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Este documento presenta una revisión de los enfoques actuales sobre la contratransferencia en el psicoanálisis. Resume las perspectivas de varios autores como Lorand, Winnicott, Heimann, Little, Reich y Gitelson sobre los significados y usos de la contratransferencia, ya sea como peligro, instrumento de comprensión o influencia en la conducta del analista. El autor también describe sus propios trabajos sobre cómo la contratransferencia puede usarse para comprender mejor la situación psicológica del paciente.
Este documento presenta una revisión de los enfoques actuales sobre la contratransferencia en el psicoanálisis. Resume las perspectivas de varios autores como Lorand, Winnicott, Heimann, Little, Reich y Gitelson sobre los significados y usos de la contratransferencia, ya sea como peligro, instrumento de comprensión o influencia en la conducta del analista. El autor también describe sus propios trabajos sobre cómo la contratransferencia puede usarse para comprender mejor la situación psicológica del paciente.
Este documento presenta una revisión de los enfoques actuales sobre la contratransferencia en el psicoanálisis. Resume las perspectivas de varios autores como Lorand, Winnicott, Heimann, Little, Reich y Gitelson sobre los significados y usos de la contratransferencia, ya sea como peligro, instrumento de comprensión o influencia en la conducta del analista. El autor también describe sus propios trabajos sobre cómo la contratransferencia puede usarse para comprender mejor la situación psicológica del paciente.
Los significados de la transferencia y contratransfe-
rencia. Enfoques actuales. El psicoanálisis frente al problema de la contratransferencia. El mito de la situaci6n analítica. Contratransferencia y ob- jetividad.
Freud designa a la transferencia como el maxtmo
peligro y, al mismo tiempo, como el mejor instru- mento para la labor analítica. Se refiere con esto a la labor de hacer consciente el pasado reprimido. Además confiere a la transferencia un tercer signi- ficado: el de ser el campo en el que el analizado puede revivir el pasado en condiciones mejores y así rectificar decisiones y destinos patológicos. En forma similar pueden diferenciarse tres significados de la contratransferencia. Puede ser el máximo peli- gro y al mismo tiempo, un importante instrumento para la comprensión, es decir, para la función de '* Trabajo presentado en la Asociación Psicoanalítica Ar- gentina en mayo de 1953 y publicado en The Psychoanalytic Quarterly, Vol. XXVI, N 9 3, 1957, con el título "The mean~ ings and uses of Countertransference". ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 223
intérprete del analista. Además, interviene en la ma-
nera de ser y en la conducta del analista, o sea, en cua:1to es el objeto en la revivencia, en el nuevo trozo de vida que es la situación analítica, y en la que el analizado debe encontrarse con una comprensión y objetividad mayores de las que encontró en su reali- dad o en su fantasía infantiles. ¿Cuáles son los enfoques actuales con respecto al problema de la contratransferencia? *· S. Lorand 60 se ocupa predominantemente de los peligros que provienen de la contratransferencia para la labor analitica. Al mismo tiempo señala la impor- tancia de tener en cuenta las reacciones contratrans- ferenciales en cuanto ellas pueden indicar un asunto importante a elaborar con el analizado. Recalca la necesidad de que el analista esté constantemente cons- ciente de su contratransferencia. Lorand trata ade- más una serie de problemas específicos, como el deseo de curar del analista, la actividad de analizar como válvula de escape para los propios problemas del analista, la interferencia del narcisismo y de motivos personales en la labor, etc. Subraya también el hecho de que estos problemas contratransferenciales no sólo conciernen al candidato, sino que pueden presentarse también en el analista experimentado. D. W. Winnicott 81 trata predominantemente un aspecto específico, o sea, "el odio objetivo y justifica- do" en la contratransferencia. Sus consideraciones se refieren, ante todo, al tratamiento de psicóticos. Su interés principal se dirige al destino que el analista debe dar a este sentimiento, como, por ejemplo, si debe soportar silenciosamente su odio o comunicár- * Me limito en lo que sigue a los trabajos publicados desde 1946. A la bibliografía anterior me he referido en el Estudio V. HEINRICH RAOKER
selo al analizado. En este sentido, Winnicott se ocupa
de una determinada reacción contratransferencial en cuanto interviene en la conducta del analista, quien es el objeto del analizado en su reviveucia de la infancia. P~ Heimann 42 enfoca la contratransferencia como instrumento para la comprensión del analizado. "La acepción básica consiste en que el inconsciente del analista comprende el inconsciente de su paciente. Este 'rapport' profundo llega a Ja superficie en Ja forma de sentimientos que el analista percibe en res- puesta a su paciente, en su contratransferencia." Esta respuesta emocional del analista está frecuentemente más cerca de la realidad psicol6gica del analizado que el juicio consciente del analista sobre la misma si- tuación. M. Little 58 se ocupa, por una parte, de la contra- transferencia como perturbación para la comprensión e interpretación, y por la otra, de la influencia de la contratransferencia en la conducta del analista, por tener un papel decisivo en la revivencia infantil del analizado. Little recalca la tendencia del analista a repetir ciertos aspectos de la conducta de los padres del paciente y a satisfacer ciertas necesidades propias (y no las del analizado) . Considera que es necesario que el analista adnúta la contratransferencia al ana- lizado y que la interprete, y eso no sólo con respecto a las reacciones contratransferenciales Hobjetivas'' ( Winnicott) , sino también con respecto a las reac- ciones "subjetivas". A. Reich 75 dedica su interés principal a la contra- transferencia como fuente de perturbaciones en el análisis. Intenta, en primer lugar, una clarificación del concepto, y diferencia dos clases, o sea, la "con- tratransferencia propiamente dicha" y "el uso del ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 225
análisis por parte del analista para fines del acting
out, para luego investigar las causas de estos fenó .. menos. Finalmente busca una comprensión profunda de las condiciones personales que llevan a buenos resultados en la labor analítica o, por el otro lado, a perturbaciones en ésta. M. Gitelson 86 intenta similarmente IJevar orden a la compleja fenomenología de la contratransferen- cia y establece la diferencia entre las "reacciones del analista frente al paciente como un todo" (las "trans- ferencias" del analista) y "las reacciones del analista frente a aspectos parciales del paciente" (las "con- tratransferencias" del analista). Se ocupa además de los problemas referentes a la intrusión de la con- tratransferencias" del analista). Se ocupa, además, en tales casos la contratransferencia debe ser tratada, por Jo general, por el analista junto con el analizado. En este sentido, Gitelson concuerda con los puntos de vista de M. Little. E. Weigert 82 no sólo se expresa en favor del aná.. lisis de la contratransferencia cuando ésta haya hecho intrusión en la situación analítica, sino que también aconseja, para etapas avanzadas del tratanúento, una menor reserva en la conducta del analista y una mayor espontaneidad en la manifestación de la contratransw ferencia. Quisiera también referirme aquí a dos trabajos míos sobre contratransferencia. El primero (1948) 66 trata predominantemente de la contratransferencia como peligro para la labor. Después de analizar las resistencias que todavía existían con respecto a la investigación de la contratransferencia, traté de mos- trar, sin reticencias, cómo los conflictos edípicos y preedípicos, así como también los procesos patoló- gicos (paranoicos, depresivos, maníacos, masoquistas, 226 HEINRICH RACKER
etc.), continúan en la neurosis de contratransferen~
cia, y cómo interfieren en la comprensión, interpre~ tación y conducta del analista. Esto se refería tanto a la contratransferencia "directa" como a la "inM directa" '*. En un segundo trabajo (1951) 67 me be ocupado de la contratransferencia como instrumento para la comM prensión de las situaciones psicológicas, especialmente transferenciales, del analizado. Este trabajo, que co- incide en su enfoque principal con el de P. Hei- mann 42, contiene, además, los siguientes puntos: 1) Incluye la investigación de las reacciones contra- transferenciales de gran intensidad y aun las patoló- gicas, y concluye que también éstas pueden y deben servir de instrumento. 2) Acentúa la posibilidad de usar también la contratransferencia en cuanto expreM sión de las identificaciones del analista con los objetos (internos) del analizado (además de la identificación con su ello y su yo). 3) Se hace una tentativa de analizar las reacciones contratransferenciales percibí~ das y de deducir de su carácter especifico (contenidos, angustias, mecanismos específicos) el carácter espeM c!fico de los sucesos psicológicos en el analizado. En el trabajo presente deseo, por una parte, conti~ nuar y amplificar estos últimos puntos de vista, es decir, la contratransferencia como instrumento para la comprensión de lo que sucede en el analizado, tanto de sus contenidos y mecanismos específicos como de las intensidades de su situación psicológica, espe- * Esta diferenciaci6n concuerda en esencia con las dos clases de contratransferencia de A. Reich (véase pág. 224). S6lo que, a mi juicio, también en "el uso del análisis por parte del analista para fines del acting out,, (lo que he lla~ mado "contratransferencia indirecta"), el analizado repre~ senta un objeto para el analista (un objeto "subtransferido") y no solamente Un "instrumento". ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 227 ciahnente transferencia!. En este sentido, la percep· ción de las reacciones contratransferenciales puede también ayudar a comprender qué debe ser interpre· tado y cuál es el momento indicado para hacerlo. Por otra parte, este trabajo tratará de la influencia de la contratransferencia sobre la posición y la conducta del analista frente al analizado, y por lo tanto sobre el analista como objeto de la revivencia de la in- fancia a rectificar, y de las posibles consecuencias de esta influencia para el proceso de transformación psi- cológica. Aunque ambos aspectos están íntimamente conectados, el últlrno enfoque será el tema principal de los Capítulos III ·V, mientras que la contratrans· ferencia como instrumento será el tema central del Capitulo VI. Antes de entrar en el tema mismo quisiera refe- rirme a un aspecto de la historia del psicoanálisis re~ ferente a su posición frtfnte al problema dez,. contra· transferencia. Se trata de un hecho un tanto extraño, de un contraste llamativo. El descubrimiento de la contratransferencia y de su gran importancia en la labor anal!tica, hecho por Freud 19, dio origen a la institución del análisis didáctico, que se convirtió en base y centro de la formación psit:oanalítica. Pero, por otro lado, la elaboración científica de la contra· transferencia fue sumamente escasa en los 40 años que siguieron a aquel descubrimiento. Sólo en los últimos 3 ó 4 años cambió la situación -como de golpe-, convirtiéndose la contratransferencia en un tema tratado con frecuencia, amplitud y profundidad. ¿Cómo se explica aquel contraste?; además, ¿cómo se explica este último cambio? ¿No habrá que dudar -en vista de aquel contraste- del grado en que el análisis didáctico ha podido cumplir su función, si justamente el problema cuyo descubrimiento llevó a la 228 HEINRICH RACKER
creación de aquella institución didáctica ha encon-
trado tan poca elaboración cien(ifica? La importancia de estas preguntas me parece evi- dente. Los que convivieron gran parte de la historia psicoanalítica de estos 40 años serán los más autori- zados para contestarlas*. De ahí que quiero limi- tarme a expresar una suposición al respecto. La escasa elaboración científica de la contratrans- ferencia debe provenir, lógicamente, de la posición de los analistas frente a sus propias contratransfe- rencias, es decir, de un rechazo que representa a los restos sin resolver del viejo conflicto con la propia parte primitiva y con la propia neurosis. Este con- flicto está estrechamente vinculado con los ideales irreales infantiles, cuya supervivencia se debe a de- ficiencias del análisis (didáctico) de estos mismos aspectos en la transferencia. Estas deficiencias se deben a su vez, en parte, a problemas contratrans- ferenciales insuficientemente resueltos en el analista didáctico, como mostraré más adelante. Estaríamos así en un círculo vicioso, pero podemos ver dónde abrir la brecha que lo rompa. Hay que comenzar con la revisión de nuestra posición frente a la propia contratransferencia buscando uha mejor superación de los ideales infantiles y aceptando en mayor grado ser niños y neuróticos aun siendo adultos y analistas; sólo así, venciendo mejor la represión de la contra~ transferencia, se conseguirá el mismo resultado en el candidato.
* M. Balint 4 trata de un problema similar, o sea, el nú-
mero muy limitado de trabajos sobre el sistema de la forma- ción psicoanalítica. La investigación histórica-psicológica de este problema lleva a Balint a una serie de interesantes con- sideraciones sobre la relación entre analistas didácticos y candidatos. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 229 La insuficiente disolución de las idealizaciones y de las angustias y sentimientos de culpabilidad subya- centes, lleva a dificultades especiales al convertirse el niño en adulto o al convertirse el analizado en analis- ta, dada la exigencia dirigida a sí mismo de haber realizado ampliamente la identificación con aquellos ideales. Creo que de ahí proviene el hecho de haberse tratado mucho más, por ejemplo, el complejo edí- pico del niño con sus padres que el de los padres con sus hijos, y mucho más el complejo eclipico del analizado con el analista que el del analista con el analizado. De ahí, pues, que se haya tratado mucho más la transferencia que la contratransferencia. El que el grado de los conflictos contratransferen- ciales determine las deficiencias en el análisis de la transferencia, se hace evidente considerando que la transferencia es la expresión de las relaciones con los objetos internos; pues siendo así, la comprensión de la transferencia dependerá de la capacidad del ana- lista para identificarse tanto con las tendencias y de- fensas como con los objetos internos del analizado, y de ser consciente de estas identificaciones. Eso, a su vez, dependerá del grado en que acepta su contra- transferencia, ya que ésta se basa en las identificacio- nes con el ello y el yo del analizado, por un lado, y en las identificaciones con los objetos internos de éste, por el otro. Se podria decir también que la transferencia es la expresión de las relaciones con las contratransferencias fantaseadas (y reales) del ana· lista. Pues así como la contratransferencia: es la res- puesta psicológica a las transferencias (reales e ima- ginarias) del analizado, así también la transferencia es la respuesta a las contratransferencias (imaginarias y reales) del analista. El análisis de las fantasías del analizado ·con respecto a las contratransferencias, las 230 HEINRICH RACKER
que constituyen las causas y consecuencias de las trans-
ferencias, son una parte integrante del análisis de estas últimas. La captación de las fantasías del ana- lizado referentes a la contratransferencia dependerá a su vez del grado en que el analista mismo perciba sus procesos contratransferenciales, o sea, del grado (la continuidad y profundidad) de su contacto cons- ciente consigo mismo. En resumen: la represión de la contratransferen- cia (y otros mecanismos de defensa referentes a ella) lleva necesariamente a deficiencias en el análisis de la transferencia, lo que a su vez lleva a la represión (etc.) contratransferencial en cuanto el candidato se convierte en analista. Es una herencia de generación en generación, similar a la de las idealizaciones y ne- gaciones con respecto a las imagos de los padres, que continúan obrando aun cuando el niño se con- vierte en padre o en madre. La mitología infantil continúa en la mitología de la situación analítica *, siendo el mismo analista parcialmente sometido a ella y colaborando irlconscientemente en su manteni- miento en el candidato. Expondré más adelante algunos ejemplos que deben ilustrar el contenido y el alcance de las afirmaciones precedentes. Aquí quisiera referirme aún, brevemen- te, a uno de aquellos ideales en su expresión especí- ficamente psicoanalítica: el ideal de la objetividad del analista. Desde luego, nadie niega el factor sub- jetivo ni la contratránsferencia en sí; pero sin embar- go, parece existir una diferencia importante entre lo que suele aceptarse prácticamente y la realidad. Si se quisiera contar el ';mito de la situaci6n analí- tica", podría comenzarse diciendo que el análisis es
* M. Little 58 habla del "mito del analista impersonal".
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 231
un asunto entre un enfermo y un sano. La realidad.
es que es un asunto entre dos personalidades cuyo yo está presionado por el ello, por el supery6 y el mundo externo, cada uno con sus dependencias internas y ex- ternas, angustias y defensas patológicas, cada uno también un niño con sus padres internos, y respon- diendo toda esta personalidad tanto del analizado como del analista a cada uno de los acontecimientos de la situación analítica*. Junto con estas simili- tudes existen también diferencias, y a una de ellas, la "objetividad", quería referirme. La objetividad del analista consiste, principalmente, en una deter- minada posici6n tomada frente a la propia subjeti- vidad, la "contratransferencia". El ideal neurótico (obsesivo) de la objetividad lleva a la represi6n y al bloqueo de la subjetividad; sería la realizaci6n (apa- rente) del mito del "analista sin angustia y sin enojo". El otro extremo neurótico es el "hundirse" en la con- tratransferencia. La verdadera objetividad se basa en una forma de desdoblamiento interno que capacita al analista a tomarse a sí mismo (su propia subjeti- vidad o contratransferencia) como objeto de su ob- servación y análisis continuos. Esta posición lo capa- * La acentuación de esta "igualdad" tiende a llamar la atención al peligro de que determinados restos del "orden patriarcaP 1 se infiltren en la situación analítica. La poca ela- boración científica de la contratransferencia es una expresión de una "desigualdad social" (que mentalmente aún parece subsistir) en la sociedad analista-analizado y señala la nece- sidad de una "reforma social"; ésta sólo puede provenir de una mayor conciencia de la contratransferencia. En efecto, mientras reprimimos, por ejemplo, el querer dominar neuró- ticamente al analizado (¡y lo queremos en una parte de nues- tra personalidad!), no lo podemos liberar de su dependencia neurótica, y mientras reprimimos el estar dependiendo de él neuróticamente (¡y lo estamos eti parte!), no podemos libe- rarlo de su necesidad de dominamos neur6ticamente. 232 HEINRICH RACKER
cita también para ser relativamente "objetivo" frente
al analizado.
JI. Conceptos básicos
Disquisición terminológica. La "contratransferencia
total". La serie complementaria en la contratrans- ferencia. Lo transferido y lo neurótico en ella ("neurosis de cont.ratransferenci'a~' ). Las identifi- caciones concordantes y complementarias. Otra analogía con la transferencia.
El término contratransferencia ha encontrado di-
versas acepciones. De ahí que sea impreScindible que aclare, antes de continuar, a qué me refiero al hablar de contratransferencia. Las diferencias en las diver- sas ,acepciones del término pueden sintetizarse dicien- do que para unos la contratransferencia es todo lo que surge en el analista como respuesta psicológica frente al analizado, mientras para otros no todo eso debe 11a~ marse contratransferencia. Así, por ejemplo, algunos quieren reservar este término para lo infantil en la relación del analista con su analizado, mientras que otros hacen otras delimitaciones (véase A. Reich, Gitelson) . De esta manera los valiosos esfuerzos para diferenciar unos y otros aspectos en la compleja feno- menología de la contratransferencia, amenazan con causar confusiones o bien discusiones poco fértiles con respecto a la terminología. Freud estableci6 el término contratransferencia en evidente analogía con la transferencia. :Ésta fue definida por Freud como "reimpresión" o "reedición" de vivencias infantiles, incluyendo mayores o menores cambios de la expe- riencia originaria. De ahí que se use con frecuencia el ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 233
término transferencia para la totalidad de la situa-
ci6n psicol6gica del analizado frente al analista. Sa- bemos, por cierto, que factores actuales, reales, exter- nos, de la situación analítica en general y del ana- lista en especial, tienen una "influencia importante en la relaci6n del analizado con el analista, pero por otra parte también sabemos que todos estos factores presentes son vivenciados sobre la base y según el pasado y la fantasla, es decir, sobre la base de la predisposición transferencial. Estamos nuevamente ante una serie complementaria que de.termina la neu- rosis de transferencia y, en general, la situación psi- col6gica del analizado frente al analista: por un lado está dada la disposición transferencia!, por el otro, las vivencias actuales y, en especial, analíticas, siendo la transferencia en sus diversas expresiones la resul- tante de estos dos factores. Análogamente, existe en el analista una disposici6n contratransferencial p9r un lado, las vivencias actuales y, en especial, analíti- cas por el otro, y la contratransferencia como resul- tante. Justamente esta fusi6n del presente y del pa- sado, el continuo enlazarse de realidad y fantasía, externo e interno, consciente e inconsciente, hace ne- cesario un concepto que abarque la totalidad de la respuesta psicológica del analista, y aconseja al mis- mo tiempo conservar con tal fin el ya acostumbrado término "contra.transferencia". Donde sea necesario para la mayor claridad podría hablarse de la "contra- .transferencia total", y diferenciar y separar dentro de ella uno u otro aspecto. Uno de ellos es justa- mente lo transferido en la contratransferencia, que es lo que proviene de antes y que es, en especial, la parte infantil o primitiva dentro de la contratransfe- rencia total. Otro de estos aspectos -íntimamente ligado con el anterior, pero desde luego no idéntico 234 HEINRICH RACKER
sino una parte de él-, es lo neur6tico en la contra-
transferencia; su señal principal es la angustia irreal y las defensas patológicas. En ciertas circunstancias se puede hablar de una neurosis de contratrans- ferencia 66• Para aclarar mejor el concepto de la contratrans- ferencia, podría partirse de Ja pregunta ¿qué es lo que, en términos generales, acontece en el analista frente al analizado? La primera respuesta que puede darse es: todo lo que puede acontecer en una perso~ nalidad frente a otra. Pero eso dice tanto, que no dice casi nada. Adelantamos un paso teniendo preM sente que en el analista hay una tendencia que nor- mahnente suele predominar en su relaci6n con el analizado: es la tendencia que corresponde a su fun- ción de ser analista, o sea, la de comprender todo lo que sucede en el analizado. Junto a esta tendencia existen frente al analizado, virtualmente, todas Ias demás posibles tendencias, sentimientos, temores, etc. La intención de comprender crea determinada pre- disposición: la de identificarse con el analizado, que es la base de Ja comprensión. El analista puede reali- zar esta intención, en cuanto se identifica su yo con el yo del analizado, o más claramente (aunque con cierta inexactitud terminológica), en cuanto se iden- tifica cada parte de su personalidad con la correspon- diente parte psicol6gica del analizado: su ello con el ello, su yo con el yo, su superyó con el superyó del analizado, aceptando en la conciencia estas identifi- caciones. Pero eso no siempre acontece ni es todo lo que acontece. Aparte de estas identificaciones que podrían llamarse identificaciones concordantes u ho- mólogas, Ja observación señala como sumamente im- portantes las identificaciones del yo del analista con los objetos internos (por ejemplo con el superyó) ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 235
del analizado; siguiendo un término de H. Deutsch
podrían llamarse identificaciones complementarias -x·. Tanto las relaciones entre las dos clases de identifi- caciones cOino tá.mbién el destino ulterior de éstas, serán aún estudiadas. Aquí sólo quisiera agregar las siguientes notas: a) La identificaci6n concordante se basa en la introyección y proyección o, en otros ténninos, en la resonancia de lo externo en lo interno, en el recono- cimiento de lo ajeno como propio "esto [tú] soy yo" y en la equiparaci6n de Jo propio con lo ajeno ("esto [yo] eres tú"). Los procesos inherentes a las identificaciones complementarias son los mismos, sólo que se refieren a Jos objetos del analizado. Cuanto mayores sean los conflictos entre las propias partes de la personalidad del analista, tanto mayores serán las dificultades para realizar las identificaciones con- cordantes en su totalidad. b) Las identificaciones complementarias se produ- cen ya por el hecho de que el analizado trata al ana- lista como a un objeto interno, razón por la cual éste se siente tratado como tal, es decir, se identifica con este objeto. Al mismo-tiempo existe una estrecha co- nexión con el destino de las identificaciones concor- dantes: parece que en la medida en que el analista fracasa en éstas, y las rechaza, se intensifican determi.. nadas identificaciones complementarias. Se entiende que .el rechazo de una parte o tendencia propia del analista, por ejemplo, de su agresividad, lleva a un rechazo de la agresividad del analizado (con lo que fracasa esta identificación concordante) y que tal situación lleva a una mayor identificación ( compJe.. * H. Deutsch s, habla de posici6n complementaria al referirse a las identificaciones del analista con las imagos de los objetos. 236 HEINRICH RACKER
mentarla) con el objeto (rechazante) hacia el que
está dirigido aquel impulso agresivo. El uso corriente refiere con frecuencia el término "contratransferen· cía" solamente a las identificaciones complementarias, es decir, a aquellos procesos psicol6gicos del analista en que éste, sintiéndose tratado como un objeto e identificado (parcialmente) con un objeto interno del analizado, vivencia a éste como a un objeto interno propio; al mismo tiempo son frecuentemente exclui- das del concepto "contratransferencia"· las identifica· ciones concordantes, es decir, aquellos contenidos psi- col6gicos que surgen en el analista a causa de la eni.;. patía lograda con el analizado y que "simplemente" reflejan y reproducen los contenidos psicol6gicos de éste. Tal vez sería lo mejor seguir este uso, pero exis- ten algunas circunstancias. que se oponen a ello. Ante todo, está el hecho de que algunos autores incluyen las identificaciones concordantes en el concepto de la contratransferencia. Tendrlamos, pues, que entrar en una discusión terminológica o· aceptar el término en este sentido más amplio. Creo, por varias razones, que lo último es preferible. Si consideramos que las identificaciones concordantes del analista (sus "com.. prensiones") son una forma de reproducción de sus propios procesos pasados, especialmente de su propia infancia, y que esta reproducción o revivencia se realiza como respuesta a estímulos del paciente, esta- remos más dispuestos a incluir las identificaciones concordantes en el concepto de la contratransferen- cia. A esto se agrega la estrecha conexión de las idenw tificaciones concordantes con las complementarias (es decir, con la contratransferencia en el sentido corrienw te) , lo cual aconseja una diferenciación pero no una total separaci6n de los términos. Finalmente debe tenerse en cuenta que la disposici6n a la empatla, es ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 237 decir, a las identificaciones concordantes, se origina. principalmente en la contratransferencia positiva su- blimada, lo que igualmente relaciona la empatia con la contratransferencia en el sentido corriente. Todo eso sugiere, pues, la aceptación del término contra- transferencia como la totalidad de la respuesta psi· cológica del analista frente al paciente. En este caso, la diferencia entre los dos aspectos mencionados de- be aún ser concretada terminológicamente. Por un lado está el analista como sujeto y el analizado como objeto del conocimiento, el cual en cierto ·sentido anula la "relación de objeto" propiamente dicho, produciéndose en su lugar la unidad o identidad aproximada entre partes del sujeto y partes del objeto (experiencias, impulsos, defensas, etc.) ; el conjunto de los procesos pertenecientes podría deno1ninarse -donde sea necesario- contratransferencia concor- dante. Por otro lado existe una relación de objeto muy similar a muchas otras, una verdadera "trans- ferencia" en que el analista ''repite'' vivencias ante- riores, representando el analizado objetos .internos del analista; el conjunto de estas últimas vivencias (que igualmente existen siempre y continuamente) podría ser denominado contratransferencia complementaria·*. Un breve ejemplo no estará de más aqui. Tome- mos el caso de un analizado que amenaza al analista con suicidio. En tales situaciones no raras veces sucede un rechazo de la identificación concordante por parte del analista y una intensificación de la iden· tificación con el objeto amenazado. La angustia que tal amenaza hace surgir en el analista puede llevar * Dado el íntimo enlace entre los dos aspectos de la con- tratransferencia esta diferenciaci6n es un tanto artificial. Su introducción s6lo se justifica considerando las circunstancias arriba mencionadas. 238 HEINRICH RACKER
a diversas reacciones o mecanismos de defensa den-
tro de él, por ejemplo, el fastidio contra el analiza- do. Esto -la angustia y el fastidio-- serían conteni- dos de la "contratransferencia complementaria". La percepción de su fastidio puede originar a su vez sen- timientos de culpa en el analista y éstos llevar a de- seos de reparación y a Ja intensificación de la iden- tificación y contratransferencia concordantes. Referente a estos dos aspectos de la ''contratrans- ferencia total" existe también una analogía con la transferencia. La transferencia positiva sublimada es el móvil principal e imprescindible para el trabajo del analizado, sin constituir por sí un problema técnico. La transferencia se convierte en dificultad o "tema" (según las palabras de Freud), principalrilente "cuan- do se convierte en resistencia", cuando por "resis- tencia" se ha vuelto sexual o negativa 2º• 23 • Análo- gamente, la contratransferencia positiva sublimada es el móvil principal e imprescindible del trabajo del analista (disponiéndolo a la continuada identifica- ción concordante), y también la contratransferencia se convierte en dificultad o "tema" técnico, princi- palmente, cuando se convierte en sexual o negativo. Agrego que también eso se produce, en forma inten- sa, ante todo, por resistencia --en este caso, del ana- lista-, es decir por "contrarresistencia". Esto lleva al problema de la dinámica de la contratransferencia. Puede ya vislumbrarse que los tres factores que Freud designó como determinantes en la dinámica de la transferencia (o sea: el impulso de repetir los clisés vivenciales infantiles, la necesidad libidinal y la re- sistencia) son también decisivos para la dinámica de Ia contratransferencia. Volveré sobre esta cuestión más adelante. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 239
III. Peligros y usos de la contratransferencia
Tesis principal de esta parte. Primer ejemplo. Aná-
lisis estratográfico de una reacci6n contratransfe- rencial. Fundamentos de la "contratransferencia complementaria". llustraci6n de las identificacio- nes contratransferenciales. Otra ejemplificación de la tesis principal.
La tesis principal que desarrollaré a continuaci6n
(Capítulos II-V), es, en s!ntesis, la siguiente: Cada situaci6n transferencia! provoca una situaci6n contratransferencial, que surge a raíz de la identifica- ción del analista con los objetos del analizado ("con- tratransferencia complementaria"). Estas situaciones contratransferenciales pueden, por cierto, ser reprimi- das o bloqueadas afectivamente, pero problablemente no evitadas; en todo caso, .no deberían ser evitadas, a fines de una comprensi6n total. Las reacciones (:On· tratransferenciales son regidas por las leyes del incons· ciente general e individual. Entre éstas debe ser re· calcada la ley del talión. Asl, por ejemplo, cada si- tuaci6n transferencia! positiva es contestada, en un plano, por una contratransferencia positiva; a cada transferencia negativa responde una contratransfe- rencia negativa. Es de gran importancia que el ana· lista esté consciente de esta ley, porque la conciencia de ella es la base que le evitará "hundirse" en la contratransferencia. No estando consciente, no po- drá evitar entrar en el círculo vicioso de la neurosis del analizado, lo que le dificultaría o aun imposibili- taría su labor terapéutica. Un ejemplo simplificado: si la: neurosis de un analizado se centra en un con- flicto con su padre introyectado, proyectará a éste 240 HEINRICH RACKISR
sobre el analista, a quien tratará como a su padre.
El analista se sentirá internamente -en una parte de su ser- en correspondencia con el trato recibido. Si escotomiza esta situaci6n, será inevitable que su conducta está interferida por estas reacciones suyas, por lo que renovaría las situaciones que codetermi- naron, en mayor o menor grado, la neurosis del analizado. De ahí que sea de suma importancia que el analista desarrolle dentro de si un yo observador de sus reacciones contratransferenciales que, natural- mente, son continuas. La percepción de estas reac- ciones contratransferenciales le ayudará a hacer cons- ciente las continuas situaciones transferenciales del analizado y a interpretarlas, en lugar de actuar, regido inconscientemente por aquellas reacciones, como su- cede no raras veces. Cito como ejemplo muy cono- cido el "silencio vengativo" del analista. h1ientras que el no estar consciente de estas reacciones crea el peligro de que el analizado tenga que repetir nueva- mente --ahora en su vivencia transferencia}- el circu- lo vicioso de "objetos malos" (en realidad, neuróti- cos) e impulsos y defensas patológicas, aquellas in- terpretaciones transferenciales (obtenidas gracias a la vivencia contratransferencial consciente) represen- tan justamente la posibilidad de abrir brechas impor- tantes en este circulo vicioso. Volviendo al ejemplo anterior: si el analista es consciente de lo que la pro- yección de la imago paterna sobre él provocó en su contratransferencia, puede más fácilmente hacer cons- cientes al analizado esta proyección y los mecanismos consecutivos. Justamente la interpretación de estos mecanismos le mostrará al analizado que la realidad actual no es idéntica a su realidad interior (pues si lo fuera, el analista- no interpretaría, etc.) ; el ana;- lizado introyecta en tal caso una realidad mejor que ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 241
la de su mundo interno, mientras que tal rectifica-
ci6n no sucede cuando el analista está y actúa bajo el dominio de su contratransferencia inconsciente. Quisiera ilustrar lo que hasta aquí he resumido, con algunos ejemplos menos simplificados. Volvien- do a la pregunta, qué hace el analista durante la sesión y qué acontece dentro de él, se podría pensar, como primera respuesta: "el analista escucha". Pero ya aquí nos detenemos, pues no es completamente cierto. El analista escucha por lo general, o quiere escuchar, pero no siempre y- sin excepción está escu- chando. Ferenczi 11 se refiere a ·este hecho y opina que las distracciones del analista no importan mucho, pues seguramente, el analizado, en tales momentos, ha estado ofreciendo resistencia. Esta nota (que data del año 1918) parece como un resto de la época en que el analista estaba interesado principalmente en los impulsos reprimidos, pues para la época del ''aná lisis de las resistencias" tal acontecimiento es tan sig- nificativo como cualquier tema que atendamos con interés. En todo caso, Ferenczi se refiere a una res- puesta contratransferencial y deduce de ésta una si- tuación psicológica del analizado. Dice: " ... hemos reaccionado inconscientemente al vacío y a la futili- dad de las asociaciones dadas en este momento con la sustracción de la carga consciente". Se podría des- cribir la situación como alejamiento mutuo transfe- rencial-contratransferencial. El alejamiento del ana- lista sería una respuesta a un alejaÍniento del anali-. zado, y este alejamiento, a su vez, una respuesta a una posición psicológica imaginada o real del ana- lista. Si nos hemos alejado (no escuchado, pensado en otra cosa) , podemos, pues, utilizar analíticamente este acontecimiento tan bien como cualquier otro. También los sentimientos de culpabilidad que sinta- 242 HEINRICH RACKER
mos por tal alejamiento son analíticamente tan utili-
zables como cualquier otra reacción contratransfe. rencial. Las palabras de Ferenczi "el peligro de que el médico se duerma. . . no debe considerarse como grave porque nos despertamos en la primera ocurren- cia que de alguna manera importa para el trata- miento", tienen claramente por finalidad calmar tales sentimientos de culpabilidad. Pero creo que mejor que esta tranquilización racional de -los sentimientos de culpa, sirve su utilización analítica, la que al mis~ mo tiempo calmaría mejor (y con mayor adaptaci6n a la realidad) los mismos sentimientos de culpa. En realidad, estamos ante un problema cardinal de la relación transferencial·contratransferencial, y con esto, del proceso terapéutico en general. Pues aquel "ale- jamiento" del analista solamente es un ejemplo de cómo un inconsciente contesta al inconsciente de otra persona, y viceversa. Esta respuesta parece ser regida, en cuanto nos identificamos con los objetos incons· cientes del analizado, por Ja ley del tali6n (aunque no solamente por ella), y en cuanto influye inconscien- temente en el analista surge el peligro de aquel circulo vicioso interpersonal, puesto que también el anali- zado responde nuevamente "taliónicamente", y así ad infinitum. Examinándola más de cerca, se ve que la mencio.. nada "respuesta tali6nica', o aquella "identificaci6n con el agresor" (es decir, con el analizado frustrador) es un proceso complejo. Tal proceso psico16gico del analista suele empezar con un displacer o una angus- tia ( niayor o menor) como reacción a esta agresión (frustraci6n), y frente a esta sensación el analista se identüica con el agresor. Con el término "agresor" no debemos designar simplemente al analizado, sino a algún .objeto interno del analista (especialmente su ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 243
propio superyó o algún perseguidor interno) , proyec-
tado ahora sobre el analizado. Esta identificación con el agresor (o perseguidor) tiene por consecuen- cia un sentimiento de culpabilidad -supongo que siempre-, aunque sea reprimido, pues lo que acon- tece es, en pequeña medida, un proceso melancólico, tal como lo vio Freud: el objeto nos abandonó (en cierto grado), nos identificamos con el objeto perdi- do * y acusamos luego al "objeto malo" introyectado, es decir, tenemos sentimientos de culpabilidad. Eso aun puede sentirse en las palabras citadas de Fe- renczi, en las que se expresan mecanismos que deben defender al analista de estos sentimientos de culpa: ne- gación de culpa ("el peligro no es grave") y acusa- ción contra el analizado por el "vacío" y la "futili- dad" de sus asociaciones**. Quisiera ahora citar dos situaciones generales que ilustran tanto las identificaciones complementarias y concordantes como el círculo vicioso a que estas si- tuaciones pueden llevar. a) Una de las situaciones transferenciales que apa- recen con regularidad, consiste en que el analizado ve en el analista a su superyó. El analista se identi- fica por un lado con el ello y el yo del analizado y con la dependencia de éste de su superyó, y, por otro lado, se identifica con este mismo superyó -si- tuación en la que lo coloca el analizado- y vivencia * Es un abandono parcial y es una amenaza de abandono. El objeto que amenaza abandonarnos y el perseguidor son, en última instancia, lo J;Uismo. ** El proceso descripto por Ferenczi tiene aun un aspecto más profundo. El "vacío y la futilidad'' de las asociaciones son la expresión de la parte vacía, fútil, muerta, del anali~ zado; la expresión de una situaci6n depresiva en que el analizado está solo y abandonado por sus objetos, tal como sucedió en Ja situación anaJítica. 244 HEINRICH RACKER
así el dominio del superyó sobre el yo del analizado.
La situación del yo frente al superyó es, en el fondo, una situación depresiva y paranoide; la situación del superyó frente al yo, es, en este mismo plano, manía~ ca (en cuanto este término puede usarse para desig~ nar la actitud dominante, controladora y acusadora del superyó frente al yo) . En este sentido puede decirse, .grosso modo, que a una situación transferen· cial '~depresiva-paranoide" del analizado, correspon- de ~n el aspecto de la identificación complemen- taria-,-. uria situación contratransferencial "maníaca" del _analista. ~sta, a su vez, puede tener por canse· cuencia: diversos temores y sentimientos de culpa, a los. que me referiré más adelante*. b) Cuando el analizado, en defensa a esta situa- ci6n, se identifica con el superyó, coloca al analista en la situaci6n del yo dependiente y recriminado. El analista no sólo se identificará con esta posición del analizado, sino que también vivenciará la situación en el contenido que el analizado le da, es decir, se sentirá acusado y sometido, y reaccionará en -algún grado con angustia y culpa. A una situaci6n transferencia! "maníaca" (aquí del tipo de la "manía recriminato- ria") corresponde, pues. -en el aspecto de la idenM tificaci6_n complementaria-, una situación contra~ transferencia! "depresiva-paranoide". Estas vivencias del analista abarcarán normalmente sólo parte de su ser, dejando libre otra parte que toma nota de ellas en forma adecuada al tratamiento. La percepción de la situación contratransferencial por * F. Cesio 6 presentó un caso en el que muestra las principales reacciones contratransferenciales que se origina~ ron en el curso del tratamiento psicoanalitico, señalando en especial las identificaciones parciales del analista con objetos del superyó de la paciente. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 245
parte del analista y la comprensi6n de ella como res-
puesta psicológica a determinada situación transfe.. rencial, le hará posible captar esta última y eso en el momento preciso en que sea vivenciada. Justamente estas situaciones y la conducta del analista frente a ellas, y en especial las interpretaciones que da al res- péctO; son, como he dicho, de importancia decisiva para el proceso terapéutico, pues son los momentos en que el circulo dentro del cual el neur6tico suele mo- ve!se -p.or proyectar su mundo interno hacia afuera y r~introyectar este mismo mundo- es o no inte.. rrumpido. Más aún, en estos puntos decisivos .el cífcul<? ·vicioso puede reforzarse por el analista, si éste es inconsciente de que ha entrado eri tal círculo. Un breve ejemplo. Un analizado repite con el analis~a su neurosis de fracaso, cerrándose frerite a toda 'interpretación o reprimiéndola en seguida, re- prochando al analista la inutilidad del análisis, vati- cinando también Ja ineficacia de éste en el futuro, · .afirmando continuamente su total indiferencia frente a todo, etc. El analista interpreta la posición del analizado frente a él en los distintos aspectos que apareceii, como, por ejemplo, su defensa frente a la vuelta de cie.rtos peligros (caer en dependencia, aban- dono, eng~ño, contra-agresión por parte del analista, etc:), en caso de que el analizado abandone su en- cierro e intjiferencia frente al analista; interpreta Ja proyección de los objetos "malos" internos y la sub- siguiente conducta sadomasoquista en la transferen- cia;· la necesidad de castigo; el triunfo y la "ven- ganza masoquista" contra los padres transferidos; la defensa frent~ a la "posición depresiva" por medio de defensas esquizoides, paranoides y maníacas (M. Klein) ; el rechazo de un ligamen que en el incons- ciente tiene significado homosexual, etcétera. Pero 246 HEINRICH RACKER
puede acontecer que todas estas interpretacione~, a
pesar de estar dirigidas a la resistencia central y enlazadas con la sitnación transferencia!, sufran el mismo destino por los mismos motivos, es decir, que caigan en la "marcha en vacio" de la neurosis de fracaso. Es ahora ,cuando sobrevienen. los momentos decisivos antes mencionados. El analista puede em- pezar a angustiarse frente al probable fracaso, ha- biéndolo sometido el analizado con sus resistencías, y a sentir enojo contra éste. Cuando aparece esta situación en el analista, el analizado suele presentir su posibilidad, ya que su propia. "agresividad", etc. la habla provocado; suele temer, pues, el enojo del analista. Si éste, amenazado por el fracaso, o mejor dicho, amenazado por su propio superyó o por sus propios objetos arcaicos que encontraron un agente provocador en el analizado, interpreta o actúa bajo la influencia de estos objetos internos, y de sus angus- tias paranoides y depresivas, el analizado está nueva.. mente ante una realidad similar a la que tuvo en sus vivencias infantiles (reales o fantaseadas) y a la que tiene en su mundo interno, y el círculo vicioso cónti.. núa y posiblemente hasta se refuerza. Pero si el ana- lista capta la importancia de esta situación, si com- prende a través de su propia angustia o enojo lo que acontece en el analizado, y si vence, gracias a la nueva comprensión, sus sentimientos negativos e interpreta lo acontecido en el analizado, estando ya en esta nueva situación contratransferencial positiva, en.. tonces habrá abierto una brecha -mayor o menar- en el círculo vicioso. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 247
IV. Continuaci6n
Fenomenología de la contratransferencia. Las "ocu-
rrencias" y las "posiciones'' contratransferenciales. Ejemplos. La "simbiosis'' psicológica'' entre sna- lista y analizado. Notas sobre la dinámica de con- tratransferencia.
He considerado hasta aquí, en términos predomi-
nantemente generales la relaci6n entre transferencia y contratransferencia y algunas de sus vincul;:tciones con el proceso analítico. Quisiera ahora, como pró- ximo paso, mirar más de cerca la fenomenología de la contratransferencia. Una detenninada diferencia ob- servada en las vivencias contratransferenciales sugie- re diferenciarlas en dos clases. Una de ellas podría ser denominada ocurrencias co_ntratransferenciales; la otra, posiciones contratransferenciales. Si el analista está enojado con su analizado (como sucedi6 en el último ejemplo citado en el capitulo anterior) se encuentra en una determinada "posición contratrans.. ferencial". Como ejemplo de las ((ocurrencias contra.. transferenciales" tendríamos el siguiente: Al comienzo de una sesión un analizado quiere pa- gar sus honorarios. Le entrega al analista un billete y le indica lo que éste debe devolverle. El analista, casualmente, tiene ese día el dinero en otro cuarto y sale para buscarlo, dejando el billete sobre el es- critorio. En el lapso entre salir y volver, tiene la fantasia de que el analizado retomará el dinero y afirmará que el analista ya lo ha guardado. Cuando vuelve, encuentra el billete en el lugar en que lo habla dejado. Arregladas las cuentas, el analizado se acuesta y comunica al analista que mientras es- 248 HEINRICH RACKER
taba solo había tenido la fantas!a de guardarse el
dinero, de darle un beso, de despedida al billete, y otras más. Desde luego, la falltas!a del analista se basó sobre lo que ya sabia del analizado, quien, en sesiones anteriores, había expresado sti inténso recha~ zo a pagar los. honora_rios. .L~ co11~_0.:rdancia de la fantasía del analista y de '¡a ¡lfírnera' fantasía del a,iializ.ado puede expliGar~.y_; ciqr.fi,'q_ p_Z:Oyeniente de un · :~n1a~e de los dos inconS~i-~n.teS~- ·que· podría conside- rarse como simbiosis psicQtr5g~éa entre laS ·_dos perso- nalid.ades .. Aj deseo del an;ilizado de quitarle el di- pero (manifiésto ya en ·1as sesiones anteríotes), re- a~~iona el_ analista con la idGn~icai;ió~ tanto con este dese() .como con el objeto ha~ia el cual.. está dirigido el. deseo, y de ahí su fantasia, d.e ser robado. Para qúb' aquellas identificacion~s puedan realizarse, debe e:#$.tir, _evid.entemente, Una· virtual identidá.d, y_ en géneral se puede suponer que todas las. posibles cons- telaciones psicplógicas en el analizado existe,n también en el analista. seg<in séa la con:stelacJórt én. el ana- lizado, vibra eh, el analista la consteláC~ó:n correspon- dieµte, de lo que resulta aquella simbiosis por la cual surgen e_spontáneamep.te en, el analista, lás ocu- rrencias que cOrrespqnd~n a la constelaci<?ri. psicoló- gica del analizado. Tanto en las fantasi,~s del tipo de la rec'iéll exp11esta, comó en el ej~mP!P del ana~ lista enojado, se trata de identificaciones con el ello. con el yo y con los. objetos del. analizad(); en amb()s casos, pues, se trata de reaccionés contratransferen- .ciales. Sin embargo, hay una diferencia importante entre una y otra situación: y se. obtiene la llnpresióil de que esta diferencia no se limita a la intensidad emocional. Antes de dilucidar es.ta. diferencia, quisiera reca,1- car que también la reacci6n contratransferencial que ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 249
apa.rece en el último ejemplo (la fantasía del bille-
te), puede y debe ser utilizada como instrumento técni.co. Más aún, es un ejemplo típico de aquellas ocurrencias libres a las que Freud y otros se re· fieren al aconsejar al analista la atenci6n flotante y al subrayar la importancia de estas ocurrencias para la comprensi6n del analizado. Estas últimas re- acciones contratransferenciales se caracterizan tam· bién por el hechO de no represen~r, por lo gen'eraI, ningún peligro para la posici6n objetiva y observa· dora del analista frente al analizado. Aqui el peligro reside, m.á:s· bien, en que riO sé preste ~a suficiente atenci6ri a estas ocurrencias o en que p.o se _haga uso de ellas para la comprensi6n y eventual interpreta· ción ... No siempre las ideas correspondientes del ana.. lizado son c:onsc.ientes en 'éste y no, siempre son comu· nicadas, como. acontece en el ejen;iplo- .citado. Pero en las propias ocurrencias y sensacio:q.es contratr~s ferenciales, el analista tiene un· fustrümento para adivinar lo reprimido o rechazado· por el analizado. Importa recalcar una vez más el distinto uso del tér- mino' cc~ontratransferencia"' ya que muchos, quizá la mayoría, no se refieren con él a estas ocurrencias del analista sino solamente a aquella otra clase de reacciones, ·las "posiciones contratransferenciales" .- Ya por eso resulta útil diferenciar estas clases. Quisiera ahora tratar de hacerlo con más clari- dad. La diferencia sobresaliente consiste en el dife· rente grado en que· el yo está implicado en las vivencias. En un caso -las reacciones son vividas como ocurrencias, as0ci8.ciori~s libres o fantasías sin mayor intensidad emocional y un tanto ajenas al yo. En el otro caso, el yo .del analista está envuelto en la experiencia coiitrat:faiiSferencial; ésta es vivida· pOr 250 HEINRICH RACKER
él con mayor intensidad y como realidad (el analizado
es malo para el sentir del analista enojado), y existe el peligro de uhundirse" en esta vivencia. El factor que en primera línea parece originar estas diferencias, es una situación análoga en el analizado, es decir, la disposición de éste para percibir y comunicar su si~ tuaci6n interna (lo que ocurre en el caso del bi- llete), o bien para actuarla (como en el caso del analista enojado con una actuación frustradora del analizado) . Por otro lado, existe en el analista mis- mo, indudablemente, un factor que determina esta diferencia. Parece que se trata de distintas disposi- ciones suyas para responder con la percepción de sus reacciones frente a ciertas situaciones, mientras que, frente a otras, tiende a actuar (alo o autoplástica- mente) . En otras palabras, si lo uno o lo otro acon· tece, depende de la propia neurosis del analista, de sus disposiciones a la angustia, de sus mecanismos de defensa, y en especial de sus tendencias a repetir (actuar) en lugar de hacer consciente. Nos hemos encontrado, así, con un factor que determina la di- námica de la contratransferencia. Es el mismo que Freud mostr6 como determinante para Ja especial intensidad de la transferencia en el análisis y que sería también responsable de la especial intensidad de la contratransferencia. Quisiera detenerme un momento más en el pro- blema de la dinámica de la contratransferencia. La mayor intensidad de determinadas reacciones contra- transferenciales se explica por las defensas patol6gi- cas frente al incremento de angustias arcaicas, de conflictos internos del analista no resueltos. Con respecto a la dinámica de la transferencia en el aná- lisis, creo que la transferencia no sólo se intensifica ESTUDIOS SOBRF. TÉCNICA PSICOANALÍTICA 251 porque sirve de resistencia frente al recuerdo (Freud) , sino también porque sirve de defensa frente a peligros dentro de 13. vivencia transferencia! misma; es decir, que la "resistencia de transferencia" es frecuentemen- te la repetición de defensas que son intensificadas para que no se repita en la transferencia la catás~ trofe 68 ; lo mismo vale para la contratransferencia. Es evidente que estas catástrofes están relacionadas con el hacerse consciente de determinados aspectos de los propios instintos. Tomemos como ejemplo al analista que se angustia y enoja internamen~e ante el intenso masoquismo del analizado que actúa también masoquistamente dentro de la situación analítica. Tal situación suele evocar en el analista antiguas an- gustias paranoides y depresivas y antiguos sentimien~ tos de culpabilidad, puesto que el analista, frente a los efectos de esta agresión, se encuentra en sU inw consciente nuevamente con sus antiguos crímenes. Son frecuentemente los conflictos infantiles del ana- lista con su agresión los que lo llevaron justamente a esta profesión, en que trata de reparar los ob- jetos y de superar o negar su culpa. Frente al maso- quismo del analizado fracasa esta reparación o dew fensa que consiste en la actuación terapéutica cf.el analista y ésta está así ante el retorno de la catástro- fe, el objeto destruido.. De esta manera suele au- mentar la intensidad de la "contratransferencia ne~ gativa" (el enojo con el analizado), dados el fracaso de la defensa contratransferencial (de la actuación terapéutica) y el siguiente incremento de la angustia ante una catástrofe en la vivencia contratransferencial (la destrucción del objeto). Este ejemplo puede servir para ilustrar también otro aspecto de la dinámica de la contratransferen- 252 HEINRICH RACKER
cia. En un trabajo anterior 68 he recalcado cómo la
"abolici6n del rechazo" en el análisis determina la dinámica de la transferencia y en especial la inte'n- sidad de la transferencia de los. objetos internos recha- zantes, en primer lugar del . sllpery6. La "abolici6n: del rechazo" empieza con la C.oiriunicación de las ocu- rrencias "libres". El an.alista · no hace tal comunica- ción, lo que determina Uria importante diferencia entre su situación y la del analizado y con eso una importante diferencia entre la dinámica de la trans- ferencia y la ·de la contratransferencia. Sin embargo,_ esta diferencia no es· tan ·grande como podría pensarse a primera vista, en primer_ lugar porque no es necesa- rio que las asoci_a_ciones .libres sean expresadas para que tengan lugar Proyecciones y transferencias, y en segundo, porque también el analis.ta comunica de" terminadas asociaciones de naturaleza personal aun cuando parezca no .suceder. ·Estas comunicaciones empiezan ya -cómo {¡uien dice- c9n la chapa de la puerta: "Psicoanalista" o "Médico" ¿Qtié. motivo -en términos del inconsciente-:- tendfía· ·él analista de querer curar si no hubiese sido él quien enfermó al enfermo? De esta manera el enfermo ·es- yai de por sí, el acreedor, el acusador, el · ~'superyó" del analista, y éste su deudor. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 253
V. Ejemplos
1) La "ocurrencia libre'' y la contratransferencia. 2)
La ((ocurrencia contratransferencial" como instru .. mento técnico. Relación entre resistencia contra~ . transferencia! y resistencia transferencia!. 8) La contratransferencia antes y después de las Jesiones como guia. 4) Contratransferencia y comprensi6n en un caso de W. Reich. 5) La represi6n de la contratransferencia como impedimento para la comprensión. La contratransfereticia corno guía frente a las defensas maniacas. 6) Tramsferencia total y contratransferencia total. 7) Contratrans- ferencia e interpretaci6n. 8) Contratransferencia, reacción terapéutica negativa y la irrupción del círculo vicioso neurótico (una sesión analítica). 9) Contratransferencia y los términos de la inter- pretación.
Los ejemplos que siguen ilustran las diferentes cla-
ses de reacciones contratransferenciales. Primeramente son expuestas unas situaciones en las que la contra~ transferencia tiene poca intensidad y no llega a 'arras~ trar con ella al yo del analista; luego, algunas situa- ciones de intensas reacciones contratransferenciales, siendo el yo intensamente implicado en la vivencia; además, algunos ejemplos en que la represi6n de la contratransferencia imposibilitó la comprensión de la si1:uaci6n del analizado en el momento debido. Por otra parte, cada ejemplo ilustra uno u otro de los &spectos principales de la tesis (véase Cap. III). l) Una analizada pregunta al analista si es cierto que el analista N. se separ6 de su mujer y se cas6 254 HEINRICH RACKER
con otra. En las asociaciones que siguen se ocupa
detenidamente de la primera esposa. Al analista se le ocurre que a la analizada le interesa también saber quién es esa segunda esposa y que probablemente se está preguntando si no era una analizada de su actual marido. En su inconsciente, dada la situación trans- ferencia! actual de la analizada, se está preguntando si su propio analista no podría separarse también de su mujer y casarse con ella. Siguiendo esta sospecha: pero cuidando de no sugerir nada, el analista pregunta si ha pensado algo sobrn la segunda esposa de N. La analizada contesta riéndose: ''Sí, pensé si no era una analizada de él". El análisis de la situación psico16- gica del analista most.ró que la libre ocurrencia fue posible porque su identificación ce .1 la analizada en los deseos edipicos de ésta no e•~ba trabada por la represión, y también porque él mismo contratransfe- ría sus propios impulsos edípicos positivos, aceptados por su yo, sobre la analizada. Este ejemplo ·ilustra que también en las ocurrencias libres del analista -las que le facilitan la compren- sión profunda- interviene no sólo la contratransfe~ rencia positiva sublimada que le permite la identi- ficación con el ello y el yo del analizado, sino adem·ás la "contratransferencia complementaria"} es decir, la identificación con los objetos internos que el analizado transfiere, y la aceptación en la conciencia de sus propias relaciones de objeto infantiles con el ana- lizado. 2) En los ejemplos siguientes, las ocurrencia> li- bres ya manifiestamente deptndientes de la situación contratransferencial constituyen la guía para la com~ prensión. Una candidata asocia sobre una reunión científica ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 255
en el Instituto Psicoanalítico, la primera a la que
ella asistía. Mientras ella asocia, al analista se le ocurre que él, al contrario de la mayoría de los demás analistas didácticos, no había intervenido en la dis- cusión. Experimenta cierta molestia por tal hecho, piensa que esto le habrá llamado la atención a la analizada y percibe un ligero temor de que la anali- zada lo haya sentido inferior. Se da cuenta de que prefiría que ella no pensara eso y que no mencionara lo ocurrido; justamente por eso pregunta a la anali- zada qué había pensado con respecto a él en esa circunstancia. La reacción de Ja analizada muestra la. importancia de la pregunta. Se sorprende y ex- clama: "Cierto, casi había olvidado referíselo." Luego trae un amplio material transferencia! que antes había rechazado por motivos correspondientes al rechazo contratransferencial de este mismo mate- rial por parte del analista (temor a una situación transferencia! "negativa"). El ejemplo muestra no sólo la importancia de la observación de las ocurren- cias contratransferenciales como instrumento técnico, sino también una relación entre una resistencia tranS- ferencial y una resistencia contratransferencial. 3) Otro ejemplo: en el saludo del comienzo de la sesión, el analista percibe que el analizado está deprimido y siente un ligero sentimiento de culpa- bilidad; asocia en seguida la sesión pasada en que frustró al analizado e intuye así de dónde proviene la depresión, aun antes de que las asociaciones del analizado lo conduzcan a la misma conclusión. Tam- bién las observaciones de las propias ocurrencias, es- pecialmente contratransferenciales, antes y después de las sesiones, pueden ser una importante guía en la comprensión de Ja situación analitica del anali- 256 HEINRICH RACKER
zado. As!, por ejemplo, un fastidio sentido antes de
entrar en el cuarto de trabajo, como respuesta con- tratransferencial a una conducta agresiva o somete- dora del analizado, puede hacer comprender de ante- mano la angustia de éste, que será, en la capa más superficial, el temor al enojo del analista, o sea, a la venganza de él por su conducta. Puede constituir otro ejemplo el caso de un analista que antes de entrar en el cuarto de trabajo percibe un sentimiento de cul- pa por estar retrasado; repara en que con frecuencia hace esperar al mismo analizado 'r. comprende que en especial es el gran sometimient°' masoquista de éste lo que lleva al analista a esa conducta frus- tradora. En otras palabras, el analista tewonde a la gran represión de la agresión del analizado haciendo lo que se le antoja, abusando de la neurosi~del ana- lizado. Pero esta misma tentación que el analista siente y por la que se deja llevar en su conducta, y los sentimientos de culpa que. por esta causa experi- menta, le pueden servir de guia para comprender la situación transferencia! del analizado. 4) Quisiera ahora presentar un ejemplo de la lite- ratura analítica que muestra iguahnente la situación contratransferencial como base para comprender, de manera decisiva para todo el curso ulterior del tra- tamiento, la situación analítica del enfermo. Es al mismo tiempo interesante observar que el autor parece desconocer que la feliz comprensión se debe a una captación inconsciente de la situación contratrans~ ferencia1. Se trata del "caso con sentimientos maní· fiestos de inferioridad" publicado por W. Reich 76 • Después de mostrar cómo durante un largo periodo, ninguna interpretación tuvo éxito y no logró modi- ficar la situación analitica del enfermo, Reich escribe: ESTVDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 257 "Le interpreté luego sus sentimientos de inferioridad frente a mi; primeramente eso no tenía éxito, pero después de mostrarle, consecuentemente y durante varios días, su conducta, trajo algunas comunicacio- nes sobre su enorme envidia, no frente a mí, sino frente a otros hombres, ante los que igualmente se sentía inferior. Y ahora emergió en mí, corno un rayo, la ocurrencia, de que sus continuas quejas no podrían significar otra cosa que esto: 'el análisis no tiene influencia sobre mi', es decir, no vale nada, el analista es inferior e impotente y no puede lograr nada frente a él. Las quejas deblan ser comprendi- das en parte como triunfo y en parte como reproches frente al analista" (las bastardillas son mías). Si nos preguntamos por el origen de aquella "ocurrencia relámpago" de Reich, la respuesta debe ser, teórica- mente, que provino de la identificación con aquelJos impulsos del analizado o de la identificación con un objeto interno de él. La descripción de los aconteci- mientos, sin embargo, no deja mucho lugar a dudas de que fue esto último, o sea la "contratransferencia complementaria", la fuente de la intuición de Reich; es decir, que aquella comprensión relámpago surgió de la propia sensación de impotencia, derrota y cul- pabilidad por el fracaso del tratamiento. 5) Ahora un caso en que la represión de la con- tratransferencia pudo impedir la comprensión de la situación transferencia!, mientras la percepción ulte.. rior de esta misma situación contratransferencial jus- tamente posibilitó esa comprensión. Durante varios días un analizado está con intensa angustia y dolores de estómago. La analista no com- prende la situación hasta que pregunta directamente al analizado desde cuándo data ese estado. El anali- 258 HEINRICH RACKER
zado contesta que es desde que él habla criticado
acerbamente a la analista por una determinada con.. ducta; agrega que la babia notado algo deprimida últimamente. Lo que el analizado dice, da en la tecla. La analista realmente se babia deprimido un tanto a raíz de aquella crítica. Pero mientras ella babia reprimido la agresión (dirigida contra el anali- 2ado) que estaba detrás de su depresión y babia re· prim.ido, además, que también el analizado pensaría, consciente o inconscientemente, en el efecto de su crítica, el analizado estaba consciente de eso y, por lo tanto, relacionó sus propias angustias y síntomas con la depresión de la analista. En otras palabras, la analista habla escotomi2ado la relación entre la angustia y el dolor del analizado por un lado y la agresión (critica) realizada contra ella por el otro. Esta escotomización de la situación transferencial se debía a una represión de la contratransferencia, pues la agresión que el analizado sospechaba de parte de la analista y frente a la cual respondía con, angustia y con dolor gástrico, anticipándose y autoagrediéndose, existía, no sólo en su fantasía, sino también en el sentir contratransferencial de la analista. El peligro de que la contratransierencia sea repri- mida es, naturalmente, tanto mayor cuanto más son rechazadas estas reacciones contratransferenciales por el ideal del yo o el superyó. Tomando, por ejem· plo, el caso de un analizado que se conduce con una ausencia casi total de "respeto", ocurrirá que el ana.. lista estará herido en su narcisismo y reaccionará internamente con algún fastidio. Si reprime el fasw tidio porque éste está en discordia con las exigencias de su ideal del yo, se priva de una guia importante en la comprensión de la transferencia del analizado, el cual prócura negar las distancias entre sus objetos ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 259
internos idealizados y su yo mediante sus mecanismos
maníacos, tratando de compensar sus sentimientos de inferioridad a través de una conducta de "igual a igual", defendiéndose así de situaciones de conflicto sumamente importantes. De modo similar, la excitaw ción sexual del analista puede señalar una conducta seductora encubierta y fantasías erotomarúacas in~ conscientes de la analizada, como también las situaw ciones subyacentes a éstas. La represión de tales reac- ciones contratransferenciales pueden cerrar el acceso a la técnica adecuada. Lo que está indicado, por ejemplo, en situaciones como las recién expuestas de tipo hipomaníaco, no es simplemente "tolerancia" (que puede ser intensificada por el sentimiento de culpabilidad por las reacciones contratransferenciales señaladas), sino el hacer consciente las reacciones contratransferenciales de los objetos internos (super- y6, etc.) del analizado mismo. Pues asi como el ana- lista ha reaccionado con cierto fastidio frente a la "falta de respeto" y a la desconsideración por parte del analizado, asi lo hacen también los objetos inter- nos de éste, puesto que en su conducta hay agresi- vidad contra estos objetos, experimentados por el analizado como superiores y al nús1no tiempo como rechazantes. En términos más generales diría que los pacientes con determinadas defensas hipomaníacas tienden a ver su conducta como "natural" y "espon- tánea", al analista -como tolerante y comprensivo, reprimiendo al mismo tiempo los objetos rechazantes e intolerantes latentemente proyectados sobre el ana- lista. Si éste no reprime su reacción profunda frente a las asociaciones y la conducta ·del analizado, tiene en ella una guia excelente para mostrarle al analizado justamente estos objetos reprimidos y la relación de él con ellos. 260 HEINRICH RACKER
6) Presentaré ahora un ejemplo que, al mismo
tiempo que sigue la linea de los citados hasta ahora (clases de reacciones contratransferenciales, su utili- zación como instrumento técnico), muestra la impor- tancia de tener en cuenta la contratransferencia total, asi como también la transferencia total. Me refiero, en especial,· a la importancia de -prestar atención en la situación analitica no sólo a lo que fue y es repe- tido, sino también a lo que no fue (o sólo existía como esperanza), es decir, a los factores nuevos, es· pedficamente analiticos. en las situaciones del anali- zado y del analista. Entre éstos se destacan las carac- terísticas reales nuevas de estos objetos (del analista o bien del analizado), la situación enfermo-médico, o sea, la intención de curarse o bien de curar ( resti· tuirse y restituir) , y la situación creada por el pen- samiento y sentimiento psicoanalitico. Como ejemplo de esto último puede servir la regla fundamental, ese permiso e invitaci6n original, expresi6n básica de un ambiente especifico de tolerancia y libertad. Antes de exponer el ejemplo anunciado quisiera ilustrar brevemente a qué me refiero al hablar de la transferencia total. En una sesión, las asociaciones de un hombre, en tratamiento con una analista, gi- ran alrededor de sus relaciones con mujeres. Relata las frustraciones y rechazos sufridos y habla de su incapacidad de relacionarse con mujeres cultas. Apa- recen sus tendencias sádicas y de rebajamiento hacia la .mujer, etc. Era muy claro que el analizado trans- fería las imagos frustradoras y rechazantes a la ana- lista, de lo que result6 su desconfianza frente a ella. Lo que el analizado expresaba era al mismo tiempo su temor de ser rechazado por la analista a causa de su sadismo y, más pi;ofundamente, su temor de ser frustrado por ella, situaci6n que antaño habla des- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 261
encadenado su sadismo. Esta interpretación hubiera
sido el fiel reflejo de su situación transferencia! pro- piamente dicha. Pero en la situación analitica total había algo más. Evidentemente, el analizado necesi- taba, quería, buscaba algo con la sesión como tal. ¿Qué era eso, en qué consistía este factor actual o, si se quiere, el aspecto prospectivo de la situación transferencial? La respuesta está virtualmente con~ tenida en la interpretación anteriormente expuesta: el analizado buscaba conectarse afectiva y libidinal- mente, habiendo despertado las sesiones anteriores sus sentimientos positivos y habiendo sacudido algo su coraza; indirectamente estaba preguntando a la ana~ lista si a ella si podría tenerle confianza; si podía entregarse sin correr el peligro de sufrir lo que ante- riormente había sufrido. La interpretación .anterior si~ refería a la transferencia sólo como repetición de h que ya habla sido; esta última interpretación se 1 efería a lo mismo y, además, a lo que no habfa sido ) era nuevamente esperado de la vivencia analítica. Y ahora, el ejemplo que se refiere tanto a Ja situa- ción transferencia! como a la contratransferencial total. El material proviene otra vez del Análisis del ,·arácter, de W. Reich 76 • Se trata de aquel caso en •¡ue el análisis giraba durante mucho tiempo alre- ledor de la sonrisa del analizado, única expresión analizable, según Reich, que quedó al cesar todas las comunicaciones y actuaciones con que el analizado había comenzado el tratamiento. Entre estas actua- ciones del principio había algunas que Reich inter- pret6 como provocaciones {por ejemplo, un movi- miento que el analizado hizo hacia la cabeza del analista) . Es evidente que Reich se hizo guiar en esta interpretación por lo que habla sentido contra- transferenciahnente. Pero Jo que Reich percibió as! 262 HEINRICH RACKER
era sólo una parte de lo que había acontecido en él;
pues aparte del susto y del fastidio (que aunque sea solamente en un grado mínimo, debió de haber sen~ tido) hubo una reacción de su yo frente a estos sen~ timientos, una reacción de control y de domirúo im~ puesta por su conciencia (superyó) analítica. Pues Reich le había sugerido al analizado que hay mucha libertad y tolerancia en la situación analítica, y este espíritu de tolerancia hizo que frente a aquellas "provocaciones" Reich sólo contestara con una ínter~ pretación. Lo que el analizado queria y buscaba era probar si realmente existía tal tolerancia en Reich, interpretación que más tarde Reich le dio y que tuvo un efecto mucho más positivo que la primera. La consideración de la situación contratransferencial to~ tal (sentirse provocado y conciencia analítica, la que determinó el destino de este sentimiento) hubiera po- dido ser, pues, desde el comienzo, una guía para la captación de la situación transferencial total que consistla en la agresividad (defensiva) , en la des- confianza original y en el rayo de confianza, la nueva esperanza que la libertad de la regla fundamental habla vuelto a despertar en él. 7) Me he referido más arriba a que la situación transferencial, en cuanto está determinada por 1a situación infantil y los objetos arcaicos del analizado, provoca en el inconsciente del analista situaciones infantiles y la intervenci6n de sus objetos arcaicos. Quisiera ahora presentar otro ejemplo que muestra c6mo el no estar consciente el analista de su res~ puesta contratransferencial puede conducir a que el analizado se sienta nuevamente expuesto a un objeto arcaico (circulo vicioso) y c6mo, a pesar de cierta comprensión de lo que acontece en el analizado, el ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 263
analista se encuentra impedido de dar la interpreta-
ción adecuada. Se trata de una primera sesión. La analizada em- pieza a hablar del calor que hace y de otros asuntos que a la analista (una candidata) le parecen insig- nificantes. Por eso le dice a la analizada que posi- blemente no se atreve a hablar de si misma. Aunque en realidad la analizada está hablando de si misma (aun cuando habla del calor que hada), la inter- pretación es, en su esencia, cierta, por estar dirigida al· conflicto central del momento. Pues el "usted no se atreve" es una crítica y proviene de la vivencia de la analista de estar frustrada en un deseo; este deseo debe de haber sido que la analizada venciera su resistencia. Si la analista no hubiera sentido .esta molestia o si hubiera estado consciente de la natura- leza neurótica de su reacción interna (angustia y fastidio), habría tratado de comprender por qué la analizada "no se atrevía" y se lo hubiera dicho. En este caso la falta de valentía que la analista señala a la analizada hubiera mostrado ser una respuesta "lógica" a una relación de objeto peligrosa. Siguien- do el pensamiento de la analista y dejando de lado otras posibles interpretaciones, podemos suponer que en tal caso hubiera dicho a la analizada, por ejem- plo, que algo, en la situaci6n analítica (en la relaci6n entre la enferma y la analista), le produjo el temor que hizo desviar a sus pensamientos de lo que le importaba mucho a lo que le importaba poco. Esta interpretaci6n se hubiera diferenciado de la que le dio, en dos puntos: la interpretación dada no ex- presa, en primer lugar, la relación de 0bjeto que lleva al "no atreverse", y en segundo lugar, coincide en su formulación con juicios superyoicos, lo que en 264 HEINRICH RACKER
lo posible debe evitarse*. No fue evitado en este
caso porque la analista estaba contratransferencial- mente identificada con el superyó de la analizada, sin estar consciente de ello; estando consciente hu- biera interpretado, por ejemplo, la agresión temida proveniente del superyó y no la hubiera realizado mediante la interpretación. Parece que la "interpre- tación de tendencias", sin considerar la relación de objeto, tiene por causa, entre otras, la represión por parte del analista de un aspecto de su contratrans· ferencia, o sea, la r.epresión de la identificación con los objetos internos del analizado. Continuemos con la sesión mencionada. l,a ana- lizada, sintiéndose criticada, se censura a sí misma por su costumbre de hablar con poca coherencia. Dice que la madre suele observarla por eso, y luego critica a la madre porque suele no escuchar lo que ella dice. La analista comprende que este material tiene relación con. la situación analítica, que la ana- lizada repite en la transferencia, y le dice: "¿Por qué cree usted que no la escucho?" La analizada contesta que seguramente la analista si la está es- cuchando. ¿Qué ha sucedido? La desconfianza de la anali- zada choca contra un deseo de la analista (por la confianza de la analizada) , y as!, en lugar de analizar la situación, la analista, ya que no puede decir "No, yo la voy a escuchar, téngame confianza'', se lo sugiere con aquella pregunta. Es, pues, nuevamente la interferencia de la contratransferencia incontrolada (el deseo de que la analizada no tenga resistencia, * Si las interpretaciones coinciden con juicios superyoicos del analizado, el analista es confundido con el superyó y a veces con razón real. Hay que mostrarle al analizado los jl.Ücios superyoicos pero en lo posible no hacerlos. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 265
etcétera) lo que conduce a que una comprensi6n par-
cialmente buena se convierta en una interpretación deficiente. La importancia de tales acontecimientos es grande, especiahnente si son frecuentes. Y es pro- bable que lo sean, ya que tales interpretaciones provie- nen de un determinado estado de la analista y por ser este estado en parte inconsciente. Ahora bien: ¿qué es lo que hace que tales acontecimientos ten- , gan tanta importancia? La respuesta es ésta: es el hecho de que el inconsciente del analizado registra justamente este estado y se encuentra nuevamente frente a un objeto que (como en este caso) quiere obligarlo a seducirlo a que rechace su desconfianza, un objeto que inconscientemente busca más satisfa- cer los propios deseos o calmar las propias angustias que comprender y satisfacer las necesidades del ana- lizado. ¿Cómo concluimos esto? Lo vemos en las reaccio~ nes de la analizada, que se somete a la sugerencia de la analista diciéndole, que le tiene confianza y negando as! un aspecto de su realidad interna. Se somete a la crítica anterior de su cobardía y "vence" luego, aparentemente, las resistencias, mientras en realidad todo transcurre como en las viejas vías. No puede ser de otra manera, pues el analizado capta la situación neurótica del analista y su situaci6n trans- ferencia] es determinada luego por ésta. En cierto grado el analizado se ve nuevamente ante su realidad infantil (interna o externa) y en este mismo grado repetirá sus antiguas defensas y no tendrá un motivo real para vencer de· veras sus resistencias, por más que el analista quiera convencerlo de su tolerancia y comprensi6n. S6lo logrará eso mediante interpre- taciones mejores en las que su neurosis interfiera menos. 266 HEINRlCH RACKER
8) Expondré ahora un ejemplo algo más detalla-
do que muestra: 1•) la ley taliónica en la relación analizado-analista; 2•) cómo la captación de la reac- ción contratransferencial indica lo que acontece en la transferencia y lo que tiene mayor actualidad en ella; 39) qué interpretación conviene dar para abrir brecha en el círculo vicioso neurótico y 49 ) cómo las asociaciones ulteriores muestran que eso ha sido logrado, aunque sólo parcialmente, pues las mismas defensas vuelven y nuevamente la contratransferen- cia señala la interpretación que el analizado necesita. Me limitaré a lo más importante de una sesión. El analiz_ado, que sufre más que nada por su intenso bloqueo afectivo y por su udesconexión" en todas sus relaciones de objeto, empieza la sesión diciendo que se encuentra completamente desconectado del ana~ lista. Habla con dificultad, como venciendo una gran resistencia y siempre con la misma voz, que aparece como desvinculada de los instintos y sentimientos. Sin embargo, la respuesta contratransferencial al con- tenido de sus asociaciones (o mejor dicho, de su relato, ya que ejerce un fuerte control sobre sus ocu- rrencias) no es siempre igual. En un momento dado el analista siente una ligera irritación: es cuando el analizado, médico, le cuenta una conversación que ha tenido con otro médico, en la que él criticó agu- damente a los analistas por su pasividad (dan poco y curan poco) , por sus elevados honorarios y por su tendencia a ejercer un dominio sobre los anali- zados. Lo que el analizado expresaba y su conducta tenían múltiples significados. Era claro, en primer lugar, que estas acusaciones, aunque manifestadas en gran parte en forma general y con referencia a otros analistas, se dirigían hacia el propio analista; el ana· !izado se habia convertido en el superyó del analista. ESTUDIOS ·SOBRE TÉCNICA PSICOANALÚ'ICA 267
Esta situación del analizado representa una defensa
frente al propio superyó acusador, proyectado sobre el analista. · Es una de las formas de la identificación con los perseguidores internos, que lleva a una inver- sión de la situación temida. Es, ·en otros términos, una pasajera manía recriminatoria en defensa frente a una situación paranoico-depresiva en que el super- yó persigue al analizado con recriminación y lo ame- naza con el abandono. Junto con esta identificación con el superyó, se realiza una proyección de una parte del "yo malo" (y del ello) sobre el analista. En este caso la pasividad (la mera receptividad y la incapacidad de reparar), el aprovechamiento egoísta y ·la :dominación que adjudica al analista son, en prüiiera ·instancia, "tendencias" propias "malas" por las que teme ser recriminado y abandonado por el analista. En un estrato más profundo, este yo malo es ·uri "objeto malo", con el que se había identificado en defensa frente a su persecución. Ya se entrevé que·, sería prematuro interpretar esta situación básica; antes tendrá el analizado que enfrentarse con su "yo irialo", es decir, pasar en la transferencia por aque- lla' Situación paranoico-depresiva en la que se siente amenazado por el analista-superyó. Pero aun asi que- dan dudas con respecto a la interpretación a dar, pues .lo que el analizado dijo o hizo tiene, aun en la superficie, varios significados más. La crítica que h~zo a otro médico sobre los analistas tiene el signi- ficado de rebelión, venganza y provocación y, quizás al _mismo tiempo, de búsqueda de castigo, como tam- bién de poner a prueba al analista con respecto a la libertad que le da y simultáneamente de someter y co_ntrolar a este objeto peligroso, etc. Su reacción contratransferencial señaló al analista cuál de todas ést<\l5-- era la interpretación indicada, puesto que esa 268 HEINRICH RACKER
reacción era la respuesta viva a la situación transfe-
rencia! de ese momento. El analista había sentido cierta angustia y agresión frente a la agresión sufrida (la ley taliónica), y era de suponer que el analizado había intuido (inconsciente o conscientemente) este fastidio del objeto interno hacia el cual estaba diri- gida su protesta, y que había reaccionado a esto con angustia. La desconexión que recalca en su primera ocurrencia debía de estar en relación con esta angus- tia, ya que gracias a tal desconexión, el analizado no percibió el peligro ni sintió la angustia. A través de la proyección de aquel objeto interno, el analista es un tirano que pide sometimiento completo y prohíbe la protesta. La transgresión de esta prohibición (la protesta del analizado expresada al médico-amigo), debe ser calificada por el analista -en la fantasia del analizado- de infidelidad, y respondida con eno- jo y abandono afectivo; lo deducimos de la vivencia Contratransferencial. Para reconciliar y recuperar al analista, el analizado acepta su enojo o castigo y sufre nuevamente dolores de estómago -tal como men- ciona en sus asociaciones, pero sin vincular las dos vivencias--. Su depresión de este día se explica por este sentimiento de. culpa y, secundariamente, por la pérdida de objeto proveniente de su desconexión aumentada. El analista le muestra en su interpretación lo que acabamos de exponer. El analizado responde dicien- do que el día anterior recordó la conversación con aquel médico y que, en efecto, le había producido angustia. Después de una pequeña pausa agrega: ''Y ahora pensé: Y. . . ¿qué hago con eso?" El analista percibió que estas palabras provocaron nue~ vamente en una parte de él un ligero fastidio. Se comprende por qué. La primera reacción del anali- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 269
zado a la interpretación (es decir, su recuerdo de la
angustia a causa de su protesta) había acercado al analista la satisfacción de un deseo: su deseo de di- solver la desconexión del analizado. La angustia que el analizado recordó había sido por lo menos un paso adelante, puesto que el analizado admitió así una conexión que por lo general negaba o reprimía. Las palabras siguientes frustraron nuevamente al analista, pues significaron: "Con eso no hago nada, nada ha cambiado." Nuevamente fue la reacción contratran~ ferencial lo que señaló al analista la presencia de un momento vivo de la transferencia, y que ésta era la oportunidad de interpretar. También aquí, en la fantasía inconsciente del analizado, debe de haber habido una reacción de enojo del objeto interno -tal como realmente aconteció en el analista-, lo cual debió ser señalado en la interpretación: era la angus- tia que tal fantas!a debe de haber provocado en el analizado. Esta angustia -y con ella la descone- xión- sólo pudo ser disminuida reemplazando aquel enojo fantaseado con una comprens~ón de la necesi- dad del analizado de defenderse a través de aquella negación ("Y ... ¿qué hago con eso?"). En realidad, el analista, además de sentir un ligero fastidio, había comprendido que el analizado tenía que protestar y rebelarse, cerrarse y desligarse de nuevo, negar e im- pedir toda influencia, porque en el caso de que el analista sirviera, el analizado caería en una depen- dencia más intensa aún, justamente porque el ana- lista le servirla de algo y porque el analizado le estaría debiendo algo. Este peligro había aumentado con la interpretación, puesto que el analizado la sin- tió como cierta. Dada la tiranía fantaseada del ana- lista -su carácter sometedor, aprovechador, sádico, etc.-, esta dependencia debía ser Impedida. 270 HEINRICH RACKER
Sobre Ja base de esta comprensi6n, extraída de Ja
contratransferencia que señalaba Ja situaci6n de an- gustia del analizado, fue dada la interpretaci6n, que también las asociaciones siguientes mostraron acer- tada. Por un lado, el analizado dijo poco después que se le habla pasado su depresi6n, y admitir eso significaba en este _caso un progreso, porque admitía algo positivo en el analista. Por otro lado, las aso- ciaciones siguientes permitieron profundizar el aná- lisis de su neurosis de transferencia, ya que el analiza- do mostraba en ellas un estrato más profundo, o sea, su dependencia subyacente, mientras que hasta ahora la interpretaci6n habla debido centrarse en el senti- miento de culpa y angustia que acompañaron a la defensa (rebeli6n, negaci6n, etc.) frente a esta mis- ma dependencia. Las asociaciones inmediatas se re- ferían a que hacia unos días un amigo común (del analizado y del analista) le había dicho que el ana- lista Se iba esa misma noche de vacaciones y por lo tanto esa· sesión sería la última. De esta manera el analizado admite Ja importancic. afectiva que tiene el analista para él, lo que solla negar sistemática- mente. Trasluce también que su protesta contra los analistas estaba determinada ya por el inminente pe- ligro de ser · abandonado por su analista. Cuando poco antes del fin de la sesi6n el analista aclara que la noticia que aquel anúgo le habla dado era equi- vocada, .er·analizado expresa su enojo contra el amigo y recuerda cómo éste había querido despertarle celos transferenciales hacía poco. Con eso el analizado admite aun sus celos por el analista, aunque desplaza su enojo hacia el anúgo que lo angusti6 en aquella y en esta oportunidad. ¿Qué ha acontecido en resumen, y cómo se ex~ plica? · ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 271
El viaje del analista representaba, en el incons-
ciente, el ser abandonado por los objetos internos necesitados. Este peligro fue contestado con una identificación: la amenaza de la agresión (abando- no), con agresión (protesta contra los analistas). Todo eso tuvo por consecuencia una nueva angustia del analizado frente a una posible contraagresión o abandono por parte del analista. Esta angustia ha- bía quedado inconsciente, pero el analista la pudo intuir por su contraagresividad contratransferencial. Si no hubiera interpretado esta situación transferen~ cial del analizado, o si en su interpretación hubiera entrado alguna critica por el insistente y continuo rechazo hacia el analista y por la "obstinada" nega- ción de todo vínculo con él, el analizado hubiera permanecido en el círculo vicioso entre su angustia básica ante el abandono y su identificación defensiva con el agresor (con el objeto que abandona), es de- cir, en el círculo vicioso de su neurosis. La interM prelación que le demostró la comprensión del analista por su conducta y por la angustia subyacente, cam- bió -por lo menos en este instante-- la imagen perseguidora de aquél. De ahí que pudiera aban- donar la identificación defensiva con esta imago y admitir su dependencia (el estrato subyacente), su necesidad del analista y sus celos. También en esta nueva situación, ahora alcanzada, la contratransferencia mue'stra el contenido y el ori# gen de la angustia que impulsa al analizado a una rápida repetición y recuperación de los mecanismos de defensa anteriores (identificación con el perse- guidor, bloqueo afectivo, etc.). Y también aquí es la interpretación de esta nueva .situación de peligro, el único medio para interrumpir el circulo vicioso. Da- da la situación interpersonal que antecedía durante 272 HEINRICH RACKER
meses a la entrega afectiva que en cierto grado acon-
teci6 hacia el final de esta sesi6n, dada la mutua situación paranoide transferencial-contratransferen- cial (la que se expresaba en el analizado por sus intensas resistencias caracterológicas, bloqueo afecti- vo, etc., y en el analista por los fastidios señalados), el analista vive tal entrega afectiva -en un plano- como un triunfo maníaco, al que luego siguen las correspondientes angustias depresivas y paranoides, la compasi6n hacia el analizado, los deseos de repa- ración, etc. Justamente tales sentimientos de culpa- bilidad en el analista por su sentimiento maníaco pueden llevar a que esta situación no sea suficiente- mente interpretada. El peligro en que el analizado piensa encontrarse, consiste en convertirse en víctima indefensa del sadismo de su objeto (el analista), del mismo sadismo que el analista ha sentido en su satis- facción contratransferencial "maníaca" de haber do- minado y vencido al 'cobjeto malo" con el que el analizado estaba identificado defensivamente. La per- cepción de esta reacción contratransferencial puede indicar nuevamente cuál es la situación transferencia! actual y qué es lo que debe ser interpretado. Si en la situación psicológica del analista no exis- tiera nada más que tal reacción maníaca, el analizado no tendría otra posibilidad que hacer uso de Jos mismos viejos ·mecanismos de defensa que constitu- yen esencialmente su neurosis. En términos más ge- nerales habría que afirmar que la reacción terapéutica negativa es una reacción transferencia! del analizado adecuada a una contratransferencia negativa, ima- ginada o real, del analista *. Pero aun donde tal contratransferencia negativa existe realmente, sólo
* Véase M. Little 58.
ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 273
representa un aspecto parcial de la respuesta psicoló-
gica del analista, pues aquella ley taliónica no es lo único que determina las respuestas del inconsciente, existiendo, además, el consciente, que a su vez está presente en las respuestas psicológicas del analista. En lo que se refiere al inconsciente, sólo mencionaré la tendencia a reparar, que crea hasta la disposición de "retribuir lo malo con lo bueno" y que es en realidad la disposición de remediar, aunque sea en un objeto desplazado, lo que se haya hecho o pen- sado de malo. En lo que se refiere al consciente, menciono en primer término la circunstancia de que el propio análisis hace al yo del analista más fuerte de lo que era, por lo que las intensidades de sus angustias y demás respuestas contratransferenciales suelen ser disminuidas; en segundo, la capacidad de enfrentarse con esta misma contratransferencia, de "sa- lir" en cierto modo de ella, de ponerse fuera y mi· rarla objetivamente; y en tercero, el conocimiento psicológico que también actúa en y sobre la res- puesta psicológica del analista. Así, por ejemplo, el conocimiento de lo que está detrás de la transferencia negativa y de las resistencias -lo que en última ins- tancia no es otra cosa que el amor malogrado por una u otra causa, interna o externa- le ayuda al analista a responder con amor a aquella posibilidad de amar, a aquel núcleo enterrado del enfermo, por más que en la superficie aparezcan el odio y el temor de éste. 9) Quisiera completar una consideración ya ini- ciada sobre determinada relación entre contratrans- ferencia e interpretación. l\fe refiero a la importan- cia que tiene el hecho de que el analista evite, en lo posible, hacer interpretaciones en términos que coin- 274 HEINR!CH RACKER
ciclan con los términos del superyó moral *. Este
peligro aumenta a causa de las identificaciones in- conscientes del analista con los objetos internos, y, en especial, con el superyó del analizado. En el úl- timo ejemplo en que el analizado criticaba frente a su amigo la conducta de los analistas, adoptando el papel del superyó frente a un objeto interno al que proyectaba sobre el anali$ta, éste se identific6 con aquel objeto proyectado y reaccionó con angustia y fastidio frente a la acusación. Recriminaba interna- mente al analizado su conducta y estaba cerca el peligro de que algo de esta recriminación (en la que el analista a su vez se identificó con la conducta superyoica del analizado) se infiltrara en su inter- pretación, lo que hubiera representado un refuerzo del círculo vicioso neurótico del analizado. Pero el problema es más amplio. En realidad, una parte no pequeña de la terminología psicoanalítica se presta a ser vivenciada por el analizado como términos su- peryoicos recriminatorios. Menciono, por ejemplo, ''narcisismo", "pasividad", "soborno del superyó", tér- minos cuyo uso (tal cual o circunscripto) en el tra- tamiento, merecen alguna reflexión, justamente por- que implican el peligro de que en el analizado se confundan la imago del analista con la de su superyó. Para mayor claridad se pueden diferenciar teórica- mente dos situaciones: una consistiría en que sólo el analizado vivenciara estos términos u otros similares como crítica, dado su conflicto entre el yo y el su- peryó, estando libre el analista de tal sentimiento crítico; la otra, en que también el analista viera con intolerancia moral estas tendencias o rasgos de carác- * Algo similar (aunque sin vincularlo con la contratrans- ferencia) recalca W. R. D. Fairbairn 9. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA '27·5
ter, es decir, que, en efecto, sintiera superyoitamente.
Algo de eso existe probablemente siempre, ya que el analista se identifica con los objetos que el anali- zado trata de la manera descripta (narcisistamente. sobornándolo, etc.) . Pero aun en el extremo caso te6rico en que el analista hubiera resuelto totalmente sus propios conflictos con tales "tendencias'' (narci- sismo, etc.) y por lo tanto no entrara en conflicto contratransferencial con Jas correspondientes tenden- cias del analizado, se preferirá mostrar al analizado los respectivos conflictos entre sus tendencias y su supery6 y no correr el riesgo de dificultar al anali- zado la diferenciaci6n entre el juicio de su propio supery6 y la comprensi6n del analista de estas mis- mas tendencias, con el uso de una terminología que precisamente se presta a confundir estas dos po- siciones. Se podría objetar que la confnsi6n·ehtre el analista y el supery6 ni puede ni debe ser· evitada, ya que representa una parte esencial del análisis de 1a trans- ferencia (de la externalización de situaciones inter- nas) y ya que no puede llegarse a la claridad sino a través de la confusión-. Eso es ·cierto; esta confusión no puede ni debe ser evitada, pero debe pensarse también que habrá que disolverla y que eso será tanto más difícil cuanto más el analista esté realmente identificado en su vivencia con el supery6 del anali- zado y cuanto más estas identificaciones hayan· in- fluido negativamente en .sus interpretaciones y en su conducta. En una palabra, es difícil disolver confu- siones que no lo son. 276 HEINRIGH RACKER
VI. Correlaciones especificas entre transferencia
y contratransferencia.
1) Significados de la angustia contratransferencial.
2) Significados de la agresi6n contratransferen- cial. 3) Significados de los sentimientos de cul- pabilidad en la contratransferencia. 4) Significa- dos de otras situaciones contratransferenciales (somnolencia, sometimiento. 5). La "objetividad" de la contratransferencia y el problemfl de la "comunicaci6n de la contratroosferencia".
A continuación quiero ocuparme de un tema que
es de gran importancia para la comprensión de la relación interpersonal en la situación analítica. En los ejemplos expuestos en los capítulos anteriores se veía cómo a determinadas situaciones transferenciales corresponden determinadas situaciones contratransfe- renciales, y viceversa. Un estudio sistemático del pro~ blema de cuál es la situación transferencia! a la que el analista suele reaccionar con esta o aquella situa- ci6n contratransferencial, podrá facilitar, en la prác- tica, la deducción de las situaciones transferenciales a partir de las reacciones contratranSferenciales. La cuestión siguiente será establecer a qué imago o con- ducta de objeto, es decir, a qué situación cont1atrans~ ferencial imaginada o real responde el analizado con esta o aquella situaci6n transferencia!. Desde luego, éstos son problemas generales de la psicología pro- funda que ya fueron investigados ampliamente, pero cuya aplicación al problema especifico de la relación transferencial-contratransferencial en el análisis ha sido, hasta ahora, relativamente escasa. La amplitud del tema exige una limitación en la ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 277
exposición. Sólo puedo presentar una selección de
situaciones y he de exponer, predominantemente, los resultados de mis observaciones. Estos resultados no pretenden ser más que aspectos parciales de las situa- ciones a que se refieren. Tendré que limitarme mu- cho en cuanto a la presentación del material sobre el que aquéllos se basan, pero creo que al analista le es fácil obtenerlo en su labor diaria. Para la expo- sición elijo, entre las situaciones contratransferencia- Ies, ·las que me parecen de mayor hnportancia, es decir, las que por un lado pueden perturbar más la labor del analista y que, por otro lado, hacen ver y comprender importantes puntos de la neurosis inter- personal -la névrose á deux-- que suele surgir en la situación analítica, aunque por lo general con muy distinta intensidad en uno y otro de los dos participantes. 1) Significados de la angustia contratransferencial. a) .La angustia contratransferencial puede ser, en términos generales, de carácter depresivo o de carác- ter paranoide *. En la angustia depresiva el peligro inherente consiste en haber destruido o enfermado al analizado. Estas angustias suelen surgir en grado mayor frente al peligro de suicidio del analizado, y, en menor grado, ante un· empeoramiento o peligro de empeoramiento en el estado de salud de aquél. Pero simplemente el no mejorar, el sufrimiento y la de- * Véase M. Klein 47, 49. Los términos "depresivo", '<para- noide" y "maníaco" son usados a continuación en su sentido descriptivo (fenomenológico). Así, por ejemplo, la "angus- tia paranoide" incluye todas las fantasías de ser perseguido, independientemente de la fase libidinal o de la "posición" (M. Klein). Las consideraciones siguientes se vinculan estre- chamente con mis observaciones sobre la estratlficaci6n psico· patológica 69, 278 HEINRICH RACKER
presi6n del enfermo pueden provocar angustias depre-
sivas en el analista. Estas angustias también aumen~ · tan, generalmente, los deseos de repararlo. Al referimos a las angustias paranoides, es de im- portancia diferenciar la contratransferencia "directa" y la "indirecta" 66 • En el primer caso, las angustias surgen frente al peligro de la intensificación de la agresión del analizado mismo; en el segundo caso, frente al peligro de la agresión de terceras personas con quienes el analista ha hecho sus transferencias principales (por ejemplo, el grupo analitico), siendo los destinos de estas relaciones de objeto codetermi- nados por la actuaci6n del analista como tal. La agresión temida puede ser de distinta naturaleza, tal como crítica, recriminación, odio, burla, desprecio, ataque físico, etc. En el inconsciente puede ser el pe~ ligro de ser matado, castrado u otra amenaza arcaica. b) Las situaciones transferencia/es del analizado, a las que se refieren las angustias depresivas del ana~ lista, son, ante todo, aquellas en que el analizado, por un aumento de frustraci6n (o por peligro de frustraci6n) y de Ja siguiente agresión, vuelca esta agresión contra sí. Se trata, en un plano, de situa- ciones en que el analizado, frente a una angustia paranoide (de retaliaci6n), se defiende adelantán- dose a este peligro, ejecutando él mismo y contra sf mismo, parte de la agresi6n temida proveniente del analista, y amenazando con ejecutarla más aún. En este sentido psicológico es· reahnente el analista el que agrede o destruye al analizado, y Ja angustia depre- siva de · él co~esponde, pues, a esta realidad psico~ 16gica. En otras palabras: Ja angustia depresiva con- tratransferencial surge, ante todo, frente a la "de- fensa masoqµista" del analizado ---que simultánea- mente representa uva venganza ("venganza maso~ ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 279 quista")- y frente al peligro de que ella continúe. En otro aspecto, este vuelco de la agresión contra si es realizado por el analizado frente a angustias de- presivas, es decir, con el fin de protegerse frente a la revivencia de la destrucción de los objetos y de proteger a éstos de la propia agresividad. La angustia paranoide "directa" en la contratrans- ferencia es, como he dicho, la reacción ante el peligro proveniente de diversas posiciones agresivas del ana- lizado mismo. El análisis de estas posiciones muestra que, a su vez, son reacciones o defensas frente a:· de- terminadas imagos agresivas; nuevamente estas reac- ciones y defensas del analizado, están regidas por la ley taliónica o bien -correspondiente a ésta- por la identificación con el perseguidor. La recrimina- ción, el desprecio, el abandono, el ataque físico, etc., todas estas posiciones del analizado de amenaza y agresión que hacen surgir las angustias paranoides contratransferenciales, son respuestas (o anticipacio- nes) a posiciones equivalentes del objeto transferido. Las angustias paranoides "indirectas" en la contra- transferencia son de naturaleza más compleja, ya que interviene un tercero, del que proviene el peligro para el analista. Las situaciones ( transferenciales) del analizado que provocan la agresión de este "tercero" contra el analista, pueden ser de diversa naturaleza. Quiero limitarme a señalar que en la mayoría de los casos se ·trata de situaciones transferenciales similares (masoquistas o agresivas) como las que provocan las angustias contratransferenciales expuestas anterior- mente. · c) Buscando el denominador común de las diver- sas conductas de los analizados que· provocan angus- tia en el analista, se lo encuentra, a mi parecer, en el mecanismo de la "identificación con el persegui.. 280 I-IEINRICH RACKER
dor"; 1a vivencia inherente de estar liberado del
perseguidor y de haberlo vencido, sugiere designarlo como mecanismo maníaco. Este mecanismo puede existir también donde el cuadro manifiesto del ana- lizado muestra lo contrario, es decir, en determinados estados depresivos, pues la conducta maníaca puede estar dirigida tanto hacia un objeto proyectado como hacia un objeto introyectado, puede realizarse alo o autoplásticamente. La "identificación con el perse- guidor", a la que me refiero como contenida en de- terminados estados depresivos, puede existir aun en el suicidio, en cuanto éste es un ''burlar,, a los per- seguidores fantaseados o reales; tal burla sería un aspecto maníaco del suicidio. Este mecanismo ma- níaco del analizado es, pues, una defensa frente a un objeto vivido como sádico, que tieride a convertir al analizado en víctima de una fiesta maníaca, de~ fensa que se realiza por medio de su introyección, sea en el yo, convirtiendo al analista en objeto de las "tendencias maníacas", sea en el superyó, to~ mando al yo como objeto de esas mismas "tenden- cias". El ejemplo siguiente lo ilustra. Un analizado decide hacer un viaje de placer a Europa. Lo experimenta como una victoria sobre el analista, tanto por liberarse de éste por dos meses como porque él puede costear ese viaje y el analista no. Surgen entonces en él angustias ante la vengariza del analista por su triunfo. El analizado se adelanta a tal agresión y se enferma ligeramente (fiebre, pri- meros síntomas de gripe). El analista siente un pocc de angustia a causa de esta enfermedad y teme ~da das ciertas experiencias anteriores-,- el empeoramiento del estado del analizado, que todav!a continúa yendo a las sesiones. Vemos, pues, hasta ahora, la siguiente situación transferencial-contratransferencial: el anali- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 281
zado vive una especie de situación maníaca frente
al analista, siendo ésta acompañada de angustias, preponderantemente paranoides. El analista no está ajeno al fastidio por el abandono y a la envidia por la gran fortuna del analizado (sentimiento que el analizado en sus angustias paranoides le adjudica al analista) ; pero al mismo tiempo existe en él 'la satisfacci6n por el real progreso del analizado que se expresa incluso en haber hecho posible el viaje y por haberlo decidido. El analista percibe, pues, que él, igual que la madre del analizado, también quiere (en una parte de su ser) ligarlo a su persona y usarlo para sus propias necesidades. Se siente realmente identificado con aquel objeto dominador y vengativo con el que el analizado lo identifica. De ahí que el haberse enfermado el analizado, sea, para el incons~ ciente del analista, como si él, por esas tendencias, lo hubiera enfermado, lo que le provoca las angus- tias depresivas y paranoides. Falta agregar cuál es la imago del objeto que lleva al analizado a esa situación maníaca. Es justamente la imago de una madre sometedora y sádica para la cual las frustraciones del analizado constituyen una fiesta maníaca. Frente a estas tendencias maníacas del objeto, el analizado se defiende a su vez, en pri- mer lugar, con la identificación (introyección del perseguidor en el yo, "vivencia maníaca" del viaje 69 ), y luego, para escapar a la venganza, por medio de la defensa masoquista. Sintetizando: en el ejemplo expuesto, la angustia depresiva (y paranoide) del analista es la respuesta emocional a la enfermedad del analizado, la que a su vez es una defensa masoquista frente a la perse~ cución vengativa del objeto. También esta defensa masoquista contiene una fantasía m~aníaca en cuanto 282 HEINRICH RACKER
burla, controla y domina la agresión del analista. En
el estrato subyacente encontramos al analizado en una situación paranoide ante la persecución venga~ tiva por parte del analista (véase el fastidio de éste) . Bajo ésta (y su causante) hay una. situación inversa: el analizado en una situación de triunfo maníaco (la liberación, el viaje del analizado), el analista en si- tuación paranoide (peligro de ser vencido y abando- nado). Y, finalmente, bajo éste, hay una situación en la que el analizado se encuentra sometido a un objeto que quiere hacer de él la víctima de sus "ten~ ciencias agresivas", pero esta vez no para vengarse de las intenciones y actitudes del analizado, sino sim~ plemente para satisfacer su propio sadismo; imago que proviene directamente de las frustraciones origi~ nales sufridas por el sujeto. De esta manera, el analista pudo deducir, de cada una de sus sensaciones contratransferenciales, una determinada situación transferencial: el temor del analista por un empeoramiento del estado del anali- , zado pudo indicarle la necesidad de éste de satisfacer, por un lado, al vengador, y por el otro lado, de controlarlo y frenarlo, invirtiendo parcialmente (a través de la enfermedad) la situación victimario- víctima, aliviando así su sentimiento de culpa y co- locando parte de éste en el analista. El fastidio del analista por el viaje del analizado pudo indicarle la necesidad de éste de liberarse del objeto domi- nador y sádico, y también los sentimientos de culpa~ bilidad del analizado a causa de estas tendencias, y su temor ante la venganza del analista. Una sensa- ción de triunfo del analista pudo señalarle la angustia y la depresión del analizado a causa de su depen- dencia de tal objeto frustrador y, sin embargo, im- prescindible. Por otra parte, cada una de estas si- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 283
tuaciones transferenciales pudo indicarle al analista
las imagos de objeto del analizado, es decir, las situa- ciones contratransferenciales fantaseadas o reales que determinan aquellas situaciones transferenciales. 2) Significados .de la agresión contratransferencial. En las páginas precedentes, al dirigir la atención hacia la angustia contratransferencial, nos heinos, en~ contrado con una serie de situaciones ·en 1as que e1 analista siente también irritación, faStidio, enQjo, rechazo,, deseo de venganza, odio, etc. Eri. cu·anto al origen y significado de ellas, me limito a las condi- ciones siguientes: .·a) La agresión contratransferencial surge frente a la frustración (o peligro de frustración) dé deseos que superficialmente pueden ser diferenciados' en "direc- tos" e "indirectos"; ambos tienen como fin prepon- derante recibir libido y afecto, ·siendo, en el primer caso, el analizado mismo el objeto principal por el que el analista quiere ser -aceptado, querido, etc., mientras que en el segundo caso el analizado es el -me- dio para este mismo fin 66• Este fin tiene, en términos generales; dos orígenes: uno instintivo (la necesidad primitiva de unión con el objeto) y otro de naturaleza defensiva (la necesidad de neutralizar, superar o ne- gar los rechazos ¡/demás péligros provenientes de los objetos internos; en especial del superyó). Entre las frustraciones pueden diferenciarse,·· deSCriptivamente, las de índole activa y las de índole· pasiva. Entre las primeras están la agresión ·directa por parte del ana- lizado, su burla, el engañ·o; el rechazo- activo. Esto significa para el analistal'estar expuesto a un objeto (parcialmente) umalo"; ef enfermo se· convierte, por ejemplo, en el superyó del analista, que Je dice: "Tú eres malo." Ejemplo de las frustraciones de· índole 284 HEINRICH RACKER
pasiva es el rechazo pasivo, el alejamiento, los aban-
donos parciales y otras defensas frente al ligamen y dependencia con el analista. Todas ellas significan frustraciones de la necesidad de unión del analista con el objeto. Resumiendo estos aspectos, puede de- cirse que la agresión contratransferencial suele surgir cuando son frustrados los deseos del analista prove- :nientes de Eros, tanto los que surgen de sus necesi- dades instintivas y afectivas "originales" como los que surgen de su necesidad de con jurar o anular su propia agresión (Tánatos o la acción de sus objetos malos internos) dirigida contra el yo o contra el mundo externo. Debido a la propia neurosis del analista (pe- ro también a ciertas características del análisis mis~ mo), los deseos de Eros adquieren, frecuentemente, la finalidad inconsciente de llevar al analizado a un estado de dependencia. De ahí que la agresión con- tratransferencial esté a menudo provocada por el rechazo de la dependencia por parte del analizado, por el rechazo del ligamen y de la entrega al analista, en forma de silencio, negación, ocultamiento, repre- sión, bloqueo, burla, etcétera. b) La próxima cuestión consiste en establecer qué es lo que induce al analizado a comportarse de esta manera, es decir, frustrando al analista, alejándose de él, agrediéndolo, etc. Con eso sabremos lo que debemos interpretar cuando surge en nosotros la agresión contratransferencial, pudiendo deducir, pues, de la contratransferencia la situación transferencia! y la causa de ésta. Esta causa es, a su vez, una situaM ción contratransferencial (fantaseada), o más preci- samente, una conducta mala o temida del. objeto proyectado. Ahora bien, la experiencia muestra que --en términos un tanto generales- la conduCta mala o amenazante del objeto suele ser un equivalente ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALfrICA 285
de la conducta del analizado (a la que luego hemos
reaccionado internamente con agresión) . Compren- demos también por qué: la conducta del analizado proviene de una de las reacciones o defensas más primitivas, es decir, de la reacción taliórúca o de la defensa por medio de la identificación con el perse- guidor o agresor. En algunos casos es muy simple: el analizado se aleja de nosotros, nos rechaza, nos abandona, o se burla cuando teme o sufre por nos- otros la misma agresión u otra equivalente. En otros casos es más complejo, siendo la identificación in- mediata con el agresor reemplazada por otra identi- ficación que es menos directa. Para ejemplificar: una analizada, arite la noticia de que el analista sale de vacaciones, se calla prolongadamente, o sea, se aleja -con el silencio- como respuesta taliónica al alejrumcnto del analista. Esto, en el aspecto externo. Un análisis más profundo muestra que las vacaciones del analista equivalen para ella a la escena primaria; ésta equivale a una castración, y su respuesta inme- diata sería un ataque similar contra el analista. Este impulso agresivo (castrador) es rechazado y el re- sultado, el silencio, es una transacción entre su hósti- Iidad y el rechazo de ésta; es una identificación, transformada, con el perseguidor. Resumiendo: a) Las reacciones contratransferenciales de agre- sión (o de un equivalente) son la respuesta a una situación transferencia! en la que el analizado frustra determinados deseos del analista. Estas frustraciones equivalen a un abandono o a una agresión que el analizado realiza o con la que amenaza al analista, y colocan a éste, primeramente, en una situación de- presiva o paranoide. El analizado está en una situa- 286 HEINRICH RACKER
ClOn de defensa que en un aspecto equivale a una
situación maníaca, es decir, de liberación de un per- seguidor*. b) Esta situación transferencia! es Ja defensa fren- te a determinadas imagos de objeto. Puede ser un objeto que persigue al sujeto sádica, vengativa o moralmente, o un objeto al que se defiende frente a la propia destructividad mediante ataques ejecu- tados contra el propio yo; en éstos el sujeto ataca -como Freud y Abraham han mostrado en el aná- lisis de la melancolía y del suicidio- al mismo tiemw po al objeto interno y externo (analista). c) El analista que, a causa del mecanismo ma- níaco ( alo o autoplástico) del analizado es puesto en situación depresiva o paranoide, se defiende a veces frente a éstas. por medio de la misma identificación con el agresor o perseguidor, de la que hizo uso el analizado. En tal caso, el analista se convierte, vir- tualmente, en perseguidor, a lo que el analizado (en cuanto presupone tal reacción de su objeto interno y proyectado) responderá con angustia. Siendo esta angustia y su origen lo más cercano a la conciencia, será lo ·primero a interpretarse.· 3) Los sentimientos de culpabilidad en la contratransferencia. Los sentimientos de culpabilidad contratransferen- ciales pertenecen, en uno de --sus. aspectos principales, al capítulo de la angustia contratransferencial, puesto
·X. Esta "manía" puede ~er de índole j'superyoica", como_,
por ejemplo la manía recriminatoria (identificaci6n con el . supery6 moral perseguidor). Puede ser también "presuper~ yoica" (es decir, pertenecer a planos subyacentes al de culpa~ bilidad moral), como por ejemplo en la burla erótica (identi~ ficación con el objeto que castra, frustrando genitalmente)69. ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 287 que también representan una forma específica de ]a misma: la angustia ante la "conciencia moral". De alú que, en parte, se refieran a las mismas situaciones. Así, por ejemplo, un serio empeoramiento del estado del analizado puede provocar al mismo tiempo que temor ante su venganza (angustias paranoides) y an· · gustia y preocupación por haherlo dañado (angustias depresivas) ' dolor y temor ante la recriminaci6n mow ral por parte del superyó. En tales situaciones de sentimientos de culpabili- dad, el superyó (del analista) suele ser proyectado sobre el analizado (o sobre una tercera persona) , siendo el analista el yo culpable. El acusador es, al mismo tiempo, el atacado, la víctima del analista; éste es el acusado, es decir, el victimario, el que por lo tanto tiene que sufrir Juego la angustia (tensión) ante su objeto y la dependencia con respecto a él. Así como las otras situaciones contratransferencia- les, el sentimiento de culpa del analista puede refe. rirse a factores reales o fantásticos o a l;J.na mezcla de ambos. Lo primero es el caso del analista que tenía efectivamente sentimientos negativos, neur6tiw cos, que habían de tener de algún modo influencia sobre su conducta; por ejemplo, interpretando con agresividad o conduciéndose en -forma sometida o seductora e innecesariamente frustradora. Por otra parte, pueden surgir en el analista sentimientos de Gl1:lpab~lidad,:_ por ejemplo, frente a un intenso someR cimiento del analizado, sin que él haya contribuido con su proceder a tal conducta, o puede sentirse cul~ pable por caer el analizado en una depresión o enfer- medad, aunque su proceder terapéutico sea adecuado ante su conciencia. En tales casos, los sentimientos de culpabilidad contratransferenciales se refieren a un proceder que no era el suyo pero que hubiera 288 HEINRICH RACKER
podido serlo, dada su disposición latente. En otras
palabras, el analista se identifica en la fantasía con un objeto interno malo del analizado y se siente cul~ pable de lo que ha provocado como tal: enfermedad, depresión, masoquismo, sufrimiento, fracaso. La ima~ go del analizado se confunde, pues, con los objetos internos del analista, a los que en un pasado éste quería frustrar, hacer sufrir, dominar, destruir (o a los que realmente ha frustrado, etc.). Ahora los quiere reparar. Al fracasar esta reparación, vivencia la situación como si él los hubiera enfermado. El factor real interno a que se refieren los sentimientos de culpabilidad son las tendencias neuróticas (pre- dominantemente sadomasoquísticas) que reaparecen en la contratransferencia; sostiene así el analista, con razón, cierta duda e inseguridad con respecto a su capacidad de controlarlas enteramente y de tenerlas alejadas por completo de su actuación como analista. La situación transfefencial ante la que el analista suele reaccionar con sentimientos de culpabilidad, es, pues, e.n primer lugar, una situación masoquista de] analizado, que a su vez puede ser de naturaleza de- fensiva ("secundaria") o básica '("primaria"). En e] primer caso la conocemos como rechazo del sadismo por medio de su "vuelta contra el yo"; la imago de objeto, que principalmente impone la defensa maso- quista, es una imago retaliadora. En el segundo caso (el del masoquismo primario), la imago del objeto es "simplemente" sádica, reflejo de los dolores ("frus- tradores") originalmente sufridos. Los sentimientos de culpa del analista se refieren a sus propias tenden- cias sádicas. Frente al masoquismo del analizado ·puede sentirse como si él lo hubiera provocado in- conscientemente. El analizado está sometido a un objeto malo, lo que aparece como si el analista hu- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 289
biera satisfecho su agresividad; ahora éste está a su
vez expuesto a las acusaciones de su superyó. En resumen: Ia situación superficial consiste en que el analizado es ahora el superyó, el analista el yo, quien tiene que sufrir la acusación, etc. El analista está en una situación depresivo~paranoide, mientras que el ~alizado está, en un aspecto, en una situación ma- níaca (manía recriminatoria, etc.) . En un plano más profundo, la situación es a la inversa·: el analista está en una situación maníaca (imago vengativa, domi- nadora o "simplemente" sádica), y el analizado en una situación depresivo-paranoide. 4) Significados de otras reacciones contratransferen- ciales (somnolencia, sometimiento) . Además de la angustia, el odio y los sentimientos ele culpabilidad en la contratransferencia, que hasta ahora hemos venido considerando, hay una serie de otras situaciones contratransferenciales que pueden re- presentar igualmente puntos decisivos en el cursó de un tratamiento analítico, tanto por su posible influen- cia en la labor del analista, como porque el análisis de las situaciones transferenciales que provocan tales situaciones contratransferenciales, puede representar el problen¡a central del tratamiento, cuyo esclareci- miento puede ser la conditio sine qua non de cual- quier influencia sobre el analizado. Sólo quiero consi- derar aún, brevemente, dos de estas situaciones. Una de elias es el ya mencionado aburrimiento o la somno- lencia contratransferencial, que adquiere la impor- tancia señalada, desde luego, solamente en los análisis en que surge con frecuencia y ha~ta con regularidad. Lo que hasta ahora he podido ver es lo siguiente: el aburrimiento y la somnolencia suelen ser (como ya he dicho) respuestas taliónicas inconscientes del 290 HEINRICH RACKER
analista frente a un alejamiento o abandono afectivo
del analizado. Este alejamiento puede ser de distinto or~gen o naturaleza, pero tiene, por otra parte, carac- terísticas específicas, ya que no toda clase de aleja- miento del analizado produce aburrimiento en el analista. U na de esas características parece ser el de un alejarse del analizado sin irse, un abandonar afec- tivamente al analista, pero quedándose con él; no suele existir el peligro de que el analizado haga una fuga. Este alejamiento o abandono parcial se ex- presa superficialmente en intelectualización (bloqueo afectivo), en control aumentado, a veces en mono- tonía en la forma de hablar, etc., teniendo el analista al mismo tieri1po la sensación de ser excluido, y de ser impotente con respecto al curso de las sesiones. Parece que el analizado trata de evitar así una de- pendencia latente y muy temida frente al analista. Esta dependencia es, en Ia superficie, su dependencia del superyó moral, y más profundamente, de otros objetos internos que son en parte perseguidores, en parte perseguidos. Estos objetos no deben ser proyec- tados sobre el analista; las relaciones latentes e inter- nas con ellos no deben ser actualizadas y extemali- zadas. Este peligro es rechazada a través de diversos mecanismos, desde el control y la selección ucons- ciente" -de las comunicaciones hasta la despersona- lización, y desde el bloqueo afectivo * hasta la total represión de toda relación transferencia!; es este re- chazo de aquellos peligros, y la conjuración y el dominio de la angustia mediante estos mecanismos
* .tste y, en especial, el bloqueo de la agresi6n, suele ser
lo que crea la mencionada "ausencia de peligro,, para el ana- lista (el analizado no se fuga, etc.), que parece ser una de I_as condiciones para que sobrevenga el aburrimiento contra- transferencial. ESTUDIOS SOBRE. TÉCNICA PSICOANALÍTICA 291
lo que lleva, pues, al alejamiento, frente al que el
analista puede reaccionar con aburrimiento o som- nolencia. La angustia y los sentimientos de culpabilidad contratransferenciales llevan también, frecuentemente, a la disposición al sometimiento contratransferencial, que igualmente tiene importancia desde dos puntos de vista: tanto por su posible influencia sobre la comprensión, conducta y técnica del analista, como por lo que pueda enseñar sobre la situación transfe- rencial del analizado. En cuanto a lo primero, exis- 'tirá la tendencia de no frustrar al analizado y hasta de mimarlo. Naturalmente, esto podrá no sólo in- hibir la agresión del analizado, sino también dificultar el desarrollo de todas las transferencias negativas (la transferencia del superyó y de otros objetos internos frustrantes). La tendencia del analista a evitar la frustración y la tensión se expresará en una búsqueda de una rápida pacificación de las situaciones transfe- renciales, como por ejemplo mediante una pronta "reducción" de la transferencia a situaciones infan- tiles o mediante una rápida reconstrucci6n de la imago "buena", "real" del analista *. El analista que se siente sometido por el analizado, sentirá enojo, y el analizado, intuyéndolo, sentirá temor a ]a ven- ganza. La situación transferencia! que lleva al ana- lizado a dominar y someter al analista a través de una amenaza oculta o manifiesta, parece ser análoga a la que conocimos al considerar ]a situación transferen- cia! que lleva al analista a sentir angustia y senti- mientos de culpa. Las diferentes maneras de reac- * Fue W. Reich '16 quien recatc6 la frecuente tendencia del analista a evitar la transferencia negativa. La situación contratransferencial arriba expuesta es una de las situaciones subyacentes a aquella tendencia. 292 HEINRICH RACKER
clonar el analista frente a sus angustias, es decir, en
un caso con una actitud de sometimiento, en otro caso con manía recriminatoria, etc., también están relacionadas con la actitud transferencia! del anali- zado. Las· observaciones hechas hasta ahora me pa- recen indicar que el analista tiende tanto más al s.ometimiento cuanto mayor es la disposición a la actuación agresiva del analizado. 5) La "objetividad" de las contratransferencias, y el problema de la comunicación de la contratrans- ferencia. Antes de terminar, consideraré brevemente dos du- das que están relacionadas con los problemas tra- tados. Una de ellas se refiere a la confianza que puede tenerse en la contratransferencia como guía para la comprensión del analizado; la otra se refiere a la utilidad o al daño que puede significar el comu- nicar el analista al analizado una u otra de sus reac- ciones contratransferenciales. En cuanto a la primera duda, creo que sería realmente un error ver en las reacciones contratransferenciales un oráculo, espe- rando de ellas con fe ciega la verdad pura sobre las situaciones psicológicas del analizado. Es evidente que nuestro inconsciente es una "receptora" y "emi- sora" mÚ.y personal y que debemos contar con falsi- ficaciones frecuentes de la realidad objetiva. Pero también con respecto al inconsciente es válida la afir- mación que fue hecha en una oportunidad con res- pecto a la mujer, o sea que, a pesar de todo, es "lo mejor qu.e de est~ clase de cosas tenemos". El propio análisis y alguna experiencia analítica capacitan al analista, por lo general, para ser consciente de este factor personal y para conocer su "ecuación perso- nal". En lo que he podido ver hasta ahora, el peligro ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 293
de una fe exagerada en los mensajes del propio in-
consciente, es, aun cuando se trata de reacciones muy "personales", mucho menor que el peligro de repri- mirlas y de no darles ningún valor "objeta!". Cuando a veces comencé una hora de control preguntan1o al candidato c6mo se habla sentido frente al analizado en esa semana o qué había experimentado durante las sesiones, y el candidato me contestó, por ejemplo, que se angusti6 porque tuvo la impresi6n de que el analizado quería abandonar el análisis o que se abu- rrió, o bien cuando yo percibí directamente un fasti- dio, una angustia, etc., en el candidato frente al ana- lizado, todas estas respuestas contratransferenciales solian ya indicarme el problema central del trata- miento en cuestión en esa etapa, verificándose esta suposici6n mediante el análisis detallado del material, realizado en la hora de control. Cuando estas reac- ciones contratransferenciales eran muy intensas, se trataba naturalmente de problemas no resueltos por el candidato y sus reacciones eran ecos desfigurados de Ja situación objetiva. Pero aun sin tal ".intensi- dad", tenemos que contar siempre con ciertas desfi- guraciones. Así, por ejemplo, un candidato reaccio- naba durante cierto período con un ligero fastidio cuando sus analizados se ocupaban mucho de su infancia. El candidato tenla la idea de que s6lo el análisis de la transferencia en sí puede adelantar el tratamiento. En realidad tenía también Ja necesi- dad de que los analizados se ocuparan de su persona. Pero analizando su situación, el candidato no sólo pudo recuperar pronto el interés por las situaciones infantiles de sus analizados, sino también ver que, a pesar del carácter neurótico de su fastidio, éste le señalaba el rechazo de ciertos analizados frente a de- terminadas situaciones transferenciales. 294 HEINRICH RACKER
Cualquiera que sea la vivencia del analista, sus
reacciones siempre están en relaci6n con los procesos del analizado. ·Aun las ideas contratransferenciales más neuróticas surgen solamente frente a determina~ dos analizados y frente a determinadas situaciones de éstos, y pueden, por lo tanto, señalarle algo sobre ellos. Para citar un último ejemplo: un candidato, 1 al comienzo de una sesión (y antes de que la anali- • zada hable) tiene la ocurrencia de que ella sacará · un revólver y disparará sobre él; siente el impulso de ;. sentarse en su sillón en posición de defensa. Reco~ nace, fácilmente, el carácter paranoico de esta idea, ya que la analizada está lejos de actuar de esa roa~ nera. Sin embargo, pronto puede ver que su reacción era en cierto sentido adecuada; la analizada le comu- nica espontáneamente que tenía la intención de darle ~'un puntapié en el pene". En otras ocasiones en que el candidato había tenido la misma ocurrencia, la analizada estaba con fantasías en que ella era la víc- tima de una persecución; también en este caso la reacción del analista era, en cierto modo, adecuada, ya que la fantasia de la analizada de ser perseguida era la consecuencia (y la causa) de sus propios im- pulsos sádicos. Por otra parte deben reflexionarse detenidamente las deducciones que se hacen de Ja percepción de Ja propia contratransferencia. Así, por ejemplo, el he- cho de que el analista se sienta con enojo no significa simplemente (como a veces se oye opinar) que el analizado lo quiere enojar. Más bien puede significar que el analizado está con un sentimiento de culpa- bilidad transferencia!. Me limito aqu! a señalar Jo que antes he dicho sobre la agresión contratransfe- rencial. Finalmente, algunas palabras sobre la segunda du- ESTUDIOS SOBRE TÉCNICA PSICOANALÍTICA 295
da, es decir, si el analista debe o no comunicar al
analizado algo de su contratransferencia. La exten- sión que ya ha alcanzado este trabajo no me permite discutir en detalle los diversos argumentos en pro y en contra*. Naturalmente, mucho dependería tam- bién de qué, cuándo, cómo, a quién, para qué y en qué estado el analista hablaría de su propia contra- transferencia. Sin embargo, tengo la impresión de que, por lo general (aunque no sin excepción), la buena finalidad que persiguen los defensores del "co- municar la contratransferencia" puede ser alcanzada mejor con medios diferentes y puramente analíticos. Me refiero ante todo al análisis consecuente de las fantasías del analizado sobre la contratransferencia del analista (y de las transferencias correlacionadas), hasta que el analizado haya captado la verdad (la realidad de las contratransferencias de sus objetos internos y externos). Además me refiero al análisis consecuente de las dudas, negaciones, etc., que pue- den haber surgido corno defensa frente a la verdad intuida, hasta que éstas hayan sido superadas. Sin embargo, hay también situaciones en que la comuni- cación de la contratransferencia tiene evidente valor para el curso ulterior del tratamiento. Sin duda, este aspecto del uso de la contratransferencia tiene mu- cha importancia. Pienso que Jo que en primer lugar debe hacerse es un estudio amplio y detallado de los problemas inherentes. Las discusiones al respecto po- drán empezar a ser fructíferas si se basan en una experiencia y una investigación suficientes. Un tra- bajo que las ofreciera sería de gran interés. * En pro de la comunicaci6n y del análisis siguiente de ciertas situaciones contratransferenciales habla A. Balint s, Winnicott s, M. Litttle 58 Y otros; en contra de comunicarlas habla, por ejemplo, Paula Heimann 42.