Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
LA N A R RA C IÓ N
Había una vez un reino en que literatura quería decir por en
cima de todo poesía. La novela era un joven advenedizo, de
masiado próximo a la biografía o la crónica para ser propia
mente literario, una forma popular que no podía aspirar a las
mismas elevadas pretensiones que la poesía lírica o la épica.
Pero en el siglo X X la novela ha eclipsado a la poesía, tanto en
la escritura como en la lectura y, desde los años sesenta, la
narración domina también la educación literaria. Todavía se
estudia la poesía, generalmente incluso es obligatorio, pero
la novela y el cuento se han convertido en la parte central del
programa de estudios.
No se trata de una mera consecuencia de las preferencias
de la mayoría lectora, que toma una narración sin pensárselo
dos veces, pero lee poesía con mucha menor frecuencia. Las
teorías literarias y culturales han reclamado con insistencia
creciente la centralidad cultural de la narración. La narración,
según suele decirse, es el método fundamental con que damos
sentido a las cosas; por ejemplo, al pensar en nuestra vida como
una progresión que ha de conducir a alguna parte o al expli
carnos a nosotros mismos qué sucede en el mundo. Las ex
plicaciones científicas dan razón de un suceso sujetándolo a
leyes (si ocurren A y B, entonces ocurrirá C), pero la vida no
suele funcionar así. No sigue una lógica científica de causa y
efecto, sino el tipo de lógica con que contamos una historia,
en la que entender supone imaginar cómo un hecho conduce
a otro, cómo algo puede llegar a pasar: cómo es que Marga ha
acabado vendiendo software en Singapur, o cómo ha acabado
el padre de Fran por regalarle un coche.
Damos sentido al mundo mediante historias posibles; in
cluso los filósofos de la historia, según vimos en el capítulo 2,
han defendido que la explicación histórica no sigue la lógi
ca de la causalidad científica sino la lógica de la narración:
comprender la Revolución francesa es entender una narración
que muestra cómo un hecho condujo a otro. Las estructuras
narrativas están en todas partes; el teórico de la narración
Frank Kermode advierte que cuando decimos que un reloj
hace «tictac» estamos otorgando al ruido una estructura fie-
cional, que diferencia entre dos sonidos que, físicamente, son
iguales, de modo que tic sea un principio y tac sea un final.
«El tictac del reloj me parece ser un modelo de lo que llama
mos trama, una estructuración que da forma al tiempo y así
lo humaniza.»
La teoría de la narración (o «narratología») ha sido una
disciplina muy activa en la teoría literaria, y el estudio de la
literatura utiliza normalmente sus conceptos y terminología:
la noción de trama, los diferentes tipos de narrador o las téc
nicas narrativas. La poética de la narración, como podríamos
llamarla, intenta comprender los componentes de la narra
ción al par que analiza cómo produce sus efectos una narración
concreta.
Pero la narración es más que un simple tema académico.
Existe un impulso fundamental en el ser humano de escuchar
y contar historias. Los niños desarrollan muy pronto lo que
podría llamarse «competencia narrativa»: exigen historias y
saben cuándo los mayores intentan hacer trampa y paran an
tes de llegar al final. La primera pregunta para la teoría de la
narración podría ser, por tanto, cuál es ese conocimiento im
plícito sobre la forma básica de la narración que nos permite
distinguir entre una narración que acaba «como debe ser» y
otra que no, que deja cabos pendientes. La narratología po
dría ser entendida, entonces, como el intento de describir esa
competencia narrativa, igual que la lingüística es el intento de
describir la competencia lingüística (el conocimiento incons
ciente que los hablantes tienen de su lengua). La teoría sería
en este caso la exposición de una capacidad de comprensión
o un conocimiento culturales e intuitivos.
Trama
Presentación