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Las necesidades de selfobject del psicoanalista

y el efecto de su frustración en el curso del tratamiento:


una nueva visión de la contratransferencia 1
Howard A. Bacal
Peter G. Thomson

Somos conscientes de que en la literatura existen ción acumulativa de nuestra experiencia vivida que
definiciones múltiples y conceptualizaciones com- estará en interacción con la situación analítica. Esto
plejas sobre la contratransferencia (véase definicio- no nos pone en una posición psicológica diferente a
nes y referencias sobre todo en Rycroft, 1972; la de nuestros pacientes, a pesar de la diferencia en
Moore y Fine, 1990) y por tanto no las vamos a nuestros papeles.
repasar aquí. Históricamente, los psicoanalistas han Kohut, interesantemente, tomó una visión similar
sostenido dos puntos de vista contradictorios sobre a la de Freud cuando describió las contratransfe-
la contratransferencia. Una visión es que está forma- rencias "narcisistas" como interfiriendo el estableci-
da por sentimientos por parte del analista que pue- miento de las transferencias narcisistas. Kohut
den interferir en la terapia del paciente. La otra es (1971) entendió cómo el analista tiende a reaccio-
que puede ser un valioso recurso en el proceso del nar de manera particular a estas transferencias: "Las
tratamiento. Ambas visiones de la contratransferen- propias necesidades narcisistas del analista (...) pue-
cia tienen un gran paralelismo con las visiones que den hacer difícil para él tolerar una situación en la
los analistas pueden tener de la transferencia (puede que queda reducido al papel aparentemente pasivo
ser una interferencia o una resistencia al análisis, o de ser un espejo del narcisismo infantil del pacien-
puede servir como el vehículo mayor para el proceso te, y por consiguiente, sutilmente o abiertamente
analítico). Freud (1910) identificó la contratransfe- puede interferir en el establecimiento o el manteni-
rencia como un impedimento al tratamiento eficaz miento del la transferencia especular” (pág. 272)2.
del paciente. Para la mayoría, esta visión persistió Y "el rechazo de las actitudes idealizadoras del
hasta 1950, cuando Heimann (1950) propuso una paciente normalmente es motivado por una actitud
nueva definición y una nueva perspectiva a la con- defensiva ante las tensiones narcisistas dolorosas
tratransferencia. Heimann consideró la contratrans- que se generan en el analista cuando las fantasías
ferencia como abarcando todos los sentimientos del reprimidas de su propio self grandioso se estimulan
analista hacia el paciente, y defendió que la contes- por la idealización del paciente" (pág. 262)3. Wolf
tación emocional del analista a su paciente propor- (1979, 1980) y Kohler (1985) han elaborado las
cionaba una de las herramientas más útiles para concepciones de Kohut y han usado la nueva ter-
entender el inconsciente del paciente. Sandler minología del "selfobject”. Las transferencias de
(1976) amplió la idea de Heimann para incluir el selfobject se refieren a la necesidad del paciente de
proceso con que el analista se alerta de experiencias conseguir una self-restauración y una self-sustenta-
importantes dentro del paciente, dándose cuenta de ción en las respuestas del analista. Wolf (1979)
ciertos roles que el paciente induce dentro del ana- acuñó el término contratransferencias de selfobject
lista. En este proceso se repiten relaciones tempranas para denominar el complemento en el analista de
significativas para el paciente. las transferencias del selfobject del analizante, tanto
Debido a la diferencia entre el papel del analista y si son o no evocadas por el analizante. Es decir, el
el del paciente en el proceso del tratamiento, la psi- analista también tiene necesidades del selfobject
cología del analista ha sido relativamente poco teni- que se movilizan como resultado de participar en el
da en cuenta. Si estamos de acuerdo con Sullivan proceso analítico (véase Wolf, 1980).
(1953) en que "sencillamente todos somos más La introducción de Kohut del nuevo idioma fue
humanos que otra cosa" (pág. 32), entonces como algo más que un cambio en la terminología.
terapeutas debemos asumir ciertamente que estamos Subrayó su visión de que los fenómenos del llama-
hechos del mismo material psicológico que nuestros do narcisismo reflejan la frustración y la distorsión
pacientes. Es decir, nosotros terapeutas, también, de una clase básica de necesidad (de hecho, una
aportamos una historia correlativa, una representa- necesidad saludable del self en un contexto relacio-

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nal). Como Kindler (1991) tiene explícitamente nuestros análisis personales, ninguno de nosotros
declarado en su fino artículo sobre este asunto, cada está completamente libre de las sensibilidades, vul-
individuo tiene en el centro de su ser una necesidad nerabilidades y anhelos que surgen de las frustracio-
de ser reflejado (espejado) o afirmado. Sin embargo, nes o injurias personales y profesionales, tanto del
mientras que las necesidades de los analizantes de pasado como del presente. Abogamos por una acti-
respuestas de selfobject por parte del analista se han tud de tolerancia ante la omnipresencia de una gama
ido aceptando cada vez más como psicológicamente amplia de limitaciones inevitables en la personalidad
legítimas, las necesidades de selfobject del analista de los analistas. Por supuesto, no defendemos la pro-
respecto al analizante, aunque son entendibles, a la mulgación del analista de sus necesidades del sel-
práctica continúan siendo consideradas como princi- fobject o de cualquier otra necesidad respecto al
palmente indeseables. Son reacciones desafortuna- paciente que sea éticamente inaceptable. Cuando
das de las que el analista debería intentar despren- hablamos de fracasos empáticos o fracasos en la
derse. En otras palabras, estamos considerando toda- sensibilidad óptima, lo hacemos en relación a lo que
vía ciertas experiencias del analista como "enfer- sería esperable en un terapeuta comprometido con
mas”. Para decirlo simplemente, el analista debería un cierto nivel de experiencia y preparación.
avergonzarse de ellas. Es un problema que simple- Habiendo dicho esto, debemos reconocer que todos
mente se tiene que superar. En gran parte, el proble- nosotros intentamos defendernos ante cualquiera de
ma es que los analistas se muestran, en efecto, bas- la repetición de experiencias disruptivas y de sus
tante inclinados a repudiar sus sentimientos cuando afectos perturbadores (sobre todo el afecto de ver-
sus necesidades del selfobject no se satisfacen. güenza), incluso ante nuestros pacientes.
Nosotros no estamos únicamente postulando que Gunther (1976) enfatiza esta perspectiva en su
"los analistas también son personas" que tienen manera de comprender las reacciones de la contra-
necesidades de selfobject. Más pretenciosamente, transferencia. Él las ve como realizaciones (enacte-
también decimos que ello constituye una cuestión ments) cuyo propósito es restaurar el "equilibrio nar-
que influirá grandemente en la práctica con nuestros cisista” del analista que se perturba en las interaccio-
pacientes. Hemos empezado a explorar las varias nes con el analizante. Son síntomas que confirman la
maneras en que el analista vive sus necesidades res- existencia de las necesidades narcisistas del analista.
pecto al paciente y cómo su satisfacción, frustración, Wolf (1980) fue el primero en reconocer explicita-
o distorsión, afectan el proceso del tratamiento. mente la naturaleza bidireccional de la necesidad de
En este capítulo, ofreceremos una nueva perspec- selfobject en el proceso analítico y en reconocer su
tiva de la contratransferencia. En esta perspectiva, valor y sus consecuencias cuando es experimentada
en efecto, proponemos la utilidad conceptual de res- por el analista. Kohler (1985) y Sandler, en base al
tringir el uso del término para designar únicamente a trabajo de Beebe y Sloate, han descrito las interac-
la interferencia con la función terapéutica del analis- ciones complejas entre las necesidades de selfobject
ta. (Éste, de hecho, se ha convertido en el uso más del terapeuta y del paciente como análogas a las
común del término). Proponemos la concepción interacciones del par madre-niño. Thomson (1991,
(también véase Bacal, 1994) de que el self del ana- 1993) ha ilustrado ampliamente cómo la ruptura en
lista ordinariamente se sostiene en su trabajo por el analista de su función de selfobject respecto al
continuadas respuestas de selfobject del analizante, analizante proporciona una oportunidad particular de
y defendemos que su función analítica puede quedar estudiar cómo esto puede haber contribuido a la des-
interferida substancialmente (es decir, se actúa en la compensación aguda del paciente. Bacal (1994),
contratransferencia) cuando estas necesidades del recientemente ha reflexionado sobre ello: “La viven-
selfobject son significativamente frustradas. cia del terapeuta de tener una relación de selfobject
También sugeriremos que la función terapéutica del con el paciente no sólo es infiltrantemente operante
analista se refuerza como resultado de disminuir su en toda relación terapéutica, sino que además consti-
requisito de protegerse contra el conocimiento de tuye una condición previa para que el terapeuta
estas necesidades. Queremos también sugerir algu- pueda responder de una manera que le permita al
nas maneras en las que esta meta puede ser lograda paciente experimentar una relación del selfobject
(maneras que centralmente pretenden desactivar el con él. Los analistas esperan generalmente de sus
sentimiento de vergüenza a veces incapacitante que analizantes que respondan de determinadas maneras
puede acompañar el conocimiento de nuestras nece- que son, de hecho, sustentadoras o restauradoras del
sidades del selfobject respecto a nuestros pacientes). self del terapeuta” (pág. 28).
Nosotros subscribimos la acepción de Wolf (1979) Pensamos que la complejidad de estas experien-
de que, por mucho que hayamos progresado en cias requiere una conceptualización a la que el tér-

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mino contratransferencia simplemente no le hace en Wolf (1980) ha sugerido que puede usarse la
absoluto justicia. Creemos que ciertos procesos que experiencia del analista de la intensificación de sus
operan en el analista y que afectan al paciente es útil necesidades del selfobject como signos que le alertan
conceptualizarlos en términos de satisfacción de sus de un descarrilamiento inminente del proceso tera-
necesidades de selfobject o de frustración de sus péutico. Nosotros propondríamos el término señal de
necesidades de selfobject. Concurrimos con Wolf en ruptura en el analista para denominar la experiencia
que el término "resonancia empática” describe fiel- del analista de que sus necesidades del selfobject no
mente la situación en la que el analista sufre una están satisfaciéndose, pero sí mantienen todavía con
regresión controlada eficazmente junto con el su self estable y cohesivo. Cuando el analista tiene lo
paciente en sus esfuerzos de permanecer sintonizado que tradicionalmente llamamos una reacción contra-
con él. Sin embargo, considerar esto como un aspec- transferencial, es que las necesidades de selfobject
to de la contratransferencia (un término que normal- del analista, que ordinariamente son satisfechas por
mente designa una interferencia con el proceso tera- el paciente durante su interacción, están siendo ahora
péutico) es confuso conceptualmente. Esta regresión frustradas, y por tanto su sentido del self está conco-
limitada está al servicio de la relación terapéutica. mitantemente amenazado o agitado (en el mejor de
Nuestro concepto de resonancia empática es similar los casos). Esta ruptura de las satisfacciones de sel-
a la concepción de Balint de la experiencia arcaica fobject en el analista afectará su capacidad para sin-
armoniosamente regresiva que él denominó amor tonizar y responder óptimamente al paciente. Si los
primario o objeto de amor primario (1937, 1968) analistas insisten en conservar el término contra-
cuando ocurre dentro de la díada analítica (una expe- transferencia (seguramente lo más probable), noso-
riencia no disímil a la concepción de Kohut de la tros creemos que debería circunscribirse a estos
transferencia de selfobject arcaica de tipo gemelar)4. fenómenos reactivos o disyuntivos6 que afectan la
Un tipo básico de relación de selfobject tipo alter- función terapéutica del analista. Sería como ir en
ego5 se moviliza en el analista (“Yo se cómo usted se contra, si se quiere, de la transferencia de las necesi-
siente porque yo he tenido, o estoy teniendo, expe- dades de selfobject del analizante en el tratamiento.
riencias similares en mí mismo”). En esta regresión, Debe enfatizarse que las necesidades de selfobject
el analista puede tener también una experiencia com- del terapeuta sí difieren de las del paciente, en la
plementaria a la experiencia de selfobject del pacien- medida en que las del terapeuta se expresan a través
te (yo siento su necesidad, por ejemplo, de ser espe- de sus funciones terapéuticas. La necesidad del sel-
cial, y yo lo percibo a usted de esa manera). Así, fobject más común del terapeuta es la de que quede
ejerciendo su capacidad para la introspección delega- reconocida su función, según la manera concreta en
da, el analista puede experimentar necesidades com- que él conciba esta función. Si la concibe como una
parables o complementarias de él mismo como sien- actitud cuidadora, necesitará sentirse reafirmado en
do satisfechas por el paciente. Nosotros agregaría- esto. Si concibe su función en términos de compren-
mos, entre paréntesis, que la necesidad de dar que se sión cognoscitiva, necesitará reafirmación en ello.
activa en el analista (por ejemplo, la necesidad de Por ejemplo, si necesita idealizar al paciente, enton-
responder a las necesidades de selfobject de su anali- ces puede sentirse maravilloso si percibe a su pacien-
zando) puede ser una de las más profundas y vitali- te como teniendo atributos especiales. El analista
zantes necesidades de su self (Ian Suttie, capítulo 1 puede vivir que su función es la de proporcionar hól-
en Bacal y Newman [1990] pág. 19-20). ding, reanimación y un ambiente confiablemente
En su reciente estudio de los determinantes subje- receptivo, por lo que necesitará inconscientemente
tivos e intersubjectivos de la responsividad óptima sentirse reconocido en este aspecto. En el curso del
(véase Bacal, 1985), Estrella (1993) observó que la análisis muchas de estas necesidades son habitual-
mutualidad de experiencias subjetivas contribuye mente satisfechas por la asistencia del paciente a las
significativamente a la capacidad de sintonizar y de sesiones, sus llegadas y salidas puntuales, permane-
resonancia empática de los terapeutas. Estrella ciendo en el diván mientras dura la sesión, mante-
encontró que “la sintonía del psicoterapeuta con su niéndose despierto, proporcionando material asocia-
propio dolor subjetivo y la resonancia correspondien- tivo, escuchando las interpretaciones, pagando los
te al dolor de su paciente particular pueden haber honorarios, pagando las sesiones perdidas, etcétera
contribuido significativamente a ser óptimamente (es decir acomodándose, más o menos, a las rutinas
sensible”, sobre todo en los casos de pérdida. de la situación analítica). En este caso, el analista
Nosotros no creemos que experiencias como ésta se normalmente no es muy consciente de que esas ruti-
puedan incluir propiamente en el concepto de con- nas pueden encarnar la satisfacción de necesidades
tratransferencia. de selfobject que necesita como el aire que respira.

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De alguna manera, la formación analítica nos hace cohesión de estos terapeutas dependerán de su éxito,
considerar la satisfacción de estas expectativas como cumpliendo las necesidades de su analizantes (véase
garantizadas. En su libro para la formación en psico- Stolorow y Atwood, 1992).
terapia para médicos generales, Balint (1964) se Cuando un paciente se fragmenta gravemente, las
refirió a la "misión o función apostólica" del médico necesidades de selfobject del analista pueden ser
("cada doctor tiene una vaga pero inquebrantable frustradas significativamente; en particular, el analis-
idea de cómo un paciente ha de comportarse cuando ta puede experimentar una pérdida de su sentimiento
enferma como si el médico tuviera el sagrado deber de eficacia. También puede experimentar afectos
de convertir a su fe todos los ignorantes y descreídos disfóricos, como enojo, insuficiencia, desilusión en
de entre sus pacientes"). Balint agregó: "Aunque él mismo y vergüenza.
esta idea no es demasiado explícita y concreta, es
inmensamente poderosa, e influye prácticamente
cada detalle del trabajo del médico" (pág. 216)7. Ilustración clínica: Tina
Nosotros creemos que estas expectativas no sólo
derivan de la formación del terapeuta (alguien Una situación que ilustra varios de estos proble-
podría decir de su adoctrinamiento), sino también de mas se presentó con Tina, una arquitecta joven capaz
las necesidades de selfobject no satisfechas del tera- y exitosa. Tina tenía una madre que se había mostra-
peuta que él transporta al paciente en la situación de do continua y groseramente desafinada con sus
la terapia. El análisis personal puede permitirle al necesidades de vinculación como hija, y ello había
terapeuta que aborde algunas de esas necesidades, sido así, al parecer, desde la infancia temprana de
pero, a menos que éstas se enfoquen muy directa- Tina. En su análisis, Tina se quejó amargamente,
mente (como discutiremos enseguida), pueden per- enojosamente y desalentadamente contra la insensi-
manecer principalmente inconscientes y así pueden bilidad y crueldad de su madre, y de la casi total
suponer una interferencia potencial a la eficacia del negación que ésta hacía de la validez de las quejas
terapeuta. El aumento del conocimiento de los tera- de su hija. A medida que se producía la regresión en
peutas de cómo sus necesidades y vulnerabilidades la transferencia, que era principalmente positiva de
psicológicas se han organizado en su funcionamien- una manera idealizadora, Tina empezó a experimen-
to profesional les permitirá tener más claro sus lími- tar las pausas de las fiestas como bastante intolera-
tes en su capacidad de sensibilidad óptima ante cual- bles. Y en más de una ocasión, experimentó roturas
quier paciente particular. y fragmentaciones durante los descansos que la tras-
Quizá la necesidad predominante del terapeuta es tornaron profundamente. Sin embargo, nunca pare-
la de ser reconocido en su capacidad de entender y, cía suficiente enferma como para justificar una hos-
en muchos casos, de cuidar (la motivación humanís- pitalización, ni estuvo interesada en absoluto en
tica). Nosotros sospechamos que esta necesidad de tomar medicación. El analista respondía ofreciendo
los terapeutas de ser vistos como seres humanos lo que él consideraba interpretaciones transferencia-
correctos y motivados en su trabajo es algo muy les apropiadas (esencialmente que ella lo vivía como
determinante y al mismo tiempo no reconocido; es repitiendo el abandono de su madre y que la abando-
difícil para los analistas sentirse vistos por sus naba como su madre y otros habían hecho en el
pacientes como cualquier cosa menos analistas. Esta pasado). Tina no discutía estas interpretaciones, pero
necesidad puede reflejar un trabajo inadecuado a tra- no le eran de ninguna ayuda en aliviarle sus doloro-
vés de las partes “más oscuras” o “más desagrada- sos síntomas.
bles" del analista en su propio análisis. Por otro Con el paso del tiempo, cada descanso producía el
lado, una experiencia analítica en la que el lado mismo dolor horrendo, y Tina no sólo empezó a
oscuro sea demasiado vigorosamente abordado, reprender al analista por hacer fiesta, sino que ade-
podría repetir un trauma de la niñez del terapeuta. más daba a entender que no debería tomarse fiestas,
Estas experiencias pueden dejar al terapeuta con sig- debido al efecto que esto causaba en ella. El analista
nificantes necesidades insatisfechas que este traerá experimentó una resistencia consciente dentro de él
al consultorio. Para algunos terapeutas, la satisfac- a aceptar la validez de la demanda de su paciente,
ción de tales necesidades será el centro de su ‘razón esto es, que la única manera que él tenía de poder
de vivir’. El trabajo terapéutico con sus pacientes remediar la situación era no hacer nunca fiesta. El
puede servir para reparar los defectos en la estructu- analista, por un lado necesitaba sentirse que, a pesar
ra de su self que se produjeron por la necesidad de del descontento de ella, estaba siendo un buen tera-
satisfacer las necesidades arcaicas de selfobject de peuta para Tina y por otro lado también necesitaba
los cuidadores de su infancia8. La autoestima y self- sentirse libre para tomarse una fiesta. En otras pala-

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bras, las necesidades de selfobject del analista que Es útil descubrir (realmente descubrir) que la
Tina había satisfecho fácilmente de manera conti- necesidad de selfobject de ser reconocido por el
nuada hasta entonces y de las que el analista había paciente como un terapeuta suficientemente bueno,
sido bastante inconsciente, estaban siendo ahora sig- es común a todos los terapeutas, y que esta necesi-
nificativamente frustradas. Debe mencionarse que dad no desaparece nunca completamente. El recono-
Tina nunca parecía haber querido ir con el analista cimiento y aceptación de esta necesidad por parte
durante las vacaciones (en cuyo caso la situación del terapeuta le permitió el poder empezar a propor-
habría sido más problemática) y tampoco tenía inte- cionar a Tina lo que ella realmente necesitaba de él,
rés en telefonearlo como manera de sustituir las es decir, la validación profunda y continuada de que
sesiones. ella había tenido razón desde el principio, que el
Finalmente, el analista dejó de intentar explicar (es había sido insensible a sus necesidades y por consi-
decir, de interpretar) las razones de la ruptura del guiente había sido cruel con ella. Él puso su necesi-
self de Tina durante los descansos, porque pensó que dad de hacer fiesta por encima del dolor de ella y la
ella había llegado demasiado lejos con este proble- abandonó, como todos los hombres en su vida
ma y ahora era el momento de centrarla en la reali- y como su madre también. Ella tenía razón: el ana-
dad de la situación, es decir, que era bastante poco lista no se preocupaba de ella lo suficiente. Ella era,
realista por parte de ella esperar que él no hiciera tal como ella misma dijo, sólo una paciente, y el era
ninguna fiesta, y que, por tanto, simplemente no sólo un analista. Tina no necesitaba experimentar los
tomaría en serio la idea. Esto no ayudó tampoco. El reproches de su analista o su vergüenza o su culpa.
analista estaba ahora atrapado entre un sentimiento Tomando su fiesta, él había hecho la opción, en ese
de ultraje y un sentimiento de insuficiencia, ver- momento, de anteponer las necesidades de su self
güenza y culpa. Estaba enfadado porque la paciente por encima de las de Tina. En otras palabras, cuando
lo privaba de su derecho a algo que era importante ella lo reprochaba, todo lo que él tenía que hacer era
y necesario para él, y esto al mismo tiempo hacía decir "huh hu" y hacerlo con sinceridad, y ella se
que Tina se sintiera ultrajantemente excesiva en sus habría sentido así entendida. Después de este reco-
demandas. El analista también se sentía inadecuado nocimiento, los reproches de Tina al analista por su
como terapeuta (nada de lo que él podía decir era falta de sensibilidad a su sufrimiento cuando él
útil, y su paciente, se sentía cada vez peor por culpa tomaba vacaciones, no se repitieron.
del análisis y consideraba a su analista como una Cuando las necesidades de selfobject y las expec-
persona mala, cruel y poco humanitaria). Al analista tativas del analista son satisfechas por el analizante,
Tina le caía bien, la admiraba, y generalmente se una situación de mutua regulación (un tipo de armo-
sentía bien en su trabajo continuado con ella. Él no nía, tal como nosotros lo hemos descrito) prevalece
sabía, sin embargo, qué hacer para remediar la situa- en el ambiente analítico. En estas situaciones, el
ción tal como ella la vivía. Tina dejó el análisis des- analista puede sentir una variedad de emociones
pués de cuatro años, pero volvió algunos meses más egosintónicas, como amigabilidad, preocupación,
tarde para hacer una psicoterapia porque se sentía idealización apacible, simpatía, compasión, y tam-
incapaz de poder conservar su relación de pareja. bién a veces enojo o atracción en un grado razonable
Ella decidió conscientemente evitar la experiencia hacia el paciente. Sin embargo, cuando, por cual-
regresiva del análisis que la hacía tan vulnerable quier razón, las necesidades del analista no se satis-
al trauma de las interrupciones por fiesta, pero se facen, él puede experimentar las dolorosas e incluso
siguió refiriendo, vituperinamente, al análisis fraca- viscerales sensaciones de rotura del propio self, que
sado (qué falló, según su opinión, debido a las insu- pueden minar su función terapéutica. Estas rupturas
ficiencias del analista). De hecho, se necesitaron incluyen distanciamiento, desinterés, hostilidad y
varios años más para que el analista “tuviera éxito”, odio, desprecio, erotismo, fastidio prolongado, som-
un logro que, como Wolf (1980) ha comunicado, nolencia, o incluso el llegar a dormirse.
vendría de la fuerza creciente del self del analista En el ejemplo siguiente, el analista vivió la frustra-
y, por tanto, de la disminución de su vulnerabilidad ción de su necesidad de sentir que tenía una función
y grado de necesidad. El analista tuvo que poder como terapeuta. También se sintió frustrado en su
aceptar que sus respuestas no eran suficientemente necesidad de experimentarse como abasteciendo cui-
buenas para la paciente sin experimentar un senti- dados a su paciente.
miento paralizante de vergüenza. Paradójicamente,
por supuesto, esta aceptación le permitió ser mejor
analista para Tina.

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Ejemplo clínico: Sarah sintonizó con la necesidad de su paciente de trabajar,
a través de la transferencia, una repetición de su
experiencia del rechazo de un padre frío e indisponi-
Durante muchos meses, Sarah, una joven analizan- ble.
te mujer, afirmaba repetidamente, a menudo vehe- En la viñeta descrita el analista intentó satisfacer
mentemente, que en el análisis no existía ninguna su necesidad de eficacia9 a través de repetidas inter-
relación y que por lo tanto el análisis era un sinsenti- pretaciones sobre la necesidad de su paciente de
do. A pesar de esto, ella asistía regularmente a las negar sus sentimientos transferenciales hacia él. A la
sesiones. El analista reaccionaba a la aserción de interpretación se le ha otorgado un alto e incuestio-
Sarah interpretándolo como una resistencia a la nado valor en la práctica analítica de manera que
transferencia. Le dijo repetidamente que ella estaba hemos llegado a perder de vista (o quizá nunca lo
evitando sus sentimientos y necesidades con respec- hemos llegado a ver) cómo la interpretación puede ir
to al terapeuta. El único efecto de estas interpreta- intrínsecamente ligada a la autoafirmación del ana-
ciones fue que la paciente siguió reafirmando, aun lista en su papel de analista. Un poco de autoanálisis
con más pasión y aflicción, que no existía ninguna demostrará que la mayoría tendemos, en ciertos
relación. Ella se desilusionó con el análisis y de momentos, a aumentar nuestra actividad interpretati-
hecho con la vida misma. En un momento dado va cuando nos sentimos poco eficaces con nuestro
gritó: "El análisis es totalmente inútil. ¿Por qué me analizante. Entonces puede ser que simplemente
permite usted venir? Es una tomadura de pelo sádica estemos interpretando para asegurarnos de que tene-
y grande”. Un día, con gran desesperación, Sarah mos una función. Como analistas didactas, a menu-
dejó un mensaje en el contestador del analista do instamos a nuestros estudiantes a hacer interpre-
diciendo que el análisis le resultaba desesperante y taciones, sobre todo interpretaciones de la transfe-
que no iba a volver. Impulsado a la acción por mie- rencia. Nosotros creemos que no es infrecuente ofre-
dos a intento de suicidio de la paciente,tal como cer interpretaciones de la transferencia cuando el
había probado hacer varias veces en el pasado, el analista se siente mal conectado con el paciente. En
analista la llamó y pudo ofrecerle una sesión doble un caso, un analista se sintió a sí mismo a la deriva
de emergencia. El analista empezó a darse cuenta durante el silencio de un paciente. Entonces sintió el
entonces que no había sintonizado con el estado impulso de interpretar al paciente que estaba reple-
aversivo de su paciente, y que debía dejar de lado su gándose y estaba dificultando así al analista conectar
preocupación por las defensas contra la transferen- con él. Afortunadamente, en este caso el analista
cia. Por primera vez, Sarah expresó su estado deses- pudo reconocer que sus propias necesidades de esti-
perado y desilusionado con una gran intensidad mulación y la noción que el tenía de su función
afectiva. Entonces, dándose cuenta quizá, a través de como analista, estaban reñidas con la necesidad del
los murmullos del analista de asentimiento, que éste paciente de usarlo a través del silencio, y que por
estaba sintonizando más, se fue tranquilizando. tanto, éste experimentaría la interpretación, única-
Habló entonces con una alta carga de dolor y de mente como la necesidad del analista de que el
emoción de la indisponibilidad de su padre. Recordó paciente se acomodara a él.
cuando subía a su regazo cuando era pequeña, lo Todos estamos familiarizados con el paciente que
experimentaba como subir a “una silla de madera va asociando, al parecer haciendo su propio análisis,
dura”. pero que deja al analista fuera de sus asociaciones
Cuando la sesión llegó a su fin, Sarah habló de su durante periodo largos. Semejante paciente no sólo
terapeuta anterior en los siguientes términos: "No tenderá a producir soñolencia en el analista
satisfice sus necesidades. Él necesitaba hacerlo bien. (MacLaughlin, 1975; Dender, 1993) sino que tam-
Él necesitaba provocar un impacto". El terapeuta bién tenderá a generar interpretaciones de la transfe-
reconoció casi inmediatamente que estos comenta- rencia, o interpretaciones sobre su resistencia a la
rios también se referían a él y encajaban bien con su transferencia. Según nuestro punto de vista, estas
actitud de los meses anteriores. Reconoció entonces interpretaciones son motivadas inconscientemente
que su actividad interpretativa argumentativa, racio- por una deprivación específica del reconocimiento
nalizada como legítima a través de las teorías, había especular: existe un vaciamiento en la experiencia
enmascarado una necesidad de selfobject frustrada del analista de ser reconocido, de ser visto. La signi-
(una “reacción contratransferencial”, si se prefiere). ficación y utilidad de su existencia como analista
Durante ese periodo había tenido que evitar el reco- simplemente no es reconocida. El analista suele dar
nocimiento de su necesidad de tener una función, por descontada la continuada satisfacción de sus
para ser un “alguien analítico". De esta forma no necesidades de selfobject, de manera que cuando

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esta satisfacción deja de ser proporcionada por el reasegura a un paciente, a veces su necesidad subya-
paciente, el analista se siente inútil y desvitalizado. cente es en el fondo la de reasegurarse a sí mismo.
El analista interpreta entonces para coger el control. Nos hemos referido a la importancia de la ver-
Aunque algunos pacientes pueden encogerse de güenza en las vivencias del terapeuta de frustración
hombros ante tales interpretaciones y pensarlas como y de ruptura de la cohesión de su self, y en particular
simplemente incorrectas, otros pueden experimentar- a las dificultades para enfrentar esta vergüenza. La
las como una repetición disruptiva de las intrusivas viñeta que sigue ilustra vivamente esta cuestión.
necesidades arcaicas de selfobject de algún cuidador La Dra. S. buscó la ayuda de su analista en rela-
significativo de su infancia. ción a una situación penosa que vivía con un pacien-
te de psicoterapia que había hablado repetidamente
de interrumpir el tratamiento. La Dra. S. había res-
Ilustración clínica: Tom pondido a la petición del paciente de terminar su
recién empezada terapia de una vez por semana
Tom, psicólogo joven en análisis, normalmente diciéndole que, en su opinión, no sólo no debía dejar
hablaba sin hacer pausas y sin hacer ninguna refe- la terapia, sino que en realidad tendría que hacer
rencia al analista. Tom apreciaba y admiraba clara- cinco sesiones por semana. Inmediatamente después
mente a su analista, y el analista valoraba realmente de decir esto, ella se sintió sofocada con un senti-
a Tom por su optimismo y por sus valientes y pro- miento inexplicable de intensa vergüenza. No hay
fundos esfuerzos en enfrentar sus muchos problemas ninguna duda de que su vergüenza era parcialmente
en sus relaciones personales. El analista, sin embar- una reacción al darse cuenta súbitamente de lo que
go, normalmente se sentía tan aburrido y soñoliento había hecho. Es decir, pidiéndole a su paciente que
que apenas podía mantenerse despierto. Raramente hiciera algo que se sabía que era bastante improbable
tenía la oportunidad de hacer una interpretación; en que pudiera hacer, hizo que se sintiera tonta ante ella
todo caso, no parecía necesario hacerlo, ya que el misma y ante su paciente (también su analista sintió
analista consideraba como pertinente todo lo que algo parecido cuando la Dra. S. se lo contó).
Tom explicaba. Para abreviar, el analista se sentía También al principio, la Dra. S. se mostró compren-
inútil e irrelevante en la experiencia terapéutica de siblemente renuente a permitirle a su analista el
Tom. Sin embargo, Tom idealizaba las habilidades incluir esta viñeta en este artículo, porque, como la
del analista, y, de vez en cuando, se refería a "nues- mayoría de los terapeutas, ella no creía realmente
tra relación", lo que implicaba que la valoraba que todos, incluido su propio analista, habían pasado
muchísimo. por experiencias similares. Sin embargo, había toda-
Mientras que el analista sentía que él necesitaba vía más cosas para poder seguir entendiendo.
dar alguna interpretación para poder ser útil, el anali- El paciente de la Dra. S. había estado sufriendo
zante admiraba la capacidad del analista (así es intensamente como resultado de haber sido abando-
como el analizante lo sentía) para apreciar su propia nado recientemente por su esposa. La esposa había
habilidad de entenderse a sí mismo. Lo que sin nin- empezado una relación con el jefe del paciente y se
guna duda ayudó a que el analista evitara las inter- había ido a vivir con él junto con los tres niños del
pretaciones (en realidad, confrontaciones) de que el paciente. El paciente estaba intentando entonces, con
analizante se estaba resistiendo a la transferencia, era una dificultad considerable, vivir una nueva vida por
que el paciente estaba mejorando firmemente, lo que su cuenta mientras continuaba ejerciendo su papel de
proporcionó al analista un sentimiento de satisfac- padre a tiempo parcial. La Dra. S. había sido empáti-
ción y de eficacia. Cuando el analista, en raras oca- ca con sus intensos y fuertemente repudiados senti-
siones, había hecho tales interpretaciones, el paciente mientos de vergüenza en relación al abandono de su
parecía encogerse de hombros: no eran útiles pero esposa. La Dra. S. había tenido sentimientos simila-
tampoco disruptivas. res en circunstancias parecidas (algunos de estos
Ya de mayor, Winnicott (1971) concluyó que a sentimientos nunca había podido reconocerlos com-
menudo había impedido o retardado un cambio pro- pletamente). La Dra. S. no era ajena a las experien-
fundo en sus pacientes por su necesidad de interpre- cias de abandono. Una de las más importantes fue la
tar. Y Cansement (1985) sostiene: “A menudo tenía pérdida de su padre (a quien ella había creído que la
la tentación de interpretar simplemente para tranqui- unía un vínculo muy especial), que dejó la casa
lizarme de que todavía podía pensar y funcionar en cuando ella era una niña pequeña. Además, estaba en
la sesión, cuando las cosas parecían caóticas, pero aquel momento enfrentando la posibilidad dolorosa
tuve que aprender a refrenarme” (pág. 177). de perder a su novio. El comentario de su paciente
Nosotros agregaríamos aquí que cuando el analista de interrumpir, avivó los sentimientos repudiados de

73
vergüenza asociados con sus experiencias de aban- do, es decir en su paciente. Si debemos protegernos
dono. La Dra. S. podía empatizar con su paciente y del conocimiento vergonzoso de nuestras necesida-
responderle óptimamente con tal de que éste no le des en relación a nuestros pacientes, no podremos
hiciera a ella la misma cosa que otros le habían resonar empáticamente o responder óptimamente a
hecho (y lo que su esposa había hecho al paciente). sus necesidades parecidas, también repudiadas. En
Cuando su paciente anunció la intención de dejarla, cambio, si el analista puede aceptar la legitimidad
ella perdió su resonancia empática con él porque ella psicológica de estas necesidades, esto reforzará su
lo había aprehendido, en parte inconscientemente, función terapéutica significativamente (vease Bacal
como el selfobject que no debía abandonarla. La y Newman, 1990; Bacal, 1994). Esto es, en efecto,
vergüenza apareció cuando intentó conseguir que su lo que sucedió cuando la Dra. S. pudo trabajar en
paciente estuviera con ella todavía más frecuente- este sentido con su analista. En otras palabras, cuan-
mente. Ella estaba, en efecto, expresando su incons- do su sentimiento de vergüenza por sus necesidades
ciente, el amor no correspondido por el padre que la y expectativas respecto a su paciente disminuyó, sus
abandonó, que la dejó habiéndose sentido ella impo- defensas contra estas también cedieron; como resul-
tente para evitarlo. tado, ella pudo entonces aplicar la misma empatía y
La Dra. S. también pudo ver que su sentido repu- aceptación tanto a ella misma como a su paciente.11
diado de vergüenza, y el de su paciente, eran debi- Nos parece, que sólo recientemente, en particular
dos a un sentimiento de insuficiencia. Ninguno de debido al trabajo de Broucek (1991), Morrison
ellos se había sentido capaz de mantener su valora- (1989, 1992), y Wurmser (1981), se puede recono-
ción ante los objetos idealizados que les habían cer la ubicuidad de vergüenza en la experiencia
fallado (para el paciente, su terapeuta, su esposa, humana. El terapeuta no está menos expuesto a las
y su familia; para el terapeuta, su paciente, su novio, experiencias de vergüenza y a las defensas contra las
y su padre) y, en consecuencia, eran incapaces de mismas, tal como Morrison lo describe. Pero estas
mantener un sentimiento de autoestima. El compro- experiencias también nos ofrecen la oportunidad
miso de su paciente con la terapia representaba (sim- para llevar a cabo una investigación fresca del self, y
bolizaba) inconscientemente para la terapeuta la una comprensión y aceptación del mismo. Hay una
reparación parcial pero significativa de una desilu- variedad de maneras de conseguir esto. "Más análi-
sión de toda la vida, en su necesidad idealizadora y sis" es a menudo la regla para tales problemas, y
en su necesidad especulativa de sentirse de nuevo puede ser de ayuda. La supervisión es otra manera.
especial. La terapeuta se había vuelto vulnerable a la Estas tareas también pueden ser muy eficazmente
vergüenza porque necesitó repudiar su necesidad de abordadas si el analista del terapeuta está dispuesto a
selfobject respecto a su paciente. Si hubiera podido responder directamente a la discusión del terapeuta
entender y aceptar esta necesidad, entonces proba- de sus trabajos terapéuticos durante las sesiones ana-
blemente habría sido capaz de ofrecer una respuesta líticas. De esta manera, el analista puede ayudar, al
terapéutica a su paciente en lugar de reaccionar con entendimiento inmediato de las reacciones contra-
la señal de ruptura que el comentario de interrup- transferenciales de su analizante, cuando éstas se
ción había provocado. relacionan con la frustración de sus necesidades de
La experiencia de esta terapeuta no es única. selfobject en el trabajo con su paciente. Esto, en
Variaciones de esta cuestión sobre la importancia efecto, caracterizó la manera en que el analista
y significando de la relación con el paciente son didáctico de la Dra. S trabajó con ella, un método de
moneda corriente entre terapeutas. Podríamos afir- supervisión que fue ofrecido regularmente por
mar que la vinculación del paciente al tratamiento Ferenczi, Balint, y otros, a los candidatos en el
satisface las universales necesidades de selfobject Instituto de Psicoanálisis de Budapest.12
idealizado del terapeuta y la necesidad universal del Otro abordaje eficaz es buscar oportunidades para
terapeuta de recibir de sus pacientes la respuesta el intercambio abierto con colegas de confianza. El
especular de ser alguien eficaz y especial para explorar y compartir, en un ambiente de compañeros
estos.10 de trabajo, las experiencias de los efectos de la frus-
Así pues, para el analista la situación es esencial- tración de nuestras necesidades de selfobject y los
mente la misma que para el analizante: si el analista estados de disociación, puede ser enormemente útil.
no puede aceptar la legitimidad psicológica de su Nosotros hemos observado frecuentemente que,
necesidad de selfobject respecto al paciente, quedará como resultado de estos intercambios, tenemos
afectado de la misma manera que su paciente. Sus menos propensión a sentirnos avergonzados por
necesidades se intensificarán y acabará actuándolas nuestros fracasos; por lo menos, los sentimientos de
muy probablemente en el objeto que las ha frustra- vergüenza no inhiben la investigación de nuestro

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self . En efecto, el descubrimiento de que estas do sus necesidades no se satisfacen. El sufrido ana-
experiencias son de hecho universales parece ser lista tiende a desaprobarse tal posición. Moraitis
especialmente útil, permitiendo a los terapeutas el (1993) ha observado eso recientemente
poder sentirse más libres para responder óptimamen- Para lograr sus objetivos el analista debe dejar de
te a sus pacientes. Esas discusiones pueden ser lado sus necesidades personales en el grado máximo
emprendidas con especial efectividad en grupos de posible, para que pueda ponerse al servicio de su
terapeutas (por ejemlo, en los llamados grupos paciente y de su ciencia.
Balint), cuyo ambiente facilita el abordaje de la pro- Yo creo que las tales demandas son poco realistas
blemática intersubjetiva (o de los problemas contra- e injustificadas. Estas ponen al analista en la posi-
transferenciales). En esta situación, la diferencia ción defensiva de proclamar motivos altruistas que
entre el terapeuta defectuoso y el supuestamente el normalmente cuestiona en los otros, y de negar en
terapeuta perfecto disminuye grandemente. Además, él las mismas necesidades que ayuda a sus pacientes
la vinculación en evolución y de confianza entre los a reconocer y satisfacer (pág. 343).
miembros mitiga la vergüenza de descubrir las nece- ¿No es natural y perfectamente humano que el
sidades de selfobject propias y las defensas contra las analista necesite protestar contra el ataque a su pro-
mismas. Concomitantemente a este proceso, el self pio sentimiento de sí? Sin ninguna duda en la
del terapeuta va adquiriendo un significativo fortale- inmensa mayoría de casos esta protesta no se debe-
cimiento. ría expresar abiertamente. Pero el derecho a dar
Ahora bien, pueden presentarse situaciones difíci- cabida (y a veces abiertamente) a la expresión de su
les o efectos adversos, como por ejemplo que puede propia actitud de rechazo puede ayudar a proteger al
fatigar especialmente la capacidad del analista para analista de posibles daños, y el reconocer sus necesi-
mantener una posición empática y una actitud benig- dades legítimas, puede permitirle continuar trabajan-
na ante su paciente. Como uno de nosotros (Bacal y do con su paciente.
Newman, 1990) ha observado: “Cuando ciertas Durante un periodo largo en el análisis de una
necesidades de selfobject del analista se ponen en mujer joven, cada interpretación del analista genera-
evidencia y este percibe a su paciente como, por así ba en ella una fragmentación. Ella desechaba casi
decirlo, "violando" sus expectativas o actuando más todas sus intervenciones enojada y desdeñosamente.
allá del umbral de su tolerancia, esto puede precipi- Entonces fue el mismo analista quien se rompió.
tar una reacción en el terapeuta que puede activar o Empezó a experimentar grados crecientes de mortifi-
exacerbar una ruptura del sentimiento del paciente cación, vergüenza, y desilusión de sí mismo.
de estar en relación de selfobject con su terapeuta” Se esforzó valientemente en restaurar a ambos,
(pág. 269). al paciente y a su propia autoestima, buscando la
Las situaciones en las que el paciente se rompe y "buena" interpretación. Esto no conllevó ningún pro-
eventualmente se enfurece, pueden repercutir en el greso. Finalmente el analista cayó en un silencio
analista y pueden producir una frustración amplia de descorazonado. Como que su propia vitalidad y su
sus necesidades legítimas de reforzar su self o de cohesión quedó minada, entonces esto reverberó en
recibir respuestas restauradoras del self por parte de el paciente en un círculo vicioso. Este analista era
su paciente. Aquí el analista puede experimentar un incapaz de otorgarse el derecho de protestar, aunque
espectro de sentimientos dolorosos como la rabia, fuera interiormente, ante las fallas del paciente en
odio, ansiedad, desaliento profundo, y pérdida de proporcionarle reconocimiento. Sólo con la ayuda de
autoestima. También puede experimentar la presión un supervisor pudo empezar a tolerar su desilusión.
de la exigencia de tener que librarse de tales senti- El problema de este analista con este paciente es uno
mientos para permanecer en contacto empático con de los que se podría prestar al tipo de grupo de dis-
su paciente. Esto, sin embargo, es más fácil de decir cusión y apoyo que hemos sugerido.
que de hacer, ya que se puede vivir como que se Winnicott (1947) reconoce que el analista, en
exige que repudie totalmente aspectos auténticos de algunos momentos, odiará al paciente, sobre todo al
su experiencia afectiva. Podemos preguntarnos si la paciente en regresión (pág. 195)13. Considera impor-
psicología del self espera demasiado del analista al tante que el analista reconozca este odio en él
exigirle que mantenga la posición empática en todo mismo y tolere el odio del paciente y su ingratitud.
momento, lo que a veces podría traer consigo la Winnicott está, en efecto, postulando implicitamen-
renuncia completa de las propias necesidades de sel- te la existencia de necesidades de selfobject en el
fobject. Nosotros los analistas autorizamos, y de analista que están siendo profundamente frustradas
hecho a menudo animamos, a que los niños, padres, por el paciente. En nuestra experiencia, si el analista
y pacientes se sientan con derecho a protestar cuan- se acomoda al analizante de una forma continuada

75
para evitar que el paciente experimente un trauma transferencia fusional arcaica, el otro es vivido como parte del
intolerable en la transferencia14, el odio engendrado self. El amor primario no implica necesariamente una pérdida de
límites; más bien el objeto es vivido como teniendo necesidades
en el analista por la frustración prolongada de sus
similares o complementarias a las del sujeto (por ejemplo, el
necesidades de selfobject inevitablemente interferirá bebé vive su necesidad de alimentarse y de ser sostenido como
en ciertos momentos con la función terapéutica del idéntica o complementaria a la necesidad de la madre de alimen-
analista. tar y de sostener al bebé).
Reconocemos que no todos los analistas viven las 5. Basch (1992) considera que la relación de selfobject de tipo
situaciones adversas como difíciles o descalificado- alter-ego o gemelar, es básica para las relaciones humanas.
6. Las reacciones contratransferenciales que están en relación
ras. De hecho, algunos analistas se sienten reconoci- con las necesidades del analista pueden ser también colusivas.
dos o estimulados por el desafio de un encuentro Esto puede ocurrir cuando el analista tácitamente (o incluso
rechazante, tal como les sucede también a algunos explícitamente) anima al paciente a esperar el cumplimiento (o
pacientes. Las distintas personalidades de los analis- realización) de las necesidades insatisfechas del mismo analista
tas y los distintos abordajes teóricos que estos utili- que se corresponden también con las del paciente. En estas
situaciones (que a menudo tienen una motivación inconsciente),
zan, indican la gran variación que existe en sus
el analista se puede vivir a sí mismo ofreciendo más de lo que
necesidades de selfobject y en sus expectativas. En puede dar. Estas reacciones pueden también ir contra las necesi-
la situación psicoanalítica, el número de permutacio- dades terapéuticas del paciente.
nes y combinaciones posibles de las necesidades 7. Página 274 de la traducción castellana: El médico, el
mutuas de selfobject, y de las frustraciones de tales paciente y la enfermedad, Editorial Libros Básicos, Buenos
necesidades, puede ser infinito. Aires, 1961.
8.Esta necesidad corresponde a la escisión vertical descrita
Stolorow y Atwood (1992) enfatizan en que la por Kokut (1977) y al falso self descrito por Winnicott (1960);
investigación empática sostenida debe incluir la véase también Bacal y Newman, (1990).
reflexión continuada del terapeuta a lo largo de sus 9. De acuerdo con Wolf (1988), “la necesidad de eficacia es la
procesos subjetivos (como parte del campo intersub- necesidad de una persona de vivir el self como un agente efecti-
jectivo). Nosotros creemos que es conveniente que vo, es decir, capaz de producir en el objeto una respuesta de sel-
fobject” (pág. 181).
el analista esté predispuesto a ir “escuchando” los
10. El compromiso del paciente con el tratamiento también
estados de su propio self cuando estos quedan afec- satisface la necesidad de vinculación a un otro significativo.
tados por aquéllos del paciente y por los efectos de Una necesidad que es parecida a la necesidad de selfobjects
los factores externos de su vida. (véase Bacal y Newman, 1990).
Sostenemos que los estados del self del analista 11. Gunther (1976) recomienda que el analista utilice una
quedan afectados significativamente por su expe- empatía selectiva con él mismo como una manera de controlar
sus defensas y sus trastornos. Gunther insiste en que es previsi-
riencia de selfobject respecto al paciente. En otras ble que el analista se tropiece con dificultades “narcisistas” en la
palabras, lo que le permite al analista el llevar a realización de su trabajo. Nosotros estamos de acuerdo con este
cabo su trabajo terapéutico (es decir, por así decirlo, enfoque. Añadiríamos, sin embargo, que el analizante suministra
lo que le permite al analista funcionar) incluye de al analista de forma continuada, funciones de selfobject, y que
una manera muy principal, el poder obtener respues- por tanto si este suministro es frustrado, causará sus efectos en
este último.
tas por parte del analizante que le proporcionen al
12. En Hungría, en el Instituto Psicoanalítico de Budapest,
analista una experiencia de selfobject15. El reconoci- ésta era una forma frecuente de supervisión. Cuando Balint emi-
miento de que es psicológicamente legítimo para el gró de Hungría a Inglaterra, en 1930, ofrecía esta forma de
terapeuta tener estas necesidades, y de que su frus- supervisión a los candidatos que tenía en análisis en el Instituto
tración contribuirá a las actuaciones contratransfe- Británico de Psicoanálisis. Supervisaba el primer caso de análi-
renciales no sólo alterará nuestras conceptualizacio- sis de los candidatos en las horas de su propio análisis. De esta
forma los problemas contratransferenciales del candidato podían
nes del proceso terapéutico sino que también refor- ser abordados con una mayor inmediatez, riqueza, y efectividad,
zará nuestra capacidad de responder óptimamente a que en la forma habitual de superivisón, en la que la contratans-
nuestros pacientes. ferencia del estudiante sólo puede ser mencionada por el super-
visior. La Dra S., en efecto, fue ayudada de esta forma.
13. Página 268 de la versión castellana El odio de la contra-
Notas transferencia, en Escritos de Pediatría y Psicoanálisis, Editorial
Laia, Barcelona, 1981.
14. Nos estamos refiriendo aquí al trauma que suele ocurrir
1. Traducción por Ramon Riera. cuando el analizante regresa a lo patogénico, genéticamente
2. Página 245 de la versión castellana Análisis del Self, relacionado con las disrupciones actuales de la transferencia; lo
Amorrotu Editores, Buenos Aires, 1977. que Balint denominó la “falta básica” (Balint, 1968; Bacal y
3. Página 238 de la versión castellana Análisis del Self, Newman, 1990).
Amorrotu Editores, Buenos Aires, 1977. 15. Lessem y Orange (1992) sugieren que la mutualidad de
4. El concepto de Balint de amor primario es similar pero no experiencias de selfobject va asociada con un creciente y sólido
idéntico a la transferencia fusional arcaica de Kohut. En la

76
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