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DEL CUERPO ESTRUCTURA A LOS CUERPOS EN RESONANCIA: EVOLUCIÓN DE LA RELACIÓN

TERAPÉUTICA EN ANÁLISIS BIOENERGÉTICO

Fina Pla Vila

Resumen

Este artículo lleva al lector a un viaje con dos partes distintas. En la primera se hace un
recorrido por las aportaciones de autores bioenergéticos al tema de la
transferencia/contratransferencia, dando una visión de conjunto acerca de la riqueza y
creatividad de cada autor. En la segunda parte, se aporta una reflexión sobre el impacto de la
Teoría del Apego, el Psicoanálisis Relacional y las Neurociencias en la relación terapéutica y en
el Análisis Bioenergético. Se expone el impacto de nuevos conceptos y se revisa la formulación
de los antiguos. El resultado es una visión nueva y enriquecida de la relación terapéutica y sus
procesos transferenciales/contra transferenciales dónde el proceso terapéutico se convierte
en un proceso somato-sensitivo e interrelacional dentro de la díada terapéutica. Se muestran
algunas viñetas clínicas.

1-Introducción

“Necesitaba a alguien que trabajara con el cuerpo y lo reconociera


como el centro energético de la auto-expresión y la base del self verdadero pero, más que
eso, necesitaba una persona que quisiera conectar conmigo, no solo un cuerpo, no solo un
problema, no solo un carácter, no solo un sistema energético, sino yo, con todas mis flaquezas
y necesidades.” (Hilton, 36,2000)

Propósito

Mi objetivo con este artículo es proponer un recorrido por las contribuciones al tema de la
relación terapéutica a través de una de sus manifestaciones más importantes, la dinámica
transferencial/contra transferencial, de trece autores bioenergéticos diferentes, desde los
primeros artículos publicados a los más recientes. He escogido los artículos a los que he podido
tener acceso y me disculpo si he omitido alguno. He intentado sintetizar las contribuciones
básicas de cada autor teniendo en cuenta las limitaciones de espacio permitidas. En ellos,
podemos ver la riqueza de las contribuciones, desde puntos de vista más analíticos a otros más
somáticos y otros más personales. La segunda parte del artículo revisa las aportaciones de
autores bioenergéticos al tema de la relación terapéutica y sus procesos transferenciales
incorporando conceptos de los nuevos paradigmas y revisando nuestra concepción de los
conceptos bioenergéticos clásicos bajo esta nueva perspectiva. Se presentan los conceptos
bajo la mirada de nuestros autores bioenergéticos para evidenciar cómo estas nuevas
aportaciones han impactado la teoría y la práctica del Análisis Bioenergético.

-Evolución

El Análisis Bioenergético ha evolucionado desde sus inicios hasta el presente sin perder su base
y sus presupuestos fundamentales. A través de los años, los conceptos de relación
terapéutica, transferencia y contratransferencia han evolucionado desde una perspectiva
analítica freudiana clásica, hacia una visión reichiana y loweniana centrada en el cuerpo, a una

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perspectiva enriquecida con las aportaciones desde la Teoría del Apego, el Psicoanálisis
Relacional y las Neurociencias dónde el énfasis se ha desplazado a la intersubjetividad y al
entonamiento somático empático mutuo. Algunos analistas bioenergéticos valientes han
abierto el camino para incorporar estos nuevos conceptos sin perder nuestras raíces. Quisiera
aportar el relato de este proceso evolutivo en Análisis Bioenergético, cómo ha evolucionado la
comprensión que tenemos de la relación terapéutica y sus procesos transferenciales desde el
inicial “Cuerpo – Estructura”, hasta los “Cuerpos en Resonancia”, una frase que he tomado del
artículo de Michel Brien, que sintetiza bien este largo y rico proceso evolutivo.

-La Historia previa al Análisis Bioenergético

En Psicoanálisis Clásico la relación se basa en la transferencia del paciente hacia el terapeuta.


Mediante la transferencia, el paciente siente los impulsos y sentimientos, tiene fantasías y
defensas en relación a sus figuras primarias. El analista, desde su lugar de neutralidad busca
amplificar reacciones transferenciales para acceder al material inconsciente del paciente.

En la Teoría de las Relaciones de Objeto (Kohut), las relaciones se consideran el aspecto más
fundamental de la vida. La relación con el cuidador primario estructura el self y es
internalizada. El paciente internaliza al terapeuta como un objeto bueno y el terapeuta se
convierte en un modelo más sano para el mundo interno del paciente.

La Teoría Relacional (Aron, Mitchell), aspira a integrar los modelos previos. En comparación al
Psicoanálisis Clásico donde el paciente es visto como alguien disfuncional que transfiere al
terapeuta, el Psicoanálisis Relacional se basa en un sistema diádico, dos personas co-
participando y el cambio ocurre cuando los dos miembros resuelven los conflictos en su
interrelación terapéutica. La posición analítica clásica de neutralidad y abstinencia cambia a
una de mutualidad, espontaneidad y autenticidad donde el paciente aprende a tener
relaciones más sanas mediante la relación que se establece con su terapeuta.

El concepto de transferencia se originó con Freud y según él, lo que se revivía en la


transferencia era la relación con las figuras parentales del paciente. La teoría freudiana basada
en los impulsos y el inconsciente fue dominante en Psicoanálisis y ha tenido un impacto en
otros enfoques terapéuticos. Reich, psicoanalista inicialmente, expandió las ideas freudianas e
introdujo el análisis del carácter y el trabajo con el cuerpo. Lowen continuó con las ideas
reichianas y con la comprensión de que el comportamiento neurótico del paciente se
mostraba en su armadura corporal y en la relación con el terapeuta. Durante mucho tiempo, la
transferencia ha sido comprendida como los contenidos parentales del paciente proyectados
en el terapeuta. Para Lowen, trabajar con la transferencia significaba trabajar principalmente
con las emociones reprimidas y su manifestación en los bloqueos corporales y,
mayoritariamente, la transferencia era entendida como el impedimento principal al proceso
terapéutico.

2- Aportaciones al tema de la Transferencia/Contratransferencia por los analistas


bioenergéticos en orden cronológico

Con las nuevas investigaciones acerca de los procesos traumáticos y las desregulaciones
tempranas, el análisis bioenergético ha tenido que evolucionar hacia modos más eficientes de

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trabajar con el tipo de pacientes con trauma temprano que encontramos ahora en la sala de
terapia. A medida que hacemos un recorrido por los diferentes autores, encontraremos la
riqueza y diversidad de las distintas aportaciones y veremos cómo la comprensión de los
procesos transferenciales en la relación terapéutica ha ido evolucionando desde los orígenes,
la estructura del cuerpo, hasta el presente, los cuerpos en resonancia. Presentaré estas
aportaciones, algunas de ellas más focalizadas en los conceptos analíticos teóricos, otras
centradas en los procesos somato psíquicos y otras más vivenciales. He seguido una secuencia
cronológica que muestra cómo los distintos autores enfocan el tema transferencial.

Stanley Keleman: Bonding (1986)

Stanley Keleman (era inicialmente miembro del IIBA y analista bioenergético) escribió Bonding,
donde desarrolla extensamente el concepto de transferencia y contratransferencia como
fenómenos somáticos y expande el concepto de bonding (vinculación), resonancia somática y
pulsación.

La transferencia para él incluye los patrones de respuesta muscular por los que el paciente se
vincula al terapeuta y la contratransferencia incluye las respuestas somáticas del terapeuta, el
modo en que éste acepta o rechaza los estados somato-emocionales del paciente. La
transferencia y la contratransferencia se consideran como polos de un continuum relacional y
el término vinculación se utiliza para referirse a este continuum. Describe diferentes niveles en
la transferencia somática siguiendo los patrones del desarrollo, desde la vida fetal a la adultez:
umbilical, boca, pecho, genital y contacto cuerpo a cuerpo. El nivel de desarrollo en el que
funciona el cliente va a determinar la naturaleza de la transferencia.

Los procesos transferenciales definen una relación como un intento de establecer un vínculo
de comunicación somato-emocional. En esta relación, el terapeuta necesita saber cómo se
vincula somáticamente. La pulsación es la base del vínculo e implica una circulación energética
continua y el objetivo de Keleman es reestablecer el continuum pulsátil:

“Este proceso de pulsación en el que las ondas de expansión y contracción


somato-emocional, la proyección y la introyección organizan campos de actividad celular en
patrones de comportamiento complejo” (102)

El vínculo terapéutico es un proceso continuo y cambiante que conlleva una organización


compleja y estructura una relación con muchos niveles de experiencia. En este proceso, la
transferencia y la contratransferencia se organizan mediante las actitudes somato-
emocionales del cliente y las respuestas del terapeuta. A medida que el paciente proyecta en
el terapeuta y evoca una respuesta, se establece un proceso de resonancia.

La tarea terapéutica será ayudar al paciente a crear un contenedor, desprogramar respuestas


del pasado y formar un movimiento pulsátil. Lo que es central es la respuesta emocional del
terapeuta ya que si él no es consciente de sus respuestas emocionales, neurales y musculares,
va a proyectarlas en el paciente. La transferencia implica distorsiones a este continuum pulsátil
y la clave para resolverlo es desorganizar la estructura inicial del paciente. Un paciente ha
estructurado sus experiencias pasadas y necesita ayuda para desestructurarlas y formar

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nuevos patrones músculo-emocionales. Para Keleman: “Reestructurar vinculaciones obsoletas
es el objetivo de la terapia somática.” (104)

Virginia Wink Hilton: Trabajando con la Contratransferencia Sexual (1987)

Virginia Wink Hilton ha tenido la valentía de tratar el tema de la transferencia sexual, un tema
complejo. De hecho, es uno de los pocos artículos que encontré que tratan este tipo
específico de transferencia. Remarca la importancia de que el terapeuta sea consciente de sus
propios temas sexuales y cuán importante es trabajarlos en la propia terapia y supervisión.
Podemos ver cómo se consideraba la relación terapéutica en los 80:

“La naturaleza de la relación paciente-terapeuta es que es una díada íntima e intensa


donde se percibe al terapeuta como el que está en control y tiene el poder. El paciente está en
una posición dependiente. No hay mutualidad ya que el terapeuta revela poco de sí mismo/a.”
(216)

Virginia considera que el hecho de que el paciente proyecte en el terapeuta los aspectos del
objeto anhelado es “la herramienta más poderosa para curar y enmendar lo erróneo” y al
mismo tiempo “puede ser el origen de la mayor destrucción” ya que “es difícil no utilizar este
poder para reparar el daño edípico del terapeuta, ya que éste puede seducir o rechazar, de
acuerdo con lo que vivió de niño/a.” (216)

El terapeuta corre el peligro de hacer un acting out y responsabilizar al paciente. Según Wink,
la transferencia solo termina cuando se trabaja. Subraya nuestra responsabilidad como
terapeutas:

“Nuestra responsabilidad como terapeutas y formadores es primeramente y ante todo


entender nuestros propios temas no resueltos y cómo éstos se manifiestan en la
contratransferencia” (219)

Para Wink hay dos premisas básicas al trabajar con la transferencia sexual: una es el
establecimiento de límites claros y la segunda es reconocer y afirmar la sexualidad del/la
paciente. Un niño necesita escuchar de sus padres: 1-eres una persona sexual, 2- eres
atractivo/a, 3- tus sentimientos sexuales son buenos. Así como el niño necesita que los padres
vean y reconozcan su sexualidad sin implicarse en ella, exactamente lo mismo se requiere del
terapeuta que ha de estar en contacto con su propia sexualidad:

“Cuando el/la paciente, mediante el proceso terapéutico experimenta su energía


sexual con el sentimiento alegre y expansivo que la acompaña, necesitamos tener el coraje de
estar bien conectados a nuestra propia energía sexual, estar totalmente presentes y
completamente separados, no queriendo ni necesitando nada del paciente.” (223)

-Len Carlino: Utilizando el Self del Terapeuta (1993)

Len Carlino prefiere el término “utilizando el self del terapeuta” más que el término
contratransferencia. El pensamiento psicoanalítico distingue entre una relación real (la
interacción entre paciente y terapeuta que carece de proyecciones inconscientes y se basa en
percepciones ajustadas) y la relación de transferencia-contratransferencia, que incluye una

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repetición del pasado que distorsiona la realidad. Como es difícil hacer una distinción clara
entre el material consciente e inconsciente del terapeuta y ya que la diferencia entre una
relación real y una de transferencia es relativa, la mejor opción para el terapeuta es hacer un
uso activo de la contratransferencia: “El paciente evoca en nosotros sus afectos rechazados
con la esperanza de que los podamos tolerar y respondamos a ellos” (89)

El paciente aprende a contener e integrar sus afectos cuando el terapeuta se los refleja y
reconoce. Esta experiencia de reaprendizaje precisa de una respuesta emocional del terapeuta
y la “realidad emocional” entre paciente y terapeuta es, para Carlino, “la única realidad” (89).

El compromiso es el atributo más esencial para el terapeuta: “un compromiso inquebrantable,


un compromiso con la verdad para mantener la integridad de la relación y del proceso y la
consciencia de que la transferencia afecta a la contratransferencia y viceversa.” (90)

Una contratransferencia fuerte que no puede ser reconocida y tratada en el tratamiento, será
actuada. El acting out puede manifestarse de muchas formas: no manteniendo la distancia
terapéutica adecuada, rechazando acercarse al paciente por miedo a perder el control u
obteniendo alguna gratificación del paciente. Carlino propone algunas indicaciones para el uso
del self del terapeuta:

1- El terapeuta debe conocer sus puntos fuertes y débiles (su estructura de carácter)
2- Cualquier intervención ha de centrarse en la cura del paciente y no en la auto cura del
terapeuta.
3- El uso del self ha de ser visto como un continuum en la relación terapéutica.
4- El terapeuta necesita estar enraizado en su cuerpo, ser capaz de contener una carga
afectiva fuerte y capaz de expresarla.
5- El terapeuta necesita poder manejar sus sentimientos de un modo más constructivo
que el que tuvieron los padres del paciente.
6- El modo más efectivo de utilizar el self se basa en la capacidad del terapeuta de ser
honesto, directo y sin prejuicios.
7- El terapeuta necesita poder establecer límites claros para los pacientes que no los
tienen y límites permeables cuando facilita experiencias regresivas.
8- El terapeuta debe ser capaz de compartir los afectos tempranos del paciente más que
ser un observador. Debe estar abierto a experimentar sentimientos incómodos tales
como la confusión, la ansiedad, la locura, la desesperanza, la rabia y la excitación
sexual.

Concluye que cuanto más enraizado está un terapeuta en la auto-percepción y en sentirse a sí


mismo, mayor será su habilidad para un uso constructivo del self en la relación terapéutica.

Jean Marc Guillerme: La Contratransferencia Corporal en Freud, Reich…y hoy en día (1994)

Qué le dice su cuerpo al analista? Jean Marc comenta como Searles necesitó desarrollar una
función de “detective” para dar sentido a sus reacciones contratransferenciales. Nos conduce
a su propia contratransferencia exponiendo un caso clínico y refiriéndose también a las
reacciones contratransferenciales de Freud y Reich:

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El cliente, un hombre con una queja persistente, le hace un comentario descalificador en un
taller, juzgando su trabajo como terapeuta de superficial y la reacción de Jean Marc es
inadecuada. Más tarde, tiene diarrea y se siente agotado y afectado. El paciente no se
presenta a su próxima sesión y el terapeuta somatiza un dolor lumbar y necesita días para
curar su digestión y la tensión lumbar y para integrar el significado de lo sucedido: se ha
sentido públicamente minimizado por el comentario de su cliente acerca de su capacidad
clínica, su trabajo como analista bioenergético y como persona.

El feedback que recibe de Lowen es que Jean Marc conectó con el miedo a su propia violencia
cuando averiguó que su necesidad narcisista de ser un super terapeuta para su cliente (una
demanda inconsciente e imposible del paciente) había fallado. Reich, a esta demanda
inconsciente la llama “el dedo de Midas”, como si todo lo que el analista tocara se tuviera que
curar mágicamente. El analista se convierte en el sanador mágico y sus interpretaciones son
regalos mágicos para sus pacientes, pero estas son aguas pantanosas ya que conducen a una
falsa evaluación de los pacientes y a “sentir hostilidad hacia el paciente que no tiene éxito en
dar a su analista la satisfacción narcisista de haberlo curado.” (129)

Guillerme profundiza en las vicisitudes de la contratransferencia, sus señales corporales, los


deseos del terapeuta proyectados en el cliente, la ambición narcisista y sus fallos y la dificultad
de separarse, todos elementos esenciales para entender lo que se juega somáticamente en la
relación.

Al mismo tiempo, incide en los síntomas físicos que Freud y Reich sufrieron a causa de
dolorosas separaciones. Freud tuvo su primer ataque el corazón después de su ruptura con
Breuer y el segundo, después de la muerte de Abraham, y se desmayó a causa de un
comentario de Jung. Reich desarrolló tuberculosis después de que su teoría del orgasmo fuera
recibida fríamente por Freud y posteriormente a sus conflictos con su esposa. Se sintió
rechazado por Freud que no quiso analizarlo y se sintió muy herido por su conflicto con él,
posiblemente en resonancia con el conflicto con su propio padre.

Guillerme nos da una definición de la contratransferencia partiendo de la definición que da


Freud de la contratransferencia como un afecto que le llega al analista debido al impacto del
paciente en los sentimientos inconscientes del analista. Esta perspectiva encaja con los
comentarios de Lowen acerca de los analistas que no han confrontado su propia estructura
corporal suficientemente y no han cambiado suficientemente a nivel corporal. Guillerme
define la contratransferencia como “una agitación corporal súbita, imprevisible,
incomprensible inicialmente, antes, durante o después de la sesión. Esta agitación se
manifiesta mediante un síntoma somático, una tensión específica o un material onírico. En
cualquier caso está relacionada con el cuerpo del paciente o con los afectos del paciente”.
(132)

La contratransferencia corporal es vivida como un tipo de trauma que requiere de un


autoanálisis, de un trabajo de “detective” por parte del terapeuta, y de una descarga
emocional y energética así como tolerancia y paciencia para no caer en un acting out con el
paciente y concluye diciendo: “Quizás nuestras reacciones corporales contra transferenciales
son como jeroglíficos que, nosotros solos, no podemos descifrar.”

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Bob Hilton: Contratransferencia: Una Perspectiva Energética y Caracterológica (1997)

Bob Hilton cita a Alice Miller, que nos habla de dos tipos de contratransferencia:

1. La contratransferencia subjetiva donde el terapeuta obtiene del paciente los recursos


narcisistas que le denegaron sus padres.
2. La contratransferencia objetiva, donde el terapeuta, habiendo trabajado sus
necesidades narcisistas, siente en su cuerpo las experiencias del paciente y con este
conocimiento somático es capaz de construir un puente, establecer un contacto
empático y llegar a una resolución de la relación de transferencia.

1-En la contratransferencia subjetiva Hilton distingue entre el self primal, el self contraído y el
self adaptativo. El self primal es la autoexpresión de lo somato psíquico en el mundo. Cuando
se encuentra con negatividad, su energía se contrae formando el self contraído, que inhibe la
fuerza vital del self primal. El deseo de morir es investido en el self contraído y la necesidad de
supervivencia desarrolla un self adaptativo.

El self contraído y el self adaptativo se expresan en el self negativo, que se manifiesta a través
de la negatividad y el self caracterológico mantiene un equilibrio entre todos estos aspectos.
Es la manera que uno crea para sobrevivir en la prisión en la que vive. Cuando el self primal es
reconocido, un self real puede ocupar el lugar del self caracterológico. Hilton explora las
diferentes posibilidades cuando estos selfs distintos del paciente y del terapeuta se
encuentran. El paciente puede detectar las heridas narcisistas en el terapeuta y cómo ambos
pueden colisionar cuando el paciente no gratifica las necesidades del terapeuta y cómo el
terapeuta se puede retirar de acuerdo a su estructura de carácter o cómo puede manipular al
paciente del mismo modo en que tuvo que hacerlo para sobrevivir.

Es importante que el terapeuta pueda romper este círculo vicioso, haga supervisión y terapia
personal para poder construir las bases de un self real. Necesita reconocer los fallos de su self
caracterológico, hacer el duelo por su pérdida original y acompañar al paciente que también
necesita hacer el duelo por su pérdida original y con esta nueva conciencia, el paciente puede
ser escuchado de un modo nuevo y puede ser acompañado en su duelo por una persona real.

2-La contratransferencia objetiva se refiera a la capacidad del terapeuta de poder ser un canal
abierto para su paciente. El terapeuta es capaz de sentir los sentimientos que le genera el
paciente y puede estar presente con ellos. Tiene que mantenerse enraizado en su propia
realidad y así puede ser vivido como un modelo genuino por el paciente. El terapeuta entonces
“puede utilizar su cuerpo como un instrumento de resonancia donde “la música” del paciente
se toca. Esta resonancia es la que el paciente no obtuvo de su familia y ahora se convierte en la
base para curar la herida narcisista…el terapeuta confía en su respuesta intuitiva y es menos
probable que caiga en la trampa narcisista creada por él y por el paciente.” (262)

Mediante la relación de transferencia y contratransferencia la relación terapéutica promueve


un proceso curativo que sana a ambos, paciente y terapeuta:

“El proceso de contratransferencia, a través del cual el terapeuta circula por su propia
sanación, es el mismo proceso de transferencia para el paciente. El paciente-niño, está en un
proceso constante de sanar al terapeuta-padre para que él mismo pueda ser sanado.” (263).

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Vita Heinrich: El Fenómeno Físico de la Contratransferencia. Los Terapeutas como un Cuerpo
Resonante (1999)

Vita Heinrich expone el concepto de resonancia corporal y nos muestra cómo trabaja
creativamente con la intuición como una herramienta corporal central, utilizándola para sentir
la resonancia entre su cuerpo y el del cliente. La transferencia y la contratransferencia se
manifiestan como fenómenos psicosomáticos:

“Me alío con mi intuición y lo examino todo. En vez del desmembramiento analítico,
mis sensaciones corporales e imágenes actúan como una resonancia hacia la realidad física del
cliente” (20)

En la interacción paciente-terapeuta, los rasgos inconscientes reprimidos del paciente y sus


partes desconectadas impactan directamente al terapeuta. Heinrich se coloca en el campo
energético del paciente (20 cms. de distancia): “ojos cerrados y en vez de sentir el tacto de
ciertos músculos, me dejo ser tocada sin tocar”. Colocándose en las cuatro posiciones (ambos
lados, al frente y de espaldas al cliente, explica:

“Dejo que mi cuerpo responda a la realidad física del cliente. Las sensaciones corporales
emergen: frío, relajación, hambre, cansancio y a medida que el tiempo transcurre, emergen
sentimientos más complejos (vergüenza, miedo, rabia, tristeza) junto con señales físicas: ritmo
respiratorio y patrones musculares posturales. Estos sentimientos muestran algo del self
verdadero del paciente que se comunica no verbalmente de cuerpo a cuerpo.” (21)

Para Heinrich, la resonancia se manifiesta a través de metáforas, imágenes, sensaciones


corporales o sentimientos. Son mensajes corporales que el cliente nos envía. Hay un
intercambio energético cuerpo a cuerpo que ella encuentra más rápido que un intercambio
corporal, y una fuente importante de comunicación. Ser conscientes de nuestros sentimientos
contratransferenciales nos ayudará a conectar con los sentimientos de los pacientes.

Ben Shapiro: Hundirá el Iceberg al Titanic? Evitando Colisiones y Choques del Cliente y del
Terapeuta: Un Enfoque Bioenergético (2000)

Ben Shapiro nos introduce en el tema de la transferencia-contratransferencia con una historia


en clave metafórica. El iceberg y el Titanic representan al cliente y al terapeuta que pueden
colisionar y chocar. Nos conduce a lo que él llama “el lado oscuro” del terapeuta y del cliente,
esto es, los aspectos negativos de la transferencia y la contratransferencia.

El cliente está en el iceberg llamando para ser rescatado de su estado inmovilizado, la punta
del iceberg es el falso self del cliente y debajo, está su estructura de carácter. Desde el puente,
el terapeuta quiere ayudar. Shapiro distingue entre el lado luminoso de la terapia y el lado
oscuro, los aspectos defensivos del cliente: la resistencia, la transferencia negativa, el acting
out, representados por el hielo subyacente que amenaza con hundir la grandiosidad del
terapeuta. También está el lado oscuro del terapeuta, sus miedos subconscientes y su
tendencia a suprimirlos. Y nos muestra una manera de evitar la colisión con el lado oscuro:
Simbólicamente el terapeuta va a utilizar una lancha zodiac para acercarse al iceberg, para ver
donde el hielo es peligroso y nos da un enfoque humorístico que ayuda, así el cliente puede
mostrar sus monstruos que pueden ser trabajados. Entonces el cliente puede unirse al

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terapeuta en la zodiac y ambos pueden hacer submarinismo para trabajar los aspectos más
difíciles del lado oscuro. El lado oscuro serían los sentimientos e impulsos bloqueados por la
estructura de carácter. Shapiro utiliza la metáfora del diablo como la personificación de este
lado oscuro.

Leslie Case: Cuando la Confianza se vuelve Desconfianza y Otros Peligros de la


Contratransferencia (2000)

Leslie Case comparte sus experiencias íntimas y personales y nos aporta una reflexión en el
tema de la transferencia y contratransferencia en su largo y personal viaje terapéutico,
incluyendo las experiencias con sus muchos terapeutas. Dice: “necesité veintiséis años de
terapia con seis diferentes terapeutas bioenergéticos para estar en este cuerpo” (67)

A través de su viaje nos muestra su aprendizaje acerca de los desafíos de la transferencia y la


contratransferencia y lo que asusta al paciente y al terapeuta:

“La resistencia mutua a explorar las interacciones me impidió confrontar mis dolores
más profundos. Tenía miedo de la debilidad y del error, la inadecuación y la insignificancia. Mis
terapeutas tenían miedo de sus propias limitaciones. Cada uno de nosotros protegiéndonos
del pasado, cada uno de nosotros intentando hacer nuestras vidas más predecibles.” (72)

Desde su experiencia profunda y retadora reflexiona acerca de los peligros que pueden
interferir en la relación terapéutica, que, resumidos, serian: a) no ser comprendida, b) no ser
apoyada, c) ser culpabilizada, d) el terapeuta que lo intenta demasiado, e) ser negada, f) el
terapeuta estando demasiado cerca o demasiado lejos, g) recibir dobles mensajes, h) sentirse
controlada por el terapeuta.

Case nos ofrece un relato de su viaje utilizando imágenes poéticas. Creo que su artículo es un
acto muy valiente donde comparte con nosotros sus sentimientos profundos, la luz y la
oscuridad, la conexión y los puentes rotos, la alegría y la impotencia, el entonamiento y la
traición. Case comparte todos los recovecos de una relación terapéutica y entra en las
profundidades de su alma y de su cuerpo. Y acaba con estas palabras:

“El viaje que acabo de describir me llevó por una carretera llena de baches. A
momentos era muy peligrosa. Llena de puntos ciegos y vueltas, calles sin salida y hojas de
trébol. La contratransferencia con mis terapeutas creó muchos de estos obstáculos sumándose
a los que estaban estructurados en mi cuerpo. Pero, afortunadamente, la verdad y la belleza
del análisis bioenergético fue más potente que todos nuestros caracteres.” (80)

Michel Brien: Cuerpos en Resonancia (2001)

Michel Brien desarrolla el tema de la resonancia corporal terapeuta-paciente, cómo el


terapeuta puede detectar lo que sucede en el cuerpo del paciente. En el proceso terapéutico el
cuerpo continuamente emite mensajes. Es como si el cuerpo del terapeuta pudiera sintonizar
con la experiencia interna del paciente que éste intenta aprehender pero todavía no es
accesible a la consciencia del paciente. El cuerpo del terapeuta se convierte en una
herramienta terapéutica esencial para descifrar una parte esencial del mensaje que necesita

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ser comprendida, una herramienta terapéutica reveladora tan importante como las palabras y
la escucha, lo que nos permite explorar territorios donde las palabras no tienen entrada:

“Podríamos pensar en el síntoma en el cuerpo del terapeuta como revelador de la


dinámica del cliente? Si le prestamos atención, el cuerpo habla, continuamente emite
mensajes. Es como si el cuerpo del terapeuta evocara la experiencia interna del cliente que
todavía no está disponible. Las manifestaciones corporales en el contexto terapéutico
pertenecen a un mensaje no verbal que ha de ser comprendido. El cuerpo juega un rol
principal en este discurso que ha de ser comprendido y se convierte en una herramienta
terapéutica exactamente como las palabras y la escucha.” (2)

Cita a tres autores que han hecho aportaciones al tema de la resonancia del cliente en el
cuerpo del terapeuta. De Reich, dice, mantenemos el principio de la identidad funcional, de
Lowen el concepto de circulación energética y de Keleman la correlación entre el entorno
familiar y la organización somática que se deriva de él. Este es el camino al que se refiere que
va desde la estructura del cuerpo a los cuerpos en resonancia. Expone un concepto interesante
de Keleman: el cuerpo del cliente visto como el entorno del terapeuta. El entorno del cliente
está desregulado y necesita ayuda:

“En terapia, el entorno al que está expuesto el terapeuta es el cuerpo del cliente, con
su historia, su expresión, su modo de contactar. Es en resonancia con el cuerpo del cliente que
el cuerpo del terapeuta emite una respuesta.” Brien utiliza una bella metáfora musical: “la
melodía que resuena en el cuerpo del terapeuta es la música que suena en el cuerpo del
paciente. Como en la música, el cliente emite unas ondas que transportan una emoción que
impacta el cuerpo del terapeuta.” (5)

Cita a Sandler y su concepto de “resonancia flotante” y ve una similitud entre escuchar al


cuerpo y la atención flotante psicoanalítica que escucha las palabras. Wallin, el teórico del
apego que dice” somos las herramientas de nuestro oficio” ve al terapeuta como la
herramienta básica para el cambio terapéutico, mientras Brien ve el cuerpo del terapeuta
como la herramienta básica para este cambio. La circulación energética en el cuerpo del
terapeuta muestra el proceso terapéutico en acción en el cuerpo del paciente. Una tensión en
el terapeuta señalaría una defensa en el cliente. Por tanto la tensión es un indicador de
conflicto e inversamente, la circulación energética muestra la vida en movimiento.

Otra bella metáfora que Brien utiliza es el cuerpo visto como la tierra donde las palabras se
enraízan. Enfatiza la necesidad de que el terapeuta cuide de sí mismo/a para que el paciente
pueda resonar con un cuerpo del terapeuta que esté sano. Entonces, dice, podemos ser la
tierra donde el cliente puede plantar sus raíces y recolectar más tarde. Y acaba con otra
metáfora musical para explicar el proceso interactivo de curación que tiene lugar: “El cuerpo
del terapeuta ofrece una variedad de resonancias para que el paciente componga su pieza
musical y traiga la melodía que se crea en la alianza terapéutica” (9)

Para Brien, el análisis bioenergético ofrece la clave de acceso al uso terapéutico del cuerpo en
resonancia.

Louise Frechette: Contratransferencia, ¿Cómo Usarla Energéticamente? (2004)

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Louise Frechette cita a Searles que ve la transferencia y la contratransferencia como “intentos
para curar, reparar y completar a los otros” y la contratransferencia como “un lugar para el
crecimiento mutuo”. (1)

Hay dos funciones en el tratamiento terapéutico, la función primaria es proveer al paciente


con una resolución analítica a través del insight y una segunda función seria la resolución de la
psicopatología del analista solo si sirve para apoyar la función primaria. En su material
didáctico, Louise cita a varios autores (Irvine, Stern) que distinguen dos tipos de
contratransferencia:

1. La contratransferencia como resultado de los problemas no resueltos del analista.


2. La contratransferencia como una respuesta a la transferencia del paciente.

La transferencia complementaria “sucede cuando el analista se identifica con los objetos


internos del paciente y los experimenta como los conflictos del analista.” (2)

Desarrolla el concepto de identificación proyectiva y la define como una interacción


inconsciente, independiente de los conflictos del analista. Es la reacción del terapeuta a la
intensidad y cualidad de la identificación proyectiva del paciente:

“Cuando el terapeuta experimenta una sensación, emoción o pensamiento


desconocidos, algo que se siente como “fuera de uno mismo”, que se siente como “una nota
falsa” que raramente se ha sentido con otros clientes, hay posibilidades de que el terapeuta
esté luchando con algo que pertenece al cliente pero que éste no puede reconocer de
momento.” (4)

“Mediante el mecanismo defensivo de la identificación proyectiva el cliente deposita


esta sensación, este sentimiento, este pensamiento en el terapeuta para que lo “sostenga”
hasta que el cliente esté preparado para asimilarlo e integrarlo a un nivel consciente… es una
pieza que pertenece al paciente pero que no la puede sostener de momento.” (4)

Pero si el terapeuta experimenta sentimientos conocidos, o sensaciones típicas de su


organización somática que son experimentados con otros clientes, significa que el paciente ha
desencadenado algo en la estructura caracterial del terapeuta. Ejemplos de los temas propios
del terapeuta pueden ser los problemas de límites (horario, precios, etc.)

Bob Lewis: Revisitando la Identificación Proyectiva, Escuchando con el Sistema Límbico


(2004)

Bob Lewis revisa el concepto de identificación proyectiva bajo la luz de las aportaciones de la
neurociencia. Entra en las implicaciones clínicas del modelo psico-neurobiológico de Schore en
relación a la identificación proyectiva. Para Schore es un proceso que se da a lo largo del
proceso vital que implica la comunicación no verbal, emocional y espontánea en la díada.
Schore describe los patrones sanos e insanos de regulación emocional en la díada temprana
como “conversaciones entre sistemas límbicos” y Lewis añade que “cuando las conversaciones
diádicas incluyen una desregulación y un desentonamiento significativo, se produce un uso
defensivo de la identificación proyectiva que se estructura en el sistema límbico en
maduración”

11
El cuerpo del terapeuta necesita estar disponible para los estados desregulados del paciente
como la madre empática que se sintoniza con los estados internos de su bebé: “es el cuerpo
del clínico que es el instrumento primario para el entonamiento psicobiológico.” (4). Lewis
define los procesos de la identificación proyectiva como procesos somato sensoriales: “ya que
los sentimientos y las emociones son fenómenos psicobiológicos y el self está enraizado en el
cuerpo, la identificación proyectiva representa no las comunicaciones basadas en la palabra
sino las que suceden a un nivel corporal-mental”.(4)

Qué se puede hacer para que el terapeuta no se desconecte de su conexión empática con su
dolor y con el dolor del paciente y evitar cambiarse de un estado emocional del hemisferio
izquierdo a un estado mental del hemisferio derecho? La clave, para Lewis es mantenerse en
este estado visceral hasta que las imágenes (visuales, táctiles, olfativas etc.) se manifiesten
aunque el material auditivo y táctil, dice, también puede ocurrir sin imágenes.

Para Lewis, las comunicaciones corporales que se transmiten mediante la postura, los gestos,
el movimiento, a menudo no son reconocidos en el contexto terapéutico. Específicamente
Lewis habla acerca de las manos del paciente y como éstas pueden expresar los estados
internos del paciente.

Podemos descifrar los mensajes corporales del paciente con nuestro córtex órbitofrontal
derecho y lo que el paciente comunica a través de la identificación proyectiva es decodificado
por el cerebro derecho del terapeuta: “solamente el cerebro derecho inconsciente del analista
puede recibir el mensaje”. El terapeuta actúa como un contenedor para los estados
desregulados del paciente:

“Cuando me siento con mi paciente y dirijo mi atención a su tono de voz… mi


manera de estar presente con él es sosteniendo su material somato sensorial, inconsciente
que, de alguna manera, no ha sido no integrado…” (11)

Lewis termina diciendo que hay algunas cosas que no se pueden explicar muy bien y la
identificación proyectiva es una de ellas.

Violaine de Clerk: Cuerpo, Relación y Transferencia (1993, rev. 2007)

La relación analítica clásica incluye dos aspectos: a-el desarrollo de una relación analítica y b-
la resolución de la transferencia y hay una tercera dimensión en análisis bioenergético que es
el cuerpo: “ el trabajo corporal se considera el eje alrededor del cual se articulan las otras dos
dimensiones.” (180)

Tradicionalmente el análisis bioenergético se ha basado en dos dimensiones, el trabajo verbal


analítico y los procesos corporales. Había dos fenómenos relacionales que tenían lugar en una
terapia: una relación “real” y una relación de transferencia y la relación de transferencia-
contratransferencia se consideraba la relación terapéutica total.

De Clerk cita a Van Lysebeth, psicoanalista, que propone tres fenómenos relacionales que se
desarrollan en terapia y sitúa la relación terapéutica entre terapeuta y paciente como el
agente terapéutico fundamental:

12
1. La relación transferencial, basada en el mundo interno del paciente, independiente del
terapeuta.
2. La relación, en la acepción común de la palabra, cuando el terapeuta colisiona con el
paciente. Viene determinada por los puntos ciegos del analista que deben ser trabajados
en terapia y supervisión.
3. La relación analítica, resultado de la transformación de los dos modelos previos y debido
a la actitud e interpretación del analista. Ésta conduce a una relación que es real y
promueve el crecimiento, donde analista y paciente forman un vínculo intersubjetivo. Los
tres fenómenos están presentes a lo largo del proceso terapéutico.

Para De Clerk la relación analítica está en el centro del análisis bioenergético. En ella, el
analista asume funciones parentales, contiene emocionalmente y está disponible para el
paciente. Desde esta perspectiva, hay tres dimensiones en análisis bioenergético: trabajo
relacional, trabajo corporal y el análisis de la transferencia, que están mutuamente
conectadas. Cada una de estas dimensiones produce cambios terapéuticos y cada una de
ellas afecta a las otras dos.

El desarrollo de una relación analítica está en el centro del proceso terapéutico. El analista
repara los impasses debido a déficits de desarrollo del self como resultado de apegos
tempranos traumáticos que pueden ser sanados mediante una experiencia relacional y se
implica en la construcción de una relación terapéutica que es recíproca. El trabajo corporal en
la transferencia y en la relación analítica puede preceder, ser simultáneo o ir después del
análisis de la transferencia, o ser una ayuda para ello.

1-El trabajo corporal y la relación de transferencia

puede haber distintas posibilidades:

a- El trabajo corporal precede al análisis de transferencia: “ Solo los insights que están
emocionalmente conectados producen liberación y cambio terapéutico” (192)
b- El trabajo corporal como un auxiliar del análisis de la transferencia lo hace más
accesible ya que las intervenciones físicas del terapeuta pueden despertar reacciones
transferenciales. El terapeuta actúa como un objeto transferencial.
c- El análisis de la transferencia precede al trabajo corporal.
d- El trabajo corporal y el análisis de transferencia son simultáneos. Sucede cuando las
tensiones musculares caracterológicas transportan emociones transferenciales.

Concluye que “las intervenciones corporales que están al servicio del análisis de transferencia
son equivalentes corporales de la interpretación de la transferencia. Es la dimensión analítica
del trabajo corporal”. (197)

2- El trabajo corporal y la relación analítica

La relación analítica ocurre cuando el self corporal se desarrolla pero está profundamente
alterado: “los sentimientos y percepciones emergen de un “sujeto” pero se pueden rigidificar
en impasses relacionales, determinados por experiencias relacionales tempranas.” (199)

13
Para De Clerk, el trabajo corporal que unifica la experiencia emocional es lo que desarrolla la
relación analítica. El terapeuta repara y crea un vínculo:

“el terapeuta bioenergético permite la interacción entre paciente y terapeuta


para co-crear una vibración, que representa para el paciente una experiencia emocional
correctiva importante implicando toda su organización y liberando su fuerza vital.” (200)

De Clerk finaliza con algunas reflexiones acerca de “la presencia adecuada” del terapeuta en el
contexto terapéutico: “el terapeuta bioenergético se implica activamente en compartir una
experiencia relacional, que permite un intercambio emocional a la vez que mantiene una
posición analítica.” (202)

Guy Tonella: Transferencia de Apego y Contratransferencia (2008)

Guy Tonella distingue entre dos posibilidades en relación a la transferencia:

a. Trabajando con los conflictos sexuales (análisis del carácter), se basa en un proceso
analítico corporal y mental donde se trabaja con las tensiones corporales, patrones
psíquicos defensivos y los patrones relacionales como transferencia.
b. Trabajando con los traumas de déficit y de desarrollo que requieren un sistema
intersubjetivo donde el trabajo es más a nivel no verbal. El terapeuta es la base segura
para el paciente y hay un sistema regulador en acción. En este caso “el terapeuta ya no
es alguien que sabe, hace una lectura corporal e interpreta, sino que es alguien que
experimenta, regula, da feedback y contribuye de un modo co-creativo para dar sentido
a lo que sucede.” (5) Cita a Fonagy quien ha contribuido a desarrollar esta dimensión
intersubjetiva con su convicción de que “ cuando el paciente experimenta lo que es
sentido y pensado por el terapeuta, empieza a sentir y pensar por sí mismo” (5).

Tonella distingue entre el concepto tradicional de transferencia en análisis bioenergético y la


transferencia de apego:

“Lo que habitualmente llamamos transferencia puede hacerse presente a través de


las posturas corporales, las expresiones emocionales en la cara, los ojos, en temblores sutiles
o en micro movimientos espásticos, respiración superficial, pensamientos, imágenes, sueños
y fantasías. Al terapeuta se le considera inconscientemente, mediante proyecciones, como el
padre real del paciente. Trabajando con la transferencia significa ayudar a que el paciente
haga consciente estas proyecciones y liberar y transformar los mecanismos mente-cuerpo
que producen esta “repetición”. (5)

Sin embargo, Tonella distingue otro tipo de transferencia, la transferencia de apego, cuando
el cliente vive al terapeuta como el padre/madre que no tuvo. En este tipo de transferencia
el paciente no considera al terapeuta como un padre/madre que rechaza su sexualidad sino
como alguien que puede dar respuesta a sus necesidades primarias. El paciente no espera
liberar sus inhibiciones sino que espera encontrarse con la persona real que es el terapeuta.

En la transferencia de apego, el paciente necesita internalizar el padre/madre tranquilizador


y empático que nunca tuvo. El paciente interactuará con el terapeuta de acuerdo a su patrón
de apego inconsciente, se adaptará, congelará, se sentirá amenazado..etc. Estas actitudes,

14
comenta Tonella, pertenecen al self corporal, se muestran, son actuadas, pero no hay
palabras para ellas. “El paciente utiliza su memoria límbica sin darse cuenta”. Esta es una
transferencia de apego específica, que “no se localiza en la memoria lingüística, en
pensamientos con representaciones y palabras; se localiza en el self corporal y en las
maneras de interactuar con los otros.” (6)

Tonella nos muestra algunas de las tareas que el terapeuta aborda desde este tipo de
transferencia:

-explorar el patrón de apego del paciente que puede expresar inseguridad, miedo de ser
ignorado o no comprendido, estados internos desregulados, etc.

-Ayudar al paciente a que descubra el origen de estos patrones de apego captándolos y


sintiéndolos mediante su resonancia límbica. Ayudará al paciente a entender a “sentir este
estado y a ya no ser este estado”

-ayudar al paciente a entender como su patrón de apego impacta en sus relaciones amorosas
y sexuales. Los problemas sexuales, para Tonella, pueden ser consecuencia de un apego
inseguro pre verbal.

Preguntándose qué es la contratransferencia, Tonellla encuentra la respuesta de que “ la


contratransferencia es la reacción de un patrón de apego inseguro del terapeuta a un patrón
de apego inseguro del paciente” (6). Dependiendo del patrón de apego del terapeuta, las
expresiones sensorio emocionales del paciente serán permitidas o rechazadas.

3- Redefiniendo la Relación Terapéutica, la Transferencia y la Contratransferencia:


Aportaciones desde el Psicoanálisis Relacional, la Teoría del Apego y la Neurociencia a
través de la mirada de los autores bioenergéticos.

3a- Una Nueva Visión de la Relación Terapéutica y la Contratransferencia desde el


Psicoanálisis Relacional

Históricamente la relación terapéutica se ha considerado asimétrica. Se supone que el


terapeuta sabe e interpreta y el paciente no es consciente de las partes inconscientes de sí
mismo que necesitan ser reveladas. La contratransferencia ha sido considerada como un
impedimento para el proceso terapéutico debido a los conflictos no resueltos del terapeuta.
Pero el concepto ha evolucionado en el campo terapéutico y también en análisis
bioenergético. Desde el enfoque del Psicoanálisis Relacional se percibe de un modo
radicalmente distinto, como una herramienta esencial para el terapeuta. La transferencia y la
contratransferencia son consideradas como una matriz interactiva con el objetivo de utilizar
las respuestas contratransferenciales del terapeuta de un modo constructivo. Terapeuta y
cliente contribuyen con sus subjetividades a la alianza terapéutica y el terapeuta ya no
interpreta sino que participa y co-crea. La transferencia y la contratransferencia se
manifiestan en dimensiones corporales que por primera vez están presentes en enfoques
terapéuticos no centrados en el cuerpo, en gran medida debido a las aportaciones desde
estas nuevas teorías. Los analistas relacionales hablan de la “ contratransferencia
corporeizada” reconociendo la importancia de los procesos corporales.

15
Relacionalidad e Intersubjetividad han tenido un profundo impacto en el encuentro
terapéutico. La experiencia intersubjetiva del paciente y del terapeuta pasa a ocupar un
lugar prominente ya que terapeuta y cliente contribuyen con sus subjetividades a construir la
alianza terapéutica. El cambio implica mover la posición del terapeuta desde interpretar o
administrar un tratamiento a una posición de más participación. Los analistas relacionales
hablan del “cuerpo intersubjetivo” aludiendo a las interacciones inconscientes y complejas
dentro de la díada terapéutica.

Una contribución interesante nos viene del Boston Change Process Group (Grupo de los
Procesos de Cambio de Boston), un grupo de investigadores y analistas relacionales, (Stern,
Tronick, Lyons- Ruth y otros), cuyo pensamiento ha sido impactado por el filósofo Martin
Buber. La idea central de Buber es que toda curación genuina pasa por un encuentro
auténtico con el Otro. La definición de la relación terapéutica del Grupo de Boston es que
existe una relación entre paciente y terapeuta que es real, auténtica y que Lyons-Ruth define
así:

“El campo intersubjetivo formado por la intersección del conocimiento relacional


implícito entre paciente y terapeuta. Este campo se extiende más allá de la transferencia y
contratransferencia e incluye las percepciones e implicaciones acerca de los modos de estar
del uno con el otro.” (2007)

Otro concepto creado por este grupo es el término “conocimiento relacional implícito (CRI)”
que se refiere a los procesos inconscientes almacenados en la memoria implícita, que son
revelados mediante el material inconsciente que se desvela en la relación.

El Tercero Analítico, La Intersubjetividad y el Campo Relacional

“El tercero analítico” es un concepto desarrollado por Ogden y Benjamin, ambos analistas
relacionales. Desde su perspectiva, hay dos subjetividades en el espacio terapéutico que
junto con el espacio vinculante entre ellas constituyen un campo relacional o sistema
intersubjetivo. En este sistema hay una interacción continua y recíproca entre terapeuta y
cliente. Es un intercambio continuo psíquico, emocional y somático, que es
mayoritariamente inconsciente. El tercero analítico contendría todas las ideas, creencias y
fantasías creadas conjuntamente y compartidas por paciente y analista.

Para muchos teóricos relacionales el concepto de “interacción mutua” sustituiría los


conceptos tradicionales de transferencia y contratransferencia en la práctica clínica, porque
estos dos conceptos se sitúan más en el modelo uno (Stark), focalizándose más en lo
intrapsíquico, que no tiene en cuenta el entretejimiento de las subjetividades. Algunos
teóricos incluso proponen abandonar el concepto de transferencia (Rodriguez Sutil) y otros
(Lachman), hablan de redefinirla de un modo radical.

Aron, analista relacional citado por Sassenfeld, señala las limitaciones del concepto de
transferencia, ya que el terapeuta no solo reacciona a las interacciones con su paciente sino
que también las inicia. Para él, el término contratransferencia minimiza el impacto del
terapeuta en el paciente. Varios teóricos relacionales critican y abandonan el concepto de

16
identificación proyectiva por razones diversas (Aron, Mitchell, Stolorow, Brandchaft y
Atwood). Sassenfeld, analista relacional, nos muestra este cambio de perspectiva:

“El modelo clásico solo opera en una dirección, el analista impactando al cliente y
no viceversa. El enfoque relacional enfatiza una interacción mutua en dos direcciones que
conlleva una transformación mutua, si el paciente cambia es porque el sistema intersubjetivo
ha sido transformado y por tanto el terapeuta también tiene que cambiar. Aron dice que
existe una mutualidad asimétrica relativa, hay un impacto del uno sobre el otro, aunque este
impacto no es igual ni tampoco lo son los roles, funciones o responsabilidades
compartidas.”(58)

Sassenfeld introduce el concepto de “patrones emergentes” que aparecen como resultado


de la interacción entre terapeuta y paciente, nuevos patrones que no existían anteriormente:

“En esta complejidad de sistemas dinámicos no lineales, la


interacción recíproca entre los componentes puede generar patrones emergentes, formas y
estructuras que se generan durante la interacción” (58)

En este modelo psicoanalítico evolucionado, la transferencia y la contratransferencia son


consideradas de modo diferente, como un proceso más interactivo, tal como Jody Davies,
analista relacional, nos muestra:

“Ahora reconocemos los procesos de transferencia-contratransferencia como


intrínsecamente e irreduciblemente interactivos…las transferencias no son distorsiones, sino
esquemas organizadores que a veces compiten o están en conflicto, o fantasías
interpersonales que yacen en los fundamentos de la lucha de cada uno hacia la auto-
integración…las transferencias no necesariamente son desplazamientos del pasado.” (185)

Como señala Angela Klopstech, la teoría psicoanalítica ha sufrido una profunda


transformación desde el modelo freudiano de los impulsos, para pasar luego a los primeros
modelos relacionales (teoría del apego, teoría de las relaciones de objeto, la psicología del
Self), cuyo objetivo era proveer una experiencia correctiva, y después, a los modelos
relacionales posteriores, más evolucionados, basados en el enfoque (Yo-Tú) de Buber,
focalizados en una interacción recíproca. El paradigma relacional liderado por el Grupo de
Boston y otros analistas, sitúa la relación como el elemento crucial de transformación y
desarrolla el concepto de que nuestro sentido del self es continuamente transformado por
nuestras experiencias relacionales intersubjetivas. Las experiencias somato sensoriales pasan
a ocupar un espacio relevante y hablan de una memoria corporal, llamada la memoria
implícita, que es inconsciente. Los contenidos almacenados en esta memoria implícita
forman el “conocimiento relacional implícito” (término creado por el grupo de Boston) que
solamente puede ser transformado mediante la experiencia presente.

Otro concepto clave que utilizan es el concepto de intersubjetividad proveniente de la


filosofía fenomenológica. Mente, cuerpo y entorno están estrechamente conectados e
interrelacionados y la escisión de Descartes entre cuerpo y mente queda totalmente
obsoleta. Desde este enfoque, no tenemos a un paciente en tratamiento sino a dos
subjetividades interactuando, tal como Jody Davies expone:

17
“Hay dos participantes que se acercan, intentando crear un espacio óptimo en el
que experimentar y procesar múltiples aspectos de quienes eran, son, y quienes tienen la
esperanza de llegar a ser. Buscamos modos de acercarnos e impactarnos mutuamente, de
nutrirnos, de excitarnos, de tranquilizarnos, de despertar el interés del uno por el otro y
finalmente de poder curar los sitios que duelen. Dentro de este espacio intersubjetivo, el
analista, también, desea ser alcanzado, visto y reconocido.” (188)

3b El Impacto de la Relacionalidad y la Intersubjetividad en el Análisis Bioenergético

Stern, miembro del grupo de Boston, enfatiza la importancia de la relación como elemento
central en los procesos de cambio:

“La mayoría de nosotros, pataleando y gritando hemos llegado a la comprensión


de que lo que funciona en psicoterapia es la relación entre terapeuta y cliente. Nos sentimos
devastados por esta realidad porque hemos pasado años y gastado mucho dinero
aprendiendo una técnica o una teoría específicas y es muy descorazonador darse cuenta de
que lo que aprendimos es solo el vehículo o el trampolín para crear una relación; que es
donde el trabajo ocurre” (Stern citado por Resneck 2012).

En los 80s-90s el campo psicoterapéutico global se ve impactado profundamente por los


nuevos discursos y hallazgos provenientes de estas nuevas teorías y algunos intrépidos
analistas bioenergéticos empiezan a explorar, reflexionar e incorporar estos nuevos
conceptos que afectan profundamente la visión y la dinámica de la relación terapéutica y los
conceptos de transferencia/contratransferencia. Mi intención es proporcionar una reflexión
acerca de la evolución de la relación terapéutica a través de las aportaciones de algunos
autores bioenergéticos que, sin perder su conexión con los principios básicos de Lowen, han
sentido la necesidad de conectar con los enfoques psicoterapéuticos emergentes y han
incluido algunas de estas aportaciones a nuestra teoría y práctica bioenergética,
enriqueciéndola, encontrando nuevos matices y al mismo tiempo con el objetivo de situar el
análisis bioenergético entre los enfoques psicoterapéuticos relevantes. Resneck –Sannes
(2005) nos da una perspectiva histórica y muestra tres paradigmas en orden cronológico
presentes en el análisis bioenergético:

-El primero, desarrollado por Pierrakos y Lowen, contempla la persona desde el exterior y se
puede formular como: “abre tu armadura y serás libre”

-El segundo paradigma se da con Keleman, Boadella, Boyersen y Levine que se explicita así:
“no solo la estructura externa es importante sino también la circulación energética en el
cuerpo.”

-Un tercer paradigma con Carlino, Finlay, Lewis, Hilton y añadiría a Campbell, introduce la
investigación neurobiológica y del apego. En este tercer paradigma el terapeuta ya no es un
observador neutral que lee el cuerpo. En los últimos años hay un cambio hacia un enfoque
más orientado a la relación, por ejemplo el modelo de persona y media de Martha Stark que
será explicado más abajo.

Añadiría, en los últimos años, una cuarta ola de analistas bioenergéticos: Resneck-Sannes,
Klopstech, Schroeter, Tonella, Scott Baum, Heinrich-Clauer, Clauer, Koemeda y posiblemente

18
algunos otros, con aportaciones desde la teoría del apego, el psicoanálisis relacional, las
neurociencias, la teoría polivagal etc. que revisan los conceptos bioenergéticos desde la
perspectiva de las últimas investigaciones y abren una nueva perspectiva y comprensión de
los conceptos bioenergéticos. Todo ello conlleva una nueva aproximación a la relación
terapéutica y a la transferencia y la contratransferencia que es vista como una interacción
diádica, somática y relacional.

Angela Klopstech cita a Stark en esta evolución:

“El psicoanálisis ha recorrido un largo camino desde que Freud enfatizó el sexo y la
agresión. El foco ya no está en los impulsos o en las relaciones del paciente, y ya no se
focaliza en la relación entre estructuras dentro de la psique sino que el psicoanálisis
contemporáneo se focaliza más en la relación intersubjetiva entre paciente y terapeuta.” (44)

Para nosotros, analistas bioenergéticos, no es un proceso fácil estar abiertos a estos nuevos
conceptos a la vez que encontramos una manera de mantener nuestras raíces. Klopstech nos
habla de la lucha para integrar este nuevo conocimiento sin perder nuestra esencia:

“El análisis bioenergético desde sus orígenes ha retenido una orientación teórica
potente utilizando el modelo de impulsos del análisis freudiano clásico y el modelo reichiano
del análisis del carácter como su base fundacional. Pero no ha integrado adecuadamente las
nuevas teorías analíticas que se focalizan en el self o en las relaciones de objeto o en la
intersubjetividad. Algunos autores han hecho varios intentos…pero no han llegado a un
punto crítico todavía para facilitar un cambio coherente… en la lucha para integrar los
conceptos psicoanalíticos,.. nosotros, en análisis bioenergético, nos arriesgamos a perder
nuestra conexión más profunda con los aspectos energéticos y corporales que hemos
desarrollado y llegar a ser una escuela de psicoterapia con algunas técnicas corporales
incluidas. (46,2012).

Esta evolución ha traído una discusión dentro del campo terapéutico acerca de los tres
modelos de relación terapéutica, el modelo de la “psicología de una persona”, centrado en la
dinámica interna de la persona y el de “una persona y media” y el de “la psicología de dos
personas” centrado en los aspectos relacionales. Klopstech nos introduce en los tres modelos
de Stark:

-El Modelo de Una Persona ve a la persona en términos intrapsíquicos como un sistema


cerrado con impulsos internos y defensas. El terapeuta es un observador donde se proyecta
la transferencia del paciente. La contratransferencia se considera una interferencia a la
neutralidad del terapeuta y debe ser eliminada. El factor curativo viene de la interpretación
(análisis freudiano clásico).

-El Modelo de Una Persona y Media (psicología del Self y teoría de las relaciones de objeto)
ve al paciente necesitando un terapeuta empático para validarlo. El factor curativo es la
experiencia emocional correctiva que provee el terapeuta.

-El Modelo de las Dos Personas (escuelas contemporáneas interactivas y relacionales) se basa
en una relación mutua donde el terapeuta es un participante activo. La transferencia es un
proceso diádico y la contratransferencia es una respuesta real al paciente. El factor curativo

19
es una relación auténtica. Klopstech remarca que es recomendable que el terapeuta sea
capaz de lidiar con los tres modelos dependiendo de la situación.

Para Klopstech, la Bioenergética parte del modelo de una persona (el terapeuta trabaja con
los bloqueos emocionales y los conecta con la infancia del paciente) y se dirige hacia un
enfoque más orientado hacia la relación, desde una persona a una y media (el paciente
manifiesta su postura, el terapeuta es el proveedor empático) y hacia el modelo de las dos
personas (la relación terapéutica como una herramienta central para curar al paciente). En
este último caso, dos sujetos auténticos se comprometen en una relación en el aquí y ahora.
Los modelos 1 y 2 nos son familiares a los terapeutas bioenergéticos, el modelo 3 es un gran
reto y tenderemos a escoger el modelo que sea afín a nuestra base, basado en nuestro
carácter, remarca Klopstech.

Algunas citas de Bob Hilton ilustran el cambio relacional en análisis bioenergético:

“Nuestras contracciones son el resultado de heridas emocionales. Solamente


pueden ser “reparadas” en la relación y ninguna cantidad de “auto-ayuda” o “lo haré yo
mismo” las resolverá o liberará“ (198,1984).

. “La dinámica energética del cuerpo y sus procesos internos se veían como una
manifestación externa de un proceso interno. Producir un cambio en la forma y la motilidad
del cuerpo era alterar la rigidez de los conflictos psíquicos internos del cliente..se daba por
sentado que la curación ocurría por la liberación de tensión y no implicaba una relación con
la persona que facilitaba la liberación” (32,2000)

Para Hilton, el enfoque bioenergético clásico no era suficiente, lo que se necesitaba era una
relación verdadera y real entre paciente y terapeuta, dos cuerpos bailando una danza mutua.
En este modelo relacional, lo que cura y produce el cambio terapéutico es la dinámica
relacional dentro de la díada. Hilton escribe acerca de su propio proceso terapéutico:

“Necesitaba a alguien que se comprometiera con nuestra relación, alguien que


pudiera tolerar las tormentas de mi rabia y decepción, alguien que ni por una vez pensara
que fuera lo que fuera lo que pasara en la terapia no pudiera ser trabajado, alguien que
estuviera comprometido independientemente del resultado. Necesitaba a alguien que
luchara por nosotros.” (37,2000)

La Relacionalidad y la Intersubjetividad han tenido un impacto profundo en el análisis


bioenergético. La visión actual es una de dos cuerpos, dos mentes, y dos sistemas
energéticos interrelacionándose y afectándose mutuamente. Por un lado puede ser más
retador para el analista, ya que se puede sentir más expuesto o menos protegido y por el
otro, las ganancias son considerables ya que el terapeuta se puede sentir más libre para ser
quien uno/a es y capaz de comprometerse en una relación que es real, donde él/ella no
tienen que ser el terapeuta ideal sino un ser humano real.

3c Aportaciones desde la Neurociencia al Campo de la Psicoterapia

La investigación en Neurociencia ha impactado la comprensión del proceso terapéutico,


independientemente del enfoque. Estas teorías e investigaciones aportan un mapa de la

20
plasticidad cerebral y nos muestran como los circuitos cerebrales pueden ser transformados
por nuestras emociones, creencias y relaciones. Confirman como el cerebro, el cuerpo y el
sistema nervioso se estructuran mediante su relación con el entorno. Han validado la Teoría
del Apego y han desarrollado una teoría psiconeurobiológica del desarrollo emocional en la
infancia.Toda la investigación neuronal en la díada madre-bebé, se aplica a la díada
terapéutica.

Schore habla de una revolución emocional en el campo de la psicoterapia, que ha tenido una
orientación conductista en los sesenta, cognitivista en los ochenta/noventa y ahora la
emoción y los procesos somato sensoriales pasan a ocupar un lugar central. El cerebro y las
conexiones emocionales se estudian exhaustivamente así como las distintas funciones de
cada hemisferio cerebral. El “Yo y Tú” son ahora substituidos por el “Nosotros”. Estas nuevas
teorías incorporan al cuerpo en los procesos de cambio, algo que nosotros, analistas
bioenergéticos hemos sabido y practicado desde hace mucho tiempo. Algunos analistas
bioenergéticos han introducido los conceptos de la neurociencia en sus escritos y en su
práctica. Agradezco a estos autores sus aportaciones y el mantenernos conectados a los
enfoques psicoterapéuticos emergentes, darnos a conocer los paradigmas contemporáneos
para no mantenerse aislados de ellos. Me interesaba ver cómo estos nuevos conceptos han
influenciado y están presentes en los escritos de los analistas bioenergéticos y mi objetivo es
compartir estas aportaciones que han enriquecido el análisis bioenergético con conceptos
que aportan estas teorías.

Klopstech (2008) aboga por la necesidad de “repensar lo que hacemos bioenergéticamente


en términos neurocientíficos.” Conceptos tales como auto-regulación, neuronas espejo, nivel
de excitación, ventana de tolerancia, resonancia somática y otros, son desarrollados e
incorporados, todos ellos afectando la comprensión del proceso terapéutico. Otros
conceptos tales como transferencia, enraizamiento, catarsis, carga energética y otros son
revisados ampliando nuestra comprensión de los mismos.

Los Conceptos de Daniel Siegel

Las aportaciones de Dan Siegel y Allan Schore son remarcables para esta nueva comprensión
de la relación terapéutica. Siegel, un psiquiatra residente descontento con los tratamientos
psiquiátricos convencionales, fue a escuchar una charla que daba Mary Main, una
investigadora del apego y se sintió profundamente impactado. Este encuentro despertó en él
una curiosidad inmensa para saber cómo el apego afectaba a la neurobiología humana y
cómo esto podía contribuir a la integración neural.

En su enfoque llamado la Neurobiología Interpersonal, desarrolla sus ideas de cómo las


relaciones moldean nuestro cerebro, cómo podemos cambiar nuestro cerebro y cómo todo
ello incide directamente en la relación terapéutica. En este sistema neurobiológico, la
emoción pasa a ocupar el lugar central ya que es mediante la comunicación de la emoción
que las experiencias de apego organizan el cerebro en el niño. Es compartiendo emociones y
experiencias en la díada terapéutica que se estructuran nuevas rutas neurales. El resultado
es la transformación mutua de paciente y terapeuta.

21
Desarrolla un nuevo concepto de mente, una mente que es a la vez corporeizada y relacional.
La mente es vista como un concepto complejo que integra procesos interpersonales,
procesos corporales y el funcionamiento del cerebro. El proceso denominado “mente” se
localiza en nuestros cuerpos y en nuestras relaciones. En su teoría, una mente corporeizada
es una mente que se ocupa no solo de lo que sucede en nuestra cabeza, sino de lo que
sucede en el cuerpo como una totalidad. Y la mente es relacional, porque vivimos dentro de
nuestras relaciones y nuestras conexiones con las personas moldean nuestros procesos
mentales y emocionales. Es una mente que emerge del encuentro con otras mentes.

Curiosamente, Siegel habla de energía. Hay un flujo energético y cómo la energía fluye en
nuestras vidas moldea nuestras experiencias mentales y emocionales. La información es un
flujo de energía que se estructura en un patrón y la mente es el proceso emocional
corporeizado que regula este flujo de energía e información. Para él, nuestros cuerpos
separados se conectan cuando la energía fluye desde ti (una sonrisa) hacia mí (la recibo).

La intimidad sería un tipo de resonancia entre dos sistemas interactivos El cerebro es un


proceso social y las emociones son su lenguaje fundamental. La integración entre partes
diferentes es un concepto clave en su teoría ya que de la integración emergen la coherencia
y la harmonía y cuando la integración es dañada el caos y la rigidez aparecen.

Para Siegel, el enfoque clínico utilizado es menos importante que la resonancia del
terapeuta. La resonancia se convierte en una palabra clave, ya que la interacción emocional,
inconsciente e intuitiva se convierte en más importante que la interacción verbal y los
“enactments”(momentos de insight) reparadores de las experiencias tempranas co-
construidas por paciente y terapeuta son fundamentales para la curación. En este enfoque,
el terapeuta necesita acceder a su cerebro derecho (emocional) para experimentar los
sentimientos del cliente y los suyos propios. El terapeuta debe mantener una conexión de
cerebro derecho a cerebro derecho para crear una resonancia empática pero también una
conexión de cerebro izquierdo a cerebro izquierdo para dar un sentido a la experiencia
vivida. Wallin, analista relacional, habla de que el terapeuta necesita tener una “visión
binocular” que lo involucra en una comunicación contingente con el cliente y ,al mismo
tiempo, debe estar en contacto con sus propios estados internos para crear nuevas rutas en
el cerebro del paciente y así incrementar la capacidad del paciente para auto-regularse. Para
nosotros, que trabajamos con el cuerpo, estas son buenas noticias. Podemos resonar
somáticamente con nuestros pacientes mediante nuestras percepciones somato sensoriales
y responder a ellas. Siegel ha acuñado el término “ventana de tolerancia” que es diferente
para cada paciente y se refiere a la intensidad y carga emocional que un paciente puede
tolerar sin sentirse desregulado.

Los Conceptos de Allan Schore

Para Schore, neuropsicoanalista, la conexión terapéutica se da mediante un “inconsciente


relacional” donde los inconscientes de terapeuta y paciente se comunican. Ser empático no
solo significa que el paciente se sienta mejor, sino que implica crear un estado de activación
neural en el/la paciente. Fue el primero en hacer hincapié en las conexiones de cerebro
derecho a cerebro derecho, algo que se ha investigado en la díada madre-bebé así como en
la díada paciente-terapeuta. Schore sitúa a la emoción en un lugar central y habla de una

22
“revolución emocional” en el campo de la psicoterapia. El análisis bioenergético ha situado el
trabajo emocional en un lugar central desde sus inicios pero sabemos que no ha sido así para
la mayoría de enfoques terapéuticos. La aportación más relevante de Schore es la integración
que hace de los modelos psicológicos y biológicos desarrollando una teoría del desarrollo
emocional y la auto-regulación en la infancia que puede ser aplicada a la psicoterapia. Su
investigación acerca de la regulación emocional ha tenido un impacto profundo en la
comprensión de la relación terapéutica. Sus aportaciones han influenciado campos muy
diferentes tales como la neurociencia afectiva y la teoría del trauma. Su investigación se
centra en los efectos del trauma temprano en el desarrollo del cerebro y, como he dicho, nos
ha aportado una comprensión profunda de la neurobiología del apego, que ha impactado
profundamente el campo terapéutico.

El Impacto de las Investigaciones en Neurociencia en el Análisis Bioenergético

Desde esta nueva perspectiva, hay una reunificación del cuerpo y la mente, la mente como
un sistema complejo que integra al cuerpo. Ya no es necesario “salir de la cabeza” sino que
ésta queda integrada al cuerpo:

“Es hora de focalizarse en el cuerpo que vive en la mente…ya no somos una mente
en contra de un cuerpo sino que mente y cuerpo funcionan como un intricado sistema en
relación que transfiere información relacionada con estados somáticos y procesa
acontecimientos a nivel cognitivo y verbal” (Resneck Sannes,2005).

En su trabajo sobre el shock cefálico, Bob Lewis comenta:

“En la Bioenergética clásica se consideraba que la cabeza/cerebro/ mente


bloqueaba nuestra experiencia más profunda y vital y la terapia se estructuraba para sacarlo
a uno de la cabeza y centrarlo en el cuerpo. En 1976 inicié un cambio de paradigma en
bioenergética, un cambio que incluía la cabeza y la mente/cerebro como igualmente
importantes. (Lewis 2012).

Angela Klopstech muestra que la investigación de Schore enfatiza el rol de la emoción en los
procesos de cambio y el rol clave de las relaciones para modelar procesos neurales y
capacidades auto-reguladoras. Para Schore, hay una conexión terapéutica que sucede
mediante un “inconsciente relacional”, o sea, todos los procesos que van de cerebro derecho
a cerebro derecho. Con su investigación de los procesos de auto-regulación emocional,
clarifica estos procesos relacionales implícitos:

“La relación terapéutica puede alterar el sistema estructural interno del cerebro que
consciente e inconscientemente procesa y regula la información externa e interna y por ello,
no solo reduce los síntomas negativos del paciente sino que expande sus capacidades
adaptativas “ (Schore citado por Klopstech, 2005)

Para nosotros, analistas bioenergéticos, se confirma lo que sabíamos intuitivamente, que


existe una resonancia somática que se desarrolla desde la interacción entre los cerebros
derechos de paciente y terapeuta y que es mayormente inconsciente. Schore aplica su
investigación de la comunicación de cerebro derecho a cerebro derecho al proceso
terapéutico. Sabemos ahora que la comunicación a nivel corporal y emocional es un proceso

23
de cerebro derecho a cerebro derecho y ello nos lleva a entender que gran parte del proceso
curativo que se da en la terapia es inconsciente. Resneck-Sannes (2002) nos expone las
aportaciones de Schore y reflexiona acerca del impacto profundo que estos descubrimientos
han tenido en la comprensión de la relación terapéutica:

“las experiencias de apego tempranas están codificadas en el cerebro derecho,


permanecen allí no simbolizadas y están disponibles mediante la comunicación corporal en la
relación… la madre y el bebé co-construyen una relación y la mente se desarrolla en esta
matriz relacional y la estructura puede ser dañada sin la resonancia empática adecuada de la
madre. Para Schore es el proceso de auto-regulación entre la madre y el niño la clave del
apego”. (Resneck Sannes, 111)

La teoría de la auto-regulación de Schore subraya la importancia de las experiencias no


verbales entre paciente y terapeuta y el potencial de la relación terapéutica para regular los
afectos. Lo mismo que ocurre entre la madre y el bebé, el terapeuta, mediante la relación,
ayuda a regular los estados emocionales desregulados del paciente:

“La investigación empírica de la interacción cuidador-niño desafía la idea de un


terapeuta que está separado del paciente y que desde la lectura corporal provee las
intervenciones terapéuticas necesarias leyendo funciones congeladas. Estamos en una matriz
relacional al nacer y la terapia se basa en el impacto mutuo en los cuerpos de paciente y
terapeuta.” (Resneck Sannes ,112)

La investigación acerca del rol fundamental de las emociones en el cambio terapéutico ha


sido significativa y ha producido una total revolución en el ámbito terapéutico aunque este
aspecto es bien conocido por nosotros, analistas bioenergéticos. Desde siempre hemos
sabido acerca del poder de la expresión y la regulación emocional en los procesos de
cambio. Sin embargo, la emoción se ha situado en un lugar central en el proceso de cambio
terapéutico como nunca antes en la historia de la psicoterapia. Ahora tenemos evidencia
científica de la conexión que hay entre la conexión emocional y la profundidad de la
experiencia y cómo ambas inciden en el resultado del proceso terapéutico. Se revisa y
redefine el rol de las experiencias catárticas y se valida el impacto de la intensidad en las
experiencias afectivas en la terapia:

“El cambio terapéutico es el resultado de procesar las experiencias afectivas intensas


con todas las capacidades del cerebro cortical.” (Resneck Sannes ,39,2005)

“La experiencia afectiva profunda y su regulación mediante la coordinación de


los intercambios emocionales entre paciente y terapeuta son consideradas como agentes
claves de transformación” (Fosha citada por Klopstech,120).

Klopstech toma de Schore el concepto de “regulación hemisférica dual”. Se considera a la


regulación como un proceso interaccional. Klopstech cree que este proceso es relevante para
la comunicación no verbal cuerpo a cuerpo entre paciente y terapeuta que es la esencia del
modo en que trabajamos. Schore distingue entre un modo interactivo persona-a- persona y
un modo intra- persona no interactivo y enfatiza que un buen proceso de terapia implica el
uso de ambos modos:

24
“La teoría de la regulación de Schore sugiere que los mecanismos implícitos yacen
en el núcleo de los procesos de cambio significativos. “Los mecanismos implícitos” significa
“el entonamiento límbico entre paciente y terapeuta y las interacciones corporales y
emocionales que ocurren inconscientemente.” (ibíd. 121).

Los conceptos de nivel de activación y carga se redefinen en Bioenergética a la luz de estas


nuevas aportaciones. Ahora sabemos que un nivel de activación es necesario para que se
produzca una reestructuración neural en el cerebro límbico. Greenberg, analista relacional
cree que la intensidad, la expresión y la reflexión son agentes de cambio muy importantes.
Siegel define una “ventana de tolerancia” como el nivel óptimo de activación para procesar
el material emocional. La ventana de tolerancia puede variar de persona a persona pero el
terapeuta necesita averiguar lo que cae dentro de esta ventana para cada paciente. Un
paciente se siente desregulado si lo que siente o vive excede su ventana de tolerancia.

Para Klopstech, lo que evidencia la neurociencia es que el nivel de carga que un paciente
puede tolerar depende no solo de su estructura de carácter sino de cómo uno/a se relaciona
con este paciente en este contexto específico. Los analistas bioenergéticos llevamos ventaja
en el campo de la regulación dentro de la ventana terapéutica con nuestro conocimiento de
la lectura corporal y la estructura de carácter. Sabemos cómo crear un nivel alto o bajo de
activación y cómo trabajar con él, Klopstech apunta. Desde esta perspectiva, enraizar un
paciente significa ayudarlo a mantenerse dentro de su ventana de tolerancia. Klopstech
aboga por tener presente el paradigma relacional y neurocientífico:

“El tener toda esta multiplicidad de niveles disponible me ha hecho mejor


terapeuta” (ibíd. 122)

3d El Rol de la Empatía y la Resonancia Somática en la Relación Terapéutica

La nueva comprensión que nos aportan las neurociencias redefine aspectos clave de la
relación terapéutica. Ahora sabemos que los procesos relacionales son centrales en el
proceso de curación. La empatía y la resonancia se convierten en conceptos clave, saber la
importancia de lo que sentimos cuando nos relacionamos con nuestros pacientes y como sus
estados emocionales tienen un impacto en nuestro cuerpo y viceversa. Resneck-Sannes
puntualiza que en las intervenciones corporales clásicas faltaban la empatía, el entonamiento
y la congruencia y se ha demostrado lo cruciales que son. Subraya la importancia de la
empatía y la resonancia en el proceso terapéutico y la tarea de regulación emocional del
terapeuta:

“Un terapeuta empático no estará en posición de hipo- estimulación (demasiado


distante, neutral, no presente) ni en posición de híper-estimulación (no modulando el
material,lo que hace que el paciente se inunde, se disocie o se desconecte.” (Resneck-Sannes
48,2005).

“ durante años, la investigación ha demostrado que los clientes muestran que ni los
insights ni las intervenciones corporales curan por sí mismas. No estoy diciendo que
debamos dejar de lado nuestras intervenciones somáticas. Bien al contrario, deben darse en

25
el contexto de una relación empática. Implica que el terapeuta no debe estar separado del
cliente, sino que debe estar presente como un ser humano” (Ibíd. 49)

Lo que es importante ahora es la capacidad del terapeuta para comprometerse en una


relación real y empática con su cliente y conlleva un cambio significativo de roles, tal como
hemos visto. La relación se percibe como un proceso regulador compartido de crecimiento
mutuo donde cada elemento es afectado y transformado por el otro. El foco de lo que es
curativo ha cambiado profundamente:

“La curación ocurre cuando el terapeuta es capaz de leer las señales somato
sensoriales de su cliente y provee la comunicación somato sensorial adecuada de vuelta. El
hemisferio derecho del terapeuta decodifica los estímulos emocionales y responde
empáticamente y esto permite que este analista psicobiológicamente empático pueda actuar
como un regulador interactivo de los estados internos desregulados del paciente. El
terapeuta no solo lee el comportamiento externo y sus manifestaciones externas, sino que
como una “madre suficientemente buena” pueda leer los estados internos del paciente.
Utiliza su propio proceso somato sensorial para ser consciente del estado del cliente y lo
ayuda a procesar estos estados.” (Ibid,115)

Clauer propone una reflexión acerca de la empatía como un proceso de resonancia


energético-emocional:

“Los sentimientos y los patrones posturales pueden ser transmitidos en la situación


de tratamiento terapéutico vía los procesos de resonancia y empatía, la contra transferencia
corporal. Entiendo la empatía en términos de sensibilidad y sentimiento hacia la otra persona
como un proceso físico de co-vibración o entrar en resonancia con la realidad inconsciente y
los sentimientos de otra persona.” (Clauer,84)

Neuronas Espejo

Lewis utiliza el término de Lyons-Ruth “conocimiento relacional implícito” para describir lo


que sucede en el proceso empático, un proceso que ocurre fuera de nuestra consciencia.
Conceptos como “rutas de las neuronas espejo” nos ayudan a entender el fenómeno de la
empatía y la resonancia corporal como elementos clave en los procesos de transferencia y
contratransferencia somática. El sistema de las neuronas espejo nos permite leer la mente de
otros mediante signos no verbales. Percibimos un estado emocional en otra persona y la
misma emoción se activa en nosotros. Varios autores bioenergéticos utilizan este concepto:

“Las neuronas espejo son necesarias para la resonancia pero puede que no sean
suficientes. Nos pueden ayudar a ver en los espejos (ojos) de las almas de nuestros clientes
pero también hemos de ser capaces de tolerar lo que vemos en sus espejos. Lo que sostienen
estas neuronas es nuestro “conocimiento relacional implícito”…nos ayudan a escuchar lo que
nos llega intuitivamente por medio de imágenes, sensaciones corporales o frases. A este
proceso lo llamé “escuchar con el sistema límbico”….Aprendí a aquietar mi mente y a
escuchar con mis manos. Ellas a menudo sabían dónde y cómo debía tocar a un paciente
antes de que yo lo supiera” (Lewis,2012,121).

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“Las neuronas espejo recrean la experiencia de otros en nosotros y nos permiten
ponernos en el sitio de otra persona y experimentar empatía. Están situadas en el córtex pre-
motor y se conectan al sistema límbico, la región emocional del cerebro. Cuando mis
neuronas espejo se activan en relación a mi paciente, emociones empáticas y resonancia
límbica se activan en mí. (Klopstech,2008,131).

Lewis (2005): la Empatía y la Memoria Implícita y Explícita

Lewis considera el cuerpo del terapeuta como un instrumento fundamental de cambio. Para
él, somos empáticos cuando respondemos a las necesidades del paciente y cuando recibimos
las identificaciones proyectivas de nuestros pacientes. Lewis se refiere a los modos de
conocimiento implícito y explícito que toman distintas rutas neurales. Sabemos que la
memoria implícita es la memoria emocional y procedural que es inconsciente y la memoria
explícita es la contiene la organización de la información consciente.

Propone una visión de la terapia como un sistema diádico no lineal, donde cada miembro de
la díada es visto como regulándose a sí mismo y en la interacción con el otro. Cita a Fogel “en
un modelo sistémico, todo comportamiento se manifiesta simultáneamente en el individuo y
al mismo tiempo modifica y es modificado por el comportamiento del otro” (Lewis,11)

Para Lewis el cuerpo del terapeuta es una herramienta esencial “nosotros mismos somos los
únicos instrumentos que resuenan con la psique y el soma de la otra persona”. Cita a Schore:

“el terapeuta empático, intuitivo, desde el primer momento de contacto, capta las
estructuras rítmicas del paciente momento a momento y es suficientemente flexible y fluido
para modificar su propio comportamiento para encajar con esta estructura” (Ibid,17).

La evidencia importante para la investigación neurológica, constata Lewis, es que podemos


acceder a las experiencias implícitas traumáticas de los primeros años desde un nivel
corporal. En muchos de sus escritos enfatiza que no debeos olvidarnos que todos somos
sanadores heridos y debido a esta herida básica tenemos limitaciones y capacidades en
nuestro contacto empático con nuestros pacientes.

Como terapeutas somáticos nos hemos formado para estar en contacto con nuestros
procesos corporales internos, somos conscientes de nuestras tensiones musculares y de
nuestras señales somáticas que nos muestran lo que sucede en nuestros cuerpos y en los de
nuestros clientes. En un proceso terapéutico habrá momentos de entonamiento, momentos
de impasse, momentos de desconexión y ruptura, pero lo que importa es la capacidad de
reparación. Si podemos reparar los puentes rotos, mediante la empatía y la resonancia, el
proceso continuará. Schore utiliza el concepto de desencuentro y reparación, que es muy
importante en psicoterapia así como en todas las relaciones:

“Los cortes en el vínculo activan el sistema límbico del terapeuta que produce una
resonancia somato sensorial a través de su cuerpo. Los terapeutas formados somáticamente
se forman para focalizarse en la información que viene de sus propios cuerpos y utilizar la
información para examinar las cualidades relacionales del encuentro y del desencuentro que
sucede en la terapia.” (Resneck-Sannes,116).

27
T. Warnecke, terapeuta corporal, nos proporciona una descripción de los procesos somáticos
transferenciales, fenómenos que se mueven en un continuum desde la empatía y la
resonancia a los procesos intersubjetivos, los enactments y los temas transferenciales al otro
extremo del continuum:

“Dos personas se encuentran y dos sistemas motores y dos sistemas nerviosos


autónomos empiezan a responder, relacionarse e interactuar. La transferencia somática es
facilitada por la resonancia límbica y por la capacidad de nuestro sistema sensorio motor
para sentir los movimientos, posturas y estados afectivos observados en los otros. Las
neuronas espejo forman parte de un sistema activo resonante que evoca representaciones
neurales motoras cuando observamos el movimiento. (Pineda). El proceso reflectivo es un
proceso espontáneo e intuitivo. La resonancia kinestésica y límbica nos capacita para co-
experimentar y evaluar las intenciones de los otros y conforma la base para fenómenos
interpersonales tales como la empatía, la resonancia, la sincronicidad corporal y la
transferencia. (Warnecke,234).

4 Implicaciones para la Psicoterapia

Las experiencias somato sensorioemocionales de paciente y terapeuta se encuentran y se


impactan mutuamente en este campo intersubjetivo. El cuerpo del terapeuta se convierte en
una herramienta central que resuena con los estados internos del paciente. Resneck Sannes
explica este cambio en Bioenergética:

“El foco se ha movido desde el cliente como un carácter patológico a la influencia


mutua de cliente y terapeuta en los estados mutuos de activación fisiológica, deseo de
contacto e intimidad y regulación mutua. Confirma nuestra experiencia que en vez de ser un
observador neutral que puede leer las funciones congeladas, dos cuerpos juntos en una
habitación que mediante el contacto físico, la mirada mutua y las palabras, crean una
resonancia. Las implicaciones de la investigación infantil concuerdan que nuestra atención
debe dirigirse a nuestros estados somáticos internos… el terapeuta está atento a su propia
experiencia somática y utiliza esta información para comprender lo que sucede a nivel
interpersonal.” (Resneck-Sannes,116)

Bob Hilton reflexiona extensamente acerca de este cambio desde la idea inicial de que el
cuerpo se cura a sí mismo cuando se libera la tensión y la emoción se expresa, facilitada por
el movimiento físico, a la idea de que, sin excluir la idea inicial, la dinámica relacional entre
terapeuta y paciente se convierte en un aspecto central del proceso terapéutico:

“El terapeuta y el cliente finalmente crean una relación Yo-Tú donde cada uno es
enseñado y renovado como una persona completa por el otro. El terapeuta en este proceso
está continuamente intentando integrar las necesidades interpersonales del cliente junto
con sus propias limitaciones para sostener estas necesidades. Así como el terapeuta
acompaña al cliente en su viaje de vuelta a los orígenes de sus fallos interaccionales, el
terapeuta debe saber y comprender acerca de sus propios fallos relacionales y las soluciones
que buscó para ellos. Esta interacción dinámica y todo lo que implica se convierte en el
proceso curativo para ambos terapeuta y paciente. (Hilton,42,2000).

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Es un cambio significativo en el rol del terapeuta cuando lo que realmente importa es su
capacidad de sintonizar con los movimientos corporales y emocionales del cliente y su
capacidad de ser empático y responder a ellos. Resneck-Sannes nos habla también de este
cambio:

“La teoría del Apego nos mostró que lo que más importaba era la capacidad de
resonancia empática en el terapeuta, la capacidad de escuchar, ver, y sentir las señales
verbales y no verbales en el paciente de un modo que los clientes se sientan genuinamente
vistos y comprendidos. La resonancia empática o la “comunicación contingente” como Siegel
la nombra es una danza interpersonal altamente compleja entre dos sistemas.” (Resneck-
Sannes, 45).

La resonancia somática, necesaria para que se estructuren los patrones del apego infantil así
como los patrones de apego en cualquier proceso de terapia, pasa a convertirse en un
concepto clave. El rol curativo de la relación en la díada terapéutica pasa a ocupar un lugar
central y gran parte de ello es un proceso inconsciente. La conexión terapéutica ocurre a
través del “inconsciente relacional” de Schore. Desde esta nueva perspectiva, el rol del
terapeuta está en un proceso profundo de evolución:

“El terapeuta necesita estar sintonizado para que el material quede dentro de la
“ventana terapéutica”. Entonces nos convertimos en el otro reflexivo y empático que
empezará a habitar dentro del cuerpo y mente de nuestros pacientes y apoyarlos en su ser
vulnerables, necesitados, enfadados, temerosos.” (Ibid,48). La resonancia somática se vuelve
crucial para el procesamiento del material emocional:

“Nuestro saber acerca de la respiración, el enraizamiento, de los modos de crear


límites somáticos y energéticos y nuestro conocimiento de cómo contener los afectos nos
capacita para ser sensibles a la inundación…. las intervenciones corporales son necesarias
pero no suficientes para la curación, deben ocurrir en el contexto de una relación empática.”
(Ibid,48)

5 Una Nueva Visión del Cuerpo: El Cuerpo Relacional

Klopstech (2009) nos aporta una visión histórica acerca del cuerpo en la terapia. Desde Freud
privilegiando el lenguaje sobre el cuerpo a Reich desarrollando un modelo de interacción
cuerpo/mente, expandido más tarde por Lowen, ¿cómo afectan estos nuevos paradigmas a
la visión que teníamos del cuerpo?

El cuerpo ocupa finalmente un lugar en el campo de la psicoterapia debido al rol central que
la emoción toma en este nuevo paradigma, el cuerpo como depositario de la parte
emocional. El paradigma neurobiológico-relacional también ha tenido un impacto en la visión
que teníamos del cuerpo en análisis bioenergético, ya no es un cuerpo que tiene que ser
analizado sino dos cuerpos relacionados en una danza co-creada donde dos subjetividades se
encuentran y se impactan mutuamente.

“ Además del foco tradicional en el más fijo y defendido cuerpo caracterológico, el


foco también está ahora en la experiencia corporal en la interacción de la díada terapéutica,

29
el cuerpo “en acción” en la interacción, el cuerpo en el momento presente, los cuerpos
comunicantes e interactivos de paciente y terapeuta en la díada terapéutica”(Klopstech ,19).

El concepto de cuerpo relacional toma su espacio. La intersubjetividad no solo se refiere a


dos mentes, sino también a dos cuerpos. Siegel y Schore remarcan el rol de la emoción y por
ello, el cuerpo expresivo emocional pasa a ocupar un lugar prominente. Ya no es un cuerpo
aislado sino un cuerpo en relación. Klopstech expresa el cambio en nuestra percepción del
cuerpo:

“ El cuerpo en la psicoterapia moderna necesita incluir el cuerpo físico objetivo


con su dinámica energética y emocional, con su historia y estructura de carácter pero
también necesita ser contemplado lado-a lado con el cuerpo subjetivo e intersubjetivo que
permite la comunicación, la co-creación y el enactment y es necesario que haya espacio para
el cuerpo interaccional (el cuerpo en acción y en inter-acción). La complejidad de los cuerpos
múltiples es impresionante y necesitamos seleccionar cual es nuestra zona de confort.” (ibíd.
20)

A pesar de que el cuerpo toma más espacio dentro del paradigma terapéutico, Resneck-
Sannes nos aporta una reflexión útil acerca de las limitaciones de la investigación en
neurociencia ya que se ha trabajado mucho con experimentos cara a cara y con contacto
visual, pero casi no se menciona el contacto corporal cuerpo a cuerpo. Por el contrario, el
énfasis está en interacciones mente a mente y se da poca importancia a lo que ocurre por
debajo de la cabeza. Una aportación interesante es la de Vincentia Schroeter en su artículo
reciente (2016) donde revisa las técnicas bioenergéticas desde un punto de vista
neurocientífico con todo el cuerpo trabajando con el sistema nervioso:

“Mientras que se ha puesto el énfasis en movilizar el organismo desde sus procesos


destructivos y defensivos y llevarlo hacia procesos de sanación, es la teoría polivagal la que
clarifica los procesos internos del sistema nervioso de una manera que nos ayuda a entender
más profundamente los mecanismos de defensa y la comunicación emocional sana a un nivel
corporal.(Schroeter,12)

Margit Koemeda-Lutz sintetiza bien la complejidad de nuestro momento presente, excitante


y desafiante al mismo tiempo:

“Integrando el cerebro, la mente y el cuerpo significa percibir a nuestros clientes e


interaccionar con ellos a varios niveles distintos, la mayoría de ellos fuera de nuestra
conciencia. Hay cambios bioquímicos, celulares, psicológicos y de comportamiento en cada
uno de los organismos participantes involucrados. Ninguno de estos niveles es más esencial
que los otros. Los procesos en cada uno de estos niveles se influencian mutuamente, de
abajo a arriba y de arriba abajo y evolucionan paralelamente en el tiempo. La mayoría de
percepciones son procesadas inconscientemente y nuestro sistema nervioso inicia o
desencadena muchas reacciones somáticas y físicas fuera de nuestra consciencia. (64)

6 Viñetas Clínicas

Estas viñetas breves muestran algunos de estos nuevos conceptos en acción y provienen de
diferentes sesiones de terapia.

30
1. Viñeta

L. llega excitada y en un estado extático ante la perspectiva de visitar a su nuevo novio que
vive en otra ciudad. Su cara y cuerpo tienen un aspecto de vivacidad. Siento una sensación de
calidez y un sentimiento de alegría invade mi pecho (entonamiento empático) ya que esta
relación es el resultado de un proceso terapéutico profundo para curar una herida infligida
por un padre abusivo. Se siente contenta después de haber pasado un largo período sombrío.
Ambas compartimos su vitalidad y yo intento ayudarla a enraizarse ayudándola a que sienta
sus pies y piernas, a sentir la respiración en su pecho bajando hasta su pelvis y respiramos
juntas compartiendo este momento de enraizar su vitalidad y alegría. En la sesión siguiente,
después de que el encuentro con su nuevo novio fuera bien, viene angustiada y con miedo.
Siente que sus emociones son demasiado intensas y tiene bastante miedo de dejar que su
corazón se abra y pueda ser herida de nuevo. El resultado es ansiedad y miedo de no ser capaz
de sostener toda la intensidad sin sentirse perdida. Percibo su angustia en mi pecho e
intuitivamente siento que trabajar con la respiración y el contacto la ayudará a enraizarse y a
contener este estado de desregulación para poder pasar a un sitio interno más regulado.
Hemos construido una buena alianza terapéutica e intento tocarla con mis palabras y le
propongo tener un contacto físico y que apoye sus pies en los míos mientras respira. Está de
acuerdo y poco a poco su respiración se aquieta y se hace más profunda y regresa a un lugar
interno de posesión de sí misma que había perdido. Se va sintiéndose más relajada y
comprendiendo lo que la hizo sentirse desregulada. Siento alivio y relajación en mi espalda.

2. Viñeta

N. permanece hierático, inmóvil en su cara y cuerpo y mantiene sus ojos inmóviles fijos en mí.
Cuando habla, sus mejillas y boca están casi congeladas y sus ojos, tensos, hieráticos y fijos. A
menudo, al inicio de la sesión, tengo una sensación incómoda, una tensión en el pecho y una
sensación de ser invadida por su mirada penetrante que a menudo me desregula. Su voz es
monótona, plana, sin ninguna cualidad emocional. Para mí no es un cliente fácil y a menudo
siento tensión en mi espalda ya que no me siento completamente a salvo. De algún modo, he
de mantenerme en guardia. Mi contratransferencia somática se activa con facilidad. Puedo ir
desde sentir empatía a sentirme realmente irritada ya que muchas veces, los movimientos a
nivel físico son mecánicos y resultan inútiles. Hay momentos en que me viene la fantasía de
sacudirlo ya que me lleva a visitar un sitio interno de impotencia. Esto correlaciona con la
misma impotencia que él siente para poder hacer algún movimiento hacia otra dirección y
hacia un movimiento corporal sentido en la sesión de terapia. Siente una insatisfacción
permanente con su vida, su trabajo, su relación, y, obviamente, con su terapia conmigo. No
puede hacer algún movimiento en su vida hacia una posición más satisfactoria y, a veces, me
siento contra transferencialmente atrapada en su inmovilidad. Crear un vínculo mutuo no es
tarea fácil sino un proceso que me desafía, donde nos movemos en una danza, a menudo
inarmónica, de acercarnos un poco ( él se abre un poco y está menos tenso), seguido por un
desencuentro (se retira del contacto) que nos separa. Lo siento distante y todavía no he
encontrado la manera de crear un puente hacia su pecho con armadura de acero. Raramente
siente o expresa una emoción y a menudo se retira a la fortaleza de su cabeza. Sin embargo,
los dos intentamos continuar con toda esta complejidad. A veces lo puedo sentir un poco más
cerca, respiro y me relajo un poco, otras veces soy incapaz de contactar con él y de encontrar

31
ni que sea una pequeña fisura para acercarme a su fortaleza. Utilizo mi resonancia somática,
una actitud empática hacia este niño traumatizado que vio a su padre amenazar a su madre
con un rifle y, con mi mirada, una voz suave pero firme y una postura corporal calmada, trato
de enviarle el mensaje de que está en un lugar seguro y de que no va a sufrir daño mientras
intentamos continuar.

Estas viñetas son pequeños ejemplos de cómo los procesos de transferencia y


contratransferencia corporal interactúan, como se pueden construir puentes, como éstos se
pueden romper o dañar y lo más importante, como nosotros, como terapeutas, utilizamos
nuestro entonamiento somático e intentamos reparar estos puentes rotos.

7-Conclusión

Llegamos al final del viaje viaje y el proceso continúa. La comprensión bioenergética de la


relación terapéutica y sus procesos transferenciales y contratransferenciales se ha
transformado y expandido por el impacto de estos nuevos conceptos y teorías sin perder lo
que nos define. Ya no podemos ver más al paciente solamente como un sistema energético
cuyos bloqueos han de ser liberados. Sabemos que los bloqueos físicos son la manifestación de
emociones reprimidas y sabemos que es crucial trabajar con dichos bloqueos pero es el modo
en que trabajamos con ellos lo que ha cambiado. Desde esta nueva perspectiva, no vemos al
paciente como un sistema energético aislado sino que vemos a paciente y terapeuta
implicados en un sistema somato sensorial intersubjetivo donde cada uno es impactado y
transformado por el otro. El rol del terapeuta es ayudar al paciente a regular sus estados
internos mediante la relación y a la vez ser regulado también por ella. Para los pacientes con
temas pre-verbales, focalizarse en las señales somato sensoriales puede ser extremadamente
útil y, a veces, el único camino posible. Ahora podemos considerar que nuestra comprensión y
nuestras herramientas bioenergéticas quedan validadas por la investigación científica. Ahora
sabemos cómo nuestro trabajo desde una relación corporeizada puede cambiar los circuitos
neurales de una persona, sus percepciones, emociones y su posicionamiento en el mundo.
Hemos sabido durante largo tiempo como las emociones pueden ser contenidas y reguladas
mediante el contacto físico en una relación terapéutica, ahora tenemos investigaciones
científicas que dan validez a nuestra comprensión.

La transferencia y la contratransferencia conllevan todas estas interacciones somato psíquicas


que ya conocemos pero dentro de un campo intersubjetivo que sucede en el aquí y ahora de
una relación real. Necesitamos aprender más acerca de cómo nosotros, analistas
bioenergéticos podemos utilizar nuestro cuerpo y nuestras emociones como herramientas
terapéuticas que nos permiten resonar con los cuerpos y las emociones de nuestros pacientes.
Tal como dice Bob Lewis, necesitamos reconocer más estos mensajes corporales sutiles que
muchas veces no son reconocidos. Hemos andado un largo camino y todavía no está acabado,
desde el cuerpo individual al cuerpo relacional, desde el cuerpo estructura a los cuerpos en
resonancia. Hemos recorrido un trayecto que ahora llega a su fin, desde las aportaciones de
los analistas bioenergéticos al tema de la relación terapéutica y sus procesos
transferenciales/contratransferenciales, hasta las contribuciones desde las nuevas teorías y su
impacto en el Análisis Bioenergético. Espero que lo hayáis encontrado útil.

Acerca de la autora

32
Fina Pla es psicóloga clínica, formadora local de ACAB (Associació Catalana en l’Anàlisi Bioenergètica) en
Barcelona, formada también en terapia Gestalt ,en psicoanálisis Lacaniano y Relacional y en EMDR. Es
responsable del Centre de Psicoterapia ALENAR en Barcelona.

Email: fpla@copc.cat

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Carlino, L. (1993) The Therapist’s Use of Self IIBA Journal nº5.

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