (como,
por ejemplo, el mencionado art. 153.1 CP). En muchas otras ocasiones, podremos decir
con cierta propiedad que estamos ante un caso de violencia de género cuando se haya
cometido un delito contra una mujer en el que el sujeto activo esté específicamente
motivado por razón del género (femenino en este caso) de la víctima. En estos
supuestos, puede aplicarse la agravante genérica de discriminación del art. 22.4 CP [que
incluye las dos variables que podrían asociarse a la violencia contra la mujer: sexo
(fisiológica, dimorfismo sexual) y género (construcción social, características que se
atribuyen a un determinado género)]. En estos casos, conceptualmente estaríamos más
cerca de los denominados delitos de odio que del concepto normativo que maneja
nuestro Código penal para la violencia de género.
Por otra parte, la violencia doméstica es aquella que ocurre en el círculo familiar. Es la
que afecta a los miembros del núcleo de convivencia familiar (hijos, padres, abuelos,
etc.), por lo que también se la denomina violencia intrafamiliar. Este tipo de violencia,
también especializada por el sujeto pasivo (en este caso por los vínculos de familiaridad
con el victimario), requiere ese componente de convivencia, pero, además, también
requiere habitualidad.
He mencionado antes que las agresiones entre parejas del mismo sexo normalmente se
derivan a la violencia doméstica, al no cumplir con los elementos normativos del
concepto de violencia de género, pero ¿qué ocurre en el caso de que un hombre agreda
a una mujer transexual o transgénero?
Con todo, pueden surgir algunos supuestos discutibles. Por ejemplo, ¿Qué ocurre en el
caso de aquellas personas que ya han completado la transición, pero no se encuentran
registradas con su nuevo sexo? En estos casos, hasta donde alcanzo a entender, estamos
ante una situación de facto que, aunque no reconocida jurídicamente, no impediría la
aplicación de los criterios de violencia de género en el Código penal. Ni el art. 148.4 CP
ni el art. 153 CP exigen como elemento del tipo que el sujeto pasivo tenga el
reconocimiento jurídico de mujer, sino simplemente que a efectos reales lo sea. No
obstante, no ha sido completamente este el criterio que han seguido nuestros
operadores jurídicos: la violencia de la que son víctimas las mujeres transexuales,
transgénero o intersexuales inscritas legalmente como mujeres en el Registro Civil se
incluye dentro de la categoría "violencia de género"; en cambio, las situaciones de
violencia que sufren en el contexto de pareja aquellas mujeres transexuales que no
hayan regularizado su situación legal, aunque hayan realizado el proceso quirúrgico de
cambio de sexo, así como los hombres transexuales, intersexuales o transgénero -
inscritos como hombres en el Registro Civil- se considerarán como casos de violencia
doméstica (Circular 6/2011 de la Fiscalía General del Estado, Sobre criterios para la
unidad de actuación especializada del Ministerio Fiscal en relación a la Violencia sobre
la Mujer). Sin embargo, en la misma Circular se abre una puerta a la interpretación que
proponíamos: "por lo tanto, aun cuando la mujer transexual no haya acudido al Registro
Civil para rectificar el asiento relativo a su sexo, si se acredita su condición de mujer a
través de los informes médico forenses e informes psicológicos por su identificación
permanente con el sexo femenino, estas mujeres transexuales, nacionales y extranjeras,
pueden ser consideradas como víctimas de violencia de género".
Pues bien, sobre estos supuestos existe muy poca información doctrinal y, mucho
menos, una jurisprudencia consolidada. Hasta la fecha, estos han sido mis hallazgos
sobre esta controvertida cuestión:
Otra resolución que atiende a esta cuestión, pero desde la perspectiva contraria (el
agresor es transexual y la víctima mujer) es la SAP Granada 45/2017, de 31 enero, donde
se incluye el siguiente fundamento jurídico:
Tampoco este motivo será acogido. Este Tribunal comparte la argumentación contenida
en la sentencia recurrida en el extenso primer fundamento jurídico (que parece haber
absorbido un inexistente segundo).
La primera referencia en los autos sobre la condición de transexual de David aparece en
el juicio oral, en el que se aporta el documento obrante al folio 90. Hasta ese momento,
y bien es cierto que en el seno de unas diligencias urgentes en las que, por su naturaleza,
la fase de instrucción es sumamente breve, ninguna alusión se había formulado ante el
Juzgado de Instrucción acerca de la condición de transexual de David.
Cierto es que resulta más fácil encontrar resoluciones en que la condición transexual
concierne a la víctima de los hechos, es decir, supuestos en los que se considera mujer,
a los efectos de la aplicación del art. 153.1 CP, a quien ha cambiado su inicial sexo
masculino, que resoluciones sobre casos en que se trata de valorar si el autor,
actualmente varón y anteriormente mujer, debe ser considerado varón a los efectos de
aplicación del citado precepto.
Respecto de las primeras, podemos hallar, entre las más recientes, la SAP de Tenerife,
Sec. 5ª, de 28 de noviembre de 2.014, y las mencionadas en ésta (auto AP Bilbao, Sec.
1ª, de 8 de marzo de 2.010, SAP de Albacete, Sección 2ª, 60/2006, de 30 de octubre). En
cualquier caso, se trata de resoluciones que no hallan obstáculo alguno en considerar
víctima del delito del art. 153.1 del CP a los transexuales que hayan realizado un tránsito
desde su condición de varón a la de mujer.
Conforme a los requisitos y procedimiento de esta norma, es posible cambiar los datos
registrales a la nueva condición sexual (mención registral del sexo y nombre). Con
arreglo a ello, David tiene la condición sexual de varón, adquirida tras un procedimiento
gubernativo voluntariamente instado por el recurrente, acreditados unos requisitos de
carácter médico y psicológico a que la propia norma se refiere.
Sin embargo, la cuestión sigue siendo muy polémica, con algunos pronunciamientos que
se contraponen a lo anteriormente expuesto. Así, recientemente (diciembre 2019) el
Jugado de Instrucción número 2 de Valladolid fue el destinatario de un supuesto de
hecho que, conforme a lo anteriormente señalado, podría haberse considerado
competencia de los Juzgados de Violencia contra la Mujer: la víctima, mujer transexual
originaria de Brasil, aún sigue constando como varón, ya que su solicitud de cambio
registral del sexo ya le fue denegada en su momento -siguió hormonación desde los 13
años en su país pero en España se exige un año comprobado de proceso- y su petición
de cambio de nombre en el Registro Civil de Valladolid formulada en agosto, a fin de
adaptarlo por lo menos a su sexo de destino, aún no ha contado con pronunciamiento.
Todo esto ha conllevado la curiosa situación de que la policía remitiera al juzgado de
guardia el atestado y no al Juzgado de Violencia sobre la Mujer, como ella entendía
ajustado a su condición.
Bien, pues una vez delimitados todos estos aspectos, paso a comentar algunas
cuestiones importantes en relación con los arts. 153.1 CP y 173.2 CP.
Nótese que, aunque en un principio no parece que se indique que el sujeto activo debe
ser un varón, posteriormente el precepto indica "ligada a él", estableciendo, de este
modo, el sexo/género del agresor. Además de ello, una interpretación sistemática y
teleológica de la LO 1/2004 así lo reafirma: "la violencia que, como manifestación de la
discriminación, la situación de desigualdad y las relaciones de poder de los hombres
sobre las mujeres, se ejerce sobre éstas por parte de quienes sean o hayan sido sus
cónyuges o de quienes estén o hayan estado ligados a ellas por relaciones similares de
afectividad, aun sin convivencia". Tampoco se exige, para el supuesto de víctima mujer
(violencia de género), la convivencia, que queda reservada exclusivamente para el
supuesto de violencia doméstica recogido en el mismo tipo penal cuya víctima es
"persona especialmente vulnerable".
En este caso, existe una diferencia penológica importante con respecto a los arts. 152.1
y 2 CP puesto que se aumenta considerablemente el límite máximo. Este aumento del
castigo se justifica atendiendo al desvalor de la conducta, mucho mayor en el supuesto
de violencia habitual y continuada que en las lesiones leves, sea la víctima hombre o
mujer. Por otra parte, también se justifica atendiendo al bien jurídico protegido: en el
caso del art. 153.1 y 2 CP se protege prácticamente en exclusiva la integridad física y
psíquica de la víctima; en el art. 173.2 CP, por el contrario, se protege la dignidad de la
víctima y, de forma mediata o subsidiaria, también la integridad física y psíquica”.