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FOSSHAGE, J. L. (1995).

LA CONTRATRANSFERENCIA COMO EXPERIENCIA DEL


ANALISTA ACERCA DEL ANALIZANDO: INFLUENCIA DE PERSPECTIVAS DE
ESCUCHA. PSICOLOGÍA PSICOANALÍTICA, 12 (3): 375-391

Al abordar la experiencia que tiene el analista del analizando, la contratransferencia es una


construcción de everexpanding. En consonancia con la perspectiva totalitaria, en lugar de
usar el término contratransferencia en referencia con la experiencia del analista acerca del
paciente, ella se refiere más específicamente a la complejidad de la participación del
analista y se sitúa como una guía central para la investigación e intervenciones. Nuestra
experiencia momento a momento con el paciente no está determinada únicamente por el
paciente, sino también por nuestra perspectiva de escucha y nuestra posición de
observador, nuestros modelos y nuestras subjetividades.

La experiencia del analista puede resonar con el afecto y la experiencia del paciente, desde
el punto de vista del paciente — es decir, la perspectiva centrada en la escucha (énfasis de
la psicología del self); el analista puede experimentar al paciente desde el ventajoso punto
de vista de la otra persona en una relación, llamada perspectiva de escucha centrada en el
otro (con frecuencia enfatizado en los enfoques de relaciones de objeto e interpersonales).
Estoy proponiendo que el analista al escuchar desde dentro y fuera de la relacion,
oscilando en una configuración de background–foreground, puede iluminar mejor la
experiencia de sí mismo del paciente y de sí mismo en relación con otros.
Anclado firmemente dentro de la tradición científica positivista, el modelo "clásico" de
transferencia requiere que el analista sea anónimo, neutral, y una pantalla en blanco para
reflejar al analizando la distorsión de desplazamientos y proyecciones. El concepto de
contratransferencia implica la entrada en escena de la no deseada subjetividad del analista
que era vista como patológica, perjudicial para objetividad del analista y engorrosa para el
proceso psicoanalítico. El objetivo era "reconocer" la contratransferencia para "superarla"
(Freud, 1910. p. 144). La evolución del reconocimiento de lo inevitable que es la compleja
participación del paciente y analista en la relación analítica ha ampliado el concepto de
contratransferencia para incluir no sólo lo patológico, sino toda la gama de la experiencia
del analista y su utilidad real en la labor analítica — lo que se conoce como la perspectiva

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de totalitaria (ver Kernberg, 1965, para una revisión; también Gorkin, 1987 y Tansey &
Burke, 1989).
El desarrollo de la teoría de las relaciones objetales, la teoría interpersonal y la psicología
self, intersubjetividad, o, más generalmente, perspectivas relacionales (Greenberg &
Mitchell, 1983; Mitchell, 1988) ha dado un impulso considerable a la idea primordial de la
implicancia en la arena analítica de la influencia interactiva variable y mutua de dos
subjetividades. Además, un modelo fundamentalmente nuevo de transferencia, con
variaciones considerables, ha surgido en referencia a temas relacionados con la actividad
perceptiva, afectiva y cognitiva del analizando (para una revisión, consulte Fosshage,
1994). Del mismo modo, se está redefiniendo la contratransferencia para reflejar la
actividad organizativa permanente del analista — a saber, cómo el analista experimenta,
organiza y construye el proceso analítico. El cambio paradigmático en general de la ciencia
positivista con su concepto de un observador objetivo hacia la ciencia relativista con la
noción de la realidad en relación con el observador, esta a la base de estos importantes
cambios teóricos en psicoanálisis y sobre todo destaca que la arena psicoanalítica abarca
la interacción de dos subjetividades y dos perspectivas. Mi propósito en este artículo es
seguir este curso del concepto de contratransferencia explorando las consideraciones
teóricas y clínicas, especialmente el impacto de las perspectivas de escucha en la
experiencia del analista del analizando y el uso clínico de la experiencia del analista.

TRANSFERENCIA
En la última década, una gran cantidad de autores, incluyendo Schulman (1980), Gill
(1982), Hoffman (1983, 1991), Stolorow y Lachmann (1984/85), Hoffman y Gill (1988),
Lachmann y Beebe (1992), Lichtenberg, (1990) y Fosshage (1994), han contribuido a
desarrollar un emergente modelo que yo llamo, modelo de organización — de
transferencia. Este modelo corresponde en muchos aspectos con el modelo social–
constructivista de Berger y Luckmann (1967), Hoffman (1983), y otros. Resumiendo este
modelo de transferencia I (Fosshage, 1994) señaló:
Las formas predominantes en la que nos vemos a nosotros mismos y a otros son los
patrones de organizaciones primarias cargadas de efecto ["conjuntos de mentales," si
ustedes quieren] que forman nuestra experiencia. Estos principios organizadores o

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esquemas no distorsionan una supuesta "realidad objetiva", pero siempre están
contribuyendo a la construcción de una "realidad" subjetivamente experimentada. (pág. 8)
Por lo tanto, la transferencia se refiere a experiencias del paciente de la relación analítica
que se construyen de acuerdo con patrones de organizaciones primarias del paciente. Las
construcciones del paciente varían en la frecuencia de uso, apertura a la reflexión y a la
modificabilidad. Kohut (1971, 1977, 1984) delineo dos tipos de transferencia, a saber, la
relación objetal y el selfobject. Posteriormente, el modelo de la psicología del self, que ha
surgido más claramente, como fue inicialmente delineada por Stolorow y Lachmann
(1984/85; también en Stolorow, Brandchaft & Atwood, 1989), conceptualiza a la
transferencia como incluyendo la participación de dos dimensiones fundamentales de
interacción, la dimensión de búsqueda de la experiencia de selfobject y lo que yo llamo la
dimensión relacional repetitiva. En relación con este modelo, las necesidades de desarrollo
son vistas como impregnadas de conflicto. El conflicto surge de traumáticos fracasos del
pasado, que provoca el temor de su recurrencia con la consecuente fragmentación del self
(Ornstein, 1974) y las expectativas que los fracasos reaparezcan, todos los cuales
requieren distintas medidas de protección del self. Estos son los temas relacionales
problemáticos y repetitivos que en forma variable impiden el desarrollo de una persona y la
resolución de sus conflictos. Otras organizaciones de transferencia son cristalizaciones con
visión de futuro de experiencias de desarrollo necesarias. Un paciente tiene esperanzas
acerca de lo "nuevo", pero tiende a construir la experiencia analítica incluyendo lo "antiguo"
y lo "nuevo" (Fosshage, 1992). En el planteamiento interaccional, paciente y analista
codeterminan la transferencia de forma variable. El rango de contribución de cada uno de
ellos varía mucho desde un mínimo a considerable, y requiere un examen analítico para la
comprensión de sus contribuciones respectivas a la experiencia del paciente. Los analistas
que creen que la experiencia del paciente (y experiencia del analista, que yo también
discuto aquí) es codeterminada en forma variable por los dos participantes deben, cuando
el foco está en la relación analítica, continuamente consultarse sobre el significado de la
interacción para el paciente y sistemáticamente preguntarse "¿Quien está contribuyendo a
la experiencia del paciente?" para darle sentido al encuentro intersubjetivo. Un ejemplo de
reconocimiento de las contribuciones de analista y analizando se produce en el material
(Fosshage, 1990) que presenté en un caso de investigación psicoanalítica cuando señalé,

3
"Así como usted me idealiza menos y me ve más humano y mostrando vulnerabilidad,
como lo hice cuando examinó el proyecto, me hizo propenso a ser terriblemente mas
vulnerable y frágil y, en este espacio muerto experiencia" (p. 473). Al reconocer su
contribución, el analista reconoce y parcialmente valida las percepciones del analizando. A
su vez, permite que el analizando sea más receptivo a la nueva información acerca de su
contribución. Con frecuencia, las contribuciones deben señalarse para iluminar
correctamente el campo intersubjetivo. Stolorow, Brandchaft y Atwood (1989) se refirieron a
esta última dimensión como repetitiva y conflictiva y resistente. Lachmann y de Beebe
(1992), denominaron mas ampliamente a estas configuraciones de representación, como
configuraciones relacionales repetitivas, que pueden no ser necesariamente conflictivas o
resistentes.
Contratransferencia
La contratransferencia enfatiza terminologicamente las reacciones a la transferencia y, en
ella, se produce un error al capturar la complejidad de la participación del analista.
Analizando y analista entran en la arena analítica con sus respectivas subjetividades y
construyen interactivamente su experiencia (Atwood & Stolorow, 1984; Stolorow et al.,
1989). Tanto las construcciones del analista, como del analizando, pueden involucrar
organizaciones más o menos problemáticas. Analista y analizando codeterminan en forma
variable la contratransferencia, y como con transferencia, la contribución de cada uno de
ellos de un momento a momento puede oscilar entre un mínimo a un máximo.
En lugar de reflejar estas cuotas variables, la contratransferencia implica
terminologicamente que el paciente es siempre el elicitador primario (lo que McLaughlin,
1981, denomina el enfoque centrado en el paciente). Tradicionalmente, la
contratransferencia era una reacción patológica del analista al paciente. Para desligar a la
contratransferencia de la patología, muchos analistas dentro de los enfoques de las
relaciones interpersonales y objeto han tendido clínicamente a no considerar al paciente
como el elicitador principal, sino también como el principal contribuyente de la experiencia
del analista. Reacciones de contratransferencia específicas con frecuencia son vistas como
más o menos inevitables respuestas a transferencias específicas, y la contratransferencia
del analista es vista como directamente relacionada con transferencia del paciente. La
contratransferencia dentro de estos enfoques sirve como una guía central para la lectura de
las relaciones objetales y de las relaciones interpersonales del paciente. Para ver la
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contratransferencia como una respuesta inevitable y como directamente reveladora de la
transferencia, se necesita, suponiendo que el paciente es el colaborador principal para su
producción que todos los analistas reaccionen de manera similar, lo que seria subestimar la
contribución única del analista para su experiencia acerca de la transferencia. Por ejemplo,
un analista experimentará a un analizando exigente, otro experimentará al analizando
como firme y un tercero como urgentemente necesitado. Del mismo modo, considerando
que un analista experimentará la transferencia de selfobject idealizada de un analizando
como productora de ansiedad, otro la experimentará como una mejoría momentánea, y un
tercero la experimentará como realmente necesaria para la autorregulación, cada uno de
los cuales va a afectar a la comprensión de la transferencia.
Un número de autores de diferentes tendencias ha intentado superar el enfoque centrado
en el paciente limitante de la contratransferencia, tratando de conceptualizar más
adecuadamente la interacción altamente compleja, mutuamente influyente que se produce
entre el analista y el analizando. Por ejemplo, McLaughlin (1981) sugirió que utilizamos el
término transferencia en una acepción de relativismo para referirse a las experiencias del
analista y del paciente. Más recientemente y de manera similar, Orange (1993) propuso
que utilizamos el término contratransferencia para referirnos a la experiencia del analista de
la relación analítica, pero conserva el termino contratransferencia para referirse a las
respuestas que puedan interferir. En la declaración (1983) de Gill, transference–
countertransference" hace referencia a una transacción en la que desde las diferentes
perspectivas del paciente y analista cada uno tiene una visión plausible (p. 234), él
mantiene ambos términos, intentando igualar la situación analítica. Wolf (1988) tuvo
también una perspectiva totalitaria y, a continuación, subcategorizo la experiencia del
analista en el placer de su eficacia, necesidades arcaicas de selfobject y reacciones
problemáticas a las transferencias de selfobject. Atwood y Stolorow (1984) sugirieron que
"de la interacción continua entre la transferencia y contratransferencia repetidamente
surgen dos situaciones básicas: conjunción y disyunción intersubjetiva (p. 47). Conjunción
intersubjetiva se refiere a la asimilación del numeroso material del paciente por parte del
analista en configuraciones centrales muy similares para ambos; disyunción intersubjetiva
se refiere a la organización del analista del material del paciente con distintas
configuraciones para que el significado sea alterado para el paciente. La autoconciencia
descentrada facilita el uso del analista de estas conjunciones y disyunciones en el trabajo
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analítico. Natterson (1991) evitó el término contratransferencia y habla de la subjetividad
del analista como participante del campo intersubjetivo. Y Lichtenberg (1990) prefiere el
término counterresponsiveness alejarlo de una connotación peyorativa. Claramente el
termino contratransferencia es problemático, a pesar de que la mayoría de nosotros
conserva su uso para fines comunicativos. A pesar de que cada una de las formulaciones
anteriores es útil, propongo que simplemente nos refiramos a la "experiencia del analista
del paciente" dándole un énfasis clínicamente fenomenológico.
La experiencia del analista podría ser llamada transferencia cuando está involucrada la
actividad organizadora del analista. Sin embargo, no es que nos preocupe mas la actividad
organizadora del analista per; más específicamente, es central la experiencia del analista
del paciente. Por esta razón y por la claridad de la comunicación, yo prefiero conservar el
término transferencia para abordar únicamente la experiencia del paciente. A su vez, la
experiencia perceptual, afectiva y cognitiva del analista del analizando sirve como la guía
central para la exploración, la comprensión y las intervenciones de encuadre.
El uso del concepto de la contratransferencia en la psicología del self ha sido limitado por
Kohut (1971, 1984) quien suscribe a la visión tradicional de la contratransferencia (evidente
en sus descripciones de reacciones problemáticas para el espejado y transferencias
idealizadas). Basados en la posición de Kohut, los psicólogos del self con frecuencia se
caracterizan por mantener la visión tradicional de la contratransferencia y, por tanto, no
utilizan clínicamente su experiencia del paciente (véase Mitchell, 1990). La reformulación
de la contratransferencia en la psicología del self ha sido lenta, aparte de aquellos pocos
que se ha mencionado anteriormente. El objetivo es desvincular la contratransferencia de la
patología. Manteniendo el uso tradicional de la contratransferencia como refiriéndose a
reacciones patológicas, Thomson (1980) diferencio y exploro el uso importante de la
experiencia subjetiva del analista del paciente.
El énfasis que pone la psicología del self en el mundo basado en la experiencia del
paciente aparece como para minimizar la importancia de la experiencia del analista. Se
requiere la reconceptualizacion de la contratransferencia para resaltar su importancia y
utilidad clínica. Teniendo en cuenta la perspectiva tradicional de que la contratransferencia
es una experiencia del analista del paciente, se deduce que cualquier analista,
independientemente de la persuasión, no tiene otra elección que entender y utilizar la
contratransferencia como una guía central en el trabajo analítico. La investigación
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empática requiere de la resonancia afectiva del analista y de la introspección vicaria, un
proceso reflexivo que se centra en el paciente y se filtra a través de la experiencia del
analista. Así, en un auto análisis psicológicamente informado, en cuanto a todos los
análisis, la experiencia del analista se considera primordial. Las diferencias entre los
analistas no se encuentran en si un analista atiende a y utiliza su experiencia de un
analizando, sino en cómo un analista da forma y utiliza su experiencia; son temas que
requieren tratarse aún más.

Factores que contribuyen a la experiencia del analista del analizando.


Hace varios años, posterior a mi regreso de unas vacaciones extendidas, una paciente con
temor y vergüenza me dijo que ella había llegado a mi casa, regularmente la veo en el
despacho de mi casa, y había caminado alrededor de la casa buscando signos de mí y de
mi vida con binoculares a través de cada puerta de vidrio y ventana disponible. Todos los
analistas consultarían sobre el significado del comportamiento del analizando. Esto no
varía, sin embargo, nuestra experiencia y la comprensión del comportamiento del paciente.
Un analista podría experimentarlo como un ataque sádico, otro como un esfuerzo para
controlar y un tercero como un esfuerzo para conectarse. La experiencia afectiva del
analista puede variar entre ansiedad, ira, ternura y compasión. Cada analista parcialmente
basado en la experiencia, formularia una hipótesis de trabajo diferente. Un analista
determinaría un problema con límites, otro consideraría anhelos de dependencia infantil a
los que no se ha renunciado, y un tercero que reflexionaría sobre una búsqueda self-
restauracion para una conexión con el analista. Además de la contribución del paciente,
otros factores contribuyen a la experiencia del analista y son sus modelos teóricos,
organización de patrones, motivaciones desplazadas (Lichtenberg, 1989), estados de
animo momentáneos (Lichtenberg, Lachmann & Fosshage, 1992) y las perspectivas de
escucha variables (a ser delineado).

Contribuciones del Paciente


El analizando entra en análisis buscando las experiencias de desarrollo necesarias,
protectoras contra los fracasos traumáticos anticipados de su incapacidad de respuesta,
organizar y construir la experiencia analítica de acuerdo con lo antiguo y lo nuevo,
intentando conectarlas con las relaciones anteriores confiables establecidas (Fosshage,
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1990, p. 613). Además de las muchas expresiones sutiles e interacciones, el analista
experimentará potentes manifestaciones de transferencia que surgen tanto de
configuraciones relacionales repetitivas, patológicas del paciente como de los anhelos de
desarrollo del paciente para la necesaria experiencia vitalizadora (selfobject) (Fosshage,
1994). Aunque técnicamente la pauta general es iluminar e interpretar la problemática
repetitiva y las configuraciones del desarrollo, cada analista, dependiendo de su
subjetividad y modelos, experimentará estas manifestaciones de transferencia en forma
diferente, creando un único encuentro intersubjetivo. La complejidad de la participación del
analista, por ejemplo, es más notoria cuando se trata de la búsqueda de experiencia de
selfobject, en el analista, como Kohut (1977) describe (véase p. 252), debe resonar
suficientemente en las capas más profundas de su personalidad que estén disponibles para
las necesidades de desarrollo y autorregulación de un analizando. Cuando el analizando,
por ejemplo, necesita y busca un protector, el analista recíprocamente debe sentir un poco
de necesidad de dar protección. Si el analista no puede ser afectivamente afectado, el
análisis se mantendrá sin vida. Por ejemplo, un candidato a psicoanalítico describió en
clase vergonzosamente y autocráticamente sus fantasías de rescate de un paciente
profundamente desfavorecido. Su supervisor le dijo que presuntamente ello fue una
colusión con demandas infantiles del paciente para un padre omnipotente, que su
grandiosidad fue obtener lo mejor de ella, y que ella debe examinar en su análisis. En su
lugar, experimenté fantasías de rescate del candidato como una resonancia con profundas
necesidades del paciente de una figura idealizada. El analista debe ser y fue, conmovido
profundamente por esta poderosa aparición del desarrollo del paciente con el fin de tratarle
correctamente.

Instancias de escucha
Freud desarrollo métodos para una exploración detallada del mundo intrapsíquico del
paciente. La exploración, sin embargo, epistemológicamente se enmarca dentro de la
ciencia positivista del día y sitúa al analista como un observador objetivo. Desde la
perspectiva de hoy de la ciencia relativista, la posición de observación objetiva ya no es
una plataforma de observación viable o incluso posible para trabajo psicoanalítico, para
como percibe el analista, el analista de forma variable conforma y organiza. Entre las
múltiples perspectivas en el ámbito analítico en que se han producido actualizaciones
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epistemológicas, Kohut (1959/1978), propuso el uso coherente de la modalidad empática
de observación, a saber, para intentar comprender desde dentro de la posición ventajosa
del analizando. El analista, sin embargo, puede alternar entre diferentes perspectivas de
escucha. Lichtenberg (1984), por ejemplo, delinea tres diferentes posturas de escucha: el
observador externo, un compañero interesado y un agente de escucha interno. Se trata de
diferentes posiciones para el analista, no diferentes posiciones epistemológicas de
escuchar. Un observador externo, por ejemplo, es uno que hace juicios más desde su
atalaya, en lugar de hacerlo desde el paciente. El objetivo psicoanalítico del observador
exterior sigue siendo el mismo, es decir, comprender lo que está sucediendo en el
paciente. Para efectos de nuestra discusión, me gustaría considerar dos principios de
escucha ventajosos que afectan profundamente la experiencia del analista del analizando.
Propongo que al analista le pueda resonar el efecto del paciente y experiencie desde
dentro del paciente — es decir, la perspectiva de escucha centrada en el tema: énfasis de
la psicología del self. El analista puede experimentar al paciente desde la mirada de la otra
persona en una relación con el paciente, lo que yo llamo la perspectiva de escucha
centrada en el otro, con frecuencia enfatizada en la aproximación de las relaciones
objetales e interpersonales (estoy usando el término centrada en el tema en lugar del modo
empático de percepción para resolver definitivamente una postura de escucha vivencial y
mantenerla simétrica con el término centrado en el otro. Además, el modo empático de
percepción, como Kohut, 1959/1978, manifiesta, es un término más amplio que abarca
tanto un modo de escucha como un planteamiento de una epistemología psicoanalítica
fundamental.) Tradicionalmente han participado en debates de contratransferencia
escuchando desde la perspectiva centrada en el otro (por ejemplo, el paciente es
provocador, controlar, manipuladora, o seductor). En general, las relaciones implican una
oscilación natural entre estas dos perspectivas como uno escucha a otra persona. En la
situación analítica, estoy proponiendo que los modos centrados en el tema y centrados en
el otro son dos métodos para escuchar las experiencias de nuestros analizandos y así
captar importante datos a través de cada postura de escucha.
En la viñeta anterior, en que se dio el escrutinio de mi analizando de mi casa, escuchar
desde dentro del mundo vivencial del analizando aumenta el potencial (modelos teóricos a
pesar), de escuchar y entender sus sentimientos de desesperación y la búsqueda de una
conexión self-vitalizing. La escucha de la perspectiva centrada en el otro ayuda a iluminar
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(inicialmente por el analista) cómo podría experimentar el analizando otros (es decir,
algunos otros, teniendo en cuenta que el otro también conforma la experiencia) como
sensación intrusiva dentro de un escenario relacional. Cuando mi analizando me hablo de
su búsqueda visual de mi casa, inicialmente se sorprendió y sintió su conducta como una
intrusión. Pensé cómo podría ser experimentado su comportamiento como intrusivo,
posiblemente temiendo una respuesta aversiva de mi parte. Estas percepciones de
Lichtenberg, el observador externo y un compañero interesado implican el uso de una
combinación de las dos perspectivas principales de escucha expuestas aquí. Por ejemplo,
cuando escuchamos la descripción del paciente de un evento interpersonal, se alternan
escuchando la perspectiva del paciente y escuchando "desde el otro" para obtener lo que
parece ser nuestra evaluación de observador externo que surge desde la perspectiva
centrada en el otro. Mi profundo cariño hacia el analizando, combinado con un indefensión
relacionada con ver ami casa, me permitió en esta instancia cambiar bastante rápidamente
a una perspectiva centrada en el tema. Podría, a continuación, escuchar sus expresiones
de necesidad y podría resonar con y comprender su búsqueda determinada, incluso
desesperada, para una conexión self-vitalizing conmigo en mi ausencia. A pesar de que
una perspectiva "dentro de" tiende a disminuir nuestras reacciones como la otra persona en
relación con el paciente, una perspectiva "desde-el-otro" acentúa estas reacciones. Por
ejemplo, con un paciente que nos ataque por que no lo atienden, el modo centrado en el
tema nos ayuda a "descentrarnos" (Atwood & Stolorow, 1984; Piaget, 1970 y 1974) de
nuestras reacciones personales hacia el otro y para perfeccionar en la experiencia del
paciente el no ser atendidos, considerando que la perspectiva de centrada en el otro facilita
la comprensión de un escenario relacional temático en el que la ira y ataques del paciente
evocan una reacción aversiva en el otro, confirmando la esperanza del paciente y reforzar
el sentimiento de no atendidos. Cómo se relacionan estas posturas de escucha con la
descripción de Racker (1968) de dos contratransferencias basadas en importantes
identificaciones? Triángulo llamado identificación del analista con el paciente ego e id,
conocido posteriormente como el paciente de sí mismo, como una identificación
concordante y la identificación con objetos internos del paciente como una identificación
complementaria. Este énfasis es en la identificación del analista con aspectos del mundo
de objeto interno del paciente y no abordan directamente experiencias del analista como la
otra persona en una relación con el paciente. Sandler (1976) ha descrito mas cómo
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interactúa el paciente el casting a sí mismo o a sí misma en un papel y el analista en un
"papel complementario" (p. 44). El Papel-respuesta complementaria del analista es similar
a la identificación complementaria de Racker en su énfasis en el mundo de objeto interno.
Sugiero que la perspectiva de escucha centrada en el tema puede evocar una identificación
del paciente con sí mismo (es decir, una identificación concordante), mientras que el modo
de escucha centrado en el otro puede facilitar una identificación complementaria. Al
recomendar el uso exclusivo de escuchar desde el interior del paciente, Schwaber (1992)
ve la contratransferencia como una injerencia fundamental (resistencia) en percibir la
legitimidad de la percepción del otro. Por el contrario, estoy proponiendo que ambas
perspectivas de escucha surgen naturalmente y son invaluables para obtener más
iluminación global de la experiencia del paciente. ¿Pueden ser empleadas conscientemente
las diferentes posturas de escucha? Cuando se escucha a otra persona, creo que estamos
naturalmente oscilando entre una configuración de foreground–background, entre una
perspectiva centrada en un tema a una perspectiva de escucha centrada en el otro,
especialmente cuando el aquí y ahora de la relación está en la vanguardia. Cualquier
perspectiva de escucha se puede desencadenar por el paciente o por cambios de
motivación y self-state en el analista que puede ser problemático para la obtención de
datos. Por ejemplo, la tristeza profunda de un paciente puede desencadenar una
orientación centrada en el tema, una resonancia con el afecto del paciente que allana el
camino hacia la exploración y la comprensión de sus fuentes. Si activa la tristeza personal
del analista, centrada en el tema (escuchar), tenderá a ser asimilado en uno de los temas
centrales del analista, una conjunción intersubjetiva problemática. Por otra parte, la
profundidad de la tristeza puede también hacer al analista consciente de lo que es estar en
una relación con el paciente (la perspectiva centrada en el otro) que podría iluminar
algunas de las dificultades de relación que se describió anteriormente. El analista, sin
embargo, puede experimentar la tristeza como mortal, desencadenar una reacción aversiva
(la perspectiva centrada en el otro). Las interacciones más estresantes para el analista
tienden a desencadenar la perspectiva de escucha centrada en el otro, que puede
transmitir información valiosa sobre los pacientes y sus relaciones (o, por supuesto, el
analista). En estos tiempos, sin embargo, la capacidad del analista de desplazamiento
desde inicialmente centrado en el tema puede facilitar la creación de una plataforma de
observación (Lichtenberg et al., 1992) para el paciente y el analista. La familiaridad con
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estas diferentes posturas de escucha aumenta el control consciente y su uso flexible para
obtener una comprensión más amplia del paciente. ¿Cómo utiliza el analista su experiencia
y nota que la perspectiva de escucha ayuda a aclarar las variadas experiencias del
paciente y proporciona directrices para el punto de partida de intervenciones clínicas?
Considerando que un analista comienza la exploración compartiendo su experiencia de
centrado en otros directamente con el paciente (un enfoque dentro de psicoanálisis
interpersonal), otro tiende a desplazar esta experiencia para centrarse en una investigación
sobre la experiencia subjetiva del paciente (subrayado por la psicología del self). Cada
perspectiva de escucha se agrega a nuestra comprensión general del paciente. El uso
exclusivo de una postura de escucha como la base para nuestra respuesta implica un
peligro. Desde la perspectiva centrada en el otro, revelar directamente la experiencia del
analista, presenta a un mayor grado de subjetividad del analista y crea el peligro potencial
de imponer las percepciones del analista al paciente y de hacer fracasar el intento del
paciente para articular su experiencia. Nunca se debe compartir directamente la
experiencia del analista como la otra persona en una situación relacional, ya que puede
provocar tensión, aislamiento y privar al paciente de las experiencias relacionales
necesarias para facilitar el desarrollo.
La experiencia afectiva del analista del paciente es la guía centras para la exploración e
intervenciones del analista. Aunque la exploración, a mi juicio, necesita proceder
principalmente desde una perspectiva centrada en el tema, estoy proponiendo que
cualquier intervención revela más o menos la subjetividad del analista, que van desde un
"uhuh", a una pregunta, una interpretación, a una auto-divulgación - es una cuestión de
grado.

Que el analista escuche desde dentro y oscilando entre una configuración de primer plano
a background–, puede iluminar mejor la experiencia de si mismo del paciente y de sí mismo
en relación con otros. Con la secuencia de interpretación se aclara al analizando sus
sentimientos, a través de la perspectiva centrada en el tema, el foco sobre consecuencias
interpersonales del estado y el comportamiento correspondiente, a través de la perspectiva
centrada en el otro, el analizando se convierte en útil iluminando al paciente el self y la
experiencia propia con otro. Por el contrario, comenzar a interpretar externamente las
consecuencias interpersonales puede fácilmente tomarse como crítica y una demanda
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implícita para cambiar. Cuando el acceso centrado en el sujeto está bloqueado, sin
embargo, el inicio de la exploración con el uso compartido de la experiencia de escucha del
analista centrado en el otro, haciendo clara la perspectiva de escucha del analista para el
paciente, puede facilitar deshacer el callejón sin salida.

Por ejemplo, el analista al escuchar desde la perspectiva centrada en el otro experimenta


hostilidad de parte del paciente. Para usar la experiencia directamente (que por supuesto
es tentada por nuestros propósitos de auto-regulación) se requiere que el analista asuma
que su percepción es un reflejo exacto de la experiencia del paciente y que el paciente es
el principal contribuyente a esa percepción. Una aproximación más tradicional es primero
preguntar sobre la experiencia del paciente. Si el paciente reconoce hostilidad, entonces
podemos proceder a iluminar su origen pasado y actual. Si el paciente no reporta
experimentar rabia o aversión, nos deja con la necesidad de explicar nuestra experiencia.
Una opción es que el paciente no estaba al tanto de la hostilidad, la otra es que nos
estábamos sintiendo momentáneamente vulnerables, sensibles y propensos a
experimentar las expresiones del paciente como ataques. Si sentimos que es la primera
opción, podemos decidir introducir nuestra experiencia subjetiva como contraste, la cual
proviene de la perspectiva centrada en el otro, para considerar a ambos, paciente y
analista, por su relevancia y significado para el paciente, entregando la posibilidad de abrir
nuevas vías de exploración.

Viñetas clínicas
Si bien apoyo firmemente el énfasis que la psicología del self da a la investigación
empática, que he llamado la perspectiva centrada en el sujeto, he propuesto la importancia
de la oscilación entre dos perspectivas de escucha, haciendo un caso para el uso de la
información obtenida de ambos puntos de vista. Presento a continuación 3 viñetas: La
primera ilustra el uso de la información adquirida a través de la perspectiva centrada en el
otro para facilitar la investigación dentro de la perspectiva del paciente. La segunda
representa el uso de una manifestación, revelando la experiencia del analista que proviene
de la perspectiva centrada en el otro, y su uso en una mejor iluminación del mundo interno
del paciente. La tercera ilustra la divulgación directa de la experiencia del analista desde la
perspectiva de escucha centrada en el otro, que ayuda a superar un impasse (punto
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muerto), profundizando la exploración analítica. Estas viñetas no están pensadas para ser
particularmente notables, pero son acontecimientos comunes y cotidianos.

V 1. Bárbara es una abogado en la mitad de sus 30s. Ella tuvo un impasse en un análisis
previo. Ella sintió que el impasse estaba relacionado con estar enfocada en su rabia, lo cual
no la estaba ayudando a desarrollar una relación más profunda y más íntima con un
hombre. Sus gestos y comportamiento expresaban una mezcla cambiante de complacencia
y rebelión. Bárbara tenía el hábito de llegar tarde en todas las áreas de su vida.
Naturalmente, ella a menudo llegaba tarde a sus sesiones. Ella podía entrar a la sala casi
sin aliento, sintiéndose culpable, pidiendo disculpas y siendo auto-crítica. A pesar de que
admitía que era un problema, ella optaba típicamente por cambiar el tema, porque la
exploración de su impuntualidad creaba + vergüenza y auto-crítica. Otros la criticaban por
su impuntualidad, particularmente el hombre con quien estaba involucrada en una relación
amorosa, ella esperaba lo mismo de mí.
Como Bárbara dejó claro que la exploración analítica exacerbaba su auto-crítica, yo no
comentaba sobre su impuntualidad. Sabiendo que era un comportamiento típico en
distintas relaciones, yo era capaz de cambiar entre leves sentimientos de frustración
(provenientes del modo centrado en el otro) y considerar su petición de no hablar de eso
(proveniente del modo centrado en el sujeto). Durante los 2 años siguientes ella comentó
sentirse menos mal por esto. En ocasiones ella incluso empezó a encontrar placentera su
impuntualidad, y en ocasiones la aumentaba a propósito. Su placer estaba relacionado a
una nueva libertad frente a demandas y expectaciones. Ella me comentaba y me volvía a
comentar que realmente apreciaba que yo no sacara a luz el tema ni insistiera en ello, a
diferencia de su analista anterior. Ella había conectado su impuntualidad con un tema de
acomodación y rebelión contra su tan amenazante y poderosamente controlador padre. Un
día ella comentó “Mi analista previo dijo, solamente tienes que pagar, llegar a tiempo y
acostarte en el sofá. Qué pasa si cualquiera de esas cosas que convierte en una persona
muerta? Tú eres tolerante conmigo y yo soy más tolerante conmigo misma. A menudo
estoy sintiendo “Qué cosa horrible he hecho ahora?” Como tú dijiste, tengo que ser buena y
molestarme como loca.
Comportamientos más extremos tienden a gatillar la perspectiva centrada en el otro al
escuchar.
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Las preguntas surgen de manera espontánea: "Cómo me siento en relación con el
paciente?” “Qué está provocando en mí?” En este caso, compartir directamente mi
experiencia como el otro ha exacerbado y replicado el tema de la relación problemática. En
lugar de eso, fui capaz de usar esta experiencia como guía para una mayor exploración
centrada en el sujeto de la experiencia de Bárbara. A su tiempo, fuimos capaces de
iluminar el escenario relacional de su aversión hacia un padre controlador, seguido de
culpa y una auto-imagen negativa.

V2. Durante los primeros 3 meses de tratamiento psicoanalítico, Lisa ha estado en la


cúspide de una transferencia de objeto idealizado que la ha vitalizado y mantenido fuera de
un episodio depresivo crónico. La posterior ruptura de una relación amorosa con un hombre
casado, sin embargo, hundió a Lisa en un episodio depresivo mayor. Ella se sintió
terriblemente desilusionada por el hecho de que yo no pude prevenir esta ruptura y no fui
capaz de arreglar rápidamente el episodio depresivo. Tras esta ruptura ella comenzó a
buscar a otro analista mediante una serie de consultas. A pesar de que al inicio yo
aceptaba estas consultas y las entendía como que ella necesitaba buscar un empate
idealizado, llegó un punto en que me sentí inusualmente frustrado y espontáneamente
sobrepasado de una manera algo melodramática, “Tú y tus 14 consultas!” Ella sin demora
replicó, “Fueron sólo 2! Y tú están enojado conmigo!” Yo rápidamente confirmé su
percepción. En la exploración del origen de mi enojo, me dí cuenta de que había estado
profundamente preocupado por Lisa. A pesar de que estaba intensamente involucrado en
intentar ayudarla en su depresión, seguí sintiéndola como desligada de la terapia conmigo,
como saliéndose y buscando consultas, creando una frustración considerable. Se iba a
comprometer conmigo o no? Ella logró identificarse con la sensación que ella me produjo,
de querer salirse de terapia. Fue entonces cuando fuimos capaces de mirar su perspectiva
y descubrir que el que ella quisiera irse de la terapia estaba gatillado por su actual
decepción en mí, lo cual resonó profundamente sumado a un repetitivo patrón de conducta
establecido con sus padres. Cuando estaba en una situación desesperada, había
aprendido que no podía contar con la ayuda de sus padres. Este patrón había tomado gran
importancia en la relación terapéutica al inicio de su episodio depresivo. En retrospectiva,
entendí que se había representado un escenario relacional y que yo había expresado mi
enojo proveniente de lo que fue para mí estar relacionado a Lisa en ese momento – Esto es
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una experiencia formada en la perspectiva de escucha centrada en el otro (y sin lugar a
dudas influida también por mi estado de ánimo particular de ese día). Una mayor
exploración de esta expresión directa de mi experiencia desde el modo centrado en el otro
nos hizo capaces de iluminar el escenario relacional y su significado desde el punto de
vista del paciente.

V3. Varios meses después un leve ataque al corazón a la edad de 45, J, un hombre muy
elocuente y de muy buena presencia inició sesiones de psicoanálisis 3 veces a la semana.
El infarto produjo alivio a su insatisfacción consigo mismo y su vida, específicamente que él
no estaba viviendo en un nivel emocionalmente profundo y apasionado. Con una urgencia
considerable, él describía cuan oprimido y comprometido se sentía en su rendimiento.
Había momentos de libertad, principalmente en vacaciones lejos de New York. A pesar de
que tenía un negocio exitoso, no le traía satisfacción. Nunca se casó y su infarto acentuó
su deseo de una relación íntima y una familia. Él había estado en una relación inestable
con una mujer por 6 años, pero no lo llevó al matrimonio porque la relación parecía no tener
vida. Él siguió buscando a la mujer perfecta. Sus padres, provenientes de la aristocracia
europea, trabajaban sin descanso en el negocio profesional de su padre. Además de los
rasgos violentos de su padre, principalmente dirigidos hacia sus hermanos mayores, la
atmósfera era formal y sin emociones, incluso “como muerta”. Estaba desesperadamente
asustado de que podría ir a parar al “bus”, una imagen predominante donde la gente
desvitalizada e infeliz viajaba hacia y desde el trabajo como sin vida.
Aproximadamente tras 2 años en terapia, J. comenzó a hablar sobre dejar una de las tres
sesiones semanales debido a la carga financiera y a que se estaba sintiendo
considerablemente mejor. Justamente en la sesión en que quería centrarme, él saca el
tema de reducir sus sesiones nuevamente, y esta vez me sentí internamente preparado
para aceptarlo. El habló de la disminución de una manera aparentemente no disruptiva,
frontal y razonable.
Después de exploración, acordamos proceder con la disminución la semana siguiente.
Mientras procedía a discutir otros temas sin indicios de una interrupción del flujo de las
asociaciones, comencé a experimentar una profunda sensación de extrañarlo. Sentí que
estaba yéndose, que estaba des-intensificando el proceso y nuestra relación. ¿Estaba
recogiendo el mensaje subyacente de J sobre extrañar la relación contra la que se estaba
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defendiendo? ¿Estaba experimentando lo que era estar en una relación con J cuando se
vuelve distante? ¿O estaba teniendo principalmente reacciones personales ante su
disminución de sesiones? ¿Estaba sintonizado con su experiencia evitativa de
desintensificar y extrañar la relación, con el uso del modo de percepción interna? ¿Estaba
sintonizado en la experiencia de estar distanciado en una relación con J, con el uso del
modo de percepción centrado en el otro? O me estaba sintiendo particularmente vulnerable
y necesitado, y por lo tanto era yo el principal contribuyente de mi experiencia? ¿Debía
permanecer concentrado en su experiencia o usar mi experiencia subjetiva y la
discrepancia de nuestras subjetividades más directamente en nuestras exploraciones?
Después de un debate interno considerable sobre compartir o no mis reacciones subjetivas
– después de todo, él parecía no estar afectado por su decisión – decidí compartirlas,
porque sentí que mi experiencia no era principalmente personal, pero sí reflejaba algo
sobre J y nuestra relación. Indiqué que estaba teniendo reacciones profundas ante su
recorte y que no estaba seguro de lo que éstas significaban (ponerlo de esta manera fue
apropiado y esperaba comprometerlo en una investigación colaborativa). Entonces
compartí con él my profunda sensación de extrañarlo. Con su recorte, sentí que se estaba
yendo, que estaba quitando intensidad a nuestra relación.
Después de compartir mi experiencia para comprometer a J en exploración analítica, él
declaró en primer lugar que estaba profundamente conmovido por mi expresión emocional
y se sentía profundamente afirmado. Haber hecho esta intervención estaba, sin querer,
proporcionando una experiencia de sentirse querido, atendido, de sentirse importante –
experiencia que se echaba mucho de menos en su familia. En nuestras exploraciones,
emergió nuevo material. J sintió que la terapia era un lugar seguro, pero que no era parte
del mundo. Separando ambos mundos de esta forma, él quería integrarse a su vida “allá
afuera”. A pesar de sentirse más libre y vitalizado en nuestra relación, él estaba
empezando a temer que, si se quedaba por más tiempo, él podía estar en “el bus”, como
estaba en casa, lo que significaba estar en una atmósfera desvitalizada y separada del
mundo. La vitalidad era típicamente experimentada como afuera: fuera de su familia, fuera
de una relación intensa. Esta es la razón por la que se volvió difícil sostener una relación y,
ahora, la relación terapéutica.

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Con esta nueva comprensión de las configuraciones transferenciales que surgen en la
relación terapéutica, ambos coincidimos en que no era el momento de recortar, y J
continuó sus sesiones 3 veces a la semana.
El tema técnico es que usé directamente mi experiencia subjetiva para mayor exploración
empática de la experiencia del paciente. Al no asumir el origen de mi experiencia, fui capaz
de introducir a J. para una consideración mutua. Como resultado, mi experiencia subjetiva
provenía principalmente desde la perspectiva de escuchar como el otro. Es decir, estaba
experimentando lo que era estar en una relación con J., específicamente su acción de
distanciarse. Mi experiencia de echarlo de menos no estaba resonando con su experiencia,
porque ésta, por el contrario, consistía en sentirse más vitalizado al estar escapando de la
tan nociva y esperada esterilidad que estaba a punto de producirse. Usar directamente mi
experiencia como el otro facilitó la iluminación de los aspectos no reconocidos del mundo
subjetivo del paciente.
En resumen, propongo que la experiencia que tiene el terapeuta en relación al paciente, en
lugar del término contratransferencia, más plenamente captura la complejidad de la
participación del analista y la ubica correctamente como una guía fundamental para la
investigación y las intervenciones. Nuestra experiencia del paciente momento a momento
está formada no solamente por el paciente, sino que también por nuestra perspectiva de
escucha, – ya sea centrada en el sujeto o centrada en el punto de vista del otro – nuestros
esquemas y nuestras subjetividades. El terapeuta puede resonar con las experiencias y
afectos del paciente a partir del punto de vista del paciente – es decir, la perspectiva de
escucha centrada en el sujeto énfasis en la psicología del yo) – y el terapeuta puede
experimental al paciente desde el punto de vista de otra persona que esté relacionada con
el paciente, lo que se llama la perspectiva de escucha centrada en el otro (frecuentemente
la importancia de las relaciones interpersonales y objetales se aproxima). Propongo que la
escucha interna y externa del analista, que oscila en una configuración de figura y fondo,
puede iluminar con más detalle la experiencia del paciente acerca sí mismo y de sí mismo
en relación con los demás.
Si bien la experiencia terapéutica, en mi opinión, debería ser usada principalmente para
mayor información sobre la entrada empática en la experiencia subjetiva del paciente (es
decir, en la postura de escucha centrada en el sujeto), el hecho de que el terapeuta
comparta directamente su experiencia (sea proveniente de la perspectiva de escucha
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centrada en el sujeto o en el otro), puede facilitar el proceso terapéutico durante la
exploración.

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